Skip to main content

Full text of "Obras completas : Ed. crítica"

See other formats


OBRAS  COMPLETAS  DEL 

BEATO  JUAN 
DE  AVILA 


Obras  Completas  del 
Mtro.  Juan  de  A  vil 
i  i 


BIBLIOTECA 

D  E 

AUTORES  CRISTIANOS 

Declarada  de  interés  nacional 


ESTA  COLECCIÓN  SE  PUBLICA  BAJO  LOS  AUSPICIOS  Y  ALTA 
DIRECCIÓN  DE  LA  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE  SALAMANCA 

LA  COMISIÓN  DE  DICHA  PONTIFICIA 
UNIVERSIDAD  ENCARGADA  DE  LA 
INMEDIATA  RELACIÓN  CON  LA  B.  A.  C, 
ESTA  INTEGRADA  EN  EL  AÑO  1953 
POR   LOS   SEÑORES   SIGUIENTES  : 

PRESrDEMTE : 

Excmo.  y  Rvdmo.  Sr.  Dr.  Fr.  Francisco  Barbado 
Viejo,  O.  P.,  Obispo  de  Salamanca  y  Gran  Canciller 
de  la  Pontificia  Universidad. 

limo.    Sr.    Dr.    Lorenzo  Turrado, 
Rector  Magnífico. 

vocales:  R.  P.  Dr.  Fr.  Agapito  Sobradillo, 
O.  F.  M.  C,  Decano  de  la  Facultad  de  Teología; 
R.  P.  Dr.  Marcelino  Cabreros,  C.  M.  F.,  Decano  de 
la  Facultad  de  Derecho;  M.  I.  Sr.  Dr.  Bernardo  Rin- 
cón, Decano  de  la  Facultad  de  Filosofía;  R.  P.  Dr.  José 
Jiménez,  C.  M.  F.,  Decano  de  la  Facultad  de  Huma- 
nidades Clásicas;  R.  P.  Dr.  Fr.  Alberto  Colun- 
ga,  O.  P.,  Catedrático  de  Sagrada  Escritura;  reveren- 
do P.  Dr.  Bernardino  Llorca,  S.  I.,  Catedrática  de 
Historia  Eclesiástica. 

no:  M.  I.  Sr.  Dr.  Luis  Sala  Balust,  Profesor. 

L  \  F.DITORIAL  CATOLICA,  S.  A.  Apartado  460 

MADRID  •  MCMLin 





Orras  Completas  del 

B.  Mtro.  Juan 
de  Avila 

EDICION  CRITICA 

I  I 

SERMONES.  PLATICAS  ESPIRITUALES 

INTRODUCCIONES,   EDICIÓN   Y   NOT\S  DEL   DOCTOR  DON 

LUIS   SALA  BALUST 

CATEDRÁTICO  DE  LA  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  ECLESIÁSTICA  DE  SALAMANCA 
Y    DIRECTOR    DEL  COLEGIO   MAYOR   SACERDOTAL   JAIME  BALMES 


LA     EDITORIAL  CATOLICA 

MADRID  •  MCMLIII 


MH1L  » JBSTAT  : 
Dr.  José  Artero. 
Censor. 


IilPRlMATt'R  : 
!-  Fr.  Francisco,  O.  P¿ 

Obispo  de  Salamanca. 
Salamanca,  12  mayo  1953. 


INDICE  GENERAL 


INDICE  GENERAL 


Págs. 

SERMONES 

Introducción   ■ 

f.    El  Mtro  Aula   predicador  ? 

í.    ¡  Pl  P  Av^la  predica !  ^ 

2.  Preparación  del  sermón  \ 

3.  Temas  preferidos   g 

4    Subía  al  palpito  «templado» 

5.  Pruto  de  los  sermones   X2 

6.  Cómo  le  toman  los  sermones    j_ 

IL   Ediciones  prendantes  de  los  r.crmones 

IIL    La  presente  edición    ~6 

Manuscritos  utilizados  para  esta  edición  de  los  sermones  5* 

i.    CICLO  TEMPORAL 

a)    Sermones  de  tiempo   3, 

H'J.    ¡Grande  es  el  día  del  Señor  v  muy  terrible!  Domin- 
go I  de  Adviento  (Zafra) 

^^.-Wode  cuenta  estrecha.-Señales  que  precederán  el  juí- 
brt~  I^Th'T  5KVenÍda  «W.Í««-E1  juicio:  Se  abren  los  "!- 
oros.— Juicio  de  los  buenos.— Juicio  de  los  malos.— Peroración. 

iH.    ¡Grande  es  el  día  del  Señor  y  muy  terrible!    ¿¡ 

Exordio.— Dia  de  cuenta  estrecha.-Señales  que  precederán  el  jui- 
c.o.-Resurrecdon  y  venida  del  juez.-juicio  de  los  buenos—Juicio 
de  los  malos.— Peroración  :  Velad  y  orad. 

2.    Venida  de  Cristo  al  alma.   ¿Cómo  prepararse'  Domin- 
go III  de  Adviento  (en  un  convento  de  monjas)  68 

Exordio:  El  predicador,  otro  San  Juan  Bautista  —Venida  de  PriV 
"  •-Uma.-Cnst,,  trae  consigo  su  reino.-Dios  ruega  que  le  abra-" 

3-    Venida  de  Cristo  pebre  a  remediar  nuestra  pobreza  En 

vísperas  de  Navidad  (a  unas  monjas)     s. 

Exordio— Preparaos  para  recibir  a  Dios  en  su  gran  obra  de  la 
KMc.rnncum.  El  Señor  viene  pobre  a  evangelizarla  los  pobres.- 
Podos  somos  pobres,  y  m4s  los  pecadores.-Cristo,  remedio  de 
nuestra  pobreza  :  El  pagará  nuestras  deudas.-Viene  este  Niño  a 
trabajar  para  ganarnos  el  sustento.-Peroración. 

4.   Señales  para  hallar  a  Dios.  Navidad  (predicado  en  el  dia 

de  San  Esteban  en  un  convento  de  monjas)    I03 

>^^i°;7 SÍ?Ué, 8e3ales  so»  éstas  para  hallar  a  Dios '-Infante  ■ 
Apareció  a  blandura  y  misericordia  de  Dios  -Envuelto  en  rañV 
n^rvl^'v  ^'-Buscando  posada.-El  nacimiento.  ?Por 
qué  pone  Mana  a  Jesús  en  el  pesebre  ?-Para  mi  remedio  se  pone 


VIII 


ÍNDICE  GENERAL 


Jesús  en  el  pesebre.— Para  dártelo  a  ti  lo  pone  María  en  el  pese- 
bre.— Alegrémonos  e  imitemos  al  Niño  de  Belén. 
5PI.    Buscar  y  hallar  a  Cristo.  Epifanía    119 

Exordio.— Busquemos  al  Hijo  de  Dios.— ¿  Quién  es  este  Niño? 
Los  nombres  de  Cristo.— ¿  Quién  le  encontrará  ?— La  estrella  de  la 
íe.  Ofrezcámosle  dones. 

Buscar  y  hallar  a  Cristo.  Epifanía    126 

Exordio.— Vocación  de  los  Magos. — Busquemos  al  Señor.— ¿  Quié- 
nes son  los  verdaderos  buscadores  de  Dios  ? — Turbación  de  Hero- 
des. — El  lenguaje  de  la  estrella  :  la  fe.— Adoración  de  los  Reyes. 
Ofrezcámosle  nuestros  dones. 

6.  Bodas  de  Dios  y  de  los  hombres.  Domingo  II  de  Epifa- 
nía (antes  de  1563)    137 

Exordio.— Casamiento  del  Yerbo  con  la  naturaleza  humana.— Ma- 
trimonio de  Cristo  con  su  Iglesia.— Virginidad  del  alma.— El  sacra- 
mento del  matrimonio.  ¿Con  quién  casarse? — Deberes  de  los  ca- 
sados. 

7.  Dios  te  ruega  con  perdón  de  tus  pecados.  Miércoles  de 
Ceniza   '.   144 

Exordio  :  La  penitencia  es  obra  de  Dios  y  no  del  hombre.— ¿  Por 
qué  nos  quita  la  Iglesia  los  cantares  alegres  y  las  alabanzas  de 
Dios  ? — Acuérdate,  hombre,  que  eres  ceniza. — ¿  Qué  es  el  ayuno  ? — 
Dios  te  convida  con  el  perdón  de  tus  pecados.— Toma  la  ceniza  de 
Cristo,  la  memoria  de  su  pasión. — Sirve  ahora  a  Dios  como  antes 
al  diablo. 

S.    Motivos  para  trabajar  en  la  viña  del  Señor.  Domingo  de 

Septuagésima    155 

Exordio. — Reparto  de  la  parábola. — Epístola  y  Evangelio  nos  con- 
vidan al  trabajo. — Muchos  son  los  llamados,  pocos  los  escogidos.1— 
Primer  motivo :  Evitaremos  el  remordimiento  de  la  conciencia.— 
Segundo  motivo  :  Pensar  en  la  recompensa. — Lo  que  importa  es 
trabajar  por  agiadar  a  Dios. — Tercer  motivo:  Mirar  los  trabajos 
de  Cristo. — ¿  Cómo  está  tan  estragada  la  viña  del  Señor  ? — Cultiva 
la  viña  de  tu  alma.  No  te  canses. 

9.  A  pelear  varonilmente  contra  el  tentador.  Domingo  I  de 
Cuaresma  ...   173 

Exordio. — Cristo  es  tentado  para  consuelo  y  aviso  nuestro. — En 
guerra  estamos.  Mil  lazos  nos  pone  el  demonio. — Dios  te  ayuda. — 
Para  tu  bien  permite  la  tentación. — ¿Qué  haremos  en  la  tentación? 

10.  Venzamos  a  Dios  en  la  oración.  Jueves  de  la  I  semana  de 
Cuaresma   185 


¡Agua,  Señor,  que  nos  apague  la  sed!  Viernes  de  la  III  se- 
mana de  Cuaresma  (antes  de  1556)   

Exordio.— El  evangelio  de  la  Samaritana.— Algunas  llagas  :  For- 
nicación, estupro. — Adulterio,  incesto.— Sacrilegio.— Remedio  para  ser 
casto  :  templanza,  oración  y  Eucaristía. 

Pan  del  cuerpo  y  pan  del  alma.  Domingo  IV  después  de 

Cuaresma   

Exordio  :  La  Virgen  nos  convida  con  su  pan. — Evangelio  de  la 
multiplicación  do  los  panes. — Esperemos  de  Dios  el  mantenimiento 
del  cuerpo. — Servid  a  Dios  y  El  cuidará  de  vosotros. — Gastad  bien 
lo  que  Dios  os  diere.— Lujos  y  malos  gastos  de  las  mujeres.— Poned 
vuestra  casa  en  orden.— Convite  del  alma  en  el  cielo.— Hay  que 


IMUII    (.:  Ni  KM 


participar  del  convite  <le  los  panes  de  cebada.— Comamos  el  pan 
con  l<xs  peces. 

13.  Luz  muy  clara  es  Cristo,  guía,  maestro.  ¡Miércoles  de  la 

IV  semana  de  Cuaresma  (1543)   231 

Exordio. — I.eer  en  las  cosas  temporales  otras  espirituales. — Cura- 
ción del  ciego  de  nacimiento. — Al  venir  Jesucristo,  el  mundo  estaba 
ciego  :  los  judíos  amaban  tierra  ;  los  romanos,  honra  ;  los  griegos, 
razones. — No  tiene  ojos  de  fe  quien  sólo  ve  las  cosas  temporales. — 
Tentaciones  solapadas  por  vía  de  razón. — Envíanos,  Señor,  tu  luz 
y  tu  verdad.  Peroración. 

14.  Llora  Jesucristo  tu  alma.  Llora  también  tú.  Viernes  de 

la  IV  scmatia  de  Cuaresma  (antes  de  1314)    246 

Exordio.— Historia  de  la  resurrección  dé  Lázaro.— Muerto  estás  si 
pecaste. — Vuélvete  a  mí. — Llora  Cristo  tu  alma. — Llora,  hermano, 
tus  pecados. — La  voz  de  resurrección  a  nueva  vida  de  gracia. 

15.  ¡Diahosas  ovejas  que  tienen  tal  pastor  1  Miércoles  de  ¡a 
semana  de  Pasión    260 

Exordio.— La  Virgen,  nuestra  pastora.— Cristo  nos  escogió  para 
ovejas  suyas. — -Condiciones  de  la  buena  oveja  :  oye  al  pastor  y  le 
sigue. — Niegúese  a  sí,  tome  su  cruz  v  sígame. — Los  pastos  del  cie- 
lo.—Nadie  arrebatará  al  buen  pastor  sus  ovejas. 

16.  La  vida  de  Cristo,  una  peregrinación.  Lunes  de  Pascua  ...  275 

Exordio  :  Jesucristo  toma  disfraz  de  peregrino.'— Ya  Cristo  ro- 
mero a  la  cruz,  a  padecer. — Jornada  hasta  el  sepulcro  a  resucitar. — 
Hornería  a  la  Jerusalén  celestial. — «Mane  nobiscum,  Domine». 

17.  Aparece  Cristo  a  los  apóstoles.  Martes  de  Pascua    282 

18.  Nos  dió  esperanza  viva  de  la  heredad  incorruptible.  Jue- 
ves de  la  Ascensión  (en  un  monasterio  de  religiosos.  Gra- 
nada o  Sevilla)    2S3 

Exordio.— Subió  a  los  cielos  y  está  sentado  a  la  diestra  de  Dios.— 
El  cielo. — Veremos  y  amaremos  a  Dios. — Todo  lo  sufre  con  alegría 
quien  espera  ir  al  cielo. — Seremos  semejantes  a  Dios.  ¿  Qué  es 
esto? — Quien  tiene  esperanza  santifícase  como  Dios  es  santo. — Nos 
dió  esperanza  viva  :  Si  la  cabeza  en  el  cielo,  también  el  cuerpo. 

19.  Vino  el  Señor  a  buscar  la  oveja  perdida.  Domingo  III  des- 
pués de  Pentecostés    298 

Exordio.— Cristo  se  abaja  a  recibir  a  los  pecadores. — Mirad,  Se- 
ñor, que  murmuran  de  vos. — Más  puedL'  su  misericordia  que  tus 
culpas. — Regocijo  en  el  cielo. — Jesucristo  con  la  oveja  a  hombros. — 
El  Esposo  nos  ronda  la  calle. 

20.  Viendo  Jesús  la  ciudad  lloró  sobre  ella.  Domingo  IX  des- 
pués de  Pentecostés  (Sevilla,  agosto  1541)    309 

Exordio. — Llora  sobre  Jerusalén,  llora  sobre  la  cristiandad. — Ya 
me  convertiré,  tiempo  tengo. 

21.  Mucho  vale  la  humildad  para  alcanzar  misericordia.  Do- 
mingo X  después  de  Pentocestés  (Granada)    313 

Exordio. — Hemos  de  subir  y  hay  peligro  en  subir. — Los  que  sa- 
ben que  están  condenados. — Los  que  piensan  que  son  buenos  y 
quizá  no  lo  son. — La  mala  oración  del  fariseo. — Limpia  el  corazón 
con  el  amor  de  Dios. — Dios  oye  Ja  oración  del  publicano. 

23.    Dice  el  buen  samaritano  :  Tened  cuidado  de  ese  enfermo. 

Domingo  XII  después  de  Pentecostés    323 

Exordio  :  María,  vaso  excelente  en  que  se  fabricó  ámbar  fino. — 
La  letra  del  Evangelio:  ¿Quién  es  mi  prójimo  ?— Sentido  alegóri- 
co: Descendió  Adán  de  Jerusalén  a  Jericó...— La  ley,  los  profetas; 
el  verdadero  samaritano,  Cristo. — Sentido  moral  :  Cuida  a  ese  en- 


X 


ÍNDICE  GENERAL 


fcrmo  y  cuando  vuelva  te  lo  pagaré. — Para  tener  cuidado  de  nosotros 
es  menester  desechar  otros  cuidados. — Cómo  tratar  al  cuerpo. — Cura 
también  el  alma. — Cuidado  del  prójimo. 

Amarás  al  Señor  Dios  tuyo.  Domingo  XVII  después  de 

Pentecostés  (en  un  velo  de  monja)    338 

Exordio.— Tres  condiciones  de  los  que  bien  se  quieren.— Tres  raer- 
cedes  que  hace  Dios  al  que  le  ama.— ¿  Qué  remedio  para  amar  B 
Dios? 

Muchos  son  los  llamados,  pocos  los  escogidos.  Domin- 
go XIX  después  de  Pentecostés    344 

Exordio.— Misericordia  y  justicia  de  Dios.— Convite  de  bodas.— 
El  manjar  :  ver  a  Dios  cara  a  cara. — Los  que  se  excusan  de  ir  a 
las  bodas. — Convida  a  la  gentilidad. — ¿  Qué  es  la  vestidura  de  boda  í 
i  A  las  tinieblas  exteriores!- — ¿Qué  remedio  para  ser  de  los  esco- 
gidos ? 

Como  Dios  te  trata  a  ti,  trata  tú  a  tu  prójimo.  Domin- 
go XXI  después  de  Pentecostés    358 

Exordio. — La  parábola  del  siervo  inicuo. — Nuestros  pecados,  una 
deuda  insoluble. —  ¡Señor,  tened  misericordia  de  mi! — Ten  tú  tam- 
bién misericordia  del  prójimo. — Con  la  medida  que  midieres  serás 
medido. 

Nos  hizo  a  su  imagen  y  semejan/a.  Domingo  XXII  des- 
pués de  Pentecostés    369 

Exordio. — Evangelio:  ¡Es  lícito  pasar  tributo  al  César? — Por  eJ 
pecado  se  pierde  la  imac.cn  de  Dios. — lil  picador  se  hace  semejan- 
za del  demonio. — Viene  el  Hijo  a  reparar  isla  imagen.' — Toma  Dios 
imagen  de  pecador. — Sé  semejante  n  Cristo,  que  destruyó  todo  pi- 
cado.— La  segunda  venida  de  Cristo  reformará  la  imagen  mala  de 
nuestro  cuerpo. 

h)    Sermones  del  Espíritu  Santo    3S4 

Esperando  al  Huésped  divino.  Domingo  injraoctava  de 

Ja  Ascensión  (en  un  convento  de  monjas)    384 

Exordio. — Esta  es  Semana  Santa.— Disposiciones  para  recibir  al 
Espíritu  Santo.— No  vendrá  si  no  tienes  deseo  de  El.— Aderézale- 
casa  limpia.— Prepara  comida  para  el  Huésped.— Tengamos  los  sen- 
tidos sujetos.— El  Espíritu  Santo  nos  consolará  y  dará  fuerza.— Por 
los  méritos  de  Cristo  se  da  el  Espíritu  Santo. 
El  que  no  tiene  espíritu  de  Cristo,  no  es  de  Cristo.  Domin- 
go injraoctava  de  la  Ascensión    396 

Exordio. — Evangelio  del  día.— Promesa  del  Consolador. — Quien  no 
tuviere  espíritu  de  Cristo,  no  es  de  Cristo.— No  basta  vivir  en 
carne  ni  en  espíritu  propio. — Es  menester  tener  Espíritu  Santo.— 
Cómo  has  de  oír  la  palabra  de  Dios.— ¿  Cómo  sabré  si  tingo  Espí- 
ritu de  Cristo  ?— Preparación  para  recibir  al  Paráclito. 
Maravillas  hace  el  Espíritu  Santo  en  la  Iglesia.  Domingo 
de  Pentecostés  (en  la  profesión  de  una  monja)    41.} 

Exordio. — Moraremos  en  él,  dice  Jesucristo. — Estragos  que  causó 
en  el  hombre  el  pecado  de  Adán.— Jesucristo  remediará  tantos  ma- 
les dándonos  su  Espíritu. — ¿  Qué  hace  el  Espíritu  Santo  en  las  al- 
mas ?— El  Espíritu  es  quien  mueve  a  abrazar  el  estado  religioso.— 
Peroración:    ¡Dichosa  doncella  que  dejas  la  tierra  por  el  cielo! 

¿Ha  venido  a  ti  ese  tal  Consolador?  Domingo  de  Pente- 
costés  429 

Exordio. — Si  amamos  a  Cristo,  la  Trinidad  morará  en  nosotros. — 
Tal  será  el  Consolador,  que  no  echen  menos  a  Cristo. — Lo  que  obra 
el  soplo  del  Espíritu  Santo.— Consuela,  esfuerza,  alegra. — Enseña. — 


ÍNDICE  GENERAL 


XI 


¿  Quién  lo  quiere  ?   ¿  Quién  lo  quiere  ?— Si  esperas  o  tienes  ya  a 

este  Huésped.— Llámalo  en  nombre  de  Jesucristo. 

Salva  Dios  al  mundo  por  el  Espíritu  Santo.  Lunes  de 

Pentecostés   

Exordio.— Plática  del  Señor  a  Xicodemus.— Creado  el  hombre  en 
honra,  no  lo  entendió.— Hoy  salva  Dios  al  mundo  por  el  Espíritu 
Santo.— Las  virtudes  y  los  dones  del  Espíritu  Santo. 
El  Hijo  y  el  Espíritu  Santo  vinieron  a  remediarnos.  Mar- 
tes de  Pentecostés   


Exordio.— Morimos  en  Adán  en  ánima  y  cuerpo.  ;  Quién  lo  ■  re- 
mediará ?— Los  que  vinieron  antes  que  Cristo,  ladrones  eran— Viene 
Jesucristo  a  poner  remedio.-Se  da  boy  ley  de  Evangelio— Pente- 
costés completa  la  obra  redentora  de  Cristo.— El  Espíritu  Santo 
Dios  es  y  nos  endiosa.— El  Paráclito  es  lumbre  y  es  fuego —Es- 
fuérzate, hermano,  hoy  es  día  de  perdón.— Obra  del  Espíritu  en 
los  apóstoles  y  en  la  cristiandad  naciente. 

o    Sermones  del  Santísimo  Sacramento 


La  Iglesia  romana  es  la  casa  donde  celebra  Cristo 
cena.  Jueves  Santo   


o.    No  te  hartes  de  mirar  a  Cristo.  Víspera  dé  Corp 


us 


S7otV;  T cf'otro^a  a^t'^ 
cuerpo  místico  ele  Cristo-Si  tuvieses  verdadera  castidad  -Huelgo 
me  de  engalanarme,  mas  no  a  mala  parte -Tem  -d  señoVls  'a 
mTZV?  d\\  Trpo-,I-°  haSo  "or  hallar 'marido,  por  agradar' a 
mi  mando—Muchos  males  procedí  n  del  excesivo  at:.vío  -Hombres 
m.rad  al  Señor  con  ojos  limmos- u ,„„        ' '  '  , '.  [  T"™*?' 


Corpus  Christi !—  Proy 


OJOS  limpios.- ¡eme  unieren  almas  el  día  de 
.enga  autoridad— No  nos  quite  el 


Señqr  la  fe  de  este  Sacramento.— Santifica. is 
por  las  calles— Sentimientos  de  compunción  , 

tus  ojos  en  la  hermosura  del  Señor  Sacramentado— ¡Si  te  Supi 
ras  aprovechar  de  la  procesión! 

C^Ms°neS  ^  PaSÍÓ"  "V  pr°ceii6n  de  a:eSría-  Víspera  de 


446 


47y 


Habiéndonos  amado  hasta  el  fin— La  casa  de  la  cena— Señales 
de  la  verdadera  Iglcs,a  :  Escritura  y  .sacramentos— El  Papa,  señal 
clara  y  manifiesta— Jesús  lava  los  pies  a  sus  discípulos. 
Incoqjorados  a  Cristo  por  la  comunión  poseemos  el  cora- 
zón del  Padre.  Jueves  Santo   

¿Quién  herirá  el  corazón  del  Padre  ton  saeta  de  amor'— El  cora 
zón   del  Padre  su   Hijo  es— El   que  bien  con,  den    ,"s.  ,  l,a  1,  f' 
el  corazón  del  Padre.— Sólo  incorporados  a  cristo  somos  aeri  3aMI 
a!  Padre— Cristo,  dechado  de  nuestra  pr'ede-tin    i/.n  -"i  '¡"lív 
tía,  consumación  de  los  demás  sacramentos.  "  K^!1Sr 

Acompañando  el  arca  del  Testamento  nuevo.  Vi&tera  de 
Corpus    1 

El  f  rea  del  Testamento— La  humildad  J;  Cristo  arca  de  la  nu-v-  ^¿ 
ley-Institución  de  la  fiesta  del  Corpus  Cnristi— Induteenci las  con 
cedidas  por  los  Romanos  Pontítiees  —Traslado  del  nrci  Por  n„- 
castigó  Dios  a  Oza '-IJeve  i  sobre  sus  hombros  la  cargTa  k?s  e,  • 
gobiernan— .Modo  de  ir  los  eclesiásticos  e-a  la  procesión -Todos 
con  pureza  y  reverencia-*  el  rey  y  los  grandes  déjense  v  bat 
corazón  ^'«vid-Cantemos  con  la  boca,  cantemos  con  el 


Excelente  singularidad 
del    Corpus  recompensa 


ÍNDICE  GENERA!, 


í  Cómo  celebrar  «JO  alegría  los  dolores  del  Señor  ?— De  la  pasión 
nació  honra  para  Cristo  y  mucho  bien  para  nosotros.— Cuáles  de- 
ben ser  mañana  las  señales  exteriores  de  nuestro  gozo.— Señor, 
¿dónde  vais  ?— A  mis  hermanos  busco.— Apretárnosle  y  no  le  to- 
camos—Devoción, caridad  y  limpieza.— No  faltará  galardón  a  quien 
bien  le  acompañe. 

Haced  esto  en  memoria  mía.  Corpus  Christi    603 

Exordio:  Dios  prt senté  en  la  memoria. — El  recuerdo  de  la  pa- 
sión de  Jesucristo. — La  cruz,  memorial  de  la  pasión. — 1.a  Eucaris- 
tía nos  recuerda  al  Señor.— Agradece  las  mercedes  que  te  hace  en 

Comen  los  hombres  el  pan  de  los  ángeles.  En  la  injraoc- 

lava  del  Corpus    616 

Exordio. — c  Qué  ha  aparejado  Dios? — Remedio  en  tóelas  nuestras 
necesidades.— Viene  anxproso  y  manso. — Es  pan  de  reyes,  pan  de 
ángeles  para   los   pobres.— Peroración  :    Prepárate   también  tú. 

incorporados  a  Cristo,  nuestras  obras  son  obras  también  de 

Cristo   627 

Mucho  da  Cristo  a  los  qué  bien  le  reciben. — Sótnos  incorporados 
a  Cristo,  nuestra  Cabeza.— l.as  obras  del  cristiano,  obras  también 


tablo  de  las  maravillas  de  Dios.  En  la  infraoctaDa  mi 

rpus  

¡tordío  :  El  convite  de  Asuero,  figura  de  la  Eucaristía.— Reta- 
de  la  vida  de  Jesucristo.— La  Eucaristía  y  la  Encarnación.— 
«dftd, — Vida  pública  :  curando  enfermos. — Cristo,  convidado  : 
bidlc. — La   pasión. — Figura  de  la   gloria  (pie  esperamos.—,;  Qué 


Se  queda  para  que  nos  acordemos  de  El    663 

.Más  duros  que  las  piedras,  le  olvidamos.— Viene  en  persona  liara 
remedio  de  nuestro  olvido. 

Ño  negará  el  cielo  a  los  que  en  la  tierra  le  dieron  posada. 

I  nfraoctava  del  Corpus    667 


todas  las  cosas  ?— De  gracia  se  nos  da  el  valor  de  nuestras  obras. — 
Confianza  :   El  que  come  de  este  Pan  vivirá  para  siempre. 
Buen  convite  hizo  Dios,  pero  Eva  le  echó  mala  hierba. 

l-'.n  la  ¡nfraoctava  del  Corpus   687 

Rastreando  las  mercedes  de  Dios.— Comen  Eva  y  Adán  del  ár- 
bol  prohibido. —  ¡Vergüenza!  También  nosotros  hemos  pecado. — 
Males  que  nos  acarreó  la  comida  de  Eva. 

Jesucristo  sacramentado  es  el  árbol  de  la  vida    694 

Tendrá  vida  eterna.— Pierden  los  ángeles  la  vida  divina  y  es  co- 
municada a  Adán  y  Eva. — Pierden  Adán  y  Eva  la  vida,  y  la  reco- 
bfa  Cristo.— Jesucristo  es  árbol  de  vida.— ¡Oh  sagrado  convite  en 
el  que  se  recibe  a  Cristo! 

La  carne  de  Cristo,  manjar  del  alma    705 

Exordio.— El  alma  ¿(pié  comerá? — El  manjar  del  alma  es  Dios, 
conocido  y  amado. — La  carne  de.  Cristo,  manjar  del  alma,  si  sabes 
pensar.— La  carne  de  Cristo  comida  con  fe  sustenta  la  vida  del 
alma — Se  queda  presente  para  que  le  ames  y  goces. — Se  queda  es- 
condido para  ejercitar  la  fe.— Se  queda  para  esforzarte  y  remediar- 
te—¿  Por  qué  no  lo  recibes?  ¿Por  qué  no  le  das  posada? 


ÍNDICE  GENERAL 


XIII 


Págs. 


47.    La  comunión  te  hace  participante  de  la  pasión  de  Cristo.  722 
¿  Qué  es  esto  ?— ¿  Qué  es  cosicosa  :  tDel  que  come  salió  el  manjar, 
y  de  la  piedra  salió  miel»  ?— Si  ya  Cristo  nos  redimió,  ¿de  qué  sir- 
ve comulgar  ?— No  sabéis  comulgar.— Hermano,  el  rey  te  llama  a 
su  mesa. 

|8;    Los  que  no  se  miran  y  los  que  mirándose  mucho  des- 
mayan. Día  II  de  la  octava  del  Corpus    734 

Xi  no  mirar.se  ni  desmayar  mirándose. — Si  ahora  no  te  miras,  te 
mirarás  en  e!  infierno.— Principio  de  salud  es  el  propio  conocimien- 
to.—Xa  desmayes.  La  comunión  espiritual  te  esforzará. 

49.    Vivo  vo,  ya  no  vo  ;  vive  Cristo  en  mí.  En  la  infraoctava 


Exordio  :  Tres  ángeles  visitan  a  Abraham.  —  ¿  Qué  es  comulgar 
espiritualmente  '—Sentido  de  San  Dionisio  :  mi  honra,  la  de  Cris- 
to.—Otro  sentido  :  vivo  en  la  esperanza  de  ser  justificado  por  Cris- 
to.— Haced  esto  en  memoria  mía. 

50.  Sacramento  de  amor  que  enciende  nuestro  amor.  En  la 
infraoctava  del  Corpus    751 

Sepan  todos  que  Dios  es  amor. — Amor  que  no  puede  pasar  día 
sin  ver  a  la  esposa.— ¿  Xo  excede  este  amor  al  que  mostró  en  su 
vida? — Venid  a  mí  todos  los  que  trabajáis  y  estáis  cargados. — Apren- 
ded en  el  libro  del  Sacramento. 

51.  En  este  fileno  de  amor  se  queman  las  pajas  de  pecados 


Vino  Cristo  a  quitar  el  pecado. — ¿  Qué  es  el  pecado  venial  ? — El  ]«.- 
cado,  ofensa  de  Dios. — Es  suciedad  y  enfermedad  del  alma. — El  pur- 
gatorio, buena  balanza  para  pesar  el  pecado  venial. — El  fuego  del 
purgatorio  grados  tiene. — Por  la  comunión  se  perdonan  los  i>ecados 
veniales. — Llevad  el  alma  limpia  para  recibir  al  Señor. — Cristo  en 
el  Sacramento  es  fuego  que  purifica.— Lleguemos  con  fuego  de  amor 
a  este  fuego  inefable. 

52.  En  Cristo  levantamos  la  cabeza    785 

Otras  metáforas  para  declarar  nuestra  unión  con  Cristo.— A  los 
deshonrados  en  Adán  nos  es  dado  Cristo  como  cabeza. — Si  mirando 
a  ti  no  osas  alzar  la  cabeza,  mirando  a  Cristo  haces  bien  en  levan- 
tarla.— Bajó  Cristo  su  cabeza  para  levantar  nuestra  cabeza  caída. — 
Si  la  cabeza  es  perdonada,  también  lo  será  el  cuerpo. — Escondámo- 
nos  en  el  escondrijo  de  su  faz. 

53.  E\  hombre  y  Cristo,  una  misma  persona,  un  Cristo.  En 

¡a  infraoctava  del  Corpus    8a 

Unión  de  cabeza  con  miembros.— Jesucristo,  nuestra  cabeza. — Una 
misma  persona  mística  con  Cristo.— Ui  comunión  nos  incorpora  a 
Cristo.—  ¡Oh  trueco  admirable !— ¡oh  inestimable  amor  de  caridad! 
Somos  hechos  salvos  en  Cristo. 

54.  Remedio  de  ese  malo  y  extraño  calor  que  se  llama  con- 
cupiscencia   81 

Keliquias  r.os  quedan  del  pecado  original. — Quien  no  quiere  ser 
vencido,  razón  es  que  vele.— Esta  diligencia  muy  propia  es  de  los 
que  sirven  a  Dios. — Jesucristo,  médico  y  medicina,  pasto  y  pastor. 
Algunos  no  aprovechan  por  comulgar  de  tarde  en  tarde  o  por  no 
prepararse  debidamente. — Otros  no  aprovechan  porque  divorcian  la 
comunión  de  la  vida. — Confiados  en  tal  Médico,  Pastor  y  Capitán, 
luchemos  y  venceremos. 

55.  Este  es  el  manjar  que  vino  del  cielo.  En  la  infraoctava 

del  Corpus    83 

La  comida  de  Dios  y  de  los  ángeles. — El  hombre  excluido  del  con- 
vite, ea  invitado  nuevamente  en  Cristo. — Semejanza  entre  la  Encar- 


del  Corpus 


741 


veniales 


764 


XIV 


ÍNDICE  GENERAL 


nación  y  el  Sacramento.— Si  creéis  que  Cristo  es  pan  del  cielo, 
¿por  qué  no  lo  coméis? — ¡Ay,  que  despreciamos  el  manjar  divinal! 
Pan  del  cielo  que  da  vida  del  cielo. — Mucho  dañan  los  predicadores 
tibios.— Comulga  y  te  aficionarás  a  este  Pan  celestial.— Figurado  fué 
este  convite  en  el  que  hizo  el  rey  Asuero. — El  convite  eucarístico, 
figura  del  convite  del  cielo.— El  que  se  apartó  de  la  mesa  de  Dios, 
será  apartado. — La  comunión  inflama  con  el  deseo  del  eterno  convite. 

56.  Comiendo  este  maná  pasaremos  sin  caída  mortal    874 

Todos  reciben  de  Dios  mantenimiento.  —  Mantiene  a  Israel  con 
maná  en  el  desierto. — Cristo,  verdadero  maná,  pan  del  cielo. —  ¡Nos 
sentó  Cristo  a  una  mesa  con  los  ángeles ! — El  maná  figura  de  este 
Pan. — Dime,  hombre:  ¿por  qué  te  fastidia  este  manjar? — Pierdes 
la  mesa  de  Dios  porque  te  cuesta  prepararte. — La  comunión  de  hoy 
prepara  la  de  mañana. — Preserva  de  los  pecados  mortales. — Los  pe- 
cados son  los  que  quitan  )a  gana  (1c  comulgar. 

57.  Comer  la  carne  de  Cristo  y  tener  un  corazón  con  El.  Oc- 
tava del  Corpus    897 

Exordio.— La  vida  según  la  carne  es  muerte.— Una  carne  que  da 
vida. — El  primer  diente  con  que  se  come  esta  carne  es  la  fe. — El 
segundo  diente  es  amar. — Comulgar  es  tener  todos  un  corazón- 
Participantes  de  las  riquezas  de  Jesucristo. 

58.  El  que  frecuenta  el  comulgar,  dificultosamente  pecará.  Oc- 
tava del  Corpus  (Cranada,  iglesia  mayor)    qio 

Exordio  :  María  y  la  Eucaristía. — Quien  me  come  tendrá  más 
hambre. — Para  que  trabajes,  quedó  en  el  Sacramento. — La  confesión 
jjerdona  los  pecados. — La  comunión  nos  transforma  e  incorpora  en 
Cristo. — ¿  Para  qué  es  el  comulgar  muchas  veces  ? — ¿  Cómo  comul- 
gar bien? — ¿Por  qué  no  comulgar  bien? — ¿Por  qué  no  comulgar 
bajo  las  dos  especies  ? 

59.  Efectos  del  Sacramento  y  disposiciones  para  recibirlo  ...  930 

La  Eucaristía,  remedio  contra  las  pasiones.— Cómo  disponer  el 
convite. 

2.    CICLO  SANTORAL 
a)    Sermones  de  Nuestra  Señora    933 

60.  El  alba  es  María,"  medianera  entre  la  noche  y  el  sol.  Na- 
tividad de  la  Virgen  (S  de  septiembre)    933 

Exordio:  ¡Gran  pregunta !— Los  ángeles  preguntando  nos  ense- 
ñan.—¿  Quién  es  ésta  que  sale  como  el  alba  ?— Hermosa  como  luna. 
Escogida  así  como  sol. — Terrible  como  escuadrón  de  gente  ordena- 
da.— ¿Está  aquí  alguno  en  obscuridad  de  pecado  mortal? — El  alba 
en  medio  está  de  la  noche  y  dej  sol.— Ya  es  tiempo  de  caminar ; 
¡levantad  los  dormidos! — ¿Ha  amanecido  en  ti  alba? — Favor  es  de 
la  Virgen.— Imita  a  la  Virgen,  c/ue  creció  de  luz  en  luz.— Alcance- 
mos, Virgen  Santísima,  gracia  y  gloria. 

61.  Como  'la  mañana,  tres  propiedades  tiene  la  Virgen.  Nati- 
vidad de  la  Virgen  (8  de  septiembre)   951 

Exordio:  ¿Quién  es  ésta? — Tres  condiciones  del  alba. — Mensaje- 
ra y  madre  del  sol. — Madre  del  rocío. — Enemiga  de  las  tinieblas. — 
Peroración . 

62.  Esta  es  honra  :  ser  del  linaje  espiritual  de  Jesucristo.  JVa- 
tividad  de  la  Virgen  (S  de  septiembre)    051 

Exordio. — ¿  Para  qué  mandáis,  Señor,  contar  vuestro  linaje  ? — 
¿Qué  quiere  decir  espiritualmente  :  Abrakam  engendró  a  Isaac? — 
Desconfía  de  tus  propias  fuerzas. — Fe  viva,  confianza  en  la  miseri- 
cordia de  Jesucristo.— Porque  eras  agradable  a  Dios,  fué  necesario 
que  la  tentación  te  probase.— Decid  :  ¿  Estáis  en  Cristo  o  no  ?— Los 
que  responden  que  no.— Los  que  no  saben  responder  :  los  tibios.— 
Los  fervorosas,  ¿  no  conocéis  que  vive  Cristo  en  vosotros  ?— No  rao- 


INDICE  GENERAL 


rirá  Isaac. — ¿  Por  qué  crió  Dios  chiquita  a  nuestra  Madre  ? — Buena 
es  para  muro  la  Virgen.— La  Virgen  María  es  puerta. 
6;,.    ¡Quién  viera  a  esta  niña  luchar  con  Dios!  Presentación 
de  Nuestra  Señora  (21  de  noviembre ;  en  un  convento  de 
monjas )    981 

Exordio.— i  Para  qué  entra  la  Niña  en  el  monasterio  ?— Buena  es 
para  muro  i  sta  Niña  — Las  armas  de  la  Virgen,  amor  y  recogi- 
miento.— Vence  la  Virgen  a  Dios  en  la  oración.—  ¡La  humildad  de 
María  !— Señal  de  predestinación,  tener  gran  devoción  a  la  Virgen 
¿  Qué  haré  por  la  Virgen  ? 
64.  Día  de  ofrecer  a  Dios  mucho.  Purificación  de  Nuestra  Se- 
ñora (2  de  febrero)    995 

Exordio. — Fiesta  de  la  Presentación. — Purificación. — Candelaria  o 
fiesta  de  Simeón. — Títulos  que  tiene  Dios  para  pedirnos  tanto. — 
i  Qué  te  daré,  Señor,  en  recompensa  ? — Aprended  de  la  Virgen  a 
ofrecer. 

65C].    Este  negocio  es  todo  de  amor.  Anunciación  de  Nuestra 

Señora  (25  de  marzo)    ioo.j 

Exordio  :  Dia  de  buena  nueva.— Evangelio  de  la  Anunciación.— 
i  Qué  zarza  es  ésta  que  arde  y  no  se  quema  ? — No  hay  más ;  fué  ca- 
samiento por  amores. — Aprende,  cristiano. — ¿  Qué  tiene  que  ver  Re- 
beca con  María? — Peroración. 
65I  I.    Esta  obra  es  sólo  puramente  de  gracia.  Anunciación  de 

Nuestra  Señora  (2$  de  marzo)    1620 

Exordio  :  I.a  zarza  que  ardía  y  no  se  quemaba. — Día  de  buena 
nueva  es  hoy. — ■Rebeca,  figura  de  María  por  su  caridad. — I.a  verda- 
dera devoción  a  María,  señal  de  predestinación. — Dos  ajorcas  y  un 
zarcillo. — 'Paráfrasis  del  evangelio  de  la  Anunciación.— Peroración  : 
Demos  gracias  al  Señor  y  a  María. 

66.  ¡  Dichosa  persona  a  quien  María  visita !  Visitación  de  la 
Virgen  (2  de  julio)    1029 

Exordio.— Humanidad  de  María  en  visitar  a  Santa  Isabel.— Ma- 
ría visita  a  quien  de  Dios  se  acuerda. 

67.  A  quien  te  compararé,  hija  de  Sión.  Soledad  de  María  ...  1039 

Exordio.— ¿  Qué  os  han  hecho  esta  Oveja  y  su  Cordero  ? — ¿  Por 
qué  tan  afligida  la  Virgen  nuestra  Señora? — Dolores  de  María  en 
la  pasión  de  Cristo. — La  muerte  y  la  lanzada. — El  descendimien- 
to.— Cristo  crucificado,  en  brazos  de  la  Madre. — El  santo  entierro. 
Soledad  de  la  Virgen.  Van  los  apóstoles  al  Cenáculo. 

68.  No  es  razón  que  la  Bienaventurada  Madre  de  Dios  esté 
sola  en  el  rogar.  La  Virgen  de  las  Nieves  (¡de  agosto; 
Córdoba)   ;   1060 

Obra  Dios  por  instrumentos  flacos. — El  Señor  espiritualiza  la 
alabanza  de  la  buena  mujer.— ¡Bienaventurada  la  Madre  de  Dios  I 
¡Bienaventurados  los  que  guardan  la  palabra  del  Señor!— La  his- 
toria, i  Por  qué  nieve  en  tiempo  de  agosto  ?— La  Virgen  aboga  por 
nosotros.— No  es  bien  que  la  dejemos  orar  sola.— ¿  Queréis  que  llue- 
va? Quitemos  los  pecados. 

69.  Reinarás  sobre  todas  las  cosas  que  desea  tu  ánima.  Asun- 
ción de  María  ( 15  de  agosto)    1076 

Dios  da  a  Jeroboán  el  reino  de  diez  tribus. — Elección  para  bienes 
temporales  y  para  bienes  espirituales. — Deseos  de  la  Virgen  vi- 
viendo en  esta  tierra.— Deseaba  reverenciar,  serv  ir  y  amar  a  Dios. — 
Anhelaba  que  todas  las  criaturas  alabasen  y  amasen  a  Dios. — De- 
seos de  ver  a  Dios  faz  a  faz. — Cumplimiento  de  las  deseos  de  ver  a 
Dios. — Deseaba  juntarse  de  nuevo  con  su  cuerpo. — Deseaba  nuestra 
Madre  tenernos  con  ella  en  la  gloria.  —  Peroración.  Imitémosla, 
obcdezcámosla. 


indici:  C.¡  NI  K AI. 


Vase  la  Virgen  llena  de  gloria.  ¿  Nos  gozaremos  con  ella  ? 
¿Lloraremos?  Asunción  de  María  (i¡  de  agosto)    joqS 

Día  de  la  libertad  de  nuestra  bendita  Madre.— Grande  fué  el  mar- 
tirio de  la  Virgen  en  este  destierro.— Kl  amor  es  su  sayón.— Gra- 
dos tiene  el  amor  :  hiere  más  que  saeta. — Los  beneficios  de  Dios 
son  ataduras  de  amor.— Kl  amor  es  insaciable,  sin  medida.— ¿  Por 
que  dejó  Dios  a  su  Madre  en  «ste  destierro  ?— Primero,  para  pro- 
vecho de  ella.— Segundo,  para  provecho  de  los  cristianos  que  en- 
tonces vivían.— Tres  ejercicios  de  la  Virgen:  caridad,  memoria  de 
la  pasión,  comulgar. — Tercero,  para  provecho  de  los  futuros  cre- 
yentes.— Aparejo  para  la  muerte.— Da  Virgen  enferma  de  amor. — 
Súplica  de  los  ángeles  y  santos.— Nueva  embajada  de  Gabriel. 
Sentimiento  en  la  tierra. — Jesucristo  asiste  a  la  muerte  de  su  Ma- 
dre.— La  Asunción.  ¡Madre  mía,  Madre  mía,  carro  y  guía  de  Is- 
rael ! 

Escogió  la  mejor  parte.  Asunción  de  María  (i¡  de  agosto),  1x30 

Exordio. — ¿  Qué  es  :  escogió  la  mejor  parte  ? — La  mejor  parte  es 
el  amor  de  Dios. — Mi  parte  :  guardar  su  ley,  huyendo  de  pecado 
mortal  y  venial. — No  sólo  huye  el  pecado,  mas  busca  en  todo  la 
mayor  gloria  de  Dios.— Por  los  servicios  de  María,  sacaremos  el 
galardón  que  Dios  le  da. — José  de  Egipto,  figura  de  María.— Ma- 
ría, universal  limosnera  de  toihis  las  gracias. — José  y  Mafia,  sal- 
vadores del  mundo. — Peroración. 

¿Qué  deseáis,  Señora?  Asunción  de  María  (15  de  agosto).  1148 

María  se  asienta  a  la  diestra  de  su  Hijo.— La  Asunción  en  cuer- 
po y  alma,  representada  en  Marta  y  María. — María,  nuestra  inter- 
eesora.— La  verdadera  devoción  a  la  Virgen,  señal  de  predesti- 
nación. 

t>)    Sermones  de  santos    1 151 

El  sacerdocio  de  Aarón  y  el  de  la  lev  evangélica.  San  Ni- 
colás (6  de  diciembre ;  en  una  misa  nueva)    1151 

naturale 

74.  Lo  más  despreciado  a  los  ojos  del  mundo  es  lo  más  pre- 
ciado de  Cristo.  Santos  Fabián  y  Sebastián  (21  de  enero).  1155 

Baja  Jesús  del  monte  y  se  acercan  a  El  los  enfermos. — Bienaven- 
turanzas y  malaventuranzas. — Dos  adiciones. 

75.  ¿Por  qué  desposada  la  Virgen  con  San  José?  San  José 

(iq  de  marzo)    1159 

Exordio.— Evangelio  de  la  fiesta.— Grandes  mercedes  hizo  Dios  a 
tstos  santos  desposados.— Tribulación  (le  Sau  José.— Guárdense  los 

bulación  de  la  Virgen. — Calla  María  :  el  secreto  mío  para  mí. — 
Envía  el  Señor  su  socorro. — Múdase  el  dolor  en  placer. — ¿  Por  qué 
desposada  la  Virgen  con  José  ?— Causas  de  parte  de  la  Virgen. — 
Primera  :  su  buena  fama. — Segunda  :  porque  José  fuese  su  guar- 
da.— Tercera  :  por  cumplir  el  deseo  de  obediencia  de  María. — 
Cuarta  :  por  humildad  ;  para  ser  la  esposa  de  un  carpintero. — 
Causas  de  parte  del  Hijo  de  Dios. — Primera  :  el  buen  nombre  de 
Jesús.— Segunda  :  el  remedio  de  sus  necesidades.— Tercera  :  para 
enseñarnos  humildad  y  obediencia. 

76.  Al  monte  sube  la  Magdalena.  ¡  Al  monte,  Señora,  con 
ella!  Santa  María  Magdalena  (22  de  julio  de  1554;  Manti- 
lla, en  el  monasterio  de  Santa  Clara;  en  la  toma  de  velo 

de  la  condesa  de  Feria)    1190 

Exordio. — Un  acto  de  juicio  :  el  reo,  la  Magdalena. — El  acu- 
sador :  Simón  el  fariseo. — Cristo,  abogado  de  pecadores  y  juez  de 
la  causa.— La  sentencia  de  absolución.— I.a  Magdalena  se  retira  a 


un  monte.— ¡Al  monte,  señora,  con  ella !— El  Señor  os  amó  tab 
aeterno». 

77.  No  se  hizo  sordo  al  llamamiento.  San  líatco  (21  de  sep- 
tiembre; en  un  monasterio  de  monjas)   

Levantóse  y  siguióle. — ¿  Por  qué  v  uestro  Maestro  come  con  los 
pecadores  y  publícanos  ? — No  vine  a  llamar  justos,  sino  pecado- 
res.— Prontitud  de  la  respuesta  de  Maleo. — Martirio  de  San  Mateo. 

78.  El  que  quiere  a  mí,  niegúese  a  sí.  San  Francisco  de 
Asís  (4  de  octubre;  en  un  monasterio  de  monjas)   

Exordio. — Este  descanso  es  con  condición  :  niegúese  a  si  mis- 
mo.—Niégate,  deja  tu  propio  saber  y  padecer. — Rígete  por  el  pare- 
cer de  Dios. — Niega  también  tu  voluntad  y  toma  tu  cruz. — Dejáron- 
me a  mí,  fuente  viva,  e  hicieron  ellos  unos  aljibes  rotos. — Los  tra- 
bajos, principio  del  bien  de  Francisco.— Queda  impresa  la  cruz  en 
el  alma  derretida  del  Santo. — No  quiero  otro  padre,  sino  a  ti,  Se- 
ñor. —  Florecitas  de  San  Francisco.  —  Impresión  de  las  llagas. 
Muerte. 

79.  A  quien  Dios  tuvo  propósito  de  salvar,  El  lo  ha  de  salvar. 
Festividad  de  Todos  Jos  Santos  (1  de  noviembre;  en  un 
monasterio  de  monjas)   

Exordio.— ¿  Qué  es  predestinación  ?— t  Por  qué  permite  Dios  que 
los  suyos  caigan  en  pecado  ?— Llamar  Dios  es  convertirte  a  El. — 
c  Cómo  se  llama  lo  que  Dios  tiene  en  el  cielo  ? — La  predestinación 
es  don  da  Dios. — ¿  Cómo  sabré  yo  que  soy  uno  de  ellos  ? 

Su.  Despierta,  Señor,  nuestro  sueño  ;  aviva  nuestro  cuidado. 
Santa  Catatina  (23  de  noviembre;  en  un  monasterio  de 

religiosos )   

Exordio.— Parábola  de  las  vírgenes  :  cinco  eran  cuerdas  y  cinco 
locas. — Hemos  de  vivir  para  velar. — Gran  Señor,  gran  servicio  re- 
quiere.— Representemos  la  muerte  de  Cristo  en  nuestra  vida. — Mar- 
tirio de  Santa  Catalina. 

81.  Pastores  con  el  hambre  de  almas  que  tuvo  el  Señor.  Fies- 
ta de  Evangelistas   

Estima  de  las  almas. — Elección  de  los  apóstoles  y  de  los  discí- 
pulos.— El   prelado  debe   buscarse   buenos  coadjutores. — Obligación 
de  la  residencia.  Buen  ejemplo. — Cualidades  del  ministro  del  Evan- 
gelio.—Paguémosle  a  Cristo  sus  trabajos. 
S2.    No  tomes  pena  de  los  difuntos,  como  los  que  no  tienen 

esperanza.  Difuntos  (en  unas  exequias)   

Exordio.— Contra  el  miedo  de  la  muerte,  esperanza  en  la  resu- 
rrección.—Quien  espera,  todo  lo  sufre,  todo  lo  lleva,  no  siente  nada 
dificultoso.— El  que  espera  se  limpia,  se  santifica,  sirve  con  amor. 
Dos  motivos  de  consuelo  i>ara  quien  ha  de  morir  :  Cristo  pasó 
por  ello ;  es  paso  para  la  vida. — Esperanza  viva  y  esperanza  muer- 
ta.— Esperanza  tengo  de  que  este  difunto  está  en  camino  de  sal- 


PLATICAS  ESPIRITUALES 

Introducción*  

Manuscritos  utilizados   

a)    Pláticas  a  sacerdotes   

1.    La  alteza  del  oficio  sacerdotal  pide  alteza  de  santidad. 
Plática  enviada  al  P.  Francisco  Gómez,  S.  I.,  para  ser 

predicada  en  un  sínodo  diocesano  de  Córdoba  (1563)   

Alteza  del  oficio  sacerdotal.— Cristo  obedece  a  sus  sacerdotes  en 
la  consagración.— Luz  del  mundo  y  sal  de  la  tierra  .—Ejemplo  de 


XVIII 


ÍNDICE  GENERAL 


Págs. 

los  santos.— Amansar  a   Dios.— Sacerdocio  real,   gente   santa,  po- 
sesión de  Dios.— Vivamos  la  santidad  que  el  sacerdocio  exige. 

2.  El  sacerdote  debe  ser  santo  porque  tiene  por  oficio  orar. 
Segunda  plática  para  clérigos    1295 

Pide  David  bondad  primero  que  todo.— Al  sacerdote  se  le  pide 
santidad.— Debe  ser  santo  porque  con  su  oración  ha  de  amansar 
a  Dios. — El  sacerdote,  hombre  de  oración. —  ¡Ay  del  sacerdote  que 
no  tiene  vida  conforme  a  su  dignidad  ! — Llore  quien  se  ordenó  sin 
fuerza  de  oración. — Desterrada  la  tibieza,  sentir  todo  el  -peso  de  la 
íesponsabilidad  sacerdotal. 

3.  Tres  grados  en  los  que  cursan  oración.  A  los  padres  de  ¡a 
Compañía  de  Jesús   13 12 

Sea  nuestra  oración  llena  de  confianza. — La  oración  ha  de  ser 
inspirada.— Libros  de  oración.— Los  incipientes.  Recogimiento  y  de- 
jamiento. —  Segundo  curso  :  los  proficientes.  —  Curso  tercero  :  los 
perfectos.  Discreción  de  espíritus. 

4.  Recordad  e  imitad  la  pasión  de  Jesucristo.  A  los  mismos 
padres  de  la  Compañía    1326 

Traigamos  en  la  memoria  a  Cristo  crucificado. — Amor  y  compa- 
sión nos  mueven  a  imitarle.— Maneras  de  imitar  la  pasión  de  Cris- 
to.—Bienes  de  la  cruz  de  Cristo.— Un  texto  de  San  Pablo  mal  enten- 
dido por  los  herejes. 

5.  Instrucción  de  confesores  y  penitentes.  A  los  clérigos  de 
Granada.   1332 

Cuándo  se  debe  dar  la  absolución.— Repaso  de  los  mandamientos. 
Sentidos  corporales.— Breve  examen  de  los  pecados  capitales. — Sa- 
cramentos y  cooperación  en  pecados  ajenos. — El  confecor,  médi- 
co de  las  almas. — Condiciones  de  una  buena  confesión. 

6.  En  ordenándoos,  sois  candela  que  habéis  de  dar  lumbre  ...  1352 

Necesidad  de  la  jerarquía  y  sus  grados. — Quien  toma  oficio  de 
apóstol  ha  de  tomar  su  vida. — Honestidad  de  los  clérigos  y  lujo 
en  el  vestir. 

7.  Hacer  las  cosas  con  perfección,  henchidos  de  amor    1356 

Exordio.— Cómo  cumplir  el  clérigo  su  oficio.— Con  perfección.— 
Con  fuego  de  amor  de  Dios. 

8.  En  qué  deben  emplear  los  clérigos  las  rentas  eclesiásticas.  135c, 

Las  rentas  eclesiásticas  son  para  mantenerse  y  no  para  enrique- 
cerse.—Se  refuta  la  opinión  contraria. 

9.  Esa  espada  de  la  fe  no  la  tengas  envainada    1363 

Exordio. — El  gobierno  de  la  Iglesia  es  monárquico.—  Predica- 
ción infalible  de  la  Iglesia. — Fe  y  obras. 

ív.    Seréis  mis  amigos  si  guardáis  mis  mandamientos    1366 

El  amor  de  Dios  ha  de  ser  como  el  de  dos  amigos  -  ;  Por  qué 
precias  tan  poco  a  tu  Dios  ?  . 

11.  Sea  vuestro  propósito  muy  firme    1368 

Séllese  todo  con  el  amor  de  Dios.— No  basta  doloi  si  no  hay 
propósito  firme. 

12.  O  satisfacción  por  los  pecados  o  purgatorio    137 1 

Buena  devoción  para  comulgar  es  propósito  firme  de  no  pecar.— 
La  satisfacción.— Indulgencias  y  purgatorio. 

13.  La  excomunión  es  el  mayor  cuchillo  que  tiene  la  Iglesia.  1374 

14.  Al  entrar  en  el  templo  deja  fuera  lo  que  estorba    1375 


ÍNDICE  GENERAL  XIX 
Pdgs. 

>b)    Pláticas  a  monjas    1376 

15.    Os  escogió  por  esposas  suyas   (Montilla,  monasterio  de 

Santa  Clara)    1376 


Exordio. —  ¡«Esposas»  del  Señor!  ¿Conocéis  esta  merced? — A  esto 
entrasteis,  a  tratar  amores  con  vuestro  Esposo.— Mirad  por  la  honra 
de  vuestro  Esposo. — Deben  tener  iguales  condiciones  Esposo  y  es- 
posa.— La  vida  de  la  monja,  semejante  a  la  de  Cristo.— Nos  faltan 
consolaciones  divinas,  porque  las  tenemos  humanas.— Miraos  en 
el  espejo  de  vuestro  Esposo.  ¿  Obedecéis  como  El  ? 
16.    Quien  quisiere  seguirme,  niéguese  a  sí  y  tome  su  cruz. 

(Zafra,  monasterio  de  la  Cruz.  ¿Un  Viernes  Santo?)    1384 

Exordio.— Diónos  Cristo  mandamientos  nuevos.— Quien  quisiere 
seguir  en  pos  de  mí...— No  te  enamores  de  las  señas,  olvidando  al 
que  te  las  hace.— Dos  cosas  nos  da  a  entender  Dios  en  sus  dones.— 
Niéguese  a  sí  mismo. — Dios  y  nosotros  somos  bandos  contrarios. — 
Al  corazón  mira  Dios  más  que  a  las  manos.— Tome  su  cruz  :  de- 
seo de  pasar  lo  que  Cristo  pasó. — Cruz  es  mortificación  de  propia 
voluntad. — -¿  No  se  negará  el  esclavo  por  el  Señor  que  se  negó  por 
El  ?— ¿  Cómo  entraste  sin  vestidura  de  bodas  ?— Perseverad  en  las 


llagas  4e  Cristo. 

Indice  escriturísiico   1399 

Indice  de  manuscritos   1419 

Indice  onomástico   142 1 


Pulpito  de!  Patio  de  los  Naranjos,  4c  la  catedral  de*  Sevilla,  en  el 
que  predicó  el  P.  Mtro.  Avila 


M       O  N 


Ü  /*fm*  TERCERA  PARTE  . 

DELAS  OBRAS  ' 


DEL  PADRE  MAESTRO 
luán  de  Auiia, Predicador  en  el  ^ 
Andaluzia_>.  / 

Dirigid*!  4  doria  Beatriz  K  am'rre^  de  Mendofa, 
CmdeJfadelCaJIellar. 
Efta  tercera  parte  contiene.  1 7 .  tratados  del 
íantifsimo  Sacramento  de  la  Euchariftia. 


CON  PRIVILEGIO. 

EN  MADRID, 

En  caía  de  Pedro  Madrigal. 
^  Año 


Portada  de  la  Tercera  parle  de  las  obras  (Madrid  1596) 


INTRODUCCION 


l.    El  Mtro.  Avila,  predicador 

Los  contemporáneos  admiraron,  ante  todo,  en  el  P.  Maes- 
tro Juan  de  Avila  al  "predicador  apostólico".  Este  es  el  título 
que  le  califica  en  las  portadas  de  todas  las  antiguas  ediciones 
de  sus  Obras  1  y  el  nervio  de  su  primera  biografía,  en  que 
el  P.  Fr.  Luis  de  Granada  supo  maravillosamente  juntar  a 
unos  pocos  datos  y  anécdotas  vividas  "las  partes  que  ha  de 
tener  un  predicador  del  Evangelio"  2.  Su  predicación  fué  algo 
consubstancial  a  su  temperamento  de  apóstol:  a  la  predica- 
ción se  ordenaba  principalmente  su  estudio;  su  oración  era 
el  fuego  en  que  templaba  su  espíritu  para  el  púlpito;  sus 
mismas  cartas,  ¿qué  otra  cosa  eran  sino  sermones  escritos?; 
y  aun  de  su  escuela  y  sus  discípulos  bien  se  pudiera  decir 
que  eran  el  eco  vibrante  y  ungido  de  su  voz  difundiéndose 
por  los  ámbitos  todos  de  España. 

1.    ¡El  P.  Avila  predica! 

Un  sermón  del  Mtro.  Avila  era  siempre  un  acontecimien- 
to. Sabemos  que  en  Granada,  en  sus  mejores  años,  era  mu- 
cho lo  que  madrugaban  los  fieles  por  tomar  lugar  en  las 

1  «Predicador  en  el  Andalucía»,  «predicador  apostólico  del  Anda- 
lucía», «varón  apostólico  y  predicador  insigne»,  «predicador  apostó- 
lico»... Cf.  t.  i,  pp.  3  ss. 

*  Obras  del  t'.  Mtro.  Iva  ti  de  Avila  predicador  en  el  Andalvzia. 
Aora  de  nueuo  añadida  la  Vida  del  Autor,  y1  las  partes  que  ha  de 
tener  vn  predicador  del  Euangelio,  por  el  padre  fray  Luys  de  Gra- 
nada... (Madrid,  P.  Madrigal,  1588).  «Habiendo  escrito  esta  Vida  del 
P.  Mtro.  Juan  de  Avila,  en  la  cual  se  nos  representa  un  perfecta 
imagen  del  Predicador  evangélico... » ,  «Verá  [aquí]  una  perfetísima 
imagen  y  figura  de  las  partes  y  virtudes  y  espíritu  que  ha  de 
tener  el  Predicador  evangélico... »  (Dedicatoria  al  Bto.  Juan  de 
Ribera  :  Obras,  XIV,  p.  214).  «En  este  Predicador  evangélico  verán 
claramente,  como  en  un  espejo  limpio,  las  propiedades  y  condicio- 
nes del  que  este  oficio  ha  de  ejercitar»  (Al  cristiano  lector,  f.  2  r  : 
Obras,  XIV,  pp.  215  s.).  «En  las  cuales  [partes  y  virtudes  de  Avila] 
verá  el  cristiano  lector  la  imagen  de  un  Predicador  evangélico...» 
(p.  i.a,  c.  1,  f.  5  v  :  Obras,  XIV,  p.  220).  Cf.  el  t.  1  de  la  presente 
edición,  p.  35,  nota  13.  El  H.  Sebastián  de  Escabias,  S.  I.,  depone 
en  el  Proc.  de  Jaén,  ff.  1123  v  -  1124  r  :  «Este  testigo  oyó  decir  a 
Alonso  de  Molina...  que  le  llamaban  el  Predicador  evangélico» . 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


iglesias 3.  Lo  mismo  ocurría  en  Córdoba,  donde  desde  las 
dos  o  las  tres  de  la  mañana  estaba  ya  la  gente  en  movimien- 
to; y  a  la  hora  del  sermón  eran  tales  las  apreturas,  que  en 
cierta  ocasión  tuvo  que  ser  el  mismo  P.  Avila,  desde  el  pul- 
pito, quien,  apelando  al  buen  sentido,  lograra  poner  a  todos 
en  orden.  "Sucedió  que,  para  oír  el  sermón — refiere  Sebas- 
tián de  Escabias  en  sus  Casos  notables  de  la  ciudad  de  Cór- 
doba— ,  se  fueron  apretando  muchísimo;  y  después,  para  oír 
el  evangelio,  se  levantaron;  y,  al  sentarse  para  oír  el  ser- 
món, fué  tanta  la  apretura  que  se  quedaron  ocho  mujeres 
sin  lugar.  Dió  esto  tanta  pesadumbre,  que  se  inquietó  toda 
la  gente  y  hubo  de  salir  del  coro  el  maestro  de  ceremonias 
con  dos  canónigos,  y  nada  prestó  para  que  hiciesen  lugar  a 
las  mujeres.  Viendo  el  P.  Avila  que  le  impedían  el  sermón, 
dijo  estas  palabras :  La  persona  que  no  es  comedida  más 
valiera  que  no  naciera  en  el  mundo.  Fué  de  tanta  fuerza 
esta  palabra,  que  luego  se  levantaron  todas  las  mujeres,  que 
dieron  lugar  a  las  que  estaban  en  pie  y  pudieran  caber  otras 
tantas"  4.  Y  en  Córdoba  también,  cuando  se  tomó  posesión 
del  Colegio  de  la  Compañía,  resultando  insuficiente  el  patio, 
donde  hablaba  el  Maestro,  "se  subían  a  los  tejados" 

No  era  menor  el  concurso  de  pueblo  en  Montilla  el  día  en 
que  predicaba.  "Se  despoblaba  el  lugar  por  oírle"  °,  "y  no  se 
oía  otra  cosa  en  la  dicha  villa  de  Montilla  sino:  ¡El  P.  Aviia 
predica!,  ¡el  P.  Avila  predica!"7  Quedaban  "en  pie  muchos 
de  los  oyentes"  s,  y  a  las  veces  "acudía  tanta  gente,  que  no 
era  posible  caber  en  las  iglesias  donde  predicaba,  y  estaban 
a  la  puerta"  !).  Aun  la  marquesa  vieja  de  Priego,  D.a  Catalina, 
"con  ser  tiniente  de  los  oídos,  iba  a  los  sermones;  y  llevaba 
una  caña  agujerada  y  una  criada  suya,  que  se  llamaba 
D."  Aldonza  y  se  sentaba  junto  a  ella,  y  por  la  misma  caña 
le  decía  todo  lo  que  decía  y  predicaba  el  P.  Mtro.  Avila"  :0. 


3  «Conoció  al  dicho  V.  P.  Mtro.  Juan  de  Avila  en  esta  ciudad  de 
Granada,  en  la  cual  predicó  mucho  tiempo  y  vido  muchas  veces  a 
los  padres  de  este  testigo  madrugar  mucho  cada  mañana  por  tomar 
lugar  en  las  iglesias  adonde  predicaba,  porque  de  otra  manera  era 
imposible  poderle  oír  respecto  de  la  gente  que  acudía»  (Proc.  Gra- 
nada, decl.  de  Juan  Lobo,  escribano  público,  f.  447  v). 

4  N.  4,  f.  7  v  :  ed.  G.  Palencia,  p.  9  s.  «Estaba  el  Mtro.  Avila 
predicando  en  la  ciudad  ;  seguíale  toda  ella,  de  suerte  que  para  oírle 
se  iban  a  tomar  lugar  a  las  dos  o  las  tres  de  la  mañana»  (Ibíd., 
n.  4,  f.  6  r^v  :  p.  8  s.). 

*  Proc.  Granada,  decl.  del  P.  Antonio  Fernández,  S.  I.,  f.  436  v. 

*  Proc.  Granada,  decl.  de  D.a  María  de  Góngora,  f.  405  r. 

7  Proc.  Granada,  decl.  del  H.  Antonio  de  Aguilar,  S.  I.,  f.  439  v. 
"  Proc.  Montilla,  decl.  del  Lic.  Cristóbal  de  Luque  Ayala,  Pbro., 

f.  608  v. 

8  Proc.  Granada,  decl.  de  D.a  Isabel  de  Robledo,  f.  498  r. 

10  Proc.  Granada,  decl.  de  D.a  María  de  Góngora,  f.  405  r.  A  la 
sordera  de  la  marquesa  hay  una  alusión  en  carta  de  San  Francisco 
de  Borja  al  conde  de  Feria'  (Montilla,  18  febrero  1555)  :  «Ha  querido 


EL  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


5 


Duraban  sus  sermones  de  ordinario  más  de  dos  horas, 
pero  encandilaba  de  tal  modo  a  sus  oyentes,  que  nadie  se 
cansaba11.  A  veces  prevenía  desde  el  principio  al  auditorio: 
"El  día  que  hacen  aucto  de  inquisición — dice  en  un  sermón 
del  juicio  final — comúnmente  salen  tarde,  comen  a  las  dos 
o  a  las  tres.  Hoy  es  día  de  los  condenados  de  la  inquisición 
de  Dios.  Habíamos  de  estar  aquí  todo  el  día.  No  os  maravi- 
lléis si  saldremos  tarde"  1". 

2.    Preparación  del  sermón 

Fr.  Luis  de  Granada  admira,  sobre  todo,  "la  facilidad 
y  presteza  que  tenía  así  en  el  estudio  de  los  sermones  como 
en  las  cartas  que  escribía.  Porque — habla  Granada — él  me 
decía  que  la  noche  que  precedía  el  día  del  sermón,  le  bastaba 
para  estudiarlo.  Y  con  ser  tales  los  sermones,  y  frecuentados 
de  tantos  oyentes,  que  las  más  veces  duraban  dos  horas,  no 
le  costaban  más  que  el  estudio  de  una  noche  (de  modo  que 
más  tiempo  se  gastaba  en  predicarlos  que  en  estudiarlos), 
costando  a  otros  el  trabajo  de  una  semana  y  el  revolver  unos 
y  otros  libros".  Y  añade:  "En  un  tiempo,  determinando  ser 
más  breve  en  los  sermones,  me  decía  que  estudiaba  más 
para  esto"  13. 

Aconsejaba  el  P.  Avila  a  sus  discípulos,  cuando  venían 
a  proponerle  su  plan  de  vida  apostólica,  "que  quitasen  del 
estudio  y  lo  pusiesen  en  la  oración,  que  en  ella  se  aprendía 
la  verdadera  predicación  y  se  alcanzaba  más  que  con  el  es- 
tudio" 14.  El  era  el  primero  en  ponerlo  en  práctica,  pues  de 


y  mandado  que  yo  la  oiga  en  confesión,  y  aunque  ha  menester  la 
caña  a  ratos  para  oír...»  (MHSI,  S.  F.  Boija,  t.  3,  p.  189). 

11  Dice  más,  que  todos  los  que  lo  oyeron  decían  cuánto  suspendía 
a  sus  oyentes,  que,  con  pasar  de  dos  horas  sus  sermones,  nadie  se 
cansaba»  (Proc.  Córdoba,  decl.  del  Dr.  Bernardo  Alderete,  f.  337  r). 
«Aunque...  el  sermón  de  ordinario  pasaba  de  dos  horas,  no  se  cansa- 
ban y  les  parecía  comenzar  entonces,  porque  predicaba  con  tanto 
afecto,  mansedumbre  y  suavidad  '.a  sana  doctrina  evangélica,  que 
todos  salían  muy  aprovechados  de  sus  sermones»  (Proc.  Montilla, 
decl.  del  Lic.  Cristóbal  de  Duque  Avala,  Puro.,  f.  608  v).  «Tenía 
tal  agrado  v  dulzura  en  el  decir  y  fuerza  en  el  persuadir,  que,  aun- 
que de  ordinario  predicalja  más  "de  dos  horas,  nunca  se  cansaban 
los  oyentes»  (Proc.  Montilla,  decl.  de  Hernando  Rodríguez  del  Cam- 
po, f.  ion  v).  Cf.  sobre  la  extensión  de  sus  sermones  :  Proc.  Gra- 
vada, decl.  del  H.  Antonio  de  Aguilar,  S.  I.,  f.  439  v  ;  Proc.  Montilla, 
decl.  de  Pedro  Sánchez  Arriero  («que  el  cognomen  de  Arriero  es 
apellido  en  su  linaje  v  no  oficio»,  t.  658  r),  081  r;  Proc.  Andújar. 
decl.  del  P.  Andrés  de  Cazorla,  S.  I.,  f.  1477  v. 

11  Sermón  1  [a],  p.  53. — «No  os  espantéis  que  estemos  hov  muncho 
en  el  sermón  :  que  es  día  de  fuego,  día  de  cuenta,  día  de  ancho, 
día  de  quema  de  condenados,  de  echados  al  infierno  por  boca  de 
Dios»  (serm.  1  fi],  p.  48). 

13  Vida,  p.  i.a,  c.  3,  f.  16  r-v  :  Obras,  XIV,  p.  236. 

14  Proc.  Montilla,  decl.  de  Pedro  Luis  de  León,  f.  959  v. 


6 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


ordinario  "estudiaba  los  sermones  que  predicaba,  de  rodillas 
puesto  en  oración"  15,  "asidas  ambas  manos  al  clavo  de  los 
pies  de  un  santo  crucifijo"  M.  Quienes  esto  nos  refieren  son 
testigos  de  sus  últimos  años  ejn  Montilla.  Pero  ojos  indiscre- 
tos que  atisbaron  por  rendijas  y  cancelas,  durante  el  tiempo 
de  su  predicación  en  Granada,  nos  atestiguan  lo  mismo17. 
Y  es  el  propio  Mtro.  Avila  quien  confesó  en  cierta  ocasión 
a  Fr.  Luis  "que  en  el  mismo  tiempo  que  predicaba,  cercado 
de  tantos  negocios,  tenía  cada  día  dos  horas  de  oración  por 
la  mañana  y  otras  dos  en  la  noche"  1S. 

El  P.  Avila  no  revolvía  muchos  libros  para  cada  sermón  19. 
A  veces  le  bastaba  con  mirar,  antes  de  subir  al  pulpito,  un 

'5  Proc.  Granada,  decl.  de  D.a  Isabel  de  Robledo,  f.  499  r. 

,ü  Troc.  Montilla,  decl.  de  Hernando  Rodríguez  del  Campo, 
f.  1000  r  ;  decl.  de  Pedro  Sánchez  Arriero,  f.  681  v. 

"  «Siendo  visitador  este  testigo  en  el  obispado  de  Tuy  del  señor 
don  Francisco  Terrones  del  Caño,  obispo  de  la  dicha  ciudad,  y 
después  de  la  ciudad  de  León,  le  oyó  decir  al  dicho  señor  obispo  que 
los  predicadores  de  este  tiempo  no  trataban  con  tantas  veras  de  la 
conversión  de  las  almas,  sino  de  explicación  de  lugares  y  profundi- 
dades de  Escriptura,  como  el  P.  Mtro.  Juan  de  Avila  lo  bacía,  que 
siendo  el  dicho  señor  Obispo  colegial  en  el  Colegio  Real  de  la  ciudad 
de  Granada  le  conoció,  y  vió  que  un  predicador  de  aquel  tiempo  hizo 
un  sermón  en  la  iglesia  mayor  en  presencia  del  señor  arzobispo  don 
Pedro  Guerrero,  de  tantas  profundidades  en  Escriptura  que  todos 
los  oyentes  salieron  alabándole  y  admirados,  sin  dar  muestra  de  con- 
versión alguna  y  arrepentimiento  de  pecados,  y  consiguientemente 
que  el  señor  arzobispo  don  Pedro  Guerrero  mandó  al  dicho  P.  Maes- 
tro Juan  de  Avila  predicase  en  la  dicha  iglesia  el  día  siguiente,  que 
este  testigo  no  se  acuerda  qué  festividad  fuese,  aunque  se  la  dijo  el 
ser  obispo  don  Francisco  Terrones  y  que  el  dicho  Mtro.  Juan  de  Avila 
se  excusó  diciendo  que  no  tenía  libro  por  donde  estudiar,  para  cum- 
plir con  su  obligación  en  tan  breve  tiempo  y  en  presencia  de  tan 
grandes  letrados,  y  el  dicho  señor  arzobispo  le  mandó  por  obediencia 
predicase  ;  y  el  dicho  P.  Maestro  dijo  que,  mandándolo  su  Ilustrísi- 
ma,  le  obedecería  y  confiaría  en  nuestro  Señor  le  daría  qué  dijese. 
Lo  cual  pasó  cenando  aquella  noche  ante  los  dichos  señor  arzobispo 
y  Mtro.  Juan  de  Avila,  y  acabada  la  cena  el  dicho  beato  Mtro.  Juan 
de  Avila  se  recogió  a  un  aposento  sin  pedir  libro  ninguno  ;  y  visto 
esto  por  el  dicho  señor  don  Pedro  Guerrero,  le  acecharon,  v  miraron 
por  los  canceles  de  las  puertas  del  aposento  qué  modo  de  estudio 
tenía,  y  le  hallaron  y  vieron  que  toda  la  noche  estuvo  de  rodillas  de- 
lante de  un  crucifijo,  y  a  la  mañana,  en  la  dicha  iglesia  mayor,  pre- 
dicó el  dicho  Mtro.  Juan  de  Avila  un  sermón  tan  grandioso  y  de  tanto 
espíritu,  que  todos  los  oyentes  salieron  compungidos,  mirándose  unos 
a  otros,  sin  acertar  a  hablar  palabra,  dando  grandes  muestras  de  que 
salían  todos  convertidos  y  arrepentidos  de  sus  culpas»  (Proc.  Andú- 
jar,  decl.  del  Dr.  Eufrasio  Maroto,  prior  de  Santiago,  f f.  1500  v-1501  v ; 
Jo  mismo  el  Mtro.  Juan  Alonso  Palomino,  ff.  1486  r-1487  r,  y  el 
Dr.  Juan  de  Carranza  y  Cárdenas,  f.  1495  r-v). 

"  Vida,  p.  2.a,  §  1,  í.  40  v  :  Obras,  XIV,  p.  272.  Cf.  Proc.  Madrid, 
decl.  del  Lic.  Juan  de  Vargas,  ff.  39  v  -  40  r. 

10  «En  nuestros  tiempos  habernos  conocido  al  P.  Mtro.  Juan  de 
Avila,  al  P.  Lobo  y  otros  santos  varones,  que  no  revolvían  muchos 
libros  para  cada  sermón...»  (F.  Terrones  del  Caño,  Instrucción  de 
predicadores,  tr  1,  c.  2  [ed.  «Clásicos  Castellanos»  por  F.  G.  Olme- 
do, S.  I.,  Madrid  1946],  p.  24). 


EL  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


7 


lugar  de  la  Escritura20.  Era  lo  normal  que  esbozase  unas 
ideas  por  escrito,  sin  rigor  esquemático,  que  cabían  sobrada- 
mente "en  tanto  papel  como  un  doblez  de  carta"  21 .  Es  cono- 
cida la  anécdota  ocurrida  a  Fr.  Luis  de  Granada,  relatada 
por  el  P.  Villarás.  Había  oído  Fr.  Luis,  en  Montilla,  al 
P.  Avila  uno  de  sus  mejores  sermones,  en  que  "el  P.  Maes- 
tro habló  con  espíritu  tan  levantado  que  quedaron  todos  ad- 
mirados. Este  día,  estando  en  la  mesa  el  P.  Mtro.  Avila, 
Fr.  Luis  de  Granada  y  el...  Dr.  Carleval  y  el  P.  Juan  de 
Villarás,  dijo  Fr.  Luis  de  Granada  al  P.  Mtro.  Avila:  'Cierto, 
P.  Maestro,  que  no  ha  dejado  hoy  vuestra  Reverendísima 
piedra  en  la  retórica  que  no  ha  movido';  y  dijo  el  P.  Maes- 
tro: 'No  me  cuido  de  eso,  en  verdad*.  Replicó  el  P.  Fr.  Luis 
de  Granada:  Hágame  caridad  vuestra  Reverendísima  [de] 
dejarme  trasladar  este  sermón'.  Dijo  el  P.  Mtro.  Avila:  'No 
hay  escrito  más  que  esto';  y  sacó  del  seno  una  dobladura 
de  una  carta,  donde  estaban  escritos  cinco  o  seis  renglón- 
cilios,  en  lo  que  pudiera  ocupar  una  copla  castellana"  22. 

No  faltaron  en  el  P.  Avila,  tan  penetrado  del  Misterio 
de  Cristo,  las  felices  improvisaciones.  Hablaba  ex  abundantia 
coráis  23.  Era  un  día  de  la  octava  de  Corpus  en  Montilla. 
Acabadas  las  vísperas,  a  las  que  había  asistido  el  Maestro, 
le  rogó  el  vicario  Gaitán  "que  hiciese  una  plática  antes  de 
la  procesión.  Y  la  hizo  el  dicho  Mtro.  Avila  con  tanto  espí- 
ritu, aconsejando  y  diciendo  con  la  reverencia  que  se  había 
de  ir  en  la  procesión,  acompañando  a  Cristo  nuestro  Señor 
sacramentado  en  la  Hostia  de  Pan,  que  estaba  en  la  custodia, 
que,  acabada,  salieron  todos  los  oyentes  llorando  de  alegría, 
y  acompañaron  la  procesión  con  tanta  modestia  y  compos- 
tura y  reverencia  del  Santísimo  Sacramento,  que  fué  cosa 
notable...,  pues...,  con  ser  tantos  [los  asistentes],  hubo  en 
la  dicha  procesión  mucha  quietud  y  reverencia.  Cosa  que  no 
se  ha  visto  después  acá  en  esta  villa",  como  nos  refiere 
Antón  Martín,  testigo  presencial  24. 

20  «Para  predicar  no  tenía  necesidad  más  que  mirar  un  lugar  de 
ella  [de  la  Escritura],  y  con  esio  hacía  sermones  de  más  de  dos  ho- 
ras» (Proc.  Montilla,  decl.  del  Lic.  Francisco  Pérez  del  Campo, 
f.  980  v). 

21  «Todos  los  sermones  que  hacía,  no  los  escribía  sino  en  tanto 
papel  como  un  doblez  de  carta,  poniendo  solos  los  puntos  que  había 
de  tratar  conforme  al  Evangelio,  hincándose  de  rodillas  delante  de 
un  Cristo  pequeño,  que  este  testigo  vió  muchas  veces  y  le  tuvo  en 
sus  manos»  (Proc.  Madrid,  decl.  del  Lic.  Juan  de  Vargas,  f  ?q  v) 
Véanse  los  sermones  16,  17,  73  y  77,  únicos  que  conservamos  autó- 
graros. 

^  Proc.  Madrid,  decl.  del  Lic.  Juan  de  Vargas,  f.  54  r-v. 
Cf.  IVIt.  i2|  34* 

24  Proc.  Montilla  ff.  903  y  -  904  r.  Oyó  también  esté  sermón  el 
Lic.  Juan  Pérez  de  Aguilar,  f.  1044  r-v. 


8 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


3.   Temas  preferidos 

El  sermonario,  que  a  continuación  ofrecemos  al  lector,  es 
muestra  de  que  el  P.  Avila  ha  tocado  en  su  predicación  toda 
clase  de  temas.  Hay  sermones  de  tiempo  y  de  santos,  dogmá- 
ticos y  morales,  pláticas  a  sacerdotes  y  a  religiosas...  Pero 
había  materias  que  el  P.  Avila  trataba  con  especial  cariño 
y  fiestas  en  las  que  no  dejaba  de  predicar,  por  indispuesto  y 
enfermo  que  estuviera.  "Cuando  venía  alguna  fiesta  grande, 
particularmente  del  Santísimo  Sacramento  o  de  nuestra  Se- 
ñora, de  las  cuales  solenidades  era  devotísimo — escribe  el 
P.  Granada,  su  biógrafo — ,  luego  se  levantaba  de  la  cama, 
dándole  fuerzas  aquel  Señor  que  le  daba  la  enfermedad;  y 
predicaba  de  ordinario  ocho  sermones,  uno  en  cada  día  de 
la  octava  del  Santo  Sacramento,  y  esto  con  tan  buena  dis- 
posición corporal,  que  parecía  del  todo  sano;  mas  luego,  pa- 
sados los  ocho  días,  volvía  como  de  antes  a  la  misma  enfer- 
medad" 2n.  Algunas  veces  fallaba  esta  regla,  y  el  Mtro.  Avila, 
abatido  en  la  cama,  no  podía  predicar.  "He  estado  malo — le 
comunica  a  su  discípulo  D.  Antonio  de  Córdoba  en  carta  de 
3  de  julio  de  1561 — .  Y  mire  qué  desfavor  me  enseñó  el  Señor, 
que  ni  de  Espíritu  Santo  ni  de  Corpus  Christi  pude  predicar. 
Yo  bien  sé  que  no  soy  digno  de  ello — prosigue  el  Maestro — , 
y  de  esto  me  pesa;  y  no  tengo  más  que  decir  que  ego  sum  qui 
peccavi;  isti  oves  sunt:  quid  meruerunt?"  26 

25  Vida,  p.  2.a,  §  s,  f.  48  v;  cf.  §  7,  i.  50  v  ;  §  8,  f  52  r  -.  Obras, 
XrV,  pp.  283,  286,  287.  Lo  mismo  atestiguan  numerosos  testigos  de 
los  procesos  de  'beatificación  :  Lic.  Juan  de  Vargas  (Proc.  Madrid, 
ff.  40  v  -  41  r),  Juan  Muñoz  de  Cañas  (Proc.  Montilla,  ff.  560  v- 
561  r),  Pedro  Sánchez  Arriero  (Ibíd.,  f.  681  r),  Lic.  Juan  Pérez  de 
Aguilar  (Ibíd.,  f.  1044  v),  D.a  Catalina  del  Olmo  (Proc.  Almodóvar, 
f.  259  r),  D.a  María  de  Góngora  (Proc.  Granada,  f.  406  v),  Barto- 
lomé Ruiz  Burgueño  (Proc.  Montilla,  i.  713  r),  Juan  Díaz  de  Mora- 
les (Ibíd.,  f.  987  v),  Lic.  Bernabé  de  Ortigosa  (Proc.  Jaén,  f.  1118  v), 
Lic.  Alonso  de  Merciáñez  (Ibíd.,  f.  1180  r),  Dr.  Francisco  Ibáñez 
de  Herrera  (Proc.  Baeza,  f.  1434  v),  P.  Andrés  de  Cazorla,  S.  I. 
(Proc.  Andújar,  f.  1481  r). 

26  Carta  197  :  t.  r,  p.  907. — «Solía  decir  el  V.  Padre  que  aunque 
de  noche  y  de  día  estuviera  predicando  o  hablando  de  la  pasión  de 
Jesucristo  nuestro  Señor,  o  del  Santísimo  Sacramento  del  Altar,  o  del 
Espíritu  Santo,  que  nunca  acabaría  jamás  de  decir,  sino  que  siempre 
se  quedaba  corto.  Y  esto  lo  sabe  este  testigo  por  haberlo  oído  decir  al 
P.  Andrés  Lucas,  de  la  Comp.  de  Jesús,  catedrático  en  la  Universi- 
dad de  Granada,  y  a  don  Melchor  Gaitán  de  León,  que  lo  habían 
oído  praticar  a  discípulos  suyos»  (Proc.  Baeza,  decl.  del  Mtro.  Pe- 
dro de  Lomas,  ff.  1362  v  -  1363  r). 


F.L  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


9 


4.    Subía  al  pulpito  "templado" 

Con  este  sentimiento  de  humildad,  con  amor  grande  de 
Dios27,  con  un  sentimiento  vivo  de  la  muerte  espiritual  de 
sus  hermanos 2S,  con  hambre  de  almas,  "templado"  como 
azor  que  llevan  a  la  caza  29,  subía  al  púlpito  el  Maestro.  Una 
razón  que  decía,  un  grito  que  daba,  abrasaba  las  entrañas 
de  los  oyentes  ;í0.  "Las  palabras  que  salían  como  saetas  en- 
cendidas del  corazón  que  ardía,  hacían  tarribien  arder  ios 
corazones  en  los  otros"  81 .  Fr.  Luis  de  Granada,  en  su  Vida 


"  «siendo  preguntado  por  un  virtuoso  teólogo  qué  aviso  le  daba 
para  hacer  írutuosamente  el  oíicio  de  la  predicación,  brevemente 
le  respondió  :  Amar  mueno  a  nuestro  Señor»  (uranada,  I  ílUi,  p.  i.-1, 
c.  2,  §  i,  i.  7  r  :  Obras,  XIV,  p.  222  s.). 

"  Granada,  Vida,  p.  i.a,  c.  2,  §  3,  ff.  10  v  ss.  :  Obras,  XIV, 
p.  228  ss.  Carta  1  :  t.  1,  p.  261  s.  Este  sentimiento  de  los  pecados 
lo  atestiguan  :  el  Lic.  liar  tobóme  de  .Madrid  \Froc.  Moniuia, 
i.  542  r-vj,  el  Eic.  Hernán  sanciiez  de  Avendano  (Ibid.,  f.  884  v), 
Banoloiné  Gutiérrez  Serrano  (Froc.  baeza,  t.  1266  v),  el  P.  Andrés 
de  Cazorla,  6.  1.  (Froc.  Andújar,  i.  1477  r). 

a"  «Decía  él  que,  cuando  Jiauia  de  predicar,  su  principal  cuidado 
era  ir  al  púlpito  «templado».  En  la  cual  palabra  quería  sinificar 
que,  como  ios  que  cazan  con  aves  procuran  que  el  azor  o  et  íuicon 
con  que  lian  de  cazar  vaya  «templado»,  esto  es,  vaya  con  hambre, 
porque  ésta  le  hace  ir  mas  ligero  tras  de  la  caza,  así  él  trabajaba 
por  subir  al  pulpito,  no  sólo  con  actual  devoción,  sino  también  con 
una  muy  viva  nauibre  y  deseo  de  ganar  con  aquel  sermón  alguna 
ánima  para  Cristo  ;  porque  esto  le  hacía  predicar  con  mayor  ímpito 
y  tervor  de  espíritu»  ^ranada.  Vida,  p.  i.*,  c.  2,  §  2,  f.  8  r-v  :  coras, 
XIV,  p.  224  s.).  «Preguntándole  el  P.  ±<r.  Luis  de  Granada,  predica- 
dor que  era  del  marques  de  Pliego,  el  modo  que  tendría  en  predi- 
car, le  respondió  que  tuviese  en  todos  sus  sermones  muy  gran  deseo 
de  la  conversión  de  las  almas,  diciendole  :  Témplese  V.  Kma.  ;  y 
repicándole  que  no  lo  entendía,  le  dijo  :  Haga  lo  que  hacen  los 
señores  con  los  azores,  que  les  quitan  la  comida  un  día  antes  para 
que  con  mayor  anción  vayan  a  la  caza»  (Froc.  Baeza,  decl.  del 
Mtro.  Juan  de  Cisneros,  f.  1219  r-<v). 

JU  «En  nuestros  tiempos  habernos  conocido  al  P.  Mtro.  Juan  de 
Avila,  al  P.  Eodo  y  otros  santos  varones,  que  no  revolvían  muchos 
libros  para  cada  sermón,  ni  decían  mucnos  conceptos,  ni  esos  que 
decían  los  enriquecían  mucho  de  Escriptura,  ejemplos  ni  otras  ga- 
las ;  y  con  una  razón  que  decían  y  un  grito  que  daiuaii  abrasaban  las 
entrañas  de  los  oyentes»  (P.  Terrones  del  Caño,  Instrucción  de 
predicadores,  tr.  1,  c.  2  [_ed.  «Clásicos  Castellanos»,  Madrid,  1946J, 
p.  24). 

31  Granada,  Vida,  p.  i.a,  c.  2,  §  2,  f.  9  r  :  Obras,  XIV,  p.  226.  En 
estas  palabras  del  P.  Granada  hay  que  ver  una  velada  alusión  a  cier- 
tos heonos  extraordinarios  que  le  envió  el  P.  Villarás  para  que  los 
incluyera  en  la  biografía  del  Mtro.  Avila,  pero  que  a  él  no  le  parecie- 
ron «autorizados».  Algunos  de  estos  hechos  nos  refiere  el  Eic.  Juan 
de  Vargas  :  «Sólo  dice  en  esta  pregunta  una  de  las  cosas  que  el 
P.  Juan  de  Villarás  escribió  en  ios  memoriales  al  P.  Pr.  Euis  de  Gra- 
nada, por  mano  de  este  testigo,  y  fué  que  en  la  ciudad  de  Ecija,  su- 
bido a  predicar,  antes  de  comenzar  el  sermón  ni  santiguarse,  asió  el 
rostro  del  pulpito  con  las  manos  y,  tentando  si  estaba  firme,  le  pa- 
reció que  no.  Pidió  lo  asegurasen,  y  dijo  el  P.  Maestro  :  Algún  fruto 
se  ha  de  hacer  hoy,  y  el  demonio  lo  quiere  impedir.  Y  en  el  discurso 


10 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


de  Avila,  recuerda  una  de  esas  voces  que  pusieron  en  con- 
moción a  los  oyentes.  "Un  día— nos  dice — oíle  yo  encarecer 
en  un  sermón  la  maldad  de  los  que,  por  un  deleite  bestial, 
no  dudaban  de  ofender  a  nuestro  Señor,  alegando  para  esto 
aquel  lugar  de  Hieremías  [2,  12] :  Obtupescite  caeli  super 
hoc,  etc.  Y  es  verdad,  cierto,  que  dijo  esto  con  tan  grande 
espanto  y  espíritu,  que  me  parecía  que  hacía  temblar  las 
paredes  de  la  iglesia"  32. 

No  solamente  ponía  corazón  y  fuego  en  sus  sermones. 
"Como  persona  de  letras  y  ingenio"  que  era,  "llevaba  el  ser- 
món muy  bien  enhilado"  33 .  Le  aflora  espontánea  a  las  veces 
la  cita  erudita,  la  alusión  a  una  lectura  reciente  34.  En  más 
de  una  ocasión,  doctos  personajes  fueron  a  escucharle  con 
la  intención  aviesa  de  medir  los  puntos  que  calzaba,  y  que- 
daron prendados  de  su  ingenio  y  prendidos  en  las  redes  de 
su  magisterio  espiritual 35 .  El  secreto  es  que  había  un  no  sé 


de  este  sermón,  explicando  un  lugar  de  San  Pablo  (que  en  esto  dicen 
tenía  grande  excelencia),  vieron  algunas  personas  del  auditorio  salir 
centellas  de  fuego  de  la  boca  del  P.  Mtro.  Juan  de  Avila,  y  conocie- 
ron algunas  personas  a  quien  tocaron,  y  les  vieron  desde  aquel  día 
en  adelante  tan  gran  mudanza  y  trueco  de  vida  que  entendían  que 
cada  una  de  las  dianas  personas,  a  quien  las  centellas  habían  tocado, 
habían  tenido  otra  conversión  como  la  de  San  Pablo  ;  y  una  de  las 
personas  que  estaban  en  el  auditorio  dicen  era  la  señora  doña  San- 
cha Carrillo,  que  desde  este  día  se  resolvió  a  dejar  todas  las  cosas 
del  mundo...»  (Proc.  Madrid,  ff.  52  v  -  53  v).  Esto  mismo  testifica 
Pedro  Luis  de  León  (Proc.  Mantilla,  f.  969  r) ;  y,  en  general,  lo  de  ver 
salir  centellas  de  su  boca  :  el  Dr.  Bernardo  Alderete  (Proc.  Córdoba, 
i-  337  *)  y  Juan  Muñoz  de  Cañas  (Proc.  Montilla,  f.  561  v).  En  el 
Proceso  de  Baeza,  el  Dr.  Francisco  Ibáñez  de  Herrera,  patrono  y  ca- 
tedrático de  prima  de  la  Universidad,  declaró  lo  siguiente  :  «Don 
Pedro  Fernández  de  Córdoba,  en  la  vida  manuescripta  de  doña  Sancha 
Carrillo,  su  hermana,  que  tiene  este  testigo  en  su  poder,  dice:  ...  Esta 
virgen  bienaventurada  decía  que  veía,  cuando  predicaba  el  P.  Maes- 
tro Avila,  sobre  su  cabeza  un  lucero  lleno  de  luz  y  resplandor  grande 
y  que  le  salían  por  su  boca  unos  rayos  de  luz  que  iban  a  parar  a  las 
orejas  de  los  oyentes»,  etc.  (f.  1434  v). 

32  Vida,  p.  3.a,  c.  4,  f.  55  v  :  Coras,  XFV,  p.  293  :  «Oyó  decir  este 
testigo  a  una  persona  fidedigna  de  esta  villa  que  se  halló  presente  a 
un  sermón  que  en  ella  hizo  el  dicho  Mtro.  Avila  un  día  de  año  nuevo 
en  la  Compañía  de  Jesús  de  esta  villa,  y,  encareciendo  lo  mal  que 
hacen  los  nombres  en  dejar  a  Dios  por  el  pecado,  dijo  con  tanto  es- 
píritu y  una  voz  tan  valiente,  salida  del  alma  :  Obtupescite  caeli  su- 

er  hoc,  que  pareció  temblar  la  iglesia  y  que  las  paredes  se  habían 
atido  unas  contra  otras  ;  que  causó  gran  temblor  a  los  oyentes  y 
salieron  del  sermón  con  grande  aborrecimiento  del  pecado»  (Proceso 
Montilla,  decl.  del  Lic.  Juan  Pérez  de  Aguilar,  f.  1043  r). 

33  Granada,  Vida,  p.  3.a,  c.  5,  ff.  68  v  -  69  r  :  Obras,  XIV,  p.  312. 
31  «En  el  nono  libro  de  la  Metafísica,  en  el  capítulo  séptimo — yo 

lo  he  leído — [dice  Avicena]...»  (serm.  41,  p.  657).  «Cuenta  el  glorioso 
doctor  San  Agustín  en  el  libro  De  natura  ct  gralia...i>  (senn.  51, 
p.  773).  «.Anoche  leía  en  San  Agustín  De  praedestinatione  sancto- 
r«w...»  (serm.  79,  p.  1241).  Etc. 

3S  «Se  acuerda  este  testigo  que  oyó  decir  en  la  ciudad  de  Córdoba 
que,  predicando  el  dicho  Mtro.  Joan  de  Avila  en  la  dicha  ciudad,  al- 
gunas personas  de  mucha  calidad  y  letras,  vecinos  de  la  dicha  ciu- 


EL  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


11 


qué  de  unción,  de  divino,  en  sus  palabras.  "Cuando  salían 
de  oír  al  P.  Avila,  iban  todos  las  cabezas  bajas,  callando, 
sin  hablarse  unos  a  otros,  encogidos  y  compungidos,  a  pura 
fuerza  de  la  virtud  y  excelente  santidad  del  predicador"  3fi. 
Deseoso  de  ganar  a  todos  para  Cristo,  para  todos  había  algo 
de  particular  provecho  en  sus  sermones.  Como  dice  Fr.  Luis, 
"yendo  de  camino  y  prosiguiendo  su  intento  principal,  iba 
sacando  de  lo  que  decía  algunos  breves  avisos  y  sentencias 
para  diversos  propósitos:  o  para  esfuerzo  de  los  tentados, 
o  para  consuelo  de  los  tristes,  o  para  confusión  de  los  so- 
berbios, o  para  personas  de  diversos  estados;  de  .modo  que 
de  un  camino  hacía  muchos  mandados.  Por  donde  estando 
yo  asentado — prosigue  Granada — ,  oyendo  un  sermón  suyo, 
par  del  licenciado  Vargas,  que  después  fué  embajador  en 
Venecia,  considerando  él  lo  que  tengo  dicho,  acudió  él  muy 
bien,  diciendo  que  su  predicación  era  red  barredera,  porque 
iba  dando  avisos  a  todo  género  de  personas.  Mas  por  esta 
razón  yo  la  comparaba  con  esta  invención  que  agora  la  ma- 
licia humana  ha  inventado,  encerrando  muchas  pelotillas  en 
los  arcabuces  para  hacer  más  mal;  pero  este  siervo  de  Dios 
buscaba  esta  invención  para  más  aprovechar"  37 . 

Para  el  Mtro.  Avila  la  predicación  iba  directamente  en- 
derezada a  la  conversión  de  las  almas.  "Predicar  no  es  estar 
razonando  una  hora  de  Dios,  sino  que  venga  el  otro  hecho 
un  demonio  y  salga  hecho  un  ángel"  3S.  No  son  buenos  pre- 
ciad, eme  le  habían  ido  a  oír  una  vez  por  hacer  burla  de  él,  y  que  ha- 
bía sido  tanta  la  eficacia  con  que  estonces  había  predicado,  que  habían 
salido  convertidos  v  edificados  de  su  sermón,  de  tal  manera  que  des- 
de estonces  se  preciaron  de  ser  sus  dieípulos...,  uno  de  los  cuales 
este  testigo  conoce  de  oídas»  (Proc.  Jaén,  decl.  del  Lic.  Bernabé  de 
Hortigosa,  f.  mo  r).  Véase  lo  que  escribimos  sobre  la  conversión 
del  Dr.  Bernardino  Carleval,  t.  i,  p.  104.  Es  de  interés  lo  que  nos 
refiere  el  Lic.  Fernán  Pérez  de  Torres  como  oído  al  Lic.  Francisco 
Navarrete.  Explicaba  el  P.  Avila  por  las  tardes,  en  la  ciudad  de 
Córdoba,  las  epístolas  de  San  Pablo  en  lengua  vulgar,  «lo  cual  es- 
candalizó algún  tanto  a  cierto  maestro  del  Orden  de  Santo  Domingo, 
que  a  la  sazón  estaba  en  Córdoba  y  no  había  tratado  al  dicho  Maes- 
tro, y  con  recelo  que  no  fuese  aquélla  alguna  doctrina  sospechosa 
(como  en  aquellos  tiempos  corría  la  seta  de  los  alumbrados),  comen- 
zó a  murmurar  de  este  caso  entre  otros  religiosos  de  su  casa  ;  al  cual 
respondió  otro  maestro  grave  que  estaba  muv  seguro  de  que  en  aquel 
caso  no  había  qué  temer,  porque  conocía  bien  al  sujeto  :  Suplico  a 
vuestra  .paternidad  que  va  va  esta  tarde  y  le  oiga,  y,  después  de  ha- 
berle oído,  puede  juzgar  de  aquella  doctrina  mal.  Acertadamente  fué 
a  la  dicha  isrlesia  v  volvió  a  la  noche,  diciendo  con  grande  admira- 
ción :  He  oído  a  San  Pablo  interpretar  a  San  Pablo»  (Proc.  Córdo- 
ba, í.  320  r-v). 

56  F.  Terrones  dfl  Caño,  Instrucción  de  predicadores,  tr.  1,  c.  2 
(ed.  «Clásicos  Castellanos»,  Madrid  1946)..  p.  24.  Lo  mismo  afirma 
A.  Salucio,  O.  P.,  Avisos  para  los  predicadores  del  santo  Evange- 
lio: B.  N.  M.,  Ms.  8103,  ff.  r  v  -  2  r. 

37  Vida.  p.  3-a.  c.  5.  f.  69  r  :  Obras,  XIV,  p.  312. 

"  A.  Rodríguez,  S.  L,  Ejercicio  de  perfección  y  virtudes  cris- 
tianas, p.  3.»,  tr.  1,  c.  8. 


12 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


dicadores,  dice  Avila,  "los  que  son  el  día  de  hoy  que  no 
hacen  sino  hablar.  ¿Pensáis  que  no  hay  más  sino  leer  en 
los  libros  y  venir  luego  a  vomitar  aquí  lo  que  habéis  leí- 
do?... Mirá.  No  os  engañéis,  que  ésta  no  es  lición  de  escuelas. 
No  sabemos  distinguir  el  predicar  del  leer.  Pensamos  que 
no  hay  más  de  leer  un  libro  y  predicar.  Harto  mal  nos  va 
por  esto.  Allá  lo  hace  bien  el  que  habla  bien  y  conténtase 
con  decir  un  argumento  bien  dicho;  pero  acá,  ése  es  buen 
discípulo  el  que  obra  y  se  le  pega  a  las  entrañas  lo  que  oye. 
La  ley  de  Dios  no  es  cosa  de  entendimiento,  sino  de  voluntad. 
No  es  hablar,  sino  obrar"  39 . 

5.    Fruto  de  los  sermones 

Sería  no  acabar  referir  con  detalle  el  fruto  de  los  sermo- 
nes del  P.  Avila.  Para  ello  sería  preciso  recorrer  de  nuevo 
con  él — como  se  hizo  en  la  Introducción  biográfica*0 — los 
caminos  polvorientos  de  la  Bética,  cuyas  ventas  y  posadas 
santificó  la  oración  nocturna  del  Maestro41.  Vienen  a  nues- 
tra mente  cien  nombres  de  villas  y  ciudades  andaluzas:  Se- 
villa, Ecija,  Alcalá  de  Guadaira,  Lebrija,  Jerez  de  la  Fron- 
tera, Palma  del  Río,  Córdoba,  Granada,  Baeza,  Andújar, 
Zafra,  Fregenal,  Priego,  Montilla...;  y  discurriendo  por  ellas, 
junto  a  las  figuras  de  los  santos — Francisco  de  Borja  y  Juan 
de  Dios — ,  las  de  los  prelados  cordobeses  reprendidos  con 
toda  caridad  desde  el  pulpito — D.  Fr.  Juan  de  Toledo  y 
D.  Leopoldo  de  Austria  42 — ;  al  lado  de  sus  más  destacados 


30  Serm.  49,  pp.  745,  747. 

40  T.  1,  ce.  3-5,  pp.  £9-421  (llega  hasta  el  año  1556  ;  el  resto  se 
publicará  en  el  t.  3).  Del  fruto  de  los  sermones  de  Avila  trata 
Fr.  Luis  de  Granada,  Vida,  p.  3.a,  ce.  4-5,  f.  54  r  ss.  :  Obras,  XIV, 
p.  291  ss. 

41  «Este  testigo  ha  oído  decir  a  persona  de  mucho  crédito  que 
yendo  de  camino"  el  dicho  Y.  P.  Mtro.  Juan  de  Avila,  habiendo  llega- 
do de  noche  a  una  venta  o  posada,  se  había  recocido  a  solas  y  aseu- 
ras  en  su  aposento  a  hacer  oración  y  que,  estando  en  ella,  entró  en 
el  dicho  aposento  un  muchacho  de  la  dicha  venta  o  mesón,  y  salió 
dando  voces  diciendo  :  ¡Madre,  que  se  está  quemando  un  clérigo!,  y 
que  subieron  al  dicho  aposento  y  habían  hallado  al  dicho  V.  P.  Maes- 
tro Juan  de  Avila  hincado  de  rodillas  en  oración,  y  que ^ se  presumió 
que  el  fuego  que  el  dicho  .muchacho  decía  había  visto  sería  resplandor 
que  salía  del  dicho  santo»  (Proc.  Granada,  decl.  del  Lic.  Pedro  Zuri- 
fllo  de  Vaga.  f.  475  v).  . 

42  «Ansimismo  le  contaba  [su  padre]  la  eficacia  que  había  tenido 
el  dicho  P.  Mtro.  en  la  predicación,  reprehendiendo  algunos  defec- 
tos graves  de  ¡prelados,  de  que  murmuraba  el  pueblo  y  en  que  ellos 
por  ventura  no  caían,  v  cuán  bien  llevaban  las  reprehensiones  y  avi- 
sos del  dicho  P.  Mtro.",  siendo  tan  grandes  príncioes  como  lo  fueron 
¡D.  Leopoldo  de  Austria  v  D.  Fr.  Juan  de  Toledo,  obispos  de  Cór- 
doba, y  que  al  uno  le  reprehendió  la  grandeza,  profana  que  tenía  en 
su  granja  y  alameda,  criando  en  ella  muchos  géneros  de  animales 
diferentes,  "con  que  los  pobres  recibían  de  los  guardas  muchos  per- 
juicios, y  sobre  entrar  en  la  dicha  alameda  los  hacía  prender  el  di- 


EL  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


13 


discípulos  y  amigos — el  Dr.  Bernardino  Carleval,  Juan  de 
Villarás,  el  Mtro.  Fr.  Luis  de  Granada — ,  sus  más  ilustres 
conversas  y  dirigidas — D.n  Sancha  Carrillo,  D.a  María  de 
Hoces,  la  Bta.  Paz  de  Granada43... 

Un  día  era  un  infiel  quien,  después  de  oírle,  pedía  el 
bautismo 44 ;  otro  eran  las  mujeres  públicas  de  Montilla 
quienes  se  movían  a  penitencia  45 ;  tal  vez  era  una  doncella 
noble,  como  Leonor  de  Córdoba,  la  que  renunciaba  a  un  ma- 
trimonio aventajado  para  consagrarse  virgen  a  Cristo46; 


cho  obispo  ;  y  al  otro  le  reprehendió  un  cuadro  algo  humano  que 
estaba  en  su  aposento,  quedando  ellos  tan  edificados  de  la  reprehen- 
sión, que  desde  entonces  comunicaban  con  él  las  cosas  más  graves 
v  negocios  más  dificultosos  de  su  gobierno»  (Proc.  Córdoba,  decl.  de 
Diego  de  las  Casas,  f.  352  v). 

Sobre  esta  Bta.  Paz  se  volverá  a  hablar  en  el  t.  3.  Baste  por 
ahora  este  testimonio  de  Juan  Martín  de  Zárate  :  «Predicando  un  día 
en  Granada  [el  P.  Avila],  en  los  Santos  Mártires,  le  estaba  oyendo 
una  mujer  casada  con  un  tejedor  de  sedas,  la  cual  era  muy  hermosa, 
galana,  y  que  había  salido  del  sermón  tan  compungida  que,  llegando 
a  su  casa,  todas  las  cadenillas  y  aderezo  que  tenía  para  el  rostro  las 
echó  por  la  ventana  a  un  corral  de  su  casa,  y  trató  luego  con  su  ma- 
rido que  la  hiciese  una  merced,  y  110  acabándole  de  decir  en  algunos 
días  qué  era  la  merced  que  le  había  de  hacer,  dijo  el  marido  :  ¿  Qué 
es  lo  que  quieres  que  haga  por  vos?  A  lo  cual  le  respondió  que,  pues 
ya  tenían  hijos  de  bendición,  que  gustase  viviesen  los  dos  continen- 
temente, y  el  marido,  viendo  el  deseo  de  su  mujer,  había  venido  en 
ello,  y  que  dende  este  tiempo  mudó  de  traje  y  andaba  como  religiosa 
de  Baeza,  los  pies  ,por  el  suelo,  pero  cubierto  el  empeine  por  la  ho- 
nestidad... Después  de  haberse  reducido  [«la  beata  Paz,  que  había  to- 
mado este  nombre»],  confesaba  y  se  gobernaba  por  el  V.  P.  Maes- 
tro Juan  de  Avila...»  (Proc.  Graiiada.^fí.  415  r  -  416  v). 

u  «En  la  ciudad  de  Córdoba,  predicando  un  día  en  la  plaza,  dijo 
que  le  había  movido  la  lengua  y  el  corazón  el  Espíritu  Santo  para 
que  predicase  contra  los  infieles,  "dándoles  a  entender  el  yerro  y  enga- 
ño en  que  el  demonio  les  tenía  con  gran  espíritu  v  fervor,  de  lo  cual 
resultó  que  se  convirtió  un  infiel  que  oyéndole  estaba,  y  vino  a  sus 
pies  pidiendo  baptismo  v  conocimiento' de  la  fe»  (Proc.  Baeza,  de- 
claración del  Dr.  Blas  Rodríguez  de  Pancorbo,  ff.  1149  v  -  1150  r). 
«Habiendo  subido  una  vez  al  púlipito,  dejó  totalmente  lo  que  traía 
prevenido  y  enderezó  la  plática  a  tratar  las  cosas  de  nuestra  sagrada 
religión  y  confutar  una  seta,  y  que  oyó  decir  que  se  había  conver- 
tido un  moro  u  otr^  persona  de  la  seta  que  se  reprobaba»  (Proc.  Gra- 
nada, decl.  del  P.  Antonio  Fernández,  S.  I.,  f.  436  v). 

¡?  «Se  acuerda  este  testigo  que-  el  dicho  Mtro.  Avila  predicó  la 
conversión  de  la  Magdalena  v  en  este  sermón  convirtió  en  esta  villa 
muchas  mujeres  públicas,  que  fué  caso  notable,  y  muchas  de  ellas 
vivieron  hasta  su  muerte  bien»  (Proc.  Montilla,  decl.  de  Pedro  Luis 
de  León,  f.  956  r-v).  En  el  edicto  para  la  información  sumaria  se 
lee  :  «Las  mujeres  de  la  casa  pública  de  Sevilla  en  un  sermón 
que  las  hizo  se  convirtieron  con  solas  dos  palabras  que  les  dijo» 
(Proc,  f.  26  v).  No  hay  constancia  testificada  de  esta  conversión  en 
Sevilla. 

46  «Conoció  este  testigo  a  Leonor  de  Córdoba,  doncella  noble, 
hermana  del  dicho  Lic.  Alonso  Fernández,  a  la  cual  confesó  mucho 
tiempo  este  testigo,  y  le  dijo  misa  y  comulgó  en  un  oratorio  suyo 
estando  muy  enferma,  hasta  que  murió  de  edad  de  ochenta  años,  y 
de  ella  supo  cómo  siendo  de  edad  de  veinte  y  cuatro  años,  en  la 
casa  de  su  padre  muy  estimada,  y  guardada  para  un  casamiento  muy 


14 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


o  eran  en  Zafra  las  doncellas  y  dueñas  de  los  condes  de 
Feria  que  empezaban  una  vida  de  rigor  inaudito*7.  Porque, 
como  dicen  los  procesos  de  beatificación,  "nunca  hizo  ser- 
món que  dejase  de  convertir  almas  a  Dios"  í8.  Y  ocasión  hubo 
en  que  quien  había  venido  de  propósito  a  Montilla  para  acon- 
sejarse del  P.  Avila  se  fué  proveído  simplemente  con  oírle 
un  sermón  49 . 

En  Córdoba,  un  día  de  la  Circuncisión,  salió  el  P.  Maes- 
tro Avila  del  Hospital  de  las  Bubas,  donde  por  entonces 
residía,  "y  repentinamente  se  entró  en  un  monasterio  de 
monjas,  donde  había  mucha  gente  de  todos  estados  congre- 
gados, a  causa  de  un  coloquio  que  hacían  allí  las  monjas...; 
se  subió  en  el  púlpito  y,  con  mucha  modestia,  devoción  y 
humildad,  comenzó  a  reprehender  aquel  exceso...  Luego  las 
monjas  corrieron  los  velos  del  coro  y  se  desnudaron  de  sus 
vestidos  profanos,  que  tenían  para  aquella  ocasión...;  la 
gente,  aunque  muchos  de  ellos  eran  caballeros,  se  fueron 
saliendo,  hasta  que,  quedando  la  iglesia  sola  y  el  dicho 
P.  Maestro  en  ella  orando...,  se  llegó  a  la  reja  del...  coro 
y,  a  solas,  les  acabó  de  hacer  la  plática;  y  acá  afuera  se 
oían  muchas  lágrimas  y  suspiros"  s0. 


aventajado,  oyó  un  sermón  del  dicho  Maestro  o  de  las  Vírginis  [sic] 
o  del  Buen  Pastor,  y  le  mudó  de  tal  manera  el  corazón  como  si  estu- 
viera fuera  de  sí  ;  y  le  contó  a  este  testigo  muchas  veces  que  era  tan 
grande  la  luz  que  mediante  aquellas  palabras  le  dió  Dios  en  su  en- 
tendimiento, que  le  parecía  qjie  real  y  verdaderamente  veía  el.  cielo 
abierto  y  en  él  todas  aquellas  cosas  que  de  allá  iba  diciendo  el  pre- 
dicador. Después  de  lo  cual,  hasta  los  ochenta  años,  se  siguió  en  la 
dicha  Leonor  de  Córdoba  una  vida  muy  excelente  y  que  se  podría 
escribir  con  mucha  edificación  de  la  Iglesia,  porque  tuvo  muy  sobe- 
ranas visiones,  perpetuas  enfermedades,  muchas  luchas  con  el  demo- 
nio, muy  grande  paciencia  y  encerramiento,  todo  lo  cual  aprobó  el 
dicho  Maestro,  en  el  tiempo"  que  la  alcanzó,  por  buen  espíritu  (Pro- 
ceso Córdoba,  decl.  del  Lic.  Fernán  Pérez  de  Torres,  f.  330  r-v). 

"  «Veinte  doncellas  y  dueñas  que  tenía  la  dicha  condesa,  imitando 
a  sus  amos  en  la  santidad  y  costumbres,  tenían  tres  ejercicios  cada 
semana  en  una  sala  particular  para  ello,  con  tanto  rigor,  que  estaba 
en  las  paredes  la  sangre  una  vara  en  alto,  tiniendo  también  sus 
tiempos  de  oración  señalados,  y  que  de  las  raciones  que  les  daban 
comían  con  la  mitad  y  lo  demás  lo  daban  de  limosna  ;  y  que  no  tan 
solamente  pasó  lo  susodicho  en  casa  de  dicho  Conde,  sino  también 
pasó  en  toda  Extremadura»  (Proc.  Jaén,  decl.  del  H.  Sebastián  de 
Escabias,  S.  I.,  f.  1131  r).  Cf.  t.  1,  p.  142. 

"  Proc.  Montilla,  decl.  del  Lic.  Francisco  Pérez  del  Campo,  el 
viejo,  f.  980  v  ;  decl.  de  Pedro  Luis  de  León,  f.  o<;6  r. 

**  «Vino  a  esta  villa  un  forastero  v  en  la  posada  preguntó  dónde 
vivía  el  P.  Mtro.  Avila,  que  venía  a  consultar  con  él  cierto  caso.  Di- 
jéronle  que  fuese  a  la  iglesia  mayor  de  esta  villa,  que  allí  predicaba 
aquel  día.  El  forastero  fué  a  la  dicha  iglesia,  y  halló  en  ella  predi- 
cando al  dicho  Mtro.  Avila,  v,  acabado  el  sermón,  el  dicho  hombre 
forastero  se  volvió  a  la  posada,  diciendo  que  ya  le  había  dado  reme- 
dio el  P.  Mtro.  Avila,  en  el  sermón  que  hizo,  en  lo  que  le  venía  a 
consultar»  (Proc.  Montilla,  decl.  del  Lic.  Cristóbal  de  Luque  Ava- 
la, f.  618  v).  ,  J 

50  «A  todo  lo  cual  decía  el  padre  de  este  declarante  que  se  había 


EL  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


15 


No  era  infrecuente  que  el  auditorio  prorrumpiera  en 
llanto.  Pedro  Ximénez,  que  le  oyó  las  últimas  veces  que 
predicó  en  Granada,  recuerda  en  los  procesos  que  "hasta  los 
muchachos  que  le  oían  lloraban,  y  cuando  acababa  el  sermón 
era  cosa  maravillosa  ver  la  gente  que  le  seguía,  besándole 
las  manos  y  la  ropa",  y  aun  los  pies  le  hubieran  algunos 
besado,  si  él  no  se  lo  hubiera  impedido51. 

En  torno  al  fruto  de  su  predicación  se  recogen  en  las 
declaraciones  de  la  beatificación  algunas  tradiciones.  Según 
una  de  ellas,  el  Maestro  habría  sabido  por  revelación  la 
conversión  de  muchas  almas  por  un  sermón  suyo  en  Grana- 
da, uno  de  los  días  de  la  semana  santa  52.  Otra  habla  del 
demonio  quejándose  amargamente,  en  una  cañada  cerca  del 
camino  de  Zafra,  por  el  mucho  daño  que  le  ha  hecho  Aviliila, 
como  él  dice,  en  un  sermón53.  Dos  casos  más  con  interven- 
ciones diabólicas,  relacionadas  con  la  predicación  del  Maes- 
tro, contaba  su  discípulo  Juan  de  Villarás,  y  se  escribieron 
al  P.  Granada  para  que  los  incluyese  en  la  Vida  de  Avila, 
pero  éste  creyó  más  oportuno  silenciarlos.  El  primero  de 
ellos  era  así: 

Cierto  caballero  que  vivía  muy  sensual  y  escandalosamente  con 
una  deuda  suya,  de  oír  un  sermón  al  P.  Mtro.  Juan  de  Avila,  este 
caballero  quedó  tan  trocado  y  resuelto  de  no  ofender  más  a  Dios, 
que  luego  que  salió  del  sermón  se  fué  a  su  casa  y,  sin  pararse  a 
comer,  se  encerró  en  una  sala  y,  muy  compungido  de  la  vida  pa- 
sada y  resuelto  a  no  volver  más  a  ella,  comenzó  a  traer  a  la  memo- 


hallado  y  estaba  presente»  (Proc.  Córdoba,  decl.  de  Diego  de  las 
Casas,  ff.  351  v  -  352  r). 

51  Proc.  Granaaa,  decl.  de  Pedro  Jiménez,  «alguacil  que  ha  sido 
de  esta  corte»  (f.  425  r).  «Ha  oído  decir  a  personas  que  overon  pre- 
dicar en  esta  ciudad  de  Granada  al  dicho  Y.  P.  Mtro.  Juan  de  Avila 
que  hizo  muy  gran  provecho  con  su  pedricación  y  dotrina,  mo- 
viendo a  muchas  lágrimas  al  auditorio»  (Ibíd.,  decl.  del  Lic.  Jeró- 
nimo Ramírez,  f.  454  v). 

*2  Proc.  Granada,  decl.  del  Lic.  Pedro  Zurillo  de  Vaga,  f.  476  r-v. 

"  «En  Extremadura  un  día,  al  anochecer,  salió  el  dicho  V.  Maes- 
tro Avila  de  un  lugar,  donde  había  predicado,  para  la  villa  de  Zafra, 
y  a  distancia  de  media  legua  del  dicho  lugar  oyó  en  una  cañada, 
cerca  del  camino  que  llevaba,  voces  lastimeras,'  suspiros  y  quejas 
dolorosas  ;  y,  para  saber  qué  cosa  fuese,  el  dicho  Mtro.  Avila  le  diio 
a  un  hombre  que  iba  en  su  compañía  que  se  llegase  hacia  aquella 
parte  y  supiese  qué  ruido  y  quejas  era  el  que  sonaba.  Fué  hacia 
aquella  parte  el  dicho  hombre  y  a  poca  distancia  vido  muchos  bul- 
tos, al  parecer  de  hombres  cubiertos  de  luto,  que  con  grande  dolor 
se  lamentaban.  Preguntóles  la  causa  de  su  aflicción,  v  le  respondie- 
ron :  ¿Para  qué  lo  preguntas,  pues  vas  en  compañía  de  Aviliila, 
que  con  el  sermón  que  nov  predicó  en  el  lugar  de  donde  salisteis, 
nos  ha  quitado  muchas  almas  que  teníamos  por  esclavas  ?  El  buen 
hombre  se  volvió  atemorizado  y  temblando,  y  le  refirió  lo  arriba 
dicho  al  dicho  Mtro.  Avila,  el  cual  le  dijo  :  Ande,  hermano,  y  con- 
fíe en  Dios,  que  es  El  todopoderoso,  que  vaya  con  nosotros  y  ansí 
no  hay  que  temer»  (Proc.  MotUilla,  decl.  del  Lic.  Cristóbal  de  Luque 
Ayala,'  ff.  629  v  -  630  r). 


16 


INTRODUCCIÓN  A  I.OS  SERMONES 


ria  las  ofensas  que  a  Dios  había  hecho  y  con  ánimo  de  irse  a  con- 
fesar con  el  P.  Mtro.  Juan  de  Avila.  Y  estando  en  esto  solo  en  su 
sala,  entró  un  hombre  de  muy  buena  disposición  y  ornato  de  per- 
sona. Saludáronse,  y  el  huésped  fingió  ir  a  tratar  con  el  caballero 
negocio  de  peso,  y  a  pocas  palabras  el  huésped  trujo  a  la  plática 
el  P.  Mtro.  Avila,  y  el  caballero  comenzó  a  decir  grandes  alabanzas 
de  su  doctrina  y  santidad  y  la  grande  fuerza  que  tenían  sus  pala- 
bras para  encaminar  almas  al  cielo.  A  que  respondió  el  hidalgo  de 
la  visita  :  «Mucho  me  admira  que  un  hombre  tan  entendido  como 
vuestra  merced  se  haya  persuadido  a  creer  esta  santidad  fingida  de 
este  hipócrita  engañador»,  y  otras  razones  a  este  modo,  para  divertirlo 
del  propósito  que  tenía.  Pero  el  buen  caballero,  que  tan  embebido 
tenía  en  su  ánimo  el  impulso  del  Espíritu  Santo  comunicado  por  la 
doctrina  del  gran  siervo  de  Dios,  con  ella  conoció  la  falsedad  de  la 
que  le  querían  persuadir  ;  y  al  punto  dijo  al  caballero  :  «Vayase 
vuestra  merced  de  mi  casa»,  y  prosiguió  diciendo  y  santiguándose  : 
«¡Jesús!,  ¡Jesús!  ¡Válgame  Jesucristo,  que  hay  hombre  que  tal 
diga!»  Y  en  medio  de  esta  admiración  sonó  un  ruido  como  de  un 
viento  que  sopla  recio  en  algún  humero  y  dió  un  golpe  muy  grande 
la  puerta  de  la  sala,  todo  en  un  punto  ;  y  quedóse  el  caballero  solo. 
El  cual,  habiendo  conocido  que  era  el  demonio,  tuvo  por  más  cierta 
su  vocación  y  cobró  más  esfuerzo  para  proseguir  su  intento.  Fuése 
luego  a  dar  cuenta  al  santo  varón  Mtro.  Avila  de  todo  lo  sucedido 
desde  el  sermón  hasta  aquel  punto,  y  el  V.  Padre  le  aconsejó  al  ca- 
ballero cómo  se  había  de  haber  en  semejantes  tentaciones,  aunque 
no  fuesen  tan  manifiestas,  y  cómo  se  había  de  disponer  para  la 
confesión  que  pretendía.  Hízola  con  el  P.  Maestro  s\ 

Elran  muchos  los  que  confesaban  con  él  después  de  oírle. 
Tenía  por  costumbre,  en  acabando  su  sermón,  convidar  a 
confesarse  con  él  cuantos  quisiesen.  Y  muchas  veces,  sin 
descansar,  entraba  en  el  confesonario,  donde  atendía  a  to- 


54  El  Lic.  Juan  de  Vargas,  que  es  quien  testifica  estos  casos,  pro- 
sigue :  «Esta  es  una  de  las  cosas  que  este  testigo  escribió  por  man- 
dado del  P.  Juan  de  Villarás  en  el  memorial  que  el  dicho  Padre 
escribió  a  Fr.  Luis  de  Granada»  ;  y  añade  a  continuación  el  segundo 
caso  :  «Lo  mismo  sucedió  a  otro  caballero  de  Córdoba — cuyo  nombre 
de  éste,  ni  de  otras  personas  en  casos  semejantes  no  los  decía  el 
P.  Villarás,  para  que  no  se  conociesen  las  personas  que  habían  te- 
nido otra  vida  que  la  que  a  cada  uno  veían  vivir  tan  ejemplarmen- 
te— ,  a  la  cual  dicha  persona,  después  de  haber  sido  discípulo  del 
P.  Mtro.  Avila,  y  de  los  muy  aprovechados  en  su  doctrina,  estando 
un  día  solo,  repasando  por  "la  memoria  los  santos  consejos  que  el 
P.  Maestro  le  había  dado  y  las  mercedes  que  Dios  le  había  hecho 
por  haberlos  tomado,  vido  entrar  un  jumento  prieto,  grande  de 
cuerpo  y  muy  lanudo,  por  el  aposento  donde  estaba  ;  y  apenas  lo 
vido,  cuando  le  pareció  y  sintió  que  le  habían  metido  una  mano  en 
la  boca  y  tirado  tan  recio  hacia  una  oreja,  sintiendo  tan  grande 
dolor,  que  le  pareció  le  habían  desquijarado.  Acudió  con  su  mano 
al  socorro  de  la  parte  ofendida  y  justamente  diciendo  :  « ¡  Ay  Je- 
sús!», v  súbitamente  desapareció  la  bestia  y  quedó  el  caballero  sin 
lesión.  Fuése  el  buen  discípulo  a  su  Mtro.  Avila,  contó  lo  referido, 
de  quien  recibió  doctrina  tan  conveniente  que  nunca  más  tuvo  se- 
mejantes inquietudes  ni  tentaciones.  Esto  ansimismo  se  escribió  al 
P.  Fr.  Luis  de  Granada»  (Proc.  Madrid,  ff.  47  r  -  49  r). 


dos  los  penitentes  hasta  horas  avanzadas55.  En  una  de  es- 
tas ocasiones,  "calada  hasta  la  sobrepelliz"  por  el  sudor,  oyó 
de  penitencia  en  Córdoba  a  D."  María  de  Hoces  5,!. 

6.     CÓMO  LE  TOMAN  LOS  SERMONES 

No  eran  sólo  oyentes  quienes  llenaban  las  iglesias  mien- 
tras predicaba.  Más  de  uno  tomaba  notas  mientras  Avi- 
la hablaba.  El  mismo  Fr.  Luis,  siempre  ávido  de  escu- 
char la  palabra  del  Maestro,  le  iba  "a  oír  y  escribir  sus 
sermones  mientras  que  los  predicaba" 57 ,  no  desdeñándo- 
se de  sentarse  "en  la  gradica  del  pulpito" 5S.  Los  estu- 
diantes de  la  Universidad  de  Baeza  acudían  a  la  iglesia  de 
San  Andrés  cuando  sabían  que  tenía  sermón,  y  allí,  colo- 
cados detrás  del  pulpito,  le  tomaban  por  escrito  lo  más  im- 
portante 59.  Y  en  Montillá,"  según  nos  refiere  el  licenciado 
Juan  de  Vargas,  "las  más  de  las  veces  que  predicaba,  es- 
taban tres  o  cuatro  estudiantes  (más  o  menos  unas  veces 
que  otras)  cerca  del  púlpito;  [y]  estaban  escribiendo  lo  que 
el  P.  Maestro  predicaba  en  el  púlpito,  de  esta  manera:  uno 
tenía  cargo  [de]  apuntar  los  lugares  de  Escritura;  otro,  las 
sentencias;  otro,  la  doctrina;  y  después  juntaban  el  ser- 
món y,  sacado  en  limpio,  lo  llevaban  al  P.  Mtro.  Avila  y 
se  lo  leían,  muchas  veces  en  presencia  del...  P.  Juan  de  Vi- 
llarás,  el  cual  dijo...  que  muchos  no  teman  que  enmendar, 
y  otras  veces  decía  el  P.  Maestro:  Eso  no  dije  yo,  pero 
díganlo  de  esta  manera.  Tanto  cuidado  como  éste  se  ponía 


55  «Este  testigo  le  oyó...  y  acabó  el  sermón  convidando  a  confesar 
con  él  a  todos  cuantos  quisiesen,  y  esto  mismo  hacía  siempre  que 
predicaba  ;  y  le  sucedía  muchas  veces,  sin  descansar,  habiendo  pre- 
dicado, estar  confesando  hasta  las  seis  de  la  tarde,  sin  mostrar  can- 
sancio, antes  se  mostraba  muv  alegre  en  ejercitar  el  oficio  de  con- 
fesar» (Proc.  Montillá,  decl.  dé  Juan  Pérez  Cabello,  ff.  921  r  -  922  v). 
Lo  mismo  deponen  el  Lic.  Cristóbal  de  Luque  Avala  y  Pedro  Sán- 
chez Arriero  (Ibíd.,  ff.  608  v,  665  v). 

st  Cf.  L..  Sala  Balust,  El  H.  Sebastián  de  Escabias,  S.  I.,  autor 
desconocido  de  los  zCasos  notables  de  la  ciudad  de  Córdoba»,  en 
«Hispania»,  10  (1950),  284  s. 

51  Proc.  Córdoba,  decl.  del  Lic.  Juan  Bta.  de  Navarrete,  Pbro., 
f-  339  v. 

"  «Fr.  Luis  de  Granada  le  tuvo  tanta  afición  al  dicho  siervo  de 
Dios,  que  se  iba  tras  él  a  los  sermones,  sentándose  en  la  gradica  del 
pulpito»  (Proc.  Baeza,  decl.  del  Mtro.  Juan  de  Cisneros,  f.  1219  v). 

■  «Este  testigo  le  oyó  algunos  sermones  en  la  iglesia  del  señor 
San  Andrés  de  la  dicha"  ciudad  de  Baeza,  y  cuando  el  dicho  V.  Pa- 
dre Mtro.  Juan  de  Avila  predicaba,  le  seguía  todo  el  pueblo,  y  eran 
tales  lo.,  dichos  sermones,  que  muchos  estudiantes  de  la  dicha  Uni- 
versidad, muy  entendidos,  acudían  a  oír  los  sermones  de  dicho 
V.  P.  Mtro.  Juan  de  Avila  y  se  ponían  detrás  del  púlpito  donde 
predicaba,  y  allí  escribían  algunas  de  las  cosas  que  el  susodicho 
predicaba.  Y  esto  es  lo  que  vido  este  testigo  muchas  veces  hacer 
a  los  dichos  estudiantes»  (Proc.  Granada,  decl.  del  Mtro.  Bernabé 
Ruiz,  f.  495  v). 


18 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


para  aprovechar  y  tener  viva  la  memoria  de  las  palabras  de 
este  venerable  Padre"  60. 

Y  los  conceptos  del  Mtro.  Avila,  oídos  o  apuntados,  vol- 
vían a  resonar  en  los  pulpitos  por  boca  ajena  o  pasaban  a 
formar  parte  de  los  escritos  aun  de  los  más  célebres  auto- 
res01. Fr.  Luis  de  Granada  no  se  recataba  de  confesar  que 
muchas  de  las  cosas  que  él  decía  en  el  púlpito  eran  del 
P.  Avila  G2.  Fr.  Lorenzo  de  Figueroa,  dominico,  hijo  de  la 
marquesa  de  Priego  y  obispo  que  fué  de  Sigüenza,  "decía 
que,  predicando  los  sermones  del  dicho  P.  Maestro  (porque 
los  tenía  manuescritos) ,  había  hecho  grande  provecho  en 
las  almas"  63.  Y  el  P.  Juan  de  Villarás,  continuo  comensal 
del  Maestro,  aseguraba  que  buena  parte  del  Libro  de  las 
cien  meditaciones  del  amor  de  Dios  de  Fr.  Diego  de  Estella 
estaba  inspirado  en  unos  sermones  del  Sacramento  del  Pa- 
dre Avila  64 . 

60  Proc.  Madrid,  f.  4g  r-v. 

01  «En  cuanto  al  aprovecharse  de  la  doctrina  de  este  santo  varón, 
contó  el  P.  Villarás  que  muchos  hombres  doctos  se  aprovechaban  de 
la  doctrina  del  P.  Maestro  para  lo  que  escribían  ;  porque,  como  el 
P.  Villarás  oía  los  sermones  del  V.  Mtro.  Avila,  y  después  leía  los 
libros  de  otros  autores,  conocía  lo  mucho  que  habían  aprovechádose 
de  la  doctrina  del  P.  Maestro»  (Proc.  Madrid,  decl.  del  Lic.  Juan  de 
Vargas,  ff.  53  v  -  54  r).  «Sabe  este  testigo  que  habiéndole  oído  un 
sermón  de  éstos  un  gran  predicador,  religioso  dominico,  v  pre°run- 
tándole  algunas  personas  que  qué  le  parecía,  respondió  :  Este  varón 
todo  cuanto  dice  es  Escriptura,  hasta  la  menor  palabra  que  pronun- 
cia, que  parece  la  tiene  de  memoria  toda,  que  es  de  gran  admira- 
ción. Con  este  sermón  que  ha  hecho,  llevo  yo  para  hacer  más  de 
veinte  sermones.  Lo  cual  le  oyó  este  testigo  al  dicho  religioso» 
(Proc.  Montilla,  decl.  del  Lic.  Juan  Pérez  de  Aguilar,  ff.  104*4  V  - 
1045  r). 

62  «Muchas  cosas  de  las  que  el  dicho  P.  Fr.  Luis  de  Granada  de- 
cía en  el  púlpito,  decía  él  mismo  que  eran  del  P.  Mtro.  Avila» 
(Proc.  Baeza,  decl.  de  Luis  de  Robres  Mesía,  f.  1323  r).  «Le  decía  a 
este  testigo  el  dicho  Dr.  [Juan  de]  Córdoba  que  todo  lo  bueno  que 
escribió  el  dicho  P.  Fr.  Luis  de  Granada  era  dictado  por  el  dicho 
V.  Mtro.  Avila»  (Ibíd.,  decl.  del  Mtro.  Tuan  de  Cisneros,  f.  1210  v). 
«El  dicho  su  tío  [del  testigo  :  el  Dr.  Bernardino  Carleval]  refiría, 
tratando  de  la  doctrina  y  obras  del  P.  Fr.  Luis  de  Granada,  decía 
que  tenían  mucho  del  espíritu  del  dicho  P.  Avila  y  que  mediante 
sus  sermones  y  trato  se  había  aprovechado  mucho»  (Ibíd.,  decl.  del 
Lic.  Alonso  Díaz  Reyes  Carleval,  f.  1233  v)- 

"  Proc.  Córdoba,  decl.  del  Lic.  Juan  Bta.  de  Navarrete,  f.  341  r. 

61  «Ansí  mismo  dice  este  testigo  que,  leyendo  al  P.  Villarás,  a  la 
mesa,  en  el  Libro  de  las  cien  meditaciones  del  amor  de  Dios,  que 
compuso  el  P.  Estella,  llegando  [a]  aquellas  palabras  de  que  el 
amor  de  Dios  para  con  el  hombre  era  comparado  a  las  ventanas  del 
templo  de  Salomón,  que  eran  al  modo  de  salteras  [sic  pro  saeteras], 
angostas  por  defuera  y  anchas  a  la  parte  de  dentro,  y  ansí  Cristo 


nos  tenía,  era  mucho  más,  sin  comparación,  el  que  en  su  corazón 
quedaba,  alabó  este  testigo  el  pensamiento  y  düo  el  P.  Juan  de  Vi- 
llarás :  Pues  ese  punto  y  mucho  de  esas  meditaciones  es  del  Pa- 
dre Mtro.  Avila,  que  lo  tomó  de  unos  sermones  que  predicó  del 
Santísimo  Sacramento»  (Proc.  Madrid,  decl.  del  Lic.  Juan  de  Var- 
gas, ff.  50  v  -  51  r).  Of.  Obras  (Ap.  Prensa  2),  II,  p.  17. 


nuestro 


muestras  del  amor  que 


EL  MAESTRO  ÁVILA,  PREDICADOR 


19 


No  vamos  a  detenernos  ahora  a  gustar  las  bellezas  li- 
terarias, que  abundan  en  estos  sermones  que  ofrecemos  al 
lector,  ni  nos  pararemos  tampoco  a  considerar  el  conteni- 
do doctrinal  de  los  mismos,  pues  la  espiritualidad  del  Pa- 
dre Mtro.  Avila  será  objeto  de  un  estudio  amplio,  en  cuya 
preparación  trabajamos  ya  hace  tiempo.  Unicamente  que- 
remos apuntar  aqui,  como  colofón  de  cuanto  hemos  dicho, 
unos  datos  que  acreditan  su  predicación  de  auténticamente 
evangélica,  de  suerte  que  otro  insigne  predicador,  el  Maes- 
tro Fr.  Agustín  Salucio,  O.  P.,  pudiera  decir  del  P.  Avila 
"que  había  muchos  siglos  no  se  había  conocido  predicador 
verdaderamente  apostólico  como  lo  había  sido  él,  y  que 
nuestro  Señor  le  había  enviado...  para  reformación"  de  la 
provincia  de  Andalucía  65. 

Jamás  percibió  limosna  alguna  por  los  sermones  que  pre- 
dicaba 66,  ni  se  pudo  nunca  acabar  que  aceptase  para  su 
sustento  el  fruto  de  beneficios  eclesiásticos.  Vivía  de  limos- 
na. Y  daba,  para  no  querer  renta  ninguna  para  sí,  esta 
razón:  "Yo  en  mis  sermones,  si  hago  lo  que  debo,  he  de 
exhortar  a  la  pobreza  de  Cristo  y  al  desprecio  de  los  bienes 
terrenos;  pues,  si  he  de  hacer  esto,  no  quiero  que  mis 
oyentes,  viéndome  rico,  estén  mientras  predico  diciendo  en- 
tre sí:  ¿Y  tú?,  ¿y  tú?"67.  Por  la  misma  razón  de  ejempla- 
ridad  tampoco  quiso  considerarse  nunca  dispensado  de  la 
abstinencia  en  cuaresma,  aun  estando  malo  y  con  necesidad 
de  comer  carne,  porque  él  decía  "que  el  predicador  testi- 
ficaba y  predicaba  que  hay  favores  y  socorros  de  Dios  so- 
brenaturales; que  es  razón  que  testifique  por  la  obra  lo  que 
dice  con  la  palabra,  fiándose  en  muchos  casos  de  Dios, 
cuando  de  los  remedios  humanos  se  siguen  algunos  incon- 
venientes que  tienen  aparencia  de  mal,  como  es  comer  carne 
en  cuaresma  quien  predica  la  abstinencia  de  ella"  68.  Cir- 

"Proc.  Córdoba,  decl.  del  Dr.  Bernardo  Alderete,  f.  337  r. 

66  «Sabe  que  el  dicho  Mtro.  Juan  de  Avila  no  llegó  limosna  por 
los  sermones  que  predicaba,  sino  que  un  caballero  de  los  Cárdenas 
y  Caizedos,  que  son  de  los  más  nobles  de  esta  ciudad,  le  daba  de 
comer  ;  v  su  vestido  era  muy  humilde  paño  ordinario  ;  y  la  señora 
marquesa  de  Priego  le  daba  de  comer  en  Montilla,  donde  hacía  rmt- 
chos  sermones  en  tiempo  que  estaba  muv  viejo,  siendo  así  que  el 
dicho  P.  Maestro  pudo  ser  muy  rico  por  haberle  ofrecido  muchas 
rentas  algunas  personas  v  no  haberlas  querido  aceptar»  (Proc.  Cór- 
doba, decl.  del  Lic.  Juan  Bta  de  Navarrete,  f.  340  r-v).  Cf.  Proc. 
Jaén,  decl.  del  Lic.  Bernabé  de  Ortigosa,  f.  1116  v. 

67  R.  A.  H.,  Jesuit.,  t.  174,  n.  65  :  «Algunas  cosas  notables  del 
santo  P.  Mtro.  Juan  de  Avila»,  i.°,  f.  2  r. 

"  «Estando  en  Granada  algo  flaco  y  con  necesidad  de  comer  car- 
ne, la  señora  marquesa  de  Mondéjar,  viendo  por  una  parte  el  fruto 
de  sus  sermones  v,  por  otra,  el  impedimento  de  su  flaqueza,  decía 
que  le  habían  de  obligar  a  comer  carne  en  Cuaresma,  porque  no  se 
perdiese  lo  más  por  lo  menos.  A  lo  cual  él  respondió,  estando  yo 
presente,  diciendo  :  Que  el  predicador  testificaba...»  (Granada,  Vida, 
p.  2.a,  §  4,  £f.  45  v  -  40  r  :  Obras,  XIV,  p.  279). 


20 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


cunspecto  y  nada  amigo  de  regalos,  rehuía  el  obsequio  de 
"algunos  guisadillos"  que  unas  piadosas  vecinas  querían 
aderezarle  para  cuando  volvía  de  predicar69,  y,  en  cambio, 
tenía  libertad  suficiente  para  entrar  "a  deshora,  cansado 
de  predicar  y  de  otros  mi[ni]sterios,  en  casa  de  su  buen 
discípulo  el  P.  Alonso  de  Molina,  y  decirle:  "Hambre  tengo; 
¿tenéis  alguna  cosa  que  darme  de  comer?"70.  Y  en  el  ves- 
tido era  lo  mismo  extraordinariamente  pobre.  Cuantas  per- 
sonas le  querían  tenían  que  luchar  con  él  para  hacerle  es- 
trenar una  pieza  nueva.  Por  haber  ocurrido  con  ocasión  de 
uno  de  sus  sermones,  recordaremos  el  caso  curioso  que  men- 
ciona en  el  proceso  de  Montilla  el  Lic.  Cristóbal  de  Luque 
Ayala : 

Estando  [el  P.  Avila]  en  la  ciudad  de  Granada  y  siendo  arzobis- 
po en  ella  el  señor  don  Pedro  Guerrero,  su  condiscípulo  en  la  sacra 
Teología  eu  la  Universidad  de  Alcalá...,  pareciéndole  a  su  ilustrísi- 
ma  señoría  que  el  dicho  P.  Mtro.  Avila  tenía  necesidad  de  un  man- 
teo, por  estar  algo  deslustrado  el  que  traía,  se  lo  ofreció.  Y  el  siervo 
de  Dios  estimó  aquella  merced  y  dijo  que  no  tenía  necesidad  al 
presente  de  manteo,  que  con  el  que  tenía  estaba  contento,  que,  si 
adelante  le  faltase,  lo  recibiría.  Dentro  de  pocos  días  predicó  el  di- 
oho  Mtro.  Avila  en  una  iglesia  de  Granada,  y  sabiéndolo  el  señor 
Arzobispo  mandó  que  se  tomase  el  manteo  del  dicho  P.  Mtro.  Avila 
y  que  en  la  sacristía  le  pusiesen  otro  nuevo,  para  que,  acabado  el 
sermón,  lo  tomase.  Y  sucedió  que  luego  que  acabó  el  dicho  sermón, 
yendo  a  tomar  su  manteo,  lo  desconoció  y,  aunque  se  le  dijo  que 
era  el  suyo,  que  lo  tomase,  no  lo  tomó,  y  se  salió  sin  él,  con  sola  la 
sobrepelliz,  y  salió  fuera  de  los  muros,  por  la  puerta  Elvira  ;  y  de 
unos  cambrones  cogió  unos  tallos  y  se  llegó  a  una  casa,  diciendo  que 
se  los  cociesen  por  amor  de  Dios,  y  aquello  comió  aquel  día.  Y  sa- 
bido por  el  señor  Arzobispo  que  no  había  tomado  el  dicho  manteo, 
le  envió  a  llamar,  y  le  mandó  lo  tomase  y  se  lo  pusiese  en  virtud 
de  santa  obediencia,  a  lo  cual  estuvo  muy  humilde  y  se  puso  el 
manteo  nuevo  ". 

Siendo  ejemplares  no  sólo  sus  palabras,  sino  también 
sus  obras,  viviendo  el  espíritu  y  la  letra  del  Evangelio,  no 
puede  extrañarnos  el  fruto  de  su  predicación  elocuente  y 
afervorada.  Su  fuerza  moral  era  extraordinaria.  Después 
de  sus  días  quedó  como  proverbio  entre  los  montillanos, 
cuando  se  reprendía  algún  defecto  o  falta:  "Mirá  quién  re- 
prende; ¿es  por  ventura  el  gran  Mtro.  Avila?",  dando  a  en- 
tender que  sólo  él  pudo  reprender,  pues  no  se  halló  en  él  cosa 
digna  de  reprensión7-. 


*'  Dichas  señoras  eran  María  de  Leiva  y  su  hermana,  que  «vivían 
en  la  casa  que  llamaban  del  Limón»,  frontero  al  Hospital  de  las 
Bubas  (Proc.  Córdoba,  decl.  de  Diego  de  las  Casas,  f.  350  v). 

70  Proc.  Córdoba,  decl.  del  Lic.  Fernán  Pérez  de  Torres,  f.  326  v. 

"  Proc.  Montilla,  ff.  615  v  -  616  v. 

72  Proc.  Montilla,  decl.  de  Hernando  Rodríguez  del  Campo, 
f.  1007  r. 


EDICIONES  PRECEDENTES  DE  LOS  SERMONES 


21 


//.    Ediciones  precedentes  de  los  «sermones» 

Nunca  hemos  podido  explicarnos  satisfactoriamente  por 
qué  razón  el  P.  Juan  Díaz,  al  publicar  en  1596  los  sermones 
de  su  pariente  y  maestro  el  P.  Avila,  "predicador  en  el  An- 
dalucía", los  presentó  no  como  tales  sermones,  sino  como 
"tratados  del  Santísimo  Sacramento  de  la  Eucaristía",  "del 
Espíritu  Santo...,  de  las  festividades  de  nuestra  Señora..., 
del  glorioso  san  Josef" 73.  iMas  lo  cierto  es  que  aquellos 
sermones  avilinos  que  ya  por  el  año  de  1581  andaba  pre- 
parando para  la  imprenta  el  P.  Juan  Díaz,  y  que  Santa 
Teresa  en  carta  al  P.  Gracián  calificaba  "de  gran  provecho... 
a  los  que  no  saben  tanto  como  vuestra  reverencia"  74,  sa- 
lieron de  las  prensas  madrileñas  de  Pedro  Madrigal  disfra- 
zados con  tal  nombre,  y  con  igual  título  se  reeditaban  poco 
después  en  Sevilla,  en  1603 75.  Y  con  la  misma  seguridad 
parece  que  puede  afirmarse  que  su  publicación,  así  disimu- 
lada, debió  influir  no  poco  en  la  moda,  que  por  entonces 
empieza,  de  imprimir  sermonarios  en  romance  eon  traza  de 
tratados,  meditaciones  o  lecturas  espirituales76. 

No  todos  los  "tratados"  del  P.  Avila  que  ofrecía  al  pú- 
blico Juan  Díaz  eran,  sin  embargo,  sermones.  No  lo  era 
ciertamente— por  lo  menos  en  su  forma  definitiva,  tal  cual 
ha  llegado  a  nosotros — el  primero  de  los  del  Santísimo  Sa- 


73  Tercera  parte  de  las  obras  del  P.  Mtro.  Iuan  de  Auila,  predi- 
cador en  el  Andaluzia.  Dirigidas  a  doña  Beatriz  Ramírez  de  Mendo- 
ca,  condesa  del  Castellar.  Esta  tercera  parte  contiene  27  tratados  del 
Santissirno  Sacramento  de  la  Eucliaristia...  Madrid,  P.  Madrigal,  1596. 
Tercera  parte...  Este  segundo  tomo  contiene,  ib.  tratados,  los  cinco 
son  del  Espíritu  santo,  los.  10.  de  las  festiuidades  de  N.  Señora:  y 
el  otro  del  glorioso  S.  Ioseph...  Madrid,  P.  Madrigal,  1596. 

"  «Sepa  que,  cuando  acá  estuvo  V.  R.,  dejé  de  comunicar  con 
él...  un  negocio  del  P.  Juan  Díaz...  Ello  es  que  está  casi  determinado 
de  mudar  estado  en  nuestra  Orden  u  en  la  Compañía...  Lo  que  yo 
en  este  caso  siento,  y  le  dije,  es  que  a  él  le  estaría  muy  bien,  si 
perseverara  ;  y  que,  s'i  no,  sería  mucho  daño  perder  crédito  para  las 
impresiones  en  que  él  anda,  y  ansí  lo  digo  ahora,  aunque  algo  más 
estoy  sin  temor  de  esto,  porque  ha  mucho  que  sirve  a  nuestro  Se- 
ñor ;  y,  en  fin,  se  ha  de  sobrellevar  en  muchas  cosas,  y  él  acabaría 
bien  en  asentar  en  una.  Dice  que  dará  todo  lo  que  tiene  del 
Mtro.  Avila  adonde  entrare,  que,  a  mi  parecer,  si  es  como  un  poco 
que  me  dió  a  leer,  serían  de  gran  provecho  los  sermones  a  los  que 
no  saben  tanto  como  V.  R...»  (Carta  346,  Palencia,  24  mayo  1581  : 
Obras,  ed.  P.  Silverio,  t.  9,  p.  60  s.). 

75  Tercera  parte  de  las  Obras  del  Mtro.  Iuan  de  Auila,  predicador 
en  Andaluzia.  Trata  del  Santissirno  Sacramento,  y  del  Espíritu  San- 
to, y  de  nuestra  Señora.  Dirigida  a  doña  Beatriz  Ramires  de  Men- 
doca,  Condesa  del  Caslillar.  Sevilla,  B.  Gómez.  1603. 

76  Cf.  M.  Herrero  García,  Sermonario  clásico,  con  un  Ensayo 
[histórico]  sobre  la  Oratoria  sagrada  [española  de  los  siglos  XVI 
y  XVII]  (Madrid-Buenos  Aires  1942),  pp.  XXX,  LI,  LUI. 


22 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


cramento  o  "tratado  primero  del  amor  de  Dios  para  con 
los  hombres"  77,  ni  podía  considerarse  tampoco  un  sermón 
la  respuesta  a  una  consulta  sobre  la  frecuencia  de  la  co- 
munión, que  figuraba  como  "tratado  XXIII"  y  hemos  pu- 
blicado en  el  volumen  precedente  entre  los  Escritos  meno- 
res"'8. Pero  las  41  piezas  restantes  sí  eran  auténticos  ser- 
mones, ligeramente  retocados,  sin  el  Ave,  María,  después 
del  exordio,  y  recortados  ciertos  pasajes  algo  malsonantes, 
sospechosos  de  heterodoxia  o  que  sencillamente  alargaban 
el  "tratado"  más  allá  de  los  límites  deseados  por  el  impre- 
sor79. E'l  propio  Juan  Díaz  viene  a  confesarnos  paliada- 
mente  que  no  nos  presenta  los  textos  avilinos  en  toda  su 
integridad,  al  declararnos,  tanto  en  el  prólogo  como  en  la 
dedicatoria,  que  los  tratados  "son  todos  doctrina  del  mismo 
P.  Mtro.  Avila  sacada  de  sus  escritos"  80. 

Para  el  P.  Díaz,  los  distintos  tratados  que  presenta  en 
los  dos  tomos  de  su  edición,  a  pesar  de  la  diversidad  de  los 
temas,  tienen  una  interna  cohesión,  cuyo  aglutinante  es  la 
Eucaristía.  Lo  advierte  en  el  "Prólogo  al  cristiano  lector" : 

Demás  de  los  tratados  que  contiene  este  libro  de  este  divino  Sa- 
cramento, me  pareció  añadir  otro  del  amor  de  Dios,  y  otros  del  Es- 
ipíritu  Santo,  y  otros  de  la  Santísima  Virgen  María  nuestra  Señora, 
y  otro  del  glorioso  san  Josef,  esposo  de  la  Virgen,  ayo  de  Jesucristo 
nuestro  Señor,  el  cual  le  sustentó  con  el  sudor  de  su  rostro  y  tiene 
muy  gran  parte  en  este  divino  Sacramento...  A  lo  cual  me  moví  por 
algunas  razonables  causas  ;  y  una  de  ellas  es  por  parecerme  muy 
concernientes  las  materias  a  la  del  Santísimo  Sacramento,  de  que 
>más  de  propósito  se  trata  en  este  libro  ;  porque  el  amor  de  Dios  nos 
dió  este  Pan  divino  para  nuestro  sustento  y  regalo,  el  Espíritu  Santo 
le  amasó  en  las  entrañas  de  la  Virgen  Santísima,  y  esta  Señora  nos 
•le  crió  y  sustentó  con  sus  virginales  pechos  y  con  el  trabajo  de  sus 
manos,  "y  nos  convida  a  que  le  recibamos  81. 


77  Tercera  parte...,  I,  pp.  19-44  :  Obras,  II,  pp.  g-25.  Lo  publica- 
mos en  el  volumen  III,  entre  los  tratados  espirituales.  Lo  que  de- 
clara el  Lic.  Juan  de  Vareas  (véase  el  texto  en  la  nota  64)  nos  dfl 
motivo  para  suponer  fundadamente  que  dicho  Tratado  del  amor  de 
Dios  fué  predicado  ñor  el  Mtro.  Avila,  aunque  a  nosotros  haya  lle- 
gado solamente  en  forma  de  bellísimo  tratado  ascético. 

78  T.  1,  pp.  1067-1072. 

7J  Pasaje  malsonante  (serm.  41,  p.  662  s.,  lín.  032  ss.)  ;  retoque  por 
escrúpulos  de  ortodoxia  doctrinal  (serm.  65  \t~¡,  p.  T013,  lín.  341  ss.)  ; 
mutilación  notable  por  motivos  tipográficos  (serm.  62,  p.  975,  Hn.  586- 
p.  9S1,  lín.  850).  No  hav  por  qué  multiplicar  los  ejemplos.  A  veces 
es  una  sola  palabra  la  que  se  ha  cercenado  o  modificado  ;  en  muchas 
ocasiones  se  trata  de  meras  modernizaciones  del  lenguaje  :  conocerla 
por  cono  celia,  decid  por  decí,  muchos  por  munchos,  teniendo  por 
finiendo,  etc.,  etc. 

80  Tercera  parte...,  I,  p.  17  (prólogo).  En  la  dedicatoria  a  la  con- 
desa de  Castellar  le  dice  :  «Pensando  yo  a  quien  podría  dirigir  y 
ofrecer  este  libro...,  el  cual  ha  sido  "sacado  de  los  escritos  del 
P.  Mtro.  Avila...»  (Ibíd.,  p.  3). 

81  Tercera  parte...,  I,  p.  17  s. 


EDICIONES  PRECEDENTES  DE  LOS  SERMONES 


23 


Este  tono  eucarístico  de  la  Tercera  parte  de  las  Obras 
del  P.  Mtro.  Juan  de  Avila  tiene  expresión  adecuada  en 
la  segunda  edición  (Sevilla  1603),  la  portada  de  cuyo  único 
tomo  en  folio  ocupa  íntegramente  un  grabado  alegórico, 
donde  aparece  el  Maestro  de  rodillas,  &  dorando  el  Santísimo 
Sacramento;  detrás  de  él,  sus  discípulos  también  en  ado- 
ración; y  un  grupo  de  damas,  a  la  derecha,  en  la  misma 
actitud.  Pero  esta  lujosa  edición  hispalense  no  podrá  ser 
utilizada  para  nuestra  edición.  En  ella  se  han  hecho  nume- 
rosas correcciones,  que  suponen  no  precisamente  una  vuelta 
a  los  manuscritos,  sino  un  distanciarse  más  y  más  de  ellos, 
ya  por  motivos  estilísticos,  ya  por  escrúpulos  de  índole  doc- 
trinal S2. 

Al  año  siguiente  de  esta  edición  de  Sevilla  se  publicaba 
en  Córdoba,  incorporado  a  la  Vida  de  doña  Ana  Ponce  de 
León,  del  P.  Martín  de  Roa,  S.  I.,  un  nuevo  sermón  del 
Mtro.  Avila,  el  predicado  en  la  profesión  de  la  santa  con- 
desa de  Feria  83,  el  cual  no  pasó  a  ninguna  de  las  sucesivas 
ediciones  de  los  "tratados".  Estos,  en  adelante,  se  impri- 
mirían siempre  formando  parte  de  las  Obras.  De  esta  suer- 
te, con  el  mismo  orden  de  distribución  de  los  tratados,  casi 
con  las  mismas  erratas  y  correcciones  o  con  algunas  más, 
fueron  publicados  nuevamente  los  tratados  de  la  Eucaristía, 
del  Espíritu  Santo  y  de  la  Virgen  en  los  años  de  1759, 

82  Prescindiendo  de  pequeñas  variantes  sin  interés  mayor  (y  por 
e,  sentisteis  por  sentistes,  Cristo  por  Dios,  tratados  por  sermones 
— ¡todavía  quedaban!—,  etc.),  de  la  traducción  de  algún  texto  lati- 
no, de  la  reverente  adición  de  los  apelativos  nuestro  Señor,  nuestro 
Redemptor,  sacratísima  a  los  nombres  de  Cristo,  Jesucristo  o  la 
Virgen,  y  de  alguna  amplificación  inocente,  son  de  advertir  los  casos 
en  que  se  precisa  teológicamente  algún  punto,  como  cuando,  ha- 
blando de  la  universalidad  del  pecado,  se  añade  :  «excepto  la  san- 
tísima Virgen  María  nuestra  Señora»  (serm.  54,  p.  818,  lín.  54)-, 
o  cuando  aquilata  con  cuidado  siempre  que  se  menciona  la  Iglesia,  que 
se  trata  de  la  Romana  o  Católica  Romajia.  Son  siempre  notables  dos 
lugares  en  que,  a  continuación  de  un  símil  profano  propuesto  por  el 
P.  Avila,  añade  el  editor  por  su  cuenta  la  correspondiente  compara- 
ción bíblica.  En  el  serm.  36  (antiguo  tr.  13  del  Sacr.),  p.  550,  dice 
el  Maestro  cómo  de  la  hermosura  indiscreta  de  una  mujer  puede 
provenir  su  propia  ruina  «y  muerte  de  muchos,  y  destruimiento  de 
pueblos  y  aun  de  reinos  enteros,  como  acaeció  a  la  desdichada  He- 
lena por'  ser  codiciada  de  Paris».  La  edición  de  1603  añade  :  «y  lo 
mismo  sucedió  a  Dina,  como  la  Escritura  dice».  En  el  sermón  46 
(antiguo  tr:  3  del  Sacr.),  p.  720,  se  leía  en  la  primera  edición  de  los 
«tratados»  :  «Si  a  uno  le  pusiesen  una  espada  de  Roldán  o  del  rey  don 
Fernando,  si  el  tal,  en  lugar  de  emplearla  en  hazañas,  se  anduviese 
cortando  melones  con  ella,  ¿qué  os  parece  que  merecía?  Que  le  qui- 
tasen la  espada,  pues  tan  mal  usa  de  ella».  La  edición  segunda  pro- 
sigue :  «Este  divino  Sacramento  significa  aquel  alfanje  con  que  el 
rey  David  mató  a  Goliat.  Estaba  guardado  en  el  templo,  envuelto 
en  un  lienzo,  y  en  un  lugar  a  manera  de  sagrario  ;  y  el  lienzo  sig- 
nifica los  accidentes  y  blancura.  Y  este  divino  Sacramento  degüella 
los  pecados  mejor  que  el  otro  alfanje,  que  era  no  más  que  figura». 

"  Córdoba,  1604,  pp.  151-173.  Es  el  sermón  76. 


INTRODUCCIÓN  A  LOSI  SERMONES 


1792,  1895  y  1901 S4.  De  los  tratados  mariológicos  se  hizo 
una  edición  especial  por  la  Academia  Bibliográfica  Mariana 
del  Seminario  Conciliar  de  Barcelona  en  1865  s:'. 

En  1909  el  P.  M.  F.  Miguélez,  O.  S.  A.,  daba  a  conocer 
el  Ms.  &  III,  21,  de  la  Biblioteca  de  El  Escorial  y  publicaba 
dos  nuevos  sermones  de  la  Virgen  y  uno  de  Toaos  los  San- 
tos 86,  los  cuales,  juntamente  con  los  demás  "tratados"  ya 
conocidos  y  con  este  mismo  apelativo,  fueron  reproducidos 
en  las  dos  primeras  ediciones  de  las  Obras  de  Avila  que 
publicó  el  Apostolado  de  'la  Prensa  en  1927  y  1941  87. 

El  año  de  1942  iniciábamos  nuestras  investigaciones  en 
torno  al  Mtro.  Avila  y  sus  escritos.  Algún  tiempo  después, 
comunicando  al  P.  Severino  González,  S.  I.,  nuestro  llo- 
rado maestro,  algunos  de  los  hallazgos,  nos  hizo  saber  que 
recientemente  haoia  sido  restituido  ai  Archivo  de  Loyola  (en 
Oña)  un  manuscrito  con  sermones  del  P.  Avila.  Pedimos  al 
P.  Ricardo  García  Villoslada,  S.  I.,  que  nos  informase  de  su 
contenido  exacto,  y  él  lo  hizo  amablemente,  aprovechando 
la  Navidad  de  1944.  Al  año  siguiente  el  mismo  P.  Villoslada 
describía  el  manuscrito  en  la  revista  "Estudios  Eclesiásti- 
cos" 88,  y  en  1947  lo  publicaba,  como  volumen  VII  de  "Misce- 
lánea Comillas",  con  el  título  Colección  de  sermones  inéditos 
del  Bto.  Juan  de  Avda.  Suponía,  desde  luego,  una  apor- 
tación considerable  89. 


81  Ed.  1759:  t.  4,  pp.  227-397  (Espír.  Santo)  ;  t.  5,  pp.  1-431 
(tr.  1-13  Sacr.);  t.  6,  pp.  1-450  (tr.  14-27  iacr.);  t.  7,  pp.  1-376 
(Virgen  :  ano  1760).  Ed.  1792:  t.  2,  pp.  221-364  (Espír.  Samo)  ;  t.  3, 
pp.  1-433  (tr-  1-13  Sacr.  :  1793)  ;  t.  4,  pp.  1-427  (tr.  14-27  Sacr.  : 
1798);  t.  5,  pp.  1-362  (Virgen:  1798).  Ed.  1095:  t.  3,  pp.  1-4S1  (Sacr.); 
t.  4,  pp.  1-206  (Virgen),  207-29»  (Espír.  ¿anto).  Ed.  1901:  t.  3, 
pp.  1-481  (Sacr.)  ;  t.  2,  pp.  1-200  (Virgen),  pp.  207-298  (Espír.  Santo). 

85  En  la  p.  14  se  dice  estar  calcada  en  la  edición  1759. 

86  Cartas  y  sermones  inéditos  del  Bto.  Juan  de  Avila,  en  «La  Ciu- 
dad de  Dios»,  78  (1909),  639-644  ;  79  (1909),  52-59,  142-149,  213-221, 
306-316. 

*'  Ed.  1927:  pp.  1029-1573  (Sacr.),  pp.  1581-16S4  (Espír.  Santo), 
pp.  1685-1960  (Virgen  LPP-  1755-63,  1931-00  :  3  senn.  Escorial]), 
nd.  19^1 :  i.  2,  pp.  9-543  voacr.j,  pp.  540-^41  (Espír.  ^anioj,  pp.  043- 
898  (Virgen  [pp.  S63-898  :  3  senn.  Escorial]). 

88  Sermones  inéditos  del  Mtro.  Juan  de  Avila,  en  «Estudios  Ecle- 
siásticos», 19  (1945),  423-461.  Poco  después  publicaba  como  muestra 
dos  de  los  sermones,  el  3  y  el  2 — 18  y  2  de  su  edición  de  1947 — , 
en  «Manresa»,  17  (1945),  390-403  J  18  (1946),  87-97. 

80  Son  un  total  de  19  sermones  inéditos  y  copia  con  variantes 
notables  del  sermón  62,  ya  puüheado  de  manera  incompleta  en  1596, 
además  del  serm.  73,  editado  por  Montaña  (1901).  Otro  sermón  del 
Mandato,  que  publica  con  el  num.  19,  no  lo  tenemos  por  del  P.  Avi- 
la. Lleva  al  principio  la  indicación  del  autor  y  lugar  de  la  predica- 
ción (F.  Cetina.  Compluli  S.  luste),  como  es  corriente  en  los  sermo- 
narios ;  constituye  un  cuadernillo  aparte,  y  la  letra  no  es  la  de 
ninguno  de  los  demás.  El  mismo  P.  Villoslada  escribió  en  «Estudios 
Eclesiásticos»,  19  (1945),  427  :  «Ese  Cetina,  ¿es  un  mero  copista  o 
es  el  autor?  Nos  inclinamos  a  lo  segundo».  No  sabemos  en  qué 
razones  pudo  fundar  su  cambio  de  opinión  en  «Miscelánea  Comillas», 


EDICIONES  PRECEDENTES  DE  LOS  SERMONES 


25 


La  última  reimpresión  de  los  clásicos  "tratados"  del 
P.  Mtro.  Avila  se  ha  hecho  en  la  tercera  edición  del  Apos- 
tolado de  la  Prensa  (1951),  con  un  criterio  más  bien  selec- 
tivo y  de  divulgación  90 . 

A  continuación  ofrecemos  un  esquema  de  las  caracterís- 
ticas de  cada  una  de  las  ediciones  que  precedieron  esta  nues- 
tra. Será  útil  para  poder  identificar  en  el  momento  preciso 
un  sermón  citado  conforme  a  la  numeración  que  pudo  tener 
en  determinada  edición. 

1596.— Madrid,  Pedro  Madrigal.  Editor:  Juan  Díaz. 

Contenido:  I.   S.  Sacramento  (25  sermones)  :  núms.  (Tr.  amor 
de  Dios),  37,  46,  45,  44,  50,  47,  48,  54,  52,  57,  33.  36,  55.  4*.  43. 
5i.  35.  5?,  34,  53,  39.  (Mise,  breve  2),  42,  40,  38,  58. 
II.    Espíritu  Santo  (5  sermones)  :  núms.  27,  28,  32,  30,  29. 
ELI.    Virgen  (ii  sermones)  :  núms.  65  [1c]í  75,  62,  63,  66,  6o, 
64,  67-70. 

Numeración  seguida ;  27-30,  32-48,  50-58,  60,  62-70,  75. 
1603. — Sevilla,  Bartolomé  Gómez.  Editor:  Juan  Díaz.  Como  la  edi- 
ción de  1506. 

1759_I76o- — Madrid,   Andrés  Ortega.   Editor:  Tomás  Francisco  de 

Aoíz.  Como  la  edición  de  1596. 
1792-179S. — Madrid,  Imprenta  Real.  Es  reproducción  de  la  edición 

de  1759-1760. 

1865. — Barcelona,  Imprenta  Herederos  Vda.  Pía.  Editor:  «Academia 
Bibliográfica  Mariana»  del  Seminario  Conciliar  de  Barcelona. 
Contenido:  Virgen  (i i  sermones)   =  edición  de  1759-1760. 

1S95. — Madrid,  Tipografía  dé  San  Francisco  de  Sales.  Editor:  José 
Fernández  Montaña.  Reproduce  ediciones  del  siglo  XVIII. 

1901. — Madrid,  Imprenta  de  San  Francisco  de  Sales.  Editor:  José- 
Fernández  Montaña.  Reproducción  de  la  anterior  *\ 

1927. — Madrid,  Apostolado  de  la  Prensa.  Editor:  Zacarías  García 
Villada,  S.  I. 

Contenido:  I.  S.  Sacramento  (25  sermones)  :  núms.  ==  edi- 
ción 1596. 

II.  Espíritu  Santo  (5  sermones)  :  núms.  =  edición  1596. 

III.  Virgen  (14  sermones)  :  núms.  65  [1],  75,  62,  61,  63,  66, 
60,  64,  67-70,  22,  79. 

Numeración  seguida:  22,  27-30,  32-48,  50-58,  60-70,  75,  79. 
1941. — Madrid,  Apostolado  de  la  Prensa.  Editor:  Valentín  M.  Sán- 
chez Ruiz,  S.  I. 

Contenido:  I.  S,  Sacramento  (25  sermones)  :  núms.  =  edi- 
ción 1596. 

U.    Espíritu  Santo  (5  sermones)  :  núms.  =  edición  1596. 


7  (1947),  p.  28  :  «En  el  folio  151  r,  en  el  ángulo  superior  de  la  iz- 
quierda, se  lee  :  F.  Cetina,  que  será  el  copista  más  bien  que  el  autor 
de  aquel  esbozo  de  sermón». — En  apéndice  se  publican,  además,  en 
esta  Colección  de  sermones,  dos  piezas  del  Ms.  Ges.  1372  de  la  Bibl. 
Naz.  Vittorio  Emm.  II  de  Roma,  ambas  inéditas  hasta  aquella  fe- 
cha (plát.  5  y  serm.  23). 

90  Pp.  880^1296  (15  tr.  Sacr.),  pp.  1270-1323  (2  tr.  Espíritu  Santo), 
pp.  1324-1476  (5  tr.  Virgen). 

81  Corrige  el  texto  a  base  de  la  edición  de  1596. 


26 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


III.  Virgen  (14  sermones)  :  mitins.  65  [1],  75,  62,  63,  66,  60, 
64;  67-70,  61,  22,  79. 

Numeración  seguida ;  22,  27-30,  32-48,  50-58,  60-70,  75,  79. 
1947. — «Miscelánea  Comillas»,  7  (1947).  Editor:  Ricardo  García  Vi- 
lloslada. 

Contenido :  Sermonario  (21  sermones)  ;  núms.  9,  2,  10,  8,  21, 
19,  20,  26,  24,  7,  31,  62,  13,  14,  82,  6,  15,  3,  (pieza  de  Cetina), 
73.  16,  17. 

[Apéndice]  (i  sermón)  :  núm.  (plát.  5),  23. 

Numeración  seguida:  2,  3,  6-10,  13-17,  19-21,  23,  24,  26,  31 
62o2,  82. 

1951. — Madrid,  Apostolado  de  la  Prensa.  Editor:  Valentín  M.  Sán- 
chez Ruiz. 

Contenido:  I.  S.  Sacramento  (14  sermones)  :  núms.  (Tr.  amor 
de  Dios),  37,  46,  45,  50,  47,  52,  57.  36,  55.  43.  34,  53,  5».  3«. 

II.  Espíritu  Santo  (2  sermones)  :  núms.  32,  30. 

III.  Virgen  (5  sermones)  :  núms.  75,  63,  60,  67,  70. 
Numeración  seguida:  30,  32,  34,  36-38,  43,  45-47,  50,  52,  53,  55, 
57,  58,  60,  63,  67,  70,  75. 


III.    La  presente  edición 

A  nadie  se  le  oculta  que  aquellos  tratados  o  sermones 
que  publicó  el  P.  Juan  Díaz  en  1596,  aun  sumándoles  los 
que  más  recientemente  dió  a  la  luz  el  P.  Villoslada,  no  pue- 
den considerarse  ni  lo  único  ni  siquiera  lo  más  selecto  de 
cuanto  salió  de  aquella  boca  que  atronó  incesantemente  con 
sus  voces  evangélicas  la  Andalucía  del  siglo  XVI. 

Quien  haya  leído  en  las  primeras  páginas  del  tomo  I  la 
descripción  de  los  cuadernos  y  volúmenes  de  escritos  del 
P.  Avila  que  se  enviaron  a  Roma  para  su  revisión  en  el  pro- 
ceso de  beatificación,  habrá  podido  advertir  la  cantidad  ex- 
traordinaria de  sermones  que  figuran  en  ellos,  inéditos  casi 
todos,  pues  de  sólo  tres  se  advierte  que  estaban  ya  impre- 
sos, y  esto  quoad  substantiam  03.  Nos  consta  también  de  ser- 
mones, hoy  perdidos,  que  fueron  asequibles  hace  muy  po- 
cos lustros 94.  Y  nosotros  mismos  hemos  encontrado,  en 

92  Es  una  variante  notable  del  sermón  tercero  de  la  Virgen  pu- 
blicado en  1596. 

M  T.  1,  pp.  XXXIII-XXXV.  Véanse  los  núms.  7,  15  y  16  de  la 
nota  7. 

94  En  Madrid,  Arch.  Prov.  Toledo  S.  I.,  caja  A,  n.  103,  falta  un 
«sermón  de  mano  del  P.  Mtro.  Avila  sobre  aquellas  palabras  ;  Ego 
vox  clamantis,  etc.  (Está  interpretado  por  el  P.  Rabanal)».  No  sa- 
bemos si  se  trata  de  la  «lección  sacra»  inédita,  cuyo  incipit  era  «Di- 
catur»,  la  cual  figura  en  un  índice  del  P.  Carlos  Gálvez,  S.  I.,  que 
nos  dieron  a  conocer  en  la  Residencia  de  Montilla,  y  que  también 
se  encontraba  en  el  mismo  Archivo.  En  el  índice  antiguo  que  figura 
en  la  última  página  del  Ms.  de  Oña,  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  se  in- 
cluyen dos  sermones  que  hoy  no  existen  en  dicho  códice  :  el  primero, 
«2.a  Adv.  Pauperes  evangelizantur» ,  y  el  décimo,  «Fer.  5.a  in  Coena 
Dominh. 


LA  PRESENTE  EDICIÓN 


27 


bibliotecas  y  archivos  diversos  manuscritos  con  piezas  ora- 
torias de  auténtico  interés.  Sermonario  precioso,  con  un 
índice  escrito  de  puño  y  letra  del  Bto.  Juan  de  Ribera,  es 
el  que  existe  en  el  Colegio  del  Corpus  Christi  de  Valencia, 
en  la  Biblioteca  del  Patriarca  (Ms.  1049),  descubierto  por 
un  excelente  amigo,  D.  Ramón  Robres,  y  puesto  generosa- 
mente en  nuestras  manos  para  que  lo  estudiásemos  e  incor- 
porásemos a  esta  edición  de  las  Obras  completas  del  Pa- 
dre Mtro.  Avila. 

Van  en  esta  edición  cuantos  sermones  hasta  la  fecha  se 
conocen:  82  en  total.  Es  decir,  el  doble  exactamente  de  los 
que  presentó  en  su  primera  edición  el  P.  Juan  Díaz.  Este 
nos  dió  a  conocer  preferentemente  los  que  predicó  sobre  el 
Sacramento,  sobre  el  Espíritu  Santo  y  sobre  la  Virgen  Ma- 
ría. Hoy  sabemos  también  cómo  eran  sus  sermones  domi- 
nicales y  de  tiempo,  sus  panegíricos  de  santos,  sus  oraciones 
fúnebres. 

Pero  antes  de  ofrecérselos  al  lector  queremos  hacerle 
confidente  de  algunos  problemas  que  la  preparación  de  esta 
edición  nos  ha  ido  planteando.  El  primero  es  el  de  la  varie- 
dad de  formas  bajo  las  que  se  nos  presenta  a  veces  un  mis- 
mo sermón. 

Recordará  el  lector  la  manera  como  preparaba  su  predi- 
cación el  P.  Avila.  Una  mirada  rápida  a  la  Escritura — acaso 
a  la  epístola  o  evangelio  del  día — ,  tal  vez  la  lectura  del 
comentario  exegético  de  alguno  de  los  padres  o  autores 
favoritos  U5,  unas  notas  breves  de  su  mano  en  que  se  esbo- 
zaban unos  pensamientos,  y  una  larga  oración.  Estas  notas 
breves  son  la  primera  forma  bajo  la  que  se  nos  presentan 
sus  sermones:  son  los  autógrafos. 

El  Mtro.  Avila  subía  al  púlpito.  Debajo,  unos  estudian- 
tes, o  religiosos  graves  y  maduros,  le  tomaban  sus  pala- 
bras. Unos  luego  iban  a  leérselos  al  Maestro,  quien  los 
aprobaba  o  sugería  quizás  algunas  enmiendas;  otros  no  so- 
meterían sus  copias  a  esta  censura.  Son  dos  matices  de  una 
segunda  forma  de  los  sermones  de  Avila:  estos  apógrafos 
acaso  sean  en  muchas  ocasiones  los  que  nos  den  una  versión 
más  realista  y  viva  de  la  predicación  avilina. 

Unos  amigos,  eclesiásticos  o  seglares,  le  piden  al  Pa- 
dre Mtro.  Avila  algunos  sermones,  bien  para  propia  edifica- 


5-1  Véanse,  p.  ej.,  las  cartas  5  (p.  291)  y  225  (p.  980  s.).  El 
Mtro.  Agustín  Salucin,  O.  P.,  en  sus  Avisos  a  los  predicadores 
(B.  N.  M.,  Ms.  8103,  f.  14  r)  escribe  :  «Puédese  tomar  por  maestro 
alguno  [de  los  Padres  o  santos  antiguos]  quien  más  frecuentemos, 
y  será  aquel  que  más  dijere  con  nuestro  ingenio,  porque,  como  muy 
bien  decía  el  P.  Mtro.  Avila,  no  hay  ninguno  de  los  doctores  santos 
que  no  baste,  comunicándolo,  a  hacer  tal  cual  fué  a  quien  se  le 
aficionare  y  diere  por  amigo  y  discípulo  :  porque  sin  invidia  comu- 
nicó a  sus  hijos  lo  que  su  Padre  le  dió  en  caudal». 


28 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


ción,  bien  para  utilizarlos  de  nuevo  en  el  pulpito90.  El  Após- 
tol de  Andalucía,  que,  siguiendo  la  costumbre  de  los  pre- 
dicadores de  la  época,  conservaba  copia  de  muchos  de  ellos, 
acudía  a  los  manuscritos  y  dictaba,  revisándolos,  sus  pro- 
pios sermones  a  escribientes  o  amanuenses  de  oficio,  que 
solía  tener97.  Es  la  tercera  forma:  estos  apógrafos  nos  dan 
una  redacción  definitiva,  más  cultivada,  también  elocuente, 
pero  menos  real.  Acaso  por  este  procedimiento  alguno  de 
sus  sermones  se  convertía  en  un  verdadero  "tratado  espi- 
ritual". Es  lo  que  sospechamos  con  relación  al  tratado  del 
amor  de  Dios,  que  en  esta  edición  no  lo  incluímos  ya  entre 
los  sermones. 

Pero  ocurría  también  otra  cosa.  Algún  día,  antes  del 
sermón,  el  P.  Avila  miraba  si  entre  sus  manuscritos  había 
alguno  predicado  tiempo  atrás,  y  por  ventura  también  en 
otro  lugar,  sobre  el  mismo  tema.  Lo  leía  y  después  en  el 
púlpito  lo  exponía  de  nuevo,  variando  un  tanto  el  orden  y 
las  ideas  9S.  Esta  es  una  cuarta  forma  bajo  la  cual  puede 
aparecer  un  mismo  sermón  del  Mtro.  Avila.  Es  el  caso  de 
los  sermones  5  y  65,  y  posiblemente  también  del  sermón  1, 
que  ofrecemos  en  su  doble  redacción. 

Todo  esto,  como  es  natural,  crea  serios  problemas  en  la 
elección  de  una  lectura  en  lugar  de  otra.  Porque  de  sí  todas 
estas  formas  tienen  derecho  a  ser  consideradas  como  origi- 
nales avilinos.  Los  "tratados"  publicados  por  el  P.  Juan 
Díaz  en  1596  los  consideramos,  para  efectos  de  la  edición  y 
del  aparato  crítico,  como  un  manuscrito  más — a  veces  el  úni- 
co existente — ;  pero  como  nos  consta  que  en  más  de  una 
ocasión  el  P.  Díaz  ha  metido  mano  en  los  originales,  de  aquí 
que,  cuando  se  trata  de  alguno  de  los  sermones  impresos 
por  él  del  cual  se  conserva  copia  en  uno  de  los  buenos  ma- 

56  «De  la  procesión  hay  tres  sermones.  Uno  estaba  trasladado  para 
otra  persona  y  tomóse  para  vuestra  señoría  ;  y  otro,  de  la  misma 
fiesta  del  Corpus  Christi.  Estos  dos  van  con  esta  carta.  Si  vuestra 
señoría  fuese  servido  de  me  avisar  si  son  de  provecho,  para  que 
yo  los  prosiga,  caridad  será»  (carta  219,  a  D.  Pedro  Guerrero,  Mon- 
tilla,  25  mayo  1565  :  t.  1,  p.  947).  Cf.  carta  178  :  t.  1,  p.  854. 

"  Hay  varios  sermones  escritos  por  el  P.  Villarás  (70  y  81).  «Acá 
me  queda  cuidado  de  hacer  trasladar  [los  sermones],  y,  como  no  hay 
más  de  uno  que  lo  haga,  no  sé  si  irán  a  tiempo.  Gran  cosa  fuera 
haber  otro  o  más.  Rogaré  al  padre  provincial  [S.  I.]  que  nos  envia- 
se algiin  hermano  aquí  para  este  efecto»  (carta  219  :  t.  r,  p.  947) ■ 
«Y  en  lo  que  vuestra  reverencia  me  quiere  hacer  merced  de  buscar- 
me escribiente,  le  suiplico  que,  aunque  lo  halle,  no  lo  envíe  ni  le  qui- 
te asiento  alguno  que  tenga,  hasta  que  primero  me  lo  haga  saber, 
porque  puede  ser  que  tenga  yo  tomado  otro  o  que  tenga  tan  poca 
salud,  que  ni  sea  menester  uno  ni  otro»  (carta  188  :  t.  1,  p.  891). 

*ñ  A.  Salucio,  Avisos  para  los  predicadores  (B.  N.  M.,  Ms.  8103, 
f.  37  v),  aconseja  :  «También  se  han  de  leer  [antes  de  predicar]  los 
sermones  que  sobre  él  [mismo  tema]  se  han  predicado  otra  veces, 
no  sólo  por  no  encontrarse  con  ellos  y  repetirlos,  como  está  dicho, 
sino  porque  aquellos  concetos,  como  domésticos,  despiertan  otros». 


T.A  PRESENTE  EDICIÓN 


29 


nuscritos,  nosotros  preferimos  normalmente  las  lecciones  de 
éstos.  No  podemos  asegurar  que  hayamos  acertado  siempre 
en  la  elección  del  texto — aunque  lo  hemos  intentado — .  Quien 
prefiera  otra  lección  la  tendrá  siempre  a  su  alcance  en  el 
aparato  crítico. 

Otro  de  los  problemas  que  se  nos  planteaba,  ante  el 
rimero  de  originales  para  la  imprenta,  era  el  de  su  más 
adecuada  clasificación  y  ordenación. 

Una  primera  dificultad  era  la  clasificación  de  los  escritos 
predicados  de  Avila  en  sermones  y  pláticas.  No  es  fácil  en 
ocasiones  deslindar,  particularmente  teniendo  en  cuenta  que 
Avila  es  siempre  igualmente  elocuente — aun  en  sus  cartas 
y  en  el  Audi  filia  — y  que  el  P.  Díaz,  al  eliminar  de  los 
tratados  la  mayor  parte  de  los  elementos  característicos,  nos 
ha  privado  de  los  datos  necesarios.  Por  otra  parte,  los  co- 
pistas no  distinguen  siempre  con  claridad.  Y  así  una  ins- 
trucción que  hizo  el  P.  Avila  sobre  el  arte  de  confesar,  figu- 
ra en  el  correspondiente  manuscrito  como  "Sermón  que  hizo 
el  reverendo  P.  Juan  de  Avila  a  los  clérigos  de  Granada 
para  saber  confesar"  10°.  Además,  en  algún  caso  el  separar 
una  plática,  clarísimamente  tal,  del  resto  de  los  sermones 
que  versan  sobre  una  misma  materia,  supondría  cierta  con- 
fusión y  duplicidad  en  la  ordenación  total  de  los  sermones 
y  pláticas  101 .  Por  esto,  después  de  alguna  reflexión,  opta- 
mos por  establecer  la  división  entre  pláticas  y  sermones, 
partiendo  de  los  temas  en  ellos  tratados,  división  que  viene 
a  coincidir,  salvo  muv  contabas  excepciones,  con  la  distjn- 
ción  más  exigente  entre  lo  que  es  un  sermón  y  una  plática 
o  instrucción. 

Esto  se  relaciona  con  el  segundo  punto  a  resolver:  el  de 
la  distribución  más  lógica  y  útil  de  los  distintos  sermones. 
No  podía  bastarnos  la  triple  división  del  P.  Díaz.  Creímos 
que  lo  más  acertado  era  distribuir  la  totalidad  de  los  ser- 
mones en  dos  grupos  generales  o  ciclos:  1)  Ciclo  tempo- 
ral, siguiendo  el  año  litúrgico,  y  2)  Ciclo  santoral,  por  el 
orden  en  que  se  celebran  las  fiestas  de  los  santos  a  lo  largo 
del  año. 

El  ciclo  temporal  lo  dividimos  en  tres  secciones:  a)  ser- 

"  «Esta  manera  de  verdadera  y  sólida  elocuencia  se  verá  en  mu- 
chos lugares  de  las  escrituras  de  este  Padre,  mayormente  en  sus 
cartas...  Y  el  que  quisiere  ver  algunos  lugares  de' sus  escritos  tra- 
tados con  grande  elocuencia,  lea  en  el  Audi  filia,  el  c.  32...,  y  lea 
también  en  este  mismo  libro  el  c.  68...»  (Granada,  Vida,  p.  i.a,"c.  2, 
§  5,  ff.  14  v,  15  v  :  Obras.  XIV,  pp.  233,  235). 

100  Roma,  Bibl.  Xaz.  Vitt.  Emm.  II,  Ms.  Ges.  1372,  f.  257  r  : 
plát.  5. 

101  Tal  es  el  caso  del  primero  de  los  clásicos  «tratados  del  Espíri- 
tu Santo,  que  empieza  :  «No  tomo  tema  en  esta  plática  que  tengo 
de  hacer»,  el  cual  habría  que  separarlo  de  lo  restante  que  predicó 
sobre  Espíritu  Santo,  y  que  forma  de  sí  cierta  unidad. 


30 


INTRODUCCIÓN  A  LOS  SERMONES 


mones  de  tiempo,  que  comprende  todos  los  sermones  de  do- 
mingos, fiestas  y  días  feriales  no  incluidos  en  las  dos  seccio- 
nes siguientes,  que  tienen  dentro  del  pensamiento  avilino 
una  acusada  personalidad;  b)  sermones  del  Espíritu  Santo; 
c)  sermones  del  Santísimo  Sacramento.  Mayor  dificultad  en- 
traña la  interna  sistematización  de  esta  última  sección  euca- 
rística,  pues  no  nos  consta  siempre  la  ocasión  en  que  fue- 
ron predicados.  ¡Habló  tantas  veces  del  Santísimo  Sacramen- 
to! 102 .  Agrupamos  primero  los  sermones  que  se  refieren  al 
día  de  Jueves  Santo,  y  a  continuación  vienen  la  mayoría,  que 
hablan  de  mil  aspectos  del  Santísimo  Sacramento,  tomando 
pie  de  algún  texto  escriturístico.  Son  notables  entre  ellos 
los  que  explanan  el  evangelio  de  la  fiesta  del  Corpus.  Estos 
— más  de  la  mitad  de  los  sermones  del  Sacramento — van  dis- 
puestos siguiendo  el  orden  de  numeración  de  los  correspon- 
dientes versículos,  que  comentan,  del  capítulo  6  de  San  Juan. 
No  tenemos  esta  disposición  por  arbitraria,  puesto  que  nos 
consta  por  Fr.  Luis  que  este  evangelio  de  la  fiesta  del  Corpus 
Christi  fué  objeto  de  una  atención  especial  por  parte  del 
Mtro.  Avila,  el  cual  "escribió",  como  él  nos  dice,  "más  de 
cien  pliegos  de  escritura  sobre  el  evangelio  de  fiesta  tan 
gloriosa"  i0:t. 

El  ciclo  santoral  consta  de  dos  secciones:  a)  sermones  de 
Nuestra  Señora  y  b)¡  sermones  de  santos,  tanto  los  de  fies- 
tas particulares  como  los  de  común  (de  evangelistas,  por 
ejemplo),  y,  además,  un  buen  sermón  Pro  defunctis, 

A  su  vez,  las  pláticas,  que  llevarán  su  introducción  espe- 
cial, se  distribuyen  en  otras  dos  secciones:  a)  pláticas  a 
sacerdotes  y  b)  pláticas  a  monjas. 

Por  lo  que  se  refiere  a  la  parte  técnica  de  la  edición,  todo 
igual  que  en  el  tomlo  I.  Unicamente  advertimos  que,  con  el 
objeto  de  facilitar  la  lectura  e  inteligencia  de  los  sermones 
y  pláticas,  se  le  ha  dado  a  cada  uno  un  título  que  reflejara 
el  pensamiento  central,  y  se  ha  dividido  el  texto,  si  no  era 
muy  breve,  con  epígrafes  intercalados.  Para  mayor  fideli- 
dad, se  han  utilizado,  siempre  que  ha  sido  posible,  expresio- 
nes del  mismo  P.  Avila.  En  este  II  tomo  amplío  la  expresión 
de  mi  gratitud,  por  su  colaboración  inteligente  en  la  trans- 
cripción, cotejo,  verificación  de  citas,  corrección  de  pruebas 
y  confección  de  índices,  a  mi  hermano  Ramón,  a  Daniel  Za- 
ballos  Boyero  y  a  las  señoritas  María  Berta  Pallares  Gar- 
zón, Petra  Sánchez  Gómez,  Manolita  Duque  Sánchez  y  Euge- 
nia Pascual  Rodríguez. 


102  Cf.  Granada,  Vida,  p.  2.\  §  8,  f.  52  r^v  :  Obras,  XIV,  p.  288. 
1,13  Vida,  p.  2.a,  §  8,  ff.  51  v  -  52  r  :  Obras,  XIV,  p.  288. 


MANUSCRITOS  UTILIZADOS 


31 


MANUSCRITOS  UTILIZADOS  PARA  ESTA 
EDICION  DE  LOS  SERMONES 

a)  Autógrafos: 

Oña,  Arch.  de  Loyola,  Ms.  Est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis  :  serm.  16,  17,  73. 
Roma,  Bibl.  Vallicelliana,  Ms.  H  76  :  serm.  74. 

b)  Apógrafos: 

Barcelona,  Bibl.  Univ.,  Ms.  1064  :  serm.  5  [1]. 
Barcelona,  Bibl.  Univ.,  Ms.  1069  :  serm.  5  [1]. 

El  Escorial,  Bibl.  Monasterio,  Ms.  &  III  21  :  serm.  22,  58,  6i„  65  [2], 
72,  79- 

Madrid,  Arch.  Curia  Toledo  S.  I.,  Ms.  20  bis  :  serm.  81. 

Madrid,  Bibl.  Nacional,  Ms.  5689  :  serm.  1  [i],  67. 

Madrid,  Bibl.  Nacional,  Ms.  6311  :  serm.  4,  55,  69. 

Madrid,  Real  Academia  Historia,  Ms.  11-10-2/19  :  serm.  69. 

Madrid,  Real  Academia  Historia,  Ms.  27-2  E/37  :  serm.  76,  79. 

Oña,  Aroh.  de  Loyola,  Ms.  Est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis  :  serm.  2,  3,  6, 
7,  8,  9,  10,  13,  14,  15,  16,  17,  19,  20,  21,  22,  23,  24,  26,  31,  62,  82. 

Valencia,  Colegio  Corpus  Christi,  Bibl.  Patriarca,  Ms.  1049  :  ser- 
món 1  [2],  3,  5  [2],  11,  12,  15,  18,  25,  28,  37,  55,  58,  66,  68,  71,  80. 

Londres,  British  Museum,  Ms.  Add.  20,  915  :  serm.  77. 

Roma,  Bibl.  Naz.  Centr.  Vittorio  Emm.  II,  Ms.  Ges.  1372  :  serm.  23, 
41,  49,  78. 

Santiago  de  Chile,  Arch.  Nac,  Fondo  antiguo,  Ms.  131  :  serm.  59. 


Portada  de  la  Tercera  parte  de  las  obras  (Sevilla  1603) 


CICLO  TEMPORAL 
a)    SERMONES  DE  TIEMPO 


1    [1]       ¡Grande  es  el  día  del  Señor,  y  muy 
terrible!  * 

Domingo  I  de  Adviento.  Zafra. 

(B.  Ni  M..  Ms.  5689,  ff.  46  r  -  63  v.) 

Magnus  cnim  dies  Domini,  et  terribilis  valde,  et 
quis  substincbit  eum?  (Ioel  [z,  n]). 

Exordio  Considerando  el  profeta  Joel  este  día  que  todos 
esperamos,  y  creo  que  tememos — o  tenemos  por 

5  qué  temer — ,  aquel  riguroso  día  del  juicio,  que  el  Señor  tiene 
amenazado  que  ha  de  venir;  sintiendo  esto  el  profecía  como 
se  debe  sentir  y  como  lo  sienten  aquellos  a  quien  Dios  lo  da 
a  entender,  dijo:  ¡Grande  es  el  día  del  Señor  y  muy  terrible! 
¿Quién  lo  sufrirá?  ¿Quién  lo  podrá  sufrir  aquel  peso  grande 

0  de  aquel  día?  Leo  rugit,  dijo  el  profecía  Amos,  quis  non 
timebit?  El  león  brama,  ¿quién  no  temerá?  Amenaza  Dios, 
¿quién  no  íemblará?  Sedebami  solus  quoniam  comminatione 
replevisti  me,  dijo  el  profeía  Jeremías:  Sentábame  solo  y  es- 
taba temblando,  porque,  Señor,  me  henchiste  de  amenazas. 

5  ¿Quién  será  ían  esforzado,  ían  jusíificado,  que,  meíiendo  la 
mano  en  su  pecho,  no  íerná  mucho  que  íemer  aquel  día,  y, 
lo  que  más  íerrible  es,  que  será  ían  esírecho  que  no  podrá 
valer  hermano  a  hermano,  ni  sanio  a  pecador,  ni  la  abogada 

1  tcrribilcs  j|  12  quoniam]  gratia 


*  Damos  este  sermón  según  las  dos  formas  en  que  aparece  en 
los  correspondientes  Mss.  de  la  Biblioteca  Nacional  y  de  la  Biblio- 
teca del  Patriarca,  de  Valencia.  El  Ms.  de  la  Nacional  dice  expre- 
samente :  «Del  P.  Mtro.  A'vila»  (f.  46  r).  Sobre  este  mismo  tema  : 
Mágnus  cnim  dies  Domini,  i'ban,  :por  lo  menos,  tres  copias  de  ser- 
mones entre  los  que  se  enviaron  a  Roma  para  el  proceso  de  beatifi- 
cación. Cf.  t.  1,  pp.  XXXI1I-XXXV,  núms.  7,  23,  26. 

o   Ioel  2.  11. 
11    Cf.  Am.  3,  S. 
14   Cf.  Ier.  15,  17. 


¿.Avila 


2 


34 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


de  los  pecadores,  la  Virgen  nuestra  Señora,  no  podrá  reme- 
20  diar  a  nadie?  Tan  derecha  estará  la  vara  del  juez,  tan  deter- 
minado estará  Dios  de  dar  a  cada  uno  según  sus  obras,  que 
ni  aprovechará  su  sangre,  ni  su  pasión,  ni  su  bendita  Madre. 
Decid:  ¿es  razón  que  nos  ponga  esto  en  cuidado  para  que 
miremos  lo  que  nos  conviene  antes  que  nuestra  vida  se  acabe, 
25  antes  que  venga  este  día,  antes  que  se  nos  acabe  la  luz? 
Alcemos  los  ojos  a  vos  ahora,  Señora,  que  es  tiempo.  Alcan- 
zarnos la  gracia. 

Día  de  cuenta     ¡Grande  es  el  día  del  Señor  y  muy  espan- 
estrecha         table!  ¿Quién  lo  sufrirá?  Sacaréis  de  aques- 

30  te  sermón  que  roguéis  mucho  al  Señor  que 

os  libre  de  su  ira,  y  desdichado  del  hombre  que  está  puesto 
por  terrero  de  la  justicia  de  Dios  y  que  emplee  Dios  su  es- 
pada en  ferirlo  y  su  justicia  en  castigarlo.  ¡Cómo  lo  despe- 
dazará un  león  tan  bravísimo!  Horrendum  est  incidere  in 

36  manus  Dei  viventis.  Desventurado  de  un  hombre  que  ha  de 
ser  entregado  en  manos  de  la  justicia  de  Dios.  ¡Lábranos, 
Señor,  de  la  tu  ira! 

¡Grande  es  el  día  del  Señor!  ¿Quién  lo  sufrirá?  ¿Qué  tan 
grande  es?  Un  día  es  que  terná  en  sí  todos  los  días  hasta 

40  el  fin  del  mundo.  Aquel  día  será  suma  de  todo  el  tiempo. 
Como  contáis:  uno,  dos,  tres,  y,  en  llegando  al  diez,  ponéis 
uno  que  contiene  todos  aquéllos,  así  en  aquel  día,  como  en 
suma,  se  ha  de  pedir  cuenta  de  todos  los  días  de  la  vida  de 
todos  los  hombres.  En  aquel  día  se  pedirá  cuenta  de  todos 

45  ios  días.  En  aquel  día  se  pedirá  cuenta  a  Adán  de  ochocientos 
años,  y  al  otro  de  novecientos,  y  al  otro  de  ochenta,  y  a  cada 
uno,  de  los  que  en  este  mundo  vivió.  ¡Grande  día  es  aquél, 
o  para  bien  o  para  mal.  La  cuenta  y  el  norte  de  todos  los 
días  será  aquel  día.  A  quien  en  aquel  día  le  fuere  bien,  bien 

50  le  habrá  ido  en  todos  sus  días,  y  a  quien  mal,  [mal]  le  ha- 
brá ido  en  todos  sus  días.  Hacé  cuenta  que  no  hay  otro  día 
sino  aquél.  No  os  ataviéis  más  de  para  aquel  día;  en  com- 
poneros para  él  gasta  todos  esotros  días.  ¡Gran  día  es,  por- 
que es  día  de  cuenta  de  todos  los  días!  ¡Oh  qué  cosa  tan 

55   recia  para  la  vida  que  vivimos! 

Palabra  recia:  día  de  cuenta  grande.  ¡Pobre  de  mí!,  que 
decía  Job.  Aunque  yo  tenga  buena  cuenta  y  justa  delante 
de  Dios,  no  osaré  parecer.  Cuenta  habernos  de  dar  a  Dios  de 
lo  que  hablamos,  obramos,  dejamos  de  obrar,  de  lo  que  pen- 

60   samos;  hasta  una  palabra  viciosa.  ¿Quién  osara  creer  esto, 


29  Ioel  2,  XI. 

3.5  Hebr.  10,  31. 

38  Ioel  2,  11. 

46  Cf.  Gen.  5. 

56  Of.  Iob  14,  13  s. 


I  [i],  dom.  i  de  adviento 


35 


si  Dios  por  su  misma  boca  no  lo  predicara?  Dolor,  ¡ay!, 
cierto,  grande,  porque  es  día  de  grande  cuenta.  ¿Qué  ma- 
yordomo de  señor  está  obligado  a  dar  tal  cuenta  como  aquel 
día  ha  de  dar  el  cristiano  a  su  Dios?  Si  a  un  hombre  dan 

5  una  poca  de  hacienda,  da  cuenta  de  cómo  la  gastó,  pero  no 
le  toman  cuenta  qué  habló  o  qué  pensó  en  gastarla.  Una 
mujer  basta  servir  bien  a  su  marido.  No  le  toman  cuenta  de 
las  palabras  que  dice.  No  hay  cuenta  tan  estrecha  como  será 
tomada  aquel  día  a  cada  uno  de  cuantos  aquí  estamos.  Cuenta 

N>  de  lo  que  pecaste  tú  y  tus  hijos,  criados,  vasallos  y  perro- 
quianos.  Cuenta  de  lo  que  pudiérades  remediar  y  no  lo  re- 
mediastes.  ¡Oh  cuenta  tan  nueva!,  cuando  le  pidan  a  uno: 
¿Por  qué  jugaste?  —Señor,  no  jugué.  — Jugó  tu  hijo,  y 
porque  no  lo  castigaste  y  derramaste  lágrimas  en  mi  acata- 

5  miento:  "¡Señor,  hacéme  bueno  mi  hijo,  hacé  que  sea  vues- 
tro siervo!",  por  el  descuido  que  tuviste  en  castigarlo  y 
rogarme  por  él,  porque  tu  hijo  jugó  y  fué  malo,  serás  cas- 
tigado como  si  tú  jugaras. 

¡Oh  cuán  amargas  serán  aquel  día  las  riquezas  super- 

¡0  fluas,  las  risas,  el  perdimiento  de  tiempo!  Día  grande,  por- 
que es  día  de  gran  cuenta.  ¿Quién  se  hallará  justo  en  aquel 
día?  Omnes  gressus  meos  dinumeraverunt ,  dice  Pablo.  Pues- 
to está  Dios  en  talaya,  contando  todos  mis  pasos.  ■ — ¿Qué 
pasos  son  éstos?  ¿Son  los  pasos  del  cuerpo?  — No;  que  no 

5  sería  mucho  ser  un  hombre  tan  cuerdo  que  no  diese  paso  sin 
propósito.  Pero  estos  pasos  del  ánima...  Y  éstos,  ¿quién  los 
tendrá  atados?  Los  movimientos,  los  pensamientos,  los  de- 
seos: éstos  son  los  pasos  del  ánima.  El  gozo,  el  enojar  y  no 
enojarse,  ¿quién  terná  cuenta  con  tantas  pasiones?  San  Cre- 
cí gorio  sobre  este  paso  dice:  De  todo  momento  de  momento 

te  pedirá  Dios  cuenta  cómo  lo  gastaste.  ¡Desventurado  de 
aquel  que  no  cuenta  por  momentos  ni  por  horas,  ni  aun  por 
días,  sino  que  todo  el  tiempo  gasta  perdido,  y  aun  plega  al 
Señor  que  no  sea  en  ofensas  suyas.  Todos  mis  pasos  cuenta 

6  Dios.  Todos  los  cabellos  de  vuestra  cabeza,  dice  Cristo,  son 
contados.  Si  me  sirviéredes,  llevar[o]s  he  en  cuerpo  y  en 
alma  al  cielo,  a  todos  enteros  os  galardonaré;  y  ansí,  si  fué- 
redes  malos,  a  todos  enteros  os  castigaré.  Y  como  no  le 
quedará  cosa  sin  galardón,  no  le  quedará  cosa  sin  castigo; 

>  de  lo  mal  que  hecistes,  de  lo  que  mal  pensastes,  de  lo  que 
mal  hablastes,  de  todo  daréis  cuenta. 


Cumpliré  con  eso,  dice  Dios:  scrutabor  Hierusalem  in  lu- 


fa   Cf.  Iob  14,  16  ;  3i,  4. 

91   Cf.  San  Gregorio  Magno,  Moral.,  1.  12,  c.  16,  20  •  1  21 

.  Q  ".   MT.  7;.  ívVi  •  t/-.. 


73  jugaste]  no  add.  ras 


Mt.  10,  30  ;  Xc.  '12,  7. 


36 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cernís.  ¿Quién  es  Hierusalem?  El  ánima  pacífica,  el  ánima 
que  está  en  gracia,  que  hace  buenas  obras.  No  me  conten- 

105  taré,  dice  Dios,  de  pedirle  cuenta  por  qué  no  heciste  limosna, 
por  qué  no  oístes  misa,  por  qué  no  hecistes  obras  de  caridad, 
sino  que  también  la  pediré  cómo  las  hecistes,  con  qué  cora- 
zón, con  qué  intención  rezastes,  si  por  provecho  propio  o 
por  honra  vana.  Yo  tomaré — 'Dios— una  hacha — mi  eterna 

no  sabiduría — y  andaré  por  los  rincones  de  tu  alma,  porque 
muchas  obras  que  parecen  agora  de  oro,  serán  en  aquel  día 
estimadas  por  de  lodo,  y  aunque  agora  no  se  vean,  entonces 
se  parecerá  si  te  movió  la  carne  o  la  caridad  a  hacerlas.  Yo 
examinaré  tus  buenas  obras,  dice  Dios  a  Hierusalén.  Señor, 

H5  ¿quién  sufrirá  este  día  de  tan  espantable  cuenta?  Quid  enim 
faciam  cum  venerit  ad  íudicium  Deus,  et  cum  quaesierit  quid 
respondebo?,  decía  el  santo  Job.  ¿Qué  es  esto?  ¿Sabréisme 
decir  qué  cosicosa  que  mientras  uno  tiene  peor  cuenta  menos 
cuidado  tiene?  ¿Quién  hay  entre  todos  nosotros  tan  santo 

120  que  dijese  de  sí  mismo:  non  reprehendit  me  cor  meum  in  tota 
vita  mea,  no  me  ha  reprehendido  mi  corazón  en  toda  mi  vida  ? 
Que  vais  por  Zafra  y  preguntad  a  cuantos  topáredes:  Decid, 
hermano,  ¿habéis  hecho  algo  en  vuestra  vida  o  alguna  obra 
que  os  haya  reprehendido  vuestro  corazón,  que  os  haya  di- 

125  cho:  Mal  hacéis?,  que  os  dirán:  Padre,  muchas  veces  apenas 
hago  cosa  que  no  me  reprehenda.  ¡Qué  alegre  andaría  Job, 
tan  sigura  su  conciencia,  pues,  de  buenas  obras!  El  lo  cuen- 
ta :  yo  fui  pie  al  cojo  y  ojo  al  ciego,  padre  de  los  huérfanos : 
esto  era  porque  cubrían  los  vellocinos  de  sus  ovejas  su  des- 

130  nudez,  Y  con  todo  esto,  decía:  Un  cuidado  traigo  con  mi 
ánima,  que  no  me  deja  descansar:  ¿qué  haré  cuando  Dios 
se  levantare  al  juicio,  o  qué  le  responderé?  ¡Oh  palabra  que 
condena  nuestro  descuido  y  nuestra  falsa  siguridad!  Si  los 
hombres  que  ansí  viven  están  temblando,  ¿qué  harán  los 

135   que  con  mil  leguas  no  llegan  a  la  bondad  de  aquéllos? 

San  Jerónimo  bienaventurado  dice  que,  durmiendo  y  co- 
miendo y  andando,  siempre  andaba  temblando  y  le  parecía 
que  sonaba  en  sus  orejas  aquella  voz  de  aquella  espantable 
trompeta:  Levantaos,  muertos,  venid  a  juicio.  Este  bien- 

140  aventurado  teme  tanto,  y  un  hombre  que  no  es  San  Jerónimo, 
sino  que  ha  bibido  pecados  como  agua,  ni  sabe  si  ha  de  haber 
juicio,  ni  teme  aquel  día  ni  al  juez.  Pues,  ¡triste  de  mí!, 
quien  tiene  esta  señal  os  da  cuenta  que  el  juicio  será  contra 
vosotros,  ¿y  no  tembláis  antes  que  venga?  Decí:  ¿Tenéis 

145   hincado  este  clavo  en  vuestro  corazón,  quítaos  este  cuidado 


103  Soph.  1,  12. 

117  Cf.  Iob  31,  14 

120  Cf.  Iob  27,  6. 

128  Iob  29,  15. 

132  Iob  31,  14. 


[l].  DOM.    1   DE  ADVIENTO 


37 


el  dormir  de  noche  y  el  comer  de  día?  Conozco  yo  personas 
a  quien  Dios  por  su  misericordia  quiere  dar  conocimiento  de 
este  dia  y  sentimiento  que  les  quita  el  sueño  y  la  comida,  y 
aún  más  adelante.  Brava  cosa  será,  aquel  día  que  esperamos, 

150  pedir  Dios  cuenta  tan  estrecha.  ¿Paréceos  que  debe  poner 
esto  en  cuidado  a  un  hombre?  Debía  de  haber  en  aquellos 
tiempos  algunos  santillos  locos,  como  agora  también  los  hay, 
que  decían:  "¡Oh  si  viniese  ya  el  juicio!",  a  los  cuales  re- 
prehende Jeremías  diciendo:  Vae  desiderantibus  diem  Do- 

155  mini!  San  Jerónimo,  sobre  estas  palabras,  dice:  "Por  santo, 
por  justo  que  seas,  tiembla  de  aquel  día,  que,  aunque  San 
Pablo  dice :  No  hallo  cosa  en  mi  conciencia  que  me  reprehen- 
da, luego  dice:  Nihil  tamen  mihi  conscius  suum;  pero,  con 
todo  esto,  no  tengo  certidumbre  de  mí,  si  estoy  siguro". 

160  Aunque  tú  no  halles  en  ti  cosa  que  te  reprehenda,  es  justo 
que  tiembles  y  pienses  que  quizá  halla  en  ti  aquella  sabiduría 
infinita  (que  sabe  más  de  ti  que  tú  mismo)  alguna  cosa  con 
que  justamente  te  condene,  y  no  la  sepas  tú;  y  por  esto  es 
muy  justo  que  temas  como  los  santos  y  los  justos  lo  hacen. 

165   Señales  que  pre-    Gran  día  es  éste.  ¿Por  qué  grand[e]  ? 
cederán  el  juicio     Es  grande  de  cuenta,  grande  de  parte 
del  juez,  y  grande  de  parte  de  los  juz- 
gados, y  grande  de  parte  del  castigo.  Bienaventurado  el  que 
estuviere  en  pie  este  día.  ¿Queréis  saber  cuán  grande  día  es? 

170  Miraldo  a  la  víspera,  qué  tales  serán  las  señales  que  pre- 
cederán aquel  día. 

¿Habéis  oído  a  los  muchachos  que  representan  las  Sibilas 
la  noche  de  Navidad?  Dicen  allí  que  los  árboles  sudarán 
sangre,  la  mar  se  secará,  los  animales  y  peces  bramarán. 

175  ¿Si  son  estas  cosas  verdades  o  no?  San  Jerónimo  dice  que 
las  halló  en  los  libros  de  los  judíos,  y  dicen  que  no  tienen 
mucha  auctoridad;  y  Santo  Tomás  a  la  letra  dice  que  no 
tienen  mucha  auctoridad.  Grandes  cosas  son  éstas;  pero  si 
bien  miramos,  las  palabras  que  en  el  Evangelio  decimos 

180  — dice  la  misma  Verdad,  Aquel  que  sabe  lo  por  venir — ,  lo 
mismo  que  las  Sibilas  nos  dicen  y  aun  mucho  más;  y 
aunque  no  lo  diga  por  las  mismas  palabras,  de  lo  que  dice 
se  infiere,  pues  dice:  Habrá  señales  en  el  sol  y  luna  y  estre- 
llas; dará  la  mar  'bramidos;  serán  tantas  las  señales  de  Dios, 

161  ti]  sí 

155   Am.  5,  18. 

Í58   Cf.  1  Cor.  4,  4. 

175  Cf.  San  Pedro  DamianÍ,  Op.  59  De  novissimis  et  Antechris- 
to,  c.  4  :  ML  145,  &40. 

178  Santo  Tomás  DE  Aqi  ino,  Suppl.  q.  73,  a.  1  :  «Signa  vero 
quae  Hieronymus  pqnit,  non  asserit,  sed  in  annalibus  Hebraeorum 
se  ea  seripta  reperisse  dieit.  Quae  etiam  val  de  paruni  verisimilitu- 
dinis  habent». 


38 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


185  que  los  hombres  se  secarán  viendo  lo  que  acontecerá.  Rué- 
goos  que  me  digáis:  ¿qué  será  aquello  que  ha  de  acaecer, 
que  de  vello  se  secarán  los  hombres  de  espanto,  que  bramará 
la  mar  y  temblará  la  tierra,  y  caerse  han  las  estrellas  y  se- 
carse han  los  hombres  del  sentimiento  que  traerán  de  ver  lo 

190  que  en  todo  el  mundo  acaecerá?  Será  tan  grande  el  senti- 
miento que  en  todo  el  mundo  habrá,  que  la  tierra  temblará, 
los  árboles  se  arrancarán  de  raíz,  la  mar  dará  bramidos  con 
sus  ondas,  las  estrellas  se  caerán.  No  se  caerán,  sino  que 
caerán  tantas  cometas,  que  verdaderamente  parecerá  a  los 

1&5  hombres,  y  dirán:  Las  estrellas  se  caen.  Aullarán  las  aves 
y  las  bestias,  las  piedras  se  darán  unas  con  otras;  será  cosa 
espantable  de  ver  lo  que  pasará.  Cuando  Dios  crió  al  hom- 
bre, todas  las  cosas  crió  para  su  servicio,  y  justa  cosa  es 
que,  pues  Dios  crió  todo  para  el  servicio  del  hombre,  que 

200   todo  haga  sentimiento  cuando  castigare  al  hombre. 

¡Oh  Rey  eterno!  Cuán  justamente  hacéis  esto  en  aquel 
día  para  que  los  hombres  os  teman,  pues  ahora  no  os  qui- 
sieron amar,  habiendo  tantas  causas  para  ello,  para  que 
aquéllos  sepan  que  ha  de  venir  a  juzgar  vivos  y  muertos  y 

205  para  que  sepan  que  viene  aquel  día  el  Altísimo,  que  estén 
todos  aparejados.  Pues  si  tal,  Señor,  es  la  víspera,  ¿qué 
tal  será  el  día?  Dios  nos  dé  gracia  que  nos  vaya  bien.  En 
él  enviará  Dios  fuego  que  queme  cuanto  topare  por  delante. 
Caerse  han  las  casas,  allanarse  ha  todo;  quemará  a  todos 

210  los  hombres:  a  los  malos  será  principio  de  infierno,  y  a  los 
buenos  purgatorio,  y  en  muy  breve  tiempo  dará  tanta  pena, 
que  a  los  que  merecieren  cincuenta  años  de  purgatorio,  en 
una  hora  se  purgarán,  y  pasarán  tantos  trabajos  en  aquella 
hora  como  en  los  cincuenta  años  de  purgatorio.  Estarán 

215  por  ahí  los  hombres  quemados,  hechos  hacinas;  todo  estará 
desolado;  escurecerse  ha  el  sol  y  la  luna  y  estrellas,  y,  como 
dicen  los  profetas,  el  día  del  Señor,  día  de  escuridad,  no 
es  día,  signó  tinieblas,  hasta  que  venga  aquella  trompeta 
que  suene:  Surgite,  mortui,  venite  ad  iudicium.  Por  vuestra 

220  vida  que  apeléis  de  aquella  citación.  ¡Voz  de  virtud! 

Dice  San  Juan  en  el  Apocalipsi:  Et  vidi  thronum  mag- 
num  candidum,  vide  una  silla  altísima,  y  la  silla  era  gran- 
de y  "blanca  y  estaba  sentado  en  ella  un  rey  de  tanta  ma- 
jestad, que  delante  su  acatamiento  huye  el  cielo  y  la  tierra. 

223  ¿Qué  cosa  fué  ver  venir  a  Cristo  en  la  primera  venida,  tan 
manso,  tan  sin  majestad,  estimado  el  postrero  de  los  hom- 
bres; y  en  la  segunda  venida  está  sentado  en  una  silla  de 

i8q  Of.  Le.  2i,  2S  s.;  Mt.  24,  29. 

195  Cf.  Os.  10,  8. 

216  Cf.  Ioel  2,  10  ;  3,  15 

219  Cf.  1  Cor.  15,  52. 

224  Apoc.  21,  ir. 


I    [i].  DOM.    I  PE  ADVIENTO 


39 


tanta  majestad,  que  dice  San  Juan  que  es  tan  espantable, 
que  el  cielo  y  la  tierra  huyan  delante  de  él,  y  Daniel  dice 

¡30   que  la  silla  era  de  fuego? 

— ¿Qué  hacéis,  cielos?  ¿Por  qué  no  osáis  estar  delante 
de  su  acatamiento?  ¿Qué  habéis  hecho,  qué  habéis  pecado? 
¿Por  qué  huís,  que  nunca  habéis,  después  que  Dios  os  crió, 
traspasado  sus  mandamientos?  Pues  ¿por  qué  huís?  — No 

35  osamos  parecer  delante  de  Aquel  de  quien  en  otra  parte 
está  escripto  que  delante  su  acatamiento  tiemblan  los  pode- 
ríos del  cielo  y  le  adoran  las  dominaciones.  — ¿De  qué 
tiemblan?  ¿E  han  por  ventura  pecado?  — E  no,  que  en 
gracia  los  crió  Dios,  y  nunca  cayeron  de  ella.  — Pues  ¿de 

¡40  qué  tiemblan  los  poderíos  y  serafines?  — De  ver  una  ma- 
jestad tan  profunda  estamos  espantados,  aunque  no  nos 
haya  de  condenar.  Como  cuando  vos  estáis  junto  a  la  mar, 
aunque  está  sigura  y  toda  pareja,  y  vos  fuera,  de  ver  una 
cosa  tan  honda,  estáis  temblando,  aunque  estáis  en  salvo; 

'46  veis  un  pozo  hondísimo,  aunque  vos  estáis  fuera  y  siguro 
de  no  caer,  tembláis  de  ver  aquella  hondura;  ansí  tiemblan 
los  poderíos  de  ver  aquella  grandeza  inmensa  de  Dios,  aunque 
están  siguros:  es  un  temor  reverencial.  Está  un  hombre  en 
su  casa  enojado  como  un  león,  castigando  a  sus  esclavos 

!50  que  han  hecho  mal,  y  está  el  hijo  acullá  temblando,  aunque 
no  ha  hecho  por  qué  merezca  castigo.  — ¿Por  qué  estáis 
temblando,  niño?  — De  ver  a  mi  padre  tan  enojado  con 
sus  esclavos.  Será  tan  grande  la  vergüenza  de  aquel  día, 
que,  aunque  estén  siguros,  estarán  temblando.  Ultionem 

255  accipiam  et  non  resistet  mihi,  dice  Dios:  yo  tomaré  ven- 
ganza de  los  hombres  malos,  y  no  habrá  hombre  que  me 
vaya  a  la  mano.  Cosa  brava  ver  el  rencor  que  tendrá  Dios 
aquel  día. 

Resurrección    y    Ya  esta  voz  la  mar  dará  los  muertos 
!G0   venida  del  juez    3ue  tiene  en  sí,  y  las  sepulturas  dieron 
todos  los  que  tenían,  y  el  infierno  los 
que  tenía;  todos  los  muertos  se  levantan  a  la  voz  de  aque- 
lla trompeta.  Cada  ánima  irá  a  tomar  su  cuerpo;  aunque 
esté  muy  lejas  tierras  sustanciado,  tornará  Dios  a  hacello; 
565   este  cuerpo  mesmo  que  agora  tenemos  será  galardonado  o 
castigado.  Todos  dice  San  Juan  que  resucitarán;  no  cuenta 
reyes  ni  obispos  ni  títulos;  como  nacimos  todos  iguales, 
pareceremos  iguales:  en  una  sola  cosa  habrá  diferencia:  en 
las  buenas  obras.  Y  dice  San  Juan  más  adelante  que,  a 


230  Cf.  Dan.  7,  q. 

237  Miss.  Rom..  Ordo  Miss.,  pracfat. 

257  Cf.  Is.  47,  3. 

262  Cf.  1  Cor.  15,  52  ;  Apoc.  20,  13. 

266  Cf.  lo.  11,  25  e. 


40 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


270  aquella  voz,  se  abrirán  los  libros.  Y  Daniel  dice:  Aperti 
sunt  libri,  et  alius  liber  apertus  est,  qui  est  <vitae.  Abrié- 
ronse los  libros,  y  abrióse  otro  libro,  que  es  el  de  ta  vida. 
Mas  ¿quién  os  podrá  contar  el  llanto  que  harán  los  malos 
cuando  les  mande  Dios  entrar  en  sus  cuerpos,  que  estarán 

275  escuros,  hediondos  y  pesados?  Llorarán  porque  saben  que 
serán  más  atormentados  con  ellos.  Espantarse  ha  el  alma  y 
no  querrá  entrar.  Decid,  malaventurado,  ¿no  es  éste  vues- 
tro cuerpo  querido,  no  es  éste  vuestro  ídolo,  que  lo  rega- 
lábades  tanto,  que  lo  amábades  tanto  y  más  que  a  Dios? 

280  ¡Tarde  habéis  acudido!  ¿No  oístes  a  Jesucristo,  que  dice: 
Quien  aborrece  su  propia  vida,  ése  la  guarda?  Si  vos  allá  la 
aborreciérades,  ahora  lo  amáredes.  Entrad  como  quien  en- 
tra en  cárcel,  porque  habéis  de  estar  juntos  a  padecer  los 
que  ifuistes  compañeros  al  pecar.  Los  buenos  tomarán  sus 

285  cuerpos  con  alegría,  entrarán  en  los  compañeros  de  su 
bondad.  Levantarse  han  todos. 

¿Quién  os  contará  la  venida  del  juez?  Dice  Joel  que 
estarán  todos  en  el  valle  de  Josafat.  No  entendáis  que  es- 
tarán todos  en  el  suelo:  Dios  hará  que  quepan  todos.  ¿Qué 

290  será  ver  allí  todos  los  hombres  que  Dios  ha  criado  y  criará? 
Estarán  temblando,  esperando  al  juez.  Verná  aquel  Rey 
omnipotente,  y  porque  no  digan  los  hombres  que  recusan 
a  Dios  y  no  lo  quieren  por  juez,  que  es  cosa  recia  que  la 
Divinidad  juzgue  a  un  hombre,  por  eso  verná  Jesucristo 

295  Dios  y  hombre.  Nolite  extollere  in  altum  cornu  vestrum. 
Mirá  hombres  cómo  vivís,  que  no  es  vuestro  juez  otro  hom- 
bre como  vosotros,  sino  Dios  y  hombre.  Habiendo  tal  juez, 
¿quién  se  atreverá?  Deus  iudicium  tuum  regi  da,  pedía  el 
santo  David,  et  iustitiam  tuam  filio  regis.  Dad,  Señor,  el 

300  poder  de  juzgar  a  vuestro  hijo;  y  San  Juan  dice:  Potesta- 
tem  dedit  ei  iudicium  faceré  quia  filius  hominis  est.  Dió 
poder  el  Padre  Eterno  que  hombre  juzgue  a  los  hombres, 
que  venga  a  juzgar  el  que  fué  juzgado.  Dios  y  hombre,  hijo 
de  la  Virgen,  será  juez.  ¡Bendita  sea  su  misiricordia,  que, 

305  si  un  hombre  se  determinare  de  guardar  sus  mandamientos, 
en  aquel  día  será  juez  el  que  es  carne  de  sus  carnes!  ¡Gran 
confianza  para  el  que  bien  vive,  gran  bien  para  los  que 
bien  viven!  No  viene  a  juzgar  Dios  en  cuanto  Dios,  porque 
los  malos  en  aquel  día  no  verán  )a  Divinidad  de  Dios,  por- 

310  que  no  se  puede  ver  sin  alegría.  Y  porque  los  malaventura- 


do Apoc.  20,  12. 

271  Cf.  Dan.  7,  ro. 

272  Apoc.  20,  12. 

281  lo.  12,  25  ;  Me.  S,  35  ;  Le.  17,  33. 

288  Cf.  Ioel  3,  12. 

205  Ps.  74,  6. 

300  Ps.  71,  2. 

301  lo.  s,  27. 


I   [i].  DOM.   I  DE  ADVIENTO 


41 


dos  no  tengan  siquiera  aquella  alegría,  no  verán  sino  la 
humanidad  de  Jesucristo;  y  mostrárseles  ha  tan  airado,  que 
dice  San  Juan  Grisóstomo  que  querrían  más  pasar  un  gran 
tormento,  el  mayor  que  hobiese,  que  no  ver  la  cara  de  Dios. 

515  En  aquel  día  dirán:  Caed,  montes,  sobre  nosotros  y  cubrid- 
nos, matarnos  porque  no  veamos  el  cordero. 

Viene  el  Juez.  Aparecerá  su  cruz  acompañada  de  ánge- 
les, arcángeles,  querubines  y  serafines.  Y  vernán  los  após- 
toles y  verná  la  Virgen  Nuestra  Señora,  cada  uno  en  su 

520  orden.  Así  te  vernán  a  juzgar;  y  si  una  cosa  que  ves  acá 
en  este  mundo  te  espanta  y  te  tiene  suspenso,  ¿qué  hará 
ver  aquella  compañía?  ¿Qué  dirán  los  de  acá  bajo  cuando 
vean  venir  del  cielo  tantas  gentes?  ¿Qué  darán  entonces  los 
hombres  por  saber  a  qué  parte  estaré?  Aunque  ya  casi 

525  todos  lo  sabrán,  que  en  la  muerte  lo  sabe  cada  uno.  Apa- 
recerá Cristo  con  sus  llagas,  que  allí  las  tendrá.  Apare- 
cerán aquellos  clavos,  aparecerá  su  cruz.  Resplandecerán  más 
que  el  sol.  Cuando  vean  los  infieles  que  el  que  viene  a  juz^ 
gar  trae  por  estandarte  la  cruz,  darán  gritos.  Tune  plangent 

50  omnes  tribus  terrae.  ¡Ah,  desventurados  de  nosotros,  que 
no  conocíamos  a  Aquel  que  viene  a  juzgar!  ¿Quién  son  los 
tribus  de  la  tierra?  Los  infieles  y  los  malos  cristianos.  Llo- 
rarán los  infieles  porque  no  creyeron,  y  los  malos  cristianos, 
porque  aquella  cruz  fué  fatigas  y  deshonras,  y  ellos  an- 

55  duvieron  al  revés;  y  dirán:  Yo  aborrecí  a  lo  que  en  aque- 
lla cruz  Dios  amó.  Caérseles  ha  el  corazón  de  dolor  y  de 
espanto. 

El  Juicio:  se  abren    Sentarse  ha  el  Juez  a  juzgar.  Abrir- 
los libros  se  han  los  libros,  que  son  las  con- 

10  ciencias,  y  abrirse  ha  otro  libro,  que 

es  de  la  vida.  Cuando  un  señor  tiene  un  mayordomo,  demás 
de  los  libros  del  mayordomo,  tiene  el  señor  otro  libro,  en 
que  escribe  él  la  cuenta,  porque  no  lo  engañe  el  mayor- 
domo. Abrirse  han  las  conciencias  y  abrirse  ha  allí  el  libro 

t5  de  la  vida,  y  a  quien  no  estuviere  escripto  en  aquel  libror 
echarlo  han  en  el  infierno  para  siempre.  ¡Oh  quién  viere- 
aquel  libro  para  saber  si  estoy  escripto  en  él!  ¿Cómo  puedo 
sosegar,  ni  dormir,  ni  comer,  hasta  saber  si  estoy  allí,  a  lo 
menos  por  conjeturas? 

10  Allí  aparecerán  las  conciencias  claras,  más  que  las  ma- 
nos delante  del  sol.  Aparecerá  lo  que  hecistes  y  dijistes;  lo 
que  pensastes  en  vuestros  corazones  aparecerá  delante  de 


314  Cf.  San  Juan  Crisóstomo,  De  Lázaro,  conc.  6,  2:  MG  48,  1030. 

316  Cf.  Apoc.  6,  16  ;  Le.  23,  30. 

330  Mt.  24,  30. 

341  Apoc.  20,  12. 

346  Cf.  Apoc.  20,  15. 


42 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Dios  y  de  los  hombres  y  ángeles  y  demonios.  ¡Desventu- 
rados de  los  hiprócritas,  que  parecen  uno  y  son  otro;  de 

355  los  traidores  doblados  y  de  los  sucios,  a  los  cuales  dice 
Dios:  Revelabo  pudenda  tua  in  facie  tua.  Yo  revolveré  ese 
costal  al  revés,  yo  revelaré  tus  miserias  en  presencia  de 
todos!  ¿Quién  creyera  esto  si  Dios  no  lo  dijera?  Quae  in 
cubilibus  dixistis  in  tectis  praedicantur .  Palabras  son  de 

360  Dios.  So  pena  de  herejes,  se  han  de  creer.  .Lo  que  hablastes 
a  [e~\scuras,  a  la  oreja,  predicado  se  ha  por  los  tejados.  ¿No 
bastará  esto  para  que  seamos  buenos  y  para  que  hagamos 
lo  que  hacía  y  decía  San  Pablo:  Abdicamus  occulta  dede- 
coris?  Razón  es  que  tengan  los  hombres  los  pensamientos 

365  y  corazones  tan  limpios  y  que  vivan  tan  bien,  que,  aunque 
tuviesen  agujeros  hechos  por  sus  celdas  y  los  mirasen,  no 
les  viesen  hacer  cosas  sino  que  fuesen  dignas  de  hacerse  en 
la  plaza.  ¿No  es  razón  que  nos  ponga  espanto  para  que 
miremos  lo  que  hacemos,  que  diga  Dios:  Lo  que  hecistes 

370  en  vuestra  cama  y  en  vuestro  rincón,  en  los  tejados  y  en 
las  plazas  será  predicado?  ¡Oh  qué  bien  dice  San  Pablo: 
Nolite  ante  tempus  iudicare!  No  juzguéis  a  nadie  antes  de 
tiempo,  que,  si  juicio  deseáis,  un  día  verná  en  que  todo  el 
bien  y  el  mal  que  hiciéredes,  todo  el  mundo  lo  ha  de  saber. 

375  ¿Qué  harán  los  vergonzosos  en  aquel  día,  las  casadas  que 
aman  a  otros  que  no  son  sus  maridos,  las  que  parecen  ser 
doncellas,  que,  si  les  dijesen  los  pecados  que  han  hecho 
delante  de  toda  (Zafra,  dirían:  Yo  no  quiero  antes  ayunar  a 
pan  y  agua  y  sufrir  cada  día  mil  azotes,  antes  que  tal 

380  sea!  Pues  ¿qué  harán  cuando  parecieren  delante  de  Dios  y 
de  cuantas  criaturas  ha  criado  y  criará?  Allí  será  el  ver- 
dadero mofar  que  dice  David.  ¿Qué  dirán  los  justos  miran- 
do a  los  malos?  Ecce  homo  qui  non  posuit  Deum  adiutorem 
suum.  Mirá  lo  que  pasaba  cuando  estaba  en  su  cama,  mirá 

385   cuán  otro  era  de  lo  que  parecía. 

Si  me  preguntáis  qué  es  el  juicio...- No  basta,  señor,  que, 
cuando  uno  muere,  fuese  salvo  o  condenado,  sino  que  haya 
otro  juicio  general,  para  que  entendáis  que  la  propia  pena 
de  hombre,  en  cuanto  hombre,  es  avergonzallo.  Azotes  no 

390  es  propia  pena  de  hombres,  porque  también  se  los  dan  a  una 
bestia  y  lo  siente;  como  el  quemarlo  con  fuegos  también  lo 
sentirá  la  bestia.  La  propia  pena  del  hombre  es  avergon- 
zarlos, que  esto  no  puede  recebir  la  bestia,  ni  siente  que  la 
avergüenzan.  La  mayor  pena  del  hombre  es  decille  en  su 

356  fació  ||  373  el]  tiemiw  add.  ms  [¡  383  nou]  qui  non  add. 


3'OI  \JL.    1V1L.  IO, 

364  2  Cor.  4,  2. 

373  1  Cor.  4>  5. 

384  Ps.  5:,  9. 


I    [i].  DOM.   I  DE  ADVIENTO 


43 


95  cara:  Esto  hecistes,  y  no  lo  pueda  negar.  Y  porque  no  que- 
den los  buenos  sin  galardón  y  sin  fama  de  su  bien,  ni  el  malo 
sin  su  mala  fama,  y  porque  han  muerto  muchos  que  al  pa- 
recer del  mundo  eran  malos  y  delante  de  Dios  buenos,  y  otros 
al  contrario,  por  eso  dice:  Yo  traeré  un  día  en  que  cada  uno 

00  sea  tenido  por  quien  verdaderamente  es,  en  que  salgan  todas 
las  cosas  a  la  luz.  ¿Qué  hará  en  aquel  día  quien  mal  pleito 
tiene?  ¿Qué  harán  los  sucios  y  metidos  en  cosas  vergon- 
zosas, que  darían  la  vida  porque  no  se  supiesen  sus  mise- 
rias? Abrirse  han  los  libros,  descubrirse  han  las  conciencias. 

55  Allí  se  parecerá  qué  tela  ha  urdido  cada  uno.  ¿Qué  será  ver 
aquel  mofar  y  burlar?  Mirá  el  perezoso,  mirá  el  hipróquita. 
¡Dios  nos  libre  de  tal  vergüenza!  ¿Temes  acá  no  te  aver- 
güencen,  no  te  saquen  en  un  cadahalso?  Aquel  día,  aquella 
vergüenza  eterna  es  verdaderamente  de  temer:  ser  pregona- 
do do  por  traidor  en  la  corte  de  Dios. 

Abrense  los  libros.  Dad  acá.  ¿Qué  habéis  hecho?  ¿En 
qué  habéis  gastado  vuestros  días?  ¡Cuán  descuidados,  dirán 
los  .miserables,  estábamos  de  esto;  no  pensábamos  que  había 
de  venir  este  día,  no  nos  parecía  que  había  de  haber  tan 

15  estrecha  cuenta !  Non  est  Deus  in  conspectu  eius,  decía  David. 
Ni  tienen  los  malos  a  Dios  delante  de  sus  ojos.  Como  si  no 
hobiese  Dios,  ansí  viven.  No  se  les  da  nada:  Dios  murió  por 
mí.  Tanto  se  acuerdan  de  ello,  ni  tan  pocas  gracias  le  dan, 
como  si  no  hobiese  muerto;  y  tus  juicios,  dice  David,  no  los 

20  ponen  delante  de  sí.  Auferentur  iudicia  tua  a  facie  eius.  Di: 
¿por  qué  no  pones  delante  de  ti  los  castigos  que  Dios  ha 
hecho  en  semejantes  pecados  que  los  tuyos?  ¿Por  qué  no 
escarmientas  en  aquellos  a  quien  Dios  ha  castigado,  para 
ejemplo  tuyo?  Dice  David:  "Yo  tomaré  la  mujer  ajena,  no 

í5  lo  sabrá  nadie".  Dice  Dios:  Yo  te  castigaré  en  público.  Pu- 
blicado fué  el  pecado  de  David  y  público  el  castigo,  que  su 
hijo  Absalón,  cuando  su  padre  huía,  tomó  las  mujeres  de 
su  padre  y  en  la  plaza,  delante  de  todos,  en  castigo  de  su 
padre,  hizo  maldad  con  ellas.  Dice  Dios:  Tú  pecaste  en  as- 

W  condido,  yo  te  castigaré  en  público.  Cuando  el  malo  quiere 
pecar,  ¿por  qué  no  se  acuerda  de  esto?  ¡Cuántos  hay  que 
por  seguir  oficios  y  honras  se  fueron  al  infierno!  ¡Cuántos 
lujuriosos  murieron  en  el  mismo  pecado!  ¿Por  qué  no  con- 
sideras si  serás  uno  de  aquéllos?;  porque  ¿qué  diferencia 

55  hay  entre  ti  y  aquéllos,  porque  no  te  pueda  acontecer  lo 
que  a  ellos?  Va  uno  en  pecado  mortal  por  una  calle,  cae  una 
teja  o  una  pared,  y  mátalo  en  un  punto,  y  va  a  arder  en  los 
infiernos  para  siempre  jamás.  Juicios  son  de  Dios.  ¿Por  qué 

427  Asodón 


420   Ps.  10,  5. 

429   Cf.  2  Reg.  ii,  2  6S.  ;  16,  21  s. 


44 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


no  escarmientas  en  cabeza  ajena?  Los  malos  echan  de  sí  los 

440  juicios  de  Dios,  ni  miran  cómo  ha  castigado  a  los  malos  ni 
temen  sus  juicios. 

Si  a  Dios  sirviéredes,  y  te  viniere  algún  mal  por  guardar 
sus  palabras,  no  tengas  pena,  acuérdate  cuántos  ha  librado 
Dios  por  guardar  sus  palabras.  A  Susana  de  aquel  testimo- 

445  nio  de  aquellos  malos  viejos  cómo  la  libró  Dios  sin  saber 
ella  por  dónde.  No  temas  perdimiento  de  hacienda  ni  de 
vida,  ni  deshonra  por  Dios.  Acuérdate,  si  quieres  ser  bue- 
no, cuántos  buenos  ha  librado  Dios  de  semejantes  trabajos. 
"Dad  acá  cuenta".  ¡Oh  Señor!,  y  qué  palabra  tan  nueva 

450  para  los  mancebos  y  aun  para  los  viejos.  "Dad  acá  cuenta". 
Señor,  yo  no  pensé  que  había  de  haber  otra  cuenta,  sino 
hablar,  rondar,  murmurar,  alzar  los  ojos  a  la[s]  ventanas  y 
a  cosas  defendidas.  No  pensé  que  tal  había  de  haber.  ¡Des- 
venturado de  aquel  que  vive  como  si  no  viviese  y  como  si  no 

455    bobiese  de  dar  cuenta! 

Juicio  de  los  Y  abrirán  primero  el  libro  de  los  buenos 
buenos  'Y  hallará  en  sus  conciencias  que  en  esta 
vida  tovieron  temor  de  Dios,  y  en  sus  co- 
razones sellada  su  ley;  hallará  alguno  que  no  pecó  mortal- 

400  mente  en  su  vida.  ¡Qué  alabanzas  darán  éstos  a  Dios!  "¡Ben- 
dito seáis  vos,  Señor,  que  nunca  os  fui  traidor  en  toda  mi 
vida!"  Hallarán  otros  que  hicieron  un  pecado  mortal  o  dos, 
y  duróles  un  rato  el  pecar,  y  toda  la  vida  el  llorar  y  los  ci- 
licios. Y  una  sentencia:  Yo  me  vengaré  de  mi  pecado  que 

465  pequé.  Otros  pecarán  muchos  pecados  y  después  los  mismos 
pecados  les  eran  aguijón  para  hacer  penitencia:  Mucho  he 
pecado,  ¿qué  haré  por  Dios?  Unos  se  iban  al  desierto  a 
llorarlos  como  María  Madalena  y  Egicíaca;  y  si  mucho  pe- 
caron, mucho  trabajaron  por  Dios,  y  fueron  buenos  porque 

470  supieron  bien  llorar.  Allí  parecerán  las  limosnas  y  los  per- 
dones, las  diciplinas,  el  pensar  y  orar,  el  temor  y  amor  de 
Dios.  ¡Qué  placer  será,  al  tiempo  del  coger,  haber  sembrado 
lágrimas  y  coger  alegría,  haber  sembrado  tierra  y  coger  cie- 
lo! ¡Con  qué  alegría  estará  aquel  Redentor  viendo  que  no 

4"?5  Se  perdió  su  sangre!  ¡Con  qué  cara  tan  alegre  los  mirará! 
¡Cómo  les  dirá:  Venid,  benditos  de  mi  Padre!  ¡Bienaven- 
turados ellos!  ¡Enhorabuena  los  parió  su  madre,  pues  tales 
palabras  oirán!  Venid,  benditos.  ¿Adonde  los  convidáis  que 
vayan,  Señor?  A  mí,  Dios,  que  es  todos  los  bienes;  y  decir 

480  Dios:  Venid  a  mí,  es  decir  Dios:  Venid  a  todos  los  bienes. 
Yo  seré  vuestro  descanso,  porque  trabajastes  por  mí,  por- 
que fuistes  mis  compañeros  en  la  cruz,  porque  amastes  mi 


446   Dan.  13. 
440   Cf.  Le.  16,  2. 
478   Mt.  25,  34. 


I    [ij.   DOM.   I  DE  ADVIENTO 


45 


ley  y  mandamientos.  Ni  por  prosperidades  del  mundo  ni 
por  persecuciones  os  apartastes  de  mí.  Vení  a  mí.  Ego  dis- 

85  ponam  vobis  regnum:  Yo  os  dispongo  mi  reino,  como  mi 
Padre  a  mí.  ¡Bendito  seáis  vos,  Señor!  ¡Qué  bendiciones, 
qué  aleluya,  aleluya,  qué  Laúdate  Dominum,  qué  música, 
qué  cantares  cantarán!  ¡Bendito  seáis  vos,  Señor!;  poco 
trabajamos  y  muchos  nos  dais.  Andad  aoá  a  mí.  ¿No  os 
acordáis  que  iam  non  erit  fletus,  contra  priora  transierunt, 
que  ya  lo  había  prometido?  ¿No  está  escrito  que  Dios 
había  prometido  que  había  de  limpiar  las  lágrimas,  las 
cuales  ha  de  limpiar  con  su  mano  qui  est  merces  operis? 
Ya  no  habrá  trabajos  ni  más  tentación,  ni  dolor  de  egida 

95  ni  de  estómago;  no  te  quejarás  ya  más.  Ven  a  mí;  ya  no 
más  angustia,  no  tormento,  ni  pena  ni  culpa.  Descansad 
ya  conmigo.  Venid,  benditos  de  mi  Padre. 

¡Quién  conociese  en  esta  vida  los  que  han  de  ir  al  cielo, 
para  echarme  a  sus  pies,  y  darles  mil  besos  y  echalles  mil 

>'<'J  bendiciones!  Traba jastes  conmigo,  venid  y  descansad.  El 
reino  que  yo  gané,  venid,  y  gozaréis  de  él.  Venid  a  ser 
reyes  y  a  reinar  conmigo.  Hecistes  vos,  Señor,  reino  en  que 
andáis.  Más  vale  en  el  cielo  ser  el  más  chiquito  que  acá 
ser  señor  de  todo  el  mundo.  El  más  chiquito  de  állá  es  ma- 

¡05  yor  que  el  mayor  de  acá.  Si  deseáis  ser  reyes,  allí  lo  seréis 
para  siempre.  Venid,  poseed  el  reino  que  está  aparejado 
desde  el  principio;  desde  que  Dios  os  dió  ser  está  aparejado, 
porque  no  es  tierra  ni  oro  nuestro  reino,  ni  plata,  sino  el 
mismo  Dios.  Corona  spei  meae  ornata  est  gloria.  ¡Bpndito 

•10  seas  tú,  Señor;  tú  eres  la  corona  de  mi  esperanza,  la  co- 
rona que  porná  Dios  en  tu  cabeza!  El  mismo  Dios  sprá  tu 
corona,  tu  esposo,  tu  bien,  tu  galardón.  San  Pablo:  Et  erit 
Deus  omnia  in  ómnibus.  Será  Dios  todas  las  cosas  ?n  ton" o*. 
¡Qué  buen  reino,  qué  buena  alegría!  Mira  si  puedes  poner 

515  tacha  en  Dios.  Andad  acá,  poseed  mi  reino,  porque  os  está 
aparejado,  porque  guardas  tú  mi  ley,  y  principalmente  la 
de  la  caridad,  porque  hube  hambre,  sed,  desnudo  era,  estu- 
ve en  la  cárcel,  enfermo,  y  socorrísteme,  no  habrá  trompe- 
tas para  decir  estas  palabras.  Por  estas  cosas  os  doy  el 

520  reino  e.terno  para  siempre  jamás.  Señor,  ¿cuándo  te  vimos 
enfermo  y  desnudo?  — En  verdad  os  digo,  dirá  Aquel  que 
es  para  siempre  bendito — en  la  razón  el  deseo — :  Lo  que 
a  uno  de  estos  que  fueron  menospreciados,  lo  que  a  uno  de 

486  Le.  22,  29. 

490  Cf.  Apoc.  21,  A. 

492  Apoc.  7,  17  ;  Is.  25,  8. 

49S  Cf.  Gen.  1  s,  1  ;  Le.  10,  7;  1  Tim.  s.  J8. 

497  Mt.  25,  34-' 

507  Mt.  25,  34- 

■¡09  Cf.  1  Thess.  2,  19. 

513  Cf.  1  Cor.  15.  28. 


46 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


estos  chiquitos  hecistes,  a  mí  lo  hecistes.  Yo  os  lo  tomaré 
K25  en  cuenta.  Más  valdrá  allí  la  blanca  que  distes  por  amor 
de  Dios  que  el  cuento  de  renta  que  te  quedó.  Más  vale  la 
saya  de  frisa  que  vestiste  a  la  pobre  que  la  de  brocado  que 
te  quedó  en  el  arca.  ¡Oh  obra  de  misericordia!,  ¿cómo  no 
andamos  desalados,  naciendo  bien  a  prójimos,  por  hacer 
530  bien,  por  dar  un  buen  consejo?  Hermano,  ¡qué  gran  paga 
te  está  guardada!  Todo  lo  que  hicieres  por  Cristo  lo  reci- 
birá como  si  a  El  mismo  lo  hicieras. 

Juicio  de  los  ¡Oh  si  nos  fuéramos  agora  a  casa!  ¡Oh 
malos  si  no  hobiera  malos!  La  miel  que  tenía 

536  echóla  en  hablar  a  los  buenos.  Y  cuando 

vuelve  la  cabeza  al  de  mano  izquierda...,  Señor,  por  tus 
llagas,  por  las  bofetadas  que  en  tu  cara  recibiste,  no  nos 
vamos  a  tu  mano  izquierda;  entonces  dirá  el  Rey  Jesú... 
Si  de  vello  acá  tan  airado  decían:  Montes,  caed  sobre  nos- 

540  otros;  ¿qué  será  cuando  Dios  acueste  su  cara  airada  para 
ellos?  ¡Y  que  no  nos  metamos  en  un  rincón  de  ver  a  Dios 
airado  y  enojado!  Aparece  Dios — ¿qué  digo  Dios?,  aun 
ángel  y  aun  profecía — y  tiembla.  ¿De  qué  tembláis?,  ¿qué 
habéis?,  ¿no  sois  justo?,  ¿no  es  de  Dios?,  ¿no  os  atrae  men- 

545  saje  suyo?  ¿De  qué  tentéis?  ¡Es  tanto  temor  ver  un  ángel 
en  comparación  de  la  flaqueza  humana,  aunque  venga  de 
paz!  ¿Tanto  temor  tiene?  ¿Qué,  ¡ay!,  qué  hará  ver  a  Dios 
enojado?  ¡Qué  linda  oración:  Ab  ira  tua  libera  me  Domine! 
No  se  os  olvide,  Señor;  líbrame  de  tu  ira;  no  te  vean  mis 

550  ojos  enojado.  Atribúlame  aquí,  quémame  aquí,  dice  San 
Agustín,  porque  aquel  día  de  tu  juicio  halle  yo  misericor- 
dia en  tu  acatamiento.  Isaías  dice:  gravis  est  furia  eius  ad 
-portandam.  Verná  Dios  con  furor  y  con  enojo.  Pesada 
cosa,  ¿quién  lo  sufrirá?  Pesada  cosa  es  el  enojo  de  Dios 

555  y  tener  Dios  los  labios  llenos  de  indinación  y  su  lengua 
llena  de  reprehensiones,  más  aguda  para  reñir  que  una 
navaja. 

Porná  Dios  los  ojos  en  ellos:  Hombre,  yo  te  crié  del 
limo  de  la  tierra,  yo  te  di  el  ser  que  tienes;  y  fuiste  tan 

560  malo,  que  con  el  ser  que  te  di  me  ofendiste;  con  la  lengua 
que  te  di  para  que  me  alabases,  blasfemaste  mi  nombre; 
con  los  pies  que  te  di,  diste  pasos  contra  mí;  con  las 
armas  que  te  di,  con  esas  mismas  me  combatiste.  Yo  te 
di  pan  y  te  mantuve,  y  con  el  cuerpo  que  yo  te  mantuve, 

565  con  el  mismo  me  ofendiste,  con  el  corazón  pensaste  abomi- 
naciones. ¿Puede  ser  cosa  más  fea  y  mala  que  andar  un 

524  Mt.  25,  34-4o- 

539  Apoc.  6,  16. 

549  Lítaniac  Sanctorum. 

552  Cf.  San  Agustín,  Enarrat.  in  Ps.  11,  6  :  ML  36,  1158. 

553  Cf.  Is.  30,  27. 


I   [i].   DOM.   I  DF.  ADVIENTO 


47 


hombre  trabajando  y  sudando,  día  y  noche,  en  el  campo 
para  mantener  a  su  mujer  y  que  con  el  mismo  manteni- 
miento y  dinero  que  su  marido  le  da  le  esté  ofendiendo? 

►70  Gran  mal.  Después  que  pecaste,  ¿no  pudiera  yo  decirte  jus- 
tamente: vete  al  infierno,  y  porque  pecaste?  Quise  más  espe- 
rarte porque  te  salvases  y  díjete:  Pecado  has,  fornicado  has 
con  muchos  amadores,  tórnate  a  mí.  Enviéte  predicadores  que 
te  lo  predicasen,  confesores  que  te  lo  avisasen,  viste  muchos 

•75  morir;  y  todo  esto  enviaba  para  tu  remedio,  que  no  te  quería 
condenar,  sino  salvar.  Híceme  hombre;  por  remediarte,  entré 
en  el  vientre  de  esta  doncella  que  está  aquí;  lloré  de  frío 
en  el  pesebre  de  Belén;  de  ocho  días  nacido  derramé  sangre 
por  ti;  ves  aquí  la  cruz  en  que  padecí;  ves  aquí  las  llagas 

¡80  que  sufrí;  despreciaste  mi  vida  y  la  mucha  sangre  que 
derramé.  In  vanum  laboraivi.  Ven  acá,  págame  lo  que  pasé. 
¿Qué  responderá  el  que  no  tiene  más  cuenta  de  lo  que 
padeció  por  él  que  si  no  lo  padeciera?  Dame  tu  vida,  que 
es  mía;  cuando  te  batizaron  te  tomé  para  casa,  ¿por  qué 

«5  ensuciaste  mi  casa?,  ¿por  qué  te  mataste  tú  a  ti?  Págame 
mis  trabajos  y  tu  precio.  Avisándote:  Haz  penitencia,  no 
me  lastimes  más  con  irte  al  infierno  que  me  lastimó  la 
cruz.  Yo  me  puse  en  la  cruz  por  matar  tus  pecados  y  tú 
no  quesiste  aparta [r] te  de  ellos.  Más  pena  me  das  pecando 

'90  que  la  cruz;  que  en  la  cruz  subí  de  gana,  y  voluntad,  y 
los  pecados  háceslos  contra  mi  voluntad.  ¿Por  qué  te  has 
querido  más  perder  que  ganar?  Oíste  mi  palabra  y  no  te  que- 
siste enmendar;  y  no  quería  condenarte  y  tú  te  condenas, 
pues  que,  después  de  esto,  ni  heciste  penitencia  ni  te  apa- 

¡95    rejaste  para  este  día,  aparéjaste  para  esta  sentencia. 

Aparejaos,  gentes,  para  la  sentencia  que  habéis  de  oír: 
Apartaos  de  mí,  malditos  de  mi  Padre,  al  fuego  que  está 
aparejado  al  demonio  y  a  sus  ángeles.  Si  no  podemos, 
dice  San  Agustín,  sufrir  un  pequeñito  fuego  ni  trueno, 

300  ¿quién  sufrirá  el  tronido  de  aquéllas  palabras  dichas  por 
la  boca^  de  Dios?  Esta  es  la  palabra  de  que  dijo  Dios: 
Yo  haré  una  palabra  que  a  quien  la  oyere  le  rechinen  las 
orejas.  ¿Huistes  de  mí,  huistes  de  la  caridad,  huistes  de 
mí?  Yo  huiré  de  vosotros.  ¿No  me  quesistes?  Apartaos  de 

¡05  mí  para  siempre.  ¿Dónde  irá  un  hombre,  echándolo  Dios 
de  sí?  ¿Hay  otro  Dios  como  tú  que  lo  reciba?  Palabra  re- 
cia: ¡Apartaos  de  mí,  malditos  de  mi  Padre!  Bien  dijo  Da- 
vid: Yo  le  rogué  con  la  bendición,  dice  Dios,  y  no  la  qui- 
sieron; que  sean  agora  malditos.  Maldijo  Dios  a  la  higuera 


573  Cf.  Ier.  3,  r. 

581  Cf.  Is.  49,  4. 

598  Mt.  25,  41. 

'601  Cf.  San  Agustín,  Serm.  301,  8-9  :  ML  30,  1^44  s. 

609  Cf.  Ps.  108,  18.  ^  JV  *™ 


4S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORA! 


610  y  luego  se  secó.  Malditos  van  de  Dios,  no  darán  más  fruto, 
no  harán  cosa  buena,  mientras  Dios  fuere  Dios.  La  cama 
donde  los  echan  es  buena.  Apartaos  de  mi.  ¿Dónde?  Al 
fuego  eterno. 

No  os  espantéis  que  estemos  hoy  mucho  en  el  sermón, 
615    que  es  día  de  fuego,  día  de  cuenta,  día  de  ancho,  día  de 
quema  de  condenados,  de  echados  al  infierno  por  boca  de 
Dios. 

Delicados,  ¿quién  lo  sufrirá?  No  puede  sufrir  la  mano 
un  poco  en  el  fuego,  ¿cómo  sufrirá  él  del  infierno  para 

620  siempre,  que  sin  comparación  es  muy  más  recio  que  el  de 
acá?  Que  así  como  las  cosas  de  la  Vieja  Ley  eran  figúra- 
les de  la  ley  de  gracia:  el  cordero  pascual,  de  Cristo;  el 
pan  cenceño,  de  la  limpieza  de  la  conciencia;  así  es  el 
fuego  de  acá:  es  figura  y  como  pintado  en  comparación 

625  del  infierno.  Y  si  no  pudiste  correr  con  los  de  a  pie,  ¿cómo 
correrás  con  ios  de  a  caballo?  Si  los  menores  trabajos  te 
ponen  tanta  impaciencia  y  tanta  pena  te  dan,  ¿cómo  podrás 
sufrir  los  mayores?  Si  una  pulga  no  te  deja  dormir,  y  si 
se  te  mete  en  un  oído  te  incita  y  darías  cuanta  hacienda 

630  tienes  porque  te  la  sacasen,  ¿cómo  podrás  sufrir  un  fuego 
que  todos  los  trabajos  de  acá  comparados  a  él  son  como 
pintados?  ¿Has  ido  algún  día  a  la  cárcel?  ¿Has  visto 
atormentar  algún  hombre?  Por  la  boca  de  Cristo,  dice: 
Entregarlo  a  los  atormentadores.  Una  mujer  delicada,  que 

636  no  puede  dormir  sino  [en]  su  cama  blanda,  entregada  a  los 
atormentadores,  ¿qué  será?  Esaías:  Praeparata  enim  metri- 
menta  eius  ignis  et  ligna  multa,  etc.  Aparejada  está,  ¿y 
sabéis  qué  hay  en  ella?  Hay  mucho  fuego  en  ella,  que  son 
barcinas  de  cuerpos  de  los  malaventurados  y  fuego  del 

640  mismo  infierno  y  los  demonios  y  atormentadores  y  atizado- 
res; y  si  ellos  se  cansan  de  soplar,  hay  un  soplo  del  Señor 
como  río  de  piedra  [a]zuifre  que  lo  encienda,  que  esté  siempre 
soplando.  Y  si  algún  día  fuere  Dios  flaco,  el  fuego  enfla- 
quecerse ha;  mas  como  Dios  es  infinito,  durará  el  fuego 

645    para  siempre,  arderá  el  fuego  mientras  Dios  fuere  Dios. 

Fuego  y  eterno.  Enciende  Nabucodonosor  fuego.  ¿Para 
qué?  Para  quemar  aquellos  tres  niños.  Echan  sarmientos 
y  cuescos  de  oliva  y  reciana,  arde  tanto  que  subía  la  llama 
por  cima  del  horno  cuarenta  y  nueve  codos  en  alto.  Fué 

650  tan  grande  la  llama,  que  quemó  a  los  mismos  que  andaban 
encendiendo  y  atizando  el  fuego,  mentado  sobre  todos  los 
fuegos.  Sube  cuarenta  codos  en  alto,  no  llega  a  los  cin- 
cuenta ni  llegará  mientras  Dios  durare.  ¿Qué  es  cincuenta? 

621-622  eran  figúrales]  gran  figura  es 
653  cincuenta,]  cuarenta 


6io  Me.  ii,  11-14.  20-21. 
622    Cf.  1  Cor.  10,  11. 


634   Cf.  Mti  18,  34. 

652    Cf.  Dan.  3,  19  ss.  46  ss. 


I   [i].  DOM.    I   DE  ADVIENTO 


49 


Año  e[s]  de  perdón,  año  de  descanso,  de  jubileo.  No  llegará 

>55  a  cinco,  porque  para  siempre  no  dejarán  de  ser  malaventu- 
rados ni  de  ser  quien  son.  Y  el  fuego  sale  del  horno  y  que- 
ma a  los  que  están  atizando.  Con  el  mismo  fuego  se  queman 
los  demonios.  ¿Cómo  quema  el  fuego  espíritus?  Preguntár- 
selo a  Dios.  Guardaos,  no  vais  allá:  que  ahora  sea...  Como 

60  dice  Santo  Tomás:  Dios  sabe  cómo  lo  ha  de  hacer,  el  fuego 
atormenta  a  malos  y  a  demonios.  ¿Cómo  no  nos  vamos 
al  campo  y  hacemos  penitencia,  por  no  vernos  en  fuego 
para  siempre?  Vida  es  ésta  para  hombres  que  tal  esperan, 
los  al  fuego  que  está  aparejado  al  diablo  y  sus  ánge- 

65  les;  y  pues  fuistes  vasallo  suyo,  id  a  su  reino.  El  es  fan- 
tástigo,  amador  de  su  voluntad;  vos  fuistes  lo  miesmo;  pues 
sed  compañeros  con  él  en  la  pena,  pues  lo  fuistes  en  la  culpa. 
¿Por  qué,  Señor,  por  qué?  Porque  hube  hambre  y  no  me 
distes  de  comer,  desnudo  fui  y  no  me  vestistes.  Señoras, 

70  ¿no  son  buenas  para  esto  vuestras  joyas,  en  vuestras  mi- 
serias, que  os  vernán?  Vuestras  riquezas  se  pudrieron, 
vuestras  sayas  se  comieron  de  polilla,  a  vuestro  oro  y 
plata  le  cayó  orín.  Decid:  ¿No  valiera  más  haber  cubierto 
a  Jesucristo  que  está  desnudo  con  ellas,  que  no  comerse  de 

75  polilla?  ¿Por  qué  infierno,  Señor?  Porque  no  guardastes 
mi  ley,  y  principalmente  la  de  caridad.  Señor,  misericordia. 
Tarde  acudistes.  ¿Nunca  os  predicaron  que  dijo  Santiago 
mi  apóstol,  que  está  aquí,  que  juicio  sin  misericordia  será 
hecho  a  los  que  no  tuvieron  misericordia  con  sus  prójimos? 

80  En  acabando  de  hablar  Moisén,  ábrese  la  tierra  y  traga 
a  los  de  ¡[DJatán  y  Abirón  y  decienden  al  infierno  en  cuerpo 
y  en  alma.  En  acabando  de  hablar  Dios,  ábrese  la  tierra  y 
decienden  en  cuerpo  y  ánimas  al  centro  de  ellas,  ciérrase 
la  tierra  con  candados  tan  fuertes  y  recios,  que  mientras 

185  Dios  fuere  Dios,  aquellos  de  aquella  cárcel,  aquella  pocilga 
miserable,  nunca  saldrán.  Libera  me  Domine  de  morte  aeier- 
na.  Allí  suciedades,  malos  humores.  Allí,  encerrados  en 
aquellas  mazmorras,  siempre  andarán  en  el  fuego,  llenos  de 
grandísima  escuridad;  ternán  fuego  y  no  descanso,  fuego 

90  como  de  calera,  escurísimo  humo  que  los  haga  llorar; 
pero  no  echarán  lágrimas  porque  no  descansen,  que  el 
llorar  descansa,  sino  un  lloro  regañado.  ¡Oh  qué  pellisco 
darán  los  demonios  a  los  malos!  Y  dirá[n]  a  uno:  Predi- 
cador fuiste,  ¿cómo  predicabas?;  predícanos  un  sermón. 

¡95  Dirán  a  otro:  sacerdote  fuiste,  ¿cómo  decías  misa?  ¡Qué 
parla,  qué  escarnio!  Para  un  dolor  de  ijada,  para  una 


<56i  Santo  Tomás  de  Aqui.no,  Suppl.  q.  70,  a  3. 

669  Mt.  25,  42-43- 

679  Iac.  2,  1-3. 

682  Cf.  Num.  16,  27  :  Ps.  105,  17. 

686  Rit.  Rom.,  tit.  6,  c.  3  :  Exequial   ordo,  8. 


50 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nonada  es  menester  paciencia,  y  no  lo  puedes  soportar, 
¿qué  hará  aquello,  cuando  se  paren  a  pensar:  ya  ha  diez 
años  que  estamos  aqui,  ya  ha  ciento,  ya  ha  mil?  ¿Cuándo 

700  habernos  de  saber  cuándo  se  ha  de  acabar?  Responderles 
han  los  demonios:  Presto  os  quejáis,  aun  no  habéis  co- 
menzado; cuando  se  acabe  Dios,  se  acabarán. 

¡Oh  deleite,  y  cuán  gravemente  serás  atormentado! 
¡Oh  pecado!,  ¿por  qué  no  nos  dicís  el  mal  que  nos  has  de 

705  hacer?  Desque  sepan  que  para  siempre  han  de  penar,  mal- 
dirán  a  sus  padres,  a  lo  que  hicieron,  a  lo  que  comieron; 
blasfemarán  de  Dios  y  maldecillo  han,  y  a  cuanto  crió,  y 
no  les  pesará  de  ello.  Veis  aquí  el  cantar  del  infierno;  y  así 
como  los  del  cielo  serán  bienaventurados  para  siempre  y 

710  estarán  en  descanso,  así  los  malaventurados  estarán  para 
siempre  en  gemidos  y  en  dolores  y  en  angustias.  ¡Qué  de 
llantos  que  harán  y  no  echarán  lágrimas!  ¡Tal  hay,  y  no 
somos  buenos!  Veis  aquí  en  qué  paran  los  malos  y  en  qué 
paran  los  que  pecan.  Hermanos,  ansí  pasa  como  lo  digo, 

715  y  no  es  nada,  ¡pobre  de  mí!,  que,  si  nos  asomásemos  por 
un  agujero  a  verlo,  temblaríamos.  Más  mal  de  que  se  puede 
decir.  Como  Dios  se  esmera  en  hacer  bien  a  los  del  cielo, 
así  se  esmera  en  castigar  a  los  del  infierno. 

Peroración    ¿^ué  remedio?  ¿Es  razon  <lue  se  Pase  ^  la 

720  vida?  ¡Quién  fuese  por  esas  calles  y  se  echa- 

sen a  los  pies  de  todos  y  les  dijese:  Hermanos,  si  no  lo 
hacéis  por  Dios,  haceldo  por  vosotros;  mirá  que  sois  deli- 
cados, que  por  allegar  un  poco  de  ceniza  derramáis  la  ha- 
rina. Para  todo  tienes  seso,  y  no  lo  tienes  para  esto  que 

725  tanto  te  va,  que,  aunque  te  digan:  Infierno  hay  para  siem- 
pre, no  obra  en  ti  más  que  si  no  te  lo  dijesen.  Pues  no 
alegaréis  después  inorancia.  ¿Queréis  un  secreto?  Unas  co- 
sas reveló  Dios  a  unos  profetas  y  no  a  otros.  Unas  a  David 
y  no  a  Esaías;  otras  a  Esaías  y  no  a  Jeremías.  Para  lo 

730  que  toca  al  día  del  juicio,  a  todos  por  boca  de  todos  está 
dicho,  porque  no  puedan  decir  los  malos  que  no  se  lo  dijeron- 
Y  el  mismo  Dios  que  vino  acá,  por  su  boca  bendita  lo  pre- 
dicó. Predicado  por  boca  de  Dios  y  predicado  por  boca 
de  todos,  para  que  diga  aquel  día  lo  que  dice  Esaías:  Num- 

735  quid  non  audistis?  Testigo  pongo  a  Dios  y  a  sus  ángeles; 
yo  discargo  mi  conciencia;  en  nombre  de  Dios  os  lo  digo: 
Juicio  hay,  paraíso  hay  para  siempre  e  infierno  hay  para 
siempre.  Si  mal  camino  lleváis,  yo  os  lo  aviso,  yo  lavo  mis 
manos.  Plega  a  Dios  por  su  misericordia  que  tengáis  abiertos 

740    los  ojos  para  ver  lo  que  haremos. 


735    Cf.  Rom.  io,  18. 


I   [2].  DOM.   I  DE  ADVIENTO 


51 


Ante  iudicium  para  iudicium  Ubi  et  antequam  loquaris 
di[s]ce.  Cuando  fueres  citado  ante  un  juez,  mira  lo  que  te 
quiere  antes  que  te  pregunte.  Citados  estamos  en  causas  cri- 
minales. Antes  que  Dios  te  pregunte,  mira  lo  que  has  de 

45  responder.  Mete  la  mano  en  tu  pecho:  si  los  pecados  que 
has  hecho  los  has  llorado,  si  has  pagado  lo  que  debes,  si 
has  perdonado;  no  te  acaezca  que  haya  día,  en  el  cual  no 
pienses,  que  ha  de  ser  el  postrero.  No  pongáis  en  aventura 
aquello  en  que  tanto  os  va.  ¿Quién  osa  acostarse  en  su  cama 

50  con  un  pecado  mortal?  ¡Cuántos  se  han  acostado  buenos  y 
amanecido  muertos!  Decí:  ¿No  os  podéis  morir?  ¡Y  que 
ponga  yo  en  quizá  el  ir  al  infierno  o  al  cielo!  Quiero  tomar 
el  camino  más  siguro.  Y  si  yo  entendiese  que  para  salvarme 
era  mejor  irme  al  campo  y  llorar  allí  toda  mi  vida,  lo  haría. 

55  ¿Quién  es  aquel  que  en  caso  de  salvarse  mira  nada?  ¡Que 
se  ponga  del  lodo  la  hacienda!  No  cortéis  con  mazo,  sino  con 
navaja;  no  miréis  a  hijos  ni  a  honra.  Rompé  donde  os  tocare. 
Dios  corta  con  navaja.  Si  al  infierno  voy,  ¿qué  se  me  da 
que  quede  mi  hijo  rico?  Hombres,  no  pongamos  en  aventura 

50    cosa  en  que  tanto  nos  va. 

¿Qué  haremos?  Hacé  lo  que  dice  San  Pablo:  Hace  juicio 
acá  de  vos;  si  oyéredes  la  voz  del  Señor,  dice  David,  no  en- 
durezcáis vuestros  corazones.  Hacé  cuenta  que  estos  días 
que  hay  de  aquí  a  pascua,  que  os  lo  da  Dios  para  que  hagáis 

55  juicio  de  vos.  Mirá  vuestra  conciencia;  pagá  lo  que  debéis; 
perdoná  las  injurias;  salí  de  vuestros  pecados  y  no  me  que- 
de nadie  que  no  se  confiese  y  comulgue  para  recebir  al  Niño 
que  ha  de  nacer,  que  representa  la  Iglesia  que  nace;  y  ha- 
llándoos así  apercebidos,  daros  ha  gracia  y  después  gloria, 

70    quam  mihi  et  vobis  praestare  dignetur. 

1    [2]       ¡Grande  es  el  día  del  Señor,  y  muy 
terrible!  * 

(Vallencia,  BáfoJ.  Col.  Patriarca,  Ms.  1049.  f f .  30  r  -  53  v). 

Magnus  dics  Domini.  Quis  potcrit  substinere?  (Iocl 
[2,  «]  )• 

Exordio    Hemos  de  hablar  de  la  ira  del  juicio  de  Dios.  Una 
cosa  he  visto,  dice  Esaías,  que  me  ha  dado  mu- 
5   cha  pena,  visio  dura.  ¿Qué?  Unas  nuevas  recias  os  traigo, 
unos  torbellinos,  cosas  horribles,  una  cosa  que  me  ha  es- 
pantado y  marchitado  el  corazón.  Dice  el  profeta  que  le 

767  confieso  ||  770  dignetur]  finís  add. 

743    Cf.  Eccli.  i8,  19.  763    Ps.  94,  8. 

761    Cf.  1  Cor.  11,  31  s. 

*    En  el  índice  del  Ms.  de  Valencia  escribió  el  Bto.  Juan  de  Ri- 
bera el  título  :  «De  iudicio  finali». 


52 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mandó  Dios  llevar  unas  nuevas  a  uno  que  había  de  morir 
presto,  o  él  o  su  hijo,  no  sé  quién  de  ellos.  Duras  nuevas 

10  te  traigo,  dice  el  profeta:  Que  te  has  de  morir.  Si  en  todo 
el  año  me  siento  alcanzado  para  predicar  y  decir  lo  que  el 
tiempo  pide,  es  aqueste.  No  alcanzo  yo  el  intento  de  Dios 
en  mandar  que  hombre  se  suba  aquí  a  predicar  a  hombres 
él  día  del  juicio  de  Dios  y  el  día  de  la  cuenta  estrecha  que 

15  se  ha  de  tomar  a  los  hombres.  Recia  cosa  que  predique 
el  riguroso  juicio  de  Dios  uno  de  los  que  han  de  ser  juz- 
gados. Linda  cosa  que  fuese  pregonado  por  juez  uno  de 
muchos  malhechores,  uno  que  ha  de  ser  juzgado,  porque 
fué  compañero  con  los  mismos  en  la  misma  maldad.  Una 

20  recia  nueva  os  traigo,  hermanos  míos:  Que  hay  día  de  juicio; 
que  nos  ha  de  juzgar  Dios  a  todos  los  que  estamos  aquí  y 
a  todos  los,  nacidos;  un  día  de  cuenta  ha  de  venir  a  donde 
se  nos  ha  de  pedir  estrecha  razón  de  todo  lo  bueno  que 
hacemos  y  de  todo  lo  malo,  y  del  más  pequeño  pensamiento. 

25  Como  yo  digo  esto,  tiemblo  y  deshágome;  y  los  descuidados, 
que  no  saben  de  cuenta,  dirán:  No  es  mucho  eso,  que  no 
será  tanto.  Dígoos  que  será  tan  espantoso  aquel  día,  que  no 
nos  aprovechará,  como  dicen  los  muchachos:  ¡Ay,  madre! 
No  nos  valdrá  aquel  día  la  Virgen,  Madre  [de]  Dios,  aunque 

30    ia  llamemos  para  nuestro  socorro. 

Las  doncellas  locas  por  eso  no  fueron,  porque  aguarda- 
ron a  proveerse  tarde  de  lo  que  habían  de  proveer  tempra- 
no. Era  menester  tener  proveído  de  aceite,  y  acordaron  a 
la  media  noche  a  decir:  Daca  aceite.  A  la  burla  agora  acor- 

35  dáis ;  proveyérades  os  con  tiempo.  Van  a  llamar  a  la  puerta 
del  esposo,  y  díceles:  En  verdad  que  no  os  conozco.  No  es 
tiempo  aquel  de  socorro.  Ya  es  tarde.  Lo  que  no  allegaste 
en  la  niñez,  ¿cómo  lo  hallarás  en  la  vejez?  ¿Quién  guarda 
allá?  Lo  que  en  esta  vida  no  se  pide  a  Dios,  ¿en  otra 

40  cómo  se  hallará?  Si  no  queréis  él  día  del  juicio  oír:  No  os 
conozco,  pedildo  ahora.  Dad  a  nuestro  Señor  Dios  la  gloria 
antes  que  anochezca,  antes  que  os  veáis  cercados  de  las 
tinieblas  de  la  justicia  de  Dios;  dad  gloria  a  este  Señor,  y 
si  le  habéis  ofendido,  pedilde  perdón;  dad  a  vos  deshonra, 

45  que  habéis  sido  malo,  que  habéis  sido  traidor  y  desobediente; 
y  a  la  que  os  ha  hecho  y  hace  mil  cuentos  de  bienes,  antes 
que  nos  anochezca,  llamemos  a  nuestra  Madre  y  supliqué- 
mosle  se  acuerde  desde  agora  para  entonces:  Acordaos,  Se- 
ñora, de  mí  en  aquel  espantable  día  que  aun  los  justos  tem- 

50  blarán  de  verse  delante  aquella  poderosa  majestad,  en  la 
cual  vendrá  vuestro  Hijo.  Desde  ahora  os  lo  suplico,  Virgen 
bendita. 

50  temblarán]  ele  ver  miel. 


lo    Cf.  4  Reg.  20,  i  ss.  ;  Is.  3S,  1-2: 


36    Cf.  Mt.  2,s,  8  ss. 


I   [a],   DOM.   I  DK  ADVIENTO 


53 


Y  porque  para  hablar  de  este  día  es  menester  particular 
gracia,  para  que  hablemos  lo  que  él  quiere  y  obremos  lo 

55  que  él  manda...  Mayormente  que  el  mesmo  Señor,  hablando 
de  este  día,  dice:  El  que  twiere  oídos  oya.  Cuando  el  Señor 
nos  manda  tener  atención,  mucho  hay  que  mirar.  ¿Qué  dice 
San  Mateo?  Aquellos  que  hacen  maldad  serán  metidos  en 
el  fuego  del  infierno.  ¿Qué  sentirá  un  hombre  malo  cuando 

60  oye  esto?  ¡Qué  negra  salsa,  y  qué  amarga,  que  diga  Dios 
una  palabra:  que  habrá  tal  manera  de  tormentos  y  tan  es- 
pantosos que  se  verifique  lo  que  sus  santos  y  él  han  dicho. 
¡Oh  justicia  de  Dios,  que  el  que  acá  no  tenía  misericordia 
de  los  pobres,  el  que  acá  estaba  tan  frío  de  caridad  que  no 

65  hacía  ni  una  limosna  a  su  hermano,  sino  que  todo  el  calor 
era  para  calentarse  y  amarse  a  sí,  allá  padezca  tan  riguroso 
frío  que  se  les  tiemblen  los  dientes!  Y  de  allí  los  pasarán 
a  tan  ardientes  fuegos,  que  en  un  punto  los  abrasarán  y  no 
se  acabarán.  El  que  tiene  oídos  para  oír,  oya.  Y  cuando  les 

70  hobo  predicado,  preguntóles:  ¿Entendistes  todas  estas  cosas? 
¡Cuán  terrible  y  espantoso  es  aquel  día!  No  sin  misterio 
pregunta  Jesucristo  si  entendieron,  porque  no  todo  hombre 
que  tiene  oídos  es  verdadero  oidor  de  esta  palabra  de  este 
Señor. 

"75  A  tus  escogidos,  que  te  temen,  dales  un  señal  para  que 
sean  librados  de  castigo,  para  que  les  aproveche  tanto  el 
amenaza,  e  imprima  tanto  el  temor,  que  se  aparten  riel  mal 
obrar;  y  el  espanto  nos  haga  servirle  y  amarle  y  adorarle 
por  virtud  de  las  santas  palabras  que  aquí  se  os  dirán  en 

80  el  santo  nombre  suyo.  Es  menester  para  que  se  os  digan 
la  gracia  del  Espíritu  Santo.  Supliquemos  a  nuestra  Señora 
no[s]  alcance  gracia.  Y  para  más  obligalla,  recémosle  el 
Ave,  María. 

Día  de  cuenta     El  día  que  hacen  aucto  de  inquisición  co- 
85       estrecha         múnmente  salen  tarde,  comen  a  las  dos  o 
a  las  tres.  Hoy  es  día  de  los  condenados 

de  la  inquisición  de  Dios.  Habíamos  de  estar  aquí  todo  el 

día.  No  os  maravilléis  si  saldremos  tarde. 

¡Gran  día  del  Señor  y  espantable,  y  durará — y  pensa- 
90    réis  que  mucho — un  abrir  y  cerrar  de  ojo!  Grande  es  el  día 

del  Señor,  terrible  cosa  es  y  maravillosa,  ¿y  quién  estará  en 

pie,  quién  le  sufrirá?  Dios  nos  consuele.  ¿Y  qué  esperamos? 

No  penséis  que  diré  lo  que  siento.  No  podré,  por  cierto.  Si 

os  lo  predicara  uno  del  cielo  y  no  temiera,  temblárades; 
95  pero  quien  anda  en  coso,  quien  aquel  día  ha  de  ser  juzgado 


ei  tal]  tan 


70  Mt.  13,  51. 
gq¡    Ioel  2,  11. 


54 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


también  como  cualquiera  de  los  que  estamos  aquí,  ¿qué  os 
puede  decir?  No  habrá  en  aquel  día  chismerías  ni  murmu- 
raciones: No  hizo  bien,  sí  hizo  bien.  Todo  cesará.  Todo  el 
mundo  obedecerá.  El  malaventurado  condenado,  mal  que  le 

100  pese,  irá  con  su  compaña;  y  el  en  buen  hora  nacido,  alaban- 
do a  su  Redemptor,  irá  también  a  su  lugar,  que  es  el  cielo. 

Lo  primero  que  se  os  debe  asentar  en  vuestras  entrañas 
es  que  ciertamente  vendrá  aquel  día.  No  os  engañe  el  diablo 
con  pensamientos.  Certís[im] amenté  será  así,  que  vendrá 

105  el  día  a  do  Dios  nos  pedirá  estrechísima  cuenta  de  todo 
punto  malo  o  bueno  [que]  hacemos.  "Señor,  yo  me  vi  en 
un  tiempo  encenagado  y  que  no  me  tenía  otra  cosa  que  no 
cayese  en  el  lago  de  mis  maldades,  decía  San  Agustín,  si  no 
me  acordara  del  día  de  mi  muerte  y  del  juicio,  y  esto  me 

HO  tuvo  para  que  no  me  perdiese".  ¡Día  hay  de  cuenta,  que 
hemos  de  dar  a  Dios  de  nuestros  hechos,  deseos  y  dichos* 
No  se  engañe  el  parlero,  el  carnal,  el  malquisto,  el  cudicioso, 
el  soberbio,  el  ambicioso;  no  se  engañe,  que  allí  nos  habe- 
rnos de  ver. 

115  Allí  nos  examinarán  y  aclararán  quién  es  cada  uno,  y 
se  le  dará  el  pago  que  han  merecido  sus  obras;  porque,  ya 
que  callasen  los  profetas  la  fe,  decidme:  ¿Llamaríades  vos 
buen  corregidor  o  juez  al  que  dejase  de  castigar  los  malos  y 
les  hiciese  bien,  aun  a  los  que  fuesen  traidores;  y  que  maltra- 

120  tase  a  los  buenos,  y  les  persiguiese  hasta  la  muerte,  y  no 
les  agradeciese  y  remunerase  los  bienes  que  hiciesen?  Pues 
decid:  Vos  veis  en  esta  vida  a  un  adúltero,  a  una  mujer 
mala,  a  uno  que  blasfema  de  Dios  y  bebe  la  sangre  de  sus 
prójimos,  robándoles  la  hacienda  y  la  fama,  juzgando  las 

125  vidas  de  ellos  en  este  mundo,  prosperado  y  acatado,  que 
todos  le  quiten  el  bonete  y  lo  asienten  en  el  mejor  lugar. 
¿Pareceros  ha  que  sería  buena  justicia  de  Dios  que  se 
pasease  a  su  placer,  sin  que  pagase  el  mal  que  tiene  hecho? 
¿Pues  cómo?  Que  al  que  hace  mal,  que  le  hagan  bien,  mi- 

130  sericordia  es,  que  no  justicia,  cual  a  otra  que  pasa  mil 
muertes  y  penas  por  no  casarse  y  por  guardar  su  virginidad, 
y  que  la  royan  y  murmuren,  que  la  juzguen  y  persigan;  y 
que  al  otro,  porque  le  vean  pacífico  y  manso  y  no  vengador, 
y  qui[e]nquiera  se  le  atreva  a  perseguirlo  y  maltratarlo. 

135  ¿Qué  justicia  es  que  a  los  que  merecen  horca  enviarles 
premio,  y  a  los  que  merecen  premios  y  bienes  enviarles  tan- 
tos males?  ¿Qué  ley  es  ésta?  ¿E  qué  Dios  es  este  que 
tal  sufre?  No  penséis  otros,  sino  que  es  Dios  muy  justo,  y 
no  hace  agravio  a  nadie;  y  creed  que  verná  día  en  el  cual 

140  irá  la  cosa  por  su  cabal.  Pues  que  en  esta  vida  no  se  hace 
justicia  a  los  buenos  ni  se  castigan  los  malos,  otro  día  ha- 


iio  San  Agustín,  Confess.,  L  6,  c.  16,  26  :  ML  32,  732. 


[»],   DOM.   I   DE  ADVIENTO 


55 


brá,  sin  duda,  a  do  los  buenos  habrán  galardón  y  los  malos 
serán  castigados. 

Nadie  titubee  en  esto,  que  se  enoja  Dios  en  gran  manera 
145  que  se  crea  de  El  otra  cosa.  Y  al  que  dijere  otra  cosa,  dice 
Dios  que  le  castigará  gravemente,  y  por  alto  que  sea.  No 
me  quedará  por  visitar  príncipes,  hijos  de  reyes  y  los  que 
tienen  vestiduras  ajenas  (sobre  los  que  adoraban  ídolos  quie- 
ren decir,  que  se  vestían  ciertas  vestiduras  extrañas  cuando 
150  sacrificaban  sobreasentados  en  sus  haces,  en  sus  pecados). 
Recísimamente  se  queja  Dios  de  quien  tal  dice  por  la  boca. 
Mal  habéis  hablado,  dice  Dios  a  su  pueblo.  Dicen  ellos:  ¿Qué 
hemos  dicho?  ¿Pensáis  que  no  lo  he  oído?  Habéis  dicho: 
Vano  es  el  que  sirve  a  Dios;  ¿y  qué  provecho  tenemos  por- 

155  que  hemos  guardado  sus  mandamientos  y  porque  hemos 
andado  tristes  delante  del  Señor  de  los  ejércitos?  Por  tan- 
to, ahora  decimos:,  Bienaventurados  los  arrogantes  y  pre- 
sumptuosos,  pues  que  en  verdad  son  altos,  haciendo  mal- 
dades, y  tentaron  a  Dios  y  son  hechos  salvos,  y  otras  co- 

160  sas.  Y  nota  que,  por  Malaquías,  se  queja  Dios  diciendo 
enojosas  palabras  de  quien  lo  dice  por  palabras  y  por 
quien  lo  dice  de  corazón.  ¿Qué  quiere  decir  corazón?  Vo- 
luntad. Los  cuales  dicen  que  conocen  a  Dios,  y  en  los  he- 
chos lo  niegan,  como  si  tal  no  hubiese  de  pasar.  Tócale  en 

165  las  niñetas  de  los  ojos  que  creas  este  día  y  obres  como  si 
nunca  hubiera  venido  en  tu  memoria.  Veis  aquí  en  verdad 
el  día  que  verná  encendido  como  horno  y  sobrepujará  a  to- 
dos los  que  hacen  maldades.  Dice  el  Señor  de  los  ejércitos: 
Mira  que  verná  el  día  que  no  dejará  a  los  malos  raíz  ni  si- 

170  miente,  y  a  vosotros  que  teméis  mi  nombre  nacerá  el  sol  de 
justicia  y  la  sanidad  en  sus  trabajos.  Ansí,  pues,  asiéntese- 
nos  en  las  entrañas  que  hay  día  de  la  cuenta;  y  mirá  qué 
tanto  caso  hace  Dios  de  él,  que  no  haüaréis  profeta  que  no 
hable  de  él,  aun  en  las  sebilas,  y  los  infieles  y  los  gentiles 

175  dijeron  de  él,  para  que  sepan  los  hombres,  y  ninguno  tenga 
ignorancia,  que  ha  de  haber  cuenta  de  todo  lo  que  bien  y 
mal  hiciere,  y  que  en  él  ha  de  dar  Dios  a  cada  uno  su  pago. 

¿Para  este  día  no  bastaba  el  juicio  particular  y  la  cuen- 
ta que  se  toma  a  cada  uno  en  la  cuenta  de  la  muerte?  ¿Para 

180  qué  otra  vez  juicio  tan  público  y  universal?  ¿No  es  juicio, 
empero,  aquél? 

*      ¿Pensábades  vos  que  así  habíades  de  pasar?  ¡Como  que 
había  de  dejar  Dios  la  honra  de  sus  siervos  olvidada!  El 
ánima  estará  en  el  cielo,  pero  es  bien  que  los  ángeles  y 
185  diablos  y  santos,  y  hombres  buenos  y  malos,  sepan  que 
aquél  fué  siervo  de  Dios,  y  que  si  acá  le  vieron  tan  mal 

174  Sedilas 

147    Cf-  Zaeh.  io,  3.  169    Cf.  Eccli.  10,  iS. 

159   Mal.  3,  14-15. 


56 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tratado  de  los  malos  que,  al  parecer,  estaba  como  olvidado 
de  Dios,  sepan  luego  todos  que  no  es  ansí,  que  no  se  olvida 
Dios  de  sus  justos  y  que  no  les  deja  sus  trabajos  sin  ga- 

190  lardón;  que,  aunque  les  galardona  en  el  ánima,  no  parece 
así  públicamente  su  honra  como  conviene;  pues  es  menes- 
ter que  se  haga  universal  junta  de  los  hombres  y  honren 
su  ánima  y  también  el  cuerpo;  y  que  el  que  fué  malo,  que 
no  haya  maldad  que  no  sea  públicamente  castigada;  que  el 

195  que  acá  fué  honrado  y  malo  sea  allá  deshonrado,  para  que 
sepan  todos  cómo  es  Dios  justiciero. 

Un  día  ha  de  hacer  Dios  en  el  cual  los  cielos  y  la  tierra 
sepan  nuestro  bien  y  nuestro  mal.  ¡Qué  lindo  consuelo  para 
el  hipócrita!  No  hay  ninguna  cosa,  por  escondida  que  sea, 

200  que  no  se  descubra  en  aquel  día,  y  por  eso  mirad  cómo  vivis 
en  lo  secreto,  que,  si  otra  amenaza  no  hubiera  para  aquel 
día,  ésta  bastaba  para  que  un  hombre  no  hiciese  cosa  que 
no  deba.  Tal  vergüenza  he  yo  de  pasar  que  se  manifiesten 
allí  cuantos  pensamientos  pasan  por  mí,  cuantas  livianda- 

205  des,  cuantas  traiciones  me  han  pasado  por  A  pensamiento, 
cosa  gravísima  y  afrentosísima,  y  como  que  lo  tiene  Dios 
amenazado  por  el  profeta  Nahum  en  el  capítulo  3:  Descu- 
briré en  la  plaza  tus  pecados;  porque  en  la  justicia  de  Dios 
no  hay  castigo  al  hombre  como  éste:  ni  fuego  ni  tormento, 

210  ni  hambre  ni  sed,  ni  cansancio  ni  cárcel,  ni  mil  cuentos  de 
males  que  le  vengan,  ninguno  es  tan  propio  para  el  hombre 
como  descubrirle  lo  malo;  porque  darle  a  un  hombre  ham- 
bre, también  se  la  pueden  dar  a  una  bestia,  y  ansí  de  esotras 
penas  corporales.  ¿Pues  cuál  castigo  será  propio  del  hom- 

215  ore?  Vergüenza  y  deshonra.  ¡Oh  desventurado  de  ti!  ¿En 
qué  has  de  pagar  lo  malo  que  has  hecho?  En  gran  vergüen- 
za que  pasarás  allí  delante  de  todo  e'l  mundo.  Decíme:  ¿En 
qué  cnancillería  os  han  pedido  cuenta  si  hablastes  alguna 
palabra  demasiada  o  ociosa  o  un  pensamiento  sin  provecho? 

220  No  hay  tal  cnancillería,  que  no  entra  conocer  de  eso  en  la 
juri[s] dicción  humana.  Pero  allá  os  acusarán  el  pensamiento 
que  pasastes  allá  en  lo  más  profundo  de  vuestro  corazón, 
y  de  lo  que  consentistes,  y  de  lo  que  hicistes,  y  qué  no 
Jeseastes  y  no  pensastes,  porque  no  sólo  se  pide  el  mal  que 

225  hicistes,  sino  el  bien  que  dejastes  de  hacer. 

Hablando  una  vez  el  Señor  de  este  día,  dijo  que  enviaría 
al  infierno  al  que  no  dió  de  comer  al  hambriento  y  vestir  al 
desnudo.  ¿Pues  cómo,  Señor?  ¿Dile  yo  hambre?,  ¿desnu- 
dóle yo?,  ¿púsele  yo  en  cárcel?  No  se  engañe  nadie  que  por 


213  la]  lo 

20o   Cf.  I^c.  12,  2  ;  Mt.  io,  26. 
208    Cf.  Nah.  j,  5. 
228    Cf.  Mt.  25,  41  ss. 


[aj.  DOM.   I  DE  ADVIENTO 


230  el  bien  que  no  hacéis  os  condenará  Dios,  y  aun  por  eso 
tiemblan  los  santos  tanto.  Mirad  aquel  justísimo  Job:  Si  de 
presto  el  Señor  preguntare,  ¿quién  le  responderá?  Los  pro- 
fetas, cuando  hablan  de  este  día,  temblando  hablan.  Sofo- 
nías  dice  de  aquel  día  que  es  de  ira  y  espanto.  Leed  acullá 

235  en  Esaías  el  capítulo  primero,  que,  estando  tan  siguro  de 
él,  pensando  en  aquel  día  dice  que  le  toman  dolores  como  de 
parto.  ¿Qué  fuera  si  no  estuviérades  en  salvo?  ¿Cómo, 
profeta,  así  tembláis?  ¿No  os  ha  acontecido,  cuando  chiqui- 
to, que  aunque  no  habéis  hecho  ningún  mal,  [si  os]  envían  a 

240  casa  y  veis  a  vuestro  padre  venir,  tembláis  vos?  ¿De  qué 
tembláis?  ¿Qué  habéis  hecho?  Nada.  ¿Pues  de  qué  te- 
méis? No  de  otra  cosa  sino  de  aqueste  mi  padre  airado. 
¡Oh  cosa  gravísima  y  terribilísima  aquel  reprehender  de 
Dios,  aquel  inviar  a  los  infiernos  en  compañía  de  los  demo- 

245  nios!  Líbrenos  El  por  lo  que  por  nosotros  pasó  de  ver  su 
cara  airada.  Es  tan  grande  su  majestad,  que  tiembla  el  hom- 
bre cuando  le  mira  sereno,  ¿qué  hará  cuando  le  ve  airado? 
Tiemblan  los  santos  y  profetas  en  sólo  el  pensamiento  de 
este  día,  como  hay  tal  día  y  que  tal  día  esperamos. 

250  No  os  pase  otra  cosa  por  el  pensamiento,  lo  que  va  de 
las  cerimonias  de  la  vieja  Ley  a  la  verdad  significada  por 
ellas,  esta  diferencia  va  de  los  juicios  de  este  mundo  al 
juicio  de  entonces,  aunque  entren  en  comparación  todos  los 
castigos  que  Dios  ha  hecho  a  los  hombres  en  el  mundo.  El 

255  castigo  de  Sodoma  y  Gomorra,  que  fueron  abrasados  ellos  y 
las  otras  ciudades  de  fuego  del  cielo;  el  castigo  de  Hieru- 
salem,  que  no  quedó  piedra  sobre  piedra;  las  guerras,  ham- 
bres, captiverios,  pestilencias  que  recibieron,  es  como  cosa 
de  burla  a  cosa  que  pasó  de  verdad.  Aun  en  este  día  de  acá, 

2fi0  si  vas  a  un  juez,  temes  de  lo  hallar  airado.  ¿  Qué  hará  cuan- 
do vayas  delante  de  Dios?  Dijo  Jesucristo  llorando  a  aquella 
ciudad:  ¡Si  conocieses  y  si  supieses  qué  día  te  está  guar- 
dado en  el  cual  no  se  hará  lo  que  tú  querrás  como  agora! 
Gozosa  estás,  Hierusalén,  en  este  día  tuyo;  ¡si  supieses  otro 

265  día  que  no  será  tuyo!;  etc.  De  aquél  es  el  día  que  obra  en 
él  lo  que  quiere;  y  ansí  en  este  mundo  el  día  nuestro  es,  por- 
que está  Jesucristo  como  callando,  y  si  blasfemas  tú,  si  per- 
sigues a  tus  hermanos,  si  los  infamas,  si  los  robas,  si  les 
quitas  las  mujeres,  si  les  echas  a  perder  las  hijas,  calla  ahora 

270  Dios  y  dice:  Dejaldos,  que  están  en  su  día.  — ¿Qué  disimu- 
lar, qué  callar,  Señor,  es  éste?  — Dejaldos,  dice  Dios,  que 

259  a]  o  ¡1  262  ciudad]  que  add. 

232  Cf.  Iob  31,  14. 

234  Soph.  1,  15. 

237  Cf.  Is.  13,  8  ;  21,  3  ;  26,  17. 

256  Gen.  19,  24  ss. 

262  Cf.  Le.  19,  42. 


58  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


es  día  suyo.  — ¿Cómo?,  ¿qué  ha[b]ré  de  quedar  mi  honra 
hollada,  mi  nombre  blasfemado?  — Eso  no,  dice  el  Señor, 
que  cuando  viniere  mi  día  yo  juzgaré  a  cada  uno  conforme 

275  a  su  justicia.  Esta  palabra  justicia  dos  sentidos  tiene:  o 
que  en  aquel  día  dará  a  cada  uno  lo  que  merece,  o  que  juz- 
gará las  buenas  obras;  y  juzgará  lo  que  rezaste,  o  con  qué 
atención,  o  con  qué  devoción;  y  si  vienes  a  la  iglesia,  con 
qué  intención  veniste;  si  diste  limosna,  cómo  la  diste,  si  de 

280  lo  ajeno,  o  de  mala  gana,  o  por  vanagloria.  Aun  las  vir- 
tudes que  tenéis  juzgará  entonces  Dios. 

Es  este  que  ha  de  venir  el  mismo  ser  que  tuvo  acá,  aun- 
que glorificado.  El  Señor  solo  será  honrado  y  ensalzado  en 
aquel  día,  porque  a  la  verdad  es  día  del  Señor  de  los  ejér- 

285  citos  y  será  ensalzado  sobre  todo  hombre  soberbio.  Así,  así, 
Señor,  pues  que  en  tan  poco  os  tienen  los  hombres,  que, 
oyendo  decir  que  el  Señor  manda  esto,  no  lo  echan  de  ver, 
más  que  si  fuese  mandado  de  quienquiera.  Venga,  Señor, 
un  día  en  el  cual  vos  mandéis  y  vuestro  mandado  sea  tenido 

290  y  vuestro  nombre  honrado.  Este  día  esperamos,  día  de  cuen- 
ta de  los  bienes  y  de  los  males.  Día  será  grande:  grande  en 
lo  que  habernos  de  ser  apremiados,  grande  y  terrible  en  el 
castigo  que  de  nosotros  ha  de  tomar.  ¡Malaventurado  de  ti 
si  te  cabe  la  suerte  de  los  malos !  Más  te  valiera  no  ser  na- 

295  cido.  ¡Y  bendito  tú,  y  en  tan  dichoso  punto  nacido,  si  te 
cabe  la  suerte  de  los  dichosos,  amados  y  escogidos  de  Dios ! 
Esperamos  estrecha  cuenta,  y  reímonos,  locos  de  nosotros; 
llévannos  a  justiciar,  y  reímonos.  Dende  que  nacéis  hasta 
que  morís  corréis  la  posta. 

300  Señales  que  pre-  — ¿Quién  sabe  cómo  verná  este  día? 
cederán  el  juicio    —-Sólo  Dios.  —¿No  hay  alguna  seüal? 

— ¿Para  qué  queréis  señal?  San  Hieróni- 
mo  y  San  Gregorio  dicen  que  en  sus  tiempos  había  muchas 
señales.  En  este  nuestro  tiempo  grande  paso  se  ha  dado  para 
305  este  día.  Será  predicado  este  evangelio  en  la  redondez  de  la 
tierra.  Esta  codicia  del  dinero  de  las  Indias,  ¿pensáis  que 
es  en  balde?  No  lo  ha  Dios  por  dinero;  por  estotro  anda 
Dios:  Predicaldes  el  Evangelio,  que  cumpliendo  se  anda  ya. 
Pues  ¿  qué  acaecerá  antes  que  ese  día  venga?  La  Iglesia  y  el 

310  evangelio,  dice:  Serán  señales  en  el  sol  y  en  la  luna;  y  será 
tan  terrible  aquel  día,  que  no  sólo  será  verdad  lo  de  las 
sebildas,  pero  mucho  más  adelante.  Acontecerá  secarse  los 

275  Cf.  Ez.  i8,  30;  33,  20. 

294  Of.  Mt.  26,  24. 

304  San  Jerónimo,  Comm.  in  ls.,  1.  6,  c.  14  :  ML  24,  222  ;  San 
Gricgorio  Magno,  Hom.  in  Ev.,  1.  1,  hom.  i,  1  :  ML  76,  1078. 

306  Mt.  24,  14. 

308  Cf.  Me.  16,  15. 

310  Le.  si,  25. 


I   [a],  DOM.   I  DE  ADVIENTO 


59 


hombres  de  espanto  como  desquijarados  de  temor,  pensando 
y  preguntándose  unos  a  otros  qué  ha  de  ser  esto.  En  aquel 

315  día  temblará  la  tierra,  caerse  han  todos  los  edificios,  vernán 
las  animalias  de  los  campos  bramando,  espantados  de  miedo, 
a  meterse  entre  los  hombres,  temblando  de  Dios,  para  que 
los  que  viviendo  no  temieron  a  Dios,  dice  San  Gregorio,  te- 
man y  sepan  qué  cosa  es  Dios;  que  hará  de  buscar  el  logrero 

320  al  que  debe  para  restituir,  y  el  encubridor  al  encubierto,  y 
el  injuriador  al 'injuriado  para  pedirse  perdón;  el  que  está 
amancebado  dejará  la  mala  compañía.  ¡Qué  de  temblores, 
qué  de  espantos,  qué  de  miedos!  La  lumbre  no  dará  luz,  la 
luna  no  dará  su  lumbre.  ¡Qué  temor  será  mirar  arriba  y  ver 

325  ej  cielo  hecho  fuego!  Todos  a  [ejscuras,  las  estrellas  pare- 
cerán que  caen.  . 

Resurrección    y    Todos  los  hombres  y  mujeres  saldrán  a 
venida  del  juez    aquella  voz:  que  ansí  lo  dijo  Jesucristo, 
que  sonaría  una  trompeta  (Dios  sabe 

¿30   cómo).  Dirá:  Levantaos,  muertos,  venid  al  juicio. 

Saldrán  las  ánimas  del  infierno  para  tomar  sus  cuerpos. 
¿Qué  harán  cuando  le  digan:  Entra  en  tu  cuerpo  a  padecer 
y  a  trabajar  de  nuevo  y  a  dolerte  con  nuevos  dolores?  Un 
.-;;erpo  malo  y  espantoso,  tenebroso,  como  para  el  infierno 

?35  c- inviene.  ¿Qué  dirá  la  sinventura  del  ánima?  ¡Quitámelo 
allá,  no  vea  yo  tan  mala  y  triste  vida!  ¿'Cómo  me  mandáis 
entrar  dentro?  Dirá  Dios:  Malaventurada,  no  se  puede  hacer 
otra  cosa,  ¿de  qué  has  miedo?  ¿No  es  ése  el  cuerpo  que  tú 
mucho  querías,  a  quien  tú  regalabas,  a  quien  dabas  los  man- 

340  jares  que  te  pedía?  Entra,  entra.  No  hayas  miedo,  que  darte 
tiene  tu  pago,  pues  que  lo  tuviste  a  desgrado  de  Dios  y  no 
perdiste  el  olvido  de  él.  Recíbele,  aunque  te  pese,  para  junta- 
mente padecer  con  él  eternalmente. 

Y  el  ánima  bienaventurada,  ¿qué  dirá?  Cuerpo  mío,  que 

345  me  ayudaste  a  ayunar  y  a  padecer  hambre,  que  sin  ti  no  lo 
pudiera  pasar,  anda  acá,  dichoso  tú  y  en  buena  hora  nacido, 
recibe  los  inefables  dones  que  Dios  te  tiene  aparejados.  ¿Qué 
será  ver  tanta  gente  ajuntada?  Estarán  todos  a  escuras,  es- 
perando lo  que  ha  de  ser  de  ellos  y  esperando  en  qué  parará. 

350  Dice  San  Pablo :  Parecerá  también  la  señal  real  de  la  cruz 
de  Cristo,  traerá  tan  gran  luz  que  ella  servirá  de  sol,  como 
dice  Crisóstomo;  traerán  los  ángeles  todas  las  insignias  de 

344  él]  al 


319  San  Gregorio  Magno,  Moral.,  I.  21,  c.  22,  36:  ML  76,  211  s. 
324   Me.  13,  24. 
330   Cf.  lo.  5,  25. 
330   Cf.  Mt.  24,  30. 

352  San  Juan  Crisóstomo,  In  Mt.  Jiom.  76,  3  (MG  58,  608)  :  «Sol 
ob>curabitur,  non  deletus,  sed  superatus  a  lumine  illius  adventus». 


60 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


la  pasión,  las  armas  todas  con  que  venció  al  mundo,  y  en- 
tonces, cuando  vean  la  cruz,  gemirán  todos  los  tribus  de  la 

355  tierra,  viendo  que  reina  el  Crucificado:  los  hombres  que  abo- 
rrecían la  cruz  y  los  terrenos,  el  fin  de  los  cuales  es  la  muerte. 
Cristo  padeció  deshonras,  y  tú,  en  haciéndote  un  sinsabor, 
no  hay  quien  te  sufra  de  impaciente :  enemigo  eres  de  la  cruz. 
Cristo  amó  y  buscó  las  deshonras  y  las  padeció,  y  tú  huyes 

360  de  ellas.  Cristo  padeció  fatigas  en  su  carne  con  ayunos  y 
vigilias,  caminos  y  asperezas;  tú,  muy  amigo  de  comer  y 
beber,  de  tu  cama  y  de  tu  holgura:  enemigo  eres  de  la  cruz. 
Y  Cristo,  los  brazos  abiertos  y  sus  manos,  para  darte  a  en- 
tender su  misericordia;  tú,  cerradas  para  dar  a  tus  próji- 

365  mos.  Cristo,  abierto  su  costado  de  amor;  tú,  cerradas  las 
entrañas  con  los  pobres:  enemigo  de  la  cruz.  Pues  a  éstos, 
por  ser  tan  amigos  de  sus  cuerpos,  de  sus  honras,  de  sus 
intereses,  dirá  Dios:  Ya  no  es  tiempo. 

Tras  la  cruz  verná  el  ejército  del  gran  Rey.  ¡Qué  de  án- 

370  geles,  qué  de  arcángeles,  qué  copiosa  multitud  de  santos! 
Dice  San  Gregorio  que  los  veremos  sensiblemente.  Vernán 
delante  de  la  majestad  de  su  Juez  y  Señor.  La  honra  de  aquel 
día,  regida  por  la  humanidad  que  acá  tuvo  Cristo.  Será  aquel 
día  juez  universal.  Vendrán  los  apóstoles,  para  asistir  con 

375  el  juez  como  está  prometido,  y  verná  la  Virgen  sacratísima. 
Luego  aparecerá  el  juez  justísimo.  El  lo  dijo:  Entonces  lo 
verán  al  hijo  de  la  Virgen  con  gran  majestad.  Vendrá  un 
grandísimo  resplandor  que  tiemblen  los  malos  de  vello  así 
resplandecer.  Dice  el  Ap[oc]alipsi,  capítulo  6,  que  recibirán 

380  tan  grandes  desmayos  y  tormentos,  que  dirán:  montes,  caed 
sobre  nosotros.  ¿Qué  habéis?  ¿Porque  viene  Dios  tenéis  tanta 
pena?  ¿(Escondeisos  de  la  cara  del  Cordero?  ¿Tanto  miedo 
habéis?  Dice  Grisóstomo:  No  me  contéis  muertes  ni  fuegos 
ni  infiernos,  en  comparación  de  ver  a  Dios  enojado. 

385  Será  el  día  del  Señor  justo,  ¿pues  qué  será?  Porná  Dios 
sus  ojos  en  los  malos  y  comenzarles  ha  a  hablar,  y  dirá: 
Daca  el  gasto,  daca  el  cargo,  daca  lo  que  hice  por  ti,  daca 
cuenta  de  lo  que  hiciste  por  mí.  — Señor,  ¿qué  día  es  éste? 
Agustino:  ■ — Para  que  cada  uno  cuente  los  bienes  que  ha 

390  recibido  de  Dios.  En  el  vientre  de  vuestra  madre  os  man- 
tenía, cuando  os  parió  y  os  guardó  'que  no  os  ahogásedes; 
Dióos  padres,  para  que  os  instituyesen  en  su  ley.  ¿Quién 


354    me.  24,  30. 

371  San  Gregorio  Magno,  Hom.  in  Ev.,  1.  1,  hom.  1,  2  jML  76, 
1079)  •  «Quae  [angelí,  archangeli,  throni...]  in  adventu  distincti  iu- 
dicis  nostris  tune  oculis  visibi'liter  apparebunt». 

377    Le.  2i,  27  ;  Mt.  24,  30  ;  Me.  13,  26. 

382    Cf.  Apoc.  6,  16. 

384  San  Juan  Crisóstomo,  De  Lázaro  conc.  6,  2  |Mf,  48,  1030)  : 
«lili  quidein  pertimescebant,  ne  consideret  civitas  et  interirent  :  ego 
vero,  quod  nobis  Dominus  iratus  esset,  ineluebam». 


I   [2].  DOM.    I  DE  AUMENTO 


61 


pan?,  ¿quién  vino?,  ¿quién  agua?,  ¿quién  cuanto  hay  criado 
en  el  mundo,  para  manteneros,  os  lo  ha  dado,  sino  yo?  Cuan- 

395  tas  veces  estuvistes  en  el  artículo  de  la  muerte,  yo  os  saqué 
de  él.  De  dos  mil  cuentos  de  mercedes  que  nos  hace  Dios,  no 
vemos  las  dos,  ni  echamos  de  vellas;  pues  aquel  día  sabráse 
y  saldrá  todo  a  plaza,  y  se  echará  de  ver  lo  que  Dios  ha  he- 
cho por  ti.  Tal  día  hice  por  ti  tal  y  tal  cosa,  y  te  perdoné 

400  y  te  di  tal  y  tal  deseo  y  tal  consejo,  y  oíste  tal  y  tal  sermón; 
y  tú,  peor  que  peor,  y  más  ofenderme  y  enojarme,  y  yo  siem- 
pre a  perdonarte.  Y  contará  lo  que  hizo  por  nosotros  en  to- 
mar nuestra  carne  y  nuestros  trabajos  a  cuestas,  y  lo  que 
sufrió  de  penas,  frío,  hambre  y  cansancio,  lloros,  deshonras, 

405  y  al  fin  muerte.  Y  cuando  aquel  día  nos  digas  lo  que  man- 
daste decir  al  rey  David:  Yo  te  ungí  por  rey  sobre  la  casa 
de  Israel,  yo  te  libré  del  poder  de  Saúl  y  te  di  la  casa  del 
Señor  tuyo,  y  las  mujeres  de  tu  señor  en  tus  pechos,  y,  si 
estas  cosas  son  pequeñas,  seránte  añadidas  cosas  mayores; 
410  luego,  ¿por  qué  menospreciaste  mi  palabra,  para  hacer  mal 
delante  de  mí?  Responde  a  ese  porqué.  — No  hay,  Señor, 
quien  os  responda.  Tan  sin  cuenta  son  los  bienes  que  nos 
hicistes  acá,  que  si  fuéramos  reyes,  y  vos  nuestro  esclavo, 
y  hubieras  hecho  lo  que  has  hecho,  te  quedábamos  obligados 

415  a  serte  perpetuos  esclavos. 

Hate  librado  Dios  de  males,  de  vicios,  de  pecados,  de 
subjección  a  los  demonios,  de  penas  de  infierno;  hate  dado 
el  ánima  para  que  le  sirvieses,  tan  dotada  de  gracias,  he- 
cha a  su  semejanza;  el  mundo,  cielo,  tierra  y  estrellas,  todo 

420  para  servicio  tuyo;  y  es  Dios  el  rey  y  nosotros  los  escla- 
vos. Y  yo  soy  el  que  te  ha  hecho  tanto  bien,  ¿por  qué  me 
pagaste  tan  mal?  ¿Quién  me  responderá  a  este  porqué? 
Porque  te  vi  en  Adán  tan  enlodado  y  metido  en  el  infierno, 
descendí  del  cielo  y  tomé  carne  de  esta  Virgen;  padecí, 

*25  trabajé  y  deseé  muchas  más  penas  por  ti ;  derramé  sangre 
luego  recién  nacido  y  me  llevaron  a  Egipto  huyendo,  por- 
que mientras  crecía  la  edad  crecían  los  trabajos;  fui  preso, 
azotado,  arrastrado,  abofeteado  y  escupido  y  arrancadas  mis 
barbas;  padecí  las  llagas  que  veis  aquí  (que  para  aquel  día 

4>30  las  terná  guardadas,  para  declarar  a  los  buenos  que  pia- 
dosa y  entrañablemente  los  redimió,  y  para  declarar  a  los 
malos  su  ingratitud  y  el  castigo  que  merece) ;  veis  aquí  los 
clavos,  veis  aquí  la  corona,  ved  la  cruz  y  el  sepulcro.  Des- 
preciastes  mis  sudores,  mi  misericordia.  ¿Por  qué  fuistes 

435  mal  contra  mi  voluntad  y  mandamiento?  Y  más,  después  de 
todo  esto  hecho,  esperéte  cuando  pecabas;  inviéte  a  rogar 
que  fuésemos  amigos  y  que  no  hubiese  más;  mandé  prego- 


409   2  Reg.  12,  7-8. 


62 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nar  que  te  convirtieses;  aun  estando  pecando  contra  mí,  te 
rogaba,  y  despreciaste  mis  ruegos  y  mi  sangre.  ¿Por  qué  me 
440  has  ofendido?  ¿Qué  será  cuando  parezca  la  benignidad  de 
Dios  y  la  dureza  de  tu  corazón?  ¿Qué  será?  Abreviémoslo. 

Juicio  de  los     Hable  Jesucristo:  Cuando  viniere  el  Hijo 
buenos  de  la  Virgen  en  su  majestad  y  todos  los 

ángeles  con  El,  entre  todos  se  asentará  y 

445  porná  a  la  mano  derecha  a  los  buenos.  ¡Señor,  acordaos 
para  entonces  de  cuantos  aquí  estamos!  Mirad,  Señor,  por 
nosotros,  suplicamos  a  vuestra  majestad  que  nos  escojáis 
y  que  nos  pongáis  a  vuestra  mano  derecha,  por  vuestra 
gran  bondad  y  misericordia.  A  los  buenos  dejiste  alegre, 

450  manso  y  sereno...  ¡Qué  consuelo  será  tan  maravilloso  mi- 
rarle al  rostro,  que  sólo  él  consolará,  como  lo  hacía  cuan- 
do vivía  en  el  mundo!  Todos  los  regalos  para  allá  los  guar- 
da. Allí  serán  los  amores  y  favores,  que  entonces  mostrará 
cuando  diga:  Venid,  benditos  de  mi  Padre,  recebi  el  reino 

455  que  os  está  aparejado.  ¡Oh  orejas  que  tal  oyen!  ¿Qué  sen- 
tirán los  hombres  a  quien  estas  palabras  tocaren? 

Vosotros  sois  los  que  permanecistes  conmigo  en  las 
tentaciones.  Yo  dispongo  a  vosotros  mi  reino,  ansí  como  mi 
Padre  me  lo  dio  a  mí,  para  que  comáis  y  bebáis  sobre  mi 

460  mesa  en  mi  reino.  ¡Oh  qué  promesas,  qué  mercedes,  qué 
misericordia!  ¡Y  que  no  trabajemos  por  Dios,  que  no  mu- 
ramos y  reventemos  por  no  enojarle!  A  vosotros,  dirá  el 
Señor,  os  hicieron  injurias,  perdonásteslas ;  deshonráronos 
por  mí.  ¡Qué  palabra  tan  dulce  ser  alabado  por  boca  del 

465  Rey  de  gloria  delante  de  tantos  cortesanos!  Aquélla,  aqué- 
lla sí  es  honra,  aquélla  es  corte,  aquél  es  palacio,  aquélla 
es  bienaventuranza,  que  no  se  perderá  mientras  Dios  fuere 
Dios.  Este,  éste  es  día,  que  este  de  ahora  o  humo  o  nona- 
da te  llamaré.  ¡Que  ponga  yo,  triste  de  mí,  en  aventura 

470  aquel  día  por  un  humo  de  acá,  por  un  deleite  tan  poco,  tan 
en  un  soplo  acabado!  ¿Qué  serán  los  señores,  los  reyes,  los 
obispos  y  arzobispos,  en  comparación  de  un  chiquito  de  los 
que  allí  estarán,  de  un  humildito  despreciado  acá  y  desecha- 
do en  los  ojos  de  los  hombres?  Dijo  Cristo:  Padre,  los  que 

475  me  diste,  donde  yo  estoy,  allí  quiero  que  estén  conmigo, 
pues  que  me  miraron  muchas  veces  en  la  cruz  y  me  tuvie- 
ron por  espejo;  pensaban  en  mi  pasión  y  en  mis  trabajos, 
derramaron  lágrimas,  pasaron  trabajos,  fueron  perseguidos 
por  mí;  quiero,  Padre  mío,  que  sean  compañeros  de  mi 

447  escoga  ||  453  que]  y 

445    Cf.  Mt.  25,  3¿i 
455    Mt.  25,  34- 

460    Le.  22,  28-30. 

475    lo.  17,  24. 


I   [2].  DOM.   I  DE  ADVIENTO 


63 


«0  gloria  y  de  mi  gozo,  pues  me  fueron  leales  compañeros  de 
mis  pasiones. 

¿[Qué]  harán  los  malos  entonces  cuando  vieren  esta 
tan  gran  novedad,  y  cuando  se  vean  tan  abatidos  de  Dios 
los  que  acá  estaban  tan  altos,  cuando  vean  tan  favoridos 

485  los  que  acá  desechaban?  ¿Qué  hará  el  pecador?  Verá  y 
airarse  ha,  y  regañará  los  dientes,  y  corromperáse,  que  por 
tormento  de  los  malos  hablará  Cristo  primero  con  los  bue- 
nos para  mayor  tormento  y  confusión.  Y  dirán  ellos  enton- 
ces: ¿Por  qué  yo  no  conocí  esto,  desventurado  de  mí?  ¡Qué 

490  de  arrepentidos  habrá  aquel  día!,  ¡qué  de  burlados!  ¿Qué 
harán  los  siervos  de  Jesucristo?  Dirán:  Bendito  seáis,  Se- 
ñor, por  tal  misericordia  como  en  nosotros  hacéis,  que  muy 
poco  te  servimos,  muy  poco  trabajamos,  y  tú,  Señor,  para 
siempre  nos  galardonas,  para  siempre  nos  honras.  ¿De  dón- 

•*9ñ  de  a  nosotros  tanto  bien  que  tu  majestad  hiciese  caso  y  pu- 
sieses tu  corazón  en  tales  gusanos?  Lo  que  hicimos,  Señor, 
vos  nos  lo  enseñastes  a  hacer,  a  vos  lo  debemos,  por  vues- 
tros trabajos  y  pasión  santísima  somos  perdonados.  A  vos, 
Señor,  se  dé  la  gloria;  a  vos  se  dé  la  honra,  que  vuestra  es. 

500   Juicio  de  los     Volverá  el  rostro  a  los  malos,  leerles  ha 
malos  e^  proceso:  Vistesme  hambriento  y  no  me 

distes  de  comer.  No  sé  cómo  se  pueden 
reposar  los  hombres  tiniendo  sobre  sus  hombros  tales  car- 
gas y  tan  rigurosas  amenazas;  no  digo  a  los  que  tienen 

EC5  dineros  solamente,  sino  a  todo  hombre  que  tiene  aparejo 
para  hacer  bien  a  otro:  que  el  letrado  tiene  letras  para  dar 
consejo  y  para  ayudar  al  pobre,  para  enseñar  a  los  igno- 
rantes; los  buenos  hombres  pueden  entender  en  obras  de 
caridad,  en  confortar  afligidos,  en  hacer  amistades,  etc. 

51C  Vistesme  sediento,  y  no  me  distes  a  beber;  huésped,  ex- 
tranjero, y  no  me  acogistes;  desnudo,  y  no  me  vestistes; 
enfermo  y  en  la  cárcel,  y  no  me  visitastes.  — Nunca  tal  vi- 
mos, dirán  ellos.  — Responderles  ha  el  Señor:  En  verdad 
os  digo,  cuando  vistes  a  un  hambriento  de  éstos,  a  mí 

515  veíades.  ¡Bendito  El,  que,  reinando  en  tanta  majestad,  no 
se  desprecia  de  llamarnos  hermanos.  — No  los  vi,  Señor. 
— Oerrastes  los  ojos.  ¿No  hay  hespital  donde  los  acojan? 
— ¿Cuándo  fuiste  extranjero,  Señor?  No  lo  vimos.  — .¿No  hay 
mesones?  — Pues  ¿cómo  tanto  pesa  eso?  — Esperá  que  yo 

620   os  lo  diré:  Id,  malditos,  al  fuego  eterno. 

En  acabando  de  hablar  Moisés  a  Datán  y  Abiróh,  abrió- 
se la  tierra  y  tragóselos;  en  acabando  de  hablar,  abrirse  ha 

486  Ps.  III,  IO. 

499  Cf.  Ps.  n3)  1. 

520  Mí.  25,  42-45-  4i- 

522  Num.  16,  31-32  ;  Ps.  105,  17. 


64 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


la  tierra,  vernán  los  diablos,  llevarlos  han  y  meterlos  han 
en  los  abismos,  y  encerrarlos  han  para  mientras  Dios  fuere 

523  Dios.  ¡Burlaos  con  las  obras  de  misericordia!  ¿No  ha  de 
hablar  el  Señor  y  castigar  a  los  adúlteros?  Como  no  se  hace 
mención  de  ellos  ni  de  otros,  sólo  parece  que  habla  con  los 
que  dejaron  de  hacer  las  obras  de  misericordia;  no  se  que- 
darán los  tales  sin  castigo.  Pero  dícelo  así  porque  reina 

530  ahora  en  el  mundo  la  frialdad  de  la  caridad.  Otros  tiempos 
castigó  Dios  el  mundo  ahogándolo  con  tanta  munchedumbre 
de  aguas,  para  dar  a  entender  la  causa  del  tal  castigo  en 
el  mesmo  castigo,  que  era  matar  el  fuego  de  la  desordena- 
da suciedad  de  'la  lujuria;  y  ansí  ahora  el  castigo  que  es- 

535  peramos  en  el  juicio  será  de  fuego,  en  el  cual  veremos  que 
lo  hará  Dios  para  castigar  tan  gran  frialdad  que  los  hom- 
bres tenemos  con  nosotros,  que  ni  amigo  tiene  amistad  con 
amigo,  ni  hijo  con  padre,  ni  hermano  con  hermano,  ni  hom- 
bre con  hombre. 

540  Pregonóos  de  parte  de  Dios  a  cuantos  estáis  aquí  que 
aquel  día  se  hará  juicio  sin  misericordia  con  todos  aquellos 
que  no  hicieron  misericordia.  ¿Qué  será  del  que  no  ha  te- 
nido cuidado  del  tiempo,  que  aquí  estaba,  usar  de  misericor- 
dia con  sus  hermanos?  Camino  para  alcanzar  a  Dios,  ¿sa- 

545  béis  cuál  es?  Hacer  bien,  hacer  limosna  a  pobres,  consolar 
tristes  y  compadeceros  con  ellos,  enseñar  ignorantes,  ins- 
tituir en  la  cristiandad,  hacer  amistades.  ¿No  queréis  ha- 
cer misericordia  al  prójimo?,  pues  no  la  hará  Dios  con 
vosotros.  ¿Plácete  hacer  mal  al  prójimo?,  pues  Dios  no  te 

550  perdonará  a  ti.  Con  esta  medida  seréis  medidos,  pues  con 
ésta  medistes  a  vuestros  prójimos. 

¡Andad  para  malaventurados!  Dice  San  Juan  en  el  Apo- 
calipsi,  capítulo  18:  Con  aqueste  ímpetu  será  destruida 
aquella  gran  ciudad  de  Babilonia  y  de  ahí  adelante  no  pare- 

555  cerá  más.  Dice  que  antes  de  esto,  que  tomó  un  ángel  una 
gran  piedra  como  de  molino  y  echóla  en  la  mar.  Dice  luego: 
de  esta  manera,  con  tan  gran  ímpetu  como  ésta,  serán 
arrojados  los  malaventurados  en  el  estanque  del  fuego; 
allí  serán  atormentados,  con  la  compañía  de  los  demonios, 

560  los  malaventurados  para  siempre  jamás.  Jesús,  si  algún 
rey,  si  algún  grande,  han  de  ir  allá,  ¿qué  harán?  ¿Qué  será 
de  los  tales  desdichados?  ¿Tratarlos  han  como  acá?  Abra- 
mos los  ojos,  que  amenazados  están  todos  los  malos  para 
allí,  y  principalmente  varones  de  la  Iglesia  y  grandes  del 

565  mundo.  Luego  al  pequeño  y  humilde  serle  ha  dada  miseri- 
cordia, mas  los  poderosos  poderosamente  padecerán  tormén- 

mi  gran]  gran  «Id. 
542    lac.  2,  13. 

551    Mt.  7,  2  ;  Me.  6,  38.  556    Apoc.  iS,  21. 


I  [2].   DOM.   I  DE  ADVIENTO 


65 


tos.  En  el  día  del  rigor,  más  rigor  para  ellos;  el  día  de  la 
ira,  más  ira;  en  el  día  de  los  tormentos,  más  fuerte  será  a 
los  más  fuertes.  Alguno  dirá  allí  que  hubiera  sido  mejor  ha- 

»70  ber  sido  pobrecito;  aquel  día  parecerá  lo  que  más  parece  acá 
bueno  haber  sido  malo.  Dijo  Dios  al  pecador:  ¿Por  qué 
cuentas  mis  justicias?  Cantas  salmos  de  prima,  salmos  de 
tercia;  predicas  bien  acá  y  acullá,  dices  la  misa  y  cuanto 
quieres,  tratas  los  santos  con  corazón  profano,  la  lengua 

375  me  alaba,  las  obras  me  blasfeman  y  deshonran.  Esto  dice 
Dios,  y  ansí  se  quejará  agora.  Y  acá  tienes  por  cosa  de 
gran  honra  ser  eclesiástico;  éstos  padecerán  más  duelos; 
éstos  serán  más  agrámente  tratados,  y  más  los  predica- 
dores 

>80  Dice  Cristo:  Ansí  como  fué  hecho  en  los  días  de  Noé,  ansí 
s%rá  en  los  días  del  Hijo  del  hombre.  Comían,  bebían,  casá- 
banse y  dábanse  a  bodas,  hasta  que  entró  Noé  en  el  arca  y 
vino  el  diluvio,  y  destruyó  a  todos.  Entonces  estarán  dos  en 
una  cama  y  el  uno  será  destruido  y  el  otro  quedará.  ¿Qué 

>85  nuevas  éstas?  ¿Que  ha  de  haber  cristianos  que  van  a  la 
iglesia  a  oír  misa,  y  cristianos  baptizados  y  que  se  confiesan 
y  comulgan,  que  han  de  ir  al  infierno?  ¡Si  dijera  quién  son! 
Los  dos  que  están  en  una  cama,  los  contemplativos  ence- 
rrados, que  por  Dios  no  se  casan,  viven  en  sosiego  y  reposo 

•90  y  olvidados  y  apartados  del  mundo.  Estos  son  los  que  gozan 
del  sosiego  y  pacificación  que  Dios  quiere  en  el  ánima  para 
morar  en  ella,  tienen  la  vida  descansada,  gozan  de  los  re- 
galos y  del  sosiego  que  trae  consigo  la  vida  contemplativa. 
De  estos  dos,  el  uno  tomarán  para  el  cielo,  y  el  otro  para 

i95  el  infierno.  — ¿Por  qué?  ¿No  son  ambos  religiosos?  ¿No 
están  ambos  en  una  cama,  en  un  reposo,  en  una  contem- 
plación? — Pero  si  dentro  tenían  envidia,  si  deseo  de  honra, 
si  malquerencia,  y  si  el  corazón  carcomido,  si  no  aman  a 
Dios  sobre  todas  las  cosas,  e  si  están  sin  el  ólio  dentro  en 

00  el  corazón,  sin  blandura,  sin  misericordia  para  con  los  pró- 
jimos, lámparas  son  sin  aceite  los  contemplativos  sin  cari- 
dad. Los  que  estarán  en  la  atahona  son  los  que  andáis  tan 
llenos  de  ocupaciones  y  tan  olvidados  de  vosotros  mismos, 
que  no  tenéis  cuenta  con  vuestras  ánimas  y  olvidáis  las  con- 

35  ciencias,  como  si  no  hubiese  Dios  y  como  si  no  tuviésedes 
ánimas.  Dende  la  mañana  entienden  en  la  hacienda,  en  el 
pleito,  en  la  ganancia,  en  el  cómo  será  esto  y  cómo  verná 
aquello. 

593  contemplativa]  activa  ||  599  olio]  odio  ||  602  tan  I  latí 

567  Sap.  6,  7. 

57-'  Ps.  49,  16. 

575  Cf.  Mt.  15,  8  ;  Me.  7,  6. 

584  Mt.  24,  37-40  ;  Le.  17,  34. 

601  Cf.  Mt.  25,  3. 

602  Mt.  24,  41. 


B. Avila  ¿ 


3 


66 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Ya  os  lo  he  dicho:  ya  no  sé  qué  os  predique.  Si  os  enco- 

610  mendamos  los  trabajos,  metéisos  hasta  los  ojos  en  las  ocu- 
paciones del  mundo,  que  no  os  acordáis  de  Dios.  ¡Oh  si  en- 
tendiésedes  qué  negocio  es  el  de  vuestra  ánima!  Yo  prometo 
que  no  holgásedes  ni  durmiésedes  tan  a  pierna  tendida.  ¡Qué 
ocioso  estás  antes  del  día  del  juicio;  la  espada  te  quitas  antes 

615  que  pase  la  hora  de  la  guerra!  ¿Tan  presto  te  tomas  tú  la 
seguridad,  estando  por  venir  la  sentencia,  que  no  sabes  cuál 
será,  y  osas  decir:  comamos  y  holguemos  y  hayamos  placer? 
Unos  de  ocupados  no  entienden  con  Dios,  que  no  les  vaga; 
otros  de  no  ocupados  se  pierden.  ¿Qué  os  predicaré?  De  arte 

620  que  en  todos  los  estados  ha  de  haber  quien  se  salve  y  quien 
se  condene.  Uno  sená  tomado  para  el  cielo,  y  otro  para  el 
infierno.  — ¿Pues  de  cuáles  seré  yo,  padre?  ■ — Si  entrase  en 
el  ánima  esto,  ¿andaríamos  así?  No,  de  verdad.  Di,  ¿no  h#s 
pecado  alguna  vez?  Pues  el  que  peca  está  condenado  para  el 

625  infierno.  ¿Qué  sabes  tú  si  estás  libre  de  la  sentencia?  Está 
la  cuenta  por  dar,  y  tú  sin  cuenta  y  sin  razón;  el  juicio  por 
hacer,  y  tú  que  has  de  ser  juzgado...  y  condenado,  si  no 
buscas  remedio,  para  que  entonces  te  absuelva  el  juez. 

Peroración:  Ve-    Hermanos  míos,  catad  que  habíamos  de 

630  lad  y  orad  andar  desalados:  Señor,  ¿infierno  para 
mí,  perder  a  Dios,  desterrado  de  Dios 
para  siempre  jamás?  ¿Qué  será?  ¿Qué  haré  para  aquel  día 
ser  librado?  Hable  Dios  y  dígaoslo  El,  y  tomad  su  consejo, 
que  será  seguro:  Parad  mientes  que  vuestros  corazones  no 

635  sean  agravados  con  embriaguez;  ansí  que  velad  orando  para 
que  seáis  dignos  de  huir  estas  cosas  y  estar  delante  del  Hijo 
de  Dios.  ¿Qué  remedio?  Dice  Dios:  No  se  apesguen  vuestros 
corazones  en  comer  y  beber  y  cuidados  de  esta  vida.  Dejad 
cuidados,  dejad  negocios,  dejad  honras,  contentaos  con  lo 

640  bajo,  con  lo  humilde  y  sosegado.  Jesucristo  lo  dice;  y  si  no, 
cargaos;  hacé  grandes  casamiento [s]  para  hijas,  grandes 
oficios  y  dignidades  para  hijos,  y  veréis  cómo  os  saldrá. 
Pues  ¿qué  hemos  de  hacer?  Velar  en  todo  tiempo.  ¿Qué 
será  del  que  duerme  todo  el  tiempo,  que  quizá  en  veinte  años 

645  que  has  no  has  gastado  dos  meses  en  mirar  por  ti?  Dice 
Dios:  ¿Qué  diré  cuando  vea  a  Israel  volver  las  espaldas? 
¿Cómo  queréis  que  os  diga  que  oráis,  que  creo  que  va  hu- 
yendo la  Cristiandad  y  van  el  día  de  hoy  los  cristianos  tan 
descaminados,  tan  vencidos  de  los  vicios,  tan  sujetos  al  mun- 

650  do  y  a  sus  opiniones  y  pareceres?  Decidme:  ¿Oráis?  — ¿Qué 
hemos  de  orar?  — Pedid  a  Dios  que  para  aquel  día  espantoso, 


635  Mt.  26,  43.  41. 

638  Cf.  Mt.  6,  31  ;  13,  22. 

643  Le.  21,  36. 

546  Cf.  Ier.  46,  5. 


I   [2].   DOM.   I  DE  ADVIENTO 


67 


día  en  que  os  han  de  llamar  para  oír  su  misericordia,  podáis 
estar  en  pie;  pedildo,  lloraldo  y  suplicaldo.  Catá  que  ansi 
es  menester,  que  con  mucho  trabajo  lo  alcanzaron  de  Dios 

655    los  santos. 

¿Qué  remedio  para  que  no  nos  comprehendan  estos  males 
que  ha  predicado?  Dice  San  Pablo:  Si  nosotros  nos  juzgá- 
semos, no  seríamos  juzgados.  Hijo  del  mundo,  que  sales  por 
la  mañana  y  rodeas  tus  negocios,  y  en  todo  el  día  entiendes 

660  en  otra  cosa,  ¿qué  es  del  cabildo  que  hacéis  a  la  noche  con 
vos  del  mal  que  habéis  hecho,  pensado  o  deseado?  Esto  hice 
de  que  a  mi  prójimo  le  pesó  o  se  afrentó;  este  bien  me  pi- 
dieron que  hiciese,  y  no  lo  hice;  por  esto  me  airé  contra  mi 
prójimo;  de  esto  tuve  envidia;  de  esto  vanidad.  ¿Habéis  he- 

565  cho  este  examen?  Hablá  en  otra  cosa  y  en  eso  no  se  entienda. 
Pues  sabed  que  os  va  la  vida.  ¡Oh  si  hubiese  en  mí  tanto 
cuidado  que  yo  me  castigase  y  reprehendiese,  no  sería  me- 
nester otro  reprehensor!  Dirá  Dios:  Este  se  juzgó,  ya  no  hay 
que  juzgarle;  juzgado  se  está  ya  y  sentenciado  y  enmendado. 

670  Pero  como  no  nos  sentenciamos  ni  hacemos  penitencia,  ¿qué 
esperamos  que  ha  de  ser  sino  que  Dios  nos  juzgue  y  aun 
rigurosamente?  Veis  aquí  remedio.  Entra  en  ti  y  ponte  cada 
noche  en  cuenta  con  Dios:  Señor,  un  día  ha  de  venir  en  el 
cual  tú  me  has  de  tomar  cuenta  estrechísima  y  juzgarme; 

375  quiero  yo,  Señor,  juzgarme  para  que  cuando  vengáis  me 
halléis  juzgado.  Si  has  hecho  algún  mal,  di:  Señor,  perdo- 
nadme por  vuestra  bendita  pasión  y  dolores.  No  seas  cruel 
contigo.  Mira  que  te  va  en  ello  reinar  para  siempre  jamás 
con  tu  Dios  o  penar  con  los  diablos  y  perder  a  Dios  para 

580  siempre. 

Aparéjate  cada  noche  como  si  en  ella  hubieses  de  morir. 
Confiesa  a  Dios  tus  faltas,  cuéntale  tus  necesidades,  descú- 
brele tus  llagas,  pídele  remedio  y  medicina  para  ellas,  quita 
tus  vicios.  Solías  juzgar  a  cada  paso,  no  juzgues;  solías 

585  jurar  a  cada  palabra,  no  jures;  solías  mentir  sin  pena  ni 
escrúpulo,  no  mientas ;  y  luego,  apartado  de  los  males,  no  te 
contentes  con  esto,  alto  a  los  pobres,  a  hacerles  bien;  mira 
al  hambriento  y  dale  de  comer;  mira  al  enfermo  y  cúralo, 
visítalo.  Dirán  los  teólogos:  No  estaba  en  extrema  nece- 

£90  sidad,  no  era  obligado;  pero  de  esa  manera,  si  a  eso  aguar- 
dásemos, no  iría  nadie  por  no  darle  de  comer.  ¿Quién  habrá 
en  el  mundo  que,  viendo  a  su  prójimo  en  tal  estrecho,  no  lo 
socorra,  pues,  luego?  No  serán  de  ésos  los  que  aquel  día 
serán  echados  a  los  infiernos  porque  faltaron  en  esto.  No  es 

695  creedera  cosa  que  haya  falta.  No  ansí,  que  os  perderéis.  Pe- 
cador de  mí,  ¡sed  largos,  no  andéis  con  Dios  con  titulillos 
ni  con  glosas  para  hacer  vuestras  voluntades!  Juzguémos- 


65S    1  Cor.  11,  31. 


68 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nos,  emendémonos  y  no  seremos  juzgados;  no  seremos  casti- 
gados; y  luego  hagamos  bien  a  pobres,  hagamos  con  ellos 
700  misericordia  y  hará  Dios  misericordia  con  nosotros.  Y  darnos 
ha  aquí  la  gracia  y  después  la  gloria,  ad  quam  nos  perducat. 
Amen. 

2     Venida  de  Cristo  al  alma.  ¿Cómo  prepararse  ?* 

Domingo  III  de  Adviento.  En  un  convento  de  monjas 
(Cña,  Est.  8,  pilut.  4,  n.  55  bis,  ff.  9  r  -  16  v.) 

Eso  vox  clamantis  in  deserto  [lo.  i,  23]. 

Exordio:  El  predica-    Fuéle  preguntado  a  San  Joan  Bap- 
dor,  otro  San  Juan    tista  quién  era,  y  él  respondió:  Yo 
Bautista  no  sov  el  Mesías,  ni  Elias,  ni  soy 

5  aquel  profeta  de  quien  dijo  Dios  a 

Moisén:  Yo  resucitaré  un  profeta  de  medio  de  tus  hermanos 
como  tú,  y  quien  de  éste  me  tocare,  él  me  lo  pagará.  Nin- 
guno de  éstos — dice  San  Joan — yo  no  soy.  — Pues,  si  tú  no 
eres  ninguno  de  éstos,  dicen  ellos,  ¿cómo  has  sido  osado  de 
10  poner  rito  nuevo  en  el  pueblo?,  ¿cómo  'baptizas?  — No  os 
espantéis,  que  mi  baptismo  no  hace  más  de  lavar  la  cabeza 
y  el  cuerpo  con  sola  agua;  no  es  más  de  para  que  los  que 
vienen  a  él  profesen  que  son  pecadores  y  que  han  menester 
quien  los  lave  de  sus  pecados.  (No  era  aquel  baptismo  como 
15  el  nuestro  de  agora,,  que  da  gracia).  Empero,  en  medio  de 
vosotros  está  uno  al  cuál  no  conocéis  vosotros  y  al  que  os 
convenía  conocer;  éste  lava  con  agua  y  fuego  y  mete  la  mano 
en  las  almas  y  de  sucias  las  hace  limpias,  y  yo  soy  tan  dife- 
rente de  El  que  aun  no  soy  digno  ni  merezco  servirle  de  mo- 
20  chacho  para  descalzarle  los  zapatos;  éste  es  de  quien  otras 
veces  os  he  profetizado  y  predicado  que,  aunque  viene  des- 
pués, de  mí,  es  hecho  primero  que  yo.  (Per  declarationem  dic 
erroren  arianorum,  et  qualiter  sit  absolvendus,  et  quid  sit 
tenendum,  ut  habes  in  alio  sermone).  De  manera  que  este 
25  que  os  digo  que  está  entre  vosotros  es  tan  mayor  que  yo,  que 
no  merezco  yo  descalzarle  los  zapatos  ni  servirle  de  esclavo. 

Dice  el  evangelista  que  los  que  traían  aquel  mensaje 
eran  de  los  fariseos,  para  dar  a  entender  que  era  mensaje 
muy  grande  y  muy  honrado,  porque  eran  ellos  los  más 
30  honrados. 

— No  soy,  dice  San  Joán,  el  que  pensáis.  — Pues  ¿quién 
sois?  — Aquel  de  quien  profetizó  Esaías:  Vox  clamantis  in 


*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  í.,  en  «Manresa»,  18  (1946), 
87-97.  «In  dominica  tertia  lAdventus  sermo»  (f.  gr). 
7    Deut.  18,  18-19. 
26   Cf.  lo.  i,  19-27. 


2.     DOM.    3    DE  ADVIENTO 


69 


deserto;  y  mi  oficio,  mi  honra  y  mi  dignidad  y  mi  ser  éste 
es;  yo  no  soy  el  Mesías,  sino  voz  del  Señor  que  quiere  ve- 

35    nir  a  vosotros:  Io[s],  aparejad  la  casa  para  el  Señor. 

¡Pobre  de  mí  y  de  otros  como  yo,  que  tenemos  el  oficio 
de  San  Joan  y  no  tenemos  su  santidad.  Labia  sacerdotis 
custodiunt  scientiam  et  legem  requirunt  ex  ore  eius.  El 
sacerdote,  el  predicador,  ángel;  quia  ángelus  significat  nun- 

40  tius,  y  el  predicador  es  mensajero  de  Dios  y  háblaos  Dios 
por  su  boca.  Somos  mensajeros  de  Dios,  aposentadores  de 
la  persona  real,  y  no  sé  si  por  no  saber  nosotros  represen- 
tar este  oficio  o  por  qué,  los  oyentes  no  nos  miran  con  más 
de  con  ojos  de  carne  y  no  miran  más  de  esto  exterior.  Que  si 

45  el  predicador  se  llorase  primero  por  indigno  del  tal  oficio  y 
suplicasen  a  Dios  que  les  diese  gracia  para  venir  a  los 
sermones  y  dijesen:  "A  Dios  voy  a  oír";  y  os  aparejásedes 
para  oír  bien  la  palabra  de  Dios;  que,  aunque  las  predica 
un  hombre  pecador  y  miserable  como  yo,  palabras  son  de 

50  Dios,  que  no  suyas,  y  en  nombre  de  Dios  os  las  dice;  como 
si  viniese  una  carta  del  emperador  a  este  pueblo,  como  a 
palabras  suyas  las  oís  y  hacéis  como  que  él  por  su  boca 
las  dice,  y  ansí  las  obedecéis,  aunque  el  que  las  lee  no  es 
el  emperador,  sino  un  escribano;  si  de  esta  manera  y  con 

55  esta  fe  viniésedes  a  oír  los  sermones,  de  otras  manera 
creeríades  lo  que  en  ellos  se  os  dice  y  otro  provecho  lleva- 
ríades  de  ellos.  Yo  no  soy  San  Joán  Baptista;  mas,  por 
ser  predicador,  tengo  su  oficio,  y  os  digo  de  parte  de  Díoí5 
y  en  nombre  suyo  que  aparejéis  vuestras  ánimas.  Quiere 

60  Dios  venir  a  morar  en  cada  uno  de  los  que  estáis  aquí.  De 
aquí  a  ocho  días  habrá  nacido,  y  lo  oiréis  llorar  en  el  por- 
tal de  Betlem. 

Paraos  a  pensar  cuán  cuidadosa  y  alegre  andaba  la  Vir- 
gen en  estos  ocho  días,  qué  cuidados  traía  en  su  corazón, 

65  no  como  los  vuestros,  que  estaréis  agora  pensando  qué  co- 
meréis la  Pascua,  qué  vestidos  sacaréis.  No  andaría  ella 
pensando  en  esto,  sino  andaría  aparejando  sus  mantillas  y 
sus  pañalicos  para  el  niño  que  había  de  parir.  Y  pues  dice 
el  mismo  Jesucristo  que  quien  hace  la  voluntad  [de  su  Pa- 

70  dre] ,  ése  es  su  madre  y  sus  hermanos,  por  eso  vuestro  ofi- 
cio ha  de  ser  estos  ocho  días  en  disponeros.  Jesucristo  ha 
de  nacer  en  mi  alma,  ¿qué  aparejo  haré,  cómo  lo  aderezaré, 
para  desque  venga  la  halle  bien  aparejada?  ¿Cómo  me  dis- 
pondré y  aderezaré  para  lo  recibir?  Y  si  en  lo  que  ha  pa- 

75  sado  del  Adviento  hemos  sido  flojos  y  descuidados  en  esto, 
estos  ocho  días  que  restan  hasta  la  Pascua  seamos  dili- 

33  éste]  es 


35   Cf.  lo,  i,  23  ;  Is.  40,  3. 

38   Cf.  Mal.  2,  7-  70   Cf.  Mt.  i2,  50. 


70 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


gentes  en  nos  aparejar,  y  porque  esto  no  lo  podemos  hacer 
si  de  arriba  no  nos  es  dada  gracia,  supliquemos  a  la  sacra- 
tísima Virgen  nos  la  alcance. 

80  Venida  de  Cristo     Vox  clamantis  in  deserto,  etc.  Agora 
al  alma  estaba  pensando  que  no  sé  si  este  ser- 

món ha  de  ir  en  balde,  como  otros. 
Sois  tan  enemigos  de  huéspedes,  que  aunque  os  digan  que 
aparejéis  vuestra  casa,  que  quiere  Dios  venir  a  ella,  no  sé 

85  si  lo  habéis  de  querer  hacer  o  si  diréis:  "Vayase  en  hora 
buena,  que  no  estoy  para  recebir  agora  huéspedes".  Habéis- 
me  de  creer  hoy  a  Dios,  que  no  a  mí.  El  negocio  es  tan 
grande,  que,  si  fuese  bien  creído,  sería  bien  recibido.  Cuan- 
do Dios  dice  una  cosa  grande,  no  tenemos  corazón  para 

90  oírla,  y  así  dice  San  Joán  Crisóstomo  que,  cuando  San  Pablo 
quería  dicir  una  cosa  de  estas  grandes,  primero  ensanchaba 
los  corazones  de  los  oyentes  con  palabras  de  admiración, 
porque  cupiese  en  ellos  lo  que  quería  dicir.  ¿Sabéis  cuáles 
son  cosas  grandes?  Bajarse  Dios  a  hacerse  hombre,  y  des- 

95  pués  de  humanado,  nacer  en  un  establo  y  estar  llorando, 
puesto  en  un  pesebre,  y  derramar  sangre  de  ocho  días  na- 
cido, y  después,  cuan[do]  grande,  ser  amarrado  a  un  poste 
desnudo  y  recibir  cinco  mil  y  más  azotes,  y  subir  a  una  cruz 
y  morir  en  ella  por  nosotros  y  por  nuestro  remedio. 
100  Aparejaba  San  Pablo  los  corazones  de  los  nombres  para 
ensancharlos.  ¿Por  qué?  Porque  los  conozco,  que  cuando  les 
decimos  los  bienes  que  Dios  les  quiere  dar,  no  lo  creen,  y  así 
dice  él:  Fidelis  sexmo  et  omni  acceptione  dignus,  quod 
Christus  Iesus  venit  in  hunc  mundum  peccatores  salvos  fa- 
los cere,  quorum  primus  ego  sum.  Aunque  os  digo  gran  cosa, 
mirad  que  verdad  os  digo,  y  por  eso  os  lo  digo  primero 
que  me  creáis.  Oíd,  pues,  una  palabra  verdadera  y  alegre, 
oíd  unas  nuevas  sabrosas  y  ciertas :  que  vino  Dios  al  mundo 
a  salvar  a  los  pecadores ;  que  ha  venido  Dios  no  a  condenar- 
110   nos,  sino  a  salvarnos. 

■ — ¿Como  es  posible?  Mi  conciencia  me  dice  que  he  hecho 
mil  pecados,  y  Dios  es  a  quien  he  menospreciado  y  tenido 
en  poco.  ¿Es  posible  que  a  quien  he  dado  de  bofetadas  y 
escupido  en  la  cara  venga  a  salvarme?  — Pues  ésa  es  la 
115  bondad  de  Dios:  que  le  has  tanto  ofendido,  y  viene  El  a 
buscarte  para  perdonarte  y  a  rogarte  que  seáis  amigos.  Po- 
déisme  creer  hoy,  que  no  hay  ninguno  de  cuantos  me  oís 
en  quien  no  desee  Dios,  para  siempre  bendito,  venir  esta 
Pascua.  Desea  Dios  venir  a  vuestra  casa  y  morar  con  vos- 


8o  lo.  i,  23. 

93  San  Juan  Crisóstomo,  In  1  Tim.,  c.  1,  hom.  4,  1  :  1IG  62, 
519  s. 

105  1  Tim.  1,  15. 


2.     DOM.        DE  ADVIENTO 


71 


120  otros.  Yo  mensajero  soy,  aunque  indigno.  No  os  quite,  dice 
San  Agustín,  la  vileza  del  espuerta  el  valor  del  trigo.  Dios 
es  el  sembrador,  la  simiente  es  su  palabra;  la  espuerta  en 
que  se  lleva  la  simiente  es  este  pecador  miserable  que  aquí 
veis;  no  por  la  vileza  del  espuerta  el  sembrador  pierda  su 

125  simiente,  ni  el  trigo  su  valor.  Yo,  como  os  he  dicho,  men- 
sajero soy,  indigno  de  ser  oído;  mas  el  mensaje  que  os 
traigo  es  tan  grande,  que  es  digno  de  ser  oído  con  reverencia 
y  atención  y  recibido  con  gran  nacimiento  de  gracias. 

— ¿Qué  mensaje  es  el  que  nos  traéis?  — Que  Aquel  que 

130  está  en  los  cielos  adorado  de  los  serafines,  Aquel  que  se 
encerró  en  el  vientre  de  la  Virgen,  Aquel  que  ha  de  nacer 
de  aquí  a  ocho  días,  quiere  venir  a  cada  uno  de  cuantos 
estáis  aquí.  Dios  por  su  misericordia  os  dé  lumbre  para  que 
quede  hoy  aposentado  en  vuestras  entrañas.  Aparejadle,  her- 

135  manos,  vuestras  ánimas,  que  quiere  Dios  venir  a  ellas. 

Todos  los  advientos  del  Señor  admirables  son.  El  pri- 
mer adviento,  que  es  venir  Dios  en  carne,  ¿quién  lo  contará? 
La  venida  del  juicio,  venir  Dios  a  juzgar  vivos  y  muertos 
y  a  inviar  a  unos  al  cielo  y  a  otros  al  infierno,  ¿  quién  os  lo 

140  podrá  contar?  ¿Quién  os  contará  las  mercedes  que  hace 
Dios  al  hombre  a  cuya  ánima  viene? 

¿Queréis  pararos  algún  rato  a  pensar  en  esto?  Qui  di- 
ligit  me,  sermonem  meum  servabit,  pater  meus  diliget  eum, 
et  ad  eum  veniemus  et  mansionem  apud  eum  faciemus.  Si 

145  alguno  me  ama,  dice  Jesucristo,  guardará  mis  palabras,  y  mi 
Padre  le  amará,  y  vendremos  a  él  y  moraremos  con  él.  De 
manera  que  con  el  ánima  que  a  Jesucristo  ama  y  guarda  sus 
mandamientos,  mora  el  Padre  y  el  Hijo  y  el  Espíritu  Santo. 
¿  No  sabría  yo  quién  son  los  que  están  en  gracia,  no  los  co- 

150  nocería  cuando  los  topase  por  las  calles,  para  echarme  a  sus 
pies  y  besar  la  tierra  que  ellos  huellan?  Vos  estis  templum 
Dei,  dice  San  Pablo.  Hermanos,  en  vosotros  mora  Dios.  Pa- 
raos a  pensar  qué  diferencia  va  de  morar  en  un  ánima  Dios 
o  muchedumbre  de  demonios;  mirad  qué  va  de  huésped  a 

155  huésped.  Todos  andamos  juntos,  y  por  defuera  andamos  to- 
dos de  una  manera,  y  por  dentro  mirad  cuánta  diferencia 
hay,  tan  grande  que  mora  Dios  en  unos  y  el  demonio  en  otros. 

En  fin,  quiere  Dios  venir  a  vosotros,  y  si  me  preguntáse- 
des  qué  es  venir  Dios  en  un  ánima,  no  creo  que  os  lo  sabría 

160  dicir.  Dice  San  Pablo  que  los  dones  de  Dios  son  inenarra- 
bles. Pues  si  esto  no  se  puede  contar,  ¿cómo  te  sabré  dicir 
qué  cosa  es  Dios  venir  a  morar  en  un  ánima?  Probaldo  y 


121  San  AGUSTÍN,  Sena.  125,  8  (ML  38,  695)  :  «Non  ad  carnem 
nostrain  attendatis,  per  quam  vobis  exhihetur;  quia  esurientes  non 
aitendunt  ad  vilitatem  vasculi,  sed  ad  caritatem  cibi». 

122  Cf.  Lo.  8,  11.  152    2  Cor.  6,  16. 
144    Cf.  lo.  14,  23.           •                    161    Cf.  2  Cor.  9,  15. 


72 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


veréis  lo  que  es.  Basta  diciros  que  el  huésped  que  os  quiere 
venir  es  Dios.  Hermanos,  Dios  quiere  venir  a  vosotros. 

Cristo  trae  consigo    Señor,  cosa  recia  dicir  a  un  ladrón: 
su  reino  e^  Juez  viens-  Huirá,  como  hizo  Adam, 

que,  en  oyendo  la  voz  del  Señor,  echó 
a  huir.  Señor,  ¿a  qué  venís?  El  mesmo  lo  dice  por  San  Juan: 
Non  enim  misit  Deus  filium  in  mundum  ut  iudicet  mundum, 

170  sed  ut  salvetur  mundus  per  ipsum.  No  invió  Dios,  etc.  Viene 
el  Rey  y  trae  consigo  el  reino,  para  que  si  alguno  hobiere 
tan  avariento  que  le  parezca  poco  venir  Dios  a  él,  y  le 
muevan  y  se  aficione  más  [que  a]  Dios  a  otras  cosas,  trae 
Dios  muchas  riquezas,  y  viene  a  hacernos  grandes  mercedes, 

175  y  dice:  Por  eso  no  me  dejéis  de  recibir,  que  yo  os  traigo 
todo  lo  que  podéis  querer  y  desear,  y  mucho  más. 

— ¿Qué  traéis,  Señor?  — Regnum  Dei  intra  vos  est. 
¿Habéis [lo]  por  caso  alguna  vez  visto  o  sentido?  Pues  sa- 
bed que  el  reino  de  Dios  está  dentro  de  vosotros.  No  penséis 

180  que  el  reino  de  Dios  es  tener  muchas  viñas  y  muchos  oliva- 
res. En  el  ánima  adonde  viniere  amor  de  Dios  y  del  pró- 
jimo y  adonde  hobiere  muchas  virtudes,  ahí  está  encerrado 
el  reino  de  Dios;  en  el  ánima  que  a  Dios  obedeciere,  está 
metido  su  reino.  El  mismo  San  Pablo  dice  luego:  Regnum 

185  Dei  non  est  esca,  nec  potus,  sed  iustitia  et  pax  et  gaudium 
in  Spiritu  Bando.  El  reino  de  Dios,  justicia  y  paz  y  gozo 
del  Espíritu  Santo. 

Pues  que  viene  el  Rey  y  trae  el  reino  consigo,  y  su 
reino  es  justicia  y  paz,  etc.,  ¿quién  habrá  que  no  lo  reciba? 

ISO  Justicia  en  este  lugar  no  quiere  dicir  hacer  justicia,  sino 
una  virtud,  una  cosa  por  la  cual  un  hombre  de  pecador  se 
hace  justo,  una  virtud  que  hace  una  obra  en  ?1  hombre  tal, 
que  de  pecador  y  malo  lo  hace  justo  y  bueno.  Y  esto  es  lo  que 
Esaías  mucho  antes  dijo:  Rorate,  caéli,  desuper,  et  nubes 

195  pluant  iustum;  aperiatur  térra  et  ■  germinet  Salvatorem,  et 
iustitia  simul  oriatur.  Ego  Dominus  creavi  eam.  ¡Qué  vo- 
ces que  daba  Esaías :  Ea,  cielos,  echadnos  ya  acá  ese  rodo, 
y  la  justicia  nazca  juntamente  con  él!  ¿Qué  quiere  dicir? 
Que  la  causa  por  que  uno  se  hace  bueno  es  Jesucristo.  San 

200  Pablo  dice  que  nos  es  hecha  rede'mpción,  satisfacción  y  jus- 
ticia y  sabiduría.  No  pienses  tú,  hermano,  que  por  tus  bue- 
nas obrecillas,  por  lo  que  tú  haces,  eres  justo,  sino  por  las 
buenas  obras  y  pasión  de  Jesucristo;  juntándose  tus  buenas 
obras  con  El,  El  las  hace  ser  meritorias.  Pues  nazca  el 

205  Cordero  y  la  justicia  y  santificación  con  El. 

170  Cf.  lo.  3,  17. 

177  Le.  17,  21. 

187  Cf.  Rom.  14,  17. 

198  Cf.  Is.  45,  8. 

201  Cf.  1  Cor.  1,  30. 


2.     nOM.    3    DE  ADVIENTO 


73 


Paz,  buena  cosa  es  para  los  casados,  si  están  reñidos. 
¿Quién  no  está  reñido?  ¿Quién  no  tiene  los  pensamientos: 
"Querría  ser  servidor  de  Dios"?,  y  hay  dentro  otros  pensa- 
mientos y  otra  ley  que  repugna  y  contradice  a  Dios.  ¡Los 
210  que  sienten  diferencia  en  su  espíritu!  Esta  paz  trae  el  Señor, 
y  gozo  de  Espíritu  Santo,  [a]  los  que  estáis  desconsolados 
y  afligidos  diciendo:  "¡A  Dios  he  ofendido!"  Porque  la  ma- 
yor de  las  penas  y  la  mayor  de  las  desconsolaciones  ésta  es. 
¿Qué  pensábades?,  ¿que  la  mayor  de  las  penas  es:  No  tengo 

215  que  comer,  no  tengo  que  vestir,  levantáronme  un  falso  tes- 
timonio, persiguen,  etc.?  Esa  es  pena  carnal.  La  queja  que 
habéis  de  dar  no  ha  de  ser  de  aquel  que  os  levantó  el 
testimonio  o  os  hizo  la  injuria,  sino  de  vos  mismo.  Iros  a 
vuestro  rincón  y  delante  de  Dios  quejaros  de  vos  diciendo: 

220  Señor,  debiéndote  yo  tanto,  que  soy  obligado  a  pasar  por 
ti  otro  tanto  como  tú  pasaste  por  mí,  no  sufro  una  pala- 
brita, una  nonada;  quéjome,  Señor,  de  mí  y  de  mi  poquedad. 

La  verdadera  pena  es  que  uno  mete  la  mano  en  su  pecho 
y  considera  sus  defectos  y  maldades  y  dice:  ¡Oh,  que  he 

225  ofendido  a  Dios!  ¡Oh,  que  no  voy  derecho  por  el  camino 
de  Dios!  Esta  es  la  verdadera  pena  y  el  mayor  de  los  des- 
consuelos y  para  lo  que  vino  Dios  a  este  mundo.  ¿Qué  dicen 
los  judíos  necios?  Viene  el  Mesías  a  darnos  riquezas,  viñas 
y  olivares.  ¿Qué  me  aprovecharía  el  Mesías,  ya  que  todo 

230  eso  me  diese,  si  no  me  sana  el  mal  que  tengo  en  mi  corazón  ? 
¡Dios  está  mal  conmigo!  Si  el  Mesías  ha  de  ser  Mesías,  sá- 
neme esta  llaga  que  tengo  en  mi  corazón;  que  si  no  me  quita 
este  mal,  no  quiero  bien  ninguno.  Para  consolar  éstos  viene 
el  Mesías,  para  esto  viene,  para  consolar  los  desconsola- 

235  dos,  etc.  Y  ansí  dice  San  Pablo  que  viene  a  poner  justicia  y 
paz  y  gozo  de  Espíritu  Santo. 

Si  os  aparejáis  para  recebir  este  huésped,  es  tan  pode- 
roso que  hará  que  se  regocije  vuestro  corazón.  Si  no  queréis 
a  Dios  por  Dios,  veis  aquí  lo  que  trae,  un  reino  trae  con- 

240  sigo.  San  Pablo:  Omnia  vestra  sunt,  sive  Paulus,  sive  Ce- 
phas,  sive  mundus,  sive  •vita,  sive  mors,  sive  praesentia, 
sive  futura.  ¿Pensáis  vos  que  es  pobre?  Tampoco  creeréis 
esto:  Todas  las  cosas  son  vuestras:  la  vida  y  la  muerte,  o 
San  Pablo,  o  Apolo,  lo  presente,  lo  por  venir;  todo  es  vues- 

246  tro.  ¿Por  qué  llamáis  pobre  a  un  hombre  que  tiene  todas  las 
cosas?  — Decid,  San  Pablo,  ¿cómo  es  todo  eso  nuestro? 
— Porque  cuando  dió  el  Eterno  Padre  a  Jesucristo,  su  Hijo, 
omnia  cum  illo  nobis  donavit.  Esta  es  la  merced  más  alta; 
éste  es  el  espejo  en  que  te  has  de  mirar,  que  nos  dió  Dios 

244  Apolo]  apóstol  m.  rec. 


236    Rom.  14,  17. 
244    Cf.  1  Cor.  3,  22. 


74 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


250  a  su  Hijo;  y  dice  San  Pablo:  Si  nos  dió  Dios  a  su  Hijo, 
¿cómo  no  nos  dará  con  El  todas  las  cosas?  Si  Jesucristo  es 
nuestro,  no  os  espantéis  que  lo  presente  y  lo  futuro  será 
nuestro.  En  esta  merced  se  encierra  todo.  No  os  espantéis 
que  los  santos  sean  vuestros,  que  éste  que  viene  a  vuestras 

255  entrañas,  Señor  es  de  cielos  y  tierra  y  de  ángeles  y  de  todas 
las  cosas.  Paraos  a  pensar  quién  es  el  que  quiere  venir  a 
vuestra  alma,  y  ansi  veréis  cómo  todas  las  cosas  serán  vues- 
tras, quiero  dicir,  que  podréis  usar  de  ellas  para  vuestro 
provecho;  porque  uno  que  tiene  hacienda  y  no  se  aprovecha 

260  de  ella  para  su  provecho,  sino  que  antes  le  sirve  para  lo 
llevar  al  infierno,  éste,  aunque  por  derecho  civil  es  suya  la 
hacienda,  pero  no  es  señor  de  ella. 

¿Sabéis  quién  es  verdadero  señor  de  la  hacienda?  Quien 
se  aprovecha  de  ella  para  servir  a  Dios  y  provecho  suyo  y 

266  de  sus  prójimos.  Señor  de  la  muerte  y  de  la  vida,  y  de 
San  Pedro  y  San  Pablo,  y  de  todo,  es  el  que  de  todo  se 
aprovecha.  Si  estás  en  gracia  con  Dios,  aprovéchate  del 
amigo  y  del  enemigo,  y  del  infierno  para  huir  de  él.  De  todo 
sacarás  provecho.  Y  si  os  parece  que  es  poco  tener  a  Dios 

270  y  con  El  todas  las  cosas,  ¿qué  os  parecerá  mucho?  No  diga 
nadie:  "No  quiero  ese  huésped";  que  con  sólo  venir  paga 
bien  la  posada. 

— Todo  eso  me  parece,  padre,  poco  para  recebillo.  — ¡Oh 
bendito  seas  tú,  Señor,  y  bendita  sea  tu  misericordia!  ¿No 

275  veis  qué  demanda?  ¡Que  os  esté  yo  rogando:  que  quiere 
venir  Dios  a  vosotros;  aparejalde  la  posada;  y  estemos  pen- 
sando qué  me  dará!  — Señor,  ¿no  hay  otra  cosa  que  me 
convide  a  recebillo,  sino  eso? 

— Da  mayor  está  por  dicir.  Si  tantos  milagros  no  hu- 

280  biera  habido,  y  si  Dios  no  os  diera  lumbre  de  fe  ¿cómo 
creyérades  una  cosa  tan  alta,  como  es,  a  saber,  haber  muer- 
to Dios  por  vos?  ¿Cuál  es  más,  entregarse  Dios  en  manos 
de  sayones,  para  que  le  hagan  tantas  injusticias,  o  entre- 
garse a  los  corazones  de  cuantos  estamos  aquí?  Pues  si  se 

285  entregó  Cristo  a  la  voluntad  de  los  que  mal  le  querían  ¿no 
se  entregará  a  los  corazones  de  los  que  bien  le  quieren? 
¡Señor,  tanto  me  amaste,  que  te  entregaste  en  manos  de 
tus  enemigos  por  mí!  Plegué  al  Señor  que  lo  creáis. 

¡Qué  alegre  iría  un  hombre  de  este  sermón  si  le  dijesen: 

290  "El  rey  ha  de  venir  mañana  a  tu  casa  a  hacerte  grandes 
mercedes"!  Creo  que  no  comería  de  gozo  y  de  cuidado,  ni 
dormiría  en  toda  la  noche,  pensando:  "El  rey  ha  de  venir 
a  mi  casa,  ¿cómo  le  aparejaré  posada?"  Hermanos,  dígoos 
de  parte  del  Señor  que  Dios  quiere  venir  a  vosotros  y  que 

295   trae  consigo  un  reino  de  paz,  como  habéis  oído.  ¡Oh,  bendita 


251   Rom.  8,  32. 


DOM.    3    DE  ADVIENTO 


75 


sea  su  misericordia  y  glorificado  sea  su  santo  nombre! 
¿Quién  os  sabrá  dicir  la  salsa  con  que  habernos  de  comer 
este  manjar?  ¡Cómo!  ¿Que  siendo  él  Dios  y  ofendido,  y 
siendo  nosotras  hombres  y  ofensores,  y  siendo  la  ganancia 
300  del  hospedaje  nuestra,  nos  está  rogando,  y  nosotros  que  lo 
desechemos?  ¿Qué  cosa  es  pensar  que  está  Dios  a  la  puerta 
de  los  corazones?  ¿Pensáis  que  está  lejos?  A  la  puerta  está 
llamando. 

Dios  ruega  que  le  — '¡Oh  Padre!  Que  no  es  posible  que 

305  abramos  esté  tan  cerca  como  dicís,  porque  yo 

hice  tal  y  tal  pecado  y  lo  eché  muy 
lejos  de  mí,  y  está  muy  enojado  comigo. 

— Yo  estoy  a  la  puerta  y  llamo,  dice  él.  Si  alguno  me 
abriere,  entraré.  — ¿Pensáis  que  es  Dios  como  vos,  que  si 

310  os  hacen  un  enojito,  os  persiguen,  luego  echáis  al  prójimo 
de  vuestro  amor?  Y  si  os  dicen:  'Terdoná  a  fulano,  porque 
Cristo  os  perdonó",  dicís:  "No  me  lo  mentéis  delante  de  mí, 
si  bien  me  queréis".  ¿Cómo  vos,  que  no  queréis  perdonar, 
pensáis  que  es  ansí  Dios?  ¡Glorificado  seas  tú,  Señor,  que 

315  esto  es  lo  que  más  captiva  los  corazones  de  los  hombres! 
Dice  el  pecador  cuando  peca:  "los  de  mí,  Señor,  que  no  os 
quiero".  Y  sálese  Dios  de  casa  y  pónese  a  la  puerta,  y  está 
llamando:  Abreme,  esposa  mía,  amiga  mía;  yo  me  estaré 
aquí  hasta  que  de  compasión  salgas  a  mí  y  me  abras.  No 

320  digo  mentira  en  esto,  que  por  compasión  nos  pide  que  le 
abramos. 

Señoras  monjas,  a  vosotras  principalmente  dice  esto. 
¿Qué  quiere  dicir  aquello  que  dice  el  Esposo  en  los  Can- 
tares: Aperi  mihi,  sóror  mea,  árnica  mea,  quia  caput  meum 

325  plenum  est  rore  et  cincinni  mei  guttis  noctium:  ábreme, 
hermana,  que  traigo  mi  cabeza  llena  de  rocío,  y  mis  cabe- 
llos llenos  de  gotas  de  la  noche;  sino:  "Abreme,  habe  com- 
pasión de  mí"?  ¿Qué  cosa  es  pidir  Dios  posada  por  compa- 
sión? Está  Dios  a  la  puerta  de  tu  corazón,  diciendo:  "Abre- 

330  me,  que  no  tengo  de  ir  de  aquí  hasta  que  me  abras,  habe 
compasión  de  mí".  Esto  es  cosa  para  espantar.  Y  cuando 
un  corazón  tocado  de  Dios  siente  esto,  no  hay  cosa  que  así 
lo  captive  de  amores  ni  que  ansí  lo  derrita.  Y  ansí  dicía 
San  Agustino  sintiendo  esto:  "Yo  huía  de  ti,  Señor,  y  tú 

335  andabas  corriendo  en  pos  de  mí".  Este  amor  tiene  Dios 
con  los  pecadores,  que  aunque  huyan  de  El,  va  tras  ellos. 


336  con]  ti,  Señor,  y  <.ú  andabas  en  pos  de.  mi.  Esto  es  cosa  para  espan- 
tar. Este  amor  tiene  Dios  con  iiifii. 


309    Apoc.  3,  20. 
326    Cant.  a,  2. 

335  Cf.  San  Agustín,  Confcss.,  k  2,  c.  j,  7  ;  1.  10,  27,  38  :  MI,  32, 
677  s.  795.  etc. 


76 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


Y  ansí  dice  El  por  Hieremías:  Si  dimiserit  vir  uxorem  suam 
et  recedens  ab  eo  duxerit  wirum  alterum,  numquid  reverte- 
tur  ad  eam  ultra,  numquid  impoilluta  erit  et  immaculata 

340  mulier  illa?  Tu  autem  fornicata  es  cum  amatoribus  multis; 
tamen  reverteré  ad  me,  dicit  Dominus,  et  ego  suscipiam  te. 
Una  mujer  casada,  etc.  Pues  tú,  ánima,  dice  Dios,  has 
fornicado  con  muchos  amadores.  Ecce  loquutus  es.  Y  ha- 
blaste palabras  desvergonzadas  y  heciste  malas  obras.  Ya 

345  fuiste  desvergonzada  y  quisiste  ofenderme  y  saliste  con  ello; 
enojados  estamos,  ¿pero  ha  de  durar  el  enojo  para  siempre? 
El  mismo  Hieremías  (cap.  ubi  supra)  dice:  Numquid  iras- 
ceris  in  perpetuum  aut  perseveraveris  in  finem?  ¿Ha  de 
durar  para  siempre  el  enojo?  Vayan  los  enojos  pasados 

350   por  pasados,  no  me  lastimes  más,  daca  seamos  amigos. 

Las  palabras  que  había  de  dicir  el  ánima  a  Dios,  dice 
Dios  al  ánima:  ¿Has  de  perseverar  para  siempre?  Sal  ya, 
ánima;  llámame,  si  no  sabes  llorar.  Si  miedo  tienes  por  ti, 
ten  confianza  porque  te  lo  mando  yo.  Si  tus  pecados  te 

355   tienen  la  boca  cerrada,  dice  Dios,  yo  te  diré  cómo  me  llames: 

Y  oca  me:  Pater  meus  es  tu,  et  dux  virginitatis  meae.  Llá- 
mame Padre  mío  y  guía  de  mi  virginidad.  "Ya  que  agora 
soy  malo,  acordaos,  Señor,  que  en  algún  tiempo  fui  bueno; 
acordaos  que  cuando  chiquito  me  baptizaron  y  fui  vuestro 

360  y  me  señalaron  con  vuestra  señal".  Dímelo  ansí;  tráemelo 
a  la  memoria,  cómo  algún  tiempo  fuiste  mío:  llámame  Padre 
mío,  mío  eres  tú. 

Mira,  hermano,  que  si  Dios  manda  que  le  llames,  reci- 
birte quiere;  si  Dios  te  dice  cómo  le  llames,  ¿cómo  es  posi- 

365  ble  que  no  te  oiga?  Veis  aquí  la  infalible  misericordia  de 
Dios,  que,  aunque  le  hayamos  ofendido,  está  a  la  puerta 
llamando,  y  aunque  no  le  queramos  recibir,  nos  está  rogando 
que  le  abramos.  ¡Qué  cosa  tan  abominable  será  estar  vues- 
tro marido  a  la  media  noche  a  la  puerta  llamando:  "¡Abrid- 

370  me,  señora,  que  vengo  herido  de  una  guerra,  la  cual  tomé 
yo  por  amor  de  vos,  que  vengo  de  trabajar  para  vos!"  ¿Cuál 
será  la  mujer  tan  mala  que  deje  estar  a  su  marido  mucho 
a  la  puerta?  ¿Quién  es  aquel  que  está  dentro  de  vuestro 
corazón,  porque  no  queréis  abrir  a  Dios?  Con  aquel  amor 

375  con  qUe  p0r  vos  se  puso  en  la  cruz  os  está  agora  rogando 
que  quiere  venir  a  vos.  En  vuestro  corazón  está  llamándoos 
y  rogándo[o]s  que  le  abráis.  ¿Cuál  será  aquel  ciego  y  des- 
dichado que  ose  dicir:  "No  quiero  recebir  a  Dios,  no  le 
quiero  abrir"?  ¿Quién  está  dentro  en  ti,  que  no  quieres 

380   abrir  a  Dios?  Algún  rufián  debes  tener  en  tu  casa,  pues 


341  Of.  Ier.  3, 
343    Ier.  3,  5. 


349    Ier.  3.  5- 
357   Cf.  Ier.  3,  4. 


 2.     DOM.   g    DE   ADVIENTO  77 

no  quieres  abrir  a  tu  propio  marido.  ¡Si  ese  que  llama  y 
dice:  "Esposa  mía,  que  yo  morí  por  ti  y  pasé  por  tu  des- 
canso muchos  trabajos",  es  el  mesmo  Dios!  Alguna  cosa 
contraria  está  dentro  de  ti,  por  ¿uyo  amor  no  le  quieres 
385  abrir.  Ruégo[o]s  que  me  digáis,  ¿qué  es  aquello  que  tanto 
priva  en  vuestro  corazón,  que  por  ello  no  queréis  recibir  en 
él  a  Dios  esta  Pascua  en  vuestra  casa? 

No  pueden  morar  Mas  si  por  ventura — lo  que  plegué  a 
juntos  Dios  y  el     Dios  que  no  sea— estuviese  alguno  en 

390         demonio  este  sermón,  que  predicándole  de  par- 

te de  Dios,  que  apareje  posada  para 
El,  la  aparejase  para  el  demonio,  ¡cuál  es  él  malo  y  peor 
que  infiel,  que  por  aparejar  posada  para  Dios  y  celebrar  su 
santo  nacimiento,  adonde  se  comenzó  el  principio  de  nues- 

395  tra  redempeión,  y  habiendo  de  recebir  en  su  corazón  a  Dios, 
se  apareja  para  recibir  al  demonio!  ¿Qué  será  si  dice:  "Esta 
Pascua  tengo  de  jugar  tantos  ducados,  y  tengo  guardados 
los  dineros  para  jugar  tantos  días"?  ¡Ah,  desdichado  de  ti, 
porque  juegas  porque  es  Pascua  de  Navidad! 

400  No  me  harán  entender  otra  cosa,  sino  que  el  demonio 
inventó  esta  perversión  allá  en  el  infierno,  y  después  lo  tra- 
jeron acá  a  los  hombres.  ¡Que  en  todo  el  año  no  tomen  nai- 
pes en  la  mano,  y  en  la  Pascua  juegan  porque  es  Pascua! 
¿Por  qué  juegas?  ¿Qué  es  dicir  que  juegas  porque  es 

405  Pascua,  sino  juego  porque  es  nacido  Cristo  para  mi  reme- 
dio? ¿Qué  haremos,  dicen  los  demonios,  que  perdimos  mu- 
cho en  el  nacimiento  de  Cristo?  ¿Cómo  lo  ganaremos  por 
otra  parte?  Para  cobrar  lo  que  en  esto  perdieron,  ordenan 
estos  juegos.  ¿Por  qué  juegas  y  ofendes  a  Dios?  Porque 

410  nació  Cristo.  Pues  ¡miserable  de  ti!  ¿Ansí  le  pagas  el  amor 
con  que  vino  a  nacer  por  ti  en  un  pesebre  y  ansí  le  pagas 
los  trabajos  que  pasó  y  lagrimitas  que  derramó  y  el  frío 
que  sufrió?  Cosa  del  diablo  es  ésta. 

Si  algún  tiempo  es  razón  que  seas  bueno,  es  éste;  y  si 

415  en  algún  tiempo  has  sido  malo,  en  éste  has  de  ser  bueno; 
y  si  en  algún  tiempo  has  jugado,  agora  en  éste  no  has 
de  jugar;  ni  es  eso  en  que  has  de  agradecer  a  Jesucristo 
las  mercedes  que  te  hizo  naciendo  para  tu  remedio.  Por 
reverencia  de  Jesucristo,  que  nace  por  nuestro  remedio,  que 

420  ni  de  burla  ni  de  veras,  ni  directe  ni  indirecte,  nadie  convide 
a  otro  a  jugar  en  esta  Pascua,  y  ansí  os  lo  ruego  yo,  que 
me  hagáis  esta  caridad  y  me  deis  este  aguinaldo  por  amor 
del  Niño  y  de  su  Madre. 

— -¿Quién  está  en  vuestro  corazón,  que  impide  que  no 

425  entre  Dios  en  vuestra  ánima?  — No,  nadie,  señor;  que 
venga  muy  en  buen  hora.  Vinieron  aquéllos  a  preguntar  a 


420  veras]  vero  a.  corr. 


78 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


San  Joan,  y  cuando  dijo  que  no  era  ninguno  de  aquellos  que 
ellos  pensaban,  dícenle:  Pues  dinos  quién  eres  para  que 
respondamos  a  quien  nos  invió.  Dios  me  invió  a  diciros  esto 

430  que  os  he  dicho.  ¿Qué  tíá  dicís  que  le  diga?  ¿Qué  respon- 
deré? ¿Queréislo  o  no?  Respóndeme  que  sí.  Diré:  Sí,  que 
venga  muy  en  hora  'buena. 

Unos  le  llaman  de  corazón  y  otros  de  burla,  no  más  de 
con  la  boca.  Bien  sé  que  los  clérigos  y  las  señoras  monjas 

435  dicen  cada  día  muchas  veces:  Veni,  Domine,  et  noli  tardare. 
Plega  a  Dios  que  no  sea  sólo  con  la  boca.  Cosa  abominable 
que  llame  uno  con  la  boca  a  Dios  y  con  el  corazón  esté  di- 
ciendo que  no  venga;  que  le  digáis:  Señor,  de  burla  le  dicía, 
no  vengáis;  pues  no  es  Dios  de  burla,  sino  de  verdad. 

440  De  verdad  os  digo:  — ¿Si  queréis  recibir  a  Dios  esta 
Pascua?  — Sí,  quiero;  pero  con  condición  que  huésped  que 
tengo  días  ha  en  mi  casa  no  lo  eche  fuera.  — ¿No  habéis 
vergüenza,  teniendo  un  pecado  mortal  en  vuestra  ánima,  de 
llamar  a  Dios?  ¿Queréis  meter  a  Dios  con  su  enemigo? 

445  Quien  a  Dios  quiere,  a  El  solo  ha  de  querer.  Una  navaja 
muy  aguda  ha  de  tener  y  cortar  todo  lo  que  hubiere  que  sea 
contrario  a  Dios,  agora  sea  honra,  o  hacienda,  o  mujer,  o 
hijos,  o  cualquier  otra  cosa  que  fuere.  Habéis  de  decir: 
piérdase  todo  y  quede  yo  con  Dios.  De  manera  que  quien 

450  quisiere  recibir  a  Dios  en  su  ánima  ha  de  echar  fuera  de 
ella  a  todos  sus  enemigos,  y  quien  así  no  lo  hiciere,  quedar- 
se ha  sin  Dios.  No  se  pudo  acabar  que  estuviese  el  arca  de 
Dios  y  Dagón,  ídolo  de  los  fe'listeos,  juntos  en  un  altar,  ¿y 
acabarse  ha  con  Dios,  que  more  donde  hobiere  pecado?,  ¿que 

455  estén  juntos  El  y  el  demonio?  Habéis  de  asentar  a  Dios  a 
la  cabecera  de  la  mesa  y  despidir  a  todo  lo  que  le  puede 
impidir  la  venida.  Y  así,  si  lo  quisiéredes,  verná;  y  de  otra 
manera,  no  lo  esperéis. 

Hay  otro  que  dice:  — Padre,  yo  lo  recibiré  de  buena  gana 

460  y  le  daré  posada  por  esta  Pascua;  pero,  después  de  pasada, 
tornarme  he  a  mis  costumbres.  — -Hermano,  ¿ese  pensa- 
miento tienes?  Pues  no  hayas  miedo  que  venga,  que  quien 
lo  quisiere  recibir,  ha  de  tener  un  propósito  muy  verdadero 
y  firmísimo  de  no  tornarle  más  a  ofender. 

465   ¿Cómo  prepararse?    Una  palabra  para  todos  los  que  qui- 
Confesión,  limosna,    siérades  recibir  a  Dios  esta  Pascua: 
deseo-  de  Dios  — -A-  Dios  quiero,  padre,  ¿qué  haré? 

— Si  tenéis  la  casa  sucia,  barrelda; 
y  si  hiciere  polvo,  sacad  agua  y  regadía. 

431  Diré]  iré  a.  corr. 
446  hubiere]  viniere 


435  Brev  Rom.;  fer.  VI  ante  Vigil.  Nativ.,  ant.  3  ad  Laudes. 
453    Cf.  1  Reg.  5,  2  ss.  ' 


2.     DOM.    3    DE  ADVIENTO 


79 


470  Algunos  habrá  aquí  que  habrá  diez  meses,  por  ventura 
más,  que  no  habréis  barrido  vuestra  casa.  ¿Qué  mujer  ha- 
brá tan  sin  limpieza  que,  teniendo  un  marido  muy  limpio, 
esté  diez  meses  sin  barrer  la  casa?  ¿Cuánto  ha  que  os  confe- 
sastes?  Hermanos,  ¿no  os  rogué  la  cuaresma  pasada  que  os 

475  acostumbrásedes  a  confesaros  algunas  veces  entre  año? 
Saltem  las  Pascuas  y  días  de  Nuestra  Señora  y  otras  fiestas 
principales  del  año,  y  creo  que  lo  debéis  de  tener  olvidado. 
Plega  a  Nuestro  Señor  que  no  os  lo  pongan  por  capítulo  en 
el  día  del  juicio,  al  tiempo  de  vuestra  cuenta.  Y  si  dijére- 

480  des:  "No  lo  supe,  por  eso  no  lo  hice",  deciros  han:  ''Ya 
os  lo  dijeron,  ya  os  lo  vocearon,  ya  os  lo  sudaron,  ya  no 
aprovecha  nada  quebrarse  la  cabeza,  ni  lo  quesistes  hacer". 
Hermanos,  cada  día  pecamos.  Si  flojos  habéis  sido  hasta 
aquí  en  barrer  vuestra  casa,  tomad  agora  vuestra  escoba, 

485  que  es  vuestra  memoria.  Acordaos  de  lo  que  habéis  hecho 
en  ofensa  de  Dios  y  de  lo  que  habéis  dejado  de  hacer  en 
su  servicio,  ios  al  confesor  y  echad  fuera  todos  vuestros  pe- 
cados, barred  y  limpiad  vuestra  casa. 

Después  de  barrida,  ande  el  agua  para  regalía.  • — No 

490  puedo  llorar,  padre.  — Y  cuando  muere  vuestro  marido  o 
hijo  o  se  os  pierde  alguna  poca  de  hacienda,  ¿no  lloráis? 
— Tanto,  padre,  que  estoy  para  desesperar.  — ¡Pobres  de 
nosotros,  que,  si  perdemos  una  poca  de  hacienda,  no  hay 
quien  te  pueda  consolar,  y  que  te  venga  tanto  mal  como 

495  es  perder  a  Dios — que  eso  hace  quien  peca — ,  y  que  tienes 
el  corazón  tan  de  piedra,  que  son  menester  acá  predicado- 
res y  confesores  y  amonestadores  para  que  me  tomes  una 
poca  de  pena!  Y  no  basta  aquesto,  sino  que  estimas  en  más 
el  real  que  pierdes  que  cuando  pierdes  a  Dios.  Que  no  haya 

500  quien  te  consuele,  ni  bastan  flaires,  ni  clérigos,  ni  amigos, 
ni  parientes  en  la  nonada,  ¿y  que  en  lo  que  tanto  pierdes 
no  te  entristezcas?  ¿Qué  es  esto,  sino  que  tienes  tanta 
tierra  en  los  caños  que  van  del  corazón  a  los  ojos,  que  no 
deja  pasar  el  agua,  y  porque  amas  poco  a  Dios,  sientes  poco 

505   en  perdelle? 

— '¿Qué  hace  que  tengo  el  corazón  duro  y  no  puedo  llo- 
rar? — De  los  tiempos  aparejados  que  hay  en  todo  el  año, 
es  éste  para  los  duros  de  corazón.  Tengan  el  tiempo  santo 
en  que  estamos,  tengan  esta  semana  por  tan  santo  tiempo 

"JO  como  lo  hay  en  todo  el  año.  Es  semana  santa,  y  si  esta 
semana  gastáis  bien  gastada  y  os  aparejáis  como  sabéis, 
cierto  se  os  quitará  la  dureza  del  corazón. 

— Padre,  tengo  el  corazón  duro,  ¿qué  haré?  — Dice  Dios: 
Yo  trairé  unos  días  en  que  os  quitaré  el  corazón  de  piedra 


475  cutre]  en  este 


80 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


515  y  os  daré  otro  de  carne.  ¿Cuándo  se  hace  esto?  Cuando 
Verbum  caro  factum  est,  cuando  Dios  se  hizo  hombre ;  cuan- 
do se  hizo  carne,  da  corazones  de  carne;  cuando  Dios  se 
hizo  tan  tierno,  cuando  de  aquí  a  ocho  días  veréis  a  Dios 
hecho  niño,  en  un  pesebre  puesto,  verlo  heis  hecho  carne,  y 

520  porque  la  carne  es  blanda,  por  eso  está  Dios  blando,  y  no 
es  mucho  que  os  dé  corazones  blandos.  Allegaos  al  pesebre 
y  pedilde  con  fe:  Señor,  pues  que  tú  te  ablandaste,  ablán- 
dame a  mi  [el]  corazón.  Y  de  esta  manera  sin  ninguna  duda 
os  dará  Dios  agua  para  que  reguéis  vuestra  casa  llena  de 

525  polvo.  ¿Que  es  menester  más  para  el  huésped  que  viene 
muerto  de  hambre  y  de  frío  y  desnudo?  Que  busquéis  qué 
coma  y  qué  se  vista,  y  que  lo  calentéis. 

Decirme  ha  alguno:  — Padre,  ¿ya  no  está  reinando  en  el 
cielo?  Ya  no  ha  hambre,  no  siente  desnudez.  — Hermanos, 

530  «aunque  esté  en  los  cielos,  en  la  tierra  también  está  (no  sólo 
en  él  Santísimo  Sacramento),  porque,  aunque  la  Cabeza  está 
en  el  cielo,  el  Cuerpo  está  en  la  tierra.  Decid:  Si  os  predi- 
cara yo  agora:  esta  Pascua  verná  Jesucristo,  pobrecito,  des- 
nudo, como  nació  en  Belem,  a  vuestra  casa,  ¿no  lo  recibi- 

535  riades?  ¿No  tienes  pobres  en  tu  barrio?  ¿No  tienes  desnu- 
dos a  tu  puerta?  Pues  si  vistes  al  pobre,  a  Jesucristo  vis- 
tes; si  consuelas  al  desconsolado,  a  Jesucristo  consuelas, 
que  El  mesmo  lo  dice:  lo  que  a  uno  de  éstos  hiciéredes,  a 
mi  lo  hacéis.  No  te  mates  ya  diciendo:  ¿Quién  estuviera  en 

540  Belem  para  recibir  ál  Niño  y  a  su  Madre  en  sus  entrañas? 
No  te  fatigues,  que  si  recibieres  al  pobre,  a  ellos  recibes; 
y  si  de  verdad  creyésedes  esto,  andaríades  más  solícito  a 
buscar  quién  hay  pobre  en  esta  calle,  y  os  saltearíades  unos 
a  otros  para  hacer  el  bien  que  pudiésedes.  Hermanos,  limos- 

545  ñas,  vestí  los  desnudos,  hartá  los  hambrientos,  y  no  os 
contentéis  con  dar  una  blanca  o  una  cosa  poca,  sino  dad 
limosnas  en  cuantidad,  pues  que  ansí  os  lo  da  Dios;  no 
seáis  cortos  en  dar,  pues  Dios  es  tan  largo  en  daros  a 
vosotros;  no  deis  blanquillas  por  Dios,  pues  que  Dios  os 

550  da  a  su  Hijo  a  vosotros.  Haced  limosnas  para  recibir  bien 
esta  Pascua  a  Cristo. 

Hermanos,  este  que  viene  es  amigo  de  misericordia,  há- 
lleos con  misericordia.  — ¿Falta  alguna  cosa,  señor?  — Sí, 
falta,  y  creo  que  es  la  más  principal,  y  es  que  sepáis  que  el 

555  nombre  de  Jesucristo  es  el  Deseado  de  todas  las  gentes. 
¿Cómo  entenderán  esto  las  señoras  monjas?  ¿Cómo  se  llama 
Cristo?  Desíderatus  cunctis  gentibus.  ¡Qué  lástima  es  ver  que 
sea  Dios  poco  amado  y  deseado,  qué  lástima  es  que  tengáis 
un  hijo  enfermo  y  que  le  pongáis  un  capón  aparado  y  con 


515  Cf.  Ez.  ii,  19. 

516  lo.  1,  14. 


539  Cf.  Mt.  25,  40. 
557    Ag.  2,  8. 


DOM.  3   DR  ADVIENTO 


81 


560  Su  lima,  que  él  mesmo  se  está  comido,  y  que  diga:  "No 
puedo  arrostrar  ese  manjar,  quitadle  allá  y  que  se  pierda"! 
Pues  si  es  lástima  que  se  pierda  este  manjar,  ¡qué  lástima 
será,  para  quien  lo  sintiere,  ver  que  no  sea  amada  y  desea- 
da aquella  suma  Bondad !  Señor,  ¿  quién  no  se  come  las  ma- 
565  nos  tras  ti  y  te  desea  noche  y  día?  ¿Quién  no  pierde  el 
sueño  por  ti?  Mi  ánima  te  desea  de  noche.  Anima  mea 
desiderauit  te  in  nocte.  Spiritu  meo  in  praecordiis  meis  de 
mane  vigilabo  ad  te,  dice  Esaías.  De  noche  te  deseó  mi  áni- 
ma y  mis  entrañas  te  desearon,  y  por  la  mañana  me  levan- 
do taré  a  alabarte;  no  estaré  dormido  en  las  vanidades  de  esta 
vida,  sino  por  la  mañana  me  levantaré  a  alabarte.  ¡Oh,  si 
supiesen  los  hombres  cuán  sabrosa  música  y  alborada  es 
a  Dios  levantarse  un  hombre  de  noche  a  desearle  y  por  la 
mañana  a  alabarle!  Los  corazones  se  nos  quebrarían.  Una 
575  de  las  mayores  faltas  que  hay  en  nosotros  es  no  tener  de- 
seo de  Dios.  Porque  el  negro  azor  está  harto  de  carne,  aun- 
que lo  llame  su  dueño,  no  quiere  venir.  ¿Cómo  sentís  tan 
poco  el  deseo  de  Dios?  Porque  estáis  hartos  de  carnes  mor- 
tecinas y  de  víboras.  Olvidóme  de  comer  mi  pan.  Si  estáis 
580  hartos  de  pecados,  ¿qué  mucho  que  no  tengáis  hambre  de 
Dios? 

El  nombre  de  Jesucristo  es  el  Deseado  de  todas  las  gen- 
tes. Antes  que  viniese,  deseado  de  todos  los  patriarcas  y 
profetas;  todos  suspirando:  ¡Señor,  catad  que  os  deseamos, 

585  venid  a  remediarnos!  Deseado  de  la  Sacratísima  Virgen  y 
deseado  de  todos.  Beati  omnes  qui  exspectant  te,  dice  Esaías. 
Hermanos,  si  vinieren  pecados  esta  semana,  no  los  reci- 
báis, decildes:  "Andá  que  estoy  esperando  a  un  huésped". 
Si  viniese  alguno  a  que  juguéis,  decid:  "No  quiero,  que  es- 

590  toy  esperando  que  ha  de  venir  Dios".  Gran  freno  se  ha 
puesto  en  su  boca  y  en  sus  obras  el  que  está  esperando  a 
Dios.  Lo  que  has  de  hacer,  sospirar  por  Dios.  ¡Señor,  tú 
solo  mi  bien  y  mi  descanso;  fálteme  todo  y  no  me  faltes  tú; 
piérdase  todo  y  no  tú!  Aunque  me  quieras  quitar  todo  cuan- 

595  to  me  quieres  dar,  dándome  a  ti  no  se  me  da  que  me  fal- 
te todo. 

Quiere  Dios  que  le  quieras  tanto,  como  una  mujer  que 
está  bien  casada,  que,  aunque  se  pierda  todo,  se  le  da  poco, 
como  quede  con  su  marido.  ¿Tienes  a  Dios  y  estás  penado 
600  porque  te  levantan  testimonios?  Dejó  Dios  su  casa  y  a  su 
madre,  perdió  su  fama  y  vida  y  púsose  en  una  cruz  desnudo 
por  ti,  ¿y  tú,  con  tener  a  Dios  por  tuyo,  no  dices  que  no  te 
falta  nada?  ¿Qué  dirá  Dios?  Tiénesme  a  mí,  ¿y  no  te  con- 
tentas? 

570  Cf.  Is.  26,  9.  , 
579   Ps.  ioi,  5. 
585   Cf.  Is.  30,  18. 


82  SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


605  Dios  viene  a  vosotros,  el  Deseado  de  todas  las  gentes. 
¿Qué  sabor  tomáis  en  El?  ¿No  te  sabe  bien?  No,  pues,  por 
falta  de  no  hacerse  sabroso.  Anselmo:  Dice  el  enfermo  que 
no  lo  puede  comer  cocido,  y  porque  te  supiese  mejor,  fué 
Dios  asado  con  tormentos;  en  fuego  de  amor  en  la  cruz  asan 

610  a  Dios  para  que  te  sepa  mejor  a  ti;  porque  tanto  cuanto  a 
El  más  le  atormentan,  más  descanso  es  para  ti.  Sabroso 
fuera  Dios  sin  esto,  mas  porque  te  sepa  a  ti  mejor,  lo  pa- 
dece, porque,  considerando  tú  que  lo  padece  por  ti  y  por  tu 
amor,  mientra  más  padeciere,  más  sabroso  te  será.  ¿Cómo 

615  no  hallas  sabor  en  Dios,  muerto  por  ti?  ¿Y  no  hallas  tú 
sabor  en  El?  Algún  mal  humor  debes  tener  en  el  estómago; 
púrgalo,  échalo  fuera.  Dice  el  enfermo:  "Flaco  estoy,  cór- 
tenmelo, que  no  lo  puedo  partir".  ¿Qué  son  los  azotes,  los 
clavos  y  la  lanzada,  sino  partirle  aquella  carne  santa,  para 

620    que,  mientras  más  atormentado,  más  sabroso  te  fuese? 

Dios  está  enclavado  por  ti,  ¿y  tú  no  lo  deseas?  ¿No  ha- 
llas sabor  en  un  Dios  muerto  por  ti?  Algún  pecado  hay  en 
ti  que  lo  estorba,  búscale,  échalo  fuera,  y  toda  esta  semana 
haz  buenas  obras;  confesaos,  haced  limosnas,  desead  a  Dios, 

625  suspirá  por  El  de  corazón.  Señor  mío,  según  mi  flaqueza  os 
he  aparejado  mi  pobre  casilla  y  establo;  no  despreciéis  vos, 
Señor,  los  lugares  bajos,  no  despreciastes  el  pesebre  y  el 
lugar  de  los  condenados.  Y  por  eso  quiso  El  nacer  en  esta- 
blo, para  que,  aunque  yo  haya  sido  malo  y  mi  corazón 

630  haya  sido  establo  de  pecados,  confíe  que  no  me  menospre- 
ciará. Señor,  aunque  yo  haya  sido  malo,  aparejado  me  he, 
como  he  podido;  con  vergüenza  de  mi  cara  lo  digo:  "Apare- 
jado tengo  mi  establo;  venid,  Señor,  que  el  establillo  está 
barrido  y  regado.  Establo  soy,  supla  vuestra  misericordia 

635  lo  que  en  mí  falta,  provea  lo  que  yo  no  tengo".  Y  si  así  os 
aparejásedes,  sin  ninguna  falta  verná. 

Plega  a  su  misericordia  que  de  tal  manera  nos  apareje- 
mos, que  El  nazca  en  nosotros,  que  nos  dé  aquí  su  gracia 
y  después  su  gloria.  Amén. 


ISPERAS  DE  NAVIDAD 


3      Venida  de  Cristo  pobre  a  remediar  nuestra 

POBREZA  * 

En  vísperas  de  Navidad.  A  unas  monjas 

(Oña,  Ms.  Est.  8,  pluit.  4,  n.  55  bis,  ff.  104  r  -  112  r ;  Valencia,  Bibl.  Col. 
Patriarca,  Ms.  1C49,  ff.  54  r  -  60  v  [incompleto].) 


Spiritws  Domini  supcr  me,  eo  quod  unxerit  me; 
ad  annuntiandum  paupcribus  misit  me  (Is.  65  Isic 
pro:  ta,  1  ;  cf.  Le.  4,  18]).. 

Exordio  Por  el  mal  consejo  que  dió  nuestra  madre  Eva 
5  a  Adam,  entre  otros  castigos  con  que  Dios  la  cas- 

tigó fué  éste  uno:  Yo  multiplicaré  tus  concebimientos  y  en 
dolor  parirás  tus  hijos;  y  dado  que  esta  maldición  com- 
prendió a  todas  las  mujeres  descendientes  de  Adam  y  Eva, 
pero  la  Virgen  libre  fué  de  esta  maldición;  ansí  como  fué 

10  libre  de  todo  pecado,  fué  libre  de  este  dolor.  Ista  in  laetitia 
Deum  parturivit,  parió  esta  Señora  con  alegría  a  su  pre- 
cioso hijo;  y  ansí  el  ángel  cuando  le  anunció  la  encarnación 
le  dijo:  Gózate;  y  con  mucha  razón,  que  pues  ella  habia 
de  parir  al  gozo  y  alegría  del  cielo  y  de  la  tierra,  que  lo 

15  concebiese  y  pariese  con  alegría ;  y  pues  en  ella  se  había  de 
encerrar  el  gozo  de  los  ángeles,  no  era  razón  diese  dolor  a 
su  madre.  De  manera  que  no  hemos  de  imaginar  a  Nuestra 
Señora  como  a  las  otras  preñadas  cuando  están  cercanas 
al  parto,  que  andan  pesadas  y  con  dolores,  mas  antes  mien- 

20  tras  más  cercana  al  parto,  más  alegre  estaba.  Y  ansí  los 
que  con  ella  quisieren  negociar  hallarla  han  muy  alegre,  nc 
sólo  en  el  día  del  parto,  pero  antes  también  del  parto;  y 
si  alegre,  también  estará  para  pedir  mercedes.  Por  tanto, 
supliquémosle,  por  el  gozo  que  su  hijo  bendito  le  dió,  nos 

25  dé  parte  de  él  y  nos  alcance  la  gracia,  y  despierte  mi  len- 
gua, y  abra  vuestros  oídos. 


O  =  Oña,  V  =  Valencia  ||  5  los  I'  '||  6  concepciones  V  \\  8  comprehendió  V  | 
•mujeres  om.  !'  ||  9>  de  esta  maldición]  .oue  V  |.|  10  fué  librej  también  !o 
fué  V  ||  11  Deum]  Dominum  V  ||  12  cuando]  que  V  ||  14  al]  ef  V  \  y  alegría 
om.  V  |  que  lo]  le  V  ||  15  concibiese  V  ||  19  al]  del  V  |]  22  también  om.  V  || 
25  él  v  nos  alcance  la]  su  pozo  y  V  \\  25-26  nuestras  lenguas  I'  |  26  nues- 
nuestros  V  \  oídos]  Y  para  más  la  obligar  digamos  el  Ave  María  tidd.  V 


*  Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Manresa»,  17  (1945). 
390-403.  El  Ms.  de  Oña  da  este  encabezamiento  :  «Tertia  dominica 
Adventus.  Sermo  [de]  Adventu  Domini.  Thema  :  Spiritus...  Ad  mó- 
ntales sanctac  Marlae»  (f.  104  r).  El  índice  del  Ms.  de  Valencia  lo 
define  genéricamente  :  «De  nativitate  Domini». 
7   Gen.  3,  16. 

11  Entre  los  sermones  falsamente  atribuidos  a  San  Agustín,  De 
Sanctis,  194,  1  ;  De  tempore,  120,  2  :  ML  39,  2105.  1985. 


S4 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Preparaos  para  re-  No  pienso  que  será  menester,  seño- 
cibir  a  Dios  en  su  ras>  preguntaros  en  qué  habéis  es- 
gran  obra  de  la  tac*0  ocuPadas  este  Adviento,  porque 
rní.ni/;n  s*  *as  monjas  estuviesen  descuidadas 
encarnación  deJ  recibimiento  de  su  Esposo,  ¿qué 
harán  las  seglares?  ¿Y  cuál  sería  es- 
tar las  seglares  aparejadas  para  le  recebir,  y  viene  Dios  a 
ellas  y  no  a  vosotras?  ¡Qué  vergüenza  que  sería  que  vinie- 
se un  hombre  de  camino  y  no  se  viniese  a  posar  a  casa  de 
su  mujer,  sino  a  otra  casa!  ¡Qué  afrenta  sería  ésta  para 
su  mujer!  Después  que  la  misericordia  del  Señor  os  hizo 
merced  de  escogeros  por  esposas  suyas  y  que  su  santo 
nombre  fuese  llamado  sobre  vosotras,  no  es  razón  que  haya 
descuido  de  vuestra  parte  en  no  estar  aparejadas,  sino  que 
os  dispongáis  para  que  vuestro  Esposo  venga  a  posar  a 
vuestra  casa. 

Gran  vergüenza  y  afrenta  sería,  por  cierto,  si,  viniendo 
el  Señor  a  posar  y  nacer  esta  Pascua  a  casa  de  muchas  se- 
glares, dejase  de  venir  a  vuestra  casa  y  nacer  en  vosotras. 
¡Qué  afrenta  tan  grande  sería  para  vosotras  que  dejase  la 
casa  de  sus  propias  esposas  y  escogiese  la  de  otras  ajenas! 
Luego  razón  será,  señoras,  que  estéis  ocupadas  en  cómo 
aposentallo,  en  cómo  le  aparejar  las  mantillas,  en  cómo  le 
aparejéis  el  pisebre  y  cómo  le  deis  leche  de  vuestro  cora- 
zón, cuidadosas  y  pensativas,  cómo  esté  aparejado  todo  lo 
necesario  para  aposentalle,  porque,  cuando  viniere,  no  halle 
nada  en  vuestro  corazón  que  le  desagrade.  ¡Bienaventura- 
dos días  que  se  ocupan  en  aparejar  el  corazón  para  aposen- 
tar a  su  Criador!  Que  este  tiempo  del  Adviento  tiempo  san- 
to es,  instituido  para  aparejarse  el  hombre,  para  aposen- 
tar a  Dios.  Pues  Dios  ha  de  venir  a  visitarnos,  razón  es 
aparejarle  el  corazón,  para  que  lo  halle,  cuando  venga,  bien 
aparejado.  De  personas  cuidadosas  es  mirar  cuidadosamente 
si  está  aparejada  la  casa  cuando  han  de  recebir  a  alguna 
persona  en  ella.  Pues  hemos  de  recebir  no  a  hombres,  sino 
a  Dios,  razón  es  de  aparejar  el  ánima,  no  vea  algo  que  le 
desagrade. 

Y  de  los  que  ansí  no  lo  hacen  se  queja  Dios  en  Esaías. 
Di  [ce]:  Tienen  harpa,  vigüela  y  pandero,  y  no  conocieron 


27  pienso]  creo  V  \\  32  sería]  si  acaeciese  add.  V  ||  33  le  recebir]  recebir  n 
Dios  V  |  viene  Dios]  El  viniese  V  ||  34  quej  si  V  ||  35-36  casa-mujer]  su 
casa  V  .||  36  casa  om.  V  |  afrenta]  que  add.  V  |  ésta  om.  V  37  su]  la  V  |  del 
Señor]  de  Dios  V  ¡|  38  su  santo]  justo  O  ||  40-4Ü  sino  que  os  dispongáis 
om.  V  ||  41  Esposo]  se  add.  V  ||  45  seglares  V  ||  46  tan  grande  sería  para  vos- 
otras oh.  V  ||  48  sería  V  ||  50  pesebre  V  ||  54  Jos  corazones  V  ||  55  su  Criador] 
Cristo  V  |  Que  om.  V  ||  55-56  tiempo  santo  om..  V  \\  58  cuando  venga  bien 
om.  V  ||  60-61  han  de-en  ella]  esperan  huéspedes  V  \\  62  ver  O 

64  así  V  |  en]  por  1'  ||  65  Di[ce]  cm.  V  |  y  pandero  y  vigüela  add.  transp. 


3-     VÍSPERAS  DE  NAVIDAD 


85 


su  obra.  Tenent  tympanum,  citharam  et  lyram,  opus  autem 
meum  non  cognoverunt.  Quéjome,  dice  Dios,  de  los  que 
andan  muy  alegres,  ocupados  en  negocios  del  mundo  y  en 
vanidades,  y  están  descuidados  de  pensar  en  mi  obra.  Pero 

70  ¿qué  obra  es  ésta?  Si  no  tuviésedes  más  de  una  obra,  ter- 
níades  razón,  pero  tenéis  muchas,  criastes  yerbas,  árboles, 
cielo  y  tierra.  ¿De  qué  obra  os  quejáis,  porque  no  la  mi- 
ramos? Decídnoslo,  porque  pongamos  los  ojos  en  ella.  ¿El 
habernos  criado?  No.  Por  la  obra  de  Dios  antonomastice 

75  se  entiende  el  haberse  Dios  hecho  hombre;  como  por  el  pro- 
feta, se  entiende  David,  y  por  el  poeta,  Virgilio,  etc.  San 
Augustín  dice  que  la  mayor  Obra  de  las  obras  que  Dios  ha 
hecho  ad  extra,  ni  hará,  es  hacerse  Dios  hombre  por  los 
hombres. 

80  Por  tanto,  señoras,  cuando  cantardes  Et  homo  factus 
est,  váyanse  vuestros  corazones  al  cielo,  contemplando  tan 
grande  obra  como  es  haberse  Dios  hecho  hombre  por  vos- 
otras. Pues  de  esto  se  queja  Dios,  y  con  gran  razón,  que 
una  musaraña,  una  yerbecita,  una  mujer  hermosa,  una  ves- 

85  tidura  pulida  nos  lleve  los  ojos  y  robe  nuestra  vista,  y  no 
esta  obra  tan  grande,  como  haberse  Dios  hecho  hombre  por 
nosotros.  Mirad  mi  obra.  ¿Por  qué  la  tenéis  en  poco?  El 
pensamiento  para  el  alma  más  alto  y  deleitable  éste  es: 
contemplar  la  grandeza  de  Dios  y  verle  abajado  tanto  por 

90  nosotros,  que  se  abajase  a  tomar  nuestras  miserias  de  ham- 
bre, frío  y  cansancio,  etc. 

Y  si  la  obra  es  la  mayor  de  las  obras,  ¿qué  tal  será  el 
efecto  de  ella?  No  basta  conocer  esta  obra,  sino  conocer 
también  el  efecto  y  virtud  de  ella.  No  basta  conocer  la  yer- 

95  becita,  ni  la  piedra,  si  no  sabéis  su  virtud;  y  si  la  virtud 
cognociésemos,  mayores  alabanzas  daríamos  al  Señor.  No 
hay  yerbecita  que  no  tenga  virtud.  Pues  siendo  ésta  la  ma- 
yor de  las  obras,  tendrá  la  mayor  de  las  virtudes,  y  ansí 
no  basta  conocer  esta  obra,  sino  es  menester  también  cono- 


r  |]  66-67  opus-cognoverunt]  etc.  V  ||  67  que  om.  O  í|  72  cielo  om.  V  |  tierras  V  \ 
lo  O  ||  73  El]  Es  V  ||  74  antonomastice  om.  V  \\  75-76  por  el  profeta-David 
y]  om.  V  ||  76  el  om.  V  |  poeta]  se  entiende  add.  V  |  etc.]  por  apóstol  San  Pablo, 
por  profeta  David  V  ||  77  Agustín  V  \  de  las  obras  om.  V  ||  78  ad  extra  om.  V 

80  Et]  el  V  f|  82  hecho  Dios  V  ||  83  con]  es  V  J|  86  polida  V  ||  86  hecho 
Dios  K  | !  88  (para  el  alma  om.  V  |  y]  más  add.  V  |  éste  om.  V  ¡|  89  tanto  aba- 
jado V     90  abaje  V  \  nuestra  miseria  V  \\  91  y  cansancio,  etc.  om.  Y 

92-93  qué  tal  será  el  efecto  de  ella,  si  la  obra  es  la  mayor  de  las  obras 
transp.  V  |j  93-94  conocer  también  om.  V  ||  95  y  si  la  virtud]  porque  si  la  V  \\ 
96  mayores -al  Señor]  om.  V  \\  9Í7  tenga]  su  add.  V  \  virtud]  y  si  las  cono- 
ciésemos, grandes  alabanzas  daríamos  al  Señor  add.  V  \\  99  es  menester  om.  V  \\ 


67   Cf.  lab  21,  12-14 ;  Is.  5,  12. 

79  San  Agustín,  ln  lo.  Ev.,  tr.  17,  1  (ML  35,  1527)  :  «Magis... 
miran  debenius  quia  Dominus  noster  et  Salvator  Iesus  Christus  homo 
factus  est,  quam  quod  divina  inter  homines  feeit». 

81    Miss.  Rom.  Ordo  Miss.,  symb.  iiic.-constantinop. 


86 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


100  cer  sus  virtudes  y  efectos.  Quien  no  sabe  contemplar  las 
virtudes  de  este  misterio,  ni  sabe  contemplar  este  misterio. 
Que  si  solamente  contempláis  que  Dios  se  hizo  hombre  y 
no  paséis  adelante,  ¿qué  fruto  sacaréis,  más  que  de  ver  la 
yerba  y  no  saber  la  virtud?  ¿Qué  os  aprovecha  contemplar 

105  que  Dios,  siendo  tan  alto,  se  hiciese  tan  bajo,  si  vos  os  que- 
dáis alto  y  soberbio  y  'lleno  de  viento  en  vuestro  corazón? 
Contempláis  que  os  amó  tanto,  que  abajó  del  cielo  a  la 
tierra  por  nosotros.  Pues  no  tengáis  vos  rancor  en  vuestro 
corazón,  sino  amad  a  vuestros  prójimos  y  váyanse  los  ojos 

no  tras  ellos.  ¿Cómo  contempláis  la  blandura  de  Dios,  si  sois 
áspero  y  duro  para  vuestros  prójimos?  ¿Cómo  contempláis 
a  Jesucristo  nacido  en  Betlem,  en  un  portal  tan  pobre,  etc., 
si  no  tenéis  paciencia  para  sufrir  vuestra  pobreza  y  las  ne- 
cesidades que  se  os  ofrecen,  y  si  deseáis  en  vuestro  corazón 

115  ser  rico?  Grandes,  pues,  son  los  efectos  de  esta  obra  de 
Dios.  No  sin  causa  vino  Dios  pobre,  podiendo  venir  rico; 
vino  pequeño,  podiendo  venir  grande,  etc. 

■Pues  porque  esta  obra  no  se  nos  vaya  en  balde,  que  ¡ay 
de  nosotros  si  no  nos  aprovechamos  de  ella! — si  con  la  mayor 

120  de  las  medicinas  no  sanamos,  ¿con  qué  sanaremos?;  si  de 
Dios  humanado  no  nos  aprovechamos,  ¿de  qué  nos  aprove- 
charemos?— -,  supliquémosle  que  nos  dé  lengua  para  que 
hablemos  los  efectos  de  su  encarnación. 

El  Señor  viene  pobre    ¿Queréis  que  sintamos  algo  de  su 
126   a  evangelizar  a  los    bondad?  ¿A  qué  vino  Dios?  Hable 
pobres  El  y  callemos  nosotros.  Un  día 

estando  en  Nazaret,  su  pueblo, 
abrió  un  libro  y  hojeó,  o  por  mejor  decir,  abrióse  el  mismo 
libro,  que  era  de  Esaías,  c.  61.  Y  comenzó  a  leer  las  pala- 
130  bras  del  tema:  Spiritus  Domini  super  me,  etc.,  que  quiere 
decir:  El  Espíritu  del  Señor  es  hecho  sobre  mí,  porque  me 
ungió;  a.  evangelizar  a  los  pobres  me  envió;  para  ameleci- 
nar  a  los  corazones  quebrantados,  y  predicar  a  los  captivos 
perdón  de  pecados,  y  a  los  encarcelados  libertad  y  año  de 
135  perdón  del  Señor  y  día  de  venganza,  etc. 

¡Oh,  quién  le  oyera  decir  estas  palabras  al  Señor!  Y  des- 


994100  conpeer  om.  Y  ||  101  ni]  no  V  |  este]  el  V  ||  103  sacareis]  fruoto  sacáis 
no  V  |¡  104  contemplar  om.  V  \\  106  hizo  Y  ||  107  bajó  V  \\  108  rencor  V  || 
109  sino  amad  om.  Y  |  vuestro  prójimo  V  ||  112  Belén  Y  ||  116  midiendo  V  \\ 
117  etc.  om.  V 

118  porque  fin.  1' 

125  bondad]  venida  V  |  A  qué  vino  Dios  om.  V  ||  127  Nazarón  I'  ||  129  li- 
bro] dond^e  el  Señor  quería  add.  Y  |  61]65  O  \\  130  etc.  que]  eo  quod  unxerit 
me,  ad  annuntiandum  mansuetis  misit  me,  ut  mederet  contritos  corde  V  || 
132-133  medicinar  Y  \\  134  de,]  los  add.  Y  \  libertad  y]  libramiento  y  el  V  \ 
de  ]  del  V  ||  135  etc.  om.  V 


135    Is.  6l,  1-2. 


3.     VÍSPERAS  DE  NAVIDAD 


87 


pués  de  haber  leído,  cerró  su  libro  y  dijo:  Hoy  se  ha  cum- 
plido esta  profecía  en  vuestras  orejas,  y  hízoles  un  ser- 
món tan  dulce,  que  todos  daban  testimonio  y  decían  ser 

140  verdad  y  estaban  espantados  de  las  palabras  que  decía. 
Plega  a  su  bondad,  que  pues  el  que  estaba  allí  está  agora 
también  aquí,  entre  nosotros,  que  nos  hable  El  a  vuestros 
corazones  y  despierte  mis  labios  y  abra  vuestros  oídos,  etc. 
¿A  qué  venistes,  Señor,  pues  no  venistes  en  balde? 

145  El  Espíritu  del  Señor  está  sobre  mí,  entended  en  cuanto 
hombre,  que,  en  cuanto  Dios,  antes  el  Espíritu  Santo  pro- 
cede de  El  y  del  Padre,  y  por  tanto  se  ha  de  entender  en 
cuanto  hombre,  y  de  esta  manera  lo  entendió  San  Joan  en 
el  c.  1,  ca  dice:  No  le  fué  dado  el  Espíritu  por  medida,  por- 

150  que  le  fué  dada  a  la  santísima  ánima  de  Cristo  grandísima 
copia  de  gracia,  no  como  a  los  otros  santos,  quia  de  pleni- 
tudine  eius  omnes  accepimus;  fué  ungido  con  el  aceite  y 
olio  de  gracia.  David  profeta:  Unxit  te  Deus,  Deus  tuus, 
oleo  laeütiae  prae  consortibus  tuis.  Más  abundantemente  le 

155  ungió  que  a  ningún  santo  de  antes.  Los  reyes  y  sacerdotes 
eran  ungidos,  y  porque  él  era  rey  y  también  sacerdote,  fué 
ungido;  Rey  no  en  los  reinos  de  esta  vida,  que  todos  son 
vanidad;  antes  queriéndolo  una  vez  hacer  Rey,  huyó  de 
ellos.  Y  ansí  dijo  a  Pilato:  Regnum  meum  non  est  de  hoc 

160  mundo. 

Y  porque  veáis  de  qué  reino  fué  Rey,  explícalo  en  el 
2."  salmo:  Ego  autem  constitutus  sum  rex  ab  eo,  etc.,  y 
constituido  soy  de  mi  Padre  por  Rey,  no  sobre  reinos  del 
del  mundo,  sino  sobre  Sión  y  monte  santo.  Y  en  Sión  esta- 

165  ba  el  templo.  Sobre  las  cosas  del  templo  y  espirituales  es  su 
reino,  en  negocio  de  ánimas,  porque  ansí  como  el  rey  de- 
fiende a  su  reino  de  los  enemigos  corporales,  pero  no  me 
puede  el  rey  defender,  con  cuanto  poder  tiene,  de  una  ten- 
tación, pues  ni  a  sí  mesmo  por  ventura  no  se  puede  defen- 

170  der;  ansí  Cristo  nos  defiende  de  los  enemigos  espirituales. 
Sacerdote  es,  porque  en  cuanto  hombre  está  delante  del 


141  ahora  V  \\  1A2  también  om.  V  |  no*  om.  V  \  El  om.  I"  ||  143  despierte] 
a  add.  V  |  y  abra -etc.]  om.  V  |¡  148  Juan  V  ||  149  c.  1]  Ap.  O  |  ca 
dice  om.  V  |  medida]  Non  est  datus  illi  Spiritum  ad  mensurara  add.  V  \\ 
152-153  aceite  y  om.  V  ![  153  profeta  om.  V  ||  156  sacerdote  también  Y  \\  157  Rey 
no]  reina  V  \\  158  cfueriéndole  V  ||  159  Pilatos  V  \\  159-160  de  hoc  mundo] 
hic  V 

161  explicólo  V  H  162  2.°]  primer  V  \  ab  eo,  etc.  om.  V  |  y]  yo  V  || 
163  por  rey  de  mi  Padre  ||  164  y,  om.  V  ||  165-16S  Sobre  las  cosas  -  de  ánimas] 
Y  defiende  corporalmente  y  espiritual  a  los  de  su  reinado  V  ||  166  así  V  ||  168 
con  cuanto  tiene  defender  transp,  om.  V  ¡|  169  mismo  V  |  no  om.  V  \\  170  defien- 
de] no  sólo  de  los  corporales,  pero  aun  add.  V  \  enemigos  om.  I'  |¡  171-172  ro- 


138    Le.  4,  21. 

149    lo.  3.  34  ;  1,  32  s. 

152    lo.  1,  16. 


154  Ps.  44,  8. 
160  lo.  iS,  36. 
164   Ps.  2,  6. 


88 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Padre  rogando  por  nosotros,  y  de  esto  hablaremos  en  el 
sermón.  Ungido  viene,  no  con  aceite,  sino  con  sangre;  y  si 
ungido,  no  viene  bravo  ni  recio,  sino  blando  y  manso. 

175  Digámosle  que  a  qué  viene.  ¿A  qué  venís,  Señor?  Dice 
que  viene  a  evangelizar  a  los  pobres.  El  que  es  pobre  alé- 
grese, que  la  venida  de  Cristo  a  traer  nuevas  alegres  viene 
a  los  pobres.  Esta  señal  dió  Cristo  a  los  dicípulos  de  San 
Juan  cuando  le  preguntaron  si  era  el  Mesías;  respondió: 

180  Caeci  vident,  etc.,  et  pauperes  evangelizantur:  los  pobres 
reciben  nuevas  alegres,  que  eso  quiere  decir  evangelizantur. 
Porque  había  dicho  Esaías  (c.  35),  dando  señales  del  Me- 
sías, que  saltaría  el  cojo,  como  ciervo,  y  él  mudo  hablaría 
despiertamente,  etc.,  añadió  estas  señales  del  capítulo  61, 

185  y  dijo:  los  pobres  reciben  nuevas  alegres.  — ¿Qué  es  esto? 
¿Qué  quiere  decir  pauperes  evangelizantur?  ¿Qué  es  la  se- 
ñal de  Esaías:  Envióme  a  dar  nuevas  alegres  a  los  pobres, 
ad  evangelizandum  pauperibus  misit  me?  Como  quien  dice: 
Venísme  a  preguntar  si  so  yo  el  Mesías;  pues  mirad  las 

190  señales  que  el  profeta  había  dicho  que  en  la  venida  del 
Mesías  había  de  haber;  veisias  aquí  cumplidas.  Hablen  ellas, 
que  ya  los  ciegos  ven,  los  mudos  hablan,  los  cojos  andan, 
los  pobres  reciben  nuevas  alegres  (evangelium,  "nueva  ale- 
gre"; en  griego,  "dar  albricias").  Súbete  a  un  monte,  tú 

195  que  evangelizas  a  Sién,  id  est,  tú  que  das  nuevas  alegres 
a  Sión.  Y  ansí  predicadores  son  los  que  las  dan  estas  nue- 
vas, etc. 

Envióme,  dice  el  Señor,  mi  Padre  a  dar  buenas  nuevas  a 
los  póbres.  ¡Oh!  Bendicto  seáis,  Señor,  que,  aunque  los  po- 

200  bres  son  desechados  del  mundo,  no  los  desecháis  vos.  No  sin 
causa  dice  David  tantos  bienes  como  has  de  hacer  a  los  po- 
bres. Dice:  Liberabit  pauperem  a  potente,  pauperem  cui  non 
erat  adiutor.  Parcet  pauperi  et  inopi,  et  animas  pauperum 
salvavit,  etc.,  et  honor  ahile  nomen  eorum  coram  ülo.  Vino 

205   a  librar  al  pobre  de  las  manos  del  poderoso,  a  socorrer  al 


Bando  delante  del  Padre  V  \\  173  vino  V  |  sangre]  su  gracia  V  \\  174  manso] 
amoroso  V 

■  176  vino  V  ||  177  la  venida  de  om.  V  ||  179  era]  El  add.  V  ||  180  etc.  -  evan- 
gelizantur] om.  V  ||  181  evangelizar  V  \\  182  Esaías]  en  el  add.  V  ||  183  como] 
ol  aád.  V  ||  184  etc.  om.  V  |  esta  señal  V  ||  185  es  om.  V  ||  186  qué]  om.  V  || 
186-187  Que  es  la  señal  de  Esaías  om.  V  ||  189  Venís  a  preguntarme  V  |  so 
yo]  soy  V  |  pue¿  om.  V  ||  191  haber]  nota  add.  V  |  aquí  om.  V  ||  193-194  evan- 
gelium -  albricias  om.  V  ||  195  id  est]  y  V  ||  196  las]  os  V  \  estas]  buenas 
add.  V'     1  ' 

198  nú  Padre  dice  el  Señor  V  ||  199  Beandito  seas  V  \\  200  desechas  V  \ 
sin]  son  V  ||  201  de  hacer  a]  a  que  deseohes  V  \\  202  Dice  om.  V  |  patente] 
et  add.  V  \\  203-204)  Parcet  pauperi  -  coram  illo]  om.   V  ||  205  la  mano  V  \\ 


181  Le.  7,  22. 

182  Is.  35,  5  ss. 
184    Is.  ÓI,  I  ss. 


188  Le.  4,  18. 
195    Is.  40,  9. 


VÍSPF.RAS  DE  NAVIDAD 


89 


que  no  tenía  quien  le  ayudase,  a  "perdonar  al  pobre  y  men- 
digo y  a  salvar  las  ánimas  de  los  pobrecitos,  y  este  nombre 
es  honrado  delante  de  su  acatamiento.  ¡Oh!  Bendicto  seáis, 
Señor,  que  en  tanto  tenéis  a  los  pobrecitos.  Pobrecito,  ve- 

210  jecita,  ¿no  es  razón  que  el  nombre  de  Jesucristo  sea  honrado 
de  vosotros,  pues  el  vuestro  es  tan  honrado  delante  de  su 
presencia;  pues  de  tan  buena  gana  oye  el  nombre  de  pobre 
Jesucristo  en  sus  oídos;  pues  tan  suave  le  es  este  nombre, 
pues  dice  que  viene  a  dar  buenas  nuevas  a  los  pobres?  Ve- 

215  nid  en  hora  buena,  Señor,  que  si  a  pobres  venís,  hartos 
hallaréis. 

¡Qué  cosa  tan  pesada  era  la  pobreza  antes  que  Cristo 
viniese  al  mundo,  qué  aborrecida,  qué  menospreciada!  Pero 
bajó  el  Rico  del  cielo  y  escogió  madre  pobre,  y  ayo  pobre, 

220  y  nace  en  portal  pobre,  toma  por  cuna  un  pesebre,  fué  en- 
vuelto en  pobres  mantillas,  y  después,  cuando  grande,  amó 
tanto  la  pobreza,  que  no  tenía  dónde  inclinar  su  cabeza, 
y,  finalmente,  fué  tan  amador  de  pobreza,  que  ya  no  hay 
cristiano,  si  es  verdadero  cristiano,  que  no  tenga  en  más 

225  ser  pobre  que  rico.  Y  ansí,  después  de  su  venida  en  tanta 
pobreza,  muchos  y  muchas  dejaron  sus  haciendas  por  ha- 
cerse pobres,  teniendo  en  más  ser  pobre  con  Cristo  que 
rico  con  el  mundo.  En  más  es  tenido  el  pobre  que  el  rico 
después  que  Jesucristo  se  hizo  de  su  bando.  Como  si  en 

30  una  balanza  pusiésedes  una  cosa  de  precio  y  en  otra  una 
cosa  vil,  pero  llena  de  perlas  preciosas,  diréis  que  vale 
más  esta  segunda  balanza  por  el  valor  de  lo  que  se  juntó 
con  ella.  Y  si  en  un  arca  vieja  estuviese  un  tesoro  y  en 
otra  nueva  no  estuviese  nada,  claro  está  que  diríades  que 

!35  vale  más  la  vieja,  por  lo  que  está  dentro  en  ella,  que  no 
la  nueva  que  está  vacía.  Y  ansí,  si  miráis  la  pobreza  y 
riqueza  a  cada  una  por  sí,  más  vale  la  riqueza;  mas  si 


206  quien  le  ayudase]  ayudador  V  |[  207  pobres  V  ||  208  delante  de  su  acata- 
miento es  honrado  V  ||  209  Pobrecito  om.  V  ||  210  Viejecitas  V  ¡|  210  que] 
delante  de  vosotros  add.  V  |  Jesús  V  ||  211  de  vosotros  om.  V  |  tan  honrado 
es  el  vuestro  V  ||  212  pobres  V  ||  213  le  om.  V  ||  215  que  si  -  hartos]  todos  V 
217  Qué]  era  add.  V  |  tan]  muy  V  |  era  om.  V  ||  219  escogió  madre  pobre] 
escógenos  pobres  O  |  y  ]  un  add.  V  ||  220  nació  I'  |  toma  por]  en  pobre  V  \ 
cuna]  que  fué  add.  V  ||  221  y  om.  1'  ||  222  reclinar  V  ||  223  y  om.  V  |  fué 
tan  amador  de]  tanto  amó  la  V  ||  224  es  verdadero  cristiano]  verdaderamente 
lo  es  V  ||  225226  de.^pués  de  -  pobreza]  om.  V  ||  227  Uniendo  V  ||  227-228  ser 
pobre -con  el  mundo]  la  pobreza  que  la  riqueza  V  ||  228  En  más  es  tenido] 
Ya  más  tenido  es  I'  |[  229  después]  pues  V  |  Jesucristo  om.  V  |  hizo]  ya 
add.  V  |  bando]  Jesucristo  add.  V  ||  231  preciosas  om.  V  \  que  om.  V  ||  231232 
más  vale  V  ||  232  segunda  om.  V  |  balanza]  que  aquella  add.  V  \  el  valor  de 
om.  V  ||  232-233  se  juntó  con  ella]  tiene  en  sí  V  \\  233  una  1'  |  vieja]  ruin  V  \ 
unj  gran  «dcf.  V  ||  234  nueva]  buena  V  |  claro  está  que  om.  V  |  que2  om.  V  || 
236  más  vale  1'  ||  235-236  la  vieja,  por  lo  -  que  está  vacía]  aquella  arca  que  no 
esta  otra  por  lo  que  está  en  ella  V  ||  286  Y  om.  V  |  pobreza  y  om.  V  ¡|  237  a 


208  Ps.  71,  12-14. 


222     Cf.  Mt.  8,  20. 


90 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


miráis  la  joya  que  está  con  la  pobreza,  de  mucho  más 
valor  es.  Juntóse  Dios  con  la  balanza  de  la  pobreza  y  hizo 

240  subir  el  valor.  Pues  si  los  pobres  solían  tener  envidia  a  los 
ricos,  agora  téngala  los  ricos  de  los  pobres,  pues  juntóse 
Jesucristo  con  el  bando  de  los  pobres  y  engrandeció  [lo] . 

Señoras,  bien  sé  que  padecéis  necesidad.  Pues  cuando 
mayor  necesidad  tuviéredes,  ios  al  portal  de  Betlem  y  mi- 

245  rad  a  Jesucristo,  cuán  pobre  nace  por  vosotras;  miradle 
puesto  en  un  pesebre  llorando,  y  llorad  con  El  su  pobreza; 
mirad  en  cuán  pobres  mantillas  está  envuelto  y  cuán  sin 
abrigo  está  en  una  casilla  caída,  temblando  de  frío,  y  aun- 
que la  pobreza  os  dé  pena  y  trabajo,  allí  se  os  hará  alegre 

250  y  suave,  y  más  os  sabrá  el  pedazo  del  pan  duro  que  a 
otros  les  sabe[n]  las  gallinas  y  capones.  No  esperéis  hartura 
y  descanso  en  esta  vida,  que  en  el  cielo  os  está  guardada 
muy  más  aventajadamente.  ¡Qué  vergüenza  sería  que  estu- 
viesen un  esposo  y  una  esposa  sentados  a  una  mesa,  o  en 

255  el  suelo,  y  el  esposo  tuviese  la  cara  corriendo  sangre,  y 
estuviese  comiendo  hiél  y  vinagre,  y  la  esposa  demandase 
para  sí  cosas  dulces  y  sabrosas;  que  esté  él  desnudo  y 
amarrado  a  un  palo,  y  muy  azotado  y  lleno  de  dolores,  y 
la  esposa  muy  vestida  y  alegre  y  sin  ningún  dolor!  Sed 

260  conformes  a  Cristo  en  el  padecer  y  seréislo  en  el  reinar, 
y  allá  comeréis  sobre  su  mesa  en  sú  reino,  si  acá  pade- 
cierdes  necesidades;  que  no  es  razón  que,  pues  está  pobre 
y  llagado,  que  la  esposa  quiera  estar  rica  y  sin  ningún 
trabajo. 

265  Todos  somos  pobres,     Las  nuevas  alegres  son.  Que  el 

y  más  los  pecadores     <lue  fuere  Pobre  se  alefre  y  rego- 
cije, pues  Jesucristo  viene  pobre. 
Pobres,  dice  Cristo,  consolaos  conmigo.  Consuélese  el  que 
no  tiene  que  comer,  pues  el  Señor  vino  con  tanta  pobreza, 
270  que,  no  teniendo  una  vez  que  comer,  envió  a  sus  dicípulos 

cada  una  por  sí]  de  una  parte  y  la  pobreza  solamente  de  otra  Y  ||  238-240  la 
joya  que  -  subir  el  valor]  a  la  pobreza  con  lo  que  tiene  en  sí,  que  es  a  Jesu- 
cristo pobre,  más  tenida  es  la  pobreza  por  el  que  la  escogió  V  ||  240  solían 
tener  envidia  los  pobres  V  \\  241  ténganla  ahora  Y  |  de]  a  V  ||  241-242  jun- 
tóse -  con  él]  juntándose  al  V  \\  242  y]  lo  V  |  engrandeció}  Cristo  y  lo  hon- 
ró add.  V 

243  bien]  ya  V  |  necesidades  I'  ||  244  y  om.  Y  ||  245  cuán  pobre  nace]  qué 
.pobreza  sufre  y  qué  pobre  está  V  ||  245-246  miradle  puesto  -  llorando  y]  om.  V  || 
246  El  om.  Y  ||  247  cuán]  qué  V  \  y  cuán]  qué  V  \\  24S  está  en  -  caída] 
om.  V  ||  249  os  dé  pena  la  pobreza  V  |  allí]  así  Y  |  hará]  volverá  Y  ||  250  del] 
de  V  ||  251  otro  Y  |  les  sabe  om.  Y  ||  202  y]  ni  Y  ||  263i  muy  más  aventaja- 
damente om.  Y  ||  253-254  estuviese  Y  ¡|  254h255  o  en  el  suelo  om.  V  \\  295-256 
tuviese  la  cara  -  comiendo]  amargase  su  boca  con  V  ||  257-258  y  amarra- 
do-de dolores]  om.  I'  ||  25»  muy  om.  Y  |  y  alegre  -  dolor]  om.  V  ||  261  allí 
V  ||  261-262  si  acá  padecierdes  neceisidades  om.  I"  ||  262  es]  será  V  |  pues] 
El  add.  V  ||  263  y  llagado  que  om.  Y  ||  263^264  y  sin  ningún  trabajo]  y  pues 
El  está  llorando,  quiera  estar  riéndose  V 

266-267  y  regoc-ij<f  om  Y  ||  269  el  Señor]  Jesucristo  !'  1  con]  a  Y  \\  270  ti- 


3-     VÍSPERAS  DE  NAVIDAD 


91 


a  coger  unas  espigas  para  que  comiesen.  Consuélese  el  des- 
consolado, viendo  a  Cristo  tan  sin  consuelo;  consuélese  el 
desnudo,  viendo  a  Cristo  tan  sin  abrigo  y  morir  desnudo; 
que  viene  a  consolar  los  pobres  del  ánima.  Hallaréis  unos 

275  pobres  del  cuerpo  y  otros  del  ánima.  Consolaos  los  pobres 
en  el  ánima,  que  a  vosotros  también  viene  a  os  dar  buenas 
nuevas.  ¿Quién  es  pobre  en  el  ánima?  Todo  pecador  que  no 
halla  en  sí  obra  buena.  ¡Oh,  cuántos  hallaréis,  Señor  Dios! 
Pienso  que  todos.  Y  si  alguno  piensa  que  no  es  pobre,  re- 

280  prehenderle  ha  la  palabra  de  San  Juan,  apóstol,  que  dice: 
Dices  que  eres  rico  y  que  no  tienes  necesidad  de  nada,  y 
no  sabes  que  eres  pobre  y  miserable  y  mendigo.  Y  si  no  te 
confiesas  por  tal,  no  te  cabrá  parte  de  las  nuevas  alegres  que 
Jesucristo  viene  a  dar  a  los  pobres,  porque  no  hay  cosa  tan 

285  aborrecible  a  los  ojos  de  Dios,  según  dice  la  Escriptura,  como 
el  pobre  soberbio,  que  es  aquel  que,  siendo  pobre  y  mez- 
quino, se  tiene  por  rico.  ¿Y  quién  es  el  loco  que  tal  pala- 
bra dice  y  que  no  conozca  su  pobreza? 

Plega  a  Dios  que  no  haya  muchos  que  lo  digan.  ¿Sabéis 

280  quién  lo  dice?  El  que  no  conoce  la  pobreza  de  su  espíritu, 
y  no  ruega  a  Dios  por  el  perdón  de  sus  pecados;  como  dice 
la  Escriptura  que  dijo  el  necio  en  su  corazón:  No  hay  Dios. 
¿Y  quién  es  el  hombre  tan  necio  que  diga  que  no  hay  Dios? 
El  hombre  que  tan  poca  cuenta  tiene  en  su  corazón  en  ser 

?95  agradecido  a  Dios,  como  si  no  hobiese  Dios,  éste  dice:  no 
hay  Dios.  El  que  peca,  el  que  no  obedece  a  la  voluntad  de 
Dios,  éste,  aunque  con  el  entendimiento  no  diga  que  no 
hay  Dios;  pero  las  obras  también  hablan,  que  San  Pablo 
dice  confiesan  conocer  que  hay  Dios.  Y  con  las  obras  lo 

500  niegan  los  que  viven  de  arte  como  si  no  creyesen  que  hay 
Dios;  aquéllos  dicen  que  no  hay  Dios  a  sí  mismos.  Aquel 
que  no  conoce  sus  proprias  miserias  y  las  tiene  delante  de 
su  corazón  y  pide  a  Dios  remedio  para  ellas,  aquél  dice: 
no  soy  pobre.  Pues  los  que  no  se  conocen  por  pobres  despí- 

!05    danse  de  las  nuevas  que  trae  Jesucristo  pobre. 

¿Cuáles  son  los  pobres,  a  quien  viene  a  dar  buenas  nue- 
vas? ¿Acordáisos  de  aquel  evangelio  que  cuenta  San  Lucas 
en  una  parábola  que  dijo  Cristo:  ¿Cuál  de  vosotros  hay  que, 

niendo  V  ||  271  comiesen]  fregándolas  entre  las  manos  comiesen  los  granos  V  \\ 
233-2X4  y  morir  desnudo  que  om.  I"  ||  274  unos]  algunos  l-  ||  275  del^J  de  V  \ 
les  om.  y  ||  276  en  el]  del  1'  |  os  viene  también  a  V  ||  277  en  el]"del  V  || 
278  Dios]  mas  V  \\  281  y,  om.  Y  \\  282  pobre]  hombre  V  ||  283  tal]  pobre 
V  ||  284  tan]  más  V  \\  285  aborrecida  V  ||  286  aquel]  el  V  \\  288  dice  y] 
diga  V 

289  Plegué  I-  |  múñenos  I'  ||  290  su  om.  V  \\  293  Y  om.  1'  |  necio]  bes- 
tia V  ||  294  hombre  om.  V  I  tan]  tiene  V  |  tiene  om  F  1|  295  hubiese  V  \\ 
2£fl  nor¡  om.  V  \\  299  conocen  I'  ||  301  a  si  mismos]  ansí  mesmo  I' 


282  Cf.  Apoc.  3,  17. 
285    Cf.  Eccli.  25,  4- 


292  Ps.  13,  1  ;  52,  1. 
299    Cf.  Rom.  i,  20. 


92 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


teniendo  un  amigo  rico  y  estando  una  noche  desapercibido, 
310  viniese  otro  vuestro  amigo  de  camino  y,  no  teniendo  qué 
le  poner  delante,  no  fuese  al  amigo  rico  y  le  dijese:  Amigo, 
préstame  tres  panes,  porque  un  amigo  mío  vino  de  camino 
a  mi  casa,  y  no  tengo  qué  le  poner  a  la  mesa  ? 

¿Quién  ésta  que  está  descuidado  en  su  casa,  y  viene  su 
S15  amigo  de  lejos,  y  está  tan  pobre,  que  no  tiene  qué  le  poner 
delante,  siquiera  un  poco  de  pan?  Cualquiera  de  nosotros, 
que  tan  pobres  estamos,  que  no  tenemos  un  poco  de  pan  que 
poner  delante  a  nuestro  amigo.  Por  cierto  quien  no  tiene  un 
pedazo  de  pan  en  su  casa,  harta  pobreza  y  miseria  tiene. 
320        ¿Cuál  es  este  amigo  que  viene  de  lejos,  cansado? 

Señoras,  agradeced  a  Nuestro  Señor  la  merced  y  mise- 
ricordia que  con  vosotras  hizo  en  encerraros  entre  esas  pa- 
redes, para,  como  a  Adam,  traspasaros  desde  ahí  al  cielo. 

Y  si  alguna  no  se  aprovechare  de  esta  merced,  suya  es  la 
325  culpa,  que  de  Dios  no.  ¡Oh,  si  supiésedes  las  miserias  que 

pasan  por  acá!  ¡Y  cómo  cada  hora  daríades  mil  gracias  y 
bendiciones  a  Nuestro  Señor! 

¿Quién  es  este  que  viene  de  camino,  cansado?  Es  un 
hombre  o  una  mujer,  que  se  harta  de  devanear  en  su  pen- 
330  Sarniento:  "Quiero  buscar  este  cargo,  ser  alcalde,  veinteycua- 
tro  o  regidor,  y  obedecerme  han;  quiero  buscar  valer  con 
fulano,  que  me  puede  aprovechar  para  ello".  Dice  otro: 
"Quiero  buscar  cómo  granjear  en  este  oficio,  y  seré  rico". 

Y  pone  para  ello  los  medios,  no  durmiendo  ni  descansando 
335   día  y  noche,  andando  vuestro  corazón  fuera  de  vos,  y  a 

cabo  de  un  mes  o  dos  que  esto  pretendéis,  preguntalde  si 
ha  hallado  algún  pedazo  de  pan  para  su  corazón.  Si  no, 
preguntalde  a  los  que  han  andado  a  buscar  honras  o  oficio 
altos,  cuántos  años  ha  que  andan  en  ello,  si  han  hallado  un 
340  poco  de  pan  que  dar  a  su  corazón.  Digan  la  verdad,  si  en 
todo  cuanto  han  andado  vag[u]eando.  si  han  hallado  algún 
contentamiento  que  dar  a  su  corazón.  Si  quiere  decir  la 
verdad,  dirá  cada  uno:  "Quiero  confesar  que  ansí  es,  que 
ha  andado  mi  corazón  fuera  de  mí,  ni  he  pensado  en  cono- 


309  tiniendo  V  |  desapercibido  V  ]|  310  Uniendo  V  ||  313  éj]  en  V 
317  estamos  tan  pobres  V  |  que3]  le  add.  V  ¡I  319  casa]  que  poner  a  su  ami- 
go delante  add.  V 

322  encerraros  entre]  conoceros  tras  V  |¡  326  hora]  día  V  ||  327  nuestro 
Señor]  Dios  V 

329  o  una  mujer  ora.  I'  |  que]  no  add.  V  ||  330  este  cargo  om.  V  \  alcai- 
de V  ||  332  que]  es  persona  que  add.  V  |  Dice  otro]  yo  V  ||  334  los  medios 
para  ello  V  |  descansando]  de  add.  V  \\  335  y,]  ni  de  V  |  vuestro  corazón 
om.  V  |  vos]  sí  V  |  a]  al  V  ||  336  o  dos  om.  V  |  preguntóos  V  ||  337  habéis  V  | 
para  su]  que  a  vuestro  V  |  corazón]  contentase  add.  V  ||  338  preguntaldo  V  \ 
a  buscar]  buscando  V  \  u  oficios  V  \\  339  ella  V  \\  339^340  un  poco  de  pan  -  si 
han  hallado]  om.  Y  \\  343  así  V  \\  344  mi  corazón]  reliqua  omitt.  V  ||  351  hizo 


313    Le.  II,  5-6. 


3.     VÍSPERAS  DE  NAVIDAD 


93 


¡!  345  cer  a  mí  ni  a  Dios,  ni  he  tenido  una  hora  de  recogimiento, 
ni  dolor  de  mis  pecados;  he  andado  como  fuera  de  mi; 
agora  que  veo  la  vanidad  y  burlería  del  mundo  y  su  engaño 
y  en  qué  ha  andado  mi  corazón,  recójome,  paróme  a  pen- 
sar en  qué  se  han  gastado  estos  años  y  en  qué  se  ha  em- 
350  pleado  mi  corazón,  ojos  y  cuerpo,  perdiéndolos,  pues  no 
hice  obra  de  merecimiento  ninguna,  y  ansí  volviendo  mi 
corazón  a  mí,  no  tengo  obra  con  qué  le  consolar,  que  le 
pueda  poner  delante,  y  cansado  estoy  ya  del  mundo,  como 
dicen  los  malos  en  el  infierno:  Cansados  fuimos  en  el  camino 
355  de  la  maldad".  ¿No  es  grandísima  locura  que  por  un  poco 
de  un  placer  vano  reciba  el  hombre  tantos  trabajos?  ¡Des- 
venturada alegría,  que  tanto  pesar  trae  consigo! 

■ — Padre,  cansado  estoy  de  ofender  a  Dios  y  dame  pena 
cuán  mal  he  gastado  mis  días;  pasado  se  me  han  veinte 
360  años  y  no  sé  en  qué;  meto  la  mano  en  mi  seno,  pienso  con 
mi  corazón  en  qué  se  me  han  ido,  y  no  hallo  un  poco  de 
pan  ni  consuelo  que  poner  delante,  mas  antes  gran  descon- 
suelo, porque  la  conciencia  me  dice:  merecéis  infierno. 

y  si  quieren  refrenar  la  lengua  y  los  demás  sentidos, 
365   no  pueden  por  la  mala  costumbre  que  tienen  de  andar  des- 
enfrenados y  sin  guarda,  de  lo  cual  les  nace  un  gran  des- 
consuelo y  desconfianza  de  ir  al  cielo.  Veréislos  estar  mu- 
chas veces  riendo,  y  los  corazones  están  dentro  llorando  y 
desconsolados,  porque  le  está  acusando  su  conciencia  y  dice: 
370   "Tales  pecados  heciste".  ¿Qué  consolación  puede  tener  en 
sí  ningún  pecador,  si  dentro  de  sí  tiene  la  esclavilla  de  la 
conciencia  que  le  acusa?  Creedme  que  si  tenéis  dentro  de 
vos  este  perrillo,  que  os  ladre,  que  aunque  tengáis  cuantos 
placeres  hay  en  la  vida,  aunque  os  veáis  vestida  de  sayas  de 
375   brocado,  aunque  comáis  los  más  sabrosos  manjares  del  mun- 
do, no  puede  reinar  en  vos  alegría. 

— Padre,  pobre  estoy,  no  tengo  con  qué  consolar  mi  áni- 
ma, que  es  el  primer  pan;  aflígenme  mis  pecados,  que  es  el 
segundo;  de  donde  me  nace  no  tener  esperanza  de  ir  al  cielo, 
380   que  es  el  tercero. 

¿Veis  cuán  pobre  está  el  pecador?  ¿No  es  más  pobre 
este  hombre  que  no  el  que  no  tiene  un  pedazo  de  pan?  Sí, 
por  cierto,  como  dijo  San  Agustino  andando  muy  ocupado 
en  hacer  una  oración  al  rey,  y  pasó  una  vez  por  la  plaza 
385  y  vido  estar  un  pobre  borracho,  y  dijo:  "Triste  de  mí,  que 
más  borracho  estoy  yo,  que  no  aquél;  que  aquél  iráse  esta 
noche  a  su  casa  y  echarse  ha  a  dormir  y  degirirá  el  vino, 
y  a  la  mañana  levantarse  ha  bueno;  pero  yo,  que  ando  bo- 
rracho en  hacer  esta  oración  para  contentar  al  rey,  y  aun- 
390   que  duerma  esta  noche,  no  pienso  que  dejaré  de  levantarme 


355   Sap.  5,  j 


94 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


con  mi  borrachez;  verdaderamente  más  miserable  soy  yo 
que  aquél". 

Ansí  digo  yo,  que  quien  trae  su  ánima  desconsolada,  más 
pobre  es  que  el  que  no  tiene  un  pedazo  de  pan,  porque  el 

395  que  no  tiene  un  pedazo  de  pan  no  es  tan  pobre  como  el  que 
tiene  muchas  deudas.  Pues  ¿qué  os  parece  de  un  pecador  que 
tiene  treinta  mil  pecados  mortales  y  más  sin  comparación 
sobre  sí,  que  por  cada  uno  merece  el  infierno?  Aquel  llamo 
yo  verdadero  pobre  que  por  deudas  está  sentenciado  a  ser 

400  vendido  él  y  sus  hijos  y  mujer  y  hacienda.  Ansí  aquel  es 
verdadero  pobre  que  ha  ofendido  a  Dios,  de  quien  El  ha 
dicho:  Revelabo  pudenda  tua  in  faciem  tuam.  Yo  me  ven- 
garé de  ti,  y  nadie  me  resistirá;  yo  trairé  un  día,  que  quien 
lo  oyere,  le  retiñan  entrambos  oídos;  yo  volveré  ese  saco  y 

405  costal  de  tu  corazón  lo  de  dentro  a  fuera,  y  parecerán  tus 
adulterios,  tus  hurtos,  tus  soberbias  y  todos  tus  pecados 
y  maldades. 

El  que  está  amenazado  de  Dios,  a  quien  Dios  dice:  "Yo 
te  echaré  a  los  infiernos,  yo  te  echaré  en  la  plaza  cuantos 
410  pecados  has  hecho,  y  para  siempre  te  condenaré" ;  si  que- 
réis llorar  a  algún  pobre,  llorad  a  éste.  Llamáis  pobre  al  de 
por  Dios;  llamad  más  verdaderamente  a  éste.  ¿Cómo?  ¿No 
es  más  pobre  un  ánima  que  no  tiene  fuerza  para  cumplir 
la  voluntad  de  Dios,  que  no  tiene  un  poco  de  obediencia  a 

415  Dios?  Que  la  comida  y  manjar  del  ánima,  la  obediencia  es. 
Mi  manjar,  dice  Cristo,  es  hacer  la  voluntad  de  mi  Padre. 

— No  tengo  obediencia  ni  fuerza  para  guardar  la  ley  de 
Dios.  — Pues  pobre  estáis,  llamaos  pobre  a  vos.  Veis  aquí 
cómo  están  los  hombres  pobres,  sentenciados  al  juicio  por 

420  sentencia  de  Dios,  enflaquecidos  para  cumplir  la  voluntad 
de  Dios,  sin  esperanza  de  ir  al  cielo.  ¿Cómo  han  de  estar 
alegres  los  que  no  tienen  un  pedazo  de  pan,  no  un  consuelo 
para  poner  delante  de  su  corazón  cuando  viene  de  camino? 
Veis  aquí  la  miseria  y  pobreza  grande  del  hombre,  en  que 

425  todos  estamos.  ¿Bastará  esto  para  que  os  demos  a  entender 
la  miseria  del  hombre  y  la  vanidad  de  los  mundanos?  ¡Oh, 
quién  os  persuadiese  y  os  hiciese  una  vez  entender  y  creer 
que  todo  lo  de  este  mundo  es  burlería  y  locura!  ¡Quién 
predicase  una  vez  de  veras  a  mozos  locos  y  a  viejos  ava- 

430  rientos! 

Decidme,  ¿habéis  oído  decir  a  Salomón,  hombre  muy  rico 
y  sabio,  el  cual  fué  tan  rico,  que  en  su  tiempo  no  se  tenía 
la  plata  en  Jerusalén  en  más  que  si  fuera  piedras?  Dióse 
a  buscar  contentamientos  en  esta  vida,  busca  deleites,  edi- 


392  San  Agustín,  Confess.,  1.  6,  c.  6  :  ML  32,  724. 

402  Nah.  3,  5. 

404  Cf.  1  Reg.  3,  xi. 

416  Cf.  lo.  4,  34.  1 


VÍSPERAS  DE  NAVIDAD  95 


435  fica  admirables  casas,  planta  jardines  viciosísimos,  dase  a 
tener  mujeres,  y  tuvo  sobre  setecientas  mujeres.  Mirad  qué 
se  gastarían  de  dinero  en  buscar  los  medios  para  este  fin. 
¡Qué  solícitos  andarían  sus  criados  y  vasallos  en  entender 
cómo  conten  talle!  Fué  tanto  el  cuidado  que  en  esto  puso, 

440  qUe,  dice  él,  no  deseó  mi  corazón  ni  mis  ojos  cosa  que  no 
alcanzasen,  en  tanto,  que  fué  nombrado  su  nombre  por  todo 
el  mundo,  y  a  cabo  de  cuantos  años  había  gastado  en  bus- 
car su  contentamiento,  dice,  volvíme  a  considerar  mis  obras 
y  vi  que  todo  era  vanidad  de  vanidades  y  todo  vanidad,  y  no 

445  le  queda  al  hombre  de  todas  sus  obras  sino  trabajo  y  aflición 
de  espíritu.  — ¡Válame  Dios!  ¿Andáis  a  buscar  descanso, 
y  decís  que  no  halláis  sino  trabajo  y  aflición  de  espíritu? 
— Sí,  que  tal  es  el  descanso  del  mundo. 

¡Señor!  ¿Por  qué  permi tistes  que  un  hombre  tan  sabio 

450  y  tan  rico  se  engañase?  ¿Sabéis  por  qué?  Porque  con  su 
engaño  fuesen  desengañados  los  hombres,  y  pues  que  aquél, 
siendo  tan  rico,  no  halló  contentamiento,  y  siendo  tan  sabio, 
no  lo  alcanzó,  que  no  piense  el  pobre  y  el  ignorante  de 
hallarlo,  porque  ni  serás  más  rico  ni  más  sabio  que  él,  ni 

455  podéis  poner  más  diligencia  ni  cuidado  que  él.  Desengá- 
ñense los  mozos,  y  a  los  deshonestos  no  les  engañe  la  carne, 
ni  piensen  de  hallar  grande  deleite  y  contentamiento.  Des- 
engáñense los  ricos  que  piensan  de  hallar  felicidad  en  sus 
riquezas,  que  aquél  buscó  deleites  y  placeres  y  se  engañó, 

150  y  halló  trabajo  y  aflición  de  espíritu.  Sepan  los  hombres 
la  pobreza  y  miseria  de  esta  vida,  etc. 

Veis  aquí  lo  que  dice  Cristo.  ¿A  quién  viene  a  dar  nue- 
vas alegres?  A  los  que  no  tienen  contentamiento,  a  los  que 
tienen  el  corazón  atemorizado  y  sin  esperanza  de  ir  al  cielo. 

165  Envióme  mi  Padre  a  dar  nuevas  a  los  ángeles,  a  los  pobres. 
Todos  somos  pobres,  pues  nos  podemos  quejar  del  cuerpo  y 
del  ánima.  La  persona  que  en  esta  vida  más  siente  su  po- 
breza, más  desconsolada  está.  Y  si  tenemos  seso,  esto  nos 
ha  de  doler,  y  no  había  de  entrar  en  nosotros  alegría,  etc.' 

470  Cristo,  remedio  de  Padre,  yo  conozco  mi  pobreza,  ¿qué 
nuestra  pobreza:  remedio  tendré?  Conózcome  ser  pobre 
El  pagará  nuestras  en  ei  ánima,  no  hallo  obra  ninguna 
deudas  buena  con  que  me  consolar,  ¿qué  os 

parece  que  haga?  ¡Oh,  si  hiciésedes 

175  que  el  Señor  me  perdonase  mis  pecados  y  revocase  la  sen- 
tencia que  contra  mí  tiene  dada!  ¡Qué  alegre  y  contento  me 
hallaría!  Hacé  que  el  Señor  me  ame  y  me  dé  abrazo  de  paz; 
haced  que  me  tome  por  hijo  y  me  reciba  como  al  hijo  per- 
dido, y  aunque  me  deshonren  y  den  mil  azotes  y  me  des- 


446  Eccli.  1,  2.  14. 
465    Cf.  Le.  4,  18. 


96  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


480  echen  todos,  estaré  muy  alegre ;  haced  que  tenga  un  amor  a 
todos  los  prójimos,  malos  y  buenos,  y  que  me  compadezca 
de  los  males  del  prójimo;  haced  que  mi  corazón  tenga  es- 
peranza, que  cuando  me  muera,  iré  al  cielo,  y  viviré  conso- 
lado. Sanadme  vos  esta  llaga  que  acá  dentro  de  mí  siento, 

485  porque  si  mi  conciencia,  acá  dentro  de  mí,  no  me  da  testi- 
monio que  estoy  bien  con  Dios,  ningún  placer  puede  reinar 
en  mí. 

Pues  a  eso  mismo  viene  Dios.  ¿Deseáis  consuelo?  El  lo 
trae.  ¿Deseáis  castidad  y  limpieza  en  vuestro  corazón,  de 

•WO  suerte  que  tengáis  un  nuevo  corazón,  como  San  Ignacio,  que 
decía  que  tenía  escripto  en  su  corazón  a  Jesucristo,  y  que 
nadie  se  lo  podía  quitar  de  su  corazón?  Pues  El  lo  trae. 
A  amelecinar  viene  corazones.  ¡Quién  tuviera  aquel  corazón 
y  alegría  de  aquel  santo  y  aquella  esperanza  de  ir  a  gozar 

495  de  Dios  que  él  tenía!  Pues  a  eso  viene,  a  dar  alegría  a  los 
flacos  de  corazón  y  esperanza  a  los  desconsolados.  Oíd,  dice 
Cristo,  y  haced  cuenta  que  este  Adviento  vino. 

— Señor,  ¿qué  nueva  llevaré  hoy  a  mi  casa,  para  que  me 
consuele  esta  semana  santa?  ¿Con  qué  me  consolaréis,  Se- 

»00  ñor,  que  se  me  acuerda  que  he  pecado  contra  vos,  y  temo 
mis  pecados  y  el  juicio  e  infierno?  ¿Con  qué  me  consola- 
ré, que  tengo  tantas  deudas,  ha  hecho  mi  ánima  muchos 
pecados?  — Envióme  el  Padre  a  dar  nuevas  alegres  a  los 
pobres  y  a  melecinar  corazones  quebrantados  y  a  dar  liber- 

505  tad  a  los  captivos.  ¿Qué  debéis,  hermano?  — ¡Oh  Señor! 
Que  debo  a  Dios  tantas  deudas,  que  no  sé  cuándo  se  las 
pague,  debo  más  de  tres  mil  pecados  graves  y  feos  [que] 
he  hecho.  Por  solos  los  pecados  de  la  lengua  que  he  hecho 
merezco  tener  en  el  infierno  la  lengua  cortada.  Pues  pensa- 

510  mientos  de  mi  corazón  no  tienen  cuenta.  Mucho  debo  a  Dios, 
y  tengo  que  me  ha  de  dar  muchos  tormentos. 

— 'Pues  alegraos,  que  ya  viene  Dios,  hecho  hombre,  a 
daros  buenas  nuevas,  a  consolar  y  melecinar  corazones  que- 
brantados y  a  dar  corona  a  los  que  están  en  ceniza,  y  año 

515  de  paz  y  benignidad  del  Señor.  Niño  está  agora,  encerrado 
en  el  vientre  de  su  madre,  hasta  el  día  de  su  santo  naci- 
miento, pero  en  naciendo,  aunque  niño,  sale  como  un  gi- 
gante: Exultabit  ut  gigas  ad  currendam  viam,  gozoso  como 
un  gigante  para  tomar  nuestra  carga  y  pecados,  y  comienza 

520    luego  en  naciendo  a  pagar  por  ellos. 

¿Cómo,  Señor,  siendo  tan  pequeñito,  podéis  con  tanta 
carga?  ¿Cómo  hombros  tan  tiernos  sufren  tanto  peso,  que 
el  cielo  no  pudo  sustentar?  Si  fueran  hombros  de  hombre 
puro,  no  pudieran  con  ella,  pero  eran  hombros  de  niño  y 


.|qi  Cf.  San  Ic.nacio  DE  Antioquía,  Ad  Magues.,  c.  i  :  MG  5,  663. 
505   Cf.  he-  4.  18-19- 

515   Cf.  Le.  4,  18-19.  519   Ps.  18,  6. 


3.     VÍSPERAS  DE  NAVIDAD 


97 


525  Dios.  Y  aunque  era  niño,  era  gigante,  y  ansí  esa  incom- 
portable carga  llevó  sobre  sus  hombros.  Esta  fué  la  em- 
presa de  este  niño.  ¡Bendito  sea  tal  niño  como  éste,  pues 
echa  sobre  sus  hombros  todos  cuantos  pecados  vos  hecistes 
en  la  cama,  en  los  rincones,  con  la  lengua,  con  los  ojos,  y, 

.r'30  finalmente,  cuantos  pecados  se  habían  hecho  y  se  habían 
de  hacer;  y  cuidadoso  de  pagar  esta  deuda  sale  por  fiador 
de  ella,  y  hace  luego  recién  nacido  obligación  firmada  con 
la  sangre  de  su  circuncisión.  Obligado  se  ha  a  pagar  todo 
cuanto  merecen  vuestros  pecados:  Pídase  a  mí  esta  deuda, 

535  ejecuten  en  mí  todos  los  tormentos  que  se  deben  de  parte 
de  éstos,  que  yo  los  quiero  pagar. 

¡Bendito  sea  tal  niño  y  tan  provechoso  como  éste!  Y  de 
aquí  es  que  la  oración  del  domingo  decía:  Excita,  Domine, 
potentiam  tuam  et  veni,  et  magna  nobis  virtute  succurre. 

540  Despertad,  Señor,  vuestro  poder  y  venid  no  a  condenar,  sino 
a  salvar;  no  a  echarnos  a  perder,  sino  a  pagar  nuestra 
deuda.  Y  de  aquí  es  que  San  Pablo  llama  al  Evangelio  de 
Cristo  fortaleza  de  Dios.  Pues  esto  pide  la  Iglesia:  Emplea, 
Señor,  tu  poder  en  dar  remedio  a  tantas  miserias,  a  pagar 

545  tantas  deudas;  emplea  tu  poder  en  rescatar  estos  captivos, 
en  hacer  esta  misericordia;  que  tomes  sobre  tus  hombros 
todos  nuestros  pecados.  Pues  niño  que  tal  carga  toma  so- 
bre sus  hombros,  que,  estando  sentenciados  a  muerte,  se 
obliga  a  nuestra  deuda,  ¡cuánto  merece  ser  amado!  ¡Des- 

550  venturado  de  aquel  que  le  ofende!  Serviré  me  fecisti  peccatis 
tuis,  decía  el  profeta.  Quéjase  este  niño  diciendo:  Hasme 
hecho  servir  por  tus  pecados  y  hasme  dado  maldad  en  lugar 
de  mis  servicios. 

Considerad  bien  esta  palabra,  que  no  hay  navaja  tan  bien 

555  afilada  que  así  parta  el  corazón  como  pararse  a  pensar  cómo 
por  mis  pecados,  por  los  que  yo  hice,  fuese  aquel  virginal 
cuerpo  atado  a  un  palo,  escupido,  deshonrado  y  muerto.  ¡Oh, 
malaventurados  deleites  y  bestiales  placeres,  que  tan  caros 
costaron!  ¡Que  por  nuestros  malos  pasos  fueron  clavados  y 

>60  rompidos  los  pies  de  Jesucristo!  ¡Por  nuestras  malas  pa- 
labras gustó  hiél,  vinagre,  su  dulcísima  boca!  ¡Por  nuestros 
malos  pensamientos  fué  Él  herido  en  su  santísima  cabeza! 
¡Oh,  malditos  pecados,  que  tan  caros  me  costastes!  Tú 
reiste,  dice  Dios,  y  yo  lloraré;  tú  descansaste,  y  yo  traba- 

565  jaré.  Dísteme  con  tus  pecados  un  tan  gran  trabajo,  que  me 
hiciste  llevar  aquesta  cruz  muy  pesada,  en  la  cual  fui  encla- 
vado y  pasé  muchos  y  grandes  denuestos  y  afrentas.  Por 


543  pide]  puede 


540   MÜs.  Rom..  D0111.  IV  Advenías,  Oralio. 
543    Rom.  i,  16. 
551    Cf.  Is.  43,  23. 


B. Avila  2 


PS 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


los  deleites  sucios  que  tú  pasaste  en  tu  cama,  recibí  yo  en 
mi  cuerpo  mil  y  tantos  azotes,  hecísteme  servir  como  un 

570  esclavo.  Muy  cara  me  cuestas,  ánima  cristiana.  Por  ti  sufrí 
cansancio,  sed  y  hambre;  por  ti  sufrí  infinitos  trabajos; 
rompiéronme  mis  manos,  pies  y  costado,  y  no  quedó  en  todo 
mi  cuerpo  coyuntura  que  no  fuese  cruelmente  atormentada. 
¿Bastará  esto  para  consolar  vuestras  ánimas? 

575  ¡Oh  Señor,  que  he  vergüenza  de  mis  pecados,  que  son 
muy  feos!  ¡Oh,  quién  viera  a  este  niño,  y  cuando  grande, 
orar  al  Padre!  Confusio  faciei  meae  cooperuit  me,  dice  Da- 
vid en  persona  de  este  niño.  La  vergüenza  de  mi  cara  ha 
cubierto  mi  rostro  y  me  ha  hecho  cubrir  de  vergüenza.  Pero, 

580    Señor,  perdonaldos  por  quien  vos  sois. 

Señor,  vos  no  hecistes  estos  pecados,  ¿por  qué  os  aver- 
gonzáis y  cubrís  vuestro  rostro  de  vergüenza  de  ellos?,  ¿por 
qué  los  llamáis  vuestros?  Hase  aquí  Cristo  como  el  hombre 
o  mujer  que,  habiendo  su  hijo  o  hija  hecho  algún  pecado 

585  muy  feo,  va  delante  del  juez,  los  ojos  bajos  y  puestos  en 
tierra  con  gran  vergüenza,  y  dice:  — Señor,  tengo  tan  gran 
vergüenza  de  este  mal,  que  no  oso  alzar  los  ojos  ni  sé 
con  qué  cara  parezca  delante  de  vos,  mas  suplicóos  que 
no  castiguéis  este  mal;  suplicóos  que  perdonéis  a  mi  hijo 

590  y  no  me  avergoncéis.  — ¡Buena  mujer!  Que  no  heciste  vos 
aquel  pecado,  ¿cómo  os  avergonzáis  y  rogáis  por  él?  — Por 
mío  lo  tengo  yo  y  hago  cuenta  que  yo  lo  cometí,  y  por 
eso  tengo  mi  cara  llena  de  vergüenza. 

Pues  así  dice  el  profeta  David:  Todo  el  dia  la  vergüenza 

595  de  mis  pecados  está  frontero  de  mí,  y  la  confusión  de  ellos 
ha  cubierto  mi  cara.  No  dice  de  sus  pecados,  que  El  no 
tuvo  ni  pudo  tener  ninguno.  Pues  ¿por  cuáles?  Meta  cada 
uno  la  mano  en  su  seno  y  mire  en  su  corazón  los  abomina- 
bles pecados  que  pensó,  habló  y  obró;  que  vos  mismo  habéis 

600  vergüenza  de  pensar  en  ellos.  Y  de  aquesas  abominaciones 
dice  Cristo  que  está  llena  su  cara  de  vergüenza,  porque  ya 
El  las  sabía  como  si  fueran  hechas,  y  por  eso  se  pone  delan- 
te de  su  Padre  y  dice:  Padre  mío,  yo  soy  fiador  de  los 
pecados  de  aquél,  y  aunque  ellos  son  tan  abominables  quo 

605  yo  tengo  vergüenza  de  ellos,  suplicóos  se  los  perdonéis;  ver- 
güenza tengo,  Señor,  de  representar  estos  pecados  delante 
de  vuestra  Majestad,  pero  porque  no  se  puede  pedir  perdón 
del  pecado,  sin  que  se  represente  el  mismo  pecado,  yo 
quiero  padecer  esta  vergüenza  en  mí,  porque  se  perdone. 

610  Más  vergüenza  tenía  Jesucristo  de  representar  cosa  tan 
fea,  que  una  doncella  muy  castísima  de  hacello.  ¿Y  qué 
pensáis  que  fué  aquella  vergüenza  de  ponello  en  un  palo 
desnudo  delante  de  su  madre  y  de  tanta  gente?  ¡Qué  ver- 

577  Ps-  43,  16. 
596   Ps.  43,  16, 


v   vísperas  de  navidad 


99 


güenza  para  un  hombre  castísimo  y  virginísimo,  que  no  se 

615  solía  descubrir  ni  aun  el  brazo,  descubrirle  su  cuerpo  delan- 
te de  tanta  gente!  ¿Para  qué  esto,  Señor?  Para  con  su 
desnudez  y  vergüenza  cubrir  nuestros  pecados.  La  vistidu- 
ra  que  le  quitaron,  a  nosotros  la  dió,  y  avergonzándolo  a 
El,  con  su  vergüenza  quita  la  nuestra.  Y  por  eso  fué  El 

620    tan  afligido,  para  darnos  a  nosotros  alivio. 

Pues  consolaos,  pobres,  que  buena  nueva  os  viene  a  dar 
el  Hijo  de  Dios.  Consolaos  los  de  los  corazones  llorosos, 
que  el  Hijo  de  Dios  viene  a  pagar  vuestras  deudas  y  a  obli- 
garse por  ellas.  Consolaos,  encarcelados,  y  alegraos,  adeu- 

625  dados,  que  ya  el  Rey  se  obliga  a  pagar  vuestras  deudas, 
y  obligándose  el  Rey,  quedáis  vosotros  descargados.  Y  si 
obligándose  el  Rey  a  vuestra  deuda  queda  segura,  pues  pue- 
de mucho  más  pagar  que  vos  debéis;  más  segura  está  obli- 
gándose Dios,  que  puede  mucho  más  que  no  el  Rey,  pues 

630  puede  más  pagar  que  nos  deber.  Bendigamos  a  tal  Rey,  que 
siendo  El  rico  y  no  debiendo  nada,  se  obligó  a  pagar  por 
nosotros  y  quiso  que  a  El  se  le  demandase  nuestra  deuda: 
Pedidme  a  mí,  y  no  pidáis  a  ellos. 

¡Oh!  Alábente,  Señor,  los  ángeles,  y  los  cielos  y  la  tie- 

635  rra  canten  las  alabanzas  de  tu  bondad,  que  tanto  nos  amas- 
te y  quesiste  pagar  lo  que  yo  debía. 

Viene  este  Niño  a  Pues  este  tiempo  santo  del  Adviento 
trabajar,  para  ga-  representaba  la  venida  del  Hijo  de 
narnos  el  sustento     Dios  a  pagar  nuestros  pecados,  y 

640  aunque  en  la  fiesta  de  la  Encarna- 

ción, que  es  a  veinte  y  cinco  de  marzo,  se  celebra  esta  ve- 
nida, pero  por  ser  poco  un  día  para  celebrar  tan  g[r]ande 
bien,  ordenó  la  Iglesia,  movida  por  Espíritu  Santo,  este 
tiempo,  el  cual  representa  habernos  tanto  Nuestro  Señor 

645    amado,  que  vino  a  trabajar  para  que  nosotros  descansemos. 
Buena  nueva,  hermanos,  pues  Dios  viene  a  pagar  por  nos- 
otros: El  pagará  por  nuestros  pecados,  pues  El  es  el  que 
tiene  poder;  y  pues  quiere  y  puede,  El  sabe  cómo  pagará. 
Decidle:  Niño,  Padre  mío,  que  éste  es  su  nombre,  que 

650  ansí  le  dijo  Esaías,  que  será  llamado  Pater  futuri  saeculi. 
Padre  no  entendáis  según  la  carne,  sino  según  el  Espíritu, 
porque  ansí  como  no  hay  ninguno  que  tenga  carne,  que  no 
la  tenga  de  Adam,  ansí  no  hay  ninguno  que  tenga  Espíritu, 
que  no  lo  tenga  de  Jesucristo.  Digamos,  pues:  Padre  nues- 

655    tro,  dadnos  de  comer. 

¿No  veis  a  nuestro  padre  sudando,  con  el  azadón  en  la 
mano,  para  dar  de  comer  a  sus  hijos?. Y  no  dormía  de  no- 
che, que  San  Lucas  dice  que  perno[c]tabat  in  oratione,  etc. 
Estábase  toda  la  noche  sin  dormir,  en  oración,  pidiendo 


650   Is.  9,  6. 


657   Cf.  Le.  6, 


100 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


660  para  sus  hijos  y  trabajando  para  ellos.  ¿Qué  pedís,  Señor? 
¿Qué  os  falta?  ¿Por  qué  trabajáis  tanto,  que  no  queréis 
descansar  siquiera  un  poco  de  noche?  ¿Sabéis  por  qué? 
Porque,  aunque  el  Padre  es  rico,  los  hijos  son  pobres  y 
trabaja  para  sus  hijos;  aunque  el  Padre  es  bueno,  los  hijos 

665  son  flacos  y  miserables  para  sufrir  las  tentaciones,  y  por 
tanto  les  pide  fuerza.  Muy  flacos  son  para  guardar  la  ley 
y  resistir  al  demonio,  y  por  eso  yo  me  enflaqueceré  para 
dalles  a  ellos  fuerza;  yo  endureceré  mis  carnes  con  tormen- 
tos, para  que  su  corazón  más  duro  que  piedra  se  ablande. 

670  ¿No  veis  a  nuestro  padre  con  callos  en  las  manos  del  aza- 
dón y  de  trabajar  por  sus  hijos?  ¿No  le  veis  las  manos  san- 
grientas del  trabajo  que  recibió  para  darnos  pan?  Fué  tanto 
lo  que  trabajó  con  su  Padre  para  nosotros,  que  dice  San 
Pablo:  Nam  quod  impossibile  erat  lege  in  qua  infirmabatur 

675  per  carnem,  Deus  filium  suiim  mittens  in  similitudinem  car- 
ras peccati  de  peccato  da[m]navit  peccatum  in  carne,  ut  iusti- 
ficatio  legis  impleret[ur]  in  nobis,  qui  non  secundum  carnem 
ambulamus,  sed  secundum  spiritum.  En  lo  que  enfermaba 
la  ley,  lo  que  le  era  imposible  a  la  misma  ley,  que  era  la  jus- 

680  tificación,  envió  a  su  Hijo  en  semejanza  de  hombre  pecador, 
'para  que  con  la  semejanza  de  pecador,  con  trabajos,  con  tor- 
mentos, destruyese  al  pecado  y  nos  ganase  la  justificación, 
para  que  nos  ganase  fuerza  para  cumplir  la  ley. 

— ¿Qué  deseáis?  — Guardar  la  ley  de  Dios.  — ¿Deseáis 

685  guardarla  toda?  Pues  amad  a  Dios  y  a  vuestros  prójimos  y 
guardarla  heis.  Y  si  la  ley  de  Dios  es  la  obra,  y  la  obra  es 
nuestro  pan,  como  dice  Jesucristo  (\Mi  manjar  es  hacer  la 
voluntad  de  mi  Padre) ,  obedeciendo  El  por  nosotros,  diónos 
este  pan. 

61'0  Estos  son  los  tres  panes  que  Jesucristo  nos  ganó  por  su 
misericordia,  porque  cuando  el  demonio  os  viniere  a  tentar, 
le  digáis:  Vade  retro,  Satana,  que  no  tengo  temor  ninguno 
de  ti.  ¿Qué  es  lo  que  temíades?  ¿Qué?  ¿Es  la  falta  del  pri- 
mer pan?  ¿Temíades  la  justicia  de  Dios  que  os  castigase  en 

695  el  infierno  para  siempre?  Pues  decilde  que  ya  habéis  pagado 
lo  que  debíades  de  vuestro  pecado,  y  como  dice  el  profeta 
Oseas,  no  castiga  Dios  la  cosa  dos  veces.  Y  para  eso  envió 
a  su  Hijo  en  semejanza  de  pecador  subjeto  a  trabajos  y  pa- 
siones y  dolores,  etc.,  para  pagar  por  nosotros.  Y  la  escrip- 

700  tura  que  al  demonio  teníamos  hecha,  dice  San  Pablo  que  la 
enclavó  en  la  cruz  y  la  borró  con  su  sangre,  para  que  no  nos 

674  itopussibjle 

676  peccato]  ixccatum 

684  Guardar!  <U-  add.  ' 


678    Cf.  Rom.  8,  3  s. 

688    Cf.  lo.  4,  34. 

692    Cf.  Mt.  4,  10  ;  Mr.  8,  33. 


697  Cf.  Ez.  iS. 
701    Col.  2,  14. 


3-     VÍSPERAS  DE  NAVIDAD 


101 


tenga  más  que  pedir  el  demonio.  Y  si  te  dijeren  tus  pecados 
que  rriereces  ser  atormentado  por  ellos  en  el  infierno,  que 
digan:  Ya  no  temo  infierno  ni  tormentos,  porque  Cristo  fué 

705  atormentado  por  mí;  ya  descargó  Jesucristo  mi  carga,  car- 
gando su  cruz  sobre  sus  hombros.  No  temo  castigo,  pues 
que  Jesucristo  se  puso  en  medio  de  Dios  Padre  y  de  mí,  y  El 
recibió  los  golpes  en  sí  mismo  y  en  El  me  perdonó  el  Padre 
lo  que  yo  había  de  pecar. 

710  El  segundo  pan  que  nos  ganó  Cristo  es  fuerza  para  de 
aquí  adelante.  ¿Qué  pensáis  que  era  aquella  flaqueza  que 
decía  Cristo  que  sentía  su  carne  en  la  oración  del  huerto, 
cuando  dijo:  Caro  autem  infirma,  sino  daros  fuerza  y  gracia 
para  que  de  aquí  adelante  no  sea  nadie  cobarde?  Envió  a 

715  su  Hijo  para  ganarnos  justificación.  Yo  enviaré  a  mi  Hijo 
para  que,  con  verle  manso,  tengáis  fuerza  para  ser  mansos; 
y  para  que  viéndole  trabajado,  te  esfuerces  a  llevar  trabajos; 
para  que  viéndole  perseguido,  tenga  [s]  fuerzas  para  sufrir 
persecuciones.  ¿Veis  cómo  nos  ganó  este  pan?  Para  que  todo 

720  hombre  que  dijere:  "-Pesada  es  la  ley  de  Dios",  que  alce 
los  ojos  a  Jesucristo  trabajado  y  angustiado,  y  vea  cómo  le 
ganó  esfuerzo. 

El  tercer  pan  es  esperanza  para  ir  al  cielo.  Cuando  el 
diablo  te  dijere:  "¿Quién  eres  tú  para  entrar  en  la  gloria?", 

725  responderás:  "Yo  por  mis  merecimientos  no  soy  nada,  in- 
fierno merezco,  de  muchos  tormentos  soy  digno.  Pero  aquel 
Dios  humanado  con  su  muerte  me  ganó  perdón,  con  sus  tra- 
bajos me  ganó  perpetuo  descanso".  San  Bernardo  dice  que 
dos  veces  Cristo  es  Señor  del  cielo  y  lo  merece:  una,  porque 

730  es  Hijo  natural  de  Dios;  la  segunda,  porque  con  sus  trabajos 
lo  compró,  y  dándomelo  El  a  mí,  no  tengo  que  dubdar,  sino 
tener  esperanza  de  ir  allá;  iré  al  cielo  porque  Cristo  lo  ganó 
para  mí;  iré  al  cielo  porque  me  ayuntaré  con  Cristo.  Que  El 
dijo:  Ubi  fuerit  corpus,  congregabuntur  aquilae,  donde  fuere 

735  la  cabeza,  allí  han  de  ir  los  miembros.  Y  de  la  cabeza  es  el 
cielo,  pues  es  Rey  del  cielo;  por  tanto,  esperanza  tengo  de 
ir  al  cielo. 

Veis  aquí  los  tres  panes  que  nos  da  nuestro  Niño  para 
que  comamos,  y  tales  que  ni  ángeles,  ni  arcángeles,  ni  que- 
740  rubines,  ni  serafines,  ni  todo  lo  criado  no  nos  lo  podrá  dar. 
¿Quién  podía  hacer  esto,  que  consolara  mi  ánima,  si  aquel 
hijo  de  la  Virgen  no  viniera  luego?  Tengámonos  por  pobres 
y  conozcamos  nuestra  miseria. 

737  cielo]  Dic  figuram  Saosonis  qualiter  quitó  las  puertas  de  Ja  ciudad,  y 
las  llevó  al  monte,  que  figura  cómo  Cristo  quitó  las  puertas  del  cielo  después 
de  su  muerte  mare. 


713    Mt.  26,  41. 

73Í  Cf.  San  Bernardo,  De  ccnsider alione,  1.  3,  c.  1  :  ML  182,  7^8. 
734    Cf.  Mt.  24,  28. 


102 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Peroración     ¿Pues  por  qué  hay  algunos  que  se  van  al  in- 

745  fierno,  aunque  vino  Cristo?  ¡Desventurado 

[a]quel  que  allá  va!  ¡Que,  pagada  la  deuda,  te  tornen  a 
atormentar;  que,  cercado  de  pan,  te  quieras  morir  de  ham- 
bre! Hay  algunos  pobres  que  más  quieren  morirse  de  hambre 
que  conocerse  por  tales  ni  demandar  un  pedazo  de  pan. 

750    ¿Vistes  mayor  locura? 

Si  te  duelen  pecados,  conoce  tu  pobreza  y  busca  reme- 
dio, busca  médico;  si  te  escarba  el  estómago  de  hambre, 
busca  quien  te  dé  pan;  y  si  te  duele  la  conciencia  y  tienes 
temor  del  infierno,  busca  medecina,  busca  quien  te  remedie, 

755  que  la  medecina  a  par  de  ti  la  tienes.  Señor,  ¿quién  me 
sanará  esta  ánima  y  este  corazón? 

Bienaventurados  los  pobres  de  espíritu,  porque  suyo  es 
el  reino  de  los  cielos.  Conocé  vuestra  pobreza,  buscá  reme- 
dio. Veisos  morir  y  no  queréis  dar  voces  a  Dios.  Pedilde 

760  fuerzas  para  no  le  ofender.  ¡Qué  lástima  es  perderse  áni- 
mas que  tan  caro  costaron,  tan  de  balde! 

Ea,  pues,  que  a  buscaros  viene  este  Niño;  duélanos  de 
nuestros  pecados.  A  la  corte  va  por  nuestros  negocios;  vá- 
monos  con  El.  Y  si  le  viéremos  haber  hambre,  pasemos 

765  hambre  con  El;  si  trabajos,  pasémoslos  con  El.  Obedezca- 
mos a  su  voz.  ¿Es  bien  que  esté  E\  llorando  por  ti  y  que  estés 
tú  riendo?  No  llora  por  sí,  sino  por  ti.  Parece  que  haces 
burla  de  El,  pues  El  llorando,  tú  ríes.  Deshonrado  está,  no 
quieras  tú  buscar  honra.  ¿Es  bien  que  quiera  el  hijo  estar 

770  honrado,  estando  el  padre  deshonrado?  Pobre  está,  no  quie- 
ras estar  rico.  Azotan  a  Jesucristo  por  mis  pecados,  ¿y  no 
me  azotaré  yo?  Está  Dios  humillado  y  puesto  en  un  palo, 
¿y  quieres  tú  estar  ensalzado? 

Tales  son  los  malaventurados,  que,  habiendo  Dios  veni- 

775  do  a  predicar  año  de  perdón,  quieren  más  caer  en  lo  que  se 
sigue,  que  es  día  de  venganza  del  Señor.  Quiere  El  a  todos 
por  hijos,  y  ellos  no  lo  quieren  por  padre,  sino  por  juez. 
A  todos  los  que  quisieren  enmendar  se  les  promete  perdón 
de  sus  pecados,  pero  a  los  que  no  quisieren  aprovecharse 

780  de  sus  lagrimitas,  día  de  guerra  y  indignación.  Si  quisier- 
des  gozar  de  este  Niño  que  agora  naciera,  de  su  parte  os 
prometo  perdón;  pero  si  no  quisierdes  aprovecharos  de  El, 
demandaros  han  cuenta  de  su  sangre,  porque,  como  dice 
la  Escriptura,  el  que  engaña  al  jornalero  de  su  jornal  y 

785  el  que  derrama  la  sangre,  hermanos  son.  A  comprar  viene 
con  sus  trabajos  vuestras  ánimas;  no  le  hagáis  servir  en 
balde;  si  no,  seros  ha  demandado  de  su  sangre.  ¡Nunca 
plega  a  Dios,  por  quien  El  es,  que  ansí  sea,  sino  que  sea- 
mos agradecidos  a  tan  gran  merced! 


758   Mt.  5,  3.  785    Eccli.  3.1,  27. 


4.  NAVIDAD 


103 


790  Hagamos  buenas  obras,  limpiemos  nuestra  casa  para 
recebir  esta  Pascua  a  este  Niño.  En  ella  perdonemos  las 
injurias,  dejemos  los  pecados,  demos  limosnas,  porque  cuan- 
do venga  nos  halle  bien  aparejados  y  nazca  en  nosotros  y 
nos  dé  aquí  gracia  y  después  gloria. 

4  Señales  para  hallar  a  Dios  * 

Navidad.  Predicado  en  el  día  de  San  Esteban,  en  un  con- 
vento de  monjas 

(B.  N.  M.,  Ms.  6311,  ff.  191  r  -  209  v). 

Et  hoc  vobis  signum:  Invenictis  infantcm  pannis 
involutum.  ct  positum  in  pracscpio   [Le.  2,  12]. 

Exordio    Laetabitur  deserta  et  invia:  florebit  solitudo  sic- 
ut  lilium.  Germinans  germinabit:  et  exultabit  lae- 

5  tabunda:  gloria  Libani  data  est  ei:  decor  Carmeli  et  Saron. 
Alegrarse  ha  la  desierta  y  sin  camino,  regocijarse  ha  la  so- 
ledad, y  florecerá  asi  como  lilio.  La  honra  del  Líbano  le 
fué  dada,  y  la  hermosura  de  Carmelo  y  de  Sarán.  Palabras 
son  que  el  profeta  Esaías  dijo,  viendo  en  espíritu  este  día 

10  y  la  bienaventuranza  de  la  Virgen  María  Madre  de  Dios. 
Hoy  es  día  de  regocijo.  No  hubo  allí  dolores  de  parto,  por- 
que, si  los  hubiera,  entristeciérase  nuestro  regocijo  con  ha- 
ber dolores.  Si  ella  tuviera  ansias  de  dolor  y  gimiera,  en- 
tristeciérase nuestra  fiesta.  No  tuvo  la  Virgen  dolor  ni 

15   tristeza,  sino  grandísimo  gozo  y  alegría. 

Alegrarse  ha  la  desierta  y  sin  camino.  Aquella  que  no 
conoció  varón,  fructificando,  se  regocijará  y  alegrará.  ¡Oh 
Sacratísima  Virgen,  quién  viera  vuestro  regocijo  y  el  ale- 
gría de  vuestra  cara!  ¡Quién  os  viera  hoy  madre  y  virgen, 

20  tan  virgen  como  las  vírgines  y  tan  madre  como  las  madres! 
La  hermosura  de  Carmelo  y  de  Sarán — que  eran  unos  mon- 
tes muy  hermosos  en  Judea — le  fué  dada.  Y  si  queréis  ver 
alguna  hermosura  en  la  tierra,  suplicad  a  nuestro  Señor 
que  os  dé  ojos  de  consideración,  para  ver  una  doncella  hoy 

25  en  el  portal  de  Betlem  con  un  Doncel  en  sus  brazos.  No  hay 
cosa  más  hermosa;  la  honra  del  Líbano  le  fué  dada,  y  la 
hermosura  de  Carmelo  y  de  Sarán. 

Dijo  Sara  cuando  hubo  concebido  a  Isac:  Risum  fecit 
mihi  Dominus:  et  quicumque  audierit  ridebit.  ¿No  veis  una 

26  Je]  lo 

*    «Thema  in  die  Na[ti]vitatis  Domine»    (f.   101  r).  Este  ser- 
món ha  sido  corregido  por  una  mano  posterior  ;  damos  solamente 
el  texto  primitivo,  que  es  el  auténtico. 
8    Is.  35,  1-2. 
29   Cf.  Gen.  2i,  6. 


104 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


30  mujer  de  noventa  años  concebir?  El  Señor  me  ha  hecho  reír, 
que  no  tenía  ya  fuerzas  naturales  para  concebir  y  hame 
dado  fuerzas  sobrenaturales  para  ello.  Y  así,  cuando  dijo 
el  ángel  a  su  marido  que  concebiría,  se  rió  ella,  y  al  hijo 
que  parió  le  llamaron  Isac,  que  quiere  decir  risa  o  gozo. 

35  Y  Sara  dijo:  Risa  me  ha  hecho  el  Señor,  y  no  solamente 
para  mi,  pero  para  cuantos  lo  oyeren.  ¡Qué  palabras  para 
la  Virgen!  Mucho  fué  que  una  de  noventa  años  concibiese; 
pero  mayor  milagro,  doblado,  fué  el  de  la  Virgen  concebir 
sin  obra  de  varón  y  parir  virgen.  ¿Y  quién  puede  oír  que  la 

40  Sacratísima  Virgen  tiene  en  sus  brazos  a  Jesucristo,  que  no 
se  regocije?  Fué  hecho  gozo  no  solamente  para  la  Virgen, 
sino  para  todos  los  que  lo  oyeren.  Gózaos  con  ella  todos 
los  que  bien  la  queréis,  que  hoy  es  hecha  Madre  y  Virgen. 
San  Esteban  vió  hoy  los  cielos  abiertos,  y  Jesucristo  asen- 

45  tado  a  la  diestra  del  Padre;  y  hoy  está  Cristo  en  Betlem 
en  los  brazos  de  su  Madre.  Vamos  allí  y  pidámosle  la  gra- 
cia, y  pongamos  por  intercesora  a  su  bendita  Madre,  dicien- 
do: Ave,  María. 

¿Qué  señas  son  éstas    El  Niño  nacido  por  nuestra  salud 
50    para  hallar  a  Dios?    y  la  Sacratísima  Virgen,  su  Madre, 
dé  a  vuestras  mercedes  muy  bue- 
nas pascuas.  Las  palabras  del  tema  dijo  un  ángel  a  los  pas- 
tores. El  predicador  también  es  agora  ángel  en  el  oficio. 
Angel,  mensajero  quiere  decir,  y  los  predicadores  también 
55   somos  mensajeros,  que  os  venimos  a  hablar  de  parte  de  Dios. 
Señal  os  doy:  Hallaréis  al  infante  envuelto  en  pañales  y 
acostado  en  un  pesebre.  ¿No  veis  qué  linda  fiesta  ésta?  Doy 
os  buenas  nuevas.  Dijo  el  ángel  a  los  pastores:  Dadme  al- 
bricias, que  un  gozo  grande  os  traigo,  que  es  nacido  esta 
60    noche  el  Salvador  Cristo,  el  Mesías,  en  Betlem.  Y  porque 
no  lo  perdáis  de  vista,  que  os  va  la  vida  en  conocerlo,  yo 
os  daré  señas:  que  hallaréis  al  infante  envuelto  en  pañales 
y  acostado  en  un  pesebre.  Por  estas  señas  le  conoceréis.  Doy 
os  buenas  señas,  porque  en  lo  que  mucho  va  es  menester 
65   muchas  señas,  para  que  no  se  pierda.  Este  que  hoy  nació 
es  vuestro  Bien,  Reparador,  Perdonador  de  vuestros  peca- 
dos, y  por  eso  quien  no  lo  conociere  no  puede  ser  salvo. 
Y  así,  para  que  los  hombres  topasen  con  El,  desde  Adam 
comenzó  Dios  a  dar  señas:  señas  a  Abraham,  señas  a  Jacob, 
70   señas  a  David,  señas  a  Esaías  y  a  todos  los  patriarcas  y 
profetas.  Porque  no  lo  perdáis  de  vista:  nacerá  en  tal  lugar; 
mirad,  de  esta  manera  hablará,  esta  condición  tendrá. 
Pintaron  los  profetas  a  Cristo  porque  no  lo  errasen,  que 

33    Cf.  Gen.  18,  10-15. 
45    Act.  7,  55. 
63    Le.  2,  10-12. 


4.  NAVIDAD 


105 


quien  a  éste  errare,  errado  ha  el  cielo;  y,  al  fin,  para  co- 

75  nocer  a  Cristo,  poco  aprovechan  señas,  si  no  viene  lumbre 
del  cielo.  ¿Sabéis  lo  que  acontece  a  los  astrólogos?  Leen: 
"Tal  signo  tiene  tales  señas",  y  cuando  salen  a  ver,  no 
topan  con  él.  Y  quien  tiene  la  lumbre  de  la  fe,  alabe  a  Dios, 
que  se  la  ha  dado,  y  déle  gracias  por  ello,  que  si  El  no  la 

80  da,  in  vanum  laboraverunt  qui  aedificant  eam.  Y  San  Pablo 
dice  que  fides  est  donum  Dei.  Si  de  arriba  no  viene,  ¿qué 
aprovechan  señas?  Señas  tuvieron  los  judíos,  mas  cegados 
con  sus  pecados  no  lo  creyeron;  y  por  esto,  para  enseñar 
Dios  a  los  pastores,  viene  un  ángel  de  arriba — y  con  él  una 

85  grande  claridad,  que  se  espantaron  los  pastores — :  Porquo 
no  lo  perdáis  de  vista,  que  os  va  la  vida  en  ello;  id  a  Betlem 
y  hallarlo  heis  en  un  pesebre  envuelto  en  unos  pañales.  ¿Qué 
señas  son  éstas  para  hallar  por  ellas  a  Dios,  ángel,  infante 
envuelto  en  pañales,  acostado  en  un  pesebre?  San  Bernardo 

90  en  un  sermón  de  la  circuncisión  dijo:  En  verdad,  si  quisie- 
ran perder  de  vista  a  Oristo,  buena  señal  era  la  circuncisión, 
porque  la  circuncisión  era  señal  de  pecadores,  y  Cristo  no 
era  pecador.  Conoceldo  por  señal  de  circuncisión.  Así,  estas 
señas  que  el  ángel  da,  más  parecen  señas  para  errar  a  Dios 

95  que  para  acertar  con  El:  infante  envuelto  en  pañales  y  pues- 
to en  pesebre. 

Infante  quiere  decir  niño  que  no  habla.  Si  el  mismo  ser 
personal  de  este  Niño  que  hoy  nace  en  Betlem  es  ser  Pa- 
labra, por  vuestra  vida,  que  me  deis  por  señal  que,  "siendo 

100  Palabra,  no  habla",  para  hallar  a  Aquel  del  cual  San  Joán 
predijo:  En  el  principio  era  la  Palabra,  y  la  Palabra  era 
acerca  de  Dios,  y  Dios  era  la  Palabra  y  Aquel  por  cuya  pa- 
labra fué  hecho  cielo  y  tierra!  ¿Cómo  me  dais  por  señal 
"infante",  pues  por  este  nombre  se  entiende  un  niño  envuelto 

105  en  pañales?  Buenas  señas  para  hallar  a  Dios.  ¿Quién  en- 
volvió en  pañales  al  inmenso?  Los  cielos  y  la  tierra  yo  los 
hincho,  dice  Dios.  ¿Quién  os  envolvió  en  pañales,  Criador 
del  cielo  y  tierra?  ¿Cómo  "puesto  en  pesebre"?  ¿Qué  señas 
son  éstas,  ángel,  para  hallar  a  Dios?  Declarádnoslas. 

no  Infante:  Apareció  la  Isaías  dice,  hablando  de  la  venida 
blandura  y  misericor-    de  este  Niño,  et  revelabit[ur]  glo- 


Dios  sino  su  Hijo  bendito  Jesucristo,  nacido  hoy  en  Betlem, 

97  habla]  si  el  add.  ¡|  108  palabra]  fué  acerca  de  Dios  y  Dios  add.  ras. 


80  Ps.  126,  i. 

81  Cf.  Eph.  2,  8. 

93   Cf.  San  Bernardo,  De  circumciss.  Donüni  serm.  3,  3  :  ML 


dia  de  Dios 


ria  Domini.  Descubrirse  ha  la  hon- 
ra de  Dios.  ¿Qué  es  la  honra  de 


107   Ier.  23-24. 


112   Is.  40,  5. 


106 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


115  que  El  es  la  honra  del  Padre?  Y  así  dice  Salomón:  Filius 
sapiens  gloria  patris  est.  Pues  vendrán  grandes  señales,  y 
lo  que  más  es,  descubrirse  ha  la  gloria  y  majestad  de  Dios. 
En  el  griego,  majestad  y  gloria  y  honra  todo  quiere  decir 
una  misma  palabra.  Señor,  estábamos  esperando  vuestra 

120  alteza  tan  engrandecida  y  después  vemos  un  niño  envuelto 
en  pañales  y  llorando  en  un  pesebre;  de  una  parte,  un  buey, 
y  de  otra,  un  asno.  ¿Es  vuestra  majestad  ésta?  Si  majestad, 
¿cómo  en  tanta  bajeza?  Si  honra,  ¿cómo  en  pesebre?  Pues 
verdad  dice  Dios,  descubrirse  ha  la  majestad  de  Dios,  cómo 

125  ahí  entró;  para  lo  que  es  menester  la  lumbre  del  Espíritu 
Santo. 

Los  que  quieren  honra  de  grandes,  por  fuerza  ha  de  ser 
a  costa  de  los  chicos;  y  los  que  quieren  ser  temidos,  por 
fuerza  ha  de  ser  con  espantar  los  pequeños.  Tiempo  hubo  en 
130  que  Dios  quiso  ser  temido  y  se  vengaba.  Tiempo  hubo  en 
que  este  Niño  que  agora  no  habla,  habló,  y  pesábale  a  quien 
le  oía.  El  Niño  que  nació  es  el  mismo  que  cuando  Adam  pecó 
le  dijo:  ¿Dónde  estáis,  Adam?  Y  fué  tan  recia  esta  palabra, 
que  hizo  esconder  a  Adam  por  no  oírla;  fué  tan  terrible, 
135  que  echó  a  Adam  del  paraíso  terrenal.  — ¿De  qué  teméis? 
— Habla  Dios  con  tanta  majestad,  que  no  puedo  estar  de- 
lante de  El;  voime  a  esconder.  Recia  cosa  era  hablar  Dios. 
Vino  Dios  a  hablar  en  el  monte  de  Sinaí  al  pueblo  de  Israel 
y  darles  la  Ley,  y  venía  con  tanta  majestad,  que  dicen  los 
140  judíos  a  Moisén:  No  nos  hable  Dios,  que  moriremos;  había- 
nos tú,  Moisén.  Hablaba  Dios  con  tanto  rigor,  que  vinieron 
los  hombres  a  decir:  No  nos  hable  Dios.  (Si  Dios  no  me 
habla,  que  me  hablen  profetas  ni  cielos  ni  tierra,  y  si  huyo 
de  Dios,  ¿qué  me  aprovecha  cuanto  puedo  tener?)  Y  era 
145  tanto  el  rigor  con  que  Dios  hablaba,  que  atemorizaba  a  los 
hombres,  tanto  que  huían  de  El.  Dice  Dios:  ¿Queréis  oír 
mis  palabras?  Yo  haré  una  palabra  que,  cualquiera  que  la 
oyere,  le  retiñan  las  orejas.  ¿Quién  os  ha  de  querer  hablar? 
Antes  era  tanto  el  temor,  que  no  había  quien  llegase  a 
150  Dios  ni  aun  al  arca,  que  dos  millas  la  llevaban  delante  cuan- 
do caminaban.  Y  los  varones  benjamitas  que  curiosamente 
quisieron  ver  el  arca — quitarle  hían  algún  paño  que  trae- 
ría encima  o  abrirla  hían  para  ver  qué  traía  dentro — ,  por- 
que la  miraron  curiosamente  mató  Dios  cincuenta  mil  horn- 
eó bres  del  pueblo  y  de  los  más  principales  sesenta  hombres; 
y  dijeron:  Quis  poterit  stare  coram  Domino?  Cayóles  tanto 
miedo,  que  despacharon  luego  un  mensajero  para  que  les 
llevasen  el  arca  de  entre  ellos. 

¿Qué  os  parece  de  aquellos  tiempos?  Vinieron  a  temer 


116   Cf.  iProv.  io,  i  ;  15,  20. 
133    Cf.  Gen.  3)  9. 
141    Ex.  20,  19. 


148  Cf.  1  Reg.  3,  11. 
156   Cf.  1  Reg.  6,  20. 


4.  NAVIDAD 


107 


160  tanto  a  Dios,  que  temblaban  de  miedo.  Ya  tenía  Dios  ga- 
nada gloria  de  poderoso  y,  si  queréis,  honra  de  grande.  Te- 
nía tanta  que  parecía  que  era  ya  demasiado  el  temor  que 
le  tenían  cogido.  Señor,  pues  descúbrase  ya  vuestra  gloria, 
no  para  temeros,  sino  para  amaros.  Habla  ya,  Señor,  de 

165  arte  que  los  hombres  no  huyan  de  vos,  y  descúbrase  ya  la 
honra  de  Dios.  ¡Cuan  bueno,  cuan  dulce,  cuán  amigable 
es!  Más  honra  ganó  hoy  Dios  de  bondad  que  antes  de  rigu- 
roso. Mayores  cosas  hace  hoy  Dios  para  que  los  hombres 
lo  amen,  que  hizo  antes  para  que  lo  temiesen.  Honra  de 

170  bueno,  de  manso  y  de  perdonador.  Si  queréis  ver  qué  día 
es  el  del  nacimiento,  un  día  en  que  dice  San  Pablo:  Appa- 
ruit  benignitas  et  humanitas  Salvatoris  nostri.  Apareció  la 
benignidad  y  humanidad  de  Dios.  ¿Qué  quiere  decir  "hu- 
manidad" aquí,  pues  que  viene  hablando  de  Dios  Padre? 

175  ¿Quién  vió  a  Dios  Padre  humanado?  Aquel  humanitas  aquí 
significa  blandura,  como  en  otra  parte  dijo  el  mismo  San 
Pablo:  Humanum  dico.  Quiere  decir:  quiéroos  decir  una 
cosa  blanda.  Dice  pues:  Apareció  la  blandura  de  Dios.  Y  así 
decís  acá  a  un  hombre  que  es  grave  señor:  Humanaos, 

180  ablandaos.  Apareció  hoy.  ¡Bienaventurado  tal  aparecimien- 
to y  bienaventurado  tal  día,  cuando  apareció  la  blandura 
de  Dios  Padre  y  de  Dios  Hijo  y  de  Dios  Espíritu  Santo:  la 
carne  de  Cristo  en  la  tierra! 

¡Qué  día  es  hoy!  Tenía  prometido  la  Santísima  Trini- 

185  dad  para  este  día  la  salud.  Yo  daré,  dice  Dios,  en  Hieru- 
salem  mi  gloria  y  en  Sión  mi  salud,  porque  envió  Dios  Pa- 
dre su  Hijo  bendito  y  con  El  todos  los  bienes.  Porque  quien 
a  su  Hijo  nos  dió,  ¿qué  no  nos  dará  en  cuanto  es  de  su  par- 
te? Aparecido  ha  hoy  la  honra  de  Dios,  y  mayor  honra 

190  de  misericordioso  y  blando  y  perdonador  que  antes  de  po- 
deroso y  vengador.  Ya  hoy  es  día  de  mostrar  Dios  su  mi- 
sericordia. Esta  señal  os  doy  para  que  no  perdáis  de  vista 
al  Mesías:  "infante  envuelto  en  pañales,  puesto  en  un  pe- 
sebre". 

195  Niño  bendito,  ¿no  habláis?  No  hablaba  sino  como  un 
niño  de  dos  días.  ¿Para  qué  tanto  silencio?  Está  callando 
el  Niño,  para  darte  a  entender,  pecadorcito,  que,  aunque 
hayas  hecho  pecados,  no  te  llamará  como  a  Adam,  no  te 
espantará  ni  te  reprehenderá  en  su  favor.  Tan  mudo  lo  ha- 

200  Harás  para  reprehender  como  agora  para  hablarte,  que  esto 
es  entender  este  misterio  como  se  ha  de  entender,  que,  cual 
de  fuera  parece  en  la  carne,  tal  está  de  dentro  la  santa  Di- 
vinidad en  blandura.  ¿Qué  cosa  hay  en  el  mundo  más  fia- 
quita  para  hacer  mal  que  un  niño  de  dos  días?  ¿Cuándo  un 

205   niño  de  dos  días  dió  bofetada  ni  mató  a  nadie?  No  hay 


173   Tit.  3,  4. 
177    Rom.  6,  19. 


186  Cf.  Is.  46,  13. 
188   Cf.  Rom.  8,  32. 


108   SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cosa  más  sin  temor  que  un  niño.  Pues  éste  es  el  misterio 
para  que  celebramos  la  fiesta,  no  como  judíos  carnales, 
sino  en  espíritu,  como  dijo  El:  verdaderos  adoradores  en 
espíritu  y  en  verdad.  Tal  habéis  de  pensar  la  Divinidad  den- 

210  tro  como  de  fuera  la  Humanidad,  hermanos,  por  la  santa 
encarnación  de  Jesucristo  y  por  su  pasión.  Esta  es  la  Divi- 
nidad sin  armas  que  dice:  No  te  haré  mal,  pecador,  llégate 
a  mí,  que  así  como  no  debes  huir  de  un  niño,  así  no  debes 
huir  de  mi  santa  Divinidad;  y  como  en  el  cuerpo  parece 

215  blandura,  lo  está  en  la  santa  Divinidad,  que  ésta  es  la  gran- 
deza de  Dios:  cual  parece  de  fuera,  tal  está  dentro,  tan 
blando  y  tan  misericordioso.  ¡Bendito  sea  tal  Dios  y  bendi- 
ta sea  su  misericordia  que  a  tal  día  nos  dejó  llegar,  el  día 
de  la  blandura  de  la  misericordia  de  Dios! 

220  Veía  hoy  San  Esteban  los  cielos  abiertos:  el  Padre  y  el 
Hijo  y  el  Espíritu  Santo.  Aquellos  cielos,  ¿que  a  quién 
y  a  quién  se  abrían?  Ya  hoy  llueven  miel  para  quien  le  qui- 
siere pedir  misericordia. 

"Infante,  que  no  habla",  para  darnos  a  entender  que  no 

225  dará  bofetadas  ni  reprehenderá. 

Envuelto  en  pañales:    Niño  envuelto  en  pañales.  Si  mi- 
Vestido    de   pecador    ráis  a  Dios,  no  hay  quien  le  en- 
vuelva; mas  en  cuanto  niño,  en- 
vuelto está  en  pañales,  que  no  sería  la  Virgen  desaliñada 

230  doncella,  que  aparejados  tendría  sus  pañales,  aunque  po- 
brecitos  serían;  pero  tendríalos.  Señor,  ¿qué  a  vos  con  pa- 
ñales? ¿Quién  entenderá  el  misterio  de  estas  señas:  Ha- 
llarlo héis  envuelto  en  pañales? 

Quisiera  que  estuvieran  aquí  muchas  galanas  para  des- 

235  engañarlas,  pero  algunas  habrá  que  lo  sean  de  corazón. 
Las  ropas  que  nos  vestimos  señales  son  de  nuestra  miseria. 
En  las  ciudades  hay  unos  muchachos  ladroncillos  que  hur- 
tan mucho,  y  porque  son  menores  de  edad,  mirando  que 
aun  no  tienen  juicio  perfecto,  no  los  ahorcan,  no  los  cas- 

240  tigan  por  el  rigor  de  la  ley,  aunque  lo  merezcan;  pero, 
para  que  sean  conocidos,  pónenles  una  argolla  al  cuello 
con  unas  barras  que  pasan  encima  de  la  cabeza,  y  arriba 
pónenle  una  campanilla  para  que  suene  y  sea  conocido.  Si 
hubiese  una  persona  tan  loca  que  rogase  que  le  pusiesen  la 

245  campanilla  de  oro  o  de  plata...  ¡Qué  locura  sería  tan  grande 
ponerle  la  campanilla  por  ladrón,  para  señal  de  su  deshonra, 
y  que  busque  el  honra  en  su  propria  deshonra!  ¿Paréceos 
que  sería  gran  deshonra  y  locura  esto?  Pues  yo  os  digo  que 
hay  tantos  de  éstos,  que  la  mitad  de  los  que  aquí  estamos 


209  Cf.  lo.  4,  23. 
220  Act.  7,  56. 
226  Le.  2,  12. 


NAVIDAD 


100 


250  lo  somos,  y  aun  plega  a  Dios  que  no  lo  seamos  todos.  ¿Por 
qué  nos  vestimos? — Porque  pecamos,  que  antes  que  Adán 
pecase  desnudos  estaban  y  no  habían  vergüenza;  pero  des- 
pués que  pecó,  descubriéronsele  sus  vergüenzas  y  faltas  y 
abriéronsele  los  ojos;  y  para  cubrir  esto  se  vistieron.  El 
255  vestido  es  señal  de  mi  deshonra  y  de  que  soy  traidor  y  hijo 
de  traidores.  Pues  si  los  vestidos  son  señal  de  mi  deshonra, 
¡qué  ceguedad  es  que  haya  venido  un  hombre  a  tanta  mi- 
seria, que  busque  honra  en  el  vestido,  en  lo  que  es  señal 
que  es  traidor  contra  Dios  y  hijo  de  traidores!  Si  Adam  no 

260   lo  fuera,  no  trujera  yo  vestidos. 

Pues  si  entraron  los  vestidos  por  señal  de  pecador,  ¿qué 
tiene  que  ver  Jesucristo  con  pañales,  pues  no  tiene  pecado? 
Angel,  ¿qué  señas  son  ésas  para  conocer  a  Dios,  señales  de 
pecador:  hallaréis  al  infante  envuelto  en  pañales?  ¡Cosa  muy 

265  al  revés  del  honor  de  Dios  es  ésa!  Es  hoy  día  de  las  mise- 
ricordias de  Dios  y  que  rebosa  de  alegría  y  de  confianza 
para  los  pecadores.  Es  hoy  el  día  en  que  dice  San  Pablo 
que  envió  Dios  a  su  Hijo  para  en  semejanza  de  carne  de 
pecado.  Estar  Dios  envuelto  en  pañales,  señal  es  de  peca- 

270  dor.  Estar  reclinado  en  un  pesebre,  haber  frío,  llorar,  se- 
ñal es  de  pecador,  porque  por  el  pecado  vinieron  las  penas 
y  trabajos.  Pues  dice  San  Pablo  que  tomó  una  carne  seme- 
jante a  la  de  los  pecadores,  ¿en  qué? — En  estar  vestido, 
haber  frío  y  llorar  y  cansarse,  y  haber  hambre  y  sed  como 

275  los  pecadores.  Quitá  pecados  y  no  habrá  penas  luego.  Tomó 
carne  que  parecía  de  pecador  y  no  lo  era.  ¿No  os  acordáis 
que  mandó  Dios  a  Moisén  en  el  desierto  que  hiciese  una  ser- 
piente de  metal  y  la  levantase  en  una  vara  en  alto  para  que 
todos  los  que  la  mirasen  no  pereciesen,  no  muriesen  de  las 

280  picaduras  de  las  otras  serpientes  que  Dios,  por  sus  peca- 
dos, les  había  enviado?  Si  decís:  Cristo  es  hombre,  parece 
pecador  y  no  es.  La  serpiente  de  metal  serpiente  es;  empe- 
ro, no  tiene  ponzoña.  ¿Qué  son  vestidos  a  Dios — penas  de 
fuera  y  no  pecados  de  dentro — ,  sino  la  víbora  de  metal? 

285  La  figura  de  víbora,  pero  no  de  dentro  ponzoña;  penas  sin 
pecado;  víbora  de  metal.  Quien  mirare  éste  con  fe  y  peni- 
tencia— que  tuvo  muchas  penas  y  no  pecado — ,  no  se  per- 
derá, mas  antes  sanará  de  las  mordeduras  de  las  otras  ví- 
boras que  son  los  pecados. 

280  ¿Qué  quiere  decir  envuelto  en  pañales  f  Para  dar  a  en- 
tender que  desde  hoy  comienza  a  pagar  las  penas  que  mere- 
cen nuestros  pecados.  Rogad  a  nuestro  Señor  que  os  dé  ojos 
para  entender  qué  empresa  tomó  este  Niño  cuando  nació. 


254   Gen.  3,  7. 
269   Cf.  Rom.  8,  3. 


279    Cf.  Nuin.  21,  8. 


110 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¿Sabéis?  El  nació  sin  pecado  y  tomó  a  su  cargo  todos  los 

295  pecados  del  mundo,  hechos  y  por  hacer,  encima  de  sus  hom- 
bros. Y  si  los  tomara  por  vía  de  suelta,  mas  tomólos  por 
vía  de  justicia.  (Mirad  qué  carga  pagar  tantos  pecados  delante 
de  Dios.  Pudiera  Jesucristo  decir:  Yo,  que  no  pequé,  pago 
lo  que  no  hice,  perdonadme  alguna  cosa.  La  justicia  de  Dios 

300  no  perdona  ni  un  solo  pecado,  que  la  pena  de  todos  sin  faltar 
uno  se  ejecutó  en  Jesucristo.  ¡Bendito  sea  Dios  y  su  mise- 
ricordia! ¿Y — ¡bendito  sea  tal  Dios! — no  es  razón  que  lo  re- 
cibamos con  un  Te  Deum  laudamus?  ¿No  os  parece  que  es 
razón  comenzar  desde  chiquito  a  pagar  quien  tiene  tantas 

305  deudas  que  cumplir?  ¿No  os  parece  que  es  menester  que  lo 
envuelvan  y  lo  pongan  en  un  pesebre  duro,  y  que  haya  frío 
y  llore,  y  que  desde  luego  comience  a  ganar  para  tantos 
hijos  tan  pobres  que  somos  nosotros? 

Hallarlo  héis  envuelto  en  pañales,  que  es  señal  de  peca- 

310  dor,  para  pagar  nuestros  pecados,  y  puesto  en  un  pesebre 
desde  hoy  hasta  el  día  de  la  Purificación.  Cuarenta  días  estu- 
vieron la  Virgen  y  su  Niño  bendito  en  el  portal.  No  haya 
ninguno  que  con  su  pensamiento  no  los  visite  a  lo  menos  a 
la  mañana  y  a  la  noche  cada  día;  y  prostraros  delante  del 

315  Niño  y  de  la  Virgen  bendita,  y  besarle  los  pies  y  ofrecerle 
alguna  cosa;  rezarle  algún  rosario  o  pensar  alguna  cosa 
devota. 

Vamonos  todo[s]  agora,  así  como  estamos  aquí,  al  portal 
de  Betlem,  donde  la  Virgen  mora.  Haga  cuenta  que  esta- 
320    mos  allí. 

Buscando  posada.  Había  mucha  gente  en  Betlem,  que 
El  nacimiento.  venía  a  profesar  cada  uno  a  su  ciu- 
dad, y  Josef  era  de  Betlem.  Porque 
entendáis  las  misericordias  de  Dios  y  cómo  quiso  ser  verda- 

325  deramente  peregrino  en  esta  vida,  vino  la  Virgen  a  buscar 
posada  y  no  la  halló  en  todo  el  lugar  por  la  mucha  gente  que 
había.  Ellos  iban  pobrecitos;  van  fuera  del  pueblo  a  un  me- 
soncillo  pobre  que  estaba  allí  como  una  ventilla  mal  repa- 
rada. Entran  en  él,  y  porque  había  mucha  gente  éntranse 

330  al  establo,  y  a  un  lado  estaba  una  peña  cavada  y  allí  un  pe- 
sebre debajo  de  la  peña.  Estaba  allí  alguna  gente  y  algunas 
bestezuelas  y  allí  fué  la  posada  de  la  Sacratísima  Virgen  y 
de  su  Esposo.  Cuantos  estáis  aquí  estaréis  riñendo  en  vues- 
tros corazones  cómo  aquella  gente  desagradecida  no  dió  po- 

335  sada  a  tal  doncella.  Llegaría  Josef  a  algunas  puertas,  que 
ni  parientes  ni  amigos  ni  por  dineros  nunca  halló  posada. 
¡Cuánto  más  si  veían  que  venía  preñada!  Dirían:  Congojosa 
cosa  es  tener  preñadas  en  casa,  tristeza  y  gemidos. — No  es 


295  Cf.  1  Petr.  2,  24;  Is.  53,  4-5.  11-12. 
310   Cf.  Le.  2,  7- 


4.  NAVIDAD 


111 


preñada  rencillosa  ni  es  parto  de  dolores.  ¡Oh  qué  mal  mi- 
340  rados!  ¡No  dar  posada  a  una  doncella  que  trae  encerrado  en 
su  vientre  a  Dios!  Plega  a  Dios  que  no  haya  aquí  algunos 
que  estén  en  lo  mismo  que  aquéllos,  porque  ¿qué  cosa  es  una 
hostia  consagrada  sino  una  Virgen  que  trae  encerrado  en  sí 
a  Dios? 

345  ¡Oh  padres  sacerdotes,  qué  debemos  a  Dios  y  qué  grande 
será  nuestra  condenación  si  buenos  no  somos!  ¡Que  está  un 
lego  suspirando:  ¡Oh  Rey  mío  y  quién  se  hallara  allí  en  el 
portal  de  Betlem  para  que  os  metiera  en  sus  entrañas!,  y 
que  me  ponga  yo  en  el  altar  y  con  las  palabras  de  la  con- 

350  sagración  que  aquel  mismo  Señor  que  la  Virgen  parió  venga 
a  mis  manos  y  lo  meta  en  mi  ánima!  ¿Con  qué  agradeci- 
miento serviremos  a  Dios  esta  merced?  ¡Cuán  grande  ha  de 
ser  nuestra  santidad  y  pureza  para  tratar  a  Jesucristo,  que 
quiere  ser  tratado  de  brazos  y  corazones  limpios,  y  por  eso 

355  se  puso  en  los  brazos  de  la  Virgen,  y  Josef  fué  también 
virgen  limpísimo,  para  dar  a  entender  que  quiere  ser  tratado 
de  vírgines. 

¿Por  qué  no  habéis  comulgado  en  Pascua?  No  riño  con 
las  mujeres.  Bendígaos  Dios,  porque  habéis  dado  posada  en 

360  vuestro  corazón  al  Niño  que  nació  en  Betlem.  El  os  lo  pague 
por  su  misericordia,  y  perdone  a  los  desagradecidos.  ¡Que 
anduviese  una  Hostia  consagrada  rogando:  "Dadme  posa- 
da", y  que  unos  por  comer,  otros  por  jugar  y  por  unos  malos 
deleites,  no  han  querido  recebir  el  mismo  que  traía  la  Virgen 

365  en  sus  entrañas!  Como  los  de  Betlem  habéis  sido  y  peores, 
porque  aquéllos,  no  conociéndolo,  no  era  mucho  que  no  lo 
recibiesen,  pero  vosotros,  conociéndolo  y  rogándooslo,  no  lo 
habéis  querido  recebir.  Muy  mal  lo  habéis  hecho.  Perdó- 
neoslo Dios  y  enmendaos.  Aun  no  ha  pasado  la  Pascua.  No 

370  quede  nadie  que  no  se  apareje.  Y  por  reverencia  de  Dios  lo 
recibáis  en  estos  días  que  faltan  por  pasar. 

Una  cosa  os  quiero  decir:  Gran  negocio  fué,  al  tiempo 
del  parto,  mande  Dios  a  la  Virgen  que  saliese  de  su  casa  y 
vaya  treinta  y  tres  leguas;  si  fueron  a  pie  o  no,  no  se  sabe; 

375  al  fin  fué  trabajo,  y  grande.  Van  a  Betlem  y  no  hallan  po- 
sada: otro  trabajo.  Aposentarse  en  aquel  establo,  otro  tra- 
bajo. Alabanzas  te  den  los  ángeles. 

Siente  la  Virgen  que  ya  se  llega  la  hora  del  parir.  La  media 
noche,  no  en  dolores,  que  no  los  tuvo,  sino  en  grandísimos 

380  regocijos ;  y  crecían  más  mientras  más  se  llegaba  la  hora  del 
parto.  Y  porque  en  el  mesoncillo  no  había  donde  parir,  vase 
cerca  del  pesebre  a  parir  al  Señor  de  los  cielos  y  tierra;  y 
arrímase  a  un  poste  del  pesebre.  Alza  los  ojos  al  cielo.  Cuan- 
do no  se  cata,  ve  delante  de  sí  al  Niño  bendito  llorando. 


374  o  no]  como  a.  corr. 


112 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


3«5  ¡Quién  viera  a  la  Virgen  arrodillada  delante  de  él!  Y  como 
sabía  que  era  Dios,  no  lo  osaba  tomar  de  reverencia;  y,  por 
otra  parte,  como  era  su  hijo,  con  amor  queríalo  tomar.  Toma 
licencia,  y  adorándolo  por  verdadero  Dios,  tomólo  en  sus 
brazos.  Y  dice  San  Buenaventura  que  lo  envolvió  en  su  pro- 

390  prio  tocado  y  después  en  sus  pañales.  Tómalo  en  sus  brazos 
y  dale  a  mamar  de  aquella  leche  virginal.  ¿Queréis  ver  la 
cosa  más  linda  de  las  lindas?  Ved  una  doncella  en  el  portal 
de  Betlem  con  un  doncel  en  los  brazos,  dándole  a  mamar. 
Estaréis  ya  contenta,  Iglesia,  que  tan  deseado  lo  tenía- 

395  des  y  decíades:  Quis  mihi  det  ut  viderem  te,  fratrem  meum, 
sugentem  ubera  matris  meae,  ut  nemo  me  contemnat? 
¡Quién  me  diese,  hermano  mío,  que  te  viese  yo  en  los  bra- 
zos de  mi  madre,  mamando  sus  tetas;  quién  me  hiciese 
esta  merced  que  te  viese  yo  acá  en  los  brazos  de  tu  madre! 

400  Hoy  somos  enriquecidos,  bienaventurados  en  la  tierra.  Y  osa- 
ban llamar  a  Dios  hermano;  que  sabían  que  El  había  de 
encarnar.  ¡Quién  te  viese  en  los  brazos  de  una  doncella, 
para  que  nadie  me  tenga  en  poco!  Desde  hoy  en  adelante 
no  me  terná  en  poco  Dios  Padre,  pues  que  me  da  a  su  Hijo; 

40S  ni  Dios  Hijo  me  terná  en  poco,  pues  se  me  da  por  hermano,  ni 
Dios  Espíritu  Santo,  pues  fué  el  que  concertó  este  negocio. 
¡Bienaventurados  hombres,  por  cuyo  bien  tanta  honra  y 
tanto  bien  se  nos  dió!  He  aquí  el  Niño  nacido.  San  Lucas 
dice:  Cumpliéronse  los  días  y  parió  María  su  primogénito 

410  hijo,  su  mayorazgo;  no  porque  pariese  otros  después,  que 
primogénito  y  unigénito  bien  se  compadecen,  porque,  aun- 
que un  caballero  no  tenga  más  de  un  hijo,  aquél  es  el  mayo- 
razgo, aunque  no  haya  otro. 

¿Por  qué  pone    Reclinavit  eum  in  praesepio.  Púsolo  en 
415  María   a  Jesús    el  pesebre.  ¿Por  qué  en  el  pesebre?  Me- 
en el   pesebre?     nester  es  lumbre  de  Dios  para  entender 
"     esto.  — Señora  Madre,  más  que  todas 
las  madres  tierna,  porque  más  ama  ella  a  su  Hijo  que  to- 
das, ¿por  qué  quitastes  el  Niño  de  los  brazos  y  lo  ponéis 
420  en  el  pesebre?  ¿No  veis  que  no  hay  almohadas?  Señora,  ¿no 
estaba  más  caliente  y  más  blando  en  vuestros  brazos  que  en 
el  pesebre  duro?  ¿Pues  por  qué  lo  ponéis?  — Quia  non  erat 
ei  locus  in  diversorio.  ¡Qué  condenación  de  mis  riquezas,  de 
mis  regalos  y  de  mis  solturas!  — ¿Por  qué  lo  ponéis  en  el 
425   pesebre?  — Porque  no  había  lugar  en  el  portalico  para  quien 
crió  cielos  y  tierra.  — Señor,  vos  dais  lugar  a  los  hombres 

■  396  contempnat  ||  397  te  viese]  tuviese 

390  PsEUDO-BuENAVLNruRA,  Mcdil.  vitac  Christi,  c.  7. 

•    398  Cf.  Cant.  8,  1. 

409  Le.  2,  7. 

423  Le.  2,  7. 


4.  NAVIDAD 


11?. 


y  nidos  a  las  aves;  vos  que  a  todos  recebís,  ¿no  hay  lugar 
para  vos?  Si  no  había  lugar  en  el  diversorio,  ¿no  había 
lugar  en  vuestros  pechos,  Señora?  Más  valéis  vos  que  los 

4£K)  palacios,  que  los  hombres  y  los  ángeles;  más  contento  está 
El  en  vuestros  brazos  que  en  palacios  ni  que  en  los  cielos. 
¿No  había  lugar  en  vuestros  pechos?  Decidnos,  por  el  amor 
que  a  vuestro  Hijo  tenéis,  ¿por  qué  lo  quitáis  de  vuestros 
pechos  y  lo  ponéis  en  el  pesebre? 

435  Esto  se  asiente  en  vuestros  corazones:  que  todo  lo  que 
la  Virgen  hizo  con  su  Hijo  todo  fué  por  gracia  del  Espíritu 
Santo  y  alumbrada.  Así  como  lo  concibió  por  el  Espíritu 
Santo,  así  El  le  enseñó  cómo  lo  había  de  tratar;  y  así,  en 
nosotros,  como  es  menester  para  que  entre  Cristo  en  nues- 

440  tra  ánima  gracias  del  Espíritu  Santo,  así  también  para 
conservarlo,  para  que  no  lo  perdamos,  es  menester  la  misma 
gracia.  Y  así  la  Virgen  pedía  a  Dios:  Pues  que  me  quisistes 
por  madre,  dadme  gracia  para  que  bien  os  trate.  Y  así  por 
gracia  del  Espíritu  Santo  lo  envolvía  y  lo  trataba  y  regía. 

445  Pues  ¿por  qué,  Señora,  lo  quitastes  de  vuestros  brazos  y 
lo  posistes  en  el  pesebre? 

Para  mi  remedio  El  mismo  Hijo  la  inspiró  y  la  enseñó 
se  pone  Jesús  en  que  lo  pusiese  en  el  pesebre.  Pues  que 
el  pesebre         ^1  lo  hace,  preguntémosle  a  El:  — ¿Por 

450  qué  queréis,  Niño,  quitaros  de  los  bra- 

zos de  vuestra  Madre  y  poneros  en  el  pesebre?  — Para 
dar  una  gran  bofetada  a  vuestra  tibieza  y  flojura.  No  lo 
hizo  sin  causa,  y  plega  a  Dios  que,  con  habello  hecho,  al- 
cance de  nosotros  lo  que  quiere.  ¿Para  qué  en  pesebre,  Se- 

455  ñor?  Porque  Adam,  cuando  pecó,  fué  echado  al  lugar  de 
las  bestias.  Homo  cum  in  honore  esset  non  intellexit;  com- 
■paratus  est  iumentis  instpientibus,  et  similis  factus  est 
illis.  Que  este  mundo  para  las  bestias  lo  crió  Dios,  y  el  pa- 
raíso terrenal  para  los  hombres.  Pecó  Adam,  anda  al  lugar 

460  de  las  bestias;  y  porque  este  Niño  vino  a  pagar  el  mal  que 
Adam  había  hecho,  vino  a  pagar  el  pecado  original.  Nueve 
meses  anduvo  en  el  paraíso  terrenal;  y  para  dar  a  enten- 
der esto,  sale  del  lugar  donde  El  estaba  tan  contento,  que 
es  el  vientre  de  su  Madre  bendita;  sale  y  destiérralo  al  lu- 

465  gar  de  las  bestias,  y  pénenlo  en  un  pesebre.  ¿Para  qué  en 
pesebre?  Para  condenar  mis  regalos,  mis  vestidos.  Decid: 
¿Hay  lugar  más  bajo,  para  un  niño  chiquito,  que  un  pese- 
bre y,  después  de  grande,  que  una  cruz?  Conocías  tú,  Se- 
ñor, que  la  piedra  de  los  hombres  es  tan  grande,  que,  por- 

470  que  sean  amadores  de  la  bajeza,  el  Alto  se  abajó  tanto;  y 
por  eso  se  quiso  poner  en  un  pesebre,  para  decir  a  los  hom- 
bres que  se  engañan  en  buscar  riquezas,  honras  y  regalos 


458   Ps.  48,  13-21. 


114 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  la  tierra,  y  así  dice  San  Bernardo  sobre  esto:  "O  se  en- 
gaña Cristo  o  los  hombres  mienten  y  se  engañan  con  sus 

475  riquezas  y  regalos.  Cristo  es  imposible  engañarse.  Pues  lue- 
go los  hombres  se  engañan".  ¿Cómo  puedes,  hombre  rega- 
lado, llevar  tus  blanduras  y  deleites,  viendo  a  Cristo  en  un 
pesebre?  ¿No  has  vergüenza,  hombre,  que  buscas  altezas? 
¿Cómo  lo  puedes  sufrir?  Y  si  te  acordares  que  está  Cristo 

480  en  un  pesebre,  ¿habrás  vergüenza  de  ensalzarte  en  este 
mundo?  Que  este  Niño  que  está  en  este  mundo,  verdad  es 
de  Dios  Padre.  Vamos  todos  al  pesebre.  Cuando  nace,  en 
pesebre;  cuando  muere,  en  cruz. 

Estaba  llorando  el  Niño,  puesto  en  las  estrechuras  del 

485  establo.  Vagit  infans  ínter  arcta  conditus  praesepia.  ¿Por 
qué  lloráis,  Niño  bendito?  ¿Está  aquí  algún  desmayado, 
algún  gran  pecadorazo  que  tiembla  cuando  le  dice  Dios: 
"¿Adonde  estás?"  ¡Oh  qué  grande  mal  es  haber  ofendido 
mucho  a  Dios,  acordarme  de  veinte  años  de  grandes  ofen- 

400  sas  a  Dios!  Tiemblo  de  miedo  si  me  ha  de  echar  Dios  a  los 
infiernos,  cuando  Dios  me  enseñe  su  cara  airada  y  me  diga: 
Yo  te  hice  este  bien  y  esta  merced,  y  en  lugar  de  ella  tú  me 
heciste  tanto  mal.  ¿Qué  responderé  cuando  me  diga  Dios 
esto? 

495  Como  tú  tiemblas  temblaban  los  hermanos  de  Josef  cuan- 
do les  dijo:  Yo  soy  Josef  vuestro  hermano,  el  que  vendistes. 
¡Desdichados  de  nosotros!  Rey  es;  matarnos  tiene,  y  tiene 
razón  y  puede  lo  hacer.  Temblaban.  Aquel  es  el  pecador  que 
está  temblando  de  haber  ofendido  a  Dios.  Habéis  ofendido 

500  a  Dios,  tenéis  razón  de  temblar.  Convido  a  los  errados,  a 
los  desmayados  y  grandes  pecadores,  que  vamos  al  pesebre 
a  ver  llorar  al  Niño.  ¿Para  qué  lloráis,  Señor?  ¿Para  qué 
lagrimitas?  Al  otro  Josef,  que  no  osaron  llegar  sus  hermanos 
a  él  hasta  que  le  vieron  llorar:  Yo  soy  vuestro  hermano, 

505  llegaos  a  mi,  no  hayáis  miedo.  Estaban  atemorizados,  que 
no  osaban  llegar  a  Josef.  Alza  la  voz  Josef  y  llora,  y,  no 
contento  con  esto,  dice  la  Escriptura  que  abrazó  a  cada  uno 
de  ellos  por  sí  y  lloró  con  cada  uno.  Y  después  que  lo  vieron 
llorar,  allegáronse  sus  hermanos  a  él  a  pedirle  perdón.  ■ — No 

510  hayáis  miedo;  vendistes  por  malquerencia,  y  si  yo  no  vinie- 
ra acá  todos  muriérades  de  hambre.  De  mal  saca  Dios 
bien.  Vosotros  me  vendistes  y  Dios  trújome  para  remedio  de 
muchos. — Confiados  sus  hermanos  desque  lo  vieron  llorar, 
allegáronse  a  él. 


476  San  Bernardo,  In  Nati».  Domini  serm.  3,  1  (ML  183,  123)  : 
«Aut  iste  fallitur,  aut  mundus  errat.  Sed  divinam  falli  impossibile 
est  sapientiam.  Mérito  proinde  et  carnis  prudentia  (caro  siquidem 
est  ipse)  mímica  est  Deo». 

485    Miss.  Rom.,  Fer.  VI  in  Parasceve,  improperia. 

514  Gen.  45,  4  ss. 


4-  NAVIDAD 


11S 


[15  — Niño,  ¿para  qué  lloráis?  — Para  que  entiendan  los  pe- 
cadores, aunque  hayan  pecado,  que  se  lleguen  a  mí  sin  temor, 
si  se  arrepienten  de  haberme  ofendido. — De  ternura  y  de 
amor  de  su  corazón  llora  el  Niño.  ¡Bendito  Niño!  ¿Quién 
os  puso  en  ese  pesebre  sino  mi  amor?  ¿Quién  os  hace  llorar? 

520  Habernos  sido  malos  y  desagradecidos  contra  nuestro  her- 
mano Josef.  Habérnoslo  vendido.  Uno  dijo:  Más  quiero  una 
malquerencia  que  a  Cristo;  y  otro  dijo:  Más  quiero  un  pla- 
cer de  carne  que  a  El.  Habernos  vendido  a  nuestro  hermano, 
habernos  sido  traidores  contra  El.  Y  convídanos  Josef,  el 

525  santo,  que  vamos  al  pesebre  y  oigamos  la  voz  que  llora  por 
nosotros,  y  que  nos  lleguemos  a  El  donde  está  llorando  por 
cada  uno  de  nosotros.  Y  si  mirásedes  aquel  Niño  con  ojos 
limpios  y  entrásedes  dentro  de  su  ánima,  hallaríades  un 
título  que  os  diría  esto:  "Que  estoy  aquí  llorando  por  ti",  que 

SSO  desde  su  concepción  tuvo  conocimiento  de  Dios  y  sabía  todos 
nuestros  pecados  y  allí  estaba  llorando  como  cada  uno  de 
nosotros.  Allí  se  acordaba  de  vos  y  lloraba  vuestros  pecados. 
Pues  si  está  llorando  por  nuestros  pecados,  ¿qué  pecador 
habrá  que  no  tenga  confianza,  si  quiere  enmendarse?  ¿Hay 

535  cosa  en  el  mundo  que  dé  más  confianza  que  es  ver  estar  a 
Cristo  en  un  pesebre  llorando  por  nuestros  pecados? 

— ¿Por  qué  lloráis?,  ¿para  qué  en  el  pesebre?  — Para 
dar  a  entender  que  huyo  de  las  honras.  — ¿Qué  hacéis,  Se- 
ñor? — Comienzo  a  hacer  penitencia  de  lo  que  tú  heciste. — 

540  Pues  ¿  qué  hará  el  cristiano  que  está  mirando  con  ojos  de  fe 
cómo  llora  Cristo  por  sus  pecados?  ¡Endemal  porque  tan 
tarde  os  conocí,  Señor!  ¡Endemal  porque  tantos  años  se  me 
gastaron  sin  conoceros!  ¿Quién  habrá  que  quede  tibio  viendo 
a  Dios  humanado  llorar?  Si  estando  el  sol  en  el  cielo  no  lo 

545  podemos  sufrir  en  el  verano,  ¿qué  haría  si  se  abajase  acá? 
Si  estando  Dios  en  el  cielo,  había  acá  quien  lo  amase:  un 
Abraham,  que  por  su  amor  dejó  a  su  tierra  y  se  fué  como 
gitano  por  tierras  extrañas;  un  Esaías,  un  Hieremías,  que 
los  mataron  por  predicar  la  verdad;  un  amor  que  tanto  su- 

550  frió...  Y  si  en  aquellos  tiempos,  estándose  el  sol  allá  [a]rriba, 
escalentaba,  abajándose  el  sol  y  poniéndose  en  un  pesebre, 
y  habiendo  frío...  y  mientras  más  frío  padece  más  me  ca- 
liento yo;  y  mientras  más  trabaja,  más  descanso  para  mí; 
y  mientras  más  te  veo  padecer  por  mí,  más  creo  que  me 

555  amas. 

Comencemos  vida  nueva,  pues  el  Niño  la  comienza.  Sa- 
lid del  vientre  de  vuestra  Madre  a  correr  la  carrera  así  como 
gigante.  Vais  por  humildad,  por  pobreza.  A  la  corte  vais 
por  mis  negocios.  Quiérome  ir  con  vos.  ¡Que  te  vea  yo,  Rey 

548  'Cf.  Gen.  12  ss. 

549  Cf.  Hebr.  11,  37. 
558   Cf.  Ps.  18,  6. 


116   SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


560  mío,  en  el  lugar  más  bajo,  en  un  pesebre,  y  que  quiera  yo 
ser  honrado!  ¡Que  te  vea  yo  pobre  y  que  quiera  ser  rico! 
¿Quién  será  aquel  que  vea  llorar  a  Dios  por  sus  pecados  y 
que  tenga  placer?  ¿Que  trabajéis  vos  por  mí  y  descanse  yo? 
Yo  seré  vuestro  compañero.  Con  vos  me  quiero  ir,  pues  que 

565  vais  por  mis  negocios.  ¡Enhorabuena  nazcáis!  ¡Enhorabuena 
se  ponga  el  Hijo  de  Dios  en  el  pesebre  para  mi  remedio  y  para 
enseñar  el  amor  que  nos  tiene! 

Para  dártelo  a  Todavía  me  queda  mi  duda,  Reina  mía, 
ti,  lo  pone  María    ¿  por  qué  ponéis  a  vuestro  Hijo  en  el 

57°      en  el  pesebre       pesebre?  Ya  sé  por  qué  lo  hizo  El.  De- 
seo saber  por  qué  lo  hecistes  vos.  Seño- 
ras monjas,  pues,  que  sois,  amad  a  la  Virgen.  ¡Bendito  sea 
el  que  te  crió!  ¿Habéis  visto  a  unas  doncellas  que  se  ponen 
un  agnus  Dei  en  los  pechos  para  que  las  hermosee?  Vuestro 

575  agnus  Dei  no  tiene  más  del  nombre;  no  tiene  mlás  de  oro  o 
plata.  Mas  el  Agnus  Dei  que  tiene  la  Virgen  en  sus  brazos  no 
hay  cosa  más  hermosa,  que  es  el  sacratísimo  Niño.  En  los 
brazos  de  su  Madre  más  resplandece  y  más  hermosea  a  su  Ma- 
dre que  el  cielo  ni  la  tierra  ni  que  las  estrellas.  ¡Bienaventura- 

580  dos  ojos  que  os  merecieron  ver !  Una  cosa  muy  linda :  la  Virgen 
y  el  Niño  con  ella,  a  su  cuello;  una  Luna  vestida  con  un  Sol. 
No  hay  cosa  más  hermosa  de  ver.  Rogad  a  la  Virgen  que  os  dé 
ojos  para  saberla  mirar.  Cuando  yo  veo  a  una  imagen  con  un 
Niño  en  los  brazos,  pienso  que  he  visto  todas  las  cosas. 

585  — Pues  vos  veis  cuán  hermosa  estáis  con  El,  ¿por  qué 
quitáis  el  Agnus  Dei  de  vuestro  cuello?  ¿Por  qué  quitáis  de 
los  brazos  a  aquel  cuyo  Padre  verdaderamente  está  en  los 
cielos?  Y  cuando  la  Virgen  vía  en  sus  brazos  aquel  Señor 
de  cielo  y  tierra,  igual  al  Padre  y  al  Espíritu  Santo,  de  agra- 

590   decimiento  muchas  veces  creo  que  lloraría,  y  las  lágrimas 
corrieron  por  su  cara,  y  vernían  a  la  cara  del  Niño  y  se  la 
lavarían.  "¡Que  tengo  en  mis  brazos  al  que  me  crió!"  Sa- 
bíalo agradecer.  Amaba  a  su  Hijo  más  que  a  sus  ojos. 
— Señora,  ¿por  qué  perdéis  tantos  placeres?  ¿Por  qué 

595  quitáis  el  Agnus  Dei  de  vuestro  cuello?  — '¿Queréis  que  os> 
lo  diga?  Y  déos  Dios  gracia  para  sabello  entender  y  pen- 
sar, y  que  no  se  os  olvide:  Quitólo  para  dároslo  a  vosotros. 
Yo  lo  mantendré  para  vuestro  provecho. 

¡Bendita  seáis  vos  y  benditas  vuestras  entrañas,  y  el 

600  Niño,  y  quien  os  bendijere  y  amare  sea  bendito!  Tenéis  vos 
un  capón  y  engordáislo  con  propósito  de  darlo  a  fulano;  y 
mientras  se  engorda,  esté  el  otro  descuidado  y  estéis  vos 
pensando  que  lo  engordáis  para  él;  y  comiendo  y  en  vues- 

581  luna]  lumbre  a.  cor-.  590  veces]  que  add.  ras. 


581    Cf.  Apoc.  12,  1. 


4-  NAVIDAD 


117 


tras  ocupaciones  estáis  pensando  engordallo  con  propósito 

605  de  dallo  al  otro.  Ya  que  no  agradezca  el  capón,  ¿no  será 
razón  que  agradezca  el  cuidado  que  ha  tenido  de  engordallo 
y  criallo?  ¿Qué  te  debemos  Santa  de  las  santas,  Amorosa  de 
las  amorosas?  ¡Que  te  dé  Dios  a  su  Hijo  en  tus  entrañas, 
y  tomas  el  Niño  y  lo  mantienes  para  nosotros!  Pensando 

610  estaba  la  Vigen  cuando  lo  envolvía  y  lo  tenía  en  sus  bra- 
zas: "Este  Cordero  estoy  manteniendo  para  los  hombres; 
yo  trabajaré,  tejeré  y  hilaré  de  mis  manos  para  mantenerlo 
para  los  hombres".  ¿Y  que  no  te  agradezca  yo  que  me  diste 
un  Cordero  mantenido  treinta  y  tres  años,  Cordero  gordo 

615    sin  mancha? 

Y  para  dar  a  entender  que  lo  quita  de  sí  para  dártelo  a 
ti,  lo  pone  en  el  pesebre.  David  dice:  Entended,  insipientes 
del  pueblo.  Y  para  aquí  es  menester;  porque,  poniéndolo  en 
el  pesebre,  se  nos  da  a  entender  cómo  los  nombres  por  el 

620  pecado  fuimos  hechos  como  bestias;  mas  si  nos  arrepenti- 
mos, podemos  llegar  a  este  Cordero,  pues  está  en  el  pese- 
bre, que  es  lugar  donde  comen  los  animales.  ¡Enhorabue- 
na venga  tal  día  en  el  cual  el  Padre  Eterno  nos  da  a  su 
Hijo,  y  su  santa  Madre  también,  y  el  Niño  lo  ha  por  bien! 

625  ¿Qué  resta  sino  que,  echando  yo  de  mí  los  pecados,  reciba 
yo  aqueste  Niño  y  lo  ose  llamar  de  aquí  adelante  con  gran 
regocijo:  Niño  mío  y  Dios  mío? 

Alegrémonos  e  imite-  ¿No  queréis  que  me  alegre  con 
mos  al  Niño  de  Belén    aqueste  día?  Está  el  pobre  y  el 

630  encarcelado  esperando  el  día  de 

Pascua,  para  que  le  den  un  poco  de  pan  y  lo  suelten  de  la 
cárcel,  y  alégrase  con  lo  que  le  dan,  ¿y  no  queréis  que  me 
alegre  yo  con  tal  dádiva,  que  mucho  antes  estaba  prome- 
tida cuando  dijo  Esaías:  Un  chiquito  nos  es  nacido  y  un 

635  Hijo  nos  es  dado?  ¡El  sea  bendito,  su  Madre  sea  bendita 
y  quien  los  recibiere  también!  Por  esto  dijo  Esaías:  Una 
Virgen  concebirá  y  parirá  un  hijo  y  llamarse  ha  Emanuel, 
que  quiere  decir  Dios  con  nosotros.  Pues  si  Dios  con  nos, 
¿quién  contra  nos?  Y  si  Dios  es  nuestro,  ricos  somos. 

640  Esaías  dice:  Quien  es  mi  contrario,  lléguese  acá.  El  Señor 
Dios  es  mi  ayudador,  ¿quién  me  condenará?  No  hay  que 
temer  al  demonio  si  debajo  de  la  sombra  de  este  Niño  es- 
tamos; no  hay  que  temer  infierno  si  con  penitencia  a  El 
nos  llegamos;  ni  nos  faltará  bien  alguno  si  de  este  Niño 

645  participamos. 


Estaréis  contento,  Esaías,  que  tales  voces  dábades  al 


618    Ps.  93,  8. 
635    Is.  9.  6. 
637    Is.  7,  14. 


639  Rom.  8,  31. 

640  Cf.  Is.  50,  9. 

641  Cf.  Rom.  8,  33. 


638   Cf.  Mt.  i,  23. 


118  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Señor  cuando  decíades:  Enviá  ya,  Señor,  el  Cordero,  el  se- 
ñoreador de  la  tierra.  ¿Y  por  qué  le  llamáis  Cordero? 
— Para  denotar  el  alteza  del  consejo  de  Dios:  que  el  cor- 

650  dero  defiende  sus  ovejas  del  lobo.  Cosa  nueva  hay,  ¡y  qué 
nueva!:  que  vaya  huyendo  el  león  y  el  lobo  de  ver  un  cor- 
dero. Y  es  la  causa  porque  el  demonio,  que  es  lobo  y  león, 
tenía  echada  esta  cuenta:  los  hombres  míos  son  por  el 
pecado;  esclavos  míos  y  hijos  de  mi  esclava.  Estése  Dios 

655  sentado  en  su  alteza  y  guárdeme  justicia,  que  no  tengo  te- 
mor de  él  que  me  quite  lo  que  tan  mío  es  por  derecho. 
Esta,  ésta  es  la  noche  dichosa  para  nosotros  y  terrible 
para  Lucifer,  en  la  cual  aparece  Dios  humanado,  humillado 
y  hecho  Cordero,  y  se  cumple  el  amenaza  que  en  el  princi- 

660  pió  del  mundo  Dios  hizo  contra  el  demonio  cuando  le  dijo 
que  vernía  quien  le  quebrase  la  cabeza.  Este  Cordero  es 
quien  se  la  quebró  y  lo  venció,  padeciendo  El  por  nuestros 
pecados,  en  cuya  figura  mandaba  Dios  que  se  ofreciese  cor- 
dero en  su  templo  a  mañana  y  a  tarde.  Como  cordero  pa- 

665  deció,  dice  Esaías,  que  no  abre  la  boca  delante  del  trasqui- 
lador; y  mientras  más  callaba  de  fuera,  más  voces  daba 
de  dentro,  ofreciéndose  al  Padre.  Y  así  libró  por  vía  de 
justicia  a  los  que  estaban  condenados  debajo  el  poder  del 
demonio,  y  nos  fué  hecho  Redemptor  y  Maestro,  al  cual 

670    hemos  de  seguir  y  obedecer,  si  no  queremos  errar. 

Habéis  visto,  cuando  hay  mucha  nieve,  cuán  dificultosa 
cosa  es  acertar  con  el  verdadero  camino,  y  cuánto  peligro 
hay  en  errarlo  y  cuánto  agradeceríades  a  uno  que  fuese 
delante  de  vos,  señalando  el  camino  con  sus  pisadas,  y  tan 

675  ciertas,  que  no  pudiesen  errar.  La  Verdad  de  Dios  viene  al 
mundo  y  desde  esta  noche  comienza  a  caminar;  y  si  miráis 
cuán  ciegos  están  los  caminos  de  las  virtudes  que  llevan  al 
cielo  y  cuán  grande  es  la  vanidad  y  mentira  que  en  el  mun- 
do se  usa,  la  cabeza  se  os  desvanecerá  y  la  virtud  de  los 

680  ojos  se  os  turbará,  como  cuando  miráis  mucha  nieve,  y 
otro  remedio  no  tenéis  para  acertar  el  camino  sino  mirar 
dónde  este  Niño  pone  los  pies  y  caminar  por  allí.  Mirad  su 
humildad,  su  mansedumbre,  su  caridad,  su  obediencia,  que 
lo  que  pone  por  obra,  eso  predicará  cuando  grande. 

685  Ley  nos  da,  y  conviene  que  la  guardemos,  y  danos  gra- 
cia y  favores  para  la  guardar.  Moisés  trujo  mandamientos 
a  solas,  mas  este  Niño  mandamientos  y  socorro  para  los 
cumplir,  porque  mirando  cuanto  hace  y  cuanto  padece  por 
nuestro  amor,  nos  convida  grandemente  y  alienta  para 


648  Is.  16,  I. 

657  Cf.  Miss.  Rom.,  Sabb.  Sancto,  pracfat.  in  bened.  Cerei. 

661  Cf.  Gen.  3,  15.  667    Cf.  Hebr.  io,  7-9. 

666  Of.  Is.  53,  7.  688   Cf.  lo.  i,  17. 


5  fi].  i;pifaní\ 


119 


690  amarle  a  El;  y  quien  le  ama,  fácilmente  cumple  lo  demás. 
Y  no  sólo  nos  convida  a  le  amar,  mas  El  nos  infunde  el 
amor,  si  aparejados  nos  halla,  y  nos  enriquece  aquí  con  bie- 
nes de  gracia  y  después  con  bienes  de  gloria,  ad  quam,  etc. 


5    [1]  Buscar  y  hallar  a  Cristo  * 

Efyifanía 

(Barcelona,  Bib!.  Univ.,  Ms.  10189,  flf.  86  r  -  92  r.) 

Obi  est  HUÍ  natas  est  rex  I iidai  crum  ?  (Mt.  2,  Ull. 

Exordio     El  mayor  de  los  negocios  del  hombre  es  buscar 
a  Dios,  y  de  tal  manera,  que  lo  halle.  Ideo  ore- 
mus  Virginem  para  que  nos  alcance  la  gracia,  etc.  Ave, 
5  María. 

Busquemos  al  Hijo  [Ubi  est  qui  natus  est  Rex  Iudaeo- 
de  Dios  rumf]  Estas  palabras  dijeron  aque- 

llos reyes  santos,  que  venían  en 
busca  del  verdadero  Rey  y  Monarca  del  cielo  y  de  la  tierra, 

10  Jesucristo  nuestro  Señor.  Quieren  decir:  ¿Adonde  está  el 
que  ha  nacido  Rey  de  los  judíos?  Son  palabras  que  nos 
habían  de  dar  mucho  ejemplo,  y  confortarnos  a  que  con 
mucho  cuidado  y  diligencia  busquemos  lo  que  buscaron,  para 
que  hallemos  lo  que  hallaron.  Sólo  aquel  halla  a  Dios  que 

15  lo  busca,  etc.  Ubi  est,  etc.,  et  venimus,  etc.  Sabemos  que  es 
nacido,  pero  ignoramos  el  lugar.  Hoy  hace  trece  días  que 
sonó  en  nuestros  oídos  que  nació  el  Hijo  de  Dios;  veamos 
si  ha  hecho  en  nosotros  esta  vez  lo  que  hizo  en  los  Reyes 
la  estrella. 

20  Sapientia  irwisa  et  thesaurus  absconditus,  quae  utilitas 
in  utrisque?  La  buena  sabiduría  es  para  que  se  comunique 
y  el  tesoro  para  que  se  goce  de  él ;  si  la  Sabiduría  del  Eterno 
Padre  está  abscondida  y  no  gozamos  del  tesoro,  ¿qué  nos 
aprovecha?  El  Niño  que  ha  nacido  es  la  Sabiduría  y  el 

25  tesorero  del  Eterno  Padre;  si  no  os  conocemos,  etc.  Muchos 
se  engañan  en  contentarse  con  saber  que  Dios  nació  y  mu- 
rió por  nosotros,  sin  procurar  de  gozarle  ni  aprovecharse 
de  su  vida.  ¿Qué  aprovecha  que  haya  Dios,  si  no  le  goza- 
mos? Memores  [es]tote,  etc.,  et  sine  Deo  in  hoc  mundo. 

693  etc.]  Finis  add. 

*    «Mtro.  Avila.  In  Epiphania  Domini  et  pro  circumeissione» 
(f.  86  r).  Va  a  continuación  una  segunda  forma  de  este  sermón,  más 
amplia  y  no  en  todo  coincidente,  como  advertirá  el  lector. 
6    Mt.  2,  2. 
21    Cf.  Eccli.  20,  32. 
29   Cf.  Eph.  2,  11-12. 


120 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


30  No  hay  ninguno  de  quien  Dios  no  sea  Dios,  pero  aquel 
se  llama  estar  sin  Dios  que,  por  no  hacer  su  voluntad,  no 
goza  de  él.  ¿Qué  les  aprovecha  a  los  malaventurados  del  in- 
fierno que  haya  Dios,  pues  no  saben  qué  cosa  es  Dios?  El 
que  no  posee  a  Dios,  se  dice  estar  sin  Dios,  porque  al  tal 

35  no  le  aprovecha  nada  que  haya  Dios,  etc.  Vide  Bernardum 
de  los  que  no  se  aprovechan  de  lo  que  Cristo  nos  enseñó  en 
naciendo:  no  ha  nacido  por  ellos,  etc.  ¡Grande  lástima  sería 
que  hubiese  algún  alma  que  haya  sido  para  ella  el  naci- 
miento de  Cristo  en  balde  y  que,  habiendo  llovido  los  cielos 

40  miel,  no  la  haya  el  tal  gustado!  Por  eso  se  celebra  hoy  esta 
fiesta,  para  que,  pues  sabemos  que  es  ya  nacido  el  Hijo 
de  Dios,  le  busquemos,  y  de  tal  manera,  que  le  hallemos. 
Y  quien  esta  fiesta  no  celebra,  téngase  dicho  que  no  nació 
Cristo  para  él.  Esta  es  fiesta  de  gran  regocijo  para  quien 

45  bien  la  celebra,  fiesta  de  mucho  bien  para  los  buenos.  Fiesta 
donde  se  halla  Dios,  ¿qué  tal  os  parece  que  será?  ¿Qué  pue- 
de faltar  donde  no  falta  Dios?  ¿Qué  pensáis  que  trajo 
a  los  Reyes  de  Oriente,  sino  que  les  fué  revelado  el  na- 
cimiento del  Rey  de  los  judíos,  un  Rey  criador  de  todos  los 

50  reyes,  uno  que  puede  hacer  bienaventurados  a  todos  los  del 
mundo,  un  Rey  en  cuya  comparación  todos  los  reyes  y  rei- 
nos son  menos  que  nada?  Esto  les  hizo  dejar  sus  casas  y 
venir  tantas  leguas  por  ver  y  adorar  tal  Rey.  Esta  voz 
ha  sonado  en  nuestras  orejas,  y  estas  palabras  habernos 

55  oído.  Veamos  qué  efecto  hacen  en  nosotros  lo  que  tanto 
hizo  en  los  Reyes  que  les  movió  a  venir  a  tierras  tan  es- 
trañas. 

¿Quién  es  este  ¿Quién  es  el  que  ha  nacido?  Mucho  nos 
Niño?  Los  nom-     aprovechará  saber  quién  es,  para  nos 

60  bres  de  Cristo  aprovechar  y  para  nos  despertar  a  le 
buscar.  ¿Pero  echaremos  juicios  por  las 
estrellas  como  astrólogos  humanos,  para  saber  quién  es? 
No,  sino  por  los  divinos  astrólogos,  por  los  cuales  habla 
Dios.  Istorum  numero  est  Esaías  9:  Parvwlus,  etc.,  et  factus 

65  est  principatus  super  humerum  eius.  ¿Vistes  nunca  el  reino 
sobre  el  rey?  El  mundo  no  lo  usa,  sino  al  revés;  y  los  va- 
sallos sirven  al  rey  y  no  el  rey  a  los  vasallos.  ¡Y  como  os 
espantaríades  de  ver  un  rey  que  por  amor  de  sus  vasallos 
se  humillase  a  servirlos  él  a  todos  y  a  pagar  sus  deudas! 

70  Factus  est  principatus,  etc.  Este  Rey  que  agora  ha  nacido 
trae  sobre  sus  hombros  a  todos  sus  vasallos  y  viene  a  pagar 
por  ellos.  No  sé  si  hay  cosa  en  la  vida  de  Jesucristo  tan 
digna  de  contemplar  como  verlo  tan  chiquito  y  qué  de  car- 

63  cuales]  que  les 


37  San  Bernardo,  Serm.  de  divas.  44,  4  :  ML  183,  666. 
65    Is.  9,  6. 


,S    [i].  EPIFANÍA 


121 


gas  están  sobre  sus  hombros,  qué  de  maldades,  qué  de 

75  pecados  cargan  sobre  El,  supra  dorsum  meum  fabricaverunt 
peccatores;  pues  por  todos  se  ha  obligado  a  pagar,  y  al- 
canzar por  todo  rigor  de  justicia  perdón  de  todos  ellos, 
sin  que  les  suelten  nada  de  gracia.  Este  es  el  principado 
de  este  príncipe,  y  para  pagar  los  pecados  de  los  hombres 

80  nació.  Por  la  salud  de  sus  vasallos  nace  pobre,  y  llora,  y 
pasa  trabajos,  y  derrama  su  sangre:  posuit  animam  suam 
pro  ovibus  sui3,  pro  nobis  ómnibus  tradidit  illum.  Ninguno 
se  podía  salvar  sino  naciendo  y  muriendo  El.  Y  así  mirad 
qué  debéis  a  Jesucristo,  que,  si  os  son  perdonados  todos 

85  vuestros  pecados,  por  El  os  son  perdonados;  y  si  tenéis  gra- 
cia, por  El  os  la  dieron;  si  tienen  merecimiento  y  valor 
vuestros  trabajos,  por  Jesucristo  nuestro  Señor  es. 

Pues  si  tanto  bien  nos  viene  por  El,  razón  y  justicia 
es  que,  pues  habéis  oído  decir  que  es  nacido,  que  le  bus- 

90  quéis  y  que  le  conozcáis,  que  grandísimos  son  los  bienes 
que,  hallándole,  ganaréis;  y  por  os  despertar  a  que  le 
busquéis  quiero  tractar  de[l]  fructo  que  sacaremos  de  le 
hallar. 

Esaías  le  pintó  muy  bien.  Oyámosle. 
95  Lo  primero  dice:  Vocabitur  nomen  eius  admirabilis.  Este 
niño  que  veis  chiquito  y  pobrecito,  envuelto  en  viles  man- 
tillas y  reclinado  en  un  pesebre,  sabed  que  su  nombre  es 
admirable,  maravilloso,  cuanto  está  más  bajo,  pobre  y 
despreciado.  El  demonio  no  se  espantaba  en  ver  a  Dios  en 

100  su  alteza,  y  espántase  y  teme  en  velle  en  tal  bajeza,  porque, 
quedándose  Dios  grande  y  estándose  en  su  alteza,  todo  el 
mundo  servía  al  demonio,  porque  todos  eran  hijos  de  Adán, 
su  vasallo;  todos  nacían  sus  esclavos;  pero  bajándose  Dios 
y  haciéndose  chiquito,  fuéle  quitado  el  mando  y  principado 

105  que  tenía  sobre  todos  los  hombres,  porque  fué  justo  que 
el  que  puso  la  mano  sobre  quien  nada  le  debía,  perdiese  el 
derecho  de  lo  que  poseía;  y  esto  fué  lo  que  obró  en  su 
bajeza:  lo  que  no  había  obrado  en  su  alteza.  Pues  mirad  si 
es  admirable  el  Niño.  ¿Qué  mayor  maravilla  que,  siendo 

lio  Dios,  nazca  de  una  doncella  pobre?  ¡Qué  maravilla  tan 
grande  estar  echado  en  tan  pequeño  pesebre!  Y  estando  llo- 
rando es  más  bienaventurado  que  todas  las  criaturas  del 
cielo,  quia  ab  instante  incarnationis  vidit  Deum.  Maravi- 
lloso en  ser  concebido  sin  ayuntamiento  de  varón;  maravi- 

115  lioso  en  ser  parido  sin  dolor  de  la  madre,  sino  que  quedó 
virgen  y  santa;  maravilloso  en  la  vida;  maravilloso  en  la 
muerte;  maravilloso  en  la  resurrección;  ¿pues  qué  si  mi- 


76  (Ps.  12S,  3. 

82  Cf.  lo.  10,  15  ;  lo.  3,  16. 
95    Is.  9)  6. 


122 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ráis  sus  maravillas  en  la  conversión  del  mundo?,  etc.  Am- 
plia, etc. 

120  2.°  ¿Qué  más  es?  Consiliarius:  guía  y  consejero  que 
os  aconseje  en  todas  las  cosas  con  tal  certidumbre  que,  si 
tomáis  su  consejo,  no  es  posible  engañaros,  y  tomando  sus 
avisos  no  nos  podemos  perder  ni  errar  el  camino  de  todo 
nuestro  bien.  También  es  maravilla  que  un  niño  tan  pequeño, 

125  que  aún  no  habla,  sea  tan  segura  guía,  y  todos  los  que 
no  le  siguieren  vayan  perdidos.  Si  quis  vobis  evangelizave- 
rit  praeter...;  porque  así  como  es  imposible  Dios  no  ser 
Dios,  así  es  imposible  que  no  sea  verdad;  y  antes  faltará 
el  cielo  y  la  tierra  que  falten  sus  palabras,  y  que  deje  de 

130  ir  al  cielo  el  que  fuere  por  donde  El  dice;  y  antea  se  hun- 
dirá el  cielo  que  entre  en  él  hombre  que  no  fuere  guiado  por 
donde  El  dijere:  Amplia,  etc. 

3.  °  ¿Qué  más  es?  Deus  fortis.  Aunque  hombre  y  Dios, 
llámase  Dios  por  razón  de  la  persona  divina.  Los  efectos 

135  de  la  divinidad:  criar  cielos,  ser  adorado  de  los  ángeles; 
fructo  de  la  humanidad  es  nacer,  llorar,  etc.  El  árbol  es 
uno,  pero  diversos  fructos.  En  cuanto  engendrado  de  Padre 
es  Dios,  en  cuanto  nacido  de  madre  es  hombre.  Fuerte,  pues 
venció  las  fuerzas  del  demonio:  fortis  armatus,  etc.  Con  la 

140  flaqueza  de  la  carne  venció  las  fuerzas  del  demonio;  unde 
Paulus:  Virtus  infirmitate  perficitur,  etc.  En  mi  flaqueza 
y  en  mis  tentaciones  resplandece  la  virtud  de  Dios,  augmen- 
tando en  mí  las  fuerzas  que  Dios  me  da,  y  cuanto  más 
fuertes  batallas  venciéredes  tanto  más  resplandece  el  brazo 

145  de  Dios  que  os  substenta.  El  vencer,  pues,  las  fuerzas  del 
demonio  con  la  flaqueza  que  tomó,  mostró  grandemente  sus 
fuerzas:  quod  infirmum  est  Dei,  etc. 

4.  °  ¿Quién  más  es?  Pater  futuri  saeculi.  Como  no  hay 
hombre  que  tenga  carne  que  no  la  haya  recibido  de  Adam, 

150  así  ninguno  hay  que  tenga  espíritu,  que  no  lo  haya  recibido 
de  Cristo.  Todos  viven  en  el  alma  por  El;  todos  se  salvan 
por  El.  Amplia  de  fide  Christi  in  omni  tempore.  De  Adam 
recibimos  la  carne;  de  Cristo,  el  Espíritu  y  la  gracia.  Uno 
nos  vendió,  otro  nos  rescató.  Siempre  obró  en  el  mundo  el 

155  efecto  de  la  encarnación  de  Cristo.  Por  la  fe  todos  lavaron 
sus  estolas  en  la  sangre  del  Cordero. 

5.  °  ¿Otro  nombre?  Princeps  pacis.  Alégrense  los  que 
están  reñidos  con  el  Padre  Eterno,  que  Cristo  vino  a  hacer 
las  amistades.  Si  alguno  está  reñido  con  su  sensualidad, 

160    este  Niño  vino  a  sujetarla  debajo  de  los  pies  de  la  razón. 

157  Príncipe 


120  Is.  9,  6.  141  Cf.  2  Cor.  12,  9. 

127  Gal.  i,  9.  147  1  Cor.  1,  25. 

133  Is.  9,  6.  148  Is.  g,  6. 

139  Cf.  Le.  11,  21.                    157  Is.  9,  6. 


5    [i].  EPIFANÍA 


123 


Así  le  cantaron  paz  cuando  nació;  paz  dió  a  sus  discípulos; 
paz  les  mandó  que  tuviesen  entre  sí.  El  bando  de  Jesucristo 
es  paz,  unde  dictum  est:  Nova  bella  elegit  Dominus.  Las  gue- 
rras viejas  de  Dios  eran  vengarse,  castigar  luego  a  quien 
165  se  la  hacía,  etc.  Agora  hace  guerra  nueva,  porque  contra 
sí  toma  la  espada,  en  sí  descarga,  en  el  escudo  de  su  cuerpo 
recibe  los  golpes,  porque  no  descarguen  sobre  los  hombres. 
Non  putetis  quod  pacern  veni  mittere,  etc.,  sed  gladi'um. 

¿Quién  le  encon-    No  hay  cosa  que  más  lastime  mi  alma 

170  trará?  como  ver  que  ya  ha  nacido  Dios  y  que 

ya  ha  llorado,  y  derramado  su  sangre, 
y  sufrido  la  muerte  con  la  cruz,  y  que  no  haya  quien  se 
aproveche  de  ello;  de  lo  cual  se  queja  por  Esaías:  In  vanum 
laboravi,  etc.  ¡Grandísima  lástima  es  ver  los  hombres  per- 

175"  didos,  siendo  Dios  nacido  por  su  remedio!  Esto,  pues,  ha 
de  obrar  en  nosotros  el  saber  que  es  nacido  que  nos  haga 
salir  a  le  buscar.  Quien  no  le  busca,  no  le  hallará.  Abraham 
exvvit  de  térra  sua,  etc.  El  hombre  que  sale  de  su  propria 
voluntad  y  de  sus  deleites  y  placeres,  ese  tal  sale  de  su 

180  tierra  y  hallará  a  Dios.  Alias  non;  unde  sponsa:  In  lectulo 
meo,  etc.  ¿Cómo  le  habíades  de  hallar,  buscándole  en  vues- 
tra cama?  Aun  si  le  buscárades  en  la  suya,  etc.;  pero  en 
vuestra  cama,  adonde  vuestra  propria  carne  y  voluntad  des- 
cansa en  vuestros  pecados,  ¿cómo  le  queréis  hallar?  Non 

185  invenitur  in  térra  suaviter  viventium.  No  se  engañe  nadie, 
hermanos,  que  poco  aprovecha  para  hallar  a  Dios  oír  misa 
y  dar  limosna,  si  no  dejáis  la  cama  de  vuestros  pecados,  etc. 
Amplia.  Pues  para  ir  a  buscar  a  Dios  y  hallarle  salen  los 
hombres  de  su  tierra  y  dejan  sus  casas.  El  hombre  que 

190  dice:  "Desde  hoy  quiero  salir  de  mi  casa,  quiero  salir  de 
mis  pecados  y  dejar  mis  deleites  y  placeres  por  agradar  a 
Dios,  quiero  guerrear  contra  mí",  ese  tal  le  hallará,  con  tal 
que  salga  de  veras,  no  de  burlas,  poniendo  a  riesgo  todo 
cuanto  se  le  ofreciere  y  fuese  menester  perder,  ora  sea  ha- 

195  cienda,  honra  o  la  vida.  A  todo  se  han  de  determinar  los 
que  buscan  a  Dios,  que  ni  miedo  de  injurias  ni  etc.  no  les 
haga  volver  atrás. 

¡Oh  bienaventurados  Reyes,  qué  determinados  venís  a 
buscar  al  Rey,  pues  no  teméis  entrar  tan  a  peligro  de  las 

200  vidas  por  Hierusalem,  dando  voces:  Ubi  est  qui  natus  est? 
¡Dichosos  hombres  que,  antes  que  conociesen  a  Cristo,  iban 
aparejados  para  morir  por  Cristo!  Qui  me  confessus  fuerit 


168   Cf.  Mt.  io,  34  ;  Le.  12,  51.  181    Cant.  3,  i. 

174    Cf.  Is.  49,  4.  185    Cf.  Iob  28,  13. 

178   Gen.  12,  1  ss.  aoo  Mt.  2,  2. 


124 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


coram  hominibus.  Los  hombres  que  por  miedo,  por  ver- 
güenza, dejan  de  servir  a  Dios  y  se  vuelven  atrás  de  lo 

205  comenzado  no  son  buenos  para  el  cielo.  Abraham  aparejado 
estaba  para  matar  a  su  hijo  cuando  Dios  se  lo  mandase; 
pues,  si  somos  hijos  de  la  fe  de  Abraham,  hagamos  sus 
obras.  Mandamiento  tenemos:  Diliges  Dominum,  etc.  ¡Ay!, 
que  hijos  y  mujer,  y  vos  mismo,  y  todo  lo  demás  que  podéis 

210  tener,  todo  se  ha  de  posponer  a  la  voluntad  de  Dios.  Desnudo 
nació,  para  que  desnuda  traigáis  vos  vuestra  alma  de  todo 
lo  que  no  fuere  Dios,  y  no  os  han  de  congojar  ni  dar  pena 
las  afrentas  que  por  Dios  se  os  ofrecieren.  Deshonra  da 
[a]  Dios  el  que  se  queja  estar  por  El  deshonrado.  No  pen- 

215   séis  reinar  con  El,  si  primero  no  padecéis  con  El. 

Llegan  los  Reyes  a  Hierusalem,  etc.  Fueron  allí  movi- 
dos, lo  uno,  por  ver  que  aquélla  era  ciudad  populosa,  y  que 
allí  estaban  los  sabios  y  los  letrados  y  sacerdotes  de  aquélla 
gente,  y  por  ello  serían  guiados  al  lugar;  lo  segundo,  guiólos 

220  la  estrella  y  no  les  llevó  derechos  a  Betlem,  sino  a  Hierusa- 
lem, para  nos  mostrar  la  dureza  y  pereza  de  aquel  pueblo  que 
no  se  menearon  con  tales  nuevas  a  llegar  a  Betlem,  etc.  En- 
trados en  Hierusalem,  fáltales  la  guía,  para  que  fuesen  cer- 
tificados por  la  Escriptura  de  lo  que  sabían  por  fe,  y  para 

225  nos  mostrar  que,  si  buscando  a  Dios  nos  faltare  la  guia, 
no  desmayemos  ni  dejemos  de  proseguir  lo  comenzado. 

Hay  algunos  que  dicen:  — Padre,  tantos  años  ha  que 
comencé  a  servir  a  Dios,  y  de  una  hierbecita  que  mirase, 
y  de  una  piedra  o  de  un  árbol,  o  de  otra  cualquier  cosa 

230  que  mirase,  sacaba  fructo,  y  cualquiera  penitencia  y  aspe- 
reza se  me  hacía  liviana;  ayunar  no  me  daba  pena;  pero 
agora  ¿  [por]  qué  estoy  con  gran  sequedad,  perdida  la  de- 
voción, sin  gana  de  lo  que  antes  hacía  con  buen  gusto? 
— Pues  para  que  sepáis  que  por  ventura  se  sirve  más  agora 

235  Dios  de  vos  en  esa  sequedad,  por  faltaros  la  devoción,  quiere 
Dios  que  la  estrella  os  falte,  etc.  Amplia  esta  materia. 

No  es  bueno  para  la  guerra  el  hombre  que  por  trabajos 
vuelve  atrás  de  lo  comenzado  y  deja  de  buscar  a  Dios 
porque  mormuran  de  él  o  porque  se  ve  con  tentaciones  y 

240  sequedad.  Ese  tal  llamarse  ha  amigo  de  mesa.  Non  cognosci- 
tur  in  bonis  amicus,  ad  tempus  credunt,  et  in  tempore  ten- 
tationis  recedunt.  Al  tiempo  de  romper  las  lanzas  para  al- 
canzar victoria  huyen  los  enemigos,  etc. 

Oyendo  Herodes  que  era  nacido:  Apocalipsi  12,  de  dra- 

221  pureza 
240  massa 


203  Le.   12,  8. 

208  Deut.  6,  5  ;  Mt.  22,  \-  ;  Me.  12,  30  ;  Le.  10,  27. 

_>4u  Cf.  Eccli.  6,  10. 

242  Le.  8,  13. 


5    [i].  EPIFANÍA 


125 


245  cone  parato  ad  devorandum  infantem,  el  cual  quería  parir 
una  mujer.  En  naciendo  Dios  en  uno,  luego  hay  quien  le 
quiera  matar,  etc.  Josué  10,  porque  los  gabaonitas  se  pa- 
saron al  ejército  de  Dios,  etc.;  pero,  ¡ay  de  aquel  que  mata 
a  Dios!  No  habría  cosa  que  tanto  me  hiciese  temer  parecer 

250  delante  de  Dios  como  saber  que  he  quitado  a  Dios  de  algún 
alma,  etc. 

La  estrella  de  la  fe.  Gavisi  sunt  gandió.  Si  hay  alguno 
Ofrezcámosle  dones  <lue  de  veras  conoció  a  Dios,  y  le 
perdió,  y  después  le  tornó  a  hallar, 

255  entenderá  qué  gozo  es  hallar  a  Dios.  Párase  la  estrella 
encima,  etc.  ¿Qué  haces,  estrella?  Si  éste  es  Rey:  ¿Qué  es 
de  los  palacios  reales?  ¿Qué  es  de  los  caballeros?  ¿Dónde 
está  la  seda  y  brocados  ?  ¿  Qué  rey  en  mesón  y  establo,  acom- 
pañado de  animales?  Si  la  estrella  no  los  guiara,  fuéranle 

260  a  buscar  en  la  casa  más  rica.  ¡Oh  bienaventurada  fe  de  los 
cristianos!  ¡Qué  perdido  anda  el  que  busca  a  Cristo  sin  la 
estrella  de  la  fe!  En  lo  pobre  y  más  olvidado  del  mundo 
está  Cristo,  infirma  mundi  etc.  pauperes  elegit  Dominus 
in  hoc  mundo,  divites  in  fide,  etc.  Si  no  hay  fe,  no  atinaréis 

265  dónde  está  Dios:  que  en  las  lágrimas  está  la  risa,  en  la 
pobreza  el  reino,  en  la  hambre  la  hartura,  el  fuego  debajo 
de  el  agua.  ¡Miserables  ricos,  si  sois  malos,  qué  lejos  está 
de  vosotros  Dios!  Super  quem  requies  et  spiritus  meus? 
Para  hallar  a  Cristo,  buscad  al  enfermo,  y  al  pobre,  y  al 

270  olvidado  del  mundo.  Temo  que  por  falta  de  esta  estrella 
no  buscan  muchos  a  Cristo.  O  se  engaña  el  mundo  en  buscar 
riquezas  de  viles,  o  Cristo  en  buscar  los  pobres.  Cristo  no 
puede,  etc.  ¡Grande  es  la  fuerza  de  la  fe!  ¿Por  qué  creéis 
que  en  una  Hostia  está  Cristo?  Por  la  estrella  que  dice 

275  que  está  allí.  Patrem  multarum  gentium  posui  te  quia  cre- 
didisti,  etc.,  quia  vocat  ea  que  non  sunt,  etc.  Esta  fe  se 
manifiesta  en  tiempo  de  persecuciones  y  trabajos.  Credidit 
in  spem  contra  spem,  porque  la  estrella  ansí  lo  dice,  que 
adonde  menos  parece  estar  Dios,  está. 

280  ¿  Si  temería  la  Madre  sacratísima  viendo  tanta  gente,  etc.  ? 
Procidentes  adoraverunt.  Entendieron  qué  era  y  póstranse. 
Aquella  reverencia  a  sólo  Dios  se  debía  y  con  ella  confe- 
saban que  en  su  presencia  no  eran  nada.  Dic  lo  que  la 
Virgen  sentiría  cuando  le  ofreciesen  la  mirra;  templarse  hía 


245  paratum 

275  Pater  |  posuit  Be 


245  Cf.  Apoc.  12,  4. 

248  Cf.  los.  10. 

252  Mt.  2,  IO. 

263  Cf.  1  Cor.  i,  27 

264  Cf.  Iac.  2,  5. 


268  Cf.  Is.  ii,  2. 

276  Cf.  Rom.  4,  17  ;  Gen. 

278  Cf.  Rom.  4,  ib. 

281  Mt.  2,  11. 


126 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


285  el  regocijo  de  verle  adorar  por  Dios  y  ofrecer  dones  como 
a  Rey.  ¡Cuan  usado  es  templar  Dios  los  favores  de  los 
suyos  en  esta  Vida!  ¡Qué  presto  se  pasan  sus  visitaciones! 
Visitas  eum  dilucido,  etc. 

Pues  nosotros,  que  habernos  hallado  al  Niño,  ¿qué  le 

290  daremos?  ¿Habernos  de  parecer  delante  de  él  sin  dones? 
No  hay  ninguno  que  no  tenga  que  ofrecer,  pues  a  sí  mesmo 
se  puede  todo  quemar  en  holocausto,  In  me  sunt  Deus  vota 
tua,  etc.:  en  mí  están  vuestros  deseos,  mi  alma  y  corazón 
holocausta  medullata.  El  amor  en  las  obras  es  el  meollo, 

295  el  tuétano.  Y  ansí  seremos  recibidos  de  El  aquí  por  gracia 
y  después  por  gloria,  quam  mihi  et  vobis  praestare  dignetur 
Iesus  Mariae  Filius,  qui  cum  Patre  [et]  Spiritu  Sancto  vivit 
et  regnat  in  saecula  saeculorum.  Amen. 


5    [2]  Buscar  y  hal,lar  a  Cristo  * 

Epifanía 

(Vaílencia,  Bdibl.  Ooü.  Patria/rea,  Ms.  1049,  £f.  62  r  -  68  v). 

F.t  procidentcs  adoraverunt  eum  (Mt.  2,  [»].). 

Exordio  Es  un  gran  placer  para  las  mujeres  casadas  te- 
ner hijos,  aunque  pasan  trabajos  en  el  parto.  Dice 
Jesucristo:  Si  paren  hijo,  olvidan  el  trabajo  pasado  con  el 

5  alegría  del  hijo.  El  día  del  alegría  de  las  madres  es  cuando 
paren  hijos.  Cuéntase  por  gran  maravilla  de  Dios  levantar 
al  pobre  del  estiércol  y  dar  hijos  a  la  mujer  estéril.  Junte- 
mos estas  dos  cosas  y  añadamos  otra  mayor.  La  mujer 
cuando  pare  tiene  trabajo,  pero  después  que  ha  parido 

10  hijo,  tiene  alegría,  y  si  no  paría,  Dios  hace  esta  maravilla 
que  le  da  hijos.  El  hijo  tras  esterilidad  es  doblado  el  gozo. 
¿Cuántas  causas  de  gozo  queréis  que  añadamos  hoy  a  la 
Virgen?  Una  mujer  honrada,  casada,  ganosa  de  hacer  mer- 
cedes, con  un  Niño  en  los  brazos  que  quita  el  deseo  de  ver 

15  los  cielos;  parida  de  un  hijo  sin  dolor.  Si  un  hijo  que  da 
dolor,  da  después  gozo;  el  que  ál  parto  os  dió  doblado  pla- 
cer, ¿cuánto  gozo  os  dará?  Si  la  estéril  tiene  tanta  alegría 
cuando  pare,  la  que  queda  virgen  después  de  haber  parido, 


298  Arntn]  Su<b  curreetione  sanctae  Mátris  Ecolesiae  Romanae  add. 


288  Iob  7,  18. 

293  Ps.  55,  12. 

294  P.S.  65,  15. 

*  El  índice  del  Ms.,  le  letra  del  Patriarca,  lo  titula  «In  die 
Epiphaniae». 

4  Cf.  lo.  16,  21. 

7  Ps.  112,  7.'  cf.  Is.  54,  1  ;  1  Reg.  2,  5- 


5  ■[>]■  EPIFANÍA 


127 


¿qué  alegría  terna?  Si  la  que  pare  hijo  y  no  sabe  qué  tal 

20  ha  de  ser  se  goza,  la  que  parió  un  hijo  que  sabe  que  es 
Hijo  de  Dios,  ¿qué  tanto  se  gozará?  ¡Qué  bien  que  lo  dijo 
Esaías  35:  Alegrarse  ha  la  tierra  desierta  y  sin  camino  y 
regocijarse  ha  la  soledad  y  florecerá  como  lirio,  que  está 
alabando  a  aquel  que  tanto  bien  le  hizo! 

25  ¿Pensáis  que  por  mucho  que  madrugaron  los  pastores 
y  los  reyes  a  adorar  no  madrugó  ella  más?  Por  los  pasto- 
res entendemos  a  los  judíos,  y  por  los  reyes  a  los  gentiles. 
Primero  que  todos  ellos  lo  adoró  la  Virgen,  para  dar  a  en- 
tender [que]  si  Abraham  se  dice  padre  de  creyentes,  más 

30  razón  hay  para  que  la  Virgen  se  llame  madre  de  fe.  ¡Oh 
qué  alegre  y  honrada  está  con  este  Niño,  viendo  a  los 
reyes  darle  oro,  encienso  y  mirra!  Poco  le  duró,  que  por 
ahí  lo  dió  a  los  pobres.  ¿Para  qué  lo  quería?  — 'Pues  mi 
hijo  ama  pobreza,  ¿para  qué  quiero  yo  riqueza?  — Esa  es, 

35  señora,  vuestra  condición.  Vos  a  recebir  de  Dios,  y  a  dar 
lo  que  os  da  a  los  pobres;  Dios  a  daros,  y  [vo]s  a  porfía 
a  repartir.  ¿Qué  tenéis  que  no  nos  hayáis  dado?  Gan[osa] 
está  de  darnos;  pues  digámosle  con  mucha  dev[oci]ón  Atoe, 
María. 

40    Vocación  de  los    No  es  Jesucristo  nada  ocioso.  Vino  a 
Magos  Ia  tarde  del  mundo,  como  dice  David, 

mas  dióse  gran  priesa  a  trabajar;  como 
los  viejos  que  han  vivido  mal  toda  su  vida,  dicen:  "Esto 
que  me  queda  de  mi  vida  quiero  empleallo  bien  y  darme  prie- 
45  sa  para  recompensar  la  mala  vida  pasada".  A  quien  le  queda 
poco  sol  hase  de  dar  priesa.  No  es  Jesucristo  nada  ocioso, 
el  amor  le  hace  ser  tan  diligente.  Salido  es  el  sol,  alto  a 
trabajar. 

Señor,  todos  os  vemos  nacido  en  un  portal  y  reclinado 
50    en  un  pesebre.  ¿Qué  cosa  y  cosa  verá  Dios  en  un  polvo, 
ver  al  que  mantiene  los  hombres  y  los  ángeles  colgado  de 
los  pechos  de  una  mujer?  ¿Qué?  ¿Es  esto  una  cosa  tan 
nueva?  Si  no  lo  entendéis,  entendeldo.  Esta  fiesta,  her- 
mano, de  nacer  Dios  y  hacerse  chiquito  por  amor  de  los 
55   hombres,  por  vos  se  hace;  alma,  vos  sois  la  dama,  por 
vos  se  hacen  estas  justas,  porque  el  hombre  se  remedie 
y  se  salve.  Y  así  veréis  que,  en  naciendo  Dios,  vienen  los 
ángeles  a  dar  las  nuevas  a  los  pastores:  Nacido  es  a  vos- 
otros el  Salvador,  andá,  id  allá.  ¿Qué  cosa  es  que  esté  la 
60    mesa  puesta  y  que  estén  los  hombres  reacios,  hechos  rena- 


22 


23    Is,  35.  i-  42    Of.  Ps.  a,  6-7. 

29   Cf.  Rom.  3,  16-17  50.    Le  2,  11. 

32    Mt.  2,  ix, 


128 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cuajos?  Andá,  id  allá,  daos  priesa,  acorred  al  Salvador  a 
ser  salvos. 

Ya  había  llamado  a  los  pastores,  y  parecíale  a  Jesu- 
cristo que  estaba  mucho  sin  llamar  a  otra  gente;  por  eso 

65  llamó  luego  a  los  reyes.  Si  a  los  pastores,  que  eran  fieles, 
envía  un  ángel  intelectual,  a  los  Reyes  infieles  les  envía  una 
estrella  insensible.  Allá  apareció  en  Persia,  al  oriente  de 
Hierusalén.  Pues  ahora,  fuese  por  la  gran  misericordia  de 
Dios,  que  les  quiso  hacer  estar  esperando  la  estrella  dende 

70  que  Balan  la  profetizó,  o  por  haberlo  Dios  mostrado  ansí 
como  nació,  la  verdad  es  que  vieron  la  estrella.  San  Mateo 
lo  dice  ansí:  Vieron  los  Magos  la  estrella.  "Magos"  no  quie- 
re decir  encantadores;  "magos"  quiere  decir  en  lengua  per- 
sia sabio;  dícense  reyes  porque  regían  entonces  sabios  o 

75  porque  quizá  serían  reyes  pequeños.  Esta  estrella  no  era 
de  las  que  están  firmes  en  el  firmamento,  ni  estaba  en 
esotros  cielos  de  los  planetas;  más  baja  estaba  que  todas, 
no  se  movía  con  las  otras,  movimiento  tenía  particular  y 
lumbre  particular.  En  lo  que  significaba  lo  veréis;  significa 

80  la  lumbre  y  conocimiento  de  la  fe.  Este  conocimiento  no 
anda  con  los  otros  conocimientos.  El  conocimiento  en  que 
conozco  que  debajo  de  los  accidentes  del  pan  y  del  vino 
está  Jesucristo  no  es  como  los  otros,  sino  sacaldo  por  razón 
natural.  ¿Qué  dice  esta  estrella?:  "El  Salvador  es  nacido". 

85  Esto  no  lo  alcanza  a  saber  el  astrólogo.  Venia  resplandecer 
en  esos  aires;  pegaba  tanto  placer  con  su  resplandor  que, 
certificados  dé  lo  que  significaba,  aparejan  para  su  camino; 
no  tan  gran  aparato  como  para  reyes,  un  aparato  mediano, 
como  de  caminantes,  pero  venían  bien  proveídos  de  oro, 

90  encienso,  mirra.  El  incienso  no  era,  como  pensaban  algunos, 
porque  no  oliera  mal  el  establo  donde  estaban,  que,  si  eso 
fuera,  no  se  pusiera  en  Escritura  como  presente  de  rey. 
Traían  gran  cantidad  de  ello. 

Busquemos  al  Señor  Vamonos  ahora  con  los  Reyes,  pues 
95  tenemos  estrella  como  ellos,  y  ado- 

remos al  que  van  a  adorar  ellos,  porque,  si  no  andamos  en 
su  demanda,  moriremos.  Un  rey  mandó  pregonar:  "Si  al- 
guno no  buscare  al  Señor,  muera  por  ello".  ¡Quién  viese 
algún  rey  que  esto  mandase!  La  vida  nos  va  en  irnos  con 
100  estos  Reyes  a  buscar  a  Dios.  San  Bernardo  dice  que  el 
mayor  negocio  del  cristiano  ha  de  ser  herido  [sic]  buscan- 
do a  Dios;  y  quien  no  lo  busca  ansí,  poco  tiene  de  bienes 

65  Si]  Y  ||  81  en]  es  ¡|  83  saleado 

70  Cf.  Num.  24,  17. 

72  Cf.  Mt.  2,  2. 

102  Cf.  San  Bernardo,  Sertn.  de  divos.  4,  1  ;  84,  1  ss.  :  ML  18.;, 

551  s.,  1185  ss. 


5    [2].  EPIFANÍA 


12!» 


espirituales.  Dadme  un  alma  deseosa  de  Dios,  que  no  le 
inclina [n]  ni  riquezas,  ni  honra,  ni  cosa  del  mundo:  ésta  va 

106  con  los  reyes.  No  hay  cosa  que  más  me  desmaye  ni  que 
más  me  haga  caer  la  faz  de  vergüenza  que  ver  el  amor  con 
que  me  buscaste  y  el  descuido  con  que  yo  te  busco.  Bus- 
cásteme  tú,  Señor,  como  si  te  fuera  la  vida  en  buscarme, 
y  huyo  de  ti,  como  si  me  fuera  la  muerte  en  hallarte;  siendo 

110  al  revés,  que  buscándome  tú  hallaste  la  muerte,  y  hallán- 
dote yo,  hallo  la  vida.  Mira  lo  que  hizo  por  ti  y  lo  que 
padeció  por  ti.  ¡Que  las  munchas  aguas  de  los  trabajos 
no  pudieron  apagar  el  fuego  de  su  caridad  y  que  yo  me 
esté  tan  sin  respecto  y  tan  sin  cuidado  de  esto,  como  si  no 

115  hubiera  venido  a  buscarme!  ¡Qué  bien  lo  sintió  San  Pablo, 
que  dijo:  Si  alguno  no  amare  a  Nuestro  Señor  Jesucristo, 
sea  maldito,  porque  ya  ha  venido  nuestro  Señor!  No  es  de 
cristiano  que,  habiendo  ya  Dios  venido,  tú  no  le  ames. 
Antes  que  viniera  no  era  de  maravillar  que  tú  no  le  ama- 

120  ses,  porque  la  condición  del  hombre  es  tan  libre  y  generosa 
que  aun  a  Dios  no  amara  si  no  viese  que  Dios  le  ama;  y 
ésa  fué  la  causa  que  disimuló  Dios  su  poder  y  su  saber 
por  mostrar  a  los  hombres  su  amor;  mas,  después  de  haber 
venido,  dice  Pablo:  Si  alguno  no  ama  a  nuestro  Señor  Je- 

125  sucristo,  sea  maldito,  porque  ya  ha  venido  el  Señor.  Va- 
monos con  los  Reyes,  pues,  a  buscar  al  Señor. 

¿Quiénes   son   los    Vienen  de  jornada  en  jornada  has- 
verdaderos  busca-    ta  llegar  a  Hierusalem.  Preguntan: 
dores  de  Dios?       ¿Adonde  está  el  Rey  de  los  judíos 

130  que  ha  nacido  ahora?  ¿Veis  qué  gen- 

til cosa?  Aun  no  han  visto  a  Jesucristo  y  ya  desean  mo- 
rir por  él.  A  la  fe  éstos  son  buenos  buscadores  de  Dios, 
que  no  los  que  no  sé  por  qué  cosilla  dejan  de  buscalle. 
Solías  levantarte  a  orar  por  las  mañanas,  ahora  porque 

135  hace  frío  no  te  levantas;  dabas  limosna,  y  ahora  porque 
vale  el  pan  caro  no  la  das;  cuando  tuvieses  el  espada  a  la 
garganta,  entonces  le  habrías  de  buscar  mejor.  Al  que  en 
un  tiempo  busca  a  Dios  y  después  lo  deja,  llamalde  luná- 
tico, llamalde  caña  movida  con  el  viento;  el  que  no  está 

140  determinado  de  morir  por  Dios,  antes  que  lo  deje,  no  lo 
busca  de  verdad.  ¿Dónde  está  el  Rey  de  los  judíos  que  ha 
nacido?  ¡Qué  gentil  plática!  ¿No  hay  rey  en  Hierusalén? 
¿No  es  Herodes  rey?  Venían  determinados  de  perder  la 
cabeza  por  el  Niño,  y  por  esto  lo  hallaron.  El  que  lo  busca 

145  de  mentira  no  lo  hallará,  mas  el  que  de  verdad  lo  busca 
lo  hallará  sin  duda. 

Bueno  es  el  Señor  a  los  que  esperan  en  El  y  al  ánima 
que  lo  busca.  Esta  es  una  palabra  que  el  día  del  juicio  nos 


B. Avila  2 


5 


130  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


pondrán  ante  los  ojos  para  mayor  condenación;  si  Dios 

150  es  bueno  •para  los  que  le  buscan,  ¿qué  tal  será  para  los 
que  le  hallan?  Buscar  alguna  cosa  trae  consigo  pena  y 
congoja;  buscar  a  Dios  no  es  ansí;  más  placer  te  darán 
los  sospiros  que  los  deleites  sucios  de  la  carne;  mejor  te 
sabrán  los  ayunos  que  de  las  vilezas  de  la  tierra  hartarte. 

155  ¡Cuán  bueno  es  él  Señor  para  los  que  le  esperan  y  para  el 
ánima  que  lo  busca!  No  vale  nada  buscar  a  Dios  sin  per- 
severancia y  esperanza.  Dos  alforjas  has  de  llevar  para 
buscar  a  Dios,  que  son  confianza  y  perseverancia.  A  veces 
parece  que  Dios  se  hace  sordo  y  hace  que  no  lo  oye  y  dice: 

160  "Si  viene  a  mi  puerta,  doile  con  ella  en  los  ojos  por  ver  si 
tiene  confianza,  y  si  busca  deleites  en  mí,  doile  sequedades 
y  tristeza  para  probar  su  confianza".  Así  como  la  castidad 
se  prueba  cuando  te  anda  siguiendo  y  solicitando,  así  la 
confianza  se  prueba  con  la  persecución. 

165  Bueno  es  el  Señor  a  los  que  esperan  en  El  y  al  ánima 
que  lo  busca.  Esta  es  la  palabra  que  dije  que  nos  han  de 
poner  el  día  del  juicio.  ¿Qué  responderás  a  Dios  cuando  te 
diga:  "¿Nunca  viste  un  hombre  que,  porque  le  dijeron  que 
había  oro  en  las  Indias,  vendió  su  hacienda  y  dejó  su  tierra 

170  y  mujer  y  hijos  y  amigos,  y  quizá  no  halló  después  lo  que 
buscaba,  quizá  se  ahogó  en  la  mar  y  se  quedó  burlado, 
porque  puso  su  esperanza  en  cosa  incierta?"  Señor,  si  plu- 
guiese a  tu  bondad  que  delante  de  esta  gente  se  pre- 
sentasen los  testigos  que  te  han  buscado  de  verdad  para 

175  que  les  dijese  [n]  cómo  les  fué  contigo,  si  alguno  de  ver- 
dad te  buscó  que  no  te  hallase.  Todo  hombre  que  lo  busca 
lo  halla.  ¿No  fiaré  mi  hacienda  en  la  palabra  de  Dios? 
A  Dios  quiero  servir,  a  Dios  quiero  buscar,  hacer  quiero  su 
voluntad,  pues  tengo  su  palabra.  ¿Qué  le  responderás? 

180  ¿Que  por  buscar  una  gota  de  agua,  que  no  te  mata  la  sed, 
pasaste  tantos  trabajos,  y  por  beber  por  la  fuente  de  agua 
viva,  por  una  empresa  tan  grande,  no  hay  quien  te  haga 
refrenar  la  lengua  ni  quien  te  haga  levantar  un  poco  de 
mañana  ? 

185  Determinados  venían  los  Reyes.  El  que  no  se  determina 
de  servir  toda  su  vida  a  Dios  o  morir  en  la  demanda,  no 
vale  nada  para  la  guerra.  Manda  Dios  que,  cuando  en  la 
guerra  hubiesen  de  dar  la  batalla,  diesen  un  pregón  que 
todos  los  que  hubiesen  edificado  casa  y  no  la  hubiesen  aca- 

190    bado,  y  todos  los  que  hubiesen  plantado  viña  y  no  hubiesen 

177  mi]  ni 


147   Thren.  3,  25   

151    «Quam  uonus  te  quaerentibus  !  — Sed  quid  nivenientibus  ?» 
(Brev.  Rom.,  fcst.  Sanctiss.  Nom.  Icsit,  hymn.  ad  Vesp.). 
182    üf.  Num.  20,  6;  Ier.  2,  13  ;  Apoc.  21,  6. 


5    [2].  EPIFANÍA 


131 


comido  de  ella,  y  todos  los  desposados  y  los  medrosos  se 
volviesen. 

■ — ¿Qué  queréis  decir?  — Que  no  son  todos  para  guerra. 
Porque  dirás:  "No  lo  he  acabado".  Tendrás  el  cuerpo  en 

195  la  guerra  y  el  corazón  en  la  casa.  Estos  son  los  hombres 
cargados  de  negocios  de  casa:  "¿Qué  haré,  de  qué  comeré, 
de  qué  manterné  mis  hijos?"  Pensáis  que  por  tener  dema- 
siado cuidado  se  han  de  mantener.  ¡Desdichado  del  hombre 
que  no  se  arrima  a  Dios,  sino  que  anda  pensando  si  llueve 

200  muncho  o  si  no  llueve!  Esta  seña[l]  te  doy  porque  veas 
si  estás  arrimado  a  Dios:  si  en  las  estrechuras  te  afliges, 
si  en  los  trabajos  te  estrechas,  no  estás  arrimado  a  Dios. 
En  la  tribulación  me  ensanchaste,  dice  David.  ¿No  te  puedo 
yo  sustentar  sin  llover?  El  que  está  a  Dios  arrimado,  ni 

205  trabajos  ni  angustias,  ni  la  muerte  ni  el  infierno  le  congo- 
jan; el  que  no  está  arrimado  a  él,  ¡qué  miedo  tiene,  qué 
congojado  anda!  Dijo  Jesucristo:  No  se  apesguen  vuestros 
corazones  con  muncho  comer  y  beber  y  cuidados.  ¡Cuán 
llenos  estáis  de  cuidados,  que  si  entra  la  palabra  de  Dios 

210  en  vuestros  corazones,  con  el  muncho  comer  y  beber,  ape- 
nas dura  un  punto  que  luego  la  ahoga!  Trabajad  y  ganad 
de  comer,  que  Dios  lo  quiere  así;  mas  estos  cuidados  y 
estrechura  señal  es  que  no  estáis  arrimados  a  Dios.  El  que 
tiene  esto,  tórnase  de  la  guerra. 

215  Los  segundos  son  los  desposados,  los  carnales.  Cual- 
quier palabra  sabia  y  buena  que  oye  uno  la  tomará  y  ala- 
bará para  sí,  dice  el  Sabio;  óyela  el  lujurioso  y  parécele 
mal,  échala  tras  las  espaldas.  No  hay  pecado  que  ansí  em- 
bote el  ánima  como  éste.  Mancebo  deshonesto,  cata  que 

220  esta  carne  estará  de  aquí  a  poco  comida  de  gusanos  y  hecha 
cieno.  A  otra  puerta:  No  vais  a  la  guerra. 

Los  terceros  son  los  temerosos,  los  que  dicen  qué  dirán 
de  mí.  Decimos  a  las  mujeres:  "Tenéis  vos  diez  sayas  y 
vuestra  hermana  no  tiene  una,  tenéis  vos  seis  mantos  y  vues- 

225  tra  hermana  no  tiene  uno  con  que  ir  a  misa,  no  es  ésa 
buena  hermandad:  no  tenéis  creído  que  está  Jesucristo  en 
el  pobre.  Vended  esa  saya,  contentaos  con  una  u  dos,  y 
con  esas  rotas  compraréis  otras".  Mas  ¿qué  dirán  de  mí? 
Bien  veo  que  eso  es  bueno;  pero  ¿qué  queréis,  que  parezca 

230  yo  moza  de  las  otras?  Si  las  otras  hiciesen  ansí,  yo  lo 
haría.  ¡Oh  loco!  ¿Cómo  vives,  con  el  mundo  o  con  Dios? 
Iréis  después  a  Dios:  — Págame.  — Lo  que  a  mí  me  servis- 
tes,  yo  os  lo  pagaré;  lo  que  servistes  a  mi  enemigo,  ¿cómo 

200  seña]  y  add.  ||  2OT  apesguen]  apaguen 

193    Deut.  20,  S  ss.  ;  1  Mach.  3,  56  ;  Iud.  7,  3. 

195  Cf.  Mt.  6,'  21.  208    Cf.  Mt.  6,  25.  3i- 

196  Mt.  6,  25.  31.  211    Mt.  13,  22. 

203    Ps.  4)  2.  218    Cf.  Eccli.  21,  18. 


132 


SKRMONES.    CICLO  TEMPORAL 


queréis  que  os  lo  pague  yo?  Apenas  hallaréis  quien  quiera 

235  ir  solo.  Aquel  va  solo  que  va  por  adonde  fué  Jesucristo. 
No  por  pompas  ni  dijes  ni  brocados,  aunque  vayan  por  ahi 
muchos  reyes.  ¿No  te  atreverás  ir  mano  a  mano  por  donde 
fué  Jesucristo?  El  que  tiene  cuenta  con  el  mundo,  es  im- 
posible tenella  con  Dios.  Nadie  puede  servir  a  dos  señores. 

240  El  que  es  amigo  de  este  mundo,  por  el  mismo  caso  se  hace 
enemigo  de  Dios.  El  temeroso,  ¿él  qué  dice?  — ¡Oh  que 
dirán  soy  hipócrita!  — 'Determinado  has  de  buscar  a  Dios, 
venga  lo  que  viniere.  Córtenme  la  cabeza,  que  no  por  eso 
lo  tengo  de  dejar. 

245  Dijo  Jesucristo:  Lo  que  os  dijeron  a  las  orejas  predical- 
do  sobre  los  tejados.  Con  esta  condición  te  da  Dios  a  co- 
nocer la  verdad,  para  [que]  lo  que  te  dijeron  en  secreto  lo  di- 
gas en  público.  ¿Qué?  ¿Querríades  vos  ser  como  los  que  dice 
San  Pablo  que  tienen  la  verdad  en  la  maldad?  El  que  tiene 

250  la  verdad  y  no  la  confiesa  ni  obra  conforme  a  ella,  detenida 
la  tiene  en  la  maldad.  ¿Dónde  está  el  Rey  de  los  judíos? 
Ya  la  conocimos.  liémosla  de  profesar  cueste  lo  que  costare. 
¡Mirá  qué  son  las  cosas  del  mundo:  Estos  de  lejos  vienen 
a  buscar  al  Salvador,  y  los  que  están  en  su  tierra  no  se 

255  dan  nada  por  El!  Tenéis  un  predicador  en  vuestra  tierra 
que,  con  predicaros,  no  hace  más  impresión  en  vosotros  la 
palabra  de  Dios  que  en  una  piedra,  y  viene  uno  de  más 
de  veinte  leguas  y,  con  una  vez  que  le  hable,  va  hecho  un 
santo. 

360  Turbación  de  Herodes  Turbóse  el  rey  y  toda  Hierusalén 
con  él.  Que  el  rey  se  turbase  no 
es  muncho,  pero  toda  la  ciudad.  De  donde  veréis  cuánto  es 
menester  que  haya  buen  rey  en  la  ciudad  y  buena  cabeza 
que  rija.  Si  hay  mal  obispo,  mal  regidor,  mal  cura,  mal 

265  predicador,  cosa  difícil  es  que  haya  buen  pueblo.  Esto  es 
lo  que  más  habíades  de  rogar  a  Dios  y  lo  que  tenéis  más 
olvidado.  "Señor,  danos  buenos  gobernadores;  Señor,  da- 
nos buenas  cabeceras.  Témante  los  reyes;  danos  buenos 
padres  y  predicadores".  Turbóse  toda  la  ciudad  con  el  rey, 

270  porque  dijera:  "¿A  otro  rey  queréis  más  que  a  mí?"  Dice 
el  mozo  de  espuelas:  "¿Qué  queréis  que  haga?  Mándame 
mi  amo  que  vaya  con  él  de  noche  y  le  acompañe".  Dice  el 
cura:  "Si  digo  que  hulano  está  amancebado,  si  digo  que 
no  comulga,  darme  han  de  palos".  ¿Y  para  quién  queréis 

275  vos  honra  sino  para  Jesucristo,  y  no  vale  más  morir  por 
la  honra  de  Dios?  ¡Qué  mayor  honra  que  morir  por  la 
honra  de  tan  gran  príncipe! 


239    Mt-  6,  24  ;  Le.  i6,  i  j. 
246    Cf.  Mt.  10,  25. 
249    Cf.  Rom.  1,  18. 


251  Mt.  2,  2. 
261    Mt.  2,  3. 


5    [2].  EPIFANÍA 


133 


Túrbase  Herodes  y  comienza  a  temblar  y  a  "preguntar 
a  los  letrados  dónde  había  de  nacer  este  rey.  Dijéronle:  En 

280  Belén,  aldea  de  Judea,  que  ansí  está  profetizado.  Dice 
Herodes  a  los  Reyes:  Id  y  pregunta  con  diligencia  por  el 
niño,  y  en  hallándolo,  hacémelo  saber,  para  que  vaya  yo 
también  a  adorarlo;  y  era  para  matarlo.  Vanse  los  Reyes, 
y  quédase  él.  ¿No  veis  qué  bien  pintado  está  aquí  el  pre- 

285  dicador?  Predica  dónde  hallarán  a  Dios,  y  estáse  él  quedo. 
El  predicador,  el  confesor  delante  ha  de  ir.  No  ha  de  ha- 
blar palabra  buena  que  primero  no  la  haya  él  obrado.  Léese 
en  la  vida  de  los  santos  padres  que,  estando  un  santo 
viejo  de  aquéllos  en  finamiento,  llegáronse  a  él  unos  reli- 

290  giosos  y  dijéronle:  "Padre,  dejános  algo;  dadnos  algo  que 
nos  quede  acá".  Respondióles:  "Siempre  creí  más  el  parecer 
ajeno  que  el  mío,  y  nunca  presumí  enseñar  cosa  que  pri- 
mero no  la  obrase.  Este  es  el  testamento  que  os  dejo". 

El  lenguaje  de  la    Entrando  en  Hierusalén,  escondióseles 

295  estrella:  la  fe  la  estrella.  ¿Hay  aquí  alguno  a  quien 
se  le  haya  escondido  la  estrella?  — Un 
tiempo  estaba  tan  devoto,  el  pensamiento  bueno  se  me  ve- 
nía sin  que  yo  lo  buscase,  en  la  cama  recordaba  pensando 
en  Dios.  — Si  se  escondió^  la  estrella,  ella  parecerá. — Apa- 

300  recióles  la  estrella  y  caminar  [on]  tras  ella.  Y  cuando  estuvie- 
sen cerca  de  Betlén,  sospecho  yo — esto  no  está  en  la  Escritu- 
ra— que,  cuando  la  viesen,  dirían:  "¿Qué  cosa  más  alta  hay 
en  este  lugar?  ¡Eh,  allí  en  aquellas  torres  debe  de  estar!" 
¿Allí  irá  la  estrella?  No  irá,  sino  al  mesoncito,  que  quizá 

305  no  tenía  tejas,  quizá  sería  de  paja:  ¿quién  sabe  eso?  Es- 
taba en  una  peña  grande,  hecha  una  concavidad.  Allí  estaba 
el  pesebre  donde  el  Rey  de  los  reyes  fué  reclinado.  Allí  nació 
el  Salvador  en  aquel  establico.  Pónese  la  estrella  en  aquel 
portalico.  ¿Quién  había  de  pensar  que  estaba  allí  Dios? 

310  Andad  delante.  Ir  hemos  tras  vos.  Creo  que  entonces  echaba 
más  claros  rayos  y  que  decía  más  claro:  "Aquí  está".  ¿Cómo 
es  posible? 

¡Oh,  bienaventurado  aquel  que  entiende  qué  cosa  es  fe! 
Bien  lo  dijiste,  niño,  cuando  fuiste  grande:  ¡Bienaventu- 

315  rados  los  que  no  vieron  y  creyeron!  Lo  que  aquesta  estrella 
dice  aquello  es.  Dice  la  razón  de  los  Reyes  que  está  el  niño 
en  casas  altas  y  ricas;  dice  la  estrella  que  no,  sino  en 
aquellas  pajas,  en  aquel  pesebre.  Dice  la  razón  natural: 
¿Cómo  un  cuerpo  tan  grande  puede  estar  en  una  hostia 

320  chiquita?  Dice  la  fe  que  sí  puede.  ¡Oh  Señor!,  ¿qué  a  vos 
con  pañales?  ¿Qué  a  vos  con  pesebre?  ¿Quién  te  viera, 
Señor,  sin  casa,  sin  brasero  y  sin  cama?  Entraba  el  viento 


283  Mt.  2,  4-8. 
300  Cf.  Mt.  2,  9. 


315    lo.  20,  29. 


134 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


por  una  parte  y  daba  a  la  Madre  y  al  Hijo  en  la  cara.  Quizá 
querría  comer  y  no  lo  ternía,  ¿y  no  amaré  yo  a  la  pobreza? 
325  Ahí  está  Jesucristo.  No  se  halla  Jesucristo  en  la  riqueza, 
no  en  los  deleites  y  regalos  de  la  carne.  No  en  camas  blandas. 
¿No  tienes  qué  conler?  En  tu  casa  está  Jesucristo.  ¿Pásan- 
sete  las  noches  dando  suspiros?,  ¿levántante  lo  que  no  que- 
rrías?, ¿haces  fuerza  a  tu  corazón?,  ¿sujetas  tu  voluntad  a 

330  la  de  Dios?  Allí  está  Jesucristo.  Antes  que  naciese,  tenía 
subjección;  antes  que  la  Virgen  pariese,  con  la  barriga  a  la 
boca,  como  dicen,  anduvo  treinta  y  dos  leguas  de  Nazaret 
a  Betlén.  ¿Por  qué?  Porque  lo  mandó  un  hombre,  el  más 
malo  de  los  hombres,   un  hombre  que  adoraba  al  diablo. 

335  Mandó  César  que  cada  uno  fuese  a  su  tierra  a  escribirse  y 
a  dar  cierto  tributo,  y  obedécele  Dios,  ¿y  no  terné  yo  ver- 
güenza de  no  seros  obediente?  Antes  que  salga  del  vientre 
obedece,  y  no  yo.  Si  es  cosa  recia  resistir  a  tu  voluntad,  ahí 
está  Dios  en  la  obediencia,  en  lo  bajo,  en  el  establo.  Ahí 

340  está  el  Niño. 

Parecía  la  estrella  que  hablaba.  Abájase  hasta  el  tejado, 
abájanse  los  reyes.  Estaría  alguna  portecica  en  el  portal  y 
alguna  mantilla  colgada  delante.  Mirad  la  sala  de  la  recién 
parida.  ¿Quién  duda,  Señora,  sino  que,  cuando  oístes  el  es- 

345  truendo,  no  tomaríades  algún  sobresalto?  "¡Alguno  me  quie- 
re tocar  en  el  Niño!"  Esconderlo  hía,  y  porníase  a  coser 
algo.  Apéanse  los  Reyes.  Allegaría  algún  paje:  "Decid,  Se- 
ñora, ¿sabréisnos  dar  nuevas  dónde  está  el  Rey  de  los  judíos 
que  ha  nacido?  ¿Sabéis  algo  de  esto?"  ¡Benditos  hombres  que 

350  con  tal  Estrella  encontráis,  mejor  que  la  que  os  ha  guiado 
hasta  aquí!  Aquella  grande  y  chica,  grande  en  los  ojos  de 
Dios  y  chica  en  los  suyos.  Dícele  el  ángel:  Mira,  Señora, 
que  concebiréis,  y  pariréis  virgen.  ¿A  quién  no  le  tomara 
alguna  locurilla  o  la  comunicara-  con  su  vecina?  ¡Oh  amigas, 

355  qué  prudencia  la  suya!  ¿Qué  es  eso  tan  de  peso?  Diría  eso: 
"Señores,  preguntaldo  a  los  sabios  y  letrados  de  la  ley".  Una 
mujer  que  lo  decía  de  manera  que  lo  encubriese  y  no  min- 
tiese. — Señora,  consoladnos,  decídnoslo  por  amor  de  Dios. 
¿Tenéis  hijo? — Diría,  porque  era  voluntad  de  Dios  que  lo 

360  descubriese:  — Sí  tengo.  — ¿ Cuánto  ha  que  paristes?  • — Trece 
días.  — Hacednos  merced  de  mostrárnoslo. — Tómalo  la  Vir- 
gen en  sus  manos  y  muéstraselo.  En  viendo  los  Reyes  al 
Niño,  alumbróles  los  corazones,  y  dales  a  entender  que  aquél 
era  el  Mesías.  Derríbanse  en  el  suelo. 

329  hac<-r 


553    Cf.  Le.  i,  31. 


5    [2].  EPIFANÍA 


135 


365  Adoración  délos    No  solamente  quitan  el  bonete,  no 
Reyes.  Ofrezcámosle    solamente  hincan  una  rudilla,  sino 

nuestros  dones        derríbanse  en  tierra,  que  en  eso  ve- 
réis que  es  Dios.  Ninguno  bien  te 
adora  sino  el  que  se  tiende  en  el  suelo,  que  es  reconocerse 

370  por  tierra  y  por  nada  delante  de  Dios.  Si  sólo  fuera  rey,  de 
rey  a  rey  bastaba  quitarse  el  bonete;  y  pues  se  derribaron 
en  tierra,  señal  es  que  es  Dios.  Pasáis  por  aquel  sagrario 
tan  sin  asco,  que  ni  aun  os  quitáis  el  bonete;  ansí  os  llegáis 
al  altar  como  si  os  llegásedes  a  jugar.  Muchas  misas  se  os 

375  cantarán  para  pena  que  pensábades  haber  galardón  por 
ellas.  Están  diciendo  misa,  y  está  uno  allí  y  otro  aquí  para- 
dos, para  si  el  sacerdote  llora  o  no.  El  pueblo  estaba  del  arca 
dos  mil  pasos,  y  vosotros  habéis  de  estar  sobre  el  altar.  Con 
reverencia  habéis  de  estar  oyendo  misa,  no  levantarse  de 

380  jugar  y,  sin  más  aparejo,  venir  a  oír  misa. 

Adoran  los  Reyes  al  Niño  en  verdad,  que  pienso  que  los 
pedecitos  le  besaron.  Abren  sus  tesoros,  que  largo  da  el  que 
ha  encontrado  con  el  Niño.  Vanse  a  sus  arcas  y,  abiertos 
sus  tesoros,  no  las  bolsas,  ofrécele  cada  uno  muncho  oro, 

385  muncha  mirra  y  muncho  encienso.  — ¿Qué  ofrecéis  a  Dios?" 
— 'No  tengo  qué.  — ¿  Pensáis  que  para  los  que  no  tienen  está 
cerrado  el  cielo?  Antes  está  más  abierto;  porque  ¡no  terná 
de  qué  dar  cuenta  a  Dios  el  rico  cómo  repartió  lo  que  le  die- 
ron! ¡Ay  de  aquel  que  come  muncho  y  tiene  poco  calor;  ha- 

390  cerse  ha  una  postema  que  le  mate!  El  estómago  no  toma  la 
comida  para  quedarse  con  ella,  sino  para  repartilla  por  los 
miembros.  Tomas  muncha  hacienda  y  no  tienes  muncho  calor 
de  caridad  para  repartirla,  quedarte  has  con  ella  en  el  estó- 
mago. La  hacienda  será  el  cordel  con  que  te  ahorquen.  Mun- 

366  cho  tenía  David  que  ofrecer  a  Dios,  mas  cuando  vino  a  ofre- 
cer dijo:  En  mí  están,  Señor,  tus  ofrendas;  más  precia  Dios 
estas  ofrendas  que  becerros  y  carneros. 

Abrele  el  corazón,  y  abrirásle  el  tesoro  con  que  más  se 
huelga.  Ya  abrió  Dios  sus  entrañas  y  corazón.  Por  aquel 

400  agujero  del  costado  puedes  ver  su  corazón  y  el  amor  que 
tiene.  Abrele  el  tuyo  y  no  esté  cerrado.  Párate  a  pensar: 
Señor,  tu  corazón  abierto  y  alanceado  por  mí,  ¿y  no  te 
amaré  yo  a  ti?  Abrísteme  tu  corazón,  ¿y  no  te  abriré  yo 
el  mío?  En  mi  corazón,  Señor,  están  tus  ofrendas;  si  de  ese 

405  corazón  le  das,  ofrecido  le  has.  ¡Más  vale  delante  de  Dios 
tantico  corazón  que  tanto  de  ofrenda  sin  corazón.  Dale  tan- 
tico de  corazón  y  hasle  ofrecido  muncho  oro.  Más  vale  tantico 
de  oro  que  un  puñado  de  blancas.  Más  vale  un  poquito  de 

392  tienen  399  abrió]  a  add. 

367  Cf.  Mt.  2,  11.  396  Ps.  55,  12  ;  cf.  Ps.  49,  8-9  ;  Ier.  6,  20. 
378   Cf.  los.  3,  4. 


136 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


manjar  blanco  que  munchas  berzas.  Preguntó  un  ermitaño 
4-10  a  un  viejo:  — Padre,  ¿qué  es  la  causa  que  ayunando  yo, 
rezando  y  haciendo  más  penitencia  que  tú,  eres  tú  más  santo 
que  yo? — Respondió:  — Porque  amo  yo  más  que  tú.  Aquel 
ofrece  a  Dios  oro  que  le  ofrece  amor. 

— Pero  tengo  poco  amor.  — Ora  muncho.  ¿No  tienes  oro? 
415  Ofrece  encienso.  — ¿Qué  es  encienso?  — Oración.  David  lo 
dijo:  Incienso  es  la  oración  y  el  suspiro  que  sube  a  Dios,  que 
le  huele  tan  lindo.  Suspira  a  Dios — no  porque  no  hay  trigo — : 
"Señor,  ¿cómo  no  te  amo,  cómo  no  te  temo  y  sirvo?"  Conoce 
tu  miseria  y  llégate  al  portalico  a  demandar  limosna.  Si  no 
420  hay  oro,  ofrece  oración.  El  que  no  ora  tiene  su  casa  he- 
dionda. 

— No  tengo  oro  ni  encienso.  — Ofrece  mirra.  Holocaustos 
gruesos  te  ofreceré,  Señor,  dice  David;  con  incienso  de  car- 
neros, ofrecerte  he  bueyes  con  cabrones.  Yo  te  ofreceré  holo- 

425  caustos  gruesos  de  amor  y  devoción.  Quien  le  ofrece  sus  en- 
trañas, una  vaca  gorda  con  tuétano  le  ofrece.  El  tuétano, 
en  echándolo  en  las  brasas,  se  deshace;  mas  ¡qué  guardado 
está  en  el  cuero!  Y  un  hueso  muy  duro  allá  dentro  metido, 
'que,  aunque  tiren  una  saeta,  no  allegará  a  él.  El  amor  de 

430  Dios  muy  guardado  ha  de  estar,  como  un  hueso  duro  de  un 
firme  propósito  de  nunca  hacer  cosa  contra  él.  No  le  ha  de 
tocar  nada.  Aquel  ama  a  Dios  verdaderamente  que  no  guarda 
nada  de  sí  mismo  para  sí. 

Con  un  incienso  de  carneros.  El  carnero  que  guía  es  el 

435  perlado.  No  hay  cosa  que  más  ha  de  amar  y  tener  el  que 
rige  que  la  oración.  El  sacerdote  que  no  ora  no  ha  aprendido 
sus  cerimonias,  y  si  no  ora,  darme  ha  por  consejo  de  Dios 
consejo  suyo;  por  respuesta  divina,  respuesta  de  hombre. 
También  ofrece  bueyes  y  cabrones.  También  recetaréis  vos, 

440  Señor,  cabrones,  que  son  los  lujuriosos.  Ofreceros  he  mis 
pecados  de  carne  muertos.  Sí,  que  bien  le  huelen  después 
de  muertos.  Viénete  un  mal  deseo,  mátalo  aunque  te  duela 
y  ofrécelo  a  Dios.  Señor,  esta  purga  quiero  beber  por  vos. 
Buey  ofrece  a  Dios  el  que  hace  por  Dios  alguna  cosa  que 

445  muncho  le  duele.  Buey  ofrece  a  Dios  quien  dejó  la  manceba; 
y  si  lloró  cuando  la  dejó,  buey  ofreció;  y  si  tenía  hijuelos., 
buey  ofreció.  ¿Qué  puedes  hacer  por  el  Niño?  Padecer  un 
poco  de  trabajo.  Desde  chiquito  padeció  por  ti;  más  le  dolió 
a  El  la  cruz  que  a  ti  padecer  esto.  A  otro  le  duele  el  apar- 

450  tarse  de  la  murmuración.  A  otro  abrir  la  bolsa  para  dar 
limosna.  Ofrece  eso  a  Dios  y  ofrecerás  buey.  Buey  ofrece 
a  Dios  quien  ofrece  cosa  que  muncho  le  duele. 

Mirra  amarga  ofrece  quien  hace  por  Dios  aquello  que  le 


416  Cf.  Ps.  140,  2. 
424    Ps.  65, 


6.     DOM.   2  DE  EPIFANÍA 


137 


amarga.  Y  si  esto  le  ofrecieres,  El  es  tan  bueno  que  te  dará 
455    encienso  y  oro,  para  que  tengas  qué  le  ofrecer,  y  darte  ha  aquí 
su  gracia  y  después  su  gloria',  ad  quam  nos  perducat.  Amen. 

6  Bodas  de  Dios  y  de  los  hombres  * 

Domingo  II  después  de  Epifanía.  Antes  de  1563 

(Orla,  Ms.  est.  8,  plbut.  4,  n.  55  Us,  ff.  90  r  -  95  r.) 

Nuptiar  fartac  smií  [lo.  2,  31. 

Exordio  Pues  que  el  Señor  no  se  desdeñó  venir  a  las  bodas, 
no  se  desdeñará  de  darnos  su  gracia  para  que  de 
ellas  digamos  algo,  pues  que  habiendo  de  hablar  de  ellas, 
5  habernos  menester  su  gracia.  Para  que  se  nos  dé,  pongamos 
por  intercesora  a  la  Virgen,  que  también  se  halló  en  ellas; 
y  para  que  así  lo  haga  y  nos  lo  alcance,  digámosle  con  de- 
voción un  Ave,  María. 

Casamiento   del    Factae  sunt  nuptiae  in  Cana  Gaülaeat. 

10  Verbo  con  !a  na-  Fueron  hechas  bodas  en  Caná  de  la 
turaleza  humana  provincia  de  Galilea.  En  gran  manera 
es  Nuestro  Señor  amigo  de  la  unidad; 
es  su  oficio  ayuntar  las  cosas  apartadas  y  divididas,  y  las 
juntas  conservarlas  en  su  unidad;  parecióle  bien  a  sus  ojos, 

15  agradóle  la  unidad.  Veremos  en  esto,  si  bien  miramos,  el 
mesmo  ser  de  Dios,  que  es  tan  unísima  esencia,  simplicísima, 
que  no  se  puede  pensar  cosa  que  más  una  sea,  sin  ninguna 
composición  ni  división.  De  ahí  podemos  ver  cuán  bien  le 
parecería  la  unidad. 

20  Vamos  un  poco  más  bajo  tras  esta  unidad  de  Dios  y  su 
esencia.  Tras  esta  unidad  se  sigue  otra  unidad  segunda,  que 
es  del  Hijo  de  Dios  con  la  santa  humanidad  que  tomó  en 
unidad  de  persona,  de  la  limpísima  Virgen  María:  una  per- 
sona de  dos  naturalezas,  que  no  hay  cosa  más  una,  después 

25  de  la  primera  que  dijimos.  Es  lo  que  decimos  incarnación  y 
puédese  decir  casamiento,  desposorio.  Casóse  el  Verbo  divino 
de  tal  manera  con  la  naturaleza  humana  que  tomó  de  la 
•  Virgen,  que,  siendo  dos  naturalezas,  divina  y  humana,  que- 
daron una  persona  sola. 

30  Desposado  es  el  Verbo;  la  esposa  es  la  sagrada  huma- 
nidad asumpta.  Y  así  como  entre  los  casados  es  la  hacienda 
de  ambos  y  es  comunicable  igualmente,  así  partieron  y  se 
comunicaron  el  desposado  y  la  esposa  lo  que  tenían.  Lo  que 

5  ponguamos 

*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  L,  en  «Miscelánea  Comillas»,  j 
(1947),  240-247.  «Dominica  secunda  post  EpLphaniam»  (f.  90  r). 
II    lo.  2,  1. 


138 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


conviene  al  hacienda  y  bienes  de  El,  son  y  convienen  a 

35  ella,  y,  por  el  contrario,  lo  de  ella,  a  El;  y  así  se  dice  que 
Cristo  crió  el  cielo  y  la  tierra,  aunque  en  cuanto  hombre  no  lo 
crió;  pero  se  dice  por  la  comunicación  e  casamiento  y  unión 
que  tenemos  dicha.  Y  decimos  que  Dios  murió.  En  cuanto 
Dios,  claro  está  que  no  murió  ni  pudo  morir,  pero  decírnoslo 

40  porque  el  morir  y  las  penalidades  todas  son  hacienda  de  la 
esposa  que  tomó  y  tiene  en  ella  su  mitad;  y  por  eso  decimos: 
Dios  fué  azotado,  preso  y  aprisionado  y  muerto,  y  está  bien 
dicho,  porque  le  conviene  por  la  unión  y  casamiento  que  tomó 
como  bienes  partibles.  Y  así  le  conviene  por  la  unión  que 

45   hizo  con  su  esposa  lo  que  no  le  convenía  por  naturaleza. 

Es  tan  uno  un  marido  con  su  mujer,  quiérela  tanto,  que, 
si  ella  está  mala  o  enferma,  él  dice:  "Enfermo  estoy";  si  a 
él  le  dan  una  cuchillada,  ella  dice:  "Herido  me  han".  No  es 
esto  tan  uno,  ni  se  da  ejemplo  tan  uno,  como  el  Verbo  y  su 

50  santísima  humanidad,  porque  aquí  hay  distinción  de  per- 
sonas y  acullá  hay  unidad  de  persona.  Casáronse  tan  unida- 
mente estas  dos  naturalezas  en  este  supuesto,  que  la  Jionra 
de  Dios  se  da  a  la  humanidad  y  las  flaquezas  de  la  humanidad 
las  toma  Dios,  no  que  le  convengan  de  su  cosecha,  sino  por 

55  la  unión  que  hizo  con  su  esposa  tan  querida.  Mirá  qué  va 
de  Dios  vivo  a  nuestra  naturaleza;  y  abajóse  Dios  a  que  lo 
que  de  ella  se  dijese  también  se  dijese  de  El.  Si  Dios  cotejara 
linajes,  ¿cómo  lo  hiciera  esto? 

Matrimonio  de  Cristo    Señor,  sois  casado  con  otra  mujer. 

60         con  su  Iglesia  Aun  nav  otro  casamiento.  Este 

mismo  Dios  casado  con  aquella  na- 
turaleza humana,  Dios  y  hombre  verdadero,  acordó  de  se 
casar  otra  vez  y  tomar  una  esposa,  cierto,  bien  diferente  de 
sí  en  linaje  y  en  bondad,  y  es  la  Iglesia  cristiana,  que  nos 

65  llamamos  esposa  suya  toda  la  congregación  de  los  fieles. 
Esta  es  la  desposada  que  buscaba  el. patriarca  Jacob  y  sirvió 
por  ella  cuatorce  años  con  tantos  trabajos,  pasando  las  no- 
ches y  los  días  que  pasó.  ¡Tanto  era  el  amor  que  le  tenía! 
¡Pasó  Cristo  tanto  por  su  grande  amor!  Ya  sabéis  que  es 

70  ciego  el  amor.  No  cabe  en  Cristo  ceguedad,  pero  quiso  disi- 
mular nuestras  faltas,  hizo  como  que  no  las  veía;  tales  cua- 
les son  los  quiero.  Y  aquel  Verbo  salió  del  Padre  Eterno  y 
en  el  vientre  de  su  bendita  madre  se  desposó  con  nuestra 
naturaleza.  Allí  tomó  nuestra  naturaleza  por  esposa,  y  al 

75  segundo  desposorio  desde  que  nació  luego  lo  tornó  a  tratar. 
Trabajó  Jacob  por  su  esposa  cuatorce  años,  Cristo  por  la 
suya  treinta  y  tres;  padeció  treinta  y  tres  años  para  casaTse 
con  nosotros,  y  en  la  cruz  se  consumió  el  matrimonio;  allí 
dijo:  Consummatum  est;  en  aquel  punto  se  consumió  de 


79   lo-  19»  30- 


6.     DOM.   2  DE  EPIFANÍA 


139 


80  Cristo  y  de  nosotros,  porque  se  unió  Cristo  con  el  que  estaba 
en  gracia;  estaba  casado  de  presente.  Pasó  desde  la  cruz  a 
la  gloria,  y  las  ánimas  de  los  santos  padres  lo  vieron;  en 
aquel  punto  que  dijo  Consummatum  est  descendió  su  ánima 
y  pareció,  y  vieron  a  Dios  en  su  gloria  y  en  su  esencia  los 
85  santos  padres  que  en  el  limbo  estaban,  y  con  ellos  consumió 
el  matrimonio  que  antes  no  se  había  consumado.  Mirá  el 
cumplir  de  Dios  su  palabra:  Y  os  meteré  en  la  tierra  que 
corre  leche  y  miel.  Esta  es  la  tierra  de  leche  y  miel,  su  santí- 
sima gloria,  en  aquel  punto  que  fué  consumado  el  matrimonio 
90  con  aquellos  padres  fieles  que  estaban  allí  detenidos  en  el 
limbo,  esperando  este  casamiento.  He  aquí  el  esposo  de  nues- 
tras ánimas,  cásase  con  nosotros. 

¿Y  qué  dote  trae  El  y  qué  dote  traemos  nosotros?  Decid, 
hermanos,  cuántos  quilates  hay  de  El  a  nosotros.  Si  queréis 
95  linaje,  generationem  eius  quis  enarrabit?  Señor,  ¿no  había 
mandado  Dios  en  la  ley  que  el  sacerdote  no  se  casase  sino 
con  doncella  virgen?  Pues  ¿cómo  pasa  esto,  que  el  sacerdote 
nuestro  se  casa  con  una  exenta  por  pecado?  El  ánima  que 
está  en  pecado  y  persevera,  no  la  recibirá  Cristo  por  esposa; 

100  pero  si  cercena  los  cabellos  y  se  corta  las  uñas,  recibirla  ha 
de  buena  voluntad,  que  quiere  decir,  si  raéis  vuestras  malas 
obras,  quitando  lo  malo,  que  es  significado  por  lo  que  sobra 
de  las  uñas,  y  los  pensamientos,  por  lo  que  los  cabellos, 
cortándolos  como  cosa  superflua  y  que  no  aprovecha,  y  lloráis 

105  vuestros  pecados  y  tomáis  propósito  de  no  ofender  más  a 
Dios,  restituiros  heis  para  ser  esposa  de  Dios. 

Conozcámonos  por  deudores  necesitados,  lloremos  nues- 
tro primer  pecado,  porque  por  aquel  pecado  nos  quedó  el 
fómite  que  nos  inclina  al  mal.  Llora  aquel  pecado  original  y 

110  todos  los  demás,  y  restituirás  tu  virginidad.  Es  tanta  la 
misericordia  suya,  que  tomará  y  casará  contigo  y  te  dará 
todos  sus  bienes.  No  hace  contra  esta  ley,  antes  casándose 
con  ella,  la  hace  doncella  virgen. 

Virginidad  del  alma  ¿Cuál  es  la  virginidad  del  ánima? 

115  Solida  fides,  firma  charitas,  spes 

sincera,  como  dice  San  Agustín.  A  todo  hombre  que  se  quiere 
salvar  está  mandado  una  fe  sin  mezcla  de  error,  una  firme 
esperanza,  una  sencilla  caridad.  La  fe  sin  error  es  parte  de 
virginidad,  y  una  esperanza  firme  que  Dios  te  ha  de  salvar 

120   y  que  te  ama.  Este  crédito  fué  dado  por  Dios,  no  que  vivas 


88   Ex.  3,  8  ;  Num.  14,  8. 
95   Is-  53.  8. 
100   Deut.  21,  12. 

116  San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  13,  12  (ML  35,  1499)  :  «Quae  est 
virginitas  mentís  ?  Integra  fides,  salida  spes,  sincera  charitas». 


140   SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  pecado  y  esperes  que  Dios  te  ha  de  salvar,  si  no  pones 
diligencia  para  salir  de  él  y  arrepentirte. 

— ¿En  qué  veré  qué  esperanza  es  viva?  — En  que  es  su- 
ficiente para  huir  de  pecados;  y  cuando  es  muerta,  fácil- 
125  mente,  aunque  la  tengas,  los  cometes;  aunque  viva  y  muerta 
es  dádiva  de  Dios. 

Hoy  se  canta  en  la  epístola  spe  gaudentes.  Habéisos  de 
gozar  con  la  verdadera  esperanza.  Es  tanto  el  gozo,  el  que 
esta  esperanza  tiene,  que  cualquiera  prosperidad  desprecia 
130  y  cualquier  trabajo  pasa  primero  que  ofender  a  Dios;  en 
una  cueva  se  meterá;  y  aunque  le  escupan,  no  se  le  da  nada. 

Cuando  sintieres  un  aborrecimiento  de  los  pecados,  [y] 
ofrécesete  una  ofensa  de  Dios,  digas:  ¿Cómo  podré  yo  hacer 
esto  contra  quien  espero  que  me  ha  de  dar  todos  sus  bienes? 
135  Esto  dijo  San  Juan :  Omnis  qui  hdbet  hanc  spem  sanctificat 
se.  Todo  hombre  que  tiene  esta  esperanza  santifícase,  alím- 
piase,  como  Dios  es  santo  y  limpio.  Señor,  pues  yo  te  tengo 
de  ver  y  tantos  bienes  me  has  de  hacer,  ¿por  qué  te  tengo 
yo  de  ofender?  Tú  eres  bueno,  santo,  caritativo;  esfuérzame 
140  para  que  te  sirva  y  te  agrade.  El  que  allá  ha  de  ir,  santifí- 
case acá,  alímpiase  acá,  a  semejanza  de  Dios. 

No  andes  desmayado  y  triste,  sino  esforzado  y  alegre, 
esperando  tan  grandes  bienes  como  están  guardados.  Es  esto 
gran  joya,  siempre  viva,  en  cualquier  tiempo  esperar  en 
145  Dios;  tu  amor  en  Dios  y  lo  que  amares  en  amor  de  Dios. 

Quien  no  tiene  esto  no  está  en  gracia  ni  en  virginidad 
de  ánima.  Pues  si  Cristo,  cuando  está  en  el  alma,  le  infunde 
estas  cosas,  no  está  corrupta,  sino  doncella,  el  ánima  que 
lo  posee.  Con  doncella  se  casa  Jesucristo  entonces,  pues  lo 
150  que  El  ganó  tiene  ella.  Si  El  es  ensalzado,  ella  es  ensalzada. 
¿Pensáis  que  poca  honra  tienen  los  que  están  casados  con 
Dios?  ¡Santo  Dios,  que  tanto  ama  Dios  a  una  ánima,  que  la 
toma  por  esposa,  que  tan  gran  honra  se  le  da!  ¿Qué  dirán 
aquí  los  que  andan  en  punto  cuando  se  casan :  "Mejor  soy  yo 
155  que  ella,  más  dineros  me  tienen  de  dar",  y  otras  cosas  seme- 
jantes? Pues  así  se  casó  Cristo,  ¿qué  dote  tiene  ella?  Tiene 
tanta  pobreza,,  tanta  necesidad,  está  tan  rota,  tan  maltra- 
tada y  tan  andrajosa,  que  no  se  puede  pensar  más.  ¡Y  aun 
ya  si  sólo  eso  hobiera!  Pero  ¡tiene  tantas  deudas  y  obliga- 
160  ciones  sobre  sí,  sin  tener  de  qué  pagar  ni  quién  por  ella 
pague!  Grande  miseria  y  pobreza  la  cercan,  pues  que  está 
condenada  a  muerte  y  a  mil  géneros  de  tormentos  por  delictos 
grandes  que  ha  hecho. 

Como  el  que  ahorra  la  esclava  y  se  casa  con  ella  después 
165  de  la  haber  ahorrado;  si  os  quisiésedes  casar  y  os  dijesen: 
"Esta  que  queréis  por  mujer,  dárosla  han,  pero  han  os  de 


127     Rom.  12,  12. 


135  Cf.  1  lo.  3,  3. 


6.     DOM.   2  DE  EPIFANÍA 


141 


azotar  y  afrentar  por  ella,  y  al  fin  os  han  de  justiciar";  si  le 
tuviésedes  tanto  amor,  que  con  todas  estas  condiciones  la 
quisiésedes,  grande  amor  sería  este  tal.  Dijo  Jesucristo:  "Tal 
170  cual  es  la  quiero,  véngame  lo  que^tne  viniere".  Y  azotaron  y 
escupiéronle  y  pusiéronle  en  la  cruz  por  ella,  y  perdió  su  vida 
por  ella.  Abajóse  Cristo  y  tomó  a  la  fea,  a  la  esclava,  y 
casóse  con  ella,  y  ahorróla,  y  después  de  casado  murió  por 
ella. 

175  Los  casados,  ¿qué  decís?  Decí:  Si  un  mancebo  tuviese  por 
mujer  una  vieja  bubosa,  enferma,  necia,  adeudada,  deshon- 
rada y  llena  de  mil  males,  y  dijese:  "Esta  me  dió  Dios,  ésta 
tengo  por  hermosa,  moza  y  discreta",  no  basta  a  esto  la 
carne  y  sangre,  merced  es  que  Dios  os  ha  hecho,  hermano, 

180  que,  teniendo  tal  mujer,  os  parezca  al  contrario.  ¿Tenéis  un 
marido  tan  mal  acondicionado,  feo,  indiscreto?;  si  a  vos  os 
parece  no  tal,  ese  corazón  de  casado  de  Dios  es,  no  es  de  la 
tierra.  Así  Jesucristo,  siendo  nuestras  las  deudas,  tomlólas 
por  suyas  y  diónos  lo  que  ganó  y  casóse  con  nosotros.  Pare- 

185  címosle  bien  y  fermosos.  La  mujer  casada,  y  el  marido  en  la 
guerra  derramando  sangre;  y  parten  el  marido  y  la  mujer  lo 
que  ganan,  quedándose  ella  en  lo  fresco  en  casa.  ¿Habéis 
entendido?  ¡Ea,  pues! 

El   sacramento   del    Han  de  tener  las  casadas  por  de- 

190   matrimonio.  ¿Con    chado  este  segundo  matrimonio  de 
quién  casarse?        Cristo  con  su  Iglesia  y  con  cada  uno 
de  nosotros.  Gran  sacramento  es  el 
del  matrimonio,  y  no  hay  quien  tan  derechamente  represente 
la  encarnación,  el  amor  grande  y  la  unión  de  Cristo  con  nues- 

196  tra  naturaleza. 

¿Cómo  es  este  sacramento?  Mirá,  casados,  dónde  habéis 
de  mirar.  Vuestro  casamiento  represente  aquel  encendido 
amor  con  que  Cristo  nos  amó  y  se  juntó  con  nosotros;  pues 
así  como  El  trató  a  su  esposa  la  Iglesia,  así  tratad  vosotros 

200  a  vuestras  mujeres,  y  las  mujeres  a  vuestros  maridos. 

San  Pablo  por  los  casados  comienza.  ¿Qué  harán?  Lo 
primero,  que  miren  con  quién  se  casan.  — Padre,  ¿quién 
acertará  eso?  — Sólo  este  freno  os  había  de  refrenar  que  no 
hiciésedes  más.  ¡Señor,  traiga  o  no  traiga,  tenga  o  no  tenga, 

205  suplico [ o]  s  por  vuestra  misericordia  me  la  déis  tal  con  que 
me  salve,  y  que  no  castiguéis  mis  pecados  con  darme  mala 
compañera!  — Rogádselo,  importunádselo,  porque  no  castigue 
Dios  con  vuestra  mujer  los  pecados  que  hecistes  en  vuestra 
mocedad.  Viví  bien.  Pero  ¿dónde  hallaréis  agora:  — Hago  este 

210  servicio  a  Dios  porque  me  dé  buena  mujer,  quiero  vivir  bien, 
quiero  tener  a  Dios  contento  toda  mi  mocedad,  porque  El 
me  lo  gratifique  en  darme  compañera  que  me  ayude  a  salvar? 
— ¿Por  qué  vía  lo  negocias  esto?  La  mujer,  con  afeitarse  y 


142 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


componerse  y  ponerse  a  la  ventana;  y  el  hombre,  con  jugar 

215  y  con- vestirse  y  con  mozos  y  caballos  y  fausto  y  pasearse. 
¿Qué  os  espantáis  que  desnués  os  acontezcan  miserias  y  tra- 
bajos, pues  por  esa  vía  ii?  lleváis? 

— ¿Qué  haré  yo  de  mi  parte?  — Que  no  os  abalancéis  a 
los  dineros.  Si  dos  mujeres  os  dan,  una  rica  y  otra  pobre  y 

220  muy  buena,  tomáis  a  la  más  rica,  aunque  sea  negra,  y  des- 
pués llorar  con  ella  porque  trae  un  ánimo  de  -demonio  y 
grande  hinchazón  con  los  dineros;  y  luego  os  dirá:  "¿Qué 
trajo  mi  marido  cuando  se  casó  conmigo?  iMío  es  todo,  que 
yo  lo  truje".  Pues  ya,  si  os  lleva  por  linaje,  diráos  que  no  la 

225  merecéis  descalzar.  Buscá  un  arrimo  de  doncella  virtuoso, 
una  buena  fama  de  honestidad  y  recogimiento  y  que  no  quiere 
galas  ni  locuras  y  demasías,  y  esta  tal  vale  más  con  poco 
que  otra  con  muchos  millares  de  ducados,  y  aunque  no  lleve 
nada,  Dios  lo  acrecentará  y  suplirá  de  manera  que  os  esté 

230  feien.  San  Jerónimo:  "Si  tienen  dote,  son  hinchadas;  ¿no 
truje  yo  esto  y  esto?  Y  queda  el  marido  obligado  a  gastar. 
Si  es  de  linaje,  dice:  "Mejor  soy  yo  que  mi  marido";  pide 
faustos  que  le  mantengas.  Busca  mujer  y  no  busques  dine- 
ros. ÉJllo  se  dijo:  "Busca  mujer  y  no  dineros". 

235  — Señor,  no  hallo  con  quien  casarme.  — No  buscas  mu- 
jer, sino  dineros;  dineros  son  los  que  no  hallas,  que  no 
mujer,  que  hartas  hay  y  virtuosas  al  rincón,  que  por  no 
tener  dineros  no  las  quieren.  Esto  sea  lo  principal,  buscar 
virtuosa  mujer.  Si  accidentalmente  tuviere  dineros,  bien,  y 

40   si  no,  también. 

'(Di  aquí  de  los  que  se  casan  entre  puertas  y  clandestina- 
mente, cómo  sería  bien  remediadlo,  <y  el  castigo  que  se  ha- 
bía de  poner  en  estos  casamientos  que  se  hacen  a  [escon- 
didas.) Casamiento  que  se  hace  una  mozuela  que  ni  sabe 

245  que  es  bueno  ni  malo,  ¿qué  puede  ser?  Y  después  lloran 
con  ambos  ojos,  cuando  no  tiene  remedio.  Castigá  vuestras 
hijas  y  hijos,  que  no  se  atrevan  a  hacer  por  su  parecer 
cosa  en  que  tanto  les  va,  en  edad  que  tan  poco  saben  lo  que 
les  cumple. 

250   Deberes  de  los  — Ya  estoy  casado,  padre.  — Dios  os  dé 
casados         gracia  para  que  sepáis  lo  que  debéis. 

Habían  de  haber  muchos  libros  que  en- 
señasen esto.  Así  como  un  árbol,  si  tiene  regalo  y  está  la 
raíz  bien  labrada,  eoha  los  ramos  y  el  fructo  copioso  y 

238  mantenguas  246  Castigué 


234  San  Jerónimo,  Adv.  lovinian.,  1.  1,  47  (ML  23,  289)  :  «Pau- 
iperein  alere  difficile  est  ;  divitem  ferré,  tormentum». 

244  Los  matrimonios  clandestinos  fueron  prohibidos  por  el  Con- 
cilio Tridentino,  ses.  24,  Dec.  de  reform.  malr.,  c.;  1  «Tametsi» 
(11  nov.  1563)- 


6.     DOM.   2  DI!  EPIFANÍA 


143 


255  hermosos  y  copiosos  fructos,  así  la  raíz  que  son  los  casa- 
dos, si  fuesen  buenos,  de  allí  nacen  los  clérigos,  los  frailes, 
los  caballeros,  los  prelados  y  toda  la  república.  No  creo 
que  pensáis  esto  los  casados.  Habíades  de  decir:  Legem 
pone  mihi,  Domine,  etc.  Mándame,  Señor,  lo  que  tengo 

260  de  hacer,  de  hablar,  lo  que  tengo  de  pensar;  de  todo,  Se- 
ñor, me  avisa,  y  aunque  yo  te  quiera  dejar,  no  me  dejes 

La  primera  cosa  que  ha  de  confesar  un  casado:  "Padre, 
yo  trato  mal  este  estado,  no  hago  en  él  lo  que  debo". 
¿Pensáis  que  porque  son  pecados  de  casa  no  se  acuerda 

265  Dios  de  ellos,  que  deja  pasar  lo  malo  que  en  vuestras  casas 
hacéis  con  vuestras  mujeres,  hijos  y  criados?  Nemo  carnem 
suam  odio  habuit,  sed  foveat  et  nutret  [sic]  eam.  Habéis 
de  mantener  a  vuestra  mujer,  y  no  sólo  mantenerla,  sino 
regalarla,  y  por  eso  el  hombre  que  no  es  amoroso,  no  hace 

270  lo  que  prometió  a  la  Iglesia,  no  es  buen  casado.  Quien  con- 
vidase a  un  casado  de  éstos  a  un  manjar  muy  excelente, 
y  aposta  hiciese  que  lo  hiciesen  desabrido  sin  grano  de 
sal,  veamos  cómo  se  hallaría  con  ello.  — Come,  casado.  — No 
tiene  sal  este  manjar.  — 'Excelente  era,  pero  no  tiene  sal. 

2T5  Todo  lo  que  dieres  a  tu  marido  y  tú  a  tu  mujer,  si  no  le 
tienes  amor,  no  tiene  sal. 

— Señor,  yo  la  sirvo  con  todo  cuanto  puedo.  — No  vale 
nada,  no  tiene  sal,  si  con  amor  no  lo  haces.  San  Pablo: 
Amad,  casados,  a  vuestras  mujeres,  como  Cristo  amó  a 

280  su  Iglesia;  y  las  mujeres  sed  subjectas  a  vuestros  maridos, 
como  la  Iglesia  a  Cristo. 

¿Habéis  visto  algunos  hombres  obedientes,  que,  aunque 
les  den  todo  el  mundo,  no  lo  tomarán,  ni  los  cielos,  si  Dios 
no  les  dice:  Tómalo?  Ansí  han  de  ser  las  mujeres  obedientes 

285    a  sus  maridos  y  subjectas.  Ad  virum  erit  conversio  tua,  le 
dijo  Dios.  Quiso  Dios  que  él  marido  mandase  y  ella  obe- 
dezca; cumpla  ella  el  mandamiento  de  su  marido;  él  vea 
cómo  manda,  que  a  Dios  dará  la  cuenta  de  cómo  mandó. 
Iuvenculae  viros  suos  diligant.  Han  de  ser  amorosas 

250  sin  rencillas.  Quaestiones  devita,  sciens  quia  generant  lites. 
¿No  os  acordáis  de  la  bendición  que  os  dieron  cuando  os 
casaron  y  dijeron:  La  buena  mujer  sea  como  vid  fructífe- 
ra en  los  lados  de  su  casa?  Los  rincones  de  su  casa  ha  de 
andar  mirando  y  remirando  para  vez  qué  recaudo  hay  para 

295  su  marido,  no  asentada,  sino  que  todo  pase  por  su  mano  y 
ordene  todo  lo  que  se  ha  de  hacer  y  lo  mande. 

263  haeuo  266  camera]  uxorem  293  ha]  han 

259    r-s-  -*6>  11  •        -67    06  Épfe.  5-  29  2S1    Cf.  Eph.  5,  ¿s-  24. 

285  Gen.  3,  16  (text.  LXX)  ;  cf.  Orígenls,  llcxapl..  Gen.,  c  4  : 
MG  15,  178- 

289   Cf.  Tit.  2,  4. 

293   Cf.  I's.  127,  3  i  q£  Man.  Toiet.,  tit.  7,  c.  1.  ' 


144 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


La  mujer  tenga  profundísima  reverencia  a  su  marido 
en  lo  más  secreto  de  su  casa,  como  si  estuviese  en  la  plaza. 
Mulier  autem  timeat  virum  suum.  Amelo,  pero  témalo  y 

300   reveréncielo.  La  mujer  esté  tan  vestida  de  reverencia  con 
su  marido  en  todo  tiempo  y  lugar,  por  secreto  que  sea, 
como  que  estuviese  en  la  plaza;  aunque  él  le  mostrase  re- 
galos, ella  con  profundísima  reverencia  y  humildad  en  todo. 
Veis  aquí  el  casamiento  de  ellos,  pero  esotros  males  que 

305  hay,  irse  el  marido  con  otra  mujer,  guárdenos  Dios.  ¡Ni 
mirarla!  No  he  de  hacerle  bien  ni  parecerle  para  desearla; 
no  he  de  hablar  tal  cosa  ni  de  pensarla.  Dejar  su  mujer 
por  otra,  ni  pensarlo;  ni  ella  a  él  por  otro.  ¿Quién  tal 
piensa  que  puede  pasar  entre  casados  en  el  mundo?  Que 

310  lo  demás  no  hay  nación  que  no  le  haya  parecido  mal,  por 
bárbara  que  sea,  que  es  quitarse  uno  a  otro  la  mujer  o  ha- 
cerse uno  a  otro  tal  traición.  Halo  abominado  esto  el  moro, 
el  judío,  el  turco,  no  [ha]  habido  generación,  por  irracio- 
nal que  sea  en  leyes  y  costumbres  y  vida  y  conversación. 

315  ¡Desventurado  dé  aquél  que  desata  este  vínculo!  ¡Malaven- 
turado del  que  desata  y  aparta  esta  unión! 

— Padre,  tengo  tantos  de  trabajos,  tengo  tantos  de 
hijos,  estoy  agora  preñada,  ¿quién  los  proveerá,  quién  los 
manterná?  Que  no  tengo  que  les  dar  a  comer.  — Amanter 

320  suscipiat  et  religiose  nutriat.  Y  creéme,  que  la  mujer  y  ma- 
rido que  da  buena  cuenta  de  esto  a  Dios,  que  habrá  ganado 
gran  corona;  habrá  hecho  una  cosa  grande.  Pagárselo  ha 
Dios.  Y  lo  que  aquí  tan  trabajoso  fué,  allá  será  muy  ale- 
gre y  gozoso,  cuando  en  hora  buena  se  lo  pagaren,  que 

325  será  dándoles  el  Señor  aquí  su  gracia  y  después  su  gloria, 
ad  quam  nos  perducat.  Amen. 


7  Dios  te  ruega  con  perdón  de  tus  pecados  * 

Miércoles  de  ceniza 

(Oña.  Bst.  8,  plut.  4,  n.  35  toas,  flf .  53  r  -  57  v. ) 

Convertimini  ad  me  in  toto  corde  vestro,  in  ieiunio, 
et  fletu,  et  plan[c\tu  [Ioel  2,  12]. 

Exordio:  La  peniten-     ¡Bienaventurado  aquel  que  nunca 
cia  es  obra  de  Dios  y    hubo  tristeza  de  corazón  y  nun- 
no  del  hombre  ca        atribulado  por  haber  peca- 

do contra  Dios!  ¡Bienaventurado 
aquel  que  nunca  tuvo  que  decir:  Señor,  pequé;  pésame  por- 

297  tengua  ||  307  he]  es  ||  322  Pasmárselo  [)  324  paguaren 

299   Cf.  Eph.  5,  33. 
*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  146-156.  «In  feria  quarta  cineruin»  (f.  53  r). 


MIÉRCOLES  DE  CENIZA 


145 


que  pequé  y  te  ofendí!,  etc.  Ecce  enim  ex  hoc  beatam  me 
dicent.  Todos  la  llamamos  bienaventurada  a  esta  bienaven- 

10  turada  doncella,  que  nunca,  por  haber  ofendido  a  Dios,  tuvo 
tristeza  de  corazón,  porque  nunca  pecó,  ni  jamás  ofendió  en 
lo  más  mínimo  del  mundo  a  Dios. 

Meta  cada  uno  la  mano  en  el  pecho,  y  conocerá  el  bien 
que  le  hizo  Dios  en  no  haber  pecado  en  cosa  que  le  diese  re- 
15  mordimiento  y  congoja,  por  decir:  "Pecado  he  y  en  desgracia 
estoy  de  Dios".  Esta  obra  de  no  pecar,  de  Dios  es;  y  obra 
es  de  Dios  levantaros  después  de  haber  pecado. 

Cum  opus  Dei  et  non  hominis  sit  paenttentia,  ut  ait  Au- 
gustinus  supra,  el  hombre  no  es  el  que  hace  la  penitencia. 

20  Frasis  es  de  Sagrada  Escriptura,  ut  ait  Dominus:  Non  vos  me 
elegistes  [sic],  sed  ego  elegí  vos.  Que  cuando  uno  hace  algo 
por  la  gracia  de  Dios,  dícese  Dios  hacerlo  y  no  el  hombre, 
porque  el  hombre  no  tiene  fuerza  de  sí  para  desechar  el 
mundo  si  no  se  la  da  Dios.  Por  eso  dice:  Non  vos  me  elegistes, 

25  sed  ego  elegí  vos.  Ansí  que  la  penitencia  obra  es  de  Dios  y 
no  del  hombre.  Quiere  decir  que  por  mucho  que  trabajemos, 
si  la  mano  de  Dios  no  anda  por  nuestras  entrañas,  por  de- 
más nos  es  pensar  que  haremos  penitencia  que  nos  aprove- 
che. El  que  mortalmente  peca,  en  un  pozo  se  echa  hondo,  de 

30  donde  no  podrá  salir  si  Dios  por  su  misericordia  no  le  da  la 
mano  y  lo  saca. 

¿Cómo  dice:  Converte  nos,  Domine,  ad  te,  et  converte- 
mur?  Porque  la  penitencia  que  hacemos  nosotros  de  nues- 
tra cosecha,  mientra  mayor  es,  tanto  es  peor;  como  fué  la 

35  de  Judas,  que  se  arrepintió  de  su  pecado  tanto,  que  del  tan 
gran  pesar  que  tuvo,  vino  a  desconfiar  de  la  misericordia 
de  Dios  y  a  desesperarse.  La  penitencia  de  puro  hombre  trae 
gran  arrepentimiento  del  pecado  y  desconfianza  de  la  mise- 
ricordia de  Dios.  La  que  es  de  parte  de  Dios  trae  gran 

40  arrepentimiento  del  pecado  y  juntamente  grande  confianza 
de  la  misericordia  de  Dios,  grande,  que  es  mayor  que  no 
cuanto  puede  hombre  haber  ofendido  a  Dios. 

Nunc  autem  idcirco  me  reprehendo  et  ago  paenitentia\m\ . 
Cuando  la  mano  de  Dios  anda  en  el  corazón,  ¡qué  de  otra 

45  manera  se  sienten  los  pecados!  Cuando  tú  la  haces,  va 
friática,  no  tienes  un  puñal  dentro  que  te  cava:  ¿Por  qué 
pequé?  Cuando  te  abre  el  entendimiento  Dios  y  te  da  a  en- 


10  Dios]  no  .s.  s. 
9    Le.  I,  48. 

19  San  Agustín,  Enchirid.,  c.  S2  (ML  40,  271)  :  «Non  solum 
cum  agitur  paenitentia,  verum  etiam  ut  agatur,  Dei  misericordia  ne- 
cessaria  est». 

21    lo.  15,  16. 

33    Thren.  5,  21. 

43    Iob  42,  6. 


146   SERMONES.   CICLO  rEWMR AL  

tender  quién  es  y  qué  mal  haces  en  pecar,,  otro  gallo  es  el 
que  canta,  que  no  cuando  tú  mesmo  te  tomas  el  arrepenti- 
50  miento.  Menester  es  la  gracia  de  Dios  para  dignamente  ha- 
cer penitencia,  que  nos  ayudará  a  salir  de  este  barranco  en 
que  hemos  caído  y  de  este  cieno  en  que  nos  hemos  enlo- 
dado, que  El  alimpia,  ayuda  a  los  que  se  han  ensuciado  en 
los  vicios. 

55  ¡Que  la  que  nunca  pecó  nos  ayude  a  los  que  por  nues- 
tra 'culpa  y  querer  caímos  y  a  los  que  de  nuestro  poder 
no  nos  podemos  levantar  por  más  que  trabajemos!  Para  que 
la  Virgen  nos  ayude  en  esta  cuaresma  a  hacer  penitencia 
—él  prencipio  es  hoy — ,  supliquémosle  nos  alcance  gracia. 

60  ¿Por  qué  nos  quita  la  Convertimini  ad  me  in  toto  corde 
Iglesia   los   cantares     vestro.  Es  un  gracioso  convite  a 

alegres  v  las  alaban.    las  oreJas  de  los  <lue  somos 

-reta  /lio  T»i«c9  cadores.  Dice  Dios:  Convertimim. 

zas  oe  wos .  Volveos  a  mí,  dice  el  Señor,  en 

65  todo  vuestro   corazón.   Hoy  que 

nos  hemos  apartado  de  Dios,  que  merecíamos  que  El  se  nos 
apartase,  ruéganos:  ¡Tornaos  a  mí!  Audiens.  Sapiens.  Pa- 
rábola. ¿Habéis  mirado  lo  que  la  madre  nuestra  Iglesia 
hace  hoy  para  decir  algo  a  los  que  somos  sus  hijos?  Mirá 
70  esta  misa  de  hoy,  lo  que  os  han  dicho  en  la  ceniza:  un 
cosicosa.  Y  bienaventurado  el  que  lo  entendiere  lo  que  aquí 
se  nos  ha  representado  y  el  que  pidiere  gracia  a  Dios  para 
obrarlo. 

Ni  cantan  Gloria  ni  Aleluya.  Cubren  el  altar  con  un  velo 
75  para  que  no  lo  veáis.  Quaenam  haec  parábola  est?  ¿Por 
qué  no  nos  dicen  Aleluya  y  Gloria?  ¿Por  qué  nos  cierran 
el  altar?  ¿Por  qué  nos  afrentan  con  ceniza?  Pensamos  que 
somos  no  sé  qué  sabios  de  linaje,  ¿y  decísnos  que  somos 
ceniza?  ¿Por  qué  no  nos  dijeron  Gloria  en  la  misa?  No  pecó 
80  ella,  pecamos  nosotros.  ¿Por  qué  no  cantan  en  los  maiti- 
nes Te  Deum  laudamus?  Porque  pecamos  nosotros,  que  no 
los  maitines. 

Mirá;  rogá  a  Dios  os  guarde  de  ser  desvergonzado  de- 
lante el  acatamiento  de  Dios;  que  no  hay  cosa  que  parezca 

85  peor  delante  los  ojos  dél  mundo  que  ser  una  mujer  des- 
vergonzada y  mala  para  su  marido,  ni  que  parezca  más 
mal  delante  los  ojos  de  Dios  que  un  ánima  desvergonzada 
que  le  ofende  sin  empacho  ninguno. 

— ¿Por  qué  lo  decís?  — Porque  es  grandísima  desvergüen- 

90  za  cantar  con  la  boca  gloria  a  Dios,  y  con  el  corazón  y 
obras  deshonrarle  y  confesar  que  no  le  tenéis  por  Dios. 
Mirá  qué  tanto,  que,  hablando  David  del  día  del  juicio,  no 
se  acordó  de  nada  de  lo  mucho  que  Dios  ha  de  acusar  al 


6i   Ioel  2i  i2. 


MIÉRCOLES  DE  CENIZA  147 


pecador  allí,  sino  como  cosa  que  mucho  desagrada  a  sus 
95  ojos  dijo  sólo  este  desvergonzamiento:  Peccatori  dixit  Deus. 
¿Qué  hay  que  decir  contra  el  pecador?  Y  sólo  dice  que  le 
dirá:  Quare  tu  enarras  iustitias  meas?  ¿Por  qué  tomas  en 
tu  boca  mis  alabanzas,  siendo  malo,  deshonrándome,  des- 
alabándome con  tus  malas  obras?  Si  en  tu  corazón  tienes 

100  encerrado  un  idolo,  al  cual  adoras  y  amas  por  tu  Dios, 
¿para  qué  dices  con  la  boca  y  exteriormente  bien  de  mí? 
¿Para  qué  me  alabas  y  me  confiesas  ut  ab  homine  porco. 
Colli[gitur]  quod  prae  caeteris  diligis. 

Si  tienes  tu  amor  puesto  en  tu  honra,  en  un  deleite  bes- 

105  tial,  en  una  venganza  o  hacienda;  [si]  en  el  lugar  que  ha- 
bía de  estar  Dios  puesto,  está  otra  cosa  que  no  es  El,  ¿no 
te  diré  que  aquél  tienes  por  Dios  y  no  a  Dios,  a  aquél  hon- 
ras y  a  Dios  deshonras?  San  Pablo  dice,  no  es  mío,  cuando 
dijo  que  la  wvaritia  erat  servitus  idolorum.  (Explicuit  hunc 

110  locum.J  Y  en  otra  parte,  que  el  vientre  era  ídolo  del  guloso. 
Luego  aquello  do  pones  tu  amor,  lo  pones  en  el  lugar  de 
Dios,  y  a  Dios  quitas  de  su  lugar. 

Pues  párate  a  pensar  que  convidas  a  Dios  y  en  su  lu- 
gar pones  una  abominable  bestia,  quitando  a  Dios  de  la  ca- 
lis becera  y  asentando  allí  a  aquella  bestia  por  más  prencipal, 
y  a  Dios  allá  en  los  pies,  donde  sea  hollado  y  pisado.  ¡Qué 
afrenta  tan  grande  es  la  que  recibe  Dios  de  ti!  ¡Y  cuán 
gran  desvergüenza  tuya  sería  si  con  palabras  le  dieses  a 
sentir  otra  cosa  de  lo  que  haces;  si  por  cumplir  tu  deseo 

120  carnal  dices  a  Dios:  "Quitaos  del  lugar  donde  estabais  y 
dádselo  a  este  deseo  bestial"!  ¡Mal  criado,  desconocido  y 
desvergonzado!  ¿Con  qué  ojos  y  cara  alabas  a  Dios  y  te 
dices  su  siervo  y  criado? 

Parvane,  fili,  videtur  tibi  fornicatio  tua?  A  propósito, 

125  que  cualquier  pecado  contra  Dios  es  fornicación  y  traición 
que  hace  el  hombre  contra  Dios.  Competir  en  tu  corazón  el 
pecado  y  Dios  y  dar  la  palma  al  pecado,  cosa  recia  es.  Y  a 
este  tal  corazón,  ¿qué  le  parecerá  decir:  ¡Gloria  sea  a  ti, 
Señor!  ¡A  ti  confesamos!  ?  Más:  a  ti  negamos,  te  convernía 

130    con  mayor  razón  decir. 

Ansí  dice  San  Pablo  que  con  la  boca  decimos:  ¡Gloria 
sea  a  Dios!,  y  con  el  corazón:  ¡No  hay  Dios!  Dixit  insipiens 
in  corde  suo:  non  est  Deus.  ¿Qué  quiere  decir:  no  hay  Dios? 
¿Quién  fué  tan  necio,  que  especulativamtente  tal  dijo  jamás? 

135  En  el  mundo  no  ha  habido  hombre  tan  loco  que  tal  desatino 
haya  osado  decir:  "¡No  hay  Dios!"  Adorar  los  gatos  y  las 
cebollas,  eso  sí,  pero  decir:  "¡No  hay  Dios!",  nunca  tal  se 


97  Ps.  49,  16. 

109  Cf.  Eph.  5,  5;  Col.  3,  5  ;  Phil.  3,  19. 

124  Cí.  Ez.  16,  21. 

133  Ps.  13,  1  ;  52,2. 


148  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dijo.  Pues  ¿qué  es  eso  que  dijo  David,  que  dijo  el  loco  en  su 
corazón:  No  hay  Dios?  Porque  el  hombre  que  no  siente  de 

140  Dios,  ni  obedece  a  Dios,  ni  le  asienta  en  su  lugar,  ése  dice 
que  no  hay  Dios. 

Esperá,  veamos  esto  más  claro.  Está  un  juez  en  una  ciu- 
dad, puesto  de  mano  del  rey;  mándaos  que  no  salgáis  de  una 
casa  por  cierto  delicto  de  que  os  acusan;  venís  vos,  y  como 

145  si  aquel  hombre  no  fuese  vuestro  juez  ni  tuviese  superioridad 
sobre  vos,  en  acabando  de  notificároslo,  salisos  de  casa  y 
vaisos  por  do  se  os  antoja,  y  aun  ponésos  delante  de  él, 
no  haciendo  más  caso  de  él  que  si  no  fuera  vuestro  juez. 
Dado  que  el  entendimiento  os  diga  que  es  vuestro  juez,  pues- 

150  to  por  el  rey;  pero  las  obras  que  vos  hacéis,  claro  dicen  que 
no  le  tenéis  por  tal.  La  desobediencia  y  la  pátrica:  no  es  éste 
juez.  ¡Oh  señor!  Que  yo  le  confieso  por  tal  y  sé  que  el  rey  le 
tiene  puesto  por  su  servicio.  Bien  es  eso,  pero  vuestra  obra 
otro  dice. 

155  Está  delante  ti  un  hombre  a  quien  se  le  debe  gravedad  y 
reverencia  por  su  persona  y  por  el  cargo  que  tiene;  no  tienes 
vergüenza  ni  temor  de  hacer  delante  de  él  lo  que  harías 
delante  de  otro  tan  malo  y  aun  peor  que  tú.  La  mesma  mala 
obra  que  heciste  mala,  esa  obra  semejable  [e]s  a  las  que  se 

160  hacen  delante  los  hombres  sin  autoridad,  no  es  de  las  que 
pasan  delante  hombres  dignos  de  reverencia  y  gravedad.  El 
hombre  que  tan  poco  obedece  a  Dios,  si  le  agradece  las  mer- 
cedes, ¿qué  dice  sino  que  no  tiene  a  Dios  por  Dios,  ni  le  honra 
como  a  tal,  antes  le  deshonra  y  le  juzga  por  indigno  de  reve- 

165  rencia?  Porque  el  agradecer  no  nace  sino  de  creer  que  no 
os  debo  nada.  Y  si  creo  y  no  os  agradezco,  el  entendimiento 
dijo:  "Yo  os  agradezco,  déboos";  la  obra  dice:  "No  os  debo 
nada".  La  obra  que  quiebra  los  mandamientos,  ésa  niega 
a  Dios,  puesto  caso  que  la  boca  lo  confiese. 

170  ¿Habrá  aquí  algún  Faraó[n]  ?  Dícele  Dios:  — Deja  a  mi 
pueblo,  que  le  tienes  injustamente  oprimido.  — Dominum  non 
novi,  dice;  ¿de  qué  gravedad  me  traéis,  Señor,  mandamien- 
to? (Explica.)  Era  mal  hombre,  endurecido  de  corazón.  Pues 
si  os  predicamos  en  el  nombre  del  Señor  Dios,  dejá  lo  ajeno. 

175  Manda  el  Señor:  "Deja  la  manceba,  perdona  a  quien  te  inju- 
rió". No  sé  qué  me  responderéis  en  la  creencia,  mas  las  obras 
esto  dicen:  "Ni  conozco  quién  es  el  Señor,  ni  la  mujer".  En 
buen  romance  la  obra  tal  niega  a  Dios  a  pies  juntos. 

Dice  nuestra  madre  la  Iglesia:  Hasta  que  hagáis  peni- 

180  tencia  y  os  convirtáis  al  Dios  que  os  crió,  quiéroos  quitar 
los  cantares  de  alegría  y  alabanzas  a  vuestro  Dios,  porque  no 

159  obra2]  obras 

172  gravedad]  gra  ||  177  post  mujer  lac.  unius  verb. 


I72    Cf.  Ex.  5,  2. 


7.     MIÉRCOLES  DE  CENIZA 


149 


cabe  decir  bien  de  uno  y  obrar  mal  contra  él.  Purificaos  y 
alimpiaos,  conoced  vuestro  pecado,  demandad  a  Dios  mise- 
ricordia y  ayuda  para  emendaros  y  comenzá  a  obrar  como 
habláis;  y  hasta  entonces  no  cantéis  alegría  ni  alabanza,  por- 
que es  desvergüenza  muy  grande. 

— ¿Y  el  altar,  por  qué  me  lo  cubren  todo?  — Es  menester 
estar  aquí  alguno  que  piense  que,  viviendo  a  su  voluntad, 
está  bien  con  Dios  [Odio  sunt  Deo]  impius,  et  impietas 
eius:  ¡Si  [nos]  abriese  Dios  los  ojos  para  que  creyésemos  este 
artículo!  — -¿Por  qué  me  ponéis  aquel  velo?  — 'Mirad.  El  altar 
representa  a  Dios  y  los  bienes  que  de  El  nos  vienen.  Para 
darte  a  entender  y  traerte  a  buena  recordación  que,  si  estás 
en  su  ofensa,  te  asconderá  su  faz  y  no  tienes  parte  en  sus 
bienes.  Iniquitates  vestrae  diviserunt  te.  Y  oye,  hombre  a 
quien  toca  esto,  en  el  punto  que  al  pecado  tomaste,  heciste 
división  con  Dios.  Et  explica  authori  [sic].  ¡Bueno  estarás 
sin  tener  parte  con  Dios!  ¡Desventurado  de  ti,  y  qué  pobre 
quedarás! 

200  Acuérdate,  hombre,  — ¿Por  qué  me  ponen  ceniza? — Por- 
que eres  ceniza  Que  no  puedes  hacer  penitencia  si 
eres  fantástico,  elevado  y  altivoso. 
No  conoces  tu  flaqueza  y  lo  poco  que  vales  y  puedes  por  ti 
si  Dios  no  te  da  su  mano.  No  ha  de  haber  cosa  en  lo  que 

205  Dios  ha  criado  tan  baja  como  tú,  si  Dios  ha  de  hacer  mise- 
ricordia contigo.  Y  porque  te  abajes,  aunque  seas  rey,  o 
emperador,  o  papa,  y  te  conozcas  por  pobre  y  miserable  ne- 
cesitado de  las  limosnas  de  Dios,  memento,  homo,  etc.  Para 
que  te  confieses  por  miserable,  acuérdate ,  hombre,  que  eres 

210  ceniza. 

— ¿Y  soy  ceniza,  padre?  ¡Cuánto  más  de  las  mujeres  her- 
mosas! — Si  fuérades  muerto,  cierto  está  que  todos  los  que 
mueren  paran  en  eso.  — Pero  ¿antes  que  muera  me  decís  que 
soy  ceniza?  — Cuando  nuestros  padres  estaban  bien'  con 

215  Dios,  el  cuerpo  vivo  y  el  alma  fuego  vivo  era;  en  su  amor 
estaban  abrasados;  metióse  el  pecada  en  medio  y  dejó  el 
cuerpo  muerto,  y  el  alma  de  él.  No  hay  que  dificultar. 

- — Pero  ¿cómo  el  cuerpo  le  decís  muerto?  — Corpus  autem 
vestrum  mortuum  propter  peccatum.  — ¿Por  qué  muerto? 

220  El  cuerpo  de  los  que  estamos  aquí,  ¿no  están  vivos? — R [es- 
pondo]  :  Porque  estás  subjecto  a  morir  y  necesitado  a  pena- 
lidades que  son  del  reino  de  la  muerte:  frío,  hambre,  can- 
sancio, enfermedad;  por  eso  le  dicen  muerto.  Acuérdate, 
pues,  hombre,  aunque  seas  de  veinte  y  cinco  años,  que  eres 


189  Sap.  14,  9. 

195  Cf.  Is.  59,  2. 

208  Miss.  Rom.,  Fcr.  IV  Cincrum,  in  imposit.  cin.;  cf.  Gen.  3,  19. 

219  Cf.  Rom.  8,  10. 


1W 


150 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


225  ceniza,  y  ese  cuerpo  es  ceniza,  a  penalidades  subjecto  y  a 
muerte. 

Y  de  parte  del  ánima,  si  la  tentación  te  desmaya,  si  los 
pecados  te  ensucian,  si  tu  carne  te  vence,  si  el  demonio  te 
derrueca,  ceniza  y  menos  que  ceniza  te  digo.  Y  no  se  corra 

230  nadie  porque  le  hayan  llamado  ceniza,  que  Job  dijo:  Ventus 
est  vita  mea,  y  Abraham:  Loquar  ad  Dominum  cum  sim 
pulvis  et  cinis.  La  vida  viento  y  el  cuerpo  ceniza.  ¿Qué  os 
parece?  ¿Qué  reposo  ternía  nadie  si  fuese  de  tal  manera  que 
no  hubiese  aire,  por  delgado  que  fuese,  que  no  le  hiciese 

235  volar?  Acuérdate,  hombre,  y  pon  remedio  en  tus  males. 

Con  cuatro  cosas  de  ceremonias  que  pone  la  Iglesia,  sci- 
licet,  quitar  Gloria,  Aleluya,  Te  Deum  laudamus,  que  todo 
va  a  una  cuenta,  cubrir  con  velos  el  altar,  dice  que  os  acor- 
déis que  sois  ceniza,  dando  a  entender  que  miremos  que  he- 

240  mos  ofendido  a  Dios.  Por  lo  cual  con  particular  instinto  del 
Espíritu  Santo  movida  la  Iglesia,  apartó  la  Iglesia  este  poco 
de  tiempo,  que  es  la  décima  parte  del  año,  para  que  reme- 
diemos lo  pasado  y  dezmenos  y  ofrezcamos  a  Dios  acepto 
sacrificio.  Eoce  nunc  tempus  acceptabile,  ecce  nunc  dies  sa- 

245  lutis.  No  llamaría  yo  cristiano  al  que  en  la  cuaresma  no  tiene 
más  buenas  obras  que  en  otro  tiempo,  al  que  en  ella  no  deja 
la  mala  vida  pasada.  No  merece  llamarse  hijo  de  la  Iglesia 
quien  falta  de  lo  que  en  este  tiempo  la  Iglesia  nos  convida 
a  hacer. 

250  ¿Qué  es  el  ayuno?  Si  de  andar  por  esas  plazas  o  comer 
demasiado  enfermáis,  decidme:  ¿no 
os  echáis  en  vuestra  cama  y  se  llama  el  médico  para  que 
entienda  en  vuestra  cura,  y  vos  y  los  de  vuestra  casa  tra- 
ballan  porque  sanéis?  No  es  más  este  tiempo  sino  de  curar 

255  enfermos;  no  lo  dejéis  pasar  en  balde,  por  servicio  de  Dios. 
Estás  enfermo  de  mucho  hablar  entre  año;  para  que  tomes 
por"  cuidado  de  refrenarte  en  este  sartto  tiempo  del  ayuno, 
digas  y  hagas  cuenta  contigo:  "Yo  estoy  enfermo,  tengo 
necesidad  de  guardarme  de  esto  y  de  esto;  curándome  es- 

260  toy".  Esto  es  el  ayuno:  poco  hablar,  poco  deleitar,  dieta  de 
la  mala  vida  que  has  tenido  todo  el  año,  cura  de  las  enfer- 
medades en  que  caíste  todo  el  año.  Y  el  hombre  que  en  el 
tiempo  del  remedio  se  empeora,  ¿qué  remedio  le  quedará, 
sino  desafiuciarle  por  perdido? 

265  (Pues  que  Dios  nos  dejó  llegar  vivos  a  este  tiempo  que 
tanto  lo  teméis,  tiempo  verná  en  el  cual  deseéis  un  día  para 


240  particular]  grande  fr.  m. 


231  Job  7,  7. 

232  Cf.  Gen.  18,  27. 
245    2  Cor.  6.,  2. 


MIÉRCOLES  UE  CENIZA 


151 


en  él  pedir  perdón  del  mal  que  habéis  fecho  y  del  mucho 
que  le  habéis  ofendido,  y  os  harán  harta  merced  si  os  lo 
dan.  Pídoos,  por  reverencia  de  Dios  y  por  la  sangre  que 

270  Jesucristo  derramó  por  nosotros  en  la  cruz,  toméis  este 
tiempo  como  si  luego  os  hobiésedes  de  morir,  en  pasando, 
y  nos  aparejemos.  No  te  confíes  con  decir:  "No  soy  aman- 
cebado; ¿qué  me  pedís  que  haga?",  etc.  Mira  tu  cuenta, 
si  es  tanto  tu  gasto  como  tu  recibo,  si  tienes  buen  descargo; 

275  que  quizá  antes  que  venga  Pascua  estaremos  fuera  de  esta 
vida  algunos  y  muchos  de  los  que  estamos  aquí.  Aparejad 
esta  cuenta.  E  si  muriéredes  para  Pascua,  no  [o]s  arrepin- 
tiréis  de  habello  hecho,  y  si  viviéredes,  comenzaréis  a  vivir, 
que  no  llamo  yo  vida  lo  que  se  vive  en  desgrado  de  Dios  y 

280   en  descontento  suyo,  sino  muerte  del  infierno. 

Utamur  ergo  parcius  —  cibo,  iocis  et  potibus,  dice  la 
Iglesia.  Ha  de  ayunar  hombre  en  todo  lo  malo,  los  ojos, 
pensamientos,  la  voluntad.  Y  no  te  contentes  con  decir: 
"Ya  ayuno,  bástame;  no  me  pidáis  que  ore  y  que  dé  limos- 

285  na".  ¿Pecas  en  veinte  cosas,  y  conténtaste  que  pague  la 
boca  y  el  estómago?  Si  pecaron  los  ojos,  tus  pies,  tus  ma- 
nos, tu  cuerpo,  tu  voluntad,  ¿no  será  razón  que  paguen 
ellos  tamfbién? 

Dios  te  convida    Padre,  habéis  hablado  con  la  una  parte 
290  con  el  perdón  de    no  más;  ya  satisfaced  a  la  otra  de  él. 
tus  pecados        ¿Qu¿  s¿  y°  si  Dios  nie  querrá  perdonar 
y  aunque  yo  le  pida  perdón  y  miseri- 
cordia? 

En  eso  estuviésemos.  Mirad  la  grandeza  de  Dios,  cómo 
295   tan  altamente  da  a  conocer  su  voluntad.  Convertimini,  dice 
el  Señor,  etc.  ¿Vistes  tal  cosa?  Hombre  injuriado,  ése  sea 
el  que  vaya  a  rogar  al  que  lo  injurió,  que  sea  su  amigo  y 
convidarle  con  el  perdón.  Bien  parece  quién  eres  tú,  Señor; 
a  ti  huele  este  encienso  de  bondad  y  largueza.  El  mesmo 
300  Dios  a  quien  hemos  injuriado,  que  nos  podría  enviar  a  los 
infiernos  con  grandísima  razón,  ese  mismo  es  el  que,  etc. 
Mirad  lo  que  dice  Dios  al  ánima  que  está  en  su  desagrado: 
¿Hasta  cuándo  estarás  enojada?  Nurruquid  irasceris,  etc. 
Grandísima  gana  tiene  Dios  de  nuestro  remedio  y  salvación. 
305  Mirad  qué  tanto,  que  él  mesmo  nos  enseña  cómo  lo  hemos 
de  llamar  y  la  petición  con  que  le  habernos  de  pedir  su  amis- 
tad: Pater  meus  es  tu,  etc.,  virginitatis  meae.  ¡Cómo!  ¿No 
es  cosa  maravillosa  que  mande  el  Señor  a  iuno  que  no  se 

272  post  y  lar.  unius  verb. 

281  «Utamur  ergo  parcius — verbis,  cibis  et  potibus, — somno,  io- 
cis, et  acodos — perstenms  in  custodia»  (Brev.  Rom.,  kymtl.  ad  MaLuL. 
temp.  Quadrag.). 

295    Ioel  2,  12.  307   Gf.  Ier.  3,  4-5. 


152 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


merece  nombrar  por  la  boca,  ni  decirle  aun  juez  mío  y  cas- 

310  tigador  mío  eres  tú;  mi  Padre  eres  tú,  etc.?  Porque  las  en- 
trañas, no  hay  cosa  que  no  perdone  al  hijo  que  se  convierte 
a  El  pidiéndole  perdón.  Ansí  se  manda  llamar  Padre,  como 
quien  dice:  Como  el  padre  desea  que  su  hijo  se  vuelva  a  él; 
es  más,  mi  desposado  que  goce  mis  primeros  amores.  Mira 

315  qué  tanto  siento  esto. 

Perdix  fovet  pullos.  (Explica  cum  proprietate  perdicis.) 
Perdix  fovit  quae  non  peperit;  fecit  divitias  et  non  in  iudi- 
ció.  In  dirmdio  dierum  derelinquet  eas,  et  in  novissimo  erit 
insipiens.  Quomodo  etiam  los  perdigoncitos  grandes  recla- 

320  ma  la  propria  madre  y  en  el  canto  conócenla  y  dejan  la 
ajena.  Veis  cómo  en  la  mitad  de  sus  años  la  desampara- 
ron, etc.  ¿Qué  [es]  esto?  Di,  hermano:  Si  estás  en  ofensa 
de  Dios,  ¿debajo  de  cuya  mano  estás?  Debajo  la  perdiz  que 
tiene  lo  que  no  parió.  No  te  engañe  nadie;  no  te  crió  ni  en- 

325  gendró  el  demonio.  Dios  te  crió.  — Pues  ¿cómo  me  tiene  el 
demonio?  — Eso,  ¿sabes  por  qué?  Porque,  errándote  Dios, 
comes  manjares  del  demonio,  pues  que  te  crías,  riges  y  go- 
biernas al  sabor  del  demonio.  Eres  tú  peor  que  los  hijos  de 
la  perdiz.  ¿No  conocerás,  en  la  voz  que  te  da,  tu  proprio 

330  Señor,  que  te  crió  y  te  sustenta  y  te  da  y  conserva  la  vida 
que  tienes?  Si  te  ha  engañado  el  demonio,  no  pases  delante. 
Mira  la  voz  de  Dios,  que  es  tu  legítimo  Padre  y  que  te 
llama  con  entrañas  enfinecidas  del  amor,  esperándote  a  que 
vayas  a  El,  abiertas  las  alas  de  su  misericordia  para  cu- 

335   brirte,  etc. 

Si  una  mujer  ha  hecho  traición  a  su  marido,  luego  la 
echa  de  su  casa,  y  la  ley  lo  permite  así,  y  sale  de  la  tutela 
de  su  marido,  que  no  le  es  obligado  a  darle  lo  que  ha  me- 
nester. Tú,  ánima  que  has  fornicado  contra  tu  Dios  en  mu- 

340  chos  pecados,  tórnate  a  mí,  dice  tu  Señor  Dios.  Esta  es  la 
voz  de  tu  primero  padre  y  primero  esposo.  Esta  sea  la 
voz  que  suene  en  tus  orejas  y  se  emprima  en  tus  entra- 
ñas, etc.  Te  quiere  para  sí;  no  te  quieras  tú  dar  a  su  con- 
trario; valga  más  la  voz  de  tu  padre  que  no  la  de  tu  ene- 

345  migo;  más  la  de  tu  esposo  que  no  la  de  tan  abominable 
rufián.  Acuérdate  de  esta  palabra.  Dios  te  ruega  con  per- 
dón de  tus  pecados.  Guárdate  no  venga  día  en  que  te  arre- 
pientas de  no  haberla  oído. 

— ¿Querráme  Dios,  si  me  torno  a  El?  Decí,  padre. 

360  —Hará  Dios  fiesta  y  los  ángeles  y  todos  sus  cortesanos  re- 
gocijarán en  los  cielos.  Convertimini  ad  me,  dice  Dios. 

312  a]  en 

319  perdingocotos 

316  Cf.  Ier.  17,  II. 
319  Cf.  Ier.  17,  11. 
351    Ioel  2,  12. 


MIÉRCOLES  DE  CENIZA 


153 


Mira  qué  tanto.  Porque  no  esté  aquí  alguno  desmayado  y 
diga:  "Tanto  he  pecado,  que  no  me  acogerá  Dios;  tanto  le 
he  ofendido;  tan  enormes  y  graves  son  mis  males". 

355  Toma  la  ceniza  de     Acuérdate,  hombre,  que  eres  ceniza, 
Cristo,  la  memoria     dice  Dios ;  acuérdate  del  pecado  que 
de  su  pasión         *e  consumió  y  fuego  que  te  tornó  ce- 
niza; acuérdate  que,  para  remediar 
esos  males,  hizo  Dios  por  ti  lo  que  hizo;  para  remediar 

360  esto  vino  Dios  y  El  mismo  fué  abrasado  de  amor  y,  hecho 
cenizado  [stc],  fué  trabajado,  sudó,  cansó,  fué  perseguido 
y  afrentado,  crucificado  por  ti. 

(Alegoriza  aquí  la  vaca  que  mandaba  Dios  quemar  y 
hacer  polvos  y  la  ley  que  acerca  de  ella  dispone.)  Porque 

365  no  desmayes  por  la  muchedumbre  de  tus  pecados,  ordenó 
remedio  para  ellos,  que  el  mesmo  Señor,  figurado  por  la 
vaca  que  mandaba  quemar,  enciende  un  fuego  de  dolores 
y  de  tormentos  por  otro  fuego  de  amores,  que  todos  se 
ardían.  Uno  fué  abrasado  en  la  cruz,  que  es  el  hisopo,  una 

370  yerba  con  que  esparcían  la  sangre,  si  no  os  quema  la  vaca. 
Crucifican  a  Cristo,  y  después  la  ceniza  que  da  aprovecha 
para  que  con  agua  viva  la  esparzamos. 

— He  pecado  mucho.  — Toma  la  ceniza  de  Cristo,  toma 
la  memoria  de  su  pasión;  acuérdate  que  El  obedeció  más  al 

375  Padre  que  tú  pecaste;  que  agradó  El  más  que  desagradaste 
tú;  toma  la  memoria  de  Jesucristo  crucificado;  júntala  con 
agua  viva.  No  se  te  pide  sino  que  te  subjetes  a  la  Iglesia, 
digas  a  Dios  que  pequé  contra  ti,  pésame  de  haber  ofendi- 
do a  mi  Dios,  que  eres,  Señor,  incomprehensible  bien.  El 

380  pone  los  sacramentos ;  pon  tú  un  poco  de  agua  viva  de  con- 
trición. ¿Cómo  no  te  pesará  de  haber  ofendido  a  quien  se 
puso  por  ti  en  la  cruz?  ¿Es  mucho  de  hacer  esto  que  te 
manda  Dios?  ¿Es  mucho  que,  si  el  hijo  ha  dado  de  bofeta- 
das a  su  padre,  que  para  venir  a  estar  bien  con  él  y  suce- 

385  der  en  su  hacienda  le  pida  su  padre  que  se  arrepienta  de  lo 
que  hizo  con  él  y  le  pida  perdón,  que  él  le  perdonará  y 
amará?  Pues  toma  la  memoria  y  fe  de  la  pasión  de  Cristo 
y  el  arrepentimiento  de  tus  pecados,  que  si  fueren  tus  pe- 
cados tan  bermejos  como  sangre,  tornarse  han  blancos  como 
390  nieves,  dice  Dios. 

Yo  os  tornaré  los  años  de  los  pulgones  y  langostas. 
Hánsete  pasado  los  años  de  tantos  pecados  como  contra 
Dios  hiciste,  sin  haber  en  ellos  hecho  penitencia  de  cuanto 
mal  has  hecho.  Mira  que  vuelto  ha  Dios  los  años,  etc. 

395       Zelatus  est  Dominus  terram  suam. 


367  encienden 


364  Num.  19,  1-22. 
390    Is.  1,  18. 


391  Cf.  Ioel  2,  25. 
395    Ioel  2,  18. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Sirve  ahora  a  Dios,     No  se  puede  escrebir  lo  que  por  Dios 
como  antes  al  diablo     pasa  cuando  a  un  pecador  ve  Llorar 
sus  pecados.  Commota  sunt  viscera 
mea.  Dice,  pues,  el  texto:  Zeló  el  Señor  su  tierra,  como  un 

400  marido  que  ve  su  mujer  en  poder  de  hombres  ajenos. 

Si  estás  en  poder  de  pecados,  llama  tu  Señor  con  el  nom- 
bre que  te  manda  llamarle;  llámale  Padre  mío,  Esposo  mió, 
que  os  acudirá  a  te  ayudar.  Dice  el  Señor:  "Esta,  esposa 
mía  es;  éste,  hijo  mío  es;  quiérole  ayudar  y  socorrer".  Mas 

405  ¿cómo  no  ahogará  tus  pecados  mucho  mejor  que  ahogo  los 
egiptos  ep  el  mar?  Zela,  pues,  su  tierra  el  Señor,  y  perdó- 
nala; y  dice  El:  "Y[o]  os  daré  tiempo,  etc.,  yo  os  restituiré 
los  años;  no  desmayés".  Si  quieres  dejar  tu  mala  vida,  no  te 
espante,  llégate  a  Dios;  El  tornará  los  años  perdidos,  para 

410  que  por  la  penitencia  que  hagas  de  ellos  ya  no  se  te  cuenten 
en  condenación,  sino  para  que  [c] obres  grandes  fuerzas  de 
ver  las  misericordias  que  contigo  ha  usado  el  Señor. 

— ¿Qué  haremos,  que  es  trabajo  hacer  penitencia,  que 
duélenos?  Ni  estos  ruegos...  — 'Señor,  soy  flaco,  ¿cómo  ayu- 

415  naré?  —.Señor,  tengo  tantos  hijos  en  fulana,  ¿cómo  la  de- 
jaré? — Señor,  dame  de  comer  lo  que  he  menester,  ¿cómo  me 
apartaré...?  — No  hay  remedio,  ¡oh  padre! 

— ¿Y  queréis  ya  ley?...  [Humanum  dico,]  propter  infir- 
mitatem;  sicut  exhibuistis  membra  vestra  [serviré  immundi- 

420  tiae]...  Eso  os  parece  recio,  ¿y  paréceos  menos  recio  andar 
toda  la  noche  de  acá  para  allá  en  vuestras  cosas?  Jugar  toda 
la  noche,  ¿no  es  eso  nada?  — Padre,  no  se  siente.  — ¿Cómo 
es  esto?  Que  sufres  eso  con  un  ánimo  de  un  Héctor,  y  abres 
la  bolsa  con  un  ánimo  de  Alejandre  para  tus  pasatiempos; 

425  y  si  te  piden  para  Dios,  luego  se  te  caen  los  brazos.  ¿Es  más 
razón  que  pueda  más  el  diablo  contigo  que  Dios?  No  os  pido 
mucho,  dice  el  Apóstol:  cosa  hacedera.  ¿Qué  es  eso  poquito? 
Que  siquiera  hagáis  lo  que  en  algún  tiempo  habéis  hecho  sir- 
viendo al  mundo  y  diablo  y  a  vosotros  mismos.  Que  si  te 

430  dolió  el  estómago,  el  vientre,  por  haber  comido  mucho,  que 
te  duela  agora  por  haber  de  comer  otro  tanto.  No  te  pido 
al  doble,  sino  a  la  iguala,  sino  que,  como  sirves  al  diablo  para 
dañar  tu  ánima,  de  esa  misma  manera  sirvas  a  Dios  para 
salvarla. 

435  No  sé  cómo  llame  un  cristiano  que,  si  antes  venía  el  diablo 
que  Dios,  abría  al  diablo  y  no  a  Dios;  y  agora  que  viene 
Cristo  Dios  en  este  tiempo  y  después  el  diablo,  deje  llamar 

414  estos]  nos  ni  estos  add.  ¡  post  ruegos  deest  dim.  linea  \\  417  post  apartaré 
lac.  duorutn  verb.  ||  418  post  ley  lac.  unius  verb.  ||  419  post  vestra  lac.  duorum 
verb.  lí  420  os)  os  add. 

437  llamar]  deje  llamar  add.  |¡  439  al]  j  al  add. 

399    Cf.  Ier.  31,  20  ;  Thren.  2,  II  ;  Ioel  2,  12. 
'419    Cf.  Rom.  6,  19. 


8.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


155 


a  Dios,  quebrarse  la  cabeza,  amanecer  a  decir  dando  voces. 

Y  viene  el  diablo  y,  al  primer  toque,  correr  abrirle,  dejando 
440  a  Dios  despreciado. 

Mira  por  qué  camino  te  apartaste  de  Dios,  y  por  ése  te 
torna  a  tu  Dios.  Si  te  apartaste  por  hulana,  déjala,  y  por 
el  mesmo  camino  has  acertado  a  hallar  a  Dios.  Si  tienes 
algo  mal  ganado...  Dice  Dios:  Tornaos  a  mí.  ¿Cómo?  Jn 
445  ieiunio  et  fletu,  etc.  El  cuerdo  lo  sienta,  y  si  te  dió  goce  el 
pie,  llora  de  dentro,  y  después  salga  afuera;  que  si  de  fuera 
sí,  no  de  dentro,  seremos  como  hipócritas. 

(Hic  edissere  de  Evangelio:  Cum  ieiunatis,  nolite,  etc.) 

Y  es  de  tanta  fuerza  este  lloro  y  arrepentimiento  y  llamar  a 
450  Dios  en  tanta  necesidad,  no  a  otro,  sino  a  tu  Dios,  a  tu  Pa- 
dre y  a  tu  Esposo,  que  bastará  por  la  pasión  de  Jesucristo 
a  darnos  su  gracia,  etc. 


8      Motivos  para  trabajar  en  la  viña  del  Señor  * 
Domingo  de  Septuagésima 

(Oña,  ,Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  65  bis,  Ctf .  21  v  -  28  r.) 

Voda  operarios  (Mt.  20,  [8]). 

Exordio:    Reparto     El  oficio  de  padre  de  las  compañas: 

de  la  parábola        el  <*ue  tiene  casa  y  hacienda  [y] 
lleva  obreros  a  trabajar,  hales  de  pa- 

5  gar  muy  bien  a  los  trabajadores  el  jornal  que  puso  con 
ellos;  no  los  ha  de  defraudar  en  la  paga  de  su  trabajo.  El 
que  derrama  la  sangre  de  su  prójimo  y  el  que  no  paga  el 
jornal  al  que  trabajó  en  su  hacienda,  igualmente  peca,  her- 
manos son,  iguales  los  hace  la  sagrada  Escriptura.  El  que 

10  tiene  hacienda  para  llevar  a  ella  quien  se  la  cure  y  labre, 
tenga  manos  para  pagalle  su  jornal  y  trabajo.  El  cargo  del 
que  va  a  trabajar  es  hacer  fielmente  todo  lo  que  pudiere  y 
trabajar  con  diligencia  y  cuidado.  El  oficio  de  la  mujer,  el 
oficio  de  la  señora  de  casa  es  guisar  muy  bien  de  comer  a 

15  los  que  andan  trabajando  en  la  hacienda  de  sus  maridos, 
para  que,  cuando  vengan  cansados,  se  refresquen  y  des- 
cansen y  huelguen. 

Veislo,  pues,  aquí  bien  repartido.  El  señor  de  la  viña 
es  Dios,  es  muy  buen  pagador  a  maravilla.  Numquid  semini 

20  Iacob?  ¿Dije  yo  en  balde  a  los  hijos  de  Israel  que  me  sir- 
viesen? Dice  la  glosa  interlinear:  Non,  quia  promisit  regnum 

445   Ioel  2,  12. 
448   Cf.  Mt.  6,  16. 

*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  76-92.  «Dominica  in  Septuagessima»  (f.  21  v). 

9   Ecch.  34,  27.  21    Cf.  Is.  45,  19. 


156 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


caelorum.  Quejaos  por  ahí  de  ese  pagador.  ¿Págaos  mal 
lo  que  por  El  trabajáis?  Los  trabajadores  somos  nosotros. 
¡Cuáles  somos!  Dios  nos  haga  mejores  por  su  bondad  y  mi- 
25  sericordia.  La  que  ha  de  guisar,  la  Virgen  es,  la  esposa  de 
Dios.  Si  nos  encomendamos  a  ella,  sin  duda  nos  oirá,  que 
grandísimo  es  el  cuidado  que  de  nosotros  tiene  continua- 
mente. Que  ansí  lo  dice  el  introito  de  la  misa:  Circumdede- 
runt  me,  etc 

30  Llamar  a  Dios  es  desconfiar  de  sí  y  confiar  de  Dios,  pro- 
nunciando su  tribulación.  Llámale,  que  no  será  en  balde, 
porque  dice:  in  templo;  que  te  oirá  en  el  templo  santo.  Este 
templo  es  la  Virgen  nuestra  Señora;  aquí  se  aposentó  cuan- 
do se  hizo  hombre;  aquí  mora  agora  por  gracja.  Llamé- 

35  mosle  en  ella,  para  que  seamos  buenos  trabajadores  y  reci- 
bamos el  denario.  Supliquemos  a  la  Virgen  sagrada  que 
nos  alcance  la  gracia,  y  para  que  ansí  lo  haga,  digámosle 
con  devoción  el  Ave,  María. 

Epístola  y  evange-     Voca  operarios,  etc.,  ubi  supra.  Las 

40   lio  nos  convidan  al     palabras  que  con  el  favor  del  Espíri- 
trabajo  tu  Santo  darán  fundamento  a  nues- 

tro sermón,  díjolas  Jesucristo  en  el 
evangelio  que  en  la  misa  de  hoy  se  han  cantado.  Dicen  en 
romance:  Llama  a  los  trabajadores  y  págales  el  jornal. 

45  Parece  que  se  han  concertado  el  evangelio  y  epístola 
de  hoy  a  decirnos  una  voz  que  no  querríamos  oír.  Parece 
que  echan  el  agraz  en  el  ojo.  El  evangelio,  que  hemos  de 
trabajar  en  la  viña;  ya  veis  lo  que  hay  que  hacer  en  ella: 
hay  que  podar,  abrir,  cavar,  viñar,  regar,  hay  mucho  que 

50  hacer  en  día.  Dícenos  la  epístola  otro  trabajo:  que  hemos 
de  luchar  y  correr.  Mirá,  para  cojos  qué  nuevas  éstas. 
Y  no  como  qui[e]ra,  sino  más  que  otros.  Ego  curro.  No  así, 
a  correndillas,  acá  y  acullá,  sino  habéis  de  correr  sin  parar. 
Ansí,  dice,  yo  peleo  y  esgrimo,  ansí  peleo,  non  quasi  aerem 

55  verberans.  El  evangelio  nos  pone  la  hoz  en  la  mano  y  la 
podadera  y  la  azada.  La  epístola  nos  manda  salir  a  correr, 
luchar  y  esgremir.  El  evangelio  manda  trabajar;  nosotros 
holgar.  La  epístola,  pelear;  nosotros  queremos  estar  en  paz. 
Mirá  qué  va  de  lo  que  nos  dice  a  lo  que  nosotros  quere- 

60   mos,  de  lo  que  nos  mandan  a  lo  que  hacemos. 

Llama  a  los  trabajadores,  dice  el  Señor;  a  los  trabaja- 
dores de  la  viña  dales  su  jornal.  ¿Y  el  que  no  hobier  traba- 
jado? Non  coronabitur  nisi  qui  legitime  certaverit.  ¿Qué 

22  Biblia  sacra  cum  glossis  interlinean  et  ordinaria,  Nicolaj.  Ly- 
rani  Postilla...  (Lion  1545),  t.  4,  f.  79  v. 

29   Miss.  Rom.,  Dom.  in  Septuages.,  introit.;  cf.  Ps.  17,  5-7. 

39    Mt.  20,  8. 

55    1  Cor.  9,  24-27- 

63    Cf.  2  Tím.  2,  5. 


8.     DOM.    DE  SEPTUAGÉSIMA 


157 


remedio  temíamos  para  no  ser  tan  holgazanes?  ¿Qué  rerae- 

65  dio  para  no  ser  tan  ociosos  como  somos  y  para  no  aborrecer 
el  trabajo  como  lo  aborrecemos?  Que  el  intento  de  nuestra 
madre  la  santa  Iglesia  éste  es  hoy,  convidarnos  a  trabajar 
y  avisarnos  que  no  descansemos.  ¿Para  qué  tanto  holgar, 
hermanos?  ¿Para  qué  tanta  ociosidad? 

70  Sale  el  padre  de  las  compañas.  Muchos  nombres  le  dan 
a  Dios,  de  padre  de  compañas,  de  león,  de  cordero,  de 
ángel,  de  cielo,  de  agua,  de  fuego,  y  otros  muchos  nom- 
bres inumerables.  Totum  nomen,  et  longum  et  concisum, 
decía  San  Bartolomé,  según  cuenta  Dionisio.  Y  llámanle 

75  que  tiene  viña,  que  tiene  esclavos,  que  es  cordero,  rey,  pie- 
dra, fuego,  río.  Nombres  le  dan  de  todas  las  criaturas. 
Todo  lo  que  en  las  criaturas  hay  se  afirma  de  El,  porque 
en  El  está  la  perfección  de  todas  ellas  muy  más  exce- 
lentemente que  en  ellas.  Por  una  parte  es  largo  el  nombre 

80  de  Dios  nuestro  Señor,  y  por  otra  breve.  Acullá  le  dan  el 
nombre  de  todo  lo  criado,  y  acá  no  hallan  nombre  que  le 
poner.  Acullá  le  dais  el  ser  de  todas  las  cosas,  por  la 
mejor  eminencia  que  hay  en  El;  acá  se  lo  negáis:  es  cor- 
dero, no  como  ese  cordero;  es  fuego,  no  como  ese  fuego. 

85  Pues  ¿qué  le  daréis  que  sea  propiamente  el  Señor  que  es? 
No  se  puede  decir.  Veis  qué  breve,  veis  qué  largo  y  qué 
ancho. 

En  [e]l  evangelio  se  habla  de  El  como  de  señor  de  com- 
pañas. Viene  a  tal  hora:  andad  a  mi  viña.  (Cuenta  aquí 

90  la  historia  del  evangelio  hasta  que  vinieron  a  pagar  a  los 
trabajadores.)  Veislo  hasta  aquí  cuidadoso  en  enviar  a  tra- 
bajar gente  a  su  viña;  a  la  noche  verlo  heis  cuidadoso  de 
pagar.  (Dixit  residuum  evangelii,  quomodo  fecit  omnes 
discumbere,  y  cómo  les  hizo  pagar  igualmente,  y  cómo  mur- 

95  muraron  los  que  primero  habían  venido  a  la  viña,  y  lo  que 
el  padre  de  las  compañas  respondió.) 

A  este  propósito  digo:  extrema  bondad  es  sacar  bien  de 
mal;  y,  por  el  contrario,  gran  mal  es  sacar  mal  de  bien  y 
bondad;  arte  y  •condición  del  diablo  es  sacar  mal  de  bien. 

100  Dios  es  al  contrario  de  esto,  que  saca  bien  de  mal;  arte 
suya  y  propriedad  suya  es  sacar  del  mal  bien.  An  oculus 
tuus  nequam  est  quia  ego  bonus  sum?  Tu  ojo  es  malo,  que 
yo  bueno  soy;  en  ti  está  la  maldad,  que  yo  bien  hago;  a 
éste  hago  misericordia  y  a  ti  justicia;  a  ninguno  hago  inju- 

105  Ha;  yo  quiero  a  éste  darle  tanto  como  a  vos.  Yo  me  igualé 
con  vos,  que  os  daría  un  denario;  tomáldo  y  ios  enhorabuena. 
¿Qué  se  os  da  a  vos  que  dé  yo  tanto  a  este  que  vino 


74    Pseudo-Dionisio  AREOPÁtíÍTA;   De  inystica  Theologia,  c.  i. 
3  :  MG  3,  iooo. 
102    Mt.  20,  15. 
106   Cf.  Mt.  20,  13-14. 


158 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


a  la  proste  como  a  los  que  vinieron  de  mañana?  Vois  sois 
malo,  que  os  pesa  del  bien  que  hago,  y  yo  soy  bueno  en 
110    lo  hacer.  ¿Por  qué  no  podré  yo  hacer  bien  a  quien  yo  qui- 
siere? 

Ansí  será  que  los  prosteros  serán  primeros  y  los  pri- 
meros postreros;  muchos  son  los  llamados  y  pocos  los  es- 
cogidos. Díjolo  esto  el  Señor  a  este  primero,  para  dar  a 

115  entender  que  muchos  que  comienzan  a  servir  a  Dios,  porque 
no  os  descuidéis,  que  muchos  de  estos  primeros  son  postre- 
ros: serán  flacos  y  tibios  y  se  quedarán  atrás,  y  otros,  que 
comenzaron  después,  pasarán  delante  en  aprovechamiento 
de  devoción,  aunque  vinieron  a  la  postre. 

120  — Señor,  pues  que  trabaja  uno  más  que  otro,  ¿por  qué 
le  dan  igual  jornal?  — Esos  son  los  juicios  de  Dios.  Debie- 
ron de  trabajar  estos  postreros  con  calidad  alguna,  con  la 
cual  no  trabajaron  los  otros;  que  el  aprovechamiento  en  el 
servicio  de  Dios,  el  saber  en  la  escuela,  no  está  en  la  mu- 

125  chedumbre  de  los  años  y  obras,  sino  en  el  amor  vivo,  en 
aquello  que  es  como  mostaza  que  quema,  que  está  dentro 
la  fuerza  y  su  virtud,  en  el  hervor  con  quejo  haces,  en  la 
intención  con  que  lo  enderezas,  en  el  sabor  con  que  en  ello 
aplaces.  Así  acontecerá  que,  por  la  gracia  de  Dios,  más 

130  da  uno  que  da  una  blanca  por  Dios  que  otro  que  da  un 
gran  número  de  ducados;  un  sospiro  que  dió  uno  en  un 
rincón,  que  cuantos  ayunos  y  disciplinas  que  otro  haga  días 
y  noches. 

Sentencia  es  de  Jesucristo,  que  no  mira  tanto  Nuestro 

135  Señor  al  don  cuanto  a  la  voluntad  y  amor  con  que  se  da. 
¿No  lo  dijo  El  cuando  la  vieja  echó  un  cornado  en  el  gazo- 
filacio,  que  había  echado  más  que  ninguno  de  los  ricos? 
Mira  más  Nuestro  Señor  al  amor  con  que  das,  aquella  difi- 
cultad que  hallas  en  hacer  alguna  cosa  y  el  trabajo  que 

140  pones  en  lo  cumplir  y  obedecer  a  Nuestro  Señor,  aquella 
ansia  que  tienes  por  cumplir  lo  que  te  manda,  aquel  celo  de 
la  honra  de  Dios  que  le  deseas  dar,  aquello  es  lo  que  Dios 
mira,  que  no  al  otro  que  sin  amor  ni  vivez,  como  de  cos- 
tumbre, lo  hace,  sin  más  sentimiento,  como  si  no  hiciese 

145  nada ;  aquello  no  es  tan  accepto  al  Señor  ni  lo  paga  tan  en 
abundancia.  Los  prosteros  que  vinieron  a  trabajar  debieron 
de  arrepentirse,  porque  vinieron  tarde  a  la  viña  del  Señor, 
y  dolerse  hían  por  lo  poco  que  trabajaron,  y  lo  que  tra- 
bajaron debió  ser  con  gran  ansia  y  con  deseo  que  no  se  les 

150  acabara  el  día  para  trabajar  más,  y  no  mirar  a  lo  que  el 
Señor  les  había  de  dar,  sino  a  hacer  su  hacienda  y  conten- 
tar a  su  Señor.  Y  a  éstos  les  dieron  tanto  como  a  los  otros, 
y  aun  quizá  más.  Dice  el  Señor:  Erunt  novissimi  primi  et 


114  Mt.  20,  16. 
137   Gf.  Me.  12,  43. 


8.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


159 


primi  novissimi.  Los  postreros  serán  primeros  y  los  prime- 
155   ros  postreros,  porque  muchos  serán  los  llamados  y  pocos 
los  escogidos. 

Muchos  son  los  lkv-  Este  es  paso  dificultoso.  ¿Cómo  se 
mados,  pocos  los  ha  de  entender?  Todos  los  llamados 
escogidos  hoy  fueron  llamados  para  la  Iglesia 

160  y  a  nadie  desecharon.  ¿Cómo,  pues, 

dice  que  pocos  fueron  los  escogidos?  Todos  los  que  llamaron 
fueron  escogidos,  y  los  llamados  fueron  muchos;  luego  los 
escogidos  fueron  muchos.  ¿Cómo,  pues,  dice:  Muchos  son 
los  llamados  y  pocos  los  escogidos?  Ha[n]se  de  equivocar 

i***  aquellos  dos  vocablos  por  fuerza,  que  son  "llamados"  y 
"escogidos". 

De  dos  maneras  se  toman  en  la  Escritura  los  "llamados" : 
unos  a  los  que  les  predican  y  les  inspira  Dios  que  se  en- 
mienden y  los  convida  para  que  vengan,  y  no  vienen  ni 

170  responden  al  llamamiento  de  Dios.  Ansí  acullá  en  las  bo- 
das muchos  fueron  llamados  y  no  vinieron;  también  son 
llamados  a  los  que  Dios  dice  en  el  corazón  la  vida  mala  en 
que  andan  y  lo  que  les  estorba  el  bien,  para  su  salvación, 
pero  venlo  y  conócenlo  y  quédanse  aquí  y  nunca  se  dispo- 

175  nen  para  que  Dios  les  ayude  y  salgan  de  su  mala  vida.  Hay 
otros  llamados,  que  les  inspira  Dios  que  vengan  a  su  lla- 
mado, y  se  conviertan  de  su  mala  vida,  y  caminen  por  el 
camino  de  Dios,  y  abracen  con  amor  lo  que  les  cumple,  y 
les  da  el  Señor  que  obren  y  efetúen  lo  que  conviene  a  su 

180  salvación. 

Envíate  Dios  un  predicador  que  te  diga  lo  que  te  cum- 
plo, un  bueno  y  santo  propósito  y  un  buen  pensamiento; 
ya  hizo  Dios  de  su  parte  lo  que  debía. 

— Padre,  ¿qué  haré  yo,  que  no  me  aprovecho  de  ello, 

185  que  todo  lo  que  Dios  ha  hecho  conmigo  no  ha  hecho  en 
mí  más  mudanza  que  si  no  fuera?  — 'Con  eso  ha  obrado  ya 
Dios  su  justicia,  y  cuando  venga  a  juicio  contigo,  no  lo 
culparás  que  no  hizo  su  deber  y  todo  lo  que  fué  menester 
para  que  te  salvases,  si  tu  maldad  no  lo  estorbara.  Pedirte 

190  ha  allí  cómo  heciste  tú  lo  que  fué  en  tu  mano,  cómo  te  apro- 
vechaste de  lo  que  pudieras  hacer  y  cómo  le  respondiste, 
y  si  te  hallare  falto,  castigarte  ha  reciamente. 

— Señor,  si  otra  gracia  no  me  dais,  justicia  será  ésa 
para  condenarme;  hágame  Vuestra  Majestad  en  lo  de  ade- 

195  lante  mercedes;  en  lo  de  hasta  aquí  agravio  me  ha  hecho, 
agraviado  me  hallo. 

-^Por  tu  maldad  lo  que  Dios  ha  hecho  hasta  aquí  se 
te  torna  justicia  y  condenación  y  cargo  y  obligación.  Pasa 
adelante  y  pide  a  Dios  que  sea  más  largo  contigo  en  mer- 


156  Mt.  20,  16. 


160 


SKRMONES.   CICLO  TEMPORAL 


200  cedes  y  misericordias.  Dile:  "Señor,  hacedme  más,  dadme 
más,  multiplicad  vuestra  misericordia  conmigo.  ¿Qué?  Que 
abráis,  Señor,  este  corazón,  y  lo  que,  Señor,  me  mandáis 
y  decís  que  haga,  me  deis  fuerza  y  querer  para  lo  hacer; 
me  hagáis  que  quiera  lo  que  queráis,  y  que  haga,  aunque 

205  sea  dificultoso,  lo  que  queréis  que  haga.  Dadme,  Señor, 
esa  sig[und]a  gracia  que  no  sólo  convida,  pero  dame  a 
entender,  da  a  comer  y  hace  que  coma".  Eso  es  lo  que  has 
de  desear,  pedir  y  importunar,  gimiendo  y  llorando  y  tra- 
bajando, aunque  te  cueste  la  vida. 

210  — Pues  no  se  ha  de  hacer  con  mi  voluntad,  ¿cómo  decís 
que  lo  ha  de  hacer  Dios? 

— Eso  es  el  saber  de  Dios  y  el  amor  que  tiene.  Sabe 
rodear  esto  de  arte  que  vos  lo  queráis,  porque  lo  haga  El 
que  lo  queráis  y  queráis  libremente;  esto  se  llama  llama- 

215  miento  con  efecto,  con  ejecución,  con  salir  por  obra  a  aquello 
con  que  os  llama  Dios  en  la  primera  vocación.  Esto  es  lo 
que  significa  San  Pablo  cuando  dice:  Paulus  vocatus  apos- 
tolus.  ¿Qué  queréis  decir  llamado  apóstol?  ¿Que  os  inspiró 
Dios  que  ejercitásedes  el  oficio  de  apostolado?  No  sólo 

220  aqueso  es  un  llamar  "venid  acá",  sino  decir  y  hacer.  Voca- 
tus san[c]tus  esto  mismo  es,  hechos  ya  santos,  santifica- 
dos y  justificados  y  obradores  de  la  bondad.  Más  claro: 
llamó  al  trigo,  a  las  estrellas,  al  sol,  ut  invenitur  Génesis 
primo.  Y  San  Pablo  dice  que  llama  lo  que  no  es  como  si 

225  fuese,  porque  le  da  ser  con  él  llamarlo;  el  decir  en  Dios 
es  hacer;  llama  justos  Dios  a  los  que  trae  justificados  y 
santos  a  los  que  santifica  y  limpia. 

Mas  hay  un  hombre  que  estuvo  tanto  tiempo  desollando 
caras,  endurecido  y  olvidado.  Dice  Dios:  aquí  quiero  hacer 

230  misericordias  para  exaltación  de  mi  nombre  y  para  mi 
honra  y  para  que  se  conozcan  mis  maravillas,  que  a  éste 
sin  debérselo,  antes  teniéndome  enojado,  airado  y  movido 
para  hacer  justicia  de  él;  que  busca  Dios  al  más  llagado, 
al  más  enfermo. 

235  — ¿Por  qué,  Señor,  más  a  éste  que  al  otro?  Cata,  Señor, 
que  está  harto  de  haceros  afrentas  y  injurias.  ¿Para  qué 
a  éste? 

— Para  que  sepan  que  es  Dios  señor  de  lo  que  tiene,  y 
sepan  que  lo  que  da  es  gracia  y  es  merced  y  misericordia 
240  que  quiere  hacer,  y  no  es  deuda  ni  jornal  lo  que  da  y  lo 
que  paga  y  todo  lo  que  con  los  hombres  hace,  y  que  lo  da  a 
quien  El  tiene  por  bien,  y  a  quien  quiere  lo  quita.  Vocación 
aquesta  es  elección  como  previlegio,  como  de  poder  abso- 
luto, convertir  un  corazón  perro  y  duro.  Está  grandazo  y 


2i8    Rom.  i,  i  ;  i  Cor.  i,  i. 
221    Rom.  i,  7. 
224    Gen.  1,  3  ss. 


8.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


161 


245  muy  abundoso  en  misericordia  y  mercedes.  Ésta  es  la  elec- 
ción de  que  el  evangelio  habla.  Y  porque  no  nos  descuidá- 
semos y  dijésemos:  "Si  no  trabajáremos  a  esta  hora  de  la 
mañana,  hacerse  ha  al  mediodía;  si  no,  a  la  tarde,  y  si  no 
hay  ésta,  cuando  se  quiere  poner  el  sol" — no  es  buena  cuenta 

250  ésta,  no  os  habéis  de  consolar  con  esto — ,  dice  Dios:  De 
estos  escogidos  hay  pocos;  los  llamados  muchos  son,  pero 
de  éstos,  estos  escogidos.  Esta  manera  de  elección  no  se 
hace  con  todos;  hay  pocos  de  esta  manera  escogidos.  Mu- 
chos hay  que  se  van  por  esta  vía,  cuando  Dios  los  favorece, 

255  como  por  el  segundo  llamamiento  de  que  habernos  hablado, 
muchos  son  los  que  son  salvos  así;  pero  pocos  los  que  por 
otros  previlegios  particulares,  siendo  de  peor  linaje,  siendo 
unos  pecadores,  les  da  mayores  bienes,  les  hace  mayores 
misericordias  y  más  crecidas  mercedes;  pero  sunt  pauci, 

260  fuera  de  la  vía  común,  como  si  dijésemos,  sobrenatural- 
mente.  Esto  hácese  muy  pocas  veces,  hácese  con  muy  po- 
cos., son  muy  raros  los  ansí  llamados. 

Porque  no  desmayes,  hermano,  si  mal  has  gastado  tu 
vida,  pide  a  Dios  misericordia  y  trabaja  con  diligencia  y 

265  con  ferviente  deseo  y  amor;  ese  poco  de  tiempo  que  te 
queda  empléalo  en  trabajar  en  la  venida  de  Dios  a  ti  y  en 
obrar  en  su  Iglesia,  en  tus  prójimos,  en  enmendarte,  que 
Dios  te  hará  mercedes  de  escogerte  en  esos  pocos.  Ni  habéis 
de  ser  tan  descuidados,  que  acordéis  a  la  postre,  ni  tan 

270   desmayados,  que  nunca  trabajéis. 

Primer  motivo:  Evi-  Volvamos  al  tema.  ¿Qué  haremos 
taremos  el  remor-  Para  no  ser  descuidados,  tan  holga- 
zanes, que  no  nos  sepa  tan  bien  este 
dimiento  de  la  con-    holgar,  este  pasear  de  calles  y  sen- 

275  ciencia  tarse  en  sillas  y  estar  como  repan- 

tigados, siempre  ociosos,  sin  me- 
moria de  trabajos,  ni  de  descontento,  ni  desplacer?  ¡Qué  de 
rodeos  tiene  Dios  para  hacernos  trabajadores,  para  engolo- 
sinarnos y  sacarnos  al  campo  a  hacer  algo,  a  entender 

280  en  alguna  labor!  ¡Qué  de  cosas  hay  para  que  no  trabaje- 
mos! ¡Qué  de  estorbos,  qué  de  estropiezos,  qué  de  acíbar, 
que  nos  ponen  en  [el]  trabajo  para  que,  en  gustándolo, 
nos  sepa  mal  y  lo  desechemos!  Decí:  ¿Por  qué  no  trabajáis? 
— Porque  es  pena  y  trabajo  trabajar.  — Y  si  no  trabajáis, 

285  ¿estaréis  sin  pena  y  trabajo?  ¿Pensáis  que  holgaréis  y  que 
descansaréis?  Ansí  hanos  llamado  a  la  viña  del  Señor,  ¿y 
estáisos  mano  sobre  mano?  La  viña  sois  vos  mismo,  vues- 
tra ánima,  que  quiere  Dios  que  trabajéis  en  ella  y  que  la 
labréis:   Vinea  Domini  exercituum  domus  Israel  est;  et 


286  viña]  labor  pr.  m. 


B.AviUi  i 


9 


162  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


290  yir,  luda  germen  eius  delectabile.  Vinea  fuit  pacifico  (In 
Cántica  Canticorum  probant  quando  quisque  homo  sit  vinea 
Domini). 

¿Qué  queréis  decir:  Amado  mío,  vémonos  al  campo? 
Decía  San  Juan  a  San  Pedro:  "Salgámonos  de  entre  los  ■ 

295  hebreos,  que  tan  poco  fruto  hacemos,  a  las  gentes".  Sal- 
gámonos nosotros  de  nosotros  mismos  y  vámonos  al  cam- 
po de  nuestra  viña,  que  es  la  Iglesia,  que  cada  uno  de 
esta  Iglesia  miembro  suyo  es,  y  ella  el  cuerpo;  por  eso  te 
dicen  parte  de  viña  y  viña.  Tú  viña  eres;  vete  a  trabajar 

300  en  ella;  vete  a  ti  si  quieres  saber  de  ti.  ¿Qué  queréis  decir? 
Vete  a  tu  ánima  y  haz  en  ella  lo  que  se  suele  hacer  en 
una  viña,  lo  que  un  deligente  hombre  debe  hacer  en  ella, 
podarla,  viñarla,  cavarla. 

— Ya  que  sé  cuál  es  la  viña,  es  trabajo  trabajar,  padre; 

305  sudaré,  cansarme  [he],  hace  en  verano  mucho  calor,  ha- 
cérseme han  callos  en  las  manos  y  vejigas. 

— 'Por  eso  traes  tu  ánima  cual  la  traes,  perez[os]a  para 
orar  y  para  dar  limosna;  por  eso  queda  tu  viña  sin  fruto, 
sin  labranza;  por  eso  está  hecha  eriazo  y  cardizal,  ¿por 

310  eso  piensas  que  quedarás  sin  trabajo?  Ten  por  averiguado 
que  el  mayor  trabajo  que  le  puede  venir  a  un  cristiano 
es  no  trabajar,  y  el  mayor  sinsabor  y  descontento,  el  mayor 
tormento  y  fatiga  que  puede  tener  es  éste.  El  que  por  cum- 
plir con  su  carne  no  quiere  ser  casto,  éste  pasará  el  mayor 

315  trabajo  de  los  trabajos  y  el  mayor  tormento  y  dolor  de  los 
tormentos,  y  mayor  infierno  que  el  de  los  dañados,  o  tan 
grande.  Pregunto:  ¿cuál  es  el  mayor  trabajo  que  hay?  Cada 
uno  dirá:  el  que  yo  tengo.  El  que  tiene  pobreza  dirá  que 
aquél  es  el  mayor  de  los  males.  Otro  dirá  que  es  no  tener 

320  hijos.  Otro  dirá  que  es  la  deshonra;  otro  que  la  enfermedad; 
y  otros  dirán  que  otras  muchas  faltas.  Dejemos  éstos,  que 
son  amigos  de  sí  y  apasionados  de  su  carne. 

Dígalo  un  desapasionado  y  uno  de  buen  juicio  y  razón. 
¿Cuál  es  el  mayor  de  los  trabajos  que  hay  en  el  mundo"? — 

325  Es,  por  cierto,  no  trabajar  en  tu  ánima,  en  tu  viña;  el 
hacer  mal,  ser  tibio,  sentir  que  tú  no  haces  según  la  ley  de 
Dios  manda;  infierno  hay,  Dios  murió  por  mí,  obligado  soy 
a  servirle.  El  conocimiento  del  que  ve  que  es  obligado  a 
hacer  esto  y  ver  cómo  no  lo  hace,  esto  es  como  una  carcoma 
330  al  que  tiene  razón  y  como  una  polilla  que  le  roe  las  entra- 
ñas de  dolor.  Ansí  lo  llama  quintal  de  plomo  Zacarías,  por- 
que es  un  peso  que  agrava  y  pesa  más  que  todos  los  pesos. 
No  hay  cosa  que  más  apesgue  que  tener  un  pecado' en  el 
ánima,  agravada  la  conciencia  con  remordimiento,  y  con 
336  sentimiento,  que  te  digas  tú  a  ti  mismo,  viéndote  perdido 


290  Is.  5,  7. 
292   Cant.  8,  11. 


293  Cant.  7,  12. 
331    Zaah.  5,  7. 


8.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


163 


por  el  pecado:  ¡Oh  pecador!  Malo  vas,  infier[no]  tienes, 
perdido  te  has;  justicia  tiene  Dios,  que  te  condenará  por  lo 
que  has  hecho  contra  El.  ¿Como  te  puedes  suf[r]ir  a  ti 
mismo?  ¿Cómo  cabes  en  ti?  ¿Cómo  no  revientas? 

340  Aunque  no  sea  más  de  darte  a  entender:  "llamóme  Dios 
para  servirle  de  esta  manera",  que,  según  diversos  talentos 
que  da  Dios  a  los  hombres,  son  obligados  a  gastarlos  y 
negociarlos  y  multiplicarlos  en  su  santo  servicio;  si  acá 
dentro  siente  que  no  cumple  para  lo  que  es  llamado,  el  tibio 

345  como  hace  lo  que  no  debe,  gran  tormento  tiene  consigo. 
¡Qué  desasosiego  y  inquietud,  qué  de  bascas  trae  su  áni- 
ma! ¿Qué,  pues,  hará  el  que  hace  y  va  contra  lo  que  le 
es  mandado  o  deja  del  todo  de  hacerlo?  Pues  si  hay  trabajo 
en  pecar  y  en  no  saber  servir  a  Dios,  párate  a  pensar  que 

350  por  no  saber  trabajar  estás  como  estás;  piensa  por  servi- 
cio de  Dios  cuál  será  mayor  trabajo:  venirte  una  tentación 
y  vencerla  o  consentir  y  padecer  lo  que  se  padece  por  haber 
pecado. 

Dices  tú:  — Quiero  tomar  el  descanso.  ¿Para  qué  me 

355  quiero  fatigar  en  resistir?  Mejor  me  sabe  hacer  lo  que  la 
carne  me  convida  que  la  pena  que  me  da  el  dejarlo  de 
hacer.  — '¿'Sabes  por  qué  te  engañaste?  Porque  pesaste  la 
pena  de  la  tentación  con  el  placer  de  hacer  tu  voluntad.  No 
son  buenas  balanzas,  ni  aciertas  a  pesar  bien.  Has  de  pesar 

360  pena  con  pena  y  placer  eon  placer.  No  va  bien.  Pesa  pena 
con  pena  y  verás  cuál  pesa  más,  y  la  que  más  pesare  des- 
échala. Pesa  la  pena  que  ternás,  que  es  resistir  a  la  tenta- 
ción, con  la  pena  que  ternás,  si  no  resistes,  por  haber  ofen- 
dido a  nuestro  Señor,  y  mira  cuál  pesa  más.  Y  pesa  el  pla- 

365  cer  del  vencimiento  de  la  tentación  con  el  placer  que  te 
pudiera  dar  el  deleite,  si  consintieres,  y  hallarás  ser  muy 
mayor  sin  comparación  el  del  vencimiento  y  muy  más  alegre 
y  deleitoso.  Cotejado  esto  ansí,  la  mayor  pena  deséchala, 
eligiendo  la  menor;  y  del  placer  toma  el  mayor. 

370  No  puedes,  hermano,  estar  sin  trabajar.  Si  no  trabajas 
por  Dios,  ternás  mil  descontentos,  angustias  y  fatigas,  mu- 
dar pensamientos,  enojarse  con  otros.  Cosa  tan  mudable 
no  la  hay.  Una  veleta  no  es  tan  vertible,  ni  tan  combatida 
de  vientos,  cuanto  está  el  que  no  se  ejercita  en  algún  tra- 

375  bajo  de  los  que  cumplen  al  servicio  y  honra  de  Dios.  Si 
[es]  un  trabajo  que  viene,  luego  te  enflaquece;  si  una 
tentación,  luego  te  derriba.  El  que  sirve  a  Dios,  luego  en 
lo  que  le  viene  dice:  "Dios  será  conmigo,  el  Señor  me  ayu- 
dará". ¡Qué  contento  tiene!  Luego  dice:  "Por  Dios  hice 

380  esto  que  hice;  sucedióme  de  ello  mal,  pena  y  trabajo,  pero 
Dios  enviará  el  remedio  para  ello;  y  si  no,  El  se  servirá 
con  lo  que  pasa".  Al  fin  no  hay  cosa  que  le  mude,  pues 
de  dos  trabajos  toma  el  menos.  Trabajo  sientes  en  no  jugar, 


164 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


trabajo  en  dejar  de  hablar  como  solías,  trabajo  en  ayunar 
385  y  rezar,  en  estar  recogido  en  tu  casa  o  celda;  pues  yo  te 
digo  cierto  que  mayor  trabajo  tendrás  con  el  dolor  que  te 
dará  el  gusano  de  la  mala  conciencia  y  con  los  retorcijones 
que  te  dará  en  tu  corazón  viendo  lo  que  eres  obligado  a 
hacer  y  no  lo  haces. 

390  Segundo  motivo:  Señor,  ¿habrá  otro  remedio  para  tra- 
Pensar  en  la  re-  bajar,  para  que  no  seamos  tan  flojos 
compensa  ni   tan   holgazanes?  Un  filósofo  se 

ja  [c] taba  que  había  hallado  remedio 
para  no  sentir  los  trabajos.  Preguntando  cuál,  [respondió] : 
396  pensar  en  el  premio  que  te  darán  después  de  haber  traba- 
jado por  medio  de  los  trabajos  y  por  vía  de  no  descansar. 
Por  cierto,  traído  a  cristiandad,  es  muy  bueno  esto  y  razo- 
nable y  digno  de  notar  y  de  obrar.  Esto  era  lo  que  a  los 
mártires  hacía  pasar  tan  duros  tormentos,  y  con  alegría 
400  entrar  en  el  fuego  y  martirio,  y  perder  las  vidas,  diciendo: 
"Esta  vida  que  tengo  y  pierdo  aquí  me  dará  otra  para 
siempre  en  él  cielo;  este  trabajo  de  una  hora  que  paso 
me  dará  descanso  que  para  siempre  no  se  acabe  en  com- 
pañía de  Dios.  Aspiciebant  in  remunerationes. 

405  Decíme:  ¿Qué  diferencia  hay  del  hombre  que  en  este 
mundo  fué  bueno,  al  que  no,  cuando  oigan  esas  orejas 
decir  a  Dios:  Llama  acá  a  los  obreros  el  día  del  juicio  y 
dales  su  jornal;  cuando  diga  Dios:  Resucítense  los  muertos 
en  sus  cuerpos  y  o  cada  uno  se  le  dé  lo  que  en  la  otra  vida 

410  trabajó?  Si  tú  entonces  no  has  obrado,  ni  has  sido  casto, 
ni  tenido  obediencia  a  Dios,  ni  hecho  nada  por  su  amor, 
¿qué  sentirás  cuando  diga:  Llama  los  obreros  y  págalos, 
y  veas  que  tú  te  quedas  sin  jornal,  y  que  por  no  haber  tra- 
bajado te  envían  a  los  trabajos  incomportables  del  infierno, 

415  a  do  siempre  trabajarás?  Di:  ¿qué  placer  sentirás  entonces, 
cuando  te  digan  que,  por  la  jarra  de  agua  que  diste,  dirá 
Dios:  "Denle  su  jornal"?  Y  el  jornal  será  el  reino  de  Dios 
para  siempre,  adonde  gozarás  con  El  y  vivirás  descansado, 
sin  pensamiento  de  trabajo  que  jamás  te  venga,  ni  recelo 

420  que  perderás  aquel  sumo  bien  que  una  vez  te  han  dado. 
¿Cuál  valdría  entonces  más,  el  jarro  de  agua  o  el  cuento 
de  dineros  que  dejaste  en  el  arca?  ¿Quién  es  el  que  no 
alza  las  haldas  y  se  apareja  al  trabajo,  y  le  abraza  de 
buena  gana,  pues  jornal  tan  aventajado  es  para  recebir  en 

-425   el  cielo  por  su  trabajar? 


404   Cf.  Hebr.  ti,  26. 

410  Cf.  Mt.  16,  27  ;  Rom.  2,  6  ;  Apoc.  14,  13. 
416    Cf.  Me.  9,  40;  Mt.  25,  35. 


S.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


165 


Lo  que  importa  es  — -Señor,  ¿qué  he  de  hacer?,  ¿tengo 
trabajar  por  agrá-    de  irme  al  yermo?  Soy  casado,  ¿he- 
dar  a  Dios  me  de  enflaquecer  ayunando?,  ¿he 

de  dar  toda  mi  hacienda  por  amor 
430   de  Dios,  que  no  me  quede  nada  para  mi  mujer  y  para  mis 
hijos  ? 

— ¡Oh  santo  Dios!  Dice  San  Pablo:  Si  linguis  hominum 
loquar,  etc.  Acullá  dice  Cristo  que  si  dierdes  un  jarro  de 
agua  fría  por  su  amor,  que  no  quedaréis  sin  galardón. 

435  ¿Cómo,  pues,  se  tiemplan  estas  cuerdas?  ¿Cómo  concerta- 
remos esta  vigüela,  que  suene  bien,  y  que  digan?  La  cari- 
dad lo  hace.  Si  no  tienes  caridad  con  que  ames  a  Dios  y  al 
prójimo,  todo  no  te  vale  nada;  aunque  te  vendas  en  tierra 
de  moros  y  des  por  Dios  el  precio  que  dieron  por  ti,  no 

440  vale  nada;  y  un  jarro  de  agua  que  des  con  caridad  y  amor 
no  irá  sin  galardón,  si  le  das  con  intención  de  servir  y  agra- 
dar a  Dios. 

¿Qué  es  trabajar  en  la  viña  de  Dios?  En  la  plaza  puedes 
estar  y  cavando  en  el  campo,  y  otro  en  el  altar  ofreciendo 

445  a  Dios  en  sacrificio  a  su  Hijo,  y  tú  trabajar  en  la  viña  de 
Dios,  y  el  otro  en  la  del  diablo,  si  tú  haces  aquello  por 
mantener  tus  hijos  y  mujer,  y  el  otro  por  la  pitanza  o 
por  querer  parecer  santo.  Los  corazones  son  los  que  agradan 
a  Dios,  los  que  recibe  Dios,  no  lo  material  de  la  obra. 

450  Ansí  acá,  si  no  va  vestida  o  entrañada  con  esta  intención 
de  su  servicio  y  amor.  Si  está  jugando  a  las  cañas  por 
honra  de  Dios  y  en  la  iglesia  va  por  ver  a  hulana,  los 
lugares  diversos  son,  pero  porque  allí  estás  con  corazón 
maldito  y  acá  con  sana  intención,  para  ti  la  iglesia  viña  es 

455  del  demonio,  y  para  el  otro  la  plaza  y  las  ventanas  y  las 
cañas  y  los  gastos  y  sedas,  viña  es  de  Dios,  que  entonces 
la  labras. 

No  se  engañe  nadie  con  decir:  "Casado  soy,  ocupado 
estoy;  no  puedo  ni  tengo  ni  hallo  lugar  para  entender  en 

460  cosas  de  Dios;  harto  tengo  que  hacer  en  proveer  mi  casa". 
Ve  a  la  plaza  por  amor  de  Dios;  ama  a  tu  mujer  y  hijos 
por  amor  de  Dios;  entiende  en  tu  oficio  y  trato  lícito, 
ganando  con  que  sustentes  lo  que  Dios  te  dió  a  cargo,  y 
tente  por  jornalero.  Lo  que  Dios  pide  es  esto,  la  diferencia 

465  de  los  corazones,  no  la  diferencia  de  la  obra.  Una  misma 
obra  puede  ser  labranza  de  Dios  y  del  diablo,  según  la  in- 
tención que  se  hace,  porque,  si  lo  hicieres  con  esta  intención 
de  agradar  a  Dios  y  provecho  del  prójimo,  esto  es  trabajar 
en  la  viña  de  tu  ánima,  alquilado  de  Dios;  esto  es  ser  su 

470  jornalero.  El  que  de  esta  manera  trabajare  espera  recebir 
el  jornal  del  padre  de  las  compañas,  que  es  Dios. 


433  i  Cor.  13,  i. 
438   1  Cor.  13,  3. 


441    Me.  9,  40. 


166 


SIKMOM  S.    CICLO  TEMPORAL 


Si  fuesen  unos  buenos  trabajadores  bien  almorzados  a 
la  viña,  y  les  prometiesen  que  trabajando  bien  y  haciendo 
buena  obra,  sin  parar  en  el  día,  a  la  noche  les  darían  abun- 

*75  dosamente  de  cenar  y  su  jornal  muy  crecido  y  serían  muy 
bien  pagados,  si  éstos  en  llegando  a  la  viña  dejasen  las 
azadas  de  las  manos  y  se  parasen  a  jugar  y  a  saltar,  quién 
fuese  más  alto  y  quién  mayor  que  el  otro,  y  todo  el  día  no 
hiciesen  sino  jugar  y  holgar  y  pisar  la  viña,  a  la  noche 

480  cuando  viniesen,  ¿qué  cena,  qué  jornal  merecían  que  les 
diese  el  Señor  por  el  día  que  ansí  habían  gastado? 

Decí:  ¿qué  tal  está  vuestra  viña?  ¿Vuestra  ánima  ha 
florecido  y  echado  pámpanos?  ¿Tiene  hojas  muy  frescas  y 
racimos  muy  copiosos  de  uvas?  — Señor,  enviáronme  a 

455  cavar.  — Y  vos,  ¿en  qué  entendistes?  (Aunque  creo  que 
habrá  aquí  alguno  que  no  sabe  a  qué  vino  a  este  mundo, 
si  lo  enviaron  a  cavar  o  a  holgar.)  Decí:  ¿Quién  os  crió 
agora  ha  sesenta  años?  ¿Vuestros  padres  bastaron  para 
engendraros?  Casados  hay  que  no  tienen  hijos.  Dios  os 

490  crió,  que  vuestros  padres  no  bastaron  a  daros  el  ser  que 
tenéis.  El  ordenó  que  de  ellos  naciésedes  en  esta  ciudad,  y 
os  criásedes  de  esta  manera,  y  viviésedes  en  tal  casa.  En 
todo  lo  que  por  vos  ha  pasado,  Dios  ha  tomado  la  mano  y 
El  lo  ha  obrado,  que  no  vos  ni  ellos.  ¿Para  qué  os  envió 

•495  acá?  Para  cavar  en  su  viña.  Cuando  dice:  "Ama  a  Dios 
con  todas  tus  fuerzas,  da  limosnas",  es  enviaros  Dios  a  su 
viña  para  que  trabajéis  de  su  parte  y  en  su  ley.  Esto  ahí 
cada  día  nos  lo  predican.  Dicho  nos  han,  pero  dejado  hemos 
los  azadones  y  jugamos  a  quién  salta  más.  Mirá  por  esas 

500  plazas.  ¿No  dice  uno:  "Rico  es  hulano?  Esperá  que  yo  pa- 
saré délante;  más  rico  tengo  yo  de  ser.  ¿Honra  le  hacen 
a  hulano?  Esperá  que  haré  cómo  yo  sea  más  honrado. 
¿Aquélla  tiene  un  saya?  Yo  sacaré  otra  mejor.  ¿Fulano 
tiene  tal  oficio?  Poco  tengo  de  poder,  o  temé  otro  mejor". 

505  ¿Qué  hacéis  en  eso  todo  el  día?  ¿Por  qué  no  trabajáis 
por  Dios?  Que  eso  todo  es  holgar,  para  trabajar  después, 
sin  esperar  de  descansar. 

—Padre,  que  no  hemos  estado  ociosos;  que  trabajos 
hartos  tengo  en  mi  casa;  pobreza  paso  y  enfermedad,  afren- 

510  tado  estoy,  mal  casado  vivo.  — 'Bien  lo  sé,  pero  estar  tra- 
bajando en  eso  es  estar  ocioso.  — El  otro  día  tenía  tanta 
hacienda,  y  cuando  no  me  cato  se  me  perdió.  El  otro  día 
tenía  tal  oficio,  y  agora  me  lo  quitaron.  El  otro  día  estaba 
en  buena  reputación,  y  ya  no  fían  nada  de  mí.  ---Todo  el 

515  tiempo  que  eso  allegas,  mientras  más  trabajado  me  dices 
que  estás,  más  ocioso  te  digo  yo.  Mete  la  mano  en  tu 
pecho:  ¿cuánto  de  eso  has  hecho  por  Dios?  ¿Cuánto  has 
llevado  con  paciencia?  ¿En  cuánto  de  ello  le  has  glorificado 
y  honrado?  ¿Cuánto  le  has  ofrecido?  ¡Oh!,  que  6omos  unos 


S.     DOM.    DE  SEPTUAGÉSIMA 


167 


520  fingidos,  que  queremos  engañar  a  Dios;  que  decís  que  por 
Dios  lo  hacéis,  y  por  Dios  lo  decís,  y  hacéislo  porque  no 
podéis  más  y  por  vuestros  intereses.  ¿Qué  es  de  la  ha- 
cienda que  tenéis?  ¿Qué  es  de  la  paciencia?  ¿Qué  es  del 
amor  de  la  humildad?  ¿Qué  es  de  la  memoria  que  en  todo 

•r>25  esto  hacéis  de  Dios?  ¿Qué  es  del  ocurrir  a  El  en  tus  tra- 
bajos y  pedirle  consejo? 

Cierto,  gran  lástima  es  ver  vuestra  ceguedad;  como  los 
muchachos,  que  los  envían  a  mandados  y  estánse  haciendo 
casillas  de  barro  y  mirando  no  sé  qué  que  encontraron  en  la 

?30  calle,  y  olvídaseles  a  lo  que  van  y  quién  los  envía.  Pásaseles  el 
día  y  vienen  a  la  noche.  Díceles  su  padre:  Rapaz,  ¿adonde  te 
envié?  ¿Qué  es  de  la  respuesta  que  traes?  ¿Ese  es  el  cuidado 
que  tuviste?  ¿Adonde  has  estado?  ¡Suso!  A  pagar  el  descui- 
do y  tardanza;  azotes  que  le  duelan  al  muchacho  [en]  el 

535  corazón.  Así  se  paga  estar  mirando  a  las  musarañas  y  olvi- 
darse de  lo  que  cumple  hacer  y  aquello  a  que  los  enviaron. 

¿Dónde  os  enviaron,  hermano?  ¿Dónde  íbades  o  a  quién? 
¿En  qué  os  habéis  detenido  y  ocupado?  Esa  vida  que  tienes, 
¿qué  piensas  que  es?  ¿Para  qué  te  enviaron?  ¿No  fué  para 

540  labrar  tu  viña  con  labores  sazonadas  y  a  su  tiempo?  ¿Qué 
es  de  la  santidad  de  tu  vida?  ¿Qué  es  de  la  caridad  que  tienes 
que  había  de  echar  un  olor  que  huyesen  las  serpientes  de  él, 
de  tan  suave  y  tan  confortativo?  ¿Qué  has  hecho?  ¿Por  qué 
has  dejado  el  azadón  que  traías  para  cavar  y  puéstote  a  ju- 

545  gar  a  quién  salta  más  alto?  Dar  limosna,  a  esotra  puerta; 
confesar,  sábete  mal  una  vez  en  el  año;  te  es  duro  perdonar, 
como  si  lo  dijesen  a  una  piedra;  los  sermones  enhádante. 
Dios  te  dé  ojos  para  mirarte.  Si  te  vieses,  ¿qué  dirías? 
— Trabajado  he,  mas  no  he  acertado  en  la  viña. 

550  Telas  araneae  sibi  tex[_u]erunt :  telas  de  araña  para  sí  te- 
jeron.  Trabajaron  en  vano  como  arañas,  que  todos  sus  tra- 
bajos cuantos  ellas  han  desveládose  tejendo  su  tela,  viene  un 
moscardón  y  rómpelo  todo  y  échalo  por  ahí.  Anda  el  otro 
rabiando  cómo  subirá,  y  dice  Dios:  ¿Qué  tejes?  Anda  be- 

555  biendo  el  viento  porque  le  quiten  el  bonete  y  lo  honren,  y  dicj*: 
¿Qué  tejes?  — Telas  de  araña.  Cuando  venga  la  moscarda  de 
la  muerte  y  te  saque  de  esta  vida,  veremos  qué  tela  heciste, 
si  de  araña  o  no.  ¿¿No  te  pagarán  los  pasos  que  anduviste, 
lo  que  trabajaste  en  esto?  ¿No  te  castigarán  agrámente  por 

560  lo  que  de  esta  manera  trabajaste,  como  si  fueras  ocioso,  y 
te  pedirán  la  labor  que  eras  obligado  a  hacer? 

Trabajo  fué  pasar  la  noche  entera  jugando  sin  dormir; 
trabajo  fué  andar  por  las  plazas  a  la  luna  y  al  frío  y  al  sereno 
de  la  noche  por  hablar  a  la  otra,  pero  telas  de  araña  fueron 

565   que  urdiste  y  tramaste  y  tejiste. 


550  Cf.  Is.  59,  5. 


168  S3KMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— Hermanos,  ¿dónde  vamos?  Al  cielo  caminamos.  ¿Qué 
miráis?  ¿Qué  juegos  os  tienen?  ¿Qué  pájaro  estáis  mirando? 
¿Qué  rueda  que  vuelve?  ¿En  qué  vanidades  te  empleas?  Que 
ese  andar  lo  hace  el  corazón  para  Dios  y  no  para  otro,  y  todo 
670  lo  otro  es  pararte  y  descansar,  o  estar  ocioso,  o  trabajar  en 
vano.  Gran  mal  es  ser  alquilados  para  la  viña,  y  dejar  el  aza- 
dón. Todo  el  tiempo  habíades  de  trabajar,  no  pasar  tiempo  y 
jugar  y  reír  y  holgar  y  tomar  los  naipes  y  jugando  a  quién 
es  mayor  y  a  quién  es  más  alto. 

575  Tercer  motivo:  Mi-  Lo  tercero  que  nos  convida  para  que 
rar  los  trabajos  de  trabajemos,  es  ponerse  el  Señor  de- 
gisto lante.  Y  trabaja  para  que  trabaje- 
mos. Viene  Cristo  al  mundo  y  hácese 
hombre,  y  en  naciendo,  ha  frío  y  llora  y  derrama  su  sangre 

580  y  camina  y  suda,  y  préndenlo  y  azótanlo  y  corónanlo  y  en- 
clávanlo  en  la  cruz.  ¿Qué  hace  Jesucristo?  Toma  unos  clavos 
en  las  manos,  y  aunque  de  su  voluntad  los  tomó,  allí  lo  te- 
nían fijado,  dándole  grandísimos  dolores,  haciéndole  pasar 
e[x]cesivos  trabajos.  Cristo  en  una  cruz  colgado,  rompiéndo- 

586  sele  las  manos  de  trabajar,  y  tú  holgando,  descansando  y  re- 
galando tu  cuerpo;  Cristo  padeciendo,  y  tú  viciosamente 
deleitándote  en  tu  carne;  a  Cristo  dándole  de  bofetadas,  y 
tú  honrado.  ¿Cómo  lo  puede  tu  ánima  suf [r]ir?  Ves  a  tu  Se- 
ñor abajado  a  besar  los  pies  a  sus  discípulos,  y  al  esclavo 

590  ruéganle  que  quite  el  bonete  a  otro  que  no  se  lo  quitó  tan  bajo 
como  él,  y  no  lo  acabaréis  con  él,  aunque  lo  pongan  en  cruz. 
¡Ah,  pecador!  Ves  a  tu  Señor  abajado  al  polvo  de  la  tierra, 
¿y  tú  quieres  subir  sobre  los  aires?  Dándole  bofetadas,  calla, 
y  no  te  han  llegado  de  veinte  leguas,  cuando  resurtes.  Miras 

595  a  tu  Dios  despreciado,  ¿y  no  te  desprecias  tú  a  ti  mismo  por 
tan  gran  exceso  como  ves  en  El?  ¿Puede  haber  cosa  que 
más  te  convide  para  trabajar  que  ver  a  tu  Señor  cansado, 
fatigado  y  muriendo  y  padeciendo  mil  tormentos  y  llagas 
por  ti? 

600  ¿Cómo  está  tan  ¡Oh,  de  la  mala  viña!  A  osadas,  que 
estragada  la  viña  supo  lo  que  hizo  Dios.  ¡Ay  de  mí! 
del  Señor?  que...  — i¿Qué  habéis,  Señor?  —  Vae 
míhi  quia  factus  sum  sicut  qui  colligit 
in  autum.no  racemos  vendimiae:,  ¡Ay  de  mi,  -porque  soy  como 

605  hombre  que  rebusca!  Soy  como  hombre  que  coge  los  raci- 
mos que  se  dejaron  los  vendimiadores.  — Pues  ¿qué  va  en 
ello?  ¿No  cogéis?  — No  es  para  comer  ni  de  comer  lo  que 
otro  dejó.  Gana  tenía  de  comer  uvas.  Mirá  qué  tanto,  que 
aun  agraces  no  hallo  que  comer.  — Señor,  ¿qué  queréis  decir, 

610    non  est  sanctus  in  térra?  ¿Qué  habéis,  Señor?  —Las  uvas 


606  Gf.  Mioh.  7,  i. 


6io   Cf.  Mioh.  7¡  2. 


8.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


169 


que  deseaba,  vuestra  santa  justicia,  guardar  mi  ley  no  como 
quiera  en  lo  exterior;  y  por  otro  fin  que  yo  mando,  se  guarda. 

— ¿Pór  qué  vendimió  el  otro?  — Para  cumplir  con  sus  lo- 
curas, en  sus  banquetes  y  justas,  en  vanidades,  todo  lo  que 

615  es  menester  para  que  se  haga  lo  más  locamente  que  se  pu- 
diere hacer  y  cuan  abundoso  lo  quisierdes.  Esos  son  obreros, 
enhorabuena,  para  viña  del  diablo,  buenos  trabajadores  que 
se  la  labrarán  muy  bien.  Daca  la  viña  de  Dios,  daca  para  una 
huérfana,  daca  para  un  captivo,  daca  para  un  manto  a  una 

620  mujer  que  no  lo  tiene  para  ir  a  misa.  No  os  conocen  ni  os 
precian  oír,  ¿y  pasarse  han  sin  castigo?  Recia  cosa  es  ver  la 
flojería  que  hay  en  la  viña  del  Señor.  La  viña  está  llena  de 
cardos,  toda  hecha  un  eriazo,  sin  alguna  labor,  seca,  sin 
riego  ninguno;  ¿a  qué  lo  podremos  echar?,  llena  de  porti- 

625  líos  y  toda  descepada. 

Una  viña  tuvo  Salomón.  Tradidit  eam  custodibus.  Po 
suerunt  me  custodem,  etc.  Entrególa  a  las  guardas.  Guardas 
son  de  la  viña  los  pontífices,  los  predicadores,  los  sacerdotes, 
los  regidores,  duques  y  condes,  marqueses,  jueces.  Pues 

630  ¿cómo  está  la  viña  tal?  Uno  de  dos,  o  que  las  guardas  hacen 
lo  que  deben  y  la  viña  es  tan  mala  de  sí,  que  no  aprovechan 
todo  cuanto  trabajan  y  velan  sobre  ella,  o  las  guardas  son 
holgazanes  y  perezosos  y  la  viña  ha  por  bien  de  estarse  por 
labrar.  ¿Qué  es  de  los  millares  con  que  el  pontífice  acude  al 

635  rey  o  príncipe  ?  ¿  En  qué  se  consume  tanta  abundancia  ?  ¿  Qué 
es  de  la  multiplicación  del  fruto?  ¿Qué  se  ha  de  hacer  la 
mucha  abundancia  y  colmo  del  aprovechamiento  que  tiene 
en  su  Iglesia  y  súbditos  por  el  tiempo  que  la  rija?  ¿Pensa- 
remos que  todo  el  regimiento  del  perlado  es  subirse  aquí  y 

640  predicar  lo  que  habéis  de  obrar?  Hartos  hay  que  os  lo  dicen. 
Más  ha  de  hacer  que  esto.  El  perlado  ha  de  ser  tan  santo, 
tan  poderosa  su  oración  delante  de  Dios,  que  valga  más  el 
agua  de  la  madre  que  la  leche  que  el  ama  da.  Mas  si  no  sabe- 
mos importunar  a  Dios  ni  llorar  por  las  culpas  y  los  trabajos 

645  que  las  ánimas  padecen,  y  porque  él  no  tiene  fuerzas  para 
los  remedios,  ¿qué  mucho  es  que  esté  cual  está  la  viña,  seca 
y  perdida,  sin  fruto,  perdida,  destrozada,  sin  hoja,  sin  fruto 
y  aun  sin  madera,  toda  talada  y  asolada?  ¿Qué  es  de  las 
guardas?  Durmiéronse  las  guardas  de  esta  viña  que  les  enco- 

650  mendó  Dios,  y  entraron  a  ella  ladrones  y  no  dejaron  cosa 
que  no  vendimiaron.  Los  más  de  los  males  que  en  los  pueblos 
hay  es  por  la  negligencia  de  los  pastores,  de  los  corregidores 
y  de  los  eclesiásticos  y  de  los  seculares,  que  en  el  buen  go- 
bierno y  labor  que  eran  obligados  a  tenér  en  sus  oficios  se 

655  descuidan. 

628  viña]  vida      653  bien 
627   Cant.  S,  11  ;  Cant.  1,  5. 


170 


SERMONES.   CICr.O  TEMPORAL 


Mira  el  evangelio  cómo  lo  notó:  dormierunt  homines.  Por 
el  descuido  de  las  cabezas  está  la  viña  tan  estragada,  que  si 
en  estos  hobiese  fuego  de  Dios,  que,  sabiendo  allí  hay  pecado, 
se  les  rompiese  el  corazón  de  dolor  y  no  se  consolasen  hasta 

660  haberlo  remediado,  si  esto  hobiese  y  lo  remediasen  con  cari- 
dad y  amor,  y  si  ansí  no  pudiesen,  con  temor  y  castigo,  otro 
fruto  se  daría.  Siendo  ansí,  tomaríamos  hondas  y  andaría- 
mos ojeando  los  pájaros  y  ganado,  que  no  entrasen  en  la 
viña.  Hermano,  si  no  trabajas  en  la  viña  de  Dios,  has  de 

665  trabajar  en  la  viña  del  diablo,  que  no  te  puedes  escapar  de 
una  de  dos.  Tu  amo  y  señor,  Dios,  está  trabajando,  ¿y  tú 
no  quieres  ayudarle,  ni  tienes  empacho  de  verle  a  El  traba- 
jar, y  tú  dejar  el  azadón  y  asentarte  a  mirarle  cómo  suda? 
¿Por  qué  trabajas  con  el  diablo?  Su  galardón  es  su  mesa. 

670  ¿Por  qué  te  pagas  de  tan  miserable  comida  y  te  mueves  por 
tan  malaventurado  jornal  y  precio? 

Sey  misericordioso  con  Dios,  sey  humilde  con  Dios,  por- 
que goces  con  El.  Pero  si  andas  en  las  obras  del  diablo, 
quieras  que  no  quieras,  con  él  cenarás  a  la  noche,  tendrár 

675  parte  en  su  condenación  y  en  sus  tormentos  y  en  sus  fuegos 
y  vida  desventurada,  que  en  el  infierno  le  hacen  padecer. 

El  Señor  de  esta  viña  Dios  es,  y  de  la  otra  el  diablo.  El 
denario  de  ésta  será  gloria,  y  de  la  otra  en  infierno.  ¿Qué 
más  bien  hallas  en  servir  al  demonio  que  [a]  Dios?  ¿Qué  más 

680  interese  esperas  del  infierno  que  de  la  gloria  de  Dios?  Di: 
¿Por  qué  quieres  más  trabajar  con  el  demonio  que  trabajar 
con  Dios?  ¿No  me  responderías  a  esto?  ¡Qué  locura  tan 
desconcertada  y  tan  fuera  de  tino  es  esta  que  haces ! :  Que 
salen  dos  señores  a  esa  plaza,  a  alquilar  trabajadores,  y  dice 

685  el  uno:  "Anda  acá,  a  mi  viña,  y  mantenerte  he  abundosamen- 
te, y  regalaros  he,  y  refrescaros  he,  y  daros  he,  en  fin  de 
vuestro  trabajo,  la  gloria  que  los  bienaventurados  tienen  en 
el  cielo  en  compañía  de  Dios,  viéndole  y  gozando  de  El";  y 
dice  el  demonio:  "Andad  acá,  a  mi  viña,  y  haceros  he  tra- 

690  bajar,  y  mataros  he  de  hambre  y  sed,  y  daros  he  por  jornal 
la  muerte..."  ¿Qué  es  la  causa  que  te  vas  derecho  tras  el  que 
te  convidó  con  el  infierno,  y  vuelves  las  espaldas  a  Dios,  que 
te  convida  y  ruega  con  el  cielo,  sabiendo  los  bienes  tan  ex- 
cesivos que  Dios  da  allí  a  los  suyos  ? 

695  — No  os  maravilléis  que  caigamos  y  nos  ceguemos  y  en- 
gañemos. Señor,  somos  flacos.  — Llorad  y  llamad  a  Dios  y 
pedilde  que  os  muestre  lo  que  debéis  hacer  y  os  dé  fuerzas 
para  obrarlo,  y  que  lo  sepáis,  que  El  os  ayudará  a  hacerlo. 

656   Cf.  Mt.  25,  5  ;  Mt.  13,  25.  .  . 


8.     DOM.   DE  SEPTUAGÉSIMA 


171 


Cultiva  la  viña  de     — ¿Qué  es  de  esta  viña?  A  osadas  que 

700   tu  alma.   No  te    no  digáis  lo  que  el  otro  decía:  Vinea 
canses  mea  coram  oculis  meis  est.  A  osadas 

que  no  tengas  tu  ánima  delante  ti  por 
espejo  donde  te  mires.  Ten  este  espejo  delante:  Mira  lo  que 
falta  a  tu  ánima;  alímpiala,  que  está  sucia;  quita  lo  que  daña, 

706  todo  orín  y  vescosidad  que  te  empide.  Mírate. 

Toma  buen  arado  y  revuelve  la  tierra  y  saca  las  raíces 
afuera,  para  que  pierda  el  crecer  lo  malo  y  para  que  el  sol 
seque  la  grama  y  toda  la  yerba  que  la  daña.  Toma  el  arado, 
que  es  de  palo  y  de  hierro;  toma  la  cruz,  aquel  palo  santísimo 

710  y  hierro  los  clavos,  métela  bien  en  tu  ánima,  para  que  salga 
la  mala  raíz,  aunque  más  te  duela.  Arranca  lo  hondo  que 
está  en  ella,  lo  muy  arraigado,  la  malquerencia  y  enemistad 
y  el  deseo  de  ganar  la  honra  al  otro,  aunque  te  llegue  al 
ánima;  la  restitución  de  lo  ajeno,  que  aliter  es  quitar  de  fuera 

715  el  achaque;  que  si  no  sacas  la  raíz,  cuando  venga  la  oca- 
sión, luego  cairás ;  y  esto  estando  la  raíz  verde  y  arraigada 
de  lo  que  te  hacía  mal  y  estorbaba  tu  buena  labor.  Agora 
andas  defuera  la  tierra;  después  de  muerto  estarás  debajo 
de  la  tierra,  y  te  revolverán  como  con  arado  de  alto  abajo 

720   y  de  fuera  a  dentro. 

Sigue  a  Cristo,  trabaja  como  El  trabajó,  espera  que  El 
te  dará  el  premio  de  tus  trabajos,  ten  por  holganza  el  tra- 
bajo que  acá  pasas  por  Dios,  y  dalo  por  bien  empleado. 
—¡Señor,  ya  reverdece  la  viña;  guárdala  de  hielo!  — Ha- 

"25  béis  comenzado  a  servir  a  Dios;  guardaos  de  la  tibieza,  no 
eche  a  perder  la  devoción  que  os  dieron,  que  la  quema  y 
abrasa  peor  que  cierzo.  Guárdala  de  hielo,  consérvala  en  su 
calor  con  oración,  con  ayunos,  con  limosnas,  con  suplica- 
ción y  importunación  a  Dios,  con  recogimiento  y  humilia- 

730  ción.  Mas  ¡ay!,  que  no  nazcan  gusanillos  en  las  hojas  de 
dentro  de  ellas  de  su  color,  que  éstos  pudren  y  comen  la 
hoja  y  la  hacen  perder  el  verdor  y  frescura  que  tenía  pri- 
mero. — ¿Quién  lo  metió  allí  a  este  gusanillo?  — De  la 
misma  hoja  dicen  que  nace.  Haciendo  buenas  obras,  has  de 

735  mirar  de  la  misma  obra  no  salga  quien  te  la  coma  y  la 
gaste  y  consuma.  Esta  es  la  intención  por  que  la  haces.  Si 
es  por  tu  interese  o  porque  te  tengan  por  bueno,  ¡qué  pe- 
ligro tienes!  Cuando  robas  lo  ajeno  y  cuando  das  la  limos- 
na, no  te  falta  peligro;  peligro  cuando  oras  y  peligro  cuan- 

740   do  no  oras,  cuando  ayunas  y  cuando  no  ayunas. 

Si  te  engríes  por  la  buena  obra,  gusanillo  nació  de  ella, 
que  te  hace  que  pierda  su  hermosura  y  frescor,  que  te  la 
eche  toda  a  perder.  Si  está  tu  corazón  loquillo:  "Ya  soy 

706  bien 

701    Qí.  Cant.  8,  12. 


172 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


devoto,  ya  me  consuela  Dios,  ya  me  da  de  sus  gustos,  algo 
745  debo  de  hacer  bueno,  bueno  va  que  ya  se  agrada  Dios  de 
mí";  si  estribáis  ahí,  perderéis  lo  que  es  de  Dios.  Quizá 
que  nace  más  el  gusano  de  las  hojas  que  no  del  fruto,  del 
hablar  que  no  del  obrar.  Calla  si  tienes  algo  bueno,  si  re- 
cibes alguna  merced  de  Dios;  que  hay  gran  peligro  en 
750  sacarlo  a  plaza.  Continúa  lo  que  hacías  por  do  ves  que  te 
hace  merced  Dios,  y  calla  tu  boca,  y  recibe  las  mercedes 
y  sábela  agradecer  y  servir. 

— Señor,  ya  tiene  uvas  mi  viña.  ¿Qué  tengo  de  hacer 
hasta  cogerlas,  para  dar  el  fruto  de  ellas  a  Dios?  — Mirá 
755  que  no  hayáis  trabajado  vos,  y  lleve  otro  el  fruto.  Hacéis 
buenas  obras  por  vanagloria,  por  los  hombres;  huelgan  los 
otros  y  llévanse  el  fruto  de  vuestra  viña.  Para  ellos  traba- 
jastes  si  por  parecer  bien  a  ellos  obrábades.  Los  que  no 
trabajan  en  la  viña  no  llevarán  galardón;  y  los  que  si, 
760  gocen  ellos  de  sus  obras  y  no  se  queden  ellos  sin  fruto  por 
hartar  a  los  otros. 

— 'Pues  ¿quién  sufrirá  estos  trabajos,  Señor,  que  se 
han  de  pasar  en  esta  labranza?  ■ — -Muy  bien  almorzados 
iréis  y  daros  han  bien  de  comer,  y  a  la  noche  os  ternán 
765  aparejada  la  cena,  y  todo  el  día  os  darán  muy  buena  com- 
pañía, con  que  avivéis  al  trabajo. 

— Señor,  yo  no  puedo  trabajar,  que  luego  me  canso. 
— No  habéis  almorzado,  hermano  Este  es  el  apacentamien- 
to de  la  gloria,  de  la  palabra  de  Dios.  Lee  en  buenos  libros, 
770  oye  sermones.  ¿Estás  flaco?  Ve  al  altar.  Mala  pro  hará  al 
que  allí  allegare  sin  haber  trabajado.  ¡Cuántos  hurtan  este 
pan,  que  van  allí  sin  dolor  de  sus  pecados!  Almorzar  es  oír 
la  palabra  de  Dios  en  su  santa  iglesia;  mas,  si  no  queréis 
comer  poniéndoos  el  manjar  delante,  moriréis  de  hambre  y 
775  enflaqueceréis. 

— .Señor,  ¿la  compañía?  — ¡Si  supieses,  cuando  traba- 
jas en  buenas  obras,  quién  te  acompaña!  Jesucristo,  la  Vir- 
gen, los  ángeles.  ¿Con  tales  compañeros  te  cansas?  ¿Con 
tal  ayuda  no  te  alegras?  Acuérdate  que  estuvo  Jesucristo 
780    toda  la  noche  et  totam  noctem  pernoctavit  in  oratione. 

— ¡Señor,  que  me  canso!  ¿Y  la  cena  qué  será?  - — Que  tú 
eres  viña  de  Dios,  y  Dios  te  ha  de  dar  gran  ayuda  para 
que  trabajes;  y  después  que  tú  seas  buena  viña,  ¿qué  te 
dará?  Que  tengas  fuerzas  para  que  obres  en  El,  que  te 
785  alquiló,  y  acudas  a  El  con  todo  el  fruto  tuyo,  para  alcan- 
zar la  gloria  cuando  vayas  de  esta  vida,  y  digas:  "Señor, 
ya  vengo  acá,  a  loaros  y  a  glorificaros".  Esta  cena  ni  len- 
gua os  la  podrá  decir,  ni  entendimiento  entender,  ni  juicio 
imaginar.  ¡Bienaventurado  trabajo,  que  tal  galardón  espe- 

780  Cf.  Le.  6,  12. 
788   Cf.  1  Cor.  2,  9. 


9-     DOM.   I   DE  CUARESMA 


173 


790    ra,  que  tal  y  tan  buena  cena  aguarda,  aquí  de  gracia  y 
después  de  gloria!,  ad  quam  nos  perducat.  Amén. 


9         A  PELEAR  VARONILMENTE  CONTRA  EL  TENTADOR  * 

Domingo  I  de  Cuaresma 

(Oña,  Ms.  est.  8,  pflut.  4,  n.  55  bis,  ff.  2  r-9  r.) 

Ductus  est  Iesus  in  desertum  (Mt.  4,  [1]). 

Exordio     Quis  revelabit  faciem  indumenti  eius?  Hablando 
nuestro  Señor  Dios  de  las  astucias  y  engaños 
del  demonio,  dice:  ¿Quién  descubrirá  la  faz  del  que  tanto 
ñ    sabe,  de  su  vestidura?  ¿Quién  descubrirá  la  faz  para  en- 
gañar del  que  tantas  artes  y  mañas  inventa  para  nos  da- 
ñar? Pocos  de  nosotros  podemos  decir  lo  que  el  bienaven- 
turado Apóstol  dijo,  escribiendo  a  los  de  Corinto,  sobre  un 
cierto  pecado  que  uno  de  ellos  había  cometido:  An  ignóra- 
lo   mus  astutias  Satanae?  Y  díceles  que  consuelen  a  aquel  que 
así  pecó,  porque  no  fuese,  con  las  astucias  del  demonio, 
traído  a  peor  error. 

Letrado  ha  de  ser  el  predicador,  y  el  cura,  y  el  confe- 
sor; letrado  y  graduado  en  esta  ciencia  de  cognocer  las 
15   maldades  y  astucias  del  demonio.  ¿Quién,  pues,  las  des- 
truirá? Dios  nuestro  Señor..  ¿Y  quien  más?  La  Virgen 
María,  nuestra  Señora,  que  estuvo  siempre  llena  de  gracia, 
y  no  tuvo  algún  dominio  el  demonio  algún  tiempo  sobre 
ella;  que  así  lo  dijo  su  bendito  Hijo:  Veniet  princeps  huius 
20   mundi,  et  in  me  non  habet  qui\_d]quam.  Ansí  lo  puede  dicir 
la  Virgen  nuestra  Señora,  que  tampoco  tuvo  parte  en  ella, 
porque  siempre  fué  limpia  y  ajena  de  todo  pecado,  y  ansí 
salió  de  aquellas  limpias  entrañas  aquel  limpió  Jesucristo. 
A  esta  Señora,  que  siempre  estuvo  y  fué  limpia  y  está 
25   llena  de  gracia,  nosotros,  que  tan  faltos  de  ella  estamos, 
nos  encomendemos,  pues  no  podemos  dicir  ni  oír  cosa  que 
a  Dios  sea  agradable  sin  el  favor  de  ella;  y  para  que  nos 
la  alcance,  digamos  el  Ave  María. 

Cristo  es  tentado     Ductus  est  Iesus,  etc.,  ubi  supra. 
30  para  consuelo  y  avj-     Muéstranos  hoy  el  santo  Evange- 
so  nuestro  lio  una  batalla  que  nuestro  Señor 

Jesucristo   con   él   demonio  tuvo, 
cómo  lo  venció,  la  maña  y  arte  que  en  ello  tuvo. 

27  ella]  seilicet  de  la  gracia  marg. 

*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «cMiscelanea  Comillas», 
7  (1947),  39-49.  «In  dominica  prima  Quadragesimae»  (f.  2  r). 
5    Iob  41,  4.  20   Cf.  lo.  14,  30. 

10   Cf.  2  Cor.  2,  11.  29    Mt.  4,  1. 


174 


SF.RMONKS.   CICLO  TEMPORAL 


A  la  entrada  del  santo  Evangelio  se  ofrece  una  duda 

35  y  pregunta:  ¿Qué  fué  lo  que  movió  a  Cristo  a  querer  ser 
tentado  de  una  cosa  tan  baja  y  fea  y  sucia  como  es  el  de- 
monio? Aun  acá  una  casta  y  honesta  mujer  se  avergüen- 
za y  recibe  gran  pena  por  cualquier  palabra  que  un  hom- 
bre sucio  se  le  atreve  a  dicir,  y  recibe  pena  aunque  está 

40  cierta  que  por  su  parte  hay  toda  limpieza,  y  antes  consen- 
tirá en  la  muerte  que  en  nada  que  fuese  contra  su  honor  y 
limpieza;  y  esta  tal  de  creer  es  que  si  ella  pudiese  excusar 
que  el  tal  hombre  no  le  hablase  ninguna  palabra  sucia,  que 
de  buena  voluntad  lo  excusaría.  ¿Cómo,  pues,  nuestro  Se- 

45  ñor,  siendo  verdadero  Dios  y  la  misma  Verdad,  permitió, 
podiéndolo  excusar,  que  el  demonio,  que  es  la  misma  men- 
tira y  suciedad,  se  atreviese  a  lo  tentar  y  convidar  con 
ofensa  de  la  Majestad  de  Dios  H 

Mirad,  por  vuestra  vida,  por  dónde  comenzó,  y  mirad 

50  en  qué  acabó  su  sermón.  Comenzó  con  buenas  palabras  y 
piadosas,  y  acabó  en:  "¡Adórame!",  como  quien  no  dice 
nada.  ¡Oh  astucias  y  engaños  de  Satanás!  ¿Quién  podrá 
valerse  con  tus  artes  y  con  la  diversidad  de  tentaciones  con 
que  a  los  hombres  acometes?  Mirá  qué  va  del  comienzo  al 

55    cabo  y  de  la  entrada  a  la  salida. 

¿Por  qué  quiso  Jesucristo  bendito  ser  tentado?  ¿Qué 
fué  la  causa  que,  pudiéndolo  evitar,  no  lo  evitó?  Algún  se- 
creto está  encerrado  en  esto;  algo  nos  quiere  dicir  en  esto; 
algo  nos  quiere  mostrar,  pues  lo  consintió.  Digo  que  por 

60  dos  razones  permitió  la  suma  Verdad  ser  tentado.  La  pri- 
mera dice  San  Pablo:  Non  habemus  pontificem,  qui  non 
possit  compati  infirmitatibus  nostris;  tentatum  autem  per 
similitudinem  absque  peccato.  No  tenemos  pontífice  que  no 
se  duela  de  nuestras  flaquezas,  compadeciéndose  de  ellas, 
porque  nos  tiene  en  su  corazón  escritos.  No  tiene  Jesu- 
cristo el  amor  y  corazón  tasado  y  apocado,  como  nosotros, 
que,  si  vemos  a  nuestros  prójimos  en  alguna  necesidad, 
ayudárnosles  con  tasa  y  en  esto  sí  y  en  esto  no,  y  decimos: 
"Ya  hice  el  otro  día  por  vos  esto  o  lo  otro;  no  puedo  agora 

70  más,  baste  lo  hecho".  No  hace  Jesucristo  ansí,  sin  [o]  ayú- 
danos y  compadécese  de  nosotros,  no  una  vez  ni  dos  ni  tres, 
sino  cuantas  veces  lo  hemos  menester,  y  no  aguarda  a  que 
lo  llamemos,  que  El  se  convida,  y  algunas  veces,  desechán- 
dolo, nos  busca,  y  olvidándonos  de  El,  hace  que  nos  acor- 

75  demos. 

Es  tan  grande  el  amor  que  en  su  corazón  nos  tiene,  que 
nunca  jamás  se  olvida  de  nosotros,  ni  quita  sus  benditos 
ojos  de  nuestras  necesidades,  flaquezas  y  miserias  para 

62  tentatus 


64    Of.  Hebr.  4,  15. 


g.     DOM.   I   DE  CUARESMA 


175 


remediarlas,  ni  quita  su  favor  y  mano  para  en  ellas  ayu- 

80  darnos  y  proveernos,  como  verdadero  pontífice  que  verda- 
deramente se  compadece  de  nuestras  flaquezas,  como  San 
Pablo  dice.  Y  por  esto  su  misericordia  consintió  que  el  de- 
monio, cabeza  de  mentira  y  maldad,  osase  llegar  a  El  y 
tentalle,  para  que,  tentatus  per  omnia  per  similitudinem 

85  absque  peccato,  sacase  por  experiencia  y  supiese  de  nues- 
tras tentaciones  sin  pecado  ninguno,  porque  después,  vién- 
donos a  nosotros  tentados,  nos  consolásemos  con  haber  vis- 
to tentado  a  nuestro  dechado  Jesucristo  y  creyésemos  que 
seríamos  por  El  librados  como  por  pontífice  que  se  duele  de 

90  nuestras  tentaciones,  y  para  que  vos,  hermano,  siendo  ten- 
tado, no  desmayásedes,  ni  pensásedes  que  érades  de  Dios 
olvidado;  antes  habéis  de  creer  que,  con  el  ayuda  del  Se- 
ñor venciendo  la  tentación,  se  os  volverá  en  corona,  y  los 
trabajos  y  pena  de  ella  en  alegría. 

95  La  segunda  razón  es  para  que  sepáis,  hermano,  que  hay 
demonios  tentadores  y  enemigos  y  tentaciones  y  que  tene- 
mos cruel  guerra  siempre  con  los  demonios,  para  que  no  nos 
descuidemos. 

Decí:  si  ahí  fuera  estuviese  uno  aguardándoos  con  una 
100  espada  para,  en  saliendo  de  esta  iglesia,  heriros  y  mataros, 
y  esto  vos  no  lo  supiésedes,  y  dende  este  púlpito  os  lo  avi- 
sase yo:  "Catad  que  os  quieren  matar  ahí  fuera,  mirad  por 
vos",  ¿no  sería  razón  agradecer  este  aviso  a  quien  os  lo 
diese? 

105  Diréis:  "No,  padre,  que  no  tengo  enemigos;  todos  me 
quieren  bien". 

No  tenéis  por  enemigos,  ni  pensáis  que  os  puede  hacer 
mal  otra  persona,  sino  al  que  os  puede  quitar  la  honra,  o  la 
hacienda,  o  la  vida  temporal.  Yo  os  digo  de  verdad  que  hay 

lio  mayores  peligros  en  estotro  y  muy  mayores  y  más  fuertes, 
y  más  crueles  enemigos,  y  que  lo  que  os  quieren  robar  y  qui- 
tar no  es  cosa  temporal  y  perecedera,  sino  perpetua,  que  es 
robar  vuestra  alma  y  hacerla  perder  su  vida,  que  es  Dios. 
¡Cuántas  veces  decís:  Sed  libera  nos  a  malo!  Rezáis  esta 

115  devoción,  encomendaisos  al  Señor,  suplicáisle  de  corazón  que 
os  libre  de  este  maligno.  Catad  que  son  muchos  los  lazos  de 
este  nuestro  adversario  y  habéis  menester  mucho  el  ayuda 
del  Señor.  Abrid  los  ojos,  pedidlo  muy  de  corazón,  importu- 
nadlo, que  os  libre  del  día  malo  de  la  tentación. 

120  Por  cierto,  cosa  recia  es  el  descuido  grande  que  tenemos 
en  esta  pelea,  cuán  flojos  andamos,  cuán  poco  caso  hacemos 
de  ella ;  y  cuán  poco  temor  tenemos  a  sus  crueles  y  mortales 
encuentros.  Por  cierto,  mal  parecería  a  un  soldado  traer 
mercadurías  en  la  guerra,  y  en  tiempo  de  batalla  entender 

114  Mt.  6,  13.  ;.. 


111) 


SI  KMOXF.S.    CICLO  TEMPORAL 


125  en  cosas  de  paz,  y  en  tiempo  de  mayor  peligro  pararse  a 
tañer  y  cantar  y  cosas  de  placer. 

En  guerra  estamos.  Una  guerra  traemos  en  la  que  nos 
Mil  lazos  nos  pone  va  el  ánima;  guerra  de  mucha  im- 
el  demonio  portancia  es  y  negocio  en  que  todo 

130  nuestro  corazón  debíamos  ocupar,  y 

oficio  en  el  cual  nos  habíamos  de  hacer  ejercitados.  No  lo 
hacemos  ansí,  somos  muy  flojos,  ocupámosnos  en  otras  cosas 
que  menos  nos  va,  abrimos  nuestros  corazones  para  que  Dios 
nos  ayude  en  otros  negocios,  y  olvidamos  éste,  yéndonos 

135  tanto  en  él.  No  es  bien  hecho;  descuidámosnos,  como  si  no 
tuviésemos  guerra.  ¿Y  qué  perdemos?  Abrimos  nuestra 
puerta  y  casa;  señal  es  que  tenemos  poco  que  perder  y  lo 
dejamos  abierto.  Lo  que  mucho  amamos  y  en  mucho  tene- 
mos, mucho  lo  guardamos  y  mucho  recado  ponemos  en  ello, 

140  porque  no  se  nos  pierda.  Grande  señal  y  la  más  cierta  que 
tienes  a  Dios  es  si  temes  mucho  de  lo  perder  y  te  guardas 
de  todas  las  cosas  que  te  pueden  apartar  de  El,  por  grandes 
que  sean. 

Este  nuestro  tentador  y  perverso  enemigo  no  hay  género 
145  de  maldad  que  no  intente,  ni  hay  combate  que  él  pueda  dar- 
nos que  no  nos  lo  dé.  Mil  artes  nuevas  y  invenciones  ordena 
y  fabrica;  mil  cosas  finge,  mil  disimula;  por  aquí,  por  allí 
nos  tienta;  por  todas  partes  acomete,  y  jamás  cesa  noche  y 
día,  en  todo  tiempo  y  lugar,  de  nos  perseguir;  y  como  dice 

150  San  Hierónimo:  Habet  mille  nocendi  artes.  Y  aun  los  siervos 
y  muy  siervos  de  Dios,  a  cabo  de  mucho  tiempo  ejercitados 
en  su  santo  servicio,  se  hallan  nuevos  con  este  guerrero,  y 
les  arma  cosas  en  las  cuales  no  se  saben  dar  a  manos  sin  la 
ayuda  particular  de  nuestro  Señor. 

155  La  gentalla  por  ahí  que  no  mira,  por  ahí  se  la  traga  sin 
hacer  caso  de  ella,  como  dice  Job:  Absorbébit  fluvium  et  non 
mirabitur.  No  tienen  tanto  amor  y  cuenta  con  nuestro  Señor, 
y  por  eso  no  miran  tanto  en  estas  tentaciones,  ni  se  guardan 
con  diligencia  de  los  rabiosos  tiros  de  este  tentador. 

160  Dice  San  Pablo  de  sí,  y  avisando  a  las  ánimas  temerosas 
de  Dios  y  cuidadosas  de  su  servicio:  Vestios,  hermanos,  de 
armas  de  fe,  para  que  podáis  estar  en  pie  contra  las  ase- 
chanzas del  demonio:  Quia  non  es't  vobis  colluctatio  adversus 
carnem,  tenemos,  hermanos  míos,  lucha  y  contienda,  y  no  con 

165  quienquiera,  no  solamente  contra  sangre  y  carne,  sino  con 
unos  muy  valientes  y  esforzados  enemigos,  príncipes  y  re- 
gidores de  este  mundo.  Mirá  si  es  razón  que  nos  velemos  y 


i.so   Cf.  Virgilio,  Aeneid.,  1.  7,  337-338.  San  Jerónimo,  Epist.  14, 
4  :  ML  22.  349. 
157    Iob  40,  18. 
167   Cf.  Eph.  6,  12. 


9.     DOM.  I  DE  CUARESMA 


177 


con  mil  ojos  nos  guardemos,  teniendo  tales  enemigos;  y  mira 
si  conviene  apartarnos  del  bando  del  mundo,  que  sigue  su 

170  parcialidad  y  tiene  por  gobernadores  y  regidores  a  estos  espí- 
ritus malignos.  ¡Bien  regida  será  la  república  que  tales  go- 
bernadores tiene!  Y  malaventurados  serán  los  que  debajo  de 
tal  regimiento  viven;  que  aunque  te  parezca  a  ti  que  te  va 
bien,  si  en  algún  pecado  vives,  a  éstos  obedeces,  debajo  de 

175  su  bandera  militas  y  allá  irás  a  ser  ciudadano  suyo  en  los 
infiernos. 

Huye,  hermano  mío,  de  todo  pecado  como  del  mismo  in- 
fierno, que  infierno  es  lo  que  a  infierno  te  lleva.  ¿Cómo  no 
se  mesan,  cómo  no  lloran,  cómo  no  andan  tristes  y  pensa- 
180  tivos  los  que  debajo  de  tales  tiranos  se  conocen  estar  sub- 
jetos? 

Dijo  el  tentador  a  Jesucristo  mostrándole  todos  los  reinos 
del  mundo  y  su  gloria :  Todo  esto  es  mío.  Y  mintió  la  cabeza 
de  la  mentira  y  no  dijo  verdad,  porque  ninguna  cosa  criada 

185  es  suya,  ni  tiene  nada  en  ella,  ni  aun  una  hormiguita  posee. 
¡Qué  de  promesas  hace,  qué  de  apariencias  nos  pone  para 
que  lo  creamos!  Y  en  todo  miente.  Quien  es  nada  no  puede 
dar  algo,  y  si  algo  da,  es  lo  que  él  tiene,  que  es  fuego  y  in- 
fierno. Convídate  a  deleites;  dice  que  no  se  han  de  acabar, 

ISO  que  te  subirá  a  grandes  honras,  que  te  dará  grandes  rique- 
zas, que  te  prosperará  en  esta  vida.  Y  en  todo  falta,  porque 
en  nada  tiene  poder,  ni  puede  dar  sino  de  lo  que  él  tiene,  que 
es  arder  en  los  fuegos  infernales. 

Lo  que  hemos  dicho  hasta  aquí  es  lo  de  menos  con  que 

195  nos  puede  dañar,  porque,  como  éstos  son  pecados  claros,  no 
puede  él  dañar  con  ellos  sino  a  quien  él  muy  de  su  parte  tu- 
viere, a  estos  que  tuviere  muy  metidos  en  las  cosas  de  este 
mundo.  Hace  el  demonio  otra  guerra  muy  más  cruel  y  da- 
ñosa, y  tanto  más  cruel  y  dañosa,  cuanto  más  disimulada- 

200  mente  la  hace,  contra  espirituales  personas  y  tiempos  y  lu- 
gares y  con  armas  y  cosas  que  parecen  seguras,  y  es  tanta 
su  maldad  y  astucia,  que  no  hay  quien  de  sus  lazos  se  pueda 
escapar. 

Aconsejarte  ha  algunas  veces  que  ayunes.  Cosa  para  es- 
205  pantar  que  diga  un  demonio  "ayuna"  a  un  siervo  de  Dios, 
"haz  limosna,  sey  abstinente",  y  si  no  lo  haces,  que  te  riña 
y  reprehenda  y  te  tome  cuenta  del  poco  aprovechamiento,  y 
te  instigue  y  solicite  a  que  seas  mejor.  Y  todo  lo  hace  el  trai- 
dor no  porque  en  esto  él  gana  algo,  sino  porque  espera  de 
210  allí  o  por  allí  echarte  a  perder.  Hace  que,  rogando  tú  por 
alguno,  se  aparte  de  pecados  y  se  enmiende...,  para  que  tú 
pienses,  pues  que  tal  alcanzaste  de  Dios,  que  eres  bueno  y 
santo  y  agradable  a  sus  ojos,  y  caigas  en  una  pestilencia  de 


183  Cf.  Mt.  4,  9. 


178  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


soberbia,  con  que  te  lleve  al  infierno,  sea  por  donde  fuere, 

215  sea  por  allí  o  por  aquí.  ¡Quién  podrá  contar  las  mañas  y 
maneras  que  tiene!  Veréis  que  uno  es  muy  casto  y  que  es 
dificultoso  hacer  esto;  ayúdale  a  que  sea  más  casto  y  hácele 
aborrecer  las  mujeres,  esto  para  asegurarlo  o  hacello  enlo- 
quecer, viéndose  tan  alto  en  aquella  virtud.  ¿Qué  os  diré  de 
220  él?  Hjácese  casto  con  el  casto,  manso  con  el  manso,  todo  para 
pescar  de  allí  alguna  caída,  cuanto  más  los  sube  en  aquella 
virtud  a  la  cual  más  inclinados  los  ve.  Asegúralos  por  una 
parte  y  dales  combate  por  otra;  señala  en  una  parte  y  hiere 
en  otra,  como  buen  esgremidor.  Por  eso  no  debe  nadie  ase- 

225  gurarse  en  poco  ni  en  mucho,  en  lo  malo  ni  en  lo  que  bueno 
parece,  porque  en  esto  hay  mayores  peligros,  por  la  segu- 
ridad y  aparencia  de  bien  que  nos  promete. 

— Pues,  padre,  ¿qué  haré?  ¿Cómo  o  en  qué  conoceré  si 
las  buenas  obras  que  hago  y  las  palabras  y  pensamientos 

230  buenos  que  tengo  son  de  Dios  o  del  demonio? 

— ¿Cómo?  Ex  frutibus  eorum.  Mirá  vos,  hermano,  cuan- 
do hubiéredes  obrado,  o  hablado,  o  pensado  algo  bueno, 
cómo  quedáis;  que  si  queda  vuestra  ánima  loquilla,  si  se 
tiene  en  algo,  si  desprecia  a  los  otros,  si  se  compara  o  se 

235  estima  más  que  otros,  esto  tal  claro  es  que  es  el  demonio. 
Y  cuando  ha  precedido  algo  bueno  que  he  dicho,  y  hallas  a  tu 
ánima  vacía  de  humildad  y  enloquecida  y  vana  con  su  propia 
estimación  y  contento,  reniega  de  ti  y  de  tal  bondad,  que  no 
procede  de  otra  parte  que  del  demonio. 

240  Grande  aviso  hemos  de  tener  en  todo,  pues  nuestro  ene- 
migo en  todo  nos  pone  lazos  y  asechanzas  para  nos  cazar. 
Pues  ¿fuerte  no  es?  Fortísimo  jayán  es;  a  todo  el  pueblo  de 
Dios  desafió  aquel  gigante  Golías,  que  a  este  nuestro  adver- 
sario significa,  que  ninguna  cosa  deja  de  acometer  por  co- 

24b  bardía;  a  todo  género  de  personas  y  a  todas  edades  acomete: 
no  deja  niño,  por  pequeño  que  sea,  ni  mancebo,  ni  viejo; 
finalmente,  a  todos  desafía  y  a  todos  acomete,  a  todos  echa 
sus  redes. 

Siendo  esto  ansí,  ¿quién  duerme,  quién  come,  quién  re- 
250  posa,  quien  puede  sosegarse  y  descuidarse,  teniendo  tales 
enemigos,  que  ni  duermen,  ni  comen,  ni  en  otra  cosa  entien- 
den sino  en  buscar  maneras  para  nos  engañar  y  perder?  Pues 
cuando  viene  la  media  noche,  ya  que  es  hora  de  levantarse 
a  maitines  los  religiosos,  vienen  los  demonios  tan  solícitos, 
255  haciendo  a  unos  que  no  se  levanten  y  a  otros  que  se  duerman 
por  la  mañana.  Va  al  oficial,  al  mercader,  al  ciudadano,  a 
ver  si  hay  en  qué  le  haga  caer.  Y  ansí  como  los  oficiales  por 


236  dicho]  hecho  a.  corr. 


231    Cf.  Mt.  7,  16. 


9-     IX>M.   I   DE  CUARESMA 


179 


la  mañana  cada  uno  se  levanta  para  entender  en  su  oficio, 
ansí  los  demonios  comienzan  a  entender  en  el  suyo,  que  es 

260  engañarnos. 

Viene  uno  dellos  y  hace  que  comas  mucho,  y  desque  te 
tiene  ansí,  vase  y  dice  a  otro  demonio:  Ve  y  tienta  a  aquél, 
mira  qué  tal  le  dejo.  Viene  aquél,  tiéntale  de  otro  pecado. 
Viene  otro  y  tiéntale  de  otra  manera,  y  ansí  los  unos  a  los 

265  otros  se  ayudan  y  se  favorecen  y  se  remudan.  Otro  demonio 
hácete  que  no  comas  mucho,  para  que  quiebres  la  obediencia 
y  vayas  contra  la  voluntad  del  perlado,  en  lo  cual  sin  com- 
paración pierdes  más  que  ganas  con  el  ayuno.  Y  de  esta 
manera  hace  en  nosotros  el  estrago  que  hace,  porque  de  su 

270  parte  de  ellos  hay  grandísima  diligencia,  y  de  la  nuestra 
grandísimo  descuido  y  flojedad.  Y  siendo  esto  ansí,  como 
todos  sabemos  que  es  cierto,  ¿no  fué  grande  la  misericordia 
que  nuestro  Señor  nos  hizo  en  dejarnos  aviso,  pues  quiso  y 
permitió  El  ser  tentado  para  que  mirásemos  a  El  cuando 

275  nosotros  fuésemos  tentados  ?  Por  cierto,  grande  fué  esta  mi- 
sericordia y  grandes  son  las  gracias  que  por  ella  debemos 
dar  siempre  a  nuestro  Señor  Jesucristo. 

Dios  te  ayuda.  Para  — Padre,  más  quisiera  que  no  me 
tu  bien  permite  la    hubiérades  avisado  de  todo  esto. 

280  tentación  ^ien  me  estaDa  y°  s^n  saber  esa 

guerra  y  enemigos  que  me  habéis 
dicho  que  tengo.  Más  valiera  que  no  lo  supiera.  El  tan  fuer- 
te, yo  tan  flaco;  yo  descuidado  y  él  tan  diligente  para  me 
engañar,  ¿cómo  puedo  yo  traer  guerra  y  durar  contra  tan 

285    cruel  enemigo  y  tan  cauteloso  engañador? 

— Prometió  Dios  a  su  pueblo  de  Israel  que  lo  sacaría  de 
Egipto  y  lo  llevaría  a  una  tierra  en  gran  manera  abundosa 
y  fértil  de  todas  cosas,  y  ya  que  estaba  muy  cerca  para  entrar 
en  ella,  enviaron  ciertos  de  los  hijos  de  Israel  para  que  en- 

290  trasen  en  ella  y  la  viesen  y  trujesen  nuevas  de  ella ;  los  cuales 
se  contentaron  mucho  de  la  tierra  y  de  su  frescura,  pero 
vinieron  espantados  de  los  hombres  de  ella,  que  eran  muy 
fuertes,  y  las  ciudades  y  murallas  de  ella  también  muy  for- 
talecidas. Cuando  esto  vió  el  pueblo,  temió  'mucho  y  des- 

295  confió  de  la  promesa  que  el  Señor  les  había  hecho,  que  los 
metería  en  aquella  tierra.  Enojóse  Dios  y  castigólos  porque 
tuvieron  poca  confianza  en  la  promesa  que  El  les  había 
hecho. 

Tus  enemigos,  hermano,  y  sus  astucias  y  maneras  ya  las 
300  hemos  dicho;  pero  muy  más  fuerte  es  Dios  para  librarte  de 
todo,  y  más  bien  te  puede  hacer  que  mal  todos  los  demonios. 
Tan  solamente  quiere  Dios  que  te  fíes  de  El,  que  te  arrimes 
a  El,  que  confíes  de  El  y  desconfíes  de  ti  mismo,  y  de  esta 
manera  ayudarte  ha,  y  con  su  ayuda  vencerás  a  todo  el  in- 


180  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


305  fiemo  que  venga  contra  ti.  De  esta  firme  esperanza  no  te 
dejes  caer,  porque  se  enojará  de  ello,  ni  porque  los  demonios 
sean  muchos  y  muchas  las  tentaciones  y  bravas  y  de  muchas 
maneras.  Está  siempre  arrimado  a  El,  porque  si  este  arrimo 
y  fuerza  no  tienes  con  el  Señor,  luego  te  cairás  y  temerás 

810  cualquier  cosa.  De  puro  flojos  y  temerosos  no  servimos  al 
Señor.  Si  tuviésemos  un  corazón  varonil,  amigo  de  padecer 
trabajos  por  la  honra  de  Dios,  no  nos  espantarían  las  ten- 
taciones. 

¡Qué  de  personas,  qué  de  corazones  hay  flojos  y  quejo- 
Sis  sos,  porque  son  tentados,  como  los  así  tentados  se  aflojen  y 
descontenten;  como  si  esto  lo  permitiese  Dios  para  daño 
suyo!  Tened  paciencia  en  los  trabajos  y  tentaciones,  pues 
es  cierto  que  el  Señor  los  permite  por  vuestro  bien.  ¿Cómo 
coronará  Dios  vuestros  trabajos  sin  paciencia?  ¿Cómo  te  co- 
320  roñará  Dios  si  en  todo  se  hace  tu  voluntad,  la  cual  está  in- 
clinada a  no  padecer?  Espera  y  llégate  debajo  de  la  sombra 
de  las  alas  de  Dios,  y  en  todo  serás  ayudado  y  de  todos  los 
males  y  peligros  librado.  Verdaderamente  te  ama  y  procura 
tu  bien.  Padre  tuyo  es  y  buen  padre;  a  todos  ayuda,  y  hace 
325  bien  a  los  que  en  El  esperan. 

— Padre,  si  el  Señor  me  tiene  amor,  ¿por  qué  permite  sea 
afligido  y  maltratado  del  demonio?  — Dice  San  Pablo:  Ne 
magnitudo  revelationum  exaltet,  porque  no  me  ensoberbezca. 
— ¿Por  qué  San  Pablo,  siendo  tan  amigo  de  Dios?  — Así 
330   conviene  porque  en  nuestras  flaquezas  y  tentaciones  conoz- 
camos la  necesidad  que  del  favor  y  ayuda  del  Señor  tenemos, 
y  le  pidamos  favor,  viendo  claramente  que  sin  su  favor  y 
ayuda  nada  podemos  hacer.  Más  seguridad  tienen  las  ten- 
taciones y  trabajos  que  no  los  consuelos  y  regalos,  porque 
335  en  las  graves  tentaciones  y  trabajos  conocerás  que  la  mano 
poderosa  del  Señor  es  la  que  te  tiene  que  no  caigas,  aunque 
también  caigas  en  otras  tentacioncillas  de  nonada.  Pues  en  lo 
poco  caes  y  en  lo  mucho  y  fuerte  no  eres  derribado,  razón 
es  que  conozcas  que  obra  la  misericordia  del  Señor  ese  tu 
340  estar  en  pie.  Por  eso  digo  que  el  afligirte  Dios  y  permitir 
que  seas  gravemente  tentado,  consiéntelo  Su  Majestad  por 
dos  cosas  que  de  ello  se  siguen:  por  la  gloria  que  le  das  a 
El  en  esperar  en  El  y  darle  la  honra  de  la  victoria,  y  también 
por  provecho  tuyo,  pues  conoces  tu  flaqueza  y  te  conservas 
845  en  humildad. 

Veréis  unos  santicos  que  ayunan  y  rezan  y  dan  sus  limos- 
nas, ya  no  parlan  ni  murmuran,  y  con  esto  piensan  que  lo 
tienen  todo  hecho.  Creed  que  el  que  no  es  tentado  no  se 
puede  doler  ni  compadecer  del  tentado,  ni  sabe  orar  ni  rogar 
350  a  Dios,  ni  acaba  enteramente  de  conocerle.  De  aquí  viene 

SEA  bien 


328   Cf.  3  Cor.  12,  7. 


9.     DOM.   I   DE  CUARESMA 


181 


que,  cuando  alguno  tentado  va  a  ti,'  te  espantas  y  le  riñes 
y  te  muestras  áspero,  porque  no  sabes  qué  cosa  es  ser  ten- 
tado, y  el  que  lo  es  consuela  y  anima  y  esfuerza  al  que  va 
[a]  él,  porque  se  duele  de  él  y  conoce  la  necesidad  que  de  su 
355  consuelo  tiene.  Y  mucho  mejor  sabrá  darse  a  Dios  y  orar  el 
que  se  sintiere  tentado  que  el  que  tuviese  consolaciones,  por- 
que la  necesidad  que  siente  que  de  la  mano  y  del  favor  del 
Señor  tiene,  le  hará  humillarse  a  Dios  y  pedirle  misericordia 
en  sus  trabajos. 

360  No  está  Dios  lejos  de  los  tentados  y  afligidos  y  de  aquellos 
que  varonilmente  pelean  por  no  ser  derribados  por  la  honra 
de  Jesucristo,  su  Capitán.  Si  no,  mirad  a  Santo  Antonio  en 
aquella  batalla  que  tuvo  con  los  demonios,  que  le  dijo  a 
Jesucristo:  — ¿ Dónde  estabas,  Señor?  —Aquí  estaba,  aun- 
365  que  no  me  veías,  para  coronar  tu  victoria. 

Cuando  en  alguna  necesidad  te  vieres,  llama  al  Señor, 
dale  voces,  que  oírte  ha,  que  El  mismo  dijo:  Clamabit  ad  me 
et  ego  exaudiam  eum,  etc.  Aquél  llama  que  a  sólo  el  Señor 
pide  socorro  y  no  a  otra  ninguna  pura  criatura,  y  de  él  solo 

370  espera  y  no  de  otra  ninguna  cosa.  Las  piedras  preciosas  con 
que  se  ha  de  fabricar  nuestra  corona  son  las  tentaciones  y 
los  trabajos;  que  San  Gregorio  dice:  Quoties  resistís,  toties 
coronaberis.  Accipite  armaturam  fidei,  dice  San  Pablo;  to- 
mad las  armas  de  la  fe,  porque  el  que  se  arma  con  la  fe  viva, 

375  que  aquí  dice  San  Pablo,  está  fuerte  para  resistir,  porque  lo 
que  en  su  corazón  tiene  de  las  cosas  espirituales  y  eternas 
le  hace  menospreciar  todo  lo  de  acá  y  tener  en  poco  cual- 
quier trabajo  que  por  alcanzar  aquéllas  le  viene. 

Llámase  día  malo  el  de  la  tentación  por  el  trabajo  que 

380  el  tentado  padece  en  resistir  y  por  el  gran  peligro  en  que  está 
durante  la  tentación,  porque,  como  el  demonio  es  tan  impor- 
tuno y  sabe  que  algunos,  por  no  padecer  el  trabajo  del  re- 
sistir mucho  tiempo,  consienten,  da  graves  importunidades, 
ut  saltem  taedio  consentiant ,  y  por  esto  es  día  malo  el  de  la 

335  tentación,  pues  en  él  estamos  en  víspera  de  perder  a  Dios, 
si  consintimos.  Y  aunque  es  verdad  que  en  este  día  estás  en 
este  peligro  y  en  esta  pena,  esfuérzate  tú,  hermano,  con  el 
favor  del  Señor,  para  vencer,  considerando  que  mayor  es  el 
placer  que  ternás  de  haber  vencido  que  la  pena  que  padeces 

390  cuando  eres  tentado. 

¿De  dónde  viene  que  responde  el  confesor  al  que  le 
cuenta  alguna  tentación  o  flaqueza:  "¿Cómo  hacéis  eso, 
para  qué  sois  ansí,  por  qué  no  hacéis  estotro?",  sino  de  no 
haber  sido  tentado?  Y  como  no  lo  ha  sido,  juzga  por  sí  a 


365  San  Atanasio,  Vita  B.  Antonii,  c.  g  :  ML  73,  132. 

368  !Ps.  90,  15. 

373  San  Gregorio,  Moral.,  1.  14,  c.  35,  42  :  ML  75,  1062. 

374  Cf.  Eph.  6,  11. 


182  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


395  los  otros,  y  como  no  Hay  hombre  que  de  su  proprio  natu- 
ral no  ame  o  aborrezca  algún  vicio  más  que  a  otro,  cuando 
ve  en  alguno  lo  que  aborrece,  no  lo  puede  ni  sabe  sufrir,  y 
quiere  que  todos  como  él  lo  aborrezcan,  y  espántase  que 
alguno  lo  cometa.  Finalmente,  que  el  que  no  es  tentado  no 

400  sabe  nada,  ni  puede  consolar  al  tentado. 

¿Qué  haremos  en  la    — Ya,  padre,  estamos  en  esta  gue- 
tentación?  rra  Y  no  Ia  podemos  huir,  decí, 

¿qué  haremos? 
— 'Hablen,  hablen  los  capitanes.  Dice  San  Pedro:  Fra- 

405  tres,  sobrii  estote,  etc.  Hermanos,  dice  el  príncipe  de  los 
apóstoles,  sed  templados.  Tiene  mucha  razón  por  cierto. 
¡Qué  de  males  causa  este  comer!  ¡A  cuántos  derriba  el  ene- 
migo! Hácelos  hartar  hasta  no  más,  y  vase  riendo  de  ellos, 
y  envía  a  otro  peor  que  él,  y  dice:  "¡Cuál  te  lo  dejo!  Ve  tú 

410  y  tiéntalo  como  quisieres,  que  bueno  queda  y  aparejado 
para  todo  lo  que  de  él  quisieres  hacer".  Con  este  pecado 
derribó  el  demonio  a  nuestra  primera  madre  Eva  y  con 
éste  tentó  hoy  a  nuestro  Señor  Jesucristo,  diciéndole:  Haz 
que  estas  piedras  se  tornen  pan. 

415  Dice  más  San  Pedro:  Vigilate.  Habíasenos  de  pasar  la 
mayor  parte  de  la  noche  velando  y  rogando  a  Dios  nos 
librase  de  este  enemigo  y  nos  diese  fuerzas  para  echar  de 
nosotros  todo  mal,  pues  nuestro  enemigo  no  duerme,  antes 
siempre  está  velándonos,  cuándo  descubriremos  una  hebi- 

420  lleta  por  donde  nos  pueda  herir  y  inficionar  con  sus  ten- 
taciones. Y  ansí  dice  Job  de  él  que  no  se  contenta  con 
tragar  los  ríos  por  ahí,  sino  que  tiene  esperanza  de  tra- 
garse y  sorberse  el  río  Jordán.  No  se  contenta  él  con  hacer 
caer  a  los  hombres  descuidados,  sino  procura  y  quiere  ha- 

425  cer  caer  con  sus  artes  a  los  que  son  prósperos  en  el  ser- 
vicio de  nuestro  Señor  y  llevan  su  corriente  alegre  y  de- 
leitosa por  los  prados  de  la  contemplación  y  gustos  de 
Dios  y  de  su  sagrada  Escriptura. 

Curas,  prelados,  mirad  y  velad,  catad  que  el  demonio 

430  sabe  que  el  bien  de  otros  pende  de  vosotros  y  de  vuestro 
ejemplo.  Trabaja  mucho  por  derribaros  y  hace  que  contra 
vosotros  se  acueste  la  mayor  fuerza  de  sus  engaños,  pues 
derribando  a  vosotros,  juntamente  derriba  a  otros  muchos. 
¿No  dice  acullá  que  totumt  pondus  praelii  versum  est  in 

435  Saúl,  toda  la  fuerza  de  la  batalla  se  acostó  en  Saúl?  Por- 
que derribado  el  capitán,  ,en  quien  todos  tienen  los  ojos, 
luego  desmayan.  Y  por  eso  la  caída  de  los  tales  es  más 
procurada  y  deseada  del  demonio  que  la  de  los  otros  hom- 


406  Brcv.  Rom.,  Lect.  brcv.  ad  Complctorittm ;  cf.  1  Petr.  5,  8. 
411  Qf.  San  Juan  Clímaco,  Scala  paradisi,  grad.  14:  MG  88,  867  s. 
414    Mt.  4,  3.  415    1  Petr.  5,  8.  435    I  Reg.  31,  ¡. 


q.     IX>M.  I  DE  CUARESMA 


183 


'bres,  porque  no  va  tanto  en  ella.  Y  por  tener  guerra  contra 

440  él  no  te  has  de  espantar  ni  acobardar,  pues  es  cierto  que 
el  día  que  hiciste  paz  con  el  Señor,  ése  mesmo  heciste  gue- 
rra con  el  demonio.  Si  el  demonio  es  poderoso  para  te  ven- 
cer y  engañar,  más  fuerte  y  sabio  es  Dios  para  te  defender 
y  ayudar.  Más  te  ayuda  Dios  que  él  te  tentará. 

445  Bramando  anda,  dice  San  Pedro,  buscando  a  quien  tra- 
gar. Resistite  fortes  in  fide.  Bienaventurado  el  que  entien- 
de esta  palabra  y  bienaventurado  el  que  tiene  en  su  co- 
razón fe  viva,  la  cual  lo  trae  seguro  entre  las  tentaciones, 
y  fuerte  en  los  trabajos,  seguro  y  manso  en  los  torbellinos 

450  y  mudanzas  de  este  siglo.  Tened  memoria  firme  y  fiucia  en 
la  cruz  de  Jesucristo,  de  la  cual  huyen  y  van  espantados 
los  demonios  y  no  osan  parecer  delante  de  ella.  Mirad  a 
San  Antonio,  qué  defensa  tenía  entre  todos  los  poderíos  in- 
fernales, sino  fe  viva  en  Jesucristo  y  la  señal  de  la  cruz,  de 

455   la  cual  iban  huyendo,  que  no  paraban  delante  de  él. 

Hay  algunos  hombres  bobos,  que  de  puro  miedo  no  se 
osan  apartar  a  rezar  un  poco.  Di,  ¿qué  te  puede  hacer? 
¿No  está  allí  presente  Dios  también  como  él?  ¿Qué  te 
puede  hacer  en  la  presencia  del  Señor,  estando  allí  tu  ayu- 

460  dador  y  guarda?  Apártate,  hermano,  sin  temor  y  encomién- 
date a  Dios,  reza  tus  devociones,  lleva  fe  viva,  que  va  con- 
tigo Dios  y  está  doquiera  que  estuvieres;  y  [a]  que  el  demonio, 
ni  todo  el  infierno,  no  puede  allegar  a  ti  ni  hacerte  mal  sin 
consentimiento  suyo. 

465  — ¡Oh  padre!  Que  soy  muy  malo  y  pecador,  y  atormén- 
tame con  tan  malos  pensamientos,  y  háceme  creer  que  no 
me  perdonará  Dios.  ¿Qué  haré? 

— Que  confíes  en  Jesucristo  y  tengas  fe  viva  que  no  te 
desamparará,  que  el  demonio  no  anda  por  otra  cosa,  sino 

470  porque  desesperes,  agravándote  tus  pecados,  poniéndotelos 
delante  para  que  pierdas  la  fe  y  esperanza  del  Señor.  Y  ansí 
dice  él:  Exinanite  usque  ad  fundamentum  meum,  porque 
este  fundamento  es  el  que  nos  tiene  a  todos  en  pie  en  los 
trabajos  y  nos  hace  fuertes  en  las  tribulaciones,  y  sin  él 

475  no  podemos  edificar  cosa  que  buena  sea.  Y  por  el  camino  y 
modo  que  el  demonio  entra  en  las  tentaciones  para  te  de- 
rribar y  vencer,  lo  derribas  tú  y  vences  si  con  sus  proprias 
armas  le  hieres;  de  manera  que  trayéndote  tentaciones  de 
soberbia  te  humilles,  y  con  las  de  lujuria  te  hagas  más 

480    casto,  y  con  las  de  ira  más  manso. 

— Padre,  dura  mucho  y  me  atormenta.  — No  digas  eso, 

478  hieres]  hicieres 
446    1  Petr.  5,  9. 

455  San  Atanasio,  Vita  B.  Antonii,  ce.  12,  15,  18  :  ML  73,  133, 
138,  142- 

472   Cf.  Ps.  136,  7. 


184 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


antes  di  al  Señor  muy  de  corazón:  Señor,  si  vuestra  Ma- 
jestad es  servido  que  mil  años  esté  en  este  trabajo  y  tribu- 
lación, que  para  mi  bien  me  habéis  inviado,  de  ello  seré  yo 

4&5  muy  contento,  y  con  todo  lo  que  me  quisiéredes  inviar,  pues 
sé  que  me  amáis  y  no  me  inviaréis  cosa  que  no  sea  para 
vuestra  honra  y  mi  provecho. 

El  rey  David  con  piedras  venció  aquel  gran  gigante  Go- 
lías,  que  desafiaba  a  todo  él  pueblo  de  Dios.  Busca  tú,  her- 

490  mano,  ansí,  cuando  te  desafiare  el  demonio,  una  piedra  en 
la  sagrada  Escritura  con  que  le  quiebres  la  cabeza  y  te  de- 
fiendas de  él. 

Di  jóle  el  demonio  a  Jesucristo:  Haz  que  estas  piedras  se 
vuelvan  en  pan.  Responde  Cristo:  Non  in  solo  pane  vivit 

495  homo,  etc.  Quiso  aquí  dicir  Cristo  que  no  en  solo  pan  vive  el 
hombre,  mas  con  todo  aquello  que  quiere  y  manda  Dios  que 
viva;  de  forma  que  para  mantener  a  un  hombre  no  es  me- 
nester hacer  de  las  piedras  pan,  sino  mantenello  en  las  mis- 
mas piedras  (verbum  pro  re).  Y  más,  que  lo  llevó  al  pináculo 

500  del  templo  y  le  dijo:  Echate  de  aquí,  que  está  escrito  de  ti 
que  los  ángeles  te  servirán.  Notad  y  aprended  de  Cristo  a 
responder  al  demonio  con  palabras  santas  de  la  sagrada  Es- 
critura. En  los  libros  santos  habíades  de  leer  ciertas  horas 
desocupadas,  para  entender  en  ello  y  para  ejercitaros  en  las 

505  palabras  del  Señor,  para  hallaros  apercebidos  en  las  tenta- 
ciones. No  se  hace  ansí  y  por  eso  andáis  como  andáis.  Llevólo 
también  a  un  monte  muy  alto  y  di  jóle:  Adórame  y  darte  he 
cuanto  veas;  todo  es  mío. 

Mira  en  qué  fué  a  acabar.  Estas  son  sus  salidas.  Díjole 

510  Cristo:  Vade  retro;  al  Señor  adorarás  y  a  El  solo  has  de 
servir.  Confuso  y  avergonzado  con  las  respuestas  que  a  sus 
tentaciones  hizo  Cristo,  fuése,  y  quedó  Cristo  en  el  campo 
como  fuerte  guerrero.  Y  vinieron  los  ángeles  a  lo  servir.  ¿No 
os  acordáis  cómo  se  hubo  Melquisedec  cuando  vencido  hobo 

515  aquella  batalla  Abraham?  Ofreció  pan  y  vino. 

Esfuérzate  tú,  hermano,  el  tiempo  que  en  este  mundo 
estuvieres,  a  pelear  varonilmente  contra  los  demonios  y  sus 
asechanzas.  Y  si  ansí  lo  hicieres,  vernán  no  solamente  los 
ángeles  a  te  servir  y  consolar,  pero  el  mismo  Jesucristo 

520  verná,  y  te  consolará,  y  te  esforzará  y  abrazará,  y  te  dará 
gracia  para  este  vencimiento  y  después  su  gloria,  ad  quam 
nos  perducat. 


614  se  hubo]  venció  a.  corr. 


496  Mt.  4,  4  ;  Le.  4,  4. 

501  Mt.  4,  6. 

508  Mt.  4,  9. 

511  Me.  8,  33. 

513  Mt.  4,  11. 


IO.     JUEVES   DE    LA   SEMANA    I    DE  CUARESMA 


185 


10  Venzamos  a  Dios  en  la  oración  * 

Jueves  de  la  I  semana  de  Cuaresma 

(Oña,  Ms.  est.  8,  iphiit.  4,  n.  55  bis,  «f.  17  r  -  21  r.) 

Miserere  mei,  fili  David;  filia  [mea]  male  a  daemo- 
nio  vexatur  (Mt.  xs,  [32]). 

Exordio     Para  que  el  Señor  nos  envíe  su  gracia  y  todo  lo 
que  dijéremos  sea  a  gloria  suya  y  alabanza,  su- 
pliquemos a  la  gloriosa  Virgen  María  nos  la  alcance,  y  para 
que  ansí  lo  haga,  digamos  Ave,  María. 

Sale  Cristo  vencido  (Miserere  mei,  etc.  Las  palabras  que 
en  justa  y  torneo  darán  fundamento  a  nuestro  sermón 
con  la  Cananea  las  diJ°  una  muJer  atribulada  a 
nuestro  Señor  Jesucristo  y  alcanzó 
de  El  lo  que  pedía.  Escríbelas  San  Mateo,  capítulo  15.  Pa- 
recióme predicar  de  ella,  porque  tiene  esta  mujer  muchos 
devotos.  Dicen  en  romance:  ¡Jesús,  hijo  de  David,  habé  mi- 
sericordia de  mí! 

También  en  las  cosas  de  Dios  hay  pasatiempos,  como  en 
las  cosas  del  mundo.  Vimos  en  el  Evangelio  que  se  cantó  en  el 
domingo  pasado  una  justa  que  entre  Cristo  y  el  demonio  pasó, 
y  cómo  de  ella  salió  vencedor  nuestro  Señor  Jesucristo.  Hoy 
veremos  otra  en  que  saldrá  vencido.  Poderosas  son  las  armas 
y  fuertes  que  vencen  a  Dios.  Fué  el  demonio,  el  domingo  pa- 
sado, a  tentar  a  Cristo,  y  fué  vencido  con  palabras  de  la  Sa- 
grada Escriptura.  Vino  hoy  una  mujercita  y  extranjera  en 
el  campo,  para  hacer  campo,  y  llevaba  un  pleito  ruin,  y  to- 
móse a  palabras  con  Cristo  y  vencióle  y  hízole  decir:  Mujer, 
grande  es  tu  fe,  hágase  lo  que  tú  quieres.  ¿No  es  buena  justa? 
¿No  es  buen  torneo?  ¡Qué  buena  guerra  donde  vence  la  mu- 
jer y  se  hace  lo  que  pide! 

Esta  historia  de  la  Cananea  es  muy  notoria,  todos  la  sa- 
béis; pero  lo  que  una  vez  no  entendistes,  impusible  es  que, 
oyéndolo  otra  vez,  no  lo  entendáis;  que  ésta  es  la  condición 
de  la  Sagrada  Escriptura,  que  cuanto  más  uno  sube  a  mayor 
perfección  de  vida  y  conocimiento  de  Dios,  ansí  va  más  en- 
tendiendo en  un  mismo  paso  lo  que  antes  no  entendió.  No  se 
añeja  la  sagrada  Escriptura  de  Dios;  siempre  hallamos  en  las 
cosas  que  muchas  veces  hemos  leído  cosas  nuevas  que  enten- 
der y  secretos  que  otras  veces  no  habíamos  entendido.  Y  para 
esto  digamos  agora  el  santo  Evangelio. 

*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  64-75.  «Dominica  secunda  Quadrapesimae»  (f.  17  r). 
6    Mt.  15,  22. 
25    Mt.  15,  28. 


186 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


Eran  los  fariseos  muy  grandes  ayunadores  y  hacían  muy 
grandes  señales  en  lo  de  fuera  de  santidad,  y  dijeron  un  día 

40  a  Cristo  que  por  qué  no  hacía  que  sus  discípulos  ayunasen. 
Y  reprehendiólos  nuestro  Señor  y  llamólos  hipócritas,  por- 
que no  curaban  tanto  de  las  cosas  de  dentro  que  hacían  al 
caso  como  de  las  de  fuera,  que  pueden  ser  malas  y  buenas. 
Hecho  esto,  fuese  de  alU  a  Tiro  y  Sidón,  ciudades  de  gen- 

45  tiles,  de  gente  infiel,  dando  a  entender  Cristo  en  esta  ida  que 
se  va  de  los  corazones  fingidos  de  los  hombres  doblados,  que 
no  tienen  ni  curan  más  de  otra  cosa  que  de  tener  las  apa- 
r encías  buenas.  Fuése  de  allí,  de  aquellos  que  tenían  los 
corazones  dañados. 

50  El  principal  cuidado  del  cristiano  ha  de  ser  del  corazón. 
Guárdenos  Dios  de  tener  el  corazón  dañado  y  enfermo.  Ansí 
como  en  lo  corporal  es  gran  mal  la  enfermedad  del  corazón, 
ansí  es  mucho  más  en  lo  espiritual  tener  dañado  el  corazón. 
Vase  el  Señor  de  allí  y  sale  una  mujer  al  camino,  que  tenía 

55  a  su  hija  endemoniada.  Si  vos  maldecís  a  vuestros  hijos  y 
los  dais  al  demonio,  ¿por  qué  os  maravilláis  que  los  lleve? 
¿Es  mucho  que  tome  lo  que  vos  le  dais?  Pues  aun  a  vos 
mismo  querría  tomar,  si  pusible  le  fuese.  ¡Cauterio  de  fuego 
en  tal  lengua,  que  a  las  criaturas  de  Dios  encomienda  al  de- 

60  monio!  ¡No  lo  hagáis,  por  amor  de  Dios!  Guardaos  de  le  en- 
comendar vuestros  hijos  al  demonio,  ni  a  criatura  igual  al 
demonio,  que  es  muy  ruin  compañía  la  del  demonio  en  grande 
manera. 

Sale  al  camino.  Había  oído  decir  de  Cristo  grandes  bie- 

65  nes  y  cómo  hacía  grandes  milagros  y  lanzaba  los  demonios. 
Salióle  al  camino.  ¡Bienaventurado  aquel  a  cuyos  oídos  han 
venido  estas  nuevas  de  Cristo!  Albricias  habíamos  de  dar  a 
quien  nos  las  trajese.  En  diciendo  que  San  Juan  dijo:  Ecce 
agnus  Dei,  vanse  tras  de  El  sus  discípulos.  ¿Pequeñas  nue- 

70  vas  son  decir  que  tienes  quien  te  ama  tanto,  que  tan  atra- 
vesado te  tiene  en  su  corazón,  que  murió  por  ti  en  una  cruz? 
¡Albricias,  que  es  venido  quien  hará  las  amistades  entre  Dios 
y  los  hombres,  quien  amansará  a  Dios,  quien  te  dará  alegría 
en  tu  corazón  y  te  consolará  en  tus  trabajos! 

75  Este  es  el  que  te  rescató  del  poderío  del  demonio  y  de  la 
subjección  de  los  pecados,  y  te  quitó  de  los  males  y  trabajos, 
y  te  hinchió  de  todos  los  bienes  y  descansos.  ¿Qué  habíamos 
de  hacer,  oída  tan  alegre  nueva,  sino  irnos  tras  El?  ¡Cómo 
huye  la  tristeza  y  pena  y  crece  la  esperanza  oídas  las  nuevas 

80  del  Evangelio!  Cuando  entiendes  la  virtud  del  Evangelio  y 
recibes  en  ti  sus  promesas,  entonces  lo  recibes,  cuando  obras 
en  ti  esta  fe,  te  ha  venido  un  bienaventurado  bien  y  arrimo 

59  encomienda]  a  add. 


6g    lo.  i,  29.  36. 


IO.     JUETCS    DK    LA    SEMANA    I    DE  CUARESMA 


187 


y  esperanza,  para  que  te  quite  todos  tus  males,  flaquezas  y 
desconsolaciones,  y  una  virtud  y  fuerza  que  te  quita  toda 
85  adversidad  y  desmayo.  Y  cuando  no  está  sentado  con  fir- 
meza en  tu  corazón,  aunque  con  los  oídos  del  cuerpo  hayas 
oído  el  Evangelio,  no  tienes  obrada  en  ti  su  fuerza  y  promesa. 

Buenas  armas  son:     Oyó  esta  mujer  extranjera  con  las 
fe,  misericordia  y     orejas  del  ánima,  y  con  esta  fe  salió 
90      perseverancia        a^  camino  a  pedir  remedio  para  sus 
trabajos.  ¡Oíd!  Quizá  os  ha  acaecido 
alguna  vez  esto.  Teníades  alguna  necesidad;  pedís  al  Señor 
con  fe;  mirad  en  esta  expiriencia,  que  si  Dios  os  dió  a  cono- 
cer que  pedistes,  aunque  se  tarde,  daros  ha  y  responderos 
95  ha.  Sentiréis  algunas  veces  que  cuando  se  tardan,  un  no  sé 
qué,  no  sé  cómo  se  es  esto;  cuando  con  fe  demandamos,  nos 
dan  a  entender  que  nos  oirán  y  que  nos  darán  lo  que  pedi- 
mos; sentís  algunas  veces  que  tuvo  efecto  vuestra  petición. 
Mirá  bien  esto.  Dice  el  profeta  David:  Benedictus  Dominus 

100  qui  non  amovit  orationem  meam  et  misericordiam  suam  a  me. 
¡Bendito  sea  el  Señor,  que  no  apartó  mi  oración  y  su  mise- 
ricordia de  mí!  Si  con  fe  oraste  al  Señor,  dice  Santiago,  no 
quitará  su  misericordia  de  ti:.  Securus  esto  quoniam  non 
amovebit  misericordiam  suam.  Compañeras  inseparables  son 

105  oración  y  misericordia.  Oración  de  corazón,  que  mana  de 
fe  viva,  alcanzará  lo  que  pidiere.  Si  el  Señor  te  ha  hecho 
merced  en  darte  el  don  de  la  oración,  darte  ha  también  lo 
que  pidieres,  porque,  aunque  te  lo  dilate,  no  se  le  olvida. 
Salió  esta  mujer  bien  armada  y  dijo  a  voces:  ¡Jesús, 

lio  hijo  de  David,  habed  misericordia  de  mí!  No  está  ella  en- 
ferma; ¿cómo  dice:  Habed  misericordia  de  mí?  Es  tanto  lo 
que  le  dolía  el  mal  que  la  otra  padecía,  que  lo  tenía  por  suyo 
propio.  Tomar  los  males  ajenos  por  nuestros  propios,  com- 
padecernos de  ellos  como  si  nosotros  los  padeciésemos,  no 

115  entendemos  esta  palabra.  ¿Quién  hay  agora  que  sienta  la 
afrenta  y  necesidad  que  su  prójimo  padece,  que  se  duela  de 
sus  males  como  si  él  mesmo  los  tuviese,  y  él  se  sienta  pobre 
con  el  pobre,  y  tentado  con  el  tentado,  y  afligido  con  el  afli- 
gido? No  sabemos  qué  es  esto.  No  entendemos  este  lenguaje. 

120  Antes,  padre,  apenas  me  puedo  condoler  de  los  males  ajenos, 
cuánto  más  tenerlos  por  míos  proprios. 

Mala  señal  es  en  gran  manera  no  sentir  los  males  ajenos ; 
no  sentir  lo  que  otros  padecen,  mal  es.  Predicó  San  Pablo 
a  los  de  Corinto:  Si  quid  patitur  unum  membrum,  compa- 

125  tiuntur  omnia.  Si  alguna  cosa  padece  un  miembro,  todos  los 

94  tarde]  de  add.  \\  95  han 


102     Cf.  PS.  63,  20. 

104   Of.  Iac.  5,  15-16 ;  2  Mac.  6,  t6. 


ni  Mt.  15,  22. 
125    1  Cor.  12,  26. 


188 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


otros  se  compadecen  y  duelen  de  él.  Ansí  te  has  de  doler 
de  tu  prójimo,  que  es  miembro  y  compañero  de  donde  tú  eres. 
Como  [cuando]  tú  estás  enfermo  de  la  uña  del  pie,  todo  tu 
cuerpo  se  duele;  ansí  cuando  tu  prójimo  está  con  alguna 

130  pena  y  necesidad,  siéntelo,  pues  entrambos  estáis  en  un  cuer- 
po. Es  gran  mal  no  sentir  un  miembro  el  mal  del  otro;  señal 
es  que  está  seco,  pues  no  siente  ni  tiene  vida  para  sentir  los 
males  y  trabajos  del  otro  miembro. 

Y  ésta  es  la  regla  de  la  caridad,  que  no  sabemos  dónde 

136  mora.  Lo  que  hace  la  carne  por  parentesco,  ¿no  haría  la 
gracia  con  caridad  y  Espíritu  Santo?  Si  no  lo  tenemos,  pi- 
dámoslo al  Señor.  Esto  dice  esta  buena  mujer  cananea. 
Esto  dice  a  los  padres  sacerdotes.  Llamaos  así,  tristes, 
pues  tal  carga  tenéis  a  cuestas.  Cuando  los  quieren  orde- 
no nar,  examínanlos  si  saben  cantar  y  leer,  si  tienen  buen  pa- 
trimonio; pues  ya,  si  saben  unas  pocas  de  cánones  y  tie- 
nen buen  patrimonio,  ¡sus!,  ordenar.  ¿En  qué  examinará 
Dios?  En  la  caridad  para  con  todos  y  en  la  oración,  si  sa- 
ben bien  orar  y  importunar  a  Dios  por  los  prójimos  y 
145  amansarlo  y  hacer  amistades  entre  Dios  y  los  hombres,  y 
sentir  males  ajenos  y  llorarlos,  y  sentir  lo  que  no  conocie- 
ron y  lo  que  no  vieron.  Y  si  esto  no  sabe,  ¿qué  aprovecha 
todo  esotro?  Esto  aprendimos  de  la  Cananea. 

¿Quién  está  aquí  que  no  tenga  alguna  partecilla  del  de- 

150  monio?  Espantaréisos  de  esto  que  digo.  Adelante  diremos 
algo  sobre  esto. 

Aquí  calló  con  esta  mujer,  y  el  domingo  pasado  habló 
con  el  demonio,  cuando  con  las  palabras  de  la  sagrada  Es- 
criptura  le  venció.  ¿Habéis  sufrido  esta  lanzada  en  la  ora- 

155  ción,  cuando  os  salís  de  ella  tan  frío  y  tan  seco  y  tan  sin 
devoción  como  entrastes  y  algunas  veces  peor  y  más  duro? 
Aprended  de  esta  mujer,  que  fué  a  rogar  a  Dios,  y,  como 
no  le  respondió,  fué  a  sus  santos,  llegóse  a  sus  santos 
discípulos  y  rogóles  que  hablasen  por  ella  a  Jesucristo.  ¡Qué 

160  solicitud  traía  de  unos  en  otros!  Y  cómo  los  importunaba, 
pues  que  los  apóstoles  dijeron  a  Cristo:  Dimitte  Mam,  quia 
clamat  post  nos;  haced  ya,  Señor,  lo  que  esta  mujer  os 
ruega,  que  viene  dando  voces  tras  nosotros.  Y  dijo  Cristo: 
No  soy  enviado  yo  sino  a  las  ovejas  que  perecieron  de  la 

165  casa  de  Israel.  ¿Agora  respondéis  con  eso,  Señor,  después 
de  importunado  y  rogado  por  ella  y  por  los  santos  apóstoles, 
que  puso  por  rogadores?  ¿Con  eso  salís?  Peor  es  eso,  Se- 
ñor, que  callar.  ¿Quién  tuviera  un  arnés  de  Milán  para 
sufrir  eso? 

170  Póneste  a  un  rinconcillo  a  rogar  a  Dios  alguna  cosa,  y 
parece  que  te  desecha  y  te  dice:  "Anda,  calla,  déjate  de 


165   Cf.  Mt.  15,  23-24. 


IO.     JUEVES    DE   LA    SEMANA    I    DE  CUARESMA 


189 


eso,  que  no  es  para  ti  eso,  no  se  puede  hacer,  que  no  te  has 
de  salvar,  que  no  estás  bien  con  Dios,  apártate  allá".  Y  con 
todo  esto  porfía  la  mujer.  Vase  ella  a  Cristo  y  dice:  Domi- 

175  ne,  adiuva  me.  Aun  no  estás  llagada,  ¿y  pides  ayuda? 
¿Qué  refrescos  traes  para  pedir?  ¿Mientras  más  disfavor, 
mayor  esperanza? 

Abraham  in  spem  contra  spem  credidit.  Abrahán  creyó 
en  la  esperanza  contra  toda  esperanza. 

180  —Padre,  ¿por  qué  nuestro  Señor  quiso  que  nuestra  fe 
fuese  tan  subida  sobre  todo  nuestro  juicio  y  entendimiento? 
¿Para  qué  nos  hace  creer  cosas  que  sobrepujan  a  nuestra 
naturaleza  y  saber  humano?  Ya  que  ansí  lo  quiso  Dios, 
¿para  qué  nos  dice  San  Pablo  bienaventurado  que  estemos 

185  aparejados  para  dar  razón  de  nuestr  fe  a  quien  nos  la  de- 
mandare ? 

— Entendeldo  de  esta  manera:  que  no  habéis  de  dar  ra- 
zón de  las  cosas  que  creéis,  de  lo  que  Dios  os  manda  creer, 
pero  habéisla  de  dar  cómo  lo  creéis.  Díceos  que  debajo  de 
190  las  especies  sacramentales  está  el  santísimo  cuerpo  de 
nuestro  Señor  Jesucristo;  no  hay  razón  para  que  esto  creáis, 
pero  hay  razón,  y  muy  grande  razón,  para  que  ansí  lo  creáis. 
Y  ansí  de  todos  los  otros  artículos. 

No  hay  doctrina  que  tanta  razón  tenga  de  ser  creída  y 
195   menos  razón  tenga  en  naturaleza  humana  y  en  reglas  de 
ella.  La  secta  de  Mahoma  tuvo  algunos  milagros  falsos; 
no  fueron  bastantes  para  que  fuera  razón  para  que  la  reci- 
bieran. La  ley  de  Moisés  milagros  tuvo,  pero,  después  de 
pasado  Moisés,  ¿vinieron?  Ningún  milagro  vieron,  sino 
200   creyeron  a  los  que  oían  decir  que  en  tiempo  de  sus  antepa- 
sados obró  Dios  entre  ellos;  pues  la  de  Moisés  recibieron 
algunos  porque  vieron  algunos  pocos  de  milagros  que  se 
hicieron;  otros  porque  oyeron  decir  a  sus  padres  que  se 
habían  hecho.  ¿Por  qué  no  recebís  ésta,  adonde  tantos  y 
205    tan  grandes  y  por  diversos  lugares  Dios  ha  hecho  para  su 
confirmación?  ¡Qué  de  muertos  han  resucitado,  enfermos 
sanado,  ciegos  alumbrado,  y  mil  millares  de  cosas  que  no 
se  podrían  en  mucho  tiempo  contar!  Ansí  dijo  el  rey  David: 
Testimonia  tua  credibilia  Jacta  sunt  nimis;  Tus  testimo- 
nio   nios,  etc.  Pues  ¿por  qué  ordenó  el  Señor  que  fuese  creída 
cosa  contra  razón?  ¿Por  qué,  buscando  a  Dios,  parece  que 
se  nos  aleja? 

Creyó  en  esperanza  contra  esperanza  Abrahán.  Decíale 
su  edad:  "Ya  eres  viejo  y  tu  mujer  también,  ¿cómo  podéis 
215   engendrar  ni  tener  hijo?"  Lee  a  Teofi'lato  sobre  aquello  que 


175  Cf.  Mt.  15,  25. 

179  Cf.  Rom.  4,  18. 

186  Cf.  Rom.  12,  1. 

aio  Ps.  92,  5. 


190 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dice:  Non  fui  infirmatus  in  fide.  Dice:  Más  trabajo  es  bien 
creer  que  bien  obrar,  y  más  ánimo  y  esfuerzo  es  para  creer 
que  para  obrar. 

Querría  que  no  le  pidiésemos  señales,  como  os  prediqué 

220  el  domingo.  Ansí  lo  hace  la  mujer  cananea,  que  habiéndola 
desechado  Cristo,  vuelve  como  de  primero  con  fuerzas  fres- 
cas. Y  mirad  qué  respuesta  le  dieron.  No  hacía  Jesucristo 
aquello  de  cruel  y  áspero,  sino  porque  conozca  el  universo 
mundo  la  grandísima  fe  de  esta  mujer.  No  es  bueno  tomar  el 

225  pan  de  los  hijos  y  darlo  a  los  perros.  Eso  que  tú  pides  es 
para  hijos  y  tú  eres  perra.  Esperá,  Señor,  que,  si  es  perra, 
quizá  os  morderá. 

Dícete  a  ti:  Quien  esto  ha  hecho,  ¿pide  misericordia? 
Quien  tanto  ha  pecado,  ¿osa  llegar  a  Dios?  Esto  es  11a- 

230  marte  perra. 

— Etiam,  Domine!  No  pido  yo  lo  que  se  ha  de  dar  a  los 
hijos  buenos.  Habéis  dado  tanto  a  los  hijos,  habéisles  pre- 
dicado, enseñado;  nacistes  entre  ellos,  habéis  sanado,  resu- 
citado, ¿qué,  Señor,  hay  que  no  hayáis  hecho  por  ellos? 

235  Dadme  a  mí  de  lo  que  sobra.  'Parecióle  bien  la  perseverancia 
y  fe  viva  de  esta  mujer,  y  respondióle:  Mujer,  grande  es  tu 
fe,  hágase  como  lo  pides;  y  sanóle  la  hija  desde  aquélla 
hora.  ¡Basta!,  que  va  el  Señor  vencido,  pues  se  hizo  todo 
lo  que  la  Cananea,  de  gran  fe,  le  pidió. 

240  Para  muchas  cosas  Habéis  visto  esta  justa.  Vamos  nos- 
es  buena  la  oración,  otros  y  entremos  en  la  guerra. 
Oremos  siempre  ¿Quién  hay  que  no  tenga  hija  en- 
demoniada? Parece  que  se  nos  es- 
peluzan los  cabellos  de  decir  y  oír  que  el  demonio  more  en 

245  alguno.  ¿Qué  es  morar  Dios  en  uno?  ¿Qué  es  morar  el  de- 
monio en  otro?  Morar  Dios  en  uno  es  tener  aquél  condición 
de  Dios,  y  morar  el  demonio  es  tener  condición  del  demonio. 

Llama  la  sagrada  Escriptura  a  un  [o]  zorra,  león,  cabrón, 
lobo  y  ansí  otros  nombres,  porque  aquel  tal  tiene  condición 

250  de  aquel  animal  cuyo  nombre  tiene.  Si  tú  sientes  en  tu 
corazón  algo  del  demonio — aunque  no  tengas  pecado  mortal, 
ternás  un  poco  de  ira,  comer  un  poco  demasiado,  dormir 
algunas  veces  más  de  lo  que  es  menester — ,  esto  tal  te 
atormentará  como  demonio;  y  estotro,  que  es  tenerlo  en 

255  el  cuerpo,  es  por  pecados  o  porque  alguna  vez  lo  permite 
nuestro  Señor,  que  posea  el  cuerpo  como  posee  el  ánima, 
porque  sea  pena  del  pecado,  que  posea  y  atormente  el  cuer- 
po, el  que  posee  y  atormenta  el  ánima.  En  la  primitiva 
Iglesia  los  que  ansí  eran  poseídos  del  demonio  dejábanlos 


216  Cf.  Rom.  4,  ig.  Cf.  Teofilacto,  ExposU.  in  ep.  ad  Rom.,  c.  4 
MG  124,  398. 

238   Mt.  15,  26-28. 


IO.     JUEVES    DE    LA    SEMANA    I    DE  CUARESMA 


191 


260  estar  hasta  que  era  tiempo  de  consagrar,  y  ya  que  querían 
consagrar,  salíanse  fuera. 

Grandísima  fuerza  es  menester  para  no  ser  poseído  del 
demonio,  porque,  demás  de  ser  sus  tentaciones  grandes  y 
poderosas,  lo  peor  que  tiene  es  ser  importuno.  Algunos  hay 

265  que  por  sólo  su  importunidad  se  dejan  vencer.  Otras  veces 
hay  otros  endemoniados  cuanto  al  cuerpo,  y  no  es  pena  de 
pecado,  sino  porque  lo  quiere  y  permite  Dios  por  algún 
bien  del  hombre. 

Un  monje  muy  santo  rogó  al  Señor  que  permitiese  que 

270  un  demonio  entrase  en  su  cuerpo,  para  que  la  gente  que 
lo  iba  a  ver  por  santo,  viendo  que  estaba  endemoniado,  lo 
tuviesen  por  malo  y  pecador,  y  ansí  cesasen  las  visitas  y  el 
temor  que  tenía  de  perder  a  Dios,  viéndose  tan  estimado  de 
las  gentes.  Pocos  hay  de  éstos.  Al  revés  de  esto,  sé  que  ha- 

275    brá  quien  se  haga  endemoniado  porque  lo  tengan  por  santo. 

Pidiendo  San  Pablo  que  le  fuese  quitada  aquella  tenta- 
ción, sea  lo  que  fuera,  del  demonio,  o  de  carne,  o  de  otros 
hombres,  respondiéronle:  Sufrid  los  pescozones  del  demo- 
nio porque  no  os  posea  el  ánima.  Es  tanto  sagaz  y  fuerte 

280  el  demonio,  que  siempre  habíamos  de  andar  la  barba  sobre 
el  hombro,  apercebidos,  armados,  que  no  nos  faltase  una 
hebilleta,  porque  no  nos  hiriese  por  allí,  porque  siempre 
anda  buscando  oportunidad  para  matarnos.  No  hay  contra 
él  otra  mayor  fuerza  y  armas  que  confesar  y  comulgar. 

285  Comulga,  confiesa,  y  estarás  fuerte  para  esta  batalla,  y 
entonces  combate  muy  más  fuerte.  Dejemos  esto  que  nunca 
acabaremos,  y  baste  lo  que  dijimos  acerca  de  esta  batalla 
en  el  domingo  pasado. 

¿Quién  no  tiene  un  poquillo  de  ira?  Hay  algunas  ten- 

290  taciones  que  son  del  demonio  y  otras  que  son  de  nosotros 
propios.  Y  si  quisierdes  saber  cuándo  son  nuestras  o  cuán- 
do son  del  demonio,  mirad,  cuando  sois  tentado,  si  os 
acometen  valentísimamente.  Entonces  señal  es  que  aquello 
es  del  demonio.  Cuando  no  vienen  así  recias  ni  con  aquellos 

295  ímpetus,  son  de  nos  propio.  Así  como  cuando  para  hacer 
una  buena  obra  os  escondéis  y  la  hacéis  con  un  fervor  como 
de  fuego,  y  esto  tal  decís  que  es  de  Dios,  ansí  acullá, 
cuando  las  buenas  obras  hacéis  con  poco  fuego,  conocéis 
que  son  salidas  de  vos,  pues  no  van  con  ardor  como  iban 

300  las  otras.  Dice  San  Pablo  a  los  tesalonicenses :  Accepistis 
ittud  non  ut  verbum  hominis,  sed  sicut  est  veré  verbum 
Dei,  qui  operatur  in  nobis,  que  quiere  decir:  Recebistes  la 
palabra  no  como  dicha  de  hombres,  sino  como  es  verdade- 
ramente de  Dios,  el  cual  obra  con  eficacia  en  vosotros  que 

305  creistes. 

¿Quién  hay  que  no  tenga  algo  del  demonio,  aunque  no 


279   Cf-  2  Cor.  12,  7  ss. 


305   Cf.  Thess.  2,  13. 


192 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


lo  entienda?  Si  lo  que  anda  en  tu  ánima  es  Dios,  para 
que  pidas  de  Dios,  nos  encomiendan  hoy  en  el  Evangelio 
la  oración.  — Señor,  ¿y  esas  armas  son  bastantes  para 

310  vencer  las  tentaciones,  y  para  hacer  huir  al  demonio,  y 
para  dar  fuerzs  al  ánima?  — Leed  y  veréis  cuan  encomenda- 
da está  la  oración  en  la  santa  Escriptura.  Oró  Jesucristo  para 
tomar  y  escoger  sus  santos  apóstoles.  ¿Quién  mejor  que 
Jesucristo  sabía  las  cosas  que  se  habian  de  hacer?  Y  El 

315  más  y  mejor  oró  que  nadie.  Ninguna  cosa  obró  en  este 
mundo  sin  que  alzase  sus  ojos  al  Padre  Eterno  y  orase. 
Ora  tú,  hermano,  pues  tanta  necesidad  tienes  y  tenemos  de 
orar.  Ora  para  comer,  ora  para  ir  donde  hubieres  de  ir; 
no  hagas  cosa  que  primero  no  la  encomiendes  a  Dios,  pues 

320    va  tanto  en  ello,  o  acertar  o  errar. 

Dice  Cristo:  Oportet  semper  orare  et  numquam  defioere. 
Hemos  de  orar  siempre,  de  noche  y  de  día  y  en  todo  lugar. 
Es  un  frasis  y  buena  manera  de  hablar  cuando  encomenda- 
mos alguna  cosa  que  conviene  que  se  haga  con  diligencia  y 

325  cuidado  y  muchas  veces;  como  si  quisiésemos  decir  que  uno 
come  mucho,  decimos  nunca  hace  sino  comer,  no  es  otro 
su  oficio.  Ansí  aquí  Cristo  dice  que  siempre  oremos;  quie- 
re decir  que  lo  hagamos  muchas  veces  y  con  cuidado. 
Y,  pues  nos  va  mucho  en  ello,  no  hemos  trabajar  "las  manos 

330  en  la  rueca  y  los  ojos  en  la  puerta",  como  dicen  de  la  mala 
mujer. 

Dice  Jeremías:  Levemus  manus  et  corda,  levantemos  las 
manos  y  el  corazón.  No  te  estorban  las  manos  para  te 
encomendar  a  Dios.  Graciosa  y  muy  agradable  oración  ha- 

335  réis  si,  dondequiera  que  os  halláredes,  alzardes  vuestros 
corazones  a  Dios  y  lo  tuvierdes  presente  en  vuestra  memo- 
ria. ¿Quién  os  estorbará  que  no  podáis  hacer  esto? 

— Señor,  mostráme  lo  que  tengo  de  hacer  porque  no 
yerre.  — No  hay  puerta  cerrada  para  Dios.  Siempre,  de 

340  noche  y  de  día,  podéis  entrar  a  negociar  con  El  muy  de 
gana.  Y  te  oirá  y  consolará  y  hará  todo  lo  que  fuere  me- 
nester que  convenga  a  tu  provecho.  Gran  misericordia  es 
tener  a  ese  Señor  tan  de  la  mano,  con  quien  tantos  nego- 
cios y  de  tanta  importancia  tenemos.  Conviene,  pues,  siem- 

345  pre  orar  y  estar  siempre  delante  de  El.  Y  cualquier  cosa 
en  que  entiendes  está  ya  bien  enhilada  y  acabada,  no  por 
eso  te  descuides  de  'llamar  al  Señor  para  que  venga  su 
ayuda  y  favor,  sin  el  cual  ni  se  comenzara,  ni  se  mediara, 
ni  tuviera  buen  fin  ese  negocio  en  que  entiendes.  No  penséis 

350  que  cosa  buena  podéis  hacer  sin  su  consejo,  antes  sin  él 
en  todo  erraréis. 

Vino  Josué  y  por  no  encomendarse  a  Dios  y  tomar  su 

340  de  muy  352  por  no]  prono 

322   Cf.  Le.  18,  A  333    Gf.  Thren.  3,  41. 


IO.     JUEVES    DE    LA    SEMANA    I    DE  CUARESMA 


193 


respuesta,  fué  engañado  de  los  gabaonitas,  que  vinieron  con 
los  capotes  rotos  y  ropas  rompidas  y  el  pan  endurecido. 

355  Y  de  aquí  es  que,  por  letrado  que  seas,  muy  encomendado, 
lo  encomendéis  a  Dios,  y  poned  en  sus  manos,  y  no  os  fiéis 
en  vos  mismo  ni  de  vuestro  seso  ni  entender,  y  fiaos  del 
de  Dios  y  no  erraréis.  Y  si  errastes,  es  porque  os  fiastes 
de  quien  no  podía  acertar,  y  así  no  es  falta  de  Dios. 

360  — Padre,  ya  lo  miro  bien  y  lo  remiro  y  lo  pienso  y  lo 
comunico  con  mis  amigos,  y  se  lo  encomendé  que  lo  mirasen. 
— Falta  que  no  lo  encomiendas  a  Dios.  Y  aunque  nuestro 
Señor  os  hubiese  revelado  que  os  había  de  salvar  o  cual- 
quiera otra  cosa,  no  por  eso  os  habéis  de  entibiar  ni  dejar  de 
365  rogárselo,  como  si  no  os  hubiese  certificado  de  ello.  Lee 
ad  Romanos  [1]5;  dice  San  Pablo:  Scio  autem  quod  veniens 
ad  vos,  in  abundantia  benedictionis  Evangelii  Christi  ¡ue- 
niam.  Y  luego  díceles  que  rueguen  a  Dios  mucho  por  él, 
que  lo  libre  de  las  manos  de  los  infieles  que  están  en  Judea. 

370  Dice  Orígenes  que,  para  que  no  se  impida  la  orden  que 
Dios  tiene  dada  para  ejecución  de  los  fines,  conviene  que 
oremos  y  nos  encomendemos  a  nuestro  Señor  en  lo  que  sa- 
bemos y  en  lo  que  no  sabemos,  y  en  lo  que  entendemos,  y 
en  todo  cuanto  a  la  mano  nos  viniere,  pues  en  todo  somos 

375  necesitados  y  faltos  de  consejo  y  favor  de  Dios.  Y  si  me 
preguntáis  que  por  qué  andamos  tales,  dígoos  que  porque 
no  oramos,  porque  tenemos  olvidada  la  oración,  y  aun  no 
sabemos  ya  qué  cosa  es  oración,  y  traemos  las  ánimas 
flacas,  desmayadas,  llenas  de  temor,  desconfiadas,  sin  jugo 

380  ni  regalo.  Eso  es  decir  que  cuantos  males  tenemos  vienen 
por  falta  de  la  oración,  y  que  perdéis  muchos  bienes,  que 
no  sabéis  comunicar  con  Dios. 

Sois  vos  sucio  y  deshonesto,  y  veis  que  El  es  casto  y 
honesto,  y  habéis  vergüenza  de  hablar  con  El,  parecién- 

386  doos  que  os  conoce  vuestro  mal,  y  habéis  empacho  de  hacer 
cosa  mala  delante  de  El  y  os  corréis  aun  en  pensarla.  Si 
os  acostumbráis  a  poneros  delante  del  Señor,  si  os  fuésedes 
a  comunicar  algunos  ratos  con  El,  no  duraríades  mucho  en  el 
pecado,  porque  su  limpieza  y  santidad  os  causaría  que  tuvié- 

390  sedes  vergüenza  de  volver  a  tan  santa  conversación  envuelto 
en  pecados.  Comunicaos  con  El,  recogeos  un  poco  a  solas 
con  El  en  vuestro  rinconcillo,  si  queréis  sanar  de  vuestros 
males.  Si  cada  noche  os  tomásedes  cuenta  delante  de  El 
de  lo  que  en  el  día  habéis  pensado,  hablado  y  hecho,  cuan- 

395  do  otro  día  fuésedes  a  dar  esta  cuenta,  de  empacho  si- 
quiera dejaríades  de  hacer  muchas  cosas  de  las  que  hacéis 


353  respuesta J  y  add.  ||  355  seas]  y  add,  |,  356  encomendáis 


369   Cf.  Rom.  13,  29-31. 

375   Orígenes,  Comm.  in  cp.  ad  Rom.,  1.  10,  35  :  MG  14,  1276  s. 


D. Avila  2 


194 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  traba jaríades  de  enmendaros.  Y  de  aquí  es  que  los  que 
tienen  cuenta  con  Dios  no  pueden  mucho  tiempo,  ni  aun 
poco,  durar  en  pecado  ni  ofensa  suya;  mas  quien  no  tiene 
400  este  freno  y  guarda  ni  viene  delante  de  la  luz  y  claridad  y 
limpjeza  y  santidad  de  Dios  nuestro  Señor,  pásanse  meses 
y  años  sin  enmienda,  y  plega  a  Dios  que  no  sea  toda  la 
vida. 

Aunque  pueda  pare-     —Señor,  ¿por  qué  no  me  lo  dan? 
405  cer  lo  contrario,  siem-  — -Porque  te  quiere  en  otra  cosa 
_^         ,  -¿  que  más  te  convenga.  Si  te  dilata 

pre  atiende  Dios  mies-     £ios  lo  que  le  pfdes>  todo  por 

tra  oración  mejor  y  que  más  conviene  a  tu 

salvación.  No  es  Dios  sordo  ni  es 

40.0  riguroso;  ámate,  bien  te  quiere.  Dijo  nuestro  Maestro  y 
Redemptor  Jesucristo:  Gracias  te  hago,  Señor,  porque  siem- 
pre me  oyes.  También  en  estas  palabras  dió  gracias  por 
nosotros,  que  siempre  somos  oídos  de  Dios,  qui  salvos  facis 
sperantes  in  te.  Esperemos,  confíe  el  corazón  en  el  Señor, 

416  no  se  nos  caiga  luego  si  luego  no  nos  responde,  que  El  nos 
responderá  y  nos  dará  lo  que  le  pedimos,  que  no  dijo  en 
balde:  Petite  et  accipietis,  etc.  ¿Para  qué  había  de  haber 
dicho  la  suma  Verdad  esto,  si  después  se  había  de  hacer 
sordo  a  nuestras  peticiones  y  a  nuestros  trabajos  y  escon- 

420  derse  cuando  le  llamamos?  No  dejará  de  responder  aunque 
algo  se  tarde,  y  si  se  tardare,  no  os  congojéis,  que  así 
conviene,  así  es  menester;  tened  virtud  para  lo  esperar  con 
fe,  que  El  cumplirá  su  palabra  y  nos  responderá,  pues  nos 
tiene  dicho  que  busquemos  y  pidamos  y  llamemos.  ¡Oh  ver- 

425  güenza  de  los  hombres,  que  no  van,  siendo  convidados  y 
llamados ! 

— Pues  ¿por  qué  no  me  dan  'lo  que  pido?  — Porque  no 
conviene.  — '¿Por  qué  no  me  da  Dios  hijos?,  ¿por  qué  me 
da  enfermedades?,  ¿por  qué  me  quita  los  bienes?,  ¿por 

480    qué  no  me  da  esto?,  ¿por  qué  no  me  da  lo  otro? 

— 'Porque,  si  eres  bueno,  contentarte  has  así,  y  si  no,  te 
conviene  porque  eres  malo.  El  buen  cristiano  no  pide  sino 
aquello  que  lo  haga  bueno,  aquello  que  lo  lleve  al  cielo. 
Dice  Dios:  "Pues  déjame  hacer,  que  yo  te  daré  aquello  que 

435  más  te  conviene  para  ese  fin  que  buscas."  Esto  es,  diligen- 
tibus  Deum  omnia  cooperantur  in  bonum.  Nunca  pidas  cosa 
jamás  a  nuestro  Señor  sin  que  dejes  ese  seno  vacío:  Deum. 
¡Oh  si  esto  fuese,  esa  puerta  abierta,  esa  condición  clara! 
Señor,  dádmelo  si  cumple  a  mi  ánima. 

440        Dice  San  Augustín  que  multa  concedit  Deus  iratus,  quae 

414  Esperamos 


414    Ps.  16,  7.  436    Rom.  8,  28. 

417    lo.  16,  24. 


10.     JUEVES    DE    LA    SEMANA    I    DE  CUARESMA 


195 


non  concederet  propitius.  Estáis  vos  enfermo;  pedís  al  mé- 
dico que  os  dé  agua  o  otra  cosa  que  sabe  él  que  os  hará  mal. 
Dice  él:  "No  conviene,  catad  que  es  dañoso".  I[m]portunáis- 
lo  y  decísle  que,  porque  os  quiere  mal,  os  niega  lo  que  le 

446  pedís.  Tantas  veces  se  lo  pedís,  que  os  lo  da  y  dice:  "Tó- 
malo allá,  con  ello  te  ahogues".  Nunca  ahinques,  sino  di: 
"Señor,  si  viere  vuestra  Majestad  que  me  cumple,  déme 
esto,  y  si  no,  no  me  lo  dé,  si  no  fuere  para  mi  salvación"; 
y  de  esta  manera  siempre  acertaréis  y  el  Señor  no  dará 

450  sino  aquello  con  que  vuestra  ánima  se  salve,  y  con  ello 
estad  contento,  pues  si  sois  bueno,  éste  ha  de  ser  vuestro 
deseo  y  éste  ha  de  ser  vuestro  fin  en  todas  vuestras  de- 
mandas. Si  lo  que  agora  pides  no  te  lo  da,  es  por  el  mucho 
amor  que  te  tiene  y  porque  sabe  que  dándotelo  te  perderás. 

455  Y  si  el  médico  no  te  da  lo  que  le  pides,  porque  no  te  haga 
mal  lo  hace  y  no  porque  te  quiera  mal.  Y  de  esto  no  te 
quieras  quejar,  pues  no  tienes  de  qué,  pues  proviene  de 
mayor  amor  lo  que  parece  desamor;  y  es  conceder  lo  que 
a  ti  te  parece  negar,  y  te  daña,  aunque  a  ti  te  parece 

460  lo  contrario;  y  te  responde,  aunque  parece  que  se  hace 
sordo. 

A  otros  no  les  da  Dios  lo  que  piden  porque  al  tiempo  de 
la  paga  reciban  mayor  galardón.  Claro  está  que  vale  más 
jornal  de  diez  días  que  de  uno.  Todo  lo  que  agora  trabajas 

465  y  te  afliges,  demandado  justo  lo  galardonará  nuestro  Señor, 
y  si  luego  no  lo  paga,  por  más  bien  tuyo  es.  Otra  prin- 
cipal causa  hay  por  que  no  te  dan  lo  que  pides...  Sí  dan. 
No  pides  sin  que  te  den,  porque  el  no  darte  es  darte.  Dime, 
si  estuviese  un  hombre  en  grandísimo  peligro,  que  lo  qui- 

470  siesen  degollar,  y  este  tal  pidiese  un  dij...;  hombre,  ruega 
que  no  te  maten,  ruega  que  te  perdonen,  deja  agora  el  dij. 
Está  tu  ánima  en  algún  pecado,  ¿no  vale  más  que  te  den 
lo  que  más  te  cumple,  para  que  entres  en  tu  ánima  y  digas : 
"¿Para  qué  me  niega  el  Señor  esto?;  algo  tengo  yo  hecho 

475  contra  El;  enojado  le  tengo,  pues  no  me  quiere  oír"?  Este 
es  grande  aguijón  y  vale  mucho  para  los  que  están  des- 
cuidados y  metidos  en  algunos  pecados. 

— Señor,  esto  he  pedido,  no  me  respondéis;  no  me  mos- 
tráis vuestra  cara;  pésame  que  estáis  mal  conmigo;  yo  me 

480  enmendaré,  Señor.  ¡Perdonadme!  Quiero  ser  mejor  y  hacer 
penitencia.  — De  manera  que  con  negaros  vuestra  demanda 
conocéis  vuestros  pecados  y  teméis  la  cara  regurosa  y  es- 
pantosa de  Dios  para  el  otro  mundo.  Agora  cosa  es  espan- 
tosa un  pecado.  Pues  acá  en  este  mundo,  donde  no  se  co- 

485    nocen  las  cosas  como  son,  hace  temer  tanto  la  regurosa 


441  San  AGUSTÍN,  Sertn.  354,  c.  7  (J\IL  39,  1567)  :  «Aliquanrfo 
Deus  iratus  tlat  quotl  petis,  el  Deus  propitius  neg'at  quod  petis». 


196 


SI  KMONES.   CICLO  TEMPORAL 


justicia  de  Dios,  ¿qué  será  donde  claramente  estará  en  su 
peso  y  fealdad?  ¿Qué  será  parecer  allí  delante  de  Dios  car- 
gado de  pecados  y  ofensas  contra  El? 

Quejáisos  cómo  no  me  oye  Dios,  cómo  no  me  consuela, 

49¿  cómo  no  me  da  devoción;  siéntolo  reguroso,  parece  que  me 
despide,  en  ninguna  cosa  hallo  contento,  no  sé  qué  me  haga. 
Hermano,  mira  muy  bien  eso,  cata  que  lo  hace  nuestro 
Señor  Dios  muchas  veces  con  aquellos  que  desamoradamente 
tratan  a  sus  prójimos.  Pensad  bien  si  tenéis  algún  prójimo 

495  enojado,  si  sois  desabrido  con  los  que  tratáis,  si  os  doléis 
de  lo  que  padecen,  si  los  amáis  o  si  los  maltratáis,  porque 
de  la  manera  que  vos  con  ellos  os  hobiéredes,  de  esa  mis- 
ma se  habrá  nuestro  Señor  con  vos,  y  de  esto  os  aprove- 
charéis para  hacer  con  vuestros  prójimos  lo  que  queréis  y 

500  deseáis  que  haga  Dios  con  vos;  los  que  tienen  cuenta  con 
Dios  como  espejo  traen  sus  ánimas  y  de  aquella  misma 
manera  conversan  y  tratan  a  sus  prójimos  como  quieren  y 
desean  ser  tratados  de  Dios.  Pues  sabed  que  no  habrá  más 
cierta  mercaduría  ni  que  tan  cierto  corresponda  como  tratar 

505  bien  y  amorosamente  a  los  prójimos  y  hacerles  todo  el  bien 
que  pudieren,  porque  el  Señor  ansí  lo  haga  con  ellos. 

¿Veis  cómo,  si  luego  os  dieran  lo  que  pedíades,  no  ga- 
náredes  tantos  bienes  como  por  lo  haber  negado  os  han 
dado  a  conocer?  Ruégoos  que  tengáis  esto  per  manibus. 

510  Qui  obturat  aurem  suam  ad  clamorem  pauperis,  clamabit 
et  non  exaudietur.  Quien  a  las  necesidades  que  ve  y  en- 
tiende padecer  a  los  pobres  cierra  sus  orejas,  terná  nece- 
sidad y  llamará  y  pedirá  ayuda,  y  no  será  oído.  Justo  juicio, 
que,  pues  no  oyes  tú  los  gemidos  y  angustias  de  los  otros 

515  que  padecen,  no  te  oiga  a  ti  Dios  cuando  lo  hobieres  me- 
nester. 

— Señor,  ¿por  qué  no  me  oyes?  — Qui  obturat  aurem 
suam  ne  audiat  legem.  Mira  también,  cuando  de  parte  de 
Dios  te  hablamos  y  te  decimos  esto  que  te  cumple,  aunque 

520  te  duela,  y  te  dice  [el  predicador]  :  esto  te  dice  Dios,  y  no 
te  imprime  más  en  tu  corazón  que  si  no  lo  dijese  nadie. 
Envió  Dios  a  decir  a  su  pueblo  por  el  profeta  Zacarías  7: 
Iudicium  verum  iudicate,  et  misericordiam  et  miserationes 
facite  unusquisque  cum  fratre  suo,  et  viduam  et  advenam 

525  et  pauperem  et  pupillum  nolite  calumniare.  Juzgad  verda- 
dero juicio;  misericordia  y  misericordias  haga  cada  uno 
con  su  hermano;  a  la  viuda,  ni  al  huérfano,  ni  al  extran- 
jero, ni  al  pobre,  no  queráis  engañar.  Y  no  lo  quisieron 
hacer  ansí,  endurecieron  sus  corazones  y  atapáronse  los 


513  Cf.  Prov.  21,  1  v 
518    IS.  33.  U- 


528   Cf.  Zach.  7,  c^m. 


II.     VIERNES   DE  LA   SEMANA  3    DE  CUARESMA 


197 


530  oídos  por  no  entenderlo;  por  lo  cual  gravísimamente  se 
enojó  Dios  y  díjoles  que  ansí  darían  ellos  voces  y  no  las  oiría. 

Gran  mal  es  no  sentir  esto,  que  llamemos  a  Dios  y  no 
nos  quiera  oír.  Hagamos  misericordia  con  nuestros  próji- 
mos, amémoslos,   socorrámoslos,   porque  cuando  nosotros 

535  llamemos  a  Dios  nos  oiga.  Y  si  alguna  vez  no  respondiere 
tan  presto  y  se  nos  mostrare  áspero,  será  para  más  bien 
nuestro  y  aviso.  Pues  ansí  es,  llamémoslo,  y  si  no  respon- 
diere una  vez,  llamémo[s]lo  otra  y  otra,  que  respondernos 
ha  y  darnos  ha  gracia  y  después  gloria,  quam  mihi  et  vobis 

540  praestare  dignetur  Christus  Iesus,  Mariae  films,  qui  cum 
Patre  et  Spiritu  vivit  et  regnat,  Deus  -per  omnia  saeculorum 
saecula.  Amen. 


11         ¡Agua,  Señor,  que  nüs  apague  la  sed!  * 

Viernes  de  la  III  semana  de  Cuaresma.  Antes  de  1556 

(Vétentela,  Biibl.  Col.  Patriarca,  lis.  1049,  ff.  124  r  - 134  v.) 

Qui  bibcrit  ex  liac  anua,  itcrum  sitict,  etc. 

Quien  .bebiere  de  esta  agua,  otra  vez  habrá  sed  ; 
mas  quien  bebiere  del  agua  que  yo  le  daré,  nunca 
más  habrá  sed  (lo.  4.  [ijl). 

Exordio  Palabras  son  de  Cristo  nuestro  Redemptor,  que 
5  así  como  las  dice  las  cumplirá. 

Los  que  caminan  para  el  desierto  de  este  mundo  han 
menester  agua,  como  el  pueblo  de  Israel,  que  pidió  agua 
a  Moisén,  y  él  hirió  dos  veces  la  piedra  con  la  vara,  y 
en  aquello  no  acertó,  porque  le  había  Dios  mandado  que 

10  hablase  a  la  piedra  y  él  dióle  con  la  vara.  Y  a  la  primera 
vez  que  tocó  no  salió  agua,  porque  cuando  tocó  él  pensaba 
que,  porque  los  pecados  del  pueblo  eran  muchos,  quizá  per- 
mitiría el  Señor  que  no  saliese  agua;  y  era  por  la  poca 
fe  de  Moisén  que,  en  castigo  de  ella,  no  salió  la  primera 

15  vez  agua.  Y  fué  otra  vez  con  entera  fe  que  Dios  cumpliría 
la  palabra  que  había  dicho,  y  entonces  salió  agua,  que 
bastó  para  que  bebiesen  ellos  y  sus  ganados.  Por  desierto 
caminamos;  nuestra  ánima  ha  menester  agua  para  que  dé 
fructo  a  Dios,  que  la  crió;  tomemos  la  verga  de  Jesé,  que 

20  es  a  la  Virgen  María;  vamos  a  la  Piedra,  que  es  Jesucristo; 
pidámosle  con  fe  el  agua  de  la  gracia,  dicentes  Ave,  Maria. 

542  Amen]  Deo  gratias  add. 
7  pidiendo 

*  El  índice  del  Ms.  lo  titula  :  «De  Samaritana».  La  alusión  al 
emperador  (p.  204)  nos  da  un  término  ad  qucm  para  fechar  de  algu- 
na manera  este  sermón. 

17    Xum.  7-1 1.  2o   Cf.  1  Cor.  10,  4. 

10   Cf.  Is.  ii,  1. 


198 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


El  evangelio  de  la    Qui  biberit  ex  hac  aqua  iterum  si- 
Samaritana         íieí^  etc.  Yo  tengo  algún  deseo  de 
aprovecharos,  y  no  querría  reñir  ni 

25  querría  que  tuviésedes  algún  pecado  mortal.  Por  reveren- 
cia de  nuestro  Señor,  que  todos  dejéis  los  pecados  de 
aquí  adelante  y  comencéis  ya  a  servir  a  Dios,  porque  mien- 
tras esto  no  hiciéredes  no  puedo  dejar  de  reñiros,  y  por 
eso,  aunque  el  evangelio  de  hoy  es  de  los  más  sabrosos 

30  de  todo  el  año,  aunque  yo  quisiera  predicar  de  él,  pero  no 
haré  más  de  declarar  la  letra  y  luego  entender  en  lo  que 
conviene  a  vuestras  ánimas. 

Dice  el  capítulo  4  de  San  Juan  que  estaba  el  Señor  en 
la  tierra  de  Judea  y,  como  comenzó  a  predicar,  predicaba 

35  con  tanta  gracia  y  con  tanta  mansedumbre,  que  se  iba  todo 
el  mundo  tras  él  por  oír  su  doctrina.  Decía  la  gente:  No 
predica  éste  como  los  fariseos,  sed  tamquam  potestatem  ha- 
bens;  no  dice  predicando:  "El  Señor  manda  esto";  no  pre- 
dica como  intérprete  de  la  ley,  sino  como  dador  de  ella. 

40  Predicaba  el  Señor  con  tan  gran  dulcedumbre,  que,  qui- 
siendo  una  vez  los  fariseos  prendello,  enviaron  gente  para 
que  le  prendiesen  y  quedaron  ellos  presos  de  El,  y  cuando 
volvieron  dijeron  los  fariseos:  "¿Qué  es  del  preso?"  Di- 
jeron ellos:  "¿Qué  queréis  que  lo  traigamos  preso,  que 

45  nunca  sic  locutus  est  homo?"  Ibase  la  gente  tras  El,  y 
como  crecía  la  doctrina  de  Cristo,  crecía  la  envidia  de  los 
fariseos  y  de  los  clérigos  y  frailes.  Decían:  "Toda  la  gente 
se  va  tras  El,  ya  no  van  tras  San  Juan;  ya  no  baptiza, 
todos  se  van  tras  El" ;  y  dice  San  Juan  que  no  baptizaba  él, 

50    sino  sus  discípulos. 

Dejó  el  Señor  a  Judea  y  vase  otra  vez  a  Galilea.  Judea 
y  Galilea  eran  dos  provincias,  una  como  Castilla  y  otra 
como  el  Andalucía.  Judea  era  la  más  principal,  porque  en 
ella  estaba  el  templo  y  la  ley.  Para  pasar  de  Judea  a  Ga- 

55  Ulea  era  menester  pasar  por  medio  de  Samaría;  pero  los 
de  esta  tierra,  aunque  recibieron  los  cinco  libros  de  Moisén, 
adoraron  ídolos.  Envió  Dios  ángeles  y  destruyó  esta  tie- 
rra, y  luego  envía  Dios  quien  la  poblase,  y,  después  de 
venidos,  envíales  Dios  un  castigo  por  los  pecados  de  los 

60  ídolos,  sino  que  recibieron,  como  digo,  los  cinco  libros  de 
Moisén,  y  estaba  en  el  Génesis  la  promesa  que  había  hecho 
Abraham  del  Mesías,  y  ellos  eran  devotos  de  él. 

Fué  menester,  para  pasar  a  Galilea,  pasar  por  medio 
de  Samaría  y  llegó  a  una  ciudad  que  se  llamaba  Sicar,  en 

65  la  cual  estaba  un  pozo  fuera  de  la  ciudad,  adonde  venía  la 
gente  a  sacar  agua.  Llegó  el  Señor  aquel  pozo  y  llegó  a 

22  lo.  4,  i3-  38  Mt.  7.  29. 

23  Cf.  lo.  4,  13.  45    lo.  7.  46- 
36   Cf.  lo.  3,  22-4,  3-  5°    I°-  4.2- 


II.     VIERNES  DE  LA   SEMANA  3    DE  CUARESMA 


199 


mediodía  y  cansado  del  camino,  porque  iba  a  pie,  con  gran 
dolor  y  trabajo  de  nuestros  pecados.  Dice  San  Juan  Cri- 
sóstomo  que,  aunque  nuestro  Señor  tenía  necesidad  de  ca- 

70  minar  a  caballo,  no  lo  hacía;  iba  huyendo  de  lo  necesario, 
por  darnos  a  nosotros  ejemplo  que  huyamos  de  lo  superfluo. 
Llegó  el  Señor  caminando  a  la  primera  ciudad,  que  se  lla- 
maba Sicar,  cerca  de  la  heredad  que  dió  Jacob  a  su  hijo 
Josef.  Esta  es  la  ciudad  la  cual  asolaron  los  hijos  de  Jacob 

75  por  el  estupro  de  su  hermana  Digna.  ¡Cuán  negra  costó  la 
paseada  de  la  doncella,  que  mataron  por  causa  de  ella  a 
todos  los  de  aquella  ciudad!  A  esta  ciudad  llegó  el  Señor 
cerca  de  mediodía,  cansado.  Dice  el  evangelista  que  como 
el  Señor  llegase  fatigado  del  camino,  se  sentó  encima  del 

80  pozo;  que  debría  de  tener  algún  brocal,  y  sentóse  allí. 
¡Quién  supiese  regalar  a  este  caminante,  lavándoles  los  pies 
a  los  que  caminan!  Y  el  Señor  viene  caminando  del  cielo  a 
la  tierra  por  nuestro  remedio:  razón  es  que  lo  regalemos. 
Quédase  allí  sólo,  descansando.  Por  eso  quien  quisiere  ne- 

85  gociar  con  El,  vaya,  que  allí  lo  hallará  solo,  y  el  negocio 
que  El  más  quiere  es  que  vais  a  regocijaros  con  El;  id,  que 
allí  lo  hallaréis  solo,  que  quiere  negociéis  cómo  salvaréis 
vuestra  ánima. 

Quedóse  allí  solo,  y  vino  una  mujer  (El  la  trujo)  y  llegó 

90  al  pozo.  Mirad  las  maravillas  de  Dios.  Esta  mujer,  si  os 
place,  estaba  amancebada,  y  quísola  él  Señor  pescar  y, 
pescándola  a  ella,  pescó  a  toda  aquella  ciudad.  Llega  allí 
la  mujer  a  sacar  agua,  y  como  el  Señor  la  vió,  díjole:  Mu- 
lier,  da  mihi  bibere.  Y  ella  le  dijo:  ¿Cómo  tú,  siendo  judío, 

95  me  demandas  a  mí  a  beber,  como  no  se  traten  los  judíos 
con  los  samaritanos?  Porque  los  judíos  son  los  que  tenían 
la  ley,  y  tenían  a  los  samaritanos  por  gente  descomulgada 
y  no  trataban  con  ellos.  Y  dijo  el  Señor:  Si  supieses  el 
don  de  Dios  y  supieses  quién  es  el  que  te  dice:  Dame  de 
100  beber,  por  ventura  no  se  lo  negarías,  y  antes  le  pedirías  tú 
a  El  del  agua,  y  yo  no  sería  tan  corto  para  contigo  como 
tú  lo  eres  conmigo.  [A]  aquel  Dios  de  todos  y  [a]  aquel 
Salvador  de  todos,  no  tenéis  razón,  samaritana,  de  no  dalle 
agua.  "Yo  no  me  excusaría,  dice  el  Señor,  como  tú  te  ex- 
105  cusas,  yo  te  daría  agua  viva".  Dijo  día:  Tú  no  tienes  con 


89  vino]  y  vino  add. 


71  San  Juan  Crisóstomo,  Ih  lo.  ham.  31,  3  (MG  59,  179)  :  «Huc 
itaque  Christus  venit,  mollem  et  lascivam  vitam  semper  abigens,  la- 
boriosam  vero  et  arctam  indueens.  Non  enim  sribragalifotis  usus  est, 
sed  ita  assidue  iter  agit,  ut  defatigetur.  Hoc  ubique  docet,  ut  sibi 
quisque  operetur,  nec  quaerat  superflua,  nec  mullís  egeat.  Ita  porro 
vult  nos  a  supervacaneis  alíenos  esse,  ut  etiam  multa  necessaria  am- 
putareis. 

77   Cf.  Gen.  34. 


200 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


qué  sacedla  y  el  pozo  está  hondo,  ¿adonde  tienes  tú  esa 
agua  viva?  ¿Por  ventura  eres  tú  mayor  que  nuestro  padre 
Abrahán,  que  nos  dió  este  pozo  y  bebió  él  y  sus  hijos  de 
él,  y  aun  su  ganado?  Y  dijo  el  Señor:  Quien  bebiere  de 

no  esta  agua,  otra  vez  habrá  sed;  pero  quien  bebiere  de  la 
agua  que  yo  le  daré,  nunca  más  habrá  sed  y  hacerse  ha 
en  su  estómago  una  fuente  que  salte  hasta  la  vida  eterna. 
"Pues  dices  que  quien  bebiere  del  agua,  dice  la  samaritana, 
que  nunca  habrá  sed,  dame  de  ella,  siquiera  para  que  yo  no 

115  venga  más  acá".  Díjole  el  Señor:  Ve  y  llama  a  tu  mariao. 
"Señor,  no  tengo  marido".  Y  dijo  el  Señor:  Bien  has  dicho 
que  no  tienes  marido. — No  le  quiso  decir  que  estaba  aman- 
cebada, sino  con  palabras  corteses  díjole:  "No  tienes  ma- 
rido"; y  dijo  El:  "Verdad  decís". 

120  Y  como  vido  que  le  descubrió  los  secretos  de  su  cora- 
zón y  todo  lo  que  había  hecho,  que  por  ventura  nadie 
no  'lo  sabía,  díjole:  Veo,  Señor,  que  sois  profeta.  Mirad 
qué  cosa  son  los  corazones  sencillos  y  sin  mancilla,  aunque 
estén  en  pecado:  que  aunque  el  Señor  le  dijo  aquello,  no 

125  se  enojó.  Si  aquello  les  dijera  a  los  fariseos,  dijeran  que 
tenía  demonio.  Guárdeos  Dios  de  corazones  maliciosos.  Es- 
taba aquella  mujercita  en  aquel  pecado  y  quizás  había  llo- 
rado muchas  lágrimas  porque  Dios  hobiese  de  ella  miseri- 
cordia, y  vino  la  hora  en  que  el  Señor  lo  hizo;  y  dijo  ella: 

130  "Creo  que  debe  ser  profeta.  Dime:  Nuestros  padres  adora- 
ron a  Dios  en  este  monte,  y  vosotros  los  judíos  decís  que 
en  Jerusalén  está  el  lugar  donde  conviene  orar,  ¿cuáles  te 
parecían  que  acertaban?"  No  es  pequeña  la  pregunta  de 
la  buena  mujer,  y  porque  no  se  puede  responder  sin  fun- 

135  damento  de  Escritura,  díjole  el  Señor:  Créeme,  mujer,  que 
verná  hora,  y  ya  es  llegada,  cuando  ni  en  este  monte  ni  en 
Jerusalén  adoréis  a  Dios.  Vosotros  adoráis  lo  que  no  sa~ 
béis,  y  nosotros  adoramos  lo  que  sabemos,  porque  la  salud 
de  los  judíos  es,  el  conocimiento  de  Dios  en  nosotros  está, 

140  y  por  eso  estáis  vosotros  engañados  en  pensar  que  con 
adorar  a  Dios  habéis  de  adorar  juntamente  a  vuestros  ído- 
los; pero  verná  día  cuando  los  verdaderos  adoradores  ado- 
rarán a  Dios  en  espíritu  y  en  verdad,  porque  Dios  espíritu 
es  y  tales  adoradores  busca.  (Vide  super  hoc  in  sermone 

145  adventus  Domini.)  Y  como  la  mujer  oyó  esto,  dijo:  Scio 
quia  Messias  venit,  qui  dicitur  Christus:  Ule,  cum  venerit, 
annuntiabit  nobis.  Aquel  alto  y  amigo  de  bajos,  aquel  Dios 
y  amigo  de  las  hormiguitas,  abre  su  boca  y  dícele:  Ese 
Mesías  es  el  que  habla  contigo.  ¡Bendito  seas  tú,  Dios, 

150  amigo  de  bajos  y  pobres,  lo  que  no  quisiste  manifestar  a  los 
fariseos,  que  te  andaban  preguntando:  "¿Eres  tú  el  Me- 
sías?, dinos  quién  eres",  manifiéstaselo  a  esta  mujercita 
diciendo:  Yo  soy  que  hablo  contigo! 


II.     VIERNES  DE  LA   SEMANA  3    DF.  CUARESMA 


201 


Y  como  ella  oyó  esto,  deja  el  cántaro  y  vase  a  la  ciudad 

155  dando  voces:  Andad  acá,  andad  acá,  que  está  aquí  un 
hombre  que  me  ha  descubierto  todos  mis  secretos,  ¿por 
ventura  es  éste  Cristo?  Y  como  esto  oyeron,  salió  mucha 
gente  de  la  ciudad  a  ver.  Y  entretanto,  los  discípulos  vinie- 
ron y  llegáronse  a  nuestro  Señor  y  dijéronle:  Maestro,  ya 

160  es  hora  que  comas;  y  díjoles:  Ya  yo  tengo  manjar  que 
coma,  que  Nosotros  no  sabéis,  mi  manjar  es  hacer  la  vo- 
luntad de  mi  Padre  y  que  acabe  yo  su  obra.  Su  obra  es  sal- 
var las  ánimas  y  remediarlas,  mi  comida  es  entender  en 
estos  negocios.  Ninguno  tanta  sed  tuvo  ni  tanta  hambre 

166  como  Jesucristo  de  las  ánimas;  por  tanto,  ninguno  no  diga 
que  no  tiene  remedio,  que  grandísima  sed  tuvo,  y  tanta 
hambre  no  tuvo  hombre,  y  así  se  puso  en  la  cruz  y  pasó 
por  los  tormentos  como  por  espadas  con  grandísima  sed  de 
salvar  los  hombres.  — ¿Vosotros  no  decís,  dice  el  Señor  a 

170  sus  discípulos,  que  de  aquí  a  cuatro  meses  viene  el  tiempo 
del  segar?  Pues  alzad  los  ojos  y  mirad  todas  esas  regiones 
cómo  están  ya  las  mieses  blanqueando  y  aparejadas  para 
segar. 

,  Estando  diciendo  el  Señor  esto,  sale  mucha  gente  de  la 

175  ciudad — ¡bienaventurados  ojos  que  lo  vieron! — y  rogaron  al 
Señor  que  fuese  con  ellos  a  la  ciudad  y  que  se  estuviese  al- 
gunos días;  y  el  Señor,  para  dar  a  entender  que  había  de 
morir  por  judíos  y  gentiles,  como  vido  aquella  gente  que  se 
lo  rogaba  con  buena  intención,  porque  el  Señor  es  amigo  de 

180  limpios  de  corazón  y  sencillos,  vase  con  ellos,  y  estúvoles 
predicando  dos  días,  y  dijo  el  evangelista  que  muchos  habían 
creído  en  Cristo  por  el  dicho  de  la  mujer,  porque  le  había 
dicho  sus  secretos,  pero  muchos  más  creyeron  en  él  después 
que  oyeron  su  doctrina,  y  decían  a  la  mujer:  Ya  no  creemos 

185  por  lo  que  vos  nos  dijistes,  sino  por  lo  que  nosotros  hemos 
visto.  ¡Bendito  sea  Dios,  que  del  mal  de  aquella  mujer  cuán- 
to bien  se  sacó,  que  se  ganó  toda  aquella  ciudad!  Plega  a 
su  misericordia  que,  pues  las  palabras  que  aquí  se  han  de 
predicar  son  suyas,  que  provea  su  Majestad  que  las  ánimas 

190  que  están  aquí  se  remedien  y  salgan  de  los  pecados  mediante 
sus  palabras. 

Hermanos,  no  dejemos  estar  muriendo  de  hambre  y  sed 
a  Jesucristo,  que  su  sed  y  hambre  es  la  salvación  de  las 
ánimas;  dejemos  los  pecados,  siquiera  por  hacer  placer  a 
195  Jesucristo,  que  tanto  lo  desea.  Hemos  de  hablar  hoy  de  los 
que  beben  aquel  agua  que  para  siempre  no  habrán  sed. 


181  dfjolc 


186   lo.  4,  6-42. 


202 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Algunas  llagas:  for-  Esta  mujercita  estaba  amanceba- 
nicación,  estupro  da...  "Si  soltero  con  soltera  no  es 
pecado".  ¿Habéis  estado  en  algu- 

200  na  parte  donde  hay  inquisición?  Ninguna  vez  hacen  aucto  que 
no  castiguen  a  alguno  que  diga  que  la  fornicación  simple  no 
es  pecado  mortal.  Buena  cosa  es  que  castigue  a  ésos  la  in- 
quisición, pero  no  sería  malo  que  castigase  también  a  los 
predicadores  que  no  lo  avisan.  ¿Queréis  que  os  diga  quién  es 

205  Dios?  Una  cosa  limpísima  y  que  mira  mucho  en  que  tengamos 
los  corazones  limpios,  y  así  dice  El:  Bienaventurados  los 
limpios  de  corazón,  porque  ellos  verán  a  Dios.  También  en 
el  Apocalipsi  dice:  No  entrarán  en  aquella  ciudad  los  que 
no  fueren  limpios.  ■ — ¿Una  mujer  de  la  mancebía  o  soltera, 

210  pecar  con  ella  es  pecado?  Ella  quiere  y  yo  quiero.  ¿A  quién 
hago  injuria?  — A  su  Padre,  que  es  Dios,  y  aunque  la  hija 
quiera  no  lo  habéis  de  hacer  vos  por  amor  de  su  Padre. 
Y  nuestro  padre  es  Dios,  y  aquélla  es  su  hija  bastarda,  por- 
que está  en  pecado  mortal,  y  el  que  lo  está  es  hijo  bastardo 

215  de  Dios,  y  por  eso  es  pecado  mortal  la  fornicación  simple, 
aunque  sea  con  mujer  de  la  mancebía.  ¿Es  pecado  mortal 
hurtar?  ¿Sí?  Pues  Santo  Tomás  dice  que  es  mayor  pecado 
la  fornicación  simple  que  no  hurtar;  por  eso  mira  si  es 
pecado  o  no.  San  Pablo  dice:  Fornicatio  autem,  et  omnis 

220  immunditia,  nec  nominetur  in  vobis,  sicut  decet  sanctos: 
aut  turpitudo,  aut  stultiloquium.  ¡Oh  qué  dolor  de  corazón! 
El  vientre  me  duele,  daba  voces  Jeremías.  Fornicación  no 
se  nombre  entre  vosotros.  No  daríamos  botones  de  fuego 
y  les  quemaríamos  las  bocas  a  los  que  hablan  palabras  su- 

225  cias  y  deshonestas.  Fornicación  ni  se  nombre,  porque  quien 
no  da  licencia  para  nombrar  no  dará  para  obrar.  Y  en  otra 
parte,  ad  Ephes.  c.  5:  Hoc  autem  scitote  intelligentes:  quod 
omnis  fornicator,  aut  immundus,  aut  avarus,  non  habent 
kereditatem  in  regno  Ohristi  Dei.  Y  si  no  tienen  parte  en 

230  el  reino  de  Dios,  ¡tristes  de  ellos!  ¿Qué  sienten  las  orejas 
de  estos  de  quien  dice:  "Si  fuere  fornicador  no  tiene  parte 
en  Dios"?  Si  están  aquí  algunos  que  me  oyen,  pues  de  parte 
de  Dios  les  digo  que  quien  es  fornicador  no  tiene  parte 
en  los  bienes  de  Dios. 

235  Si  la  fornicación  es  tanto  pecado,  ¿qué  será  el  estu- 
pro? Pasemos,  pues,  más  adelante.  Tras  la  fornicación 
viene  echar  a  perder  doncellas.  — Padre,  quiérelo  ella.  — No 

200  donde]  no  add.  \\  220  decet]  in  ada. 


207  Mt.  5,  8. 

209  Ctf.  Aipoc.  21,  27. 

218  Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa,  2-2,  q.  154,  a.  §. 

221  Eph.  5,  3. 

222  Thren.  i,  20. 
229  Cf.  Eph.  5,  5. 


II.     VIERNES  DE  LA  SEMANA  3    DE  CUARESMA 


20?, 


quiere  su  padre,  ni  el  del  cielo  ni  el  de  la  tierra.  Obliga- 
ción particular  tenéis  de  restituir  a  su  padre.  Tiene  el 

240  padre  una  hija  doncella  en  su  casa,  a  quien  ha  criado  con 
toda  la  diligencia  que  ha  podido,  venís  vos  y  echáissela 
a  perder;  obligación  tenéis  de  restituir  al  padre  este  gran 
daño.  — ¿Y  ella,  padre?  Engañéla.  Juróle  de  casarme  con 
ella  por  el  santo  sacramento  y  por  la  santísima  Trinidad 

245  y  por  tal  y  tal.  — 'Doncellas,  mirad  lo  que  hacéis;  mirá 
no  os  engañe  nadie  con  palabras  y  juramentos.  ¿No  sa- 
béis lo  que  aconteció  a  una  con  el  demonio?  Hay  unas 
doncellas  buenas,  pero  necias;  creen  el  juramento,  pien- 
san que  nadie  dice  mentira  ni  que  nadie  las  engañará, 

250  como  ellas  no  lo  harían,  y  viene  el  mancebo  y  hácele  mil 
juramentos  de  casarse  con  ella  y,  después  que  ya  la  ha 
echado  a  perder,  dice  que  no  fué  su  intención  de  casarse 
con  ella,  y  no  faltan  confesores  que  lo  dicen.  ¡Triste  del 
que  engañó  moza,  que  quizá  por  engañarla  no  hubiste  más 

255  de  lo  que  pasaste  aquella  noche  y  ella  desde  allí  hizo  mu- 
chos pecados!  ¡Triste  de  ti!,  ¿qué  harás  delante  del  juicio 
de  Dios  de  tantos  pecados  como  ha  hecho  por  tu  causa? 
Por  cinco  mil  maravedís  que  le  diste  de  dote  piensas  que 
cumpliste.  Si  la  moza  no  hiciera  la  maldad,  aunque  le  die- 

260  ras  todo  el  mundo,  si  no  le  dijeras  que  te  casarías  con 
ella,  no  cumples  con  darle  con  que  se  case:  persona  le 
quitaste  y  persona  quiere  que  le  vuelvas;  y  por  eso,  aun- 
que le  deis  todo  el  oro  del  Perú  no  se  la  restituís  la  per- 
sona que  le  quitastes.  Por  eso,  habiéndole  dado  la  palabra, 

265  aunque  no  hayáis  tenido  esa  intención,  sois  obligado  a  ca- 
saros con  ella.  Aunque  el  casamiento  no  valió  por  causa 
del  consentimiento  tuyo,  mas  eres  obligado  a  consentir, 
si  la  mujer  es  tal  que  por  ninguna  vía  se  dejara  conocer  de 
ti  sino  por  la  palabra  de  casamiento  que  le  diste. 

270  No  hay  más  sino  engañar  mujeres.  Vi  un  caballero  que 
andaba  tras  una  moza  y  anduvo  muchos  días  y  no  pudo 
alcanzar  nada  de  ella,  y  desque  no  la  pudo  engañar  co- 
menzó a  dar  batería,  y  a  hacerle  promesas  y  juramentos 
de  casarse  con  ella,  y  juró  delante  de  unas  imágines  y  con 

275  esto  vencióse  la  moza,  y  echándole  terceros  y  prometiendo 
casamiento.  La  batería  que  da  un  mancebo  a  una  moza, 
¡mal  año  para  cuanta  batería  hay  en  la  guerra!  Cosa  que 
después  que  yo  lo  oí,  me  espanté.  Díjole:  "Yo  me  caso  con 
vos  por  aquellas  imágenes",  y  echóla  a  perder,  y  después 

280  decía:  "No  consentí,  no  es  casamiento;  es  más  baja  que 
yo;  quita  de  ahí".  No  faltaron  confesores,  y  aunque  presu- 
mían de  letrados,  que  le  decían  que,  porque  no  había  con- 
sentido, que  no  era  casamiento  ni  era  obligado  a  casarse, 


246  nada  ||  255  los  ||  256  harán 


204  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  decíame  un  hermano  suyo:  "¿Así  que  vale  a  engañar? 

285  Pues  yo  me  andaré  a  ello".  Finalmente,  que  el  negocio  vino 
a  mí,  y  fué  menester  que  hablase  al  mancebo  y  al  confesor 
y  le  enseñase  los  libros,  y  a  Escoto  principalmente,  que 
dice  que  cuando  la  moza  es  persona  que  por  ningún  don 
dejaría  conocerse  sino  por  darle  palabra  de  casamiento, 

290   que  entonces  que  no  cumple  con  otra  cosa  sino  con  casarse. 

Cuando  hay  notable  desigualdad  que  la  moza  es  desigual, 
y  se  finge  engañada  y  no  lo  es,  como  si  él  es  un  caballero 
y  ella  una  moza  baja,  claro  está  que,  aunque  le  diga:  "Ca- 
sarme he  contigo",  que  no  es  razón  que  lo  crea,  y  por  esto 

295  ésta  no  se  puede  decir  engañada;  pero  cuando  no  hay  esta 
desigualdad,  no  cumple  sino  con  casarse.  — No  fué  casa- 
miento. — Verdad  es,  pero  no  habéis  de  andar  engañando; 
como  si  vos  compráis  un  caballo,  y  después  de  habello  igua- 
lado y  dado  señal,  dijésedes:  "No  fué  mi  intención  com- 

300  plallo".  Así  que  brava  cosa  es  echar  a  perder  doncellas 
cuando  no  hubiere  palabras  de  casamiento.  Hase  de  reme- 
diar con  darle  con  que  se  case,  según  el  estado  de  la  moza, 
y  lo  que  sus  padres  le  pudieran  dar.  Gran  mal  es  las  don- 
cellas descuidarse  y  dejarse  engañar  de  nadie,  aunque  más 

305  [e  diga  y  jure.  ¿No  habéis  oído  lo  que  aquí  pasó  en  Siquén 
con  Digna?  Avisad  a  vuestras  hijas  que  no  crean  a  hombre 
ninguno,  aunque  le  jure  y  perjure.  Mirá  que  es  el  demonio 
que  viene  a  engañar  a  Eva.  No  creáis  a  nadie,  aunque  sea 
el  emperador.  Creedme,  porque  no  lloréis.  Las  mozas  en 

310  este  caso  han  de  ser  maliciosas  para  saber  entender  la  pon- 
zoña que  viene  metida  debajo  de  aquellas  palabras.  El  se- 
gundo pecado  de  la  carne  es  echar  a  perder  mozas.  Quien  lo 
hobiere  hecho,  harto  mal  ha  hecho,  procure  remediarlo  y 
mire  lo  que  le  cumple. 

315  Adulterio,  incesto  Pues  no  hemos  entrado  en  el  hondo 
del  mal.  El  tercero  mal  es  adulterio. 
¿Cuál  es  mayor  mal,  echar  a  perder  a  una  doncella  o  co- 
meter maldad  con  una  casada?  Mayor  pecado  es  el  de  la 
casada  que  el  de  la  doncella,  y  no  hay  cosa  que  más  se 

320  vea  y  en  más  poco  se  tenga.  Juego  es  de  mancebos,  y  plega 
a  Dios  que  no  lo  sea  de  casados.  Andarse  burlando  de  las 
mujeres  ajenas,  ¿qué  tanto  mal  es  ése?  No  lo  sabéis  aún 
bien.  — Andá,  padre,  que  ya  es  casada,  que  no  le  hacemos 
perder  casamiento ;  no  debe  ser  tanto.  — Si  en  el  mundo  hay 

325  Cosa  fea  y  mala,  es  un  hombre  llegarse  a  hacer  maldad  con 
mujer  ajena.  ¿No?  Pues  preséntoos  por  testigo  a.  vos  mes- 
mo.  ¿Cuál  es  la  cosa  que  más  aborrecéis?  No  hay  genera- 
ción de  bárbaros  ni  de  moros,  ni  de  ninguna  otra  gente, 
adonde  no  se  tenga  por  grande  afrenta  hacer  una  mujer 


2qo  Escoto,  1 n  IV  Sent.,  d.  30,  q. 


306  Cf.  Gen.  34. 


II.    VIERNES  DE  La  semana  3  HE  CUARESMA 


205 


330  maldad  a  su  marido.  Mandaba  Dios  en  la  vieja  ley  que  la 
mujer  o  hombre  adúltero  fuese  apedreado.  Si  ahora  se  hu- 
biera de  ejecutar  esta  ley,  no  creo  que  hubiera  piedras  har- 
tas para  apedrear  a  todos  los  q\P  lo  merecían.  Y  también 
mandaba  que,  cuando  uno  tuviese  sospecha  de  su  mujer... 

335  —entiéndese  sospecha  razonable,  que  no  sospecha  liviana; 
no  es  razón  que  sin  ligítima  causa  sospeches  de  tu  mujer, 
que  por  tan  liviana  causa  puedes  sospechar  que  sea  pecado 
mortal  el  que  haces  en  ello...  Así  que  traíala  a  la  iglesia 
y  preguntábale  el  sacerdote:  "Di,  ¿tienes  culpa  de  esto  que 

340  te  piden?" 

La  cosa  más  fea  del  mundo  es  una  ruin  mujer  que  hace 
maldad  a  su  marido,  y  si  yo  fuera  pintor  y  me  dijeran  que 
pintara  la  cosa  más  fea  del  mundo,  pintara  una  mujer 
casada  con  un  hombre  que  trabajara  para  mantenella,  ves- 

345  tilla  y  para  dalle  lo  que  hubiese  menester,  y  que  ella  co- 
meta maldad  con  otro.  Debajo  del  cielo  no  se  pintara  cosa 
más  fea  que  ésta.  ¡Oh  malaventurada  mujer!...  ¿y  tienes 
vergüenza  de  hacer  tan  gran  maldad?  ¿Qué  mayor  traición 
puede  ser  que  ésta  contra  quien  tanto  te  quiere  y  trabaja 

350  por  ti,  que  el  cuerpo,  con  el  sudor  de  tu  marido  mantenido, 
lo  des  al  rufián?  ¿Queréis  ver  a  quién  parece?  Viene  el 
viernes  santo  y  llevan  los  judíos  a  Jesucristo  preso,  y  pre- 
séntanlo  delante  Pilatos,  y  tenía  entonces  preso  a  uno  que 
se  llamaba  Barrabás  y  era  un  muy  insigne  ladrón.  Y  visto 

355  que  Jesucristo  no  merecía  mal,  y  él  deseando  soltallo,  pre- 
guntó a  la  gente  de  la  sinagoga :  Ya  sabéis  que  hay  cos- 
tumbre que  por  la  honra  de  la  Pascua  se  suelte  un  preso, 
¿a  quién  queréis  que  suelte,  a  Barrabás  o  a  Jesucristo? 
Fué  tan  grande  la  maldad  de  los  judíos,  que  dicen  a  voz 

360  en  grito:  No  soltéis  a  Jesucristo,  sino  a  Barrabás,  y  cruci- 
ficá  a  Jesucristo.  ¡Oh  gran  maldad,  que  pese  más  en  la 
balanza  un  insigne  ladrón  que  el  Hijo  de  Dios,  que  crió 
el  cielo  y  la  tierra;  que  sea  tan  grande  vuestra  ceguedad  que 
reprobéis  a  Jesucristo  y  al  que  está  sin  mácula,  y  escojáis 

365  un  famoso  ladrón;  que  pese  más,  mujer,  en  tu  corazón  un 
ladrón  que  robe  la  fama  a  ti  y  a  tu  marido  que  el  marido 
que  te  dió  Dios!  ¿Es  gran  mal  esto?  Pues  oíd:  Que  si 
fuéredes  casada  con  un  hombre  feo  o  con  un  negro,  lo  ha- 
béis de  tener  más  que  a  todo  el  mundo,  y  no  ha  de  lucir 

370  otra  cosa  en  vuestros  ojos,  aunque  sea  el  rey;  y  si  el  rey 
os  viniere  a  engañar,  aquél  es  Barrabás  y  se  pone  en  com- 
petencia con  Jesucristo,  porque  la  mayor  honra  que  tiene 
un  hombre  es  tener  buena  mujer.  Así  lo  dice  San  Pablo: 


331  üf.  Deut.  22,  24  ;  Lev.  20,  10. 

340  Cf.  N 11111.       11  ss. 

358  Mt.  27,  17' 

361  lo.  18,  40  ;  Mt.  27,  23. 


206 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Mulier  est  caput  viri.  La  mujer  que  quiere  más  a  otro 
375  hombre  que  al  suyo,  sinagoga  es,  que  escoge  a  Barrabás 
y  reprueba  a  Jesucristo.  ¡Oh  mala  mujer!,  ¿y  no  vale  más 
el  marido  que  Dios  te  i"^  que  no  el  rufián  que  te  dió  el 
demonio?  ¿Por  qué,  por  escoger  a  Barrabás,  repruebas  a 
Jesucristo? 

680  Mujer  que  hace  maldad  a  su  marido,  las  piedras  se  ha- 
bían de  levantar  contra  ella  y  apedrealla,  y  la  tierra  se 
había  de  abrir  y  tragalla.  ¿Qué  será  del  hombre  que  an- 
duviere tras  ella?  ¡Desdichado  de  él,  que  no  se  quedará 
sin  castigo  en  esta  vida  y  en  la  otra!  Viene  David,  y  an- 

385  dándose  'paseando  por  su  casa  por  una  azotea,  vido  a  Ber- 
sabé,  mujer  de  Urías,  que  se  estaba  bañando  en  una  huerta, 
y  como  la  vido  y  era  hermosa  codicióla,  y  envía  que  se  la 
trajesen;  y  para  que  se  le  quedase  por  mujer,  envía  a 
Joab,  su  capitán,  que  dé  orden  cómo  matasen  a  Urías  en 

390  la  guerra.  Nótate  verba  et  sígnate  mysteria.  Mirad  bien 
el  castigo  que  Dios  le  hizo.  Va  el  profeta  Nabán,  de  parte 
de  Dios,  y  dice  a  David:  "¿Así  que  habéis  muerto  al  pas- 
tor y  Uevádo[o]s  la  oveja?  Pues  esto  dice  el  Señor:  Del 
hijo  que  pariere  no  gozarás".  Y  él  primer  hijo  que  parió 

395  Bersabé  dióle  una  enfermedad,  de  que  murió.  ¿Contenta- 
ros heis  con  eso?  Oíd  más.  Viene  el  otro  hijo,  Amón,  y, 
captivo  del  amor  de  su  hermana,  fíngese  malo,  y  como  ella 
le  fuese  a  dar  de  comer  por  mandado  de  su  padre,  durmió 
con  ella  y  echóla  a  perder.  ¿Hay  más?  Oíd.  Vino  el  otro 
400  hermano,  Absalón,  y,  como  vido  a  su  hermana  deshonra- 
da, convidó  a  su  hermano  a  comer  en  cierto  banquete  y 
matólo.  Veis  aquí  la  hija  perdida  y  un  hijo  muerto.  ¿Con- 
tentaros heis  con  eso?  ¿Tomastes  la  mujer  ajena?  Pues 
esperad.  Vino  el  mismo  Absalón.  Alzase  contra  su  padre 

405  y  hácelo  ir  huyendo  de  él  por  no  morir.  Aquel  David  tan 
esforzado,  veislo  aquí  tan  acobardado  huyendo  de  su  hijo, 
y  estuvo  escondido  él  y  los  que  le  acompañaban,  descalzo 
y  llorando.  ¿Contentaréisos  con  eso?  No  paró  en  eso,  que 
adelante  pasó  el  castigo.  ¿Tomastes  la  mujer  ajena  en  se- 

410  creto?  Pues  yo  os  castigaré  en  público.  Permite  el  Señor, 
en  castigo  de  su  pecado,  que  su  propio  hijo  Absalón,  des- 
pués de  haberlo  perseguido,  vaya  y  en  mitad  de  la  plaza 
duerma  con  diez  mancebas  de  [su]  padre.  Veis  aquí  de  qué 
manera  castigó  Dios  él  pecado  que  cometió  David.  ¿Habéis 

415  leído  los  salmos?  ¿No  dice  David:  Lavabo  per  singulas  noc- 
tes  lectura  meum,  et  lacrymis  meis  stratum  meum  rigabo, 
et  alibi:  Fuerunt  mihi  lacrymae  meae  <panes  die  ac  nocte, 


374  Of.  i  Cor.  n.  7 
385  Cf.  2  Reg.  ii, 
395   2  Reg.  12,  1  ss 


-í.  Epih.  5, 


402   Of.  2  Reg.  13. 
414   2  Reg.  15-16. 
416   Ps.  6,  7. 


II.     VIERNES  DE  LA  SEMANA  3   DE  CUARESMA 


207 


dum  dicitur  mihi,  etc.?  ¡Oh  justicia  de  Dios,  que,  después 
de  haber  tanto  llorado  y  de  perdonado  el  pecado,  le  casti- 
420  gáis  con  tan  gran  castigo!  ¿Qué  hará  el  malaventurado  que 
hace  maldad  con  la  casada  y  no  se  acuerda  más  de  ello? 
Si  después  de  llorado  el  pecado  de  David,  y  después  de  per- 
donado, Dios  le  castiga  tan  gravemente,  creedme  que  quien 
hiciere  esta  maldad,  que  no  se  le  irá  Dios  con  ella,  y  que 

4-25   no  quedará  sin  castigo  en  esta  vida  y  en  la  otra. 

¿Qué?  ¿Aquel  ñudo  que  hizo  Dios  entre  los  casados  lo 
queréis  deshacer  vos?  Traidor,  ¿quién  sois  vos  para  des- 
hacer lo  que  Dios  hace?  No  tenéis  reverencia  al  sacramento. 
No  recibe  la  monja  en  el  monesterio  lo  que  recibe  la  casada 

430  en  su  casa.  Echenle  a  la  monja  las  bendiciones  que  quisié- 
redes,  que,  en  fin,  no  es  sacramento  como  el  del  matrimo- 
nio. Injuria  es  grande  que  haces  contra  el  santo  sacramen- 
to en  tomar  la  mujer  de  tu  prójimo  y  hacer  tan  gran  mal- 
dad. ¡Oh  .Tesú!,  ¿con  qué  le  pagarás  al  marido  de  esa 

435  mujer  tan  gran  traición  como  le  heciste?  Su  honra  es  la 
de  su  mujer  y,  habiendo  deshonrado  a  su  mujer,  lo  has 
deshonrado  a  él.  ¿Con  qué  le  satisfarás  tan  grande  daño? 
Y  si  engendras  hijos  en  la  casada  y  los  cría  el  marido,  eres 
obligado  a  restituir  lo  que  su  mujer  dejó  de  trabajar  por 

440  estar  preñada,  y  las  mantillas  y  pañales,  y  todo  lo  que 
comiere.  Mirad  vuestras  conciencias,  que  nacéis  ñudos  que 
no  los  podréis  después  desatar,  y  os  metéis  en  lazos  de 
donde  no  podréis  después  salir.  ¿Hicistes  esta  maldad? 
Pues  doctores  hubo  que  dijeron  que,  al  menos  en  el  punto 

445  de  la  muerte,  es  obligada  a  confesar  a  su  marido  cómo 
aquel  hijo  no  es  suyo,  para  que  no  lo  haga  heredero  de  su 
hacienda.  ¿Qué  os  parece?  ¿Hay  aquí  alguna  que  haya 
hecho  esta  maldad  y  se  haya  espantado?  Nunca  Dios  lo 
quiera.  Dígooslo  para  amedrentaros,  que  no  es  verdadera 

450  opinión  ésta,  que  la  mujer  sea  obligada  a  confesar  al  ma- 
rido, en  su  muerte  ni  antes,  la  maldad  que  hizo;  pero  gran 
peligro  tiene.  Por  eso  mirad  lo  que  hacéis  y  cómo  vivís. 
Aunque  os  den  todo  el  mundo,  aunque  venga  el  rey  y  os 
hagan  señora  de  todo  lo  criado,  no  hagáis  tan  gran  mal- 

455  dad.  Sed  amigos  de  aquí  adelante  de  honrar  el  santo  sa- 
cramento del  matrimonio;  no  os  metáis  en  lazos  que  des- 
pués no  podáis  salir;  no  hagáis  cosa  que  después  no  podáis 
remediar.  Las  mujeres  contentaos  con  vuestros  maridos,  y 
los  hombres  contentaos  con  vuestras  mujeres.  "Más  pecado 

460  es  cometer  maldad  con  una  casada  que  con  una  doncella". 
¿Pues  de  la  doncella  no  le  quitó  el  casamiento?  Eso  es 


418  Ps.  41,  4. 

452  Cf.  Cayetano,  Sum.,  v.  «adulteriuni»  ;  Escoto,  Iii  IV  Scnt., 
d.  15,  q.  2. 


208 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


de  per  accidens,  pero  de  per  se  más  le  quitó  a  la  casada, 
que  le  hace  muchas  veces  perder  el  casamiento  y  la  des- 
honra a  ella  y  al  marido,  al  cual  le  quitáis  cosa  que  es  con- 

465   junta  a  sí  mismo. 

Entremos  más  en  hondo.  Incestus  es  con  parienta.  ¿Es 
posible  que  hay  quien  haga  maldad  con  parienta?  ¡Oh  Dios 
mío!  Casada,  no  habéis  de  poner  los  ojos  en  otro  sino  en 
vuestro  marido;  y  a  ti,  casado,  no  te  ha  de  parecer  bien 

470  otra  sino  tu  mujer.  El  hombre  no  más  de  a  su  mujer,  y  la 
mujer  no  más  de  a  su  marido;  entiendo  en  cosa  que  sea 
pecado.  Y  no  entendáis  que  os  habéis  de  atapar  los  ojos 
con  trataciones  de  parientes  con  parientas.  Cosa  muy  peli- 
grosa y  muy  mala  es.  Dice  la  madre:  "Mi  hija  es  un  ángel, 

475  fulano  es  su  pariente";  y  de  aquí  viene  a  tratarse  la  dema- 
siada conversación  y  se  pierden.  No  entendáis  que  es  siem- 
pre malo  esto,  sino  por  el  peligro  que  puede  haber,  que 
he  visto  tantos  males,  especialmente  por  mujeres  necias, 
que  no  os  los  puedo  decir.  Perdoná,  hermanos,  que  algunas 

480  veces  me  viene  un  primer  movimiento  de  desear  que  enco- 
rozasen alguna  madre  que  por  descuido  suyo  se  pierde  su 
hija.  Cien  azotes  le  habían  de  dar,  y  Dios  se  los  dará  en  el 
infierno  a  la  madre  que  no  es  celosa.  — -Fulano  es  mi  padre, 
y  fulano  mi  confesor,  y  fulano  es  predicador.  — Pues,  her- 

485  mana,  el  predicador  en  el  pulpito  y  el  confesor  en  el  con- 
fisionario.  — ¡Oh  padre,  que  me  viene  a  visitar  y  aconse- 
jar lo  que  me  cumple!  — 'Sea  quien  quisiéredes.  Si  quisiereis 
aconsejaros,  no  al  rincón,  sino  en  la  iglesia.  Si  fuere  en 
vuestra  casa,  delante  de  vuestra  madre,  que,  aunque  sea 

490  un  santo,  y  quien  vos  quisiéredes,  bien  es  huir  la  demasia- 
da conversación.  Por  eso  no  se  pierde  el  amor  que  tenéis 
ál  confesor  o  al  predicador,  antes  es  mejor.  Soy  ya  viejo 
en  esto.  Nunca  vi  tantos  males  como  por  conversaciones 
demasiadas.  No  entendáis  que  no  habéis  de  hablar  con  na- 

495  die,  que  conversaciones  hay  necesarias  y  santas,  siendo  con 
moderación,  que  lo  que  yo  reprehendo  es  el  exceso.  Con- 
versación demasiada,  ni  Santa  Catalina  ni  San  Juan.  Ma- 
dres, ser  celosas.  La  madre  que  no  tiene  para  sí  y  para 
su  hija  prudencia  y  saber,  dalda  por  perdida.  Así  que  es 

500  mayor  pecado  si  es  doncella  y  parienta,  pero  agrávase  el 
pecado  cuando  es  monja  y  doncella:  estrupo  y  sacrilegio, 
y  es  más  grave  pecado. 

Otras  particularidades  hay  que  no  son  para  aquí.  Sabed 
que  es  Dios  tan  limpísimo  que  no  pueden  entrar  en  el  cielo 

505  sucios.  Los  casados  no  tenéis  licencia  para  ser  como  bestias. 
Lo  que  más  os  conviene  para  aquí,  preguntaldo  en  las  confe- 
siones y  decíroslo  han. 


II.     VIERNES  Tir  LA  SEMANA  3   DE  CUARESMA 


Sacrilegio     Fué  la  tercera  palabra  de  personas  dedicadas 
a  Dios.  En  esto  es  más  grave  el  pecado.  Oigan 

510  mis  padres  clérigos  y  mis  hermanas,  las  beatas.  Es  tan 
grande  el  deseo  que  el  demonio  tiene  de  engañar  a  un  clé- 
rigo o  a  una  monja  o  beata  y  es  tanta  la  diligencia  que 
pone  en  revolcarse  en  tálamo  y  aposiento  donde  está  Je- 
sucristo y  que  se  dedicó  a  Jesucristo,  que  no  hay  cosa  que 

615  tanto  desee  ni  procure.  Absorbebit  ftuvium  et  non  mirabitur, 
et  habet  fíduciam  quod  influat  Iordanis  m  os  eius. 

Señoras  beatas,  ¿habéis  visto  por  acá  unos  hombres 
malos  que  quieren  mal  a  otros?  Dicen:  — ¿Cómo  nos  ven- 
garemos? ¿Dándole  cuchillada?  — Poco  es.  — ¿Pues  cómo? 

520  ¿Dándole  bofetadas  o  palos  o  matándole?  — No  es  eso  nada; 
poca  venganza  recebimos.  Para  vengarnos,  sigamos  a  su 
mujer  y  hagamos  que  le  haga  maldad,  para  que  todos  le 
digan  "marido  de  la  mala  mujer";  y  ésta  es  la  mayor  ven- 
ganza que  podemos  tomar;  y,  aunque  nosotros  no  tengamos 

525  gana  de  hacer  esa  maldad,  hagámosla  por  vengarnos  de  su 
marido  y  por  afrentallo.  Decí:  Si  la  mujer  tuviese  un  poco 
de  seso,  ya  que  tuviese  flaqueza,  viendo  que  no  lo  hacéis 
por  amor  que  le  tenéis,  que  diga:  "¡Oh  mal  hombre,  que 
no  lo  hacéis  porque  me  queréis  bien,  sino  por  afrentar  a 

530  mi  marido;  y  aunque  yo  por  mi  flaqueza  lo  hubiera  de 
hacer,  antes  moriré  que  dar  esa  afrenta  y  enojo  a  mi  ma- 
rido, aunque  yo  por  mi  flaqueza  lo  quiera,  por  no  dar  ese 
placer  a  quien  desea  afrentar  a  mi  marido!"  Entended,  per- 
sonas dadas  al  servicio  de  Jesucristo,  que  por  darle  vues- 

535  tra  virginidad  sois  tomados  por  sus  esposas,  que  el  demo- 
nio es  enemigo  de  Jesucristo  y  anda  rabiando  porque  sus 
esposas  le  hagan  maldad  y  por  entrar  a  revolcarse  en  el 
tálamo  del  esposo.  Si  entendieses  la  rabia  que  el  demonio 
tiene  porque  cometáis  tan  gran  maldad  y  hagáis  este  enojo 

540  a  vuestro  esposo,  aunque  tuviésedes  gana  de  pecar,  antes 
os  dejaríades  hacer  pedazos  que  deshonrar  a  Jesucristo  y 
aplacer  al  demonio. 

¿Qué  daría  el  demonio  por  entrar  a  revolcarse  en  el 
cuerpo  adonde  entra  Jesucristo?  Daría  él  tanto  por  tomar 

545  los  oficiales  de  Cristo  y  aposentarse  en  ellos  y  hacerles  ha- 
cer lo  que  ellos  quisieren,  que  leemos  en  la  vida  de  los  pa- 
dres que  una  vez,  tomando  el  diablo  mayor  cuenta  a  Sus 
demonios  (que  así  pasa  que  les  toman  cuenta),  díceles: 
— ¿Qué  habéis  hecho?  — Hemos  ido  por  ese  mundo  y  me- 

550  tido  guerra  entre  muchos  casados. — Otros  decían:  "Hemos 
urdido  muchas  guerras  y  quistiones,  donde  se  han  muerto 


515  fluviuni]  filium  <]  516  ínflavit 
548  cuenta]  y  o>f.í. 


51Ó    Iob  40,  iS. 


210 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


muchos  hombres".  Y  otro  dijo:  "Yo  he  andado  cuarenta 
años  tras  un  monje  y  no  le  he  podido  hacer  caer  en  un 
pecado  de  carne,  y  ahora  le  he  hecho  caer".  Mandó  luego 

555  azotar  a  los  otros,  y  a  éste  quitóse  la  corona  de  la  cabeza  y 
púsosela.  Mira,  mandaba  azotar  a  los  que  habían  hecho 
muchos  adulterios  hacer  y  muchas  injurias  y  guerras,  y 
mandó  galardonar  al  que  hizo  caer  al  monje  en  pecado  de 
la  carne.  Sepan  los  hombres  y  mujeres  que  están  en  el 

560  servicio  de  Dios  que  tiene  el  diablo  gran  rabia  por  tener 
de  su  mano  a  las  personas  dedicadas  a  Dios  y  los  oficiales 
dedicados  a  su  servicio.  Por  eso  volveos  contra  él  y  decilde : 
"¿Ansí,  traidor,  que  andáis  vos  por  deshonrar  a  mi  rey?; 
pues  yo  ando  por  honrallo,  y  por  no  hacerte  ese  placer, 

565   aunque  tuviese  gana  de  pecar,  no  lo  haría". 

¿No  os  dice  vuestro  marido  de  noche,  cuando  estáis  so- 
los: "Mujer,  mirá  cómo  vivís,  mirá  que  mi  honra  está  en 
vuestras  manos".  Ministros  de  Dios,  esto  os  manda  decir 
Dios:  que  su  honra  tiene  puesta  en  vuestras  manos.  Si  el 

570  sacerdote  es  bueno,  si  la  monja  o  doncella  es  buena,  qué 
honra  gana  Dios  en  tener  buenos  oficiales;  todos  los  que 
los  ven  alaban  a  Dios,  y  dicen:  "¡Oh  qué  bueno  es  fulano!", 
y  se  edifican  con  su  buen  ejemplo.  Por  eso,  hermanos,  mu- 
ramos en  la  batalla  y  no  manchemos  la  honra  de  Dios. 

575  Creo  que  os  he  dicho  harto  de  'las  llagas.  Digamos  ahora 
de  la  medicina. 

_  ,.  — Yo  querría  de  aquí  adelante  ser  cas- 
Remedios  para   to>  ¿qué  haré?  _Recia  Uaga  es>  y 

ser  casto:  tem-  es  menester  que  Dios  ponga  su  mano 
planza,  oración  y    en  el  corazón  deshonesto.  — ¿Qué 

680  Eucaristía  haré?  — La  primera  recepta,  dice 
Dios:  El  hombre  que  estuviere  con- 
sagrado a  mi'  no  beba  vino  ni  uvas,  porque  de  las  uvas  se 
hace  el  vino;  no  coma  pasas,  porque  se  hacen  de  las  uvas; 

585  no  coma  granillos  de  pasas,  porque  los  granillos  son  de 
pasas,  y  las  pasas  se  hacen  de  uvas,  y  de  las  uvas  se  hace 
el  vino.  Vir,  sive  mulier,  cum  fecerit  votum  sanctificetur , 
et  si  voluerit  Domino  consecrari,  a  vino,  et  omni  quod  in- 
ebriare potest,  se  abstinebunt.  Acetum  ex  vino  et  a  quali- 

590  bet  alia  potione.  Cunctis  diebus,  etc.  Porque  veáis  quién  es 
Dios  y  qué  tanta  gana  tiene  que  seamos  limpios,  a  todos 
dice,  y  principalmente  a  las  mujeres  y  a  los  sacerdotes:  No 
bebáis  vino,  porque  pessima  res  est  vinum\;  porque  no  ven- 
gáis a  emborracharos  con  los  deleites  de  la  carne.  No  co- 


590  Cf.  Num.  6,  2-4. 
593    Cf.  Prov.  20,  1. 


II.     VIERNES  DE  LA   SEMANA  3    DE  CUARESMA 


211 


595  máis  uvas,  ni  pasas,  ni  granillos,  quitá  las  ocasiones,  la 
conversación,  la  plática,  las  visitaciones  y  familiaridades 
demasiadas,  que  de  males  pequeños  vienen  grandes.  ¿Quién 
diría  que,  por  asentarse  un  poco  a  jugar,  unos  habían  de 
reñir  y  matarse?  ¿Quién  diría  que,  por  hablar  un  mancebo 

600  y  una  doncella  un  poco,  han  de  venir  a  ofender  a  Dios? 
Y  pues  de  estas  ocasiones  tan  pequeñas  vienen  a  hacerse 
grandes,  por  eso  nos  manda  Dios  quitar  las  ocasiones,  por- 
que no  caigamos  en  grandes  pecados. 

¿Queréis  más?  ¿Daríades  la  sangre  de  vuestro  brazo  por 

605  ser  casto?,  pues  comé  poco.  Attendite  vobis  ne  forte  gra- 
vetur  cor  vestrum,  etc.,  porque  os  hago  saber  que  el  que 
quisiere  servir  a  Dios,  que  el  primer  vicio  que  se  ha  de 
huir  es  la  gula;  el  que  no  venciere  la  gula  no  vencerá  las 
tentaciones  de  la  carne.  Necio  sería  el  hombre  que  diría: 

610  "La  casa  se  me  quema,  venidla  a  guarecer",  y  él  por  otra 
parte  estuviese  echando  haces  de  paja.  Por  una  parte  pides 
favor  y  por  otra  atizas  el  fuego.  Dice  San  Hierónimo:  "No 
arde  más  el  fuego  que  el  mancebo  comedor,  y  por  eso,  si 
quieres  refrenar  los  apetitos  carnales,  haste  de  templar 

615  en  la  gula".  De  aquí  procedieron  los  abominables  pecados 
de  Sodoma.  Dice  Ezequiel  que  fué  tanta  parte  el  comer 
para  hacer  tan  abominables  pecados,  que  dice  el  texto: 
Haec  fuit  iniquitas  Sodomae:  saturitas  pañis  et  abundan- 
tia,  et  otium  ipsius.  ¿Pensáis  que  holgando  y  durmiendo  y 

620  tiniendo  el  vientre  lleno  se  gana  la  castidad?  No,  hermano, 
que  en  corporales  limpios  y  de  lienzo  se  aposienta  Cristo; 
porque  así  como  el  lino,  para  ser  lienzo,  pasa  primero  tan- 
tos martirios,  así  el  que  quiere  ser  casto  ha  de  castigar  su 
cuerpo  con  ayunos.  Quien  huyere  de  ayunos  y  diciplinas 

626  y  Se  diere  a  holgar,  y  a  comer,  y  a  regalar  su  carne,  es 
imposible  que  guarde  la  castidad.  Quien  quisiere  castidad  sin 
abstinencia,  dice  San  Jerónimo,  despídase  de  alcanzalla.  Si 
quieres  ser  casto,  has  de  ser  abstinente,  y  si  no  tuviéredes 
abstinencia,  aconteceros  ha  lo  que  a  David  y  Bersabé.  Dice 

630  el  texto  que  porque  el  rey,  en  el  verano,  cuando  los  reyes 
suelen  salir  a  pelear,  se  quedó  en  su  casa  holgando,  por 
eso  hizo  pecado,  de  que  sucedieron  tan  grandes  males;  que 
si  se  fuera  a  la  guerra  y  se  ejercitara  en  pelear  contra  los 
enemigos,  ocupado  en  esto,  no  se  acordara  de  la  mujer 


627  Jerónimo]  Juan 
632  male?]  de  add. 


6d6    Cf.  Le.  21,  34- 

615    Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  54,  8-9  :  ML  22,  554. 
619    Cf.  Ez.  16,  49. 

627   Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  22,  10  ;  52,  5  ;  100,  5  :  ML  22,  400,  531, 
S17  ;  Adv.  Iovinian.,  1.  2,  15  :  ML  23,  319-320. 
631    2  Reg.  11,  1. 


212 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


635  ajena.  Pero  la  ociosidad  acarrea  grandes  vicios,  y  así  el 
que  en  el  tiempo  del  pelear  se  estuviere  holgando,  comiendo 
y  durmiendo,  no  podrá  dejar  de  caer  en  grandes  males. 
¿Queréis  ser  castos?  ¿Si?  Pues  si  al  tiempo  que  el  sacer- 
dote está  llorando  y  diciendo:   "Señor,  enviáme  vuestra 

G40  agua",  estáis  vos  durmiendo,  parlando  o  comiendo,  ¿cómo 
queréis  guardar  la  castidad?  Por  eso  dice  la  Escritura  que 
pecó  David  con  Bersabé,  porque  en  el  tiempo  que  los  otros 
iban  a  pelear  él  se  quedó  en  casa  holgando.  Si  vos  queréis 
pelear  contra  el  vicio,  no  ha  de  ser  holgando  ni  pasando 

645  ociosamente  el  tiempo;  es  menester  tomar  armas  para  salir 
con  esta  victoria. 

Otra:  — ¿Qué  haré  para  ser  casto?  — Haos  de  costar  lá- 
grimas — ¿Qué  haré?  — Lucha  Jacob  toda  la  noche  con  el 
ángel  y  desque  amaneció  salió  de  la  lucha  cojo  del  muslo 

650  izquierdo.  Grandísimo  remedio  para  quien  Dios  se  lo  da, 
si  sabéis  orar,  si  sabéis  luchar  con  Dios  en  la  oración.  En 
vuestro  rincón,  en  el  campo,  en  toda  parte  podéis  orar: 
"Señor,  por  vuestros  clavos,  quitáme  este  trabajo;  por  vues- 
tros dolores,  no  permitáis  que  os  ofenda".  Quien  así  pelea- 

655  re  con  Dios  en  la  oración,  saldrá  cojo  de  la  pelea.  Cuando 
sale  cojo  de  un  muslo,  cosqueará  con  los  vicios  de  la  carne, 
no  ternán  fuerza  las  tentaciones  para  vencer,  porque  en  la 
oración  se  debilitan.  Quien  no  sabe  orar  no  sabrá  ser  casto. 
Señores,  no  perdáis  este  ratico,  por  reverencia  de  Dios,  en 

660  vuestro  rincón,  adonde  Dios  os  diere  gracia.  Hincados  de 
rodillas  o  como  pudiéredes,  tened  un  rato  de  recogimiento 
y  de  oración,  en  que  os  encomendéis  mucho  a  nuestro  Señor. 

Aun  queda  más.  — ¿Qué  haré,  padre,  para  ser  casto, 
que  tengo  una  carne  muy  mala?  — No  os  dió  Dios  esa 

665  carne.  Carne  muy  limpia  dió  a  nuestro  padre,  y  por  el 
pecado  de  nuestra  madre,  que  dijo  que  quería  ser  tan  sabia 
como  Dios,  por  eso  quedó  nuestra  carne  tan  mala.  ¿Sois 
soberbio?  Pues  por  vuestra  soberbia  os  deja  Dios  caer. 
Dice  San  Juan  Clímaco  que  entre  los  demonios  se  concier- 

670  tan  para  tentar  a  los  hombres,  y  que,  cuando  querían  que 
uno  cayese  en  pecado  de  la  carne,  que  va  uno  y  lo  tienta 
primero  en  el  pecado  de  la  gula,  y  después  de  habello  ven- 
cido en  la  gula,  venía  otro  dimonio  y  tentábale  en  la  carne 
y,  como  lo  hallaba  vencido  de  la  gula,  fácilmente  lo  hacía 
caer  en  el  pecado  de  la  carne.  Es  menester  primero  vencer 

675   el  de  la  gula.  — Padre,  ¿qué  haré  para  esta  mala  carne? 

655  sale]  sale  add.  669  Clímaco]  Dimaco 

650   Of.  Gen.  32,  24-Í2. 

674  San  Juan' Clímaco,  Scala  Parodié ,  prad.  14  (MG  88,  867)  : 
«Post  repletum  ventrera  disoedit  impius,  et  itnmittit  in  nos  impurita- 
tia  spinUini.  statumque  lili  vcnlns  sainan  ixponit  (kxupa  ínquit, 
i'llum,  ét  perturba;  ventre  eniin  disiento,  millo  illum  negotio  vinces». 


12.     DOM.   4  DBSrtJÍS  DE  CUARESMA 


213 


— Juntaos  con  otra  buena.  No  hay  tan  grande  remedio  en 
el  mundo  para  la  mala  carne  como  tomar  muchas  veces  el 
cuerpo  de  Jesucristo.  — -(Padre,  tengo  tan  malos  deseos  y 
tan  sucios  pensamientos,  hallo  esta  carne  tan  indómita,  que 

680  no  sé  qué  me  haga.  ¿Qué  haré,  padre,  para  sujetar  esta 
carne?  — 'Eso  os  viene  de  la  desobidiencia  de  Adán,  que, 
porque  él  fué  desobidiente  a  Dios,  le  fué  a  él  la  sensua- 
lidad desobediente  a  su  razón.  Comulga  muchas  veces,  que 
más  bastante  es  la  carne  de  Cristo  para  limpiaros  que  la 

685  de  Adán  para  haceros  pecar.  Digo  comulgar  bien,  que,  si 
un  clérigo  o  lego  comulga  mal,  experiencia  hay  que  quien 
mal  comulga,  más  vivos  siente  los  deseos  de  la  carne. 

De  manera  que,  si  queréis  huir  los  pecados  de  la  carne, 
no  habéis  de  beber  vino  ni  comer  cosa  que  se  haga  de 

690  uvas;  habéis  de  evitar  las  ocasiones  y  huir  las  conversacio- 
nes demasiadas  y  templaros  en  el  comer  y  beber,  y  conti- 
nuar el  Santísimo  Sacramento  del  altar  con  grande  reve- 
rencia, y  perseverar.  Y  quien  con  fe  pidiere  esto  a  Jesu- 
cristo, conociendo  su  miseria  y  considerando  en  la  bondad 

695  y  misericordia  del  Señor,  sin  duda  será  remediado.  Por 
eso,  rindámonos  a  Jesucristo  y  digamos:  "Señor,  favore- 
cedme  vos,  que  el  agua  que  de  mí  sale,  es  de  pozo  sucio; 
mis  pensamientos,  de  corazón  sucio,  y  mis  obras,  de  carne 
sucia,  pero  vos,  Señor,  me  podéis  hacer  de  sucio  limpio  y 

700  de  malo  bueno;  favorecéme  vos,  porque  sin  vuestro  favor 
no  puedo  cosa  buena.  Por  eso,  Señor,  ayudadme,  para  que 
por  estas  cosas  de  tierra  no  pierda  las  cosas  del  cielo". 
Y  quien  así  trabaje  de  llamar  a  Dios,  y  con  corazón  ver- 
dadero pidiere  su  favor,  y  con  verdadera  humildad  y  en- 

705  tora  fe,  y  desconfiare  de  sí,  oírle  ha  Dios  y  favorecerlo  ha, 
dándole  aquí  su  gracia  y  después  su  gloria,  ad  quam  nos 
perducat.  Amen. 


12  Pan  del  cuerpo  y  pan  del  alma  * 

Domingo  IV  después  de  Cuaresma 

(Valencia,  Biibl.  Col.  Patriarca,  Ms.  1040.  ff.  135  r  -  146  v.) 

Undc  emcmiis  t>ii,ws,  etc.?   lio.  f»,  jj . 

Exordio:  La  Vir-     Viendo  el  Señor  la  multitud  de  gente 
gen  nos  convida     que  iban  tras  él,  dijo:  ¿De  dónde  com- 
ean su  pan  praremos  pan  para  que  coman  éstos? 

Los  convidados  muchos,  los  estómagos 
diferentes,  ¿de  dónde  compraremos  pan  para  satisfacer  y 

*    «Dominica  quarta»  (f.  135  r).  El  índice  del  Bto.  Ribera  lo  ti- 
tula «Dominica  de  panibus». 
4    lo-  6,  5. 


214 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


hartar  a  tanta  diferencia  de  estómagos?  Un  pan  han  me- 
nester los  que  saben  y  otro  los  que  no  saben.  Hablar  desde 
aquí  una  palabra  y  cumplir  con  muchos  entendimientos,  ra- 
lo zón  es  que  digamos:  ¿De  adonde  compraremos  pan  para  que 
coma  esta  gente?  ¿Quién  nos  dará  hoy  palabra  para  que 
vuestras  ánimas  vayan  contentas  y  hartas  y  alabando  a  Dios, 
que  las  hartó?  ¿Dónde  compraremos.,  etc.?  El  pan  se  ha  de 
buscar  en  la  casa  donde  lo  hay.  Betlem  es  casa  de  pan,  y 
15  allí  hemos  de  ir  a  buscarlo.  El  pan  que  hemos  de  buscar  es 
el  que  la  Virgen  María  parió  en  Betlem.  Ella  nos  está  ro- 
gando con  El,  diciendo:  Comedite  panem  meum  et  bibite 
vinum.  No  son  menester  muchos  dineros  para  que  la  Virgen 
nos  dé  este  pan;  ella  nos  está  rogando  con  El,  diciendo: 
20  "Venid  y  comé  del  pan  que  yo  concebí  en  mis  entrañas  y  del 
pan  que  yo  parí" ;  que  antes  que  Dios  encarnase  en  el  vientre 
de  la  Virgen  era  vino  puro,  Dios  justiciero,  Dios  de  ven- 
ganzas; pero  después  que  lo  concibió  y  parió,  convídanos 
ella  diciendo:  "Venid,  que  yo  os  tengo  a  Dios  humanado; 
25  ya  os  lo  traigo  hecho  hombre  blando.  Venid,  que  no  lo  quiero 
para  mí  sola,  sino  para  todos".  Como  un  ama,  cuando  un 
niño  no  puede  comer  el  pan,  se  lo  moja  en  leche,  para  que 
esté  blando  y  lo  pueda  comer,  así  la  Virgen  recibió  a  Dios 
puro,  y  dánoslo  humanado  para  que,  pues  antes  era  pan 
30  duro,  Dios  justiciero,  lo  recibamos  blando,  Dios  humanado 
De  manera  que,  pues  la  Virgen  tiene  el  pan,  no  nos  morire- 
mos de  hambre;  y  por  eso  la  Iglesia  pinta  a  nuestra  Señora 
con  su  Hijo  en  sus  brazos,  para  que  entiendan  los  que  tienen 
hambre  de  justicia  que  tiene  nuestra  Señora  el  pan  en  sus 
35  brazos  y  que,  yendo  a  ella,  no  se  lo  negará.  Pues  vayan,  y 
díganle  lo  que  está  escrito  en  Esaías:  Frange  e'surienti  pa- 
nem tuum,  etc.  Dadnos  de  vuestro  pan  y  metednos  en  vuestra 
casa.  Y  para  que  así  lo  haga,  digámosle  con  devoción  Ave.. 
María. 

40     Evangelio   de   la  Hoy  en  todo  caso  os  ha  de  contentar 
multiplicación  de  el  sermón,  porque  hemos  de  hablar  en 
los  panes         él  como  se  nos  da  gana  de  comer. 

Vuestros  cuidados  son  qué  comeremos, 
qué  beberemos,  de  qué  nos  vestiremos,  y  por  eso  veo  que  os 
45  contentará  el  sermón,  porque  hemos  de  tratar  de  esto.  He- 
mos de  hablar  hoy  de  qué  hemos  de  comer.  Hermanos,  te- 
nemos cuerpo  y  tenemos  alma.  ¿De  qué  hemos  de  comer 
para  el  cuerpo  y  de  qué  para  el  ánima?  ¿Heos  acertado  en 
vuestros  deseos?  ¿Heos  acertado  en  los  cuidados  que  tenéis 
50   en  vuestros  corazones?  ¡Cuántos  suspiros  habéis  dado:  "¿de 

18   Prov.  9,  s- 

38  Is.  58,  7. 

44   Of.  Mt.  6,  25.  3i- 


12.     TK)M.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


215 


dónde  manterné  mi  casa,  de  qué  nos  vestiremos?",  pues  hoy 
os  hemos  de  decir  de  dónde  y  cómo  manternéis  vuestra  casa! 
Unde  ememus  panem?  Oiréis  brevemente  la  letra  del  santo 
evangelio,  y  luego  entenderemos  en  lo  que  os  cumple. 

55  Hermanos,  habéis  de  saber  que,  como  el  viernes  os  dicía, 
cuando  vino  el  Señor  a  este  mundo,  predicaba  dulcísimamen- 
te  y  con  gran  imperio  y  majestad,  y  estaba  en  Cafarnaúm 
y  era  tanta  la  gente  que  lo  seguía  por  oír  su  doctrina  y  ver 
sus  milagros,  que  no  se  podían  valer,  y  dijo  el  Señor  a  sus 

60  discípulos:  Vémonos  al  desierto  porque  descanséis.  Y  entró 
en  una  navecilla  que  halló,  y  pasó  de  la  otra  parte  del  mar 
de  Galilea,  y  dice  el  santo  evangelio  que  se  fué  mucha  gente 
tras  él;  y  como  supieron  que  se  iba,  era  tanta  la  gente  y  la 
gana  que  tenían  de  oílle,  que  dejaban  sus  casas  por  seguille, 

65  y  aun  muchos  habían  adelantádose  y  estaban  allá  aguardán- 
dolo. No  os  espantéis:  dadme  vos  que  un  ánima  sienta  un 
poco  de  la  dulcedumbre  de  Jesucristo,  que  dejará  su  casa, 
hacienda  y  todo  cuanto  tuviere  por  irse  en  pos  de  Jesucristo. 
Pasó  el  Señor  y  subióse  al  monte,  y  subióse  allí  con  sus 

70  discípulos,  y,  como  el  Señor  vido  tanta  gente,  dice  el  evan- 
gelista que  comenzó  a  curar  todos  los  enfermos  que  le  pe- 
dían, y  juntamente  comenzó  a  curar  las  ánimas  y  a  predicar 
con  tanta  dulcedumbre;  y  con  tanta  gana  lo  oían,  que  estaba 
la  gente  colgada  de  su  boca  escuchándole,  sin  acordarse  de 

75  comer  ni  de  beber,  sino  absorbidos  y  transportados  en  oír  la 
dulcedumbre  de  la  doctrina  que  les  predicaba;  y  dice  el 
evangelista  que  se  llegó  a  él  uno  de  sus  discípulos  y  le  dijo: 
Señor,  mira  que  es  muy  tarde  para  esa  gente,  para  que  vaya 
a  buscar  de  comer.  ¿Habéis  visto  lo  que  pasa,  que,  si  alguno 

80  se  queja  que  es  el  sermón  largo,  por  la  mayor  parte  ha  de 
ser  de  nosotros  los  clérigos  o  frailes?  Y  como  el  Señor  oyó 
esto,  dijo:  Non  habent  necesse  ut  abeant.  No  es  menester 
que  se  vayan  por  las  aldeas.  Quien  está  con  el  Pan  de  vida 
no  tiene  necesidad  de  ir  a  otra  parte  a  buscar  de  comer. 

85  Y  llamó  a  San  Filipe  y  díjole:  ¿De  dónde  compraremos  pan 
para  que  coma  toda  esta  gente?  Y  respondió:  No  bastaran 
doscientos  denarios  para  que  coma  cada  uno  un  bocado. 
— ¿Y  a  vos,  San  Andrés,  qué  os  parece?  Llegóse  a  él  San 
Andrés  y  díjole:  Señor,  aquí  está  un  mochacho  que  tiene 

90  cinco  panes  de  cebada  y  dos  peces;  pero  ¿qué  es  para  tanta 
gente? 

Entonces  dijo  el  Señor:  Mandaldos  asentar  y  decí  que  les 

63  gentes 

81  fraile  ||  87  doscientos]  doce 


6o  Cf.  Me.  6,  %i. 

67  Cf.  Mt.  19,  29  ;  Le.  iS,  29 

69  Mt.  14,  23  ;  lo.  6,  15. 

71  Mt.  14,  14  ;  cf.  Le.  9,  12 


78  Mt.  14,  15  ;  Me.  6,  35. 

83  Cf.  Mt.  14,  16. 

91  lo.  6,  5  ss. 

92  lo.  6,  10. 


216 


SF.RMONES.   CICLO  TEMPORAL 


queréis  dar  de  comer.  Asienta [n] se  de  ciento  en  ciento,  u 
de  cincuenta  en  cincuenta,  por  su  orden.  Y  los  apóstoles, 
96  creyendo  las  palabras  del  Señor,  mandaron  asentar  la  gente 
sobre  el  heno,  que  entonces  había  mucho.  Es  de  alabar  la 
fe  de  los  apóstoles,  porque  creyeron  lo  que  dijo  el  Señor; 
pero  más  es  de  alabar  la  de  ellos,  porque,  viendo  que  eran 
tantos  y  no  tenían  qué  comer,  creyeron  a  los  apóstoles  y  con 

100  fe  sencilla  hicieron  lo  que  les  mandaban.  No  hay  duda  sino 
que  si  los  casados  tuviesen  verdadera  fe  que  no  les  ha  de 
faltar,  que  les  iría  de  otra  manera  que  no  les  va.  Porque 
éstos  creyeron  y  con  fe  se  sustentaron,  por  esto  los  mantuvo 
Dios  con  tan  poco  pan  a  tanta  gente,  que  dice  el  evangelista 

105  que  de  solos  hombres  había  cinco  mil,  sin  mujeres  y  niños, 
que  serían  muchos  más.  Y  como  se  hobieron  sentado,  dijo 
el  Señor:  Dad  acá  esos  panes  y  esos  peces,  que  de  creer  es 
que  era  aquél  el  repuesto  de  nuestro  Señor,  que,  como  los 
discípulos  eran  pescadores,  trairían  aquellos  dos  pececillos 

110  que  comiesen.  Después  de  sentados,  toma  el  Señor  el  pan  en 
sus  manos  y  bendícelo  y  comienza  a  repartir  a  sus  discípu- 
los para  que  diesen  a  la  gente,  y  los  discípulos  repartieron 
de  los  panes  y  peces  a  todos;  y  dice  el  evangelista  que  se 
hartaron  todos  y,  después  de  hartos,  sobraron  doce  canas- 

115  tillos  de  pan  y  peces.  Estas  son  las  obras  del  Señor.  Donde 
no  hay  pan,  dar  pan,  y  donde  hay  poco,  hacer  lo  mucho. 
Dice  San  Augustín:  No  os  espantéis,  que  de  un  granillo  que 
se  echa  en  este  campo  hace  muchos. 

Desque  la  gente  vieron  tan  gran  milagro  comienzan  a 

120  decir:.  Verdaderamente  éste  es  el  profeta  grande  que  ha  de 
venir  al  mundo,  y  quisieron  hacello  rey,  y  como  el  Señor 
conoció  que  lo  querían  alzar  por  rey,  fuése  solo  al  monte  y 
encondióse.  Y  como  mirasen  todos  por  E!l  y  no  lo  viesen, 
anduviéronlo  a  buscar  y  no  lo  hallaron,  porque  el  Señor  se 

125  había  hecho  invisible,  porque  no  lo  hiciesen  rey.  "Yo  no 
quiero  ser  rey  constituido  por  vuestra  mano".  David  rey  es, 
mas  constituido  por  la  mano  de  su  Padre.  Dios  rey  es,  mas 
constituido  sobre  el  monte  de  Sión,  que  quiere  decir  que  es 
Cristo  rey  sobre  las  cosas  espirituales  y  sobre  el  templo  de 

130  Dios,  que  estaba  en  el  monte  de  Sión;  de  manera  que  Dios 
no  quiso  ser  constituido  por  rey  de  cosas  temporales.  ¡Si  así 
hiciesen  los   regidores,   alcaldes,   corregidores  y  obispos, 


95  Señor]   y  n.f.f . 


94    Le.  9,  14;  cf.  Me.  6,  40. 
115   Cf.  lo.  6,  9-13. 

118  San  Agustín,  hi  lo.  Ev.¡  ir.  24,  c.  ,s,  1  (ML  35,  1593)  :  «XTncU- 
enhn  niulliplieat  de  paucis  granis  segeles,  inde  in  manibus  sais  nnil- 
tiplicavit  quinqué  panes». 

122   lo.  6,  14-15. 


12.     DOM.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


217 


cuando  les  dan  los  cargos!  Huyó  el  Señor  de  la  honra,  no 
porque  en  El  había  peligro,  sino  para  darnos  a  entender  que 

136  pues  El,  que  no  tenía  peligro,  huyó  de  ser  rey,  que  vos,  que 
sois  flaco,  huyáis  de  los  cargos,  porque  hay  en  ellos  muchos 
peligros;  y  pues  El,  tiniendo  tanta  seguridad,  huyó,  que  vos, 
que  no  la  tenéis,  huyáis. 

Y  como  el  Señor  se  fué  y  los  discípulos  vieron  que  era  ya 

140  tarde  y  no  venía,  embarcáronse  y  pasaron  de  la  otra  parte 
del  mar  a  Cafarnaúm'.  Estaba  el  Señor  en  oración  toda  la 
noche,  y  luego  vase  a  la  mar.  Dice  el  evangelista  que,  a  la 
cuarta  vigilia,  fué  el  Señor  a  la  navecilla  donde  iban  sus 
discípulos,  ya  que  estaba  para  anegarse,  porque  se  había 

145  levantado  un  gran  aire  en  la  mar,  y  habían  andado  toda 
la  noche  con  gran  tempestad.  Tres  vigilias  de  la  noche  les 
dejó  andar  en  tempestad,  y  a  la  cuarta,  estando  ya  para 
anegarse,  los  socorrió,  para  darnos  a  entender  que,  aunque 
estéis  en  tribulación,  que,  confiando  en  El,  sin  falta  os  re- 

150  mediará.  Y  como  los  discípulos  lo  vieron  andar  por  la  mar, 
pensaron  que  era  fantasma,  temieron,  y  El  dijo:  Nolite  ti- 
mere,  y  después  que  lo  vieron  y  conocieron,  dijéronle  que  se 
entrase  en  la  nao,  y  El  no  quiso;  y  luego  llegó  la  nao  a  tierra, 
y  como  la  gente  veía  que  no  iban  más  que  los  discípulos,  y  no 

155  iba  allí  con  ellos  Jesucristo,  fuéronse  a  Cafarnaúm  a  bus- 
callo;  y  como  lo  hallaron,  dijéronle:  Maestro,  ¿cuándo  ve- 
nistes,  que  os  hemos  andado  a  buscar  y  no  os  hemos  hallado? 
Y  di  joles  el  Señor:  En  verdad  os  digo  que  no  me  andábades 
a  buscar  para  sacar  bien  para  vuestra  ánima,  sino  porque 

160  comistes  y  os  hartastes,  y  por  eso  me  queríades  hacer  rey. 
y  no  por  amor  de  mí,  sino  por  amor  de  vuestros  vientres: 
no  me  busquéis  a  mí  por  causa  de  vuestro  vientre,  sino  ope- 
ramini  non  in  rem,  quae  perit,  sed  quae  permanet  in  vitam 
aeternam;  y  de  allí  les  predicó  el  Señor  el  Sacramento  del 

165  altar.  Veis  aquí  la  letra  del  santo  evangelio  brevemente  hil- 
vanada. Ahora  digamos  alguna  cosa  sobre  el  evangelio. 

Esperemos  de  Dios     Aquella  gente  fué  harta  y  contenta 
e  1  mantenimiento     y  dando  gracias  a  Dios,  que  les  hartó, 
del  cuerpo  ¡Si  ha  de  placer  al  Señor  que  llevéis 

170  de  aquí  manjar  con  que  vuestra  áni- 

ma vaya  harta  y  contenta  y  dando  gracias  a  Dios,  que  la 
hartó!  Unde  ememus,  etc.  De  cuantas  veces  os  predico  que 
gastéis  vuestra  hacienda  y  deis  de  comer  a  los  pobres,  ¿no 
os  predicaré  un  día  cómo  ganaréis  la  hacienda?  Hoy  quiero 

175  hablar  de  cómo  ganaréis  de  comer.  Quizá  os  haré  que  seáis 
mercaderes  o  tratantes. 

Sea  la.  primera  regla,  para  quien  quisiere  ganar  de  co- 


166  Cf.  lo.  6,  16-27. 
172    lo.  6,  5. 


218 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mer,  que  no  espere  la  comida  sino  de  aquel  que  le  dió  el 
ánima  y  el  cuerpo.  Decid:  si  Dios  os  dió  el  cuerpo  y  el  ánima, 

180  que  es  lo  más,  ¿no  es  razón  que  confiéis  en  El,  que  os  dará 
el  mantenimiento,  que  es  lo  menos?  Razón  es  que  confiéis 
que  quien  os  dió  lo  principal,  os  dará  también  lo  accesorio. 
Por  falta  de  esta  esperanza  andáis  muchos  perdidos,  porque 
pensáis  que  vuestro  padre  o  vuestro  hermano  o  pariente  son 

185  parte  para  daros  de  comer,  y  por  eso  permite  Dios  que  mu- 
chas veces  os  falte,  y  es  razón  que  castigue  Dios  con  ham- 
bre a  quien  piensa  que  otro  que  Dios  le  puede  dar  de  comer. 
Hermano,  si  pensáis  que  criatura  alguna  os  puede  dar  un 
grano  de  trigo,  por  el  mismo  caso  hacéis  a  aquél  vuestro 

190  Dios,  que  no  hay  criatura  que  os  lo  pueda  dar,  y,  ya  que 
os  lo  dé,  cuando  lo  metéis  en  vuestro  estómago,  Dios  no 
le  da  sustancia  para  que  os  pueda  sustentar.  De  manera  que 
es  poca  parte  para  sustentaros  todo  lo  que  os  pueden  dar 
las  criaturas,  sin  la  operación  de  Dios,   que  es  padre. 

105  — ¿iQuién  me  dará  mantenimiento?  — Quien  nos  dió  el  cuer- 
po y  el  alma.  Esperaldo  de  Dios.  — ¿Qué  es  esperallo  de 
Dios?  — Hacer  buenas  obras:  Discedat  ab  iniquitate  omnis 
qui  invocat  nomen  Domini,  ut  Paulus  ait;  apártense  de 
hacer  maldad  todos  los  que  llaman  al  Señor  y  esperan  en  El. 

20°  Servid  a  Dios  ¿Es  razón  que  si  en  la  mano  de  vuestro 
y  El  cuidará  de  vecino  está  vuestra  vida,  que  le  enojéis, 
vosotros  Pues  est-á  en  su  mano  vuestra  vida  o 

muerte?  ¿Els  razón  que  si  en  la  mano 
de  Dios  está  vuestra  vida  y  salvación,  que  le  enojéis,  pues 

205  está  en  su  mano  vuestra  salvación  o  condenación?  ¿Qué  es 
esperar  en  el  Señor?  — Que  no  hagáis  pecados;  que  yo  porné 
la  cabeza,  que  me  la  corten,  que  si  guardáis  los  mandamien- 
tos de  Dios  y  no  le  ofendéis,  que  jamás  os  falte  lo  que  hubiá- 
redes  menester.  ¿De  adonde  os  viene  que  muchas  personas 

210  andan  logreando  y  quebrantando  las  fiestas,  y  trabajando 
de  noche  y  de  día,  y  no  tienen  que  comer,  y  [a]  otros,  con 
menos  trabajo,  les  sobra  lo  necesario?  — Porque  no  confían 
en  Dios  ni  guardan  sus  mandamientos,  y  así:  Aliqui  dividunt 
propria  et  divitiores  sunt;  alii  rapiunt  non  sua,  et  in  egestate 

215  sunt.  — ¿Qué  es  cosa  y  cosa  que  unos  dan  su  hacienda  y  siem- 
pre les  sobra  lo  que  han  menester,  y  otros  toman  las  ajenas 
y  siempre  viven  en  pobreza?  — Para  daros  a  entender  que, 
si  Dios  no  os  da  lo  que  habéis  de  menester,  poco  os  aprove- 
chan vuestros  trabajos  y  diligencias  y  vuestros  logros. 

220  — ¿Por  qué  no  llueve  cuando  es  menester?  ¿Por  qué  vienen 


199  Cf.  2  Tiru,  2,  iq. 
215   Cf.  I'rov.  ii,  24. 


12.     DOM.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


219 


hambres  y  necesidades?  — Porque  no  procuráis  de  tener  a 
Dios  contento,  y  castígaos  con  que  os  falte  aquello  por  que 
andáis  tan  solícitos  y  más  necesidades  tenéis.  La  primera 
receta  sea  que  procuréis  de  guardar  los  mandamientos  de 

225  Dios  y  de  no  ofendello,  y,  haciéndolo  así,  confiá  que  nunca 
os  faltará  lo  necesario.  Que  ansí  dice  David:  Nunquam  vidi 
iustum  derelictum  nec  semen  eius  quaerens  panem.  Señor, 
si  vos  dais  de  comer  a  los  perros  y  a  los  gatos,  y  a  los 
moros,  etc.,  ¿faltaréis  a  quien  os  sirviere?  Tened  contento 

230  a  Dios,  y  yo  os  prometo  que  no  tengáis  falta  de  lo  que  hu- 
biéredes  menester. 

Gastad  bien  lo  que    — Padre,  ya  llamo  a  Dios  y  le  pido, 
Dios  os  diere         y  no  me  da.  — -Respóndaos  El,  dicien- 
do por  su  apóstol  Santiago:  Petistis, 

235  et  non  accepistis;  eo  quod  mále  petistis  ut  in  concupiscentiis 
vestris  consumatis.  Pedís  a  Dios  dinero  para  vanidades  y 
para  locuras  y  superfluidades,  y  por  eso  no  os  da  lo  que  pe- 
dís. ¿Para  qué  quiere  el  mundo  dineros?  Quizás,  por  nues- 
tros pecados,  los  quiere  para  comprar  a  Jesucristo,  para 

240  matallo.  — ¿Qué  decís,  padre?  — Esto  que  oís.  ¿Pensáis  que 
no  hay  mancebos,  y  plega  a  Dios  que  no  sean  casados  viejos, 
que  compran  a  Jesucristo  para  matallo?  — ¿Cómo?  — Está 
ahí  una  doncella  o  viuda,  honrada  y  hermosa;  prométenle 
sayas,  mantos;  danle  batería  y  díce[n]le:  "Tomá  tantos  di- 

245  ñeros  porque  me  deis  esa  castidad  y  porque  matéis  a  Jesu- 
cristo". Que  Jesucristo  castidad  es,  y  la  castidad  que  la  buena 
mujer  tiene,  Jesucristo  es,  y  tiniendo  la  castidad  viva,  tiene 
vivo  a  Jesucristo;  vienes  tú  y  dasle  dinero  porque  te  dé  la 
castidad,  y  matas  a  Jesucristo.  ¡Oh  dineros  mal  empleados! 
250  ¿No  fuera  mejor  que  gastases  los  dineros  en  dar  vida  a  Jesu- 
cristo que  no  en  matallo?  ¿Para  qué  habían  de  ser  los  dine- 
ros? Para,  si  hubiese  una  doncella  o  una  viuda  que  fuese 
pobre  y  vieses  tú  que,  [por]  serlo,  está  a  peligro  de  perder 
la  castidad,  darle  con  que  remedie  su  necesidad,  porque  no 

265    pierda  su  castidad  y  muera  Jesucristo  en  ella. 

Pedís  dineros.  — No  me  da  Dios  lo  que  le  demando. 
— ¿Para  qué  había  de  dar  Dios  espada  a  un  loco?  ¿No  sería 
gran  locura  dar  armas  a  un  frenético,  para  que  con  ellas 
hiciese  desatinos  y  matase  los  hombres?  Si  vos  gastáis  los 

260  dineros  en  vanidades  y  en  carnalidades,  ¿  dirá  Dios :  Razón 
es  que  yo  sea  compañero  en  tu  locura,  que  te  dé  dineros 
para  jugar  y  para  engañar  y  para  que  hagas  locuras?  — No, 
sino  que  dirá:  "No  quiero  ser  loco  como  tú,  que  te  dé  yo 

335  concupieientiis 


f.  Iac.  4,  3. 


220 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


armas  para  que  me  mates  a  mí".  De  manera  que  la  segunda 
265   recepta:  que  pidáis  a  Jesucristo  y  lo  gastéis  bien. 

Lujos  y  malos  gastos    Si  me  escucháis  un  poquito,  ha- 
de las  mujeres         blaré  con  las  mujeres  y  decirles  he 
cómo  gastan  las  haciendas  que 
Dios  les  da,  y  es  lo  que  hoy  ha  ocho  días  os  dije,  y  no  es 

270  mucho  que  esté  ya  olvidado,  que  si  dais  ocasiones  a  vuestro 
marido  para  que  sea  logrero  y  haga  malos  tratos  por  cum- 
plir con  vuestras  locuras,  vosotras  también  sois  logreras  y 
lo  pagaréis  en  el  juicio  de  Dios.  Parece  que  si  yo  tuviese 
ojos  para  ver  lo  que  hay  en  vuestras  casas,  que  diría  lo  que 

275  dijo  Moisén.  Descindió  Moisén  de  hablar  con  Dios  y  vido 
el  pueblo  despojado.  Dice  el  texto  que  propter  ignominiam 
sordis,  porque  le  pidieron  a  Aarón  que  les  diese  dioses  y  él 
dijo:  "Dad  acá  los  zarcillos  y  manillas  que  tenéis",  y  ellos 
diéronselo  y  él  quemólo  en  un  fuego  y  salió  de  ello  un  be- 

280  cerro,  el  cual  adoraron  por  Dios.  ¡Cosa  maravillosa,  o  por 
mejor  decir  monstruosa,  que,  siendo  la  gente  tan  amiga  de 
oro  y  de  plata  y  joyas,  luego  que  Arón  se  las  pidió,  todas 
se  las  dieron  luego.  Viendo  Moisén  el  pueblo  despojado  por 
tan  gran  maldad,  dijo:  Los  que  son  del  bando  de  Dios,  jún- 

285  tense  conmigo,  y  mató  aquel  día  casi  treinta  y  tres  mil  hom- 
bres. Hermano,  esto  es  así. 

Decíme:  si  el  labrador  lo  que  ha  de  comprar  de  trigo,  y 
el  oficial  lo  que  ha  de  gastar  en  su  oficio,  lo  gasta  en  vani- 
dades, ¿cómo  ha  de  tener  para  mantener  su  casa?  Si  se 

2&0  gasta  mucho  en  lo  superfluo,  ¿cómo  ha  de  haber  para  lo 
necesario,  ni  cómo  para  proveer  vuestra  casa  ni  para  casar 
vuestros  hijos?  ¿Qué  es  eso  que  andéis  arrastrados  gastando 
la  hacienda  y  lo  que  tenéis  en  el  ídolo  y  en  vanidades  del 
cuerpo,  para  contentar  a  los  ojos  de  los  locos?  Hermanos, 

295  avisóos  de  parte  de  Dios,  como  quien  tiene  obligación  por 
el  oficio  que  tengo,  que  miréis  lo  que  hacéis  y  ordenéis 
vuestra  casa,  y  dejéis  lo  superfluo  y  lo  guardéis  para  cuando 
tuviéredes  de  ello  necesidad  y  estuviéredes  enfermos  o  en 
otras  necesidades. 

300  ¿Qué  dice  la  Escriptura?  Vae  qui  trahitis  iniquitatem  in 
funiculis  vanitatum.  ¡Ay  de  los  que  traéis  la  maldad  en 
cuerdas  de  vanidad!  Quiere  decir  que  tras  las  cuerdas  de 
vanidad  se  siguen  grandes  pecados  y  maldades.  Dice  la  mu- 
jer: "Si  yo  me  visto  de  hacienda,  ¿qué  peco?"  De  esa  va- 

305   nidad  se  siguen  grandes  pecados,  que  dais  ocasión  a  que 

277  cordis 

281  monstruoso 

302  cuerdad 


286  Ex.  -52,  2  SS.  ;  25-28. 
3t.2    Is.  s,  18. 


12.     TIOM.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


221 


vuestro  marido  no  se  pueda  dar  a  manos  y  a  que  la  otra 
saque  los  ojos  a  su  marido  y  diga:  "También  tengo  yo  de 
traer,  pues  que  fulana  trae,  que  tan  buen  dote  truje  yo  como 
ella  y  tan  buena  soy  como  ella",  y  aun  por  ventura  dirá  que 

310  mejor.  — ¿Qué  peco  yo?  — No  pongáis  tropiezo  para  el  cie- 
go ni  ocasión  para  el  flaco,  que  con  vuestra  vanidad  dais 
ocasión  a  que  la  otra,  que  por  ventura  no  puede  como  vos, 
os  imite  y  a  que  murmuren  de  vos,  porque  cuando  os  van  a 
pedir  para  un  cautivo  decís  que  no  tenéis  o,  cuando  mucho, 

315  dais  medio  real.  ¿Cómo,  habiendo  tanto  para  locuras,  no 
hay  sino  una  miseria  para  el  cautivo?  ¡Malaventurada  locu- 
ra, que  hace  estar  en  pie  muchos  pecados  y  deja  de  remediar 
muchas  necesidades!  Creedme  que,  si  bien  gastásedes  vues- 
tra hacienda,  como  Dios  quiere,  que  terníades  lo  que  hubié- 

320  sedes  menester  para  vuestra  casa  y  os  sobraría  para  hacer 
caridad;  y  por  eso  ni  hay  para  lo  uno  ni  para  lo  otro. 

Decí:  ¿Qué  conciencia  os  hacéis  de  eso?  Ya  me  ha  acon- 
tecido a  mí  no  absolver  a  una  buena  mujer,  honesta  y  ca- 
sada, y  por  tener  muchas  sayas  y  locuras  decilla:  "Andá  a 

325  otro  confesor,  que  mi  Ego  te  absolvo  no  lo  llevaréis".  ¿A 
qué  aprovechan  tan  grandísimas  locuras?  ¿No  es  mejor  que 
eso  que  gastáis  en  vanidades  y  en  hacer  ídolos,  que  adoren 
los  vanos,  que  lo  gastéis  en  mantener  vuestros  hijos  y  en 
casallos  y  remediallos  que  no  en  apacentar  ojos  de  locos, 

330  que  a  los  ojos  de  los  cuerdos  mejor  parecéis  mientra  más 
honestas  anduviéredes?  Dais  ocasión  a  que  os  miren  los 
locos,  y  a  que  os  imiten  las  locas,  y  a  que  tengas  otros  pe- 
cados; y  dais  ocasión  a  que  desentierren  a  vuestros  padres 
y  a  que  digan:  "Mirá  la  hija  de  fulano".  Andando  honestas 

335  no  desenterraréis  a  vuestro  linaje  ni  daréis  ocasión  a  que 
se  hagan  otras  locuras  por  vuestro  respecto  y  mal  ejemplo. 

— ¿Haránlo  así,  padre?  — Yo  creo  que  de  este  sermón  tan 
por  enmendar  os  iréis  como  os  venistes;  mas  día  verná  en 
el  cual  no  se  quedará  esto  sin  recio  castigo,  que  prometido 

340  tiene  Dios  que  enviará  un  día  en  que  castigue  a  las  mujeres 
que,  por  sus  afeites  y  locuras,  dan  ocasión  a  tantos  males. 
Y  porque  no  penséis  que  son  de  mi  cabeza,  os  diré  las  pala- 
bras que  dice  Dios,  el  cual  es  tan  verdadero,  que  primero 
faltará  el  cielo  y  la  tierra  que  su  palabra  falte.  Y  porque  las 

345  palabras  son  muchas  y  os  va  la  vida  en  oíllas  y  obrallas, 
truje  aquí  el  libro  donde  lo  dice,  que  es  en  el  capítulo  3  de 
Esaías.  Ait:  Quare  atteritis  populum  meum,  et  facies  pau- 
perum  commolitls?  Dicit  Dominus,  Deus  exercituum.  Et 
dicit  Dominus  Deus:  Pro  eo  quod  elevatae  sunt  filiae  Sion, 

346  13  ||  347  affcritis  ||  352  incidebttnt  déscakiabit  ||  354  calcíaTJwntórum  | 
Lumias  ||  356  imitatoria]  mae.tatoria 


344    Cf.  Mt.  5>  18  ;  24,  35. 


222 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


350  et  ambulaverunt  extenso  eolio,  et  nutibus  oculorum  ibant, 
et  plaudebant,  et  ambulabant,  et  pedibus  suis  composito 
gradu  íncedebant  decalvabit  Dominus  verticem  filiarum  Sion, 
et  Dominus  crinem  earum  nudabit.  In  üla  die  auferet  Do- 
minus ornamentum  calceamentorum,  et  lúnulas,  et  torques, 

355  et  armillas,  et  mitras,  et  gemmas  in  fronte  pendentes,  et 
mutatoria,  etc.  Esto  quitará  el  Señor,  ¿y  qué  les  dará?  Por 
el  olor  suave,  darles  ha  hedor;  y  por  la  cinta,  soga;  y  por 
el  cabello  encrespado,  calva;  y  por  la  faja  del  pecho,  cilicio; 
y  tus  muy  hermosos  y  fuertes  varones  serán  muertos  a  cu- 

360  chillo  en  la  batalla.  Esto  dice  Dios.  Así  lo  cumplió  con  aque- 
lla gente,  y  también  lo  cumplirá  con  esta  otra;  porque 
adonde  hay  igualdad  de  culpa,  también  la  habrá  de  pena. 

Holgaos,  señoras,  y  andá  muy  afeitadas  y  muy  locas, 
que  día  verná  en  que  se  lo  paguéis  bien  pagado  a  Dios.  Tasa, 

365  tasa,  enhorabuena,  habéis  de  tener  que  si  vosotras  andu- 
viésedes  arando  en  el  campo  y  supiésedes  los  trabajos  que 
pasan  vuestros  maridos,  no  gastaríades  en  locuras  y  vani- 
dades tan  sin  rienda  como  gastáis.  Señoras,  como  norabuena 
no  lo  trabajáis  ni  andáis  echando  el  bofe  por  ganallo,  por 

370  eso  gastáis  tan  sin  orden,  razón  es  que  os  concertéis  y  mo- 
deréis, que  no  porque  seáis  casadas  habéis  de  ser  locas. 
Tampoco  una  casada  no  se  ha  de  tratar  como  una  que  no 
es  casada,  que  razón  es  que  se  aderece  y  concierte,  pero  con 
moderación  y  como  Dios  quiere,  que  basta  que  tenga  una 

375  mujer  casada  dos  o  tres  sayas,  pero,  según  ahora  andáis, 
lo  más  que  ahora  traéis  es  superfluo.  Tomad  consejo,  id  a 
vuestro  confesor  y  dalde  cuenta  de  vuestra  vida  y  decilde  que 
os  dé  orden  cómo  viváis  como  cristiana;  tomad  a  vuestro 
marido  y  decilde:  "Señor,  Dios  nos  juntó  para  que  nos  ayu- 

380  demos  a  salvar  el  uno  al  otro"  (que  así  lo  dice  Dios,  que  crió 
a  la  mujer  para  ayudar  al  marido,  y  la  mujer  que  la  ha- 
cienda gasta  de  la  manera  que  hemos  dicho,  no  hace  lo  que 
dice  Dios,  sino  lo  contrario) ;  así  que  decilde  a  vuestro  ma- 
rido, cuando  estéis  solos:  "Yo  me  pasaré  con  esta  saya,  yo 

385  comeré  un  pedazo  de  pan  y  me  contentaré  con  andar  como 
pudiere,  y  nunca  plegué  a  Dios  que  por  amor  de  mí  vos  le 
ofendáis  y  andéis  arrastrado".  La  que  se  quiere  salvar  así 
lo  ha  de  hacer,  y  la  que  así  no  lo  hace,  sino  dar  a  su  marido 
ginchones  y  sacalle  el  alma  porque  le  cumpla  su  locura,  mire 

390  cómo  se  confiesa,  que  en  gran  peligro  está. 

Mas  ¿qué  harán  que,  por  nuestros  grandes  pecados,  hay 
muchos  maridos  que  no  sólo  no  ponen  tasa  y  regla  en  las 
locuras  de  sus  mujeres,  mas  ellos  las  incitan  a  que  sean  más 
locas,  y  les  dicen  que  se  afeiten  y  aderecen?  ¿Qué  ganáis 

305   vos  en  que  vuestra  mujer  ande  tal  para  que  los  ojos  de  los 
otros  más  fácilmente  la  deseen?  Quien  puede  traer  su  ha- 
360   Cf.  Is.  3,  15-25. 


12.     DOM.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


223 


cienda  segura,  ¿para  qué  la  quiere  con  peligro?  ¿No  es 
mejor  que  vuestra  mujer  ande  honesta  y  medianamente  ade- 
rezada, y  así  vuestra  hacienda  estaría  mejor  guardada  y 
400  ella  con  menos  peligro  y  vos  menos  trabajo?  De  manera  que 
la  regla  sea  ésta:  que  quien  quisiere  tener  de  comer,  que  lo 
espere  de  Dios,  y  lo  que  os  diere  lo  gastéis  bien  gastado, 
moderada  y  concertadamente,  como  El  lo  quiere. 

Poned  vuestra  casa    ¿Queréis  más  otra  regla,  y  ésta  sea 

405  en  orden  del  santo  evangelio?  Facite  discum- 

bere,  haceldos  asentar  de  ciento  en 
ciento,  de  cincuenta  en  cincuenta.  — ¿Qué  queréis  decir? 
— Que  con  cinco  maravedís  sustentaréis  vuestra  casa,  si  te- 
néis orden,  mejor  que  con  ciento  con  desorden.  Poned  vues- 

410  tra  casa  en  orden,  que  por  maravilla  vino  hombre  a  pobreza 
sino  porque  no  se  supo  regir  en  la  prosperidad.  Más  había 
que  decir.  Sea  la  suma  de  todo  esto  lo  que  dijo  Rebeca  al 
criado  de  Isac:  Palearum  quoque  et  foeni  plurimum  est 
apud  nos,  et  locus  spatiosus  est  ad  manendum.  Señor,  id  a 

415  mi  casa,  que  no  sólo  habrá  qué  comer  para  vos,  pero  también 
habrá  para  vuestros  camellos  abundancia  de  paja  y  lugar 
harto  donde  estén.  Sepan  todos  los  que  quisieren  ser  con- 
vidados de  Dios  que  no  sólo  tienen  mantenimiento  para  las 
almas,  pero  también  para  los  cuerpos,  lo  cual  da  copiosa- 

420  mente  a  los  que  lo  sirven.  Entended  "hacierido  cada  uno  su 
oficio",  que  no  entendáis  que  os  habéis  de  estar  mano  sobre 
mano,  sino  trabajando:  el  labrador  en  su  labranza  y  el  ofi- 
cial en  su  oficio.  — ¿Cómo  haré  lo  que  dice  San  Pablo:  Tened 
mujer  como  si  no  la  tuviésed&s?  — No  que  no  habéis  de  tra- 

*25  bajar,  pero  que  no  habéis  de  poner  vuestra  confianza  en 
vuestras  manos,  sino  en  Dios.  Trabajá  vos  y  poné  vuestra 
confianza  en  que,  haciendo  vos  lo  que  pudiéredes,  Dios  os 
dará  lo  que  hubiéredes  menester.  Hic  labor  est  exercendus, 
sollicitatio  deponenda.  Habéis  de  ejercitaros  y  trabajar  en 

430  vuestro  oficio  y  no  congojaros  de  qué  comeremos,  etc.  Eso 
baste  para  el  mantenimiento  del  cuerpo.  Digamos  ahora  de 
cómo  manternemos  el  alma. 

Convite  del  alma    — Padre,  ¿mi  alma  de  dónde  comprará 
en  el  cielo  pan  para  que  se  mantenga?  — Habéis 

435  de  saber  que  tiene  Dios  un  convite 

para  vuestras  almas,  que  sólo  el  olor  de  él  basta  para  man- 
teneros. 

¿Quién  hizo  a  un  San  Pablo,  y  a  un  Santo  Domingo, 
y  a  un  San  Francisco  y  a  otros  santos  dejar  las  haciendas 
440    y  pasar  pobreza  y  ser  menospreciados  y  abatidos,  y  que  los 

4il3  palliarum 

406   Cf.  lo.  6,  io.  424    Cf.  1  Cor.  7,  29. 

414    Gen.  24,  25.  430   Cf.  Mt.  6,  31  ;  Le.  12,  22. 


224  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mochachos  burlasen  de  ellos  y  les  diesen  con  el  lodo  en 
sus  caras  y  les  hiciesen  otras  muchas  afrentas?  Hermanos, 
dábales  un  olor  en  las  narices  que  les  parecía  que  todo  lo 
que  pasaban  era  poco,  y  si  el  mundo  venía  con  placeres  y 

445  honras,  decían:  "Quitaldo  allá,  que  todo  eso  me  hiede"; 
porque  lo  que  unos  desean  otros  lo  aborrecen.  ¿Quién  hizo 
a  una  Santa  Inés,  y  a  una  Santa  Lucía,  y  a  una  Santa 
Caterina  menospreciar  los  casamientos  de  los  reyes  y  tener 
en  poco  las  riquezas  y  promesas  sino  este  dolor?  Decían  a 

450  Santa  Inés:  — Cásate  con  éste,  que  es  hijo  de  rey,  y  ternás 
riqueza  y  honra.  — Quitaldo  allá,  que  no  quiero,  que  tengo 
ya  otro  esposo  a  quien  tengo  consagrada  mi  virginidad. — 
Hacen  un  fuego  y  dícenle:  — O  has  de  decir  que  no  eres 
cristiana  o  te  hemos  de  echar  en  este  fuego.  — Haced  lo 

455  que  quisiéredes  de  mí,  que  deleite  es  pasar  trabajos  y 
morir  por  amor  de  Jesucristo. — Y  cuando  les  prometían 
sedas  y  casamientos,  decían:  — Quitad  allá  esas  sedas  y 
esos  casamientos,  aunque  sean  con  príncipes  y  grandes  se- 
ñores, que  me  huele  tan  bien  el  olor  que  tengo  en  las  na- 

460  rices,  que  todo  eso  me  parece  menos  que  estiércol.  — ¿Qué 
tenéis,  doncel [1] as,  en  vuestras  narices  que  tan  bien  os 
huele,  que  menospreciáis  las  riquezas  y  casamientos  de 
reyes  y  os  ponéis  a  pasar  crueles  tormentos?  No  os  espan- 
téis, que  quien  tiene  olor  de  las  cosas  de  Dios,  aborrece  lo 

465  más  próspero  del  mundo.  Hierónimo  dice  que  quien  gusta 
las  cosas  de  Dios  aborrece  las  cosas  del  mundo,  y  de  aquí 
viene  que  veréis  una  doncella  que  ayer  era  muy  loca  y  an- 
daba galana  y  muy  metida  en  el  mundo,  y,  en  haciéndole 
Dios  esta  merced  de  dalle  un  poco  de  gusto  de  El,  luego  la 

470  veréis  menospreciar  al  mundo  y  las  galas  y  casamientos, 
por  ricos  que  sean.  ¿Qué  lo  hizo?  — El  olor  que  recibieron 
de  Dios. 

Hermanos,  aparejá  vuestras  almas,  que  Dios  os  tiene 
aparejado  un  convite  significado  por  el  de  hoy,  hecho  en 

475  otro  monte,  sin  comparación  muy  más  excelente  y  sabroso 
que  el  que  hoy  comieron  aquellas  gentes,  cual  nunca  los 
ojos  jamás  vieron,  ni  orejas  jamás  oyeron,  ni  basta  huma- 
no entendimiento  para  podello  alcanzar  ni  comprehender. 
— ¿Qué  convite  es  éste?  — Et  ego  dispono  vobis,  sicut  dis- 

480  posunt  mihi  Pater  meus,  regnum;  ut  edatis  et  bibatis  super 
mensam  meam  in  regno  meo.  He  aquí  el  convite:  convida- 
dos por  Cristo  a  comer  y  beber  sobre  su  mesa  en  el  reino 
de  su  padre.  "Comer  y  beber"  no  entendáis  el  paraíso  de 
Mahoma,  que  en  el  cielo  no  hay  manjar  corporal  que  co- 

485   mer,  que  los  bienaventurados  que  están  en  el  cielo  no  co- 

466   Cf.  San  JERÓNIMO,  ln  Is.  proph.,  1.  8,  c.  26:  ML  24,  3©5>. 
47S    Cf.  1  Cor.  2,  g. 
481    Le.  22,  29. 


12.     DOM.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


225 


men  ni  beben  como  Mahoma  dijo,  que  aun  Avicena,  sien- 
do moro,  dice  que  en  lo  que  dijo  Mahoma  mintió;  que  co- 
mer y  beber,  y  mozas  vírgines,  ningún  bueno  lo  querrá. 
Muchas  veces  predico  esto:  que  quiere  el  moro  ir  a  paraíso 

490  a  comer  y  beber  y  mozas  vírgines.  ¿Eso  es  paraíso?  ¿Pa- 
raíso llamas  a  lo  que  ningún  bueno  querrá  aun  ver  de  sus 
ojos?  El  paraíso  no  es  ése,  que  no  consiste  el  paraíso  en 
deleites  de  cuerpo,  sino  en  deleites  de  alma,  y  por  eso  los 
hombres  sabios  otro  paraíso  desean  que  el  que  prometía 

495  Mahoma,  que  el  paraíso  no  está  sino  en  deleites  de  alma. 
He  aquí  el  engaño  de  los  moros.  Y  los  judíos  esperaban  un 
Mesías  que  fuese  rico  en  lo  exterior  y  tuviese  mucha  ha- 
cienda para  que  los  enriqueciese  y  honrase,  y  como  ellos 
vieron  que  nuestro  Señor  era  pobre  y  predicaba  lo  contra- 

500  rio  de  lo  que  ellos  querían,  por  eso  lo  aborrecían.  Mirá  que 
estáis  engañados,  que  mientra  más  uno  aborrece  esas  cosas 
tanto  más  lo  debéis  de  estimar;  porque,  si  el  Mesías  enri- 
queciese en  bienes  corporales,  no  servirían  para  el  paraíso, 
porque  ni  hay  pan  ni  vino  ni  nada  de  esas  cosas.  Todo  eso 

605    es  bajo  para  la  mesa  de  Dios. 

Pues  ¿qué  hay  en  el  paraíso?  ¿Qué  hemos  de  comer? 
— Ptondad  y  verdad;  cosas  que  ni  ojos  lo  oyeron,  etc.  ¡Ay, 
que  creo  que  ha  de  haber  personas  que,  aunque  les  digan 
los  bienes  del  paraíso,  les  ha  de  parecer  poco!  Decí:  Si  vos 

5'10  queréis  bien  a  una  persona,  ¿no  os  alegraréis  de  su  bien? 
Si  una  madre  tiene  un  hijo  en  Indias  y  viene  con  muchos 
dineros,  ¿no  se  alegra  ver  a  su  hijo  próspero  y  bueno?; 
pero  si  alguno  lo  quisiere  mal,  de  lo  que  su  madre  se  huel- 
ga le  pesará  a  él.  ¿Quién  hizo  que  esta  madre  se  alegre  y 

515  el  otro  no?  Pues,  hermanos,  en  entrando  las  ánimas  en  el 
cielo,  los  pega  Dios  de  tal  manera  con  un  amor  y  una  ca- 
ridad, que  de  ver  a  otro  en  la  gloria  se  alegra  como  de  su 
propio  bien.  Porque  estando  el  amor  que  todos  ios  de  la 
gloria  se  tienen,  que  en  gran  manera  se  huelgan  los  unos 

520  de  la  gloria  de  los  otros,  luego  de  esa  manera  el  santo  me- 
nor holgarse  ha  más  de  la  mayor  gloria  que  tiene  el  santo 
mayor,  que  de  la  menor  que  él  tiene,  pues  mientra  más 
gloria  les  viere  más  se  huelga.  Es  esto  verdad,  en  parte, 
si  lo  sabéis  entender.  El  santo  menor  quiere  que  el  santo 

525  mayor  tenga  mayor  gloria,  porque  está  tan  conforme  con 
la  voluntad  de  Dios,  que  cualquier  cosa  que  El  haga  se 
huelga,  y  en  todo  desea  que  se  cumpla  su  voluntad;  y  así, 
porque  ve  que  el  otro  trabajó  más,  huélgase  que  le  den 
más;  de  manera  que,  mirada  la  extensión  de  gloria  que 

530    tiene  el  santo  mayor,  se  huelga  más,  aunque  sea  mayor, 
pero  intensivamente  de  la  menor  gloria  que  él  tiene;  por- 
que, aunque  se  huelgue  y  quiera  y  sea  contento  que  porque 
488   Avilen  a,  Metaphys.,  1.  9,  c.  7. 


B. Axila  2 


8 


226 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


el  otro  trabajó  más  y  mereció  más,  le  den  más,  pero  más 
se  huelga  de  la  menor  suya,  como  propia  suya.  En  gran- 

635  dísima  manera  se  huelga  el  uno  de  la  gloria  del  otro,  y  así 
como  vos  no  sabéis  amar,  por  eso  no  os  holgáis  del  bien 
del  otro,  porque,  si  tuvieses  amor,  holgarte  hías  de  que  el 
otro  rezase  mucho  y  confesase  y  comulgase  mucho  y  fuese 
gran  siervo  de  Dios,  y,  como  te  falta  este  amor,  por  eso 

540  te  pesa  de  lo  que  tanto  te  habías  de  holgar,  y  murmuras  de 
que  habías  de  alabar. 

— ¿A  qué  me  convida  Dios?  — A  que  coma,  beba  y  re- 
pose sobre  su  mesa;  y  que  comáis  el  mismo  manjar  que  él 
come.  ¿Dónde  habrá  balanza  para  pesar  esto?  Hermano, 

645  has  de  saber  que  te  hizo  Dios  tan  grande  merced  en  darte 
ánima  racional  que  te  has  de  sentar  a  la  misma  mesa  de 
Dios  y  comer  del  manjar  que  él  come.  — ¿De  qué  come 
Dios?  — De  conocerse  a  sí  mismo,  y  amarse  y  honrarse,  etc. 
Y  éste  es  el  manjar  que  los  bienaventurados  tienen  en  la 

550  gloria:  honrar  a  Dios  y  conocello  y  glorificallo,  y  de  aquí 
viene  que  dice  la  Escriptura:  Vieron  a  Dios  y  comieron  y 
bebieron.  —(¿Qué  queréis  decir:  que  los  que  ven  a  Dios 
comen  y  beben  de  Dios?  ¿Qué  es  comer  de  Dios?  — Plega  a 
El  que,  pues  nos  sabe  tan  bien  el  olor,  que  nos  'lleve  a  go- 

655  zar  del  sabor.  ¿No  habéis  oído  que  dice  Dios:  Cayó  fuego 
en  Sión  y  cayó  hollín  en  Jerusalén?  Sión  quiere  decir  ata- 
laya, y  entiéndese  por  este  mundo.  Santos  ha  habido  en 
este  mundo  que  tenían  tan  gran  fuego  de  amor  en  su  co- 
razón de  las  cosas  del  cielo,  que  vivir  en  esta  vida  les  era 

560  grandísimo  tormento  de  ver  que  carecen  de  Dios.  Pero 
esto  no  es  nada,  sino  que  verán  a  Dios  mesmo;  como  dice 
San  Juan:  verán  a  Dios  sicut  est,  no  en  especie,  porque  no 
se  puede  criar  especie  para  ver  a  Dios  como  El  es,  sino 
verán  a  Dios  in  genere,  que  verán  cuán  incomprehensible  y 

&>5  cuán  inmenso  y  cuán  omnipotente  es.  Es  tan  grande  el  fue- 
go del  amor  que  los  bienaventurados  tienen  de  Dios,  gozan- 
do de  él,  que  están  encendidos  y  abrasados  del  amor  de  él. 
Es  tan  grande  la  hermosura  de  Dios,  que  dice  Esaías:  re- 
gem  in  decorem  videbunt;  y  es  tan  grande  esta  hermosura, 

670  que,  en  viendo  el  ángel  o  el  santo  a  nuestro  Señor,  se  arro- 
ban sus  corazones  en  El;  y  veréis  luego  el  desear  honrar  a 
Dios:  "Sea  a  vos  gloria  infinita,  y  de  mí  sea  lo  que  quisié- 
redes",  y  como  ven  que  aquel  Señor  a  quien  ven  es  de  vida 
infinita,  y  como  tanto  le  aman  y  ven  que  tiene  Dios  más 

575  honra  que  pueden  desealle,  huélganse  más  de  ello  que  si 
ellos  lo  tuviesen,  y  ésta  es  su  hartura:  estar  gozando  de 
ver  a  Dios  tan  rico  y  tan  hermoso,  etc. ;  y  esto  es  el  gozo: 
ver  a  Dios  y  gozarse  del  bien  que  tiene  Dios.  Aunque  ellos 


552  Ex.  24,  ii 

553  Is-  3i.  9- 


562  Of.  1  lo.  3,  a. 
569  Cf.  Is.  33,  17. 


12.     DOM.   4  DESPUÉS  PE  CUARESMA 


227 


no  hubiera [n]  de  gozar  de  ello,  es  tanto  lo  que  lo  aman, 
580   que  se  huelgan  más  de  los  bienes  infinitos  que  ven  en  Dios 

que  si  ellos  los  tuviesen. 

Y  si  me  preguntáis  que  a  qué  sabe  la  gallina,  diré  que 

a  gallina,  y  el  capón  a  capón;  y  si  me  preguntáis  a  qué 

sabe  Dios,  diré  que  a  Dios.  Y  si  cada  manjar  sabe  según 
585   es,  ¿a  qué  sabrá  Dios?  ¡Oh,  gracias  infinitas  te  den  los 

ángeles,  Señor,  por  quien  tú  eres  y  por  tu  infinita  bondad! 

Dice  David  que  nos  emborrachará  Dios  con  la  abundancia 

de  su  casa.  Como  dice  en  el  Apocalipsi,  aquella  divinidad 

y  humanidad  de  Dios  [que  da  a  los  hombres  tormentos]  si 
590  en  el  infierno,  dales  Dios  en  el  cielo  favores  para  que  lo 

que  allá  hay  lo  puedan  sufrir.  Allá  estamos  convidados,  y 

nuestro  manjar  y  beber  el  mismo  Dios  es. 

Hay  que  participar  Ya  están  aquí  algunos  que  desearán 
del  convite  de  los     estar  en  el  cielo  gozando  de  este 

595      panes  de  cebada       convite.  ¿Conténtaos  este  convite 
del  gran  Dios  alto?  Pues  si  os  con- 
tenta, primero  habéis  de  ser  convidado  del  convite  chico. 
¿Queréis  gozar  de  la  mesa  del  cielo?  Habéis  de  comer  pri- 
mero de  los  panes  de  cebada  que,  aunque  son  amargos,  pero 

600  muy  provechosos;  habéis  de  pasar  primero  acá  trabajos  si 
queréis  ir  a  gozar  de  los  descansos  allá.  ¿Quién  es  el  chico? 
El  que  se  hizo  pequeño,  un  poco  menos  que  los  ángeles;  el 
que  dijo:  Ego  sum  opprobrium  hominum  et  abiect[i]o  plebis; 
aquel  de  quien  dijo  Esaías:  "Vérnoslo  el  más  chico  de  los 

605  hombres" ;  aquel  que  fué  puesto  en  el  monte  Calvario  y  fué 
azotado  y  menospreciado  y  abatido  y  muerto.  ¿Queréis  gozar 
de  Dios  en  el  monte  alto?  Habéis  primero  de  gozar  de  El  en 
el  monte  bajo.  ¿Paréceos  bien  el  monte  Tabor,  qué  lindo  es? 
Pues,  si  queréis  gozar  del  monte  Tabor,  habéis  primero  de 

610  gozar  del  monte  Calvario.  Acá  está  chiquito  y  tiene  cinco 
panes,  y  quien  quisiere  comer  de  ellos,  aunque  sea[n]  amar- 
gos, comerá  después  de  la  dulcedumbre  del  convite  que  Dios 
tiene  en  el  cielo.  — Daldos  acá  que  yo  los  comeré  aunque 
sean  penosos.  ¿Cuáles  son?  — ¿Queréislos  ver?  En  sus  ma- 

615  nos,  pies  y  costado  los  veréis. 

Habéis  de  comer  panes  de  cebada.  El  primer  pan  sea  del 
costado,  que  es  el  arrepentimiento  del  corazón.  Si  coméis  de 
la  amargura  de  los  pecados,  si  os  arrepentís  de  ellos  y  los 
lloráis,  si  partís,  como  dice  el  profeta,  no  vuestra  ropa,  sino 

620  vuestro  corazón,  si  de  este  pan  coméis,  comeréis  después 
del  pan  de  la  gloria.  Pase,  pues,  dolor,  mas  tras  el  dolor 

615  las]  las 

5*8   Cf.  Ps.  35,  9.  603  Cf.  Ps.  2i,  7. 

592    Cf.  Apoc.  22,  4  s.  ;  7,  16  s.         605  Cf.  Is.  52,  14  ¡  53;  2-3. 

602    Ps.  8,  6  ;  Hebr.  2,  7.  620  Cf.  Ioel  2,  13. 


228  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


viene  la  gloria  y  alegría;  el  dolor  ha  de  parar  en  confianza 
de  perdón,  que  el  dolor  que  no  para  [en]  confianza  y  espe- 
ranza de  perdón,  más  es  tentación  del  demonio  para  hacer- 

652    nos  desesperar  que  no  verdadero  dolor  de  pecados. 

Vamos  a  los  pies  del  chico.  Si  vais  a  los  pies  del  confesor 
y  os  confesáis  con  dolor  de  corazón  y  con  verdad,  un  pan 
habéis  comido  que,  aunque  es  amargo,  es  en  gran  manera 
sabroso.  Pan  amargo  es  el  ir  al  confesor  y  decirle  vuestros 

630  pecados  y  manifestarle  vuestras  maldades  cuales  las  hicis- 
tes;  pero  este  amargor  se  convierte  en  dulcedumbre,  que 
es  en  perdón  de  pecados  y  en  reconciliación  de  amistad  de 
Dios.  ¿Cómo  creeré  que  queréis  bien  a  vuestra  ánima,  etc., 
y  que  queréis  más  estar  atados  que  sueltos,  y  más  con  pe- 

635  cados  que  sin  ellos,  y  más  en  desgracia  de  Dios  que  no  con 
su  amistad? 

El  otro  pie:  Echad  mano  a  la  bolsa,  contentad  a  vuestro 
prójimo,  si  está  descontento  de  vos.  ¡Oh  que  duele!  Verdad 
decís,  que  pan  de  cebada  es,  y  amarga,  pero  mientras  tuvié- 

640  redes  descontento  el  prójimo,  hágoos  saber  que  no  podéis 
tener  contento  a  Dios;  cuando  estáis  en  manos  de  prójimos, 
estáis  en  manos  de  ruines;  y  estando  en  las  manos  de  Dios, 
estáis  en  las  manos  de  bueno.  Pan  de  cebada,  pan  que  amar- 
ga, mas  que  verdaderamente  te  sana.  Hacé  cuenta  que,  con 

645  aquellos  dineros  que  dais,  compráis  el  cielo,  y  sacaldos  de 
buena  gana  y  daldos  a  quien  los  debéis,  porque  hágoos  saber 
que,  mientras  tuviéredes  al  prójimo  descontento,  no  podéis 
tener  a  Dios  contento. 

Vamos  a  los  panes  de  las  manos.  ¿Qué  es  la  mano  de- 

650  recha?  Dar  limosnas,  para  dar  de  comer  a  mi  cuerpo  y  a  mi 
alma.  Id  al  chiquito  dadivoso,  que  ni  se  contenta  con  darnos 
vida,  hacienda,  salud  y  todo  lo  demás  que  tenemos,  pero 
diónos  a  sí  mesmo  y  derramó  su  sangre  por  nosotros.  Pues, 
si  el  Señor  nos  dió  su  sangre,  no  nos  duela  de  dalle  un  poco 

655  de  pan  o  un  real  para  su  necesidad.  ¡Oh  Señor,  no  plega  a 
vuestra  misericordia  que  seamos  tan  desagradecidos  que, 
habiéndonos  dado  vos  todo  lo  que  tenemos,  y  también  vuestra 
sangre,  para  nuestro  rescate  y  remedio,  os  dejemos  de  re- 
mediar en  vuestras  necesidades.  Entended  que  el  pan  de 

660  cebada  que  habéis  de  comer  es  hacer  misericordias  con  los 
pobres,  que  Dios  lo  dice  que  alcanzará  misericordia  sólo  el 
que  la  hiciere  con  sus  prójimos,  etc.  Por  tanto,  haced  mise- 
ricordia con  vuestros  prójimos  y  remedialdos  en  sus  necesi- 
dades, que  lo  que  a  ellos  les  dais,  a  Cristo  lo  dais.  ¿No  hay 

665  pobres,  no  hay  viudas  necesitadas,  no  tenéis  doncellas  en 
vuestro  barrio  que,  por  ventura,  por  tener  falta  de  lo  que 

650  limosnas]  que  ture 


662    Cf.  Mt.  5,  7. 


12.     IX)M.   4  DESPUÉS  DE  CUARESMA 


229 


es  menester  para  casarse,  está[n]  a  peligro  de  su  honra? 
Pues  que  Dios  dió  su  sangre,  ¿qué  mucho  haréis  vos  en  dar 
de  vuestra  hacienda  para  su  remedio? 

670  El  que  es  de  la  izquierda  duele.  —¿Por  qué  duele  más  el 
de  la  izquierda  que  no  el  de  la  derecha?  — Porque  está  ahí 
el  corazón,  que  es  miembro  más  delicado,  y  en  la  otra  está 
el  hígado.  ¿Qué  sintiría  Cristo  cuando  le  enclavaron  la  mano 
izquierda  con  tanto  dolor?  Pues,  hermano,  por  reverencia  de 

675  aquel  dolor  que  Jesucristo  sintió  cuando  le  enclavaron  sus 
manos,  que  abráis  vuestro  corazón  y  améis  a  quien  aborre- 
céis, y  perdonéis  a  quien  os  injurió.  — Padre,  duele.  — Pues 
eso  que  mucho  duele  dad  a  Dios,  pues  El  con  tanto  dolor 
dió  por  vos  su  vida  y  perdonó  a  quien  se  la  quitó.  Pan  amar- 

680  g0,  mas  tan  provechoso,  que  dice  San  Augustín:  "Yo  no 
sé  qué  prediquemos  que  más  provecho  os  haga  que  perdonar 
a  vuestros  enemigos". 

De  manera  que  los  panes  de  cebada  sean :  el  dolor  de  co- 
razón verdadero  de  los  pecados  cometidos,  confesarlos  de 

685  verdad,  pagar  lo  que  debéis,  dar  limosna  y  perdonar  las  in- 
jurias. Y  quien  comiere  de  estos  panes  será  bueno  para  el 
otro  convite.  — ¡Oh  padre!,  ¿y  qué  hacéis  de  hablar  sin  saber 
lo  que  es  eso?  Fácil  es  de  decir,  pero  dificultoso  de  hacer. 
¡No  hay  más  de  perdonar  a  quien  os  injurió  y  hacer  bien  a 

690  quien  me  hizo  mal!  Tengo  este  corazón  duro.  — ¿Duele?  Pues 
diga  el  niño  a  su  madre:  "Este  pan  es  duro,  no  lo  puedo 
comer;  mójamelo  en  un  poco  de  miel  u  de  arrope,  para  que 
se  haga  blando  y  lo  pueda  comer". 

Comamos  el  pan     Eso  mesmo  habéis  de  hacer  los  que  que- 

695  eon  los  peces  réis  comer  el  pan  de  cebada;  que,  si 
echáis  mano  de  vuestro  corazón,  ha- 
llarlo heis  duro.  ¿Qué  haré,  que  quiero  ser  casto  y  hallo  en 
mis  miembros  otra  ley  que  repugna  a  la  ley  de  mi  ánima? 
Hallo  mi  corazón  duro  para  perdonar  y  las  manos  atadas 

700  para  pagar  lo  que  debo,  ¿qué  haré?  — Id  a  Jesucristo  y 
decilde:  "Señor,  yo  no  puedo  comer  este  pan;  dadme  un 
poco  de  miel,  dadme  un  poco  de  pece,  dadme  un  poco  de 
devoción,  dadme  vuestro  favor,  para  que  pueda  hacer  vues- 
tra voluntad";  y  de  esta  manera  hallaréis  gran  facilidad  en 

705  lo  que  antes  os  parecía  dificultoso.  Cuántos  hombres  ha  ha- 
bido que  decían:  ¿cómo  perdonaré?,  ¿cómo  seré  casto? 
y,  a  cabo  de  tantos  días,  verse  tan  trocados  y  tan  otros 
de  lo  que  antes  eran,  que  ya  se  les  hace  fácil  lo  que  antes 
les  era  dificultoso,  y  antes  consentirían  morir  que  ofender 

710   a  Dios. 

¿Qué  es  el  otro  pece  en  su  mano  derecha?  Una  ley  de 

682   San  Agustín,  Enanat.  ii¡  Ps.  118,  serm.  7,  .|  ;  lu  Ps.  1)9,  s-6  : 
MIy  37,  1518.  1273-1274. 


230 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


fuego.  Si  os  parece  duro  ese  pan,  busca  en  la  santa  Es- 
criptura  una  palabra  de  Dios  en  que  estribéis.  — ¿Qué  haré, 
que  soy  fantástico,  soberbio,  pésame  porque  al  otro  hacen 

715  más  cortesía  que  a  mí,  desque  veo  en  la  iglesia  al  otro 
sentado  en  mejor  lugar  que  yo,  desque  veo  que  al  otro 
quitan  el  bonete  y  no  a  mí?  — Toma  esta  palabra:  Nisi 
conversi  fueritis,  et  efficiamini  sicut  parvulus,  non  intra- 
bitis  in  regnum  caelorum.  Toma  esta  palabra:  que  quien 

720  se  abajare  será  ensalzado,  y  quien  se  ensalzare  será  humi- 
llado. ¿Qué  le  hizo  a  San  Antón  que  dejase  su  hacienda  y 
se  fuese  al  desierto?  Que  una  vez,  entrando  en  la  iglesia, 
oyó  las  palabras  del  evangelio  que  dice:  Si  quieres  ser  per- 
fecto, vende  todas  las  cosas  que  tiene[s]  y  dalas  a  los  po- 

725  bres  y  sigúeme.  Dijo  él:  "Estas  palabras  son  de  Dios,  el 
cual  no  puede  mentir,  y  habla  conmigo,  quiérolo  hacer". 
¿Quién  no  deja  lo  menos  por  lo  más?  ¿Qué  mercader  ha- 
bría que  no  echase  un  real  en  una  mercadería  si  viese  que 
habría  de  sacar  ciento?  ¿Quién  no  sembraría  en  tierra 

730  adonde  sembrando  poco  cogiese  mucho?  Cristo  dice  que 
quien  se  funda  sobre  sus  palabras,  que  será  como  la  casa 
fundada  sobre  piedra,  que  no  basta  aire  ni  tempestad  para 
derribarla.  Y  dice  Dios  que  quien  hace  misericordia  con  sus 
prójimos,  alcanzará  misericordia  con  Dios.  Y  si  Dios  me 

735  lleva  por  justicia,  ¿qué  será  de  mí?;  porque  Dios  me  haga 
misericordia  quiero  hacer  misericordia.  De  aquí  nacen  los 
males,  de  que  no  comemos  el  pan  con  los  peces. 

Abajá  esa  cabeza,  hincá  esas  rodillas,  que,  si  no  pedís, 
no  lloverá  agua  sobre  vos,  porque  los  bienes  temporales 

740  dalos  Dios  sin  pedirlos,  pero  los  espirituales  no  los  da  sino 
a  quien  los  pide.  Hermanos,  abrid  esas  bocas,  levantad 
esos  corazones  y  pedid  a  Dios,  y  daros  ha,  porque  él  ha 
dicho  que  dará  espíritu  bueno  a  quien  se  lo  pidiere.  Pedid 
a  Dios  y  daros  ha  acá  gracia  y  allá  gloria,  ad  quam  nos 

745    perducat.  Amen. 

737  peces]  y  add. 

719   Cf.  Mt.  18,  3.  732   Mt.  7,  24-25. 

721    Le.  14,  11;  18,  14.  734   Mt.  ,s,  7. 

725  Cf.  Mt.  19,  21.  743    Le.  11,  13. 

726  San  Atanasio,  Vita  B.  Antonii,  c.  2  :  ML  73,  127. 


13-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  4  DE  CUARESMA 


231 


13         LUZ  MUY  CLARA  ES  CRISTO,  GUÍA,  MAESTRO  * 

Miércoles  de  la  IV  semana  de  Cuaresma.  151/3 

(Ofta,  Ms.  est.  8,  pluit.  4,  n.  56  bis,  ff .  69  v  -  75  v.) 

Quamdiu,   sum   in   mutuio,   lux  sum    mundi  lio. 
9.  I5l). 

Exordio     Dulce  lumen  delectabile  oculis  est  videre  solem. 

Dice  la  Sagrada  Escriptura  que  es  cosa  delei- 
5  table  ver  y  gozar  del  sol.  Cuando  el  ángel  San  Rafael  visitó 
a  Tobías,  saludándole  le  dijo:  Gaudium  sit  tibi,  bone  vir. 
Respondió  Tobías:  Quale  gaudium  erit  mihi,  quoniam  lu- 
men caeli  non  video?  — Dios  te  dé  gozo,  buen  varón.  Res- 
pondió: ¿Qué  gozo  puedo  tener,  que  no  veo  la  lumbre  del 

10  sol  ni  la  claridad  del  cielo?  Si  ver  esta  luz  y  claridad  de 
acá  es  grande  alegría  y  cosa  dulce,  ¿cuánto  más  será  ver 
la  luz  y  claridad  espiritual  de  la  gracia  que  viene  a  nues- 
tras ánimas,  con  la  cual  es  visto  Dios? 

¿Qué  hará  quien  desea  conocer  a  Dios  y  no  tiene  po- 

15  sibilidad,  no  tiene  lumbre,  no  vista,  como  ciego?  Aun  los 
filósofos  profanos  lo  dijeron:  Sicut  oculus  noctuae  ad  lumen 
solis.  Deseamos  ver  a  Dios  y  estamos  como  este  ciego  de 
hoy,  que  sanó  Jesucristo.  Hizo  Jesucristo  de  su  saliva  y 
tierra  un  poco  de  lodo,  y  púsoselo  sobre  los  ojos,  y  man- 

20  dóle  ir  a  que  se  lavase  a  la  alberca,  a  las  aguas  de  Siluá, 
y  ansí  lo  hizo  el  ciego.  Hagamos  nosotros  también  ansí. 
Pongamos  lodo  en  nuestros  ojos,  y  conozcamos  que  somos 
ciegos  y  que  no  podemos  ver,  si  no  vamos  a  las  aguas  donde 
fué  enviado  y  a  donde  Jesucristo  moró,  que  fueron  el  co- 

25  razón  y  entrañas  de  la  Virgen  María  Nuestra  Señora.  Pi- 
dámosle gracia  y  que  nos  dé  vista. 

Leer  en  las  cosas     Quamdiu  sum  in  mundo,  lux  sum  mun- 
temporales  otras    di  (Ubi  sicpra).  Muy  reverendo,  etc. 
30       espirituales  ^as  palabras  del  fundamento  díjolas 

Nuestro  Señor  Jesucristo.  Están  en  el 
Evangelio  de  San  Joán.  El  romance  dice:  Mientras  estoy 
en  el  mundo,  luz  soy  del  mundo.  Luz  dice  El  que  es  del 
mundo,  El  que  sólo  lo  puede  decir.  Mientras  que  estoy  en 
el  mundo,  luz  soy  del  m'undo.  Si  Dios  no  hablase  de  sí,  no 

15  posipilidad 

*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  eu  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  106-210.  «Feria  quarta  post  dominicam  quartam  (¿uadrage- 
siniae»  (f.  69  v).  Las  alusiones  al  Turco  y  al  rey  de  Escocia  (p.  245) 
parecen  referirse  a  la  toma  de  Budaipest  (sept."  1541)  y  a  la  muerte 
de  Tacobo  V,  poco  después  de  la  derrota  de  Solwav  Moss  (dic.  1542). 
5   Of.  Eccl.  n,  7. 
10   Cf.  Tob.  5,  11-12. 
27    lo.  9,  5. 


232 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


35  habría  en  el  mundo  quien  lo  pudiese  conocer.  Uno  de  dos 
habéis  de  escoger:  o  que  hable  Dios,  si  queréis  conocello, 
o  si  no  queréis  que  os  hable,  que  os  quedéis  sin  conocello 
y  sin  Dios.  Y  va  la  vida  en  que  Dios  hable,  y  no  puede 
Dios  hablar  sin  que  diga  bien  de  sí,  sin  que  se  alabe  para 

40  declarar  Dios  su  grandeza.  No  puede  ser  menos.  No  es 
fantasía,  sino  declaración  de  la  verdad,  que  Dios  hable  de 
sí  y  diga  bienes,  grandezas  y  misericordias  que  en  sí  tiene 
y  la  necesidad  que  todos  tenemos  de  El.  Dice  Jesucristo: 
Mientras  estoy  en  el  mundo,  luz  soy  del  mundo.  ¡Bendito 

45  seáis  vos,  Señor,  por  siempre,  que  tan  grandes  mercedes 
nos  hecistes  en  venir  al  mundo  y  estar  en  el  mundo  y  ser 
vos  la  Luz  del  mundo! 

No  sé  si  habéis  mirado  una  cosa:  ¿para  qué  crió  Dios 
al  mundo?  ¿Para  qué  nos  dió  el  pan  que  comemos  y  el 

50  vino  que  bebemos,  y  para  qué  esta  ropa  que  vestimos?  Por 
cierto  que,  si  no  hubiese  en  esto  más  que  comer  y  beber, 
poca  diferencia  habría  de  nosotros  a  una  bestia  del  campo, 
que  también  come  y  bebe  y  goza  de  estas  cosas  que  Dios 
crió  para  mantenimiento  de  todas  ellas,  como  nosotros; 

55  pero  criólo  Dios  todo  esto  y  diólo  para  que  nosotros  los 
hombres  usásemos  de  ello,  y  no  parar  en  ello  como  bestias, 
sino  que  de  ello  dando  muchas  gracias  a  Nuestro  Señor, 
entendiendo  que  hay  otra  comida  y  bebida,  otros  vestidos 
del  ánima  representados  por  ésos,  otra  luz,  otra  claridad 

60    del  espíritu,  que  esta  material  representa  y  da  a  entender. 
Vergüenza  había  de  tener  un  hombre  de  razón,  usando 
de  estas  cosas,  no  ver  ni  sentir  en  ellas  más  que  lo  que 
siente  y  ve  una  bestia  sin  ninguna  razón.  Los  judíos  eran 
carnales,  cobdiciosos;  quedáronse  en  lo  de  fuera,  contentá- 

65  ronse  con  las  cerimonias  y  con  las  cosas  de  fuera,  olvida- 
ron en  lo  que  más  va,  que  son  las  cosas  de  dentro.  Ansí 
hemos  hecho  los  cristianos:  estamos  en  las  cosas  de  fuera, 
estimárnoslas  más  que  las  espirituales;  más  miramos  a  la 
honra  exterior  que  a  la  honra  espiritual ;  más  a  las  riquezas 

70  temporales  y  perecederas  que  a  las  eternas,  más  estamos 
en  las  cosas  todas  que  tocan  a  este  cuerpo  que  en  las  espi- 
rituales que  tocan  al  alma  y  a  nuestra  salvación. 

Moisés  andaba  guardando  ganado  y  guiólo  hacia  lo  más 
adentro  del  desierto,  y  allí  no  vió  a  Dios,  hasta  que  entró 

75  a  lo  más  de  dentro  del  desierto,  a  lo  escondido,  no  vió  la 
visión  ni  conoció  a  Dios.  Nunc  autem,  cum  cognovistis 
Deum,  immo  cognitl  sitis  a  Deo,  quomodo  convertimini  ite- 
rum  ad  infirma  et  egena  elementa,  quibus  denuo  serviré 
vultis?  Agora  ya  que  habéis  conocido  a  Dios,  o  por  mejor 

8o   decir,  que  sois  conocidos,  ¿queréis  servir  a  las  cosas  bajas  y 


13.     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  4  DE  CUARESMA 


233 


faltas  y  pobres  y  de  poco  valor,  que  habéis?  (San  Pablo.) 
Esa  santidad  que  os  predican  esos  predicadores,  que  consiste 
en  cosas  pocas  y  pobres,  como  es  comer  de  tal  y  tal  manjar, 
vestiros  de  tal  y  tal  manera,  ¿para  qué?  ¿Os  queréis  volver 

85  a  las  cosas  primeras,  como  antes  que  fuésedes  baptizados? 
Cuando  os  bautizaban,  prometieron  de  renunciar  todas  esas 
cosas  elementales  y  vivir  en  espíritu,  ¿para  qué  agora  hacéis 
caso  de  esas  cosi'llas  y  cerimonias?  Cuando  os  bautizaron, 
¿no  os  echaron  el  agua  sobre  vuestras  cabezas?  Y  aun  en 

90  algunas  partes  se  usa  meter  todo  el  niño  debajo  del  agua. 
¿Qué  significa  aquello,  sino  que  ansí  se  ahogaron  en  vos 
todas  aquellas  cosas,  y  moristes  al  amor  de  todas  aquellas 
cosas  visibles,  y  a  todas  las  cosas  que  según  carne  vivíades, 
y  a  todo  lo  que  va  conforme  a  este  mundo,  a  vuestra  vo- 

95  luntad,  a  vuestros  malos  deseos  y  apetitos?  ¿Por  qué,  pues, 
agora  hemos  de  estar  vivos  a  estas  cosas  a  que  ya  hemos 
muerto  en  el  baptismo? 

Heñios  de  estar  en  el  mundo  como  si  no  estuviésemos, 
y  poseer  la  hacienda  como  si  no  fuese  nuestra,  ser  ricos  y 
100  no  vivir  como  si  lo  fuésemos;  y  de  todo  lo  que  en  este  mundo 
tuviéremos  y  se  nos  ofreciere,  hemos  de  sacar  muy  grandes 
gracias  y  alabanzas  para  Dios  Nuestro  Señor  y  provecho 
para  nuestras  ánimas  y  conciencias. 

Este  es  el  modo  de  vivir  según  Cristo.  Tomas  pan,  hár- 

105  taste  con  él;  tomas  agua,  y  lávaste  con  ella  y  alímpiaste; 
y  ansí,  sin  dar  gracias  a  Dios  por  ello,  no  haría  una  bes- 
tia. Crió  Dios  esto  visible  para  que  nos  aprovechemos  de 
ello  para  lo  invisible.  Aquella  hartura  de  aquel  pan  signi- 
fica otra  hartura  de  tu  ánima;  aquel  alimpiarte  con  aquel 

lio  agua,  da  a  entender  la  limpieza  que  has  de  tener  en  tu 
ánima;  y  todos  estos  bienes  que  hace  Dios  aquí  con  estas 
cosas  visibles  a  tu  cuerpo,  muestran  mayores  bienes  y  mi- 
sericordias invisibles  que  hace  a  tu  ánima.  Hasle  de  dar 
muchas  gracias  por  ello  y  decir:  Señor,  por  amor  de  Dios 

115  mantenéis  aquí  mi  cuerpo  con  este  pan;  ansí  también  man- 
tened mi  ánima  con  vuestro  manjar  espiritual,  con  la  gracia 
y  misericordia;  álimpiá  también  mi  ánima  y  conciencia. 
Grande  es,  Señor,  vuestro  saber  y  poder  y  amor.  Quia  de- 
lectasti  me,  Domine,  in  factura  tua;  et  in  operibus  manuum 
120  tuarum  exultabo.  Quam  magnificata  sunt  opera  tua,  Domi- 
ne! Nimis  profundae  factae  sunt  cogitationes  tuae.  Vir  in- 
sipiens  non  cognoscet,  stultitia  non  intelliget  haec.  Vi  vues- 
tras obras  y  deleitéme,  decía  David;  que  de  los  dineros  que 
están  en  el  arca,  de  las  viñas,  olivares,  más  provecho  puedes 

125  tú  sacar  algunas  veces  que  su  mismo  dueño. 

¿Cuántas  arrobas  coges  de  vino  de  tus  viñas?  ¿Ciento? 


Si  Cf.  Gal.  4,  9. 
122   Ps.  91,  5-7. 


234 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Sean  cien  mil,  si  queréis.  Vaisos  por  esas  viñas,  miráis  los 
sarmientos  cómo  están  pegados  en  la  vid,  pensáis  allí  [que] 
como  están  aquellos  sarmientos  pegados  a  su  vid,  están  ver- 

130  des,  y  cuando  los  cortan  cuán  secos  y  marchitos  están.  De- 
cid: "Tan  seca  y  tan  marchita  está  mi  ánima;  si  me  quitan  y 
me  apartan  de  la  vid,  que  es  mi  Señor  Jesucristo,  ¿qué 
tal  estaré?,  ¿cómo  me  irá?  Estaré  marchito  y  seco,  que 
no  valdré  para  otra  cosa,  sino  para  arder  en  él  fuego". 

135  Si  el  sarmiento  seco  supiese  hablar,  se  quejaría  y  pediría 
que  lo  volviesen  a  su  vid,  y  diría  los  males  que  tiene  es- 
tando apartado  de  la  vid  y  los  bienes  que  pierde  por  no 
estar  en  la  vid.  Pensad  esto  en  la  viña  ajena  y  sacaréis 
más  bien  y  más  fruto  de  esto  que  su  dueño  de  las  cien  mil 

140   arrobas  de  renta  que  cogió  de  ella. 

Mira  al  olivo  verde,  cómo  de  él  se  coge  tan  lindo  fructo, 
como  son  aceitunas,  de  donde  se  hace  el  aceite,  con  el  cual 
nos  mantenemos  y  nos  alumbramos  y  curamos  nuestras  lla- 
gas. Piensa  cómo  Dios  es  tu  árbol,  tu  frescura,  tu  luz,  la 

1*5  lumbre  y  claridad  con  que  te  alumbras;  cómo  te  mantiene, 
cómo  te  cura  y  te  sana  las  llagas  y  te  ablanda.  Y  sabe 
bien  sacar  el  meollo  de  la  cáscara,  que  lo  demás  una 
bestia  lo  hace. 

¿A  qué  propósito?  Que  agradezcáis  bien  a  Dios  las  cosas 

150  que  os  da  para  vuestro  mantenimiento,  para  vuestro  vesti- 
do, y  todos  los  bienes  visibles  que  siempre  se  os  da  en  este 
mundo,  y  de  esta  manera  ño  parando  en  estas  cosas,  sino 
entendiendo  de  ellas  y  en  ellas  otras  cosas  y  otros  bienes 
espirituales  invisibles,  entenderéis  el  mundo  al  propósito 

155  que  Dios  lo  crió  y  como  Nuestro  Señor  quiere  que  lo  en- 
tendáis; y  que  nuestro  estudio  todo  había  de  ser  en  cono- 
cer a  Dios,  y  todas  nuestras  ocupaciones  en  esto  se  habían 
de  gastar.  Y  porque  le  pa[re]ció  a  Dios  que  las  lenguas  de 
todos  los  hombres  eran  poco  y  no  bastaban  a  darnos  a  en- 

160  tender  quién  El  es,  quiso  que  leyésemos  en  las  cosas,  cor- 
porales. 

Dijo  Jesucristo:  Tal  está  un  ánima  sin  mí,  cual  está 
este  mundo  sin  la  lumbre  y  claridad  del  sol.  Así  como  los 
ojos  corporales  no  pueden  ver  sin  esta  lumbre  del  sol,  así 
165  los  ojos  de  nuestras  ánimas  no  pueden  ver  sin  la  espiritual 
gracia  de  Jesucristo.  Cuando  viéredes  una  lumbre,  por  vues- 
tra vida  que  os  acordéis  de  Jesucristo,  que  es  lumbre  del 
mundo.  Mientras  estoy  en  el  mundo,  luz  soy  del  mundo. 

Curación  del  ciego     Para  que  entendáis  por  qué  el  Señor 
170      de  nacimiento        dijo  estas  palabras:  Había  acabado 
de  disputar  cuando  le  quisieron  los 
fariseos  apedrear,  y  salióse  del  templo;  y  está  un  ciego  de 
su  nacimiento  a  la  puerta;  y  preguntáronle  sus  discípulos: 


13-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  4  DE  CUARESMA 


235 


Maestro,  ¿pecó  éste  o  sus  padres,  porque  nació  ciego?  En- 

175  tendieron  que  las  enfermedades  venían  por  los  pecados,  por- 
que, cuando  sanó  al  otro,  le  dijo:  No  quieras  más  pecar, 
porque  no  te  acontezca  otra  cosa  peor.  Desengañóles  de  esto 
Jesucristo,  porque  no  vienen  todas  las  enfermedades  por 
pecados,  sino  para  gloria  y  alabanza  de  Dios.  Muchas  veces 

180  castiga  Dios  a  uno,  y  no  por  pecados;  esto  se  entiende  que 
no  le  dan  aquel  castigo  por  pecados,  aunque  en  el  haya  pe- 
cados. Y  esto  decía  Job  a  sus  amigos,  y  no  lo  entendían; 
que  no  decía  él:  "No  tengo  pecados",  que  claro  está  que 
no  había  de  decir  él  esto,  sino  decía:  "No  te  castiga  Dios 

185  en  esto  por  pecados".  Muchas  veces  os  envía  Nuestro  Señor 
el  trabajo,  la  enfermedad,  la  pobreza,  y  no  en  castigo  de 
pecados,  sino  por  otra  cosa.  ¿Pues  por  qué  nació  ciego? 
Por  la  gloria  y  alabanza  del  Señor. 

No  entendemos  esta  palabra.  No  te  castiga  Dios  por  los 

190  pecados,  sino  porque  lo  honres  y  sea  alabado.  Invoca  me  in 
die  tribulationis;  eruam  et  honorificabis  me.  Cuando  estu- 
viéredes  en  la  tribulación,  no  llames  a  tus  fuerzas,  a  tus 
trabajos,  no  a  tu  juicio,  no  a  tu  discreción,  porque  yo  te 
libraré  y  honrarme  has  tú.  ¿Para  qué  me  envía  Dios  tan 

195  grandísimos  trabajos,  tantas  necesidades,  tan  grandes  en- 
fermedades y  tan  peligrosas?  Para  que  en  esas  grandes  ne- 
cesidades, cumpliéndolas  El,  en  esos  grandes  trabajos,  re- 
mediándolos El,  gane  mayor  honra  y  sea  más  alabado;  y 
porque  en  eso  hay  más  aparejo  para  que  entre  el  remedio 

200  y  mano  del  Señor  y  se  vea  claro  que  El  es  el  remediador 
y  el  que  curó  esta  llaga  y  no  pudo  ser  otro. 

A  mi  me  conviene  entender  en  los  negocios  a  que  mi 
Padre  me  envió,  dijo  Jesucristo.  ¡Quién  mirase  como  es 
razón  esto!  ¡Quién  se  parase  a  pensar  y  dijese:  ¿A  qué 

205  me  envió  Dios  a  este  mundo?  ¿Qué  hago?  ¿En  qué  entien- 
do? ¿Cómo  gasto  el  tiempo?  ¿En  qué  me  ejercito?  No  es 
razón  pararnos  en  el  camino.  De  priesa  vamos;  a  negocios 
de  grande  importancia  vamos,  no  es  razón  parar  en  cosas 
de  poco  provecho. 

210  —¿A  qué  os  envió  Dios  a  este  mundo?  ¿A  ser  rico? 
¿A  que  tuvieses  muchos  dineros,  grandes  rentas,  dignida- 
des? ¿A  que  mandásedes?  ¿A  que  viváis  en  regalos  y  a  todo 
vuestro  placer?  — No.  — ¿Pues  a  qué  venistes?  ¡Oh  quién 
os  preguntase  cómo  os  va  en  aqueste  negocio  de  vuestras 

215  ánimas!  ¿Cómo?  ¿Negocio  es  éste  que  tanto  os  va?  El  fiel 
hijo  Jesucristo  dijo:  Conviéneme  obrar  a  lo  que  el  Padre 
Eterno  me  envió,  a  curar  enfermos,  cojos;  alumbrar  ciegos, 
consolar  tristes,  a  medicinar  llagados  y  a  remediar  todos  los 


174   lo.  9,  2. 
177  lo.  5.  14- 
188   Cf.  lo.  9>  3. 


191   Cf.  Ps.  49,  15. 

203   lo.  9,  4  ;  Le.  2,  49 ;  4,  43. 


236 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


males  del  mundo;  a  eso  vine,  a  hacer  esta  obra,  a  que  me 

220  envió  mi  Padre.  Luz  soy  del  mundo.  Este  está  ciego;  yo 
lo  curaré,  yo  le  daré  vista,  yo  le  alumbraré.. 

Llamó  al  ciego  y  escupió  en  la  tierra,  y  con  aquel  lodo 
untóle  los  ojos.  ¡Mira  qué  medio!  — ¿Sabes  a  la  alberca 
de  Siloé?  Esta  es  una  fuente  que  está  junto  a  Hierusalem, 

225  al  mediodía.  Ve  allí  y  lávate  y  verás  tú  también. — Tuvo 
tanta  fe  el  ciego,  que  luego  se  partió  para  allá;  no  miró 
que  nunca  jamás  se  había  hecho  milagro  en  aquella  fuente, 
sino  luego  fué  para  allá  con  tanta  fe,  que  no  le  estorbaron 
los  que  de  él  reían,  como  lo  veían  ir  así,  los  ojos  llenos  de 

230  lodo,  ni  los  que  murmuraban  porque  iba  a  donde  le  mandó 
Jesucristo.  Al  fin  llegó  al  agua  de  Siloé,  y  lavóse  como 
Jesucristo  le  había  dicho,  y  fué  luego  sano.  Y  dando  ala- 
banzas a  Dios  por  las  mercedes  que  le  había  hecho,  pasó 
grandes  trabajos  con  los  fariseos;  ellos  diciendo  mal  de 

235  Jesucristo  y  él  defendiéndolo;  tantas  cosas  les  dijo,  que 
les  tapaba  las  bocas,  que  no  sabían  qué  decir,  y  faltándo- 
les razones  que  le  respondiesen  a  lo  que  de  Jesucristo  decía, 
alegaron  su  dignidad,  porque  ya  no  sabían  qué  le  responder, 
que  lo  habían  de  descomulgar  y  echallo  de  la  Iglesia.  Ser 

240  reprobado  de  los  malos  muy  bueno  es.  Renegad  del  que 
está  muy  bien  con  todos.  No  tiene  sello  de  Jesucristo  el  que 
no  es  reprobado  de  los  malos. 

Echáronlo  de  sí  los  fariseos,  y  en  echándolo  encuentra 
con  Jesucristo  y  di  jóle:  ¿Crees  en  el  Hijo  de  Dios?  Res- 

245  pondió  el  ciego:  ¿Y  quién  es,  Señor,  para  que  lo  crea? 
Dijo  Jesucristo,  amador  de  los  bajos  y  de  los  que  en  sen- 
cillez lo  quieren  creer:  Visto  lo  has,  y  yo  soy  que  hablo 
contigo.  Cuando  esto  oyó  el  ciego,  cayó  en  tierra  y  adoró 
a  Nuestro  Señor.  Dijo  Jesucristo:  In  iudicium  ego  in  hunc 

250  mundum  veni,  ut  qui  non  vident,  videant,  et  qui  vident 
caed  fiant.  Yo  en  juicio  vine  en  este  mundo,  para  que  los 
que  no  ven,  vean,  y  los  que  ven  no  vean.  Si  fuésedes  cie- 
gos, no  terníades  pecados,  y  quedaros  heis  ciegos.  Si  co- 
nociésedes  que  sois  ciegos,  buscaríades  remedio,  pero  por- 

255  que  pensáis  que  veis  bien,  no  serés  sanos.  Pensáis  que  sois 
santos,  tenéisos  por  sabios,  por  letrados,  por  maestros,  por 
doctores,  y  por  esto  quedaréis  ciegos  y  sin  lumbre.  Los 
que  se  conocieron  flacos  y  ciegos,  necesitados  e  ignorantes, 
éstos  fueron  sanos  y  recibieron  la  luz  de  Dios.  Somos  gra- 

260  duados  doctores,  maestros,  ¿hemos  de  oír  a  un  pobre  que 
nunca  le  vimos  estudiar?  ¿A  uno  de  por  ahí,  que  no  le  tiene 
el  mundo  en  nada,  hémonos  de  bajar?  ¿De  éste  hemos  de 
tomar  doctrina?  Estos  se  quedaron  ciegos  y  a  [e]scuras;  no 
se  conocieron;  no  les  dieron  lumbre;  quedáronse  ansí. 


220    lo.  g,  5. 

253    Cf.  lo.  g,  35-41. 


13-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  4  DE  CUARESMA 


237 


265    Al  venir  Jesucristo,    Veis  aquí  el  santo  evangelio.  Lo 

el  mundo  estaba  cié-    que  Jesucristo  hizo  hoy  con  este 

eo:  los  judíos  ama-    cieS°-  hizo  con  todo  el  mundo  y  hizo 

han  tierra  los  romi-  con  cada  uno  de  nosotros-  ¿Que 
ban  tierra,  los  roma     tal  estaba  el  c[       anteg  Jesu. 

270   nos  honra,  los  grie-    cristo  le  curase?  Ansí  estaba  el 
gos  razones  mundo  antes  que  Jesucristo  viniese. 

Había  judaismo  y  había  gentilidad, 
tenían  mil  errores  y  tinieblas.  Los  judios  estaban  ciegos, 
amadores  de  la  tierra  y  de  las  cosas  de  ella,  amadores  de 

2"5  honras  y  riquezas,  de  comer  y  de  toda  cosa  corporal.  Los 
gentiles  todos  adoraban  ídolos,  unos  adoraban  dioses  de 
oro,  otros  de  plata,  otros  de  metal,  otros  de  palo,  otros  a 
las  lechugas,  otros  a  las  berzas  y  a  cien  mil  cosas,  y  cada 
uno  a  lo  que  se  le  antojaba.  Entrábanse  los  demonios  en 

280  aquellos  ídolos,  y  daban  respuestas;  acertaban  algunas 
veces;  con  esto  estaban  engañados  y  perdidos  en  este  tan 
dañoso  y  bestial  error.  Mira  qué  tinieblas;  ansí  como  en 
un  pueblo  de  los  gentiles,  que  fué  Roma.  Fué  amador  de  la 
honra;  mirá  qué  tanto,  qué  tanto,  que  dice  San  Augustín: 

285  Romani  propter  honorem  viviere  cupiebant,  et  propter  glo- 
riam  morí  non  timebant.  ¡Qué  de  cosas  hicieron  por  esta 
honra!  ¡Qué  de  edificios  fabricaron!  ¡Qué  de  triunfos  hi- 
cieron! ¡Qué  de  hazañas!  Todo  por  esta  honra.  El  otro 
pueblo,  que  es  Atenas  en  Grecia,  la  docta  filosofía,  aquel 

290  escarbar  de  entendimientos,  aquella  viveza  de  entendimien- 
tos y  de  razones  y  subtilezas  de  ingenios;  aborrecían  los 
vicios  no  por  Dios,  sino  porque  decían  que  el  vicio  en  sí 
es  feo  y  no  conviene  al  filósofo  hacer  tal  fealdad. 

Los  judíos  amaban  tierra,  los  romanos  honra,  los  gen- 

295  tiles  razones.  Entra  Jesucristo.  Entró  Sansón  en  el  templo 
y  abrazó  las  columnas  de  él  y  dió  con  todo  en  el  suelo,  y 
mató  a  los  que  de  dentro  estaban.  Vino  Jesucristo,  abrazóse 
con  estas  columnas  del  mundo  y  dió  con  ellas  en  el  suelo, 
derribólas,  mató,  como  Sansón,  a  los  dos  pueblos,  judai- 

300  co  y  gentil.  Mete  su  santo  Evangelio  y  da  con  todo  en 
el  suelo.  ¡Qué  cosa  fuera  ver  decir  a  Cristo:  Beati  pauperes 
spiritu!  Veis  derribada  la  honra,  la  riqueza.  ¿Qué  cosa  es 
esta  palabra  para  el  que  se  va  por  riquezas,  que  anda  bus- 
cando y  revolviendo  él  mundo  por  ellas?  ¡Bienaventurado 

305  el  que  no  se  arrima  en  sí  mesmo  ni  halla  adarme  de  rique- 
zas en  sí  mesmo,  ni  en  sus  fuerzas,  ni  en  su  poder!  Tam- 
bién toca  esta  palabra  a  los  romanos.  ¡Bienaventurados  los 


286  San  Agustín,  Dc  civitate  Dci,  1.  5,  c.  12  (ML  41,  154)  :  «Hanc 
ardentissime  dilexerunt,  propter  hanc  vivere  voluerunt,  pro  hac  emo- 
ri  non  dubitaverunt». 

302    Mt.  5,  3  ;  Le.  6,  20. 


23S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


pobres  de  espíritu,  los  que  no  hallan  cosa  buena  en  sí,  no 
tienen  en  sí  arrimo,  no  en  su  sabor,  en  su  discreción,  no 

310  en  su  razón;  en  todo  se  halla  pobre,  en  todo  tener  necesi- 
dad de  Dios;  a  El  van  por  consejo,  de  El  mendigan  lo  que 
han  menester  y  sin  El  no  hallan  remedio  en  otra  parte,  de 
El  mendigan  lo  que  les  falta,  de  El  piden  limosna  en  todas 
sus  necesidades!  Estos  son  bienaventurados.  Y  malaventu- 

315  rado  del  hinchado,  cobdicioso,  amador  de  honra,  amador 
de  riquezas,  vano  y  arrimado  en  cosas  vanas. 

Entra  Jesucristo,  nace  pobre,  vive  pobre,  muere  más 
pobre.  Sicut  stupuerunt  super  [te]  multi,  sic  inglorius  erit 
ínter  Güiros  aspectus  eius  et  forma  eius  ínter  filios  homi~ 

320  num.  Ansí  como  se  espantaron  en  ti  muchos,  ansí  será 
su  aspecto  sin  honra  entre  los  varones  y  su  fermosura  fea 
entre  los  hombres.  No  traía  pompas  cuando  estaba  en  la 
cruz.  Allí  estaba[n],  dice  San  Agustín,  todos  nuestros  pe- 
cados, todos  nuestros  traba  [jos],  por  todos  pagó,  y  todo 

325  lo  quiso  sufrir,  para  que  oiga  el  un  pueblo  y  el  otro.  No 
quiso  en  este  mundo  placeres,  descansos.  Siempre  desde  que 
nació  anduvo  en  trabajos  y  nos  traía  atravesados  en  su 
corazón,  pagando  y  sufriendo  por  nosotros  las  penas  y 
castigos  que  nosotros  merecíamos  y  éramos  obligados  a 

330  pagar. 

Pregonóse  por  el  mundo  la  deshonra,  los  trabajos  y  todo 
lo  que  padeció  Jesucristo  crucificado,  y  fué  tan  poderosa 
esta  nueva  en  los  corazones  de  los  hombres,  que  vendían 
sus  haciendas,  que  dábanse  a  pobres,  dejaban  las  honras, 

335  los  mandos,  los  oficios,  dejaban  a  sus  padres  y  a  sus  ma- 
dres, sus  hijos,  sus  mujeres,  y  todo  lo  tenían  en  poco, 
todo  lo  tenían  por  nada  por  seguir  a  Jesucristo.  ¿Qué  fué 
esto?  Que  entró  Jesucristo,  y  padecen  que  los  deshonren  y 
maltraten,  y  aman  lo  que  aborrecían,  y  aborrecen  lo  que 

340  amaban,  todo  por  Cristo.  Vase  San  Pablo  a  Grecia.  ¿En 
qué  andáis?  Donde  entra  Jesucristo,  luego  se  conocen  y  se 
tienen  en  nada  y  se  humillan  y  se  abajan  y  se  menospre- 
cian y  tienen  en  nada  su  saber,  su  entender,  su  discreción. 
Creen  en  Dios,  esperan  en  El  y  en  su  consejo,  y  todo  lo 

345    otro  que  antes  preciaban,  desprecian  y  huyen. 

Mientras  estoy  en  el  mundo,  luz  soy  del  mundo.  ¿Veis 
cómo  doy  luz  al  mundo  mientras  estoy  en  el  mundo?  Ya 
habéis  oído  decir  que  lo  que  va  forzado  no  puede  ser  per- 
petuo. Motus  violentus  non  potest  esse  perpetuus.  Toma 

350  esta  señal,  que  la  cosa  que  es  de  Dios,  que  dura.  Hallaisos 
agora  con  devoción,  y  de  aquí  a  una  hora  no  la  tenéis; 
estábades  agora  con  un  propósito,  dende  a  poco  os  hallaréis 


322  Is.  52,  14. 

324  Cf.  San  Agustín,  De  Tiinitcáe,  4,  14  :  ML  42.  S99-901  ;  Jn 
Ps.  21,  27-2S  ;         36,  179  ;  Ep.  76,  1  :  ML,  33,  264  ;  alibi. 


239 


sin  él.  Esta  es  señal  que  aquello  que  teníades  no  era  vues- 
tro, y  agora  no  lo  tenéis.  Si  no,  probaldo.  Prestado  era, 
355   dado  de  Dios. 

No  tiene  ojos  de  fe     El  mundo  amó  su  razón.  Entró  Je- 
quien  sólo  ve  las  co-     sucristo  y  puso  desprecio  y  pobre- 
sas  temporales        za-  Y  floreció  y  alumbró  aquel  re- 
lámpago  en  aquel  tiempo,  y  hubo 

360  tanta  pobreza  en  muchos,  tanto  menosprecio,  tanto  amor  de 
Jesucristo.  Paraos  a  mirar  la  obra  de  este  día.  ¿Qué  es 
del  desprecio  del  mundo,  de  la  propia  honra  y  razón?  Pa- 
raos a  mirar  las  costumbres  nuestras,  tan  malas  y  aun 
peores  que  las  de  los  judíos.  Más  honra  tenemos  los  cris- 

365  tianos  que  romanos,  más  razones  que  griegos.  ¿Qué  es  de 
la  pobreza  de  Jesucristo?  ¿Qué  es  de  la  humildad  y  bajeza? 
¿Qué  es  del  desprecio  y  desarrimo  y  poca  fiuza  que  en 
nosotros  hay  y  en  nuestra  razón  y  discreción  tenemos? 
El  judío  amaba  dineros  y  no  honra.  Veréis  agora  en  un 

370  mismo  pecho  de  un  cristiano  espíritu  de  judaismo  y  genti- 
lidad; y  si  queréis  tres  males,  también  los  hallaréis  en  uno, 
el  escudriño  de  razón.  ¿Dónde  está  el  desprecio  de  lo  de  la 
tierra,  el  tener  en  poco  estas  cosas  temporales  y  visibles? 
¿Qué?  ¿Amáis  ser  pobre  y  padecer  trabajos?  ¿Qué  más 

375  naría  un  moro,  o  que  otra  vida  viviría,  sino  como  nosotros 
vivimos?  ¿Qué  dejamos  de  hacer,  que  podamos  hacer? 
¿Quién  puede  ser  rico  y  lo  deja  de  ser?  ¿Quién  honrado  y 
lo  deja  de  ser  y  escoge  deshonras?  ¿Quién  echa  su  razón  y 
seso  al  rincón  y  toma  el  seso  y  parecer  de  Dios  y  se  fía 

380  de  él  y  rige  por  él? 

Ciegos  debemos  estar,  o  a  lo  menos  tenemos  tan  poca 
vista,  que  no  vemos  leer  desde  lejos.  Ojos  que  no  ven  sino 
desde  cerca  y  no  pueden  ver  lo  de  lejos,  no  son  esos  ojos 
de  cristiano,  sino  de  gentiles.  Ves  la  honra,  la  hacienda; 

385  yes  los  deleites,  que  son  cosas  que  están  cerca.  Ser  piadoso, 
manso,  pobre,  humilde,  sufrir  trabajos  y  necesidades,  si 
entendieses  y  vieses  desde  lejos,  harías  burla  de  lo  de  acá, 
de  estas  cosas  de  la  tierra,  de  esta  hacienda  que  tanto  es- 
timas, de  esta  honra  que  tanto  precias.  Id  enim  quod  in 

390  praesenti  est  momentaneum  et  leve  tribulationis  nostrae, 
supra  modum  in  sublimitate  aeternum  gloriae  pondus  ope- 
ratur  in  nobis,  non  contemplantibus  nobis  quae  videntur, 
sed  quae  non  videntur.  Quae  enim  videntur,  temporalia 
sunt;  quae  autem  non  videntur,  aeterna  sunt.  Lo  que  de 

395  presente  es  momentáneo  y  breve  de  nuestra  tribulación  so- 
bremanera en  alteza  obra  un  gran  peso  de  gloria  en  nos- 
otros, que  no  contemplamos  las  cosas  que  vemos,  sino  las 
que  no  vemos;  porque  ciertamente  las  cosas  que  vemos 


2*0 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


temporales  son,  y  las  que  no  vemos,  eternas  y  perdurables. 

400  Esto  dice  San  Pablo. 

Si  tuviésemos  fe  para  mirar  dende  lejos  las  cosas  que 
nos  enseña  la  fe,  no  cosas  visibles  y  temporales  que  vemos 
con  los  ojos,  no  haríamos  tanto  caudal  de  ellas,  como  ha- 
cemos, ni  olvidaríamos,  como  olvidamos,  las  espirituales. 

405  De  un  poco  que  acá  padecemos,  dice  San  Pablo  que  se  hace 
un  gran  peso  de  gloria.  ¿Cómo  podéis  sufrir  tantos  traba- 
jos, Pablo?  Tiene  larga  vista,  tiene  ojos  de  fe,  que  miran 
lo  de  lejos.  Conterriplatibus  nobis  non  quae  videntur.  A  nos- 
otros, que  contemplamos  no  las  cosas  visibles  de  acá.  No 

410  miro  yo  sino  lo  que  obran  en  mí  estos  trabajos  y  la  gloria 
que  espero,  porque  estas  cosas  que  vemos  temporales  son 
y  que  muy  presto  se  han  de  acabar.  Presto  veréis  vuestro 
cuerpo  tendido  en  la  sepultura;  con  una  sábana  rota  y 
con  una  covecilla  os  contentaréis;  presto  se  pasarán  estos 

416  que  os  despreciaban  y  vos  con  ello.  ¿  Cuál  es  el  que  no  mira 
en  esto?  ¿Qué  es  del  desprecio?  ¿Qué  es  de  lo  que  te  di- 
jeron? ¿Qué  se  hizo?  Todo  se  pasó  como  sombra. 

No  hay  quien  siga  a  Jesucristo  en  su  cruz,  en  su  pasión, 
en  sus  tormentos,  en  su  hambre  y  en  su  sed  y  desnudez. 

420  Decís:  "¿Pues  todos  hemos  de  hacer  eso,  todos  hemos  de 
ser  pobres,  todos  hemos  de  dar  nuestras  haciendas  por 
amor  de  Dios?"  Sí,  que  no  faltará  quien  la  guarde.  Sed 
vos  cuerdo,  que  no  faltará  quien  sea  loco.  Haced  vos  lo 
que  debéis,  viví  conforme  a  Jesucristo  y  dejaos  de  lo  de- 

425  más;  no  trabajéis  ni  andéis  desasosegados,  buscando  cómo 
ganaréis,  cómo  os  haréis  ricos,  sino  antes  trabajad  y  bus- 
cad un  mantenimiento  liviano  con  que  podáis  pasar  y 
tener  cuidado  de  lo  que  os  toca  a  vuestra  ánima. 

— Padre,  ¿y  la  honra?  — 'Plantada  tenéis  la  honra  de 

430  los  romanos  en  esos  corazones.  — ¿Y  la  honra,  padre? 
— Líbreme  Dios,  por  quien  Dios  es,  de  deseo  de  honra. 
Cautivos  estáis  y  más  que  esclavos  de  Barbarroja.  Si  no 
sé  qué  le  dijistes,  luego  se  enoja;  si  no  le  quitáis  bien  el 
bonete,  no  entendáis  con  él,  que  tuviéredes  con  honra, 

435  guardaos  de  él,  llamadle  Lucifer,  aunque  sea  Don  Fulano. 
No  busco  yo  mi  honra,  dijo  Jesucristo.  — Señor,  hízome 
esto,  injurióme,  maltratóme.  — No  mires  a  quién  te  hizo 
a  ti  eso,  sino  mires  que  tú  has  hecho  otras  cosas  peores 
contra  Dios  o  contra  tus  prójimos,  y  no  agraves  mucho 

440  en  otro  lo  que  está  también  en  ti;  perdónalo  y  llévalo, 
como  tú  quieres  ser  perdonado  y  conllevado  en  tus  yerros. 

¿De  dónde  tanta  cama,  tanta  plata,  tanto  oro,  tantas 
manillas,  tanta  vanidad,  tanta  locura?  Esclavos  de  Faraón, 
de  Lucifer,  esclavos  sois  de  Lucifer,  que  reina  sobre  los 


400   2  Cor.  4,  17-18. 


13.    MIÉRCOLES  DF.  LA  SEMANA  .4  DI  CUARESMA 


241 


445  hijos  de  infidelidad:  Ipse  enim  regnat  super  füios  infiden- 
tiae.  Debajo  de  su  bandera  militáis. 

— Anda,  que  esas  cosas  son  para  perfectos ;  ya  yo  hago 
lo  que  puedo,  ya  doy  limosna  y  rezo.  — Aunque  todo  eso 
hagas,  te  quedan  tantas  cuestas  y  barrancos  de  subir,  que 

450  primero  sudarás  que  allá  vayas.  Mucho  en  gran  manera 
has  de  sudar,  mucho  has  de  trabajar,  mucho  te  queda  por 
andar,  para  salvarte. 

¿Queréis  más?  Acordaos:  Vae  qui  trahitis  iniquitatem 
funiculis  vanitatum  et  quasi  vinculum  plaustri  peccatum; 

455  ¡Ay  de  vosotros,  que  tiráis  la  maldad  con  cuerdas  de  la 
vanidad,  y  tiráis  como  carreta  el  pecado!  Mirá  qué  carreta. 
¿Por  qué  engañas?  ¿Por  qué  robas?  ¿Para  qué  allegas 
hacienda?  ¿Para  qué  tantos  dineros?  ¿Para  qué  tantos 
vestidos,  mozos,  mozas,  esclavos?  — 'Pues  ¿qué?  ¿No  tengo 

460  de  cumplir  con  mi  honra,  conforme  a  mi  estado?  — Todo 
mentira,  todo  engaño,  todo  se  ha  de  ver  y  salir  a  luz  de- 
lante del  juicio  de  Dios.  Hacéis  mil  pecados,  tenéis  envidia, 
sois  cobdiciosos,  riendo  hacéis  todo  lo  que  queréis,  cum- 
plís con  muchos  males  y  no  advertís  a  ellos,  estáis  metidos 

465  hasta  no  más  en  la  honra  y  locura  de  los  romanos  y  en 
las  razones  y  sabidurías  de  los  griegos. 

Pro  eo  quod  contempsit  populus  iste  aquas  Siloe,  quae 
vadunt  cum  silentio  et  assumpsit  magis  Rasim  et  filium 
Ronteliae,  propter  hoc  ecce  Dominus  adducet  super  eos 

470  aquas  fluminis  fortes  et  multas,  et  regem  Assiriorum  et 
gloriam  eius.  Porque  mi  pueblo  menospreció  las  aguas  de 
Siloé,  que  corren  con  silencio,  y  quiso  más  a  Rasim,  el 
hijo  de  Romelias,  por  esto  el  Señor  traerá  sobre  ellos  aguas 
del  rio  fuertes  y  muchas,  y  al  rey  de  los  asirios  y  toda  su 

475  gloria  y  majestad.  Esta  fuente  de  Siloé  corría  quedito, 
mansita.  ¿No  os  contenta  esto?  Yo  os  hartaré  de  ruido, 
dice  Dios ;  yo  os  traeré  aguas  que  corran  con  ímpetu ;  yo  os 
traeré  al  rey  de  los  asirios  con  todo  su  aparato  y  pompa. 
Dicen  los  santos  doctores  que  estas  aguas  son  las  palabras 

4S0  de  Jesucristo,  llanas,  sin  pompa,  sin  retórica;  corren  sin 
ruido  a  los  corazones,  tienen  más  existencia  que  aparencia, 
enternecen  los  corazones,  remedian  y  curan  las  llagas,  har- 
tan nuestras  ánimas;  pan  de  casa,  que,  aunque  parece  mo- 
reno y  feo,  es  de  mucha  sustancia.  Porque  no  os  parecie- 

485  ron  bien  estas  aguas  de  las  palabras  de  Dios,  yo  os  atraeré 
al  rey  de  los  sirios. 

Dios  remedie  a  las  escuelas.  Reinaba  más  en  Atenas  la 
razón  y  las  disputas,  las  cuestiones.  Verbum  Domini  prole- 


446  Cf.  Eph.  2,  2. 
456  Cf.  Is.  5,  iS. 

475    Cf.  Is.  8,  6r7. 


242 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cerunt.  ¡Qué  desvarío  de  mundo!  Gástaseos  el  tiempo  en 
490  aguzar  los  juicios  y  en  avivar  los  entendimientos.  Posuerunt 
in  caelum  os  suum  et  Ungua  eorum  mentita  est  eis.  ¿Qué 
cosa  es  más  abominable  que  hablar  del  cielo  quien  no  tiene 
espíritu  del  cielo?  No  os  engañéis,  que  de  allá  ha  de  venir 
el  espíritu  de  Jesucristo,  si  queréis  no  errar  en  lo  que  ho- 
495   biéredes  de  hablar. 

Tentaciones  solapa-  Dos  tentaciones  trae  el  demonio, 
das  por  vía  de  razón    una  de  cosas  claras  y  pecados  ma- 


cubiertas  y  coloradas  con  razón.  ¿Eres  honesto?  ¿Ve  el 
500   demonio  que  no  hurtas,  que  no  matas,  que  no  robas,  que 
no  adulteras?  Tiéntate  por  vía  de  razón,  hácete  entender 
por  vía  de  razón  algunas  cosas.  Decían  los  viejos  del  yer- 
mo que  los  sacaba  el  demonio  de  los  buenos  ejercicios  con 
cuerdas  de  razón.  ¿Estáis  vos  en  misas  rezando,  encomen- 
505    dándoos  a  Nuestro  Señor  ?  Háceos  entender  el  demonio  que 
será  bueno  ya  hacer  otra  cosa  o  entender  en  otra  buena 
obra,  y  ansí  háceos  perder  lo  que  estábades  haciendo.  ¿Qué 
fué  aquéllo?  Que  os  engañó  el  demonio  y  os  sacó  con  cuer- 
da de  razón.  Cuando  el  demonio  trae  razones,  guardaos 
5?0   de  él. 

Una  de  las  mayores  señales  que  en  lo  que  entendéis 
anda  en  ello  él  demonio  es  que  no  os  deja  asosegar.  Con 
esta  razón  entró  a  engañar  a  nuestros  padres  primeros. 
¿Por  qué — dice — os  mandó  Dios?  Razonar  y  hervir  como 

515  pulgas  y  no  son  pulgas.  ¿No  os  [ha]  acontecido  estar  re- 
zando y  picaros  tantas  de  pulgas  que  no  podéis  valeros? 
Ansí  anda,  como  pulgas  en  el  ánima,  un  piojear  de  razones 
para  que  dejéis  lo  que  estáis  haciendo.  ¡Qué  de  razones! 
¡Qué  de  persecuciones!  Principalmente  en  la  oración  y  en 

520  aquello  donde  principalmente  podéis  ser  aprovechados  y 
más  agradáis  y  servís  a  Nuestro  Señor. 

Job,  varón  santo  y  justo,  sencillo,  viniéronle  trabajos, 
perdió  su  hacienda,  hijos,  la  salud  y  al  fin  vino  hasta  raerse 
con  una  teja  la  podre  de  sus  llagas.  Entre  todos  estos  tra- 

525  bajos  y  pobrezas  que  le  vinieron  lo  que  dijo  fué:  Dios  me  lo 
dió,  Dios  me  lo  quitó;  como  al  Señor  le  plugo,  ansí  se  ha  he- 
cho; su  nombre  sea  bendicto.  No  pidió  razones,  no  causas, 
por  qué  ansí  lo  trataba  el  Señor.  Díjole  la  mujer:  Adhuc  per- 
manes  in  simplicitate  tuaf:  ¿Aún  permaneces  en  tu  simpli- 

530  cidad?  Di,  di  un  pese  a  tal,  y  muérete.  ¿No  habéis  visto  mu- 

489  proiicerunt 
504  encomiéndanos 


nifiestos,  otra  de  razón  y  cosas  en- 


489   Of.  Ier.  8,  9. 

491   Of.  Ps.  72,  9  ;  77,  36. 

514   Cf.  Gen.  3,  1. 


527    Iob  I,  21. 
530   Cf.  Iob  2,  9. 


13-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  4  DE  CUARESMA 


243 


jeres  que  riñen  con  sus  maridos?  Si  no  andan  trafagueando 
y  trampeando,  luego  les  dicen  que  son  para  poco,  que  no 
son  como  los  otros.  Narraverunt  iniqui  fabulationes,  sed  non 
ut  lex  tua.  Simplicidad  santa,  más  sabia  que  la  discreción 

535  de  Atenas.  En  ésta  no  pueden  caer  los  sabios  del  mundo,  no 
pueden  entrar  por  esta  puerta  las  razones.  ¡Qué  de  mane- 
ras, qué  de  razones  hallan  los  sabios  y  prudentes  en  este 
mundo  para  no  perdonar  a  quien  algo  les  debe,  para  no 
hacer  cosa  en  la  cual  hayan  de  poner  un  poquito  de  trabajo! 

540  Perdam  sapientiam  sapientium,  et  prudentiam  prudentium 
reprobaba.  Dice  el  original,  de  donde  alego  esta  autoridad: 
El  que  reprehende  los  sabios  en  la  prudencia  de  ellos,  repre- 
hendió a  los  sabios  en  lo  que  ellos  pensaban  que  estaban  bien 
y  acertaban. 

545  Estaba  Tobías  pobre  y  viejo,  y  su  mujer  iba  a  buscar  de 
comer,  a  tejer,  que  era  su  oficio;  trujo  una  vez  un  cabrito  a 
su  casa,  y  el  viejo  dijo  que  mirase  lo  que  hacía,  no  se  ofen- 
diese Nuestro  Señor  si  traía  algo  que  fuese  ajeno.  Díjole  la 
mujer  muy  enojada:  Manifiestamente  has  mostrado  que  tu 

550  esperanza  es  vana  y  que  tus  limosnas  fueron  fingidas,  y  otras 
palabras  de  murmuración.  ¿Hay  tal  cosa  en  el  mundo?  ¡Qué 
cosa  tan  usada  es  esta  murmuración  de  los  que  sirven  a  Dios 
y  andan  en  simplicidad  y  verdad  de  corazón!  Luego  los  mal- 
tratan, los  murmuran  y  ríen  y  los  quieren  echar  del  mundo; 

555  luego  andan  cojos  de  todos  y  juzgados  en  todo  lo  que  hacen. 
Es[e]  que  juzgas  y  tienes  en  poco,  y  que  te  parece  ignoran- 
te y  necio,  vase  para  las  cosas  de  acá.  ¿De  cuál  vale  más  ha- 
cer burla,  del  que  en  todo  esto  de  acá  lleva  los  ojos  abiertos 
y  lleva  mil  avisos  o  del  que  anda  en  ello  sencillamente  y  sin 

560  doblez? 

Envíanos,  Señor,  tu  — ¿Qué  remedio  para  todas  las  co- 
luz  y  tu  verdad  sas?  — Que  te  guardes  de  las  tenta- 
ciones manifiestas  y  también  de  las 
ocultas.  — ¿Oómo  lo  haré?  — Llamando  a  Dios.  No  hay  otro 

565  remedio.  Emitte  lucem  tuam  et  veritatem  tuam.  Enviad,  Se- 
ñor, vuestra  lumbre  y  vuestra  verdad,  no  la  de  Platón.  En 
la  luz  de  Cristo  nos  hemos  de  salvar,  no  en  la  de  los  genti- 
les. Si  de  San  Juan  dice  la  Escriptura  que  no  era  la  luz, 
cuánto  menos  lo  serán  otros  hombres.  Envíanos  tu  lumbre, 

670  Señor. 

— 'Padre,  ya  yo  dije  una  misa  para  que  Dios  me  deparase 
buen  casamiento;  ya  hice  ciertas  devociones  y  ayuné.  — Pro- 
pio me  pareció  esto  a  lo  que  hizo  Pilato,  que,  estando  ha- 


534  Cf.  <Ps.  118,  85. 

541  í.rC<£-¿'  191  Is-  29>  z4- 
551    Cf.  Tob.  2,  22-23. 


244 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


blando,  preguntóle:  Quid  est  veritas?,  y  ansí  como  se  lo  pre- 

575  guntó,  sin  esperar  respuesta,  salióse  a  hablar  con  los  judíos; 
no  oyó  qué  cosa  era  verdad.  De  esta  manera,  del  que  dice  o 
hace  decir  la  misa,  o  ruega  por  un  ratillo  a  Nuestro  Señor 
alguna  cosa,  y  déjalo  luego  antes  que  oiga  de  Nuestro  Señor 
la  verdad;  antes  que  lo  importune  y  responda,  sale  a  los  ne- 

680  gocios;  conténtase  con  solamente  preguntar,  sin  esperar  res- 
puesta. Si  tuviésedes  callos  en  las  rodillas  de  rezar  y  orar, 
si  importunásedes  mucho  a  Nuestro  Señor  y  esperásedes  de 
El  que  os  dijese  la  verdad,  otro  gallo  os  cantaría.  ¿Quieres 
que  te  dé  su  luz  y  te  enseñe?  Ten  oración,  pide,  que  darte  ha. 

585  Todos  los  engaños  vienen  de  no  orar.  Tráete  la  carne  halagos, 
convídate  el  mundo,  date  muerte  diciendo  que  es  vida,  ¿no 
oras,  no  te  encomiendas  a  Dios?  No  te  espantes  que  todo  te 
derribe  y  todo  te  engañe. 

Consulta  a  Cristo,  aconséjate  con  El.  ¡Oh  si  me  creyé- 

590  sedes!  ¡Qué  de  pareceres  de  letrados,  según  cada  uno  su  gus- 
to! Si  os  habéis  de  regir  y  guiar  por  pareceres  vuestros, 
¿para  qué  es  Cristo?  ¿De  qué  os  aprovecha  Cristo,  si  an- 
dáis a  vuestra  voluntad  y  como  vos  queréis  y  se  os  antoja? 
Lumbre  muy  clara  es  Jesucristo;  guía  vuestra  es,  maestro 

595  vuestro  es.  Impegimus  meridiem:  Estropezamos  en  mitad 
del  mediodía.  En  la  claridad  topamos,  como  si  anduviéramos 
en  escuridad.  ¿No  está  Cristo  puesto  en  cruz?  ¿No  está  pú- 
blico adonde  todos  lo  podemos  mirar?  ¿Por  qué  está  público? 
Para  que  no  te  andes  quejando:  "No  tengo  favor,  no  tengo 

600  a  quién  mirar,  no  tengo  con  quien  tomar  consejo  y  consolar- 
me en  mis  trabajos".  Amparo  y  defendedor  y  maestro  tuyo  es. 

Uno  dice:  ¡Santo  Tomás!  El  otro:  Si  no  fuera  santo,  no 
se  me  diera  nada;  no  [o]s  daré  un  caracol  por  todo  cuanto 
leyere  en  Santo  Tomás  y  San  Augustín;  sin  su  espíritu  no 

605  hace  nada,  aunque  lea  las  mismas  palabras  de  Jesucristo,  si 
no  tienes  el  espíritu  de  Jesucristo.  Leemos  al  Crucificado  y 
muerto  en  la  cruz,  y  estamos  nosotros  vivos  a  las  pasiones. 
Leo  con  corazón,  y  río  de  lo  que  leo.  Leo  palabras,  no  hay  en 
mí  obras  ningunas.  Cuando  Jesucristo  vino,  vino  la  luz  al 

610  mundo.  Vino  el  maestro  de  los  hombres,  ¿y  estás  en  opinio- 
nes, cómo  vestiré,  cómo  comeré,  y  ansí  en  otras  cosillas  de 
esta  manera  como  si  no  hubiera  venido  Jesucristo?  Estrope- 
zado hemos  en  el  mediodía.  ¿Qué  remedio?  Que  oculos  quos 
culpa  claudit,  poena  aperit.  Plega  a  Dios  que  no  estemos  en 

615   víspera  de  ello.  Hartos  de  ceguedades,  y  opiniones,  y  parece- 


595  iinpexirri'US 


574    lo.  18,  38. 
S96   Cf.  Is.  59,  10. 

614  San  Gregorio  Magno,  Moral.,  1.  15,  c.  51,  58  ;  ML  75,  un  ; 
Ibid.,  1.  25,  c.  8,  19;  c.  5,  ó  :  ML  76,  331.  323. 


MIÉRCOLES  DF.  LA  SEMANA  4  DE  CUARESMA 


245 


res  diversos  de  hombres,  no  tomáis  el  Evangelio  de  Jesucris- 
to, no  sois  discípulos  de  El. 

Peroración    El  mundo  está  lleno  de  guerras.  Acullá  vence 
el  Turco.  Al  rey  de  Escocia  mataron,  y  él  mató 

620  veintemil  hombres  al  rey  de  Inglaterra.  En  Secilia  se  ha  hun- 
dido una  ciudad  que  se  llama  Comenso  hasta  los  abismos. 
Cáese  el  mundo  y  estánse  nuestros  pecados  en  pie.  ¿Qué  es- 
peráis, hermanos  míos?  ¿Qué  descuido  tan  grande  este  en 
que  todos  estamos? 

625  ¡Oh  sacerdotes!  Pastores  praevaricati  sunt  in  me.  Meté 
ese  aguijón  por  esos  corazones.  Había  de  andar  travesada 
esta  espina  y  habíamos  de  andar  siempre  importunando  a 
Nuestro  Señor  con  oraciones.  ¿No  lo  cantó  ansí  en  el  princi- 
pio de  la  cuaresma  nuestra  santa  madre  Iglesia?  Inter  ves- 

630  tibulum  et  altare  plorabunt  sacerdotes.  Como  si  dijésemos 
agora:  En  el  coro  lloran.  No  dice  lloraron,  sino  lloran.  Apár- 
tese el  esposo  de  la  esposa;  tiempo  es  éste  de  limpieza,  tiem- 
po de  amansar  a  Dios,  dice  Joel.  ¡Ay  dolor!  ¿Qué  hará  el 
amancebado?  Llorarán,  dice,  los  sacerdotes  y  dirán:  No  en- 

6~j  tregües  tu  ciudad  en  oprobio.  Esto  habíamos  de  decir  los 
sacerdotes;  en  esto  habíamos  de  entender,  en  rogar  y  ahin- 
car a  Dios  por  su  pueblo.  Desventurados  de  nosotros,  que 
hemos  menester  quien  ruegue  por  nosotros. 

Dice  Dios  que  prophetae  prophetdbant  mendacium  et 

640  sacerdotes  applaudebant  manibus  suis  et  populus  meus  dile- 
xit  talia.  Los  profetas  profetizaban  mentira  y  los  sacerdotes 
daban  palmas  con  sus  manos,  y  mi  pueblo  amó  y  agradóse 
de  estas  cosas. 

Hermanos,  amansemos  a  Dios,  tomemos  en  nuestros  co- 

645  razones  a  Jesucristo,  llevemos  su  cruz,  enmendemos  nuestras 
vidas,  pidámosle  misericordia,  que  hacérnosla  ha  y  darnos 
ha  gracia  y  después  su  gloria,  ad  quam  etc. 

623  descuidado 

630  altare]  ad  altarcm  [|  636  ahincar 

647  etc.]  Laus  Deo  add.  * 


625  Ier.  2,  8. 

630  Miss.  Rom.,  Fer.  IV  exnerum,  ant.  in  imposit.  cin&r. 

635  Ioel  2,  16-17. 

643  Ier.  5,  31. 


246 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


14   Llora  Jesucristo  tu  alma,  llora  también  tú  * 

Viernes  de  la  IV  semana  de  Cuaresma.  Antes  de  lbkk 

(Oña,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  tí.  76  r  -  81  v.) 

Ubi  posuistis   cuín?  Dicunt   ci:  Domine,  veni,  ct 
vide.  El  lacrymatus  est  Iesus  (lo.  n,  [34-35]). 

Exordio  Cuéntasenos  cómo  resucitan  los  muertos.  En  la 
epístola  que  hoy  se  canta  en  la  misa,  cómo  el 
5  profeta  Elíseo  resucitó  a  un  mancebo,  hijo  de  una  buena 
mujer  viuda.  El  evangelio  nos  cuenta  de  otro  que  nuestro 
Maestro  y  Redemptor  Jesucristo  resucitó.  Poderosa  es  la 
mano  del  Señor  para  hacer  que  los  que  a  este  sermón  veni- 
mos enfermos,  vamos  sanos. 

10  Tenía  una  mujer  viuda  un  hijo  enfermo  de  una  enfer- 
medad muy  peligrosa  que  no  le  dejaba  resollar.  Vase  al  pro- 
feta y  dícele  quejándose:  "Téngote  por  huésped,  y  muérese 
mi  hijo;  dale  salud,  resucítamelo".  Van  a  la  cama  donde 
estaba  el  mozo,  y  tómalo  el  profeta,  y  metiólo  en  un  ce- 

15  náculo,  e  hizo  oración  por  él;  tendióse  tres  veces  encima  de 
él,  suplicando  al  Señor  y  diciendo:  "Señor,  suplico  a  vuestra 
misericordia  que  deis  vida  a  este  mozo,  que  le  volváis  la 
vida".  Oyó  Nuestro  Señor  la  voz  de  profeta,  y  levantóse  el 
profeta  y  diólo  vivo  a  su  madre:  Ecce  filius  tuus. 

20  ¿Qué  queréis?  Ruegan  las  hermanas  María  y  Marta,  y 
resucita  el  Señor  a  su  hermano  Lázaro.  Acá,  por  la  madre 
viuda  resucita  Elíseo  al  hijo.  ¡Bendito  sea  para  siempre 
quien  nos  dió  madre  y  hermanos,  en  quien  está  todo  junto! 
La  Virgen  Nuestra  Señora  es  Marta,  es  María,  es  nuestra 

25  hermana  y  madre,  la  que  sabe  y  puede  rogar  a  Dios  por 
nosotros,  que  nos  sane,  que  nos  resucite. 

Hemos  menester  en  este  sermón  gracia  de  Nuestro  Señor. 
Supliquémosle  que  nos  la  alcance,  y  para  que  ansí  lo  haga, 
digámosle  el  Ave,  María. 

30  Historia  dé  la  resu-  Ubi  posuistis  eum?  (Ubi  supra.) 
rrección  de  Lázaro     MuY  reverendo,  etc. 

Las  palabras  que  mediante  el 
favor  del  Espíritu  Santo  darán  fundamento  a  mi  sermón  son 
una  pregunta  de  Jesucristo,  que  hizo  a  Marta  y  a  María,  con 

35  su  respuesta.  Hanse  cantado  en  la  misa  de  la  feria  de  hoy. 

*  Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7_  (1947),  211-224.  «Pieria  sexta  [ipost]  dojninifcam  <|uartani  Quatlrage- 
sknae.  De  Lázaro»  (f.  76  r).  La  mención  de  Barbarroja  (p.  253)  nos 
hace  pensar  en  la  fecha  señalada. 

6    Cf.  3  Reg.  17,  17-24.  El  milagro  es  de  Elias.  De  Eliseo  hay 
otro  en  4  Reg.  32-37. 
19   3  Reg.  17,  23. 
30    lo.  11,  34  s. 


1.4 .     VIERNES  DE  LA   SEMANA  4   DE.  CUARESMA 


24  7 


Dicen  en  romance:  ¿Adonde  lo  pusiste?  Respondiéronle:  Ven 
y  míralo.  Y  lloró  Jesús.  En  el  enterramiento  lloró  Jesús. 
Algo  debe  de  ir  en  ello. 

El  evangelio  de  hoy  contiene  una  historia  tan  dulce  y 

40  devota,  que  no  podremos  pasar  sin  decilla,  aunque  no  diga- 
mos otra  cosa.  Tienen  esto  las  cosas  de  Dios,  que  no  cansan 
ni  dan  fastidio.  Cuando  es  llamamiento  de  Dios,  veréis  que 
andáis  cada  día  delante,  que  no  se  os  re[s]fría  la  devoción. 
Mientras  más  se  llegaba  Jesucristo  al  fin,  mayores  mi- 

45  raglos,  mayores  obras  hacía.  Eran  tres  hermanos:  María, 
Marta  y  Lázaro,  personas  ricas  y  muy  honradas  según  el 
mundo.  Tenían  un  aldea  que  se  decía  Magdala.  Estaban  en 
Betania,  que  es  una  legua  de  Hierusalem,  a  la  raíz  del  monte 
Olívete.  Todos  tres  eran  grandes  amigos  y  servidores  de 

50  Nuestro  Señor  Jesucristo.  Amábalos  el  Señor  a  todos  tres. 
¡Como  quien  no  dice  nada!  ¡Bienaventurado  el  pueblo  que 
lo  ama  Dios  y  bienaventurado  el  que  halló  gracia  delante  de 
Dios!  No  hay  más  que  subir.  ¿Cómo  no  se  van  ios  ojos  tras 
esto? 

55  Enfermó  Lázaro.  Aunque  seáis  bueno,  no  se  pasó  el  tiem- 
po de  tener  trabajos.  Bueno  era  Lázaro.  Enfermó.  Como 
ansí  lo  vieron  sus  hermanas,  enviaron  a  Jesucristo,  que 
estaba  lejos  de  allí,  en  la  otra  parte  del  río  Jordán,  adonde 
bautizaba  San  Juan;  hácenle  un  mensajero  y  escríbenle  una 

60  carta  breve:  Señor,  sabé  que  el  que  amáis  está  enfermo.  Non 
amat  et  eum  deserit,  dice  San  Augustín.  "No  ama  y  des- 
ampara". Esto  tened  por  cierto,  que  si  Cristo  os  ama,  que 
no  os  desamparará;  si  habéis  alcanzado  que  os  ame  Dios,  no 
[o]s  dejará.  Tomó  la  carta  y  leyóla,  y  dijo  a  sus 'discípulos: 

66  Nuestro  amigo  Lázaro  está  enfermo,  pero  esta  su  enferme- 
dad no  es  para  morir,  sino  para  gloria  de  Dios.  Debió  de 
contar  estas  palabras  que  dijo  Jesucristo  el  mensajero  a  sus 
señoras. 

No  hizo  mudanza  Nuestro  Señor  Jesucristo  e  dos  días  es- 
70  túvose  allí.  ¿Cómo?  ¿Ansí  se  han  de  socorrer  los  amigos 
en  las  necesidades,  cuando  os  han  menester?  ¿Ansí  os  estáis 
quedo  en  tiempo  que  os  han  menester,  en  tiempo  de  trabajos 
y  enfermedades,  cuando  tanta  necesidad  tienen  de  vuestra 
ayuda  y  consuelo?  ¿No  os  [ha]  acontecido  esto,  estar  en  al- 
75  gún  trabajo  y  llamar  a  Jesucristo,  y  no  venir  tan  presto,  y 
en  lugar  de  quitárseos  aquel   trabajo,  añadírseos  otro? 

47  Magdalo 
63  ame]  ma 

50   Cf.  lo.  ii,  5. 
52   Cf.  Ps.  143,  15. 
60    lo.  II,  3. 

62   San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  49,  c.  n,  5  (ML  35,  1749)  :  «Suf- 
ficit  ut  noveris;  non  enim  amas  et  deseris». 


24S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Cuando  llamáis  a  Cristo  y  estáse  quedo,  y  vos  con  vuestros 
trabajos,  estáse  Cristo  dos  días  y  aun  diez;  y  aun  si  queréis, 
tomad  los  días  por  dos  semanas  y  aun  años  o  por  dos  do- 

80  cenas  de  años,  que  no  viene  ni  se  os  quitan  vuestros  trabajos; 
si  el  Señor  se  tardare  tres  años,  no  desmayes;  el  Señor 
verná,  verná  cierto,  que  no  tardará  a  su  tiempo.  ¿Estás 
fatigado,  tienes  trabajos,  tienes  tentaciones?  Espera,  que 
El  verná.  Dañarte  hía  si  agora  viniese  y  te  sanase.  Como  a 

85  Lázaro,  para  más  bien  tuvo  y  honra  suya,  te  dejaría  agora 
padecer  hasta  que  de  toda  parte  esté  perdida  la  esperanza 
de  remedio.  Para  lo  que  tú  padeces,  no  quiere  venir  el  Señor 
hasta  que  lo  hayas  todo  probado  y  experimentado:  tus  di- 
neros, tus  amigos,  tus  fuerzas,  saber  e  industria,  y  veas 

90  claramente  que  todo  sin  Dios  no  vale  para  socorrerte  y  librar- 
te. No  quiere  el  Señor  venir  ni  curarte;  y  mientras  tu  miseria 
fuere  mayor  y  creciere  tu  necesidad  y  El  te  remediare,  más 
poderosamente  conocerás  la  misericordia  que  te  hace,  y  El 
será  más  alabado  y  honrado  en  ti. 

95  Pásanse  dos  días,  que  aquellas  entrañas  de  misericordia 
se  ardían  de  amor  de  Lázaro.  Cumple  que  no  te  muestre  el 
amor  que  te  tiene.  Llama  a  sus  discípulos  Jesucristo  y  dí- 
celes:  Nuestro  amigo  está  enfermo,  vamos  a  Judea.  Res- 
pondieron: Maestro,  ¿qué  dices?  Agora  nos  querían  ape- 
lo® drear,  ¿y  dices  que  vamos  allá?  No  es  razón,  Señor,  habien- 
do tan  poco  que  os  daban  tras  matar,  poneros  agora  en  ese 
peligro  de  volver  allá  entre  vuestros  enemigos.  No  les  sabía 
bien  a  los  discípulos  aquella  palabra  de  volver  a  Judea. 
Quería  el  Señor  volver  allá  para  curar  a  su  amigo  Lázaro. 

105  Decían  ellos:  — Que  no,  Señor,  que  nos  apedrearán,  y  no  os 
llamarán  para  muchas  honras.  — Mirá,  dice  el  Señor,  doce 
horas  tiene  el  día;  quien  anda  en  el  día  no  estropezará,  por- 
que lleva  claridad;  el  que  anda  de  noche  estropezará;  por- 
que, yendo  comigo,  no  hay  de  qué  tené  temor,  porque  soy 

110  lumbre,  soy  día,  y  aunque  el  reloj  ande  errado,  no  se  aca- 
bará este  día,  no  anochecerá,  hasta  que  se  acaben  las  doce 
horas  de  este  día  que  soy  yo.  Ya  os  dije  el  miércoles  pasado: 
Mientras  estoy  en  el  mundo,  luz  soy  del  mundo.  No  hayáis 
miedo,  que  tasada  es  mi  vida;  en  luz  estáis,  vivid,  no  tengáis 

115'  temor. 

Ni  por  ésas.  Andaban  haroneando  por  no  volver.  Díjoles 
el  Señor:  Nuestro  amigo  Lázaro  duerme,  mas  para  que  lo 
despierte.  Respondieron  ellos:  Señor,  si  duerme,  señal  es  de 
salud.  Como  quien  dice:  Señor,  pues  que  duerme,  bueno  es- 
120  tará,  no  es  menester  que  vamos  allá.  El  Señor  ni  por  eso 
dejó  de  ir.  De  los  perezosos  querría  yo  esto,  que  con  todas 
vuestras  fuerzas  los  huyésedes  y  no  los  quisiésedes  recebir, 
y  a  las  penas  y  pasiones  os  convidásedes.  Los  trabajos  hanse 


14-     VIERNES  DE  I-A   SEMANA  4    DE  CUARESMA 


249 


de  tener  en  deseo  y  los  placeres  en  paciencia.  Habíamos  de 

125  rogar  que  nos  diese  el  Señor  trabajos,  porque  ansí  conviene, 
y  vos  lo  habíades  de  rogar,  que,  porque  sois  flaco,  no  os 
cura  Dios  como  os  había  de  curar.  Si  no  huyésemos  la  cura, 
si  no  fuésemos  tan  delicados,  darnos  hía  grandes  bienes. 
Mucho  es  lo  que  perdemos  por  nuestra  delicadez  y  porque 

130  no  somos  para  pedir  al  Señor  que  nos  cure  como  es  de  razón. 
Nuestro  Señor  Jesucristo  determinó  de  decírselo  claro, 
pues  no  querían  ir  por  lo  que  les  había  dicho:  Nuestro  amigo 
Lázaro  es  muerto,  quiero  ir  allá;  veamos  si  callaréis;  tengo 
este  amigo  que  le  amo  y  me  ama  mucho;  hame  seguido  siem- 

135  pre;  están  muy  penadas  sus  hermanas;  hánmelo  enviado  a 
decir,  ¿y  no  queréis  que  vamos?  Dijo  el  uno  de  los  discípulos, 
el  más  medroso:  Vamos  y  muramos  con  El.  Como  quien  dice: 
Hemos  de  ir,  aunque  no  queramos;  vamos,  pues  ansí  lo  quie- 
re, y  muramos  con  El,  ¿qué  hemos  de  hacer? 

no  Caminan  para  Betania,  e  tenían  puestas  espías.  Oliólo 
la  Marta.  Al  fin  saliólo  a  recebir  fuera  del  castillo,  y  arrojóse 
a  sus  pies  llorando  amargamente  y  diciendo:  Domine,  si 
fuisses  hic,  frater  meus  non  fuisset  mortuus.  Bien  parece, 
Señor,  que  no  estábades  aquí,  porque  si  vos  estuviérades, 

145  mi  hermano,  que  tanto  amábades,  no  muriera.  — No  haya 
más,  Marta,  dice  el  Señor.  — Pero  una  esperanza  me  queda, 
Señor,  que  pues  sois  así  buena  persona,  cualquiera  cosa  que 
pidiéredes  a  Dios  os  la  concederá.  — 'Bien  decís,  Marta,  pero 
poca  fe  tenéis.  ¿Buen  hombre  os  parece  Jesucristo?  Hombre 

150  y  más  que  hombre  es,  porque  es  Dios,  y  Dios  todo  lo  puede, 
io  sabe  todo  cuanto  hay,  ausente  y  presente.  Respóndele 
Jesucristo:  Yo  soy  Resurrección,  Marta;  cree  más:  Yo  soy 
Resurrección  y  Vida.  En  cuanto  Dios,  soy  la  misma  Resu- 
rrección; no  hay  cosa  que  no  viva  por  mí  ni  que  se  levante 

155  sino  por  mí.  Quien  está  en  pie,  por  mí  está;  yo  lo  tengo. 
Al  que  está  caído,  yo  lo  levanto.  Ninguno  está  vivo  sino 
por  mí.  Yo  soy  fuente  viva,  de  donde  todo  mana.  Resurrec- 
ción y  Vida,  y  el  que  en  mí  creyere,  resucitará  a  muertos. 
¿Quién  quiere  resucitar?  Hay  una  manera  de  resucitar, 

160  como  esta  de  Lázaro,  que  resucitó  para  tornar  a  morir  otro 
día.  Otra  es  la  de  las  ánimas  que  estaban  muertas  por  al- 
gunos pecados  y  resucitan  con  la  gracia  de  Jesucristo,  que, 
aunque  acá  mueran  sus  cuerpos,  vivirán  sus  ánimas  para 
siempre.  Mirá,  quien  cree  verdaderamente  en  Jesucristo, 

165  aunque  esté  en  pie  en  el  infierno,  aunque  esté  en  el  vientre 
de  la  ballena,  si  Dios  le  da  gracia  para  tener  confianza  en 
Jesucristo,  para  amarle,  para  fiarse  de  El,  de  allí  lo  sacará 
Dios  y  lo  librará  y  perdonará  y  lo  sanará  y  le  hará  mil 


166  Cf.  Ion.  2.  1  ss. 


250 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cuentos  de  misericordias.  ¡Bendicto  sea  Dios,  que  para  todos 

170  tiene  Jesucristo  medicina!  No  hay  mal  tan  recio,  que  no  lo 
cure;  no  hay  llaga  tan  vieja,  que  no  la  sane;  no  hay  enfer- 
medad tan  incurable  que  su  misericordia  y  bondad  no  la 
sane  y  remedie. 

Yo  soy  Resurrección  y  Vida.  Como  dijo  esto  Jesucristo, 

175  y  Marta  lo  oyó,  y  había  oído  lo  que  el  mensajero  había  di- 
cho, pensó  que  Nuestro  Redemptor  había  hablado  con  me- 
táforas: Aquí  tienes  la  Resurrección,  ¿no  crees  esto?  Pa- 
rece que  con  la  pena  que  tenía  no  estar  atenta,  y  respondió 
a  boca  llena:  Si,  Señor,  yo  creo  que  vos  sois  el  Mesías. 

180  Y  fuese  luego  dentro  al  castillo,  donde  estaba  su  hermana 
María  Magdalena,  o  se  la  mandó  Cristo  llamar,  o  ella  la 
quiso  llamar,  y  díjole:  Magister  adest  et  vocat  te. 

Estaban  con  ella  algunas  honradas  personas  de  Jeru- 
salem,  que  las  habían  venido  a  consolar.  Como  oyó  decir 

!®5  que  la  llamaba  el  Maestro,  corre  y  deja  las  otras  todas  y 
vase  a  donde  estaba  Cristo.  Aquel  amor  ferviente  que  te- 
nía. Vanse  tras  ella  las  que  las  habían  venido  a  consolar, 
pensando  que  iba  a  llorar  el  hermano.  Así  como  vió  a  Je- 
sucristo, rásgansele  ojos  de  agua  y  comienza  a  llorar.  Dice 

190  la  Escriptura  que  infremuit  spiritu,  como  Cristo  los  vido  a 
todos  llorar.  Qué  fué  esta  alteración  que  tomó  Cristo,  ade- 
lante lo  diremos.  Dice  Cristo:  Ubi  posuistis  eum?  Llévanlo 
a  la  sepultura.  Cuando  Cristo  vió  llorar  a  todos  y  se  acor- 
dó de  su  amigo  Lázaro,  infremuit  spiritu.  Otra  vez  dice 

195   que  se  ensañó,  como  quien  dice:  ¿Esto  ha  de  pasar  ansí? 
— Quiten  esa  piedra.  — ¡Oh  Señor!,  dice  Marta,  que  hie- 
de mucho;  ha  cuatro  días  que  lo  enterramos.  — ¿Tan  presto 
olvidaste,  Marta,  lo  que  os  dije?  ¿Por  qué  lo  habéis  olvi- 
dado? A  los  ruines  hiede,  a  mí  no. 

200  Quitan  la  piedra  y  llega  el  'Señor  a  la  sepultura,  y  da 
una  voz  grande  y  recia,  y  sale  Lázaro  amortajado  y  vivo. 
Y  dijo  el  Señor:  Quitalde  la  mortaja  y  desataldo.  Muchos 
de  los  judíos  que  allí  estaban,  que  vieron  este  milagro  que 
Cristo  hizo,  creyeron  en  Jesucristo;  otros  no  creyeron.  Ha- 

205   béis  visto  las  obsequias  del  defunto.  Ansí  pasó. 

Muerto  estás  si    Preguntó:  ¿Adonde  le  posistes?  Y  echó 
pecaste  lágrimas  Cristo.  Algo  debe  de  ir,  pues 

Cristo  lloró. 

— '¿Dónde  lo  posistes,  hermano,  vuestro  defunto?  ¿Dón- 
210  de  habéis  puesto  vuestra  ánima?  ¿Dónde  está  cuando  pecó? 
¿Dónde  estás,  hombre  que  estabas  en  pie?  ¿Dónde  has 
puesto  tu  muerto?  Hombre  que  murmuras,  que  matas,  que 
blasfemas  el  santo  nombre  de  Dios,  y  adulteras,  y  eres  su- 
cio y  soberbio,  ¿dónde  estás?  ¿Qué  es  de  ti?  ¿Dónde  po- 


203  Cf.  lo.  11,  7-45. 


207   lo.  si,  34-35. 


14-     VIERNES  DE  I.A   SEMANA  4   TIF,  CUARESMA 


251 


216  siste  tu  muerto?  Alguno  pensará  que  esto  no  toca  a  él, 
porque  no  está  amancebado,  no  toma  lo  ajeno.  — Señor,  yo 
no  hurto,  yo  no  blasfemo,  no  adultero,  no  me  toca  a  mí 
eso,  no  dice  a  mí.  — Todo  hombre  que  no  tiene  amor  entra- 
ñable a  Jesucristo,  el  que  no  ama  a  Dios  sobre  todos  los 

220  amores,  el  que  no  precia  y  estima  más  a  Dios  que  a  cuan- 
tas cosas  hay  en  todo  lo  criado,  y  el  que  no  dice:  "Antes 
moriré  mil  muertes  que  ofenda  a  Dios  mortalmente",  muer- 
to está,  no  tiene  segura  su  conciencia.  Mira;  si  no  estás 
amancebado,  es  porque  no  se  te  ofrece  ocasión.  Hombre 

225  que  has  profesado  la  santa  obediencia  de  Dios,  que  morirás 
antes  que  vayas  contra  su  santa  voluntad,  ¿dónde  has 
puesto  tu  muerto?  ¿Dónde  ha  de  estar,  sino  en  el  sepulcro? 
Sepulchrum  patens  est  guttur  eorum.  Dice  David  que  su 
garganta  es  sepoltura  abierta  para  que  con  su  hedor  y  mal 

230  olor  inficione  a  todos. 

Si  en  alguna  parte  tuviesen  las  sepulturas  de  los  muer- 
tos abiertas  para  que  con  su  hediondez  inficionasen  a  las 
gentes,  ¿qué  diríades?  ■ — 'Mal  regimiento  de  pueblo  es  éste, 
pues  tal  consiente.  — Cuando  murmuras  y  tomas  lo  ajeno, 

235  sabe  que  estás  muerto;  si  con  tus  engañosas  palabras  y  ma- 
los consejos  y  tratos,  con  tus  mentiras  y  promesas  enga- 
ñas a  la  casada  y  a  la  doncella  y  a  la  otra  que  se  te  antoja, 
sepultura  abierta  es  tu  garganta.  Y  tú,  que  diste  el  mal 

240  consejo,  y  si  no  fuera  por  lo  que  le  dices,  el  otro  no  hi- 
ciera lo  que  hizo,  pluguiera  a  Dios  que  antes  te  murieras. 
¡Ay  de  ti,  que  tocaste  a  Jesucristo  en  la  lumbre  de  sus 
ojos!  ¿Con  tu  mal  consejo  ofendió  alguno  a  Dios?  Tocado 
has  a  Cristo  en  su  corazón.  Por  las  ánimas  vino  acá,  por 

2*5  las  ánimas  padeció,  por  ellas  derramó  su  preciosa  sangre 
y  murió.  ¿Y  lo  que  ganó  con  tanto  trabajo  echas  tú  a  per- 
der con  tu  mala  lengua?  ¿Lo  que  El  allegó  con  tantos  su- 
dores y  trabajos,  derramas  tú  con  tus  palabras?  ¿Cómo? 
¿Qué  digas  tú  palabras  con  que  matas  a  quien  El  tanto 

250  ama?  Di,  cuando  blasfemas,  cuando  murmuras,  ¿qué  es  tu 
garganta  sino  sepulcro  abierto?  Con  su  hedor  inficiona  y 
mata  y  echa  a  perder  a  quien  te  oye. 

— ¡Oh  padre!  ¡Tengo  tantos  malos  pensamientos;  ten- 
go tantas  tentaciones  de  la  carne,  carnales;  soy  tan  flaco! 

285  — ¿Caído  has  en  suciedad?;  no  sé  qué  os  diga.  Otra  cosa 
no  puedo  pensar  sino  que  ese  caer  en  cosa  tan  fea,  tan  abo- 
minable como  ésa  es,  lo  permitió  Nuestro  Señor  por  casti- 
go de  otros  pecados.  Quia  iratus  est  eis,  incidit  in  eam. 
¿En  qué  has  caído?  Dice  la  Escriptura:  Aquel  cae  en  ella 

260  con  quien  Dios  está  airado.  A  aquel  que  tiene  enojado  a 
Dios,  permite  el  Señor  que  caiga  en  tan  gran  vileza  y  abo- 


229  Ps.  5,  11  ;  13,  3  ;  Rom.  3,  13. 
260   Cf.  Prov.  22,  14. 


252   SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


minación.  En  otra  parte  dice  que  es  pozo  angosto  y  muy 
hondo.  Cierto,  airado  está  contra  vos,  pues  os  deja  caer 
en  tal  suciedad  y  en  tan  hondo  y  malaventurado  pozo.  El 
265  hombre  carnal,  bestia  y  peor  que  bestia  abominable  se  pue- 
de llamar.  ¿Púdose  pensar  tal  ceguedad,  que  pongan  dos 
balanzas,  y  en  la  una  te  den  amistad  de  Dios,  gozo,  dere- 
cho para  entrar  en  los  cielos,  y  que  en  la  otra  te  pongan 
una  suciedad,  un  deleite  bestial,  y  que  aquélla  precies  más 

270  y  valga  más  delante  tus  ojos  que  la  amistad  y  favor  de 
Dios,  y  que  tengas  en  más  una  cosa  y  placer  de  bestias  que 
cuanto  Dios  tiene  prometido?  Gran  ceguedad  es  ésa.  ¿Qué 
puedes,  hermano,  acabar  contigo,  que  osas  decir:  "Más 
quiero  a  esto  que  a  Dios;  este  placer  quiero  tomar  y  re- 

275  nuncio  a  Dios  y  a  sus  ángeles  y  arcángeles  y  a  la  Virgen 
María  Nuestra  Señora,  y  más  quiero  gozar  de  esto  que  ir 
a  gozar  de  Dios  para  siempre  a  la  gloria?"  Grandísimo 
mal.  No  es  posible  que  estás  en  tu  seso.  Algo  has  hecho 
a  Dios.  Mira  bien  lo  que  has  hecho  a  Dios  y  has  pecado 

280  contra  Dios.  Sepultura  y  pozo  hondo  es  la  mala  mujer. 
Mírate  bien.  ¿Has  tenido  soberbia?  ¿Has  enojado  a  tus 
prójimos?  ¿Has  dejado  de  hacer  algo  por  ellos?  En  algo 
has  ofendido  a  Dios;  no  es  posible  menos. 

Di:  Señor,  ¿qué  es  esto?  ¡Qué  mal  tan  grande  me  ha 

285  venido!  ¿Por  qué  habéis  permitido  tal  sobre  mí?  En  el  pozo 
hondo  puse  a  mi  muerto.  Señor,  venid  y  veldo,  que  tal  lo 
veréis,  que  os  moverá  a  misericordia.  Venid,  Señor,  y  mi- 
rad mi  miseria;  miraréis  adonde  estoy  y  tomaréis  compa- 
sión de  mí  y  aun  lloraréis  de  dolor  en  verme  qué  tal  estoy 

290  en  tanta  miseria. 

Di,  si  tuviese  un  rey  una  esposa  que  en  gran  manera 
la  amase  mucho,  teníala  muy  contenta,  vestida  de  seda  y 
oro  y  acompañada;  estando  en  este  regalo  y  amor  que  su 
esposo  le  tenía,  se  saliese  con  un  mal  hombre,  con  un  ru- 

295  fíán;  vase  por  esos  mundos,  dale  tan  mala  vida,  peor  que 
de  galera;  tráela  descalza,  rota;  hácele  servir  y  trabajar 
y  echar  estiércol  encima  de  sus  hombros;  si  fuese  por  allí 
el  rey  y  aun  quizá  a  buscalla,  viéndola  así,  ¿qué  diría?; 
y  viese  que  el  rufián  le  daba  de  azotes  y  la  maltrataba,  ¿po- 

300  dríala  mirar  sin  dolerse  mucho  y  l'íorar?  Diría  el  rey: 
"¿Esta  es  mi  esposa,  es  mi  mujer,  es  aquella  a  quien  yo 
tanto  amaba,  aquella  que  yo  tanto  regalaba?  ¿Cómo  anda 
ansí?  ¿Cómo  me  la  trata  ansí  tan  cruelmente  este  traidor?" 

Vuélvete  a  mí  ¡Oh  Señor!  ¿Qué  debe  de  sentir  vuestro 
305  real  corazón  cuando  nos  veis  estar  deba- 

jo del  poderío  y  captiverio  del  demonio,  cuando  veis  qué 
tales  nos  trae,  cómo  nos  hace  servir,  cómo  nos  trae  rotos 


262  Cf.  Prov.  23,  27. 


280  Cf.  Prov.  23,  27  ;  22,  14. 


14-     VIERNKS  DK  LA  SEMANA  4   DE  CUARESMA 


253 


y  descalzos  y  llenos  de  mil  miserias?  ¿Y  qué  dirá  el  Señor 
viéndonos  ansí?  — Tu  autem  fornicata  es  cum  multis  ama- 

3*°  toribus;  tamen  reverteré  ad  me,  dicit  Dominus,  et  ego  sus- 
cipiam  te;  leva  oculos  tuos  in  directum  et  vide  nunc  unde 
nunc  postrata  sis:  Tú  te  has  ido  no  con  uno,  sino  con  mu- 
chos amadores,  pero  vuélvete  a  mí,  que  yo  te  recebiré. 
Lloraría  cuando  oyese  decir  esto  a  su  marido. 

315  Posible  es  que  hobiese  aquí  alguno  que  se  haya  ido  con 
el  rufián  y  que  ande  peor  que  la  otra  que  dijimos,  que  lo 
traiga  el  demonio  a  su  mandar  y  lo  trate  peor  que  si  fuese 
esclavo  de  Barbarroja,  que  ande  miserable  y  que  no  se 
harte  del  manjar  que  los  puercos  comen.  ¿Está  aquí  algún 

320  engañado?  Hermano,  si  estás  en  pecadc  y  te  has  ido  de  tu 
padre,  si  has  ofendido  a  Dios,  si  le  has  vuelto  las  espal- 
das, no  te  hagas  sordo,  y  oye  la  voz:  Vuélvete  a  mí,  que  yo 
te  tomaré,  vente  a  mi.  ¿Fornicado  has?  Yo  te  recebiré.  ¿No 
te  mueve  ese  corazón  esta  palabra?  ¿No  te  revuelve  esas 

325    entrañas  esta  voz? 

Quizá  dirá  alguno:  Hácelo  por  asegurarme,  para  tomar- 
me en  sus  manos  y  luego  matarme.  Ansí  dice  el  pecador. 
— 'Vuélvete  a  mí,  yo  te.  ddy  mi  palabra  de  no  hacerte  mal 
ninguno,  antes  de  aquí  adelante  te  haré  mayores  bienes  y 

330  mercedes.  — ¡Oh  Señor,  que  los  maridos  dan  palabras  y  ha- 
cen lo  que  quieren;  engáñanme,  hácenlo  por  asegurarme, 
para  tomarme  en  sus  manos! 

— Porque  quieres  testigos,  sea  norabuena.  Pecó  nues- 
tro primer  padre  Adam  en  el  principio  del  mundo;  perdonó- 

335  jo  Dios;  en  el  cielo  está,  goza  de  El  para  siempre.  Pecó 
Moisés;  los  hijos  de  Israel  adoraron  ídolos;  pecó  Manasés, 
rey  del  pueblo  de  Dios;  derramó  tanta  sangre  e  hizo  tantas 
maldades,  como  dice  la  Escriptura;  luego,  como  pidió  per- 
dón a  Nuestro  Señor,  fué  perdonado.  ¿Osarte  hías  fiar? 

340  Pecó  David,  tomó  la  mujer  ajena;  así  como  dijo:  Peccavi, 
oyó  del  profeta:  Et  transtulit  Dominus  peccatum  tuum, 
Dios  ha  pasado  y  perdonado  tu  pecado.  Llamóle  el  ladrón, 
y  respondióle:  Hoy  serás  comigo  en  paraíso.  A  la  Magda- 
lena, ¡qué  le  perdonó  de  pecados! 

345  ¡Oh!  ¡Bendicto  seáis,  Señor,  para  siempre!  ¿Quién  es 
el  que  no  viene,  llamándolo  vos?  ¿Quién  quiere  perder  tan- 
to bien?  ¿Quién  no  irá  a  gozar  de  tal  abrazo? 

— ¿Quieres  más  testigos?  Pregunta  dende  el  principio 
del  mundo  a  cuantos  pecadores  [ha]  habido  que  se  hayan 

350  vuelto  al  Señor,  cómo  les  ha  ido  con  El,  cuántos  halagos 
les  ha  hecho,  cómo  los  ha  abrazado  y  hécholes  grandes 
misericordias.  Tórnate  a  mi.  — Acusarme  heis,  dice  la  mu- 


313   Cf.  Ier.  3,  1-2. 
342    Of.  2  Reg.  12,  13. 


Le.  23,  43- 
Cf.  Le.  7,  47. 


254 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


jer:  Yo  fui  causa  que  lo  azotasen,  por  mí  lo  coronaron  de 
espinas,  por  mí  padeció  tanto  como  padeció,  y  derramó  su 

355  sangre,  y  por  mí  lo  pusieron  en  la  cruz.  ¿Cómo  me  llega- 
ré a  El,  que  me  acusará?  — Quis  aocusabit  adversus  dilectos 
Dei?  Deus  qui  iustificat,  quis  est  qui  condemnet?  Christus 
Iesus,  qui  mortuus  est,  immo  et  qui  resurrexit,  qui  est  ad 
dexteram  Dei,  qui  et  interpellat  pro  nobis. 

360  — Señor,  ¿quién  irá?  Que  me  castigará.  Tengo  gran  te- 
mor. — No  hayas  miedo.  Buen  abogado  tenemos.  — Acusar- 
me ha  el  demonio.  — No  temas,  que  el  demonio  no  es  par- 
te, pues  te  soltó  y  perdonó  la  parte  ofendida,  que  es  Jesu- 
cristo. El  derramó  la  sangre  por  ti,  ¿acusarte  ha?  Está 

365  rogando  por  ti,  ¿cómo  te  acusará?  Decí,  si  a  esta  tal  mu- 
jer dijese  su  esposo  con  buenas  palabras  y  con  halagos 
que  lo  hará  mejor  que  antes  con  ella  y  se  lo  jurase  con  bue- 
nas palabras,  con  amor  y  promesas,  que  se  fuese  con  él  y 
que  dejase  aquel  rufián,  y  ella  no  quisiese,  y  si  la  amena- 

370  zase  e  hiriese  y  ella  todavía  no  quisiese  ir,  ¿qué  haría  su 
marido  viendo  esto?  — -Llorar.  — ¿Qué  os  parece  que  me- 
rece, habiendo  probado  su  marido  todo  esto  con  ella,  y  ella 
todavía  no  quisiese  ir,  sino  quedarse  en  poder  de  aquel  ru- 
fián que  tan  mal  le  trata?  Si  vos  fuésedes  su  marido,  ¿qué 

375  haríades? 

Viene  Cristo.  Meta  cada  uno  la  mano  en  su  pecho.  Quizá 
hay  aquí  alguno  que  ha  diez  años  que  ofende  a  Dios  y 
está  en  pecados,  quizá  ha  veinte,  quizá  no  ha  conocido  a 
Dios  en  toda  su  vida.  Envíate  a  decir  que  te  perdona,  en- 

380  víate  su  palabra  real:  — (Yo  lo  vestiré  y  haré  heredero  y 
le  haré  muchos  bienes  y  mercedes.  — ¿Qué,  padre?  — ¿No 
lo  has  oído  predicar?  ¿No  te  lo  ha  dicho  allá  de  dentro? 
¡Y  cuántas  veces  te  lo  ha  dicho  y  amonestado,  cuántas 
buenas  y  santas  inspiraciones  te  habrá  inspirado,  cuántas 

385  veces  te  habrá  dicho:  "Cata,  que  me  lo  pagarás;  mira  que 
te  irás  a  los  infiernos;  vuélvete  a  mí,  ¿qué  haces,  qué  es- 
peras, en  qué  te  detienes?  ¿No  te  pasa  allá  todo  esto? 
¿Cuántos  años  ha  que  me  ofendes?  ¿Hasta  cuándo  has  de 
pecar?"   ¡Oh!    ¡Bendita  sea  tu  misericordia,   Señor,  que 

390  tanto  sufres,  ruegas  con  halagos,  convidas  con  misericor- 
dia, perdón  y  amistad,  y  amenazas  con  infierno,  con  fuego 
y  penas,  y  no  hay,  Señor,  quien  te  responda! 

Llora  Cristo  tu    Viéndonos  Cristo  tan  pertinaces,  pára- 
alma  se  a  llorar.  — Señor,  qué  hacéis?  ¿Por 

395  qué  lloráis?  — Fué  al  monumento  Je- 

sucristo y  lloró.  Ansí  como  ver  sangre  es  señal  que  hay 


356  dilectos]  delactus 


359   Cf.  Rom.  8,  33. 


14.     VIERNES  DE  LA   SEMANA  4   DE  CUARESMA 


255 


herida — decimos  luego:  "Sale  sangre,  luego  herido  han  al- 
guno"— ,  ansí  las  lágrimas  son  señal  de  corazón  herido. 
¿Quién  os  hirió,  Cristo,  pues  lloráis?  ¿Quién  os  hirió? 

400  Tú,  hermano,  y  yo  lo  herimos.  Mira  cómo  perdió  la  vida 
por  ti,  ¿y  tú  estáste  en  el  sepulcro  de  tus  pecados?  Por 
eso  el  Hijo  de  Dios  echa  lágrimas. 

¿No  habéis  visto  una  buena  mujer  que  tiene  una  hija 
liviana,  ventanera?  Ruégale:  "Hija,  no  hagas  eso,  mira  que 

405  te  echas  a  perder,  mira  que  me  das  mucho  enojo" ;  llévala 
a  confesar,  a  los  sermones,  y  no  aprovecha  nada.  Cuando 
esto  ve  la  madre,  que  todo  cuanto  hace  no  aprovecha  nada, 
ni  su  hija  quiere  enmendarse,  hártase  de  llorar. 

Llora  Jesucristo  tu  alma,  no  te  rías  tú;  razón  es  que 

410  también  lloréis  vos.  Veislo  a  El  penado,  afligido,  lleno  de 
angustias  por  vos,  ¿y  estáisos  vos  en  vuestros  pecados?  Con 
mucha  razón  podrán  decir  de  vosotros  lo  que  dice  San  Juan 
que  decían  unos  muchachos  a  otros:  Lloramos  y  no  plañis- 
tes,  cantamos  y  no  respondistes.  Está  Nuestro  Señor  11o- 

415  rando  nuestros  pecados  y  estamos  nosotros  riyendo.  Llora 
Cristo  y  tú  no,  ¿qué  será  de  ti?  Dice  la  Escriptura  que  los 
días  del  lloro  del  malo  son  toda  la  vida.  Hermano,  ¿no  mi- 
ras en  esto?  Pues  Dios  te  Hora,  grande  debe  ser  tu  mal. 
¿Llora,  porque  te  vino  deshonra,  porque  no  tienes  dineros 

420  y  estás  enfermo?  ¿Qué  es  esto  que  saca  lágrimas  Dios  de 
su  corazón?  Cosa  recia  debe  ser.  Veía  Dios  lo  que  perdía  el 
ánima  y  lo  que  ganaba ;  conoce  bien  la  pérdida  grande  que 
es  a  Dios,  conoce  los  grandes  males  y  trabajos  en  que  cae 
en  apartándose  de  El,  y  por  esto  lo  conoce  mejor  que  nadie 

425  Dios,  por  eso  te  llora.  Eso  también  lloraba  Jeremías:  De- 
ducant  oculi  mei  lacrymam  per  noctem  et  diem,  et  non  ta- 
ceant,  quoniam  contritione  magna  contrita  est  virgo  filia 
populi  mei  plaga  pessima  vehementer:  Lloren  mis  ojos  de 
día  y  de  noche,  y  no  callaré,  porque  la  hija  de  mi  pueblo 

430  está  afligida  con  gran  quebrantamiento  y  con  una  plaga  en 
grandísima  manera  mala. 

Cayó  y  quebróse  tu  ánima  el  día  que  pasó  por  tu  pensa- 
miento ofender  a  Dios.  Caído  has  de  esa  parte  que  es  más 
alta  que  el  cielo;  grandísima  quebradura  es,  porque  por 

435  el  pecado  caíste  de  la  gracia  y  amistad  de  Dios,  que  es 
más  alto  que  el  cielo. 

— ¿Cómo,  Señor?  ¿Qué  ha  de  osar  enojaros  un  hombre- 
cillo? ¿Que  hay  quien  peque  contra  vuestra  Majestad?  No 
hay  quien  llore,  no  hay  quien  ruegue,  todo  está  cual  Dios 

403  tienes 

428  pessima]  insumma 
438  Que]  Quien 

414   Cf.  Mt.  11,  16-17  ;  Le-  7,  31-32. 
431    Ier.  14,  17. 


256 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


440  lo  remedie  por  su  bondad.  — Hombre,  que  estás  enfermo  y 
muerto,  ¿por  qué  no  lloras?  ¿Qué  haces?  ¿A  cuándo  aguar- 
das? Que  si  te  diesen  por  penitencia  que  trujeses  un  cuerpo 
muerto  a  cuestas  cuatro  años,  responderás  que  no  io  podrás 
cumplir,  ¿por  qué  traes  una  ánima  muerta  contigo  siempre, 

446  que  es  peor  y  mayor  carga  mil  veces  que  la  del  cuerpo 
muerto?  Si  te  diesen  muchos  dineros,  no  lo  traerías  un 
cuerpo  muerto  a  cuestas,  y  date  Dios  dinero  porque  no 
traigas  un  ánima,  y  no  quieres.  Di,  ¿no  te  hiede?  ¿No  lo 
sientes?  Guerra  te  da  siempre  con  mil  aguijones,  y  no  lo 

450  sientes.  Tienes  allá  dentro  un  traslado  de  infierno.  Invete- 
ratus  in  térra  aliena,  coinquinatus  es  cum  mortuis,  deputa- 
tus  es  cum  descendentibus  in  infernum:  Envejeciste  en  la 
tierra  ajena,  ensuciástete  con  los  muertos,  eres  reputado 
con  los  que  bajan  a  los  infiernos.  Hombre,  ¿cuánto  ha  que 

455  andas  en  pecados,  cuánto  ha  que  mientes,  cuánto  murmu- 
ras, cuánto  ha  que  estás  en  estos  pecados  viejos,  endurecido? 

Dice  el  Evangelio:  Infremuit  Iesus.  —¿Por  qué,  Señor, 
o  contra  quién?  — Contra  los  pecados.  ¿Cómo  dice  Jesucris- 
to que  se  me  ha  de  perder  lo  que  tanto  me  costó  y  lo  que 

460  con  toda  mi  sangre  gané,  derramándola  en  la  cruz?  — 'Señor 
mío,  ¿para  qué  tomáis  enojo?  — Para  que  lo  tomes  tú  con 
tus  pecados. 

Llora,  hermano,     ¿Desde  cuándo  juras,  blasfemias,  adul- 
tus  pecados        teras,  deseas  a  la  otra,  quieres  mal  al 

465  otro?  Di,  ¿cuánto  ha  que  lo  usas?  Us- 

quequo,  Domine,  finis  offensionum  mearum?  ¿Hasta  cuán- 
do has  de  pecar?  ¿Que  no  has  de  dejar  de  ofender  a  Dios? 
¿Cuándo  has  de  hacer  raya  para  no  pecar?  Mas  ¿para  qué 
naciste,  si  no  han  de  haber  fin  tus  males?  ¿No  ha  de  haber 

470   un  día  en  que  mudes  la  mala  vida? 

¿Hasta  cuándo,  Señor,  te  tengo  de  ofender  con  estos 
ojos,  viendo  cosas  con  que  te  ofenda,  y  con  estos  oídos, 
oyendo  cosas  con  que  me  hagan  pecar,  y  mis  pies,  andando 
en  cosas  deshonestas?  Si  siempre  tengo  de  ofender  a  Dios, 

475  mejor  fuera  no  haber  nacido.  Llora,  hermano,  tus  pecados. 
Mira  cómo  llora  Dios  por  ti.  Respóndele,  vuélvete  a  El. 
¿Cómo  puedes  vivir  sin  El?  Sea  luego;  no  aguardes  más; 
¿qué  esperas?  ¿No  basta  el  olvido  que  has  tenido  de  los 
veinte  años?  Vela,  hermano;  no  te  descuides,  que  Jesucristo 

480  vela  llamó  a  toda  la  vida  del  hombre,  para  darnos  a  enten- 
der el  gran  cuidado  que  habíamos  de  tener.  Pues  estemos 
siempre  en  vela. 

481  estamos 

454-  Cf.  Bar.  3,  ri. 

457  Cf.  lo.  11,  33. 

466  Cf.  Dan.  12,  6. 

480  Cf.  Le.  12,  38  ;  Mt.  14,  25  ;  24,  42;  25,  13  ;  Me.  6,  48  ;  13,  35- 


14.     VIERNES  DE  LA   SEMANA  4   DE  CUARESMA 


257 


— Mozo  soy  agora,  padre.  — '¿Tan  larga  te  parece  la 
vida?  Por  larga  que  sea  y  mucho  te  quede  de  vivir,  no 

485  sabes  si  en  ella  podrás  deshacer  el  mal  que  has  hecho  en  el 
tiempo  pasado  que  has  vivido.  No  sufras  tan  largo  capti- 
verio  en  tierra  de  enemigos  y  debajo  de  señor  tan  tirano 
como  es  el  demonio  y  los  pecados  en  que  andas.  ¿Por  qué 
ofendes  a  Dios  y  le  haces  combate  con  las  piedras  suyas? 

490  Dióte  sentidos,  ojos,  oídos,  gusto,  manos,  pies,  con  que 
le  sirvieses  y  lo  honrases,  y  con  todo  ello  le  ofendes.  Dióte 
hacienda,  con  ella  le  ofendes;  dióte  honra,  con  ella  le  eno- 
jas; de  manera  que  todo  lo  que  te  dió  para  que  lo  alabases 
y  sirvieses  lo  vuelves  al  revés  y  con  todo  ello  le  ofendes 

495  y  desagradas.  Enójate  un  día  contra  tus  pecados,  pues  tan 
mal  te  tratan.  Una  cosa  os  encomiendo  ¡por  amor!  que  no 
se  os  olvide,  y  es  que  os  doláis  mucho  de  las  ánimas  que 
viéredes  en  pecado,  mucho  más  que  de  los  cuerpos. 

Aun  con  todos  los  bienes  que  el  Señor  te  ha  hecho  y 

500  amor  que  te  ha  mostrado,  ¿aun  no  se  te  ablanda  tu  piedra? 
Estabas  tú  en  la  cárcel,  sentenciado  [a]  ahorcar,  y  envíate 
el  rey  una  cédula  en  que  te  perdona  y  te  hace  mercedes. 
¡Cómo  te  alegrarás,  y  cómo  la  recibes  con  tanto  placer  y 
alegría,  y  haces  muchas  gracias!  Y  envíate  Dios  Nuestro 

505  Señor  perdón,  no  de  la  vida  temporal,  sino  perdón  de  la 
sentencia  que  tenía  dada  contra  ti,  de  ir  a  morir  a  fuegos 
eternos,  y  no  te  da  nada,  y  aun  no  solamente  eso,  sino  aun 
añades  desagradecimiento  y  con  otros  nuevos  pecados.  ¿Cómo 
no  te  ablanda  la  misericordia  de  Dios,  ni  su  amenaza,  ni 

510  ver  llorar  a  Jesucristo? 

El  os  redimió  con  su  preciosa  sangre,  que  no  el  demo- 
nio. ¿Por  qué  lo  quieres  servir?  ¿Qué  bienes  te  ha  hecho? 
¿Qué  esperas  de  él?  ¿Por  qué  no  te  mueves  viendo  llorar 
a  Jesucristo?  Dile:  "¡No  haya  más!  ¿Por  mí  lloráis,  Señor? 

515  Callaos,  Señor,  que  ya  no  pecaré".  ¿Quién  no  acalla  a 
Jesucristo,  pues  llora  por  él?  Si  alguno  con  esto  no  se 
moviere,  téngase  por  el  más  flaco  y  miserable  del  mundo, 
que  no  quiere  estar  sin  pecado  ni  salir  de  la  iglesia  sin  él. 
¡Y  que  haya  quien  con  tantas  amenazas  y  favores  como 

520  Dios  le  ha  hecho  se  quede  en  su  dureza!  Llórate  y  di: 
"Grande  y  muy  grande  es  mi  flaqueza".  Llórate  y  pide 
oraciones  ajenas.  Las  durezas  han  menester  muchas  y  muy 
grandes  oraciones  continuas.  Busca  tú,  hermano,  y  haz  que 
rueguen  a  Dios  por  ti. 

507  das 

518  quieres 


B. Avila  2 


9 


25S 


SERMONES,   CICLO  TEMPORAL 


525   La  voz  de  resu-    Placerá  a  su  misericordia  y  dirá  algún 
rrección  a  nueva     dia  el  Señor:  Quítenle  la  piedra  de  en- 
vida   de   gracia     cima.  ¡Qué  palabra!  ¡Quítenle  la  du- 
reza! ¿Por  qué  dejas  a  Dios  y  escoges 
al  demonio?  ¿Quién  te  tapó  los  ojos,  dime?  Esa  piedra  es 

530  la  que  te  tiene  atajado.  Esperad,  que,  si  abriésedes,  en- 
traría el  sol.  ¿Por  qué  no  abrís,  pues?  ¿Por  qué  no  hacéis 
que  abran?  — >Hacé,  Señor,  que  quiera.  Quitá  la  dureza 
y  dad  gracia,  quia  duritia  cordis  auferetur.  ¿Qué  haremos 
con  este  corazón,  Señor?  Remedialdo  vos  por  vuestra  mise- 

635  ricordia.  —Ego  auferam  cor  lapideum  et  dábo  cor  carneum. 
— Eso  sí,  Señor,  quítanos  este  corazón  de  piedra,  esta  du- 
reza que  en  él  tenemos,  y  dadnos,  Señor,  el  de  carne.  Eso, 
Señor,  será  decir  y  hacer. 

Cuando  su  infinita  bondad  te  mira,  échate  aquellos  ojos 

540  de  misericordia  y  dícete  y  hácete  entender  lo  que  pasó  por 
ti,  y  dícete:  "Mira  lo  que  tengo  guardado".  Si  no  aprove- 
cha eso,  dice:  "Mira  el  infierno".  Y  si  todo  no  aprovecha, 
dice:  La  enfermedad  no  es  para  morir;  no  es  este  mal 
mortal,  sino  para  alabanza  y  gloria  de  Dios.  ¿Veisle  tan 

545  duro  y  tan  obstinado?  No  es  mal  del  cual  morirá.  Lo  que 
tiene,  mal  y  grave  es,  pero  no  morirá,  no  se  perderá  con 
ello,  que  no  le  dejaré  yo  morir;  yo  le  atajaré  y  saldré  al 
camino;  yo  le  ablandaré  y  le  quitaré  la  piedra. 

¡Quitadle  la  piedra!  Oyes  un  sermón,  confiésaste  con  un 

550  buen  hombre,  veis  morir  a  otro,  dante  un  buen  consejo; 
si  te  hablan  en  virtud,  dices  que  sientes  un  poco  de  alegría 
y  gusto;  cuando  no  te  catas,  hállaste  tan  trocado,  que  tú 
mismo  te  espantas  de  verte  cuál  estás.  ¿Qué  es  esto?  La 
piedra  se  te  quita,  y  hace  Lázaro  lo  que  Cristo  hizo  con  él; 

655  vuélvele  el  corazón;  hácele  que  miren  sus  ojos  a  Jesucristo. 
¿Ves  la  ovejita?  ¡Cuán  cerca  estaba  el  lobo  para  tragar- 
la! Da  voces:  "¿Qué  es  de  mi  loco  estado?  ¿Qué  ha  seído 
de  mí?"  Llama  a  su  pastor,  condena  su  mala  vida,  pide  mi- 
sericordia. 

560  Dijo  el  Señor:  Fiat  lux,  et  jacta  est  lux.  Hasta  que  el 
Señor  da  esta  bienaventurada  voz  en  las  ánimas,  no  hay 
hecho  nada.  Es  tan  poderosa  y  hace  tanto  con  ella,  y  más 
hace  con  ella  que  con  criar  cielos  y  tierra  y  al  principio 
del  mundo,  pues  con  ella  te  muda  ese  corazón  tan  endure- 

665  cido  y  tan  malo,  y  te  hace  olvidar  todos  tus  malos  deseos, 
y  amar  lo  que  aborrecías,  y  aborrecer  lo  que  amabas,  y  te 
hace  que,  estando  en  el  mundo,  estés  fuera  de  él,  y  pu- 
diendo  gozar  de  los  placeres,  lo  huyas  y  apartes.  Mayor 
voz  es  ésta  que  criar  cielos  y  tierra.  A  todos  ha  hablado; 


535   Cf.  Ez.  ii,  19  ¡  36,  26. 


560   Gen.  i,  3. 


VIERNES  PE  I.A   SEMANA  4   DE  CUARESMA 


259 


t>70  a  ti  ha  dado  Dios  esta  voz.  Andabas  tú  deseando  a  la  otra, 
hinchado  y  lleno  de  soberbia,  menospreciando  a  todos,  que- 
riéndote a  ti  y  que  te  honrasen.  En  dando  que  te  dieron 
esta  voz,  luego  sales  de  tu  cueva  y  arrojas  todas  las  co- 
sas de  ti. 

575  Dice  Dios:  — En  aquellos  días  echaré  los  ídolos  de  ti 
y  las  ropas,  y  arrojarlas  he  como  los  paños  menstruados 
de  la  mujer.  En  aquel  día  que  te  quitaren  la  piedra,  ten- 
drás por  apacible  lo  que  aborrecías  y  por  abominable  lo 
que  te  aplacía.  — -¿Qué  adorabas?  — Idolos.  — ¿Qué  adoras? 

5S0  — Estoy  perdido  por  fulana.  — Mira,  quítale  el  corecito  de 
la  cara  y  verás  cuál  queda  lo  que  tan  bien  te  parecía,  y 
olvidarás  lo  que  buscabas.  ¿Qué  adoras?  — La  honra,  la 
hacienda,  los  dineros  y  cosas  de  la  tierra.  — Amas  ídolos, 
tienes  y  adoras  ídolos. 

585  Dice  el  Señor:  En  aquel  día  echará  el  Señor  de  su  casa. 
¿Hay  cosa  que  hieda  más  que  el  paño  sucio?  De  esta  ma- 
nera es;  aquello  que  en  tus  ojos  relucía  antes,  te  parece 
agora  tan  feo  y  tan  abominable,  que  le  digas:  Egredere  et 
dabitur  pluvia  semi[ni']   t[u]o.  Hederte  ha  más  que  los 

590  muertos  lo  que  te  daba  regocijos  de  grande  placer;  aquello 
que  te  daba  sabor  y  te  deleitaba,  antes  amargaba,  porque 
no  son  los  pecados  y  fealdades  sabrosas  ni  deleitan  por 
sí,  sino  el  que  las  recibe  y  comete,  con  su  afición  y  deseo 
que  pone  en  el  alcanzarlas,  toma  aquel  sabor  y  deleite. 

535  Como  un  perro,  que,  tomando  un  hueso  duro  y  sin  jugo  y 
virtud,  se  está  royéndolo  y  piensa  que  saca  algo  de  él 
y  que  tiene  algún  mantenimiento,  y  no  es  sino  que,  como 
el  hueso  es  tan  duro,  que  le  hace  sangre,  y  en  él,  como 
en  cosa  que  sale  de  él  algo,  se  está  saboreando,  y  pensando 

600  que  come  del  hueso,  come  de  sí  mismo.  No  hay  sabor  en 
los  pecados. 

— -¿Pues  cómo  aquél  juega  en  toda  la  noche,  sin  que 
lo  sienta?  ¿Cómo  el  otro  anda  de  noche  y  de  día,  sin  comer 
ni  beber,  tras  la  otra,  y  el  otro  deja  su  propia  mujer  y 

605  va  a  buscar  la  ajena?  — No  hay  deleite  en  los  pecados. 
— Pues  ¿qué  lo  hace?  — El  deseo  que  de  su  parte  pone 
cada  uno,  hace  que  el  pecado  parezca  sabroso,  siendo  amar- 
go como  lo  es. 

Cuando  el  Señor  quiere  hacer  que  salgas  del  pecado 

610  — -porque  El  quiere  que  lo  dejes  y  que  lo  dejes  libremente — 
sales  libre  y  de  tu  voluntad,  y  esto  todo  sabe  hacer  y  quiere 
Nuestro  Señor.  Esta  es  la  gracia  que  a  ninguno  se  da 
que  la  desecha,  y  a  ninguno  da  Dios  esta  dádiva  y  merced 


576  Cf.  is.  2,  20 ;  64>  6. 
589   Cf.  Is.  30,  22-23. 


607    lo.  11,  44. 


260 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  no  se  aproveche  de  ella.  Quita  la  piedra,  dice  Dios.  Es- 
615  tonces,  cuando  andes  buscando  a  Dios  como  El  a  ti,  ámale, 
sírvele,  como  quiere  y  manda  que  le  sirvas.  Darte  ha  la 
voz  grande  que  dice:  ¡Lázaro,  sal  fuera!  Salió  resucitado. 
Saldrás  tú  resucitado  con  nueva  vida  de  gracia.  Hacerte 
has  hijo  de  Dios,  que  primero  eras  del  demonio.  Recibirás 
620   gracia  y  después  gloria,  ad  quam  etc. 


15       ¡  Dichosas  ovejas  que  tienen  tal  pastor  !  * 
Miércoles  de  la  semana  de  Pasión 

(Valencia,  Bibl.  Col.  Patriarca,  Ms.  1049,  ff.  99  r  - 107  v;  Oña, 
Ms.  est.  8,  pdut.  4,  n.  55  bis,  ff.  96  r  -  103  v.) 

Oves  mcae  vocem  meam  audiunt,  ct  ego  cognosco 
cas,  ct  scquuntur  me.  Et  ego  vitam  aeternam  do 
eis,  et  non  peribunt  in  aeternum,  ct  non  rapiet  cas 
quisquam  de  manu  mea  [lo.  lo,  «7-28]. 

5   Exordio:  la  Virgen,     ¡Cristianos!  Ovejas  sois  de  Jesu- 
nuestra  pastora        cristo,  y  El  es  vuestro  pastor.  ¡  Oh 
dichosas  ovejas  que  tienen  tal  pas- 
tor! Mis  ovejas — dice  el  Señor — oyen  mi  voz;  y  yo  las 
conozco  y  ellas  me  siguen  a  mí,  y  yo  les  daré  la  vida  eterna, 
10  y  no  perecerán  para  siempre  jamás,  y  no  habrá  nadie  tan 
poderoso  que  me  Xas  arrebate  de  mi  mano.  ¡Oh,  bendito  tan 
•buen  pastor!  ¡Bendito  tal  Señor,  rey  y  pastor! 

¡Hacía  Dios  a  todos  los  principales,  pastores;  a  todos 
los  ocupaba  en  guardar  ovejas,  y  de  allí  sacaba  unos  para 
I5  profetas,  otros  para  patriarcas,  otros  para  reyes.  Quería 
Dios  significar  que  Jesucristo  había  de  ser  profeta  de  los 
profetas,  patriarca,  rey  y  pastor. 

También  las  mujeres  de  aquel  tiempo,  como  era  Rebeca 
y  Lía  y  Raquel  y  otras  munchas,  denotaban  a  la  Virgen 
20  sin  mancilla,  que  después  de  Jesucristo  no  ha  habido  otra 
pastora,  ni  hay  quien  así  guarde  las  ovejas  de  Jesucristo. 
Y  pues  aquí  somos  venidos  para  ser  apacentados  de  la 
palabra  de  Dios,  y  la  Virgen  sin  mancilla  es  nuestra  pas- 


620  etc.]  Deo  gratis  add. 

V*=  Valencia,  O  =  Oña  ||  8  y  om.  O  ||  9  y  om.  O  |  las  O  ||  10  nadie]  nin- 
guno O  ||  11  mis  manos  O  ||  12  pastor!]  Oh  add.  O  |  y  om.  V 
13  Hacíales  O  ||  14-15  a  todos  los  ocupaba]  ocupábales  O 
19  yi  om.  O  |  muchas  O  |'|  22  venido  O  |  apastados  O  ||  25  ofrezcamos  O 


*  Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  248-260.  El  índice  del  Ms.  de  Valencia  lo  describe  :  <rln 
evangelium  :  Ego  suni  Pastor  bonus».  «Sermo  in  quarta  feria  donii- 
micae  quintae  Quadragesimae»  (Oña,  f.  99  r). 

11    lo.  10,  27-28. 


15-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  DE  PASIÓN 


261 


tora  después  de  Dios,  supliquémosle  que  nos  apaciente,  al- 
25   canzándcnos  gracia;  y  para  más  la  obligar  ofrezcámosle  la 
salutación  angélica  diciendo  con  devoción  Ave,  María. 

Cristo  nos  escogió    Oves   meae   vocem    meam  audiunt, 
para  ovejas  suyas    etcétera.— Ovejas  tengo,  pastor  soy, 
dice  Jesucristo.  Yo  me  las  he  criado, 

30  yo  me  las  he  escogido  para  ser  pastor  de  ellas;  soy  buen 
pastor,  que  me  he  vestido  del  vestido  de  mis  ovejas  y  co- 
nocen mi  voz.  Lléganse  a  mí,  ámanme,  vienen  a  mi  llamado. 
Ovejas  tengo.  — Señor,  ¿cuándo  escogisteis  ovejas?,  ¿desde 
cuándo  las  tenéis?  San  Pablo:  Elegit  nos  in  ipso  ante  mundi 

35  constitutionem.  — Mirá,  muncho  ha  que  tengo  ovejas. — De 
muncho  tiempo  es  pastor.  No  es  pastor  que  compró  ayer 
ovejas  y  se  ha  querido  hacer  pastor  de  ellas.  Tiene  ovejas; 
y  El  las  escogió  ante  mundi  constitutionem,  antes  que  el 
mundo  fuese  mundo,  antes  que  vos  naciésedes.  Cuando  El 

40  os  crió,  para  oveja  suya  os  crió.  El  dijo:  Criaré  a  Juan,  etc., 
para  que  sea  mi  oveja.  No  era  nacida  la  oveja,  y  ya  tenía 
pastor.  Muy  antig[u]o  pastor  soy,  dice  el  Señor. 

A  tan  antig[u]o  pastor,  a  pastor  que  tanto  ha  perse- 
verado en  sus  ovejas  y  que  tanto  las  guarda,  ¿qué  le  deben 

45  las  ovejas?  ¿Con  qué  le  pagarán  el  cuidado  que  el  Señor 
tiene  de  morir  por  sus  ovejas  y  que  no  se  pierda  alguna? 
¡Bendito  tal  pastor!  Gracias  infinitas  se  le  deben  a  tal  pastor 
por  tan  gran  cuidado  como  sobre  sus  ovejas  ha  puesto  y 
pone.  Elegit  nos  in  ipso.  Escogiónos  el  Señor. — ¿Cómo  nos 

50  escogistes  vos?  ¿Escogistes  nos  como  quien  hace  rebaño  y 
de  allí  saca  las  que  son  mejores? — Dice  el  Señor:  No  soy 
pastor  sino  de  las  ovejas  buenas. — Escogiónos  Dios,  y  no  como 
de  rebaño;  no  nos  escogió  por  nuestros  merecimientos,  no  nos 
escogió  porque  vió  en  nosotros  más  mejoría  que  en  otros, 

55  sino  escogiónos  por  su  propia  gracia,  porque  El  ansí  lo  qui- 
so, escogernos  y  criarnos  para  ovejas  suyas. 

Y  ansí  dice  San  Pablo:  Reliquiae  ergo  secundum  elec- 
tionem  gratiae  salvae  fiunt,  no  porque  ellos  lo  merecen, 
sino  por  su  voluntad,  porque  El  ansí  lo  amó,  por  su  pro- 

60  pria  gracia  nos  eligió,  ut  essemus  sancti  et  immaculati, 
para  que  fuésemos  santos,  para  que  fuésemos  limpios,  sin 
mácula  de  pecado.  Escogiónos  El  para  sí;  queríanos  hacer 

30  soy]  un  add.  O  ||  33  ¿cuándo  escogistes  ovejas?  om.  O  |]  34  tenéis] 
¿cuándo  las  escogistes?  add.  O  |  Eligit  V  ||  35  mucho  O  |  de  om.  Ó  j|  36  mu- 
cho O  |  eSj]  ha  que  soy  O  ||  38  y  om.  O  \\  41  y  om.  O  ||  42  antiguo  O 

43  antiguo  O  ||  45  el  Señor  om.  O  ||  46  sus]  las  O  ||  49  Eligit  V  ||  50  Es- 
cogistes2]  Escogíades  V  ||  51  que  son  om.  O 
55  propria  O  |  así  O 

57  Keliquae  O  ||  59  así  O 


27     lo.  IO,  27-28. 

35    Eph.  1,  4. 


58    Cf.  Rom.  ii,  5. 


262 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


limpios,  como  El  es.  Qui  praedestinavit  nos  in  adoptionem 
filiorum  per  Iesum  Christum  in  ipsum.  Llamónos,  escogió- 

65  nos  Dios,  quiso  que  fuésemos  santos  por  su  propia  gracia 
y  voluntad,  mas  la  ejecución  de  la  elección  per  Iesum 
Christum.  Predestinólo  El  así;  dijo  El  así:  Yo  criaré  a 
Juan  y  a  fulano,  y  escogerlos  he  para  mí,  para  que  sean 
santos  y  limpios,  para  que  gocen  de  mí  para  siempre,  pero 

7<>  la  ejecución  de  esta  elección,  el  medio  por  donde  todo  esto 
será,  per  Iesum  Christum  in  ipsum,  por  Jesucristo  y  en  El. 

San  Augustín  se  retra[c]tó  aquí,  que  dijo  que  nos  había 
escogido  porque  vió  que  habíamos  de  ser  buenos,  pero  él 
confiesa  que  no  había  visto  entonces  este  texto  de  San 

75  Pablo:  Ut  essemus  sancti  et  immaculati,  para  que  fuésemos 
buenos.  No  nos  escogió  porque  éramos  buenos,  sino  por  que 
fuésemos  buenos. 

Oondiciones  de  la  ¡Buen  pastor  tenemos,  que  nos  es- 
buena   oveja:   oye     cogió  para  guardarnos  y  de  tanto 

80   al  pastor  y  !e  sigue     tiempo!  Pues  que  tal  pastor  tenemos, 
pues  él  ansí  nos  ha  escogido,  pues 
nos  ha  querido  para  sí,  y  se  ha  hecho  guarda  nuestra, 
¿quién  no  mirará  si  es  oveja  que  anda  debajo  de  su  mano, 
quién  no  mirará  si  es  de  su  rebaño,  quién  no  mirará  en 

63  qué  dehesa  pace  y  qué  yerba  pace  y  si  hace  lo  que  la 
buena  oveja  con  su  pastor  hace?  Pues  para  que  conozca- 
mos si  somos  ovejas  suyas,  para  que  podamos  fácilmente, 
si  viéremos  que  vamos  fuera  de  camino  o  fuera  de  manada, 
tornar  al  pastor  que  nos  anda  buscando,  diremos  las  con- 

90  diciones  de  la  buena  oveja,  diremos  lo  que  la  buena  oveja 
ha  de  hacer  para  que  el  pastor  la  conozca 

Jesucristo  lo  dice.  Diremos  lo  que  El  dice,  para  que 
mejor  lo  creamos.  Oves  meae  vocem  meam  audiunt.  Mis 
ovejas  oyen  mi  voz.  ¿Sabéis  si  os  ha  llamado  alguna  vez 

95  el  Señor  y  si  le  habéis  oído?  Pues  tené  señal  que,  si  le  oístes, 
que  sois  su  oveja.  Gran  señal  es,  muy  cierto,  que  la  oveja  y 
cualquier  ganado  oye  la  voz  de  su  pastor  y  viene  luego  a 
su  llamado. 

Vi  una  vez,  yendo  por  un  camino,  que  apacentaba  un 
100    hombre  unos  puercos  y  que  estaba  tañendo  una  trompetilla 

63  Quippe  destinavit  l'  [|  65  propria  O  ||  67  Predestinándolo  O  |  El  asi 
om.  O  |  ansí^  O 

72  Agustín  O  ||  76  por  que]  para  qut  O 

81  asi  O  |  puesj  y  O  ||  88  mira  O  ||  83-84  oveja  que  -  mirará  si  es]  om.  O  l| 
84  miraráj  mirar  O 
96  es]  Ks  add.  0 

99-100  un  hombre  que  apacentaba  O  ||  ICO  que  om.  O 

63  Eph.  í,  4. 

64  Eph.  i,  5. 

72  San  Agustín,  Retractat.  1.  i,  c.  23,  24  :  ML  32,  621. 

g4  lo.  io,  27. 


15,     MIÉRCOLES  DE  I-A  SEMANA  DE  PASIÓN 


263 


de  muy  mal  sonido,  una  música  muy  mala,  y  estándola  ta- 
ñendo venían  los  puercos  saltando  y  corriendo  con  gran 
regocijo  al  hombre  que  tañía  la  trompetilla.  Y  pregun- 
tando |que  fuese  aquello,  dijéronme  que  los  puercos  venían 

105  a  aquel  sonido,  porque  aquélla  era  la  voz  con  que  llamaba 
aquel  pastor  a  su  ganado.  ¡Oh  oveja!  ¡Oh  cristiano!  Co- 
noce que  un  animal  irracional  y  el  más  sin  razón  que  hay 
en  los  animales  conoce  la  voz  de  su  pastor;  y  el  asno  y  el 
buey  conocen  el  pesebre  de  su  Señor,  ¿y  no  conoces  tú  la 

no  voz  de  tu  Señor?  Está  la  ovejita  paciendo  en  una  yerba  que 
muncho  le  sabe,  está  hozando  el  puerco  a  su  sabor,  y  llama 
su  pastor,  tañe  la  bocina,  y  por  muncho  que  le  sepa  el 
hozar  ál  puerco  y  el  pacer  a  la  oveja,  luego,  en  oyendo  la 
voz  de  su  pastor,  viene  luego  y  lo  deja  todo.  Y  tú,  oveja, 

115  tú,  cristiano,  ganado  por  la  sangre  del  Cordero,  llámate 
el  Señor  y  no  conoces  su  voz.  Llámate  un  mes,  llámate 
una  cuaresma  y  dos  años  y  cuatro,  y,  como  mala  oveja, 
estás  comiendo  y  hozando  en  tus  carnalidades,  estás  en  tus 
enemistades,  estás  en  tu  invidia  y  odio,  y  llámate  tu  Señor 

120  y  no  le  oyes. 

Mis  ovejas,  dice  el  Señor,  oyen  mi  voz.  ¿Pensáis  que 
sois  ovejas  de  Dios  no  oyendo  a  Dios?  Vengáisos  por  una 
parte,  estáis  en  vuestras  enemistades,  y  por  otra  parte 
decís:  recemos  un  poco.  No  sois  ovejas  de  Dios,  andáis  de 

125  un  rebaño  en  otro,  no  oiréis  la  voz  del  Señor,  y  no  la  oyendo, 
no  sois  de  El;  no  conoce  El  a  la  oveja  que  sólo  oye  la 
palabra,  porque  aquella  palabra  le  aplace  a  él.  Amar  a 
vuestros  amigos,  hacer  bien  a  quien  os  hace  bien,  no  es 
eso  ser  oveja  de  Jesucristo,  eso  quienquiera  lo  hace.  Si  yo 

130  quiero  bien  a  Pedro,  y  él  me  quiere  bien,  pocas  gracias. 
Amar  a  vuestros  enemigos,  amar  y  querer  bien  a  quien 
os  quiere  mal,  esto  es  ser  oveja  de  Jesucristo. 

Mis  ovejas,  dice  el  Señor,  oyen  mi  voz.  Estáis  vos  ene- 
mistado o  andáis  vos  fornicando,  hozáis  vos  en  las  vani- 

135  dades  de  este  mundo,  y  díceos  Dios:  No  fornicarás,  ama- 
rás a  tu  prójimo,  no  jurarás  mi  nombre  en  vano.  Y  vos, 


101  de  om.  O  |  mala]  y  de  muy  mal  sonido  add.  O  \\  102-103  con  gran  re- 
gocijo om.  O  ||  103  tañía  la  trompetilla]  estaba  tañendo  O  ||  104  fuese]  era  O  || 
105  a  om.  O  ||  1054106  aquel  pastor  llamaba  O  ||  107  que,  om.  O  ||  108  en]  to- 
dos add.  O  |  conoce  om.  O  |  yj  conoce  O  ||  109  conocen  om.  O  ||  111  mucho  O  | 
<1  puerco  hozando  O  |l  112  mucho  0  |  el  om.  O  ||  117  y,]  tú  add.  O 

122  Vengáis  O  ||  123  estáisos  O  ||  124  andáisos  O  ||  127  aquella,]  Ja  O  || 
130  i>oca>  gracias  si  él  me  quiere  bien  a  mí  O  ||  132  nos  O  |  mal]  hacer  bien 
a  quien  mal  nos  quiere  add.  O 


ice,  Cf.  Is.  i,  3. 

129  Mt.  5,  4  ;  Le.  6,  33. 

132  Mt.  ,s,  44  ;  Le.  6,  27  ss. 

136  Cf.  Ex.  20,  2-17  ;  Deut.  5,  0-21  ,  Mt.  5,  21  ss. 


264  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


como  mala  oveja,  no  elejáis  de  comer  y  pacer  y  hozar  en 
las  enemistades  y  carnalidades 

¿Quieres  conocer  si  eres  oveja  de  Jesucristo?  Pues  mira 

1^0  si  te  duele  perdonar  a  tu  prójimo,  y  oyendo  que  dice  Dios: 
"¡Perdona!",  sí  perdonas.  ¿Sábete  bien  la  carne?  Pues  mira, 
si  en  diciéndote  Dios:  No  fornicarás,  te  apartas  de  ello,  si 
empezares  a  aborrecer  el  fornicar,  si  amares  perdonar,  si 
deseares  caridad  con  el  prójimo,  si  te  pareciere  mal  el 

1*5  jurar  y  blasfemar,  cree  que  eres  del  rebaño  de  Jesucristo, 
cree  que  no  te  perderás,  cree  que  tiene  gran  cuidado  de  ti 
Jesucristo. 

Mis  ovejas  oyen  mi  <ooz,  et  ego  cognosco  eas:  y  yo  las 
conozco.  Si  oís  la  palabra  del  Señor,  si  hacéis  lo  que  Je- 

150  sucristo  os  manda,  si  conocéis  la  voz  de  vuestro  pastor, 
dice  el  Señor:  Yo  las  conozco  a  ellas.  Ellas  andan  vestidas 
de  mi  vestido,  y  yo,  como  buen  pastor,  vestido  del  suyo. 
Oyen  mi  palabra,  ellas  pacen  en  mi  dehesa  y  comen  de  mi 
yerba,  conózcolas,  guárdolas  yo.  Et  sequuntur  me:  y  sí- 

155  guenme.  Por  donde  vo[y]  yo  van  ellas;  adonde  estoy  yo 
están  ellas;  no  me  pierden  paso  las  buenas  ovejas.  Las  que 
conocen  a  su  pastor,  de  cualquiera  manera  siguen  a  su 
pastor;  va  el  pastor  por  breñales  y  espinas,  y  va  la  oveja 
coja,  y  aquí  se  deja  el  pedazo  de  la  lana,  acullá  se  rompe 

160  el  pellejo,  y  como  puede,  cansada  como  está,  siempre  sigue 
a  su  pastor. 

¡Oh  pastor  bendito,  y  cómo  curáis  vos  la  ovejita  coja 
y  cansada,  cómo  volvéis  por  el  cristiano  que  os  va  siguiendo 
y  va  cansado  y  sudando  y,  como  puede,  no  deja  de  seguir 
165  vuestros  pasos!  ¡Cómo  y  con  qué  amor  volvéis  vos  a  él  y 
tomáis  a  cuestas  sus  trabajos,  y  le  ayudáis  a  pasar  el  ca- 
mino, y  le  ponéis  miera  adonde  la  ha  menester,  como  buen 
pastor ! 

Pues  el  pecador  que  le  sigue  por  el  mismo  camino,  mi- 
170  rando  cuánto  debe  a  tan  buen  Señor,  mirando  cómo  le  apa- 
cienta en  las  buenas  yerbas,  mirando  cómo  le  ama  y  cómo 
por  su  amor  pasa  lo  que  pasa,  el  que  no  mira  que  nadie 
le  mira,  ésta  es  la  oveja  que  sigue  a  Dios.  Diga  el  mundo 
lo  que  quisiere,  hable  el  mundo,  que  mundo  es.  Sigámosle 
1^5  en  fe  y  en  verdad.  Vamos  como  ovejitas,  que  les  van  las 
ramas  y  espinas  del  monte  quitando  la  lana,  y  ellas  siempre 
van  adelante.  Persíganos  el  mundo,  mofe  el  mundo,  pida 
lo  que  quisiere,  y  nosotros  sigamos  a  Jesucristo.  No  os 
turben  las  cosas  del  mundo;  no  os  desasosiegue  lo  que 


137  comer]  hozar  O  |  y  hozar  om.  O 
142  en  om.  O  ||  145  que  om.  O 

152  y]  e  O  ||  195  yo  voy  O  'j|  158  la  ovejita  va  O  ||  159  y  om.  O  |  acuya  O 
167  donde  O 

169  camino  om.  O  ||  172  lo  que  pasa  om.  O  ||  176  espinas  y  ramas  O  || 


15-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  DE  PASIÓN 


265 


L80  dijere  el  mundo.  Dicí  al  Señor:  "Oveja  vuestra  soy;  el  diablo, 
mi  enemigo;  carne  me  combate;  el  mundo  me  persigue;  y, 
con  todo  esto,  ego  non  sum  turbatus,  te  pastorem  sequens". 
Decía  Hieremías:  No  me  turbo  yo,  no  me  desconsuelo  yo, 
no  me  aflijo,  llevando  a  vos  por  mi  pastor.  Id,  Señor,  vos 

L85  por  donde  quisiéredes,  llevadme  a  donde  quisiéredes;  con- 
suélame, Señor,  que  sois  vos  mi  pastor. 

Si  os  persigue  la  carne,  capitán  y  pastor  tenéis  limpio 
y  casto,  no  os  turbéis.  Si  os  mofa  el  mundo,  mofalde  vos, 
seguí  al  Señor  por  todo  el  camino.  ¡Señor!  Yo  no  soy  tur- 

L90  bado  en  todas  mis  tribulaciones,  llevándoos  a  vos  por  pastor. 
Et  diem  hominis  non  desideravi.  Señor,  no  quise,  en 
cuanto  hice,  mirar  a  nadie,  no  recebí  loa  de  nadie,  no  es- 
cuché al  mundo  porque  me  deshonrase,  ni  menos  porque 
me  honra;  no  pasaba  yo  los  trabajos  mirando  a  quien  me 

L95  miraba,  sino  vos  sabéis,  Señor,  que  siempre  os  seguí  yo 
por  vos  y  en  vos;  a  vos  seguía  yo;  a  vos  amaba  yo;  de 
vuestra  yerba  y  en  vuestra  dehesa  me  apacentaba.  Yo  no 
deseé  honra  para  mi  en  los  pasos  que  por  vos  daba,  ni  me 
turbaba  yo  en  vuestro  camino,  Señor,  ni  hice  caso  de  todo 

!00   el  mundo. 

Seguí  a  Jesucristo,  mirá  las  pisadas  del  pastor.  No  quie- 
ras dejar  a  tu  pastor  por  el  mal  paso  y  irte  tú  por  el  bueno 
y  por  las  plazas  anchas.  No  cures  del  mundo  en  cuanto  y 
cuantos  estropiezos  te  pusiere;  sigue  siempre  a  Jesucristo; 

06  mira  las  pisadas  del  pastor.  La  oveja  a  su  pastor  sigue, 
tras  su  pastor  se  va.  Señor,  no  me  aflijáis  vos,  no  me  pidáis 
vos  lo  muncho  que  os  debo,  no  queráis  vos  ponerme  en 
cuenta  el  desagradecimiento  que  tengo  y  he  tenido  a  vues- 
tros beneficios.  Non  sis  mihi  formidini,  spes  mea,  in  die 

no  afflictionis  meae.  En  mis  pasiones,  en  el  día  de  mi  tribu- 
lación, no  me  ponga  la  aspereza  de  vuestro  camino  temor, 
no  me  haga  tornar  atrás  el  peso  de  vuestra  cruz.  Sígaos 
yo,  Señor.  Sigamos  en  verdad  y  amor,  vénganos  lo  que 
nos  viniere:  persecución  del  mundo,  tribulación  de  carne, 

*15  guerra  del  demonio.  Sea  de  mí  lo  que  fuere,  no  me  seáis 
vos  a  mí  temor.  No  tenga  yo  temor  de  haberos  ofendido; 
y  sea  lo  que  fuere  de  mí. 

Ansí  se  sigue  el  Señor.  Id  por  el  camino  del  Señor,  no 

180  Deci  O  |  demonio  O  ||  182  persequens  O  ||  184  llevándoos  O  ||  184-186  Id 
Señor  -  mi  pastor]  om.  O 
187  y  pastor  om.  O 

191  desideravit  VO  ||  194  quien]  me  add.  O  \\  196  yo;  de]  y  en  O  \\  197  en] 
de  O 

205  mira -pastor]  om.  O  ||  206  se  om.  O  ||  207  vo^  om.  O  |  mucho  O  )\ 
208  he  om.  O  |  vuestros]  tus  O  |l|  211  esperanza  V  \\  212  Sígnaos  V  ]|  213  y]  en 
add.  O  ||  217  y  om.  O  |  de  mí  lo  que  fuere  O 


T84  Ier.  17,  16. 
191    Ier.  17,  16. 


311    Cf.  Ier.  17,  17. 


266 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mirando  quién  os  mira,  ni  al  mundo,  sino  sólo  que  no  nos 
220  sea  temor  Jesucristo,  que  no  nos  ponga  su  ofensa  temor, 
no  nos  halle  el  Señor  en  lugar  de  temor,  no  contra  El,  no 
fuera  de  su  rebaño.  Invenit  eos  in  loco  horroris  et  in  loco 
solitudinis.  Hallólos  en  lugar  espantoso  <y  en  lugar  solo; 
hallólos  fuera  de  su  rebaño;  no  pacían  de  su  dehesa;  an- 
225   daban  en  tinieblas  y  fuera  de  su  camino.  ¿No  andáis  con 
vuestro  pastor?  ¿No  seguís  a  Jesucristo?  Andáis  en  lugar 
solo  y  lleno  de  terror.  Halló  las  ovejas  que  no  eran  suyas 
en  lugar  lleno  de  temor.  Seguir  al  Señor  es  señal  de  oveja 
suya;  seguir  en  verdad  al  Señor,  con  trabajos,  con  fatigas, 
230    en  enfermedades,  en  pasiones,  esto  es  señal  de  oveja  suya. 

Niéguese  a  sí,  tome  Qui  vult  venire  post  me  abneget  sé- 
sil cruz  y  sígame  metipsum  et  sequatur  me.  El  que 
quisiere  ser  mi  oveja  niéguese  a  sí, 
venda  su  hacienda,  véndalo  todo  y  sígame.  Vendé  toda 

235  vuestra  hacienda,  que  son  vuestras  afecciones;  trocá  toda 
vuestra  hacienda  por  hallar  esta  piedra  preciosa.  No  mi- 
réis al  mundo  que  os  diga:  loco;  que  os  corran  por  las  ca- 
lles: "¡Al  loco,  al  loco!"  Vendé  las  carnalidades  por  la  cas- 
tidad, las  risas  y  juegos  por  la  temperancia  de  palabras, 

240  el  murmurar  por  el  callar  y  honrar  al  prójimo,  la  enemis- 
tad por  la  amistad  y  caridad.  Toda  vuestra  hacienda  tro- 
calda  y  vendelda  por  esta  piedra  preciosa.  No  tengáis  en 
nada  al  mundo.  Si  os  dice  que  sois  loco,  no  os  turbéis;  y 
que  vendéis  lo  que  tenéis,  y  que  sois  desatinado;  y  que 

245  unos  ríen  y  vos  lloráis,  otros  se  huelgan  y  vos  triste,  otros 
favoridos  y  vos  desamparado,  otros  ricos  y  vos  pobre:  "¡Al 
loco!  ¡Que  se  ha  tornado  loco!"  Decildes  vos:  "Tú  eres 
loco  y  yo  soy  cuerdo;  y  plega  a  Dios  que  conozcas  tu  locu- 
ra para  que  tomes  seso,  como  yo  le  voy  tomando". 

250  Vendé  lo  que  tuviéredes;  no  estimé  [i]  s  la  honra  sino  en 
Jesucristo;  no  améis  la  riqueza  sino  en  Jesucristo.  Pensá 
cuán  presto  se  pasa  el  mundo.  Pensá  cuánto  bien  puede 
dar  el  mundo;  si  aunque  lo  dé  todo  a  uno,  si  estará  con- 
tento. Mirá,  si  pidiesen  a  un  hombre:  ¿Qué  es  lo  que  que- 

255  réis?,  ¿qué  pidiría?  Estar  en  una  tierra  que  no  hobiese 
frío,  ni  calor,  ni  hambre;  que  tuviese  munchas  riquezas, 
munchas  mujeres,  todo  cuanto  se  puede  imaginar.  Mirá 
bien  las  locuras  que  pidiría,  mirá  cuánto  contento  le  darían 
si  supiese  que  le  han  de  durar  poco.  ¿Qué  se  le  daría  que 


229  con  fatigas,  con  trabajos  O 

231  abnegat  O  ||  242  veudedla  O  |J  244  y3  om.  O  |l  246  favorecidos  O  ¡|  247  De- 
cidles O  |  eres]  el  add.  O  \\  248  yo]  soy  el  add.  O 

250  tuvieres  O  ||  2S1  ames  O  ]|  253  a  uno]  aun  no  O  |  255  no]  ni  O  ||  257  mu- 
chas O  |l  258  pedirla  O  ||  260  se]  le  add.  O 


223    Cf-  Deut.  32,  io. 


234    Cf.  Mt.  16,  24  ;  Le.  q,  23. 


15.     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  DE  PASIÓN 


«0  se  hiciese  todo  a  su  voluntad  acá,  si  supiese  que  después 
que  se  muera  no  se  ha  de  hacer  para  siempre  la  suya? 

Hombre,  ¿de  qué  te  engañas?,  ¿en  qué  te  empleas? 
Oveja,  torna  al  pastor,  mira  el  camino  del  pastor,  sigúele 
por  donde  va.  Vende  cuanto  tienes.  Mira  que  esta  joya  la 

>35  has  de  comprar  con  lo  que  más  te  doliere.  ¡Oh  hombre 
casto,  oh  paciente,  oh  caritativo!  ¡Qué  gozo  sientes  en 
amar  el  Señor  y  en  seguir  al  Señor! 

El  que  quisiere  ser  mi  oveja,  el  que  quisiere  ser  mío, 
niegúese  a  si,  no  piense  en  sí,  no  quiera  lo  que  el  Señor  no 
quiere.  La  oveja  que  va  paso  ante  paso  tras  de  su  pastor, 
no  errará  camino.  Va  el  Señor  por  calle  angosta,  y  tú,  por 
calles  y  plazas  anchas;  no  saldrás  al  camino.  Niéguese  a 
si.  No  estribes  en  tus  razones;  piensa  que  no  sabes  nada; 
deja  hacer  al  Señor. 

¿Seguís  al  Señor  sin  cruz?  Pues  no  vais  tras  El.  Múñ- 
enos se  venían  cuando  predicaba  en  los  montes,  en  el  campo 
y  en  los  templos,  y  de  cuantos  siguieron  entonces  no  hubo 
uno  que  le  ayudase  a  llevar  la  cruz.  La  cruz,  dice  el  Señor, 
que  le  ayudéis  a  llevar.  Ni  por  dineros  ni  por  ruegos,  nun- 

80  ca  hallaron  quien  le  ayudase  a  llevar  la  cruz,  sino  por  fuer- 
za hicieron  a  Simón  Cirineo  que  se  la  ayudase  a  llevar.  En 
los  placeres,  en  las  amistades,  en  las  misericordias,  todos, 
le  siguen,  todos  confían  en  su  misericordia,  y  no  hay  nin- 
guno que  le  ayude  a  llevar  la  cruz.  No  hay  quien  pueda 

&5  sufrir  que  le  quiten  lo  que  algo  le  duele.  No  hay  quien 
sufra  a  su  prójimo  con  paciencia.  No  hay  quien  se  aparte 
del  mal  por  Jesucristo  y  le  ayude  a  llevar  la  cruz. 

¡Oh!  Mal  galgo,  que  siguió  a  la  liebre  por  el  llano,  y 
porque  se  le  entró  por  unas  espinas  deja  la  liebre  y  vuélve- 

9°  se  sin  ella.  De  esa  manera  seguís  a  Jesucristo.  Seguís  sus 
pisadas  por  llano;  amáis  sus  misericordias,  holgáisos  con 
los  consuelos;  y  porque  se  os  mete  por  las  espinas,  dejáis 
a  Jesucristo;  porque  os  pone  en  una  tribulación,  porque  se 
os  esconde  para  conocer  quién  sois  sin  El,  decís  luego: 

95  "Háseme  escondido,  ya  no  me  quiere,  ya  no  me  consuela"; 
perdéis  luego  el  rastro;  luego  decís  que  os  castiga,  que  os 
ha  quitado  la  gracia.  No  así,  no.  Entrá,  buen  galgo,  en  la 
zarza,  que  luego  sacaréis  la  liebre.  Entrá  sin  temor,  entrá 
en  las  espinas,  aunque  pensáis  que  os  habéis  de  espinar, 

264  joya]  que  add.  O  |l  267  el]  al  O 

270  de  om.  O  ||  271  el  om.  O  |  calles  angostas  O  H  272  calles  y  om.  O  || 
274  al  Señor  hacer  O 

275-276  Munchos  se  venían]  Muchos  le  seguían  O  ,¡  276  montes]  y  cnííi.  c)  |[ 
277  y,  mas  O  ¡  cuantos]  le  add.  O  ||  278  oue]  le  add.  O  |  la  cruz  !e  r.yudase 
a  llevar  O  [¡  287  la]  su  O 

288  á  om.  O  |  el]  lo  O  ||  289  l>or]  entre  O  ||  291  andáis  V  ||  292  por  om.  O.  || 
296  perdéislí  O  \\  297  ansí  O  ||  299  penséis  O  ||  302  entrá  en  los  trabajos 


281    Le.  23,  26. 


26S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


300  que  ahí  hallaréis  al  Señor;  entra  en  los  trabajos,  que  se 
ha  metido  para  que  le  busquéis;  entrá  en  los  trabajos,  en- 
trá  en  vencer  la  carne,  en  desechar  al  demonio;  entrá  en  la 
carne,  que,  si  entráis,  tené  por  cierto  que  ahí  se  entró, 
pensá  que  ahí  lo  hallaréis. 

305  "Si  vienes  tras  mí,  ven  sin  ti.  No  pienses  en  ti;  haz 
cuenta  que  no  eres".  No  tengas  en  nada  espinarte,  que 
ahí  está  el  Señor.  ¿Qué  fuera  de  ti,  cristiano,  si  Jesucristo 
dijera:  "Quiero  ir  a  salvar  el  mundo  por  lo  llano,  pero  si 
hay  espinas  no  quiero"?  ¿Qué  fuera  de  ti?  ¿Qué  hicieras 

310  tú  si  Dios  no  se  pusiera  contra  todo  el  mundo  y  se  entrara 
rascuñado  por  las  espinas  y  trabajos  que  pasó?  ¿Qué  fue- 
ra de  ti  si  El  no  quisiera  pasar  trabajos  y  si,  habiendo 
llegado  al  paso  de  la  muerte,  no  dijera:  Hágase,  Padre, 
como  tú  quisieres  y  no  como  yo  quiero;  y  si  no  quisiera 

315  que  le  espinara  la  espina  de  la  pobreza,  de  la  paciencia  y 
de  la  caridad  que,  con  todo  cuanto  pasaba,  tenía  para  per- 
donarlos? ¿Y  sabéis  a  cuánto  llegó?  Que  lo  coronaron  de 
espinas,  lo  azotaron,  lo  escupieron,  lo  mofaron  y  le  hicie- 
ron mil  justicias  que  no  se  pueden  escribir  ni  contar,  y  al 

320  fin  no  pararon  hasta  ponello  en  la  cruz.  Pero  si  Jesucristo 
dijera,  como  tú,  que  no  se  quisiera  meter  por  espinas,  ¿qué 
fuera  de  ti?  Y  si  por  ti  se  metió  el  Señor  de  los  señores 
por  tan  grandes  trabajos,  ¿qué  muncho  que  tú  te  metas 
siquiera  por  alguno  de  ellos?  Sigúele  y  conocerás  que  eres 

325   su  oveja. 

Va  una  mujer,  de  esas  que  vosotros  decís  galanas,  por 
la  calle,  y  deja  la  calle  muy  oliendo  a  almizque  y  a  mil 
olores  que  no  se  quitan  tan  presto,  y  requebráisla  y  todos 
tenéis  contento  de  vella  y  de  oler  sus  olores.  Y  pasa  y  ha 

330  pasado  Jesucristo  por  esa  misma  calle,  y  hala  paseado  con 
la  cruz  a  cuestas,  derramando  sangre,  y  no  hay  nadie  que 
huela  la  sangre  de  Jesucristo.  ¡Oh  sangre  preciosísima! 
¡Y  cuán  mal  hueles  al  mundo!  No  hay  quien  quiera  seguir 
vuestras  pisadas.  Derramar  sangre  por  vos,  Señor,  muy  dí- 

335  ficultoso  se  le  hace  al  mundo.  ¡Oh  casto,  oh  paciente! 
¡Cuánto  gozo  recibes  con  la  sangre  del  Redemptor  tuyo!  ¡Qué 
consuelo  te  es  a  ti  perdonar  al  que  te  ha  injuriado!  ¡Cómo 
te  huele  la  sangre  y  pasión  de  Jesucristo!  ¡Cómo  te  son 
luz  de  tus  ojos  las  pisadas  del  Señor!  La  lumbre  para  mis 


om.  O  ||  303  tened  O  |  se  om.  O 

307-308  dijera  Jesú  O  ||  308  Yo  om.  O  |¡  314  quieres  O  ¡|  315316  y  de  om.  O  \\ 
317  lo]  le  O  ||  318  espinas]  y  add.  O  |  lo  mofaron,  Jo  escupieron  O  ||  319  es- 
crebir  O  ||  323  por]  en  O  |  tan  grandes]  tantos  O  \  mucho  O  ||  324  siquiera 
om.  O 

326  decís  vosotros  O  ||  327  muy  om.  O  |  a,]  de  O  |  almizcle  O  |  a,  om.  O  || 
328-329  y  requebráisla  -  sus  olores]  om.  O  ||  330  y  om.  O  |  hala  O  [pascado] 


314     Lo.   22,  J>2. 


15.     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  DE  PASIÓN 


269 


340  pies  son  tus  pisadas,  dice  David.  A  David  no  le  picaban 
las  espinas,  no  se  le  hace  dificultoso  el  camino,  no  huye  de 
los  trancos  que  Jesucristo  pasó,  pues  confiesa  que  todas  sus 
pisadas  fueron  lumbre  para  sus  pies;  no  tenía  en  nada  que 
el  mundo  le  dijese  que  era  loco,  porque,  dejando  las  anchu- 

345  ras  y  plazas  del  mundo,  se  iba  a  pasar  por  las  angosturas 
de  Jesucristo. 

Quien  viniere  tras  mí,  déjese  a  sí.  A  Jesucristo  no  se 
siga  por  sus  razones  ni  por  su  saber.  Hay  unos  hombres 
que  quieren  saber  y  sacar  lo  que  de  una  cosa  les  puede  su- 

350  ceder:  si  hago  esto,  venirme  ha  esto;  si  perdono  al  otro, 
venirme  ha  la  deshonra;  si  gano  estotro,  venirme  ha  lo  otro; 
o  si  me  diese  Dios  hijos... 

¡Oh  malaventurado  de  ti!  ¿Qué  piensas?  ¿Qué  concier- 
tas? ¿Qué  pides?  Estás  agora  en  paz,  siendo  pobre,  ¿y  pides 

355  guerra  con  riquezas?  Quítate  Dios  una  cosa  en  que  tenías 
puesta  tu  esperanza,  porque  ve  El  cuánto  te  ha  de  dañar, 
y  para  que  la  pongas  en  sólo  El,  ¿y  esto  lloras?  Quiérete 
Dios  salvar,  y  tú  dices  que  te  quiere  mal.  Pides  condenación 
para  tu  ánima,  y  dices  que  te  quiere  mal  porque  no  te  la  da. 

360  No  sabemos  pedir  ni  lo  que  deseamos,  dice  San  Pablo.  La 
oveja  vaya  donde  su  pastor  la  llevare,  no  busque  pasto  por 
ai,  porque  no  se  aleje  el  pastor,  y  después  llame  y  no  oiga 
su  voz. 

Munchas  cosas  pedimos  a  Dios;  no  nos  las  concede  por- 
365   que  ve  que  pedimos  nuestro  daño.  Conoce  bien  nuestra  en- 
fermedad; es  muy  buen  médico,  que  acierta  muy  bien  nues- 
tra enfermedad,  y  cúrala,  como  la  conoce,  con  medicina, 
conforme  a  la  llaga  que  tiene.  ¿No  sería  loco  un  enfermo 
que  dijese-  al  médico:  De  esta  manera  me  habéis  de  curar, 
370   y  esta  enfermedad  tengo  y  cúrase  de  esta  manera?  ¿No 
sería  loco,  y  le  diría  con  razón  el  médico :  "Esta  enfermedad 
tenéis  y  sélo  yo  mejor  que  vos,  esto  es  lo  que  habéis  me- 
nester, dejaos  curar,  y  si  no,  morios?"  Es  Dios  médico 
verdadero  y  quiéreos  curar  con  pobreza,  con  trabajos,  con 
375   enfermedad  y  deshonra,  y  decís  vos:  "Señor,  salud  para 
serviros".  Quiéreos  El  enfermo,  para  que  con  la  enfermedad 
no  sólo  no  hagáis  ofensas  de  nuevo,  pero  os  arripintáis  de 


esa  calle  add.  O  ||  334  pisadas]  El  add.  O  ||  340  pisadas]  palabras  O  ||  345  pla- 
zas y  anchuras  O  |  pasear  O 

347  viene  O  |  déjese  a  sí.  A]  dija  O  ||  348  sigua  O  |  ni]  y  O  ||  349)  sacar  y 
saber  O  ||  360  el  O  ||  351  venirme  ha  lo  otro]  vendráme  estotro  O 

354  agora  O  [|  356  puesta]  toda  add.  O  ||  357  eso  O  ||  35^359  pides  conde- 
nación-quiere mal]  om.  O  |]  359  da]  Déjate  a  ti  add.  O  ||  360  Pablo]  ad 
Rom.  o  add.  V 

364  Muchas  O  ||  373  muríos  O  |]  375  deshonras  O  ||  377  arrepintáis  O  || 


ÍPs.  118,  5. 
360   Cf.  Rom.  8,  26. 


270  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


las  que  habéis  hecho  y  las  lloréis;  y  decís  vos:  "Olvidádome 
ha  Dios,  pues  que  no  me  da  salud". 

380  No  sabéis  pedir  lo  que  deseáis.  Deseáis  descanso  sempi- 
terno, deseáis  gozo  inefable,  y  pedís,  para  sanar  de  la  enfer- 
medad que  tenéis,  gollorías.  No  sabéis  pedir  lo  que  deseáis. 

Si  con  Jesucristo  fuéredes,  id  sin  vos.  Señal  de  oveja  de 
Jesucristo,  oír  su  voz  y  seguille.  "Mí  oveja  sigúeme  a  mí". 

385  Si  no  conocéis  pastor,  si  no  conocéis  médico,  si  perseveráis 
en  querer  seguiros  a  vos,  dejaros  ha  y  daros  ha  por  castigo 
que  sirváis  a  dioses  ajenos.  Hieremías:  Serviré  te  faciam 
inimicis  tuis  in  térra  quam  ignoras.  Yo  haré  que  idolatres. 
Yo  haré  que  nunca  estés  contento,  sino  que  sirvas  a  tus 

390  enemigos.  Ponerte  he  un  propio  parecer,  seguirte  por  tu  pro- 
pia razón  a  donde  no  sepas  qué  es  lo  que  te  conviene.  Yo 
haré  que  pidas  y  desees  que  se  cumpla  lo  que  te  daña.  Pe- 
dirás riquezas,  pedirás  consuelos,  pedirás  por  tu  propio  pa- 
recer que  te  aparte  Dios  de  trabajos,  y  estos  dioses,  porque 

395  ansí  lo  has  querido,  haréte  que  los  sirvas  in  térra  quam 
ignoras. 

Deseallos  has,  y  pensarás  que  todo  es  para  servicio  de 
Dios,  y  engañarte  has,  porque  quiere  el  Señor  de  las  ovejas 
que  le  sigan  a  El,  que  a  sólo  El  imiten,  y  quiere  que  en  todo 
40o  se  cumpla  su  voluntad  en  ellas,  en  espinas,  en  pasos  traba- 
josos, en  angustias,  en  cruz.  Siempre  sea  la  lumbre  de  tus 
pies  Jesucristo.  Y  entonces  verás  cierto  debajo  de  qué  reba- 
ño estás  y  qué  pastor  te  aguarda,  y  cuya  yerba  paces  y  en 
qué  dehesa  te  apacientas. 

405  Los  pastos  del  cielo  Et  sequuntur  me,  et  vitam  aeter- 
nam  do  eis,  et  non  peribunt  in  aeter- 
num.  No  os  penséis,  ovejitas,  que  os  quedaréis  ansí.  Seguid- 
me, que  no  andaréis  desconsoladas.  Yo  daré — dice  el  Señor — 
a  mis  ovejas  la  vida  eterna,  yo  las  apacentaré  en  unos  montes 

410  muy  viciosos,  muy  fértiles,  donde  no  les  falte  nunca  qué 
comer.  In  pascuis  uberrimis  pascam  eas  et  in  montibus 
excelsis  erunt  pascua  eorum  et  ibi  requiescent  in  herbis  vi- 
rentibus.  En  mi  divinidad,  en  aquella  infinita  bondad,  en  la 
infinita  luz,  allí  las  apacentaré  yo,  allí  les  daré  yo  el  manjar 

415  de  vida,  allí  gozarán  de  mí,  allí  pacerán  en  aquella  fertili- 
dad de  aguas,  en  aquellos  suavísimos  ríos  que  corren  agua 

378  que  habéis  hecho]  pasadas  O 

388  Yo]  Y  os  O  |  idolatréis  O  ||  389  estéis  O  ||  390  proprio  O  |  propria  O  || 
391  qué  es  om.  O  ||  392  que.,]  y  O  ||  393  -proprio  O  ||  395  así  O  j  haré  O 
.398  ix>rque]  pues  que  O  ||  403  guarda  O 

408  andaréis]  quedaréis  O  ||  409  yo]  y  O  ||  414  yo,  om.  O  ||  415  pacerán 


388    1er.  77,  4. 

407    Cf.  lo.  10,  27-28. 

413    Cf.  Ez.  34,  14. 


I.S-     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  DE  PASIÓN 


271 


de  infinita  bondad  y  suavidad,  allí  las  recrearé  yo  de  una 
parte  de  ángeles,  por  otra  de  santos,  de  otra  parte  de  vírgi- 
nes.  Allí  las  apacentaréis,  allí  pacerán  ellas,  y  a  su  placer; 

120  allí  ternán  aquello  que  nunca  acabaron  de  entender,  quod 
ñeque  oculus  vidit,  ñeque  auris  audivit,  ñeque  in  cor  ho- 
minis  ascendit.  Allí  gozarán  de  pastos  tan  dulces,  de  gozos 
tan  inefables,  que  se  queden  espantados  de  cuanto  Dios  les 
pusiere  a  la  mesa;  allí  no  habrán  ya  hambre  ni  cansancio; 

425  gozarán  y  pacerán  juntamente  de  tan  suavísimo  manjar, 
que  no  hay  quien  pueda  pensar  el  pasto  que  el  Señor  dará 
a  sus  ovejas. 

¡Y  que,  oyendo  esto,  no  me  den  fastidio  ni  asco  las  ollas 
de  Egipto!  ¡Gran  mal!  ¿Quién  hay  que  no  desee  ser  oveja 

430  de  Jesucristo  ?  Si  alguno  hay  que  no  lo  es,  no  salga  de  aquí 
sin  sello,  no  salga  de  aquí  sin  esperanza  de  gozar  del  pasto 
tan  excelente  que  el  Señor  da  a  sus  ovejas. 

Apasiónenos  ya  andar  con  tal  pastor  como  es  el  demo- 
nio. Mire  a  dónde  Dios  lleva  a  apacentar  sus  ovejas,  in 

433  montibus  altis;  son  más  altos  que  el  cielo,  son  mucho  más 
altos;  distan  estos  montes  tanto  del  cielo,  como  dista  de  la 
tierra  el  cielo,  y  los  infiernos  de  la  superficie  de  la  tierra. 
In  montibus  altis.  En  la  altura  del  Padre,  allí  gozará  de 
aquella  conversación  suavísima  de  la  Santísima  Trinidad, 

440  aquella  agua  clarísima  de  su  unidad  en  esencia;  allí  se  le 
hará  muy  claro  lo  que  acá  se  le  hacía  muy  escuro:  en  los 
montes  altos.  —Y  el  demonio,  ¿dónde  apacienta  las  su- 
yas. — En  una  hondura  la  más  obscura  y  temerosa,  la  más 
espantable  que  se  puede  imaginar.  ¿Pues  por  qué  queremos 

445  ser  del  demonio?  ¿Por  qué  nos  sabe  su  pasto  tan  bien,'  y, 
llamándonos  el  buen  Pastor,  no  le  oímos,  sino,  encenaga- 
dos en  aquel  manjar  malo,  hacemos  peor  que  puercos? 

Nadie    arrebatará    Mis  ovejas  me  siguen.  Yo  les  doy  la 
al  buen  Pastor  sus    vida  eterna,  y  no  se  perderán  para 
450  ovejas  siempre.  ¿Quién  habrá  que  pueda  con 

una  oveja  de  Jesucristo?  ¿Adonde 
se  quedará,  que  no  torne  el  Señor  por  ella?  No  se  cairá  ya 
de  su  mano.  Ni  hambre,  ni  hartura,  ni  frío,  ni  calor,  ni  do- 
lor, ninguna  cosa  las  apremiará.  Terné  yo  tanto  cuidado 


en]  gozarán  de  O  ||  417  recrearé  yo]  cercaré  O  ||  418  por]  de  O  |¡  419  apacen- 
taréis] apacentaré  yo  O  |  y]  allí  tomarán,  allí  pacerán  O  j¡  425  juntamente] 
sumamente  I"  |¡  426  quej  y  I' 

428  esto]  qué  pasto  dará  Dios  a  sus  ovejas  add.  O  |  ollas]  podridas  add.  Q  || 
429  Gran  mal  om.  O  \\  431  del]  de  tal  O  ||  432  tan  excelente  que]  como  O 

434  a  om.  O  ||  435  altis]  en  los  montes  altos  add.  O  |.|  436  altos]  que  el  cielo 
add.  O  \  de  om.  O  \\  437  el]  del  O  ||  440  divinidad  V  ||  441  obscuro  O  ||  .142  su- 
yas] sino  add.  O  ||  446  oíamos  O  ||  447  manjar]  pasto  tan  O 

452  torne]  quede  V  ||  454  les  O 

422    Of.  i  Cor.  2,  9. 


272 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


455  de  mis  ovejas,  que  ya  no  ternán  temor  de  perecer.  Yo  bus- 
caré mis  ovejas  y  las  visitaré.  Pornélas  donde  lobo  nin- 
guno las  pueda  tocar.  Librarlas  he  de  todos  los  peligros  en 
que  se  puedan  perder. 

¡Oh  ovejas  de  Jesucristo!  ¡Oh  siervos  de  Jesucristo!  ¡Qué 

460  guarda  que  tenéis!  ¿Qué  habéis?,  decí.  ¿Qué  teméis?  Ya  es 
muerto  el  diablo;  ya  no  hay  lobo;  ya  no  hay  que  temer. 
¿Quién,  si  seguís  a  Jesucristo,  os  podrá  derribar  de  donde  El 
os  pondrá?  Si  os  ha  puesto  en  gracia,  y  con  ella  no  estáis 
fuertes,  poneros  ha  muncha  más,  para  fortaleceros.  Alegraos, 

465  que,  si  alguna  vez  cayéredes,  buen  pastor  tenéis  que  vol- 
verá y  os  sacará  del  barranco.  ¡Qué  placer  tenía  el  diablo 
cuando  vió  caído  a  David!  Pero  como  David  era  oveja  de 
Dios,  aunque  abarrancase,  díjole:  "No  te  alegres,  que  buen 
pastor  tengo,  que  no  me  olvidará;  él  me  sacará  de  donde 

470  yo  estoy".  . 

Piensa,  ovejita;  piensa,  pecador,  que  si  te  quieres  po- 
ner, si  quisieres  volver  al  rebaño  del  Señor,  que  de  tu  pe- 
cado sacará  el  Señor  misericordia.  Para  todos  habrá  reme- 
dio bueno.  Espera  en  su  misericordia  y  en  su  pasión.  Pien- 

475  sa,  si  te  hallas  fuera  de  la  manada,  qué  es  lo  que  pasó  por 
ti,  para  traerte  a  pacer  en  su  dehesa.  Piensa  cuánto  desea 
darte  su  yerba,  y  no  ternás  temor  de  venir  a  El  coja  o  como 
quier  que  estuvieres,  a  que  te  cure.  Y  si  te  hallas  que  has 
caído,  yendo  cansada,  de  esa  caída  hallarás  la  gran  mise- 

480  ricordia  del  pastor;  aunque  hayas  pecado  hallas  y  hallarás 
misericordia.  Y  esto  si  no  te  vas  tú.  Y  si  te  vas,  dice  Augustín 
que  miris  modis  reddit  Deus  voluntarios,  por  mil  maneras, 
por  muy  maravillosas  maneras  hace  Dios  que  el  hombre  le 
quiera.  Vásele  la  oveja,  y  El  con  predicadores,  con  miseri- 

485  cordias,  con  halagos,  con  amenazas,  con  enfermedades,  mi- 
ris modis,  de  munchas  e  infinitas  maneras  os  llama. 

■ — ¡Oh  qué  guarda!  ¡Oh  qué  pastor!  ¡Oh  qué  pasto! 
¡Y  qué  palabras:  No  morirá  para  siempre!  ¿Quién  son  estos 
que  tanta  guarda  tienen?  ¿Quién  son  los  que  oyen  esto? 

490  — Ovejas  de  Jesucristo.  —¡Oh  siervos  de  Dios!  ¡Oh  ama- 
dores de  aquella  suma  Bondad!  ¡Y  qué  os  está  aparejado! 

455  temor]  cuidado  O  |]  457  tocar]  tomar  O  |  LibraUas  O  ||  458  pueden  O 

460  habéis]  tenéis  O  |  decí  om.  O  |  Ya  es]  Yace  O  ||  461  demonio  O  || 
462-463  El  os  pondrá]  Dios  os  ha  puesto  O  ||  464  mucha  O  |  para]  con  ella 
add.  O  ||  466  demonio  O  ||  470  yo  om.  O 

471  poner]  que  add.  O  ||  472  si)  te  add.  O  |  quisieses  O  ||  473  Señor  om.  O  || 
474  bueno  om.  O  ||  475  hallares  O  |  la  om.  O  |  es!  lo  que  om.  O  ||  476  para] 
por  O  ||  470  hallarás]  y  conocerás  add.  O  |  gran  om.  O  ||  480  aunque  hayas 
om.  O  |  hallas  y  om.  O  ||  481  vas2]  tú  add.  O  ||  484  y  El  om.  O  ||  486  mu- 
chas O  |  llama]  Dios  add.  o' 

480  esto]  y  hablan  que  son  add.  O  ||  490  de  Jesucristo]  suyas  O  |  siervo  O  || 


482  Cf.  San  Agustín,  In  lo.  Ev„  tr.  26,  c.  6,  2-4  :  ML  35, 
1607-1609. 


15.     MIÉRCOLES  DE  LA  SEMANA  DE  PASIÓN 


273 


Pluguiese  a  Dios  que  pudiésemos  decir:  "Todos  cuantos  aquí 
estamos  somos  ovejas  de  Dios.  ¡Si  pudiésemos  decir:  todos 
habernos  de  gozar  de  Dios,  todos  habernos  de  ser  guardados 
95  de  tal  pastor,  ninguno  se  perderá  para  siempre!"  ¿Quién 
oye  esto,  que  no  se  hace  amigo  de  Dios?  ¿Quién  no  desea 
ser  su  oveja? 

— 'Pues,  padre,  ¿qué  prenda  tenemos  para  conocer  esto 
será  ansí,  y  que  seremos  apacentados?  — San  Pablo:  Hanos 

00  dado  Dios  el  Espíritu  Santo.  Gran  señal  tenemos,  pues  que 
nos  ha  dado  el  Señor  aquel  fuego  que  abrasa,  aquel  fuego 
que  hace  encender  el  corazón  y  subir  a  los  montes  altos, 
aquél  viento  que  lleva  la  nave  adonde  El  va,  aquel  amor, 
aquella  caridad  encendida,  aquella  lumbre  que  ni  hambre, 

05  ni  tribulación,  ni  angustia,  ni  desnudez,  ni  peligro,  ni  per- 
secución, ni  cuchillo,  la  puede  apagar.  Estamos  muy  cier- 
tos que  ni  muerte,  ñeque  vita,  ñeque  angelí,  ni  principados, 
ni  potestades,  ni  grandezas,  ni  bajezas,  ni  otra  criatura, 
nos  podrá  apartar  de  Dios.  Efi  las  persecuciones,  nuestro; 

10  en  cárceles,  con  nosotros;  en  hambre,  nuestra  hartura;  en 
el  peligro,  nuestro  amparo;  en  la  persecución,  nuestro  con- 
suelo ¿Quién  nos  tiene  de  apartar  de  Jesucristo? 

Si  el  mundo  nos  ensalzare :  Jesucristo  está  en  la  cruz  por 
nosotros,  ¿quién  nos  ensalzará?  ¿Cómo  podrá  la  ovejita 

15  decir  que  puede  o  decir  que  quiere  ser  honrada,  viendo  al 
Señor  en  la  cruz,  muriendo  deshonrado  de  todas  las  gentes? 
La  muerte  no  nos  apartará  del  Señor.  ¿Qué  vida  nos  podrá 
apartar  de  la  muerte  del  Señor?  ¿Qué  muerte  nos  quitará  la 
vida  sempiterna?  No  habrá  cosa  que  nos  aparte  del  Señor. 

20  Hanos  Dios  enviado  el  fuego  que  tanto  abrasa,  que  no  hay 
agua  que  lo  apague.  Angeles  no  me  lo  quitarán.  Pues  luego 
grande  prenda  tenemos. 

Lleguemos  al  Señor;  bebamos  de  su  fuente;  apacenté- 
monos en  sus  prados;  amémosle.  Sacaréis  aguas  que  beber 

25  de  las  fuentes  del  Salvador,  dice  Esaías.  Refrescaréis  vues- 
tras llagas;  lavaréis  lo  podrido;  beberéis  de  aquella  agua 
suavísima  que  da  vida;  y  si  os  halláredes  fatigados,  tiene 
Dios  unos  montes  muy  altos,  que  da  el  sol  en  el  lado  de  ellos, 
y  de  la  otra  parte  hace  sombra  y  frescura.  Sentaos  a  la 

30  sombra.  Llegaos  al  Señor  y  decí:  Debajo  de  la  sombra  me 
asentaré,  allí  me  repastaré,  allí  descansaré  y  me  quitaré  el 

492  pudiese  yo  O  |  cuanto  O  ||  496  hace]  presto  add.  O 
499  ser  O  |  y  ora.  O  ||  503  donde  O  \\  509  las  ora.  O 

513  ensalzare]  encarcelare  O  ||  517  La  om.  O  ||  517-518  Qué  vida  nos  -  del 
Señor]  om.  O 

523  Llegamos  O  ||  526  aquel  O  ||  528  el  calor  om.  O  \\  529  y  frescura  om.  O  || 
530  llegaos  al  Señor  y  om.  O  |  decí]  al  Señor  add.  O  ||  531  mej  om.  O  ||  532  raon- 


500  1  Thess.  4,  8;  Rom.  5,  5. 
509   Cf.  Rom.  8,  35-39. 


525     Cf.  IS.   12,  3. 

531   Cf.  Cant.  2,  3- 


274 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


sudor.  Da  en  aquellos  montes  el  sol  de  justicia,  y  por  la 
otra  parte  hace  sombra  el  sol  de  misericordia.  Miraré  al 
Cordero  sin  mancilla,  miraré  aquel  Dios  omnipotente,  que 

535  por  nosotros,  sin  deber  nada,  quiso  ser  azotado  y  escarne- 
cido, y  sobre  todos  sus  trabajos  y  angustias,  crucificado 
Sentaréme  yo  a  esta  sombra.  Miraré  las  frescuras  de  ella; 
miraré  las  esperanzas  y  consuelos  que  hay  en  ella  para  pasar 
mi  camino  y  refrigerando  mis  llagas,  rociando  mis  pasiones, 

540  consolándome  con  el  desconsuelo  que  por  mí  el  Señor  pasó,  y 
mirando  que  mi  pastor,  sólo  por  sacar  mi  ánima  de  entre 
las  espinas,  porque  no  me  espinase,  quiso  El  entrar  en  ellas 
y  espinarse. 

Debajo  de  la  sombra  me  asentaré  y  allí  descansaré  para 

545  ir  tras  mi  pastor.  Oye  la  oveja  del  Señor  su  voz  y  sigúele, 
y  dícele  el  Señor:  Yo  les  doy  la  vida  eterna  iy  nunca  pere- 
cerán, y  no  habrá  nadie  que  me  las  arrebate  de  mi  mano. 
¡Oh  dichosas  ovejas  que  en  su  fortísima  mano  están!  ¡Oh 
cristiano!  Mira  quién  te  guarda;  mira:  si  eres  oveja  de  Je- 

550  sucristo,  sigura  estás  del  lobo.  El  dice:  No  habrá  nadie  que 
me  las  pueda  tomar;  no  será  bastante  el  demonio  para  de- 
rriballa,  que  en  mi  mano  está. 

■ — Señor,  ¿tan  gran  poder  tenéis  vos,  que  no  os  la  arre- 
batará nadie?  — Sí,  que  grande  poder  tengo,  porque  estas 

555  ovejas  son  de  mi  Padre,  y  yo  y  mi  Padre  unum  sumus;  mi 
Padre  es  muy  poderoso;  no  habrá  nadie  que  me  las  pueda 
quitar.  — ¡Oh!  ¡Bendígante  los  ángeles,  Señor,  que  tan  buen 
pastor  eres,  y  que  a  tanto  recaudo  pones  tus  ovejas,  que  no 
hay  cosa  bastante  para  derriballas!  ¿Adonde  están  ahora 

560  los  pastores?  ¿lAdónde  están  los  perlados,  que  ansí  velen 
su  ganado,  que  puedan  decir  como  el  Señor:  No  me  las  arre- 
batará nadie?  Consuelo  grande  es  del  cristiano  que  halla 
que  es  oveja  de  Jesucristo. 

Si  oyes  la  voz  de  tu  pastor  y  le  sigues,  él  te  siguirá,  él 

565  te  guardará  que  no  perezcas  para  siempre.  Darte  ha  a  beber 
de  aquellas  aguas  dulces;  apacentarte  ha  en  los  montes  altos; 
tenerte  ha  de  tal  manera,  que  no  haya  quien  te  pueda  em- 
pecer, no  habrá  quien  te  arrebate  de  su  mano.  ¡Hermanos! 
Por  la  sangre  suya  y  por  su  pasión,  que  miremos  si  somos 

tes]  altos  add.  O  ||  533  el  O  ||  534  miraré  om.  O  |¡  536  angustias]  fué  add.  O  || 
537  Sentarme  he  O  ||  539  refrigerar  O  [|  540  con]  en  O  |  y  om.  O  ||  541  sacar 
mi  Anima]  sacarme  a  mí  O  ||  542  porque  no  me  espinase  om.  O 

546  dice  O  |i|  548  su]  tan  O  |  fortisimas  manos  O  ||  550  seguro  O  ||  551  el 
om.  O  ||  552  que  om.  O  ||  554  Sí,  que  om.  O  ||  558  recado  O  ||  559  agora  O  || 
560  dónde]  están  agora  add.  O  |  Prelados  O  ||  562  es  grande  O 

564  oys  O  |  y]  oveja  de  Jesucristo,  si  O  |  El  te  seguirá  om.  O  ||  565  Daráte 
O  ||  568  empezar  O  ||  569  y  om.  O  ||  572  perducat]  Iesus  filius  Mariae  add.  O  | 
Amen]  Amen  add.  O 


555    lo.  io,  30. 


l6.     LUNES  DÉ  PASCUA 


275 


>70  ovejas  suyas,  para  que,  conociendo  su  dehesa  y  paciendo  su 
yerba,  nos  dé  aquí  su  gracia  y  después  su  gloria,  ad  quam 
nos  perducat.  Amen. 

lg         La  vida  de  Cristo,  una  peregrinación  * 

Lunes  de  Pascua 
(Autógrafo:  Oña,  Ms.  est.  8,  .pJut.  4,  n.  55  bis,  ff.  157  r  -  159  v.) 

Pcrexrinus  tu  íolus  in  fflerusalem?  [Le.  24,  18]. 

Exordio     La  letra  del  evangelio  no  la  podré  hoy  proponer 
como  acostumbro;  depende  de  otras  que  tengo 
declarar  en  el  proceso  del  sermón.  Por  tanto,  perdonárseme 
5   ha  agora,  pues  lo  pienso  pagar  con  usuras.  Para  todos  es 
menester  gracia. 

Jesucristo  toma  dis-    Cuéntasenos  en  el  evangelio  una 
fraz  de  peregrino        cosa  que  me  ha  hecho  una  gran 
admiración.  Apareció  a  sus  discí- 

10  pulos  en  figura  de  romero  o  peregrino.  En  latín,  no  sólo  ro- 
mero, sino  viandante.  Ya  se  usurpa  en  aquella  significación. 
En  ella  quiero  tratar  este  paso  que  propuse.  Ansí  pienso  le 
usó  el  evangelista,  uno  de  aquellos  que  venían  a  Jerosólima 
a  celebrar  la  fiesta. 

15  Digo,  pues,  que  me  es  a  mí  cosa  de  admiración  y  espanto 
oír  que  Cristo  se  disfraza,  que  toma  máscara  de  romero. 
Si  un  caballero,  un  príncipe,  un  rey,  se  disfrazase,  no  se 
espantarían,  porque  lo  hacen  muchas  veces  por  pasar  tiem- 
po, gozar  de  unas  fiestas.  Dios,  que  no  hace  cosa  acaso  e 

20  sin  acuerdo,  que  todas  las  cosas  dispone  en  sabiduría,  ¿qué 
quiere  decir  que  se  disfrace  e  tome  ajena  persona?  Y  más; 
ya  que  se  quiso  disfrazar,  ¿qué  es  esto?  No  tomó  disfraz 
de  caballero,  de  rey,  de  emperador,  de  cónsul,  de  sumo  sacer- 
dote, de  profeta,  sino  toma  máscara  de  peregrino. 

25  En  esto  es  necesario  tengamos  por  presupuesto  firmísi- 
mo, por  cosa  muy  cierta,  que  no  fué  sin  gran  misterio,  pues 
todas  sus  obras  le  tiene[n]  en  sí.  Por  tanto,  no  será  sobrada 
ni  perdida  la  diligencia  que  pusiéremos  en  descubrille. 

Porque  en  una  palabra  tengáis  entendido  lo  que  yo  en 

30  muchas  pienso  decir  e  declarar,  digo  que  por  eso  la  tomó, 
porque  en  todo  extrañamente  conviene  su  vida  con  la  de  un 
peregrino.  No  fué  otra  cosa  toda  la  vida  de  Cristo  sino  una 
romería,  una  peregrinación,  como  dice  Bernardo.  El  fin,  etc. 
Esto  podríamos  entender,  si  queremos,  en  aquello  del  pro- 

*    Ed.  R.  García  Vii.losi.ada,  S.  L,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  2S5-291.  «Feria  secunda  Paschae»  (f.  157  r). 

33    Cf.  San  Bernardo,  In  Quadrages.  serm.'  7  :  ML  183,  1S3-186. 


276 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


35  feta:  Quasi  peregrinus  in  térra,  et  viator  declinans  ad  ma- 
nendum. 

Fué  en  todo  como  extraño  e  peregrino,  hombre  viandante. 
Esto  parece  más  claro  si  consideramos  las  cosas  que  en 
Cristo  concurrieron,  en  su  vida  e  muerte,  para  esto.  ¿Qué 
40  particularidad  es  un  peregrino?  ¿En  qué  se  diferencia  de  los 
otros  hombres,  desconocido  por  tal? 

Lo  primero  hallo  yo  en  el  hábito.  Atavía  de  un  paño  tosco, 
que  mejor  pueda  recebir  las  tempestades  del  cielo;  tiene  una 
esclavina  de  paño  grueso  y  con  eso  la  encueran  para  que 
45  mejor  les  defienda  del  agua,  e  que  en  este  hábito  pobre  no 
sean  conocidos  por  las  tierras  do  han  de  pasar. 

El  Verbo,  igual  con  el  Padre,  quiso  hacer  romería  e  pasar 
por  el  mundo  peregrino.  Toma  ropa  de  paño  grueso,  el  sayal 
de  nuestra  humanidad;  pasa  desconocido  con  esta  ropa,  e 
50  ansí  fué,  nisi  cognovissent ,  etc.,  para  recebir  en  ella  las 
aguas  e  tempestades  de  tormentos  que  sobre  El  habían  des- 
cargar; aquella  lluvia  de  azotes  e  granizo  de  penas,  avenida 
de  golpes  e  heridas,  injurias,  todo  este  torbellino  descargó 
en  aquella  ropa  de  su  humanidad.  Allí  paró,  que  a  lo  de 
55  dentro  no  podía  llegar;  el  alma  en  quietísima  gloria  e  des- 
canso estaba;  porque  en  el  holocausto  de[l]  patriarca  Abrán 
fué  degollado  el  carnero,  pero  Isac  sano  e  salvo;  que  fué  un 
dibujo  de  estotro. 

Segundo,  en  la  pobreza  se  conoce.  No  tienen  propia  casa, 
60  Hoy  están  en  un  mesón  o  hospital,  mañana  en  otro;  están 
en  tierra  extraña,  fuera  de  su  naturaleza.  En  esto  bien  le 
hallaremos  peregrino. 

El  de  sí  dice:  Vulpes  foveas,  etc.  No  tuvo  renta,  casa  ni 
posesión.  Santa  Marta  le  acogía  como  a  pobre,  y  otros  le 
65  ayudaban  con  sus  haciendas,  siendo  El  Señor  de  todas  las 
del  mundo,  tanto  que  nace  en  casa  ajena,  que  el  día  de  su 
muerte  en  sábana  ajena  y  sepultura  de  otro  le  enterraron 
e  celebraron  sus  exequias. 

— ¿Cómo?  Gran  Dios,  ¿no  sois  Señor  de  todo  lo  criado? 
70  ¿Cómo  os  falta  lo  necesario?  — Porque  aquí  soy  peregrino, 
Regnum  meum  non  est,  etc.  A  ser  perseguido.  Allá  en  el 
cielo,  en  [e]sa  vida  que  es  para  siempre,  reinaré  en  la  gloria 
e  descanso  eterno. 

Va  Cristo  romero  a  Este  peregrino,  hallo  yo  en  la  Es- 
75  la  cruz,  a  padecer  criptura,  hizo  tres  romerías  o  jorna- 
das en  su  viaje;  tres,  a  Jerusalem 
todas:  [primera],  ab  útero  a  padecer;  segunda,  desde  la 
cruz  a  Jerusalén,  a  dar  vida  a  su  cuerpo;  [tercera],  a  la 
otra,  a  la  [Jerusalén]  suprema  de  la  gloria. 


36    Cf.  Ier.  14,  8. 
50   Of.  1  Cor.  2,  8. 


63  Mt.  8,  20  ;  Le.  q,  58. 
71    lo.  18,  36. 


l6.     LUNES  DE  PASCUA 


277 


80  ¿Dó  va  en  romería  nuestro  Jesú?  En  Jerusalem.  Siem- 
pre trató  que  entendiésemos  cómo  todo  su  viaje  era  a  Jeru- 
salem. Ibi  consummabuntur  omnia.  Allí  se  acabará  la  jor- 
nada. ¿A  qué  vais?  ¿A  visitar  el  templo  de  Salomón,  de- 
voción de  ver  el  arca  del  Testamento,  ofrecer  sacrificio, 
85  Sanlc^ta  San[c~\torum?  — No  a  nada  de  eso.  En  el  seno  del 
Padre  fué  ab  aeterno.  No  le  falta  eso.  Una  cosa  le  lleva: 
el  santo  madero  de  la  cruz.  Va  en  romería.  Este  es  el  templo 
y  arca,  San[c~\ta  [Sanct~\orum,  do  Cristo,  Sumo  Sacerdote, 
ha  de  entrar  ofrecer  encienso  propter  peccata.  Viene  pere- 
90  grinando  a  ofrecer  el  alma,  Padre  e  cuerpo,  madre,  vida  e 
sangre  por  los  pecadores. 

Ansí  como  los  hombres  cuelgan  sus  estatuas  en  los  tem- 
plos que  han  visitado,  quiso  guardar  este  rito  por  estraña 
manera,  yendo  romero  a  la  cruz.  No  se  contentó  con  dejar 
95  su  estatua  de  cera,  sino  propia  estatua,  cuerpo  colgado,  en- 
clavado en  la  cruz.  Y  como  suelen  tomar  insignias  de  sus 
romerías  en  testimonio  de  habellas  andado,  como  los  que 
vienen  de  Santiago  cargados  de  veneras;  de  azebaches,  de 
Monserrate;  ciertas  imágines  de  Guadalupe;  tomó  Cristo 

100  veneras  aquellas  llagas  preciosas,  quedaron  señalados  pies, 
manos  e  costado.  Videte  quia  ego  sum  el  romero.  De  allá 
vengo.  Veis  las  señales.  Y  el  Padre  en  el  cielo,  e  apóstoles 
en  la  tierra,  y  malos  en  el  juicio,  siempre  haya[n]  memoria 
de  tan  meritoria  romería. 

105  Sin  pecado,  e  tan  penosa  romería.  Tenía  hecho  voto  for- 
zado de  cumplir  promesa  a  los  patriarcas  e  profetas,  dádoles 
la  palabra  y  aun  cédula  de  su  nombre.  Pedíansela:  Memor 
esto  verbi  tui.  Iuravit  Dominus  David  veritatem,  etc.  Y  tuvo 
obediencia  e  mandato  del  Padre.  Sicut  mandatum  dedit  mihi, 

110  sic  fació.  Tuvo  precepto;  no  pudo  hacer  otra  cosa.  Si  os 
espanta  que  le  tuvo,  siendo  Dios,  que  no  pudo  por  ninguna 
vía  pecar,  que  se  le  puso  de  la  parte  que  era  libre,  el  no 
poder  ir  contra  El  no  impide  que  no  le  pudo  tener.  Bastaba 
ser  libre,  para  cumplille.  Está  uno  predestinado;  no  puede 

115  no  salvarse,  y  con  esto  tiene  precepto,  porque  libre,  para 
salvarse. 

¿Qué  fué  la  causa  de  este  voto?  ¡Qué  devoción  tan  estra- 
ña! Los  hombres  hacen  votos  viéndose  en  trabajos,  en  tor- 
mentas; Dios,  estando  en  su  gloria,  ¿qué  es  si  vota  e  se 
120  obliga?  Cosa  tan  penosa  no  la  hizo  por  sí,  que  no  la  había 
menester.  Los  padres,  cuando  mueren  sin  poder  cumplir  o 
satisfacer,  deja[n]  su  legado  a  los  hijos  para  que  lo  cum- 
plan. Adán  no  pudo  satisfacer  por  su  pecado;  conociendo  ya 


82  Of.  Le.  18,  31. 
101   Of.  Le.  24,  39. 


to8  Ps.  n8,  49  ;  Ps.  131,  11. 
110   Cf.  lo.  ¿4,  31. 


27S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  su  sueño  que  Dios  se  había  de  hacer  hombre  y  su  hijo, 
125    dejóle  este  cargo,  que  satisficiese  su  testamento. 

Solo  peregrino.  Gran  muchedumbre  de  ellos,  después  de 
perdido  el  asiento  del  paraíso.  Una  singularidad  estraña  en 
Cristo,  de  su  peregrinación,  que  descansa  en  el  trono  y  es 
caminante,  viator,  comprehensor;  padecía  en  la  cruz  e  go- 
130  zaba  en  gloria.  Solo  en  todos  sus  trabajos,  ultimo  discipuli 
fugerunt,  para  mayor  pena  suya.  Esto  lamentaba  en  la  cruz: 
Ut  quid  dereliquistif  Réspice:  Mírame  aquí  colgado,  golpea- 
do; mira  este  mi  sacrificio  que  te  ofrezco  por  los  hombres; 
mira  a  tu  Hijo. 

135  In  Te  speraverunt  patres.  A  todos  los  ayudaba.  Mártires 
con  la  meditación  de  la  parte  superior.  Ego  sum  vermis. 
Y  David  por  él:  Considerabam  ad  dexteram.  Todos  los  que 
sanó  e  curó,  que  le  gritaban  por  rey,  desaparecieron.  No 
hobo  qu[i]en  volviese  por  El.  Y  así  el  día  de  su  trabajo  dice: 

14o   Torcular  calcavi  solus. 

Jornada  hasta  el  se-    Segunda  [jornada] :  A  dar  vida  al 
pulcro,  a  resucitar     cuerpo.  Cosa  es  de  espanto,  que 
Cristo  hizo  romería  al  ifierno.  No 
es  mala,  si  las  sabes  hacer.  No  son  pocos  los  perdones,  in- 

1*5  dulgencias  que  se  ganan,  sacar  las  ánimas  de  pena.  Ha  de 
se  hacer  en  vida;  en  muerte  es  peligrosa,  es  para  quedarse 
allá  si  os  anochese.  Vide  Guevara:  Infernum  viventes. 

En  tanto  que  tiene  vida,  baje  con  la  consideración  al  in- 
fierno; considerando  las  penas,  que  tema  e  se  aparte  de 

150  pecar.  Y  es  tan  necesaria,  como  decís  la  de  Santiago.  Quien 
no  la  hace  en  vida,  sepa  que  la  [ha]  de  hacer  en  muerte  via 
láctea.  Tratá  de  entrar  con  vuestra  consideración  en  el  in- 
fierno; de  su  voluntad,  no  aguarde  ir  mal  de  su  grado.  Como 
Cristo  la  hace  en  muerte,  por  eso  se  dice  solo  peregrino, 

155  solo  entre  los  muertos,  libre  para  no  quedarse  allá,  solo  va 
a  no  ser  captivo,  a  sacallos,  vadens  spiritus  et  rediens,  a  ser 
señor  de  los  demonios. 

Agustino  cuenta  el  espanto  de  aquellos  infernales  espí- 
ritus divinamente.  Como  le  vieron  tan  poderoso,  tan  res- 

160   plandeciente,  con  aquel  estandarte  de  la  cruz  adelante,  es- 


T31   Cf.  Mt.  26,  56  ;  Me.  14,  50. 

132    Me.  15,  34  ;  Mt.  27,  46  ;  Ps   21,  2  ;  24,  16  ;  83,  10. 

135  Ps.  2i,  5. 

136  Cf.  Ps.  2i,  7- 

137  Ps.  141,  5. 
140   Is.  63,  3. 

147  Ps.  54,  16.  Fk.  Antonio  de  Guevara,  Epístolas  familiares, 
ep.  15  :  «Letra  para  el  Guardián  de  Alcalá,  en  la  cual  se  expone 
aquelío  del  Salmista  que  dice  :  Descendant  in  infernnm  vívenles»  ; 
Madrid,  18  enero  1524  (¡B.  AA.  EE.  13,  09-100). 

156   Cf.  Ts.  77,  ¡9- 

159    Pseudo-Agustín,  Serm   16c  ■.  MI.  39  2060. 


LUNES  DE  PASCUA  279 


pantados,  atónitos:  Quis  iste?  Fuera  de  sí,  se  entran  por 
aquellas  cavernas  soterrañas,  huyendo  de  la  gloria  e  res- 
plandor de  Cristo. 

Llega  a  las  puertas  do  estaban  detenidos  aquellos  san- 

165  tos  padres  en  cárceles  escuras  e  tenebrosas.  A  voces:  Abrid, 
príncipes  de  la  muerte,  al  Rey  de  la  gloria,  pues  deja  des- 
truidas las  de  la  culpa.  Abrid,  que  es  justo  que  robe  el 
campo  al  demonio,  pues  le  deja  vencido;  haga  saco  en  la 
muerte,  pues  la  mató;  siga  el  alcance,  como  valeroso  ca- 

170  pitán,  diestro  en  las  armas.  Cáense  [las  puertas].  Entra 
el  Rey  y  gran  claridad  alegre  con  El.  Considerad  la  presa 
de  aquellos  santos  antiguos,  profetas,  mujeres,  ancianos, 
en  llegar  a  besar  los  pies  del  Redemptor.  Sentid  el  alegría 
grande  [de]  sus  corazones,  las  gracias  que  le  darían:  "Ve- 

175  nistes  ya,  Redentor  tan  llamado,  tan  esperado  e  deseado, 
voceado  años  e  siglos,  que  ha  que  os  esperamos.  Gracias 
inmensas  os  hacemos,  pues  no  nos  olvidastes.  Acordastes 
de  los  vuestros,  Señor,  pues  tuvistes  piadad  acordaros  de 
visitarnos;  no  nos  olvidéis,  cuando  de  aquí  os  vais,  llevar- 

180  nos  con  vos". 

Después  de  consolada  aquella  multitud  de  almas,  mueve 
el  Redemptor  del  mundo  la  bandera  de  la  cruz.  Tras  El 
aquella  multitud  de  captivos  cantando  alabanzas,  con  el 
gran  gozo  que  sentían  de  verse  salidos  de  allí.  Es  de  ver 

185  dónde  paró  aquel  santo  escuadrón,  salido  de  aquellas  partes, 
puesto  en  el  mundo.  Creo  que  en  aquella  jornada  poco  se 
detuvo,  no  creo  que  fué  hora.  Dó  estuvo  con  ellos,  no  se 
sabe  cosa  alguna  cierta.  Conjeturan  los  santos  algunas  co- 
sas; a  mí  más  cierto  e  razonable  me  parece  que  paró  en  el 

190  paraíso  terrenal,  y  así  entiendo  aquello:  Hoy  en  paraíso. 
Allí  estuvo  viernes  e  sábado,  hasta  el  domingo  al  alba. 

Contempla  aquí  un  santo  bendito:  Deseosos  aquellos  pa- 
dres ver  el  cuerpo,  le  rogaban  le  tornase  a  tomar.  Patriar- 
cas: Exurge,  Domine  in  réquiem  tuam.  El  arca,  la  huma- 

1?5  nidad  do  se  encerró  la  divinidad  como  tesoro  para  nuestro 
rescate,  con  el  que  pagastes  en  el  banco  de  la  cruz.  Los 
Reyes:  Exurge,  Deus,  dissipentur  las  guardas  del  sepul- 
cro; huyan,  que  oigan  el  estruendo.  Prophetae:  Exurge, 
iudica  causam  tuam.  Abraham:  Catad  que  cumple  no  se 

200  acabe  destruir  vuestro  nombre;  vacilan  los  apóstoles;  es- 
táis obligado  [a]  hacer  verdad  vuestra  palabra.  Eva  e  los 
otros:  Exurge  iudício  meo;  estas  quejas  e  pedradas  son  a 

189  más]  muy  s.  s. 
197  Reys  ||  204  tomo 


161  Cf.  Ps.  23,  8-io.  194  Cf.  Ps.  131,  8  ;  Par.  6,  41 

166  Ps.  23,  7.  9.  197  Cf.  Ps.  67,  2. 

179  Cf  Ps.  8,  5  ;  105,  4.  199  Ps.  73,  22. 

190  Cf.  Le.  23,  43-  202  Of.  Ps.  34,  23. 


280 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mí;  todos  me  dan  culpa,  se  querellan  de  mis  travesuras; 
toma  la  voz  por  mí;  dad  a  entender  al  mundo  que  si  yo 

205  traje  la  muerte,  de  mí  vino  quien  trajo  la  vida;  aboga  por 
mí  la  Virgen  en  su  oración. 

No  se  descuida:  Exurge,  gloria  mea;  exurge  psalterium 
et  cithara;  exurgam  diluculo.  En  riyendo  el  alba,  aquel 
alma  bendita  sale  del  paraíso  al  sepulcro;  vístese  de  cuerpo, 

210  al  que  comunicó  su  gloria,  de  brocado;  sale  ansí.  Los  án- 
geles revuelven  la  piedra;  los  guardas  se  espantan  atónitos 
con  gran  temor  e  asombro. 

(Romería  a  la  Jeru-     Tercera  jornada,  a  Jerusalén  super- 
salén  celestial         na-  Duró  cuarenta  días  que  se  de- 

215  tuvo  en  el  mundo  por  confirmar  la 

fe  en  sus  discípulos,  despachar  cosas  tocantes  a  la  funda- 
ción e  augmento  de  su  Iglesia. 

Primo  die,  cinco  estaciones.  A  la  Virgen,  visitar  e  con- 
solar del  inmenso  dolor  que  había  sentido.  No  lo  tenemos 

220  del  Evangelio,  pero  sí  de  los  santos.  Ambrosio,  Líber  de 
virginitate.  La  razón  que  convence  si  es  verdad  lo  que  dijo 
Cristo:  Qui  diligit  me,  diligetur  a  Patre.  Ad  eum  veniemus. 
Cur  non?  Ego  diligentes  me  diligo.  A  los  que  más  sintie- 
ron consoló  primero,  las  mujeres  más  que  los  apóstoles  y 

225    ]a  Virgen  más. 

Creo  yo  que  entraría  San  Gabriel  primero  [a]  dar  las 
nuevas,  pedir  albricias.  Rodillada.  "Regina  caeli!  Aquí  será 
luego  [Jesús]  con  toda  la  caballería  de  profetas".  Apena 
había  acabado,  entra  Cristo.  La  Virgen,  embarazada  del 

230  regocijo,  hace  pausa,  no  se  mueve.  Besa  aquellas  llagas  lle- 
nas de  resplandor  y  gloria.  — ¡Oh  cuerpo  santísimo,  que  yo 
vi  tan  golpeado!  Tan  gozoso  me  eres  agora  como  entonces 
penoso,  cardenalado.  Ya  veo  consolada  mi  pena.  Llega  Eva: 
¡Bendita  vos!  Por  vos,  vida;  por  mí,  muerte;  todos  por 

235   vos  serán  libres. 

Déjala  con  ellos.  Vase  a  la  Magdalena.  No  se  quiso  ir,  y 
vídole;  yendo  ansí,  viéronle  todas  juntas.  Fuéronselo  a  con- 
tar a  los  otros.  Estando  así,  vídole  San  Pedro.  Vino.  Con- 
firmó la  nueva  de  ellas.  Ya  se  habían  salido  los  de  Emaús. 

240  Aparéceles.  No  dice  qué  les  dijo.  Conjeturan  que  les  dijo: 
"El  sueño  de  Adán  se  entiende  de  Cristo  et  Ecclesia" . 

Pidió  Moisés  a  Dios  le  mostrase  el  rostro.  Posteriora  vi- 
debis;  posui  supra  petram.  Cerró  Moisés  los  ojos.  Ansí  pasó 


208   Ps.  56,  9. 

221  San  Ambrosio,  De  Virgin.,  c  3,  14  (ML  16,  283)  :  «Vidit 
ergo  Maria  resurrectionem  Domini  :  et  prima  vidit  et  credidit.  Vidit 
<_t  Maria  Magdalena». 

222  Cf.  lo.  14,  21.  23. 

223  Cf.  Prov.  8,  17. 
243    Cf.  Ex.  33,  23. 


l6.     LUNES  DE  PASCUA 


281 


la  gloria  de  Dios,  que  la  vido  por  las  espaldas.  Populus  clau- 
245   sus  oculis  doñee  Christus  transiret,  post  resurrec[t]ionem 
visurus  gloriam  eius. 

Moyses,  a  matre  in  aquam  missus,  le  saca  la  hija  de  Fa- 
raón. Christus  a  Synagoga  proie[c]tus  in  tormentu{m\ ,  a 
gentilitate  suscipitur. 
250  Sansón,  con  las  puertas  a  cuestas,  salió  de  la  ciudad; 
cercado  de  sus  enemigos,  o  melius,  culpis  nostris,  [que]  ce- 
rraban el  cielo,  salió  [Jesús]  del  mundo.  Aquello  de  Joná: 
le  tragó  vivo  la  ballena.  Josef  preso  con  el  copero  y  pana- 
dero, sácanle  con  su  honra,  con  él  un  compañero. 

55   "Mane  nobiscum,     Ansí  aparece  a  los  cristianos.  Recíbenle 
Domine"  para  echalle  mañana,  queriendo  que  cla- 

men: Mane  nobiscum,  Domine;  no  así 
de  pasada;  pará  en  nosotros.  El  Evangelio  de  industria: 
cómo  le  detengamos,  no  se  vaya.  Si  [er]es  rico  caballero,  le 
260   compeles  en  los  pobres;  si  de  la  Iglesia,  hablas  de  El  contigo; 
luego  le  oirás  hablar  a  El,  no  como  peregrino. 

"No  vengáis  para  iros  luego.  No  [o]s  recibamos  para 
echaros  mañana  con  ofensas.  Deteneos  por  gracia".  Si  quie- 
res que  lo  oiga  Dios,  toma  esta  doctrina  sacada  del  Evan- 

266  gelio. 

Tres  estados:  eclesiásticos:  Un  meneo  de  hablar  e  tratar 
de  él,  revolviendo  el  Evangelio  y  Escritura,  meditando,  en- 
señando. No  se  pasará.  Porque  hablaban  de  él,  se  hermanó 
con  ellos.  Los  caballeros  poderosos  que  le  compelan,  ¿do 

270  está[n]  ?  Mirá  esos  pobres;  forzallos  como  los  discípulos  a 
Cristo.  Vosotros  habéis  de  ser  importunados,  pues  sois  los 
que  recibés  la  merced  en  dalles  [a  los]  pobres.  Haec  est  via 
por  do  van  al  cielo:  Pascua  divitum  pauperes.  Gran  cruz 
sufrilles  sus  importunidades.  Nunca  querría  que  sus  confe- 

275  sores  les  mandasen  ayunar  ni  rezar,  sino  sangralles  la  bolsa. 
Esta  es  su  cura;  nunca  por  eso  se  salva.  Los  comunes:  en 
paz  con  sus  prójimos,  no  hagan  mal  a  nadie.  En  conformi- 
dad tendrán  a  Cristo. 

Estando  juntos,  les  pareció  Cristo.  Para  dalle  gloria 

248  a,]  in 
254  sácale  n 


248  Cf.  Ex.  2,  3-6. 
250  Cf.  Iud.  16,  3. 
253    Cf-  lo.  2,  1. 


254  Cf.  Gen.  39,  20  as. 
257    Cf.  Le.  24,  20- 
272    Is.  30,  21. 


2S2 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


17  Aparece  Cristo  a  los  apóstoles  * 

Martes  de  Pascua 
(Autógrafo:  Oña,  Ms.  est.  8,  iplut.  4,  n.  55  bis,  f. 


El  primero  capítulo:  In  quamcumque.  Por  eso  dice:  Pax. 

Un  día  de  aquella  semana.  En  medio.  Ese  es  el  lugar 
suyo:  medio  de  animales  nace,  dotores  disputar,  latronum 
5  figitur,  apparet  in  medio.  Medio  ínter  Padre  y  Espíritu  San- 
to. Vino  a  ser  de  medio  entre  Dios  y  hombre,  mediator,  y 
en  la  gloria  medio  beatorum. 

Sicut  me  misit.  No  fué  desamor  de  mi  Padre,  ni  mío, 
enviaros  a  predicar  mi  nombre,  poneros  a  fuerza  e  violencia 
!0  del  mundo.  Para  tan  gran  hecho  gran  ayuda.  Accipite  Spi- 
ritum  Sanctum.  Extraña  largueza,  que  aquel  poder  que  hasta 
aquel  punto  ante  Dios  quería  dar  a  entender  que  Dios  le 
tenía,  no  usó  de  él:  que  un  hombre  pueda  abrir  e  cerrar  el 
cielo. 

15  Y  Tomás  no  estaba  allí.  No  le  privó  de  tan  gran  merced. 
¡Velle!  Bcce  quam  bonum  et  quam  iucundum.  Nunca  echéis 
mano  de  singularidades  en  el  camino  de  Dios. 

Tympano,  choro,  chordis,  órgano.  Tímpano  no  basta,  que 
hace  música  consonancia  del  corazón  a  la  voz  y  a  las  manos 

20  después. 

¿Cómo?  Apóstol,  ¿eso  habéis  aprovechado  en  su  escue- 
la? ¿Sabés  que  la  fe  entra  por  el  oído?  Si  lo  veis,  daos  por 
despedido  de  la  fe.  No  digo  que  tengo  de  creer  lo  que  quiero 
ver.  Viendo  la  humanidad,  creeré  la  divinidad. 

25  Ansí,  llamándole  Cristo:  ¡Ven  acá!,  — ¡Oh  Señor  mío! 
Es  lo  que  veo  Dios.  Confieso,  creo  e  adoro. 

¡Oh  bondad  de  Dios  inmensa!  Como  trata  de  ganar,  gana 
a  todos.  A  mí,  a  mí.  No  hay  palabra  baldía.  El,  como  águila, 
trata  cosas  subidas:  regeneración  doblada  investigación. 

30  Que  no  juremos.  Si  en  cosas  tan  serias  no  jura,  en  cosa 
de  nonada  no  dejas  santo  que  no  le  nombres,  traes  por  tes- 
tigo; y  aun  la  costumbre  es  pecado,  mira  si  es  peligroso. 

Los  apóstoles  hacen  la  pregunta,  e  querría  yo  hacer  la 
mesma.  Dado  que  la  declaró  a  sus  discípulos,  no  la  dejó  tan 

35    clara  como  quisiéramos.  Ansí  [ha]  habido  dificultad  entre 


*  Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  292-293. 

2  Cf.  Le.  10,  5-8  ;  Mt.  10,  11  ;  Me.  6,  10. 

3  Le.  24,  36  ;  lo.  20,  26. 

8  Cf.  lo.  20,  ai.  18    Cf.  Ps.  150,  4- 

i:  To.  20,  2V.  25    Cf.  lo.  20,  28. 

16  Ps.  132,  r. 


l8.    JUEVES  DE  LA  ASCENSIÓN 


2S3 


los  santos.  Tres  exposiciones:  de  aquí  a  poco  que  yo  muera 
en  la  cruz,  pasado  esto  poco,  no  me  verés,  pasado  otro  poco 
lo  del  sepulcro. 

18  NOS  DIO  ESPERANZA  VIVA  DE  LA  HEREDAD 

INCORRUPTIBLE  * 

Jueves  de  la  Ascensión.  En  un  monasterio  de  religiosos. 
Granada  o  Sevilla 
(Vafleracia,  BiU.  CoJ.  Patriarca,  Mjs.  1049,  fif.  77  r  -  87  v.) 

Ascenderte  Christus  in  altum  caftivam.  duxit  capti- 
vitjtcm  (Eph.  4,  181). 

Exordio  Porque  este  negocio  de  predicar  las  buenas  nue- 
vas del  Evangelio  es  muy  grande,  mandó  Jesu- 
5  cristo  a  sus  discípulos:  los  a  la  ciudad  de  Hierusalem,  y  no 
salgáis  de  ahí  a  predicar  el  evangelio  hasta  que  yo  os  envíe 
una  fortaleza  de  lo  alto,  que  os  haga  idóneos  para  predi- 
carlo. Para  grande  bien  o  para  grande  mal  nos  habernos 
juntado  aquí.  Aurem  audientem  et  oculum  videntem  Domi- 

10  ñus  fecit  utrumque.  Oreja  que  oya  y  ojo  que  vea,  el  Señor 
hizo  lo  uno  y  lo  otro.  Que  un  predicador  acierte  a  ver,  quiero 
decir  a  conocer  lo  que  cumple,  merced  grande  es  que  hace 
al  pueblo.  Que  vengáis  a  oír  el  sermón  y  os  abra  Dios  las 
orejas  para  que  lo  oyáis  y  entendáis  y  os  entre  en  provecho, 

15  merced  es  que  os  hace.  No  hay  razón  porque  yo  espere  vista 
para  ver  ni  vosotros  orejas  para  oír,  si  no  es  con  alzar  el 
corazón  a  Dios,  y  pidámosle  la  lumbre  del  cielo;  y,  porque 
nos  la  dé,  pongamos  a  la  Virgen  por  intercesora,  diciendo 
Ave,  etc. 

20   Subió  a  los  cielos    Ascendens  Christus  in  altum,  etc. 
y  está  sentado  a  la     Dios  dé  a  vuestras  mercedes  muy 
diestra  de  Dios       buenas  Pascuas. 

Ya  sabéis  como  hoy  se  nos  fué  al 
cielo  nuestro  Señor.  No  es  pequeño  negocio  saber  qué  hemos 

25  de  sentir  de  esta  subida.  Estaremos  hoy  alegres  y  estaremos 
llorosos.  Nuestro  deseo  parece  que  se  inclina  a  tener  presente 
a  Jesucristo  en  forma  mortal,  para  que  lo  viéramos  con  ojos 
de  carne  y  gozáramos  de  su  conversación;  mas  El  a  otra 
parte  parece  que  tira.  "Discípulos  míos,  les  dijo  un  día,  voy 

30  al  que  me  envió  y  por  esto  que  os  he  dicho  estáis  tristes". 
Dice:  "Si  me  amásedes,  gozaros  híades  porque  me  voy  al 
Padre,  que  el  verdadero  amor  más  mira  al  bien  del  amado 

*  «Sermo  in  ascensione  Domini»  (f.  77  r). 

7  Cf.  Le.  24,  49.  30    Lo.  16,  5. 

n  Prov.  20,  12.  3-'    1°-  M.  28. 

20  Cf.  Eph.  4,  8. 


2S4 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  el  contentamiento  propio.  Yo  voy  glorioso  al  cielo.  Voy 
a  reinar  allá,  porque  todo  el  poder  me  es  dado  en  el  cielo 

35  y  en  Ja  tierra:  desde  allá  lo  mandaré  todo,  el  cielo  y  la  tierra, 
y  el  mar  y  el  infierno.  Pues  voy  a  dignidad  tan  alta,  ¿por 
qué  os  entristecéis?" — ¿ Sabéis  a  qué  me  quiere  parecer? 
A  cuando  se  os  muere  algún  hijo  chiquito,  que  lloráis  y  dais 
gritos.  ¿Y  de  qué  lloráis?  Si  el  niño  supiese  hablar,  diría: 

40  "No  lloréis,  madre,  mas  gózaos  de  mi  bien,  que  voy  a  gozar 
de  Dios".  ¿Qué  sentiremos  de  esta  subida  de  Cristo  a  lo  alto? 
Dijo  en  otra  parte  a  la  Madalena:  Decid  a  mis  hermanos 
que  subo  al  Padre  mío  y  al  Padre  vuestro,  al  Dios  mío  y  al 
Dios  vuestro. 

45  — Si  sois  igual,  Señor,  al  Padre,  ¿cómo  subís  a  Dios? 
— Por  la  parte  que  abajó,  por  ésa  puede  subir.  Según  su 
humanidad,  menor  es  que  el  Padre;  ansí  lo  dijo  El:  Pater 
maior  me  est;  y  por  esta  parte  pudo  subir.  Y  en  cuanto  se 
abajó  más  bajo  que  el  Padre,  en  tanto  le  pudo  el  Padre  poner 

50  mandamiento;  y  aquello  que  algunos  dicen  que  Cristo,  en 
cuanto  hombre,  no  pudo  ser  mandado,  no  aciertan  en  ello. 
El  mismo  lo  dice:  Qui  misit  me  Pater,  ipse  mihi  mandatum 
dedit.  ¡Oh,  que  es  supuesto  divino!  Si  fuera  Dios  solo,  es 
verdad  que  no  podía  ser  mandado;  pero,  porque  también  es 

55  hombre,  en  cuanto  hombre  pudo  recebir  mandamiento,  ansí 
como  en  cuanto  hombre  pudo  merecer.  Y  si  fuera  hombre 
puro,  su  merecimiento  fuera  finito;  mas  porque  juntamente 
es  Dios,  por  tanto  fué  su  merecimiento  infinito.  Pues,  en 
cuanto  ha  abajado,  puede  subir.  El  que  decendió,  éste  es  el 

60  que  subía,  dice  San  Pablo.  Según  la  divinidad,  ni  subió  hoy 
ni  decendió.  En  la  encarnación,  en  cuanto  Dios,  ni  tomó 
lugar  ni  dejó  lugar.  Descender  del  cielo  es  hacerse  hombre; 
subir  hoy  al  cielo  es  llevar  allá  su  santísima  humanidad,  con 
grande  alegría  y  gloria,  con  gran  música  de  ángeles,  hasta 

65  el  cielo  impíreo,  donde  reina  para  siempre.  Muchas  cosas 
hay  que  el  ánima  devota  desea  hoy  pensar  acerca  de  esta 
subida  del  cielo.  Piense  cada  uno  según  su  devoción,  y  más 
aquel  entrar  en  el  cielo,  aquel  hincar  las  rudillas  en  cuanto 
hombre  delante  del  Padre,  aquella  cuenta  que  dió  de  la  obra 

70  que  le  era  encomendada,  aquel  decir:  Padre,  acabado  he  la 
obra  que  me  diste  para  que  la  hiciese;  manifestado  he  tu 
nombre  a  los  hombres  que  me  distes,  etc.  Cosa  es  por 
cierto  muy  para  considerar  y  para  imitar.  ¡Bienaventurado 
el  hombre  que  pudiere  imitar  en  alguna  partecica  a  su 

75  Redemptor! 

52  Qui]  Que  ||  71  diste]  y  add. 


35    Mt.  28,  18. 
44    Cf.  lo.  20,  19. 
48    lo.  14,  28. 


53    Cf.  lo.  14,  31. 
'60   Cf.  Kph.  4,  10. 
72   Cf.  lo.  17,  4. 


iS.     JUEVES  DE   LA  ASCENSIÓN 


2S5 


El  Señor  sube  hoy  a  lo  alto  y  está  hoy  reinando  para 
siempre.  Ahora  hablemos  en  lo  que  plega  a  su  majestad 
nos  quiera  ayudar.  Hermano,  tened  gran  cuidado  de  rogar 
a  nuestro  Señor  que  os  envíe  pregoneros  que  nos  sepan  ha- 

80  blar  de  aquella  inmensa  bondad,  de  aquellas  entrañas  de 
misericordia,  de  aquella  gloria  que  nos  ha  de  dar,  y  que 
os  dé  orejas  para  oír  lo  que  os  predicaren.  Vosotros  no 
nos  dejáis  predicar  lo  que  nosotros  queremos  y  lo  que  a 
vosotros  cumple.  Una  cosa  es  predicar  a  hombres  de  la 

85  vieja  ley  y  otra  es  a  hombre  de  la  nueva  ley.  A  los  de  la 
vieja  ley  era  menester  predicarles  amenazas,  castigo,  azo- 
tes y  palos;  a  los  de  la  nueva  ley,  amor,  misericordia  y 
toda  blandura.  Tenéis  tan  poca  contrición  con  Dios,  tenéis 
tan  poca  nobleza  de  corazón,  que  no  osamos  llamaros  por 

90  bien,  porque  no  saquéis  mal  de  bien.  ¿Cuándo,  Señor,  verná 
aquel  tiempo  que  prediquemos  a  los  hombres  tu  bondad  y 
misericordia  y  el  gran  amor  que  les  tienes?  Dios  nos  dé 
gracia  que  nos  amanezca  aquel  día.  Este  sermón  nuevas  ha- 
bían de  ser  del  cielo  y  de  la  gloria  que  nos  tiene  Dios  guar- 

95  dada,  que  saliésedes  bendiciendo  a  Dios,  y  no  nos  dejáis 
con  vuestra  mala  vida.  ¿Qué  pensáis  que  os  he  de  decir 
de  parte  de  Dios?  Había  de  predicaros  albricias:  O  Israel, 
quam  magna  est  domus  Dei,  et  ingens  locus  possessionis  eius! 
¡Oh  Iglesia,  y  si  supiésedes  el  bien  que  os  tiene  Dios  guar- 
100  dado,  y  cuán  grande  es  la  casa  de  Dios!  Algunas  veces 
me  paro  a  pensar,  Señor,  que  unos  hombrecitos  de  capote, 
una  mujercita  que  trae  un  manto  roto  y  raído,  se  ha  de 
sentar  entre  los  ángeles  en  tu  gloria.  ¡Oh  bendita  sea  vues- 
tra bondad! 

loó  Hermanos,  nuestro  Rey  sube  al  cielo,  nuestro  Redemp- 
tor — San  Pablo  le  llama  Redempción  eterna — hoy  se  sienta 
a  la  diestra  de  Dios.  — 'Padre,  no  tiene  cuerpo  ni  diestra 
ni  siniestra.  — Los  grandísimos  bienes  de  Dios  se  llaman 
la  diestra  de  Dios:  aquella  grandísima  gloria,  aquella  gran- 

110  dísima  honra  que  le  da,  aquélla  es  la  diestra  donde  está 
sentado.  No  entendáis  tampoco  que  está  asentado,  como 
nos  sentamos,  que  estar  asentado  es  de  pesadumbre  y  de 
hombre  que  está  cansado;  estar  en  pie  es  el  propósito  del 
hombre.  No  habéis  de  entender  que  están  asentados:  no  hay 

L15  sillas  allá.  — Pues  ¿qué  quiere  decir  estar  asentados?  — Que 
están  descansando,  porque  quien  tanto  trabajó  era  menes- 
ter que  descansase.  Aquel  descanso  y  aquella  firmeza  que 
en  él  tiene  que  nadie  se  lo  puede  quitar  es  el  estar  asen- 
tado a  la  mano  derecha  del  Padre.  ¿Sabéis  qué  se  me  an- 

L20    tojaba  de  suplicar  a  nuestro  Señor  y  no  osé?  Suplicádselo 

98  domus]  Dominus  |  positionis 


106    i  Cor.  i,  30. 


oS    Bar.  3  24- 


2S6 


SKRMONn.S.   CICLO  TEMPORA! 


vosotros.  Quizá  seréis  más  aína  oídos.  "¿No  nos  haríades 
una  merced,  Señor,  por  la  sangre  que  derramastes,  que 
todos  los  que  estamos  aquí  fuésemos  a  gozar  de  vos?"  ¡Oh 
bienaventurados  nuestros  ojos  si  han  de  ver  a  Dios!  ¡Bien- 
io aventurados  nosotros  si  hemos  de  ser  trasladados  a  la  vida 
eterna!  Aquella  es  la  diestra  donde  hay  deleites,  como  dice 
David:  Delectationes  in  dextera  tua  usque  in  finem. 

El  cielo  — «Padre,  ¿qué  cosa  es  el  cielo?  ¿Qué  hay  allá? 

— ¿Qué  queréis  vos?  ¿Qué  desea  vuestro  cora- 

130  zón?  ¿Sois  amigo  de  música?  Oírla  heis  allá  y  razonable- 
mente acordada.  ¿Sois  amigo  de  comer  y  beber?  Allá  teméis 
sabor  sin  manjares.  ¿Queréis  olores?  Allá  teméis  suavísi- 
mo olor,  sin  haber  olores  de  acá.  Todos  los  cinco  sentidos 
se  deleitarán  sobremanera,  aunque  no  tengan  los  objectos 

135  presentes.  ¿Qué  deseáis?  ¿Buena  compañía?  ¿Cosas  gran- 
des? Allá  tenéis  un  cielo  tan  ancho,  todo  de  lumbre,  que 
por  eso  se  llama  impíreo.  ¿Deseáis  buena  compañía?  Los 
ángeles,  arcángeles,  querubines  y  serafines  os  acompaña- 
rán. ¿Qué  deseáis?  Abrí  vuestra  boca,  que  yo  os  la  hin- 

140  chiré;  yo  os  hinchiré  vuestro  deseo.  ¿Por  qué  no  me  servir? 
¡Qué  ceguedad  es  la  nuestra!  ¡Qué  sueño  tan  profundo  te- 
nemos! Andáis,  la  lengua  sacada,  tras  el  mundo,  lamiendo 
la  tierra,  aun  no  comiéndola.  Dos  males:  el  uno,  que  la 
tierra  no  es  manjar  para  comer,  y  el  otro,  que  el  lamer 

1*5  nunca  harta.  ¿Quién  nunca  se  harta  lamiendo?  ¿En  qué 
andáis,  pobrecitos  de  vosotros?  Dios  haya  misericordia  de 
vuestros  trabajos,  y  de  vuestras  tristezas  y  desconsuelos. 
¿Pensábades,  tristes  de  vosotros,  de  hartaros  de  deleites 
carnales?  "No  os  engañéis.  Lo  que  dice  Augustín:  Ubi  caro 

150  quaerit  refectionem,  invenit  defectionem:  Donde  la  carne 
busca  hartura,  allí  halla  falta.  ¿Daisme  licencia  que  os 
diga  quién  sois?  Semejantes  sois  a  ios  gatillos,  que  juegan 
con  la  sombra  de  las  colas,  pensando  que  son  cosas.  Pien- 
san que  la  sombra  de  la  sarga  es  sarga.  Ansí  vosotros  pen- 

155  sáis  que  las  riquezas  son  riquezas,  y  que  los  deleites  son 
deleites,  y  que  las  honras  son  honras.  Sombras  son  de  las 
verdaderas.  No  te  puede  enriquecer  la  sombra  de  las  ri- 
quezas de  acá.  Busca  las  verdaderas.  ¿Por  qué  laméis  la 
tierra?,  decí.  Dos  veces  estáis  engañados:  la  una,  por  andar 

160  buscando  contentamiento  en  la  tierra;  y  la  otra,  por  no  ha- 
llar en  la  tierra  lo  que  deseáis. 

Señor,  ¿darles  heis  en  el  cielo  lo  que  desean?  Sin  duda 
allí  teméis  buena  compañía:  allí  deleites,  allí  hartura,  allí 
honra,  allí  riquezas.  Todos  comemos  debajo  de  la  mesa  de 


127   ps-  15,  II. 

151    Cf.  San*  Agustín,  Enarrat.  in  Ps.  04,  10  :  M£  ,57,  1124. 


l8.     JUEVES   DE   LA  ASCENSIÓN 


287 


165  Dios.  Gozos  son  ésos,  mas  no  son  nada  en  comparación  de[l] 
principal.  — Ego  dispono  vobis,  sicut  disposuit  mihi  Pater 
meus,  ut  edatis  et  bibatis  supra  mensam  meam  in  regno 
meo,  dijo  Jesucristo  a  sus  discípulos.  Vosotros  sois  los 
que  habéis  permanecido  conmigo  en  mis  tentaciones,  y  por 

170  esto  yo  os  dispongo  el  reino  como  mi  Padre  me  lo  dis- 
puso a  mi,  y  dispóngolo  en  esta  manera,  que  comáis  y 
bebáis  sobre  mi  mesa  en  mi  reino.  — '¿Habrá  balanzas  para 
pesar  esta  misericordia:  que  hemos  de  comer,  no  debajo  la 
mesa,  como  Adanisedec,  sino  sobre  mi  mesa,  que  hemos  de 

175  estar  asentados  a  una  mesa  con  Dios?  — ¿Qué  quiere  decir 
asto?  — Que  será  tan  grande  nuestra  bienaventuranza,  que 
hemos  de  comer  y  beber  de  lo  mismo  que  Dios  come  y  bebe. 
Júntanse  dos  casados.  No  es  razón  que  el  uno  coma  pan 
blanco  y  el  otro  pan  bazo,  el  uno  gallina  y  ella  un  pedazo 

1*0  de  vaca:  señal  de  poco  amor.  Señor,  ¿que  comamos  vos 
y  nosotros  un  manjar?  — ¿Vistes  vos  sobre  la  tierra  tanto 
amor,  que  el  mismo  bocado  que  uno  come  ese  mismo  boca- 
do lo  coma  el  otro?  — Eso  no  es  posible.  — Pues  lo  que  acá 
no  es  posible  se  halla  en  el  cielo.  Lo  que  hemos  de  comer 

L85  en  el  cielo  es  lo  mismo  que  come  Dios.  No  comerás  tú  un 
manjar  y  Dios  otro;  de  lo  mismo  que  él  come  comerás,  de 
lo  que  él  bebe  beberás,  de  lo  que  él  descansa  descansarás, 
de  los  mismos  regocijos  y  pasatiempos  de  Dios  te  regoci- 
jarás, de  lo  mismo  que  goza  gozarás,  que  no  comerá  Dios 

190  de  otra  cosa,  sino  todos  comeremos  una  cosa.  — ¿Cómo  es 
eso?  — '¿No  habéis  leído:  Viderunt  Deum  Israel  et  come- 
derunt  et  biberunt? 

Veremos  y  amare-  Decí:  — ¿Qué  come  Dios,  qué  es  lo 
mos  a  Dios  1ue  bebe?  — ¿Sabéis  qué?  Mirarse, 

L95  conocerse  y  amarse.  Estos  son  sus 

placeres,  éstos  son  sus  pasatiempos:  conocerse  todo  Dios, 
y  amarse  y  gozarse  del  bien  que  tiene,  sin  lo  poder  perder. 
Pues,  si  el  comer  de  Dios  es  conocerse  Dios  y  amarse,  y 
nosotros  lo  hemos  de  conocer  y  amar,  ¡sea  tu  nombre  ben- 

¡00  dito,  que  a  tanto  llegó  tu  bondad  que  quieres  que  nuestra 
gloria  no  consista  principalmente  en  cosa  criada,  ni  aun 
en  gozar  de  la  humanidad  de  Jesucristo,  sino  en  ver  aquel 
Dios  desnudo,  en  ver  aquella  cara  llena  de  gracias,  en  ver 
aquella  hermosura  infinita  que,  cuando  enhorabuena  este- 

*>5  mos  allá,  quitará  el  velo  delante  de  sí  para  que  lo  veamos 
■presente,  no  por  alguna  especie  criada,  sino  por  sí  mismo! 
Bien  puede  Dios  criar  en  mi  entendimiento  una  especie  de 
león  que  me  represente  al  león,  aunque  no  esté  delante; 
mas  no  puede  criar  una  especie  que  me  represente  a  Dios 


172  Cf.  Le.  22,  28-30. 
192  Cf.  1  Cor.  10,  3-4. 


288  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


210  así  como  él  es,  sino  que  es  menester  ver  al  mismo  Dios. 
Aquesto  es  lo  que  dice  la  autoridad:  Vieron  al  Dios  de  Is- 
rael y  comieron  y  bebieron.  — ¿Qué  quiere  decir?  — Mas, 
¿quién  lo  sabrá  decir? 

Dixit  Dominus,  cuius  ignis  est  in  Sion,  et  caminus  eius 

215  in  Hierusalem.  ¿Qué  diferencia  hay  de  fuego  a  horno?  El 
fuego  es  no  muy  grande;  horno  es  fuego,  pero  grande,  y 
horno  quiere  decir  todo  fuego  grande.  El  fuego  de  Dios 
está  en  Sión,  el  horno  es  Hierusalén.  Sión  atalaya  quiere 
decir:  ésta  es  la  Iglesia  de  acá,  que  tiene  su  fuego  de  amor. 

220  ¿No  lo  dijo  aquello  San  Pablo  ad  Romanos  8:  ¿Quién  nos 
apartará  del  amor  de  Dios?  Ni  tribulación,  ni  hambre,  ni 
desnudez,  ni  peligros,  ni  persecución,  ni  espada.  Cierto  soy 
que  ni  la  muerte  ni  la  vida,  ni  los  ángeles,  ni  lo  presente 
ni  lo  por  venir,  ni  cosa  del  cielo  ni  de  la  tierra,  nos  podrá 

225  apartar  del  amor  de  Dios?  Fuego  tiene  en  Sión,  mas  aquel 
fuego,  donde  plega  Dios  por  quien  Dios  es  que  nos  veamos 
abrasados  en  él,  es  Hierusalem.  Esta  Hierusalem  visión 
de  paz  quiere  decir.  En  viendo  la  hermosa  cara  de  Dios 
(la  cual  vista  se  llama  Hierusalén),  se  enciende  un  tan 

23o  grandísimo  fuego  de  amor  de  aquel  Dios  que  ven  cada  hora, 
o  sea  ánima  o  ángel,  que  ansí  se  les  roban  los  corazones, 
que,  si  fuese  menester  pasar  por  espadas  y  puntas  de  lan- 
zas por  aquel  Dios  que  ven,  lo  harían  tan  fácilmente  como 
vos  beber  un  jarro  de  agua.  Plega  a  Dios  que  siquiera  lo 

235  sepamos  entender,  para  que,  entendiéndolo,  nos  aficione- 
mos y  movamos  a  desearlo. 

¿Cuál  pensáis  que  es  la  gloria  propia  de  los  bienaven- 
turados? Pocos  están  aquí  que  lo  sepan.  ¿Pensáis  vosotros 
que  la  gloria  del  cielo  es  descansar  allí,  ni  tener  mal  veci- 

240  no,  ni  tentación,  ni  sinsabor?  No  es  eso.  ¿Sabéis  cuál  es? 
Y  plega  a  Dios  que  por  vuestra  vida  no  os  parezca  poco; 
el  que  no  sabe  de  amor  no  entenderá  qué  cosa  es  la  gloria. 
En  viendo  aquel  Dios,  deséolo  para  mí,  y  para  El  deseóle 
tan  grandes  bienes,  que  no  hay  lengua  que  los  pueda  decir; 

245  amándole  más  que  a  mí,  deséole  más  bienes  que  para  mí: 
deséole  vida,  descanso,  hermosura  y,  finalmente,  infinitos 
bienes.  Y  como  ven  los  bienaventurados  que  tiene  Dios  todos 
aquellos  bienes  que  le  deseaban,  y  más  que  le  pueden  desear, 
ansí  como  se  lo  desean  más  que  para  sí  y  se  gozan  más 

25o  de  los  bienes  de  Dios,  que  si  ellos  mismos  los  tuviesen;  y 
de  esta  manera  se  entiende  que  están  sentados  a  la  mesa  de 
Dios,  comiendo  de  lo  mismo  que  come  Dios.  Este  es  el 
descanso  sobre  todo  descanso,  éste  es  el  deleite  donde  se 
juntan  tanto  las  voluntades,  donde  hay  un  amor  tan  en- 

255    cendido,  que  ni  ojo  lo  vió,  ni  oreja  lo  oyó,  ni  [a]  corazón  de 


2is    Is.  31,  g. 

225    Cf.  Rom.  8,  35"39- 


l8.     JUEVES   DE  LA  ASCENSIÓN 


289 


hombre  subió  lo  que  Dios  tiene  aparejado  para  los  que  le 
aman,  lo  cual  consiste  en  amar  a  Dios  para  ti  y  amar  a 
ti  para  Dios,  y  a  ti  y  a  Dios  para  si.  — ¿Qué  bien  es  ése? 
¿Qué  gozo  es  ése?  — El  mismo  gozo  de  Dios.  Alégrate, 
260  siervo  de  Dios,  dice  Dios,  que  has  sido  fiel;  entra  en  el 
gozo  de  tu  Señor  a  gozar  de  lo  que  goza  él,  a  vivir  de  lo 
que  vive  él,  a  ser  un  espíritu  con  él  y  a  ser  Dios  por  par- 
ticipación. 

Todo  lo  sufre  con     ¡Quién  os  lo  supiese  decir!  ¡Aquel 
266  alegría  quien  espe-     Dios  que  os  crió,  ha  de  ser  vuestra 
ra  ir  al  cielo         joya  y  premio!  El  lunes  os  lo  apunté 
a  decir,  y  ahora  lo  quiero  proseguir, 
que  la  principalísima  causa  de  vuestra  perdición  es  no 
tener  confianza  cierta  de  ir  a  gozar  de  Dios.  Pars  mea  Do- 
570    minus,  dixit  anima  mea;  propterea  expectabo  eum.  In  illa 
die  erit  Dominus  exercituum  corona  gloriae,  et  sertum 
exultationis ,  iis  qui  residui  fuerint  ex  populo  eius.  Dios  ha 
de  ser  mi  ración  y  mi  corona:  corona  será  Dios  de  gloria 
y  guirnalda  de  alegría  que  porná  a  la  cabeza  a  los  que 
275    le  sirven.  Dios  es  mi  ración,  por  eso  ayunaré.  Mis  ojos,  que 
han  de  ver  a  Dios,  no  es  razón  que  vean  vanidades;  lengua 
que  ha  de  alabar  a  Dios,  no  es  bien  que  se  ocupe  en  mur- 
murar; cuerpo  y  alma  que  ha  de  gozar  de  Dios,  no  es  justo 
que  revuelque  en  el  cieno.  Si  entendiésemos  que  hemos  de 
380  ir  al  cielo,  ese  caso  haríamos  de  lo  próspero  que  de  lo 
adverso.  ¿Qué  se  rae  da  de  riquezas,  pues  espero  las  ri- 
quezas del  cielo?  ¿Qué  se  me  da  de  trabajos,  pues,  se  han 
de  acabar  presto  y  luego  he  de  ir  a  descansar? 

¿Habéis  oído  los  trabajos  de  Job?  ¿Habéis  visto  la  pa- 
86    ciencia  que  tenía  con  todo?  A  mí  se  me  pierde  un  pedazo 
de  hacienda,  y  no  me  basta  paciencia.  A  él  se  le  perdió 
toda  la  hacienda,  y  bendijo  a  Dios.  Si  un  hijo  se  me  muere, 
no  me  puedo  consolar,  y  a  él  un  día  se  le  murieron  siete 
y  daba  gracias  a  Dios  por  ello.  Un  trabajuelo  que  me 
90  venga  no  lo  puedo  llevar,  y  él  está  cubierto  de  lepra  en  un 
muladar,  y  aun  sus  propios  mozos,  que  le  habían  servido, 
hacían  burla  de  él,  y,  con  todo,  bendicía  a  Dios  ahora. — 
Hombre,  ¿qué  pensabas  en  tu  corazón,  con  que  no  sentías 
los  trabajos  ?  Credo  quia  redemptor  meus  vivit,  et  in  novis- 
*5    simo  die  de  térra  surrecturus  sum,  et  in  carne  mea  videbo 
Deum  sálvatorem  meum,  quem  visurus  sum  ego  ipse,  et 
non  alius,  et  oculi  mei  conspecturi  sunt;  reposita  est  haec 
spes  mea  in  sinu  meo.  ¡Oh  bienaventurado  hombre,  y  todo 

257  aman]  Esaías  44  add.  292  bendicían  ¡|  302  he]  ha 


257    Cf.  1  Cor.  2)  9.  272    Cf.  Is.  28,  s- 

261    Cf.  Mt.  25,  23.  292    Cf.  Iob  í,  13-21  ;  2,  7-10. 

270   Thren.  3,  24. 


B. Avila  2 


M 


290  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


hombre  que  esa  cuenta  hiciere!  Allí,  entre  aquellos  traba- 

300  jos,  está  tan  viva  la  fe  y  esperanza  de  ir  al  cielo:  Creo 
que  mi  redemptor  vive — profecía  de  Jesucristo — ,  que  el 
día  postrero  he  de  resucitar  de  la  tierra  y  en  mi  carne  veré 
a  mi  salvador,  al  cual  veré  yo  mismo  y  no  otro  por  mí, 
y  mis  ojos  lo  han  de  ver.  Esta  esperanza  guardada  la  tengo 

305  en  mi  seno;  esta  célula:  "Al  cielo  tengo  de  ir",  en  el 
señó  la  traigo  metida.  ¡Bienaventurado  el  que  esta  esperan- 
za tuviere  en  su  seno,  que  todos  los  trabajos  del  mundo  no 
bastarán  para  derribarlo! 

¿Qué  decís,  San  Pablo?  Maledicimur  et  benedicimus; 

310  per secutionem  patimur,  et  sustinemus;  blasphemamur,  et 
obsecramus;  tamquam  purgamenta  huius  mundi  facti  su- 
mus.  — '¿Cómo  lo  podéis  sufrir?  — ¿Sabéis  cómo?  Porque 
tengo  asentado  en  mi  corazón  que,  si  matare  este  mi  cuerpo, 
tengo  en  el  cielo  otra  morada  eterna  y  sé  que,  mientras  más 

315  trabajos  aquí  pasare,  más  descanso  terné  allá.  Escribiendo 
también  a  los  Hebreos  les  dice:  Rapiña  bonorum  vestrorum 
cum  gaudio  suscipietis.  ¿Habéis  visto  vos  algún  vecino  vues- 
tro que  se  gozase  cuando  le  robasen  sus  bienes?  ¡Oh,  pobre 
de  mí,  aun  no  te  han  quitado  una  blanca,  cuando  está  el 

320  pleito  en  pie,  tiniendo  mil  malquiri  encías  en  el  corazón, 
y  con  dos  mil  murmuraciones,  cuánto  más  gozarse! 

— '¿Por  qué  os  gozábades  vosotros?  — Cognoscentes  vos 
habere  meliorem  et  manentem  substantiami.  Tenían  espe- 
ranza de  otra  mejor  e  más  saludable  hacienda.  ¿Cómo 

325  puede  ser  que  tengáis  vos  esperanza  de  heredar  mañana 
una  morada  y  mayorazgo  de  cinco  cuentos,  si  por  un  cor- 
nado que  os  toman  hacéis  gran  sentimiento?  Róbanles  [a] 
aquéllos  la  hacienda,  y  quedan  muertos  de  risa,  porque 
le  tenían  mejor  esperanza.  No  hay  cosa,  por  penosa  que 

330  Sea,  que  no  la  lleve  uno  con  alegría,  si  tiene  asentado  en 
su  corazón:  "Al  cielo  he  de  ir".  — '¿Por  qué  somos  tan 
tibios?  — Porque  no  tenemos  esperanza.  Dice  el  mozo: 
¿Quién  será  casto  toda  su  vida?,  ¿quién  lo  podrá  sufrir? 
— ¿Qué  dice  la  moza?  — h¿ Quién  perderá  sus  galas  y  joyas? 

335  Este  es  mi  pasatiempo.  Quiero  gozar  de  él  antes  que  se 
me  pase.  — '¿Qué  dice  el  caballero?  — ¿Quién  perderá  sus 
intereses  y  honras? 

Seremos   semejan-  — Si  tuviésedes  esperanza,  tan  fácil 
tes  a  Dios  ¿Qué     cosa  os  sería  servir  a  Dios  como  os 
840  es  esto?  parece  servir  al  mundo.  Luego  se- 

ríades    buenos.    — ¿  Quién   lo  dice? 
— San  Juan:  Videte  qualem  caritatem  dedit  nobis  pater,  ut 

309  Melcdicimur 


305  Cf.  Iob  19,  2^-27. 
312    1  Cor.  4,  12. 


323   'Cf.  Hebr.  io,  34. 


l8.     JUEVES   DE   LA  ASCENSIÓN 


291 


filii  Del  nominemur  et  simus.  Carissimi,  nunc  filii  Dei  su- 
mus,  et  nondum  ctpparuit  quid  erimus.  Scimus  quoniam  cum 

45  apparuerit,  símiles  ei  erimus,  quoniam  mdebimus  eum  sic- 
uti  est;  et  omnis  qui  habet  hanc  spem  sanctificat  seipsum, 
sicut  et  Ule  sanctus  est. 

¡Oh   corazones   desagradecidos!    ¡Oh   hombres  duros! 
Dime,  hombre:  Si  supieses  que  €l  arzobispo  o  el  papa  te 

50  ha  de  llamar  mañana — hablo  con  los  que  son  amigos  de 
honras  y  dignidades — y  que  te  ha  de  decir:  "Ven  acá,  que 
quiero  que  seas  deán,  obispo  o  cardenal",  ¿temías  cora- 
zón para  mordelle  al  Papa  en  la  mano  con  que  te  ha  de 
dar  las  mercedes?  ¿Quién  es  tan  malo  que  pueda  hacer 

55  tanto  mal  a  quien  tanto  bien  le  hace  o  le  ha  de  hacer?  Ya 
sabes  que  de  aquí  a  poquito  te  has  de  morir  y  ha  de  enviar 
Dios  a  sus  ángeles  por  ti,  para  sentarte  con  los  príncipes 
de  su  gloria,  ¿cómo  puedes  acabar  contigo  de  ofendelle? 
Requiere  de  amores  a  Josef  su  señora,  y  dícele:  "Haz  trai- 

60  ción  comigo".  Responde  Josef:  Non  -possum  hoc  malum 
faceré,  et  peccare  in  dominum  meum:  No  puedo  yo  hacer 
este  mal  y  pecar  contra  el  Señor  Dios  mío.  (Ansí  se  entien- 
de, y  no  contra  su  "señor",  según  lo  hebraico  y  lo  griego, 
y  según  San  Hierónimo.) — '¿Qué  dices,  Josef?  ¿Cómo  po- 

65  déis  hacer  aquel  mal  y  pecar  contra  Dios?  Venid  a  aprender 
de  los  mozos  de  ahora,  venid  a  los  viejos  de  este  tiempo, 
y  ellos  os  enseñarán  cómo  habéis  o  podréis  pecar.  No  ha- 
llaba Josef  puerta  para  ver  por  donde  acabaría  de  ofender 
a  Dios,  viendo  tantas  misericordias  como  le  había  hecho. 

70  Munchas  veces  pienso  en  esta  palabra:  Benedicite,  sacer- 
dotes Domini,  Domino.  Sacerdote  del  Señor,  sacerdote  y 
malo,  ¿cómo  puede  ser?  ¿Cómo  podrá  un  sacerdote  acabar 
consigo  de  ofender  a  Dios?  ¿Ofenderle  he  con  los  ojos?  Veo 
con  ellos  cada  día  el  santísimo  sacramento.  ¿Ofenderle  he 

75  con  las  manos?  Están  consagradas.  ¿Ofenderle  he  con  mi 
cuerpo?  Es  relicario  de  Dios.  ¿Cómo  podré  pecar  con  él 
contra  el  Señor?  ¿Cómo  acabaré  de  dar  enojo  a  aquel  Dios 
que  tantos  bienes  me  ha  hecho  y  me  ha  de  hacer? 

• — Mirad,  dice  San  Juan,  el  amor  que  nos  tiene  Dios, 

80  que  nos  llamemos  y  seamos  hijos  de  Dios.  Hermanos,  ahora 
somos  hijos  de  Dios;  aun  otro  mayor  bien  esperamos  más 
que  ser  hijos  de  Dios.  — ¿Y  qué  más  podemos  esperar? 
— 'Cuando  enhorabuena  amanezca  nuestro  día,  símiles  ei 
erimus.  Seremos  semejantes  a  Dios:  Dios  hermoso  y  tú 

*6  hermoso,  Dios  poderoso  y  tú  poderoso,  Dios  bueno  y  tú 
bueno,  Dios  impasible  y  tú  impasible,  Dios  bienaventurado 

347  i  lo.  3.  í-3- 

362  Lf.  Gen.  39,  9. 

364  San  Jerónimo,  Dlv.  Bibliotheca,  l.  Gen.,  c.  39  ■  ML  28,  249. 

371  Dan.  3,  84. 

384  1  lo.  3.  1-2. 


292 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  tú  bienaventurado.  — ¿De  dónde  nacerá  tanto  bien?  — Por- 
que veremos  a  Dios  así  como  es  Dios.  — ¿Y  qué  bien  es 
ése?  — Ni  es  comer  ni  beber,  ni  reír  ni  deleites  ni  dineros. 

390  _pues  ¿qué  es?  — Un  bien  por  el  cual  se  iban  los  siervos 
de  Dios  por  esos  campos  y  moraban  en  las  cuevas,  padecían 
soles  y  fríos,  hambre  y  desnudez;  un  bien  por  el  cual  de- 
rraman los  mártires  su  sÉigre,  un  bien  que  el  mismo  Cristo 
derramó  su  sangre  por  él,  un  bien  en  que  está  la  vida. 

395  — '¿Qué  es  esto?  — Ese  sea  su  nombre,  que  no  tiene  otro 
nombre:  Qui  vicerit,  dabo  ex  manna  absconditum.  Esfor- 
zaos a  pelear  y  vencer,  dice  Dios,  que  al  que  venciere  yo 
le  daré  un  mané  ascondido.  Por  cierto  que  estamos  bien 
librados:  ése  es  el  galardón  de  mis  trabajos,  ése  es  el  pre- 

400  mió  de  mi  sangre  derramada.  Yo  le  daré  un  maná  ascondido, 
que  nadie  le  conoce  sino  quien  le  recibe,  y  aun  esos  que 
le  reciben  no  le  acaban  de  conocer  bien  y  entender.  Los 
que  ven  a  Dios,  aun  no  comprehenden  a  Dios,  no  comen 
tanto  cuando  hay  que  comer  ni  beben  tanto  cuanto  hay  que 

405  beber.  ¡Bendito  seáis  para  siempre,  que,  aunque  os  gocen 
millones  de  millones  de  años,  nunca  vuestra  vista  les  da  en 
rostro.  Maravillados  están  diciendo:  ¿Qué  es  esto?  Siempre 
están  comiendo,  y  tienen  hambre.  Están  siempre  mirando  a 
Dios,  y  siempre  hay  que  mirar  en  El.  ¿Qué  es  esto?  Ese  es 

410   su  nombre:  Manna.  Quid  est  hoc,  quiere  decir. 

Quien  tiene  espe-  Todo  hombre  que  tiene  esperanza, 
ranza  santifícase  dice  San  Juan,  santifícase  como  Dios 
como  Dios  es  santo  es  s™to-  Señor»  dice  David,  aparta 
mis  ojos  que  no  vean  la  vanidad,  pues 

415  te  han  de  ver  a  ti;  pon  guarda  en  mi  lengua,  que  no  hable 
mal,  pues  se  ha  de  ocupar  en  alabarte;  encierra  mi  corazón, 
no  se  distraiga  y  vea  lo  que  en  el  mundo  pasa,  pues  que 
he  de  ver  a  ti.  ¡Afuera,  afuera  honras,  afuera  deleites,  que 
he  de  ver  a  mi  Dios!  Santifícase  como  Dios  es  santo;  como 

420  Dios  es  limpio,  quiero  yo  ser  limpio;  Dios  es  santo,  quiero 
yo  ser  santo;  Dios  es  piadoso,  quiero  yo  ser  piadoso;  Dios 
manso,  quiero  yo  ser  manso.  Si  le  dijesen  a  una  doncella: 
"Doncella,  mirad  por  vos,  que  el  rey  se  ha  agradado  y  os 
quiere  por  mujer",  ¡con  cuánto  cuidado  se  guardaría!;  y  si 

426  a  esta  doncella  le  dijese  un  leproso:  "Haz  traición  con- 
migo", ¿qué  le  diría?  — Traidor,  ¿quiéreme  el  rey  por  es- 
posa y  por  amor  de  ti  lo  había  de  perder?  • — Si  viéredes  a 
una  doncella,  que  no  se  guarda,  no  debe  de  tener  que  per- 
der, mala  sospecha  tengo  de  ella;  si  tuviese  que  perder, 

430    ella  se  guardaría.  ¿Veis  que  sale,  anda,  juega,  habla  y  ríe, 

396    Cf.  Apoc.  2)  17.  413    1  lo.  3.  3; 

410   Ex.  j6,  15.  414    W.  "8,  3?. 


l8.     JUEVES   DE  LA  ASCENSIÓN 


293 


no  se  guarda  ni  mira  por  sí?  Sospecho  que  no  tiene  qué 
perder. 

Padres  religiosos,  ¿tenéis  en  la  religión  novicios?  ¿En 
qué  se  ha  de  ocupar  el  novicio?  ¿Sabéis  en  qué?  En  trabá- 
is jar  de  ser  tal  que  al  cabo  del  año  digan  los  padres  profe- 
sos: "Bueno  es  para  la  religión;  digno  es  de  nuestra  com- 
pañía". A  la  letra  pasa  así.  ¡Oh  Dios  mío!,  ¿quién  dirá  a 
esta  gente  el  engaño  en  que  vive?  — ¿Cuántos  años  habéis? 
(Toda  esta  vida  es  año  de  probación,  año  de  noviciado,  para 
O  que  se  vea  si  sois  digno  de  ser  morador  del  cielo.)  ¿Qué 
castidad  habéis  guardado  en  este  tiempo?,  ¿qué  humildad?, 
¿qué  amor  de  Dios  y  de  los  prójimos?  Domine  Deus,  quid 
dicam  videns  Israel  hostibus  suis  terga  vertentem?,  dijo 
Josué. 

to  Padres  religiosos,  con  vergüenza  me  subí  aquí  y  con 
vergüenza  digo  esto:  Si  los  diputados  para  servir  a  Dios, 
si  los  del  corazón,  no  sienten  los  males  de  la  Iglesia,  ¿quién 
los  sentirá?  ¿Sabéis  qué  son  los  religiosos  en  el  cuerpo  mís- 
tico de  la  Iglesia?  El  Papa  es  la  cabeza;  los  brazos,  los  ca- 

50  toalleros;  el  corazón,  los  religiosos.  El  es  el  primero  que 
vive  y  el  postrero  que  muere;  él  es  la  fuente  del  calor,  él 
es  el  que  está  más  guardado.  Guarda  con  toda  guarda  tu 
corazón,  porque  de  él  procede  la  vida.  Por  eso,  padres,  os 
encerrastes  en  este  monesterio  debajo  de  ese  hábito,  de- 

55  bajo  de  traer  unos  ojos  bajos,  debajo  de  humildad,  para 
que  mejor  os  guardéis  y  conservéis  como  el  fuego  debajo 
la  ceniza.  Han  de  ser  tales  los  religiosos,  que,  si  un  miem- 
bro está  frío,  llegando  a  un  religioso  había  de  volver  con 
calor;  y  si  faltase  la  fe,  en  ellos  se  había  de  hallar.  Si  en  el 

60  corazón  no  hay  calor,  ¿dónde  lo  habrá?;  si  el  corazón  no 
siente  la  muerte  de  la  Iglesia,  ¿quién  la  sentirá?  Padres, 
convidados  estáis  a  llorar  en  la  religión,  no  a  reír  como 
Josué,  para  llorar  la  caída  del  pueblo. 

Señor  Dios,  ¿qué  diré,  que  veo  a  vuestro  pueblo  volver 

65  las  espaldas  a  los  enemigos?  Aun  no  ha  asomado  la  ten- 
tación, cuando  huyen;  a  uno  derriba  la  soberbia,  a  otro  la 
fornicación,  a  otro  la  ira.  ¡Ah  de  mí,  que  de  éstos  está 
profetizado  que  no  han  de  entrar  en  el  cielo!  — ¿Dónde 
está  profetizado?  — Nolite  errare:  nec  fornicara,  nec  ido- 

'70  Us  servientes,  nec  adulteri,  ñeque  jures,  ñeque  avari,  ñeque 
ebriosi,  nec  maledici,  ñeque  rapaces  regnum  Dei  posside- 
bunt,  dice  Pablo.  Dice  Dios  en  Pablo:  No  os  engañéis  con 
decir:  "Cristianos  somos",  que  ni  los  fornicadores  (¡oigan 
las  desdichadas  orejas  a  quien  toca!),  ni  los  adúlteros,  ni 

'75  los  ladrones,  ni  los  avarientos,  ni  los  que  se  emborrachan, 

471  maledicti 


444    los.  7,  8. 


465    los.  7,  8. 


294  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ni  los  maldicientes,  no  .entrarán  en  el  reino  de  Dios.  ¡Des- 
dichada su  comida,  desdichados  sus  placeres,  desdichado 
cuanto  hablan,  desdichado  cuanto  pasean,  si  no  han  de 
entrar  en  el  reino  de  Dios!  — ¿Y  para  qué  es  todo  eso? 

480  ¿Puédeste  alegrar,  di?  ¿Está  aquí  alguno  de  mal  corazón? 
¿Qué  sientes  cuando  oyes  decir  que  no  has  de  entrar  en  el 
cielo?  — Entristecido  me  he.  ¿Qué  remedio,  padre,  para  no 
estar  triste?  — Arrimaos  a  Dios.  Augustino:  Ten  el  pen- 
samiento allí  y  ternás  holganza  aquí.  ¿Cómo  queréis  vos 

4*5  descansar,  estando  arrimados  a  una  nao  que  nunca  está 
queda?  Arrimaos  a  aquel  poste  y  descansaréis.  Si  estás 
arrimado  a  tu  corazón  y  estás  lleno  de  tu  propia  voluntad 
y  antojo,  si  haces  todo  lo  que  se  te  antoja,  ¿cómo  has  de 
descansar?  Antes  faltará  el  cielo  y  la  tierra  que  falte  la 

490  palabra  de  Dios,  que  dice:  Cor  impii  quasi  mare  fervens, 
quod  quiescere'  non  potest;  non  est  pax  impiis,  dicit  Domi- 
nus  Deus.  — ¿Qué  haré  para  no  tener  congojas?  —Arri- 
maos a  Dios;  subios  al  cielo,  do  no  llegará  tormenta  de  los 
trabajos;  poné  vuestra  esperanza  en  Dios:  decilde:  "Véaos 

495  yo,  que  todo  lo  sufriré  por  vos.  Do  próspero  yo  lo  renuncio, 
lo  adverso  yo  lo  padeceré  de  buena  gana;  solamente  os  vea 
yo".  Decí:  ¿Está  aquí  algún  fornicador  o  maldiciente?  ¿Qué 
comida  llevarán  hoy  a  su  casa,  oyendo  decir  a  San  Pablo 
que  no  entrarán  en  el  cielo?  ¿Cómo  ta  has  de  alegrar?  Cor 

500  pravum  dabit  tristitiam.  No  puedes  disimularlo:  viste  seda, 
juega  a  las  cañas,  ríe  cuanto  quisieres,  que  tu  corazón  está 
llorando. 

— ¿En  qué  estábamos?  — Decíamos  que  en  esta  vida  es- 
tamos en  año  de  noviciado,  que  habernos  ganado  para  que 

505  nos  den  el  voto  y  nos  reciban  en  el  cielo.  ¿Qué  habéis  he- 
cho? ¿Queréis  que  os  lo  diga  yo?  Telas  araneae  texuerunt  et 
ova  aspidum  ruperunt;  qui  comederit  de  ovis  eorum  morie- 
tur,  et  quod  confotum  est,  erumpet  in  regulum.  — Mas 
¿cuándo?  — De  otra  manera  os  tomará  Dios  la  cuenta  de 

510  ©sto.  Habéis  hecho  telas  de  araña.  Hacen  las  arañas  telas 
para,  cuando  fueren  a  huir,  las  tomen  en  ellas.  Tejéis  vos- 
otros telas  de  arañas  y  cázanos  en  ellas.  ¿Vistes  mayor  ne- 
cedad que  ésta?  ¿Cómo  os  llamáis  hombres  cuerdos?  ¿Cómo 
os  tenéis  por  sabios?  Quomodo  dicitis:  nos  sapientes  su- 

515   mus?  ¿Para  qué  buscáis  hacienda,  que  es  tela  de  araña  con 


476   Cf.  1  Cor.  6,  9-10. 

484  San  Agustín,  De  catechiz.  rudibus,  c.  16  (ML  40,  330)  :  «Tu 
autem,  quia  veram  réquiem,  quae  post  han  vitam  ohristianis  promit- 
titur,  quaeris,  etiam  hic  eatm,  ínter  atnarissimas  vitae  huius  moles- 
tias, suavem  iucundamque  gustabis,  si  eius,  qui  eam  promisit,  prae- 
cepta  dilexeris». 

480   Cf.  Me.  13,  31.  508    Cf.  Is.  59,  5. 

492   Cf.  Is.  57,  20.  S14   Cf.  Rom.  1,  32. 

500  '  Bocli.  36,  22. 


l8.     JUEVES   DE   LA  ASCENSIÓN" 


295 


que  te  cace?  Cuando  tenías  poco  era[s]  razonable  cristia- 
no: rezabas,  confesabas  a  menudo,  dabas  limosnas;  ahora 
que  estás  rico,  haslo  olvidado  todo.  ¿De  qué  te  sirvi[ó]  la 
hacienda,  si  no  de  tomarte  con  ella?  Hacíante  antes,  cuando 

¡0  eras  bajo,  una  injuria,  y  al  primer  ruego  perdonabas,  y 
ahora  que  te  ves  en  honra  y  ahora  que  eres  hidalgo,  no  hay 
quien  te  haga  perdonar.  Tejido  has  tela  de  arañas;  rom- 
péis huevos  de  víboras,  y,  si  no  los  rompéis,  empolláislos; 
él  que  come  de  ellos  morirá  y  el  que  los  empolla,  saldrá  un 

5  basilisco  y  matallo  ha.  ¿En  qué  entendéis?  Conceperunt 
dolor e  et  pepererunt  iniquitatem.  Si  saliesen  a  plaza  ahora 
vuestras  cosas,  ¡y  qué  vergüenza  sería!  Romper  huevos  de 
víboras  y  comer  de  ellos,  es  poner  en  obra  los  pecados;  em- 
pollarlos es  tenerlos  solamente  en  el  corazón.  Aunque  no 

0  haya  más  de  malos  pensamientos,  aunque  no  los  pongáis 
por  obra,  no  dejaréis  de  condenaros  en  esto.  ¿Habéis  en- 
tendido? Así  se  gana  el  cielo. 

Mas  ¿qué  se  les  da  a  los  tales  del  cielo?  Si  me  tomasen 
juramento,  jur[ar]ía  que  me  maten  si  ellos  tienen  pensa- 

5  miento  ni  esperanza  de  entrar  allá.  San  Pablo:  Qui  despe- 
rantes semetipsos  tradiderunt  impudicitiae  in  operationem 
omnis  immunditiae.  ¡Oh  qué  verdad  tan  grande!  Los  que 
están  desesperados,  los  que  dicen:  "Andá,  que  no  es  el 
cielo  para  mí",  aunque  con  la  boca  digan  no  sé  qué,  sin 

o  duda  su  corazón  lo  dice.  — Así,  ¿qué  hicieron  éstos?  — En- 
tregáronse a  obrar  toda  maldad  y  deshonestidad.  — Mozo, 
¿por  qué  eres  tan  deshonesto?  Cata  que  hay  en  el  cielo 
gozos  inefables.  — ¿Qué  tengo  yo  de  ver  en  eso?  — ¡Dios 
nos  abra  los  ojos  por  quien  Dios  es,  que  tengo  yo  en  más 

5  un  deleite  que  pasan  las  bestias  en  el  campo  que  los  deleites 
del  cielo!  ¡Que  tenga  en  más  el  cieno  que  a  Dios!  Tened 
por  entendido  que,  cuando  cae  uno  en  pecado  de  fornicación, 
es  castigo  de  otros  pecados.  Fovea  profunda  est  meretrix. 
Cu  i  iratus  est  Dominus  incidit  in  eam.  No  es  posible  que 

0  uno  caiga  en  tal  ceguedad  que  diga :  "Yo  me  despido  de  los 
deleites  del  cielo  por  gozar  de  deleites  de  bestias" ;  sino,  en 
pena  de  otros  pecados,  castiga  Dios  un  pecado  con  otro. 
Los  que  ansí  están  desesperados  renuncian  los  deleites 
del  cielo.  Estos  son  aquellos  que  les  diréis:  "Señor,  catad 

5  que  traéis  más  gente  con  vos  de  la  que  requiere  vuestro 
estado",  "Catá,  señora,  que  traéis  más  ropa  de  la  que 
requiere  vuestro  estado",  y  no  despedirán  un  mozo  ni  qui- 
tarán una  trepa  de  la  saya,  aunque  oigan  sesenta  sermones. 
No  tenéis  esperanza  de  ir  al  cielo.  ¿Qué  mayor  señal  que- 

0    réis  para  esto,  que  ver  que  no  hacéis  nada  para  ir  al  cielo? 

822  Tejidos 


526   Cf.  Is.  59,  4. 
537    Cf.  Eph.  4,  19. 


548  Cf.  Prov.  23,  27. 
'549   Cf.  Prov.  22,  14. 


296 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— "Al  cielo  he  de  ir".  — No  decís  mal  en  ello.  ¡Ojalá  sin- 
tiésedes  lo  que  sentís,  que  de  otra  manera  vivirías! 

Nos  dió  esperanza    Benedictus  Deus  et  pater  Domini  nos- 

565  viva:  Si  la  Cabeza    ír¿  Iesu  Christi,  dice  San  Pedro,  qui 
en  el  cielo    tam-    secundum  suam  misericordiam  mag- 
hi¿n  el  Tuérno        nam  re9enerav^t  nos  m  spem  vivam, 
P  per  resurrectionem  lesu  Christi  ex 

mortuis,  in  hereditatem  incorruptibi- 
lem,  et  incontaminatam,  et  immarcesibilem,  conservatam  in 

670  caelis  in  vobis,  qui  virtute  Dei  custodimini  per  jidem  in  sálu- 
tem  paratam  revelari  in  tempore  novissimo.  ¡Bendito  sea  Dios 
— ¡razón  tenéis  de  bendecirlo! — ,  Padre  de  nuestro  Señor  Je- 
sucristo, porque  según  su  gran  misericordia  nos  engendró  otra 
vez.  Ya  estábamos  una  vez  engendrados  de  padre  y  madre 

575  pecadores,  según  la  cual  generación  éramos  hijos  de  ira,  mas 
tornónos  a  engendrar  otra  vez  de  agua  y  de  Espíritu  Santo 
para  que  fuésemos  herederos  de  Dios,  y  diónos  esperanza, 
que  hace  alegrar  el  corazón,  y  sufrir  con  paciencia  la  tribu- 
lación— spe  gaudentes,  in  tribulatione  patientes:,  la  esperanza 

580  que  alegra  el  corazón,  hace  sufrir  con  paciencia  los  trabajos  y 
tribulaciones — ;  diónos  esperanza  viva,  porque  Jesucristo  re- 
sucitó de  entre  los  muertos,  para  esperar  una  heredad  inco- 
rruptible, limpia,  fresca,  que  no  se  marchita,  que  está  guar- 
dada en  los  cielos  para  vosotros,  que  estáis  conservados  en 

585   este  mundo  en  fe  y  caridad. 

A  los  desesperados  no  les  mueve  nada  de  esto.  ¿Por 
qué  no  tenéis  esperanza  de  ir  al  cielo?  ¿Por  qué  tenéis  tan 
poca  confianza  de  Dios?  ¡Quién  pudiera  alcanzar  de  Dios 
esta  palabra:  "Todos  cuantos  estáis  aquí  os  salvaréis"! 

590  ¡Señor,  por  vuestra  misericordia,  por  la  sangre  que  derra- 
mastes  por  nosotros,  que  ninguno  de  cuantos  hay  desde 
allí  hasta  allí  arda  en  el  infierno!  Veréis  una  mujer  que  ni 
ella  hurta  ni  fornica,  ni  dice  mal  de  nadie,  vive  mediana- 
mente, y,  con  todo  esto,  tiene  mil  escrúpulos  y  piensa  ella 

595  que  es  éste  pequeño  mal  no  tener  confianza  de  nuestro  Señor. 
— Padre,  ando  penada,  no  sé  si  tengo  de  ir  al  cielo;  no  sé 
si  estoy  bien  con  Dios.  — Andá,  comenzá  desde  hoy  a  dar 
gracias  a  Dios  por  la  misericordia  que  os  ha  de  hacer  en 
llevaros  al  cielo.  — ¡Tan  enhorabuena  Dios  lo  dijese  que 

600  tengo  de  ir  allá!  — ¿Y  pensáis  vos  que  es  merecimiento 
vuestro  y  no  gracia  de  Jesucristo?  Escuchad  lo  que  dice 
San  Pablo:  Deus — bendecid  a  Dios  mientras  lo  estoy  di- 
ciendo—qui  dives  est  in  misericordia,  propter  nimiam  cari- 
tatem  suam  qua  dileocit  nos,  et  cum  essemus  mortui  pecca- 

571  paratam]  sanctam 


57i  Cf.  i  Petr.  i,  3-5. 
579    Rom.  12,  12. 


l8.     JUEVES  DE  LA  ASCENSIÓN 


297 


KS  tis,  convivificavit  nos  in  Christo  (cuius  gratia  estis  salvati), 
et  consedere  fecit  in  caelestibus  in  Christo  Iesu.  Y  cuando 
San  Pablo  decía  esto,  estaba  preso  en  Roma,  y  con  una 
cadena.  Señor,  "yo  tengo  de  ir  al  cielo".  ¡Bendito  sea  Dios 
para  siempre!  Tú  pobre  eres,  gusano  eres,  no  mereces  el 

LO  pan  que  comes;  mas  Dios,  que  es  rico  en  misericordias,  no 
por  nosotros,  mas  por  su  amor,  estando  muertos  en  los  pe- 
cados, nos  dió  vida  en  Jesucristo,  y  nos  resucitó,  y  nos 
hizo  estar  sentados  en  los  cielos  en  Jesucristo. 

Veamos,  San  Pablo:  — ¿Roma  era  el  cielo?  — La  cárcel, 

L5  la  cadena  era  el  cielo  con  Jesucristo.  — Cristo  estaba  a  la 
diestra  de  Dios  Padre,  nosotros  en  este  destierro,  ¿cómo 
estáis  con  él  en  el  cielo?  — 'Mira,  hermano,  hoy  sube  Jesu- 
cristo al  cielo  a  tomar  la  posesión  por  sí  y  por  ti;  es  tu 
abogado,  tu  procurador,  tu  padre,  tu  hermano,  tu  mayo- 

¡0  razgo,  tu  esposo,  tu  amigo.  ¿Quién  vido  en  el  cielo  la  cabeza 
sin  cuerpo?  Y  si  la  cabeza  está  colocada,  los  pies  reciben 
gloria  de  la  corona;  y  si  el  marido  es  rey,  la  mujer  es 
reina;  y  si  él  es  rico,  ella  es  rica.  Reinando  Cristo,  reina- 
mos todos  con  El;  si  el  hijo  es  rico,  la  madre,  que  lo  ama 

»  como  a  sí  misma,  rica  está  con  la  riqueza  del  hijo.  O  de 
otra  manera,  dice  que  está  asentado  en  el  cielo  en  espe- 
ranza: spe  enim  salvi  estis  facti.  ¿No  habéis  oído  decir 
"comendadores  de  esperanza"?  Así,  pues,  dice  Pablo:  Somos 
salvos  en  esperanza.  — '¿Qué  hay  en  el  cielo?  Ver  a  Dios, 

0  gozar  de  Dios  y  poseer  a  Dios.  Gran  milagro  es  que  un 
hombrecillo  esté  en  el  cielo  y  que  sea  Dios  más  suyo  que 
lo  es  una  manzana  que  posee;  pero  mayor  milagro  es  que 
Dios  esté  en  el  suelo.  Gran  cosa  es  que  el  hombre  sea 
hecho  de  Dios  hijo;  mayor  cosa  es  que  el  Hijo  de  Dios  sea 

5  hijo  de  una  virgen.  Gran  cosa  es  que  vivas  en  el  cielo  para 
siempre;  mayor  cosa  es  que  Dios  muera  en  el  suelo.  Gran 
cosa  es  que  tú  estés  gozoso  en  el  cielo;  mayor  cosa  es  que 
esté  El  triste  en  el  suelo.  Estás  tú  vivo,  y  él  muerto. 

Tanto  doy  cuanto  pido;  pido  a  Dios,  también  do  a  Dios. 

Q  Dios  vale  tanto  como  Dios.  Jesucristo,  Dios  y  hombre,  mío 
es;  sus  merecimientos,  míos  son  también:  bien  tengo  con 
que  pagar  lo  que  demando.  Sábete  estimar,  hombre,  pues 
Jesucristo  es  tuyo.  Otro  dice:  — Yo  no  soy  para  servir  a 
Dios.  — ¿Qué  te  falta?  — Caigo  luego,  no  persevero  en  cosa 

5  -que  comienzo,  luego  soy  vencido. — Dijo  un  viejo  de  los  del 
yermo:  Si  alguno  tiene  tentación  de  carne,  no  será  librado 
de  ella  hasta  que  no  es  él  parte  para  vencella.  ¿Caes?  Lue- 
go alguna  soberbia  debe  de  estar  en  tu  corazón,  algún  pol- 


606  Cf.  Eph.  2,  4-6. 
627   Cf.  Rom.  8,  24. 

647   Paladio,  Hist.  Lausiaca  (Viae  Patru.ni,  1.  8),  c.  22  :  ML  73, 


298 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


villo  de  vanagloria  y  algún  decir  allá  dentro:  "Mejor  soy 

650  que  el  otro,  más  recio  que  el  otro,  más  devoción  tengo  que 
el  otro";  menester  es  que,  a  golpes,  saquen  la  soberbia  y 
os  hagan  entender  cuán  pobre  y  flaco  sois,  y  que  digáis: 
"Limosna,  Señor,  que  pobre  soy"  Si  alguna  cosa  buena  ten- 
go, vos  me  la  distes,  y  si  a  otros  la  diérades,  mejor  os 

655  sirviera  con  ella  que  yo".  ¿Sabéis  qué  le  aconteció  a  San 
Augustín  cuando  se  quiso  convertir  a  Dios?  La  mayor  fati- 
ga que  tenía  era:  ''No  tengo  de  poder  vivir  en  castidad,  ni 
me  tengo  de  casar;  en  las  orejas  me  dicen:  ¿Y  tú  has  de 
poder  pasar  toda  la  vida  sin  llegar  a  mujer?  Por  otra  parte 

660  se  me  ponían  delante  los  ojos  tantas  doncellas,  tantos  moci- 
tos, tantos  viejos  y  decíanme:  ¿Pudieron  aquéllos  y  no 
podrás  tú?  ¿Eres  tú  menos  que  ellos?  No  fueron  aquéllos 
castos  en  sus  fuerzas,  mas  en  su  Dios.  Ni  sus  fuerzas  ni 
su  brazo  los  salvó,  mas  la  diestra  de  Dios,  que  hizo  que  en 

665  ja  carne  sucia  fuesen  limpios,  en  la  carne  corruptible  vi- 
viesen sin  corrupción.  Arrójate  en  Dios,  que  no  es  Dios 
infiel,  que,  arrojándote  en  El,  no  te  ha  de  hurtar  el  cuerpo 
y  dejarte  caer;  si  comienzas  en  el  esfuerzo  de  Dios,  en  él 
podrás  acabar.  Dile:  Señor,  vos  me  mandáis  serviros,  vos 

670  lleváis  cativa  la  catividad;  mi  ánima  en  vuestro  amor  es- 
forzáme,  para  que  os  sirva.  Darte  ha  aquí  su  gracia  y 
después  su  gloria,  ad  quam  nos  perducat.  Amen. 


19      Vino  el  Señor  a  buscar  la  oveja  perdida  * 
Domingo  III  después  de  Pentecostés 

(Oña,  Ms.  est.  8,  ¡pflut.  4,  n.  55  toas,  flf.  33  r  -  36  r.) 

Iste    peccatores    recipit,    et    manducat    cum  illis 
(Le.  15,  [2]). 

Exordio     Para  que  nos  sea  dada  la  gracia,  supliquemos 
a  la  Virgen  santísima  nos  la  alcance,  y  por  más 
5  la  obligar,  digamos  mente  pia:  Ave,  María. 

Cristo  se  abaja  a  re-  Iste  peccatores  recipit,  etc.  Estas 
cibir  a  los  pecadores  palabras,  que  darán  fundamento 
a  nuestro  sermón,  con  el  ayuda  y 
favor  del  Espíritu  santo,  son  tomadas  del  evangelio  de  la 
10  dominica  tercera  de  Pentecostés;  son  palabras  dichas  de 
unos  malos  hombres;  dijéronse  a  Jesucristo,  acusándole  que 

1  Iste]  Hic  sec.  m.  ||  6  Iste]  Uic.  sec.  ni. 

658   San  Agustín,  Confess.,  1.  8,  c.  11,  27  :  ML  32,  761. 
670  Cf.  Epk.  4,  8. 

*   Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  103-112.  «Dominica  tertia  post  Pentecosteni  (f.  33  r). 

6  Le.  15,  2. 


IQ.     DOM.  3  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


299 


era  mal  hombre.  Tomárselas  hemos  de  la  boca  para  enten- 
derlas como  se  han  entender,  porque  algunas  veces  decían 
unas  sentencias  del  Espíritu  santo,  aunque  eran  malos. 

15  Enviaron  una  vez  los  fariseos  a  prehender  a  Jesucristo, 
y  los  que  le  iban  a  prehender  halláronlo  predicando,  y  como 
vieron  y  oyeron  la  grandeza  de  su  doctrina  y  la  dulzura 
de  sus  palabras,  volviéronse,  y  preguntados  por  qué  no  le 
prehendieron :  — ¿Qué  lo  hemos — 'dicen  —  de  prehender? 

20  Numquam  sic  locutus  est  homo.  Nunca  jamás  ansí  habló 
hombre  ni  hablará,  como  Jesucristo.  — Esta  es  sentencia  del 
Espíritu  santo,  dicha  por  boca  de  aquéllos.  Pues  ansí  acá:, 
Iste  peccatores  recipit.  Este:  bien  decís,  que  éste  solo  recibe 
a  los  pecadores.  ¡Señor!  Y  si  no  los  recibiérades,  ¿qué  fue- 

25  ra  de  nosotros?  ¡Bendicta  sea,  Señor,  vuestra  misericor- 
dia, que  recibís  los  pecadores! 

Acuérdome  que  dice  el  Sabio  una  sentencia:  Echa  fuera 
el  mofador,  y  saldrán  con  él  todas  las  rencillas.  Si  alguno 
tiene  cargo  de  alguna  casa,  si  hay  algún  mozo  mofador  o 

su  escarnidor  o  consejero,  échalo  fuera,  y  cesarán  las  revuel- 
tas de  casa.  Ansí  es  que,  si  nosotros  quitásemos  de  nuestra 
ánima  el  mofador,  temíamos  paz;  si  dejásemos  nuestro  pro- 
pio parecer  y  siguiésemos  el  de  Dios  y  le  dejásemos  a  El 
hacer,  en  nuestra  casa  habría  paz.  Echa  fuera  tu  propio 

35  sentido  y  quedarás  en  paz.  Quiero  decir  que  si  Dios  te  quie- 
re llevar  por  breñas  y  barrancos,  y  cuando  echas  el  pie  de- 
lante te  parece  que  lo  echas  atrás,  no  te  parezca  a  ti  que 
irás  mejor  por  lo  llano  o  por  otra  parte,  que  eso  es  lo  que 
te  hace  .tener  guerra  entre  ti.  No  has  de  tener  parecer  para 

40  lo  que  Dios  quisiere  hacer  de  ti.  Y  por  eso  tienes  guerra, 
porque  quieres  tener  un  sí  y  un  no  en  la  boca,  más  redondo 
que  una  pelota.  — ¡Haz  esto!  — No  quiero.  ■ — ¡No  hagas 
esto!  — Sí  quiero.  ■ — Pues  el  que  se  pusiere  en  el  querer  de 
Dios,  sin  querer  sí  ni  no,  echa  fuera  el  escarnidor. 

J5  — ¿A  qué  propósito  habéis  dicho  esto,  padre?  ■ — Yo  os 
lo  diré,  que  no  va  sin  él.  Dice  San  Crisóstomo  que  la  ma- 
yor dificultad  que  los  apóstoles  tenían,  cuando  predicaban 
en  el  mundo  el  Evangelio,  era  hacerles  creer  tan  buenas 
nuevas  de  la  misericordia  de  Dios,  que  eso  quiere  decir 

50  Evangelio.  Y  ansí  dice  que  cuando  querían  decir  alguna 
grande  misericordia,  primero  pedían  la  fe  a  los  oyentes; 
como,  si  dicían  que  Dios  murió,  decían  primero:  Mirá,  que 
creáis  esto  que  os  quiero  decir.  Como  parece  en  San  Pablo, 

37  pareces  ||  43  que]  no  add. 


21    lo.  7,  46. 

28    Prov.  22,  10. 

50  San  Juan  Crisóstomo,  In  Epist.  1  ad  Titti..  c.  1,  hom.  4,  1  : 
MG  62,  519-520. 


300 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


queriéndoles  dar  a  entender  que  Cristo  había  muerto  por 

55  los  pecadores,  dice:  Fidelis  sermo,  etc.  Erale [s]  en  gran 
manera  cosa  dificultosa  a  los  apóstoles  decir  que  creyesen 
de  Dios  cosas  bajas;  y  esto  porque  es  cosa  natural  donde 
no  hay  fe,  que  más  se  inclina  nuestro  entendimiento  a  creer 
y  sentir  cosas  grandes  de  Dios  que  no  bajas.  Y  ansí  no  po- 
60  dían  los  hombres  acabar  de  creer  que  Dios  fuese  hombre, 
más  bien  que  Dios  es  infinito;  aunque  en  El,  en  alguna  ma- 
nera, es  más  dificultoso  de  entender  que  una  mesma  cosa 
sea  tres  distintas  real  y  personalmente,  una  esencia  y  sus- 
tancia simplicísima  tres  supoestos  [sic]  y  personas,  y  un 

65  Dios.  Aunque  todo  es  dificultoso,  más  fácilmente  nos  in- 
clinamos a  creerlo  que  no  que  Dios  murió;  porque  las  cosas 
bajas  con  mayor  dificultad  las  atribuimos  a  la  grandeza;  y 
por  eso  no  querían  creer  de  Dios  que  se  bajase  a  ser  hom- 
bre y  a  morir  por  el  hombre.  Y  de  aquí  es  que  los  judíos 

70  teníanlo  por  escándalo,  y  los  gentiles  por  una  no  oída  lo- 
cura, un  Dios  crucificado. 

Y  porque  estos  fariseos  no  querían  dejar  su  parecer  y 
creer  de  la  misericordia  de  Cristo,  que  era  verdadera  san- 
tidad abajarse  a  recebir  los  pecadores  y  comer  con  ellos, 

75  por  eso  murmuraban  de  El  diciendo:  Este  a  los  pecadores 
recibe.  Decían:  Si  éste  fuese  santo,  vería  que  éstos  son 
pecadores  y  no  se  juntaría  con  ellos;  y  si  fuese  Hijo  de 
Dios,  conocería  que  son  malos  y  no  se  llegaría  a  ellos;  mas 
pues  que  los  recibe,  o  es  como  ellos  o  no  los  conoce. 

80  Mirad,  Señor,  que  Dice  San  Agustín:  La  fingida  santi- 
murmuran  de  vos  dad  echa  de  sí  a  los  pecadores  y  la 
verdadera  los  recibe.  Ansí  ésta  es 
señal  que  uno  es  fingido,  si  cuando  ve  a  su  hermano  caído, 
lo  menosprecia.  Esta  es  señal  de  verdadera  santidad,  si  lo 

85  recibe  y  se  apiada  de  él.  Mirad,  Señor,  que  murmuran  de 
vos.  ¿Qué  hacéis?  ¿Por  qué  recibís  a  los  pecadores?  Mi- 
rad si  lo  habéis  de  dejar  de  hacer  porque  no  digan  de  vos. 
Mirad  si  habéis  de  ser  como  los  de  agora,  que,  habiendo 
quien  les  diga  una  palabra,  dan  con  todo  en  tierra:  no  quie- 

90  ro  que  me  sigan,  no  quiero  que  digan  de  mí.  Tienen  en  tan 
poco  a  Dios,  que  aunque  digan  de  ellos  la  menor  afrenta  del 
mundo,  ni  la  quieren  recibir.  Pues  éstos  no  serán  de  Dios 
ni  se  les  dará  Dios,  pues  en  tan  poco  lo  tienen,  que  les  pare- 
ce caro  por  una  murmuración.  No  ha  de  ser  ansí,  mas  al  que 

95  quisiere  a  Dios,  cuanto  le  pidieren  ha  de  dar  por  El  y  ha 
de  decir:  "Poneos  en  precio,  Señor;  ved  lo  que  queréis,  que 


55    Cf.  i  Tim.  i,  15;  3,  1  ;  4,  9. 

82  Idea  parecida  en  San  Gregorio,  Hom.  tn  Ev.,  1.  2,  honi.  34,  2 
(ML  76,  1246)  :  «Vera  iustitia  compassionem  habet,  falsa  mstitia  de- 

dignationem». 


ig.     DOM.  3  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


301 


todo  lo  daré  por  vos.  Si  queréis  que  no  tenga  honra,  que  no 
la  quiero;  si  queréis  que  deje  la  hacienda,  [la  dejaré]  por- 
que no  os  deje  a  vos  y  os  tenga;  si  que  pierda  la  vida,  qui- 

100  tádmela,  Señor,  luego,  que  todo  es  poco  por  vos.  Poneos, 
Señor,  en  estima,  que  más  os  estimo  yo  que  cualquier  cosa". 

El  que  cualquiera  cosa  que  le  pidiere  no  diere,  no  po- 
drá gozar  de  Dios.  Mas  ¿qué  quiere  decir  que  por  nuestros 
pecados  hay  cristianos  que  tienen  en  tan  poco  a  Dios  que 

105  no  quieren  pasar  ni  una  palabrita?  No  habéis  de  hacer  sino 
como  las  mujeres,  que,  si  les  piden  celos  sus  maridos,  dicen: 
"Esperad,  que  yo  seré  mala  porque  lo  digáis  de  verdad". 
Ansí,  si  te  dijeren  que  rezas  y  comulgas,  decid:  "Esperad, 
que  yo  rezaré  y  comulgaré  porque  lo  digáis  de  verdad".  Si 

no  no  tuvieres  a  Dios  por  el  principal  de  tu  casa  y  le  asentares 
en  el  mejor  lugar  de  tu  mesa,  no  eres  digno  de  El.  Mete 
la  mano  en  tu  seno  y  mira  a  dónde  sientas  a  Dios.  Tu  mesa 
es  tu  voluntad,  y  lo  que  le  das  es  el  amor. 

Si  te  viene  a  la  mano  un  contrato  en  que  aventuras  a 

116  ganar  cien  ducados  con  mala  ganancia  y  conciencia  o  hacer 
lo  que  Dios  te  manda;  si  quieres  más  ganarlos  que  conten- 
tar a  Dios,  a  la  cabecera  asentaste  los  cien  ducados  y  a  los 
pies  a  Dios.  Y  si  por  una  poca  de  honra  no  quieres  perdonar 
la  injuria,  a  la  cabecera  asentaste  a  la  honra.  ¡Y  pluguiera 

120  a  Dios  que  no  hubiera  cristianos  que  sentaran  a  Dios  en  los 
establos  debajo  los  pies  de  sus  bestias !  Y  si  hay  alguno  que 
por  una  muía  o  caballo  ha  de  hacer  una  ofensa  a  Dios  y  la 
hace,  en  más  tiene  la  muía  que  a  Dios;  debajo  los  pies  de  la 
muía  pone  a  Dios,  porque  le  prefiere  y  antepone  a  Dios. 

125  En  más  que  todas  las  cosas  has  de  tener  a  Dios.  En  el  pri- 
mer lugar  de  tu  mesa  lo  has  de  sentar,  si  quieres  servirle; 
y  si  no,  no  puedes  ver  a  Dios  ni  gozar  de  Dios.  — ¿Quién  lo 
dice?  — El  mesmo  Dios.  Nisi  quis  reliquerit  patrem  aut  ma- 
trera propter  me,  non  potest  meus  esse  discipulus. 

130  Volvamos  al  propósito.  Mirad,  Señor,  que  murmuran  de 
Dios,  si  no  lo  habéis  de  dejar.  Volved  por  vuestra  honra, 
que  dice  esta  gente  que  no  es  verdadera  santidad  la  vuestra 
porque  comunicáis  con  los  pecadores.  Su  santidad  tenían 
por  más  verdadera.  Aquella  es  verdadera  santidad  que  re- 

135  cibe  a  los  pecadores;  y  a  uno  que  muchas  veces  ha  pecado, 
no  por  eso  despreciallo,  mas  llorar  con  él  y  hacer  suya  la 
caída  para  ayudallo  a  salir  de  ella  y  no  despreciallo. 

Volved,  Señor,  por  vuestra  honra,  pues  que  es  cierto 
que  no  habéis  de  dejallos,  aunque  más  digan  de  vos;  que 

140   otra  vez  les  respondistes,  porque  murmuraban,  que  los  de- 

133  Su]  sin 
138  Volvet 


129   Cf.  Le.  14,  26. 


302 


SERMONES.   CICLO  TEMPORA!. 


jasen  por  ciegos  y  guiadores  de  otros  ciegos.  Estaban  tan 
ciegos,  que  no  podían  creer  de  Cristo  que  era  Hijo  de  Dios 
y  conversase  con  los  pecadores.  ¿De  eso  murmuráis — dice 
Cristo — ,  porque  comunico  con  los  pecadores?  Espera,  que 

145  yo  os  diré  cosa  que  tengo  de  hacer  con  ellos,  que,  oído  no 
os  espantará  esto. 

Y  dice:  ¿Qué  hombre  de  vosotros  tiene  cien  ovejas  y  se 
le  pierde  una,  y  no  se  deja  las  noventa  y  nueve  en  el  de- 
sierto a  buen  cobro  y  viene  a  buscar  la  perdida?  ¿Cuál  de 

150  vosotros,  hombres?  — Señor,  como  fuere  el  hombre.  — Por 
una  de  dos  causas  se  mueven  los  hombres  a  hacer  lo  que 
hacen,  o  por  amor  o  por  codicia,  y  de  mejor  voluntad  por 
amor.  — Pues  ¿cuál  de  vosotros,  hombre?  Entendiendo  aquí 
por  el  hombre  cudicia,  porque  hombre  y  codicia  es  casi  una 

155  cosa.  Si  cualquiera  de  vosotros  por  cudicia  le  iría  a  buscar, 
yo,  que  lo  obro  por  amor,  ¡con  cuánta  más  razón  verné  a 
buscar  la  oveja  perdida!  Es  la  naturaleza  humana  perdida 
por  la  desobediencia  de  Adam.  Pues  si  Cristo  vino  a  buscar 
las  ánimas  perdidas,  ¿por  qué  le  reprehendéis  que  los  re- 

160  cibe?  Dejaldo,  que  para  eso  vino,  que  no  por  los  justos, 
que  no  tienen  necesidad  de  médico.  Si  dejó  los  serafines  y 
querubines,  etc.,  por  la  confirmación  en  la  Iglesia,  ¿por  qué 
le  culpáis  que  recibe  a  los  pecadores? 

Más  puede  su  mi-    Creo  yo  que  tenía  Cristo  tan  fervien- 
165   sericordia  que  tus    tes  entrañas  de  misericordia  para  los 
culpas  pecadores  que  venían  a  El  a  pediile 

perdón  de  sus  pecados,  que  pienso 
yo  que  es  ansí,  que  salía  de  El  una  poma  rica  de  un  licor 
preciado,  un  olor  espiritual,  y  ya  se  acorrían  a  El  empapa- 
1TO  dos.  Esto  es  lo  que  dice  la  Esposa:  In  odorem  unguentorum 
tuorum  curremus.  Venían  a  El  como  padre  piadoso,  que 
habían  de  curar  sus  llagas.  Ea,  pues,  los  que  estamos  aquí, 
que  somos  ovejas  perdidas,  vámonos  a  Jesucristo,  confiemos 
de  su  misericordia  que  nos  recibirá;  pongámonos  en  sus 
manos  llenas  de  caridad,  y  creo  que,  si  tuviésemos  confian- 
za y  sintiésemos  bien  de  la  misericordia  de  Dios,  no  se 
perderían  tantos  como  se  pierden. 

— Padre,  mirad  lo  que  decís,  que  los  más  que  se  pier- 
den nos  dicen  que  confían  más  de  lo  que  han  de  confiar  en 
1*0    la  misericordia  de  Dios;  que  piensan  que,  aunque  se  están 
en  los  pecados,  Dios  es  misericordioso  para  salvarlos. 

— Pues  yo  digo  al  revés:  que  por  eso  se  condenan  tan- 
tos, porque  no  confían  de  la  misericordia  de  Dios,  y  no 
creen  ellos  que  no  pueden  haber  hecho  tantos  pecados,  que 

154  y]  homibre  add. 

141  Cf.  Mt.  15,  14. 
171   Cf.  Cant.  i,  3. 


10.     DOM.  3  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


303 


1&5  no  sea  más  la  misericordia  de  Dios  para  perdonárselos,  y 
creer  que  El  les  dará  fuerza  y  esfuerzo  para  perseverar  en 
el  bien,  si  ellos  comenzasen;  porque  dicen:  "¿Cómo  saldré 
agora  que  ha  tantos  años  que  estoy  amancebado,  cómo 
dejaré  agora  estos  tratos  que  ha  tantos  años  que  los  uso?; 

190  no  podré  yo  servir  a  Dios  y  es  excusado  ser  ya  yo  bueno". 
¿Véis  cómo  por  no  confiar  en  la  misericordia  de  Dios  se 
dan  éstos  a  la  servidumbre  de  los  vicios?  Esto  dice  el  Após- 
tol ad  Romanos. 

— ¡Ay,  padre!,  ¿y  cómo  saldremos  del  pecado,  que  en 

195  queriendo  salir  hay  tantos  trabajos,  tantas  persecuciones, 
que  nos  parece  imposible  podello  pasar?  ¿Qué  haremos,  que 
luego  los  amigos  y  parientes  nos  persiguen,  pónennos  nom- 
bres, el  mundo  todo  se  arma  contra  el  que  quiere  servir  a 
Dios  ? 

200  — Mirá  que  ansí  les  pasó  a  los  hijos  de  Israel  cuando 
los  sacó  Dios  de  Egito  del  poder  de  Faraón;  los  cuales 
traían  los  enemigos  a  las  espaldas;  por  delante,  al  mar 
Bermejo;  a  los  lados,  montes  muy  altos.  Ansí  los  que  sa- 
len de  Egipto  tienen  [a]  las  espaldas  los  pecados  pasados; 

205  delante,  el  mar  de  los  trabajos  que  han  de  pasar  en  sa- 
liendo de  Egipto;  a  los  lados,  dificultades  de  las  costumbres 
y  hábitos  malos  pasados  y  otros  mil  inconvenientes.  Pero 
considere  el  que  sale  que  no  ha  de  pasar  en  sus  propias 
fuerzas,  sino  en  fuerzas  y  virtud  de  Jesucristo,  el  cual  ha 

210  de  pelear,  callando  tú,  como  dijo  Moisén  al  pueblo  de  Israel. 
No  temas,  que  en  el  brazo  y  fuerza  del  Señor  ha  de  ser  la 
victoria,  y  no  en  él  tuyo;  el  cual  sabe,  aunque  estés  cer- 
cado, dar  camino  en  el  mar,  para  que  seguro  pases,  y 
llanar  los  montes  y  ahogar  los  enemigos  y  que  el  mismo 

215  mar  te  sea  un  muro  por  una  parte  o  por  otra.  Quiero  decir 
que  no  hay  muro  ni  guarda  tan  segura  para  la  virtud  y 
bondad  como  los  trabajos.  Estos  solos  la  guardan  al  gran 
filisteo,  que  es  la  soberbia  y  vanagloria,  que  después  de 
ahogados  los  egipcios,  de  nuevo  se  levantan  contra  Israel. 

220  Poned  vuestra  confianza  en  el  Señor,  que,  peleando  El  por 
vosotros,  nadie  os  podrá  vencer;  guardándoos  El,  nadie  os 
podrá  empecer.  Ven,  pues,  oveja  perdida,  ánima  perdida, 
que  estás  desmayada,  y  ponte  en  las  manos  de  Jesucristo 
y  confía  en  su  misericordia,  que  El  te  traerá  con  amor. 

225  Diréis:  — 'Padre,  ¿cómo  es  perdida,  pues  fué  buscada  y 
hallada  por  Jesucristo?  Yo  no  robo  a  nadie,  no  hago  mal 
a  nadie.  ■ — ¡Oh  hermano!,  que  porque  te  buscas  a  ti  pier- 
des a  Dios  y  a  ti.  Esto  dice  Esaías:  Abiit  sibi  ipsi  in  locis 
opacis  et  fornicata  est:  Fuése  consigo,  fuése  a  sí  misma 


193  Cf.  Eph.  4,  19. 
210  Cf.  Ex.  14,  14. 
229   Ier.  3,  6. 


30» 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


230  y  fornicó  con  otro  esposo,  y  dejó  al  suyo.  Vente,  pues,  a 
Jesucristo  y  déjate  a  ti.  Vente  a  El,  que  El  te  llama,  aunque 
hayas  fornicado  con  muchos  amadores.  ¿No  hay  aquí  alguno 
que  su  mujer  le  ha  hecho  maldad,  y  le  ha  perdonado  y 
llevado  a  su  casa  y  vestídola,  y  ponelle  anillos  y  no  acor- 

235  darse  más  de  su  culpa?  Diréis:  — Eso  no  hay  aquí  nin- 
guno; quien  la  mate,  eso  sí,  mas  perdonalla  y  traella  a  su 
casa  eso  no  se  hallará.  ■ — Pues  lo  que  no  se  halla  en  la 
tierra  se  halla  en  el  cielo.  Que  te  llama  tu  Esposo,  aunque 
le  hayas  hecho  traición;  que  te  quiere  tornar  a  su  casa  y 

240  darte  de  vestir  y  ponerte  anillos  en  tus  dedos.  Acuérdate 
del  hijo  pródigo,  lo  que  hizo  el  padre  con  él  cuando  vol- 
vió a  él. 

Diréis:  — Padre,  ya  que  me  lleve,  castigarme  ha  y  dar- 
me ha  con  ello  al  mejor  tiempo  en  rostro,  porque  esté  más 

245  seguro.  — No  lo  creas,  hermano;  vete  con  El,  que  más 
puede  su  misericordia  y  los  trabajos  que  El  pasó  por  ti 
para  agradar  a  Dios  Padre  que  tus  culpas  para  desagradallo. 
Mira  que  las  manos  tiene  horadadas.  Si  temías  de  ponerte 
en  sus  manos  duras  y  ásperas,  no  temas,  que  blandas  y 

250  rotas  las  tiene  por  amor  de  ti.  Mira  que  corona  de  espinas 
tiene  por  pagar  tu  locura.  Acostado  está  por  pagar  los 
deleites  de  tu  mala  carne.  Pies  y  manos  clavados,  por  pagar 
tus  malas  obras  y  pasos.  Abierto  tiene  el  corazón  para 
curar  y  sanar  tu  hinchazón.  Ni  te  acusará  nadie  teniéndote 

255  [é]l  en  sus  manos.  ¿Quién  osará  quitarte  de  ellas?  Mira 
que  dice  San  Pablo:  Quis  accusabit  adversus  electos  Dei? 
Dominus  qui  iustificat,  quis  est  qui  condemnet?  An  Jesús 
Christus  qui  pro  nobis  mortuus  est,  qui  et  interpellat  pro 
nóbis  interpellative?  ¿Por  ventura  acusarte  ha  el  que  pa- 

260  deció  por  ti?  Absit;  antes  El  ruega  por  ti  al  Padre,  y  no 
solamente  es  tu  enseñador,  mas  antes  es  tu  excusador. 
Rogándole  El,  ¿cómo  le  dirá  de  no?  Recibiéndote  El,  ¿cómo 
te  desechará? 

¿No  te  acuerdas  de  Josef,  que  viniendo  los  hermanos  a 
265  él,  después  de  fallecido  el  padre,  a  pedirle  perdón  y  ro- 
galle  que  no  se  acordase  de  su  maldad  y  pecado  que  come- 
tieron vendiéndole,  respondióles:  Non  vobis  videatur  du- 
rum  quod  me  ven[di]disti;  non  enim  vestra  volúntate,  sed 
Dei  consüio  factum  est?  Ansí  excusa  Cristo  a  los  pecadores. 
270  No  os  parezca  duro  que  me  vendiste  a  los  mercaderes. 
Y  si  El  te  excusa,  ¿quién  habrá  que  te  ose  condenar,  pues 
que  la  voluntad  de  Dios  está  en  su  mano?  Si  posuerit  ani- 
mam  suam  pro  peccato,  voluntas  Domini  in  manu  eius  di' 


250  de  espinas]  después 


231    Ier.  3,  1. 

259    Cf.  Rom.  8,  33-34 


270  Cf.  Gen.  45,  5-8. 
274   Cf.  Is.  53,  10. 


ig.     ROM.  3  DKSPUÉS  Ú£  PENTECOSTÉS 


306 


rigetur.  En  sus  manos  estará  la  voluntad  del  Padre,  pues 

-7r>  El  pagó  más  que  tú  debes.  ¿De  qué  duaas  venir  a  El? 
¿Por  qué  lo  dilatas?  ¿Quién  es  aquel  que  te  puede  tener? 
¿Cuál  es  la  cosa  que  te  estorba?  ¿Qué  haces  ahí,  como 
le  dijeron  de  Elias,  que  vives  por  la  mano  del  cuervo,  y 
el  río  que  bebes  se  seca?  Mira  que  vives  por  mano  del  de- 

280  monio,  que  andas  al  querer  del  cuervo,  y  el  río  de  los 
deleites  de  la  carne  cada  día  se  seca  más.  Cada  día  te  vas 
envejeciendo.  Vive  por  mano  de  la  paloma  y  no  del  cuervo. 

¿Por  ventura  piensas  que  te  ha  de  venir  Cristo  otra  vez 
a  redemir  y  buscar?  Redemido  estás;  mas  si  no  te  vienes  a 

385  El  por  fe  ni  le  sigues  con  obras,  ni  El  murió  por  ti,  ni 
El  padeció  por  ti,  ni  pagó  por  ti.  Para  ti  no  ha  venido 
Cristo;  quiero  decir,  si  tú  no  te  aprovechas  de  ella,  no 
te  aprovecha  más  su  muerte  y  su  pasión  que  si  no  fuera 
muerto  para  ti.  ¿Qué  hombre  habría  que  debiese  tanto,  que 

290  no  pudiese  pagar,  y  cada  día  le  creciese  el  cambio  o  usura, 
que  no  quisiese  aceptar  la  paga  y  dar  las  gracias  a  quien 
quisiese  pagar  por  él?  Y  si  por  ventura,  antes  que  él  na- 
ciese, hobiese  pagado  otro  sus  deudas  nechas  y  por  hacer, 
¿qué  le  debría,  con  qué  se  lo  podría  pagar?  Pues  Cristo 

295  pagó  todas  tus  deudas,  y  antes  que  tú  nacieses  ya  El  había 
pagado  por  ti.  ¡Gracias  te  den,  Señor,  los  ángeles,  que  tanto 
amor  mostraste  a  los  hombres,  sin  venirte  a  ti  ningún  pro- 
vecho! ¡Bendígante,  Señor,  los  ángeles  por  ello,  que  ve- 
niste  a  buscar  la  oveja  perdida! 

300   Regocijo  en  el  cielo    Amen  dico  vobis,   maius  gaudium 
est   in  caelis  swper  uno  peccatore 
paenitentiam  agente.  Más  gozo  hay  en  el  cielo  por  un  pe- 
cador que  sale  del  pecado,  que  no  sobre  noventa  y  nueve 
justos. 

3°5  Tiene  un  padre  tres  o  cuatro  hijos,  el  uno  de  ellos  chi- 
quito, que  no  sabe  hablar,  y  aunque  los  hijos  grandes  digan 
alguna  razón  bien  dicha  y  sabiamente,  no  por  eso  los  padres 
se  alegran;  empero,  cuando  el  niño  que  no  habla  le  oyen 
decir  taita,  allí  es  el  regocijo  de  padre  y  madre  y  de  toda 

310  la  casa.  — ¿Por  qué?  ¿No  decían  ios  otros  hijos  razones 
más  bien  dichas?  — Sí;  empero,  alégranse,  porque  ven  que 
el  niño  que  no  hablaba  dijo  taita.  Y  ansí,  cuando  Dios  ve 
que  el  pecador,  que  estaba  mudo,  habla  confesándose,  llo- 
rando sus  pecados,  alégrase  El  y  todo  el  cielo.  Empero, 

S15  la  causa  por  donde  me  parece  a  mí  que  se  hace  este  rego- 
cijo, es  porque  se  desenvuelven  los  méritos  de  Jesucristo 
cada  vez  que  se  aplican  a  la  conversión  de  un  pecador. 
Ansí  se  desenvuelven  los  azotes,  corona  y  llagas  de  Jesu- 


279  Cf-  3  Reg.  i;,  6-7. 
304   Le.  15,  7. 


306  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cristo,  y  su  sangre,  y  tormentos,  porque  fueron  más  agra- 
320    dables  a  Dios  que  todos  los  ángeles  y  arcángeles.  Hacen 
gran  regocijo  en  el  cielo,  porque  viene  a  la  memoria  la  me- 
dicina que  fué  bastante  a  curar  tanto  mal,  y  más  que  fuera, 
cada  vez  que  se  aplicó  al  paciente.  Dan  grandes  loores  y 
gracias  los  ángeles  con  gran  regocijo  a  Dios,  que  tal  me- 
325    dicina  ordenó,  o,  si  quisierdes,  lo  común  nácese  de  nuevo 
regocijo  por  un  pecador  más  que  por  noventa  justos,  por- 
que aquéllos  estaban  ya  ganados.  O  es  como  cuando  la 
Iglesia  celebra  un  santo,  aunque  sea  pequeño,  más  gozo 
toma  aquel  día  por  su  conversión  y  martirio  que  no  por 
330    cuantos  hay  en  el  cielo.  Y  aun  allá  en  el  cielo  creo  que  se 
hace  regocijo  espiritual  aquel  día  más  que  por  los  otros. 

Jesucristo,  con  la  Veniste,  Señor,  a  buscar  la  oveja 
oveja  a  hombros  perdida  y  pusístela  sobre  tus  hom- 
bros. Habíamos  de  decir  cómo  vino 

336  a  buscalla  el  Hijo  de  Dios,  dejando  su  palacio  real  y  su 
mesa  y  la  música  de  su  Padre.  Quiso  venir  a  donde  estaba 
la  oveja  perdida,  vistiéndose  de  sus  hábitos  y  tomando  sus 
trabajos.  ¿Y  en  dónde  la  halló?  In  loco  horroris  et  valle 
solitudinis.  Tierra  de  espanto  se  llama  el  pecado,  o  porque 

340  siempre  tiene  espanto  el  que  está  en  él,  o  porque  viene 
tal  espanto,  que  él  mismo  se  espanta  de  sí  mismo  cuando 
se  ve  qué  tan  feo  está,  y  dice:  "¡Oh,  válame  Dios!  ¿Yo 
soy  fulano,  yo  soy  el  que  hago  tantas  ofensas  a  mi  Dios? 
Déjolo  todo,  porque  ya  estoy  cansado,  estoy  harto  por  el 

346  tiempo". 

¿Habéis  visto  tan  lindo  cielo  estrellado  como  ver  a  Je- 
sucristo venir  con  la  ovejita  en  sus  brazos?  — Mirá,  Señor, 
que  si  la  ovejita  es  un  poco  bolliciosa,  os  dará  con  los  pies 
en  la  boca,  y  si  os  diere,  Señor,  ¿dejarla  heis?  — Aun  no  la 
350  dejaré. 

¡Oh  hombros  bendictos  de  Jesucristo!  ¿Qué  había  de 
dicir  de  estos  hombros?  ¿Qué  quiere  decir  llevar  la  ove- 
jita sobre  sus  hombros?  Lava  Jesucristo  los  pies  a  sus  dis- 
cípulos y  bésaselos  y  dice:  "¿Sabéis,  discípulos  míos,  lo 

355  que  he  hecho?  ¿No  sabéis  lo  que  en  ello  os  doy  a  enten- 
der? Que  si  yo,  siendo  vuestro  Señor  y  Maestro,  lavo  vues- 
tros pies,  que  vosotros  os  lavéis  unos  a  otros".  Pues  dice 
Jesucristo:  "¿Veisme  venir  con  la  ovejita  en  mis  hombros? 
Pues  quiero  decir  que  vosotros  os  llevéis  unos  a  otros  las 

360  cargas  y  los  trabajos  y  malas  condiciones.  Y  no  como  al- 
gunos que  hay,  que  parece  que  tienen  hombros  de  masa.  Si 


327  aquellos]  r/iic  adit. 
349  (k  jáisla 


339   Cf.  Deut.  32,  10. 


ig.     DOM.  3  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


307 


les  dicen  que  entiendan  en  hacer  paces,  responden:  "¿Quién 
me  mete  a  mí  en  pleitos  ajenos?" 

Ir  en  los  hombros  de  Jesucristo  es  que  en  ellos  tiene 

365  virtud  tu  ayuno,  tu  limosna  y  tu  oración,  porque  estás 
sobre  los  hombros  de  Cristo,  porque  estribas  en  sus  mere- 
cimientos, que  sin  ellos  son  tus  obras  de  ningún  valor. 
Por  eso  te  lleva  en  los  hombros,  porque  nos  ganó  a  todos, 
llevando  nuestros  pecados  en  su  cruz  y  sobre  sus  hombros. 

3T0  Factum  est  principatus  et  imperium  super  humerum  eius. 
Su  reino  es  el  que  ganó  con  la  cruz  sobre  sus  hombros; 
por  eso  te  lleva  sobre  sus  hombros,  porque,  llevándote  El, 
no  se  ejecuta  en  ti  la  justicia  de  Dios. 

Y  si  dicen  que  bien  pueden  dejar  al  Señor  y  castigar  al 

375  criado,  dirá  Cristo  al  Padre:  "Señor,  si  por  ser  mi  criado 
no  hay  lugar  que  le  perdonéis,  mirad  que  es  mi  hermano 
y  mi  esposo,  y  si  esto  no  basta,  mirad  que  es  miembro 
mío  y  que  es  yo.  Y  si  no  se  puede  castigar  la  cabeza,  sin 
que  se  castigue  el  miembro,  ansí  al  contrario,  pues  por  ser 

380  miembro  de  mi  cuerpo  bastaba  para  amarlo.  Quia  nemo 
carnem  suam  odio  hábuit".  Baste,  con  mayor  razón,  que 
es  miembro  de  Jesucristo  para  amarle  y  ayudarle,  que  si 
viendo  ajla  misma  persona  de  Jesucristo  la  recibieses  en 
tu  casa  y  le  dieses  lo  necesario,  no  era  de  tenerlo  en  tanto: 

385  que  cualquier  mal  hombre  o  mala  mujer  que  supiese  que 
era  Cristo  lo  haría;  mas  que  recibas  a  los  pobrecitos  por- 
que son  cosa  suya  y  porque  El  lo  manda  aquello,  procede 
de  mayor  amor.  Y  como  El  nos  llevó  sobre  sus  hombros, 
ansí  nosotros  llevamos  a  nuestros  hermanos,  y  no  que  ten- 

390  gamos  hombros  de  cera,  que  no  sufren  una  onza  de  carga. 

El  Esposo  nos  ronda  Señor,  ya  que  os  vemos  con  la 
la  calle  ovejita  perdida  en  vuestros  hom- 

bros, ¿qué  le  decís  para  que  vaya 
con  vos  o  qué  le  dais  para  enamorarla  ?  Hace  Nuestro  Se- 

395  ñor  con  el  ánima  lo  que  hará  un  esposo  o  marido  bueno  con 
su  esposa  que  se  hubiese  ido  con  otro  y  él  la  amase  y  tu- 
viese deseo  de  volvella  a  su  amistad.  ¿Qué  haría  éste? 
Irse  hía  por  donde  supiese  que  ella  estaba,  y  diría  entre 
sí:  "Quizá  se  parará  a  la  ventana  y  me  verá,  y  viéndome 

400  se  acordará  que  yo  soy  su  esposo,  y  que  aquel  con  quien 
está  es  rufián,  y  se  acordará  del  amor  que  le  tuve  y  de  lo  que 
hice  por  ella,  y  se  le  moverán  las  entrañas  a  amor  y  se  sal- 
drá y  volverá  conmigo".  Y  ansí  Cristo  Nuestro  Señor,  espo- 
so del  ánima,  viendo  que  se  le  ha  ido  y  está  amancebada  con 

405   el  demonio,  ronda  la  calle,  paséase  por  donde  está.  ¿Qué 


370  Cf.  Is.  g,  6. 
381    Cf.  Eph.  5,  29. 


308 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


pensáis  que  es  predicaros  aquí  sino  rodearos  Jesucristo  por 
las  ventanas  de  las  orejas?  Y  pintaros  a  Jesucristo  cruci- 
ficado y  las  imagines  en  los  templos,  ¿qué  es  sino  ronda- 
ros Jesucristo  los  ojos,  para  que  os  acordéis  que  El  es 

410  vuestro  esposo  y  Señor  natural?  Como  os  ve  Jesucristo  que 
no  vais  tras  El,  dícele  a  la  ovejita:  Salte  conmigo,  herma- 
na mía,  querida  mía,  columba  mía;  ábreme  y  vente  conmi- 
go. Mira  que  yo  soy  tu  esposo  natural,  y  ese  con  quien 
estás  es  rufián.  Mira,  hermana  mía,  lo  que  paso  en  tu  re- 

415  cuesta  y  por  desposarte  conmigo.  Quia  caput  meum  plenum 
est  rore.  Y  si  por  ventura  Dios  le  toca  en  el  corazón,  luego 
sale  herida  tras  El,  y  vale  buscando,  como  la  Esposa  en 
los  Cantares,  y  hallándole  dice:  "¡Oh  Señor  mío  y  Esposo 
mío!  Vos  sois  mi  Dios  y  todo  mi  bien.  Perdonadme,  Señor, 

420  que  yo  he  seído  la  mala,  que  os  dejé  por  otro  mal  amador. 
Traedme,  Señor,  en  pos  de  vos,  y  no  me  estorbará  nadie 
de  correr  en  el  olor  de  vuestros  ungüentos". 

Diréisme:  — 'Padre,  ¿en  qué  sabemos  si  Cristo  nos  ha 
hallado?  — Una  sola  señal  os  daré,  en  que  lo  podéis  co- 

425  nocer.  Mirad  si  andáis  vos  buscando  a  Jesucristo,  y  en 
eso  veréis  si  os  buscó  y  os  halló.  Haced  lo  que  quisierdes; 
si  El  no  os  hiere  en  el  corazón,  poco  aprovecha;  mas  si  El 
os  hiere,  luego  veréis  el  ille  a  buscar  y  preguntar  por  El 
y  morir  porque  os  quiera  El,  y  decir  con  Davit:  Sicut  cervus 

430  desiderat  fontes  aquarum,  ita  anima  mea  ad  te,  Deus.  Como 
el  ciervo  herido  va  deseoso  de  hallar  las  fuentes  de  las 
aguas,  ansí  el  ánima  herida  del  amor  de  su  esposo,  del 
amor  de  Jesucristo,  anda  buscando  las  aguas  de  su  dulzura, 
para  refrigerar  el  fuego  de  su  deseoso  amor.  Luego,  cuando 

435  vos  anduvierdes  herida  a  buscar  a  Jesucristo,  entonces 
creed  que  El  os  ha  buscado  y  os  ha  hallado  a  vos. 

¿No  habéis  visto  cuando  un  rufiancito  anda  por  una 
mujer,  rodeándole  la  puerta,  y  pasando  malas  noches  por 
ella,  y  dice  en  su  corazón:  "Yo  haré  que  paséis  lo  que  yo 

440  pasé,  y  que  andéis  vos  tras  mí  como  yo  anduve  tras  vos"? 
Pues  ansí  pasa,  aunque  la  comparación  no  sea  muy  al 
pelo,  por  la  persona  ser  mala  acá  y  buena  acullá.  Ansí 
dice  Jesucristo:  "Dejalda,  que  lo  que  me  hizo  pasar  por 
traella  a  mí,  agora  me  lo  pagará,  que  yo  haré  que  sepa 

445  per  experiencia  lu  que  yo  pasé  por  ella.  Ego  osicndam  illi 
quanta  oporteat  eum  pati  pro  nomine  meo.  Porque  por  mu- 
chas veces  que  llamé  y  no  me  oyeste,  tú  llamarás  y  pare- 
certe  ha  que  no  te  oyó".  Después  que  tú  buscares  a  Jesu- 
cristo y  no  le  hallares  a  tu  parecer  tan  presto,  mira  que 

421  en]  es 


416    Cant.  5,  2. 
43a    Cf.  Ps.  41,  2. 
446   Cf.  Act.  9,  16. 


2Q.     DOM.  9  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


300 


450  ésta  es  la  causa,  que  quiere  con  tu  constancia  ser  pagado 
del  trabajo  de  tu  llamamiento,  para  darte  acá  gracia  y 
allá  gloria. 


20     Viendo  Jesús  la  ciudad,  lloró  sobre  ella  * 
Domingo  IX  después  de  Pentecostés.  Sevilla,  agosto  15^1 

(Oña,  Ms.  est.  8,  pflut.  4,  n.  55  bis,  f f .  36  r  -  36  v  [incomipleto].) 

Videns  Iesus  civitatem  flevit  super  Mam,  dicens: 
Qtiia  st  cognovisses  et  tu  (Le.  19,  [41]). 

Exordio  Dice  el  Eclesiástico:  Música  in  luctu  importuna 
narratio  est.  Estáes  [sic]  muy  triste  y  llorando 
ó  por  una  cosa  que  mucho  os  duele,  y  viene  a  veros  alguno 
a  quien  no  toca  vuestra  pena,  y  se  quiere  parar  a  daros 
música.  Claro  está  que  es  muy  fuera  de  tiempo,  cosa  im- 
portuna y  enojosa. 

Los  predicadores,  que  en  este  santo  lugar  nos  ponemos 
10  a  deciros  verdades  y  consolaros  de  vuestros  pecados,  querer 
predicaros  vuestras  intenciones  y  liviandades,  cosa  digna 
de  reprehensión  es;  y  los  otros  días  sería  pecado  venial,  y 
hoy  sería  pecado  mortal,  pues  que  hoy  lloró  Cristo,  y  la 
Iglesia  nos  presenta  sus  lágrimas.  Pues  si  llorando  Cristo 
I5  os  quisiésemos  dar  música,  ¿no  os  parece  que  sería  daño 
de  gran  culpa? 

Pues  para  que  sintamos  las  lágrimas  de  Cristo  con  aque- 
lla reverencia  que  se  les  debe  y  sepamos  decir  de  ellas, 
roguemos  y  supliquemos  al  Señor  que  nos  dé  gracia  para 
20   ello,  y  pongamos  por  intercesora  a  la  Virgen  Santísima,  di- 
ciendo con  devoción:  Ave,  María. 

Llora  sobre  Jera-  Videns  Iesus  cimtatem,-  flevit  super 
salén,  llora  sobre  illam,  etc.  Las  palabras  que  tomé 
la  Cristiandad        Por  fundamento,  con  el  favor  del  Es- 

25  píritu  Santo,  son  del  evangelista  San 

Lucas,  c.  19.  Viendo  Jesús  la  ciudad,  lloró  sobre  ella  di- 
ciendo: Porque  si  conocieras  tú,  etc.  Esto  fué  el  día  de 
Ramos,  y  cántalo  la  Iglesia  hoy.  La  causa  es  porque  allí 
se  profetizó  la  destrucción  de  Hierusalén;  y  porque  ella 

30  fué  el  mes  de  agosto,  por  eso  se  canta  este  evangelio  en 
este  mes. 

Y  para  que  mejor  se  entienda,  habéis  de  saber  que  en 
la  sagrada  Escritura  aquel  se  llama  sentido  literal  el  que 


*   Ed.  R.  García  Viixoslada,  S.  L,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  113-117.  «Dominica  nona  post  Pentecosten»  (f.  36  r). 
4   Eccli.  22,  6. 
27   Le  19,  41. 


310 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


suenan  las  palabras  de  fuera;  y  esto  quiere  decir  "letra": 

35  lo  de  fuera,  lo  que  es  corteza  del  Espíritu.  Y  puesto  que 
el  sentido  literal  sea  el  principal  sobre  que  se  fundan  los 
otros,  mas  el  que  principalmente  pretende  el  Espíritu  Santo, 
el  principal  intento  de  Dios,  es  el  sentido  moral.  Como  si 
dijésemos  que,  criando  Dios  el  pan,  más  principalmente 

40  pretendía  que  sacases  doctrina  del  pan  que  no  mantener  el 
cuerpo.  Y  el  agua  y  el  fuego. 

Pues  en  este  evangelio,  puesto  que  Cristo  lloró  sobre 
esta  ciudad  y  de  ella  sea  el  sentido  literal,  que  veniendo 
Cristo  a  ella  de  Betania,  viendo  sus  edificio[s]  y  grande- 

45  zas,  se  comovió  a  compasión  y  lloró  por  el  castigo  que 
por  sus  pecados  le  habían  de  venir,  pero  más  principal- 
mente lloró  por  la  destrucción  que  había  de  venir  a  Hieru- 
salén  la  espiritual,  que  es  la  Iglesia  cristiana,  en  las  áni- 
mas de  los  cristianos  de  su  Iglesia. 

50  Para  que  entendáis  esto,  notad  que  el  monte  de  Sión 
está  a  la  parte  de  oriente  de  la  ciudad,  y  el  monte  de  los 
olivos  está  a  la  otra  parte,  y  Betania  está  al  pie  del  monte, 
y  el  arroyo  de  Cedrón  pasa  por  aquel  valle,  y  para  venir 
a  Hierusálén  pueden  venir  desde  este  lugar  de  Betania, 

55  subiendo  por  el  monte  y  descendiendo  a  Hierusálén  o  ve- 
niendo por  rededor  del  monte. 

Cristo  subió  por  el  monte.  Y  cuando  están  en  la  cum- 
bre del  monte,  bajando,  como  Hierusálén  está  a  la  halda 
del  monte  y  el  monte  Olívete  es  más  alto,  parécese  la  ciu- 

60  dad  toda,  y  como  Cristo  veniese  a  ella,  saliéronle  a  recibir 
multitud  de  gentes  con  grandes  cantares  y  himnos.  Unos 
echaban  ramos,  otros  vestiduras;  y  Cristo,  cuya  ánima 
veía  las  cosas  por  venir  como  las  presentes,  olvidado  de 
las  honras  y  de  las  fiestas,  movido  de  gran  compasión  su 

65  corazón  de  lo  que  había  de  venir,  comenzó  a  entristecerse 
y  tomar  dolor,  y  mostrólo  de  fuera  en  llorar  muy  agrá  y 
amargamente  lo  que  a  Hierusálén,  magnífica  ciudad  de 
tantas  gentes  y  de  tan  soberbios  edificios,  tantos  trabajos 
como  le  habían  de  venir  por  sus  pecados,  y  principalmente 

70  por  el  pecado  que  cometieron  en  crucificar  a  Cristo. 

¡Oh  Hierusálén!  ¡Si  agora  que  vives  en  aquéllas  cosas 
que  son  para  tu  paz,  que  'vives  en  tiempo  tuyo  (como  dicen 
acá:  Agora  es  el  tiempo,  agora  vive  a  su  placer),  si  supie- 
ses cómo  verná  otro  tiempo  que  no  sea  tuyo,  cuando  vernán 

75  tus  enemigos  y  cercarte  han  de  valladar,  y  según  serán 
muchos,  bastarán  para  cercarte  como  a  muro,  y  morirás 
de  hambre,  y  destruirte  han,  hasta  que  no  quede  piedra 
sobre  piedra!  —Mirad  qué  triste  nueva.  ¿No  os  parece 


66  mostrollo 


78    Cf.  Le.  19,  42-44. 


20.     DOM.  9  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


311 


que  sería  para  teiríblar,  si  dijesen  que  vernía  el  turco  y 
80  cercaría  a  Sevilla?  — 'Pues  conociendo  Cristo  esto,  como 
tenía  entrañas  tan  blandas  y  misericordiosas,  comienza  a 
llorar,  y  ayúdale  el  otro  llorador  diciendo:  Quomodo  sedet 
sola  civitas  plena  populo!  Facta  est  quasi  vidual 

Y  fué  ansí  lo  que  Cristo  dijo:  que  vino  después  Tito 
85  y  Vespasiano,  que  envió  Dios  para  vengar  tan  grande  pe- 
cado, como  fué  la  muerte  de  Cristo,  y  vinieron  a  tanta 
hambre  y  a  tanta  estrechura,  que  las  madres  se  comían  a 
los  hijos.  ¿No  os  parece  que  era  harta  mala  ventura  asar 
la  madre  al  hijo  y  comello?  Y  venieron  después  a  tanto, 

90  que  se  vendían  muchos  judíos  por  un  dinero.  De  ello[s] 
mataron,  de  ellos  captivaron,  de  ellos  derramaron  por  acá 
y  por  acullá,  y  no  quedó  cosa  en  pie  de  la  ciudad. 

Y  principalmente  lloró  Cristo  conociendo  los  males  que 
habían  de  venir  no  sobre  aquella  Hierusalén  de  piedra,  mas 

95  sobre  la  Hierusalén  de  espíritu,  que  es  las  ánimas  cristia- 
nas, la  Iglesia  universal.  — ¿Por  qué  lloráis,  Señor?  — 'Lloro 
porque  vendrá  tiempo  que  no  tendrá  otro  remedio  el  mal 
de  la  Cristiandad  sino  llorar. 

No  piense  nadie  que  su  decir  aprovecha  nada;  que  ve- 

100  nido  ha  la  Iglesia  a  manos  de  Jesucristo.  En  sus  manos 
solas  está  él  remedio.  Y  si  algunos  celosos  hay  del  bien 
de  la  Iglesia,  callen  y  giman,  que  con  otra  cosa  no  pueden 
aprovechar.  Dijo  Dios  a  Hieremías:  "Ven  acá,  y  yo  te 
mataré  a  tu  mujer,  y  mira  que  no  has  de  llorar,  sino  gemir 

a05  y  callar".  Y  ansí  el  remedio  de  los  celosos  es  gemir  y  ca- 
llar. Que  si  lo  decís  al  provisor,  que  remedie  tal  mal,  dice 
que  no  puede,  que  viene  de  otra  parte.  El  arzobispo  dice 
que  del  papa.  El  papa  dice  que  no  puede.  Ansí  sólo  a  las 
manos  de  Dios  ha  venido  el  mal  de  la  Cristiandad.  Y  por 

lio  eso  lloró  Cristo  sobre  la  ciudad,  por  el  mal  que  había  de 
venir  a  las  ánimas,  y  más  porque  su  pasión  no  había  de 
aprovechar  a  muchos. 

— Señor,  pues  que  lloró  Cristo  por  todo  el  mundo,  tam- 
bién llora  por  Sevilla,  también  vería  allí  a  Sevilla.  — Dejemos 

H5  a  Sevilla  y  hagamos  cuenta  que  cada  uno  es  solo,  que  no 
hay  más.  Gran  mal  es  el  que  hay  en  la  Cristiandad;  gran 
mal  es  el  que  hay  en  nuestras  ánimas.  Esaías:  Tui  prophe- 
tabant  mendacium,  sacerdotes  plaudebant  manibus,  populus 
dilexit  talia;  quid  fiet  populo  huic  in  novissimo?  Los  pro- 

12°  jetas  te  decían  y  predicaban  mentira,  y  los  sacerdotes  da- 
ban palmas,  y  el  pueblo  amaba  tales  cosas.  ¿Qué  será  del 
tal  pueblo  el  día  postrero?  Tus  profetas  te  predicaban  men- 

117  prophotabuut 

83    Thren.  i,  1. 
105    Cf.  Ez.  24,  16-18. 
122   Cf.  Ier.  5,  31. 


312 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tira,  la  mentira  era  que  decían:  "Andá,  que  buen  camino 
lleváis;  bien  estáis  con  Dios,  sus  amigos  sois,  su  paz  te- 

125  neis".  Pax  et  non  erat  pax.  ¿Qué  será  de  aquel  pueblo  el 
día  postrimero?  Dios  nos  abra  los  ojos  y  nos  lo  dé  a  enten- 
der por  su  misericordia. 

Mirá  bien,  que  todos  los  pecados  que  había  entonces  en 
Hierusalén,  porque  lloraba  Cristo  el  castigo  que  les  había 

130  de  venir,  están  hoy  en  la  Cristiandad.  Si  no  le[e]d  a 
Esaías  5.6.9,  que  no  me  quiero  parar  a  probar  lo  de  la 
Escriptura.  Pues:  Numquid  non  visitaba  Dominus  super  ini- 
quitate  tua?  Si  cognovisses  et  tu...  ¡Quién  fuera  profeta 
para  decíroslo!  Yo  no  soy  profeta  ni  hijo  de  profetas,  mas 

136  traslúceseme  de  la  Escriptura  santa  que,  si  no  os  enmen- 
dáis y  lleváis  el  camino  que  lleváis,  ha  de  venir  un  recio 
castigo  de  Dios.  Nadie  os  engañe  y  os  haga  en  creyente  que 
lleváis  buen  camino,  que  no  lo  lleváis.  Hasta  que  os  rin- 
dáis a  Dios,  no  lo  podéis  llevar  bueno.  Mientra  que  no 

140  fuéredes  bueno,  no  podéis  ser  de  Cristo,  que  fué  obed [i] en- 
cía del  Padre. 

Ya  me  convertiré',  — Padre,  yo  me  convertiré  y  seré 
tiempo  tengo         bueno,  que  aun  tiempo  tengo.  — ¿  Qué 
sabéis  si  después  estaréis  más  obs- 

145  tinado  en  pecados?  — Padre,  ¿no  sabéis  que  dice  David: 
Anima  mea  in  manibus  meis  semper?  Mi  ánima,  en  mi  pal- 
ma; cada  vez  que  quiera  me  convertiré.  — ¡Oh,  maldito 
seas,  Pelagio,  que  tanto  mal  heciste  en  la  Cristiandad! 
Luego,  si  tu  ánima  está  en  tu  palma,  ¿en  tu  mano  está 

150  la  gracia  y  salvarte  ?  No  está  todo  en  tu  mano,  ¡  oh !  que  me- 
nester es  la  gracia  y  ayuda  de  Dios;  aunque  no  quitemos 
al  libre  albedrío,  mas  es  menester  la  gracia  para  esforzallo 
a  que  quiera  lo  que  debe  querer  para  se  salvar.  Dice  San 
Agustín:  En  algunos  libros  está  Anima  mea  in  manibus 

155  meis  semper,  y  en  otros  in  manibus  meis,  y  en  otros  in 
manibus  tuis.  Si  está  in  manibus  tuis,  bien  está,  que  en 
las  manos  de  Dios  está  siempre  nuestra  ánima.  Si  está  in 
manibus  meis  semper,  yo  no  sé  lo  que  quiere  decir,  dice 
San  Agustín.  No  está  en  tus  manos  el  salvarte,  que,  aun- 

160  que  esté  in  manibus  meis,  dicen  los  doctores  que  es  un  ada- 
gio "Traigo  mi  ánima  en  mis  manos",  para  perderla.  A  cada 
hora  ando  tan  a  peligro,  que  traigo  el  ánima  en  las  manos 
para  caérseme. 

Si  cognovisses  tempus  visitationis  tuae.  Si  conocieseis 

165   el  tiempo  que  agora  tenéis.  Catá  que  verná  otro  tiempo  que 


125  Ier-  6>  H- 

133  Cf.  Thren.  4,  22  ;  Ier.  5,  9.  29;  g,  9  ;  Is.  26,  21  ;  Am.  3,  2. 

147  Ps.  118,  109. 

159  San  Agustín,  Enarr.  in  Ps,  118,  serm.  23,  5  :  ML  37,  1568. 

165  Le.  19,  44. 


21.     DOM.  IO  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


313 


no  será  vuestro.  Cum  accepero  tempus,  ego  iustitias  iudi- 
cabo.  Los  que  agora  vivís  sin  temor,  entonces  será  el  tem- 
blar. — '¿Queréis  oír  una  cosa  nueva,  que  nunca  la  habéis 
oído?  — 'Que  os  habéis  de  morir.  — Eso  no  hay  niño  de 

170  cinco  años  que  no  lo  sepa.  — OPues  nuevo  es  que  verná  tiem- 
po que  cuando  estéis  en  la  cama  y  os  digan  los  médicos: 
"Señor,  catad  que  os  habéis  de  morir  de  aquí  a  tres  horas", 
allí  será  el  temblar;  cosa  nueva  os  parecerá,  cosa  nunca 
oída.  Gran  temblor  os  tomará. 

3W5  ¿No  os  acordáis  del  rey  Baltasar,  que  no  se  acordaba  de 
su  muerte  y  hacía  grandes  convites,  y  mandó  traer  los 
vasos  del  templo  que  habían  llevado  con  los  captivos,  y 
bebían  con  ellos,  y  aunque  se  lo  decían  los  profetas,  no 
temía?  Hasta  que,  estando  seguro,  vido  el  dedo  que  escribía 

180  en  la  piedra  y  decía:  Mane,  Thecel,  Phares.  ¿Qué  es  eso? 
Dióle  tan  gran  temblor,  que  las  rodillas  se  daban  unas  con 
otras.  Allí  es  el  temblor,  que  los  que  viven  sin  temor,  al 
tiempo  de  la  muerte  tiemblan,  y  los  que  en  la  vida  temen 
la  muerte,  están  entonces  muy  seguros... 


21         Mucho  vale  la  humildad  para  alcanzar 
misericordia  * 

Domingo  X  después  de  Pentecostés.  Granada 

(Oña,  est.  8,  pdut.  4,  n.  55  bis,  flf .  30  r  -  32  v.) 

Qui  se  humiliat,  exaltabitur,  et  quí  se  exaltat  hu- 
miliabitur  (Le.   [18,  14]). 

Exordio  Tenemos  una  regla  dada  y  publicada  por  Cristo 
nuestro  Redemptor,  muy  necesaria  de  ser  sabida 
y  puesta  por  la  obra,  que  el  que  se  ensalzare  será  humillado, 
iy  el  que  se  humillare,  será  ensalzado.  Mire,  que  quien  qui- 
siere subir,  necesario  es  que  sea  medido  por  este  rasero, 
por  esta  regla,  que  sea  humillado;  y  que  el  que  se  atreviere 
a  humillarse  por  Cristo,  que  le  subirá  y  ensalzará. 

Hay  unas  sentencias  preciosas,  dichas  por  nuestro  Re- 
demptor en  el  Evangelio,  que  todas  debían  ser  sabidas  de 
coro.  Pues  si  conforme  a  esta  regla  ha  de  ensalzar  Dios  a 
quien  se^  humilla,  la  Virgen  santísima,  que  tanto  se  humi- 
lló, ¿qué  tan  alta  os  parece  que  estará? 

Y  en  lo  que  hace  a  nuestro  propósito,  ¿qué  pensáis  que 
es  la  causa  que  en  este  lugar  tan  alto  esté,  lugar  donde  so- 

167   Ps.  74,  3. 
182    Cf.  Dan.  5,  5-6.  25. 
*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(r947).  93-I02.  «Dominica  undécima  post  Pentecosten  :  Del  Mtro  Joa- 
nes  de  A.vila»  (f.  30  r). 
6   Le.  18,  14. 


314 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mos  mensajeros  de  la  palabra  de  Dios  y  donde  somos,  si 
bien  hacemos  el  oficio,  legados  del  mismo  Dios? 

Antes  que  os  prediquemos,  todos  inclinemos  nuestras 

20  rodillas  a  la  Virgen  y  nos  humillemos  a  ella;  y  porque  ella 
tanto  humilló  las  rodillas  y  corazón  a  nuestro  Dios,  quiso 
El  que  todos  los  hombres  hinquen  las  rodillas  a  ella,  y  no 
solamente  las  de  los  hombres,  mas  aun  las  de  los  ángeles, 
pues  tan  bien  supo  reverenciar  a  su  Dios.  Y  porque  en  este 

25  presente  sermón  tenemos  necesidad  de  la  gracia  y  favor  del 
Espíritu  Santo,  hinquemos  nuestras  rodillas  y  roguémosle 
que  nos  la  alcance  con  el  Ave,  María,  etc. 

Hemos  de  subir  y  Qui  se  humiliat  exaltabitur,  etc.  Las 
hay  peligro  en  subir    palabras  que  con  favor  del  Espíri- 

30  tu  santo  darán  fundamento  al  pre- 

sente sermón  son  del  Evangelio  de  San  Lucas.  Quieren  de- 
cir: El  que  se  ensalzare  será  humillado,  y  el  que  se  humillare 
será  ensalzado. 

No  sé  si  habéis  caído  en  la  cuenta,  si  os  habéis  parado 

35  a  pensar  en  cuánto  cuidado  está  puesto  nuestro  Dios  por 
nosotros.  Púsonos  tanta  gana,  tanta  inclinación  para  subir, 
que  no  nos  contentamos,  aunque  subamos  hasta  los  cielos. 
Todos  queremos  subir.  Mas  ¿qué  es  <esto  que  nos  puso 
Dios?  Un  deseo,  una  gana  tan  entrañable  de  subir,  que  nun- 

40  ca  jamás  nos  contentamos  hasta  tener  lo  que  queremos. 
Y  ansí  veréis  que  tan  descontento  estáis  después  que  ha- 
béis subido  a  una  deseada  dignidad  como  antes.  Y  aunque 
subieses  a  ser  señor  de  todo  el  mundo,  no  te  hartarías  de 
subir;  tan  descontento  estarías  como  si  no  tuvieses  nada. 

4,5  Y  ansí,  aunque  fueses  señor  de  los  ángeles  y  de  los  cielos, 
no  estarías  contento  si  no  subieses  a  ver  a  Dios.  Fecisti  nos 
et  ad  te  inquietum  est  cor  nostrum.  Y  en  tanto  es  necesa- 
rio subir  hasta  alcanzar  a  Dios,  que  o  lo  has  de  alcanzar, 
o  seráte  necesario  bajar  hasta  el  infierno  a  pasar  tormen- 
to  tos  eternos. 

Pues,  Señor,  siendo  cosa  tan  peligrosa  el  subir,  ¿para 
qué,  Señor,  nos  pusiste  en  tanto  cuidado?  Nunca  oímos, 
sino:  "Fulano  subió  por  una  escalera  y  cayó,  y  se  le  fueron 
los  pies  o  se  le  desvaneció  la  cabeza  y  quebróse  los  bra- 

55  zos",  y  doblan  por  él.  ¿No  decís  acá:  "Andad  por  donde 
anda  el  buey,  por  la  vía  llana,  que  es  cosa  segura"?  ¡Se- 
ñor, no  fuera  el  hombre  como  una  hormiguita,  como  un 
gallo,  como  un  león,  que  no  tiene  más  gana  de  subir,  que 
comer  y  criar  sus  hijitos  y  dormir  muy  seguro,  y  con  aque- 

60  lio  está  tan  contento,  que  no  desea  más! 

28   Le.  18,  14. 

47  San  Agustín,  Confess.,  1.  1,  c.  1,  1  (ML  32,  661)  :  «Fecisti 
nos  ad  te,  et  inquietum  est  cor  nostrum,  doñee  requiescat  jn  te». 


21.     DOM.   10  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


315 


Mandástele,  Señor,  subir;  pusístele  gana  de  subir,  mas 
no  como  al  hombre.  Allá  quiso  Lucifer  subir,  y  aunque  re- 
cio de  cabeza,  aunque  tan  excelente,  como  sea  tan  peli- 
groso el  subir,  no  acertó  y  dijo:  "Subiré  a  lo  alto  y  a  sen- 

65  tarme  sobre  las  estrellas,  pondré  mi  silla  sobre  los  cielos, 
y  seré  semejante  al  muy  alto".  Desvaneciósele  la  cabeza  y 
cayó  y  no  paró  hasta  dar  en  el  profundo  del  infierno.  Y  de 
tan  excelente  criatura  es  el  más  malaventurado  que  Dios 
crió  ni  criará.  Ya  allá  [a]  aquellos  buenos  de  nuestros  pa- 

70  dres,  a  nuestra  madre  Eva,  di  jóle  el  demonio:  Seréis  como 
dioses.  Quiso  subir  a  Dios,  creyó  al  demonio,  y  aunque  Adán 
no  lo  creyó,  que  sería  como  Dios,  también  pecó  pecado  de 
soberbia,  y  como  quisieron  subir,  dieron  tal  caída,  que  die- 
ron con  todos  nosotros  en  el  lodo. 

75  Y,  Señor,  pues  que  hemos  de  subir  y  hay  tanto  peligro 
en  subir,  ¿qué  remedio  para  que  acertemos  a  subir?  ¿No 
os  parece  que,  pues  tanto  va  con  el  negocio,  que  debemos 
de  subir  hasta  tener  a  Dios?  Que  si  no  lo  tenemos,  aunque 
seamos  señores  del  cielo  y  de  la  tierra  y  de  los  ángeles,  so- 

80  mos  malaventurados.  ¿No  os  parece  en  qué  tan  gran  cui- 
dado nos  ha  puesto  Dios? 

Veréis  en  Granada  que  hay  hombres  que  andan  flacos, 
descoloridos,  desquijarados,  que  no  les  vaga  comer  ni  dor- 
mir de  cuidado.  Decirles  heis:  "Vamos  un  poco  a  holgar". 

85  Responderos  han:  "No  tengo  lugar  de  jugar,  ni  folgar,  ni 
reír,  que  tengo  entre  las  manos  un  negocio  que  me  va  la 
vida  en  ello,  y  hasta  que  se  dé  la  sentencia  por  mí,  no  me 
mandéis  que  entienda  en  otros  negocios".  Ansí  ha  de  ha- 
cer el  cristiano,  que  si  tiene  tantico  seso  y  se  para  a  pen- 

90  sar  el  negocio  que  tiene  entre  manos,  no  es  posible  sino 
que  muchas  veces  pierda  el  sueño  y  en  medio  de  la  comida 
se  le  pare  el  bocado  en  la  boca,  y  en  medio  de  los  placeres 
se  pare  pensativo  y  diga:  "Vete,  mundo,  vete  y  no  me  pi- 
das que  me  pare  a  holgar,  reír  ni  jugar,  que  no  me  vaga 

95  hasta  que  se  dé  por  mí  la  sentencia,  y  diga  mi  Dios:  Ven 
acá,  entra  conmigo  en  la  mi  gloria.  No  descansaré,  pues 
tal  negocio  tengo  entre  las  manos".  ¿No  os  parece  que  es 
negocio  que  os  ha  de  poner  en  cuidado? 

Los  que  saben  que  Tres  maneras  hay  de  hombres.  Unos, 
loo  están  condenados  de  los  cuales  plegué  a  la  misericor- 
dia de  Dios  que  El  se  duela  de  ellos. 
Estos  son  unos  que  saben  de  cierta  ciencia  (llamo  cierta 
ciencia  al  conocimiento  de  cierta  fe),  que,  estando  en  esta 
iglesia,  están  condenados  a  arder  para  siempre  jamás  con 

63  excelente]  y  add. 


'67    Cf.  Is.  14,  12-15. 


71    Gen.  3,  5. 


316  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


10§  los  demonios,  porque  está  dada  la  sentencia  por  ellos,  y  si 
en  esta  iglesia  muriesen,  serían  para  siempre  jamás  sepul- 
tados en  los  infiernos.  ¡Y  que  lo  pueden  sufrir!  ¿Puede  ser 
mayor  locura,  mayor  ceguedad?  ¡Que  saben,  como  saben, 
que  son  cristianos,  y  que  cualquiera  que  está  en  pecado 

lio  mortal  está  condenado  al  infierno!  Que  Dios  lo  dijo.  Su  pa- 
labra es:  Anima  quae  peccaverit,  ipsa  morietur.  Y  El  dijo 
que  no  puede  servir  a  Dios  el  hombre  [y  al  pecado] ;  todo 
aquel  que  tiene  pecado  mortal  no  puede  tener  a  Dios,  que 
no  pueden  caber  juntos.  En  pecando  que  pecas,  el  pecado 

US  entra  por  una  puerta  y  Dios  sale  por  otra.  ¡Oh  malaventu- 
rado de  aquel  que  dice  a  Dios:  Salios,  que  quiero  meter,  en 
mi  casa  al  demonio! 

Los  que  piensan  que  Otros  hombres  hay  que  piensan  que 
son  buenos  y  quizá     son  buenos,  y  quizá  lo  son  y  quizá 

120  no  lo  son  no  1°  son-  Hay  unos  que  piensan  que 

van  bien  y  quizá  van  mal,  y  que  es- 
tán en  amistad  y  gracia  de  Dios  y  quizá  no  lo  están.  Est 
via  quae  videtur  homini  iusta,  novissima  autem  eius  de- 
ducunt  ad  mortem.  Hay  un  camino  que  al  hombre  parece 

125  justo,  y  lo  postrero  de  este  camino  lleva  a  la  muerte.  Allá, 
querríades  ir  a  Toledo,  y  si  fuésedes  a  parar  a  Salamanca, 
os  sería  muy  grande  trabajo.  ¡Cuánto  más,  pensando  que 
íbades  a  la  vida,  ir  a  dar  a  la  muerte!  ¡Pensando  ganar  a 
Dios,  hallar  el  infierno!  ¿Pareceos  que  será  pequeño  el  en- 

130  gaño?  Pues  ¿qué  remedio?  ¿Quién  nos  sacará  del  engaño? 
Aquel  que  para  eso  fué  inviado  del  Padre,  el  bendicto  Jesu- 
cristo nuestro  Redemptor,  que  fué  enviado  para  deshacer 
nuestros  engaños.  ¿No  estaba  profetizado  de  El:  Erunt 
oculi  tui  videntes  praeceptorem  tuum;  et  aures  tuae  au- 

135  dient  verbum  post  tergum  monentis:  Haec  est  via,  ambu- 
late  in  ea  et  non  declinetis  nec  ad  dextram  nec  ad  sinistram  ? 
Tus  ojos  verán  a  tu  preceptor  y  maestro  en  carne  humana, 
para  que  le  puedas  ver  y  seguir  las  pisadas  de  sus  pies; 
y  tus  orejas  oirán  su  voz,  que  es  el  Evangelio  que  El  pre- 

140  dicó  para  guiar  a  los  hombres.  Y  dice:  oirán  su  voz  a  las 
espaldas,  porque  lo  que  queda  atrás,  que  ha  tantos  años 
que  pasó  que  se  predicó  el  Evangelio,  la  palabra  de  Cristo, 
oírnoslo  nosotros  como  a  las  espaldas.  Oímos  la  voz  que 
Cristo  nos  dió:  Esta  es  la  vía,  éste  es  el  camino,  id  por  él, 

145  no  os  apartés  a  diestra  ni  a  siniestra.  Y  en  otra  parte:  Ad 
dirigendos  pedes  nostros  in  viam  pacis. 

Y  entre  los  desengaños  que  nos  desengañó  nuestro  Re- 
demptor y  Maestro  es  uno  de  los  principales  el  que  tenemos 
en  el  evangelio  de  hoy,  y  es  éste.  Dijo  Jesucristo  esta  pa- 


ñi Ez.  18,  4.  20. 
125    Prov.  14,  12. 


136  Is.  30,  20-21. 
146   Le.  1,  79. 


21.     DOM.  IO  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


317 


150  rábola;  ahora  sea  parábola,  ahora  historia,  poco  va  en  ello; 
antes  parece  historia  en  las  señales  que  da,  aunque  no  lo 
nombra.  Y  digo  que  estas  palabras  dijo  Dios  a  unos  que, 
confiando  en  si,  que  eran  justos,  tenían  en  poco  a  los  otros. 
Estando  predicando,  supo  Jesús  que  estaban  allí  algunos 

155  qui  confidentes  in  se  tanquam  iusti,  aspernabantur  caete- 
ros.  ¡Oíd!  Había  en  un  pueblo  dos  hombres,  un  arrendador 
y  un  fariseo,  y  éste  y  este  otro  entraron  a  orar  al  templo. 
Entró  el  fariseo,  hombre  tenido  por  santo,  y  guardaba  más 
cirimonias  que  los  otros.  Pharisaeus  quiere  decir  divisus, 

160  hombre  apartado  del  pueblo,  hombre  tenido  por  más  santo 
religioso;  que  parecía[n]  religiosos,  aunque  eran  casados. 
Pues  el  fariseo,  hombre  tenido  por  santo,  vase  al  templo 
a  orar,  éntrase  derecho  como  en  su  casa,  no  para  hasta  el 
altar,  como  agora  hacemos  los  clérigos;  ponerse  hía  dere- 

p96  cho,  en  pie,  alzaría  los  ojos  al  cielo  y  las  manos  por  ven- 
tura altas,  como  hombre  que  no  tenía  cosa  de  que  tener 
vergüenza,  y  comenzó  su  oración:  Gracias  te  hago,  Señor, 
que  no  so  yo  como  los  otros  hombres,  robadores,  adúlte- 
ros, injustos  y  malos,  como  aquel  publicano,  como  aquel 

170   arrendador  que  está  allí. 

La  mala  oración  del    ¡Oh  qué  gentil  oración!  Mejor  sea 
fariseo  a  él  la  salud.  Tomemos  agora  a  éste 

y  después  hablaremos  del  otro.  ¿Qué 
dices,  fariseo?  Gracias  te  hago,  Señor,  que  no  soy  yo,  etc. 
175  Veamos  qué  mala  es  esta  oración. 

— ¿No  hemos  de  dar  gracias  a  Dios,  si  somos  buenos? 
Gracias  te  hago,  Señor.  ¿Qué  mala  palabra  es  ésta?  Dice 
San  Augustín  que  no  puede  el  hombre  decir  oración  más 
buena  y  más  provechosa  que  gracias  a  Dios.  Que  no  soy 
180  como  los  otros,  robadores,  adúlteros,  carnales,  mundanos. 
Si  el  hombre  no  es  malo,  ¿no  dará  gracias  a  Dios  por  ello? 
Si  no  da  gracias,  soberbia  es.  Pues  ¿en  qué  peca  el  fariseo 
en:  Gracias  te  hago,  Señor,  etc.? 

— ¿Quieres  ver  cómo  mientes?  Ven  acá,  fariseo  ciego. 
185  si  tú  das  gracias  a  Dios  en  tu  corazón,  ¿por  qué  menospre- 
cias aquel  arrendador?  Si  tú  conoces  que  el  no  ser  tan  malo 
es  obra  de  Dios,  que  graciosamente  la  puso  en  ti  y  no  en 
aquél,  ¿para  qué  reprehendes  y  menosprecias  a  aquél,  pues 
que  no  la  puso  Dios  en  él?  Ciertamente  que  aunque  defuera 


161  cansados 

177  ésta]  i<pié  mala  palabra  fes  ésta?  adJ. 


is6   Cf.  Le.  iS,  o. 
169   Le.  18,  11. 

179  San  Agustín,  E*.  41,  aci  Aurelium,  1  (ML  33,  158)  :  «Nam 
quid  melius  et  animo  geramus,  et  ore  promamus,  et  cálamo  exprima- 
mus,  quam  Deo  gratias  ?» 


318 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


190  dices:  "Gracias,  que  no  soy  malo",  de  dentro  dices:  "Gra- 
cias a  mí,  que  no  soy  malo  como  aquél".  El  cristiano  no  ha 
de  decir  ansí,  sino:  "Gracias  a  ti,  Señor,  que  no  soy  bue- 
no, como  los  otros,  y  si  algún  bien  en  mí  pusiste,  eso  no  es 
sino  que  por  ventura  yo  era  el  más  malo  y  más  llagado, 

195  y  movístete  a  misericordia  de  mí,  más  que  de  los  otros,  que 
no  eran  tan  malos  como  yo".  Mas  si  tú  dices:  "Gracias  te 
doy,  que  no  soy  malo  como  fulano  y  me  supe  guardar  y,  por 
tanto,  soy",  cata,  a  ti  te  das  las  gracias,  como  quien  dice 
[que]  por  tu  industria  y  fuerza  te  defendiste  y  eres  bueno, 

200  y  ansí  a  ti  quieres  atribuir  lo  que  debes  a  Dios,  y  aunque 
acá  con  la  boca  des  gracias,  en  el  corazón  a  ti  te  las  das  y 
a  ti  te  haces  Dios. 

Asienta  esto  en  tu  corazón  y  tenlo  por  muy  cierto,  que 
ni  la  menor  cosita,  ¿qué  diremos?,  un  menear  de  una  pes- 

205  taña  del  ojo,  dar  un  paso,  pensar  un  pensamiento,  no  puedes 
sin  el  ayuda  de  Dios,  si  la  mano  poderosa  de  Dios  no  te  die- 
se fuerzas  para  ello:  In  quo  vivimus,  movemur  et  sumus. 
Con  su  virtud  vivimos  y  nos  movemos  g/>  en  El  estamos  y 
por  El  somos. 

210  Imagina  ahora  que  estuviese  uno  sobre  una  torre  muy 
alta  de  cien  leguas  en  alto  y  que  estuviese  allí  puesto  de 
pies,  y  que  lo  tuviese  uno  con  la  mano,  y  que  en  dejando 
que  lo  dejase,  en  abriendo  la  mano,  caería  y  se  haría  mil 
pedazos.  De  esta  manera  estamos  colgados  de  la  mano  po- 

215  derosa  y  misericordiosa  de  Dios,  que,  si  un  punto  abriese  la 
mano,  no  pararíamos  hasta  la  misma  nada  de  que  somos 
saco,  hasta  no  ser.  Pues  si  al  que  tuviese  aquél  escupiese 
a  la  cara,  ¿no  [o]s  parece  que  sería  gran  maldad,  gran  atre- 
vimiento y  locura?  ¿Y  si  el  que  le  tenía  le  rogase:  "Herma- 

220  no,  haz  esto  por  amor  de  mí",  y  él  le  dijese:  "No  quiere, 
tanto  me  lo  diréis  que  os  dé  una  bofetada"?  Pues  ni  más 
ni  menos  somos  nosotros  cada  vez  que  nos  ruega  Dios  que 
no  le  ofendamos.  El  nos  tiene,  y  nosotros  a  dalle  bofetadas. 
¡Oh,  bendita  sea  tu  misericordia,  Señor,  que,  después 

225  que  nos  criaste,  nunca  jamás  nos  dejaste  un  punto  de  tu 
mano!  ¿Quién  te  sabrá  dar  las  gracias  por  ello?  ¿Quién  te 
lo  podrá  agradecer?  En  El  estamos,  que,  si  no  fuese  por  el 
influjo  que  con  su  poder  en  nosotros  influye,  nada  sería- 
mos. Y,  por  tanto,  dice  San  Jerónimo:  El  tiene  nombre  de 

230  ser,  que  se  llama  ser;  porque  todo  lo  que  es  está  de  esta 
manera  colgado  de  su  ser,  y  porque  todo  lo  que  es  parti- 
cipa de  El  el  ser.  El  se  llama  El  que  es.  Y  porque  todo  lo 

196  Mas]  Unas  207  sumus]  San  Pablo  add. 


2IO    Cf.  Act.  17,  28. 

233  SAN  Jerónimo,  In  Ep.  ad  Eph.,  I.  2,  c.  3  :  ML  26,  520. 
232   Cf.  Ex.  3,  13-14. 


21.     DOM.  10  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


319 


bueno  es  por  su  bondad,  y  sin  ello  nada  sería — todo  bueno 
tiene  de  El  la  bondad — ,  por  tanto  se  dice :  Nemo  bonus  nisi 

235  solus  Deus.  El  solo  es  bueno  por  su  esencia,  y  todo  lo  otro 
no  tiene  la  bondad  sino  de  El.  Luego,  fariseo,  si  allá  en  tu 
corazón  tienes  hinchazón  y  te  das  gracias  a  ti,  por  tanto 
eres  robador,  pues  a  ti  te  das  las  gracias  y  te  atribuyes  la 
honra  de  lo  que  hizo  Dios,  y  a  El  se  lo  quitas,  y  lo  menos- 

240  precias,  y  a  ti  te  haces  Dios,  y  es  como  si  le  dijeses  a  El: 
"No  quiero  que  seáis  Dios". 

Que  le  menosprecie  a  Dios  cualquiera  que  peca,  El  mes- 
mo  lo  dijo  al  Real  Profeta:  Eo  quod  contempseris  me  su- 
mens  uxorem  Uriae.  Porque  me  menospreciaste  tomando 

245  la  mujer  ajena.  Dícesle  a  Dios:  "No  [quiero]  que  seáis  Dios, 
que  mandéis  en  mi  reino".  Omnis  qui  regem  se  facit  contra- 
dicit  Caesari.  Dijeron  a  Pilatos:  Crucifica  a  Cristo,  cruci- 
fícale, porque  El  dijo  que  era  rey,  y  todo  aquel  que  se  dice 
rey  contradice  al  rey,  y  es  decille:  "No  sois  vos  el  rey,  por- 

250  que  no  puede  haber  dos  reyes  en  un  reino". 

No  te  atribuyas  a  ti  la  honra  que  se  debe  a  sólo  Dios, 
que  es  en  gran  manera  celosísimo  de  la  honra,  que  está  ca- 
sado con  ella,  y  ansí  como  es  marido,  ansí  ama  a  su  mujer, 
que  a  nadie  quiere  dar  parte  de  ella.  Ansí  nuestro  Dios  no 

255  quiere  que  nadie  tenga  parte  en  su  honra.  El  mesmo  lo  dice: 
Gloriam  meam  alteri  non  dabo.  ¿De  cuál  pensáis  que  es 
más  celoso  Dios,  de  su  amor  o  de  su  honra?  El  pide  el  amor 
diciendo:  Diliges  Dominum  Deum  tuum  ex  toto  cor  de  tuo, 
et  ex  tota  anima  tua,  et  mente,  et  ex  totis  viribus  tuis,  que 

260  no  queda  fuerza  alguna  con  que  no  lo  amemos.  Pues  tan  ce- 
loso como  es  del  amor,  tanto  es  de  la  honra.  No  quiere  que 
nadie  le  usurpe  nada  de  ella,  y  ansí  decía:  Videte  quia  ego 
sum  solus  Deus  et  nullus  alius  praeter  me.  No  quiera  na-* 
die  atribuirse  mi  gloria  y  honra  y  hacerse  Dios,  que  no  hay 

265   otro  Dios,  sino  yo  solo. 

Este  era  el  pecado  de  este  fariseo  ciego,  que,  aunque  de 
fuera  decía  que  daba  gracias  a  Dios,  dentro  se  las  daba  a 
sí,  dentro  se  lo  agradecía  a  sí.  Y  eso  es  lo  que  dice  Job 
que  no  hizo  y  que  era  gran  maldad :  Si  osculatus  fuero  ma- 

270  nunt  meam  in  abscondito.  Tal  y  tal  me  venga  si  me  beso 
la  mano  en  escondido;  si  hiciere  ansí,  que  es  gran  maldad, 


237  ti]  y  add. 
269  obsculatus 


235  Le.  18,  19  ;  Me.  10,  18. 

244  Cf.  2  Res.  12,  10. 

247  Cf.  lo.  19,  12.  6. 

256  Is.  42,  8  ;  48,  11. 

259  Cf.  Le.  10,  27  ;  Deut.  6,  s  ;  Mt.  22,  $]',  Me.  12,  ^o. 

263  Cf.  Deut.  32,  39. 

270  Cf.  Iob  31,  27. 


320 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


gran  iniquidad,  tal  maldición  me  venga.  ¿Qué  es  besarte 
la  mano  en  abscondido,  sino  atribuirte  a  ti  la  buena  obra, 
que  es  la  mano  en  escondido,  allá  en  lo  más  secreto,  que 

275  es  el  corazón?  No  te  atribuyas  a  ti  la  honra,  no  las  fuerzas 
y  poder,  que  todo  eso  conviene  a  Dios.  No  esperes  tener 
ningún  bien  por  ti,  sino  por  Dios.  Quia  speravit  in  me,  lí- 
ber abo  eum.  Porque  esperó  en  mí,  yo  le  libraré  y  le  defen- 
deré y  le  daré  mi  gloria  y  mi  descanso.  Esos,  Señor,  son 

280  los  merecimientos.  Quien  espera  en  Dios,  desespera  de  sí, 
pues  confía  en  El;  y  si  desconfías  de  ti,  niegas  a  ti,  y  con- 
fías de  El.  Desarrímate  de  ti  y  arrímate  a  El,  estriba  y 
espera  en  El  y  El  te  librará.  ¡Bendito  seáis,  Señor,  que  ésa 
es  vuestra  ley  y  vuestra  condición! 

285  Humíllate  a  El,  y  ensalzarte  ha.  Despréciate,  y  preciarte 
ha,  y  subirte  ha.  No  confíe  nadie  en  sí,  que  le  toca  en  la 
honra  a  Dios,  y  por  eso  sólo  ha  hecho  gran  castigo  en  el 
libro  de  los  Jueces,  grandes  castigos,  donde  se  lee  que  ha- 
bía de  ir  él  pueblo  de  Israel  a  pelear  con  una  gente  de  la 

290  ciudad  de  Gabat  de  Benjamín  por  una  gran  maldad  que  les 
habían  hecho,  que  les  habían  tomado  una  mujer,  pasando 
por  allí,  y  habían  hecho  tantas  maldades  con  ella,  hasta 
que  la  mataron.  Habiendo  de  ir  a  la  guerra,  van  a  pedir  el 
consejo  de  Dios.  ■ — Señor,  ¿iremos  a  la  guerra? — Dijo  Dios: 

295  — id.  — ¿ Quién  será  capitán?  — Judas  del  tribu  de  Judá. — 
Y  van  con  licencia  y  con  capitán  puesto  de  mano  de  Dios, 
y  teniendo  por  sí  la  justicia  y  guerra  justa,  vuelven  ven- 
cidos y  muertos  veintidós  mil  de  cuarenta  mil  que  iban. 
Vuelven  a  Dios:  — Señor,  ¿qué  pecado  es  éste?  ¿Iremos  a 

300  la  guerra?  ■ — Id. — Van  otra  vez,  y  véncenlos  y  mueren  die- 
ciocho mil  que  fueron.  — ¡Válame  Dios!  ¿Qué  pecado  es 
éste,  que  tan  recio  es  el  castigo? — Dice  el  texto:  Rursus  fi- 
lii  Israel  profecti  sunt  ad  bellum  numero  et  jortitudine  sua 
confidentes.  Ese  es  el  pecado,  que  la  primera  y  segunda 

305  vez  no  fueron  con  confianza  de  Dios,  sino  en  sus  fuerzas, 
que  eran  valientes  hombres  de  guerra  y  que  eran  más  que 
ellos.  La  tercera  vez,  que  no  confiaron  en  sí  y  llevaron  me- 
nos gente,  entonces  vencieron. 

En  el  libro  de  los  Reyes  está  escrito  que  el  rey  de  Israel 

310  cayó  malo  y  envióle  Dios  el  profeta  que  le  dijese:  Esto 
dice  Dios:  No  te  levantarás  de  la  cama;  hoy  morirás.  Quia 
confisus  es  in  arte  medicatoria:  porque  confiaste  en  médi- 
cos, más  que  habías  de  confiar.  En  sólo  Dios  quiere  que 
pongamos  nuestra  confianza  y  no  en  cosa  criada. 


290  Menjamín 


278  Cf.  Ps.  90,  14. 
304   Cf.  Iud.  20,  22. 


DOM.  10  DESPUÉS  l)t  PENTECOSTES 


321 


5   Limpia   el   corazón    — No  soy  robador,  no  soy  adúltero, 
con  el  amor  de  Dios     no  soy  injusto.  —Eso,  ¿qué  os  apro- 
vecha, si  dentro  tienes  hinchado  el 
corazón?  Obras  son  éstas  de  fuera.  Más  cuenta  tiene  Dios 
con  el  corazón.  Cuerpos  son,  pero  el  ánima  les  falta.  Ra- 

)  mos  son  que  tienen  seca  la  raíz.  Limpia  primero  la  fuente, 
y  saldrá  el  agua  limpia.  ¿Qué  trabajo  es  limpiar  lo  de  fue- 
ra? ¿Paréceos  que  será  gentil  paje  el  que  lavase  la  copa 
para  dar  a  beber,  solamente  [defuera],  o  la  moza  el  plato, 
y  lo  dejase  dentro  sucio?  ¡Sería  gentil  fregandera!  Pues 

5  ansí  lo  hacía  el  fariseo.  Y  esto  es  lo  que  Cristo  reprehende: 
Hipocritae,  abluistis  quod  foris  est  calicis,  intus  autem\  in- 
mundum.  Limpia  primero  el  corazón.  — ¿Cómo  se  limpia- 
rá, padre?  — Con  el  amor  de  Dios.  Con  el  amar  a  Dios  de 
todo  corazón  sobre  todas  las  cosas.  Que  estamos  agora  tan 

"0  interesado[s]  para  con  Dios  como  con  los  hombres.  No  dará 
uno  por  otro  un  paso  sin  interese,  o  porque  nos  tengan  por 
buenos,  o  porque  selo  pague  Dios,  y  nos  guarde  la  hacien- 
da y  nos  sane  el  hijo  o  el  marido,  o  porque  tenemos  temor 
de  su  castigo.  Ese  no  es  amor  de  Dios  sobre  todas  las  co- 

5  sas,  sino  por  ti  mismo.  Por  eso  las  obras  que  de  ahí  proce- 
dieren nada  valdrán. 

No  es  malo  dejar  de  pecar  por  temor  del  infierno,  mas 
no  basta  eso  para  ir  al  cielo.  Más.  En  el  palacio  del  rey 
Asuero  no  entraba  hombre  vestido  de  sayal.  En  el  palacio 

0  dei  gran  rey  Asuero,  que  es  Dios,  que  es  la  Iglesia,  no 
puede  entrar  hombre  vestido  de  vestidos  de  temor;  vesti- 
duras de  bodas  ha  de  llevar,  y  de  hijo,  no  de  esclavo  o  jor- 
nalero, que  quiere  decir  el  que  obra  por  sólo  su  interese; 
que  el  ladrón  que  por  temor  de  la  horca  no  hurta,  no  le 

¿5  ahorcarán,  mas  no  pida  después  premio  por  ello. 

Estas  eran  las  obras  justas  del  fariseo.  Confiaba,  mas 
por  las  obras  hechas.  Por  intereses  no  has  de  amar  a  Dios, 
sino  como  el  buen  hijo,  que  no  ama  a  su  padre  por  la  he- 
rencia o  porque  le  castiga,  mas  ámalo  porque  es  su  padre. 

0  Y  el  buen  marido  no  ama  a  su  mujer  porque  es  hermosa  o 
porque  trujo  gran  dote,  sino  porque  es  su  mujer.  Ansí  has 
de  amar  a  Dios,  porque  es  sólo  Dios,  y  no  porque  te  pagará 
o  porque  no  te  castigue  en  el  infierno,  pues  no  consiste  en 
las  Obras  de  fuera  la  verdadera  cristiandad,  mas  en  los  afec- 

5    tos  y  no  en  los  efectos. 

— No  soy  robador.  — No  basta  no  ser  robador,  mas  no 
has  de  amar  demasiadamente  tu  hacienda.  No  basta  no  ma- 
tar a  nadie,  mas  no  te  has  de  airar,  etc.  Y  esto  es  lo  que 
Cristo  dijo:  Nisi  abundaverit  iustitia  vestra  plusquam  pha- 


359  vestra]  nostra 


327   Cf.  Mr.  23,  2.s. 


B. Avila  2 


11 


322  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


360  riseorum,  etc.  La  justicia  del  fariseo  era  aquélla;  la  del 
cristiano  es  ésta. 

Como  aquél  es  un  mal  tan  general  y  que  tanta  inclinación 
tenemos  a  ello,  que  hasta  los  niños,  si  uno  tiene  unos  zapa- 
tos nuevos  o  un  sayo,  luego  se  nos  hincha  y  luego  desprecia 

365  a  los  otros.  Si  uno  tiene  un  poco  de  ciencia,  si  uno  es  de 
linaje,  si  una  mujer  es  un  poco  hermosa,  de  ahí  viene  a 
decir:  "No  soy  yo  como  aquél",  y  tenerse  en  mucho  y  al  otro 
en  nada,  como  este  fariseo.  Esta  es  la  una  persona  de  la 
farsa.  Entra  agora  la  otra. 

370    Dios  oye  la  oración     Entra  el  arrendador.  En  aquel  tiem- 
del  publicarlo  P°  eran  comúnmente  malos  y  peca- 

dores, y  como  entró  en  el  templo  y 
vió  cómo  estaba  en  la  casa  de  Dios,  a  quien  había  ofendido, 
alborotóséle  el  corazón,  trabajóse  todo  y  comienza  a  temblar. 

375  "¡Oh  Señor!  Que  éste  es  tu  templo,  ¿y  oso  yo  entrar  en  casa 
de  aquel  contra  quien  tanto  he  pecado?"  Y  púsose  acullá  a  un 
rincón,  stans  a  longe,  en  pie,  que  así  se  usaba,  y  los  ojos 
bajos,  que  no  osaba  mirar  al  templo.  El  otro  los  tenía  altos, 
como  quien  no  tenía  cosa  que  le  diese  vergüenza  para  los 

380  alzar;  y  éste  no  los  alza,  conociendo  que  es  gran  pecador  y 
que  se  avergüence  de  sus  pecados.  El  otro  dice:  Gracias  te 
hago,  Señor,  que  soy  justo;  éste  dice  en  su  oración:  Deus, 
propitius  esto  mihi  peccatori.  El  que  pide  que  el  juez  le  sea 
manso,  confiesa  que  merece  castigo.  ¡Señor,  sey  manso  a 

385  mí,  pecador!  El  hombre  le  había  de  decir  a  Nuestro  Señor 
de  corazón  estas  palabras.  Yo  ha  más  de  quince  años  que 
primero  que  me  acuesto  las  digo. 

Dice  San  Agustín:  Si  nos  juzgamos,  Dios  no  nos  juz- 
gará; si  nos  reprehendemos  de  corazón,  Dios  nos  perdonará; 

390  y  si  nos  miramos  para  avergonzarnos,  Dios  quita  los  ojos 
de  nuestros  pecados;  y  si  tú  te  condenas,  Dios  te  salva;  y 
si  tú  te  acusas,  El  te  excusa.  ¡Oh,  bendita  sea  tu  ley  y  con- 
dición, Señor! 

La  oración  es  con  herir  su  pecho.  Percutiebat  pectus 
395  suum:  Hería  su  pecho.  — ¿Qué  es  herir  su  pecho?  ■ — Acusar 
su  mal  corazón,  que  pecó  contra  Dios,  que  merece  ser  acusado 
y  castigado.  ¡Señor!  Este  corazón  malo  te  ofendió;  de  este 
mal  corazón  salieron  mis  malas  obras.  ¡Señor!  Hiere  y  cas- 
tiga este  corazón  que  yo  acuso  y  reprehendo.  Y  da  Cristo 
400  la  seña  y  dice:  Dígoos  de  verdad  que  decendió  éste  más 
justo  a  su  casa,  acusándose,  confesando  ser  malo,  humillán- 


360   Cf.  Mt.  s-  20. 
383    Le.  18,  13. 

392    Or.  San  Agustín,  Serm.  278,  c.  12  ;  2c/>,  c.  9  ;  115,  c.  2  :  ML 
38,  1273.  1358.  656  ;  Enarr.  in  Ps.  74,  2  ;  in  Ps\  49,  28  :  ML  36,  947.  583. 
395   Le.  18,  13. 


22.     DOM.   12  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


323 


dose,  que  el  otro  alabándose  y  gloriándose  de  ser  justo,  por- 
que el  que  se  humilla  será  ensalzado,  y  el  que  se  ensalza 
será  humillado. 

Mira  cuánto  vale  la  humildad,  que,  puestos  en  una  ba- 
lanza muchos  pecados  y  en  otra  buenas  obras  con  soberbia, 
pesa  más  la  humildad  con  pecados.  ¡Cuánto  más  si  pusieran 
buenas  obras  con  humildad!  ¿Qué  harían,  pues  que  muchos 
pecados  son  perdonados  con  humildad  y  muchas  buenas  obras 
condenadas  con  soberbia?  ¡Cuánto  vale  la  humildad  para 
alcanzar  misericordia  de  Dios!  [El]  que  antes  era  un  miem- 
bro del  demonio  y  condenado  al  fuego,  agora  es  hermano  y 
amigo  de  Jesucristo,  hijo  de  Dios  y  ciudadano  del  cielo. 

Pues  ahora,  en  este  tiempo,  antes  que  se  cierre  la  puerta 
y  se  entre  el  Esposo  en  las  bodas,  ahora  que  nos  ruega  y 
nos  convida,  aunque  El  es  el  injuriado,  con  el  perdón  y  su 
amistad,  no  aguardemos  a  que  nos  diga:  Necios  sois,  quia 
vocavi  et  renuistis,  et  vocavi  et  non  respondistis.  Y  pues 
ahora  tan  buena  feria  Nuestro  Señor  hace  de  pecados,  y  esta- 
mos aquí  en  la  feria,  no  quede  nadie  que  no  lleve  perdón  de 
sus  pecados.  Vengámonos  a  los  pies  de  Nuestro  Señor,  acu- 
sándonos con  el  publicano,  confesando  nuestros  pecados, 
para  que  aquí  nos  dé  gracia  y  allá  gloria. 


22     Dice  el  buen  samaritano:  Tened  cuidado  de 
ese  enfermo  * 

Domingo  XII  después  de  Pentecostés 

(EJsteoriail,  Ms.  &  IU  21,  ff.  240  v  -  249  v.) 

\Curam  illius  habe;  et  cgo  cum  rcdiero  reddam  tibi 
(Le.  io,  35).] 

Exordio:  María.,  vaso  Cosa  es  muy  usada  acerca  de  los 
excelente  en  que  se  que  tratan  el  arte  de  aparar  oro 
fabricó  ámbar  fino  y  Plata  °  otros  metales  que  para 
hacer  el  ámbar  fino,  el  cual  se  hace 
de  mixtión  de  oro  y  plata,  es  menester  vaso  muy  excelente 
y  que  no  tenga  polvo  alguno,  ni  color,  ni  humor,  ni  esté 
en  lugar  adonde  algún  viento  le  dé.  De  otra  manera,  nunca 


423  gracia]  acá  add. 


404    Le.  18,  14. 

418    Cf.  Iob  19,  16  ;  Prov.  1,  24  ;  Is.  65,  12  ;  Ier.  7,  13. 

*  Ed.  M.  E.  Miguélez,  O.  S.  A.,  en  «La  Ciudad  de  Dios»,  79 
(1909),  142-149,  213-221.  «Salutatio  Virginis  Mariae  in  Annuntiatio- 
ne»  (r.  240  v).  El  P.  Mignélez  lo  presentó  como  sermón  de  «la  Anun- 
ciación de  la  Virgen  María»,  y  las  dos  primeras  ediciones  del  Apos- 
tolado de  la  Prensa  (1927,  1041)  lo  incluyeron  entre  los  tratados  nía- 
rianos  con  el  número  13. 


324 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


10  se  juntará  el  oro  y  'la  plata,  de  la  cual  mezcla  se  hace  el 
dicho  ámbar.  El  ámbar  es  cosa  muy  excelente,  en  el  cual 
el  oro  pierde  en  alguna  manera  algo  de  su  resplandor  y 
tiempla  su  color  fina;  y  la  plata  se  esclarece  muy  más  con 
la  mlixtión  del  oro,  que  ella  por  sí  era  clara;  y  este  tal  ám- 

!5  bar  fino  es  el  que  trae  a  sí  las  pajitas  del  suelo,  por  su  ex- 
celencia, y  por  eso  requiere  tanta  guarda  el  vaso  donde  se 
ha  de  hacer. 

Agora  vamos  al  espíritu.  El  sapientísimo  artífice  Dios 
tenia  ordenado  ab  aeterno  de  hacer  un  ámbar  fino,  en  el 

20  cual  se  juntase  oro  de  divinidad  y  plata  de  humanidad,  y 
saliese  un  ámbar,  Cristo,  que  atrajese  a  sí  las  pajas,  quie- 
ro decir,  los  pecadores,  vanos  como  pajas,  y  los  hiciese 
justos.  Y  ansí  había  de  ser  esta  unión  de  divinidad  y  hu- 
manidad, que  el  oro  de  la  divinidad  templase  su  resplan- 

25  dor,  y  la  plata  de  la  humanidad  alcanzase  más  resplandor 
que  ella  tenía.  Y  ansí  fué  que,  estando  Dios  sin  ser  hombre, 
era  tanto  su  resplandor,  que  no  bastaban  ojos  humanos  a 
verlo;  y  ansí  se  lee  que,  cuando  Moisés  estaba  con  El  en 
el  monte  de  Sinaí,  suplicó  que  le  enseñase  su  gesto:  Domine, 

30  inquit,  si  inveni  gratiam  in  oculis  tuis,  ostende  rnihi  facían 
tuam.  ¡Poco  pedía!  No  hay,  por  cierto,  más  que  desear  ni 
pedir.  Respondió  nuestro  Señor:  "No  puedes  verme,  que  es 
tanto  mi  resplandor  y  es  tan  excelente  mi  luz,  que  no  pue- 
de ser  vista  de  hombre:  Non  videbit  me  homo  et  vivet" . 

35    Y  San  Juan:  Nemo  vidit  Deum  unquam. 

Señor,  pues  ¿qué  remedio  para  veros?  Que  se  junte  con 
ese  oro  resplandeciente,  plata,  que  no  es  tan  alto  metal, 
y  templará  algo  de  su  resplandor,  y  ansí  podremos  veros. 
Y  ansí  lo  ordenó  Dios  y  lo  mandó  decir  por  sus  profetas, 

40  que  había  de  hacer  esta  gran  maravilla,  este  milagro  de 
milagros,  que  había  de  ser  un  Cristo  Dios  hombre. 

Mas  no  se  hizo  este  ámbar  hasta  que  fué  fabricado  y 
salido  al  mundo  el  excelentísimo  vaso  en  que  se  hiciese, 
que  fué  la  sacratísima  Virgen  María.  Ella  fué  en  cuyo 

45  vientre  se  juntó  divinidad  y  humanidad;  ella  es  de  la  cual 
es  escripto:  Vas  admirabile,  apus  Excelsi.  Y  de  verdad  ad- 
mirable, pues  que  en  él  cupo  el  que  en  el  cielo  y  tierra  no 
cabe.  Caelum  et  terram  ego  impleo,  y  cupo  en  el  vientre  de 
la  limpísima  Virgen.  ¡Oh  vientre  santo,  vientre  puro,  vien- 

50  tre  no  amancillado,  no  tocado!  ¡Ni  [hay]  en  ti  polvo  de 
vanagloria,  ni  tierra  de  deseos  de  cosas  de  este  mundo, 
ni  humor  de  deseos  de  carne,  ni  viento  de  soberbia;  vaso 
hecho  por  mano  de  Dios,  en  el  cual  se  remiró  más  Dios  que 
en  todas  las  cosas  que  hizo!  Y  ansí,  otro  lugar  no  hubo,  ni 

55   entre  los  ángeles  ni  serafines  del  cielo,  ni  [en]  toda  la  tie- 


31  Cf.  Ex.  33,  13. 
33    Cf.  lo.  i,  iS. 


46  Eccli.  46,  12. 
48    Ier.  23,  24. 


nOM.   12  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


325 


rra,  adonde  mejor  ni  tan  bien  Dios  se  aposentase  como  en 
el  vientre  de  la  Virgen.  ¿Quién  dirá  las  grandezas  de  vues- 
tro limpio  vientre,  Señora,  que  enmudecen  de  hablar  de  él 
los  muy  sabios?  Allá,  Salomón,  viendo  en  espíritu  de  pro- 
fecía  esta  gran  maravilla,  dijo:  Quis  scrutabitur  secreta 
rcntris?  ¿Quién  alcanzará  a  lo  decir?  Sólo  aquel,  por  cier- 
to, que  os  hizo  y  anduvo  en  vuestras  entrañas. 

Decid,  Señor,  fructo  bendito  de  Virgen;  decid  vos  qué 
tal  es  este  vientre  en  que  anduvistes;  ¿a  quién  os  parece, 
>5  Señor,  se  debe  comparar?  Oíd  lo  que  dice  en  los  Cantares: 
Venter  tuus  sicut  acervus  tritici,  vallatus  liliis.  — Señor, 
qué  es  eso?  ¿Qué  quiere  decir?  ¿Por  qué  montón?  ¿Y  por 
qué  de  trigo?  ¿Qué  es  eso?  ¿Qué  quiere  decir  cercado  de 
lilios?  — Montón,  porque  es  lo  bajo  ancho  y  va  hasta  arri- 

0  ba  ensangostado.  Como  el  arca  de  Noé,  que  fué  figurada  a 
esta  excelentísima  Arca  de  Dios,  era  abajo  ancha  y  arriba 
angosta  de  un  codo.  ¿Qué  quiere  esto  decir  sino  que  lo 
profundo  de  esta  Virgen  fué  ancho,  fué  capacísimo,  que 
fué  humildad,  en  la  cual  cupo  ser  Madre  de  Dios  y  llamar- 

1  se  ella  esclava,  y  desde  este  fundamento  sube  hasta  aca- 
barse en  uno  con  el  de  arriba,  que  es  Dios?  Esto,  pues, 
quiere  decir  montón.  — ¿Y  por  qué  de  trigo?  — Con  mucha 
razón,  porque  nos  trujo  el  trigo  con  que  nos  mantuviése- 
mos. A  Aquel  que  comían  los  ángeles  solos,  trújolo  esta 

0  Virgen,  y  cociólo  en  su  vientre  con  fuego  de  amor,  y  dió- 
noslo  a  comer.  Por  eso  es  montón  de  trigo.  Tiene,  fructo, 
mas  este  fructo  cercado  de  Ulios.  — ¿Qué  quiere  decir  el  li- 
lio?  — 'Virginidad,  pureza.  Pues  está  cercado  el  fructo  del 
trigo  con  lilios,  quiere  decir  que  tiene  fructo  y  es  virgen: 

1  virga  Aaron  floribus  et  fructu.  Pues  luego  con  mucha  ra- 
zón habéis,  Señor,  dicho:  Acervus  tritici. 

Y  mirad  si  ella  misma  no  dice  otro  tanto:  Flores  mei, 
fructus  honoris.  Leemos  en  los  Cantares  adonde  dice  Cristo: 
Ego  flos  cantpi.  Porque  ansí  como  el  campo  produce  flores 

X>  sin  ser  arado  ni  sembrado  por  hombre,  sino  con  la  influen- 
cia del  cielo  y  del  sol,  así  la  Virgen  produjo  esta  flor,  que 
es  Cristo,  por  sola  influencia  del  Espíritu  Santo.  Veis,  pues, 
quién  es  su  flor:  Cristo.  ¿Pues  quién  su  fructo?  Benedictus 
fructus  ventris  tui,  lesus.  Pues  luego  flor  y  fructo,  todo 

6  junto;  virgen  y  madre,  todo  en  una. 

¡Oh  bienaventurada  Virgen!  ¿Qué  más  te  podemos  hon- 
rar que  haciéndote  Virgen  y  Madre  de  Dios?  Porque  si 
santa  te  llamamos,  muchas  lo  han  sido,  aunque  no  tanto; 
si  virgen,  otro  que  tal;  si  humilde,  etc.    ¿Qué  más?  En  lo 


6i  Cf.  Prov.  2o,  27.  85  Cf.  Xum.  17,  S. 

63  Le.  i,  42.  88  Eccli.  24,  23. 

66  Cant.  7,  2.  89  Cant.  2,  1.  ' 

72  Cf.  Gen.  6,  16.  04  Le.  1,  42. 


326 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


[que]  no  tienes  compañía  ni  ternás,  en  lo  que  excedes, 
es  en  ser  madre  de  tal  Hijo,  y  con  esto,  ser  virgen.  ¡Oh 
bienaventurada  tú  y  el  vientre  tuyo,  que  tal  bien  nos  trujo, 
y  en  el  cual  se  fabricó  el  ámbar  excelente,  Cristo,  que,  re- 
fregado en  la  cruz  de  su  pasión,  atrajo  y  cada  día  atrae 
a  nosotros  pecadores,  que  somos  pajas:  Si  exaltatus  fuero 
a  térra,  omnia  traham  ad  míe  vpsum.  Y  con  mucha  razón. 
¿Cuyo  corazón,  aunque  de  piedra  sea,  no  se  encenderá  en 
servir  y  amar  a  Cristo,  Dios  nuestro,  viendo  lo  que  por 
nosotros  pasó?  Y,  por  tanto,  Señora,  pues  tanto  bien  por 
vos  nos  vino,  nosotros  nos  conocemos  obligados  a  os  servir 
y  honrar  toda  nuestra  vida. 

¿Y  quién,  Señora,  no  os  servirá  viéndose  por  vos  libra- 
do muchas  veces  de  los  infiernos?  Por  cierto,  aunque  otra 
cosa  no  hubiese  que  nos  convidase  a  ser  buenos  y  a  no 
pecar,  sino  haceros  servicio,  Señora,  era  mucha  razón  que 
así  lo  hiciésemos;  y  por  honra  vuestra  proponemos,  Seño- 
ra, de  aquí  adelante  de  enmendar  nuestras  vidas.  Mas,  por- 
que no  lo  podremos  hacer  sin  gracia,  y  vos  sois  madre  de 
ella,  suplicamos  os  humildemente  nos  la  queráis  alcanzar; 
y  para  más  os  obligar,  os  ofrezcamos  la  salutación  angéli- 
ca mente  -pia.  Ave,  María. 

La  letra  del  EVan-    Curam  illius  habe,  et  ego  cum  re- 
gelio:  ¿Quién  es  mi    diero  reddam  tibí.  Buenas  nuevas, 
prójimo?  señores:  aJlégrense  vuestros  corazo- 

*  i  nes  y  hínchense  de  gozo  vuestras 
ánimas,  que  la  que  es  madre  de  Dios,  es  madre  nuestra,  y 
la  que  los  ángeles  se  tienen  por  dichosos  en  servir  se  delei- 
ta en  estar  con  nosotros.  Deliciae  meae,  etc.  Y  no  sin  cau- 
sa. Señora,  lo  uno,  por  \la  gran  misericordia;  Señora,  lo 
otro,  porque  por  los  hijos  de  los  hombres  sois  vos  madre 
del  Redentor  de  los  hombres.  Y  por  eso,  como  San  Agus- 
tín dice,  en  alguna  manera  estáis  vos  obligada  a  socorrer- 
nos; mas  mucho  más  nosotros  a  serviros.  Acordaos,  Seño- 
ra, de  que  nuestro  Redemptor,  vuestro  bendito  Hijo,  nos 
tiene  encomendados  a  vuestras  manos,  y  os  dijo  cuando  de 
este  mundo  se  partió  las  palabras  de  nuestro  tema:  Curam 
illius  habe,  etc.  (scilicet  -peccatorisj ,  et  cum  rediero,  red- 
dam tibi.  Y,  pues  sois  pagada,  no  por  eso  dejaréis  el  cui- 
dado de  nosotros;  porque  con  esa  intención  os  coronó,  que 
fuésedes  abogada  nuestra,  y  con  esa  confianza  os  osamos 
pedir  gracia  para  el  presente  sermón. 

Para  declaración  de  estas  palabras  y  para  que  veáis  a 


106  lo.  12,  32. 

123  Lic.  io,  35. 

128  I'rov.  8,  31. 

133  La  idea  se  encuentra  en  San  Anselmo,  Oral,  ¡jí;  PL  158,  952 

138  Of.  Le.  io,  35- 


22.     DOM.   12  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


327 


qué  propósito  y  cómo  las  platica  aquel  gran  maestro,  Cris- 
to, os  quiero  decir  la  letra  de  este  santo  evangelio,  el  cual 

1*5  es  una  respuesta  que  nuestro  Señor  dió  a  la  pregunta  de 
un  doctor  de  la  ley  que  le  preguntó  quién  se  puede  decir 
prójimo,  para  que  seamos  obligados  a  le  amar  como  nos 
está  mandado:  Diliges  proximum  sicut  te  ipsum.  Habíale 
antes  preguntado  que  cuál  es  el  mayor  mandamiento  de  toda 

50  la  ley;  y  aunque  al  principio  se  movió  a  preguntarle  más 
por  tentarle  que  por  aprender,  empero,  oyendo  aquellas 
saludables  palabras  de  Jesucristo  Redentor  nuestro,  se  con- 
virtió y  mereció  que  le  dijere:  Non  longe  es  a  Regno  Del, 
como  San  Marcos  dice.  Donde  parece  qué  tanto  provecho 

155  trae  la  habla  y  comunicación  de  los  abismos  de  Dios,  que 
aunque  el  hombre  se  llegue  a  ellos  frío  y  tibio  y  no  con 
tan  buen  propósito  como  era  razón,  empero,  oyéndolos,  con- 
versándólos,  nos  mudamos  en  bien.  Y  especialmente  es  esto 
verdad,  y  acaece  muchas  veces,  en  el  bien  obrar;  que  mu- 

60  chas  veces  tenemos  una  pereza,  una  mala  gana  de  hacer  una 
buena  obra,  y  cuando  la  comenzamos  envíanos  Dios  devo- 
ción y  buenos  propósitos;  y  por  eso  ninguno,  aunque  tibio 
se  sienta,  aunque  pesado,  deje  de  hacer  buenas  obras,  por- 
que es  Dios  tan  misericordioso,  que  quien  a  El  se  llega  no 

65  le  deja  frío  ni  hambriento.  Los  que  se  dan  muchas  veces 
a  la  oración,  experimenten  esto  y  verán  cuan  gran  verdad 
es;  que  se  llegan  hambrientos  a  la  mesa  de  Dios  y  van 
hartos. 

Preguntóle,  pues,  este  fariseo  a  nuestro  Redemptor: 
L70  Quid  faciam  [et]  vitam  aeternam  possidebo?  A  lo  cual  res- 
pondió: Diliges  dominum  Deum  tuum  ex  toto  corde  tuo,  ex 
tota  anima  tua,  ex  tota  mente  tua  et  ex  ómnibus  viribus 
tuis:  hoc  est  máximum  et  primum  mandatum.  Secundum 
autem  simile  est  huic:  diliges  proximum  tuum  sicut  te  ip- 
l?5  sum;  in  his  duobus  mandatis  universa  lex  pendet  et  pro- 
phetae. 

Por  eso,  señores,  los  que  no  sois  letrados,  no  penséis 
que  por  eso  no  podéis  ir  a  paraíso;  estudiá  estos  dos  man- 
damientos, y  cuando  los  hubiereis  cumplido,  haced  cuenta 

80  que  habéis  cumplido  todo  lo  que  manda  la  ley  y  los  profe- 
tas, y  los  evangelios,  y  los  apóstoles,  y  cuanto  os  amones- 
tan infinitos  libros  que  escriptos  hay,  que  verbum  abbre- 
viatum  fecit  Dominus  super  terram.  Amad  a  Dios  más  que 
a  vos,  y  a  vuestro  prójimo  como  a  vos  mismo:  que  si  vos 

85  deseáis  ir  al  cielo,  des[e]éis  que  él  vaya;  si  deseáis  que 
Dios  os  perdone,  desead  que  también  le  perdone  a  él.  Y  re- 
gla general  os  doy:  mirad,  lo  que  querriades  que  con  vos 


148  Mt.  22,  39.  36. 
iS4  Cf.  Me.  12,  34. 
170   Cf.  Le.  18,  18. 


176  cf.  m.  22,  37-40. 

183    Of.  Rom.  9,  28. 


328  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


se  hiciese  y  cómo  os  tratasen  los  otros,  y  si  errábades  con- 
tra algún  prójimo,  querríades  que  os  perdonase,  y  haced  asi 

190   a  vuestro  prójimo  y  así  lo  amaréis. 

Mas  es  duda:  ¿Quién  es  este  prójimo  a  quien  tanto  debe- 
mos, y  por  quien  tanto  quiere  Dios  que  hagamos,  y  que 
tanto  nos  lo  encomienda,  y  que  tanto  nos  amenaza  si  no  lo 
hacemos,  que  tiene  puesto  por  ley  y  mandado  pregonar  en 

195  sus  cortes  que,  ni  más  ni  menos  de  como  lo  hiciéramos  con 
nuestros  prójimos,  así  lo  hará  El  con  nosotros?  Por  eso,  si 
deseáis,  señores,  saber  cómo  os  ha  de  ir  con  Dios  cuando 
le  pidáis  algo,  cuando  le  hayáis  menester,  o  por  mejor  de- 
cir, pues  siempre  le  habéis  menester,  si  habrá  misericordia 

200  de  vosotros,  si  os  oirá,  mirad  cómo  lo  hacéis  con  vuestros 
prójimos;  si  procuráis  de  ayudarlos  en  sus  tribulaciones, 
si  los  consoláis,  si  les  dais,  si  procuráis  por  la  salvación 
de  sus  ánimas;  y  con  la  medida  que  midiéredes,  así  os  mte- 
dirá  Dios.  ¡Por  eso  henchí  bien  las  manos  del  prójimo  y 

205   henchirá  ciento  tanto  Dios  las  vuestras. 

Y  pues  tanto  va  en  esta  cosa  del  prójimo,  razón  es  sa- 
ber quién  es.  Y  esto  le  preguntó  a  nuestro  Señor  este  doctor 
de  la  ley:  Et  quis  est  meus  proximus?  Y  aun  creo  que  al- 
gunos de  vosotros  no  lo  debéis  de  saber,  y  será  bien  que 

210  lo  sepáis.  Dice  el  evangelista  que  nuestro  Señor  miró  hacia 
el  cielo,  dando  a  entender  que,  cuando  queramos  obrar  o 
hablar,  pidamos  del  cielo  ayuda.  Y  dijo:  ¿Quieres  saber 
quién  es  tu  prójimo?  Oíd  una  cosa  que  acaeció,  y  en  ella 
veréis  quién  es  prójimo,  etc.  Homo  quídam  descendit  áb 

215    Hierusalem,  etc.  (dígase  la  letra). 

Bien  claro  creo  que  habréis  visto,  señores,  cómo  la 
proximidad  no  está  solamente  en  el  parentesco,  ni  en  la 
vecindad,  ni  en  que  [me]  quieran  bien,  ni  en  ser  de  una 
ley,  ni  en  ser  de  una  réligión;  sino  que  todo  aquel  a  quien 

220  podemos  hacer  bien  o  nos  puede  hacer,  todo  aquél  es  nues- 
tro prójimo;  y  todo  aquel  que  puede  ser  particionero  en  la 
bienaventuranza  con  nosotros,  como  todos  los  teólogos  di- 
cen, todo  el  tal  es  nuestro  prójimo.  De  donde  se  sigue  que  el 
moro,  el  judío,  el  hereje,  el  alarbe  es  nuestro  prójimo;  por- 

225  que  le  podemos  hacer  bien  y  él  a  nosotros  y  porque  puede 
convertirse  y  gozar  de  Dios  con  nosotros.  Asimismo  se  si- 
gue que  las  ánimas  de  purgatorio  son  prójimos  nuestros, 
porque  les  pódenlos  hacer  bien  agora,  y  ellos  a  nosotros 
cuando  vayan  a  paraíso.  Ansimismo  se  sigue  que  los  ánge- 

230  les  son  prójimos  nuestros,  y  todos  los  que  en  paraíso  están, 
porque  nos  hacen  bien  y  son  capaces  de  bienaventuranza. 
Sólo  los  demonios  y  los  que  están  en  el  infierno  no  son 


208    Le.  io,  29. 

215   Cf.  Le-  10,  30  ss- 

222   Santo  Tomás  de  AQUINO,  Summa,  2-2,  q.  25,  a.  12. 


22.     I»OM.   12  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


329 


prójimos,  porque  ya  quiere  Dios  que  en  ninguna  manera 
puedan  gozar  de  El  ni  ser  participantes  en  su  gloria ;  y  por 

5  eso  no  quiere  que  les  deseemos  bien,  sino  antes  nos  goza- 
remos de  sus  penas,  aunque  sean  nuestros  padres  y  nues- 
tros hermanos;  y  es  muy  justo,  pues  fueron  traidores  a  Dios 
y  no  quisieron  en  este  mundo  enmendarse,  como  muchos 
hacen  agora.  Veis  aquí  la  letra  del  santo  evangelio  de 

t>   hoy,  etc. 

Sentido    alegórico:     Agora  démosle  otra  vuelta,  según 
Descendió  Adán  de    el  sentido  alegórico,  y  quizá  des- 
Jerusalén  a  Jericó...     Pues  otra  según  el  moral.  Quídam 
homo  descendebat,  etc.  Quién  sea 

>  este  hombre  que  no  se  contentó  con  estar  en  el  monte  de 
Hierusalén,  sino  quiso  descender  a  los  valles  de  Jericó,  a 
todos  es  manifiesto  que  fué  el  primer  hombre  criado,  Adán, 
al  cual  puso  Dios  en  Hierusalén,  que  quiere  decir  visión 
de  paz  y  paz,  y  allá  dióle  visión,  que  quiere  decir  conoci- 

>  miento;  porque  fué  el  mayor  letrado  de  los  que  ha  habido, 
que  fué  criado  en  su  entendimiento  el  conocimiento  de  to- 
das las  cosas.  Pues  las  había  de  regir  todas  y  les  puso 
nombre  a  todas,  menester  era  que  las  conociese.  Dióle  asi- 
mismo visión  alta,  que  quiere  decir  de  Dios,  porque  tuvo 

>  excelentísimo  conocimiento  de  Dios ;  porque  aunque  no  viese 
a  Dios  intuitivamente,  porque  esto  ningún  hombre  en  cuerpo 
mortal  viviendo  le  pudo  ver,  viole,  empero,  con  muy  exce- 
lente manera  de  vista,  más  que  agora  muchos  contemplati- 
vos lo  vean.  Y  esta  vista  era  pacifica  por  el  don  de  la  jus- 

0  ticia  original  que  tenía,  con  el  cual  era  tan  señor  de  sí, 
tenía  tanto  mando  sobre  este  mozo  de  nuestro  cuerpo  y  de 
las  potencias  sensitivas,  que  le  obedecían  ad  nutum.  Que  si 
él  quisiera  contemplar,  no  se  quejaba  el  cuerpo;  si  quería 
hacer  una  buena  obra,  no  tenía  dentro  de  sí  quien  pelease 

5  contra  él  para  que  no  lo  hiciese,  como  ahora  nosotros  te- 
nemos . 

No  se  contentó  Adam  con  lo  que  tenía,  no  lo  conoció, 
quiso  probar  qué  había  abajo,  y  descendió  a  Jericó,  que 
quiere  decir  luna,  por  la  cual  se  significa  la  mudanza  del 

>  pecado  y  del  mundo:  Quia  stultus  sicut  luna  mutatur. 
Scriptum  est  enim:  Peccatum  peocavit  Hierusalem,  ideo 
instabilis  facta  est.  Descendió,  y  comió  del  pomo  que  su 
mujer  le  dió,  y  cayó.  Y  mirá  el  engaño,  que  ellos  pensaban 
que  subían;  a  lo  menos  Eva  pensó  que  había  de  subir  tanto 

5  como  Dios ;  y  cayó,  y  fué  hecha  ella  y  él  iguales  a  los  bru- 
tos animales:  Homo  cum  in  honor e  esset  non  intellexit. 


270  Cf.  Kccli.  27,  12. 
272  Cf.  Thren.  1,  S. 
276   Ps.  48,  13. 


330 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Asenle  los  ladrones,  los  robadores  de  las  ánimas,  que 
son  los  demonios,  expoliaverwht  eum  de  los  bienes  gratuitos 
de  gracia,  que  fué  el  mayor  bien  que  le  pudieron  quitar: 
2&0  el  amistad  de  Dios.  Quitáronle  la  justicia  original,  y,  qui- 
tada la  paz,  toda  la  paz  quedó  en  guerra  y  dejónos  en 
guerra. 

Siéntelo  quien  trabaja  por  ser  bueno.  ¿De  dónde  nos 
viene  que,  si  queremos  rezar,  no  quiere  la  carne  y  la  pe- 

285  reza;  y  si  queremos  darnos  a  Dios  y  dejar  las  cosas  de 
este  mundo,  no  podemos,  sino  que  ansí,  aunque  no  que- 
remos, nos  deleitamos  en  ellas?  ¿De  dónde  nos  viene  esta 
inclinación  tan  grande  a  ser  mundanos,  a  ser  malos,  que 
parece  que  no  hay  trabajo  en  ello,   y  si  queremos  ser 

290  buenos  se  nos  hace  de  mal,  como  quien  va  cuesta  arriba 
y  como  agua  que  la  hacen  tornar  por  la  canal  arriba?  De 
falta  de  la  justicia  original  que  Adán  perdió. 

Y  bastara  que  le  despojaran;  mas  aun  hiriéronlo;  que 
lo  que  no  le  pudieron  quitar,  le  dejaron  más  llagado.  Estos 

295  son  los  bienes  naturales,  por  los  cuales  el  hombre  es  hom- 
bre. No  los  puede  perder,  aunque  al  infierno  vaya;  mas 
hiérerilos  muy  bien  heridos.  Que  al  entendimiento  hirieron 
con  ignorancia  y  ceguedad;  a  la  voluntad,  con  deseos  de 
cosas  de  acá  dañosas  y  con  hastío  de  las  buenas;  a  la 

3W  memoria  hiriéronle  con  llagas  de  cosas  terrenas;  que  no 
haya  placer  de  acordarse  del  cielo  ni  de  cosas  que  le  apro- 
vechan, sino  de  vanidades,  de  las  injusticias,  de  lo  de  acá 
abajo.  Hirieron  la  parte  sensitiva  con  aquél  jomes  peccati, 
que  es  una  gran  llaga;  que  la  sentía  bien  San  Pablo  cuando 

305  decía:  Irwenio  áliam  legem;  este  que  en  otra  parte  llaman 
tirano  y  lex  membrorum.  Mas  quien  no  siente  esta  guerra 
tiene  mala  paz:  Non  veni  pacem  mittere  in  terram,  sed 
gladium.  Veis  aquí  los  males  del  ánima  en  que  cayó. 

Dejo  de  contar  lo  del  cuerpo,  las  hambres,  las  enferme- 

310  dades  y  trabajos,  ser  engendrados  en  pecado,  naciendo  llo- 
rar, con  dolor  de  nuestras  madres;  vivir  y  morir  con  lloros 
y  temores.  ¡Oh  cuánto  bien  estábades  Adán  en  Hierusalem, 
sin  que  subiérades  a  Jericó!  ¡Ni  nosotros  lo  supiéramos! 
Veis  aquí  cuál  quedó  Adán — y  tras  él  todo  el  mundo — del 

315  pecado:  tendido  en  el  suelo;  amando  cosas  de  tierra  y  he- 
rido de  llagas  de  pecados  desde  la  planta  del  pie:  Omne 
caput  langidum  et  omne  cor  maerens. 

296  vayan 


306    Cf.  Rom.  7,  21.  23. 
308   Cf.  Mt.  10,  34. 
317    Is.  i,  6. 


22.     DOM.   12  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


331 


La  ley,  los  profetas,  Acaeció  que  pasase  par  de  este  11a- 
el  verdadero  sama-    gado  un  sacerdote  y  un  levita;  y 

*>        ritano  Cristo  aunque  entrambos  lo  vieron,  nin- 

guno lo  remedió.  ¿Quién  es  el  sacer- 
dote sino  la  ley  vieja,  que  principalmente  consistía  en  sa- 
crificios y  ceremonias?  ¿Quién  es  el  levita  sino  los  pro- 
fetas? Pasó,  pues,  la  vieja  iey  y  vió  el  herido,  porque  co- 

25  noció  sus  llagas  y  dió  conocimiento  del  mal  en  que  el  mundo 
estaba  por  el  pecado;  mas  no  pudo  remediarlo,  porque,  se- 
gún San  Pablo  dijo,  ex  operibus  legis  non  iustificabitur 
omnis  caro:  Lex  -per  Moysen  data  est,  gratia  per  Iesum 
Christum.  No  dió  la  ley  gracia  ex  opere  operato.  Monstraba 

*>  los  pecados,  y  por  esto  dice  el  evangelio  que  miró  al  llaga- 
do, mas  no  le  remediaba,  porque  no  daba  gracia.  Pasaron 
los  profetas  y  también  vieron  los  pecados  y  los  males,  mas 
no  podían  dar  gracia,  y  por  eso  ni  remedio;  y  ansí  también 
descendía  por  el  mesmo  camino  el  sacerdote  y  el  levita, 

*5  como  el  herido,  según  el  evangelio  dice,  porque  todos  los 
que  debajo  la  ley  y  profetas  estaban  descendían  al  limbo 
y  estaban  en  pecado  original. 

Hasta  que  vino  aquel  verdadero  saraaritano  Cristo,  que 
quiere  decir  guarda,  y  hizo  medicina  para  este  herido.  No 

10  dice  el  texto  que  descendió  por  el  mesmo  camino  del  herido, 
sino,  haciendo  camino,  vino  al  herido:  Et  videns  eum,  mi- 
sericordia motus  est;  quia  in  eo  nullum  invenit  meritum, 
dice  San  Agustín;  et  appropians,  alligavit  vulnera  eius. 
Allegóse,  tomando  carne  semejante  a  la  nuestra  pecadora, 

*5  llegóse  conversando  con  heridos  de  pecados:  Et  appropians; 
tanto,  que  le  reprendían  los  fariseos:  Quia  hic  peccatores 
recipit,  et  manducat  cum  Mis,  ya  en  casa  de  un  publicano, 
ya  en  casa  de  un  cambiador,  ya  con  la  Madalena,  ya  con 
la  mujer  adúltera  y,  al  fin,  con  los  ladrones.  Así  había  de 

50  ser,  que  el  que  venía  para  curarnos  no  hubiese  asco  de 
nuestras  llagas.  Allegóse  por  sacramentos. 

¿Qué  es  atando  las  llagas,  sino  darnos  mandamientos 
que  nos  aprieten  los  pecados,  y  no  m!uy  apretados,  porque 
hace  mal — iugum  meum  suave  est — ,  ni  muy  flojo,  porque 

¡55  atadura  floja  no  es  algo — sint  lumbi  vestri  praecincti — ? 
Ató  sus  llagas,  diciéndole  que  no  pecase,  que  se  apartase 
y  que  se  hiciese  fuerza  para  resistir  los  pecados;  y  para 
las  llagas  que  ya  tenía,  echóle  óleo  y  vino.  En  el  óleo  se 
significa  la  misericordia;  en  el  vino,  justicia;  porque  es 


328  a.  Gal.  3,  11. 

329  Cf.  lo.  1,  17. 

343  Cf.  Sax  Agustín,  Scrm.  366,  2  ss.  :  ML  39,  1647  ;  In  lo.  Ev., 

tr.  43,  c.  82  :  ML  35,  1707. 

347  Le.  15,  2. 

354  Mt.  11,  30. 

355  Le.  12,  35- 


332 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


3G0  justo  que,  pues  más  acepta  fué  a  Dios  la  pasión  de  su 
unigénito  Hijo  que  fueron  nuestros  pecados  ofensivos,  y 
más  [bien]  mereció  ella  que  mal  nuestros  pecados,  que  nos 
sean  perdonados  por  ella.  Y  por  eso  decía  San  Pablo  que 
esperaba  corona  de  justicia,  no  de  justicia  de  obras,  sino 

365  de  la  pasión  de  Cristo  nuestro  Redemptor,  la  cual  se  nos 
comunica  por  fe  y  buenas  obras.  Pues  luego  echó  en  nues- 
tros pecados  olio  y  vino,  y  tomó  al  enfermo,  alias,  herido, 
y  púsole  sobre  su  caballo. 

El  caballo  del  ánima  es  el  cuerpo.  Ponello  luego  Cristo 

370  sobre  su  caballo  fué  ponello  sobre  su  cuerpo;  lo  cual  se 
puede  entender  en  muchas  maneras:  o  que  tomó  los  peca- 
dos de  él  para  pagarlos  en  su  cuerpo,  como  cuando  dicen: 
"Sobre  mi  cabeza  os  tomo",  que  se  obligan  a  pagar  por 
quien  toman;  o  sobre  su  cuerpo,  porque,  dándole  fe,  lo  in- 

375  corpora  en  su  cuerpo  y  lo  hace  su  miembro;  y  así  llevólo 
ad  stdbulum,  que  es  la  Iglesia;  y  porque  ella  es  donde  des- 
cansan los  viadores  de  este  mundo. 

Curólo  él  un  día;  quiere  decir,  mientras  acá  estuvo  pre- 
sencialmente. Y  otro  día  (scilicet  resurrectionis ) ,  querién- 

3«0  dOSe  ir  al  cielo,  dijo  al  principal  de  la  Iglesia,  que  es  San 
Pedro:  Pace  oves  meas...  curam  ülius  habe,  que  es  todo 
uno,  y  asimismo  a  todos  los  prelados.  Y  dióles  dos  dena- 
rios,  que  quiere  decir  dos  Testamentos  con  que  lo  curen. 
Que  si  fuere  menester  hacer  más  o  darles  muy  buen  ejem- 

386  p]o  y  otra  cualquier  cosa,  que  lo  hagan;  que  cuando  El 
venga  a  juzgar  o  el  día  de  la  muerte  del  tal  prelado  o 
prójimo  que  tuvo  cargo  del  enfermo,  que  El  lo  pagará. 

¡Veis  cuán  bien  proveído  dejó  este  bendicto  Samaritano 
al  mundo  enfermo!  Pues  pregunta  agora  el  mismo  Cristo: 

380  ¿'Quién  fué  prójimo  de  este  enfermo?  ¿La  ley  vieja,  los 
profetas  o  el  samaritano?  — 'Por  cierto,  Señor,  muy  clara 
está  la  respuesta:  que  vos,  Samaritano  bendito,  sois  nues- 
tro prójimo  y  el  que  os  doléis  de  nuestros  males,  que  cu- 
ráis nuestras  llagas;  y  si  por  vos  no  hubiese  sido,  ya  nues- 

395  tras  ánimas  estarían  ardiendo  en  los  infiernos.  Tú,  Señor, 
eres  nuestro  prójimo.  — Pues  vade  et  tu  fac  similiter:  quia 
exemplum  dedi  vobis  ut  quemadmodum  ego  feci,  ita  et  vos 
faciatis,  etc. 

Sentido  moral:  Cuida  De  todo  este  evangelio,  no  me  pa- 
400  ese  enfermo  y  cuan-  recieron  tan  bien  otras  palabras 
do  vuelva  te  lo  pagaré  como  las  de  nuestro  tema:  Tened 
cuidado  de  ese  enfermo,  que,  cuan- 
do yo  torne,  lo  pagaré.  Es  grande  el  cuidado  que  Dios  nues- 
tro Señor  de  nosotros  enfermos  tiene,  que  nos  cura  y  manda 

354   2  Tim.  4,  8.  398  Jó.  13.  *S> 

381   Cf.  lo.  2i,  17.  403   Cf.  Le.  10,  35. 

396   Le.  io,  37. 


DOM.   12  DESFÜÉS  DE  PENTECOSTÉS 


3.33 


«  a  otros  que  nos  curen,  y  paga  El  a  quien  curase  a  su  pró- 
jimo. Cuando  yo  volviere,  dice  el  benignísimo  Señor,  yo  lo 
pagaré.  Voime  agora,  que  cumple  así,  mas  yo  verné  presto 
y  lo  pagaré. 

Voime.  ¡Oh  benditísimo  y  dulcísimo  Señor!  ¿Dónde  vais? 

0  ¿Y  adonde  nos  dejáis?  ¿Cómo,  Señor,  podemos  oír  con 
paciencia  decir  que,  Señor,  os  vais  y  que  tornaréis  presto? 
¡Oh  Señor,  y  cuán  largo  es  el  tiempo  que  no  os  vemos,  en 
que  no  estamos  con  vos,  en  que  estamos  acá  apartados  de 
vos,  bien  nuestro  y  reposo  nuestro!  Este  presto  que  decís 

5  que  volveréis,  ¡cuán  tarde  es  para  quien  os  ama,  para 
quien  no  tiene  otro  deseo  sino  de  vos,  ni  querría  ver,  ni 
oír,  ni  hablar  a  naide  sino  a  vos!  Y  veros  tan  lejos,  allá 
tan  apartado,  es  el  tormento  intolerable  estar  sin  Aquel 
a  quien  sobre  todas  las  cosas  ama.  Y  por  eso,  Señor,  quien 

0  bien  os  quiere,  muy  aborrecida  tiene  esta  vida,  y  su  mayor 
deseo  es  cuando  ya  se  acabase  y  os  viese:  Cwpio  dissolvi 
et  esse  cum  Christo,  decía  San  Pablo. 

Mas,  ¡oh  señores,  y  qué  poco  deseo  tenemos  nosotros 
de  este  día!  ¿Y  cómo  estamos  contentos  en  este  destierro, 

25  estando  tan  lejos  de  nuestro  bien?  Holgamos,  reímos,  con- 
sejamos, comemos  bien,  ataviámonos  mejor,  pensamos  que 
tenemos  algo  en  este  mundo  y  que  es  aquí  nuestra  tierra;  y 
de  verdad  que  estamos  desterrados  y  por  mesones  y  ventas, 
y  no  habíamos  de  hacer  cuenta  sino  que  estamos  en  una 

'0  cárcel  por  nuestros  pecados,  y  debíamos  siempre  rogar  a 
Dios  nos  quebrantase  ya  estas  cadenas,  con  que  está  el 
alma  atada  en  este  cuerpo,  para  que  libre  pudiese  ver  y  hol- 
garse con  su  Dios.  Mas,  como  no  le  amamos,  no  se  nos 
da  nada  no  le  ver;  como  no  le  deseamos,  no  nos  da  pena 

*5  el  estar  en  este  destierro.  ¡Oh  desventurados  de  nosotros, 
que  estamos  veinte  y  treinta  años,  y  cuarenta,  y  sesenta, 
y  más,  sin  ver  a  quien  nos  hizo,  a  quien  murió  por  amor 
de  nosotros,  a  quien  nos  mantiene,  a  quien  nos  guarda, 
Aquel  de  quien  un  solo  momento  [no  hay]  que  no  nos  haga 

4<>  mercedes,  y  grandes  mercedes!  ¿No  iríamos  ya  a  besarle 
las  manos  por  las  mercedes  que  nos  ha  hecho,  a  darle 
gracias,  darle  mil  alabanzas  por  el  amor  que  nos  tiene  y  las 
buenas  obras  que  nos  ha  hecho?  ¡Oh  triste  el  día  y  la  hora 
en  que  a  nuestro  Dios  y  a  nuestro  bien  no  vemos,  y  por  esto, 

*5  triste,  se  debe  llorar!;  y  ansí  nos  lo  amonestó  Cristo:  Beati 
qui  lugent. 

iMas  es  menester  paciencia  y  aparejarnos  continuamente 


409  Cf.  lo.  8,  21;  14,  2.  12.  28  ;  16,  5.  16.  28. 

414  Cf.  lo.  16,  16. 

422  Cf.  Phil.  1,  23. 

446  Mt.  5,  5. 


334 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


para  este  día,  para  que,  en  viniendo  a  llamarnos,  vamos 
de  buena  gana  con  El.  Tan  en  tanto,  miremos  qué  nos 
mandó  cuando  se  fué;  hagámoslo  de  muy  buena  gana  por 
mandárnoslo  El.  Curam  illius  hábe.  Nos  mandó  cuando  se 
fué:  Ten  cuidado  de  ese  enfermo.  ¿De  cuál,  Señor?  De  ese 
enfermo  que  ha  caído  en  poder  de  ladrones,  agora  seas  tú, 
agora  tu  prójimo.  Pues  será  nuestro  sermón  de  cómo  he- 
mos de  tener  cuidado  de  nosotros  y  de  nuestros  prójimos, 
porque  cuando  venga  nuestro  Señor  nos  lo  pague. 

Para  tener  cuidado  de  Ten  cuidado  de  ti,  dice  nuestro  Se- 
nosotros  es  menester  ñor.  Paréceme  que  lo  hace  nuestro 
desechar  otros  cui-  Señor  en  esto  como  Padre  miseri- 
dados  cordioso  que  mucho  ama  a  sus 

hijos  y  siempre  les  anda  amones- 
tando que  sean  buenos,  que  miren  por  sí,  que  no  curen  de 
cosas  de  mancebos,  sino  que  miren  por  su  honra,  y  cúyos 
hijos  son.  Ansí  hace  nuestro  Dios.  Ten  cuidado  de  ti. 

Mas  mirad,  señores,  ¿no  habéis  oído  lo  que  dice  allá 
un  poeta:  Pectora  duas  non  admittentia  curas,  y  que:  Nemo 
potest  duobus  dominis  serviré,  dice  Cristo?  Para  tener  cui- 
dado principal  de  nosotros  conviene  que  no  lo  tengamos  de 
otras  cosas  en  que  tanto  no  nos  va  como  en  nosotros, 
y  éstas  son  las  cosas  de  este  mundo.  Oíd  al  mismo  Señor, 
que  aquí  nos  dice  que  tengamos  cuidado  de  nosotros,  cómo 
en  otra  parte  dice  que  no  tengamos  cuidado  de  este  mundo: 
Nolite,  inquit,  gravare  corda  vestra  crápula  et  ébrietate, 
nec  curis  huius  saeculi.  Y  en  otra  parte:  Nolite  solliciti 
esse  animae  vestme  quid  manducetis.  De  manera  que  para 
tener  cuidado  de  nosotros... 

Y  no  tengáis,  señores,  este  consejo  en  poco,  que  de 
verdad  creo  que  una  de  las  principales  causas  de  nuestro 
descuido  y  de  los  grandes  males  en  que  están  nuestras  áni- 
mas, y  especialmente  en  este  mal,  que  no  se  nos  da  nada 
que  estén  malos,  es  por  los  muchos  cuidados  de  este  mundo. 
¿Qué  es  la  causa  por  que  el  hombre  no  puede  rezar  un 
Paternóster  con  atención,  sino  que  comienza  uno  y  acaba 
otro,  sino  porque  tiene  mal  cuidados  que  le  llevan  el  cora- 
zón? ¿Por  qué  no  da  limosnas  a  un  pobre?  Porque  los  tra- 
bajos no  le  dejan  acordarse  de  sí.  ¿Por  qué  no  guarda  lo 
que  Dios  le  manda?  Porque  con  sus  negocios  no  se  acuerda 
de  Dios  ni  de  sus  mandamientos.  ¿Por  qué  deja  andar  su 
ánima  muerta  y  hecha  casa  de  diablos  un  mes  y  otro  y  otro  ? 
Porque  no  le  dejan  mirarlo  los  cuidados.  Ya  le  toma  un 
negocio,  ya  otro.  Y  lo  mlejor  es — o  lo  más  malo — que  pien- 


467  Juvenal,  Sat.,  VII,  65  :  «Pectora  vestra  duas  non  admittentia 
:uras  ?» 

468  Mt.  6,  24.  476   Gf.  Mt.  6,  26. 
475    Cf.  Le.  21,  34- 


22.     DOM.  12  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS  335 


sa:  "De  ahora,  en  acabando  éste,  temé  reposo  y  entende- 
ré en  mi  alma",  y  nunca  viene  este  tiempo  en  que  le  dejen 

95  cuidados,  sino  hecho  esclavo  de  ellos,  que  un  momento  no 
le  dejan  entender  en  lo  que  le  cumple,  sino  el  alma  muerta 
y  desventurada,  desnuda,  pobre  y  triste,  y  el  cuerpo  andar 
y  trafagar,  y  hablar;  y  ya  entiende  en  una  heredad  y  ya 
en  otra,  ya  en  otro  negocio,  ya  en  otra  rabia,  que  nunca 

•00  descansa. 

¡Oh  desventurada  gente!  ¿Y  tú,  hermano,  dónde  estás? 
¿Has  ya  acabado  los  negocios  de  tu  alma?  Di,  ¿has  dado 
ya  cuenta  buena?  ¿Cómo  no  tienes  cuidado  de  ti?  ¿Qué 
te  aprovecha  que  todo  el  mundo  ganes,  si  pierdes  tu  alma? 

W5  Está  queda  un  poco;  reposa  algún  rato  en  el  día  y  entiende 
en  ti;  no  seas  como  vitula  Ephraim  docta  dilvgere  triturara. 
Mira  que  es  vanidad  eso  en  que  andas;  cata  que  andas 
vendido  y  engañado.  ¿Qué  buscas?  ¿Tras  qué  andas?  ¿Bus- 
cas reposo?  Créeme  que  no  le  hallarás.  ¿Buscas  que  no 

>10  tengas  falta?  Créeme  que  siempre  te  ha  de  faltar,  porque 
cumplir  una  necesidad  es  principio  de  otra.  Echa  de  t\ 
esta  carga,  por  Dios,  conténtate  con  poco;  si  pudieres, 
traer  sayo  de  buen  paño;  si  no,  sea  de  ruin;  si  puede3 
comer  y  beber,  bien;  si  no,  sea  como  quiera.  No  puedes 

>15  tener  bienes  sobrados,  sino  ten  para  pasar  este  camino,  que 
no  es  aquí  tu  tierra.  Mira  lo  de  este  mundo:  el  tener  o  no 
tener,  el  bien  vestir  o  no  vestir,  el  ser  honrado  o  deshon- 
rado, hágote  saber  que  delante  de  Dios  no  pesa  un  pelo; 
ni  es  el  hombre  mejor  por  tener  esto  que  parece  algo  ni 

'20  por  no  tenerlo;  sino  que  estamos  realmente  engañados,  de 
día  y  de  noche  trabajando  por  haber  lo  que,  después  de 
habido,  no  nos  hace  un  pelito  mejores.  Cata  que  al  mejor 
tiempo  te  echará  de  sí  este  mundo  y  te  hallarás  burlado, 
y  no  cumplirá  contigo  lo  que  te  prometió,  y  entonces  no 

>25  ternás  remedio.  Agora,  pues,  conténtate  en  pasar  como 
quiera  por  él,  y  sea  el  principal  cuidado  el  mirar  tu  alma. 
Cúrate,  que  estás  enfermo,  según  las  palabras  de  nuestro 
tema:  Curam  illius  habe. 

Cómo  tratar  al  Agora  veamos  cómo  hemos  de  tener  cui- 
530         cuerpo  dado  de  nosotros  y  de  nuestro  cuerpo, 

y  luego  de  nuestra  ánima,  y  luego  de 
nuestro  prójimo. 
A  nuestro  cuerpo,  señores,  es  bien  que  lo  tratemos  como 
a  enfermo;  que  lo  es  por  el  pecado  original.  Allí  enfermó, 
535  y  así  siempre  desea  cosas  dañosas  y  aborrece  las  que  le 
cumplen,  como  quien  tiene  el  apetito  dañoso.  ¿Qué  veréis  a 
un  cuerpo,  sino  desear  hartarse  bien  de  comer  y  beber, 
y  dormir  mucho,  y  holgar  mucho;  no  pasar  frío,  ni  calor, 


504  Mt.  16,  26. 


336  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ni  cansancio;  no  rezar  mucho  ni  ayunar;  no  castidad,  sino 

5á0  antes  lujuria,  como  enfermo  que  para  cumplir  su  apetito 
pospone  el  alma?  ¿Qué  le  puede  hacer  lo  que  come?  Dígoos 
de  verdad,  señores,  si  a  este  cuerpo  miráis,  que,  por  cum- 
plir una  cosa  cualquiera,  os  eche  redondamente  en  aque- 
llos fuegos  infernales.   ¡Oh  malaventurado  cuerpo!,  que 

645  porque  tú  huelgas  por  cumplir  tus  apetitos,  por  no  querer 
ayunar,  por  no  pasar  una  poca  de  pena  en  ser  casto,  echas 
a  un  anima  en  tormentos  eternos,  que  duran  cuanto  durare 
Dios  en  los  cielos!  ¡Oh  ceguedad  grande,  soltar  la  rienda 
a  este  enfermo!  No  así,  ¡por  Dios!,  sino  lo  que  le  ha  de 

550  hacer  mal,  quitárselo,  aunque  lo  pida  y  desee;  y  lo  que  le 
ha  de  hacer  provecho,  hacer  que  lo  tome,  aunque  le  pese; 
que  después,  el  día  del  juicio,  él  os  lo  agradecerá  si  aquí 
así  lo  hiciéredes  con  él.  Mas  si  agora  lo  dejáis  a  él  hacer, 
entonces  os  maldicirá,  porque  no  le  curastes  como  era  razón. 

555  ¿Queréis  ver  figura  de  cómlo  lo  habéis  de  hacer  con 
este  enfermo?  Oíd.  Mandaba  Dios  en  la  ley  que,  si  alguno 
sacrificase  tortolilla,  que  no  le  cortase  toda  la  cabeza,  sino 
que  la  matase  y  le  volviese  la  cabeza  hacia  el  cuerpo,  de 
manera  que  estuviese  muerta  y  no  apartada  del  cuerpo. 

560  Veis  aquí  cómo  habéis  de  hacer  los  que  queréis  ser  torto- 
lillas,  que  significan  a  los  que  hacen  en  este  mundo  peni- 
tencia y  que  lloran  por  haber  perdido  a  su  esposo  Cristo. 
Matad  la  carne;  quiere  decir:  No  vivas  según  ella  quiere; 
y  no  mande  ella,  sino  obedezca;  azótala;  hazla  que  no 

565  viva;  mortifícala  como  San  Pablo  dice:  Mortifícate  membra 
vestra,  quae  sunt  super  terram.  Mas  mirad,  no  la  apartes 
del  cuerpo  y  no  la  eches  del  todo  de  ti;  no  la  apartes  de 
tu  alma,  quiere  decir,  no  te  mates,  sino  dale  lo  que  ha 
menester  solamente  para  vivir  y  servir  al  alma;  que  sierva 

570  suya  es  la  carne  y  caballo  en  que  anda.  Y  así  como  seria 
cosa  monstruosa  ver  a  un  caballero  andar  gimiendo  y  de 
día  y  de  noche  muriendo,  por  contentarle  y  por  regalarle, 
•  no  curando  de  su  persona  propria,  así  es  que  un  hombre 
ande  contentando  a  su  cuerpo  y  se  olvide  de  lo  que  él  es, 

575  que  es  su  ánima;  quita  el  freno  a  su  caballo  y  échaselo  a 
él,  y  dice  al  caballo  que  rija  a  él  y  que  haga  todo  lo  que 
el  cuerpo  manda.  Si  manda  trabajar  para  tragar,  que  tra- 
baje; si  le  manda  lujuriar,  que  lujurie;  si  le  manda  quebran- 
tar ayunos,  que  los  quebrante;  de  manera  que  ya  no  traes 

580  tú  del  freno  a  tu  cuerpo,  sino  él  a  ti. 

¡Oh  cosa  para  llorar!  ¡Oh  cosa  monstruosa,  que  una 
cosa  tan  vil  se  enseñoree  de  una  cosa  tan  excelente!  ¡Re- 
medio, remedio,  por  Dios,  señores!  Y  tened  al  cuerpo  por 
quien  es  y  a  vuestra  ánima  por  quien  es;  quitad  el  freno 


SS8  Cf.  Lev.  5,  8. 
566   Col.  3.  5- 


337 


585  de  la  mano  del  cuerpo,  que  os  llevará  derechos  al  infierno; 
y  tomadlo  vosotros  y  hacedlo  andar  a  raya,  dándole  lo  que 
le  cumple  y  no  más,  aunque  lo  pida  y  lo  desee;  y  así  lo 
curaréis  bien,  y  él  bien  curado,  y  quitados  tantos  cuidados 
como  el  amor  de  este  cuerpo  y  de  este  mundo  os  da,  en- 

590  tended  en  curar  vuestra  ánima,  que  está  enferma. 

Cura  también    ¡Desventurada  de  ella,  triste,  desconsola- 
el  alma         da,   con  enfermedades  mortales!   ¿Y  no 
quieres  remediarla  ni  darla  una  sed  de 
agua?  No  sé  si  me  creeréis  en  deciros  que  estáis  enfermos, 

595  viéndoos  como  os  veis  sanos  y  buenos;  y  pensáis  que  esto 
es  una  conseja  que  con  sólo  oírla  no  es  menester  más. 
¿Creéis  que  estáis  enfermos?  Decid:  ¿Estáis  en  algún  pe- 
cado? ¿Habéis  descendido  de  Hierusalem  a  Hiericó,  que 
quiere  decir  del  estado  de  gracia  a  pecado?  Pues  creed, 

600  como  creéis  en  Dios,  que  estáis  enfermos  y  que  os  han 
llagado  los  demonios,  que  son  los  ladrones. 

Domine,  sana  animam  meam,  quia  peccavi  tibi,  dijo 
uno  que  sentía  el  mal  del  alma.  Y  pocos  creo  yo  que  hay 
aquí  que  no  hayan  pecado  alguna  vez  mortalmente,  en 

605  palabra,  deseo  o  obra;  y  por  eso  pocos  habrá  que  no  estén 
enfermos.  Y  si  me  decís  que  os  habéis  curado  confesándoos, 
y  llorando  vuestros  pecados,  y  restituyendo  a  vuestros  pró- 
jimos lo  que  debíades,  dígoos  de  verdad  que  se  hace  pocas 
veces  bien  y  como  se  debe  hacer;  y  puesto  que  se  haya 

610  hecho,  quizás  has  pecado  después  acá;  y  puesto  que  no, 
dígote  de  verdad  que  no  sé  si  te  han  sido  perdonados  tus 
pecados.  Aunque  más  hayas  hecho,  hayas  llorado  más  lá- 
grimas que  hay  en  la  mar,  no  sé  si  estás  perdonado,  ni 
naide  lo  puede  saber;  por  eso  no  se  tenga  naide  por  sano, 

615  y  procure  de  cuidarse  y  salir  de  manos  de  estos  ladrones 
robadores,  que  nos  han  herido  y  dejado  medio  muertos, 
como  el  evangelio  dice.  Medio  muertos,  porque  dejan  el  áni- 
ma muerta,  que  es  la  una  parte  y  la  principal  del  hombre, 
aunque  el  cuerpo  quede  vivo. 

620  ¡Oh  qué  cosa  es  ver  a  un  hombre  en  pecado!  Dígoos  en 
verdad  que  es  monstruo;  y  si  ver  pudiésemos  el  ánima, 
nos  espantaríamos  de  su  fealdad  y  desventura.  Es  cosa 
maravillosa  ver  una  cosa  que  parece  viva  y  está  muerta; 
ver  hablar,  comer,  beber  como  viva,  y  está  el  desventurado 

625  muerto;  verle  reír,  y  está  un  paso  no  más  del  infierno; 
verle  de  fuera  vestido  y  de  dentro  desnudo;  verle  blanco  de 
fuera  y  negro  de  dentro,  y  hermoso  de  fuera,  puesta  la  figura 
del  diablo  encima  de  sí;  verle  que  parece  que  no  anda  naide 
con  él,  y  anda  con  compañía  de  millares  de  demonios  que 


602   Cf.  Ps.  40,  5. 


338 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


630  nunca  se  apartan  de  él.  ¡Oh  malaventurada  la  tal  ánima 
que  en  pecado  está! 

¿Y  por  qué  no  se  llora?  Llóranse  los  muertos  del  cuer- 
po, la  pérdida  de  hacienda  y  las  destrucciones  de  ciudades, 
¿y  por  qué  no  una  ánima,  que  vale  más  que  todos  los 

635  cuerpos  juntos,  cuya  pérdida,  como  San  Agustín  dice,  es 
mayor  que  la  pérdida  de  las  cosas  corporales?  ¡Oh  mal 
grande!  ¡Que  la  que  fué  hecha  para  ser  cosa  de  Dios  sea 
de  diablos!  ¡Remedio,  por  Dios,  señores!  Curaos  como 
Cristo  os  dice;  curaos  y  decid  a  Dios:  Domine,  miserere 

640  mel,  sana  animam  meam.  Luego  os  echará  óleo  de  esperan- 
za y  vino  de  temor,  y  venid  al  mesón  del  samaritano,  que 
es  la  Iglesia,  reposo  de  viadores,  y  confesaos  muchas  veces. 
Que  dos  monedas  ha  dado  al  principal  de  la  posada,  que 
es  el  sacerdote,  con  que  os  cure,  que  son  dos  claves  de  po- 

645  testad  y  ciencia.  Y  luego  guardaos  de  pecar;  y  así  teméis 
cuidado  de  vosotros,  según  nuestro  tema. 

Cuidado  del  prójimo  Mas  no  os  olvidéis  del  prójimo,  al 
cual  también  habréis  de  curar:  cuer- 
po, por  limosna,  y  ánima,  por  buen  ejemplo  y  consejo.  Mi- 

650  rad  a  San  Pablo:  Volebam  esse  anathema  pro  fratribus  meis. 
Y  así  no  veréis  vuestro  reposo,  vuestra  consolación,  vues- 
tro provecho,  sino  la  salud  de  las  ánimas  de  vuestros  pró- 
jimos; que  el  Señor  lo  pagará  bien  pagado.  Y  oíd  a  San 
Gregorio:  Nullum  sacrificium  acceptabilius  quam  zelus  ani- 

655    marum.  Y  El  lo  pagará  aquí  por  gracia  y  después  por  gloria. 


23  Amarás  al  Señor  Dios  tuyo  * 

Domingo  XVII  después  de  Pentecostés.  En  un  velo  de  monja 

(Rama,  BiM.  Naz.  Vstt.  Bm.  II,  Ms.  G-es.  1372,  fif.  268  r  -  271  r.) 

Diligcs  Dominum  tuum  ex  toto  corde  tito,  et  ex 
tota  mente  tua.  Amarás  al  Señor  Dios  tuyo  de  todo 
tu  corazón,  de  todo  tu  entendimiento  y  de  toda  tu 
ánima  (Mí.  22,  [57]). 

5   Exordio     Dice  el  glorioso  doctor  San  Agustín  no  muy  fue- 
ra de  este  propósito:  "Danos,  Señor,  lo  que  tú 
mandares,  y  manda  lo  que  quisieres".  Mándanos,  Señor, 

635  OF.  San  Agustín,  De  quant.  animae,  c.  3,  4  :  ML  32,  1037  ; 
De  Gen.  ad  IMcram,  1.  7,  c.  19,  25  :  ML  34,  364;  Enarr.  m  Ps.  145, 
3-4  :  ML  37,  1885  s. 

640   Ps.  40,  5.  650   Cf.  Rom.  o,  3. 

655  San  Gregorio  Magno,  Hom.  in  Ez.,  1.  1,  hom.  12,  30  (ML  76, 
932)  :  (tNuilum  quippe  omnipotenti  Deo  tale  est  sacrificium,  quale 
est  zelus  animarum».  .   ,         „  .,, 

*  Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  L,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  318-323.  «El  reverendo  P.  Juan  de  Avila,  del  amor  de  Dios. 
Dominica  17.  En  un  velo  de  una  monja»  (f.  268  r). 

7  San  Agustín,  Confcss.,  1.  10,  c.  31.  45  (ML  32,  798)  :  «Da 
quod  iubes,  et  iube  quod  vis»  ;  cf.  De  dono  pcrscvcrantiae,  c.  20,  53  : 
ML  45,  1026  ;  De  gratia  et  libero  arbitrio,  c.  15,  31  :  ML  44,  899. 


23-     DOM.  17  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


339 


que  te  amemos,  danos  tú  tu  amor,  y  manda  lo  que  tú  qui- 
sieres, que,  si  mucho  mandas,  con  tu  amor  mucho  podremos. 

10  Y  si  es  ansí  que  para  las  cosas  muy  fáciles  hemos  menester 
gracia  e  ayuda  especial  de  Dios,  cuánto  más  será  menester 
para  alcanzar  cosa  tan  alta  como  es  amar  a  Dios,  y  no  como 
quiera,  sino  como  las  palabras  del  tema  lo  significan. 

Y  porque,  para  en  este  presente  sermón  se  nos  dé  gracia 

15  para  bien  hablar  y  bien  obrar,  pongamos  por  intercesora  y 
medianera  a  la  sacratísima  Virgen  María  nuestra  Señora, 
para  que  nos  la  alcance.  Y  porque  ansí  lo  haga,  digámosle 
con  devoción:  Ave,  Maña. 

Tres   condiciones    Diliges  Dominum  tuum,  etc.  (loco  et 
20   de  los  que  bien  se    cap."  ubi  supra).  Amar  a  Dios  de  todo 
quieren  corazón  es  amalle  con  toda  nuestra  vo- 

luntad y  querer;  amalle  con  todo  nues- 
tro entendimiento  es  con  todo  nuestro  pensar  y  entender;  y 
amalle  con  toda  nuestra  ánima  es  con  todos  nuestros  sen- 
25  tidos  (porque  "ánima"  en  la  sagrada  Escriptura  quiere  decir 
esta  parte  sensitiva),  que  quiere  decir  que  amemos  a  Dios, 
hermanos,  con  el  ver  y  con  el  oír,  con  el  hablar  y  con  el 
andar:  esto  es  amar  a  Dios  con  toda  tu  ánima.  Y  añade  otro 
evangelista:  con  todas  tus  fuerzas,  que  quiere  decir  que 
30  ames  a  Dios,  hermano,  con  la  casa,  con  la  viña,  con  el  dine- 
ro y  con  toda  vuestra  hacienda,  que  esto  es  todas  tus 
fuerzas. 

¡Ah,  Señor!  Mucho  es  lo  que  pedís.  Si  todo  lo  damos, 
¿qué  nos  quedará?  ¡Bendito  sea  Dios,  que  tan  bendita  con- 

35  dición  tiene!  Cuando,  hermanos,  nos  quiere  hacer  mercedes, 
entonces  nos  pide  que  le  demos  algo  para  tener  ocasión  de 
nos  dar  mucho  más,  y  mientras  más  nos  pide,  mayor  es  el 
bien  que  nos  quiere  dar.  Y  por  eso  en  las  palabras  del  tema 
nos  pide  mucho  para  hacernos  muchas  mercedes.  Amarás  al 

40  Señor  Dios  tuyo. 

— Padre,  ¿qué  mercedes  son  las  que  me  hará  si  le  amo? 
— Muchas  en  gran  manera,  una  de  las  cuales  es  que,  si  le 
amas,  te  hará  merced  de  ti  mismo;  que  tú,  de  perdido,  te 
hallarás  y  te  cobrarás,  porque,  si  no  amas  a  Dios,  ni  tú  te 

45  tienes  a  ti  ni  tú  te  amas  a  ti;  porque,  si  tú  fueses  amigo  de 
ti,  temías  las  condiciones  de  los  amigos.  Aun  aquel  gentil 
Aristótiles  pone  en  las  Políticas  tres  condiciones  de  los  que 
bien  se  quieren,  y  si  amas  a  Dios,  tenerlas  has  contigo; 
pero  si  no,  carecerás  de  ellas. 


11  menester]  será  menester  ai d. 


20   Mt.  22,  37.  29   Le.  10,  27. 

48  Aristóteles,  Polit.,  1.  2,  c.  1,  3-4  ;  1.  3,  c.  9  ;  cf.  Etílica  aá 
Nicomocfnim,  1.  8,  c.  2. 


340 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


50  La  primera  condición  es  que  un  amigo  a  otro  ni  busca 
mal  ni  le  hace  mal.  Si  no  amas  a  Dios,  hermano,  no  hay  en 
el  mundo  quien  tanto  mal  te  buscó,  ni  más  cruel  enemigo 
para  ti  que  tú  mismo;  ni  cielo,  ni  tierra,  ni  cuchillo,  ni  peli- 
gro, ni  mortal  enemigo,  ni  todos  los  demonios  te  pueden 

55  hacer  tanto  mal  como  tú  a  ti  mismo  te  haces  en  no  amar  a 
Dios.  Los  malaventurados  que  agora  están  y  para  siempre 
estarán  en  el  infierno,  ¿quién  les  causó  tanto  mal,  si  ellos 
no?  Por  no  querer  amar  a  Dios,  mayor  daño  buscan  para  sí 
que  en  todo  el  mundo  les  puede  dañar  ni  buscar.  El  que 

60  ama  a  la  maldad  aborrece  su  ánima,  dice  David;  pues  muy 
notoria  cosa  es  que  el  que  no  ama  a  Dios  ama  lo  malo. 

La  segunda  condición  del  amigo  es  que  huelga  de  estarse 
con  su  amigo.  Es  tan  enemigo  de  sí  el  que  no  ama  a  Dios, 
que  un  momento  no  puede  estarse  consigo  ni  mirarse  a  sí 

65  mismo.  ¡Tanto  es  lo  que  se  aborrece!  Y  de  aquí  viene  que 
diga  la  mujercica:  "Padre,  no  puedo  estar  sola  rezando  o 
entendiendo  en  mi  conciencia,  que  luego  no  me  sacan  del 
mundo  mil  cuentos  de  pensamientos".  Son  tantas  las  espinas 
que  él  tiene  sembradas  en  su  corazón,  el  que  no  ama  a  Dios, 

70  que  cuando  entra  a  tomarse  cuenta,  se  hallará  tan  enemigo 
de  Dios,  y  por  eso  enemigo  de  sí  mismo,  que  huye  de  estar 
consigo,  y  por  olvidarse  de  sí  y  arrojarse  de  sí,  detrás  de 
sí,  huye  el  recogimiento  y  piérdese  a  sí.  Y  así  se  entiende: 
Qui  amat  animam  suam,  id  est,  temporalem  vitam,  per- 

75  det  'eam. 

La  tercera  condición  de  los  amigos  es  que  tienen  un  que- 
rer y  un  no  querer,  lo  cual  no  tiene  el  que  no  ama  a  Dios, 
porque  fácilmente  menosprecia  lo  que  poco  ha  que  amaba, 
y  consigo  tiene  tan  gran  guerra  y  contrariedad  en  no  con- 

80  formarse  con  lo  que  la  razón  le  dicta,  que  se  puede  bien  decir 
lo  que  dice  Job:  Militia  est  vita  hominis  su-per  terram.  El 
vivir  del  hombre  es  continua  guerra  sobre  la  tierra,  y  por 
andar  dividido  en  sí,  presto  será  perdido,  porque  todo  reino 
diviso  será  desolado. 

85  Por  estas  tres  condiciones,  contrarias  a  las  de  los  ami- 
gos, que  tiene  el  que  no  ama  a  Dios,  decimos  que  está  per- 
dido de  sí  y  es  enemigo  de  sí. 

Tres  mercedes  que    Pues  el  primer  bien,  hermano,  que 
hace  Dios  al  que    te  verná  por  amar  a  Dios  es  que  te 
90  le  ama  hallarás,  es  que  Dios  te  hará  merce- 

des de  ti.  Y  si  por  aquí,  hermano,  no 
te  buscas,  jamás  te  podrás  hallar,  porque  en  la  hora  que  no 
ames  a  Dios  habrás  tantos  señores  y  tan  desvergonzados  que 
te  manden,  que  el  menor  de  ellos  baste  para  darte  mala  vida. 


6o  Ps.  io,  6. 

75    Cf.  lo.  12,  25  ;  Le  9,  24 


8i    Iob  7,  i. 

84  Cf.  Le.  ii,  17. 


23.     DOM.   17  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


341 


95  ¿Quieres,  pues,  hermano,  rescatarte  de  ellos  y  hacerte  libre? 
Ama  al  Señor  Dios  tuyo.  Entra,  hermano  mío,  en  tan  di- 
choso cautiverio,  renuncia  a  esos  señores  que  te  poseen,  o 
por  mejor  decir,  crueles  tiranos,  porque  ¿qué  más  cruel  ti- 
rano enemigo  que  la  lujuria,  el  avaricia  y- la  envidia,  o  cual- 

100  quier  pasión  que  sea,  lo  cual  todo  te  señorea,  si  estás  sin 
amor  de  Dios?  Ama,  pues,  al  Señor  Dios  tuyo  y  serás  libre 
de  cualquier  subjeción. 

Y  si  te  duele  perder  los  placeres  que  te  causan  tus  vicios, 
sacrifícalos  y  échalos  de  ti,  que  no  perderás  los  placeres, 

105  mas  trocarlos  has  por  otros  muy  mejores.  Y  porque  mucho 
los  amas,  por  eso  quiere  Dios  que  los  sacrifiques;  porque  ten 
por  cierto,  hermano,  que  te  agradará  más  la  seguridad  que 
de  ahí  sacarás,  sin  comparación,  que  cuanto  tú  esperabas. 
¡Mandó  Dios  a  Abrahán  que  le  sacrificase  un  solo  hijo 

HO  que  tenía,  del  que  mucho  se  agradaba;  mas,  al  tiempo  que 
lo  iba  a  matar,  mandóle  Dios  que  no  lo  matare,  sino  que,  en 
su  lugar,  sacrificase  un  cordero  que  estaba  entre  las  espinas. 
El  hijo  de  Abrahán  se  llamaba  Isaac,  que  quiere  decir  gozo 
o  risa  o  placer  de  Abrahán;  mas  al  punto  del  efectuarse,  no 

115  quiso  que  muriese  Isaac,  sino  la  cerviz  del  cordero,  que  fué 
cortada  con  cuchillo.  Ansí,  hermano,  si  mucho  placer  te  da 
algún  vicio,  por  mucho  que  lo  ames,  sacrifícalo  y  córtalo 
de  ti,  porque  quiere  Dios  que  se  sacrifique  Isaac,  que  es  el 
muy  querido,  pero  también  quiere  que  no  pierda  tu  gozo,  sino 

120  que,  trocado  por  otro  mejor  y  mayor,  perezca  la  dura  cerviz 
que  tú  tenías  entre  las  espinas  de  tus  pecados,  en  no  obede- 
cer. Ama,  pues,  hermano,  a  Dios;  ama,  pues,  hermano  mío, 
al  Señor  Dios  con  toda  tu  intención  y  entrañas,  y  hallarte 
has  a  ti  y  hallarás  verdaderos  gozos  que  no  perecen;  porque 

125  el  hombre  que  ansí  lo  hace,  hácese  invencible,  y  con  todo  el 
mundo  y  con  todos  los  demonios  no  le  puede  derribar.  ¿Quién 
nos  apartará  de  este  amor?,  decía  el  apóstol  San  Pablo. 
Como  si  dijese:  Ninguna  cosa  de  lo  criada.  Y  ansí  la  primera 
merced  que  Dios  hace  al  hombre  que  le  ama,  es  que  se  cobra 

130    a  sí  mesmo,  y  verdaderamente  es  suyo. 

La  segunda  merced  que  hace  Dios  al  que  le  ama,  es  que 
son  todas  las  cosas  suyas;  suya  es  la  pobreza  para  se  apro- 
vechar, suya  la  enfermedad  para  merecer  en  ella,  suya  la 
riqueza  para  mandalla  y  no  para  ser  mandado  de  ella,  suya 

i35  la  muerte,  suya  la  vida,  suyo  el  cielo,  suya  la  tierra.  Omnia 
vestra  sunt...  vos  autem  Christi,  dice  San  Pablo.  Todas  las 
cosas  son  vuestras,  vosotros  de  Jesucristo.  Finalmente,  el 
que  ama  a  Dios  es  en  tanta  manera  libre,  que  ninguna  cosa 


104  Cf.  Gen.  22,  2.  10-13. 
114   Cf.  Gen.  2i,  6. 


342 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


le  puede  dañar,  antes,  como  dice  el  mismo  San  Pablo,  omnia 

140  cooperantur  in  bonum  iis  qui  vocati  sunt  sancti.  Todas  las 
cosas,  dice  el  sagrado  Apóstol,  se  le  vuelven  en  bien  [a] 
aquellos  que,  porque  tuvieron  amor  de  Dios,  son  llamados 
santos.  Amarás  al  Señor  twyo. 

La  tercera  merced  que  Dios  hace  al  que  le  ama  es  ma- 

145  yor  que  ningún  entendimiento  humano  puede  pedir,  y  es 
que  el  mismo  Dios  se  da  a  sí  mismo  a  aquel  que  le  ama. 
¿No  os  ha  venido  alguna  vez  al  pensamiento:  "¡Quién  al- 
canzase, quién  viese  a  Dios,  quién  alcanzase  tal  empresa 
como  es  Dios,  quién  tomase  tal  caza?"  ¿Paréceos  que  se- 

150  ría  pobre  quien  gozase  de  tal  alegría?  ¿Paréceos  que  es- 
taría triste  quien  tuviese  consigo  tal  consuelo  como  es  Dios? 
¿Paréceos  que  ternía  desconsolación  alguna?  ¡Oh  caza  ben- 
dita! ¿Con  qué  te  cazaremos?  ¿Con  ballesta  o  con  falcón? 
¿Con  qué  lazo  te  tomaremos,  Dios  mío,  para  que  no  te  nos 

155  vayas?  No  hay  fuerza,  no  hay  manera,  no  hay  dones,  no 
hay  consejo,  no  sabiduría,  no  basta  cielo,  no  basta  tierra, 
finalmente,  no  basta,  hermanos,  toda  industria  humana  para 
tomar  a  Dios,  si  no  es  con  amor.  Este  es,  hermanos,  el  se- 
ñuelo, a  que  Dios  se  abate;  éste  es  el  cebo  con  que  Dios 

160  se  pesca:  amor,  hermanos,  amor.  Es  tal  esta  bendita  caza 
sobre  toda  bienaventuranza  bendita,  que  no  se  deja  pren- 
der sino  del  corazón  que  arde  con  su  amor.  Y  en  ese  punto 
que  le  ama,  viene  a  él,  como  águila  herida,  a  hacerle  bien- 
aventurado y  lleno  de  todas  las  riquezas  que  Dios  le  puede 

165  dar  y  él  puede  alcanzar.  ¡Bienaventurado,  hermanos,  el  co- 
razón donde  Dios  por  amor  se  aposenta! 

¿Qué  remedio  para    Dice,  pues,  el  tema  lo  que  ya  muchas 
amar  a  Dios?        veces  habernos  ditho:  Amarás  al  Se- 
ñor Dios  tuyo. 

170  — 'Padre,  si  tantos  bienes  tiene  el  que  ama  a  Dios,  ¿qué 
remedio  para  le  amar  más? 

■ — ¿Qué  remedio,  hermano,  para  el  que  no  le  ama?  Que 
éste  es,  hermano,  el  que  ha  menester  remedio,  pues  carece 
de  tanto  bien  como  es  amar  a  Dios.  ¡Oh  sin  ventura  de 
aquel  que  no  le  ama!  Son  tantos  los  incentivos  que  hay  en 
Dios  para  le  amar,  que  el  que  es  verdadero  cristiano  se 
había  de  avergonzar  y  se  había  de  confundir  de  mandarle 
Dios  que  le  amase. 

Si  alguno,  por  haber  recebido  algunas  mercedes  de  otro, 

180  tiene  justa  ocasión  de  le  amar,  cuánta  mayor  ocasión  hay 
para  amar  a  Dios,  de  quien  tantas  mercedes,  de  quien  tan- 
tos bienes  y  mercedes  hemos  recibido  toda  nuestra  vida  y 
esperamos  recibir  en  la  vida  venidera.  Y  si  el  hombre,  por- 

140  bon  i  s 

140  Cf.  Rom.  8,  28. 


23-     DOM.   17  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


343 


que  la  otra  lo  ame,  le  da  tantas  músicas,  tantos  requiebros 

185  y  tantos  presentes,  pasalle  muchas  veces  por  la  puerta,  cer- 
ca'lle  la  casa  y  darle  alboradas,  ¿qué  habíamos  nosotros, 
hermanos,  de  hacer  con  Dios? 

¡Oh  Dios  y  Redemptor  mío!  ¡Cuántas  músicas  me  has 
dado  con  tus  criaturas,  cuántos  presentes  con  darme  bue- 

190  nos  deseos,  cuánto  cercarme  la  casa  con  amor  y  temor, 
cuántos  requiebros  con  los  regalos  a  mi  ánima,  cuántas  al- 
boradas a  mi  ánima  con  buenos  propósitos  repentinos,  cuán- 
ta ocasión  y  cuán  justa  para  que  te  amemos,  Dios  mío,  y 
para  jamás  olvidarte! 

195  — ¡Señor!  ¿Qué  remedio?  — El  remedio,  hermano,  de 
que  mucho  te  habías  de  avergonzar.  Dice  Job:  ¿Qué  pregun- 
tas, hombre,  remedio  para  amar  a  Dios?  Pregúntalo  a  tus 
animales,  y  ellos  te  lo  enseñarán.  Conoció  el  buey  a  su  po- 
seedor y  el  asno  al  pesebre  de  su  señor.  Si  un  buey,  de 

200  dalle  un  poco  tiempo  de  comer,  conoce  a  su  señor,  y  un 
asno  tiene  amor  a  un  pesebre  donde  le  dan  paja  ¿qué  amor 
debrías  tener  a  Dios,  hermano,  que  tantas  mercedes  te  hace 
y  no  las  zahiere?  Si  quieres  amar  a  Dios,  apriende  de  tu 
perrillo  y  gatillo;  si  por  dalles  un  poco  de  pan  conocen  la 

205  mano  que  se  lo  da,  y  aunque  algunas  veces  les  des  de  palos, 
no  por  eso  pierden  el  amor,  ¡cuánto  más  habías  tú  de  co- 
nocer y  amar  a  Dios,  que  sin  cansarse  te  hace  mercedes! 

— ¡Señor!  ¿Qué  remedio  para  amar  a  Dios?  - — ¡Que  aun 
no  os  afrentáis  de  preguntarlo!  De  arriba  ha  de  venir;  Dios 

210  lo  ha  de  enviar.  ¡Oh,  bendito  sea  Dios  por  ello!  Por  mucho, 
hermano,  que  tú  des  a  tu  eslabón  y  pedernal,  no  saltarán 
centellas  para  encenderte  a  amar  a  Dios,  si  de  arriba  no 
viene.  Cuando  Dios  mandó  a  los  hijos  de  Arón  que  sacrifi- 
casen, del  cielo  les  envió  el  fuego.  Pidamos,  pues,  hermanos, 

215  a  Dios  su  gracia,  pidámosle  que  por  su  amor  nos  dé  su  amor, 
que  no  lo  tiene  sino  para  darlo  y  comunicarlo. 

— ¿Qué  remedio?  — El  remedio  es  que  fuego  con  fuego 
se  enciende,  amor  con  amor  se  cría.  No  hay  cosa,  hermano, 
que  ansí  encienda  al  ánima  del  cristiano  en  amor,  si  no  es 

220  pensar  lo  que  Jesucristo  bendito  pasó  por  su  amor.  ¡Oh,  loa 
ángeles  te  bendigan  por  ello!  Que  cada  uno  en  su  rinconcico 
piense  que,  por  amor  de  él  solo  que  fuera,  aquella  infinita 
e  incomprehensible  Majestad  se  encerrara  en  el  vientre  de 
una  doncella,  y  se  hiciera  hombre,  y  naciera  al  frío,  y  pasara 

225  todos  los  trabajos  que  en  la  cruz  pasó  hasta  morir  en  ella. 
Piensa,  pues,  hermano,  cada  paso  de  éstos  por  sí,  y  di: 
"Esto  pasó  mi  Redentor  por  mí;  esto  sufrió  por  mí.  ¡Ben- 

185  pasalles 


198  Iob  12,  7.  214    Of.  Lev.  6,  12  ;  9,  24. 

199  Is.  1,  3- 


344 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dito  sea  El  por  ello!"  Y  discurriendo  con  devoción  por  lo 
que  Jesucristo  pasó  por  nosotros,  encenderse  ha  nuestro 

280   amor  para  amarle. 

— Padre,  ¿qué  remedio  para  amar  a  Dios?  — El  que  esta 
doncella  toma  hoy,  metiéndose  en  el  monesterio,  que  es  huir 
las  ocasiones  y  tropiezos  del  mundo.  Hay  algunas  doncellas 
tan  atrevidas,  que  [no]  tienen  temor  de  asomarse  a  la  ven- 

235  tana  ni  a  la  puerta,  y  dicen  que  es  cosa  de  palacio  y  desen- 
voltura, y  después  que  las  tales,  por  su  mucho  atrevimiento, 
caen  en  el  lazo,  que,  de  bobas,  no  vieron  que  el  diablo  lea 
tenía  armado,  lloran  muy  bien  llorado  lo  que  valiera  más 
excusallo  con  excusar  las  ocasiones.  Otras,  por  el  contrario, 

240  muy  temerosas  de  cualquiera  ocasión,  por  pequeña  que  sea, 
andan  ascondidas  y  temiendo,  porque  pienso  que  está  más 
segura  la  vasija  en  la  vasera  metida  que  la  que  anda  por  los 
rincones  e  viendo  el  peligro  que  se  recrece;  y  como  dice  el 
apóstol  San  Pablo,  andamos  muy  a  peligro,  hermanos,  por- 

245    que  trae[mos  nuestro  te]soro  en  vasos  de  barro. 

Ansí  que,  señora  y  hermana  mía,  muy  buen  remedio  to- 
máis para  encenderos  en  amor  de  vuestro  esposo  Jesucristo, 
en  menospreciar  las  vanidades  de  este  mísero  mundo  y  en 
encerraros,  para  haberlo  a  solas,  con  vuestro  esposo  y  re- 

250  dentor.  Y  tomando  tantas  ocasiones  y  aparejo  para  servirlo, 
unos  ratos,  hermana  mía,  gastaréis  en  alaballo,  cantando  en 
el  coro;  otros,  haciendo  hacienda  entre  día;  otros,  contem- 
plando en  vuestro  recogimiento  las  grandes  mercedes  que 
Dios  os  hizo  en  poneros  en  ese  estado.  Y  sabeldo  bien  conocer 

255  y  agradecer.  Y  con  estos  santos  y  devotos  ejercicios  sabréis 
y  aprenderéis  amar  a  Dios,  y  daros  ha  su  gracia  y  después 
su  gloria.  Amén. 


24   Muchos  son  los  llamados,  pocos  los  escogidos  * 
Domingo  XIX  después  de  Pentecostés 

(Oña,  Ms.  est.  8,  ¡plut.  4,  n.  55  bis,  fif.  46  r  -91  v.) 

Mullí  sunt  vocati,  pauci  vero  electi  (Mt.  22,  [14]). 

Exordio    Praevolat  intellectus,  tarde  aut  nullus  affectus, 
ait  Augustinus.  Muchas  veces  se  nos  entiende  el 
bien,  y  se  nos  daña  por  hacello;  entiéndesenos  la  voluntad 

2  aut]  aut  add. 
245    2  Cor.  4,  7. 

*  Ed.  ü.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  133-145.  «Dominica  vigésima  post  I'entecosten»  (f.  46  r). 

3  San'  AGUSTÍN,  Enwrr.  fu  Ps.  118,  serm.  8,  4  (ML  37,  1522)  : 
«-Praevolat  intellectus  ;  et  tarde  sequitur,  et  aliquando  non  sequitur 
humauus  atque  iníirmus  affectus». 


24-     DOM.   19  DESPUÉS  DÉ  PENTECOSTÉS 


345 


5  de  Dios,  y  dárnosle  de  mano;  convídanos  a  su  mesa,  y  tú 
quieres  más  la  del  mundo. 

Roguemos  a  Su  Majestad  que  nos  libre  de  este  tan  gran 
mal  y  nos  enseñe  a  hacer  su  voluntad.  Y  pongamos  por  me- 
dianera a  la  [Virgen  María]. 

10    Misericordia  y  jus-    Tristitía  est  mihi  magna  et  ingens 
ticia  de  Dios         dolor,  etc.  ¿Sabéis  por  qué?  Porque 
dicen  que  van  muchos  cristianos  al 
infierno.  ¿Entendéislo  o  queréis  que  lo  diga  más  claro?  No 
sé  cómo.  ¿No  os  parece  que  es  esto  para  tener  gran  dolor? 
16  Si  Esaías  dice:  Visio  dura  nuntiata  est  mihi,  y  dió  consigo 
en  tierra  de  pena,  yo  me  espanto  cómo  a  los  predicadores 
no  nos  toma  gota  coral,  pues  a  Esaías  tan  recia  se  la  dió, 
que  dió  con  él  en  el  suelo,  teniendo  menos  ocasión  que  nos- 
otros. Nam  dicit:  Babylon  dilecta  mea  posita  est  mihi  in 

20    miraculum,  etc. 

'Habíale  Dios  revelado  el  castigo  que  había  de  hacer  en 
ella.  ¿Cómo,  Esaías?  ¿Babilonia  no  es  vuestra  enemiga, 
pues  es  infiel  y  ha  hecho  tantas  injurias  a  vuestro  pue- 
blo?, etc.  Quiere  Dios  vengar  las  injurias,  etc.,  y  por  eso 

25   Hora  Esaías. 

Pues  ¿qué  haremos  nosotros,  que  dice  Dios  que  muchos 
baptizados,  y  de  los  que  entran  en  la  iglesia  y  oyen  misa 
y  se  signan  y  confiesan  y  comulgan,  se  condenan,  no  a 
muerte  temporal,  sino  a  eterna?  ¿Cómo  no  salimos  dando 

30  voces  por  esas  calles?  Si  corazones  hubiese  de  madres,  ¡oh, 
con  qué  dolor  saldríamos  dando  voces,  diciendo:  "Cristia- 
nos, que  os  vais  al  infierno"!  Sed  ut  dicit  Bernardus:  Cadit 
asinus  et  habet  súblevantem  se,  perit  anima  et  non  est  qui 
doleat. 

35  ¿Qué  haremos,  que  muchos  cristianos  se  van  al  infier- 
no? Y  no  es  opinión  ésta  de  Santo  Tomás  o  de  Escoto,  etc., 
sino  determinación  y  sentencia  del  Hijo  de  Dios,  etc.,  que 
Jo  dijo  en  el  santo  Evangelio.  ¡Oh,  cuántos  coméis  y  bebéis 
y  estáis  aquí  pensando  cómo  regiréis  vuestra  casa,  que 

40  tenéis  escrita  la  sentencia  contra  vosotros!  Y  viendo  vues- 
tro descuido,  dolor  maximus  mihi  est.  Mas  para  que  veáis 
más  claro  y  averiguado  la  razón  que  para  esto  tengo,  diga- 
mos la  letra  del  santo  Evangelio.  (Dic  litteram.) 

Quídam  homo — Deus  Pater — casó  su  hijo.  Sic  facien-- 

45  dum  est  en  teniendo  edad,  y  en  especial  las  hijas,  y  aun 
los  que  viven,  siendo  solteros,  en  gran  peligro,  etc.  Intravit 

11    Cf.  Rom.  9,  2. 
15    Is.  21,  2. 

20    Is.  21,  4. 

34  San  Bernardo,  Dc  considerat 
«Cadit  asina,  el  est  qui  sublevet  eam 
reputet». 

44    Cf.  Mt.  21,  28  ;  Le.  14,  16. 


.,  1.  4,  e.  6,  20  (ML  182,  7S6)  : 
:  perit  anima,  et  nenio  est  qui 


346 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


rex  et  vidit  hominem  non  hábentem,  etc.  Et  dicit:  Quomodo 
hic  intrasti?,  etc.  ¿Hasme  de  deshonrar  a  mí  y  al  desposado 
y  a  la  desposada?  En  día  de  mi  alegría,  ¿te  vestías  de 

50  luto?  En  fiesta  tan  principal,  ¿vienes  con  tus  andrajos? 
Estos  que  están  aquí,  tan  pobres  eran  como  tú,  pero  tuvie- 
ron respeto  a  mis  bodas  y  demandaron  prestadas  vestidu- 
ras, etc.  ¿Cómo  tú  veniste  sin  ellas?,  etc.  Como  aquel  des- 
venturado enmudeciese,  mandólo  el  rey  echar,  etc.  ¡Dios  nos 

55  guarde!  Al  infierno.  ¡Dios  nos  libre  por  su  infinita  bondad! 
Y  concluye  el  santo  [Evangelio]  diciendo:  Multi  sunt  vocati, 
pauci  vero  electi.  Dios,  por  quien  es,  nos  dé  gracia  para 
que  seamos  de  los  pocos  escogidos  y  no  de  los  muchos  per- 
didos. ¡Hágalo  El,  por  la  sangre  que  por  nosotros  derramó 

60   en  la  cruz! 

— Señor,  ¿por  qué  juicio  tan  recio?  — Por  estar  sin  ropa. 
— Pues  aunque  hubiera  muerto  mil  hombres,  no  lo  casti- 
gárades  más  reciamente. — ¡Oh  hermanos!  ¿Quién  enten- 
derá las  justicias  de  Dios?  Ansí  como  no  hay  sabio  que 

65  entienda,  como  dice  David,  sus  misericordias,  no  hay  sabio 
que  entienda  sus  justicias.  ¿Quieres  entender  quién  es  Dios? 
La  cosa  más  misericordiosa  que  se  puede  pensar  y  la  cosa 
más  rigurosa  que  se  puede  decir.  Misericordioso  más  que 
ángeles  y  arcángeles,  etc.,  más  que  cielo  y  tierra  y  que 

70  todas  las  criaturas.  Aunque  cada  una  tuviese  mil  lenguas, 
no  pueden  decir  las  misericordias  de  Dios.  Y  riguroso  más 
que  se  puede  pensar.  Dios  os  guarde  de  caer  en  su  ira. 
Levabo  ad  caelum  manus  meas  et  dicam:  Vivo  ego  in  aeter- 
num;  si  acuero  ut  fulgur  gladium  meum.  Dios  os  dé  gracia 

75  para  aprovecharos  de  las  justicias  de  Dios.  Si  no,  después, 
de  norabuena  os  parió  vuestra  madre. 

Estas  dos  cosas,  misericordia  y  justicia  de  Dios,  se  de- 
claran en  este  evangelio.  Misericordia  en  el  llamamiento  y 
convite  a  las  bodas;  justicia  en  castigarlos. 

80  Convite  de  bodas.  Veamos  qué  bodas  son  estas  que 
El  manjar:  ver  a  hace  Dios,  pues  no  puede  casarse,  ni 
Dios  cara  a  cara  enriquecer,  ni  lo  pueden  hacer  mayor 
las  criaturas,  etc.  El  mismo  Dios  era 
antes  que  criase  las  criaturas  y  el  mundo  que  es  agora. 

85  Luego  ¿para  qué  se  casa?  No  para  enriquecer  El,  sino 
para  enriquecer  a  la  desposada  y  a  sus  parientes.  Para  que 
aquel  ánima  santísima  desde  el  instante  que  fué  criada, 
erat  assumpta  et  unita  divinitati,  adorada  de  los  ángeles,  y 
el  cuerpo  el  día  de  su  resurreción  habet  eamdem  gloriam, 

90  y  también  para  bien  de  los  parientes  da  Dios  hadas  [sic], 
etcétera. 


51  Cf.  Mt.  22,  11-14. 
65  Cf.  Ps.  106,  43. 
74    Cf.  Deut.  32,  40-41. 


24-     DOM.   19  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


347 


¡Oh  si  supieses,  hombre,  tu  dignidad  y  cabida  acerca 
de  Dios,  por  Aquel  cuyo  pariente  eres!  ¡Cómo  andarías  de 
otra  manera,  cómo  te  cantaría  otro  gallo!  — ¿Para  qué  os 

95  casáis,  Señor?  — "¡Mira  tu  dignidad,  hombre!"  Para  que 
te  sientes  a  la  mesa  de  Dios  como  pariente;  en  la  mesma 
mesa  de  Dios,  y  comas  del  mismo  manjar  que  El  come. 
Porque  no  tiene  un  manjar  para  El  y  otro  para  los  convi- 
dados; el  dignísimo  pan  que  El  come,  comen  los  convidados. 

loo  ¡Oh,  bendito  seas  tú,  Señor,  que  tanto  honras  los  pa- 
rientes de  la  esposa,  que  ninguno  otro  manjar  hay  para 
ti  sino  el  que  das  a  ella!,  etc.  Por  mucho  que  un  nombre 
quiera  a  otro,  no  puede  hacer  esto  con  él.  Podrále  dar  de 
la  misma  gallina  que  él  come,  mas  que  lo  mismo  que  él 

105  come,  coma  él,  no  es  posible.  Mas  Dios  el  mismo  manjar 
que  come,  ese  mesmo  comen  todos  los  convidados.  ¿Que- 
réislo  ver?  ¿Qué  come  el  Esposo  en  cuanto  Dios?  ¿Qué 
son  sus  gozos?  El  mesmo,  ¿no  se  es  manjar?  No  ha  me- 
nester otro  manjar.  Ninguna  cosa  fuera  de  sí  le  puede 

lio   hacer  bienaventurado.  El  se  lo  es  en  sí  mismo. 

¡Oh  riqueza  infinita,  que  todo  lo  tienes  et  nullius  eges! 
Esta  es  su  gloria  y  su  manjar:  entenderse  y  conocerse,  ena- 
morarse, engozarse.  — Y  nosotros  ¿qué  hemos  de  comer? 
—¡Oh  benignísimo  Dios!  ¡Quién  tuviera  un  poquito  de  aque- 

L15  Ha  dulcedumbre  en  la  lengua  para  saber  explicarlo!  Ego 
dispono  vobis  regnum,  sicut  dísposuit  mihi  Pater  meus,  ut 
comedatis  et  bibatis  super  mensam  meam,  no  de  las  mi- 
gajas, no  de  las  sobras,  no  de  otro  manjar  más  bajo,  sino 
de  El  mismo. 

L20  ¡Oh  cristiano!  ¿No  te  haría  Dios  esta  merced,  que,  sen- 
tado o  en  pie,  andando  o  en  la  cama,  en  tu  casa  o  en  la 
iglesia,  te  parases  a  pensar  que  te  crió  Dios,  para  que, 
aunque  andas  en  la  tierra  con  tantos  trabajos,  tengas  apa- 
rejada silla  en  el  cielo,  mesa  en  la  mesma  mesa  de  Dios, 

125  manjar  al  mesmo  Dios?  At  ne  parvi  pendas  haec,  tamquam 
mínima,  scito  quod  etsi  omnes  paenalitates  inferni  hubiése- 
des  de  pasar,  per  innumerabile  tempus,  ut  aliquando  hoc 
bono  fruereris,  mérito  essent  patiendae. 

— ¿Qué  hemos  de  comer?  — No  penséis  que  ha  de  haber 

130  allí  el  paraíso  de  Mahoma  o  el  de  los  epecúreos.  El  manjar 
será  ver  a  Dios  cara  a  cara,  aquel  bien  infinito,  aquella 
bendita  hermosura,  y  casarse  han  aquella  verdad  infinita  y 
vuestro  entendimiento,  de  suerte  que  redunde  en  vos  un 

114  benignísimo  ||  116  disimsiiit 
123  en]  con 


95   San  León,  Serw.  21,  in  Nativ.  Dorrtini  1,  c.  3  (ML  54,  192)  : 
«Agnosce,  cihristiane,  dignitatem  tuara». 
ni    Cf.  Apoc.  3,  17. 
117    Cf.  Le.  22,  20-30- 


348 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


inefable  gozo,  una  alegría  que  no  se  puede  decir.  Scilicet:  del 

185  letrado  que  desea  saber  la  verdad  de  alguna  conclusión  di- 
ficultosa y  anda  con  gran  trabajo  del  entendimiento  hasta 
saberla,  y  sabida  queda  con  gran  descanso,  como  si  hubie- 
se comido  muchos  manjares.  Ansí,  y  muncho  más  excelen- 
temente, [cuando]  estuvieres  delante  de  Dios,  verás  averi- 

140  guadas  todas  las  verdades  por  manera  inefable,  con  que  tu 
entendimiento  tenga  suma  quietud,  de  manera  que  redunde 
en  ti  un  infinito  gozo,  etc.  ¿Pues  qué  otro  gozo  os  parece 
que  resultará  en  vos  cuando  hobiéredes  hallado  aquella  ver- 
dad infinita,  donde  están  averiguadas  todas  las  verdades, 

145  aquellos  verdaderos  deleites?  Pues  aquel  ver  a  Dios  y  co- 
nocerle y  amarle  y  gozarle,  ése  es  el  manjar,  con  el  cual 
estarán  fuertes,  con  aquél  estarán  recios,  etc.  De  ese  Dios 
que  se  conoce,  comen  y  beben  los  bienaventurados. 

¡Oh,  bendito  seas,  Señor,  que  ansí  honras  esta  gente! 

150  No  tengáis  en  poco  esto.  Que  vos  a  vuestra  mujer  podéisla 
asentar  a  vuestra  mesa  y  darle  parte  de  lo  que  comierdes, 
pero  [no]  el  mesmo  número  que  vos  coméis,  porque  lo  que 
vos  coméis  no  lo  come  ella.  Mas  Dios,  no  parte,  sino  todo 
comerán.  Con  el  mesmo  conocimiento  le  conocerán,  con  el 

155  mesmo  amor  le  amarán  todos  los  que  allá  están,  ángeles  y 
hombres,  y  todos  los  que  allá  fueren.  Plega  a  su  santí- 
sima misericordia  que  seamos  nosotros  de  ellos. 

— Pues  veamos  qué  sabor  tiene  Dios,  pues  que  decís 
que  ha  de  ser  nuestro  manjar.  ¿A  qué  sabe  Dios?  —-¡Oh, 

160  quién  pudiese  saber  a  qué  sabe!  ¡Oh,  quién  tuviese  un  poco 
del  gusto  de  Dios,  para  que  viese  cuan  desabridas  son  las 
criaturas!  Degustato  Spiritu,  desipit  omnis  caro,  id  est, 
gustato  Deo;  imo,  quien  halla  gusto  en  las  criaturas  no 
podrá  saber  a  qué  sabe  Dios  ni  hallará  gusto  en  sus  cosas. 

165  Todo  es  desabrido  lo  de  acá  en  comparación  de  aquella 
suavidad  divina  — Pues  ¿a  qué  sabe  Dios?  — ¿A  qué?  ¿A 
qué  sabe  cada  cosa,  sino  al  ser  que  tiene?  ¿A  qué  sabe  la 
gallina  o  la  perdiz?  — Sabe  a  gallina  y  a  perdiz.  ■ — Pues 
ansí  sabe  Dios,  a  Dios.  Conforme  a  ser  de  Dios  sabe  Dios. 

170  ¿y  sabéis  cuál  es  su  ser?  Quod  ñeque  angelí  ñeque  archan- 
geli,  etc.,  ñeque  omnia  creata  simul  et  quae  possunt  creari, 
etiamsi  in  aeternum  cognoscerent  nova,  non  possunt  com- 
prehendere  esse  Dei,  quia  est  infinitus  et  solus  ipse  se  com- 
prehendit.  Pues  si  cual  es  el  ser,  tal  es  el  sabor;  luego 

175  Dios  tiene  infinito  sabor,  pues  tiene  ser  infinito.  Veis  aquí 
la  gloria  que  esperáis.  Gózaos,  pues  es  tan  grande  e  inefa- 
ble, que,  como  ninguna  criatura  puede  decir  el  ser  de  Dios, 


174   Cf.  Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa,  i,  q.  12,  a.  7. 


24-     ROM-   19  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


349 


tampoco  puede  decir  su  suavidad.  Ñeque  oculus  vidit,  ñeque 
auris  audivit,  etc. 

180    Los  que  se  excusan     ¡Bendito  seas,  Señor,  que  tan  sa- 
cie ir  a  las  bodas    broso  eres!  ¿Y  que  te  dé  a  ti,  hom- 
bre, sabor  el  deleite  carnal;  que  te 
den  sabor  los  sabores  de  las  bestias!  ¡Oh  loco,  oh  insensato, 
oh  bestial,  que  dejas  el  sabor  y  deleite  verdadero  por  el  falso, 

185  la  miel  por  la  purga,  y  aun  con  esto  piensas  que  te  ha  de 
llevar  Dios  a  la  gloria!  Pues  ves  aquí  lo  que  da  mucha  ma- 
teria a  Dios  para  castigarte  con  mucha  razón. 

¡Oh,  quién  viese  lo  que  siente  Dios  en  su  corazón,  cuan- 
do te  llama  y  dice:  "No  peques,  hombre,  y  darte  he  este 

190  gozo,  y  sentarte  he  conmigo  a  mi  mesa,  darte  he  el  mismo 
manjar  que  yo  como,  que  soy  yo  mismo",  y  tú  dices:  "Más 
quiero  mi  deleite  que  vuestra  gloria"!  Obstupe[s]cite,  caeli, 
super  hoc,  etc.  Dúo  enim  mala  fecit  populus  meus,  dereli- 
querunt  me,  fontem.  aquae  vivae,  et  foderunt  sibi  cisternas 

196    dissipatas,  quae  non  valent  continere  aquas. 

¡Desdichado  de  aquel  [del]  que  dijo  Dios:  "¡Dejáron- 
me!" — ¡Y  por  qué?  ¿Por  otra  cosa  igual?  — No,  que  no 
la  puede  haber.  — Quare  igitur?  — Preguntad  esto  a  los  que 
están  ciegos  con  las  pasiones  de  la  carne,  amancebados;  a 

200  los  que  ha  días  que  poseen  lo  ajeno  y  no  lo  restituyen,  pu- 
diendo;  a  los  que  ha  tiempo  que  están  enemistados  y  no 
quieren  perdonar.  Decid:  ¿Cuántos  años  ha  que  estáis  en 
pecado?  ¿Qué  deleite  habéis  sacado  de  él?  ¿Qué  contenta- 
miento? Preguntáldo  a  cada  uno,  pues  cada  uno  tiene  un 

205  pozuelo  hecho.  ¿Habéis  sacado  alguna  gota  de  agua  clara 
que  os  dé  verdadero  refrigerio? 

¿Sabéis  qué?  Si  estáis  enemistado,  andáis  siempre  ar- 
mado con  remordimiento  de  conciencia.  ¿No  te  ha  acaecido 
de  estar  ofendiendo  a  Dios  y  remorderte  la  conciencia? 

210  ¿Pues  qué  sería  si  entonces  quedases  muerto?  ¡Oh  sabor  de 
cebolla,  que  comiéndola  te  hace  llorar!  ¡Oh,  desventurados 
tales  deleites!  ¿Sabéis  quién  son  los  que  hacen  esta  maldad 
tan  grande?  Estos  que  dice  el  Evangelio,  que  enviándolos 
el  Señor  a  llamar  al  convite  que  hemos  dicho,  enviándoles 

215  Dios  a  decir:  "Andad  acá  al  convite;  Dios  ha  encarnado; 
los  cielos  están  abiertos;  Dios  murió;  los  Sacramentos  están 
aparejados,  et  omnia  necessaria,  venite  ad  nuptias" ,  at  Mi 
neglixerunt.  Pues  si  en  esto  eres  negligente,  ¿en  qué  serás 
deligente?  En  hacienda,  derramadores  de  la  harina,  etc. 

220    Deligente  en  lo  que  toca  al  cuerpo  y  negligente  a  lo  que 

193  derdinquerit  I!  195  aquas]  Esa  add. 
196  dijo]  a  add. 
217  noticias 


179   Of  1  Cor.  2,  9. 


195    Cf.  Ier.  2, 


350 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


toca  a  ver  a  Dios  para  siempre.  Et  ipsi  neglexerunt.  ¡Tris- 
tes de  ellos  y  de  los  que  los  imitan!  Sed  quid,  si  peius? 

Mirad  la  excusa.  Unos  dicen  de  manera  que  no  era  malo 
aquello,  pues  no  es  pecado  labrar  ni  casarse,  etc.  So  color 

226  de  bien  se  excusaron,  que  no  dijeron:  "Estoy  amancebado", 
sino:  "Heme  casado";  no:  "Tengo  de  ir  a  robar",  sino: 
"Tengo  de  ir  al  campo  a  entender  en  mi  hacienda",  etc. 
— 'Pues  ¿es  malo  eso?  — No,  mas  no  veis  que  está  'Dios  de 
otra  parte  y  es  menester  que  no  sólo  os  guardéis  de  lo 

230  malo,  sino  también  de  lo  peligroso,  porque  aquello  es  oca- 
sión para  venir  también  a  lo  otro. 

— '¡Oh  señor,  que  gano  de  comer  para  mi  mujer  y  mis 
hijos!  — Eso  no  es  malo,  pero  lo  que  lo  es  es  que  empleéis 
tanto  vuestras  fuerzas  en  eso,  que  no  os  queden  fuerzas 

235  para  amar  a  Dios.  Andas  tan  embebido  en  lo  temporal,  que 
no  te  queda  tiempo  ni  huelgo  para  encomendarte  a  Dios, 
y  muchas  veces,  so  color  de  "necesidad  tengo",  encargas  la 
conciencia,  y  no  lo  sientes  por  tu  ceguedad  o  lo  disimulas 
por  tu  miseria,  y  por  maravilla  lo  remedias  del  todo.  Si 

240  esse  sicut  üli  qui  una  manu  pugnabant  et  alia  aedificabant , 
bien  se  sufría.  Si  con  ese  trabajo  confesases  más  a  menudo 
y  comulgases  entre  año,  y  tuvieses  tu  hora  de  recogimiento, 
en  que  tomases  cuenta  a  tu  conciencia,  leyeses  los  días  de 
fiesta  algún  buen  libro,  ya  que  entre  semana  trabajes,  etc,. 

245    fieret  labor  tuus  fructuosus. 

—¿Pues  queréis  que  no  trabaje  ni  entienda  en  mi  mu- 
jer y  hijos?  — No  te  digo  eso;  pero  que  dejes  los  gastos 
superfluos  de  la  mujer  y  hijos,  etc.,  y  no  andes  ahogado  en 
el  demasiado  cuidado  de  las  cosas  temporales;  o  sed  tan 

260  fuertes,  que  ansí  toméis  los  negocios  temporales,  que  no  ol- 
vidéis por  eso  lo  que  cumple  a  vuestra  ánima.  Y  sí  no 
sois  para  uno  y  otro,  que  se  pierda  lo  del  cuerpo  y  no  lo 
del  ánima.  Huego  del  cielo  venga  sobre  la  hacienda  si  por 
entender  en  ella  se  ha  de  perder  el  ánima  y  cuerpo  para 
255  siempre.  Nam  quid  prodest  homini,  etc.  — Recia  palabra 
es  ésa.  — Más  recia  será  aquélla:  Ite,  maledicti,  y  aquélla: 
Nescio  vos.  Et  clausa  est  ianua. 

¡Oh,  cuán  bien  dijiste,  mi  Dios,  avisándonos  esto:  At- 
tendite  ne  graventur  corpora  vestra  crápula  et  ebrietate  et 

260  curis!  Et  in  oratione  hodierna  petit  Ecclesia,  ut  mente  et 
corpore  pariter  expediti,  facilius  caelestia  capiamus.  Quod 

251  no]  no  add. 

240  Cf.  2  Es'dr.  4,  17. 

25S  Cf.  Mt.  16,  26. 

250  Cf.  Mt.  25,  41. 

257  Mt.  25,  12.  10  ;  Le.  13,  25. 

2160  Cf.  Le.  21,  34. 

261  Miss.  Rom.,  Dom.  19  post  Pent..  oratio;  cf.  Fer.  V  post 
Dom.  II   Quadrages.,  oratio. 


24.     DOM.   ig  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


351 


vos  non  facitis,  pues  tanto  os  ocupáis  en  los  negocios  tem- 
porales, que  os  parece  el  tiempo  pequeño;  no  dejáis  fiesta, 
no  halláis  hora  desocupada  para  entender  en  lo  de  Dios. 

265  Haz  cuenta,  que  pues  olvidas  tanto  tu  ánima,  quedarás 
sin  gloria  y  ayuno  del  convite  eterno,  como  lo  dice  el  Evan- 
gelio. Y  seréis  semejantes  a  los  más  perversos  de  los  ju- 
díos, que  no  sólo  se  excusaron  de  ir  a  las  bodas,  mas  azo- 
taron, apedrearon  y  maltrataron  a  los  mensajeros  del  Rey, 

270  que  eran  los  profetas  y  apóstoles,  etc.  Y  por  esta  provisión 
vendrá  sobre  vosotros  la  rigurosa  y  justa  sentencia  del  Rey 
celestial,  como  sobre  aquellos  que  fueron  destruidos  del 
ejército  de  los  romanos. 

Convida  a  la  ge»-    Mas  no  le  pareció  justo  al  Rey  que, 

275  tilidad  pues  estaba  hecha  la  costa  y  todas  las 

cosas  necesarias  proveídas  y  apareja- 
das, quedasen  las  bodas  sin  celebrarse,  y  mandó  a  sus  sier- 
vos, que  fueron  los  apóstoles,  ir  unos  a  Oriente,  otros  a  Oc- 
cidente, etc.  Y  convidaron  a  la  gentilidad  para  que,  dejados 

280  los  ídolos,  conociesen  y  adorasen  a  Dios,  etc.  Dicen  que  ya 
Dios  ha  encarnado,  etc.,  dejan  los  ídolos  y  veniunt  ad  bap- 
tismum  et  impleta  est  domus. 

¡Qué  de  gente  hay  debajo  de  nombres  de  cristianos,  con- 
vidados y  asentados  en  la  mesa  de  la  Iglesia!  — Mas  ¿cómo 

285  viven?  — Eso  es  lo  que  me  duele.  Mirad  cómo  vivís,  que 
ojos  hay  en  el  cielo,  mejores  que  de  lince,  que  os  miran  y  ven 
vuestros  pensamientos  y  obras.  Miran  al  que  viene  a  la  igle- 
sia, con  qué  corazón  viene.  Miran  al  que  está  en  el  sermón, 
con  qué  corazón  está,  etc. 

290  En  suma,  mira  a  todos  los  convidados,  y  halló,  por  nues- 
tros pecados,  uno  que  no  tenía  vestidura  de  boda.  Et  ait  illi: 
Amice,  etc.  Sed  quare  amicum  vocat,  cum  sciat  statim  ü- 
lum  da[m]natum  esse,  quantum  est  ex  parte  Dei?  — De  to- 
dos es  amigo;  a  todos  querría  hacer  bien,  y  a  sólo  aquél  lo 

295  deja  de  hacer  que  no  se  dispone  para  lo  recebir.  Nam,  teste 
Paulo,  vult  omnes  homines  salvos  fieri.  Patet  in  luda,  quan- 
do  eum  traditurus  erat  iudaeis,  nam  dixit  illi:  Amice,  etc. 
Amicum  ülum  vocat,  etsi  cognoscit  quia  illum  tradidit  iu- 
daeis, etc.  ¡Oh  dechado  de  santidad  y  mansedumbre!  ¡Cuán- 

300  to  más  serás  amigo  del  que  gime  y  llora  sus  pecados,  pues  al 
que  te  va  a  entregar  a  la  muerte  llamas  amigo  y  deseabas  su 
amistad! 

Item  amicum,  quia  non  ira,  sed  iustitia  exigente  punit; 


303  engente  ||  305  nuneialem 


292    Mt.  22,  12. 

296  Cf.  I  Tjm.  2,  4. 

297  Mt.  26,  50. 


352 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


amicum,  quia  habet  fldem,  tamen  punit  hunc,  quia  non  ha- 
305   bet  vestem  nuptialem 

¿Qué  es  la  vestidura    Et  ait  Mi:  Quo  modo  hic  intrasti 
de  boda?  non  habens  vestem  nuptialem?  — ¿Y 

quién  tiene  esta  ropa  de  boda? 
¿Por  eso  debéis  de  usar  tantos  trajes  y  vestidos,  por  no 

310  hallaros,  como  éste,  sin  hábito  de  boda,  y  por  no  ser  echa- 
dos con  él  en  el  infierno?  Antes  te  digo  que  esa  vestidura  que 
traes  superflua  y  preciosa,  según  tu  estado,  plega  a  Dios  que 
no  sea  para  llevarte  al  infierno.  — Pues  tanto  vale  esa  ropa, 
que  se  da  por  ella  la  bienaventuranza,  ¿qué  ropa  es  ésa? 

315  Comprémosla,  y  cueste  lo  que  costare,  aunque  nos  cueste  la 
vida.  ¿Dónde  la  venden?  — Audi:  Las  bodas  son  de  Cristo, 
que  es  el  Esposo,  y  de  la  Iglesia.  Pues  si  tuviéremos  vestida 
la  ropa  del  desposado,  tendremos  vestido  de  boda.  Y  esta 
digo  que  es  vestidura  de  boda,  estar  vestido  de  la  imitación 

320  de  Jesucristo.  Hinc  Paulus:  Induimini  Dominum  nostrum 
Iesum  Christum  et  carnis  curam  ne  feceritis. 

— Quid  erit  induere  Christum?  — Revestir  su  espíritu  en 
vos.  ¿No  llamáis  a  un[o]  endemoniado  que  tiene  revestido  al 
demonio,  que  le  hace  hablar  lenguajes  que  nunca  aprendió 

325  ni  sabía  y  hacer  cosas  que  no  hiciera  ni  está  acostumbrado  a 
ello?  Pues  ansí  cuando  tuvierdes  vestido  el  espíritu  de  Jesu- 
cristo, y  os  hace  hacer  lo  que  antes  no  hacíades  ni  aun  pen- 
sábades,  y  os  hace  obrar  al  contrario  de  vuestro  querer,  y 
emprender  lo  que  vuestra  flaqueza  no  podía,  y  andar  de  otra 

330  manera  que  anduviérades,  tune  habes  vestem  nuptialem;  ali" 
ter  vero  non.  Ait  enim  Apostolus:  Si  quis  spiritum  Christi 
non  habet,  non  est  eius.  At  forsan  dices:  ■ — Quis  est  spiritus 
Christi?  — Ule  de  quo  ait  Dominus:  Discite  a  me,  quia  mitis 
sum  et  humilis  corde.  El  manso  perdona  las  injurias.  El  hu- 

335  milde  no  vuelve  por  su  honra.  El  manso  ama.  Hoc  est  prae- 
ceptum  meum,  ut  diligatis  invicem.  Porque  como  Dios  es 
caridad,  convierte  en  caridad  y  fuego  de  amor  a  quien  lo 
ama,  como  el  fuego  a  la  leña.  Y  el  humilde  no  se  indigna,  aun- 
que lo  menosprecien  y  aborrezcan  los  hombres. 

340  Pues  esta  palabra:  Amarás  al  prójimo  como  yo  os  amé, 
ha  de  ser  el  día  del  juicio  juez;  y  ansí,  si  ésta  te  absuelve  y 
está  de  tu  parte,  salvo  serás.  Atque  etiam  inquit  Gregorius, 

320  EXxmwimm]  Deum 
330  mincialem 

307    Cf.  Mt.  22.  12.       321    Cf.  Ruin,  13,  14.       332    Rom.  8,  9. 
334   Mt.  ii,  29. 
336   lo.  15,  12. 

342  San  Gregorio,  Hom.  in  Ev.¡  1.  2,  hom.  38,  9  IML  76,  1287)  : 
«Quid  ergo  debe-mus  intelligere  nuptialem  vestem,  nisi  charitatem  ?.,. 
Recte  enim  chantas  nuptialis  vestís  vocatur,  quia  hanc  in  se  Condi- 
tor  noster  habuit,  dmu  ad  sociandae  sibi  Ecclesiae  nuptias  venit». 


24-     DOM.   19  DESPTÉS  DE  PENTECOSTES 


353 


quod  vestís  de  qua  loquimur  est  charitas,  nam  Christus  in- 
carnatus  est  propter  charitatem  et  non  propter  necessitatem. 

¡45  Charitas  facit  illum  nasci  in  stabulo,  ínter  animalia,  etc.; 
usque  ad  mortem,  quam  enim  passus  est  propter  nos  et 
propter  nostram  salutem.  Unde  Bernardus:  In  cruce  pendet 
non  tam  clavis  affixus  ferréis;  quam  vinculis  charitatis.  Si 
igitur  Ule  si[c]  amat  et  hac  veste  amoris  indutus  est,  fac 

50  et  tu  similiter.  Si  tam  excelsus  in  tantum  humiliavit  seme- 
tipsum,  etc.,  tu  vilis  vermiculus  humilia  te  ipsum,  pues  te 
es  propio,  etc.  Unde  Ioannes:  Si  Christus  animam  suam 
posuit  pro  nobis,  et  nos  pro  fratribus  debemus  animas  nos- 
tras  poneré.  Nam  qualiter  dicam?  Non  credam  te  habere 

55  vestem  nuptialem  et  viscera  charitatis,  si  vides  proximum 
esurientem  et  non  pascis  illum,  teniendo  posibilidad;  nec 
compateris,  si  ves  que  no  tiene  qué  coma,  ni  cama,  ni  qué 
se  vista,  y  tú  tienes  la  ropa  sobrada  puesta  encima;  si  por 
falta  de  manto  no  viene  a  misa  y  tú  los  tienes  doblados, 

60    eí  fortasse  los  comen  polilla. 

¿Cómo  eres  manso,  si  por  una  palabra  que  te  dijeron 
tienes  rancor,  y  no  bastan  frailes  ni  clérigos  para  hacerte 
perdonar,  ni  viernes  santo,  en  el  cual  se  te  representa  más 
la  pasión  de  Cristo  y  la  liberalidad  y  caridad,  con  que,  sin 

65  que  se  lo  rogasen  sus  contrarios,  los  perdonó  y  rogó  a  su 
Padre  por  ellos?  Si  eso  no  das,  ¿cómo  creeré  yo  que  derra- 
marás la  sangre  y  darás  la  vida  por  tu  prójimo?  Vestís 
ergo  nuptialis  est  Christus;  Christus  autem  est  humilitas, 
mansuetudo,  amor,  etc.  Si  hoc  habes,  dichoso  tú,  nam 

^0  vestem  haibes  nuptialem;  si  hoc  defecit,  etsi  omnia  alia 
habeas,  nihil  habes,  et  infelix  es,  nam  veste  cares  nup- 
tiali,  etc. 

Invenit  hominem  non  habentem  vestem  nuptialem.  — Et 
quis  homo  üle  est?  — ¿ Habéis  visto  algún  cristiano  pecar 
•75    mortalmente?  Pues  éste  es,  porque  el  verdadero  cristiano 
muy  lejos  ha  de  estar  de  tales  pecados.  Unde  Augustinus: 
Taha  sunt  peccata  mortalia,  ut  nullus  christianus  ea  debeat 


345  estabulo  ¡1  347  pendit  ||  355  nuneidem  |  vides]  vades 
368  nuiii>eialis  |    370  nuncialem 


348  San  Bernardo,  l  itis  mystica,  c.  4,  16-18  (ML  1S4,  646-617)  : 
«Septimuni  vinculum  fuit,  quo  ligatus  fuit  in  cruce,  ferreum...  Vide- 
te  vinculum  durissimum,  clavos  ferreos...  Vinciamur  ergo  vinculis 
passionis  boni  Iesu,  ut  etiaui  vinculis  charitatis  cum  illo  vinciri  pos- 
simus». 

3.S7   Cf.  1  lo.  3,  16. 

369  ¿  Hay  aquí  una  reminiscencia  erasmiana  ?  Dice  Erasmo,  En- 
chiridion,  c.  8,  reg.  4  :  «Ghristum  vero  esse  puta,  non  vocem  ina- 
nem,  sed  nihil  aliud  quam  caritatem,  simplkitatem,  patientiam,  pu- 
ritatem,  breviter,  quidquid  ille  docuit»  (Opera  omnia  [Levden  1703], 
t-  5.  P-  25)- 

373    Cf.  Mt.  22,  11. 


B. Avila  2 


12 


354  SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


habere.  — Pues,  padre,  ¿es  mucho  pecar  mortalmente?  Con- 
fiésome,  comulgóme.  — Por  cierto,  de  eso  tengo  gran  duda: 

380  si  te  confesaste  como  debías,  porque  al  enfermo  que  lo  cu- 
ran de  raíz  y  lo  purgan  del  mal  humor  y  queda  perfecta- 
mente sano,  no  torna  fácilmente  a  recaer  porque  coma  un 
racimo  de  uvas  o  por  otra  poca  cosa;  y  si  ligeramente  tor- 
na a  recaer,  clara  cosa  es  que  no  quedó  bien  sano,  sino 

385  sobresano. 

No  entendáis  que  el  que  está  en  gracia  no  puede  caer 
de  ella  y  pecar,  sicut  aliqui  haeretici  dixerunt,  sino  que  no 
volverías  a  pecar  tan  ligeramente  si  tuvieras  entero  y  ver- 
dadero arrepentimiento  de  los  pecados  y  firmísimo  propósi- 

390  to  de  antes  morir  que  volver  a  ellos  por  ninguna  cosa. 
¿Cómo?  ¿Por  ver  una  mujer  te  rindes  luego  a  la  obra  o 
al  deseo?  ¿Por  una  palabrica  te  embraveces  como  tigre 
cuando  le  llevan  los  hijos?  ¿Piensas  que  estás  en  gracia? 
Peligrosamente  estás  engañado.  Unde  Ambrosius:  Pericu- 

395  losissime  peccas,  si  ignoras.  Igitur  peccatum  mortale  non 
est  peccatum  christiani.  Y  ya  que  hubiese  de  caer  en  él,  por 
alguna  gran  tentación  había  de  ser  que  mucho  y  muchos 
días  le  persiguiese,  o  por  otra  gran  ocasión,  y  entonces 
habíase  de  llorar  muy  amargamente  toda  la  vida  y  andar 

400  con  gran  vela  y  con  gran  guarda  para  no  tornar  a  pe- 
car, etc.  Similiter  de  una  doncella  que  la  engañó  una  vez 
un  hombre  y  la  deshonró,  y  después  no  hacía  sino  llorar  su 
gran  pérdida,  y  andaba  muy  recatada  y  sobre  aviso  para 
que  no  la  tornase  a  engañar  aquél  ni  otro.  Collatio  de  eo 

4°5   qui  mortaliter  peccat,  y  pierde  la  limpieza  de  su  ánima,  etc. 
Mas  si  cuando  has  pecado  no  te  dueles  mucho,  antes 
pasa  un  día  y  muchos  sin  hacer  caso  ni  tener  contrición, 
y  ya  que  te  confiesas,  es  sin  verdadero  sentimiento  o  sin 
ninguno,  etc.,  cree  que  no  tienes  vestidura  de  boda.  — Pues 

410  ¿qué  es  vestidura  de  boda?  — Denvque  es  vivir  y  hacer  cada 
uno  conforme  a  la  condición  y  estado  que  tiene:  el  cléri- 
go, el  fraile,  unusquisque  tenetur  sic  faceré.  Si  sic  vvvis, 
laetari  potes,  quia  habes  vestem  nuptialem.  Si  sic  non  vi- 
vis,  et  in  peccato  es,  hac  cares  veste.  Si  eres  codicioso  como 

415  perro,  malicioso  como  raposo,  soberbio  como  caballo,  su- 
cio como  puerco,  etc.,  no  vives  como  hombre  que  espera 
comer  en  aquella  mesa.  Propter  quod,  si  vis  que  te  convide 
Dios,  sey  tú  humilde  como  el  que  te  convida,  largo,  limpio, 
sencillo,  manso  como  él.  Nam  el  que  espera  comer  en  aque- 

42o    lia  mesa  no  es  razón  que  haga  pecado  alguno  ni  que  deje 

413  nuntiaJera 


378  San  Agustín,  In  lo.  En:,  tr.  41,  c.  S,  10  (ML  35,  1697)  :  «De- 
bet  autem  [ea  crimina]  non  habere  omnis  ohristianus». 

396  Cf.  San  Ambrosio,  Exposit.  in  Ps.  uS,  serm.  12,  41.  51  : 
ML  41,  1447.  1450. 


24-     DOW.   19  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


355 


de  hacer  lo  que  debe,  conforme  a  su  estado;  y  diga:  "Con- 
vidado soy  de  Dios;  no  es  justo  hacer  cosa  menos  buena". 
Y  el  que  no  tiene  esta  fidelidad,  ligatis  manibus,  etc.,  iussus 
est  mitti,  etc.  ¡Dios  os  libre,  por  su  infinita  bondad,  del 
t25  infierno!  ¡Dios  nos  libre  de  ir  allá,  por  los  méritos  de  su 
infinita  pasión! 

¡A  las  tinieblas    At  dices:  — Padre,  una  cosa  me  consue- 
exteriores!         Ia-  <lue  ése  no  es  más  de  uno,  y  muchos 
los  convidados.  — Ne  confidas  in  hoc, 

^30  que,  aunque  dice  uno,  muchos  son;  pero  dice  ser  uno,  quia 
sic  tiene  cuenta  y  puestos  los  ojos  en  cada  uno  de  los  malos, 
como  si  no  fuese  más  de  uno,  porque  no  piense  nadie  que 
entre  muchos  pasará  uno  y  esconderse  han  muchos.  Ideo 
omnes  vocat  unum,  omnia  enim  nuda  sunt  ante  oculos  eius. 

135  Aquellos  ojos  divinos  que  todo  lo  tracienden,  a  todos  tie- 
nen presentes,  de  manera  que,  si  entre  millares  de  hombres 
buenos  no  hubiese  sino  uno  malo  solo,  no  se  le  podría  escon- 
der. Pues  por  este  malo  se  entiende  la  universidad  de  los 
malos,  nam  unitas  in  multitudine. 

no  Ligatis  manibus,  etc.  ¡Oh  Jesús!  ¿No  os  habéis  alguna 
vez  parado  a  considerar  lo  que  acaecerá  a  un  ánima  que  sa- 
liere del  cuerpo,  et  máxime  si,  a[d~\stans  ante  tribunal  Christi, 
audiret  sententiam  suae  conde[m]nationis?  ¿Qué  pensáis 
que  sentirá  el  que  esperaba  salvarse,  cuando  oyere  que  le 

t46  digan:  "Condenado  eres  para  siempre  jamás,  nunca  tendrás 
parte  en  Dios,  ni  te  faltarán  tormentos,  ni  compañía  de 
demonios"?,  etc.  ¡Qué  encarnizarse  harán  los  demonios  en 
aquel  ánima!  ¡Qué  alaridos  darán  de  placer!,  etc.  Ligatis 
manibus,  por  que  no  podrá  más  bien  obrar;  y  los  pies,  que 

150  son  las  afeciones,  porque  no  podrán  pensar  en  ningún  bien, 
ni  lo  podrán  desear  hacer,  ni  les  pesará  de  los  malos  hechos, 
ni  porque  están  allí  en  perpetuos  tormentos;  y  ya  que  les 
pesase,  no  sería  por  la  gloria  de  Dios,  sino  por  el  mal  que 
tienen  y  por  el  bien  que  perdieron.  Las  manos,  porque  no  se 

455  podrán  defender;  y  los  pies,  porque  no  podrán  huir,  sino 
pecar  para  siempre  y  arder  para  siempre.  Secóse  la  higuera 
que  el  Señor  maldijo  porque  no  tenía  higos,  sino  hojas. 
¿Qué  piensas  que  es  esto,  sino  como  si  Cristo  dijera:  "Espe- 
raba de  ti,  cristiano,  amor,  un  corazón  limpio,  y  dasme 

4*0  hojas:  voy  a  rezar,  vengo  de  rezar,  ayuno",  etc.?  No  por- 
que esto  sea  malo,  sino  porque,  sin  amor,  no  es  bueno. 
Pues  Ite,  maledicti.  Seca  la  raíz,  que  es  libre  albedrío, 


435  tracienden]  y  add. 
449  por]  para 


424  Cf.  Mt.  22,  13. 
434   Cf.  Hebr.  4,  13. 


356 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¡cómo  se  empedernece  el  de  los  condenados!  Las  ramas,  que 
son  las  obras,  también  se  obstinan,  etc.  Mittite  eum,  etc. 

465  Rogá  a  Dios  que  a  ninguno  de  los  que  estáis  aquí  ni  de  los 
que  faltan  no  sea  dicha  esta  palabra  ni  sea  echado  en  las 
tinieblas  exteriores,  que  es  el  infierno  para  siempre.  Si  en 
esto  erráis,  ¿qué  aprovecha  acertar  en  todas  las  cosas  de 
esta  vida?  Si  os  falta  aceite,  si  halláis  cerrada  la  puerta  y 

470  os  echan  fuera  y  dicen  que  no  os  conocen,  ¿qué  aprovecha 
todo  el  contentamiento  que  tuvistes  en  esta  vida?  Encerróse 
el  Esposo  con  las  vírgenes  que  estaban  aparejadas,  y  a  las 
vírgenes  locas  respondió  cuando  llamaron:  No  os  conozco. 
¿Qué  será  oír  de  la  boca  de  Dios:  No  os  conozco?,  etc.  Luego, 

475  hermanos,  sobre  todo  estad  sobre  aviso,  que  no  os  falte  la 
vestidura  de  boda,  porque  no  seáis  echados  en  las  tinieblas 
exteriores  mientras  Dios  fuere  Dios. 

Por  ventura  preguntaréis:  — ¿Por  qué?  — Mirad  y  tem- 
blad. Puso  el  Señor  una  vez  una  parábola  de  un  rey  que 

480  partió  a  diversos  siervos  cientos  talentos,  etc.;  y  concluye 
diciendo  que  el  siervo  que  no  recibió  más  de  un  talento  fué 
condenado  porque  nó'negoció  con  él,  de  manera  que  lo  que 
él  daba  por  excusa  fué  causa  de  su  condenación.  (Dic  para- 
bólam,  etc.)  Oso  decir  que  hay  muchos  que  por  la  razón  que 

485  piensan  salvarse,  se  tienen  de  condenar.  Este  no  gastó  mal 
el  talento,  y  porque  no  ganó  con  él,  ideo  iussus  fuit  mitti  in 
tenebras,  etc.  ¡Cuántos  hay  semejantes!  Dióte  Dios  gracia 
de  predicar,  de  confesar,  de  hacer  amistades,  etc.  No  quieres 
entender  en  ello,  sed  dicis:  "¿Quién  me  mete  a  mí  en  eso? 

490  Más  quiero  tomar  lo  seguro  y  procurar  de  salvarme  a  mí  que 
ponerme  en  peligro  de  condenarme  por  ayudar  a  salvar  a 
otros;  yo  no  soy  obispo  ni  cura;  estarme  he  en  mi  monesterío 
recogido;  contentaos,  Señor,  con  que  no  os  ofenda". 

¡Oh  Señor!  Pues  a  los  que  dicen  que  no  te  quieren  ofen- 

495  der,  sino  vivir  solos,  porque  no  granjean  y  aprovechan  a  sus 
prójimos,  teniendo  talento,  condenas,  ¿qué  harás  a  los  que 
los  andan  pervirtiendo?  Si  a  los  que  no  dan  limosna,  tenien- 
do, despides  de  ti  para  siempre  en  las  tinieblas  exteriores, 
¿qué  harás  a  los  robadores  y  que  tantos  pecados  cometen? 

500  Tinieblas  exteriores  se  llaman,  porque  no  habrá  Dios  para 
los  consolar,  sino  para  los  castigar.  Ideo,  cadente  igne,  non 
videbit  lucem,  etc.  Ibi  erit  fletus,  etc. :  que  llorarán  porque 
nacieron,  porque  pecaron,  porque  no  conocieron  el  tiempo 
que  les  fué  dado  para  alcanzar  misericordia.  Rechinarán  y 

605  regañarán  con  los  dientes,  porque  no  remediaron  con  tiem- 
po tan  gran  mal,  pues  pudieron  y  fué  en  su  mano.  Y  en- 
tonces, aunque  quieran,  no  podrán,  etc. 


502   Mt.  22,  13. 


24-     HUM.   19  DESPUES  DK  PENTECOSTÉS 


357 


¿Qué  remedio  Multi  sunt  vocati,  etc.:  muchos  son  bap- 
para  ser  de  los    tizados  y  se  llaman  cristianos ;  pauci  vero 

510      escogidos?        electi,  quia  pauci  vivunt  ut  christiani. 

— ¿Qué  remedio?  — Seguir  lo  que  dice 
Hieremías:  Date  Domino  vesto  gloriara,  antequam  tenebres- 
cat,  et  antequam  offendant  pedes  vestros  ad  montes  caligi- 
nosos; expectabitis  lucem,  et  ponet  eam  in  umbra  mortis  et 

615  in  caliginem,  etc.  Dad  gloria  a  vuestro  Dios,  honrad  a  Jesu- 
cristo, haced  que  sepa  todo  hombre  que  tiene  Dios  que  lo 
juzgue,  y  los  que  no  dieren  esta  honra  serán  condenados. 
Predíca[n]te  que  Dios  ha  encarnado  y  tomado  forma  de 
siervo  y  fué  manso,  etc.,  por  amor  de  ti,  ¿y  no  quieres  dar 

520  gloria  a  Dios,  agradeciéndolo  al  Señor  y  siguiéndolo,  sino 
pecar  y  ofenderle?  Que  te  echen  en  las  tinieblas  exterio* 
res,  etc. 

Tu  igitur  da  gloriam  Deo,  et  honora  Christum  eius,  an- 
tequam tenebrescat  dies,  antes  que  se  acabe  la  vida.  Man- 

525  cebos,  mirad  que  os  habéis  de  morir  y  se  os  ha  de  poner 
el  sol;  no  ofendáis  a  Dios,  volveos  a  El,  quia  propitius  est 
ad  ignoscendum,  et  non  despicit  cor  contritum  et  humi- 
liatum.  Y  los  que  sois  ya  viejos  y,  naturalmente,  estáis  ya 
a  puesta  del  sol,  vivid  sobre  aviso,  proveed  en  lo  que  os 

530  cumple  y  enmendad  vuestra  vida  antes  que  se  os  acabe  de 
poner,  porque  después  etsi  velitis  non  poteritis. 

El  segundo  remedio:  Contendite  intrare  per  angustam 
portam,  quia  multi  clamabunt  et  non  intrabunt;  multi  di- 
cent: Domine,  Domine,  aperi  nobis,  etc.,  quibus  dicetur: 

535  Nescio  vos,  etc.  — '¡Oh  Rey  de  la  gloria!  ¿Y  no  conocéis  los 
hombres?  ¿No  los  criastes?  ¿No  los  redimistes?  ¿No  oá 
costaron  tantos  trabajos  y  la  vida  ?  — 'Sí ;  mas  no  los  conozco 
porque  pecaron.  Es  tanto  mal  el  pecado,  quod  si  angelí  pos- 
sent  esse  iterum  viatores,  y  pecasen,  serían  tan  enemigos 

5-iO  de  Dios  que  les  diría:  Nescio  vos  para  premiarlos,  para  te- 
ner cuenta  con  ellos  como  con  amigos.  ¡  Cuánto  más  tú,  que 
nunca  fuiste  bienaventurado! 

Contendite  ergo,  etc.  Haced  bien,  forzad  vuestras  ma- 
las inclinaciones,  nam  Christus  ait:  Qui  vult  venire  post  me 

545  neget  semetipsum,  etc.  No  dijo:  "Dad  limosna",  sino: 
"Niégate  a  ti  mismo",  nam  non  esset  Ubi  accepta  eleemo- 
syna  la  que  yo,  yendo  a  tu  arca,  sacase  un  doblón  y  lo  die- 
se a  un  pobre.  Diríades:  "Dad  limosna  de  vuestra  hacien- 
da, si  queréis  dar  algo".  Pues  si  dais  limosna,  de  Dios  es 

>50    lo  que  dais.  Nam  quid  habes,  quod  non  recepisti?  Pues  no 

531  veletis  |  potut-ritis 
543  Haetu 


515    Of-  1er.  13,  ift.  535    Cf.  Le.  13,  24-25. 

527  Cf.  Is.  55,  7.  545    Cf.  Mt.  16,  24. 

528  Cf.  Ps.  50,  19.  550   Cf.  1  Cor.  4,  7. 


358 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


te  contentes  con  darle  lo  que  es  suyo,  sino  dale  también 
lo  que  es  tuyo.  — Quid  habeo,  que  sea  mío?  — El  corazón, 
el  cual  de  tal  manera  es  tuyo,  que  ni  ángeles  ni  todo  el 
resto  de  las  criaturas,  ni  el  mismo  Criador,  según  su  santa 

555  ordenación,  te  lo  puede  forzar.  Pues  si  quieres  dar  algo  que 
sea  agradable  a  Dios,  y  sin  lo  cual  nada  que  le  dieres  le 
podrá  agradar,  dale  tu  corazón,  niégate  a  ti  mismo,  fuerza 
y  niega  tu  voluntad,  toma  tu  cruz  y  sigúele.  Y  con  esto  da 
limosna,  ayuna,  ten  oración,  haz  buenas  obras,  ut  intres 

560  per  angustam  portam,  y  vayas  a  aquellos  palacios  grandes 
y  espaciosos  de  la  gloria,  ad  quam,  etc. 


25     Como  Dios  te  trata  a  ti,  trata  a  tu  prójimo  * 
Domingo  XXI  después  de  Pentecostés 

("Vaflencia,  .Bübl.  Col.  Patriarca,  Ms.  1049,  ff.  69  r  -  76  r.) 

Monnc  oportuit  te  misere   [sic]  consci-i'i  tui,  sicut 
et  eso  misertus  sum  tuit  (Mt.  i8,  [33]). 

Exordio  Qui  diligit  proximum,  legem  adimplevit ,  dice  el 
apóstol  San  Pablo;  plenitudo  enim  legis,  est  di- 
5  lectio;  y  en  la  carta  que  escribió  a  los  Efesios  dice  que  plugo 
a  la  voluntad  de  Dios  instaurar  todas  las  cosas  en  Jesu- 
cristo ("instaurar"  sumar  y  unir  quiere  decir),  dando  a  en- 
tender que  la  salvación  consiste  en  amor,  de  manera  que  la 
unión  y  que  el  cumplimiento  de  la  ley,  en  que  está  nuestra 

10  salvación,  consiste  en  amar.  No  os  maravilléis  que  hable 
San  Pablo  del  amor  del  prójimo  solamente,  porque  para  ser 
este  amor  bueno  ha  de  descender  del  amor  de  Dios,  porque 
amándose  el  prójimo  como  se  debe  amar,  ámase  Dios  en  el 
prójimo.  ¿A  qué  propósito  pensáis  que  la  palabra  de  la 

16  caridad  no  se  le  caía  a  San  Juan  de  la  boca?  Pluguiese  a 
Dios  que  tanto  se  os  predicase  la  caridad,  que  de  fastidiados 
os  acordásedes  de  la  palabra  de  la  caridad  siquiera. 

El  evangelio  de  hoy  también  habla  de  caridad.  Nonne 
oportuit  et  te  misereri  conservi  tui?  etc.:  ¿No  fuera  razón, 

20  pues  yo  hube  misericordia  de  ti,  la  hicieras  tú  a  tu  prójimo?; 
¿no  fuera  bueno,  pues  yo  te  quiero  bien,  quieras  tú  bien  a 
tu  prójimo?  Si  esta  ley  guardáis,  guardalla  ha  Dios  con  vos. 


8  que]  es  add. 


558    Cf.  Mt.  16,  24. 

*    El  índice  del  Ms.  lo  describe  :  «In  Evangelio  :  Simile  est 
regnum  caelorum  homini  regi,  <jui  voluit  rationem  poneré,  etc.  Non- 
ne oportuit  te  misereri  conservi  tui,  sicut  et  ego  misertus  sum  tui  ?» 
5   Cf.  Rom.  13,  8.  10. 
7   Eph.  1,  10. 
20   Cf.  Mt.  18,  33. 


25-     DOM.   21  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


359 


Guarda  Dios  tanto  esta  ley,  que  el  bien  que  os  hace  quiere 
que  lo  hagáis  a  vuestro  prójimo;  ni  en  el  cielo  ni  en  la  tierra 

25  la  deja  de  guardar.  Cuanto  uno  fuere  más  alto  delante  de 
Dios,  tanto  es  más  bajo  con  sus  prójimos;  cuando  es  más 
privado  con  Dios,  entonces  queda  hecho  esclavo  de  sus  pró- 
jimos. No  como  en  las  cortes,  que,  si  uno  es  privado  del  rey, 
súbese  a  lo  alto  y  olvídase  de  los  pequeños:  "Allá  os  lo  ha- 

30  bed";  no  ansí  con  Dios.  El  más  alto  serafín  ama  más  nues- 
tras ánimas  y  tiene  más  cuidado  de  ellas  que  el  más  bajo. 
Veis  a  la  sacratísima  Virgen  María,  que  es  la  más  alta  por 
ser  Madre  de  Dios,  que  no  puede  subir  más,  y  ella  es  la  más 
solícita  y  cuidadosa  de  nosotros;  ella  la  más  alta  con  Dios, 

35  y  por  eso  la  más  baja  con  nosotros;  ella  la  más  privada,  y 
por  eso  más  obligada.  ¿No  es  razón,  pues  Dios  os  ha  hecho 
tantas  misericordias — no  de  miserias,  sino  de  preservaros 
no  cayésedes  en  ellas — ,  no  es  razón  que  hayáis  vos  miseri- 
cordia de  nosotros?  Tengan  los  miserables  parte  en  Vues- 

40  tras  misericordias;  alcanzános  misericordia  para  bien  ha- 
blar y  bien  obrar.  Y  porque  lo  haga,  digámosle  con  devoción: 
Ave,  María,  etc. 

La  parábola  del  Nonne  oportuit,  etc.  Para  que  veáis  a 
siervo  inicuo       *lué  propósito  se  dijeron  estas  palabras 

45  es  menester  declarar  el  evangelio.  Yo 

suelo  tomar  el  evangelio  un  poco  antes.  En  este  mismo  capí- 
tulo dice  nuestro  Redemptor  una  parábola  que  nos  pone  un 
poco  de  temor.  Vae  mundo  a  scandalis!  ¡Ay  del  mundo  por 
los  escándalos  que  le  han  de  venir,  y  ay  de  aquel  por  quien 

50  viene  el  escándalo,  y  de  aquel  que  no  se  guarda  del  escándalo 
que  ve  venir!  Necesario  es  que  haya  escándalos,  viviendo 
los  hombres  como  viven.  (No  dice  necesidad  de  consecuente.) 
• — ¿Qué  son  escándalos?  — Estropiezos,  pecados;  que  os  han 
de  hacer  malas  obras;  que  os  han  de  dar  de  bofetadas;  que 

55  os  han  de  llevar  la  capa  y  os  han  de  dar  ocasión  a  que  pe- 
quéis. Munchos  habrá  que,  dándoles  ocasión,  pequen.  Nunca 
oya  el  mochacho  a  su  padre  jurar  ni  blasfemar,  porque  le 
dará  ocasión  que  él  blasfeme.  Grandes  males  vernán  al  mun- 
do por  los  escándalos. 

60  — ¿Pues  qué  remedio  para  que,  si  me  hicieren  mal,  no 
me  haga  yo  malo?  — Si  pecara  contra  ti  tu  hermano,  dice 
nuestro  Redemptor,  vade,  et  corrige  eum  inter  te  et  illum; 
si  te  hiciere  mal,  no  te  tornes  tú  malo.  ¡Gran  locura  es  imi- 
tar la  locura  del  loco!  — Al  avariento  duélele  cuando  le 

65  quitan  la  hacienda;  al  regalado,  cuando  le  hacen  mal.  ¿Qué 

38  misericordias 


43    Cf.  Mt.  18,  33. 

51    Mt.  i8,  7- 

62   Cf.  Mt.  18,  15. 


360 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


hará  el  hombre  a  quien  le  hacen  mal?  — Dolerse  más  del  mal 
y  pecado  del  otro  que  de  su  propio  daño.  — ¿Qué  harás  si 
te  hicieren  mal?  — No  dalle  de  cuchilladas;  no  ponello  a 
pleito;  no  levantar  bandos.  — Vete  a  él  y  dile:  "Catá  que 
70  no  tenéis  razón  de  hacerme  mal,  por  esto  y  por  esto".  Si  te 
oyere,  si  recibiere  tu  razón,  has  ganado  no  tu  hacienda,  no 
honra,  sino  su  ánima;  y  si  no  te  oyere,  toma  dos  amigos  tuyos 
y  suyos,  y  corrígelo  entre  ti  y  ellos.  Si  no  los  oyere,  dilo  a  la 
iglesia,  al  perlado,  a  la  congregación;  y  si  no  la  oyere,  apár- 
75  tate  de  él  como  étnico  y  infiel.  San  Pedro,  que  lo  estaba 
oyendo,  dice:  Señor,  ¿hasta  cuándo  tengo  de  perdonar? 
¿Hasta  siete  veces?  Respóndele  nuestro  Redemptor:  No  te 
digo  siete  veces,  sino  setecientas  veces  [siete],  y  si  ocho- 
cientas, también.  Por  este  número  siete  se  entiende  univer- 
so sidad.  Cincuenta  mil  enojos  que  te  hagan,  tantos  has  de 
perdonar.  ¡Bendito  sea  Dios  y  bendita  sea  tal  ley,  tan  llena 
de  amor!  Más  adelante  ha  de  ir  tu  paciencia  que  su  malicia; 
antes  se  ha  de  cansar  el  otro  de  hacerte  mal  que  tú  de  su- 
frillo.  Si  te  hirieren  en  el  un  carrillo,  vuelve  el  otro.  Si  te 
85  hicieren  algún  mal,  sufre  aquel  mal  y  ten  paciencia  para 
recebir  otro.  Si  viniere,  siempre  vaya  tu  paciencia  adelante 
de  su  maldad. 

— Señor,  recia  ley  es  ésa.  ¿Habernos  de  ser  de  piedra? 
¿No  terné  licencia  de  vengar,  siquiera  a  cabo  de  cien  enojos? 
®0  — ¿Paréceos  recia  ley?  ¿Queréis  que  no  se  guarde?  (El  in- 
juriado dirá  que  sí.)  Si  os  parece  recia,  oíd:  Semejante  es 
el  reino  de  los  cielos  a  un  rey,  etc.  Porque  no  se  olvide,  y 
porque  le  eonviene  a  Cristo,  lo  dice  por  una  parábola,  que 
es  como  conseja  y  de  dentro  lleva  grandes  misterios.  Ansí 
96  es  Jesucristo.  Dentro  de  aquella  carne,  dentro  de  aquella 
corteza,  está  gran  bien.  Este  rey  llamó  a  sus  siervos  y  dióle 
a  uno  tanto  y  a  otro  tanto  para  que  negociasen;  después  to- 
móles cuenta.  Viene  uno,  y  parez  que  él  había  sido  flojo; 
alcanzóle,  como  quien  no  dice  nada,  en  diez  mil  talentos,  que 

100  es  más  de  diez  mil  ducados,  porque  el  talento  es  el  mayor 
peso.  — Daca,  dice  el  rey,  págame.  — No  hay  de  qué.  — Pues 
véndanle  a  él  y  a  su  mujer  y  hijos,  y  pague. — ¡Pobrecillo, 
en  qué  angustia  estaría!  Arrójase  a  sus  pies,  y  díjole:  Señor, 
suplicóos  me  esperéis,  y  yo  os  prometo  de  pagar  hasta  él 

105  ¿postrer  cornadillo.  La  mujer  y  los  hijos  estarían  llorando. 
Díceles  el  señor:  "los  alegres  a  vuestra  casa;  yo  os  doy 
suelta  de  cuanto  me  debéis".  Vanse  alegres,  diciendo  bien 
de  su  señor.  Y  yendo  por  la  calle,  encontró  con  un  compa- 
ñero suyo  que  le  debía  cien '  maravedís.  Dícele:  Págame. 

no  — Señor,  por  amor  de  Dios,  me  esperad.  Tened  paciencia, 


25-     DOM.  21  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


361 


que  yo  os  lo  pagaré.  — ¿Qué  cosa  es  esperar? — Echóle  mano 
de  los  cabezones:  "Si  no  me  pagáis,  andad  acá  a  la  cárcel". 
¡Oh  qué  hombre  mal  criado!  Aun  no  le  habían  acabado  de 
perdonar  la  deuda,  y  echa  en  la  cárcel  a  su  compañero. 
115  Cuéntanselo  al  señor  y  manda  que  se  lo  llamen.  Enojóse 
tanto;  pone  los  ojos  airados  en  él,  y  dice:  "Siervo  malo,  ¿no 
fuera  razón  que  hubieras  misericordia  de  tu  prójimo  como 
yo  la  hube  de  ti,  diciéndote  las  mismas  palabras  que  tú  me 
dijiste  a  mí?  Aunque  no  fuera  sino  por  la  reverencia  de  ellas, 
120  no  le  habías  de  tratar  así.  Porque  sea  castigo  a  los  desagra- 
decidos y  ejemplo  a  mis  criados,  échenlo  en  la  cárcel  y  en- 
tréguenlo  a  los  atormentadores,  y  esté  allí  hasta  que  pague 
el  postrer  cornado".  ¿Habéis  oído?  Dice  Jesucristo:  Sic  fa- 
ciet  Pater  meus,  etc.  ¡Qué  palabras!  De  esta  manera  que 
125  habéis  oído,  hará  mi  Padre  celestial  a  todos  vosotros  si  no 
perdonare  cada  uno  de  corazón  a  sus  prójimos. 

Consolado  nos  habéis  y  espantado.  ¡Qué  consuelo  para 
adeudados  y  qué  espanto  para  nuestra  dureza !  En  ver  vues- 
tra misericordia  nos  hemos  consolado  y  en  ver  nuestra  du- 
130  reza  nos  hemos  espantado.  ■ — ¿Quién  es  este  rey?  ■ — Dios. 
— ¿Sus  criados?  — Nosotros.  Los  talentos  son  hacienda,  le- 
tras y  ánima,  etc. ;  aquello  en  que  tienes  habilidad  para  ser- 
vir a  Dios,  aquello  es  talento.  ¿Tienes  lengua?  Entiende  en 
hacer  amistades.  ¿Tienes  letras?  Enseña  al  que  no  sabe. 
135  ¿Tienes  hacienda?  Provee  al  necesitado.  No  hay  hombre  que 
no  haya  recebido  de  Dios  talento. 

Nuestros  pecar-  Daca  cuenta.  Tráenle  un  hombre  que  de- 
dos, una  deuda  diez  mil  talentos.  Meta  cada  uno  la 
insoluble       mano  en  el  seno  y,  si  sabe  contar,  contá 

140  cuántos  pecados  debéis  a  Dios.  — Vos  que 

habéis  sesenta  años,  ¿qué  pecados  habéis  hecho  cada  año? 
Dirá  alguno:  — Padre,  días  ha  que  no  he  cometido  pecado 
de  fornicación  ni  otros  pecados  graves.  — Vae  etiam  vitae 
laudabili,  si,  remota  pietate,  eam  volueris  iudicare.  Cuando 

145  murió  Santa  Ménica,  madre  de  San  Augustín,  rogaba  el 
hijo  por  ella,  diciendo:  "Señor,  suplico  a  vuestra  bondad  no 
entréis  en  juicio  con  mi  madre".  — ¡Oh  que  era  santa!  — ¡Ay 
del  santo  si  no  le  juzgas  con  misericordia!  Nadie  hay  tan 
justo  que  no  deba  deuda  a  Dios.  ¿Cuántos  pecados  habernos 

150  hecho?  No  deshonremos  a  nadie.  Dígalo  David:  Multiplican 
sunt  super  capillos  capitis  mei,  et  cor  meum  dereliquit  me. 
Más  que  cabellos  en  la  cabeza.  — ¿Cuántos  más?  — Que  no 
dice  sino  super  capillos:  más  que  cabellos.  — ¿Cómo  es  esto? 


126  Cf.  Mt.  18,  23-35. 

147  Cf.  S\x  Agustín,  Confess.  1  g,  c  13  :  ML  32,  778. 

151    Ps.  68,  5  ;  cí.  Ps.  37,  11. 


362 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Sabemos  que  hizo  dos  o  tres  pecados  y  que  dijo  Dios  de  él 
155  qUe  era  varón  según  su  corazón.  ¿Cómo  dice  él  que  tiene 
tantos  pecados?  El  corazón,  dice,  se  me  va  cuando  pienso 
lo  que  he  hecho  y  cuántas  deudas  debo  a  Dios.  — No  os  es- 
pantéis de  él,  espantaos  de  vos  cómo  no  lo  sentís.  ¿(Pensáis 
que  conocemos  nuestros  pecados?  El  abismo  de  la  bondad  de 

160  Dios  y  el  abismo  de  nuestra  maldad  nadie  lo  puede  conocer 
en  esta  vida,  hasta  que  esté  en  el  cielo.  Muchas  veces  pien- 
sas que  la  obra  que  haces  es  buena,  y  no  es  sino  mala;  y  por 
lo  que  piensas  haber  galardón,  te  castigarán  después.  ¡Cuán- 
tos piensan  haber  galardón  por  la  misa  que  dicen  o  que  oyen, 
165  y  ella  va  de  tal  manera  que  después  les  darán  por  ella  pena! 
¡Cuántas  veces  va  la  limosna  llena  de  vanagloria,  cuántas  ve- 
ces haces  la  buena  obra  no  por  Dios,  sino  por  ti!  Algunas  ve- 
ces, y  munchas,  estarás  sucio  y  abominable  delante  de  Dios, 
y  parecerás  limpio  en  los  ojos  de  los  hombres.  Si  lotus  fuero 

1™  quasi  aquis  nivis,  et  fulserint  velut  mundissimae  manus  meat, 
tamen  sordibus  intinges  me  et  abominabunt  me  vestimenta 
mea.  Cuando  confesáredes,  decid:  "Señor,  no  sé  más  que 
esto.  Más  tengo.  Vos,  que  lo  veis,  me  lo  perdonad". 

Debía  aquél  diez  mil  talentos  de  peso.  No  sentís  vos  el 

175  peso,  no  sabéis  qué  cosa  es  pecado.  El  que  anda  adeudado, 
anda  sin  sosiego,  a  sombra  de  tejados,  etc.  Si  no  andáis 
encorvado  y  entristecido  por  el  pecado,  no  lo  habéis  cono- 
cido. Pesa  el  pecado:  sicut  onus  grave  gravatae  sunt  su- 
per  me.  Más  pesa  el  pecado  que  yo.  Puesto  yo  en  una  ba- 

180  lanza  y  él  en  otra,  pesa  más  que  yo.  — No  tengo  de  qué 
pagar.  -^Pues  véndante  a  ti  y  a  tu  mujer,  que  es  la  vo- 
luntad, y  a  tus  hijos,  que  son  tus  buenas  obras,  y  paga. 
Con  todo  eso  no  tienes  para  un  solo  pecado.  — ¿Qué  cosa 
es  pecado?  —Una  deuda  insoluble,  una  carga  incomporta- 

185  ble,  que  [ni]  quintales  pesan  tanto;  que,  aunque  esté  en 
el  infierno  por  sólo  un  pecado,  para  siempre  allí  castiga 
Dios  menos  que  merece,  ansí  como  en  el  cielo  da  más  ga- 
lardón que  cada  uno  merece.  Pues  que  un  pecado  castiga 
Dios  con  infierno,  mirá  cuán  grave  es.  ¿Habéis  visto  en 

190  tiempo  de  bandos  lo  que  pasa?  "Vos,  dicen,  érades  amigo 
de  fulano;  id  con  nosotros  y  llamaréis  a  su  puerta.  Estare- 
mos nosotros  tras  de  vos;  como  él  os  conoce,  abriros  ha, 
y  entonces  saltaremos  nosotros  y  matalle  hemos".  Así  pasa 
acá  cuando  llama  a  la  puerta  de  tu  ánima  un  deleite  de  la 

195  carne,  que  encubierto  viene,  cuando  te  convida  con  la  ha- 
cienda ajena  o  con  la  honra  vana,  o  te  dice:  "Anda,  vénga- 
te, pues  te  hizo  mal".  Amigo  parece,  pero  traidor  es.  En 

175  aikudado]  el  que  add. 


17 2  Of.  lob  q. 
179    Ps.  37,  5- 


25-     DOM.   21  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


363 


diciendo  sí  a  la  ofensa  de  Dios,  abres  la  puerta,  entran  los 
enemigos  y  'llevante  la  buena  conciencia  y  matante,  por  la 
200  máscara  que  traen,  que  si  de  dentro  lo  viésemos  no  le  abri- 
ríamos la  puerta.  ¡Cuántos  acordaron  de  llorar  después  de 
hecho  el  pecado!  No  hay  carga  tan  pesada,  ¿por  qué  no 
la  sentimos?  — Porque  no  habernos  sentido  la  bondad  de 
Dios. 

205  Quid  est  tibi,  mate,  quod  fugisti?  et  tu,  Iordanis,  quia 
conversus  es  retrorsum?  Huyen  los  hijos  de  Israel  de  Egip- 
to y  estaba  la  mar  al[l]í  delante;  apártanse  las  aguas  y 
pasan  a  pie  enjuto.  Entran  en  la  tierra  de  promisión  y,  en 
llegando  al  río  Jordán  que  llegó  el  arca  del  testamento,  de- 

210  tiénese  el  río  hasta  que  pasaron.  Dice,  pues,  David:  ¿Qué 
hubiste»  mar,  que  huistes,  ry  vos,  Jordán,  que  os  volvis- 
tes  hacia  tras?  — A  facie  Domini  mota  est  térra,  a  facie 
Dei  Iacob.  La  faz  de  Dios  lo  hizo.  Vieron  la  faz  de  Dios, 
y  luego  huyó  el  mar  y  el  Jordán  volvió  atrás  y  la  tierra  se 

215  movió.  Quien  no  ve  la  cara  de  Dios,  no  ve  qué  cosa  es 
pecado.  Quien  no  conoce  a  Dios,  no  conoce  al  pecado.  Ver 
a  Dios  es  conocerle.  Auditu  auris  audivi  te,  dice  Job;  nunc 
autem  oculus  meus  videt  te,  idcirco  me  reprehendo  et  ago 
paenitentiam  in  favüla  et  ciñere.  Oído  os  había  mi  oreja, 

220  y  ahora  mis  ojos  os  ven.  Y  porque  os  ven,  yo  me  reprehen- 
do y  hago  penitencia  en  pavesa  y  en  ceniza.  No  se  puede  en- 
tender, por  buenos  ingenios  que  tengáis,  ni  por  muchos 
libros  que  revolváis,  lo  que  obra  esta  faz  de  Dios  en  el 
ánima.  Hay  una  cierta  obra  y  operación  de  Dios  que  da  a 

225  entender  algo  de  la  majestad  de  Dios.  Dale  a  entender  que 
es  una  majestad  grande,  una  bondad  infinita,  etc.,  y  de 
aquí  queda  tan  avergonzada,  que  no  sabe  adonde  meterse. 
—¿Pecaste  y  no  temes?  — No  has  conocido  a  Dios.  — ¿Ofen- 
diste a  Dios  y  no  tienes  el  corazón  partido  de  dolor?  — No 

230  le  has  conocido.  Dicho  me  había  [n],  dice  Job,  qué  era  peca- 
do, dicho  me  habían  que  eras  bueno;  mas  después  que  te 
vide,  después  que  yo  te  conocí,  yo  me  reprehendo  en  ceniza  y 
en  polvo.  ¡Que  ofendiste  a  Dios!  ¿Qué  balanzas  tenías,  trai- 
dor, y  qué  heciste?  Reprehéndome  y  hago  penitencia,  po- 

235  niendo  ceniza  sobre  mi  cabeza  en  señal  de  humildad;  hago 
penitencia  en  pavesa,  porque  aquella  bondad  y  amor  de 
Dios  me  abrasa,  que  más  me  pesa  por  la  ofensa  de  Dios 
que  por  mi  propio  daño.  Esta  es  la  faz  de  Dios. 

¿Qué  eras  tú  antes?  Tu  corazón  era  un  mar  Bermejo, 

240  que  no  tiene  reposo;  eras  un  río  Jordán,  que  nace  de  dos 
fuentes  y  va  a  dar  en  el  mar  de  Sodoma ;  era  tu  vida  un  rio 
próspero  que  nace  de  dos  fuentes,  alma  y  cuerpo,  que  va 


206  Ps.  ii3,  5. 
213  Ps.  113,  7- 
217    Cf.  Iob  42,  5. 


364 


SI  k Mi  iNls.    I.  H  l  l  i    TIMI'l  )K  \I. 


a  dar  al  mar  del  infierno;  no  era  tu  vida  sino  un  renegar, 
un  blasfemar,  una  invidia,  una  ira,  un  río  que  te  llevaba 

245  al  infierno.  — 1¿ Quién  te  sacó  de  tus  pecados?  ¿Quién  te 
hizo  volver  del  mal  camino?  — Deprecatus  sum  faciem  tuam 
in  toto  corde  meo.  Miserere  mei  in  eloquium  tuum.  Cogita- 
vi  vias  meas,  et  convertí  pedes  meos  in  testimonia  tua. 
Andábaos  rogando  por  vuestra  faz:  "Señor,  enseñáme  vues- 

250  tra  faz,  porque  me  paro  a  pensar  mis  malos  caminos  y  vuel- 
vo mis  pies  a  vuestros  caminos.  Enseñáme  vuestra  faz,  y 
aunque  sea  como  piedra,  si  yo  os  conozco,  me  ablandaré; 
aunque  como  río  me  vaya  abajó,  me  volveré  a  ti".  ¡Oh!,  di: 
¿Quién  te  sacó  del  mal  camino?  ¿Quién  te  hizo  casto? 

255  A  facie  Doniini  mota  est  térra.  Dióte  a  conocer  quién  El 
era,  porque  por  la  faz  se  entiende  el  conocimiento,  y  eso  te 
hizo  bueno.  Quien  no  sabe  quién  es  Dios,  no  conoce  la  gra- 
vedad del  pecado.  Ya  he  predicado  esto  otra  vez.  Si  has 
conocido  cuanto  mal  has  hecho  cuando  pecaste,  ¿qué  ha- 

260  ees  entonces?  Dolores  tienes  de  muerte,  más  que  si  hubie- 
ras perdido  la  hacienda,  más  que  la  vida.  Mil  muertes  to- 
marías por  no  haber  ofendido  a  Dios.  Tanto  temor  tiene, 
que,  aunque  sea  un  Hé[c]tor,  tiembla  cuando  Dios  le  mues- 
tra un  poquito  de  su  majestad;  tanto  que,  cuando  le  conoce, 

265  ha  menester  remedio.  Antes  que  uno  se  conoce,  gran  con- 
fianza; pero,  en  conociéndose,  está  desconfiado,  que  ha 
menester  remedio  porque  no  desespere. 

¡Señor,  tened  mise-  —¿Qué  haré,  qué  he  hecho,  que  qui- 
ricordia  de  mí!        siera  más  estar  en  el  infierno  que 

270  habelle  ofendido?  ¿Qué  haré  que  no 

tengo  de  qué  pagar?  — No  desmayes,  no  busques  remedio  de 
fariseo,  como  hizo  Judas;  vete  a  Dios.  — ¿Quién  parecerá 
delante  de  El?  ¿Con  qué  cara  iré?  — Ve,  sufre  esa  afrenta, 
llega  con  cortesía.  Diez  mil  talentos  debía  aquel  siervo  y 

275  arrojóse  a  los  pies  del  rey.  Arrójate  a  los  pies  de  Dios,  y 
dile:  "Señor,  no  me  condenéis,  ¿qué  ganáis  vos  en  verme 
en  el  infierno?  A  vos  desacaté,  a  vuestros  pies  me  echo; 
habed  misericordia  de  mi,  según  vuestra  gran  misericor- 
dia". — ¿Cuál  es  la  gran  misericordia?  ¿Sanar  tu  hijo,  vol- 

280  verte  la  honra,  etc.  ? — Esta  es  la  pequeña  misericordia. 
Perdonarte  los  pecados,  librarte  del  infierno,  hacerte  here- 
dero del  cielo,  ésa  es  la  gran  misericordia.  Echate  a  sus 
pies;  quiero  decir:  no  estribes  en  tus  buenas  obras;  no 
confíes  en  tus  ayunos  y  lágrimas,  profesa  que  eres  nada 

285    delante  tan  gran  majestad.  Esto  es  echarte  a  sus  pies.  ¡Oh 


248   Of.  Ps.  n8,  58. 
255   Ps.  113,  7. 
279  Ps.  50,  3. 


2Í.     DOM.   21  DESPl'ÉS  DF.  PENTECOSTÉS 


365 


qué  pies!  Por  ellos  se  entiende  la  humanidad.  Echate  a  es- 
tos pies;  alega  la  gran  misericordia  según  la  cual  se  hizo 
hombre;  según  la  cual,  no  solamente  oye,  pero  también 
siente  las  miserias  de  los  hombres.  Ruégale  que  ponga  en 

290  tus  pies  lo  que  obró  en  su  santa  humanidad.  Dile:  "Señor, 
esperáme,  que  yo  os  pagaré;  no  me  llevéis  de  estas  calen- 
turas; esperáme  un  año  u  dos;  dadme  tiempo  para  hacer 
penitencia". — "Esperáme";  aun  no  dijo:  "perdonáme".  ¿Qué 
dirá  Dios?  Señor,  el  que  os  ofendió  y  holló,  veis  aquí  lo 

295  tenéis  a  vuestros  pies.  ¿Qué  le  haréis?  ¿Queréislo  matar? 
¡Oh  bendito  sea  tal  Dios!  — ¿Qué  quieres? — Dice:  Vida 
para  enmendarme.  — Vete  alegre,  dice.  Yo  te  perdono  to- 
dos tus  pecados;  no  quiero  esperar  de  aquí  a  un  año,  luego 
te  perdono. 

300  — Señor,  ¿qué  hacéis?  ¿No  le  dais  en  rostro  con  alguna 
cosa?  Antes  lo  consuela.  Vendieron  a  Josef  sus  hermanos, 
y  venidos  a  sus  manos  díceles:  Yo  soy  Josef.  ¡Qué  temblar 
que  temían!  Díceles:  ¿Qué  teméis?  Llegaos  acá.  • — ¿Como 
se  llegará  a  vos  quien  tantas  veces  os  ha  ofendido  y  dejado 

305  por  un  deleitillo  vano?  — Nolite  pavere.  No  más,  no  más. 
Vuestro  hermano  soy.  Alma,  hermano  tuyo  soy.  Tu  her- 
mano me  hice  por  ti,  carne  de  tu  carne  y  hueso  de  tus  huesos, 
no  temas.  —¿Cómo  no  temeré,  que  he  hecho  esto  y  esto? 
— Non  vobis  durum  videatur  quod  vendidistis  me:  No  os 

310  parezca  cosa  recia. — El  mismo  excusa  el  pecado.  No  os  des- 
mayéis. ¡Bendito  seas  tú!  No  sin  causa  te  hizo  el  Padre  mé- 
dico de  nuestras  almas;  no  sin  causa  está  en  ti  nuestra  con- 
fianza. Dice  San  Juan:  Hermanos,  no  pequemos,  y  si  alguno 
pecare,  advocatum  habemus  apud  Patrem,  Iesum  Christum 

315  iustum,  etc.  Abogado  tenemos,  y  éste  es  Jesucristo,  abogado 
justo;  El  te  excusará  y  defenderá  de  causa  injusta.  Tú  no  te 
excuses,  que  serás  perdido;  confiesa  que  mereces  el  infier- 
no, que  El  te  excusará.  — Si  es  justo,  ¿cómo  defiende  causa 
injusta?  — El  puso  de  su  casa  lo  que  tú  debías  y  pagó  más 

320  de  lo  que  merecías;  y  ansí  justamente  defiende  tu  causa,  no 
diciendo:  "No  merece  muerte",  sino:  "Yo  pagaré  por  él"; 
y  por  lo  que  él  merece,  quedas  tú  perdonado.  Echate  a  sus 
pies.  Y  diráte:  "Yo  te  perdono  tus  pecados,  porque  yo  los 
pagué  por  ti". 

325  Ten  también  tú    ¿Qué  es  razón  que  hagas  después?  ¿Con- 
misericordia del    fesaste?  ¿Lloraste  tus  pecados?  ¿Qué 
prójimo  harás  de  aquí  adelante?  ¿Ahogarás  a  tu 

prójimo  por  los  cien  maravedís  que  te 
debe?  ¿Con  qué  lengua  dices  tú  a  tu  prójimo:  "Ahogarte  he 
330    si  no  me  pagas"?  Si  te  perdonaron  tantos  pecados,  ¿no  per- 


310  Cf.  Gen.  45,  4-5. 
315   1  lo.  2,  1. 


366 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


donarás  cien  maravedís?  Sálese  el  siervo  delante  de  su  Se- 
ñor; sálese,  que  si  no  se  saliera,  si  no  se  olvidara,  si  se 
acordara  cómo  estaba  a  sus  pies,  diciendo:  "No  según  me- 
rezco, sino  según  tu  gran  misericordia"...  Olvidástete,  sa- 

385  liste  delante  de  tu  Señor,  encontraste  a  tu  prójimo,  dícesle 
así:  — ¿Eso  me  habíades  vos  de  hacer?  Pagámelo.  — Tené 
paciencia,  que  yo  os  pagaré.  — No  quieres,  échasle  en  la 
cárcel.  ¿ Atribúlaslo,  dasle  pena,  hácesle  mal?  Esto  es  echar- 
lo en  la  cárcel.  ¿Qué  hará  el  señor  si  te  ve  tener  rencor? 

340  "Traidor,  llamámelo  acá".  Notá:  ¿Habéis  visto  cosa  más 
blanda  que  de  antes,  cuando  le  debía  los  ducados?  ¿Díjole 
palabra  mala?  — No.  — -Ahora,  en  entrando,  le  dice:  Siervo 
malo,  etc.  Ya  le  reprehende.  Cuando  le  debía  los  ducados, 
¿castigóle,  airóse?  — No.  — -¿Tan  mansito  cuando  os  debía 

3*5  diez  mil  ducados,  y  ahora  por  esto  os  enojáis?  ¡Dios  os  guar- 
de de  ver  la  cara  de  Dios  enojada!  — '¿Qué  le  hizo  primero? 
— Soltólo. — Y  ahora  por  este  pecado  mandólo  atar  de  pies 
a  manos  y  entregallo  en  la  cárcel  a  los  atormentadores.  ¿Qué 
sienten  vuestras  orejas,  cuando  sienten  atormentadores?  los 

350  a  la  cárcel,  y  mirá  cuando  a  uno  dan  turmento.  ¿  Si  aquel  tur- 
mento  durase  cuatro  o  cinco  horas,  y  si  durase  cuatro  o  cin- 
co meses,  y  si  fuesen  años?  — Pues  no  saldrá,  dice  Dios,  de 
allí,  hasta  que  pague  el  postrer  cornado.  — ¿Cómo  lo  que  una 
vez  perdonáis,  castigáis? — Cuando  después  que  te  ha  casti- 

355  gado  Dios,  digo  perdonado,  haces  un  pecado,  por  la  circuns- 
tancia del  desagradecimiento  del  perdón,  parece  que  se  vuel- 
ven todos  los  pecados  perdonados.  Ansí  hará  mi  Padre  celes- 
tial, dice  Jesucristo,  si  no  perdonáredes  uno  a  otro  de  cora- 
zón. Plega  a  Dios  que  nadie  esté  en  tan  gran  pecado  como 

360    éste,  y  si  pecado  hubiéremos  de  hacer,  no  sea  éste. 

■ — ¿  Allí  tan  manso  y  aquí  tan  bravo  ?  ■ — No  hay  quien  tan 
barato  venda  y  tan  caro  compre  como  Dios.  Si  miras  lo  que 
te  da  y  lo  que  te  pide,  no  te  pide  sino:  "Como  yo  te  trato  a 
ti,  trata  a  tu  prójimo",  y  en  esto  es  muy  escrupuloso.  Quiere 

365  que  le  imites;  no  en  todo.  Dice  Eva:  Erimus  sicut  dii.  Quiso 
imitar  a  Dios  en  la  sabiduría,  y  quedó  necia.  Lucifer  dijo 
exaltado:  Solium  meum,  etc.,  quiriéndole  imitar  en  la  alteza, 
y  fué  abatido.  No  has  [de]  imitalle  en  eso,  sino  en  la  mise- 
ricordia. "Como  yo  hice  misericordia  contigo,  hazla  tú  con  tu 

370  prójimo".  Quiere  que  te  rijas  por  su  regla.  Veis  aquí  la  sen- 
tencia que  vino  del  derecho  de  Dios;  veis  aquí  lo  que  vino 
Jesucristo  a  enseñar.  Lo  que  Dios  hace  es  con  esta  condi- 
ción, que  hagas  otro  tanto  con  tu  prójimo.  ¿Habíadeslo  sabi- 
do? Pues  sabeldo.  ¿Quién  hay  que  no  haya  hecho  pecado? 

375   ¿Quién  no  te  debe  nada?  ¿Quién  le  dirá:  "Entremos  en  jui- 

358   Cf.  Mt.  18,  32.  35- 
365    Gf.  Gen.  3,  5. 
367    Is.  14,  13. 


25-     DOM.  21  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


367 


ció"?  ¿Quién  no  ha  menester  que  le  perdone  Dios?  Pues,  si 
no  perdonas  a  tu  prójimo,  ¿cómo  quieres  que  te  perdone 
Dios?  — ¡Oh,  es  cosa  recia  perdonalle  siete  mil  veces!  — ¿No 
quieres  que  se  guarde  esa  ley?  No  se  guarde  contigo.  Una 

380  puente  hizo  Dios  por  donde  pases,  que  es  hacer  misericordia; 
si  no  quieres  perdonar,  deshaces  la  puente.  No  pasarás  de  esa 
manera  tú;  y  el  otro,  haciendo  lo  que  debe,  pasará.  — Cosa 
recia  es  que  me  haga  aquél  esto  y  esto,  y  no  me  enoje  yo. 
¿Haces  un  pecado  y  otro,  y  vas  a  Dios:  "Señor,  perdonad- 

385  me",  y  parécete  que  es  buena  ley  que  te  perdone?  El  pare- 
cer de  Dios  es  que  tengas  cuenta  con  lo  que  El  te  hizo,  y 
eso  hagas  tú  con  tu  prójimo.  Hízote  de  nada;  con  lo  que 
El  te  hizo,  levanta  tú  al  prójimo  del  nada,  que  está  pobre 
y  abatido,  no  tiene  con  qué  arar,  etc.  Hízote  cristiano;  da 

390  tu  buen  consejo  a  tu  prójimo.  Cuando  pecaste  no  se  abrió 
la  tierra;  también  te  dió  aquel  día  de  comer  y  te  alumbró 
el  sol  como  los  otros  días;  cuando  pecare  tu  prójimo  con- 
tra ti,  perdónale,  no  le  hagas  mal,  mira  los  bienes  que  te 
hizo  Dios,  y  ansí  lo  haz  con  tus  prójimos,  pues  El  no  lo  ha 

395  menester.  Esta  es  la  ley  de  Dios,  la  primera  regla:  "Con 
la  medida  que  Dios  te  midiere  a  ti,  has  de  medir  a  tu  pró- 
jimo"; y  si  no,  sea  la  segunda  regla:  Con  la  misma  regla 
que  reglares  a  tu  prójimo,  te  reglará  a  ti  Dios. 

Con  la  medida  con     ¡Y  después  llorar  y  andar  desconso- 

400   qUe  midieres  serás    lados.  "Tanto  tiempo  ha  que  pido  a 
medido  Dios  una  cosa  justa,  y  no  me  la  da" ! 

Mirá  qué  milagro.  ¿Ha  llegado  a  pe- 
dirte algún  probecito  consuelo,  y  tú:  "Allá  te  lo  hayas"? 
¿Está  alguno  por  esos  arrabales,  sin  cama  y  sin  pan,  con  un 

405  racimo  de  uvas?  ¿No  sabéis  qué  dice  Dios:  Quien  a  aquél 
da,  a  mí  da?  ¿ A  quién  le  escarba  esto  allá  dentro?  ¿Qué  de 
manos  hay  sobre  aquella  empresa  para  merecer  en  ella?  Lle- 
gan a  vos:  — Dad  acá  limosna.  — No  tengo  para  lo  que  he 
menester  en  casa.  — Para  el  mundo  tenéis,  y  no  para  Jesu- 

410  cristo:  las  ropas,  como  en  buenos  años;  los  mozos,  tan  loca- 
mente vestidos,  y  no  falta  sino  para  Jesucristo.  Comenzastes 
a  pedir  para  los  pobres  y  ya  os  cansastes,  los  unos  de  pedir  y 
los  otros  de  dar.  El  que  perseverare  hasta  la  fin,  será  salvo. 
Cuando  os  pidieren  limosna,  ábranseos  las  entrañas  y  el  co- 

415  razón  diciendo:  "Bendito  seáis  vos,  Señor,  que  me  habéis  vos 
menester  a  mí.  ¡Que  me  pidáis  vos  ahora!  ¡Qué  tan  buen  día 
amaneció  por  mi  casa!"  Dad  lo  que  diéredes  de  gran  volun- 
tad. No  lo  entendéis. 

Estaban  cativos  los  hijos  de  Israel  y  envían  a  preguntar 


398  Of.  Mt.  7,  1. 
406  Cf.  Mt.  25,  40. 


413   Mt.  io,  22  ;  24,  13. 


36S 


SERMONES.    C  ICLO  TEMPORAL 


420  a  Dios,  si  como  antes  habían  de  ayunar  cuando  estaban 
cautivos.  Respóndeles  Dios:  "Ya  se  os  ha  olvidado  cuanto  os 
tengo  dicho.  Iudicium  verum  iudicate,  et  misericordiam  et 
miserationes  facite,  unusquisque  cum  fratre  suo.  Et  viduam, 
et  pupillum,  et  advenam,  et  pauperem  nolite  calumniari;  et 

425  malum  vir  fratri  suo  non  cogitet  in  corde  suo.  Et  noluerunt 
attendere,  et  averterunt  scapula[m]  reaedentem  et  aures 
suas  aggravaverunt  ne  audirent.  Et  cor  suum  posuerunt  ut 
adamante[m]  ne  audirent  legem.  Cada  uno  haga  juicio  con 
su  prójimo;  y  no  os  contentéis  con  dar  lo  que  debéis,  sino 

430  dad  lo  que  no  debéis.  No  sólo  hagáis  justicia,  sino  miseri- 
cordia. Este  hombre  de  hoy,  porque  no  hizo  misericordia, 
fué  castigado.  Justicia  hizo,  pero  omnia  mihi  licent,  sed 
non  omnia  expediunt.  Tenga  cada  uno  compasión  con  su  pró- 
jimo; enferme  con  quien  enferma,  llore  con  quien  llora.  Ten 

435  compasión,  y  con  esto  haz  las  obras  de  misericordia.  ¿Qué  te 
aprovecha  llorar  con  tu  prójimo?  No  hagas  mal  a  la  viuda, 
ni  al  huérfano,  ni  al  pobre.  ¿No  os  respondí  esto  por  los  pro- 
fetas pasados?  No  lo  quisieron  oír,  sino  volvieron  las  espal- 
das y  pusieron  su  corazón  más  duro  que  diamante.  ¡Que 

440  veas  a  tu  prójimo  deshonrado,  lo  veas  pobre  y  enfermo,  y 
te  vayas  tú  riendo  a  tu  casa,  como  si  no  te  tocase  nada! 
Más  adelante:  ¡Que  tenga  tu  perro  y  tu  muía  de  comer,  que 
les  sobre,  y  no  Jesucristo!  ¡Corazón  de  diamante!  Por  no  oír 
mi  ley,  que  dice:  Este  es  mi  mandamiento,  que  os  améis  unos 

445  a  otros;  por  no  oír  cosa  de  amor,  apretaron  el  corazón,  por- 
que no  entre  allá  esta  ley. 

Propterea  effudi  indignationem  meam  super  eos.  Las 
aguas  y  los  trabajos  que  os  ha  Dios  enviado ;  el  azote  de  esta 
ciudad  mentado  ha  sido  en  todo  el  reino.  Parez  que  pensáis 

450  que  es  esta  vida  de  cristiano:  que  coma  quien  tiene,  y  se 
ponga  del  lodo  quien  no  tiene;  no  tomar  pena  de  la  pena  del 
prójimo,  tener  vos  en  tan  poco  lo  que  Dios  estima  como  a 
la  niña  de  sus  ojos ;  et  sicut  non  audierunt,  sic  clamabunt  et 
non  exaudiam.  Dices:  "Pido  a  Dios  y  no  me  da,  no  me  per- 
455  dona,  esme  desabrido".  A  alguno  eres  tú  desabrido.  Lo  que 
pudiéredes,  remedialdo,  y  lo  que  no,  doleos  de  ello  y  enco- 
mendaldo  a  Dios.  ¿Queréis  ser  vos  para  el  prójimo  estrecho 
y  que  sea  él  para  vos  largo?  Vos  duro  al  prójimo  y  él  para 
vos  manso,  no  se  usa.  — ¿Quién  lo  dice?  — Jesucristo:  No- 


420  Dios]    y  fli¡<t.  4.26  recalentes  ||  428   ne]  non 


428  Zaoh.  7,  9-1 1. 

433  I  Cor.  6,  12. 

434  Cf.  1  Cor.  9,  22;  2  Cor.  ri,  29;  Rom.  12,  15. 

435  Cf-  lo.  13,  34  ;  15,  12. 
446  Cf.  Ez.  22,  31. 

453  Cf.  Zach.  7,  13. 


20.     DOM.   22  HESITES  DE  PENTECOSTÉS 


369 


160  lite  iudicare  et  non  iudicabimini,  etc.  Qua  enim  mensura 
mcnsi  fueritis,  remetietur  vobis.  Si  fueres  bueno  para  el  pró- 
jimo, Dios  será  bueno  contigo;  si  fueres  riguroso  con  el  pró- 
jimo, Dios  riguroso  contigo;  si  quieres  a  Dios  a  tu  conten- 
tamiento, ten  contento  a  tu  prójimo,  consuélale,  duélete  de 

Í65  sus  trabajos,  alégrate  con  sus  bienes.  Ternás  en  este  mundo 
gracia  y  después  gloria,  ad  quam  nos  perducat,  etc.  Amen. 


26  Nos  HIZ0  A  su  IMAGEN  Y  SEMEJANZA  * 

Domingo  XXII  después  de  Pentecostés 
(Oña,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  ff.  40  r  -  45  v.) 

Cuius  est  imaeo  haec?  (Mt.  22,  Uo]). 

Exordio    Porque  lo  que  dijéremos  sea  para  gloria  de  Dios 
y  provecho  de  nuestras  ánimas,  supliquémosle 
nos  dé  su  gracia,  poniendo  por  medianera  a  la  Tesorera 
5  de  ella. 

Evangelio:  ¿Es  li-    El  santo  evangelio  que  se  ha  canta- 
cito  pagar  tributo    do  en  la  misa  de  hoy  depende  del  que 
al  César?  se  canto  cuando  las  bodas.  Reprehen- 

dió allí  el  Señor  a  los  fariseos  porque 
10  no  habían  querido  venir  a  las  bodas,  y  díjoles  lo  que  ya  en- 
tonces oístes.  Luego,  aquella  gente  fingida,  de  fuera  santa 
y  de  dentro  mala,  inierunt  consilium  ut  caperent  Iesum  in 
sermone.  ¡Con  quién  lo  habían  para  que  lo  pudiesen  tomar 
en  palabras! 

15  Tienen  esto  los  malos,  que  hay  algunos  que  tienen  alguna 
señal  de  remedio,  y  otros  que  sin  duda  podemos  perder  la 
confianza.  El  reprehendido  que  se  humilla,  señal  nos  da  que 
está  arrepentido  y  que  se  enmendará.  El  enfermo  que  se 
cura,  señal  es  de  querer  sanar.  Mas  guárdeos  Dios  del  que 

20  enferma  con  la  medicina  y  del  que  se  empeora  con  la  correp- 
ción.  De  los  tales  está  escripto:  Viro  qui  corripientem  dura 
cervice  contemnit,  repe[n]tinus  ei  superveniet  interitus,  et 
eum  sanitas  non  sequetur.  Y  ansí,  cuando  viéredes  venir  una 
muerte  subitánea  o  un  caso  desastrado,  muchas  veces  veréis 

25   que  acontece  a  los  incorregibles. 

Reprehendía  el  Señor  a  éstos,  descubríales  los  secretos  de 
sus  corazones,  queríalos  sanar  de  la  enfermedad  que  tenían 


461  Cf.  Mt.  7,  1-2. 

*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas», 
7  (1947),  118-132.  «Dominica  vigésima  secunda  post  Pentecoslen.  Do- 
minica. Sermo»  (f.  40  r). 
n   Cf.  Mt.  22,  15. 
23    Prov.  29,  1. 


370 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ascondida.  Y  cuando  habían  de  sanar,  cuando  habían  de  ser 
compungidos  conociendo  sus  males  y  se  habían  de  admirar 

30  viendo  cuán  claramente  se  los  conocía  y  manifestaba  Dios, 
entonces  se  empeoran,  y  en  lugar  de  agradecimiento,  acuer- 
dan de  morder  al  médico  que  les  quería  sanar.  Y  empiezan  a 
decir:  que  no  podemos  sufrir  a  aqueste  que  conoce  quién  so- 
mos y  nos  dice  las  verdades;  busquemos  algún  remedio  como 

35  le  calumniemos  y  le  echemos  del  mundo  y  nos  libremos  de 
este  que  tan  mal  nos  trata. 

Y  para  esto  dice  el  Evangelio  que  inierunt  consilium,  etc. 
Y  acuerdan  de  enviar  a  sus  discípulos  cum  herodianis.  Estos 
herodianos,  dicen  algunos  que  eran  gente  de  la  justicia,  pero 

40  no  parece  que  llevan  camino  para  gente  tan  astuta;  porque 
si  ellos  querían  tomar  a  Cristo  a  traición,  claro  está  que 
no  le  habían  de  enviar  la  justicia.  Lo  que  me  parece  que  lleva 
más  camino  es  que  esta  gente  debía  de  ser  una  secta  que 
entonces  había,  de  quien  dice  el  Evangelio  en  otro  lugar: 

45  Cávete  a  fermento  pharisaeorum.  Dice  el  griego:  y  de  los 
herodianos.  ¡Mira  cómo  debía  de  ser! 

Cuando  el  Señor  nació,  había  mandado  César  que  todos 
los  de  su  reino  se  fuesen  a  escrebir,  para  que  pagasen  el 
tributo,  ut  habetur  Le.  2.  Y  levantóse  alguna  gente,  de  los 

50  cuales  era  el  principal  Judas  Galileo.  Y  esta  gente  de  esta 
secta  sustentaba  que  no  era  lícito  que  ellos  pagasen  tributo 
a  César,  y  decían:  "¡Cómo!  ¿Nosotros,  que  somos  judíos 
y  conocemos  a  Dios,  es  razón  que  paguemos  tributo  a  un 
infiel  que  adora  ídolos?"  No  faltó  gente  que  lo  siguiese  en 

55  el  pueblo,  porque  en  cosa  de  no  pagar  no  faltan  compañeros. 
A  éstos  mandó  matar  Pilatos,  porque  defendían  esto,  ut 
habet  Lucas  13.  Y  entonces  murieron  Judas  Galileo  y  Teodás, 
ut  habebat  Actuum  5.  Y  como  éstos  fuesen  principales  de 
aquella  secta,  no  faltarían  algunos  religiosos  que  los  contra- 
jo dijiesen,  diciendo  que  no  era  contrario  a  Dios  pagar  al  rey 
lo  que  se  le  debía;  y  como  a  éstos  favoreciese  Herodes,  éstos 
se  dirían  los  herodianos. 

Sed  uteumque  sit,  van  a  Nuestro  Señor  con  pelo  de  ovejas 
y  de  dentro  peores  que  lobos  rabiosos,  y,  hecha  su  reveren- 

05  cia,  dícenle:  ¡Maestro!  Negocio  traemos,  que  toca  al  empe- 
rador, que  pocos  osarán  hablar  en  él.  Sabemos  que  vos  decís 


63  Sed]  Sez 

45  Mt.  16,  6 ;  Me.  8,  15. 

46  La  existencia  de  la  lectura  «a  fermento  herodianorum»  en 
algunos  codd.  griegos  la  afirma  Erasmo,  Novum  Testamentum, 
Me.  8,  15,  nota:  Opera  omnia  (Leyden  1705),  t.  6,  p.  183.  Cf.  R.  Gar- 
cía Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7  (1947),  no- 

49   Cf.  Le.  2,  1. 

57  Cf.  Le.  T3,  x 

58  Cf.  Act.  5,  36-37. 


20.     DOM.  2  2  DESPUÉS  IlF.  PENTECOSTES 


371 


la  verdad,  aunque  toque  a  quien  tocare  y  os  haya  de  costar 
la  vida.  Decidnos:  Licet  tributum  dari  Caesari  an  non?  Nos- 
otros somos  vasallos  del  Rey  del  cielo,  conocemos  a  Dios  y 

70  vivimos  en  su  ley,  y  parécenos  cosa  contra  su  voluntad  pagar 
tributo  a  un  hombre  que  adora  los  ídolos  y  los  palos,  y  no 
conoce  a  Dios.  ¿Qué  te  parece  que  debemos  hacer? 

Sus  mañas.  So  color  de  pedirle  consejo,  iban  armados 
para  tomarle  a  palabras,  pareciéndoles  que  por  esta  vía  no  se 

75  les  podía  escapar,  porque  de  cualquier  manera  que  respon- 
diese, según  la  cuenta  que  ellos  llevaban  hecha,  habría  de 
qué  lo  caluniar;  porque  si  dice  que  paguemos  el  tributo, 
achacalle  hemos  que  es  contra  Dios  en  decir  que  paguemos 
tributo  a  un  infiel;  y  si  dice  que  no  lo  paguemos,  tomallo 

80  ha  la  gente  del  emperador  y  matallo  ha,  y  de  esta  manera 
no  se  podrá  por  ninguna  parte  escapar. 

Propuesta,  pues,  al  Señor  la  cuestión,  responde:  Hipró- 
quitas,  hombres  fingidos,  ¿por  qué  me  tentáis?  ¿Por  qué  no 
venís  a  mis  sermones  con  corazones  sencillos?  ¿Para  qué 

*5  os  aprovecha  la  doctrina?  ¿Por  qué  os  llamáis  discípulos 
de  quien  no  queréis  tener  por  maestro  ni  seguís  su  parecer 
ni  consejo?  Andá,  traéme  acá  una  moneda.  Y  traída,  álce- 
les: ¿Cúya  es  esta  imagen? 

Responden:  De  César,  que  ésta  es  la  moneda  que  corre 

90  y  con  la  que  compramos  que  comer. 

— Pues,  si  la  moneda  es  de  César  y  con  ella  compráis  lo 
que  habéis  menester,  ya  os  profesáis  por  vasallo  de  César, 
y  no  es  contra  razón  que  le  reconozcáis  vasallaje  y  le  paguéis 
tributo  en  reconocimiento  de  él.  Id,  pues,  y  pagad  a  César  lo 

95  que  es  de  César  y  a  Dios  lo  que  es  de  Dios,  que  no  contra- 
dice servir  con  el  cuerpo  al  rey  y  con  el  ánima  a  Dios.  Ansí 
que  el  conocimiento,  el  amor,  la  esperanza,  etc.,  daldo  a 
Dios,  y  lo  demás  daldo  a  César.  Y  de  esta  manera  fueron 
los  malaventurados  confundidos,  sin  saber  qué  responder. 

LOO  Haec  est  littera  sancti  evangelii. 

Por  el  pecado  se  Heos  de  hablar  sobre  esta  palabra: 
pierde  la  imagen  Cuius  est  imago  haec?  Y  plega  a 
de  IHos  Dios  que  no  sea  sólo  habla,  para  que, 

si  pluguiese  al  Señor  que  nos  miremos 

•05  en  un  espejo,  de  qué  dechado  somos  sacados;  y  si  viéremos 
que  estamos  conforme  al  dechado,  vamos  alegres;  y  si  no 
conforma  nuestra  imagen  con  el  dechado,  vamos  compun- 
gidos y  llorando,  y  procuremos  de  reformalla,  pidiendo  ayuda 
al  mismo  hacedor  de  la  imagen. 

no  — Di,  hombre,  esa  ánima  que  tienes  en  ese  cuerpo,  ¿cúya 
imagen  es?  Faciamus  hominem  ad  imaginem  et  similitudinem 


102  plegua 

99    Cl   Mt.  22,  IÓ-22. 


102     Mt.   22,  20. 


372 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nostram,  ait  Dominus. — Dice  la  santísima  Trinidad:  Haga- 
mos hombre  a  imagen  y  semejanza  nuestra.  — ¿Kn  qué? 
— En  la  mente,  en  la  inteligencia  y  en  la  voluntad.  Deje- 
H5  mos  esto. 

Hizo  Dios  al  hombre  semejante  al  mismo  Dios.  ¡Como 
quien  no  dice  nada!  ¿Queréis  saber  este  traslado  de  dónde 
se  sacó  y  cúya  imagen  es  nuestra  ánima?  Del  mismo  Dios, 
que  es  para  siempre  bendito;  no  su  misma  sustancia,  sino 

120  mirando  Dios  a  sí  mesmo,  crió  nuestra  ánima  semejante  a 
sí.  — ¿En  qué?  - — En  bondad  y  en  descanso. 

Dios  es  bueno.  En  Dios  no  hay  maldad.  Dios  aborrece 
pecados.  ¡Lo  otro,  Dios  fué,  es  y  será  bienaventurado  para 
siempre  jamás.  No  entró  ni  entrará  para  siempre  en  El 

125  trabajo.  Ni  puede  recebir  en  su  santa  Divinidad  hambre  ni 
sed  ni  cansancio,  ni  otra  cosa  que  le  pueda  dar  pena.  Pues 
dice  Dios:  Faciamus  hominem,  etc.,  hagamos  una  ánima 
que  sea  buena  y  tenga  descanso.  Tal  era  el  ánima  de  nues- 
tro primero  padre,  porque  la  crió  Dios  en  la  justicia  origi- 

130  nal,  en  estado  de  gracia;  y  si  esta  imagen  estuviera  siem- 
pre y  no  perdiera  esta  gracia,  ni  sintiera  frío  ni  calor,  ni 
otro  ningún  trabajo;  pero  como  perdió  lo  primero,  que  fué 
la  bondad,  perdió  también  lo  segundo,  que  es  el  descanso. 
Y  ansí  dice  David:  Homo,  cum  in  honore  esset,  non  intel- 

135  lexit,  comparatus  est  iumentis  insvpientibus  et  similis  factus 
est  Mis. 

Rogad  a  Dios  los  que  deseáis  salvaros:  "Señor,  no  de- 
jes este  negocio  en  la  flaqueza  de  mis  manos" ;  que  si  los 
hombres  entendiésemos  quién  habernos  de  ser,  temblando 

140  andaríamos  si  tengo  de  caer.  ¿Y  qué  diré  de  un  hombre  y 
de  una  mujer,  criados  en  estado  de  gracia,  sin  ningún  pe- 
cado, puestos  en  lugar  de  tanto  descanso,  tan  favorecidos 
de  Dios?  Y  a  la  primera  tentación  veislos  caídos,  veislos 
perdida  la  semejanza  de  Dios  y  hechos  semejantes  a  las 

145  bestias,  sin  sentido  ni  razón,  porque,  perdida  la  bondad 
con  el  quebrantamiento  del  mandamiento  de  Dios,  perdieron 
también  el  descanso.  Pues  si  éstos,  que  con  tanta  gracia 
y  favor,  fueron  criados,  la  perdieron  y  cayeron  en  pecado, 
¿qué  crédito  debes  tener  de  ti,  hombre,  que  eres  tan  flaco 

150    y  tan  resbaladizo?  Homo,  cum  in  honore  esset,  etc. 

Querría  tener  una  voz  de  trompeta  que  sonase  en  todo 
el  mundo  y  ,se  oyese  en  los  oídos  de  los  malos  y  buenos, 
para  avisar  a  los  malos  en  cuán  gran  mal  están  estando 
en  desgracia  de  Dios  y  para  decir  a  los  buenos:  "Herma- 

155  nos,  guardad  el  gran  bien  que  tenéis;  catad  que  lo  podéis 
perder;  mirad  que  tenéis  una  joya  que  vale  más  que  cielos 


113   Gen.  1,  26. 
136  Ps.  48,  13.  ai. 


26.     DOM.  22  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


373 


y  tierra;  estimalda  en  mucho  y  mirad  que  la  guardéis 
bien".  Que  si  estas  voces  dieran  a  Adán,  por  ventura  pu- 
siera otro  cobro  en  el  bien  que  tenía.  Pero  no  miró  el  bien 

160  tan  grande  que  tenía,  ni  lo  estimó  ni  guardó  como  debía, 
y  ansí  perdió  la  gracia  y  entraron  los  trabajos. 

Cosa,  cierto,  es  para  pensar  qué  tal  queda  un  ánima 
cuando  pierde  la  gracia  y  se  ve  que  ha  caído  en  pecado  y 
perdido  a  Dios.  ¿Qué  os  parece  que  sentiría  una  madre  que 

165  tuviese  un  hijo  mancebo  y  gentil  hombre,  viéndose  después 
sin  él?  Pues  ansí,  mucho  más,  un  hombre  que  ha  conocido 
a  Dios,  si  después  lo  pierde,  ¡qué  de  dolores,  qué  de  an- 
sias, qué  de  gemidos,  qué  de  angustias  siente  en  su  cora- 
zón !  De  este  gran  sentimiento  vienen  muchas  veces  los  hom- 

170  bres  a  desesperar,  porque  más  desmaya  un  ánima  que  ha 
conocido  a  Dios  y  le  ha  empezado  a  servir,  cuando  se  ve 
sin  El,  que  si  tuviera  tre[s] cientos  pecados  mayores  antes 
que  le  conociera. 

Un.  hombre  loco  no  es  de  espantar  que  haga  desatinos; 

175  un  ciego  no  es  mucho  que  estropiece.  Antes  que  de  verdad 
conocieses  a  Dios,  no  tenías  cuenta  con  El,  no  le  echabas 
menos,  aunque  te  faltaba,  porque  no  vivías  ni  te  regías  sino 
según  el  deseo  de  tu  voluntad;  mas  después  que  Dios  te 
abrió  los  ojos  para  que  lo  conocieses  y  dijeses:  "¡Señor! 

L80  ¿Que  ame  yo  más  los  feos  placeres  que  a  vos?  ¿Que  me 
deleiten  más  los  bestiales  deleites  que  no  vos?  ¡Verdadera- 
mente yo  confieso  que  soy  digno  de  infierno,  y  que  me  pisen 
todos  los  hombres,  y  que  me  lleven  los  demonios,  etc.,  y 
que  todas  las  criaturas  se  levanten  contra  mí,  pues  yo 

185  tantas  veces  mié  he  levantado  contra  vos!"  Si  eso  has  co- 
nocido, ¿cómo  lo  pierdes,  hermano?  Si  te  supo  bien  ese 
manjar,  ¿por  qué  lo  dejaste  de  comer?  ¿Qué  es  la  causa 
que  tornas  a  comer  lo  que  ya  habías  bosado,  y  te  sabe  bien 
lo  que  te  sabía  mal,  y  tornas  a  aprobar  lo  que  ya  habías 

190  reprobado?  ¿Por  qué  tornaste  a  ser  esclavo  de  un  tan  su- 
cio esclavo? 

Los  que  desesperan,  éstos  son.  Al  propósito,  ¡cuán  po- 
quito duró  Adam  en  la  gracia  de  la  justicia  original!  ¿Qué 
os  parece  que  sintió  Adam — ¡pobrecito  de  él! — cuando  per- 

L95  dió  la  gracia  y  sintió  males  en  su  corazón,  y  cuando  vido 
que  lo  llamaba  Dios  y  se  vido  desnudo  y  empezó  a  tener  ver- 
güenza? No  tuvo  otro  remedio  sino  huir  de  Dios  y  escon- 
derse. No  osó  parecer  delante  de  Dios.  Esta  es  la  causa 
por  que  un  hombre  que  a  Dios  ha  conocido,  después  que  le 

!00  pierde,  se  hace  peor,  porque  no  osa  parecer  delante  de 
Dios;  que  le  parece  que  hombre  que  tan  gran  mal  ha  co- 
metido no  debe  parecer  delante  de  Dios,  y  por  eso  el  des- 
venturado huye  de  Dios,  porque  es  tal  el  pecado  y  pone  tanto 


374 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


miedo  y  tanta  vergüenza,  que  si  hubiese  un  rincón  adonde 

205  se  metiese,  que  no  lo  viese  Dios,  allí  se  metería,  pero  no  [lo] 
hallará  el  malaventurado.  Llama  Dios  a  Adam:  "Ven  acá, 
Adam".  Y  comiénzalo  a  reprehender.  ¡Qué  de  dolores,  qué 
de  fatigas  andarían  en  el  corazón  de  Adam  cuando  lo  lla- 
mase Dios  y  se  viese  perdida  la  gracia  y  caído  en  pecado! 

210  Más  honrado  estás,  hermano,  si  guardas  los  mandamien- 
tos de  Dios,  que  los  duques  y  los  reyes.  Más  rico  estás,  si 
tienes  a  Dios,  que  con  todo  lo  criado.  Más  rico  y  más  hon- 
rado está  uno  con  gracia,  aunque  sea  desechado  de  los  hom- 
bres, que  si  sin  ella  estuviese  entre  los  más  altos  serafines. 

215  El  hombre  que  está  en  gracia  no  se  puede  pensar  cuán  rico 
y  cuán  descansado  está,  que  ni  le  pena  pobreza,  ni  enfer- 
medad, ni  afrenta,  ni  falta  de  todas  las  cosas,  porque  tiene 
en  más  tener  a  Dios  que  ser  señor  de  todas  las  cosas,  por- 
que tiene  en  más  tener  a  Dios  que  ser  señor  de  todas  ellas. 

220  Homo,  cum  in  honor e  esset,  etc.  — ¿Qué  es  honra?  — Estar 
en  gracia  de  Dios  y  guardar  sus  mandamientos.  ¡Oh,  quién 
os  dijese  esto  tantas  veces,  hasta  que  os  importunase! 

El  pecador  se  ¿No  habéis  oído  decir  o  leído  de  Nabu- 
hace  semejan-    codonosor,  de  cuando  se  ensoberbeció  y 

225   za  del  demonio    dij°:  &No  es  esta  Babilonia  la  que  yo 
fundé  en  la  fortaleza  de  mi  brazo?  Mas 
¡ay  de  un  Nabucodonosor !  El  hombre,  como  estuviese  en 
honra,  no  lo  entendió,  y  por  eso  fué  hecho  semejante  a  las 
bestias,  que  carecen  de  razón.  — ¿Cuál  es  la  vida  de  las  bes- 

230  tias?  — Vivir  sin  razón,  vivir  por  su  partido.  — Pues  si  vivís 
vos  según  la  carne,  si  vivís  según  los  deseos  de  vuestra  sen- 
sualidad, dondequiera  que  quiere  vuestro  cuerpo,  allí  os  vais, 
no  ponéis  rienda  en  vuestros  pensamientos  ni  en  vuestras 
obras,  no  os  regís  según  razón,  llamaos  bestia  a  boca  llena, 

235  pues  por  donde  vuestro  cuerpo  quiere,  por  ahí  vais  vos.  Aun- 
que tenéis  la  figura  de  hombre,  el  corazón  tenéis  de  bestia. 
Mirá  qué  va  de  imagen  a  imagen,  qué  va  de  tener  imagen  de 
Dios  a  tener  imagen  de  bestia. 

— Señor,  ¿llegan  algunos  más  a  lo  hondo?  ¿Hay  quien 

240  Sea  más  desconforme  a  vos  que  las  bestias?  ■ — Esta  mañana 
pensaba  que  hay  algunos  que  son  peores  y  más  desconfor- 
mes a  Dios  que  las  bestias.  ¿Habéis  visto  alguno  de  corazón 
duro  y  obstinado,  que  dice  que  no  puede  pensar  en  Dios  ni 
puede  ir  a  misa  ni  al  sermón,  etc.,  y  ya  que  van  a  misa,  no 

2*5  tienen  allí  más  que  el  cuerpo,  no  tienen  atención  ni  devo- 
ción, y  aunque  rezan,  están  con  gana  de  pecar,  tienen  grande 
sequedad,  no  tienen  pensamiento  bueno?  Digo  de  los  que 
están  en  pecado,  porque  los  que  están  en  gracia  no  es  mara- 

206  Qf.  Gen.  3,  9. 
226   Of.  Dan.  4,  27. 


26.     IX  )M.   22  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


375 


villa  que  tengan  sequedad,  etc.  Hay  algunos  que  ansí  viven 
»0  en  pecado  como  si  no  tuviesen  libre  albedrío  para  apartarse 
de  él  y  dejallo  de  obrar.  Son  como  si  ponéis  una  candela 
debajo  de  un  celemín,  que  parece  una  poquita  de  lumbre; 
pero  si  echáis  una  capa  encima,  ya  no  parece  tanta,  y  si 
echáis  otra  y  otra,  ya  no  parece  que  hay  allí  lumbre.  La  esen- 
255  cia  de  la  lumbre  no  se  ha  perdido,  que  allí  está;  sino,  como 
está  impidida  y  cubierta  con  tantas  capas,  no  se  parece. 

—¿Qué  queréis  decir?  — -Lo  que  plega  a  Dios  que  nos 
aproveche.  — ¿Qué  quiere  decir  quitar  Dios  la  mano  de  un 
corazón  y  estar  endurecido  y  obstinado  en  pecados?  • — -La 
260  esencia  del  libre  albedrío  allí  se  está,  no  se  ha  diminuido, 
porque  ansí  lo  tiene  el  que  está  en  el  infierno  como  el  que 
está  en  el  cielo,  y  tan  entero  está  en  los  demonios  como  en 
los  apóstoles.  Los  empedimentos  que  se  ponen  en  el  libre 
albedrío  para  que  no  se  ponga  en  efecto  la  buena  obra  no  se 
965   pone  en  la  sustancia  del  libre  albedrío. 

— Pues  ¿qué  es  esto?  — Veréis  a  algunos,  y  quizá  man- 
cebos y  galanos  y  gentiles  hombres,  que  dirán:  "Padre,  yo 
deseo  apartarme  cuando  estoy  en  mi  seso;  yo  aborrezco  al 
pecado  como  al  demonio,  pero  no  sé  quién  me  lleva,  aunque 
yo  no  quiero;  que  estoy  cenando,  y  al  mejor  sabor  parece 
que  me  hacen  levantar  de  la  mesa;  no  puedo  dormir  ni  tengo 
sosiego".  (San  Agustín  pasó  mucho  de  esto.) 

— ¿Qué  es  aquello?  — Que  están  obstinados  y  de  la  largua 
costumbre  ya  endurecidos.  Son  como  si  tomáis  una  poca  de 
"75  cera  blanda  y  la  metéis  en  una  cueva,  y  está  allí  en  aquello 
frío  muchos  días,  que  se  para  dura  como  piedra.  La  sus- 
tancia de  la  cera  allí  se  está,  mas  la  blandura  no  la  tiene. 
El  obstinado,  libre  albedrío  tiene  en  la  substancia,  mas  son 
tantas  las  maldades  y  tan  continuadas,  y  son  tantas  las  oca- 
so siones,  y  es  tan  larga  la  costumbre  del  pecar,  y  hay  tantos 
inconvenientes,  que  se  para  uno  más  duro  que  una  piedra, 
y  no  parece  sino  que  ya  el  demonio  lo  tiene  de  su  mano  para 
hacerle  hacer  cualquier  mal  que  él  quiere. 

Porque  éste  es  el  pecado  del  demonio:  obstinación.  El 
;85  demonio  no  puede  amar  a  Dios,  aunque  tiene  libre  albedrío, 
y  dicen  algunos  doctores  que  tuvo  lugar  de  poderse  arre- 
pentir.  Y  ansí  dice  Damaceno  que  lo  que  fué  en  el  demonio 
caer,  es  en  el  hombre  morir.  Y  ansí,  cuando  vierdes  un  hom- 
bre endurecido,  que  está  mal  con  la  ley  de  Dios,  que  dice: 
90  "No  querría  murmurar,  mas  llévame  allá  el  corazón",  etc., 
esto  hace  el  demonio,  y  este  tal,  aunque  puede  salir,  esle 
dificultoso  el  salir;  que  de  treinta  por  maravilla  salen  tres, 
porque  por  maravilla  hay  quien  haga  todo  lo  que  es  obli- 

272  Cf.  San  Agustín,  Confess.,  1.  10,  c.  30,  41  ss.  :  ML  32, 
796  ss. 

288    San  Juan  Damasceno,  De  fide  orthodoxa,  l.  2,  c.  4:  MG  94,  878. 


376 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


gado  y  puede  para  salir  del  pecado,  ni  se  esfuerce,  como 
295  debe,  a  pedir  fuerzas  a  Nuestro  Señor  para  levantarse  de  él ; 
aunque  si  de  verdad  se  las  pidiese  y  con  corazón  contrito  y 
humillado  se  volviese  a  él  y  le  pidiese  perdón,  no  se  lo  ne- 
garía, por  gran  pecador  que  fuese.  Pero  pásase  un  mes  y 
otro  mes,  un  año  y  otro  año  en  el  pecado;  está  peor  que 
300  bestia,  y  parece  que  peca  como  necesitado,  no  simpliciter, 
sino  que  la  larga  costumbre  y  la  dificultad  que  ésta  pone 
para  se  levantar  parece  que  los  necesitan;  y  ansí  pasó  mu- 
cho tiempo  San  Augustín,  que  le  parecía  que  pecaba  como  ne- 
cesitado. 

305  Del  obstinado  y  endurecido  en  pecar  está  escripto:  Cor 
durum  male  habebit  in  novissimis. 

¡Oh,  cuánto  hay  que  llorar  en  un  hombre  que  está  tan 
obstinado  y  endurecido,  que  está  puesta  una  piedra  en  su 
corazón,  que  ni  le  basta  sangre  del  Crucificado  (digo  que  no 

310  le  basta  porque  no  se  quiere  él  aprovechar  de  ella),  ni  le 
bastan  sermones,  ni  consejos  de  amigos,  ni  temores  de  ene- 
migos, ni.  premio  del  cielo,  ni  pena  de  infierno,  ni  acordarse 
que  han  de  morir,  para  ablandarle  el  corazón  y  hacerle  que 
no  peque!  Y  estos  tales,  como  se  ven  perdidos  y  tan  seme- 

315  jantes  al  demonio,  toman  el  oficio  del  demonio,  y  andan 
dando  malos  consejos  y  haciendo  caer  a  otros,  porque  les 
parece  que  es  malo  ir  al  infierno  solos.  Y  como  se  ven  caídos, 
huélganse  de  las  caídas  ajenas.  Son  como  los  puercos,  que 
como  están  metidos  en  el  lodo  y,  encenagados,  quieren  ence- 

320   nagar  a  los  otros. 

— Este  tal,  ¿qué  semejanza  tiene?  — Perdjó  la  imagen  de 
Dios  y  hízose  semejanza  del  demonio.  Pues  éste  ¿no  os  parece 
que  es  peor  que  bestia?  ¡Oh,  qué  de  trabajos  tiene  el  malo, 
qué  de  temores:  si  se  ha  de  saber,  si  me  ha  de  castigar  la 

325  justieia,  si  me  tengo  de  ir  al  infierno,  etc.! 

Perdida  la  primera  imagen,  que  es  ser  bueno,  perdió 
también  la  segunda,  que  es  el  descanso,  porque,  luego  que 
hobo  pecado,  le  dijo  Dios :  In  sudore  vultus  tui  vesceris  pane 
tuo;  y  [a]  la  mujer:  In  dolore  parles  filios.  ■ — ¿Qué  tal  que- 

330  dó  el  hombre?  — Amigo  del  pecado  y  enemigo  del  trabajo. 
— ¿Habéis  encontrado  alguno  de  éstos?  Más,  ¿habéis  en- 
contrado alguno  que  no  sea  de  éstos?  Perguntad  a  vuestro 
corazón,  y  vello  heis  inclinado  a  honra  y  a  deleites  y  riquezas 
y  enemigo  de  enfermedad  y  de  tener  trabajos.  La  malque- 

335  rencia  que  habías  de  tener  al  pecado  tienes  al  trabajo,  y  el 
amor  que  habías  de  tener  al  trabajo  tienes  al  pecado.  Veis 
aquí  el  hombre,  que  Dios  crió  a  imagen  suya,  cómo  por  el 

304  Saí*  Agustín,  Confess.,  1.  8,  c.  5,  10  (ML,  32,  753)  :  «Velle 
meum  tenebat  inimicus,  et  inde  mihi  catenam  fecerat,  et  constri- 
xerat  me». 

306   Cf.  Eccli.  3,  27.  329   Gen.  3,  19.  76. 


20.     DOM.  22  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


377 


pecado  perdió  la  imagen  de  Dios  y  se  hizo  imagen  de  bestia, 
y  si  no  viene  la  mano  del  Omnipotente  a  remediar  esta  ima- 
140    gen,  nunca  tendrá  remedio  el  pecado. 

Viene  el  Hijo  — ¿Por  qué,  para  e\  reparo  de  esta  ima- 
a  reparar  esta  gen,  no  vino  el  Padre,  como  vinieron  el 
imagen  HiJ0  v  el  Espíritu  Santo,  en  figura  cor- 

poral? —Porque  al  Padre  es  atribuida  la 

(45  esencia,  y  al  Hijo  la  sabiduría  o  entendimiento,  y  al  Espí- 
ritu Santo  la  bondad  o  la  voluntad;  y  porque  la  esencia  de 
la  imagen  no  se  perdió,  no  vino  el  Padre,  sino  vinieron  el 
Hijo  y  el  Espíritu  Santo  a  reparar  el  entendimiento  y  vo- 
luntad, que  fueron  los  que  cayeron.  Y  para  reparar  el  estrago 

¡50  que  por  el  pecado  había  sido  hecho  en  esta  imagen,  vino  el 
Hijo  de  Dios,  que  es  imagen  verdadera  del  Padre,  como  dice 
San  Pablo:  Imago  Dei  invisibilis;  qui  cum  sit  splendor  gloriae 
et  figura  substantiae  eius,  porque  ansí  como  sale  el  resplan- 
dor del  fuego,  así  sale  el  Hijo  del  Padre.  Y  ansí  quien  qui- 

©5  siere  conocer  al  Padre,  conozca  al  Hijo,  porque  de  la  misma 
condición  y  figura  es  el  uno  que  el  otro.  Y  ansí  lo  dijo  el 
mismo  Cristo  cuando  San  Felipe  le  dijo  que  le  mostrase  el 
Padre:  Qui  videt  me,  videt  et  Patrem  meum.  Quien  me  ve  a 
mí,  dijo  Cristo,  a  mi  Padre  ve,  porque  mi  Padre  y  yo  una 

í60  cosa  somos.  No  porque  las  personas  sean  una,  sino  porque 
son  semejantes  en  la  imagen  y  en  el  poder  y  saber  y  en  todo 
lo  demás,  y  por  eso  quien  ve  al  Hijo  ve  también  al  Padre. 
Pues  para  remedio  de  un  hombre  amador  del  pecado  y  ene- 
migo del  trabajo,  venga  el  Hijo  de  Dios,  que  es  amador  del 

Í65  trabajo  y  aborrecedor  del  pecado.  Para  imagen  tan  perdida, 
venga  imagen  tan  buena  a  remediarla. 

Toma  Dios  imagen    — ¿Cómo  remediaré  esta  imagen,  pues 
de  pecador  ellos  cegaron  mi  imagen?,  dice  Dios. 

Hacerme  he  yo  de  la  imagen  de  ellos. 
170  — .Mirad  lo  que  decís,  Señor.  Ellos  son  malos  y  vos  bueno; 
ellos  pecadores  y  vos  sin  pecado,  etc.  ¿Qué  semejanza  puede 
tener  con  el  pecador  el  que  no  tiene  ni  puede  tener  pecado? 
— Para  eso,  pues,  tomaré  yo  semejanza  de  pecador,  para 
destruir  el  pecado.  Pues  que  ellos  perdieron  mi  semejanza, 
875  tomaré  yo  la  suya,  para  remediar  y  restaurar  su  pérdida. 
Fué  tanto  el  amor  que  Dios  tuvo  a  esta  imagen,  y  el 
deseo  de  remedialla,  que  para  el  remedio  de  ella  envió  a  su 
Hijo  en  figura  de  la  misma  imagen.  Y  ansí  dice  San  Pablo: 
Misit  Deus  Filium  suum  factum  ex  muliere,  natum  sub  lege, 

348  él2]  en  add.  |l  358  videt    ]  vidit 


352  Col.  i,  15. 

353  Hebr.  1,  3. 
35&    Cf.  lo.  14,  9. 


378  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


380  ut  eos  qui  sub  lege  erant  redimeret.  Et  alibi:  Qui,  cum  in 
forma  Dei  esset,  teniendo  el  Hijo  esencia  y  substancia  de 
Dios,  tomó  forma  y  semejanza  de  hombre,  para  remediar  la 
caída  del  hombre.  También  dice  San  Pablo:  In  similitudinem 
carnis  peccati.  Tomó  Dios  semejanza  de  pecador,  no  siendo 

386  pecador,  para  remediar  el  pecado.  Et  alibi:  Habitu  inventus 
ut  homo.  Fué  hallado  en  hábito  de  hombre.  Quiere  decir  que 
fué  hallado  con  trabajos  y  pasiones  de  hombre. 

Como  Dios,  en  cuanto  Dios,  en  su  naturaleza  divina  no 
podía  recebir  trabajos,  juntó  consigo  nuestra  naturaleza  hu- 

390  mana,  vistióse  de  nuestra  carne  y  sujetóse  a  frío  y  hambre 
y  sed  y  cansancio,  etc.  Y  sujetóse  Dios  a  trabajos  para 
librarnos  a  nosotros  de  ellos.  Humillóse  Dios  para  ensalzar 
al  hombre.  Tomó  forma  de  siervo,  para  librar  al  hombre  de 
servidumbre,  en  que  le  había  puesto  el  pecado.  Fué  tanto 

395  el  amor  que  a  esta  imagen  tuvo  y  el  deseo  de  remedialla,  que 
para  el  reparo  de  ella  evcinanivit  semetipsum,  formam  servi 
accipiens,  etc.  Entended,  si  podéis. 

Decid:  si  hubiese  una  mujer  que  tuviese  una  señal  en  la 
cara  y  fuese  tan  fea  que  ni  bastase  albayalde,  etc.,  para 

400  quitar  la  fealdad,  y  que  por  ser  tan  fea  nadie  se  quisiese 
casar  con  ella;  y  hobiese  un  mancebo  rico  y  gentilhombre 
que  quisiese  tanto  a  esta  mujer,  que  dijese:  "Mátenme  a  mí, 
para  que  con  mi  sangre  se  remedie  la  fealdad  de  esa  mujer; 
no  puedo  yo  vivir  queriéndola  tanto,  teniendo  ella  esa  feal- 

405  dad",  ¡qué  amor  tan  grande  y  qué  caso  tan  de  espantar  sería 
éste,  y  qué  amor  sería  razón  que  esta  mujer  tuviese  a  este 
mancebo,  pues  que  ofrecía  su  vida  y  quería  que  le  sacasen 
su  sangre  para  remediar  su  fealdad!  Pues  viendo  Dios  la 
imagen  que  El  había  criado  semejante  a  sí,  de  tal  manera 

410  por  el  pecado  afeada,  que  ni  bastaba  sacrificios  ni  sangre 
de  becerros,  etc.,  ni  todos  los  hombres  y  los  ángeles  que 
se  juntaran  no  bastaran  para  remediar  su  fealdad,  dijo: 
"Pues  yo  quiero  que  me  maten  a  mí,  para  que  con  mi  sangre 
se  lave  aquella  mancha",  etc.  Y  ansí  decía  David:  Asperges 

415  me  hyssopo  et  mundabor,  etc.  Si  me  rociares  con  tu  sangre, 
quedaré  más  blanco  que  la  nieve;  si  te  pusieres  en  la  cruz, 
seré  remediado,  etc.,  y  si  no  me  lavares  con  tu  sangre,  que- 
darme he  feo,  etc. 

"Yo  tomaré  tu  imagen,  dice  Dios,  y  me  haré  semejante 

420  a  ti,  no  en  ser  malo,  sino  en  pasar  trabajos''.  Y  ansí  no  hubo 
ni  habrá  hombre  que  tantos  trabajos  pasase  como  Cristo. 
"Yo  me  haré  semejante  a  ti,  no  en  el  pecado,  sino  en  sufrir 
trabajos  por  el  pecado.  Para  quitarte  a  ti  de  trabajo,  yo 


380   Cf.  Gal.  4,  4-5. 
}8i    Fhil.  2,  6. 
384    Cf.  Rom.  8,  3. 


386   Phil.  2.  7- 
397    Cf.  Phil.  2,  7. 
416   Ps.  50,  9. 


20.     DOM.   22  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


379 


pasaré  muchos  trabajos".  Y  ansí  no  ha  habido  pena  ni  tra- 

■25  bajo  que  nadie  haya  pasado,  que  no  lo  pasase  Jesucristo, 
porque,  aunque  [no]  pasó  todos  los  trabajos  en  especie, 
pasólos  en  virtud.  No  tuvo  Dios  enfermedades,  mas  tuvo 
dolores  muy  graves,  y  con  todos  fué  obediente  a  su  Padre 
hasta  la  muerte  de  cruz,  y  esto  es  lo  que  dice  San  Pablo: 

30    Obediens  usque  ad  mortem,  etc. 

Por  donde  la  imagen  perdió  la  hermosura;  por  allí  se  la 
tornó  a  dar  el  Señor.  Y  ansí  está  escripto:  Sub  arbore  malo 
suscitavi  te;  ibi  (que  es  en  el  árbol)  corrupta  est  mater  tua; 
ibi  violata  est  genitrix  tua.  — ¿Dónde  se  perdió  la  imagen? 

35  — Debajo  del  árbol.  — ¿Dónde  fué  engañada  por  el  demonio? 
— Debajo  del  árbol.  — Pues  debajo  del  árbol,  allí  donde  fué 
corrompida  nuestra  madre  Eva  y  perdió  la  virginidad  de  la 
gracia,  allí  fué  reparada  y  tornada  a  cobrar;  porque  debajo 
del  árbol  le  parió  su  madre,  debajo  del  árbol  se  reparó  el 

40  estrago  que  debajo  del  árbol  se  hizo.  — ¿  Dónde  perdió  la  ima- 
gen Adam  y  fué  afeado?  — Debajo  del  árbol.  — Pues  debajo 
del  árbol  la  hermoseó  Jesucristo.  Y  para  hermosealla  a  ella 
fué  afeado  El. 

¿Qué  cosa  más  fea  de  ver  que  Cristo  puesto  en  el  palo? 

w5  ¿Qué  cosa  más  lastimera  que  ver  pagar  por  pecados  al  que 
no  tenía  pecado?  ¿Qué  tiene  que  ver  el  Justo  con  el  palo  de 
pecadores?  ¿Qué  tiene  que  ver  el  Justo  con  el  injusto  y  el 
Bueno  con  el  malo?  Con  hombre  tan  bueno,  ¿qué  tienen  que 
ver  tantos  azotes?  Donde  no  hay  pecado,  ¿cómo  cabe  castigo 

1*50  de  pecadores? 

Tomó  Dios  una  imagen  de  pecador,  sin  ser  pecador,  y  esto 
quiere  decir  lo  de  San  Pablo:  Misit  Deus  Filium  suum  in 
similitudinem  carnis  peccati.  No  es  carne  de  pecado,  sino 
semejante  a  carne  de  pecado,  una  carne  llena  de  trabajos, 

55  llena  de  fatigas  y  de  dolores,  etc.  ¿Qué  hacéis,  Señor,  tan  al 
revés  de  como  merecéis?  Esto  es  lo  que  dice  Esaías:  Pere- 
grinum  erit  opus  eius  ab  eo:  La  obra  de  Dios,  ajena  es  de 
Dios;  porque  ajeno  es  el  trabajar,  el  pasar  hambre  y  sentir 
cansancio,  etc.,  porque  Dios  es  todo  descanso.  Toma  Dios 

60  la  obra  ajena  para  remediar  nuestra  caída,  por  cuyo  re- 
medio fué  Dios  abofeteado  y  azotado  y  escarnecido  y  afeado 
y  muerto  y  desfigurado:  Vidimus  eum  et  non  erat  ei  aspectus 
ñeque  decor:  Vímosle,  dice  Esaías,  mas  no  tenía  hermosura. 
De  fuera  feo,  mas  de  dentro  hermoso;  de  fuera  atormentado 

65   como  pecador,  mas  de  dentro  Dios  y  remediador  de  los  peca- 

457  Peregrinus 

430    Phil.  2,  8.  434   Cant.  8,  5. 

443   San  Agustín,  Enarr.  in  Ps.  103,  senn.  1,  5  (ML  37,  1338)  : 
«Ut  faceret  pulchram...  foedus  factus  est». 
453    Of-  Rom.  8,  3. 

457         Is.  28,  21.  463    Cf.  Is.  53,  2. 


380 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dores  y  sanador  de  nuestros  males  y  reparador  de  nuestra 
imagen. 

Hermanos,  cuando  miráis  a  Dios  sudado  y  azotado  y  sa- 
cada su  sangre  para  quitar  la  mancha  de  nuestra  ánima, 

470  ¿qué  sentís?  ¿Quién  será  tan  desagradecido,  viendo  a  Dios 
hablar  desde  la  cruz,  que  no  diga:  "Mandad,  Señor,  que  todo 
se  hará  lo  que  mandáredes"?  Hermanos,  gran  cargo  nos  echó 
Dios  cuando  murió  por  nosotros  en  la  cruz.  O  hemos  de  ser 
salvos  en  el  cielo  por  esto,  o  ha  de  ser  para  ser  condenados 

475    en  el  infierno  para  siempre. 

Sé    semejante   a  — ¿Para  qué  os  ponéis,  Señor,  en  un 
Cristo,  que  des-    palo?  — Pone  me  ut  signaculum  super 
truyó  todo  pecado     cor  tuum,  ut  signaculum  super  brc- 
dhium  tuum,  quia  fortis  est  ut  mors 

480  dilectio,  dura  sicut  infernus  aemulatio.  Hombre,  la  imagen 
de  tu  alma  no  parece  a  mí,  sino  al  demonio  y  a  las  bestias. 
Pues  quita  la  imagen  de  bestia  de  tu  alma  y  ponme  a  mí 
como  sello  en  tu  corazón,  y  no  sólo  en  tu  corazón,  sino  tam- 
bién en  tu  brazo.  Tráeme  como  una  empresa  en  tu  corazón 

485    y  en  tu  brazo. 

— Señor,  ¿qué?  ¿Con  eso  os  dais  por  contempto  y  bien 
pagado  de  todos  vuestros  trabajos,  con  que  os  ponga  como 
sello  en  mi  corazón?  No  lo  entiendo.  — Ponme  como  sello,  etc. 
— ¿Qué  es  sello?  ¿Tengo  de  traeros  del  cielo  y  poneros  en 

490  mi  corazón?  ¿Tengo  de  tomaros  de  allí  y  poneros  aquí? 
— ¿Sabéis  qué  es  sellar  en  nuestro  corazón  la  vida  de  Jesu- 
cristo? Tener  siempre  en  nuestro  corazón  y  delante  de  nues- 
tros ojos  la  memoria  de  ella  para  imitalla  y  determinar  de 
hacer  por  El  lo  que  El  hizo  por  nosotros. 

495  Señor,  si  me  preguntaren  quién  sois  vos,  ¿qué  diré?  Si 
me  preguntáis  quién  es  Cristo,  digo  que  es  un  hombre 
aborrecedor  de  pecados  y  amador  de  trabajos,  un  hombre 
bueno  que  pagó  por  malos,  un  justo  que  murió  por  pecado- 
res, etc.  — '¿Qué  quiere  decir  cristiano?  — 'Imitador  de  Je- 

500  sucristo.  — ¿Quién  imita  a  Cristo?  — El  que  blasfemare  los 
pecados  y  amare  los  trabajos. 

Plega  a  Dios  que  no  haya  hombre  que  niegue  a  Dios  lo 
que  le  pide.  — ¿Qué  pide?  — «Malquerencia  de  pecados  y  amor 
de  trabajos.  Aborrece,  pues,  los  pecados  y  ama  los  traba- 

•505  jos,  y  serás  semejante  a  Cristo,  que  destruyó  todo  pecado 
y  fué  fuego  en  que  se  abrasó  la  malicia  de  los  malos. 

— «¿Para  qué  murió  Cristo?  — -Para  matar  nuestro  peca- 
do. — ¿Y  para  qué?,  digo  yo.  ¿Quién  te  mató,  Señor?  — Yo. 
— ¿Para  qué  moriste?  — Para  que,  viéndote  yo  muerto  por 

510   mí,  dijese:  "Pues  mis  pecados  te  mataron,  yo  mataré  mis 


480   Cant.  8,  6. 


2fi.     1>oM.  22  DESPUÉS. DE  PENTECOSTÉS 


381 


pecados  por  amor  de  ti,  etc.  Pues  vos  amastes  los  traba- 
jos por  amor  de  mí,  nunca  plega  a  vos  que  yo  aborrezca 
los  trabajos  ni  sea  de  aquellos  que  llora  vuestro  Apóstol: 
Nunc  flens  dico,  inimicos  crucis  Christi,  etc." 

515  Per  peccatum  damnavit  peccatum.  Cuando  el  pecado 
más  reinó,  entonces  fué  destruido  su  reino.  Y  con  el  ma- 
yor de  los  pecados  fué  destruido  el  pecado.  ¿Cuál  fué  el 
mayor  de  los  pecados  que  el  mundo  hizo?  Dice  Teodoreto: 
Matar  a  Jesucristo.  Pues  éste  mató  nuestro  pecado.  ¡Oh, 

320  qué  subido  y  qué  ufano  estaba  el  pecado  antes  de  la  muer- 
te de  Jesucristo!  Pues,  cuando  él  estaba  más  subido,  en- 
tonces fué  derribado,  siendo  Cristo  ofrenda  del  pecado.  Con 
su  muerte  fué  destruido  él  pecado  Deiecisti  eos  dum  alleva- 
rentur.  Porque  se  atrevió  el  pecado  a  lo  que  no  era  suyo, 

525  porque  puso  la  mano  en  quien  no  le  debía  nada,  pierda  el 
derecho  y  justicia  que  tenía  sobre  quien  algo  le  debía. 

— ¿Por  qué  se  llama  pecado  la  carne  de  Jesucristo? 
— Porque  fué  puesta  por  sacrificio  de  pecado  y  para  quitar 
el  pecado  y  en  lugar  de  pecado;  porque  se  puso  en  la  cruz, 

>30  que  era  lugar  donde  se  pagaba  el  pecado,  para  destruir 
nuestro  pecado.  Por  eso  dice  que  tenía  carne  de  pecado. 
Llama  al  efecto  el  nombre  de  la  causa,  como  decís,  cuando 
queréis  alabar  a  uno  de  buen  escribano:  "¡Oh,  qué  buena 
mano  tiene  fulano!"  A  la  letra  llamáis  mano.  Porque  el 

535  pecado  fué  causa  de  la  muerte  de  Jesucristo,  aquello  lla- 
máis pecado  que  fué  efecto  del  pecado;  como  a  la  letra 
llamáis  mano. 

— -¿Quién  es,  hermano,  el  que  mata  a  Jesucristo?  — Tu 
pecado.  — ¿Para  qué  muere?  — Para  que  digas  tú:  "Mis 

540  pecados  mataron  a  Dios;  mataré  mis  pecados;  no  daré  yo 
vida  a  quien  El  quiere  que  mate;  no  amaré  a  quien  quiere 
que  aborrezca,  etc." 

— ¿  Qué  manda  Dios  ?  — Que  aborrezcas  el  pecado  y  ames 
los  trabajos,  las  persecuciones  y  las  injurias,  etc.  — ¡Es 

545  duro!  — Pues  hase  de  hacer.  — ¿Para  qué  tanto?  — Mirad 
que  améis  los  trabajos,  etc.  Hombres,  gran  negocio.  Dios 
es  hombre.  Gran  negocio  de  bien  y  mal.  (Applica  hoc.) 

Mirá  que  Dios  nos  manda  desde  la  cruz  que  aborrezca- 
mos los  pecados.  Y  malaventurado  del  que  no  oye  a  Dios  y 

550  se  hiciere  sordo  a  sus  mandamientos.  Quien  no  oyere  el  ruego 
del  Crucificado,  diré  que  no  es  hombre,  sino  peor  que  bes- 
tia, porque  bos  cognovit  praesepe  domini  sui,  Israel  autem 
me  non  cognovit,  dice  Esaías  en  nombre  de  Dios.  Al  hom- 
bre que  no  conoce  que  Dios  se  hizo  hombre  por  él,  ¿dónde 


514  Cf.  Phil.  3,  18. 

515  Cf.  Rom.  8,  3. 

519  Teodoreto,  Intcrprct.  cp.  Rom,  c.  S  :  MG  S2,  i-,o. 

524  Ps.  72,  18.  553    Cf.  Is.  1,  3. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


655  lo  pondré?  Con  los  demonios.  Si  Dios  muriera  por  los  de- 
monios, como  por  los  hombres,  más  agradecidos  fueran  que 
los  hombres.  Estando  un  monje  en  el  coro  diciendo  el  Cre- 
do, llegó  a  aquel  paso:  Et  homo  factus  est,  y  no  se  humilló, 
y  vino  el  demonio  por  detrás  y  dale  un  gran  pescozazo 

560   y  dijo... 

¿Dónde  pornemos  el  amor?  Mira  lo  que  Dios  pasó  por 
ti:  Nam  multo  labore  sudatum  est.  Grandes  sudores  sudó 
y  muchos  trabajos  pasó  para  limpiar  tu  inmundicia  y  para 
librarte  del  pecado  y  limpiar  tus  obras:  Quoties  volui  mun- 

565  daré  te!  Grande  es  tu  maldad,  pues  queriéndote  Dios  lim- 
piar de  ella,  no  quieres.  Si  un  hierro  meten  en  la  fragua, 
¿no  pierde  el  orín?  Pues  desdichada  del  alma  que  no  se 
aprovecha  de  la  muerte  de  Jesucristo,  ni  pierde  el  orín  de 
sus  pecados  con  el  fuego  del  ardentísimo  amor,  con  que 

570  ye  que  Dios  murió  por  ellos ;  que  ama  más  los  pecados  que 
a  Dios,  que  murió  por  ellos.  Pues  mira,  hombre,  que  Dios 
se  queja  de  ello  y  dice  que  frustra  laboravi,  ergo  iudicium 
meum  Domino:  En  balde  me  habéis  hecho  trabajar;  yo  os 
pediré  cuenta  de  mi  sangre  y  de  los  trabajos  que  pasé,  etc. 

575  Hermanos,  tomado  ha  Dios  imagen  de  nuestra  imagen, 
y  con  ella  destruye  nuestras  culpas  y  nuestros  pecados.  Id 
a  El,  y  pedilde  remedio  para  ellos,  y  decilde:  "Señor,  este 
pecado  me  fatiga;  remedialdo  vos  por  quien  sois,  etc."  Si 
el  trabajo  te  pareciere  recio,  vete  a  Jesucristo  y  hacérsete 

580  ha  liviano:  Sicut  portavimus  imaginem  terreni,  portemus 
imaginem  caelestis.  Si  algún  tiempo  fuimos  hijos  de  Adam 
y  amamos  los  pecados,  séamoslo  agora  de  Cristo  y  aborrez- 
cámoslos. Si  de  Adam  aprendiste  a  ser  malo,  aprende  de 
Cristo  a  ser  bueno,  etc. 

585  — Señor,  no  puedo  tragar  trabajos.  — Pues  leed  las 
Epístolas  y  mirad  no  os  diga  San  Pablo  enemigos  de  la  cruz 
de  Cristo;  que  los  enemigos  de  los  trabajos,  enemigos  son 
de  la  cruz  de  Cristo.  — '¿Qué  haré,  San  Pablo?  Salvatorem 
[e~\xpe[c]tamus  Dominum  nostrum  Iesum  Christum.  Et 

590  ultra. 

La  segunda  venida  Señor,  vuestra  primera  venida  fué 
de  Cristo  reforma-  Para  quitar  la  primera  imagen  mala 
rá  la  imagen  mala  *ue  y°  tenía'<  la  segunda  reformará 
595  de  nuestro  euerno  la  de  nuestro  cuerpo.  Pues  ¿por  que 
ae  nuestro  cuerpo    no  me  quit4is  del  todo  la  imagen  que 

yo  tengo  y  me  restituís  la  que  per- 
dí? Dejáisme  los  trabajos  y  las  fatigas,  etc.,  para  que  ansí 
como  fuimos  semejables  a  El  en  dos  cosas,  etc.,  quiere, 

562    Ez.  24,  12.  581    Of.  1  Cor.  15,  49. 

565    Ez.  24,  13.  587    gbil.  3.  iS. 

573   Cf.  Is.  49,  4  590   Phil.  3,  20. 


20.     DOM.   22  DESPUÉS  DE  PENTECOSTÉS 


3S3 


después  que  padeció,  que  le  seamos  en  pasar  trabajos,  y 

500  que  las  penas  sean  semejanza  de  justo,  como  antes  de  su 
muerte  eran  semejanza  de  pecador.  Cuando  dijeren  mal  de 
ti,  semejanza  de  justo;  cuando  tuvieres  penas  y  trabajos 
sin  merecerlos,  semejanza  de  Dios.  Son  tus  trabajos  seme- 
janza de  Dios,  no  en  la  divinidad,  porque  en  ésta  no  puede 

605  recebir  trabajos,  sino  en  la  humanidad,  en  la  cual  recibió 
muchos  trabajos. 

Quiere  Dios  que,  pues  El  se  hizo  a  tu  imagen  y  seme- 
janza y  con  su  pena  destruyó  tu  culpa,  que  tú  seas  seme- 
jante a  El  en  amar  los  trabajos,  etc.  Dice  Dios:  Yo  traje 

610  esta  empresa  en  mi  brazo  por  ti;  tráela  tú  en  el  tuyo  por 
mí;  porque  fuerte  es  el  amor  como  la  muerte.  Yo  por  ti, 
trabajos;  yo  por  ti,  fatigas,  etc.  En  la  imagen  del  Cruci- 
ficado las  penas  no  son  ya  de  pecador,  y  por  eso  quiere 
que,  quitada  la  primera  imagen  de  pecado,  quede  la  segun- 

615   da  de  penas. 

Salvatorem  [e]xpe[c]tamus.  Comendadores  de  espera  so- 
mos del  cielo.  Cuando  venga,  tomarnos  ha,  reformarnos  ha. 
Hará  semejante  el  cuerpo  de  nuestra  bajeza  a  la  alteza  de 
su  c\V]aridad.  Darnos  ha  cuerpo  semejante  al  suyo,  seme- 

520  jante  a  su  c[l]aridad,  semejante  al  suyo  glorificado.  Her- 
manos, dice  San  Juan,  sus  ojos  te[r]néis:  Qui  nunc  filii  Del 
sumus,  et  nondum  apparuit  quod  erimus;  scimus  quoniam, 
cum  apparuerit,  símiles  ei  erimus,  quoniam  videbimus  Deum 
sicuti  est.  Llámanos  Dios  a  boca  llena  hijos.  Murió  aquel 

625  Hijo  y  ganó  con  su  muerte  tantos  hijos.  ¡Oh  hermanos,  y 
qué  de  bienes  nos  están  esperando!  Cuando  veamos  aquel 
paraíso  de  paraísos,  ¿sabéis  qué  tales  seremos?  Semejantes 
a  Dios,  porque  veremos  a  Dios  así  como  es. 

A  los  que  se  parecieren  a  Jesucristo,  a  los  que  tuvieren 

630  su  imagen  y  le  imitaren  en  los  trabajos,  ¿sabéis  qué  les 
dará  el  día  del  juicio?  La  perfecta  imagen;  que  serán  se- 
mejantes a  El;  que  ni  querremos  ser  malos  ni  lo  podremos 
ser.  Allí  no  habrá  pecado;  allí  seremos  buenos  de  dentro  y 
de  fuera;  allí  nuestra  ánima  saldrá  de  ver  a  Dios...;  que 

635  ni  ojo  vió,  ni  oreja  oyó,  ni  el  corazón  del  hombre  pudo 
comprehender.  Allí  nuestra  ánima  tendrá  imagen  que  ver- 
daderamente sea  buena,  sin  poder  ser  mala,  y  tendrá  des- 
canso, sin  tener  temor  de  perdello;  allí  será  del  todo  bien- 
aventurada, porque  para  siempre  gozará  de  Dios  en  la  glo- 

640    Ha,  quam  mihi  et  vobis. 


621  filii]  siti 


6u  Cant.  8,  6. 

6ig  PhiJ.  3,  21. 

624  Cf.  1  lo.  3,  2. 

636  1  Cor.  2,  9. 


384 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


b)    SERMONES  DEL  ESPIRITU  SANTO 

27  Esperando  al  Huésped  divino 

Domingo  infraoctava  de  la  Ascensión.  En  un  convento 
de  monjas 

(Ed.  1596,  II,  ff.  1-34.) 

Exordio:  Esta  es    No  tomo  tema  en  esta  plática  que  ten- 
Semana  Santa       go  de  hacer,  porque  nuestro  tema  quie- 
ro que  no  sea  otro  más  que  nos  aperci- 
bamos para  ser  morada  donde  el  Espíritu  Santo  se  aposente, 
5   y  que  pidamos  con  mucho  ahinco  al  mismo  Espíritu  Santo 
que  tenga  por  bien  de  venir  en  nosotros;  pedírselo  con  tema. 
Y  no  haremos  poco  si  nos  apercibimos,  como  es  razón,  para 
recebir  tal  Huésped. 

Habéis  de  saber,  hermanos,  que,  aunque  las  fiestas  de 

10  Dios  se  pasaron  cuanto  a  la  historia,  pero  no  se  pasaron 
cuanto  a  la  virtud.  Bueno  fuera,  por  cierto,  para  nosotros 
si,  como  se  pasó  el  tiempo  en  que  Jesucristo  padeció,  tam- 
bién se  pasara  la  virtud  de  su  pasión.  ¿Qué  fuera  de  nos- 
otros si,  como  pasó  mil  y  tantos  años  ha,  ella  no  durara? 

15  Siempre  dura  la  virtud  de  la  pasión  hasta  que  el  mundo  se 
acabe.  A  propósito  de  lo  de  la  fiesta  del  Espíritu  Santo, 
que,  aunque  pasó  tantos  años  ha,  has  de  hacer  cuenta  que 
el  mismo  efecto  hará  hoy  el  Espíritu  Santo  en  tu  alma  que 
hiciera  en  ti  en  el  tiempo  de  los  apóstoles;  mira  si  lo  deseas. 

20  ¡Oh  quién  viera  a  Jesucristo  para  pedirle  mercedes 
cuando  andaba  en  este  mundo  entre  nosotros  padeciendo 
trabajos!  Si  cuando  en  el  mundo  estaba,  echándote  tú  a 
sus  pies,  tienes  por  cierto  que,  según  es  piadoso,  según  su 
infinita  caridad,  no  te  negara  las  mercedes  que  le  pidieras 

25  — ,¿tú,  hermano,  crees  esto?—;  cree  que  tan  aparejado  está 
el  día  de  hoy  y  de  tan  buena  gana  te  hará  las  mercedes 
hoy,  estando  en  el  cielo,  como  cuando  entre  nosotros  esta- 
ba. Y  si  tú,  en  este  tiempo,  te  aparejas  para  que  el  Espí- 
ritu Santo  venga  en  ti,  haz  lo  que  es  necesario,  y  dígote 

30  de  su  parte  que  también  verná  a  tu  ánima,  dándote  su 
gracia,  como  cuando  a  los  apóstoles  apareció  viviendo  en 
el  mundo. 

¡Oh  qué  tiempo  este  que  hay  de  aquí  a  Pascua  tan 
santo!  Esta  es  Semana  Santa:  Adviento  del  Espíritu  Santo. 


14  ella  ha 


27-     DOM ■  INFR  AOCTAVA  DF.  I.A  ASCENSIÓN 


385 


35  Este  santo  tiempo  significa  cuando  los  apóstoles,  después 
que  nuestro  Señor  se  subió  al  cielo,  estaban  esperando  la 
promesa  que  les  hizo,  cuando  les  dijo:  Yo  me  voy,  pero  yo 
enviaré  al  Espíritu  Santo,  que  os  consolará;  y  os  enviaré 
al  Consolador,  que  os  consuele  de  la  pena  que  tenéis  de 

40  mi  partida.  Como  ellos  oyeron  esta  palabra,  estaban  espe- 
rando, los  ojos  puestos  en  el  cielo,  qué  cosa  sería.  Decían 
ellos:  "Nuestro  Maestro  nos  dijo  que  nos  enviaría  un  con- 
solador que  nos  hiciese  olvidar  el  amor  que  le  teníamos". 
Querían  los  apóstoles  en  gran  manera  a  nuestro  Señor  y 

45  Redemptor:  El  era  consuelo  de  sus  tristezas,  Padre  de  sus 
necesidades,  Maestro  en  sus  ignorancias;  teníanlo  como  a 
espejo  en  que  se  miraban:  estaban  todos  colgados,  trans- 
formados en  su  Maestro.  "¿Que  ha  de  venir  otro  que  sea 
tan  grande,  tan  poderoso,  tan  sabio,  tan  bueno,  que  nos 

60  haga  olvidar  a  nuestro  Maestro?  ¿Quién  será  éste?"  Alza- 
ban sus  pensamientos  y  sus  voces  al  cielo,  y  decían:  "Señor, 
deseamos  os,  y  no  os  conocemos;  querríamos  que  viniése- 
des,  y  no  sabemos  quién  sois.  Por  vuestra  misericordia 
tengáis  por  bien  de  venir  y  consolar  nuestros  corazones; 

55  venid,  Señor,  que  estamos  muy  desconsolados  esperando 
vuestra  venida". 

Así  estaban  los  santos  apóstoles  del  Señor  en  este  santo 
tiempo;  y  así,  hermanos,  es  muy  gran  razón  que  estemos 
nosotros,  pues  somos  una  cosa  con  ellos,  una  Iglesia  y  una 

60  unión  en  Jesucristo.  Todos  aquellos  que  sirven  a  Jesucristo, 
que  están  en  su  servicio,  todos  son  una  misma  cosa,  la 
Iglesia  de  Dios  y  la  congregación  de  los  cristianos:  Una 
est  árnica  mea,  una  est  columba  mea.  Habla  Dios  con  su 
Iglesia,  y  dice:  Una  eres,  amiga  mía;  una  eres,  paloma  mía. 

65  Pues  así  también  es  razón  que  en  este  santo  tiempo  nos 
aparejemos  y  deseemos  con  los  santos  apóstoles  la  venida 
del  Espíritu  Santo.  Alcense  nuestros  corazones  al  cielo,  y 
pidamos  con  lágrimas  de  nuestros  ojos:  ¡Consolador  de  mi 
ánima,  ven,  consuélala!  Y  en  todo  este  tiempo  no  hagamos 

70  otra  cosa  que  desear  que  el  Espíritu  Santo  venga  a  nuestras 
ánimas. 

Disposiciones  para    Lo  primero  que  conviene  para  que  el 
recibir  al  Espíritu    Espíritu  Santo  venga  a  nuestras  áni- 
Santo  mas'  es  1ue  sintamos  grandemente 

75  de  El  y  que  creamos  que  puede  ha- 

cer mucho.  Por  desconsolada  que  esté  un  ánima,  basta  El 
a  consolarla;  por  pobre  que  esté,  a  enriquecerla;  por  tibia 
que  esté,  a  encenderla;  por  flaca  que  esté,  a  esforzarla; 


38  Of.  lo.  14,  2.  16. 
64   Cf.  Cant.  6,  8. 

70   Cf.  Miss.  Rom.,  Dow.  Pentecost.,  scqueiilia. 


B.Avila  2 


12 


386 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


por  indevota  que  esté,  a  inflamarla  en  ardentísima  devo- 
80  ción.  ¿Remedio  para  que  venga  el  Espíritu  Santo?  Sentir 
de  El  muy  magníficamente.  Y  así  dice  hablando  de  la  gran- 
deza del  Espíritu  Santo:  El  poder  de  Dios  es  muy  grande, 
y  de  solos  los  humildes  es  honrado. 

Lo  segundo,  conviene  mucho  para  que  el  Espíritu  Santo 
85  tenga  por  bien  de  venir  a  nuestros  corazones,  para  que  no 
nos  deseche  y  tenga  en  poco,  tener  deseo  de  recebirle  y  que 
sea  nuestro  convidado,  un  cuidado  muy  grande,  un  deseo 
muy  firme  y  ansioso:  "¡Oh  si  viniese  el  Espíritu  Santo! 
¡Oh  si  viniese  aquel  Consolador  a  visitar  y  consolar  mi 
90  ánima!" 

Hágoos  saber,  hermanos,  que  impiden  mucho  los  cuida- 
dos de  lo  que  cumple  a  nuestro  cuerpo.  En  esto  las  per- 
sonas religiosas  nos  llevan  la  ventaja;  porque  si  están  en 
el  coro,  si  están  en  el  refitorio,  si  en  el  retraimiento,  en 
95  todas  partes  están  en  el  servicio  de  Dios,  empleadas  en  co- 
sas de  su  ánima,  siempre  alabando  a  Jesucristo,  dándole 
gracias,  y  si  comen,  no  es  para  otro  fin  que  para  alabar  a 
Dios;  y  si  beben,  lo  mismo,  y  lo  mismo  en  todas  las  ope- 
raciones humanas. 

100  Y  los  casados  se  atreven  a  mucho  por  cierto.  Piensa  la 
mujer  que  se  casa  que  no  hay  más  sino,  en  amaneciendo 
Dios,  tomar  el  manto  y  venirse  al  sermón  y  tomar  buen 
lugar  en  la  iglesia;  y  viene  su  marido  a  comer,  y  no  halla 
la  comida  aderezada,  descompónese  y  ofende  a  Dios.  Más 

105  valiera,  hermana,  que  antes  que  viniérades,  dejárades  la 
casa  puesta  en  orden,  y  cuando  esté  todo  puesto,  venir 
al  sermón;  aunque  vengas  un  poco  tarde,  no  es  priesa, 
que  más  te  aprovechará  una  palabra  que  por  ventura  todo 
el  sermón,  y  con  todo  puedes  cumplir;  pero  ya  que  no 

110  puedas,  más  vale  que  hagas  lo  que  Dios  te  manda,  pues 
te  casaste. 

No  lo  decía  por  esto,  sino  que  se  atreven  a  mucho  los 
que  se  casan,  porque  se  obligan  a  mucho,  a  mantener  la 
casa,  a  mantener  los  hijos  y  hacerlos  que  sean  virtuosos; 

115  y  la  mujer  en  criarlos,  en  ponerlos  en  buenas  costumbres. 
Poco  es  esto;  ¿y  el  cuidado  del  ánima,  el  cuidado  de  lo  que 
cumple  al  servicio  de  Dios?  Todo  se  puede  hacer;  pero  son 
las  cosas  del  mundo  pegajosas  y  son  tan  malas  de  despe- 
gar, que  por  eso  se  tiene  el  hombre  casado  por  dificultoso, 

120  con  tantos  cuidados,  poder  entender  en  su  ánima  como  se 
debe.  Mira,  hermano,  cómo  vives;  mira  que  no  venga  a  que- 
rer tanto  el  marido  a  la  mujer,  que  por  hacelle  regalos  a 
ella,  vengas  tú  a  ofender  a  Dios  como  Adán:  "Quiero  mu- 


83   Kccli.  3,  21. 

99    Cf.  1  Cor.  io,  31. 


387 


cho  a  mi  mujer,  téngola  de  dar  una  joya,  que,  aunque  sepa 
125  hacer  lo  que  no  debo,  se  la  tengo  de  dar".  Y  tú,  mujer,  no 
vengas  a  poner  el  amor  tanto  en  tu  marido,  que  por  él 
olvides  a  Dios,  y  con  el  amor  que  tienes  a  tu  marido  olvi- 
des de  hacer  lo  que  conviene  a  tu  ánima  y  lo  que  Dios 
manda. 

130  ¡Oh  cuánto  cuidado  había  de  tener  uno  que  se  casa  an- 
tes que  se  case,  cuán  santo  había  de  ser  el  hombre  y  cuán 
santa  la  mujer!  Antes  que  se  viniesen  a  juntar,  habían  de 
haber  gastado  muchos  años  en  servicio  de  Dios;  saber  ser 
castos,  ser  humildes,  ser  pacientes,  ser  misericordiosos, 

135  guardar  los  mandamientos  de  nuestro  Señor,  y  después  ca- 
sarse, para  que,  aunque  después  tuviesen  muchos  cuidados, 
muchos  estorbos,  con  una  ojeada  que  diesen,  una  vuelta  en 
su  conciencia  de  las  costumbres  de  antes,  quedase  todo 
apaciguado  y  amansado.  Como  un  señor  que  tiene  un  cria- 

wo  do  tan  bien  doctrinado,  témele  tanto,  que,  con  sólo  que  el 
señor  le  mire  a  la  cara,  se  ponga  el  criado  como  ha  de  estar 
para  servirle,  que  aquéllo  sólo  basta. 

Pero  ni  el  casado  sabe  qué  cosa  es  ser  casado,  ni  la  ca- 
sada menos  sabe  qué  cosa  es  serlo;  y  júntanse,  pónenlo  en- 

1*5  trambos  del  lodo.  Lecciones  habíades  de  tomar  muchas. 
— ¿Cómo,  padre,  podré  cumplir  con  entrambas  cosas,  con 
mi  casa  y  con  Dios?  —Es  cosa  muy  dificultosa.  Dice  San 
Pablo:  El  que  tiene  mujer,  el  que  es  casado,  anda  muy  con- 
gojoso y  solícito  cómo  la  agradará  y  contentará,  y  para 

150  esto  anda  muy  cuidadoso  en  las  cosas  del  mundo  y  está 
repartido.  Pero  la  mujer  que  no  se  quiere  casar,  y  la  don- 
cella, piensa  en  las  cosas  del  Señor,  para  ser  santas  en  el 
cuerpo  y  en  espíritu. 

No  vendrá  si  no  tie-    Señoras  monjas,  esta  fiesta  se  gaste 
155       nes  deseo  de  El        en  pensar  cómo  agradaré  a  mi  Se- 
ñor. Así  como  las  desposadas  andan 
con  mucho  cuidado  de  andar  muy  bien  tocadas,  de  no  traer 
nada  mal  puesto,  que  aun  [para]  cuando  tienen  algo  mal 
puesto  traen  consigo  un  espejo;  así  las  madres  monjas,  las 
160    religiosas  y  doncellas,  han  de  andar  muy  cuidadosas,  cómo 
no' traigan  nada  deshonesto;  han  de  mirarse  en  Jesucristo, 
viéndose  como  en  un  espejo,  no  tengan  alguna  mancha  en 
la  cara,  no  tengan  algún  pecado  en  el  ánima,  alguna  sucie- 
dad, porque  su  Esposo  no  las  deseche. 
165        Estad,  hermanos,  con  mucha  atención  y  cuidado  en  el 
servicio  de  Jesucristo  y  en  la  esperanza  de  la  venida  del  Es- 
píritu Santo,  no  entendiendo  en  cosas  rateras  ni  bajas  de 
por  acá;  porque  la  consolación  del  Espíritu  es  muy  delicada, 
y  poca  cosa  le  hace  estorbo,  y  no  se  compadece  con  cosas  de 


153    i  Cor.  7,  33. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


170  acá  del  mundo.  Dice  San  Bernardo:  "Delicada  es  la  conso- 
lación divina  y  muy  sutil,  y  no  se  da  a  los  que  admiten  con- 
solaciones humanas".  Despéguese  toda  ánima  de  consuelo 
humano  si  quiere  que  el  Espíritu  Santo  la  consuele  y  esté 
siempre  con  ella  el  consuelo  del  Espíritu  Santo;  que,  como 

175  decíamos,  con  mucha  razón  quiere  el  Espíritu  Santo  ser  de- 
seado. 

Venid  acá:  si  un  hombre  no  quiere  ir  a  casa  de  otro,  si 
no  sabe  que  en  casa  de  aquél  es  deseado,  ¿qué  hará  el  Es- 
píritu Santo,  que  quiere  que  el  hombre  que  lo  quisiere  tenga 

180  gran  deseo,  y  también  quiere  que  lo  deseen?  ¡Cuán  deseado 
fué  nuestro  Redemptor  antes  que  viniese  al  mundo!  Deseólo 
Adán,  deseólo  Noé,  deseólo  Abraham,  Isaac,  Jacob;  deseá- 
ronle los  profetas  y  patriarcas,  todos  le  desearon:  ¡Rociad, 
cielos,  desde  lo  alto,  y  las  nubes  lluevan;  ábrase  la  tierra  y 

185  produzga  al  Salvador!  Decía  el  profeta  Ageo:  De  aquí  a  poco, 
poco  falta,  dice  el  Dios  de  los  ejércitos,  yo  moveré  el  cielo,  y 
la  mar,  y  la  tierra,  todo  lo  moveré,  y  entonces  vendrá  el  De- 
seado de  todas  las  gentes,  y  el  ángel  del  Testamento  que  vos- 
otros queréis.  Jesucristo  en  gran  manera  fué  deseado.  ¡Plu- 

190  guiésete,  Señor,  que  rompieses  los  cielos  y  descendieses  a  la 
faz  de  la  tierra!  Jesucristo  fué  muy  deseado  en  gran  manera, 
y  así  quiere  el  Espíritu  Santo  ser  deseado.  Porque  aquella 
merced  cuadra  bien  que  antes  que  venga  es  bien  deseada; 
y  el  manjar  que  por  sí  es  bueno,  es  mal  empleado  en  quien 

196  no  tiene  gana  de  comer.  Maten  una  gallina  o  una  perdiz 
que  parece  que  pone  gana  de  comer.  Dice  el  enfermo  a  quien 
se  la  dan:  "Quitalda  allá,  que  tengo  perdido  el  gusto  y  la 
gana  del  comer,  que  no  me  sabe  bien".  Mala  señal  en  gran 
manera;  ¿no  tenéis  gana  de  comer?,  señal  de  muerte  es. 

200  No  verná  el  Espíritu  Santo  a  ti  si  no  tienes  hambre  de 
El,  si  no  tienes  deseo  de  El.  Y  los  deseos  que  tienes  de  Dios, 
aposentadores  son  de  Dios,  y  señal  es  que  si  tienes  deseos 
de  Dios,  que  presto  verná  a  ti.  No  te  canses  de  desearlo,  que, 
aunque  te  parezca  que  lo  esperas  y  no  viene  y  aunque  te 

^  parezca  que  lo  llamas  y  no  te  responde,  persevera  siempre 
en  el  deseo,  y  no  te  faltará.  Hermano,  ten  confianza  en  El,, 
que,  aunque  no  viene  cuando  tú  le  llamas,  El  verná  cuando 
vea  que  te  cumple.  Porque  debes,  hermano  mío,  asentar  en 


172  La  idea  es  frecuente  en  San  Bernardo  :  cf.  In  Vigilia 
Nativ.  Domini,  serm.  4,  1  ;  In  Ps.  «Qui  habitat»,  senn.  9,  6  ;  In 
Ascens.  Domini,  serm.  3,  7  ;  serm.  5,  9  ss.  :  ML  183,  100.  219.  307. 
319  ss.  La  expresión  es  eco  de  Godofredo  Abad  (Ínter  Opera  Bcr- 
nardi),  Declamationes  ex  S.  Bernardi  serniombvs,  55,  66  (ML  184, 
472)  :  «Pretiosa  siquidem  divina  oonsolatio  est,  nec  omnino  tribui- 
tur  admittentibus  alienain». 

185    Cf.  Is.  45,  8- 

188  Cf.  Ag.  2,  7-8. 

189  Of.  Mal.  3,  1. 


27-     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN  389 


tu  corazón  que,  si  estás  desconsolado  y  llamas  al  Espíritu  . 

íio  Santo  y  no  viene,  es  porque  aun  no  tienes  el  deseo  que  con- 
viene para  recebir  tal  Huésped.  Y  si  no  viene,  no  es  porque 
no  quiere  venir,  no  es  porque  lo  tiene  olvidado,  sino  para 
que  perseveres  en  este  deseo,  y  perseverando  hacerte  capaz  de 
El,  ensancharte  ese  corazón,  hacer  que  crezca  la  confianza, 

215  que  de  su  parte  te  certifico  que  nadie  lo  llama  que  se  salga 
vacío  de  su  consolación. 

¡Y  cómo  lo  dice  esto  el  real  profeta  David!:  El  deseo  de 
los  pobres  no  lo  menospreció  Dios,  oyólo  el  Señor.  ¿Quién 
es  pobre?  Pobre  es  aquel  que  desconfía  de  sí  mismo  y  confía 

220  en  sólo  Dios;  pobre  es  aquel  que  desconfía  de  su  parecer  pro- 
pio y  fuerzas,  de  su  hacienda,  de  su  saber,  de  su  poder; 
aquel  es  pobre  que  conoce  su  bajeza,  su  gran  poquedad;  que 
conoce  ser  un  gusano,  una  podredumbre,  y  pone  juntamente 
con  esto  su  arrimo  en  sólo  Dios  y  confía  que  es  tanta  su  mi- 

225  sericordia,  que  no  le  dejará  vacío  de  su  consolación.  Los 
deseos  de  estos  tales  oye  Dios. 

Aderézale  casa  Y  mira  que  el  Espíritu  Santo  no  sólo  se 
limpia  contenta  con  que  estés  ocupado  en  estos 

deseos;  no  cumples,  hermano,  con  esto, 

230  esperando  al  Espíritu  Santo,  mas  ha  de  haber  obras.  ¿Quié- 
reslo  ver?  Mira  lo  que  les  dijeron  a  los  apóstoles,  estando 
suspensos  mirando  al  cielo,  cuando  el  Señor  subió  allá.  Ellos 
estaban  colgados  de  El,  estaban  todos  deseando  y  esperando 
al  Espíritu  Santo;  estaban  con  grande  deseo  de  ver  al  Espí- 

235  ñtu  Santo,  como  su  Maestro  se  lo  había  alabado;  estaban 
olvidados  de  sí  mismos,  mirando  a  Jesucristo  nuestro  Señor 
cuando  subió  al  cielo.  Sea  El  bendito,  que  tan  cuidadoso  es 
de  nuestro  bien;  que  no  se  contentó  con  mirar  por  nosotros 
y  tener  tanto  cuidado  de  nuestro  bien;  pero,  aun  subido  al 

240  cielo,  tuvo  tanto  cuidado  de  los  suyos,  que  envió  dos  ángeles 
vestidos  de  vestiduras  blancas,  y  les  dijeron:  Varones  de 
Galilea,  ¿qué  estáis  mirando  al  cielo?  Este  mismo  Jesucristo 
que  visteis  agora  subir  al  cielo,  de  la  misma  manera  que  lo 
vistes,  con  tanta  majestad  vendrá  otra  vez.  Y  dijéronles  que 

246  fuesen  al  cenáculo,  porque  allí  había  de  venir  sobre  ellos  el 
Espíritu  Santo.  No  has  de  estar  todo  el  día  mirando  al  cielo; 
no  ha  de  ser  todo  el  día  rezar  ni  contemplar;  anda,  hermano 
mío,  al  cenáculo,  no  estés  ocupado  y  detenido  en  pensar  en  la 
presencia  corporal  de  Cristo. 

250  Ya  os  he  dicho  muchas  veces  que  la  causa  por  que  no 
vino  el  Espíritu  Santo  a  los  apóstoles  estando  acá  Jesucristo 
en  este  mundo  fué  porque  estaban  ellos  colgados  de  la  pre- 
sencia de  su  Maestro  y  estaban  contentos  con  aquello  solo; 


2l8  Gf.  PS.  21,  25. 
244   Cf.  Act.  1,  11. 


390  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  aunque  la  presencia  de  nuestro  Señor  era  tan  santa  y  bue- 

255  na,  pero  estorbaba  a  los  apóstoles  de  no  ser  perfectos,  y  por 
eso  Jesucristo  se  quiso  ir.  "Discípulos  míos,  mucho  me  que- 
réis, mucho  me  amáis.  Yo  sé  que  comigo  estáis  vosotros 
contentos;  pero  más  os  amo  yo  a  vosotros,  y  para  mostraros 
este  amor,  quiérome  ir,  porque  viniendo  el  Espíritu  Santo 

260  seáis  más  perfectos,  subáis  más  altos  vuestros  pensamien- 
tos". ¿No  miráis  en  esto  que  la  presencia  de  Jesucristo  hacía 
estorbo  en  alguna  manera  a  la  venida  del  Espíritu  Santo? 

Celosísimo  es  el  Espíritu  Santo,  no  penséis  es  así  como 
quiera.  Ego  sum  Dominus  tuus,  dijo  Dios  a  Moisés,  para 

265  ¿arte  a  ti  a  entender,  hermano,  que  tienes  puesto  tu  amor 
en  el  confesor,  aunque  bueno;  y  en  el  predicador  que  te  da 
buenos  consejos  y  consuelos,  tienes  puestos  los  ojos  en  él; 
no  verná  el  Espíritu  Santo  hasta  que  quites  el  amor  dema- 
siado de  las  criaturas.  El  Espíritu  Santo  a  solas  quiere  estar 

270  contigo. 

— ¡Oh  padre,  que  es  un  santo,  y  me  guía  por  el  camino 
de  Dios,  y  me  esfuerza  en  los  trabajos!  — Más  santo  era  Je- 
sucristo, y  aun  le  hizo  estorbo  al  Espíritu  Santo.  El  siervo 
de  Dios,  el  confesor  y  el  predicador,  no  te  han  de  ser  estorbo 

275  para  el  Espíritu  Santo;  hate  de  ser  una  escalera  para  que 
tú  subas  a  Dios.  El  amor — aunque  no  sea  malo — demasiado 
estorba;  no  te  haría  daño  si  tú  supieses  usar  de  él;  lo  que 
amares  en  el  confesor  y  en  el  predicador,  sea  por  Dios  y  en 
Dios.  ■ — ¿En  qué  veré,  padre,  cuándo  es  amor  de  Dios? 

280  — Cuando  mucho  quieres  a  uno,  si  cuando  te  lo  quita  Dios 
de  delante,  o  permite  que  se  aparte  de  ti,  si  entonces  no 
pudiere  tanto  el  amor  que  te  perturbe  el  servicio  de  Dios, 
quiero  decir,  que  no  sientas  tanto  la  partida  que  te  desaso- 
siegue el  corazón  y  te  lo  traiga  alborotado,  de  arte  que  te 

285  quite  tus  buenos  ejercicios;  si  esto  no  hay,  de  Dios  es  el 
amor.  Una  poquilla  de  pena,  cosa  natural  es;  pero  mucha, 
ésa  no  es  buena.  Si  estas  moticas  hacen  estorbo  al  Espíritu 
Santo,  ¿qué  harán  los  malos  pensamientos  deshonestos,  las 
palabras  demasiadas  y  otras  cosas  a  este  modo? 

290  ¿En  qué  estamos?  ¿Qué  es  menester  para  que  el  Espíritu 
Santo  venga  a  nuestras  ánimas  ?  No  sólo  lo  hemos  de  desear, 
pero  hemos  de  aderezar  la  casa  limpia.  Y  si  esto  hacéis  cuan- 
do os  ha  de  venir  un  huésped  a  vuestra  casa,  ¿cuánta  más 
razón  es  que  esté  vuestra  ánima  limpia,  que  no  tengáis  malos 

295  pensamientos,  ni  malas  palabras,  ni  malas  obras,  y  que  estéis 
adornados  de  las  virtudes,  porque  el  Huésped  que  esperáis 
es  limpísimo  en  gran  manera? 


264    F,x.  c.o,  2  ;  el.  34,  14. 


2"-     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


391 


Prepara  comida  Mirad  que  más  es  menester  que  llamar 
para  el  Hué'sped    al  Espíritu  Santo,  y  más  es  menester 

300  que  aderezar  la  posada* ;   es  necesario 

que  aderecéis  la  comida.  Habéis  de  echar  mano  a  la  bolsa, 
no  os  ha  de  doler  el  gastar  mucho;  habéis  de  ser  largo  y  muy 
liberal.  Cuando  tenéis  un  huésped,  no  os  duele  de  comprar 
sólo  lo  que  a  él  le  basta,  pero  aun  compráis  para  que  sobre. 

305  Así  es  menester,  hermano;  esperáis  a  este  santísimo  Huésped; 
pues  El  es  tan  liberalísimo  para  con  vos,  sedlo  vos  para  con 
El;  echad  mano  a  la  bolsa,  y  no  deis  poquedades:  dad  larga 
limosna,  dad  de  comer  al  hambriento,  vestid  al  huérfano  y 
a  la  viuda,  haced  oficio  de  padre  con  todos  los  necesitados. 

310  Mira  tú,  que  eres  padre  de  pobres  y  consuelo  de  desconso- 
lados. Bien  hacía  este  oficio  el  santo  Job,  cuando  decía:  Si 
comí  yo,  Señor,  mi  bocado  a  solas.  Y  en  otra  parte  decía: 
Que  era  él  pie  al  cojo  y  mano  al  manco. 

Dale  de  comer  al  Espíritu  Santo,  y  dale  de  comer  tu 

315  corazón;  que  carne  come;  pero  mira  que  es  carne  mortifi- 
cada lo  que  come.  ¿Qué  cosa  sería  si  le  pusieses  a  tu  con- 
vidado una  ave  viva?  "¿Cómo? — te  diría — ,  quita  allá,  que 
esa  ave  no  es  para  comer".  Sube  ese  corazón  al  cielo  mu- 
chas veces,  y  suplícale  te  lo  abrase  con  fuego  de  amor. 

320  Muerta  ha  de  estar  tu  carne  y  manida,  castigada  y  morti- 
ficada, domada  con  ayunos  y  diciplinas;  has  de  estar  muer- 
to al  mundo,  has  de  tener  tu  corazón  guardado,  en  Dios  tus 
pensamientos  y  deseos  levantados.  Hazte  con  estos  pensa- 
mientos y  ejercicios  un  águila  caudal;  no  descanses  hasta 

325  topar  con  este  Santo  Espíritu;  no  te  asientes  ni  pongas  tus 
pensamientos  en  cosas  muertas  ni  bajas.  Mira  lo  que  hizo 
la  paloma  que  echaron  del  arca  de  Noé;  echáronla  fuera, 
fué  volando,  y  (cuando  salió,  ya  había  cesado  el  diluvio) 
había  en  la  tierra  muchos  cuerpos  muertos  y  no  se  quiso 

330  sentar  sobre  ninguno  de  ellos  ni  descansó  entre  ellos,  sino 
subióse  a  una  oliva,  cogió  un  ramito  con  el  pico  y  volvióse 
con  él  al  arca.  Así  ha  de  hacer  el  ánima  del  cristiano,  no 
asentarse  sobre  ningún  cuerpo  muerto;  ni  tus  pensamientos 
han  de  estar  en  cosas  muertas,  ni  perecederas,  ni  hedion- 

335  das,  mas  han  de  estar  en  el  cielo  puestos;  adonde  está  tu 
tesoro  Jesucristo,  allí  esté  todo  tu  corazón,  y  particular- 
mente en  esta  fiesta. 

Tengamos  los  sen-    Está  esta  semana  muy  recogido  para 
tidos  sujetos         recebir  el  Espíritu  Santo.  Está  con 
340  cuidado.  Mira  aquellos  criados  que 

estaban  esperando  a  su  señor  cuando  viniese  de  las  bodas. 
No  seas  como  aquellas  vírgenes  locas  y  necias,  no  estés 


312  lab  3-1,  17.  336   Cf.  m.  6,  21.    342    Cf.  M¿  25,  2  ss. 

313  Cf.  Iob  29,  15.    341   Le.  12,  36. 


392  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dormido  ni  emborrachado  en  cosas  de  este  mundo;  mas  imi- 
ta a  las  vírgenes  prudentes  en  el  cuidado  y  ornato  y  en  te- 

345  ner  aceite  de  misericordia  para  ti  primero,  teniendo  mucha 
cuenta  con  tu  ánima  y  reformación  de  tu  corazón.  Busca 
estos  días  el  rincón  y  guárdalo.  Mira  a  la  benditísima  Vir- 
gen y  a  los  santos  apóstoles  recogidos  en  el  cenáculo.  ¿Qué 
harían?  ¡Qué  lágrimas  tendrían  acordándose  de  la  pasión 

350  de  Jesucristo,  acordándose  de  su  ausencia!  ¡Qué  sospiros 
enviarían  al  cielo,  deseando  este  Santo  Espíritu  consolador 
y  reparador  suyo!  Ten  todos  sus  deseos  corregidos,  los  ojos 
mortificados  y  bajos,  no  miren  alguna  cosa  que  después 
tengan  que  llorar;  porque  si  el  ojo  mira,  el  ojo  llora.  Vió 

355  David  una  negra  vista,  que  más  le  valiera  estar  ciego  que 
no  ver  lo  que  vió;  porque  si  el  ojo  >se  deleitó  en  mirar,  bien 
lloró  después,  y  tanto,  que  dicen  que  tenía  David  hechos 
sulcos  en  la  cara  del  correr  de  las  lágrimas. 

El  Espíritu  Santo-    Y  es  menester  celebrar  esta  Pascua  de 

360   nos  consolará  y    esta  manera  con  mucho  cuidado,  pues 
dará  fuerza    '      1°  (lue  esperamos  es  tanto.  ¿Sabéis, 
hermano,  qué  tiempo  es  éste  y  qué 
pierdes  si  el  Espíritu  Santo  no  viene  a  morar  a  tu  casa? 
Que  ni  la  encarnación  de  Jesucristo,  que  es  la  principal 

365  fiesta  de  todo  el  año,  ni  su  santo  nacimiento,  ni  su  pasión, 
ni  redempción,  ni  su  subir  al  cielo  te  aprovechará  nada  si 
de  asta  fiesta  no  gozas;  todo  aquello  que  Jesucristo  ganó, 
pierdes  si  esto  pierdes.  Aunque  es  verdad  que  con  la  muerte 
de  Jesucristo  se  abrió  el  cielo  y  se  cerró  el  infierno,  ¿pero 

370  qué  te  aprovechará  si  no  recibes  al  Espíritu  Santo?  Sin 
gracia  de  Dios,  mira  qué  te  puede  aprovechar  lo  demás;  y 
si  al  Espíritu  Santo  recibes  en  tu  corazón,  todo  te  aprove- 
chará y  dará  consuelo. 

Este  solo  Espíritu  Santo  bastará  a  consolarte  y  dar  es- 

375  fuerzo  a  tu  flaqueza,  a  dar  alegría  a  tu  tristeza.  ¡Y  cómo 
lo  sabe  El  hacer!  Yo  supe  de  uno  a  quien  el  Espíritu  Santo 
se  le  quiso  comunicar  tantico  y  como  loco  salió  dando  vo- 
ces por  las  calles.  ¿Queréislo  ver?  Miraldo  por  los  após- 
toles, que  antes  que  el  Espíritu  Santo  viniese  estaban  tan 

3*0  acobardados,  tan  medrosos,  que  no  osaban  salir,  sino  te- 
nían la  puerta  del  cenáculo  cerrada.  Ansí  como  el  Espíritu 
Santo  vino  en  ellos,  abren  las  puertas  de  par  en  par,  salen 
por  esas  plazas  y  comienzan  a  predicar  a  Jesucristo. 

Decía  San  Atanasio — un  gran  santo,  que  escribió  contra 

385  la  herejía  de  los  arríanos — ;  este  santo,  pensando  los  escrú- 
pulos que  algunos  tenían:  "Si  soy  baptizado,  si  no  soy  bapti- 
zado", dice  él:  "¿Sabes  en  qué  lo  verás?  Si,  como  la  mujer 
que  está  preñada  siente  bullir  la  criatura,  sientes  tú  bullir 


39.3 


el  Espíritu  Santo".  — Pues,  padre,  yo  soy  hombre.  Yo  no  soy 

390  casada.  No  sé  qué  es  bullir  la  criatura,  ¿cómo  lo  sentiré? 
— Esta  señal  te  doy,  hermano:  cuando  sintieres  en  tu  corazón 
un  fuego  encendido  de  caridad,  un  amor  firme  en  Dios,  que 
el  Espíritu  Santo  fuego  es;  si  sintieres  dar  saltos,  de  cara 
arriba,  dentro  de  ti.  — ¿Cómo  es  eso,  padre?  — El  mismo  Je- 

395  sucristo  lo  dijo  por  San  Juan,  hablando  con  la  Samaritana : 
Quien  bebiere  del  agua  que  yo  tengo. 

— ¿Qué  condición  tiene  esa  agua,  Señor?  — Harásele 
— dice  nuestro  Redemptor — una  fuente  de  agua  viva  que 
salte  hasta  la  vida  eterna.  Ves  aquí  la  señal  que  dió  Cristo 

4°0  para  saber  cuándo  ha  venido  el  Espíritu  Santo  a  ti:  que  el 
Espíritu  Santo  tiene  esta  condición,  que  no  puede  estar  en- 
cubierto, y  El  mismo  da  testimonio  si  tienes  ahora  a  Je- 
sucristo. Que  dice  El  en  el  evangelio  que  se  dice  en  la 
misa:  Cuando  el  Paráclito  viniere,  cuando  el  Espíritu  Santo 

405  viniere,  el  Espíritu  de  verdad,  que  procede  de  mi  Padre, 
ése  dará  testimonio  de  mí,  ése  os  enseñará  de  mi.  Que  quie- 
re decir  que  os  consolará,  alumbrará,  recreará  y  encaminará. 

El  Espíritu  Santo  es  Consolador,  hermanos.  ¡Cómo  sa- 
brá consolar,  pues  por  su  grandeza  se  llama  así:  Consola- 

410  dor!  ¿Qué  es  lo  que  buscamos  en  esta  vida?  ¿Tras  qué  an- 
damos? Toda  la  vida  trabajamos  no  para  otra  cosa  sino 
para  buscar  tantico  consuelo,  tantico  contento.  Pues  ¿por 
qué  no  trabajamos  por  tener  nosotros  un  Consolador  que 
nos  consuele  y  que  enriquezca  nuestra  pobreza?  ¡Oh  si  os 

415  pudiese  yo  pegar  la  devoción  con  el  Espíritu  Santo!  Pé- 
gueosla  El  por  su  infinita  misericordia. 

Cuando  estuvieres  triste,  ten  por  cierto  que  el  Espíritu 
Santo  te  consolará  de  esa  tristeza,  si  lo  tienes  en  tu  ánima. 
Dice  el  apóstol  San  Pablo:  iPorque  si  alguno  pensare :  "¿  Quién 

*20  es  bastante  a  consolar  una  tristeza  que  tengo,  un  desmayo, 
quién  me  favorecerá?",  hay  pelea  de  fuera,  y  de  dentro 
grandísimos  temores.  Pero  aquel  que  tiene  por  costumbre 
de  consolar  a  los  que  son  humildes,  nos  ha  consolado. 

El  oficio  del  Espíritu  Santo  es  consolar  a  los  que  están 

425  atribulados.  Pregonado  está  este  Consolador  en  toda  la 
Iglesia  de  Jesucristo  nuestro  Señor;  pregonado  y  publi- 
cado está  por  Consolador  de  nuestros  trabajos.  El  enfermo 
busca  médico  para  sus  enfermedades;  el  pleiteante  busca 
buen  abogado  que  le  ayude,  y  va  al  juez  y  dícele:  "Sen- 

430  tenciá  por  mí".  Pues  que  todos  estamos  tristes,  tenemos 
necesidad  de  acudir  a  quien  nos  consuele  nuestra  tristeza. 


389   Cf.  San  Atanasio,  De  Trinitate  ct  Spiiitu  Saiicto,  20:  MG  26, 
[215  ;  Ep.  3,  ad  Serap.,  3  :  MG  26,  627  s. 
399   Cf.  lo.  4,  13-14. 
406   Cf.  lo.  14,  26. 
423   Cf.  2  Cor.  7,  6-7. 


394 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Todos  estamos  tristes:  los  malos  por  pecados  que  hemos 
hecho;  a  los  justos  también  les  pesa  de  sus  pecados,  y  tie- 
nen grandísima  tristeza,  si  han  de  ofender  a  Dios,  si  han 
435  de  perder  a  Dios.  Todos  estamos  tristes,  todos,  hemos  me- 
nester un  consuelo.  El  Espíritu  Santo  tiene  por  oficio  de 
consolar  a  todos;  pidámosle  tenga  por  bien  de  venir  a 
nuestros  corazones  y  consolarnos. 

Por   los  méritos     Dirá  alguna  ánima  que  se  ve  tan  aco- 

440   de  Cristo   se  da     r ralada  y  tan  medrosa,  que  hubiere 
el  Espíritu  Santo     cometido  tantos  pecados :  "Padre,  ese 
Espíritu  Santo  que  decís  es  Dios,  es 
un  Dios  todopoderoso,  Dios  terrible;  yo  soy  un  gusano,  una 
hormiga;  ¿cómo  querrá  venir  ese  Espíritu  Santo  a  mi  po- 

445  sada,  tan  mal  aderezada?  Temo  que  no  querrá  venir". 

Si  miras  a  ti,  razón  tienes  por  cierto  que  no  querrá  ve- 
nir el  Espíritu  Santo;  ¿pero  sabes  qué  has  de  hacer?  Poner 
en  medio  de  ti  y  de  El  a  Jesucristo  y  a  sus  merecimientos; 
y  viendo  el  Espíritu  Santo  lo  que  Jesucristo  pasó  por  ti, 

450  por  amor  de  El,  luego  vendrá.  Después  que  uno  se  descon- 
soló porque  tú  te  consolases,  después  que  uno  se  entriste- 
ció porque  tú  te  alegrases,  después  que  uno  sufrió  cansan- 
cio porque  tú  descansases,  después  que  uno  murió  porque 
tú  vivieses,  no  tienes  que  temer,  si  sabes  llorar  tus  pecados 

455  y  hacer  digna  penitencia.  ¡Bendito  sea  Jesucristo,  y  los 
ángeles  lo  bendigan!  Amén. 

Dice  nuestro  Redemptor:  Busqué  quien  me  consolase  y 
no  lo  hallé,  y  diéronme  en  manjar  hiél,  y  cuando  había  sed, 
diéronme  a  beber  vinagre.  No  halló  nuestro  Redemptor  quien 

460  lo  consolase;  estuvo  nuestro  Redemptor  muy  lleno  de  tris- 
teza, muy  desconsolado;  no  halló  consuelo  ninguno;  estaba 
con  tantas  tristezas  de  dentro  y  de  fuera,  que  dijo  El  mis- 
mo: Tristis  est  anima  mea  usque  ad  mortem.  Quiere  decir 
que  nuestro  Redemptor  tenía  tristeza  de  muerte.  No  deci- 

465  mos  la  parte  superior  del  ánima,  que  ésa  gozaba  de  Dios; 
no  hablo  sino  de  la  parte  sensitiva:  en  aquella  parte  esta- 
ba desconsoladísimo  en  gran  manera.  ¡Qué  de  cansancios, 
qué  de  hambre,  qué  de  sed,  qué  de  sudor  por  esos  caminos! 
Y  cuando  ya  se  llegó  el  tiempo  del  padecer,  había  tanto  do- 

470  lor  en  pensarlo,  que  decía:  Padre,  si  posible  es,  no  beba  yo 
este  cáliz,  esta  copa  de  amargura.  También  dijo  Cristo 
nuestro  Redemptor  en  la  parte  sensitiva,  viendo  que  Dios 
le  dejaba  padecer  y  viendo  los  tormentos  que  pasaba:  Deus 
meus,  Deus  meus,  ut  quid  dereliquisti  me?  Fué  tanto,  her- 

475  manos  míos,  lo  mucho  que  nuestro  Señor  pasó;  fueron  tan- 
tos los  tormentos  que  pasó,  los  azotes,  corona  de  espinas, 


459  Ps.  68,  21-22. 
463   Mt.  26,  38. 


471  Cf.  Mt.  26,  42. 
474   Mt.  27,  46. 


27-     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


395 


las  bofetadas  que  en  su  divino  rostro  le  dieron,  que  dice 
El  mismo:  O  vos  omnes,  qui  transitis  per  viam:  Todos  los 
que  pasáis  por  el  camino,  todos  los  que  vivís  en  él  mundo, 

480  mira  si  hay  dolor  como  el  mío.  ¡Bendito  seáis  vos,  Re- 
demptor  mío,  por  siempre! 

¿Qué  es  la  causa  de  tantos  dolores,  Señor?  Los  dolores, 
los  tormentos,  ¿no  son  pena  de  los  pecados  y  castigo  de 
los  malos?  A  los  que  mal  hacen  les  conviene  el  castigo; 

485  vos,  Señor  mío,  ¿qué  mal  fué  el  que  hecistes,  que  tantos 
tormentos  pasastes?  ¿Por  qué  tantos  dolores? 

Dice  nuestro  Redemptor  Jesucristo:  — ¿Qué  deben  és- 
tos? — Señor,  muchos  pecados  han  hecho.  — Pues  quiero 
— dice  Jesucristo — caiga  sobre  mí  el  castigo,  porque  caiga 

490  el  descanso  del  cielo  encima  de  ellos;  la  tristeza  caiga  en 
mí,  porque  la  alegría  caiga  sobre  ellos.  Quiero  que  me  den 
hiél  a  mí,  porque  les  den  a  ellos  miel;  denme  a  mí  tor- 
mentos, porque  den  a  ellos  descanso;  den  a  mí  la  muerte, 
porque  a  ellos  les  den  la  vida. 

495  Ten,  pues,  hermano,  confianza  en  estos  merecimientos 
que  Jesucristo  tuvo.  No  pienses  que  es  voz  muda  la  que 
tienes  en  el  cielo  en  tu  defensa;  los  merecimientos  de  Jesu- 
cristo están  allá  abogando  por  ti.  Ni  tampoco  es  voz  muda, 
si  alegas  para  que  el  Espíritu  Santo  venga.  No  desconfíes, 

500  que,  si  los  merecimientos  de  Jesucristo  tú  das,  por  ellos  te 
darán  al  Espíritu  Santo.  Tanto  vale  lo  que  das  como  lo  que 
te  dan.  Si  te  dan  a  Dios,  a  Dios  das;  y  aunque  por  hi  parte 
que  es  Dios,  Jesucristo  nuestro  Redemptor  no  padeció,  pero, 
en  fin,  se  dice  haber  padecido  aquel  que  era  Dios.  Y  por 

505  la  hiél  que  El  bebió  estando  puesto  en  la  cruz,  te  darán  a 
ti  la  miel  del  Espíritu  Santo. 

Llamarán  tus  pensamientos,  palabras  y  obras  al  Espí- 
ritu Santo,  que  El  sobrevendrá  en  ti,  sin  que  tú  sepas  cómo 
ni  en  qué  manera,  sin  que  lo  sientas  ni  sepas  por  qué  parte 

510  entró,  y  hallarlo  has  dentro  en  tu  corazón  aposentado;  ha- 
llarás dentro  de  tu  ánima  una  alegría  grande,  un  regocijo 
tan  admirable,  tan  lleno,  que  te  hará  salir  de  ti.  Decía  el 
santo  rey  David:  Darás,  Señor,  gozo  y  alegría  a  mi  oreja, 
y  gozarse  han  los  huesos  humillados .  El  corazón  que  estaba 

8  5  triste,  el  ánima  que  estaba  muy  congojada,  recebirá  alegría 
y  gozarse  ha;  oirás  al  Espíritu  Santo  que  te  hablará  en 
tu  oreja,  y  te  mostrará  todo  lo  que  debes  hacer. 

El  mismo  que  tiene  por  oficio  consolar,  ese  mismo  tiene 
por  oficio  exhortar;  y  él  mismo  que  te  consuela,  ese  mismo 

520  te  reprehende:  "¡Oh  hombre  cobarde,  de  poco  ánimo,  no  quie- 
ras temer  como  niño,  ten  esifuerzo  de  varón!"  El  mismo 


480  Thren.  1,  12. 
514    fs.  50,  10. 


396 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Espíritu  Santo  que  te  viene  a  consolar,  ese  mismo  te  re- 
prehenderá, para  quitar  aquello  que  impide  tu  consuelo. 
Paracletus  quiere  decir  Consolador. 

r>25  Y  pues  ves,  hermano,  que  por  los  merecimientos  de  Je- 
sucristo se  da  el  Espíritu  Santo,  no  ceses  de  pedirlo,  no 
dejes  de  desearlo  con  gran  deseo,  sintiendo  de  El  que  ven- 
drá a  tu  ánima,  y  será  tanto  consuelo  para  ti  que  nadie 
bastará  a  quitártelo.  Apareja  tu  posada,  apareja  la  comida 

530  para  este  Huésped,  pues  tan  bien  la  merece  y  tantas  obli- 
gaciones le  tienes;  hagamos  muchas  limosnas  a  los  pobres; 
hagamos  misericordia  a  nuestros  prójimos;  abstengámonos 
de  todo  pecado  y  de  toda  falta  en  esta  Semana  Santa;  ten- 
gamos nuestros  sentidos  muy  sujetos,  y  todos  estemos  con 

335  verdadera  confianza,  que  por  su  misericordia  vendrá  en 
fuego  de  amor,  fortalecer[á]  nuestros  corazones  y  darnos 
ha  sus  dones. 


28     El  Que  no  tiene  el  espíritu  de  Cristo,  no  es 
de  Cristo  * 

Domingo  infraoctava  de  la  Ascensión.  29  mayo  1552 

(Valencia,  Bibl.  Col.  Patriarca,  Ms.  1049,  ff.  88  r  -  98  v;  ed.  1596, 
III,  pp.  35-53.) 

Cum  vcncrit  Paracletus,  quem  cgo  mittam  vobis 
a  Paire,  Spiritum  veritatis,  qui  a  Patre  procedit,  Ule 
testhnonium  perhibebit  de  me  (lo.  15,  [26]). 

Exordio  Omnes  quaerunt  quae  sua  sunt,  non  quae  Iesu 
Christi,  dice  el  apóstol  San  Pablo,  quejándose  de 
las  costumbres  de  los  hombres.  Todos  buscan  lo  que  les 
cumple,  y  no  lo  que  cumple  a  Jesucristo.  Y  hablando  de 
Jesucristo  dice:  Etenim  Christus  non  sibi  placuit,  sed  sic[ut~] 
scrvptum  est,  irrvproperia  inuproperantium  tibi  ceciderunt 
super  me.  Todos  buscan  lo  que  les  cumple  a  ellos,  y  no 
lo  que  toca  a  Jesucristo;  mas  Cristo,  olvidado  de  lo  que 
le  cumple  a  El,  por  acordarse  de  lo  que  nos  cumple  a  nos- 
otros — non  sibi  placuit — ,  no  escogió  vida  a  contento  de  lo 


V  =  Valencia,  T  =  Ed.  ||  4-5  Omnes  -  Iesu  Christi]  Todos  buscan  sus  cosas 
no  las  de  Jesucristo  T  \\  7  que]  le  add.  T  ||  8  Jesucristo]  qué  add.  T  |  sicut  T  \ 
11  Jesucristo  T  ||  13  contentamiento  T 


*  El  índice  del  Bto.  Juan  de  Ribera  lo  titula  :  «In  adventu 
Spiritus  Sancti».  Para  dar  'la  fecha  de  este  sermón  «os  basamos  en 
Ja  alusión  que  en  él  se  hace  al  Concilio  de  Trento  :  «El  Concilio 
.Tridentino,  que  por  nuestros  grandes  pecados  me  dicen  que  está 
desbaratado,  aprobó  por  qanonicos  todos  Jos  Jiferos  de  Da  Bi- 
blia...» (p.  406).  Se  refiere,  sin  duda,  a  la  segunda  suspensión,  que 
tuvo  lugar  en  la  sesión  16  (28  abril  1552),  después  de  la  traición 
de  Mauricio  de  Sajonia. 

5    Cf.  Phil.  2,  21.  10   Rom.  15,  3  ;  cf.  Ps.  68,  10. 


2S.     DOM.   INFRAOCTAVA  DE  I.A  ASCENSIÓN 


397 


exterior,  antes  muchas  veces  se  cansó  por  esos  caminos, 

15  derramó  muchas  lágrimas,  padeció  muchos  denuestos  y, 
finalmente,  padeció  la  muerte,  para  que  entiendan  los  hom- 
bres que,  pudiendo  vivir  descansadamente,  olvidaba  su  des- 
canso para  dar  descanso  a  los  hombres. 

Señor,  si  fuérades  como  nosotros,  ¡qué  mal  nos  fuera! 

20  ¿Cuántas  veces  os  habrá  acontecido  andar  tras  de  nuestro 
Señor,  demandándole  alguna  merced,  importunándole  con 
oraciones,  con  lágrimas,  con  limosnas,  con  disciplinas;  y 
después  que  lo  ha  dado,  vos,  como  mal  pagador,  olvidáisos 
de  Dios?  En  la  adversidad  vais  a  El,  y  en  la  prosperidad  ol- 

25  vidáisos  del  Señor.  Mal  hecho  es.  Si  El  fuera  como  nosotros, 
¿qué  fuera  de  nosotros?  Ya  está  en  los  cielos,  ya  no  le  falta 
nada  para  su  descanso;  si  estando  en  su  prosperidad  nos 
olvidara,  ¿qué  fuera  de  nosotros?  Sea  su  misericordia  ben- 
dita. Fué  Jesucristo  al  cielo,  dice  San  Pablo,  a  parecer  de- 

30  lante  del  gesto  del  Padre,  para  ofrece'lle  su  pasión  y  reca- 
barnos el  Espíritu  Santo. 

Por  parte  de  Jesucristo  bien  libraremos,  que  recetaremos 
el  Espíritu  Santo.  Señora,  ¿y  por  vuestra  parte  libraremos? 
Raquel  dos  hijos  tuvo;  la  Virgen  benditísima  dos  hijos  tiene, 

35  uno  natural  y  otro  adoptivo.  El  Hijo  natural  ya  está  en  el 
cielo,  ya  está  reinando,  en  cobro  está,  no  tiene  que  pedir 
para  El.  Resta  que  a  los  que  somos  hijos  adoptivos  nos 
alcancéis  gracia  para  bien  hablar,  y  para  bien  obrar,  y 
para  bien  acabar.  Y  porque  así  lo  haga,  digámosle:  Ave, 

40  María. 

Evangelio  del  día     Cum  venerit  Paracletus,  etc.  Todavía 
estamos  en  Pascua  del  Espíritu  Santo. 
Venga  en  vuestros  corazones,  para  que  tengáis  buenas  Pas- 
cuas. 

45  Dice  Jesucristo  en  el  capítulo  15  de  San  Juan:  Cuando 
viniere  el  Consolador,  que  yo  os  enmaré  de  parte  del  Padre, 
que  es  Espíritu  de  verdad,  El  dará  testimonio  de  mi,  y  vos- 
otros lo  daréis  también,  porque  habéis  sido  testigos  de  vista, 
que  dende  que  comencé  a  predicar  me  habéis  conversado. 

50  Aparejaos,  que  grandes  trabajos  os  vernán;  echaros  han 
de  las  iglesias  y  perseguiros  han;  y  un  solo  descanso  que 
podíades  tener,  que  es  pensar  descansar  algún  día  que  os 

19  <ruí]  cuán  r  ||  22  disciplinas  7'  ||  23  que]  os  add.  T  |  os  olvidáis  i  || 
24-25  os  olvidáis  T  ||  26-28  Ya  está  en  los  cielos -de  nosotros]  om.  V  ||  30  del 
gesto]  el  acatamiento  T  |  ofrecerle  T  ||  30-<31  recabarnos  -  Santo]  ser  nuestro 
abogado  T 

33  libraremos]  bien  add.  T  ||  34  dos,]  Dios  V  ||  39-40  para  bien  -  Ave,  María] 
y  los  <loncs  que  son  necesarios  para  ir  donde  está  el  natural  7" 
41  Todavía  om.  T  ||  42  Santo]  el  Espíritu  Santo  add.  T 

48  vista]  y  add.  T  ||  49  desde  T  ||  50  vendrán  T  ||  52  podéis  T  |  pensar 


31    Cf.  Hebr.  o,  24  ;  lo.  16. 


.Si    I<>.   15-  26. 


398 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dejasen  de  perseguir,  aun  éste  os  faltará,  porque  nunca 
cesarán,  haciendo  cuenta  que,  en  perseguiros  y  mataros, 

55  hacen  servicio  a  Dios.  Consolaos  con  que  es  gente  ignorante 
que  no  conocen  al  Padre  y  a  mí,  y  que  os  persiguen,,  sin 
merecerlo,  por  amor  de  mí.  Digooslo  antes  que  venga,  para 
que,  cuando  viniere  la  obra,  os  acordéis  que  os  dije  lo 
próspero  y  'lo  adverso  que  os  había  de  venir,  y  hallaréisme 

€0  verdadero  en  lo  uno  y  en  lo  otro.  Esta  es  la  letra  del  Evan- 
gelio. Brevecito  es. 

Promesa  del  Con-     Cuando  viniere  el  Consolador,  etc.  El 
solador  Señor,  ya  os  he  dicho  algunas  veces 

que,  si  dejásemos  a  su  corazón  hacer 

65  lo  que  quiere  por  nosotros,  todo  sería  hacernos  misericor- 
dia, porque  a  El  propio  le  es  el  hacer  misericordia;  si  cas- 
tiga, como  forzado  castiga,  y  fuera  de  su  condición:  Non 
enim  humiliavit  ex  corde  suo,  et  abiecit  filios  hominum. 
Cuando  abate  Dios  a  uno,  no  'lo  hace  de  corazón,  sino  como 

70  forzado;  como  padre  que  ve  a  su  hijo  ser  malo,  castígalo 
con  amor,  y  el  hijo  hace  que  le  castigue.  "Dios  dulce  es  de 
naturaleza,  dice  San  Hierónimo,  mas  nosotros  le  hacemos 
que  nos  castigue".  De  aquí  viene  que,  cuando  castiga,  luego 
busca  el  consuelo:  Quoniam  si  abiecit,  et  misereblt[ur~\  se- 

75    cundum  multitudinem  misericordiarum  suarum. 

¡Qué  desconsuelo  recibieron  los  apóstoles  cuando  les  dijo 
que  se  quería  ir!  Quia  haec  dixi  vobis  tristitia  implevit  cor 
vestrum.  Amaban  tanto  a  Jesucristo,  que  no  tenían  pacien- 
cia para  oír  decir:  "Voime".  Pues  sois  tan  amigo  de  dar 

80  consuelo,  ¿qué  consuelo  daréis  a  estos  que  tan  desconsola- 
dos están  por  amor  de  vos? 

Dos  consuelos  les  da:  Si  diligeretis  me,  gauderetis  utique. 
No  pospongáis  mi  bien  a  vuestro  contentamiento.  Si  me 
amásedes,  gozaros  híades,  que  voy  a  reinar.  Y  porque  este 

85  consuelo  es  de  perfectos,  que  vivan  en  trabajos  y  tomen  por 
consuelo  que  la  voluntad  de  Dios  se  cumpla  en  ellos,  dales 

om.  T  |,|  55  es  om.  V  ||  156  y,]  ni  T  ||  57-58  porque  T  |)  58  obra]  hora  T  || 
60-61  Esta  es  -  Brevecito  es]  om.  T 

66' le  om.  T  ||  72  Jerónimo  T  ||  74  si  om.  T  |  miserebitur  T  ||  82  .la]  el 
uno  add.  T  |  ililigeritis  V  |J  83  jxmgráis  V  ||  84  os  gíáaríades  T  ¡  que]  porqÚS 
rae  T  |[  85  iperfetos  7'  |  toman  peor  V 


6o    lo.  is,  26-16,  4. 
68   Threii.  3,  33. 

73  San  Jerónimo,  Conuri.  ¡11  lonam,  c.  3  (MI.  25,  1137)  :  «Deus 
natura  misericors  est,  et  paratus  ut  salvet  clementia  quos  non  pot- 
est  salvare  iustitia  :  nos  auteni  vitio  nostro  paratam  íniscriconliam, 
et  nitro  se  offerenteni,  perdinrus  et  relinquimus».  Cf.  In  Is-,  l.  i  ■ 
ML  24,  4"  i.t  i  ;  Ib.  74. 

7S    Cf.  Tlrren.  3,  32. 

78    Cf.  lo.  16,  6. 

82    lo.  14,  28. 


28.     1)(>M.   INKRAOCTAV.V  DE  LA  ASCENSIÓN 


399 


otro  consuelo  que  toca  al  provecho  de  ellos:  Tristes  estáis 
porque  me  voy;  pues  yo  os  digo  que  os  cumple  que  yo  me 
vaya.  Mira  qué  palabra,  que  es  menester  grandísima  fe 
90  para  creerla:  "Yo  os  digo,  en  verdad,  que  os  conviene  mi 
ida.  Paréceos  a  vosotros  que  yéndome  yo  quedáis  desam- 
parados y  que  los  judíos  y  todos  los  hombres  os  han  de 
perseguir.  ¿Pensáis  que  quedáis  como  niños,  que,  en  apar- 
tándose la  madre  de  ellos,  los  ha  de  comer  el  lobo?" 
95  — Señor,  si  dijérades  que  os  cumplía  a  vos,  fuera  bien; 
mas  que  nos  cumple  a  nosotros,  ¿cómo  es  posible?  — Si 
enim  non  abiero,  Paracletus  non  veniet  ad  vos.  Cúmpleos 
que  me  vaya,  porque  si  no  me  fuere,  el  Consolador  no 
verná  a  vosotros;  y  si  me  fuere,  enviarlo  he;  por  eso  os 

100  cumple  que  me  vaya.  — Señor,  ¿consolador  por  consolador, 
vos  no  sois  buen  consolador? 

¿Qué  hacía  el  Señor  de  dediles  bienes  de  este  Consola- 
dor, para  que  con  su  venida  templasen  la  pena  que  recibían 
de  su  ida  ?  "Enviaros  he  uno  que  ha  por  nombre  Consolador, 

105  uno  que  os  enseñará,  no  sólo  las  cosas  presentes,  mas  aun 
las  por  venir;  uno  que  os  dirá  quién  soy,  que  aun  no  me 
conocéis  bien;  uno  que  sea  Espíritu,  que  allá  dentro  de 
vosotros  os  enseñe,  que  ni  sea  menester  orejas  para  oírle 
ni  ojos  para  verle;  uno  que  nunca  os  dejará,  sino  que 

110  estará  con  vosotros  cuando  comáis  y  cuando  durmáis,  cuan- 
do estéis  en  la  iglesia  y  cuando  estéis  en  casa;  uno  que  será 
tan  vuestro  compañero,  que  nunca  se  apartará  de  vosotros. 
Tened  ahora  por  bien  mi  ida,  porque  venga  a  vosotros  este 
Enseñador.  Todo  lo  que  yo  os  he  hablado,  El  os  lo  declarará. 

115  El  será  vuestro  Maestro,  vuestro  Ayo,  vuestro  Consolador, 
para  que  os  consoléis  con  El;  tened  por  bien  que  yo  me 
vaya". 

Grande  es  la  dignidad  del  Espíritu  Santo,  que  tuvo  por 
predicador  al  mismo  Jesucristo.  ¿Quién  predicó  de  Jesu- 
120  cristo?  El  mismo  Espíritu  Santo  por. bocas  de  los  profetas; 
mas  al  Espíritu  Santo  el  mismo  Jesucristo,  Dios  y  hombre, 
lo  predicó  por  su  propia  boca,  y  dijo  tantos  bienes  de  El, 
porque  los  apóstoles  tuviesen  paciencia  de  su  ida. 

—Señor,  consolador  por  consolador,  ¿no  os  quedaréis 
125  vos?  Contentos  estamos  con  vos;  no  hay  pena  que  con  vos 
no  se  nos  quite;  ¡quedaos  vos  con  nosotros,  Señor!  — No 
tenéis  razón. — Aquélla  humanidad  de  Jesucristo  que  veían 


96  cumpla  T  \\  99  vendrá  T  |  enviároslo  T 
102  decirles  T  1!  103  reeebían  T  |l|  106  quiién]  Yo  acfcf.  T  ||  114  declara  V 
120  mismo  om.  T 

125  vosa]  veros  7  ¡I  127  vían  T  |j  131  agora  T  ||  132  éste  T  ||  135  quién]  Yo 
add.  T 


99    lo.  16,  7. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


no  era  tan  buena  como  el  Espíritu  Santo,  porque  la  huma- 
nidad era  cosa  criada,  y  el  Espíritu  Santo  era  Dios.  La 

130  divinidad  de  Jesucristo  no  se  iba,  como  no  decendió  del 
cielo;  la  divinidad  tampoco  subió  ahora  al  cielo;  lo  que  se 
ausentaba  era  el  ánima  y  el  cuerpo,  y  esto  menor  era  que 
el  Espíritu  Santo.  Pues  no  tenéis  razón  de  decir  que  no 
se  vaya,  para  que  venga  El.  "Cuando  este  Enseñador  venga, 

I3i5  El  os  dirá  quién  soy;  y  cuando  me  hubiéredes  conocido,  da- 
réis por  bien  empleada  mi  ida  por  haberme  conocido": 

Quien  no  tuviere  Henos  aquí  metidos  donde  yo  desea- 
Espíritu  de  Cristo,  ba.  Tenga  cada  uno  el  gusto  que 
no  es  de  Cristo        quisiere;  el  mío  harto  ruin  es  por 

140  cierto;  mas  uno  de  los  tiempos  en 

que  mi  ánima  está  consolada  y  en  que  mayores  mercedes  es- 
pera recebir  de  Dios,  es  esta  semana  antes  de  Pascua,  Uamal- 
da  por  nombre  Semana  Santa.  Por  reverencia  de  Dios  que  me 
hagáis  esta  merced,  y  a  Dios  este  servicio,  y  a  vuestra  áni- 

145  ma  tan  gran  bien,  que  si  en  otro  tiempo  habéis  sido  los 
que  no  debíades,  esta  semana  sirváis  a  Dios  muy  de  veras; 
y  yo  os  doy  palabra  de  parte  de  Dios,  en  cuyo  lugar  estoy, 
aunque  indigno,  que  El  os  pague  él  servicio  que  le  hicié- 
redes.  Quien  de  esta  semana  tiene  parte,  tiene  parte  en 

150  todas  las  otras  fiestas  del  año;  quien  de  esta  semana  no 
tiene  parte,  no  tiene  parte  en  su  nacimiento,  ni  en  su  ayuno, 
ni  en  su  oración,  ni  en  sus  azotes,  ni  en  su  muerte,  ni  en 
su  resurrección,  ni  en  su  as[c]ensión;  no  tiene  parte  en 
cuanto  ha  hecho  y  hará,  si  no  tiene  parte  en  esta  semana. 

155  ¿Paréceos  que  es  de  tener  en  mucho  esta  fiesta?  Porque 
los  hombres  tuvieran  parte  en  esta  fiesta,  hizo  todo  esotro 
que  hizo:  Ut  divinitatis  suae  tribueret  nos  esse  participes. 
Ansí  lo  canta  la  Iglesia  estos  días.  — ¿Qué  es  participar  de 
su  divinidad?  — Es  celebrar  bien  esta  Pascua,  recebir  el  Es- 

160  píritu  Santo,  que  es  el  mismo  Dios;  para  eso  trabajó  Jesu- 
cristo tanto,  [para]  que  gozásemos  de  esta  fiesta.  ■ — ¿Y  qué 
fiesta  es  ésta?  — ¡Fiesta  del  Espíritu  Santo.  — ¿Y  no  me  pa- 
saré yo  bien  sin  Espíritu  Santo?  . — No,  por  cierto,  y  ¡ay  de 
aquel  que  no  tuviere  el  Espíritu  Santo!  — ¿No  me  pasaré  yo 

166  con  vivir  en  mi  carne  o,  a  lo  menos,  en  mi  espíritu?  ■ — No. 
San  Pablo:  Vos  autem  in  carne  non  estis,  sed  in  spiritu.  Si 
quis  spiritum  Christi  non  habet,  hic  non  est  eius.  No  des. 


141  está]  más  add.  T  ||  148  pagará  i  |  14©  tiene  parte,  om.  T  \\  150  del 
año]  de  Jesucristo  la  tiene  y  T  |j  161  no]  ni  T  ||  153  ascensión  T  ||  154  y] 
ni  T  ||  156  hizo]  Jesucristo  nuestro  Dios  add.  T 

158  Así  T  ||  161  que  gozásemos]  para  que  gozemos  T  ||  162463  ¿  Y  no  me 
pasaré -por  cierto]  om.  T  ||  165  menos]  con  vivir  add.  T  ||  168  dice]  san  add.  T  \\ 


135    Cf.  lo.  15,  26. 

157    Of.  Miss.  Rom.,  Pracfat.  de  Asoens.  Domini. 


28.     nOM.  INFRAOCTAVA  DK  I.A  ASCENSIÓN 


maye  nadie.  "Vosotros,  dice  Pablo,  no  vivís  en  carne,  no  vi- 
vís por  vuestro  juicio,  no  os  regís  por  vuestra  voluntad  y  ape- 

1™  tito".  ¡Quién  fuera  tan  dicho  predicador,  que  os  dijera  con 
verdad:  No  vivís  en  carne,  sino  en  espíritu,  si  tamen,  o  si 
quidem,  como  dice  otra  letra,  Spiritus  Dei  habitat  in  vo- 
bis;  porque  ciertamente  Espíritu  de  Dios  mora  en  vosotros! 
Y  porque  entendáis  vuestra  bienaventuranza  es  tener  por 

175  huésped  al  Espíritu  Santo,  sabed  que,  si  alguno  no  tiene  Es- 
píritu de  Cristo,  este  tal  no  es  de  Cristo.  Otra  vez  era  me- 
nester decillo  y  otras  mil:  Si  no  es  de  Cristo,  ¿cúyo  será? 

Toda  mi  riqueza,  Rey,  está  en  ser  de  vos;  con  esta  con- 
dición da  Dios  las  riquezas  al  cristiano,  con  que  él  sea  de 

iso  Dios:  Omnia  vestra  sunt;  sive  Paulus,  sive  Apollo,  sive  Ce- 
phas,  sive  mundus,  sive  vita,  sive  mors,  sive  praesentia,  sive 
futura,  omnia  enim  vestra  sunt;  vos  autem  Christi,  Christus 
autem  Dei.  No  os  llaméis  pobres,  que  todas  las  cosas  son 
vuestras:  Pablo  es  vuestro,  porque  trabaja  y  padece  por  vos- 

185  otros;  Cejas,  que  quiere  decir  Pedro,  es  vuestro,  porque  tam- 
bién suda  él,  y  revienta  hecho  vuestro  esclavo;  Apolo  tam- 
bién; el  otro  predicador  es  vuestro,  pues  os  predica;  la  vida 
es  vuestra,  pues  la  vivís  para  Dios;  la  muerte  es  vuestra, 
pues  por  la  muerte  pasáis  a  Dios;  lo  presente,  lo  porvenir, 

190  vuestro  es,  porque  de  lo  presente  usáis  de  ello  como  Dios  quie- 
re, lo  porvenir  guardado  os  está:  Todas  las  cosas  son  vues- 
tras, y  vosotros  de  Cristo.  De  manera  que  en  esta  condición 
son  vuestras  todas  las  cosas,  con  que  vos  seáis  de  Cristo.  Si 
no  fueres  de  Cristo,  ¿cúyo  serás?  Qui  incredulus  est  Filio,  non 

195  videbit  vitam;  sed  ira  Dei  manet  super  eum;  el  que  es  incré- 
dulo al  Hijo  de  Dios,  el  que  no  está  bien  con  El,  la  ira  de 
Dios  queda  en  él. 

En  Adán  comenzó  la  ira,  y  en  Adam  nacemos  todos  hijos 
de  ira;  en  Jesucristo  comenzó  la  gracia,  y  todos  los  que  no 

200  estuvieren  engeridos  en  Cristo,  la  ira  de  Dios  quedará  sobre 
ellos.  En  Adán  es  el  pecado,  en  Jesucristo  es  la  justicia;  en 
Adán  la  desgracia,  en  Jesucristo  la  gracia;  en  Adán  el  in- 
fierno, en  Jesucristo  el  cielo.  Si  no  eres  de  Cristo,  si  no  estás 
bien  con  Cristo,  la  ira  de  Dios  está  sobre  ti.  In  peccatores 

2°5  respicit  ira  illius:  la  justicia  de  Dios  está  mirando  así  contra 
los  pecadores.  En  cometiendo  un  hombre  un  pecado  mortal, 
luego  muere  a  Dios,  y  pone  Dios  los  ojos  airados  en  él.  ¿Quién 

172  letra]  si  quidem  add.  T  ||  173  ciertamente]  el  add.  T  |  en]  con  T  ||  174  en- 
tendáis] que  add.  T  |  bienaventuranza  T  ||  176  Espíritu]  verdadero  add.  T  || 
177  decir  T  |  mil]  veces  add.  T 

178  Todas  mis  riquezas,  Rey  mío,  están  T  ||  180  presente]  si  add.  T  [j  192  en] 
con  T  ||  194  fuéredes  T  \  seréis  T 

200  inseridos  T  ||  201  Jesucristo  T  ||  204  es  T  ||  205  así  om.  T  ||  207  en  él 


173  Cf.  Rom.  8,  q. 
183    1  Cor.  3,  33. 


197    lo.  %,  36. 
206   Ecch.  5,  7. 


si  KMi  >\]  S.    CU  ¡  O  TI.Ml'OkAI. 


terna  la  mano  a  Dios?  ¿Quién  te  defenderá  de  él?  — Scapulis 
suis  óbumbravit  tibi.  — ¿Quién  te  librará  de  Dios  airado? 

210  — Dios  manso.  — ¿Quién  te  defenderá  de  Dios  riguroso? 
— Dios  Cordero.  Envió  Dios  a  su  Hijo  para  que  la  diciplina 
y  castigo  cayese  sobre  El,  no  debiendo,  y  el  culpado  quedase 
libre;  porque  con  sus  espaldas  te  hiciese  sombra  y  la  justi- 
cia de  Dios  no  te  abrasase.  Ponte  detrás  de  El,  que  en  El  dió 

215  el  ardor  del  sol  y  sobre  El  descargó  la  ira  de  Dios,  y  detrás 
de  El  hay  sombra;  allí  hallarás  refrigerio. 

Pues,  si  no  estuviera  en  El,  ¿qué  fuera  de  mí?  Si  el  sar- 
miento no  permaneciere  en  la  vid,  no  escapará  del  fuego;  y 
si  tú  no  estuvieres  en  Jesucristo,  no  escaparás  del  infierno. 

220  Nadie  sube  al  cielo  sino  Jesucristo,  que  decindió  del  cielo. 
Nadie  entrará  en  la  gloria  sino  el  gracioso,  el  amado  del  Pa- 
dre; y  nadie  es  gracioso  ni  amado  sino  en  Jesucristo.  Quien 
no  está  arrimado  a  Jesucristo,  condenado  será  para  siempre. 
Quien  no  tiene  Espíritu  de  Cristo,  no  es  de  Él;  ¡ay  de  él! 

235  — Quitarásme,  Señor,  cuanto  hay  en  el  cielo  y  en  la  tie- 
rra, y  no  me  quites  ser  tuyo.  Si  tuyo  soy,  mandarme  ha  tu 
bondad,  mandarme  ha  tu  humildad,  mandarme  ha  tu  man- 
sedumbre. Si  no  soy  tuyo,  mandarme  ha  la  ira,  mandarme 
ha  la  carnalidad,  mandarme  ha  la  pasión.  ¡Mirá,  qué  seño- 

230  res  estos  para  regiros,  pues  ellos  mismos  son  pasiones!  ¡Mirá 
cómo  mandarán  sin  pasión ! 

No  hay  palabra  tan  áspera  como  ésta:  Qui  non  habet 
Spiritum  Christi,  hic  non  est  eius.  Conterriti  sunt  in  Sion 
peccatores;  possedit  tremor  hypocritas.  Catá  que  he  de  ha- 

235  blar  hoy  con  vuestros  corazones  y  he  de  poner  por  testigos 
a  vosotros  mismos.  Espantado  se  han  los  pecadores  en  Sión, 
temblor  ha  tomado  a  los  hipócritas.  —¿De  qué?  — Quia  qui 
non  habet  Spiritum  Christi,  hic  non  est  eius.  — ¡Oh  qué 
recia  palabra!  Catá  que  no  os  desmayéis  tan  aína. 

No  basta  vivir  No  basta,  hombre,  que  vivas  en  carne  ni 
en  carne  ni  en  basta  que  vivas  en  espíritu  tuyo.  No  pien- 
espíritu  propio  ses  <lue  basta  echar  mano  a  la  bolsa  y  dar 
limosna,  si  no  lo  haces  en  espíritu.  Dios  es 
Espíritu  y  ama  a  su  semejante;  quiere  que  le  adores  y  sir- 
vas en  espíritu.  Si  dentro  no  hay  espíritu  limosnero,  no 
aprovecha  dar  limosna  acá  fuera.  ¿Qué  te  aprovecha  pasar 

airados  T  |[  208  tendrá  T  ||  20»  tibi]  i  Quién  te  hará  sombra  y  te  guardará  del 
sol  tan  recio  como  la  ira  de  Dios  ?- Scapulis  suis  obumbrabit  tibi  add.  T  || 
211  su  disciplina  T  ||  212  El]  que  add.  T  |  debiendo]  debía  nada  T  ||  213  para 
que  T 

217  Pues  om.  T  |  estuviere  T  |  será  T  ||  220  decendió  T  ||  221  gloria]  igle- 
sia V 

225  Quítame  T  ||  229  Mirad  T  ||  230  Mirad  T 

232  habes  V  \\  233  Conterriti]  enim  add.  T  ||  234  he]  tengo  7'  |[  239  Catad  T 
209    PS.  90,  4.  220    Cf.   lo.   3,  13. 

218   Cí.  lo.  15,  6.  234   I*.  33.  m- 


240 


28.     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


403 


y  pasar  cuentas,  si  dentro  no  ora  el  espíritu?  Populus  hic 
labiis  me  honor  at,  cor  autem  eorum  longe  est  a  me.  ¿Qué 
sirve  la  sobrepelliz  blanca,  que  significa  la  castidad,  si  ni  el 

25o  espíritu  ni  el  cuerpo  tiene  castidad?  ¿Qué  aprovecha  tener 
las  rodillas  hincadas  y  el  ánima  tiesa,  que  no  quiere  hu- 
millarse a  obedecer  a  Dios  ni  sus  santos  mandamientos?  Me- 
nester es  que  le  sirvan  en  lo  de  fuera  y  en  lo  de  dentro. 
¿Contentarse  ha  con  eso,  con  que  le  sirvamos  con  el  cuerpo 

295  y  con  el  espíritu?  No.  No  desmaye  nadie,- yo  os  diré  cuán- 
do os  desmayéis. 

Si  alguno  no  tiene  Espíritu  de  Cristo,  no  es  de  Cristo. 
No  te  basta  tu  propio  espíritu.  — No  lo  entiendo.  — Que  me 
place.  No  basta  que  un  hombre  viva  conforme  a  su  razón 

260  y  que  tenga  las  pasiones  refrenadas  y  regladas  por  su  es- 
píritu; no.  San  Juan:  Dedit  eis  potestatem  filios  Dei  fieri 
his  qui  credunt  in  nomine  eius:  qui  non  ex  sanguinibus, 
ñeque  ex  volúntate  carnis,  ñeque  ex  volúntate  viri,  sed  ex 
Deo  nati  sunt.  ¡Oh  qué  bien  lo  habéis  dicho,  Aguila  de 

265  Dios!  Los  que  son  hijos  de  Dios,  nacen,  no  de  hombres,  no 
de  sangre,  no  de  voluntad  de  carne  ni  de  voluntad  de  varón, 
sino  de  Dios.  No  basta,  para  ser  hijos  de  Dios  y  subir  al 
cielo,  que  hayas  nacido  de  sangre;  nada  sirve  que  seas 
hijo  de  conde,  ni  de  duque,  ni  que  seas  de  sangre  de  rey. 

270  Poco  es  eso.  El  mayor  serafín  que  está  en  el  cielo,  si  no 
tuviese  el  espíritu  de  Cristo,  no  sería  bienaventurado.  No 
se  da  el  cielo  por  linaje,  non  ex  sanguinibus,  ñeque  ex  vo- 
lúntate carnis;  no  nacen  de  voluntad  conforme  a  lo  que 
quiere  su  carne;  no  nacen  con  voluntad  afectada  a  la  car- 

275  ne.  Y  si  nace  con  voluntad  afectada  a  razón,  ése  en  la 
Escriptura  se  llama  varón:  que  quien  vive  conforme  a  la 
carne,  no  merece  nombre  de  varón.  No  basta  nada  de  eso 
para  poseer  el  cielo,  no  basta  ser  hombre  sólo:  quod  enim 
natum  est  ex  carne,  caro  est. 

280   Es  menester  tener    Nemo  ascendit  in  caelum,  nisi  qui 
Espíritu  Santo        dels'jcendit  de  cáelo,  filius  hominis. 

No  basta  que  seas  hombre,  menester 
es  que  estés  en  Cristo,  para  que  en  El  subas  al  cielo.  Si  so- 
lamente eres  hombre,  heredarás  a  tu  padre,  mas  no  hereda- 
285  rás  a  Dios.  No  nacen  de  ahí  los  que  han  de  subir  al  cielo: 


243  espíritu]  de  Dios  add.  T  i||  250  tienen  T  ¡|  251  alma  T  \\  252  los  santos 
mandamientos  de  Dios  T  ||  256  os  om.  T 

257  tiene]  el  add.  T  ||  258  entiendo]  Declaradlo  add.  T  !¡  263  nec  T  |  nec, 
7'  ||  267  hijo  T  ||  268  haya  T  |  seáis  T  ]|  269  seáis  7"  ]!  272  nec  T  ||  276  Escri-" 
tura  T  ||  279  natus  V 

280  quid  T  I!  281  descendit  7"  [|  286  Declarádmelo  T  ||  287  Qui]  Nisi  quis  T  j 


248  Cf.  Is.  2g,  13. 
264    lo.  1,  12-13. 


279  Of.  lo.  3, 
281    lo.  3,  13. 


3,  6. 


404  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


sed  ex  Deo  nati  sunt;  de  Dios  han  de  nacer.  — Declarármelo. 
— Qui  renatus  non  fuerit  ex  aqua  et  Spiritu  Bando  non  in- 
trabit  in  regnum  Del.  Aquél  es  verdadero  hijo  de  Dios  que 
hubiere  nacido  de  agua  y  de  Espíritu  Santo;  el  que  no  na- 
29o  ciere  de  agua  y  de  Espíritu  Santo,  no  entrará  en  el  cielo. 
Esto  es  lo  que  dijo  Pablo :  El  que  no  tuviere  espíritu  de  Dios, 
éste  no  es  de  Dios;  y  no  tiniéndolo,  no  será  hijo  de  Dios,  ni 
se  salvará. 

— Recia  cosa  es.  — Pues  esperá  un  poco,  que  aun  no  he 

285  acabado.  ¡  Cuántos  estáis  aquí  a  quien  esta  doctrina  parecerá 
tan  nueva  como  si  no  fuérades  cristianos,  y  después  de  ha- 
ber probado  que  lo  dice  Jesucristo,  vais  a  vuestras  casas 
dudando  si  es  verdad  lo  que  se  hubiere  dicho!  Llama,  dijo 
Dios  a  Isaías:  Omnis  caro  foenum,  et  omnis  gloria  carnis 

300  quasi  flos  agri:  exsiccatum  est  foenum  et  cecidit  flos,  quia 
Spiritus  Domini  sufflavit  in  eo.  Da  voces  Esaías  y  di  que 
toda  carne  es  feno  y  todo  lo  más  honrado  de  la  carne  es 
como  flor  de  heno.  Secóse  el  heno  y  cayóse  la  flor,  porque 
el  espíritu  de  Dios  sopló  en  él.  A  voces  se  lo  manda  decir; 

305  porque  estará  aquí  algún  mozo  o  moza  que  pensará  ser  gran 
cosa,  ser  gentil  hombre  o  gentil  mujer,  ser  honrados  y  aca- 
tados, o  tener  freca  edad;  diles  que  se  engañan,  que  todo 
es  como  florecica  de  heno,  que  en  viniendo  un  airecito  la 
derriba.  Viene  el  airecico  delicado  del  Señor,  y  da  con  todo 

310   en  el  suelo. 

¿Habrá  quien  entienda  esto:  Toda  carne  es  heno?  ¿Qué 
quiere  decir  carne?  Verbum  caro  factum  est.  Dice  Augus- 
tino,  en  el  libro  12  De  civitate  Dei,  que  "por  carne  se  en- 
tiende todo  el  hombre,  tomando  la  parte  por  el  todo".  No 

31'5  quiere  decir  aquí  esta  parte  exterior,  sino  todo  el  hombre. 
Da  voces,  que  quizá  habrá  algunos  que,  aunque  no  pongan 
su  gloria  en  vestidos,  ni  en  galas,  ni  en  deleites  de  carne, 
quizá  estarán  más  engañados  que  los  que  claramente  van 
a  su  perdición.  Predica  que  todo  hom'bre  en  la  parte  sensi- 

320    tiva  y  en  la  parte  intelectiva  es  heno  y  que  toda  la  gloria 


non  om.  T  ||  288  intrabit]  potest  introire  T  |  hijo  verdadero  T  ||  289  renaci- 
do T  ||  289-290  el  que  no  -  Santo]  y  si  no  Tí  291  dijo]  san  add.  T  ||  tiene  7'  || 
292  y  om.  T  |  teniéndolo  T  |  serás  T  ||  293  te  salvarás  T 

294  Tues  om.  T  |  poco]  pues  add.  T  ||  298  dudando]  que  add.  T  |  Clama  T  \] 
299  Esaías  T  |  carnis]  eius  T  ||  300  excitatum  V  ||  301  insufflavit  T  |  y  om.  T  || 
302  heno  T  ||  303  caíase  V  ||  306  o]  y  T  \.\  307  todo]  eso  add.  T  ||  309  aireci- 
to T 

312  Verbum  -  est]  om.  T  |  Agustino  T  ||  313  en  el  libro -Dei]  om.  T  |j 
319  Tredicad  T  ||  320  que  Ofn.  T  ||  321  gloria  y  honra  T  ||  322  Tomad  T  H 


286  lo.  1,  13. 
2QO    lo.  3,  5. 

304   Cf.  Is.  40,  6-7. 

314  San  ,A(;ustín,  Dc  Civitate  Dei,  1.  14,  t.  *,  1  ;  c.  4,  2  : 
MiL  41,  404.  408. 


28.     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


405 


de  él  es  como  la  flor  del  heno.  — ¿Cuál  es  la  honra  y  gloria 
de  la  carne?  — Tomá  un  filósofo,  que  leer  sus  obras  parece 
una  cosa  venida  del  cielo;  hallaréis  un  entendimiento  tan 
claro,  una  voluntad  tan  aborrecedora  de  vicios  y  amadora 

325  de  las  virtudes.  Esa  es  la  honra  y  gloria;  es  lo  mejor  que 
tiene  el  hombre;  mejor  es  que  riquezas;  mejor  que  honra. 
Pues  diles  que  esa  gloria  es  como  la  flor  del  heno. 

¡Oh  cuántos  habrá— ahora  es  el  desmayo — que  os  pare- 
cerá tener  buena  cuenta  delante  de  Dios,  y  cuando  seáis 

330  llamados  a  juicio  no  podréis  estar  en  pie,  porque  el  soplo 
del  Señor  soplará!  Aquel  juicio  tan  estrecho,  aquel  escu- 
driñar a  Jerusalén  con  candelas,  aquel  examinar  no  sola- 
mente los  pecados,  mas  también  las  buenas  obras;  la  limosna 
que  diste,  el  Pater  noster,  el  Ave  María  que  rezaste,  la 

335  misa  que  dijistes  o  oístes,  la  intención  de  las  buenas  obras 
que  hecistes,  que  os  parecía  a  vos  que  teníades  en  ellas 
algún  refrigerio  para  la  hora  de  la  muerte.  Diles  que  toda 
carne  es  heno.  Día  verná,  cuando  el  Espíritu  del  Señor 
sople  en  esas  cosas,  y  no  podrán  estar  en  pie,  porque  no 

340  ternán  fuerzas  para  ello.  ¿Por  qué  no  podrán  estar  en  pie? 
¿Quién  te  defenderá  del  juicio  de  Dios?  ¿Piensas  tú  que 
te  podrás  defender?  No  te  defenderá  de  Dios  sino  el  mismo 
Dios.  El  soplo  de  Dios  derriba  la  flor.  Quiere  decir  que 
si  diste  limosna,  si  perdonaste  la  injuria,  si  dices  o  oyes 

345   misa,  no  te  aprovecha  nada,  si  de  ti  solo  sale. 

— No  lo  entiendo.  — Pues  oigan  los  sacerdotes  y  teman. 
Dicen  los  hijos  de  A[a]rón:  "Encensemos  a  Dios,  que  está 
airado,  para  que  se  amanse".  Bien  hacéis.  Toman  los  encen- 
sarios  y  ponen  fuego  de  por  ahí  y  no  del  que  Dios  había 

350  mandado;  comienzan  a  encensar,  y  no  solamente  no  fué 
acepto,  mas  presencialmente  los  mató  allí  Dios  y  los  sacaron 
muertos  con  sus  sábanas  y  sobrepellices,  por  causa  del  fuego 
que  pusieron.  Habíales  Dios  mandado  que  no  le  sacrificasen 
con  el  fuego  común,  sino  con  el  que  El  enviase;  hácenlo  al 

355  revés,  y  reciben  la  pena  de  su  delito.  ¡Ay  del  sacerdote  que 
sube  al  altar  si  no  lleva  en  su  corazón  el  fuego  de  Dios! 
¡Ay  de  aquel  sacerdote  que  dice  misa  o  va  a  entierros  con 
fuego  de  la  tierra,  con  fuego  de  codicia  o  de  vanidad,  y  no 
con  fuego  de  amor  de  Dios!  ¡Ay  de  él,  que  le  dirán:  "Daca, 

360  el  bien  que  hiciste,  ¿de  qué  corazón  salió?  ¿Salió  de  corazón 


324  claro]  y  tan  vivo  add.  T  1 1  325  la]  su  T  | j  326  riquezas]   y  add.  T 
328  ahora  -  desmayo]  om.  T  ||  330  a]  su  add.  T  ||  334  distes  T  \  Padrenues- 
tro T  |  el,]  y  T  II  335  o]  y  T  :   337  refricerio]  refuKio  r  ||  338  vendrá  T  || 
339-340  porque  no -para  ello]  om.  T  \\  344  perdonas  T  |  o]  y  r 

347  Aarón  T  ||  350  incensar  T  ||  352  sabanas  y  om.  T  ||  353  le  om.  T  || 
354  común]  de  las  casas  T  ||  358  vanidad]  voluntad  T  ||  359  que]  cuando  T  || 
360  heciste  T  \\  361  u]  o  T  ||  362-363  no  lo  recibirá  Dios]  nuestro  Señor  T  || 


332   Soph.  i, 


353    Lev.  io,  1-5. 


406  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tuyo  o  de  corazón  mío?"  Todo  lo  que  hallare  no  haber 
procedido  de  fuego  de  amor  de  Dios,  no  lo  recibirá 
Dios.  No  vengo  a  disputar  aquí  si  las  obras  indiferentes 
o  las  moralmente  buenas  que  no  proceden  de  caridad, 

365  como  de  raíz,  sean  meritorias ;  baste,  que  todo  lo  que  hallare 
hecho  sin  haber  estado  presente  el  Espíritu  del  Señor,  no 
lo  recetará.  Aunque  sea  hacer  milagros,  aunque  sea  derra- 
mar la  sangre,  si  no  está  presente  el  Espíritu  Santo,  todo  es 
perdido.  ¡Oh  Virgen  María,  qué  de  gente  ha  de  haber  en- 
fañada  para  aquel  día! 

El  que  no  tiene  Espíritu  de  Cristo,  este  tal  no  es  de 
Cristo.  ¿Qué  sentís  cuando  oís  esto?  Tené  punto.  Este 
lugar  es  lugar  de  Dios;  desde  aquí  son  juzgados  vuestros 
corazones.  Una  representación  es  este  juicio  de  lo  que  ha 

375  de  obrar  Dios  en  aquel  día  del  final  juicio.  Dice  Dios:  El 
que  no  tiene  Espíritu  de  Cristo,  este  tal  no  es  de  Cristo. 

Cómo  has  de  oír  la  — Esperá,  ¿no  dijistes  que  lo  dicía 
palabra  de  Dios  San  Pablo  ?  — No  es  más  verdad  lo 
que  predicó  Dios  encarnado  que  lo 

380  que  escribió  Pablo.  — ¿No  va  diferencia  de  Dios  a  Pablo? 
— Si  Pablo  hablara  como  Pablo,  bien  fuera.  Mas  Pablo 
pone  la  lengua  y  garganta,  él  pone  la  voz;  mas  la  palabra, 
de  Cristo  es.  Augustino:  "Cuando  uno  va  a  sembrar,  lleva 
una  espuerta,  que  quizá  va  llena  de  barro,  y  el  trigo  que  va 

385  en  ella  es  muy  lindo.  No  es  el  trigo  de  la  espuerta  bueno 
porque  va  en  ella".  San  Pablo,  Esaías,  Jeremías,  ¿sabéis 
qué  son?  Espuertas  de  "la  semilla  y  palabra  de  Dios.  No 
tengáis  en  poco  la  semilla,  si  la  espuerta  es  vil.  El  Concilio 
Tridentino,  que  por  nuestros  grandes  pecados  me  dicen  que 

390  está  desbaratado,  aprobó  por  canónicos  todos  los  libros  de 
la  Biblia,  excepto  el  tercero  y  el  cuarto  de  Esdras.  Tan 
verdad  es  lo  que  San  Pablo  dice  en  sus  epístolas  como  lo 
que  Cristo  dice  en  su  evangelio,  pues  todo  lo  dice  un  mismo 
Espíritu. 

396  ¿Qué  sentís  del  día  del  juicio?  Unos  se  gozarán  y  otros 
gemirán.  ¿Qué  sentir  de  esta  palabra:  El  que  no  tiene  Es- 
píritu de  Cristo,  este  tal  no  es  de  Cristo?  Habrá  algunos 


364  las]  obras  add.  7"  ||  365  Basta  T  [|  367  recibirá  T  ||  368  la  om.  T  |  Santo] 
de  Jesucristo  T 

371  tiene]  el  ad ti.  T  H  372  Teiied  T  ]|  373  Jwgar  om.  T  ||  376  tiene]  el  add.  T 
377  decía  T  }\  380  PabloJ  y  esta  aprobado  por  escritura  canónica  ndd.  7  | 
Pablo2]   ¡Y  cuánta!  add.  T  ||  382  pone]  ¡por  V  |  él  pone]  esponc  r  ||  383  Jesu- 
cristo T  |  Agustino  7"  ||  385  bueno  om.  T  |;|  389-390  que  por  nuestros  -  desbara- 
tado] om.  T  ||  391  el.,  om.  T  ||  392  san  om.  T  \¡  393  niesnm  V 

395  sientes  T  \\  396  tiene]  el  add.  T  ||  397  algunos]  unos  T  ||  400  a  om.  T  |1 


386   San  Agustín,  Serm.  125,  8  (MI.  38,  695)  :  «Esurientes  non 
attendlint  ad  vilitateni  vasculi,  sed  ad  charitatem  cibi». 
391   Concilio  de  Trento,  sess.  4. 


28.     nOM.   INFRAOCTAVA  DF.  I.A  ASCENSIÓN 


407 


que  oyéndola  bendecirán  a  Dios,  porque  por  su  misericor- 
dia confían  que  tienen  Espíritu  de  Cristo;  otros  habrá  que 

400  oyéndola  les  dé  mal  de  corazón,  especialmente  a  algunos 
que  oyendo  decir  Espíritu  hacen  cuenta  que  oyen  nombrar 
al  diablo,  como  los  gentiles,  que  no  podían  oír  decir  que 
había  un  Dios.  Los  judíos  bien  confiesan  un  Dios;  mas, 
cuando  oyen  decir  que  este  Dios  tiene  Hijo,  el  cual  es  igual 

405  al  Padre,  luego  les  toma  el  demonio,  y  dijeron:  Este  hombre 
blasfemado  ha,  que  se  ha  hecho  Hijo  de  Dios.  Los  cristia- 
nos confiesan  un  Dios  y  que  tiene  un  Hijo  igual  a  su  Padre; 
mas,  en  nombrándoles  a  algunos  Espíritu,  les  da  mal  de 
corazón.  ¿Cómo  hemos  de  hablar,  sino  como  Dios  y  la 

410  Escriptura  hablan?  Una  gente  tan  enemiga  de  Espíritu, 
que  aun  no  le  quieren  oír  nombrar.  ¿De  dónde  nace  eso? 
De  estar  el  corazón  maleado.  ¿Qué  hacéis  cuando  oís  una 
palabra  que  os  da  pena,  y  os  dicen:  "Dios  lo  dijo"?  ¿Qué 
dijo  Acab?  "Este  Miqueas  nunca  me  profetiza  cosa  que  me 

415  agrade".  Yo  soy  pregonero,  ¿qué  culpa  tengo?  Dios  os  lo 
envía  a  decir. 

'La  palabra  dicha  en  el  púlpito,  que  no  revuelve  al  malo 
los  humores,  no  se  dice  como  palabra  de  Dios  ni  se  recibe 
como  palabra  de  Dios.  Domine,  Deus  me[u]s  es  tu,  exal- 

420  fabo  te  et  confitebor  nomini  tuo:  quoniam  fecisti  mirabilia, 
cogitationes  antiquas  fideles.  Amen.  Señor,  Dios  mío  eres 
tú,  ensalzarte  he.  Ensalzar  la  palabra  de  Dios,  ensalzar  al 
mismo  Dios  es.  Yo  ensalzaré  tu  nombre,  porque  hiciste 
cosas  maravillosas,  y  los  pensamientos  antig[u]os  y  lo  que 

425  eternalmente  pensaste  pusístelo  por  obra.— ¡Ea  ya,  deci, 
¿qué  es:  Qwia  posuisti  civitatem  in  tumultum,  urbem  for~ 
tem  in  ruinam,  domum  dlienorum^  ut  non  sit  civitas,  et  in 
sempiternum  non  aedificabitur :  super  hoc  laudábit  te  po- 
pulus  fortis;  civitas  gentium  robustarum  tenebit  te:  "Yo  te 

430  alabaré,  Dios  mío,  porque  has  puesto  la  ciudad  en  alboroto, 
has  alborotado  aquella  ciudad  de  males  que  vivía  en  el 
corazón,  que  estaba  en  paz;  yo  te  alabo  porque  el  corazón 
que  estaba  reposado  y  rellanado  en  sus  pecados,  lo  has  re- 
vuelto"? No  hay  ruibarbo  ni  caña  fistola  que  así  revuelva 

435  el  estómago  como  la  palabra  de  Dios.  Nadie  espere  ser  con- 

402  demonio  r  ||  404  oyeron  T  ||  405  tomó  T  ||  406  I-xte]  Algunos  T  ||  407  un2 
om.  T  ||  408  a  algunos]  el  T\  |i|  410  Escritura  habla  T  |  Una]  Espíritu  se  dice 
.  en  la  Escritura  T  ||  414  Este  om.  T  |]  415  pregonero]  soy  mensajero,  soy  el 
notario  add.  T  |  tengo]  yo  add.  T 

419  nena  f  ||  422-423  es  ensalzar  al  niesmo  Dios  T  \  ensalzaré]  alabaré  T  \ 
heciste  T  ||  424  anüguos  T  |  y  om.  T  ||  425  pensaste  eternamente  T  |  pusis- 
te T  |  decid  T  ||  426  tumulum  T  1 1  428  aedificetur  T  ||  430  alboroto]  montón 
de  piedras  T  ||  4S1  malos  T  ||  432-433  en  paz  -  corazón  que  estaba]  om.  T  \\ 
433  lo]  la  T  ||  434  ni  caña  fistola  om.  T  ||  435  Dios]  revuelve  el  corazón 


406    Cf.  Mt.  26,  65. 
415   Cf.  3  Reg.  22,  8. 


420    Cf.  Is.  25,  1-3. 


408  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


solado  de  Dios,  si  primero  no  es  entristecido.  Si  quieres  ser 
consolado,  dolores  y  temores  has  de  tener,  alborotado  has 
de  estar,  so  pena  de  no  ser  palabra  de  Dios  la  que  oíste. 
— ¡Triste  de  mí,  que  me  dicen  que  ni  el  fornicador,  ni 

440  el  avariento,  ni  el  maldiciente  no  han  de  entrar  en  el  cielo! 
— Andá,  dice  el  otro,  que  no  será  tanto  como  dicen:  que 
Dios  es  misericordioso. — Andáis  buscando  achaques  con  que, 
aunque  no  matéis  la  palabra  de  Dios,  a  lo  menos  la  herís  y 
debilitáis,  como  los  otros  labradores  de  la  viña,  que  a  unos 

445  mataron  y  a  otros  hirieron  de  los  criados  del  Señor.  Aquél 
mata  la  palabra  del  Señor,  que  dice:  "Quita  allá,  que  no 
tengo  cuenta  con  eso";  aquél  la  debilita,  que  dice:  "A  la 
vejez  seré  bueno".  Andá  buscando  achaques  para  no  ir  des~ 
consolado  del  sermón.  Porque  salen  del  sermón  desconso- 

450  lados  y  a  cabo  de  poco  se  tornan  a  consolar  y  a^olvidar  de 
lo  que  oyeron. 

Hoc  est  iudicium,  dice  la  glosa:  Esta  es  la  causa  de  su 
condenación.  Quia  lux  venit  in  mundum  et  dilexerunt  ho* 
mines  magis  tenebras  quam  lucem.  ¿Por  qué  lo  hacen  ansí? 

455  Vino  la  luz  al  mundo.  ¡S[e]a  Dios  bendito  por  ello!  ¿Quién 
es  la  lumbre?  Jesucristo;  la  palabra  de  Dios  es  la  lumbre 
con  que  habéis  de  mirar  vuestra  ánima  si  está  buena  o  mala; 
y  amaron  los  hombres  más  las  tinieblas  que  la  lumbre.  Dios 
os  guarde  de  hombre  que  lo  vais  a  llamar  cuando  está  dur- 

460  miendo,  porque  le  hace  mal  el  dormir,  y  le  ponéis  una  hacha 
delante  los  ojos,  y  la  apaga  por  dormir  más  a  su  placer. 
— ¿Por  qué  aborreces  la  palabra  de  Dios?  — Porque  te  hace 
mal  sabor  al  sueño  que  quieres  dormir.  Dícente:  Si  no  per- 
donares a  tus  prójimos  sus  pecados,  Dios  no  te  perdonará 

465  ¿os  tuyos.  ¿Qué  ha  de  sentir  el  enemistado?  Dícenos:  Si  no 
os  tornáredes  como  niños,  no  entraréis  en  el  reino  de  Dios. 
¿Qué  ha  de  sentir  el  fantástico?  ¿Qué  sentirá  el  que  tiene 
lo  ajeno,  cuando  oyere  decir:  "Si  alguno  tiene  lo  ajeno,  el 
diablo  le  tiene  a  él".  ¿Qué  ha  de  hacer?  ¡Apagar  la  lumbre 

470   para  dormir  a  su  placer!  Recuerda  que  te  mata  el  dormir; 


add.  T  ||  488  oíste]  o  de  no  obrar  en  ti  como  palabra  de  Dios,  si  estás  en  pe- 
cado add.  T 

440  no  o»!.  T  ||  446  del  Señor]  de  Dios  T  ||  44/7  tengo]  quiero  T  ||  449 
desconsolados  V  |  sermón^  Porque  no  nieguen  Ja  palabra  de  Dios — porque  es 
palabra  de  Dios  no  la  osan  negar — ,  por  eso  le  buscan  achaques  add.  T. 

452  indiciura  T  ||  454  asf  V  ||  455  Sea  T  ||  461  los]  sus  T  ||  463  Dicen 
os  T  ||  463464  perdonaredes  T  ¡|  464  tus]  vuestros  T  |  sus  pecados]  ni  t  |  no 
te]  os  T  ||  465  los  tuyos]  a  vosotros  T  \\  460  le]  lo  T  ||  470  Recuérdate  T  \\ 


440    Of.  Eph.  5,  5.  ,'.  '. 

454  lo.  3,  19  ;  Biblia  sacra  cum  glosáis  interlincari  et  orduiarL¿. 
Nicólai  Lyrani  Postilla...  (Lyón  1545),  t.  5,  f.  196  r  :  «Causa  damna- 
tionis». 

465  Of.  Mt.  18,  35  ;  6,  12. 

466  Mt.  18,  3. 


28.     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


409 


cata  que  te  vas  a  más  andar  al  infierno.  ¿Hácesete  de  mal 
dejar  el  pecado,  y  por  no  decir:  "No  es  verdad  la  palabra  de 
Dios",  quieres  apagarla  y  no  acordarte  de  ella?  Amaron  los 
hombres  más  las  tinieblas  (que  son  los  pecados)  que  la  luz. 

475  — ¿Cómo  habéis  de  hacer?  — Cuando  os  desconsuela  la 
palabra  de  Dios,  no  la  olvidéis.  Que  tenéis  el  emplasto  puesto 
en  la  llaga,  no  lo  quitéis,  y  daros  ha  sano.  Díceos  Dios  una 
palabra  que  os  lastima,  ponelda  sobre  la  llaga.  — ¡Oh  que  me 
entristecí!  — Entristezca,  hágaos  llorar,   obre.  — ¡Oh  que 

480  me  da  pena!  — Hermano,  con  eso  sanaréis  y  veréis  cuán 
grande  consuelo  os  da  después.  Al  punto  que  os  da  pena  el 
oír:  El  que  no  tiene  el  Espíritu  de  Cristo,  este  tal  no  es  de 
Cristo,  pensad  bien  en  ello,  deteneos;  ¿qué  es  lo  que  sentís? 
¡Oh  qué  desmayados  estáis! 

485  Quien  no  vive  por  espíritu  ajeno,  éste  no  es  de  Cris- 
to. No  has  de  vivir,  hermano,  por  tu  seso,  ni  por  tu  vo- 
luntad, ni  por  tu  juicio;  por  Espíritu  de  Cristo  has  de  vivir. 
Espíritu  de  Cristo  has  de  tener.  —¿Qué  quiere  decir  Es- 
píritu de  Cristo?  -^Corazón  de  Cristo.  El  que  no  tuviere 

490  corazón  de  Cristo,  este  tal  no  es  de  Cristo.  — Esposa,  dice 
Jesucristo,  pone  me  ut  signaculum  super  cor  tuum,  ut 
signaculum  super  brachium  tuum:  quia  fortis  est  dilectio 
sicut  mors.  ¡Iglesia,  cristianos,  herrados  habéis  de  estar  con 
mi  hierro;  sellados  habéis  de  estar  con  mi  sello!  Yo  mismo 

495  tengo  de  ser  el  sello;  ablandad  vuestros  corazones  como 
cera,  y  señaláme  en  él,  y  ponéme  como  señal  sobre  vuestro 
brazo. 

— ¿Qué  queréis  decir?  ■ — Quiere  decir  que  los  predesti- 
nados han  de  ser  semejantes  a  Jesucristo,  como  dice  San 
500  Pablo.  — ¿En  qué  han  de  ser  semejantes?  — Ambulate  in 
dilectione,  sicut  et  Christus  dilexit  nos.  —Dadme,  Señor, 
vuestro  corazón,  y  luego  amaré  lo  que  vos  amáis,  aborreceré 
lo  que  vos  aborrecéis. 

¿Cómo  sabré  si  tengo  — El  que  no  tiene  corazón  de  Cris- 
505  Espíritu  de  Cristo?  t0>  no  es  de  Cristo.  — Cosa  recia 
es.  — No  es,  por  cierto.  ¡Oh  her- 
manos, qué  de  sermones  habéis  oído,  y  no  acabáis  de  enten- 
der lo  que  os  cumple!  — Desconsolados  estamos,  padre. 
— Así  lo  quiero  yo,  hermanos,  y  ansí  lo  quiere  Dios.  — ¿Qué 

474  luz]  No  así  add.  T 

476  Que]  Cuando  T  ¡|  477  quitéis]  de  la  ■  llaga  add.  T  ||  478  ponedla  T  || 
479  entristece  T  ||  484  estáis]  aquí  add.  T 

490  Cristo2]  A  la  add.  T  ||  492  est]  ut  mor*,  add.  T  \\  498  sicut  mors  om. 
T  |  herrado  os  V  ||  496  señaladme  con  T  |  ponedme  T  ||  499  semejables  T  \\ 
500  semejables  T 


493    Cf.  Cant.  8,  6. 

500  Cf.  Rom.  8,  29  ;  Eph.  5,  1. 

501  Eph.  5,  2. 


410  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


510  remedio  para  esto?  ¿Cómo  temé  consuelo?  ¿Qué  sé  yo  si 
estoy  en  gracia?  ¿Qué  sé  yo  si  tengo  Espíritu  de  Cristo? 
— ¡Buenos  estamos,  por  cierto!  ¿Qué  sabéis  vos?  Hablo  con 
frailes,  clérigos  y  personas  recogidas  y  desocupadas.  Si  me 
decís  de  saberlo  por  ciencia  evidente,  si  me  habláis  de  ar- 

515  tículo  de  fe,  bien  decís  que  no  sabéis  si  estáis  en  gracia.  Mas 
hablamos  de  un  conocimiento  por  conjecturas  y  por  señales  ¡ 
de  un  descanso  y  sosiego  de  corazón  entrañable.  ¡Malaven- 
turado de  aquel — no  quiero  decir  condenado,  sino  penado 
de  aquél — que  no  tiene  este  consuelo,  aquella  confianza,  aquel 

520  decir :  "Salvarme  tengo" !  No  hay  cosa  más  desconsolada 
que  el  que  no  tiene  este  consuelo.  Que  los  mercaderes,  que 
los  negociadores,  que  los  casados  y  los  que  están  ocupados 
en  negocios  temporales  no  tengan  esta  consolación  del  Espí- 
ritu Santo,  no  es  de  maravillar;  mas  ¡quien  contrata  con 

525  Dios,  quien  habla  con  Dios  y  Dios  con  él — que  cuando  leemos 
habla  Dios  con  nosotros,  y  cuando  oramos  hablamos  nos- 
otros— ;  quien  tiene  familiaridad  con  Dios  y  vive  desconso- 
lado, grandísimo  es  su  desconsuelo  y  grande  es  su  desdicha! 
¡  Que  subamos  al  altar  y  metamos  un  terrón  de  azúcar  en  la 

530  boca,  y  no  sintamos  dulzura;  que  metamos  un  gran  fuego  en 
nuestro  seno,  y  no  sintamos  calor!  ¡Gran  pena,  gran  des- 
consuelo! Téngase  por  desdichado  el  que  de  ésta  manera  se 
sintiere.  Si  preguntásedes  a  una  esposa:  "Decí,  señora,  ¿qué 
condición  tiene  vuestro  esposo,  es  dulce  o  es  áspero?"  Y  os 

535  dijese:  "No  sé,  por  cierto".  Diríades  vos:  "¿Pues  quién  lo 
sabrá?"  Si  preguntáis  a  un  sacerdote,  que  trata  con  Dios, 
qué  condición  tiene  Dios,  y  dice  que  no  sabe,  ¿a  quién  lo 
preguntaréis  ? 

Ipse  Spiritus  testimonium  reddit  spiritui  nostro  quod  su- 
540  mus  filii  Dei.  El  mismo  Espíritu  Santo  con  su  consuelo, 
con  su  calor,  nos  da  testimonio  y  dice  que  somos  hijos  de 
Dios.  Veis  aquí  cómo  se  conoce  por  conjecturas  que  está 
uno  bien  con  Dios.  ¿Estáis  desconsolado?  Guardadme  ese 
desconsuelo  para  su  tiempo:  Cuando  venga  el  Consolador, 
545  dice  Cristo,  El  dará  testimonio  de  mi.  ¿Estás  desconsola- 
do? También  lo  estaban  los  apóstoles:  ellos  porque  se  les 
iba  Jesucristo,  y  tú  también  porque  se  te  ha  ido  Jesucris- 
to por  el  pecado  que  heciste.  — '¿Por  qué  estás  triste?  — Por- 

507  liirmanns  om.  T  \\  508  que]  os  predico  y  lo  que  add.  T  ||  509  herma- 
no T  |  así  T  ¡|  510  tengo]  el  add.  V  |i|  51S  y,  om.  T  ||  516  conjeturas  T  |.|  527 
nosotros]  con  Dios  add.  T  |  vivie  V  [|  533  Decid  T  ||  535  Dirfades  vos:  pues 
om.  T 

542  conjeturas  T  |  que  está]  estar  T  |i|  543  Guardánie  T  ||  546  lo  om.  T  | 
apóstoles]  desconsolados  add.  T  ||  548  pecado]  perdón  V  ||  550  Está  T  ||  S51 
vendrá  T  ||  562  haberos  T 


.527  San  Ambrosio,  De  offic.  viiitistr..  1.  i,  c.  20,  88  :  1IL  16,  50 
San  Jerónimo,  Ep.  22,  25  :  ML  22,  41Í. 

540  Cf.  Rom.  8,  16.  '  545    lo.  15,  26. 


2Í?.     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


411 


que  ofendí  a  Dios;  porque  le  he  sido  ingrato  y  le  he  dado 
550  de  bofetadas.  — ¿Estás  triste?  Enhorabuena;  espérate  un 
poco,  que  de  aquí  a  ocho  días  verná  un  Consolador  que  te 
consuele.  Quisiera  haber  demandado  albricias  antes  que  os 
lo  dijera. 

Vais  al  confesor  o  al  predicador:  — Padre,  consoláme. 

555  — ¿Queréis  que  os  deje  un  Consolador  que  os  consuele  en 
vuestra  cama,  y  que  no  tengáis  necesidad  de  ir  a  buscar 
quien  os  consuele?  Pues  el  Espíritu  Santo  es,  el  cual  mucho 
quiere  a  las  viudas,  mucho  ama  a  los  huérfanos,  mucho  a 
los  tristes.  ¿Queréis  recebirlo?  ¿Estáis  triste  por  habérseos 

560  ido  Jesucristo?  De  parte  de  Jesucristo  os  prometo  que  El 
venga  en  vuestras  entrañas ;  muy  sin  cuidado  me  iré  esta 
noche  a  dormir,  que  me  toméis  en  mentira. 

— Padre,  ¿cómo  consolará  una  tan  gran  llaga?  — En 
eso  veréis  que  es  Dios.  Si  el  Espíritu  Santo  no  fuera  ma- 

565  yor  que  la  humanidad  de  Jesucristo,  no  pudiera  consolar  la 
tristeza  que  tenían  por  su  ida,  no  pudiera  henchir  el  vacío 
que  dejó  con  su  ausencia.  Mará  el  desconsuelo  que  tenían 
los  apóstoles  por  la  ausencia  de  'la  humanidad  de  Cristo, 
que  mayor  es  el  consuelo  que  recibieron  con  el  Espíritu 

670  Santo.  No  hay  tristeza  que  el  Espíritu  Santo  no  consuele, 
por  muy  grave  que  sea. 

Preparación  para  re-    Hermano,  este  Consolador  verná. 
cibir  al  Paráclito       Algún  aparejo  es  menester  que 
hagáis  para  recebirlo.  Quien  no 

575  tiene  el  Espíritu  de  Dios,  ¿qué  hará  para  tenello?  Ese  es 
el  negocio  en  que  hemos  de  entender  esta  semana;  desocu- 
paos de  negocios  temporales  para  recebir  en  vuestros  co- 
razones el  Espíritu  de  Cristo.  Dícese  "de  Jesucristo"  por- 
que procede  de  El  en  cuanto  Dios  y  porque  mora  en  El  en 

580   cuanto  hombre. 

— Padre,  ¿querráme'lo  dar?  — No  es  bien  que  yo  os  lo 
diga,  dígaoslo  quien  os  lo  ha  de  dar.  Estaba  Jesucristo  en 
Hierusalem  una  Pascua  de  los  Tabernáculos — que  caía  en 
setiembre — ,  y  predicaba  en  el  templo.  Estando  predican  - 

585  do,  dale  un  grandísimo  fervor,  y  comienza  a  encenderse  y 
entonarse  y  alzar  la  voz,  con  aquel  fervor  que  tenía  de  sal- 
var las  ánimas.  ¡Quién  te  oyera  dar  voces,  Rey  mío,  que 
bien  te  llamas  voz  y  clamor  del  Padre,  porque  no  pudo  más 
alto  hablar  de  lo  que  entonces  habló  cuando  te  engendró! 

590   ¡Quién  le  oyera  dar  voces  y  le  viera  aquel  rostro  encendido! 

654  Vayas  r  ||  557  Pues  om.  T  |  el  cuall  om.  T  [\  561  venga]  en-vuestros 
corazones  y  add.  T  \\  562  que]  no  add.  T 

572  Hermanos  T  ||  575  el  om.  T  ||  578  Cristo.  Dícese  de  om.  T  ||  579  por- 
quej  el  Espíritu  Santo  add.  T  |  en    om.  Y 

583  Jterusalén  T  ||  584  septiembre'  T  |  templo]  y  add.  T  ||  585  yj  a  add. 
T  ||  587  que]  y  T  f|  588  clamor]  el  amor  V  ¡I  589  habló]  amo  r  ||.  8GB  mu- 


412 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Decid,  Señor,  que,  aunque  ha  mucho  tiempo  que  predicas- 
tes,  bien  os  oiremos  ahora;  que  para  los  de  entonces  y  para 
todos  los  que  después  viniesen  las  dijistes.  Si  quis  sitit, 
veniat  ad  me,  et  bibat.  En  el  templo  estaba  y  en  Pascua; 

595  y  el  postrer  día,  que  era  más  solemne  que  todos,  decía  no 
como  quiera,  sino  a  grandes  voces:  Si  alguno  ha  sed,  ven- 
ga a  mí  y  beba.  El  que  cree  en  mi,  ríos  de  agua  viva  co- 
rrerán de  su  estómago.  Decláreoslo  allá  dentro  el  que  tuvo 
por  bien  de  predicallo  acá  fuera. 

600  Hermanos,  ¿por  qué  os  morís  de  hambre  y  de  sed? 
Quare  appenditis  argentum  et  non  in  panibus,  et  laborem 
vestrum  non  in  saturitate?  ¿Por  qué  traéis  corazones  se- 
mejantes al  infierno,  que  nunca  se  harta?  ¿Qué  angustias 
tenéis?  Venid  a  El  y  El  os  las  remediará;  si  tenéis  sed,  El 

605  os  la  hartará:  Perdix  fovit  quae  non  peperit.  Pone  la  per- 
diz sus  huevos;  pasa  por  él  nido  una  perdiz  y  échase  sobre 
los  huevos  ajenos;  viene  la  que  los  puso,  y  no  la  deja  llegar; 
finalmente,  saca  los  perdigoncillos,  y  cuando  pasa  la  ma- 
dre verdadera,  puso  Dios  tal  instinto  en  los  perdigoncillos, 

610  que  dejan  la  madre  falsa  y  vanse  con  la  verdadera.  ¡Oh  mal 
animal,  robador  de  lo  ajeno,  oh  dimonio!,  ¿por  qué  tienes 
empollando  los  huevos  que  puso  Dios?  ¡Oh  lujuria,  oh  mal- 
querencia!, ¿por  qué  tú  has  de  tener  usurpada  un  ánima 
que  crió  y  redimió  Jesucristo?  Daos  un  poco  de  calor  y 

615  estaos  empollando,  tiniéndoos  robados  de  la  madre  verda- 
dera. Hijos  sois  de  Dios,  el  cielo  para  vosotros  es.  Ea, 
pues,  cristianos,  redemidos  de  Jesucristo,  oí  la  voz  de  vues- 
tra madre  verdadera;  oí  la  voz  de  Jesucristo,  que  os  parió 
en  la  cruz  con  grandes  dolores;  conoce  la  voz  de  tu  madre, 

620  que  te  está  llamando:  Sí  alguno  ha  sed,  venga  a  mí  y  beba. 
Venios  a  mí  y  daros  he  contentamiento  y  hartura.  Si  el 
hombre  tuviere  seso  dirá:  "Este  es  mi  Redemptor,  éste  es 
el  que  dió  su  sangre  por  mí,  quiero  irme  a  El".  Y  darte  ha 
a  beber  su  Espíritu;  quedarás  tan  harto  y  contento,  que 

625  saldrán  de  tu  estómago  fuentes  de  agua  viva.  No  solamente 
ternas  agua  y  contento  para  ti,  mas  también  para  los  otros. 
Deseoso  está  El  de  darnos  su  Espíritu;  deshaciéndose  está 
por  darte  lo  que  has  menester;  no  tengas  duda  de  eso,  no 
quedará  por  su  parte. 

cho]  tanto  T  f|  592  ahora  om.  T  \]  596  postrero  T  |  día]  de  Pascua  add.  T  || 
597  mis  V  II  597-8  correrá  V  \\  598  Decláreoslo]  Dároslo  ha  T  ||  599  predicarlo  T 
600  de  om.  T  \\  601  aprendistis  V  \\  603  'al]  a  T  |:|  605  la  om.  T.  ||  606 
una]  otra  T  ||  607  llesíar]  la  otra  mld.  T  ||  600  en]  a  T  ||  610  mal]  más  que 
T  ||  611  demonio  T  ||  612  Dios]  Jesucristo  T  ||  613  tú  om.  T  ||  614-615  Daos 
mi  ixxro  -  robados  de]  que  es  T  ||  617  de,]  por  T  |  oid  T  ||  618  oid  T  ||  620 
te  om.  T  ||  621  y,  om.  T  |l|  623  Y  om.  T  f|  626  tendrás  T  ||  628  que  has 
menester  om.  T 


594    lo.  7,  38.  605    Ier.  17,  11. 

602    Cf.  Is.  55,  2. 


28.     DOM.  INFRAOCTAVA  DE  LA  ASCENSIÓN 


413 


630  — ¿Pues  qué  haré  yo  esta  semana  para  estar  aparejado 
para  recebirlo?  — Haz  lo  que  hicieron  los  apóstoles.  ¿Qué 
queréis?  ¿Espíritu  Santo?  Sabed  que  no  es  amigo  de  car- 
ne. Dicen  los  santos  doctores  que  una  de  las  causas  prin- 
cipales por  que  se  fué  Jesucristo,  fué  por  el  grande  amor 

635  que  le  tenían  a  su  sagrada  humanidad.  — Váyase  El,  dice 
el  Espíritu  Santo,  y  luego  verné  yo.  — Celoso  sois,  Espí- 
ritu Santo;  ¿y  de  quién?  ¿De  la  carne  limpísima  que  fué 
concebida  por  vos  mismo? 

Desengáñense  los  amancebados,  desengáñense  los  car- 

640  nales,  que  a  ninguno  de  ellos  verná  el  Espíritu  Santo.  La 
paloma  que  salió  del  arca  de  Noé  tomó  un  ramito  verde  de 
oliva  y  no  quiso  poner  sus  pies  sobre  cuerpo  muerto;  lim- 
pia se  volvió  al  arca.  El  cuervo,  a  comer  carne  muerta;  la 
paloma,  a  aborrecerla.  La  paloma  figura  es  del  Espíritu, 

645  y  el  Espíritu  Santo  no  toca  a  carne  muerta.  Alimpiá  vues- 
tros corazones  de  deseos  carnales.  Ayuná  esta  semana  los 
que  tuviéredes  fuerza  para  ello;  que  ya  que  quiera  carne, 
ha  de  ser  carne  manida  y  con  ayunos  enflaquecida.  Y  en 
albricias  y  en  merced  os  lo  demando,  que  barráis  vuestra 

650  casa  con  la  confesión  muy  devotamente,  que  ha  de  venir 
vuestro  Huésped,  y  no  es  bien  que  halle  la  casa  sucia. 

— ¿Qué  más?  — La  comida;  mirá  que  trae  gente  consi- 
go, y  habéis  de  dar  de  comer  a  sus  criados;  mirá  los  pobres 
que  tenéis  en  vuestro  barrio  y  dáldes  esta  Pascua  de  co- 

655  mer.  Pues  Dios  se  da  a  vosotros,  dalde  vos  siquiera  un  poco 
de  limosna.  Mirá  que  el  primer  fructo  del  Espíritu  Santo 
es  la  caridad;  dad  de  comer  al  que  tuviere  hambre;  dad 
la  saya  a  quien  estuviere  desnuda;  dad  la  camisa  a  quien 
tuviere  necesidad  de  ella;  sacad  de  las  cárceles  a  los  en- 

660  carcelados. 

—No  tengo  de  qué  hacer  limosna.  — Perdoná  las  inju- 
rias, rogad  a  Dios  por  los  que  os  persiguen,  llorá  con  el  que 
llora,  caed  con  el  caído,  los  males  ajenos  teneldos  por  vues- 
tros, que  ésta  es  verdadera  misericordia. 

665  — '¿Hay  más?  — No  más,  sino  que,  la  casa  barrida  y 
ataviada,  es  menester  que  le  roguéis  que  venga,  no  como 
algunos  malcriados,  que,  no  tiniendo  la  casa  aderezada  ni 
puesta  la  mesa,  dicen:  "Señor,  vení  a  mi  casa".  Aparejad 
primero  la  casa  y  luego  rogalde  que  venga:  "Señor,  por  la 

631  los]  santos  add.   T  \\  633-634  principales  causas  r   ||  634  Jesucristo] 
nuestro  Señor  add.  T  ||  636  vendré  T 

640  ninguno  de  ellos]  ningún  carnal  T  ||  642  sobre]   un  add.  T  ]|  644  a 
aborrecerla]  no  come  carne  muerta  T  \\  642-643  limpiase  volviendo  T  ||  646 
nuestros  7'  ||  647  fuerzas  T  j¡  648  y  con  ayunos -Y]  carne  enflaquecida  con 
ayunos  y  penitencias.  ¿Qué  más?  T  ||  650  la  om.  T  [|  651  bien]  razón  T 
652  mirad  T  ||  655  vosotros]  Sí  mismo  T  \\  656  íruto  T 
661  Perdonad  T  ||  663  caed  con  el  caido  om.  T  |  malos  T  ¡  tenedlos  T 
667  teniendo  T  ]  |  668  Señor]  Si  T  |  Apareja  T  ||  670  enviad  T  ||  671-672 


414 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


670  sangre  que  derramaste,  nos  enviá  el  Espíritu  Santo  que 
nos  prometistes".  Rezad  siete  veces  el  Pater  noster  con  el 
Ave  María  a  los  siete  dones  del  Espíritu  Santo.  Dígoos  po- 
quito; esforzaos  vosotros  a  hacer  más.  A  lo  menos  de  aquí 
a  Pascua  rezad  esto  cada  día;  rezad  con  la  boca  y  con  el 

675  espíritu;  importunalde  que  venga,  y  os  dará  en  este  mun- 
do su  gracia  y  después  su  gloria,  ad  quam  nos  perducat. 
Amen. 


29    Maravillas  hace  el  Espíritu  Santo  en  la  Iglesia 
Domingo  de  Pentecostés.  En  la  profesión  de  una  monja 

(,Bd.  1506,  II,  pp.  132-J59.) 

AJ  ewm  vtniemus,  et  mansioncm  apud  t  um  ¡acie- 
mus.  Vendremos  a  él  y  haremos  morada  cerca  de  él 
(lo.   14,  12}])- 

Exordio  Cosa  es  el  hablar  y  oír  cosas  de  Dios,  que  debe 
•r>  poner  mucho  cuidado  así  al  que  oye,  para  oírlas, 

como  al  que  habla,  para  hablarlas;  porque  son  tan  altas  y 
profundas,  tan  fuera  de  todo  entendimiento  humano,  que 
para  hablar  cosas  del  cielo  ha  de  venir  del  cielo  quien  las 
sepa  hablar.  Y  no  penséis  que  fué  en  balde  mandar  Jesu- 
10  cristo  a  sus  apóstoles  sagrados  que  no  predicasen  el  Evan- 
gelio suyo  por  el  mundo  hasta  que  hubiesen  recebido  el  Es- 
píritu Santo. 

Estaba  Esaías  muy  ufano,  y  decía  que  había  de  profeti- 
zar cosas  de  Dios,  no  conociendo  su  bajeza.  Vino  Dios,  y 

15  dijo  así:  "Pues  esperad,  que  yo  os  descubriré  a  vos  mismo, 
para  que  veáis".  Dióle  un  poco  de  conocimiento  de  sí;  mos- 
tróle Dios  cuál  era;  y  fué  tanto  el  mal  que  de  sí  sintió  Esaías, 
conociendo  su  poquedad  y  miseria,  que  no  osaba  hablar,  ni 
tuvo  esfuerzo  para  profetizar,  y  dijo:  Vae  mihi,  quia  vir 

20  pollutus  labiis  sum.  ¡Ay  de  mí!,  dice  Esaías.  — ¿Qué  es  eso, 
profeta,  que  habéis?  —  ¿Cómo  tengo  de  hablar,  que  mis  labios 
están  muy  sucios,  no  son  dignos  de  hablar  cosas  de  Dios? — 
Cuando  Dios  le  vió  de  esta  manera  ya,  envió  un  serafín  con 
unas  tijeras  de  despabilar,  que  estaban  en  el  altar,  y  me- 

25  tiólas  en  el  fuego  que  allí  estaba.  Tomó  el  serafín  un  ascua 
de  aquel  fuego  y  tocó  con  ella  los  labios  de  Esaías,  y  luego 
quedaron  muy  limpios. 

Yo  no  sé,  hermanos,  qué  tales  están  vuestros  oídos;  si 
vuestras  orejas  están  limpias  o  no,  yo  no  lo  sé.  Si  mis  labios 


Pater -María]  Ave  Maria  y  el  Pater  noster  T  ||  672  del]  des  V  \  Díjeos  T  || 
676-677  después  -  Amén]  os  enriquecerá  con  sus  dones  divinos  T 


lo   Cf.  Is.  6,  5. 


20.     DOM.    DE  PENTECOSTÉS 


415 


30  están  sucios,  yo  soy  de  ello  buen  testigo  que  lo  están,  y  no 
son  dignos  de  hablar  cosas  del  cielo  si  el  Señor  no  envía 
fuego  del  cielo  para  que  me  los  limpie;  supliquémosle  lo 
haga. 

Moraremos  en  él,    Ad  eum  veniemus,  et  mansionem  apud 

35  dice  Jesucristo  eum  faciemus.  A  él  vendremos,  y  en 
él  haremos  nuestra  morada:  morare- 
mos en  él.  Son  palabras  dichas  por  la  boca  de  Jesucristo, 
díjolas  a  los  sagrados  apóstoles,  y  no  solamente  a  ellos,  pero 
a  todos  cuantos  son  y  serán. 

40  Dice  nuestro  Redemptor:  Si  alguno  me  quiere  bien,  guar- 
de mis  mandamientos.  ¡Si  alguno  me  quiere  bien!  ¡Desdi- 
chado de  aquel  que  bien  no  os  quiere,  Señor!  Si  alguno  me 
ama,  guardará  mis  palabras.  Si  tenéis  un  amigo  que  tiene 
en  mucho  vuestra  amistad,  decísle:  "Señor,  ¿amáisme?  Rué- 

45  goos  que  guardéis  esta  palabra;  que  hagáis  esto  por  mí". 
Si  el  otro  piensa  que  en  no  hacerlo  no  va  menos  de  perder 
vuestra  amistad,  hácelo  por  no  perderla.  Así  nuestro  Re- 
demptor encargó  a  sus  sagrados  apóstoles  muchas  cosas,  y 
que  las  guardasen,  so  pena  de  perder  su  amistad;  y  tanto  es 

50  esto  verdad,  que  quien  no  guarda  lo  que  Cristo  manda,  va 
perdido  sin  ningún  remedio.  Y  porque  por  ventura  los  dicí- 
pulos  no  tenían  en  tanto  las  palabras  de  Cristo  por  ser  suyas, 
tanto  como  si  fueran  de  Dios,  di  joles  Cristo:  "Y  porque  no 
penséis  que  son  mías  estas  palabras  y  que  de  mí  digo  lo 

55  que  digo,  sermonem  quem  audistis  non  est  meus,  sed  eius 
qui  misit  me,  Patris.  Las  palabras  que  os  he  dicho  y  habéis 
oído,  no  son  mías,  sino  de  mi  Padre,  que  me  envió;  tenedlas 
en  mucha  reverencia  y  acatamiento,  y  guardadlas,  pues  sa- 
béis cúyas  son". 

60  Si  alguno  me  quiere  bien,  guarde  mis  palabras.  ¡Qué  amo- 
res tan  bien  pagados  son  amar  a  Jesucristo!  ¡Bendito  sea 
el  Señor!  ¿Hemos  de  amar  de  balde?  ¿Qué  nos  habéis  de 
dar  porque'  os  amemos?  Dice  Cristo  nuestro  Redemptor  que 
vendremos  a  él,  y  moraremos  en  él,  que  lo  tomaremos  por 

65  posada.  ¿Quién  son  los  que  han  de  venir?  El  Padre  y  el 
Hijo  y  el  Espíritu  Santo;  porque  dondequiera  que  ellos  van, 
va  el  Espíritu  Santo:  todas  las  personas  de  la  Santísima 
Trinidad;  ¡como  quien  no  dice  nada!  Y  no  nos  iremos  luego 
— dice  nuestro  Redemptor — ;   moraremos  en  él,  haremos 

70  nuestra  habitación.  ¡Bendito  seas  para  siempre  y  bendita 
sea  la  boca  que  tales  palabras  habló  y  de  tanto  consuelo! 
¿No  os  lo  dije,  que  esperábamos  tres  huéspedes?  Vendremos 

51  Y]  A 


41  lo.  14,  23. 
57   Of.  lo.  7, 


416 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


a  él  y  moraremos  en  él.  Espanto  pone,  hermanos,  ver  el  cui- 
dado que  toda  la  Santísima  Trinidad  tiene  y  el  amor  tan 

75   grande  con  que  anda  tras  el  hombre. 

¡Quién  le  preguntase!:  "¿Qué  vistes,  Señor,  en  este  hom- 
bre, que  tanto  le  amáis,  que  parece  que  andáis  muerto  por 
él  de  amores?"  Si  viésemos  a  un  gusanillo,  a  un  hombrecillo 
de  nosotros  andar  tan  solícito  y  tan  enamorado  de  la  Santí- 

80  sima  Trinidad,  como  ella  anda  tras  el  hombre,  espantarnos 
híamos,  por  cierto,  de  tal  cosa.  — ¿Qué  es  esto  que  vistes 
en  el  hombre,  que  tan  bien  os  ha  parecido?  ¿Qué  interese 
se  os  sigue  de  amar  al  hombre?  ¿Es  porque  es  sabio?  ¿Por- 
que es  bueno?  ¿Porque  es  rico?  — Todo  eso  le  falta.  — ¿Qué 

85  es  esto,  que  andáis  muerto  de  amores  de  los  hombres?  ¿Por 
qué,  Señor,  queréis  morar  en  los  hombres?  — Yo  os  lo  diré: 
Porque  moraba  Dios  en  el  hombre,  y,  dejando  Dios  de  morar 
en  él,  quedó  perdido;  por  eso,  por  restaurar  la  pérdida  del 
hombre  donde  moraba,  quiere  morar  en  el  hombre. 

90    Estragos  que  causó    Crió  Dios  el  primer  hombre,  tomó 
en  el  hombre  el  pe-    un  poco  de  tierra,  hizo  así  una  for- 
cado  de  Adán         ma>  y  lueg°  infundió  en  él  ánima, 
spiravit  in  eum  spiraculum  vitae: 
sopló  Dios  en  aquel  cuerpo  un  soplo  de  vida;  en  lo  hebreo 
95  está  in  nares  eius,  que  por  las  narices  sopló  Dios  el  ánima 
de  Adán.  Dice  resuello,  lo  que  hizo  en  aquel  cuerpo  muerto, 
que  fué  el  ánima;  porque  sin  el  ánima  está  el  cuerpo  muerto. 
Crió  Dios  primero  el  ánima  de  Adán.  Así  lo  dice  San  Pablo: 
Factus  est  primus  homo  in  animam  viventem. 

100  En  el  principio  del  mundo  crió  Dios  los  cielos  y  la  tierra, 
y  las  estrellas,  y  la  mar,  y  las  arenas,  y  los  peces,  y  las 
hierbas,  y  todos  los  animales.  Crió  todo  el  mundo;  hizo  en 
un  día  esto,  y  en  otro  estotro,  y  así  fué  Dios  discurriendo. 
Ya  que  estaba  todo  hecho,  dijo  Dios:  Faciamus  hominem  ad 

105  imaginem  et  similitudinem  nostram.  Hagamos  el  hombre. 
Como  cuando  un  buen  padre  tiene  aparejada  una  casa  muy 
bien  aderezada  con  mucho  ajuar  y  todo  lo  que  es  menester, 
dice:  "No  falta  ya  sino  que  mi  hijo  venga  y  goce  de  su 
casa",  así  había  Dios  criado  todo  el  universo,  para  ajuar, 

110  para  servicio  del  hombre;  dice  Dios:  "No  es  razón  que  se 
haga  esto  y  que  no  haya  quien  goce  de  ello:  Hagamos  al 
hombre  a  nuestra  imagen  y  semejanza" . 

Crió  Dios  el  hombre,  ¿para  qué,  si  pensáis?  Para  que  ama- 
se a  Dios,  y  amándole  le  poseyese,  y  poseyéndole  le  gozase, 

115  y  gozándole  fuese  bienaventurado.  Fueron  criados  para  ir  a 
la  bienaventuranza  y  alcanzar  aquello  para  que  fué  criado, 


77  Of.  Ps.  8,  5  ;  Hebr.  2,  6 
93    Cf.  Gen.  2,  7. 


99  Cf.  1  Cor.  15,  45. 
105   Gen.  i,  26. 


29-     DOM.    DE  PENTECOSTÉS 


417 


si  quisiera  guardar  los  medios  que  tenía  Dios  ordenados.  No 
los  quisieron  esperar;  quisieron  saltar  por  corrales,  barda- 
les y  ventanas;  no  quisieron  entrar  por  las  puertas,  perdié- 
120  ronse,  pecaron  y  quedaron  malaventurados.  Moraba  Dios  en 
ellos  cuando  estaban  en  gracia;  pecaron,  no  quiso  Dios  morar 
allí.  Veis  aquí  qué  tal  quedó  el  hombre  sin  Dios. 

Hagamos  al  hombre  a  nuestra  imagen  y  semejanza.  En 
dos  cosas  es  el  ánima  semejante  a  Dios.  Lo  uno  en  la  in- 
!25  mortalidad,  porque  no  es  mortal;  así  como  Dios  no  tiene  fin, 
así  ni  ella  lo  terna;  así  como  Dios  es  inmortal,  el  ánima  es 
inmortal.  Lo  otro  en  que  el  hombre  le  es  semejante  es  en  la 
sutileza  y  ser  espiritual,  que  así  como  Dios  es  espíritu,  así 
lo  es  el  ánima;  con  esto  tenía  conocimiento  de  Dios;  no  como 
130  los  otros  animales  brutos,  que  no  conocen  a  Dios  ni  tienen 
de  El  conocimiento. 

El  hombre  debe  conocer  a  Dios.  San  Juan  lo  dice:  Esta 
es  vida  eterna,  ut  cognoscant  te  Deum  nerum:  que  te  conoz- 
can, Dios  verdadero.  Así  estaban  los  primeros  padres.  Como 
L35  conocían  a  Dios,  estando  en  gracia,  tenían  el  entendimiento 
vivo  con  que  entendían  a  Dios,  tenían  la  voluntad  sujeta  a 
no  amar  otra  cosa  sino  a  Dios.  Estos  cumplían  bien  aquella 
divina  palabra:  Hágase  tu  voluntad.  Tenían  su  carne  tan 
sujeta,  que  ella  no  quería  sino  lo  que  ellos  querían;  andaba 
140  la  carne  como  una  sierva  muy  humilde,  que  andaba  a  sabor 
de  su  señor;  no  estaba  rebelde,  no  echaba  coces. 

En  pecando  el  hombre,  en  quebrantando  el  mandamien- 
to de  Dios,  luego  quedó,  la  gracia  que  tenía,  perdida;  y 
esto  que  resplandecía  en  ellos,  quedó  en  grandísima  manera 
45    estragado;  el  entendimiento  quedó  ciego,  perdió  el  conoci- 
miento que  tenía  de  Dios,  y  la  voluntad  tuerta,  la  cual  Dios 
había  dado  al  hombre  para  que  a  sólo  El  amase,  y  todo  lo 
que  amase  fuese  por  El ;  ya  no  sabe  el  hombre  amar  a  Dios 
por  solamente  Dios,  sino  por  su  interese.  Si  ama  al  prójimo, 
50    no  por  Dios,  sino  por  su  gusto.  Si  antes  estaba  la  carne 
mortificada  y  sujeta,  ahora  está  rebelde  y  tira  coces;  y 
yéndose  Dios  del  hombre,  quedaron  los  desventurados  ta- 
les, que  es  lástima  pensarlo;  y  yéndose  la  claridad,  que- 
daron a  escuras.  Rogaldes  por  vuestra  vida  a  los  letrados, 
55   a  los  que  se  tienen  por  sabios,  que  entiendan  sin  Dios,  que 
sepan  algo  sin  Dios.  Otras  cosas  bien  las  pueden  ellos  sa- 
ber; pero  saber  la  verdadera  ciencia,  no  la  pueden  saber 
sin  Dios.  Otra  vez:  Et  si  quis  fuerit  consummatus  inter  fi- 
lios  hominum,  et  ab  illo  abfuerit  Sapientia  Dei  in  nihüo 
60    computabitur .  Si  alguno  fuere  acabado  en  sabiduría,  que 
acerca  de  los  hombres  fuere  tenido  por  muy  sabio,  y  la  sa- 

134  Of.  lo.  17,  3. 
138   Mt.  6,  10  ;  of.  T-c.  22,  42. 
160   Cf.  Sap.  9,  6. 


B, Aviló  2 


14 


418  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


biduría  de  Dios  no  more  en  él,  sino  que  esté  apartado,  será 
contado  por  nada.  Los  ciegos  que  Cristo  sanó,  a  éstos  sig- 
nificaban. 

W5  Así  que  todo  lo  bueno  que  el  hombre  tenía  quedó  estra- 
gado; el  entendimiento,  ciego;  la  voluntad,  tuerta;  la  car- 
ne, rebelde,  y  ¡cuan  rebelde!  No  hay  caballo  que  tanto  ha- 
ronee como  esta  carne.  ¿No  es  verdad?  Meta  la  mano  cada 
uno  en  su  pecho,  y  verá  esto  ser  ansí.  No  es  menester  libros 

170  para  probar  esto.  El  oficio  de  la  carne  no  es  otro  sino  tirar 
coces  contra  la  razón.  ¿No  os  ha  acontecido  alguna  vez 
querer  hacer  alguna  buena  obra,  y  estorbaros  vuestra  car- 
ne? ¡Cuántas  y  cuántas  veces  acontece!  Si  vos  queréis 
ayunar,  la  carne  quiere  comer;  si  la  razón  quiere  sujetarse 

175  a  Dios,  la  carne  lo  estorba.  Si  el  hombre  quiere  trabajar 
en  rezar  u  en  otros  ejercicios,  en  diciplinar  la  carne,  le  es- 
torba la  carne  y  lo  contradice.  Si  el  espíritu  está  apareja- 
do para  servir  a  Dios,  la  carne  está  rebelde,  está  dando 
voces:  "No  lo  hagas".  Así  lo  dijo  nuestro  Redentor  por  su 

180  boca:  Spiritus  quidem  promptus  est,  caro  autem  imfirma. 
El  espíritu  aparejado  está,  sujeto  está  a  padecer,  pero  la 
carne  enferma  está  y  rebelde,  ¡y  cómo  rehusa  la  carrera! 
Con  el  pecado  quedó  todo  perdido. 

Veis  aquí  quién  somos;  y  mirémonos  en  este  espejo,  y 

186  veremos  lo  que  somos,  pero  no  lo  que  podríamos  ser.  ¡Oh 
hermanos,  qué  seríamos  si  la  mano  de  Dios  nos  dejase  tan- 
tico! Peores  seríamos  que  los  demonios;  muy  mayores  abo- 
minaciones haríamos.  Si  os  diese  Dios  a  entender  lo  que 
podríamos  ser,  ¡qué  veríades,  qué  fealdades  tan  grandes, 

190  qué  malísimas  figuras  de  abominaciones!  Yo  conocí  una 
persona  que  rogó  muchas  veces  a  Dios  que  le  descubriese 
lo  que  él  podía  ser.  Abrióle  Dios  los  ojos  tantico,  y  le  hu- 
biera de  costar  caro.  Vióse  tan  feísimo,  tan  hediondo,  tan 
sucio,  tan  abominable,  que  a  grandes  voces  decía:  "Señor, 

195  por  vuestra  misericordia,  me  quitad  este  espejo  de  delante 
de  mis  ojos,  no  quiero  ver  más  mi  figura".  Quedamos  he- 
chos, hermanos,  un  terrón  de  miseria,  un  pedazo  de  sucie- 
dad; quedamos  hechos  espíritu  malo  que  viene  con  aparen- 
cia  de  Espíritu  Santo,  y  no  es  sino  malo  y  solapado,  y  lleno 

182  Mt.  26,  41. 

196  Cf.  M.  de  Roa,  S.  I.,  Vida  y  maravillosas  virtudes  de  doña 
Sandia  Carrillo  (Sevilla  1615),  L  1,  c.  9,  f.  17  r-v  :  «Suplicó  [doña 
Sancha]  a  nuestro  Señor  le  hiciese  merced  de  darle  a  ver  su  alma  ; 
porque,  conociendo  en  ella  la  fealdad  de  sus  culpas,  se  animase  a 
borrarlas.  Condescendió  el  Señor  con  sus  ruegos  y  mostrósele  en 
-esta  forma...  Vió  una  niña  muy 'flaquita,  cubierto  el  rostro  de  mos- 
cas. Tomóla  en  brazos  y  dijo  al  ermitaño  [que  se  le  había  aparecido 
también] :  ■ — Padre,  ¿qué  es  esto?  — ¿No  te  acuerdas,  replicó  él,  cuan- 
do ahincadamente  suplicaste  a  nuestro  Señor  que  te  mostrase  tu 
alma?  Pues  ves  ahí  tu  retrato;  y  mira  bien,  que  de  esa  manera 
la  tienes...» 


2Q-     DOM.   DE  PENTECOSTÉS 


419 


200  de  engaño  y  maldad  para  engañar.  Cuando  vino  Judas  el 
jueves  de  la  Cena  a  engañar  con  aquella  gente  y  a  prender 
a  Jesucristo,  luces  traía;  pero  porque  venía  a  prender,  y 
con  mala  intención,  a  Jesucristo,  no  le  alumbraron,  quedó 
a  escuras. 

205  ¡Oh  cuántos,  estando  en  sus  monesterios  contentos  y 
muy  buenos  religiosos  sirviendo  a  Dios,  les  ha  venido  pen- 
samiento que  si  fuesen  al  desierto  estarían  más  recogidos, 
más  solos;  se  darían  más  a  Dios  y  aprovecharían  en  sus 
conciencias  más  que  en  el  monesterio,  y  que  allí  no  hacen 

210  nada  sino  comer  e  irse  al  coro,  y  que  gastan  el  tiempo  des- 
aprovechadamente. Y  dales  tanta  guerra  este  pensamiento, 
que  parece  santo  y  es  malo,  que  los  hace  salir  de  sus  mo- 
nesterios y  ir  a  las  soledades  para  mejor  servir  a  Dios. 
Entra  un  casado  en  un  monesterio,  y  como  ve  a  los  re- 

215  ligiosos,  parécele  todo  tan  bien,  que  se  desagrada  de  su 
vida,  y  de  su  mujer,  y  de  sus  hijos,  y  de  todo  lo  de  acá, 
y  abomina  y  llama  infierno  a  lo  de  acá,  y  al  trabajar — y  aun 
quizá  es  para  mantener  su  casa — ,  y  dice  que  no  hay  otra 
vida  para  servir  a  Dios  sino  aquélla,  y  que  querría  desca- 

220  sarse  y  meterse  allí,  y  deséalo  y  procúralo;  y  es  aquello 
falso,  que  no  lo  hace  sino  de  flojo  por  no  trabajar.  Ya  os 
puso  Dios  en  ese  estado,  en  ése  os  salvaréis;  tened  cuida- 
do de  hacer  en  él  todo  lo  que  debéis,  que  ahí  os  dará  El 
su  gracia  con  que  vais  al  cielo;  que  el  demonio  no  os  da 

225  contento  de  esa  vida  santa  y  descontento  de  la  vuestra 
propia,  sino  para  que  perdáis  la  paz  y  contento  que  ha- 
bíades  de  tener  en  vuestro  estado,  esperando  y  deseando  lo 
que  no  puede  ser  ni  es  posible  alcanzarlo.  No  os  fiéis  de 
nada,  mirad  cuán  fácilmente  podéis  engañaros  aunque  ven- 

230  gan  revelaciones  e  inspiraciones;  no  os  arrojéis,  que  todo 
espíritu  ha  de  ser  probado;  éstos  son  ladrones  y  luz  falsa, 
que  es  peor  que  tinieblas. 

Hay  algunos  ladrones  que  están  vestidos  y  ataviados  con 
sayos  de  seda,  que  no  hay  quien  los  conozca  ni  piense  que 

235  tal  maldad  caiga  en  hombres  que  parecen  tan  honrados,  hasta 
que  los  toman  con  el  hurto  en  las  manos;  entonces  se  espan- 
tan cómo  aquéllos  eran  ladrones,  y  dicen:  "¿Quién  pensara 
tal?"  Dejábante  el  ánima  robada,  y  no  lo  sentías;  llevá- 
bante toda  tu  hacienda,  y  no  la  echabas  menos. 

240  Antes  de  mí  todos  son  ladrones.  Hieremías:  Si  jures  in 
nocte  rapuissent.  Los  robadores  corporales,  cuando  vienen  a 
robar,  llévante  alguna  cosa  de  tu  hacienda,  y  déjante  algo,  o 
lo  que  no  pueden  llevar,  o  lo  que  se  les  olvida;  pero  los  ladro- 
nes que  son  espirituales,  estos  que  vienen,  ahora  sea  de  día, 

245    ora  sea  de  noche,  o  disimulados,  robante  cuanto  tienes,  ró- 


240  Cf.  lo.  10,  8. 


420 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


bante  tu  hacienda  y  todo  tu  bien.  Sano  quedó  el  cuerpo,  pero 
muy  echado  a  perder  tu  corazón  y  tu  ánima.  Escudriñado  te 
han  toda  tu  casa,  todos  tus  rincones  y  senos;  no  te  queda  bien 
alguno,  todo  te  lo  llevan,  y  te  dejan  lleno  de  todos  los  males. 
250  Hecho  han  estrago  en  ti  tus  enemigos,  herido  te  han  los 
soldados,  hecho  en  ti  como  el  lobo  en  las  ovejas;  pobre  que- 
das. Si  algo  queda  en  ti  es  la  fe,  y  ésta  descabezada,  porque 
no  la  tienes  con  caridad,  sino  muerta. 

Jesucristo  remediará    — ¿Quién  remediará  esto?  ¿Quién 

255   tantos  males  dando-    remediará  tantos  males  ?  — No  hay 
nos  su  Espíritu         v^a  sm  Jesucristo.  Todo  mata, 
todo  engaña  sin  El.  ¿Quién  podrá 
dar  vida  a  estas  ánimas  que  están  muertas? 

— ¿En  qué  veré,  padre,  que  estoy  muerto?  — Por  la  vida 

260  que  hace  tu  ánima;  cuando  está  viva,  ama,  conoce  y  emplea 
todas  sus  fuerzas  en  servicio  de  Dios.  Tres  maneras  hay  de 
muerte:  muerte  de  olvido,  muerte  de  error,  muerte  de  pa- 
siones. El  ánima  que  a  Dios  no  ama,  muerta  está  su  volun- 
tad, entendimiento  y  memoria;  muerta  está,  y  no  hace  cosa 

265   que  buena  sea. 

Dice  Jesucristo:  Yo  vine  para  que  tengan  vida,  y  abun- 
dantemente la  tengan.  Vino  Jesucristo  para  que  viviésemos. 
¡Bendito  sea  El  para  siempre,  pues  con  su  muerte  compró 
El  nuestra  vida!  Vino  el  alto  y  poderoso  y  abajóse  y  juntóse 

270  con  el  niño.  ¿Qué  cosa  es  ver  a  Jesucristo  en  una  cruz,  tenido 
por  malo,  deshonrado  y  atormentado,  afrentado?  Tal  cual 
está  en  la  cruz,  tal  está  tu  ánima.  El  es  allí  tenido  por  malo, 
tu  ánima  está  mala  y  enferma;  feo  con  los  tormentos,  así 
está  tu  ánima,  fea  y  manchada  con  las  culpas;  El  está  cer- 

275  Cado  de  sayones  y  ladrones,  así  está  tu  ánima,  cercada  de 
pecados  y  demonios. 

Bendito  y  glorificado  seáis  vos,  Señor,  que  tan  a  vuestra 
costa  me  quisistes  remediar,  que,  tomando  semejanza  de  mi 
muerte,  me  distes  la  vida.  ¡Que  pecasen  mis  manos  y  lo  pa- 

280  gasen  las  manos  de  Jesucristo!  ¡Que  anden  mis  pies  pecando 
y  que  estén  los  vuestros  enclavados  en  la  cruz!  ¡Que  peque 
mi  corazón  y  os  ofenda,  y  que  esté  el  vuestro  abierto  y  ras- 
gado por  mí!  Finalmente,  todo  lo  que  mis  manos,  pies  y 
corazón  pecaron  y  cometieron  contra  Dios,  las  manos,  pies 

285  y  corazón  enclavados  y  rotos  por  mí  lo  pagaron  en  la  cruz; 
con  su  cuerpo  bendito  pagó  todo  lo  que,  como  malo,  yo 
pequé  y  ofendí. 

Crió  Dios  el  primer  hombre  y  soplóle  en  el  rostro,  dióle 


261  Tres]  Cinco 


267    Cf.  lo.   IO,  10. 
270    üf.  4  Reg.  4,  34. 


29-     DOM.    DE  PENTECOSTÉS 


421 


resuello  y  espíritu  de  vida,  y  vivió.  Et  factus  est  primus 
290   Adam  in  animam  viventem,  novissimus  Adam  in  spiritum 
vivificantem.  Fué  hecho  el  segundo  Adán,  Jesucristo;  y  no 
solamente  le  dieron  y  tuvo  espíritu  para  sí  como  [e]l  pri- 
mero Adán,  pero  tuvo  para  otros  muchos.  Tiene  Cristo  espí- 
ritu vivificador,  espíritu  que  da  vida,  que  resucita  a  los  que 
295   deseamos  vida.  Vamos  a  Cristo,  busquemos  a  Cristo,  que 
El  tiene  resuello  de  vida.  Por  malo  que  estés,  por  perdido, 
por  desconcertado  que  seas,  si  a  El  vas,  si  a  El  buscas,  te 
hará  bueno,  te  ganará  y  enderezará  y  sanará:  Los  que  antes 
de  mí  vinieron,  ladrones  son.  Para  eso  vine  yo,  para  que  los 
300    que  vinieren  a  mí,  los  que  me  buscaren,  los  que  me  llamaren, 
tengan  vida,  reciban  vida  y  resuciten. 

— Padre,  ¿cómo  da  vida  Jesucristo?  ■ — Dijo  El  mismo: 
En  verdad,  en  verdad  os  digo:  Yo  soy  la  puerta;  el  que  no 
entrare  por  nú,  robador  es.  Yo  soy  la  puerta. — Si  Jesucristo 
305   es  la  puerta,  luego  no  se  puede  entrar  al  Padre  sino  por  Je- 
sucristo. Ego  sum  ostium:  si  quis  per  me  introierit,  salva- 
bitur;  et  ingredietur,  et  egredietur,  et  pascua  inveniet.  Yo 
soy  la  puerta:  si  alguno  por  mí  entrare  será  salvo,  y  entrará 
y  saldrá,  y  hallará  pasto. 
310        — Si  es  puerta  Jesucristo,  ¿adonde  hemos  de  entrar  por 
El?  — ¿Adonde?  Al  Espíritu  Santo.  Yo  soy  puerta:  quien 
por  mí  entrare  hallará  Espíritu  Santo.  Lex  enim  spiritus 
vitae  in  Christo  Iesu.  La  Ley  tiene  espíritu  de  vida  en  Jesu- 
cristo. Así  como  lo  plantó  Dios  en  Adán:  quedó  vivo,  quedó 
315   con  espíritu;  así  plantó  en  ti  Jesucristo  su  Espíritu  vivifi- 
cador; darte  ha  vida.  Así  conviene  que  se  ponga  el  gran 
Elíseo  sobre  el  niño  pequeño  y  defunto,  que  se  encorva  y 
abaja  sobre  él,  que  le  quiere  dar  su  resuello,  su  soplo.  El 
que  no  tiene  el  resuello  de  Cristo,  por  muy  rico  que  esté,  por 
320   muy  poderoso,  por  mucha  abundancia  que  tenga  de  todas 
las  otras  cosas,  pobre  está,  flaco  está,  miserable  está,  no 
tiene  a  Cristo.  Vid  y  sarmientos  con  un  jugo  se  mantienen; 
cabeza  y  cuerpo  con  una  virtud  se  sustentan;  el  Espíritu 
de  Cristo  y  de  los  que  en  El  están  incorporados,  todo  es 
325    uno.  El  es  la  Vid,  y  sus  miembros  son  los  sarmientos.  Yo 
soy  puerta:  quien  quisiere  al  Espíritu  Santo,  entre  por  mí. 

— ¿Cómo  entraremos?  ¿Adonde  está  esa  puerta?  — ¿Aun 
no  sabéis  la  puerta?  ¡Qué  puerta  y  qué  bien  pintada!  ¡Qué 
piedras  tan  labradas  y  tan  picadas  tiene!  La  piedra  de  arriba 
330  más  labores  y  más  picada  está  que  todas  aquéllas.  Jesu- 
cristo y  todos  sus  siervos  fueron  así  labrados  con  trabajos 
y  persecuciones  de  este  mundo,  y  así  merecieron  lugar  con 
Cristo. 


291   Cf.  1  Cor.  15,  45. 
299   lo.  10,  8. 
309   Cf  lo  10.  q 


313    Rom.  8,  2. 
325    Cf.  lo.  15,  5. 


422 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL  * 


— Si  El  es  la  puerta,  ¿cómo  entraremos  por  El?  • — Quien 

335  quisiere  al  Espíritu  Santo,  ame  a  Jesucristo,  obedézcale, 
deséele  para  siempre.  Ipse  Pater  amat  vos,  quia  vos  me 
amastis.  ¿Montas  que  es  pequeña  cosa  quereros  bien  el  Pa- 
dre? No  hay  cadenas  mayores  para  tener  al  Espíritu  Santo 
que  amar  a  Jesucristo.  Y  porque  me  amáis  a  mí — dice  Jesu- 

340   cristo — ,  el  Padre  os  ama  a  vosotros,  y  porque  me  quisistes 
.    bien.  ¡Buen  trueco,  por  cierto,  el  que  Dios  hace  con  el  que 
ama  y  quiere  bien  a  Jesucristo,  que  es  darle  el  Espíritu 
Santo!  Y,  porque  los  apóstoles  amaron  tanto  a  Jesucristo, 
sóplanles  hoy,  danles  el  Espíritu  Santo.  Mejor  soplo  fué  éste 

345  que  aquel  que  dieron  al  primer  hombre  cuando  lo  criaron. 
Estaban  los  apóstoles  como  hombres  cobardes  y  flacos,  y 
sopló  Dios  desde  el  cielo  hoy.  Y  así  como  crió  a  Adán  del 
limo  de  la  tierra,  así  regeneró  a  estos  apóstoles  bajuelos, 
llorosos,  turbados,  temerosos.  Piensa  en  Jesucristo,  obedé- 

350  cele,  ámalo  con  todo  tu  corazón  entrañablemente,  que  por 
ahí  entra  el  Espíritu  Santo:  que  así  lo  dijo:  Ego  sum  via, 
veritas  et  vita. 

Por  Cristo  pasamos  al  Espíritu  Santo.  La  santidad  que 
no  pasa  por  Jesucristo,  no  es  ni  la  tengo  por  segura  san- 

356  tidad.  El  que  hace  burla  de  las  penitencias,  el  que  tiene  en 
poco  estas  señales  y  obras  de  fuera  devotas,  no  tiene  el  Es- 
píritu Santo.  ¿De  dónde  espíritus  falsos?  ¿De  dónde  espíri- 
tus de  errores?  De  pensar  que  hay  otro  modo  de  santidad 
que  la  de  Jesucristo.  Mirad  bien  no  os  engañéis,  que  para 

360  qUe  algo  sea  santo,  sea  bueno  y  tenga  firmeza,  por  allí  ha 
de  ir;  y  si  por  allí  no  va,  todo  es  nada;  El  es  el  camino. 

¿Qué*  hace  el  Espíritu    Pues  venido  el  Espíritu  Santo,  ¿  qué 
Santo  en  las  almas?    ha  hecho  en  Ia  Iglesia?  ¿Qué  ha 
obrado  en  los  corazones  de  los 

365  creyentes  en  quien  vino?  Dióles  vida,  dióles  infinitos  dones, 
esforzólos,  en  gran  manera  los  perficionó. 

En  gracia  se  estaban  los  bienaventurados  apóstoles,  pero 
aun  estaban  llenos  de  flaquezas,  no  osaban  públicamente 
confesar  la  verdad  de  Jesucristo,  tenían  algún  temor;  mas 

370  venido  este  santo  soplo  del  Espíritu  Santo,  llenos  de  gracia 
y  hechos  fuertes,  sin  temor  ninguno  empiezan  a  predicar  a 
los  hombres  los  misterios  de  nuestra  redención,  obrados  por 
la  muerte  y  sagrada  resurrección  de  Jesucristo,  verdadero 
Dios  y  verdadero  hombre.  Imprimióles  que  siempre  en  su 

3T5  corazón  se  acordasen  y  tuviesen  reverencia  a  Dios,  como 
principio  de  donde  manaron  todos  los  bienes  y  misericordias. 

Decid,  casados,  ¿terníades  envidia  de  alguno  que  tuvie- 
se tantas  fuerzas,  que  tomase  un  quintal  de  plomo  y  lo 

337   Cf.  lo.  16,  27. 
352    lo.  14,  6. 


20.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS 


423 


arrojase  hasta  el  cielo,  una  barra  de  hierro  y  la  pusiese 

380  encima  de  los  cielos?  Andáis  desconsolados  y  tristes,  pu- 
diendo  sacar,  de  la  pesadumbre  de  vuestros  trabajos  que 
tenéis,  descansos  para  el  cielo.  Tened  paciencia  en  los 
trabajos  de  vuestro  matrimonio  y  convertidlo  todo  en 
bien,  subildo  todo  al  cielo;  tened  fuerza  para  arrojar  esos 

385  quintales  de  plomo  encima  de  los  cielos.  Cualquier  traba- 
juelo  que  tengáis  y  paséis  en  vuestra  casa,  cualquier  im- 
portunidad, cualquier  desabrimiento,  la  mala  condición  que 
sufriéredes  de  vuestra  mujer,  o  de  vuestro  marido,  o  de 
vuestro  señor,  o  de  los  que  están  en  vuestra  compañía,  el 

390  trabajo  que  pasáis  para  sustentaros  a  vos  y  a  vuestros  hi- 
jos, decid:  "¡Por  amor  de  vos,  Señor,  huelgo  de  pasar  esto!" 
Alzá  vuestros  ojos  y  vuestro  corazón  a  Dios,  encomendaos 
a  El,  ofrecedle  vuestros  trabajos,  que  yo  os  digo  de  ver- 
dad que  recibiréis  por  todo  galardón.  El  dormir  que  dor- 

395  mís,  el  comer  que  coméis  y  lo  que  bebéis,  todo  lo  subid  y 
enviad  al  cielo,  haciéndolo  y  sufriéndolo  por  Dios,  y  enco- 
mendándoselo a  El,  y  ofreciéndoselo  a  El,  allá  lo  arrojáis. 
Hacedlo  así,  y  de  esta  manera  lo  pesado  será  liviano;  el 
plomo,  la  tierra,  subiréis  al  cielo.  Y  de  esta  manera,  po- 

490  sible  es  que  ganéis  más  en  un  año  solo  que  otro  en  diez. 
Que  lo  hace  esto  el  amor  con  que  lo  hacéis  y  el  saberlo  en- 
caminar al  fin  como  se  ha  de  hacer;  porque  os  pusieron  en 
todo  lo  que  hiciésedes  memoria  de  Dios  y  reverencia  a  su 
santa  presencia. 

405  "Es  el  Espíritu  Santo  un  despertador — dice  Cristo — que 
os  enviará,  el  Padre;  y  llámase  Paracletus,  Consolador  y 
Exhortador".  Consolador,  porque,  aunque  riña  algunas  ve- 
ces, no  se  va  sin  dejar  consuelo  en  el  ánima  que  reprehen- 
de. Suele  algunas  veces  este  Consolador  reprehender  y  re- 

410  ñir  a  las  ánimas,  como  diciendo:  "¿En  qué  entiendes? 
¿Qué  haces?  ¿Por  qué  te  descuidas?  Cata  que  va  mal  eso, 
mira  que  conviene  hacer  tal  cosa  primero  que  ésa,  dejar 
tal  compañía,  procurar  la  otra,  comunicar  con  tales  per- 
sonas. Mira  que  se  pasa  la  vida;  haz  el  bien  que  pudieres, 

415  las  limosnas  que  pudieres;  pon  por  obra  lo  que  se  te  ha 
enseñado.  No  se  vaya  la  vida  toda  sólo  en  buenos  deseos 
y  pensamientos,  y  ninguna  obra.  Mira  que  se  pasa  la  vida, 
y  no  sabes  si  te  llamará  Dios  nuestro  Señor  en  medio  de  tu 
mocedad.  Cata  no  te  halles  burlado";  y  así  otras  cosas  de 

4-20  esta  manera.  Si  de  esta  riña  y  exhortación  quedó  vuestra 
ánima  alborotada  y  desconsolada  y  con  temores,  no  era 
aquello  Espíritu  Santo.  No  riñe  sino  para  consolar;  no  riñe 
sino  para  que  se  enmienden  y  queden  alegres  con  los  avi- 


406  Cf.  lo.  15,  26. 


424 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


sos.  Si  después  de  la  riña,  después  de  aquella  confusión  y 

425  lágrimas  y  vergüenza  que  tenéis  de  haber  obrado  contra  el 
Señor,  quedáis  alegre,  con  confianza  en  el  Señor,  que  no  os 
ha  de  desamparar,  que  os  ha  de  ayudar  a  ser  mejor  y  os 
enmendará,  esto  tal  del  Espíritu  Santo  es ;  el  Consolador  ha 
entrado  en  vuestro  corazón:  El  os  ha  reñido,  El  os  quiere 

430  consolar:  así  lo  suele  hacer,  dar  tranquilidad  después  de 
los  torbellinos  y  amor  después  del  temor.  El  despertador,  el 
Exhortador,  el  Consolador,  el  enseñador,  todo  lo  que  se 
hobiere  de  hacer,  El  te  enseñará  a  regir  y  guiar  tu  nao.  El 
hará  que,  contra  todos  los  vientos,  con  su  solo  consejo 

435   e  industria  llegues  a  puerto  seguro. 

¿De  dónde  nació  que  los  creyentes,  al  principio  de  la 
Iglesia,  no  podían  sufrir  hacienda,  ni  posesiones,  ni  dine- 
ros, ni  nada  de  lo  que  ganado  tenían?  Vendían  cuanto  te- 
nían, tomaban  los  dineros  y  daban  con  ellos  a  los  pies  de 

440  los  apóstoles:  "Tomá  ese  estiércol".  El  grande  amor  que 
tenían  en  sus  corazones  y  entrañas  a  Jesucristo  y  a  su 
santa  pobreza,  les  hacía  menospreciar  todo  lo  visible. 
— ¿ Quién  les  pagó  este  amor?  — ¿Quién?  El  Espíritu  Santo, 
que  abundosamente  había  venido  a  sus  corazones.  — ¿  Quién 

445  trocó  la  condición  a  fulano?  ¿Quién  le  dió  tanta  paciencia? 
Que  solía  ser  muy  airado,  no  había  quien  se  pudiese  valer 
con  él;  agora  es  un  San  Jerónimo,  tiene  un  corazón  de  un 
ángel,  a  todo  calla,  todo  lo  sufre  y  disimula.  — El  Espíritu 
Santo  es  el  que  hace  todas  estas  cosas  y  más,  que  el  ánima 

450  donde  mora,  la  esfuerza  y  consuela,  y  hácele  innumerables 
bienes  y  misericordias.  Todo  viene  de  arriba;  de  allá  de- 
ciende;  no  hay  acá  en  la  tierra  poder  que  tal  pueda  hacer; 
no  hay  quien  vuelva  los  corazones.  Por  fuerte  que  sea  tu 
carne  para  mal,  más  fuerte  es  el  Espíritu  Santo  para  el 

455  bien;  por  sano  que  estés,  te  hace  enfermo;  por  florido  que 
estés,  te  marchita;  y  por  bravo  que  seas,  te  amansa;  y  por 
alto  que  seas,  te  derriba,  y  mata  en  ti  y  destierra  todo  lo 
que  hay  fuera  y  en  contrario  de  Dios;  y  cría,  augmenta  y 
resucita  todo  aquello  que  agrada  a  Dios.  ¡Qué  diligencia  te 

460  pone  para  buscar  en  qué  agradar  a  Dios,  qué  amor  a  los 
prójimos,  que  así  se  duele  de  sus  trabajos  y  necesidades 
como  de  las  suyas  propias  y  más!  Date  pies  ligeros  como 
de  ciervo  para  correr  por  el  camino  del  Señor. 

El  Espíritu  Santo  es  ¿Quién  podrá  decir  los  misterios, 
465  quien  mueve  a  abra-  las  maravillas,  las  mudanzas  que 
zar  el  estado  religioso  hiz0  este  Espíritu  Santo,  este 
Consolador  y  exhortador  en  la  pri- 
mitiva Iglesia?  Muchos  testigos  podríamos  traer  de  aquel 
tiempo;  mas  pues  tenemos  cerca  otros,  tomemos  lo  que  te- 


440   Of.  Act.  4,  34. 


29-     IX)M.    DE  PENTF.COSTÉS 


425 


470  nemos  entre  manos.  ¿Quién  ha  hecho  que  muchos  despre- 
cien el  mundo,  tengan  en  poco  los  vestidos,  los  ornatos,  los 
placeres,  fiestas,  pompas  y  regocijos  profanos;  que  no  quie- 
ran ver  ni  oír  cosas  del  mundo,  juegos  de  cañas,  justas  ni 
torneos;  no  quieran  ser  vistos,  no  quieran  ver,  que  ni  aun 

475  ir  a  lo  forzoso,  si  fuese  posible,  no  irán,  por  no  ir  por  las 
calles  y  encontrar  algo  que  los  inquietase  su  ánima,  aunque 
no  fuese  sino  por  un  momento?  Dejan  estos  siervos  de  Je- 
sucristo los  placeres,  y  van  a  buscar  trabajos;  van  a  ha- 
cerse esclavos,  de  libres;  ¿es  menester  buscar  libros  para 

480    esto  ? 

El  Espíritu  Santo  lo  muestra;  enseñanza  suya  es;  quie- 
ren huir  lo  de  acá,  por  verse  con  Jesucristo;  más  quieren 
allí  llorar  y  gemir  que  reír  en  el  mundo.  Esto  no  puede  ha- 
cer la  carne  y  sangre,  no  tiene  fuerza  para  ello;  si  no, 

485  rogáselo  a  alguna  dama:  no  lo  hará,  que  no  lo  puede  esto 
la  sangre,  y  porque  traimiento  y  gracia  del  Espíritu  Santo 
es;  y  a  Cristo  los  envía  el  Espíritu  Santo.  ¿Quién  hace 
estas  maravillas?  Si  viéredes  alguno  que  haga  esto,  no  Se 
miréis  tanto  a  lo  que  hace  como  al  corazón  con  que  lo  hace. 

490  Porque  cierto  es  que  más  dejaría  si  más  tuviese;  y  no  le 
pesa  de  lo  que  deja,  sino  porque  no  tiene  mucho  que  dejar 
por  amor  de  Jesucristo;  mil  mundos  que  tuviese  los  dejaría 
por  venir  a  los  pies  de  Cristo.  Más  quiere  agradarle  a  El 
y  servirlo  que  ser  señor  de  toda  la  redondez  de  toda  la 

495  tierra. 

Pues  ¿por  qué  hace  esto?  ¿Por  qué  escoge  este  estado? 
¿Por  qué  se  quiere  encerrar?  Esto  no  lo  puede  decir  sino  el 
testigo  de  vista.  Es  tan  grande  el  cuidado  del  siervo  de 
Dios  que  quiere  agradar  a  Dios,  del  que  quiere  guardarse 

500  en  toda  limpieza,  que  de  lo  seguro  no  se  asegura;  aun  lo 
bueno  tiene  por  sospechoso.  No  es  malo  ser  casado  y  tener 
casa;  pero,  porque  no  se  sabe  si  aquello  que  ahora  es  bue- 
no, adelante  será  tropiezo  de  descuidado,  se  toma  por  más 
seguro  estotro.  ¿Qué  sabe  si  entre  los  bullicios  de  marido, 

505  casa  y  familia  se  ahogará?  Como  cuando  a  uno  le  dicen: 
— Entrá  en  este  río,  que  aquí  a  la  orilla  no  está  hondo,  no 
os  podéis  ahogar.  — No  quiero — dice — ,  porque  si  meto  los 
pies  en  el  agua,  no  sé  si  metidos  me  dará  gana  de  entrar 
más,  y  luego  más,  y  daré  comigo  en  lo  más  hondo,  de  don- 

510  de  no  pueda  salir  y  me  ahogue.  Más  quiero  no  comenzar  a 
entrar,  porque  quizá  después  no  será  en  mi  mano  salir 
cuando  quisiere. 

— ¿Por  qué  quiso  este  estado?  — Mostráronle  la  sangre 
de  Jesucristo,  mostráronle  los  trabajos  de  Cristo,  diéronle 

515  a  entender  lo  mucho  que  Jesucristo  ha  hecho  por  él,  lo  mu- 
cho que  le  ama,  lo  mucho  que  debe  ser  amado  y  servido,  y 
por  eso  quiso  El  tomar  este  estado.  — ¿Quién  lo  hizo? 


426 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¿Quién  lo  ordenó?  —Dios;  no  la  sangre  ni  la  carne.  No 
hay  en  sangre  ni  en  carne  fuerzas  para  este  bien.  — ¿Quién 

620   lo  ordenó?  — No  lo  sé  yo,  El  lo  sabe. 

Mandaba  Dios  que  le  ofreciesen  primicias  en  la  vieja 
Ley:  Afferentur  virgines  post  eam.  Fué  tanto  lo  que  agradó 
a  Dios  la  limpieza  de  la  Virgen  nuestra  Señora,  que  en  aquel 
verso  prometía  Jesucristo  que  serán  a  imitación  de  nuestra 

525  Señora.  Crecían  muchas  doncellas,  que  se  ofrecían  a  este 
Rey  celestial  Jesucristo,  y  de  muy  buena  gana  perdían  todo 
lo  que  en  el  mundo  florece,  y  escogían  a  El,  y  estaban  más 
contentas  con  tenerlo  a  El  que  con  ser  esposas  de  reyes  y 
príncipes  de  la  tierra:  "Las  primicias — dice  San  Cipriano — , 

530  las  vírgenes  son,  la  porción  más  entera  que  hay  en  el  cielo, 
porque  tiene  entereza  en  el  cuerpo  y  entereza  en  el  alma; 
tiene  figura  acá  de  qué  hemos  de  ser  y  de  cómo  hemos  de 
estar  en  el  cielo;  hemos  de  entrar  allá  incorruptibles,  en- 
teros en  ánima  y  cuerpo;  así  lo  están  las  vírgenes  acá  vi- 

535  viendo  en  la  tierra,  y  no  vwen  en  carne  según  carne".  Es- 
tas son  las  más  excelentes  moradas  que  Dios  tiene  entre  los 
hombres;  aquí  se  huelga  en  los  corazones  enteros,  aparta- 
dos de  corrupción  y  mancha.  Dice  San  Jerónimo  "que  el 
que  en  la  carne  guarda  la  virginidad  y  limpieza,  viviendo 

540  en  ella,  que  es  más  que  ángel;  porque  el  uno,  que  es  el 
ángel,  hace  y  obra  por  don  natural;  el  otro,  por  gracia. 
Vírgenes  son,  y  esa  virtud  tienen;  llámenlos  ángeles,  pues 
que  guardan,  en  la  carne  flaca  y  corruptible,  por  el  don  de 
la  gracia,  la  naturaleza  de  los  ángeles". 

545  Esta  dignidad  y  estado  no  se  ha  de  escoger  por  no  poder 
más;  no  ha  de  ser  sino  por  amor  de  Jesucristo,  con  sólo 
deseo  de  le  agradar  y  servir.  Aquélla  es  la  buena,  la  que  por 
esto  lo  toma,  y  la  que  en  la  mitad  de  la  vanidad  huella  el 
mundo  y  menosprecia  sus  favores.  Aquél  es  siervo  y  sierva 

550  de  Dios  que  vuelve  las  espaldas  al  mundo  en  tiempo  que  lo 
pudiera  gozar  en  la  mocedad,  en  tiempo  que  había  aparejo 
y  disposición  para  ello.  Estas  son  las  primicias  y  espigas 
tostadas.  — ¿Quién  os  ha  parado  así?  — El  sol  me  ha  des- 
colorido; el  amor  del  sol  me  tiene  tal;  soy  espiga  tostada, 

555  dentro  soy  hermosa,  y  fuera  tostada  y  denegrida,  por  los 
amores  de  Jesucristo".  No  se  gloríen  las  hermosas  de  su 
hermosura  si  solamente  la  tienen  en  lo  de  fuera,  porque  de 
fuera  parecen  hermosas,  y  dentro  hechas  infiernos.  Esposas 
de  Cristo,  no  os  escandalicéis,  que,  si  lindezas  perdistes  por 


522  Cf.  Ps.  44,  15. 

534  San  Cipriano,  De  habitu  virginum,  3,  22-23  :  ML  4,  455, 
(-476. 

544  Cf.  San  Jerónimo,  Comm.  in  Is.,  1.  16,  c.  59  :  ML  24,  597- 
554   Cant.  i,  5. 


2Q.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS 


427 


560  amor  de  Cristo,  lindezas  os  darán.  Todo  lo  que  dejastes  por 
Cristo,  todo  se  os  volverá  en  mayor  abundancia  que  lo  de- 
jastes. Alegraos  en  esto,  y  decid  cuando  os  viéredes  angus- 
tiadas con  la  memoria  de  lo  que  dejastes:  "Si  algo,  Señor, 
por  vos  dejé,  todo  es  poco,  porque  más  y  más  merecéis,  y 

565   más  soy  obligado  a  hacer". 

Dice  San  Pablo  ad  Hebraeos:  Si  enim  sanguis  hircorum 
et  taurorum,  et  cinis  vitulae  aspersus  inquinatos  sanctificat 
ad  emundationem  carnis,  quanto  magis  sanguis  Christi,  qui 
per  Spiritum  Sanctum  semetipsum  obtulit  immaculatum  Deo, 

ÍTO  emundabit,  etc. :  Si  la  sangre  de  los  cabrones,  y  de  los  toros, 
y  la  ceniza  de  la  becerra  derramada,  a  los  sucios  santifica 
para  la  limpieza  de  la  carne,  ¿  cuánto  más  la  sangre  de  Cristo, 
el  cual  por  el  Espíritu  Santo  a  sí  mismo  se  ofreció  limpio 
a  Dios,  santificó  nuestras  conciencias  de  las  obras  muertas 

575  para  servir  a  Dios?  ¿Qué  tiene  esta  bendita  sangre?  ¿Esta, 
que  alimpia  nuestras  manchas,  lava  nuestros  delitos?  ¡Quién 
preguntara  a  Jesucristo:  "¿Quién  os  trae,  Señor,  a  padecer 
tanto?  ¿Quién  mueve  ese  Corazón  para  que  sufra  tanto?" 
— La  sangre  de  Cristo,  que  fué  derramada  por  el  Espíritu 

580  Santo;  el  Espíritu  fué  el  que  le  hizo  y  le  movió  que  de  tan 
buena  gana  la  derramase.  El  es  que  le  decía:  "Si  no  morís, 
no  entrará  nadie  en  el  cielo;  morí;  si  no,  nadie  se  salvará". 

Peroración:  ¡Dichosa  No  os  espantéis  que  el  Espíritu 
doncella  que  dejas  la    Santo  os  haya  traído  hoy  a  pone- 

585  tierra  por  el  cielo!  ros  en  cruz;  que  ese  mismo  hizo 
otra  mayor  obra,  que  renunciase 
Cristo  sus  placeres,  que  fuese  obediente,  pobre,  desechado. 
Quien  hizo  a  Jesucristo  que  se  pusiese  en  una  cruz,  ése  hizo 
a  vuestro  corazón  que,  dejados  y  olvidados  todos  los  pla- 

590  ceres,  sigáis  a  Cristo.  No  os  arrepintáis,  no  os  desmayéis 
por  cosa  que  os  acontezca;  porque  hágoos  saber  que,  mientras 
vuestra  obra  es  mayor,  tanto  mayores  tentaciones  os  traerá 
el  demonio.  El  monesterio  os  parecerá  infierno,  y  el  coro 
plaza,  y  la  celda  cárcel,  y  las  misas  tormentos,  y  que  coméis 

£*J3  poco,  y  que  os  tratan  mal.  Diréis  entre  vos:  "Esto  tenía  en 
el  mundo,  mucho  dejé;  bien  me  pudiera  salvar  teniendo  y 
gozando  de  todo  aquello".  Infinitas  tentaciones  os  vendrán 
para  dar  con  vos  en  el  suelo;  estad  apercebida.  Dios  os  dé  a 
entender  cuán  poco  es  lo  que  dejáis  y  cuán  mucho  lo  que 

600  os  darán.  No  os  engañe  el  mundo,  doncella,  que,  debajo  de 
aquellos  placeres,  ¡qué  de  congojas,  y  desabrimientos,  y  do- 
lores y  cuidados!  Que  quien  bien  considera,  dirá  que  es  bien- 
aventurado quien  de  ellos  está  libre.  Déoslo  Dios  a  entender, 


570   Hebr.  9,  13-14. 


428 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


para  que  claro  veáis  que  no  es  pérdida,  sino  ganancia;  no  es 

605   engaño,  sino  acertar  lo  que  hacéis. 

¿No  pedía  David  para  escapar  de  estos  peligros:  Averte 
oculos  meos,  ne  videant,  etc. :  Aparta,  Señor,  mis  ojos,  no 
vean  la  vanidad?  Quiso  decir,  que  no  se  empleasen  en  ver 
vanidades  los  ojos  que  habían  de  ver  a  Dios.  Lo  que  mucho 

610  amamos,  guardárnoslo  bien.  Quítense  vuestros  ojos  de  ver 
vanidades,  pues  esperan  de  ver  a  Dios;  que  no  podréis  ver 
a  Dios  con  los  ojos  que  ven  vanidades.  Echad  vuestros  pies 
en  el  cepo  de  la  clausura,  y  vuestro  cuello  debajo  del  yugo 
de  la  obediencia;  haceos  captivo  por  Cristo,  y  aherrojaos  por 

615  su  amor,  y  tened  fuerte;  que  más  anchura  hallaréis  que  en 
todo  el  mundo.  ¿Qué  os  aprovecha  anchura,  si  vuestra  áni- 
ma está  en  estrechura?  Sufrid  de  buena  gana  y  fielmente  los 
trabajos  que  por  agradarle  a  El  os  vinieren,  que  El  os  lo 
pagará  y  os  dará  a  entender  mil  bienes  que  de  hacerlo  así 

620   sacaréis.  ¡Ay  del  que  tal  corazón  no  tiene! 

No  tengamos  mancilla  que  dejéis  dineros,  padre,  herma- 
nos, casas  y  placeres  por  Dios;  hacerlo  así  es  honra  sobre 
toda  honra.  Más  querría,  si  me  diesen  a  escoger,  y  más  valen 
los  trabajos  de  San  Pablo  y  afrentas  que  en  este  mundo  por 

625  Jesucristo  padeció,  que  sus  consolaciones  y  revelaciones. 
¡Bienaventurada  doncella,  que  dejastes  tierra  porque  os  den 
el  cielo,  perdéis  por  más  ganar!  ¿Qué  diremos?  Entráisle  a 
servir  y  serviros  ha  El  a  vos.  Echad  vuestros  pies  en  el  cepo 
y  poned  vuestros  pies  sobre  el  collar  de  oro;  aunque  estén 

630  vuestros  pies  en  trabajos  y  pasiones,  alzad  vuestros  ojos  a 
la  honra  que  os  está  aparejada;  mirad  vuestra  corona,  mirad 
vuestro  galardón. 

En  la  Vida  de  los  Padres  se  cuenta  que  vido  un  monje 
una  procesión  de  santos,  y  traían  algunos  unos  collares  muy 

635  hermosos  de  oro  a  los  cuellos;  y  fuéle  dicho  que  aquella  honra 
de  aquellos  collares  tenían  aquéllos  porque  abajaron  sus  cer- 
vices en  este  mundo  al  yugo  de  la  obediencia.  Obedeced,  don- 
cella, abajaos,  servid,  barred,  haced  todo  cuanto  pudiéredes. 
Cuanto  más  trabajo  tuviéredes  acá,  tanto  más  rico  y  más 

640  honrado  será  vuestro  collar  en  el  cielo.  Perded  aquí  y  gana- 
réis acullá.  Si  aquí  pasáredes  soledad,  seréis  después  compa- 
ñera de  los  que  gozaren  de  Dios;  si  cerráredes  vuestros  ojos 
aquí,  en  el  cielo  verán  a  Dios;  si  trabajáis  aquí,  acullá  des- 
cansaréis en  la  gloria  para  siempre. 

644  siempre]  Vive,  ánima  mía,  en  perpetuo  agradecimiento  a  tan  gran 
Señor  y  tan  gran  Amador.  Laus  Deo  add. 


608    Ps.  US,  37- 


30.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS  429 


30         ¿Ha  venido  a  ti  este  tal  Consolador? 

Domingo  de  Pentecostés 

(¡Bd,  1596,  II,  pp.  99-131.) 

Paraclcttts  autcm  Spiritus  Sanctus.  El  Espíritu  San- 
to Consolador  (lo.  14,  [26]). 

Exordio    Quien  de  tierra  es,  de  tierra  habla;  el  que  viene 
del  cielo,  sobre  todos  es,  dijo  San  Juan  Baptista 
5  a  sus  discípulos.  Tocóles  un  poco  de  envidia,  porque  la  gente 
seguía  más  a  Jesucristo  que  a  él;  y  para  los  apaciguar,  di  jo- 
les estas  palabras:  "Ninguno  puede  tomar  más  de  lo  que  del 
cielo  le  viene,  de  lo  que  del  cielo  le  envían.  Qui  de  térra  est, 
etcétera.  Tierra  es  el  que  de  tierra  habla". 
10        ¿Qué  hará  la  tierra,  pues  le  está  mandado  subir  al  cielo? 
¿Qué  hará?  ¿Cómo  podrá  subir?  ¿Qué  hará  el  hombre  que 
le  está  mandado  que  hable  cosas  del  cielo?  Cosa  es  ésta  im- 
posible, cosa  que  de  sí  no  la  podía  hacer,  cosa  tan  imposible 
como  la  tierra  subir  al  cielo.  Qui  de  térra  est,  de  térra  lo- 
15   quitur.  Si  hubiésemos  de  hablar  de  cosas  bajas,  si  hubiése- 
mos de  hablar  de  cosas  de  acá  abajo,  daríamos  buenas  señas; 
pero  hablar  del  Espíritu  Santo,  hablar  de  cosa  tan  alta,  ha- 
blar de  cosas  del  cielo,  ¿qué  haremos,  que  somos  más  bajos 
que  la  misma  tierra?  ¿Qué  haremos  para  bien  hablar?  Es 
20  menester  mucho  la  gracia  del  Espíritu  Santo.  No  en  balde 
fué  dada  a  los  apóstoles  para  hablar:  Audivimus  eos  loquen- 
tes  variis  linguis  magnolia  Dei. 

Fueron  los  bienaventurados  apóstoles  llenos,  y  muy  lle- 
nos, del  fuego  del  Espíritu  Santo;  fueron  llenos  de  esta  ce- 
25  lestial  gracia,  para  dar  a  entender  que  nadie  debe  hablar  ni 
predicar  de  este  Santo  Espíritu  sino  lleno,  y  muy  lleno,  de 
este  celestial  don  y  de  este  santo  fuego.  Encendidas  iban 
las  entrañas,  y  llenas  de  gracia,  que  nuestro  Señor  envió  a 
sus  santos  apóstoles,  pues  hablaron  las  maravillas  y  gran- 
30   dezas  que  de  Dios  hablaron  y  dijeron,  y  por  todo  el  mundo 
pregonaron.  Vino  en  lenguas  de  fuego  para  darnos  a  enten- 
der que  han  de  ser  las  lenguas  de  los  que  hablaren  cosas  de 
Dios  y  sus  maravillas,  encendidas  con  fuego,  encendidas  con 
amor.  No  han  de  ser  las  lenguas  que  han  de  hablar  cosas 
35    de  Dios  y  sus  maravillas,  de  agua,  no  de  viento,  no  han  de 
ser  de  tierra. 

Venimos  a  oír  las  palabras  de  Dios,  venimos  a  oír  sus 
sermones,,  y  venimos  como  a  farsa,  sin  más  amor  y  reve- 
rencia. Dígoos  de  verdad  que  un  grande  riesgo  corremos 


5  Cf.  lo.  3, 
22   Cf.  Act.  s 


430 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


40  todos  los  que  oímos  sermones;  gran  peligro  corremos  si  no 
oímos  como  debemos  oír;  con  corazón  encendido,  con  entra- 
ñas abrasadas  habíamos  de  venirlo  a  oír.  Hémonos  juntado 
a  oír  y  hablar  del  Espíritu  Santo;  para  tan  gran  negocie 
menester  hemos  la  gracia,  menester  hemos  el  mismo  Espí- 

45  ritu  Santo,  que  se  infunda  en  nuestros  corazones  y  los  ablan- 
de y  abrase  con  su  santo  fuego  de  sus  divinos  dones.  Dice 
San  Pablo  que  el  Espíritu  Santo  ruega  por  nosotros  con  ge- 
midos inenarrables.  La  oración  que  no  es  inspirada  del  Espí- 
ritu Santo,  poco  vale;  la  que  no  se  hace  según  El,  la  que  no 

50   inspira  y  ordena  El,  de  muy  poco  fruto  es,  poco  aprovecha. 
Dijo  Cristo  a  sus  apóstoles:  Tristes  estáis  porque  me 
quiero  ir:  el  Consolador  vendrá,  que  el  Padre  lo  enviará  en 
mi  nombre,  y  El  os  consolará,  El  os  enseñará  todas  las  cosas, 
El  os  trairá  a  la  memoria  todo  lo  que  yo  os  he  dicho,  El  abri- 

55  rá  vuestros  oídos  para  que  oigáis  y  vuestro  entendimiento 
para  que  entendáis;  enseñaros  ha  a  orar  y  enseñaros  ha  todo 
lo  que  hubiéredes  de  hacer,  para  que  en  todo  acertéis.  En 
gran  manera  estarnos  necesitados  de  este  Consolador,  de  este 
Doctor,  de  este  Consejero  y  de  este  Enseñador. 

60  — ¿Qué  remedio?  — Que  nos  vamos  a  la  sacratísima  Vir- 
gen. En  gran  manera  es  muy  amiga  del  Espíritu  Santo,  y 
El  de  ella.  En  sus  entrañas  el  incomprehensible  cupo;  su 
alteza,  su  grandeza  abajó,  e  hízose  temporal  siendo  eterno, 
y  el  rico  se  hizo  pobre  y  el  muy  alto  se  abajó;  y  esto  todo 

65  por  obra  del  Espíritu  Santo,  por  industria,  orden  y  saber 
suyo.  Dijo  el  ángel  San  Gabriel  a  la  Virgen:  Spiritus  Sanctus 
supervenid  in  te.  El  Espíritu  Santo,  Señora,  vendrá  sobre 
vos,  y  la  virtud  del  muy  Alto  os  hará  sombra.  Conoce  muy 
bien  el  Espíritu  Santo  las  entrañas  de  la  Virgen;  conoce  muy 

TO  bien  aquel  su  corazón  tan  limpísimo,  conoce  muy  bien  aquel 
palacio  donde  tantos  y  tan  grandes  misterios  obró.  No  hizo 
la  Virgen,  ni  pensó,  ni  habló  cosa  que  en  un  solo  punto  des- 
agradase al  Espíritu  Santo;  en  todo  le  agradó,  en  todo  hizo 
su  santa  voluntad;  por  ruegos  de  esta  gloriosa  Virgen,  por 

75  gemidos  y  deseos  y  oraciones  trajo  al  Verbo  Eterno  y  lo  me- 
tió en  sus  entrañas.  Supliquémosla,  pues  tan  amiga  es  de 
este  Santo  Espíritu,  nos  comunique  su  gracia  para  hablar 
de  tan  alto  Huésped. 

Si  amamos  a  Cristo,     Si   Spiritum   Sanctum  accepistis 
80  la  Trinidad  morará  en    credentesf  Si  recebistes  al  Espí- 
nosotros  rxiu  Santo  por  la  fe,  creyendo, 

dijo  una  vez  San  Pablo  a  unos. 
¿Habéis  recebido  al  Espíritu  Santo?  ¿Tenéislo  en  vuestras 
entrañas?  ¡Bienaventurada  el  ánima  que  tal  ha  recebido; 


48   Rom.  8,  26. 

54   Cf.  lo.  16,  6.  13  ;  14,  26. 


68  Le.  i,  35. 
81    Act.  19,  2. 


3<3.     DOM.    DF.  PENTECOSTÉS 


431 


85  bienaventurado  el  que  tal  Huésped  ha  recebido,  creyendo: 
que  por  fe  se  da!  Respondieron:  Ni  sabemos  si  lo  hay, 
cuanto  más  haberlo  recebido.  No  se  lo  habían  dado;  y  aun 
quizá  habrá  aquí  quien  no  lo  sepa.  ¡Oh  si  dijésedes  verdad! 
¿Habéislo  recebido?  ¿Amáislo?  ¿Habéislo  servido?  ¿De- 

90  seáislo?  ¿Tenéis  gran  deseo  que  se  infunda  en  vuestros  co- 
razones? Ni  aun  sabéis  si  lo  hay.  No  aprovecha  nada  que 
lo  deseéis;  no  basta  que  digáis  que  venga,  que  lo  queréis 
recebir;  todo  no  aprovecha  si  no  hay  obras  dignas  y  que 
merezcan  su  venida.  Factis  autem  negant.  Las  obras  han  de 

95  convenir  con  las  palabras  y  con  los  deseos,  para  que  este 
tan  gran  Huésped  quiera  venir  y  aposentarse  en  vuestra 
ánima. 

¡Tiene  tantos  de  predicadores  el  Espíritu  Santo,  tantos 
de  profetas  que  de  El  hablaron  antes  que  el  sol  fuese  cria- 
100  do!  Dice  la  Escritura  que  el  Espíritu  del  Señor  era  traído 
sobre  las  aguas:  Et  Spiritus  Domini  ferebatur  super  aquas. 
Los  profetas  todos  vieron  y  contaron  grandes  secretos  y 
misterios  de  este  Santo  Espíritu.  Entre  todos  y  más  que  to- 
dos dió  tales  señales  Jesucristo  nuestro  Señor  de  El,  y  dijo 
105  tales  cosas  de  El,  que  estaban  todos  espantados  de  oír  las 
maravillas  que  de  El  dijo.  Dijo  Jesucristo  a  sus  apóstoles: 
No  tengáis  pena,  no  estéis  penados  porque  me  voy. 

— Antes,  Señor,  por  eso  están  penados.  ¿Qué  nuevos 
amores,  Señor,  son  éstos?  ¿Qué  nuevas  maneras  de  tratar 
lio  con  los  que  os  aman?  Vaisos,  y  ámanos  más  que  a  la  lum- 
bre de  sus  ojos;  queréisos  ir,  ¿y  para  consuelo  de  vues- 
tra ida,  decisles:  No  tengáis  pena  porque  me  voy?  Antes 
por  eso  la  tienen,  y  es  la  causa  de  toda  su  pena  y  de  todo 
su  desconsuelo  pensar,  Señor,  que  os  habéis  de  ir. 

— Nadie  puede  entender  esto  ni  alcanzarlo  sino  quien 
tuviere  Espíritu  Santo.  "Consolados  habéis  estado  conmi- 
go; alegres  habéis  estado  con  mi  presencia,  enseñados  con 
mi  dotrina,  fuertes  con  mi  presencia.  Yo  me  voy,  y  rogaré 
a  mi  Padre  que  os  envíe  otro  Consolador  en  mi  nombre. 
120  Hasta  aquí  yo  os  he  consolado;  yo  me  iré,  y  yéndome  yo, 
os  enviaré  otro  Consolador,  otra  persona".  — ¡Oh  poderoso 
Dios!  ¿Quién  es  este  Consolador  que  habéis  de  enviar? 
— Espíritu  de  verdad,  que  morará  en  vosotros,  que  os  en- 
señará verdades,  no  opiniones,  no  engaños. 
125  ¡Bendígante,  Señor,  los  cielos  y  la  tierra!  No  se  con- 
tentó Dios  Padre  con  darnos  a  su  muy  amado  y  único  Hijo 
nuestro  Señor  Jesucristo,  y  para  que  muriese  por  nos- 
otros, sino  a  sí  mesmo.  Dijo  Jesucristo:  Si  quis  diligit  me, 
sermonem  meum  servabit,  et  Pater  meus  diliget  eum,  et 


94  Tit.  i,  16. 
ioi    Cf.  Gen.  i,  2. 


107  lo.  14,  1.  27. 
119  Cf.  lo.  14,  16. 


432 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


130  ad  eum  veniemus,  et  mansionem  apud  eum  faciemus.  El 
que  me  ama  guardará  mis  palabras,  y  mi  Padre  lo  amará, 
y  a  El  vendremos,  y  morada  cerca  de  El  haremos. 

Que  estudie  y  rumie  sus  palabras  y  las  cumpla  y  guar- 
de; esto  os  da  por  señal  y  prenda  de  su  amor.  Y,  herma- 

135  no,  decid,  ¿cómo  os  va  cuando  oís  la  palabra  de  Cristo? 
¿Ho'lgáisos  cuando  os  hablan  de  El?  ¿Alégraseos  el  co- 
razón cuando  le  oís  nombrar,  cuando  le  predican,  alaban 
y  bendicen  y  glorifican  en  los  pulpitos?  Más  os  alegráis 
con  invenciones,  con  novedades;  esto  oís  de  buena  gana. 

140  El  que  guardare  mi  palabra,  éste  me  ama.  —¿Cómo  es 
eso?  ¿Cómo  tengo  de  guardar  sus  palabras?  ¿Cómo  le 
tengo  de  amar?  — Habéislo  de  amar,  y  en  esto  mostra- 
réis que  verdaderamente  le  amáis,  si  por  le  amar  olvidáre- 
des  y  dejáredes  todo  cuanto  os  estorbare  para  lo  amar  y 

145  verdaderamente  servir:  Si  vuestro  ojo  derecho,  si  la  cosa 
que  así  la  amáis  como  a  vuestros  ojos,  05  escandalizare, 
si  vuestra  mano  derecha,  si  cualquiera  otra  cosa  que  mu- 
cho la  habéis  menester  os  apartare  de  este  santo  propó- 
sito, cortadla. 

150  — <¡Cosa  recia  es  ésa,  padre!  — Habéis  de  tener  una 
navaja  tan  afilada,  que  aunque  os  pongan  delante  padre  y 
madre,  y  hermanos,  y  parientes,  y  amigos,  y  todo  cuanto 
así  se  pudiere  decir,  si  os  aparta  del  amor  de  Jesucristo, 
cortadlo,  no  lo  dejéis,  bolladlo,  pasad  sobre  ello;  que,  aun- 

155  que  esto  parece  género  de  crueldad,  es  gran  piedad.  Si  por 
el  dinero,  o  por  la  hacienda,  o  por  el  pariente  o  amigo,  o 
por  la  deshonra  o  por  la  honra,  o  por  el  favor  o  arrimo, 
o  por  muerte,  o  por  vida  pecas,  córtalo. 

— '¡Cosa  recia!  ¿Que  no  tengo  de  desear  la  mujer  aje- 

160  na?  ¿Y  que  no  solamente  no  tome  la  hacienda  ajena,  pero 
que  tengo  de  dar  la  mía?  ¿Y  no  solamente  no  tengo  de 
hacer  mal  a  nadie,  pero  hacer  todo  cuanto  bien  pudiere? 
Cosa  recia  y  trabajosa  es  ésta;  Señor,  echá  alguna  azúcar; 
que  trabajo  y  sudo  por  hacer  esto,  y  apenas  con  todas  mis 

165  fuerzas  salgo  con  algo;  poned  algún  consuelo,  poned  al- 
gún premio.  — Pláceme.  Mi  padre  le  amará;  mi  Padre  le 
querrá  bien — dice  Jesucristo—,  y  el  galardón  que  por  cum- 
plir mis  palabras  y  guardar  mis  mandamientos  le  dará 
(en  esto  se  les  pagarán  sus  trabajos),  que  el  Eterno  Padre 

170    pondrá  sus  ojos  sobre  él,  y  a  él  vernemos  y  morada  cerca 


132   lo.  14,  23. 

149   Cf.  Mt.  5,  29 ;  18,  9. 

155  Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  14,  ad  Heliodorum,  2  (ML  22,  348)  : 
«Licet  parvulus  ex  eolio  pendeat  nepos,  licet  sparso  crine  et  scissis 
vestibus,  ubera,  quiibus  te  nutrierat,  mater  ostendat,  licet  in  limine 
,pater  iaceat  ;  per  calcatum  perge  patrem,  siccis  oculis  ad  vexillum 
erncis  evola.  Solum  pietatis  genus  est,  in  hac  re  esse  crudelem». 


3Q.     DOM.    DE  PENTECOSTÉS 


433 


de  él  haremos.  No  será  la  venida  de  pasada,  pues  ha  da 
pararse  a  hacer  morada  y  mansión., 

¿Quién  podrá  pasar  por  esta  palabra  sin  dar  bendicio- 
nes y  alabanzas  al  Padre  y  al  Hijo  y  al  Espíritu  Santo, 
175  que  verná  el  Padre  y  el  Hijo  y  harán  habitación  en  El? 
¿Queréis  más?  ¿Estáis  contentos?  ¿Andaréis  ya  echando 
mano  de  las  sombras,  buscando  dineros,  buscando  honras, 
deseando  subir  y  valer,  y  buscar  oficios?  ¿Queréis  más? 
Dice  San  Bernardo:  "¡Oh  endurecidos  corazones,  a  quien 
tal  cuchillo  no  corta,  y  tal  fuego  no  enciende,  y  tal  bon- 
dad no  mueve,  y  amansa  y  ablanda!"  Viniendo  el  Hijo  y 
el  Padre,  también  el  Espíritu  Santo.  No  te  llames  huér- 
fano de  aquí  adelante  porque  el  mundo  no  te  hace  honra, 
porque  el  mundo  no  te  favorece,  porque  no  tienes  prosperi- 
185   dades  y  riquezas  de  acá. 

— ¿Quédate  más,  Señor,  quédate  más  que  dar?  — Yo 
rogaré  al  Padre,  y  enviaros  ha  otro  Consolador. 

Tal  será  el  Consola-  La  cosa  que  más  me  espanta.  Es- 
dor,  que  no  echen     taban  los  discípulos  esperando  este 

19°  menos  a  Cristo  Consolador;  deseábanlo  tanto,  que 
no  se  puede  decir  quién  era  este 
Consolador  o  qué  tal  era,  que  antes  que  viniese  estaban  los 
apóstoles  enamorados  de  El  y  tanto  deseaban  que  viniese 
para  verle.  Yo  rogaré  al  Padre,  y  enviaros  ha  otro  Conso- 

195  lador. 

— '¿Qué  decís,  Señor?  ¿Qué  grandezas  se  os  sueltan 
de  esa  boca?  ¿Qué  tal  ha  de  ser  el  Consolador  que  viniendo 
consuele  vuestra  penosa  ausencia;  que  consuele,  y  enseñe, 
y  haga  todo  lo  que  vos  hacéis? 

200  — ¿Podréis  atinar  y  decir1  cuánto  era  el  consuelo  de 
Cristo  con  sus  apóstoles,  cuánta  era  el  alegría  que  con  su 
vista  y  presencia  tenían?  En  solamente  mirarlo  se  les  qui- 
taban cuantos  trabajos  tenían.  No  hay  madre  que  tanto 
ame  a  sus  hijos  y  tanto  los  regale,  cuanto  Jesucristo  amaba 

205  y  regalaba  a  sus  apóstoles;  no  hay  ave  que  tanto  cure 
de  sus  hijos  y  los  defienda  debajo  de  sus  alas  y  los  abrigue, 
como  lo  hacía  Jesucristo  con  los  suyos.  Amábalos  entraña- 
blemente, hablaba  con  ellos,  enseñábales,  dábales  mil  con- 
suelos, quitábales  los  desmayos,  esforzábalos,  hacíalos  tan- 

210  tos  bienes.  Y  amábanle  ellos  tanto  a  El,  que  dejaron  sus 
haciendas,  sus  caudales,  las  redes  con  que  ganaban  de  co- 
mer, y  los  maridos  a  sus  mujeres,  y  los  hijos  a  los  padres, 

171  lo.  14,  23. 

181  San  Bernardo,  Tn  fest.  Pentec,  senn.  2,  8  (ML  183,  330)  : 
.«O  duri,  et  indurati,  et  obdurati  fi'lii  Adam,  quos  non  emolíit  tanta 
benignitas,  tanta  flamina,  tam  ingens  ardor  amoris,  tam  vehemens 
amator,  qui  pro  vilibus  sarcinulis  tam  pretiosas  merces  expenditis». 

187    lo.  14,  .16. 


434 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  algunas  mujeres  a  sus  maridos.  Erales  tan  amoroso,  y 
■su  conversación  tan  apacible  y  tan  llena  de  amor,  que  mil 

215  mundos  que  tuvieran  dieran  por  gozar  de  El  una  sola  hora. 
¡Qué  asegurados,  qué  alegres,  qué  gozosos  estaban  con 
Cristo!  Ricos  y  dichosos  se  pueden  llamar,  y  sonlo,  que 
con  sus  ojos  veían  a  Jesucristo  y  con  sus  orejas  oían  sus 
santísimas  palabras. 

220  Díjoles  Jesucristo  el  jueves  de  la  cena:  Desconsolados 
estáis  porque  os  he  dicho  que  me  quiero  ir.  Estaban  estos 
bienaventurados  tan  contentos  con  Jesucristo,  que  les  pa- 
recía que  no  era  posible  que  viniese  cosa  a  sus  corazones, 
faltando  El,  que  los  pudiese  consolar,  y  que  no  había  en 

225  el  mundo  persona  que  hinchese  lo  que  con  ausentárseles 
Cristo  les  quedaba  vacío.  Estaban  abobados,  embebidos  en 
aquel  santísimo  cuerpo  y  presencia  suya;  no  creían  que 
podían  ser  consolados,  ido  El  de  entre  ellos.  ¿Quién  conso- 
lará a  estos  desconsolados?  ¿Quién  remediará  tan  gran  pér- 

260  dida?  ¿Quién  curará  esta  llaga  que  el  ausencia  de  Cristo 
causó  en  los  corazones  de  sus  apóstoles?  Gran  llaga  de 
amor  fué  ésta,  necesidad  tiene  de  gran  remedio  y  cura. 

— Si  yo  me  fuere,  otro  Consolador  vendrá  que  os  con- 
suele. (¿Qué  Consolador  puede  venir,  que  no  echen  menos 

235  a  Jesucristo?  Díceles  que  se  quiere  ir,  y  para  templar  su 
pena  y  tristeza  promételes  que  les  enviará  otro  Consolador.) 
Y  será  tal,  que  no  estéis  penados  por  mi  ida;  otro  Conso- 
lador tan  bueno  como  yo,  otro  que  os  consolará  y  regalará 
más  que  yo. 

240  No  otro  sino  Dios  pudiera  curar  esta  Haga;  y  éste  es 
argumento  muy  grande  para  creer  que  el  Espíritu  Santo  es 
Dios,  porque,  si  fuera  menos  que  Dios,  no  pudiera  conso- 
lar y  curar  la  llaga  que  Cristo  había  hecho  con  su  ausen- 
cia. Jesucristo  es  Dios;  si  el  Consolador  que  había  de  enviar 

245  fuera  menos  que  Jesucristo,  no  fuera  Dios,  y  así  no  pu- 
diera curar  la  llaga  de  haberse  ido  Cristo.  Luego  claro  está 
que,  habiendo  de  ser  Consolador  como  Cristo  dijo,  el  cual 
había  de  consolar  a  los  apóstoles  de  la  pena  que  tenían 
porque  Cristo  se  iba,  había  de  ser  también  Dios  como  era 

250  Jesucristo,  y  poderoso  para  consolar  como  lo  era  Cristo. 
Cierto  no  bastara  a  henchir  aquel  seno  sino  el  Espíritu 
Santo,  que  es  también  Dios  como  Jesucristo. 

Por  tanto,  debéis  estar  muy  consolados,  porque,  si  le 
llamáis,  os  socorrerá  en  cualquier  trabajo  que  tuviéredes. 

255  Y  si  decís  vos:  "Levantáronme  un  testimonio,  no  sé  qué 
dijeron  de  mí,  perdióseme  la  hacienda,  fuése  mi  marido, 
tengo  muchos  trabajos  y  enfermedades,  murióse  mi  padre, 

252  Jesucristo]  Yo 


221    Of-  lo.  14,  27-28. 


30.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS 


435 


faltóme  mi  amigo,  estoy  desconsolado,  tengo  grandes  ten- 
taciones, hallo  gran  sequedad  en  mi  corazón,  no  sé  qué 

260  me  tengo,  siempre  ando  cercado  de  trabajos  y  en  peligros 
de  muerte",  tened  paciencia;  no  viváis  desconsolados;  no 
os  dejéis  caer,  llamad  a  este  Consolador,  que  consolaros  ha 
y  enseñaros  ha ;  que  pues  bastó  a  henchir  y  sanar  y  conso- 
lar la  desconsolación  que  causó  Cristo  a  sus  apóstoles,  tam- 

265  bién  os  consolará  a  vosotros;  que  mayor  pérdida  y  mayor 
desconsuelo  fué  aquél,  que  cuantos  vos  podéis  tener,  por 
grandes  y  penosos  que  sean.  Coteja  tu  desconsuelo  y  llaga 
con  la  de  los  apóstoles,  y  verás  cómo  el  que  aquélla  curó 
y  consoló  siendo  tan  grande,  tan  bien  y  mejor  consolará  y 

270   curará  las  tuyas. 

_.  tii      — ¿Haos  venido  este  Consolador? 

Do  que  obra  el  «opio     .  Haos  venido  este  Huésped  ?  ¿  Haos 
del  Espíritu  Santo    venido  este  buen  día  por  vuestra 
casa? 

275  — Padre,  no  sé  qué  me  tengo ;  lo  que  mucho  me  alegraba 
de  antes,  ahora  me  enoja;  las  alegrías  del  mundo  me  en- 
tristecen, los  placeres  me  dan  pena;  los  juegos,  los  pasa- 
tiempos, las  alegrías  y  todos  los  deleites  del  mundo  me 
hieden;  todo  me  da  fastidio. 

280  — Si  ha  venido  este  día  por  vos,  si  habéis  recebido  este 
sentimiento  en  vuestro  corazón,  si  lo  habéis  recebido,  sa- 
bedlo  agradecer  al  Señor  y  sabedle  dar  gracias  por  ello. 
Quien  en  sí  recibe  este  Huésped,  quien  recibe  este  Consola- 
dor, todo  cuanto  en  el  mundo  florece  y  todo  cuanto  es 

285  tenido  en  algo  de  los  mundanos  hace  menospreciar  y  tener 
en  poco  y  en  nada,  todo  da  asco,  todo  harta,  todo  fastidia 
y  da  pena. 

Sábele  tú  llamar  a  este  Consolador,  procúralo  agradar 
y  tener  contento;  porque  quien  tal  Huésped  tiene,  no  se 

290  debe  descuidar  en  nada,  porque  tan  gran  Huésped  gran  cui- 
dado requiere.  Dile:  "Señor,  con  vos  sólo  estoy  contento, 
vos  sólo  bastáis  a  me  hartar;  sin  vos  no  quiero  a  nadie,  y 
con  vos  todo  lo  tengo ;  estad  vos  conmigo  y  fáltenme  todos ; 
consoladme  vos  y  desconsuéleme  todo  el  mundo;  sed  vos 

295   comigo,  y  todo  el  resto  contra  mí". 

— ¿Dónde  está  la  sabiduría?  ¿Dónde  la  hallaremos? 
— En  el  pecho  de  Dios  está.  — Pues  decid:  Después  que  se 
fué,  ¿quedamos  huérfanos,  quedamos  solos,  quedamos  sin 
consejo,  desarrimados?  ¿Cómo  quedamos?  ¿Dejónos  acá  en 

300  su  lugar  a  otro?  Predíqueoslo  el  que  lo  sabe,  por  su  miseri- 
cordia, y  déoslo  El  a  entender. 

¡Oh  mercedes  grandes  de  Dios!  ¡Oh  maravillas  grandes 
de  Dios!  ¡Quién  os  pudiese  dar  a  entender  lo  que  perdéis 
y  también  os  diese  a  entender  cuán  presto  lo  podríades 


436  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


305  ganar!  Gran  mal  y  pérdida  es  no  conocer  tal  pérdida,  y 
muy  mayor  pudiéndola  remediar,  no  la  remediar.  Quiérete 
Dios  bien;  quiérete  hacer  mercedes,  quiérete  enviar  su 
Santo  Espíritu;  quiere  henchirte  de  sus  dones  y  gracias,  y 
no  sé  por  qué  pierdes  tal  Huésped.  ¿Por  qué  consientes 

310  tal?  ¿Por  qué  lo  dejas  pasar?  ¿Por  qué  no  te  quejas?  ¿Por 
qué  no  das  voces? 

(Mas  ¿cómo  la  diremos  a  esta  junta  que  el  Espíritu 
Santo  quiere  hacer  y  hace  con  tu  ánima?  Encarnación  no; 
pero  es  un  grado  que  tanto  junta  el  ánima  con  Dios  y  un 

835  casamiento  tan  junto  y  tan  pacífico,  que  parece  mucho  en- 
carnación, aunque  por  otra  parte  mucho  diferencien.  Por- 
que la  encarnación  fué  una  tan  altísima  unión  del  Verbo 
divino  con  su  santísima  humanidad,  que  la  subió  a  sí  a 
unidad  de  persona;  lo  cual  no  es  acá,  sino  unidad  de  gra- 

320  cia;  y  como  allí  se  dice  encarnación  del  Verbo,  se  dice  acá 
espirituación  del  Espíritu  Santo. 

Así  como  Jesucristo  predicaba,  así  ahora  el  Espíritu 
Santo  predica;  así  como  enseñaba,  así  el  Espíritu  Santo 
enseña;  así  como  Cristo  consolaba,  así  el  Espíritu  Santo 

325  consuela  y  alegra.  ¿Qué  pides?  ¿Qué  buscas?  ¿Qué  quieres 
más?  ¡Que  tengas  tú  dentro  de  ti  un  consejero,  un  ayo,  un 
administrador,  uno  que  te  guíe,  que  te  aconseje,  que  te 
esfuerce,  que  te  encamine,  que  te  acompañe  en  todo  y  por 
todo!  Finalmente,  si  no  pierdes  la  gracia,  andará  tan  a  tu 

330  lado,  que  nada  puedas  hacer,  decir  ni  pensar,  que  no  pase 
por  su  mano  y  santo  consejo.  Seráte  amigo  fiel  y  verdadero; 
jamás  te  dejará  si  tú  no  le  dejas. 

Así  como  Cristo,  estando  en  esta  vida  mortal,  obraba 
grandes  sanidades  y  misericordias  en  los  cuerpos  de  los 

335  que  lo  habían  menester  y  lo  llamaban,  así  este  Maestro  y 
Consolador  obra  estas  obras  espirituales  en  las  ánimas  don- 
de El  mora  y  está  en  unión  de  gracia.  Sana  los  cojos,  hace 
oír  los  sordos,  da  vista  a  los  ciegos,  encamina  a  los  erra- 
dos, enseña  a  los  ignorantes,  consuela  a  los  tristes,  da  es- 

340  fuerzo  a  los  flacos.  Como  Cristo  andaba  entre  los  hombres 
haciendo  estas  tan  santas  obras,  y  así  como  estas  obras 
no  las  pudiera  hacer  si  no  fuera  Dios,  y  hízolas  en  aquel 
hombre,  y  llamárnoslas  obras  que  hizo  Dios  y  hombre,  así 
estotras  que  hace  acá  el  Espíritu  Santo  en  él  corazón  donde 

345  mora,  llamárnoslas  obras  del  Espíritu  Santo  con  el  hombre 
como  menos  principal. 

¿No  se  llama  desdichado  y  malaventurado  quien  no  tiene 
esta  unión,  quien  no  tiene  tal  huésped  en  su  casa,  quien 
no  tiene  tal  consejero,  quien  no  tiene  tal  guía,  tal  arrimo, 

350  tal  ayo  y  consolador  y  conservador?  Y  porque  no  le  tenéis, 
andáis  cuales  andáis  desconsolados,  tristes,  sin  ánimo,  lle- 
nos de  amargura,  sin  devoción,  llenos  de  miserias.  Decid- 


 3Q.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS  437 

me,  ¿habéislo  recebido?  ¿Habéislo  llamado?  ¿Habéisle  im- 
portunado que  venga?  ¿Cuántas  lágrimas  os  cuesta?  ¿Cuán- 

355  tos  sospiros?  ¿Cuántos  ayunos?  ¿Qué  devociones  habéis 
hecho?  ¡Dios  sea  con  vosotros!  No  sé  cómo  tenéis  paciencia 
ni  cómo  podéis  vivir  sin  tanto  bien.  Mirad,  todos  los  bienes, 
todas  las  mercedes  y  misericordias  que  Cristo  vino  a  hacer 
a  los  hombres,  todas  ésas  hace  este  Consolador  en  nuestras 

360  ánimas;  predícate,  sánate,  cúrate,  enséñate  y  hácete  mil 
cuentos  de  bienes. 

Consuela,  esfuerza,     ¿No  os  ha  acontecido  tener  vuestra 
alegra  ánima  seca,  sin  jugo,  descontenta, 

llena  de  desmayos,  atribulada,  des- 

365  ganada,  y  como  que  no  le  parece  bien  cosa  ninguna  buena? 
Y  estando  así  en  este  descontento,  y  algunas  veces  bien  des- 
cuidado, viene  un  airecico  santo,  un  soplo  santo,  un  re- 
fresco que  te  da  vida,  te  esfuerza,  te  anima,  y  te  hace 
volver  en  ti,  y  te  da  nuevos  deseos,  amor  vivo,  muy  gran- 

370  des  y  santos  contentos,  y  te  hace  hablar  palabras  y  hacer 
obras  que  tú  mismo  te  espantas.  Eso  es  Espíritu  Santo; 
eso  es  Consolador,  que  en  soplando  que  sopla,  en  viniendo 
que  viene,  os  hallaréis  tocado  como  de  piedra  imán,  y  con 
alientos  nuevos,  y  obras  y  palabras  y  deseos  nuevos;  que 

375  antes  no  hallábades  tomo  en  cosa  ninguna,  todo  os  estor- 
baba, todo  os  enojaba;  ahora  en  todo  hallaréis  sabor  y 
mucho  contento,  en  todo  os  alegráis,  todo  os  enseña.  Una 
hierbecita,  que  con  atención  miráis,  os  hace  dar  mil  ala- 
banzas a  Dios  nuestro  Señor,  y  os  da  a  conocer  el  Hacedor 

380  y  Criador  maravilloso  de  todas  las  cosas,  y  pone  en  vuestro 
corazón  sentimientos  devotos  y  agradecidos  al  Señor  todo- 
poderoso, y  otras  cosas;  que  si  tuviésedes  licencia  para 
hablar,  diríades  maravillas  y  grandezas  de  lo  que  el  Señor 
de  todo  lo  criado  da  a  conocer. 

385  ¡Oh  alegre  Consolador!  ¡Oh  soplo  bienaventurado,  que 
lleva  las  naos  al  cielo!  Muy  peligroso  es  este  mar  que  na- 
vegamos; pero  con  este  aire  y  con  tal  Piloto  seguros  ire- 
mos. ¡Cuántas  naves  van  perdidas!  ¡Cuántos  contrarios 
vientos  corren  y  grandes  peligros!  Mas  en  soplando  este 

390  piadoso  Consolador,  las  vuelve  a  puerto  seguro.  ¿Y  quién 
podrá  contar  los  bienes  que  nos  hace  y  los  males  de  que 
nos  guarda?  De  allá  sale  el  viento,  y  allá  vuelve,  al  Padre 
y  al  Hijo;  de  allá  lo  espiran,  y  allá  espira  El  a  sus  amigos; 
allá  los  guía,  allá  los  lleva,  para  allá  los  quiere. 

395        Dijo  Cristo  a  sus  apóstoles:  Sentaos  en  la  ciudad. 

— ¿Pues  para  qué,  Señor?  ¿No  iremos  a  predicar?  ¿Qué 
hemos  de  hacer  sentados?  ¿Qué  nos  falta? 


340  Cf.  Miss.  Rom.,  Dom.  Ventee,  sequentia. 
395    Le.  24,  49. 


438  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— Antes  que  venga  este  Consolador,  antes  que  sople  este 
viento  de  Espíritu  Santo,  estamos  sentados,  estamos  pesa- 

400  dos,  pesará  mucho  nuestra  ánima,  todo  se  le  hace  dificulto- 
so, todo  le  parece  imposible,  no  le  parece  que  hay  camino 
para  el  cielo,  en  todo  halla  estorbo  y  anda  cargado  con 
una  arroba  de  plomo,  ¡qué  digo  arroba!,  como  con  cien 
quintales  de  plomo.  ¿  Cómo  los  huesos  muertos  han  de  tener 

405  vida?  ¿Cómo,  estando  secos,  han  de  cubrirse  de  carne  y 
resucitar?  Claro  está  que  ellos  de  su  parte,  y  solos  por  si, 
que  no  podrán  nada;  pero  Dios,  que  todo  lo  puede,  los 
puede  cubrir  de  carne,  y  dalles  espíritu  de  vida,  y  resuci- 
tarlos, y  dalles  movimiento  y  vida. 

410  Llamó  Dios  al  profeta  Ezequiel  y  di  jóle:  Hijo  de  hom- 
bre, a  tu  parecer  estos  huesos  que  aquí  ves,  ¿podrán  tener 
vida  y  ser  cubiertos  de  carne  y  niervos?  Respondió  Eze- 
quiel: Señor,  eso  que  me  preguntáis,  vos  lo  sabéis.  Dijo 
Dios:  Diles  así:,  "Huesos  secos,  yo  echaré  sobre  vosotros 

415  espíritu  de  vida,  y  os  cubriré  de  niervos,  y  haré  crecer 
carne  sobre  vosotros,  y  os  daré  vida,  y  sabréis  que  yo  soy 
el  Señor". 

Hueso  seco,  duro  y  sin  jugo  ni  virtud  es  todo  hombre 
que  está  sin  el  Espíritu  Santo;  hueso  muerto.  Pero  des- 

420  pués  que  el  profeta  llamó  al  viento  para  que  soplase  sobre 
los  muertos,  tuvieron  los  huesos  vida;  todo  se  muda,  lo 
pesado  se  hace  liviano,  y  lo  muerto  revive.  Estabas  tú  malo, 
pesado,  sin  fuego  de  caridad,  muerto,  y  no  sabías  hacer  a 
nadie  una  poca  de  misericordia  ni  tenías  ternura;  estabas 

425  desmayado  con  flaqueza,  sin  esperanza  de  poder  hacer  cosa 
buena,  y  pesado  como  muerto.  Estando  así,  dícete  Dios: 
"Hombre,  no  desmayes;  ¿piensas  que  no  has  de  poder  re- 
suscitar?  Esfuérzate,  que  más  poderoso  soy  yo  para  te 
salvar,  y  para  te  resucitar,  y  dar  vida  y  alegrarte,  que  todos 

430  tus  males  para  derribarte,  perderte  y  matarte  y  entriste- 
certe. Más  bondad  es  la  mía  para  nacerte  bueno  que  tu 
maldad  mala  para  condenarte  y  hacerte  malo". 

¡Bendígante,  Señor  Dios  todopoderoso,  los  cielos  y  la 
tierra!  ¡Cuántos  testigos  veremos  en  el  día  postrero  de 

436  esto,  que  sus  naos  iban  ya  para  se  perder,  iban  a  se  hacer 
pedazos,  estaban  para  se  hundir,  y  soplándolos  tu  soplo 
fueron  salvas,  y  llegaron  con  tranquilidad  y  seguridad  al 
puerto!  ¡Cuántos,  perdida  toda  esperanza  de  vida,  resucitó 
su  Espíritu,  y  dió  vida  y  deseos  nuevos,  y  alegró  y  con- 

440  firmó  con  nueva  esperanza!  ¿Quién  hace  todo  esto?  El  Es- 
píritu Santo,  que  sopló  y  llevó  hasta  Dios  sin  resistir. 

¿Qué  más  hace?  ¿Quién  lo  dirá?  ¿Quién  lo  podrá  decir? 
Echan  los  apóstoles  en  la  cárcel,  azótanlos  y  mándanlos 


417  Of.  Ez.  37,  3-6. 


30.     POM.    DE  PENTECOSTÉS 


43!) 


que  no  prediquen,  y  ellos  sálense  riendo  y  gozosos  y  sin- 
445   tiéndose  por  bienaventurados  porque  fueron  dignos  de  pa- 
decer trabajos  y  afrentas  por  Cristo  nuestro  Redentor.  Si 
no,  mira  que  por  miedo  de  una  mujercilla  niega  y  reniega 
San  Pedro  tres  veces  de  Jesucristo,  y  dice:  No  conozco  tal 
hombre.  Y  después  de  venido  este  Consolador,  este  soplo 
450   a  su  corazón,  no  bastan  amenazas,  no  cárceles,  no  prisio- 
nes, no  azotes,  no  ]a  misma  muerte  para  hacerle  que  dejase 
de  predicar  y  confesar  el  santo  nombre  de  Jesucristo.  Decía 
San  Pablo  puesto  en  prisiones  y  cárceles:  "No  penséis  que, 
porque  estoy  en  esta  cárcel  preso,  estoy  desconsolado;  há- 
455   goos  saber  que  aquí  donde  estoy  en  esta  cárcel,  tengo  con- 
suelo para  mí  y  para  vosotros  y  desde  aquí  consuelo  a 
todos". 

Dice  Jesucristo  en  su  santo  Evangelio:  Quien  hobiere 
sed,  venga.  ¿Qué  queréis  decir,  Señor?  ¿Qué  aguas  tenéis 

460  para  matar  la  sed  a  los  que  a  vos  vinieren?  No  hay  aguas 
ni  fuentes  tan  frescas  que  así  maten  la  sed  y  refrigeren 
a  los  que  están  sedientos,  como  el  Santo  Espíritu  de  Cristo. 
Con  El  se  matan  las  ansias  y  sedes  de  este  mundo  y  se 
apagan  las  calores  de  fuego  que  nos  encienden  los  deseos 

465  para  amar  y  desear  cosas  de  la  tierra.  Y  por  eso  dice 
Cristo  nuestro  Señor:  Quien  hobiere  sed,  venga  a  mi.  Vi- 
niendo a  El,  y  bebiendo  del  agua  de  su  Santo  Espíritu,  y 
recibiendo  este  Consolador  y  este  soplo  del  Espíritu  Santo, 
será  harto,  será  consolado,  será  enseñado  y  lleno  de  abun- 

470   dancia  y  guiado  sin  error  y  fuera  de  toda  duda. 

Enseña  Dice  San  Bernardo  que  todas  las  cosas  te  ense- 
ñará; unas  veces  de  ti  a  El  solo,  otras  veces  por 
boca  de  otro  hombre,  te  avisa,  te  enseña,  te  consuela,  ayu- 
da y  esfuerza,  que  así  lo  quiere  El;  que  [si]  hobiese  mu- 
475  ehos  dicípulos  que  quisieren  ser  señalados  con  esta  doctri- 
na, que  quisiesen  oír  y  cursar  en  esta  escuela,  gozarían  de 
este  Espíritu  manso,  fuente  de  sabiduría. 

En  esotras  escuelas,  aunque  sea  un  hombre  malo,  pue- 
de salir  letrado  en  su  género  y  maneras  de  letras;  mas  en 
480  esta  escuela  gozarán  de  este  Espíritu  Santo  y  saldrán  sus 
discípulos  ablactatos  a  lacte,  avulsos  ab  uberibus:  los  que 
están  ya  destetados  y  apartados  de  los  pechos  de  sus  ma- 
dres; a  estos  tales  enseña  el  Espíritu  Santo,  con  éstos  se 

461  matan 


446  Act.  5,  41. 

449  Cf.  Mt.  26,  72;  Me.  14,  71  ;  I,c.  22,  57. 

457  Cf.  Phil.  1,  3  ss. 

459  lo.  7.  37- 

471  Cf.  San  Bernardo,  In  fest.  Pcntec,  serm.  1,  5-6  :  ML  1S3, 
325  ;  Serm.  in  Catit.  8,  6  :  Ib.  813. 

483  Is.  28,  9. 


438  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— Antes  que  venga  este  Consolador,  antes  que  sople  este 
viento  de  Espíritu  Santo,  estaraos  sentados,  estamos  pesa- 

400  dos,  pesará  mucho  nuestra  ánima,  todo  se  le  hace  dificulto- 
so, todo  le  parece  imposible,  no  le  parece  que  hay  camino 
para  el  cielo,  en  todo  halla  estorbo  y  anda  cargado  con 
una  arroba  de  plomo,  ¡qué  digo  arroba!,  como  con  cien 
quintales  de  plomo.  ¿Cómo  los  huesos  muertos  han  de  tener 

405  vida?  ¿Cómo,  estando  secos,  han  de  cubrirse  de  carne  y 
resucitar?  Claro  está  que  ellos  de  su  parte,  y  solos  por  si, 
que  no  podrán  nada;  pero  Dios,  que  todo  lo  puede,  los 
puede  cubrir  de  carne,  y  dalles  espíritu  de  vida,  y  resuci- 
tarlos, y  dalles  movimiento  y  vida. 

410  Llamó  Dios  al  profeta  Ezequiel  y  díjole:  Hijo  de  hom- 
bre, a  tu  parecer  estos  huesos  que  aquí  'ves,  ¿podrán  tener 
vida  y  ser  cubiertos  de  carne  y  niervos?  Respondió  Eze- 
quiel: Señor,  eso  que  me  preguntáis,  vos  lo  sabéis.  Dijo 
Dios:  Diles  así:  "Huesos  secos,  yo  echaré  sóbre  vosotros 

415  espíritu  de  vida,  y  os  cubriré  de  niervos,  y  haré  crecer 
carne  sobre  vosotros,  y  os  daré  vida,  y  sabréis  que  yo  soy 
el  Señor". 

Hueso  seco,  duro  y  sin  jugo  ni  virtud  es  todo  hombre 
que  está  sin  e'l  Espíritu  Santo;  hueso  muerto.  Pero  des- 

420  pués  que  el  profeta  llamó  al  viento  para  que  soplase  sobre 
los  muertos,  tuvieron  los  huesos  vida;  todo  se  muda,  lo 
pesado  se  hace  liviano,  y  lo  muerto  revive.  Estabas  tú  malo, 
pesado,  sin  fuego  de  caridad,  muerto,  y  no  sabías  hacer  a 
nadie  una  poca  de  misericordia  ni  tenías  ternura;  estabas 

425  desmayado  con  flaqueza,  sin  esperanza  de  poder  hacer  cosa 
buena,  y  pesado  como  muerto.  Estando  así,  dícete  Dios: 
"Hombre,  no  desmayes;  ¿piensas  que  no  has  de  poder  re- 
suscitar?  Esfuérzate,  que  más  poderoso  soy  yo  para  te 
salvar,  y  para  te  resucitar,  y  dar  vida  y  alegrarte,  que  todos 

430  tus  males  para  derribarte,  perderte  y  matarte  y  entriste- 
certe. Más  bondad  es  la  mía  para  hacerte  bueno  que  tu 
maldad  mala  para  condenarte  y  hacerte  malo". 

¡Bendígante,  Señor  Dios  todopoderoso,  los  cielos  y  la 
tierra!  ¡Cuántos  testigos  veremos  en  el  día  postrero  de 

435  esto,  que  sus  naos  iban  ya  para  se  perder,  iban  a  se  hacer 
pedazos,  estaban  para  se  hundir,  y  soplándolos  tu  soplo 
fueron  salvas,  y  llegaron  con  tranquilidad  y  seguridad  al 
puerto!  ¡Cuántos,  perdida  toda  esperanza  de  vida,  resucitó 
su  Espíritu,  y  dió  vida  y  deseos  nuevos,  y  alegró  y  con- 

440  firmó  con  nueva  esperanza!  ¿Quién  hace  todo  esto?  El  Es- 
píritu Santo,  que  sopló  y  llevó  hasta  Dios  sin  resistir. 

¿Qué  más  hace?  ¿Quién  lo  dirá?  ¿Quién  lo  podrá  decir? 
Echan  los  apóstoles  en  la  cárcel,  azótanlos  y  mándanlos 


417  Of.  Ez.  37,  3-6. 


gg.     DOM.    DE  PENTECOSTES 


439 


que  no  prediquen,  y  ellos  sálense  riendo  y  gozosos  y  sin- 
445   tiéndose  por  bienaventurados  porque  fueron  dignos  de  pa- 
decer trabajos  y  afrentas  por  Cristo  nuestro  Redentor.  Si 
no,  mira  que  por  miedo  de  una  mujercilla  niega  y  reniega 
San  Pedro  tres  veces  de  Jesucristo,  y  dice:  No  conozco  tal 
hombre.  Y  después  de  venido  este  Consolador,  este  soplo 
450   a  su  corazón,  no  bastan  amenazas,  no  cárceles,  no  prisio- 
nes, no  azotes,  no  la  misma  muerte  para  hacerle  que  dejase 
de  predicar  y  confesar  el  santo  nombre  de  Jesucristo.  Decía 
San  Pablo  puesto  en  prisiones  y  cárceles:  "No  penséis  que, 
porque  estoy  en  esta  cárcel  preso,  estoy  desconsolado;  há- 
455    goos  saber  que  aquí  donde  estoy  en  esta  cárcel,  tengo  con- 
suelo para  mí  y  para  vosotros  y  desde  aquí  consuelo  a 
todos". 

Dice  Jesucristo  en  su  santo  Evangelio:  Quien  hobiere 
sed,  venga.  ¿Qué  queréis  decir,  Señor?  ¿Qué  aguas  tenéis 

460  para  matar  la  sed  a  los  que  a  vos  vinieren?  No  hay  aguas 
ni  fuentes  tan  frescas  que  así  maten  la  sed  y  refrigeren 
a  los  que  están  sedientos,  como  el  Santo  Espíritu  de  Cristo. 
Con  El  se  matan  las  ansias  y  sedes  de  este  mundo  y  se 
apagan  las  calores  de  fuego  que  nos  encienden  los  deseos 

465  para  amar  y  desear  cosas  de  la  tierra.  Y  por  eso  dice 
Cristo  nuestro  Señor:  Quien  hobiere  sed,  venga  a  mi.  Vi- 
niendo a  El,  y  bebiendo  del  agua  de  su  Santo  Espíritu,  y 
recibiendo  este  Consolador  y  este  soplo  del  Espíritu  Santo, 
será  harto,  será  consolado,  será  enseñado  y  lleno  de  abun- 

470   dancia  y  guiado  sin  error  y  fuera  de  toda  duda. 

Enseña  Dice  San  Bernardo  que  todas  las  cosas  te  ense- 
ñará; unas  veces  de  ti  a  El  solo,  otras  veces  por 
boca  de  otro  hombre,  te  avisa,  te  enseña,  te  consuela,  ayu- 
da y  esfuerza,  que  así  lo  quiere  El;  que  [si]  hobiese  mu- 
475  chos  dicípulos  que  quisieren  ser  señalados  con  esta  doctri- 
na, que  quisiesen  oír  y  cursar  en  esta  escuela,  gozarían  de 
este  Espíritu  manso,  fuente  de  sabiduría. 

En  esotras  escuelas,  aunque  sea  un  hombre  malo,  pue- 
de salir  letrado  en  su  género  y  maneras  de  letras;  mas  en 
480  esta  escuela  gozarán  de  este  Espíritu  Santo  y  saldrán  sus 
discípulos  ablactatos  a  lacte,  avulsos  ab  uberibus:  los  que 
están  ya  destetados  y  apartados  de  los  pechos  de  sus  ma- 
dres; a  estos  tales  enseña  el  Espíritu  Santo,  con  éstos  se 

461  matan 
446    Act.  5,  41. 

449  Cf.  Mt.  26,  72;  Me.  14,  71  ;  T_c.  22,  S7. 
457    Cf.  Phil.  i,  3  ss.  '  *' 

459   lo-  7,  37. 

471    Cf.  San  Bernardo,  In  fest.  Pcntcc,  serm.  1,  5-6  •  ML  183 
325  ;  Serm.  in  Cant.  8,  6  :  Ib.  813. 
483   Is.  28,  9. 


440  .  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


comunica,  a  éstos  se  da.  Atreveos,  hermanos,  a  destetar[os] 

485  por  Dios,  atreveos  a  apartaros  de  los  pechos  de  vuestras 
madres,  para  que  seáis  discípulos  y  enseñados  en  la  escuela 
del  Espíritu  Santo.  Destetaos  de  vuestra  voluntad,  de  vues- 
tro propio  parecer;  salios  y  apartaos  de  vosotros  mismos, 
salios  de  vuestro  natural  y  de  vuestros  juicios. 

490  Señor  mío  y  Dios  mío,  si  vos  no  nos  sois  amigo,  si  vos 
no  me  ayudáis,  si  no  me  favorece  vuestra  poderosa  mano, 
¿cómo  podré  yo  hacerlo?  ¿Cómo  podré  desarrimarme  y  dos- 
tetarme,  y  apartarme  de  lo  de  acá?  Y  ayudándome  vos, 
todo  lo  podré,  todo  lo  haré;  no  habrá  cosa  que  me  detenga; 

495  todo  lo  olvidaré,  todo  lo  menospreciaré  y  lo  echaré  de  mí. 
Más  quiero,  Señor,  ser  penado  por  vos  que  alegre  con  el 
mundo,  más  quiero  llorar  que  reír,  pues  tan  gran  galar- 
dón ha  prometido  Jesucristo  nuestro  Redemptor,  diciendo 
con  su  preciosa  boca:  Beati  qui  lugent,  quoniam  ipsi  conso- 

500  labuntur.  Bienaventurados  los  que  lloran,  porque  ellos  se- 
rán consolados. 

Al  destetar  suelen  morir  algunos  niños.  Unos  tienen  su 
consuelo  puesto  en  sus  hijos,  otros  en  sus  tesoros  y  en  sus 
riquezas,  otros  en  la  honra,  otros  en  los  oficios  y  mandos, 

505  otros  en  favores,  otros  en  sus  mujeres  y  maridos;  y  así 
cada  uno  se  apacienta  y  se  alegra  con  aquello  que  es  se- 
gún su  condición  y  más  contento  le  da.  Déjalo  todo,  her- 
mano, desteta  a  este  tu  corazón,  apártale  de  los  pechos 
donde  tiene  puesto  su  amor.  Algunos  destetados  suelen  vol- 

510  ver  atrás.  Atrévete,  hermano,  y  si  alguna  cosa  te  sabe  bien, 
piérdela  por  nuestro  Señor  Dios,  y  di:  "Por  vuestro  amor 
quiero  perder  esta  alegría,  este  consuelo,  esto  que  me  sa- 
bía bien  y  lo  otro  que  me  da  contento;  todo  lo  que  vos,  Se- 
ñor y  mi  Dios,  quisiéredes  que  olvide,  que  aparte,  que 

515  niegue,  que  haga,  todo  lo  haré  y  de  todo  me  apartaré; 
ayudadme  vos,  Señor  mío  y  consuelo  mío;  esforzadme  vos, 
dadme  favor". 

Accende  lumen  sensibus — infunde  amorem  cordibus — in- 
firma nostri  corporis — virtute  firmans  perpeti.  Alumbré, 

520  Señor,  con  los  rayos  de  vuestra  lumbre  y  claridad  eterna, 
las  tinieblas  de  mi  entendimiento,  para  que  pueda  con  cla- 
ridad y  certidumbre  escoger  a  vos  sólo  por  bien  eternal 
mío  y  olvide  y  tenga  en  poco  todas  esotras  cosas,  pues  son 
sombras  falsas  y  apariencias  engañosas.  Y  conociéndoos, 

525  haced,  Señor  y  mi  Dios,  que  mi  corazón  y  toda  mi  voluntad 
se  encienda  en  amor  vuestro  y  deseo  vuestro,  para  que  a 
vos  sólo  ame,  a  vos  sólo  quiera,  a  vos  sólo  me  arrime,  en 
vos  sólo  ponga  mis  ojos,  y  para  siempre  no  consintáis  que 
sea  apartado  de  amaros.  Y  porque  la  flaqueza  de  estos 


501   Mt.  s,  5. 


3Q.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS 


441 


530  cuerpos  estorba  a  que  esto  no  se  haga  tan  libremente  como 
es  razón,  esforzad,  Señor,  con  vuestra  fuerza  la  flaqueza 
de  mi  cuerpo,  la  bajeza  de  mi  sensualidad  y  habilidad,  para 
que  todo  lo  que  hay  en  mí  os  contente  y  agrade  y  os  en- 
tienda, ame  y  sirva. 

535  — Padre,  pues  tantos  bienes  he  oído  de  este  Consolador, 
de  este  Huésped,  que  habernos  de  recebir  en  nuestras  áni- 
mas, sepamos  a  qué  viene,  qué  hace  en  nuestras  ánimas. 

Larga  cuenta  me  pedís;  ¿quién  os  podrá  contar  las  mer- 
cedes que  hace  adonde  viene?  ¡Cuántos  dones  deja!  ¡Qué 

540  de  misericordias  obra  [en]  el  ánima  que  a  El  se  da  toda! 
Cristo  nuestro  Redemptor  hacía  milagros,  sanaba  enfermos, 
resuscitaba  muertos,  predicábales.  ¿Quién  bastará  a  contar 
tantos  bienes  como  Jesucristo  nuestro  Señor  hizo  a  los  hom- 
bres? Pues  así  el  Espíritu  Santo  hace  en  las  ánimas  todo 

545  lo  que  nuestro  Señor  Jesucristo  hacía:  El  sana  enfermos, 
El  resucita  muertos  y  da  lenguas  a  los  mudos  para  que  hablen 
las  grandezas  de  Dios  nuestro  Señor.  ¿Quién  quiere  llevar 
este  Huésped?  ¿Quién  quiere  este  Consejero,  este  Conso- 
lador? 

550    ¿Quién  lo  quiere?    — Pues,  padre,  ¿querrá  venir? — Oíd: 
¿Quién  lo  quiere?    Omnes  sitientes  venite  ad  aquas:  emi- 
te absque  argento,  et  absque  ulla 
commutatione,  vinum  et  lac:  Todos  los  sedientos  venid  a  las 
aguas,  y  los  que  no  tenéis  plata  acercaos  presto  y  comed; 

555  venid  y  comprad,  sin  dineros  y  sin  ningún  trueco,  vino  y 
leche.  Primero  dice  agua,  y  luego  vino  y  leche.  Agua,  porque 
mata  y  refrigera  la  sed  y  ardor  del  cuerpo,  y  refresca  los 
miembros  cansados,  y  alimpia  todo  lo  sucio.  Vino,  porque  te 
hace  salir  de  tu  seso  y  tomar  el  seso  de  Cristo;  quítate  tu 

560  parecer  y  voluntad,  y  date  el  parecer  y  voluntad  y  querer 
de  Jesucristo  nuestro  Señor  y  Redemptor.  ¿Quién  lo  quiere 
recebir,  que  de  balde  se  da?  Vino,  porque  da  fuerza  y  da 
alientos  para  padecer  y  recebir  trabajos  por  Cristo,  y  alegra 
el  corazón,  y  pone  contento  en  todo  lo  adverso.  Es  también 

565   leche,  porque  así  trata  el  Espíritu  Santo  al  ánima  del  que 
lo  tiene,  como  [a]  niño  que  está  a  los  pechos  de  su  madre, 
y  rígelo,  gobiérnalo  y  regálalo  como  a  niño;  así  es  el  ayo 
nuestro,  defendedor  nuestro,  pedagogo  de  nuestra  niñez. 
¿Quién  lo  quiere?  ¿Quién  lo  quiere,  hermanos?  ¿Quién 

570  lo  desea  y  está  metido  en  pecados?  ¿Quién  lo  pide  con  cora- 
zón ocupado  en  otras  cosas?  Dice  el  glorioso  apóstol  San 
Pablo  ad  Ephesios:  In  quo  et  credentes  signati  estis  Spiritu 
promisionis,  qui  est  pignus  haereditatis.  ¿Qué  me  aprovecha 
ser  baptizado  y  creer  en  Jesucristo,  si  no  tengo  al  Espíritu 

575  Santo?  Si  no  tengo  esta  prenda  de  la  promisión  de  nuestra 


442  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


heredad,  ¿qué  me  valen  esotros  bienes,  por  muchos  que  ten- 
ga? Ni  el  ser  baptizado  ni  el  llamarme  cristiano  es  algo  sin 
esto.  Así  como  la  circuncisión  era  señal  para  el  judío,  así 
el  baptismo  es  señal  de  cristiano  en  lo  de  fuera ;  todo  no  vale 

580  para  salvarte,  si  no  tuvieres  Espíritu  Santo.  Y  la  señal  en 
que  uno  se  ha  de  salvar  y  alcanzar  las  promesas  de  Cristo 
nuestro  Redemptor,  no  es  llamarse  cristiano;  no  solamente 
es  ser  baptizado.  Porque  aunque  haya  esto,  si  falta  la  pre- 
sencia del  Espíritu  Santo,  no  bastará  aquello;  hijos  son  los 

585  baptizados,  pero  no  son  hijos  legítimos,  son  bastardos;  hijos 
son,  pero  no  heredan  a  su  Padre,  porque  los  bastardos  no 
son  hijos  qué  heredan;  dones  les  puede  dar  su  Padre,  pero 
no  les  dará  la  heredad.  El  que  está  baptizado  y  no  obedece 
a  Dios  nuestro  Señor,  no  es  hijo  legítimo;  el  que  está  bapti- 

590  zado  y  no  tiene  el  Espíritu  Santo,  no  es  ligítimo;  bastardo 
es,  pues  no  tiene  la  señal  que  hace  a  los  hijos  legítimos  y 
herederos  de  los  bienes  de  su  Padre,  que  es  el  Espíritu  Santo. 
In  quo  et  credentes  signati  estis.  Cuando  te  señalaron  con 
la  señal  exterior  de  cristiano  y  cuando  te  dieron  el  Espíritu 

595  Santo,  te  hicieron  oveja  de  Cristo  y  te  señalaron  por  oveja 
suya  y  de  su  rebaño.  Si  no  tenemos  el  Espíritu  Santo,  no 
tenemos  concierto  sempiterno;  aquel  que  no  ha  de  faltar, 
que  promete  Dios  por  Esaías:  Feci  vobiscum  pactum  sempi- 
ternum,  misericordias  David  fideles. 

600  ¿Quién  lo  quiere?  ¿Quién  lo  quiere?  ¡Oh  pregoneros  que 
pregonan  la  buena  nueva!  ¿Quién  quiere  este  Huésped? 
¿Quién  quiere  este  Consolador? 

No  todos  son  para  recebir  este  Consolador,  no  todos  son 
para  recebir  un  Huésped,  cuanto  más  si  os  dicen  que  es  una 

605  persona  muy  cuerda  y  sabia.  Dice  el  mancebo:  "Tengo  de 
estar  delante  de  El,  como  Jerónimo;  no  me  tengo  de  menear, 
no  tengo  de  hablar  ni  pasearme,  sin  ir  a  juegos  ni  a  fiestas 
ni  por  donde  yo  quisiere;  siempre  tengo  de  estar  a  raya;  eso 
es  gran  pesadumbre,  ¿quién  lo  ha  de  poder  sufrir?" 

610  ¡Ah!  Señor,  ¿qué  es  esto?  ¡Que  rogamos  con  vos,  y  que 
no  os  quieren!  ¡Que  os  dais  de  balde,  y  que  no  os  precian! 
Pues  vos,  Señor,  sabéis  lo  que  en  esto  nos  va  y  lo  que  per- 
demos si  no  os  recebimos,  decídnoslo  y  dádnoslo  a  entender. 

Si  esperas  o  tienes  ya  La  mujer  que  está  preñada,  no 
615  a  este  Huésped...  salta  ni  hace  trabajos  demasiados, 
como  peligre  lo  que  tiene  en  eí 
vientre;  la  moza  loquilla,  que  no  está  preñada,  salta  y  baila 
y  juega  sin  tener  temor,  porque  no  tiene  qué  peligre  dentro 
de  sí.  ¿Queréis  ver  qué  es,  y  que  no  os  falte?  Mirad:  si 

590  fidelis 


599  Cf.  Is.  55,  3- 


3Q.     DOM.   DE  PENTECOSTÉS 


443 


620  viéredes  alguna  persona  descuidada,  o  si  os  viéredes  descui- 
dado, que  os  vais  adonde  queréis,  que  habláis  y  reís,  y  jugáis 
sin  temor,  señal  cierta  es  que  no  tenéis  qué  perder;  o  os 
podremos  profetizar  que  lo  perderéis  presto,  pues  que  no 
tenéis  amor.  Señal  cierta  es  que  tenemos  algo  si  sentimos 

625  cuidado  de  guardarlo  y  temor  de  perderlo;  y  así  cuando  os 
dicen:  Mirad  aquello.  Respondéis:  No  oso.  — Vamos  acullá. 
— No  oso.  — Holguemos  un  poco.  — No  puedo.  — Vamos  a 
pasar  tiempo.  — No  osaré.  — ¿Qué  es  esto?  ¿Quién  os  ha 
arrebatado  vuestra  voluntad?  ¿Quién  os  ha  tomado  vuestra 

630  libertad?  — Este  santo  temor  y  reverencia  de  este  Huésped 
que  dentro  de  mí  tengo,  que  me  tiene  atado  los  pies  y  manos 
y  los  deseos  y  el  corazón;  todo  me  tiene  atado,  que  no  puedo 
hacer,  ni  quiero,  más  de  lo  que  El  quiere  y  lo  que  es  su 
voluntad. 

635  El  que  espera  o  tiene  este  huésped,  así  se  ata,  o  para 
le  recebir  mejor  o  con  mejor  aparejo,  o  para,  si  fuere  venido, 
conservarle  porque  no  se  vaya.  — ¿Por  qué  no  os  vais  por 
ahí?  ¿Por  qué  no  hacéis  como  los  otros?  ¿Por  qué  sois  tan 
enojosos?  Desenvolveos,  sed  para  algo.  — Si  viéredes  así 

640  alguno  que  hace  esto,  y  que  traiga  cuidado  sobre  sí,  y  no 
sabe  responder  por  sí,  no  defenderse,  aquél  lo  tiene  en  el 
corazón;  con  aquél  posa  este  Huésped;  señales  son  éstas  del 
Espíritu  Santo:  Nolite  contristare  Spiritum  Sanctum.  Mira 
cómo  vives,  no  entristezcas  el  Espíritu  Santo  que  mora  en 

645  nosotros.  Vive  con  cuidado,  como  el  que  tiene  un  gran  señor 
por  huésped,  que  no  osa  ir  a  fiestas  ni  a  juegos,  luego  se 
acuerda  de  su  huésped,  y  dice:  "¿Quién  lo  servirá?  ¿Quién 
le  guisará  de  comer?  ¿Quién  le  dará  recaudo?  Quiero  ir  a 
mi  casa,  no  me  haya  menester,  no  me  eche  de  menos,  no 

650  haga  falta".  Si  no  hay  este  cuidado,  ni  este  temor  y  reve- 
rencia al  Espíritu  Santo  que  tienes  por  huésped,  ¡qué  libre 
que  andas!  Corres,  y  juegas,  y  burlas,  y  comes  y  bebes  sin 
temor  de  perderlo  y  sin  ningún  cuidado  de  le  esperar  y  de 
lo  recebir.  ¡Oh  qué  dolor!  Si  lo  esperas  y  quieres  y  deseas 

655  que  venga,  ¿qué  es  del  cuidado?  No  hay  hombre,  por  pobre 
que  sea,  que  si  le  dicen  que  ha  de  venir  el  rey  a  posar  a  su 
casa,  que  no  busque  prestado,  o  como  pudiere,  algunas  cosas 
que  colgar  y  aderezos  para  ataviar  su  casa.  "¡Oh,  que  me 
dicen  que  ha  de  venir  el  rey  a  mi  casa!  ¿Qué  haré?  Prestáme 

660  algo  que  cuelgue,  prestáme  algunos  paños  con  que  la  ade- 
rece y  componga;  que  no  es  razón  que  viniendo  el  rey  a  mi 
casa,  aunque  soy  pobre,  la  halle  desataviada  y  sucia  y  mal 
compuesta". 

Cuando  te  convidaren  con  algún  pecado,  con  alguna  mala 
665  tentación,  responde  luego:  "Estoy  esperando  a  la  limpieza; 


644    Eph.  4,  30. 


444 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¿cómo  me  ensuciaré?  Estoy  esperando  a  mi  Señor;  ¿cómo 
me  iré  fuera  de  casa?"  Non  permanebit  spiritus  meus  in 
homine,  quia  caro  est.  Dice  también  San  Pablo:  Nescitis, 
quoniam  memora  vestra  templum  sunt  Spiritus  Sancti?  Mi- 

670  raos  bien,  que  vuestros  ojos,  vuestras  manos  y  vuestra  boca, 
templo  es  del  Espíritu  Santo;  no  ensuciéis  la  casa  del  gran 
Señor.  Pasas  un  deleite  en  tu  carne,  luego  se  va  el  Espíritu 
Santo.  No  se  puede  sufrir  en  ninguna  manera  el  Espíritu 
Santo  en  el  espíritu  sucio;  no  pueden  vivir  juntos.  No  hay 

675  medio,  o  has  de  tomar  lo  uno  o  lo  otro.  Si  has  de  tomar  el 
Espíritu  Santo,  todo  pecado  y  suciedad  has  de  echar  fuera; 
y  si  con  algo  te  quieres  quedar,  irse  ha  el  Espíritu  Santo. 
Mira,  pues,  agora  cuál  vale  más,  tener  al  Espíritu  Santo 
Consolador  en  tu  corazón  con  limpieza  o  perder  tan  gran 

680  bien  por  un  deleite  que  lo  pasan  las  bestias  en  el  campo. 
No  es  mucho,  no  es  mucho  que  aventures  y  que  pierdas  lo 
falso  por  tomar  lo  verdadero;  que  pierdas  lo  incierto  por  lo 
cierto.  En  cosa  tan  clara,  en  negocio  que  tanto  te  va,  no  es 
menester  tomar  consejo. 

685  ¿Quién  le  quiere?  (Mirad  que  se  da  de  balde;  no  os  pedirá 
muchas  cosas.  Por  reverencia  del  Santo  Espíritu,  que  hoy 
vino  y  se  derramó  en  los  corazones  de  los  apóstoles,  que  de 
aquí  adelante  le  tengáis  reverencia  y  acatamiento  a  este 
Huésped;  que  le  sirváis  con  mucho  cuidado;  aunque  recibáis 

690  pena,  trabajéis  de  contentarle;  y  aunque  durmáis  en  el  suelo 
vos,  le  deis  vuestra  cama;  y  aunque  tengáis  trabajos,  le 
contentéis.  Esto  os  pido  por  su  reverencia  y  amor;  que  le 
tengáis  respeto.  No  os  deis  al  espíritu  malo;  no  troquéis 
este  Consolador  por  nadie.  No  podéis  estar  sin  Espíritu  San- 

695  to  o  espíritu  malo.  ¿Qué  va  de  huésped  a  huésped?  Santi- 
guámonos  cuando  oímos  decir  o  nombrar  el  demonio,  ¿y  no 
nos  santiguaremoo  de  tenerlo  en  el  corazón,  como  lo  tenemos 
cuando,  por  algún  pecado  mortal,  estamos  enemigos  y  mal 
con  Dios? 

700  Llámalo  en  nom-  ¡Si  tuviésemos  un  poco  de  cuidado  y 
bre  de  Jesucristo  mirásemos  a  los  apóstoles,  que  con  fe 
le  esperaban!  Estaban  los  bienaven- 
turados esperando  el  Consolador;  está  así  tú  en  obras  de 
misericordia,  haciendo  bien  a  cuantos  pudieres.  Estaban  en- 

705  cerrados  en  compañía  de  la  bendita  Virgen  María;  llámale, 
hazle  fuerza,  como  la  otra  viuda  porfió  y  hizo  fuerza  a 
Elíseo. 

Esto  pensaba,  que,  pues,  vino  en  los  que  crucificaron  a 
Cristo,  también  vendrá  agora  a  los  que  con  devoción  le  11a- 


668  Cf.  Gen.  6,  3. 

669  1  Cor.  6,  19. 

707   Cf.  4  Reg.  4,  1  ss. 


30.     DOM.    DF.  PENTECOSTÉS 


445 


710  maren.  Espanta  de  verdad  su  blandura  y  amor,  que  se 
metió  entre  aquéllos  por  la  predicación  e  invocación  de  los 
apóstoles.  Predica  San  Pedro:  "Hermanos,  pecado  habéis, 
conocé  vuestros  pecados  y  arrepentios  de  ellos,  que  el  Se- 
ñor os  perdonará  luego,  y  os  enviará  un  don.  Aparejad 

715  vuestros  corazones  para  lo  recebir".  Abreles  Dios  los  co- 
razones, sus  entrañas,  y  conocen  su  mal;  y  suena  aquella 
voz  que  suena  más  que  órgano,  y  huele  más  que  algalia, 
que  es  conocer  su  pecado  y  llorarlo;  y  llaman  muy  de  co- 
razón el  nombre  de  nuestro  Señor  Jesucristo;  y  en  hacien- 

720  do  esto  viene  sobre  ellos  el  Espiritu  Santo.  ¿Queréis  que 
el  Espíritu  Santo  venga  a  vos?  Llamaldo  en  nombre  de  Je- 
sucristo. Quiere  tanto  él  Espíritu  Santo  a  Jesucristo,  que, 
si  lo  llamáis  que  venga  a  vosotros  en  su  nombre,  luego 
vendrá. 

725  — Es  limpio;  ¿cómo  ha  de  venir  a  mí,  que  soy  sucio? 
— Ahí  está  el  punto.  ¿Por  qué  quiso  tanto  el  Espíritu  Santo 
a  Jesucristo?  Porque  se  puso  Jesucristo  tan  de  buena  gana 
en  la  cruz,  obedeciendo  al  Padre  Eterno  y  al  Espíritu  San- 
to, por  eso  vendrá  en  nombre  suyo  a  vosotros,  y  no  tendrá 

730  asco  de  nuestra  miseria;  no  dejará  de  venir;  no  se  atapará 
las  narices  de  ti.  — '¿Quién  juntó  oro  con  cieno,  limpieza 
con  la  basura,  rico  con  extrema  pobreza,  alteza  con  bajeza, 
tan  grande  bien  con  tanta  flaqueza  y  poquedad?  — Así  es 
verdad,  que  el  hombre  no  es  lugar  proprio  para  el  Espíritu 

735  Santo,  ni  la  cruz  era  lugar  adonde  pusieron  a  nuestro  Re- 
demptor  Jesucristo;  mas,  por  esta  junta  de  Dios  con  la 
cruz,  es  esotra  del  Espíritu  Santo  con  el  hombre.  El  Espí- 
ritu Santo  amonestó  e  inspiró  a  Jesucristo  que  se  pusiese 
en  aquel  lugar  tan  bajo  y  tan  hediondo  de  la  cruz,  y  por 

740  eso  el  Espíritu  Santo  viene  a  este  otro  lugar  tan  hediondo 
y  bajo,  que  es  el  hombre.  Rogádselo,  importunádselo,  11a- 
malde  en  nombre  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  que  cierto 
vendrá  y  dárseos  ha  con  todos  sus  dones;  esclareceros  ha 
el  entendimiento;  encenderá  vuestra  voluntad  en  amor  suyo 

745  y  daros  ha  gracia  y  gloria. 


715  Cf.  Act.  2,  38. 


446 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


31     Salva  Dios  al  mundo  por  el  Espíritu  Santo  * 
Lunes  de  Pentecostés 

(Oña,  Ms.  est.  8,  plhit.  4,  n.  55  toáis,  ff.  58  r  -  61  r.) 

Non  enim  misit  Deus  Filium  suum,  ut  iudicct  mun- 
dum,  sed  ut,  etc.  (lo.  j,  [17]). 

Exordio    Grandes  espuelas  son  para  el  que  entiende  al- 
guna obra  entender  el  fin  y  tener  confianza  que 
5   saldrá  con  ello.  Cuando  desperamos  de  alcanzar  alguna 
cosa,  no  buscamos  medios  para  ella  ni  los  ponemos  por  la 
obra,  etc. 

Pensando  yo  alguna  vez  qué  [es]  la  causa  por  qué  tan 
pocos  buscan  el  Espíritu  Santo,  cuán  descuidados  viven  de 

10  pensar  si  tengo  yo  el  Espíritu  Santo;  comen,  ríen,  entien- 
den en  negocios,  y  un  corezuelo  de  una  mujer  hermosa  los 
lleva  tras  sí  perdidos,  y  la  hermosura  del  Espíritu  Santo 
tiene  tan  pocos  amadores  que  pierdan  el  sueño  por  El... 
¿Cuántos  sueños  os  ha  quitado  esta  congoja  del  Espí- 

15  ritu  Santo?  Cosa  es  maravillosa  cuán  pocos  aman  y  desean 
este  Señor,  pagando  El  mejor  que  el  mundo.  Hay  hombres 
que  por  un  real  pierden  la  honra,  el  sueño,  y  jurarán  un 
juramento  falso,  etc.;  y  de  las  riquezas  del  Espíritu  Santo 
no  se  os  da  nada.  ¿Qué  será  1a  causa  que  no  andamos  tras 

20    éllas?  ;; 
Dijo  Dios  por  boca  de  Moisén:  "No  digas:  Lejos  está 
esta  ley  de  nosotros,  ¿quién  la  cumplirá?  ¿Quién  subirá  al 
cielo  por  ella  o  quién  descenderá  al  infierno  para  sacálla? 
Ves  aquí  cómo  te  lo  mandó  decir  por  boca:  Cerquita  está 

25  de  ti,  en  tu  presencia".  Decláralo  San  Pablo.  No  digas: 
¿Quién  subirá  al  cíelo  a  traer  a  Jesucristo?  ¿Quién  bajará 
al  infierno,  id  est,  Christum  a  mortuis  deducere,  para  re- 
sucitar a  Cristo  de  entre  los  muertos?  Sed  prope  est  verbum 
in  corde  tuo  et  in  ore  tuo.  Hoc  est  verbum  fidei  quod  prae- 

30  dicamus.  Dice:  No  andes  cuidadoso  diciendo:  ¿Quién  subi- 
rá al  cielo  para  traernos  de  allá  la  salud,  id  est,  a  Jesu- 
cristo? ¿Quién  bajará  al  infierno  para  sacarlo  de  allá? 
¿  Quién  podrá  estar  cerca  de  El  para  gozar  de  El  y  recebir 
su  salvación?  No  digas  esto — dice  San  Pablo — ,  que  [en] 

35  tu  boca,  en  tu  corazón,  cerquita,  junto  contigo  está.  Si  tu- 
vieres fe,  serás  salvo. 

17  habrá 


*    Ed.   R.   García  Villoslada,  S.   I.,  en   «Miscelánea  Comi- 
llas», 7  (1947),  157-165.  «In  secunda  die  Pentecostés»  (f.  58  r). 
25   Cf.  Deut.  30,  11-14. 
28   Cf.  Rom.  10,  6-7. 
30    Cf.  Rom.  10,  8  ;  Deut.  30,  14. 


31.     LUNES  DE  PENTECOSTÉS 


447 


A  nuestro  propósito.  Estará  aquí  alguno  deseoso  de  ver 
el  Espíritu  Santo.  ¿Ha  dicho  alguno:  "¿No  gozaría  yo  de 
El,  que  estaban  los  apóstoles  tan  deseosos  de  ver  el  Espí- 

40  ritu  Santo  por  las  cosas  que  les  había  dicho  de  El,  que 
morían  de  deseo?"  No  diga:  "¿Yo  no  vería  tanto  bien?; 
¡quizá  sospiro  por  cosa  que  no  puedo  alcanzar!;  he  puesto 
mi  amor  en  cosa  tan  alta,  que  es  más  para  desesperar  que 
para  alcanzar;  El  verdadero,  yo  mentiroso;  El  limpio,  yo 

45  sucio;  El  grande,  yo  tan  chico;  ¿cómo  me  querrá?"  No 
[o]s  fatiguéis,  no  desesperéis,  poné  vos  el  cuidado,  el  de- 
seo, que  lo  demás  El  lo  porná,  etc. 

Vido  Daniel  un  rio  de  fuego  que  bajaba  hacia  bajo. 
¿Cómo  es  esto?  ¿No  es  su  naturaleza  subir?  ¿Qué  es  esto 

50  que  dice  el  Apóstol,  que  convenía  que  Cristo,  después  de 
haber  padecido  por  nosotros,  subiese  a  los  cielos  y  se  asen- 
tase a  la  diestra  del  Padre,  ut  appareat  vultui  Dei?,  etc. 
¿Qué  es  esto,  Señor?  Eso  te  quedaba  por  hacer  por  nos- 
otros; para  que  se  ponga  delante  la  cara  del  Padre  y  le 

55  presente  sus  llagas  y  sus  trabajos,  y  le  diga:  "Padre  Eter- 
no, si  bien  me  queréis,  quered  bien  a  estos  míos  que  parí, 
que  trabajé  por  ellos".  Y  que  de  aquella  faz  y  cara  de  Je- 
sucristo, de  sus  merecimientos  (que  El  es  la  cara  de  Dios; 
ansí  se  dice  cara,  porque  nos  representa  y  pone  delante  la 

60  divinidad  de  Dios,  como  cara,  como  imagen  de  Dios:  Qui 
cum  sit  imago  Patris  et  figura  substantialis  eius),  de  la 
faz  de  los  merecimientos  de  Jesucristo  viene.  ¿Qué  es  ve- 
nir, sino  correr  hacia  bajo?  ¿No  vino  del  cielo  a  la  tierra? 
¿No  es  eso  bajar?  Corre,  desciende  hasta  la  bajeza  de  los 

65   hombres  el  río  de  fuego  que  es  el  Espíritu  Santo. 

Hoy  entra  en  aquellos  corazones  y  enciéndelos  y  enflá- 
malos.  No  temas,  que,  si  Cristo  mereció,  para  eso  mereció, 
y  por  sus  merecimientos  se  te  ha  de  dar.  Y  ansí  como, 
cuando  vino  y  se  hizo  hombre  y  se  encerró  en  las  entra- 
bo ñas  de  una  mujer,  la  s[acratis$ima]  Virgo,  ella  le  rogó,  y 
vino  rogado;  y  suplicándole  ella,  vino  y  se  entró  en  sus  en- 
trañas y  lo  santificó  y  limpió,  ansí  hará  con  nosotros,  etc. 

Plática  del  Señor     Dios  dé  a  v[uestras]  s[eñorías]  muy 
con  Nicodemus      buenas  Pascuas  y  mucha  gracia  del 
75  Espíritu  Santo.  Cábenos  hoy  de  pre- 

dicar unas  palabras  que  las  escribió  el  Espíritu  Santo  por 
boca  del  evangelista  San  Juan.  Hanse  cantado  en  el  evan- 
gelio de  la  misa,  etc.  Son  palabras  dulces,  y  más  por  estar 

39  estaban]  estaba  en 
70  Virgo]  y  add. 

48   Cf.  Dan.  7,  10. 
52   Cf.  Hebr.  9,  24. 
61    Cf.  Hebr.  1,  3. 


448  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  la  boca  de  Cristo.  Quiere  decir:  No  envió  Dios  al  mundo 
80  a  su  Hijo  para  juzgar  y  condenar  el  mundo,  sino  para  que  el 
mundo  se  salve  por  El.  Gana  lo  debe  de  tener,  pues  que  tal 
pieza  envía;  gana  tiene  de  esa  joya,  pues  que  tanto  precio 
da  por  ella.  Por  vuestra  vida,  que  los  que  sabéis  latín  leáis 
este  capítulo.  Paréceme  que  son  las  más  dulces  que  hay  en 
85  el  Evangelio. 

Ver  cómo  platica  el  Señor  con  Nicodemus.  Era  un  buen 
hombre  y  letrado,  etc.  Entre  muchas  cosas  que  podéis  ver 
allí,  díjole:  Mira,  si  el  hombre  no  tornare  a  nacer,  no 
puede  ser  salvo.  Díjole:  ¿Cómo  puede  ser  que  hombre  viejo 
90  pueda  tornar  a  nacer?  ¿Por  ventura  puede  entrar  en  el 
vientre  de  su  madre  otra  vez?,  etc.  — Tú,  maestro  y  doctor 
en  Israel,  ¿y  no  sabes  esto?  Muy  letrado  quizá,  y  para 
salvarte  ignorante,  ¿no  sabes  qué  es  tornar  a  renacer?  Que 
no  puede  ver  el  reino  de  Dios.  Ver  y  entrar  todo  es  uno,  etc. 
95  Dice  San  Augustín:  El  que  no  es  nacido  no  puede  ver  las 
cosas  de  acá,  las  cosas  del  mundo;  ni  las  cosas  de  Dios  si 
no  tornas  a  nacer,  etc. 

¿Y  esto  no  sabes?  ¿No  lo  has  leído  en  la  Ley,  en  los 
Números,  que  murmuraron  de  Moisén  los  hijos  de  Israel, 

100  envió  Dios  serpientes  que  los  mataban,  y  cómo  el  mesmo 
contra  quien  murmuraban  rogó  a  Dios  por  ellos,  que  les 
quitase  aquella  plaga,  y  mandóle  que  pusiese  una  serpien- 
te, etc.  ?  Esta  es  la  verdad  de  aquella  figura  y  el  cuerpo 
de  aquella  sombra.  Conviene  que  yo  sea  puesto  en  alto  en 

105  la  cruz,  para  que  todos  aquellos  que  me  miraren  y  con  fe 
alzaren  los  ojos  a  mí,  tengan  vida.  Y  si  te  espantas  por 
qué  pongo  tanto  cuidado  en  la  salvación,  no  es  por  sus  me- 
recimientos. ¿Sabes  de  dónde  nace?  Sic  Deus  düexit  mun- 
dum,  etc.  Tanto  amó  Dios  al  mundo.  ¿Qué  sienten  vuestras 

lio  orejas  cuando  oís  decir:  Ansí  amó  Dios  al  mundo,  que  dió 
un  Hijo  que  tenía,  y  sabiendo  que  le  había  de  costar  la 
vida  lo  que  había  de  hacer  por  el  mundo?  ¡Que  sea  yo 
amado  de  Dios!  ¡Que  parezca  tan  bien  mi  ánima  a  Dios, 
que  le  es  tan  preciosa,  que,  porque  no  se  pierda,  envió  a 

115   su  único  Hijo  que  muriese  por  ella! 

Señor,  ¿quién  se  honra  de  linaje,  quién  de  hacienda, 
estado,  hermosura,  etc.  ?  Avergonzaos  de  honras  y  estimaos 
que  sois  tan  amados,  tan  queridos  de  Dios,  que  un  Hijo,  etc. 
No  basta  oído,  etc.  ¿Que  os  lo  enviase  para  que  nos  per- 

120  diese?  ¿Podíades  tener  mayor  honra,  podéis  tener  mayor 


8i   lo.  3,  17. 

92  lo.  3,  3  ss. 

97  Cf.  San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  11,  6;  tr.  12,  5  :  ML  35, 
1478.  1486. 

103    Cf.  Num.  21,  6-9. 
109    lo.  3,  16. 


31.     LUNES  DE  PENTECOSTES 


449 


causa  de  andaros  tras  quien  tanto  os  quiere?,  etc.  Los  más 
que  no  sirven  a  Dios  es  porque  no  tienen  conocimiento  de 
cuánto  Dios  los  ama;  no  conocen  lo  que  por  ellos  ha  hecho 
quien  d[i]ó  su  Hijo  por  ti,  etc.  Que  llorase  El  porque  tú 
125  rieses  y  descansases,  etc.  ¿No  te  huelgas  mucho  de  oír  estas 
palabras,  que  te  amó  Dios  tanto?  Y  era  El  el  que  las 
decía,  etc.  No  lo  envió  para  que  condene  el  mundo,  no  para 
que  lo  juzgue;  que  si  a  eso  viniera,  ¿quién  escapara?  ¿Quién 
quedara  sin  ser  condenado?  No  vino  sino  para  que  el  mundo 
130   se  salve. 

Creado  el  hombre    — Parece  que,  según  eso,  perdido  es- 
en  honra,  no  lo     taba  el  mundo  antes  que  El  viniese, 
entendió  — ®íi  v  antes  <lue  venga  El  al  alma 
está  perdida.  — ¿Cómo  se  perdió  el 
136   mundo?  — -Sepámoslo,  porque  quizá  por  allí  veremo[s]  cómo 
por  allí  se  ha  de  salvar.  Homo,  cum  in  honore  esset,  non 
intellexit,  comparatus  est  iumentis  insipientibus,  et  simi- 
lis  factus  est  Mis.  Crió  Dios  el  mundo,  adornólo  de  árboles, 
yerbas,  animales.  Crió  al  hombre  y  la  mujer.  Hízolos  seño- 
leo  res  de  todo,  púsolos  en  mando,  en  honra.  La  mayor  honra 
que  les  dió,  que  los  crió  a  su  imagen  y  semejanza  y  los 
puso  debajo  de  su  obediencia. 

Estando  en  esta  honra,  él  no  lo  entendió,  no  se  supo 
conservar;  que  más  virtud  es  menester  para  que  no  caigáis 
145  con  la  honra  y  prosperidad  que  no  con  los  trabajos;  más 
lumbre  habéis  menester  para  que  no  caigá[is  con]  la  honra 
que  no  para  que  os  derruequen  los  trabajos.  No  conoció 
lo  que  tenía,  quiso  subir  más  alto,  y  porque  quiso  lo  que 
era  sobre  ella,  perdió  lo  que  era  para  ella  y  perdió  a  sí 
150  mesma;  no  sólo  perdió  a  Dios  por  dejallo  para  sí,  mas  perdió 
lo  que...  Menos  es  que  hombre  el  que  está  en  pecado.  Helo 
aquí  perdido,  tornado  bestia-,  en  dejando  la  gracia  y  obedien- 
cia de  Dios.  En  pecando,  luego  sigues  lo  que  tu  apetito  quiere 
y  tu  carne  te  pide,  etc.  ¿No  es  hombre  el  que  vive  según  ra- 
155  zón,  etc.,  él  que  se  rige  por  lumbre  natural?  ¿Qué  es  un 
caballero  vestido  de  brocado  y  seda,  y  dentro  es  bestia?,  etc. 
¿Qué  cosa  es  ver  uno  que  parece  que  rige  a  otros  y  él 
es  guiado  y  regido  por  una  bestia  ?  No  hay  mayor  deshonra 
que  estar  en  un  pecado;  es  un  hombre  estar  hecho  bestia. 
160  Non  intellexit,  etc.  Ni  él  sabía  qué  cosa  era  carga  como 
bestia,  ni  trabajos,  ni  cansancios,  etc.  Por  los  pecados  entró 
esta  gente  en  el  mundo.  De  allí  vino  la  cobdicia,  la  honra, 
los  mayorazgos,  etc. 

¿Acordaisos  de  un  loco  que  edificó  una  gran  ciudad  para 

163  m&yoradgos 


138    Ps.  48,  31. 


B. Avila  2 


15 


450  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


165  hacerse  fuerte  en  su  reino  contra  Dios,  que  no  le  pudiese 
echar  de  él?  Nabucodonosor :  ¿Quién  podrá — dice- — quitarme 
a  mí  mi  mando  y  señorío?  Espera,  pues.  Oye  una  voz  del 
cielo:  Echarte  han  de  tu  reino  y  casa,  y  siete  años  andarás 
como  bestia  entre  las  bestias,  paciendo  como  ellas,  y  isíete 

1TO  años  pasará[n]  sobre  ti,  hasta  que  confieses  que  el  poder 
y  fuerza  está  en  el  cielo  y  no  en  ciudades,  no  en  ladrillos, 
ni  piedras,  etc.  Detur  .ei  cor  ferae,  que  le  parecía  a  él 
que  era  bestia.  Sálese  de  su  palacio  y  vase  al  campo  con 
las  bestias,  y  pasa  siete  años.  ¿Qué  es  esto?  Que  siete 

175  tiempos  han  de  pasar  sobre  ti,  hasta  que  conozcas  que  la 
fuerza  y  el  poder  está  en  el  del  cielo,  no  en  ciudades,  la- 
drillos, etc.  Pues  que  quitaste  a  Dios  la  honra,  que  te  qui- 
ten no  sólo  el  reino,  mas  que  te  quiten  el  corazón;  que  te 
hagan  hombre  y  que  parezca  que  no  lo  eres,  etc.  Ansí 

1*0  es  que,  pues  dejas  a  Dios,  que  no  solamente  se  te  quite 
la  gracia  y  las  virtudes,  etc.,  sino  que  te  parezca  que  eres 
bestia,  etc.  Monta. 

¿Qué?  ¿No  pasa  esto  cada  día  entre  nosotros?  Porque 
vos  os  halláis  un  tiempo  devoto  y  amigo  de  rezar  y  con- 

i&5  templar,  y  todas  las  temptaciones  no  se  os  hacían  un  soplo, 
engreí steos,  tuvistes  confianza  en  vuestras  fuerzas.  Que  os 
quiten  el  reino,  que  no  sepáis  qué  es  devoción  ni  oración, 
ni  qué  es  Dios,  sino  que  estéis  como  una  bestia,  para  que 
sepáis  que  lo  que  os  daba  era  gran  merced  y  que  no  os  lo 

190  debía;  agora  no  os  sepan  bien  palabras  de  Dios  ni  cosa 
buena.  Conoceos,  etc.  El  león  conoce  a  quien  le  da  de  comer. 
Y  cualquier  animal.  ¿Y  vos  no  lo  conocéis?  Que  os  den 
corazón  de  bestia;  que  perdáis  la  misericordia,  etc.  Esto 
es  lo  que  Job  lloraba  en  nombre  del  pecador,  diciendo:  Lo 

195  que  mi  ánima  otro  tiempo  aborrecía,  agora  lo  come.  Lo  que 
Adán  y  Eva  pecaron;  nacen  todos  sus  hijos  en  pecado. 

Dice  Dios:  "Dejaldos  a  los  locos,  que  yo  les  haré  que 
pasen  siete  años  sobre  ellos;  yo  les  daré  a  entender  cuán 
poco  valen  sin  mi",  etc.  Dice  San  Augustín:  "Porque  pro- 

200  basen  los  hombres  bien  probadas  sus  fuerzas  y  conociesen 
su  flaqueza,  etc.,  y  llamase[n]  el  ayuda  de  Dios,  etc.,  hace 
buscar  remedio".  Viene  ley  natural;  hacen  al  revés.  En- 
tiéndeseles; ni  la  obraba  [n].  Conociendo  cuál  era  bueno, 
no  lo  seguían;  cuál  era  malo,  y  no  se  apartaban  de  ello.  Acá 

205  tenían  ley  en  su  ánima,  no  para  guardalla,  sino  para  co- 
nocer su  enfermedad,  etc.  Dicen:  "Si  hobiese  ley  y  quien 
mandase,  no  faltaría  quién  la  cumpliese".  Dióles  Dios  se- 
cientos  y  sesenta  mandamientos,  porque  no  se  quejasen 
que  no  les  mandaba,  y  ellos  no  solamente  no  fueron  buenos, 


172   Cf.  Dan.  4,  13. 
195   Cf.  Iob  6,  7. 

202   Cf.  San  Agustín,  Serrn.  156,  c.  2  :  M.L.  38,  850. 


31.     LUNES  DE  PENTECOSTÉS 


451 


210  pero  fueron  peores  que  antes  por  ocasión  de  la  ley.  Lex 
subintravit  ut  abundaret  delictum.  No  porque  ella  era  mala, 
sino  por  la  maldad  y  flaqueza  humana,  etc.  Estáis  ya  qui- 
tados de  esa  opinión,  teneisos  por  flacos  y  malos,  etc. 

¡Oh!  Cuántas  veces  decimos:  "Traigo  agora  un  negocio, 

215  que  no  me  vaga  confesar  ni  entender  en  mi  conciencia; 
mañana,  acabado  este  negocio,  yo  lo  haré".  Y  después  no 
solamente  no  dejáis  aquellos  males  que  tenéis  entre  manos, 
pero  añadís  otros  tantos,  etc. 

Esta  locura  y  presumpción,  esta  confianza  en  nuestras 

220  fuerzas  nos  tiene  echados  a  perder.  Al  fin  perdióse  el  hom- 
bre por  la  honra,  y  vino  a  ser  más  bajo  que  bestia.  Y  en 
la  séptima  edad,  desque  los  hombres  eran  tratados  como 
bestias  de  los  pecados,  envía  Dios  al  Salvador  de  los  perdi- 
dos, no  para  que  los  juzgue  y  los  castigue — non  enim  misit 

225  Deus  Filium  suum,  etc. — ,  para  que  el  mundo  sea  salvo, 
sea  remediado  por  El. 

Hoy  salva  Dios  al     Ya  estamos  dentro  la  fiesta.  ¿  Cómo 
mundo  por  el  Es-     lo  salvará?  Estaba  el  hombre  debajo 
píritu  Santo         de  condición  de  bestia  y  aun  más  bajo 

231  que  bestia.  ¿Cómo  se  puede  remediar? 

Quítenle  el  corazón  de  bestia  y  denle  corazón.  ¿De  quién? 
De  hombre  no,  sino  de  Dios.  Por  el  pecado  perdió  el  cora- 
zón de  hombre.  Quítenle  agora  el  corazón  de  bestia,  ¿y 
dénselo  de  hombre?  Aufer  a  nobis  cor  lapideum.  Ese  día 

235  es  hoy  de  la  recreación  del  hombre,  de  la  renovación,  cuando 
le  quitan  al  mundo  corazón  de  bestia  y  se  lo  dan  de  Dios,  etc. 
Otro  tiempo  no  baptizaban  sino  las  Pascuas  de  Resurrec- 
ción y  Espíritu  Santo,  para  dar  a  entender  que  el  baptismo 
es  nueva  resurrección  del  alma,  y  también  hoy,  porque  hoy 

240  es  día  en  el  cual  reciben  los  hombros  corazones  nuevos  de 
Dios,  etc.  Los  que  ya  hijos  de  hombres,  hoy  son  hijos  de 
Dios  adoptivos.  Hoy  es  este  día. 

Estadme  atentos.  ¿Cómo  los  salvó  Jesucristo?  ¿Veis 
aquella  pelea  en  que  anduvo  mientras  que  vivió,  peleando 

245  con  el  Padre,  rogándole  por  nosotros,  ofreciéndose  por  nos- 
otros, etc.?  Peleó  con  nosotros  porque  le  conociésemos  y 
creyésemos  y  obedeciésemos,  etc.,  y  mejor  peleó  y  negoció 
con  el  Padre  nuestro  perdón  que  con  nosotros  que  le  crea- 
mos, etc.  Allegó  todo  aquel  tiempo  doce  apóstoles  entre 
250  cuantos  había  en  el  mundo. 

Pues  ¿cómo  lo  salvó?  ¿Cómo  lo  redimió?  Hoy  es  el  día, 
del  Señor,  el  cual  viene  a  los  hombres.  En  semejanza  del 

212  Estáis]  Esto  es 
252  Señor]  Si 


2ii  Cf.  Rom.  5,  20. 
226   Cf.  lo.  3/17. 


234    Cf.  Ez.  II,  ig  ;  36,  26. 


452 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


otro  día  es  éste.  Acullá  vino  Dios  por  unión,  aquí  viene 
Dios  por  unión  no  hipostática,  mas  de  operación  y  regene- 
255  ración.  ¡Bienaventurado  día!  ¿Quién  no  se  maravilla?  Hoy 
baja  la  luz  a  los  hombres,  hoy  baja  la  misma  persona  de 
Dios,  el  Espíritu  Santo,  y  se  entra  en  los  corazones  de  los 
hombres. 

¡Qué  lindo  día  y  casamiento  tan  hermoso!  Hoy  salva 

260  Dios  al  mundo  por  el  Espíritu  Santo.  Pues  ¿por  qué  se  dice 
Jesucristo  Salvador?  Ansí  es,  que  lo  es,  que  por  sus  ruegos 
vino  el  Espíritu  Santo  a  los  hombres,  etc.,  a  sanar  los 
abominables  corazones  de  los  hombres,  tan  mal  inclina- 
dos, etc.  Quéjase  Dios  por  Hieremías:  Nunvquid  ssrvus  est 

265  Israel,  aut  vernaculus?  Quare  ergo  factus  est  in  praedam? 
Quare  leones  rugierunt  super  eum?  ¿Por  ventura  eres  es- 
clavo? ¿Por  qué  te  dejaste  capüvar  del  pecado?  ¿Por  qué 
eres  hecho  presa  y  robo  de  los  pecados?  ¿Por  qué  se  ha 
hecho  captivo  del  demonio?  ¿Por  qué  eres  esclavo,  cristiano? 

270  ¿Por  qué  consientes  que  bramen  los  leones  sobre  él,  que  se 
alegren  sobre  él,  como  buitres  sobre  cuerpos  muertos? 
¿Por  qué  consientes  que  lo  traigan  en  la  tahona  molien- 
do? Di:  ¿Por  qué  yo  en  pecado,  esclavo  del  demonio?  Alza 
tus  ojos,  como  Nabucodonosor,  al  cielo,  a  cabo  de  los  siete 

275  años,  y  di:  Domine,  tuyo  es  el  reino  y  tú  lo  darás  a  quien 
quisieres;  dice  Nabucodonosor.  Ansí,  ansí  os  haré  asesar. 

Tuya  es  la  fuerza;  en  tu  mano  está  la  salud;  y  si  he 
sido  loco  y  malo,  y  si  el  corazón  se  quiebra,  si  siente  su 
flaqueza,  su  dureza,  y  se  quebranta,  y  le  hacéis  muchos 

280  agujeros,  cerca  está  la  salud.  Cerca  estáis  de  quitaros  el 
corazón  de  bestia,  dice  Dios.  Venga  el  Espíritu  Santo  y 
quite  ese  corazón  cruel,  duro,  etc.,  y  denle  otro  sano. 
Como  cura  lo  de  dentro,  cura  lo  de  acá  fuera,  y  luego 
dentro  remedia  lo  de  acá  fuera.  En  entrando  los  sacer- 
285  dotes  con  el  arca  en  el  agua,  deja  de  correr.  Entrando  los 
buenos  pensamientos  en  el  alma,  que  son  significados  por 
los  sacerdotes,  porque  nos  ofrecen  a  Dios,  entrando  en  el 
alma,  entrando  la  gracia,  el  arca,  luego  paran  los  vicios 
malos  y  costumbres,  trueca  los  hombres,  etc.  Comienza  el 

290  Espíritu  Santo  a  obrar.  Dice:  "Ya  no  más;  basta,  que  he 
ofendido  a  mi  Dios  hasta  aquí".  ¿Basta  eso  para  no  ser 
malos,  no  pecar?  Eso  los  filósofos  lo  tuvieron,  Sócrates, 
Platón,  Pitágoras.  ¿Sabéis  quién?  Si  viéredes  un  hombre 
virtuoso,  que  vive  según  razón,  si  no  hay  más  que  eso,  no 

295  •  entrará  en  los  cielos,  porque  no  entrarán  allá  por  nacidos, 
sino  por  renacidos;  no  entraran  hombres,  sino  hijos  de 


266  Cf.  Ier.  2,  14-15. 
276   Cf.  Dan.  4,  31-32. 


31.     LUNES  DE  PENTECOSTÉS 


453 


Dios:  fe,  gracia,  esperanza,  obediencia.  Si  solamente  por 
razón  te  riges,  no  entrarás  allá,  no,  hombre,  que  del  cielo 
ha  de  venir  tu  salud,  etc.  No  renace[s],  aunque  te  den 
fuerza  para  bien  obrar,  aún  no  está  sano  ese  camino  para 
la  salud;  no  está  del  todo  sano  sin  que  tenga  los  hábitos 
todos  de  las  virtudes. 

'Las  virtudes  y  los  Has  de  tener  un  amor  infundido,  que 
dones  del  Espíri-  te  mueva.  Inf ándese  fe  y  caridad,  y 
tu  Santo  no  basta  eso.  Aunque  estás  sano,  etc., 

sin  la  mano  de  Dios  no  es  verdadera 
salud.  Inf ándele  Dios  estas  virtudes  que  llaman  los  teólogos 
hábitos.  Hailos  ciertos,  etc.  Son  como  acá  desque  compo- 
néis una  desposada  hermosa,  aunque  es  hermosa,  ponéisle 
muchas  manillas,  joyas.  Y  ansí  dice  San  Hierónimo  que 
aquella [s]  riquezas  de  la  Ley  vieja  figuraban  las  grandezas 
que  se  habían  de  dar  en  la  Ley  de  gracia.  Y  ansí  pone 
Dios  cosas  en  las  potencias,  cosas  con  que  mejor  obre[n], 
etcétera.  No  se  contenta  el  Espíritu  Santo  que  seas  her- 
moso de  fuera,  sino  que  seas  hermoso  de  dentro;  no  sólo 
en  el  obrar,  sino  en  aquello  con  que  obras.  Y  si  vieses  la 
hermosura  que  el  Espíritu  Santo  pone  en  el  ánima  donde 
El  mora,  irte  hías  perdido  tras  ella;  todas  las  riquezas  de 
acá  te  darían  asa.  Quien  crió  el  sol,  estando  en  el  ánima, 
¿cuál  estará?  Ansí  ha  de  ser  la  esposa  del  Espíritu  Santo; 
ansí  dice  el  Esposo  en  los  Cantares:  Quam  pulchra  es, 
árnica  mea,  quam  pulchra  es!,  etc. 

Estad  atentos.  ¡Quién  fuese  tan  poderoso  que  os  me- 
tiese en  vuestras  entrañas  un  amor  que  os  hiciese  andar 
perdidos  tras  del  Espíritu  Santo!  — Pues  que  decís,  cuando 
esos  dones  están  en  el  ánima,  que  allí  está  el  Espíritu  Santo, 
¿cómo  dice  San  Juan  que  no  era  dado  el  Espíritu  Santo, 
porque  Jesucristo  no  era  glorificado? 

— Mirá:  ¿habéis  visto  cuando  un  maestro  saca  un  dis- 
cípulo que  sabe  tanto  como  él?  Di  cele:  "Id  y  obrá  conforme 
a  la  ciencia  que  sabéis;  ya  eres  buen  médico;  ve  y  cura". 
Deja  el  maestro  y  obra  él  por  sí.  Esto  es  lo  que  he  dicho 
hasta  ahora.  Pone  el  Espíritu  Santo  en  ti  fe  y  caridad,  etc., 
y  rríil  virtudes,  y  déjate  que  obres,  como  cuando  un  médico 
cura,  y  está  ya  sano  el  enfermo,  y  le  dice:  "Andá,  comé 
de  todo,  que  ya  sano  estáis;  regios  como  sano".  "Pues  que 
sois  letrado,  viví  como  letrado".  Esto  es  cuando  viene  el 
Señor  en  el  ánima  y  date  habilidad  para  que  obres  bien, 
alúmbrate  el  entendimiento,  sánate  la  voluntad,  inflámala 
en  amor  de  Dios  y  date  fuerza  para  que  le  ames. 


312  San  Jerónimo,  Comm.  in  Eccl.:  ML  23,  1070-1081-  rf  /// 
Iob,  c.  42  :  ML  26,  848. 

322   Cant.  4,  1.  32S   Ci.  lo.  7,  39. 


454 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— Pues  ¿por  qué  es  menester  más?  — Pues  ahí  está  el 
punto.  Santo  Tomás  dijo  esto  mejor  que  todos,  y  sacólo 
de  San  Augustín,  o  por  mejor  decir,  de  Jesucristo.  Dice  que 
todas  las  virtudes  y  gracias  que  te  dan  no  basta  para  que 

345  te  salven  y  obres,  sin  que  ande  la  mano  del  Señor  sobre 
ti;  no  que  no  puedas  tú  amar  a  Dios  y  creer  con  esos  do- 
nes, mas  para  que  uses  bien  de  ellos  es  menester  que  ande 
la  mano  de  Dios  siempre  sobre  ti;  que  sin  ella  no  puedes 
bien  usar  de  ella.  Qui  ex  Deo  est  non  peccat,  etc.  Quien  te 

350  preguntase:  ¿Por  qué  uno  que  está  en  gracia  peca,  pues 
tiene  esa  fuerza  y  esa  habilidad?  — "Porque  tenemos  libre  al- 
bedrío,  aunque  más  dones  haya,  puedes  dejar  de  obrar  con- 
forme a  estas  virtudes  y  pecar  porque  no  obráis  conforme 
a  ellas;  y  por  eso,  para  usar  siempre  de  ellas,  viene  la 

355  mano  del  Espíritu  sobre  el  ánima,  no  sobre  el  don,  que  no 
es  menester,  sino  sobre  el  libre  albedrío  para  que  no  te 
apartes  de  la  gracia,  etc.,  aunque  te  puedes  apartar,  sino 
que  siempre  estés  firme.  Pues  para  eso  es  el  Espíritu  Santo, 
para,  aunque  pueda  pecar  porque  es  libre,  porque  no  pe- 

360  que;  para  eso  es  menester  el  Espíritu  Santo,  y  sin  El  nin- 
guno, por  muchos  dones  que  tenga,  no  se  puede  salvar. 
Esto  es  lo  que  dice  David:  Spiritus  tuus  deducet  me  in  ter- 
ram  rectam,  etc.  Por  bien  aderezada  que  vaya  una  nave 
de  velas  y  todos  instrumentos,  si  no  lleva  piloto  que  la 

365  rija,  perderse  ha;  ansí  si  no  tienes  este  Espíritu  Santo, 
aunque  tengas  muchos  dones,  perderte  has,  etc.  ¡Bendito 
seas,  Señor,  que  no  te  contentaste  con  darnos  tu  Hijo  que 
muriese,  etc.,  sino  tu  Santo  Espíritu  para  que  fuese  nues- 
tro ayo!,  etc. 

370  — .¿En  qué  está  la  diferencia?  — iLos  santos  del  Viejo 
Testamento,  ¿no  tenían  el  Espíritu  Santo?  — Sí.  — En  esto 
está,  que  en  aquel  tiempo  dábase  poco  y  ansí  obraba  poco; 
agora,  después  que  el  Espíritu  Santo  vino,  a  cada  paso  y 
cuasi  todo  lo  que  obran  los  santos  apóstoles. 

375  Esta  es  la  fiesta  de  hoy.  Mirá;  una  cosa  es  obrar  como 
hombre  bueno,  aunque  favorecido  de  Dios;  otra  cosa  que 
sea  el  Espíritu  Santo  el  auctor  y  movedor,  y  que  sea  el 
hombre  cuasi  no  más  que  instrumento.  Mucho  es  que  obréis 
vos  una  obra  buena  y  que  con  la  virtud  y  los  hábitos  os  es- 

380  forzasteis  y  pensaisteis  lo  que  degistes,  etc. ;  otra  cosa  es 
que  obréis  una  obra  grande,  que  ni  vos  la  pensasteis  ni 
elegisteis,  ni  teníades  fuerza  ni  virtud  para  ello,  ni  la 

341  menester  más]  mis 
367  tu]  su 

342  Santo  Tomás  de  A  qui  no,  Sitmnta.  1-2,  q.  toq,  a.  g. 

343  San  Agustín,  De  natura  ct  gratín,  c.  26  ¡  ML  44,  261. 
349   Cf.  1  lo  3,  6  ;  5,  18. 

363    Cf.  Ps.  142,  10. 


32.     MARTES   DE  PENTECOSTÉS 


455 


común  fe  ni  caridad  bastaba  para  hacerla,  sino  como  el 
niño,  que  decís  no  es  suyo  lo  que  habla.  Es  como  si  un 

385  gran  pintor  tomase  la  mano  a  uno  que  no  sabe  pintar  y 
con  eÜa  hiciese  una  muy  hermosa  imagen;  el  que  allí  la 
hace  decimos  que  es  el  pintor,  mas  el  instrumento  es  la 
mano  del  otro.  Ansí  es  acá.  En  las  primeras  obras  que  el 
hombre  obra  acá  con  el  ayuda  de  las  virtudes  y  de  Dios 

390  obra  el  hombre  ayudado  de  Dios,  obra  Dios  acompañando, 
el  hombre  como  órgano  del  Espíritu  Santo;  que  si  le  decís: 
"¿Quién  te  dijo  esto?  ¿Cuándo  lo  pensaste?  ¿Por  qué  lo 
heciste?",  no  sabrá  la  causa,  sino  que  se  lo  halló  hecho. 
Es  como  viento  que  no  sabéis  de  dónde  vino  ni  va;  y  mué- 

395  veos  el  Espíritu  Santo.  ¡Cuánto  es  la  obra  de  mayor  fuerza 
que  la  que  vos  teníades,  que  os  espantáis  de  vello  hecho! 

Yo  lo  declararé.  Cuántas  veces  estáis  reventando  por 
tener  devoción,  y  tenella  muy  liviana;  porque  aquélla  sale 
conforme  a  la  santidad  que  hay  dentro,  ¿y  no  os  ha  acon- 

400  tecido  otras  veces,  sin  pensar  en  ello,  etc.,  veniros  un  fuego 
tan  grande,  que  os  abrasa  las  entrañas,  que  decís:  "'Nunca 
tal  pensé"?  Esto  no  tenéis  de  vos  ni  de  la  gracia  y  virtudes. 
Pues  ¿qué  es  eso?  Esa  es  la  fiesta  del  Espíritu  Santo.  Como 
Dios,  os  movió  a  hacer  cosa  que  vuestra  fuerza  no  bastaba. 
1  405  Cuando  vieres  algo  en  ti  de  eso,  di:  "No  lo  pensé  yo";  ése 
es  el  Espíritu  Santo  que  mora  en  vos.  Cuando  tienes  gran 
contrición,  esto  hace:  llamar  ¡Padre!  ¡Padre!  Hácete  que 
no  te  olvides,  sino  que  siempre  andes  al  lado  de  Dios.  Este 
Señor  es  el  que  se  nos  da  para  ésta  y  para  otras  cosas,  etc. 


32         El  Hijo  y  el  Espíritu  Santo  vinieron  a 
remediarnos 

Martes  de  Pentecostés 

mi.  1596,  II,  pip.  54-99.) 

Ego  veni  ut  vitam  habeant,  ct  abuyidantius  lia- 
bcant.  Yo  vine  para  que  tengan  vida,  y  [en]  más 
abundancia  (lo.  io,  [io]). 

Exordio  Los  negocios  en  que  va  la  vida  suelen  ser  muy 
5  estimados  y  tratados  con  gran  cuidado  y  dili- 

gencia. Solemos  decir:  "¡Oh  Señor,  que  me  va  la  vida  en 
ello!"  Todo  cesa  cuando  decimos:  "Vame  la  vida  en  esto". 

En  el  tiempo  pasado  leemos  que  por  oraciones  y  ruegos 
del  profeta  Elíseo  dió  Dios  nuestro  Señor  un  hijo  a  una 
10   buena  mujer,  y  en  saliendo  el  muchacho  al  campo  murió; 
dióle  un  gran  dolor  de  cabeza,  y  vínose  a  su  casa,  y  murió 

409  etc.]   La us  Deo.  Amen  add. 


407    Cf.  Rom.  8,  15  ;  Gal.  4,  6. 


456 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  los  brazos  de  su  madre.  Púsolo  así  muerto  encima  de  la 
cama  del  profeta  Eliseo;  y  la  buena  mujer,  viuda  y  lasti- 
mada, salió  al  monte  Carmelo  a  buscar  al  profeta  Eliseo, 

18  y  con  amargura  y  angustia  de  corazón  se  echó  a  sus  pies  y 
díjole:  "Siervo  de  Dios.  Numquid  petivi  filium  a  Domino 
meo?  Numquid  non  dixi  tibi,  etc.?  Muy  mayor  es  la  pena 
que  he  recetado  con  su  muerte  que  la  alegría  y  gozo  que 
recebí  cuando  me  lo  dieron".  Entonces  mandó  el  profeta  a 

20  su  criado  que  tomase  su  báculo  y  fuese  donde  estaba  el 
niño  muerto  y  le  tocase  con  él.  No  se  contentó  la  buena 
mujer  con  esto;  échase  otra  vez  a  sus  pies  y  dijo:  Vive 
Dios,  siervo  suyo,  que  no  iré  de  aquí  si  primero  no  vas 
comigo.  Pudo  tanto  el  ruego  importuno  de  esta  mujer  con 

25  el  profeta,  que  se  va  con  ella;  y  llegan  a  su  casa,  y  entra 
a  la  cama  donde  estaba  el  niño  muerto,  sube  el  profeta  y 
encórvase  todo  sobre  el  niño  difunto,  junta  su  boca  con  la 
del  niño,  y  ojos  con  ojos,  y  manos  con  manos,  y  cuerpo  con 
cuerpo;  al  fin,  juntóse  todo  con  el  niño,  apocóse,  encogióse 

30  el  profeta  Eliseo,  y  vive  el  que  estaba  muerto,  resucita  el 
que  estaba  difunto.  Tomóle  el  profeta  y  sacóle  afuera,  y 
dalo  vivo  a  su  madre,  y  dícele:  En  vivit  filius  tuus.  Cata 
aquí  a  tu  hijo  que  vive.— Verdaderamente  conozco  que  eres 
siervo  de  Dios  y  que  vive  el  Señor  en  ti,  dijo  la  buena  mu- 

35  jer.  ¿Habrá  aquí  alguna  madre  que  sepa  llorar  su  muerto? 
¿Que  sepa  llorar  y  importunar  algún  santo  profeta? 

Llámase  Semen,  porque  así  como  vos  nacéis  por  gene- 
ración de  sangre,  en  lugar  de  sangre  y  lo  que  ella  hace, 
hace  acá  el  Espíritu  Santo;  y  el  mismo  amor  que  la  sangre 

40  pone,  ese  mismo  pone  el  Espíritu  Santo  en  él  ánima  donde 
mora  y  adonde  viene.  Entendedme,  que,  si  viene  el  Espíritu 
Santo  en  vosotros,  tendréis  amor  a  vuestros  prójimos,  como 
a  vuestros  hermanos,  y  aún  más.  — '¿Por  qué?  — 'Porque 
más  fuerte  es  el  engrudo  y  liga  del  Espíritu  Santo  que  el 

45  de  la  sangre,  el  cual  hace  solamente  amar  al  padre  y  a  la 
madre  y  a  los  hermanos  y  parientes. 

Y  por  esto,  puesto  caso  que  la  Virgen  santa  María 
nuestra  Señora  a  sólo  Jesucristo  nuestro  Pedemptor  tuvo, 
y  fué  su  Hijo  natural;  pero  porque  fué  allí  derramado  el 

60  Espíritu  Santo  abundantemente  en  su  corazón  y  entrañas, 
ámanos  en  gran  manera,  ámanos  entrañablemente.  No  hay 
comparación  de  esposo  a  esposa,  ni  de  madre  a  hijo,  ni 
de  hijo  a  padre;  más  fuerte  es  el  amor  espiritual  que  como 
a  hijos  adoptivos  nos  tiene.  — ¿De  dónde  es  esto?  — El  mis- 

55  mo  Espíritu  Santo  es  ternura,  es  amor:  Deus  charitas  est. 
Y  como  tan  grande  abundancia  y  plenitud  se  infundió  en 
la  Virgen,  no  tiene  que  ver  la  viuda  con  ella.  Las  oracio- 


17  4  Reg.  4.  28. 

24   Cf.  4  Reg.  4,  30. 


34  3  ReS-  17,  23-24- 
55    1  lo.  4,  16. 


32.     MARTES  DE  PENTECOSTÉS 


457 


nes,  y  ruegos,  y  lágrimas  de  nuestra  verdadera  Madre, 
trujeron  al  grande  para  que  se  hiciese  chico,  y  el  que  es 
60  sobre  todas  las  cosas  se  hiciese  una  cosa  y  se  apocase,  se 
encorvase  y  abajase,  y  el  eterno  se  hiciese  temporal.  Esta 
Señora  es  por  cuyas  oraciones  todo  lo  que  se  pide  se  al- 
canza del  Señor. 

Morimos  en  Adán  Yo  vine  para  que  tengan  vida  y 
65  en  ánima  y  cuerpo,  más  abundosamente  la  tengan. 
¿Quién  lo  remediará?  Este  evangelio  habla  aquí  a  ios 
pastores;  y  pues  no  están  aquí, 
habrémoslo  de  traer  a  nuestro  propósito,  que  somos  las 
ovejas. 

70  Ya  sabéis  que  Dios  nuestro  Señor  nos  quiere  bien.  Muy 
antiguo  es  el  amor:  al  amigo  viejo  no  le  hemos  de  desechar. 
Ya  sabéis  cómo  cuanto  crió  nuestro  Señor  Dios,  todo  fué 
para  nosotros  y  para  nuestro  servicio  y  provecho.  Crió  el 
cielo  y  la  tierra,  el  sol  y  la  luna,  la  mar  y  todo  cuanto 

"5  en  ellos  se  mueve,  estrellas,  árboles,  peces,  animales.  Señor, 
Dios  mío,  ¿para  qué?  Todo  para  servicio  y  regalo  del  hom- 
bre: "Quiero  poner  casa  a  mi  hijo".  Estaba  todo  lo  dicho 
criado;  estaba  como  vacia  la  casa.  Crió  al  hombre  de  lo 
más  ínfimo  de  la  tierra,  y  como  buen  ollero,  desque  lo  tuvo 

80  formado  de  la  tierra,  soplóle  en  la  faz  soplo  de  vida  (el 
hebreo  dice  en  las  narices).  En  soplando  que  el  Señor  le 
sopló,  levantóse  el  hombre  vivo. 

Sicut  corpus  sine  spiritu  mortuum  est...  Así  como  el 
cuerpo  sin  anhélito  es  muerto,  así  está  muerta  el  ánima 

85  sin  el  Espíritu  Santo.  Este  Espíritu  Santo  es  ánima  de 
nuestra  ánima.  Sopló  Dios  nuestro  Señor  en  el  primer  hom- 
bre spiraculum  vitae,  resuello  de  vida,  y  luego  la  tuvo,  y 
aquello  fué  figura  de  la  vida  espiritual.  Dióle  nuestro  Señor 
Dios  a  Adán  cuerpo,  y  para  que  aquel  cuerpo  tuviese  vida 

90  y  viviese,  dióle  ánima  que  lo  vivificase;  y  para  que  aquella 
ánima  también  tuviese  vida,  dióle  Espíritu  Santo,  Spiritus 
■vitae,  dice  San  Pablo;  vida  de  mi  vida,  alma  de  mi  alma. 
Dióle  soplo  de  vida  corporal,  dióle  también  soplo  de  vida 
espiritual,  fuéle  dado  Espíritu  Santo. 

95  ¿Vistes  nunca  que,  viviendo  en  estas  dos  vidas  los  pri- 
meros hombres,  comieron  y  murieron,  comieron  y  costóles 
la  vida?  Cuán  bien  acertado  está:  todo  el  bien  de  una  cria- 
tura que  a  Dios  quiere  agradar,  está  en  perder  su  libertad, 
y  su  querer  propio,  y  voluntad.  Fué  Eva  sin  licencia  a  pa- 
100  searse  por  el  huerto;  sin  licencia  fué,  que,  si  no  fuera  así, 
no  cayera;  engañóla  el  demonio,  comió  como  el  demonio  le 
aconsejó,  y  murió  el  ánima,  porque  el  pecado  es  pestilencia 


65  lo.  io,  10. 
81   Gen.  2,  7. 


83  Cf.  Iac.  2,  26. 
92   Rom.  8,  2. 


458  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


del  ánima,  es  rejalgar  para  el  ánima.  Aut  potest  aliquis 
gustare,  quod  gustatum  affert  mortem?  ¿Quién  está  aquí 

105'  tan  fuera  de  juicio,  que  comiese  manjar  que  sabe  cierto  que 
comiéndole  le  había  de  matar?  Mandáronles  a  nuestros  pri- 
meros padres  que  no  comiesen  del  árbol  vedado,  y  certificó- 
los nuestro  Señor  que  luego  que  de  él  comiesen  morirían, 
y  comieron  y  murieron.  Para  manjar  del  cuerpo  les  había 

lio  criado  Dios  en  el  paraíso  terrenal  muchos  árboles;  y  para 
manjar  del  ánima,  mandóles  que  del  árbol  de  la  vida  [sic] 
no  comiesen;  de  manera  que  la  obediencia  les  dió  Dios  nues- 
tro Señor  para  su  ánima.  Comiendo  de  los  árboles  que  nuestro 
Señor  había  criado  en  el  paraíso,  comían  los  cuerpos  de 

116  nuestros  primeros  padres  y  vivían  vida  de  ánima,  mante- 
níanse; y  dejando  de  comer  del  árbol  vedado,  comían  el 
fruto  de  la  obediencia  y  vivían  vida  espiritual.  Desobedecie- 
ron al  mandamiento  que  Dios  nuestro  Señor  les  había  puesto, 
y  murieron  por  la  desobediencia  muerte  de  ánima;  porque 

120  quisieron  hacer  su  voluntad,  comen  y  mueren  sus  ánimas. 
Quedan  obligados  a  morir  corporalmente;  queráis  o  no,  cor- 
poralmente  vuestro  vivir  es  morir;  daos  por  muertos,  pues 
la  vida  no  es  otra  cosa  sino  una  prolija  muerte;  como  cuando 
uno  está  en  la  cárcel  sentenciado  [a]  ahorcar,  y  ya  no  hay 

125  apelación,  ni  tiene  remedio  ninguno,  a  este  tal  dadlo  por 
muerto,  pues  está  tan  cerca  de  la  muerte,  pues  no  tiene  re- 
medio alguno.  Murió  nuestro  padre  Adán  en  el  ánima,  murió 
en  el  cuerpo,  y  todos  cuantos  de  él  venimos  quedamos  obli- 
gados a  morir  como  él. 

130  Los  que   vinieron    ¿Qué  remedio?  ¿Quién  remediará  es- 
antes  de  Cristo,  la-    ta  muerte  del  ánima  y  del  cuerpo? 
drones  eran         Entra  el  Evangelio;  dice  nuestro  Se- 
ñor Jesucristo:  Omnes  quotquot  ve- 
nerunt,  fures  sunt:  Todos  los  que  vinieron  antes  de  mí,  la- 

135    drones  y  robadores  son. 

¿Qué  tal  quedó  el  género  humano?  ¿Qué  tales  quedamos 
nosotros?  Perdida  la  vida  del  ánima  y  obligados  a  morir 
corporalmente.  ¿Qué  tal  está  el  que  ha  perdido  la  gracia? 
Está  como  un  hombre  que  está  condenado  a  muerte,  que 

140  después  de  muerto  se  juntan  a  hacer  experiencias  de  ana- 
tomía en  él  y  lo  despedazan  y  acuchillan  miembro  por  miem- 
bro; hácenle  aquello  porque  ya  está  muerto.  ¡Qué  de  cruel- 
dades hace  el  demonio  y  todos  los  demonios  en  un  ánima  que 
está  sin  Dios,  que  está  muerta  por  el  pecado!  ¡Cuál  lo  paran, 

145  cuál  lo  llevan  al  que  ha  perdido  su  ánima,  al  que  condena- 
ron a  muerte  porque  ofendió  a  Dios  nuestro  Señor!  Plega 

120  voluntad]  y  add. 


104    Iob  6,  6. 


134    lo.  10,  8. 


32.     MARTES  DE  PENTECOSTES 


459 


a  Dios  que  no  lo  probemos;  pero  si  lo  probastes,  cuando 
venía  la  tentación,  luego  os  llevaba;  cuando  se  os  ponía  un 
deleite  delante,  luego  os  llevaba;  cuando  venía  la  carne 

150  hacía  lo  mismo  por  una  parte,  y  el  mundo  por  la  otra.  Todos 
dan  en  aquella  ánima  que  dejó  a  Dios,  que  volvió  las  espal- 
das a  Dios  por  el  pecado;  todos  la  hieren  y  la  acuchillan 
y  hacen  pedazos.  Ya  os  dan  una  puñalada,  por  no  querer 
vos  perdonar  una  injuria;  ya  os  dan  otra,  por  tener  un 

156  rancor  con  otro;  ya  os  dan  otra  en  persuadiros  que  robéis 
lo  ajeno.  Todos  son  ladrones  los  que  antes  de  mí  vinieron; 
todos  los  que  a  tu  ánima  venían,  ladrones  son:  jures  erant. 

Como  dicen  los  juristas,  ladrón  es  el  que  hurta  clara- 
mente en  el  día,  en  la  lumbre  del  sol.  Vínote  una  tentación 

160  de  la  carne,  y  aunque  sabías  que  consintiendo  en  aquella  su- 
ciedad perdías  a  Dios  claramente,  y  lo  entendías  así  y  lo 
creías,  que  por  aquello  perdías  a  Dios  y  su  amistad,  y,  no 
obstante  esto,  lo  cometías;  este  tal  pensamiento,  esta  tal 
tentación  es  ladrón  de  mediodía,  es  ladrón  que  acomete  en 

165  la  lumbre  del  sol,  pues  que  hace  consentir  en  el  pecado  sa- 
biendo que  haces  mal  en  ello,  sabiendo  que  por  aquello  per- 
días a  Dios  y  su  amistad  y  gracia.  Gran  ceguedad  y  gran 
miseria  es  la  tuya,  sabiendo  cuán  gran  pérdida  es  la  que 
pierdes  perdiendo  a  Dios,  y  lo  que  ganas,  que  es  infierno 

UTO  para  siempre;  por  una  miseria,  por  un  deleite  que  en  un 
momento  se  pasa,  pierdes  a  tu  Dios,  y  pesa  más  delante  tus 
ojos  una  fealdad  y  una  suciedad  que  Dios.  Claramente  esco- 
ges por  mejor  la  maldad,  y  olvidas  a  Dios,  fuente  y  abismo 
de  todos  los  bienes;  y  haciendo  esto  dejas  te  de  hacer  fuerza, 

175  aunque  no  del  todo,  porque  libremente  quieres.  Este  es  el 
ladrón  que  viene  de  día,  y  te  roba  tu  ánima,  y  la  deja  sin 
Dios  y  llena  de  todos  los  males. 

El  robador  que  viene  de  noche  es  el  más  peligroso  y  más 
de  temer.  Tienes  un  buen  pensamiento,  y  date  Dios  un  deseo 

180  de  le  seguir  en  algo,  y  dices:  "¿Para  qué  quiero  riquezas? 
¿Para  qué  quiero  fausto?  ¿Para  qué  quiero  honra  vana? 
Quiero  dejar  todo  esto,  quiero  pasarme  con  poco,  quiero 
ser  pobre;  no  quiero  tratos,  no  quiero  trampas,  no  quiero 
oficios,  no  quiero  nada  de  este  mundo".  Viénete  otro  luego 

1&5  y  dícete:  "¡Déjate  de  esto!  Eso  es  perfección,  esa  vida  es 
de  perfectos;  sé  que  bien  puedes  mercadear,  y  tratar,  y  ser 
rico,  y  salvarte.  ¿Quién  te  quita  que  no  sirvas  a  Dios,  y  des 
limosnas,  y  hagas  muchos  bienes  ?  Antes  los  bienes  dan  más 
y  más  aparejo  para  salvarse  el  que  los  tiene  que  no  si  fuese 

190  pobre;  porque  la  pobreza  acarrea  muchos  males,  hace  dis- 
traer al  hombre,  andando  cuidadoso  de  las  cosas  que  ha 
menester,  y  faltándole  las  más  veces.  Anda,  que  eso  no  lo 


149  carne]  y  add. 


460  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


quiere  Dios,  sino  que  anden  sus  siervos  alegres  y  riéndose. 
La  tristeza,  y  el  andar  la  cabeza  baja,  y  traer  los  vestidos 

195  rotos  y  de  mal  paño,  hace  que  seas  conocido  y  te  tengan 
por  santo,  y  de  esta  manera  caerás  en  algún  pecado  de  so- 
berbia. Más  vale  que  andes  como  todos  andan,  que  no  seas 
singular;  que  te  comuniques  con  todos,  que  te  vistas  razona- 
blemente; más  vale  que  andes  humilde  en  lo  de  dentro  que 

200  no  en  lo  de  fuera;  que  aquello  es  lo  que  mira  Dios,  que  lo 
de  fuera  poco  hace  al  caso,  antes  ayuda  a  encubrir  la  san- 
tidad del  corazón,  y  de  esta  manera  estarás  más  seguro". 
Todo  esto  trae  el  demonio,  no  para  que  pares  en  esto,  que  no 
es  de  sí  malo,  sino  para  de  aquí  llevarte  poco  a  poco  a  cosas 

205  peligrosas,  de  donde  pierdas  a  Dios,  y  así  hacerte  entender 
que  no  hay  peligro  adonde  le  hay.  Estos  son  los  robadores 
que  vienen  solapados  debajo  de  buenas  y  razonables  colores. 

Otros  hay  más  peligrosos  que  éstos,  y  que  más  daño 
hacen.  Dios  nos  guarde  de  espíritus,  imagen  de  bestias,  peo- 

210  res  que  brutos  animales:  Homo  cum  [in]  honore  esset  non 
intellexit,  comparatus  est  iumentus  insipientibus,  et  similis 
factus  est  illis.  Como  el  hombre  estuviese  en  honra — que  lo 
crió  Dios  en  ella — ,  no  entendió  lo  que  tenía;  pecó,  y  com- 
parado es  a  las  bestias,  hecho  es  semejante  a  ellas.  Mas  ¿qué 

215  dirá  Dios  nuestro  Señor  cuando  vea  que  un  gusanillo  de  un 
hombre  tenga  fantasía,  cuando  vea  que  un  hombrecillo,  que 
delante  de  sus  ojos  es  tan  bajo  y  desagradecido,  qué  dirá? 
Dijiste  que  eras  rico,  y  eres  pobre;  dijiste  que  eras  bueno, 
y  eres  malo.  Guárdeos  Dios,  por  quien  es,  de  tantico  viento 

220  de  corazón;  guárdeos  Dios,  hermano,  de  tantica  presump- 
ción,  de  tantica  vanagloria.  ¡El  cristiano!,  ¿fantasía  de 
qué?  Avergonzarnos  teníamos  y  afrentarnos  y  corrernos  de 
nosotros  mismos,  cuanto  más  tener  fantasía.  Como  bestias 
vivimos,  como  bestias  comemos,  como  bestias  dormimos  y 

225   como  bestias  morimos. 

Viene  Jesucristo  Hubo  Dios  compasión  de  nosotros ;  si- 
a  poner  remedio  quiera  porque  nos  crió,  no  quiso  dejar 
de  remediarnos.  ¿Y  cuánto  le  costó,  si 
os  place,  el  remedio?  Un  pecado  hizo  Eva,  pero  bien  caro 

230  costó.  Vino  Jesucristo,  segunda  persona  de  la  Santísima  Tri- 
nidad, y  vino  el  Espíritu  Santo  a  poner  remedio  en  esta 
llaga.  Mira  lo  que  crees,  que  el  Hijo  de  Dios  y  el  Espíritu 
Santo  vinieron  a  la  tierra  para  tu  remedio.  Y  pues  el  ánima 
del  hombre  es  semejante  a  Dios  en  la  naturaleza,  y  en  la 

235  bondad  y  conocimiento  que  tiene  de  Dios,  el  ser  del  ánima 
no  se  perdió;  aunque  el  hombre  muere,  el  ánima  no  se  muere, 
siempre  será;  y  como  el  Padre  sea  fundamento  de  las  Per- 
sonas divinas,  atribúyese  a  El  el  ser;  y  como  aquel  ser  no 


212   Cf.  Ps.  48,  13. 


32.     MARTF.S   DK  PENTECOSTES 


461 


se  perdió,  no  vino  el  Padre.  Perdióse  el  conocimiento  del 

240  hombre,  y  vino  el  Hijo;  perdióse  la  bondad  del  hombre,  y 
vino  el  Espíritu  Santo. 

Vino  el  Hijo  porque  nuestros  pecados  fuesen  perdonados; 
vino  el  Hijo,  porque  se  le  hizo  grande  enojo  comiendo  la 
manzana,  porque  comieron  por  haber  la  sabiduría  del  Hijo; 

245  porque  por  el  pecado— como  dice  San  Pablo — nacimos  hijos 
de  ira  y  de  enojo.  No  nos  miraba  Dios  como  a  hijos,  sino 
como  a  malos  esclavos;  éramos  detestables  delante  de  los 
ojos  del  Padre;  vino  Jesucristo  al  mundo  para  que,  viniendo 
El  por  amor  de  los  hombres,  el  Padre  los  amase  y  quisiese 

250  bien,  y  los  mirase  con  buenos  ojos,  y  morase  entre  ellos. 
Esta  fué  la  empresa  de  Jesucristo,  que,  como  el  Padre  se 
fué  del  hombre  por  el  pecado,  por  su  Hijo  volviese  la  cara 
a  él.  Si  vieres  llorar  al  Niño  en  el  portal  y  en  el  pesebre,  por 
esto  llora.  Si  lo  vieres  circuncidar,  por  esto  le  circuncidan. 

255  Si  lo  vieres  tener  hambre,  por  esto  la  tiene.  Si  lo  vieres  tener 
sed,  por  eso  es.  Si  lo  vieres  amarrado  a  un  poste  y  azotado, 
por  esto  es.  Si  lo  vieres  abofeteado  y  coronado  de  espinas,  por 
esto  es.  Si  lo  vieres  enclavado  y  muerto  en  la  cruz,  por 
esto  es. 

260  ¡Oh  Redemptor  mío!,  ¿qué  te  movió  a  padecer  tanto  por 
amor  de  los  hombres?  ¿Por  qué  mercaduría  andáis  vos, 
Señor,  tan  codicioso,  que  ni  el  sol  que  os  hace  sudar  os  es- 
torba de  día,  ni  el  hielo  de  la  noche  te  impide?  Mercader 
celestial,  ¿qué  es  esto  que  andas  a  buscar  tan  cansado?  An- 

265  daba  muerto  de  amores  por  nosotros.  Dícese  que  Jacob  sirvió 
catorce  años  a  su  suegro  Labán  porque  le  diese  por  mujer 
a  Raquel,  y  durmió  en  el  campo  al  frío  y  al  calor,  y  parecíale 
todo  poco.  Callen,  callen  todos  los  amores  en  comparación  de 
los  de  Jesucristo:  todos  son  fríos  comparados  con  éstos.  ¡Oh 

270  Redemptor  mío!  ¿Servistes  vos  por  Raquel?  Sirvió  Jesu- 
cristo, trabajó  Jesucristo  en  este  mundo  por  otra  Raquel,  no 
catorce  años,  sino  treinta  y  tres,  que  en  todos  ellos  no  des- 
cansó un  día.  ¡Oh,  bendito  sea  tal  enamorado!  Andaba  Je- 
sucristo de  noche  y  de  día  al  frío  y  al  aire,  al  calor  y  al 

275  estío.  ¡Qué  de  trabajos,  qué  de  cansancios  pasó  nuestro  Re- 
demptor por  esta  su  Esposa!  ¡Cuántas  noches  se  te  pasaron, 
oh  Redemptor  mío,  de  claro  en  claro,  que  no  dormiste,  derra- 
mando muchas  lágrimas  por  nosotros  a  solas  en  oración  y 
rogando  a  tu  Eterno  Padre  que  perdonase  a  los  hombres! 

280  Dice  el  apóstol  San  Pablo:  In  diebus  carnis  suae  preces  supli- 
cationesque  ad  eum,  qui  possit  illum  salvum  faceré  a  morte... 
En  los  días  de  su  carne,  todo  el  tiempo  que  vivió  en  este 
mundo,  rogaba  a  su  Padre  que  nos  salvase,  pues  El  era  él 
que  lo  podía  hacer.  ¡Oh!  Quién  le  tomara  solo,  así  como  es- 


246   Cf.  Eph.  2,  3. 
267   Cf.  Gen.  29,  18-30. 


281    Hebr.  5,  -. 


462 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


285  taba  llorando,  y  le  dijera:  "Redemptor  mío,  ¿por  qué  lloráis? 
¿Qué  habéis?  ¿Quién  es  causa  de  esas  lágrimas?  ¡Oh,  quién 
fuera  tan  digno  de  limpiarlas!"  Llora  Jesucristo  porque  tú 
te  rías;  llora  porque  tú  descanses;  llora  por  tu  consuelo; 
llora  en  la  tierra  porque  tú  vayas  al  cielo;  llora  por  el  perdón 

290  de  tus  pecados  y  porque  te  llegues  a  El  y  no  le  ofendas. 

¿Qué  es  esto,  Señor,  que  con  tanta  ansia  buscáis?  El  lo 
dice:  "Padre,  no  busco  otra  cosa  ni  quiero  otra  cosa  sino  que 
con  el  amor  que  me  amáis  a  mí  améis  también  a  éstos". 
Como  si  dijera:  "Ya  yo  sé,  Padre  mío,  que  la  causa  por  que 

295  los  habéis  de  amar  soy  yo;  quiero  estar  en  ellos,  porque 
amándome  a  mí  améis  a  ellos".  Toda  su  vida  se  la  pasó  nues- 
tro Redemptor  buscando  nuestro  consuelo,  con  fatigas  y  can- 
sancios, así  de  dentro  como  de  fuera  de  su  sacratísimo  cuer- 
po, y  los  trabajos  y  dolores  le  parecían  pocos  en  comparación 

300  del  deseo  que  tenía  de  nuestra  redempción,  y  quería  que  se 
efectuase,  costase  lo  que  costase;  y  El  mismo  lo  dijo:  ¿A  qué 
pensáis  que  vine  al  mundo  sino  a  meter  fuego?  ¿Qué  quiero 
sino  que  arda?  Con  un  baptismo  tengo  de  ser  baptizado:  ya 
estoy  angustiado  hasta  que  venga  aquél  día.  El  era  el  fuego, 

305  y  había  de  ser  encendido;  y  sabía  que  el  baptismo  era  cuando 
había  de  derramar  su  sangre  en  la  cruz  y  deseábalo  nuestro 
Redemptor.  ¡Oh,  bendígante  los  ángeles,  Señor,  por  ello! 
No  como  nosotros,  que  a  un  trabajuelo  que  nos  venga  lo  sen- 
timos como  si  nos  llegase  a  los  ojos,  y  huímos  de  el.  Y  sabía 

3,10  El  lo  que  le  había  de  costar  a  El  que  su  Padre  quisiese  bien 
a  los  hombres,  y,  con  todo  eso,  lo  deseaba;  sabía  El  que 
había  de  ser  asado  con  fuego  de  tormentos  en  la  cruz,  y 
decía:  Ya  estoy  deseando  que  arda.  Había  de  ser  nuestro 
Redemptor  asado  en  la  cruz  en  figura  de  cordero  de  la  vieja 

3*15  Ley.  "Todo  me  parece  poco;  ya  deseo  el  día  en  que  tengo 
de  remediar  al  hombre".  Qui  proposito  sibi  gaudio,  sustinuit 
crucem  confussione  contempta,  dice  San  Pablo:  Puesto  de- 
lante de  sí  el  gozo,  sufrió  el  tormento  de  la  cruz  de  buena 
gana,  menospreciando  la  deshonra. 

320  — Señor,  ¿de  qué  os  gozáis?  Redemptor  mío,  ¿qué  es  la 
causa  de  vuestro  gozo?  — Por  ver  al  género  humano  libre 
de  pecado,  por  esto  se  gozaba  el  Redemptor;  aunque  bien 
veía  cuán  caro  había  de  costar  la  medicina  que  había  de 
sanar  nuestra  llaga;  bien  sabía  El — ¡los  ángeles  le  bendi- 

325  gan! — -que  le  habían  de  cauterizar  a  El  para  que  nosotros 
tuviésemos  salud.  ¿Sabéis  cómo?  ¿No  habéis  visto  unos  pa- 
dres que  andan  por  los  caminos,  por  soles  y  aires,  y  se  secan 
y  sudan,  y  con  pensamiento  y  voluntad  que  tienen  que  sus 
hijos  sean  ricos,  no  sienten  el  trabajo,  y  ansí  tienen  por 

321   Por  ver]  Proveer 

304    Cf.  Le.   12,  49-50.  319    Hebr-    I2>  2- 


32.     MARTES   DH  PI-NTECOSTKS 


163 


330  bien  de  sufrir  el  trabajo  y  cansancio?  ¿Y  la  madre  que  no 
descansa  noche  ni  día,  y  trabaja,  y  no  siente  nada  de  todo 
aquello,  por  ver  en  descanso  su  hija?  Ansí  nuestro  Redemp- 
tor  Jesucristo — ¡bendito  sea  El! — no  sintió  tanto  sus  tra- 
bajos; y  si  los  sintió,  en  pensar  que  por  ellos  habíamos  de 

335  ser  librados,  quitaba  los  ojos  de  sus  tormentos  y  poníalos 
en  pensar  el  remedio  general  que  de  ellos  salía,  y  decía:  "No 
es  nada  esto". 

¡Oh,  bendito  seas,  Señor  mío,  que  porque  aquella  ánima 
sea  casta,  dijiste :  "Denme  a  mí  cinco  mil  azotes" !  Teníanos 

34fl  a  todos  metidos  en  sus  entrañas  de  caridad  y  amor.  "Porque 
aquel  alma  sea  caritativa,  no  tengan  comigo  caridad;  por- 
que aquel  alma  se  salve  y  todos  alcancen  perdón,  súbanme 
en  una  cruz,  coronado  de  espinas,  crucifíquenme,  y  no  quede 
de  mí  gota  de  sangre  en  todo  mi  cuerpo  que  no  se  derrame: 

345  denme  hiél,  y  vinagre  a  beber  y  muera  yo  en  la  cruz".  — ¿Por 
qué?  ■ — '"Por  remedio  de  los  nombres". 

Aprenda,  aprenda  el  cristiano,  redemido  por  estos  tra- 
bajos, a  no  desmayar  por  un  trabajuelo  que  le  viene;  en 
asomando,  luego  te  quejas,  luego  dices  que  no  hay  quien  lo 

350  pueda  sufrir.  Pues  que  tanto  sufrió  Jesucristo,  aprende  de 
El;  y  pues  El  puso  los  ojos  en  tu  remedio  y  los  quitó  de  los 
tormentos  tan  grandes  que  pasó,  por  El  quita  los  tuyos  de 
los  trabajuelos,  si  algunos  te  vinieren,  y  ponlos  en  Jesu- 
cristo; y  mirando  por  quién  los  pasas,  rogarás  que  nunca 

355    se  acaben;  saberte  han  más  dulces  que  la  miel. 

Fué  tanto  lo  que  alcanzó  Jesucristo  en  sus  trabajos,  fué 
tanta  la  gracia  que  acerca  de  su  Padre  halló,  que  ya  no  hay 
hombre  que  baste  a  desagradar  a  Dios,  queriendo  él  gozar 
de  la  medicina.  ¡Qué  grande  hazaña  fué  alcanzar  perdón 

360  para  todos!  ¡Qué  abrazo  tan  suave  y  amoroso!  ¡Qué  beso 
de  paz  tan  dulce!  Si  quieres  arrepentirte,  no  perderás  el 
remedio,  Jesucristo  puso  toda  la  costa  de  aqueste  negocio. 
Quiere  El  mismo  que  tú  quieras  allegarte  a  El,  que  ya  es 
ganado  lo  que  andaba  perdido;  ya  Jesucristo  dió  fin  a  nues- 

365  tra  enfermedad,  ya  acabó  El  su  obra.  El  mismo  lo  dijo: 
Padre,  perdona  a  éstos,  miraldos  con  ojos  alegres;  ya,  Pa- 
dre, acabé  la  obra  que  me  encomendastes :  Opus  consummavi 
quod  dedisti  mihi,  ut  faciam.  La  obra  que  me  encomendastes 
que  hiciese  ya  es  acabada;  ya,  Padre,  es  acabado  el  reparo 

370  para  los  hombres.  Hermanos,  con  este  remedio  quedó  re- 
mediado el  entendimiento,  quedó  remediada  la  voluntad, 
quedó  remediada  la  carne,  quedaron  remediados  nuestros 
pecados  todos. 


366  Cf.  Le.  23,  34. 
369  lo.  17,  4- 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Se  da  hoy  ley  — Padre,  ¿  qué  remedio  es  ése,  el  que  en 

s/75  de  evangelio  este  día  de  hoy  ha  venido?  — Este  es  el  día 
en  que  se  acabó  lo  que  el  otro  día  en  que 
se  dio  la  Ley  se  comenzó;  éste  es  el  día  en  que  se  dió  Ley 
mejor;  que  la  otra  Ley  se  dió  en  tablas,  pero  esta  otra  se 
dió  en  los  corazones.  Dabo  legem  meam  in  visceribus  eorum. 

•tóO  "Darles  he — dice  Dios  por  Jeremías — una  Ley  en  sus  entra- 
ñas, no  escrita  en  papel  ni  piedra,  sino  en  los  corazones, 
dándoles  castidad,  y  humildad,  y  fortaleza,  y  todas  las  de- 
más virtudes".  La  otra  se  dió  en  monte;  allá  se  dió  en  el 
monte  Sinaí;  acá  en  el  monte  de  Sión.  [Allá]  decendió  al 

385  monte  alto,  y  acá  también  al  monte  alto;  pero  con  mucha 
más  diferencia.  Sión  quiere  decir  atalaya,  porque  dicen  al- 
gunos que  estaba  allí  una  torre  que  edificó  David,  la  cual 
sobrepujaba  a  Jerusalén.  Atalaya,  dando  a  entender  que  los 
que  han  de  recebir  el  Espíritu  Santo  han  de  estar  en  vela 

390  con  mucho  cuidado,  no  embarazados  en  otra  cosa,  sino  espe- 
rando cuándo  vendrá  el  Espíritu  Santo;  no  detenidos  en 
bajezas  de  acá,  no  ocupados  en  las  cosas  de  este  mundo,  no 
en  vicios,  no  en  pecados,  no  en  vilezas,  sino  muy  atentos; 
el  corazón  no  entrapado  en  cosas  rateras,  sino  alto  y  levan- 

395  tado  en  fe  de  Jesucristo,  que  en  El  se  da  este  Espíritu 
Santo;  por  sus  méritos  viene;  tened  fe  en  este  mismo  Jesu- 
cristo. 

'En  el  otro  monte  se  dió  la  Ley,  y  en  la  otra  Ley  se 
mandaba  hacer  esto,  y  no  esto;  en  esta  Ley  nueva,  se  da 

400  cumplimiento  para  lo  que  en  la  otra  se  manda.  No  sé  si 
me  entendéis,  creo  que  no.  Cuando  Dios  dió  la  Ley  en  el 
monte,  antes  que  se  diese  aparecieron  tantos  de  relámpa- 
gos y  truenos  y  de  bocinas,  que  ponían  grandísimo  espanto 
y  temor.  Todo  el  monte  temblaba,  y  hacía  temblar  a  todos 

405  ios  que  lo  miraban.  Estaban  todos  muy  atemorizados,  tanto 
que  dijeron  a  Moisén:  Habla  tú  con  nosotros:  no  nos  hable 
Dios.  Dióles  Dios  mandamientos  que  traían  temor;  porque 
cuando  el  hombre  va  a  su  corazón  y  halla  que  no  ha  guar- 
dado la  Ley,  halla  mil  faltas  dentro  de  sí  y  mil  males.  No 

*10  puedes  guardar  la  Ley  que  se  te  dió,  siendo  la  Ley  celes- 
tial, tú  carnal.  No  hacía  aquella  Ley  sino  poner  espanto, 
como  el  fuego  cuando  apareció  Dios  en  él  monte  con  aque- 
llos truenos  y  relámpagos.  Y  aquello  que  pasó  en  el  día  que 
la  Ley  se  dió  en  el  monte  de  Sinaí  fué  en  figura  de  la  Ley 

415  qUe  se  dió  en  el  monte  de  Sión.  La  Ley  pone  espanto: 
"¿Cómo  la  guardaré?"  Pero  la  Ley  nueva  de  hoy  da  esfuer- 


381   Ier.  31,  33. 
407    Cf.  Ex.  20,  19. 


32.     MARTES   DE  PENTECOSTÉS 


465 


zo  para  ello;  que  si  el  hombre  no  podía  ser  casto,  estotra 
Ley  le  da  poder  como  lo  sea;  si  no  podía  ser  humilde,  esto- 
tra Ley  le  pone  fuerza  para  serlo;  si  no  podía  no  desear  la 

420  mujer  ajena,  ésta  le  da  gracia  para  no  desearla;  finalmen- 
te, le  da  poder,  le  da  gracia,  le  da  esfuerzo  para  cumplir 
la  Ley.  Estaban  con  la  vieja  Ley  los  hombres  tan  flacos, 
tan  temblando;  veían  la  Ley  tan  rigurosa,  que  ponía  luego 
en  el  infierno  a  quien  no  la  guardaba.  Y  considerando  esto 

*25  el  apóstol  San  Pablo,  viendo  cuán  sujeto  estaba  el  hombre 
a  aquella  Ley  de  la  carne,  decía:  Infelix  ego  homo!  Quis 
liberabit  me  a  corpore  mortis  huius?  Llamábase:  Desdichado, 
¿quién  me  librará  de  la  muerte  de  aqueste  cuerpo?,  vién- 
dose tan  pesado  y  tan  flaco  para  guardar  la  Ley.  Pero 

430  cuando  esta  Ley  vino,  fortaleciólos  a  todos,  animólos  para 
que  pudiesen  cumplir  la  Ley. 

Esta  Ley  que  hoy  se  dió,  es  ley  de  evangelio.  ¿De  cuál? 
¿De  los  evangelios  que  se  escribieron?  No,  que  ese  evan- 
gelio no  propiamente,  sino  segundariamente  se  llama  evan- 

435  gelio.  Ley  evangélica  y  santa  se  dice  lo  que  se  escribió  en 
los  corazones,  que,  aunque  no  hubiera  letras  ni  escritura, 
se  puede  bien  entender  y  se  puede  cumplir;  en  dándosela 
les  pegó  amor  de  cumplirla.  No  fué  menester  mandarles  "sed 
castos",  sino  púsoles  gana  de  serlo.  No  fué  menester  que 

240  dijese  que  no  fuesen  lujuriosos,  sino,  dándoles  la  Ley,  que- 
dó mortificada  la  carne,  como  el  ángel  que  hirió  el  muslo  a 
Jacob.  No  les  mandó  la  Ley  que  tuviesen  paciencia,  pero 
dióles  gracia,  y  amor,  y  voluntad,  y  poder  de  poder  tener 
en  sí  todas  las  adversidades;  esto  no  de  palabra,  no  de  en- 

445  tendimiento.  Vos  estis  Epístola  mea.  No  es  menester  carta 
para  escrebir  la  Ley.  "Vosotros — dice  el  apóstol  San  Pa- 
blo— sois  mi  Epístola,  vuestros  corazones  son  carta;  y  no 
penséis  que  tiene  de  ser  escrita  con  tinta,  sino  con  el  dedo, 
que  es  el  Espíritu  Santo,  que  es  el  que  escribió  la  Ley  en 

450  vuestros  corazones,  predicándola  yo;  el  Espíritu  Santo  la 
escrebía — dice  San  Pablo — ;  yo  soy  el  ministro  de  lo  que 
El  escribe".  Esta  es  la  Ley  que  da  caridad  y  humanidad,  y 
da  todas  las  virtudes;  y  porque  lo  entiendan  las  vejecitas, 
esta  Ley  es  la  que  hace  santos,  la  que  hace  justos  y  la  que 

465   da  gracia. 

Celebramos  hoy  cuando  dió  Dios  la  gracia  al  mundo.  Si 
allá  se  dió  la  Ley  en  monte,  acá  la  gracia  en  monte;  allá 
bocinas;  acá  bocinas;  pero  allá  se  espantaron,  acá  no  tan- 
to. Como  a  la  media  noche,  cuando  todo  estaba  quieto,  pa- 

460   cífico  y  sosegado,  suena  una  música  muy  suave  que  suena 


427  Cf.  Rom.  7,  24. 
442  Cf.  Gen.  32,  25- 
445   Cf.  2  Cor.  3,  2. 


466  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


con  muy  dulce  armonía,  que,  recordándote,  tomas  un  pa- 
vo rcito  y  mucho  consuelo;  luego  previno  un  viento,  como 
quien  dice,  estad  atentos. 

Pentecostés  com-  — '¿Qué  día  es  éste?  — Día  de  conso- 

465    pleta  la  obra  re-    lación.  —¿Qué  día  es  hoy?  — Hoy  es 
dentora  de  Cristo    e*  día  cuando  el  Consolador  vino  del 
cielo  a  la  tierra.  — ¿Qué  día  es  hoy, 
padre?  — Este  día  es  tan  grande,  de  tanta  dignidad,  que 
quien  en  él  no  tiene  parte,  no  la  tiene  en  ningún  otro  día  de 

470  Jesucristo;  ya  que  la  muerte  de  Jesucristo  ganó  perdón  de 
pecados,  pero  sin  la  gracia  que  hoy  se  da,  no  te  aprovecha 
nada.  Ven  acá,  ¿qué  te  aprovecharía  que  gastases  toda  tu 
hacienda  por  tener  una  medicina  que  mucho  vale,  si  des- 
pués de  habida  no  la  quieres  tomar?  ¿Qué  aprovecha  la 

475  medicina  no  tomada  para  tu  enfermedad?  Quedarte  has 
enfermo  y  hacerte  han  que  pagues  la  medicina.  Lo  que  Je- 
sucristo obró,  la  muerte  que  Jesucristo  pasó,  la  costa  que 
hizo,  la  medicina  que  obró  para  tu  enfermedad,  si  quieres 
tomarla  sanarás,  quedarás  libre  del  todo;  si  no  la  quieres 

480  tomar,  haránte  que  pagues  en  el  infierno  lo  que  Jesucristo 
pasó.  Si  la  recibes,  Jesucristo  quedará  muy  contento,  y  pa- 
gado de  todo  cuanto  pasó  en  este  mundo;  pero  si  no  quieres 
tener  parte  con  este  día,  si  no  quieres  recebir  el  Espíritu 
Santo,  si  quis  non  habet  Spiritum  Christi,  hic  non  est  eius: 

485  Si  alguno  no  tuviere  el  Espíritu  de  Cristo,  este  tal  no  es  de 
Jesucristo,  no  se  puede  salvar. 

Hoy  es  el  día  séptimo  de  las  obras  de  Jesucristo :  hoy  es 
el  día  que  sopló  en  la  cara  del  hombre  para  dar  la  vida. 
Después  de  su  vida,  de  su  santa  encarnación,  después  de  su 

490  muerte,  de  su  resurrección,  el  día  de  la  santa  ascensión  se 
acabó  todo  lo  necesario  para  la  vida  del  hombre.  Este  es 
el  día  en  que  sopló  al  montón  de  tierra.  Y  si  cuando  en  la 
creación  sopló  en  la  tierra  un  ánima  para  el  cuerpo  que  no 
tenía  vida,  hoy  sopla  y  da  el  ánima  que  es  la  gracia;  por- 

495  que  el  ánima  del  hombre  sin  gracia,  es  estar  muerta.  Y  si 
cuando  viene  la  gracia  da  vida  al  ánima,  hoy  sopló  Dios  el 
montón  de  tierra. 

— ¿Cuál  era,  padre?  —Los  apóstoles  de  Cristo.  ¡Y  qué 
tierra  eran!  Tal  día  como  hoy,  como  Jesucristo  se  había 
500  ido  al  cielo,  antes  que  se  fuese,  díjoles  que  les  había  de 
enviar  un  Consolador;  ellos  esperaban  un  día,  y  otro,  y 
otro,  hasta  hoy;  como  vieron  que  no  venía,  estaban  des- 
mayados; estaban  tibios  y  desconsolados.  Como  los  dos 
que  se  fueron,  estando  esperando  la  resurrección,  decían: 


486  Cf.  Rom.  8,  9. 
488  Cf.  Gen.  2,  7. 


32.     MARTES   DE  PENTECOSTÉS 


467 


505  "¡Fuése  nuestro  Maestro!  Decía  que  nos  había  de  enviar 
un  Consolador,  y  tantos  días  ha  que  le  esperamos,  y  no 
viene.  Vémonos  sin  Maestro  y  sin  tener  quien  nos  consuele. 
¿Qué  hemos  de  hacer?  Estamos  como  ovejas  sin  pastor, 
amedrentados  y  apretados." 

510  Pero  en  una  cosa  fueron  cuerdos,  en  lo  que  querría  que 
lo  fuesen  todos  los  del  mundo,  en  no  irse  sin  despedirse  de 
la  sacratísima  Virgen  María.  Por  grande  misterio  tengo 
quedar  la  Madre  de  Dios  entre  los  apóstoles,  así  después  de 
la  pasión  como  después  de  la  ascensión.  Si  viene  la  tenta- 

515  ción  de  la  carne,  si  viene  el  mal  hombre  y  te  quisiere  enga- 
ñar, y  quiere  que  ensucies  tu  cuerpo  y  tu  ánima,  abogada 
tienes  en  la  Virgen  María;  di  con  confianza:  "La  Madre  de 
Dios  es  Madre  de  la  limpieza;  ella  es  limpísima;  ella  es 
poderosa  para  interceder  por  mí;  no  tengo  de  desechar  a 

520  Jesucristo  sin  hablar  primero  a  su  Madre".  Ten,  hermana, 
por  averiguado  que  si  vas  a  la  Madre  de  Dios,  que  si  te 
encomiendas  a  ella,  vernás  con  consuelo  y  alivio  de  toda 
cuanta  pena  tuvieres. 

Estaban,  pues,  los  apóstoles  del  Señor  y  los  discípulos 

525  y  otros  buenos  hombres,  que  serían  hasta  ciento  y  veinte; 
estaban  en  el  cenáculo  a  una  parte,  y  a  la  otra  estaba  la 
Virgen  nuestra  Señora  y  las  Marías  y  otras  santas  muje- 
res. Estando  desconsolados,  dijeron:  "Hablemos  a  la  Vir- 
gen, pues  nos  la  dejó  por  consoladora".  Fuéronse  a  ella  tris- 

530  tes  mucho,  cabizbajos  y  en  gran  manera  desconsolados. 
Dijéronle  a  la  Virgen  cómo  estaban  tan  sin  consuelo  y  cómo 
se  tardaba  el  Maestro  [en  consolarlos],  y  que  ellos  estaban 
entre  sus  enemigos  y  que  no  tenían  ningún  arrimo:  "Rogad 
Virgen,  a  vuestro  Hijo,  que  nos  envíe  el  Consolador  pro- 
ís^ metido". 

Sería  esto  a  las  nueve  del  día;  a  aquella  hora  salía  la 
Virgen  de  orar.  Tenía  siempre  por  costumbre  de  salir  tarde, 
ya  que  estaba  un  poco  alto  el  sol,  porque  esta  hora  es  muy 
aparejada  para  la  oración;  desde  en  amaneciendo  hasta  aque- 

540  Ha  hora  es  muy  aparejado  tiempo  para  orar,  antes  que  el 
hombre  se  ocupe  y  entretenga  en  vanidades  ni  en  otros  cui- 
dados del  mundo,  sino  lo  primero  del  día,  gastallo  en  el 
servicio  de  Dios.  Estaba,  pues,  nuestra  Señora  orando,  y 
salió  con  aquel  rostro  de  paz,  con  aquel  rostro  de  alegría, 

545  que  solamente  mirallo  consolaba  a  los  tristes  y  desconsola- 
dos, medicinaba  a  los  enfermos,  daba  grandísimo  alivio  a 
los  desconfiados.  Salió  la  sacratísima  Virgen  a  ellos  como 
solía,  y  esforzólos  y  di  joles:  "¿Por  qué  tenéis  poca  fe  en 
vuestro  Maestro  y  mi  Hijo?  El  os  consolará  como  lo  ha 

550  prometido.  ¿No  sabéis,  amados  hijos  y  discípulos  de  mi  sa- 
cratísimo Hijo,  que  la  Ley  que  se  dió  en  el  monte  de  Siná 
se  dió  desde  a  cincuenta  días  que  subieron  de  Egipto?  Cin- 


468  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cuenta  días  ha  que  padeció  Jesucristo  mi  Hijo  y  os  sacó  del 
captiverio  del  pecado;  hoy  vendrá  el  Espíritu  Santo.  ¿No 

555  sabéis  también  que  de  cincuenta  años  era  el  jubileo  en  que 
los  captivos  eran  libres,  y  las  cosas  vendidas  volvían  a  sus 
dueños,  y  era  año  de  alegría  y  gran  regocijo,  año  de  perdón, 
donde  se  soltaban  las  deudas?  Así  a  cincuenta  días  después 
de  la  pasión  vendrá  el  jubileo,  vendrá  el  Espíritu  Santo 

560  Consolador,  que  os  remediará  del  captiverio  en  que  estáis. 
Dios  os  perdonará  las  deudas,  no  sólo  a  vosotros,  pero  a 
todos;  porque  determinado  está  que  a  la  misma  hora  que 
dió  Dios  vida  al  cuerpo,  que  le  dió  Dios  ánima,  a  esa  misma 
hora  dará  ánima  a  nuestra  ánima.  A  las  nueve  vendrá,  no 

565    os  desmayéis,  tened  confianza,  que  vendrá.  Sentaos". 

Hízolos  sentar  a  todos.  Estaban  sentados  en  los  poyos, 
o  hincados  de  rodillas,  en  oración;  confortóles,  púsoles  con- 
fianza; y  luego  la  Santísima  Virgen,  habiendo  compasión 
de  aquel  ganadillo  que  le  había  quedado,  hincóse  de  rodillas, 

570  alzó  sus  manos  al  cielo  y,  con  lágrimas  que  salían  de  sus 
benditísimos  ojos,  comenzó  a  rogar  a  su  amado  Hijo:  "¡Oh 
Señor  mío  y  dulce  Hijo  mío,  ruégoos  por  el  amor  que  me  te- 
néis, por  los  merecimientos  vuestros,,  por  los  méritos  de'  vues- 
tra benditísima  pasión,  tened  por  bien  de  consolar  a  estos 

575    vuestros  apóstoles.  Enviadles,  Señor,  el  Consolador  que  los 
consuele;  cumplid,  Señor,  la  palabra  que  en  vuestro  nombre 
les  he  dado,  que  vendría  el  Espíritu  Santo  Consolador;  a 
estos  flaquillos  envialdes,  Hijo  mío,  vuestro  Espíritu  Santo!" 
Cosa  es  de  contemplar  ver  a  la  Madre  rogar  al  Hijo;  ver 

580  al  Hijo  rogar,  en  cuanto  hombre,  al  Padre;  El  mismo  lo  dijo 
por  su  boca  bendita :  Yo  le  rogaré,  y  El  os  enviará  otro  Con- 
solador. Miró  Dios  a  Abel  y  después  miró  a  sus  dones. 
Representaría  Jesucristo,  en  cuanto  hombre,  delante  del 
Padre,   mostraría   el   testimonio   de   nuestra  redempción, 

585  mostraría  las  señales  de  los  clavos  y  el  costado  partido 
de  la  lanzada,  y  diría:  "Padre  mío,  habed  compasión  de 
aquellas  ovejuelas  que  en  el  mundo  están  sin  pastor;  están 
flaquillas,  están  tristes;  envialdes,  Padre  mío,  vuestro  Es- 
píritu, por  los  dolores  que  por  ellos  pasé.  Ellos  están  espe- 

590  rando  el  Consolador  que  yo  les  dije  que  les  había  de  enviar; 
enviádselo,  Padre  mío,  por  mi  amor.  Non  confundentur  qui 
sperant  in  te,  Domine:  No  sean  confundidos  los  que  esperan 
en  ti;  no  les  haya  salido  en  vano  su  esperanza.  Mira,  Padre, 
a  tal  Hijo,  y  no  le  niegues  lo  que  te  pidiere;  ámalos,  Padre 

595  mío.  Por  mis  merecimientos  merecen  ellos  ser  consolados; 
consuélalos,  Padre,  envíales  el  Espíritu  Santo".  ¿Y  quién 
cree  que  también  no  rogaría  especialmente  al  Padre  que  en- 


582   Gen.  4,  4  ;  of.  lo.  14,  16. 


32.     MARTES   DE  PENTECOSTÉS 


460 


viase  al  Espíritu  Santo?:  "También,  Señor,  lo  haced  por 
amor  de  mi  Madre,  que  está  esperando". 

ooo  Miró  Dios  a  Abel  y  después  miró  sus  dones.  Moviéronse 
las  entrañas  del  Padre  a  los  ruegos  del  Hijo;  y  mirando  a  El, 
puso  los  ojos  en  la  Santísima  Virgen  y  en  aquellas  ovejue- 
las.  Puso  los  ojos  en  la  pobre  casilla,  por  los  merecimientos 
de  Jesucristo,  que  fueron  tantos,  que  bastaron  a  amansar 

605  la  justicia  de  Dios,  que  estaba  airada  contra  nosotros.  Y  mi- 
rad con  qué  amor  y  cuán  de  buena  gana  vino  el  Espíritu 
Santo  a  aquellos  hombres,  como  si  viniera  al  mesmo  Jesu- 
cristo. Porque  después  que  Cristo  murió  por  nosotros,  ya 
nos  mira  Dios  con  otros  ojos,  míranos  con  el  amor  que  a 

610   su  Hijo  bendito. 

Vino  el  Espíritu  Santo;  rómpense  esos  cielos;  rómpese 
el  velo  del  Testamento  Viejo,  y  vimos  y  mostróse  claro  el 
Sancta  Sanctorum.  Ya  está  abierto  todo;  quien  quisiere  en- 
trar, abiertas  tiene  las  puertas.  Antes  que  Cristo  muriera, 

615  cuál  y  cuál  se  salvaba;  después,  mucho  mayor  número.  Vino 
primero  un  sonido  que  hizo  temblar  el  cenáculo,  para  dar  a 
entender  que  era  fuerte.  Y  luego  vinieron  lenguas  de  fuego, 
que  parecían  visibles  sobre  las  cabezas  de  los  que  allí  esta- 
ban, para  dar  a  entender  que  el  Espíritu  Santo  es  fuego,  es 

eao  ardor  de  corazón.  Cuando  vos  sentís  un  encendimiento  dentro 
de  vos,  que  os  arde  el  corazón  en  amor  de  Dios,  el  Espíritu 
Santo  es;  es  el  fuego  muy  leal  mensajero,  que  está  allí  el 
Espíritu  Santo.  Entra,  pues,  el  Espíritu  Santo  en  los  após- 
toles, abrázalos,  consuélalos,  esfuérzalos,  dales  un  beso  de 

625  paz. 

El  Espíritu  Santo  Dios    — Padre,  decidnos,  ¿  qué  cosa  es 
es  y  nos  endiosa         el  Espíritu  Santo?  —No  hay  len- 
gua que  pueda  decirlo,  ni  oído 
que  pueda  oírlo,  ni  corazón  que  lo  pueda  sentir,  qué  cosa  es 

630  aquel  beso,  aquel  abrazo.  Dice  Elias  que  Dios  le  dijo:  Egre- 
dere,  et  sta  in  monte  coram  Domino.  Et  ecce  Dominus  trinsit, 
et  spiritus  grandis  et  fortis,  subvertens  montes,  et  conterens 
petras  ante  Dominum :  non  in  spiritu  Dominus;  et  post  spiri- 
tum  commotio,  non  in  commotione  Dominus:  et  post  com- 

635  motionem  ignis,  non  tamen  in  igne  Dominus;  et  statim  venit 
sibilus  tenuis  aurae;  illic  Dominus.  Mandó  Dios  a  Elias  que 
se  fuese  al  monte.  ¿Para  qué?  — Elias,  ¿qué  viste?  — Dice: 
Vi  un  aire  muy  grande  y  fuerte  que  derribaba  los  montes, 
pero  no  venía  allí  el  Señor.  — .Pasado  el  viento,  ¿qué  vino? 

640  —Fuego,  pero  no  estaba  allí  el  Señor.  Pasado  el  fuego, 
venía  un  silbito  suave;  allí  venía  el  Señor. 

¿Qué  hacéis  ahí,  hermano?  Cuán  presto  dejarán  el  rio 


593  Cf.  Ps.  2i,  6;  30,  2  ;  70,  2. 
636    Cf.  3  Re.qf.  19,  11-12. 


470  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


seco  aquellos  a  quien  el  Espíritu  Santo  dice:  "¿Qué  haces 
aquí?  ¿Qué  haces,  pecador,  en  ese  río  seco,  en  ese  mundo 

6*5  ponzoñoso?"  Cuán  presto  lo  menosprecia  todo,  cuán  poco 
se  da  por  todo  a  la  voz  del  Espíritu  Santo,  que  le  dice: 
"¿Qué  haces  ahí?"  En  el  silbico  venía  el  Espíritu  Santo. 

No  hay  quien  os  pueda  decir  este  abrazo,  este  beso;  no 
hay  quien  lo  pueda  explicar.  ¡Es  tan  bueno  el  Espíritu 

660  Santo  con  aquel  que  lo  tiene!:  Qui  adhaeret  Domino,  unus 
spiritus  est  cum  eo.  Sed  castos.  ¡Oh!  Dichoso  a  quien  el 
Espíritu  Santo  viene;  un  espíritu  se  hace  con  El,  una  mis- 
ma cosa  son. 

— ¿Qué  es  eso,  padre,  es  casamiento?  — Parece  que  es 

655  eso  lo  que  Jesucristo  dijo:  Erunt  dúo  in  carne  una:  serán 
dos  en  una  carne.  — ¿Qué  es  esto,  que  Dios,  que  el  Espíri- 
tu Santo  se  haga  uno  con  el  hombre?  -^Darle  virtud  es; 
obrar  en  él  virtudes;  darle  vestiduras,  o  adornarle  y  compo- 
nerle. Todo  esto  es  lo  que  resulta  de  la  venida,  lo  que  hace 

660  el  abrazo.  Pero  el  abrazo  no  se  puede  decir.  Como  un  des- 
posado que  da  joyas  a  su  esposa;  pero  no  es  aquel  desposo- 
rio sino  señales:  darle  manillas  en  los  brazos,  darle  zarci- 
llos en  las  orejas.  Así  hace  el  Espíritu  Santo:  da  joyas,  da 
manillas  y  ajorcas  de  virtudes  y  de  buenas  obras  en  en- 

665  trambos  brazos,  para  que  el  pecador,  tan  bien  aderezado, 
le  abrace.  Da  también  zarcillos  en  las  orejas,  pidiendo  aten- 
ción para  obedecer  a  lo  que  al  oído  allá  dentro  le  dijere; 
pero  no  es  éste  el  matrimonio.  Dale  los  siete  dones  suyos. 
Todas  estas  dádivas  son  arras  y  ajuar  y  preparación  para 

670  Ja  venida;  dones  son  del  desposado,  pero  el  abrazo  no  sé 
qué  es. 

■ — 'Padre,  habéis  dicho  que  el  Espíritu  Santo  se  hace  uno 
con  aquel  en  quien  está;  luego  ¿Dios  es?  ¡Qué  maravilla! 
— .¿Es  mucho  eso?  Pues  oíd:  Ego  dixi:  dii  estis,  et  filii  ex- 

675  celsi  omnes.  El  mesmo  Dios  lo  dijo.  Yo  digo:  dioses  sois 
vosotros.  ¿Sabéis  qué  tanto?  Que  si  el  hombre  tiene  en  si 
al  Espíritu  Santo  y  habla,  se  dice  hablar  el  Espíritu  Santo. 
Lo  que  habláredes — dijo  Cristo — no  tengáis  cuidado  de  ello: 
Non  estis  vos  qui  loquimini,  sed  Spiritus  Patris  vestri  est 

680  qui  loquitur  in  vobis. 

San  Agustín:  "Lo  bueno  y  sobrenatural,  sin  el  Espíritu 
Santo,  no  es  posible  conocerlo.  Lo  que  es  bueno,  no  es  de 
hombre  sólo."  Cuando  el  hombre  hace  una  buena  obra,  no 
es  de  sólo  el  hombre.  Madre  tiene  en  la  tierra,  y  padre  en 

651    Cf.  r  Cor.  6,  17. 
656    Me.  io,  8. 
675   Ps.  81,  6. 
680   Cf.  Mt.  10,  20. 

683  Cif.  San  Agustín,  Ep.  140,  c.  35,  81  :  ML  33,  575  ;  Enarr.  in 
Ps.  126,  4  :  ML  37,  1670  ;  Contra  duas  ep.  P  elagianorum .  1.  2,  o  9, 
21  :  ML  44,  586. 


32.     MARTES   DE  PENTECOSTÉS 


471 


685  el  cielo.  El  libre  albedrío  que  tú  tienes,  madre  es,  no  ea  lo 
principal;  otro  más  alto,  el  principio,  el  ser,  el  padre,  acti- 
vidad de  'la  cosa,  el  Espíritu  Santo  es.  Dice  San  Pablo: 
Cuando  el  hombre  gime,  el  Espíritu  Santo  gime. 

— ¿Por  qué?  — Porque  es  una  mesma  cosa  con  el  que 

690  ora.  — 'Luego  si  no  son  dos,  una  Encarnación  hay.  — ¡Tate! 
Eso  tan  solamente  dice  ser  uno  el  Espíritu  Santo  y  aquel 
donde  está;  no  en  persona,  que  dos  personas  son.  — -Pues 
¿por  qué?  — Porque  el  Espíritu  Santo  obra  como  principal 
en  el  hombre;  por  eso  dice  que  el  Espíritu  Santo  obra 

696  aquello. 

■ — Padre,  no  nos  dice  el  abrazo;  todo  es  andar  por  los 
arrabales.  — No  hay  quien  sepa  dar  cuenta  de  lo  demás  que 
sucedió.  Bien  se  dice  lo  que  los  apóstoles  del  Señor  obraron, 
los  milagros  que  hicieron,  y  procedieron  de  la  venida.  Bien 

700  se  dice  que  vino  el  Espíritu  Santo  en  ellos;  pero  el  abrazo 
que  les  dió,  ¡mandad  perdonar! 

Decid,  si  juntasen  todos  los  olores  de  cuantas  cosas  cria- 
das hay  en  el  mundo,  en  que  hubiese  algalia,  almizcle,  ámbar, 
azahar,  jazmines;  finalmente,  todos  los  olores  se  juntasen, 

705  sin  que  el  un  olor  impidiese  al  otro,  ¡qué  olor  tan  suave 
sentirías,  qué  consolación  te  daría,  cómo  confortaría  tu  áni- 
ma! Pues  mira,  todo  sabor  amarga,  todo  sabor  es  desabrido 
más  que  la  hiél  en  comparación  del  que  el  Espíritu  Santo 
trae  consigo.  ¡Oh  qué  sabor,  oh  qué  color,  oh  qué  gusto, 

710  oh  qué  consuelo,  oh  qué  descanso,  oh  qué  regocijo,  oh  qué 
alegría,  oh  qué  esfuerzo  sintieron  los  apóstoles  cuando  sin- 
tieron el  silbo  dentro  de  sus  entrañas!  ¡Qué  contentamiento 
sintieron  sus  ánimas,  qué  hartas,  qué  rellenas,  qué  abun- 
dantes estaban  del  Espíritu  Santo!  ¡Plégale  a  Él  nos  dé  el 

715  soplito  y  el  silbito! 

¿Qué  hacemos  aquí,  hermanos?  ¿En  qué  entendemos 
aquí?  Si  aquí  nos  estamos  no  podremos  medrar.  ¿Qué  haces 
aquí,  pecador?  ¿En  qué  pasas  tu  vida?  ¿De  qué  bebes?  Seco 
está  ese  charco,  o  se  secará  presto;  esa  riqueza  en  que  con- 

720  fías,  está  seca,  o  se  secará  presto,  y  te  dejará  ella  a  ti  o  tú 
a  ella.  ¿Qué  haces  aquí  tú,  desventurado,  que  tienes  puesto 
tu  amor  en  la  otra  o  la  otra  en  ti?  Seco  está  el  charco;  presto 
te  morirás  tú  o  se  morirá  ella,  y  veréis  cuán  seco  del  todo 
estaba  el  charco  de  donde  pensabas  que  te  hartabas.  ¿Qué 

725  haces  aquí,  soberbio,  fantástico?  Todo  eso  ha  de  haber  mal 
fin,  acabársete  tiene  todo;  ahora  bebes,  y  cuando  no  te  cates 
se  acabará  tu  vida;  y  ¡desventurado  de  ti  si  antes  que  te 
mueras  no  dejas  las  vanidades  y  locuras  de  esta  vida!  Como 
confías  en  la  tierra,  no  tienes  tus  ojos  en  el  cielo.  Como  no 

730  te  has  desarraigado  de  todo  lo  de  acá,  aun  no  te  ha  silbado, 


688    Cf.  Rom.  8,  26. 


472 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


aun  no  conoces  la  dulzura  de  Dios:  Quam  magna  multitudo 
dulcedinis  tuae,  Domine,  quam  abscondisti  timentibus  te! 
¡Oh  cuán  grande  es  la  muchedumbre  de  tu  dulzura,  la  cual 
aparejaste  a  los  que  te  temen!  ¡Oh,  bendígante  los  cielos  y 
"35  la  tierra!  Y  si  para  los  que  te  temen  tanto  bien  aparejaste, 
¿qué  harás  para  los  que  te  aman?  Lumbre  se  dice  y  fuego. 

El  Paráclito  es  lum-    ¿Conoces  a  Dios,   hermano?  Di, 
bre  y  es  fuego  ¿  na  topado  Dios  contigo  ?  La  se- 

ñal principal  que  Dios  está  en  uno, 

740  es  cuando  menosprecia  todo  lo  que  hay  en  la  tierra  que  Dios 
no  es  y  sólo  trata  de  amar  y  agradar  a  su  Dios,  como  bien 
único  suyo.  Y  en  esto  verás,  hermano,  si  el  Espíritu  Santo 
ha  venido  a  ti,  si  andas  con  fervor,  con  alegría  en  el  camino 
de  Jesucristo.  Si  el  Espíritu  Santo  te  ha  dicho:  "¿Qué  haces 

745   ahí?",  bueno  estás. 

¡Oh!,  ¿qué  sintieron  los  apóstoles  cuando  el  Espíritu  les 
dijo:  "¿Qué  hacéis  ahí?"  No  se  puede  decir,  así  como  no  se 
puede  decir  quién  es  Dios.  ¡Qué  de  grandezas  usó  con  ellos, 
qué  mercedes  tan  grandes  les  hizo!  Dióles  gracias  del  enten- 

750  dimiento.  ¿Qué  son  ni  qué  saben  los  letrados  ni  filósofos  del 
mundo  sin  éstas?  Cuantos  teólogos  hay  sin  gracia  del  Espí- 
ritu Santo,  nada  son.  Lo  principal  que  les  dió  fué  que  clara- 
mente conociesen  lo  que  les  cumplía  en  todas  las  operaciones 
humanas,  que  sin  errar  pudiesen  saber:  "Esto  me  cumple  y 

755  esto  no  me  cumple".  Acá  bien  podemos  nosotros  conocer 
cuál  es  bueno  y  cuál  es  malo,  pero  no  en  particular.  Nadie 
puede  saber  sino  el  Espíritu  Santo  cuál  es  mejor  de  esto, 
casado  o  no  casado,  clérigo  o  no  clérigo,  fraile  o  no  fraile; 
pero  aquí  el  Espíritu  Santo  alumbra,  sabe  particularmente 

760  cuál  es  mejor  para  ti.  El  Espíritu  Santo  es  ayo  de  niños. 
¡Y  qué  bien  enseñado  será  el  niño  que  de  tal  ayo  saliere 
enseñado! 

Por  ventura  diréis:  —No  habrá  menester  consejo  en  lo 
que  ha  de  hacer,  si  tanto  sabe,  sino  regirse  por  su  parecer 
765  y  no  tomar  el  de  nadie.  — No,  que  el  Espíritu  Santo  quiere 
que  vaya  a  tomar  parecer  de  quien  más  sabe,  y  El  le  dará  en 
voluntad  que  lo  vaya  a  preguntar,  y  le  dirá  lo  que  le  ha  de 
preguntar,  y  le  dará  gracia  al  otro,  que  responda  lo  que  ha 
de  responder. 

770  El  Espíritu  Santo,  ayo  del  entendimiento  y  ayo  y  go- 
bernador de  la  voluntad,  no  te  dejará  pasar  con  cosa  mala 
de  cuantas  tu  sensualidad  te  pidiere.  Y  pensarás  hacer  algu- 
na cosa  que  no  te  cumpla,  El  hará  como  no  la  hagas,  sino 
al  contrario  de  lo  que  pensabas  hacer.  Si  no,  preguntadlo  a 

775   Jeremías,  que,  porque  le  maltrataban  algunos  porque  profe- 


734   Ps.  3o,  20. 


32.     SURTES   DE  PENTECOSTÉS 


473 


tizaba,  dijo:  ¿Quién  me  mete  a  mi,  quién  me  mete  a  mi  en 
estas  barajas?  Profetizóles  la  verdad,  y  por  eso  me  hacen 
muchos  males.  No  tengo  de  profetizar  más.  Estando  en  este 
propósito,  descendió  fuego  del  cielo  y  tocóle,  y  como  le  tocó, 
780  vuelve,  y  si  antes  hablaba  una  palabra,  después  hablaba 
cuatro. 

Cuando  viene  fuego  del  cielo,  cuando  viene  el  Espíritu 
Santo,  quita  el  temor  que  el  hombre  tiene ;  pobreza,  ni  des- 
honra, ni  hambre,  ni  vituperios,  muerte,  ni  tentaciones  de 

785  carne,  ni  al  mundo,  ni  al  demonio;  todo  cuanto  mal  estas 
cosas  le  pueden  hacer,  no  lo  tiene  en  una  picadura  de  mosca. 
Quis  nos  separabit  a  charitate  Christi? — dice  el  apóstol  San 
Pablo — .  Tribulatio,  an  angustia,  an  fames,  an  nuditas,  an 
periculum,  an  persecutio,  an  gladius?  ¿Quién  nos  apartará 

790  de  la  caridad  de  Jesucristo?  ¿Quién  hay  tan  fuerte  que  nos 
pueda  apartar  de  ella?  ¿La  tribulación,  el  angustia,  el  ham- 
bre, la  desnudez,  la  persecución,  el  peligro  o  el  cuchillo? 
Nada  de  esto  nos  puede  apartar  de  ella,  porque,  aunque 
parezcan  muy  crueles,  nada  nos  espanta.  Bien  puede  todo 

795  acaecemos  y  pasar  por  nosotros,  pero  todo  no  nos  puede 
sujetar;  antes  cuantas  cosas  más  graves  nos  acaecieren, 
tanto  más  crece  nuestra  caridad  con  la  de  Jesucristo,  sa- 
liendo en  todo  lugar  y  en  todas  las  cosas  vencedores,  ricos 
y  honrados,  no  por  nuestras  fuerzas,  no  por  nuestros  mere- 

800  cimientos,  sino  por  el  ayuda  y  amparo  de  Jesucristo.  Por- 
que, amándonos  El  como  nos  ama,  no  consentirá  que  sea- 
mos vencidos;  ni  nosotros  acordándonos  de  sus  misericor- 
dias y  grandezas,  de  las  mercedes  que  de  El  habernos  rece- 
bido,  y  acordándonos  de  los  males  que  nos  ha  quitado  (aun 

805  queriendo  nosotros  caer  en  'los  abismos  del  infierno,  nos  ha 
librado  con  su  mano  y  brazo  poderoso),  no  seremos  derri- 
bados por  los  pecados. 

Y  si  esto  os  parece  mucho,  que  son  cosas  livianas,  es- 
perad y  veréis  cosas  mayores.  Mayor  aparencia  tenían  las 

810  cosas  invisibles  de  ser  temidas,  que  pelean  fuertemente  con- 
tra el  ánima,  que  lo  que  puede  dañar  el  cuerpo,  y  cuando  a 
mucho  se  extienda,  no  puede  más  que  hasta  la  muerte;  pero 
ni  en  lo  uno  ni  en  lo  otro  no  hay  que  temer,  porque  el  mis- 
mo apóstol  San  Pablo  lo  dice:  Estoy  cierto  que  ni  la  muerte, 

815  ni  la  vida,  ni  los  ángeles,  ni  los  principados,  ni  los  pode- 
ríos, ni  las  cosas  fuertes,  ni  las  cosas  por  venir,  ni  la  for- 
taleza, ni  alteza,  ni  lo  hondo,  ni  lo  cruel,  ni  lo  áspero  de  la 
tierra  toda,  ni  criatura  ninguna,  no  nos  puede  apartar  de 
la  caridad  de  Jesucristo. 

820  — '¿Quién  os  lo  dijo,  Pablo,  la  carne  o  la  sangre?  — No 

778  Cf.  Ier.  20. 
792   Cf.  Rom.  8,  35. 
819   Cf.  Rom.  8,  38. 


474  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


sino  el  Espíritu  Santo,  que  es  fuego  que  quema  todas  estas 
cosas  y  las  deshace,  para  que  no  nos  puedan  empecer,  como 
a  pajuelas.  No  es  más  esto  delante  del  fuego  del  Espíritu 
Santo  que  una  pajita  liviana  echada  en  una  grandísima  ho- 

825  güera.  Cuando  tengas  el  Espíritu  Santo,  El  mata  todo  lo 
que  daña;  pero  si  hay  pajitas,  señal  es  que  no  hay  fuego 
que  las  queme.  Si  estás,  hermano,  sometido  a  tus  vicios,  si 
estás  inclinado  a  maldades,  si  tienes  en  tu  corazón  pensa- 
mientos de  liviandad,  si  tienes  fantasía,  todo  esto  estorba; 

830  y  todo  esto  quema  el  Espíritu  Santo  cuando  viene,  y  no 
hay  cosa  que  se  le  resista.  Cuando  viene  el  Espíritu  Santo, 
no  basta  nadie  a  resistirle.  Ni  la  mozuela  loca  que  su  vida 
no  era  otra  cosa  sino  un  continuo  pensamiento  en  cómo  se 
vestiría,  y  cómo  se  pondría  galana,  y  cómo  se  había  de 

835  afeitar  la  cara.  Cuando  el  Espíritu  Santo  viene,  hace  que 
la  mozuela  se  huelgue  de  andar  templada  en  el  vestido;  ya 
escoge  las  lágrimas  por  agua  maravillosa  para  la  cara,  ya 
tiene  humildad,  porque  vino  el  Espíritu  Santo.  No  basta  a 
moverla  el  mancebete  muy  enhiesto  con  su  espada  al  lado, 

840  muy  vestido,  con  mucha  soberbia,  la  pluma  en  la  gorra. 
¿No  sabéis  para  qué  se  ponen  aquello  allí?  Para  que  sepáis, 
si  no  lo  sabéis,  que  son  locos,  y  para  que  sepáis  su  locura, 
y  sus  bajos  pensamientos,  y  sus  imaginaciones,  y  sus  fan- 
tasías. Pero,  cuando  viene  el  Espíritu  Santo,  todo  lo  quema. 

845  Dice  Cristo:  ¿Pensáis  que  vine  a  traer  paz?  No  vine  a 
traer  paz,  sino  cuchillo.  ¿Qué  es,  que  andaba  el  mancebo 
por  ahí  perdido,  un  loquillo  callejero,  toda  su  bienaventu- 
ranza puesta  en  andar  por  las  calles,  mirando  y  deseando 
a  la  otra,  y  desde  ha  poco  le  veis  recogido,  casto,  y  humil- 

850  de,  y  virtuoso?  ¿Quién  lo  hace  esto?  El  Espíritu  Santo,  el 
fuego  que  quema  cuanto  halla.  Con  este  fuego  no  hay  honra 
ni  riquezas,  ni  prosperidades,  ni  deleites  que  el  hombre  de- 
see; todo  lo  hace  tener  en  poco  y  tenerlo  debajo  de  los  pies. 
Con  este  fuego  se  quema  todo  lo  sensual  del  hombre.  —Vivo 

855  ego,  iam  non  ego:  ya  no  yo,  pero  vive  en  mí  Jesucristo 
— dice  el  Apóstol — ■.  Vivo  yo  en  humildad,  en  castidad,  en 
paciencia.  Ya  no  yo:,  el  de  antes,  no;  no  mis  pasiones,  no 
mis  sensualidades,  porque  esto  está  ya  muerto.  — ¿Cómo 
es  eso,  Apóstol?  ¿De  qué  manera?  Vive  en  [mí]  Jesucristo 

860  por  humildad,  por  caridad  y  por  gracia;  y  donde  esta  gra- 
cia llega,  hace  mudar  al  hombre  al  revés  de  como  estaba; 
hace  que  el  que  se  amaba  a  sí  mismo  y  que  se  tenía  en  mu- 
cho, diga:  "Sea  Dios  engrandecido,  y  sea  yo  apocado;  sea 
Dios  servido,  y  menosprécienme  a  mí;  sea  Dios  honrado,  y 

825  El]   que  arfrf. 


846    Mt.  10,  34. 
855   Cf.  Gal.  2,  2o. 


32.     MARTES   DE  PENTECOSTÉS 


475 


865  deshónrenme  a  mí;  glorifiquen  a  Dios,  y  vituperen  a  mí". 
Al  que  sopló  el  Espíritu  Santo,  no  quiere  nada  para  sí,  todo 
a  honra  de  Dios. 

Esfuérzate,  her-  Cuando  no  había  venido  el  Espíritu 
mano,  hoy  es  día    Santo,  los  apóstoles  estaban  medrosos, 

170         de  Derdón  temerosos,  las  puertas   cerradas;  no 

osaban  salir  por  miedo  no  los  matasen, 
tenían  grande  miedo. 
Tomó  Dios  una  vez  a  Ezequiel  profeta  en  su  espíritu  y 
llevólo  en  medio  de  un  campo  donde  había  infinitísimos  hue- 

875  sos  de  muertos;  estaba  una  muchedumbre  muy  grande  de 
ellos,  y  todos  muy  secos.  Díjole:  ¿Piensas  que  estos  huesos 
tienen  vida?  Respondió  Ezequiel:  Tú,  Señor,  lo  conoces  y  lo 
sabes  todo.  Mandóle  Dios:  Vaticinare  de  ossibus  istis.  Profe- 
tiza de  estos  huesos.  — ¿Y  qué,  Señor?  — Di:  Huesos  secos, 

880  oíd  las  palabras  del  Señor:  Yo  os  daré  espíritu  y  viviréis; 
daros  he  carne,  y  naceros  han  nervios,  y  os  haré  que  os  cu- 
bráis de  cuero,  y  daros  he  un  espíritu,  y  viviréis.  Yo — dice 
Ezequiel — hícelo  así,  y  luego  se  hizo  un  grande  movimiento 
y  un  grande  ruido,  como  los  unos  huesos  se  juntaron  con  los 

885  otros,  cada  uno  en  su  lugar  y  en  su  juntura;  hicieron  ruido 
como  cuando  un  hueso  se  junta  con  otro;  y  vi  cómo  vinieron 
sobre  aquellos  huesos  nervios  y  cómo  crecía  la  carne;  y  lue- 
go un  cuero  fué  tendido  por  todos  ellos,  aun  no  tenían  vida; 
estábanse  allí  como  muertos.  — Profetiza  y  llama  al  espíritu; 
068  llámalo  y  dirás:  Aquesto  dice  el  Señor:  De  los  cuatro  vientos 
de  la  tierra,  venid,  soplá  sobre  estos  hombres  muertos  y  vi- 
virán luego.  Acabando  de  profetizar,  tuvieron  vida  y  levan- 
táronse y  estuvieron  sobre  sus  pies.  Rizóse  de  toda  aquella 
gente  un  muy  fuerte  y  valeroso  ejército.  Dijo  Dios:  Estos 

895  huesos  son  toda  la  casa  de  Israel;  porque  ellos  dijeron: 
Aruerunt  ossa  nostra,  et  periit  spes  nostra. 

Allí  estaban  los  apóstoles  como  huesos  muertos  desma- 
yados. ¿Hay  aquí  algunos  que,  estando  en  figura  de  vivos, 
están  muertos?  ¿Hay  aquí  tan  sin  confianza  alguno  que 

900  diga:  "Cómo  puedo  yo  ser  bueno?  ¿Cómo  es  posible  tener 
yo  castidad?  ¿Cómo  es  posible  que  me  perdone  Dios?  He 
pecado  yo  tanto,  que  en  toda  mi  vida  no  he  hecho  yo  otra 
cosa  sino  ofender  a  Dios:  ¿cómo  me  perdonará?  ¿Quién  yo 
para  ir  al  cielo?  ¿Quién  yo  para  ir  allá?  El  cielo  dase  a  los 

905  que  hacen  buenas  obras;  yo  no  las  he  hecho  ni  las  espero  de 
hacer,  ¿qué  tengo  yo  con  eso?  Pruebo  veinte  veces  a  no 
pecar,  y  no  puedo  sino  pecar.  Iam  aruerunt  omnia  ossa 
nostra,  et  periit  spes  nostra.  Ya  nuestros  huesos  se  han  se- 
cado, ya  se  ha  perdido  nuestra  esperanza" . 


896    Cf.  Ez.  37,  3-1 1. 


476 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


910  ¡Oh  desventurado  de  ti,  si  tú  tal  dices!  Esfuerza,  her- 
mano, que  hoy  es  día  de  perdón;  hoy  se  admiten  todos;  si 
quieren  conocer  sus  culpas  y  dolerse  de  ellas  y  confesarse,  no 
hay  más.  Y  tú,  mancebo,  ¿piensas  que  no  puedes  dejar  de 
pecar  y  que  no  te  puedes  apartar  de  ello?  Prueba  y  apártate, 

915  que  hoy  es  día  de  perdón;  hoy  se  da  fuerza  para  vencer  y 
derribar  aquello  que  te  derribaba;  hoy  se  dan  fuerzas,  si  tú 
las  quieres  tomar,  para  vencer  tus  pasiones;  hoy  es  el  día 
en  el  cual  prometió  [Dios]  de  quitar  el  corazón  de  piedra, 
de  quitar  la  sequedad  del  alma;  hoy  es  el  día  en  que  da 

920  corazones  blandos,  corazones  arrepentidos;  hoy  es  el  día  en 
que  dará  corazones  aparejados  para  llorar  vuestros  pecados 
y  saberlos  conocer;  hoy  es  el  día  en  que  os  dará  un  soplo, 
no  en  las  orejas,  no  en  los  oídos,  no  en  nada  de  lo  de  acá 
fuera,  sino  dentro  de  vuestros  corazones;  un  soplo  que  os 

925  dé  vida,  un  soplo  que  os  dé  fortaleza,  un  soplo  que  os  dé 
castidad,  un  soplo  que  os  dé  humildad,  un  soplo  que  os  dé 
caridad  y  amor  y  todas  las  otras  virtudes,  un  soplo  que  re- 
fresque vuestras  ánimas. 

Obra  del  Espíritu  en    Si  no,  miradlo  en  los  apóstoles, 

930   Jos  apóstoles  y  en  la    que  estaban  cobardes,  porque  se 
cristiandad    naciente    querían  mucho.  Viene  a  ellos  el 
Espíritu  Santo,  entra  en  aquellos 
corazones,  quítaseles  aquel  temor,  menosprecian  la  carne, 
y  la  soberbia,  y  la  codicia;  echan  en  el  suelo  todos  los 

93S  vicios ;  pasan  por  encima  de  ellos  como  vencedores  de  aque- 
llos que  les  habían  vencido  y  los  acobardaban  y  ponían  te- 
mor. Levantáronse  en  pie  como  ejército  poderoso;  abren 
las  puertas  que  antes  tenían  cerradas,  llenos  y  rellenos  del 
Espíritu  Santo,  llenos  de  fortaleza  y  de  caridad,  y  comien- 

940  zan  a  predicar  con  grandísimo  hervor,  no  doctrinas  frías, 
sino  hervientes  como  fuego;  aquel  "¡Bendito  sea  Dios!"; 
aquel  "No  hay  sino  sólo  un  Dios,  tres  personas  y  un  solo 
Dios  verdadero" ;  aquel  "Jesucristo  es  Hijo  de  Dios  vivo, 
y  está  sentado  a  la  diestra  de  Dios  Padre,  y  es  Juez  de 

945   vivos  y  muertos" ;  aquel  hablar  que  todos  los  entendían. 

Había  allí  entonces  de  todas  las  naciones,  había  partos, 
medos,  de  Mesopotamia,  de  Judea,  de  Capadocia,  de  Asia  la 
Menor,  de  Frigia,  de  Panfilia,  de  Egipto,  de  Libia,  de 
Creta,  de  Arabia,  de  Roma.  Todas  estas  naciones  estaban 

950  allí,  y  todos  los  entendían;  que  hablaban  todas  las  lenguas 
y  lo  entendían  todos  como  si  hablaran  la  lengua  de  cada 
uno  particularmente.  ¿Y  esto  es  maravilla,  pues  Dios  lo 
hace?  Ahora  un  predicador  habla  en  romance,  y  cada  uno 
lo  entiende  en  su  lengua;  habla  una  palabra  que  Dios  le 

955  manda,  y  entiéndelo  uno  a  quien  aquello  toca,  y  los  otros 
no  lo  entienden.  Dice  un  predicador:  "Sed  humilde".  En- 


32.     MARTES   DE  Pr.XTECOSTK-S 


477 


tiende  aquella  palabra  el  soberbio.  Dice  otro:  "Sed  casto". 
Aquello  entiende  el  lujurioso;  y  así  hablando  en  un  lengua- 
je, diferentemente. 

960  Así  que,  del  sonido  grande  que  vino  cuando  el  Espíritu 
Santo  vino,  habiéndose  juntado  en  Jerusalén,  y  de  que  ha- 
blando en  una  lengua,  entendiese  cada  uno  en  la  suya,  es- 
taban todos  espantados,  y  decían:  ¿No  son  éstos  de  Gali- 
lea? ¿Cómo  hablan  tantos  lenguajes?  Otros  decían:  Dejad- 

965  ios,  que  están  borrachos.  Cuando  oyéredes  hablar  alguna 
persona  y  no  le  entendiéredes,  tened  paciencia,  y  no  os 
arrojéis  a  juzgar  de  presto;  mirad  que  el  Espíritu  Santo  no 
parece;  mira  lo  que  hacéis,  que  por  ventura  hablará  algu- 
no lo  que  quiso  Dios  que  hablase,  y  diréis  vos  que  está 

970  borracho. 

Así  que  dijeron  que  estaban  los  apóstoles  borrachos. 
Levantóse  entonces  San  Pedro,  como  pastor  universal  y 
como  su  defensor,  y  dijo:  Varones  de  Jerusalén,  escuchad 
mis  palabras.  No  penséis  que  estamos  borrachos,  porque 

975  ahora  no  es  hora  de  haber  bebido,  que  es  hora  de  tercia. 
¿Sabéis  qué  es  esto?  Lo  que  profetizó  el  profeta  Joel:  Ef- 
fundam  Spiritum  meum  super  omnem  carnem,  et  propheta- 
bunt  filii  vestri,  et  filiae  vestrae.  Derramaré,  enviaré  mi  Es- 
píritu sobre  toda  carne,  y  vuestros  hijos  profetizarán  y  vues- 

980  tras  hijas;  y  vuestros  viejos  soñarán  sueños,  y  los  mancebos 
verán  también  visiones,  y  sobre  mis  siervos  y  criadas  en- 
viaré mi  Espíritu  Santo.  Varones  israelíticos,  a  Jesucristo 
predicamos,  varón  aprobado  de  Dios,  al  cual  vosotros  en- 
tregastes  a  la  muerte  con  todas  las  señales  que  Dios  hizo, 

985  al  cual  Dios  resucitó  y  está  a  la  diestra  de  su  Padre,  y  El 
hizo  que  el  infierno  no  le  empeciese,  que  no  le  podía  em- 
pecer. Y  cierto,  sepa  todo  hombre  que  Jesucristo,  que  vos- 
otros crucificastes,  es  verdadero  Hijo  de  Dios. 

Habló  San  Pedro  con  tanto  hervor,  predicóles  allí  cómo 

990  el  Espíritu  Santo  venía  deseoso  de  nos  consolar  y  reme- 
diar. Echa,  pues,  la  red  el  buen  pescador;  aquel  que  de 
antes  solía  pescar  peces,  pesca  ahora  ánimas;  echó  la  red. 
Del  primer  lance  pescó  tres  mil  de  aquellos  que  poco  ha- 
bía que  le  habían  dicho  que  estaba  borracho;  compungian- 

995  se  y  arrepentíanse  de  lo  que  habían  dicho,  y  decían:  "¡Des- 
venturados de  nosotros!,  ¿cómo  nos  hemos  ahora  de  conver- 
tir, que  somos  nosotros  los  mesmos  que  le  crucificamos,  y 
dijimos  que  soltasen  a  Barrabás?  ¿Cómo  ha  de  ser  esto? 
¿Cómo  nos  ha  Dios  de  perdonar?"  Di  joles  San  Pedro: 

1000  "¿Qué  es  eso?  No  desmaye  nadie;  misericordioso  es  Dios, 
y  Jesucristo  está  lleno  de  misericordia;  que  aunque  hayáis 

980  viejos]    hijos  ||  981  criados. 


965    Act.  2,  7.  13.  088   Cf.  Act.  2,  14  ss.  ;  Ioel  2,  28  ss. 


478 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


hecho  eso,  aunque  vosotros  sois  los  mismos  que  le  matas- 
tes  con  vuestras  propias  manos,  está  aparejado  a  perdo- 
naros si  os  arrepentís  y  hacéis  penitencia.  Confesad  vues- 

1005  tro  pecado  luego,  y  más  tardaréis  vosotros  en  confesaros 
que  Dios  en  perdonároslo".  Ellos,  como  oyeron  esto,  dije- 
ron que  les  placía;  y  no  solamente  les  perdonó  Dios  sus 
pecados,  pero  usó  de  tanta  misericordia  con  ellos,  que  les 
envió  el  Espíritu  Santo,  así  como  a  los  apóstoles,  sobre 

1010  casi  tres  mil  hombres  de  ellos.  ¿No  miráis  qué  buena  re- 
dada para  la  primera?  ¡Oh,  bendita  sea  tu  misericordia, 
Señor  mío,  que  tan  caro  te  costó  lo  que  ahora  tan  de  balde 
se  da!  Daba  Dios  el  Espíritu  Santo  a  quien  su  Majestad 
quería,  y  de  balde. 

1015  A  otro  sermón  se  convirtieron  cinco  mil  hombres;  así 
fueron  creciendo  los  cristianos,  y  se  fué  poblando  y  en- 
grandeciendo la  Iglesia  de  Dios,  que  estaba  pequeña.  De 
aquí  comenzó  la  Cristiandad  que  ahora  tenemos.  Estaban 
todos  juntos  perseverando  en  oración;  comulgaban  cada 

1020  día,  y  vendían  todas  sus  haciendas  y  entregábanselas  a 
los  apóstoles,  y  decían:  "Esto  es  lo  que  vale  toda  mi  ha- 
cienda; tomadlo,  y  haced  de  ello  lo  que  quisiéredes".  Tanta 
parte  tenía  el  que  poco  traía  como  el  que  mucho;  todo  era 
igual,  todo  era  común.  Hacíase  entonces  en  la  Iglesia  uni- 

1025  versal  lo  que  ahora  se  hace  en  los  monesterios,  que  no 
tienen,  en  particular  ni  común,  propio,  y  por  eso  mejor  libra- 
dos. Así  estaban  los  santos  apóstoles  y  los  otros  santos 
hombres  y  mujeres;  hacían  muchos  milagros  y  maravillas; 
sanaban  enfermos,  resucitaban  muertos;  estaban  siempre 

1030  la  mayor  parte  del  tiempo  orando  muy  alegres,  llenos  de 
gozo  del  Espíritu  Santo,  muy  regocijados  con  el  Huésped. 

Plegué  al  Espíritu  Santo,  por  los  merecimientos  de  Je- 
sucristo, y  por  aquella  sangre  que  derramó  en  la  cruz  por 
nosotros,  tenga  por  bien  venir  en  nuestros  corazones  y 

1035  sanar  nuestras  ánimas,  alumbrar  nuestros  entendimientos, 
para  que  conozcamos  a  Dios,  y  enderezar  nuestra  voluntad 
para  solamente  amar  a  Dios  y  se  olvidar  de  las  cosas  del 
suelo,  y  sujetar  nuestra  carne,  y  darnos  humildad,  castidad 
y  caridad  para  con  nuestros  prójimos,  y  darnos  sus  siete 

1040   dones,  para  que  teniendo  su  gracia  nos  dé  la  gloria. 


1040  doria]  Anima  mía,  vive  en  perpetuo  agradecimiento  de  tan  grandes 
y  tantos  beneficios  add. 


163 1    Act.  2,  42-47. 


33.     JUEVES  SANTO 


479 


c)    SERMONES  DEL  SANTISIMO  SACRAMENTO 

33      La  Iglesia  romana  es  la  casa  donde  celebra 
Cristo  la  cena 

Jueves  Santo 

(Ed.  1596,  I,  pip.  312-330.) 

Iustorum  semita  quasi  lux  splendens,  crcscit  usque 
in  perfectum  dicm.  La  senda  de  los  justos,  como  luz 
resplandeciente,  crece  hasta  hacer  día  perfecto  (Prov. 
4,  [18]). 

Habiéndolos  amado  Si  de  cualquier  justo  se  dice^  esto 
hasta  el  fin  con  verdad,  ¿con  cuánta  más  se 

dirá  del  Justo  de  los  justos,  por  el 
cual  todos  los  justos  lo  son:  Iustus  et  iustificans  impium, 
ut  ait  Paulus,  en  cuya  comparación  no  se  debe  nadie  llamar 
justo,  sicut  nemo  bonus,  nisi  solus  Deus? 

¡Qué  caminos,  qué  sendas  llevaste,  Señor,  dende  que  en 
este  mundo  entraste,  tan  llenos  de  luz,  que  dan  sabiduría 
a  los  ignorantes  y  calor  a  los  tibios!  ¡Cuánta  verdad  dijiste! : 
Quamdiu  sum  in  mundo,  lux  sum  mundi.  Luz  fué  tu  naci- 
miento, luz  tu  circuncisión,  tu  huir  a  Egipto,  tu  desechar 
honras;  y  esta  luz  crece  hasta  hacer  perfeto  día.  El  día 
perfeto  hoy  es  y  mañana,  en  los  cuales  obras  cosas  tan  ad- 
mirables, que  parezcan  olvidar  las  pasadas;  tan  llenas  de 
luz,  que  parezcan  obscurecer  las  que  son  muy  lucidas.  ¡Qué 
denodado  estáis  hoy,  Señor,  para  hacer  hazañas  nunca 
oídas  ni  vistas  en  el  mundo,  y  nunca  de  nadie  pensadas! 
¿Quién  vió,  quién  oyó  que  Dios  se  diese  en  manjar  a  los 
hombres  y  que  el  Criador  sea  manjar  de  su  criatura?  ¿Quién 
oyó  que  Dios  se  ofreciese  a  ser  deshonrado  y  atormentado 
hasta  morir  por  amor  de  los  hombres,  ofendedores  de  El? 
Hazañas,  Señor,  en  que  das  a  entender  tu  amor,  con  que 
nos  consuelas;  como  en  tiempo  pasado  las  enseñabas  con 
rigor,  con  que  hacías  temblar.  Cantaremos  con  mucha  ra- 
zón: Confitebor  tibí,  Domine,  quoniam  iratus  es  mihi,  con- 
versus  est  furor  tuus.  Mirad  qué  va  de  riguroso  Juez  a 
manso  Cordero,  que  muere  por  el  bien  de  su  ofensor. 

Estas,  Señor,  son  invenciones  de  tu  amor,  que  hacen 
día  perfeto,  pues  no  puede  más  subir  el  amor  de  lo  que  tú 
lo  encumbraste  hoy  y  mañana,  dándote  a  comer  hoy  a  los 
que  con  amor  tienen  hambre  de  ti,  y  mañana  padeciendo 


9   Cf.  Rom.  3,  27. 
10    Le.  18,  IQ. 
14    lo.  g,  5. 


16  Cf.  Prov.  4,  16. 
30   Is.  12,  1. 


480 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


hasta  hartar  la  hambre  de  la  malquerencia  que  tienen  tus 
enemigos  de  te  hacer  mal.  Día  perfeto  en  amor,  día  perfeto 
en  padecer,  y  creciendo  ha  ido  en  lo  uno  y  en  lo  otro,  hasta 
el  día  de  hoy  y  mañana;  de  manera  que  no  hay  más  que  subir 

40  al  amor  que  adonde  tú  lo  has  subido.  In  finem  dileañt  eos. 
Has  amado  a  los  tuyos  hasta  el  fin  del  amor,  pues  amaste 
hasta  donde  nadie  llegó  ni  pudo  llegar. 

Mas  hace  dificultad  a  esto  que  'los  justos  crecen  en  gra- 
cia, crecen  en  amor,  crecen  en  méritos;  que  un  tiempo  tienen 

45  amor  imperfecto,  y  otro  son  que  van  aprovechando;  mas 
nuestro  Señor  y  grande  amador,  nunca  fué  principiante  en 
el  amor;  porque  desde  que  su  ánima  fué  criada  y  unida 
al  Verbo  divino,  le  fué  dada  toda  la  gracia  y  amor  que  son 
posibles  tener  una  criatura;  y  aquel  amor  nunca  creció, 

50  porque  no  hubo  donde  pasase;  como  un  calor  de  un  fuego 
no  hay  donde  pase,  por  estar  allí  en  sumo  grado.  De  nues- 
tro Dios  está  escrito:  Ignis  consumens  est;  no  sólo  en  cuan- 
to Dios  por  esencia,  que  es  amor  infinito,  mas  en  cuanto 
hombre,  que  gasta  nuestros  pecados,  padeciendo  por  ellos, 

55  y  gasta  aquel  divinísimo  cuerpo,  poniéndolo  en  la  cruz  por 
amor  de  nosotros. 

Escrito  está:  Homo  sensatus  in  sapientia  permanet  sicut 
sol;  stultus  autem  sicut  luna  mutatur;  y  no  hay  a  quien 
no  quepa  parte  de  esta  mudanza;  pues  unos  están  unas 

60  veces  en  gracia,  otras  en  pecado;  otros,  aunque  siempre  en 
gracia,  ya  están  tibios,  ya  fervorosos;  ya  aman  más,  ya 
menos;  ya  crecen,  ya  descrecen.  Mas  nuestro  Justo,  por  an- 
tonomasia, permanet  fixus  sicut  sol;  porque  nunca  crece  ni 
mengua,  mas  siempre  [está]  aquel  fervor  lleno  y  vivo, 

65  amando  cuanto  se  puede  amar.  Y  este  mismo  amor  tenía  a 
los  hombres  cuando  caminaba  y  cuando  descansaba,  cuando 
comía  y  cuando  ayunaba;  y  no  amó  más  a  los  hombres 
cuando  estaba  muriendo  en  la  cruz  por  amor  de  ellos  que 
cuando  estaba  comiendo  o  durmiendo.  Con  tanto  amor  daba 

70    un  paso  por  ellos,  cuanto  dió  la  vida  por  ellos. 

Y  de  aquí  es  que,  si  se  mira  a  lo  que  el  Señor  merecía 
y  amaba  y  a  lo  que  hacía,  cualquier  obra  suya  merecía 
nuestro  rescate  y  nos  merecía  la  gracia.  Mas  ordenó  Dios 
que,  aunque  una  obra  bastara,  y  a  fortiori  muchas,  toda- 

75  vía  muriese  y  con  su  muerte  nos  rescatase,  para  que,  sién- 
dole a  El  el  rescate  más  costoso,  nos  declarase  más  su  amor, 
y  más  le  amásemos  nosotros,  y  amándole  fuésemos  salvos. 

¡Oh  hijos  de  Adán,  y  cuan  malos  somos,  pues  para  levan- 
tar nuestro  amor  para  seguir  el  camino  de  la  virtud  le 

'80    pareció  a  Dios  que  no  bastaba  haberse  hecho  hombre  y 


40    lo.  13,  1. 

52    Deut.  4,  24. 

58  'Cf.  Eccli.  27,  12. 


33-     JUEVES  SANTO 


4S1 


ayunado,  haber  caminado  a  pie,  haber  pasado  trabajos  e 
injurias,  sino  que  nuestra  tibieza  y  maldad  hubiese  menes- 
ter cura  tan  costosa,  que  el  Señor  de  todos  padeciese  bo- 
fetadas, y  clavos,  y  muerte!  Confúndete,  hombre,  aver- 
güénzate, y  ensáñate  contigo,  que  seas  tal  que  sea  menes- 
ter levantarte  con  grandes  palancas  para  sacarte  el  amor 
que  eras  obligado  a  dar  de  balde,  con  tanta  costa  de  Cristo. 
Y  si  fuiste  tal  que  con  lo  hecho  no  amases,  no  pase  tu 
maldad  tan  adelante,  que,  después  de  haber  muerto  por  ti, 
le  dejes  de  amar.  Si  no  le  amas,  aun  sin  esto,  es  muy  grande 
delito,  ¿dónde  pondremos  al  hombre  que,  siendo  amado 
de  su  Dios  hasta  dar  la  vida  por  El,  no  le  ame?:  Si  quis 
non  amat  Dominum  Iesum,  anathema  sit. 

Saca,  pues,  por  esto  que  hoy  y  mañana  ves  en  lo  de 
fuera,  lo  que  el  Señor  trujo  siempre  en  su  corazón  escon- 
dido. Este  amor  que  ves  salir  por  estos  resquicios  o  caños, 
de  dársete  en  manjar  y  de  morir  por  ti,  este  mesmo,  tan 
grande  y  maravilloso,  te  tuvo  desde  que  se  hizo  hombre  por 
ti,  y  nunca  de  sí  lo  quitó;  con  éste  te  traía  en  su  pecho  escri- 
to, como  madre  a  su  hijo  en  su  vientre.  De  manera  que  se 
cumple  con  gran  verdad:  Qui  portamini  a  meo  útero,  qui 
gestamini  a  mea  vulva.  Lo  de  ahora  fué  rebosar  el  amor 
encerrado. 

No  crece  el  amor  del  Señor  en  sí,  ni  tiene  mudanzas  de 
luna,  mas  estabilidad  de  sol;  mas  crece — como  dijo  la  pri- 
mera autoridad — cuanto  a  los  efectos,  manifestándose  más 
y  más;  y  en  estos  dos  días  se  manifestó  hasta  lo  supremo 
que  se  puede  manifestar  y  pensar.  Quis  loquetur  potentias 
Domini,  auditas  faciet  omnes  laudes  eius?  Y  si  Zas  poten- 
cias (obras  de  su  potencia)  no  hay  quien  las  hable,  ¿qué 
hará  las  obras  de  su  amor  y  misericordias,  pues  que  son: 
Super  omnia  opera  eius?  Quis  sapiens,  et  custodiet  haec, 
et  intelliget  misericordias  Domini?  ¡Oh  entendimientos  de 
ángeles,  venid,  mirad  las  misericordias  del  Señor,  que  son 
tales,  que  ni  aun  vosotros  las  podréis  comprehender,  cuanto 
menos  nosotros!  Si  vuela  sobre  el  querubín,  que  quiere  de- 
cir "cumplimiento  de  ciencia",  ¿qué  hará  sobre  unos  en- 
tendimientos tan  rudos?  No  usa  aquí  el  Señor  tanto  de 
poder  cuanto  de  amor;  no  tanto  de  alteza  cuanto  de  humil- 
120  dad.  Por  eso  es  cosa  más  maravillosa  en  El;  porque  un  alto 
tratarse  como  tal,  no  hay  que  maravillar;  tratarse  como 
bajo,  eso  sí;  y  eso  es  lo  que  aquí  trata  Dios,  de  humillarse 
y  amarnos. 

Veam,os  ya  estas  maravillas  tan  nuevas  y  tan  provecho- 


93  Cf.  i  Cor.  x6,  22.                112  Ps.  144,  9. 

102  Is.  46,  3.  113  Ps.  106,  43. 

106  Prov.  4,  18.  116  Cf.  Ps.  17', 

109  Ps.  105,  2. 

.Avila  2 


482 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


125  Sas;  veamos  las  invenciones  de  Dios;  veamos  los  misterios 
de  nuestra  redención  y  vida;  y  descalzos  los  zapatos  de 
nuestros  sentidos  de  carne,  quitados  los  vicios,  que  son 
tinieblas  del  corazón,  atentos,  humildes  y  devotos  hallé- 
monos presentes,  y  acompañemos  al  Señor,  que  en  otra 

J30  cosa  no  entiende  sino  en  nuestro  remedio,  aunque  sea  con 
pérdida  de  su  vida. 

Prima  die  azymorum  accesserunt  discipuli  ad  Iesum. 
El  obedientísimo,  el  ejemplo  de  la  obediencia,  quiso  hasta 
la  muerte  guardar  la  ley  vieja,  para  cumplir  con  la  obe- 

135  diencia  de  su  Padre.  Y  para  acabar  la  ley;  porque  no  tiene 
ella  más  que  desear,  ni  quiere  ya  que  nadie  la  guarde,  pues 
que  Jesucristo  la  guardó.  No  quiere  ya  casarse  con  nadie, 
después  que  se  casó  con  Cristo;  porque  nunca  tanta  honra 
le  pudo  venir  como  guardarla  él  mesmo  que  la  dió.  Ya  vino, 

140  y  la  guardó,  y  se  sujetó  El  a  ella:  Factum  sub  lege.  Quedó 
tan  honrada  y  ufana,  que  no  quiere  que  más  la  guarde  na- 
die, sino  la  que  Cristo  nuestro  Señor  dió  nueva.  ¿Qué  es 
la  circuncisión  de  carne?  Circuncisión  de  espíritu;  y  así 
muy  honrada  y  cumplida,  quede  sepultada  en  la  letra,  y 

145  viva  según  el  espíritu.  Porque  otra  cosa  no  es  nueva  ley, 
sino  espíritu  de  la  vieja,  encerrado  en  la  carne  y  sombras 
de  la  ley  y  figuras.  Y  por  eso,  aunque  muere  según  la  letra, 
vive  según  su  ánima;  y  más  se  dice  cumplida  y  mejorada 
que  destruida;  y  así  protestó  el  Señor  que  la  venía  a  cum- 

150  plir:  Non  veni  solvere  legem  sed  adimplere.  Y  San  Pablo 
dice:  Legem  ergo  destruimus  per  fidem?  Absit,  sed  legem 
statuinvus. 

Manda,  pues,  a  sus  discípulos  que  vayan  a  Jerusalén  a 
aparejar  el  cordero,  y  lo  que  fuere  menester  para  la  cele- 
155  bración  de  la  pascua,  que  quiere  decir  tránsito,  en  repre- 
sentación y  memoria  de  cómo  Dios  pasó  de  las  casas  de  los 
de  su  pueblo,  saludándolos,  y  matando  a  los  enemigos.  La 
señal  de  que  los  salvaba,  era  tener  la  sangre  del  cordero 
a  las  puertas;  todo  lo  cual  era  figura. 

160   La  casa  de  la    Mas  veamos  a  qué  casa  los  envía  para  que 
cena  ^e  aparejen  la  pascua.  ¿Cuál  es  la  casa 

donde  tal  novedad  ha  de  hacer  Cristo, 
que  se  acabe  lo  viejo  y  comience  lo  nuevo:  nueva  ley,  nuevo 
sacerdocio,  nuevo  sacrificio,  nuevo  culto,  y  donde  se  había 
165   de  cumplir  lo  escrito:  Antiqua  ne  intueamini? 

No  se  nos  pase  por  alto  esta  casa,  porque  ésta  significa 
la  Iglesia.  Y  ¡ay  de  quien  no  supiere  esta  Casa  y  morare 
en  ella,  porque  tan  imposible  es  salvarse  fuera  de  ella,  cuan 


126  Cf.  Ex.  3,  5. 
132   Mt.  26,  17. 
140   Gal.  4,  4. 


150   Cf.  Mt.  5,  17. 
152    Rom.  3,  31. 
165    Is.  43,  18. 


33-     JUEVES  SANTO 


483 


imposible  fué  no  ahogarse  hombre  que  en  el  tiempo  del 

170  diluvio  no  entrase  en  el  arca,  y  aún  más  imposible!  No  hay 
fuera  de  la  santa  Iglesia  romana  salud;  no  aprovechan 
buenas  obras,  como  San  Cipriano  dice:  "Morir  por  Cristo 
fuera  de  la  santa  Iglesia  romana  no  es  martirio  ni  basta 
para  salvarse;  más  es  perfidia  y  porfía  que  martirio  cris- 

175  tiano;  porque  no  acepta  Dios  honra  que  le  hagan  si  deshon- 
ran a  su  esposa  la  Iglesia".  En  ésta,  con  poco  se  salvan, 
pues  la  fe  y  obras  que  se  piden  son  fáciles  con  la  gracia 
de  Dios;  fuera  de  ésta,  ninguna  cosa  aprovecha.  Pues  San 
Agustín  dice:  "Obras  buenas  fuera  de  fe,  son  como  quien 

180  anda  fuera  de  camino,  que  mientras  más  anda  y  corre, 
más  se  aleja  del  camino  y  llega  al  despeñadero".  Porque  el 
que  está  fuera  de  la  Iglesia,  mientras  más  obras  buenas 
hace,  menos  merecen  nombre  de  buenas  obras.  Sin  fe  ver- 
dadera, engañado  y  fiado  el  tal  hombre  que  está  en  buen 

185  camino,  menos  busca  el  bien  y  más  se  confirma  en  el  mal, 
y  así  se  aleja  más  de  la  verdad  por  ocasión  de  sus  buenas 
obras. 

¡Siete  ojos,  hermanos,  siete  ojos  a  la  casa  donde  el 
Señor  celebra  su  fiesta,  donde  consagra,  donde»  hace  sacer- 
190  dotes,  donde  predica  a  sus  discípulos,  donde  envió  después 
al  Espíritu  Santo!  Porque  como  no  hay  más  de  una  Iglesia 
verdadera,  y  en  ella — y  no  fuera  de  ella — hay  salvación, 
ya  veis  cuánto  nos  cumple  acertar  con  ella,  cuánto  nos 
cumple  salvarnos. 

195  Señales  de  la  verda-  — ¿Qué  señas,  Señor,  tiene  vues- 
dera  Iglesia:  Escritu-  tra  casa,  para  que  los  discípulos 
ra  y  sacramentos  atinen  a  ella  para  os  aparejar  la 
fiesta?  ¿Qué  señas,  tiene,  Señor? 
— Intrantibus  in  civitatem,  occurret  vobis  homo.  Entre  tan- 

200  tas  calles  como  hay  en  Jerusalén,  entre  tantas  casas  y  gen- 
tes, tomad  esta  señal  para  que  acertéis:  Seguid  a  un  hom- 
bre que  lleva  un  cántaro  de  agua.  — ¡Válame  Dios,  y  qué 
señal  tan  extraña,  tan  humilde  y  tan  cierta  y  llena  de 
significación!  El  agua  en  la  divina  Escritura,  sabiduría  sig- 

205  nifica.  Aqua  sapientiae  salutaris.  En  la  divina  Escritura, 
el  agua  significa  la  gracia.  Si  quis  sitit,  veniat  ad  me  et 
bibat.  Qui  credit  in  me,  sicut  dicit  Scriptura-,  flumina  de 
ventre  eius  fluent  aquae  vivae.  Hoc  autem  dixit  de  spiritu, 


176  San  Cipriano,  De  unitate  Ecclesiae,  14  :  ML  4,  526-527 ; 
Ep.  13,  ad  Cornel.,  4  :  ML  3,  861. 

181  San  Agustín,  De  bapt.  contra  Donatist.,  1.  1,  c.  8,  10 : 
ML  43,  115;  Ep.  108,  9:  ML  33,  410;  Serm.  ad  Caesariens.  cccl.  ple- 
bem:  ML,  43.  695- 

199   Cf.  Le.  22,  10. 

205    Eccli  15,  3. 


4S4 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


quem  accepturi  erant  credentes  in  eum.  — Donde  hay  sabi- 

210    duría  del  cielo,  así  atinaréis  a  mi  Iglesia. 

— Obscuras  señas  son,  Señor.  — Pues  mirad  bien,  que 
el  agua  va  en  cántaro,  y  así  podréis  por  el  cántaro  atinar 
el  agua.  ¿Qué  cántaro  ¡lleva  sabiduría  del  cielo,  sino  la  Es- 
critura divina,  en  la  cual  está  la  ciencia  y  palabra  de  Dios? 

215  ¿Qué  cántaro  contiene  gracia  celestial  con  que  se  apagan 
los  malos  deseos,  y  se  riega  el  ánima,  con  que  da  fruto 
que  lleve  a  la  vida  eterna,  sino  los  santos  sacramentos  de 
la  Iglesia,  que,  como  el  Concilio  Florentino  y  Tridentino 
dicen,  contienen  y  dan  gracia?  ¡Oh  preciosísimos  vasos, 

220  que  contienen  tal  licor,  que  es  la  gracia,  y  en  los  cuales 
mora  y  obra  la  virtud  de  la  sangre  de  Cristo,  por  la  cual 
se  nos  ganó  la  gracia  con  que  bien  vivimos  y  nos  salvamos! 

Aquella  Iglesia  que  cree  y  tiene  la  Escritura  divina,  y 
que  tiene  y  confiesa  haber  sacramentos  por  los  cuales  se  da 

225  la  gracia,  aquélla  tiene  señales  de  la  verdadera  Iglesia.  Por- 
que la  que  dice  que  no  hay  Escritura  o  que  la  gracia  se 
da  por  la  fe  sola,  y  no  los  sacramentos,  no  es  agua  en  cán- 
taro ni  tiene  la  señal  que  dió  Cristo,  y  la  que  dijo  cuando 
dijo:  Quien  bien  creyere  y  fuere  baptizado,  será  salvo.  No 

230  creer  sólo,  no  baptismo  sólo;  fe  y  sacramentos  bien  recibi- 
dos y  obras  es  menester  para  ser  salvos.  Yo  creo  que  queréis 
agua  en  cántaro,  que  salva  ánimas;  hela  aquí:  Mundans 
eam  lavacro  aquae  in  verbo  vitae.  Salvos  nos  fecit  per  la- 
vacrum  regenerationis. 

235  y  si  por  decir  San  Pablo  en  unas  partes:  Per  fidem  ius- 
tificamur,  se  entiende  que  la  fe  se  requiere,  como  es  verdad, 
también  se  saca  que  sacramentos  se  requieren  y  obras ;  pues 
dice  por  las  mismas  palabras  lo  uno  y  lo  otro.  Y  si  por 
decir  que  per  fidem,  o  ex  fide,  se  excluyesen  los  sacramen- 

240  tos,  luego  diciendo  per  lavacrum  se  excluirá  la  fe,  pues  no 
hay  diferencia  en  el  modo  de  hablar.  Mas  así  como  no  es 
lícito  excluir  a  la  fe  porque  pide  sacramentos,  así  ni  sa- 
cramentos porque  pide  fe.  Donde  hubiere  Escritura  de  Dios 
y  sacramentos,  que  contienen  y  dan  gracia,  seguid  a  aquél, 

245    y  atinaréis  a  mi  Iglesia. 

El  Papa,  señal  clara  — '¿Qué  haremos,  Señor,  si  hay 
y  manifiesta  herejes  que  digan  que  creen  la  Es- 

critura y  tienen  a  su  modo  sacra- 
mentos, dicen  que  tienen  fe  en  Cristo  y  dicen  maravillas 
250   de  El?  Dadme  otra  señal  más  precisa  y  que  no  me  deje 
engañar;  señal  clara,  visible  y  manifiesta  ¿Cuál  es,  Señor, 
vuestra  Iglesia? 

209  lo.  7,  37-39. 

219   Concilio  Florentino,  Decr.  pro  Artnems,  de  sacram.  ;  Con- 
cilio ni:  Trento,  sess.  7,  de  sacram.,  can.  6.             229   Me.  16,  16. 
233    Cf.  Eph.  5,  27.            234    Tit.  3,  5.       236  Cf.  Gal.  2,  16. 


33-     JUEVES  SANTO 


485 


—Mirad  bien  en  lo  que  he  dicho,  que  allí  lo  veréis.  No 
dije  yo:  Entrad  en  una  casa  y  mirad  donde  hubiere  un 

255  cántaro  de  agua  y  allí  aparejad,  sino:  Seguid  un  hombre 
que  lleva  un  cántaro  de  agua.  Si  miráis  a  solas  el  agua  o 
el  cántaro,  por  ventura  os  engañaréis;  mas  mirad  que  lo 
lleva  un  hombre,  y  de  cierto  no  os  faltará  nada  para  acer- 
tar. Herejes  puede  haber  que  traten  palabras  de  Dios,  sa- 

260  cramentos  santos;  mas  no  quieren  confesar  que  hay  un  hom- 
bre no  más  que  lleve  ese  cántaro  de  agua.  Dicen  que  no  es 
menester  que  haya  cabeza  que  sea  hombre,  sino  que  basta 
que  el  que  es  Dios  y  hombre  sea  cabeza,  y  que  a  ése  habe- 
rnos de  seguir. 

265  Mirad  que  dice  que  un  hombre  lleva  el  cántaro  de  agua, 
porque  ha  de  haber  un  hombre  que  sea  cabeza  y  guia  a 
quien  vosotros  sigáis,  para  acertar  a  la  Iglesia.  San  Pablo 
dice:  Una  fe,  un  bautismo.  Pues  nunca  habrá  una  fe,  ni 
un  bautismo,  ni  un  Dios,  ni  un  Cristo  en  los  entendimientos 

270  de  los  hombres,  si  no  hay  un  hombre  que  lleve  el  cántaro 
de  agua,  ál  cual  vosotros  sigáis. 

Si  no,  preguntad  a  los  que  no  quieren  reconocer  hombre 
que  sea  Vicario  de  Cristo  en  la  tierra,  si  tienen  una  fe,  y 
veréis  que  cada  uno  tiene  la  suya,  y  tantas  fes  cuantas 

275  cabezas,  y  tantas  maneras  de  bautizar  y  tantas  maneras 
de  dioses.  Un  Dios  hizo  Arrio,  y  contrario  de  éste  'hizo 
Sabelio;  uno  pone  distinción  en  la  esencia,  otro  confusión 
en  las  personas;  y  otro  hace  su  Dios  como  se  le  antoja. 
Y  el  Cristo  de  Eutiques  es  contrario  al  Cristo  de  Nestorio, 

280  y  el  de  otros  al  de  otros;  y  así,  ni  hay  una  fe,  ni  es  cono- 
cido un  Dios,  ni  un  Cristo,  si  se  quita  que  haya  un  hombre 
que  vaya  delante  con  el  cántaro  de  agua,  a  quien  sigan 
los  otros.  Este  es  el  Papa,  Vicario  de  Cristo  en  la  tierra, 
que  lleva  en  su  mano  el  cántaro  de  agua,  que  es  la  divina 

285  Escritura  y  los  sacramentos;  no  porque  él  pueda  hacer  fe 
ni  sacramentos,  como  tampoco  el  hombre  que  lleva  el  agua 
crió  el  agua  ni  el  cántaro;  mas  llevarlo  en  la  mano  es 
declarar  cómo  se  ha  de  entender,  y  poner  cada  cosa  en  su 
lugar,  y  dar  a  beber  el  agua  que  Dios  dió.  Pues  le  está 

290  dicho:  Apacienta  mis  ovejas,  ¿cómo  las  apacentará,  si  no 
le  dan  que  pueda  declarar  la  Escritura  y  los  sacramentos, 
en  que  las  ovejas  se  apacientan?  Diósele  este  poder  para 
soltar  y  ligar,  para  declarar  e  interpretar,  y  sobre  él  está 
fundada  la  Iglesia. 

296  y  así  la  Iglesia  es  cosa  manifiesta  y  clara,  que  aun  los 
ciegos,  si  no  quieren  a  sabiendas  cegarse,  encontrarán  con 
ella.  Esta  es  la  ciudad  puesta  en  alto,  señal  que  aun  desde 


268  Epfa.  4,  5. 
290    lo.  21,  17. 

297  a.  Mt.  5,  i4. 


486  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


lejos  atinan  a  ella  los  caminantes.  Si  ella  estuviera  escon- 
dida, todo  estuviera  escondido;  porque  ella  es  la  que  da 

300  luz  a  todo.  ¿Qué  me  aprovecha  de  que  haya  Escritura  de 
Dios,  si  yo  no  sé  si  es  Escritura  de  Dios?  ¿Y  cómo  sabré 
si  lo  es,  si  la  Iglesia  no  me  lo  dice?  "El  Evangelio  no  creería 
si  la  Iglesia  no  me  lo  dijera",  dice  San  Agustín;  no  porque 
la  verdad  de  Dios  dependa  de  nadie,  mas  porque,  para 

305  saber  si  es  verdad  de  Dios,  es  menester  que  la  Iglesia  me 
lo  diga.  ¿Y  cómo  sabré  que  tal  paso  de  la  Escritura  quiere 
decir  esto  y  esto,  pues  cada  uno  da  su  entendimiento  y  no 
hay  cosa  cierta,  mirando  a  lo  que  cada  uno  dice,  si  no 
hubiese  uno  que  sin  errar  me  dijese:  "Esto  se  entiende  así"? 

310  Quitad  esto,  y  andaremos  tan  a  ciegas  como  si  no  hubiese 
palabra  de  Dios  en  la  tierra.  Porque  si  el  entendimiento 
de  ella  queda  a  lo  que  un  hombre  dice,  ya  no  es  palabra 
de  Dios,  sino  palabra  de  hombre;  pues  la  palabra,  en  el 
entendimiento  consiste,  que  no  en  el  aire  o  en  la  escritura 

3>15  muerta.  Pues  para  que  haya  una  fe,  es  menester  un  sentido; 
y  para  un  sentido  cierto,  ha  de  haber  un  hombre  que  lleve 
en  su  mano  el  cántaro  de  agua  y  tenga  poder  para  declarar 
y  aclarar  a  los  homlbres  el  agua,  que  de  sí  es  muy  clara. 
Y  ésta  es  la  señal  de  la  Iglesia  en  que  Dios  mora:  que 

320  tiene  una  cabeza,  que  es  el  Papa,  a  quien  han  de  seguir 
todos  los  demás  y  obedecerle.  Iglesia  manifiesta,  no  escon- 
dida, no  invisible;  porque  de  esa  manera,  lo  que  ha  de  de- 
clarar sería  más  obscuro. 

Jesús  lava  los  pies    Tornando,  pues,  a  la  historia,  idos 
325      a  sus  discípulos        l°s  apóstoles  San  Pedro  y  San  Juan, 
hallaron  al  hombre  que  les  dijo. 
Siguiéronle.  Siéntase  el  Señor  a  cenar  al  modo  de  entonces, 
que  era  recostado,  con  sus  discípulos,  con  sus  doce  ovejue- 
las,  y  con  el  lobo  Judas  enfrente  de  sí.  ¡Así,  Señor,  así 
330    nos  dais  ejemplo  de  igualdad  unos  con  otros,  pues  tenéis 
asentados  con  vos  a  una  mesa  unos  hombres  tan  desiguales 
a  vos!  Para  que  los  que  se  tienen  por  principales  en  los 
pueblos  no  se  desdeñen  de  estar  sentados  en  un  asiento  con 
los  menores.  ¡Oh  cosa  tan  al  revés,  que  en  el  convite  que 
335    el  Señor  ordenó  para  enseñar  igualdad  y  humildad,  en 
aquella  misma  obra  tú  hagas  cisma  y  enseñes  tu  soberbia, 
tornando  al  revés  la  orden  de  nuestro  Señor!  Si  por  allá, 
en  el  siglo,  eres  soberbio,  no  lo  seas  en  el  convite  que  el 
Señor  ordenó  para  te  humillar;  no  te  desdeñes  de  tener  por 


304.  verdad]  bondad 


303  San  Agustín,  Contra  ep.  Manich.,  quam  vocant  fundamcn- 
M,  c.  5,  6  (ML  42,  176)  :  «Ego  vero  evangelio  non  crederem,  nisi 
me  catholieae  ecclesiae  commoveret  auetontas». 


33-     JUEVES  SANTO 


487 


340  compañero  a  tu  menor,  pues,  por  mucho  que  le  excedas, 
no  será  tanto  como  Cristo  excedió  a  sus  apóstoles. 

Mas  aquesto  de  comer  a  una  mesa  con  Judas,  ¿quién 
lo  contará?  ¡Qué  ejemplo  de  mansedumbre  y  caridad  tan 
grandes  nos  es  dado,  para  sufrir  y  procurar  de  reducir  a 

345  buen  camino  al  que,  por  hacernos  mal,  estaba  perdido! 

Y  si  estas  cosas,  Señor,  no  hay  ojos  que  lleguen  a  po- 
derlas mirar  y  reverenciar  como  es  razón,  ¿quién  podrá 
mirar  lo  que  se  sigue?  Está  sentado  Dios  humanado  a  una 
mesa  con  unos  pobres  hombres,  y  no  como  principal,  sino 

350  como  sirviente;  que  El  lo  dijo  así;  porque  debiera  repar- 
tirles El  la  comida.  Si  esto  excede  a  todo  entendimiento 
y  lo  saca  de  sí,  ¿qué  hará,  Señor,  verte  levantar  de  la 
mesa  a  lavarles  los  pies?  ¿Qué  haces,  Señor,  que  no  hay 
quien  te  alcance  a  mirar?  ¡Señor,  que  te  vas  de  vista,  como 

355  águila  que  vuela  mucho!  Mas  no  es  este  vuelo  levantándote 
en  alto,  que  esto  para  ti  no  fuera  mucho;  mas  postrástete, 
Señor,  tan  bajo,  que,  de  bajo,  no  hay  quien  te  vea. 

Va  un  hombre  por  un  camino  de  una  sierra  alta,  y  si 
se  para  a  mirar  a  la  hondura  en  algún  valle,  parece  que  se 

360  le  anda  la  cabeza,  y  no  tiene  vista  para  bien  mirar  lo  que 
allí  está.  Así,  cuando  uno  se  para  a  considerar  a  Jesucristo 
arrodillado  delante  de  unos  pescadores,  no  hay  juicio  ni 
entendimiento  que  baste  a  mirar  tal  humildad.  Y  así  San 
Pedro,  que  fué  el  primero  a  quien  Cristo  lavó,  no  pudo 

365  sufrir  tal  obra,  y  por  tanto  no  lo  quería  consentir.  Aba- 
jástete,  Señor,  tanto,  que  no  te  hallamos;  mas,  según  nos 
dieres  tu  gracia,  consideraremos,  siquiera  en  parte,  algo 
de  este  tan  profundo  misterio. 

Ante  diem  festum  Paschae...  "Cuenta  el  evangelista  su 

3"0  alteza  primero,  para  más  encomendar  su  humildad",  dice  San 
Agustín.  Este  tan  alto  levantóse  de  la  mesa.  El  que  ha  es- 
tado en  la  mesa  de  la  Escritura,  y  ha  entendido  de  lo  que  debe 
hacer,  y  mantenida  su  ánima  con  el  pan  de  la  Sabiduría,  no 
se  ha  de  estar  siempre  sentado,  pensando  y  rumiando  consi- 

375  deraciones  devotas  y  revolviendo  siempre  libros;  levantarse 
conviene  a  la  obra.  Porque  muchas  veces  aconteció  no  ser 
verdaderos  los  propósitos  buenos  que  en  la  lección  se  tenían, 
porque  faltaron  en  la  obra.  Conviene  probar  las  armas  en  la 
obra,  que  habernos  cobrado  en  la  lección  y  oración.  Adonde 

380  obra  no  hay,  no  hay  que  fiar  de  buenos  propósitos  y  pensa- 
mientos. Levántase  el  Señor  a  obrar. 

350  Cf.  Mt  20,  26-28. 
353   lo.  13,  2  ss. 
369   lo.  13,  1. 

371  San  Agustín,  In  lo.  Ev„  tr.  57,  6  (ML  35,  1787)  :  «Debe- 
mus,  dilectissimi,  in  sensum  evangelistae  diligjenter  attendere.  Lo- 
cuturus  quippe  de  tanta  Domini  humilitate,  prius  celsitudinem  eius 
voluit  commendare». 


4SS 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Ponit  vestimenta  sua;  porque  para  servir  a  los  hombres 
se  quito  El  lo  que  lícitamente  pudiera  tener;  y  da  ejemplo 
que  los  mayores,  por  bien  de  los  suyos,  no  usen  de  algunas 

386  cosas  que  lícitamente  pudieran.  Si  los  mayores  perdiesen  algo 
de  su  ornato,  que  es  significado  por  la  ropa,  aunque  lícita- 
mente, se  remediarían  con  este  ejemplo  los  excesos  de  los 
menores,  y  serían  vestidas  las  ánimas  de  estos  mayores  con 
caridad,  cuanto  menos  lo  fuesen  en  lo  de  fuera.  No  miró  Cris- 

390  to  a  licet,  sino  a  expedit,  y  aedificat,  ut  Paulus:  Omnia  mihi 
licent,  sed  non  omnia  aedificant,  non  quaerens  quod  mihi 
utile  est.  Para  servir  conviene  quitar  el  ornato,  porque  mu- 
chas veces  la  pompa  del  mayor  le  estorba  que  no  aproveche 
a  sus  subditos.  Olvidad  la  majestad  y  superioridad,  y  haceos 

3&5  humilde,  et  sicut  unus  ex  Mis,  si  no  queréis  que  huigan  de 
vos  las  ovejas  y  que  osen  llegarse  a  descubriros  sus  llagas. 
Quitó  su  vestidura,  disimuló  su  alteza,  porque  el  que  induit 
fortitudinem  de  aquí  a  poco  coepit  taedere,  et  pavere. 

Misit  aquam  in  pelvim.  El  por  sus  mismas  manos  obra. 

400  Obra  personal  ha  de  tener  el  superior  temporal  o  espiritual, 
y  no  se  ha  de  contentar  con  echar  agua  con  manos  ajenas. 
Toma  tobaja,  con  que  se  ciñe,  para  limpiar  los  pies  después 
de  lavados;  porque  hay  algunos  que  con  su  propia  ropa  lim- 
pian las  ajenas  inmundicias  y  quedan  ellos  sucios  de  limpiar 

405  los  otros.  Quien  entiende  en  limpiar  ánimas  ajenas,  mire  que 
tenga  lienzo  ceñido,  donde  reciba  las  ajenas  inmundicias. 
Porque  hacer  a  otros  buenos  y  de  allí  quedar  él  malo,  tentado 
o  caído  o  con  otras  faltas,  no  es  a  Dios  agradable.  Tenga 
virtud  tal,  que  no  se  le  pegue  la  maldad  que  del  otro  quita. 

410  — Tu  mihi  lavas  pedes?  — Tenéis  razón,  San  Pedro.  Y  ¡ay 
del  desvergonzado  que,  cuando  comulga  o  dice  misa,  no  se 
confunde,  espanta  y  sale  fuera  de  sí!  "Tu  intrasti  in  stoma- 
chum  meum?  ¿Yo  delante  de  ti?  Exi  a  me  Domine,  etc." 
— Quod  ego  fació  tu  nescis  modo.  Cree,  obedece;  no  te  lo 

415  quiero  decir  el  porqué  lo  hago,  porque  más  merezcas  con 
creer  y  obedecer  sin  saber;  haz  lo  que  mando.  Sufre,  hombre, 
lo  que  Dios  te  envía,  aunque  no  entiendas  el  porqué;  espera 
a  Dios,  que  antes  de  mucho  verás — aquí  o  en  el  otro  mundo — 
cómo  en  eso  procuraba  Dios  tu  bien,  aunque  tú  te  quejabas 

420   de  ello.  Cree  ahora;  que  scies  autem  postea. 

Porfía  San  Pedro  en  su  humildad,  y  amenázalo  Cristo  que 
lo  perderá.  ¡Oh  recia  cosa!  ¡Quién  dijera  que  San  Pedro  ha- 
cía mal  en  porfiar  cosa  de  tanta  humildad!  ¿Qué  espera  el 
soberbio  de  tener  parte  en  Cristo,  si  el  humilde  es  amena- 

425   zado  que  no  la  ternía?  Porque  la  humildad  que  no  es  obedien- 


392    Cf.  i  Cor.  io,  23. 

398   Cf.  Ps.  92,  1  ;  Me.  14,  33. 

413    Cf.  Le.  5,  8. 


34-     JUEVES  SANTO 


489 


te,  no  es  humildad.  Y  no  se  engañe  nadie  con  color  de  vir- 
tudes; que  si  es  porfiado  en  ellas,  si  las  hace  por  su  propia 
cabeza  contra  la  obediencia  de  su  superior,  no  terna  parte 
en  Cristo.  ¡Qué  hoya  tan  peligrosa,  en  la  cual  tantos  han 

430  caído  y  tan  mal  se  han  descalabrado,  o  perdiendo  la  gracia 
o  la  fe!  ¿Qué  hace  al  hereje  ser  loco?  ¿Es  errar?  No,  sino 
el  porfiar  contra  el  parecer  de  los  mayores.  No  se  fíe  nadie 
de  sí,  en  bien  ni  en  mal. 

Non  tantum  pedes.  Porfiado  hasta  saber  la  voluntad  de 

435  su  Maestro;  y  sabida,  ¡cuan  largo  y  blando  en  obedecer! 
Quien  conoce  la  voluntad  de  Dios,  no  queda  nada  que  no  se 
sujete  a  Dios.  ¡  Señor,  pues  yo  todo  entero  me  pongo  en  vues- 
tras manos!  Qui  est  mundus...  Contra  los  herejes,  que  di- 
cen que  no  está  el  hombre  sin  pecado  mortal  ni  por  breve 

440  tiempo. 

Scitis  quid  fecerim  vobis?  ¡Oh  qué  linda  palabra  para 
después  de  comulgar! — Vos  vocatis  me  Magister...  Todo  este 
negocio  tan  admirable,  para  decirnos  fué  que  tengamos  hu- 
mildad y  caridad  unos  con  otros.  Muchos  hay  que  no  les  pa- 
445  rece  que  son  cosas  de  tanta  estima  que  el  Señor  hiciese  tan 
admirables  cosas  para  las  encomendar. — Hoc  sentite  in  vo- 
bis... Cum  littera  praecedenti  et  sequenti.  Preparación  para 
comulgar  fué  el  lavatorio,  y  significativa  de  la  limpieza  que 
habernos  de  llevar,  aun  de  los  veniales. 


34         Incorporados  a  Cristo  por  la  comunión, 
poseemos  el  corazón  del  padre 

Jueves  Santo 

(E)d.  1596,  I,  pip.  694-718.) 


¿Quién  herirá  el  co-  En  aquella  oración  que  Cristo  nues- 
razón  del  Padre  con  tro  Señor  hizo  a  su  Padre  el  jueves 
saeta  de  amor?  ^e  ^a  cena  en  Ia  noche,  le  dice  entre 
otras  palabras:  Padre,  manifesté  tu 
nombre  a  los  hombres,  los  cuales  me  diste.  Y  entre  todas 
las  otras  cosas  que  hizo  buenas,  y  muy  buenas,  especial- 
mente se  esmeró  en  predicar  la  honra  de  su  Padre,  atribu- 
yéndole a  El  la  doctrina  que  predicaba,  los  milagros  y  obras 
que  hacía;  todo  para  ejemplo  nuestro,  que  encendía  los  co- 


442  lo.  13,  1-15. 

447  Cf.  Phil.  2,  5. 

7  lo.  17,  6. 

10  Cf.  lo.  7,  16  ;  14, 


490 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


razones  de  los  apóstoles  en  el  amor  del  Padre  invisible,  tan 
altamente  alabado  por  su  Hijo. 

Y  uno  de  ellos,  que  fué  San  Felipe,  dijo  como  en  nom- 

15  bre  de  todos :  Señor,  muéstranos  al  Padre,  y  bástanos;  como 
quien  dice:  "Pues  tantas  cosas  buenas  nos  ha  dicho  de  El, 
querríamos  verle,  y  ni  tendríamos  más  que  pedir  ni  que  de- 
sear." Tenía,  por  cierto,  mucha  razón  de  desear  ver  al  Pa- 
dre, pues  hace  claramente  bienaventurados  a  los  que  clara- 

20  mente  le  ven.  Mas  ¿cómo  le  verán,  si  El  no  se  muestra? 
¿Cómo  se  mostrará,  si  no  le  amamos?  Pues  como  dijo  Cristo 
nuestro  Señor:  Si  alguno  me  ama,  manifestármele  he  a  mí 
mismo.  ¿Y  cómo  amaremos  al  Padre,  si  el  Padre  primero  no 
nos  ama,  pues  que  el  amar  nosotros  a  El  es  efeto  de  amar  El 

25  a  nosotros? 

¿  Y  quién,  al  contrario,  ha  de  ser  amado  de  una  cosa  tan 
alta  como  es  Dios  Padre,  siendo  nosotros  tan  bajos,  que  aun 
acordarse  como  quiera  de  nosotros  y  darnos  el  ser  de  natu- 
raleza es  muy  grande  merced  y  sobre  todo  nuestro  mereci- 

80  miento?  Merced  es  aquel  amor  con  que  nos  ama  a  los  hom- 
bres y  ángeles,  con  que  los  levanta  sobre  toda  su  naturaleza 
criada  y  los  hace  consortes  por  gracia  y  por  gloria  de  la  di- 
vina naturaleza. 

Amar  a  uno  es  darle  señorío  sobre  sí  mismo;  es  capti- 

85  varse,  y  encarcelarse,  y  parar  en  señorío  de  él.  ¿Pues  quién 
no  alabará  aquel  eterno  Padre,  principio  no  sólo  de  los  án- 
geles y  hombres,  mas  de  todo  lo  criado,  y  aun  de  las  dos  Per- 
sonas, Hijo  y  Espíritu  Santo,  del  cual,  como  dice  San  Pa- 
blo, toma  nombre  toda  paternidad  en  el  cielo  y  en  la  tierra? 

40  Un  Padre  del  cual  el  Hijo  y  el  Espíritu  Santo  reciben  todo  lo 
que  tienen,  y  El  de  ninguno  lo  recibe,  de  sí  mismo  tiene  lo 
que  tiene,  y  es  lo  que  es.  Mas  ¿quién  dirá  qué  es?  Es  un 
Poder  infinito  que  llegó  a  poder  engendrar  un  Hijo  igual  y 
semejable  a  sí  mesmo;  es  una  Bondad  tanta,  que  llegó  a  dar 

45  toda  su  esencia  a  su  Hijo  por  vía  de  generación  y  al  Espíritu 
Santo  por  vía  de  amor;  y,  finalmente,  es  un  piélago  de  infi- 
nitas perfecciones,  que,  por  mejor  decir,  es  una  infinita  per- 
fección, al  cual  los  ángeles  reverencian,  y  las  dominaciones 
adoran,  y  los  poderes  tiemblan,  y  las  dos  divinas  Personas 

50  conocen  que  es  su  principio,  y  que,  aunque  haya  entre  ellos 
suma  igualdad,  y  más  que  igualdad,  pues  es  unidad  en  la 
misma  naturaleza,  mas  con  esto  está  la  autoridad  del  Padre, 
del  cual  las  dos  Personas  divinas  reciben  lo  que  tienen,  y  el 
Padre  no  de  ellas  ni  de  otro  ninguno. 


15  lo.  14,  8. 

23  Cf.  lo.  14,  21. 

33  2  Petr.  1,  4.  39   Epfa.  3,  15. 

42  Cf.  Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa,  1,  qq.  33-36. 

49  Cf.  Miss.  Rom.,  Ordo  Miss.,  praefat. 


34-     JUEVES  SANTO 


491 


55  Pues  poniendo  de  una  parte  esta  suma  Majestad  e  infi- 
nita alteza,  encumbrada  sobre  nosotros  con  distancia  infini- 
ta, y  de  otra  parte  nuestra  bajeza,  y,  lo  que  peor  es,  nues- 
tros pensamientos,  ¿quién  osará  esperar,  ni  aun  pensar,  que 
dos  tan  distantes  extremos  se  pudiesen  juntar  en  uno?  ¿Quién 

60  de  los  hombres  volará  tan  alto  que  alcance  esta  presa,  que 
vuela  sobre  querubines  y  alas  de  vientos?  ¿Quién  tan  rico 
que  posea  a  este  Señor  y  le  hiera  su  corazón  con  saeta  de 
amor,  y  lo  haga  abajar  a  tratar  leyes  de  igualdad  de  amor 
con  criaturas  tan  desiguales  a  El?  "Tú  eres  verdad,  decía 

65  San  Agustín,  y  yo  mentira  y  vanidad,  etc."  ¿Y  cuándo  po- 
drán juntarse  en  uno  estos  extremos?  Y  si  se  juntan,  cosa 
es  dignísima  de  admiración,  como  el  santo  Job  lo  sentía, 
diciendo:  Señor,  ¿qué  cosa  es  el  hombre  porque  lo  visitas  y 
pones  en  él  tu  corazón?  Y  [si]  según  sentencia  del  Señor, 

"0  donde  está  el  tesoro,  allí  está  el  corazón,  ¿cómo  puede  ser 
que  cosa  tan  pobre,  como  es  el  hombre,  sea  tesoro  de  cosa 
tan  rica  como  es  Dios? 

Cierto  es  aquí  menester  la  fe  de  Abraham,  que,  no  en- 
flaquecido por  parte  de  la  criatura,  mas  confortado  en  la 

75  promesa  del  Criador,  dió  gloria  a  Dios,  teniéndole  por  tan 
poderoso,  que  puede  hacer  todo  lo  que  promete.  Mas  lo  que 
había  allí  prometido  era  que  Sara,  estéril  y  vieja,  pariría 
un  hijo.  Gran  maravilla  por  cierto;  mas  muy  más  es  que 
Dios  Padre  se  dé  por  amor  a  una  ánima  estéril,  a  un  gusano 

80  de  la  tierra,  a  un  pecador  e  indigno  de  mirar  él  cielo  y 
hollar  la  tierra  y  de  comer  un  poco  de  pan.  Que  ame  Dios, 
y  de  amor  tan  entrañable,  a  su  criatura,  el  hermoso  al  feo, 
el  rey  al  vasallo,  el  todo  a  la  nada,  cosa  es  de  mayor 
maravilla  y  más  bienaventurada  de  poseer,  mas  muy  ardua 

85  de  creer;  y  no  pequeñas  prendas  son  necesarias  para  certi- 
ficarnos de  tan  grande  honra,  tan  grande  riqueza  y  tan 
copiosa  bienaventuranza.  Porque  si  de  esto  nos  dan  sufi- 
cientes prendas,  ¿qué  resta  sino  perder  la  vida,  si  es  me- 
nester, por  alcanzar  el  corazón  de  Dios  Padre  por  nuestro 

90  y  tenerle  herido  con  saeta  de  amor? 

El  corazón  del  Padre,    Alabada  sea  la  bondad  divinal, 
su  Hijo  es  Qiue  a  tanto  llega,  que  nos  da  el 

bien  que  no  merecemos,  y  exceden 
sus  dádivas  a  lo  que  le  pedimos,  y  aun  a  lo  que  deseamos, 
95  y  aun  a  lo  que  entendemos,  según  dice  San  Pablo.  Ninguna 


6i  Cf.  2  Reg.  22,  ii. 

65  Cf.  San  Agustín,  Confess.,  I.  io,  c.  41,  66;  1.      c.  10,  16  : 

ML  32,  807.  742. 

69  Of.  Ps.  8,  5  ;  Iob  7,  17. 

70  Mt.  6,  21. 

78  Cf.  Gen.  18,  10. 

95  Cf.  Eph.  3,  20. 


492  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cosa  le  parece  a  Dios  ardua  en  lo  que  toca  a  hacer  bien 
a  los  hombres;  y  cuanto  excede  el  alteza  del  cielo  a  la 
pequeñez  de  la  tierra,  son  ensalzados  de  hacernos  bien  sobre 
la  pequeñez  de  nuestro  corazón  para  osarlo  desear  y  pedir. 

100  En  tus  pensamientos,  Señor,  para  lo  que  cumple — dice  Da- 
vid— no  hay  semejable  a  ti. 

Cierto  es  así,  que  el  divinal  y  paternal  corazón,  conmo- 
vido de  su  entrañable  bondad,  se  quiere  poner  en  los  hom- 
bres, y  tenerlos  por  su  tesoro,  no  para  enriquecer  El  en 

106  ellos,  sino  para  que,  juntándose  con  ellos,  los  haga  tan 
ricos,  que  lo  posean  a  El.  Y  el  medio  que  para  juntarse 
estos  extremos  tomó,  fué  su  santísimo  Hijo,  Jesucristo  nues- 
tro Señor,  según  El  mismo  lo  dice:  Yo  soy  camino,  verdad 
y  vida;  ninguno  viene  al  Padre  sino  por  mí.  Sepan,  pues, 

l'lO  todos  los  que  quisieren  subir  a  la  alteza  del  Padre,  que  la 
escalera  es  Jesucristo,  su  Hijo;  sepan  todos  que  otro  me- 
dianero principal  no  hay  si  El  no;  porque,  aunque  los  san- 
tos lo  sean,  sonlo  por  El  y  sonlo  porque  El  fué  medianero 
para  que  ellos  tuviesen  cabida  con  Dios;  y  que  para  todos 

115  es  medianero,  si  quieren  llegar  a  El. 

— Mas  ¿qué  haremos,  que  también  El  es  alto  y  altísi- 
mo, como  la  Iglesia  lo  canta?  Y  tampoco  podemos  llegar  a 
su  alteza,  como  a  la  de  su  Padre,  pues  en  cuanto  Dios  tiene 
una  misma  alteza  y  en  cuanto  hombre  está  unido  con  la 

120  misma  persona  del  Verbo  de  Dios. 

— No  os  iréis  por  ahí  llenos  de  achaques;  días  ha  que 
respondió  Dios  a  esas  preguntas  por  boca  de  Moisés,  y  des- 
pués de  San  Pablo:  No  digas — dice  Dios — ,  ¿quién  subirá  al 
cielo  y  quién  descenderá  al  abismo  para  traernos  este  man- 

125  damiento?  Lo  cual  declara  San  Pablo  diciendo:  ¿Quién  su- 
birá al  cielo  para  traernos  a  Jesucristo?  ¿Quién  descenderá 
al  abismo  para  traerlo  resucitado?  Muy  cerca  está  lo  que  te 
es  mandado;  en  tu  boca  está  y  en  tu  corazón. 

Pregúntasme  dónde  está  Cristo,  para  que  me  llegue  y 

130  por  El  suba  al  Padre,  y  responderte  he  señalando  con  el 
dedo  como  San  Juan  Baptista,  y  decirte  he  tan  grande  verdad 
como  dice  él,  y  la  mesma  verdad  que  dijo  él:  He  allí  el  Cor- 
dero de  Dios,  que  quita  los  pecados  del  mundo.  Allí  está, 
vestido  de  unos  accidentes  de  pan,  y  por  harto  más  mara- 

135  villosa  manera  que  estaba  cuando  lo  señaló  San  Juan  con 
su  dedo. 

¡Oh  divinal  amor  del  Eterno  Padre,  que  puso  por  puerta 


ioi  Cf.  Ps.  39,  6. 

109  lo.  14,  6. 

117  Miss.  Rom.,  Ordo  Missac,  Gloria. 

125  QF.  Deut.  30,  12. 

128  Cf.  Rom.  10,  6-8. 

133  lo.  1,  29. 


34-     JUKVKS  SANTO 


493 


para  entrar  a  El  a  Jesucristo,  su  Hijo,  según  El  lo  dijo;  y 
la  pone  tan  cerca  de  los  hombres  y  tan  abierta  de  par  en 
140  par,  que  parece  que  está  convidando  a  que  éstos  entren  por 
ella!  El  corazón  del  Padre,  su  Hijo  es;  quien  a  su  Hijo  tiene, 
el  corazón  del  Padre  tiene.  Pónelo  en  aquel  relicario  des- 
cubierto, a  que  todos  lo  miren,  tan  en  público  como  lo  veis 


M5  ¡Oh  sapientísimo  Padre!  ¿No  sabe  vuestra  Majestad  que 
lo  que  en  público  se  pone,  siendo  cosa  preciosa  o  hermosa, 
que  hay  muchos  que  lo  codicien?  ¿No  sabéis,  Señor,  que 
como  vuestro  siervo  San  Gregorio  dijo:  "El  que  lleva  el  te- 
soro públicamente,  con  la  obra  da  a  entender  que  desea  que 

150  se  lo  roben"?  Vos,  Señor,  ¿no  dijistes:  Con  toda  guarda 
guarda  el  corazón,  porque  de  él  procede  la  vida?  Y  si  la  vida 
de  nuestro  cuerpo  procede  del  corazón,  y  por  eso  mandáis 
que  lo  pongamos  a  buen  recaudo,  ¿por  qué  no  ponéis  vos  a 
mejor  recaudo  vuestro  corazón,  pues  que  de  él  procede  la 

155  vida  del  nuestro  y  es  fuente  de  vida,  por  el  cual  viven  todas 
las  cosas  vivas  en  el  cielo  y  en  la  tierra?  Si  fuera  dineros, 
no  fuera  mucho  guardarlos  poco,  pues  valen  poco;  mas  vues- 
tro corazón,  Señor,  que  es  la  misma  riqueza,  y  que  tanto 
vos  amáis,  ¿cómo  no  teméis  que  os  lo  roben,  pues  tan  her- 

160  moso  y  rico  es  y  tan  en  público  está  puesto  y  tan  cerca  de 
nos,  que  con  cuatro  o  cinco  pasos  que  demos  llegaremos  a 
él  y  lo  tomaremos? 

¡Oh  invenciones  de  Sabiduría  divina,  manifestadora  de 
su  encendido  amor  con  los  hombres,  que,  por  ser  tan  admi- 

165  rabies,  ni  se  deben  olvidar  ni  callar,  pues  por  ellas  se  dijo: 
Declarad  en  los  pueblos  las  invenciones  de  Dios!  ¡Oh  deseo, 
oh  sed  intensa  que  tienes,  Señor,  de  que  los  hombres  te  roben, 
te  posean  y  sean  bienaventurados  por  ti ! 

El  sol  alumbra,  calienta  y  alegra  sin  que  nadie  se  lo  rue- 
llo gue,  sino  por  su  propia  naturaleza;  y  el  fuego  y  todas  tus 
criaturas  comunican  lo  que  tú  les  diste,  sin  elección,  sino 
por  instinto  de  naturaleza  que  tú  les  pegaste,  haciéndoles 
participantes  en  su  modo  de  tu  infinita  liberalidad.  Mas  así 
como  son  en  el  ser  más  bajas  que  tú,  no  tiene  que  ver  su 

175  liberalidad  con  la  tuya;  ellas,  si  se  dan,  no  saben  lo  que 
hacen;  mas  tú,  Señor,  sabiendo  qué  haces,  y  sobre  pensado, 
te  comunicas  de  mejor  gana  y  más  copiosamente  que  ninguna 
de  tus  criaturas.  ¡Oh  quién  entendiese,  Señor,  tus  caminos 
llenos  de  hermoso  amor!  ¡Quién  entendiese  cómo  en  todas 

138  Cf.  lo.  io,  9. 

150  San  Gregorio  Magno,  Hoiii.  in  Ev.,  1.  i,  hom.  11,  1 
(ML  76,  1115)  :  «Depraedari  ergo  desideral,  qui  thesaurum  publire 
portat  ;n  via». 


allí. 


494 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


180  las  cosas,  cuando  no  concedes  y  cuando  concedes,  y  cuando 
haces  y  no  haces,  halagas  y  riñes,  el  fin  que  en  todo  pre- 
tendes es  nuestra  satisfacción  y  salvación  eterna! 

Mándasnos,  Señor,  que  cerremos  y  guardemos  con  toda 
guarda  nuestro  corazón,  porque  no  se  derrame  por  las  cria- 

185  turas  y  pierda  a  ti,  que  eres  su  vida;  mandas  que  esté  vacío 
de  todo  amor,  como  el  altar  de  tus  sacrificios,  y  para  que 
todos  sus  senos  se  hinchan  de  ti  y  te  posean;  y  mandándo- 
nos tú  esta  tan  estrecha  guarda  de  nuestro  corazón,  ¡pones 
tú  el  tuyo  en  público  para  que  todos  te  lo  puedan  robar;  y 

190  el  nuestro  no  nos  lo  lleve  nadie,  y  el  tuyo  te  lo  tomen  todos! 
¡Ay  del  mundo  ciego,  que  por  enriquecer  roba  a  los  po- 
bres y  por  hartarse  beben  cieno,  andan  tras  el  viento  y  humo 
de  la  vana  honra,  y  aun  de  estas  miserias  no  pueden  alcan- 
zar lo  que  desean!  ¡Y  viéneseles  a  la  mano  el  amor  y  el  co- 

195  razón  del  omnipotente  Padre,  y  no  curan  de  él,  pudiendo  ser 
bienaventurados  con  él!  Allí  está,  hombres,  allí  está  el  co- 
razón y  amor  de  Dios  Padre;  ¿por  qué  hay  tan  pocos  codi- 
ciosos de  él?  Pregonamos  que  Dios  Padre  quiere  dar  su 
amor;  ¿por  qué  tan  tibios  para  lo  recebir? 

200  El  que  bien  comulga,     Y  si  Dios  os  hace  merced  de  esti- 
éste  ha  herido  el  oo-    mar  este  don  en  lo  que  es  razón; 
razón  del  Padre         s*  vuestra  ánima  con  entrañable 
deseo  quiere  vivir-  y  ser  amada  en 
la  oración  de  Dios  Padre,  yo  os  diré  las  saetas  con  que  lo 

205  hiráis,  las  prisiones  con  que  atéis  el  corazón  invencible,  y 
os  enseñaré  unos  fortísimos  bebedizos  con  que  el  corazón  del 
Padre  se  captive  de  vuestro  amor. 

Mas  ¿quién  yo  para  dar  testimonio  de  amor  tan  grande? 
Que  aun  los  ángeles  son  pequeños  para  descubrir  camino 

210  que  lleva  a  una  mina  tan  honda  y  a  tesoro  tan  rico.  Dígalo 
el  mismo  Hijo  de  Dios,  el  que,  como  dice  San  Juan,  está  en 
el  seno  del  Padre,  el  cual  es  Sabiduría  que  no  puede  errar; 
dígalo  El,  y  óiganlo  sus  cristianos  con  entera  fe,  y  pónganlo 
en  obra  con  mucho  cuidado.  Dice  el  Señor:  El  mismo  Padre 

215  os  ama,  porque  vosotros  me  amastes  a  mí  y  creístes  que  sali 
de  El.  He  aquí  con  qué  se  gana  el  amor  de  Dios  Padre,  con 
amar  y  creer  en  su  Hijo  bendito.  ¿Y  qué  cosa  más  fácil  que 
amar  a  la  misma  Bondad?  ¿Y  qué  cosa  más  debida  que  amar 
a  quien  de  amor  murió  por  mí? 

220  El  leproso  Naamán  vino  de  su  tierra  al  profeta  Elíseo 
para  que  le  diese  salud,  la  cual  los  médicos  no  le  podían  dar; 
y  mandóle  el  profeta  que  se  fuese  a  lavar  al  río  Jordán  siete 
veces,  prometiéndole  salud  si  aquello  hacía;  y  él,  de  enojado, 


212  Cf.  lo.  i,  18. 
216   lo.  i6,  27. 


34-     JUEVES  SANTO 


495 


no  lo  quiso  hacer;  y  perdiendo  el  trabajo  que  había  pasado, 

225  volvió  a  su  carro,  y  tornábase  a  su  tierra.  Mas  sus  criados, 
que  miraron  el  negocio  más  sin  pasión,  diéronle  buen  con- 
sejo: "Padre,  si  el  profeta  te  mandara  otra  cosa  dificultosa, 
fuera  razón  que  la  hicieras  para  alcanzar  salud  de  un  mal 
incurable;  cuanto  más  que  no  te  dijo  sino  una  cosa  muy 

230  fácil:  desciende  al  Jordán  y  lávate,  y  cobrarás  la  salud  de- 
seada". Alabada  sea,  Señor,  tu  bondad,  que,  con  la  grande 
gana  que  tienes  de  darte,  pides  tan  poco  por  ti;  poco  trabajo, 
cosa  muy  fácil,  amar  a  tu  Hijo  bendito. 

Cristiano,  ¿no  ves  que  tienes  tantas  razones  para  lo 

235  amar,  que  no  debías  preguntar:  "Cómo  querré  bien  a  Jesu- 
cristo", sino:  "Cómo  lo  dejaré  de  querer"?  Si  algún  exceso 
hubiese,  en  su  amor  había  de  ser,  y  decir:  "¿Qué  haré,  que 
me  veo  tan  aficionado  a  El,  que  antes  es  menester  freno 
que  espuelas?"  Amar  a  Jesucristo  y  quererlo,  esto  es  lo  que 

240  cuesta  el  ser  amado  del  Padre.  Y  si  quieres  oírlo  en  menos 
palabras,  el  que  bien  comulga  y  se  tiene  por  suyo,  éste  ha 
vencido,  éste  ha  herido  el  corazón  del  omnipotente  Dios  Pa- 
dre. Cuando  amas  a  Cristo  y  por  su  amor  te  pesa  de  los 
pecados  que  has  hecho,  entonces  mueres  a  ti  y  estás  hecho 

245  hábil  para  ser  comido;  porque  vivo,  si  primero  no  muere, 
¿quién  le  comerá?  Y  cuando  con  este  amor  y  con  la  fe  cató- 
lica, confiado  en  la  pasión  del  Señor,  te  llegas  al  altar  y 
recibes  aquel  Señor  que  allí  está,  entonces  El,  como  más 
fuerte,  según  está  dicho,  te  come  a  ti  y  te  transforma  en  sí. 

250  Y  con  este  engrudo  de  fe  y  amor  quedas  unido  con  El  y 
hecho  miembro  vivo  de  El,  y  descienden  sobre  ti  los  rayos 
del  divino  amor  paternal,  y  te  recibe  por  hijo,  y  te  honra 
y  enriquece  como  a  tal. 

Jesucristo  nuestro  Señor  es  Hijo  natural  de  Dios  Padre, 

255  es  el  solo  amado  de  El,  es  el  solo  heredero,  es  aquel  a  quien, 
como  dice  San  Pablo,  le  prometió  la  herencia  del  cielo,  como 
a  simiente  de  Abraham.  No  hay,  fuera  de  Jesucristo,  bien 
ninguno  de  aquéstos;  y  en  El,  éstos  y  otros  muchos.  Quien 
se  quisiere  llegar  a  El,  quien  bien  lo  recibiere,  éste  goza  de 

260  jas  influencias  y  riquezas  que  Dios  Padre  puso  en  El. 

¡Cosa  mucha,  cosa  no  oída,  que  el  Hijo  unigénito  del 
Padre  ande  El  mismo  buscando  y  trayendo  a  sus  propios  es- 
clavos para  que  el  Padre  de  El  los  tome  por  hijos  adoptivos 
y  agradables  y  tratados  a  semejanza  de  El!  Suelen  los  hijos 

265  de  acá  no  querer  por  compañeros  hijos  adoptivos;  ni  quiere 
nadie  adoptar  sino  a  quien  le  falta  hijo  legítimo.  Mas  el  altí- 
simo Padre,  que  es  rico  en  misericordia,  teniendo  sumo  con- 


231   Cf.  4  Reg.  5,  i;,. 
257   Cf.  Gal.  3,  16. 
267   Eph.  2,  4. 


196 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tentamiento  de  su  Hijo  legítimo  Jesucristo  nuestro  Señor, 
quiso  dar  a  los  indignos  esclavos  parte  en  los  bienes  que  dió 

270  a  su  unigénito  Hijo,  haciéndolos  hijos  amados  agradables  y 
herederos;  y  por  darles  estos  bienes  no  perdonó  a  su  Hijo, 
mas  entrególo  a  la  muerte  por  todos. 

Dinos,  Señor,  por  tu  misericordia,  dinos  tú,  que  ahí  estás 
callando:  ¿Te  pesó  a  ti  de  esta  liberalidad  que  tu  Eterno 

275  Padre  hizo,  tomando  a  los  hombres  por  hijos  y  dándotelos 
a  ti  por  hermanos,  como  acostumbran  hacer  los  malos  her- 
manos? ¡Oh  amor  nunca  oído!  ¡Oh  corazón  sin  igual,  más 
herido  con  nuestro  amor  que  con  la  lanzada  que  le  dió  Lon- 
ginos!,  que  estuviste  tan  lejos  de  pesarte  de  esto,  que  todos 

2*0  tus  deseos,  obras  y  palabras  se  emplearon  en  ello;  y  con 
grande  instancia  y  profundos  gemidos  y  derramamiento  de 
lágrimas  suplicaste  tú  a  tu  Padre  que  así  lo  hiciese;  y  fué 
tanto  el  gusto  que  tomaste  en  tener  hermanos  y  compañeros 
en  tus  bienes  y  en  tu  herencia,  que  no  dudaste  de,  con  precio 

286  de  tu  propia  sangre  y  tu  preciosísima  vida,  rescatar  los  que 
eran  esclavos,  y  comprar  de  tu  Padre  que  los  amase  y  tomase 
por  hijos. 

"Murió  el  Unico — dice  San  Agustín — por  no  quedar  uno". 
No  te  sabía  bien,  Señor,  el  gozar  de  tu  bien  a  solas  si  no 

290  viniesen  los  pobres  a  comer  contigo  y  fuesen  amados  del 
celestial  Padre.  ¡Cuán  dulce  cosa,  Señor,  es  de  pensar  que, 
desde  que  fuiste  concebido  en  el  virginal  vientre  de  nuestra 
Señora,  tomaste  por  empresa — y  perdiste  sobre  ello  la  vida — 
de  que,  como  el  Padre  te  amaba  a  ti,  amase  también  a  los 

295  tuyos!  Y  como  Rut  rogaba  a  Booz  que  extendiese  su  ropa 
sobre  ella,  así  rogabas  tú  a  tu  Eterno  Padre  que  el  amor 
con  que  te  amaba  y  cobijaba  no  te  calentase  ni  parase  en 
ti  sólo,  mas  pasase  a  los  tuyos,  haciéndolos  participantes 
del  corazón  y  amor  paternal.  Voz  tuya  fué,  Señor;  oración 

300  tuya  fué  con  que  oraste  al  Padre;  en  esta  noche  del  Jueves 
Santo,  un  poco  antes  que  fueses  al  huerto  a  ser  preso  por 
nosotros,  muy  más  preso  tú  de  nuestro  amor,  dijiste  al 
Padre:  Él  amor  con  que  me  amaste,  esté  en  ellos,  y  yo  en 
ellos.  ¡Oh  cosa  admirable!  ¡Oh  empresa  digna  de  tal  Hijo! 

305  ¡Oh  verdadero  medianero  y  reconciliador,  lazo  de  amor  en- 
tre el  Padre  y  nosotros!  Yo  en  ellos,  dices,  Señor.  ¿Quién 
son  estos  ellos,  sino  aquellos  que  bien  te  reciben  con  el  cuer- 
po y  con  el  ánima  ?  Yo  en  ellos,  como  está  la  cabeza  en  sus 
miembros ;  y  él  amor  con  que  me  amaste  esté  en  ellos.  Y  si 

310  queréis  saber  por  qué,  porque  Cristo  está  en  ellos,  como 
en  la  misma  oración  lo  había  declarado,  diciendo:  Yo  en 


272  Rom.  8,  32. 

282  Cf.  Hebr.  5,  7. 

296  Cf.  Ruth  3,  9. 

304  lo.  17,  26. 


34-     JUEVES  SANTO 


497 


ellos  y  tú  en  mí,  para  que  sean  perfeccionados  y  conozca 
él  mundo  que  me  enviaste  y  los  amaste  a  ellos  como  me 
amaste  a  mí.  El  amor  del  Padre  está  en  Cristo,  y  Cristo 

315  está  en  los  hombres;  de  manera  que  en  Cristo  se  juntan 
Dios  Padre  y  los  hombres. 

¡Oh  dichosa  comunión  con  Cristo!  ¡Oh  dichoso  el  tra- 
bajo que  se  pasa  por  bien  comulgar!  ¡Oh  sustantífico  bo- 
cado, con  el  cual  confortado,  es  levantado  el  pobre  del  pol- 

320  vo  y  el  menesteroso  del  estiércol  y  subido  hasta  la  alteza 
del  amoroso  corazón  paternal,  y  allí  mora  como  en  casa, 
allí  se  asienta  como  en  silla  y,  en  fin,  como  amado,  en  el 
corazón  de  su  verdadero  Amador!  ¡Alábente,  Señor,  tus 
misericordias,  tus  maravillas  que  haces  en  favor  de  los  hom~ 

325  bres,  pues  que  los  levantas  a  que  se  junten  con  tu  Hijo, 
para  que  los  tomes  por  hijos  en  El! 

Sólo  incorporados  a    Mas  es  de  mirar  que  [Dios]  no 
Cristo  somos  agrada-    toma  a  nadie  por  hijo,  para  que 
bles  al  Padre         ^1  &oce  ^e  este  nom¡hre  como  hom- 

330  bre  que  está  apartado  por  sí,  ni 

que  su  voz  suene  en  las  orejas  de  Dios  como  de  persona 
propia  que  suena  por  sí,  y  vale  por  sí,  y  estriba  en  sí.  Si 
un  hijo  adoptivo  de  Dios  pidiere  algo  a  Dios  y  no  alegara 
a  Jesucristo  sino  que  es  Fula[no],  hijo  adoptivo  de  Diosv 

335  o  que  tiene  su  gracia  de  presente,  y  derecho  para  la  herencia 
del  cielo,  este  tal,  si  otra  cosa  no  alega,  ni  será  oído,  ni  su 
nombre  conocido;  y  resolutamente  la  responderán:  "No  os 
conozco,  ni  acepto  vuestra  oración,  ni  acepto  vuestras  buenas 
obras,  ni  me  parecéis  bien,  aunque  seáis  un  San  Pedro,  ni 

340   un  San  Pablo,  ni  aunque  seáis  la  Virgen  María". 

Los  amorosos  ojos  de  Dios,  según  hemos  dicho,  la  adop- 
ción de  hijos,  la  gracia  y  dones,  del  Espíritu  Santo,  en  sólo 
Jesucristo  están  y  a  El  sólo  se  han  dado  como  a  fuente;  y 
aquel  sólo  gozará  de  ellos  que  se  incorporare  en  Jesucristo 

345  y  fuere  cosa  de  El,  no  como  quiera,  sino  como  miembros 
o  cuerpo,  que  con  su  cabeza  hacen  una  persona  mística,  cual 
es  Cristo  y  la  Iglesia.  Quien  está  en  Cristo  como  miembro 
.vivo,  hiio  es  agradable,  es  heredero,  no  como  cosa  aparta- 
da de  Cristo,  sino  como  cosa  de  El,  y,  según  se  ha  dicho, 

850   que  se  llama  El. 

Y  esto  no  lo  tome  nadie  por  caso  de  menos  valer,  sino 


de  más  valer,  y  por  una  merced  muy  particular.  Porque 
así  comió  si  la  santísima  ánima  de  Cristo  nuestro  Señor  fue- 
ra dejada  en  sí  misma  para  tener  propia  persona  que  estri- 


386  base  en  sí,  aunque  tuviera  toda  la  gracia  y  dones  de  Dios 
que  ahora  tiene,  no  fuera  tan  alta  con  tener  propia  perso- 

314  lo.  17,  23.  325  Ps.  106,  8. 

320   Cf.  1  Reg.  2,  8.  338   Le.  13,  25. 


49S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


na  como  lo  es  con  carecer  de  ella  y  ser  personada  en  el  Ver- 
bo de  Dios,  en  el  cual  está  arrimada  y  con  el  cual  está 
unida  con  unión  de  honra  inefable;  así  acá  ser  hijo  de  Dios 

360  adoptivo,  ¡gran  dignidad!;  tener  su  gracia,  ¡cosa  dichosa!; 
mas  ser  cuerpo  de  Cristo  y  estar  unido  con  él  con  tal  unión 
que  se  llamen  una  persona  y  se  llamen  un  Cristo,  esta  dig- 
nidad es  cosa  admirable;  y  este  no  estar  el  hombre  arrima- 
do a  sí,  ni  tener  nombre  propio,  ni  sonar  como  tal,  es 

365  grande  ganancia  y  grande  riqueza;  porque,  en  lugar  de  ello, 
es  'levantado  el  hombre  a  ser  miembro  vivo  de  Jesucristo 
nuestro  Señor  y  a  ser  llamado  por  nombre  de  El;  y  por  ser 
cosa  de  Cristo,  es  mirado  del  Padre  con  amorosos  ojos  y 
tiene  cuidado  como  de  cosa  tan  conjunta  a  su  Hijo. 

370  Y  para  certificarnos  de  aquesta  verdad,  dijo  el  mismu 
Señor:  Yo  soy  vid  verdadera,  y  mi  Padre  es  el  labrador; 
y  a  todo  sarmiento  que  no  llevare  fruto  en  mí,  alimpiarlo 
ha;  y  a  todo  aquel  que  llevare  fruto  en  mí,  limpiarlo  ha  para 
que  lleve  más  fruto.  ¿Quién  callará  tales  mercedes?  ¿Quién 

375  agradecerá  tales  beneficios?  ¿Quién  será  tan  sabio  que  co- 
nozca el  precio  que  vale  tener  Dios  tal  cuidado  de  un  hombre 
incorporado  en  su  Hijo  como  un  sarmiento  en  una  vid,  para 
alimpiarlo,  corregirlo,  abrigarlo,  a  semejanza  de  lo  que  hace 
un  podador  con  la  vid? 

380  ¡oh  celestial  Padre!  Que  el  hombre  [que]  tiene  cargo  de 
la  vid,  ni  puede  llover  sobre  ella,  ni  traerle  el  sol  ni  el  aire 
cuando  es  menester,  ni  dar  virtud  a  los  sarmientos  para  que 
produzgan  hijos  y  fruto!  Mas  ¡dichoso  de  aquel  de  quien 
tuvieres  cuidado!;  y  tiéneslo  del  chico  y  del  grande  que, 

385  por  bien  comulgar,  fuere  transformado  en  el  cuerpo  de  tu 
Hijo;  que  muy  bien  lo  sabrás  podar,  quitándole  las  cosas 
que  fueren  dañosas;  muy  bien  lo  sabrás  limpiar,  quitándole 
la  escoria  de  sus  pecados  y  faltas;  y  lloverás  sobre  él  la 
lluvia  fructífera  de  la  gracia,  que  es  tuya;  calentarlo  has 

390  con  tus  rayos,  alumbrarlo  has  con  tu  sabiduría,  y  harás  que 
dé  fruto,  y  fruto  de  vida  eterna  y  agradable  a  ti  y  meritorio 
para  él. 

¿Qué  hacéis,  hombres,  los  que  andáis  buscando,  en  pre- 
cio de  mucho  dinero,  quien  fielmente,  muy  sabiamente  soli- 
395  cite  vuestros  negocios?  ¿Podréis,  por  ventura,  hallar — como 
dijo  el  rey  Faraón — otro  hombre  tan  industrioso  como  Josef, 
que  supo  desatar  el  sueño,  y  remediar  con  su  prudencia  la 
hambre  de  Egipto,  y  enriquecer  a  su  rey?  A  tal  hombre 
— dice  Faraón — encomendémosle  nuestros  negocios.  Cristia- 
no© nos,  ¿quién  hará  mejor  vuestros  negocios,  Dios  Padre,  o 
vosotros,  o  los  que  eligiéredes  o  adquiriéredes  con  vuestros 


374   Gf.  lo.  15,  i-2. 
396   Cf.  Gen.  41,  38. 


34-     JUEVES  SANTO 


499 


dineros?  Juntaos  con  Jesucristo  nuestro  Señor;  aparejaos 
para  bien  comulgar;  y  recibiéndolo  a  El,  y  juntos  con  El, 
os  recibirá  su  Padre  por  hijos,  y  se  encargará  de  vuestros 
405  negocios,  como  de  miembros  vivos  de  quien  tanto  ama,  y 
os  regalará,  cuidará  y  os  llegará  tanto  bien,  que  seáis  seme- 
jables al  Unigénito  suyo,  de  manera  que  sean  hechos  seme- 
jables Cristo  y  su  cuerpo. 

Cristo,  dechado    Hombre,  ¿por  qué  no  dices:  "De  dónde 

410   de  nuestra  pre-    a  rní  tanto  bien  que  me  siente  al  convite 
destinación       de  Dios.  y  <lue  su  Hijo  sea  mi  manjar,  y 
su  Padre  me  sea  mi  padre,  y  tenga  cui- 
dado de  mí,  a  semejanza  del  que  tiene  de  su  Hijo"? 

Está  Mifiboset  asaz  ofendido,  cojo  y  con  temor  de  que 

415  el  rey  David  no  le  hiciese  mal,  por  ser  nieto  del  rey  Saúl, 
gran  perseguidor  de  David,  sin  hallar  en  él  culpa.  Mas  otros 
pensamientos  andaban  en  el  corazón  de  David,  llenos  de  paz 
para  con  Mifiboset;  al  cual  no  le  dañó  ser  nieto  del  mal 
abuelo  y  enemigo  capital  de  David;  y  aprovechóle  mucho, 

420  y  el  todo,  ser  hijo  de  Jonatás  su  padre,  tan  grande  o  más 
amigo  de  David  que  Saúl  enemigo.  Mandóle  llamar  David, 
y  consolándolo  con  dulces  y  amorosas  palabras,  le  dice:  No 
temas,  Mifiboset,  porque  haciendo  haré  misericordia  con- 
tigo -por  amor  de  Jonatás  tu  padre;  e  yo  te  restituiré  todas 

425  las  heredades  de  tu  abuelo  Saúl;  y  tú  comerás  siempre  pan 
en  mi  mesa.  Y  así  se  cumplió,  que  comió  Mifiboset  a  la  mesa 
del  rey  David — dice  la  Escritura — como  comían  los  hijos  del 
rey.  ¡Dichoso  hombre,  por  tener  padre  tan  bueno  y  tan  ama- 
do de  David,  que  había  hecho  concierto,  muchos  años  había, 

430  que  cuando  viniese  David  a  reinar,  amase  e  hiciese  bien  a  la 
generación  de  Jonatás,  su  verdadero  y  fiel  amigo. 

David  representa  a  Dios  Padre,  Jonatás  a  Jesucristo 
nuestro  Señor;  entre  los  cuales,  en  aquel  secreto  de  la  eterna 
predestinación,  aun  antes  que  el  Hijo  de  Dios  encarnase,  fué 

435  hecho  concierto  que,  por  amor  de  nuestro  Señor  Jesucristo, 
fuesen  amados  y  recebidos  por  hijos,  hechos  agradables  y 
amigos  los  que  fuesen  hechos  hijos  espirituales  de  El,  her- 
manos, cuerpo  y  esposa;  de  lo  cual  da  testimonio  San  Pablo 
diciendo:  Bendito  sea  Dios,  Padre  de  nuestro  Señor  Jesu- 

440  cristo,  que  nos  bendijo  en  toda  bendición  espiritual  en  las 
cosas  celestiales  en  Cristo,  como  nos  escogió  en  El  antes  de 
la  creación  del  mundo  para  que  fuésemos  santos  y  sin  mácu- 
la en  el  acatamiento  de  El  en  caridad;  el  cual  nos  predestinó 
en  adopción  de  hijos  para  con  El  por  Jesucristo,  según  el 

445   propósito  de  su  voluntad,  en  alabanza  de  la  gloria  de  su  gra- 


428  2  Reg.  9,  7.  11. 

431   Cf.  1  Reg.  20,  14-16. 


500 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cia,  en  la  cual  nos  hizo  agradables  en  su  amado  Hijo,  en  el 
cual  tenemos  redempción  \y  perdón  de  pecados  por  la  san- 
gre de  El. 

De  manera  que  lo  que  en  otra  parte  dice,  que  Jesucris- 

450  to  nuestro  Señor  fué  predestinado,  según  la  humanidad,  a 
ser  Hijo  de  Dios  natural,  se  ha  de  entender  de  El  a  solas; 
mas  su  cuerpo  místico  y  sus  fieles,  -por  adopción;  ellos  por 
amor  de  El,  no  El  por  ellos;  así  como  no  fué  criado  Adán 
por  causa  de  Eva,  sino  ella  por  fin  de  él. 

455  Bodas  hizo  Dios  Padre  a  su  Hijo  en  tiempo  cuando 
se  hizo  hombre;  mas  en  su  eternidad  ordenó  esta  encarna- 
ción, obra  admirable  suya.  Y  para  hacer  fiesta  a  su  Hijo, 
predestinó  convidados,  los  cuales  también  les  dió  por  espo- 
sa. Y  así  como  'la  primera  operación  en  orden  (aunque  no 

460  en  tiempo)  que  el  Padre  tuvo  en  su  eternidad  fué  engen- 
drar a  su  Hijo  igual  a  El,  así  la  primera  y  principal  obra 
de  las  que  en  tiempo  se  habían  de  hacer  ordenó  en  su  men- 
te divina  que  el  que  por  este  nacimiento  eterno  fué  Dios 
fuese  otra  vez  engendrado  de  Santa  María  Virgen  y  na- 

465  ciese  de  ella  verdadero  Dios  y  hombre,  para  que  de  dos  natu- 
ralezas resultase  una  sola  persona;  y  a  éste  hizo  heredero 
de  todas  las  cosas,  y  como  El  dijo,  todas  se  las  puso  en  las 
manos  y  le  dió  señorío  de  todas  las  del  cielo  y  de  la  tierra. 

Y  porque  le  pareció  bien  que  este  Hombre  Dios,  como 
470   otro  Adán,  no  quedase  sólo,  dióle  criados,  dióle  miembros, 

dióle  esposa  que  fuese  carne  de  su  carne  y  hueso  de  todos 
sus  huesos.  Y  El  es  la  raíz  del  amor  de  entre  el  Padre  y 
ellos.  Porque  no  es  cosa  digna  que,  valiendo  El  más  que 
todos  ellos  juntos  y  siendo  Señor  de  ellos,  fuese  El  predes- 
475  tinado  por  ellos,  y  no  ellos  por  El :  Los  que  conoció  y  pre- 
destinó— como  lo  dice  San  Pablo — <fueron  predestinados  a 
ser  conformes  a  la  imagen  de  su  Hijo. 

Y  San  Agustín  dice  "que  Cristo  es  dechado  clarísimo 
de  nuestra  predestinación".  Y  si  El  es  la  forma  de  nuestra 

480  predestinación,  necesariamente  hemos  de  entender  que  su 
predestinación  fué  primero,  y  la  principalmente  pretendi- 
da de  Dios,  y  la  de  los  escogidos  secundariamente,  confor- 
me al  dechado  de  El.  A  Cristo  deben  los  predestinados  el 
ser  amados  y  predestinados.  Y  si  El  saliese  de  en  medio, 

485  que  es  el  Hijo  natural,  ninguno  habría  adoptivo,  ni  amado, 
ni  agradable,  ni  heredero  del  cielo.  Por  El  nos  vinieron 

448  Eph.  1,  3-7. 

451  Rom.  i,  4. 

467  Hefor.  1,  2. 

468  lo.  13,  7. 

472    Cf.  Gen.  2,  23. 
477    Rom.  8,  29. 

470   San  Agustín,  De  praedest.  sancionan,  c.  15,  30-31  :  ML  44, 
#81-983  ;  De  dono  persevcrantiae,  c.  22,  67  :  MlL  45»  i°3.V 


34-     JUEVES  SANTO 


501 


aquestos  bienes  y  en  El  los  poseemos;  porque,  estando  uni- 
dos con  El,  nos  son  dados,  no  como  a  cosas  distintas,  sino 
como  a  El;  como  son  los  hombres  recebidos  en  consorcio 

490  de  la  divina  naturaleza,  y  como  el  Padre  ama  los  miembros 
de  su  unigénito  Hijo,  ámalos  en  gran  manera,  porque  ama 
sobre  toda  manera  a  Jesucristo,  cabeza  de  ellos. 

Ni  estorba  a  este  amor  el  ser  los  hombres  nietos  del 
Adán  pecador,  desobediente,  ingrato  y  que  dió  males  por 

495  bienes  a  su  verdadero  Dios,  como  Saúl  a  David;  porque  el 
estar  en  medio  Jonatás,  que  es  Jesucristo  nuestro  Señor, 
fué  cosa  más  poderosa  para  que  ellos  fuesen  amados  que 
la  traición  y  desgracia  de  Adán  para  ser  aborrecidos.  Este 
es  el  Señor,  por  el  cual  el  Padre  nos  mira  con  agraciados 

500  ojos,  por  vernos  hechos  miembros  de  Aquel  de  quien  el  Pa- 
dre mismo  dió  testimonio  diciendo:  Este  es  mi  Hijo  muy 
amado,  en  el  cual  yo  me  he  agradado.  Y  así  como  la  des- 
gracia de  Adán  se  extendió  a  los  que  venían  de  él,  así  mu- 
cho más  el  amor  y  agradamiento  que  Dios  Padre  tiene  en 

505  su  Hijo  es  cosa  universal  y  general  para  todos,  chicos  y 
grandes,  que  se  quisieren  juntar  y  encorporar  en  el  mismo 
Hijo. 

La  Eucaristía,  consu-  ¡Maravillosa  cosa!,  que  come  al 
mación  de  los  demás    Señor  el  pobre,  y  el  siervo,  y  el 

510  sacramentos  oajo;  y  por  juntarse  con  El,  su- 

ben a  tanta  dignidad,  que  parti- 
cipan de  ser  amados  y  mirados  del  celestial  Padre  con  tales 
ojos,  que  sean  todos  eillos  llamados  por  nombre  de  Cristo. 
Todos  los  que  habéis  sido  baptizados — dice  San  Pablo — 

515  vestido  os  habéis  a  Jesucristo.  Ya  no  hay  siervo  ni  libre, 
ni  judío  ni  griego;  no  varón  ni  mujer;  mas  Cristo  nuestro 
Señor  es  todas  las  cosas  en  todos. 

Esto  se  hace  en  el  baptismo  espiritualmente;  mas  hácese 
por  virtud  de  aquel  Señor  que  allí  está,  debajo  de  especies 

520  de  pan;  y  aquello  se  llama  comerlo  espiritualmente,  y  en  el 
altar  corporalmente  y  sacramentalmente,  para  ir  bien  he- 
cho. Y  la  unión  que  se  hace  en  el  baptismo  invisiblemente, 
aquí  en  el  altar  se  representa  visiblemente;  porque  comiendo 
a  Cristo  somos  comidos  de  El,  unidos  con  El  como  miembros 

525    con  la  cabeza. 

Y  también  el  que  se  baptiza  o  recibe  cualquier  sacramen- 
to (dejado  el  postrero,  que  es  el  de  la  extremaunción)  no  ha 
de  parar  allí,  mas  recebir  sacramentalmente  el  cuerpo  de 

490    2  Petr.  1,  4. 
502    Mt.  17,  5. 

510   Rit.  Rom.,  tit.  9,  c.  s  de  processione  m  feslo  Ssmi.  Corpo- 
ris  Chiisti,  hvmn.  «Sacris  solemniis». 
517   Cf.  Gal.  3,  27-28  ;  Col.  3,  n. 


502 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nuestro  Señor,  como  el  fin  y  consumación  de  los  otros  sacra- 

530  mentos.  Y  aunque  en  los  otros  sacramentos  se  represente 
algún  efecto  particular  de  gracia,  como  es  renacer  por  el 
santísimo  baptismo,  ser  perdonados  por  la  absolución  sacra- 
mental, y  así  en  los  demás;  mas  en  este  dignísimo  sacra- 
mento, donde  reside  el  mismo  Señor,  fuente  de  todas  las 

535    gracias,  es  significado  el  fin  de  toda  la  ley  y  la  perfección 
de  todas  las  obras,  que  es  la  unión  del  amor;  y  que  estos 
bienes,  que  en  los  otros  sacramentos  se  dan,  aunque  se  dan 
por  Cristo,  se  dan  por  vía  de  estar  unidos  con  Cristo. 
Y  pues  habéis  visto  que  en  El,  como  en  fuente  están  todos 

540  los  bienes,  y  en  El  el  amor  y  corazón  del  Eterno  Padre,  co- 
rramos los  sedientos  a  las  aguas,  los  pobres  al  rico,  los 
descaminados  a  nuestro  camino,  los  extranjeros  a  la  casa  de 
nuestro  refugio.  Aunque  mucho  nos  cueste  comer  con  lim- 
pieza de  conciencia  este  santo  bocado,  sufrámoslo  todo,  pa- 

545  sérnoslo  todo;  pues  comiendo  bien  este  celestial  Pan  que  del 
cielo  vino,  Jesucristo  nuestro  Señor,  nos  convertiremos  en 
El,  y  por  El  poseeremos  por  nuestro  el  corazón  de  su  Eterno 
Padre,  el  cual  no  se  contentará  con  coronar  con  corona  de 
honra  a  su  unigénito  Hijo,  mas  hará  que  desde  El,  que  es 

550  cabeza  nuestra,  descienda  la  honra  y  gloria  a  sus  miembros, 
que  somos  nosotros,  y  desde  el  cuello  hasta  la  uña  del  más 
chico  dedo,  nos  hermosea,  nos  cura,  nos  viste  y  nos  mira 
como  a  cosa  conjuntísima  con  su  unigénito  Hijo. 

Bástenos,  pues,  tener  a  tal  Padre  por  padre,  aquí  por 
655  gracia,  y  después  (como  San  Felipe  pidió),  viéndolo  en  la 
majestad  de  su  gloria. 


35     Acompañando  el  arca  del  Testamento  nuevo  * 
Víspera  del  Corpus.  Después  de  1551 

(Hd.  1596,  I,  pip.  605-651.) 

.David  et  omnis  Israel  ludcbant  coram  Domino. 
David  v  toda  Israel  se  regocijaban  ante  el  Señor 
(2  Reg.  6,  [5]). 

El  arca  del  Tes-  Desde  que  el  soberano  Señor,  para  glo- 
5  tamento  ria  de  su  bondad,  crió  hombres,  siem- 

pre tuvo  comunicación  con  ellos,  ense- 
ñándoles los  hermosos  caminos  de  la  virtud,  y  oyendo  sus 
oraciones,  y  recibiendo  servicios  y  sacrificio  de  las  manos 

536   Santo  Tomás  de  Aquino,  Opuse.  5,  de  artieulis  fidei  et  sa- 
cramentis  Ecclesiac.  541   Cf.  Is.  ss>  l> 

546   Cf.  lo.  6,  50.  555    Cf.  lo.  14,  8. 

*  Los  tres  sermones  que  siguen  deben  ser  a  los  que  se  re- 
fiere el  P.  Avila  en  carta  a  D.  Pedro  Guerrero  de  23  mayo  1565  : 
t.  t,  p.  947. 


35-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


503 


de  ellos,  como  parece  en  el  discurso  de  la  humana  generación 

10  que  duró  el  tiempo  de  la  ley  de  naturaleza. 

Mas  cuando  este  Señor  quiso  ser  conocido  y  servido  de 
mayor  número  de  gente,  eligió  al  pueblo  de  Israel,  que  estaba 
captivo  en  Egipto,  y,  sacándolo  con  grandes  milagros  de 
aquella  miseria  en  que  estaba,  trújolo  al  monte  Sinaí,  donde 

15  después  de  haberle  dado  la  ley,  por  la  cual  reglasen  sus  obras 
y  diesen  testimonio  de  la  obediencia  que  se  debe  al  Señor, 
ordenó  que  hubiese  lugar  señalado  donde  su  pueblo  le  ofre- 
ciese devotas  oraciones  y  sacrificios,  en  testimonio  de  su 
divinal  Majestad,  la  cual  es  principio  y  fin  de  todas  las  cosas, 

20  y,  como  a  tal,  le  sacrificasen  y  orasen,  y  El,  como  omnipo- 
tente y  de  suma  bondad,  les  oyese,  enseñase  y  con  serena 
faz  recibiese  sus  sacrificios,  usando  con  ellos  obras  de  Padre 
y  Maestro.  Y  con  estas  entrañas  dijo  a  su  siervo  Moisés: 
Hazme  un  tabernáculo,  y  moraré  entre  vosotros.  Beneficio 

25  grande,  por  cierto,  avecindarse  el  Criador  con  sus  -criaturas 
y  señalar  lugar  donde  los  efectos  de  su  misericordia  fuesen 
más  usados  y  diesen  testimonio  del  particular  cuidado  y  amor 
que  Dios  a  aquel  lugar  tenía. 

Obedeció  Moisés  al  mandamiento  de  Dios,  y  recebida  de 

30  El  la  traza  de  lo  que  debía  hacer,  mandó  fabricar  un  ta- 
bernáculo de  madera  y  un  arca  de  madera  de  Setin,  dorada 
toda  de  dentro  y  de  fuera  con  purísimo  oro;  la  cual  tenía 
dos  codos  y  medio  en  largo,  y  uno  y  medio  en  ancho,  y  otro 
tanto  en  alto;  y  como  dice  Josefo,  "cada  cobdo  tenía  dos 

35  palmos". 

Y  esta  arca  fué  llamada  el  arca  de  Dios,  y  fué  puesta 
en  la  parte  más  honrada  del  tabernáculo,  y  allí  era  Dios  con- 
sultado por  su  sacerdote,  y  daba  respuestas  de  lo  que  debían 
hacer.  Y  dentro  de  ella  mandó  Dios  poner  las  dos  tablas  de 

40  piedra  en  que  estaban  escritos  los  diez  mandamientos  con 
su  mismo  dedo,  dando  a  entender  que  su  ley  no  la  debemos 
echar  tras  las  espaldas,  mas  tenerla  guardada,  como  cosa 
de  mucho  precio,  en  nuestra  memoria  y  corazón,  como  en 
preciosísima  arca.  Y  aunque  en  otra  parte  dice  la  Escri- 

45  tura  que  estaba  en  esta  arca  también  la  vara  de  Aarón,  que 
floreció  en  testimonio  de  que  Dios  le  elegía  a  él  y  a  sus  des- 
cendientes por  sacerdotes,  y  que  con  esta  vara  también  es- 
taba un  vaso  lleno  del  maná  celestial,  para  memoria  del  be- 
neficio que  hizo  Dios  a  aquel  pueblo  manteniéndole  con  este 

50  manjar  por  el  desierto  cuarenta  años  enteros;  mas  pues  la 
Escritura  divina  no  puede  contradecirse,  porque  toda  ella 


44  orta 


24    Of.  Ex.  25,  8. 

34  Ex.  25,  10-11. 

35  Fl.  Josefo,  Antiq.  ind.,  1.  3,  c.  8. 


37  Ex.  40,  3. 
41  Ex.  31,  18. 
45    Num.  17,  11 


504 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  cada  parte  de  ella  es  inspirada  por  el  Espíritu  Santo,  que 
es  suma  Verdad,  hemos  de  entender,  para  quitar  esto  que 
parece  contradicción,  que  dentro  de  la  misma  arca  no  estaban 

55  sino  las  dos  dichas  tablas  y  en  lo  de  fuera  de  ella  estaban 
apegadas  estotras  dos  cosas;  conviene  a  saber,  la  vara  y  el 
vaso  del  maná;  o,  como  dice  Santo  Tomás,  donde  dice  el 
Apóstol  que  estaban  estas  tres  cosas  en  el  arca,  se  ha  de 
entender  que  de  principal  intento  estaban  las  tablas  solas. 

60  Esta  dicha  arca  fué  traída  en  los  hombros  de  los  levitas, 
y  otras  veces  [de  los]  sacerdotes,  hasta  que  fué  puesta  en 
la  tierra  de  promisión,  en  la  tribu  de  Efraín,  en  un  lugar 
que  se  llamaba  Siloé.  Y  después  fué  captivada  de  los  filis- 
teos, y  vino  a  Betsames,  y  desde  allí  fué  llevada  a  Gabaa, 

65  que  es  muy  vecina,  o  es  collado  de  Cariatiarim,  que  quiere 
decir  Ciudad  de  las  Selvas,  según  lo  canta  el  Salmista,  que 
dice:  Oírnosla  en  Efrata  y  hallárnosla  en  los  campos  de  las 
Selvas,  que  es  la  dicha  ciudad  de  Cariatiarim.  Y  si  Efrata  es 
nombre  apelativo,  que  quiere  decir  fertilidad,  no  será  lugar 

70  distinto,  sino  esta  misma  ciudad,  que  era  fértil;  y  si  es  nom- 
bre propio  Efrata,  tomarse  ha  aquí  por  Efraín,  donde  estuvo 
el  arca  primero;  o  si  se  toma,  como  se  suele  tomar,  por 
Betlén,  quiere  decir  que  estando  David,  cuando  pequeño, 
en  Betlén,  como  de  allí  natural,  oyó  decir  de  esta  arca,  y 

75  ahora  cuando  fueron  por  ella,  la  hallaron  en  la  dicha  ciudad 
de  Cariatiarim,  que  David  llama  campos  de  Silva. 

Estando,  pues,  la  dicha  arca  en  este  lugar,  parecióle  a 
David  (según  era  devoto  del  culto  divino)  que  no  se  hon- 
raba allí  ni  frecuentaba  el  arca  del  Señor  como  convenía, 

80  e  hizo  voto  de  no  dar  descanso  a  sus  ojos  ni  entrar  en  su 
morada,  quiere  decir,  que  no  reposaría,  hasta  que  hallase 
lugar  conveniente  donde  poner  el  arca  del  soberano  Señor. 

Y  por  más  enseñar  la  devoción  que  a  ella  tenía,  propuso 
de  hacerle  en  su  casa  real  un  tabernáculo,  el  mejor  que  él 

85  pudiese,  y  colocarla  allí.  Y  habiendo  pensado  él  esto  den- 
tro de  sí,  no  fiándose  de  su  parecer  en  cosa  tan  ardua,  dice 
la  Escritura  que  mandó  llamar  a  los  capitanes  del  ejército  y 
a  todas  las  demás  personas  que  se  solían  juntar  en  consejo 
pleno  para  la  determinación  de  las  cosas  graves  que  se 

90  ofrecían;  y  estando  juntos  les  propuso  su  determinación  y 
deseo,  diciéndoles  que  si  este  negocio  les  parecía  bien,  y 
era  cosa  que  venía  de  Dios,  que  le  avisasen  de  ello  para 
que  se  pusiese  en  efecto.  A  todos  les  pareció  cosa  justa  y 
conveniente  a  la  honra  del  Señor,  pues  la  honra  de  su  arca 

95    redundaba  en  el  mismo  Señor;  y  con  esta  determinación 


59   Santo  Tomás  de  Aquino,  hi  Hcbr.,  c.  9,  lect.  1, 
68  ¡PSs.  131,  6. 
82   Ps.  131,  3-5. 


35-     VÍSPERA  PEI.  CORPUS 


505 


fueron  todos  por  el  arca  Y,  como  dicen  las  palabras  del 
tema,  el  rey  David  y  toda  la  casa  de  Israel  traían  el  área 
del  Señor  con  grande  alegría;  sonaba  música  muy  acorda- 
da de  muchos  cantares,  y  también  la  había  de  órganos, 
100  arpa  y  vihuela  y  otros  muy  muchos  instrumentos ;  y  de  seis 
en  seis  pasos  que  andaba  el  arca  mataban  muchos  animales 
en  sacrificio  al  Señor. 

Y  aunque  era  cosa  hermosa,  y  que  daba  honra  al  Se- 
ñor, ver  tantos  regocijos  con  que  era  llevada  su  arca,  lo 

105  principal,  y  que  más  devoción  podría  causar  a  quien  lo  mi- 
rase, era  el  encendido  fervor  y  profunda  humildad  con  que 
el  santo  rey  David,  dejado  su  vestido  real,  se  vistió  una 
ropa  de  lienzo  que  era  ropa  de  los  levitas,  y  bailaba  y  daba 
saltos,  y  saltos  con  todas  sus  fuerzas,  delante  del  arca  del 

no  Señor,  teniéndose  por  muy  honrado  de  hacer  oficio  de  hu- 
mildad delante  del  arca  de  la  soberana  Majestad,  cuya  al- 
teza es  tan  grande  que  pega  honra  a  cualquier  cosa,  por 
baja  que  sea,  que  por  su  servicio  se  haga. 

Y  con  esta  devoción  y  concierto  comenzaron  a  traer  el 
115  arca;  aunque  por  cierto  desastre  que  acaeció,  según  conta- 
remos, no  se  llevó  de  aquella  vez  a  la  casa  real  de  David, 
hasta  que,  pasados  los  tres  meses,  fué  tornada  a  llevar  con 
la  misma  solenidad  y  regocijos,  y  fué  asentada  en  el  lugar 
que  el  rey  David  le  tenía  aparejado,  en  el  cual  estuvo  hasta 

120  que  su  hijo  el  rey  Salomón  edificó  aquel  solemnísimo  tem- 
plo de  Jerusalén,  y  en  el  san[c]ta  san[c]torum  del  dicho 
templo  aparejó  lugar  para  el  arca  de  Dios,  y  con  grandí- 
sima fiesta  y  regocijos  la  llevó  y  asentó  allí. 

La  humanidad  de     Contádoos  he,  y  oído  habéis,  los  be- 
125   Cristo,  arca  de  la    neficios  grandes  del  Señor  que  hizo  a 
nueva  lev  aquel  pueblo  antiguo  en  darle  su  arca, 

en  la  cual  se  decía  particularmente  es- 
tar, asistiendo  en  ella  y  haciendo  particulares  mercedes  al 
pueblo. 

130  Mas,  ¡oh  Señor!,  cuán  aventajadas  mercedes  son  las 
que  habéis  hecho  a  vuestro  pueblo  cristiano,  dándole  otra 
arca  más  excelente  sin  comparación,  así  en  lo  que  toca  a 
vuestro  descanso  como  en  lo  que  toca  a  hacer  mercedes 
al  mundo.  Con  mucha  razón  mandasteis  decir  a  vuestro 

135  pueblo  nuevo  por  vuestro  profeta  Esaías:  De  las  cosas  pri- 
meras no  os  acordéis,  y  las  cosas  antiguas  no  las  miréis; 
mirad  que  hago  nuevas  todas  las  cosas,  y  presto  vendrán  y 
las  veréis.  San  Pablo  dice  que  aquellas  cosas  eran  sombra 
de  las  cosas  que  estaban  por  venir,  y  que  el  cuerpo  de  ellas, 


102   Cf.  2  Reg.  6,  5-13  ;  1  Par.  13,  1  ss. 
110   Cf.  2  Reg.  6,  14. 
138    Is.  43,  1S-19. 


506 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


140  quiere  decir  lo  significado,  y  el  cumplimiento  y  el  tomo  de 
ellas  es  de  Cristo,  porque  en  El  se  cumplen  con  entera  ver- 
dad, como  cuando  viene  el  cuerpo  es  cumplido  lo  que  re- 
presentaba su  sombra. 

Y  si  esto  es  así  en  las  otras  ceremonias,  cuánta  razón 
145  tenemos  de  dar  gracias  al  soberano  Señor,  que  tan  por  en- 
tero cumplió  con  nosotros  la  figura  del  arca  pasada,  dán- 
donos en  lugar  de  la  madera  de  Setín,  que  dicen  ser  inco- 
rruptible, los  purísimos  e  incorruptibles  miembros  y  cuerpo 
de  Jesucristo  nuestro  Señor,  en  los  cuales  ni  entró  gusano 

150  de  pecado,  por  el  cual  se  corrompiese  su  ánima,  ni  entró 
podredumbre  que  sucede  a  los  cuerpos  muertos,  porque  El 
fué  el  Santo  que,  aunque  vió  muerte,  no  vió  corrupción.  Este 
cuerpo  santísimo  está  todo  dorado  de  dentro  y  de  fuera,  muy 
mejor  que  la  otra  arca;  porque  tiene  un  ánima  llena  de  Espí- 

155  ritu  Santo,  gracia  y  amor,  y  diversos  dones  que  la  enrique- 
cen con  más  excelente  valor  que  el  oro.  Aquí  dentro  están 
las  tablas  de  la  ley  de  Dios;  porque,  como  dice  San  Pablo, 
en  El  están  escondidos  los  tesoros  de  la  sabiduría  de  Dios. 
Y  no  falta  aquí  la  vara  sacerdotal,  pues  este  Señor,  por  ins- 

iso  titución  y  juramento  irrevocable  de  su  Padre  eterno,  es 
Sacerdote  para  siempre  según  la  orden  de  Melquisedec, 
sacerdocio  más  digno  que  el  de  Aarón. 

Y  aunque  estas  cosas  son  de  tanta  grandeza  y  excelencia 
que  no  solamente  exceden  sin  ninguna  comparación  a  aquella 

165  arca  antigua,  mas  aun  a  todos  los  hombres  santos  y  aun  a 
todos  los  ángeles,  desde  el  menor  de  la  primera  orden  hasta 
el  mayor  de  los  serafines,  pues  todos  ellos  no  igualan  con 
la  santidad  de  este  Señor;  mas,  con  todo  esto,  hay  otra 
cosa  mayor  que  todas  éstas,  con  mayor  proporción  que  ésta 
170  excede  a  todas  las  otras ;  la  cual  es  que  no  solamente  el  Señor 
tiene  cuerpo  y  ánima,  en  la  cual  mora  por  gracia  la  divinidad 
como  Señor  en  su  casa,  mas  está  en  El  la  misma  persona 
divina  del  Verbo,  eternalmente  engendrado  del  Eterno  Pa- 
dre, no  como  en  los  otros  santos  por  gracia  de  Dios,  mas 
175  con  singularísimo  modo,  y  a  El  sólo  concedido,  que  siendo 
hombre  sea  también  Dios,  no  por  participación,  sino  por 
verdad  de  persona.  Este  es  el  nombre  sobre  todo  nombre, 
honra  sobre  todas  las  honras,  que  ni  en  los  siglos  pasados 
tiene  semejable  ni  terná  para  siempre.  Este  es  el  maná,  man- 
ido jar  de  dulcedumbre  infinita,  que  estaba  en  el  arca  que  pre- 
sente tenemos,  figurado  por  el  otro  maná,  de  muy  poco  valor 
en  comparación  de  éste.  Esta  es  la  grandeza  que  el  apóstol 
San  Pablo  quiso  declarar  cuando,  hablando  de  nuestro  Señor 


141    Col.  2,  17.  161    Ps.  109,  4. 

152  Cf.  Ps.  15,  10.  177  Phil.  2,  9. 

158   Cf.  Col.  2,  3- 


35-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


507 


Jesucristo,  dijo:  En  él  cual  mora  el  cumplimiento  de  la  divi- 

185  nidad  corporalmente  ;  no  porque  la  divinidad  sea  cuerpo,  mas 
porque  el  modo  de  morar  en  Jesucristo  no  solamente  es  según 
gracia,  que  es  cosa  accidental,  mas  es  otro  modo  distinto  y 
de  mayor  excelencia  sin  comparación,  cuanto  va  de  cuerpo, 
que  es  substancia,  a  calor,  que  es  accidente,  y  de  ser  Dios 

190  por  persona  a  ser  Dios  por  participación. 

Y  de  esta  manera  el  arca  que  se  nos  ha  dado  en  lugar  de 
la  otra,  y  que  hemos  de  llevar  mañana  en  la  procesión  con 
nosotros,  es  hombre  que  tiene  cuerpo  y  ánima  llena  de  ma- 
yores gracias  que  ninguna  criatura  en  cielos  ni  en  tierra; 

195  y  el  que  mora  en  ella  es  Dios  verdadero;  y  el  modo  de  morar 
es  que  Dios  y  hombre  sean  una  persona  y  dos  naturalezas. 
¡Oh  pueblo  cristiano,  qué  debes  a  Dios!  ¡Oh  cuánta  honra 
te  ha  hecho!  Y  en  cuánto  cuidado  te  ha  puesto  de  agradecer 
y  servir  mercedes  tan  valerosas,  que  exceden  a  las  pasadas 

200  como  del  cielo  a  la  tierra,  y  en  cuya  comparación  nos  está 
mandado  que  olvidemos  las  otras,  como  cuando  viene  el  rey 
nos  olvidamos  de  su  mensajero,  y  cuando  parece  el  cuerpo 
no  curamos  de  la  sombra  que  le  precedía,  y,  en  fin,  edifi- 
cado el  arco,  no  curamos  de  la  cimbra,  y  venida  la  verdad 

205  de  la  cosa,  no  curamos  de  la  imagen  de  ella. 

Institución  de  la    Y  porque  merced  tan  señalada  no  que- 
fiesta  de  Corpus    dase  sin  agradecimiento  y  servicio  que 
Christi  Por  e^a  es  debido  al  Señor,  ni  los  hom- 

bres quedasen  sin  aprovecharse  de  be- 

210  neficio  tan  inefable,  así  como  en  el  otro  tiempo  el  Espíritu 
Santo  inspiró  al  santo  rey  David  aquel  ferviente  deseo  de 
que  fuese  honrada  el  arca  del  Señor,  y  llevada  con  grandes 
regocijos,  y  puesta  en  lugar  conveniente,  así  acá,  y  con 
mucha  más  razón,  inspiró  el  mismo  Espíritu  Santo  al  papa 

215  Urbano  IV  que  mandase  celebrar  esta  fiesta,  dándole  a 
entender  la  grandeza  de  esta  merced  y  la  alteza  de  este 
milagro,  lleno  de  tantos  milagros,  en  el  cual  el  Señor  quiso 
tanto  extender  su  mano  a  hacer  maravillas,  que  el  cielo  y 
la  tierra  no  las  pueden  comprehender,  y  no  cesan  de  se 

220  maravillar. 

Cosa  nunca  oída  ni  vista,  que  hallase  Dios  manera  cómo, 
subiéndose  al  cielo,  se  quedase  acá  su  misma  persona  por 
presencia  real,  encerrada  y  abreviada  debajo  de  unos  acci- 
dentes de  pan  y  de  vino;  y  con  inefable  amor  dió  poder  a 

225  los  sacerdotes  ordenados  según  la  orden  de  la  santa  Igle- 
sia romana  que,  diciendo  las  palabras  que  el  Señor  dijo 
sobre  el  pan  y  vino,  hagan  cada  vez  que  quisieren  lo  mismo 


185  Col.  2,  9. 

215  Urbano  IV,  Const.  «Transiturus»  (1264)  :  Bitll.  Rom.,  t.  3, 
pp.  705-708. 


508  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  el  Señor  hizo  el  Jueves  Santo  en  la  noche  una  vez,  y 
con  las  dichas  palabras  de  la  consagración  nos  lo  trajesen 

230  del  cielo  de  entre  los  ángeles,  y  nos  lo  pusiesen  entre  nos- 
otros, y  lo  comiésemos  como  dulcísimo  y  provechosísimo 
manjar,  y  fuese  nuestro  compañero  en  los  trabajos  de  este 
destierro  y  nuestra  defensa  entre  los  peligros;  y,  finalmen- 
te, remedio  muy  bastante  y  sobrepujante  contra  todos  los 

235  males  que  nos  pueden  venir,  según  David  lo  vio  en  espí- 
ritu y  lo  profetizó  diciendo:  Pusiste  una  mesa  delante  de 
mí  contra  todos  los  que  me  atribulaban. 

Es  tan  grande  esta  merced  en  los  ojos  de  quien  la  sabe 
estimar,  y  tan  grande  la  reverencia,  agradecimiento  y  amor 

240  que  a  la  presencia  de  este  Señor  que  entre  nosotros  está  le 
debemos,  y  tan  grande  la  pureza  de  conciencia  con  que  debe 
ser  recebido  y  tratado  El  y  todo  lo  que  a  El  toca,  que 
puesto  esto  en  una  parte  y  de  otra  cuán  mal  cumplimos  estas 
obligaciones,  así  los  sacerdotes  cuando  decimos  misa  como 

245  Jos  legos  cuando  la  oyen,  y  cuando  comulgan,  y  cuando  en- 
tran en  la  Iglesia;  y,  finalmente,  unos  y  otros  somos  negli- 
gentes y  flacos  en  la  honra  y  en  el  uso  de  este  divinísimo 
Sacramento,  que  cometemos  por  todo  el  año  muchas  faltas 
y  aun  pecados  en  el  trato  de  él. 

250  Por  lo  cual  ordenó  el  Espíritu  Santo,  por  medio  del  di- 
cho Pontífice,  que  así  como  está  diputado  en  el  año  un  día 
en  que  se  hace  fiesta  de  Todos  los  Santos,  para  suplir  la 
negligencia  que  entre  año  hemos  hecho  cuando  celebramos 
sus  propios  días,  así  acá,  aunque  la  Iglesia  hace  cada  año 

255  memoria  de  este  misterio  en  el  día  del  Jueves  de  la  Cena, 
en  el  cual  fué  instituido,  mas  ocupada  entonces  en  los  ofi- 
cios de  la  pasión  del  Señor,  no  puede  hacer  fiesta  ni  señales 
de  agradecimiento  que  a  tan  alta  merced  son  debidas,  se 
diputan  ahora  cada  año  estos  ocho  días  enteros  para  solem- 

260  nizar  por  entero  esta  fiesta  y  celebrarla  con  tanta  vigilan- 
cia y  devoción,  que  sintamos  y  estimemos  profundamente  la 
grandeza  de  este  beneficio  y  lo  honremos  con  tan  buen  apa- 
rejo, que  en  estos  pocos  días  recompensemos  y  deshagamos 
todas  las  negligencias  que  en  su  servicio  hemos  hecho  en 

265  todo  el  año;  y  recreada  nuestra  ánima  con  tan  dulce  me- 
moria y  con  recebir  tan  poderoso  manjar,  sea  hecha  par- 
ticipante de  los  admirables  efectos  que  este  soberano  man- 
jar obra  en  quien  bien  lo  recibe,  y  quedemos  industriados 
para  de  aquí  adelante  honrarlo  con  mayor  reverencia  y 

270  recebirlo  con  mayor  fruto.  Porque  así  como  el  trabajador 
se  mantiene  de  su  viña  y  campo,  y  el  mercader  gana  en  sus 
ferias  para  mantenerse  en  el  año,  así  el  buen  cristiano  ha 
de  celebrar  su  fiesta  tan  bien,  que  recompense  las  faltas  que 


237    Of.  Ts.  22,  5- 


35-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


509 


ha  hecho  en  todo  el  año.  Y  cuando  la  festividad  es  muy 
275   grande,  como  éstas  y  otras  semejantes,  ha  de  cumplir  fal- 
tas de  tiempo  más  largo  y  ganar  espiritual  hacienda  para 
muchos  días. 

Y  así  celebremos  esta  festividad,  que,  siendo  encendidos 
de  amor  de  aqueste  Señor,  y  embriagados  y  hartos  en  rece- 

280  bir  este  divino  manjar,  y  ricos  con  tener  presencialmente 
con  nosotros  al  mismo  Señor  en  testimonio  de  su  amor  y  en 
prenda  de  nuestra  esperanza,  salgamos  mañana  por  esas 
calles,  como  quien  no  cabe  de  gozo  dentro  de  sí,  ni  dentro 
en  la  iglesia,  a  rebosar  lo  que  sentimos  a  las  anchuras  de 

285  las  calles  y  plazas,  protestando  con  nuestra  fe  que  éste  es 
nuestro  Señor,  Rey,  Redemptor,  Esperanza  y  Medianero; 
Criador  nuestro,  por  ser  Dios;  camino  para  pasar  a  gozar  de 
El,  por  ser  hombre;  y,  finalmente,  que  es  nuestro  único  y 
cumplido  bien,  con  el  cual  nos  tenemos  por  tan  ricos,  que 

290  por  todas  las  cosas  no  le  trocaremos.  Y  de  este  fuego  de  amor 
y  de  gozo  que  en  nuestros  pechos  tenemos,  salen  centellas 
y  regocijos  de  fuera,  con  que  hacemos  fiesta  cuan  solene  po- 
demos, para  que  el  Señor  reciba  gloria  y  servicio,  y  los  án- 
geles alegría,  y  los  fieles  sean  confortados  en  la  fe  y  devo- 

295  ción  de  este  divino  Sacramento. 

Y  para  que,  como  el  Concilio  Tridentino  dice,  viendo  los 
herejes  que  celebramos  este  misterio  con  firme  fe  y  con  de- 
votas alegrías,  o  se  conviertan  a  nuestra  verdad  o  queden 
confundidos  en  las  tinieblas  de  su  error,  siendo  rechazados 

300  y  condenados  con  el  gran  resplandor  de  nuestra  festividad, 
como  la  idólatra  reina  Atalía,  viendo  coronado  y  adorado 
por  rey  a  Joás.  Y  si  se  quedaren  en  su  perversa  incredulidad 
y  pertinacia,  e  hicieren  burla  de  nuestras  fiestas  y  danzas, 
como  hizo  Micol  de  David  porque  bailaba  y  saltaba  delante 

305  del  arca,  responderles  hemos  como  David  a  Micol:  "Vive  el 
Señor  que  nos  escogió  para  pueblo  suyo,  y  nos  hizo  fieles, 
y  os  reprobó  a  vosotros  porque  habéis  perdido  la  fe,  con  la 
cual  gozárades  de  lo  que  gozamos;  que  pues  David  bailaba 
con  todas  sus  fuerzas  delante  del  arca  del  Señor,  que  hemos 

310  de  bailar  nosotros  y  enseñar  cuantos  regocijos  pudiéremos 
delante  del  Señor  de  todas  las  cosas  que  aquí  presente  lle- 
vamos, y  que  a  vosotros  os  ha  de  castigar  con  la  maldición 
con  que  castigó  a  la  mofadora  Micol,  que  fué  con  no  darle 
el  Señor  hijos  en  toda  su  vida".  Así  ha  castigado  Dios  todas 

315  las  herejías  que  se  han  levantado  contra  este  divino  misterio 


300  Concilio  de  Trento,  sess.  13,  c.  5  :  tüt  eius  adversarii  in 
ronspectu  tanti  splendoris,  et  in  tanta  universae  Ecclesiae  laetitia 
positi,  vel  debilitati  et  fracti  tabescant,  vel  pudore  affecti  et  confusi 
íiliquando  resipiscant». 

302   Qf.  4  Reg.  ii,  14. 

314  Cf.  a  Reg.  6,  20-23. 


510 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  los  tiempos  pasados,  pues  que  la[s]  destruía  luego  y  las 
ahogaba  con  sus  mismos  autores,  no  dando  generación  de 
hombres  que  las  creyesen  ni  las  siguiesen;  y  de  esta  manera 
esperamos  en  la  divina  misericordia  y  poder  del  mismo 
320  Señor,  que  ha  de  tornar  por  su  verdad  y  deshacer  todo  lo 
contra  ella  levantado,  para  que,  acabándose  el  mal  con  sus 
malos  autores,  sea  por  todos  conocido  y  adorado  este  Señor 
que  llevamos  con  nos. 

Indulgencias  conoe-     Esta,  pues,  es  la  causa  de  nuestros 

325   di  das  por  los  Boma-     regocijos  y  de  esta  santísima  fiesta; 
nos  Pontífices         ^a  institución  de  la  cual,  como  cosa 
a  Dios  agradable  y  de  mucha  impor- 
tancia, se  supo  por  revelación  muchos  días  antes  que  fuese 
instituida,  según  el  mismo  papa  Urbano  IV  lo  testifica.  El 

330  cual,  considerando  por  espíritu  del  Señor  la  grandeza  de 
aquesta  fiesta,  y  el  mucho  fruto  que  los  fieles  podrían  sacar 
de  ella  asistiendo  a  los  divinos  oficios,  concedió  las  indul- 
gencias siguientes  a  los  que  estuviesen  presentes  a  ellos:  Pri- 
meramente, a  los  que  estuvieren  en  las  primeras  vísperas, 

335  cien  días  de  indulgencia,  y  a  quien  en  las  completas,  cua- 
renta. Y  en  los  maitines  y  misa  y  segundas  vísperas,  en 
cada  uno  ciento.  Y  en  las  otras  horas  canónicas  del  jueves, 
por  cada  una  cuarenta  días.  Y  a  quien  estuviere  presente, 
en  los  otros  siete  días  del  octavario,  a  la  misa  y  horas  canó- 

340  nicas,  concede  por  cada  día  cuarenta  días  de  perdón. 

Y  para  mayor  consolación  de  los  fieles  ordenó  el  Espí- 
ritu Santo  que  todo  esto  que  el  dicho  Papa  mandó  y  concedió 
fuese  confirmado  y  de  nuevo  mandado  por  el  papa  Clemen- 
te V,  presidiendo  en  el  Concilio  universal  de  Viena.  Y  después 

345  el  papa  Martino  V  concedió  otras  tantas  indulgencias  como 
están  dichas  y  añadió  de  nuevo  otros  cien  días  de  indul- 
gencia a  quien  fuere  en  la  procesión,  y  otros  ciento  al  que 
comulgare.  Y  después  el  papa  Eugenio  IV,  movido  con  el 
mismo  espíritu,  concedió  otras  tantas  indulgencias  como 

850  cada  uno  de  los  pontífices  pasados.  Y  así  montan  todas  las 
que  se  ganan  en  los  oficios  divinos,  por  todos  aquestos 
ocho  días,  cuatro  mil  y  cuatrocientos  días,  y  los  de  la  pro- 
cesión doscientos,  y  para  quien  comulgare,  otros  doscientos. 


340   Urbano  IV,  Const.  uTransiturus»  (1264)  :  Bull.  Rom.,  t.  3, 

p.  707  s. 

334  C.  1,  de  reliquiis  el  ven.  sand.,  III,  16,  in  Clem.  Sobre  la 
relación  con  el  Concilio  de  Viena  :  cf.  E.  Müller,  Das  Konzil  von 
Vienne,  1311-1312,  seine  Quellen  und  Geschichte  (Munster-in-W., 
1934),  p.  642  s. 

348  Martín  V,  Const.  ni  ne-ff ahile  Sacramcntum»  (26-V-1429)  : 
Bull.  Rom.,  t.  4,  pp.  731-732. 

350  Eugenio  IV,  Const.  «.Excellentissimum  Corporis  el  Sangui- 
nis»  (26-V11433)  :  Bull.  Rom.,  t.  5,  pp.  14-15. 


35-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


511 


Y  ruégoos  mucho  que,  aunque  tengáis  las  orejas  a  oír 
365  que  por  esto  o  aquello  se  ganan  diez  y  aun  cien  mil  años  de 

perdón,  no  dejéis  de  tener  las  indulgencias  ya  dichas  en 
mucho,  por  ser  concedidas  por  tan  justísima  causa  como 
es  la  veneración  de  aqueste  sacrosanto  misterio,  y  cuanto  la 
causa  es  más  justa,  tanto  es  más  acepto  el  valor  de  las  in- 
360  dulgencias. 

Y  estad  avisados  que  para  ganar  éstas  y  otras  habéis 
de  estar  en  estado  de  gracia;  porque  lo  que  ellas  conceden 
es  remisión  de  la  pena  de  los  pecados,  y  ésta  no  se  puede 
quitar  si  la  culpa  no  se  quita  primero  por  la  penitencia. 

36o  Póngase  cuidado,  porque  el  Señor,  que  desea  que  todos 
estén  en  su  gracia,  favorece  de  tal  manera  a  quien  la  quie- 
re alcanzar,  que  sin  mucho  trabajo  el  hombre  puede  venir 
a  ella,  si  del  todo  no  la  tiene  en  tan  poco,  que  no  quiere 
pasar  nada  por  ella.  Lo  que  se  requiere  es — y  para  ello 

370  mismo  ayuda  el  Señor — tener  dolor  del  pecado  y  propósito 
de  enmienda  y  de  confesarse  cuando  sea  obligado.  Y  quien 
de  verdad  tiene  esto,  puede  confiar  alcanzará  la  gracia  del 
Señor.  Mas  porque  pocos  saben  hacer  esto  bien  hecho  a  so- 
las, y  porque  se  requiere  más  perfeto  dolor  cuando  el  hom- 

375  bre  no  se  confiesa  que  cuando  se  confiesa,  y  las  indulgen- 
cias se  conceden  a  los  verdaderos  penitentes  y  confesados, 
es  cosa  más  segura  no  dilatar  la  confesión,  sino  hacerla, 
si  algún  impedimento  justo  no  hubiese  que  la  estorbase; 
porque  si  lo  hay,  llevando  el  dicho  dolor  y  propósito,  de 

380  creer  es  que  la  intención  del  Papa  sea  que  el  tal  hombre 
gane  las  indulgencias.  Y  también  creo  que  las  ganaría  el 
que,  después  de  la  postrera  confesión  que  hizo,  no  ha  caí- 
do en  pecado  mortal,  aunque  ahora  no  confesase;  porque 
las  palabras  de  los  verdaderos  penitentes  y  confesados  pa- 

385  rece  entenderse  de  quien  no  ha  hecho  pecado  mortal.  Mas, 
pues  debéis  procurar  de  recebir  en  esta  fiesta  el  cuerpo  de 
nuestro  Señor  Jesucristo,  para  lo  cual  debéis  confesar,  no 
es  menester  andar  muchas  disputas,  pues  sabemos  el  cierto 
camino. 

390  y  para  que  entendáis  cuánto  provecho  os  será  y  con 
qué  aparejo  lo  habéis  de  hacer,  el  recebir  el  santo  cuerpo 
de  nuestro  Señor  Jesucristo,  para  cumplir  con  esta  santa 
festividad,  os  contaré  las  mismas  palabras  del  santo  conci- 
lio, que  dicen  así:  "Por  tanto,  amonestamos  y  exhortamos 

396  en  el  Señor  a  todos  los  obispos,  y  por  estos  escritos  apostó- 
licos estrechamente  mandamos,  que  en  virtud  de  santa  obe- 
diencia, y  lo  ponemos  en  remisión  de  vuestros  pecados,  que 
en  el  dicho  jueves  por  cada  un  año  celebréis  devota  y  so- 
lenemente,  y  hagáis  cuidadosamente  ser  celebrada  por  to- 

400  das  las  iglesias  de  vuestras  ciudades  y  de  vuestros  obispa- 
dos, esta  fiesta  tan  alta  y  gloriosa;  y  que  amonestéis  por 


512  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


vuestras  personas  o  por  otras  en  el  domingo  de  la  Santísima 
Trinidad,  que  precede  al  dicho  jueves,  que  los  cristianos, 
por  verdadera  y  pura  confesión,  y  por  liberalidad  de  limos- 

406  ñas,  y  con  oraciones  frecuentes  y  atentas,  y  con  otras  obras 
de  devoción  e  piedad,  de  tal  manera  procuren  de  se  apare- 
jar, que  muestren  ser  hechos  participantes  de  este  precio- 
sísimo Sacramento  en  el  dicho  día  del  jueves  y  lo  puedan 
recebir  con  reverencia  y  alcanzar  aumento  de  gracia". 

410  ¡Cuán  bien  ha  hecho  el  Señor  todas  las  cosas!  Dad  mag- 
nificencia a  su  santísimo  nombre,  y  alabadle  con  la  voz  de 
vuestros  labios  y  con  cantares  de  música,  y  diréis  en  su 
alabanza:  Todas  las  obras  del  Señor  son  muy  buenas.  ¡Qué 
bien  ha  ordenado  el  Señor  esta  fiesta!  ¡Con  cuán  justa  cau- 

415  sa!  ¡Y  cuán  bien  pagará  a  los  que  dignamente  la  celebra- 
ren! ¡Y  cuán  grande  motivo  de  alegría  espiritual  y  corpo- 
ral nos  ha  dado! 

Traslado  del  arca.  Grande  consuelo  nos  fuera  no  tener 
¿Por  qué  castigó    que  hablar  otra  cosa  ni  que  mudar 

420       Dios  a  0?a?         e*  son  de  alegre  en  triste.  Mas  esto, 
hermano,  que  en  la  alegría  habernos 
de  considerar  las  obras  de  Dios  tan  llenas  de  sabiduría, 
benignidad  y  amor  con  nosotros,  se  nos  torna  en  tristeza 
considerando  lo  mal  que  nosotros  respondemos  a  ellas  y  el 

425  poco  fruto  que  de  ellas  sacamos;  y  plega  a  Dios  no  sa- 
quemos daño,  y  plega  a  Dios  no  saquemos  pecados,  por  no 
usar  de  ellas  como  debemos.  En  procesión  iremos  mañana 
con  esta  arca  preciosa,  inefable  y  divina;  roguemos  a  Dios 
que  la  sepamos  reverenciar  y  tratar  para  su  gloria  y  nuestro 

430  provecho  y  que  no  nos  acaezca  algún  desastrado  caso  que  nos 
entristezca,  como  acaeció  en  la  otra  procesión  del  arca  del 
Testamento,  que  entristeció  y  atemorizó  al  rey  David  y  a  todo 
el  pueblo  por  alegres  que  iban. 

Cuenta  la  historia  divina  que  cuando  fueron  por  el  área 

435  del  Señor,  que  estaba  en  casa  de  Abinadab,  la  encomenda- 
ron a  dos  hijos  suyos,  que  se  llamaban  Oza,  y  éste  era  el 
mayor,  y  Ahio,  que  era  el  menor,  los  cuales  eran  levitas  e 
hijos  de  levita,  y  por  eso  les  convenía  de  oficio  llevar  el 
arca  del  Señor  sobre  sus  hombros,  según  El  había  expresa- 

440  mente  mandado.  Mas  por  no  estar  santificados  para  oficio 
tan  santo,  como  llevar  encima  de  sí  el  arca  de  la  santidad 
de  Dios,  o  por  ventura  por  huir  el  trabajo  de  aquella  car- 
ga, no  la  quisieron  llevar  ellos  sobre  sus  hombros,  como 
lo  debían  hacer  y  como  sus  antecesores  lo  habían  hecho 

445  cuando  la  trajeron  por  el  desierto  y  después;  mas  pusié- 
ronla encima  de  un  carro  nuevo,  al  cual  llevasen  dos  bue- 


409  C.  1,  de  réliquiis  et  ven.  sanct.,  III,  16,  in  Glem 
413    Eccli.  39,  20. 


35-     VÍSPERA  DBt  CORPUS 


513 


yes,  imitando  en  esto  a  los  filisteos,  ajenos  del  conocimien- 
to de  Dios,  que,  cuando  tuvieron  cautiva  esta  arca  y  la 
enviaron  a  la  tierra  de  Israel,  no  la  honraron  con  llevarla 

450  encima  de  sus  hombros,  sino  enviáronla  en  un  carro  nuevo, 
al  cual  llevaban  dos  vacas.  Yendo,  pues,  el  un  hermano, 
que  era  el  menor,  delante  del  arca  guiando  los  bueyes,  y 
él  mayor,  como  más  principal,  iba  más  cercano  y  puesto 
al  mismo  lado  del  arca,  iban  contentos,  y  parecíales  que 

455   con  esto  cumplían  bien  con  su  oficio. 

Mas  al  Señor  y  Juez  de  todos,  delante  del  cual  es  mu- 
chas veces  culpado  el  que  pensaba  ser  justo,  pareció  otra 
cosa  muy  diferente;  e  yendo  todos  haciendo  grandes  rego- 
cijos delante  del  arca,  llegaron  a  la  era  de  Nacor,  o  por. 

460  otro  nombre  Quidón;  y  allí,  o  porque  los  bueyes  se  desaso- 
segasen, o,  según  a  otros  parece,  porque  iban  en  gran- 
dísima manera  quebrantados  del  peso  del  arca  del  Señor, 
por  no  ser  convenientes  para  llevar  cosa  tan  santa,  en  fin, 
el  arca  se  inclinó  como  que  iba  a  caer;  y  cuando  el  levita 

465  Oza,  que  iba  a  par  del  arca,  vió  aquello,  puso  sus  manos 
y  túvola  para  que  no  cayese.  Obra  por  cierto  piadosa,  se- 
gún el  humano  parecer,  mas  no  según  el  juicio  divino. 
Y  como  el  levita  tendió  las  manos  para  tener  el  arca, 
tendió  también  Dios  las  suyas  para  le  castigar,  y  tan  recio, 

470  que,  quebrantándolo  y  partiéndolo,  lo  mató  allí  luego  en 
aquel  lugar.  Y  aunque  este  delito  se  cometió  al  principio  de 
la  procesión,  porque  no  tomaron  el  arca  sobre  sus  hombros, 
como  Dios  mandaba,  mas  no  los  quiso  castigar  Dios  en- 
tonces hasta  que  la  experiencia  dió  a  entender  el  yerro 

475  pasado  y  cuánta  diferencia  iba  de  ser  llevada  su  arca  por 
animales  brutos  con  desasosiego  o  por  gente  consagrada 
a  Dios,  que  la  llevasen  con  pureza  de  ánima  y  con  mucho 
tiento  y  reverencia.  Y  aunque  todos  los  que  allí  iban  fue- 
ron inadvertidos  en  no  mirar  y  avisar  de  este  yerro,  mas 

480  el  soberano  Juez  castigó  solamente  a  Oza,  porque  a  él  le 
incumbía  por  oficio  saber  y  hacer  lo  que  en  este  caso  debía: 
y  era  más  principal,  y  por  esto  debía  ser  más  cuidadoso 
que  todos,  y  que  su  hermano  menor,  aunque  también  era 
levita. 

485  Puso  este  castigo  tan  grande  espanto  a  cuantos  allí 
iban,  y  especialmente  al  rey  David,  que  temió  llevar  el  arca 
del  Señor  a  su  casa  como  tenía  pensado,  y  púsola  en  casa 
de  Obededón  geteo,  que  también  era  levita,  hasta  que,  pa- 
sados tres  meses  e  informado  de  cierto  que  el  Señor  había 
490  hecho  muchas  mercedes  a  Obededón  por  haber  recibido  en 
su  casa  el  arca  de  la  santidad,  perdió  el  miedo  que  le  había 

447    Cf.  i  Reg.  6,  7. 
471    2  Reg.  6,  6-7. 
491    1  Par.  13,  11-14. 


B. Avila  2 


17 


514  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


puesto  el  castigo  pasado,  y  tornó  a  congregar  a  Israel 
para  que  fuesen  por  el  arca  a  casa  de  Obededón  y  la  tra- 
jesen con  gran  solemnidad  a  su  propia  casa  real,  como  lo 

495    había  pensado  primero. 

Y  como  hombre  temeroso  de  Dios  y  que  había  enten- 
dido que  la  causa  de  aquel  terrible  castigo  fué  porque  los 
levitas,  como  no  aparejados  para  ello,  no  llevaron  el  arca 
sobre  sus  hombros,  según  el  mandamiento  de  Dios  nuestro 

500  Señor,  llamó  a  Sadoc  y  a  Abiatar,  sacerdotes,  y  a  otros  le- 
vitas, y  díjoles:  "Vosotros,  que  sois  príncipes  de  las  fami- 
lias de  Leví,  santifícaos,  y  los  otros  vuestros  parientes  tam- 
bién; y  llevad  el  arca  del  Señor  Dios  del  pueblo  de  Israel 
al  lugar  que  le  está  aparejado,  porque  no  se  haga  alguna 

505  ilícita  cosa  y  nos  hiera  el  Señor  como  la  otra  vez,  porque 
no  estábades  presentes".  Oyéronlo  de  muy  buena  gana  y 
voluntad,  y  santificáronse  unos  y  otros,  y  tomaron  el  arca 
del  Señor  encima  de  sus  hombros,  según  el  mandamiento 
del  Señor,  y  lleváronla  con  solemnidad,  sin  acaecer  cosa  que 

510  les  turbase  su  alegría;  porque  el  suceso  de  lo  que  se  hace  a 
contento  de  Dios  siempre  es  bueno. 

Lleven  sobre  sus  Si  estas  cosas  habernos  oído  con  sen- 
hombros  la  carga  tido  de  temor  de  Dios,  entenderemos 
los  que  gobiernan    <lue  a<luel  recio  castigo  que  el  Señor 

515  hizo  contra  aquel  que  no  quiso  llevar 

sobre  sus  hombros  el  arca,  y  que  tanto  espanto  puso  a  los 
que  iban  presentes,  no  se  hizo  por  ellos  solos,  mas  para  dar 
aviso  a  todos  los  que  tratan  las  festividades  de  Dios,  pa- 
sados, presentes  y  por  venir.  Porque  así  como  en  una  pala- 

520  bra  que  enseña  habla  a  todos,  así  en  un  hecho  que  hace  con 
uno  es  aviso  para  todos  los  ausentes  y  que  estamos  pre- 
sentes aquí. 

Teman,  y  con  mucha  razón,  los  prelados,  curas  y  be- 
neficiados, a  quienes  está  mandado  que  ellos  mismos  en  sus 

525  propios  hombros  lleven  el  arca  de  Dios,  que  son  sus  cris- 
tianos, cuidándolos,  enseñándolos,  sufriendo  sus  pesadum- 
bres y  cargas,  aliviándoles  sus  trabajos  y  cumpliendo  cada 
uno  personalmente  su  oficio  y  residencia.  Teman  los  reyes 
y  señores,  de  hurtar  el  cuerpo  a  los  negocios  de  sus  vasa- 

530  líos  contentándose  con  llevar  el  provecho  y  la  honra  y  po- 
niendo la  carga  de  los  cuidados  y  despacho  de  negocios 
sobre  hombros  ajenos.  El  varón  vano — dice  la  Escritura — 
levántase  en  soberbia,  y  llénese  por  libre  como  hijo  del  ju- 
mento silvestre,  al  cual  no  le  doman  ni  cargan.  Y  así  pien- 

535  san  algunos  tener  licencia  para  holgar  o  vanamente  ocu- 
parse, viéndose  encumbrados  y  abastados  con  la  grandeza 
de  sus  señoríos. 


509    1  Par.  15,  12-15. 


534   Tob  11,  12. 


35-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


515 


Mas  la  verdad  es  que  nadie  heredó  tal  libertad,  y  quien 
la  tiene,  él  se  la  toma  contra  toda  justicia.  Porque  si  mira- 

540  mos  aquel  primero  y  común  padre  Adán,  del  cual  todos 
venimos  según  la  carne,  no  le  veremos  holgado  como  a 
sardesco,  mas  con  azadón  en  la  mano  labrando  la  tierra 
para  comer  su  pan  en  sudor  de  su  cara,  como  Dios  lo  manda. 
Y  si  miramos  el  segundo  Adán,  que  es  Jesucristo  nuestro 

545  Señor  y  Redemptor,  el  cual,  según  dice  Esaías,  es  padre  del 
siglo  que  está  por  venir,  porque  de  El  recebimos  la  regene- 
ración de  la  gracia,  como  del  primer  Adán  el  ser  natural, 
hallarle  hemos,  no  con  azadón  cavando  la  tierra  como  el 
primero,  mas  cavadas  sus  manos  y  pies  con  crueles  clavos, 

550  y  sus  espaldas  y  cuerpo  aradas  con  surcos  de  pecadores,  y 
su  principado  puesto  sobre  sus  hombros;  porque  el  señorío 
que  le  fué  dado  sobre  los  hombres  fué  con  cargo  de  llevar 
la  cruz  y  morir  por  ellos,  verificando  aquella  sentencia: 
que  "a  tantos  hombres  tiene  uno  encima  de  sí,  cuantos  pa- 

555  rece  que.  manda".  De  donde  parece  que  quien  es  persona  pú- 
blica y  huye  de  llevar  las  cargas  de  sus  súbditos,  ni  vive 
como  cristiano,  pues  no  imita  a  Jesucristo  nuestro  Re- 
demptor, ni  como  hombre,  pues,  como  dice  el  santo  Job, 
nació  para  trabajar,  como  el  ave  para  volar.  De  otra  na- 

560    turaleza  debe  ser,  no  de  esta  coirfún  que  conocemos. 

Y  lo  que  de  esto  se  sigue  lo  declara  el  Espíritu  Santo, 
diciendo  de  estos  tales  por  boca  del  real  profeta  David: 
No  participan  en  los  trabajos  de  los  hombres  ni  son  azota- 
dos con  los  azotes  que  a  todos  por  el  pecado  vinieron.  Y  por 

565  esto  poseyólos  la  soberbia,  y  fueron  cobijados  con  impie- 
dad y  maldad,  la  cual  salió  de  ellos  en  mucha  abundancia 
como  de  una  grosura.  Pensaron  y  hablaron  maldades,  y 
contra  el  Alto  tendieron  sus  lenguas,  las  cuales  pusieron 
en  el  cielo,  y  pasaron  por  la  tierra  diciendo  mal  de  lo  alto 

570  y  de  lo  bajo.  ¡Oh  qué  malos  efectos  se  siguen  de  querer  hol- 
gar aquellos  cuyo  oficio  es  trabajar!  Mal  señor  tienen  en 
la  soberbia  que  los  tiene  poseídos;  mal  vestidos  están  con 
impiedad  y  maldad.  Y  si  tienen  abundancia  de  hacienda,  y 
placeres,   y  recreaciones,   ¿qué  les  aprovecha,  pues  son 

575  abundantes  y  gruesos  en  la  maldad?  Tienen  mal  corazón, 
malos  pensamientos  y  lengua,  y  con  su  mucha  ociosidad, 
tiene  el  demonio  puerta  para  hacerles  escudriñar  las  vidas 
ajenas,  y  lo  que  peor  es,  los  secretos  de  Dios  nuestro  Señor, 
que  con  sencilla  fe  se  han  de  creer;  y  acaéceles  caer  en  muy 

580  grandes  yerros,  castigándolos  nuestro  Señor  por  su  sober- 
bia y  pecados.  Cierto,  cargas  son  éstas  que  toman  sobre 


543    Cf.  Gen.  3,  19. 

546   Is.  9,  6. 

550  Cf.  Ps.  128,  3. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


sus  ánimas,  harto  más  pesadas  y  perjudiciales  que  las  otras 
cargas  de  servir  a  los  suyos,  que  dejan.  Huyen  de  penas,  y 
caen  en  culpas;  el  peso  de  las  cuales,  si  ahora  no  lo  sienten 

585  por  estar  embriagados  con  la  dulcedumbre  de  los  placeres 
y  pasatiempos  presentes,  sentirlo  han,  cierto,  en  aquella 
hora  cuando  su  cántaro  salga  del  agua;  quiero  decir,  cuan- 
do su  ánima,  por  mandamiento  de  Dios  nuestro  Señor,  salga 
del  cuerpo  y  sea  presentada  delante  del  juicio  divino,  donde 

590  el  holgar  de  acá  en  este  mundo  ponga  en  mucho  trabajo 
y  el  haber  trabajado  por  el  provecho  de  otros  ponga  mucha 
confianza  para  estar  en  pie  en  el  juicio  de  Dios  y  para  oír 
aquella  dulce  palabra:  ¿Quién  pensáis  que  es  el  siervo  fiel 
y  prudente,  al  cual  puso  su  señor  sobre  sus  criados  para 

595  que  les  dé  a  su  tiempo  medida  de  trigo?  Bienaventurado 
aquel  siervo  al  cual  su  señor  hallare  que  lo  hace  así;  que 
en  verdad  os  digo  que  lo  constituirá  sobre  todos  sus  bienes. 

¡Oh  qué  dichosos  serían  los  que  tienen  mandos  si  gus- 
tasen con  el  paladar  del  corazón  la  diferencia  que  va 

600  de  este  galardón  prometido  a  los  buenos  señores  al  recio 
castigo  guardado  para  los  malos,  según  luego  dice  nuestro 
Señor  de  esta  manera:  Mas  si  aquel  siervo  dijere  en  su  co- 
razón: No  verná  mi  Señor  tan  aína;  y  comenzare  a  herir 
a  sus  compañeros  y  comer  y  beber  con  los  embriagados, 

605  verná  él  Señor  de  aquel  siervo  en  el  día  que  no  espera  y 
en  la  hora  que  no  sabe,  y  partirlo  ha  por  medio,  y  pondrá  la 
ración  de  él  con  los  hipócritas;  allí  habrá  lloro  y  batimien- 
to  de  dientes. 

Abrid  vuestras  orejas  los  que  regís  las  muchedumbres 
610    de  gentes  y  estáis  contentos  con  enseñorear  las  campañas 
de  las  naciones;  porque  vuestro  poder  el  Señor  os  lo  ha 
dado,  y  vuestra  fortaleza  el  Altísimo.  El  cual  ha  de  exa- 
minar vuestras  obras  y  escudriñar  vuestros  pensamientos; 
porque,  siendo  ministros  del  reino,  no  juzgastes  derecha- 
615    mente,  ni  guardastes  la  ley  de  la  justicia,  ni  os  gobernastes 
según  su  voluntad.  Espantablemente,  y  presto,  os  aparece- 
rá; porque  juicio  durísimo  será  hecho  a  los  que  tienen  man» 
dos;  y  al  pequeño  concedérsele  ha  misericordia;  mas  los 
poderosos  poderosamente  padecerán  tormentos. 
620        ¿Qué  carga  se  puede  igualar,  por  grande  que  sea,  con 
estar  amenazados  los  que  huyen  las  buenas  cargas,  con  un 
día  de  juicio  tan  estrecho,  que  los  justos  dicen:  No  entres, 
Señor,  con  tu  siervo  en  juicio;  y  todos  temen  el  rigor  de 
él,  por  ser  duro,  y  será  juicio  durísimo  a  los  que  tienen 
625   mandos?  Mejor  acuerdo  será,  o  huir  de  ellos,  y  esto  es  lo 


597  Le.  i2,  42-45. 

608  Cf.  Le.  12,  45-47;  Le.  13,  28. 

621  Cf.  Sap.  6,  2-7. 

623  Cf.  Ps.  142,  2. 


V*.    víspera  nía  coRPrs 


517 


más  seguro,  [o]  cumplir  lo  que  dice  San  Pablo,  que  quien 
tiene  mando,  tenga  cuidado,  o,  aunque  las  tales  personas 
tienen  licencia  para  tomar  quien  les  ayude  y  lleve  sus  car- 
gas, elegir  las  tales  personas  que  no  sean  ignorantes  o  apa- 

630  sionados  como  animales,  mas  como  la  Escritura  los  pide, 
varones  sabios  y  temerosos  de  Dios,  en  los  cuales  haya 
verdad,  y  que  aborrezcan  el  avaricia.  Y  aunque  estos  tan 
calificados  ayudan  a  llevar  el  peso  del  arca,  no  se  debe  des- 
cuidar quien  tiene  principal  obligación  de  llevarla  sobre  sus 

635  propios  hombros;  pues  que  sabemos  que,  aunque  Moisés 
dejó  buenos  vicarios  cuando  se  ausentó  para  ir  a  negociar 
con  Dios  negocios  del  pueblo,  hizo  su  ausencia  tanto  daño, 
que  llegó  a  ser  adorado  un  becerro  por  Dios.  Eficacísimo 
ejemplo  y  aviso  de  cuán  necesaria  sea  la  presencia  del 

640  pastor  sobre  sus  ovejas,  y  escarmiento  perpetuo,  si  no  lo 
quieren  disimular,  para  no  echar  las  cargas  sobre  solos 
hombros  ajenos. 

Modo  de  ir  los  También  conviene  advertir  a  los  obis- 
eclesiástioos  en  la    pos  y  gente  principal  de  la  Iglesia  que 

645         procesión  les  estaría  muy  bien  llevar  en  la  pro- 

cesión, aunque  fuese  por  pequeño  tre- 
cho, las  andas  del  Señor  sobre  sí.  Lo  uno  por  ser  los  prin- 
cipales ministros  de  este  Señor.  El  cual  va  aquí  no  como 
en  el  arca  pasada,  sino  El  mismo  en  persona;  y  es  razón 

650  que,  si  a  un  hombre  principal  que  murió  lo  llevan  hombres 
principales  sobre  sus  hombros  a  la  sepultura,  que  los  prin- 
cipales ministros  de  este  Señor,  para  siempre  vivo,  un  día 
del  año  que  sale  con  solemnidad  a  dar  vida,  sea  llevado 
encima  de  los  hombros  de  sus  principales  ministros.  Y  tam- 

655  bién  sería  esto  edificación  para  el  pueblo  y  esfuerzo  para 
los  sacerdotes  que  llevan  las  andas. 

Y  también  sabrían  por  experiencia  los  mayores  las  car- 
gas de  los  menores,  y  no  se  diría  de  ellos  aquella  afrentosa 
palabra:  Ponen  cargas  pesadas  e  incomportables  sobre  los 

660  hombros  de  los  hombres,  y  ellos  no  las  quieren  menear,  ni 
aun  quieren  llegar  a  ellas  el  dedo.  Veces  hay  que  los  sacer- 
dotes con  el  peso  de  las  andas  o  de  la  custodia  van  tan 
cargados  y  reventados,  que  van  forzados  como  Simón  Ci- 
reneo,  y  huyen  otro  año  cuanto  pueden  de  tomar  sobre  sí 

665  aquel  trabajo.  No  es  razón  que,  pues  Dios  nuestro  Señor 
halló  modo  como,  yendo  allí  verdaderamente  su  cuerpo,  no 
haya  más  peso  que  los  accidentes  de  pan  que  lo  llevan  en- 
cubierto, que,  siendo  su  carga  liviana,  la  hagan  pesada  y 


627  Cf.  Rom.  12,  8. 
632   Cf.  Ex.  18,  ai. 


638   Cf.  Ex.  32. 
661   C!f.  Mt.  23,  4- 


518 


SERMONES.   CICLO  TEMPORA!. 


odiosa  por  cosas  que  son  fuera  de  El;  mas  todo  se  ordene 
670    conforme  a  El,  y  como  de  buena  gana  y  con  devoción  sea 
'llevada. 

Los  sacerdotes  miren  también  que,  llevando  mañana  al 
Señor,  y  sintiendo  trabajo,  no  sea  mayor  causa  para  ello  la 
falta  de  amor  y  de  devoción  que  el  mucho  peso  que  llevan 

675  con  las  pocas  fuerzas  del  cuerpo.  Miren  mucho  que,  llevan- 
do al  Señor  sobre  los  hombros  del  cuerpo,  no  lleven  algún 
pecado,  y  por  consiguiente  al  demonio  sobre  la  parte  más 
íntima  y  más  honrada  que  tienen,  que  es  la  parte  superior 
de  su  ánima;  y  que,  como  el  pecado  sea  pesado  como  ta- 

680  'lento  de  plomo,  les  quite  los  alientos  para  llevar  al  Señor 
Dios  nuestro.  (Porque  es  cierto  que  así  como  la  gracia  y 
amor  del  Señor  que  en  el  ánima  está,  da  alientos  al  cuerpo 
para  hacer  el  bien  que  los  malos  no  pueden,  así  el  pecado 
del  ánima  enflaquece  el  cuerpo  para  las  obras  de  virtud. 

685  Nunca  El  permita  que,  en  tal  día  y  lugar,  tal  cosa  haya; 
porque  sería  abominable  y  bastante  para  provocar  la  ira 
del  omnipotente  y  todopoderoso  Dios  para  darle  recio  cas- 
tigo, en  lugar  del  galardón  que  diera  al  tal  sacerdote,  si  lo 
llevara  sobre  hombros  de  hombre — 'que,  aunque  es  animal, 

690  es  racional,  porque  se  debe  regir  por  razón — y  no  sobre 
hombros  de  animóles — regidos  por  la  ley  de  la  carne,  la 
cual,  como  dice  el  glorioso  apóstol  San  Pablo,  no  es  sujeta 
a  la  ley  de  Dios. 

Todos  -con  pureza    Y  no  sólo  los  ya  dichos,  mas  todos 

695  y  reverencia  sin  sacar  ninguno,  conviene  exami- 
narse y  remirarse  si  van  tales  cua- 
les conviene  ir  a  gente  que  va  sirviendo  y  acompañando,  no 
a  quienquiera,  mas  al  Señor  de  los  cielos  y  de  la  tierra. 
¡  Oh  qué  buen  consejo  y  cuán  importante  y  propio  para  este 

700  día  él  que  nos  dió  el  real  profeta  David  cuando  dijo:  Servid 
al  Señor  con  temor,  y  regocijaos  en  El  con  temblor.  El  ser- 
vicio y  el  regocijo  mañana  lo  veremos,  aun  con  los  ojos  del 
cuerpo;  mas  el  temor  y  el  santo  temblor  que  nos  manda 
llevar  el  Señor  Dios  nuestro,  cuya  dádiva  es,  El  nos  lo  con- 

705  ceda  por  su  misericordia ;  lo  uno,  porque  no  seamos  desaca- 
tados contra  la  alteza  de  su  infinita  Majestad,  que  es  el 
mayor  mal  de  los  males;  lo  otro,  porque  no  probemos  el 
rigor  de  su  justicia  que  probaron  los  del  pueblo  pasado  por 
falta  de  aquesto. 

710  Oíd  una  cosa  terrible,  y  que  os  pondrá  espanto,  y  mucho 
mayor  que  el  castigo  de  Oza,  que  no  os  he  contado.  Pasó 
así:  que  cuando  los  filisteos  echaron  de  su  tierra  el  arca 
del  Señor  porque  hacía  en  ellos  grandes  castigos,  pusiéron- 


693  Cf.  Rom.  7,  14.  23. 
701   Ps.  2,  11. 


35-    VÍSPERA  DEL  CORPUS 


51 9 


la,  según  os  he  dicho,  encima  de  un  carro  y  dos  vacas  pa- 

715  ridas,  dejando  sus  becerricos  encerrados  en  casa;  para  que 
si  las  vacas  llevasen  el  arca,  sin  que  nadie  las  guiase,  a  la 
tierra  de  Israel,  entendiesen  que  la  causa  de  los  azot.es  que 
habían  venido  sobre  ellos  era  de  parte  del  Dios  de  Israel, 
por  tener  cautiva  su  arca.  Caminan  con  el  arca  las  vacas.. 

720  y,  aunque  daban  bramidos  por  sus  becerricos,  no  dejaron 
el  camino  derecho  ni  el  peso  del  arca;  dándonos  ejemplo  que 
los  que  han  puesto  sobre  sí  él  arca  del  servicio  de  Dios  no 
deben  tornar  atrás  por  condescender  a  los  afectos  humanos, 
por  conjuntos  que  sean  y  por  mucho  que  duelan.  Guía  Dios 

725  a  las  vacas,  y  llevan  el  arca  a  la  tierra  de  Israel,  y  paran 
en  un  campo  de  la  ciudad  de  Betsames,  en  el  cual  había 
mucha  gente  segando  trigo.  Y  holgáronse  en  gran  manera 
de  aquel  particular  favor  que  Dios  les  hacía,  de  que,  pu- 
diendo  enviar  su  arca  a  otras  partes,  eligió  a  ellos  para 

730  esta  merced.  Mas  si  así  supieran  reverenciar  el  arca  como 
alegrarse  con  ella,  no  se  les  tornara  el  favor  en  castigo  ni 
pidieran  que  les  llevaran  el  arca  de  su  tierra,  con  la  cual 
se  habían  holgado  primero.  Pararon  las  vacas.  Quitando  los 
levitas  el  arca  de  encima  de  la  carreta,  pónenla  encima  de 

735  una  piedra;  viénenla  a  mirar  los  que  presentes  estaban  y 
otros  que  venían  de  la  ciudad,  y  embebecidos  con  la  alegría, 
no  se  acordaron  ni  se  curaron  de  lo  que  Dios  había  man- 
dado, que  no  mirasen  su  arca  desnuda,  sino  cobijada,  so 
pena  de  muerte;  miráronla,  castigólos  Dios  con  matar  luego 

740  setenta  hombres  de  los  principales  y  cincuenta  mil  de  la 
gente  del  vulgo. 

¿Quién  tal  pensara  y  quién  tal  creyera,  si  no  fuera  el 
Espíritu  Santo  el  que  lo  dice?  ¿Quién  no  temerá  de  ir  ma- 
ñana con  este  Señor,  pues  que  la  irreverencia  hecha  contra 

745  su  arca,  cosa  tan  baja  en  comparación  de  El,  fué  castigada 
con  muerte  de  tantos?  Y  de  espantados  dijeron:  ¿Quién 
podrá  estar  en  la  presencia  de  un  Dios  tan  santo?  Y  no 
osando  tener  el  arca  consigo,  enviaron  a  rogar  a  los  de  la 
ciudad  de  Cariatiarimi  que  viniesen  a  llevar  el  arca,  porque 

750  ellos  no  la  querían  tener. 

Y  si,  en  la  sombra  y  figura,  el  Señor  quiso  ser  tan  reve- 
renciado, que  juzgó  ser  ley  justa  mandar  que  no  alzasen 
los  ojos  a  mirar  su  arca  desnuda,  so  pena  de  muerte,  y  como 
lo  mandó  lo  ejecutó  con  mucho  rigor  y  con  muerte  de  tantos, 

755  ¿qué  hará  si  mañana  no  acatáremos  como  es  razón  a  su 
propia  persona  y  en  presencia,  pues  el  arca  de  entonces,  en 
comparación  de  El,  no  tiene  ser  ni  valor?  Despierten,  pues, 
todos,  y  ninguno  haya,  chico  ni  grande,  que  se  atreva  a  ir 
mañana  con  mala  conciencia  acompañando  al  Señor,  que 


741   Cf.  1  Reg.  6. 
747   Cf.  1  Reg.  b,  2o. 


520 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mira  los  corazones,  y  da  a  cada  uno  según  sus  obras,  y  a 
los  irreverentes  a  El,  por  principales  que  sean,  los  castiga 
con  recio  castigo. 

ILos  sacerdotes  no  imiten  a  Oza  y  a  su  hermano  en  ir 
desaparejados  en  la  procesión,  porque  no  sean  participan- 
tes en  el  castigo  si  lo  fueren  en  la  culpa;  antes  imiten  a  los 
sacerdotes  y  levitas  de  la  segunda  procesión,  que,  purifica- 
das las  ánimas  y  los  cuerpos,  llevaron  con  reverencia  el  arca 
del  Señor,  y  fueron  galardonados  de  su  mano  bendita. 

Y  el  rey  y  los  gran-    Los  reyes  imiten  al  rey  David,  ha- 
des desnúdense  y    liándose  presentes  a  esta  santa  pro- 
bailen,  como  el  rey    cesi°n  con  mucha  reverencia  y  aca- 
Tl  vid  tamiento,  y  con  haber  confesado  y 

comulgado,  por  lo  que  ellos  deben  a 
Dios  nuestro  Señor  y  por  dar  ejem- 
plo a  los  otros.  Que  éste  es  el  tiempo  en  que  el  Señor  tiene 
necesidad  do  'los  reyes  y  gente  principal,  como  en  otro  tiem- 
po lo  tuvo  do  aquellos  dos  jumentos  para  entrar  asentado 
en  ellos  a  Jerusalem,  pues  que  vemos  estar  perdido  el  res- 
pecto que  se  debe  a  Dios  nuestro  Señor  y  a  su  ley,  y  que 
solamente  se  tiene  cuenta  con  apartarse  del  mal  por  temor 
de  los  castigos.  Y  también  los  ha  menester,  porque  ordina- 
riamente aquello  siguen  los  menores,  que  ven  hablar  y  obrar 
a  los  que  son  mayores,  los  cuales,  si  fuesen  por  buenos  ca- 
minos, serían  causa  de  que  fuese  Dios  acatado  y  haber 
muchos  bienes,  y  su  galardón  sería  grande  en  el  cielo.  Yendo 
por  camino  contrario,  cierto,  habrá  sucesos  contrarios; 
porque  la  virtud  o  el  vicio  de  ellos  son  cosas  muy  calificadas 
para  aprovechar  o  dañar. 

Y  si  el  rey  no  tuviere  tanta  humildad  para  desnudarse 
de  su  real  vestidura  y  vestirse  de  una  sobrepelliz,  como  lo 
hizo  David,  a  lo  menos  vaya  mañana  templadamente  vesti- 
do. Porque  delante  de  la  presencia  de  Dios,  que  llevamos  en 
la  procesión  y  está  en  la  iglesia,  no  es  razón  que  el  rey  ni 
los  grandes  tengan  aquel  aparato  de  estrados  como  en  otras 
partes  suelen  tener;  pues  que  ellos  mismos  quieren  que  sus 
vasallos  no  tomen  estas  honras  estando  en  los  palacios  y 
presencia  del  rey  o  de  los  otros  señores.  Y  si  los  reyes  qui- 
sieren con  su  buen  ejemplo  y  con  leyes  puestas  en  ejecu- 
ción templar  la  profanidad  y  demasía  de  los  vestidos,  joyas 
y  atavíos  de  casas,  que  es  causa  de  mayores  pecados  y  tra- 
bajos que  se  puede  decir,  harían  a  Dios  muy  mayor  servi- 
cio, y  al  reino  más  cumplido  bien,  que  hizo  David  en  dejar  su 
ropa  real  y  tomar  un  vestido  bajo,  de  levita. 

Y  si  tampoco  no  tuviere  el  rey  tanta  devoción  y  amor 


778  Of.  Mt.  2i,  2-3. 

789   Of.  a  Reg.  6,  14.  20. 


35-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


521 


805  del  Señor  que  le  embriague  como  a  David  y  le  haga  ir  como 
fuera  de  sí,  bailando  y  saltando,  y  como  dice  la  Escritura, 
resaltando  con  todas  sus  fuerzas,  a  lo  menos  imítele  en  aquel 
entrañable  cuidado  del  culto  divino  y  de  buscar  lugar  donde 
el  arca  del  Señor  se  pusiese  con  mucha  decencia.  Que  es- 

810  tando  los  sacerdotes  descuidados  de  aquesto,  que  era  propio 
oficio  suyo,  velaba  el  corazón  del  rey,  y  despertó  a  los  ecle- 
siásticos para  que  llevasen  el  arca,  y  les  avisó  que  la  lle- 
vasen con  aquella  santidad  que  se  le  debía,  y  después  tuvo 
ferventísimo  deseo  de  hacer  templo  al  Señor. 

815  Aquel  rey  se  desnudará  muy  bien,  y  bailará  delante  del 
acatamiento  de  Dios,  que,  considerando,  cómo  ante  aquel 
Dios  ni  tenía  ser  ni  reino,  y,  pudiéndolo  dar  a  otro,  se  lo 
dió  a  él  liberalmente,  se  tenía  por  pobre  y  desnudo  cuanto 
es  de  su  parte,  y  no  se  ensoberbecía  sobre  los  otros  por  la 

820  excelencia  que  Dios  le  dió;  antes  la  atribuía  a  la  divina 
bondad  y  se  humilla  y  abaja  más  para  con  Dios  y  para  con 
los  hombres.  Y  aunque  el  poderío,  cuanto  es  más  alto, 
tanta  suele  ser  la  osadía  que  da  para  pecar,  porque  piensa 
el  tal  hombre  que  tiene  licencia  para  hacer  todo  lo  que 

825  puede,  y  como  son  jueces  de  otros  y  no  hay  quien  juzgue 
a  ellos,  acaece  que  se  hacen  atrevidos  para  pecar;  mas  los 
que  delante  de  Dios  en  espíritu  se  desnudan  de  verdad  ei 
aparato  real,  al  contrario  de  esto  hacen,  porque  entiendan 
que  por  ser  grandes  no  tienen  más  licencia  para  hablar  una 

830  palabra  ociosa,  ni  para  otra  cosa  aún  más  liviana  que  to- 
que a  la  ley  de  Dios,  que  la  tiene  un  hombre  el  más  bajo 
del  mundo;  antes  se  tienen  por  más  obligados  a  toda  virtud 
y  por  más  enfrenados  y  a  raya  para  no  hacer  mal;  porque 
entiendan  que  son  espejo  donde  muchos  se  miran,  y  guía  a 

835  la  cual  muchos  siguen,  y  regla  con  que  muchos  se  confor- 
man, y  temen  que  han  de  hacer  como  San  Jerónimo  dice: 
"Quien  lo  quisiere  seguir  sea  constreñido  a  errar". 

Muy  bien  se  desnuda  aquel  rey  y  se  humilla,  a  quien  la 
carga  de  la  cuenta  que  ha  de  dar  le  pone  cuidado  y  temor 

840  de  cómo  vive  y  administra  su  reino;  y  muy  bien  baila  de- 
lante el  mismo  Señor  el  que,  lleno  de  su  amor,  lleva  las 
cargas  de  su  gobernación  con  esfuerzo  y  alegría,  como  lo> 
hacía  Judas  Macabeo  en  las  guerras  que  emprendía  por  la 
honra  de  Dios. 

845  Muy  bien  baila  [ante]  el  Señor  si  le  dice  de  verdad:  Apa- 
rejado está,  Señor,  mi  corazón;  quiere  decir  que  tiene  una 
prompta  voluntad  de  servir  y  de  que  le  sirvan  los  otros,  apa- 
rejado el  corazón  con  celo  de  justicia  para  castigar  los  delitos 
como  recto  juez.  Mas  no  se  contenta  con  este  nombre  y  con 

850   esta  obra;  mas  tiene,  y  más  principalmente,  aparejado  su 


837  Cf.  San  Jerónimo,  Dial,  contra  Lucifer.  5  :  ML  38,  16S. 
844   Cf.  1  Mach.  3,  1  ss.  846   Ps.  56,  8  ;  Ps.  107,  a 


522 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


corazón  para,  con  cuidado  y  entrañas  de  padre,  con  buenos 
ejemplos,  con  buenos  trabajos,  con  buena  educación  de  sus 
vasallos,  y  por  cuantas  vías  pudiere,  procurar  que  preven- 
gan a  los  delitos,  y  no  sea  menester  el  castigo,  o  no  muchas 

855  veces.  Aquel  baila  bien  que  no  tiene  amor  al  mandar,  sino 
al  aprovechar,  y  tiene  el  lugar  alto  por  ejercicio  de  hacer 
'bien  a  muchos,  y  no  para  sus  intereses  ni  sus  regalos. 
Y  aquel  baila  bien  cuyo  cuidado  único  es  beneficiar  a  los 
suyos,  y  para  el  bien  público  tiene  ofrecida  su  hacienda, 

860  su  honra  y  su  vida,  al  ejemplo  del  Señor,  que  vino  a  ser- 
vir y  a  dar  su  vida  en  rescate  de  muchos.  No  es  desabrido 
en  las  palabras  ni  áspero  en  el  gesto,  porque  no  lo  es  en  el 
corazón.  Ni  es  pesado  en  despachar  los  negocios,  porque 
el  amor  le  hace  la  carga  liviana;  con  el  cual,  aunque  tra- 

865  baja  como  esclavo,  siente  dulcedumbre  en  los  trabajos  como 
padre  y  pastor.  Todo  lo  cual  ni  lo  hace  por  alcanzar  la  va- 
nidad de  la  fama  ni  por  fin  de  humana  virtud;  que  esto  no 
fuera  bailar  delante  del  Señor,  mas  delante  los  hombres;  mas, 
estas  poquedades  holladas,  encumbra  su  intención  al  agrada- 

870  miento  de  Dios  y  a  la  esperanza  del  eterno  reino,  que  ha  pro- 
metido a  los  que  administrasen  bien  el  temporal. 

Y  en  particular  aquel  rey  se  desnudará  y  bailará  bien 
delante  del  Santísimo  Sacramento  que,  aunque  generalmen- 
te tenga  cuidado  de  todo  lo  bueno,  lo  tenga  muy  particular 

875  y,  muy  encendido  en  amor  de  aqueste  divinisimo  Sacramento, 
cele  mucho  la  fe  y  honra  de  él,  y  lo  que  toca  a  los  sacerdo- 
tes, a  los  altares  y  a  las  iglesias,  y,  finalmente,  a  lo  mucho 
y  a  lo  poco  que  de  cerca  o  de  lejos  tocare  a  este  Señor.  Y  si 
en  todo  tiempo  es  esto  cosa  debida,  mucho  más  lo  será  en 

880  el  presente,  cuando  el  principio  de  salirse  muchos  de  la 
congregación  de  la  santa  Iglesia  fué  por  tenerla  en  poco, 
y  a  sus  ministros  y  a  sus  ceremonias.  Castigue  las  here- 
jías; porque  quien  no  resiste  al  error,  es  visto  aprobarlo; 
favorezca  a  los  ministros  de  la  fe  y  a  los  buenos  prelados, 

885  y  su  cuidado  único  sea  cómo  el  pueblo  cristiano,  que  es 
arca  donde  mora  el  Señor,  esté  defendida  de  los  infieles  y 
reformado  en  las  buenas  costumbres,  para  que  pueda  Dios  re- 
cebir  de  él  convenient?  servicio,  pues  que  para  hacer  esta 
obra  ninguno  es  tanta  parte  como  los  reyes,  si,  dejando 

890  sus  intereses  aparte  y  poniendo  los  hombros  a  ello,  quisie- 
ren emplear  en  el  negocio  todo  el  poder  que  el  Señor  les 
dió  para  que  le  sirviesen.  Y,  por  consiguiente,  se  sigue  que, 
si  esto  no  se  hace,  la  mayor  culpa  y  el  mayor  castigo  para 
ellos  será. 

895  Y  tras  el  bailar  bien  el  rey  de  esta  manera,  bailen  tam- 
bién a  Dios  los  otros  señores,  pues  son  participantes  en  el 
mandar  y  en  la  obligación,  y  lo  serán  en  el  galardón.  Ha- 


86i   Mt.  20,  28. 


35-    VÍSPERA  DHL  CORPUS 


523 


gan  también  lo  mismo,  en  su  modo,  la  gente  principal,  y 
entiendan  que  aquel  ir  mañana  en  la  procesión  más  cerca- 

900  nos  al  Señor  que  la  otra  gente  y  tener  en  los  templos  luga- 
res más  cercanos  a  El  no  es  cosa  liviana  ni  que  se  ha  de 
usar  de  ella  con  descuido  e  inadvertencia,  si  no  quieren  ser 
alanzados  más  lejos  de  Dios  eternalmente  en  el  otro  mun- 
do los  que  en  esta  breve  vida  fueren  más  cercanos  a  El. 

905  Guarde  Dios  a  la  gente  principal.  Unos  irán  mañana  llevan- 
do las  varas  del  palio  con  que  va  cobijado  el  Señor,  y  otros 
irán  cerca  del  mismo  Señor.  No  lleven  sus  corazones  des- 
nudos de  la  divina  gracia,  que  hace  al  hombre  ser  deseme- 
jable  a  Dios,  y  no  vayan  afeados  con  la  imagen  del  demo- 

910  nio  que  mora  donde  no  mora  la  gracia,  y  tales,  que  el  Señor 
que  allí  va,  en  cuyo  acatamiento  los  escondrijos  del  corazón 
son  más  claros  que  la  lumbre  del  sol,  viéndolos  de  dentro  tan 
abominables  y  de  fuera  sirviéndole  y  cercanos  a  El,  les  diga 
con  justísima  queja:  Este  pueblo  con  los  labios  me  honra,  y 

915   su  corazón  lejos  está  de  mí. 

Terrible  cosa  sería  que  el  día  que  se  hace  fiesta  a  un  rey 
entrase  un  criado  suyo  hasta  la  presencia  real  a  hacerle 
alguna  reverencia  o  servicio,  y  que  llevase  abrazado  con- 
sigo a  un  capital  enemigo  del  rey  su  señor,  diciendo  con  la 

920  obra:  "Aunque  sé  que  éste  es  vuestro  mortal  enemigo  y 
que  os  hago  en  ello  enojo  muy  grande,  y  aunque  me  habéis 
mandado  que  lo  eche  de  mí,  lo  tengo  de  querer  bien,  y  abra- 
zarlo muy  abrazado  en  vuestra  fiesta  y  en  vuestra  presen- 
cia." ¿Esto  sería  celebrar  fiesta  al  rey  o  darle  hiél  y  vi- 

925  nagre?  Llevar  al  demonio  en  el  ánima  e  ir  cerca  del  Señor 
en  la  procesión,  ¿es  celebrarle  día  de  fiesta  o  renovar  su 
pasión?  No  así,  no  así,  por  reverencia  de  Dios;  limpíense, 
confiésense,  vayan  con  mucho  acatamiento,  amor  y  tem- 
blor, principalmente  los  principales,  para  que,  siquiera  un 

930  día  en  él  año,  vea  el  Señor  nuestras  ánimas  amadoras  de 
El  y  aborrecedoras  de  los  pecados,  que  son  sus  enemigos,  y 
tan  capitales,  que  le  quitaron  la  vida  en  la  cruz,  y  que  como 
a  tales  nos  ha  mandado  que  los  aborrezcamos  y  echemos  de 
nosotros,  si  queremos  ser  suyos. 

935    Cantemos   con   la    Y  todos,  sin  quedar  ninguno,  pro- 
boca, cantemos  con    curemos  llevar  la  conciencia  limpia 
el  corazón  con  Ia  confesión,  y  a  más  no  poder, 

con  la  contrición;  y  no  contentarnos 
con  sólo  el  estruendo  exterior  de  los  cantos,  danzas  y  re- 
940  gocijos  que  mañana  se  hacen,  que  aunque  sean  buenos,  si 
no  corresponde  a  ellos  lo  de  dentro,  a  lo  cual  Dios  princi- 
palmente mira,  no  será  sino  ofrecer  un  cuerpo  sin  ánima, 
una  cáscara  sin  meollo  y,  en  fin,  apariencia  sin  existencia. 


915  Mt.  15,  8. 


524 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Los  hombres  de  Betsames,  que  dijimos  que  fueron  de  Dios 

945  castigados  por  su  desacatado  mirar,  muy  devotos  fueron  en 
el  ofrecer  sacrificios;  porque  no  sólo  le  ofrecieron  las  vacas 
y  el  carro  que  trajeron  el  arca,  mas  otros  muchos,  así  víc- 
timas como  holocaustos;  y  no  por  eso  agradaron  a  Dios  ni 
les  libraron  del  castigo  que  merecieron  por  su  pecado.  Ya 

950  tenemos  de  esto  respuesta  de  Dios  por  boca  del  profeta  Sa- 
muel, que  dice  que  quiere  más  obediencia  que  sacrificios,  y 
que  donde  hay  pecado,  ninguna  cosa  le  agrada  al  Señor. 

Advirtamos  mucho  que  somos  naturalmente  inclinados  a 
estos  regocijos  de  fuera  y  enemigos  y  descuidados  de  la 

955  virtud  interior;  y  por  esto  los  que  los  hacen  y  los  que  los 
miran  no  se  descuiden  en  contentarse  con  ellos  a  solas,  ni 
paren  en  ellos,  mas  tómenlos  como  motivo  y  despertador 
del  amor  y  devoción  interior,  como  salsa  para  comer  el 
manjar;  porque  el  oficio  de  las  ceremonias  exteriores  éste 

960  es.  Y  así  el  que  cantare  con  la  boca,  cante  juntamente  y 
principalmente  con  el  afecto  del  ánima;  el  que  bailare  con 
el  cuerpo,  enderécelo  al  amor  del  Señor  regocijándose  con 
su  presencia;  quien  danza,  dance  al  Señor,  y  no  a  conten- 
tamiento suyo  ni  ajeno;  y  los  que  miran  a  estos  servicios 

965  y  honra  que  al  Señor  se  hacen,  gócense  en  lo  más  dentro 
de  sus  entrañas  de  ver  honrado  a  su  Señor,  cuya  honra,  so- 
bre todas  las  cosas  y  con  todas  sus  fuerzas,  son  obligados 
a  desear.  Y  acuérdense  de  aquellas  humildes  reverencias,  de 
aquel  encendido  amor,  de  aquellos  alegres  regocijos,  que  los 

970  ángeles  y  los  santos  en  el  cielo  hacen;  y  digan  con  todo  su 
corazón  lo  que  dice  David:  Alábenle  los  cielos  y  tierra,  y  el 
mar,  y  todo  lo  que  en  ellos  está.  Y  para  darnos  a  entender 
cómo  la  celebración  de  esta  fiesta  ha  de  ser  principalmente 
en  el  ánima,  se  dice  en  el  dicho  Concilio  que  cante  la  fe  y  se 

975  regocije,  y  salte  nuestra  esperanza,  y  la  caridad  y  devoción 
den  palmadas  de  alegría. 

Y  de  esta  manera  cumpliremos  la  figura  de  los  que  ofre- 
cían en  la  procesión  del  arca,  de  seis  en  seis  pasos,  animales 
al  Señor;  porque  a  la  continua  iremos  nosotros  mañana  ofre- 

980  ciendo  a  nuestro  Señor  nuestios  apetitos,  nuestra  voluntad, 
nuestra  honra  y  hacienda  y  nuestra  propia  vida,  determi- 
nados de  perderla  antes  que  negar  la  fe  de  este  Señor  o  que- 
brantar algún  mandamiento  suyo,  diciéndole:  Señor,  pues 
distes  vuestra  vida  por  mí,  yo  os  doy  la  mía  y  todas  mis 

WS  ^osas,  para  que  dispongáis  de  ellas  a  vuestro  santo  servicio. 
Alt-ntétnonos  todos  a  esto  y  no  nos  contentemos  con  lo  ex- 
terior. 

951  Cf.  i  Reg.  75,  22. 

v;72  Cf.  Ps.  68,  35. 

976  C.  i,  de  reliquiis  el  v>en.  sanct.,  III,  16,  in  Cleru. 

979  Cf.  2  Reg.  6,  13. 


VÍSPERA  DEL  CORPUS 


525 


Y  haga  cada  uno  esta  cuenta  dentro  de  sí:  "Por  ventura 
será  esta  fiesta  la  postrera  que  vea  en  mi  vida:  quiero  ir 

990  en  ella  de  manera  que  satisfaga  lo  que  en  otras  fiestas  y  en 
oír  misa  y  cosas  tocantes  a  este  Sacramento  habré  pecado 
de  un  año  acá  y  en  toda  mi  vida.  Quizá  habré  ido  a  la  iglesia, 
no  con  la  pureza  de  intención  que  debía;  quiero  ir  mañana 
por  amor  de  sólo  Dios  en  esta  procesión,  y  tan  recogido  y 

995  tan  mirando  a  Dios  sólo,  como  si  no  fuese  más  gente  con 
El  que  El  y  yo.  Por  ventura  me  habré  vestido  demasiado 
alguna  vez  para  ir  a  la  iglesia;  no  quiero  mañana  hacer  alar- 
de de  mis  vestidos  y  joyas,  sino  llevar  tanta  templanza,  que 
satisfaga  a  lo  pasado,  y  que  ninguno  tome  ocasión  de  poner 
1000   los  ojos  en  mí  y  quitarlos  de  nuestro  Señor". 

Y  el  varón  oiga  y  cumpla  lo  que  el  Señor  dice:  Si  tu  ojo 
derecho  te  hace  pecar,  sácatelo  y  arrójalo  de  ti.  Baje  los 
ojos;  y  si  los  alza,  mire  al  Señor.  No  hagas,  cristiano,  cuen- 
ta que  tienes  ojos  mañana  para  mirar  a  mujeres;  dáselos  al 

1005  Señor  para  que  le  sirvan  a  El,  pues  El  te  los  dió;  refrena 
tus  malos  deseos  y  tu  vista  de  fuera;  que  mientras  más  pe- 
noso te  fuere,  más  meritorio  te  será;  y  según  es  Dios  lleno 
de  misericordia,  por  ventura  por  verte  mañana  trabajar  con- 
tigo por  no  le  ofender  con  tu  vista,  te  dará  fuerza  para  que 

íoio  te  quedes  con  la  buena  costumbre  de  tener  vista  casta  y 
corazón  casto,  que  no  será  pequeña  merced.  Y  de  esta  ma- 
nera dice  San  Pablo,  templo  del  Espíritu  Santo,  que  cumpli- 
remos lo  que  nos  dijo:  Comprados  sois  con  precio  grande; 
honrad  y  llevad  a  Dios  en  vuestro  cuerpo  y  en  el  espíritu  de 

1015   vuestra  mente.  •' 

Hízonos  Cristo  esta  merced,  que  pudiésemos  ser  arca  di- 
vina por  la  unión  de  su  gracia,  como  lo  es  El  por  unión  per- 
sonal. Procuremos  que,  pues  recebimos  por  la  creación  un 
cuerpo  y  un  ánima,  que  es  madera  dorada,  no  la  tengamos 

1020  vacía;  mas  cumplamos  lo  que  está  escrito  del  varón  justo: 
Que  la  ley  de  Dios  está  en  su  corazón.  No  seamos  impru- 
dentes, mas  entendamos — como  dice  San  Pablo — cuál  sea  la 
voluntad  del  Señor;  porque  quien  no  la  conoce,  ¿cómo  la 
podrá  cumplir  y  tener?  Esto  es  tener  en  sí  Zas  tablas  de  la 

1025  ley  de  Dios.  Y  después  tengamos  el  maná  celestial,  que  es 
Jesucristo,  que  con  su  gracia  nos  mantenga  y  consuele. 
Y  porque,  aun  con  todo  esto,  caeremos  en  faltas,  conviene 
que  nos  desvelemos  y  castiguemos  con  santa  corrección  y 
disciplina,  significada  por  la  vara  sacerdotal;  y  así,  hechos 

1030  arcas  divinas,  reposará  el  Señor  en  nosotros  de  mejor  gana 
que  en  el  sagrario,  ni  en  el  relicario,  ni  andas;  porque  si  allí 
está  y  allí  va,  es  por  entrar  y  morar  en  nosotros. 


1002     Cf.   Mt.   5,  2Q. 

1015    1  Cor.  6,  20. 


1021    Ps.  36,  31. 
1023    Ctf.  Eph.  5,  17. 


526 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Y  si  le  pudiésemos  ver  su  Corazón  amoroso  cuando  va  en 
la  procesión,  oiríamos  cómo  nos  va  diciendo  lo  que  dijo  a 

1135  Zaqueo:  "Cristiano,  deciende  de  ese  árbol  de  tu  locura  y 
desamorada  ingratitud;  humíllate  a  mí;  conoce  el  amor  que 
te  tengo;  aparéjame  tu  conciencia,  porque  en  ella  deseo  des- 
cansar y  morar".  Alabadas  sean,  Señor,  tus  misericordias, 
que  llegan  a  convidar  y  rogar  tú  mismo  contigo  que  te  quie- 

1040  ran  recebir  aquellos  que  no  merecían  que  les  volvieses  tu 
faz,  aunque  muchos  años  te  lo  suplicasen.  ¡No  haya,  Señor, 
por  tu  misma  misericordia,  no  haya  quien  no  te  reciba  en  su 
casa,  pues  tú  con  tanta  benignidad  quieres  entrar  y  morar 
en  nosotros  y  aun  pagarnos  colmadamente  el  hospedaje  que 

1045  te  hiciéremos!  Porque  si  echaste  tu  bendición  haciendo  se- 
ñaladas mercedes  a  Obededón  el  levita  porque  recibió  la  otra 
tu  arca,  ¿qué  tales  y  qué  tan  copiosas  serán  las  mercedes 
que  harás  a  quien  bien  recibiere  en  su  pecho  tu  misma  per- 
sona? Darle  has  bendición  de  perdón  de  pecados,  consolación 

1050  entrañable  con  tu  dulce  presencia,  lumbre  para  sus  igno- 
rancias, fuerza  para  sus  flaquezas  y  aumento  de  gracia  con 
que  más  te  ame. 


36  NO  TE  HARTES  DE  MIRAR  A  CRISTO 

Víspera  del  Corpus 

(Bd.  1596,  I,  pp.  331-425.) 

Sanctificamini;  eras  ehim  jacict  Dominus  inter  vos 
mirabilia.  Santifícaos.  Mañana  ciertamente  liará  el 
Señor  entre  vosotros  maravillas   (los.  3,  [5]). 

"Santifícaos,  porque  Toda  la  ley  y  razón  humana  y  di- 
el  Señor  hará  maña-  vino  pide  que  a  las  cosas  más  ex- 
na  maravillas"  celentes  y  de  valor  singular  les  sea 
hecho  distinto  tratamiento  y  se  les 
dé  particular  reverencia,  distinta  de  la  que  se  da  a  las  otras 
comunes  cosas.  Y  con  este  fundamento  mandó  el  rey  Asuero 
que  ninguno  entrase  en  su  presencia  vestido  de  sayal,  porque 
la  bajeza  del  vestido  parecía  ofensa  a  la  presencia  y  vista 
del  rey.  Y  así  vemos  ser  cosa  usada,  y  muy  justa,  que  los 
que  están  en  presencia  de  señores  y  reyes  tienen  particular 
mesura  en  el  rostro,  hincan  sus  rodillas,  no  miran  con  los 
ojos  a  una  parte  ni  a  otra;  y  con  aquel  temor  reverencial 
que  tienen,  honran  a  sus  señores  y  dan  sentimiento  de  su 
grandeza. 

Y  si  queremos  considerar  las  cosas  más  bajas,  hallare- 

1038   Cf.  Le.  ig,  .5. 
1046   Of.  2  Reg.  6.  11. 
10   Cf.  Esth.  4,  2. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


527 


mos  ser  verdad  que  se  requiere  cierta  proporción  del  que 
20  trata  con  la  cosa  tratada;  del  que  recibe,  a  lo  recebido;  del 
lugar,  a  lo  que  está  en  él;  pues  que  ni  está  bien  recebir  una 
purga  sin  disposiciones  que  precedan  a  ella,  ni  un  fuego 
produce  su  forma  sin  que  el  madero  esté  para  ello  dispuesto. 
Y  no  está  bien  un  precioso  bálsamo  en  un  inmundo  vaso 
25  de  barro;  y  una  mano  leprosa  y  llena  de  llagas,  tocando  el 
oro  limpio  y  resplandeciente,  parece  que  le  hace  ofensa,  por 
la  mucha  desproporción  que  hay  entre  la  inmundicia  de  la 
mano  y  la  limpieza  del  oro. 

Y  quien  considerare  cuán  guardada  es  esta  ley  entre  las 
30  criaturas  altas  y  bajas,  terná  por  cosa  muy  justa  que  el  altí- 
simo Dios,  cuya  Majestad  es  inmensa,  cuya  faz  sobrepuja  a 
todo  entendimiento  criado,  pida  a  los  que  han  de  tratar  con 
El  que,  pues  El  tiene  singular  majestad,  en  comparación  de 
la  cual  las  cosas  muy  altas  son  muy  bajas  y  no  tienen  ser, 

35  le  den  un  particular  tratamiento  lleno  de  reverencia  y  pu- 
ridad, distincto  del  que  se  da  a  las  criaturas  en  el  cielo  y  en 
la  tierra,  por  altas  que  sean. 

Y  conforme  a  esta  verdad,  queriendo  Moisés  llegarse  a 
la  zarza  que  ardía  y  no  se  quemaba,  en  la  cual  estaba  el  Se- 

40  ñor,  le  fué  mandado  de  parte  de  El  que  se  descalzase  los 
zapatos,  porque  la  tierra  donde  estaba  era  santa,  por  la 
presencia  del  Señor  que  allí  estaba.  Y  cuando  el  mismo  Señor 
hizo  aquella  merced  tan  grande  a  su  pueblo,  de  darle  los  diez 
mandamientos,  en  los  cuales  conociesen  lo  que  a  El  le  era 

45  agradable,  y  obedeciendo  se  pudiesen  salvar,  dice  Dios  a 
Moisés:  Ve  al  pueblo  y  santifícalos  hoy  y  mañana,  y  laven 
sus  vestiduras  y  estén  aparejados  para  el  día  tercero,  porque 
en  el  día  tercero  descenderá  el  Señor  delante  de  todo  el  pueblo 
sobre  el  monte  de  Sinai.  Y  después,  una  vez  que  el  Señor 

50  hizo  merced  a  Moisén  de  se  le  enseñar  y  pasar  delante  de  El, 
estuvo  Moisés  metido  en  un  agujero  de  una  peña,  y  allí 
postrado — porque  la  peña  no  daba  lugar  para  más — adoró  al 
Señor  con  gran  reverencia. 

Y  para  que  vengamos  a  nuestro  propósito,  habéis  de 
55   saber  que  cuando  el  Señor  quiso  que  su  arca  pasase  por  el 

río  Jordán  y,  entrando  ella  en  el  río,  se  hiciese  aquella  gran 
maravilla,  que  las  unas  aguas  del  río  se  tornasen  atrás  y  las 
otras  corriesen  hacia  abajo  hasta  que  no  fuesen  vistas,  y  así 
quedase  camino  seguro  y  sin  agua  en  el  dicho  río  y  por  donde 
60  todo  el  pueblo  pudiese  pasar,  pareció — y  con  mucha  razón — , 
al  altísimo  Señor  que  esta  maravilla  hacía,  que  la  gente  que 
la  había  de  ver  y  gozar  se  aparejase  para  dignamente  recebir 

41   Of.  Ex.  3,  5. 

49   Ex.  19,  10-11  ;  cf.  Teodoreto,  Ouacst.  in  Ex.,  c.  19,  int.  -56  : 
MG  80,  .262  s.         ,  . 

53    Cf.  Ex.  33,  ai-34,  8. 


52S 


SERMONES;   C'ICI-O  TEMPORAL 


tal  merced,  y  mandó  al  capitán  Josué  que  dijese  al  pueblo 
las  palabras  de  nuestro  tema:  Santifícaos,  porque  el  Señor 

65  mañana  ciertamente  hará  maravillas  entre  vosotros.  De  don- 
de parece  que  no  sólo  para  tratar  con  el  mismo  Señor,  mas 
aun  con  sus  cosas  y  obras,  es  menester  particular  disposición 
y  santificación.  Para  oír  sus  palabras  cuando  dió  la  Ley 
mandó  que  se  santificasen ;  y  al  que  las  ha  de  hablar  le  con- 

70  viene  ser  santo,  porque  no  diga  el  Señor  aquella  terrible  y 
digna  palabra  de  ser  temida:  Al  pecador  dijo  Dios:,  ¿Por  qué 
tú  cuentas  mis  justicias  por  tu  bocaf  A  los  sacerdotes  mandó 
que  se  santificasen  para  las  cosas  del  templo.  Y  los  que  ha- 
bían de  comer  de  las  cosas  sacrificadas  y  celebrar  la  Pascua 

75  comiendo  un  cordero,  habían  de  estar  santificados,  so  pena 
de  graves  castigos. 

Esto  entendía  San  Pablo  cuando,  manifestándonos  por 
ejemplo  suyo  el  respeto,  la  pureza  y  santificación  con  que  se 
ha  de  ejercitar  el  oficio  de  la  predicación  de  la  palabra  de 

80  Dios,  dice  que  santificaba  el  Evangelio  de  Dios;  no  porque 
él  lo  hiciese  santo,  pues  que  el  mismo  Evangelio  lo  es  en  sí, 
mas  porque,  como  uno  que  con  mala  conciencia  trata  las 
cosas  de  Dios  se  dice  que  las  ensucia,  porque,  si  pudiesen 
ellas  ser  ensuciadas,  bastaba  lo  que  él  hacía  para  las  ensu- 

85  ciar,  y  en  cuanto  es  en  sí,  con  aquel  mal  trato  da  a  entender 
que  las  tiene  en  poco  y  las  tiene  por  indignas  de  mejor  trata- 
miento, así,  quien  las  trata  con  debida  santificación,  aunque 
no  las  dé  santidad  en  sí  mismas,  dásela  en  la  estimación  de 
su  corazón,  teniéndolas  por  dignas  de  toda  reverencia  y  de 

90   toda  limpieza. 

Y  en  este  sentido  dijo  el  apóstol  San  Pedro  a  los  cristia- 
nos: Santificad  al  Señor  Jesucristo  en  vuestros  corazones. 
Parece  recia  palabra  que  el  hombre  santifique  a  Cristo,  el 
cual  es  santísimo  en  sí  y  fuente  de  cuiyo  cumplimiento  todos 

05  los  que  tienen  gracia  y  santificación  la  reciben,  sin  que  nadie 
la  pueda  haber  de  otra  parte  en  mucho  ni  en  poco,  porque 
de  El  y  no  de  otro,  dice  Dios  Padre:  Sobre  El  florecerá  mi 
santificación.  Con  el  cual  sentido  concuerda  San  Pablo  cuan- 
do dijo  que  Cristo,  por  virtud  de  Dios  Padre,  es  hecho  núes- 
100  tra  santificación;  porque  la  que  tenemos  nos  viene  de  El  y 
por  El.  El  nos  santifica,  haciéndonos  verdaderamente,  de 
sucios,  limpios,  y  justos  de  injustos,  quitándonos  la  inmun- 
dicia que  teníamos  y  dándonos  la  santificación  que  nos  fal- 
taba. Mas  santificarle  nosotros  a  El  es  de  otra  manera,  como 
105   declara  Isaías  diciendo:  Santificad  al  Señor  de  las  batallas. 


65  los.  3,  5.  92  1  Petr.  3,  15. 

69  Cf.  Ex.  19,  14.  95  Cf.  lo.  1,  16. 

72  Cf.  Ps.  49,  16.  98  Ps.  131,  18. 

76  Cf.  Ex.  13,  1  ss.  100  Cf.  1  Cor.  i,  30. 

80  Cf.  Rom.  15,  19. 


$6.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


529 


Y  como  si  le  preguntáramos:  ¿Cómo  hemos  de  santificar 
nosotros,  criaturas  no  santas,  a  nuestro  santísimo  Criador?, 
añade  luego  diciendo:  Sea  El  vuestro  temor,  sea  El  vuestro 
temblor.  Porque  el  hombre  que  a  Dios  teme  con  reverencial 
110  temor,  le  trata  y  le  estima  en  lo  que  debe  y  le  sirve  y  ama 
como  a  Señor  suyo  y  último  fin,  éste  le  da  en  su  corazón 
un  cierto  ser  y  santificación,  pues  que  lo  estima  y  trata  como 
a  cosa  santa.  Y  esto  le  quita  el  malo,  tratándolo  indigna- 
mente y  ensuciándolo,  si  fuese  posible,  y  como  el  mismo  Dios 

115  se  queja  de  ello  en  el  profeta  Ezequiel.  Y  en  este  mismo 
sentido  deseamos  y  pedimos  a  Dios  que  sea  santificado  su 
nombre,  dándonos  gracia  que  lo  tratemos  con  aquella  reve- 
rencia y  santidad  que  le  es  debida  con  mucha  justicia;  y  de 
no  tratarlo  así,  se  queja  Dios  que  le  han  ensuciado  su  nombre. 

120  Mas  esto  se  tenga  por  cierto,  que  quien  a  Dios  y  a  sus 
cosas  no  santificare  y  con  loco  atrevimiento  indignamente  se 
llegare  a  El,  que  pues  él  no  tiene  a  Dios  por  Santo,  tratán- 
dole sin  reverencia,  el  mismo  Dios  tornará  por  su  honra,  y 
con  el  castigo  que  hiciere  dará  a  entender  que  es  santo  y  que 

125  los  profanos  y  mal  aparejados  no  se  han  de  llegar  a  El. 
Ejemplo  de  esto  lo  tenemos  en  Nadab  y  Abiud,  sacerdotes 
hijos  de  Aarón,  que  con  mal  atrevimiento  ofrecieron  al  Señor 
incienso  con  el  fuego  que  no  debían,  y,  estando  incensando, 
salió  fuego  por  mandamiento  del  Señor,  que  los  tragó,  y 

13o  cayeron  muertos  delante  de  El.  Y  para  que  se  supiese  la 
causa  de  este  terrible  castigo,  que  daba  mucha  pena  a  Aarón, 
padre  de  ellos,  declaróselo  Moisés  y  di  jóle:  Esto  es  lo  que 
el  Señor  ha  dicho:  Seré  santificado  en  los  que  se  llegan  a 
mi  justicia.  Justísimo  es  que  el  que  no  tiene  a  Dios  por 

135  santo,  tratándole  como  a  tal,  sea  castigado  con  tal  castigo, 
que  él  y  todos  manifiestamente  vean  que  Dios  es  de  tal  ma- 
jestad y  pureza,  que  los  justos  han  de  morar  con  El,  y  los 
sucios  no  han  de  llegar  a  El.  ¿Habéis  oído  estas  cosas,  her- 
manos? ¿Qué  sentís  de  ellas?  ¿Quién  hay  entre  nosotros 

140  que  no  tenga  mucha  razón  para  temer  el  castigo  de  las  mu- 
chas ofensas  que  al  Señor  hemos  hecho,  en  la  poca  reveren- 
cia con  que  hemos  estado  en  su  templo,  oído  o  dicho  los 
oficios  divinos,  recebido  sus  sacramentos,  mirarle  a  El  con 
nuestros  ojos,  oír  con  poca  devoción  su  palabra  y,  en  fin, 

145  no  haber  tenido  aquella  reverencia  y  pureza  de  conciencia  que 
para  servirle  y  para  tratar  la  menor  de  sus  cosas  le  es  justa- 
mente debida? 


IOQ  Cf.  Is.  S,  i3. 

115  Cf.  Ez.  22. 

117  Mt  o,  9. 

119  Ez.  36,  20. 

134  Cf.  Lev.  10,  3 


530  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


La  fiesta  de  Corpus     Henos  aquí  en  víspera  del  santo 
Christi  día  del  Corpus  Christi  y  de  la  pro- 

180  cesión  del  Señor,  fiesta  dignísima 

de  reverencia,  y  de  mucha  alegría  para  quien  bien  la  cele- 
brare, y  de  mucha  tristeza  y  daño  para  quien  con  desacato 
y  descuido.  Despertad  y  velad,  que  esto  es  menester  para 
bien  celebrar  el  día  santo  y  procesión  que  Dios  ha  querido 

155  alcancemos  a  ver.  Porque  si  a  Moisés  mandaron  quitar  los 
zapatos,  si  al  pueblo  que  se  santifique  para  oír  los  mandamien- 
tos y  para  ver  la  maravilla  que  se  hizo  en  el  río  Jordán, 
claro  está  que  quien  para  aquellas  cosas  menores  pide  san- 
tificación, para  ésta  que  entre  manos  tenemos  la  pedirá,  y 

16o   muy  mayor,  pues  esta  fiesta  es  mayor  que  las  otras. 

¡Oh  grande,  dichoso  y  solemnísimo  día,  que  pone  a  los 
cielos  en  admiración,  en  el  cual  se  celebra  él  misterio  de 
que  el  pan  y  el  vino  se  convierten  en  cuerpo  y  sangre  de 
Jesucristo,  quedando  en  su  ser  los  accidentes  del  pan  y  del 

165  vino  y  conteniendo  dentro  de  sí  al  Hijo  de  Dios  humanado, 
igual  al  Padre  y  al  Espíritu  Santo,  Señor  de  todo  lo  que 
hay  en  el  cielo  y  en  la  tierra  y  debajo  de  la  tierra!  Misterio 
tan  lleno  de  maravillas,  que  la  menor  de  ellas  es  mayor  que 
arder  la  zarza  y  no  quemarse,  y  que  ser  oídas  voces  en  el 

ItfO  monte  Sinaí,  y  que  tornar  las  aguas  del  río  Jordán  hacia 
atrás.  Maravillosas  cosas  son  éstas,  mas  son  maravillosas 
en  las  criaturas  por  el  Criador.  Mas  las  maravillas  de  aquí 
son  hechas  en  la  misma  persona  del  Criador  y  por  medio  de 
un  sacerdote,  que  es  criatura.  Santifícaos,  porque  mañana 

1^5  hará  el  Señor  maravillas  entre  vosotros.  Y  en  el  nombre  del 
Señor  os  digo:  Santifícaos,  porque  el  Señor  os  hará  mañana 
mayores  maravillas  entre  vosotros. 

No  es  invención  ésta  de  mi  cabeza,  sino  [ordenjación  del 
Espíritu  del  Señor,  que  en  el  Concilio  de  Viena  mandó  que 

l«0  los  obispos,  por  sí  o  por  los  ministros  de  la  Iglesia,  avisa- 
sen al  pueblo  el  domingo  de  la  Santísima  Trinidad  que  se 
aparejasen  para  el  quinto  día  con  oraciones,  confesiones  y 
limosnas  y  buenas  obras,  para  dignamente  celebrar  esta 
fiesta,  recibiendo  al  Señor  y  reverenciándole  en  la  proce- 

185  sión.  Y  en  pedir  cuatro  días  de  aparejo  y  santificación,  ha- 
biendo pedido  para  las  otras  un  día  o  dos,  nos  da  claramen- 
te a  entender  que,  pues  aquí  se  pide  mayor  santificación, 
nuestra  fiesta  es  mayor  que  las  otras.  ¿Qué  proporción  tie- 
ne aquel  arca  de  madera  de  Setín,  aunque  dorada,  que  ile- 

190  vaba  dentro  de  sí  las  tablas  de  la  ley,  y  un  vaso  de  maná, 
y  la  vara  de  Aarón,  con  la  preciosísima  humanidad  de  Je- 

156  Cf.  Ex.  3,  5, 

157  Cf.  los.  3,  9-13. 
17.S  los.  3,  5. 

185  C.  i,  de  rcliquiis  el  ven.  sanct.,  III,  16,  in  Clem. 


36.     VÍSPERA  DF.L  CORPUS 


531 


sucristo  nuestro  Señor,  en  la  cual  mora  por  unión  personal 
el  Verbo  divino,  Dios  verdadero?  Y  por  una  maravilla  que 
allí  se  hizo  en  el  río  Jordán,  hay  aquí  tantas,  que  no  se 
195  pueden  contar.  El  fruto  de  aquel  milagro  fué  entrar  a  po- 
seer tierra  y  cosas  de  tierra,  y  por  esta  arca  divina  pasamos 
nosotros  del  pecado  a  la  gracia  y  de  la  pobreza  de  la  tierra 
a  las  riquezas  del  cielo. 

Y  si  cuando  fué  dada  la  ley  descendieron  los  ángeles  al 
300    monte  Sinaí  para  hablar  en  persona  de  Dios,  llevaremos 
nosotros  mañana  al  mesmo  Señor  en  la  procesión,  y  ellos 
descenderán  a  le  acompañar  y  servir.  Allí  fué  dada  la  ley, 
mas  no  fué  dada  la  gracia;  y  ley  sin  gracia,  ocasión  es  para 
más  pecar,  como  dice  San  Pablo.  Mas  este  Señor,  cuya 
205   fiesta  es  mañana,  es  de  quien  dijo  San  Juan:  La  ley  fué 
dada  por  Moisén;  mas  la  gracia  y  la  verdad,  por  JesucriS' 
to  son  hechas.  Truenos  terribles,  sonidos  de  bocina  y  es- 
pantables relámpagos  hubo  allí,  tanto,  que  el  pueblo,  ate- 
morizado, huía  de  Dios  y  decía  a  Moisés :  Háblanos  tú  y  oi- 
210  remos;  no  nos  hable  el  Señor,  porque  no  muramos.  Muy 
de  otra  manera  será  nuestra  fiesta  mañana;  porque,  aunque 
es  escrito  que  Dios  es  fuego  que  consume,  iremos  mañana 
juntos  con  El,  y  su  fuego  no  nos  destruirá;  y  si  destruyere, 
será  a  nuestros  pecados,  para  que  nosotros  quedemos  lim- 
215  pios  y  purificados  como  oro  en  crisol. 

No  hay  mañana  espanto  de  truenos,  ni  de  relámpagos,  ni 
cosa  alguna  que  nos  haga  huir  de  temor;  manso  va  el  Señor 
y  callado  como  un  cordero,  y  con  entrañas  encendidas  de 
amor  para  darnos  lo  que  nos  cumple;  y  todo  lo  que  allí  se 
220  ve  y  se  cree  nos  convida  a  que  nos  lleguemos  a  El,  a  recebir 
de  su  mano  el  perdón  y  la  gracia,  y  a  descansar  de  nuestros 
trabajos,  y  a  esperar  la  gloria  que  está  por  venir.  ¿Veis  con 
cuánta  razón  se  nos  pide  que  desde  el  domingo  y  aun  desde 
antes  nos  aparejemos  y  santifiquemos  para  esta  solemnísi- 
225  ma  fiesta? 

Mas  esto  es  lo  que  yo  temo,  y  con  mucha  razón  me  da 
pena,  que,  como  tal  fiesta  como  ésta  había  de  ser  celebrada 
con  un  amor  y  una  reverencia  que  pareciese  a  la  que  en  el 
cielo  tienen  los  santos  y  ángeles  a  este  Señor,  no  sé  si  ha 
230  de  haber  entre  vosotros  algunos  que  no  sientan  esto  de  esta 
manera,  sino  que  piensen  con  terreno  sentido  que  esta  fiesta 
se  instituyó  solamente  para  holgarse  y  corporalmente  rego- 
cijarse los  cristianos  en  ella;  y  que  haya  algunos  que  estén 
tan  ajenos  de  alimpiarse  de  los  pecados  pasados,  que  por 
235  ventura  cometan  en  la  fiesta  algunos  pecados,  que,  si  no 
fueran  en  ella,  no  los  hicieran. 


204  Cf.  Rom.  3,  20. 
207    To.  1,  17. 


210  Cf.  Ex.  20,  19. 
220    Hehr.  12,  29. 


532 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¡Oh  lamentable  desdicha,  que  enfermes  con  la  medicina, 
que  te  ennegrezcas  con  la  blancura  y  que  llegue  tu  maldad 
a  tanto,  que  de  fiesta  tan  santa,  de  la  compañía  de  Dios, 

240  de  la  bondad  que  usa  yendo  en  la  procesión  con  nosotros, 
tú  no  te  aproveches  más  de  tanta  bondad,  mas  que  saques 
maldad!  Cristianos,  cristianos,  no  es  esta  santísima  fiesta 
para  hacer  ofensas  a  Dios,  sino  para  deshacer  las  hechas  y 
dar  al  Señor  un  día  bueno,  celebrando  con  tanta  santifica- 

245  ción,  que  le  dé  a  El  entero  contento  y  placer.  No  solape  na- 
die, no,  hacer  fiesta  mañana  a  sí  mesmo  y  a  su  vanidad, 
debajo  de  título  de  fiesta  del  Cuerpo  de  Jesucristo  nuestro 
Señor. 

Y  aunque  entiendo  que  hay  muchos  entre  vosotros  que 

250  de  tal  manera  os  habéis  aparejado  y  aparejaréis,  que  deis 
en  esta  fiesta  gloria  y  contentamiento  al  Señor,  y  que  el 
oír  el  domingo  de  la  Trinidad  que  el  jueves  siguiente  era 
día  del  Cuerpo  de  nuestro  Señor  os  puso  un  alegre  cuidado 
de  aparejaros  para  tal  fiesta  y  un  entrañable  deseo  de  que 

255  ya  hubiese  llegado  este  día  para  recebir  al  Señor  con  mejor 
aparejo  que  os  fuese  posible,  acompañarle  en  la  procesión 
con  amor  entrañable  y  reverencia  cristiana,  con  que  deis 
placer  al  Señor  que  la  recibe,  y  a  los  prójimos  que  os  mira- 
ren, y  al  predicador  que  os  amonestó;  así  sospecho  que  hay 

260  algunos  entre  vosotros  que  antes  que  viniese  esta  fiesta  les 
nació  cuidado,  no  de  celebrarla  al  Señor,  mas  de  celebrarla 
a  sí  mesmos.  Alegre  cosa  es  hablar  de  los  unos  y  triste 
hablar  de  los  otros;  mas  habéisme  de  dar  licencia  para,  si 
por  ventura  algunos  de  estos  tan  mal  mirados,  y  que  vuelven 

265  esta  fiesta  tan  al  revés,  hurtándola  a  Dios  y  tomándola  para  sí, 
siendo  amonestados  por  mí  de  este  su  error,  se  quisieren 
enmendar  y  celebrar  fiesta  al  Señor,  convendrá  hablarles 
una  palabra. 

Mujer,  no  robes  a    Decidme,  buena  mujer,  baja  o  alta, 
270    Cristo  los  ojos  de    quienquiera  que  seáis,  si  estos  días 
sus  cristianos        pasados,   especialmente  esta  noche, 
ponéis  vuestros  pensamientos  en  cómo 
saldréis  mañana  más  curiosamente  ataviada  que  otros  días, 
para  hacer  fiesta  a  vuestro  vano  contentamiento  y  a  los  ojos 
275   vanos  de  los  que  os  quisieren  mirar,  y  vos  también  miraréis 
a  todo  lo  que  se  os  antojare,  y  por  ventura  almorzaréis  ma- 
ñana mejor  que  otros  días,  sin  daros  pena  ni  mirar  en  ello, 
de  cómo  os  quedáis  sin  comulgar  y  recebir  el  manjar  que 
del  cielo  vino.  Tendréis  vuestro  corazón  derramado  en  vano, 
280  y  quizá  con  pensamientos  más  ruines  que  otros  días,  el  cuer- 
po liviano  para  la  vanidad,  pesado  para  rezar  y  para  otras 
buenas  obras;  poneros  heis  a  una  ventana,  como  ídolo  en 
alto,  para  ser  vista.  Haciendo  estas  cosas  y  otras  semejables 


;,6.     VÍSPERA  DEÍ.  CORPUS 


mañana,  decidme,  por  Dios,  ¿cuya  fiesta  celebráis,  de  vues- 

285  tra  vanidad  o  del  misterio  de  Dios?  ¿De  vuestro  corrupti- 
ble cuerpo  miserable  o  del  precioso  Cuerpo  de  Jesucristo? 
Los  niños,  las  piedras  lo  dirán,  los  ciegos  lo  verán,  que  tal 
fiesta  celebráis  cuales  obras  hacéis,  y  que  para  aquel  cele- 
bráis fiesta  a  quien  dais  contentamiento  con  ellas. 

290  La  fiesta  del  Cuerpo  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  con 
templanza  en  los  vestidos,  y  en  la  abstinencia  del  cuerpo, 
con  agradecido  corazón  y  devotas  lágrimas,  con  haberlo 
bien  recebido,  con  acompañarle  con  reverencia  y  devoción, 
se  ha  de  celebrar,  si  a  El  se  hace  la  fiesta;  porque  estas  y 

295  otras  semejantes  cosas  son  las  que  El  pide,  y  son  agradables 
delante  de  sus  ojos,  y  dan  contentamiento  a  su  corazón. 
Mas  de  éstas  ninguna  lleváis  vos,  y  de  las  contrarias  vais 
llena.  Más  parece  que  vais  a  fiestas  carnales  que  espiri- 
tuales; a  bailar  con  el  cuerpo,  que  a  gozar  de  Dios  con  el 

300  ánima;  y  aun  lo  que  peor  es,  que  vais  más  ocasionada  para 
pecar  y  htecer  caer  en  pecados  que  para  incitar  y  dar  ejem- 
plo de  que  sirvan  a  Dios,  declarando  que  o  vais  deshonesta 
o,  a  lo  menos,  que  hay  vanidad  en  vuestro  corazón  en  ir 
tan  aderezada  y  vistosa,  que  parece  que  queréis — o  a  lo  me- 

305  nos  sois  causa  de  ello — que  los  hombres  mañana  quiten  los 
ojos  de  mirar  al  Señor  y  los  pongan  en  vos. 

¡Oh  desvergüenza  tan  grande!  ¿Quién  hay  que  no  vea 
que,  si  fuese  a  desposarse  un  rey  o  una  reina,  no  se  debía 
sufrir  que  algún  criado  o  criada  suya  fuesen  con  su  señor 

310  más  ataviados  y  vistosos  que  el  mismo  señor  y  fuesen  cau- 
sa que  los  ojos  de  los  que  van  presentes  dejasen  de  mirar 
al  rey  por  mirar  al  criado?  Hermana,  en  el  día  de  vuestra 
fiesta  que  a  vos  se  hace  en  vuestro  casamiento  o  cosa  se- 
mejable, que  vos  sois  la  principal  a  quien  se  hace  la  fiesta, 

315  ataviaos  en  hora  buena.  Aunque  la  mujer  cristiana  en  todo 
tiempo  y  lugar  ha  de  tener  tanta  templanza  y  modestia  en 
sus  atavíos  y  trato,  que  siempre  resplandezca  en  ella  la 
cristiana  humildad,  cuya  honra  ha  de  ser  en  la  cruz  y  no 
en  los  vestidos,  como  dice  Tertuliano.  Mas  tal  día  como 

320  mañana,  que  ni  se  hace  la  fiesta  a  vos  ni  por  vos,  ni  vais 
vos  a  vistas,  sino  Jesucristo,  ninguna  razón  sufre  que  vos 
le  quitéis  su  vez  ni  le  robéis  los  ojos  de  sus  cristianos. 


312  Hermano 


319  Tertuliano,  Dc  cultu  feminar.,  L  2,  c.  3  (ML  1,  1434)  :  «Pla- 
ñe gloriabitur  christiamts  etiam  in  carne,  sed  cuín  propter'Christum 
lacerata  duraverit,  ut  et  spiritus  in  ea  coronetur»  ;  San  Cipriano, 
Dc  liabitu  virgin.,  6  (ML  4,  458)  :  «Si  in  carne  sit  gloriandum,  tune 
plañe  quando  in  nominis  [Christi]  confessione  cruciatur,  quando  for- 
tior  femina  viris  torquentibus  invenitur,  quando  ignes  aut  cruces  aut 
ferrum  aut  bestias  patitur  ut  coronetur.  Illa  sunt  carnis  pretiosa 
monilia,  illa  corporis  ornamenta  meliora». 


534 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Y  tened  entendido,  y  entiéndanlo  todos,  que,  si  el  Señor 
quisiese  descubrir  la  hermosura  de  su  cuerpo  precioso  y 

325  glorioso,  ni  tendríamos  que  rogaros  que  no  saliésedes  muy 
ataviada  mañana,  ni,  aunque  lo  saliésedes,  tendríamos  te- 
mor que  dejasen  los  hombres  de  mirar  a  El  por  miraros  a 
vos.  Ese  sol  que  en  el  cielo  veis  tan  resplandeciente  y  her- 
moso, es  pura  obscuridad  y  fealdad  en  comparación  de  la 

330  hermosura  de  nuestro  Señor  Jesucristo  que  allí  va;  ¿cuán- 
to más  lo  seréis  vos,  cuya  propia  hermosura — la  cual  El 
os  dió — es  muy  poca  en  comparación  de  la  de  El;  y  la  que 
vos  queréis  acrecentar  y  fingir  con  los  aderezos  inventados 
por  el  demonio  está  tan  lejos  de  ser  hermosura,  que  para 

335  quien  la  sabe  estimar  es  fealdad  verdadera  y  muy  bastante 
para  que  quiten  los  ojos  de  vos?  Una  vez  quiso  el  Señor 
en  este  mundo  enseñar  la  hermosura  de  su  cuerpo  en  el 
monte  Tabor,  y  quedaron  los  que  le  vieron  tan  aficionados 
y  tan  satisfechos,  que  tuvieron  por  gran  bienaventuranza 

340  cebar  siempre  sus  ojos  en  tal  hermosura,  aunque  ni  bebie- 
ran, ni  comieran,  ni  tuvieran  otra  riqueza.  Y  cierto,  nos- 
otros haríamos  lo  que  ellos  hicieron  si  viésemos  lo  que  ellos 
vieron  y  se  quitase  el  Señor  su  velo  que  allí  le  encubre  para 
que  le  pudiésemos  ver  faz  a  faz.  Y  si  esto  no  hace,  no  es 

345  por'  privarnos  de  tanto  placer,  mas  por  darnos  ocasión  de 
mayor  provecho. 

¿Por  qué,  yendo  escondido  a  los  ojos  corporales,  hay 
hombres  tan  vanos  que  los  quitan  de  El  y  los  ceban  en  la 
faz  de  la  mujer  vanamente  ataviada?  No  faltarán  para  es- 

350  tos  tales  castigos.  Mas  procurad  vos,  si  agradar  queréis  al 
Señor,  de  no  poner  a  nadie  tropiezo  ni  ir  tan  vistosa  que 
seáis  escándalo  para  los  flacos;  unos  de  los  cuales  pecarán 
venialmente  en  miraros,  y  si  'la  maldad  de  su  corazón  llega 
hasta  consentir  en  codiciaros,  cometerán  pecado  mortal;  y 

355  si  son  muchos  los  que  os  codician,  muchas  ánimas  mueren 
por  vos;  y  morir  una  sola  es  mayor  daño  que  morir  todos 
los  cuerpos  que  se  han  criado  en  el  mundo  y  se  han  de 
criar  hasta  el  fin  de  él.  Y  habiéndose  perdido  tantas  áni- 
mas por  ocasión  vuestra,  acabada  la  prócesión  iréis  muy 

36o  contenta  a  vuestra  casa,  y  diréis  que  habéis  andado  en  la 
procesión  y  celebrado  la  fiesta  del  Cuerpo  de  nuestro  Señor 
Jesucristo,  y,  según  verdad,  habéisle  a  El  ofendido,  y  ro- 
bádole  su  hacienda,  y  héchole  fiesta  al  demonio;  pues  ha 
cazado  con  vos,  como  con  ave  muerta,  muchas  ánimas  que 

365  estaban  vivas,  y,  codiciándoos  a  vos  por  mal  consentimien- 
to, murieron.  Día  vendrá  en  que  tanta  maldad  sea  castiga- 


336  Tertuliano,  De  cultu  feminar.,  1.  i,  c.  8  ;  1.  2,  c.  5  :  ML  1, 
1426.  143S  B.  ;  SAN  Cipriano,  De  habita  virgin.,  i<;  :  ML  4,  467. 
338    Gf.  Mt.  17,  2. 


1,6.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


535 


da.  Y  si  os  pusisteis,  como  el  dios  Dagón,  en  igual  lugar  con 
'el  arca  de  Dios,  y  aun  lo  que  peor  es,  que  quisistes  más  ser 
honrada  y  vista  que  Jesucristo  nuestro  Señor,  arca  divina, 
370  derribaros  ha  Dios,  no  cortándoos  los  pies  y  las  manos, 
mas  castigándoos  en  cuerpo  y  en  ánima,  pues  aquí  le  qui- 
sisteis robar  su  honra  y  ocupar  los  corazones  de  los  hom- 
bres, que  tan  justamente  le  son  debidos. 

"¿Quién  es  aquella     Un  día  entró  el  capitán  Jehú,  por 

375    mujer?"  ¡Arrojadla    mandado  de  Dios,  en  la  ciudad  de 
de  esa  ventana!        Jezrael  a  hacer  venganza  de  lo  que 
había  aquel  pueblo  pecado;  y  la  rei- 
Jezabel,  por  evitar  el  castigo,  pensó  aficionar  a  sí  el  capitán 
Jehú,  y  púsose  en  una  ventana  por  donde  él  había  de  pasar, 

380  muy  ataviada  y  alcoholada;  y  salióle  muy  al  revés  el  nego- 
cio, porque,  pasando  él  por  allí  y  alzando  sus  ojos  a  la  ven- 
tana, vió  aquella  mujer  muy  ataviada,  y  preguntó  a  los  que 
iban  con  él:  ¿Quién  es  aquella  mujer?  Los  cuales  respondie- 
ron: Aquélla  es  la  reina  Jezabel;  y  luego  en  oyéndolo  el  ca- 

385  pitan  Jehú,  dijo  a  unos  hombres  que  estaban  a  la  ventana 
con  ella :  ¡Arrojadla  de  esa  ventana  abajo!  Y  como  fué  man- 
dado, así  fué  obedecido,  y  la  sangre  de  su  cuerpo  roció  las 
paredes  por  donde  cayó,  y  después  de  caída  en  el  suelo,  las 
uñas  de  los  caballos  la  hollaron  y  mataron.  Y  no  paró  en 

390  esto,  que  después  los  perros  la  comieron  su  cuerpo,  según 
Dios  lo  había  amenazado  y  mandado  profetizar.  Y  espan- 
tados de  tal  castigo  los  que  pasaban  y  la  miraban,  decían: 
¿Esta  es  aquella  Jezabel? 

¡Oh  mujer,  a  quien  esto  toca,  quienquiera  que  seas!  ¿No 

395  ves  que  pasará  mañana  nuestro  Señor  por  donde  tú  estás  la 
cara  acicalada,  los  vestidos  curiosos,  los  ojos  poco  honestos 
y  derramados,  el  corazón  indevoto?  ¿Qué  piensas  que  dirá 
de  ti?  Lo  que  dijo  Jehú  de  Jezabel;  preguntará:  ¿Quién  es 
aquélla?  Cosa  por  cierto  digna  de  ser  considerada  y  temida. 

400  Señor,  ¿qué  preguntáis  quién  es  aquélla?  Parece  que  de  ata- 
viada no  la  conocéis,  aunque  ella  por  ser  más  conocida  se 
atavió.  Señor,  criásteisla  vos,  habéisla  dado  la  vida  hasta 
esta  hora;  sabéis  vos  muy  bien  quién  es,  y  hasta  sus  más 
secretos  pensamientos  son  a  vos  manifiestos;  sabéis  lo  que 

405  ha  de  hacer;  sabéis  cuándo  ha  de  morir;  sabéis  si  la  habéis 
de  echar  en  el  infierno  o  Llevar  al  cielo,  ¿y  preguntáis  quién 
es  aquélla?  Declaradnos,  Señor,  esta  vuestra  pregunta,  por- 
que parece  es  semejable  a  la  respuesta  terrible  que  daréis  a 
las  vírgines  locas:  En  verdad  os  digo  que  no  os  conozco. 

410        San  Ciprián,  obispo  y  mártir,  nos  declara  esta  duda  en 

367  O.  1  Reg.  5,  2-4. 
3Q3   Cf.  4  Reg.  9,  14-37. 
409    Mt.  25,  12. 


536 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


el  tratado  que  hizo  del  atavío  de  las  vírgenes  consagradas 
a  Cristo  y  de  las  otras  mujeres  también,  donde  afirma  que 
"no  los  ángeles  buenos,  sino  los  demonios,  enseñaron  a  ho- 
radar las  orejas  y  ponerse  zarcillos,  pintar  los  ojos,  ponerse 
415  afeite  y  color,  teñir  el  carmesí  y  todo  género  de  vanidad  y 
curiosidad  de  atavío".  Y  según  esto,  no  se  espante  nadie  que 
el  Señor  no  conozca  a  las  tales  mujeres,  viéndolas  vestidas 
al  traje  de  su  contrario  el  demonio. 

Y  con  mucha  verdad  y  razón  dirá  el  Señor:  "Yo  de  mucha 
420  llaneza  y  simplicidad  usé  en  mis  vestidos,  y  mi  Madre  sa- 
grada también;  y  así  lo  mandé  yo  a  mis  cristianos,  para  que 
aun  en  la  humildad  exterior  pareciesen  no  ser  del  mundo, 
sino  de  mi  bando,  y  que  lo  de  fuera  fuese  tan  honesto  y  lleno 
de  edificación,  que  diese  testimonio  que  el  corazón  de  mis 

425  cristianos  desprecia  el  mundo  y  sus  pompas  y  tiene  por  ver- 
dadero atavío  mi  gracia  y  virtudes.  Mas  esto  que  veo,  no 
es  obra  mía:  obra  es  de  mi  enemigo,  contradicción  de  la 
mía;  traje  profano,  ocasión  de  pecados,  señal  de  liviano 
corazón;  no  lo  conozco,  porque  no  lo  apruebo,  aunque  para 

430   castigar  no  lo  ignoraré". 

Y  el  castigo  será  que  ni  el  Señor  mañana  holgará  que 
le  mires,  porque  no  tienes  aquellos  ojos  que  de  corazón  lim- 
pio y  cuerpo  cristianamente  ataviado  han  de  proceder  para 
darle  contento,  ni  El  holgará  de  mirarte,  antes  apartará  los 

435  ojos  de  ti,  porque  no  ve  cosas  de  esas  que  tienes  que  sea 
agradable  en  sus  ojos;  y  sabe  El  muy  bien  que  el  menor  cui- 
dado que  tú  tuviste  fué  de  ir  mañana  a  la  fiesta  con  los  ata- 
víos del  cuerpo  y  ánima  que  le  diesen  contentamiento  a  El. 
Mañana  te  verá  puesta  a  la  ventana,  y  notará  muy  bien  cuán 

440  ajena  estás  de  como  era  razón  que  estuvieras  en  su  pre- 
sencia y  procesión.  Y  en  el  día  de  tu  muerte,  cuando  El 
venga  por  mandamiento  del  Padre  a  galardonar  a  los  buenos 
y  castigar  a  los  malos,  entonces  te  hará  cargo  de  cuán  mal 
celebraste  su  fiesta.  Y  no  sólo  no  se  aficionará  a  tu  vano 

445  atavío,  ni  te  dejará  de  castigar  por  él,  mas  lo  castigará 
como  cosa  desagraciada  a  sus  ojos. 

Y  viendo  que  tenías  cuerpo  vestido  con  ricos  y  costosos 
vestidos,  y  cara  hermoseada  con  mucho  artificio,  y  la  triste 
de  tu  ánima  desnuda  de  caridad  y  afeada  con  pecados,  man- 

*50  dará  a  los  demonios,  ejecutores  de  su  justicia,  los  cuales 
te  incitaban  a  la  maldad  y  a  la  vanidad  y  te  acompañaban 
en  ellas:  Derribalda  de  esa  ventana.  Y  será  así  hecho;  y 
del  estado  de  honra  en  que  estaba  y  del  atavío  de  muchos 
y  costosos  vestidos,  será  derribado  tu  cuerpo  en  una  an- 

455  gosta  sepultura;  y  echándote  tierra  encima,  te  pisarán  hom- 
bres, y  aun  por  ventura  animales  que  pasarán  sobre  ti.  Allí 


416  San  Cipriano,  De  habitu  virgin.,  14  :  ML  4,  466-467. 


$6.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


537 


se  podrecerá  ese  tu  cuerpo,  y  se  parará  tan  hediendo,  que 
ninguno  pueda  sufrir  el  mal  olor  de  él.  Y  verás  cuán  poco 
te  aprovecharon  los  vanos  vestidos,  curiosos  olores  y  de- 

460  masiados  regalos  con  que  criaste  un  manjar  de  gusanos. 
Verte  han  enterrar;  y  enterrada,  acordarse  han  los  hom- 
bres de  la  lozanía  que  tu  cuerpo  tenía;  y  entonces,  de  verte 
tan  fea  y  que  te  han  de  comer  los  gusanos,  dirán  con  gran- 
de espanto:  ¿Es  ésta  aquella  Jezabel,  tan  ataviada  y  loza- 

465    na,  que  parecía  que  no  había  de  morir? 

¡Oh,  válame  Dios,  y  cuán  vana  es  la  gloria  del  cuerpo, 
cuán  presto  se  pasa,  cuánta  fealdad  le  sucede,  y  cuán  cie- 
go es  quien  esto  no  ve,  y  cuán  imprudente  quien  no  la  des- 
precia y  no  pone  su  cuidado  en  el  atavío  del  ánima,  que  ha 

470  de  durar  para  siempre!  Hermana  mía,  en  esto  para  el  cuer- 
po y  su  vanagloria,  y  así  lo  castiga  Dios  con  deshonra,  y 
corrupción,  y  hedor. 

Mas  el  castigo  del  ánima  que  por  tener  mucho  cuidado 
de  servir  al  cuerpo,  regalándole  y  buscándole  entreteni- 

475  mientos,  y  vistiéndole  muchas  veces,  anda  desnuda  el  áni- 
ma, muy  mayor  será.  Dios  os  guarde,  no  diga  Dios  a  los 
demonios  que  os  derriban  el  cuerpo:  "Arrojadle  también  en 
el  infierno  su  ánima",  adonde  se  cumpla  espiritualmente  lo 
que  Dios  tiene  amenazado  a  las  tales  mujeres,  diciendo: 

480  Porque  se  ensalzaron  las  hijas  de  Sión,  y  anduvieron  con 
el  cuello  extendido  y  mirando  vanamente  con  los  ojos,  re- 
gocijábanse y  andaban  con  pasos  entonados,  hará  calvas 
las  cabezas  de  las  hijas  de  Sión  el  Señor  y  quitarles  ha  sus 
cabellos.  Y  en  aquel  día  quitará  el  Señor  el  atavío  de  sus 

485  calzados.  Pro  eo  quod  elevatae  sunt  filiae  Sion;  y  tendrán 
hedor  en  lugar  del  suave  olor  que  acá  tuvieron,  y  por  la 
cinta  tendrán  una  cuerda,  y  calva  por  el  cabello  encres- 
pado, y  por  la  faja  que  trajeron  ceñida  serles  ha  dado  ci- 
licio. ¡Oh  qué  mal  fin  tiene  el  demasiado  atavío  del  cuerpo 
490  y  descuido  de  atavío  del  ánima!,  pues  el  que  no  lleva  ata- 
víos de  fiesta,  que  son  gracias  y  virtudes,  celebra  mal  las 
fiestas  de  acá  y  está  fuera  y  lejos  de  la  gloría  de  Dios, 
donde  hay  desnudez,  fealdad,  batimiento  de  dientes  y  pena 
para  siempre  jamás. 

495  No  se  atreva  la  mujer  cristiana  a  desenfrenarse  en  sus 
atavíos,  aunque  sea  rica,  moza  y  noble;  ni  siga  las  incli- 
naciones de  su  corazón,  porque  no  tenga  que  llorar  para 
siempre.  Espero  en  nuestro  Señor  que  algunas  de  las  muje- 
res que  aquí  estáis  conoceréis  aquesta  verdad  y,  compun- 

500  gidas  con  estas  palabras,  os  pese  el  poco  cuidado  que  ha- 
béis tenido  otros  años  de  ir  a  estas  fiestas;  de  manera  que 
si  algunos  se  hayan  escandalizado  en  vuestros  atavíos  y 


489  Of.  Is.  3,  16. 


538 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


vista,  que  desde  mañana  comenzaréis  a  tener  cuenta  con 
ataviar  vuestras  ánimas,  para  salir  a  las  fiestas  con  aquel 

505  cuidado  que  otros  años  ataviábades  los  cuerpos;  y  en  el 
atavío  de  éstos  os  contentaréis  con  una  cosa  mediana,  que  no 
provoque  los  ojos  de  los  hombres  a  os  mirar,  ni  por  muy 
ataviadas  ni  por  muy  despreciadas.  Echeos  Dios  su  santa 
bendición  a  las  que  este  propósito  habéis  concebido  y  déos 

510  fuerza  del  cielo  para  que  toda  vuestra  vida  la  podáis  cum- 
plir y  escapéis  del  peligro  tan  grande,  vuestro  y  ajeno. 

¿Qué  tengo  yo  que  Mas,  aunque  me  alegro  de  considerar 
ver  si  el  otro-  peca  a  estas  tales  mujeres,  pénome  de 
o  no  peca?  pensar  que  por  ventura  habrá  otras 

515  a  quien  esta  verdad  se  les  torne  en 

mal,  y  que  ciegas  con  la  afección  de  sus  atavíos,  e  ignorantes 
de  la  ley  de  Dios,  y  aun  engañadas  del  enemigo,  en  lugar  de 
enmendar  su  desenfrenada  y  dañosa  soltura,  la  quieran  de- 
fender y  añadan  mal  a  mal,  diciendo  con  ánimo  obstinado: 

520  "¿Qué  se  me  da  a  mí  de  lo  que  hacen  los  otros?  ¿Soy  yo  cura 
de  ellos?  Tenga  yo  mi  corazón  limpio  de  todos  esos  malos 
deseos;  que  si  los  hombres  quieren  pecar,  ¿qué  culpa  les 
tengo  yo?  Mire  cada  uno  por  sí,  que  no  tengo  de  estar  atada 
por  nadie  para  no  ataviarme,  pues  tengo  con  qué". 

525  Libre  y  no  cristiana  respuesta  es  ésta,  y  paréceme  muy 
semejable  a  la  que  daban  unos  cristianos  en  el  tiempo  de 
San  Pablo,  los  cuales,  como  eran  sabios,  entendían  que,  aun- 
que un  manjar  fuese  sacrificado  a  un  ídolo,  no  por  aquello 
era  más  pecado  comer  de  aquél  que  del  otro.  Y  así,  cuando 

530  se  hallaban  en  algún  convite  de  algún  infiel  y  había  en  la 
mesa  algún  manjar  de  éstos,  comían  de  él  sin  ninguna  dife- 
rencia y  ningún  escrúpulo.  Mas  como  donde  hay  sabios  hay 
también  otros  que  no  lo  son,  y  adonde  hay  fuertes  hay  flacos, 
había  también  entonces  otros  cristianos  que  no  sabían  aques- 

535  ta  verdad  y  pensaban  que  comer  de  lo  sacrificado  al  ídolo 
era  honrar  al  ídolo;  así,  ni  ellos  osaban  comer  de  aquellos 
manjares  ni  tenían  por  buenos  cristianos  a  los  que  los  co- 
mían. Y  otros  había  que  pasaban  más  adentro,  y  que  decían: 
"Pues  éstos  son  sabios  y  gente  principal  y  comen  de  esto, 

540  aunque  pequen  en  ello,  no  es  mucho  que  yo  también  coma, 
aunque  peque  en  ello".  Y  aunque  los  sabios  entendían  esta 
flaqueza  y  grande  ignorancia  de  aquéstos,  no  por  eso  dejaban 
de  comer  los  dichos  manjares,  diciendo:  "¿Tengo  yo  de  estar 
atado  a  no  comer  lo  que  según  verdad  no  es  malo,  porque 

545  al  otro  ignorante  se  le  antoje  que  yo  hago  mal  ?  Si  él  por  su 
necedad,  pensando  que  peco  en  aquello,  lo  come,  yo  que  sé 


5.11  <•'.]  los  otros 


T,6.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


530 


que  no  peco,  quiero  usar  de  mi  libertad,  y  no  tengo  de  per- 
derla por  nadie". 

Veis  aquí,  señoras,  una  respuesta  semejante  a  la  vuestra. 

550  Veis  aquí  un  corazón  amador  de  cumplir  su  apetito  en  comer 
— el  vuestro  en  ataviaros — ,  sin  dárseles  nada  a  aquéllos — ni 
a  vosotras — de  que  el  prójimo  flaco  peque  o  no  peque.  La 
obra  que  aquéllos  hacían  y  la  que  vosotras  hacéis,  diferentes 
son;  mas  las  palabras  y  apetitos  de  cumplir  vuestra  volun- 

555  tad,  sin  tener  cuenta  con  lo  que  al  prójimo  toca,  uno  mismo 
es.  Y  por  eso  daremos  una  misma  respuesta  a  vosotras  y  a 
aquéllos;  que  para  que  no  la  tengáis  en  poco,  por  ser  mía 
o  de  otro  hombre,  como  de  persona  que  puede  errar,  os  diré 
la  respuesta  que  el  Espíritu  Santo,  espíritu  de  verdad,  que 

560  no  puede  mentir  ni  ser  engañado,  dió  a  aquellos  sabios  ami- 
gos de  su  libertad  por  boca  de  su  ministro  San  Pablo,  la  cual 
dice  desta  manera:  Mirad  que  esta  vuestra  licencia  o  libertad 
no  sea  tropiezo  para  los  flacos.  Porque  si  alguno  viere  al  que 
es  sabio  asentado  a  la  mesa  donde  se  comen  los  manjares 

565  sacrificados  a  ídolos,  ¿no  está  claro  que  la  conciencia  de  éste, 
siendo  flaca,  y  pensando  que  hace  en  ello  mal,  será  provo- 
cada a  comer  de  aquellos  tales  manjares?  Y  perderse  ha  por 
la  libertad  de  tu  conciencia  aqueste  prójimo  flaco,  por  el  cual 
murió  Cristo.  Y  pecando  de  esta  manera  contra  vuestros  pró- 

570  jimos,  y  hiriendo  la  conciencia  flaca  de  ellos,  contra  Cristo 
pecáis.  Por  tanto,  si  el  comer  algún  manjar  escandaliza  a  mi 
prójimo,  no  comeré  carne  para  siempre,  porque  no  escan- 
dalice a  mi  prójimo.  Porque  si  por  comer  algún  manjar  tu 
prójimo  es  entristecido,  ya  no  andas  tú  según  la  ley  de  la 

5"5  caridad.  No  quieras  por  tu  manjar  echar  a  perder  a  aquel 
por  el  cual  Jesucristo  murió...  No  quieras  por  tu  comida  des- 
truir la  obra  de  Dios.  Buena  cosa  es  no  comer  carne  y  no 
beber  vino,  ni  otra  cosa,  por  la  cual  tu  prójimo  es  ofendido, 
o  escandalizado,  o  enflaquecido  en  la  virtud. 

580  Todas  estas  palabras  dijo  el  Espíritu  Santo  por  boca  del 
apóstol  San  Pablo,  aunque  no  en  un  mismo  lugar.  Y  aunque 
se  dijeron  a  los  de  aquel  tiempo,  hanlas  de  tomar  por  dichas 
a  sí  mismo  las  personas  a  quien  tocan,  pasadas,  presentes 
o  por  venir,  hasta  que  el  mundo  se  acabe;  porque  la  ley  y 

585  palabras  de  Dios  no  se  acaban  con  las  personas  a  quien  fue- 
ron dichas;  mas  como  dice  Job:  Una  vez  habla  Dios,  y  no 
torna  a  decir  lo  ya  dicho.  Porque  en  la  divina  Escritura,  que 
son  palabras  suyas,  se  habla  con  todos  los  de  todos  los  tiem- 
pos, sin  que  sea  menester  hablar  a  cada  uno  por  sí,  dicién- 

590  dolé  a  él  en  particular  lo  que  en  común  dijo  a  él  y  a  los  otros. 


Así  que,  señoras,  tomad  estas  palabras  por  respuesta 


548   Cf.  Rom.  14. 

573   Cf-  1  Cor.  8,  9-13. 


580  Cf.  Rom.  14,  20-21. 
587   Cf.  Iob  33,  14. 


540 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


de  Dios,  a  vuestra  mala  respuesta  y  malos  propósitos;  en- 
tended que,  aunque  la  lengua  o  mano  que  esto  habló  o  es- 
cribió fueron  de  carne,  mas  el  principal  autor  Dios  fué;  y 

595  por  eso,  antes  perecerán  cielo  y  tierra,  como  el  Señor  dijo, 
que  estas  palabras  dejen  de  ser  verdaderas.  Y  con  todo  eso 
temo  que,  como  habéis  entendido  con  más  tiempo  y  con 
más  cuidado  en  aprender  consejas  y  maneras  de  ataviaros, 
y  hacer  otras  obras  desaprovechadas  y  aun  dañosas,  más 

600  que  en  aprender  la  ley  de  Dios,  fundada  en  caridad  de  Dios 
y  del  prójimo,  no  sé  si  os  han  de  parecer  bien  estas  pala- 
bras, que  ponen  freno  a  vuestros  apetitos  y  atan  vuestra 
libertad,  cuando  de  ella  se  sigue  daño  al  ánima  de  vuestro 
prójimo. 

606  Cosa  es  digna  de  consideración  y  de  llorar  cómo  siendo 
el  mandamiento  de  la  caridad  del  prójimo  semejable  al  man- 
damiento de  amar  a  Dios,  y  siguiendo  después,  lo  haya  he- 
cho el  descuido  y  desamor  de  los  hombres  de  tan  poca  es- 
tima, que  no  sólo  no  lo  anteponen  a  los  otros,  pero  aun  no 

610  lo  igualan,  y  ponen  a  la  postre  de  todos.  Hombres  hay 
fuertes  en  hacer  abstinencia,  y  en  otras  obras  penales,  y 
en  rezar  devociones;  y  muy  flacos  en  la  caridad,  como  si  no 
hubiera  dicho  Jesucristo  nuestro  Señor:  En  esto  conocerán 
todos  que  sois  discípulos  míos,  si  os  amárades  unos  a  otros. 

615  y  siendo  mandamiento  de  Dios  que  primero  le  amemos  a 
El,  y  después  a  nuestras  ánimas,  y  tras  ellas  las  ánimas  de 
nuestros  prójimos,  y  a  la  postre  la  vida  de  nuestros  cuerpos, 
estamos  tan  lejos  de  amar  sus  ánimas  más  que  a  nuestros 
cuerpos,  que  hay  muchos  que  sólo  el  oírlo  les  da  mucho  es- 

620  panto,  y  a  duras  penas  pueden  creer  que  Dios  nuestro  Se- 
ñor haya  mandado  tal  cosa.  Lo  cual  es  señal  que  están  sin 
la  joya  de  la  caridad,  porque  ésta  no  sólo  no  es  pesada  a 
quien  la  tiene,  mas  hace  a  las  cosas  pesadas  ser  tan  lige- 
ras, que  la  más  terrible  de  todas,  que  es  la  muerte,  hace 

625   pasar  de  buena  gana  por  el  amigo. 

No  es  conseja,  señoras,  no  es  conseja,  que  habernos 
de  amar  más  a  la  vida  del  ánima  del  prójimo  que  la  vida 
de  nuestro  cuerpo;  porque  para  decirnos  esto,  perdió  Dios 
humanado  la  vida  preciosísima  de  su  cuerpo  en  la  cruz, 

630  porque  nuestras  ánimas  viviesen  vida  de  gracia.  Y  quien  se 
contenta  con  conocer  y  alabar  aquella  hazaña  tan  grande 
que  el  Señor  hizo,  y  no  la  quiere  imitar  cuando  conviene, 
muy  engañado  está,  y  no  ha  leído — o  no  lo  quiere  cumplir — 
lo  que  el  Espíritu  Santo  dijo  por  boca  del  apóstol  San  Juan: 

635  si  Dios  nuestro  Señor  puso  por  nosotros  su  vida,  también 
nosotros  debemos  poner  la  nuestra  por  nuestros  prójimos. 

606  Cf.  Mt.  22,  39. 
614   lo.  13,  35. 
636   cf.  1  lo.  3,  16. 


36.    VÍSPERA  DEL  CORPUS 


MI 


Por  tanto,  señoras,  esto  os  sea  notorio,  que  si  en  vues- 
tro corazón  y  estimación  se  enseñoreare  más  el  amor  de 
vuestro  atavío,  y  aun  de  vuestra  vida,  que  el  de  la  vida  del 

640  ánima  del  prójimo,  bien  podréis  no  estar  en  pecado  mortal  por 
no  ser  deshonestas;  mas  en  pecado  mortal  estáis  por  no  te- 
ner caridad,  a  la  cual  pertenece  amar  con  orden,  y  lo  mejor 
amarlo  más.  Vestida  podréis  ir  mañana  de  preciosas  ves- 
tiduras en  la  procesión;  mas  todas  aquéllas  o  serán  lana,  o 

645  seda,  o  cosas  semejantes,  hechas  de  cosas  terrenas.  Mas  de 
la  vestidura  de  la  caridad,  por  la  cual  po[ne]r  en  nosotros 
Cristo  murió,  y  fué  abierto  su  sagrado  costado  y  herido  su 
sagrado  corazón  con  lanza  cruel,  para  que,  viendo  aquellas 
amorosas  entrañas  con  que  nos  amó  hasta  la  muerte;  y 

©50  muerte  de  cruz,  le  amásemos  nosotros  a  El  y  a  los  próji- 
mos por  amor  de  El,  muy  desnuda  iréis  mañana  y  fea  delante 
los  ojos  de  aquel  Señor,  al  cual  ninguna  cosa  le  parece  bien 
si  no  hay  caridad;  y  viendo  que  no  lleváis  ropa  de  boda, 
alanzaros  ha  de  su  soberano  convite,  y  aunque  vayáis  pre- 

655  senté  a  la  fiesta,  ayuna  os  tornaréis  de  ella. 

No  es  palabra  cristiana  la  que  habéis  dicho  con  la  boca: 
"¿Qué  tengo  yo  que  ver  si  el  otro  peca  o  no  peca?"  Porque 
quien  no  tiene  que  ver  con  las  ánimas,  no  se  le  dando  nada 
que  se  pierdan  o  se  ganen,  no  tiene  que  ver  con  este  mundo, 

660  ^ue  Dios  crió  para  mantenimiento  y  regalo  del  cuerpo  del 
hombre,  y  el  cuerpo  por  amor  del  ánima,  y  el  ánima  para 
que  se  salve.  Y  menos  terná  que  ver  con  la  encarnación  del 
Hijo  de  Dios,  ni  con  su  santo  nacimiento,  ni  misterios  de 
su  niñez,  ni  con  su  santísima  vida,  ni  con  su  preciosísima 

665  muerte,  ni  con  todo  lo  demás  que  hizo  después  de  resuci- 
tado, porque  todo  esto  obró  el  amorosísimo  Amador  de  las 
ánimas,  Jesucristo  nuestro  Señor,  para  resucitar  las  áni- 
mas muertas  y  conservarlas  en  la  vida  de  gracia,  y  después 
de  gloria,  que  también  para  ellas  aparejó.  De  manera  que 

670  quien  no  tiene  en  nada  las  ánimas,  no  tiene  que  ver  con  este 
mundo,  ni  con  el  cielo,  ni  con  Dios  nuestro  Señor,  ni  con  sus 
ángeles,  ni  con  sus  santos,  porque  todos  ellos  trabajaron  mu. 
cho  por  ellas  y  las  amaron  entrañablemente;  y  no  le  resta 
sino  tener  que  ver  con  los  demonios,  que  las.  aborrecen  y  las 

675  inducen  a  pecar,  y  con  el  infierno,  donde  son  castigados  con 
fuegos  eternos  los  que  murieron  con  ánimas  frías,  por  fal- 
tarles el  dulcísimo  fuego  de  la  caridad.  No  os  parezca,  se- 
ñoras, pesada  la  palabra  de  Dios,  que  dijo  San  Pablo:  Mi- 
rad que  esta  vuestra  libertad  no  sea  tropiezo  para  los  flacos. 

680  otra  vez  os  ruego,  señoras,  no  os  parezca  cosa  pesada  dejaros 
atar  de  las  dulces  ataduras  de  la  caridad,  para  no  ataviaros 
de  manera  que  los  hombres  flacos  tropiecen  en  vuestro  ata- 


542 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


vio;  y  como  en  aquel  tiempo  el  prójimo  flaco  pecaba  por  no 
usar  bien  de  su  ciencia  el  que  era  letrado,  se  pierda  ahora  por 
685   vuestro  atavío  el  hombre  flaco,  por  el  cuál  Jesucristo  murió. 

Quitáis  la  vida  al    ¿Hasta  dónde  era  razón  que  penetra- 
cuerpo  místico  de    se  esta  palabra,  por  el  cuál  Jesucristo 
Cristo  murió?  Hasta  allí  penetrará,  hasta 

donde  penetrare  su  amor;  y  para  ser 

690  el  que  debe,  ha  de  penetrar  hasta  lo  más  íntimo  y  principal 
de  nuestro  corazón,  pues  nos  está  mandado  que  le  amemos 
sobre  todas  las  cosas.  Cristiano,  pesa  a  tu  prójimo  con  aques- 
te peso;  que  murió  Jesucristo  por  él,  y  verás  cuán  justa  cosa 
es  que  tú  estimes  en  más  que  tu  atavío  al  que  Jesucristo 

695   estimó  más  que  a  su  vida. 

Están  tan  juntos  Cristo  y  el  prójimo,  que  dice  San  Pablo 
en  las  dichas  palabras  que  pecando  contra  los  prójimos  pe- 
cáis contra  Cristo.  Porque,  como  dice  la  Glosa,  "ellos  son 
miembros  de  El";  y  claro  está  que  quien  corta  una  parte 

700  del  cuerpo,  a  la  cabeza  y  al  cuerpo  lastima,  injuria  y  ofende. 
¡Oh  desdichado  atavío,  que  mata  el  cuerpo  de  Jesucristo 
nuestro  Señor  y  ofende  a  la  Cabeza  de  hombres  y  a  la  Ca- 
beza de  ángeles!  ¿Qué  gusto  puedes  hallar  en  cosa  mezclada 
con  tanta  hiél?  ¿Qué  provecho  tuyo  con  tan  gran  daño  de 

705   Dios  y  del  prójimo? 

¡No  comeré  carne  para  siempre  por  no  escandalizarlo! 
¡Oh  qué  mal  hecho  hacían  aquéllos,  por  causa  de  comer  de 
un  manjar,  escandalizar  y  hacer  pecar  al  cristiano  flaco,  que 
estaba  delante  viendo  los  sabios,  que  por  causa  de  aquello 

710  pecaban  a  su  parecer!  ¡Oh  qué  mal  hecho  hace  la  mujer  sin 
temor  de  Dios  que,  sabiendo  que  algún  hombre  flaco  le  está 
aficionado,  según  da  las  muestras  de  fuera,  que  parece  que 
la  codicia  en  su  corazón,  en  lugar  de  dolerse  ella  del  pecado 
del  prójimo  y  de  temer  el  propio  peligro,  y  se  huelga  de  ello 

715  y  para  acrecentar  su  locura  se  le  atavía  y  se  le  pone  delante! 
¡Oh  caza  cruel,  nunca  vista,  que  sobrepuja  a  la  crueldad 
de  los  tigres,  tejer  redes  de  atavíos  y  irlas  a  tender  delante 
de  las  personas  que  con  razón  se  debe  creer  que  han  de  caer 
en  ellas!  ¡Aderezas  lazo,  saeta  y  espada,  que  todo  esto  es 

720  el  curioso  atavío,  para  que  de  lejos  o  de  cerca  puedas  herir 
y  derramar  sangre  de  ánimas!  ¿Qué  corazón  puede  sufrir 
a  hacer  tan  gran  maldad  y  crueldad,  pues  que  el  corazón  cris- 
tiano aun  para  oírlo  y  pensarlo  no  tiene  fuerza?  Ataviarte 
para  que  el  ánima  muera;  echar  miel  en  la  ponzoña  para  que 


68s   JRom.  14,  15;  1  Cor.  8,  11. 

698  1  Cor.  8,  12. 

699  Biblia  sacra  cum  glossis  interlincari  et  ordinaria,  Nicolai  Ly- 
rani  Postilla...  (Lyón  1545),  t.  6,  f.  45  r  :  «Cuius  memora  stmt». 

706    1  Cor.  8,  13. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


543 


725  con  mayor  segundad  sea  bebida;  llamar  con  el  señuelo  de  tu 
hermosura  y  ojos  halagüeños,  para  que  por  la  vista  entre 
la  muerte  al  corazón;  si  esto  no  es  crueldad  sobre  toda  cruel- 
dad, no  sé  cuál  lo  será. 

Si  quitar  la  vida  al  cuerpo  místico  de  Jesucristo  nuestro 
Señor  no  pone  espanto  de  sólo  oír,  ¡no  sé  qué  trueno  bastará 

730  para  te  espantar!  Las  buenas  obras  que  no  son  de  precepto, 
se  deben  dilatar  si  el  prójimo  se  escandaliza  por  ignorancia 
o  flaqueza;  los  males  que  escandalizan,  ¿por  qué  se  deben 
hacer?  No  tengáis  éste  por  pequeño  mal,  pues  que  el  justo 
Juez,  que  ni  engaña  ni  puede  ser  engañado,  en  cuyas  manos 

735  es  terrible  y  muy  espantable  caer,  ha  pronunciado  sentencia 
sobre  ello,  diciendo:  Quien  escandalizare  uno  de  estos  chi- 
quitos que  en  mí  creen,  conviene  que  le  pongan  una  piedra 
de  atahona  en  el  cuello  y  sea  hundido  hasta  el  profundo  del 
mar.  ¡Ay  de  aquel  hombre  por  quien  escándalo  viene!  ¡Oh 

740  cuán  triste  parecerá  entonces  la  caza  que  ahora  haces  con 
la  lozanía!  ¡Y  cómo  pagarás  en  la  profundidad  de  los  in- 
fiernos con  grande  peso,  que  ni  te  deje  salir  ni  menear  para 
siempre,  la  soltura  que  tuviste  en  querer  con  liviandad  pa- 
recer bien  al  que  te  codiciaba! 

745  Escrito  está:  Que  no  solamente  los  que  hacen  il  mal  son 
dignos  de  muerte,  mas  también  los  que  lo  consienten.  Y  pues 
tú  te  huelgas  de  la  culpa  ajena  y  ayudas  a  cometerla,  no 
te  tengas  por  casta,  pues  te  huelgas  que  otro  no  lo  sea; 
y  serás  participante  en  su  pena,  pues  tienes  compañía  en 

750  su  culpa.  Y  si  decir  bien  de  uno  a  un  hombre  que  está  tan 
apasionado  contra  él,  que  sabes  tú  que,  diciendo  bien  del 
tercero,  aquel  a  quien  lo  dices  le  ha  de  querer  mal,  o  des- 
honrar, o  procurar  de  hacerle  mal,  es  grave  pecado  tuyo, 
pues  pones  por  tropiezo  al  que  sabes  que  ha  de  caer;  y  si 

755  por  hablar  una  mujer  a  su  marido  una  palabra  ociosa,  sabe 
que  el  marido  ha  de  blasfemar;  y  en  otros  muchos  ejem- 
plos semejables  a  éstos,  en  los  cuales,  aunque  lo  que  yo 
digo  o  hago  no  sea  malo,  o  livianamente  malo,  sé  que  otro 
ha  de  caer  en  pecado  mortal,  yo  peco  mortalmente,  ¿cuánto 

760  más  lo  será  en  el  caso  presente,  pues  la  hermosura  y  el 
atavío  de  la  mujer  son  de  sí  mismos  provocativos  a  que  el 
hombre  caiga  en  pecado?  Que  no  en  balde  dijo  el  Espíritu 
Santo:  Por  la  hermosura  de  la  mujer  se  han  perdido  mu- 
chos; y  de  ésta  se  enciende  el  mal  deseo,  así  como  fuego. 

765  Muchos,  mirando  con  admiración  la  hermosura  de  la 
mujer  ajena,  se  hicieron  reprobados.  Y  en  muy  muchas  par- 
tes de  la  Escritura  amonesta  el  Espíritu  Santo  a  los  hom- 
bres que  quiten  los  ojos  de  las  mujeres  como  de  cosa  peli- 


735  Cf.  Hebr.  10,  31. 
739   Cf.  Mt.  18,  6-7. 


747  Rom.  1,  32. 
764    Eccli.  9,  9. 


544 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


grosa  y  en  que  fácilmente  podemos  pecar.  Y  en  decir  la 
770  Escritura  que  son  muchos  los  que  por  mirarlas  se  han  per- 
dido, y  en  conformar  con  esto  la  experiencia  de  varones  pa- 
sados, aunque  éstos  sabios  y  fuertes,  se  sigue  claramente  que 
la  faz  de  la  mujer  ataviada  provoca  de  sí  mesma  a  ser  co- 
diciada. Y  por  esto  es  más  cierto  que  peca;  pues,  según 
775  hemos  dicho,  que  diciendo  una  palabra  que  de  sí  no  pro- 
voca a  pecado,  si  por  ella  se  sabe  que  otro  ha  de  hacer 
pecado,  es  también  ella  pecado. 

Y  aunque  el  poner  la  mujer  aqueste  estropiezo  a  un 
hombre  que  es  bueno  y  tiene  propósito  de  no  pecar,  y  sabe 

780  la  mujer  que,  poniéndosele  delante,  él  con  su  flaqueza  la 
ha  de  codiciar,  será  mayor  y  más  claro  el  pecado;  mas 
también  lo  es  ponerse  delante,  sin  alguna  causa  muy  justa, 
al  que  sabe  que  ya  la  codicia,  que  tiene  poco  temor  de 
Dios,  que  con  pequeña  ocasión  cudicia  a  quien  tan  bien  le 

785  parece,  mayormente  ataviándose  ella  excesivamente,  cau- 
sando con  un  mal  otro.  Y  cuando  San  Pablo  dice  que  no 
coman  los  sabios  aquellos  manjares  delante  de  los  flacos, 
si  saben  que  se  han  de  escandalizar,  no  hace  diferencia  si 
aquellos  flacos  estén  en  gracia  o  no,  o  sin  pequeña  o  grande 

790  ocasión  caerán  en  pecado,  sino  que  se  tenga  cuenta  con 
sobrellevar  su  flaqueza  y  no  darles  causa  para  que  caigan 
por  ella. 

Y  por  esto,  y  porque  la  mujer  mal  puede  conocer  si  el 
que  la  ha  de  codiciar  está  en  gracia  o  no  está  en  gracia, 

795  o  si  para  caer  ha  menester  grande  o  pequeña  ocasión,  con- 
viene huir,  en  cuanto  pudiere,  pequeña  ocasión  de  salir  ata- 
viada curiosamente,  para  ser  vista  de  persona  que  con  razo- 
nables conjeturas  puede  creer  que  la  ha  de  codiciar  o  codi- 
cia. Porque  claro  está  que  si  un  prójimo  está  en  pecado 

800  mortal,  del  cual  yo  le  puedo  sacar,  soy  obligado — si  puedo — • 
a  impedir  que  no  caiga  en  él,  aunque  yo  ni  dé  causa  ni 
ocasión  a  que  caiga  en  él.  Porque  el  mandamiento  de  la 
caridad  no  sólo  obliga  a  que  yo  no  tenga  parte  en  el  pecado 
ajeno,  mas  a  que  lo  imjpida  en  mi  prójimo,  en  cuanto  bue- 

805  ñámente  pudiere.  Y  está  claro  que  un  buen  cristiano  no  sólo 
le  dolerá  cuando  él  hace  mal  a  otro,  mas  también  si  ve  que 
un  tercero  le  hace  mal  y  que  un  león  le  está  cruelmente  des- 
pedazando, y  le  impidirá  por  las  vías  que  buenamente  pu- 
diere. Y  así  la  mujer  que  entiende  que  el  hombre  ha  de 

810  pecar  y  caer  en  los  dientes  del  león  infernal  por  ocasión 
de  ella,  aunque  ella  no  dé  causa  de  su  parte  culpable,  debe 
con  mucha  razón  evitar  aquél  pecado  en  el  prójimo.  Como 
si  supiera  que  aquel  hombre  había  de  codiciar  a  otra  mujer, 
era  obligado  a  lo  impedir,  si  buenamente  pudiera,  aunque 

815    algo  le  hubiese  de  costar. 


788  Of.  1  Cor.  8,  9  ss. 


30.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


545 


Si  tuvieses  verda-     Que  esto  tenga  por  cierto  la  mujer 

dera  castidad...  <lue  no  toma  Pena  de  <lue  otro  la  co" 
dicie  para  mal,  aunque  ella  no  tenga 
culpa,  que  su  castidad  no  está  limpia  y  cabal  como  debia 

820  estar.  Porque  la  mujer  del  todo  casta,  por  género  de  des- 
dicha ha  de  tener  ser  mirada  de  ojos  deshonestos  y  codi- 
ciada de  corazón  deshonesto.  Y  así  como  si  la  echasen  en 
un  cieno,  aunque  fuese  por  fuerza,  ella  se  ternía  por  agra- 
viada, y  aunque  fuese  una  ropa  suya  le  daría  pena,  así 

825  saber  que  su  memoria  anda  en  el  corazón  del  hombre  sucio, 
que  se  anda  revolcando  en  deshonestos  pensamientos  con 
ella,  le  da  y  debe  dar  grande  pena,  y  es  cosa  digna  para 
hacerle  derramar  lágrimas  y  rogar  a  Dios  nuestro  Señor  que 
no  lo  permita. 

830  De  Lucrecia  Romana,  casada,  se  lee  que,  aficionándose 
a  ella  un  hombre  principal,  vino  a  tanto  mal  el  negocio, 
que  hizo  maldad  con  ella  por  fuerza,  estando  ausente  el 
marido;  el  cual  después  de  venido,  y  sin  saber  nada  de  lo 
que  ha[bía]  pasado,  ella  se  lo  contó  muy  por  extenso;  y 

835  después  de  contado,  se  echó  encima  de  una  espada  y  se 
mató,  con  el  gran  sentimiento  de  que,  aunque  forzada,  ha- 
bía pasado  tan  mal  negocio  con  ella.  El  cual  hecho  y  muer- 
te, aunque  los  historiadores  romanos  mucho  lo  alaban,  mas 
no  tienen  en  ello  razón.  Ahora  consintiese  ella  en  aquel 

840  nial,  ahora  no,  hizo  mal  en  matarse.  Porque,  como  dice 
San  Agustín,  "si  fué  adúltera,  ¿por  qué  la  alaban?  Si  no 
tuvo  culpa,  ¿por  qué  se  mató?"  Mas  aunque  no  contamos 
este  hecho  por  bueno,  para  que  nadie  lo  imite,  contárnoslo 
para  ejemplo  de  que  se  debe  sentir  una  mujer  casta  de  estos 

845    acaecimientos,  aunque  no  tenga  culpa. 

Y  si  os  parece  que  aqueste  caso,  por  haber  llegado  al 
cabo,  es  digno  de  sentir,  mas  el  ser  deshonestamente  mira- 
das o  codiciadas,  sin  pasar  adelante,  no  es  de  hacer  caso 
de  ello,  traeros  he  otro  ejemplo  de  aquella  santa  mujer 

850  Drusíada,  casada  y  hermosa,  discípula  de  San  Juan  Evan- 
gelista, que,  siendo  codiciada  de  un  mal  hombre,  envián- 
dole  él  a  decir  su  mala  intención,  lo  sintió  tan  ásperamente, 
que  a  cabo  de  pocos  días  murió  de  aqueste  dolor.  No  os 
maravilléis,  señoras,  de  esto;  porque  la  verdadera  castidad 

855  es  cosa  muy  delicada,  y  muy  estimada  en  los  ojos  de  Dios; 
y  cualquiera  cosa,  sabida  o  sospechada,  de  tomo  o  liviana, 
•que  en  ella  lo  [to]que,  hace  temblar  a  la  casta  mujer. 
Y  considerando  cuán  mal  puesta  está  su  memoria  en  el 
corazón  del  mal  hombre  y  cómo  de  aquellos  malos  deseos 

860  suelen  nacer  malas  obras,  que  unas  veces  causan  infamia 
a  las  buenas  mujeres  y  otras  veces  llegan  a  más,  no  pue- 
den dejar  de  temer  malos  sucesos,  sabiendo  los  malos  prin- 


tt  Avila  2 


18 


546 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cipios.  Porque  la  mujer  que  no  teme  los  peligros,  presto  llo- 
rará las  caídas.  Y  aunque  a  ella  no  le  tocasen  a  peligro, 

865  duélele  que  se  pierdan  ánimas  tropezando  con  ella.  Y  así 
Dios,  aunque  castiga  culpados  por  su  divina  Justicia,  pro- 
cede con  sentimiento  de  misericordia,  que  le  diera  pena  si 
recebirla  pudiera.  Y  de  aquí  aprenden  los  buenos  jueces 
de  llorar  primero  con  misericordia  a  los  que  han  de  cas- 

870    tigar  con  justicia. 

Y  sobre  todos  tuvo  este  sentimiento  Jesucristo  nuestro 
Señor:  que  aunque  su  vida,  doctrina  y  milagros  fué  tan 
nivelado  con  la  voluntad  de  su  Padre  y  tan  provocativo  todo 
al  bien  de  las  ánimas,  que  no  pudo  más  ser,  y  su  pueblo, 

875  con  quien  conversó,  por  su  propia  malicia  y  culpa  volvió 
esto  al  revés,  y  no  sólo  no  se  aprovechó  de  cosas  tan  prove- 
chosas, mas,  tropezando  en  la  luz  más  clara  que  el  mediodía, 
desconoció,  y  negó,  y  puso  en  cruz  al  Señor  que  le  venía  a 
salvar,  por  lo  cual  perdieron  sus  ánimas  con  la  culpa  y 

880  fueron  castigados  por  la  divina  Justicia  con  grandísimas 
penas;  mas  no  le  costó  poco  esto  a  Jesucristo  nuestro  Señor, 
pues  sintió  tanto  el  perderse  aquellas  ánimas  y  haber  trope- 
zado en  El,  aunque  por  culpa  de  ellos,  que,  como  dicen  los 
santos,  una  de  las  causas  que  la  noche  de  la  Pasión  hicieron  a 

885  su  ánima  triste  hasta  la  muerte  y  sudar  de  su  cuerpo  gotas 
de  sangre,  fué  la  compasión  de  aquel  pueblo,  porque  se  les 
tornaba  en  olor  de  muerte  el  olor  de  vida  que  El  predicaba. 

Y  por  no  contar  cada  cosa  en  particular,  entended  que, 
como  el  espíritu  de  Jesucristo  nuestro  Señor  mueve  al  hom- 

890  bre  a  desear  la  honra  de  Dios  y  la  salvación  de  las  ánimas 
y  a  emplearse  él  de  muy  buena  gana  en  proseguir  los  me- 
dios que  para  ello  convinieren,  por  fuerza  es  que  cuando 
ve  lo  contrario  de  esto,  que  las  ánimas  se  pierden,  ahora  sea 
por  otras  ocasiones,  ahora  porque  tropiecen  en  ellos,  no  le 

895  consuela  ni  le  enjuga  las  lágrimas  el  pensar:  'Yo  no  tuve 
culpa  en  su  perdición" ;  como  ni  tampoco  una  buena  madre 
que  ve  muerto  a  su  hijo,  aunque  le  curó  e  hizo  por  él  todo 
lo  que  pudo,  mayormente  si  murió  por  alguna  medicina  o 
cosa  que  la  madre  hiciese,  aunque  bien  hecha  y  con  buena 

900  intención  y  sin  culpa.  De  esto  debemos  sacar  que,  si  sabe- 
mos que  otro  ha  de  pecar  por  cosa  que  hagamos  o  digamos, 
mayormente  si  no  es  buena,  huigamos  con  todas  nuestras 
fuerzas  de  dar  mal  escándalo  a  la  flaqueza  del  prójimo. 

Huélgome  de  engar    Ya  entiendo,  señoras,  que  habrá  mu- 
905   lañarme,  mas  no  a     chas  entre  vosotras  que  estéis  muy 
mala  parte  contentas,  diciendo  en  vuestro  cora- 

zón: "'Gloria  a  Dios,  que  no  me  tocan 
a  mí  estas  palabras;  porque  ni  sé  que  hombre  mal  me  co- 


885    Mt.  26,  38  ;  Me.  14,  34. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


547 


dicie,  ni  yo  lo  quiero,  ni  plegué  a  Dios  que  tal  haya.  Verdad 

910  es  que  soy  amiga  de  galas,  huélgome  de  me  las  poner  para 
parecer  bien,  mas  no  a  mala  parte,  ni  quiero  que  nadie 
con  tales  ojos  me  mire." 

Yo  también,  señoras,  doy  gracias  de  que  no  deseéis  ni 
os  holguéis  con  muerte  de  ánimas.  Mas,  pues  estamos  aquí 

915  en  presencia  de  Dios,  delante  del  cual  hay  particular  obliga- 
ción de  hablar  verdad,  decidme:  ¿Tan  pocos  años  ha  que 
venisteis  al  mundo?  ¿Tan  cerradas  habéis  tenido  vuestras 
orejas  a  oír  lo  que  en  él  pasa?  ¿Y  tan  ajenas  estáis  de  las 
humanas  pasiones,  que  nunca  habéis  oído  ni  sentido  cuán 

920  fáciles  son  los  hombres  para  codiciar  mujeres  que  bien  les 
parecen,  y  cuán  fuertes  armas  son  para  los  vencer  y  matar 
los  atavíos  desordenados  de  las  mujeres  ?  Y  esto  no  sólo  ha 
acaecido  en  hombres  de  poco  valor,  mas,  según  la  Escritura 
divina  nos  da  testimonio,  hombres  fortísimos  han  sido  muer- 

925  tos  espirituálmente  por  ellas.  Hay  tantos  ejemplos  de  aques- 
tos que  han  acaecido  y  cada  día  acaecen,  que  ignorar  esto 
es  ignorar  que  hay  sol  en  el  cielo,  y  cosa  que  nadie,  señoras, 
os  creerá,  si  dijéredes  que  no  lo  sabéis;  porque  en  cosa  tan 
manifiesta,  o  la  sabéis  o  tenéis  obligación  a  saberla. 

930  Pues  siendo  esto  así,  no  estéis  muy  ufanas,  porque  no 
conocéis  muy  en  particular  que  fulano  o  fulano  os  codicia, 
pues  que  tenéis  obligación  a  saber  que  si  vos  vais  vistosa, 
llena  de  galas  e  invenciones,  ha  de  haber  gente  que  os  mire, 
y  tras  el  mirar  se  ha  de  seguir  el  codiciar  y  pecar  mortal- 

935  mente. Y  no  veo  mucha  diferencia  en  que  yendo  por  la  calle 
os  encuentre  un  hombre,  que,  teniendo  sospecha  de  é'l  que 
os  está  aficionado,  bebe  la  ponzoña  que  lleváis  vos  y  muere 
con  ella,  o  que  pongáis  la  ponzoña  delante  de  mucha  gente 
en  lugar  público,  donde  hay  gente  tan  flaca,  que,  miráhdola 

940  ser  hermosa  en  lo  de  fuera,  les  dé  codicia  de  la  beber,  y 
matéis  con  ella.  ¿Qué  se  me  da  que  vos  no  sepáis  quién  la 
bebe,  si  ella  es  de  sí  provocativa  a  matar  y  vos  la  ponéis 
delante  de  gente  que  debéis  creer  que  la  beberá? 

Y  si  agora  no  conocéis  quién  son  los  que  mueren  en 

945  su  ánima  por  codiciaros,  saberlo  heis — ¡y  con  harto  dolor! — 
cuando  el  día  de  vuestra  muerte  seáis  presentada  delante 
del  juicio  de  Dios  y  seáis  acusada  de  los  mismos  demonios 
que  os  incitaban  a  hacer  la  ponzoña,  y  os  digan  muy  en 
particular  quién  y  cuáles  y  cuántos  fueron  los  que  murie- 

950  ron  por  miraros  y  codiciaros.  ¡Oh  qué  tristes  nuevas  os 
serán  aquéllas,  de  ver  muertas  ánimas  por  lo  que  fácilmente 
pudiérades  excusar!  Mucho  os  debieron  de  costar  los  ves- 
tidos y  joyas  con  que  os  engalanasteis,  mas  m'ucho  más  caro 
os  costará  aquel  dia  haber  derramado  sangre  de  ánimas, 


926    Iud.  16,  4  ss.  ;  2  Reg.  11,  1  ss.;  3  Reg.  11,  1  ss. 


548 


SERMONES.    CICLO  TEMPORA! 


955  por  las  cuales  murió  Jesucristo,  Señor  de  todos.  Y  no  os 
valdrá  entonces  decir  delante  del  acatamiento  de  Dios  lo 
que  ahora  libremente  decís:  "Yo,  aunque  me  huelgo  de  ser 
vista,  mas  no  de  ser  codiciada";  porque  si  los  hombres  os 
sabemos  responder  a  esa  fría  disculpa,  ¿cuánto  más  os  res- 

%0    ponderá  Dios? 

Decidme,  señoras:  si  vosotras  no  tenéis  manos  para  re- 
frenar vuestro  propio  corazón  de  ese  tan  desordenado  apeti- 
to que  de  engalanaros  tenéis,  ¿cómo  queréis  tener  mano  en 
corazones  ajenos  y  les  queréis  poner  tasa:  "Llegad  hasta 

965  aquí  y  no  paséis  adelante;  mirad,  mas  no  codiciéis"?  Es- 
táisos  tres  horas  enteras  tej[i]endo  redes  aparejadas,  como 
dice  la  Escritura,  para  cazar  ánimas,  y  os  desveláis  por 
cuantos  sentidos  tenéis  para  hacerlas  más  sutiles  y  atracti- 
vas que  podéis,  y  luego  tendéislas  muy  bien  tendidas  donde 

970  hay  mucha  copia  de  aves,  las  más  de  las  cuales  no  tienen 
ejercicio  de  dar  vuelo  al  cielo,  pidiendo  al  Señor  socorro 
para  que  los  libre  de  vuestras  redes;  y  aun  los  que  dan 
este  vuelo,  por  presto  que  lo  hagan,  se  les  pega  algo  de 
vuestros  embarazos;  ¿cómo  decís:  "No  quiero  cazar  a  nadie, 

975  sino  que  se  contenten  con  sólo  mirar  las  redes  que  yo  he 
tejido"? 

Considerad  la  humana  flaqueza  en  aquesta  parte  y  la 
fuerza  que  la  faz  de  la  mujer  curiosamente  ataviada  tiene 
en  el  corazón  de  los  hombres,  y  veréis  que  poneros  en  los 

980  ojos  de  ellos  y  decir  que  os  miren  y  no  os  codicien  es  poner 
un  jarro  de  agua  fría  muy  fresca  en  un  vaso  transparente 
en  tiempo  de  grande  calor  delante  de  muchos  sedientos,  y 
decir:  "Contentaos  con  mirarlo,  mas  ninguno  codicie  el  beber 
aquesta  agua".  ¿Qué  cosa  se  puede  pensar  más  desatinada 

985  que  aquésta?  Poned  a  los  niños  la  leche  delante  y  decidles: 
"Miralda,  mas  no  la  gustéis".  Y  siendo,  como  San  Jeróni- 
mo dice,  "la  faz  de  la  mujer  espada  de  fuego",  daisle 
cuantos  filos  podéis,  para  que  más  fácilmente  y  más  cruel- 
mente mate  las  ánimas.  Y  como  el  niño,  mirando  el  resplan- 

990  dor  de  las  brasas,  le  da  gana  de  las  tomar,  porque  no  conoce 
cuánto  queman,  habéis  de  saber  que  así  hay  muchos  hom- 
bres en  edad  y  niños  en  virtud,  que,  cuando  ven  la  espada 
de  vuestra  faz  resplandeciente,  la  codician  gozar,  sin  en- 
tender que  debajo  de  aquella  faz  apacible  está  muerte 

995  eterna.  Señoras,  no  penséis  que  llevando  en  las  manos  un 
grande  fuego,  por  más  que  digáis:  "Quiero  que  lo  mires, 
mas  que  no  os  calentéis",  no  se  ha  de  hacer  lo  que  deseáis. 
No;  que,  entre  aquella  muchedumbre  de  gente,  unos  co- 
diciarán muy  fácilmente,  porque  no  tienen  temor  de  Dios; 


967    Cf.  Prov.  7,  10. 

987  Cf.  Han  Jerónimo,  Kp.  52,  5  :  ML  22,  532  ;  Comm.  in  Eccl. 
ML  23,  1126. 


30.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


549 


00  y  otros  que  temen  a  Dios,  que  son  fuertes,  recibirá[n] 
golpe,  y  aunque  con  trabajo,  escaparán  de  la  muerte;  y 
otros  habrá  que,  aunque  tengan  virtud,  será  flaca,  y,  tra- 
yendo sus  ánimas  vivas  a  la  procesión,  recebirán  heridas 
mortales,  mediante  la  vista  de  vuestro  curioso  atavío.  ¡Oh 

05  dolor  grande,  si  entenderlo  sabéis,  que  mueran  ánimas,  por- 
que toméis  un  poco  de  vano  complacimiento,  y  que  presto 
pasa! 

Y  no  tengáis  en  poco  este  mal,  de  que  haya  hombres 
que  os  cudicien,  pues  que  por  particular  privilegio,  como 

>10  dice  San  Buenaventura,  "fué  concedida  a  la  limpísima  Vir- 
gen María  Madre  de  Dios  que  no  sólo  hombre  ninguno  que 
la  viese  no  la  codiciase,  mas  que  el  verla  obrase  en  ellos 
refrenamiento  de  sus  apetitos  y  les  pegase  castidad  en  los 
corazones".  ¿Pues  por  qué,  señoras,  no  desearéis  vosotras 

>15  que  nadie  os  codicie?  Y  si  decís  que  lo  deseáis,  ¿por  qué 
nacéis  obras  contrarias?  Pues  que  la  lengua  que  dice  lo  uno 
es  testimonio  sospechoso,  porque  acostumbra  a  decir  men- 
tiras; y  pruébasele,  que  hacer  lo  contrario  es  testimonio 
más  verdadero.  Sea,  señoras,  tal  vuestro  vestido,  y  traje, 

>20  y  meneo,  y  gravedad  en  el  rostro,  que  todo  dé  testimonio 
que  aborrecéis  mucho  de  que  nadie  os  mire  con  malos  ojos 
y  de  que  lo  procuraréis  así  con  todas  vuestras  fuerzas. 

¿Quién  os  ha  hecho  entender  que  las  ánimas  son  de  tan 
poco  valor  como  aves  del  campo,  que  por  tomar  pasatiempo 

525  los  hombres  las  cazan  y  matan?  Preciosísima  cosa  son  y 
criadas  a  la  imagen  de  la  Santísima  Trinidad,  y  una  sola 
de  ellas  es  más  valerosa  que  todos  los  cuerpos  del  mundo 
criados  y  por  criar,  así  por  tener  más  excelente  naturaleza 
como  por  ser  capaces  de  recebir  gracia  y  gloria  y  de  poseer 

330  al  mismo  Dios,  que  las  crió.  Y  para  que  este  valor  a  todos 
fuese  manifiesto,  salió  el  Verbo  de  Dios  del  escondido  seno 
de  su  Padre  y,  tomando  carne,  padeció  y  murió  en  ella  por 
la  salud  de  las  ánimas.  Y  pues  sois,  señoras,  cristianas,  por 
la  misericordia  de  Dios,  sentid  de  las  cosas  conforme  al 

035  sentido  de  Jesucristo;  estimad  en  mucho  lo  que  El  estimó, 
pues  que  castigó  su  vida  y  su  honra  por  el  provecho  de 
ellas  y  le  fueron  enclavados  los  pies  y  las  manos  en  su 
cruz.  No  os  parezca  a  vosotras  pesado  enclavar  vuestros 
apetitos  con  el  amor  de  aqueste  Señor,  procurando  el  bien 

040  de  las  ánimas  muy  amadas  de  El.  Y  este  cuidado  de  no 
dañar  ánimas,  antes  de  las  aprovechar,  deseo  ver  puesto  en 
vuestros  corazones  y  que  de  ellos  saliesen  las  obras  de 
vuestros  honestos  atavíos  que  los  testificasen,  porque  seáis 


1014  San  Buenaventura,  In  III  Sent.,  d.  3,  p.  1,  a.  2,  q.  3  ;  Santo 
Tomás  DE  AQUINO,  In  III  Sent.,  d.  3,  q.  1,  a.  2,  sol.  1  ad>  4. 


550 


SliRMON'F.S.   CICLO  TEMPORAL 


del  bando  de  nuestro  Señor,  el  cual  dice:  El  que  no  es  con- 
loa   migo,  contra  mí  es;  y  quien  no  coge  conmigo,  derrama. 

Temed,  señoras,     Y  no  sólo  debéis  hacer  esto  por  la  ca- 
la hermosura  del     ridad  de  los  prójimos,  mas  también  por 
cuerpo  'a  prudencia  que  debéis  tener  en  lo 

que  toca  a  vosotras  mismas;  la  cual  os 

1050  enseñará,  así  por  razón  como  por  experiencia  de  muchas 
mujeres  de  muchas  maneras,  que  les  fuera  mejor  haber  te- 
nido rostros  muy  feos  y  atavíos  muy  pobres  que  no,  por 
haber  tenido  hermosura  con  atavío,  haber  provocado  ojos  de 
hombres  para  que  las  miren,  y  de  allí  a  poco  haber  sucedido 

1055  la  perdición  de  ellas  y  muerte  de  muchos,  y  destruimiento 
de  pueblos  y  aun  de  reinos  enteros,  como  acaeció  a  la  desdi- 
chada Helena,  por  ser  codiciada  de  Paris. 

Yo  no  entiendo,  señoras,  cómo  no  advertís  a  esta  ver- 
dad tan  manifiesta:  que  anda  más  segura  una  oveja  pacien- 

1060  do  sencillamente  su  hierba,  sin  que  los  lobos  anden  por 
allí,  que  no  que  la  cerquen  y  que  la  acometan  y  sea  como 
miiagro  escaparse  de  la  conquista  de  ellos;  y  que  con  todo 
esto  sea  tan  vana  e  imprudente,  que  esté  haciendo  cocos  a 
los  lobos  para  que  arremetan  a  ella.  Señoras,  ¿para  qué? 

1065  ¿Para  qué  incitar  a  los  hombres  a  que  os  miren?  ¿Qué  ga- 
nancia podéis  sacar  de  esto,  que  sea  igual  con  los  daños 
que  de  esto  os  pueden  venir,  pues  están  muy  cercanos  y 
muy  a  la  mano? 

Entended,  por  amor  de  Dios,  que  si  nuestro  Señor  os  ha 

1070  dado  hermosura  en  el  rostro,  que  antes  habéis  de  temerla 
que  alegraros  con  ella,  porque  es  cosa  que  ha  menester  mu- 
cho seso  para  regirla  sin  que  dañe  a  su  dueño  y  a  los 
otros;  y  no  hay  pequeña  guerra  entre  la  hermosura  y  la 
cordura,  ni  entre  ella  y  la  castidad.  Y  vivid  con  tanto  re- 

1075  cato  como  quien  trae  fuego  en  las  manos  o  quema  su  roza 
en  tiempo  de  grandes  vientos,  que  ha  de  estar  mirando 
y  temblando  no  pase  el  fuego  la  raya  y  queme  las  hereda- 
des de  sus  vecinos;  c  cómodos  que  traen  la  ballesta  armada, 
que  la  enderezan  hacia  lo  alto,  porque,  como  el  soltar  es 

1080    cosa  fácil,  podría  matar  algún  hombre. 

Temed,  temed,  señoras,  la  hermosura  del  cuerpo,  y  ge- 
mid a  nuestro  Señor  temiendo  no  se  os  haya  dado  para 
vuestro  mal  y  en  castigo  de  vuestros  pecados.  Y  como  las 
mujeres  vanas  procuran  de  acrecentarla  y  manifestarla  a 

1085  los  ojos  de  muchos,  aguzando  la  espada  para  que  con  filos 
más  agudos  penetre,  así  vosotras  procurad  que  esta  espada 
no  corte  tanto,  y  en  cuanto  buenamente  pudiéredes,  escon- 
deos de  los  ojos  de  los  hombres.  Y  entended  que  la  hermo- 
sura que  Dios  os  dió  fué  para  probaros  en  ella  si  amáis 


1045   Mt.  12,  30. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


551 


90  tanto  vuestra  vanidad,  que  por  cumplir  con  ella  ponéis 
en  público  vuestra  hermosura,  teniendo  en  poco  el  ajeno 
peligro  y  el  vuestro,  o  si  por  hacer  servicio  al  Señor,  que 
os  la  dió,  os  priváis  de  aquel  pasatiempo,  y  por  no  le  ofender 
ni  que  otros  le  ofendan,  os  escondéis  en  cuanto  buenamente 

95  podéis,  no  haciendo  guerra  al  Señor  con  las  armas  que  El 
os  dió,  antes  servicio. 

Y  aunque  este  cuidado  debe  traer  la  mujer  a  quien 
Dios  hizo  hermosa,  y  debe  temer  los  peligros  ya  dichos, 
mucho  más  la  que  no  se  contenta  con  la  medianía  que 

00  Dios  la  dió,  sino  con  artes  gasta  mucho  cuidado  [en]  pro- 
cura [r]  alcanzar  una  cosa,  la  cual  debía  agradecer  porque 
no  se  la  dieron,  y  debría  tener  en  poco  si  se  la  dieran,  y 
aun  rogar  de  buena  gana  con  ella  a  sus  vecinas.  ¿Qué  de- 
satino es  aquéste,  procurar  un  vano  aplacimiento  a  los  ojos 
■05  de  los  hombres  con  peligro  de  ánimas  ajenas  y  propia? 
Estas  son  con  mucha  razón  reprehendidas  y  culpadas-  de 
los  males  que  por  su  hermosura  y  curiosidad  de  atavíos 
vienen  a  otros  y  a  ellas,  pues  con  sus  propias  manos  toman 
el  peligro,  y  cometen  una  culpa,  de  la  cual  suceden  otras 
|H0  culpas  y  daños.  Y  ruego  yo  a  Dios  que  nos  libre  de  todo 
pecado,  aunque  sea  venial;  y  muy  más  particularmente  de 
aquel  que,  aunque  es  en  sí  venial,  se  sigue  de  él  que  otras 
personas  cometan  pecados  mortales. 

Lo  hago  por  hallar     Ni  se  engañe  nadie  diciendo:  "Hago 
115   marido,  por  agradar     estas  cosas  por  hallar  marido,  que 
a  mi  marido  Por  aficionarse  a  mí  se  case  conmi- 

go". Porque  muy  más  se  aficionará 
un  hombre,  si  es  cuerdo,  por  oír  de  vos  que  sois  tan  ence- 
rrada, que  aun  las  vecinas  no  saben  decir  si  sois  fea  o  her- 
120  mosa,  que  no  por  veros  andar  en  lo  público  y  acá  y  acullá 
convidando  a  que  os  mdren  con  mucha  aparencia  de  vani- 
dad; y  pensará  que  también  seréis  callejera  después  de 
casada,  como  sois  antes;  y  arrepentirse  ha,  y  caberos  ha 
a  vos  parte  de  su  desabrimiento,  de  haber  elegido  mujer 
125    por  hermosura  más  que  por  la  virtud. 

Y  si  sois  casada  y  decís  que  por  agradar  a  vuestro  ma- 
rido tomáis  estos  trabajos  y  peligros  de  atavío  curioso,  po- 
sible es  que  sea  ello  ansí;  y  si  vuestro  marido  tiene  de  ello 
necesidad,  bien  hecho  es;  aunque  tengo  mucho  temor  no 

130    se  mezcle  con  la  necesidad  del  marido  la  vanidad  de  vuestro 
corazón,  a  la  cual  naturalmente  sois  inclinadas 

Y  algunas  dicen  que,  aunque  los  maridos  no  tengan  esta 
necesidad,  son  amigos  de  que  anden  pus  mujeres  muy  ata- 
viadas y  que  se  lo  mandan  expresamente.  A  lo  cual,  señoras, 

1135  os  digo  que  yo  no  creo  tal  mandamiento,  o  que  no  es  hom- 
bre cuerdo  el  que  lo  manda.  Porque  lo  que  yo  veo  es  que 


552  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cada  uno  quiere  guardar  bien  su  hacienda  y  dinero,  y  no  se 
contenta  con  echar  una  llave,  sino  dos  o  tres,  cuando  teme 
peligro.  Y  quien  pone  tan  buen  recaudo  en  guardar  el  dinero, 

1140  no  es  de  creer  que  lo  ponga  malo  en  guardar  su  mujer.  Y  es 
cosa  cierta  que,  mientras  más  ataviada,  más  codiciada  ha  de 
ser,  y  que  es  dificultoso  guardar  lo  que  muchos  codician.  Por 
ventura  os  manda  esto  porque  entiende  que  vos  lo  deseáis  y 
que  le  daréis  mucho  desabrimiento  si  no  os  lo  concede,  y 

1145   quiere  evitarlo  a  trueco  de  esotro. 

Mas  ya  que  sea  verdad  que  ellos  lo  manden  por  su  volun- 
tad propia,  ¿por  qué  la  buena  mujer  no  procura  de  poner  a  su 
marido  en  razón  y  quitarlo  de  aquese  engaño?  Sois  presta 
en  contradecirle  en  otras  cosas  que  os  dice,  ¿y  para  esta  que 

1150  es  dañosa  sois  muda?  Yo  pienso  que  si  aquel  cuidado,  rodeos, 
quejas,  desabrimientos  y  aun  lágrimas  que  ponen  las  muje- 
res vanas  para  alcanzar  de  sus  maridos  aquestas  curiosida- 
des— aunque  ellos  como  cuerdos  no  las  hayan  gana — ,  pusie- 
sen las  mujeres  buenas  en  alcanzar  de  ellos  que  no  se  lo 

1155  mandasen  traer,  saldrían  en  esto  con  la  suya  y  vencerían  a 
sus  maridos  con  la  razón,  pues  las  otras  con  importunidades 
los  traen  a  la  sinrazón. 

Y  con  todo  esto  no  sé  cómo  podamos  creer  que  vuestro 
atavío  es  por  contentar  a  vuestros  maridos  y  no  a  los  extra- 

1160  ños,  pues  que  por  experiencia  se  ve  que  donde  ellos  más  os 
ven  y  os  tratan,  allí  andáis  menos  ataviadas,  y  todo  el  ata- 
vío se  guarda  para  cuando  os  tienen  de  mirar  ojos  extraños. 

Negocio  es  éste  de  muchas  marañas,  y  en  el  cual,  por  la 
mucha  inclinación  que,  señoras,  tenéis,  os  debéis  sospechar 

1165  a  vosotras  mismas  y  no  creer  a  vuestro  corazón;  y  huyendo 
de  vosotras  y  renunciando  vuestro  parecer  y  vuestro  conten- 
tamiento, debéis  aconsejaros  con  personas  sabias  y  temerosas 
de  Dios,  que  conozcan  su  santa  voluntad,  que  os  declaren 
cuál  atavío  llega  a  pecado  mortal,  cuál  a  venial,  y  cuál  el  que 

1170  conviene  a  mujer  cristiana;  la  cual,  como  dice  el  apóstol  San 
Pablo,  profesa  el  servicio  de  Dios  con  ejercicio  de  buenas 
obras. 

Muchos  males  pro-  Y  quien  no  se  quisiere  engañar  en 
ceden  del  excesivo    este  negocio,  no  tenga  cuenta  tan  so- 

1175  atavío  lamente  en  los  atavíos  y  gastos  de  co- 

sas profanas,  mirándolos  a  ellos  por 
sí;  mas  considere  los  muchos  males  que  de  aquéllos  proceden, 
pues  ponen  a  los  hombres  en  tan  grandes  necesidades,  que 
para  las  remediar  hacen  no  pocos  pecados  mortales. 

1180  De  aquí  viene  el  no  osar  muchos  hombres  casarse,  y  los 
padres  dejar  de  casar  a  sus  hijas  y  estar  necesitados  a  de- 


IÍ72   TU.  2,  7. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


553 


jarlas  después  de  muertos  en  grandes  peligros  de  su  castidad, 
o  viviendo,  meterlas  por  fuerza  en  los  monesterios  con  grande 
ofensa  de  Dios.  De  aquí  también  viene  padecer  los  hombres 

85  pobres  necesidad,  y  aun  perder  la  castidad  muchas  muje- 
res; y  lo  que  peor  de  todo  es,  renegar  de  la  fe  muchos  cris- 
tianos en  tierra  de  moros. 

Porque  si  se  ha  de  cumplir  con  atavíos  profanos  de  las 
personas,  de  sus  camas,  tapicerías,  criados  y  casas,  no  sobra 

90  nada  para  remediar  males  de  prójimos.  Y  el  estar  estos  gas- 
tos en  pie,  es  causa  que  también  lo  estén  los  males  ya  dichos, 
y  otros  que  se  pueden  decir,  y  no  todos;  porque,  a  modo  de 
decir,  antes  se  podrán  contar  las  arenas  que  hay  en  la  mar  que 
los  males  que  de  aqueste  mal,  que  parece  liviano,  proceden. 

95  Mas  si,  según  doctrina  del  Evangelio,  por  los  frutos  se  co- 
noce el  árbol,  todo  cristiano  debe  maldecir  y  aborrecer  y  por 
su  parte  destruir  este  árbol  de  excesivo  atavío,  aunque  tenga 
aparencia  muy  fresca  y  hermosa,  pues  tantos  daños  para  los 
hombres  y  tantas  ofensas  contra  nuestro  Señor  de  él  pro- 

00  ceden,  como  frutos  perniciosos  y  pestilenciales. 

Dicho  os  hemos,  señoras,  a  algunas  de  vosotras  que  lo 
habréis  menester,  cómo  habéis  de  celebrar  mañana  la  fiesta, 
no  con  vanidad  de  corazón  ni  precioso  atavío,  sino  con  de- 
voción interior  y  atavío  cristiano,  si  no  queréis  dar  enojo  al 

05  Señor  y  ser  castigadas  por  la  Justicia  divina.  Plega  a  su  mi- 
sericordia os  dé  lumbre  para  lo  entender  y  gracia  para  bien 
lo  cumplir. 

Hombres,  mirad  al  Tiempo  es  ya  que  demos  doctrina  a  al- 
Señor  con  ojos  Lim-    gunos  mancebos  que  también  irán  ma- 

10  pjos  ñaña  en  la  procesión,  y  Dios  sabe 

cómo;  aunque,  a  la  verdad,  hay  al- 
gunos que,  yendo  en  ella,  dan  tales  muestras,  que  aun  a  los 
que  saben  poco  es  cosa  clara  cuán  lejos  van  en  su  corazón 
de  aquel  Señor  a  quien  con  el  cuerpo  van  muy  cercanos. 

15  Mucha  razón  sería,  señores,  que  si  la  mujer,  como  cosa 
inclinada  a  lozanía  y  a  parecer  bien,  quisiese  mañana  ir  cual 
no  debe  y  hacer  plato  de  su  faz  a  los  vanos  que  la  quisiesen 
mirar,  que  el  hombre,  como  más  perfecto  en  el  entendimien- 
to y  virtud,  no  se  fuese  tras  aquella  vanidad;  mas  con  el  mi- 

20  rarla  la  reprehendiese  y  diese  ocasión  a  la  mujer  vana  para 
tornar  sobre  sí,  viendo  que  le  salían  en  vano  sus  trabajos, 
pues  ni  le  compraban  sus  mercaderías  ni  aun  la  querían  mi- 
rar con  los  ojos.  Así  se  había  de  hacer,  cierto,  para  celebrar 
al  Señor  fiesta  agradable,  yendo  los  hombres  modestos  y  con 

25  profunda  reverencia  del  celestial  Rey  que  allí  va,  y  que  fuese 
tanta,  que  confundiese  a  las  mujeres  vanas  y  las  provocase 

I2OT   lo]  IOS 


II96    Mt.  12,  33. 


556  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tenían  en  el  corazón,  mirando  mañana  de  tal  manera,  que  tus 

1315  ojos  dicen  que  arde  en  tu  corazón  el  fuego  de  la  mala  con- 
cupiscencia, vedada  por  Dios  y  más  desabrida  para  El  que 
su  sagrada  muerte  y  pasión?  Cierto  era  mucha  razón  que  te 
despedazaran  todo  tu  cuerpo  a  tormentos  miembro  por  miem- 
bro, porque  en  día  de  tal  fiesta,  y  en  tal  lugar,  y  en  la  pre- 

1320  sencia  misma  de  nuestro  Señor,  hicieras  a  Dios  una  ofensa. 
Era  cosa  muy  debida  que  antes  murieras  dos  mil  muertes, 
pues  El  murió  por  ti  una  que  vale  más  que  cien  mil,  que  no 
ofenderle  como  le  ofendes,  ¡Y  cuánto  más  es  tu  culpa  mayor 
en  ofenderle,  sin  ponerte  nadie  el  cuchillo  a  la  garganta,  sin 

1325  darte  tormento  ninguno  y  tan  sin  por  qué,  que  con  mucha 
razón  se  puede  este  Señor  quejar  mañana  de  ti  y  decirte: 
¡Sin  causa  ninguna  me  quisieron  mal! 

Caín  sacó  al  campo  con  aparencia  de  paz  a  Abel,  su  her- 
mano, y  le  mató  a  traición.  Joab  mató  a  Abner  con  palabras 

1330  de  paz.  Y  Dios  nuestro  Señor  dijo  a  Judas:  Judas,  ¿con  un 
beso  entregas  a  la  muerte  al  Hijo  de  la  Virgen?  Y  así  po- 
drá el  Señor  decirte  mañana:  "Cristiano,  ¿con  vista  blanda  y 
señas  de  amor  me  vas  ofendiendo,  y  te  pierdes  tú,  perdiendo 
mi  gracia,  y  me  quitas  a  mí  la  vida,  que  yo  tenía  en  tu  áni- 

1335  ma?  Eras  primero  parte  de  mi  Cuerpo  místico;  háceste,  por 
este  deshonesto  deseo,  miembro  de  la  mala  mujer  y  de  Sata- 
nás. ¿Por  qué  haces  que  mi  muerte  salga  en  balde,  pues  la 
pasé  por  traspasarte  del  poderío  de  las  tinieblas  al  reino  de 
mi  claridad?  ¿Qué  te  he  hecho?  ¿En  qué  te  he  sido  molesto? 

1340  ¿Por  qué  tan  desacatadamente  me  tratas,  tan  cruelmente  me 
lastimas  y  me  das  males  por  bienes?" 

¡Oh  Señor  mío  y  Dios  mío,  cuán  justa  es  vuestra  queja! 
¡Cuán  grande  nuestra  culpa!  ¡Cuán  recio  será  el  castigo 
del  hombre  que  no  quiso  imlitar  a  los  once  apóstoles  que 

1345  acompañaban  a  nuestro  Señor  Jesucristo  con  corazón  sen- 
cillo, casto  y  devoto,  cual  lo  llevarán  mañana  muchos  en 
la  procesión,  y  quiso  ser  compañero  de  Judas,  que,  acom- 
pañando al  Señor  con  el  cuerpo,  tenía  de  El  muy  lejos  su 
corazón,  y  de  otros  muchos  que  tienen  paz  en  la  boca  y 

1350  muchas  maldades  en  el  corazón!  Y,  finalmente,  quiso  ser 
compañero  de  los  que  llevaban  al  Señor  a  crucificar,  y  aun 
de  los  mismos  demonios,  cuyo  intento  principal  es  que  sea 
Dios  ofendido,  y  que  en  las  fiestas  diputadas  para  mayor 
servicio  suyo,  allí  se  le  hagan  mayores  ofensas.  Los  cielos 

1355  y  la  tierra  y  cuanto  Dios  nuestro  Señor  ha  criado  serán 
en  el  día  del  terrible  y  espantable  juicio  testigos  de  esta 
maldad,  y  dirán  a  voces  que  justamente  merece  ser  prohi- 
bido de  la  vista  de  Dios  en  el  cielo  quien  con  tanto  desacato 

1327  lo.  15,  25.  133 1  Cf.  Le.  22,  48. 

1329  Of.  Gen.  4,  S.  1336    1  Cor.  6,  15. 

1330  Of.  2  Reg.  3,  27.  1339   Mich.  6,  3. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


557 


miró  y  codició  lo  que  no  debía  en  la  tierra,  matando  su 
1360   ánima  por  el  pecado  y  la  vida  que  el  Señor  tenía  en  el 
corazón  de  él. 

¡Que  mueren  almas  ¡Oh,  cuan  mal  celebramos  esta  so- 
el  día  de  Corpus  lemnísima  procesión  de  esta  Arca 
Christi!  divina!  ¡Cuán  al  revés  le  hacemos 

1365  la  honra  de  la  que  le  fué  hecha  por 

el  real  profeta  David  y  el  rey  Salomón,  su  hijo,  en  las 
procesiones  que  con  ella  hicieron!  El  uno  de  los  cuales  hizo 
esta  honra:  que  de  seis  en  seis  pasos  que  andaba  el  arca 
de  Dios  nuestro  Señor  mataban  delante  de  ella  muchos  ani- 

1370  males,  ofreciéndolos  en  sacrificio  y  olor  de  suavidad  al  Se- 
ñor; y  en  la  procesión  que  el  rey  Salomón  hizo  con  ella, 
crecióle  la  honra,  y  como  era  más  rico,  mandó  matar  de- 
lante de  ella  de  bueyes  veinte  mil  y  tantos  y  de  otros  ani- 
males, que  era  cosa  sin  cuento. 

1375  Aquel  sacrificio  de  animales  mudos,  aunque  por  sí  mes- 
mo  no  era  agradable  a  nuestro  Señor  Dios,  mas  éralo  por 
!a  devoción  y  fe  con  que  se  hacía,  y  porque  representaba 
ia  pasión  del  Señor,  y  porque  El  mandó  que  le  fuese  ofre- 
cido, y  recebía  contento  en  que  su  santa  voluntad  fuese 

1380  cumplida  y  obedecida,  y  galardonaba  a  los  que  aquellas 
obras  hacían.  Mas  decidme,  cristianos,  por  caridad,  ¿ha- 
béis oído  decir  que  mandase  el  Señor  que  le  matasen  honv- 
bres  delante  de  su  arca?  Diréis:  No,  por  cierto;  porque 
al  amador  de  los  hombres  y  dador  de  la  vida  de  ellos  no 

1385  )e  son  agradables  los  matadores  de  hombres.  Porque  escrito 
está:  Al  varón  de  sangres  y  engañoso,  él  Señor  lo  aborre- 
cerá. 

• — Mas  ya  que  eso  no  habéis  oído,  ¿por  ventura  sabéis 
si  ha  mandado  que  le  maten  ánimas  delante  su  arca? 

1390  Diréis  que  eso  muy  menos,  y  que  cuan  lejos  está  la 
alteza  del  cielo  de  la  profundidad  del  infierno,  tanto,  y  muy 
más,  está  del  corazón  del  Señor  querer  muerte  de  ánimas, 
que  se  causa  por  el  pecado.  Nunca  tal  hemos  oído,  mas 
esto  sí,  que  el  Arca  de  Dios,  Jesucristo  nuestro  Señor, 

1395  murió  en  la  cruz  delante  de  mucha  gente  porque  las  ánimas 
no  muriesen  en  el  acatamiento  de  Dios.  ¿Cómo  ha  de  man- 
dar o  se  ha  de  holgar  que  le  maten  las  ánimas  en  su  pre- 
sencia, pues  es  padre  de  ellas,  criador  y  redentor  y  glori- 
ficador?  Y  cuando  la  Escritura  quiere  dar  a  entender  cuánto 

1400  desagrada  a  los  ojos  de  Dios  ofrecerle  sacrificio  de  la  ha- 
cienda que  roban  al  pobre,  no  halla  otra  cosa  más  fea  con 

1384  ellas 


1368    Cf.  2  Reg.  6,  13. 
1374   Cf.  2  Par.  7,  5  ;  5,  6. 
1387    Ps.  5>  7. 


558  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  Ja  comparar  que  con  sacrificar  un  hijo  delante  de  su 
padre.  Cosa  ajena  es  ésa  de  nuestro  Señor,  y  muy  propio 
del  demonio  y  de  sus  servidores  que  adoran  ídolos;  los  cua- 

1405  les  matan  o  ven  matar  delante  de  sí  a  sus  propios  hijos, 
y  sacándolos  los  corazones,  y  así  ensangrentados,  untan  con 
ellos  los  bezos  del  ídolo;  de  lo  cual  el  demonio,  que  en  ellos 
mora,  recibe  gran  contentamiento,  de  ver  que  tal  crueldad 
hagan  los  hombres  para  honra  de  él  y  mal  de  ellos,  como 

1410  quien  los  aborrece  de  corazón  y  les  desea  todo  mal  que  les 
pueda  venir.  Eso  hemos  oído;  mas  de  nuestro  Señor  en 
ninguna  manera,  mas  todo  lo  contrario  de  aquesto. 

■ — Pues  tened  por  cierto  que  cuanto  esta  verdad  es  más 
cierta  y  el  Señor  más  amador  de  las  ánimas,  y  que  no  sólo 

1415  no  ha  mandado  que  se  las  maten,  mas  halo  vedado,  tanto 
nuestra  culpa  es  mayor  y  nuestro  dolor  es  más  justo. 

¡Oh  benditísimo  Señor!  ¿Vos  no  sois  nuestro  Padre, 
que  nos  enastes  con  el  poder  de  vuestra  divinidad  y  nos 
redimistes  con  vuestras  humanas  flaquezas;  y  también  sois 

1420  nuestra  Madre,  que  con  grandes  gemidos  nos  paristes  en 
la  cruz;  y  fueron  tan  grandes  los  dolores  de  vuestro  parir, 
que,  porque  nosotros  quedásemos  vivos,  quedasteis  vos 
muerto?  Pues  siendo  vos  nuestro  Padre  y  Madre,  ¿quién 
tiene  corazón  tan  cruel  para  matar  a  vuestros  hijos?  ¿Quién, 

1425  Señor,  os  ha  hecho  a  vos,  o  quiere  hacer,  semejable  al  de- 
monio y  su  ídolo,  pensando  que  recebís  vos  alegría  en  fiestas 
donde  'la  mujer  vana,  con  el  fuego  que  resulta  de  su  aci- 
calada cara,  penetra  el  corazón  del  mancsbo  descuidado,  y 
le  saca  de  seso,  y  por  mal  consentimiento  muere  su  ánima, 

1430   y  ofrece  su  corazón  al  demonio,  quejándoos  vos  mucho,  mi 
Dios  y  mi  Señor,  por  Esaías,  diciendo:  Di,  ¿a  quién  me 
heciste  semejable?  ¿Con  quién  me  igualaste  y  comparaste? 
>  Quien,  Señor,  piensa  que  tal  cosa  os  agrada,  muy  mal  siente 
de  vos;  ciertamente  es  hereje,  pues  contradice  a  la  fe,  la 

1435  cual  nos  enseña  que  el  malo  y  la  maldad  son  aborrecibles 
a  Dios.  Y  si  creen  que  los  pecados  y  muerte  de  ánimas  os 
dan  tanto  enojo,  y  mucho  mayor  que  darían  a  un  padre 
matándole  a  su  hijo  delante  sus  ojos,  díganmelo  los  que  tan 
mal  celebran  vuestra  procesión:  ¿por  qué  a  sabiendas  y  en 

1440  el  día  de  vuestra  alegría  hacen  cosa  con  que  tanto  os  enojan 
y  ofenden? 

Cristiano,  ¿por  qué,  celebrando  el  fruto  de  la  pasión  de 
nuestro  redentor  Jesucristo,  que  es  remisión  de  pecados, 
vuelves  esta  fiesta  tan  al  revés,  que  haces  cosas  contrarias 
1445   a  ella,  que  son  los  pecados? 

Mas  ¿quién  contará  cuántos  son?  ¡Oh  válame  Dios!  Si 
cuantos  malos  deseos  de  hombres  a  mujeres  y  de  mujeres 


1403  Kccli.  34,  24. 

1432  Cf.  Is.  40,  18 ;  46,  5. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


559 


a  hombres  se  cometen  en  la  procesión,  mediante  el  mirarse; 
si  cuantas  rencillas  y  malquerencias,  por  llevar  el  más  hon- 

1450  rado  lugar  o  por  otras  ocasiones  livianas  que  suelen  acaecer 
en  aquestas  juntas;  si  cuantas  dejarán  de  oír  misa  mañana, 
pudiéndola  oír,  con  otras  muchas  desobediencias  que  se  co- 
meterán contra  los  mandamientos  de  Dios  nuestro  Señor  y 
de  la  Iglesia,  tantos  pecados  mortales  serán  los  que  mañana 

1455  se  hacen,  miedo  me  he  que  morirán  ánimas  delante  la  pre- 
sencia de  aquesta  Arca  divina,  más  a  menudo  que  de  seis 
en  seis  pasos,  que  era  el  término  en  el  cual  mataban  anima- 
les en  la  procesión  del  arca  pasada;  y  mucho  temo  que  son 
tantas,  que  no  tienen  cuento,  como  los  animales  que  mataron 

1460   delante  el  arca  en  tiempo  del  rey  Salomón. 

¡Oh  día  del  Corpus  Chrisü,  instituido  para  honra  de  Dios 
nuestro  Señor  y  para  espiritual  alegría  y  aprovechamiento 
de  los  fieles!  ¡Quién  te  ha  vuelto  tan  al  revés,  que  te  ha 
hecho  día  de  muerte  de  ánimas,  de  guerra  cruel  contra  ellas, 

1465  que  de  muertas  o  heridas  no  hay  cuento!  Hízote  nuestro 
Señor  Dios  convite  para  darte  espiritual  vida  con  ese  pan 
que  vino  del  cielo,  y  haste  tornado  banquete  de  ponzoña  con 
que  las  ánimas  mueren.  Y  lo  que  fué  ordenado  para  alegrar 
a  los  ángeles  y  para  tristeza  de  los  demonios,  has  tornado 

1470  tan  al  contrario,  que  se  regocijan  los  enemigos  con  la  mucha 
ganancia  de  ánimas,  y  los  ángeles,  y  el  Señor  de  los  ángeles, 
que  allí  va  acompañado  de  ellos,  llorarían  si  pudiesen  llorar, 
porque  se  pierden  las  ánimas  que  con  el  precio  de  su  precio- 
sísima sangre  El  compró.  ¡Oh  fiestas,  tan  falsamente  dichas 

1475  fiestas  para  los  que  de  esta  manera  las  celebran,  y  que  con 
más  justa  razón  serían  llamadas  para  ellos  días  de  muerte, 
pues  que  con  miserable  descuido  mueren  en  ellas,  y  muerte 
de  ánima ! 

¡Desdicha  grande  de  tiempos  tan  faltos  de  temor  de  Dios 

1480  y  amor  de  virtud,  que  no  hay  junta  de  hombres  sin  que  haya 
contenciones,  rencillas,  malquerencias,  y  algunas  veces  lle- 
gan a  muerte;  y  cuando  se  juntan  mujeres  y  hombres,  se 
han  de  hacer  o  codiciar  tales  cosas,  que  salga  el  diablo  con 
mucha  ganancia  y  Jesucristo  nuestro  Señor  con  mucha  pér- 

1485  dida,  sin  que  se  tenga  respeto  a  santidad  de  fiesta,  ni  a  la 
Iglesia,  ni  a  la  misma  presencia  de  Dios! 

Dadme,  Señor  mío,  licencia  para  que  os  pregunte:  ¿Quién 
os  metió  entre  tal  gente,  que  tan  mal  os  sabe  servir,  y  tan 
desacatadamente  os  trata,  y  atrevidamente  os  ofende?  Señor, 

1490  mira[n]d[o]  el  amoroso  corazón  con  que  vos  vais  en  la  pro- 
cesión, deseando  el  bien  de  todos  y  hólgándoos  de  haber 
muerto  por  ellos,  y  determinado  de — si  menester  fuera — 
pasar  otra  vez  por  ellos  lo  que  primero  padecistes;  y,  por 
otra  parte,  mirando  el  corazón  de  éstos,  con  que  os  van 

1495   acompañando,  tan  irreverentemente  desagradecido [s] ,  des- 


560 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


preciadores  de  vuestros  mandamientos,  y  que  tienen  en  más 
el  pecado  que  a  vos;  si  no  fuese  porque  vos  sabéis  todas 
las  cosas,  yo  os  diría  que  vais  engañado  entre  aquesta  gente 
y  vendido  como  de  Judas,  y  que  debajo  de  alegrías  y  reve- 

1500  rencias  exteriores  os  dan  bofetadas,  y  os  ponen  espinas,  y 
os  hieren  con  caña,  como  lo  hicieron  los  soldados  en  casa 
de  Pilato,  y  os  dan  a  beber  hiél  y  vinagre,  como  en  el  monte 
Calvario.  Allí,  Señor,  la  malquerencia  y  deshonra  era  en 
descubierto;  no  os  creían,  no  os  amaban;  así,  concordaban 

1505  las  obras  de  fuera  con  lo  de  dentro  del  corazón.  Mas  creer, 
Señor,  que  vos  vais  allí  y  que  sois  Dios  y  hombre,  y  no 
hacer  caso  de  vuestra  presencia  ni  darse  nada  por  ofenderos, 
y,  llevando  corazones  vacíos  de  vuestro  amor  verdadero  y 
llenos  de  desobediencia,  ir  con  vos  en  lo  de  fuera  y  cantaros 

1510  y  acompañaros  y  bailar  delante  de  vos,  matando  sus  propias 
ánimas,  renovando  vuestra  pasión,  espantable  cosa  es  de 
oír,  lastimera  de  ver,  y  que  con  muy  justa  causa  debe  causar 
amargo  sentimiento  en  el  corazón  de  quien  bien  os  quiere. 
Plega  a  Dios  que  haya  quien  esto  sienta  y  entienda.  Por- 

1515  que  ya  que  el  Señor,  por  su  infinita  misericordia  y  admirable 
paciencia,  disimula  sus  injurias,  aunque  le  sean  hechas  en 
su  propia  presencia,  y  va  mañana  como  en  el  tiempo  de  su 
pasión,  despreciado,  hollado  y  ofendido,  y  no  quejándose, 
como  un  manso  cordero  que  no  abre  la  boca,  no  es  razón 

1520  que  seamos  nosotros  tan  desagradecidos  y  desamorados,  que 
dejemos  de  sentir  su  deshonra  y  llorar  sus  ofensas. 

Cosa  digna  de  consideración  es  que,  yendo  el  Señor  en 
el  día  de  su  pasión  entre  tanta  gente,  a  muchos  que  les 
había  sanado  sus  enfermedades,  alumbrando  ciegos,  levan- 

1525  tando  cojos,  alimpiando  leprosos  y  habiendo  hecho  diversos 
bienes  a  cuerpos  y  ánimas,  que  ninguno  de  aquéllos  osasen 
tornar  por  El,  ni  aun  hablar  una  sola  palabra.  Y  por  ven- 
tura pasará  lo  mismo  en  la  procesión  de  mañana,  que  no 
habrá  quien  torne  ni  sienta  los  desacatos  de  este  Señor,  como 

1530  si  ninguno  hubiese  recebido  bienes  de  su  larguísima  mano, 
ni  halle  quien  le  consuele  a  la  diestra  ni  a  la  siniestra. 

¡Oh!,  qué  mala  señal  ver  cumplido  en  nuestros  días  lo 
que  dijo  el  Señor:  ¿Piensas,  cuando  venga  el  Hijo  de  la  Vir- 
gen, que  hallará  fe  en  la  tierra?  Véislo  aquí  por  nuestros  pe- 

1535  cados  cumplido.  De  lo  que  podréis  tomar  conjetura  que  esta- 
mos en  los  días  postreros,  cercanos  al  gran  juicio  de  Dios. 
Porque,  si  de  la  fe  católica  lo  queréis  entender,  ya  veis  la 
mucha  gente  que  por  diversas  herejías  en  nuestros  tiempos 
ha  perdido  la  fe.  Si  lo  queréis  entender  de  la  fe  amorosa  y 

1540   lealtad  obediente  que  se  debe  tener  con  nuestro  Señor,  mirad 


1531  Gf.  Ps.  141,  5. 
1534  Of.  Le.  18,  8. 


¡6.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


661 


cuántas  ofensas  le  son  hechas  cada  día  en  el  mundo,  y  cuán 
'pocos  hay  que  se  pongan  a  las  estorbar,  aunque  puedan,  y 
que  giman  sobre  las  abominaciones  que  se  hacen  en  Jeru- 
salén.  Y  por  lo  uno  y  por  lo  otro  entenderéis  que  no  hay  leal- 
5  tad  para  con  Dios  en  la  tierra,  como  dijo  Dios  nuestro  Señor. 

Provea  quien  ten-    Mas  no  por  esto  entienda  el  cristia- 
na autoridad        no  clue>  siena0  persona  particular,  ha 
de  ir  a  reprehender  públicamente  al 
que  fuere  desacatado  en  la  procesión  del  Señor,  movido  por 
¡0   el  celo  de  Dios  y  no  según  ciencia.  Porque,  aliende  de  que 
este  oficio  no  es  suyo,  hallará  por  experiencia  que  antes  se 
empeora  el  corregido  que  no  que  se  enmiende.  Porque  la 
desvergüenza  de  nuestros  tiempos  ha  llegado  a  tanto  colmo 
de  mal,  que,  siendo  los  hombres  sueltos  para  ofender  a  Dios, 
55  son  muy  enemigos  de  ser  corregidos  y.  no  quieren  entender 
que  la  verdad  y  justa  reprehensión,  por  cualquier  boca  que 
sea  dicha,  es  del  Espíritu  Santo. 

Cosa  es  de  temer  que  si  un  cura  o  un  sacerdote  re- 
prehende, aunque  sea  con  mucha  razón,  a  algún  hombre 
50  — cuanto  más  si  es  honrado — ,  cuán  mal  recebida  es  la  re- 
prehensión, cuán  pagada  en  decir  mal  de  quien  le  reprehen- 
dió, y  con  darle  a  entender  que  ni  le  tiene  en  nada  ni  ha 
de  ser  corregido  de  él.  Mucho  temor  me  da  ver  aquesto; 
porque  el  desprecio  de  personas  eclesiásticas  y  el  hablar 
65  con  libertad  en  sus  vidas  fueron  los  medios  para  que  el 
perverso  Lutero  fuese  quien  fué,  y  de  medios  semejantes, 
fines  semejables  se  deben  temer. 

Y  por  esto  tiene  más  obligación  un  juez  secular,  o  un 
obispo,  o  persona  que  tenga  autoridad  para  corregir  a  los 
70  tales  mañana,  cuanto  menos  mano  tienen  en  ello  ios  que 
no  lo  son.  Y  cosa  digna  sería  de  rey  cristiano  y  celador  de 
la  honra  de  Dios  que,  para  que  la  fiesta  de  mañana  fuese 
para  hacerle  servicio  y  no  para  irritarle  con  nuevas  ofen- 
sas, entre  los  capítulos  de  buena  gobernación  que  dan  a 
'5   sus  corregidores,  fuese  uno,  y  muy  principal,  que  tal  día 
como  mañana  ni  hubiese  curiosidad  en  atavíos  de  mujeres 
ni  deshonesto  mirar  en  los  hombres,  y  proveer  que  las 
ventanas  no  estuviesen  echando  de  sí  pestilencia  con  po- 
nerles algún  paño  delante  o  dar  otro  medio  con  que  las 
80   mujeres  puedan  ver  y  no  sean  vistas. 

Evítese  todo  paseo  en  la  fiesta,  y  antes  de  la  fiesta  no 
ande  hombre  a  caballo  por  las  calles  que  ha  de  andar  el 
Señor.  Y  todo,  sin  faltar  nada,  se  ordene  de  tal  manera 
que  ninguna  cosa  haya  que  pueda  anublar  la  santa  alegría 


1544  Cf.  Ier.  i,  16. 
1550   Rom.  10,  2. 


562 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


1585  de  aquesta  fiesta  ni  que  pueda  descontentar  al  omnipotente 
Señor  para  quien  se  celebra. 

No  nos  quite  el  Se-    Porque  si,  en  lugar  de  la  santifica- 
ñor  la  fe  de  este    cián  que  nos  pide,  le  damos  profani- 
Sacramento  dad,  y  en  lugar  de  servicios,  enojos, 

!590  teniéndole  en  poco  los  unos  y  disi- 

mulando los  otros,  temor  tengo  que  este  Señor,  que  sabe 
cuán  justamente  se  le  debe  honra  y  servicio  y  cuán  mal  se 
le  paga,  aunque  ahora  va  callando  como  cordero  para  pro- 
vocarnos a  penitencia  y  a  enmienda  con  su  benignidad,  si 

1595  nosotros  tomamos  ocasión  para  más  pecar  y  tenerle  en  me- 
nos por  su  mucho  callar,  tornarse  ha  cierto,  de  manso  cor- 
dero en  bravo  león,  y  dirá  lo  que  muchos  días  ha  que  pro- 
metió en  Esaías:  Siempre  callé;  sufrido  he;  mas  yo  hablaré 
como  mujer  que  tiene  dolores  de  parto. 

1600  ¡Oh  qué  voces  dará  este  Señor,  terribles  como  brami- 
dos de  fuerte  y  airado  león,  contra  aquellos  que  en  el  día 
de  su  honra  le  ofenden  y  contra  los  que  tienen  por  oficio 
de  reprehender  a  los  tales  y  callan!  Oíd  el  recio  bramido  del 
fuerte  León  de  Judá,  cuyas  palabras  son  éstas:  Yo  quita- 

1605  ré  el  seto  a  mi  viña,  y  será  robada;  yo  destruiré  su  cerca, 
y  será  hollada,  y  la  haré  que  quede  desierta. 

— '¡Válame  Dios,  oh  Señor  benditísimo!,  ¿y  podréis  vos 
con  vuestras  piadosas  entrañas  castigar  tan  recio  a  los  que 
celebran  vuestras  fiestas  con  tantas  alegrías  y  regocijos? 

1610  ¿Que  tendréis  corazón  para  quitar  de  vuestro  pueblo  el 
muro  de  vuestro  amparo,  y  enviar  infieles  que  roben  y  hue- 
llen vuestra  viña,  y  quedar  marchita  sin  hoja  ni  sin  fruto? 
¿Que  podréis  acabarlo  con  vos? 

Responde  el  Señor  por  Jeremías,  hablando  con  Jerusa- 

1615  íén  y  amonestándole  que  haga  penitencia  de  sus  pecados, 
y  que,  viviendo  mal,  no  confíen  en  tener  entre  sí  el  arca 
del  Señor  en  el  templo.  Porque  así  como  la  sacó  de  la  ciu- 
dad de  Siloé,  donde  primero  estaba,  porque  no  la  tenían  con 
el  acatamiento  debido,  y  la  mandó  pasar  a  Jerusalén  para 

1620  que  allí  fuese  honrada,  así  les  decía  que  si  la  trataban  con 
poca  reverencia  como  en  Siloé,  que  también  se  la  quitaría 
de  en  medio  de  ellos,  como  de  los  otros.  Y  como  el  Señor 
lo  amenazó,  así  se  cumplió;  porque  por  los  pecados  de  Je- 
rusalén la  ciudad  fué  destruida  y  el  arca  del  Señor  quitada 

1625   de  allí,  porque  no  escarmentaron  en  ajena  cabeza. 

¡Mas  ay  dolor!,  que  ni  Jerusalén  escarmentó  en  Siloé 
ni  los  cristianos  en  una  ni  en  otra;  y  siendo  nuestra  divina 
arca  más  preciosa,  sin  comparación,  que  la  otra,  y  qut 


1599    Of.  Is.  42,  14. 
1606    Is.  5,  5-6. 

1622   Of.  Ier.  7,  12-14  ;  los.  18,  1. 


36.     VÍSPERA  DEI.  CORPVS 


563 


pide  mayor  honra,  y  que  perderla  nos  será  más  dañoso, 

50  hay  muchas  tierras  a  las  cuales  el  Señor  se  la  ha  quitado 
en  castigo  de  sus  pecados.  "Id  a  Siloé",  dice  el  Señor;  "Id 
a  Jerusalén",  os  digo  yo  ahora,  y  hallaréis  que  ni  el  arca 
del  Señor  está  en  una  ni  en  otra.  Y  si  os  parecen  estos 
ejemplos  ya  viejos,  y  que  os  mueven  poco,  porque  ha  rau- 

35  cho  que  son  pasados,  id  a  Constantinopla,  a  Rodas  y  a  Gre- 
cia; id  a  muchas  ciudades  y  villas  de  Alemania  donde  cele- 
braban esta  procesión  como  nosotros,  y  preguntad:  "¿Hay 
mañana  procesión  aquí?  ¿Hay  música,  hay  bailes  y  danzas 
en  honra  del  cuerpo  de  nuestro  Señor?"  Y  veréis  que  no 

40  la  hay,  ni  memoria  de  ella;  porque  unos  han  perdido  la  fe 
de  aqueste  divino  misterio  y,  aunque  puedan,  no  quieren 
celebrar  esta  fiesta,  y  este  castigo  es  mayor;  y  otros  de- 
sean, y  no  pueden,  por  estar  enseñoreados  de  infieles,  ha- 
biéndoles quitado  el  Señor  la  posibilidad  por  su  justo  juicio, 

45  por  sus  pecados  y  porque  celebraban  mal  sus  santísimas 
fiestas. 

— ¡Oh  qué  recio  juicio,  Señor,  no  querer  recebir  de  vues- 
tros cristianos  las  honras  y  regocijos  que  tal  día  como 
mañana  se  os  dan,  y  habéis  hecho  que  la  alegría  se  torne 

'¡SO  en  tristeza  y  los  cantares  en  lágrimas!  ¿Por  qué,  Señor  ben- 
ditísimo, habéis  echado  de  vuestro  acatamiento  vuestra  san- 
ta festividad,  instituida  por  el  Espíritu  Santo  y  galardona- 
da con  muchas  indulgencias  concedidas  por  el  santo  Concilio 
a  los  que  os  honrasen  en  ellas? 

555  — Engañados  estáis — nos  responderá  el  Señor — yo  no 
desecho  mis  fiestas,  no  destruyo  mis  obras,  antes  las  con- 
servo y  las  perfecciono;  y  riego  lo  que  he  plantado  y  man- 
tengo lo  que  he  criado;  y  si  las  manos  de  los  hombres  no 
deshiciesen  y  tornasen  al  revés  mis  obras,  que  de  sí  son 

660  hermosas  y  buenas,  ni  tendría  yo  por  qué  castigar  ni  vos- 
otros por  qué  llorar,  y  mis  fiestas  serían  durables,  y  vuestros 
sucesos,  bienaventurados.  Mas  decidme,  ¿por  qué  llamáis 
fiesta  mía  al  día  que,  no  teniendo  cuenta  con  mi  conten- 
tamiento, lo  empleáis  vosotros  en  comer  más,  en  vestir  más 

665  y  en  ser  más  derramados  y  más  deshonestos?  En  Esaías 
tengo  dicho  que  no  recibo  yo  por  ayuno  mío,  ni  agradable 
a  mí,  aunque  ande  uno  afligido  con  hambre,  y  tan  grande 
hambre,  que  de  flaqueza  no  pueda  tener  su  cabeza  enhies- 
ta, sin  que  se  le  acorve,  y  aunque  ande  vestido  de  cilicio  y 

670  se  eche  en  ceniza,  si  con  hacer  estas  cosas,  que  de  sí  son 
buenas,  en  el  día  de  tal  ayuno  usa  de  crueldad  con  sus  pró- 
jimos y  le  falta  misericordia  con  ellos.  Y  desechando  yo 
estas  tales  fiestas,  y  no  tenerlas  por  mías,  ¿recebiré  por 


1631   Ier.  7,  ia. 

1654  C.  1,  de  reliquias  ct  ven.  sanct.,  III,  16,  in  Clem. 
1672   Cf.  Is.  58,  5-7- 


564 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


fiesta  mía  el  día  en  que  estáis  muy  hartos,  y  traéis  con  li- 
1675  viandad  las  cabezas  muy  levantadas,  y  en  lugar  del  cilicio  y 
de  la  ceniza  traéis  preciosos  vestidos,  hechos  con  toda  la 
curiosidad  que  han  podido  inventar  las  personas  vanas,  que 
carecen  de  mi  temor  y  tienen  cuenta  con  el  contentamiento 
del  mundo? 

1680  Cuando  ayunasteis,  para  vosotros  ayunasteis;  y  cuando 
comlstes,  para  vosotros  comistes,  y  no  para  mí,  dice  el 
Señor.  Y  eso  mismo  nos  dirá  ahora  si  le  preguntáremos  por 
qué  ha  desechado  sus  fiestas.  "Para  vosotros  baflastes  y 
cantastes,  comistes  y  bebistes  y  os  ataviastes  y  holgastes, 

1685  que  no  para  mí".  Tiene  el  Señor  mucha  razón.  Desengáñen- 
se todos;  sepan  que,  sin  puridad  de  conciencia,  sin  reve- 
rencia al  Señor,  sin  honestidad  de  dentro  y  de  fuera,  nin- 
guna música,  ningún  regocijo  ni  honra  agrada  a  sus  ojos, 
antes  le  da  en  rostro,  y  dice:  "No  recebiré  el  olor  de  vues- 

1690  ros  sacrificios;  quítame  allá  la  concordancia  de  música,  que 
no  quiero  oír  los  cantares  de  vuestra  vihuela".  Dios  espíritu 
es,  y  aunque  tomó  cuerpo,  así  como  lo  principal  de  El  es 
su  divinidad,  la  cual  es  espíritu,  así  el  principal  servicio 
que  pide,  en  espíritu  ha  de  ser,  porque  tales  adoradores 

1695  quiere,  como  dice  en  el  Evangelio,  que  le  adoren  en  espíritu 
y  en  verdad.  Mas  no  en  espíritu  sólo,  porque  Dios  [-Hom- 
bre] no  tiene  espíritu  sólo.  Juntemos  el  servicio  eorporal  de 
fuera  con  el  espiritual  de  dentro,  y  habremos  cumplido  con 
lo  que  nos  pide,  y  será  bueno  lo  uno  y  lo  otro;  y  entonces 

1700  le  ofreceremos  servicio  conforme  a  El,  y  le  agradarán  nues- 
tras festividades,  y  las  llamará  suyas,  y  las  tendrá  por  ta- 
les, y  nos  defenderá  de  nuestros  enemigos,  para  que  alegres 
con  la  paz  y  señorío  cristiano,  celebremos  hasta  el  fin  del 
mundo  sus  santas  festividades,  y  estaremos  sin  temor  de 

1705  que  venga  sobre  nos  el  recio  castigo  de  quitarnos  el  Señor 
la  fe  de  este  divino  Sacramento  o  sus  fiestas,  como  lo  ha 
hecho  en  otras  partes,  según  hemos  dicho. 

Santifícaos  para  ir  Suene,  pues,  en  nuestras  orejas  una 
mañana  con  El  por    y  muchas  veces,  y  suene  más  en  nues- 

1710  las  calles  tros  corazones,  esta  palabra  divina, 

dicha  por  boca  de  Josué:  Santifícaos, 
que  el  Señor  hará  mañana  maravillas  entre  vosotros.  Des- 
calcemos nuestros  zapatos — que  son  el  humano  sentido  y 
afecciones  de  carne  y  de  tierra — ,  porque  el  Señor,  en  cuya 

1715  compañía  vamos,  y  la  tierra  por  donde  pasa,  santo  es;  y  para 
tratar  con  El  no  basta  menos  que  sentido  de  fe,  que  es  sobre- 
humano, y  limpieza  de  ánima,  purificada  de  las  afecciones 
mundanas  con  amor  celestial. 


t68i  Cf.  Zach.  5-6. 
1696    lo.  4,  24. 


1712    los.  3;  5. 
1715    Gf.  Ex.  3,  5. 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


5(55 


Y  si  para  oír  en  el  aire,  en  el  monte  Sinaí,  voces  for- 
1720  madas  por  ministerio  de  ángeles,  manda  Dios  que  se  santi- 
fique el  pueblo  un  día  y  otro,  y  laven  sus  vestiduras,  y  estén 
aparejados  para  el  día  tercero,  mucha  más  razón  es  que  nos- 
otros para  ir  con  el  Señor  en  su  procesión  nos  santifiquemos 
cuatro  días  antes;  que  quiere  decir  que  estemos  limpios  de 

1725  obras  de  carne,  aunque  sea  entre  casados.  Porque  si  para 
tratar  con  el  Señor  en  la  oración,  que  es  trato  más  de  lejos, 
aconseja  San  Pablo  que  no  se  junten  los  casados  en  uno,  por- 
que el  lodo  y  la  bajeza  de  la  carne  no  impida  la  elevación 
del  ánima  que  se  requiere  para  orar  al  Señor,  ¿cuánto  más 

1730  será  cosa  conveniente  esta  limpieza  para  acompañar  y  tratar 
a  este  limpísimo  Señor  y  amador  de  la  limpieza? 

A  aquéllos  fué  mandado  que  lavasen  sus  vestiduras;  la- 
vemos nosotros  las  manchas  de  nuestras  ánimas  con  amar- 
gas lágrimas  de  contrición,  por  humilde  y  verdadera  confe- 

1735  sión  y  condigna  satisfacción,  entendiendo  en  esto  y  en  otras 
buenas  obras  los  cuatro  días  que  hay  desde  el  domingo  pa- 
sado hasta  el  fin  de  hoy,  como  el  santo  Concilio  nos  lo  amo- 
nesta, para  que  así  aparejados,  purificados  y  ataviados,  ocu- 
rramos, no  a  ángel  que  nos  ha  de  hablar,  sino  al  Señor  de 

1740   los  ángeles,  que  nos  ha  de  llevar  en  su  compañía. 

Y  si  para  ver  las  maravillas  de  Dios  en  el  río  Jordán 
mandó  Dios  que  se  santificase  su  pueblo,  por  lo  cual  se  en- 
tiende la  limpieza  de  carne,  la  elevación  del  ánima  en  Dios, 
el  orar  y  velar  aquella  noche  para  dignamente  ver  el  paso 

1745  del  arca,  que  hizo  secar  el  rio  Jordán,  ¿  con  cuánta  más  razón 
debemos  nosotros  hacer  esto  para  ver  mañana  en  la  proce- 
sión [a]  este  Señor  que  con  su  tránsito,  que  fuá  su  muerte, 
secó  el  torrente  de  nuestros  pecados  e  hizo  que  nuestros  co- 
razones, que  de  sí  mesmos  van  hacia  abajo  como  agua  de 

1750  río,  se  tornen  hacia  atrás  y,  despreciando  lo  del  suelo,  amen 
a  Dios  y  busquen  los  bienes  eternos? 

Esta  noche  santa  es,  no  es  de  dormir,  o  [es]  de  poco  dor- 
mir, mas  de  oraciones  devotas,  estando  deseando  la  venida 
de  la  mañana  para  gozar  de  la  buena  vista  de  aqueste  Señor 

1755   que  quiere  pasear  nuestras  calles. 

Mas  habéis  de  estar  avisados — que  va  mucho  en  ello— 
que,  aunque  os  parezca  que  habéis  hecho  lo  que  según  vues- 
tra flaqueza  sois  obligados  para  os  aparejar  a  ir  en  la  pro- 
cesión y  compañía  de  este  Señor,  no  por  eso  os  ensoberbez- 

1760  cáis  y  vais  con  poca  reverencia  en  la  procesión.  Porque  aun- 
que los  que  pasaron  el  rio  Jordán  iban  santificados,  como 
Dios  lo  mandó,  mas  no  por  eso  les  fué  dada  licencia  para 


1722   Cf.  Ex.  19,  10-11. 
1727   Cf.  1  Cor.  7,  5. 

1740  C.  1,  de  reüquiis  el  ven.  sanci.,  III,  16,  in  Clem. 


566  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  fuesen  cerca  del  arca,  sino  lejos;  y  no  como  quiera,  pues 
mandó  Dios  que  su  arca  fuese  delante  y  el  pueblo  la  siguiese 

1765  sin  llegar  a  ella,  por  espacio  de  dos  mil  cobdos  enteros.  En 
lo  cual  veréis  la  grandísima  dignación  de  Dios  con  su  pueblo 
cristiano,  que,  mandando  que  los  de  aquel  pueblo  pasado 
fuesen  tan  lejos  del  arca,  como  os  he  dicho,  nos  da  licencia 
a  nosotros,  que  vamos  en  una  calle  juntos  con  El,  y  algunos 

1770   tan  cerca,  que  no  hay  entre  ellos  cinco  pasos  enteros. 

¿Qué  novedad  es  ésta,  Señor?  Allí:  "Apartaos  de  mi 
arca  tan  lejos".  Aquí:  "Allegaos  a  mí,  y  muy  cerca".  Cier- 
tamente, es  hacernos  mayores  mercedes,  y,  por  consiguien- 
te, obligarnos  a  mayores  servicios;  y  advertirnos  que  no  es 

1775  razón  que,  por  ser  el  Señor  más  humilde  con  nosotros  sus 
siervos,  le  tengamos  nosotros  en  menos  a  El;  y  que  su 
inefable  llaneza  de  conversación  no  cause  en  nosotros  des- 
precio, sino  mayor  reverencia.  Hermanos,  santificad  a  Cris- 
to, dice  San  Pedro;  y  esto  sea,  dice  Esaías,  según  hemos 

1780  dicho,  temiendo  y  temblando  de  tu  grande  indignidad,  para 
ir  con  un  Señor  del  cual  tiemblan  los  poderes  del  cielo,  y  las 
estrellas  no  son  limpias  en  su  acatamiento  divino. 

¿Qué  harás,  cristiano,  mañana  en  la  presencia  de  tan 
alto  Señor?  ¿Cómo  has  de  cumplir  con  su  benignidad,  que 

1785  te  convida  a  ir  cerca  de  El,  y  con  tu  amor,  que  lo  desea? 
¿Y  cómo  cumplirás  con  la  reverencia  que  se  le  debe,  que 
justamiente  te  obliga  a  ir  lejos  de  El? 

Sentimientos  de  En  grande  aprieto  estuvo  San  Pedro 
compunción    en     cuando  se  vió  en  una  nao  con  el  Señor, 

1790  la  procesión  Por  haberle  visto  hacer  el  milagro  de 
que,  echando  la  red  en  la  palabra  de 
Dios,  se  pescaron  muchos  peces  donde  no  los  había  prime- 
ro, y,  teniéndose  por  indigno  de  estar  en  la  compañía  de 
El,  dijo  con  profunda  humildad:  Señor,  apártate  de  mí,  que 

1795  soy  hombre  pecador.  Siente  tú  lo  mismo  mañana;  espánta- 
te y  di:  "Señor,  ¡que  vamos  juntos  vuestra  alteza  infinita  y 
el  abismo  de  mi  poquedad!  Señor,  ¿qué  merced  no  merecida 
ni  vista  es  aquésta?  Yo  os  confieso  que  no  sólo  merezco 
estar  lejos  de  vos  los  dos  mil  codos  que  antes  mandábades, 

1800  más  dos  mil  leguas  y  doscientas  mil;  porque  vuestro  lugar 
es  el  cielo,  por  ser  vuestro  por  muy  justos  títulos,  y  el  mío 
es  el  infierno,  que  yo  justamente  merezco  por  mis  pecados. 
¿Quién  juntó  en  uno  tanta  alteza  con  tanta  bajeza,  al 
Criador  con  la  criatura,  luz  con  tinieblas,  verdad  con  men- 

1805  tira  y,  finalmente,  una  bondad  infinita  con  un  abismo  de 
nada  y  de  maldad?"  Abaja,  hermano,  tus  ojos,  y  di:  "Se- 


1765  Tos.  3,  4. 

1779  Cf.  1  Petr.  3,  15. 

1780  Cf.  Is.  8,  13. 


1782  Cf.  Iob  25,  5. 
1795    Le-  5.  8- 


36.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


567 


ñor,  sed  manso  conmigo,  dadme  gracia  para  que  sepa  co- 
nocer y  agradecer  esta  merced,  no  atribuyéndola  a  mí,  sino 
a  vos,  cuya  es  la  gloria". 

1810  Después  de  te  haber  humillado  y  abajado  tus  ojos  con 
el  publicano  arrepentido,  toma  confianza  cristiana  para  los 
alzar  al  Señor,  y  dile  con  muy  firme  fe:  "Yo  creo,  Señor, 
que  tú  eres  Cristo,  Hijo  de  Dios  vivo",  como  dijo  San  Pedro, 
y  dile  con  todas  tus  entrañas:  "Gracias  te  hago,  Señor, 

1815  porque  derramaste  tu  sangre  y  perdiste  tu  vida  por  mí. 
También,  Señor,  te  bendigo,  y  particularmente  te  agra- 
dezco, que  por  tu  gran  caridad  te  quisiste  quedar  con  nos- 
otros en 'manjar  para  vida,  y  en  defensa  de  nuestros  peli- 
gros, y  en  remedio  cumplido  de  todas  nuestras  necesidades. 

1820  Danos  a  todos  gracia,  Señor,  que  correspondamos  con  los 
servicios  debidos  a  tan  grandes  mercedes.  Da  lumbre  de  fe 
a  los  infieles  para  que  conozcan  a  ti,  Criador  y  Bienhechor 
suyo.  Enciende  tu  amor  en  nosotros;  haznos  de  un  ánima 
y  de  un  corazón;  haznos  humildes;  danos  tu  paz  y  destierra 

1825  de  nos  todo  pecado,  y  haz  que  todos  te  sirvan  y  ninguno 
te  ofenda,  y  recibe  en  tu  amparo  y  servicio  mi  cuerpo  y  mi 
ánima  y  todas  mis  cosas,  que  a  tu  grande  bondad  encomien- 
do y  ofrezco  en  perpetuo  sacrificio,  para  que,  desde  ahora 
para  siempre  jamás,  se  haga  en  mí  y  en  ellas  tu  santo  con- 

1830    tentamiento,  para  perpetua  honra  de  tu  majestad  infinita". 

Y  dicho  esto,  torna  a  abajar  tus  ojos  con  humildad  y 
dile:  "Señor,  el  patriarca  Abraham  se  hallaba  indigno  de 
hablar  con  un  ángel  y  se  tenía  por  polvo  y  ceniza  en  su  aca- 
tamiento. El  santo  Moisés  abajaba  su  faz  y  no  osaba  mirar 

1835  hacia  la  zarza,  en  la  cual  estaba  un  ángel  que  representaba 
al  Señor.  Yo  soy  más  indigno  que  aquéllos;  vos  sois  cria- 
dor y  Señor  de  los  ángeles,  ¿cómo  me  atrevo  a  hablar  con 
vos  y  a  miraros,  no  mereciendo  que  la  tierra  me  sufra? 
Suplicóos,  Señor,  que  vos,  que  sois  autor  de  esta  merced, 

1840  me  enseñéis  cómo  tengo  de  usar  de  ella,  y  que  tembléis  mi 
corazón  y  más  ojos,  para  que  ni  el  amor  me  haga  atrevido 
ni  mi  indignidad  pusilánime". 

Y  acuérdate,  cristiano,  que  las  aguas  del  mar  Bermejo 
dice  David  que  miraron  al  Señor:  Miráronlo,  y  temiéronle, 

1845  y  fueron  conturbados  sus  abismos;  y  procura  tú  que,  si  las 
aguas  insensibles  del  mar  Bermejo,  por  el  respeto  que  tu- 
vieron a  Dios  como  a  su  criador,  se  atemorizaron  en  su  modo 
y  lo  más  profundo  de  ellas  se  movió  en  su  lugar,  y  hizo 
camino  enjuto  y  sólido  para  que  el  pueblo  de  Dios  pasase, 

1850  obedeciendo  en  esto  a  la  voluntad  del  Señor,  tú  que  eres 
hombre  y  cristiano,  mirando  al  Señor,  no  sufras  que  tu  co- 

i8n   Cf.  Ivc.  iá,  13.  1833   Gen.  iS,  27. 

1813   Mt.  16,  16.  1835   Cf.  Ex.  3,  6. 

1824    Act.  4,  32.  1845   Cf.  Ps.  76,  17. 


568  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


razón  se  quede  en  su  propio  lugar,  mas  que  hasta  lo  más 
dentro  de  él  penetre  la  saeta  del  amor  y  temor  de  aqueste 
Señor,  al  cual  con  tus  ojos  miras,  para  que  de  ahí  nazca 

1855  morir  al  que  eras  y  te  mudes  en  otro  varón  que  viva  a  la 
voluntad  de  Cristo. 

Y  particularmente  te  encomiendo  que,  si  desde  que  te 
confesaste  acá,  por  tu  gran  desdicha  has  cometido  algún 
pecado  mortal  y  no  te  has  arrepentido  de  él,  que  el  mirar  al 

1860  Señor  te  mueva  tan  de  verdad  tu  corazón,  que  entrañable- 
mente te  pese  de  haberle  ofendido.  Y  si,  por  tu  mayor  des- 
dicha, te  sientes  tan  aficionado  al  pecado,  que  aun  mirando 
a  la  hermosura  del  Señor  le  tengas  en  menos  y  al  pecado  en 
más,  suplícale  te  añada  fuerza  para  que,  hollando  al  pecado, 

1865  mires  al  Señor  con  ojos  amigables,  leales  y  agradables  a  El. 
Porque  aunque  la  santa  Iglesia  católica,  regida  por  el  Espí- 
ritu Santo,  relajando  el  rigor  que  en  el  principio  de  ella  se 
tuvo — porque  convenía  entonces  así,  mandando  que  no  fue- 
sen admitidos  a  la  vista  de  este  Señor  los  que  estaban  en 

1870  pecado  mortal  e  indispuestos  para  lo  recebir,  considerando 
la  flaqueza  de  sus  hijos  en  estos  tiempos  ser  tanta,  que,  si 
no  los  admitían  a  ver  al  Señor,  del  todo  se  extrañaran  y  de- 
jaran de  ir  a  la  iglesia;  y  que  el  hincar  las  rodillas  para 
adorar  al  Señor,  con  herir  los  pechos,  y  el  favor  que  da  la 

1875  compañía  de  los  buenos  cristianos  que  en  el  templo  están, 
por  cuya  oración  acostumbra  el  Señor  a  hacer  merced  de 
convertir  a  los  pecadores,  relajó  aquel  rigor,  que  entonces 
convenía  tenerse  y  ahora  no,  por  la  diversidad  de  los  tiempos, 
y  dió  licencia  para  que  todo  hombre  que  tuviere  fe  y  bap- 

1880  tismo  y  no  estuviere  excomulgado  pueda  ver  y  adorar  al 
Señor;  mas  por  esto  no  penséis  vos  que  habéis  de  tener  poca 
vergüenza  y  mirar  al  Señor  estando  en  pecado  mortal,  ado- 
rándolo a  El  con  el  cuerpo  e  hincando  las  rodillas  del  ánima 
al  demonio  y  al  pecado  en  que  estáis.  Por  tanto,  para  que 

1885  la  vista  del  Señor,  dondequiera  que  sea,  os  entre  en  prove- 
cho y  sea  a  Dios  agradable,  procurad  vos  de  arrepentiros  de 
vuestro  pecado,  y  pedille  para  ello  gracia,  según  está  dicho. 
Pues  que  si  el  justo  en  principio  de  su  oración  es  acusador 
de  sí  mismo,  con  más  razón  lo  debe  ser  el  que  ha  cometido 

1890   pecado  mortal  y  quiere  mirar  al  Señor. 

Ceba  tus  ojos  en  la  No  es,  hermano,  pequeña  merced,  ni 
hermosura  del  Se-  se  debe  tratar  como  quiera,  el  ir  en 
ñor  sacramentado  compañía  de  este  Señor,  gozando  de 
la  hermosura  de  su  vista  y  hablando 
1895  familiarmente.  No  es  bastante  para  estimar  esto  tu  espíritu 
humano,  por  enseñado  que  sea.  Pide  lumbre  del  cielo;  y  si 


1855    1  Reg.  10,  6. 
1889   Cf.  Prov.  18,  17. 


30.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


569 


te  fuere  concedida,  conocerás  algún  rastro  de  la  hermosura 
que  el  Señor  lleva  mañana  en  la  procesión,  y  la  diligencia 
con  que  le  debes  servir,  y  el  fruto  que  debes  sacar  de  la  vista. 

1900  Y  no  digo  esto  por  la  hermosura  del  cuerpo  de  nuestro 
Señor,  de  la  cual,  por  ir  escondida,  no  podemos  aquí  gozar; 
mas  hablo  de  la  espiritual  hermosura,  que  es  más  excelente 
que  la  corporal,  y  es  lo  mismo  que  la  bondad;  y  ésta  podé- 
mosla conocer,  aunque  no  con  los  ojos  del  cuerpo,  con  el 
i    1905    entendimiento  alumbrado  por  fe. 

Hermosísimo  apareció  Jesucristo  cuando  nació  en  el  por- 
tal de  Belén  de  su  sacratísima  Madre,  y  estuvo  en  los  brazos 
de  ella,  y  fué  reclinado  en  el  santo  pesebre;  porque  como 
el  hacerse  Dios  hombre  sea  la  mejor  obra  que  se  ha  hecho 

1910  ni  se  hará,  si  lo  bueno  es  hermoso,  según  hemos  dicho,  nin- 
guna hermosura  hay  que  iguale  a  la  de  Dios  humanado,  por- 
que ninguna  obra  hay  que  iguale  a  ésta  en  bondad  y  en 
amor.  Y  porque  hermosura  tan  admirable  como  ésta  no  que- 
dase sin  ser  conocida  y  amada,  luego  en  naciendo  el  Señor, 
|  1915  mandó  Dios  que  los  pastores  de  cerca  y  los  Reyes  Magos 
de  lejos  le  viniesen  a  ver  y  a  adorar;  y  no  sólo  a  ellos,  pero 
también  a  los  ángeles  y  todos  lo  hicieron  así,  y  se  le  ofre- 
cieron  por  suyos.  Y  no  sólo  el  Señor  fué  hermoso  en  su  na- 
cimiento; fuélo  también  en  su  niñez,  fuélo  siendo  de  mayor 

1920  edad,  sanando  enfermos,  haciendo  milagros  y  obras  tan  ilus- 
tres y  llenas  de  admiración,  que,  como  dice  San  Atanasio, 
"escureció  la  fama  de  todos  los  hombres  que  tenían  fama  en 
el  mundo  y  los  que  después  la  tendrán" ;  y  por  sentencia  del 
Espíritu  Santo  fué  dicho  de  El:  Todas  las  cosas  hizo  bien; 

1925  y  a  los  sordos  hizo  oír,  y  a  los  mudos  hablar;  y  ningún 
hombre  habló  en  el  mundo  como  éste  hdbló.  Y  no  sólo  fué 
bueno  y  hermoso  en  el  hablar  y  obrar,  mas  en  el  padecer 
muerte  y  pasión  por  amor  de  los  hombres,  manifestando  su 
grandísimo  amor  y,  por  consiguiente,  su  gran  hermosura. 
i  1930  Mas  no  piense  nadie  que,  porque  cumplió  en  esta  vida 
las  obras  que  el  Padre  la  había  mandado  hacer,  y  después 
de  muerto  y  resucitado  se  subió  al  cielo  y  está  asentado  a 
la  diestra  de  Dios,  que  por  eso  cesó  de  hacer  obras  que 
manifiesten  su  hermosura.  Y  por  nueva  y  admirable  ma- 

1935  ñera  conoció  por  su  sabiduría  aqueste  Señor  que  aquellas 
obras  magníficas  suyas,  que  en  vida  mortal  hizo  por  amor 
de  los  hombres,  muy  dignas  por  cierto  de  que  siempre  es- 
tuviesen presentes  a  nuestra  memoria  y  obrasen  en  nues- 
tros corazones  agradecimiento  y  amor,  las  habíamos  de  ol- 

1940    vidar  por  nuestra  flaqueza  y  por  haber  muchos  días  que 

1923   Cf.  San  Atanasio,  Orat.  de  incarn.  Véflft,  15  ;  38  ;  54  :  MG 
25,  123.  162  s.  191. 

1925  Me.  7,  37. 

1926  lo.  7,  46. 


570  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ellas  pasaron;  y  por  eso,  aunque  llenas  de  hermosura,  ni 
eran  amadas  ni  obraban  en  nuestros  corazones  lo  que  era 
razón.  Y  para  resucitar  la  memoria  de  aquéllas  y  darles 
su  fuerza,  acordó  el  benigno  Señor  de  hacer  otra  obra  llena 

1945  de  amor  y  particular  hermosura,  que  fué  quedarse  con  nos- 
otros en  este  Santísimo  Sacramento,  para  que,  viéndole 
presente  con  los  ojos  de  fe,  movidos  con  la  hermosura  de  tal 
obra  presente  y  con  la  memoria  de  las  pasadas,  se  encen- 
diese nuestro  corazón  en  su  amor,  que  es  lo  que  de  nosotros 

1950  pide,  no  porque  le  venga  a  El  provecho,  mas  porque  es  ne- 
cesario que  nosotros  le  amemos,  si  le  hemos  de  poseer  y  go- 
zar en  el  cielo. 

Bastantes  obras  eran  aquéstas,  por  cierto,  para  nos  afi- 
cionar a  El  y  servirle  y  dar  por  El  nuestra  vida.  Mas,  cono- 

1955  ciendo  El  nuestra  flaqueza  y  pesadumbre  para  le  amar,  acor- 
dó de  añadir  bien  sobre  bien,  hermosura  sobre  hermosura. 
Y  porque  ya  que  El  esté  en  el  Sacramento  y  en  su  iglesia, 
donde  le  podemos  ver  y  gozar  de  su  hermosura;  porque  al- 
gunos no  van  a  la  iglesia  o,  si  van,  la  poca  capacidad  de  ella 

1960  te  estorba  de  ver  al  Señor  cuando  lo  alzan,  o,  si  lo  ves,  por 
ventura  parece  poco  el  tiempo  en  que  es  alzado  para  ser 
visto  del  pueblo,  y  no  hartas  tu  vista  en  El,  como  deseas, 
por  estas  causas  y  otras,  que  todas  paran  en  nuestro  pro- 
vecho, sale  el  Señor  mañana  de  la  estrechura  de  la  iglesia 

1965  a  la  anchura  de  nuestras  calles  a  vistas  públicas,  y  va  en 
unas  andas  públicamente,  para  que  todos  le  puedan  ver 
sin  impedimento  y  despacio,  cuatro  o  cinco  horas  enteras, 
y  se  acuerden  de  lo  que  ha  hecho  y  ahora  hace  por  amor  de 
los  hombres,  y  tanto  más  se  aficionen  a  El,  y  con  amor  más 

1970  entrañable  y  fundado,  cuanto  la  vista  de  El  fuere  más  des- 
pacio y  más  larga. 

Es  esta  obra  y  merced  tan  digna  de  admiración  y  tan 
digna  de  ser  vista  de  todos,  que,  ansí  como  siendo  nacido 
este  Señor  en  Belén,  mandó  su  Padre  Eterno  a  hombres  y 

1975  a  ángeles  que  'le  fuesen  a  mirar,  adorar  y  servir,  asi  tam- 
bién en  la  fiesta  de  mañana  lo  manda,  diciendo:  Salid,  hijas 
de  Sión,  y  mirad  al  Rey  pacífico  con  la  guirnalda  que  le 
•puso  su  Madre  en  el  día  de  su  desposorio  y  de  la  alegría 
de  su  corazón.  Así  fué  cumplido  entonces,  que  vieron  el 

1980  Verbo  divino  vestido  y  ataviado  con  la  guirnalda  de  su  hu- 
manidad, la  cual  le  puso  su  sacratísima  Madre  cuando  de 
su  purísima  sangre  le  concibió,  y  El  se  desposó  con  la 
Iglesia,  y  con  mucha  alegría  de  su  corazón,  por  ver  cerca 
el  remedio  de  los  hombres,  deseado  y  procurado  por  El  y 

1985   efectuado  con  la  medicina  de  su  sagrada  muerte  y  pasión. 

Alcemos  los  corazones  a  Dios,  pidámosle  su  lumbre;  y 


1975  Cf.  Le.  2,  8. 
1977    Of.  Cant.  ¡,  11. 


36.     VISPERA  DEL  CORPÜS 


571 


si  el  profeta  David  pide  al  Señor:  Espabila,  Señor,  mis  ojos, 
y  consideraré  cosas  maravillosas  de  tu  Ley,  mucha  más 
causa  tenemos  nosotros  para  confesar  nuestra  ignorancia, 

1990  y  pedir  lumbre  al  Señor  para  considerar  las  maravillas  de 
aqueste  divino  misterio.  En  el  cual,  y  en  el  misterio  de  la 
Santísima  Trinidad,  como  dice  San  Agustín,  nuestro  enten- 
dimiento alcanza  menos  y  nos  es  más  necesaria  la  fe. 

Las  hijas  de  Sión  manda  Dios  que  salgan  a  ver  al  Rey 

1995  pacífico,  humanado  y  nacido  en  Belén;  y  también  son  man- 
dadas que  salgan  a  verlo  mañana  por  las  calles  en  la  pro- 
cesión. Sión,  atalaya  quiere  decir;  y  sin  atalayar  a  Dios, 
viéndole  faz  a  faz  en  el  cielo,  o  sin  atalayarle  en  la  tierra 
por  fe,  ninguno  es  digno  de  le  mirar,  ni  tiene  que  ver  en 

2000  este  convite.  Mas  los  ángeles,  que  en  el  cielo  le  ven,  y  los 
hombres  fieles  que  hay  en  la  tierra,  salgan  mañana  a  ver 
la  hermosura  de  aqueste  Señor  y  glorificar  a  su  bondad  con 
alabanzas  y  encendido  amor.  Hermoso  era  Cristo  en  el  por- 
tal de  Belén  y  hermoso  es  ahora,  estando  por  presencia  real 

2005  en  la  iglesia.  Hermoso  en  los  brazos  de  su  santa  Madre, 
hermoso,  y  aún  más  hermoso,  en  las  manos  de  un  sacerdote, 
aunque  pecador;  porque  cuanto  El  muestra  mayor  bondad 
en  ponerse  en  manos  de  persona  más  indigna,  tanto  parece 
mejor  su  hermosura,  pues  hemos  dicho  que  lo  bueno  es  her- 

2010  moso.  Y  si  fué  hermosura  particular  estar  Dios  hecho  niño, 
reclinado  en  un  pesebre  y  vestido  de  pobres  pañales,  no  es, 
por  cierto,  menor  ir  mañana  en  las  andas,  consagrado  y 
abreviado,  con  pobres  vestiduras  de  accidentes  de  pan. 

Y  si  la  guirnalda  de  su  sacratísima  humanidad  que  le 
2015   dió  su  santísima  Madre — la  cual  El  no  tenía — fué  cosa  muy 

maravillosa,  también  lo  es  que  un  sacerdote,  aunque  peca- 
dor, con  las  palabras  de  la  consagración,  ya  que  no  dé  a 
Cristo  cuerpo  de  nuevo,  dale  que  esté  donde  primero  no  es- 
taba y  un  ser  sacramental  lleno  de  inefables  maravillas,  el 
2020    cual  no  tenía  antes  de  la  consagración. 

Y  si  el  día  de  su  santa  encarnación  fué  día  de  su  despo- 
sorio y  de  alegría  de  su  corazón,  sepamos  que  también  lo 
es  el  día  de  mañana,  en  el  cual  el  Señor  con  unas  ánimas  se 
desposará,  si  se  aparejaren  para  recebir  la  gracia  de  nuevo; 

2025  y  a  otras,  que  están  desposadas  con  El  por  estar  en  su 
gracia,  les  añadirá  más  gracia  para  que  el  desposorio  sea 
más  firme.  Y  porque  el  fin  de  su  encarnación,  y  de  su  vida, 
y  trabajos  y  muerte  es  el  bien  de  las  ánimas,  como  fué  día 
de  su  alegría  el  obrar  nuestra  redempción,  así  es  día  de  su 

2030  alegría  mañana,  en  el  cual  entra  en  nuestros  pechos,  y  sale 
por  esas  calles  a  poner  en  efecto  su  redempción,  buscando 


1988  Ps.  118,  18. 

1993  Of.  San  Agustín,  De  Trinüate,  1.  r,  c,  2  :  ML  42,  822;  cf. 
Senn\  232,  c.  7,  7  :  ML  38,  mi. 


572 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ovejas  perdidas  para  traerlas  a  su  rebaño,  guardando  y  con- 
fortando a  las  que  están  en  su  gracia  y  dando  a  unos  y  a 
otros  los  frutos  del  derramamiento  de  su  sacratísima  sangre. 

2035  Conoce,  cristiano,  este  día  alegre  de  tu  visitación,  por- 
que no  seas  condenado  con  la  ingrata  Jerusalén;  y  despabila 
tus  ojos  para  ver  mañana  a  este  Señor  benditísimo,  que  sale 
mañana  para  ser  visto,  y  manda  que  le  miren  todos.  Que 
pues  El  te  miró  con  ojos  de  amor  cuando,  antes  que  fueses 

2040  nacido,  puso  su  vida  por  ti,  y  El  te  crió  y  te  hizo  cristiano, 
y  te  ha  mirado  con  ojos  de  misericordia,  librándote  de  mu- 
chos males  y-  haciéndote  muchos  bienes,  unos  de  los  cuales 
tú  sabes — y  éstos  son  los  menos — y  otros  sabrás  cuando  es- 
tés en  el  cielo;  y  en  toda  tu  vida  este  Señor  ha  de  ¡tener 

2049  cuidado  amoroso  de  ti,  y  ha  puesto  sobre  ti  los  ojos  para 
que  no  te  le  pierdas  de  vista,  como  pastor  cuidadoso  con  oveja 
amada,  mírale  tú  mañana  a  El  con  mucho  agradecimiento  y 
amor;  busca  lugar  para  que  le  puedas  mirar  muy  despacio, 
y  ceba  tus  ojos  en  su  hermosura,  pues  El  te  da  licencia,  y 

2050  aun  te  manda  que  así  lo  hagas. 

Y  mira  no  te  dé  en  rostro  ni  te  canse  el  mirarlo.  Que  si 
San  Agustín  dice  de  sí  que  no  se  harta  de  considerar  el  alteza 
del  consejo  de  Dios,  con  que  dió  remedio  al  género  humano, 
no  te  fastidies  tú  de  con  los  ojos  del  cuerpo  y  del  ánima  mirar 

2055  este  admirable  modo  que  el  Señor  ordenó  para  enseñarnos 
este  amor  y  hacernos  mercedes,  con  el  cual,  estando  en  el 
cielo,  está  con  nosotros,  y  el  que  a  todo  el  mundo  universo 
tiene  en  su  mano,  es  llevado  en  aquel  relicario  con  grande 
admiración  de  los  ángeles,  que  por  ello  le  dan  muy  particu- 

2060   lares  loores. 

¡Si  te  supieras  apro-  Y  pues  esta  fiesta  se  hace  por  ti, 
vechar  de  la  pro-  aprovéchate  de  ella,  y  confúndete  de 
cesión!  llevar  corazón  tibio,  considerando 

cuán  regocijados  y  fervorosos  van 

2065  los  ángeles  con  el  Señor  en  la  procesión  y  cuán  más  amoroso 
va  contigo  el  mismo  Señor;  pues  te  ama  ahora  de  presente 
en  esta  procesión  con  aquel  amor  que  te  amó  cuando  anduvo 
la  otra  del  monte  Calvario.  Si  esto  entiendes,  si  estas  mer- 
cedes pasan  a  tu  corazón,  si  tienes  tu  corazón  herido  y  en- 

2070  clavado  con  los  clavos  que  enclavaron  los  pies  y  manos  de 
aqueste  Señor,  herido  con  la  lanza  que  hirió  su  sagrado 
costado,  pon  mañana  tus  ojos  en  El  con  blanda  y  amorosa 
vista,  y  tras  los  ojos  envíale  tu  corazón,  haciéndole  gracia 
de  él  y  suplicándole  te  lo  guarde  y  lo  tenga  en  compañía  del 

2075  suyo. 

Y  si  vas  delante  de  la  procesión,  vuelve  de  rato  en  rato 


2035  Of.  Le.  19,  44. 


30.     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


573 


tus  ojos  a  lo  mirar;  y  unas  veces  pídele  perdón  de  tus  pe- 
cados, otra  dile:  Mis  ojos  siempre  al  Señor,  porque  El  libra- 
rá del  lazo  mis  pies;  otra:  Como  los  ojos  de  la  esclava  mi- 

0  ran  a  las  manos  de  su  señora,  así  nuestros  ojos  al  Señor 
siempre  miren,  hasta  que  haya  de  nosotros  misericordia. 
Y  está  muy  atento  al  dulce  cantar  que  le  van  diciendo  en  la 
procesión:  Nobis  datus,  nobis  natus  —  ex  intacta  Virgine, 
que  quiere  decir  en  romance:  Este  Señor  nos  es  dado  y 

¡5  para  nosotros  nacido  de  la  sin  mancilla  Virgen  María.  Gó- 
zate con  tales  palabras  con  todo  corazón  y  con  todas  tus 
fuerzas,  pues  oyes  en  ellas  que  el  riquísimo,  inmenso  y  her- 
mosísimo Dios  hecho  hombre  nació  para  ti  y  es  dado  a  ti; 
cosa  por  la  cual  te  debes  tener  por  más  bienaventurado  y 
K>  rico  que  si  fueras  Señor  de  cuanto  Dios  ha  criado  en  el  cielo 
y  en  la  tierra. 

Dile  a  tu  ánima  que  considere  esto  y  que  cese  ya  de  andar 
fuera  de  sí,  mendigando  por  las  criaturas  unos  bienes  que 
en  la  Verdad  no  lo  son  y  le  hacen  olvidar  y  perder  este  que 

95  verdaderamente  lo  es.  Dite  a  ti  mismo:  "¿Yo  qué  más  quie- 
ro, sino  gozar  de  esta  procesión  que  me  hará  rico?  ¡Muy 
avariento  es  a  quien  Dios  no  le  basta!  Quiero  poner  mi  cui- 
dado en  aparejar  mi  ánima  con  penitencia,  con  reverencia, 
sacramentos,  y  con  ejercicio  de  buenas  obras,  para  alcan- 

00  zar  y  poseer  a  este  Señor  y  no  perder  por  mi  culpa  tan 
grande  dádiva  como  El  me  da  por  su  misericordia;  que 
aquesto  me  basta". 

¡Oh  qué  prudente  serás  si  esto  entendieres  y  de  ello  te 
supieres  aprovechar!  Ten,  hermano,  a  Jesucristo  por  tuyo; 

•05  usa  de  El  como  de  cosa  tuya;  y  para  tus  penas  y  para  tus 
gozos,  y  para  alcanzar  perdón,  y  para  hacer  buenas  obras, 
ninguna  necesidad  ternás  que  El  no  sea  bastante  para  la 
remediar.  Usa  de  El  como  de  Maestro  para  aprender  cómo 
has  de  vivir;  tenle  por  tu  verdadero  Rey  y  Señor,  y  obe- 

110  décele  como  a  tal;  séle  agradable  como  a  tu  Redemptor; 
arrímate  a  El  como  a  tu  verdadero  Amparo;  mírale  como 
a  Dechado  para  le  imitar;  tenle  por  tu  Abogado  delante 
del  Padre,  y  para  lo  que  pretendes,  piensa  que  tienes  Re- 
medio en  El. 

15  No  te  hartes  de  lo  mirar  con  entrañable  amor,  como  a 
cosa  tuya,  y  procura  de  honrarle,  con  que,  con  los  ojos  que 
le  has  mirado,  te  guardes  mucho  no  mires  las  vanidades,  ni 
cosa  que  no  convenga  mirar  agora,  en  secreto  [ni  público]. 
Que  ya  sabes  que  los  moros  que  iban  a  la  casa  de  Meca  y 

20  veían  el  zancarrón  de  Mahoma,  se  sacaban  los  ojos  por  no 
ver  con  ellos  otra  cosa  alguna,  habiendo  visto  aquella  mise- 
rable reliquia.  Sácatelos  tú,  no  como  aquéllos,  según  la  le- 


2079  Ps.  24,  15.  2081   Ps.  122,  2. 

2i>86    Rit.  Rom.  tit.  g,  c.  5,  hymn.  «Pange,  lingua». 


574  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tra,  mías  mortificándolos  para  que  no  vean  cosa  indecente, 
pues  han  visto  a  este  Señor,  fuente  de  toda  bondad  y  lim- 

2125  pieza.  Sabe  estimar  esta  vista,  y  con  tal  aparejo  mira  al 
Señor,  que  puedas  decir  con  verdad  lo  que  el  patriarca  Ja- 
cob dijo  cuando  luchó  con  el  ángel:  Vi  al  Señor  faz  a  faz 
y  fué  hecha  salva  mi  ánima.  Gózate  mucho  de  tan  dichosa 
suerte  como  te  cupo  por  la  misericordia  de  Dios,  de  que 

2130  fueses  cristiano  y  acompañases  mañana  a  este  Señor  en  la 
procesión;  y  duélate  entrañablemente  de  la  gente  que  no 
lo  cree,  y  de  la  que  lo  cree  y  no  lo  trata  con  debida  reveren- 
cia y  no  lo  recibe  con  la  debida  limpieza. 

Suplícale,  con  gemido  que  salga  de  lo  más  dentro  de  tus 

2135  entrañas,  que  te  perdone  a  ti  y  a  ellos  las  faltas  que  se 
han  cometido  en  el  tratamiento  y  veneración  de  la  divina 
Persona  que  en  el  Sacramento  está;  y  que  envíe  El  su  lum- 
bre y  su  gracia  con  que  los  infieles  lo  crean;  y  los  cristia- 
nos, con  particular  devoción,  con  entrañable  agradecimien- 

2140  to,  con  encendido  amor,  le  honremos  y  le  reverenciemos  y 
le  recibamos;  y  que  no  permita  El  que  aquello  que  con 
inefable  misericordia  nos  fué  dado  para  remedio  de  nuestros 
pecados,  se  nos  torne  en  mal  y  ocasión  de  hacer  más  pe- 
cados. 

2145  Y  si  de  esta  manera  fueres  mañana  en  la  procesión,  en- 
tenderás por  experiencia  que  la  salida  del  Señor  por  las  ca- 
lles no  es  humana  invención  ni  obra  ociosa,  como  tampoco 
lo  era  cuando  andaba  por  las  calles  y  plazas  de  Jerusalén; 
porque  vendrá  tu  ánima  mejorada,  como  quien  ha  estado 

2150  en  un  dulce  convite;  verná  más  confortada  en  la  fe  de 
aqueste  divino  misterio  y  más  inflamada  en  su  amor  con  las 
centellas  que  de  El  han  salido.  Y  sabrás  que  es  mejor  ir 
a  esta  procesión  y  a  las  congregaciones  públicas  de  la  Santa 
Iglesia,  qüe  quedarse  en  secreto,  con  título  de  mayor  reco- 

2155  gimiento. 

Sentirás  a  tu  ánima  con  aquestas  cosas  tan  adelante  en 
la  esperanza  de  tu  salvación,  que  tendrás  por  prenda  de 
ella  el  haber  mañana  sido  compañero  de  Jesucristo  nuestro 
Señor,  yendo  en  una  misma  calle  con  El.  Porque,  según  es 

2160  El  copioso  en  misericordia,  y  agradecido  a  los  servicios  que 
le  hacemos — y  más  son  intercedes  que  El  hace  a  nosotros — , 
que  en  pago  de  que  le  fuiste  a  acompañar  en  el  día  de  su 
alegre  fiesta,  en  la  cual  salió  de  su  casa  para  andar  por  las 
calles,  te  saque  El  de  tus  ruines  caminos  y  te  dé  gracia 

2165  para  andar  por  los  que  El  anduvo  de  sus  hermosas  virtu- 
des; y  que  para  el  día  de  tu  muerte  le  recibas  en  este  di- 
vino Sacramento,  y  como  quien  le  acompañó  en  la  tierra, 
te  haga  El  compañero  suyo  y  participante  de  su  reino,  dán- 
dote para  siempre  gloria.  ( 


2128   Gen.  32,  30. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


575 


37     Procesiones  de  pasión  y  procesión  de  alegría  * 
Víspera  del  Corpus 

(Valencia,  Bábfl.  Cal.  Patriarca,  Ms.  1048.  fif.  181  r  -  202  v; 
ed.  1506,  I,  pp.  45-04.) 

Pro  co  Quod  laboravit  ¿Mima  cius,  vidcbit  et  satu- 
rabitur.  Porque  trabajó  su  ánima  verá  y  será  harto 
ds.  53.  I"!)- 

Excelente  singulari-    Las  justísimas  razones  que  hubo 

>    dad  de  la  fiesta  del    para  que  esta  santa  festividad  del 
Corpus  Cuerpo  de  Jesucristo  nuestro  Señor 

fuese  instituida  y  celebrada  en  nues- 
tra Iglesia  cristiana,  en  reconocimiento  y  hacimiento  de 
gracias  de  esta  inefable  merced  que  el  amoroso  Señor  nos 

0  hizo  de  quererse  quedar  con  nosotros  acá  El  mismo  por  pre- 
sencia real  en  este  Santísimo  Sacramento,  notárnoslo  en 
otros  sermones.  Y  lo  que  hoy  nos  conviene  particularmente 
tratar  en  aqueste  presente,  es  de  una  excelente  singularidad 
que  esta  fiesta  tiene,  que  así  por  ser  ella  digna  de  mucha 

•5  consideración  como  por  no  haberla  en  ninguna  de  las  otras 
fiestas,  por  grandes  que  sean,  causa  mucha  admiración  y 
pone  deseo  de  saber  su  causa. 

Instituirse  día  de  aquesta  santa  fiesta,  y  que  sea  de  hol- 
gar y  que  se  rece  propio  oficio  de  ella,  y  que  tenga  octavas 

¡0  solemnes,  cosa  nueva  fué  en  la  Iglesia,  porque  de  nuevo  fué 
instituida  por  el  papa  Urbano  IV  y  confirmada  por  el  santo 
Concilio  de  Viena,  como  en  otro  sermón  hemos  dicho.  Mas 
si  miramos  que  también  hay  en  la  Iglesia  católica  otras  mu- 
chas fiestas,  así  del  Señor  como  de  sus  santos,  que  con  toda.» 

25  estas  dichas  solemnidades  son  celebradas,  no  parece  haber 
singularidad  ni  ventaja  de  ésta  a  las  otras,  pues  no  vemos 
en  qué  les  exceda. 

Verdad  es  que  quien  con  atención  mirare  el  resplandor 
de  aqueste  sacrosanto  misterio,  en  el  cual  la  persona  misma 

30  de  Jesucristo  nuestro  Señor  está  presente,  y  con  El  cele- 
bramos la  fiesta,  hallará  que  esta  fiesta  echa  de  sí  unas 
luces  y  pone  en  el  ánima  un  sentimiento,  que  aunque  en  el 

V  =  Valencia,  T  =  Ed.  ||  5  santa  om.  T  | 6  nuestro  -Señor  Jesucristo  T  \\ 
13  este  T 

18  esta  T  ||  19  oficio  propio  T  |¡  23  la]  santa  add.  T  ||  27  las  7" 

29  este  T  |  misma  Persona  T  ||  33  las  om.  T  ||  34  otras]  fiestas  íi<¡.i.  T  || 


*  El  índice  del  Ms.  de  Valencia  lo  titula  :  iDe  eodem  die»  ; 
el  sermón  anterior  era  «de  Sanctissimo  Sacramento». 

21  Urbano  IV,  Const.  tTransüurust  (1264)  :  Hull.  Rom.,  t.  3, 
pp.  705-708. 

22  C.  1,  de  reliquiis  et  ven.  sanct.,  III,  16,  tn  Clem.  ¡  cf.  ser- 
món 35,  pp.  507  ss. 


576 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


celebrar  con  solemnidad  haya  comunidad  entre  ella  y  laa 
otras,  mas  todavía  aparece  en  ésta  una  particular  excelen- 

35  cia,  una  majestad  no  común.  Y  quien  bien  quisiere  apare- 
jarse para  recebir  lo  que  en  ella  se  da,  sentirá  cuán  particu- 
lar cosa  es  fiesta  de  Corpus  Christi;  y  verá  cumplido  en  si 
lo  que  de  ella  está  escripto:  Aparejaste,  Señor,  en  tu  dul- 
cedumbre al  pobre.  Mas  aunque  esto  es  ansí,  y  muy  bastante 

40  para  estimar  esta  santa  fiesta,  lo  que  en  ella  causa  singular 
maravilla  es  mandarnos  la  Iglesia  que  hagamos  mañana  una 
procesión  con  cuan  grande  solemnidad  alcanzaren  nuestras 
fuerzas,  y  saquemos  al  Señor  de  su  palacio  real  y  lo  llevemos 
por  nuestras  calles  con  suaves  cantares,  fiestas  y  gran  re- 

45  gocijo.  Esta  particularidad  tan  preciosa  no  se  hace  en  fiesta 
ninguna,  ni  del  Señor  ni  de  sus  santos,  aunque  sea  en  los 
alegres  días  de  su  nacimiento,  resurrección  y  ascensión,  en 
los  cuales  con  singular  gozo  y  justísima  causa  los  cielos  y 
ia  tierra  se  alegran. 

50  Y  si  esta  salida  del  Señor  fuera  a  visitar  y  comulgar  a 
algún  enfermo,  aunque  es  cosa  digna  de  grande  admiración 
y  que  pide  singular  agradecimiento  por  tan  amorosa  merced, 
mas  ni  es  nueva  en  la  Iglesia  ni  está  muy  oculta  su  causa; 
pues  es  cierto  que  aquella  caridad  que  le  hizo  salir  del  cielo 

55  a  Betlem  y  después  a  la  cruz  a  salvar  los  pecadores  y  medi- 
cinar sus  enfermedades,  aquella  misma  le  hace  salir  de  su 
casa  cuando  le  han  menester,  a  les  visitar  y  consolar,  para 
que  recibiéndolo  gocen  ellos  de  la  copiosa  redempción  que  El 
les  ganó,  y  El  reciba  contentamiento  viendo  que  su  muerte 

60  y  pasión  no  salen  en  balde  en  aquellos  a  quien  va  a  visitar. 
Mas  mañana  no  vamos  con  el  Señor  a  visitar  enfermos, 
sino  a  placeres  y  fiestas  con  El.  Cosa,  por  cierto,  Señor, 
para  vos,  muy  nueva,  iros  a  pasear  por  las  calles  y  con 
regucijos,  y  cuanto  más  nueva,  tanto  más  nos  hace  ad- 

65  mirar  y  con  grande  deseo  suplicaros  nos  digáis  el  porqué 
de  cosa  tan  nueva.  Mas  no  permita  vuestra  misericordia 
que  este  nuestro  deseo  nazca  de  aquella  curiosidad  que 
nace  a  los  hombres  del  natural  apetito  que  tienen  de  sa- 
ber lo  que  les  cumple  y  lo  que  no  les  cumple.  Ni  tampoco 

70  permitáis  que  nazca  de  infidelidad,  queriendo  saber  para 
creer.  No,  Señor,  no,  por  quien  vos  sois;  porque  no  nos 
comprehenda  lo  que  está  escripto:  Si  no  creyéredes,  no  en- 

38  de  ella  om.  T  |  escrito  T  ||  3»  así  T  ||  42  gran.  T  ||  45  hace]  cuenta  T  ||  49 
y']   con  add.  T 

'55  a3]  por  T  ||  62^63  para  vos,  Señor  T  ]\  64  regocijos  T  ||  71  Señor]  no, 
Señor  add.  T  ||  72  escrito  T  ||  74  Dios]  Vos  T 


39    Ps.  67,  II. 

S8    Cf.  Ps.  I2Q,  7. 

69  Cf.  Aristóteles,  Metaph.,  1.  1,  c.  2  ;  Santo  Tomás  de  Aqui- 
no,  Summa  contra  Gentes,  1.  3,  c.  25. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPL'S  577 

tenderéis.  Firmemente  creemos — .por  vuestro  don — que  lo 
que  vuestra  Iglesia  ha  ordenado  es  inspirado  por  Dios  y  muy 
75  conforme  a  vuestro  contentamiento  y  a  nuestro  provecho. 
Mas  deseamos  saber  la  intención  vuestra  en  esta  fiesta, 
para  mejor  acertar  a  la  celebrar  e  ir  con  vos  como  debe- 
mos en  la  santa  procesión  que  para  mañana  la  santa  Iglesia, 
inspirada  por  vos,  tiene  ordenada. 

80  La  procesión  del  Cor-  A  esta  pregunta,  provechosa  y 

pus,  recompensa  de  justa,  responden  las  palabras  de 

las  que  hizo  Cristo  en  nuestro  tema,  aunque  muchos  anos 

n  . -  antes  dichas  por  el  profeta  Isaías, 

su  pasión  y  en  romance  dicen  as¡.  porque 

85  el  ánima  del  Señor  pasó  trabajo, 

verá  y  será  harta.  Palabras  breves  y  sentencia  profunda, 
la  cual  declara  el  apóstol  San  Pablo  con  mucha  más  copia 
de  palabras,  que  son  como  glosa  de  aqueste  texto.  Dicen  así: 
Humillóse  el  Señor  Jesús  a  sí  mismo,  hecho  obediente  hasta 
90  la  muerte,  y  muerte  de  cruz;  por  lo  cual  el  Padre  lo  ensal- 
zó y  le  dió  nombre  sobre  todo  nombre,  para  que  al  nombre 
de  Jesús  toda  rudilla  se  incline,  así  de  los  celestiales  como 
de  los  terrenales  y  los  que  están  debajo  de  la  tierra,  y  toda 
lengua  confiese  que  el  Señor  Jesús  está  en  la  gloria  del  Padre. 
95  Justísimo  galardón,  por  cierto,  y  muy  clara  razón  que 
aquella  sobrepujante  e  inefable  bondad  de  Dios,  que  le  hace 
llegar  a  tanto  que  El  mismo  se  dé  en  galardón,  y  galardón 
eterno,  en  pago  de  un  jarro  de  agua  fría  dado  por  su  amor — y 
que  salga  de  corazón  limpio  y  que  esté  en  estado  de  gracia — ; 
LOO  no  es  justo  que  bondad  que  con  tal  galardón  galardona  una 
obra  pequeña  hecha  a  un  hombre  pequeño,  deje  de  galar- 
donar tan  grandes  servicios,  tan  excesivos  trabajos  de  Je- 
sucristo nuestro  Señor,  cuya  obediencia  y  amor  le  hicieron 
llegar  a  padecer  -na  muerte  en  la  cual  se  juntaron  tan  gra- 
tos ves  tormentos,  tan  calificadas  deshonras,  que  no  se  haya 
hallado  desde  el  principio  del  mundo,  ni  se  hallará  hasta  el 
fin  de  él,  haber  cosa  igual. 

Y  si  se  junta  con  esta  grandeza  del  servicio  la  grandeza 
e  valor  inmenso  de  la  persona  que  lo  padeció,  que  es  per- 
no sona  divina,  veremos  que  no  sólo  hay  justa  razón,  mas  que 
sobra  para  que  el  Padre  lo  ensalce  en  cuanto  hombre,  dán- 
dole nombre  sobre  todo  nombre,  dignidad  sobre  toda  dig- 
nidad, para  que  El  tenga  el  principado  sobre  todas  las  co- 

86  harto  T  |  y2  om.  T  ||  87  mucha  om.  T  \\  88  este  T  Dice  7'  |¡  92  rodilla 
T  ||  94  Jesús  om.  T 

97  tanto]  a  add.  T  |  da  T  ||  101  pequeña]  y  add.  T  ,  a  un]  por  T  ||  105 
tormentos]  con  add.  T 


86  Cf.  Is 
94   Of.  P 

.Avila  2 


578  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


sas,  y  haciéndole  Señor  de  todo  lo  criado,  mandó  que,  u  de 

115  gana  u  de  fuerza,  toda  criatura  en  el  cielo  y  en  la  tierra 
y  debajo  de  la  tierra  le  incline  la  rudilla,  en  reconocimiento 
de  supremo  señorío,  y  le  sea  dado  el  honroso  y  piadoso 
nombre  de  Salvador  del  mundo,  con  mucha  más  razón  que 
lo  dió  Faraón  al  casto  Josef ,  el  cuál  fué  figura  de  aqueste 

120  Señor,  no  sólo  en  la  singular  castidad,  mas  también  en  el 
ser  vendido  de  sus  hermanos  y  echado  en  cárcel  sin  culpa 
y  en  la  mucha  honra  que  después  recibió. 

Y  de  aquí  nace  que  los  pasos  de  la  sagrada  pasión,  que 
con  mucha  deshonra  Jesucristo  nuestro  Señor  padeció,  quie- 

125  re  el  celestial  Padre  que  en  la  santa  Iglesia  cristiana  sean 
honrados  y  solemnizados,  así  en  las  siete  horas  canónicas 
como  en  el  ara  y  altares  y  vestiduras  sacerdotales,  en  el 
santo  sacrificio  de  la  misa,  representando  todo  y  significan- 
do muy  en  particular  la  muerte  del  Señor  y  sus  circunstan- 

1S0  cías  de  ella.  Pues  el  Altísimo  Señor  quiso  que  en  todas  estas 
cosas  correspondamos  oon  honra  y  servicio  a  la  deshonra 
y  dolor  con  que  su  benditísimo  Hijo  lo  padeció,  ninguna 
razón  sufre  que,  siendo  honradas  las  cosas  menores  con 
colmo  de  honra,  queden  sin  correspondencia  las  cosas  ma- 
yores. 

135  Y  para  que  más  nos  acerquemos  a  nuestro  propósito, 
conviene  que  os  acordéis  que  en  tiempos  pasados  el  arca 
del  testamento  del  Señor  no  estuvo  queda  en  un  solo  lugar, 
mas  primero  fué  llevada  del  disierto  a  la  tierra  de  promisión 
y  colocada  en  Silo — que  fué  camino  asaz  largo — ;  después 

140  fué  llevada  a  la  guerra  y  captivada  de  los  filisteos,  en  cuya 
tierra  anduvo  de  ciudad  en  ciudad;  y  de  allí  fué  traída  a  Bet- 
sames,  y  de  allí  a  Cariatiarim,  y  después  a  Masfad,  y  des- 
pués a  Gálgala;  y  después  fué  llevada  otra  vez  a  la  guerra, 
y  también  estuvo  en  Nobé,  y  después  en  casa  de  Aminadab, 

145  y  de  allí  la  trujo  David  y  todo  Israel  a  casa  del  levita  Obe- 
dedón  y  después  la  pasó  David  a  su  alcázar,  donde  la  tuvo 
con  mucha  honra. 

— '¡Oh,  válame  Dios,  Señor!  ¿Para  qué  tantas  procesio- 
nes con  aquella  vuestra  arca,  que,  si  tuviera  sentido,  se 

150  cansara  y  quejara  de  tantas  mudanzas  largas  y  trabajosas? 
— No  fué  esto  sin  causa;  mas  para  que  sepáis  que  así  como 

109  e]  y  T  ||  113  sobre]  en  T  \{  114  mandando  7"  |  u]  o  T  |:|  115  u  de]  o 
por  T  ||  116  rodilla  T  \\  U»  este  T 
130  ella]   Y  add.  T 

138  desierto  T  ||  140  cautivada  7'  ||  142  Cariaturim   V  ||  152  aquella  T  || 


114  Col.  i,  18. 

118  Gen.  41,  45. 

130  Cf.  Concilio  de  Tremo,  sess.  22,  ce.  2,  5. 

139  Cf.  Num.  10. 

144  Cf.  1  Reg.  4,  1-7.  i- 

147  2  Reg.  6,  1-23. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


579 


aquel  arca  de  palo  y  dorada  fué  figura  de  la  sacra  huma- 
nidad de  Jesucristo  nuestro  Señor  en  muy  muchas  cosas, 
también  lo  fué  en  figurar  con  sus  muchas  procesiones  de  una 

155  parte  a  otra  las  muchas  y  muy  penosas  que  el  Señor  había 
de  pasar.  ¡Oh  Señor,  y  qué  bien  cumpliste  la  figura  del  arca 
en  ser  Arca  de  la  divinidad,  cuán  bien  la  cumpliste  en  andar 
tú  más  procesiones  que  ella,  y  con  mucho  dolor  y  deshonra 
tuya,  no  sintiendo  la  otra  arca  lo  uno  ni  lo  otro! 

160  Caminó  nuestra  Arca  en  el  día  del  Jueves  Santo  desde 
Betania  al  sacro  Cenáculo  de  Jerusalem,  dejando  allí  a  su 
sacratísima  Madre  muy  llena  de  penas,  como  lo  iba  El;  y 
anduvo  camino  de  dos  millas,  con  pasos  bastantes  para  can- 
sar a  su  delicadísimo  cuerpo,  mayormente  con  la  carga  de 

165  la  compasión  que  de  su  sagrada  Madre  llevaba.  Y  después 
de  esta  procesión  que  con  sus  discípulos  hizo,  se  siguió  otra, 
desde  el  dicho  Cenáculo  hasta  el  huerto  de  Getsemaní,  donde 
fué  preso;  que  hay  dos  mil  y  trescientos  y  treinta  y  ocho 
pasos,  que,  según  El  estaría  cansado  del  primero  camino, 

170  y  del  trabajo  del  lavar  los  pies  a  sus  discípulos,  y  de  la 
gran  tristeza  que  su  ánima  sintió,  no  se  pudieron  dejar  de 
andar  sin  grande  cansancio. 

Mas,  en  lugar  de  descanso,  es  el  Señor  preso,  y  con  muy 
mal  tratamiento  es  llevado  cuesta  arriba  hasta  casa  de  Anás, 

175  que  estaba  en  lo  alto  del  monte  de  Sión,  en  distancia  de  otros 
mil  y  tantos  pasos;  de  allí  anduvo  otros  cuarenta  y  ocho 
pasos  hasta  la  casa  de  Caifás,  en  la  cual  fué  muy  maltratado 
gran  parte  de  la  noche;  y  lo  demás  de  ella  estuvo  preso  y 
atado  a  una  coluna  en  una  estrechísima  cárcel.  Y  tras  haber 

180  estado  toda  la  noche  en  pie,  anduvo  por  la  mañana  otra  pro- 
cesión de  mil  y  trescientos  y  cincuenta  y  cuatro  pasos  que 
había  desde  casa  de  Caifás  hasta  la  casa  de  Pilato.  De  allí 
fué  llevado  a  casa  de  Herodes,  que  hay  ciento  y  veinte  pasos; 
y  después  los  tornó  a  andar,  siendo  traído  de  Herodes  a 

185  Pilato.  El  trabajo  de  todo  lo  cual  fué  tan  grande,  que,  si  no 
fuera  por  vía  de  milagro,  no  se  pudiera  tener  el  Señor  en  pie. 

Mas  si  cotejamos  el  trabajo  de  aquestas  procesiones  ya 
dichas  con  la  postrera  que  le  quedaba  de  andar,  de  casa  de 
Pilato  hasta  el  monte  Calvario,  para  allí  acabar  de  derramar 


156  Oh  Señor  -  cumpliste]  Cuán  bien  cumplistes  Señor  T  ||  157  cuán]  tan 
T  |  cumplistes  T  ||  158  tú  om.  T  ||  159  tuya  om.  T  |  lo  om.  T 

162  santísima  T  ||  163  dos  millas  T,  lac.  in  V  ]  con  pasos  om.  T  ||  166 
siguió]  la  add.  T  ||  168  2338  l<"  ||  16»  estaba  T  ||  172  sin]  con  T 

174  hasta]  la  add.  T  ||  176-177  cuarenta  y  ocho  pasos  T.  lac.  in  V  ||  179 
columna  T  ||  181  1754  V  |!  182  la  om.  T 

187  estas  T  ||  188  con]  el  de  add.  T  ||  189  derramar]  toda  add.  T  ||  190 


161  Mt  26,  17  ss.  ;  Me.  14,  12  ss. 
166   lo.  18,  I  ss. 


580 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


190  su  sangre  y  perder  la  vida  en  la  cruz  por  nosotros,  parecerá 
que,  aunque  las  pasadas  le  fuesen  muy  costosas,  en  compa- 
ración de  ésta  se  pueden  contar  por  livianas  .Aquélla,  Se- 
ñor, aquélla  fué  procesión  dolorosa,  según  que  vos  que  la 
pasastes,  muy  bien  sabéis;  en  la  cual,  sobre  el  cansancio 

105  de  la  noche  y  día  y  sobre  la  flaqueza  causada  de  los  malos 
tratamientos  que  en  casa  de  Pilato  recibistes  en  vuestro  sa- 
cratísimo cuerpo  con  crueles  azotes,  con  agudas  espinas,  y, 
como  Bsaías  dijo,  todo  hecho  como  leproso  y  tan  maltra- 
tado, que,  aunque  os.  pusieran  encima  de  una  cama  blanda 

200  y  os  menearan  aun  por  pequeño  espacio  y  con  mucho  mira- 
miento y  sosiego,  os  fuera  grave  dolor;  y  no  lo  hacen  así, 
mas,  añidiendo  dolor  a  dolor,  ponen  sobre  vuestros  sacratí- 
simos hombros  dos  pesados  maderos,  uno  de  quince  pies  en 
largo  y  otro  de  diez,  para  que  como  viga  de  lagar  os  apre- 

205  tasen  y  moliesen;  y  mandan  os  ir  con  este  peso,  no  cinco  o 
seis  pasos,  mas  mil  y  ochocientos  y  sesenta  y  dos,  que  son 
los  que  hay  desde  casa  de  Pilato  hasta  el  monte  Calvario. 

¿Quién  pudiera  pensar  que  tal  crueldad  se  pudiera  ha- 
cer? Que  parece,  o  que  el  Señor  no  sentía  pena  en  lo  que 

210  padecía,  y  por  eso  lo  podía  llevar,' o,  si  lo  sentía,  su  amor 
y  su  dolor  eran  tales,  cuales  nunca  se  vieron  ni  se  verán. 
Y  porque  no  tomasen  los  hombres  malos  ocasión  de  pensar 
que  no  'lo  sentía  o  que  lo  sentía  poco,  fué  ordenado  por  la 
Providencia  divina  que,  para  que  rastreásemos  algo  de  cuán 

215  graves  eran  sus  dolores,  de  cuán  grande  el  cansancio  de 
su  divina  Persona,  cuán  pesada  la  cruz  y  cuán  extremada 
la  flaqueza  de  su  sacratísimo  cuerpo,  que,  si  no  fuera  por 
milagro,  no  sólo  andar,  mas  aun  vivir  no  pudiera;  comen- 
zando a  andar  distancia  de  veinticinco  pasos,  apretó  tanto 

220  el  peso  de  la  cruz  al  Señor,  que  dió  con  El  en  el  suelo,  para 
que  así  públicamente  a  todos  constase,  presentes  y  por  ve- 
nir, y  aun  a  sus  mismos  enemigos  que  lo  llevaban  a  cruci- 
ficar, que  los  dolores  del  Señor  no  eran  de  burla,  sino  muy 
de  verdad,  pues  tal  obra  hicieron  en  El. 

235  Y  porque  esto  fué  tan  notorio  aun  a  sus  enemigos,  or- 
denaron ellos  que,  porque  no  se  acabase  la  vida  al  Señor 
hasta  que  llegase  al  monte  Calvario,  donde  lo  querían  poner 
en  cruz,  y  que  muriese  en  ella,  acordaron  de  no  se  la  tornar 
a  poner  encima  de  los  hombros  y  ponerla  sobre  algún  hom- 

230    bre  de  muchas  fuerzas  que  la  pudiese  llevar.  Mas  ella  era 

perder]  dar  T  ||  194  pasasteis  T  |,|  195  y,]  del  add.  T  \\  196  reoebistes  T  \\ 
200  .menearon  V  |l|  201  yj  mas  T  \\  202  añadiendo  T  ||  206  1772  V  ||  207  des- 
de] Ja  add.  T 

311  su  om.  T  ||  219  veinte  y  cinco  T  ||  222  llevan  T 

227  le  7'  ||  228  acordaron  om.  T  |  tornársela  T  ||  232  gente  T  |  iban]  ha- 
bía T  |  un  T 


190    Is.  53,  4. 

224'  Of.  Pseitdo-BuenaVentura,  Mi'dil.  vilac  Christi,  c.  66. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPrS 


581 


tan  pesada  y  el  llevarla  tanta  deshonra,  que  entre  muchos 
millares  de  gentes  que  iban  allí,  ni  aun  hombre  solo  fué  ha- 
llado que  por  ruego,  ni  por  dinero,  ni  por  otro  respeto  la 
quisiese  llevar;  y  tomaron  por  medio  de  constreñir  por 

235  fuerza  a  Simón  Cirenense,  para  que,  aunque  no  quisiese,  la 
llevase  y  siguiese  al  Señor,  al  cual,  aunque  le  quitaron  el 
pesado  madero  de  encima  de  los  hombros,  no  por  eso,  en 
lo  que  restaba  del  camino,  le  dejaron  de  lastimar  con  malas 
palabras  y  con  desacatadas  obras,  y  pregonándolo  con  voz 

240  alta  de  pregonero  por  malhechor,  y  no  como  quiera,  sino 
muy  señalado;  y  al  estruendo  y  pregón  salían  las  gentes  a 
las  puertas  de  sus  casas,  y  otros  a  las  ventanas,  para  verlo 
llevar,  deshonrado  y  afligido,  compadeciéndose  muy  pocos 
de  El  y  gozándose  casi  todos  y  los  más  principales  de  su 

2*5  mal  tratamiento,  diciendo  que  lo  tenía  muy  bien  merecido 
y  que  aun  mayores  tormentos,  hasta  quitalle  la  vida,  le 
habían  de  dar. 

¡Oh  misericordiosísimo  Padre!  ¡Oh  inmenso  en  bondad 
para  galardonar  aun  los  pequeños  servicios  que  se  hacen 

250  por  vos!  ¿Podrá  vuestro  corazón  sufrir  que  dejéis  pasar  sin 
gu [a] lardón  tantas  y  tan  largas  y  costosas  procesiones,  es- 
pecialmente esta  postrera,  que  vuestro  benditísimo  Hijo  an- 
duvo por  vuestra  obediencia  y  por  nuestro  provecho,  con 
tanto  dolor  y  deshonra,  que  ninguna  lengua  lo  puede  hablar 

255  ni  entendimiento  humano  ni  angélico  lo  pueden  alcanzar? 
No  es  esto  vuestro,  Señor,  pues  que  sois  justo  y  juzgáis  en 
igualdad  toda  la  tierra,  como  decía  Abraham.  Y  pues  se 
celebra  con  mucha  honra  su  santo  nacimiento,  y  los  otros 
actos  de  su  vida  en  diversas  fiestas,  y  también  las  particu- 

260  laridades  de  su  pasión  en  el  santo  sacrificio  de  la  misa, 
mirad,  Señor,  que  en  pago  de  aquellas  procesiones,  espe- 
cialmente de  la  que  anduvo  al  monte  Calvario,  se  haga  en 
toda  la  cristiandad  tal  día  como  mañana  una  solemnísima 
procesión,  en  la  cual  vaya  vuestro  benditísimo  Hijo  honrado 

265  y  cercado  de  sus  vasallos,  como  acullá  iba  de  sus  enemigos; 
y  que,  en  lugar  de  los  mentirosos  pregones  que  entonces  se 
dieron  de  El,  le  canten  mañana  las  devotas  alabanzas  que 
con  mucha  verdad  y  justicia  caben  en  El. 

Isaías  dijo,  hablando  de  este  Señor:  Si  pusiere  sai  vida 

270  por  remisión  de  nuestros  pecados,  verá  espiritual  genera- 
ción larga,  que  procede  de  El.  Cumplidle,  Señor,  aquesta 


235  Cirinense  T  ||  246  quitarle  T 

248  inmenso  en]  inmensa  T  ||  249  aun]  a  V  ||  250  por]  para  T  |¡  251  y  ]  tan 
add.  T  ||  254  pueda  T  ||  265  pueda  T  ||  256  que  om.  T  ||  261  mirad]  mandad  T  || 
266  que¡  om.  T 

269  Esaías  T  ||  271  proceda  7"  |  Cumplilde  T  |  aquella  T  ||  274  tenemos  por 
257    Of.  Gen.  18,  25.  271    Is.  53,  10. 


582 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


promesa,  y  mandad  que  aquellos  por  cuyos  pecados  El  puso 
su  vida,  vamos  mañana  en  la  procesión  con  El,  confesando 
que  la  generación  espiritual  que  por  El  tenemos  nos  es 

275  concedida,  y  con  devoto  ofrecimiento  de  nosotros  a  El  le 
digamos:  "Volved,  Señor,  los  ojos  al  derredor  y  mirad,  que 
toda  esta  gente,  que  aquí  va  en  la  procesión,  se  ha  juntado 
y  venido  a  vos  como  a  verdadero  Señor  y  Redemptor  suyo. 
Mirad,  Señor,  y  alegraos,  y  ensánchese  vuestro  corazón  con 

280  alegría  de  tener  tantos  vasallos,  que  aquí  con  vos  van,  más 
determinados  de  morir  por  vuestra  fe  y  por  vuestros  man- 
damientos que  los  de  'la  otra  procesión  os  tenían  aborre- 
cimiento". 

Salgan  mañana  los  sacerdotes,  a  quien  El  tanto  honró, 

285  que  los  eligió  por  ministros  suyos,  y  llévenlo  encima  de  sus 
hombros  con  gran  reverencia  y  amor,  tiniéndose  en  esto  por 
muy  favoridos,  en  recompensa  de  que  el  Señor  llevó  la  cruz 
a  cuestas  y  todos  nuestros  pecados  encima  de  sí.  Cérquen- 
le  los  devotos  cristianos,  honrándole  tan  de  corazón,  que 

290  echen  delante  de  El  la  ropa  en  el  suelo,  para  que  la  huellen 
los  pies  de  los  que  al  Señor  llevan,  como  hicieron  los  que 
iban  con  El  el  día  de  Ramos.  Mírenlo  con  mucho  amor  y 
adórenlo  con  gran  reverencia  los  que  están  en  las  calles  y 
desde  sus  puertas  y  de  las  ventanas.  Váyanle  incensando  los 

295  sacerdotes;  bailen  delante  de  El  los  legos  con  devota  ale- 
gría, como  hizo  David  delante  del  arca,  y  resuene  la  tierra 
con  gran  solemnidad;  y  con  todo  cuidado  se  ordene  la  fes- 
tividad de  mañana,  que,  para  manifestación  de  la  Justicia 
divina,  que  honra  a  sus  obedientes,  ninguna  de  las  deshon- 

300  ras  que  le  fué  hecha  a'l  Señor  en  la  otra  procesión  quede  en 
ésta  sin  que  le  corresponda  una  honra  igual  o  mayor  que 
fué  la  otra  deshonra. 

Esta,  pues,  cristianos,  es  la  procesión  de  mañana,  sin- 
gular y  no  celebrada  en  otro  día  ninguno;  ésta  la  causa  y 

305  justicia  de  ella;  éste  el  sentimiento  con  que  se  ha  de  cele- 
brar, con  memoria  y  correspondencia — por  vía  contraría- 
de  la  otra  procesión  muy  amarga  que  el  Señor  anduvo,  en 
la  cual,  como  dice  el  tema,  trabajó  su  ánima  con  graves  an- 
gustias, y  su  cuerpo  con  indicibles  dolores;  por  lo  cual  quiso 

310  Dios  Padre  que  vea  mañana  en  la  procesión  tanta  muche- 
dumbre de  fieles  vasallos  que  con  devotas  alabanzas  y  ser- 
vicios protesten  que  son  suyos,  que  den  al  Señor  hartura, 
descanso  y  consuelo. 

K\~T,  tenemos]  y  add.  V  |l|  276  los  ojos  Señor  T  |  alrededor  T  ]|  279  alegraos 
y  om.  T  ||  280  mas  om.  V 

286  Brande  T  |  teniéndose  T  ||  287  favorecidos  T  ||  293  gran]  mucha  T  || 
297  todo]  tal  T 

305  éste]  es  add.  T  ||  308  grandes  T  |.|  3(10  Padre  om.  T  |  vean  T  ||  312  pro- 
testan T  |  dan  T  |  hartura]  y  <i<f<¡.  T  ||  313  y  consuelo  om.  T 

278  Cf.  Is.  60,  4.  296  Cf.  2  Reg.  6,  5. 

292   Gf.  Mt.  2i,  8.  312   Cf.  Is.  53,  11. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


583 


¿Cómo  celebrar  con    Ya  que  esta  duda  está  satisfecha, 

315  alegría   los  dolores    quédanos  otra  no  menos  digna  de 
del  Señor?  preguntar  ni  menos  provechosa  pa- 

ra saber,  y  es  aquésta:  que  ¿con 
qué  corazón  y  con  qué  justicia  podremos  celebrar  con  tales 
alegrías  memoria  de  tales  dolores?  Y  esto  ponía  a  San  An- 

320    selmo  en  aprieto  cuando  lo  pensaba,  y  de  maravillado  decía: 
"¿Cómo,  Señor,  me  alegraré  yo  de  haber  recobrado  salud, 
pues  que  me  fué  dada  por  tus  dolores?  ¿Cómo  me  gozaré 
de  mi  vida,  que  te  costó  a  ti  muerte?"  Esto  dice  este  santo. 
Y  cierto,  parece  cosa  extraña  ir  nosotros  mañana  en  la 

325  procesión  cantando  y  bailando,  en  memoria  de  que  el  Se- 
ñor iba  en  otra  procesión  llevando  una  pesada  cruz  a  cues- 
tas, cansado  y  sudando,  y  aun  derramando  por  el  camino 
su  preciosa  sangre.  La  Escriptura  dice  que  la  música  en  el 
tiempo  del  lloro  es  cosa  importuna  y  pesada  sin  razón.  Y  no 

330  parece  ser  consuelo  del  atribulado  saltar  y  bailar  en  memo- 
ria de  sus  trabajos;  antes,  si  bien  se  mira,  más  parece 
cosa  de  odio  que  obra  de  amor;  pues  que  el  que  quiere  mal 
a  otro  se  regucija  de  verlos  y  de  acordarse  de  ellos;  mas  el 
que  ama  tiene  los  trabajos  de  su  amigo  por  suyos,  y  como 

335  tales  los  siente  y  los  llora,  y  aun  muchas  veces  con  mayor 
sentimiento  que  el  mismo  amigo  que  los  padece. 

¿Qué  es  esto,  cristianos?  ¿Qué  es  esto  que  tenemos  apa- 
rejado para  mañana:  órganos,  rríúsicas,  danza  y  bailes;  todo 
fiesta  de  mucha  alegría,  sin  mezcla  de  ninguna  tristeza; 

340  si  en  lo  representado,  en  cuya  memoria  se  hace,  una  gran- 
dísima y  purísima  pena,  sin  ningún  rastro  de  alegría?  Si 
nos  mandaran  representar  aquella  alegre  procesión  que  los 
santos  Padres  del  limbo  en  el  día  de  la  resurrección  del  Se- 
ñor hicieron  con  su  benditísima  ánima  hasta  el  sepulcro, 

345  para  que  desde  allí  él  Señor  resucitado,  y  glorioso  en  cuer- 
po y  en  ánima,  acompañado  de  hombres  y  ángeles,  todos 
llenos  de  alegría,  fuese  a  visitar  y  consolar  a  su  sacratísi- 
ma Madre,  como  lo  hizo,  venía  muy  bien  mañana  hacer 
muchas  alegrías  en  nuestra  procesión  en  memoria  de  otras 

350  mayores  que  en  la  otra  se  hicieron.  Mas  celebrar  memoria 
de  dolorosa  pasión  regucijándose  los  que  tienen  amor  al 
mismo  Señor  que  padeció,  eso  ponía  a  San  Anselmo  en  ad- 
miración, y  la  pone  a  todos,  con  deseo  de  inquirir  cuál  sea 

315  de]  que  T  |[  3U7  ésta  T  ||  322  dada]  salud  add.  T 

327  sudado  T  [|  328  Escritura  7'  ||  329  sin  razón  y  pesada  T  |¡  331  más 
om.  V  ||  332  cosa]  obra  T  |  pues  Om.  T  ||  333  regocija  7'  |  de    om.  T 

338  órgano  T  |  danzas  T  ||  340  si  en]  y  siendo  T  ||  342  procesión2  alegre  7"  || 
346  en  om.  T  '  347  fuesen  T  ||  349  nuestras  procesiones  T  ||  350  celebrar]  ma- 
ñana add.  T  |¡  361  regocijándose  7'  ||  352  Señor  om.  T 


323   Cf.  San  Anselmo,  Oral.  41  ss.  :  ML  158,  935  ss. 
329   Eccli.  22,  6. 

348    Of.  PSEUDO-Bl'ENAYENTT'RA,  Mcdit.  Vital'  Cklisti,  c.  74. 


584 


SKRMONES.   CICLO  TEMPORAL 


la  causa  de  correspondencia  llena  de  tanta  extrañeza  y  des- 
igualdad. 

355  Mas  aunque  esto  parezca  así  al  espíritu  humano,  que 
no  sabe  juzgar  de  las  cosas  de  Dios,  la  Iglesia,  enseñada 
por  el  Espíritu  Santo,  nos  manda  mañana  celebrar  esta 
fiesta  de  la  manera  y  con  las  alegrías  que  la  celebramos, 
según  parece  en  la  Clementína  "Si  dominum",  cuyas  pa- 

®60  labras  santas  son  éstas:  "Así  los  clérigos  con  los  pueblos 
concurran  gozosos  a  esta  festividad  y  se  ejerciten  en  ala- 
banzas y  cantares  del  Señor;  y  los  corazones,  deseos,  bocas 
y  labios,  todos  digan  cantares  de  saludable  alegría.  Cante 
la  fe,  dé  saltos  de  placer  la  esperanza,  regocíjese  el  santo 

366  amor,  dé  palmadas  de  regucijo  la  devoción;  el  coro  cante 
con  mucha  alegría,  y  la  caridad  se  regucije;  y  todos  los  fie- 
les se  junten  con  alegre  corazón  y  prompta  voluntad  y  pon- 
gan en  obra  sus  loables  ejercicios,  celebrando  la  solemnidad 
de  tan  grande  fiesta". 

370  ¿Habéis  oído  bien  aquestas  palabras?  Pues  con  esta  ale- 
gría tan  cumplida,  que  os  he  contado,  nos  está  mandado 
por  la  santa  Iglesia  que  llevemos  mañana  al  Señor  por  esas 
calles,  en  memoria  de  su  sagrada  pasión,  ¿cómo  acertare- 
mos a  hacer  esto,  para  que  vaya  bien  hecho?  Declarad- 

37©  nos  vos,  Señor,  este  enigma,  como  declaró  e'l  suyo  Sansón 
a  su  esposa. 

Y  debe  ser  ésta  la  declaración  de  esta  duda:  Que  en 
la  pasión  del  Señor  hay  dos  cosas  que  considerar:  una 
es  mirando  a  ella  raesima  en  si;  y,  según  esto,  muy  dolo- 

&80  rosa  y  penosa  fué  al  Señor  que  la  padeció,  y,  por  consi- 
guiente, lo  debe  ser  a  todos  aquellos  que  le  quieren  bien, 
y  débenla  sentir  con  amargura  de  lo  entrañable  de  su  cora- 
zón y  aun  con  lágrimas  de  los  ojos  en  lo  exterior.  Y  para 
cumplir  con  esta  obligación  tan  justa  y  celebrar  con  dolor 

385  esta  dolorosa  memoria  señaló  la  Iglesia  el  tiempo  de  la 
Semana  Santa,  en  la  cual  las  cruces  se  visten  de  luto  y 
mudan  los  altares  sus  ornamentos,  cántase  la  pasión  del 
Señor  cuatro  veces,  según  los  cuatro  evangelistas  que  la 
escribieron,  y  hácese  de  ella  sermón,  y  todo  provoca  a 

390  sentimiento  de  compasión  y  tristeza,  para  que  así  pague- 
mos el  servicio  de  devoción  al  Señor  que  padeció  por 
nosotros.  Y  cumplimos  con  esta  primera  consideración  mi- 


356  cosas]  obras  T  ||  360  pueblos]  legos  T  ||  365  regocijo  T  ||  366  caridadl 
puridad  T  |  regocije  T  ||  367  pronta  T  |¡  369  festividad  T 

377  ésta,]  esto  T  |:|  379  misma  T.\\  380  de  ]  en  T  \\  391  d«voci6n]  rompa- 
sión  T  l  padeció]  y  padeció  add.  T  ||  392  cumplamos  T 


i,6g  C.  i,  de  rcliquiis  et  ven.  sauct.,  III,  16,  in  Clem. 
376  Of.  Ind.  14,  17. 


VISPERA  DE] 


rando  la  sagrada  pasión  en  sí  misma,  que  fué  causadora 
de  penas  al  Señor,  y  a  nosotros  de  compasión. 
>5  Mas  si  la  miramos  sigún  otra  consideración,  en  cuanto 
a  los  efectos  que  de  ella  proceden,  hallaremos  por  esta  vía 
tanta  materia  para  nos  alegrar  como  por  la  otra  hallába- 
mos para  nos  entristecer.  Lastimera  cosa  es  pensar,  que 
Jesucristo  nuestro  Señor,  sin  deber  nada,  muriese,  y  muer- 
do te  de  cruz;  mas  si  se  considera  cómo,  por  merecimientos 
de  esta  preciosísima  muerte,  han  resucitado  desde  el  prin- 
cipio del  mundo,  y  han  de  resucitar  hasta  el  fin  de  él, 
millones  de  ánimas  de  la  muerte  del  pecado  a  la  vida  de  la 
gracia,  y,  después  del  general  juicio,  juntos  nuestra  ánima 
>5  y  cuerpo  gloriosos  han  de  vivir  para  siempre  gozando  de 
Dios  en  el  cielo,  hallaremos  mucho  de  que  nos  gozar,  y 
llamaremos  muerte  dichosa  la  que  tantas  y  tan  preciosas 
vidas  causó.  Porque  si  San  Gregorio  llama  al  pecado  ori- 
ginal, porque  remediado  con  tal  redempción  y  por  tal  Re- 
10  demptor,  culpa  dichosa,  ¿cuánto  más  merecerá  tal  nombre 
la  misma  redempción  y  muerte  de  Cristo,  la  cual  no  fué 
culpa  como  la  de  Adán,  mas  pena  tomada  sin  culpa  propia, 
con  ferventísima  caridad  para  destruir  los  pecados  ajenos? 
Este  día  vió  Abraham  en  espíritu,  y  de  verlo  se  gozó;  no 
15  cierto,  de  las  penas  que  el  Señor  había  de  padecer,  mas 
porque  vió  que  de  ellas  había  de  salir  muerte  del  pecado, 
vida  de  gracia  y  de  gloria;  el  valor  de  lo  cual  no  hay  quien 
lo  aepa  sentir  ni  decir. 

De  la  pasión  nació     Y  lo  que  más  confirma  lo  dicho  es 
20   honra  para  Cristo     que,  aunque  el  Señor  sabía  cuánto 
v  mucho  bien  para    ^e  naDía  de  costar  a  El  nuestro  re- 
nosotros  medio,  no  sólo  no  huyó  de  él,  mas, 

poniendo  los  ojos  en  remediarnos  y 
no  teniendo  cuenta  con  los  dolores  y 
^25    muerte  que  le  había  de  costar,  decía,  viviendo  en  esta  vida, 
con  ferventísimo  amor  nuestro:  Con  un  bautismo  tengo  de 
ser  bautizado.  ¡Cómo  anduvo  congojado  porque  se  pusiese 
en  el  efecto!  Y  así,  cuando  el  día  de  su  pasión  vino  y  fué 
bañado  con  su  sangre  en  la  cruz,  aunque  según  Jeremías 
30    dijo  en  persona  de  El :  No  hay  dolor  igual  al  mío,  mas  entre 

395  según  T  |  otra]  esta  T  ||  400  se  considera]  consideramos  T  |  merecimien- 
to T  ||  404  justos  V  |  nuestra  om.  T  ||  408  vida  T  ||  409  porque]  fué  add.  T  ¡ 
redención  T  ||  410  Redentor  T  |  merece  T  f|  411  redención  T  ||  415  había  de 
padecer  el  Señor  7" 

420  sabía  el  Señor  T  ||  423  redemirnos  T  ||  424  teniendo  T  ||  425  vida]  mor- 
tal add.  T  ||  426  baptismo  T  ||  427  baptizado  T  |  ando  T  ||  428  efeto  T  ]] 
429  Hieromías  T  ||  431  con  om.  T  |¡  432  nosotros]  que  add.  T  ||  433-434  vida 

410    «O  felix  culpa,  quae  talem  ac  tantum  meruit  habere  Re- 
ikmptorem !»  (Miss.  Rom.,  Sabb.  Sanct.,  praefat.  in  bciicdict.  Ccrci). 
414   Cf.  lo.  8,  56.  430   Tiiren.  1,  12. 

428    Cf.  Le.  12,  50. 


5S6 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


los  mismos  dolores  estaba  su  amor  tan  vivo  para  con  nos- 
otros, sin  se  arrepentir,  sin  tornar  atrás  de  comprar  a 
sus  criados  con  precio  de  su  preciosísima  sangre  y  divina 
vida,  que,  como  'la  Escriptura  dice,  las  muchas  aguas  de  los 

435  dolores  ni  los  abundantes  ríos  de  su  preciosa  sangre,  no 
pudieron  apagar  el  amor,  mas  para  siempre  quedó  vencedor, 
y  ansí  decía  el  Señor:  "Si  todo  esto  que  por  los  hombres 
padezco  no  basta  para  su  remedio,  yo  padeceré  más  y  más". 
Y  pues,  conforme  al  amor  que  a  uno  tenemos,  es  el  gozo 

440  que  de  su  bien  tomamos,  ¿quién  contará  lo  que  el  Señor 
se  gozó  de  nuestro  bien,  aunque  ganado  muy  a  su  costa, 
pues  el  amor  de  Cristo,  como  dice  San  Pablo,  es  mayor  de 
lo  que  puede  ser  conocido? 


Ya,  Señor,  se  cumplió  vuestro  deseo,  que  os  ponía  en 


445  estrecho;  y  vino  vuestro  día,  penoso  por  una  parte,  mas 
muy  gozoso  por  otra,  en  el  cual  hicistes  la  mayor  hazaña 
que  nunca  fué  hecha,  pues  ejercitastes  la  mayor  obra  de 
amor  y  con  mayor  amor  que  en  el  mundo  se  ha  visto  ni  se 
verá,  muriendo  por  vuestros  esclavos,  no  buenos,  sino  trai- 

4frt  dores.  Y  no  es  maravilla  que  de  árbol  tan  preciosísimo  sal- 
gan fructos  poderosísimos  y  dulcísimos  y  sean  rescatados 
los  que  primero  estaban  captivos;  cobraron  espiritual  vista 
de  fe  los  que  estaban  en  tinieblas  y  ciegos;  reciben  lige- 
reza de  ciervos  para  correr  con  fuerza  y  con  alegría  el 

455  camino  de  Dios  los  que  estaban  de  antes  flacos  y  cojos;  son 
sueltos  los  que  estaban  presos  en  cárceles  de  pecados,  ata- 
dos con  hierro  y  pobreza;  y  como  dice  San  Augustín:  Murió 
el  único,  porque  no  quedase  uno;  quiere  decir:  porque  tu- 
viese compañeros  y  hermanos  que  juntamente  con  El  goza- 

460  sen  de  nombre  de  hijos  de  Dios  y  de  la  esperanza  de  ser 
herederos  del  cielo. 

¿Quién  no  ve,  considerando  estas  cosas,  cuán  gran  razón 
hay  para  que  bienes  de  tanto  valor,  preciosos  y  eternos, 
sean  celebrados  con  grandísimo  gozo  de  dentro  y  de  fuera, 

465  así  para  honra  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  que  nos  lo  ganó, 
como  por  el  grandísimo  bien  que  a  nosotros  nos  vino? 
Providencia  divina  es  esta  del  Altísimo  Padre,  que  ha  ma- 
nifestado con  tales  efectos  y  con  tales  fiestas,  que  fueron 
mtentirosos  los  que  mal  sintieron  de  su  único  Hijo,  cuando, 

470  llevándolo  a  crucificar  y  después  de  crucificado,  decían: 
"Mirá  en  lo  que  ha  parado  este  hombre,  sus  sermones,  mi- 
divina  T  ||  434  Escritura  T  ||  435  sangre  preciosa  T  |i|  436  para  om.  T  ||  437  ansí 
decía  el]  hacía  decir  al  T 

446  hecisteis  T  |i|  451  frutos  T  ||  454  fuerzas  T  ||  457  pobreza]  y  toma  Dios 
por  hijos  adoptivos  a  los  hijos  de  los  homibres  add.  T  |  San  Agustín  dice  T 

468  efetos  T  \  y  con  tales  fiestas  om.  T  ||  469  sentían  T  ||  471  Mirad  T  || 
472  cría  T 


436   Cant.  8,  7. 
443    Cf.  Eiph.  3,  19. 


455  Ts.  35,  5-6. 
457    Ps.  ioó,  10. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


587 


lagros  y  la  gente  que  le  creía:  El  condenado  a  muerte; 
sus  discípulos,  huidos,  y  todo,  acabado  y  perdido". 

Sean,  Señor,  confundidos  los  labios  que  hablan  mentira; 

475  y  los  corazones  ciegos,  que  pensaban  que  su  doctrina  y 
su  vida  era  humana  invención,  y  no  obra  vuestra,  sepan 
que,  aunque  pusieron  en  cruz  y  entre  dos  ladrones  a  vues- 
tro único  Hijo,  procurando  de  envolverlo  con  los  malhe- 
chores para  que  la  memoria  de  El  fuese  olvidada  como  la 

480  de  ellos,  y  que  no  hubiese  hombre  que  creyese  en  El,  ni 
aun  lo  osase  nombrar,  que  ha  de  ser  todo  al  contrario  de  lo 
que  pensaron,  hablaron  y  procuraron;  y  que  todo  lo  que 
hicieron  no  sólo  no  les  aprovechó  para  salir  con  su  mal 
intento,  mas  que  fué,  como  dicen,  echar  aceite  en  el  fuego; 

485    porque  tanto  más  honrado  y  amado  fué,  y  es,  y  será  para 
siempre  vuestro  bendictísimo  Hijo,  que  cuanto  más  mal  ellos 
le  hicieron  y  le  desearon  hacer,  persiguiéndole  con  odio 
rabioso,  y  El  padeciendo  con  vuestra  obediencia  y  amor. 
Sepan,  Señor,  aquellos  malos  que,  cuando  pensaban  que 

490  los  negocios  de  vuestro  único  Hijo  estaban  perdidos,  enton- 
ces comienzan  a  reverdecer  con  fuerza  divina,  la  cual  tanto 
más  resplandece  y  se  manifiesta,  cuanto  menos  hay  de  hu- 
mano favor  y  cuanto  más  hay  de  humano  disfavor.  No 
esté,  Señor,  esta  lumbre,  encendida  por  vos,  debajo  del 

495  candelero;  sea  publicada  en  el  mundo;  sepan  todos  el  pre- 
ciosísimo y  abundantísimo  fructo  que  se  siguió  de  morir 
nuestro  Señor  Jesucristo  por  el  bien  de  los  hombres ;  salgan 
a  público,  y  hágase  alarde  de  la  gente  que  ganó,  no  derra- 
mando ajena  sangre  con  lanza  en  la  mano,  mas  siendo  sus 

500  sacratísimas  manos  rompidas  con  clavos;  y  con  nuevo  y 
nunca  visto  modo  de  victoria,  derramando  su  propia  san- 
gre y  muriendo,  fué  vencedor. 

Haced,  Señor,  que,  en  lugar  de  un  pueblo  que  blasfema- 
ba de  El  y  tenía  por  acabada  su  fe  y  los  que  le  creían, 

505  salgan  mañana  pueblos  innumerables  en  todo  el  mundo, 
llenos  de  grande  regucijo,  creyendo  firmemente  en  el  cora- 
zón y  confesando  devotamente  con  la  boca  que  por  los  me- 
recimientos de  la  muerte  y  pasión  de  Jesucristo  nuestro  Se- 
ñor han  recebido  la  sagrada  lumbre  de  vuestra  fe,  y  cono- 

510  ciendo  por  un  sólo  y  verdadero  Dios  al  Padre,  Hijo  y  Espí- 
ritu Santo,  y  todo  lo  demás  que  enseña  la  santa  Iglesia 
católica. 

Salgan  también  mañana  con  el  Redemptor  los  muchos 
captivos  que  en  diversos  pecados  mortales  estaban,  hacién- 

475  doctrina  r  (I  476  vuestra]  suya  V  \<  483  aprovecha  T  ||  486  benditísi- 
mo T  |l  487  lo2  om.  T 

493  cuanto  om.  T  II  495  pública  T  ||  496  fruto  T  "  501  Vitoria  T 
506  rcKocijo  T  |  en]  con  T  ||  509  ha  T  |  y  om.  T 

513  Redentor  T  )\  514  cautivos  T  \\  517  demonio  T  |  captivos  T  ||  520  regó- 


474    Gf.  Ps.  96,  7. 


688 


SEBMONES.   CICLO  TEMPORAL 


515  dolé  gracias  y  confesando  que,  por  la  sagrada  pasión  de  El, 
les  fué  dado  socorro  con  que  hiciesen  penitencia  de  su  mala 
vida,  por  la  cual  el  dimonio  los  tenía  cautivos,  y  mediante 
los  santos  sacramentos  que  en  la  Iglesia  hay,  recibiesen  el 
perdón  y  la  gracia.  Vayan  mañana  con  el  celestial  Médico, 

520  y  regucijándose  con  El  los  que  han  sido  sanos,  por  los  me- 
recimientos de  su  pasión,  de  largas  y  espirituales  enferme- 
dades, dándole  gloria  y  agradecimiento.  Y  todos  mañana  se 
acuerden,  cada  uno  en  particular,  del  tiempo  que  el  Señor 
le  ha  sufrido  cuando  vivía  en  pecado  y  de  los  peligros  del 

525  cuerpo  y  de  ánima  de  que  le  ha  librado;  de  las  flaquezas 
y  enfermedades  espirituales  de  que  le  ha  sanado,  de  las 
buenas  obras  que  le  ha  hecho;  y  agradeciéndolo  todo  a 
esta  sagrada  pasión,  fuente  de  todo  nuestro  bien  y  reme- 
dio, cante  cada  uno  con  devoción  ál  Señor  aquel  cantar 

530  de  David:  Anima  mía,  bendice  al  Señor,  y  todas  las  cosas 
que  están  dentro  de  mí  bendigan  a  su  santo  nombre;  por- 
que El  ha  sido  manso  y  perdonador  de  todas  tus  maldades, 
y  El  sana  todas  tus  enfermedades,  conserva  tu  vida  que 
no  caiga  en  muerte,  y  corónate  con  misericordia  y  miseri- 

535  cordias. 

Salgamos  todos  mañana  con  este  Señor,  protestando  que 
El  es  nuestro  verdadero  Criador  y  Pastor,  y  nosotros,  por 
su  gracia,  ovejas  de  su  rebaño,  que  nos  quitó  de  la  boca 
del  lobo  infernal  y  nos  ganó  y  salvó  con  su  sangre  preciosa ; 
540  y  démosle  gracias  porque  nos  libró  del  reino  del  pecado, 
que  nos  tenía  subjetos;  de  la  crueldad  del  dimonio,  de  las 
penas  del  infierno,  y  encorporándonos  en  su  Cuerpo,  tomó- 
nos por  sus  hermanos  y  diónos  esperanza  de  reinar  en  el 
cielo  con  El. 

545  ¿Quién  no  dará  saltos  de  placer,  mirando  que  ha  escapa- 
do de  la  suciedad  de  la  carne,  de  la  amlargura  de  la  malque- 
rencia, de  la  hinchazón  de  la  soberbia  y  de  otros  muchos 
pecados  en  que  se  acuerda  que  anduvo  y  ha  pasado  a  la 
limpieza  de  la  castidad,  a  la  luz  de  la  humildad  y  a  la 

550  blandura  de  la  caridad,  con  la  cuál  ama  a  los  buenos  en 
Dios  y  a  los  malos  por  amor  de  Dios?  ¿Quién  habrá  que, 
considerando  que  le  ha  dado  Dios  conjeturas  que  le  ha  per- 
donado sus  pecados  pasados,  y,  como  dice  David,  los  ha 
alejado  tanto  de  nosotros  cuanto  hay  de  Oriente  a  Poniente, 

555    no  cante  con  alegría:  Digan  los  que  son  redemidos  por  el 

ajándose  T  «|  523  acuerden]  y  add.  T  ||  S24  los  om.  T  \\  505  de  om.  T  || 
527  le  om.   V  ||  529  Señor]   y  add.  T  |.|  531  dentro  de  mi  están  T 

536  todos]  todos  por  esas  calles  add.  T  ||  541  sujetos  T  ]  demonio  T  ||  544  <x>n 
El  en  el  ciclo  T 

547  de  la   om.  T  ||  550  la  om.  T  \í  555  cantara  7"  |  redemidos]  deü  enemigo 


535    Qf.  Ps.  io2,  t-4. 
538   Ps.  94,  7. 
554   Ps.  102,  12. 


589 


Señor  de  la  mano  del  enemigo,  y  los  ha  ayuntado,  tornán- 
dolos a  sí  mismos  de  los  sueltos  derramamientos  que  antes 
tenían:  Alaben  al  Señor  sus  misericordias,  y  sus  maravi- 
llas en  los  hijos  de  los  hombres?  Que  así  lo  hacen  los  que 
han  estado  muchos  años  presos  y  metidos  los  pies  en  cade- 
nas y  grillos,  que,  cuando  salen  de  allí,  no  se  hartan  de  dar 
saltos  de  placer,  dando  gracias  a  Dios,  ejercitando  los  miem- 
bros que  antes  habían  tenido  imjpedidos. 

Sean,  pues,  vuestras  voces  nuevas,  y  corazones,  y  obras, 
y  renovándonos  con  la  gracia  del  Señor  y  apartando  de  nos 
el  pecado,  por  apesado  que  esté  en  nosotros,  corramos  ma- 
ñana con  nuestro  Señor  humildes,  devotos  y  agradecidos, 
y  tan  regucijados  de  dentro  y  de  fuera,  que  demos  a  enten- 
der a  todo  el  mundo  que  estamos  tan  gozosos  y  ricos  con 
tenerle  a  El  por  Señor,  y  con  las  mercedes  que  nos  ha 
hecho,  y  con  la  esperanza  de  las  que  nos  ha  de  hacer,  que, 
de  muy  llenos  de  alegría,  ni  cabemos  dentro  de  nosotros, 
ni  en  nuestras  casas,  ni  templos,  y  que  salimos  a  lo  ancho 
de  las  calles  y  plazas  a  rebosar  con  exteriores  señales  la 
grandeza  del  gozo  que  dentro  de  nosotros  sentimos,  acom- 
pañando, y  dando  gloria,  y  celebrando  triunfo  al  Señor, 
que  nos  rescató  de  cautivos,  muy  mejor  que  los  que  Da- 
vid rescató  de  los  amalecitas,  los  cuales  iban  delante  d^ 
él,  y  los  que  los  veían  decían:  Esta  es  la  presa  que  gar.ó 
David.  Véannos  a  nosotros  mañana  todos  los  hombres,  toda 
la  tierra;  mírennos  los  ángeles  y  santos  del  cielo,  y  sepan 
que  somos  presa,  que  nos  rescató  y  ganó  Jesucristo  nuestro 
Señor,  y  lo  llevamos  en  la  procesión  con  agradecimiento  y 
confesión  de  que  El  es  nuestro  Criador  y  Redemptor.  y 
esperamos  que  será  nuestro  Glorificador. 

Y  porque  nosotros  no  bastamos  a  hacer  esto  como  se 
debe  hacer,  rogamos  a  la  tierra  y  al  cielo  nos  ayuden  a 
dar  a  Cristo  la  honra  y  el  agradecimiento  que  le  son  debidos. 

Cuáles  deben  ser     De  lo  dicho  se  saca  muy  claramente 
mañana  las  seña-    la  respuesta  de  la  pregunta  ya  dicha, 
les  exteriores  de     y  es  Que  como  on  Ia  Semana  Santa 
nuestro  gozo        sentimos  y  lloramos  la  pasión  del  Se- 
ñor, tiniendo  cuenta  cómo  le  fué  muy 
penosa  por  nosotros  y  nuestros  peca- 
dos, así  mañana,  considerando  que  de  la  pasión  del  Señor 

íijrf.  7"  ||  556  de  la  mano  del  enemigo  om.  T  |  juntado  7"  ||  557  mesamos  r 
566  Bpesado]  pesado  T  |  en]  con  T  ||  568  regocijados  7'  ||  573  ni  J  en  los 
add.  T  ||  574  rebosar]  mostrar  T  |l  575  sentimos]  tenemos  T  J|  577  captivos  T  | 
579  los  veían]  lo  oían  T  I1  580  hombres]  de  add.  T  ||  584  es  El  T  \  y    on>.  T 
593  teniendo  T  ||  594  nosotros  y  om.  T 


559    Cf.  Ps.  io6,  2.  8. 

564  «Nova  sint  omnia,  corda,  voces  et  opera»  (Rit.  Rom.,  tit.  9, 
5,  hymn.  «Sacris  soleniniis»).  580    1  Reg.  30,  20. 


590 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nació  honra  y  señorío  para  El  y  grandes  bienes  para  nos- 
otros, nos  gozamos  con  El  y  manifestamos  con  exteriores 
señales  de  alegría  el  agradecimiento  de  los  bienes  que  por 
su  sagrada  pasión  nos  vinieron. 

600  Y  también  sacaremos  de  aquí  la  medida  con  que  hemos 
de  tomar  mañana  este  gozo.  Porque  así  como  tienen  com- 
pañía causa  y  efecto,  así  es  razón  que  ni  la  pena  que  por 
la  sagrada  pasión  se  tomia  sea  sin  algún  consuelo,  ni  el 
gozo  que  por  sus  efectos  se  toma  sea  solo,  mas  que  vaya 

605  mezclado  con  las  tiernas  y  dulces  lágrimas  que  de  la  me- 
moria de  la  pasión  del  Señor  suelen  nacer.  Los  que  en  el 
cielo  se  gozan  con  el  Señor  tienen  justísima  causa  para 
beber  puro  el  vino  de  su  alegría,  aunque  se  acuerden  que 
lo  alcanzaron  mediante  el  amargura  de  la  pasión  que  por 

610  ellos  padeció  el  Hijo  de  Dios;  porque  están  siguros  de  que 
ya  para  siempre  no  perderán  su  alegría,  y  certificados  que 
no  quiere  Dios  que  mezclen  tristeza  con  ella  en  poco  ni  en 
mucho;  y  aunque  ellos  la  quisiesen  mezclar,  El  no  con- 
curriría con  ellos,  y  por  eso  no  se  seguirá  tal  efecto.  Por- 

615  que  así  como  por  castigo  de  su  justicia  estará  para  siem- 
pre 'lejos  de  los  del  infierno  cualquier  alegría,  por  pequeña 
que  sea,  así,  por  su  grande  misericordia,  huirá  muy  lejos 
de  los  que  están  en  el  cielo,  dolor,  gemido,  tristeza  y  cual- 
quiera cosa  que  les  dé  pena  en  poco  o  en  mucho. 

620  Esto,  hermanos,  es  lenguaje  del  cielo;  mas  los  que  en 
este  destierro  vivimos,  y  no  sabemos  cuánto  durará  nues- 
tra perseverancia  en  el  bien,  y  que  no  nos  ha  vedado  Dios, 
antes  mandado  que  tomemos  saludable  tristeza,  debemos 
celebrar  estas  santas  festividades  con  gozo  por  el  bien  que 
625  tenemos,  y  mezcla  de  temor  porque  lo  podemos  perder,  y 
de  tristeza,  aunque  no  desabrida,  por  los  dolores  que  nues- 
tro gozo  al  Señor  le  costó. 

Lo  cual  no  es  invención  mía,  sino  doctrina  que  nos  da 
la  santa  Iglesia  en  la  dicha  Clementina,  enseñándonos  con 

630  lumbre  del  cielo  cómo  hemos  de  celebrar  la  festividad  de 
mañana,  por  estas  palabras:  "Esta  es  la  gloriosa  memoria 
que  hinche  de  saludable  gozo  los  corazones  de  los  fieles,  y 
juntamente  les  da  devoción  de  lágrimas.  Con  alegría  gozá- 
ndonos, y  con  razón  hacemos  memoria  de  cómo  fuimos  liber- 

636  tados;  y  acordándonos  de  la  pasión  del  Señor,  por  la  cual 
nos  vino  esta  libertad,  dificultosamente  podemos  retener  las 
lágrimas,  que  no  corran  de  nuestros  ojos.  De  manera  que 
en  esta  sacratísima  conmemoración  tenemos  juntamente  gozo 

602  efeto  T  [|  604  efctos  T  ||  609  lo]  la  T  |J  610  seguros  T  |[  611-612  en  mu- 
cho ni  en  poco  T  j|  614  concurrirá  T  |  efeto  T  ||  616  infierno]  y  add.  V 
627  le  om.  T 


617   Cf.  Mt.  8,  12. 
619    Cf.  Apoc.  2i,  4. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


591 


de  suavidad  y  acompañamiento  de  lágrimas;  porque  nos 
640  gozamos  derramando  lágrimas  y  tiniendo  alegría  llorosa; 
porque  el  corazón  lleno  de  grande  gozo  destila  por  los  ojos 
dulces  gotas  de  agua".  Todo  esto  dice  la  dicha  Clementina, 
y  de  ello  sacaremos  doctrina  de  la  templanza  que  han  de 
llevar  mañana  nuestros  corazones;  conviene  a  saber,  que 
6*5   vayan  gozosos  y  tiernos  acompañando  al  Señor. 

Y  también  se  nos  da  [a]  entender  que  mañana  no  es  día  de 
representaciones  dolorosas  de  la  pasión  del  Señor,  pues  que 
no  se  celebra  con  la  amargura  de  la  Semana  Santa,  mas  por 
el  bien  que  causó,  sigún  hemos  dicho.  Y  pues  las  tales  repre- 

650  sentaciones,  siendo  tan  santas  en  sí,  no  vienen  bien  con  la 
procesión  de  mañana,  por  parecer  cosa  fuera  del  tiempo,  cla- 
ro está  que  muy  menos  se  deben  de  consentir  otros  juegos 
que  en  todo  tiempo  son  indecentes,  sino  que  todo  vaya  con- 
forme  al  contentamiento  de  aqueste  Señor,  a  quien  se  hace 

655  la  fiesta.  Para  lo  cual  conviene,  y  muy  mucho,  que  ninguna 
cosa,  chica  ni  grande,  se  represente,  haga  ni  diga,  que  no  sea 
examinada  por  persona  grave  y  sabia;  y  que  no  se  contente 
con  que  no  haya  en  estas  cosas  palabra  de  error,  pero  ni 
deshonestidad  manifiesta;  y  que  tenga  sentido  cristiano  y 

660  espíritu  del  Señor,  para  gustar  qué  cantares  y  representa- 
ciones le  agradan  a  este  Señor,  a  quien  se  hace  la  fiesta, 
el  cual,  como  es  muy  grave  y  honesto  y  le  parece  mal  cual- 
quiera ociosa  palabra,  cualquier  hecho  que  no  vaya  acom- 
pañado con  mucha  honestidad,  claro  está  que  lo  que  en  todo 

665  tiempo  y  lugar  no  le  parece  bien,  peor  le  parecerá  en  su  san- 
to día,  procesión  y  presencia. 

Graves  yerros  he  visto  y  oído  acerca  de  esto,  y  mucho 
se  debe  mirar  que  sea  muy  calificada  la  persona  a  quien  se 
comete  este  examen;  y  ésta  hallada,  mandar,  «so  graves  pe- 

670  ñas,  que  ninguna  cosa  se  haga  ni  diga  en  esta  ni  en  otras 
festividades,  sin  ser  examinada  por  ella;  porque,  de  otra 
manera,  más  sería  renovar  al  Señor  las  penas  de  su  pasión 
que  darle  gozo  con  ver  obrados  en  nosotros  los  efectos  de  ella. 

Y  esto  sea  a  todos  notorio,  que  lo  que  el  Señor  pretende 
575   en  todas  sus  obras  y  festividades  no  es  que  tomemos  alegría 

vana,  de  la  cual  ordinariamente  se  sigue  algún  daño  del  áni- 
ma, mas  la  ganancia  de  nuestras  ánimas  y  santificación  nues- 
tra; y  por  eso  todo  lo  ordenado  en  las  fiestas  ha  de  ir  con- 
forme a  este  fin. 

640  y]  derramando  lágrimas  nos  gozamos  devotamente  add.  T  |  teniendo  ale- 
gres lágrimas  y  add.  T  ||  641  por  los  ojos  om.  T 

649  según  7'  fj  652  de  om.  T  ||  654  este  T  f|  658  palabras  T  |  pero 
om.  T  |  ni  om.  V  ¡|  661  agradaran  T  [|  662  pare  T  [j  664  honestidad]  y  decen- 
cia add.  T 

667  cerca  T  ||  671  examinado  T  ||  673  con  ver]  pues  no  ve  T  |  efetos  T 
677  almas  T 

642   C.  i,  de  reliquiis  el  ven.  sanct.,  III,  ió,  in  Olem. 


592 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


680  Señor,  ¿dónde  vais?    Este  provecho  de  nuestras  ánimas 
— A  mis  hermanos    le  trujo  del  cielo  a  la  tierra;  éste  le 
busco  puso  la  cruz  en  los  hombros;  y  a 

quien  le  preguntara,  yendo  por  la 
calle  de  la  Amargura  cargado  con  ella:  "Señor,  ¿dónde  vais? 

685  ¿Y  por  qué  vais  así  tan  ajenamente  tratado  de  como  vos  me- 
recéis?", respondiérale  el  Señor  lo  que  Josef  cuando  le  en- 
vió su  padre  a  visitar  sus  hermanos,  y  andando  fuera  de 
camino,  le  preguntó  uno  qué  buscaba,  y  él  respondió  :  A  mis 
hermanos  busco.  ¡Oh  válame  Dios,  y  cuán  fuera  de  su  ca- 

690  mino  iba  el  Señor  aquel  día,  pues  que  el  padecer  pena  no 
conviene  al  que  no  tiene  culpa,  y  el  morir  no  es  cosa  que  cabe 
en  el  Inmortal!  Mas  estas  obras  tan  ajenas  de  El,  mirada  su 
justicia  y  su  omnipotencia,  tomó  el  Señor  y  se  abrazó  con 
ellas  por  obrar  su  misericordia  para  con  los  hombres,  que  es 

695  obra  muy  propia  suya,  como  lo  había  profetizado  Isaías: 
Que  para  obrar  el  Señor  su  obra  propia,  obró  cosas  ajenas 
de  sí;  y  aquel  salir  de  su  propio  camino  y  aquello  que  parece 
ser  fuera  de  camino,  fué  entrar  más  en  él,  pues  las  obras  de 
su  misericordia  son  a  El  más  honrosas  y  para  los  hombres 

700  más  provechosas,  y  por  eso  las  usamos. 

Estaban  los  hombres  fuera  de  su  propio  camino — el  cual 
es  la  ley  de  Dios — ,  y  como  dice  Isaías:  Todos  nosotros  erra- 
mos, cada  uno  por  su  parte,  como  ovejas  perdidas;  y  si  el 
piadoso  Señor  no  saliera  del  camino  de  su  descanso  e  inmor- 

705  talidad  (no  porque  perdiese  lo  que  tenía,  mas  porque  tomó 
la  sacra  humanidad  mortal  y  pasible,  para  en  ella  pagar  las 
culpas  de  los  errados  y  descaminados),  nunca  encontrara 
con  ellos,  ni  los  trujera  a  carráno,  ni  los  ganara  de  este 
modo. 

710  Lo  cual  todo  os  he  dicho  para  que  sepáis  que  aquel  mis- 
mo deseo  de  buscarnos  y  santificarnos  que  le  sacó  del  secre- 
tísimo seno  del  Padre,  donde  estaba  invisible  e  impasible, 
y  le  puso  humanado,  sujeto  a  trabajos  y  muerte  en  aqueste 
mundo,  y  le  hizo  predicar  en  templos,  en  casas,  en  calles, 

715  en  plazas  y  montes,  en  tierra  y  en  mar,  convidando  a  los 
hombres  con  el  remedio  que  El  traía  para  todos  los  males  que 
ellos  tuviesen,  y  rogándoles  que  se  aparejasen  con  peniten- 
cia para  gozar  de  los  dulcísimos  fructos  de  su  vida,  trabajos 
y  muerte,  que  son  eterna  salud;  ese  mismo  deseo  le  sacará 

720  mañana  de  su  casa,  que  es  el  templo,  y  de  su  sagrario,  donde 

680  almas  7'  |]  681  trajo  T  ||  684  de  la]  del  T  ||  686  respondiera  T  |  José  T  || 
691  al  que]  a  quien  T  ||  695  Esaías  T  |   696  para]  por  T  |  cosas]  muy  add.  T 
702  Esaías  T  ¡|  705  inmortal  7'  |¡  708  trajera  T  |]  708-709  <le  este  modo  om.  T 
710  Todo  lo  cual  T  \\  711  sacratísimo  T  ||  713  lo  T  |  este  T  ||  714  Jo  7"  || 
715  y,]  en  add.  T  ||  718  frutos  7"  ||  720  es]  el   V  \  y  om.  T 

689   Gen.  S7.  16.  7»3   Gf.  Is.  53,  b. 

6q6    Is.  62,  li. 


DEL  CORPUS 


está  escondido,  a  ir  por  nuestras  calles  en  la  procesión. 

Y  a  quien  de  esto  se  maravillare  y  le  preguntare:  "¿Qué 
os  viene,  Señor,  por  pasear  nuestras  calles  de  tierra,  viles 
y  estrechas,  pues  tenéis  por  vuestras  las  anchuras  del  cielo 

725  en  que  lo  hacer?  ¿No  basta  lo  que  paseastes  por  la  tierra  de 
promisión  con  mucho  cansancio,  viviendo  en  carne  mortal, 
sin  que,  ahora  que  tenéis  cuerpo  inmortal  y  glorioso,  y  está 
colocado  en  el  cielo  a  la  diestra  del  Padre,  andéis  por  las 
calles  de  nuestro  destierro,  que  no  son  propio  camino  vues- 

730  tro,  pues  por  ser  lugar  de  corrupción  no  son  lugar  de  cuerpo 
glorioso,  que  es  incorruptible?  ¿Sabéis  qué  responderá  el 
Señor  a  quien  esto  le  preguntare?  Todo  eso  sé  yo;  mas  quie- 
ro que  sepáis  vosotros  que  así  como  el  Padre  me  envió  por  mi 
encarnación  a  visitar  a  los  hombres,  y  anduve  caminos  ex- 

735  traños  de  mí  por  los  remediar,  así  por  ordinación  de  mi  Pa- 
dre salgo  de  mi  sagrario  y  voy  por  estas  calles  a  buscar  mis 
hermanos,  para  darles  el  fructo  de  mi  muerte,  que  con  fer- 
ventísimo amor  por  ellos  pasé". 

¡Oh  entrañas  dulcísimas,  de  amor  inefable!  ¡Oh  amoro- 

740  so  fuego,  que  siempre  ardes  y  nunca  te  apagas!  ¡Oh  Corazón 
más  ancho  que  el  cielo  para  sufrirnos  y  meternos  en  sí  y 
buscar  lo  que  nos  cumple!  ¿Quién  contará  los  caminos  que 
tienes  para  buscar  el  remedio,  aun  de  los  que  huyen  de  Ti? 
Estás  tan  lleno  del  deseo  de  nuestro  bien,  es  tanto  el  amor 

745  que  en  tu  corazón  reina,  que  parece  mañana  que  no  cabes  en 
tu  templo,  por  grande  que  sea,  y  que  la  gente  que  allí  te  va 
a  ver  en  la  misa  te  parece  poca,  con  el  deseo  que  tienes  de 
abrazar  a  todos;  y  lastimado  de  lo  que  pierden  los  que  no 
van  a  ti,  y  como  madre  ansiosa  y  cudiciosa  del  remedio  de  sus 

750  hijos,  sales  a  las  calles  y  lugares  públicos  y,  según  está  es- 
crito, predicas  en  lo  público  y  das^voces  en  las  plazas  di- 
ciendo: Si  alguno  es  pequeñuelo,  venga  a  mí. 

¡Oh  Sabiduría  eterna  del  Padre,  cuán  callado  parece  que 
vas,  puesto  en  las  andas,  debajo  de  las  cortinas  y  accidentes 

755  de  pan!  Mas  quien  fuese  digno  de  alcanzar  de  ti  unos  ojos 
y  vista  espiritual  que  pudiese  penetrar  hasta  ver  tu  amoro- 
sísimo corazón  y  tuviese  tales  orejas  espirituales  que  te  pu- 
diesen oír,  este  tal  entendería  que,  así  como  cuando  vivías 
en  esta  vida  mortal  predicabas  y  con  voz  alta  decías:  Si  al- 
iso  quno  ha  sed,  venga  a  mí  y  beba;  y:  Venid  a  mi  todos  los 

723  os  viene]  a  Vos  T  |  por]  con  T  \\  T2&  cansancio]  trabajo  T  |¡  729  vues- 
tro T  ||  734  a2  om.  T  |  hombres]  hermanos  míos  add.  T  ||  735  ordenación  T  || 
737  fruto  T  ||  738  amor]  que  add.  V 

739  de]  Oh  T  ||  749  cudiciosa]  cuidadosa  T  ||  751  lo  om.  T 
754  de  om.  T  ||  760  a  Mí  om.  T  \  Y  om.  T  ||  762  decía  tu  lengua  T  ||  774  re- 
cebir]  descubrir  T 

752    Prov.  g,  4. 
760    lo.  7,  37. 


594  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  trabajáis  y  estáis  cargados,  que  yo  os  recrearé,  eso 
mismo  que  entonces  tu  lengua  decía,  dice  ahora  tu  corazón 
yendo  en  las  andas.  Porque,  aunque  entonces  era  oída  tu 
voz  y  ahora  no,  mas  tu  amor  con  que  entonces  hablabas  y 

765  ahora  vas  de  esta  manera,  uno  es,  el  cual  no  te  deja  descan- 
sar y  te  mueve  a  buscar  unos  medios  y  otros,  hasta  que  aca- 
bes tu  deseada  obra  del  bien  de  los  hombres.  Porque,  aunque 
tienes  acabado  con  tu  Eterno  Padre  que  perdone  y  reciba 
a  su  gracia  a  los  pecadores  que  por  penitencia  se  convirtie- 

770  ren  a  El,  y  alcanzar  esto  te  costó  a  ti  tu  vida;  mas  si  el 
hombre  no  se  apareja  para  recebir  esta  gracia,  ninguna  cosa 
le  aprovechará  haberla  tú  alcanzado  en  la  cruz.  Y  por  eso, 
Señor,  este  cuidado  te  queda  ahora,  de  acabar  con  los  hom- 
bres que  quieran  ellos  recebir  el  perdón  y  la  gracia;  lo  cual 

775  ellos  habían  de  rogar,  andando  tras  ti,  y  aun  trabajar  hasta 
la  muerte,  porque  se  la  dieses. 

Esta  dureza  de  corazón  que  en  los  hombres,  Señor,  ha- 
llas, con  que  no  quieren  recibir  rogados  aquello  por  lo  cual 
ellos  habían  de  rogar  y  dar  la  vida  por  ello,  ésta  te  saca  de 

780  tu  propia  casa  y  te  lleva  por  sus  calles,  dando  de  tu  corazón 
altísimas  voces:  ¡Venid  a  mí  todos  los  que  estáis  perdidos; 
gozá  de  mi  redempción,  que  yo  os  daré  remedio  para  cual- 
quier mal  que  tengáis ! 

Y  como  cuando  entonces,  Señor,  salías  por  las  calles,  sa- 

785  nabas  enfermos,  convertías  pecadores  y  hacías  otras  obras  de 
misericordia  a  los  que  las  querían  recibir,  así,  si  ahora  hu- 
biese quien  entendiese  que  vas  en  aquellas  andas  mañana 
con  el  mismo  amor  que  andabas  cuando  vivías  vida  mortal  y 
cuando  fuiste  con  la  cruz  a  cuestas  a  padecer  por  los  hombres, 

790  y  si  te  oyesen  que  vas  diciendo  en  tu  corazón:  "Aquí  voy, 
hombres,  en  esta  procesión,  en  testimonio  que  no  estoy  arre- 
pentido de  haber  andado  la  otra  al  monte  Calvario,  sudando 
y  derramando  sangre  por  vuestro  remedio;  y  si  es  menester 
tornar  otra  vez  a  pasar  lo  que  allí  pasé  y  a  morir  otra  vez 

795  en  la  cruz,  todo  lo  que  se  me  pidiere  haré  y  sufriré  porque  tu 
ánima  no  se  pierda,  mas  alcance  la  eterna  salud",  ¿quién, 
Señor,  que  esto  sintiese,  se  defendería  de  tu  porfiada  reques- 
ta  de  amor?  Y  viendo  que  sales  a  buscar  por  las  calles  aun 
a  los  que  no  te  van  a  buscar  a  tu  templo,  y  vas  a  convidar 

800  con  tu  vista  aun  a  los  que  no  te  quieren  ver,  ¿quién  quedaría 
sin  rendirse  de  todo  su  corazón  a  la  obediencia  de  tus  man- 
damientos y  alanzar  todo  pecado  de  sí?  ¡Ay  de  tanta  dureza, 

778  recebir  T  ||  779  éste  V  ||  7S0  casa  propia  T  |  sus]  las  T  |  de  om.  T  || 
782  gozad  T 

786  recebir  T  \\  792  otro  V  ||  794  otra  vez  om.  T  ||  797  recuesta  T  |¡  799  a(] 
en  T  ||  806  vista]  vida  V  ||  801  tus]  estos  T 


761    Mt.  11,  28. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


595 


que  tan  grandes  bienes  impide,  y  hace  salir  en  balde  la  sa- 
lida del  Señor  a  pasear  nuestras  calles,  que  era  para  hacer 

805  su  oficio  acostumbrado  de  curar  los  enfermos  y  pecadores  que 
a  El  se  llegasen! 

Acordaos  que  cuenta  el  santo  Evangelio  que,  yendo  el 
Señor  a  resucitar  una  moza  difunta,  acompañado  de  mucha 
gente,  se  llegó  por  detrás  de  Ei  una  mujer  enferma,  por 

810  tiempo  de  doce  años,  que  haJbía  gastado  su  hacienda  en  cu- 
rarse, y  lo  que  había  sacado  de  la  cura  era  que,  siendo 
primero  rica  y  enferma,  quedó  enferma  y  pobre  y  sin  espe- 
ranza de  humano  remedio;  mas  hallólo  en  Jesucristo  nues- 
tro Señor,  diciendo  en  su  corazón:  Si  yo  pudiese  llegar  y 

815  tocar  el  cabo  de  la  vestidura  de  aqueste  Señor,  confío  en  El 
que  luego  alcanzaría  salud;  llegó  y  tocó,  y  en  tocando  fué 
sana,  correspondiendo  al  corazón  de  la  buena  mujer  la  mi- 
sericordia de  Oristo,  el  cual  preguntó  a  los  que  allí  iban: 
¿Quién  me  tocó?  Y  respondió  San  Pedro:  Maestro,  aprie- 
to tote  la  muchedumbre  de  la  gente,  y  tú  dices:  ¿Quién  me 
tocó?  A  lo  cual  respondió  el  Señor,  dando  a  entender  que 
no  llamaba  El  tocarle  al  apretarle:  Alguno  me  tocó,  que 
yo  he  sentido  salir  virtud  de  mi. 

¡Oh  si  tanta  merced  nos  hiciese  mañana  aqueste  Señor 

825  en  la  procesión,  que  hubiese  algunos  corazones  deseosos  de 
salud,  devotos  al  Señor,  confiados  de  su  misericordia,  que 
fuesen  curados  de  El!  Pues  que  han  de  ir  mañana  con  El 
muchos  que  están  enfermos  en  sus  ánimas,  no  hay  que  du- 
dar. Unos  llevarán  enfermedades  de  pecados  mortales — ¡lí- 

830  brenos  de  ellos  la  misericordia  de  Dios! — ;  otros  veniales, 
otros  malas  inclinaciones  y  malas  costumbres,  que  por  ven- 
tura les  han  durado  doce  años,  como  a  la  otra  mujer  la 
enfermedad  del  cuerpo,  y  aun  puede  ser  que  más.  Y  llegará 
cerca  de  nos  el  Médico  omnipotente  con  gran  voluntad  de 

835  curarnos,  y  rogándonos  con  la  cura,  y  aun  pagándonos 
porque  nos  queramps  curar;  y  por  no  haber  quien  le  toque, 
como  le  tocó  la  otra  mujer,  acabada  la  procesión  y  echada 
nuestra  cuenta,  hallamos  que  nos  traemos  a  casa  nuestros 
pecados  y  malas  inclinaciones  tan  enteros  como  se  estaban 

840    de  antes;  y  plega  a  Dios  no  volvamos  peores  que  fuimos. 

¿Sabéis,  hermanos,  qué  es  tocar  al  Señor  para  alcanzar 
salud  de  El?  Creerlo  con  la  fe  católica,  conocer  las  propias 
culpas,  pesarle  de  haberlas  hecho,  proponer  la  enmienda 
y  la  confesión,  tener  confianza  que,  por  las  llagas  que 

845    padeció  Jesucristo  nuestro  Señor  en  su  cuerpo  sagrado, 

812  había  quedado  T  ]|  815  las  vestituras  de  este  T  ||  818  iban  allí  T 
824  este  T  ||  825  de]  su  add.  T  ||  826  que  om.  V  ||  S27  curados]  criados  T  | 
han  om.  V  ||  833  aunque  T  ||  SST  hecha  T  \\  839  se  om.  T 

841  hermanos  om.  T  ||  842  Creerle  T  ¡|  845  sagrado  cuerpo  T 

823    Me.  5,  21-34  ;  Le.  8,  41-48. 


596 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


manos  y  pies — que  es  lo  "postrero  de  su  vestidura — ,  reci- 
birá perdón  de  sus  pecados  y  salud  de  sus  llagas,  y,  sa- 
liendo a  la  procesión  malo  y  enfermo,  tornará  justificado  y 
con  salud  de  su  ánima. 

850  ¡Oh  Señor!,  qué  alegre  procesión  y  hora  es  aquella 
para  vos  cuando  halláis  por  esas  calles  una  oveja  perdida, 
que  deja  sus  pecados  y  huye  a  vos,  y  consiente  que  la  toméis 
encima  de  vuestros  hombros  y  la  llevéis  a  vuestra  Iglesia, 
y,  confesándose  y  comulgándose,  se  junta  con  las  otras 

855  de  vuestro  rebaño,  que  están  en  vuestra  santa  gracia  y 
amor.  ¡Oh  si  muchas  ganancias  hubiese  de  éstas  en  la  pro- 
cesión de  mañana! 

Apretárnosle  y  no  le     Mas  ¡ay  dolor!,  que  temo  mucho 
tocamos  <lue  acaece  lo  que  dijo  San  Pedro: 

860  QUe  compañas  aprietan  al  Señor,  y, 

apretándole,  no  le  tocan.  Aquella  gente  de  buena  gana  iba 
acompañando  al  Señor,  y  por  ir  cada  uno  más  cercano  de 
El  se  apretaban  unos  a  otros,  y  apretaban  al  Señor;  y  to- 
cándole tantos  con  el  cuerpo,  no  le  tocó  provechosamente 

865  sino  aquella  mujer.  ¿Habéis  visto  y  llorado  cómo  lo  mismo 
.pasa  a  la  letra  entre  nosotros?  Vamos  con  el  Señor  por  las 
calles  con  mucho  regocijo  y  contentamiento;  procuramos  el 
lugar  más  cercano  para  ir  junto  con  El;  y  algunas  veces 
habéis  visto  u  oído  decir  que  en  los  templos  y  en  las  pro- 

870  cesiones  hay  contiendas,  y  aún  más  adelante,  sobre  quién 
estará  en  el  lugar  más  honrado  y  más  cercano  al  Señor 
— ¡cosa  muy  desacatada  es  y  muy  castigada  será! — ;  y  con 
ir  así,  descuidados  de  sentir  el  ánima  la  dulcedumbre  de  la 
presencia  del  Señor  que  allí  va,  embebecidos  .en  mirar  los 

875  regocijos  y  juegos  exteriores,  sin  orden,  sin  aparejo,  sin 
pureza  de  ánima,  sin  dolor  de  pecados,  sin  quererse  apro- 
vechar de  aquella  omnipotente  virtud,  poderosa  para  reme- 
dio de  todos  los  males,  ofrecérnosle  al  Señor  todo  el  cuerpo 
con  que  allí  le  hacemos  presencia  y  acompañamiento,  y 

880  vamos  apartados  según  el  ánima;  y  de  esta  manera,  aun- 
que vamos  cerca,  apretárnosle  y  no  le  tocamos. 

¿Queréis  ver  esto  más  claro?  ¿Qué  cosa  es  apretar  un 
cuerpo,  sino  hacerle  querer  que  quepa  tn  menor  lugar  del  que 
le  es  justo  y  debido?  Y  así  como  el  lugar  donde  el  inmenso 

88.*  Dios  ha  de  morar  en  nosotros  ha  de  per  estimarle,  reveren- 
ciarle y  amarle  sin  tasa  y  sobre  toda  medida,  amándole  so- 

852  huye]  viene  T  ||  854  junte  V 

85S  mucho  om.  T  ||  859  dice  T  ||  860  Que]  las  adj.  T  \\  861  Aquellas  «en- 
tes T  |  iban  7'  ||  862  cerca  7'  |l  863  apretaban  -  Señor]-  también  le  apretarían 
a  El  r  ||  865  llorado]  mirado  T  ||  869  u]  y  T  ||  874  que  allí  ya  om.  T  ||  876  pe- 
reza r  ||  S78  todo]  solo  T 

883  quererle  hacer  T  ||  885-836  reverenciarle  y  om.  T  ||  8K7  el]  del  T  || 


851    Mt.  18,  12. 


860    Cf.  Le.  S,  ,15. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


597 


bre  todas  las  cosas  de  la  tierra  y  el  cielo,  y  amándole  más 
que  a  nos  mismos,  si  tú,  cristiano,  no  das  a  Dios  tu  corazón 
ensanchado  con  la  grandeza  y  anchura  de  aquesta  reve- 

890  rencia  y  amor,  quiéreslo  meter  en  lugar  pequeño,  quiéreslo 
poseer  con  amor  pequeño,  y  El  quéjase  y  dice:  El  que  ama  a 
padre  o  a  madre  más  que  a  mí,  no  es  digno  de  mí.  Y  si  tú  fue. 
ses  un  infiel  que  carece  de  amor  y  de  fe,  diríamos:  "Ningún 
lugar  tiene  allí  Dios  en  que  reposar;  y  en  el  corazón  y  enten- 

895  dimiento  de  aquel  tal  hombre  es  Dios  como  si  no  fuese"; 
porque  sin  la  fe  verdadera,  que  es  el  fundamento  y  princi- 
pio de  todo  bien,  no  hay  estima  ni  amor  del  Señor.  Mas  tú, 
que  por  una  parte  tienes  la  fe  católica  y  verdadera,  y  cele- 
bras mañana  esta  santa  festividad  con  acompañar  y  reve- 

900  renciar  al  Señor;  y  por  otra  parte  no  llevas  en  tu  ánima  aque- 
lla espiritual  anchura  de  corazón,  amando  al  Señor  sobre 
todas  las  cosas,  llegaste  con  la  fe,  llegaste  con  el  cuerpo, 
llegaste  con  las  ceremonias  corporales  no  más;  apriétasle  ma- 
lamente; y  cuando  te  mira  no  se  podrá  decir  con  verdad: 

905  Verá  y  será  harto;  mas  tiene  todavía  grandísima  hambre  de 
ver  tu  ánima  puesta  en  estado  de  gracia  y  que  tornases  a  tu 
casa  libertado  de  los  pecados  que  trujiste  a  la  procesión. 

Gran  dolor  es  que  yendo  con  un  Señor  que  te  quiere  y 
puede  descargar  de  la  pesada  carga  de  tus  pecados,  que  bas- 

910  ta  para  llevar  un  hombre  al  infierno,  quieras  tú  más  que- 
darte en  estado  de  condenación  con  tus  pecados  a  cuestas 
que  ser  libertado  y  correr  por  los  mandamientos  de  Dios  con 
ligereza  de  ciervo. 

Mas  aun  lo  que  peor  es  y  más  de  doler,  y  que  basta  para 

915  hacer  reventar  de  dolor  al  cristiano  corazón  que  tiene  amor 
al  Señor,  es  que  en  la  misma  fiesta  de  su  sacratísimo  Cuerpo, 
en  la  misma  presencia  del  mismo  Señor,  en  el  día  diputado 
para  que  vea  y  se  harte  y  descanse  en  pago  de  que  su  áni- 
ma trabajó  en  su  sagrada  pasión,  allí,  allí  le  ofendes,  cris- 

920  tiano,  y  sin  ninguna  vergüenza  alzas  los  ojos,  que  habían  de 
ir  fijos  en  El,  y  cébaslos  en  las  faces  de  las  mujeres,  y  tu  co- 
razón en  las  cudiciar.  Y  si  en  esta  desvergüenza  cayese  no 
sólo  la  gente  del  vulgo,  que,  como  dice  Jeremías:  ¡Por  ven- 
tura ignoran  el  juicio  del  Señor!,  mas  aun  también  la  gente 

925  principal,  y  cuanto  más  si  es  eclesiástica,  los  cuales,  unos  y 
otros  deben  tener  más  entendida  y  puesta  por  obra  la  voluntad 

889  esta  T  ||  891  poseer]  payar  T  ||  893  y]  carece  add.  7"  |'|  894  en  que  reposar 
om.  T  ||  895  tal  om.  T  \\  901  anchura  espiritual  f  |'|  906  puesta  tu  ánima  T  |j 
907  trajiste  T 

908-909  puede  y  quiere  T  ||  910  llevar]  a  add.  T 

921  El]  Señor  add.  T  ||  921-922  en  tu  corazón  7'  ||  922  cobdicias  T  |  desver- 
güenza] desmesura  T  ||  9220(23  no  sólo]  sola  T  ||  923  Hiereniías  T  ||  928  Hie- 


892  Mt.  ÍO,  37. 
924   Cf.  Ier.  5,  4. 


698  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


del  Señor,  ¿quién  terná  corazón  para  lo  sufrir;  quién  lengua 
para  lo  hablar,  sino  para  decir  con  Jeremías:  Mirad,  que 
estos  tales  quebraron  más  el  yugo  y  rompieron  las  cadenas  de 

930  ios  mandamientos  del  Señor?  ¿Quién  dará  agua  para  mi  ca- 
beza, y  para  mis  ojos  fuentes  de  lágrimas,  y  lloraré  de  día  y 
de  noche  los  muertos  de  la  hija  de  mi  pueblo?  ¿Quién  me 
llevará  a  la  soledad,  por  donde  pasan  los  caminantes,  y  des- 
mampararé a  mi  pueblo,  y  apartarme  he  de  ellos,  porque 

933  son  adúlteros  y  junta  de  pecadores? 

¡Oh  día  santo  y  solemne  del  Cuerpo  de  Jesucristo  nuestro 
Señor,  y  cuán  poco  descanso  y  hartura  le  das  a  El,  y  tan  poca 
ganancia  a  las  ánimas,  por  el  mal  aparejo  con  que  lo  cele- 
bramos! ¡Oh  cristiano  ejército  del  gran  Capitán  Jesucristo, 

940  que  tan  esforzado  solías  ser  para  vencer  las  pasiones  de  car- 
ne, para  negar  la  propia  voluntad,  y  que  te  ofrecías  de  muy 
buena  gana  a  la  muerte  por  la  honra  de  tu  Señor!,  ¿quién 
te  ha  hecho,  con  miserable  trueco,  tan  flaco,  que  en  un  día 
del  Señor,  en  un  rato  y  en  la  presencia  del  mismo  Señor,  no 

945  tengas  fuerza  para  dejar  de  mirar  y  cudiciar  una  mujer,  ti- 
niendo  delante  de  ti  a  Dios  humanado,  en  el  cual  con  mucha 
razón,  con  gran  provecho  y  deleite  podrás  cebar  hoy  tu  vis- 
ta y  emplear  todo  el  amor  de  tu  corazón?  ¿Por  qué  haces 
cosa  tan  al  revés?  ¿No  sabes  que  saliste  hoy  acá  para  dar  tes- 

950  timonio  que,  por  la  pasión  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  te 
libró  Dios  Padre  del  poder  de  las  tinieblas  y  te  pasó  al  Reino 
del  Hijo,  que  es  limpieza,  gracia  y  justicia?  Y  ¿cómo  se  dirá 
de  ti  que  eres  la  presa  y  despojo  que  nuestro  David  libertó  del 
poder  de  los  amalecitas,  si,  por  el  pecado  en  que  estás,  te 

955  tiene  el  demonio  en  cruel  captiverio  y  estás  hecho  miserable 
presa  de  él,  haciendo  que  se  pierda  en  ti  lo  mucho  que  el 
Señor  trabajó  por  te  ganar,  para  que  viéndote  recibiese  des- 
canso; y  en  lugar  de  esto,  apriétasle  con  la  dureza  de  tu  co- 
razón, lastímasle  cuanto  es  en  ti  con  nuevas  heridas? 

960  Y  aunque  allí  va  callando  en  el  Sacramento  a  tu  pa- 
recer, mías  en  la  verdad  quejándose  va  de  la  crueldad  que 
usas  con  El,  sigún  está  escripto:  A  quien  tú  heriste,  ellos 
persiguieron,  y  sobre  el  dolor  de  mis  heridas  añidieron  do- 
lor. El  Eterno  Padre  le  hirió  por  nuestros  pecados,  y  dióse 

965   por  contenta  y  satisfecha  la  Justicia  divina  con  lo  que  por 


remfas  T  ||  929-S30  del  mandamiento  T  |[  930  del  Señor]  de  Dios  T  ||  934  des- 
ampararé T 

944  la]  misma  add.  T  \  mismo  om.  T  ||  945  cobdiciar  T  ||  946  teniendo  T  || 
954  los]  las  T 

962  según  T  |  escrito  T  \\  963  persiguieron  T  |  añadieron  T  ||  965  divina 


930    Cf.  Ier.  5,  5. 
Q35    Ier.  9,  1-2. 
952    Col.  r,  13. 


953  Cf.  1  Reg.-  30,  20. 
964   Ps.  68,  27. 


37-     VÍSPERA  DEL  COKPTJS 


599 


ellos  padeció  el  Señor;  y  siendo  razón  que  le  ofrecieses  ma- 
ñana corazón  confesado,  comulgado  y  ataviado  con  buenas 
obras,  en  el  cual  El  reposase  de  los  trabajos  pasados,  y  viese 
tu  limpieza  y  virtud,  y  se  hartase,  dasle,  en  lugar  de  esta 
970  miel,  amarguísima  hiél,  renovándole  las  antiguas  heridas 
con  las  nuevas  de  nuevos  pecados  que  en  su  fiesta  cometes. 

Y  herida  sobre  herida,  es  cosa  de  gran  dolor;  y  así  lo  es 
para  el  Señor  hallarte  ingrato  al  beneficio  de  su  amor  y 
de  la  sangre  que  por  ti  derramó.  Y  habiendo  sembrado  uvas 

975  de  dulcísimos  beneficios  en  ti,  haces  tú  que  el  fructo  que 
coja  sean  abrojos  y  espinas. 

¡Vergüenza,  vergüenza,  cristianos,  de  tan  gran  fealdad! 
¡Compasión,  compasión  de  lo  que  trabajó  el  ánima  del 
Señor  en  su  procesión  al  monte  Calvario  y  muerte  de  cruz! 

980  Trabajemos,  aunque  nos  cueste  la  vida,  de  dejar  los  peca- 
dos e  ir  tan  humildes,  pacíficos  y  devotos,  y  tales,  que  el 
Señor,  que  nos  mira,  vea  y  se  harte.  Ninguno  de  cuantos 
allí  vamos,  por  chico  que  sea,  hay  que  no  muriese  Cristo 
por  él;  ninguno  haya,  grande  ni  chico,  varón  ni  mujer, 

985  que  no  vaya  allí  con  agradecimiento  de  esta  merced  y  con 
limpia  conciencia. 

Principalmente  tienen  esta  obligación  las  personas  prin- 
cipales, eclesiásticas  y  seglares,  los  cuales  tanto  deben  ex- 
ceder a  los  menores  y  ser  singulares  en  el  servir  y  agradar 

990  con  mayores  virtudes  a  este  Señor,  cuanto  más  singulares 
son  en  haber  recibido  mercedes  de  El  y  en  representar  la 
persona  de  Dios  por  el  público  oficio  que  de  El  recibieron. 

Y  pues  no  son  personas  particulares,  no  se  contenten  con 
su  bien  particular;  mas  si  quieren  que  su  modestia  y  de- 

995  voción,  que  mañana  llevaren,  sea  de  doblado  merecimiento 
y  galardón,  no  consientan  que  la  otra  gente  vaya  como  no 
debe,  porque  no  pierdan  el  bien  propio  por  el  mal  ajeno; 
pues  de  los  tales  se  dice  que  "el  no  resistir  es  consentir  y 
aprobar". 

1000   Devoción,  caridad  y    Los  sacerdotes  que  llevaren  maña- 
limpieza  na  a^  gran  Señor,  a  quien  adoran 

y  reverencian  los  ángeles,  agradéz- 
canle mucho  que  se  quiere  servir  de  los  hombros  de  ellos, 
y  de  que  sufran  calor,  que  suden;  y  esperen  por  ello  ga- 
1005  lardón  muy  grande  del  liberalísimo  Señor  que  sobre  si 
llevan,  y  acuérdense  del  trabajo  que  el  Señor  pasó  lleván- 
dolos a  ellos  y  a  todos  sobre  sus  hombros  en  el  día  de  su 


Justicia  T  i|  966  el  Señor  padeció  por  ellos  7"  •  9711  de]  los  add.  T  ||  972  heri- 
da,] herir  T  \\  975  fruto  T 

981  tan]  como  T  |  y   om.  T  ||  984  hay  T 

991  reotbido  T  ||  99¿  no]  om.  T 

1000  llevarán  T  |  mañana]  en  las  andas  add.  T  |||  1004  de  om.  T  |  calor]  y 
add.  T  ||  1006  llevando  7'  ||  1012  cosa  om.  T 


600 


SERMONES-   CICLO  TEMPORAL 


pasión,  y  sacarán  ellos  fuerza  para  sufrir  el  propio  suyo  con 
mucha  paciencia  y  aun  con  alegría;  y  estén  avisados,  no 

1010  sea  más  falta  de  devoción  que  de  fuerzas  corporales  el  sen- 
tir mucho  él  peso  de  las  andas,  el  calor  del  sol,  la  longura 
del  camino,  que  seria  cosa  muy  vergonzosa. 

ÍLos  legos  que  tienen  hacienda,  den  mañana  para  rescate 
de  algún  cautivo  o  saquen  de  la  cárcel  algún  preso  por 

1015  deudas,  en  honra  y  agradecimiento  de  la  dichosa  redemp- 
ción  de  nuestro  espiritual  cautiverio  y  de  la  libertad  de  las 
cadenas  en  que  nos  tenían  nuestros  pecados,  que  se  cele- 
bran en  la  procesión  de  mañana.  Casar  una  huérfana  tam- 
bién será  conforme  a  esta  santa  fiesta,  pues  celebramos  en 

1020  ella  la  procesión  y  día  en  el  cual  el  Señor  lavó  con  su  san- 
gre a  su  Iglesia  y  la  tomó  por  esposa.  Y  también  verná 
muy  a  propósito  dar  de  comer  a  los  pobres  y  recrear  los 
enfermos,  vestir  los  desnudos,  en  honra  de  este  sagrado 
manjar,  que  tan  piadosamente  nos  es  concedido  en  refección 

1025  de  nuestra  ánima  y  cuerpo,  en  salud  copiosa  de  nuestras 
enfermedades,  en  vestido,  casa  y  abrigo,  y  generalmente 
en  remedio  de  todas  nuestras  necesidades. 

Y  para  que  estas  obras  de  misericordia  mejor  se  hicie- 
sen, debían  los  cofrades  de  este  Santísimo  Sacramento  en- 

103o  cargarse  de  ellas  y  pedir  en  la  fiesta  de  mañana  y  en  todo 
el  octavario  limosnas  a  los  fieles  para  efecto  de  ellas;  y  los 
fieles  ser  muy  largos  en  dar,  por  amor  del  Señor  y  al 
mismo  Señor,  de  sus  temporalidades,  pues  El  dió  por  ellos 
su  vida. 

1035  Y  quien  no  tuviere  hacienda  para  servir  con  ella  al 
Señor,  por  ventura  habrá  recibido  de  su  prójimo  alguna 
mala  obra  o  pasará  trabajo  en  sufrir  la  mala  condición  de 
él.  Y  si  este  tal  perdona  a  quien  le  enojó  y  sufre  con  pa- 
ciencia la  cruz  de  la  mala  condición  ajena,  piense  que  ha 

104P  ofrecido  mañana  al  Señor,  no  hacienda,  sino  sangre  del  pro- 
pio corazón,  pues  duele  mucho  más  esto  que  aquello.  El 
enfermo  o  pobre  ofrezca  mañana  paciencia  al  Señor  y  acom- 
páñele, conformándose  con  su  santa  voluntad  y  dándole 
gracias  por  todo. 

1045  Unos  y  otros  procuren  de  llevar  los  corazones  (a  los 
cuales  Dios  mlira)  tan  limpios,  que  los  ojos  corporales  con 
que  al  Señor  miraren  le  den  vista  agradable  con  que  El  se 
contente;  pues  que  así  como  los  limpios  de  corazón  han  de 
ver  a  Dios  en  el  cielo  con  espiritual  vista,  así  la  vista  corpo- 

1015  redención  T  \\  1017  celebra  mañana  add.  T  ||  1018  de  mañana  om.  T  || 
1019  será]  cosa  add.  T  ||  1022  y  om.  T 
1029  cofrades]  confiados  V  \\  1030  ella  V 

1036  recebido  T  ||  1043  acompáñele]  acompañe  mañana  al  Señor  r  ||  1044 
todo]  Y  add.  T 

1048  pues  tjue]  porque  7'  ||  1050  de]  la  add.  T  \\  1063  santa]  madre  add.  T  | 

1049  Cf.  Mt.  5,  8. 


37-     VÍSPERA  DEL  CORPUS 


601 


1050  ral,  que  da  contentamiento  al  Señor  en  la  tierra,  de  limpieza 
de  corazón  ha  de  salir.  Y  porque  en  esta  limpieza  va  mucho, 
y  poca  gente  sabe  alcanzarla  por  vía  de  contrición  sola  y 
propósito  de  confesión,  nos  aconseja  la  santa  Iglesia,  sigún 
hemos  dicho  en  otro  sermón,  que  desde  el  domingo  pasado 

1055  nos  aparejemos  con  buenas  obras  y  pura  confisión  de  nues- 
tros pecados  para  recibir  a  nuestro  Señor  y  celebrar  digna- 
mente su  fiesta,  y  gozar  de  los  fructos  de  su  pasión. 

No  faltará  galar-  Y  no  os  parezca  cosa  dura  a  chicos 
dón  a  quien  bien     ni  a  grandes  hacer  lo  que  se  os  ha 

1060       le  acompañe         pedido  para  celebrar  dignamente  esta 
santa  procesión.  Porque  si  el  rey  Da- 
vid dió  en  galardón  pan,  carne  y  buñuelos  a  los  que  acom- 
pañaron la  procesión  del  arca  del  Testamento  Viejo,  muy 
mejor  galardonará  Jesucristo  nuestro  Señor  a  los  que  acomr 

1065  pañaren  su  divina  persona,  significada  por  la  otra  arca 
pasada.  David  era  rey  temporal,  y  dió  pequeño  galardón 
y  de  cosas  de  poco  valor;  mas  las  riquezas  de  nuestro  Rey 
son  preciosísimas  y  son  eternas;  y  la  anchura  de  su  cora- 
zón para  dar,  excede  a  cualquiera  gana  que  un  hombre 

1070  tenga  de  recibir.  Dad,  hermanos,  a  nuestro  Señor  lo  que 
os  pide,  para  ir  como  debéis  en  su  santa  procesión;  y  en 
lugar  de  la  carne  y  pan  que  David  dió,  daros  ha  su  sagrado 
cuerpo  y  su  preciosísima  sangre,  y  su  ánima  y  divinidad; 
todo  lo  cual  recebís  cuando  comulgáis;  y  dichoso  aquel  que 

1075  bien  lo  recibe,  porque  en  este  bien  están  encerrados  tantos 
bienes  sin  cuento,  que  si  un  hombre  trabajase  toda  su  vida 
con  buenas  obras,  estaba  muy  bien  pagado  con  entrar  una 
sola  vez  nuestro  Señor  en  su  pecho. 

Y  no  sólo  este  Santo  Sacramento  bien  recebido  os  dará 

1080  mantenimiento  y  fuerzas  para  vuestra  ánima,  como  el  pan 
y  la  carne  las  da  para  el  cuerpo;  mas  también,  en  lugar 
de  los  buñuelos  que  dió  David,  que  son  más  fructa  que 
mantenimiento,  os  dará  este  Señor,  celebrando  como  os  he 
dicho  su  procesión  y  recibiendo  su  santo  cuerpo,  una  espi- 

1085  ritual  recreación,  un  sentiros  descargados  del  peso  de  la 
mala  conciencia,  que  os  cause  mayor  deleite  que  todas  Zas 
fructas  del  mundo.  Y  también  podéis  contar  por  fructa  las 
santas  indulgencias  y  días  de  perdón  que  a  los  que  bien 


según  se  ha  T  ||  1055  confesión  T  ||  1056  recebir  T  |'  1057  frutos  T  |  su  ]  sa- 
grada add.  T 

105ÍV-1CS9  a  chicos  -  grandes]  om  T  ||  1061  santa  om.  T  ||  1062  pan]  y  add.  T  | 
buñuelos]  colación  T  ||  1063  muy]  mucho  T  ||  1064  a  om.  T  ||  1065  sig- 
nificado V  SI  1069  cualquier  T  \\   1070  recebir  T  ||  1077  estaría  T 

1082  los  buñuelos]  la  colación  T  |  es  T  |  fruta  T  ¡|  1084-1085  su  procesión 
como  os  he  dicho  T  f|  1085  sentiros]  descansados  y  add.  T  ||  1087  frutas  T  | 


1062   Cf.  2  Reg.  6,  19. 


602  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


celebraren  estas  fiestas  le[s]  son  concedidas;  porque  aunque 

1090   sea  gran  cosa  y  muy  de  estimar  la  remisión  de  las  penas 
de  purgatorio,  que  se  conceden  por  estas  y  otras  indulgencias, 
mas  en  comparación  de  la  gloria  eterna  que  a  las  buenas 
obras  les  es  prometida,  aquélla  es  fructa  y  ésta  es  manjar. 
Y  aunque  cualquier  galardón  de  los  ya  dichos  sea  bas- 

1093  tante  para  alentaros  y  esforzaros  a  hacer  todo  aquello  que 
se  os  pide  de  parte  de  nuestro  Señor,  para  ir  mañana,  como 
debéis,  acompañándolo  en  su  procesión ;  mas  si  para  vuestra 
tibieza  esto  no  basta,  ruégoos  por  amor  de  nuestro  Señor 
os  acordéis  de  aquellas  procesiones  que  eternalmente  se  han 

1100  de  hacer,  no  en  las  calles  lodosas  o  pedregosas  de  aqueste 
destierro,  mas  en  las  anchas  plazas  de  la  Jerusalén  celestial, 
tan  preciosas  y  limpias,  que  dice  San  Juan  que  son  oro  lim- 
pio; y  allí  el  Cordero  que  se  asienta  en  medio  del  trono  to- 
mará a  sus  dichosas  ovejas  que  allí  moraren  y  Zas  regirá  y 

1105  llevará  a  las  fuentes  de  las  aguas  de  la  vida;  y,  como  dice  el 
mismo  San  Juan,  no  ternán  de  ahí  adelante  hambre  ni  sed, 
ni  caerá  sobre  ellos  sol  ni  calor;  y  el  Señor  enjugará  sus  lá- 
grimas de  los  ojos  de  ellos;  y  no  habrá  más  muerte,  ni  llan- 
to, ni  clamor,  porque  todas  estas  cosas  se  fueron,  sin  más 

UlO   parecer  allí. 

¿No  os  parece,  hermanos,  que  es  bien  empleado  sufrir  el 
calor  una  vez  en  el  año  por  acompañar  esta  santa  procesión, 
a  trueco  de  que  para  siempre  jamás  ni  calor  os  dará  pena,  ni 
habrá  lloro,  ni  muerte,  ni  cosa  que  le  parezca?  ¿No  os  pare- 

1115  ce  bien  empleado  que  los  principales  y  que  rigen  los  pueblos 
vayan  mañana  confesados  y  comulgados  y  con  la  reverencia 
y  buen  ejemplo  que  os  he  pedido,  honrando  al  Señor,  para 
que  en  aquellas  procesiones  honre  el  Señor  a  ellos  y,  como  lo 
ha  prometido,  los  ponga  sobre  todos  sus  bienes?  ¡Qué  bien 

1120  pagada  será  allí  la  obra  de  misericordia  que  por  honra  de 
esta  santa  procesión  hicieres  mañana  perdonando  a  quien  te 
ha  ofendido  o  dando  de  comer  al  pobre,  vistiendo  al  desnudo, 
rescatando  al  cautivo,  con  otras  obras  semejantes,  pues  en 
pago  de  días  te  hará  (Dios  participante  en  aquella  grande, 

1125  eterna  e  inefable  misericordia  que  tiene  prometido  de  hacer 
allá  con  los  que  aquí  obraren  misericordia!  La  cual,  así  como 
Jesucristo  nuestro  Señor  nos  la  ganó  con  su  preciosa  muerte 

fruta  T  ||  1089*  celebraron  T  |  le[s]  om.  T  |  concedidos  T  ||  1081  de]  del 
V  ||  1093  les  om.  T  |  fruta  T 

1097  acompañándole  T  ||  1098  tibieza]  aun  add.  T  ||  1102  Juan]  en  su  Apo- 
calipsis add.  T  ||  1104  allá  T  ||  1106  Ni  T  ||  1107  ellas  T  ||  1109  clamor]  ni 
dolor  add.  T 

1111  el]  sol  y  el  add.  T  ||  1121  mañana  om.  T  ||  1123  ofendió  T  ||  1124  ha- 
rán T  |  Dios  om.  T  |  en]  de  T  ||  1127  nuestro  Señor  om.  T 


1103    Apoo.  21,  18. 
1107   Cf.  Apoc.  7,  17. 


1109  Apoc.  21,  4. 
1119    Mt.  24,  47- 


38.     CORPUS  CHRISTI 


603 


y  pasión,  viviendo  en  esta  vida  mortal,  así  El  mismo,  rei- 
nando en  el  cielo  y  sentado  en  el  trono  de  gloria  que  el  Eter- 
130  ao  Padre  le  dió,  nos  ha  de  poner  en  posesión  de  la  gloria  que 
nos  ha  de  ser  dada  y  conservarnos  en  ella,  pues  El  es  Juez 
de  vivos  y  muertos  y  mayordomo  de  su  Padre,  al  cual  le 
dijo  que  pagase  el  jornal  a  los  trabajadores. 

Este  Señor  irá  delante  de  sus  ovejas,  porque  tiene  más 

H35  gloria  que  hombres  y  ángeles;  y  todos  ellos  le  seguirán  como 
ovejas  a  pastor,  criados  a  señor  y  miembros  a  su  cabeza;  y 
llevarlos  ha  en  procesión  a  las  fuentes  de  las  aguas  de  la 
vida,  que  son  las  tres  Personas  divinas,  que  tienen  una  mis- 
ma y  sola  esencia;  y  allí  serán  hartos,  refrescados  y  recrea- 

1140  dos,  viendo  a  Dios  faz  a  faz,  amándolo  y  poseyéndolo  sin 
ningún  fin;  donde  darán  por  bien  empleado  lo  que  aquí  pa- 
decieron por  El  y  hicieron  por  El;  y  lo  mismo  haremos  nos- 
otros si  nos  aparejáremos  a  ser  los  que  debemos  y  a  llevar 
mañana  con  debida  reverencia  a  Jesucristo  nuestro  Señor  en 
'1145  la  procesión  con  nosotros,  para  que  El  nos  lleve  después  en 
compañía  de  su  procesión  en  la  gloria,  ad  quam  nos  perdu- 
cat.  Amen. 


38  Haced  esto  en  memoria  mía 

Corpus  Christi 

(>EM.  1596,  J,  pip.  605-829.) 

Hoc  ¡acite  in  meam  commemorationem.  Haced  esto 
en  mi  memoria  (Le.  22,  [19]). 

Exordio:  Dios  Cuando  en  la  sagrada  Escritura  oyéredes 
presente  en  la    alguna  palabra  que  Jesucristo  diga  para 

5  memoria  1ue  lo  tengamos  en  la  memoria  y  se  nos 
acuerde  de  El,  podemos  pensar  que  lo 
hace  por  una  de  dos  cosas:  o  porque  es  tan  celoso  que,  por  lo 
que  cumple  a  El,  quiere  que  no  le  olvidemos,  porque  de  ello 
se  le  sigue  interés,  o,  mirándole  con  otros  ojos,  pensemos 

10  que  es  tan  amoroso  y  manso  que  nos  lo  manda  por  nuestro 
provecho  y  porque  El  sabe  el  gran  bien  que  de  hacerlo  se 
nos  sigue. 

Lo  primero,  es  imposible  caber  en  Dios  que  diga:  "Acor- 
daos de  mí,  porque  yo  gano  algo  de  ello  por  el  bien  que  tengo 
15   yo  de  haber".  ¿Por  qué?  Porque,  si  Dios  pudiese  ser  una 
migajita  más  de  lo  que  es,  no  sería  Dios.  Es  Dios  inmenso, 

1135  y,]  ni  T  I]  1186  y,  om.  T  ||  1138  divinas  Personas  T  ||  1142  por  El, 
o»!.  T  |  yj  e  T  ¡|  1143  aparejamos  T  |¡  1144  con]  la  add.  T  ||  1146-1147  Al 
quam  -  Amen]  om.  T 


1132  Act.  10,  42. 

1133  Cf.  Mt.  20,  8. 


1134   lo.  10,  4. 
1138    Apoc.  7,  17. 


604 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


infinito,  perdurable,  sumamente  bueno.  Asiente,  pues,  bien 
en  el  corazón  quien  a  Dios  quiere  servir  que,  si  Dios  manda: 
"Acordaos  de  mí,  haced  esto  en  memoria  mía",  es  por  el 

20  grandísimo  bien  y  provecho  que  de  ello  se  nos  sigue.  Her- 
mano, mira ;  si  Dios'  te  dice :  "'Sé  pobre,  no  desees;  las  riquezas ; 
sé  humilde,  no  seas  soberbio";  si  Jesucristo  dice  que  sufras 
la  deshonra  y  no  ames  y  quieras  ser  honrado;  si  te  dice  que 
dejes  los  malos  deleites  de  la  carne;  si  todo  esto  te  dijere, 

25  asiéntalo  en  tu  corazón,  cree  que  te  lo  dice  por  tu  bien,  aun- 
que tú  no  ves  el  bien  que  de  ello  se  te  siga. 

— Señor,  ¿qué  es  el  bien  que  tengo  yo  de  haber  de  esto? 
¿Para  qué,  Señor,  decís  que  os  tengamos  en  la  memoria? 
— Para  que  sepas,  cristiano,  y  tengas  fijado  en  la  memoria: 

30  "Los  ojos  de  Dios  me  miran.  Si  en  mi  casa,  los  ojos  de  Dios 
me  están  mirando.  Si  en  mi  retraimiento  encerrado,  donde 
pienso  que  nadie  me  ve,  los  ojos  de  Dios,  que  resplandecen 
más  que  el  sol,  me  están  acechando".  Y  teniendo  esto  en  tu 
memoria,  digas:   "¿Cómo  delante  de  tan  soberana  alteza 

36  tengo  yo  de  hacer  cosa  tan  baja  y  vil?  ¿Cómo  delante  tan 
profunda  limpieza  pensaré  yo  pensamiento  tan  sucio?  ¿Cómo 
teniendo  yo  a  Jesucristo  delante  mis  ojos,  que  es  suma  hu- 
mildad, osaré  ser  soberbio?" 

Si  siempre  tuviésemos  en  la  memoria :  "Los  ojos  de  Dios 

40    me  están  mirando  y  están  delante",  no  haríamos  tantos  males 
-   como  hacemos.  Los  mozos  perezosos,  mientras  sus  amos  es- 
tán delante,  hacen  lo  que  han  de  hacer  bien  hecho;  en  qui- 
tándose el  amo  de  allí,  luego  se  descuidan.  Mientras  el  cris- 
tiano se  acuerda  de  Dios,  sabe  que  hay  Dios  que  lo  está  mi- 

45  rando,  está  bueno,  anda  en  el  camino  de  Dios  como  ha  de 
andar,  está  muy  contento  y  consolado.  Cuando  no  se  acuerda 
de  Dios,  en  perdiendo  a  Dios  de  su  memoria,  luego  se  hace 
flaco,  tibio,  luego  desconsolado,  luego  le  pesa  cada  pie  un 
quintal  para  entender  en  cosas  de  Dios.  ¡Grande  remedio, 

50  hermanos,  para  las  ánimas  y  cuerpos  es  tener  a  Dios  en  la 
memoria ! 

El  recuerdo  de  la  Dios  siempre  está  presente,  pero  nos- 
pasión  de  Jesu-  otros  muchas  veces  nos  olvidamos  de 
cristo  estar.  Haced  esto  en  memoria  mía. 

55  ¡Grande  remedio  para  los  corazones 

afligidos  y  ánimas  enfermas!  Grande  medicina,  grande  con- 
suelo para  desconsolados;  que  es  acordarse  siempre  de  Jesu- 
cristo y  tenerlo  en  la  memoria.  ¿Pues  qué  es  esto,  hermanos, 
que  lo  que  Dios  ordenó  para  nuestro  alivio,  y  aquello  sin  lo 

60  cual  nadie  puede  haber  contento,  les  es  a  algunos  tanta  pesa- 
dumbre y  lo  tienen  algunos  por  carga  tan  pesada,  que,  rato 
por  rato,  querrían  más  estar  en  esos  tormentos  que  dan  en 
esas  cárceles?  Hay  hombres  tan  desasosegados  en  sus  vicios, 


¡8.     CORPUS  CHRISTI 


60Ó 


que  ni  quieren  oír  sermones  ni  palabras  santas,  ni  leer  cosas 

65   buenas,  ni  aun  querrían  saber  si  hay  Dios. 

¡Oh  bendito  seas  tú,  Señor,  por  siempre,  y  tu  miseri- 
cordia, y  bendita  la  hora  en  que  tuviste  por  bien  de  hacerte 
hombre  por  amor  de  los  hombres!  Antes  que  Dios  se  hiciese 
hombre  estaban  tan  temerosos  los  hombres,  consideraban 

™  a  Dios  alto,  poderoso;  veían  que  era  tan  justiciero,  que  na- 
die se  la  hacía  que  no  se  la  pagaba;  no  querían  aun  acor- 
darse de  El.  ¿Qué  hace  la  Sabiduría  eterna?  Viendo  que  ser 
El  inmenso,  y  tan  grande,  que  su  grandeza  les  era  causa 
que  los  hombres  se  extrañasen  de  El,  acordó  Dios  de  ha- 

75  cerse  hombre  para  que  viéndolo  hecho  hombre,  viéndolo  hu- 
milde, viéndolo  acá  hablar  y  conversar  con  ellos,  lo  tuviesen 
siempre  en  la  memoria  y  lo  amasen  y  no  se  les  cayese  del 
corazón.  Y  no  sólo  se  contentó  con  esto;  pero,  viniendo  al 
mundo,  cansóse,  hubo  hambre  y  sed  y  trabajó  por  amor  de 

80  los  hombres.  Y  demás  de  esto,  quiso  tanto  a  los  hombres, 
que  quiso  morir,  puesto  en  cruz,  la  más  abatida  y  deshon- 
rada muerte  que  se  pudo  padecer;  todo  porque  el  hombre  no 
olvidase  a  Dios. 

Haced  esto  en  memoria  mía.  Mira,  cristiano,  mira,  áni- 

85  ma,  que  te  dice  Jesucristo  que  te  acuerdes  de  El.  Esfuér- 
zase mucho  una  ánima  flaca  y  cansada  con  pensar  en  la 
pasión  de  Jesucristo.  ¡Oh  hermanos,  qué  consuelo  y  qué  ali- 
vio, qué  remedio  para  nosotros!  Piénsalo,  hermano,  por  re- 
verencia de  El  mismo.  Jesucristo  rico,  míralo  pobre  por 

90  amor  de  ti;  Jesucristo  honrado,  deshonrado  por  amor  de 
ti;  Jesucristo  alto,  humillado  por  amor  de  ti;  Jesucristo  la 
misma  vida,  muerto  por  ti.  ¿Qué  consuelo  hay,  hermanos, 
que  se  compare  a  tan  gran  consuelo  como  éste?  Aquí,  her- 
mano, hallarás  remedio  para  todo  lo  que  no  tiene  remedio. 

95  Quien  se  viere  deshonrado,  vaya  a  la  cruz  de  Jesucristo,  y 
verlo  ha  deshonrado,  y  hallará  honra.  Quien  estuviere  con 
tanto  rencor  que  no  pudiere  consigo  acabar  de  perdonar  a 
un  prójimo  que  le  hizo  una  injuria,  váyase  a  la  cruz  de  Je- 
sucristo, y  verá  cómo  puesto  en  ella  está  rogando  al  Padre 
100  que  perdone  a  los  que  allí  le  pusieron.  ¿Eres  tentado  de  la 
carne?  Vete,  hermano,  a  la  cruz  de  Jesucristo,  y  verlo  has 
de  arriba  abajo  desollado  y  corriendo  sangre;  y  viendo  tú 
que  la  limpísima  carne  de  Jesucristo  está  desollada  y  co- 
rriendo sangre  y  que  los  azotes  crueles  no  dejaron  en  ella 

105  cosa  sana,  no  querrás  ofender  con  tu  sucia  carne  a  la  carne 
limpia  de  Jesucristo.  Piensa,  hermano,  en  la  pasión  de  Je- 
sucristo, y  hallarás  remedio  para  tu  ánima. 

Figurado  estaba:  Memoria  Iosiae  in  compositionem  odo- 
ris,  faota  est  opus  pigmentarii;  in  omni  ore  quasi  mel  in- 

110  dulcabitur  eius  memoria.  La  memoria  de  Josías,  memoria 


no    Eccli.  49, 


606  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


de  Jesucristo;  aquélla,  figura  era,  sombra  era  que  signifi- 
caba otra  cosa.  La  memoria  de  Jesucristo  se  ha  hecho  una 
poma  de  olores:  ¡bendita  sea  su  misericordia!  ¿No  dicen  los 
filósofos  que  con  olores  se  podrá  un  hombre  sustentar  algún 

115  poco,  prolongar  la  vida  por  algún  rato?  ¡Oh  qué  poma  tan 
preciosa  y  tan  sustancial  el  cuerpo  de  Jesucristo  en  la  cruz! 
Huele,  hermano,  aquesa  poma,  piensa  en  la  pasión  sacra- 
tísima; refrescarse  ha  tu  ánima;  sustentarse  ha,  recibirá 
nuevas  fuerzas.  Piensa  una  vez  y  otra  en  la  pasión  de  Jesu- 

120  cristo;  huele  esa  poma;  saldrán  unos  olores  tan  suaves,  tan 
confortativos  y  tan  sustanciales,  que  con  aquellos  solos  olo- 
res tu  ánima  se  sustente. 

Y  esta  memoria  se  ha  hecho  más  dulce  que  la  miel  en 
toda  ■boca;  no  hay  panal  de  miel  tan  dulce.  El  ánima  del 

125  cristiano  recibe  gran  sabor  en  pensar  en  la  pasión  de  Jesu- 
cristo. Y  mira  que  dice 'en  toda  boca,  no  dice  en  una  boca 
sola  ni  en  pocas,  sjn'ó  en  todas;  para  darnos  a  entender  que 
ninguno  Sea  tan  cobarde  ni  tan  para  poco,  que  no  se  atreva 
a  pensar  en  ella,  diciendo:  "No  es  para  mír'.  Para  todos 

130  es;  quien  quisiere  allegarse  a  ella,  hallará  sabor  muy  exce- 
lente. La  pasión  de  Jesucristo  para  todos  fué;  su  muerte 
por  todos  pagó;  su  sangre,  precio  fué  con  que  todos  que- 
damos rescatados.  Por  malo  y  pecador  que  uno  sea,  no  por 
eso  ha  de  dejar  de  llegarse  a  pensar  en  esta  pasión;  antes 

185  miientras  más  pecador,  más  necesidad  tiene  de  esta  medici- 
na. Y  no  desconfíe  nadie,  como  Caín  y  Judas,  diciendo  que 
es  tan  pecador  que  no  piensa  hallar  remedio.  Más  es  el  pre- 
cio y  sin  comparación  mayor  el  tesoro  con  que  fuimos  re- 
dimidos que  los  pecados  que  se  pueden  pecar;  mayor  bien  es 

140  la  sangre  de  Jesucristo  que  no  el  mal  y  las  ofensas  que  con- 
tra Dios  cometemos. 

— Pues,  padre,  si  es  así  que  la  pasión  de  Jesucristo  es 
bien  general  para  todos,  ¿qué  es  la  causa  que  unos  gozan 
de  la  pasión  y  otros  no?  ¿Por  qué  hay  muchos  que  ahora 

145  se  van  al  infierno?  —La  causa  es  que  unos  tienen  la  pasión 
en  la  memoria,  y  se  acuerdan  de  ella,  y  aman  al  que  la 
pasó,  y  otros  la  tienen  olvidada.  No  hay,  hermano,  otra 
causa  sino  ésta:  que  los  unos,  por  gozar  de  tanto  bien,  se 
acuerdan  de  ella,  y  otros,  olvidados  de  ella,  no  les  aprove- 

150  cha.  De  manera  que,  para  que  la  pasión  de  Jesucristo  nos 
aproveche,  hemos  de  pensar  en  ella  y  no  la  habernos  de  ol- 
vidar. 

¿De  dónde  vino,  veamos,  que,  en  tiempo  que  perseguían 
a  los  cristianos,  doncellas  tiernas  y  niñas  sufrían  tantos  tor- 
mentos y  muertes  por  no  negar  a  Jesucristo?  ¿De  dónde  na- 
155   cía  que  a  una  doncella  de  trece  años,  de  una  parte  le  ponían 


132  preciosa 


38.     CORPUS  CHRISTI 


607 


muchas  sayas  de  sedas  y  joyas  de  oro,  y  prometían  que  sería 
reina  de  la  tierra  porque  no  confesase  a  Jesucristo,  y  le  de- 
cían: "Estos  bienes  te  daremos  porque  niegues  a  Jesucristo", 
y  de  otra  parte  le  ponían  fuego,  diciéndola:  "¡Niega,  niega  a 

-60  Jesucristo!,  y  si  no  lo  quieres  negar,  te  hemos  de  echar  viva 
en  estas  llamas  ardiendo"?,  ¿qué  era  la  causa  que  la  don- 
cella menospreciaba  todas  aquellas  riquezas  y  decía:  "¡Qui- 
tádmelas allá,  que  me  huelen  mal!  Mi  honra  y  mis  riquezas 
y  todo  mi  consuelo  no  es  otro  sino  que  mis  carnes  sean  pei- 

165  nadas  con  crudos  peines  de  acero  y  ser  toda  despedazada 
por  amor  de  Jesucristo  crucificado"?  ¡Oh  bendito  seas  tú, 
Redemptor  mío,  que  una  doncella  tierna  osase  menospreciar 
todo  lo  de  esta  vida,  y  las  riquezas  de  ella,  por  seguirte  a 
ti  desnudo  en  la  cruz!  ¿Qué  era  esto?  Que  tenían  siempre 

170  delante  sus  ojos  y  fijada  en  el  corazón  la  muerte  de  Jesu- 
cristo. 

Pero  que  no  goce  de  esta  pasión  quien  no  se  acuerda  de 
ella,  no  es  maravilla.  ¡Desventurada  del  ánima  que  es  tan 
desdichada,  que  la  pasión  de  Jesucristo  no  le  da  consuelo! 

175  ¡Triste  de  aquel  que,  habiendo  Jesucristo  derramado  su 
sangre  por  él  y  dado  El  su  vida  por  amor  de  su  ánima,  se 
va  al  infierno,  como  si  Jesucristo  no  hubiera  muerto  por  él! 
¿Qué  es  la  causa  que  no  quiere  aprovecharse  de  lo  que  ganó 
Jesucristo  por  él?  ¡Oh  ciego  y  mezquino  de  ti!  ¿Qué  andas 

180  a  buscar?  ¿En  qué  entiendes?  ¿En  qué  pasas  tu  vida?  Si 
en  la  pasión  de  Jesucristo  no  hallas  remedio,  ¿dónde  le  pien- 
sas hallar?  Si  Dios  no  te  sabe  bien,  ¿qué  buscas  que  bien  te 
sepa?  Todos  cuantos  se  quisieron  aprovechar  del  tesoro  de 
la  pasión  de  Jesucristo  hallaron  remedio,  hallaron  consuelo 

185  y  alegría.  Todo  hombre  atribulado  que  estuviere  sin  consue- 
lo, que  tuviere  alguna  tribulación,  por  grande  que  sea,  piense 
en  este  tesoro,  mírese  en  este  espejo,  acuérdese  y  tenga  me- 
moria de  la  pasión  de  Jesucristo,  y  luego  se  sentirá  aliviado 
de  todo  lo  que  le  daba  pena. 

190  Decía  David:  Ad  me  ipsum  anima  mea  conturbata  est; 
propterea  memor  ero  tui  de  térra  Iordanis,  et  Hermoniim  a 
monte  módico.  Mi  ánima  afligida  y  conturbada  en  mí  mismo, 
porque  estaba  muy  fatigada,  por  eso  pensé  en  el  río  Jordán: 
acordóme  de  ti,  Señor,  de  la  tierra  de  Jordán,  y  donde  Jesu- 

195  cristo  había  de  ser  baptizado;  y  también  me  acordé  del  Mon- 
te chiquito,  del  monte  Calvario,  donde  Jesucristo  fué  cruci- 
ficado; monte  bajo,  donde  lo  alto  fué  tenido  por  bajo,  donde 
aquel  mansísimo  cordero  Jesús  fué  crucificado,  adonde  la 
verdadera  honra  fué  deshonrada;  allí,  de  aquel  monte  donde 

200  se  hizo  nuestro  rescate;  de  aquel  monte,  Señor,  me  acordé; 
aquél  tuve  en  mi  memoria.  No  creo  yo  que  hay  ánima  tan 


192  Ps.  41,  7. 


608  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


dura  ni  corazón  tan  de  acero,  que  no  se  enternezca  y  ablande 
con  el  pensamiento  de  la  pasión  de  Jesucristo.  ¿No  has  leído 
que,  al  tiempo  que  Jesucristo  murió,  las  piedras  duras  se 

205  quebrantaron  y  se  hicieron  pedazos?,  que  quiere  decir  que  la 
pasión  de  Jesucristo  es  tan  pesado  martillo,  que  no  hay 
quien  en  ella  piense  que  no  se  deshaga  de  amor  y  se  le  ras- 
guen las  entrañas  de  compasión.  Por  los  hombres  murió,  que 
no  por  las  piedras.  Y  si  las  piedras  duras  no  pueden  recebir 

210  golpe  sin  hacerse  pedazos,  ¿es  razón  que  seas  tú  tan  duro 
y  tengas  el  corazón  tan  cruel,  que  aun  no  hagas  lo  que  una 
piedra  hace?  Vete,  pues,  hermano,  al  monte  Calvario,  mira 
a  Jesucristo  en  la  cruz,  y  hallarás  consuelo  y  regocijo  para 
tu  ánima,  hallarás  salud  para  todas  tus  enfermedades. 

215   La  cruz,  memorial    Figurado  estaba  en  los  Números  cuan- 
de  la  pasión         do  mandó  Moisés  alzar  en  alto  en  un 
madero  una  serpiente  de  alambre,  y 
dijo  que  todos  los  que  se  hallasen  mordidos  de  víboras  mira- 
sen la  serpiente  que  estaba  en  lo  alto,  y  que  luego  sanarían. 

220  Así,  así,  hermano  mío,  cuando  te  sintieres  picado  de  la  víbo- 
ra mira  a  Jesucristo  en  la  cruz  y  sanarás  de  tu  llaga.  Cuando 
te  sintieres  picado  de  la  víbora  con  la  gula,  alza  los  ojos  a 
Jesucristo  hambriento  en  la  cruz,  y  sanarás  de  esa  llaga. 
Cuando  te  picare  la  víbora  ponzoñosa  de  la  soberbia,  mira 

225  al  humilde  Jesucristo  en  la  cruz.  Cuando  te  persiguiere  la 
deshonra  o  persecución  alguna,  mira  a  Jesucristo  perseguido 
y  deshonrado  en  la  cruz.  Cuando  te  sintieres  con  la  llaga  de 
la  lujuria,  mira  la  carne  preciosa  de  Jesucristo,  su  cuerpo 
enclavado  y  desollado  en  la  cruz,  y  serás  libre  de  la  pon- 

230  zoña.  La  víbora  que  Moisés  puso  en  el  madero  alto,  de  alam- 
bre, parecía  serpiente  ponzoñosa,  pero  ninguna  ponzoña  te- 
nía. Figura  era  todo  de  Jesucristo  bendito,  para  darte  a 
entender  que  aunque  Jesucristo,  muriendo  en  la  cruz  y  con 
tantos  tormentos,  parecía  pecador  y  malo,  no  lo  era.  Pa- 

235  recia  hombre  pecador,  abatido  y  despreciado;  pero  era  hom- 
bre sin  pecado  y  verdadero  Hijo  de  Dios. 

Hoc  facite  in  meam  commemorationem.  Por  carne  caí- 
mos, por  carne  nos  levantamos.  Porque  la  carne  del  primer 
hombre  pecó,  fuimos  privados  de  la  gloria  y  desterrados 

240  del  paraíso  terrenal ;  vino  Jesucristo,  nuestro  verdadero  Pa- 
dre, y  por  su  preciosa  carne  fuimos  tornados  en  gracia  y 
reconciliación  de  Dios  y  coherederos  con  Cristo.  Por  carne 
anda  el  demonio,  y  trabaja  él,  y  trabaja  por  llevarnos  al 
infierno;  y  por  carne  quiere  Jesucristo  que  vamos  al  cielo. 

245  Viendo  Jesucristo  cuán  poco  nos  acordamos  de  El  y 
cómo  lo  tenemos  olvidado,  quéjase  muy  reciamente,  quéjase 

242  Por]  Con 
2ig   Cf.  Nuüu.  2i,  8. 


1,8.     CORPUS  CHKISTI 


609 


que  los  hombres  lo  han  olvidado  como  a  muerto.  Como  acá 
entre  los  hombres  en  vida  de  uno,  mientras  está  presente, 
se  acuerdan  de  él,  y  en  muriendo  luego  se  olvidan  de  él,  asi 

250  dice  Cristo  nuestro  Señor:  Traditus  sum  in  oblivionem  tan- 
quam  mortuus  a  corde.  Por  la  memoria,  las  cosas  pasadas 
son  presentes,  y  sin  ellas  las  presentes  se  olvidan.  Hanme 
olvidado  como  a  muerto. 

Pues  si  los  extraños  se  olvidan  al  que  se  le[s]  murió,  la 

255  mujer  no  es  razón  olvide  a  su  marido;  la  hija  no  es  razón 
que  eche  en  olvido  la  muerte  de  su  madre;  que  un  amigo 
entrañable  es  razón  que  no  se  le  vaya  de  la  memoria  el 
amigo  que  mucho  quiso.  Que  le  olvide  otra  persona  que  no 
le  ha  nada,  no  es  maravilla;  pero  los  que  son  tan  cercanos, 

260  afrenta  y  vergüenza  grande  es,  por  cierto,  que  tan  presto 
olviden  a  quien  viviendo  tanto  amaron.  ¡Oh  hermanos! 
¿Quién  ha  habido  en  el  mundo  que  con  tanta  razón  se  deba 
tener  en  nuestra  memoria  como  Jesucristo  bendito?  ¿Y  quién 
hay  en  el  mundo  que  no  deba  por  justa  obligación  no  ólvi- 

265  dar  a  Jesucristo?  ¡Bendito  seas  tú  para  siempre!  ¡Que  su- 
fres tú,  Señor,  que  los  hombres  te  olviden,  y  que  no  nos 
hundes  debajo  de  tierra!  ¡Que  te  olviden  a  ti  los  que  sin  ti 
estaban  captivos  y  por  ti  son  libres!  ¡Que  te  olviden  a  ti 
los  que  sin  ti  estaban  condenados  a  muerte  y  por  tu  muer- 

270  te  quedaron  con  vida!  ¡Y  que  te  olviden  a  ti  aquellos  por 
quien  tú  derramaste  tu  sangre,  y  aquellos  que  eran  dignos 
del  infierno  y  por  ti  se  les  abrió  el  cielo! 

¡Oh  hermanos  míos!,  por  reverencia  del  mismo  Jesu- 
cristo, que  miréis  esto"  y  lo  remiréis,  cuánta  razón  tenemos 

275  de  no  olvidar  a  Dios,  sino  siempre  acordarnos  de  El  y  que 
nunca  de  nuestra  memoria  se  aparte;  porque,  aunque  ver- 
daderamente murió,  no  ha  de  ser  de  nosotros  olvidado  como 
muerto,  antes  el  camino  y  medio  que  halló  para  que  no  le 
olvidásemos  fué  morir  por  nosotros.  Porque  fué  cosa  de 

280  tanto  precio  su  muerte,  fué  cosa  tan  alta  y  de  tanto  valor, 
que  es  digno  de  grandísimo  castigo  quien  echa  en  olvido 
cosa  tan  grande. 

Dirá  alguno:  "¡Oh  padre!,  cosa  recia  es  que  tenga  yo 
por  Dios  y  adore  por  Dios  a  uno  que  fué  muerto  de  muerte 

285  tan  abatida,  como  fué  ser  crucificado".  Mira,  pues,  lo  que 
el  mismo  Jesucristo  dice  por  su  boca  bendita,  que  no  puede 
mentir.  No  desmaye  nadie,  no  tenga  ningún  temor  pensan- 
do eso;  que  entonces  cuando  tú  piensas  que  más  abatido 
está  y  que  menos  gente  lo  ha  de  seguir,  entonces  está 

290  fuerte  y  más  esforzado  para  atraer  a  sí  mucha  más  gente 
de  la  que  antes  tenía.  Así  andaban  los  fariseos  muertos 


251   Cf.  Ps.  30,  13. 

B. Avila  2 


20 


610 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


por  hacer  que  no  siguiese  tanta  gente  a  Jesucristo.  ¿Qué 
remedio  pensaron  ellos?  "Démosle  muerte,  y  no  cualquier 
muerte,  sino  muerte  de  cruz,  muerte  baja,  muerte  deshon- 

295  rada.  Subirlo  hemos  en  la  cruz,  y  no  lo  seguirá  nadie;  me- 
nospreciarlo han  todos,  tendránlo  por  hombre  bajo,  no 
creerán  en  El".  Dice  nuestro  Redemptor:  "¿Así  que  pensáis 
que,  porque  yo  muera,  no  tengo  de  tener  quien  me  siga? 
Pues  esperá:  Cum  exaltatus  fuero  a  térra,  omnia  traham 

300  ad  me.  Cuando  fuere  puesto  en  una  cruz  entre  dos  ladrones; 
cuando  me  pusieren  en  la  cruz  y  me  enclavaren  en  ella; 
cuando  allí  rae  dijeren  deshonras  y  blasfemias,  entonces  yo 
los  traeré  todos  a  mí,  y  no  así  como  quiera,  sino  por  una 
fuerza  amorosa,  y  que  ni  sepan  cómo,  ni  cómo  no,  los 

305  traeré  a  mí".  Así  como  la  grana  fina  y  el  ámbar  refregado 
atrae  a  sí  a  las  pajicas,  traerá  a  sí  las  ánimas  de  aquéllos 
que  pensaren  en  su  pasión. 

Si  quieres  gozar  de  Jesucristo,  si  quieres  gozar  de  la  ale- 
gría verdadera  de  los  ángeles,  si  quieres  gozar  que  tu  ánima 

310  se  alegre,  llégate  a  la  cruz  de  Jesucristo  nuestro  Señor  y  di 
con  David:  Introibo  ad  altare  Dei;  ad  Deum  qui  laetificat 
iuventutem  meam.  Entraré  al  altar  de  Dios,  aquel  Dios  que 
alegra  mi  juventud.  Dios  de  alegría  es,  hermanos,  no  de 
tristeza;  Dios  de  consuelo  tenemos.  Lleguemos  al  altar  de 

315  Dios,  a  la  cruz  de  Jesucristo.  Allí,  hermano,  te  has  de  llegar. 
¡Oh  cruz  de  Jesucristo!  ¡Oh  remedio!  ¡Oh  instrumento  de 
nuestra  redempción!  ¡Oh  árbol  santo!  ¡Oh  árbol  digno  de 
gran  veneración,  la  cruz  de  Jesucristo!  ¡Gran  cosa!  No  hay 
cosa  que  así  encienda  un  corazón  tibio  e  indevoto,  como  la 

320  cruz  de  Jesucristo.  ¿Quieres,  hermano,  que  tu  corazón  arda 
en  viva  llama  de  amor  de  Dios?  Toma  una  rajica  de  la  cruz 
de  Jesucristo.  Unos  piensan  en  la  creación  del  mundo,  otros 
en  el  cielo,  otros  en  diversas  cosas  buenas;  todo  es  bueno; 
pero  es  frío  en  comparación  de  la  cruz.  La  cruz  de  Jesu- 

325  cristo  hace  hervir  el  corazón,  arder  el  ánima  en  devoción. 

La  Eucaristía  nos  ¿Hay,  por  ventura,  otro  remedio? 
recuerda  al  Señor  ¿Hízolo  Dios?  ¿Jesucristo  dejó  efec- 
tuada alguna  cosa  para  que  no  lo  ol- 
vidásemos? ¡Oh  hermanos,  y  cuántas  invenciones  de  amor 

330  usó  Jesucristo  para  que  nos  acordásemos  de  El  y  lo  tuvié- 
semos en  la  memoria!  ¡Cuántas  mercedes  nos  hizo,  cuán  ex- 
trañas y  cuán  sobre  toda  razón  humana!  Bendito  sea  Jesu- 
criato,  Redemptor  nuestro;  bendita  sea  tu  misericordia  y 
bendita  sea  tu  bondad;  bendígante,  Señor,  los  ángeles;  man- 

335  ria  tú  que  ellos  te  bendigan;  bendícete  tú  a  ti,  alábate  tú  a  ti, 


297  Cf.  lo.  11,  50. 
300  Cf.  lo.  12,  32. 
313    Ps.  42,  4. 


38.     CORPUS  CHKISTI 


611 


glorifícate  y  ensálzate  tú  a  ti  por  tan  gran  misericordia 
como  con  nosotros  usaste  en  quedarte  con  nosotros  en  el 
Santo  Sacramento  del  Altar. 

— ¿Qué  haré — dice  Dios — con  esta  gente  tan  olvidadiza, 

340  que  no  se  acuerdan  sino  de  lo  que  tienen  delante,  por  mucho 
que  con  ellos  he  hecho?  Heles  mostrado  mil  maravillas,  diles 
maná  del  cielo,  saquéles  agua  de  la  piedra,  abriles  el  mar  Ber- 
mejo por  do  pasasen  a  pie  enjuto,  ahogué  allí  a  sus  enemi- 
gos, he  hecho  dos  mil  cosas  por  ellos,  y  todavía  me  olvidan; 

345  ¿qué  remedio?  Yo  haré  que  no  me  olviden.  — Catá,  Señor, 
que  os  ponéis  a  mucho.  ¡Es  la  gente  tan  olvidadiza!  A  mu- 
cho, Señor,  os  obligáis. 

Acordó  la  eterna  Sabiduría,  para  que  nuestro  olvido  ce- 
sase, y  fué  que  el  mismo  Jesucristo  se  quedase  acá  con  nos- 

350  otros,  para  que  en  su  presencia,  teniéndolo  delante,  no  lo 
olvidásemos.  Y  también  la  santa  madre  Iglesia,  alumbrada 
por  Espíritu  Santo,  procura  traerte  siempre  a  la  memoria 
la  muerte  de  Jesucristo  y  la  institución  del  Santísimo  Sacra- 
mento. A  la  puerta  de  la  iglesia  está  puesta  una  cruz,  por 

355  las  paredes  muchas  cruces;  cuando  te  ba[u] tizan,  tantas 
de  cruces;  cuando  confirman,  con  cruces;  cuando  dicen  misa 
hacen  infinitas  cruces;  todo  para  que  te  acuerdes  que  Jesu- 
cristo murió  en  cruz.  También  manda  la  Iglesia  que  el  vier- 
nes no  comas  carne.  ¿Por  qué  piensas  que  es  aquello?  Para 

360  traerte  en  la  memoria  cómo  en  tal  día  como  aquél  la  carne 
de  Jesucristo  fué  crucificada,  y  para  que  tú,  por  amor  de 
aquella  carne,  no  comas  carne  y  hagas  más  penitencia  que 
esotros  días,  te  abstengas  de  pecar  más  que  los  otros  días; 
pero  también  pecamos  como  si  no  lo  fuese  y  tantas  maldades 

365   cometemos  en  aquel  día  como  en  los  otros. 

También,  viendo  esto  que  no  basta,  quísose  El  mismo 
quedar  presente  y  que  digan  tantas  misas,  para  que  te  acuer- 
des que  el  mismo  Jesucristo  se  quedó  por  tu  amor  en  el  santo 
altar  debajo  de  las  especies  sacramentales  de  este  Santo  Sa- 

370  cramento,  cuya  fiesta  hoy  celebramos.  Bendito  sea  Jesu7 
cristo  por  siempre,  que  hora  ni  momento  no  nos  quitó  de 
su  memoria.  Y  para  darnos  a  entender  que  se  acordaba  de 
nosotros,  en  el  Jueves  Santo  en  la  cena,  en  la  víspera  de  su 
pasión,  tomando  el  pan  en  sus  sacratísimas  manos,  alzando 

375  los  ojos  al  cielo  dió  gracias  al  Padre.  Bendito  seas  tú  por 
siempre.  ¿Para  qué,  Señor,  dabas  tú  gracias  al  Padre?  Ha- 
cíase el  bien  a  nosotros,  y  como  si  tú  mismo  lo  recibieras, 
así  le  das  gracias  a  tu  Padre  celestial;  porque  vieron,  Señor, 
tus  ojos,  que  era  tan  alto  el  bien  que  en  quedarte  tú  acá  se 

380  nos  hacía,  y  que  la  merced  era  tan  grande,  que  sobrepujaba 
todo  entendimiento  humano.  Bien  vieron.  Señor,  tus  ojos 


344   Cf.  Ps.  105,  21. 


612  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  no  habíamos  de  saber  agradecer  la  merced,  ni  menos 
saber  dar  las  gracias  que  convenían,  y  por  eso  las  diste  por 
nosotros.  Dió  gracias  al  Padre  y  dijo:  Comed,  que  éste  es 

885  verdaderamente  mi  cuerpo;  haced  esto  en  memoria  mía. 

El  rey  Faraón,  celebrando  el  día  de  su  nacimiento,  es- 
tando en  mitad  de  los  convites  entre  los  manjares,  acordóse 
de  su  paje  de  copa  que  estaba  preso.  "¿Qué  es  de  mi  paje? 
— dice  el  rey — .  Tráiganle  aquí".  Grande  señal  de  amor  es, 

390  cuando  uno  se  acuerda  de  otro  que  bien  quiere  cuando  está 
en  algunas  fiestas  o  banquetes:  "¡Oh  si  estuviera  aquí  Fu- 
lano! ¡Oh  si  viera  esto  o  comiera  de  esto!"  Y  si  en  todas 
las  cosas  los  que  bien  se  quieren  desean  que  sus  amantes 
estén  presentes  a  alguna  cosa  principal :  Redemptor  nuestro, 

395  y  cuando  celebrastes  vos  aquella  solemne  cena  con  vuestros 
sagrados  apóstoles,  ¿acordásteos  de  nosotros?  ¿O  por  ven- 
tura eohástesnos  en  olvido?  Bendito  seas.  Señor,  por  ello, 
que  así  de  nosotros  te  acordaste. 

—¿Qué  haré  yo — decía  el  bendito  Jesucristo — para  que 

400  mis  cristianos,  mis  ovejicas  coman  de  este  manjar  que  yo 
agora  como?  ¿Qué  haré  para  que  todos  participen  y  tengan 
parte  en  este  convite?:  Haced  esto  en  memoria  mía.  No 
penséis,  cristianos;  no  penséis,  hijos  míos,  que  os  tengo 
olvidados;  que  ahora  estoy  cenando  con  mis  discípulos,  y 

405  mañana  estaré  puesto  en  una  cruz  por  vuestro  amor.  Y,  de- 
más de  esto,  parte  tenéis  en  mi  cena. 

— Señor,  ¿qué  nos  dejaste?  ¿Por  ventura  dejáisnos  acá 
las  sobras  y  los  relieves  que  entonces  quedaron?  Dice  San 
Crisóstomo:  "Mirad,  cristianos,  no  nos  dejó  Jesucristo  lo 

410  que  sobró,  no  dejó  lo  que  ellos  no  pudieron  comer.  La  cena 
tan  entera  como  estaba  antes  que  se  comenzase,  eso  nos 
dejó.  Dejónos  el  mismo  altar,  dejónos  el  mismo  manteni- 
miento; y  aquel  müsmo  que  entonces  aparejó  el  manjar, 
ese  mismo  lo  apareja  ahora.  Jesucristo  era  el  manjar  allá, 

415  y  Jesucristo  es  el  manjar  acá.  Allí  dió  El  su  cuerpo  por 
mantenimiento  a  los  apóstoles,  y  el  mlismo  cuerpo  de  Jesu- 
cristo dan  hoy  a  todos  los  cristianos.  Jesucristo  fué  el  que 
nos  dió  el  manjar,  diciendo  aquellas  sacratísimas  palabras, 
y  Jesucristo  acá  también  prepara  el  manjar.  Porque  aun- 

420  que  el  sacerdote  diga:  Aqueste  es  mi  cuerpo,  no  lo  dice  el 
sacerdote  por  sí;  porque  si  él  lo  dijese  por  sí  solo,  no  apro- 
vecharía; en  persona  de  Jesucristo  las  dice.  Y  para  dar  a 
entender  esto,  en  el  instante  que  las  dice,  el  cuerpo  de  Je- 
sucristo se  halla  presente  debajo  de  las  especies  de  la 

425  Hostia  y  debajo  de  aquella  pequeña  cantidad  está  Dios, 
está  Jesús  tan  alto,  tan  poderoso  y  tan  grande  como  está 
en  el  cielo.  Hoc  facite  in  meam  commemorationem.  Esto 


385   Cf.  Le.  22,  ig. 

427   Le.  22,  19;  1  Cor.  ii,  24. 


38.     CORPUS  CHR1STT 


613 


manda  Jesucristo,  hermanos,  que  hagamos  para  que  nos 
acordemos  de  El,  que  recibamos  con  devoción  su  sacratí- 
430  simo  cuerpo". 

Agradece  las  mer-  ¡Oh  hermano,  y  si  supieses  qué  mer- 
cedes que  te  hace  ced  tan  grande  te  hizo  Jesucristo  en 
en  el  Sacramento     quedársete  acá  para  mantenimiento! 

¡Cuántas  veces  te  acontecerá  que  te 

436  ves  tan  triste,  tan  tibio,  tan  flojo  en  las  cosas  de  Dios, 
tan  indevoto,  que  ni  te  querrías  ver  tú  a  ti  mismo;  estás  muy 
descontento,  y  que  te  dé  sinsabor  el  rezar,  el  ayunar,  el 
dar  limosnas;  y  en  llegarte  a  este  Santísimo  Sacramento, 
en  llegarte  a  querer  recebir  el  cuerpo  de  Jesucristo,  hace  El 

440  que,  sin  que  tú  lo  entiendas  ni  sepas  de  dónde  vino,  te  ha- 
lles alegre  y  diligente  en  el  servicio  de  Dios,  y  te  halles 
devoto,  y  reces  tus  devociones,  y  des  tus  limosnas!  Y  si  es- 
tabas flaco,  que  de  medroso  no  entrabas  en  campo  ni  aun 
con  una  mosca,  recibiendo  el  Santísimo  Sacramento  te  pa- 

445  ras  tan  fuerte,  tan  esforzado,  que  un  león  no  te  espanta. 
No  hay  mejor  remedio  para  que  un  ánima  fría  hierva  en 
caridad  de  Dios  nuestro  Señor  y  ame  a  Jesucristo  con 
ferviente  amor,  como  es  tomar  y  comer  el  cuerpo  de  Jesu- 
cristo. ¿Habéis  visto  un  instrumento  que  hay  para  calentar 

450  las  manos,  que  es  una  manzana  de  metal  abierta  por  medio? 
Toman  un  clavo  hecho  ascua,  échando  dentro  y  ciérranla,  y 
ansí  se  calientan  trayéndola  en  las  manos.  Así,  pues,  ¿quie- 
res que  tu  ánima  sienta  mucha  devoción  y  sentimientos  ma- 
ravillosos de  Dios?  Mete  en  tu  pecho  el  Santísimo  Sacra- 

455  mentó,  comulga  a  menudo,  allégate  al  santo  altar  de  Jesu- 
cristo, y  ruégale  con  mucha  devoción:  "Señor,  en  esta  tri- 
bulación estoy;  Señor,  en  esta  fatiga  estoy;  esta  tentación 
me  fatiga;  esta  deshonra  me  anda  rodeando;  Señor,  estoy 
tibio,  estoy  flojo,  estoy  frío;  Señor,  pues  vos  sois  fuego 

460  verdadero,  encended  mi  ánima  con  vuestro  amor;  abrasad, 
Señor  mío,  mis  entrañas  en  caridad".  Pídele,  que  yo  salgo 
por  fiador,  que  si  con  buena  fe  se  lo  pides,  que  te  lo  dará. 
Grandísimas  mercedes  en  gran  manera  nos  hizo  en  dejar- 
nos acá  su  santísimo  cuerpo. 

465  Decía  Séneca,  aun  siendo  gentil,  que  el  hombre  bien 
agradecido  había  de  tener  un  librico  donde  tuviese  escrito 
todas  las  buenas  obras  y  mercedes  que  de  otro  ha  recebido: 
"Fulano  me  hizo  esta  buena  obra,  Fulano  estotra".  Y  dice 


440  hallas 


430  San  Juan  Crisóstomo,  Jn  SM.,  hom.  50,  31  (MG  58,  507)  : 
«Credite  igitur  nunc  illam  coenam  celébrari,  in  qua  ipse  recumbe 
bat.  Niihil  qnippe  haec  ab  illa  differt.  Ñeque  enim  lianc  homo  ef- 
ificit,  illam  Christus,  sed  hic  ipse  utramqxie». 

468   Gf.  L.  A.  Séneca,  De  bencfkiis,  1.  1,  c.  1. 


614 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


más,  que  si  aquel  de  quien  recibió  la  buena  obra  está  ausente, 

470  y  aunque  por  carta  se  lo  has  agradecido,  es  muy  gran  razón 
que  cuando  lo  veas  presente  le  des  gracias  de  la  merced  re- 
cebida  y  lo  agradezcas  mucho. 

Envíate  tu  esposo,  que  fué  no  sé  dónde,  una  joya,  una 
saya,  un  no  sé  qué.  Es  razón,  cuando  venga,  que  le  digas: 

475  "Señor,  téngoos  en  merced  la  memoria  que  de  mí  tuvistes. 
Bien  se  parece  el  amor  que  me  tenéis,  pues  estando  ausente 
os  acordastes  de  mí".  Así  es  razón  que  haga  el  cristiano 
cuando  Jesucristo  le  saca  de  una  •  tribulación  o  tentación 
que  mucha  pena  le  daba.  Cuando  alguna  cosa  hubiere  hecho 

480  por  ti,  dale  gracias,  agradéceselo  mucho,  sabe  conocer  la 
merced,  que  es  grande,  y  corresponder  con  grande  nacimien- 
to de  gracias.  Pero  mira  que  en  esto  se  dice  estar  Jesucristo 
como  ausente;  envíale  tus  pensamientos,  envíale  tu  ánima, 
dile:  "Yo  conozco  que  esta  merced  que  agora,  Señor,  me 

485  hiciste,  es  de  tu  mano;  todo  el  bien,  si  alguno  tengo,  de  tu 
mano  es;  si  tu  mano  poderosa  no  me  librara  del  pecado,  en 
él  me  estuviera,  y  no  era  yo  bastante  a  librarme  de  él. 
Caído,  Señor,  estaba;  tú  me  levantaste;  y  si  tú  no  lo  hicie- 
ras, todavía  me  estuviera  caído".  Envíale  estos  agradeci- 

490  mientos. 

Pero  cuando  te  llegues  al  santo  altar,  cuando  quieras 
recebir  el  Santísimo  Sacramento,  cuando  lo  hayas  recebido, 
gózate  en  el  Esposo  recién  venido  y  sábele  aposentar  en  tu 
ánima,  sábele  regalar.  Y  cuando  así  lo  tuvieres,  acuérdate 

495  de  los  bienes  que  por  su  ayuda  has  tenido  y  acuérdate  de 
los  trabajos  de  que  te  sacó;  tórnale  a  dar  gracias  de  nuevo. 
Tráele  a  la  memoria  las  muchas  mercedes  que  el  Señor  te  ha 
hecho  y  de  cuánta  necesidad  y  peligros  se  sacó,  y  por  todos 
dale  siempre  mil  géneros  de  bendiciones,  y  dile:  "Señor, 

500  siempre  me  habéis  hecho  mercedes  en  ausencia;  ahora  que 
estáis  presente,  os  suplico  no  me  olvidéis.  Hacedme,  Señor, 
esta  merced,  que  tengáis  por  bien  de  hacerme  grato  a  vues- 
tras mercedes  y  misericordias".  Dile  mil  ternuras  de  amor 
con  la  Esposa.  Pídele,  pues  tienes  contigo  a  quien  estando 

505   ausente  tantas  mercedes  te  hizo. 

Llégate  a  comulgar    Allégate  a  este  santo  Sacramento 
muchas  veces         muchas  veces,  si  quieres  gustar  qué 
cosa  es  Dios.  Y  si  quieres  que  tu 
ánima  esté  consolada,  llégate  al  altar,  y  allí  hallarás  tam- 
510    bién  la  memoria  de  la  pasión.  El  ara  la  cruz  significa  donde 
Jesucristo  fué  puesto;  los  corporales,  la  sábana  donde  fué 
envuelto;  el  cáliz,  el  sepulcro  donde  fué  sepultado.  Gozarás 


B10  ara]  y  add.  |  significa]  la  add. 


38.    CORPUS  CHRISTI 


615 


de  los  dos  remedios  principalísimos  para  tu  ánima,  memoria 
de  la  pasión,  frecuentación  en  recebir  el  Santísimo  Sacra- 
515  mentó. 

Allégate,  pues,  al  Santísimo  Sacramento,  no  de  tarde  en 
tarde,  sino  ven  con  mucha  reverencia,  con  amor,  con  devo- 
ción, con  mucha  humildad,  y  muchas  veces  en  el  año,  porque 
no  se  te  vaya  de  la  memoria,  sino  siempre  lo  tengas  delante 

>20  ios  ojos  como  espejo;  y  tú  verás  por  experiencia  lo  que  se 
te  sigue  de  la  santa  comunión.  Aplícasete,  cuando  te  co- 
mulgas, lo  que  ganó  Jesucristo  en  la  cruz;  mira,  pues,  si  es 
de  perder  tal  ganancia.  Llorar  deberías  cuando  esto  perdie- 
ses o  lo  dejases  de  ganar;  llorar  tenías,  y  no  como  quiera. 

525  Sientes  por  grandísima  pérdida  cuando  te  viene  la  nueva  de 
la  nao  que  se  te  hundió,  o  de  que  fuiste  a  las  Indias  y  no 
trujiste  muchos  dineros;  sientes  mucho  esto,  ¡y  no  se  te  re- 
vienta el  corazón  cuando  por  tu  culpa  pierdes  lo  que  Jesu- 
cristo nuestro  Redemptor  ganó  en  la  cruz!  Con  lágrimas  de 

530    sangre  lo  habéis  de  llorar  muy  llorado. 

¿De  dónde  piensas,  hermano,  que  se  levantaron  errores 
y  herejías  contra  este  Santísimo  Sacramento?  Tengo  por 
averiguado,  y  no  me  quitarán  de  la  cabeza,  que  la  causa 
principal  fué  olvidar  de  la  memoria  tan  gran  merced  y  olvi- 

535  darse  de  comer  su  pan.  ¿De  dónde  vino' el  otro  hereje  a  decir 
no  sé  qué,  y  el  otro,  y  el  otro?  De  no  llegarse,  por  cierto,  a 
este  santo  Sacramento.  Los  soberbios  y  presuntuosos,  ami- 
gos de  cosas  grandes,  vinieron  a  pensar,  considerando  a  Dios 
tan  alto  en  este  misterio,  y  que  Aquel  tan  grande  estaba  en- 

540    cerrado  en  cosa  tan  pequeña,  como  aquello  que  no  cabía  en 
su  entendimiento  y  sobrepujaba  su  juicio,  que  no  quisieron 
sujetarse  a  El  ni  recebirlo;  de  no  recebirlo  vinieron  a  caer 
en  grandes  errores  y  herejías,  como  los  judíos  a  no  creerlo. 
No  así,  por  reverencia  de  Jesucristo,  sino  considera  la 

545  misericordia  de  Dios,  mira  las  palabras  que  Jesucristo  dijo: 
Haced  esto  en  memoria  mía.  Y  mira  que  mientras  menos 
entiendes  este  misterio,  mayor  es  la  merced  que  te  hace.  Que 
si  las  obras  de  Dios  fuesen  tan  bajas  que  nosotros  las  en- 
tendiésemos, no  serían  grandes,  como  dice  San  Gregorio;  y 

550  viendo  que  las  cosas  son  tan  grandes,  venimos  en  conoci- 
miento de  la  grandeza  del  Hacedor. 

Y  mira  también  el  tiempo  en  que  Jesucristo  te  dijo:  Fa- 
ced esto  en  memoria  mía;  que  fué  queriendo  padecer  y  morir 
por  amor  de  quien  lo  dijo.  Llégate  a  comulgar  muchas  veces 

555  con  devoción,  ten  en  la  memoria  la  pasión  de  Jesucristo,  la 
institución  de  este  Santísimo  Sacramento.  Y  con  la  frecuen- 
tación de  él  alumbrarte  ha  Jesucristo  el  corazón  para  que 


549  San  GREGORIO  MAGNO,  In  Ez.',  1.  z,  hom.  8,  io  :  ML  76,  1034. 


616 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


no  caigas  en  errores;  esforzará  tu  ánima  para  entender  en 
cosas  de  su  servicio;  confortará  tu  ánima,  y  consolarla  ha; 
560  hará  que  seas  misericordioso,  humilde,  casto,  continente,  ca- 
ritativo para  con  los  prójimos;  darte  ha  su  gracia  y  des- 
pués gloria. 


39       Comen  los  hombres  el  pan  de  los  ángeles 
En  la  Infraoctava  del  Corpus 

(Bd.  1596,  I,  flp.  749-769. ) 

Parasti  in  dulccdine  tua  pauperi,  Deus.  Aparejaste, 
Dios,  en  tu  dulzura  para  el  pobre  (Ps.  67,  [ti]). 

Exordio:  Propter  nos  homines,  et  propter  nostram  salu- 
tem  descendit  de  caelis,  et  incarnatus  est  de 
6  Spiritu  Sancto,  ex  Maria  Virgine,  et  homo  factus  est.  Por 
amor  de  nosotros  descendió  de  los  cielos  y  encarnó  por  Es- 
píritu Santo  de  Santa  María  Virgen.  El  negocio  de  juntarse 
Dios  con  el  hombre  es  negocio  del  Espíritu  Santo,  no  inter- 
vino obra  de  varón;  como  el  pan  que  fué  dado  a  los  hijos 

10  de  Israel  en  el  desierto  no  fué  sembrado  ni  cogido  por  mano 
de  hombres;  pues  a  proporción  ha  de  ser  lo  figurado  de  la 
figura.  Así  como  Jesucristo  encarnó  en  el  vientre  de  la 
Virgen,  y  no  por  Obra  de  varón;  como  el  pan  que  fué  envia- 
do del  cíelo  y  no  sembrado  por  mano  de  hombre;  así  para 

15  hablar  de  este  misterio  del  cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo  es 
menester  en  gran  manera  la  gracia  y  el  saber  de  Dios;  que 
si  en  alguna  cosa  sabe  poco  el  hombre,  en  este  tan  alto 
misterio  es.  Dice  San  Pablo:  Quae  sunt  Dei  nemo  cognovit, 
nisi  Spiritus  Dei.  Las  cosas  que  son  de  Dios,  no  las  sabe 

20  nadie  sino  el  Espíritu  de  Dios;  y  si  acá  las  saben,  es  porque 
las  reveló.  Los  que  tratamos  el  cuerpo  y  sangre  de  Jesu- 
cristo, hemos  menester  mucho  la  gracia  para  bien  tratarlo 
y  para  bien  aprovecharnos;  y  'los  que  oímos  misa,  para  bien 
la  oír;  y  los  que  la  decimos,  para  saberla  decir;  y  los  que 

25  tenemos  fe,  para  saberla  tener;  y  los  que  hemos  de  hablar 
y  oír,  tenemos  necesidad  de  la  gracia  del  Espíritu  Santo, 
que  mueva  nuestra  lengua  y  despierte  vuestras  orejas. 
Y  porque  en  el  vientre  de  la  Virgen  fué  amasado  este  pan, 
que  así  se  llama,  el  pan  de  la  Virgen,  y  pues  que  sabemos 

30  que  no  es  avarienta  en  hacernos  mercedes,  que  bien  lo  sabe 
repartir,  supliquémosle  que  nos  alcance  gracia. 


562  erloria.]  Vive,  ánima  mía,  en  perpetuo  agradecimiento  a  tal  Señor  y  tal 
Amador  add. 


7  Miss.  Rom.,  Ordo  Miss.,  Symbolum  Nicacn.-Constantiiiop. 
20  Gf.  1  Cor.  2,  11. 


39-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


617 


¿Qué  ha  aparejado    Parasti  in  dulcedine  tua  pauperi, 
Dios?  Deus.  Estas  palabras  son  en  naci- 

miento de  gracias   de  este  bien- 
35  aventurado  y  sacro  mlisterio  que  gozamos  y  entre  manos 
tenemos,  del  cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo.  Dicen  en  ro- 
mance: Aparejaste,  Señor;  aparejaste,  Dios,  en  tu  dulzura 
al  pobre. 

Cuando  el  pecho  está  muy  lleno  de  afición,  habíanse  las 

40  palabras  sin  orden  y  concierto  de  compostura.  Tómame  los 
Cantares.  Así  me  parece  esto  aquí:  Aparejaste,  Dios.  ¿Qué 
aparejo?  Allá  os  lo  habéis  vos  y  Dios,  David;  parece  que 
allá  os  lo  dijeron,  ¿y  paréceos  que  todos  lo  entienden?  No 
es  tan  fácil  la  respuesta  como  la  pregunta.  ¿Qué  nos  apa- 

45    rejó  en  este  manjar?  ¿Qué  bienes  nos  dió  aquí? 

Sobre  esto  viene  el  Manhú  que  preguntaron  los  hijos  de 
Israel:  ¿Qué  es  esto?  ¿Qué  es  esto  que  nos  ha  aparejado 
Dios,  que  tanto  caso  hace  de  ello  el  profeta  David  ?  Poco  ha 
que  se  puede  responder:  desde  que  Cristo  nuestro  Señor 

50  instituyó  este  Santísimo  Sacramento;  que  si  antes  lo  pre- 
guntaran, ¿quién  supiera  responder?  Este  es  uno  de  los 
misterios  muy  escondidos  de  Cristo,  y  es  tan  profundo  y 
escondido,  que  dice  San  Pablo  que  los  ángeles  ni  los  ar- 
cángeles no  lo  supieron  sino  cuando  lo  vieron  obrado.  Pe- 

55  queña  respuesta  es  decir:  ¿Qué  es  esto  que  aparejó  Dios? 
¿Qué  es  esto  que  ha  ordenado?  Habíamos  menester  una 
lengua  de  Dios  para  saber  responder.  Dice  San  Pablo:  A  mi, 
el  más  pequeño  de  los  santos,  me  fué  dada  esta  gracia  y 
mte  fué  hecha  esta  merced,  que  mi  lengua  predique,  que  sea 

60  pregonera  de  las  riquezas  investigables  de  Dios.  Hame  hecho 
esta  merced,  ¡y  tal  es  ella,  y  no  pequeña!,  de  predicar  yo 
y  de  declarar  al  mundo  que  sea  dispensador  de  los  miste- 
rios y  sacramentos  de  Dios,  para  que  amen  y  conozcan  los 
hombres  a  Dios,  y  conozcan  sus  secretos  escondidos,  porque 

^5   este  misterio  nace  en  la  dispensación  de  los  siglos. 

Sobre  toda  ciencia  es  y  naturaleza  y  sobre  todo  enten- 
dimiento, que  aunque  uno  viese  toda  la  orden  y  naturaleza 
de  las  criaturas,  no  vería  este  mlisterio,  porque  es  más 
alto  que  todo  ello.  Es  sobre  todas  las  criaturas,  y  tan  es- 

70  condido,  que  quiso  que  aprendan  y  sean  enseñados  los  án- 
geles y  les  sea  notorio  lo  mucho  que  sabe  Dios  hacer ;  y  esto 
lo  aprendan  de  la  Iglesia.  Misterio  es  grande  de  Dios  que 
sean  los  ángeles  enseñados,  que  sean  discípulos  de  los  hom- 
bres: Multiformis  gratia  Dei.  Séales  notorio  lo  que  aquí  se 

75  sabe;  el  saber  y  la  sabiduría  de  Dios,  que  es  en  si  una,  y 
en  los  efetos"de  muchas  maneras.  ¡Que  [no]  saben  los  an- 


33  Ps.  67,  u. 
47  Ex.  16,  15. 
54   Col.  1,  26-28. 


60  Gf.  Eph.  3,  8. 
76   Of.  Eph.  3,  10. 


618 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


geles  este  misterio  de  'los  homlbres!  ¿Cómo  no  se  admiran 
los  hombres?  ¡Discípulos  son  los  ángeles  de  nuestra  doc- 
trina [y]  nuestra  Iglesia!  Y  ándanlo  mirando  y  remiran- 
80  do;  y  mil  veces  nos  llaman  bienaventurados,  porque  fuimos 
dignos  de  tratar  con  nuestras  manos  y  mirar  con  nuestros 
ojos  este  misterio.  Míranse  unos  a  otros:  ¿Cómo  es  esto? 

Remedio  de  to-  Mirad  si  la  pregunta  es  razonable: 
das  nuestras  ne-     ¿Qué  ha  aparejado  Dios?  Responda  el 

85        oesidades  <lue  1°  pregunta:  Parasti  in  conspectu 

meo  mensam.  Del  abismo  llama  al  abis- 
mo. ¿  Queréis  saber  qué  ?  Aparejaste  en  mi  acatamiento  una 
mesa  contra  los  que  me  atribulan.  ¿No  más?  ¡Bendito  sea 
quien  tanto  pudo  y  supo  y  tanto  bien  nos  quiso  hacer! 

90  Cuando  tú  alzas  los  ojos  y  ves  en  el  altar,  que  es  la  mesa, 
el  cuerpo  sacratísimo  de  Jesucristo,  ¿qué  habías  de  hacer? 
¡Qué  darle  gracias!,  ¡qué  esfuerzo  habías  de  tomar  contra 
todos  los  vicios!,  ¡qué  fuego  había  de  arder  en  tus  entra- 
ñas! Y  aunque  tuvieses  un  pie  en  los  infiernos,  habías  de 

®5  cobrar  fuerzas;  y  aunque  vinieses  helado  y  muerto  de  frió, 
te  habías  de  abrasar  en  amor.  Que  este  santo  Sacramento 
es  figurado,  según  dice  Damasceno,  por  el  carbón  encen- 
dido que  tomó  el  ángel  del  altar  y  lo  puso  en  los  labios  de 
Esaías.  con  el  cual  fué  limpio.  Cuando  está  el  fuego  pre- 

100  senté,  huye  el  frío,  y  cuando  el  buen  cristiano  está  presen- 
te al  cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo,  habían  de  saltar  cente- 
llas de  amor  de  su  corazón,  por  frío  que  estuviese.  Caro 
ígnita,  caro  Christi.  ¿No  lo  dijeron  los  discípulos  cuando 
iban  al  castillo  de  Emaús  ? :  Nonne  ardens  erat  cor  nostrum  ? 
105  ¿Por  ventura  no  era  nuestro  corazón  encendido  en  tanto 
que  nos  hablaba  por  el  camino?  ¿No  nos  ardía  el  corazón 
con  fuego  de  amor  oyéndole  lo  que  de  las  Escrituras  nos 
declaraba  ? 

Pones  eos  ut  clibanum  ignis.  En  el  día  del  juicio  ha  de 
H-0  haber  un  horno  de  fuego  que  queme  a  los  malos.  Antes  que 
venga  aquél,  hay  acá  otro  horno  de  buen  fuego  que  quema 
los  corazones  de  los  buenos,  los  purifica  y  alimpia  de  los 
pecados.  Y  quien  quisiere  escapar  de  aquél,  arda  en  este 
otro;  que  cosa  averiguada  es  que  quien  viene  tibio  y  frio; 
115  si  se  llega  con  reverencia  a  este  Santísimo  Sacramento-,  ie 
saltan  centellas  de  fuego  y  va  encendido;  y  cuando  viene  a 
la.  Iglesia  a  recebirlo,  se  quema  en  vivo  fuego  de  devoción. 


86    PS.  22,  5. 

99  San  Juan  Damasceno,  Hom.  in  Sabb.  Sanct.,  29  (MG  96,  630) : 
«Tetigisti  divinum  carbonein,,  cuius  figurani  nec  Seraphim  tangere 
potuerunt»  ;  De  fide  orlh.,  S.  4,  c.  13  :  MG  94,  1150. 

99  Of.  Is.  6,  6-7. 

108  Cf.  De.  24,  32. 

109  Ps.  20,  10. 


39-     EN         INFKAOCTAVA  DEL  CORPUS 


619 


¿Qué  habías  de  sentir,  cristiano,  cuando  lo  vieses  puesto 
en  el  altar  por  ti? 

120  Apare jásteme,  Señor,  mesa  contra  todos  los  que  me  atri- 
bulan. — Decí:  ¿Tenéis  mucho  que  sentir?  ¿Habéis  ofen- 
dido a  Dios?  ¿Qué  decís,  David?  — 'Que  no  haya  ya  queja 
en  ti  ni  mal,  ni  desmayo,  ni  miseria,  que  no  sea  bastante 
el  pan  de  esta  mesa  que  te  aparejó  Dios  para  te  lo  remediar. 

126  No  puedes  estar  tan  enfermo,  que  no  vayas  sano.  No  tienes 
tú  tantos  pecados,  cuanto  remedio  hallarás  en  el  cuerpo  y 
sangre  de  Jesucristo.  Allí  hallarás  fuerza  contra  tus  desma- 
yos y  perdón  de  tus  pecados.  Si  fueras  tentado,  afligido, 
triste  y  desconsolado,  allí  hallarás  medicina  y  verdadera  sa- 

130  lud  de  todos  sus  trabajos  y  enfermedades;  finalmente,  no 
habrá  en  ti  tanto  mal,  cuanto  bien  allí  hallarás;  y  por  eso 
dice  muy  bien  el  profeta:  Contra  todos  los  que  me  atri- 
bulan. 

Decid:  ¿Tenéis  mucho  que  sentir?  ¿Habéis  ofendido  a 

135  Dios?  ¿Tenéis  algo  que  lloréis?  Señor,  multiplicadas  son  las 
pasiones  de  mi  corazón,.  ¿Quién  no  tiene  que  sentir?  ¿Quién 
no  tiene  que  florar  de  la  niñez?  ¿Quién  hay  que  entonces 
hizo  algo  que  ahora  no  le  dé  pena?  ¿Quién  no  está  lasti- 
mado del  tiempo  pasado?  ¿Quién  no  trae  en  su  corazón  hin- 

140  cado  un  puñal,  acordándose  de  las  ofensas  de  Dios?  ¿Quién 
no  tiembla  de  la  hora  de  la  muerte?  ¿Quién  no  teme  mucho 
el  temeroso  y  riguroso  juicio  de  Dios?  ¿No  anda  hincada 
esta  espina  en  nuestro  corazón  y  en  nuestras  entrañas: 
"Señor,  si  estoy  perdonado  de  Dios?  ¿Si  estáis  bien  conmi- 

145  g0?  ¿Si  os  tengo  enojado?  ¿Cómo  me  va  con  vos?  ¿Si  me 
queréis  bien?  ¿Qué  será  de  mí?  ¿En  qué  tengo  de  parar?" 
¿Quién  no  es  perseguido  del  demonio?  ¿Quién  está  en  paz 
en  este  mundo?  Todos  estamos  llenos  de  guerra. 

Que  contra  todo  lo  dicho  es  tan  poderoso  él  remedio  que 

150  tenemos,  que  todo  es  flaco  y  nada  contra  su  fuerza.  Apare- 
jónos Dios  una  mesa  en  dulzura,  que  destierra  toda  cuanta 
amargura. hay  en  todo  lo  demás.  Hermanos,  el  remedio  con- 
tra todos  nuestros  males  (esto  se  os  asiente  en  vuestros  co- 
razones) Dios-Hombre  es.  Venid  a  comer  el  pan  que  os 

155  es  hoy  dado,  Dios-Hombre:  Hombre,  porque  lleguéis  a  El 
sin  temor,  que  no  os  desechará,  que  se  dolerá  de  vos,  que 
sabe  vuestros  trabajos  y  os  consolará  en  ellos;  y  es  Dios 
para  que  sepáis  que  os  puede  perdonar  y  tiene  poder  para 
ello,  y  lo  sabrá,  podrá  y  querrá  hacerlo.  Ase  de  El ;  allégate 

160  a  El,  recíbelo,  que  para  todo  tiene  remedio;  en  todo  te  ayu- 
dará; tú,  hermano,  ase  de  El,  que  todo  es  tuyo;  que  apa- 
rejó Dios  nuestro  Señor  mesa  contra  todos  los  males,  mesa 
contra  todas  nuestras  necesidades. 


120    Ps.  22,  5. 


136    Ps.  24,  17. 


620 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Viene  amoroso    Bien  ha  dicho  el  profeta:  "En  dulcedum- 

165  y  manso  bre,  en  dulzura,  en  amor  y  remedio".  Al- 
gunas veces  la  apareja  in  spiritu  suo  duro. 
— '¿Qué  o  cuál  es  la  dureza  de  su  espíritu?  — Leed  a  Esaias. 
Cuando  Dios  reprehende  a  alguno,  cuando  castiga  a  alguno, 
cuando  lo  mlaltrata,  cuando  lo  lastima,  cuando  apareja  va- 

ITO  sos  de  muerte,  cuando  ordena  castigos  de  muerte,  cuando 
trata  y  hace  tratar  a  alguno  con  rigor  de  su  justicia,  todo 
esto  es  tratarlo  con  su  espíritu  duro.  No  es  así  acá  en  esta 
santa  mesa,  en  este  rico  convite;  sino  en  espíritu  blando,  en 
espíritu  amoroso,  en  espíritu  de  dulcedumbre.  No  pone  en 

^5  su  arco  saetas  de  muerte,  saetas  de  enemistad,  sino  saetas 
de  vida  y  de  amistad.  Aparejó  su  arco  Jesucristo,  su  ben- 
dito Hijo,  puesto  en  la  cruz;  desde  allí  tiraba  saetas  que 
atravesasen  nuestros  corazones  con  amor,  con  fuego  de 
encendido  amor  y  caridad. 

l&O  Aparejó  dulzura  sobre  dulzura,  amor  sobre  amor.  Dulce 
y. amoroso  se  nos  mostró  en  la  cruz:  dulce  y  amoroso  se  nos 
muestra  en  el  altar.  ¡Dulce  eres,  Jesucristo,  en  la  cruz; 
dulce  eres,  Jesucristo,  en  el  altar;  en  todo  eres  dulce  y 
amoroso! 

185  ¿Qué  quiere  decir:  "Que  es  cosa,  y  cosa",  que  de  la 
boca  del  fuerte  salió  dulzura?  Halló  Sansón  en  el  camino 
un  león  y  matólo;  y  cuando  volvió  por  allí  halló  en  la 
boca  del  león  un  panal  de  miel.  ¿Qué  "cosa,  y  cosa"  en 
la  boca  del  fuerte  la  dulzura?  ¿Quién  tal  pensara,  que  en  la 

190  boca  del  fuerte  muerto  había  de  haber  dulzura?  ¿Quién  es 
este  fuerte?  El  León  de  la  tribu  de  Judá.  ¿Quién  tal  pensara 
y  quién  tal  pudiera  decir:  "El  fuerte  había  de  morir  y  en  la 
boca  del  muerto  se  había  de  hallar  la  dulcedumbre"?  El 
fuerte  León  murió.  El  que  no  podía  morir,  murió;  y  en  la 

196  boca  del  fuerte  estaba  la  dulzura.  ¡Que  de  la  boca  del  fuerte 
había  de  salir  manjar  para  hartar  y  consolar  a  los  hombres! 
¡  [Que  nuestro]  Señor  Jesucristo,  Hijo  de  la  Virgen,  el  que 
anduvo  predicando  por  el  mundo,  enseñando  a  los  hombres 
y  sanándolos  de  sus  enfermedades,  aquel  mismo  que  hacia 

200  tantos  milagros,  que  padeció  y  murió  por  nosotros,  ese  mis- 
mo, no  otro,  tengamos  acá  entre  nosotros,  y  lo  miremos 
con  nuestro  ojos,  y  lo  tratemos  con  nuestras  manos,  y  lo 
recibamos  en  nuestros  corazones!  ¡[Que]  esté  y  more  entre 
cosas  tan  bajas  como  nosotros  somos!  ¿Quién  tal  pensara, 

205  si  no  estuviera  hecho,  que  a  este  tan  alto  Señor  lo  tratemos, 
y  que  lo  conversemos,  y  le  cantemos  cantares? 

No  diga  nadie:  "Dios  es  riguroso",  o  que  "Dios  no  es 
manso";  no  lo  digas.  ¿Que  no  sabes  cómo  estás  con  Dios? 


167  Cf.  Is.  27,  1. 
170  Ps.  7,  14. 
176   Ps.  7,  13. 


186  Cf.  lud.  14,  8. 
191    Apoc.  5,  5. 


EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


621 


No  tengas  ya  temores,  no  huyas  de  El,  mira  cuál  viene  y 
210  mira  con  qué  amor  viene;  no  riguroso,  no  cruel,  sino  amo- 
roso y  manso,  y  lleno  de  todo  los  bienes,  y  ganoso  de  te 
dar  a  sí  mismo.  ¿Quién  sabrá  tantear  ni  pensar  aquesto? 
Una  lengua  del  cielo  había  de  venir  para  hablar  de  este 
sacrosanto  misterio.  ¿Habéislo  pensado?  ¿Habéis  caído  en 
215    ello?  Creo  que  no,  ni  tal  os  pasa  por  el  pensamiento.  ¡Cuán- 
to habría  que  estudiar  en  esto;  que  sale  Jesucristo  y  va  a 
visitar  un  enfermo  y  pobrecito;  que  no  se  desdeña  aquella 
Majestad  de  ir  a  su  casa,  y  yo  no  lo  hago!  Bendito  seáis 
vos,  Señor,  que  vais  sin  asco  y  sin  desdén  a  visitar  al 
220  buboso,  y  al  pobre,  y  al  llagado,  y  al  leproso;  a  todos 
cuantos  hay  por  ahí  que  os  han  menester.  Señor,  que  an- 
dáis visitando  los  enfermos,  los  que  hieden,  ¡y  no  os  dan 
en  rostro!  Aun  no  os  lo  digo  por  lo  del  cuerpo,  que  peores 
y  más  hediondas  enfermedades  son  las  del  alma.  ¡Oh  bon- 
225  dad  y  paciencia  grande  de  Jesucristo,  que  quiso  morar  con 
tales  como  nosotros! 

Y  lo  peor  es  que  aperuerunt  super  me  os  suum,  sicut  leo 
rapiens  et  rugiens.  En  esto  veréis  quién  es  Dios,  y  cuánta 
fué  su  paciencia,  y  cuánto  es  lo  que  cada  día  nos  sufre  y 
230   disimula.  Grande  fué  la  pasión  y  trabajos  que  por  nosotros 
padeció  y  muchos  fueron  los  tormentos  y  afrentas  que  col- 
gado en  la  cruz  padeció;  pero  mayor  espanto  es  y  mayor  su 
paciencia,  pues  sufre  que  comulgue  aquél  en  pecado  y  que 
el  sacerdote  le  reciba  y  se  llegue  a  aquel  santo  altar  y  sacro- 
23ñ  santo  misterio  sucio  y  sin  aparejo  alguno.  ¡Oh  Señor,  y 
que  te  dejas  tratar  de  tales  manos,  y  que  tienes  paciencia 
para  sufrir  que  lleguen  a  ti,  y  que  llegue  a  ti  la  boca  sucia, 
y  las  manos  sucias,  y  el  corazón  que  te  ofendió!  ¡Que  te 
tome  aquella  sucia  boca!  ¿Qué  es  sino  que  abrió  el  león  su 
240   boca  para  tragarte?  León,  y  peor  que  león,  es  el  que  tiene 
el  corazón  airado;  y  el  otro  es  dragón  que  tiene  el  corazón 
malicioso;  y  el  otro  es  toro,  el  que  es  desobediente.  Todos 
éstos,  Señor,  todos  te  han  cercado,  todos  abren  la  boca  para 
te  tragar;  ¡y  calla  el  Cordero  manso,  calla  y  no  dice  palabra, 
245   como  si  lo  tratasen  manos  buenas,  y  buena  boca,  y  limpio 
y  honesto  corazón! 

Gran  merced  fué,  por  cierto,  quedarse  acá  con  nosotros. 
Grande  cosa  quedarse  el  médico  para  nuestras  enfermeda- 
des, el  médico  de  nuestras  almas  y  conciencias,  el  pastor  de 
250  nosotros,  que  somos  sus  ovejas;  y  nuestro  padre  que  nos 
consuele,  y  tal  arrimo  para  que  nos  esfuerce  y  dé  aliento 
y  nos  haga  sombra  y  espaldas  en  todas  nuestras  necesida- 
des. ¿Qué  nos  falta  teniendo  acá  a  Cristo?  ¿Qué  hay  que 


212  Cf.  Zach.  9,  9. 
228  Ps.  21,  14. 


622 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


desear?  Nada  nos  falta,  todo  nos  sobra,  ricos  estamos,  sanos 

255   y  bienaventurados  y  llenos  de  todo  bien. 

Cuenta  Earuc,  por  gran  cosa,  que  conversó  Jesucristo 
una  vez  acá  en  la  tierra  con  nosotros  y  que  habló  y  estuvo 
entre  nosotros.  Más  cierto  es  y  más  hay  que  espantar  de 
verlo  obrar  las  obras  que  cada  día  obra  en  su  pueblo  cris- 

260  tiano.  Porque  entonces  en  sola  Judea  conversó  y  anduvo  y 
predicó;  y  agora  no  solamente  en  Judea,  pero  en  todo  el 
mundo.  ¿Quién  os  podrá  contar  lo  que  acá  cada  día  gana 
Jesucristo  y  remedia,  lo  que  levanta,  lo  que  sustenta,  lo  que 
anima,  lo  que  consuela?  Todo  lo  mira,  todo  lo  ve,  todo  lo 

265  conoce:  lo  pasado,  lo  presente,  lo  por  venir;  en  todo  lugar 
está,  a  todo  responde.  ¡Cuántas  veces  te  da  buenos  pensa- 
mientos! ¡Cuántas,  por  oír  una  misa,  por  hacer  una  buena 
obra — y  muchas  veces  sin  hacerla,  antes  estando  descui- 
dado y  olvidado  de  El — ,  te  despierta  y  te  llama,  te  da  una 

270  aldabada  que  te  hace  volver  como  espantado.  ¿Qué  es  esto? 
Que  Jesucristo — ¡bendito  El  sea  para  siempre! — te  llama, 
te  quiere  bien  y  te  busca.  Que  ansí  se  convierten  agora  áni- 
mas a  El,  como  cuando  andaba  predicando  en  carne  por  el 
mundo,  y  ansí  obra  ahora  en  las  ánimas  aquellos  milagros 

275  y  sanidades,  como  entonces  los  obraba  en  las  enfermedades 
de  los  cuerpos. 

¡Cuántas  veces  te  hallas  tentado  gravísimamente,  lleno 
de  miserias,  enfermedades,  llagado;  llégaste  a  El,  llámaslo, 
confiésaste,  tómaslo  en  tu  corazón  sacramentalmente,  y  que- 

280  das  consolado,  fuerte,  lleno  de  alegría!  ¿Qué  lo  hizo  esto? 
Cosa  maravillosa,  que  así  lo  hace  agora  espiritualmente, 
como  lo  hacía  viviendo  en  la  carne  mortal. 

Es  pan  de  reyes,  Aparejado  has,  Dios,  mesa  en  tu  duh 
pan   de   ángeles    cedumbre.  ¿Qué  apareja  Dios  nuestro 

285   para   los  pobres    Señor?  ¿Y  a  quién  tal  convite,  tal 
mesa  llena  de  tantas  y  tales  dulzu- 
ras, llena  de  tantos  remedios  para  todos  nuestros  males  y 
para  todos  nuestros  desmayos? 

Grueso  es  el  pan  de  Aser  y  dará  deleite  a  los  reyes.  Sue- 

290  len  comer  los  reyes  pan  muy  blanco  y  muy  cernido,  amasado 
de  la  flor  de  harina.  Así  es  este  Pan:  grueso,  lleno  de  gro- 
sura, lleno  de  dulzura;  es  flor;  es  masado  con  mil  gracias  y 
bendiciones;  si  bien  lo  tomas,  si  bien  lo  recibes,  alegra,  da 
contento,  sana,  limpia  al  que  lo  come.  El  pan  de  acá  pocas 

295  veces  harta;  pocas  veces  sentirás  sabor  y  dulzura  y  deleite. 
Si  bien  te  sabe,  pagarlo  has,  porque  El  dijo  del  pecado:  Más 
amargo  es  que  los  ajenjos,  más  amargo  que  otra  ninguna 
amargura. 


2,s8   Cf.  Bar.  3,  38. 
289   Cf.  Gen.  49,  20. 


297    Cf.  Prov.  5,  4. 


T,q.     F.N  LA   INFRApCTAVA  DEL  pORPUS 


623 


— Padre,  ¿pues  cómo  no  lo  siento  eso?  — Eso  es  más  de 

¡00  espantar,  pues  gran  verdad  es  lo  dicho;  señales  tienes  de 
muerte,  pues  no  lo  sientes.  ¿Hante  herido  mortalmente  y  no 
lo  sientes?  ¿Hante  llagado  tan  cruelmente  y  no  lo  sientes 
ni  te  duele?  Espera,  vendrá  la  hora  de  la  muerte;  vendrá 
día,  cuando  todas  las  cosas  se  vean  en  su  propio  sentido  y  se 

305  conozcan  verdaderamente;  y  tan  grande  como  fué  tu  des- 
cuido, tan  grande  será  el  castigo  y  tormento  que  durará 
para  siempre  jamás;  lo  que  presto  y  en  un  momento  se  aca- 
bó, durará  su  pena  y  tormento  cuanto  Dios  fuere  Dios,  que 
no  habrá  fin.  ¡Oh  malaventurado  el  que  por  tan  pequeño 

810  rato  se  atreve  a  echar  sobre  sí  penas  eternas,  penas  que 
nunca  se  han  de  acabar,  penas  que  no  han  de  tener  remedio! 
Que  ésta  es  la  mayor  pena  que  los  malaventurados  han  de 
tener;  la  certidumbre  que  tienen  que  aquellos  tormentos  y 
penas  no  han  de  haber  fin  ni  remedio,  ni  jamás  han  de  salir 

315   de  allí,  ni  han  de  gozar  de  bien  alguno. 

Nace  el  río  Jordán  en  el  monte  Líbano,  corre  con  gran- 
dísima prosperidad  y  frescura;  y  el  que  nace  en  monte  tan 
lindo  y  tan  oloroso  y  tan  tenido  y  nombrado  de  todos,  va  a 
parar  y  acabar  en  la  hediondez  y  suciedad  del  mar  ¡Muerto. 

320  ¿En  qué  andas?  ¿En  qué  piensas?  ¿En  qué  han  de  parar 
tus  vicios  y  tus  deshonestidades?  Aunque  muy  florido  y  muy 
próspero  te  parece  que  estás,  aunque  se  hace  agora  todo  a 
tu  contento,  vendrá  un  día,  vendrá  una  hora  en  que  se 
acabe  esa  corriente  de  maldades  que  tienes,  y  no  puedas  más 

325  murmurar,  no  puedas  ser  más  deshonesto,  no  puedas  más 
robar,  no  puedas  más  trasegar.  Acabarse  han  tus  males, 
acabarse  han  todos  tus  deleites;  pero  no  se  acabarán  los 
tormentos  que  por  ellos  te  darán  para  siempre:  Expergisci- 
mini  ebrii.  ¡Despertad  todos,  llorad  y  lamentad,  todos  los 

330  que  bebéis  vino  en  dulzura,  porque  pereció  de  vuestra  boca! 
Los  que  estáis  fuera  de  seso,  los  que  estáis  embriagados  con 
el  vino  de  las  cosas  y  placeres  de  este  mundo,  ¡despertad! 
Los  que  no  tenéis  cuenta  con  Dios,  los  que  agora  os  reís, 
los  que  jugáis,  los  que  andáis  en  pasatiempos,  y  en  alegrías, 

335  y  en  convites,  en  comidas  y  en  bebidas,  lloraos,  mesaos,  que 
día  vendrá  que  os  quiten  la  copa  de  vuestra  boca;  día  ha  de 
venir  que  se  acabe  todo  esto  a  vuestro  pesar. 

Di,  ¿para  qué  quieres  gozar  de  cosa  que  tan  caro  te  ha 
de  costar  y  tan  presto  lo  has  de  perder?  Mira  que  eso  en 

340  qUe  agora  te  deleitas,  eso  que  tanto  te  agrada,  eso  que  pa- 
rece que  viene  con  hábito  de  amigo,  enemigo  mortal  es;  ñnge 
ser  tu  amigo,  finge  ser  dulce,  finge  que  te  quiere  bien,  y  es 
amargura  y  es  tu  capital  enemigo.  Míralo  con  cuidado,  mí- 
ralo bien;  no  mires  a  lo  que  parece,  sino  a  lo  que  viene  es- 


330  Ioel  1,  5. 


624 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


345  condido;  parece  hermoso,  pero  encerrada  trae  gran  fealdad. 
Cuando  te  viniere  a  engañar,  dile:  ¡Ah,  traidor,  que  bien 
os  conozco!  Convidáisme  con  amistad,  y  sois  mi  enemigo 
como  otro  Joab;  decís  que  traéis  vida,  y  traéis  muerte; 
decís  que  habéis  de  durar  mucho,  y  antes  que  comencéis 

350  sois  acabado. 

— ¿A  qué  proposito  esto?  — Los  que  sois  amigos  de  ri- 
quezas, los  que  sois  amigos  de  honra,  los  que  queréis  tener 
y  gozar  de  deleites,  los  que  queréis  ser  regalados,  veislo 
aquí  todo  eso,  veis  aquí  riquezas,  veis  aquí  honra,  veis  aquí 

355  deleites  y  regalos.  Todo  cuanto  deseas,  todo  cuanto  buscas, 
todo  junto  está  aquí  en  este  convite:  pan  dulce,  pan  sabroso 
para  el  pobre,  para  los  reyes.  Hay  nombres  tan  delicados, 
tan  regalados,  que  no  pueden  comer  sino  manjares  así  de- 
licados. A  los  señores  y  a  los  reyes,  el  mejor  pan  y  el  más 

360  blanco  se  les  da,  grueso,  deleitoso. 

¿Qué  es  esto  que  habéis  hecho,  Señor,  entre  nosotros? 
¿Qué  misericordias  son  éstas?  ¿Quién  lo  podrá  decir?  ¿De 
este  arte  vino  el  maná?  Estaban  los  judíos  muy  ufanos 
porque  el  Señor  les  había  dado  aquel  pan.  Dijo  Jesucristo: 

3©5  El  Padre  Eterno  os  dió  este  Pan,  no  del  aire,  sino  pan  del 
cielo.  ¿Qué  queréis  decir?  Que  dió  Dios  a  los  hombres  Pa- 
nera angelorum.  Dióles  pan  de  ángeles,  pan  de  dulzura. 
O  res  mirabilis!  Pañis  angelicus  fit  pañis  hominum!  ¡Oh 
cosa  admirable!  ¡Oh  cosa  nueva  y  muy  maravillosa,  que  el 

370  pan  del  cielo,  el  pan  que  allá  comen  los  ángeles,  coman  acá 
los  hombres!  Gozan  los  ángeles  de  este  bendito  Pan,  y  co- 
men de  él  y  gozan  de  la  divinidad  de  Jesucristo,  y  gozan 
de  su  santa  humanidad;  y  este  gozar  es  comer  y  ser  bien- 
aventurados. 

375  — Padre,  si  es  pan  de  reyes,  ¿cómo  se  da  a  los  pobres? 
Si  es  pan  de  altos,  ¿por  qué  se  da  a  los  bajos?  Si  es  pan 
del  cielo,  ¿por  qué  se  da  en  la  tierra?  ¿Qué  mercedes  son 
estas  que  le  hacéis  al  hombre?  ¿Qué  misericordias  estas 
que  le  concedéis?  — Cuando  Dios  crió  a  nuestros  padres 

380  primeros  en  el  paraíso,  dióles  manjares  con  que  se  man- 
tuviesen, que  fueron  aquellas  frutas.  ¡Qué  gran  merced 
fué,  Señor,  la  que  entonces  hecistes  en  darles  manjar!  Pero 
también  se  lo  distes  a  las  bestias,  que  todas  comían  de  él; 
no  es  eso  grande  honra.  Si  me  convidase  el  emperador  o  el 

385  papa  y  me  sentase  a  su  mesa,  ésta  sería  honra;  pero  sen- 
tarme con  una  bestia,  no  fué  aquélla  honra,  sino  aquesta 
que  Jesucristo  nos  hizo  cuando  dijo:  Tomad  y  comed:  éste 


348  Cf.  2  Reg.  20,  10. 

366  Gf.  lo.  6,  31. 

367  Ps.  77,  25.  ■  , 

371  Rit.  Rom.,  tit.  9,  c.  5,  hymn.  «Sacris  solemnns». 


39-     EN  IA  INFKAOCTAVA  DEL  CORIVS 


«25 


es  mi  cuerpo.  Agora  nos  sentamos  a  una  mesa  los  ángeles 
y  los  hombres;  todos  comemos  un  manjar,  todos  comemos 
;90  de  un  pan  y  de  una  dulcedumbre.  — 'Pues  que  todos  conte- 
mos de  un  manjar,  ¿en  qué  diferimos?  — En  que  los  án- 
geles comen  clara  y  abiertamente,  y  los  hombres  lo  comen 
por  fe. 

Aparejado  has,  Señor,  al  pobre,  manjar  en  dulcedum- 

3&5  bre.  Si  no  tienes  qué  comer,  si  no  tienes  qué  vestir,  si  estás 
muy  pobre,  si  estás  afligido,  si  tienes  fatigas,  si  estás  lleno 
de  tentaciones,  mira  y  goza  de  estas  palabras:  Aparejaste 
al  pobre,  Señor,  en  dulcedumbre.  ¿Qué  quiere  decir  esto? 
Que  ansí  como  el  pan  que  envió  Dios  del  aire,  él  maná  que 

400  envió  a  los  hijos  de  Israel,  era  tal  y  de  tanta  virtud,  que 
los  mantenía  y  cumplía  sus  apetitos  y  hartaba,  dándose  a 
cada  uno  en  aquella  forma  de  sabor  que  había  menester  y 
lo  deseaba,  ansí  agora  este  Pan  bendito,  este  Pan  de  ánge- 
les, este  Pan  del  cielo  da  alegría  y  consuelo,  y  enriquece, 

405  y  sana,  y  da  vida,  y  resucita;  finalmente,  que  en  cada  uno 
obra  lo  que  ha  menester.  ¿Qué  te  falta?  ¿Consejo?  Ven  a 
Jesucristo.  ¿Estás  pobre?  Ven  a  Jesucristo.  ¿Estás  tenta- 
do? Ven  a  Jesucristo.  No  haya  cosa,  no  haya  necesidad  con 
la  cual  no  vayas  luego  a  Jesucristo;  en  El,  y  no  en  otro, 

410  está  el  consejo,  el  remedio  y  ayuda  contra  todos  los  males, 
y  [El  es]  el  que  sabe,  puede  y  quiere  darte  y  hacerte  todos 
los  bienes. 

Tocó  Jonatás  con  el  cabo  de  la  vara  a  la  miel,  y  en 
gustándola  se  le  alumbraron  los  ojos,  y  luego  vió  y  tomó 

415  esfuerzo.  Ciego  estás;  pero  luego  en  tocando  que  toques 
aquella  dulcedumbre  del  cuerpo  de  Jesucristo,  luego  serás 
alumbrado  de  tus  ignorancias  y  serás  fuerte  para  [per]  se- 
guir a  tus  enemigos.  Anda  a  Cristo  con  todas  tus  necesi- 
dades, ve  a  El,  y  saberte  ha  a  todo  lo  que  has  menester; 

420    cómelo,  recíbelo. 

— '¡Oh  padre,  que  estoy  muy  tentado  de  la  carne;  en 
grande  aprieto  me  pone;  rocío  del  cielo  he  menester,  que 
mate  y  apague  en  mí  el  fuego  de  los  deseos  malos  y  tenta- 
ciones! ■ — Ve,  hermano,  al  cuerpo  de  Jesucristo,  llégate  a 

425  él,  que  allí  está  tu  remedio.  Mirad  no  se  os  olvide  esta  pa- 
labra, acordaos  de  ella  para  siempre:  "La  carne  de  Jesu- 
cristo nuestro  Señor  tiene  más  fuerza  para  las  tentaciones 
de  la  carne  que  otro  ningún  remedio;  mata  las  concupi- 
cencias  y  desordenados  y  malos  movimientos;  destierra  los 

430  malos  pensamientos  y,  como  agua,  mata  y  apaga  el  fuego 
de  nuestros  corazones.  Más  fuerte  es  esta  carne  virginal 
de  Jesucristo  para  darnos  fuerza  y  gracia  que  la  de  Adán 
para  enflaquecer  y  matar.  Mayores  fuerzas  hay  en  Cristo 


388  Cf.  Mt.  26,  27  ;  Me.  14,  22  ;  Lt.  22,  19. 
414   Cf.  1  Reg.  14,  27. 


626 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


para  vencer,  que  en  demonios,  mundo  y  carne  para  tentar". 
435    Vete,  hermano,  vete  a  El,  no  pierdas  tanto  bien. 

Peroración:  Prepá-  — «Padre,  ¿qué  haremos  para  gozar 
rate  también  tú  de  aquella  mesa  ?  — Que  pues  Dios 
con  tanto  amor  se  ha  aparejado, 
también  tú,  hermano,  te  aparejes:  que  te  laves  las  manos, 

«o  que  alimpies  tus  obras;  porque  gran  limpieza  y  gran  cui- 
dado se  requiere  para  llegarte  a  tan  gran  limpieza.  ¿No 
veis  cómo  el  sacerdote  se  lava  los  cabitos  de  los  dedos  cuan- 
do dice  misa?,  para  dar  a  entender  que,  aunque  esté  limpio, 
todavía  es  menester  limpiar  los  extremos  de  los  dedos,  cuan- 

445  do  dice  misa,  que  son  los  pensamientos.  Las  cositas,  por 
pequeñas  que  sean,  se  han  de  limpiar.  Y  hemos  de  estar  muy 
recogidos;  recogidísimo  y  hecho  ángel  ha  de  estar  el  que 
allí  fuere  al  altar  a  decir  misa  y  tratar  a  Jesucristo  con  sus 
manos . 

450  Cuando  nuestro  Señor  quiso  dar  la  ley  a  su  pueblo  dijo 
a  Moisés:  Diles  de  mi  aparte  que  se  alimpien,  que  aviven, 
que  estén  con  grandísima  reverencia.  Pues  si  para  ir  a  reci- 
bir la  ley,  que  le  daba  un  ángel,  era  menester  tanto  cuida- 
do y  tanto  aparejo,  ¿qué  tal  os  parece  que  debe  ser  el  apa- 

455  rejo  que  se  requiere  para  tomar  al  Dador  de  la  ley  y  para 
tratar  con  nuestras  manos  y  mirar  con  nuestros  ojos  el 
cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo?  Hermanos,  si  queréis,  estos 
ocho  días  nos  aparejemos  y  tengamos  un  poco  de  cuidado 
y  de  agradecimiento  a  las  misericordias  del  Señor;  no  pe- 

460  quemos,  no  murmuremos,  no  seamos  sucios;  y  todo  por  su 
amor,  y  por  reverencia  del  mucho  amor  que  El  nos  tiene, 
pues  se  quiere  estar  entre  nosotros.  ¡Señor,  siquiera  por 
esta  merced  de  estar  ocho  días  así  como  estás  entre  nos- 
otros, no  quiero  pecar,  quiero  dejar  de  ofenderte! 

465  ¡Oh,  si  vieses  aquellas  entrañas  de  Jesucristo  nuestro 
Señor  cuáles  andan  encendidas  y  abrasadas  en  el  amor  de 
los  hombres,  y  aquel  real  corazón  tan  amoroso  para  ti  y 
por  ti,  que,  si  fuese  menester  que  lo  azotasen,  y  coronasen, 
y  le  pusiesen  otra  vez  en  la  cruz  por  ti,  de  muy  buena  gana 

470    lo  haría  por  ti,  como  lo  hizo  el  Viernes  Santo! 

¡Que  vengas  tú  a  mí  a  convidarme,  Cristo,  y  a  rogar- 
me, y  que  vuelva  yo  las  espaldas!  ¡Que  llames,  y  que  me 
haga  sordo!  ¡Que  me  ames,  y  que  te  aborrezca!  ¡Que  me 
hables,  y  que  no  responda!  ¿Qué  es  esto,  hermanos?  ¿Qué 

475  es  ésto?- ¡Vergüenza,  vergüenza!  Por  reverencia  de  Jesu- 
cristo, siquiera  esta  santa  Pascua  os  aparejad  y  os  limpiad, 
para  que  cantemos  y  hagamos  fiesta  y  demos  muchos  loores 
y  gracias  a  Aquel  que  tantos  bienes  y  misericordias  nos  ha 


452  Cf.  Ex.  19,  10. 


40.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


627 


hecho  en  esta  Pascua— que  así  se  llama — ;  para  que  os 
O  perdone,  para  que  os  consuele,  para  que  os  dé  fuerzas.  No 
se  pase  en  balde  y  sin  fruto  esta  gran  fiesta;  no  se  pase 
sin  que  recibáis  mercedes,  sin  que  recibáis  dones,  que  dá- 
roslos ha  y  haceros  ha  misericordias. 


40   Incorporados  a  Cristo,  nuestras  obras  son  obras 
también  de  cristo 

OHd.  1596,  I,  pp.  78TT-804.) 

Pctrasti  in  dtttcedine  tua  pauten,  Dr.us.  Aparejaste. 
Dios,  tu  dulzura  para  el  pobre  (r.í.  67,  [ir]). 

Mucho  da  Cristo     Tienen  esta  excelencia  los  sacramentos 
a  los  que  bien  le     de  la  Nueva  Ley  sobre  los  de  la  Vieja, 
reciben  <3ue  a  éstos  llama  San  Pablo  elementos 

pobres  y  flacos,  porque  aunque  signi- 
ficaban la  santidad,  no  la  daban;  mas  de  los  nuestros  dice 
el  Tridentino  que  contienen  y  dan  la  gracia,  obrando  dentro 
lo  que  representan  de  fuera.  Y  si  esto  pasa  en  los  otros  Sa- 
lo cramentos  con  mucha  verdad  y  provecho  de  quien  los  recibe, 
mucho  mejor  se  efectuará  en  aqueste  divinísimo  Sacramen- 
to, que  sin  ninguna  comparación  excede  a  los  otros  sacra- 
mentos, que  mirados  por  sí  son  muy  grandes,  mas  en  com- 
paración de  éste  son  ríos  pequeños,  y  todos  le  conocen  ven- 
15  taja  y  se  ordenan  a  él  como  medios  al  fin. 

Y,  según  hemos  dicho,  tan  grandes  son  las  señales  de 
amor  y  regalo  que  aqueste  Señor  enseña  a  los  suyos  ponién- 
doseles encima  de  un  plato  para  que  lo  coman  y  entrándose 
con  mucha  verdad  en  sus  entrañas;  y  necesariamente  a  tales 
20  muestras  ha  de  corresponder  grande  efeto.  Y  si  aun  falta 
nuestro  entendimiento  en  saber  estimar  lo  de  fuera,  ¿quién 
será  aquel  de  tan  penetrativa  vista  aue  conozca  y  nos  dé 
nuevas  del  trato  de  este  Señor  con  las  ánimas  de  quien  bien 
lo  recibe  en  su  cuerpo? 
25  Por  los  efetos  conocemos  las  causas,  y  también  por  las 
causas  conocemos  los  efetos.  Vemos  un  gran  convite  de  di- 
versos y  preciosos  manjares,  y  por  allí  sacamos  que  el  tal 
convite  costó  mucho  precio;  y  de  la  misma  manera,  si  vemos 
una  ropa  preciosa,  unos  edificios  muy  sumptuosos,  sacamos 
30  de  allí  que  cosas  tan  grandes  mucho  costaron.  Y,  por  el  con- 
trario, que  un  señor  da  a  su  criado  mucha  copia  de  oro  para 
que  haga  un  convite,  o  compre  una  ropa,  o  cosa  de  esta  ma- 
nera, sin  que  la  hayamos  visto,  y  aun  antes  que  hagamos  la 

6  Cf.  Gal.  4,  9. 

9  Concilio  de  Trento,  sess.  7,  can.  6. 
13   Concilio  de  Trento,  sess.  13,,  can.  3. 


628 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tal  cosa,  la  deseamos  y  estimamos  en  mucho,  y  decimos: 
35   "Grande  y  preciosa  cosa  será  aquella  para  cuyo  precio  tanto 
dinero  se  da". 

Quien  quisiere  rastrear  algo  de  los  grandes  dolores  y 
penosa  muerte  de  Jesucristo,  sáquelo  por  el  excelente  con- 
vite, por  la  benignidad  nunca  oída  ni  vista,  por  la  grande 

40  consolación  que  en  este  Sacramento  se  nos  muestra,  y  bienes 
que  se  nos  dan,  y  verá  que  cosa  tan  alta  y  tan  despropor- 
cionada a  nuestro  entendimiento,  tan  liberalmente  comuni- 
cada con  nos,  no  pudo  ser  sin  que  mucho  costase  a  Cristo, 
pues  los  bienes  que  a  nosotros  vienen  quiso  Dios  que  los 

45  comprase  El,  y  con  justísimo  precio,  y  no  de  dineros,  sino  de 
sangre  y  de  su  preciosísima  vida. 

Y  así,  por  el  contrario,  si  no  tenemos  aquella  limpieza 
de  vida  y  viveza  de  espirituales  sentidos  que  por  la  gracia 
del  Señor  tienen  algunos,  con  que  entrando  Cristo  en  su 

50  cuerpo,  luego  sus  ánimas  sienten  la  eficacia  del  Señor  que 
en  ellos  entró,  y  dicen  de  corazón:  Mi  ánima  se  ha  regalado 
en  oyendo  hablar  a  mi  Amado;  a  lo  menos  atinemos  algo 
de  este  amorosísimo  y  provechosísimo  trato  que,  siendo  re- 
cebido,  tiene  con  los  que  bien  le  reciben,  de  lo  mucho  que 

55   le  costó  para  que  ellos  fuesen  consolados  y  bien  tratados. 

Tiene  Cristo  dos  cuerpos:  uno  el  que  recibió  de  la  Virgen, 
y  otro  somos  nosotros.  Quien  quisiere  saber  cómo  trata  a 
aquel  cuerpo  que  lo  recibe  bien  en  el  Sacramento,  acuérdese 
cómo  ofreció  el  Señor  su  propio  cuerpo  a  ser  rigurosamente 

60  tratado  en  el  tiempo  de  su  pasión,  porque  a  la  medida  de 
aquel  rigor  es  la  blandura  de  su  trato.  Dice  David:  Según 
la  muchedumbre  de  mis  dolores  en  mi  corazón,  tus  conso- 
laciones alegran  mi  ánima.  La  cual  alegría  no  sólo  fué  dada 
a  su  propia  ánima  en  la  resurrección,  mas  también  la  da  a 

65  las  nuestras;  que,  según  hemos  dicho,  por  la  unión  que  hay 
entre  El  y  nosotros,  nuestras  ánimas  llama  suyas.  El  es  la 
piedra  golpeada  y  herida  con  diversos  dolores,  y  de  ella  salió 
miel  con  que  son  hartos  los  que  bien  lo  reciben,  aprove- 
chando y  consolando  a  quien  bien  comulga  y  le  da,  según 

70   su  flaqueza,  la  posada  de[l]  corazón  bien  aparejada. 

Usada  cosa  es  de  El  pagar  bien  a  sus  huéspedes;  que  así 
lo  hizo  con  la  primera  que  lo  recibió  y  trajo  en  su  vientre, 
que  es  la  sacratísima  Virgen  María;  pues  que  Raab,  meso- 
nera, fué  galardonada  por  recebir  los  mensajeros  de  Josué, 

76  figura  de  Jesucristo  nuestro  Señor.  Santa  Isabel  lo  reci' 
bió,  no  en  sus  entrañas  como  nosotros,  mas  en  su  casa, 
entrando  la  Virgen  en  ella;  y  la  paga  fué  henchir  de  con- 
solación a  la  madre  y  de  gracia  al  niño  que  estaba  en  su 


52  Cf.  Cant.  5,  6. 
63   Ps.  93,  19. 


68  Cf.  Ps.  80,  17. 
75    Cf.  los.  6,  23. 


40.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


629 


vientre.  ¿Qué  diré  de  cuánta  honra  pegó  al  portal  de  Betlén 
80  donde  nació,  al  pesebre  donde  fué  reclinado?  Y  después  de 
grande,  siendo  convidado  y  hospedado  su  sacratísimo  cuer- 
po, hacía  grandísimas  pagas  en  bienes  del  ánima.  Recibió- 
le Zaqueo  en  su  casa,  y  salva  su  ánima.  Y  convídanle  las 
dos  hermanas,  y  resucita  a  su  hermano.  Y  por  concluir, 
85    la  cruz  y  sepulcro  que  lo  recibieron  fueron  llenos  de  honra, 
según  su  capacidad.  ¿Quién  será  tan  desconfiado  que,  vien- 
do tantos  ejemplos  de  buena  paga  a  los  que  lo  recibieron 
siendo  chico  y  siendo  grande,  no  espera,  si  bien  se  apareja, 
y  no  creerá  que  a  los  que  bien  se  aparejan  el  Señor  rece- 
90    bido  de  ellos  les  hará  muy  grandes  mercedes? 

No  hay  hombre  rico,  si  tiene  misericordia,  que  entre  en 
un  hospital  donde  hay  muchos  enfermos  necesitados,  que 
no  se  le  muevan  sus  entrañas  con  misericordia,  y  eche  mano 
a  su  bolsa,  y  conforme  a  su  posibilidad  y  caridad  que  Dios 
95  le  dió,  y  necesidad  de  los  pobres,  les  haga  merced.  En  nin- 
guna razón  cabe  que,  pues  las  obras  de  Dios  no  son  ociosas 
(pues  ni  sus  palabras  lo  son),  ésta,  que  es  tan  admirable  y 
que  espanta  al  cielo  y  tierra,  como  recebir  la  criatura  a  su 
Criador  por  modo  tan  extraño,  deje  de  hacer  grandísimos 
100  efetos  en  quien  bien  lo  recibe.  No,  Señor,  no  venís  vos  en 
balde,  no  son  fingidas  las  muestras  de  amor  que  aquí  nos 
mostráis,  mas,  según  vuestra  antigua  costumbre,  mayor  es  lo 
que  de  dentro  tenéis  que  lo  que  de  fuera  parece.  Y  quien  qui- 
siere, como  la  reina  Sabá,  acercarse  a  vos  y  meteros  en 
105  sus  entrañas,  sentirá  de  vos  mayores  cosas  que  la  otra  de 
Salomón;  y  con  mucha  más  razón  saldrá  de  sí  con  admira- 
ción, y  dirá:  Mayores  son  tus  obras  que  tu  fama;  aunque 
mucho  se  dice  de  ti,  lo  menos  es  de  lo  que  en  ti  hay. 

¡Oh  qué  perdemos  los  hombres,  Señor,  por  amar  la  mal- 
lio  dad  o  por  amar  el  bien  con  tibieza!  Porque  si  esto  no  fuese, 
sentiríamos  alguna  poca  de  dulzura,  pues  metemos  la  miel 
en  la  boca;  y  quedaríamos  con  algún  calor  que  se  nos  pe- 
gase de  ti,  que  eres  fuego  infinito;  y  diríamos  como  Santa 
Mónica  después  de  te  haber  rec&bido:  "Volemos  al  cielo, 
115  fieles,  volemos  al  cielo".  Quien  siente,  Señor,  tu  dulcedunv 
bre  dentro  de  sí,  olvida  la  transitoria  y  amárgale  más  que 
la  hiél;  esle  carga  estar  en  el  mundo,  pierde  él  desmayo 
que  le  causan  sus  pecados,  confía  ser  amado  de  quien  tan 
piadosamente  lo  trata;  ama  al  Señor  que  lo  ama,  y  desea 


79  Cf.  Le.  i,  43. 

83  Cf.  Le.  19,  9. 

84  Cf.  lo.  11,  43. 
97  Cf.  Is.  55,  11. 

108  Cf.  3  Reg.  10,  7. 

114  Cf.  San  Agustín,  Confess.,  1.  9,  c.  10,  26  ;  c.  11,  28  :  ML 
775- 


630  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


120  con  grande  deseo  ser  desatado  de  las  cadenas  de  esta  vida 
y  volar  a  ti. 

Hablando  particularmente  de  algunos  efetos  de  la  co- 
munión sagrada  y  de  la  admirable  paga  que  este  Señor  da 
a  los  que  bien  le  reciben  (pues  de  todos  no  podemos,  por  ser 

125  innumerables),  diremos  ahora  de  alguno  y  después  de  otros. 
Si  durase  el  decir  hasta  la  fin  del  mundo,  aun  entonces  fal- 
taría tiempo,  y  no  que  contar  de  las  mercedes  que  nos  vie- 
nen por  este  iSeñor;  si  le  damos  buena  posada,  no  tienen 
tasa,  no  término;  que  de  éstas  se  entienden:  Las  misericor- 

130  ¿lias  del  Señor  cantaré  para  siempre.  ¿Quién  hablará  en 
tiempo  lo  que  da  materia  para  contar  y  gozar  y  alabar  a 
Dios  para  siempre?  Comencemos  en  esta  vida  a  gozar  ta- 
les mercedes;  comencemos  a  las  agradecer  y  a  cantar  a  Dios 
alabanzas  por  ellas,  y  alentémonos  para  no  perder  por 

135  nuestra  negligencia  bienes  tan  preciosos  y  paga  no  menos 
que  eterna. 

Señor,  ¿cómo  trata  vuestra  Majestad  allá  dentro  en  las 
entrañas  al  pobre,  al  siervo,  al  "bajo,  cuando,  habiéndose 
bien  confesado,  viene  a  recebiros  y  os  recibe  en  sus  entra- 
bo ñas?  Algo,  Señor,  algo  de  lo  mucho  que  hacéis  con  él,  en- 
señad a  mi  corazón,  y  despertad  mi  lengua;  abrid  las  ore- 
jas del  cuerpo  y  del  ánima  de  aquestos  que  me  han  de  oír. 
para  que,  convidados  con  el  provecho  y  dulzura  de  vuestro 
buen  tratamiento,  nos  esforcemos  a  echar  de  nuestras  áni- 
145  mas  toda  maldad  y  ataviar  nuestras  casas  con  las  virtudes, 
para  que,  siendo  vos  recebido  en  casa,  que  os  agradezca- 
mos nosotros  [ser]  recebidos  de  vos  en  vuestras  entrañas 
y  descansemos  en  vos. 

Somos    incorpora-    Comencemos  por  aquí:  Comemos  al 
150  dos  a  Cristo,  núes-    Señor,  y,  según  se  ha  dicho,  cóme- 
tra  Cabeza         nos  ^1  a  nosotros,  como  lo  fuerte  a 
lo  flaco,  e  incorpóranos  en  sí,  ha- 
ciéndonos miembros  suyos;  o  si  ya  lo  estamos  hechos,  jún- 
tanos más  consigo,  haciéndonos  más  perfetamente  partes 
155   de  su  sagrado  Cuerpo  místico.  De  manera  que  lo  que  obrare 
con  ellos  será  oficio  de  cabeza  con  miembros,  pues  los  toma 
por  tales.  ¡Dichosa  suerte,  por  cierto!;  que  no  se  contentó 
la  divina  Bondad  con  dar  a  los  hombres  gracia  que  les 
alumbre,  virtudes  que  los  esfuercen,  para  que  ellos  así  ayu- 
160    dados  obren  como  principales  cabezas  obras  de  vida  agra- 
dables a  Dios;  mas  para  mayor  honra  de  ellos  y  de  sus 
obras  y  para  que  más  ciertamente  acertasen  en  ellas,  dió- 
les  otra  cabeza  que  los  gobernase,  rigiese  y  moviese  a  bien 


120  Of.  Phil.  i,  23. 
130  Ps.  88,  2. 


40.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


631 


obrar,  como  una  cabeza  rige  y  mueve  a  los  mierdbros  del 
65   cuerpo;  y  quiso  que  la  tal  cabeza  fuese  Cristo. 

Este  es  el  Pastor  prometido  del  Padre  para  regir  sus 
ovejas,  y  dichoso  aquel  que  con  David  puede  decir:  El  Se- 
ñor me  apacienta;  ninguna  cesa  me  faltará;  en  el  lugar  del 
pasto,  allí  me  ha  colocado;  sobre  las  aguas  de  hartura  me 
70  ha  mantenido,  y  esforzado  ha  mi  ánima  y  tornádola  a  su 
lugar.  ¿Qué  puede  faltar  al  cristiano  a  quien  Dios  apacien- 
ta en  su  Iglesia  con  el  manjar  de  su  sacratísimo  cuerpo  y 
juntamente  con  El  le  da  a  beber  su  sacratísima  sangre? 
Voz  grande  es:  No  me  faltará  nada;  mas  podemos  con 

L75  mucha  razón  decir  y  esperar  que,  pues  el  Señor  nos  da  a 
sí  mesmo,  todas  las  otras  cosas,  como  menores,  también 
las  dará.  Si  el  Rey  se  nos  da,  no  es  mucho  [que]  con  El 
venga  el  reino;  y  si  participamos  de  su  sacratísima  perso- 
na, no  es  mucho  que  seamos  participantes  de  sus  mereci- 

1*0  mientos  y  de  sus  bienes  espirituales  y  temporales;  que  esto 
nos  promete  la  divina  Escritura,  como  otra  Rebeca  al  cria- 
do de  Abraham,  diciéndole:  Entra,  bendito  del  Señor,  ¿por 
qué  estás  fuera?;  que  no  solamente  hay  posada  para  ti, 
mas  también  mucho  heno  y  paja  para  tus  camellos. 

185  ¡Oh  ceguedad  humana!,  que  por  no  conocer  o  no  querer 
las  sobras  de  bienes  para  cuerpo  y  ánima,  para  lo  presente 
y  lo  por  venir,  y,  finalmente,  para  todo  lo  que  ha  menester, 
que  hay  encorporándose  en  Jesucristo  nuestro  Señor,  se 
quedan  sin  ellos  por  estarse  fuera,  fiados  de  sí  mismos, 

190  amadores  de  su  voluntad;  y  por  no  abajarse  con  la  debida 
obediencia  a  entrar  por  la  puerta  humilde  que  es  Cristo, 
verdadera  arca  de  Noé,  que  libra  de  muerte;  verdadera  casa 
de  Dios,  donde  hay  abundancia  de  justicia,  paz  y  gozo  del 
Espíritu  Santo,  se  quedan  tiesos  en  sí  mesmos,  y  los  ahoga 

195  el  diluvio,  y  son  alanzados  en  las  tinieblas  de  fuera,  porque 
no  quisieron  entrar  en  la  casa  de  la  luz,  que  es  Jesucristo. 

Sentía  bien  David  la  grandeza  de  esta  merced  cuando, 
admirado  de  que  Dios  se  quería  encargar  de  cuidar  y  go- 
bernar a  los  hombres,  exclamó  diciendo:  Bienaventurada  la 

200  gente  de  la  cual  el  Señor  es  su  Dios  y  el  pueblo  que  cogió 
en  heredad  para  si.  Dime,  hombre,  ¿quién  labrará  mejor  tu 
heredad  para  que  lleve  más  fruto?  ¿Quién  la  guardará  me- 
jor de  las  bestias  y  de  los  caminantes,  Dios  o  tú?  "Muy  me- 
jor— dice  San  Dionisio — nos  está  ser  de  Dios  que  ser  nues- 

205  tros;  porque,  ahora  miremos  al  poder,  o  al  saber,  o  al  amor, 
estamos  muy  mejor  en  sus  sacratísimas  manos  que  en  las 
miserables  nuestras". 


184   Cf.  Gen.  24,  31. 
201    Ps.  32,  12. 

207  Pseudo-Dionisio  Areoi'aoita,  De  div.  nomin.,  c.  a,  i  •  c  7 
2  ;  c.  8,  5  :  MG  3,  694  s.  867.  891. 


632  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Ven,  ven  y  ofrécete  a  Jesucristo,  mata  tu  vida  pasada 
con  el  cuchillo  del  verdadero  dolor;  avergüénzate  y  confiesa 

210  tus  males  delante  sus  sacerdotes,  a  quien  dió  poder  de  per- 
donar los  pecados;  ven  al  altar  con  reverencia  profunda, 
cual  se  debe  a  tal  Majestad,  esforzado  con  la  confianza  de 
su  misericordia,  encendido  con  el  amor  de  su  suma  bondad; 
recibe  al  Señor  y  queda  por  suyo;  y  experimentarás  cuán 

215  bien  sabe  labrar  su  heredad,  cuán  bien  da  de  comer  a  sus 
ovejas  y  regala  su  cuerpo,  cuán  sabia  y  poderosamente  lo 
guía  y  lleva  por  los  caminos  y  obediencia  de  la  Ley  de  Dios. 
Llevóme — dice  David— *por  las  sendas  de  justicia,  no  por 
mi  merecimiento,  sino  por  su  nombre.  Y  de  Jacob  dice  la 

220  Escritura:  Al  justo  guió  el  Señor  por  caminos  derechos,  y 
enseñóle  el  reino  de  Dios;  dióle  conocimiento  de  cosas  san- 
tas, enriquecióle  con  trabajos,  y,  en  fin,  le  dió  fin  a  ellos, 
favorecióle  contra  los  engaños  de  quien  lo  quería  engañar, 
y  procuróle  una  fuerte  guerra  para  que  saliese  vencedor  de 

225  ella.  Grande  bien  es,  por  cierto,  ser  tan  derechamente  guia- 
do, tener  esfuerzo  para  tales  trabajos,  de  los  cuales  se  le 
siguió  mucha  riqueza;  tornarle  en  bien  los  engaños  de  su 
suegro  Labán,  y  dar  fin  a  su  destierro  y  trabajos  tornándole 
a  su  propia  tierra,  y  hacerle  que  luchase  en  el  camino  con 

230  un  ángel  y  que  fue[se]  vencedor  de  él.  ¿Quién  habrá  que 
no  desee  otro  tanto,  mayormente  siendo  estas  cosas  figura 
de  los  bienes  espirituales  y  eternos? 

Mas  miremos  bien;  por  ventura  hallaremos  el  medio  por 
donde  este  hombre  alcanzó  tantos  bienes,  para  que,  imitan- 

235  do  nosotros  a  él,  alcancemos  lo  que  él  alcanzó.  Salió  de  su 
casa  por  obra  de  sus  padres  a  peregrinar  en  tierras  ajenas, 
amenazado  y  perseguido  de  su  hermano  Esaú,  y,  viniendo 
a  reposar  en  un  cierto  lugar,  echóse  en  el  suelo  a  dormir, 
y  reclinada  su  cabeza  en  una  piedra,  allí  vió  los  misterios 

240  del  cielo  y  oyó  voz  de  Dios,  que  le  prometió  grandes  mer- 
cedes, y  entre  otras  le  dijo:  Yo  seré  guarda  tuya  dondequie- 
ra que  fueres,  y  te  tornaré  a  esta  tierra  de  la  cual  ahora 
te  partes,  y  no  te  dejaré  hasta  que  haya  cumplido  todas  es- 
tas cosas  que  te  he  prometido. 

245  ¡Oh  misterios  de  Dios!  La  fortaleza  que  tiene  Sansón 
para,  siendo  uno  solo,  poder  más  que  millares  de  filisteos, 
consiste  en  que  sus  cabellos  estén  apegados  a  su  cabeza;  y 
los  bienes  que  alcanza  Jacob  le  vinieron  de  reclinar  su  ca- 
beza encima  de  una  piedra;  aquella  piedra  que  herida  dió 

250  agua,  con  que  gran  muchedumbre  de  gente  y  de  animales 
apagó  su  sed;  aquella  piedra  de  la  cual  dice  David:  Cuando 


2iQ  Ps.  22,  3.  2.si  Cf.  Num.  20,  11. 

225  Cf.  Sap."  10,  10-12.  249  Cf.  Gen.  28,  11. 

230  Cf.  G-en.  30,  25  -  32,  32.  247  Cf.  Ind.  16,  17. 

244  Cf.  Gen.  28,  15. 


40.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


633 


mi  corazón  se  angustiaba,  en  la  piedra  me  ensalzaste;  aque- 
lla piedra  fundamental  que  sustenta  todo  el  edificio  de  la 
casa  de  Dios,  prometida  de  enviar  al  pueblo  de  Israel,  pie- 
¡55  dra  angular,  piedra  preciosa,  piedra  escogida;  quien  en  ella 
creyere  no  será  confundido,  como  dice  San  Pedro;  porque 
esta  piedra  no  es  de  las  canteras  de  acá,  mas  es  Jesucristo 
nuestro  Señor,  como  dice  San  Pablo.  Arrimóse  Jacob  a 
ella,  poniendo  en  ella  su  cabeza,  que  es  su  fe,  su  esperanza, 
260  su  amor,  y  así  fué  espiritualmiente  encorporado  en  Cristo, 
y  regido,  y  defendido,  y  enriquecido  de  El  como  miembro 
vivo  de  tan  excelente,  poderosa,  sabia  y  benditísima  cabe- 
za como  es  Jesucristo. 

Las  obras  del  cris-    Este  es  el  que  mueve  a  los  suyos  con 

365   tiano,  obras  tam-    grande  acertamiento  y  fortaleza  a 
bien  de  Cristo        °ien  obrar.  Porque  en  el  rebaño  de 
sus  verdaderas  ovejas  que  le  creen 
y  le  aman,  ninguna  hay  estéril,  todas  dan  fruto  de  buenas 
obras,  y  fruto  doblado,  como  dice  en  los  Cantares,  porque 

270  honran  a  Dios  y  aprovechan  al  prójimo;  hacen  bienes  con 
alegría  de  amor  y  padecen  males  con  igualdad  de  paciencia. 
El  les  influye  virtud,  movimiento  y  espiritual  sentido,  a  se- 
mejanza de  la  cabeza  corporal  a  su  cuerpo.  El  habla  en 
ellos,  como  lo  testifica  San  Pablo,  diciendo:  ¿Por  ventura 

275  queréis  tomar  experiencia  de  que  Cristo  habla  en  mi?  Y  el 
Señor  dijo  a  los  suyos:  No  vosotros  degistes  a  mi,  mas  yo 
escogí  a  vosotros.  Y  en  otra  parte  dice  San  Pablo:  Vivo 
yo,  mas  ya  no  yo,  mas  vive  Cristo  en  mí;  como  si  dijera: 
"Es  casto  en  mí  y  en  mí  es  humilde,  ayuna,  es  perseguido  y 

280    obra  semejantes  obras  que  se  llaman  de  vida". 

Y  en  este  sentido  dice  San  Agustín:  "Cristo  es  criador 
de  nosotros,  Cristo  ora  por  nosotros,  Cristo  ora  en  nos- 
otros; lo  primero  es  en  cuanto  Dios;  lo  segundo  hace  como 
hombre  por  sí  mesmo  sin  nosotros;  lo  tercero  hace  como 

285  cabeza  en  nosotros,  moviéndonos  como  a  cuerpo  suyo  a 
orar".  De  manera  que,  como  San  Pablo  llama  pasiones  de 
Cristo  a  las  que  él  padecía,  y  decía  que  aun  no  eran  acaba- 
das sus  pasiones;  y  el  mesmo  Señor,  aun  reinando  e  impa- 

252  Of.  Ps.  60,  3. 

256   Cf.  Is.  28,  16  ;  1  Petr.  2,  6. 

258   Cf.  Eph.  2,  20. 

269   Cf.  Cant.  6,  5. 

275    2  Cor.  13,  3. 

277  lo.  15,  16. 

278  Gal.  2,  20. 

286  San  Agustín,  Enarr.  in  Ps.  85,  1  (ML  37,  1081)  :  «Iesus 
Christus  Filius  Dei,  cmi  et  oret  pro  nobis,  et  oret  in  nobis,  et  oretur 
a  nobis.  Orat  pro  nobis,  ut  sacerdos  noster,  orat  in  nobis,  ut  caput 
nostrum,  oratur  a  nobis,  ut  Deus  iioster». 

288   Cf.  Col.  1,  24. 


634  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


sible  en  el  cielo  que  ha  hambre  y  sed,  y  pasa  trabajos  en 

29,3  la  tierra  porque  lo  pasan  sus  miembros,  y  es  perseguido  en 
ellos,  así  también  podemos  decir  que  tampoco  son  acabados 
sus  bienes,  sus  m&lagros,  sus  sermones,  la  obediencia  a  su 
Padre,  sus  ayunos  y  su  paciencia  en  los  trabajos.  La  Cabeza 
gloriosa  padece  hasta  el  fin  del  mundo  en  su  cuerpo  místico 

295  que  anda  peregrinando  en  la  tierra;  y  aunque  la  obediencia 
y  servicios  al  Padre,  que  a  Cristo  le  fueron  impuestos,  sean 
acabados,  mas  hasta  el  fin  del  mundo  predica  en  los  suyos, 
y  hace  milagros,  y  ama  a  su  Padre,  que  le  envió. 

Y  es  de  notar  que  la  divina  Escritura  no  sólo  afirma  que 

300  Cristo  habla  y  obra  en  los  suyos,  mas  también  dice  del 
Espíritu  Santo,  que  pide  por  nosotros  con  gemidos  que  no 
se  pueden  contar.  Y  es  frasis  de  la  Escritura  decir  que  hace 
Dios,  y  no  el  hombre,  'lo  que  el  hombre  hace  ayudado  con 
el  favor  y  gracia  del  miesmo  Dios.  Y  en  este  sentido  dice 

305  San  Agustín:  "Cuando  el  hombre,  por  particular  don  de 
Dios,  conoce  a  Dios  en  las  criaturas,  Dios  es  el  que  las 
conoce,  y  no  el  hombre".  De  manera  que  hallamos  conve- 
niencia en  estas  palabras:  "Cristo  habla  en  nosotros,  el  Es- 
píritu Santo  pide  por  nosotros  y  habla  en  nosotros."  Cristo 

310  obra  en  nosotros ;  por  el  cual  reciben  nuestras  obras  un  tan 
grande  valor  y  merecimiento,  que  nuestros  ojos  no  llegan 
a  saberlo  mirar. 

Valor  de  nuestras  ¿Quién  dirá  la  diferencia  que  hay  de 
obras  en  Cristo       un  P000  de  pan  que  toma  el  sacer- 

315  dote  en  las  manos  antes  de  lo  con- 

sagrar, a  lo  que  es  y  vale  después  de  consagrado?  Algún 
valor  tenía  primero,  pues  es  criatura  de  Dios,  aunque  in- 
sensible; mas,  sin  comparación,  es  su  honra  mayor  des- 
pués de  convertido  en  el  santo  cuerpo  de  Jesucristo  nues- 

320  tro  Señor.  Y  a  semejanza  de  esto,  una  obra  buena  de  un 
libre  albedrío  no  carece  de  alguna  bondad,  que  por  vía  de 
naturaleza  es  alcanzada;  mas  será  como  valor  de  plomo  o 
de  hierro.  Y  si  esta  obra  es  hecha  de  hombre  que  Dios  por 
su  gracia  ha  tomado  por  hijo  adoptivo,  excede  sin  compara- 

325  ción  al  propio  valor,  como  si  un  anillo  de  plomo  o  de  estaño 
delgado  fuese  todo  engastonado  con  gran  copia  de  oro.  Mas 
si  consideramos  que,  allende  de  todo  esto,  esta  obra  no 
sólo  es  de  hijo  adoptivo  de  Dios,  mas  de  Jesucristo  nuestro 
Señor,  Dios  y  hombre,  Hijo  natural  del  Eterno  Padre,  ve- 

289  Cf.  m.  25,  35- 
2QO   Cf.  Act.  9,  4. 
302    Rom.  8,  26. 

307  San  Agustín,  Enarr.  ín  Ps.  52,  5  (ML  36,  615)  ¡  «PJerumque 
ita  loquitur  Scriptura,  ut  quod  dono  Dei  creatura  facit,  Deus  faceré 
dicatur  :  ut  verbi  gratia...  quod  eo  donante  et  faciente  cognoveris, 
ille  cognoscit». 


4o.    SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


635 


30  remos  que  el  anillo,  que  era  precioso  por  ser  obra  del  adop- 
tivo, es  preciosísimo  por  ser  obra  del  natural.  Y  con  mu- 
cha razón,  pues  excede  mucho  una  dignidad  a  otra,  aunque 
el  tal  hombre  libremente  haga  la  obra  y  sea  ayudado  de  la 
gracia  de  Dios;  mas  es  tanta  la  unión  de  la  Cabeza — que 

¡35  es  Jesucristo — con  él  y  tanta  la  principalidad  de  obrar  con 
él  y  de  moverlo  como  cabeza  a  su  vivo  miembro,  que  con 
justa  razón,  aunque  la  obra  sea  hecha  de  entrambos,  se  dice 
con  mucha  verdad  ser  más  obra  de  Cristo  que  obra  del 
hombre;  y  de  aquí  le  viene  tan  grande  valor,  que  ninguna 

340    cosa  es  razón  que  se  le  niegue. 

En  la  Vieja  Ley  mandaba  Dios  que  cuando  el  hombre 
lego  fuese  a  ofrecer  sacrificio  o  víctima  de  paz,  que  tomase 
él  en  las  manos  el  pecho  y  'la  grosura  del  animal  y  lo  alzase 
en  alto  ofreciéndolo  a  Dios,  y  que  el  sacerdote  pusiese  sus 

345  manos  debajo  de  las  del  homíbre  lego  y,  juntándolas  con  las 
de  él,  le  alzase  las  manos  hacia  arriba;  y  yendo  de  esta 
manera,  era  recebido  el  tal  sacrificio,  y  agradable  delante 
de  los  ojos  de  Dios.  Cristo  es  Sacerdote  para  siempre,  se- 
gún la  orden  de  Melquisedec,  que  ofreció  pan  y  vino.  Y  aun- 

350  que  El  en  su  propia  persona  no  consagró  ni  ofreció  su  san- 
tísimo cuerpo  más  que  una  vez,  mas  hácelo  cada  día  hasta 
el  fin  del  mundo  por  medio  de  sus  sacerdotes.  Y  lo  que 
hace  por  medio  de  ellos  cerca  de  su  santísimo  cuerpo,  hace 
también  ofreciendo  y  santificando  a  los  miembros  vivos  que 

355  sod  su  místico  amparo.  Abel,  en  figura  de  este  Señor,  ofre- 
ció a  Dios  corderos  de  los  mejores  de  su  manada.  Y  el  ver- 
dadero Abel,  que  es  Jesucristo,  ofrece  a  su  Padre  los  bue- 
nos cristianos  y  sus  buenas  obras,  juntando  sus  mereci- 
mientos, que  son  sus  santas  obras,  con  las  obras  de  ellos, 

360  y  así  las  levanta  delante  del  acatamiento  del  Padre,  ofre- 
ciéndoselas y  pidiendo  les  sean  galardonadas. 

¡Oh  benditísimo  Jesús!  ¿Cómo  dejará  de  agradar  a  los 
ojos  de  vuestro  benditísimo  Padre  el  ayuno,  limosna  y  bue- 
na obra  que  vos  con  vuestras  santísimas  manos  le  ofrecéis, 

365  y  no  como  ajena,  mas  como  vuestra?  ¿Quién  fuese  digno 
de  hallarse  presente  a  tal  ofrenda,  donde  el  sacerdote  que 
ofrece  es  Jesucristo,  y  a  quien  ofrece  es  el  Padre,  y  lo  que 
ofrece  es  una  buena  obra  que  un  buen  cristiano  hizo,  y  lo 
que  dice  es:  "Séaos,  Padre,  agradable  esta  obra  mía,  y 

370  galardonadla  como  mía,  y  el  galardón  es  para  mí"? 

¡Oh  entrañas  de  amor,  que  llegaron  hasta  juntarnos  tan- 
to contigo,  que  tú  obras  en  nosotros,  y  das  tu  valor  a  nues- 
tras obras,  y  en  el  tribunal  de  Dios  sean  estimadas  y  re- 
cebidas  por  tales,  y  que  seamos  uno  nosotros  y  tú,  que  asi 


343    Gf.  Lev.  7,  30. 
349   Ps.  109,  4. 
356  Gf.  Gen.  4,  4. 


636  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


3>75  como  los  males  que  nos  hacen  dices  tú  que  son  hechos  a  ti, 
así  el  galardón  que  pides  para  nosotros  en  pago  de  las  bue- 
nas obras,  dices  que  es  para  ti!  "Págame,  Señor,  a  mí  esta 
buena  obra  que  yo  hice".  Es  tu  modo  de  interceder  por 
nosotros  tan  valeroso  delante  del  tribunal  de  Dios,  que 

380  por  vía  de  justicia  no  se  te  puede  negar  lo  que  pides.  Cuán- 
ta verdad  dijo  David:  En  la  piedra  me  ensalzó,  y  ensalzó 
mi  cabeza  sobre  mis  enemigos. 

Oye,  cristiano,  entiéndelo  bien;  da  gracias  al  Señor  que 
tanto  te  honró  a  ti  y  a  tus  buenas  obras,  que  las  toma  en 

385  sus  manos,  conociéndolas  por  suyas,  y  como  por  tales  pide 
que  sean  galardonadas.  Porque  si  tu  ignorancia  o  pusilani- 
midad, o  el  demonio  con  desconfianzas  te  quiere  estorbar 
o  entibiar  la  diligencia  y  cuidado  de  hacer  buenas  obras, 
haciéndote  entender  que  no  valen  nada  y  que  es  atrevi- 

390  miento  y  locura  por  tales  nonadas  esperar  eterno  peso  de 
gloria,  no  lo  creas,  no  aflojes,  haz  a  sabiendas  más  buenas 
obras,  y  dile  a  quien  te  desmaya  que  tus  obras,  mirando  que 
salen  de  ti,  son  de  poco  valor,  como  el  pan  antes  de  ser  con- 
sagrado; son  como  un  anillo  de  muy  bajo  metal,  indignas 

395  de  ser  presentadas  delante  de  Dios  y  ser  galardonadas  con 
gloria  por  El.  Mas  di:  "Bendito  sea  Jesucristo,  mi  Señor, 
que  tomó  en  sus  manos  cinco  panes  de  cebada  y  dos  peces; 
y,  por  la  virtud  que  en  ellas  había,  fué  aquel  bajo  y  poco 
manjar  multiplicado  y  hecho  bastante  para  hartar  millares 

400  de  gentes ;  y  las  mismas  manos  consagraron  el  pan  y  el  vino 
en  su  sacratísimo  cuerpo  y  preciosísima  sangre;  y  su  virtud 
lo  hace  cada  día  mediante  las  manos  de  los  sacerdotes". 

Este  Señor  ensalza  tanto  a  los  suyos,  juntándolos  con- 
sigo mismo,  a  semejanza  de  un  cuerpo  con  una  cabeza,  que 

405  el  bien  que  hacen  ellos  lo  hace  El  con  ellos ;  y  por  esta  par- 
te, lo  que  de  sí  era  de  poco  valor,  es  preciosísimo  y  meritorio 
de  vida  eterna,  aunque  sea  rezar  un  Ave  María,  aunque 
[sea]  dar  por  amor  de  Dios  un  jarro  de  agua  fría  u  otra 
cosa  menor,  con  que  sea  buena  y  hecha  por  hombre  que 

410  está  en  gracia,  encorporado  en  el  Cuerpo  de  Jesucristo  y 
que  goza  de  renombre  de  miembro  vivo  suyo,  y  que  en  va- 
lor se  llama  Cristo. 


382   Ps.  26,  6. 
397    lo.  6,  9. 
408   Mt.  io,  42. 


41.  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


637 


41  Retablo  de  las  maravillas  de  Dios  * 

En  la  Infraoctava  del  Corpus 

(Roma,  iBiM.  Nez.  Vitt.  Bra.  II,  Ms.  Ges.   1372,  ff.  291  r  -  302  r; 
ed.  1596,  I,  ¡ptp.  490-526.) 

Mcmoriam  fccit  mirabilium  suorum,  miscricors 
et  miscrator  Dominus.  Escam  dcdit  timcntibus  se 
[Ps.  iro,  4-sí. 

Exordio:   El  convite     Cuando  alguna  cosa  miuy  grande 
5   de  Asuero,  figura  de    súpitamente  se  ofrece,  y  primero 
la  Eucaristía  no  es  creída  como  lo  había  de  ser, 

suele  causar  grandísima  admira- 
ción; por  eso  se  tiene  por  costumbre,  cuando  alguna  cosa 
grande  se  ha  de  decir,  que  precedan  algunas  cosas  peque- 
0  ñitas,  e  ir  así  creciendo  poco  a  poco,  hasta  venir  a  decir 
la  cosa  que  quieren,  como  el  que  sube  alguna  altura  muy 
grande  por  unos  escalones  pequeños;  y  entonces,  como  han 
precedido  cosas  que  han  instruido  para  aquella  grandeza, 
no  suele  entonces  causar  tanto  espanto.  Cuando  viene  al 

15  pensamiento  esta  grandeza  de  Dios,  espanta. 

Es  tan  grandísima  cosa  la  que  Dios  hizo  en  este  santísi- 
mo Sacramento,  que  porque  los  hombres  no  se  espantasen 
tanto  de  ver  una  cosa  que  a  los  ojos  humanos — no  mirando 
al  infinito  poder  de  Dios — parece  imposible,  ver  a  nuestro 

20  Dios  hecho  manjar  para  que  le  comamos,  cosa  que  pone 
gran  admiración,  quiso  Dios  que  luego  no  se  manifestase, 
porque  no  espantase  y  [no]  fuese  oída,  sino  que  desde  el 
principio  del  mundo  acaeciesen  cosas  y  precediesen  figuras 
que  poco  a  poco  declarasen  lo  que  tenemos  entre  manos. 

25  Para  que  nuestros  ojos  viesen  agora  las  grandezas  que  Dios 
hizo  en  este  santísimo  Sacramento,  para  que  se  comenzase 
a  decir  esta  verdad,  para  que  nuestras  orejas  oyesen  agora 
que  el  Verbo  de  Dios  era  ya  encarnado  y  que  estaba  en  el 
altar  hecho  manjar  de  vida,  convidándonos  que  le  vamos 

30  a  comer,  ¡qué  de  figuras  de  comidas  precedieron!  Porque 
si  luego  al  principio  del  mundo,  cuando  los  hombres  [no] 
estaban  aún  bien  recios  en  la  fe,  se  hiciera  Dios  hombre  y 

V  =  Vittorio  Era,  T  m  Ed.  ||  5  súbitamente  T  \]  &  admiración]  y  add.  T  || 
9  ha]  tiene  T  |  pequeñas  T  ||  11  alguna]  una  T  ||  12  entonces  T  ||  13  ins- 
truido] ayudado  T  ]  para]  venir  a  add.  T  ||  14  estonces  Om.  T  ||  14-15  Cuan- 
do-espanta]  om.  T 

16  gran  T  \  la  T  |  hizo  Dios  r  ¡J  16  santísimo  T  ||  18  tanto  om.  T  ||  19 
imposible]  tan  grande  y  tan  alta  T  |  nuestro  om.  T  ||  20  cosa]  es  add.  T  || 
21-22  gran  admiración  -  fuese  oída]  grandísimo  espanto ;  y  así,  para  que  pu- 
diese ser  creída,  ordenó  que  no  se  manifestase  luego  T  ||  23  principio  del 
om.   V  ||  25  ahora  T  ||  27  ahora  T  |.|  30  figuras  de  om.  T  |  comidas]  qué 

*    En  el  Ms.  romano  aparece  sin  título  alguno. 


tí38 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


se  metiera  en  el  santísimo  Sacramento,  donde  agora  está, 
¿quién  lo  creyera? 

35  Entre  otras  cosas  y  convites  que  figuraron  este  santí- 
simo Sacramento,  leemos  que  fué  este  convite  que  hizo  el 
rey  Asuero,  rey  de  los  medos  y  persas,  a  los  principales  de 
todo  su  reino.  Parecióle  a  él  mostrar  la  gloria  de  las  rique- 
zas de  su  reino  y  la  magnificencia  de  su  poder  en  hacer  un 

40  convite,  para  que  quedase  memoria  de  él  en  muchos  siglos; 
el  cual  duró  seis  meses.  Había  en  él  muy  grande  abundancia 
de  manjares  diferentes  y  vinos  preciosísimos ;  en  fin,  todo  lo 
que  a  un  tan  gran  convite,  y  hecho  de  la  mano  de  tan 
gran  señor,  pertenecía.  Estando  ya  todo  aparejado,  las 

45  mesas  puestas,  los  convidados  presentes,  dijo  el  rey  Asuero: 
"No  falta  agora  aquí  sino  la  reina,  mi  mujer,  para  que 
todo  el  convite  esté  cumplido";  dijo:  "Llamádmela  acá";  y 
mandó  a  ciertos  criados  suyos  que  trajesen  delante  sí 
a  la  reina  Vasti,  su  mujer,  y  que  la  aderezasen  muy  rica- 

50  mente,  y  le  pusiesen  una  diadema  sobre  su  cabeza,  para 
que  todos  viesen  su  gran  hermosura,  porque  era  hermosa  en 
grandísima  manera.  Entraron,  pues,  sus  criados  y  dijé- 
ronle  que  el  rey  mandaba  que  saliese  al  convite.  Ella,  mia- 
cé  [sic],  dejóse  de  convite,  y  dijo:  "Andá  y  decí  al  rey 

55   que  no  quiero  ir  allá". 

Enohóse  de  aquello  el  rey  Asuero  en  grandísima  ma- 
nera y  pidió  consejo  a  los  letrados  y  sabios  de  su  corte  de 
lo  que  debía  de  hacer  sobre  ello.  Ellos,  habiendo  su  acuer- 
do, respondieron:  "Señor,  no  hay  otro  medio  sino  que,  pues 

60  la  reina  Vasti,  vuestra  mujer,  no  os  ha  obedecido,  vos  la 
echéis  de  vuestra  casa  y  no  sea  más  tenida  por  mujer  vues- 
tra. Si  esto  se  disimulase,  y  vos,  señor,  no  lo  castigásedes, 
sería  grande  escándalo  para  todos,  los  chicos  y  grandes, 
altos  y  bajos,  de  vuestro  reino,  y  cada  mujer  haría  otro 

65  tanto  con  su  marido,  viendo  que  vos  lo  dejáis  pasar  esto 
sin  castigo;  porque  los  mayores  siempre  son  dechado  y 
ejemplos  de  los  chiquillos,  y  como  el  pueblo  ve  hacer  a  su 
rey  y  a  sus  mayores,  ansí  hace  él.  No  hay  mejor  que, 
pues  la  reina  Vasti  no  ha  'Conocido  el  bien  que  tenía  con 

de  convites  que  add.  T  ||  32  aun  no  estaban  T  |  bien  om.  7"  ||  33  ahora 
36  este -el]  el  del  T  ||  37-44  a  los  principales  -  señor  pertenecía]  el  cual, 
Queriendo  mostrar  la  gloria  de  las  riquezas  de  su  reino  y  la  magnificencia 
de  su  poder,  para  que  por  muchos  años  quedase  la  memoria  de  él,  hizo  un 
gran  convite  a  los  principales  de  todo  su  reino,  tan  abundante  de  manjares 
y  de  diferentes  guisados  que  duró  seis  meses  enteros  T  \\  46  agora]  nada 
T  |  reina]  Vasti  add.  T  ||  47  dijo  om.  T  ||  48  delante]  de  add.  T  ||  513-64 
miacé,  dejóse  de]  no  quiso  ir  al  T  j|  54  andad  T  |  ya  om.  T  |  decilde  T 

56  Enojóse  T  ||  56457  en  grandísima  manera  el  rey  Asuero  T  ||  58-59  ha- 
biendo su  acuerdo]  habido  su  consejo  T  ||  60  obedece  T  ||  62  vuestra]  porque 
add.  T  ||  63-64  para  todos -bajos]  om.  T  ||  64  hará  T  ||  65  lo  om.  T  ||  66-68 
dechado  -  hace  él]  dechados  de  los  menores,  y  así  viéndolo  el  pueblo  hacer 
al  rey,  hará  él  otro  tanto  T  ||  65W70  en  ser  mujer  vuestra  T  ||  70  búsquese  - 


41.     EN  LA  TNFKAOCTAVA  DEL  COKPfS 


639 


70  ser  vuestra  mujer,  que  lo  pierda,-  y  búsquese  una  mujer, 
a  la  cual  la  reina  Vasti  no  lleve  ventaja  en  hermosura  y 
natural,  que  sea  muy  complida  de  todas  virtudes  y  que, 
en  lugar  de  la  desobediencia  y  soberbia  de  la  reina,  esta 
otra  sea  muy  obediente". 

75  Estaba  entonces  en  aquella  ciudad  una  doncellita  lla- 
mada Ester,  huerfanita,  desamparada,  pobrecilla,  que  no 
se  acordaba  nadie  de  ella;  era  hermosa  en  grandísima  ma- 
nera, a  la  cual  en  ninguna  cosa  llevaba  ventaja  la  reina 
Vasti:   cumplida  de  todas  virtudes,  casta,   honesta,  óbe- 

80  diento,  humilde,  amorosa,  bien  criada.  Esta,  pues,  traje- 
ron al  rey  Asuero,  la  cual  le  agradó  más,  y  le  fué  obe- 
diente, que  la  reina  Vasti  desagradó  y  fué  desobediente. 
Venida  después  Ester,  estuvo  el  convite  lleno  y  cumplido, 
como  no  faltaba  otra  cosa. 

85  Cuando  en  las  historias  leyéredes  que  se  hizo  algún 
convite,  acordaos  de  este  que  tenemos  entre  las  manos, 
porque  a  éste  figuraban  aquéllos.  ¿Qué  convite  puede  haber 
que  sea  tal  como  éste,  en  el  cual  Dios  es  el  manjar?  ¿No 
es  éste  del  que  dijo  Esaías.,  hablando  del  monte  de  Sión, 

90  porque  allí  estaba  el  cenáculo  donde  nuestro  Señor  cenó 
el  jueves  de  la  cena  y  instituyó  el  santísimo  Sacramento: 
Faciet  Dominum  exercituum  ómnibus  populis  in  monte  hoc 
convivium  pinguium,  convivium  vindemiae,  pinguium  me- 
düllatorum  vindemiae  defaecatae?  Hará — dice  el  profeta — 

95  el  Señor  de  las  huestes  un  convite  en  este  monte  a  todos 
los  pueblos  del  mundo,  de  cosas  gruesas  y  de  widemia 
muy  delicada,  de  cosas  gruesas  de  medulas,  y  dará  un 
vino  de  lo  que  sale  de  la  flor  de  las  uvas  sin  pisarlas,  sino 
hecho  del  mosto  que  se  escurre  sin  estrujarlas;  hará  un 
100    convite  a  todos  los  pueblos. 

¿Cómo  se  puede  entender  esto  a  la  letra?  Esto:  ¿ha- 
bíanse de  juntar  allí  en  aquel  monte  todos  los  hombres  del 
mundo?  Sino  que  lo  dice  por  el  santísimo  Sacramento.  Con- 
vite grueso,  de  medulas  muy  gordas,  donde  da  a  enten- 
105   der  la  gran  sustancia,  fuerza  y  virtud  de  este  manjar  san- 

niujtr]  pongamos  ,en  su  lugrar  otra  7"  ||  72  cumplida  T  ||  73  y  soberbia 
om.  T  ||  74  obediente]  y  humilde  add.  T 

75  doncella  T  ||  76  huérfana  t  |  pobre  T  ||  801  bien  criada,  amorosa  T  || 
81  fué]  más  add.  i  l  82  Vasti]  le  add.  T  |  y  fué  desobediente  om.  T  ||  83 
después]  pues  T  |  y]  bien  add.  T 

86  entre  manos  tenemos  T  ||  87  aquéllos  figuraron  a  éste  T  ||  88  es  el] 
se  hizo  T  |  ¿No  om.  T  ||  89  Este  es  T  |  que]  cual  T  ||  90  Señor]  Redemp- 
tor  T  ||  91  de  la  Cena]  Santo  T  |  y]  e  T  ||  92  hoc]  ómnibus  populis  add.  V  \\ 
93  convÍYunia  7'  ||  96  vendimia  T  ||  97  de^]  y  r  ¡|  98-99  sino  hecho]  vino 
apurado  T 

101  esto:  habíanse]  que  se  habían  T  \\  105  virtud,  y  fuerza  T  |  manjar 
om.  T  ||  105-106  Santísimo]  Sacramento  add.  T 


84    Cf.  EstJl.   I,  12  -  2,  18. 


100    Is.  25,  6. 


640 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tísimo.  Convite  en  que  se  dará  vino  de  la  flor  de  las  uvas, 
dando  a  entender  la  suavidad  y  dulzura  de  este  manjar. 

Convite  grueso.  Tres  cosas  se  nos  dan  en  el  Sacramen- 
to: la  carne  de  Jesucristo,  y  su  ánima,  y  a  Dios  ex  vi 

110  Sacramenti.  Por  la  compañía  que  tienen  el  cuerpo  y  el 
ánima, ,  dándosenos  el  cuerpo  se  nos  da  el  ánima ;  y  por 
la  compañía  que  tienen  él  ánima  de  Jesucristo  y  la  divi- 
nidad, se  nos  da  Dios  dándonos  el  ánima.  Y  ansí,  cuando 
comulgamos,  recibimos  al  verdadero  hombre  y  verdadero 

115  Dios  juntamente.  ¿Qué  cosa  se  podía  pensar  igual  a  ésta? 
¿Qué  sabor,  qué  dulzura  hay  en  el  mundo,  que  llegue  a 
ésta?  Si  nos  espantamos  de  un  saborcito  de  una  frutica  o 
de  otra  cualquier  cosa  que  nos  hace  perder  el  tino  y  decir: 
"¡Oh,  bendito  sea  el  que  te  crió!",  ¿qué  tan  dulce  e  tan 

130  sabroso  será  aquel  en  cuya  comparación  lo  más  dulcísimo 
de  esta  vida  es  amargo,  y  lo  más  sabroso  desabrido? 

Convite  grueso.  Está  ya  todo  aparejado,  no  falta  sino 
aquella  reina  de  desobediencia,  nuestra  madre  Eva,  nues- 
tra primera  madre,  a  la  cual,  habiéndole  Dios  mandado 

125  que  no  comiese  del  árbol  que  El  había  señalado,  no  curó 
de  lo  que  Dios  le  mandó,  sino  antes  quiso  obedecer  a  la 
antigua  y  astuta  serpiente,  confiada  de  que  la  mentira 
que  le  había  dicho  saldría  verdad,  que  comiendo  del  árbol 
vedado  sabría  tanto  como  Dios.  La  cual  por  su  desobe- 

130  diencia  fué  echada  del  lugar  en  que  Dios  la  había  puesto, 
y  le  fué  quitado  todo  el  bien  que  le  había  dado,  pues  que 
en  tan  poco  lo  tuvo. 

En  cuyo  lugar  ordenó  Dios  que  se  buscase  otra  que  no 
debiese  nada  en  hermosura  ni  en  natural  a  la  primera  reina, 

135  que  le  hiciese  víentaja  en  virtudes;  y  fué  hallada  la  bajita 
Ester,  que  es  la  sacratísima  Virgen  María,  nuestra  Señora, 
hermosísima  más  que  nuestra  primera  madre  y  dotada  de 
todas  virtudes,  limpísima,  mansa,  humilde,  bien  criada, 
honestísima,  amorosa,  en  cuya  boca  nunca  hubo  palabra 

140  de  desobediencia,  sino  que  tengo  para  mí  que  dijo,  mien- 
tras vivió  en  este  mundo,  infinitas  veces  las  palabras  que 
dijo  al  ángel:    Ecce  anc'üla  Domini;  fiat  mihi  secundum 


108  grueso]  En  el  Santísimo  Saoramento  hay  add.  T  |  se  nos  -  Sacramento] 
om.  r  II10ÍKU.O  a  Dios  ex  vi  Sacramenti]  la  Divinidad  7'  |  tiene  V  \\  111 
dando  T  |  se  oro.  T  |¡  113  así  T  ||  114  reoebimos  T  |  al]  que  es  add.  T  ||  116 
llegue  a]  se  compare  con  T  ||  117  Sino  espantémonos  V  ||  119  e]  os  parece 
que  será  el  que  dió  ese  saborcito  a  esa  fruta?  ¿Qué  T  ||  120  dullce  T 

122  Convite  grueso  om.  T  ||  124  nuestra  primera  madre  om.  T  ||  127  y 
astuta  om.  T  |  de  om.  T  |  que  om.  V  ||  128  verdad]  y  add.  T 

135  bajita]  humilde  T  ||  136  María  om.  T  ||  137  y  om.  T  ||  138  limpísima] 
de  todo  pecado  add.  T  ¡|  138-139  bien  criada,  honestísima,  mansa,  humilde  T  |¡ 
139  hubo]  se  halló  T  ||  141  mientras]  que  add.  T  |¡  144  según  om.  V  ||  144-146 


144    Le.  I,  38. 


41.     EN   LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


641 


verbum  tuum.  He  aquí  la  esclava  del  Señor;  sea  hecho  en 
mí  según  su  voluntad.  Palabra  es  ésta  que  la  habían  de 

145  decir  siempre  los  cristianos  y  que  nunca  se  había  de  quitar 
de  su  boca,  y  que  la  dicen  los  buenos  y  siervos  de  Dios  en 
prosperidad  y  en  adversidad.  "He  aquí  el  esclav[o]  del 
Señor;  yo  le  he  dado  ya  mi  libertad;  suyo  soy  en  riquezas 
y  en  pobrezas;  servirle  tengo  en  muerte  y  en  vida;  no  me 

150  olvidaré  de  él  en  la  prosperidad  ni  desconfiaré  de  él  en 
la  adversidad  e  tribulación;  cúmplase  y  hágase  en  mí  todo 
lo  que  él  fuere  servido,  presto  estoy  a  le  obedecer". 

Fué,  pues,  recibida  la  Virgen  María  nuestra  Señora  en 
lugar  de  Eva.   [Más]  agradó  e  obedeció  a  Dios  que  Eva 

155  desagradó  e  desobedeció.  Pareció  más  bien  en  los  ojos  de 
Dios  la  grandísima  humildad  de  esta  benditísima  Virgen, 
que  pareció  mal  delante  su  acatamiento  la  mucha  soberbia 
de  nuestra  primera  madre.  Buscóla  Dios  cumplidísima  de 
todas  virtudes.  No  hay  qué  desear  en  ella.  De  todo  la 

160  dotó  Dios  abundantísimamente.  Con  ella  está  el  convite 
cumplido.  Allí  está  el  manjar  en  el  altar,  y  allí  está  tam- 
bién la  que  nos  lo  parió  y  la  que  lo  crió  en  sus  bendití- 
simos brazos,  la  que  lo  envolvió  y  dió  a  mamar,  la  que 
lo  arrulló  y  regaló;  ella  es  la  que  nos  lo  guisó,  y  por  ser 

1^5  ella  la  guisandera  se  le  pega  más  sabor  al  manjar,  aunque 
él  de  sí  es  dulce  y  sabrosísimo,  y  pone  gran  codicia  de 
comerlo;  desde  allí  nos  está  convidando  con  él.  Comámos- 
lo, que  no  nos  irá  mal,  y  tememos  gracia  para  bien  obrar 
y  bien  hablar  en  este  presente  sermón.  Y  porque  ella  nos 

1"°   lo  alcance,  supliquémoselo. 

Retablo  de  la  vida    Las  palabras  que,  mediante  el  favoi 
de  Jesucristo        del  Espíritu  Santo,  darán  fundamen- 
to a  nuestro  sermón,  escribe  el  pro- 
feta David.  Dicen  en  romance:  Hizo  una  mención  de  sus 
175    maravillas  el  Señor  misericordioso;  dió  manjar  a  los  que  le 
temen.  Parecióme  de  predicar  de  otro  tema,  aunque  había 
de  predicar  toda  esta  semana  del  que  había  tomado  estotros 
días  pasados. 

de  decir  om.  V  ||  145  que  om.  T  |  se]  les  add.  T  |  quitar]  caer  T  ||  146  su] 
la  T  |  buenos  y  om.  T  ||  147  en  om.  T  \  esclava  V,  criado  T  ||  148  pobreza 
T  ||  151  e  tribulación  om.  T  |  y  hágase  om.  r  ||  152  a  fuere  servido]  le 
pluguiere  T  |  a]  para  T 

153  recebida  T  ||  153-161  en  lugar  -  cumplido]  y  agradó  más  y  sirvió  tanto 
a  Dios,  que  venció  su  humildad  la  soberbia  de  Eva,  y  su  obediencia  la  des- 
obediencia de  Eva.  De  manera  que,  hallada  esta  Señora,  fué  cumplido  con 
ella  todo  el  convite  T  ||  161-162  y  allí  -  también]  la  sacratísima  Virgen  es 
T  ¡  163-164  la  que  lo  arrulló  y  regaló  om.  T  ||  165  guisandera]  y  add.  V  \\ 
166  sabroso  T  ||  167  convidando]  a  que  add.  V  \\  168  tendremos  7" 

169-173  en  este  -  escribe  el]  Dice  el  santo  T  ¡|  174  Dicen  en  romance  om.  T  ¡ 
mención]  memoria  T  ||  176-1 78  Parecióme  de  -  días  pasados]  om.  T 


B.Avtta  ¿ 


21 


642 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Si  preguntáis  qué  hace  Dios  en  este  tan  profundo  mis- 
ino   terio,  que  entre  manos  tenemos,  del  santísimo  Sacramento, 
responderos  ha  David:  Hizo  una  memoria  de  todas  sus  ma- 
ravillas. ¿No  hacen  acá  los  hombres  memoria  de  sus  haza- 
ñas? Pues  así  Dios  ha  hecho  una  memoria  de  todas  sus 
grandezas  y  maravillas. 
185       Quisiera  yo  veros  a  todos  comulgados  y  confesados,  y 
en  gracia,  para  que  se  os  pegara  bien  a  las  entrañas  lo  que 
se  ha  de  decir;  pero  creo  que  no  habéis  hecho  lo  que  os 
he  rogado.  Decí:  ¿Habéis  comulgado  y  confesado  cuantos 
estáis  aquí  en  esta  fiesta  santísima?  ¿No?  Dicen  que  no. 
190    Pues  aun  Aristóteles  dijo  que  no  basta  la  vista  del  médico 
para  sanar,  si  no  haces  lo  que  te  dice.  Ya  os  he  dicho  que 
no  basta  mirar,  y  que  no  ha  de  engordar  vuestra  ánima  ni 
se  puede  hartar  con  sólo  el  ver,  si  no  come.  Habíades  de 
estar  agora  en  gracia. 
195        Agora  tornemos  al  tema  pasado.  ¿Qué  es  esto?  Luego 
se  ofrece  admiración  a  los  que  se  paran  a  pensar,  el  alto 
y  sobre  todo  entendimiento  misterio  del  santísimo  Sacra- 
mento. ¡Señor,  que  pareció  a  vuestro  alto  consejo  hacer 
una  cosa  tan  grande  como  es  encerraros  en  este  pan,  y 
200    hacer  una  cosa  tan  grande  que  fué  haceros  manjar  de  vida 
para  nuestras  ánimas! 

Salieron  los  del  pueblo  de  Israel  la  mañana  que  Dios 
les  había  llovido  el  maná,  y  dijeron:  Manhu?  ¿Qué  es  esto? 
¿Qué  manjar  es  este  que  Dios  nos  ha  dado?  Respóndeles 
205   David,  y  dice  que  hizo  Dios  una  mención  de  sus  maravillas; 
hizo  una  maravilla  donde  recogió  todas  sus  maravillas; 
sumó,  recapituló,  recoligió,  resumió,  allegó  todas  sus  gran- 
dezas en  una.  ¿No  os  holgáis  vos  de  tener  diez  o  veinte 
ducados  en  uno,  en  un  doblón  de  a  diez  o  veinte,  que  estén 
210    todos  en  una  pieza?  Pues  así  Dios  quiso  recoger  todas  sus 
maravillas  en  una.  Pensaba  yo  esta  mañana  que  dais  di- 
neros por  tener  un  retablo,  porque  os  dibujen  en  una  tabla 
cinco  o  seis  pasos  de  la  pasión,  de  que  sois  devoto;  o  de 
cuando  Jesucristo  llevaba  la  cruz  a  cuestas,  o  de  cuando 
216    estaba  orando,  o  de  cuando  estaba  crucificado  Y  aun  es  muy 
bien  tener  un  retablo  de  esta  manera,  si  están  las  imágines 


184  maravillas  y  grandezas  T 

187  creo  om.  V  |  no]  lo  add.  T  ||  187-188  lo  que  -  rogado]  om.  T  ||  188 
Decid  T  |  confesado  y  comulgado  T  |i|  188-189  cuantos  estáis  aquí  om.  T  II 
189  santísima  om.  T  ||  190  Pues  aun  Aristóteles  dijo  que  no  om.  T  ||  191 
hacen  T  |  te  om.  T  |  Yo  T  ||  193-194  Habiades  -  gracia]  om.  T 
195  Ahora  T  |  al  tema]  a  lo  T  \\  200  fué  haceros]  fuésedes  T 
203  ¿Qué  es  esto?  om.  T  ||  2C4  cue  Dios  nos  ha  dado  om.  T  |  Responde 
T  ||  207  recapituló  -  allegó]  om.  T  |  sus]  maravillas  y  add.  T  ||  209  uno  - 
veinte]  una  pieza  de  diez  o  veinte  T  ||  211  Pensaba- que]  om.  T  ||  212  de- 
bujen  T  ||  216  bien]  buena  cosa,  por  tiento  T  |  manera]  o  que  add.  V  |  imá- 

203         Ex.  i6,  i¿. 


41.     EN  LA  IXFKAOCTAVA  DEL  CORPUS 


643 


debu jadas  al  vivo;  y  esto  hacé[i]slo  para  acordaros  de  la 
pasión,  de  lo  que  pasó  Jesucristo  por  nosotros.  Pues  ansí 
hizo  Dios  un  retablo  en  que  dibujó  todo  lo  pasado,  pre- 

220    senté  y  por  venir. 

— Padre,  ¿cómo  encerró  Dios  en  este  Sacramento  san- 
tísimo todas  sus  maravillas  pasadas?  — Escuchá,  yo  os  lo 
diré.  Aquí  no  hay  quien  os  haga  pensar  en  la  vida  de  Jesu- 
cristo; pero,  al  fin,  algunos  sois  devotos  del  decendimiento 

225  de  la  cruz,  otros  de  la  columna,  otros  del  crucifijo;  unos  de 
uno,  y  otros  de  otro.  Pues  aquí  en  el  Sacramento  hallaréis 
todo  eso  que  ha  ya  tantos  años  que  pasó;  pues  ésa  es  la 
virtud  que  tiene  este  santísimo  Sacramento,  como  la  que 
tenía  el  maná  que  cayó  del  cielo — del  aire  habéis  de  enten- 

230  der,  que  eso  quiere  decir  allí  cielo;  como  decís  que  llueve 
del  cielo,  pero  no  es  sino  del  aire — .  Tenía  tal  virtud  aquel 
maná,  que  sabía  a  cada  uno  a  lo  que  quería;  al  que  quería 
que  le  supiese  a  gallinas,  a  esó  le  sabía;  el  que  a  perdices, 
a  perdices  le  sabía;  el  que  a  miel,  a  miel  sabía.  Pues  ansí 

235  es  el  Sacramento  que  entre  manos  tenemos.  Creedme,  que 
si  os  aparejáredes  para  recebir  dignamente  este  santísimo 
Sacramento,  que  os  sabrá  a  lo  que  quisiéredes. 

¿Duda  la  carne?  ¿Pícaos  con  heridas  encendidas  que  os 
hace  reventar?  Comulgad,  recebid  la  carne  de  Jesucristo,  y 

240  hallaréis  que  por  tocar  en  vos  aquella  carne  de  Jesucristo, 
concebida  por  Espíritu  Santo,  no  por  obra  de  varón,  se  os 
quitan  todas  las  tentaciones;  hallaréis  que  se  os  apaga  todo 
el  ardor  malo  que  tenéis  de  vuestra  propia  carne.  Si  estás 
triste,  comulga  y  recibirás  alegría.  Si  la  pobreza  te  da  mu- 

-  cha  pena,  comulga  y  todo  se  te  sosegará.  No  hay  tal  reme- 
dio en  el  mundo  para  cuantos  trabajos  hay.  Si  crees,  dice 
San  Bernardo  que  hallarás  remedio. 


genes  T  ¡|  217  haeé(i)slo  por  T  ||  217i218  la  pasión]  Jo  pasado  T  |  así  T  || 
219  debujó  T 

222  Santísimo  om.  T  |  pasadas]  y  por  venir  add.  T  |  Escuchad  T  ||  223 
Aqui]  ¡Ah  que  7'  |  la]  sus  maravillas  y  en  su  T  ¡I  223-224  de  Jesucristo 
om.  T  1¡  224  descendimiento  T  ||  225  coluna  7'  ||  227  esto  T  ||  230  esto  T  | 
decir  r  ||  234  le  sabían  [sic]  om.  T  |  mielj  le  add.  T  \  así  T  ||  236  aparejáre- 
des-recebir]  parece  bien  V 

238  Duda]  Tienta  T  \\  239  Cristo  7'  ]|  247  que  om.  T 


247  San  Bernardo,  In  Coena  Domini  serm.,  3  (ML  183,  272  s.)  : 
«Contidite,  quia  et  in  hoc  gratia  subvenit,  et  ut  securi  sitis,  sacra- 
nientum  Dominici  corporis  et  sanguinis  pr-etiosi  iirvestituram  habe- 
tis...  Si  quis  vestrum  non  tam  saepe  modo,  non  tam  acerbos  sentit 
iracundiae  motus,  invidiae,  luxuriae,  aut  caeterorum  huiusniodi,  gra- 
tias  agat  corpori  et  sanguini  Domini,  quoniam  virtus  sacramenti 
operatur  in  eo  ;  et  gaudeat  quod  pessimum  ulcus  accedat  ad  sani- 
tateni». 

232    Cf.  Sap.  16,  20. 


644 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¿Qué  es  esto?  Hizo  Dios  un  retablo,  en  que  puso  todas 
sus  maravillas,  en  que  está  debujado  su  encarnación,  su 
250  nacimiento  y  su  pasión,  y  todas  las  obras  pasadas  que  ha 
hecho  dignas  de  memoria,  para  que,  si  deseas  acordarte  de 
todo,  lo  halles  junto  y  nada  te  falte  de  lo  que  deseas,  sino 
que  lo  tengas  todo  junto;  y  este  manjar,  con  ser  uno  y 
solo,  te  sepa  a  todo  lo  que  quisieres. 

£55    La  Eucaristía  y  la   Si  eres  devoto  de  la  encarnación,  aquí 
Encarnación        en  e^  Sacramento  hallarás  esa  con- 
templación, aunque  no  del  todo  se- 
mejante, pero  muy  aparente.  Piensa  que,  como  cuando  Je- 
sucristo encarnó  bajó  del  cielo,  ansí  abaja  agora  también 

280  al  altar,  no  por  lugar,  que  eso  es  falso,  porque  si  a  cada 
parte  del  mundo  donde  cada  día  celebran  hobiera  de  ir,  an- 
duviera como  correo  que  nunca  parara,  andando  de  acá 
para  allá.  Pues  no  abaja  de  esa  manera.  — ¿No?  ¿Pues  cómo 
se  abaja  Jesucristo  a  cada  parte  donde  se  consagra  el  pan? 

265  — Porque  la  palabra  de  Dios  lo  quiso  así,  que  en  diciendo 
el  sacerdote  de  parte  de  Jesucristo:  Este  es  mi  cuerpo,  luego 
se  halla  allí,  y  no  saldrá  mentirosa  la  palabra  de  Dios. 
Antes  se  hundirán  los  cielos  y  la  tierra  que  falte  Jesucristo 
de  hallarse  aquí  cada  y  cuando  que  el  sacerdote  las  pala- 

270    bras  que  hemos  dicho  de  parte  suya  dice. 

He  aquí  quitadas  todas  las  dudas  de  los  que  dicen:  "¿Cómo 
puede  ser,  cómo  puede  no  ser?;  sí  puede,  no  puede;  cómo 
viene".  ¡Son  bobos!  Puede  Dios  hacer  que  yo,  que  estoy 
agora  aquí,  esté  cien  leguas  de  aquí  tan  entero  como  estoy 

275  aquí,  ni  más  ni  menos  como  estoy  aquí,  y  que  esté  en  otras 
cien  partes  de  este  mundo  sin  pasar  por  lugar,  sino  porque 
El  lo  quiere.  En  quiriéndolo  El,  es  todo  hecho.  Pues  no 
digas  ya  más  de  aquí  adelante:  "¿Cómo  puede  ser?"  ¿Tan 
necio  eres,  que  te  paras  a  dificultar  en  lo  que  Dios  pueda 

280  hacer  con  sólo  El  quererlo?  Como  son  las  vejecitas,  que  aun 
no  saben  bien  hilar,  y  páranse  a  dificultar  una  cosa  tan 
honda,  que  si  la  preguntásedes:  "Decid,  vejecita,  esa  le- 
chuga que  coméis,  ¿cómo  de  un  granito  de  simiente  se  hizo 
tan  grande?  ¿Por  dónde  le  entró  la  sustancia?  ¿Y  cómo 


248  un  retablo  Dios  T  ||  249  dibujada  T  ||  251  digno  V  ||  252  halles]  todo 
íiíW.    T   ||    252£l53   sino   que -junto]    om.  T 

258  apérente  V  |  Piensan  T  ||  259  así  ahora  baja  T  ||  260-2G3  no  por  lu- 
gar -  acá  para  allá]  por  movimiento  local  T  l|  263  baja  T  |  No  cm.  t  ||  264 
se  abaja]  baja  T  |  a  cada  parte  om.  T  ¡|  265  en  diciendo]  luego  que  7'  ||  266 
Jesucristo]  dice  iií/.f.  T  ||  269  aquí  om.  T  |  sacerdote]  dijere  add.  T  ||  270 
dice  om.  T 

272  no  puede  T  |i  273  viene]  como  no  viene  aiid.  T  |  bobos]  ignorantes 
T  ||  275  ni  "más -aquí]  om.  T  ||  276  ese  T  ||  277  quiere]  y  add.  T  |  queriéndolo 


266  Cf.  Sft.  26,  26  ;  Me.  14,  22  ;  Le.  22,  19. 

267  Santo  Tomás  de  AQUINO,  Sitmma  theol.,  3,  q.  78,  a.  6. 


41.     EN   LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


645 


285  bastó  eso  jugo  de  la  tierra  a  crialla?  ¿Cómo  está  un  duraz- 
no, una  bellota,  cómo  de  cosa  tan  chica,  de  un  cuesquecito, 
vino  a  hacerse  un  árbol  tan  grande  y  llevar  hojas  y  fructo? 
Dime,  ¿cómo  se  hizo  esto?",  dirá:  "No  sé".  ¿Pues  para 
qué  lo  dificultas?  ¿No  entiendes  esto,  que  es  una  nonada, 

290  y  méteste  en  un  abismo  tan  grande  como  esotro?  ¿No  te 
basta  creer  que  lo  puede  Dios  hacer  todo? 

¡Oh  Señor,  y  si  quisieses  tomar  a  manos  a  los  infieles, 
y  cómo  lo  harías  con  sólo  esto!  Esta  ley  habías  de  poner, 
que  nadie  comiese  si  no  dijese  primero  qué  es  aquello  que 

295  come,  cómo  y  de  qué  manera  fué  engendrado.  Y  sería  buena 
ley,  por  cierto,  que  no  comieses  cuando  vas  a  comer,  hasta 
que  dijeses  cómo  y  de  qué  manera  nació  aquello  que  has  de 
comer. 

— Eso  que  bebes,  ¿qué  es?  — Padre,  es  vino.  — Y  ese 
300  vino,  ¿de  qué  se  hace?  — 'Padre,  de  uvas.  — ¿Y  cómo? 
— Estrujadas  en  un  lagar,  y  de  aquel  m/osto,  a  cabo  de 
tanto  tiempo,  se  hace  vino.  — Y  esas  uvas,  ¿de  dónde  na- 
cieron? — De  una  cepa.  — Y  esa  cepa,  ¿cómo  nació?  — De 
un  sarmiento  que  pusieron,  y  éste  fué  creciendo  poco  a  poco, 

305  hasta  que  se  hizo  una  cepa  grande.  — Y  ven  acá:  si  se 
secara  ese  sarmiento,  ¿no  naciera?;  pues  ¿por  qué  no  se 
secó?  — 'Porque  le  llovió.  — Y  esa  agua,  ¿dónde  se  engen- 
dró?— Allá  [a]rriba,  en  la  media  región  del  aire.  — ¿Y  cómo 
regó  esa  vid,  y,  después  de  ser  regada,  cómo  se  convertió 

310  la  simiente  de  uva  en  uva?  — ¿Cómo?  Con  el  agua  y  la 
tierra  se  corrompió  la  forma  de  simiente  y  se  vino  la  forma 
de  sarmiento.  — Pues  ¿cómo  puede  ser  cosa  tan  distante 
nacida  de  tan  distante,  un  contrario  que  nazca  y  se  engen- 
dre de  su  contrario?  — No  sé,  padre;  tanto  preguntaréis 

315  que  no  [o]s  sabremos  responder.  — Pues  si  una  cosa  que 
comen  las  bestias  no  alcanza [s]  a  saber,  como  ésta,  ¿qué 
hará  en  las  maravillas  de  Dios?  ¿Cómo  las  quieres  enten- 
der por  razón?  Triste  de  ti,  come  y  calla,  y  cree  que  Dios 
lo  puede  hacer  todo,  y  di  que  tú  [no]  sabes  cómo  puede 

320  ser  o  cómo  no;  que  no  sabes  más  de  que  la  palabra  de  Dios 
no  puede  faltar,  sino  que  es  verdadera,  y  que,  porque  El 
ha  dicho  que  está  allí,  es  así  verdad. 

—¿En  qué  estábamos?  — Cómo  el  Alto  descendió  a  ha- 
cerse hombre.  Pero  no  habéis  de  entender  que  descendió  de 

325  lugar,  así  como  no  entendemos  que  para  venir  al  santísimo 
Sacramento  pasa  por  lugar;  porque,  si  eso  fuera,  no  estu- 

T  ¡  todo  om.   T  ||  281  no  mi.   V  \\  285  criarla  r  |[  287  viene  T  ]  y  ]  a 
add.   T  |  fruto  T  ||  288  Dirámc   T  ||  280  como]  es  <.,íc¡.  t 
292  a    o»!.   7   ¡1  295  come]    y  add.  T 

299  *S„]  el  V  M  3G1  de  om.  T  |l  304  que  pusieron  om.  T  ||  ¿se  T  ||  305 
acá]  y  add.  T  ||  308  arriba  7'  1 1  309  ser  om.  T  |  convirtió  T  ||  314  presentáis 
T  ||  315  os  sabemos  T  ||  316  alcanzáis  T  |  está]  es  T  ||  317  queréis  7'  ||  318 
Triste  de  ti  om.  T  |   y?  om.  7'  ¡|  319  todo  om.  T  |  tú]   no  add.  T 


646 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


viera  Dios  en  todo  lugar,  lo  cual  es  falso.  Piensa,  pues, 
cómo  descendió  Dios  de  su  dignidad,  no  de  lugar,  que  en 
todo  cabo  está.  Piensa  cómo  el  Alto,  Soberano,  el  Inmenso 

330  se  abajó,  según  dignidad;  que  ha  abajado  su  inmensa  gran- 
deza; de  eterno  se  ha  hecho  temporal,  de  impasible  se  ha 
hecho  pasible;  que  siente  el  frío,  cansa  [n]  ció,  la  sed  y  la 
hambre.  Piensa  cómo  Dios  se  abajó,  no  según  lugar,  sino 
en  hacerse  hombre;  como  un  rey  que  se  casa  con  una  mujer 

336  bajita  no  deja  de  ser  rey,  sino  abaja  su  alteza.  Pues  como 
el  que  solamente  era  Dios  ha  venido  a  hacerse  hombre, 
ansí  también  en  el  altar  ha  abajado  su  majestad  y  grandeza 
en  hacerse  manjar  para  que  lo  comamos,  no  dejando  de 
ser  quien  es. 

340  Piensa  cómo  el  alto  se  abajó,  de  ser  una  cosa  sola, 
que  es  Dios,  a  ser  agora  dos  cosas,  que  es  ser  hombre  y 
Dios  en  un  solo  supuesto.  Y  como  allá,  antes  de  nacido, 
estaba  en  el  vientre  de  la  Virgen  María,  así  agora  está  cer- 
cado de  'los  accidentes  y  encubierto  debajo  de  ellos.  Mulier 

345  circumdabit  virum,  dijo  Jeremías.  Una  mujer  cercará  a  un 
varón.  Como  estaba  Dios  y  hombre  dentro  del  vientre  de 
la  Virgen — que  bobería  es  decir  otra  cosa,  ¿cómo  hay  quien 
diga  que  no  estaba  la  divinidad  dentro  del  vientre,  sino 
alrededor  inmediata  a  la  superficie  del  vientre  de  la  Virgen?: 

350  dentro  estaba  la  divinidad,  unida  a  la  humanidad,  como  es- 
taba después  de  nacido  Jesucristo — ,  pues  así  es  acá  en  el 
Sacramento,  que  en  la  blancura  y  cantidad  que  ves  está 
escondido  el  cuerpo  de  Cristo.  No  están  ya  la  blancura  y 
cantidad,  que  en  el  Sacramento  parecen,  sujetadas  en  la 

355  substancia  de  pan  que  antes  había;  que  ya  no  hay  allí  pan 
después  de  dichas  las  palabras,  sino  Dios  sustenta  aquellos 
acidentes  sin  substancia.  Ansí  como  estuvo  antes  ascondido 
en  las  entrañas  de  la  Virgen,  así  lo  está  agora  en  los  aci- 
dentes. Toma,  pues,  esta  contemplación,  y  ve  comparando 

360  la  encarnación  con  el  Sacramento,  y  di:  "Señor,  allá  os 
abajastes  al  vientre,  en  el  cual  estuvisteis  ascondido;  acá, 
Señor,  os  abajáis  a  estar  debajo  de  esos  acidentes.  ¿Dónde 
estáis  que  no  os  vemos,  aunque  sabemos  y  creemos  que  es- 
táis ahí?" 

365        ¿No  decís  acá,  viniendo  de  misa:  "¿De  dónde  venís?"; 

328  dignidad]  alteza  t  ||  329  Alto]  el  add.  T  |]  330  según  dignidad  om.  T  ] 
que]  ha  add.  T  ||  332  eansaneio  T  |  la  ]  el  T  ||  333  lugar  om.  V  ||  335  baja 
T  I  sino]  más  T  1 1   336  hacerse]  también  add.  T  \>\  337  así  T  ¡  bajado  T 

34)1  agora  dos  cosas,  que  es  se  om.  T  ||  343  así]  acá  add.  T  |  ahora  T  || 
344  cercado]  debajo  T  |  accidentes  T  \  Mulier]  Foemina  T  ||  347-351  que 
bobería  -  nacido  Jesucristo]  om.  V  ||  363  ya]  en  add.  V  ||  352-357  que  en  la 
blancura -sin  sustancia]  om.  T  ||  357  así  T  |  ábscondido  T  ||  358  ahora  T  | 
en2]  debajo  de  T  ||  36©  accidentes  T  ||  361  bajantes  a  T  |  estuvistes  ábs- 
condido T  ||  362  bajáis  T  ¡  accidentes  7"  |¡|  363  sabemos  y  om.  T 


346    Cf.  Ier.  31,  22. 


41.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


647 


decís:  "De  ver  el  cuerpo  de  Cristo?"  Y  no  lo  vistes;  que 
aquella  blancura  y  cantidad  que  vistes  no  es  el  cuerpo  de 
Jesucristo.  Es  esto  como  el  que  viera  la  humanidad  de  Je- 
sucristo, dijera  con  verdad  que  había  visto  a  Dios,  y  no  lo 

370  vido,  que  no  vido  más  del  cuerpo  de  Jesucristo,  el  cual  en 
lo  de  fuera  no  parecía  sino  un  puro  hombre.  Sino,  porque 
vido  la  humanidad,  la  cual  anda  tan  conjunta  con  la  divi- 
nidad, por  eso  se  dice  con  verdad  que  vido  a  Dios.  Aunque 
no  es  omnímoda  la  similitud — -ya  os  lo  dije — ;  porque  acá 

375  en  el  Sacramento  el  cuerpo  de  Jesucristo  y  la  blancura  y  can- 
tidad no  hace  una  persona,  como  allá  lo  hacen  la  divinidad 
y  humanidad;  pero  es  un  rostro  por  donde  se  puede  contem- 
plar la  encarnación,  y  aun  hay  harta  semejanza,  como  hemos 
visto.  Es,  pues,  una  imagen  el  Sacramento  de  la  encarna- 

380  ción,  es  un  retablo  donde  está  dibujada  esta  grandeza  y 
maravilla  de  Dios,  que  fué  hacerse  hombre. 

Navidad  Si  eres  devoto  de  ver  a  Jesucristo  Niño  recién 
nacido,  humillado,  pobre,  muerto  de  frío,  tem- 
blando, puesto  sobre  unas  pajitas,  en  un  pobrecito  pesebre, 

3«3  por  falta  de  ricos  colchones  y  camas  de  campo;  envuelto  en 
pobres  pañales;  en  un  establico,  en  lugar  de  casa  real;  aquí 
en  el  Secramento  lo  verás  así.  ¡Oh,  bendita  sea  tu  miseri- 
cordia, Señor,  que  estás  en  los  cielos  adorado,  tenido,  aca- 
tado y  reverenciado  de  ángeles,  y  tienes  por  bien  de  estar 

390  acá  en  la  tierra  tan  humillado  y  tan  callado,  tan  chiquito, 
que  pareces  tan  pobrecito,  estando  tu  majestad  inmensa  en- 
cubierta debajo  de  esas  especies!  Como  los  pobres  pañalitos 
encubrían  la  limpísima  y  bendita  carnecita  de  Jesucristo  Niño 
recién  nacido,  así  aquí  está  agora  cubierta  de  los  accidentes, 

395  cantidad  y  blancura;  debajo  de  ellas  está  encubierta  su 
grandeza  y  omnipotencia.  Más  bajo  es  el  accidente  que  la 
substancia,  y  los  accidentes  son  los  que  aquí  encubren  el 
cuerpo  de  Jesucristo.  Digo  que  es  más  bajo  el  accidente  que 
la  substancia,  porque  la  substancia  tiene  ser  por  sí,  bien 

400  puede  estar  sin  el  accidente,  mas  el  accidente  no  tiene  ser 
por  sí,  sino  su  ser  depende  de  la  sustancia;  no  puede  ser 
que  haya  acídente  si  no  hay  sustancia  en  quien  esté  suje- 
tada. Por  eso,  pues,  el  accidente  es  más  bajo;  y  así,  estando 


368  Jesucristo]  Cristo.  A  semejanza  add.  T  |  como  om.  T  ||  370  vió,  T  ] 
vióa  T.||  372  vió  T  ||  374  omnímoda]  acomodada  T  ||  376  hacei^  T  |  como 
om.  T  |  lo]  la  T  ||  379  el]  al  V  ||  381  es  T 

383  frío]  sed  y  de  hambrt  T  ||  384  sobre]  en  T  |  i*>bre  T  ||  384-386  en 
un -casa  real]  temblando  'f  ||  389  tenido,  acatado  y  reverenciado  om.  T  \\ 
390-392  tan  chiquito  -  esas  especies]  Así  T  ||  392  pañales  7'  ||  394  aquí  om.  T  | 
ahora  T  ||  399  si]  y  a&i.  T  \  sustancia  T  |i|  4CKM01  el  accidente  por  sí] 
los  accidentes  no  T  ||  401  sustancia]  y  add.  T  ||  402  que]  naturalmente  add.  t  | 
accidente  T  ||  403  subyectado  T  |  es  el  accidente  T  ||  405-406  pues  una  cosa  -  le 
cubre]  más  que  debajo  de  los  pañales.   ¡Que  T 


648 


SERMONES.   CICLO  TEMrORAL 


el  cuerpo  de  Jesucristo  encubierto  debajo  de  accidentes,  está 

405  cubierto  de  bajeza,  está  humillado  y  pobrecito,  pues  una  cosa 
tan  poca  y  tan  baja  le  cubre;  aun  no  se  le  ha  olvidado  la 
humildad  allá  donde  está  en  el  tronco  de  su  gloria,  sentado  a 
la  diestra  de  su  Padre. 

Si  lo  quisieras  ver  entre  los  pobres  pastores,  cómo  le 

410  vienen  a  adorar,  míralo  en  manos  de  un  pobrecillo  como  yo; 
y  mira  también  a  los  que  le  reciben,  cómo  son  también  pobre- 
cilios,  bajitos  y  pastorcillos :  Manducat  parvulus  servus  hu- 
milis,  dice  San  Agustín. 

¿Quisieras  ver  los  ángeles  cómo  cantaban  cantares  de 

415  alegría  la  noche  que  lo  vieron  nacido?  Pues  acá  también  hay 
ángeles.  Es  cosa  esta  para  contemplar,  que  están  allí  los 
ángeles,  dándole  gracias  por  tan  grandísimo  bien,  como  fué 
quedarse  con  nosotros  en  el  santísimo  Sacramento,  porque 
no  podemos  darlas  nosotros  las  que  a  su  Majestad  se  deben 

420  por  tan  grandísima  misericordia.  También  las  dió  Jesucristo 
por  todos  nosotros,  viendo  lo  poco  que  todos  éramos  para 
darlas,  porque  no  cayéramos  en  falta.  ¿Ya  no  os  lo  dije  que 
dió  Jesucristo  gracias  al  Padre  el  jueves  en  la  noche  por  tan 
grande  bien,  viendo  que  no  habíamos  de  ser  nosotros  bastan- 

425  tes  para  darlas?  Allí,  pues,  están  los  ángeles  alabando  a 
Dios,  espantados  de  ver  su  grandeza  y  majestad  tan  abajada, 
hecho  manjar  de  los  pobres  gusanillos. 

— ¡Oh  padre,  que  no  veo  yo  nada  de  esto!  ¡Ni  veo  si 
hay  ángeles  ni  si  no;  no  veo  nadaj  — No  te  espantes,  her- 

430  mano,  por  más  encubierto  que  lo  veas;  ni  pienses  que  es 
peor  eso.  Más  haces  en  creer  a  las  palabras  de  Dios  senci- 
llamente que  crees  que  está  allí  Jesucristo,  porque  lo  dijo 
El;  más,  cierto,  que  si  con  los  ojos  lo  viese [s] ;  y  mucho 
más,  porque  en  esto  puede  haber  engaño,  de  que  se  pueden 

435  engañar  tus  ojos,  pensando  que  ven,  no  viendo  nada,  y  en 
la  palabra  de  Jesucristo  no.  Guárdate  de  querer  ver,  como 
algunos  'lo  desean,  alguna  carne  allí  en  la  hostia,  o  sangre. 
Luego  andan  muy  bulliciosos:  "¡Oh!  ¿No  vería  állí  un 
niño,  no  vería  yo  a  Jesucristo  crucificado?  ¿No  vería  yo 

440    alguna  señal  o  mudanza  en  la  hostia?" 

Más  mereces  si,  no  viendo,  crees  fidelísimamente,  que 
si,  viendo,  creyeses;  porque  si,  no  viendo  nada,  crees,  es 


410  <lcl  pobrecito  T  ||  411  le]  lo  T  ||  412-413  Manducat  parvulus  -  ASUStín] 
Manducat  servus  páuper  et  humilis  Dorainum  dice  santo  Tomás  T 

423  d  jueves  -  noche]  sm.  T  ||  424  erran  T  ||  424-425  nosotros  bastantes  ni.  7 
430  no  T  ||  431  eso]  Y  add.  T  ||  434  puede  haber  -  de  que]  om.  71  ||  437  lo 
om.  T  |  allí  en  la  Hostia  om.  T  |  sangre]  en  la  Hostia  add.  T  ||  438  Oh  om.  7  \ 
vería]   yo  add.   T   |||  439  no  vería  yoj   o  T 


413  Cf.  San  Agustín,  Enan.  in  Ps.  21,  en.  1,  37  •  en.  2,  2-  ; 
/;/  P$.  33,  6  :  ML  36,  170.  178.  303.  «Manducat  Dominum  pauper 
servus  et  humilis»  (Rit.  Rom.,  tít.  9,  c.  5,  hymn.  «Sacris  solemniis»). 


41.     EN  I.A  IXFRAOCTAVA  DEL  COKl'US 


649 


señal  que  fías  mucho  de  Jesucristo  y  que  tienes  por  más 
cierta  una  cosa  que  El  dice  que  si  con  tus  propios  ojos  la 

45  vieses;  y  no  has  menester  testigo  ni  señal  que  aquello  [e]s 
asi.  Como  cuando  un  amigo  cuenta  a  su  amigo  una  cosa, 
el  cual,  si  luego  se  cree  de  él,  agradéceselo  mucho,  y  es  se- 
ñal que  lo  quiere  bien  y  que  lo  tiene  por  hombre  de  crédi- 
to; si  le  dice  que  "¿quién  estaba  delante?",  es  señal  que 

50  no  se  cree  de  su  palabra,  sino  que  quiere  más  seguridau 
que  la  palabra  de  su  amigo,  para  creer  aquello  que  le  dice. 
Es,  pues,  muy  malo  no  creer  a  las  palabras  de  Jesucristo 
sin  prenda,  como  lo  hacen  los  que  decimos,  que  quieren  ver 
alguna  señal  en  él  santísimo  Sacramento. 

=55  Así  que  hay  allí  ángeles.  Mira  que  dicen  los  teólogos, 
y  muy  bien  por  cierto,  que,  aunque  cayese  un  cuerpo  glori- 
ficado de  los  que  más  gloria  tienen,  no  cualquiera,  sino  aun. 
que  fuese  la  Virgen  María,  no  vería  más  en  el  Sacramento 
que  uno  de  nosotros,  si  no  quisiese  Dios  mostrárselo  par- 

;60  ticularmente.  Mira  cuán  encubierto  está  allí  Jesucristo: 
cuan  perfectos  son  los  que  están  con  El  en  el  cielo,  con 
cuan  perfectísimo  ser  tienen  todos  los  sentidos,  aunque  se 
pusiesen  muy  cerca  del  Sacramento  y  despabilasen  los  ojos, 
no  verían  nada;  aunque  por  ser  bienaventurados  están  um- 

t65  dos  al  cuerpo  de  Jesucristo  y  son  una  misma  cosa  con  El, 
no  le  verían  en  el  Sacramento.  Así  que  no  habéis  de  querer 
ver  nada,  sino  procurá  de  ser  fiel  en  creer  que  no  faltará 
la  palabra  de  Jesucristo,  porque  más  vale  creer  que  ver. 

Vida  pública:  Cu-    Si  quisieres  ver  a  Jesucristo  predi- 
co    rando  enfermos       cando,  si  lo  quieres  ver  acá  entre  los 
hombres,  haciéndoles  tantos  bienes; 
si  lo  quisieras  ver  dando  vista  a  ciegos,  curando  sordos, 
limpiando  leprosos,  perdonando  a  la  mujer  pecadora,  resu- 
citando muertos,  aquí  lo  hallarás  haciendo  otro  tanto.  Si 
75  nos  diese  Dios  devoción,  todo  lo  sentiríamos  en  este  Sacra- 
mento; no  querríamos  ver  nada.  El  que  no  tiene  devoción, 
no  os  daría  por  él  un  maravedí.  Dios  rae  libre  del  cristiano 
que  no  es  devoto,  que  hay  de  ellos  que  no  lo  son ;  y  la  causa 
es  porque  no  quieren  venir  aquí  a  comunicarse  con  Jesu- 
:80  cristo;  y  los  que  no  se  comunican,  luego  se  olvidan;  y  del 


445  es  T  ||  451  aquello]  lo  T  |  le  om.  T  |i|  453  decíamos  T  |  ver  om.  T 
455  Mira]  lo  add.  T  ||  456  cayese]  viniese  T  \\  458  Sacramento]  con  los  ojos 
del  cuerpo  add.  T  ||  460  Mirad  qué  tan  encerrado  T  ||  461-467  cuán  perfectos  - 
ver  nada,  sino]   om.   t  ||  467  procurad  T 

469  quisieras  7'  ||  470  quisieras  7'  ||  470-473  si  lo  quisieras  -  leprosos]  curan- 
do enfermos,  dando  vista  a  los  ciegos,  curar  los  leprosos,  sanar  los  sordos  T  ¡| 
473  a  om.  T  ||  475  sentiríamos]  entenderíamos  T  ||  476  Sacramento]  y  add.  T  || 
477  daré  T  ||  478  que,]  y  T  |  ellos]  aquellos  7"  ||  479  quieren  venir]  viene  7"  ¡| 


46S    Cf.  lo.  20,  29. 


650 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


olvido  viene  a  haber  tan  pocos  devotos  del  Sacramento,  que 
no  hace  en  ellos  más  impresión  ver  a  Jesucristo  entre  nos- 
otros como  si  no  quedara.  Como  se  comunican  pocas  veces, 
olvídanse  de  él,  y  váseles  poco  a  poco  entibiando  la  fe;  y 

485  si  viniese  un  hereje  con  una  razón  falsa,  les  haría  creer 
que  no  está  allí  Jesucristo,  y  perder  la  fe  que  en  El  tiene. 
De  olvidar  la  comunión  y  comunicación  con  Jesucristo,  vie- 
ne a  entibiarse  tanto  la  fe,  que,  a  no  nada  que  os  apremia- 
sen, os  harían  negar  la  fe. 

490  ¿Hay  aquí  agora  algunos  a  quien  Dios  ha  resucitado  de 
muerte  a  vida,  a  quien  ha  perdonado  sus  pecados,  a  quien 
ha  sanado  de  ciego,  de  cojo,  de  mudo,  de  sordo?  Si  fe  tu- 
viésemos, veríamos  hacer  en  este  santísimo  Sacramento  en 
las  ánimas  lo  que  antes  hacía  en  los  cuerpos,  cuando  vivía 

495  en  este  mundo.  Si  entonces  resucitaba  hombres  muertos, 
agora  también;  si  sanaba  cojos,  agora  por  semejante;  si 
dió  lengua  a  mudos,  ahora  ni  más  ni  menos '  si  dió  vista  a 
ciegos,  agora  y  todo.  Porque  si  has  hecho  un  pecado  mor- 
tal, muerta  queda  tu  ánima;  si  te  confiesas  y  comulgas, 

500  perdónate.  ¿Ves  cómo  te  ha  resucitado,  quedando  ya  tu 
ánima  con  vida?  Has  pasado  de  la  muerte  del  pecado  a  la 
vida  de  la  gracia. 

Si  andas  embebecido  en  la  vanidad  y  flor  pasadera  de 
lo  que  en  este  fallecedero  mundo  florece,  y  andas  sumido 

505  en  mil  miserias  y  trayendo  un  buen  pensamiento  y  otra 
inspiración:  "¿Qué  haces,  triste  de  ti?  ¿En  ése  confías,  que 
se  te  acabará  mañana?  Todo  se  ha  de  quedar  acá;  procura 
de  buscar  morada  para  siempre;  deja  eso";  y  tú,  con  todo 
eso,  no  oyes  ni  dejas  de  andar  como  antes,  sordo  estás. 

510  Comulga  y  restituírsete  han  tus  oídos.  Si  andas  atónito  tras 
un  deleite  y  no  ves  el  mal  que  acarrea  después  de  cumplido, 
ciego  estás,  triste  de  ti;  comulga,  y  dársete  han  ojos  con 
que  veas  el  mal  para  apartarte  de  él,  y  el  bien  para  seguirlo 
y  allegarte  a  él.  Si  estás  tibio,  no  tienes  gana  de  rezar  ni 

515  de  recogerte  un  rato,  y  para  hacer  una  buena  obra  te  pesa 
cada  pie  un  quintal,  cojo  estás;  recibe  a  Jesucristo  y  serán- 
te  dados  pies  ligeros  y  firmes,  y  dirás  con  David:  Statuit 

486  estaba  T  |  tienen  T  ||  487  con]  de  V  ¡  vienen  I'  ]  487-488  se  viene  a  enti- 
biar T  ||  489  negar]  perder  T 

490  agora  om.  T  1 1  492  de  sordo  om.  T  |.|  492-493  Si  fe  tuviésemos  T  []  493  . 
en  ]  a  r  ||  496  "ahora  T  |  sanaba  om.  T  ¡  ahora  también  T  \\  497  a,]  los 
add.  T  ||  498  agora  y  todo]  ahora  ni  más  ni  menos  T  |l  500  perdonante  T  | 
han  T 

503  en]  tras  7'  ||  503-504  y  flor  pasadera  de  lo  que  en]  de  T  ||  504  fallece- 
dero om.  T  |  florece  om.  T  ||  505  trayendo]  Dios  trayéndote  7  ||  506  de  ti 
en  ése]  por  qué  T  |  confías]  en  cosa  add.  T  ||  507  te  om.  T  |  ai.aií  T  |.|  508  para 
siempre]  de  gloria  T  ||  509  sordo]  andabas,  ciego  T  -||  510  restituírsete  - oídos] 
serte  han  restituidos  los  ojos  T  |  atónito  por  T  ||  511  ves]  veis  V  |  el  mal] 
lo  T  ||  512-514  dársete  han  ojos  -  allegarte  a  él]  serte  han  restituidos  los  ojos  T  || 
514  tibio]  que  add.  T  ||  515^516  serte  han  r  ||  519-520  de  toda  pesadumbre 
om.  T 


41.     F.N  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


651 


supra  petram  pedes  meos:  "dado  me  ha  el  Señor  pies  lige- 
ros y  firmísimos  sobre  la  piedra,  sanos  y  libres  de  toda  pe- 

520  sadumbre". 

La  carne  de  Jesucristo — dice  San  Juan  Damasceno — est 
sicut  carbones  igniti:  así  es  como  unos  carbones  encendi- 
dos, la  cual  hace  arder  a  los  tibios  en  fuego  de  caridad  y, 
como  ella  es  ardiente  como  fuego,  así  para  a  los  que  la 

525  comen.  Para  cuantos  males  hay  es  remedio;  no  hay  frial- 
dad que  no  caliente,  nadie  la  recibió  que  no  fuese  sano  de 
cualquier  enfermedad  que  tuviese.  Tomalda  y  comelda,  que 
es  carbón  encendido,  que  os  quemará  y  os  convertirá  en 
sí,  o  por  lo  menos  os  calentará  y  alanzará  de  vos  esa  frial-' 

530  dad.  Alligabit  quis  in  sinu  suo  ignem,  et  vestimenta  eius 
non  comburentur? :  ¿Quién  habrá  que  meta  en  su  seno  fue- 
go y  no  se  le  quemen  sus  vestiduras?  Si  estáis  tibios,  comé; 
que  no  es  posible  que  no  recibáis  calor  metiendo  en  vuestros 
pechos  el  mismo  fuego,  que  es  la  carne  de  Jesucristo;  ya 

535    que  no  os  queme,  calentaros  ha. 

¿Sabéis  vos,  por  dicha,  qué  cosa  es  devoción?  No  por 
cierto.  Pensaba  yo  hoy  que  no  entienden  los  cristianos  de 
nuestro  tiempo  qué  cosa  es  ser  devotos,  amorosos,  blandos. 
Por  eso  nos  untan  con  el  olio  en  el  baptismo,  en  señal  que 

540  recibimos  al  Espíritu  Santo,  que  es  la  misma  blandura,  la 
misma  devoción,  el  mismo  amor;  y  así  había  de  ser  el  corazón 
del  cristiano,  tierno,  amoroso;  había  de  bañar  en  devoción. 
Pero  sois  tales  dentro,  cuales  parecéis  de  fuera;  tenéis  los 
corazones  crueles,  ásperos,  fieros,  como  las  barbas  y  las 
545  espadas  que  traéis.  ¡Sois  unos  cobardes!  Tenéis  vergüenza 
de  ir  a  comulgar,  porque  no  os  digan  que  sois  hipócritas  y 
alumbrados.  No  [o]s  llegáis  a  comer,  por  esto  no  tenéis  de- 
voción. No  os  engañéis,  que  el  comulgar  no  es  sino  para 
humildes,  para  mansos,  para  pacíficos,  para  los  castos  y 

522  carbo  ienis,  así  add.  T  ||  522-52?.  un  carbón  encendido  T  ¡]  523  nrder 
(im.  V  |  fuego  de]  fe  y  T  ||  524  para]  pasa  V  \\  525-326  no  hay  -  caliente] 
om.  T  l¡  526  recibió]  bien  add.  T  ||  527  Tomadla  y  comedia  T  ||  528  os2  om.  T  \\ 
530  Alligabit  -  ignem]  Nutnquid  potest  homo  abscondere  ignem  in  sinü  suo  T  || 
532  sus  vestiduras  no  se  le  quemen  T  |  comed  T  ||  534  mesmo  T  |  Jesucristo] 
o  add.  T 

536  vosotros  T  ||  537  hoy  om.  T  ||  539  óleo  T  ||  540  recebimos  el  T  ||  542  ha- 
bía de  -  devoción]  blando,  benigno  T  ||  543  tales]  de  add.  T  ||  544  crueles 
om.  T  ¡  barbas]  fieras  T  ||  545  traéis]  ¿para  qué  son?  add.  T  \\  548  engañéis] 
sabed  add.  T  |  para]  verdaderos  penitentes  add.  T  ||  549  humildes]  para  add.  T  | 


510  irs.  39,  3. 

522  SAN  Juan  Damasceno,  De  fide  oiih.,  1.  4,  c.  13  (MG  94, 
1150)  :  «Divinum  carbonem  sumamus,  ut  desiderii  nostri  ignis,  ac- 
cepto  carbonis  ardore,  peccata  riostra  comtrarat,  et  corda  illuminet, 
(livinique  adeo  ignis  commercio  inardescamus  et  in  déos  evadamus. 
Carbonem  vidit  Isaias  :  carbo  non  est  simplex  lignum,  sed  igni  uni- 
tuiii  ;  sic  cmoqtic  pañis  communionis,  non  simplex  est  pañis,  sed 
divinitati  unitus». 

532    Cf.  Prov.  6,  27. 


652  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


550  limpios  de  ánima  y  cuerpo,  para  los  que  no  tienen  vergüen- 
za de  comulgar,  sino  que  se  tienen  por  bienaventurados  y 
dichosos,  porque  tal  suerte  les  cupo  de  recibir  a  Cristo  y 
conocello;  lo  desean  de  corazón. 

No  tenéis  devoción,  no  lo  deseáis.  Engáñaos  el  mundo  a 

555  unos  con  honras,  a  otros  con  deleites,  a  otros  con  riquezas, 
a  otros  con  sedas  y  vestidos.  Haceos  de  lo  chico  grande,  de  lo 
grande  chico;  habéis  hecho  de  establo  cielo,  de  lo  temporal 
eterno.  No  veis  nada,  andáis  ciegos,  y  lo  bueno  es  que  no  lo 
conocéis,  sino  que  pensáis  que  veis,  no  viendo  nada;  pensáis 

560  que  vais  por  buen  camino,  yendo  errados.  ¡Despertad,  her- 
manos, de  tan  profundo  sueño!  Por  reverencia  de  Dios,  poned 
lodo  sobre  vuestra  ceguedad;  conocé  quién  sois,  que  eso  quie- 
re decir.  Descobrid  vuestras  llagas  a  Cristo  y  llegaos  a  El 
conociéndolas.  Pensad  que  todo  el  bien  os  ha  de  venir  del 

565  Sacramento,  y  no  de  vosotros;  pensad  que  de  allí  os  ha  de 
venir  la  vista  para  vuestra  ceguedad,  el  alegría  para  vues- 
tras tristezas,  la  misericordia  para  vuestras  miserias.  Y  des- 
confiá  entretanto  de  vuestras  fuerzas  y  confiá  de  Jesucristo ; 
porque  el  que  pensare  que  de  otra  parte  le  viene  el  bien, 

570  sino  del  Sacramento,  loco  es  y  soberbio.  Dice  San  'Bernardo: 
"Comulgá,  ¡aba!,  que  con  Cristo  vienen  todos  los  bienes". 

Cristo  convidado:  Si  decís:  "¡Oh  quien  viera  a  Cristo 
recibidle  ser  convidado!",  llegaos  acá,  hermano, 

que  más  es  verlo  a  El  convidar;  y  que 

575  El  mismo  es  el  manjar  con  que  convida,  ¡y  no  hay  quien 
quiera  venir,  no  hay  quien  lo  reciba  ni  hay  quien  le  dé  po- 
sada, andando  rogando  El  que  lo  acojan!  ¿Sabéis  qué  ha 
de  decir  el  día  del  juicio  el  mansico  que  allí  veis,  que  está 
agora  callando,  que  parece  tan  chiquito?  — Hambre  hube, 

580  y  no  me  distes  a  comer;  en  la  tierra  estuve,  y  no  hubo  quien 
me  diese  posada,  andando  y  rogando  que  me  acogésedes. 
¡Id,  malditos,  al  fuego  para  siempre! 

para  pacíficos  -  castos]  benignos,  amorosos  T  ||  550  cuerpo]  y  <i«i<í.  T  |  tienen] 
han  T  |!  551'  sino  que  se  -  bienaventurados  y]  mas  antes  se  tienen  poi  T  || 
552  recebir  T  |  Jesucristo  T  ||  553  comerle  T 

554  Engaña  T  ||  555-556  con  riquezas,  a  otros  om.  7'  |.¡  556  Hacéis  T  |  ¡;ran- 
étl  y  a&d.  T  ||  557  del,  T  ||  558  bueno]  peor  T  1|  569  pensáis  om.  T  ||  560 
yendo]  y  vais  T  ||  561'  hermanos]  los  ojos  T  |  sueño  tan  profundo  T  ||  562 
conoced  T  ||  563  Descubrid  T  ||  564  del]  de  este  divino  T  ||  567-568  descon- 
fiad  V  ||  568  confiad  en  T  \\  571  Comulga    ¡aba!]  Comulgad  T 

573  sed  V  |  aquí  T  ||  577  le  T  ||  578  manso  T  ¡|  579  ahora  T  |  que  parece 
tan  chiquito  om.  T  ||  580  une  distes]  tuve  quien  me  diese  T  ||  580-581  no  hubo- 
posada]  posada  no  me  distes  T  |]  581  andándoos  yo  T  |  acogiésedes  T  ||  582  para 
siempre]  eterno  T 


562    Of.  lo.  9,  6. 

5-1   Of.  San  Bernardo,  ln  Cocua  Domini  serm.  3  :   ML  1S3, 

272  s.  ;  Instf.  sacad.,  c.  8,  22  :  ML  1S4,  785  ;  Serm.  de  excell.  SS. 

Sacr.,  5  :  Ib.  984.  582    Mt.  25,  41-43. 


41.     EX   LA  IXFKAOCTAVA  Dri.  COR1TS 


653 


— Señor,  ¿de  qué  os  quejáis,  que  no  os  dan  posada?  ¿No 
tenéis  grandes  custodias  de  oro  y  plata  y  de  piedras  pre- 

>85  ciosas?  ¿No  estáis  cubierto  con  ricos  paños  de  brocado? 
— Bueno  es  que  haya  todo  eso  y  que  sirvan  a  Dios  todas 
sus  criaturas;  pero  no  lo  ha  El  por  nada  de  eso.  La  posada 
que  El  quiere  es  el  ánima  de  cada  uno;  ahí  quiere  El  ser 
aposentado,  y  que  la  posada  esté  muy  aderezada,  muy  lim- 

590  pia,  desasida  de  todo  lo  de  acá.  No  hay  relicario,  no  hay 
custodia,  por  más  rica  que  sea,  por  más  piedras  preciosas 
que  tenga,  que  se  iguale  a  esta  posadc  para  Jesucristo.  Con 
amor  viene  a  aposentarse  en  tu  ánima,  con  amor  quiere  ser 
recebido.  Pero  trae  amor,  y  daisle  malquerencia;  tráete  hu- 

595  mildad,  y  tú  dasle  soberbia;  tráete  castidad  y  limpieza,  y 
estaste  en  tus  deleites  sucios;  tráete  mansedumbre,  y  tú 
eres  aún  un  airado;  tráete  misericordia  y  caridad,  y  no  hay 
quien  te  haga  hacer  una  limosna  ni  haber  misericordia  de 
tu  prójimo,  que  está  pereciendo  de  hambre  por  falta  de  lo 

600  que  a  ti  sin  provecho  ninguno  se  te  pierde  en  tu  área  o  en 
tus  trojes.  ¿Qué  le  trajo  del  cielo?  Amor.  ¿Qué  le  encerró 
en  el  vientre  de  la  Virgen?  Amor.  ¿Qué  le  encerró  en  el 
santo  Sacramento  y  le  trujo  al  altar?  Amor.  Con  amor  viene, 
recíbele  con  amor;  para  hacerte  bien  viene,  sabe  agora  agra- 

606    decerle  con  darle  buena  posada  y  con  desearle. 

Pero  ¡no  se  hace  nada!  habíamos  de  estar  los  ojos  tan 
largos  esperando  para  recibirle,  con  nuestras  lámparas  en- 
cendidas, con  mucho  aceite,  como  las  buenas  vírgines:  Ecce 
Sponsus  venit,  exite  óbviam  el.  Cuando  el  rey  viene  [a] 

610  alguna  ciudad,  no  oiréis  otra  cosa  por  doquiera  que  vais 
sino:  "El  rey  viene".  Si  vais  por  esta  calle:  "El  rey  viene"; 
si  por  la  otra:  "El  rey  viene".  Y  viene  Jesucristo  cinco  mil 
veces  cada  día,  desde  el  cielo  a  la  tierra,  tantas  veces  como 
misas  se  dicen  en  todo  el  mundo,  ¡  y  estáisos  tan  tibios  que, 

615  si  viene  a  mano,  por  no  dejar  de  dormir  o  otra  cosa  que  no 
pese  una  paja,  no  vienes  a  verlo  a  la  iglesia! 

No  recibimos  con  amor  al  que  viene  con  tanto  fuego  de 


584  de.  om.  7  ;;  585  cubiertos  V  ||  590  desasida  de  todo]  muy  quitada  de  r  || 
591  rica]  fina  7"  |  por  más]  y  de  T  ||  592  <?uc  tenga  om.  T  ||  594  tráete  T  | 
dasle  T  j  tráete  ]  date  T  |¡|  595  tú  dasle]  vuélveslc  T  |  y]  tú,  adi.  T  ||  596  en] 
con  T  |'i  597  aún  om.- 7'  |  yj  a  ti  add,  T  \\  59S  hacer  una]  dar  una  blanca 
en  7'  599  está  pereciendo]  padece  7'  ||  6C0  sin  provecho  -  tu  área  o]  te  Robra 
en  tus  rincones  y  se  pierde  T  ¡|  601-602  encerró  en  el]  trajo  al  T  ||  602-603  |  Qué 
le  encerró  en  el  santo -altar?  Amor]  om.  7'  \\  604-605  ahora  agradecérselo 
7"  I!  605  y  con  desearle  om.  t 

606  estar]  con  add.  T  '<'  607  esperando  om.  7'  |  rcccbirle  T  |  nuestras  om.  7"  || 
608  vírgines]  doncellas  7"  ||  609  viene]  a  add.  T  ||  610  por  doquiera  que  vais 
om.  T  i|  612  si  por  la  otra]  por  esotra  T  |]  613  como]  cuantas  T  ]l  614  estás  T  ] 
tibio  r  ¡¡  615  o]  n  T  l|  616  pesa  T 

617  No  recibimos]  Recibamos  T  \\  621  Kedemptor  T  ||  622  necesidades]  y 


609    ilt.  25,  6. 


654  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


amor.  Apareja,  hermano,  tu  lámpara  y  recíbelo  con  amor; 
que  aunque  otro  pensamiento  no  tuvieses  sino  pensar  que 

620  cada  día  viene  Jesucristo  a  la  tierra,  bastaba  para  hacerte 
bueno.  Di:  "tMS  Redentor  viene  para  hacerme  bien,  a  re- 
mediar mis  necesidades,  a  consolar  mis  tristezas,  a  perdonar 
mis  pecados,  a  sacarme  de  mis  miserias,  a  justificarme,  a 
salvarme".  Decid:  ¿Qué  cosa  sería  si  viniese  un  hombre 

625  dende  las  Indias  a  haceros  bien,  y  a  esto  le  moviese  sólo 
amor  que  os  tiene  sin  deberos  nada,  y  vos  no  lo  recibiésedes 
ni  quisiésedes  vello  ni  oíllo?  Gran  desagradecimiento  y  mala 
crianza  sería,  por  cierto.  Pues  Jesucristo  nuestro  Señor  viene 
desde  el  cielo  a  la  tierra,  que  es  más  que  de  las  Indias,  sin 

630  deberte  nada,  sino  por  sólo  amor  que  te  tiene,  y  no  a  cosa 
que  a  El  le  cumpla,  sino  a  ti.  Sábeselo  agora  agradecer,  que 
con  sólo  esto  se  contenta  El.  Di:  "Mi  Señor  viene  a  posar  en 
mi  ánima;  quiero  aparejarle  la  posada;  no  quiero  que  haya 
en  mí  pecado  ninguno;  quiero  tener  mis  pensamientos  lim- 

685  píos,  no  haya  cosa  en  mí  que  le  desagrade,  para  que  deje  de 
aposentarse  en  mi  ánima". 

¡Oh  manjar  tan  mal  conocido!  ¡No  hay  quien  quiera  apa- 
rejarse para  comello!  ¿Qué  malaventura  es  ésta,  que  esté 
entre  nosotros  la  hartura  y  que  muramos  de  hambre?  Creo 

640  qUe  pasa  hoy  día  lo  que  en  el  advenimiento  de  Jesucristo, 
que,  aunque  [a  u]nos  hacía  provecho  su  venida  y  presencia, 
a  otros  dañaba.  ¿No  lo  dijo  así  Jesucristo:  In  hoc  ego  veni 
in  hunc  mundum,  ut  qui  non  vident,  videant,  et  qui  vident, 
caeci  fiant:  Para  esto,  dice,  vine  al  mundo,  para  que  los 

645  que  estén  ciegos  y  no  ven,  vean;  y  para  que  los  que  ven,  no 
vean  y  se  tornen  ciegos?  Y  así  fué;  que  a  unos  parecía  bien 
su  doctrina  y  la  recibían  y  la  creían  por  Dios;  y  otros  se 
morían  de  envidia  y  lo  blasfemaban.  Ansí  pasa  agora  a  la 
letra:  unos  hay  que  se  mueren  por  comulgar  y  desean  ver 

650  venida  la  hora  en  que  han  de  recibir  a  Jesucristo.  Yo  conocí 
una  persona  que  me  decía  que  deseaba  el  día  en  que  había 
de  comulgar  como  la  salud.  Otros  hay  que  los  han  de  llevar 
por  fuerza,  y  les  hacen  comulgar  a  poder  de  penas  y  de  ex- 
comuniones. Como  hace  el  rey,  que  cuando  no  quiere  venir 

add.  T  |i|  628  a  sacarme  -  miserias]  om;  T  |l  625  dende]  de  T  |  a_]  veros  y 
add.  T  |  a  esto  le  moviese  sólo]  que  solamente  le  moviese  el  T  N  627  Ver- 
lo r  |  oírlo  T  |  Grande  T  ||  628  sería]  ésta  add.  T  ||  630  deberte  nada]  debér- 
telo T  |  sólo]  el  add.  T  ||  631  agora  om.  T  |[  632  contentará  T 

637  mal  om.  V  |  quien]  ninguno  que  7?  ||  638  comerlo  ni  gustarlo  add.  T  |¡ 
639  que  om.  T  |  Creo]  A  lo  V  |  640  Cristo  T  ||  641  aunque  -  .provecho]  a  unos 
aprovechó  T  |  presencia]  pertenencia  V  ||  642  Jesucristo]  Cristo  nuestro  Re- 
dentor T  ¡  In]  Ad  T  ||  644  dice  om.  T  ||  646  tornen]  locos  y  add.  T  ||  647  le 
recebian  T  |  la  om.  T  ||  648  lo]  le  T  |  Así  T  \  ahora  T  ||  650  recibir  en  si 
mismos  add.  T  |  Cristo  T  ||  651  deseaba]  ver  add.  T  \\  652  han  de  llevar]  hacen 
ir  V  |||  653  les  hacen  comulgar]  los  constriñen  T  |  de2  om.  T  ||  655  alguno  vc- 


646   Gf.  lo.  9,  39. 


(555 


655  alguno  a  su  mandado,  de  su  voluntad,  le  hace  llevar  por 
fuerza,  como  mal  criado;  así  la  santa  Iglesia  católica  a  los 
que  no  quieren  ir  a  comulgar  algunas  veces  entre  año,  hace 
que  cada  año  vayan  por  fuerza  y  que  no.  puedan  dejar  de 
hacerlo  en  este  tiempo  por  lo  menos.  No  sé  qué  aparejo 

660  podéis  tener  ni  cómo  habéis  de  examinar  una  conciencia 
de  doce  meses.  Y  así  acaece,  que,  como  entre  el  año  no 
le  recibís  muchas  veces  por  amor  y  de  vuestra  voluntad, 
cuando  vais  de  año  a  año  por  fuerza,  tampoco  le  recibís  con 
amor  ni  sentís  ni  gustáis  qué  es  lo  que  coméis  ni  a  qué  sabe 

665  Dios.  ¿Quién  os  lo  preguntase?  Decid,  hermanos,  ¿a  qué 
sabe  Dios?  ¿Habéisle  alguna  vez  gustado?  ¿A  qué  sabe? 
Creo  que  no  habrá  quien  responda.  Esto  no  lo  entendéis 
vosotros. 

¿Por  qué  no  queréis  curaros  de  tantas  enfermedades? 

670  Estáis  malos,  y  tenéis  aquí  el  remedio  de  vuestros  trabajos 
y  la  medicina  de  vuestras  enfermedades,  y  no  queréis  reci- 
birla; ¡a  usuadas  que  se  os  parece  bien  en  la  cara!  ¿No 
decís  acá  a  uno  cuando  está  mal  dispuesto:  "Malo  andáis, 
que  en  el  gesto  se  os  parece,  en  la  cara"?  Pues  ansí  andáis 

675  vosotros;  bien  se  os  parece  en  el  gesto  el  mal  que  hay  en 
vuestras  ánimas.  Coméis  malas  hierbas,  nácenos  mal  pro- 
vecho. Unos  os  mantenéis  de  una  perecedera  honrilla;  los 
otros,  de  unos  poquillos  de  dineros;  otros,  de  un  malaven- 
turado deleite;  todos  traéis  el  gesto  cuales  son  los  mante- 

680  nimientos  que  coméis.  Aruit  cor  meum,  quia  oblitus  sum 
comedere  panem  meum,  dice  David.  Secado  se  ha  mi  cora- 
zón, porque  me  he  olvidado  de  comer  mi  pan,  el  cual  es  el 
Santísimo  Sacramento,  que  da  vida  a  nuestras  ánimas — por- 
que esotro  pan  las  bestias  lo  comen — ,  el  que  os  ha  de  sus- 

685  tentar. 

La  Pasión  ¿Por  qué  tantos  males  en  el  mundo?  Porque 
no  queréis  comulgar.  ¿Por  qué  tanto  pecado? 
¿Por  qué  tan  poca  caridad  unos  con  otros?  ¿Por  qué  tan 
pocos  que  hagan  bien?  Porque  no  queréis  comulgar.  Así 
690  como  el  cuerpo  se  seca  y  no  se  puede  sustentar  sin  el  pan 
de  acá,  así  vuestra  ánima  no  puede  pasar  sin  comer  este  pan 
de  vida  y  está  flaca  y  seca:  en  tocándole  luego  resurte;  si 

nir  T  |  llevar]  venir  T  }\  656  católica]  romana  add.  T  ||  659  por]  a  T  ||  062  rc- 
cebís  T  ||  663  recebís  T  |  con]  por  T  \\  665  Dios  om.  T  \\  666  gustado?  ¿  A  qué 
sabe?]  probado?  T 

672  a  osadas  T  ||  674  en  la  cara  om.  T  ¡  así  Ti  ||  676-677  provecho]  los 
add.  T  ||  677  un  poco  de  honrilla  perecedera  r  \  los  om.  T  ||  678  otro  T  || 
684  comen]  y  este  pan  solamente  sustenta  los  cuerpos,  que  son  como  bestias; 
estotro  pan  es  add.  T 

688  por  qué  om.  T  ||  691  vuestra]  el  V  |  no]  se  add.  T  |  pasar]  sustentar, 


659   Concilio  IV  de  Letrán,  c.  21  :  «Omnis  utriusque  sexus  fi- 
delis»  (Denzinger-Umberg,  Enchir.  Svmbol.,  n.  437). 
682    Ps.  101,  5. 


656 


le  hacen  una  injuria,  luego  no  quiere  perdonar;  si  le  tocan 
en  la  honra,  luego  se  quiere  vengar;  si  se  pierde  la  hacienda, 

695  no  hay  quien  se  valga  con  vosotros.  ¿Pues  aun  no  os  cortan, 
y  ya  lo  sentís?  ¿Cómo,  que  no  ha  de  haber  un  día  más  pa- 
ciencia que  otro?  ¿Cada  día  habéis  de  ser  más  ruines?  Co- 
mulgá,  ¡aba!;  no  se  os  pase  este  santo  tiempo  en  balde,  sin 
que  queden  gordas,  fuertes,  alegres,  bienaventuradas  vues- 

700  tras  ánimas  con  este  santo  manjar.  Allegaos  al  altar  a  to- 
mar remedio,  pues  que  tenéis  allí  a  Jesucristo  como  lo  qui- 
siéredes  contemplar,  lloroso,  triste,  azotado,  orando  en  el 
huerto,  crucificado,  sepultado.  Todo  cuanto  podéis  desear, 
allí  lo  tenéis;  llegaos,  si  sois  devotos  de  acordaros  de  lo  pa- 

705  sado  y  de  lo  que  Cristo  padeció  por  vosotros.  De  manera  que 
es  el  Sacramento  un  retablo  de  toda  la  vida  pasada  de  Jesu- 
cristo y  de  sus  maravillas  y  grandezas. 

Figura  de  la  gloria    Es  también  retablo  el  santísimo  Sa- 

710  que  esperamos  cramiento  de  las  cosas  que  están  por 
venir.  Dibujadas,  pintadas,  recogi- 
das están  allí  todas  las  grandezas  de  Dios  que  esperamos, 
que  aun  no  son  venidas.  Figura  es  el  Sacramento  de  la 
gloria  que  esperamos.  Manjar  es  éste  que  entre  manos  te- 
nemos, que  significa  al  que  hemos  de  comer  en  la  gloria 

715  del  cielo;  así  'lo  cuenta  la  Iglesia  en  la  última  oración  de 
la  misa  del  Sacramento:  Fac  nos,  quaesumus  Domine,  tuae 
Divinitatis  sempiterna  fruitione  repleri,  quam  praetiosi  cor- 
poris  et  sanguinis  tui  temporalis  perceptio  praefigurat:  Con- 
cédenos, Señor,  que  seamos  hartos  y  llenos  del  sempiterno 

720  gozo  de  tu  divinidad,  al  cual  gozo  nos  representa  el  toma- 
miento  temporal  de  tu  preciosísimo  cuerpo  y  sangre.  Así 
que  el  recibir  el  cuerpo  de  Jesucristo  y  encorporarnos  ago- 
ra aquí  en  El,  mediante  la  comunión,  es  figura  de  la  unión 
que  ha  de  haber  entre  nosotros  y  El  en  los  cielos. 

725  ¿Qué  piensas  que  es  comulgar?  Una  farsa,  una  repre- 
sentación, una  semejanza  del  traslado  de  la  mesa  del  cielo. 


ni  puede  holgar  ni  reposar  T  |  comer  om.  T  ||  692"y,]  sino  que  T  ||  694  sej  le 
add.  T  H  695  vosotros]  ella  T  ]  686.  lo]  os  T  ||  697  más  ruines]  ruin  T  || 
698  aba  om.  T  |  santo  om.  T  ||  699  gordas  om.  T  |  alegres]  y  add.  T  \\  701  que 
o  ni.  T  ||  703-704  Todo  cuanto  -  lo  tenéis]  Todos  cuantos  bienes  pudiéredes 
desear  los  hallaréis  allí  T  \\  704-705  acordaros  de  -  padeció]  lo  que  padeció 
Jesucristo  7' 

708  También  es  el  Santísimo  Sacramento  retablo  T  ||  710  Dibujadas]  iillc- 
gadas  add.  T  ||  712  no  om.  .V  |  el]  Santísimo  add.  T  ||  714  tenemos]  tenemos 
add.  V  |  al]  el  T  ||  Tlñ  del  cielo  om.  T  i  cuenta]  canta  T  ||  716  del]  de  este  T  \\ 
716-717  Divinitatis  tuae  T  ||  719  rellenos  T  ||  720  al]  el  T  ||  720-721  representa 
el  tornamiento]  presenta  la  recepción  T  |l|  722  el  recibir]  recebir  T  ||  722-723 
agora  aquí]   acá  7' 

725  Una  farsa  om.  7'  ||  726  de  la  mesa  del  cielo]  ruc  habrá  en  los  cielos  T  || 


721    Miss.  Rom.,  ¡n  Fcst.  ó'ó'.  Corp.  Chiisti,  postcomm. 


41.     EN  LA  1N1KAOCTUA  DEL  CORPUS 


657 


Acá  nos  ensayamos  agora,  cuando  comulgamos,  para  ir  allá 
a  comer  de  hecho.  Decid:  El  que  ha  de  ir  a  comer  a  la  mesa 
del  rey,  ¿primero  no  pregunta  qué  uso,  qué  costumbres, 

'30  qué  crianza  se  usa  en  la  mesa  del  rey?  ¿Qué  cortesía 
tengo  de  hacer  cuando  entre?  ¿Tengo  de  tener  quitada  la 
gorra?  ¿No  tengo  de  escupir  mientras  comiere?  ¿Tengo  de 
sonarme  las  narices?  ¿Cómo  hemos  de  estar?  Primero  se  in- 
forma de  lo  que  ha  de  hacer.  Así,  pues,  para  cuando  enhora- 

735  buena  vamos,  Señor,  delante  de  ti  a  darte  las  gracias  de 
las  misericordias  que  nos  has  hecho,  de  los  trabajos  que 
nos  has  librado,  tiniendo  por  bien  de  nos  escoger  para  ti, 
para  cuando  te  vamos  a  ver  y  a  gozarnos  contigo,  nos  en- 
sayamos agora,  recibiéndote  hecho  manjar  de  vida  para 

740   nuestras  ánimas. 

Es  menester,  pues,  ensayarnos  aquí  para  cuando  vamos 
a  la  mesa  del  cielo  a  comer.  — ¿Qué?  ¿Leche?  ¿Miel?  — No. 
Nada  de  eso.  ¡Donosa  necedad!  Eso  los  moros  lo  dicen,  que 
en  el  cielo  han  de  comer  leche  y  miel  y  que  han  de  tener 

745  muchas  mujeres,  que  los  sabios  y  los  que  se  les  entiende 
algo  no  dicen  tal.  Avicena  hizo  burla  de  las  necedades  de 
Mahoma,  y  dice  que  otra  cosa  más  linda  y  más  suave  que 
miel  y  leche  tiene  Dios  guardada  para  los  buenos  moros 
y  sabios,  que  nada  de  aquellas  borracherías  no.  En  el  nono 

750  libro  de  la  Metafísica,  en  el  capítulo  7 — yo  lo  he  leído — , 
l[dice]  que  no  ha  de  haber  allá  mujeres,  ni  casamientos,  ni 
comidas  ni  bebidas,  ni  nada  de  esos  deleites  sucios,  ni  cosa 
de  las  de!  cuerpo.  ¡Quitá  allá,  no  digáis  tal!  En  espíritu 
hablamos,  que  el  cuerpo  no  ha  de  comer  allá;  de  la  gloria 

755  del  ánima  se  ha  de  mantener.  Es  tanta  la  fuerza  que  cobra 
un  ánima  viendo  a  Dios,  que  dice  San  Agustín  que  de  la 
gloria  que  redunda  del  ánima  pasa  al  cuerpo  y  hace  que 
no  sirva  a  sus  necesidades.  Es  tanta  la  hartura  espiritual 
que  un  ánima  tiene  gozando  de  la  presencia  de  Dios,  que 

760  de  lo  mucho  que  le  sobra  pasa  al  cuerpo  y  hace  que  no 
haya  hambre  ni  haya  sed,  ni  haya  menester  dormir,  ni 


727-728  agora  cuando  -  comer]  para  que  cuando  allá  fuéremos  comamos  T  || 
728  comer  a  om.  7"  ¡|  729-730  qué  crianza,  qué  costumbres  T  ||  730  usan  T  || 
731  tener]  estar  T  ||  734  norabuena  T  |.|  737  teniendo  T  |  escogernos  T  || 
738  vayamos  T  \\   738-739  ensayemos  ahora  T 

741  vayamos  T  ||  742  leche]  y  add.  T  ||  742-743  No.  Nada  de  eso  om.  T  || 
745-746  los  que  -  algo]  entendidos  T  ||  749  y  sabios  om.  T  |  borracherías]  bur- 
lerías T  ||  750  yo  lo  he  leído]  dice  T  fj  753  de  las  om.  T  ¡¡  753-754  ¡Quita  allá  - 
no  ha]  porque  éste  no  tiene  T  ||  7154  allá]  sino  que  add.  T  ||  755  que  cobra] 
de  T  ||  T57  que  redunda  om.  T  ||  757-758  hace  que  -  necesidades]  queda  harto 
y  contento  T  ||  759  la  presencia  de  om.  7"  ||  761  haya,  om.  T  ||  765  servir  a 
sus]  sentir  las  7* 


758  Of.  San  Agustín,  Rctracl.,  1.  r,  c.  13,  4  :  ML  32,  603  ;  De 
civ.  Dei,  1.  13,  c.  22  :  ML  41,  395  ;  Santo  Tomás  de  Aquixo,  Sitmma 
theol.,  i-2,  q.  4,  a.  5  ad  4. 


65S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


asentarse,  ni  descansar,  y  sin  ninguna  cosa  de  éstas  vivirá 
para  siempre.  Mirá  cuan  grande  es  la  dulzura,  la  hartura, 
el  descanso,  el  gozo  que  un  ánima  tiene,  pues  el  cuerpo 

765  puede  pasar  sin  servir  a  sus  necesidades,  de  lo  que  se  le  • 
pega  del  ánima. 

Y  porque  no  parezca  palabra  vana,  muy  recia  para  los 
necios  infieles  y  herejes,  decir  que  los  cristianos  comen  a 
su  Dios,  digo  que  no  hay  palabra  más  dulce  ni  más  suave 

770  en  el  mundo  ni  que  mayor  esfuerzo  ponga  en  el  corazón  de 
los  que  la  oyen  y  la  creen.  Yo  porné  la  cabeza  y  la  vida 
y  mil  vidas  que  tuviera,  delante  cuantos  infieles  hay  en  el 
mundo,  sobre  que  esto  es  así  verdad  como  digo.  Porque  de- 
cidme: ¿Puede  ser  uno  bienaventurado  acá  sin  ver  a  Dios? 

775  No.  Eso  todos  lo  confiesan,  que  la  bienaventuranza  del 
hombre  está  en  ver  su  Dios.  Moros,  judíos  y  de  otras  na- 
ciones cuantas  hay  en  el  mundo  confiesan  eso.  Ellos  verdad 
es  que  se  engañan  en  poner  los  dioses  que  ponen,  porque 
unos  adoran  un  palo  y  otros  una  estatua  de  piedra,  otros  el 

780  sol;  pero,  cualesquier  que  ellos  sean,  todos  conciertan  en 
esto,  que  en  gozar  de  su  Dios  está  la  bienaventuranza  del 
hombre.  Si  el  idólatra  pone  una  estatua,  o  una  bestia,  o 
hombre  por  Dios,  yerra,  pero  no  se  engaña,  ni  niegan  que 
el  fin  y  bienaventuranza  de  la  criatura  está  en  ver  a  su 

785  Dios  y  gozar  de  El.  Luego  la  salud,  la  bienaventuranza,  la 
vida  del  ánima  es  ver  a  Dios.  Pues  si  para  que  se  sustente 
el  ánima,  para  que  tenga  vida,  para  que  nada  le  falte  y 
sea  bienaventurada  es  menester  ver  a  Dios,  dígole  Dios  al 
manjar  que  me  sustenta  y  da  vida  inmortal  y  me  hace 

790  bienaventurado;  luego  no  es  palabra  vana  decir  que  el  hom- 
bre come  a  su  Dios. 

¿En  qué  estábamos?  En  que  os  ensayáis,  cuando  co- 
mulgáis, para  la  mesa  del  cielo.  Mirad  en  ello  cuando  co- 
mulgáredes,  y  pensad  lo  que  hay  allí  en  el  santísimo  Sa- 

795  cramento,  que  es  Jesucristo,  que  se  os  da  por  señal  que 
ansí  como,  recibiéndolo  en  vuestro  cuerpo,  os  convierte  en 
sí  y  os  hace  una  cosa  con  El,  así  también  os  habéis  de 
ver  en  los  cielos  alegre,  dichoso,  bienaventurado,  con  tanto, 
que  nada  os  falte  de  cuanto  desear  pudiéredes,  estando  vien- 

800  do  a  El  y  gozando  de  El  para  siempre  sin  fin.  Y  la  prenda 
de  que  algún  día  habéis  de  veros  como  decimos,  es  el  dár- 
seos como  se  os  da  y  el  haber  muerto  y  perdido  por  vos; 
la  cual  también  os  trae  a  la  memoria  este  santísimo  Sa- 


707  muy]  y  T  ||  7712  delante]  de  add.  T  \\  774  acá  uno  bienaventurado  T  || 
775  No  om.  T  ||  776  ver]  a  add.  T  ||  7176-777  y  de  otras  naciones  cuantas]  idó- 
latras, cuantas  naciones  T  ||  779  y  om.  T  \\  782-785  Si  el  idólatra  -  gozar  de  él] 
om.  T  ||  786  se  om.  T  [\  788  dígole]  yo  add.  T  \  al]  el  V 

796  así  T  ||  798  ver]  hacer  T  |  alegre  -  con  tanto]  alegres,  dichosos,  bien- 
aventurados T  ||  799  viendo]  unido  T  ||  801  el  om.  T  \\  802  como  se  os  da]  El 


41.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


659 


cramento.  Y  ansí  habéis  de  tener  a  Jesucristo  delante  vues- 
805  tros  ojos,  lloroso,  corriendo  sangre,  azotado,  afrentado, 
cansado  y  muerto,  cuando  allí  os  allegáredes  a  recebirlo. 

¿Qué  es  comulgar    Es  gran  cosa  ésta  cuando  Dios  la 
bien?  quiere  dar  a  entender.  Pocos  gustan 

estas  cosas  cuando  comulgan;  pero 
Oís  todavía  lo  sienten  algunos,  a  quien  Dios  quiere  darlo  a 
gustar  y  sentir.  Otros  no  sienten  nada,  sino  que  parecen 
un  pedazo  de  pan  cuando  comulgan,  según  no  toman  gusto 
ninguno  en  el  Sacramento. 

De  los  que  comulgan  de  año  a  año,  de  ésos  no  decimos; 

815  que  claro  está  que  no  sienten  nada.  Yo  no  sé  cómo  podéis 
aparejaros  con  pensar  vuestros  pecados  una  o  dos  horas, 
para  lo  que  habéis  hecho  en  doce  meses;  creo  que  os  vais 
como  os  estábades  y  que  no  barréis  bien  barrido  aun  un 
rincón  de  vuestras  conciencias.  ¿Pues  cómo?  No  os  con- 

820  tentáis  con  que  barra  vuestro  esclavo  la  casa  así  como  quie- 
ra, yendo  tan  poco  en  ello,  ni  la  mujercita  no  deja  ni  aun 
rinooncito  por  barrer  en  su  casa,  ¿y  en  lo  que  os  va  la  vida 
de  vuestras  ánimas  para  siempre  ponéis  tan  poco  cuidado, 
como  es  no  mirar  ni  remirar  con  siete  ojos  lo  que  habéis 

826  hecho  para  confesarlo,  y  procurar  de  ir  luego,  en  sintién- 
doos caído,  a  recebir  remedio  sin  dejar  añejar  el  mal?  No 
hagáis  cargadilla  de  un  año.  Catá  que  es  gran  peligro. 

Pues  de  los  que  mal  aparejados  van,  de  ésos  no  digo, 
que  claro  está  que  no  sienten  nada,  sino  de  los  que  más 

830  de  veras  se  aparejan  y  por  su  culpa  no  se  han  dejado  de 
confesar,  y  que  muy  a  menudo  comulgan;  de  ésos  hablamos, 
que  quiere  Dios  que  se  traguen  el  bocado  entero  y  sin  di- 
gerirlo ni  gustarlo  lo  pasen,  y  que  no  sientan  más  alegría 
que  si  no  comulgasen.  No  sienten  más  de  tener  una  fe  ren- 

835  didísima  que  es  Dios  aquello  que  reciben;  consuelo  ni  por 
pensamiento.  No  penséis  que  es  malo,  no  desmayéis  ni  de- 
jéis de  comulgar;  por  eso  no  os  espantéis,  que  visto  habéis 
enfermos,  y  aun  vosotros  lo  habéis  estado  alguna  vez,  que 

a  sí  mismo  T  |  perdido]  padecido  T  ||  808  la,]  lo  T  ||  804  así  T  |  delante]  de 
add.  T  ||  805  azotado  om.  T  ||  806  Uegáredcs  7' 

808  entender]  pero  add.  T  |  pocos]  la  add.  T  ||  809  estas  .  osas  cuando  Co- 
mulgan om.  7'  |  empero  T  ||  810  Dios]  el  Señor  T  ||  810-811  darlo  a  gustar  y 
sentir  om.  T  ||  811-812  que  parecen  -  comulgan]  parece  que  comen  un  pedazo 
de  pan  T  ||  813  ninguno  om.  T 

815  que,]  ésos  add.  T  ||  816  pecados]  en  add.  T  ||  818  barrido  om.  T  ||  821  no 
om.  T  |  aun]  un  add.  T.  ||  822  rincón  T  |  su]  toda  la  T  |  os  om.  T  |i  824  no 
om.  T  ||  825  de  ir  om.  T  ||  826  caído  a  -  añejar  el  mal]  caídos  poner  remedio 
en  el  mal,  sin  dejar  añejarlo  T  ||  827  carga  T  |  Cató  om.  T 

828  van]  están  T  ||  829  claro  está  om.  7-  ||  830-831  por  su  culpa  -  y  que  muy] 
om.  T  ||  832  Dios]  algunas  veces  orfeí.  T  ||  833-834  ni  gustarlo  -  de  tener]  sin 
alegría  de  ello,  ni  lo  gusten,  ni  lo  sientan  más  que  si  no  lo  hubieran  recebido, 
sino  que  tengan  solamente  71  ||  835  rendidísima]  bendísimá  V ,  om.  T  |  con- 
suelo] no  add.  T  ||  837  por  eso  no  os  espantéis  om.  T  ||  838  y  aun  vosotros  -  vez] 


(360 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


a  cada  bocado  que  comen  les  cuestan  lágrimas  de  pasallo; 

840  mas  decidme,  ¿es  bien  que  no  lo  coman  porque  pasan  mu- 
cha pena  en  comello?  — No,  que  por  eso  no  deja  de  ha- 
celles  provecho  lo  que  comen,  porque  pasan  trabajo.  — 'Pues 
así  no  dejéis  de  comulgar,  porque  no  sentís  gusto  en  ello; 
sino  comed  y  creed.  No  penséis  que  está  en  eso  el  comul- 

845  gar  bien.  Digo  a  los  que  os  aparejáis  y  vivís  con  aviso: 
¿Queréis  buscar  a  Dios  por  gusto  y  sabores?  Engañados 
andáis;  no  es  cosa  segura  ni  cierta,  sino  muy  peligrosa.  No 
os  penéis  porque  no  veis  a  Dios  como  querríades  ni  le 
gustáis  como  deseáis,  que  por  vuestro  provecho  es.  Yo  he 

850  conocido  muchos  que  les  ha  hecho  mucho  mal  el  habérseles 
comunicado  Dios  muy  estrechamente,  porque  no  se  han  sa- 
bido regir,  engriéndose  de  los  regalos  y  consuelos  que  Dios 
les  daba. 

Trátaos  Dios  como  el  padre  que  quiere  mucho  a  su  hijo, 

855  que  por  una  parte  le  da  el  azote  que  lo  mata  y  le  da  de 
coces  y  de  bofetadas,  y  por  otra  le  abraza  y  le  hace  mil  re- 
galos. No  siempre  'le  azota  ni  siempre  le  muestra  mala  cara, 
porque  no  se  vece  a  temello  como  esclavo,  que  es  muy  malo; 
ni  siempre  le  regale  ni  siempre  le  muestre  amor,  porque 

860  perdiéndole  la  vergüenza  no  se  haga  bellaco.  Y  así  lo  acon- 
seja San  Pablo:  No  castiguéis  siempre  vuestros  hijos  ni 
siempre  los  halagad;  pues  así  hace  Dios  con  vosotros:  unas 
veces  os  consuela,  otras  os  castiga  con  no  dejaros  gustar 
nada.  Porque  si  te  enseñase  Dios  el  abrazo  que  te  da  en  el 

865  altar  cuando  te  allegas  a  comulgar,  más  trabajo  tendrías  en 
buscar  paciencia  y  humildad  para  disimular  tantos  favores, 
para  no  ensoberbecerte  de  que  Dios  te  trate  tan  tiernamen- 
te y  tan  amorosamente,  y  ansí  no  te  entraría  en  gozo  el 
sabor  y  dulzura  que  sintirías;  y  también  sentirían  otros  tu 

870  locura  y  soberbia.  Por  eso  te  está  mejor  el  manjar  sin  gus- 
to; así  ámate  Dios  y  juntamente  date  bofetadas. 

Muchos  hemos  visto  que  de  comer  mucha  miel  les  ha 
hecho  mal;  y  no  es  cosa  mala  la  miel,  antes  es  tan  dulce 
y  suave  como  veis;  ansí  hay  quien  tiene  muchos  consuelos 

875   y  gustos;  y  aunque,  como  veis,  son  buenos,  para  otros  son 


«ni.  T  ||  839  cuesta  T  I  pasarlo  T  l|  84C-84il  mucha  pena  en  camello]  trabajó  7'  || 
841  que]  porque  7'  ||  842  hacerles  T  |  lo  que  comen  oni.  7'  |  pasa  V  ||  848  os 
penéis]  penséis  que  T  |  ni]  no  T  ||  £T30  conozco  T  |  mucho  om.  T 

855-856  Vi  azote  -  bofetadas]  azotes  7'  ||  8157  siempre,]  le  abraza  ni  siempre 
add\  T  1  rri  siempre -mala  cara]  om.  T)  \\  858  esclava  V  \\  859  ni  siempre  le 
recale  om.  T  |l  860-861  Y  así  lo  aconseja  San  Pablo  om.  T  ||  851  siempre,]  a 
add.  T  ||  862  halaguéis  T  ||  863  otras]  veces  add.  T  ||  864  te,]  se  V  ||  865  lle- 
nas T  |  temías  T  ||  866  paciencia]  ciencia  T  ¡|  867  trata  T  \\  867-868  tan  tier- 
namente y  om.  T  ||  869  así  7'  |l  8S9  sentirías  T  |  sentirán  V  |j  870  soberbia  y 
locura  T  |  mejor]  comer  add.  T  ||  871  te  ama  T  |  date  bofetada]  te  corrige  T 

873  es,  om.  7"  I!  874  así  T  \\  876  para]  a  unos,  a  T  I1  876  muy  om.  T  ¡j 

862   Cíf.  Eph.  6,  .i;  Col.  3,  21. 


41.     EN  LA  INFRAOCTAYA  DEL  CORPUS 


661 


muy  malos  y  peligrosos,  porque  no  se  saben  aprovechar  de 
la  visitación  de  Dios.  En  lugar  de  humillarse  y  tenerse  en 
menos,  cuanto  ven  que  la  majestad  de  Dios  se  abaja  a  co- 
municarse con  una  cosa  tan  vil:  "¡Oh  Señor!,  que  a  cosa 

380  tan  miserable  y  apocada  te  abajas",  cobran  fantasía  y  pé- 
gaseles una  soberbia  solapada,  encubierta;  y  cuando  pen- 
saban que  estaban  más  cerca  y  más  favorecidos,  estaban 
ya  caídos  en  profunda  miseria. 

Mejor  señal  es  para  ver  si  has  comulgado  bien  si  vences 

885  muy  bien  todas  tus  pasiones  y  las  traes  debajo  de  tus  pies 
después  que  comulgaste,  que  no  ver  si  tienes  gustos.  Más 
segura  y  cierta  cosa  es  ver  si  vences  tú  tu  malquerencia,  si 
no  haces  lo  que  te  pide  tu  carne,  si  traes  debajo  de  tus  pies 
a  tu  invidia,  si  has  subjetado  muy  bien  tu  soberbia,  que  no 

890  si,  cuando  comulgaste,  sentiste  mucha  alegría,  gran  gusto, 
muy  suave  dulzor,  si  tuviste  muchas  lágrimas.  ¿Nunca  ha- 
béis visto  unas  mujeres  que  vellas  comulgar  es  para  alabar 
a  Dios,  de  ver  las  lágrimas  que  derraman,  la  devoción  con 
que  se  llegan  a  recibir  a  Jesucristo,  y  en  yendo,  al  diablo 

895  luego  ofrecen — al  diablo — a  sus  mozos  como  antes,  luego 
riñen,  luego  se  enojan  por  una  palabrita,  y  no  sufren  un 
sinsaborcito  que  las  venga,  que  no  pese  una  paja,  menos  que 
antes  que  comulgasen?  Es  muy  mala  señal  que  te  sepa  muy 
bien  el  manjar  cuando  le  comes  y  no  te  sepas  aprovechar  de 

900  él  después,  sino  que  te  haga  mala  digestión;  bueno  al  gustar 
y  no  al  digerir,  malo  es.  Haz  hincapié  en  vencerte,  que  eso 
es  lo  seguro  y  lo  que  hace  al  caso.  Haz  misericordia,  como  se 
hace  contigo.  ¿Hate  Dios  vestido  y  cubierto  con  su  gracia? 
Viste  tú  y  cubre  los  desnudos.  ¿Perdonante?  Perdona  tú 

905  también  a  los  que  te  han  injuriado.  Esto  es  recibir  a  Jesu- 
cristo; esto  es  comulgar;  porque  Jesucristo  es  humildad, 
castidad,  paciencia,  mansedumbre,  caridad,  y  aquél  lo  re- 
cibe y  lo  come  que  se  le  imprime  en  el  corazón  y  se  hace  una 
cosa  con  él,  pareciéndole  todo  y  siendo  como  El:  [El]  hu- 

910  milde,  tú  también;  Jesucristo  casto,  tú  casto;  El  limpio, 
tú  limpio;  Jesucristo  manso,  tú  manso;  Cristo  la  misma  ca- 
ridad, y  tú  también  caritativo.  Esto,  pues,  es  en  lo  que  has 
de  hacer  hincapié;  y  los  gustos  y  consuelos,  cuando  vinieren 

878  cuanto]  más  add.  T  |  la  majestad  de  om.  T  ||  880  abajan  I'  ||  881  légaseles 
<>m.  7"  ||  883  profunda]  suma  T 

885  todas  om.  T  ||  887  cosa  cierta  T  |  tu2  om.  T  \\  888  s¡2]  y  T  |  tus]  los  T  || 
889  invidia  -  subjetado]  envidia  y  sujetada  T  ||  890-891  gran  gusto  -  lágrimas] 
Mas  r  |  892  verlas  T  |,|  894  recebir  T  \\  894*896  al  diablo- luego  riñen]  a  sus 
casas  7-  \\  897  las  venga  que  om.  T  ||  900  digestión]  y  add.  T  ||  901  no  om.  T  | 
es  om.  T  902-903  que  eso  es  lo  seguro  -  como  se  hace]  om.  1'  ||  903  Hate  Dios] 
haos  T  ||  904  Vístete  T  ||  908  recebir  T  ||  909  todo  y]  y  en  todo  T  ||  910  tam- 
bién] humilde  add.  T  ||  910911  El  limpio,  tú]  y  T  ||  911  Cristo  om.  T 

907  Cf.  Erasmo,  Enchirid.,  c.  4,  rey.  4  :  Opera  (Levdeu  1703), 
t.  5,  P-  25. 


662 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  Dios  los  enviare,  recíbanse  con  humildad  y  hacimiento  de 
915  gracias. 

Ten  reverencia  de-    ¿En  qué  estábamos?  En  que  este  Sa- 
lante   del    Sacra-    cramento  es  figura  de  lo  porvenir 
mentó  <5ue  nav  en  e^  cielo-  Cuando  vas  a  co- 

mulgar, llega  con  mucha  reverencia, 

920  alabándole,  y,  temblando  de  amor,  di:  "Allí  está  mi  Dios 
de  tanta  majestad,  y  yo  llego  a  recibillo" ;  que  así  hacen  en 
los  cielos:  Quem  laudant  angelí,  tremunt  potestates,  canta 
la  Iglesia  católica.  Pues  si  los  ángeles  y  poderíos  tiemblan 
de  sólo  estar  en  su  presencia,  ¿qué  te  parece  que  debes  de 

925  hacer  tú,  gusanillo  miserable,  que  no  sólo  estás  en  su  pre- 
sencia, sino  que  lo  recibes,  lo  cual  no  lo  hacen  los  ángeles? 
Ten,  pues,  reverencia  delante  del  Sacramento.  Espánteme 
cómo  no  temblamos  cuando  nos  llegamos  al  altar;  no  digo 
de  temor  como  esclavos,  sino  de  reverencia  y  amor  como 

930  verdaderos  hijos  de  Dios,  que  tenemos  mucho  acatamiento 
a  nuestro  Padre. 

Espántome  de  las  cosas  que  se  hacen  delante  del  Santí- 
simo Sacramento,  de  los  desacatos  que  pasan,  que  me  hacéis 
sospechar  que  no  pensáis  ni  creéis  que  está  allí  Dios.  Así 

939  habláis  mil  deshonestidades  y  tratáis  vuestros  negocios  y 
trampas  en  la  iglesia;  otros  no  hacéis  sino  pasearos,  como 
si  Dios  no  estuviese  delante;  otros  tenéis  por  costumbre  de 
oír  misa  tan  junto  al  altar,  que  si  os  queréis  volver  a  escopir 
no  hay  dónde,  si  no  se  lo  echáis  encima.  Cosa  es  para  es- 

940  pantar  ver  con  cuán  poca  vergüenza  se  ponen  allí  junto. 
Decid:  ¿Oyó  Dios  más  al  fariseo,  que  se  puso  cabe  el  altar, 
que  no  al  publicano,  que  se  puso  tras  la  puerta  del  templo 
y  no  osaba  mirar  al  cielo?  No;  antes  al  revés,  el  fariseo 
salió  condenado  y  el  publicano  justificado.  No  lo  hagáis  asi. 

945  '  Oí  misa  bien  desviados  del  altar,  por  la  reverencia  del  Santí- 
simo Sacramento,  que  bien  os  oirá  Dios  dende  cualquiera 
parte.  Y  esto  es  lo  que  de  fuera  vemos,  que  en  lo  de  dentro 
no  digo  nada:  Dios  sabe  qué  tales  estáis.  Yo  osaré  jurar  que 
oís  algunos  misa  y  no  estáis  allí  con  los  corazones.  Grande 

950  es  el  desacato  que  pasa  el  día  de  hoy  en  los  templos  de  Dios. 
Y  ya  que  os  ponéis  junto  al  altar,  monta  que  tenéis  los  ojos 
en  el  Santo  Sacramento,  si  no  estáis  mirando  a  la  cara,  con 
tan  poca  vergüenza,  al  sacerdote.  No  le  dejáis  llorar,  o  lo 

920  alabándolo  T  \  Allí  está  om.  T  ||  921  majestad]  está  allí  add.  T  |  rece- 
birlo  r  II  922-923  canta  la  Iglesia  -  poderíos]  om.  T  ||  924  de_]  DI  add.  T  |  de„ 
om.  V  j|  9126  cual]  que  T  |  loa  om.  T  ||  927  delante  om.  T  |  del]  Santísimo" 
add.  T  ¡|  929  amor  y  reverencia  T  ||  930  verdaderos  om.  T  ||  930-980  de  Dios, 
que  tenemos  nvucho  acatamiento  -  darte  ha  gloria]  Hagámoslo  ansí  y  darnos  ha 
su  gracia  y  enriquecernos  ha  con  sus  dones  T 


922   Miss.  Rom.,  Ordo  Miss.,  praefat. 


945    Cf.  Le.  18,  14. 


42.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


662, 


que  Dios  le  ayudare,  sin  que  seáis  vosotros  testigos  de  ello. 

955   No  lo  hagáis  así. 

Sabé  que  os  ensayáis  para  lo  que  habéis  de  hacer  en  el 
cielo.  Mirá  delante  de  quien  estáis.  Allá  habéis  de  estar  ala- 
bándolo; acá  también  lo  estad  agora.  Allá  habéis  de  amar 
infinitamente,  amalde  también  agora  de  vuestras  fuerzas. 

960  Dile:  "Señor,  en  tal  que  me  seas  favorable  para  la  espan- 
tosa hora  de  la  muerte,  no  te  quiero  ofender  agora  por  te- 
nerte contento  para  hora  de  tanta  necesidad.  Quiero  agora 
agradarte;  dame  tu  gracia  para  ello,  que  yo  de  mí  no  puedo 
nada".  Mira  con  el  amor  que  te  está  convidando  Jesucristo 

965  que  vayas  a  recebillo,  que  esto  te  basta  para  no  pecar.  Di: 
"Por  tan  grande  amor  con  que  mi  Señor  me  recibe,  no  le 
quiero  ofender  ni  quiero  hacer  mal.  Quiero  procurar  de 
agradallo  en  cuanto  en  mí  fuere".  ¿No  te  convida  a  ti  nadie 
que  no  vayas  allá?  Pues  no  dejes  de  ir  allamado  de  Jesu- 

970  cristo,  pues  te  está  convidando  para  hacerte  mil  bienes,  para 
darte  su  hacienda  y  a  El  mismo.  Di:  "Con  estos  ojos  miré 
a  mi  Señor  Jesucristo,  ¿cómo  tengo  de  mirar  cosa  en  que 
le  ofenda  con  ellos  ?  Esta  lengua  lo  recibió,  ¿  cómo  ha  de  ha- 
blar de  aquí  adelante  cosa  en  que  El  sea  ofendido?  Estas 

975  orejas  oyeron  su  dulce  voz,  con  que  me  está  convidando, 
¿cómo  oirán  cosa  mala?  Estas  manos  le  tocaron,  ¿cómo  to- 
carán ya  cosa  sucia?  Hazlo  ansí,  y,  recibiéndolo  y  conser- 
vándolo de  esta  manera,  morará  en  ti  y  hacerte  ha  mil  bie- 
nes; nada  te  faltará;  estarás  contento  y  muy  alegre  con  su 

980   compañía.  Darte  ha  gracia  y  darte  ha  gloria. 


42        Se  Queda  para  que  nos  acordemos  de  El 

(Bd.  1596,  I,  pip.  780-787.) 

In  Juniculis  Adam  traham  eos.  Yo  los  traeré  eu  las 
ataduras  de  Adán  (Os.  n,  [4]). 

Más  duros  que  Es  tan  grande  nuestra  ceguedad,  que, 
las  piedras,  le     gozando  de  una  lumbre,  no  miramos  la 

5  olvidamos  hacha  de  donde  viene,  conforme  a  los 
animales,  que  pacen  la  hierba  sin  alzar 
los  ojos  a  agradecerlo  a  quien  se  la  da.  Grande  es  la  ce- 
guedad del  humano  corazón,  y  de  la  ceguedad  le  viene  la 
dureza.  Porque,  pues  una  piedra  es  cavada  con  dar  muchas 

!0  veces  gotas  de  agua  en  ella,  más  sería  ablandado  el  cora- 
zón si  conociese  cuán  sin  cesar  recibe  mercedes  de  la  mano 
de  Dios  nuestro  Señor.  La  piedra  no  siempre  es  herida  con 
la  gota  de  agua;  mas  acá  no  hay  momento  en  que  la  mise- 
ricordia y  largueza  del  Señor  no  esté  lloviendo  en  ti  nuevas 

15  mercedes.  ¿Qué  se  dirá  a  esto,  sino  lo  que  con  mucha  ra- 
zón dice  Dios,  que  los  traía  en  sus  brazos,  y  ellos  no  cono- 


664 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cieron  que  El  tenía  cuidado  de  ellos,  y,  no  lo  conociendo, 
son  hechos  olvidadizos,  y  de  olvidadizos,  desgraciados  e  in- 
gratos ? 

20  y  es  tanta  la  bondad  del  Señor,  que  aun  pasa  adelante 
en  su  bondad,  no  obstante  nuestra  maldad;  nosotros  a  ol- 
vidarle, y  El  a  hacernos  mercedes,  para  que,  así  provoca- 
dos, dejemos  un  día  u  otro  nuestra  dureza  y  le  seamos 
blandos,  agradecidos  y  humildes.  Yo  los  traeré — dice  Dios — 
26  en  cuerdas  de  hombre  y  en  prisiones  de  amor.  ¿Y  qué  son 
cuerdas  para  traer  a  hombres?  No  sogas,  no  maromas,  sino 
beneficios;  porque  más  fuerte  cosa  es  para  traer  a  hombre, 
si  insensible  no  es,  el  verse  beneficiado  de  mano  de  otro 
que  una  muy  recia  maroma  para  traer  al  animal.  Multiplica 
30  Dios  mercedes  dándonos  bienes  de  diversas  maneras  para 
que  vayamos  a  El;  y  todavía  nuestra  maldad  olvida  sua 
dones,  y  con  parecerle  que  son  cosas  usadas,  no  mira  en 
ellas,  cuánto  más  agradecerlas. 

— '¿Qué  haréis,  Señor,  que  no  hay  cuerda  que  lleve  a 
35  vos  gente  tan  desagradecida?  El  yugo  rompen;  de  vos  se 
olvidan  días  sin  cuento.  — Yo  los  atraeré — dice  Dios — con 
prisiones  de  amor.  — ¿Y  qué  son  éstas  sino  los  beneficios 
que  Dios  nos  hizo  descendiendo  del  cielo,  haciéndose  nuestro 
hermano  y  trabajando  y  muriendo  por  nos?  Estas  cadenas 
40  son  prisiones  hechas  con  amor,  y  tal  amor  que  no  lo  hay 
mayor,  pues  quiso  dar  su  vida  por  el  bien  de  los  que  amó. 

¿Qué  dirás  aquí,  corazón  humano?  ¿Olvidarte  has  de 
tu  Dios  acordándose  El  tanto  de  ti?  Acuérdate  de  El  con  la 
penitencia,  y  ternás  parte  en  lo  que  El  padeció  y  ganó; 
45  porque  no  por  otro  canal  ha  de  venir  a  ti  el  fruto  de  su 
pasión,  sino  mediante  el  acordarte  de  ella  y  el  hacer  peni- 
tencia. Porque,  si  la  olvidas,  tanto  es  para  ti  como  si  no  la 
hobiera  pasado;  el  olvido,  muerte  es  de  la  cosa  olvidada, 
cuanto  toca  al  olvidadizo.  ¿Qué  me  aprovecha  que  haya 
50    Dios,  si  yo  de  El  no  me  acuerdo? 

¿Qué  será  la  justicia  de  esto,  sino  que,  como  habiendo 
un  Dios  que  en  sí  es  tan  inmenso,  tú  lo  olvidas  como  si  no 
fuese  nada  y  haces  que  no  sea  en  tu  acatamiento  el  que  es 
verdaderamente  en  todo  y  sobre  todo,  así  para  lo  que  a  ti 
55  te  cumple,  para  ser  bienaventurado  en  El,  será  Dios  para 
ti  como  si  no  hobiese  Dios?  Sentirlo  has,  para  castigarte, 
muy  recio,  fuerte  y  omnipotente;  mas  para  tu  descanso, 
como  si  no  hobiese  Dios;  y  esto  con  mucha  razón,  pues  tú 
le  desheciste  en  tu  memoria  cuanto  en  ti  fué. 
60  ¡Oh  miserable  de  quien,  Señor,  te  olvida!  ¡Y  cuán  mal 
le  irá  cuando  tú  te  olvidares  de  él!  ¡Oh  humana  maldad, 
y  hasta  dónde  has  llegado,  que,  siendo  derramada  la  san- 
gre del  Señor  por  ti,  aun  la  pones  en  olvido  y  la  echas 

17   Os.  ii,  3.  25  Os.  11,  4.  41   Cf.  lo.  15,  13. 


42.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


665 


tan  atrás  de  ti  como  si  fuera  sangre  de  algún  animal  o 

65  io  por  ti  derramada!  Traes  el  corazón  lleno  de  mil  vani- 
dades, indignas  de  ser  en  ti  recebidas,  y  desechas  la  me- 
moria amorosa  de  la  sangre,  con  la  cual  temías  vida,  y 
vida  muy  limpia.  Con  razón  se  queja  el  Señor  en  persona 
de  Job  diciendo:  ¡Tierra,  no  cobijes  mi  sangre!;  porque  se 

70  siente  muy  ofendida  y  afrentada  en  que  sea  ella  olvidada. 
¿Y  por  qué?  Acuérdaste  de  las  cosas  terrenas  y  olvidas  lo 
que  el  Señor  por  ti  padeció.  La  tierra  cobija  su  sangre,  pues 
la  tierra  está  encima  en  tu  memoria,  y  la  sangre  hollada, 
y  por  causa  de  la  tierra,  olvidada.  ¿Qué  más  queda  por  ha- 

75  cer  para  despertar  tu  olvido,  si  beneficio  tan  grande  no  te 
despierta?  Quien  a  esta  voz  duerme,  no  es  dormido,  sino 
muerto;  no  es  hombre,  sino  piedra;  y  no  piedra,  sino  de- 
monio, pues  las  piedras  no  pudieron  sufrir  golpe  de  tanto 
amor,  pues  se  quebraron,  ¡y  no  lo  siente  el  corazón  por 

80  quien  la  sangre  se  derramó!  ¡En  gran  trabajo,  Señor,  es- 
táis con  estas  ánimas  olvidadas! 

Viene  en  persona    ¿Qué  hará  un  marido  que  tiene  una 
para  remedio  de    mujer  moza,  hermosa  y  liviana,  y  que 
nuestro  olvido       l'e  conviene  ausentarse  de  ella  y  la 

85  quiere  bien?  ¿Qué  descanso  ni  conten- 

to terna  el  corazón  de  éste  en  ausencia,  pues  tantas  ra- 
zones tiene  de  temer  el  olvido  de  su  mujer,  la  cual  él  quie- 
re que  de  él  se  acuerde?  Solicítala  con  mensajeros,  con  car- 
tas, con  dádivas,  y  tan  continuas,  que  antes  que  un  men- 

90  sajero  salga  de  casa  de  ella,  otro  es  venido  con  cartas,  rue- 
gos y  dones.  Y  si  la  liviandad  de  ésta  es  tanta,  que  no  tiene 
cuenta  con  el  ausente  marido,  sino  vásele  el  corazón  tras  lo 
que  presente  ven  sus  ojos,  ¿qué  le  aconsejarán  los  amigos 
de  este  ausente,  sino  que,  pues  todo  está  tentado  y  nada 

95  le  aprovecha,  que,  dejado  todo  negocio,  se  venga  él  a  es- 
tar presente  con  ella,  pues  es  tanta  su  liviandad,  que  aun 
en  los  mismos  criados  que  el  marido  le  enviaba  para  que 
ella  se  acordase  de  él  ponía  ella  los  ojos  no  castos,  alzándo- 
se con  aquello  que  había  de  ser  medio  para  que  a  su  mari- 

!00   do  amase? 

"Yo  quiero  ir — dice  el  marido — ;  que  pues  es  mi  mujer 
legítima,  las  entrañas  se  le  moverán  en  viéndome  a  mi  y 
olvidará  cualquier  amor  extraño  que  haya  en  mi  ausencia 
tenido".  Viene  el  marido  con  entrañas  de  amor  a  despertar 

105  la  memoria  amorosa  de  su  mujer;  y  si  a  su  presencia  no  res- 
pondiese con  memoria  de  los  beneficios  que  estando  ausente 
le  hizo  y  con  el  amor  que  le  debe,  ¿en  qué  lugar  de  maldad 
pondríamos  ésta,  y  en  qué  tormentos  de  infierno  estaría 
bien  castigada? 


69    Iob  16,  ig. 


666  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


lio  ¡Oh  Señor!,  ¿y  qué  hacéis  vos,  esposo  de  nuestras  áni- 
mas? Tales  son  cuales  vos,  Señor,  las  conocéis,  vanas,  li- 
vianas, y  que  nos  vamos  tras  lo  que  vemos.  ¡Qué  de  carros 
de  Escritura  sagrada  nos  habéis  enviado!  ¡Qué  de  predi- 
cadores que  de  vuestra  parte  nos  amonesten  no  olvidemos  a 

116  nuestro  legítimo  Esposo,  sin  otros  mensajeros  más  secre- 
tos que  vos,  Señor,  enviáis,  hablándonos  en  nuestros  cora- 
zones que  nos  acordemos  de  vos!  ¿Quién  hay  de  nosotros 
que  no  haya  sido  muchas  veces  amonestado  en  el  rincón  de 
su  corazón,  de  vuestras  suaves  palabras,  para  que  dejemos 

1^20  el  mal  camino  y  nos  tornemos  a  vos?  ¿Quién,  si  quiere  mi- 
rar en  ello,  habrá  que  no  haya  recebido  de  vos  particulares 
mercedes  de  vuestra  parte,  ya  en  cuerpo,  ya  en  ánima? 
Y  aunque  unos  más  que  otros,  todos  han  recebido  muchas, 
¡ya  todo  nos  hemos  hecho  sordos,  ciegos  y  tontos,  toman- 

125  do  lo  que  nos  dais,  y  con  ello  nos  olvidamos  más  de  vos! 
Muchos  ha  habido  que,  antes  que  de  vos  recibiesen  lo  que 
deseaban,  eran  humildes,  devotos  y  cuidadosos  de  su  salud; 
y  cuando  lo  recibieron  se  enamoraron  tanto  de  ello,  que  por 
ello  olvidaron  a  vos.  ¡Así,  Señor,  os  servimos  vuestras  mer- 

130   cedes,  dejándoos  a  vos  por  ellas! 

Grande  es  vuestra  bondad,  que  esto  sufre;  grande,  en 
buscar  todavía  el  bien  de  esta  vuestra  esposa.  Muy  fuertes 
son  vuestras  ataduras,  y,  viendo  que  todo  no  aprovecha, 
venís  vos  mismo  en  persona  a  ponérosle  delante  para  que 

135  os  conozca,  ame  y  se  salve.  Al  cielo  convenía  que  fuésedes; 
en  peligro  está  vuestra  esposa,  ausente  vos;  determinastes 
de  quedaros  en  el  altar  para  que,  viéndoos  ella  con  ojos  de 
fe,  creyendo  que  vos  mesmo,  que  en  el  cielo  estáis,  acá  es- 
táis, se  le  mueva  el  corazón  y  recibiéndoos  diga:  "¡Oh  Se- 

140  ñor  y  Esposo  mío!,  vos  sois  el  que  tantos  bienes  me  habéis 
enviado;  vos  el  que  por  mí  os  hecisteis  hombre  y  moristeis 
en  cruz;  vos  de  cuya  mano  yo  tantos  bienes  generales  y 
particulares  he  recebido".  Y  así  con  su  presencia  se  acuerde 
el  ánima  de  todos  los  beneficios  que  en  ausencia  le  ha  en- 
145  viado. 

Y  si  uno  estando  ausente  nos  enviase  muchas  dádivas 
y  después  viniese  a  nuestra  casa,  todo  lo  recebido  se  nos 
renovaría,  y  le  daríamos  gracias  por  cada  cosita,  con  Da- 
vid. Así  ha  de  hacer  el  ánima  cuando  .comulga,  agradecer 
ISO  al  Señor  lo  que  por  ella  pasó  y  lo  que  de  su  mano  ha  recebi- 
do y  tomar  la  presencia  del  Señor  en  este  Sacramento  para 
remedio  contra  su  olvido,  porque  para  esto  lo  ordenó  el 
Señor,  según  El  dijo:  Haced  esto  para  acordaros  de  mí. 
Porque  tiene  El  tanta  fiucia  en  lo  que  nos  ha  hecho,  que, 


149  Cf.  Ps.  i35- 
153    Le-  22,  19. 


43-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


667 


55  si  de  ello  nos  acordamos,  cierto  le  seríamos  agradecidos;  y 
por  esto  dice  que  nos  acordemos  de  El,  y  se  queda  acá 
para  ello. 

¡Y  ay  de  aquel  que  ha  olvidado  lo  que  le  fué  dado  para 
remedio  contra  su  olvido!  ¡Y  bienaventurado  aquel  que  con 
60   frecuente  memoria  se  acuerda  de  este  divinísimo  Sacra- 
mento, y  con  humilde  devoción  le  recibe,  porque  con  él  le 
vendrán  todos  los  bienes! 

43       NO  NEGARÁ  EL  CIELO  A  LOS  QUE  EN  LA  TIERRA  LE 
DIERON  POSADA 

En  la  Infraoctava  del  Corpus 

(Ed.  1596,  I,  pp.  527-565.) 

Si  quú  manducaverit  ex  lior  pane,  vivet  in  aeter- 
num.  Si  alguno  comiere  de  este  pan,  vivirá  para 
9iempre  (lo.  6,  [52]). 

Este  'Señor  venció  Más  fuerte  es  el  don  que  por  Jesu- 
5     a  la  muerte  para  cristo  nos  vino  que  el  mal  que  por  la 
ti  y  para  El       comida  de  Adán.  Si  por  el  delito  de 
uno — que  fué  Adán — la  muerte  reinó, 
muchos  más  son  los  que  reciben  la  abundancia  de  la  gracia 
y  del  don  y  de  la  justicia,  y  reinarán  en  la  vida  por  Jesu- 

10  cristo.  Esto  dice  San  Pablo.  De  lo  cual  se  saca  que  si  aquel 
manjar  vedado  fué  causa  que  Adán  ofendiese  a  Dios,  y  la 
ofensa  de  Dios  fué  causa  de  muerte  de  cuerpo  y  ánima, 
mucha  más  fuerza  tendrá  este  divino  manjar  para  juntar 
el  ánima  con  Dios  y  dar  vida  de  cuerpo  y  de  ánima. 

15  No  se  gloríe  la  muerte  porque  por  el  pecado  de  Adán  reinó 
en  todos  los  hombres;  mas  oiga  lo  que  este  Señor,  que  allí 
está  (vida  de  todas  las  vidas,  omnipotente,  delante  de  cuyo 
acatamiento  es  la  muerte  deshecha),  le  dice:  ¡Muerte,  yo 
seré  tu  muerte!  Porque,  muriendo  el  mismo  Señor,  mató 

20  nuestra  mjuerte.  Y  porque  estábamos  en  una  muerte  de  ánima 
y  cuerpo,  estuvo  El  muerto  y  sepultado,  y  de  esta  manera 
nos  ganó  la  vida  de  gracia  para  el  ánima,  y  vida  inmortal 
y  gloriosa  para  el  cuerpo,  sin  que  tenga  fin  una  ni  otra. 
Porque  ¿qué  quiere  decir:  Si  alguno  comiere  de  este  pan, 

25  vivirá  para  siempre,  sino:  "por  virtud  de  este  pan  la  muerte 
será  muerta  para  siempre"  ? 

Esto  creemos  ahora;  esto  veremos  después  cuando,  como 
dice  San  Pablo,  el  enemigo  postrero,  que  es  la  muerte,  será 
destruido;  y  se  cumplirá  la  palabra  de  Dios  que  tiene  dicha 

30   contra  la  muerte:  Que  será  absorbida  con  la  victoria  de  la 


10   Rom.  5,  17. 
19  Os.  13,  14. 
25    lo.  6,  52. 


29  1  Cor.  15,  20. 

30  1  Cor   15,  54. 


668 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


vida.  Y  los  que  de  aquella  bienaventurada  vida  de  cuerpo  y 
ánima  gozaren,  harán  burla  de  la  muerte,  que  ahora  parece 
que  es  señora  de  todos,  y  diránla:  Muerte,  ¿dónde  está  tu 
Vitoria?  Muerte,  ¿qué  es  de  tu  aguijón?  El  aguijón  de  la 

35    muerte  el  'pecado  es;  porque  en  él  tiene  ella  su  fuerza  para 
matar,  pues  por  el  pecado  entró  en  el  mundo;  y  la  fuerza 
del  pecado  es  la  Ley;  porque  vedando  y  no  dando  fuerzas 
para  vencerlo,  toman  los  hombres  ocasión  de  pecar  más. 
Gracias  a  Dios — dice  San  Pablo — ,  que  nos  dió  victoria 

40  por  Jesucristo  nuestro  Señor.  Ganónos  con  su  muerte  gra- 
cia y  virtud  para  cumplir  la  Ley  de  Dios,  vencer  el  pecado; 
y  éste  vencido,  es  vencida  la  muerte,  pues  que  la  fuerza  de 
ella  estaba  en  él.  No  hay  que  temer  muerte,  no,  si  el  hom- 
bre ha  vencido  al  pecado;  y  como  entonces  estará  del  todo 

45  muerto  en  el  cielo,  estará  del  todo  muerta  la  muerte.  ¡Tiem- 
po bienaventurado  y  reino  dichoso!  ¡Con  cuánta  razón  di- 
remos bienaventurado  al  que  ha  de  comer  pan  en  el  reino 
de  Dios! 

¡  Oh  Señor,  en  qué  cuidados  estamos  puestos  en  este  des- 

50  tierro,  pues  nos  está  puesta  ley  de  morir  una  vez!  Y  este 
yugo,  harto  grave  era,  aunque  fuera  solo;  y  hácese  muy  más 
grave,  porque  tras  la  muerte  se  sigue  tu  riguroso  juicio, 
donde  se  pide  cuenta  del  mal  que  hemos  hecho  por  toda  la 
vida  y  de  los  bienes  que  dejamfos  de  hacer;  y  no  sabemos, 

55  Señor,  qué  tal  será  tu  sentencia,  aunque  sabemos  que  será 
o  de  grandísimo  mal  o  de  grandísimo  bien. 

Mas,  cristiano,  aunque  esto  sea  así,  no  desmayes;  acuér- 
date de  estas  palabras:  El  que  come  de  este  pan,  vivirá 
para  siembre.  Si  temes  la  muerte  estando  con  salud  o  cuando 

60  te  quieres  morir,  que  es  el  tiempo  en  que  su  temor  más 
aprieta,  entre  todos  tus  desmayos,  mirando  tus  pecados  y  el 
rigor  de  la  justicia  de  Dios  nuestro  Señor,  y  las  penas  del 
infierno,  y  el  espanto  y  obscuridad  de  la  muerte  que  te  cerca 
y  te  quiere  tragar,  entre  todos  estos  espantos  acuérdate: 

©5  "Confesado  me  he  de  mis  pecados;  hecho  he  lo  que  mi  con- 
fesor me  mandó;  he  recebido  a  Cristo:  espero  que  me  ha 
de  salvar". 

La  muerte  vino  porque  el  ánima  se  apartó  de  Dios;  por 
lo  cual  ella  murió  primero  que  el  cuerpo;  y  parecióle  a  la 

70  divina  Sabiduría  dar  el  remedio  por  el  orden  que  vino  la 
perdición.  El,  por  su  misericordia,  ordenó  Sacramentos  para 
que,  bien  recebidos,  cobrásemos  la  vida  del  ánima;  y  nos 
dió  este  Pan  celestial,  tan  fuerte  y  tan  lleno  de  riqueza, 
que  entre  todos  los  impedimentos  y  contrarios  que  la  vida 

75   de  nuestra  ánima  tiene,  El,  como  más  poderoso,  la  hace  más 


40   Cf.  1  Cor.  15,  55-57. 

48   Lic.  14,  15. 

52    Ctf.  Hebr.  9,  27. 


669 


fuerte  que  todos  ellos  y  la  hace  andar  y  correr  por  el  camino 
de  los  mandamientos  de  Dios  por  discurso  de  la  vida,  hasta 
que  'la  meta  en  el  cielo. 

Mas,  aunque  el  ánima  esté  remediada  y  libre  de  la  muer- 

80  te  por  el  espíritu  de  la  vida  que  recebió,  el  cuerpo  se  queda 
todavía  sujeto  a  la  muerte  y  a  los  trabajos  que  de  ella  pro- 
ceden, para  ejercicio  de  virtud  y  para  socorro  contra  el 
pecado;  y  porque  es  bien  que  así  como  en  el  cielo  hemos  de 
ser  conformes  a  Cristo  nuestro  Señor  en  cuerpo  y  en  ánima, 
85  también  lo  seamos  estando  acá;  el  cual,  aunque  su  sacratí- 
sima ánima  desde  que  fué  criada  siempre  fué  viva  en  vida 
de  gracia,  tuvo  su  sacratísimo  cuerpo  sujeto  a  trabajos  y 
a  la  mdsma  muerte.  Y  pues  no  es  mayor  el  siervo  que  el 
Señor  y  es  grande  gloria  seguirle  y  parecer  a  El,  no  tenga 

90  nadie  por  mai  que  aunque  tenga  su  ánima  viva,  su  cuerpo 
tenga  necesidad  de  morir.  Ofrece  a  Cristo  tu  vida  de  muy 
buena  gana,  que  te  la  quite  la  enfermedad,  y  acepta  el 
gusto  de  esa  muerto,  que  te  parece  tan  desabrida,  en  razón 
de  la  muerte  que  el  Señor  recebió  en  la  cruz  con  mayores 
95  tormentos  por  ti.  Y  si  te  parece  cosa  espantosa  entrar  en 
esa  tan  obscura  casa,  acuérdate  que  has  comulgado  y  cuán 
poderoso  es  él  que  has  recebido;  y  en  su  confianza,  osa  decir: 
Si  anduviere  en  medio  de  la  sombra  de  la  muerte,  no  temeré 
los  males,  porque  tú  eres  conmigo.  ¡Oh  dulce  palabra!  ¡Oh 

100  dulcísima  obra!  ¡Que  abra  el  hombre  su  boca  y  reciba  den- 
tro de  sí  al  Señor  de  las  virtudes,  al  destruidor  de  la  muer- 
te, al  que  en  el  sepulcro  entró  muerto  y  salió  vivo,  sin  que 
los  lazos  de  la  muerte  lo  pudiesen  tener! 

Terrible  cosa  pareció  a  Jonás,  profeta,  ser  echado  de  la 

105  nave,  y  ser  tragado  de  la  ballena,  y  andar  en  el  vientre  de 
ella;  mas  el  Señor  de  la  tierra  y  mar,  de  los  peces  chicos 
y  grandes,  no  sólo  libró  a  Jonás  de  la  muerte  en  el  vientre 
de  la  ballena,  más  tomólo  por  medio  para  darle  la  vida,  y 
mandó  a  la  ballena  que  lo  sacase  a  la  orilla,  como  si  fuera 

110    un  navio  seguro,  y  lo  echase  en  la  tierra  vivo  y  sano.  ¿Qué 
temes,  hombre?  Este  Señor  que  has  recebido  venció  a  la 
muerte  para  ti  y  para  El;  y  pues  te  has  arrimado  a  El, 
El  te  sacará  a  nado  de  este  mar  donde  quieres  entrar. 
Acuérdate  que  el  piadoso  samaritano  tomó  al  llagado  que 

115  estaba  en  el  camino,  y  le  untó  sus  heridas  con  aceite,  y  lo 
lavó  con  vino,  y  lo  puso  encima  de  su  bestia,  y  lo  llevó  donde 
recibiese  perfecta  salud.  Da  gracias  a  este  Señor,  que,  vi- 
niendo del  cielo  a  caminar  por  estos  caminos  de  trabajos,  te 
vió  herido  de  heridas  mortales,  que  son  los  pecados,  y  por 

120   curarte  decendió  acá,  y  untó  tus  pecados  y  los  lavó  cuando 


77   Cf.  Ps.  n8,  r. 

89   lo.  13,  16  ;  cf.  Eccli.  23,  38. 

99   Ps-  22,  4. 


110  Cf.  Ion.  2,  tí. 
116    Cf.  Le.  10,  34. 


670  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


por  .su  misericordia  te  dolieron  y  gemiste  por  haberlos  come- 
tido, y,  con  amargura  de  tu  ánima  confesándolos,  cumpliste 
la  penitencia  que  te  fué  mandada,  y  otras  cosas  que  según  tu 
flaqueza  habrás  podido  hacer.  Y  su  misericordia  no  te  dejó 

126  en  este  desconsuelo;  mas  ordenó  que  su  ministro,  en  nom- 
bre de  El,  dijese  aquéllas  palabras  de  la  absolución  sacra- 
mental, más  dulces  para  el  gusto  del  ánima  que  la  misma 
miel,  más  sabrosas  de  oír  que  la  música,  por  acordada  que 
sea;  más  blandas  y  mitigativas  del  dolor  del  ánima  que  el 

130  aceite  para  <el  cuerpo;  las  cuales  son:  Yo  te  absuelvo  de 
todos  tus  pecados  en  el  nomibre  del  Padre,  y  del  Hijo,  y 
del  Espíritu  Santo.  ¿Qué  blandura  se  puede  igualar  con 
aquésta?  ¡Que  en  el  tribunal  de  Dios  te  acusan  delante  del 
juez  puesto  por  El,  y  tus  orejas  oigan  sentencia  definitiva 

136  en  tu  causa,  por  la  cual  te  den  por  libre  de  la  muerte  que 
merecían  tus  pecados  para  siempre  jamás! 

Alabado  sea  Dios  por  esta  misericordia,  y  alabado  sea 
por  la  que  hace  tras  ésta;  que,  habiendo  untado  al  llagado, 
lo  toma  y  lo  pone,  no  encima  de  bestia,  sino  encima  de 

140  sí  mismo,  encima  de  sus  hombros,  llevando  sus  pecados  a 
cuestas,  y  aun  metido  en  lo  más  dentro  de  su  corazón,  amán- 
dole más  fuertemente  de  dentro  que  parece  en  lo  de  fuera, 
aunque  lo  uno  y  lo  otro  es  incomprehensible. 

La  comunión,  reme-     Cristiano,  ¿qué  temes  muerte  de 

145  dio  contra  nuestras     cuerpo,  pues  ya  ha  muerto  Dios  tus 
desconfianzas         pecados  y  llevádolos  sobre  sus  hom- 
bros? Para  ti  nació,  para  ti  fué 
circuncidado,  para  ti  fué  baptizado,  para  ti  predicó;  cansóse 
por  esos  caminos,  ayunó,  sudó  y  lloró;  recibió  azotes,  bo- 

150  fetadas,  espinas  y  clavos;  expiró  en  la  cruz  con  grandes 
dolores,  y  deshizo  los  pecados  como  un  grandísimo  fuego  se 
traga  una  paja.  ¿Qué  temes  pecados  tuyos,  siendo  Dios  la 
ipaga  de  ellos?  ¿Por  qué  no  esperarás  el  cielo,  habiéndotelo 
comprado  Dios  con  su  sangre  en  la  cruz?  Ten  averiguado 

155  que,  aunque  mucho  dista  el  alteza  del  cielo  más  alto  del 
centro  de  la  tierra,  que  es  lo  más  bajo  de  ella,  mucho  más 
vale  tu  precio,  que  es  Dios  humanado,  que  el  perdón  de  los 
pecados,  por  grandes  que  sean,  ni  la  gloria  del  cielo,  aun- 
que sea  más  grande;  todo  es  poco  en  comparación  de  Dios. 

160  Y  para  que  tu  flaqueza  estuviese  enteramente  confortada, 
no  te  dieron  por  remedio  algún  ángel  o  serafín,  mas  al 
Criador  de  ellos,  Jesucristo  nuestro  Señor  y  Redemptor. 

Mas  ya  entiendo  por  qué  agujero  se  sale  la  flaqueza  de 
tu  corazón:  — Todo  eso  creo — míe  dirás — ,  y  con  todo  eso 

i65  temo,  y  mucho  temo;  porque  sé  que,  con  haber  pasado  nues- 
tro Señor  todas  esas  cosas,  están  muchos  en  él  infierno,  no 


i$s    RÜ.  Rom.,  tít.  3,  c.  2. 


43-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


671 


por  el  poco  valor  de  su  sangre,  mas  por  falta  de  bien  se 
aparejar  los  que  han  de  gozar  de  su  merecimiento.  ¿Y  qué 
sé  yo  si  soy  uno  de  éstos? 

170  — No  penséis,  hermano,  que  tenemos  tal  Dios,  que  ten- 
ga desconsolados  a  los  suyos;  que  San  Pablo  le  llama  Padre 
de  las  misericordias  y  Dios  de  toda  consolación,  el  cual  nos 
consuela  en  todas  nuestras  tribulaciones.  No  se  contentó  la 
divina  Bondad  con  remediar  nuestras  necesidades,  sino  con 

1?5  que  estuviésemos  consolados  en  nuestras  tribulaciones;  y 
como  ésta  sea  la  mayor,  no  es  de  creer  que  aquí  falte  la 
dulcedumbre  de  su  consuelo. 

Los  infieles  que  no  conocen  a  Cristo,  los  malos  cristia- 
nos que  están  en  pecado  mortal  sin  querer  salir  de  él,  teman 

180  y  tiemblen  cuando  se  les  acerque  la  muerte,  pues  que  se 
les  acerca  su  condenación,  como  gente  que,  o  no  conoció  o 
desechó  el  potentísimo  remedio  para  sus  males,  que,  a  costa 
de  la  sangre  de  Cristo,  les  era  ofrecido.  Mas  el  cristiano 
que  es  baptizado  y  tomado  por  hijo  adoptivo  de  Dios,  si  ha 

185  mortalmente  pecado,  va  a  lavarse,  con  gemido  de  lo  pasado 
y  propósito  de  se  enmendar,  a  la  piscina  de  la  sangre  de 
Jesucristo,  que  obra  en  el  santo  sacramento  de  la  Peniten- 
cia, y  de  allí,  con  aparejo  bastante,  en  el  altar  recibe  a 
Jesucristo,  ¿por  qué  este  tal  se  ha  de  dejar  caer  con  des- 

190   confianza,  pues  tiene  tantas  causas  para  esperar? 

¡Qué  piadosamente  lo  hizo  el  Señor!  ¡Cuan  gran  reme- 
dio puso  en  la  sacra  comunión  contra  nuestras  desconfianzas! 
Porque,  si  nuestro  temor  nace  de  que  no  sabemos  si  el  me- 
recimiento de  Jesucristo  se  aplica  a  nosotros  en  particular, 

195  no  hay  cosa  tan  apropiada  contra  esta  enfermedad  como  la 
grande  benignidad  que  en  este  divino  Sacramento  se  mues- 
tra. Dices  tú:  "La  vida  y  muerte  de  Cristo,  suficientísi- 
mas  son  para  mi  remedio  contra  el  pecado  y  contra  la  muer- 
te; y  si  yo  supiese  que  era  participante  en  Jesucristo, 

200  viviera  y  muriera  muy  consolado".  ¡Alabado  seas,  Señor, 
por  siempre,  y  la  hora  en  que  ordenaste  esta  dulcísima  me- 
dicina, manifestadora  de  tu  dulcedumbre  y  causadora  de 
nuestro  consuelo;  que  porque  tú  conoces  bien  cuán  ponzo- 
ñosa cosa  es  el  pecado,  y  cuántos  desmayos  causa  en  el  cora- 
2°6  zón  de  quien  lo  comete,  y  cómo  hace  huir  de  ti  y  esconderse, 
como  nuestros  padres  hicieron,  y  hace  temblar  lo  principal 
del  ánima,  como  tembló  la  cabeza  a  Caín,  pusiste  aquí  tal 
remedio,  que  haga  huir  a  nuestros  desconsuelos,  por  ser 
señal  y  causa  que  el  hombre  goce  del  merecimiento  de  Cristo! 
210  Palabra  es  del  Espíritu  Santo,  dicha  por  boca  del  após- 
tol San  Pablo;  palabra  digna  de  toda  acepción  y  de  todo 


173   2  Cor.  i,  3. 
205    Cf.  Gen.  3,  8 
207   Cf.  Gen.  4,  5. 


672 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


consuelo,  que  dice:  El  pan  que  repartimos,  ¿por  ventura  no 
es  participación  del  cuerpo  de  Cristo?  El  cáliz,  al  cual  ben- 
decimos, ¿no  es  comunicación  de  la  sangre  de  Cristo?  ¿Oyes, 

215  cristiano,  que  el  recebir  este  pan  celestial  que  en  el  altar 
se  reparte,  y  el  recebir  su  sacratísima  sangre  (y  quien 
el  cuerpo  recibe,  la  sangre  recibe),  es  ser  participante  del 
cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo  ?  Si  prometías  de  vivir  y  morir 
consolado  con  saber  si  eras  participante  de  Jesucristo,  ves 

220  aquí  palabra  de  Dios,  que  te  afirma  que  el  comulgar  es 
participar  de  su  cuerpo  y  sangre. 

No  pidas  saber  que  participas  de  los  merecimientos  por 
certidumbre  de  fe  ni  claridad  de  evidencia.  No  te  cumple 
eso  ni  Dios  lo  ordenó;  porque  certidumbre  infalible  no  la 

225  has  de  tener  si  no  es  por  revelación  divina : .  conténtate  con 
una  confianza  cristiana,  que,  aunque  no  llega  a  los  grados 
de  aquella  certidumbre,  es  bastantísima  para  desechar  las 
flaquezas  del  corazón,  y,  arrimada  a  los  merecimientos  de 
Cristo,  hace  vivir  consolados  y  morir  confortados,  poniendo 

230  debajo  de  sus  pies  la  desesperación  que  causa  el  pecado  y  el 
demasiado  temor  que  causa  la  muerte. 

Obras  de  misericor-    Ahora  dice,  hermano,  la  divina  mi- 
dia  con  Cristo:  dar-    sericordia,  que  te  hizo  merced  que 
le  posada  con  razonable  aparejo  llegaste  a  la 

235  mesa  de  la  paz,  a  la  señal  de  la 

reconciliación  a  gozar  de  los  dulces  abrazos  de  Cristo:  Jún- 
tate con  el  mismo  que  ha  de  ser  tu  Juez,  y  en  prendas  de 
que  entonces  te  será  piadoso  Padre  y  dará  sentencia  por  ti, 
quiso  El  recebir  de  ti  este  servicio,  de  tomar  tus  entrañas 

240  por  casa,  para  serlo  El  tuya  en  el  cielo. 

¿Quién  hay  sabio  entre  vosotros,  y  entenderá  las  mi- 
sericordias de  Dios?,  dice  David.  Y  si  para  alguna  parte 
es  necesaria  esta  exclamación,  para  aquí  mucho  más.  ¡Oh 
misterio  dulcísimo,  cuán  de  verdad  se  cumple  en  ti  lo  que 

245  antes  prometiste  a  nuestros  padres  pasados,  que  les  habías 
de  dar  una  tierra  que  les  manase  leche  y  miel!  Más  dulce, 
más  sabroso  te  nos  has  guisado,  Señor,  en  manjar  que  lo 
es  toda  la  leche  y  miel  que  hay  en  el  mundo. 

Verdad  tuya  es  que  los  que  aquí  hicieren  misericordia 

250  los  pornás  en  el  día  del  juicio  a  tu  diestra.  Porque  dieron 
de  comier  ál  hambriento  y  de  beber  al  sediento,  e  hicieron 
obras  semejables,  les  dirás,  Señor:  Venid,  benditos  de  mi 
Padre;  poseed  el  reino  que  os  está  aparejado  desde  el  pri- 
mero día  del  mundo.  Aunque  sea  tanta  tu  bondad,  y  te 


214  Of.  1  Cor.  10,  16. 

225  Concilio  de  Tkento,  sess.  6,  c.  12,  can.  15,  16,  23. 

242  Ps.  106,  43. 

246  Cf.  Deut.  26,  9.  254    Mt.  2,s,  34. 


43-     EN  LA  IN'FRAOCTAVA  DEL  CORPUS  673 


255  hayas  juntado  con  nos,  y  digas  tú  con  tu  santísima  boca 
que  la  comida,  bebida  y  vestido  y  obras  de  misericordia 
que  al  prójimo  dimos  por  ti,  lo  dimos  a  ti,  no  te  conten- 
taste con  recebir  estas  obras  por  tercera  persona,  mas  or- 
denaste tú,  piadosísimo  amador,  este  consuelo,  que  pudie- 

260  sen  los  hombres  hacer  obras  de  misericordia  a  tu  misma 
persona. 

Dichosa  fué  tu  sacratísima  Madre,  dichoso  el  santo  Josef, 
dichosos  todos  aquellos  que  te  dieron  comida,  bebida  y  ves- 
tido, posada  y  cualquier  refrigerio;  porque,  allende  de  ser 

265  gran  bienaventuranza  dar  el  hombre  algo  a  quien  todo  se 
lo  dió  y  remediar  la  criatura  la  necesidad  de  e$i  Criador,  el 
galardón  de  aquellos  tales  que  a  la  persona  inmensa  de 
Cristo  hicieron  buenas  obras,  muy  más  abundante  e  ilustre 
será  que  el  de  los  que  hacen  las  tales  obras  a  otras  perso- 

270  ñas  por  amor  de  El.  Obras  dignas,  por  cierto,  por  las  cuales 
con  razón  llamamos  bienaventurados  a  quien  las  hizo,  y 
que,  oyéndolas,  suspiremos  de  corazón  porque  nosotros  no 
fuimos  dignos  de  alcanzar  aque'l  tiempo  y  ayudar  a  las 
necesidades  de  nuestro  Señor,  aunque  fuera  haciendo  de 

275  nuestro  corazón  manjar  que  El  comiese,  ropa  con  que  vis- 
tiese, casa  donde  morase,  sepulcro  donde  después  de  muerto 
fuese  enterrado. 

¿Quién  no  tornará  otra  vez,  y  muchas  veces,  a  excla- 
mar: Quién  hay  sabio  entre  vosotros,  que  entienda  las  mi- 

280  sericordias  de  Dios?  ¿ Quién. terná,  Señor,  ojos  para  mirar 
las  riquezas  de  tu  sabiduría,  la  grandeza  de  tu  poder  que 
ejercitas  en  este  santo  misterio  lleno  de  milagros,  tan  in- 
comprehensibles a  nuestro  entendimiento,  que  lo  primero 
que  nos  ofrece  y  postrero  cuando  pensamos  en  él  es  decir: 

285  ¿Qué  es  aquesto?,  quedando  admirados  nuestros  entendi- 
mientos, vencidos  de[l]  gran  resplandor  de  tu  sabiduría  y 
poder,  con  que  este  misterio  ordenaste?  Mas  cuando  llega- 
mos, Señor,  a  pensar  la  misericordia  y  dulcedumbre  con  que 
aquí  te  aparejaste  en  manjar  para  el  pobre,  y  cómo,  aun- 

290  que  te  subiste  al  cielo,  donde  ni  es  ya  menester  que  te  den 
de  comer  y  beber  ni  recibes  de  nadie  en  persona  obras  de 
misericordia,  hallaste  manera  como  estar  entre  nosotros  y 
en  tu  misma  persona  recebir  de  nosotros  obras  de  miseri- 
cordia, para  que  nosotros  seamos  consolados  en  hacerte  bien 

295  y  tengas  tú  ocasión  de,  por  lo  poco  que  nosotros  te  damos, 
darnos  tú  mucho  en  el  cielo. 

¿No  habéis  pensado,  hermanos,  aquesto,  que  el  lugar 
propio  de  nuestro  Señor  es  el  cielo,  pues  a  cuerpo  ajeno 

270  por.,]  «on 

28o    Cf.  Ps.  i<>6,  43.  289    l's.  67,  II. 

I  285    Ex.  16,  15. 


B.. Avila  2 


22 


674 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


de  corrupción  tal  lugar  le  es  debido?  Y,  con  todo  eso,  el 

300  amor  que  nos  tiene  le  hace  extranjero,  por  acompañar  a 
los  que  somos  extranjeros,  y  estar  en  aquella  pequeña  casa 
de  los  accidentes  de  pan,  casa  asaz  desproporcionada  para  su 
Majestad,  mas  muy  a  lo  propio  para  su  amor  y  a  la  obra 
que  viene  a  hacer. 

305  No  piense  nadie,  no,  que  el  estar  el  Señor  allí  encerrado 
es  el  fin  por  que  allí  está;  medio  es  para  otra  cosa;  y  si 
quieres  saber  para  qué  está  guisado  y  proporcionado,  bien 
puesto  debajo  de  aquella  pequeñez:  para  desde  allí  dar  un 
salto  y  meterse  en  las  entrañas  de  nosotros  pequeños,  para 

310  que,  recibiendo  de  nosotros  posada,  tener  ocasión  de  ser 
El  la  nuestra  en  el  cielo.  Rogadle,  rogadle  con  mucha  afec- 
ción lo  que  decía  David:  Sedme,  Señor  Dios,  defensa  y  casa 
de  refugio  para  me  salvar;  y  responderos  ha  San  Agustín 
en  su  nombre:  "Si  tú  quieres  que  Dios  sea  tu  casa  en  el 

315  cielo,  sé  tú  casa  suya  en  el  suelo". 

¿Quién  de  las  personas,  hermanos,  que  en  este  mundo 
aposentó  al  Señor,  quedó  sin  muy  buena  paga  de  la  posa- 
da? Su  sagrada  Madre  fué  la  primera  que  en  sus  entrañas 
le  aposentó,  y  El  a  ella  la  tiene  aposentada  en  el  cielo  so- 

320  bre  todas  las  criaturas  humanas  y  angélicas  y  muy  junta 
consigo.  Una  vez  no  más  le  dió  Zaqueo  posada,  y  dijo  el 
Señor:  Hoy  ha  sido  hecha  salud  en  aquesta  casa;  y  fué 
hecha  salva  hoy  aquel  ánima  por  un  rato  que  dió  aposento 
al  cuerpo  del  Señor.  Preguntad,  ¿cómo  ha  pagado  a  María 

325  y  a  Marta  el  hospedaje  que  le  hicieron?  Mirad  el  sepulcro 
que  al  cuerpo  muerto  dió  posada,  cuán  honrado  de  todos 
está,  que  lo  llama  Esaías  glorioso. 

Mas  ¿qué  nos  maravillamos  de  aquesto?  Si  Elias  resu- 
citó el  hijo  muerto  de  la  mujer  que  le  daba  posada;  si  Elíseo 

330  alcanzó  hijo  a  su  huéspeda  no  le  teniendo,  y  después  de 
muerto  se  lo  resucitó;  y  lo  que  más  es,  si  por  tocar  los 
huesos  de  Elíseo,  ya  muerto,  recibió  vida  el  que  estaba 
muerto,  ¿con  cuánta  más  razón  el  Señor,  que  es  mayor  y 
más  dadivoso  que  fueron  sus  siervos,  hará  estas  mercedes 

335    y  otras  mayores  a  los  que  le  dieren  posada? 

¡Oh  palabra  dulcísima,  que  de  la  boca  del  Señor  el  día 
del  juicio  oirá  el  cristiano  que  aqui  hobiere  bien  recebido 
el  cuerpo  del  Señor:  Huésped  era,  y  acogísteisme;  tomad  el 
reino  que  os  está  aparejado!  ¡Oh  palabra  más  que  dulcísi- 

340  nía!  En  la  cárcel  estaba,  y  venisteis  a  mí;  tomad  el  reino 


313  rs.  30,  3. 

315  San  Agustín,  Enarr.  in  Ps.  30,  serm.  3,  8  (MI,  36,  252)  : 

«Esto  domus  eius,  et  erit  domus  tua,  habitet  in  te,  et  tu  habitabis 
in  eo». 

322  Le.  19,  9.  331   Of.  4  Reg.  4,  12-36. 

327  Is.  11,  10.  333    Cf.  4  Reg.  13,  21. 

329  Cf.  3  Reg.  17,  20-23. 


43-     E>>"  LA  IXFRAOCTAVA  Día  CORPUS 


675 


que  os  está  aparejado.  ¿Entendéis  esto?  ¿Qué  sabio  hay  que 
guarde  estas  cosas  y  entienda  estas  misericordias?  Huésped 
era,  y  acogisteisme ;  y  en  la  cárcel  estaba,  y  venisteis  a  mi. 
¿No  lo  veis  extranjero,  debajo  de  hábito  más  disimulado 

345  que  el  que  llevaba  cuando  se  juntó  con  los  discípulos  que 
iban  a  Emaús?  ¿No  habéis  oído  en  vuestras  entrañas  sus 
santas  palabras,  que  hacen  arder  el  corazón  cuando  el  hom- 
bre ha  comulgado?  ¿No  entendéis  que  desde  aquélla  sagra- 
da hostia  os  está  diciendo  lo  que  dijo  a  Zaqueo:  Desciende 

350   apriesa,  porque  hoy  me  conviene  posar  en  tu  casa? 

Mas,  ¡ay  de  mí!,  que  Zaqueo  descendió  presto  del  árbol 
en  que  estaba,  y  dice  el  Evangelio  que  fué  gozoso  y  lo  re- 
cibió, y  así  gozó  de  tal  Huésped  y  tal  galardón.  ¡Y  hay 
muchos  entre  vosotros  a  quien  deciros:  "Recebid  al  Señor", 

355  os  es  palabra  de  tristeza  y  amargura,  y  ansí  os  quedáis  sin 
gozar  de  tal  fiesta  y  de  tal  galardón!  ¿Qué  haréis — dice 
Isaías — en  el  día  de  la  visitación  y  de  la  desventura,  que 
viene  de  lejos?  ¿A  quién  huiréis  para  que  os  dé  socorro? 
¿Qué  haréis,  hombres,  a  quien  Jesucristo,  infinita  bondad, 

360  pide  que  le  deis  casa,  y  que  descendáis  de  vuestras  sober- 
bias y  desobediencias  y,  sujetándoos  a  los  mandamientos 
de  Dios  y  humillándoos  a  sus  sacerdotes,  limpiéis  vuestras 
conciencias,  para  que  en  casa  limpia  recibáis  su  limpísimo 
cuerpo  y  os  pague  la  posada  según  la  grandeza  de  su  mi- 

3*5  sericordia? 

¿Duéleos  abajar  vuestro  cuello?  ¿Duéleos  humillar  vues- 
tro corazón  a  perdonar  a  vuestro  prójimo  y  pedirle  perdón? 
¿Duéleos  obedecer  a  la  palabra  de  Dios,  que  seáis  castos, 
para  en  cuerpo  casto  recebir  al  castísimo  cuerpo  de  Jesu- 

370  cristo?  ¿Duéleos?  ¡Oh  cuánto  más  os  dolerá  cuando  en  aquel 
día  terrible,  en  el  cual  a  ninguno  recibirá  Dios  en  su  casa 
sino  a  quien  le  recibió  a  El  en  la  suya,  dirá  con  terrible 
voz  y  con  más  terribles  ojos:  Huésped  era,  y  no  me  rece- 
bisteis;  en  la  cárcel  estaba,  y  no  venisteis  a  mí;  ¡andad, 

375  malditos  de  mi  Padre,  al  fuego  que  está  aparejado  al  de- 
monio y  a  sus  ángeles! 

¿Queréis  ver  cómo  tenéis  señal  que  habéis  de  ser  de 
aquellos  reprobados?  Yo  os  diré  cuál  es,  y  es  que  respondéis 
ahora  loque  responderán  aquéllos:  Señor,  ¿cuándo  te  vimos 

380  extranjero  y  en  la  cárcel,  y  no  vinimos  a  ti?  ¡Oh  gente 
desconocida,  que  no  entiende  las  misericordias  de  Dios! 
¿Cuándo  te  vimos  extranjero?  Responderos  han:  Tantas 
veces  cuantas  le  visteis  en  el  Sacramento,  allí  le  visteis  y 
allí  le  veis;  pidiéndoos  está  posada,  y  para  eso  deciende 

385    del  cielo,  no  lo  habiendo  El  menester,  sino  por  hacer  bien 

343    Of.  Mt.  25,  35-36.  35§    Is-  10,  3- 

346   Le.  24,  15-  376   Of.  Mt.  25,  41-43- 

353    Le-  19,  5-6.  380   Of.  Mt.  25,  44. 


676 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


a  vosotros,  que  os  hacéis  sordos  a  su  voz,  teniendo  en  poco 
todo  lo  que  os  puede  dar  en  pago  del  hospedaje,  y  teniendo 
en  poco  su  divina  persona  y  su  decendida  del  cielo,  y  no 
curando  nada  de  lo  que  El  se  desveló  en  guisarse  por  man- 
390  jar  para  que  lo  comáis  y  en  abajarse  a  ser  vuestro  para 
que  lo  recibáis. 

Acompañar  con  Decidme,  hombres  desconocidos:  ¿Qué 
amor  al  encar-  es  Dios  estar  encerrado  en  un  sagrario 
celado  por  ti       y  en  un  sacramento?  ¿Qué  la  falta 

395  para  estar  preso  y  encarcelado?  Sino 

que,  por  el  grande  amor  que  nos  tiene,  El  mismo  se  deja 
prender;  y  verdaderamente  está  encarcelado,  aunque  en  cár- 
cel de  amor.  Quítale  el  amor  con  que  allá  está,  y  verás  que 
es  incomportable  estar  donde  está.  ¿Cómo  sufriera  el  Señor 

400  encerrar  su  cuerpo  tan  grande  debajo  de  una  cantidad  tan 
pequeña,  pues  ninguna  cárcel,  por  estrecha  que  sea,  es 
tan  pequeña  como  ésta  en  comparación  de  cuerpo  tan  grande? 

¿Y  piensas,  cristiano,  que  poco  hace  este  santísimo  y 
limpísimo  Señor  en  morar  en  tierra  donde  hay  pecados, 

405  y  tantos  pecados,  y  que  se  cometen  continuamente?  Des- 
proporcionado lugar  para  el  cuerpo  incorruptible  de  Cristo 
es  este  mundo,  por  ser  lugar  donde  se  corrompen  unas  cosas 
para  que  se  engendren  otras;  mas  sin  ninguna  compara- 
ción es  lugar  más  ajeno  de  su  ánima,  aborrecedora  de  todo 

410  pecado,  estar  en  lugar  donde  tantos  se  cometen  cada  día. 
Si  no,  dime:  ¿Qué  sentiría  un  hombre  muy  santo  y  ama- 
dor de  sus  alabanzas  si  lo  pusiesen  en  compañía  de  muchos 
homlbres  que  con  gran  desacato  estuviesen  blasfemando  con- 
tra nuestro  Señor?  ¿Qué  sentiría  una  doncella  honestísima 

415  que  la  pusiesen  entre  muchas  malas  mujeres,  que  hablasen 
y  tratasen  cosas  conformes  a  su  deshonestidad?  Pues  tanto 
excede  el  aborrecimiento  que  'la  sacratísima  ánima  de  nues- 
tro Señor  Jesucristo  tiene  a  toda  ofensa  de  Dios  a  la  que 
estas  tales  personas  podían  tener,  cuanto  excede  el  amor 

420  que  El  tiene  a  su  Padre,  al  amor  que  estas  personas  le  po- 
dían tener. 

Recísimo  tormento  es  para  un  hijo  que  mucho  ama  a 
su  padre,  o  para  una  mujer  que  mucho  ama  al  marido,  es- 
tar oyendo  blasfemias  de  él  y  viendo  que  le  hacen  muy 

425  grandes  enojos.  ¡Obedientísimo  Corazón,  que  cuando  en  el 
mundo  vivías  vida  mortal  fué  mayor  la  pena  que  te  dieron 
las  ofensas  cometidas  contra  tu  Padre,  y  más  atormentada 
fué  tu  ánima  con  el  dolor  de  ellas  que  tu  sacratísimo  y  de- 
licadísimo cuerpo  con  azotes,  espinas,  clavos  y  muerte  de 

430  cruz!  Y  con  mucha  justicia  se  debía  a  tu  ánima  morar 
en  una  tierra  que  es  el  cielo,  más  lejos  de  haber  en  ella 


405  comentan 


4.V     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


(¡77 


pecado,  que  según  el  sitio  corporal  está  lejos  de  la  par- 
tecica  más  baja  de  toda  la  tierra.  Mas  tú,  Señor,  que  re- 
nuncias tus  derechos  por  condescender  con  nuestras  nece- 

435  sidades,  quisiste  morar  acá  entre  los  pecadores,  en  la  tierra 
de  los  pecados;  que  aunque  no  puedes  padecer  ahora  dolor 
ni  pena,  mas  a  lo  menos  ves  cosas  que  sobre  toda  manera 
aborreces  tanto  como  aborrecías  entonces,  y  bastan  más, 
cuanto  es  de  parte  de  ellas,  para  atormentarte. 

440  No  hay  hedor,  hermanos,  que  tan  ma'l  huela  a  las  nari- 
ces de  uno  que  tuviese  muy  delicado  el  olfato,  cuanto  los 
pecados  hieden  al  sentido  de  Dios.  Y  si  este  mal  olor  no 
siente  vuestra  ánima,  si  no  os  da  pena  vivir  en  tierra  donde 
es  Dios  ofendido,  miedo  he,  o  que  está  muerta  vuestra  ánima 

445  y  que  no  tenéis  amor  al  Señor,  o,  si  alguna  vida  de  su  amor 
tenéis,  es  vida  poca,  vida  de  principiantes,  vida  imperfecta; 
que  a  los  que  tienen  muy  vivos  los  sentidos  del  ánima, 
grave  tormento  les  da  el  hedor  de  los  pecados  del  mundo,  y 
con  entrañable  sospiro  suplican  a  Dios  que  los  saque  de  la 

450  cárcel  tan  hedionda  y  los  lleve  a  los  cielos  nuevos  y  tierra 
nueva  donde  mora  la  santidad  y  justicia.  Y  el  consuelo 
con  que  estos  tales  pueden  pasar  su  destierro  y  penosa 
carcelería,  es  ver  que  nuestro  Señor  esté  acá  encarcelado, 
viendo  cosas  que  tanto  aborrece  su  ánima;  como  acaeció  a 

455  uno  que,  quejándose  mucho  al  Señor  que  por  qué  le  man- 
daba estar  en  vida  tan  llena  de  muertes  y  donde  tantas 
ofensas  hay  de  su  Majestad,  le  fué  respondido:  "Pues  que 
yo  sufro  estar  acá,  súfrelo  tú".  Mas  como  no  experimen- 
tamos la  pena  que  es  estar  en  este  mundo  miserable,  ex- 

460  tranjeros  en  él,  ni  ver  ofendido  a  nuestro  amantísimo  Pa- 
dre, no  sabemos  agradecer  a  nuestro  Señor  el  vivir  acá  con 
nosotros  y  estar  encerrado  en  lugar  tan  desproporcionado 
a  El,  que  sola  la  fuerza  de  su  grande  amor,  y  otra  cosa 
no,  es  bastante  para  lo  tener. 

465  Cristiano,  pues  el  Señor  es  extranjero  todavía  y  caminan- 
te, ¿no  mirarás  en  ello?  ¿No  se  te  moverá  el  corazón,  y  con 
profunda  consideración  dirás  a  tu  ánima  lo  que  la  mujer  de 
Sunán  dijo  a  su  marido,  viendo  pasar  por  allí  al  profeta  Elí- 
seo? Marido — dijo  aquella  buena  mujer — ,  paréceme  que  este 

470  varón  que  por  nuestra  casa  pasa  muchas  veces,  es  varón 
santo;  hagámosle  una  celda  y  pongámosle  una  mesa,  una 
cama  y  un  candelero,  donde  repose  cuando  por  aquí  pasare. 
Parecióle  bien  al  marido,  e  hízose  así,  y  dieron  agradable 
posada  al  grande  Elíseo,  y  por  ello  la  mujer  estéril  fué  hecha 

475  fecunda,  y  recibieron  entrambos  un  hijo  de  la  mano  de  Dios. 
Hermano,  ¿no  ves,  no  a  Elíseo,  sino  al  Señor  de  él  y  de  todos 


451    Is.  65,  17. 
472   4  Reg.  4,  9-10. 


678  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


los  profetas,  al  Señor  de  hombres  y  ángeles,  pasar  muchas 
veces  delante  de  ti?  ¿No  lo  ves  que  lo  traen  en  procesión, 
que  lo  llevan  a  visitar  los  enfermos,  que  lo  consagran  y  alzan 

480  en  la  misa,  que  lo  ponen  y  lo  sacan  del  sagrario,  que  lo  traen 
por  la  iglesia  a  vistas,  para  que  se  mueva  tu  corazón  y  digas 
a  ti  mesmo:  "Este  Señor,  gran  Señor  es;  muchas  veces  pasa 
por  delante  de  mí;  su  tierra  es  el  cielo,  y  extranjero  es  acá; 
quiérole  aparejar  posada  en  tierra  entrañable,  donde  El  des- 

483  canse;  lumbre  de  fe,  porque  no  estemos  a  escuras;  porque 
para  esto  anda  por  aquí  llamando  a  la  puerta  de  los  corazo- 
nes, para  que,  si  hay  quien  le  quiera  dar  posada,  pagarla 
muy  bien"  ? 

Si  esto,  hermano,  considerases  y  pusieses  en  obra,  por  ven- 
490   tura  no  estaría  tu  ánima  tan  estéril  y  sin  fruto  de  buenas 
obras;  porque,  recibiendo  a  este  Señor,  daríate  parte  de  su 
santo  Espíritu,  cuyos  frutos  son,  como  dice  San  Pablo,  ca- 
ridad, paz,  gozo,  con  otros  semejables.  Mueres  de  hambre, 
atorméntate  la  pobreza,  está  el  campo  de  tu  ánima  seco  con 
495  esterilidad  por  no  querer  recebir  en  tus  entrañas  al  que  saca 
agua  de  la  piedra,  al  que  hace  reverdecer  lo  seco,  y  al  ánima 
estéril  hace  madre  de  hijos  y  que  more  en  su  casa  con  ale- 
gría. Y  si  entendieses  lo  que  el  Señor  hace  por  ti  en  estar  allí 
encarcelado  por  tu  amor,  no  vivirías  tú  con  tan  mala  libertad 
500  y  soltura,  mas  atarías  tus  pies  y  tus  manos,  tu  cuerpo  y  tu 
ánima  con  las  prisiones  de  su  santa  ley  y  de  su  santo  amor, 
y  tendrías  tu  corazón  puesto  en  aquel  divinísimo  Sacramento, 
acompañando  con  amor  al  que  allí  está  encarcelado  por  ti. 

Hambriento  y  se-    Y  si  quieres  cumplir  con  El  esotras 

505        diento  está         obras  de  misericordia,  aparejo  tienes; 

El  te  las  recebirá  de  buena  gana  y  te 
las  pagará  con  grande  ventaja. 

Hambriento  y  sediento  está,  no  de  manjar  corporal,  mas 
de  otra  hambre  y  sed  muy  mayor.  Y  si  la  del  cuerpo  le  hizo 

510  decir  a  la  Samaritana:  Dame  a  beber,  y  decir  en  la  cruz:  Sed 
tengo,  ten  por  averiguado  que  con  mayor  instancia  te  pide 
a  ti  que  le  quites  aqueste  hambre  y  aquesta  sed,  que  enton- 
ces lo  pedía  para  su  cuerpo.  No  pienses  que  por  otra  cosa 
está  aquí  encerrado,  sino  para  que  te  dé  a  ti  de  comer,  y  tú 

515  a  El.  Muchos  años  ha  que  lo  mandó  decir  a  su  apóstol  San 
Juan:  Yo  estoy  a  la  puerta  y  llamo;  si  alguno  quisiere  abrir, 
entraré  a  él,  y  yo  cenaré  con  él,  y  él  conmigo. 

¡Oh  hartura  de  los  ángeles!  Tú  mucho  tienes  para  que  yo 
cene  contigo,  pues  tú  eres  inmenso  bien,  que  bastas  [a]  hen- 

520   chir  de  bienaventuranza  y  entrañable  alegría  a  todo  lo  que 

493    Cf.  Gal.  5,  22.  5™   lo.  4-  7- 

496    Cf.  Ps.  77,  16.  511    lo.  19,  28. 

498   Ps.  112,  9.  51?    Cf.  Apoc.  3,  20. 


43-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


679 


es  criado  y  a  mil  cuentos  de  mundos  que  criases  de  nuevo; 
y  cuando  hubieses  hartado  a  todos  éstos,  se  quedaría  tu  plato 
tan  abastado  como  si  ninguna  persona  hubiera  comido  de  él; 
porque  en  tu  persona  se  dice:  El  cáliz  mío  que  embriaga — o, 

525  como  dice  el  original  hebreo,  que  siempre  está  lleno — ,  ¡cuán 
excelente  es!  No  hay,  Señor,  comida  igual  a  la  tuya,  no  con- 
vidados tan  dichosos  como  los  tuyos.  Mas,  Señor,  ¿qué  ha- 
llaste tú  en  mi  casa,  qué  viste  por  mis  rincones,  qué  ganados, 
qué  aves,  que  quieres  tú,  Señor,  ser  mi  convidado  y  cenar 

530  conmigo?  ¿Qué  te  dará,  Señor,  mi  pobreza  que  sea  digno  de 
poner  a  tu  mesa  y  que  comas  tú  de  ello? 

"No,  dice  el  Señor,  no  os  excuséis  por  ahí :  Yo  no  comeré 
carne  de  toros  ni  beberé  sangre  de  cabrones.  Ni  estéis  con- 
gojados porque  no  podéis  traer  a  mi  mesa  las  flores  del  cam- 

535  po  para  me  recrear.  Todas  las  aves  y  animales,  míos  sonó- 
la hermosura  que  el  campo  tiene,  yo  se  la  di,  mía  es;  lo  que 
es  vuestro,  eso  os  pido;  dádmelo  bien  guisado,  que,  por  poco 
que  sea,  el  amor  que  os  tengo  es  buena  salsa  para  que  me 
sepa  bien  y  me  haga  contentar  de  ello  y  pagároslo  bien". 

540  ¡Oh  dichoso  hombre  que  tiene  cosa  propia  que  dar  al  Se- 
ñor, y  con  que  le  convidar,  y  manjar  que  le  sepa  bien!  ¿Qué 
cosa  tan  preciosa  será  ésta?  Cierto,  no  la  supiéramos  si  el 
Señor  no  nos  avisara  de  ella,  diciendo :  Sacrifica  al  Señor  sa- 
crificio de  alabanza,  y  al  Altísimo  dale  tus  deseos;  y  llámale 

545  en  el  día  de  la  tribulación,  y  librarte  he  y  honrarme  has. 
Alaba,  cristiano,  y  da  gracias  al  Señor  por  las  mercedes 
que  te  ha  hecho,  y  especialmente  por  el  bien  que  te  hace  con 
este  divinísimo  Sacramento,  el  cual,  según  adelante  diremos, 
tiene  por  nombre  Eucaristía,  que  quiere  decir  nacimiento  de 

550  gracias,  y  tiene  por  nombre  Bendición,  que  quiere  decir  Ala- 
banza de  Dios.  Y  con  esto,  dale  al  Señor  tus  deseos,  dale  tu 
amor  libre,  que  es  cosa  tan  tuya,  que  lo  puedes  dar  a  quien  tú 
quisieres.  Y  si  te  vieres  en  necesidad,  piensa  que  tienes  quien 
bien  te  quiera  y  quien  te  pueda  de  ella  sacar,  y  llámale  con 

555  buen  corazón,  y  librarte  ha  y  honrarlo  has. 

Si  al  Señor,  pues,  alabares  y  fueres  agradecido,  según  te 
enseña  la  fe,  y  si  tras  esto  le  dieres  tu  amor,  y  si  en  el 
tiempo  de  la  tribulación  confiares  en  El,  toma  esta  fe  y  es- 
peranza y  caridad,  y  apareja  tu  corazón  bien  con  ellas,  y 

560  escucha  bien  los  golpes  que  el  Señor  está  dando  a  tu  puerta 
y  rogándote  desde  allí  que  le  abras  tu  boca  y  tus  entrañas, 
porque  quiere  venir  a  cenar  contigo;  y  dale  tu  corazón  con- 
trito y  humillado,  dáselo  amoroso  y  agradecido;  ponle  en  sus 
manos  a  ti  y  a  todas  tus  cosas,  y  habrásle  dado  un  manjar 


526  Ps.  22,  5. 
533  ¡Pf.  40,  13 
¿36  Cf.  Ps.  49 


680  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


565  mucho  más  sabroso  que  el  pan  y  becerro  con  que  Abraham 
convidó  a  los  tres  ángeles.  Y  en  pago  de  eso  poco  que  tú  le 
das,  te  dará  El  a  sí  mesmo,  manjar  de  vida  eterna,  cuyo  gus- 
to te  haga  parecer  desabrido  todo  lo  que  El  no  es,  y  halles 
en  El  deleites,  el  menor  de  los  cuales  es  mayor  que  todos  los 

570    deleites  del  mundo. 

Vestir  al  desnu-    Si  quieres  cumplir  con  el  mismo  Señor 
do;  dar  sepulcro    la  obra  de  misericordia  de  vestir  al  des- 
ai  vivo  nudo,  entiende  lo  que  se  canta  en  el  ofi- 
cio de  esta  santísima  fiesta :  que  los  hijos 

575  de  la  Iglesia,  cuando  están  comulgando,  son  como  pimpollos 
de  oliva  alrededor  de  la  mesa  del  Señor,  y  cumplen  lo  que 
está  escrito:  Yo  te  vestiré  con  todos  aquéstos  como  con  ata- 
vío. Y  así  se  goza  el  Señor  de  verse  de  ellos  cercado  en  el 
altar,  como  un  padre  muy  rico  y  muy  amoroso  de  ver  su  mesa 

580  llena  de  hijos.  Gozando  me  gozaré  en  el  Señor — en  cuanto 
hombre — ,  y  mi  ánima  se  regocijará  en  Dios;  porque  me  vis- 
tió con  vestidura  de  salud  y  me  rodeó  con  vestidura  de  jus- 
ticia, como  un  esposo  hermoseado  con  corona  y  como  esposa 
ataviada  con  las  manillas. 

585  ¡Amorosísimo  Señor!,  pues  que  tanto  te  gozas  con  ver  a 
tus  hijuelos  alrededor  de  tu  altar,  pues  que  los  tienes  por 
vestidura  tuya  y  corona,  que  dan  testimonio  de  que  tus 
trabajos  y  sangre  fueron  de  tanto  precio,  que  a  los  per- 
didos dieron  «alud  y  a  los  injustos  justicia,  ¿por  qué  huí- 

590  mos  de  tu  mesa,  pues  que  el  comer  nosotros  es  comer  tú, 
y,  según  está  escrito,  nuestra  fortaleza  y  fuerza  eres  tú? 
Ya  ha  muchos  años  que  has  prometido  que  habías  de  poner 
a  tus  hijos  como  una  bendición  alrededor  de  tu  collado. 
Aquel  collado  era  el  monte  de  Sión,  donde  él  templo  esta- 

595  ba  y  donde  tú  instituíste  este  divino  misterio,  dándote  en 
manjar  a  tus  hijos,  que  eran  los  discípulos  que  estaban  al- 
rededor de  tu  mesa.  Gran  fiesta,  Señor,  te  hace,  muy  bue- 
na comida  te  da  quien,  aparejándose  según  hemos  dicho,  se 
llega  a  tu  mesa  a  que  cenes  con  él,  y  él  contigo,  y  te  vista 

600  y  te  honre,  y  dé  testimonio  del  valor  de  tu  pasión,  que  fué 
bastante  para  le  resucitar,  y,  como  hombre  vivo,  va  a  co- 
mer el  manjar  de  la  vida. 

Y  porque  ninguna  obra  de  misericordia  quede  que  el 
Señor  reciba  de  ti  sin  pagarte  El  con  muy  más  copiosa  mi- 

605   sericordia,  quiere  que  así  como  el  santo  sepulcro  le  recibió 


566  Of.  Gen.  18,  6-8. 

576  «Sicnt  novellae  olivanmi,  Ecclesiae  filii  sint  in  circuitu  men- 
sae  Domini»  (Rrcv.  Rom.,  Fes/.  SS.  Corp.  Christi,  ant.  4  ad  Ves&.h 

.578  Ls.  49,  18. 

584  Of.  Is.  61,  10. 

591  Cf.  Ier.  16,  ig. 

593  Of.  Ez.  34,  26. 


4.V     EX  LA  INFRAOCTAVA  DFX  CORPl'S 


681 


muerto,  así  tú  seas  sepulcro  suyo  que  le  recibas  vivo.  Sá- 
belo bien  guardar;  conoce  la  honra  que  te  es  hecha;  que  no 
menos  te  compete  a  ti,  antes  mucho  más,  el  nombre  que 
dijo  Esaías,  que  el  sepulcro  de  este  Señor  sería  glorioso, 

610  que  le  compete  al  otro  de  piedra.  Mejor  eres  tú,  por  ser 
criatura  racional,  que  el  sepulcro  de  piedra  insensible;  más 
excelente  está  el  cuerpo  del  Señor  vivo  que  muerto;  y  es 
tanta  tu  gloria  por  lo  recebir,  que  quedas  más  honrado  con 
ello  que  con  toda  la  honra  del  mundo  que  se  te  pudiera  dar. 

615  Lecho  y  relicario  de  Dios  eres,  y,  por  la  misma  causa,  aun 
los  mismos  ángeles  te  estiman  en  mucho. 

Dándosenos  Cristo  Y  si  el  mismo  hacer  misericordia  a 
en  la  comunión,  ¿no  Cristo  es  aquí  honra,  provecho,  dé- 
se nos  darán  con  El    Ifite,  ¿qué  será  en  aquel  día  cuan- 

620      todas  las  cosas?       ¿°  Kh  co™  ot™  Jo3ue'  Ca^tan 
del  ejercito  de  Dios,  venga  a  des- 
truir a  Jericó,  que  son  los  malos, 
y  meter  a  los  buenos  en  la  tierra  prometida  del  cielo,  cuan- 
do estaremos  unos  y  otros  atentísimos  a  oír  la  sentencia 

625  que  dará  este  soberano  Juez?  Si  entonces  está  viva  Raab 
porque  dió  posada  a  los  mensajeros  de  Josué,  que  por  otro 
nombre  se  llama  Jesús,  ¿qué  buena  suerte  será  la  de  aquel 
que  en  aquel  día  terrible,  delante  de  los  cielos  y  tierra,  oiga 
esta  voz:  "Sea  salvo  Fulano;  viva  para  siempre  Fulano, 

630  porque  dió  posada  en  su  pecho  al  Hijo  de  Dios?  Tal  día  co- 
mulgó la  Cuaresma  y  tal  día  de  Pascua;  comulgó  en  tal  y 
tal  fiesta."  Y  de  otros  dirán:  "Comulgó  cada  semana";  y 
de  otros  más  veces;  y  de  otros:  "Cada  día";  y  págales  aho- 
ra el  Señor  en  la  misma  moneda:  que,  siendo  extranjeros 

635  del  cielo,  los  mete  en  El,  pues  cuando  El  lo  era  en  la  tierra 
le  dieron  posada. 

No  es  pequeño  el  vínculo  del  amor  ni  la  obligación  que 
resulta  entre  el  que  recibe  posada  y  es  convidado  y  [el] 
que  estos  beneficios  le  hizo.  Y  como  el  Señor  es  tan  leal 

640  y  fuente  de  donde  toda  la  lealtad  nace,  guarda  muy  bien 
estas  leyes  del  hospedaje  y  del  comer  a  una  mesa;  y  por  el 
mismo  caso  que  hace  merced  a  uno  de  tan  estrecha  conver- 
sación de  querer  entrar  en  su  pecho  y  ser  su  manjar,  y  que 
él  hombre  lo  sea  de  El,  queda,  según  su  bondad,  obligado 

6*5  a  no  desamparar  al  tiempo  de  la  necesidad  a  la  casa  donde 
moró  y  al  compañero  que  tuvo  a  su  mesa.  Y  porque  hay 
pocos  que  saben  guardar  lealtad,  de  estos  tales  hay  pocos 
que  sientan  la  grandísima  riqueza  que  es  comulgar  y  la 
fuerte  esperanza  que  podemos  tener  de  que,  teniendo  con 

650  el  Señor  tan  estrecha  y  tan  continua  conversación  en  la  tie- 


609   Is.  II,  10. 
626  Cf.  los.  6,  25. 


GS2 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


rra,  no  huirá  de  nosotros  ni  nos  negará  la  suya  en  el  cielo. 
Y  con  este  espíritu  y  sentimiento  y  confianza  ruega  la  Igle- 
sia al  mismo  Señor  en  una  oración  Post  communicandam : 
"No  permitas,  Señor,  caer  en  los  humanos  peligros  a  los 
655  que  haces  merced  que,  recibiéndote  a  ti,  gozan  de  tu  divina 
conversación". 

De  manera  que  no  hay  cosa  que  así  conforte  nuestra  es- 
peranza de  estar  para  siempre  con  Cristo  en  el  cielo  como 
recebirlo  en  la  tierra,  según  su  palabra,  que  dice:  El  que 

660  come  este  pan  vivirá  para  siempre.  Porque  para  entrar  en 
el  cielo  requiérese  que  se  apliquen  al  hombre  los  mereci- 
mientos de  Cristo;  y  también  se  requiere  que  él  hombre  no 
vaya  estéril,  sino  que  tenga  buenas  obras  que  se  junten  con 
las  del  Señor.  ¿Pues  qué  prenda  se  puede  dar  de  mayor 

665  certidumbre,  para  que  la  humana  flaqueza  confíe  que  par- 
ticipa en  los  méritos  de  Jesucristo,  que  es  recebir  en  sus 
entrañas  a  la  misma  persona  de  Cristo?  Y  no  sin  acuerdo 
grande  de  la  divina  Sabiduría,  que  procura  siempre  nuestro 
remedio  y  nuestro  consuelo,  fué  así  considerado;  ¡y  bendita 

670  la  hora  en  que  fué  ordenado!  Así  que  la  misma  persona  de 
Jesucristo  realmente  recibimos  los  cristianos  cuando  co- 
mulgamos, para  que  entendiésemos  que,  así  como  cuando 
la  mujer  entrega  por  casamiento  su  cuerpo  al  marido,  tras 
'la  persona  va  la  hacienda,  como  cosa  menor  tras  mayor; 

675  así  el  camino  más  cierto  y  más  llano  para  participar  de  los 
méritos  de  Cristo  es  la  sagrada  comunión,  que,  como  dijo 
San  Pablo,  es  participación  del  cuerpo  y  de  la  sangre  de 
Jesucristo. 

¿Qué  desconfías,  cristiano,  qué  desconfías  del  perdón 
680  je  tus  pecados,  pues  recibes  en  ti  al  verdadero  sacrificio  y 
amansamiento  de  Dios,  paga  bastante  y  sobrada  para  ellos  ? 
¿Qué  desconfías  de  que  no  se  te  dará  fuerza  para  vivir  sin 
morir  por  pecado  mortal,  pues  recibes  el  pan  de  la  vida, 
más  fuerte  para  te  guardar  que  todos  los  contrarios  para  te 
685  matar?  Ten  confianza  que  el  reino  del  cielo  te  será  conce- 
dido, pues  que  no  te  es  negado  recebir  al  Hijo  de  Dios,  que 
es  el  Señor  y  el  Rey  de  aquel  reino.  Gran  verdad  dijo  San 
Pablo:  que  dándonos  a  su  Hijo  nos  dió  todas  las  cosas  con 
El,  como  menores  y  accesorias  a  El  y  a  las  obras  buenas 
690  que  se  requieren  de  nuestra  parte.  Porque  así  como  el  man- 
jar que  recibes  es  el  mismo  Cristo,  así  el  aparejo  que  tú  has 
de  llevar  no  tanto  consiste  en  las  cosas  fuera  de  ti  como 
en  ti  mesmo;  conviene  a  saber,  que  lleves  tu  cuerpo  ejerci- 
tado con  alguna  pena;  tu  entendimiento  alumbrado  con  fe, 


656  Miss.  Rom.,  Oral,  divcrs.  10  ¡  contra  pascad.  Redes. 

660  lo.  6,  59. 

678  1  Cor.  10,  16. 

689  Rom.  8,  32. 


43.     EN  LA  INTRAQCTAVA  PEI.  CORPUS 


68?, 


695  y  especialmente  de  aqueste  divino  misterio;  y  tu  voluntad, 
dada  al  Señor  por  amorosas  obras  de  sus  santos  manda- 
mientos y  de  su  Iglesia;  y  la  memoria  saludable  de  la  muer- 
te que  el  Señor  padeció  por  tu  amor.  Y  ofreciéndote  a  ti 
de  esta  manera,  haces  al  Señor  más  señalados  servicios  en 

700  esto  que  si  mal  mundos  le  dieses.  El  hace  a  ti  plato  de  su 
misma  persona;  tú  a  El,  de  tus  mismas  entrañas.  La  mer- 
ced que  te  hace  y  dádiva  que  te  da,  la  mayor  de  todas  es; 
y  el  servicio  que  tú  le  haces  también  es  mayor  que  todo 
lo  que  puedes  hacer. 

705  De  lo  dicho  se  ve  cuán  provechosísima  cosa  es  ejercitarse 
el  hombre  a  menudo  en  recebir  este  divino  Sacramento.  Por- 
que en  otras  buenas  obras  puede  el  hombre  dar  limosna  y 
quedarse  con  una  mala  querencia  en  el  corazón;  puede  dar 
la  lengua  a  Dios  y  el  corazón  al  demonio.  Mas  si  se  deter- 
gió mina  de  recebir  este  Señor,  el  aparejo  y  servicio  que  ha  de 
llevar  para  se  confesar  y  comulgar  bien  son  cosas  que  le 
salen  de  las  mismas  entrañas,  por  las  cuales  él  mismo  se 
ofrece  a  Dios  en  recompensa  de  que  el  mismo  Dios  se  da 
a  él;  y  por  esto  las  obras  buenas  que  aquí  se  hacen  dan 

715  mayor  consuelo  y  mayor  esperanza  que  las  que  fuera  de 
aquí.  Con  condición  que  el  hombre  ponga  en  su  lugar  cada 
cosa  y  entienda  que,  aunque  la  gloria  del  cielo  se  llama 
jornal  (no  porque  se  haya  de  ganar  con  obras  hechas  con 
ánimo  de  jornalero,  como  por  principal  intento,  porque  [así] 

720  hace  las  obras,  que  faltando  el  jornal  deja  de  obrar,  mas 
como  el  Tridentino  dice,  pueden  los  justos  mirar  al  premio), 
mas  porque  es  menester  que  se  haga  con  ánimo  y  obra  de 
hijo,  con  todo  eso  la  misma  gloria  se  llama  herencia,  y  San 
Pablo  la  llama,  que  es  don  dado  por  la  gracia  de  Dios;  y 

725  en  otra  parte  el  mismo  San  Pablo  junta  estos  dos  nombres 
diciendo:  El  galardón  de  herencia. 

De  gracia  se  nos  da  Si  preguntáredes:  "Si  es  galardón 
el  valor  de  nuestras  de  trabajos,  ¿  cómo  herencia  que  se 
obras  da  por  ser  hijos?",  habéis  de  saber, 

730  y  conviéneos  mucho  saberlo,  para 

que  deis  a  Dios  la  gloria  debida  y  se  amolde  vuestro  corazón 
con  la  verdad  que  sea  guía  de  vuestro  vivir.  Esto,  hermano, 
os  sea  notorio:  que  es  tanta  la  bondad  divinal  y  tan  grande 
su  magnificencia,  que  llega  hasta  hacer  a  un  hombre  merced 

735  de  cosa  tan  grande  como-  es  gozar  del  mismo  Dios  en  el  cielo 
para  siempre  jamás.  Y  en  testimonio  de  aquesta  comuni- 
cación tan  valerosa  y  tan  de  balde,  os  doy  otra  mayor,  la 


698  Cf.  Santo  Tomás  DE  AQUINO,  Suinina  thcol.,  5,  q.  70,  a.  8; 
I11  IV  Sent.,  d.  12,  q.  3,  a.  i,  q.a  3. 

721   Concilio  de  Trento,  sess.  6,  c.  11,  can.  31. 
726  Col.  3,  24. 


684  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cual  hay  entre  las  personas  divinas,  dando  el  Padre  al  Hijo 
toda  su  divina  esencia,  y  Padre  e  Hijo  dándola  al  Espíritu 

740  Santo.  ¡Oh  piélago  de  bondad  infinita,  qué  bien  no  esperan 
los  hombres  de  ti!,  pues  aunque  sea  poseerte  a  ti  por  gracia 
y  por  gloria,  es  sin  ninguna  comparación  menor  este  modo 
de  participarte  que  el  que  es  por  naturaleza  entre  las  per- 
sonas divinas.  Y  la  primera  ánima  a  quien  fué  hecha  esta 

745  merced,  y  del  todo  de  balde,  de  que  fuese  bienaventurada 
viendo  a  Dios  claramente,  fué  la  benditísima  ánima  de  Je- 
sucristo nuestro  Señor,  que  en  el  mesmo  instante  que  fué 
criada  fué  tomada  del  Verbo  de  Dios  en  unidad  de  persona, 
y  vió  la  divina  esencia  tan  claramente  como  ahora  la  ve. 

750  Gracia  inefable  fué,  y  pura  gracia,  serle  dada  aquella  vista 
que  hace  bienaventurados.  Y  porque  no  comiese  tan  buen 
bocado  a  solas,  fuéle  también  prometida  la  gloria  del  cielo 
para  todos  aquellos  que  fuesen  suyos  y  se  juntasen  con  El. 
Mas  esto  que  a  otros  tocaba  no  le  fué  dado  de  balde,  como 

755  lo  que  tocaba  a  El;  mas  la  gloria  que  habían  de  gozar  los 
suyos  fué  a  costa  de  sus  trabajos  y  de  su  propia  vida,  que 
puso  en  la  cruz. 

De  manera  que  no  debe  pensar  el  cristiano  que,  si  va 
al  cielo,  va  allá  porque  sus  obras  solas  lo  ganen;  a  cosa  ga- 

760  nada  va,  y  por  trabajos  justísimos.  Porque  si  le  dan  com- 
pañía de  ángeles,  mayor  cosa  fué  estar  Cristo  humillado 
y  deshonrado  entre  dos  ladrones.  Si  le  dan  a  Dios  gozoso, 
que  lo  hincha  de  gozo,  bien  lo  mereció  el  Señor,  que  dijo: 
Triste  es  mi  ánima  hasta  la  muerte,  humillado  y  sudando 

765  gotas  de  sangre.  Parécele  al  humano  corazón  cosa  despro- 
porcionada que  un  hombrecillo  concebido  en  pecado,  lleno  de 
muchas  miserias,  suba  a  las  alturas  del  cielo  con  nombre 
de  hijo  de  Dios  a  gozar  de  Dios  como  de  propia  herencia, 
limpia,  incorruptible,  que  nunca  se  marchita,  como  dice  San 

770  Pedro.  Mas  si  consideramos  que  para  que  el  hombre  tan 
bajo  subiese  a  Dios  decendió  Dios  de  los  cielos,  haciéndose 
hijo  de  una  mujer,  viviendo  vida  humilde  y  muriendo  en 
cruz,  lugar  más  bajo  que  todos  los  hombres,  esforzaráse 
nuestro  corazón  con  toda  confianza. 

775  y  en  esto  estriba  nuestra  esperanza  de  que  hemos  de 
vivir  para  siempre  con  Dios  en  el  cielo,  en  que  la  divina 
largueza,  por  los  merecimientos  y  muerte  de  Jesucristo,  hace 
esta  merced  a  los  hombres,  de  darles  la  gloria  del  cielo.  Por- 
que, aunque  se  requiere  que  los  hombres  reciban  los  santos 

780  sacramentos  que  hay  en  la  Iglesia  y  que  vivan  en  obras  bue- 
nas en  ella,  mas  si  se  miran  las  obras  del  hombre  en  sí  mes- 
mas  y  a  solas,  todas  ellas  sin  gracia,  por  grandes,  por  mu- 

764    Mt.  26,  38. 
770    1  Petr.  í,  4. 


43.     F.N  U  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


685 


chas  que  sean,  aunque  duren  desde  el  principio  del  mundo 
hasta  el  fin  de  él,  no  son  bastantes  a  merecer  que  el  hombre 
785  vea  a  Dios  una  sola  hora  en  el  cielo;  y  por  eso,  aunque  se 
requieran,  no  estorban  que  al  dar  Dios  la  gloria  se  llame 
gracia  y  merced;  pues  lo  que  el  hombre  hace  de  su  parte  es 
tan  poco  para  igualar  con  aquella  grandeza  de  gloria,  que  le 
conviene  lo  que  el  profeta  dice  al  Señor:  Hacerlos  has  salvos 
790  por  nada,  y  esto  por  el  valor  que  reciben  por  los  méritos 
de  Jesucristo. 

Aunque  la  divina  Bondad  no  se  contenta  con  nuestro  pro- 
vecho, mas  también  procura  nuestra  honra  y  valor,  y  toma 
en  sus  manos  aqueste  cobre  de  nuestras  obras  y  atavíalo 

795  con  riquísimas  piedras  preciosas  (que  son  su  gracia  y  la 
participación  de  los  méritos  de  Jesucristo),  y  con  este  valor 
dado  de  gracia,  valen  nuestras  obras  y  merecen  el  cielo;  de 
lo  cual  la  gloria  es  de  Dios  y  no  nuestra;  El  nos  la  dió  y 
en  El  la  tenemos.  Y  por  eso  no  debemos  andar  hinchados 

800  con  los  buenos  servicios,  mas  hacerlos,  y  confesar  que  de 
gracia  se  nos  dió  el  valor  y  de  gracia  se  nos  da  la  gloria; 
porque  el  precio  que  pagamos  por  ella  al  Señor,  El  mismo 
nos  lo  dió  para  que  se  lo  pagásemos. 

Confianza:   El  que    Y  por  no  tener  muchos  hombres 

805    come  de  este  pan  vi-    asentada  en  su  corazón  esta  verdad, 
vira  para  siempre      de  <lue  lleSa  la  magnificencia  de 
Dios  a  hacer  merced  de  la  gloria, 
tienen  el  corazón  tan  pequeño  y  tan  lleno  de  desconfianzas, 
como  gente  que  mira  a  su  propia  pequeñez,  y  no  tiene  lumbre 

810  del  cielo  con  que  confortar  su  corazón  y  dar  gloria  a  Dios, 
de  que  es  poderoso,  sabio  y  bueno  para  dar  a  los  hombrea 
el  cielo;  que  aunque  tenga [n]  vida  con  razonable  obra  de 
Dios,  como  no  estriban  sino  en  ella,  viven  sus  corazones 
vacíos  de  alegría,  que  da  la  esperanza,  y  llenos  de  tristeza 

815  desconfiada,  causadora  de  muchos  pecados.  Por  ventura  no 
podréis  pensar  cuán  importante  cosa  es  al  cristiano  traer  el 
corazón  alegre,  contento  y  confortado  con  la  cristiana  espe- 
ranza de  que  ha  de  ir  al  cielo,  y  cuántos  trabajos  puede  su- 
frir, y  cuántas  buenas  obras  acomete  y  sale  con  ellas,  y 

820  cuántas  veces  vence  al  demonio;  todo  lo  cual  le  falta  al  estre- 
cho y  desconfiado  corazón. 

"El  perfecto  amor — dice  San  Bernardo — ni  siente  los  da- 
ños de  la  desconfianza  ni  cobra  fuerzas  de  la  confianza". 
Porque  este  tal  amor  destierra  de  sí,  y  muy  lejos,  todo  temor 

825  y  desconfianza,  y  por  eso  no  siente  los  daños  que  le  pueden 
hacer.  Y  como  es  "perfeto",  que  sólo  el  contentamiento  de 


790   Ps.  55,  8. 

823  Cf.  San  Bernardo,  De  diligencio  Deo,  c.  13-14  :  ML  182, 
996-998. 


6S6 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Dios  es  su  espuela  que  lo  aguija  y  el  norte  por  donde  navega, 
no  ha  menester  el  socorro  de  la  esperanza  que  mira  al  propio 
bien,  aunque  es  buena.  Mas  así  como  hay  pocos  que  tengan 

830  este  "perfeto  amor",  así  son  muchos  los  que  han  menester 
ayudarse  de  la  esperanza,  que  en  grandísima  manera  hace 
obrar  con  esfuerzo,  sufrir  trabajos  con  paciencia  y  pelear 
las  peleas  del  Señor,  como  otro  Judas  Macabeo,  con  alegría. 
Y  cuando  esto  falta,  sin  que  ninguna  carga  echen  al  hom- 

835  fore,  se  cae,  y  antes  que  entre  en  la  guerra  ya  está  vencido; 
porque  el  medroso,  aun  del  solo  resplandor  de  las  armas  y 
estruendo  de  la  guerra  echa  a  huir. 

Visto  hemos  muchos  que  cuando  vivían  en  ofensas  de 
Dios  y  tenían  razón  para  temblar,  pues  tenían  por  enemj- 

840  go  al  Omnipotente,  andaban  tan  asegurados  como  si  tu- 
vieran muy  buena  vida.  Y  si  Dios  les  hería  los  corazones 
con  saludable  herida,  sacando  de  ellos  agua  de  amargo  arre- 
pentimiento y  enmendaban  su  vida  viviendo  en  temor  del 
Señor,  eran  tantas  y  tan  grandes  sus  desconfianzas  y  tris- 

845  tezas  desaprovechadas,  que  corrían  por  allí  no  pequeño  pe- 
ligro. Estaban  primero  mal  asegurados  en  el  tiempo  que 
habían  de  temblar  de  la  Justicia  divina;  y  después  que,  por 
la  misericordia  de  Dios,  recibieron  señales  y  conjeturas  de 
que  estaban  perdonados  y  en  gracia  de  Dios  nuestro  Re- 

850  dentor,  todo  su  negocio  es  temblar  y  desconfiar,  errando 
en  esto  como  en  ío  otro. 

Alcen  estos  tales  sus  ojos  a.  la  Bondad  divina,  alcen  los 
ojos  a  los  merecimientos  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  y  en- 
tiendan que  aquella  enmienda  de  vida  que  les  ha  venido, 

855  de  estas  fuentes  les  ha  venido.  Y  aunque  mirándose  en  sí 
mismo  sea  muy  poco,  arrimándose  a  Jesucristo  es  muy 
mucho.  Ofrézcanse  de  corazón  en  la  Bondad  divinal,  y  oi- 
gan que  dice  por  el  profeta  Esaías:  Yo  os  hice,  yo  os  sufrí, 
yo  os  llevaré,  yo  os  salvaré.  Y  han  probado  que  Dios  los 

860  sufrió  cuando  estaban  apartados  de  El;  ya  pueden  confiar, 
pues  se  han  confesado  y  comulgado  con  razonable  aparejo, 
que  Jesucristo  nuestro  Señor  los  ha  incorporado  en  sí  mis- 
mo y  hecho  participantes  de  sus  merecimientos;  y  deste- 
rrando toda  pequeñez  de  corazón,  tengan  en  mucho  aquesta 

865  merced  y  tengan  en  mlucho  a  Jesucristo,  por  el  cual  y  en 
el  cual  osen  esperar  el  reino  del  cielo,  como  miembros  vi- 
vos que  tienen  cabeza  tan  valerosa. 

Y  consideradas  estas  cosas,  recibiendo  el  hombre  al  Se- 
ñor, cobre  corazón  de  león,  no  en  sí  mismo,  sino  en  el  mis- 

870  mo  Señor,  y  sepa  estimar  el  beneficio  recebido,  de  que  Dios 
se  ha  querido  juntar  con  él  para  ampararlo  debajo  de  sus 


833  1  Mach.  3,  2. 
859   Is.  46,  4.' 


44-     EN  LA  IXKRAOCTAVA  DEL  CORPl'S 


687 


alas,  como  [la]  gallina  ampara  a  sus  hijos.  Arrímese  a  El; 
ásgase  a  El,  pues  en  El  está  toda  la  seguridad. 

Y  después  que  hubiere  sido  harto  recebiendo  este  man- 

75  jar  divinal,  sea  muy  agradecido,  y  cante  al  Señor  aquel 
divino  cantar,  propísimo  para  esta  sazón:  Anima  mía,  ben- 
dice al  Señor,  y  todas  las  cosas  que  están  dentro  de  mí 
bendigan  su  santo  nombre,  etc.  Mira  con  atención  todas 
aquestas  mercedes  que  canta  David,  y  hallarás  que  todas 

80  son  concedidas  en  este  divino  Sacramento  a  quien  bien  lo 
recibe.  Aquí  el  Señor  se  amansa  con  nuestros  pecados; 
aquí  da  fuerza  a  nuestra  ánima  para  que  de  aquí  adelante 
no  caiga  en  ellos;  aquí  sana  nuestras  enfermedades  e  im- 
perfecciones. Aquí  nos  junta  consigo;  aquí  se  nos  da  El 

85  mismo  en  prendas  de  que  viviremos  para  siempre  con  él; 
porque  es  Ja  levadura  que  se  echó  en  las  tres  medidas  de 
harina  para  que  el  pan  fuese  sazonado  y  fuese  gustoso 
al  Señor;  y  fuera  de  este  sacratísimo  cuerpo  no  hay  vida  ni 
salud,  en  las  buenas  obras;  no  hay  gracia,  ni  gloria,  ni 

90  bien  alguno.  Porque  ansí  como  la  fuente  de  la  lumbre  es 
el  sol,  y  en  la  mar  se  juntan  las  aguas,  así  en  este  podero- 
sísimo Señor  están  juntos  todos  los  bienes,  y  quien  lo  re- 
cibe puede  decir:  Todos  los  bienes  me  vinieron  con  El.  Y  esté 
sin  miedo  de  la  muerte,  pues  ha  recebido  la  Vida,  y  espere 

■95  de  gozar  de  la  dulce  y  verdadera  promesa  de  Jesucristo  que 
dicen  las  palabras  del  tema:  El  que  come  de  este  pan  vivirá 
para  siempre. 


44      Buen  convite  hizo  Dros,  pero  Eva  le  echó 

MALA  HIERBA 

En  la  Infraoctava  del  Corpus 

(E)d.  1596,  I,  pip.  148-160  [incompleto].) 

Qui  manducat  meam  carnem,  et  bibit  meum  san. 
guinem,  vivit  in  aeternum.  Quien  come  mi  carne  y 
bebe  mi  sangre,  vivirá  para  siempre  (lo.  6,  [55.  59]). 

Rastreando  las  mer-  Es  tan  sublimada  la  naturaleza  de 
5        cedes  de  Dios  Dios,  es  tan  flaca  nuestra  vista 

para  lo  conocer  en  sí  mismo,  que 
hasta  que  estemos  en  su  reino,  donde  faz  a  faz  es  visto,  de- 
bemos contentarnos  y  satisfacer  a  nuestro  deseo  con  lo  co- 
nocer, rastreándolo  por  sus  efectos,  como  lo  dice  San  Pablo: 


889  salud]  ni  a.í.f. 


872   Mt.  23,  37.  893   Cf.  Sap.  7,  11. 

878   Ps.  102,  1.  897   lo.  6,  52. 

887   Mt.  13,  33. 


GSS 


10  Invisibilia  Del,  etc.  Y  su  discípulo  San  Dionisio  lo  dice  más 
largo. 

Y  no  sólo  esto  es  verdad  en  lo  que  toca  al  conocimiento 
de  su  divinidad,  mas  aun  en  el  de  su  santa  humanidad,  cuya 
excelencia  ni  hombres  ni  ángeles  pueden  comprender,  por- 

15  que  es  elevada  sobre  todos  ellos,  y  tiene  nombre  sobre  todo 
nombre,  y  toda  la  rodilla  se  le  debe  inclinar,  haciéndole  reve- 
rencia, no  sólo  según  el  cuerpo,  mas  aun  según  el  entendi- 
miento, abajándose  y  confesando  que  es  más  alto  que  ningún 
entendimiento  puede  acabar  de  comprender;  y  esto  queda 

20   reservado  para  sola  la  divinidad. 

Ya  que  presente,  Señor,  os  tenemos  hoy,  vuestra  festi- 
vidad nos  compele  a  hablar  de  vos.  Pues  si  no  os  conocemos, 
hablaremos  lo  que  no  sabemos;  y  la  tal  habla,  ni  es  con- 
forme a  razón  ni  a  vos  os  agrada.  Mas  dadnos  osadía,  que, 

25  aunque  no  os  alcancemos  a  comprender  en  vuestra  alteza, 
son  tantos  vuestros  efectos  que  en  nosotros  obráis,  ya  qui- 
tando males,  ya  haciendo  bienes,  levantando  al  pobre  del 
polvo,  y  del  estiércol  al  menesteroso,  para  sentarlo  con  los 
príncipes  de  vuestro  pueblo,  que  lo  que  nuestro  corto  enten- 

30  dimiento  no  alcanza  mirándoos  a  vos,  a  lo  menos  rastreará 
algo  por  las  mercedes  y  efectos  que  de  vos  recebimos.  Con 
esto,  hermanos,  nos  contentemos,  hasta  que  este  Señor,  que 
aquí  se  nos  ofrece  encubierto,  se  nos  represente  en  su  cla- 
ridad; y  hacerlo  ha  si  de  aquesto  que  acá  podemos,  bien 

35   nos  aprovechamos. 

Grandes  y  muy  grandes,  grandísimas  y  muy  grandísimas 
son  las  mercedes  y  socorros  que  este  Señor,  recebido  de  nos- 
otros, nos  hace;  y  debemos  pedir  lumbre  particular  del  cielo 
para  conocerle;  que  lo  que  nos  pudiera  aprovechar,  respon- 

40  diendo  a  ello  con  agradecimiento,  no  nos  sea  ello  ocasión  de 
daño,  si  en  lugar  de  agradecimiento  nos  da  olvido  e  in- 
gratitud. 

Y  porque  los  bienes  que  la  santa  comunión  nos  hace  y 
remedios  que  de  nuestros  males  nos  da,  presuponen  otros 

45  bienes  y  otros  males,  que  otro  tiempo  teníamos,  convendrá 
comenzar  a  hablar  de  aquéllos,  para  saber  conocer  estotros. 

Comen  Eva  y  Adán    Por  lo  cual  os  debéis  acordar  que 
del  árbol  prohibido    cuando  el  Señor  en  el  principio  del 
mundo  crió  a  nuestros  dos  prime- 
50    ros  padres,  a  Adán  y  Eva,  poniéndolos  en  un  huerto — que 

50  Eva]  y  add. 

10  Cf.  Rom.  I,  2o. 

11  Pseudo-Dionisio  Akeopagita,  De  div.  nom.  :  MG  3,  585  ss.  ; 
De  myst.  theol.,  c.  1,  3  :  Ib.  909-1002. 

16   Cf.  Phil.  2,  9-10. 
29   Ps.  112,  7-8. 


.)4.     r.X   LA   IXI-K\()Ci\\\   1)1.1.  Cokl'l'S 


689 


eso  quiere  decir  paraíso  en  otra  lengua — -,  [proveyóles]  de 
manjar  que  comiesen  y  de  ejercicio  que  obrasen.  Porque  el 
buen  padre  ha  de  mantener  a  sus  hijos  y  en  ninguna  manera 
consentir  que  vivan  ociosos  ni  mal  ocupados;  porque  ningún 

55  tiempo  ni  obra  se  puede  llamar  ociosa  con  mayor  razón  que 
aquellos  en  que  el  hombre  se  emplea  en  mal  trabajar,  pues 
es  peor  lo  dañoso  que  lo  ocioso.  Proveyóles,  pues,  Dios  de 
ejercicio  de  cortesanos,  más  para  su  recreación  y  evitar  la 
ociosidad  que  para  darles  trabajo,  porque,  no  habiendo  pe- 

60  cado,  no  hubiera  trabajo.  Y  proveyóles  de  comida,  dándoles 
licencia  que  comiesen  de  los  árboles  de  aquel  huerto,  salvo 
de  uno. 

— Mas  ¿por  qué,  Señor,  les  vedáis  comer  de  aquel  árbol? 
¿Tiene  aquel  fructo  alguna  cosa  más  con  que  mate  o  haga 

65  enfermedad  a  quien  lo  comiere?  No,  por  cierto;  pues  no 
criastes  vos  muerte  ni  enfermedad,  ni  hubiera  cosa  que  las 
causara.  No,  Señor,  ni  fué  por  esto  ni  fué  por  falta  de  libe- 
ralidad, que  no  sois  vos  como  los  que  dan  las  mercedes  ta- 
sadas, y  que  aun  no  han  comenzado  a  dar,  y  ya  les  parece 

70  que  han  dado  mucho.  Muy  dadivoso  sois  vos,  y  quien  bien 
os  conoce  hallará  que  lo  que  quitáis  o  no  dais,  es  para  en 
recompensa  de  aquello  dar  otra  cosa  mayor  y  mejor.  — De 
todo  árbol  de  este  huerto,  dice  el  Señor,  comerás,  y  de  éste 
no  comerás.  No  para  que  mueras  de  hambre,  sino  para  que 

75  los  otros  árboles,  comiendo  de  ellos,  mantengan  tu  cuerpo, 
y  con  no  comer  de  este  árbol  sea  mantenida  tu  ánima,  y  es- 
tando tu  ánima  mantenida  y  viva  en  mí,  goces  de  mí  para 
siempre. 

— Por  cierto,  si  el  quitarnos  algo  ha  de  ser  para  darnos 
80  a  vos,  suplicámoos  con  todo  nuestro  corazón  nos  lo  quitéis 
todo,  para  que,  más  desembarazados  los  senos  de  nuestra 
ánima,  sean  más  llenos  de  vos.  — No  os  puede  servir  si  no 
os  obedece;  no  hay  obediencia  si  no  hay  mandamiento  para 
que  el  hombre  haga  algo  o  se  refrene  de  algo;  y  por  eso 
85  mandó  Dios  que  se  refrenasen  de  comer  de  aquel  árbol,  como 
en  reconocimiento,  como  subjeción  que  debían  a  Dios,  la  cual 
no  pareciera  tan  clara  si  los  mandara  comer  de  todos. 

Este  fué  el  intento  del  mandamiento  del  Señor,  y  éste 
era  su  galardón  si  fuera  guardado,  y  puso  pena  de  muerte 
90  si  lo  quebrantasen.  En  cualquier  hora  que  comiereis  de  él, 
muerte  moriréis;  que  quiere  decir,  según  la  frase  hebrea, 
verdaderamente  moriréis. 

Mas  ¡oh  humana  flaqueza,  que  tan  poco  persevera  en  el 
bien,  y  con  tan  pequeña  ocasión  se  derriba,  y  elige  caer 


51  Cf.  Gen.  2,  15. 
74  Cf.  Gen.  2,  17. 
92   Cf.  Gen.  2,  17. 


690 


SFkMONES.  CICLO  TEMPORAL 


95  antes  en  la  ira  del  Señor  que  perseverar  en  su  gracia!  Vase 
la  mujer  a  pasear  por  el  huerto.  ¡Cosa  peligrosa  por  cierto, 
que  muy  bien  está  la  mujer  al  lado  y  sombra  de  su  marido, 
como  las  ovejas  debajo  de  la  sombra  de  su  pastor!  Vase  la 
oveja  sola,  y  en  esto  halla  el  diablo  ocasión  para  la  acome- 
100  ter,  y  acométela  por  engaño,  entendiendo  que  fácilmente 
la  engañará  por  saber  poco  y  no  estar  su  marido  presente 
para  responder  por  ella  o  decirle  lo  que  había  de  responder. 
— ¿Por  qué  os  mandó  el  Señor,  preguntó  el  demonio,  que  no 
comiésedes  de  este  árbol?  Respondió  Eva:  De  todos  los  ár- 
106  boles  nos  mandó  comer,  y  de  éste  nos  mandó  que  no  comié- 
semos ni  le  tocásemos.  ¡Oh  madre  nuestra!  Cuán  claro  pa- 
rece que  os  habéis  cargado  con  el  mandamiento  de  Dios, 
pues,  como  persona  desabrida  de  ello,  añadís  a  lo  que  El 
mandó.  Que  no  comiésedes  dijo,  no  que  no  le  tocásedes.  Se- 
no gún  la  carne,  vuestros  hijos  somos;  y  pluguiera  a  Dios  que 
no  lo  fuéramos  en  parecemos  carga  pesada  lo  que  nos  man- 
dan nuestros  mayores  y  en  poner  tacha  a  sus  mandamientos 
y  juzgar  a  quien  los  mandó.  Y  plega  a  Dios  no  pase  este  mal 
adelante  y  que  no  haya  algunos  que  estén  mal  con  los  man- 
ila damientos  de  castidad,  de  templanza,  de  perdonar  injurias 
y  otros  semejables,  y  que  no  se  escandalicen  del  Señor  que 
los  mandó.  No  se  canse  nadie  de  obedecer;  pues,  como  San 
Agustín  dice  en  este  lugar,  "la  obediencia  es  virtud  propia 
de  la  criatura  racional". 
120  Adelantóse  nuestra  madre  en  decir  más  de  lo  que  Dios 
había  mandado ;  mas  en  lo  que  toca  al  castigo  que  Dios  ame- 
nazó si  quebrantasen  su  mandamiento,  allí  quedó  corta.  Allí 
dijo  de  más,  aquí  dijo  de  menos.  Porque,  habiendo  dicho 
Dioo  absoluta  y  determinadamente  que  si  comían  morirían, 
125  lo  acortó  ella  a  hacerlo  dudoso.  Responde  al  demonio:  Man- 
dónos que  no  comiésemos  ni  tocásemos,  porque  por  ventura 
no  muriéramos.  ¿En  duda  ponéis,  buena  mujer,  la  verdad 
de  Dios?  Cerca  estáis  de  perderla.  Y  los  hijos  que  de  vos 
descendimos,  la  misma  tacha  tenemos.  Sentimos  carga  de  los 
130  mandamientos  de  Dios;  queremos  cumplir  nuestros  apetitos; 
y  aunque  Dios  ha  amenazado  que  quien  quebrantare  sus  man- 
damientos será  atormentado  con  vivos  fuegos  en  los  infier- 
nos, no  acabamos  de  creer  que  es  aquella  verdad,  o  muy  fla- 
camente, y  hacémonos  entender  que  hay  una  cierta  mise- 
136  ricordia  en  Dios  que  le  haga  no  ser  verdadero.  Lo  cual  es 
blasfemia  muy  grande,  pues  no  es  menos  de  esencia  de  Dios 
su  verdad  que  su  misericordia. 

¡Qué  alegre  quedó  el  demonio  de  ver  esta  poca  duda  en 


106  Cf.  Gen.  3,  1-3. 

119  San  Agustín,  De  cív.  Dei,  1.  13,  c.  20  :  ML  41,  394. 


44-     EN  LA  INFRA(X-TAVA  PEI.  CORPUS 


691 


el  corazón  de  la  mujer  y  cuan  confiado  que  por  aquella 
140  puerta  que  le  había  abierto  podía  fácilmente  entrar,  y  ro- 
barle toda  su  hacienda,  y  quitarle  la  vida!  No  se  descuide 
nadie  ni  tenga  en  poco  los  males  pequeños,  que  es  tan  astuto 
y  tan  fuerte  nuestro  enemigo,  que  si  le  dais  una  portecilla, 
por  pequeña  que  sea,  que,  aunque  sea  de  los  trascorrales 
145  de  casa,  desde  allí  os  hará  guerra,  hasta  llegar  a  la  torre 
del  homenaje. 

— ¿Así,  dice  el  demonio,  que  os  amenazó  Dios  que  por 
ventura  moriríades?  No  se  lo  creáis;  que,  cierto,  aunque 
comáis  no  moriréis;  sino  como  este  árbol  y  su  fruto  tienen 

150  escondida  una  cosa  admirable  y  divina,  que,  aunque  parece 
manjar  para  el  cuerpo  y  para  sustentación  de  la  vida  hu- 
mana, es  de  tanta  virtud,  que,  si  coméis  de  él,  luego  seréis 
como  dioses  en  la  sabiduría  y<  sabréis  bien  y  mal — que  quiere 
decir,  de  lo  que  habéis  de  hacer  y  de  lo  que  os  habéis  de  apar- 

155  tar — ;  sin  tener  necesidad  de  preguntar  ni  de  ocurrir  a  Dios, 
sabréis  todo  lo  que  os  conviene. 

Créelo  la  mujer;  ensálzasele  el  corazón  con  aquella  pro- 
mesa de  ciencia  y  semejanza  de  divinidad,  y  cúmplese  lo 
que  después  se  escribió:  Antes  de  la  caída  ensálzase  el  co- 

160  razón.  Y  llevando  ya  en  su  ánima  aquella  mala  simiente  que 
el  diablo  le  echó  en  el  corazón,  tan  mala  y  de  tan  malos 
frutos,  que  hizo  al  ángel  diablo,  alza  los  ojos  al  árbol  ve- 
dado; el  cual  con  la  hermosura  y  fresco  que  Dios  le  había 
dado  como  a  los  otros  y  con  los  trampantojos  que  el  diablo 

165  haría  en  los  ojos  de  la  mujer,  parecióle  el  árbol  tan  bien  y 
tan  hermoso,  tan  deleitable  para  ser  visto — y  por  aquí  sacó 
cuan  suave  sería  para  comer — ,  que  sin  esperar  consejo  de 
su  marido,  sin  considerar  quién  era  aquel  que  le  hablaba, 
sin  pedir  lumbre  a  Dios  para  ello,  sin  acordarse  de  las  ame- 

!70  nazas  de  Dios,  alza  las  manos  y  asióse  del  árbol,  y  comienza 
a  coger  de  la  fruta — y  no  sería  muy  despacio — y  come  de 
ella,  y  hace  que  su  marido  la  coma. 

¡Oh  mujer,  si  supieras  cuán  cara  había  de  costar  esa 
comida  de  tu  desobediencia  a  quien  nunca  gustó  manjar  de 

175  la  desobediencia  de  Dios!  ¡Oh  si  supiera  ese  tu  gusto  sa- 
broso cómo  se  había  de  pagar  con  gusto  de  hiél  y  vinagre! 
Y  si  tú  temieras,  los  brazos  abiertos  y  alzados  y  asidos  de 
un  árbol,  y  supieras  lo  que  representabas,  y  cuya  figura 
eras,  no  fueras  tan  cruel  y,  por  gozar  tu  paladar  de  comer 

180  de  una  fruta,  pusieras  a  tu  Criador  en  grandes  dolores  y  an- 
gustias. Brazos  alzados  al  árbol  vedado,  manos  asidas  con  él, 
haz  cuenta  que  al  Hijo  de  Dios  has  crucificado  y  que  ha  de 
tener,  como  tú,  los  brazos  alzados  y  abiertos  y  manos  plega- 
das y  fijadas  con  duros  clavos  en  el  árbol  de  la  cruz;  árbol 


149  Cf.  Gen.  3,  4. 


160   Prov.  18,  12. 


692 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


seco,  duro,  si,n  hojas  para  le  amparar,  sin  fructo  para  le  re- 
crear, porque  con  dolores  ha  de  pagar  lo  que  tú  has  pecado 
por  tus  placeres.  Muerto  lo  has,  Eva;  muerto  lo  has.  Hijo 
tuyo  será  según  la  carne  y  Criador  tuyo  es  según  la  divini- 
dad. Mira  qué  has  hecho  en  ser  matadora  de  tu  hijo,  y  más 

190  te  digo,  matadora  de  tu  Dios.  Porque  el  mismo  que  será  hijo 
tuyo  según  la  carne,  ese  mismo  será  Dios,  teniendo  en  dos 
naturalezas  una  persona;  y  aunque  no  morirá  según  Dios, 
morirá  el  que  es  Dios.  A  El  has  sido  traidora,  a  la  Madre  que 
lo  engendrará  muy  perjudicial,  a  todo  el  mundo  has  echado  a 

195  perder;  maldito  sea  placer  que  tan  caro  cuesta.  ¿No  os  pa- 
rece, hermanos,  que  fué  mala  madre?  ¿No  os  parece  mal- 
dad digna  de  grande  castigo,  por  hacer  su  voluntad  contra 
la  de  Dios,  ser  causa  de  la  muerte  de  Dios  humanado?  Desde 
que  hubo  pecado,  hubo  causa  para  que  Dios  muriese,  y  en  la 

200  determinación  de  Dios  quedó  determinado  que  así  fuese.  Dice 
San  Juan  que  el  Cordero  es  Cristo,  que  fué  muerto,  ab  ori- 
gine mundi;  no  en  sí,  porque  no  había  entonces  tomado  carne, 
mas  en  la  determinación  de  Dios  que  para  remedio  del  pecado 
ordenó  que  muriese  su  Hijo.  ¡Oh  gran  crueldad  de  nuestros 

205  padres  primeros!  ¡Oh  grande  inadvertencia,  digna  de  que  sea 
reprendida,  escupida  y  condenada  de  todos  los  hombres! 

¡Vergüenza!  También  Mas  sabéis  que  temo  que  la  virtud 
nosotros  hemos  de  Dios  y  su  divino  juicio,  que  está 
pecado  mirando  cómo  nosotros  reprende- 

210  mos  y  blasfemamos  de  cosa  tan 

mal  hecha,  no  se  torne  contra  nos  y  diga:  Et  tu  in  eadem 
damnatione*  es.  ¡Oh  cristiano!,  ¿hate  alguna  vez  acaecido 
convidarte  el  demonio,  o  tu  carne,  o  algún  prójimo,  con  al- 
guna manzana  vedada  por  mandamiento?  ¿Hante  convidado, 

215  quiero  decir,  con  algún  pecado?  ¿Alzados  los  ojos  al  árbol 
vedado,  hate  parecido  bien  el  pecado,  y  has  extendido  la 
mano  de  tu  consentimiento,  juntándolo  contigo  y  diciendo: 
Sí  quiero,  olvidado  lo  que  Dios  manda,  el  cielo  que  promete 
a  quien  le  obedece,  el  castigo  del  infierno,  donde  se  paga  el 

220  pecado  más  que  con  las  setenas;  y  cerrando  los  ojos  a  todo, 
como  animal  mudo,  te  dejaste  vencer  de  lo  que  tanto  bien 
te  quita  y  mal  te  hace?  No  riñas  con  ella,  riñe  contigo;  que 
ni  sabía  ella  tanto  ni  pensaron  ellos  que  Dios  se  enojara  tanto 
ni  castigara  tanto  aquel  pecado;  porque,  como  no  habían 

225  visto  cómo  castigaba  Dios  los  pecados,  pensaron  que  era  cosa 
liviana;  y  no  solamente  Eva,  mas  Adán,  del  cual  dice  San 
Agustín:  Credit  culpam  venialem;  mas  a  quien  conoce  que  lo 


202  Apoc.  13,  8. 

212  Cf.  Le.  23,  40. 

227  San  Agustín,  De  den.  ad  lili-,  1.  11,  c.  31,  41  (ML  34,  446)  : 

alinde  magis  crediderunt  Deum  posse  peccantibus  facile  ignoscere». 


44-     F.N  LA  INFKAOCTAVA  DEL  CORPUS 


693 


que  hace  es  malo,  ninguna  excusa  tendrá,  aunque  no  sepa 
la  cantidad  de  la  pena.  Mas  ¿qué  dirás  tú,  hermano,  que  sa- 
230  biendo  que  lo  que  haces  está  vedado  por  Dios,  y  vedado  con 
amenaza  de  muerte  eterna — lo  cual  no  sabían  aquéllos — ,  y 
sabiendo  que  lo  que  puso  al  Hijo  de  Dios  en  la  cruz  son  los 
pecados,  haces  cosa  que  a  Dios  mató  renovando  la  causa  de 
su  muerte? 

235  ¡Oh,  válame  Dios!  ¿Tan  bien  parece  un  poco  de  deleite 
bestial,  que  aunque  vaya  envuelta  con  él  ponzoña,  y  tal 
ponzoña  que  mata  para  siempre  y  hace  perder  a  Dios  para 
siempre,  lo  has  de  tomar  a  ojos  cerrados?  El  rey  David  no 
quiso  beber  una  poca  de  agua  que  había  deseado,  porque  se 

240  había  alcanzado  con  mucho  peligro  de  los  otros  hombres, 
¡y  tú  quieres  beber  el  pecado  que  puso  a  Dios,  no  en  sólo 
peligro  como  a  los  otros,  mas  en  trance  de  muerte  muy  ver- 
dadera y  muy  lastimera!  Con  mucha  razón  pregunta  Job: 
¿Cómo  puede  uno  gustar  lo  que,  en  siendo  gustado,  acarrea 

245  muerte?  No  suelen  esto  hacer  sino  los  locos  o  desesperados. 
Mas  si  es  grande  mal  el  gustar  la  cosa  que  mata  a  quien  la 
come,  ¿cuánto  mayor  será  acusar  por  mi  comida  al  Hijo  de 
Dios?  Abajemos  todos  nuestras  cabezas  de  vergüenza,  hira- 
mos nuestro  corazón  de  dolor,  confesemos  nuestra  culpa; 

250  que  desde  el  principio  del  mundo  hasta  el  fin  de  él,  sacando 
al  Hijo  de  Dios  y  su  Madre  benditísima,  todos  hemos  peca- 
do, aunque  unos  más  que  otros,  y  todos  hemos  sido  causa 
de  nuestro  mal  y  de  la  muerte  del  Hijo  de  Dios,  y  dicho  con 
nuestras  obras:  ¡Crucifícalo,  crucifícalo!  Porque,  como  dice 

255  3an  Pablo,  por  todos  murió  Cristo,  y,  por  el  consiguiente, 
por  pecados  de  todos.  ¿Del  árbol  vedado  hemos  comido?  Incu- 
rrido hemos  en  muerte  de  cuerpo  y  de  ánima,  como  dice  Da- 
vid: Quis  est  homo  qui  v'ivet,  et  non  videbit  mortem?,  etc. 

iXIales  que  nos  acarreó    Un  convite  hizo  Elíseo  a  unos 
260      la  comida  de  Eva        hombres,  y  el  que  había  de  cocer 
la  olla  salió  al  campo  a  coger  al- 
gunas hierbas  para  echar  en  ella,  y  asió  de  unas  coloquín- 
tidas  y  echólas  en  la  olla,  y  cuando  fueron  a  comer  de  ella 
amargaba  mucho,  y  comienzan  a  dar  todos  voces  a  Elíseo, 
265   diciéndole:  Varón,  la  muerte  en  la  olla,  en  la  olla. 

¡Oh  qué  claro,  oh  qué  espiritualmente  se  nos  declara 
aquí  nuestro  mal  y  la  causa  de  él,  y  aun  también  nuestro  re- 
medio! El  que  hizo  el  convite,  Dios  es,  de  buenas  cosas  por 
cierto,  dando  a  Adán  y  Eva  cuerpo  y  ánima,  y  su  preciosí- 

240  Gf.  2  Reg.  23,  16-17. 

24 s  I°b  6,  6. 

254  Cf.  Mt  27,  23  ;  Me.  15,  14  ;  Le.  23,  21  ;  lo.  19,  6. 

255  Cf-  3  Cor.  5,  14. 
258  Ps.  88,  49. 

265  Cf.  4  Reg.  4,  40- 


694 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


270  sima  gracia  que  morase  en  ellos,  y  la  justicia  original  con 
que  la  parte  sensitiva  se  inclinase  y  holgase  de  obedecer  a 
la  razón,  y  la  razón  a  Dios;  y  ni  hubiese  muerte  en  ánima 
ni  en  cuerpo;  porque  aunque,  por  ser  compuesto  de  elemen- 
tos contrarios,  naturalmente  se  hubiese  de  acabar,  conser- 

275  váralos  Dios  mediante  que  comiesen  del  árbol  de  la  vida, 
hasta  que  de  este  mundo  los  llevase  al  cielo,  sin  saber  qué 
era  trabajo,  ni  muerte,  ni  enfermedad. 

Criólos  señores  de  todas  las  cosas,  con  corazones  dere- 
chos, con  cuerpos  hermosos  y  sanos,  y  hechos  hijos  adop- 

280  tivos  de  Dios,  sin  guerra  de  tentaciones  que  sintiesen  dentro 
de  sí,  llenos  de  paz,  por  la  justicia  original;  todo  lo  cual 
les  dió  para  sí  y  para  sus  descendientes,  si  ellos  persevera- 
ran en  la  obediencia  de  Dios.  ¿Visteis  nunca  convite  tan  pre- 
cioso, sabroso  y  tan  largo,  pues  era  para  todo  el  mundo 

285  universo?  ¡Oh  si  no  salieras  al  campo,  Etva  Madre!  ¡Oh,  si 
no  echaras  mala  hierba  en  la  olla,  no  sintiéramos  el  amar- 
gura que  sentimos  ni  estuviéramos  en  los  males  que  esta- 
mos! ¿Quién  hay,  aunque  sea  corto  de  vista,  que  no  expe- 
rimente cuánta  amargura  hay  en  la  naturaleza  humana? 

290  ¿Quién,  de  los  que  a  Dios  quieren  servir,  no  gusta  cada  día 
hiél  y  vinagre,  con  los  amargos  tragos  que  le  hace  beber  su 
sensualidad?... 


45    Jesucristo  sacramentado  es  el  árbol  de  la  vida 

(E5d.  1596,  I,  pp.  127-147.) 

Qui  manducat  mcam  camem,  et  bibit  mcum  san- 
guinem,  habct  vitam  actcrnam.  Quien  come  mi  carne 
y  bebe  mi  sangre,  vivirá  para  siempre  (lo.  6,  [55]). 

Tendrá  vida  eterna  ¡Vida  eterna!  ¡Oh  preciosa  prome- 
5  sa!  Fuéra'lo  si  prometiera  el  Señor 

solamente  vida,  aunque  corruptible,  aunque  enferma;  ¿qué 
hará  prometer  vida  eterna  a  quien  comiere  su  carne  y  be- 
biere su  sangre? 

No  es  menester  encarecer  en  cuánta  estima  tienen  todos 
10  las  vidas,  pues  dan  de  ello  testimonio  todas  las  cosas  que 
viven,  así  espirituales  como  corporales;  las  cuales,  como 
desean  su  ser  y  conservación  en  él,  así  desean  su  propia 
vida;  porque  a  las  cosas  que  viven,  el  mismo  vivir  es  el 
mismo  ser.  Si  no,  preguntadlo  a  un  hombre  enfermo  que 
15  se  quiere  morir,  qué  dará  por  dos  años  de  vida.  En  Job 
está  escrito:  Péllem  pro  pelle  dabit  homo,  etc.  Y  el  Se- 
ñor dice:  Quam  commutationem  dabit  homo  pro  anima  sua? 

288  <me  no]  y 
16  Y]  si  add. 


16   Cf.  lab  2,  4. 


17    Cf.  Mt.  16,  26. 


45-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


695 


¿Qué  aprovecha  al  rico  que  tenga  muchos  tesoros,  señoríos 
y  reinos,  si  se  muere  y  lo  deja  todo  acá?  Trocarlo  hía  todo 

20  de  buena  gana  por  una  poca  de  vida,  aunque  fuese  con  tra- 
bajos, y  pidiendo  por  amor  de  Dios  de  puerta  en  puerta. 
Sin  vida,  ninguna  cosa  se  goza,  y  con  ella  de  todas;  y  cuan- 
do todas  fallecen,  el  mismo  vivir  da  contentamiento,  aunque 
tenga  anejos  muchos  trabajos. 

25  Ea,  pues,  los  que  deseáis  vivir,  andad  acá  al  manjar 
de  la  vida,  que  es  la  carne  y  sangre  de  Jesucristo,  y  halla- 
réis en  El  vida  sana,  alegre,  rica  y  fuerte,  y  no  por  tantos 
y  tantos  años,  sino  para  todos  los  que  Dios  fuere  Dios. 
¿Quién  hay  que  no  despierte  del  sueño  de  su  olvido?  ¿Quién 

30  hay  que  no  mire  con  otros  ojos  este  divinísimo  Sacramento, 
oyendo  decir,  y  por  su  boca,  de  que  quien  lo  come  tiene 
vida,  y  vida  eterna,  que  convida  con  ella  el  mismo  Señor? 

Pues  qué,  ¡si  supiésedes  en  particular  cuán  excelente  y 
bienaventurada  vida  es  aquesta!  Tanto,  que  esta  vida  que 

35  tenemos — que  excede  en  valor  a  todas  'las  cosas  de  acá  tem- 
porales, según  hemos  dicho,  y  que  el  hombre  la  ama  más 
que  a  todas  ellas — ,  es  cosa  tan  baja  en  comparación  de  esta 
vida  que  el  Señor  promete  a  quien  bien  lo  recibiere,  que  ni 
tiene  que  ver  con  ella  ni  merece  nombre  de  vida;  antes, 

40  como  San  Gregorio  dice,  "la  presente  vida  es  una  muerte 
prolija",  con  la  cual  el  hombre  está  muriendo  tantos  años. 
Esta  es  vida  verdadera;  y  para  deciros  en  una  palabra  la 
nobleza  y  valor  de  esta  vida,  es  vida  éobre  toda  naturaleza; 
pues  vale  más  un  hombre  con  esta  vida,  por  bajo  y  pobre 

■*5  que  sea,  que  todos  los  ángeles  y  arcángeles,  hasta  querubi- 
nes y  serafines,  si  de  ella  carecen.  Paraos  a  pensar  la  ex- 
celencia de  los  espíritus  angélicos,  su  sabiduría,  fortaleza, 
hermosura  y  bondad  que  pueden  alcanzar  por  su  naturaleza ; 
todo  esto  junto  no  vale  tanto  como  aquesta  vida,  que  da  el 

50  altísimo  Dios  a  una  vejecita,  y  a  un  pastorcico,  o  a  otro 
hombre,  por  bajo  que  sea,  cuando,  habiéndose  confesado, 
dignamente  se  llega  al  santo  altar  y  recibe  de  mano  del 
sacerdote  él  divinísimo  cuerpo  de  nuestro  Señor  Jesucristo. 
La  cual  vida,  si  el  hombre  no  la  echa  de  sí,  no  haya  miedo 

55  que  ella  se  acabe,  como  la  del  cuerpo,  que,  por  muchos 
puntales  que  pongáis  y  por  mucho  que  la  queráis  guardar 
de  todos  sus  contrarios,  no  la  podréis  tener  sin  que  se  acabe. 

¡Oh  válame  Dios,  y  qué  joya  tan  rica!  ¿De  dónde  a  los 
hombres  tan  grande  bien?  No  es  como  quiera  el  negocio; 

60  no  es  cosa  que  nace  de  criaturas,  aunque  ellas  la  tengan  y 
gocen;  mas  la  fuente  de  ella,  sólo  Dios  es:  Apud  te  est 

41  San  Gregorio  Magno,  Hom.  in  Ev.,  1.  2,  hom.  '37,  1  (ML 
76,  1275)  :  «Temporalis  vita  aeternae  vitae  comparata  mors  est  po- 
tius  dicenda  quam  vita.  Ipse  enim  quotidianus  defectus  eorruptio- 
nis,  quid  est  aliud  quam  quaedam  prolixitas  mortis  ?» 


896 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


fons  vitae.  Porque  como  ninguna  cosa  puede  tener  ser  sino 
participando,  en  su  mlodo,  del  ser  infinito,  que  es  Dios  (nin- 
guna buena,  ninguna  sabia  ni  fuerte,  si  no  participa  de 

65  estas  perfecciones  que  hay  en  Dios;  así  ningún  árbol,  ni 
animal,  ni  hombre,  ni  ángel  puede  tener  vida,  si  de  esta 
infinita  fuente,  que  es  Dios,  no  la  saca.  Tuya  es,  Señor, 
la  vida  de  todos  los  vivos,  y  tú  la  puedes  dar  y  tornar  a 
quien  no  la  tiene;  que  para  ti  no  hay  nadie  muerto.  Y  por 

70  esto  -se  dice  con  mucha  razón:  ¡Adoremos  al  Rey,  al  cual 
viven  todas  las  cosas! 

Mas  entre  todas  estas  vidas,  que  de  la  única  Vida,  que 
es  Dios,  manan,  es  esta  de  que  hablamos,  que  en  aquel 
divino  Sacramento  se  da.  Y  porque  no  pensemos  que  es 

75  vida  obscura  y  triste,  añade  diciendo:  Y  en  tu  lumbre  ve- 
mos lumbre.  Vida  rica,  vida  alegre;  y  que  quien  la  tiene  no 
vive  en  las  tinieblas,  mas  en  lumbre  semejable  a  la  lumbre 
en  que  vive  el  Señor. 

¿Quién  hablará  estas  cosas?  ¿Quién  terná  peso  para 

80  las  saber  estimar:  que  quien  bien  come  la  carne  y  bebe  la 
sangre  del  Señor,  tiene  vida  semejable  a  la  vida  que  vive 
Dios?  ¿Qué  es  esto,  Señor?  ¡Hacéis  a  los  hombres  deifor- 
mes, y  acabáis,  con  darles  gracia  en  este  mundo,  de  en- 
grandecer en  ellos  la  imagen  natural  que  a  tu  semejanza 

85  criaste,  para  que  así  como,  Señor,  tu  vida  es,  tus  placeres, 
tu  negocio,  tu  ocio:  conocerte,  amarte,  gozarte,  poseerte 
para  siempre  jamás,  des  a  los  hombres  vida,  dándoles  tu 
gracia,  con  que  te  conozcan  y  amen  y  gocen  acá  en  su  modo, 
y  en  el  cielo  en  el  tuyo,  ¡que,  según  se  ha  dicho,  valga  más 

90  un  hombrecito  que  la  tiene  que  millones  de  ángeles  si  ca- 
recen de  ella!  No  es  vida  corporal  ésta,  que  haya  menester 
diente  ni  vientre;  vida  es  del  ánima — y  es  la  mejor  parte 
del  hombre — •,  y  que  se  ceba  y  mantiene  de  sólo  Dios,  y 
hace  para  siempre  bienaventurados  los  que  la  viven. 

96  Pierden  los  ángeles  la  Y  porque  la  divina  Sabiduría 
vida  divina  y  es  comu-  conoce  cuán  excelente  vida  es 
nicada  a  Adán  y  Eva  aquésta,  la  suma  Bondad  crió 
ángeles,  no  con  otro  intento  sino 
para  que  participasen  de  esta  vida  tan  buena  y  tan  delec- 
100  table.  Criólos  en  vida  de  gracia;  y  a  los  que  le  agradecieron 
esta  merced  y  usaron  bien  de  ella,  perfic clonóles  esta  vida, 


89  suyo 


62   Of.  Ps.  35,  10. 

71    Bicv.  Rom.,  Ojj.  defiinct.,  ad  Mat.,  invitat:  «Regem  cui 
omnia  vivunt,  venite,  adoremus». 
76   Of.  Ps.  35,  10. 

92  Of.  San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  ir.  25,  c.  6,  11  (I\LL  35,  1602)  : 
«Ut  quid  paras  dentes  et  ventrem  ?  Crede,  et  manducasti». 


45-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


697 


dándoles  la  vida  de  gloria;  porque  la  gracia,  principio  es 
de  la  gloria;  y  a  los  que  la  perdieron  arrojólos  en  el  infier- 
no, excluidos  de  todo  bien,  ajenos  de  'la  vida  bienaventurá- 
is da,  alanzados  de  la  lumbre  de  Dios  y  condenados  a  tinieblas 
de  fuera  y  muerte  que  no  tiene  fin. 

Y  porque  la  naturaleza  de  Dios  es  la  misma  bondad,  y 
por  eso  le  es  propio  el  comunicarse  y  hacer  mercedes,  acos- 
tumbra El  de  cuando  en  cuando,  por  unos  que  caen  por  su 

110  culpa  y  pierden  la  corona  que  les  quería  dar,  si  fueran  los 
que  debían,  levantar  a  otros  por  su  misericordia,  que  re- 
ciban los  dones  y  buen  lugar  que  los  otros  perdieron. 

Caen  los  ángeles  malos;  pierden  por  su  soberbia  la  vida 
de  gracia,  que  Dios  de  balde  les  había  dado;  y  cría  Dios 

115  del  polvo  de  la  tierra  a  nuestro  padre  Adán;  y  dándole  na- 
turaleza a  él  y  a  Eva,  dióles  juntamente  vida  de  gracia, 
con  la  cual  su  ánima  viva,  conociendo  y  amando  y  gozando 
de  Dios  por  muy  excelente  manera,  aunque  no  viéndole 
faz  a  faz  (porque  esta  vida  guárdase  para  su  galardón  de 

120  quien  en  este  mundo  hubiere  guardado  la  santa  voluntad  de 
nuestro  Señor) ;  y  para  que  la  guardasen,  les  puso  manda- 
miento en  que  ejercitasen  la  obra  y  sujeción  que  a  su  Señor 
y  Criador  es  debida.  Dióles  también  manera  como,  aunque 
la  vida  de  su  cuerpo,  de  sus  propios  principios,  fuese  co- 

125  rruptible  y  que  no  podía  durar  para  siempre,  por  ser  el 
cuerpo  compuesto  de  elementos  contrarios,  no  obstante  esto, 
orió  un  árbol  el  cual  plantó  en  medio  de  aquel  paraíso  te- 
rrenal, comiendo  del  cual  fuese  su  vida  conservada  para 
siempre  jamás;  y  por  eso  se  llamó  el  árbol  de  la  vida.  De 

130  manera  que  les  dió  árboles  para  comer  y  mantener  la  vida 
del  cuerpo;  y  otro  árbol  para  que,  comiendo  de  él,  nunca 
muriesen;  y  otro  árbol  para  que,  no  comiendo  de  él,  obede- 
ciesen a  Dios  y  comiese  su  ánima  del  manjar  de  la  obra 
que  hace  al  hombre  conservar  y  aumentar  la  gracia  del 

135   Señor  y  merecer  la  vida  eterna. 

¡Qué  bien  lo  habéis,  Señor,  ordenado  todo  con  vuestra 
sabiduría,  diciendo:  Cum  eo  eram  cuneta  componens!  Lo 
del  cuerpo,  lo  del  ánima;  lo  presente,  lo  por  venir;  lo  que 
habían  de  hacer,  lo  que  no  habían  de  hacer;  todo,  Señor, 

140  hermoso,  como  vos  sois  hermoso. 

Y  no  sólo  fuistes  bueno  para  con  nuestros  primeros  pa- 
dres, dándoles  vida  de  gracia,  justicia  original,  señorío  so- 
bre todas  las  criaturas,  medios  para  vivir  y  para  nunca 
morir;  mas  no  paró  vuestra  bondad  en  ellos,  como  perso- 

1*5  ñas  particulares,  sino  quisistes  que  fuesen  cabezas  de  todos 
los  hombres  y  que  mediante  ellos  gozásemos  todos  nosotros 

106    Mt.  8,  12  ;  22,  13  ;  25,  30. 
129   Gen.  2,  9. 
137    Prov.  8,  30. 


698  SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


de  la  misma  vida  y  mercedes,  participando  los  miembros 
de  los  bienes  de  la  cabeza.  Convite,  Señor,  les  hecistes,  muy 
rico  y  muy  delectable,  por  cierto,  y  a  todos  nosotros. 

150  Pierden  Aúán  y  Eva  la    Mas  así  como  el  criado  del  pro- 
vida, y  la  recobra  Cristo    feta  Eliseo  salió  al  campo  y  co- 
gió unas  hierbas  mortíferas  y 
desabridas  y  las  echó  en  la  olla  de  que  habían  de  comer 
los  convidados  de  su  señor  el  profeta  Eliseo,  así  nos  acon- 

155  teció  aquí.  Echa  el  criado  de  Eliseo  las  hierbas  en  la  olla, 
y  cuando  comenzaron  a  comer,  halláronla  tan  amarga  y 
ponzoñosa,  que  dan  todos  gritos  al  profeta,  diciendo  el 
angustia  que  sentían  con  el  gusto  de  aquellos  manjares;  y 
como  a  quien  tenían  por  varón  santo,  que  podía  alcanzar 

160  el  remedio  de  Dios,  dicen  a  voces:  ¡Varón  de  Dios,  la  muer- 
te está  en  la  olla!  Esto  acaeció  allí,  y  conforme  a  esto 
acaeció  a  nuestra  madre  Eva,  que  se  sale  a'l  campo,  y  co- 
gió, y  comió,  y  dió  a  comer  a  su  marido  del  amargo  man- 
jar vedado  por  Dios,  y  por  eso  lleno  de  ponzoña;  y  como 

165  ellos  eran  la  olla  en  que  estaba  la  naturaleza  humana,  y  de 
ellos  la  habían  de  tomar  todos  los  hombres  buena  y  sana, 
si  tal  la  guardaran,  tomáronla  mala,  enferma,  corrupta, 
despojada  de  la  gracia  y  justicia  original  en  el  ánima,  y 
de  la  vida  del  cuerpo  que  antes  tenía,  y  condenada  a  muer- 

170  te,  y  sujeta  a  tantas  miserias,  que  no  sólo  de  parte  del 
cuerpo,  más  aun  del  ánima,  se  diga  el  hombre,  con  verdad, 
relleno  de  muchas  miserias. 

¿Quién  dirá  cuán  amarga  cosa  es  llevar  esta  vida  mi- 
serable, que  ya  es  atormentada  con  frío,  ya  con  calor,  etc.? 

1^5  ¿Y  quién  dirá  cuán  más  amarga  cosa  es  sentir  guerra  den- 
tro de  sí,  dividido  el  hombre  en  dos  partes,  queriendo  cosas 
contrarias,  y  ser  fuerte  la  parte  que  quiere  el  mal  y  flaca 
la  que  quiere  el  bien?  Esta  condición  que  el  hombre  siente, 
este  tirano  que  mora  en  nosotros  y  da  tan  mala  vida  al 

180  hombre  interior  que  desea  lo  bueno,  cosa  es  que  todos  lo 
experimentan  y  a  todos  amarga.  Sintieron  esto  los  hom- 
bres que  quisieron  vivir  vida  humana,  que  es  vivir  según 
razón  y  no  según  apetito;  y  dábales  mucha  pena  y  quejá- 
banse de  ello;  mas  como  no  sabían  el  remedio  de  este  mal, 

185  no  podían  escapar  de  él,  y  así  se  quedaron  en  la  muerte 
que  de  Adán  heredaron.. 

'Mas  el  Señor,  cuya  misericordia  es  grande,  inspiró  a 
Adán  y  a  otros  que  le  diesen  voces  a  El,  que  era  el  Señor 
que  había  hecho  el  convite,  y  tenía  poder  para  remediar 

190    el  maí  que  había  hecho  su  mal  cocinero  Adán.  Dan  voces  a 

161    4  Reg.  4,  39-40. 

172   Iob  14,  r. 

178    Cf.  Rom.  7,  15-24. 


45-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


699 


El,  llenos  de  amargura  y  tocados  de  la  ponzoña:  "¡Señor 
de  las  virtudes!  La  muerte  sentimos  dentro  de  nosotros,  y 
una  inclinación  tan  viva  a  pecar,  que  nos  lleva  cautivos  a 
lo  que  ella  quiere:  ¡remedio,  Señor,  para  tanto  mal!"  Estas 

195  voces  dió  Adán,  dieron  los  patriarcas,  dieron  los  profetas, 
y,  por  su  gran  misericordia,  oyólos  el  Señor. 

Moisés  dió  remedio  para  que  el  pueblo  de  Israel  en  el 
desierto  pudiese  beber  con  dulcedumbre  unas  aguas  muy 
amargas,  porque  no  pereciesen  de  sed  y  hambre;  y  Eliseo 

200  hizo  que  pudiesen  comer  de  la  olla,  en  la  cual  había  amar- 
gura y  muerte;  el  primero  echando  un  madero  en  las  aguas, 
y  el  segundo  un  poco  de  harina  en  la  olla. 

Alabado  seas  tú,  Señor  de  la  vida  y  Señor  de  la  muerte, 
que  fuiste  servido  de  hacer  tú  solo  lo  que  estos  dos  siervos 

205  tuyos  hicieron  cada  uno  por  sí,  y  remediaste  el  mundo  con 
el  madero  de  la  cruz  y  con  la  poca  de  harina,  que  sig- 
nifica la  santa  humanidad  de  tu  Hijo  bendito;  y  ordenando 
que  El  tomase  nuestra  naturaleza — que  es  echarse  en  nues- 
tras aguas  y  en  nuestra  olla — ,  muriendo  en  la  cruz  por 

210  nuestros  pecados,  siendo  hecho  manjar  debajo  de  las  espe- 
cies de  la  harina,  como  en  él  divinísimo  sacramento  de  la 
misa  está,  nos  hecistes  libres  de  los  errores,  significados  por 
las  aguas  amargas,  y  nos  hecistes  fuertes  para  obrar  la 
verdad  que  nos  enseñáis,  confortados  con  aquel  divino  man- 

215    jar  que  alanza  la  muerte  y  trae  la  vida;  de  tanta  virtud, 
que  con  él  tenemos  fuerzas  para  caminar  por  los  limpios 
caminos  de  tus  mandamientos,  hasta  llegar  al  monte  del 
cielo,  como  las  tuvo  Elias  para  llegar  al  monte  de  Horeb. 
¿Qué  te  daremos,  Señor,  por  esta  merced,  que  nos  has 

220  recobrado  la  vida  perdida,  hasnos  resucitado  por  tu  Hijo 
bendito,  al  cual  llama  San  Pablo  autor  de  la  vida?  Y  el 
mismo  Señor  dijo:  Yo  vine  para  que  mis  ovejas  tengan  vida, 
y  muy  cumplida  vida.  Este  es  el  constituido  por  Príncipe, 
y  Príncipe  de  paz  y  de  vida,  de  todos  aquellos  que  gimen 

225  Sus  pecados  con  amargura  y  'los  confiesan  dignamente;  y  a 
éstos  da  vida,  por  la  muerte  que  El  murió  en  la  cruz,  cuya 
virtud  se  aplica  en  los  sacramentos,  que  tienen  virtud  para 
resucitar  ánimas  muertas,  y  este  divinísimo  Sacramento  del 
Altar  para  conservar  y  acrecentar  la  vida  ya_recebida,  y 

230    aun  para  darla  de  nuevo,  según  adelante  diremos. 


202  Cf.  4  Reg.  4,  41. 

218  Cf.  3  Reg.  19,  8. 

221  Act.  3,  15  ;  cf.  Hefor.  2,  10  ;  12,  2. 

223  lo.  10,  10. 

224  Is.  9,  6. 


700 


SERMONES    CICLO  TEMPORAL 


Jesucristo  es  el  árbol    Este  Señor  es  Cordero  y  quita  los 
de  la  vida  pecados  del  mundo,  cuya  muerte 

tuvo  virtud  para  esto,  aun  antes 
que  El  la  padeciese  en  la  cruz;  por  lo  cual  se  dice  muerto 

235  desde  el  principio  del  mundo.  Este  es  el  árbol  de  la  vida, 
puesto  en  medio  de  la  Iglesia  para  que  quien  comiere  de  él 
viva  para  siempre. 

San  Juan  en  su  Apocalipsi  vió  la  ciudad  grande,  por  la 
plaza  de  la  cual  corría  un  río  de  agua,  resplandeciente  como 

240  el  cristal,  el  cual  salía  de  la  silla  de  Dios  y  del  Cordero;  y 
en  cada  una  de  las  riberas  de  este  río  había  un  árbol  de 
vida,  que  daba  doce  frutos  en  los  doce  meses  del  año,  y  sus 
hojas  daban  sanidad  a  la  gente. 

Este  río  tan  hermoso  es  la  gracia  del  Espíritu  Santo, 

245  el  cual  procede  del  Padre  y  del  Hijo  como  de  un  principio; 
éste  riega  la  gran  ciudad,  que  es  la  Iglesia,  así  a  la  que 
está  en  el  cielo  como  a  la  que  está  en  la  tierra;  porque, 
aunque  la  una  goza  y  la  otra  trabaja,  no  son  dos  ciudades: 
una  es  la  escogida  de  Dios,  una  su  Esposa;  porque  la  de 

250    allá  y  la  de  acá,  a  un  Dios  adora,  en  un  Dios  se  arrima, 
a  un  Dios  ama  y  sirve  según  su  manera.  A  esta  ciudad 
riega  el  Espíritu  Santo,  allá  dando  gloria,  acá  dando  gracia. 
En  las  dos  riberas  de  aqueste  río  está  el  árbol  de  vida, 
que  es  Jesucristo  nuestro  Señor.  Cómo  está  de  parte  de  la 

265  una  ribera,  que  es  allá  en  el  cielo,  los  dichosos  que  allá 
están,  y  que  lo  ven  faz  a  faz,  lo  sabrán  decir;  que  en  estotra 
ribera,  acá  en  la  Iglesia,  veslo  allí  como  está;  al  cual, 
aunque  no  vemos  en  su  resplandor  y  hermosura  inefable, 
como  allá,  mas  suspiramos  por  ello  y  esperamos  de  su  gran- 

260  de  bondad  que  traerá  aquestos  ojos  que  derramaron  lágri- 
mas por  deseo  de  verle,  o  a  lo  menos,  porque  hecimos  cosas 
por  las  cuáles  mereceríamos  no  verle,  le  han  de  ver  con 
mayor  alegría  que  acá  tuvieron  amargura;  y  que  decimos 
con  Job:  En  mi  carne  veré  a  mi  Salvador.  Entretanto,  má- 

265  ramos  allí  con  los  ojos  de  la  fe;  y  "el  galardón  de  quien 
cree  lo  que  no  ve,  como  dice  San  Agustín,  es  que  algún 
día  vea  lo  que  creía".  Y  pues  los  que  ahora  le  ven  allá  pa- 
saron por  aquí,  y,  por  creerle  y  amarle,  gozan  ahora  de  su 
bienaventurada  fiesta,  debemos  nosotros  contentarnos  con 

250  ánima 
256  loj  la 

232    Cf.  lo.  I,  29. 
235    Apoc  13,  8. 
243    'Cf.  Apoc.  22,  1-2. 
249   Cf.  Cant.  6,  8. 
264    Of.  Io¡b  19,  26. 

267  San  Agustín,  Senn.  43,  c.  i,  1  (ML  38,  254)  :  «Est  autem 
fules,  creciere  quod  nondum  vides  :  CUÍUS  fidei  merces  est,  videre 
quod  credis».  Cf.  Enarr.  in  Ps.  109,  8  :  ML  37,  1451  ;  In  lo.  Ev., 
tr.  40,  c.  8,  9  :  ML  35,  1691. 


45-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


701 


270  creer  lo  que  creyeron,  y  obrar  como  obraron,  y  esperar  lo 
que  esperaron,  y  procurar  de  hacer  lo  que  hicieron. 

Allí  está,  cristianos,  allí  está  el  árbol  de  vida  en  el  San- 
tísimo Sacramento  del  Altar;  regado  con  el  agua  del  Espí- 
ritu Santo,  porque  su  cuerpo  no  fué  engendrado  de  hom- 

275  bre,  mas  de  la  Virgen  Madre  y  formado  por  el  Espíritu 
Santo;  y  su  ánima  tan  regada  de  El,  que  dice  San  Juan 
Evangelista  que  le  dió  el  Padre  el  Espíritu  Santo,  y  no  a 
medida.  Este  árbol  da  doce  frutos,  por  los  doce  meses  del 
año;  que  ahora  sean  los  doce  frutos  que  cuenta  San  Pablo, 

280  ahora  sean  otros  muchos  más,  en  fin,  esto  es  cierto,  que, 
recibiendo  bien  a  este  Señor,  recibe  el  ánima  frutos  de 
vida,  no  para  tres  años  o  cuatro,  sino  para  siempre  jamás; 
y  que  no  se  acaba  el  fruto  recebido  en  un  mes,  mas  luego 
otro  y  otro,  y,  como  Isaías  dice,  habrá  mes  de  mes  y  sábado 

285    de  sábado,  que  quiere  decir  que  nunca  se  acabará. 

¡Qué  hermosos  frutos  que  son  las  gracias,  mercedes  y 
gloria  que  da!  ¡[Qué]  frescas  y  saludables  hojas,  que  son 
las  palabras  que  nos  predicó,  tan  poderosas  para  dar  salud, 
cuanto  lo  probará  quien  de  ellas  se  quisiere  aprovechar! 

2S0  ¿Estás  enfermo  de  ira  o  de  soberbia?  Reposa  debajo  de 
una  sombra  de  este  árbol,  que  dijo:  Aprended  de  mí,  que 
soy  manso  y  humilde  de  corazón.  Mira  la  frescura  de  aquesta 
sombra.  ¿Puede  haber  cosa  mlás  hermosa  que  Dios  hu- 
millado, y  tan  manso,  que,  maldiciéndole  a  El,  El  no  mal' 

2&5  dice;  siendo  atormentado,  no  dice  amenazas;  y  siendo  cru- 
cificado, ruega  por  quien  lo  persigue?  Si  tenéis  frío  de  ci- 
ciones,  por  falta  de  caridad  con  vuestros  prójimos,  comed 
de  este  árbol  divino,  y  seréis  sanos;  la  cual  [hoja]  es: 
Amaos  como  yo  os  amé.  Y  de  esta  manera,  si  conociéredes 

300  vuestras  enfermedades  y  entre  las  hojas  de  sus  palabras 
buscáredes  las  recetas  convenientes,  si  las  quisiéredes  poner 
en  obra  con  su  gracia,  cierto,  experimentaréis  que  las 
hojas  de  este  árbol  de  vida  dan  salud  a  las  gentes. 

Mas  una  cosa  queda  por  declarar,  y  digna  de  ser  muy 

305  notada  en  aquesta  revelación  de  San  Juan,  el  cual  diciendo 
que  el  río  tiene  dos  riberas,  y  por  consiguiente  había  de 
decir  que  había  árboles,  aunque  no  fuese  más  de  unos  de 
una  parte  y  otros  de  otra,  no  dice  sino  que  hay  árbol  en 
entrambas  riberas.  Lo  cual,  aunque,  según  algunos  dicen, 

310  se  puede  entender  según  la  divinidad  del  Hijo  de  Dios,  la 
cual,  siendo  una,  está  en  todas  partes,  parece  que  esto  es 
cosa  muy  clara ;  y  para  que  tenga  el  negocio  algún  misterio, 
según  es  razón,  y  porque  parece  más  conforme  a  la  letra, 
esto  se  debe  entender  de  su  santa  humanidad.  Y  aquí  está 


278  Cf.  lo.  3,  34. 

279  Cf.  Gal.'  5,  22. 
285    Is.  66,  23. 


292    Mfc.  11,  29. 
295    1  PetT.  2,  23. 
299    lo.  15,  12. 


702  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


315  el  misterio:  que  aunque  está  en  el  cielo,  que  es  la  una 
ribera,  tamlbién  está  acá,  que  es  la  otra.  Mas,  aunque  está 
plantado  en  dos  partes,  no  son  dos  Cristos:  el  mismo  que 
está  allá,  ese  mismo  acá;  árbol  de  vida  allá,  árbol  de  vida 
acá.  Y  en  esto  parece  la  grande  misericordia  y  sabiduría 

320  divina,  que  ordenó  modo  como,  siendo  El  uno,  gozásemos 
de  El  los  del  cielo  y  los  del  suelo. 

Ya  cesó  aquel  entredicho  que  estaba  puesto  por  Dios, 
de  que  ni  Adán  ni  otro  no  pudiese  llegar  a  comer  del  árbol 
de  la  vida,  que  estaba  en  mitad  del  paraíso;  y  para  este 

325  efecto  puso  Dios  un  querubín  a  la  puerta  con  una  espada 
muy  ligera  y  de  fuego,  para  que,  siendo  el  portero  tan  sabio 
(que  quiere  decir  querubín  cumplimiento  de  ciencia),  nin- 
guno le  pudiese  engañar;  y  teniendo  espada  (que  allí  signi- 
ficaba justicia),  no  se  pudiese  por  pleito  vencer;  y  siendo  el 

330  espada  de  fuego,  y  tal  fuego  que  ninguna  cosa  lo  podía 
apagar,  quedase  el  hombre  tan  excluido  de  comer  del  árbol 
de  la  vida,  que  ni  se  pusiese  en  ello  ni,  aunque  se  pusiese, 
lo  pudiese  alcanzar. 

¡Oh  riquezas,  oh  alteza,  oh  profundidad  de  sabiduría  de 

335  Dios!,  que,  movida  por  tu  misericordia,  hallaste  manera 
para  cumplir  con  tu  justicia,  que  era  la  que  tenía  cerrado 
el  camino  para  comer  del  árbol  de  la  vida,  no  sólo  la  del 
cuerpo,  mas  también  la  del  ánima;  y  descargando  tu  espada 
(la  cual  sacaron  y  vencieron  nuestros  pecados)  en  el  ino- 

340  cente  Cordero  que  nunca  pecó,  y  cayendo  su  sangre  sobre 
el  fuego  de  tu  encendida  ira,  que  contra  nosotros  tenías, 
fué  justicia,  que,  pues  el  Hijo  inocente  había  satisfecho  por 
los  malos  esclavos,  tu  justicia  no  les  castigase,  mas,  cuanto 
es  de  tu  parte,  los  perdonases  y  recibieses  por  hijos  y  fue- 

3-15  sen  juntamente  herederos  con  tu  bendito  Hijo,  que  los 
libertó;  cuyo  servicio  te  fué  tan  agradable,  que  tú,  que  de 
antes  tenías  cerrado  el  camino  del  árbol  de  la  vida,  y  di- 
jiste: Póngase  esa  guarda,  porque  por  ventura  no  coma 
Adán  y  viva  para  siempre,  mandas  ahora  pregonar:  Si  no 

350  comiéredes  la  carne  y  bebiéredes  la  sangre  de  aqueste  árbol 
de  vida,  no  tendréis  vida  en  vosotros.  Allí  de  comer  de  un 
árbol  murieron;  aquí  dicen  las  palabras  de  nuestro  tema: 
Quien  comiere  mi  carne  y  bebiere  mi  sangre,  tiene  vida 
eterna. 

366  ¡Cuán  diverso  mandamiento  aqueste,  del  otro!,  y  aun- 
que entrambos  buenos,  éste  mejor.  Manda  allí  Dios:  "No 
comáis  de  este  árbol;  y  si  coméis  moriréis,  y  si  no  coméis 
viviréis!"  Manda  aquí  Dios:  "Comed  de  aqueste  árbol,  y 
viviréis;  y  si  no  coméis,  moriréis".  Allá  mandaba  ayuno, 

360  aquí  hartura;  aquello  suele  ser  muy  penoso,  esto  muy  de- 


326  Cf.  (leu.  3,  24.  351  Cf.  lo.  6,  54.  358  Cf.  Gen.,  2,  17. 
349    Cf.  Gen. '3,  22.      354    Cf.  lo.  6,  55. 


45-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


703 


leitable;  y  en  gran  manera  excede  el  provecho  que  se  sigue 
de  comer  de  este  árbol,  que  es  Jesucristo,  al  que  había 
de  no  comer  dél  otro  árbol  vedado. 

Gracias,  Señor,  a  tu  infinita  bondad,  que  si  el  primer 
365  Adán  nos  convidó  a  comer  de  su  olla,  en  la  cual  había 
muerte,  dándonos  a  comer  carne  muerta  y  que  mata  nues- 
tra ánima,  nos  convida  el  segundo  Adán  al  convite  de  su 
sacratísima  carne  deificada,  carne  que  da  vida,  carne  más 
poderosa  para  remediarnos  que  la  otra  para  dañarnos. 

3"0   i  Oh  sagrado  con-    Extendido  has,  Señor,  tu  brazo  y  con- 
vite en  el  que  se     vertídonos  nuestro  llanto  en  gozo.  Y  si 
recibe  a  Cristo!     e*  demonio  y  Adán  nos  convidaron  a 
pecado  y  a  muerte,  tú,  Señor  omni- 
potente, que  sacas  de  los  males  bienes  y  cuya  bondad  parece 

375  más  ilustre  destruyendo  el  mayor  mal,  prometiste  en  Isaías 
muchos  años  antes,  y  como  lo  prometiste,  así  lo  cumpliste 
delante  los  ojos  del  mundo  y  delante  de  los  mismos  nuestros. 
La  promesa  dice  así:  El  Señor  de  las  batallas  hará  en  este 
monte  convite  de  cosas  gruesas  a  todos  los  pueblos,  con- 

380  vite  de  vendimia,  convite  de  cosas  gruesas  y  que  tengan 
medulas,  y  de  vendimia  apurada;  y  despeñará  en  este  mon- 
te, etc.,  y  será  trillado  debajo  de  él  Moab,  como  son  tri- 
lladas las  pajas  debajo  del  trillo. 

Alabado  seas,  Señor  Dios  todopoderoso  de  las  batallas, 

385  que  puedes  hacer  todo  lo  que  quieres.  Alabado  seas,  Señor 
misericordioso,  que  has  compasión  de  los  que  están  cautivos 
debajo  de  la  tiranía  del  pecado  y  de  la  muerte.  Alabado 
seas,  Dios  verdadero,  que  lo  que  tu  misericordia  prometió, 
tu  verdad  lo  ha  cumplido;  pues  en  el  monte  de  Sión  una 

390  noche  antes  que  tu  Hijo  bendito  padeciese  por  nosotros, 
hiciste  un  convite  de  tu  Hijo  bendito,  no  sólo  para  que  co- 
miesen los  doce  apóstoles  que  estaban  allí,  a  quien  se  dió 
consagrado,  mas  convite  universal  para  todos  los  pueblos 
que  hay  en  el  mundo.  Y  es  tan  bastante  manjar  aqueste 

395  para  cumplir  con  tantos  convidados,  que,  si  millones  de 
mundos  hubiese  y  todos  comiesen  de  él,  ninguna  mella  ni 
falta  le  hallarían.  Porque  así  como,  siendo  muerto,  no 
fué  acabado,  sino  salió  vivo  del  vientre  de  la  ballena,  así 
siendo  comido  no  es  consumido,  mas  quédase  vivo  y  entero, 

4°o   sin  disminución. 

Convite  de  gruesas  cosas  que  tienen  medulas,  convite 
de  un  vino  muy  apurado.  Quis  sapiens,  et  custodiet  haec, 
intelliget  misericordias  Domini?  ¿Qué  haces,  Señor,  qué 
haces?  Parece  que  tienes  cuenta  solamente  con  la  tu  om- 

405    nipotencia  y  con  tu  bondad,  y  no  con  la  nuestra  flaqueza. 

371    Cf.  Ps.  24,  12.  398   Ct  Mt.  12,  40. 

383    1S.  25,  6-10.  403    Cf.  Ps.  106,  43. 


704  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Tú,  Señor,  inmenso  eres,  que  ninguna  obra,  por  grande 
que  sea,  es  desproporcionada  a  ti,  antes  él  ser  grande  es 
señal  de  que  es  tuya;  porque  al  grande,  cosas  grandes  le 
conviene  hacer.  Mas  mira,  Señor,  que  nuestro  seno  es  an- 

410  gosto,  y  aunque  al  tuyo  convenga  dar  mucho,  es  de  temer 
que  por  ventura  no  cabrá  en  nosotros. 

Oigan  los  hombres,  oigan  los  ángeles,  oigan  los  cielos, 
oiga  la  tierra  y  lo  que  debajo  de  ella  está,  y  todos  digan: 
¡Señor,  ?io  hay  cosa  semejable  a  ti!,  y  especialmente  en 

415  aqueste  convite  que  a  todo  el  mundo  has  hecho,  en  el  cual 
el  manjar  que  recibimos  es  el  santísimo  cuerpo  de  Jesucristo 
nuestro  Señor,  que  por  las  palabras  de  la  consagración  allí 
viene.  Recibimos  su  purísima  sangre:  los  sacerdotes,  con- 
sagrada con  las  santas  palabras ;  los  legos,  acompañada  con 

420  el  santo  cuerpo  que  reciben;  y  así  no  reciben  más  unos  que 
otros,  y  todos  reciben  e]  cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo;  y 
con  su  cuerpo  y  sangre  está  su  benditísima  ánima,  y  con 
el  ánima  está  la  divinidad  del  Verbo  de  Dios ;  y  donde  está 
el  Verbo,  está  el  Padre  y  el  Espíritu  Santo;  y  todo  esto 

425   recibe  el  que  recibe  el  cuerpo  de  Jesucristo  nuestro  Señor. 

¡Oh,  bendito  sea  Dios!,  que  con  tal  manjar  nos  mantie- 
ne, figurado  en  las  tres  medidas  de  flor  de  harina  de  que 
Sara  hace  pan  que  coman  los  ángeles.  Un  cuerpo  comemos, 
el  mejor  de  los  cuerpos,  y  una  ánima,  la  mejor  de  las  áni- 

430  mas,  en  naturaleza,  y  mejor  que  todos  los  ángeles  y  ce- 
lestiales espíritus  que  hay  en  el  cielo  en  riqueza  de  gracia, 
y  de  gloria,  y  de  dignidad  personal;  porque  ella  es  Señor 
de  ellos,  y  ellos  sirven  a  ella.  Con  el  ánima  y  cuerpo  rece- 
bimos  la  altísima  divinidad,  que  no  tiene  comparación  con 

435  cosa  ninguna;  porque  es  un  bien  surrío,  que  en  infinito  ex- 
cede a  todos  los  bienes. 

Esto  prometiste,  Señor,  hacer;  esto,  Señor,  has  cum- 
plido; y  de  tal  convite  como  éste,  ningún  provecho  que  de 
él-  se  siga  no  debe  ser  increíble.  Todo  es  poco,  Señor,  el 

440  provecho  que  nos  puede  venir,  en  comparación  de  la  gran- 
deza de  tan  excelente  manjar:  es  poderosísimo,  y  por  eso 
suficiente  para  desatar  y  deshacer  las  ataduras  malas  con 
que  están  atados  todos  los  pueblos;  y  por  ser  manjar  de 
vida,  y  vida  omnipotente,  y  vida  eterna,  despeñará  a  su 

445  contraria  la  muerte  para  siempre.  Y  porque  es  convite  de 
grande  alegría,  quitará  el  Señor  lágrimas  de  toda  faz  y  la 
deshonra  de  su  pueblo  que  por  Adán  había  entrado;  por- 
que así  lo  ha  hablado  el  Señor.  Y  los  tales  convidados  con 
alegría  confesarán  lo  que  creen,  diciendo:  He  allí  nuestro 

450  Dios;  esperárnosle,  y  hanos  hecho  salvos;  éste  es  nuestro 
Señor;  confiamos  en  El,  y  regocijarnos  hemos  y  alegrarnos 


414  Ier.  10,  6. 
427    Gen.  18,  6. 


46.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


706 


hemos  en  su  salud;  porque  tales  cosas  hará  el  Señor,  que 
su  mano  descansará  en  este  monte.  Y  cuanto  El  fuere  más 
ensalzado,  y  más  convidados  hubiere,  y  más  aprovechados 

455  con  esta  comida,  tanto  más  Moab,  que  es  el  demonio  y  pe- 
cados, serán  trillados,  y  quedarán  tan  sin  fuerzas  como 
las  pajas  debajo  del  trillo. 

Esto  ha  dicho  el  Señor  que  había  de  suceder  del  con- 
vite que  había  de  hacer  a  todo  el  mundo  en  el  monte  Sión. 

460  Y  aunque  allí  se  hizo  la  primera  vez,  con  la  misma  verdad 
se  ha  hecho  y  se  hace  en  toda  la  Iglesia,  consagrando  los 
sacerdotes  el  cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo  nuestro  Señor 
en  manjar  de  convite,  para  que  todos  los  que  quisieren  comer 
de  él  lo  puedan  hacer.  Aquí  está  la  mesa,  que  es  el  altar; 

465  aquí  la  misma  persona  de  Jesucristo  en  manjar;  no  falta 
sino  el  conocimiento  de  tan  grande  merced,  y  el  aparejar 
el  ánima  para  gozar  de  estos  frutos  de  libertad  de  pecado, 
de  consuelo  de  conciencia,  de  este  destierro  de  muerte,  de 
unión  con  Dios  y  de  otros  muchos  frutos.  Y  si  el  solo 

470  oírlos  y  olerlos  da  gran  consuelo,  ¿qué  regocijo  será  el  del 
sabor? 

Echemos,  pues,  de  nuestra  conciencia  los  malos  humo- 
res, que  son  los  que  nos  impiden  el  deseo  y  buena  hambre 
de  este  santo  manjar,  vomitándolos  con  confesión  pura  y 

475  dando  casa  limpia  a  Huésped  tan  limpio.  No  seamos  tan 
perezosos  que  el  llegar  el  manjar  a  la  boca  nos  parezca 
trabajo.  Mas  ahora  sea  por  lo  que  nos  cumple,  pues  no 
podemos  vivir  sin  este  manjar;  ahora  sea  por  dar  conten- 
tamiento al  Señor  que  lo  manda,  y  porque  tal  convite  no 

480  salga  en  balde,  echando  de  nos,  como  dice  San  Pablo,  el 
pecado  que  tenemos  junto  con  nosotros,  corramos  con  lim- 
pieza de  vida,  con  profunda  humildad,  con  propósito  de 
enmienda,  con  nacimiento  de  gracias,  a  recebir  este  Se- 
ñor, el  cual  es  vida,  y  nos  dará  su  gracia  y  gloria. 


46         La  carne  de  Cristo,  manjar  del  alma 

(Bd.  1596,  I,  pip.  95-126.) 

Caro  mea  veré  est  cibus,  et  sanguis  meus  veré  est 
potus.  Mi  carne  es  verdaderamente  manjar,  y  mi  san- 
gre verdaderamente  es  bebida  (lo.  6,  I56]). 

Exordio  Los  que  traen  trigo  a  los  pueblos,  deben  ser 
honrados  y  bien  tratados;  la  que  nos  trujo  el 
pan  del  cielo,  con  que  nuestras  ánimas  se  mantienen,  ¿cuán- 
to debe  ser  honrada  y  reverenciada?  Hazañas  hicieron  al- 
gunas mujeres,  por  las  cuales  quedaron  en  perpetua  memo- 

457  Of.  Is.  25,  8-10. 
481    Cf.  Hébr.  xa,  1. 


B. Avila  2 


706 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ria:  Judit,  Ester,  Dévora  y  otras  semejantes;  mas,  en 
10  comparación  de  la  Virgen,  todas  hicieron  muy  poco.  Ins- 
trumentos fueron  para  librar  sus  pueblos  de  la  muerte  del 
cuerpo;  pero  la  Virgen  María  nuestra  Señora,  para  librar- 
les de  la  muerte  del  alma.  Ella  fué  la  que  nos  dió  este 
fruto  de  que  comemos  y  gozamos,  la  que  nos  amasó  este 
15  Pan,  y  con  tanto  deseo  que  lo  comamos,  que  nos  convida 
a  él :  Transite  ad  me  omnes  qui  concupiscitis  me,  et  a  gene- 
rationibus  meis  implemini;  que  dice:  Todos  los  que  me  de- 
seáis, venid  a  mí,  y  no  os  arrepentiréis;  iréis  llenos  de  mi 
generación;  de  lo  que  yo  engendré  seréis  llenos,  del  fruto 
20  que  en  sí  contiene  todos  los  frutos  y  gracias;  que  quien 
este  fruto  recibe,  todo  lo  recibe;  porque  en  él  se  contienen 
todos  los  bienes.  Y  porque  de  este  convite  no  se  vayan  nues- 
tras ánimas  ayunas  de  la  gracia... 

El  alma,  ¿qué     Caro  mea  veré  est  cibus,  etc.  Mi  carne 

25       comerá?         verdaderamente  es  manjar,  y  mi  sangre 
verdaderamente  es  "bebida. 
Con  tres  o  cuatro  hijos  que  tenéis,  si  no  llueve,  perdéis 
el  sueño,  pensando  cómo  les  daréis  de  comer.  El  que  tiene 
hijos  es  obligado  a  darles  de  comer.  ¿Pensáis  que  no  hay 

30  más  sino  ser  casado  y  no  mantener  a  los  hijos?  ¡Allá  lo  pa- 
garéis! El  que  da  el  ser  es  obligado  a  dar  el  mantenimiento 
y  la  dotrina.  ¿Qué  hará  Dios  con  tanta  gente  como  tiene, 
para  darles  de  comer?  ¿Pensáis  que  no  hay  más  de  lo 
que  vos  habéis  visto?  Eso  es  lo  menos  que  El  tiene:  Oculi 

35  omnium  in  te  sperant  Domine.  Dar  de  comer  a  estos  cuer- 
pos, poco  es  para  Dios.  Ipse  dixit,  et  jacta  sunt.  Con  criar 
un  poco  de  pan  y  un  poco  de  vino,  los  harta.  Aunque  ha- 
yamos hambre,  con  un  poquillo  que  comamos,  quedamos 
hartos.  Mas  esotra  hambre,  que,  aunque  le  deis  todo  el 

40  pan  y  vino  del  mundo  y  toda  carne  criada,  no  queda  harta, 
antes  más  hambrienta,  ¿qué  haremos  para  hartarla?  ¿Dón- 
de compraremos  pan  para  que  la  criatura  racional  coma  y 
se  harte?  El  hombre  y  el  ángel,  ¿qué  harán  de  pan  para 
comer,  y  que  queden  hartos  y  contentos,  y  digáis  vos:  "Con- 

45  tentó  estoy"?  ¿Hay  en  la  plaza  pan?  No,  que  el  Rey  y  el 
Papa  se  mueren  de  hamlbre,  no  pueden  hartarse.  ¿Ahora 
veis  qué  boca  tan  grande  y  qué  grande  hambre?  ¿Quién 
será  aquel  que  diga:  "Harto  estoy"?  ¿Pequeño  negocio  es 
éste,  hartar  tanta  gente?  Si  Dios  no  fuera  el  que  se  te  da, 

50  y  a  todos  se  da,  no  pudiera  hartar  tanta  gente  y  tanta 
hambre. 

¿Qué  comerá  un  ánima  y  un  ángel  para  que  vivan?  Estad 


iq    Eccli.  24,  26. 
27    lo.  6,  56. 
45    Ps.  144,  15. 


36  Ps.  148,  5. 
42   Cf.  lo.  6,  5. 


46.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


707 


atentos.  Bien  veis  que  tenemos  ánima  y  cuerpo;  y  cuanto 
al  cuerpo,  habernos  hambre,  y  si  no  comemos,  morimos; 

55  bien  lo  veis.  Y  que  el  manjar  que  coméis  no  está  dentro 
de  nosotros,  que  de  fuera  lo  tomamos,  que  en  el  campo  se 
cría,  y  que,  queráis  o  no  queráis,  está  vuestra  vida  colgada 
del  pan  y  del  agua,  y  del  cabrito,  y  de  la  gallina;  al  fin 
colgada  de  un  animal;  y  si  no,  que  moriréis;  y  después: 

60  "Muy  rico  soy";  y  que  de  un  carnero  estáis  colgado,  y  que, 
«í  no  coméis,  que  moriréis;  bien  lo  veis  esto. 

Pues  que  tenéis  cuerpo,  quiero  que  sepáis  que  tenéis 
ánima.  Dígolo  porque  hay  algunos  que  viven  tan  sin  pensar 
que  tienen  ánimas,  como  si  no  las  tuviesen;  ni  saben  si 

65  está  viva  ni  muerta,  sí  está  harta  o  hambrienta,  si  está 
sana  o  si  está  enferma,  y,  aunque  la  tengan  llena  de  puña- 
ladas, no  la  dan  un  poco  de  ungüento  ni  dicen:  "¡Ay!,  que 
me  duele".  Tienes  un  ax  en  una  uña  de  un  pie,  y  duélete, 
y  buscas  medicina;  ¡y  lo  del  alma  no  lo  sientes!  Si  cre- 

™  yeses  que  la  tienes,  ¿dejarla  hías  así?  ¿No  dirías:  "Quiero 
buscar  remedio,  que  mi  alma  está  enferma"?  Alma  tienes, 
pues,  que  come;  porque  si  no  come,  morirá.  ¿Qué  enten- 
déis morirá?  No  digo  muerte  natural,  que  ésa  no  la  puede 
morir,  porque  ésa  siempre  estará  viva,  aunque  esté  en  el 

76  infierno,  mientras  Dios  fuere  Dios,  para  siempre.  Su  muer- 
te, segunda  la  llama  San  Juan;  y  los  que  están  en  el  in- 
fierno estarán,  como  los  que  están  en  agonías  de  muerte, 
agonizando;  siempre  estarán  tragando  la  muerte,  y  nunca 
acabarán  de  morir;  ternán  muerte  siempre  viva  y  vida  siem- 

80  pre  muerta.  No  hablamos  de  ésa,  sino  de  la  vida  de  gracia. 
Si  alcanzará  perdón;  si  ha  de  ir  al  cielo,  comer  tiene.  ¿Qué 
comerá? 

¡Bendito  sea  el  que  da  el  manjar  conveniente  a  cada 
uno  en  su  manera!  A  Dios  los  ángeles  lo  miran  y  comen 
85    de  su  vista,  y  quedan  hartos  y  contentos;  y  el  alma,  ¿qué 
será  su  manjar? 

El  manjar  del  alma  — (Padre,  decidme:  ¿Cómo  come  o 
es  Dios,  conocido  y    qué  será  su  manjar?  ¿Qué  dientes 
aunado  tiene,  o  estómago,  y  qué  calor? 

90  — -El  molino  del  cuerpo  son  los 
dientes.  También  el  ánima  tiene  sus  dientes,  y  estómago, 
y  calor;  todo  lo  tiene  en  su  manera,  como  el  cuerpo.  ¿Cuá- 
les son  los  dientes  del  ánima?  Las  potencias.  Para  todos: 
los  dientes  del  alma  son  la  fuerza  que  tiene  para  entender 

95    y  amar.  Esa  fuerza  se  declara  con  el  ayuda  de  Dios. 

Aquello  con  que  pensáis  y  amáis  son  los  dientes  del 
alma;  aquello  con  que  desmenuzáis  el  manjar  del  alma, 

93  todos]  para  todos  add. 


76    Apoc.  20,  6. 


TOS 


aquéllos  son  sus  dientes.  Ved  el  mal  del  alma,  y  luego  lo 
bueno.  Pensando  tú  en  tus  dineros,  o  en  la  mala  mujer,  o 

loo  en  la  honra  vana,  aquello  estáis  pensando;  pues  aquéllos 
son  los  dientes  con  que  desmenuzáis  esto  que  estáis  pen- 
sando. Y  cuando  lo  habéis  desmenuzado,  os  deleitáis  en 
ello,  y  lo  tragáis  y  lo  pegáis  en  vuestra  ánima,  y  de  él  y 
de  vos  queda  una  cosa,  una  voluntad  y  como  mal  casa- 

105  miento:  Erunt  dúo  in  carne  una.  Entonces  lo  habéis  dige- 
rido. Que  no  sin  causa  dijo  Agustino:  "Que  si  tierra  amáis, 
tierra  sois;  y  si  carne,  carne".  Porque  esto  es  comer  tu 
alma,  juntarte  con  aquello  que  pensaste.  Comiste  carnero, 
digerístelo,  y  hácese  hombre;  comiste  una  lechuga  y  vuél- 

110   vese  por  la  digestión  en  carne  y  sangre. 

¿Qué  es  la  causa  que  de  la  comida  y  del  que  la  come 
se  vuelve  y  hace  una  cosa?  Cuando  tu  alma  come  alguna 
cosa  y  se  pega  a  alguna  cosa,  comido  lo  ha;  cuando  amas 
el  dinero  está  tu  alma  endinerada;  y  cuando  amas  la  mala 

115  mujer,  está  enmujerada,  encarnizada;  y  cuando  amas  el 
humo  de  la  honra,  está  enhonrada;  comido  ha.  ¿Qué  es 
eso?  Que  resulta  una  cosa  de  esas  dos:  que  ciertamente 
que,  si  pudieses  hacerte  una  cosa  realmente  con  lo  que 
amas,  lo  harías;  aquello  que  mucho  amas  te  vuelves.  Yo  séte 

120  decir  que,  si  a  Dios  amas,  Dios  eres.  He  aquí  el  mal  amor 
y  comer  malo. 

Digamos  del  buen  comer.  Las  fuerzas  del  ánima  son 
los  dientes.  Daisos  a  estudiar  aritmética  o  filosofía,  y  an- 
dáis a  buscar  una  verdad,  y  cuando  la  halláis,  quedáis  muy 

125  contento,  y  muy  harto  vuestro  entendimiento.  Aquella  fuer- 
za con  que  pensó  aquella  verdad,  es  el  diente  del  ánima. 
Pensastes  en  una  palabra  de  Cristo,  que  oístes  en  el  ser- 
món: Si  perdonáredes  a  vuestros  prójimos,  vuestro  Padre 
os  perdonará  a  vosotros;  y  si  no  perdonáredes,  no  os  per- 

130  donará  Dios.  Cuando  te  paras  a  pensar:  "Gran  cosa  es  el 
perdonar,  pues  que  si  no  perdono  no  me  perdona  Dios... 
Pues  si  lo  perdono,  ¿qué  dirán  de  mí?...  Si  no  lo  perdono, 
no  me  perdona  Dios.  Al  fin  qmero  perdonar,  porque  Dios 
me  perdone  a  mí",  comido  has.  Y  el  que  antes  no  podíades 

135  ver,  comienza  a  parecer  bien,  y  habláis  al  que  no  hablá- 
bades,  ni  podíades  ver  más  que  al  diablo;  ya  os  comienza 
a  parecer  bien.  Comido  habéis.  Así  como  el  mantenimiento 
del  entendimiento  es  la  verdad,  así  el  de  la  voluntad  es  la 
bondad,  y  bien  estáis  con  la  cosa  que  le  queréis  bien.  ¿Qué 


103  lo,]  los 


105    Gen.  2,  24. 

107   Cf.  San  Agustín,  Serm.  121,  1  :  ML  38,  678  ;  Confess.,  1.  13, 

C.  9,   10  :   ML  32,  84S  s. 
130   Cf.  Mt.  '18,  18. 


4b.     SAMTÍSÍMO  sackamumu 


140  ha  comido  tu  entendimiento?  Aquella  verdad,  pues  que  con 
tanta  fuerza  os  movéis  a  amar  al  que  tanto  aborrecíades. 

¿Cuál  es  el  mantenimiento  de  la  voluntad?  El  bien,  y 
no  hay  otro  mayor  ni  tan  grande  bien  como  es  Dios;  y  éste 
es  él  manjar  y  hartura  del  ánima,  y  ninguno  otro  la  puede 

145  hartar  ni  contentar  su  seno  y  estómago.  ¡El  sea  bendito 
para  siempre!  ¿Cuál  es  el  manjar  del  entendimiento?  La 
verdad.  Cuando  veas  a  Dios  suma  Verdad,  cuando  ames  a 
Aquel  sumamente  bueno,  entonces  estará  tu  ánima  harta, 
y  sin  El  no.  Que  no  es  posible  estar  tu  entendimiento  harto 

150  sin  el  conocimiento  de  esta  suma  Verdad  ni  tu  voluntad 
contenta  sin  este  sumo  Bien  y  Bondad. 

Ahora  habéis  visto:  vosotros  finitos  y  tasados,  y  nues- 
tra voluntad  y  entendimiento  tasado,  y  no  poderse  hartar 
ni  henchirse,  si  no  les  dan  y  echan  infinito.  ¿Qué  es  esto? 

155  Mayor  [es]  la  boca  que  todo  el  cuerpo.  Que  si  al  mismo 
Dios  no  conoce  bien  tu  entendimiento,  no  puede  ser  harto; 
y  si  al  mismo  no  ama  la  voluntad,  no  puede  tampoco  con- 
tentarse; hambrienta  se  queda.  Por  eso  dije  que,  si  no 
fuera  Dios,  no  pudiera  hartar  esta  gente.  Cuando  en  hora 

16o  buena  vamos  al  cielo,  cuando  veamos  la  majestad  infinita 
de  Dios,  allí  quedará  muerta  nuestra  hambre,  y  diremos: 
Contentos  estamos,  no  queremos  más.  Cuando  veas  aquella 
Verdad  y  ames  aquella  Bondad,  ni  te  cansarás  de  comer 
aquel  manjar,  ni  el  manjar  [se]  cansará  de  hartarte;  pues  tu 

165  alma  es  eterna,  vivirás  para  siempre,  mientras  Dios  viviere. 
¡Qué  lindo  manjar!  ¡Qué  linda  bebida!  Esto  es  lo  que  la 
Escritura  dice  por  metáfora  de  comer  y  beber:  Ego  disppno 
vobis  regnum,  sicut  disposuit  m'ihi  Pater,  ut  edatis  et  biba- 
tis  super  mensam  meam,  dice  Cristo.  Yo  seré  entonces  harto, 

170  cuando  apareciere  tu  reino,  tu  gloria.  Inebriabuntur  ab  libér- 
tate domus  tuae;  et  torrente  voluptatis  tuae  potabis  eos: 
que  nos  ha  de  emborrachar  de  su  deleite  y  abundancia. 

— Catad,  Señor,  que  en  decirlo  dais  ocasión  a  los  carna- 
les que  piensen  que  hay  en  el  cielo  comer  y  beber.  — Pareció 

175  a  la  sabiduría  de  Dios  decillo  así  debajo  de  estas  metáforas 
de  comer  y  beber,  porque  no  hay  cosa  más  deseada  que  la 
vida,  y  ella  se  sustenta  por  el  comer  y  beber;  y  de  ahí  es 
ser  cosa  deseada  el  comer  y  beber.  No  que  allá  en  el  cielo 
haya  manjares  y  bebidas  y  esas  poquedades;  porque  el  man- 
ido jar  es  D'os,  y  esto  come  tu  alma  con  los  dientes,  con  las 
fuerzas  que  tiene  para  conocerlo  y  amarlo.  Esa  es  la  hartura 
que  allá  ternás:  conocerlo  y  estar  contento  con  El  y  estar 
comido  y  harto. 

150  Verdad]  Bondad  158  di  ¡o 

4 

169  Cf.  Le.  22,  29-}o.  171    Ps.  J5,  9. 

170  Ps.  16,  15. 


710  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


La  carne  de  Cristo,    — Veisnos  aquí  un  poquito  dentro 

185  manjar  del  alma,  si    de  la  materia.  —Pues  ¿qué  respon- 
sabes  pensar  deremos  a  las  palabras  de  Cristo 

nuestro  Señor:  Mi  carne  verdadera- 
mente es  manjar?  — Habéis  dicho  que  el  manjar  del  ánima 
es  ver  a  Dios,  y  que  no  le  puede  hartar  ni  contentar  otro 

190  manjar;  ¿cómo  decís  agora  que  la  carne  es  manjar,  y  la 
sangre  bebida?  — Henos  aquí  en  la  mar;  tened  paciencia  un 
poquito.  — Decís  que  el  manjar  del  ánima  es  infinito;  la 
carne  de  Cristo  es  finita:  ¿cómo  puede  ser  manjar  de  ánima, 
no  teniendo  eso?  — Gran  verdad  dijo  aquel  que  dijo  las  pa- 

196  labras  del  tema.  Mirad,  por  dos  cosas  se  dice  la  carne  de 
Cristo  sacratísima  manjar  del  ánima.  Porque  el  fiel  manjar 
del  ánima  es  la  verdad,  también  es  manjar  del  ánima  la 
carne  de  Cristo,  como  su  divinidad. 

¡Atentos!  Vais  por  el  campo,  paráisos  a  mirar  una  en- 

200  ciña.  "Decime:  ¿no  se  crió  este  árbol  tan  grande  de  una 
■"bellota?  El  que  de  una  cosa  tan  chica  hizo  tan  grande  árbol, 
¡grande  es  su  poder!  El  que  le  dió  esta  frescura,  ¡también 
la  podrá  dar  a  mí!  Quien  le  dió  a  ésta  fruto,  ¡también  dará 
a  mi  ánima  fuerzas  para  que  haga  fruto!  El  que  tanto  poder 

205  y  bondad  usó  con  este  árbol,  ¿qué  hará  y  usará  con  mi  áni- 
ma?" Si  de  mirar  aquel  árbol  vienes  en  conocimiento  de  la 
grandeza,  poderío  y  bondad  de  Dios,  comido  has;  de  aquello 
se  mantiene  tu  ánima. 

Y  de  aquí  será  que,  aunque  no  sea  vuestra  la  viña,  si 

21°  tenéis  dientes  para  comer,  y  sabéis  bien  hurtar,  sacaréis 
vos  tanto  fruto  y  tanta  renta,  y  aun  quizá  más,  que  su  dueño, 
si  de  allí  sacáis  conocimiento,  amor  y  alabanzas  del  que  la 
crió,  y  comida  para  vuestra  ánima  y  edificación;  de  manera 
que  os  mantenéis  mediante  aquel  árbol  o  viña.  Porque  no 

215  crió  Dios  las  cosas  corporales  solamente  para  el  cuerpo,  sino 
para  el  cuerpo  y  para  el  ánima,  y  [para  que]  te  aproveches 
y  digas:  "- — ¡Grande  es  la  hermosura  y  poder  del  que  tan 
grandes  y  tan  hermosas  cosas  quiso  criar!  Y  ¿qué  me  dará 
a  mí,  quien  a  estos  árboles  tantas  hermosuras  dió?"  ¿Pen- 

220  sáis  que  no  crió  Dios  el  sol  más  que  para  alumbraros?  Para 
más  lo  crió;  que  bien  pudiera  El  con  una  lumbrecilla  por 
ahí  alumbraros.  Criólo  para  que  con  su  grandeza  y  hermo- 
sura lo  alabásemos  y  engrandeciésemos,  y  de  esta  manera 
comiese  nuestra  ánima. 

223  ¿Habéis  entendido  esto?  Pues  apliquémoslo.  Los  ángeles 
que  en  el  cielo  están... — Dejo  los  hombres,  que  eso  claro 
está,  que  como  en  el  cielo  nuestra  ánima  tiene  su  manjar, 
que  es  la  Divinidad,  así  nuestro  cuerpo  terná  su  gloria  y 
comida  esencial,  que  será  la  Humanidad  de  Jesucristo;  aqué- 


188  lo.  6,  56. 


46.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


711 


*30  Ha  será  su  comida,  su  abundancia,  su  hartura.  ¿Qué  será  la 
gloria  de  tu  oír,  sino  oír  aquella  palabra  de  Cristo,  que  será 
más  dulce  que  cuantas  músicas  hay?  Y  tu  alma  se  hartará 
en  su  Divinidad;  y  así  serán  hartos,  y  contentos  y  glori- 
ficados...— Pues  tomad  los  ángeles.  Ellos  están  contentos  y 
235  hartos  mirando  la  Divinidad.  Pues  tu  alma  mirando  el  árbol, 
come,  considerando  en  él  las  grandezas  de  Dios,  ¿no  come- 
rán los  ángeles  en  el  cielo  considerando  la  Humanidad  de 
Cristo,  espantándose  de  sus  deleites  tan  excelentes,  y  cono- 
cerán la  sabiduría  de  Dios  viendo  aquella  Humanidad  levan- 
240  tada  a  ser  supositada  en  Dios,  y  a  ser  personada  en  El,  y  a 
ser  comunicadas  sus  grandezas  y  atributos?  Si  en  el  árbol 
resplandece  la  bondad  y  saber  de  Dios,  ¿qué  sabor,  qué 
gusto  tomarán  los  ángeles  en  aquella  Humanidad?  ¿Qué 
hartura  en  la  mirar? 
245  — Padre,  abajaos  un  poco.  — Que  me  place.  Cuando  tú 
piensas  que  has  comulgado,  no  sea  el  comulgar  sin  que  pien- 
ses: "¡Señor!  ¡Que  tanto  me  amastes,  que  derramastes  vues- 
tra Sangre  por  mí!  ¡Que  sin  buscaros,  me  llamastes,  y  sin 
rogároslo  yo,  me  bicistes,  y  me  distes  tantos  bienes,  y  más 
250  que  me  tenéis  aparejados!"  Cuando  esto  has  pensado,  ¿no 
queda  tu  ánima  contenta  y  consolada? 

¿Qué  es  eso  que  has  comido?  Páratelo  a  desmenuzar,  que 
así  lo  has  de  comer;  no  lo  tragues  entero,  que  te  hará  mal. 
Que  por  eso  mandaba  Dios  en  la  ley  que  no  le  ofreciesen  el 
255  carnero  todo  entero,  sino  que  lo  partiesen  por  partes.  Quiere 
decir,  que  para  que  te  aproveche  el  Cordero  pascual,  que  es 
Cristo,  no  lo  has  de  tragar  así  a  bulto  todo  junto,  sino  que 
lo  partas.  Una  coyuntura  es  cómo  nació  pobre,  otra  sus 
trabajos,  otra  cómo  fué  azotado,  otra  crucificado,  otra  se- 
260  pultado.  No  lo  tragues  entero;  piénsalo  bien,  rúmialo;  que, 
aunque  seas  de  hierro  y  de  piedra,  te  derretirá  el  corazón 
y  comerás  y  sacarás  provecho. 

Mira  la  sangre  de  Cristo,  recíbela  en  tu  alma;  que  bálsa- 
mo es.  Para  probar  el  bálsamo  fino,  échanlo  en  la  palma  da 
*65  la  mano,  y  si  la  pasa  calentándose  por  encima,  es  fino.  La 
sangre  de  Cristo  échala  y  métela  en  tu  alma;  que  yo  sé  cierto 
que  pasará  tu  alma,  y  de  indevota  la  hará  devota,  y  de  tibia 
la  hará  ardiente  en  el  amor  de  Dios,  y  de  dura  la  hará  blanda 
y  amorosa.  Echala  en  tu  alma;  que  no  hay  bálsamo  que  tanto 
70  pase.  Si  no,  dime:  cuando  te  paras  a  pensar  en  la  pasión  de 
Cristo,  ¿no  sientes  que  te  pega  nuevo  amor  y  nueva  devo- 
ción? ¿No  se  te  ablanda  el  ánima?  ¿No  recibes  fuerza? 
¿No  pides  perdón  de  tus  pecados?  ¿No  derramas  lágrimas? 
¡Oh  lágrimas  sabrosas  las  que  se  derraman  por  la  pasión  de 


255    Qf.  IJOT.  g. 


712 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


275  Cristo,  que  hacen  derretir  en  amor  suyo!  Pues  si  este  pensar 
en  Jesucristo  despacio  te  hace  vivir  y  te  esfuerza  y  contenta, 
eso  es  haber  comido  y  estar  esforzado:  comido  has,  que  a 
eso  llamamos  comer  la  carne  de  Jesucristo,  reverenciarla; 
ella  te  hace  que  andes  apriesa  el  camino  de  Dios  y  te  da  fuer- 

280  za  y  ánimo.  Luego  sigúese  que  la  gloriosa  carne  de  Cristo 
es  manjar  de  tu  alma,  viático  para  andar  el  camino  del  cielo. 

La  carne  de  Cristo,  — ¿Por  qué  más  es  la  carne  manjar 
comida  con  fe,  sus-  del  ánima?  —¡Atentos!  ¿El  pan  que 
tenta  la  vida  del    vos  coméis  es  la  vida  del  cuerPo?  No 

285  alma  es;  que  e^  an'ma  es  'a  causa,  median- 

te aquel  manjar  que  toma  el  estóma- 
go, y,  tomándolo,  cuécelo  y  envía  su 
parte  al  hígado,  y  allí  se  torna  a  cocer,  y  hácese  sangre,  y 
repártese  de  allí  por  las  venas.  Porque  la  sangre  es  asiento 

290  del  ánima;  toma  de  allí  fuerzas  para  vivir  y  toma  fuerza 
para  dar  vida  al  cuerpo;  no  sé  si  me  doy  a  entender;  que  da 
vida  al  cuerpo  y  al  ánima.  Sopló  Dios  en  Adán:  Et  fictus 
est  in  animam  viventem.  ¿Qué  fué  aquel  sonlo?  El  ánima 
que  le  dió.  Pues  así  el  Espíritu  Santo,  esníritu  de  vida  del 

296  ánima,  es  soplo  de  vida,  soplo  de  Dios.  Pues  así  como  no 
basta  para  que  viva  el  cuerpo  que  tenga  ánima,  sino  que  es 
menester  que  coma,  porque  morirá  si  no  come,  aunque  tenga 
ánima,  así  también  poco  aprovecha  que  tu  ánima  tenga  con 
qué  viva,  si  no  come. 

300  —Pariré,  ¿no  bastaba  para  dar  vida  a  mi  ánima  la  San- 
tísima Trinidad?  — Si  ella  quisiera,  sí  bastaba;  mas  ella  or- 
denó que  no  sea  la  Santísima  Trinidad  sólo  su  manjar;  mas 
si  no  come  de  la  sangre  de  Cristo  y  de  su  carne,  no  puede 
vivir.  Ninguna  ánima  está  en  gracia  si  no  es  mediante  la 

305  sangre  de  Cristo.  ¿Quién  da  vida  al  án'ma?  La  divinidad,  la 
Santísima  Trinidad.  Mas  no  se  la  da  sino  mediante  la  sangre 
de  Jesucristo,  como  el  ám'ma  no  da  vida  al  cuerpo  sino  me- 
diante el  manjar.  Dijo  Cristo:  Yo  soy  buen  Pastor  y  pongo 
mi  ánima  por  mis  ovejas.  Yo  soy  puerta;  quien  entrare  por 

310  mí,  salvarse  ha.  Los  que  antes  de  mí  vinieron,  ladrones  fue- 
ron; no  vinieron  sino  para  matar  y  perder.  Yo  vine  para  que 
tengan  vida. 

— ¿Qué  queréis  decir,  señor?  — Que  si  tú  no  creyeras  en 
Jesucristo,  en  el  Verbo  humanado,  que  en  El  está  tu  salud  y 
315  la  de  todos,  no  puede  vivir  tu  alma.  Si  no  lo  crees  y  amas  y 
obedeces,  no  te  puedes  salvar.  No  te  dará  nadie  vida,  si  no 
comes  de  la  carne  y  sangre  de  Jesucristo,  si  no  tienes  fe. 
Esto  es  lo  que  hizo  a  San  Pedro  que  dijese:  Non  est  aliud 


293    Cf.  Gen.  2,  7. 
51:    Cf.  To.  10,  8-71. 


40.     SANTÍSIMO  SACKAMtMU 


713 


nomen...  No  hay  otra  vía  o  título  para  que  el  hombre  se 

820   salve,  sino  el  nombre  de  Jesucristo  y  su  fe. 

— ¿Qué  queréis  decir?  — Que  si  se  hicieren  los  hombres 
pedazos  y  ardieren  en  llamas  por  Dios,  si  no  comieren  este 
manjar,  esta  fe,  perdidos  van;  no  se  pueden  salvar.  Que  así 
como  no  está  la  vida  del  cuerpo  en  el  manjar,  sino  en  el 

325  amia,  así  también  como  el  manjar  está  fuera  del  hombre, 
que  no  es  de  suyo,  así  has  de  conocer  que  tu  pan,  tu  reme- 
dio, no  está  en  ti,  sino  que  tienes  necesidad  de  mendigarlo 
y  pedirlo  a  Cristo  y  conocer  que  nuestro  remedio  está  en 
sólo  El.  Si  este  manjar  no  comes,  es  imposible  que  vivas. 

330  El  manjar  no  es  sólo  el  Espíritu,  ni  en  él  sólo  está  la  vida; 
mas  toma  la  carne  y  sangre  para  dar  vida.  ¿Habéislo  enten- 
dido? Mi  carne  verdaderamente  es  manjar,  y  mi  sangre  be- 
bida. Verdaderamente,  no  fantásticamente.  Que  más  verda- 
deramente vive  el  ánima  por  esta  comida  que  el  cuerpo  por 

335  el  manjar  corporal.  Que  cuanto  es  mejor  el  ánima  que  el 
cuerpo,  tanto  es  mejor  esta  vida  que  da  este  manjar. 

— ¿Cómo,  padre?  ¿Si  uno  no  come  este  manjar,  no  pue- 
de ir  al  cielo?  — En  la  mar  estamos:  Quid  paras  dentem  et 
ventrem?  Crede,  et  manducasti.  Dice  San  Agustín:  ¿Para 

3*0  qué  aparejas  el  diente  y  el  vientre?  Cree,  y  ya  has  comido. 
Si  no  me  creyéredes  y  amáredes  por  Salvador  y  Mesías,  no 
podéis  ser  salvos.  Así  lo  expone  San  Agustín.  Mas  el  Con- 
cilio Tridentino  dice  que  aquel  paso  se  entiende  de  la  comida 
sacramentalmente  hecha,  y  esto  se  ha  de  tener,  éste  es  el 

345  comer. 

¿Veis  cómo  la  carne  de  Jesucristo  es  manjar  del  ánima, 
que  los  que  fueron  antes  de  Cristo  y  se  salvaron,  comieron 
este  manjar,  esta  carne  y  esta  bebida?  Así  lo  dijo  San  Pablo: 
Omnes  eamdtm  escam  spiritalem  comederunt,  et  eumdem 

350  potum  biberunt,  bibebant  autem  [d]e  petra,  petra  autem 
erat  Christus.  Helo  ahí  cómo  comieron. 

— ¿Pues  cómo,  que  aun  no  era  venido  Cristo?  — Tenían 
unos  dientes  tan  largos  y  unos  ojos,  que  llegaban  hasta  acá; 
que  es  la  fe  que  tenían  que  había  de  venir  un  Salvador,  un 

355  Mesías,  en  el  cual  se  salvaron.  Esto  es  comer  la  carne  y 
beber  la  sangre  de  Jesucristo,  y  por  esta  fe  somos  nosotros 
un  cuerpo  con  ellos,  tenemos  un  mismo  espíritu,  una  fe  y 
una  cabeza.  Esto,  pues,  es  comer  la  carne  de  Cristo,  sin  la 
cual  nadie  puede  ser  salvo.  Aunque  haga  todos  los  bienes  que 


337  podre 

348  spiritualem 


319  Cf.  Act.  4,  12. 

342  San  Agustín,  In  lo  Ev    tr.  25,  c.  6,  11  :  M¡L  35,  1602. 

345  Concilio  de  Trento,  sess.  13,  c.  8. 

351  06  1  Cor.  10,  3-4. 


714 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


360  hicieron  los  hombres  juntos,  si  esto  no  tiene,  no  basta  para 
se  salvar. 

Se  queda  presente    — Pues  creer  y  amar  es  comer,  y 
para  que  le  ames    para  que  se  salve  el  hombre  basta 
y  gooes  creerlo  así;  si  esto  es  verdad,  ¿para 

365  qué  se  nos  quedó  acá  en  manjar  en 

especie  de  pan  y  vino?  ¿Qué  os  parece  a  vosotros?  ¿Fué 
bien  que  se  quedase  o  no?  ¿Pasámonos  sin  El? 

— Saben  bien  esto  los  que  tienen  mujeres  livianas.  Cata, 
Señor,  que  es  el  género  humano  liviano  desde  su  nacimien- 

370  to.  Fuése,  y  subióse  Jesucristo  al  cielo,  y  no  nos  acorda- 
mos más  de  El,  y  por  esto  ordenó  su  misericordia  de  se  nos 
quedar  acá.  Que,  para  cuando  te  dijeren  que  todo  tu  bien 
está  en  el  cielo  y  es  Jesucristo,  no  lo  teniendo  acá,  pare- 
ciérate  que  andabas  engañado  y  vago:  "Yo  en  la  tierra  y 

3-75  El  allá;  ¿qué  tal  estaré  yo  sin  El?"  Ordenó  su  bondad  ma- 
nera como  esté  allá  y  acá,  porque  tengas  allá  tu  descanso 
y  acá  tu  amor  y  mantenimiento.  Que  para  cuando  te  dije- 
ren que  es  tu  bien,  y  te  dijeren  "Veslo  allí",  se  prende  tu 
ánima  para  no  recebir  otro  que  no  sea  tu  Pastor. 

380  Sois  desposado,  habéis  de  estar  con  la  esposa.  Decí 
— ahora  que  se  me  acuerda — ,  ¿por  qué  absuelven  al  hom- 
bre que  está  él  aquí  y  su  mujer  lejos  de  él  sin  necesidad? 
¿Por  qué  se  hace  tal  cosa?  ¿Qué  regimiento  lo  consiente, 
que  una  bestia  que  se  va  de  su  dueño  hay  quien  la  vuelva, 

385  y  mesón  de  perdidos  donde  la  llevan,  y  que  se  esté  un  ma- 
rido ausente  de  su  mujer  año  y  años,  y  que  no  haya  re- 
medio ni  castigo? 

— Señor,  ya  le  envío  cartas  y  joyas,  y  desde  acá  la 
proveo.  — Véaos  ella  a  vos,  que  eso  la  moverá  más;  que  se 

390  acordará  que  se  casó  con  vos,  y  dejará  el  adúltero  y  lle- 
garse ha  a  vos. 

¡Oh!  Glorifíquente  los  ángeles,  Señor.  Cartas  te  envía 
Jesucristo,  tu  Esposo,  que  son  los  Evangelios  y  los  pensa- 
mientos santos,  los  sermones  y  los  consejos  buenos  que 

395  oyes;  envíate  presentes  y  joyas,  que  es  eso  que  comes  y 
vistes,  y  en  tanta  abundancia.  Y,  con  todo  eso,  es  tan  gran- 
de tu  olvido,  que  olvidas  a  tu  Esposo,  que  tanto  bien  te 
hace,  y  pones  por  tu  maldad  los  ojos  en  lo  que  tu  carne 
quiere,  en  deleites,  en  juegos,  en  vanidades,  en  burlerías. 

400  Envíate  cartas,  no  te  aprovechan;  envíate  presentes,  no  te 
aprovechan;  antes  algunas  veces  son  causa  de  mayor  olvi- 
do. Y  determina  El  venir  acá,  pues  no  aprovechan  mensa- 
jeros, para  que  te  acuerdes  que  es  el  primero  Esposo  con 
quien  te  casaste.  El  es  el  que  derramó  su  sangre  por  ti, 

405  para  que  quites  los  ojos  del  adúltero  y  los  pongas  en  el  que 
es  tu  Pastor,  y  le  digas:  "Perdonadme,  Señor,  que,  hasta 


40.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


715 


ahora  que  os  conocí,  había  vivido  descuidado  y  olvidado  de 
vos;  ahora  no  quiero  sino  a  vos;  sólo  a  vos  amaré  y  serviré." 
¿No  tenéis  algún  amigo  con  quien  tengáis  amistad  pn 

410  ausencia,  que  le  escribáis  cartas  y  le  enviéis  presentes? 
Y  si  os  envía  una  cédula  con  que  os  libréis  de  la  muerte, 
estando  condenado  a  ella,  cuando  este  tal  amago  viene,  ¿qué 
es  lo  que  sentís?  ¿Cómo  os  lo  paráis  a  mirar?  ¿Cómo  le 
agradecéis  lo  que  ha  hecho  por  vos?  Que  ésta  es  ley  de  la 

415  presencia  del  amigo,  que,  cuando  viene,  le  relatéis  cuantos 
bienes  ha  hecho  por  vos,  dándole  gracias.  ¡Oh  consejo  amo- 
roso, lleno  de  alegría,  lleno  de  amor!  Quedársenos  acá 
Jesucristo,  para  que  cuando  le  veamos  nos  acordemos  de  lo 
que  por  nosotros  ha  hecho,  y  se  lo  relatemos,  y  le  demos 

420  gracias  por  ello:  "Señor  mío,  vos  sois  el  que  bajastes  del 
cielo,  y  os  hecistes  hombre  mortal  por  mí,  y  estuvistes  en 
el  portal;  el  que  pasastes  hambre  y  trabajos  por  mí;  el  que 
fuistes  preso,  abofeteado,  azotado  por  mí;  el  que  derramas- 
tes  vuestra  sangre,  y  perdistes  vuestra  hermosura  y  vida 

425  en  la  cruz  por  mí.  Vos  sois  el  que  tanto  me  amáis.  Vos 
sois  todo  mi  bien."  Esto  has  de  sentir  cuando  vieres  a  tu 
Señor  y  comulgares;  si  esto  sientes,  tu  alma  come  y  co- 
mulga: "Vos,  Señor,  sois  el  que  tanto  me  amastes  y  tanto 
hicistes  por  mí,  estando  yo  ausente". 

430  — Haced  esto  en  mi  nombre.  — ¿Qué,  Señor?  — Como  yo 
hice,  haced  en  mi  memoria.  — ¿Quién  lo  hará?  — No  todos 
los  cristianos,  sino  los  ordenados  solos.  Como  yo  hice.  Que 
si  el  sacerdote  consagra,  no  es  en  su  virtud,  sino  en  la  de 
Jesucristo. 

435  — Haced  esto  en  mi  nombre,  y  cuando  lo  hiciéredes, 
acordaos  de  mí.  — ¿Qué  es  eso?  — Muero  de  amores  de  los 
hombres. — ;  Qué  te  va.  Rey  nuestro,  en  que  se  acuerden 
unos  gusanillos  de  ti?  Dénos  vuestra  Majestad  licencia  que 
hablemos.  ¿Por  qué  no  nos  pide  sino  que  nos  acordemos? 

440  Es  tanto  lo  que  Jesucristo  ha  hecho  por  nosotros,  que  no 
es  menester  para  movernos  decir  más,  sino  que  nos  acor- 
demos de  sus  obras,  de  su  justicia,  de  lo  que  padeció;  porque, 
aunque  seamos  pi>dras  y  hierros,  su  memoria  tiene  tanta 
fuerza,  que  con  ella  se  derretirá  nuestro  corazón.  Memoria 

445  losiae  in  compositione  odoris,  opus  mgmentarü.  La  memoria 
de  Josías  es  como  una  poma  que  quita  los  desmayos,  y  como 
miel,  que  es  dulce  en  la  boca,  y  como  música  en  las  orejas. 
Y  así  en  cualquier  corazón  de  hombre  es  más  dulce  que  la 
miel  la  memoria  de  Jesús.  Si  tus  pecados  te  desmayan,  si  tu 

450  carne  te  aflige,  si  tu  alma  está  desmayada,  toma  esta  medi- 
cina, que  huele  tan  bien,  que  da  salud,  y  quita  dolor,  y  da 
dulzura  a  todo  corazón. 


430   Cf.  lx.  22,  19  ;  i  Cor.  ri,  j.j.  447    Cf.  F.ecfli,  49,  1-2. 


716 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— ¿Para  qué,  Señor,  presente?  — Para  que  me  améis, 
para  que  me  gocéis. 

455   ?,e  queda  escondido    — Pues  ¿por  qué  tan  escondido,  que 

para  ejercitar  tu  fe  ni  la  vista  03  ve-  ni  el  oído  os  ove» 
ni  el  sabor  ni  el  tacto  os  conoce? 
¡Verdaderamente  vos  sois  Dios  ascondido!  ¿Para  qué  tan 
ascondido?  — Para  que  sepa  otra  vez  el  demonio  con  quién 
460  se  toma;  para  que  rabie  y  aulle  y  le  haga  se  vuelva  por 
donde  vino. 

Cerca  Senaquerib  con  gran  soberbia  a  Hierusalem,  y  con 
gran  confianza  en  su  gente,  envía  al  rey  Ezequías  mensaje- 
ros que  se  diese:  ¿En  qué  tienes  confianza?  ¿En  Egipto? 

465  ¿En  tu  Dios?  No  te  engañen  sus  palabras,  que  dicen  que 
venció  tal  y  tal  rey,  que  no  los  libraron  dioses  de  mis  manos; 
pues  tampoco  te  librarán  a  ti.  Rasgó  Ezequías  sus  vestiou- 
ras,  fuése  al  templo,  echó  las  cartas  de  esta  mensajería  de- 
lante de  Dios.  Dícele:  Señor  Dios  de  Israel,  que  heciste  el 

470  cielo  y  la  tierra,  cuyos  son  los  reinos  y  señoríos:  ya  has  oído 
las  blasfemias  de  éste  contra  ti.  ¿Qué  son  los  otros  dioses, 
de  obras  de  manos,  ni  qué  valen  para  defender?  Sálvanos, 
Señor,  de  sus  manos,  y  conozcan  todos  los  reinos  y  gentes 
que  eres  tú  Señor.  Envía  luego  Dios  a  Esaías  que  le  diga: 

475  Dile  a  esa  bestia:  Yo  te  haré  un  freno,  yo  te  enfrenaré,  loco, 
y  te  haré  que  te  vuelvas  enfrenado  por  el  camino  que  venis- 
te,  y  que  en  llegando  allá  te  maten  tus  hijos.  Así  fué,  que 
envió  Dios  un  ángel  aquella  noche  al  real  de  Senaquerib  y 
mató  ciento  y  ochenta  y  cinco  mil  hombres;  y  a  la  mañana 

480  alza  su  real  y  vase;  y  en  llegando,  lo  mataron  sus  hijos, 
para  que  sepa  con  quién  se  toma. 

¿Cómo  se  perdió  el  mundo?  ¿Cómo  se  perdió  el  hombre? 
Por  una  fe  falsa  que  tuvo  una  mujer.  Vino  el  demonio  a  Eva 
y  preguntóle:  ¿Por  qué  os  mandó  Dios  que  no  comiésedes 

485  de  este  árbol?  — Porque  no  muramos  por  ventura.  — Andá, 
que  son  amenazas,  que  no  moriréis;  antes  en  la  hora  que 
comiéredes,  seréis  como  dioses.  Cree  la  mujer  a  la  palabra 
del  demonio  falsa,  que  serían  como  dioses:  creyó  que  debajo 
de  la  manzana  que  veía,  estaba  otra  cosa,  y  que  debajo  del 

490  manjar  corporal  había  ciencia  espiritual:  por  esta  falsa  fe 
que  tuvo  a  las  palabras  del  demonio,  y  mediante  lo  que  veía, 
creyó  otra  cosa  que  no  veía.  ¿Por  qué  se  perdió?  ¿Por  qué 
cayó?  Porque  le  dijo  el  demonio  que  debajo  de  una  manzana 
había  lo  que  no  veía,  y  creyólo.  Pues  para  que  sepa  el  de- 

495  monio  con  quién  se  toma,  yo  haré  que  se  vuelva  enfrenado 
por  el  camino  que  vino.  Por  una  falsa  fe  se  perdió  el  hombre; 


458   Cf.  Is.  45,  15. 

477   Cf.  4  Reg.  iq,  17-28. 

487   Cf.  G*n.  t-s. 


46.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


717 


sálvese  por  una  fe  verdadera  acá,  que  debajo  de  aquel  man- 
jar corporal  hay  manjar  divinal,  que  parece  pan  en  el  olor, 
y  sabor,  y  color;  hay  sacramento  del  Altar;  crea  que  está 

500  allí  el  cuerpo  de  nuestro  Señor  Jesucristo  y  su  sangre  y  di- 
vinidad. Pues  que  hubo  quien  creyese  por  una  fe  falsa,  haya 
quien  crea  por  una  fe  verdadera  lo  que  no  ve.  Que  no  es 
mucho,  pues  que  el  demonio  halló  quien  creyese  su  mentira, 
que  halle  Dios  quien  le  crea  su  verdad.  Por  la  falsa  fe  del 

505  demonio  se  perdió  él  hombre;  por  la  verdadera,  que  está 
allí  el  manjar  que  da  vida,  se  salva;  que  está  allí  debajo 
de  aquellas  especies  sacramentales  que  veis.  Pues  si  no  estu- 
viera ascondido,  no  hubiera  fe;  y  no  habiendo  fe,  no  respon- 
diera merecimiento  y  vida  de  gloria;  y  así  quedó  el  demonio 

510  confundido. 

— ¿Por  qué  tan  abscondido?  — Pues  ¿qué,  quisiérades 
vos  verlo?  Si  la  reina  Ester  no  pudo  sufrir  la  majestad  del 
rey  Asuero,  ¿cómo  podrá  una  hormiga  sufrir  el  resplandor 
de  la  cara  de  Cristo  glorioso?  ¿Cómo  podrá  sufrir  una  cla- 

515  ridad  que  en  su  comparación  la  del  sol  es  tiniebla?  No  hay 
ojos  mortales  que  le  puedan  ver.  O  te  has  de  quedar  sin 
El  o  tomarlo  así  ascondido.  O  has  de  decir  que  te  quieres 
quedar  sin  El  o  tomarlo  así,  tan  gran  cuerpo  en  tan  peque- 
ño espacio.  Sí,  en  la  menor  partícula  está  tan  entero  como 

520  está  allá  en  su  reino  ¿No  preguntó  Cristo  a  un  demonio, 
cómo  te  llamas?  Díjole:  Legio.  Una  legión  de  demonios, 
¿cómo  cabían  en  un  cuerpo  tan  chiquito?  — No  ocupan  lu- 
gar. — Así  el  Cuerpo  sacratísimo  no  tiene  dimensiones  cuan- 
titativas en  orden  a  lugar.  Corno  tú  podrías  tener  en  tu 

525   manga  un  millón  de  ángeles. 

— ¿Cómo  se  puede  hacer  del  pan  carne  y  del  vino  san- 
gre? — ¿Cómo?  ¿Porque  vos  no  lo  entendéis,  no  se  puede 
hacer?  ¿No  hay  cosas  por  ahí  que  hace  un  oficial,  que  otro 
en  su  misma  arte  no  las  entiende?  ¿Y  queréis  vos  entender 

530  el  artificio  y  sabiduría  de  Dios?  ¿Si  vos  viérades  una  be- 
llota y  os  dijeran  que  se  hace  de  allí  una  grande  encina,  si 
no  lo  supiérades,  creyéradeslo?  ¿Cómo  de  un  grano  de  tri- 
go nace  hierba  verde,  y  ni  el  grano  es  verde,  ni  la  tierra, 
ni  el  agua?  ¿Pues  cómo  se  hace  aquella  verdura?  ¿Y  cómo 

535  se  hace  vino  en  la  viña,  pues  en  la  tierra  no  está,  pues  el 
agua  que  llueve  no  es  vino?  ¿Pues  cómo  se  convierte  en 
vino?  ¿Cómo  de  una  cosa  se  hace  otra?  No  hay  otra  ven- 
taja o  diferencia  sino  que  en  el  altar  se  hace  presto  y  en 
el  campo  más  despacio.  ¿Es  mucho  que  se  haga  eso? 

540        ¿Cómo  salió  Jesucristo  del  vientre  de  su  Madre,  quedan- 


S13  Cf.  Esth.  15,  9-10. 
521   SIc.  5,  o.  * 


718 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


do  la  Virgen  entera?  ¿Cómo  salió  del  sepulcro?  ¿Pensáis  que 
las  cosas  de  Dios  que  son  tan  bajas  que  las  habéis  de  en- 
tender? Si  ellas  fueran  tales  que  vos  las  entendiérades,  ya 
no  fuera  Dios  grande.  Quiere  hacer  lo  que  tú  no  entiendes, 
545  para  que  te  humilles  y  sujetes  tu  entendimiento  a  la  fe  y 
merezcas. 

— Pues  ¿cómo  puede  estar  en  tantos  lugares?  — Cuando 
yo  hablo,  ¿cuántas  voces  son  las  que  hablo,  una  o  muchas? 
Una,  porque  claro  está  que  no  tengo  más  de  una  voz.  Esta 

550  una,  ¿no  es  una  en  las  orejas  de  muchos  y  de  cuantos  aquí 
estáis?  ¿Cómo  es  esto?  Pues  si  en  la  voz  se  hace,  ¿cómo 
no  se  podrá  hacer  acá?  — ¿Cómo  puede  ser  que  partiéndolo 
se  quede  entero  en  cuantas  partes  se  parte  la  hostia?  — Par- 
tí vos  un  espejo  y  miraos  en  él.  Cuando  estaba  entero  ha- 

555  cía  un  rostro,  y  partido  hace  tantos  cuantos  pedazos  hay. 
Así  acá. 

¿Qué  locura  es  ésa?  ¿No  querer  creer  lo  que  no  alcanza 
la  razón?  Pues  que  eres  hombre  de  razón  y  tan  amigo  de 
regirte  por  ella,  pasemos  por  esa  ley,  pues  que  no  quieres 

560  creer  cosa  sin  razón  ni  hacerla:  "Ningún  hombre  coma  ni 
beba,  si  no  supiere  cómo  se  crió  el  mantenimiento  y  bebi- 
da, cómo  se  crió  el  pan  y  el  vino  que  ha  de  comer  y  beber". 
¿Queréis  saber  cómo  se  hace,  y  si  no  [no]  queréis  creer? 
Pues  quedaos  sin  comer,  pues  no  sabéis  cómo  se  cría  el  pan 

565  y  el  agua  y  el  vino  en  'la  viña.  Y  pues  no  te  paras  a  pre- 
guntar cómo  se  hace,  y  alguna  vez  os  traen  guisado  de  la 
cocina  cosa  que  no  sabéis  cómo  se  guisó,  y  calláis  y  coméis, 
haced  así  acá,  y  callad  y  comed. 

— ¿Para  qué  tan  abscondido?  — Para  que  tuviese  lugar 

570    la  fe  verdadera. 

Se  queda  para  esf or-    Dijo  Cristo  nuestro  Señor :  Mi  car- 
zarte  y  remediarte    ne  es  verdadero  manjar,  y  mi  san- 
gre verdadera  bebida.  Así  es  que 
vuestra  carne  es  manjar,  porque  el  pan  confirma  el  cora- 

575  zón  del  hombre.  — Swper  aquam  refectionis  educavit  me,  et 
animam  meam  convertit.  Poné  aquello,  por  vuestra  vida, 
en  vuestro  repostero.  Estoy  yo  bien  en  gran  manera  con 
aquel  verso:  Púsome  Dios  nuestro  Señor  sobre  el  agua  de  la 
refección,  de  recreación,  de  refresco,  agua  de  refrigerio: 

580  Animam  meam  convertit.  El  hebreo  dice:  Animam  meam 
restituit.  Que  ese  bocado  de  pan  vuelve  el  ánima  a  su  lugar; 
esto  es,  volvióme  el  ánima, 

Vase  huyendo  Elias  de  la  mala  mujer  Jezabel;  de  deses- 

548  veces 

544   San  Gregorio,  ln  Ez..  1.  z,  hom.  8,  io  :  ML  76,  1034. 

573     lo.  6,  56.  57<S    Of.  PS.   22,  2, 

575    Ps.  103,  15. 


40.    SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


119 


perado  (ya  no  podía  andar)  pénese  debajo  de  un  enebro,  y 

585  dice  a  Dios:  Señor,  sacadme  ya  de  esta  vida,  que  ya  no  lo 
■puedo  sufrir;  llevadme  ya;  ¿para  qué  vivo?  Duérmese  con 
el  cansancio  y  el  enojo.  Llegó  el  ángel  de  Dios  nuestro  Se- 
ñor, y  despertólo  y  díjole:  Levántate  y  come,  que  te  queda 
largo  camino.  Y  dióle  un  pan  cocido  en  la  ceniza  y  rescol- 

590  do  y  un  jarro  de  agua,  y  comió  y  bebió.  Dormitavit  anima 
mea  prae  tedio.  — ¿Ya  queréis  descansar  tan  presto,  Elias? 
¡Levantaos  con  presteza,  que  largo  camino  os  queda!  Guar- 
dá,  no  andéis  tras  Dios:  "Lleváme,  Señor",  que  entonces 
os  dará  más  larga  vida.  Come  y  bebe. — Levantóse,  comió  y 

595  bebió,  y  anduvo,  con  la  fuerza  de  lo  que  comió,  cuarenta 
días.  ¡Qué  lindo  manjar! 

Mas  notá  que  el  que  se  lo  dió  que  comiese,  el  que  lo 
despertó,  ángel  de  Dios  era.  Fué  oficio  de  sacerdote;  oficio 
de  ángeles  de  Dios,  convidar,  rogar,  importunar  a  los  dor- 

600  midos,  a  los  desmayados,  a  los  temerosos.  Desmayado  estás; 
murióse  tu  padre;  perdiste  la  hacienda;  persíguente  los  pe- 
cados. ¡Levántate  de  los  pecados,  vete  a  confesar,  y  come, 
recibe  este  Santísimo  Sacramento!  Que  para  eso  quedó  acá, 
para  remedio  de  tus  llagas  y  trabajos.  Oficio  de  sacerdote: 

606  "Corre,  ve,  recibe  este  pan",  que  no  solamente  se  llama 
Viático,  porque  nos  da  fuerzas  para  caminar  cuando  mori- 
mos, sino  mientras  vivimos  y  sentimos  desmayo  en  el  ca- 
mino. Cuando  vos  habéis  de  caminar,  ¿no  aparejáis  alfor- 
jas, y  comida,  y  bebida,  y  lo  necesario?  Pues  así  los  que 

610  vamos  en  este  camino,  más  desierto  que  el  de  Egipto,  más 
seco  de  aguas,  más  enemigos  en  él,  más  serpientes,  más 
gigantes,  tierra  que  la  llama  Zacarías  sombra  de  muerte, 
¿no  hemos  menester  provisión  y  comida? 

Cuando  vuestros  hijos  vinieren  a  razón  y  discreción, 

615  enseñaldes  luego  que  sean  devotos  de  este  Santísimo  Sa- 
cramento del  Altar:  "Corre,  confiesa  y  comulga;  cata  que 
te  queda  gran  camino,  y  peligroso;  más  de  cuarenta  dias, 
largo  en  gran  manera".  ¡Dios  se  lo  pague  quien  a  mí  tanto 
bien  hizo!  Fui  devoto  de  este  Santísimo  Sacramento,  y  creo 

620    que  se  me  pegó  de  uno. 

¿Por  qué  no  lo  reci-  ¿Cómo  podéis  vivir  sin  este  pan?  Yo 
bes?  ¿Por  qué  no  le  me  espanto  de  ello;  él  harta,  ense- 
das  posada?        na  y  esfuerza  para  andar  este  cama- 
no.  De  una  vez  a  otra  que  comulgáis, 
625   se  os  había  de  hacer  un  año  y  diez  años;  ni  tantas  como 
algunas  mujeres  ni  tan  pocas  como  algunos  hombres.  ¿Qué 
veis  en  el  Sacramento,  que  os  han  de  hacer  venir  a  co- 


590  Cf.  3  Reg.  ig,  1-6. 

591  Ps.  118,  28. 
596    3  Reg.  TQ.  8. 


612    Lo.  1,  79. 


720 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mulgar  con  penas  y  excomuniones?  ¡Malaventurados  de 
los  tales! 

630  ¿Habéis  ido  por  mesones  cuando  camináis?  Lléganse 
algunos  a  comer  a  escote,  y  otros  dicen:  "No  quiero  comer 
asi;  quiérome  pasar  acá  con  lo  que  tengo,  con  pan  y  vino, 
para  gastar  [menos]".  Después,  alzada  la  mesa,  paga  el 
que  comió;  el  que  no  comió  no  tiene  de  qué  pagar.  Quien 

635  comió,  escote.  Aqui  es  al  contrario;  los  que  comieron  irán 
salvos,  y  el  que  no  comiere  pagará  el  escote  de  lo  que  no 
comió.  No  hay  bolsa  que  pague  tanto  cuanto  debe  porque 
no  comió;  que  el  que  no  quisiere  aprovecharse  de  este  man- 
jar, él  que  no  lo  reverencia,  adora  y  ama,  a  semejanza 

640  de  los  que  le  crucificaron,  pagará  el  escote:  El  que  derrama 
la  sangre,  y  el  que  no  paga  el  jornal  al  que  lo  sirvió,  igua- 
les son,  dice  el  Sabio.  ¿Por  qué  no  pagas,  hermano,  el  jor- 
nal a  Jesucristo?  Había  sobre  la  tierra  hombres  tan  desdi- 
chados, que  pusieron  manos  sobre  el  Hijo  de  Dios  y  lo  osa- 

645  ron  crucificar;  ellos  son  los  que  lo  crucificaron,  ¿y  tú  no 
pagas  a  Cristo  el  jornal?  Pagarás  el  escote,  que  con  ma- 
yor diligencia  y  trabajo  te  sirvió  que  el  jornalero.  Algunas 
veces  gana  el  jornalero  cantando,  y  come,  y  descansa;  y 
Cristo  bendito,  de  día  y  de  noche  no  descansó,  entendiendo 

650  en  nuestro  negocio:  de  dia  sanando  enfermos  y  de  noche 
orando  por  nosotros  al  Padre  en  los  montes,,  ¡y  apenas  lo 
queréis  ahora  creer  esto!  No  te  pide  otra  cosa  por  jornal  de 
sus  trabajos  sino  que  goces  de  ellos,  que  te  aproveches  de 
su  penitencia,  y  de  sus  cansancios  y  trabajos  y  azotes,  y 

655  de  su  obediencia  y  su  muerte:  que  eso  es  verdaderamente 
comulgar;  que  eso  quiere  decir  el  vocablo  comunicársenos 
lo  que  nos  ganó  Jesucristo.  ¡Y  que  venga  Jesucristo,  y  que 
se  quede  acá;  y  que  llama  al  cristiano,  y  que  se  esté  que- 
do! Plega  a  Dios  él  lo  remedie.  Que  por  eso  permitió  Dios 

660  qUe  en  Alemania  perdiesen  la  fe ;  porque  usaban  mal  de  este 
divino  Pan,  permitió  Dios  que  se  lo  quitasen. 

Si  a  uno  le  pusiesen  una  espada  de  Roldán  o  del  rey  don 
Fernando,  si  el  tal,  en  lugar  de  emplearla  en  hazañas,  se 
anduviese  cortando  melones  y  suelas  de  zapatos  con  ella, 

665  ¿qué  os  parece  que  merecía?  Que  le  quitasen  la  espada,  pues 
tan  mal  usa  de  ella.  ¡Oh  espada  mal  empleada  de  Roldán, 
con  que  pudiera  hacer  tales  hazañas!  Yo  vine  para  que  los 
que  no  ven,  vean;  y  los  que  ven,  no  vean.  ¿Qué  harán  en  el 
infierno  los  malaventurados,  privados  de  la  vida  de  Dios? 

670  Si  no  viniera  y  los  llamara,  no  tuvieran  pecado.  Vístesme, 
oístesme,  llaméos,  convidóos  con  perdón,  y  me  ofrecí  a  pa- 
gar por  vuestros  pecados,  y  lo  hice.  Que  se  les  ponga  todo 


642    Cf.  Eccli.  34,  27. 
668   Cf.  lo.  o,  3'g. 
670    lo.  15,  22. 


40.    SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


721 


eso  que  habéis  hecho  por  ellos  en  una  balanza  a  su  cargo. 
Que  quien  se  parare  a  pensar  lo  mucho  que  ña  hecho  por  ios 

675  hombres  y  lo  poco  que  de  ello  nos  aprovechamos,  dirá  que 
nos  ha  dado  la  espada  de  Roldán  y  que  la  empleamos  en 
cortar  nabos.  ¡Y  que  hay  personas  que  no  vernían  a  comul- 
gar si  no  los  excomulgasen!  ¿Quién  no  tiene  devoción  a  este 
Sacratísimo  Sacramento?  Anda,  que  otro  día  nos  veremos 

680  juntos:  aunque  no  esté  yo  tan  alto  como  ahora,  estarlo  ha 
Jesucristo.  Entonces  oirán  los  malaventurados  aquella  sen- 
tencia: Andad,  malditos  de  mi  Padre,  al  fuego  eterno,  pues 
no  os  quisistes  aprovechar  de  mí. 

¡Oh,  glorifíquente  los  ángeles,  Señor,  que  veniste  del  cie- 

685  lo  a  morar  con  nosotros!  No  entendáis  que  viene  por  ese  aire 
bajando  desde  allá,  sino  que  el  que  está  en  el  cielo  comienza 
también  a  estar  aquí,  estándose  jn  el  cielo.  Y  viene  a  buscar 
posada,  ¿y  no  habrá  quien  diga:  "Venid  a  mi  casa,  Señor"? 
¿Pensáis  que  viene  El  porque  se  huelga  de  estar  en  el  reli- 

690  cario?  No  estima  más  el  oro  que  yo  el  lodo;  ándanos  lla- 
mando y  convidando:  ¿Quiéresme  ;euer  por  compañero  de 
casa  y  mesa?  Hombre  miserable,  cuando  quieres  a  alguno 
bien,  querríaslo  meter  en  lo  más  dentro  de  tus  entrañas,  y 
pegallo  a  ti  mismo,  y  hacerlo  uno  contigo.  Pues  eso  quiere 

695  Jesucristo,  entrar  allá  y  morar  allá,  y  darte  allá  un  abrazo 
de  amor,  y  de  todo  más  hartura  que  cuanto  se  puede  pensar. 
Que  venga  El  acá,  que  ande  buscando  posada,  ¿  [y]  que 
haya  hombre  que  no  se  quiera  levantar  a  abrirle? 

Que  no  me  contento  con  que  no  haya  herejías — ¡gracias 

700  a  Dios  por  ello! — ,  sino  que  debíamos  cener  tanta  devoción 
y  tanta  hambre  de  este  celestial  Pan,  que  ardiese  fuego  en 
nuestras  entrañas  de  su  amor  y  que  se  nos  hiciese  cada  día 
que  no  comulgásemos  treinta  años.  ¡Y  con  decir:  "Acá  está", 
nos  contentamos!  Un  elefante,  con  ver  sangre  derramada, 

705  toma  ánimo  para  pelear;  y  el  esposo,  viendo  a  su  esposa 
delante,  toma  ánimo  para  defenderla,  y  no  hay  alguno  tan 
cobarde  que  no  defienda  a  su  mujer.  ¡Y  que  no  tomemos 
ánimo,  viendo  la  sangre  de  Jesucristo  ante  nosotros,  para 
pelear  contra  los  enemigos!  ¡Y  que  no  tengamos  allí  nues- 

710  tra  confianza,  nuestro  ánimo,  nuestro  consuelo!  Plega  a  Dios 
que  no  nos  castigue  con  quitarnos  la  lumbre  de  la  fe.  Pues 
en  eso  empleas  tu  ánima,  que  te  la  quiten.  Entonces  me  ven- 
garé. Así  será  su  venida,  bien  para  unos  y  'mal  para  otros. 
Veslo  aquí:  para  quien  lo  recibe,  ayuda,  y  es  paga  de  sus 

715  pecados;  v  para  otros  que  no  lo  recibieron,  condenación. 

Mas  ¿qué  trabajos  y  cuidados  ponéis  en  hacer  cálices,  y 
v<2r  si  son  menester  corporales,  y  lumbre,  y  otras  cosas  para 

696  pueden 

682    Mt.  25,  41. 


722 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


este  Huésped,  sino  en  hacer  vajillas,  y  vestidos,  y  comidas 
para  los  gusanos? 

720  ¿En  qué  estábamos?  ¿No  nos  estaríamos  hasta  la  noche 
predicando?  Allí  estábamos:  Animam  meam  convertit.  Vol- 
vióme el  ánima  mía.  Así  que  ni  habéis  de  comulgar  tanto  ni 
tan  poco:  las  Pascuas,  las  fiestas,  para  lo  que  se  ha  perdido 
entre  año,  que  se  gane  entonces. 

725  Está  Elias  desmayado,  cansado,  durmiendo;  come,  y  le- 
vántase y  anda  cuarenta  días  con  un  bocado  de  pan.  Cór- 
tenme esta  cabeza  con  que  lo  digo,  si  no  lo  halláredes  así. 
Y  así,  ¿estás  triste,  tibio,  desmayado,  tentado,  perseguido 
de  tus  enemigos?  Vete  a  este  Santísimo  Sacramento,  con- 

730  fiesa,  comulga,  y  hallarte  has  consolado,  contento,  esforza- 
do, con  nueva  fuerza  para  andar  el  camino  de  Dios.  ¿No  es 
éste  el  cáliz  que  harta  y  embriaga? 

Dirás:  Yo  no  tomo  la  sangre.  — Sí  tomas,  que  con  el 
cuerpo  está.  En  el  pan  está  el  cuerpo  ex  vi  sacramenti,  por- 

735  que  la  forma  del  consagrar  del  pan  lo  significa  así;  y  porque 
no  puede  estar  el  cuerpo  sin  la  sangre,  dícese  estar  allí  ex 
concomítantia.  En  el  cáliz  está  la  sangre  ex  vi  sacramenti, 
y  el  cuerpo  ex  vi  concomitantiae,  o  compañía,  que  todo  es 
uno.  De  manera  que  junto  está  cuerpo  y  sangre  en  cada  una 

740  de  las  especies.  Por  eso  no  diga  nadie:  "Poco  me  dais  a  mí". 
Que  no  se  consagra  en  dos  especies,  sino  para  darte  a  en- 
tender que  en  el  tiempo  de  la  pasión  se  apartó  el  cuerpo  de 
la  sangre;  y  para  significar  esto  se  hace. 

Pues  a  tan  buena  mesa  te  asientas,  sábete  aprovechar. 

745  Pues  el  manjar  es  Cristo,  la  divinidad  harta  tu  ánima,  su 
verdad  tu  entendimiento,  su  bondad  tu  voluntad,  y  allí  ha- 
llarás hartura,  cómele,  dale  posada  en  tus  entrañas;  que  por 
eso  está  acá  peregrino  en  la  tierra,  para  que  le  des  posada, 
y  morará  en  ti,  esforzaráte,  inflamaráte  en  caridad,  defen- 

750  derte  ha  de  tus  enemigos  y  darte  ha  aquí  gracia  y  después 
su  gloria. 

47    La  comunión  te  hace  participante  de  la  pasión 
de  Cristo 

(E¡d.  1596,  I,  pip.  188-2C9.) 

Caro  mea  veré  est  cibus,  et  sansuis  meus  vete  cst 
potus.  Mi  carne  verdaueramente  es  manjar,  y  mi 
sangre  verdaderamente  es  bebida  (lo.  6,  I56J ) . 

¿Qué  es  esto?     Es  tan  grande  cosa  esta  de  que  habernos 
5  de  hablar,  que  no  puede  menos,  el  que 

ha  de  decir  algo  de  este  divino  Sacramento,  sino  que  se  le 

722  Ps.  22,  3. 

732  Of.  Ps.  22,  5. 


47.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


723 


vaya  luego  la  lengua  a  decir:  ¿Qué  es  esto?,  como  lo  dije- 
ron ios  hijos  de  Israel  cuando  comieron  el  maná.  Es  cosa 
tan  admirable,  es  cosa  tan  alta,  es  cosa  que  saca  de  seso 

!0  al  que  con  seso  la  piensa;  sobrepuja  entendimientos  de  án- 
geles, cuanto  más  de  hombres.  Porque  decidme:  ¿Quién 
hay  en  el  mundo  que,  por  mucho  que  se  desvelara  pensando, 
acertara  [a]  pedir  lo  que  nos  ha  dado  Jesucristo  nuestro 
Señor?  Y  acertado,  ¿quién  osara  que,  estando  en  los  cielos, 

!5  tan  grande  como  es,  que  su  majestad  y  grandeza  no  cabe 
en  los  cielos  ni  en  la  tierra,  se  quedase  acá  entre  nosotros; 
que  lo  tenemos  aquí  presente  y  está  en  los  cielos,  que  lo 
recebimos  en  nuestros  cuerpos  y  que  entra  en  nuestros  es- 
tómagos como  manjar  suavísimo  estando  en  los  cielos? 

20  ¡Oh  bendita  sea,  Señor,  tu  santa  misericordia!  ¡Los 
ángeles  y  los  cielos  bendigan  a  tu  santísima  Majestad,  que 
tanto  cuidado  tienes  de  nosotros,  que  excede  a  nuestros 
pobres  y  abatidos  pensamientos,  si  pensarlo  queremos!  ¿Qué 
es  aquesto,  hermanos,  que  tan  cerca  está,  que  tan  entre 

25  las  manos  traemos  a  nuestro  Dios,  al  que  nos  crió,  al  que 
nos  redimió,  al  que  nos  sacó  del  poder  del  demonio;  nues- 
tro bien,  nuestro  amparo?  ¿Qué  es  aquesto,  que  tan  cerca 
de  nosotros  anda,  que  nuestros  ojos,  lo  ven,  y  nuestras  ma- 
nos lo  palpan,  y  nuestros  estómagos  lo  reciben?  ¿Qué  es 

30  esto? 

Mandaba  Dios  en  la  vieja  Ley  que  cada  uno  que  cogiese 
nueva  fruta  de  la  tierra  fuese  al  sacerdote  a  hacer  protes- 
tación, y  decir  en  señal  que  Dios  había  mandado  al  patriar- 
ca Abraham  y  a  su  generación  la  tierra  de  promisión,  y 

35  que  se  le  había  dado  una  tierra  que  en  cada  cabo  estaba 
llena  de  miel,  de  leche,  de  mil  maneras  de  animales,  sin 
criarlos  ellos,  ovejas,  cabras,  vacas,  carneros,  aves,  mu- 
chos géneros  de  fruta;  decía  el  que  traía  la  fruta  nueva: 
Yo  protesto  y  confieso  que  Dios  nuestro  Señor  nos  ha  saca- 

40  do  del  cautiverio  de  Egipto  y  nos  ha  dado  la  tierra  de  pro- 
misión que  prometió  a  nuestros  padres,  tierra  que  mana 
leche  y  miel.  Y  allí  cantaban  todo  aquel  salmo:  Exultate 
Deo  adiutori  nostro,  iubilate  Deo  Iacob.  Por  estas  miseri- 
cordias allí  decían  todos:  Sicut  audivimus,  sic  vidimus. 

45  Como  lo  oímos  que  nuestro  Dios  nos  había  de  dar  esta  tie- 
rra, así  lo  hemos  visto.  Así  que  allí  protestaban  cómo  les 
había  Dios  dado  aquella  tierra  tan  abundante,  y  bendecían 
por  ello  a  Dios. 

Si  por  la  tierra  que  manaba  leche  y  miel,  si  por  la  tie- 

50  rra  que  tenía  una  poca  de  fertilidad  de  lo  de  acá.  se  le  da- 
ban y  hacían  en  la  vieja  Ley  tantas  gracias  a  Dios  nuestro 


7   Ex.  16,  i¿. 
33    Cf.  Deut.  26,  2-v 
$4    Cf.  Gen.  12.  7. 


41    Deut.  26,  3. 
43   Ps.  8o,  2. 
f>    Ps.  47,  o. 


724 


SERMONES.   CICLO  TEMPORA!, 


Señor,  ¿qué  ha  de  hacer  el  pueblo  nuev<a,  el  pueblo  reno- 
vado? ¿Qué  de  gracias,  qué  de  alabanzas?  ¡Oh!,  bendita 
sea,  Señor,  tu  palabra,  que  ansí  la  has  cumplido;  como  lo 
55    mandó,  así  nos  lo  ha  dado. 

¿Qué  es  cosicosa:  ¿Qué  es  esto,  que  nos  mantuvo,  con 
"Del  que  come  sa-  Ui  flor  del  trigo,  y  de  la  miel  de  la 
lió  el  manjar    y    piedra  nos  ha  hartado?  ¿Qué  quie- 

de  la  medra  salió  re  decir  eso?  Paréceme  "<lué  es  cosa 
60   ae  Ia  P!e°™  y   cosa"   de   Sansón:    De  comedenti 

im€l  '  ex'út  cibuc,  et  de  forti  egressa  est 

dulcedo. 

Para  que  lo  entiendan.  Iba  una  vez  Sansón  a  la  tierra 
de  los  filisteos,  y  salióle  un  león  muy  feroz  al  camino; 

65  arremetió  a  él,  echóle  mano  de  las  quijadas  y,  desencaján- 
doselas, matóle;  fuése  su  camino.  A  la  vuelta  quiso  saber, 
apartándose  del  camino,  en  lo  que  había  parado  el  león,  y 
halló  que  había  venido  un  enjambre  de  abejas,  y  habíaD 
allí  criado,  y  tenía  en  la  boca  muchos  panales  de  miel;  halló 

70  que  le  corría  mucha  miel  por  la  boca.  Espantóse  mucho  San» 
són  de  aquello,  y  tomando  de  los  panales,  dió  de  ellos  a  su 
madre  y  padre  y  comió  él.  Y  entonces  hizo  a  los  filisteos  un 
problema,  un  "qué  es  cosa  y  cosa":  Del  que  come  salió  el 
manjar,  y  del  fuerte  salió  la  dulzura.  Los  filisteos,  como  no 

75    acertaban,  no  hacían  sino  ir  y  venir  a  interpretar  lo  que 
quería  decir  aquello;  y  no  aprovechaba,  porque  no  sabían 
ni  entendían  lo  que  significaba;  hasta  que,  como  Sansón  se 
lo  había  declarado  a  Dalila,  ella  se  lo  descubrió  a  ellos. 
Parece  esto  a  lo  que  tenemos  entre  las  manos:  "¿Qué 

80  es  cosicosa":  Hartólos  de  la  flor  del  trigo,  y  de  la  miel  de 
la  piedra  los  sustentó;  mi  carne  verdaderamente  es  manjar, 
y  mi  sangre  es  verdadera  bebida? 

Del  que  come  salió  el  manjar,  y  del  fuerte  salió  la  dul- 
zura. Del  fortísimo  León — Vicit  leo  de  tribu  luda,  radioc 

85  David — :  de  Jesucristo  penado  y  atormentado;  de  Cristo 
trabajado,  azotado  y  crucificado;  de  Cristo  muerto  en  una 
cruz;  de  éste  sacamos:  manjar,  sacamos  mantenimiento  con 
e'l  cual  nuestros  trabajos,  nuestros  cansancios,  nuestras  mi- 
serias son  remediadas;  con  éste  nos  sustentamos  en  esta 

90  larga  peregrinación;  con  éste  nos  refrescamos  para  la  se 
quedad  y  desierto  de  este  camino. 

¿Qué  quiere  decir:  De  comede[n]ti,  del  que  come? 
Cuanta  hermosura  de  criaturas  veis  en  el  mundo,  todo  lo 
crió  Dios  por  amor  de  Jesucristo,  para  que  le  alabase  y 

^  fuese  para  gloria  y  honra  y  alabanza  de  Jesucristo.  Todos 
nosotros  suyos  somos,  por  honra  suya  nacimos  y  porque 

62  Cf.  Iud.  14,  14.  S2   lo.  6,  56. 

<St    Ps.  <So,  17.  85    Apoc.  5,  5. 


SANTÍSIMO  SACRAMENTO  725 


El  fuese  glorificado:  Decébat  enim  propter  quem  omnia,  et 
per  quem  omnia,  qui  multos  filios  in  gratiam  adduxerat, 
dice  el  apóstol  San  Pablo.  Jesucristo  es  nuestro  Señor,  nos- 

100  otros  somos  sus  esclavos;  para  su  servicio  somos  criados; 
porque  s¿i  nos  redimió  con  su  sangre  bendita,  El  nos  rescató 
del  poder  del  demonio;  suyos  somos;  su  sangre  le  costamos: 
obligados  somos  a  servirlo,  como  un  esclavo  sirve  a  su  amo, 
que  lo  compró  por  tantos  dineros.  Dice  San  Pablo:  Pro  omni- 

105  bus  Christus  mortuus  est,  ut  et  qui  vivunt,  iam  non  sibi 
vivant,  sed  ei  qui  pro  ipsis  mortuus  est:  Jesucristo  murió 
por  todos,  para  que  todos  fuésemos  igualmente  suyos;  para 
que  los  que  tienen  vida  por  amor  de  El,  ya  no  vivan  para 
si,  no  sean  suyos,  sino  de  Aquel  que  los  redimió.  El  es 

110  Juez  de  vivos  y  muertos  y  a  vivos  y  muertos  compró.  De 
todos  nosotros  se  enseñorea;  suyo  es  todo  lo  criado,  cielos 
y  tierra;  y  esto  El  lo  dice  en  muchos  lugares:  Omnia  dedit 
mihi  Pater  in  manus:  Todo  es  mío,  todo  me  lo  ha  entrega- 
do  el  Padre  en  las  manos.  Hémoslo,  pues,  de  obedecer 

H5  como  a  Padre,  como  a  Pastor  nuestro,  como  amparo  nues- 
tro; hémosle  de  temer  como  a  Juez.  Todo  es  suyo,  todo  se 
lo  comió  El;  todos  nosotros  somos  manjar  aparejado  para 
El.  Vivo  ego,  dicit  Dominus — dice  Esaías — ,  quia  ómnibus 
his  velut  ornamento  vestieris,  et  circumdabis  tibi  eos  quasi 

120  sponsa:  "Vive  Dios,  que  te  vestirás  y  compondrás  de  todos 
éstos,  como  de  vestidura  preciosa;  ni  más  ni  menos  que  una 
desposada  de  sus  vestiduras  muy  ricas,  te  hermosearás  y 
honrarás  con  ellas;  darte  he  muchedumbre  de  gente  que 
te  sirvan  y  te  hermoseen;  que  los  enseñorees;  que  te  obe- 

125  dezcan  ellos",  dice  Esaías.  Los  cristianos  son  honra,  son 
hermosura,  son  gloria  y  alabanza  de  Jesucristo;  todos  son 
ordenados  para  que  los  enseñoree  El,  para  que  los  coma, 
así  como  un  capón  es  ordenado  para  vuestro  servicio  y 
para  que  lo  comáis  vos.  Del  que  come:  de  El;  todo  es  suyo. 

130  De  él  salió  el  manjar.  ¡Oh,  benditas  sean  tus  maravi- 
llas! ¡Alabadas  sean  tus  grandezas  y  glorificadas  sean  tus 
misericordias!  ¡Y  cuán  poco  se  puede  decir  de  ellas!  Y  eso 
poco  que  se  alcanza,  la  lengua  no  lo  sabe  ni  puede  decir; 
y  todo  cuanto  dice  también  es  poco.  Del  que  come  salió  el 

135  manjar;  [d]el  que  se  enseñorea  de  todos,  de  Aquel  por  cuya 
causa  lo  crió  Dios  todo,  del  Dios  tuyo,  del  amparo  tuyo, 
del  Criador  y  Redentor  tuyo,  de  Aquel  de  quien  los  ánge- 
les tiemblan  de  estar  delante  de  El,  de  éste  salió  el  manjar; 
éste  se  ha  abajado  hasta  hacerse  manjar  con  que  te  man- 

140  tengas,  que  lo  comas  con  la  boca  y  lo  metas  en  tu  estómago 
para  que  engorde  tu  ánima.  ¿Qué  señor  hay  en  el  mundo 
que  se  haga  manjar  para  sus  criados,  y  diga:  "Mi  criado 

99  Cf.  Hebr.  2,  io.  114'  Cf.  lo.  13,  ;,. 

ioq  Cf.  2  Cor.  5,  15.  Ts.  49,  r8, 


726  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


está  malo;  sángrenme  a  mí,  azótenme  a  mí,  muera  yo  en 
una  cruz  porque  mi  criado  viva;  pase  yo  trabajos  porque 

!45  él  descanse;  yo  me  quiero  hacer  manjar  para  que  él  coma 
y  engorde"?  ¡Todo  esto  heciste,  Señor! 

¿Qué  es  esto,  Srñor?  ¿Faltaba  a  tu  soberana  magnifi- 
cencia con  qué  mantenernos,  que  no  te  contentaste  con  cuan- 
tas aves  y  animales,  frutas  y  otras  cosas  que  criaste  para 

150  mantenimiento  y  servicio  d°l  hombre,  que  fuiste  ahora  a 
hacerte  tú  mismo  manjar?  ¡Los  ángeles  te  bendigan! 
¡Y  cómo  desfallecen  nuestros  juicios  pensando  en  esto!  Pues 
¿por  qué  lo  heciste,  Señor,  si  había  otra  cosa  con  que  man- 
tenernos? Para  que  veamos  cuánto  nos  ama,  que  no  estuvo 

155  contento  hasta  hacerse  manjar  y  meterse  en  nuestras  en- 
trañas. Para  engrandecernos,  para  transformarnos,  para 
hacernos  una  misma  cosa  con  El. 

Y  de  la  piedra  salió  miel  Es  el  Santísimo  Sacramento 
una  representación  de  Jesucristo  crucificado.  Amad,  herma- 

160  nos,  a  Jesucristo;  hallaréis  alegría,  hallaréis  sosiego,  ha- 
llaréis remedio,  hallaréis  dulzura  y  sabor  para  sufrir  los 
trabajos,  y  no  los  sentiréis.  De  la  piedra  salió  la  miel:  de 
Jesucristo  crucificado 

■ — 'Padre,  ¿no  es  blando,  no  es  sabroso,  no  es  amoroso? 

165  ¿Pues  por  qué  le  llamáis  piedra?  — Piedra  fué  Jesucristo 
en  sufrir  trabajos.  ¡Qué  de  bofetadas,  qué  de  pescozones, 
qué  de  azotes,  qué  corona  de  espinas  sufrió,  qué  de  blasfe- 
mias oyeron  sus  orejas,  qué  cruz,  qué  clavos,  qué  muerte 
tan  deshonrada!  ¡Y  qué  recio  y  qué  firme,  qué  constante 

170  como  piedra  dura!  Cuanto  más  le  lastimaban,  más  fuerte 
estaba;  nunca  los  trabajos  le  pudieron  doblegar,  para  que 
dejase  de  padecer  con  el  amor  que  nos  tenía.  ¡Qué  firmeza 
hasta  la  muerte!  ¡Qué  dureza,  que  parecía  que  era  de  ace- 
ro! Aquella  carne  virginal,  limpísima,  parecía  que  no  sentía. 

175  TJt  adamantem.  et  ut  silicem  dedi  faciem  tuam,  dice  Dios 
por  Ezequiel:  Pásele  cara,  pásele  su  rostro,  dile  un  gesto 
durísimo,  fuerte  más  que  el  diamante. 

— Y  si  es  así,  ¿cómo  es  tan  blando  y  tierno?  — Mirad, 
¿no  lo  veis?  ¿Qué  amñgo  tendréis  vos  por  quien  sufráis 

1*80  una  afrenta,  una  deshonra,  un  trabajo,  que  digáis  vos: 
"Cargue  esto  sobre  mí  porque  a  fulano  no  le  venga  esta 
pena"?  Luego  os  quejáis  por  una  tentacioncilla.  por  un  tra- 
bajuelo,  por  un  desconsuelo,  que  no  lo  podéis  sufrir,  y 
decís:  "¿Quién  ha  de  pasar  adelante  a  tantos  estorbos?" 

185  ¡No  miráis  aquel  sufrimiento  de  Jesucristo!  ¿Es  mucho 
que  pases  tú  por  El  una  nonada?  ¿No  ves  lo  que  por  ti  pasó, 
con  cuánta  firmeza  y  fortaleza  lo  pasó?  Así  como  piedra, 
puso  su  rostro,  así  como  diamante.  Mira  con  cuánta  pa- 


177  Ez.  3',  9. 


47.    SANTÍSIMO  sacramento 


727 


ciencia,  con  qué  silencio,  aparejado  a  sufrir  más,  si  pu- 
190  diera  ser,  aunque  se  imaginaran  infinitos  tormentos.  ¿Sois 
yunque,  Señor,  que  tanto  sufrís?  Más  pagó  de  lo  que  era 
menester,  más  pagó  de  lo  que  se  debía  a  la  Justicia  de 
Dios. 

Piedra  se  dice  por  lo  que  sufrió,  por  aquella  firmeza 

195  y  determinación  de  no  volver  el  rostro  a  las  bofetadas; 
blando  es,  porque  a  todos  consuela.  ¿Nunca  has  probado 
a  ir  cuando  lo  has  menester?  Ve,  pues,  a  El,  hermano, 
y  verás  cuán  blando  lo  hallarás  para  abrazarte,  para  con- 
solarte y  remediarte.  ¿Quién  nunca  fué  a  El  que  no  lo 

200  consolase,  que  no  volviese  remediado?  De  la  piedra  salió 
la  miel,  de  la  piedra  dura  a  las  bofetadas,  y  a  ninguna 
respondió  mal  ni  ásperamente.  Aquí  cumplió  El  a  la  letra 
lo  que  El  había  mandado:  El  que  te  hiriere  en  el  carrillo, 
vuélvele  el  otro.  Anda,  pues,  hermano  mío,  vete  al  Santí- 

205  simo  Sacramento,  vete  a  Jesucristo  crucificado,  vete  a  mo- 
rar a  las  cuevas  de  la  piedra,  vete  a  meter  a  las  llagas  de 
Cristo,  y  todos  cuantos  trabajos  hay  te  parecerán  pocos. 

Dice  San  Bernardo  "que  los  mártires  no  tendrían  fuer- 
zas para  padecer  los  tormentos  que  padecían  si  no  tu- 

210  vieran  los  trabajos  de  Jesucristo  delante".  Porque  ¿en 
qué  juicio  cabe  que  una  doncella,  criada  toda  su  vida  en 
casa  de  su  padre  en  grandes  regalos,  en  camas  blandas  y 
vestiduras  delicadas,  que  habían  de  poder  por  fuerzas  hu- 
manas sufrir  los  tormentos  que  padecían?  A  una  la  asa- 

215  ban  viva,  a  otra  la  hacían  tajadas,  a  otras  les  peinaban 
las  carnes  con  peines  de  acero,  y  ellas  estábanse  riendo. 
¿Por  qué  lo  sufrían?  Porque  estaban  metidas  en  los  aguje- 
ros de  la  piedra.  Decían  ellas:  "Mi  Señor  Jesucristo  pasó 
por  mí  esto — y  teníanle  delante  de  sus  ojos  crucificado  y  en 

220  su  corazón — ,  ¿es  mucho  que  pase  yo  esta  nonada?  Todo 
es  poco  para  lo  que  yo  le  debo;  que  El  hizo  por  mí  esto, 
y  más  que  esto".  Esto  les  hacía  padecer  con  alegría,  que, 
de  otra  manera,  ¿cómo  era  posible? 

De  la  piedra  salió  miel.  ¿Quién  nunca  tal  vió,  de  la 

225  piedra  seca  y  dura,  miel  suavísima?  De  la  dureza  de  los 
trabajos  de  Jesucristo,  miel  dulcísima  para  que  pasemos 
los  nuestros  con  alegría  y  que  se  nos  hagan  dulces;  sale,  de 
la  tristeza  de  Jesucristo,  alegría  para  nosotros;  de  su  muer- 
te, vida  eterna;  de  sus  penas,  coronas  para  sus  criaturas. 

230  ¡Quién  nunca  tal  vió!  ¡Quién  se  para  a  pensar  los  milagros 
y  maravillas  que  Jesucristo  obró,  donde  se  anega  nuestro 
juicio! 

¿Tiene[s]  sed?  Piensa,  hermano,  en  la  que  Jesucristo 


204   I/:.  6,  29. 
206   Cant.  2,  14. 

.no   s\v  BSRííARDO,  Tn  Cant.,  «erm.  6t,  6-7  :  M7.  183,  ro;|. 


728  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


pasó  por  ti,  y  quedarás  refrescado,  y  tu  sed  apagada  sin 
235   agua  ¿Tienes  hambre?  Piensa  en  la  de  Jesucristo,  y  luego 
serás  harto  sin  pan.  ¿Estás  desnudo?  Piensa  en  Jesucristo 
crucificado  desnudo,  y  hallarte  has  vestido  sin  ropa.  ¡Oh! 
Dios  nos  dé  gracia  para  pensar,  pues  tanto  remedio  hay 
escondido  en  sólo  pensar  'la  pasión  de  Jesucristo. 
240        Vete  a  las  deshonras,  hallarás  honra;  vete  a  la  muerte, 
hallarás  la  vida;  vete  a  sus  trabajos,  hallarás  descanso; 
vete  a  la  pasión  de  Cristo,  que  allí  está  todo  tu  remedio. 
Hartónos  de  la  miel  de  la  piedra,  eso  quiere  decir:  que  de 
la  muerte  sale  la  vida,  que  de  un  Dios-Hombre  crucificado 
245   entre  dos  ladrones,  tenido  por  otro  tal  como  ellos,  sale  la 
vida,  y  El  la  da. 

¿Qué  es  esto,  que  de  un  Señor  solo  sale  vida,  sale  con- 
suelo, sale  alegría,  sale  hartura,  sale  remedio  para  todos 
nuestros  males? 

250  54  ya  Cristo  nos  re-  Si  del  santísimo  cuerpo  de  Jesu- 
diimó,  ¿de  qué  sirve  cristo  nos  vienen  todos  estos  bienes, 
comulgar?  y  *oda  nuestra  bienaventuranza  está 

en  recebirlo  como  debemos,  dirás: 
"Padre,  ¿para  qué  es  esta  comunión?  ¿Ya  no  nos  ha  re- 

255  dimido  Jesucristo?  ¿No  se  puso  en  la  cruz  por  nosotros? 
¿No  murió  por  nosotros?  ¿Ya  no  pagó  por  nosotros?  ¿De 
qué  sirve  este  comulgar?"  — Para  que  no  esté  aquí  alguno 
medroso,  que,  aun  con  todo  eso,  no  esté  seguro,  sino  que 
piense  que  es  menester  más. 

260  "El  pacificó  al  Padre  la  ira  que  contra  nosotros  te- 
nía", como  dice  el  apóstol  San  Pablo:  Nunc  autem  in  Christo 
Iesu  vos,  qui  aliquando  eratis  longe,  facti  estis  prope  tn 
sanguine  Christi;  ipse  enim  est  pax  riostra.  Todo  cuanto 
bien  tenemos,  nos  vino  de  El;  en  la  cruz  ganó  el  consuelo, 

265  remedio  de  nuestros  trabajos,  la  alegría,  la  vida,  la  gloria 
que  para  siempre  esperamos.  ¿Que  es  menester  más  comu- 
nión? ¿No  está  ya  la  justicia  de  Dios  satisfecha,  perdona- 
dos nosotros?  ¿Qué  era  menester  más?  — Sí  es  menester, 
hermanos.  Bendita  sea  la  hora  en  que  lo  pensó;  bendito  el 

270  lugar  donde  tal  pensamiento  cupo;  bendito  sea  el  día  en 
que  tal  ordenó;  bendita  la  boca  que  tal  habló,  y  bendito 
el  que  nos  concedió  y  dió  tal  licencia  que  vayamos  a  re- 
cebirlo. 

— ¿Qué  es  esto,  padre?  ¿Por  qué  es  menester  comul- 
275   gar?  — Mirad,  hay  algunos  que  piensan  en  la  pasión  de 
Jesucristo,  y  piensan  en  los  bienes  que  nos  causó,  conocen 
las  misericordias  que  en  ello  nos  hizo,  que  nos  rescató  del 
poder  del  demonio,  que  nos  dió  la  vida  y  descanso,  nos 


243  Cf.  Ps.  So,  17. 
.263    Eph.  2,  13. 


dió  fuerzas  para  nuestros  trabajos,  medicina  para  nuestras 

280  enfermedades,  que  nos  alcanzó  vida  y  gloria,  y,  con  todo, 
no  estamos  contentos  ni  alegres. 

— ¿Que  hay  hombres  de  ésos,  padre?  — Sí.  Mirad,  ¡Je- 
sús! Dios  nos  libre  de  tan  poco  esfuerzo;  que  de  todas  ma- 
neras nos  está  ya  perdonado.  ¿Qué  temes?  "Cuanta  dife- 

285  rencia  hay  del  cielo  al  abismo — dice  San  Agustín — ,  tanta 
diferencia  va  de  lo  que  Jesucristo  pagó  a  lo  que  se  debía". 
Mira  la  altura  de  los  cielos,  mira  él  profundo  de  los  infier- 
nos, mira  la  diferencia  que  hay  de  lo  uno  a  lo  otro;  que 
no  es  nada  en  comparación  de  lo  que  Jesucristo  pagó  por 

290  nuestros  pecados. 

Hay  hombres  que  aun  no  se  consuelan  con  todo  eso; 
dicen:  "Padre,  bien  sé  yo  lo  mucho  que  ganó  Jesucristo 
en  la  cruz;  bien  sé  que  remedió  allí  a  todos;  bien  sé  las 
mdsericordias  que  nos  ha  hecho;  pero  ¿qué  sé  yo  si  querrá 

295  ei  qUe  se  particularicen  en  mí  los  merecimientos  de  su  pa- 
sión? ¿Qué  sé  yo  si  seré  yo  uno  de  aquellos  por  quien  El 
se  puso  en  la  cruz?  Que  de  haber  El  muerto  por  todos,  de 
hab°r  El  redemido  a  todos,  no  hay  duda;  pero  ¿qué  sé  yo 
si  soy  uno  de  ésos,  padre?"  No  creo  que  me  entendéis  las 

300  ^ejecitas.  ¿No  habéis  entendido?  Pues  escuchad.  Habrá  al- 
guna que  diga:  "Bien  sé  yo  que  Jesucristo  murió  en  la  cruz 
por  todos;  mas  como  eran  tantos,  ¿qué  sé  yo  si  allí  se 
acordaba  El  de  mí?" 

Eso,  pues,  hace  la  comunión,  que  sppas  que  se  acordó 

305  allí  de  ti.  Pareció  al  que  vino  por  nuestro  consuelo,  pareció 
al  que  trujo  un  manto  de  consuelo  para  cubrir  los  descon- 
solados, pareció  a  la  magnificencia  soberana  de  Jesucristo 
dejarnos  acá  una  prenda  para  que,  poseyéndola,  tuviése- 
mos grandísima  certidumbre  moral  que  Jesucristo  murió 

310  por  nosotros,  y  que  cada  uno  piense  y  tenga  por  cierto 
que  por  él  particularmente  murió,  como  si  no  hubiera  más 
que  él  solo.  Pañis  quem  frangimus,  nonne  participatio  cor- 
poris  est?  Quoniam  unus  pañis  et  unum  corpus  multi  su- 
mus  onmes  qui  de  uno  cálice  et  de  uno  pane  participamus. 

315  Cuando  comulgas  bebes  un  trago  de  caldo  esforzado. 
Cuando  acá  está  uno  muy  malo,  que  ya  no  puede  comer, 
hácenle  un  poco  de  caldo  esforzado  con  oro  y  con  muchas 
piedras  preciosas  y  perlas,  y  danle  de  aquello  a  tragos. 
Mirad,  un  trago  de  caldo  esforzado  recebís,  que  en  su  com- 

320  paración  todas  las  perlas  y  piedras  preciosas  son  basura; 
un  bocado  de  pan  vas  a  recebir,  que  vuelve  el  alma  a  su 
lugar:  Super  aquas  refectionis  educavit  me,  et  animam 
meam  convertit.  Da  esforzada  confianza,   da  segurísima 


286  Cf.  San  Agustín,  In  lo.  Ev..  ir.  92,  c.  i«¡,  1  :  ML  35,  186? 
Bnarr.  iu  Ps.  148,  8  ■  ML  37.  1012. 

31 1    Cf.  1  Cor.  10,  T6-17.  323    Cf.  Ps.  22,  2-3. 


730 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


certidumibre  moral  que  eres  tú  uno  de  aquellos  por  quien  El 

325  murió.  Di,  ¿comulga  otro  por  ti?  No,  que  no  puede  ser 
(digo  de  los  legos);  sino  tú  comulgas  por  ti,  y  con  tu  boca 
recibes  a  Jesucristo;  en  tu  propio  estómago  lo  metes.  ¿Para 
qué  esto?  Para  que  sepas  de  aquí  adelante  que,  cuando  te 
llegas  a  comulgar,  no  es  otra  cosa  sino  particularizar  en 

330  ti  los  méritos  de  la  pasión  de  Cristo  y  hacerte  uno  de  aque- 
llos por  quien  El  derramó  su  sangre. 

Tengo  mucha  compasión  de  veros  tan  desmayados,  tan 
tristes;  que  el  uno  falta  aquí,  el  otro  desfallece  allí;  ya 
•le  espanta  la  carne,  ya  la  vanagloria,  ya  otras  tentacion- 

335  cillas.  ¿Desmayados  había  de  haber?  ¿Desesperados  había 
de  haber  estando  con  nosotros  Jesucristo?  Sí,  desmayados 
estáis;  sí,  tristes;  sí,  desesperados,  porque  no  sabéis  comul- 
gar: el  uno  llega  tib;o,  el  otro  desconfiado,  el  otro  no  lleva 
más  esperanza  que  lo  ha  de  remediar  Jesucristo  que  si  allá 

340    no  fuese. 

¿Qué  es  comulgar,  di?  Un  certificarte,  en  cuanto  es 
de  tu  parte,  que  lo  que- Jesucristo  ganó  en  la  cruz,  es  para 
ti;  para  que  sepas  que  la  sed,  hambre  y  cansancio,  des- 
honras, tormentos  de  Cristo,  todo  es  para  tu  propio  res- 
345  cate.  ¿Qué  es  comulgar?  Hacerte  saber  que  eres  una  de 
las  ovejas  por  cuyo  amor  derramó  su  sangre.  Para  eso  abres 
tú  la  boca  y  comulgas  tú,  para  que  sepas  que  Cristo  se 
cansó,  lloró  y  gimió,  le  azotaron,  le  coronaron  de  espinas 
y  murió  en  la  cruz  por  ti  mismo. 

350   No  sabéis  comulgar     ¿Habéisme  entendido?  Creo  que  no. 

¿Por  qué  no  sentís  provecho?  Por- 
que no  sabéis  comer.  No  hay  manjar,  por  muy  amargo 
que  sea,  que,  si  no  lo  mascáis,  sintáis  su  amargura.  Si  no, 
miraldo  en  una  pildora,  que,  con  ser  como  una  hiél,  no  se 

355  siente,  porque  no  se  masca.  Ni  tampoco  hay  manjar  tan 
dulce,  que,  si  os  lo  tragáis  sin  mascar,  sintáis  su  dulzura. 

¿Por  qué  no  sabéis  comulgar?  Porque  os  tragáis  el 
Santísimo  Sacramento  entero  y  no  lo  desmenuzáis;  que 
si  el  sacerdote,  antes  que  fuese  a  decir  misa,  pensase  un 

360  rato  en  los  trabajos  de  Cristo;  si  se  entrase  un  rato  en  un 
rincón  y  se  parase  a  pensar  en  aquella  tristeza  que  Jesu- 
cristo pasó  en  el  huerto  de  Getsemaní;  si  te  lo  estuvieses 
allí  mirando  con  cuánta  tristeza  oraba  al  Padre,  y  te  do- 
lieses allí  de  El,  y  llorases  y  te  entristecieses  con  El;  y  si 

365  pasasps  más  adelante,  cómo  le  prendieron  y  cómo  iba  aquel 
benditísimo  Cordero  entre  aquellos  lobos  rabiosos  con  tanta 
mansedumbre;  si  te  pasases  a  mirarlo  cómo  anda  de  juez 
en  juez;  si  tus  ojos  lo  mirasen  en  aquella  durísima  columna 
amarrado,  desnudas  sus  carnes,  y  te  parases  a  pensar  cómo 

370    ]as  desmenuzan  con  crueles  azotes;  si  un  rato  antes  tu  áni- 


4;.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


731 


ma  se  parase  a  mirar  a  Jesucristo,  cómo  lo  coronaban  de 
espinas,  y  mirases  por  aquel  rostro  sacratísimo  cómo  co- 
rrían arroyos  de  sangre ;  si  te  parases  a  considerar  cual  iba 
por  aquélla  calle  de  la  Amargura,  tan  cansado  con  la  cruz 

375  por  ti ;  si  'lo  considerases  puesto  después  en  ella  con  tanta 
deshonra  y  tormento,  tan  blasfemado  y  hollado  de  todos; 
si  te  parases  a  pensar  esto,  y  dijeses:  "¿Adonde  voy?  ¿Qué 
voy  a  hacer?  Señor,  ¿que  os  voy  a  recibir  a  vos?  Señor, 
¿qué  habéis  vos  de  entrar  en  mi  cuerpo?  Bendito  vos  seáis", 

380   y  ¿cómo  desfallecemos  pensando  en  esto? 

Si  el  sacerdote  y  el  que  va  a  comulgar  desmenuzase  muy 
bien  a  Jesucristo  primero,  no  dudo  sino  que  sentiríades 
grandísimo  sabor  y  dulzura  en  comulgar.  Pero  no  lo  des* 
menuzáis,  no  os  aparejáis,  ¿qué  queréis  que  os  haga? 

385  Ojalá,  hermano,  os  aparejásedes  como  para  un  convite 
que  hacéis  a  un  amigo  vuestro.  Ver  qué  negociado  andáis, 
qué  solícito,  diligente,  buscando  lo  uno  y  lo  otro.  No  os 
disponéis  como  sería  razón;  no  hay  más  sino  ¡alto!  a 
comulgar  quiero  ir;  no  lo  habéis  pensado  cuando  ya  lo 

390  tenéis  hecho.  En  comulgando,  ni  os  recogéis  más  que  antes; 
hacéislo  como  primero;  en  comulgando  luego  ¡alto!  a  la 
plaza;  ¡alto!  a  casa  a  comer  las  ollas,  a  entender  el  uno 
con  el  otro;  ¡alto!  a  la  conversación  y  andar  por  ahí  per- 
didos. No  lo  desmenuzamos;  no  sentimos  nada,  porque  no 

395  rumiamos.  Comémonos  el  pan  de  la  fuerza,  y  quedámonos 
desmayados  y  flacos;  comémonos  el  pan  de  alegría,  y  que- 
dándonos tristes;  comémonos  el  pan  de  la  vida,  y  quedamos 
amortecidos  como  antes. 

¿Qué  es  comulgar?  El  Santísimo  Sacramento  es  man- 

400  jar  para  flacos,  manjar  de  desmayados,  de  tristes,  llo- 
rosos, desconsolados,  manjar  de  pobres.  En  recibiéndole, 
di:  "Comulgado  he;  he  sido  participante  de  lo  que  ganó 
la  sangre  de  mi  Señor  Jesucristo;  mío  es  ya,  con  haber 
comulgado,  lo  que  El  mereció;  parte  tengo  en  la  herencia 

405  que  me  ganó;  participado  he  de  sus  merecimientos".  Así  lo 
dice  el  apóstol  San  Pablo  en  la  epístola  que  escribió  a  los 
Hebreos:  Participes  Christi  effecti  sumus.  Dice  Santo  To- 
más que  "así  como  el  baptismo  es  entrada  y  puerta  por 
donde  uno  entra  a  ser  partícipe  de  los  merecimientos  de 

410   Jesucristo,  ni  más  ni  menos  la  santísima  comunión  es  una 
señal  de  que  eres  uno  de  aquellos  a  quien  ha  de  aprove- 
char la  pasión  y  muerte  de  Jesucristo".  ¿Qué  quiere  decir: 
"Comulgado  he"?  He  participado  de  lo  que  Jesucristo  pasó. 
— Padre,  pues  tanto  bien  gano  en  la  santísima  comu- 

415    nión,  ¿cómo  no  la  siento?  Que  ni  tengo  acá  dentro  senti- 


407    Cf.  Hebr.  3,  14. 

412  Cf.  Santo  Tomás  ni  Aoriso,  Summa  theoL,  q.  -q,  o.  1  ; 
q.  62,  a.  1. 


732 


mientos  como  otras  personas,  ni  consolaciones,  ni  otras 
cosas  de  éstas.  — Eso,  hermano,  nuestro  Señor  lo  da  a 
quien  El  es  servido,  no  tengas  tú  cuidado  de  eso;  bástate 
que  recibes  lo  principal,  que  es  la  gracia  para  la  gloria 
120  que  esperamos,  si  bien  comulgaste.  ¿Pues  qué  más  quieres? 
"Comulgado  he",  no  quiere  decir  otra  cosa  sino  "uno  soy 
de  aquellos  para  quien  Jesucristo  quiere  su  gloria". 

Hermano,  el  rey  te    ¿Por  qué  no  queréis  comulgar?  ¿Por 
llama  a  su  mesa       <lué  no  queréis  ser  participante  de 

425  los  trabajos  ajenos,  convidándoos 

con  lo  que  otro  trabajó  y  sudó,  y  no  lo  queréis?  ¿Quién 
nunca  vido  tan  grande  locura? 

Cuando  van  a  dar  el  Santísimo  Sacramento  a  los  en- 
fermos, díceles  el  sacerdote:  "Hermano,  dad  gracias  a  Dios. 

430  que  os  ha  dejado  recibir  el  cuerpo  santísimo  de  nuestro  Se- 
ñor Jesucristo".  Pluguiese  a  su  Majestad,  y  no  dijésemos 
noches  y  días  otra  palabra.  ¡Oh,  qué  palabras  para  dete- 
nernos en  ellas  toda  nuestra  vida  y  no  predicaros  más! 
Pluguiese  al  Espíritu  Santo — pues  a  El  toca  este  negocio — , 

435  y  viniese  en  nosotros,  para  que  de  verdad  dijésemos:  "Her- 
manos, demos  muchas  gracias  a  nuestro  Señor,  que  nos 
ha  dejado  recibir  su  santísimo  cuerpo".  ¡Oh  Señor,  bendita 
sea  tu  misericordia!  Y  lo  que  tú  ganaste  la  lanza  en  la 
mano,  es  nuestro  consuelo  abrir  nuestra  boca,  recebirte  y 

440  comerte  con  el  aparejo  debido.  Lo  que  El  sudó  y  trabajó 
con  malas  noches  y  peores  días,  es  nuestro  con  tan  poco 
trabajo.  ¡Oh,  bendita  sea,  Señor,  la  hora  en  que  ordenaste 
de  hacerte  nuestro  manjar! 

Muy  grandes  mercedes  hace  Dios  a  quien  El  da  gracia 

445  para  que  se  confiese  y  comulgue:  Nam  etsi  ambulavero  in 
medio  umbrae  mortis  non  timebo,  d;ce  David:  Si  anduvie- 
re en  medio  de  la  sombra  de  la  muerte,  no  temeré.  Aunque 
los  pecados  me  persigan  y  me  digan:  "Anda,  vete,  mal  hom- 
bre; ¡y  siendo  quien  eres,  querrías  tú  ahora  salvarte!"; 

450  aunque  los  demonios  te  hagan  cocos,  aunque  todo  el  infierno 
se  junte  a  espantarte,  aunque  todas  las  tentaciones  se  junten 
a  querer  derribarte,  comulga  y  no  temerás. 

— Padre,  ¿qué  es  comulgar?  — ¿No  rogaríades  ahora  a 
Dios  que  nos  enviase  quien  nos  lo  dijese  y  nos  lo  diese  a 

455  entender  de  veras?  Dpcid:  si  tuviese  el  rey  una  mesa,  como 
en  tiempo  de  los  romanos,  que  tenían  una  mesa  donde  se 
juntaban  a  comer  de  tanto  a  tanto  tiempo.  Los  que  unos 
a  otros  se  habían  injuriado,  los  que  habían  reñido  sentá- 

437  Manúale  Tolet.,  tít.  5,  c.  $,  x  ;  «Ya  que  habéis  recibido  el 
Santísimo  Sacramento  de  la  Eucaristía,  que  es  el  verdadero  Cuerpo 
de  nuestro  Señor  Jesucristo,  habéis  de  dar  a  su  divina  majestad 
muchas  gracias». 

447   Ps.  22,  4. 


SANTISIMO   SACK  VMhMU 


733 


banse  todos  a  aquella  mesa,  y,  en  asentándose,  no  había 

460  más  enojo  ni  más  enemistad  entre  aquéllos;  llamaban  la 
mesa  de  la  amistad,  la  mesa  de  la  paz.  Nuestra  mesa  es 
ésta,  hermanos;  mesa  de  paz  entre  Dios  y  los  hombres, 
mesa  de  concordia,  mesa  de  caridad,  mesa  de  comunión,  de 
pobres  y  ricos,  el  altar  donde  comulgamos  es;  que  el  altar, 

465  mesa  significa.  Decid:  si  dijese  el  rey  y  mandase  pregonar 
por  todo  el  mundo:  "El  que  me  ha  hecho  alguna  traición, 
si  me  ha  ofendido  en  algo,  por  la  cual  injuria  merecía  la 
muerte,  doy  señal,  que  si  yo  le  convidare  para  que  venga 
a  comer  a  esta  mesa,  que  yo  le  he  perdonado".  Si  hubieses 

470  tú  hecho  alguna  traición,  si  te  enviase  a  llamar  el  rey  para 
que  comieses  con  él,  ¿qué  alegría  sentirías,  qué  regocijo, 
qué  placer?  "¡El  rey  me  ha  enviado  a  llamar  para  que 
coma  con  él,  luego  perdonado  me  tiene!"  ¿Sería  menester 
llevarte  por  fuerza?  ¡No  sería  menester  excomulgarte!' ¡Oh 

475  Señor,  bendito  seas  para  siempre!  Pues  hombres  hay  ahora 
que,  si  han  de  comulgar  de  año  a  año,  los  han  de  llevar 
por  fuerza,  y  a  poder  de  excumuniones,  y  se  les  hace  más 
de  mal,  y  que  tiemblan  de  ver  venir  el  día  en  que  han  de 
comulgar.  ¡Ah!,  y  si  no  los  castigasen,  no  lo  harían  tarde 

480  ni  temprano.  Digo  de  parte  de  Dios  que  no  estáis  los  tales 
a  un  canto  de  real  de  ser  herejes.  ¿Y  de  dónde,  negro,  se 
han  levantado  las  herejías  que  se  han  dicho  del  Santísimo 
Sacramento?  De  no  comulgar,  de  dejarlo  olvidar  el  que 
no  lo  recibió  sino  de  año  a  año.  Dios  nos  guarde  por  quien 

486  El  es;  D.os  nos  guarde  y  tenga  que  no  caigamos. 

Tenéis  a  Jesucristo  entre  vosotros,  ¿y  no  lo  miráis  con 
los  ojos  que  sería  razón;  no  se  lo  agradecéis,  no  os  apro- 
vecháis de  sus  misericordias?  Si  comulgásedes  muchas  veces 
con  devoción,  con  humildad,  iríades  de  buena  gana  a  la 

490  mesa  de  paz.  ¡Qué  nueva  para  el  encarcelado,  que  está 
esperando  cuándo  lo  han  de  sacar  a  la  horca!:  "¡Hermano, 
el  rey  te  llama  para  su  mesa!"  ¡Qué  nueva  para  tristes, 
para  desmayados,  para  los  que  han  ofendido  a  Dios! 

Vete,  hermano  mío,  a  la  mesa;  que  si  vas  triste,  vol- 

495  verás  alegre;  si  vas  desmayado,  volverás  con  esfuerzo. 
Llégate  a  la  mesa;  gozarás  de  un  abrazo  que  allí  da  Dios 
tan  suave,  que  no  se  sabe  decir.  Allégate,  hermano,  que 
allí  está  tu  descanso,  allí  está  tu  placer,  allí  está  tu  gozo, 
allí  está  la  paz,  allí  está  la  gracia  y  después  la  gloria. 


734 


SLk.Mu.NES.   CICLO  TEMPORAL 


48         LOS  QUE  NO  SE  MIRAN  Y  LOS  QUE,  MIRÁNDOSE 
MUCHO,  DESMAYAN 

Día  II  de  la  octava  del  Corpus. 

(Ed.  1596,  I,  pp.  210-224.) 

Caro  mea  veré  est  cibus,  et  sanguis  meus  veré  est 
potus.  Mi  carne  verdaderamente  es  manjar,  y  mi 
sangre  verdaderamente  es  bebida  (lo.  6,  [56]). 

Ni  no  mirarse  ni  des-  Dos  peligros  muy  grandes,  entre 
5  mayar  mirándose  otros>  traemos  en  esta  vida,  de 
los  cuales  nos  cumple  apartar;  he- 
mos menester  vivir  con  grande  vigilancia  para  no  caer  en 
ellos.  El  uno  es  no  mirarnos,  no  tomarnos  cuenta  de  quién 
somos.  El  otro  es,  después  de  habernos  visto,  después  de 

10  haber  sabido  quién  somos,  desmayar.  ¡Ay  de  quien  no  se 
ha  mirado!  ¡Ay  de  quien  no  trae  cuenta  consigo  y  procu- 
ra de  saber  quién  es!  ¡Y  ay  de  aquel  que,  después  que  se 
ha  mirado  y  después  que  ha  hecho  la  cuenta  de  lo  que  es, 
desmaya !  El  no  mirarse,  el  no  saber  el  hombre  quién  es, 

15  acarrea  un  grande  mal,  que  es  soberbia,  presunción,  tener- 
se en  mucho,  pensando  que  es  algo.  El  haber  puesto  en  sí 
los  ojos,  el  haber  conocido  lo  poco  que  es,  el  haber  venido 
a  conocimiento  de  cosa  tan  baja,  [acarrea  desmayo]. 
Hay  hombres  tan  olvidados  de  sí,  tan  hechos  a  pecar, 

20  tan  hechos  a  tantas  abominaciones,  tan  olvidados  de  quien 
son,  que  no  han  puesto  'los  ojos  en  su  miseria  y  maldades. 
Hay  hombres  tan  olvidados  de  Dios,  que  tan  de  nuevo 
pecan  cada  día,  que  hacen  tantas  abominaciones,  que  pa- 
rece que  no  hay  Dios  que  tal  vea  y  castigue;  parece  que 

25  no  ofenden  a  la  Majestad  de  Dios,  pues  que  les  deja  pasar 
con  tantas  maldades  y  no  los  traga  la  tierra  vivos  y  los 
sume  en  el  profundo  del  infierno.  Echado  han  atrás,  olvi- 
dado han,  Señor,  tus  palabras  en  sus  corazones;  no  hay 
de  ellos,  Señor,  quien  de  ti  se  acuerde  ni  de  guardar  tus 

30  mandamientos;  todo  lo  han  olvidado:  Dixit  ins'vpiens  in 
cor  de  suo:  Non  est  Deus.  Dijo  el  malo  en  su  corazón:  No 
hay  Dios,  no  hay  a  quien  toquen  estos  males  que  hago; 
quiero  vivir  como  se  me  antojare;  yo  haré  lo  que  mi  ape- 
tito me  dijere;  quiero  seguir  mi  carne  en  todo  lo  que  ella 

®5  me  dijere;  que  no  hay  Dios  que  lo  vea  ni  lo  juzgue.  Dijo 
el  malo  estas  cosas  en  su  corazón,  no  con  la  boca.  Da  a 
entender  que  es  mayor  mal  decirlo  con  el  corazón,  por  de- 
cirlo en  la  parte  afectiva — que  allí  está  ser  una  cosa  buena 
o  mala — ,  que  decirlo  con  la  lengua.  Porque  bien  puede 

40   uno  decir  una  cosa  con  la  lengua,  aunque  sea  ella  mala, 


33   PS.  13,  r. 


48.     DÍA  2.°  DK  LA  OCTAVA  PKL  CORPUS 


735 


y  no  serlo,  porque  siente  otra  cosa  en  el  corazón  contraria 
de  aquélla;  pero  el  que  la  dice  con  el  corazón,  es  gran- 
dísimo mal,  como  lo  nota  aquí  el  profeta  de  éstos. 

Los  que  ofenden  a  Dios,  el  carnal,  el  avariento,  el  ho- 

»  mdcida,  todo  aquel  que  peca,  con  el  corazón  dice  que  no 
hay  Dios;  profesas  uno  con  la  boca,  y  tus  obras  dan  a  en- 
tender otro  y  que  no  sientes  con  tu  corazón  lo  que  con  la 
boca  confiesas,  dice  el  Apóstol.  También  tienen  las  obras 
su  manera  de  hablar,  como  la  lengua.  El  que  vive  descui- 

0  dado  de  ver  quién  es:  "¿En  qué  ando?  ¿Cuánto  ha  que 
nací?  ¿En  qué  he  gastado  mi  vida?  ¿Por  qué  he  ofendido 
tanto  a  Dios?  ¿Por  qué  tantos  pecados?  ¡Oh  miserable  de 
mi,  qué  ha  de  ser  de  mí!  ¡Cuán  olvidado  estoy  de  mí!  En 
gran  mal  vivo,  en  gran  peligro  estoy;  Dios  haya  miseri- 

6    cordia  de  mí". 

¡Ay  del  que  no  se  mira!  Miras  tu  haza,  miras  tu  viña, 
miras  tu  heredad,  y  tienes  cuidado  de  ella;  miras  tu  capa, 
miras  tus  zapatos,  y  tienes  cuidado  de  traerlos  limpios;  de 
todo  esto  tienes  cuidado  de  traerlo  limpio,  ¡y  no  te  miras 

►0  a  ti,  y  haste  olvidado  de  quién  eres!  De  todo  esto  tipnes 
cuidado,  y  estás  olvidado  de  conocerte.  ¡Ay  de  ti!  "Rué- 
gote — dice  San  Agustín — que  tengas  tanto  cuidado  de  mi- 
rarte a  ti  como  lo  ti?nes  de  limpiar  tus  calzas,  como  de  lim- 
piar tus  zapatos.  Si  no  dejas  ensuciar  la  ropa  que  traes 

»  vestida,  sino  andas  limpiándola,  relimpiándola,  ¿por  qué 
te  olvidas  de  ti?  No  des  al  demonio  fruto  de  ti,  pues  por 
lo  demás  miras  que  no  se  pierda;  ¡mírate!" 

Si  ahora  no  te  mi-  ¡Ay  de  aquel  que  no  se  mira!  ¡Ay 
ras,  te  mirarás  en    de  aquel  que  de  sí  se  olvida!  Cuanto 

0  el  infierno  menos  te  mirares  ahora  quién  er^s, 

tanto  menos  echarás  atrás  la  mise- 
ria, la  hediondez  y  podredumbre  que  eres;  tanto  más  te 
mirarás  y  remirarás.  Después  que  en  los  infiernos  estés 
ardiendo,  hará  Dios  que  te  estés  mirando,  y  será  el  mayor 

1  tormento  que  tendrás  mirarte.  Querrás  huir  de  ti,  y  no 
podrás;  querrás  olvidarte  de  t\  y  mientras  Dios  fuere  Dios 
te  estarás  mirando  y  te  tendrás  a  ti  mesmo  delante  de  los 
ojos,  mirándote  y  remirándote  y  dándote  vueltas,  que  no 
qupde  cosita  de  ti  que  delante  de  los  ojos  no  la  tengas. 

»  ¡Mírate! 

San  Agustín  es  uno  de  aquellos  a  quien  acaeció  esto 
antes  que  nuestro  Señor  le  hiciera  las  misericordias  que 
le  hizo.  Contábanle  la  vida  d^  San  Antón,  aquellas  virtudes 
suyas  tan  altas,  aquella  vida  tan  perfecta.  Como  estaba 
*>    oyendo  la  vida  del  Santo,  iba  él  dentro  de  sí  comparándose 


48  Gf.  Tit.  i,  16. 

67  Of.  s*x  Agustín,  Enarr.  in  Ps.  12^.  ;-<s  :  MT.  37,  ifi6n  5. 


733 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


a  sí  con  el  otro,  y  decía:  "¡Oh  santo  Dios!,  aquél  tan  lim- 
pio y  yo  tan  sucio,  metido  en  otros  mil  cuentos  de  abo- 
minaciones y  suciedades;  aquél  tan  abstinente  y  yo  tan 
glotón;  aquél  tan  bueno  y  yo  tan  malo.  ¿Qué  ha  de  ser 

90  esto?"  Viéndose  cuánto  le  encarecían  la  vida  del  glorioso 
San  Antonio,  no  quería  más  pensar  en  ella  adrede  ni  quería 
mirarse,  por  la  suciedad  y  obscuridad  de  su  corazón. 

¿Hay  aquí  algún  malo  a  quien  acaezca  otro  tanto? 
Predicamos  aquí  la  ley  de  Dios  y  sus  mandamientos;  predi- 

95  camos  aquí  la  luz  y  clarísima  doctrina  del  Evangelio  de  Jesu- 
cristo; decimos  aquí  lo  que  os  cumple  de  parte  de  Dios. 
Cuando  estáis  oyendo,  ¿no  os  estáis  mirando  vuestra  mala 
vida,  vuestros  pecados  y  abominaciones,  y  deseando  que 
acabemos  para  iros?  Vaisos,  y  dejáislo  olvidar,  porque  os 

100  da  pena,  y  os  está  escarbando  la  conciencia  y  diciéndoos 
quién  sois.  Dejáislo  olvidar,  porque  os  escuece  la  luz  de  la 
doctrina;  no  queréis  que  se  os  acuerde  adrede,  por  no 
pasar  un  mal  rato;  háceste  olvidadizo  de  quien  eres.  [Es] 
el  mayor  mal  que  hay  en  el  mundo;  Dios,  por  quien  El  es, 

!05  lo  remedie.  Dilexerunt  homines  magis  tenebras  quam  lucen. 
Por  esto  se  dijo:  Amaron  los  hombres  más  las  tinieblas  que 
la  luz;  abrazaron  más  el  olvido  de  sí  propios  que  el  acor- 
darse de  quién  son. 

No  es  mucho  pecar,  hermano;  pasión  es,  flaqueza  es. 

no  Harás  un  pecado,  y  mañana  te  enmiendas;  andar  malo  es. 
Somos  tan  malos  y  flacos,  que  estamos  sujetos  a  mil  mi- 
serias. Si  cuando  viene  el  pensamiento  bueno  que  envía 
Dios:  "¿Qué  hacps,  pecador  de  ti?  ¿En  qué  andas?  Si  ahora 
te  murieses,  ¿qué  sería  de  ti?  Tactos  años  ha  que  naciste, 

115  ¿qué  es  de  lo  que  has  hecho  por  Dios?  Vuelve  sobre  ti,  mí- 
rate quién  eres,  deja  esa  mala  vida",  si  lo  recibes,  ai  lo 
pones  por  obra,  si  no  le  dejas  ir,  la  misericordia  de  Dios 
te  ha  cercado;  bueno  estás,  alaba  a  Dios.  Pero  si  lo  dejas 
ir,  si  se  te  olvida,  si  no  te  acuerdas  más  de  él,  vaste  por 

120  ahí  a  pasear,  no  tienes  más  así  que  así,  como  si  Dios  no  te 
hubiera  avisado  con  el  pensamipnto  bueno;  desdichado  de 
ti,  ¿para  qué  naciste,  si  no  te  miras  y  te  acuerdas  de  ti? 
Cuanto  más  te  olvidares  ahora  de  mirarte,  más  te  mirarás 
después,  cuando  traiga  Dios  una  hora  en  que  salga  el  ánima 

125  de  esas  carnes,  y  vaya  y  se  ponga  delante  el  justo  juicio  de 
Dios:  S?atuam  contra  faciera  tuam.  Ponerte  ha  enfrente  de 
ti  |"tu  alma],  cercada  de  demonios,  cercada  de  -pecados,  que 
pone  espanto  mirarlos,  y  te  los  hasran  mirar  por  fuerza,  y  que 
tú  mismo  te  condenes,  y  digas:  "Justí^mamente  mprezco  los 

130  infiernos".  ¿Qué  harás,  desdichado,  di?  ¿No  será  bueno  mi- 

128  los]  las  ||  141  no2]  es  pues  add. 


92  San  Agustín,  Confess.,  1.  8,  c.  6-7,  15-18:  ML  32,  755-757. 
ro7   lo.  3,  19.  127   Ps.  40,  21. 


48.     DÍA  2.°  DE  LA  OCTAVA  DEL  CORPUS 


737 


rarte  ahora,  porque  después  no  te  hagan  mirar  por  fuerza? 
No  te  olvides  de  ti,  acuérdate  de  quién  eres.  Señor,  tenme  de 
tu  mano,  alúmbrame  para  que  me  conozca;  aborrézcame  yo  a 
mí  porque  te  ame  a  ti.  Ut  nobis  displicentes,  Ubi  placeamus, 

135  para  que  desagraciándome  yo  a  mí,  contente  a  ti;  queriéndo- 
me mal  a  mí,  quiera  bien  a  ti.  Con  pensar  quién  eres,  con  la 
pena  que  recibes  de  tus  pecados,  con  ese  temblor  de  la  jus- 
ticia de  Dios,  con  esos  trasudores,  viene  el  bien;  con  esa 
vergüenza  que  recibes  en  ver  quién  eres,  vendrá  tu  salud  y 

140  remedio.  De  no  acordarte  de  ti,  de  no  procurar  conocerte, 
de  no  mirarte,  de  olvidarte,  no  sino  grande  vergüenza  para 
el  día  del  juicio,  grandes  tormentos,  suma  desdicha. 

Principio  de  salud  Espera  cuando  estés  muy  corrido  de 
es  el  propio-  cono-     mirarte  en  ti  de  vergüenza,  de  mirar 

145  cimiento  una  ^a  de  cuarenta  años  o  cincuen- 

ta, y  que  apenas  podrás  dar  cuenta 
de  una  hora  buena  y  bien  gastada:  "¡Malaventurado  de  mí! 
¿Qué  he  hecho?  ¿En  qué  he  andado  envuelto?  Olvidando  a 
El,  heme  olvidado  a  mí.  He  dejado  a  mi  Dios,  a  mi  Bien,  a 

150  mi  Señor,  por  uno  que,  si  lo  conociésedes,  no  daríades  por  él 
un  cornado,  antes  huiríades  de  él  cielos  y  tierra.  ¿A  quién 
he  dejado  y  por  quién?"  Cuando  piensas  que  anima,  quae 
peccaverit,  ipsa  morietur,  "¡qué  haré  yo,  que  he  pecado,  que 
he  ofendido  a  Dios!  ¡Oh!,  que  si  carga  Dios  la  mano  enton- 

155  ees,  ¡oh  qué  paso,  oh  qué  angustia  y  por  todas  partes!" 
Entonces  es  menester  la  ayuda  de  Dios  mucho.  Si  así  andáis, 
por  ahí  anda  Dios.  Oculi  sublimes  hominis  humiliati  sunt, 
et  incurvabitur  altitudo  virorum,  dice  el  profeta  Esaías.  Si 
Dios  ha  andado  por  casa,  abajádose  habrán  ya  los  ojos  muy 

160  altos,  los  pensamientos  elevados.  Un  día  antes  que  venga  a 
vuestras  casas,  será  abajada  la  alteza  de  los  varones;  en 
eso  se  verá  si  ha  venido,  si  andan  todos  bajos  y  humildes, 
derribados  por  tierra,  si  entendéis  ya  en  pedir  a  Dios  que 
os  perdone,  y  no  en  las  vanidades  pasadas. 

165  Si  Dios  ha  tocado  vuestras  ánimas,  sentiréis  una  carga 
de  la  Majestad  de  Dios,  que  os  apesa  y  que  da  con  vos  en  el 
suelo  y  os  abate,  que  no  os  oséis  menear  y  digáis:  "¿Quién 
soy  yo  que  he  ofendido  a  tan  alta  Majestad?  ¡Que  gusano 
de  tierra  ha  osado  levantarse  contra  tan  gran  Señor!  ¡Ah, 

1?0  desdichado  de  mí!"  Y  como  al  día  del  juicio  precederán 
aquellas  señales  tan  espantosísimas,  aquellos  terremotos, 
aquel  fuego  terrible,  que  ha  de  quemar  todo  el  mundo,  para 
que  los  hombres  tiemblen  como  hojas  en  el  árbol,  así  tam- 
bién, cuando  Elias  estaba  en  la  cueva  metido,  vinieron  pri- 

175    mero  grandísimos  terremotos  de  aire  y  de  fuego  que  viniese 

153   Ez.  i8,  4- 
158   Cf.  Is.  2,  17. 


.Avila  i 


21 


738  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Dios;  de  esta  misma  manera,  en  el  ánima,  un  rato  antes  que 
venga  Dios,  veréis  el  temblar:  "¿Quién  soy  yo,  que  he  de 
parecer  el  día  del  juicio  delante  de  Dios?  ¡Oh  desdichado 
de  mí,  que  mis  maldades,  mis  traiciones,  mis  abominaciones 

l&O  han  de  parecer  delante  de  los  hombres  y  de  los  cielos  y  de 
la  tierra!  Cuanto  mal  pensé  hacer  toda  mi  vida,  todo  ha  de 
ser  descubierto.  ¡Qué  ha  de  ser  de  mí!"  Día  amargo,  día  del 
parto  es  este  día,  día  de  dolor:  Timar  et  tremor  venerunt 
super  me.  El  temor  y  el  temblor  vinieron  sobre  mí,  dice  el 

185  profeta  David;  el  temor  de  ver  quién  soy,  el  temblor  de  qué 
será  de  mí.  Dolores  inferni  circumdederunt  me.  Los  dolores 
del  infierno  me  cercaron,  los  dolores  de  los  pecados,  de  las 
maldades  que  he  hecho.  Así  estoy  condenado.  "¡Oh  Señor!, 
que  estoy  aquí,  y  mi  nombre  en  el  infierno".  Está  entonces 

190  el  ánima  tan  arrecida,  que  no  osará  menearse,  sino  que  pen- 
sará que  se  ha  de  hundir  la  tierra  con  ella;  está  tan  man- 
sita.  Y  esto  os  doy  por  señal,  si  ha  venido  Dios  a  vuestra 
casa,  si  estáis  chiquitos,  si  estáis  tamañitos,  entonces,  aun- 
que sea  el  rey  y  el  papa,  está  metido  en  un  agujero,  que, 

1&5  aunque  entonces  le  diesen  de  voces  y  de  palos,  no  despegaría 
la  boca,  sino  diría:  "Todo  es  poco  para  lo  que  merezco.  Ha- 
bía de  estar  ardiendo  en  los  infiernos,  ¿qué  mucho  que  me 
den  una  bofetada,  que  me  huellen  por  ahí  todos?  Yo  lo  doy 
todo  por  bien  empleado,  esto  y  más  que  hagan,  porque  haya 

200  misericordia  Dios  de  mí,  porque  no  me  eche  donde  merezco; 
porque  la  Majestad  de  Dios  me  sea  mansa,  yo  sufro  todo  eso 
de  buena  voluntad". 

Entonces,  hermano,  no  habrá  soberbia,  no  habrá  tener 
a  los  otros  en  poco;  no  habrá  fantasía,  sino  humildad  y  an- 

205  dar  la  boca  por  el  suelo  por  mandado  de  quienquiera;  olví- 
danse  las  curiosidades;  de  todo  cuanto  antes  se  hacía,  no 
hay  nada;  ahora  todo  anda  al  contrario.  Porque  me  perdo- 
nen, dice  el  hombre,  yo  andaré  hecho  basura  por  ahí.  Los 
que  se  están  enteros,  los  que  no  se  han  bajado,  los  que  no 

210  han  perdido  nada  de  su  fantasía  y  de  su  locura  y  curiosidad, 
los  muy  galanes,  los  muy  elevados,  no  ha  venido  esta  hora 
por  ellos.  Si  no  están  los  soberbios  quebrantados,  si  no  están 
por  el  suelo,  no  ha  entrado  Dios  por  su  casa,  no  saben  qué 
cosa  es  Dios.  Tiembla  el  que  a  Dios  siente;  tiembla,  como 

215   hoja  en  el  árbol,  de  la  justicia  de  Dios. 

No  desmayes.  La  Allí  está  el  provecho,  si  te  sabes  apro- 
comunión  espiri-    vechar,  y  el  peligro,  si  no  te  sabes 

tual  te  esforzará    reSir:  en  eso  está  tu  remedio  si  sabes 
usar  de  ello,  y  tu  daño  si  no  te  has 
220   como  te  has  de  haber.  Grandísima  cosa  es  la  comunión. 


176  Ctf.  3  Reg.  19,  11-12. 
184   Ps.  54,  ó. 


187   Ps.  17.  6. 


48.     DÍA  2.°  DE  LA  OCTAVA  DEL  CORPUS 


739 


Ahí  está  tu  salud  si  sabes  aprovechar  el  comulgar,  y  tu 
perdición  si  no  te  sabes  llegar  al  Santísimo  Sacramento 
como  es  menester;  ahí  está  el  peligro,  donde  está  tu  salud. 
Muy  solícito  anda  el  demonio  por  estorbarlo. 

225  ¿Y  por  qué  digo  esto?  ¿Quién  nunca  vido  en  tal  día 
como  el  de  ayer,  en  la  procesión  donde  va  el  cuerpo  de  Je- 
sucristo, diablos  llenos  de  cuernos  y  con  unas  malas  vis- 
tas? ¿Quién  entremetió  al  diablo  con  el  Santísimo  Sacra- 
mento? ¿Hay  tal  cosa  en  el  mundo?  No  te  espantes,  si  vas 

230  a  comulgar  con  deseo  de  aprovechar,  con  deseo  de  estar  bien 
con  Dios,  y  allí  va  el  demonio  a  decirte:  "¿Qué  haces?  ¿Si 
está  ahí  Jesucristo  o  no  está  ahí?"  Pónete  mil  dudas  y  es- 
crúpulos. No  te  espantes  ni  cures  de  responder;  hazte  sordo, 
no  hagas  caso  de  él. 

235  ¿Qué  cosa  hay  más  alta  ni  más  buena  que  la  oración  y 
contemplación?  Pues  ahí  ha  cogido  el  demonio  a  muchos 
livianillos,  porque  no  saben  regirse  ni  lo  hacen  con  humil- 
dad. Están  el  ojo  tan  largo  a  si  ven  algo,  a  si  sienten  algo. 
No  así,  hermanos,  no  creáis  de  esa  manera  lo  que  el  demonio 

240  se  quiere.  Tráeles  luego  mil  imaginaciones:  "Sí  vi;  no  vi". 
Háceles  pensar  mil  desatinos;  créenlo  ellos  pensando  que  es 
bueno;  veislos  ahí  caídos. 

Decid,  ¿qué  cosa  hay  más  segura  que  temer  a  Dios,  que 
temblar  de  Dios?  Pues  hay  ahí  gran  barranco,  hay  ahí  armado 

245  lazo.  Bueno  es  conocer  el  hombre  quién  es,  bueno  es  pensar 
el  hombre  en  sus  miserias;  pero  ha  de  tener  tiento;  no  ha 
de  pensar  mucho.  No  has  de  ahondar  mucho;  no  escarbes 
mucho,  que  peligrarás.  Cuando  uno  pasa  un  río,  si  no  tiene 
la  cabeza  buena,  acaece  que  mira  tanto  al  agua  que  corre, 

250   que  se  le  anda  la  cabeza  y  cae.  ¿Qué  remedio?  No  mirar  al 
agua,  mirar  la  orilla,  mirar  la  tierra  firme.  Bueno  es  pensar 
los  pecados,  bueno  es  tener  dolor  de  tu  miseria,  pero  no 
demasiado.  No  has  de  pensar  luego  que  estás  ya  en  el  infier- 
-   no;  no  es  posible,  mira  que  se  te  anda  la  cabeza.  No  mires  al 

255  agua,  mira  que  caerás  muy  presto,  mira  que  eso  es  víspera 
de  la  desesperación;  no  te  mires  de  esa  manera,  mira  a  tierra 
firme,  mira  que  la  misericordia  de  Dios  te  puede  perdonar 
eso,  y  muy  mucho  más  que  eso.  No  seas  loco;  guárdate,  mí- 
rate con  prudencia. 

260  ¿Qué  remedio  para  estos  dos  males,  para  los  que  nunca 
se  miran  y  para  los  que,  mirándose  mucho,  desmayan?  Mi 
carne — dice  Jesucristo- — es  manjar,  y  mi  sangre  cosa  para 
beber.  ¿Si  habrá  aquí  por  ventura  algún  flaco  desmayado 
que  diga:  "¿Quién  soy  yo  para  ir  al  cielo?,  ¿quién  soy  yo 

265  para  que  Dios  me  perdone?",  que  está  temblando  de  Dios? 
¿Si  habrá  aquí  alguno  que  vence  su  carne  y  la  trae  sujeta, 


263   Cf.  lo.  6,  56. 


740 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que  vence  su  soberbia,  que  vence  sus  pasiones  y  se  enseñorea 
de  todas  ellas?  Si  hay  aquí  alguno  que  de  tal  manera  se  ha 
con  las  cosas  de  acá,  que  parece  que  no  está  en  ellas;  si  hay 

270  aquí  alguno  que  de  tal  manera  está  en  el  mundo,  que  no  vive 
conforme  al  mundo,  y  con  todo  eso  anda  flaco,  temeroso  y 
desmayado,  a  este  tal  dice  Jesucristo  nuestro  Señor:  "No 
desmayes;  esfuerza,  prosigue  lo  que  comenzaste;  no  desfa- 
llezcas en  la  mitad  del  camino,  que  de  todo  es  remedio  mi 

275  carne.  No  te  espanten  tus  males  ni  tus  pecados,  que  de  todo 
es  cura  y  medicina  mi  carne;  esfuerza  a  tu  flaqueza,  dará 
fuerza  a  tu  desmayo;  quitará  todo  el  miedo  y  en  su  lugar 
porná  grandísima  confianza;  quitará  el  temor  y  darte  ha 
sosiego.  Mi  sangre  refrescará  tu  sequedad,  recreará  tu  áni- 

280  ma,  esforzarla  ha.  Más  puede  este  santísimo  manjar  para 
alegrarte  que  tus  pecados  a  entristecerte;  más  te  esforzará 
y  confortará  este  manjar  que  los  demonios  y  el  ver  quién 
eres  te  puede  desmayar.  Mi  carne — dice  Jesucristo — es  ver- 
dadero manjar, 

285  Digamos  un  poquito  de  la  comunión  espiritual,  que  otro 
día  diremos  de  la  sacramental.  Todo  el  esfuerzo  que  pone 
un  manjar  bueno  en  un  cuerpo  enflaquecido  y  desmayado, 
ese  mismo  pone  la  carne  de  Cristo  a  un  ánima  desmayada, 
desesperada  y  flaca,  que  ya  está  para  perderse.  Dios  me  dé 

290  gracia  que  os  lo  sepa  decir,  y  a  vosotros  para  que  lo  sepáis 
oír,  y  vais  hartos,  gordos  y  consolados  y  muy  esforzados. 
Creedme,  que,  si  entendiésedes  que  está  muy  gran  parte  de 
vuestro  consuelo  en  saber  comulgar  espiritualmente,  espe- 
raría en  nuestro  Señor  que  iríades  consolados  y  alegres. 

295  ¿Qué  quiere  decir:  Mi  carne  es  manjar?  No  habéis  de  en- 
tender que  quiere  una  ánima  la  sangre  de  Jesucristo  para 
sustentar  el  ser  natural  que  tiene,  porque  los  del  infierno 
vivirán  para  siempre,  sino  el  ser  sobrenatural,  con  lo  cual 
vivirá  el  ser  natural  para  siempre  en  el  cielo.  A  semejanza 

300  de  esto,  comulgando  y  comiendo  y  recibiendo  a  Jesucristo, 
se  te  da  ya,  no  señal,  sino  el  mismo  Señor  que  todo  lo  crió 
y  todo  lo  sustenta,  y  cielos  y  tierra  están  en  su  mano;  ¿y  pá- 
raste,  con  todo  eso,  a  escrupulear  si  te  dan  la  hacienda,  dán- 
dote al  Señor  de  la  hacienda?  Quomodo  enim  cum  illo  non 

305  omnia  nobis  donavit?,  dice  el  Apóstol  ad  Romanos.  ¿Cómo 
no  nos  dió  con  su  Hijo  todas  las  cosas?  Quien  lo  entregó  a  la 
muerte  por  nosotros,  y  porque  viviésemos,  y  lo  bajó  por  en- 
salzarnos a  nosotros,  ¿qué  no  se  esperará  de  El?  Pues  quien 
nos  dió  el  reino,  nos  dará  el  reinado;  quien  nos  dió  el  Señor, 

*10  nos  dará  el  señorío;  quien  nos  dió  tan  bendito  Hijo,  en  quien 
están  y  resplandecen  todas  las  cosas,  bien  se  sigue  que  nos 
ha  dado  todo  lo  que  es  del  Hijo.  Pues  en  testimonio  que  te 


304    Rom.  8,  32. 


49-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


741 


han  dado  parte  en  sus  méritos,  el  ser  ya  mantenimiento  de 
sus  lágrimas,  lo  que  merecieron  sus  tristezas,  con  tantos 

315  azotes,  corona  de  espinas,  tormentos  y  muerte,  te  mandó  co- 
mulgar, y  ordenó  la  santa  comunión  para  que  confieses  que 
Dios  te  quiere  bien. 

¿Qué  mesa  hay  que  pueda  dar  lo  que  ésta  da?  Pues  en 
testimonio  que  eres  uno  de  los  que  han  de  ir  al  cielo,  comes 

320  tú  a  Dios  y  te  come  El  a  ti:  que  te  tornas  parte  de  su  cuerpo; 
esto  quiere  decir  que  come  Dios^  ti  y  tú  a  El.  Que  te  torna 
El  a  ti  en  parte  de  su  cuerpo,  es  encorporarte  en  Dios,  ha- 
certe parte  suya.  No  como  acá,  que  si  tú  comes  una  lechuga 
o  otro  manjar,  aquello  se  torna  substancia  de  hombre.  Tú 

325  no  conviertes  al  Santísimo  Sacramento  en  tu  substancia,  sino 
El  a  ti  en  la  suya,  como  hemos  dicho.  Este  divino  manjar  te 
dará  fuerza,  darte  ha  confianza,  darte  ha  gozo  y  alegría, 
darte  ha  una  paz  verdadera  para  siempre. 

49  Vlvo  YO,  YA  NO  YO;  VIVE  CRISTO  EN  MÍ  * 

En  la  Infraoctava  del  Corpus 

(Ruma,  BLbl.  Naz.  Vitt.  Em.  II,  Ms.  Gcs.  1X72,  fif.  302  v  -  306  v:  ¡n- 
camipleto) 

Cato  mea  "tere  Mí  cibus,  et  sanguis  mcus  veré  est 
fiohis  (lo.  6,  15<"'J ). 

Exordio:  Tres  ánge-  En  los  tiempos  pasados  leemos 
les  visitan  a  Abraham  que,  estando  un  día  Abraham  a 
5  la  puerta  de  su  casa,  vinieron  por 

allí  tres  ángeles,  y  como  tenían  entonces  costumbre  de 
aposentar  los  extranjeros,  rogóles  que  no  pasasen  adelante, 
sino  que  tuviesen  por  bien  de  reposar  un  poquito  en  su  casa. 
He  aquí  recibidos  los  huéspedes,  ¿qué  comerán?  No  pen- 

10  séis  que  es  gente  ansí  como  quiera,  para  que  baste  darles 
cualquiera  comida,  que  ángeles  son.  Dijo  a  su  mujer  Sara: 
Corre,  toma  tres  celemines  o  medidas  de  la  flor  de  la 
harina  y  mézclalas  y  haz  unos  panes  en  el  rescoldo  para, 
que  coman  los  huéspedes,  y  date  prisa.  Y  él  fué  a  corre 

15  más  corre  al  hato  de  sus  vacas  y  trajo  un  becerro  muy 
gordo  y  muy  tierno,  el  mejor  que  había  en  el  hato,  y  diólo 
a  su  mozo  y  di  jóle:  "Corre,  adereza  ese  becerro  y  cuécelo 
para  que  coman  los  huéspedes,  y  date  prisa".  Dióles,  pues, 
de  comer,  y  fué  tan  bueno  el  convite  y  súpoles  tan  bien 

20  la  comida,  que,  acabados  de  comer,  le  echaron  por  bendición 
a  Abraham  y  a  Sara,  su  mujer,  que  temían  un  hijo,  del 
cual  había  de  nacer  el  Mesías.  Ansí  de  poca  era  la  ben- 
dición. 


•  En  el  Ms.  romano  aparece  sin  otro  título  que  el  tema  : 
Caro  mea...  22   Of.  Gen.  18,  1-10. 


742 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Usáis  en  vuestras  costumbres,  y  en  ley  de  buena  crian- 

25  za  pasa  ansí,  que  visitáis  a  los  que  os  visitan.  Las  señoras 
sabrán  bien  esto,  que  no  visitan  a  nadie  de  balde,  si  no 
'las  visitan  también  a  ellas  primero,  por  manera  que,  si 
diez  las  vienen  a  ver,  a  todos  se  obligan  a  visitar.  Por 
cierto,  gran  cansancio  es.  Estamos  en  el  convite  que  Dios 

30  nos  ha  hecho.  Pues  ¿no  le  convidaremos  nosotros  a  El, 
pues  nos  ha  convidado  El  primero  a  nosotros?  ¿Seremos 
tan  mal  criados  que  no  le  roguemos  que  coma  con  nos- 
otros? Tenemos  hoy  tres  convidados,  que  son  los  tres  án- 
geles, los  cuales  significan  a  la  Santísima  Trinidad,  y  que 

36  sea  ansí  parece,  porque  una  vez  hablaba  Abraham  con  ellos 
como  con  uno  solo  y  otras  veces  como  con  tres.  Tenían 
gran  gana  'los  ángeles  de  comer.  ¿Qué  quiere  decir?  Que 
tenía  gran  gana  la  Trinidad  de  ser  convidada  con  cosa  sa- 
brosa y  agradable.  Así  estaba  Dios  harto  de  los  convites 
40  y  sacrificios  de  becerros  y  cabrones.  Había[njle  dado  ya  en 
cara  las  ofrendas  de  sangre  de  animales.  No  quiere  agora 
ya  nada  de  esto.  Quoniam,  si  voluisses  sacrificium  dedis- 
sem  utique,  holocaustis  non  delectaberis,  dice  el  profeta 
David.  No  había  acá  en  la  tierra  cosa  de  ver  con  que  Dios 

46  fuese  convidado;  por  esto  nos  envió  el  manjar  del  cielo 
que  comamos  nosotros,  y  con  que  le  convidemos  a  El,  y 
que  le  ofrezcamos.  Y  fué  tan  agradable  este  manjar  a  Dios 
y  súpole  tan  bien,  que  echó  por  bendición  a  Abraham  que 
temía  hijos,  no  de  carne,  sino  de  espíritu,  porque  más 

60  hijos  son  los  que  vivieron  como  Abraham  que  no  los  que 
tuvo  de  carne. 

Toma  tres  medidas  de  la  flor  de  la  harina,  dijo  Abraham 
a  su  mujer  Sara,  y  cuécelo  en  el  rescoldo.  — ¿Qué  pan  es 
éste,  que  parece  tan  bajo,  cocido  en  el  rescoldo?  — El  que 

56  descendió  del  cielo:  Ego  sum  pañis  vvvus  qui  de  cáelo  des- 
cendí. De  tres  medidas  se  hizo  este  pan,  de  la  flor  de  lo 
mejor  de  la  harina,  que  quiere  decir  que  hay  allí  tres  cosas 
que  son  metro  y  mensura  de  todas  las  otras  cosas,  y  que 
cuanto  las  cosas  todas  del  mundo  más  se  allegan  a  ellas, 

60  más  perfectas  se  hacen.  — ¿Qué  hay  allí  en  el  Sacramento? 
— ¡Oh  Señor,  y  quién  nunca  de  otra  cosa  se  acordase!  ¿Qué 
hay  allí?  Dios  sobre  todas  las  cosas.  — Mirad,  también  está 
en  todas  partes.  — Es  verdad,  pero  no  tan  maravillosamente 
como  allí.  — ¿Qué  más  hay  allí?  — El  ánima  de  Jesucristo, 

[65  que  es  flor  de  todas  las  ánimas,  más  alta  que  los  serafines 
en  esencia,  aunque  más  baja  en  naturaleza.  — ¿Qué  más 
hay  allí?  — CLa  carne  de  Jesucristo,  flor  de  todas  carnes. 
— -¿Qué  hay  allí?  — Tres  excelencias,  tres  sustancias  y  una 


40  Cf.  Is.  r,  11 
43   Ps.  50,  18. 
56   lo.  6,  51. 


4Q.     EN  LA  IXFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


743 


persona  — ¿Qué  pan  es  éste?  — >¡Y  qué  pan  es  éste  cocido 

70  en  el  rescoldo!,  que  quiere  decir  que  parece  tan  bajo  Jesu- 
cristo, que  no  parece,  a  lo  de  fuera,  sino  un  puro  hombre, 
tan  trabajado,  que  desde  que  nació  en  este  mundo  hasta  el 
punto  que  murió  nunca  tuvo  una  hora  de  descanso:  ¡qué  de 
hambre,  qué  de  desnudez,  qué  de  frío,  qué  de  necesidades 

75  padeció!  — ¿Quién  hizo  el  otro  pan?  — Sara,  la  estéril,  y 
que  no  paría  por  dos  cosas,  por  ser  vieja  y  por  ser  estéril. 
— ¿ Quién  fabricó  y  amasó  estotro?  — La  Virgen  María, 
nuestra  señora,  la  cual  no  era  estéril  ni  vieja;  y  ansí  mayor 
milagro  fué  concebir  la  Virgen  y  parir  virgen,  aunque  era 

80  moza  y  no  estéril,  que  no  parir  Sara  siendo  vieja  y  estéril. 
Dióse  prisa  Sara  a  obedecer  el  mandamiento  de  su  marido 
Abraham.  Dióse  prisa  la  Virgen  a  decir:  Ecce  ancilla  Do~ 
mini,  y  luego  vino  el  Verbo  de  Dios.  Veis  aquí  las  tres  me- 
didas — Tomó  el  mozo  de  Abraham  el  becerro  y  aderezólo 

85   y  cociólo  a  gran  prisa,  sin  hacer  proceso. 

Quedó  tan  contenta  la  Trinidad  de  su  obediencia,  sú- 
pole tan  bien  este  ofrecimiento  suyo  por  el  remedio  de  loa 
nombres,  que  le  echó  por  bendición  que  te  [r]  nía  muchos  hijos 
no  de  carne.  Abraham  hijos  tuvo  de  carne,  mas  no  de 

90  Sara,  porque  los  que  tuvo  de  Sara  no  fueron  de  carne, 
sino  de  espíritu,  sobrenaturales;  lo  cual  significaba  a  los 
hijos  de  gracia  de  Espíritu  Santo,  significados  en  Isaac, 
los  cuales  no  habían  de  nacer  de  sólo  el  libre  albedrío,  sino 
de  la  fe  principalmente,  y  también  del  libre  albedrío.  ¡Qué 

95  de  estos  hijos  hubo,  qué  de  mártires,  qué  de  vírgenes,  qué 
de  homlbres  que  dejaron  y  menospreciaron  en  este  mundo 
lo  que  en  él  florece  por  seguir  a  Jesucristo!  — ¿De  dónde 
todo  esto?  — Del  sabor  que  recibió  la  Santísima  Trinidad 
de  este  convite.  De  manera  que  hemos  de  ofrecer  a  Dios  su 
100  unigénito  Hijo,  crucificado  y  muerto,  cuando  quisiéremos 
alcanzar  de  El,  confiando  que,  por  amor  de  El,  no  nos  ne- 
gará nada  de  lo  que  le  pidiéremos.  Y  porque  en  este  ser- 
món hemos  de  hablar  de  este  bendito  Pan,  y  no  podemos 
sin  su  gracia,  pidámosela,  y  pues  la  Virgen  María  es  la  que 
105  lo  amasó,  supliquémosle  nos  alcance  la  gracia  para  bien 
hablar  de  El  y  para  bien  obrar. 

¿Qué  es  comulgar    Atajóme  mi  mala  disposición  esto- 
espiritualmente?      tro  día  diciendo  qué  cosa  era  comul- 
gar espirituaimente,  y  creo  que  que- 
110   da  algo  declarado  en  los  sermones  pasados.  — ¿Qué  es? 
—  [Que]  pensando  vos  que  Jesucristo  se  hizo  hombre  y 
murió  en  la  cruz  por  vos,  cobráis  una  fuerza  y  estáis  muy 

100  Quisiéramos 


»3    Le.  i,  38. 


744  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


confiado  que  os  ha  perdonado  Dios  vuestros  pecados  y  que 
os  ha  dado  su  gracia;  pensando  vos:  "Un  precio,  un  res- 

115  cate  se  ha  dado  por  mí,  un  sacrificio  se  ha  ofrecido  por  mí 
que  quema,  deshace  y  consume  todos  mis  pecados  y  hace 
que  Dios  no  se  acuerde  más  de  ellos  para  castigarme  por 
ellos",  digáis  con  e]  apóstol  San  Pablo:  Vivo  autem  iam 
non  ego,  vivit  vero  in  me  Christus,  quod  autem  vivo  in 

120  carne,  in  spe  vivo  filii  Dei.  Vivo  yo,  ya  no  yo,  mas  vive 
en  mí  Jesucristo.  Vivo  yo,  ya  no  yo.  No  vivo  ya  para  mi, 
sino  para  que  viva  Cristo  en  mí,  y  mientras  vivo  en  esta 
carne,  vivo  en  esperanza  que  soy  hijo  de  Dios  y  de  que  me 
tengo  de  salvar. 

125  Ya  os  dije  que,  cuando  comulgábades,  comíades  vos  lo 
más  flaco;  pero  que  no  comíades  lo  más  fuerte,  antes  ello 
os  comía  a  vos.  En  romance:  que  vos  tomáis  todos  los  acci- 
dentes. Mirad,  allí  en  el  Sacramento  hay  dos  cosas:  una 
más  fuerte  y  otra  más  flaca;  los  accidentes  son  la  cosa 

130  flaca,  que  son  aquella  blancura  y  cantidad  que  allí  veis; 
el  cuerpo  de  Jesucristo  es  la  cosa  fuerte.  Pues  mirá:-  lo 
flaco  digerís  vos,  que  son  los  accidentes;  lo  fuerte  no  lo  di- 
gerís, antes  El  os  digiere  a  vos,  no  en  el  ser  natural,  sino 
en  daros  nuevo  ser,  en  cuanto  al  ser  bueno,  renovando  y 

336  sustentando  vuestro  entendimiento,  para  que  verdadera- 
mente le  conozcáis  como  es  menester  que  El  sea  conocido; 
dando  ser  a  vuestra  voluntad  y  esforzándola,  para  que  le 
améis  sobre  todo  cuantas  cosas  hay  en  el  mundo;  dando 
también  ser  a  vuestra  memoria  y  despertándola,  para  que 

140  siempre  de  El  os  acordéis.  Las  especies  de  pan  y  vino,  de- 
bajo de  'las  cuales  recibís  el  cuerpo  de  Jesucristo,  certísi- 
mamente  las  digerís  y  se  convierten  en  sustancia  vuestra, 
y  el  cuerpo  de  Jesucristo  os  dig[i]ere  a  vos  y  os  convierte 
en  sí  y  hace  una  misma  cosa  con  él.  Una,  digo,  no  en  uni- 

14S  dad  de  persona,  sino  que  Jesucristo  os  da  ser  y  os  sustenta 
como  un  injerto,  que  recibe  el  jugo  del  árbol  en  quien  está 
injerido,  mas  cosa  distinta  es  del  árbol.  Como  el  árbol  sus- 
tenta y  da  jugo  al  injerto,  ansí,  mediante  la  confianza  que 
dijimos,  vos  estáis  arrimado  en  Cristo  y  El  os  da  fuerza 

150  y  sustenta;  El  os  da  ser  y  de  El  recibís  el  jugo  para  que  se 
produzga  e'l  fruto  de  vuestras  buenas  obras.  Es  muy  buena 
la  comparación  y  por  ella  entenderéis  muy  fácilmente  qué 
cosa  es  la  comunión  espiritual. 

Decid:  — ¿ Quién  sustenta  a  quién?  ¿La  cepa  al  sarmien- 

155  to  o  el  sarmiento  a  la  cepa?  ¿Quién  recibe  jugo  de  quién? 
¿La  cepa  del  sarmiento  o  el  sarmiento  de  la  cepa?  — El 
sarmiento  no  sustenta  a  la  cepa  ni  le  da  jugo,  antes  la  cepa 

125  os]  nos  148  al]  é 


123   Cf.  Gal.  2,  20. 


4Q.     EN  LA  1NTRAÓCTAVA  DEL  COR1TS 


745 


sustenta  al  sarmiento.  — Pues  Cristo  es  la  cepa,  y  El  os 
sustenta  y  da  ser.  ¿No  lo  dijo  así  Dios  a  San  Agustín? 

160  "Manjar  soy  de  grandes;  crece  y  comerme  has.  No  me  mu- 
darás tú  a  mí  en  ti,  sino  yo  te  mudaré  a  ti  en  mí;  no  me 
convertiré  yo  en  sustancia  tuya,  sino  tú  te  convertirás  en 
la  mía".  Luego  esto  es  comulgar  espiritualmente;  recibir 
una  fuerza  en  Cristo,  una  confianza  de  que  os  ha  perdonado 
165  y  que  sois  uno  de  los  que  han  de  ir  al  cielo  y  manteneros  tanto 
de  esta  esperanza,  que  digáis  con  el  Apóstol:  Vivo  yo,  ya  no 
yo.  — -¿ Desde  cuándo,  San  Pablo?  — Desde  que  comá  a  Je- 
sucristo, ya  no  soy  [y] o;  desque  Cristo  vive  en  mí,  me- 
diante la  comunión  espiritual  y  la  confianza  de  que  soy 

170    hijo  suyo,  ya  no  soy  yo. 

Sentido  de  San  Dio-    No   querría  jamás   daros  muchos 
nisio:  Mi  honra,  la    sentidos  en  la  Escriptura,  y  aquí 
de  Cristo  querría  daros  dos.  Cuando  viéredes 

alguno  que,  declarándoos  'la  Escrip- 
ia tura,  os  dijere:  "Esto  se  entiende  ansí,  o  ansí,  o  ansí", 
duelos  tiene  que  no  lo  entiende.  Dice  San  Dionisio  que  quie- 
re decir  esto.  Como  cuando  una  madre  quiere  mucho  [a]  su 
hijo,  que  anda  su  vida  colgada  de  la  del  hijo,  y  si  salud 
quiere  es  por  gozar  de  la  del  hijo,  no  tiene  más  alegría  de 
180  la  que  tiene  su  hijo,  no  más  contentamiento  del  que  tiene 
su  hijo;  como  decía  el  Apóstol  a  los  de  Tesalónica:  Nuno 
vivimus,  si  vos  statis  in  Domino.  Mirad,  no  me  preguntéis 
cómo  estoy,  sino  mirad  qué  tales  estáis  vosotros:  Si  estáis 
tristes,  yo  estoy  triste;  si  estáis  en  pie,  bueno  estoy  yo; 
185  si  estáis  caído[s],  malaventurado  de  mi.  Este  sí  es  buen 
predicador,  que  no  los  que  son  el  día  de  hoy,  que  no  hacen 
sino  hablar.  ¿Pensáis  que  no  hay  más  sino  leer  en  los  li- 
bros y  venir  luego  a  vomitar  aquí  lo  que  habéis  leído? 
— ¿Cómo  estáis,  San  Pablo?  — Estoy  como  la  sombra  con 
190  él  cuerpo,  que,  dondequiera  que  va  el  cuerpo,  va  allá  la 
sombra;  mi  alegría  depende  de  la  vuestra;  mi  descanso 
está  colgado  del  vuestro;  no  tengo  más  vida  de  la  que  vos- 
otros tenéis.  Vivo  yo;  yo  me  vi  en  Cristo  que  estaba  muer- 
to, cuando  era  un  soberbio,  fantástigo;  cuando  no  tenía 
196  cuenta  sino  con  la  honra  y  vanagloria  de  este  mundo,  cuan- 
do no  conocía  a  mi  Señor  Jesucristo.  Vivo  yo  después  que 
amo,  porque  yo  me  vi  en  Cristo  que  no  amaba.  Vita  animae 
amor  est,  qui  non  amat  mortuus  est.  Vivo  yo,  el  casto,  el 
humilde,  el  enamorado,  el  confiado,  ya  no  yo:  no  vivo  yo 


158  Cf.  lo.  15,  5- 

163  Cf.  San  Agustín,  Serm.  130,  c.  1,  1  :  ML  38,  729. 

177  Pseudo-Dioxisio  Arf.opagita,  De  div.  nom.,  c.  4,  13  :  MG 

711. 

182  1  Thess.  3,  8. 


746  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


200  para  mí,  no  como  para  mí,  no  bebo  para  mí,  no  duermo 
para  mí;  no  tengo  en  nada  cuenta  conmigo;  ya  no  hay  Pa- 
blo, no  hay  más  de  Jesucristo.  Si  como,  para  servicio  de  mi 
Señor  Jesucristo  como,  si  duermo,  si  descanso,  si  alguna 
cosa  hago,  no  miro  en  ello  mi  provecho,  sino  la  honra  de 

205  Jesucristo.  Como  vos,  que  queréis  mucho  a  vuestro  hijo,  es- 
táis trasladada  en  él,  y  vuestra  salud  y  vida  colgada  de  la 
suya,  ansí  San  Pablo  estaba  trasladado  en  Jesucristo;  no 
buscaba  su  honra,  sino  la  de  Jesucristo.  ¡Sea  honrado  Je- 
sucristo, y  ésta  es  mi  honra,  aunque  por  ello  a  mí  me 

210  deshonren!  Esté  Jesucristo  asentado  en  el  bien,  y  yo  en  el 
mal.  No  busco  mi  descanso,  sino  agradar  a  Jesucristo.  Ya 
no  hay  Pablo,  no  hay  más  de  Cristo.  Este  es  el  sentido, 
y  de  San  Dionisio,  y  viene  bien  para  la  comunión.  Esto  es, 
pues,  comulgar  espiritualmente:  que  os  paséis,  os  trasla- 

215  déis  vos  en  Jesucristo,  y  toda  vuestra  vida  y  vuestra  salud, 
vuestro  descanso,  vuestra  alegría,  vuestra  honra,  esté  col- 
gada de  'la  de  Jesucristo. 

¡Oh  grandeza  de  Dios!,  ¿y  qué  hacemos?  De  decir  de 
El  nunca  acabamos.  ¿No  veis  que  es  Cordero,  que,  aunque 

220  muchas  veces  le  comemos,  se  queda  vivo?  ¡Oh,  bendita  sea 
tu  misericordia,  bendito  sea  el  abismo  de  tu  ánima,  que 
cuando  Abraham  estaba  a  la  puerta  de  su  casa,  en  mitad 
del  recio  calor  del  sol  de  mediodía,  vinieron  por  allí  los 
ángeles  y  le  hizo  el  convite  que  arriba  vimos,  y  un  día  an- 

225  tes  que  Jesucristo  hiciese  la  mayor  prueba  del  amor  que 
nos  tiene,  nos  convidó  a  este  bendito  Pan,  que  es  su  cuerpo 
sagrado.  Cuando  más  ardía  el  fuego  de  su  amor  para  con 
nosotros  en  su  bendito  corazón,  instituyó  este  Santísimo  Sa- 
cramento, que  fué  un  día  antes  que  padeciese.  ¿Pues  espan- 
to táisos  que  sepa  a  amor  lo  que  se  hizo  en  víspera  de  tanto 
amor?  Cuando  comulgas,  di:  "¡Oh  luz  que  alumbras  la  obs- 
curidad de  mi  ánima  y  ámasme  tú  tanto  a  mí!,  ¿y  no  te 
amaré  yo  a  ti?  ¿Diste  tú  a  mí  y  no  me  daré  yo  a  ti?  ¿Tú 
en  mí  y  yo  no  en  ti?  ¿Diste  y  entregaste  tu  vida  por  mí  y 

236  viviré  yo  más  para  mí?  Yo  soy  tu  esclavo,  Señor;  yo  soy 
tu  siervo;  tú  me  compraste  y  me  redemiste.  A  ti  debo  la 
vida  de  mi  ánima,  tuyo  soy  en  muerte  y  en  vida.  Esté  yo 
triste  porque  estés  tú  alegre,  trabaje  yo  porque  descanses 
tú,  deshónrenme  [a]  mí  porque  honren  a  ti".  Esto  has  de 

240  hacer  para  que  busques  la  honra  de  Cristo  y  olvides  la  tuya, 
para  que  busques  el  descanso  de  Cristo  y  no  el  tuyo,  su 
provecho  y  no  el  tuyo,  Sicut  sacer  Ule  amator  lesu  dicebat: 
Vivo  autem  iam  non  ego,  vivit  vero  in  me  Christus.  Este 
es  el  sentido  de  San  Dionisio. 


205  Cf.  1  Cor.  10,  31. 
223   Cf.  Gen.  18,  1. 
243   Gal.  2,  20. 


49.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


747 


2*5   Otro  sentido:  Vivo  en    Otro  más  a  propósito  dé  para  la 
la  esperanza  de  ser    comunión  espiritual.  — ¿Qué  cosa 
justificado  por  Cristo    es-  <lue  quiere  decir:  Vivo  yo,  ya 
no  yo?  — No  me  rijo  por  mi  pa- 
recer, sino  por  el  de  Cristo ;  no  tengo  yo  fuerzas  para  amar 

260  a  Dios,  Cristo  es  el  que  me  las  da;  no  tengo  arrimo  sino  el 
de  Cristo.  En  romance:  Todo  el  mal  es  mío,  y  el  'bien  que 
hay  en  mí,  de  Jesucristo  es.  Cristo  es  el  que  me  gobierna, 
sustenta,  rige,  y  da  ser,  y  enciende  para  que  le  ame.  Vivo 
yo,  ya  no  yo.  No  soy  [y] o  el  que  sustento.  — ¿Estáis  muer- 

255  to,  San  Pablo?  — Quod  autem  vivo  in  carne,  in  spe  vivo 
filü  Dei.  ¡Oh  qué  bien  sabía  comulgar  espiritualmente  este 
bienaventurado  apóstol !  Lo  que  vi/vo  en  esta  carne,  en  aque- 
lla fe  vivo  de  que  se  dio  Jesucristo  por  mí.  En  mucho  ten- 
go ser  hijo  suyo.  No  desecho  la  merced  que  ama  Jesucris- 

260  to.  Y  murió  por  mí.  Mirá  no  os  engañéis,  que  ésta  no  es 
lición  de  escuelas.  No  sabemos  distinguir  el  predicar  del 
leer.  Pensamos  que  no  hay  más  de  leer  un  libro  y  predicar. 
Harto  mal  nos  va  por  esto.  Allá  lo  hace  bien  el  que  habla 
bien,  y  conténtanse  con  decir  un  argumento  bien  dicho; 

265  pero  acá  ese  es  buen  discípulo  el  que  obra  y  se  le  pega  a  las 
entrañas  lo  que  oye.  La  ley  de  Dios  no  es  cosa  de  entendi- 
miento, sino  de  voluntad;  no  es  hablar,  sino  obrar,  Dabo 
legem  meam  in  visceribus  eorum  et  in  corde  eorum  scribam 
eam.  Dice  Dios  por  Jeremías:  Yo  les  daré  mi  ley  en  sus 

270  entrañas  y  la  escrebiré  en  sus  corazones.  — ¿Qué  es  lo  que 
ha  de  escrebir?  — 'Cosa  de  obras  que  se  te  han  de  pegar  y 
arraigar  en  tu  ánima,  con  que  vivas  y  te  recrees;  no  pa- 
labras ni  sutilezas. 

Pues  cuando,  pensando  que  Jesucristo  bajó  del  cielo  y 

275  se  hizo  hombre,  y  pasó  muerte  y  pasión  por  ti,  quedare  tan 
contenta  y  tan  satisfecha,  tan  esforzada  tu  ánima,  que  no 
temas  que  tus  pecados  te  han  de  dañar,  que  no  hayas  mie- 
do a  los  diablos  ni  al  infierno,  que  no  te  desmayen  tenta- 
ciones, mundo  ni  carne,  ni  cuanto  te  puede  suceder  de  ad- 

280  verso  que  te  pueda  estorbar  el  ir  al  cielo;  cuando  conside- 
rando que  se  ha  pagado  un  precio,  que  se  dió  un  rescate  por 
ti,  que  se  te  ha  mercado  una  medicina,  unos  emplastos  con 
que  has  sanado  de  todos  tus  pecados,  que  ya  Dios  no  te 
castigará  por  ellos,  comulgado  has  espiritualmente.  Cuando 

285  tu  ánima  viviere  en  fe,  en  confianza  de  que  eres  hijo  de 
Dios  y  uno  de  los  que  han  de  ir  al  cielo,  comulgado  has  es- 
piritualmente. Cuando  sintieres  una  seguridad  de  concien- 
cia y  de  ella  sacares  este  provecho,  que  Dios  te  ha  perdo- 
nado y  que  eres  uno  de  los  que  se  han  de  salvar,  estonces 

290   comido  has. 


256   Cf.  Gal.  2>  20. 


270    Ier.  31,  33  ;  Hebr.  10,  16. 


748 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Cuando  comulgas,  un  pan  comes,  que  no  solamente  res- 
taura y  acrecienta  la  vida,  no  solamente  es  vida  de  quien 
tiene  vida,  pero  da  vida  a  quien  no  la  tiene.  Este  sí  es 
manjar,  que  no  esotros  que  no  dan  vida,  antes,  si  coméis 

296  mucho  de  ellos,  la  quitan.  Cristo  lo  dice:  Este  es  pan  que 
descendió  del  cielo,  y  el  que  lo  comiere  no  morirá;  y  otra 
vez:  Ansí  como  Moisén  puso  la  serpiente  encima  del  palo 
en  el  desierto,  ansí  conviene  también  que  el  hijo  de  la  Vir~ 
gen  sea  puesto  en  una  cruz,  para  que  todo  aquel  que  lo 

300  mirare  no  se  pierda,  sino  tenga  vida  eterna.  Para  esto  vine 
al  mundo,  para  dar  mda  al  mundo,  dice  en  otra  parte  Je- 
sucristo. Si  estás  muerto,  vete  a  Cristo,  que  El  es  manjar 
que  te  resucitará  y  dará  vida.  Sírvete  de  tu  fe  en  esto,  que 
Jesucristo  sólo  es  tu  arrimo,  tu  esfuerzo,  tu  remedio,  tu 

305  vida,  tu  confianza,  quien  te  rige,  te  gobierna,  te  da  ser  y 
te  sustenta.  Echate  a  sus  pies;  dile:  "Señor  mío,  ¡cuántos 
milagros  heciste  en  este  mundo,  cuántos  muertos  resucitas- 
te, cuántos  cojos  sanastes,  a  cuántos  ciegos  diste  lumbre,  a 
cuántos  sordos  diste  oídos!,  ves  aquí  un  muerto,  que  no 

310  tiene  más  de  la  lengua  de  vivo;  aplica  en  mí  lo  que  pa- 
deciste; ayuda  a  mi  flaqueza;  alumbra  mis  ojos;  haz  que 
oigan  mis  oídos  tus  palabras  de  vida;  despierta  mi  ánima  de 
tan  profundo  sueño;  haz  con  mi  corazón  que  oiga  tus  pa- 
labras; da  gusto  a  mi  paladar  de  tu  dulzura,  y  haz  que 

315  pierda  el  sabor  que  toma  de  los  pecados".  Si  cobras  esfuer- 
zo, si  tienes  esperanza  y  le  llamas  con  amor,  remediarte  ha 
y  ayudarte  ha.  Si  esto  haces,  no  morirás;  antes,  si  estás 
muerto,  El  te  resucitará  porque  es  manjar  que  da  vida. 
Iustitia  autem  Dei  per  fidem  Iesu  Christi  in  omnes  et  su- 

320  per  omnes,  qui  credunt  in  eum:  non  enim  est  distinctio 
iudaei  et  graeci:  omnes  enim  peccaverunt,  et  [egent]  gloria 
Dei,  iustificati  gratis  per  gratiam  ipsius,  dice  el  Apóstol  a 
los  Romanos.  Por  amor  a  Jesucristo,  por  la  fe  y  confianza 
que  en  El  tienen,  sale  uno  de  grandes  maldades  de  pecados. 

325  j\jo  hay  pecado,  por  grave  que  sea,  que  por  Jesucristo  no 
te  sea  perdonado  de  balde,  sin  costarte  a  ti  nada. 

Por  eso,  si  estás  malo,  anda  a  Cristo,  y  sábete  'llorar, 
que  no  es  mucho  que,  si  tienes  mal,  que  te  quejes  y  gimas 
y  digas  el  mal  que  tienes,  para  que  seas  sano;  porque,  si 

330  tuvieses  una  espina  metida  por  alguna  parte  del  cuerpo, 
que  te  diese  mucha  pena,  si  no  dijeses  por  dónde  estaba, 
¿cómo  habías  de  ser  remediado,  cómo  te  la  habían  de  sa- 
car? Anda,  pues,  a  Cristo;  cuéntale  tu  mal,  descúbrele  tus 
llagas,  llora  allí  delante  de  El,  pídele  remedio,  porque,  si 

335  con  fe  y  confianza  le  importunares,  verdaderamente  sana- 


296   lo.  6,  50. 
300   Cf.  lo.  3,  14. 


301    Cf.  lo.  10,  10. 
323    Cf.  Rom.  3,  22-24. 


49.    EN  LÁ  EWFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


740 


rás  y  te  sacará  de  todos  tus  pecados,  aunque  estés  allá 
dentro  del  profundo  del  mar  y  en  el  vientre  de  la  ballena. 
¡Oh,  bendito  sea  tal  manjar,  que  resucita  y  da  la  vida  a 
los  muertos!  Concluyamos:  ¿Qué  es  comulgar  espiritual- 
340  mente?  — 'Esperar  y  creer  que  por  Jesucristo  habéis  de  ser 
remediados,  justificados,  salvos,  y  que  vuestros  pecados 
han  de  ser  perdonados,  y  no  os  ha  de  castigar  Dios  por 
ellos. 

Haced  esto  en    — Padre,  si  todo  nuestro  bien  está  en  te- 
345    memoria  mía     ner  esta  ?e  y  confianza  que  decís  en  Je- 
sucristo, en  esperar  por  El  todo  el  bien 
que  esperamos,  ¿para  [qué]  quiso  quedarse  acá  con  nos- 
otros y  que  comulgásemos  sacramentalmente?  ¿No  bas- 
tara tener  esta  fe  y  confianza  en  El?  ¿No  bastara  estar  muy 
350  arrimados  a  El  y  pensar  que  todo  nuestro  bien  nos  ha  de 
venir  de  El?  — El  lo  dijo,  cuando  hubo  comulgado  el  Jue- 
ves Santo  en  la  noche:  Hoc  facite  in  meam  commemoratio- 
nem.  Haced  otro  tanto  como  yo  agora  he  hecho,  para  acor' 
daros  de  mí.  Señor,  sois  celoso,  que  queréis  que  no  os  ol- 
355   videmos,  sino  que  mostremos  el  amor  que  os  tenemos  en 
acordarnos  de  vos.  Y  San  Pablo  dice:  "Acordaos  de  El,  no 
olvidéis  lo  que  por  vosotros  pasó.  Acordaos  de  la  pasión  de 
Jesucristo". 

—Señor,  ¿para  qué  se  ha  de  acordar  el  condenado  a 

360  muerte  del  juez,  el  ladrón  del  justiciero?  Yo  soy  malo,  y 
un  infernal,  que  merezco  arder  en  el  infierno.  ¿Cómo  que- 
réis, Señor,  que  me  acuerde  de  vos,  que  sois  el  juez  que 
me  habéis  de  absolver  o  condenar?  — -No  quiere  Dios  esa 
manera  de  acordarte  de  El  cuando  comulgas.  No  quiso  El 

365  decir  que  te  acordases  de  esas  cosas.  Memoria  Iosiae  in 
compositione  odoris  facta  opus  pigmentarii.  Quasi  mel  in- 
dulcabitur  eius  memoria  in  omni  ore.  La  memoria  de  Josías 
así  es  como  una  poma  de  olores  de  mano  del  almizclero,  y 
ansí  como  miel  será  dulce  en  toda  boca.  Y  si  tan  dulce  es 

370  la  memoria  de  Josías,  ¿qué  será  la  de  Jesucristo,  que  es 
la  misma  miel  y  dulzura,  que  es  la  misma  suavidad  de  bue- 
nos olores?  No  te  manda  Jesucristo  que  te  acuerdes  de  cómo 
es  riguroso  ni  de  su  justicia,  ni  de  cómo  tiene  infierno,  sino 
que  es  blando,  amoroso,  y  que  tiene  muchos  regalos  para 

375  ti.  Vido  El  los  contrarios  que  en  e*ita  vida  tenías,  tantos 
demonios,  la  carne  con  tantos  y  tan  blandos  deleites,  el 
mundo  con  sus  locas  y  vanas  promesas,  tantas  adversida- 
des como  aquí  suceden  en  este  destierro,  y  que  para  vencer 
y  resistir  tú  todo  esto  habías  menester  acordaros  de  El. 


336   Cf.  Ion.  2,  1  ss. 

354    Le.  22,  19;  1  Cor.  ii,  24. 


35S  Cf.  1  Cor.  11,  26. 
369   Cf.  Eccli.  49,  1-2. 


750 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


3&0  Pues  por  eso  dijo:  Acordaos  de  mí,  y  estaréis  esforzados 
y  consolados;  ninguna  cosa,  por  recia,  por  adversa  que  os 
suceda  en  esta  vida,  os  dará  pena;  ni  la  carne,  ni  el  mundo, 
ni  el  diablo  podrá  con  vosotros  para  venceros. 

¿Y  quién  no  se  esforzará,  quién  no  cobrará  ánimos? 

885  ¿Quién  no  estará  alegre  y  contento  acordándose  de  Jesu- 
cristo? Quare  tristis  est  anima  mea  et  quare  conturbas  me? 
¿Por  qué  estás  triste,  ánima  mía;  por  qué  me  turbas  y 
afliges  con  tantos  desconsuelos?  ¿Qué  has?  ¿Qué  desma- 
yos son  estos  que  tienes?  Propterea  memor  ero  tui  de  térra 

390  Iordanis,  et  Hermoniim  a  monte  módico.  ¿Qué  remedio  para 
alegrar  la  tristeza  de  tu  ánima,  para  esforzar  tus  desma- 
yos? Por  eso  yo  me  acordaré  de  tfit  de  la  tierra  de  Jordán 
y  desde  el  monte  pequeñito  de  Hermán,  dice  el  profeta  Da- 
vid: Cuando  me  sintiere  desconsolado,  yo  me  acordaré  de 

395  ti,  Señor,  primero  desde  el  río  Jordán,  que  quiere  decir: 
yo  me  acordaré  de  ti,  que  fuiste  bautizado  en  el  río  Jor- 
dán para  dar  fuerza  a  mi  bautismo,  mediante  el  cual  fui 
reengendrado  en  el  Espíritu  Santo  y  admitido  a  la  compañía 
de  la  Iglesia  santa,  católica,  y  tenido  por  hijo  tuyo.  Y  acor- 

400  darme  he  también  del  monte  chiquito  de  Hermón;  acordar- 
me [he]  del  monte  Calvario;  acordarme  he  de  tu  pasión  en 
mis  trabajos,  en  mis  necesidades,  en  mis  tribulaciones,  en 
mis  tristezas.  Acordarme  he  de  las  tuyas,  y  serán  remedio 
para  mi  ánima.  Acordarme  he  cómo  en  virtud  de  tu  pasión 

405  son  dadas  fuerzas  a  mi  libre  albedrío,  porque  de  mí  solo 
no  puedo  nada;  solamente  puedo  hacer  mal  de  mi  cosecha; 
bien  ninguno  no,  si  no  es  ayudado  de  los  merecimientos  de 
lo  que  por  mí  padeciste,  por  lo[s]  cuales  se  me  da  la  gra- 
cia, mediante  la  cual  puedo  todas  las  cosas  en  ti. 

410  Cuando  estás  atribulado,  cuando  estás  afligido,  cuando 
triste  y  angustiado,  piensa  en  la  pasión  de  Jesucristo.  ¿Date 
pena  la  pobreza?  Míralo  desnudo  en  la  cruz.  ¿Aflígete  la 
carne  con  sus  delicados  regalos?  Míralo  en  la  columna  que 
parecía  que  estaba  desollado  de  los  azotes.  ¿Duélete  perdo- 
415  nar  a  quien  te  ha  injuriado?  Míralo... 


50.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


751 


50   Sacramento  de  amor  que  enciende  nuestro  amor 
En  la  Infraoctava  del  Corpus 

(fEM.  1596,  I,  pp.  161-187.) 

Qui  manducat  meam  carnem,  ct  bibit  mcum  san- 
guinem,  in  me  manet,  et  ego  in  eo.  El  que  come 
mi  carne  v  bebe  mi  sangre,  está  en  mí  y  yo  en  él 
(lo.  6,  [57]). 

5  Sepan  todos  que  Aunque  todas  las  perfecciones  de  la  di- 
Dios  es  amor  vma  Esencia,  que  son  infinitas  en  va- 
lor, sean  una  misma  cosa  que  se  llama 
Deidad,  mas  en  lo  que  toca  al  uso  de  ellas,  de  algunas  usa 
más  que  de  otras;  y  si  se  pudiesen  apartar  en  sí  mismas, 

!0  serían  más  perfectas  unas  que  otras  a  la  manifestación  de 
las  criaturas.  La  misericordia  de  Dios  con  que  hace  [bie- 
nes] y  libra  de  males  a  sus  criaturas,  si  apartarse  pudiese 
de  las  otras  perfecciones,  más  excelente  sería  que  ellas, 
porque  es  redundancia  de  lo  mucho  que  El  tiene.  San  Juan, 

!5  tan  sabio  de  los  divinos  secretos,  dijo  que  Dios  es  amor; 
no  porque  también  no  sea  sabiduría,  y  omnipotencia,  y  otras 
innumerables  perfecciones;  mas  no  hallándose  en  la  Escri- 
tura que  tan  claramente  se  diga  Dios  sabiduría,  o  poderío, 
o  cosas  semejantes,  se  halla  escrito  que  Dios  es  amor:  y 

20  entendamos  cuánto  Dios  se  precia  de  aqueste  nombre,  y 
que  quien  quisiere  agradarle  tenga  su  amor,  y  quien  mucho 
le  agradare  tenga  más  amor.  Fuego  de  amor  infinito  es  El, 
y  cuanto  uno  más  se  llegare  a  El,  más  encendido  estará  y 
más  semejable  en  el  amor;  lo  cual  declara  el  Señor  dicién- 

25  donos:  Amad  a  vuestros  enemigos,  haced  bien  a  los  que  os 
aborrecieren,  y  rogad  por  los  que  os  persiguen  y  acusan, 
para  que  seáis  hijos  de  vuestro  Padre  que  está  en  los  cielos. 

No  os  engañe  nadie;  ninguno  tiene  más  santidad  de 
cuanto  es  junto  con  el  Santo  de  los  santos,  que  es  Dios;  y 

30  ninguno  se  junta  con  El  sino  por  el  amor,  y  quien  más  ama, 
más  junto  está.  Y  ésta  es  la  piedra  con  que  este  soberano 
Artífice  toca  los  corazones  de  los  hombres,  y  es  la  señal  con 
que  El,  como  el  águila,  examina  a  sus  verdaderos  hijos, 
recibiendo  por  suyos  a  los  [que] ,  confortados  los  ojos  de  su 

35  ánima  con  los  resplandecientes  y  encendidos  rayos  que  de 
Dios  a  ellos  descienden,  imitaren  según  su  manera  al  de- 
chado de  amor  infinito,  que  es  Dios,  no  espantándose  ni 
teniendo  por  imposible  su  mandamiento,  en  que  manda  ame- 
mos a  Dios,  pues  El  primero  nos  amó.  Mi  mandamiento  es 

40  éste:  que  os  améis  unos  a  otros,  así  como  yo  os  amé.  De 


15    1  lo.  4,  9.  39   Deuit.  6,  5  ;  Mt.  22,  37  ;  1  lo.  4,  10. 

27   Mt.  5,  44.  40   lo.  15,  12. 


752 


SERMONES-  CICLO  TEMPORAL 


donde  parece  que,  pues  Jesucristo  nuestro  Señor  es  más 
cercano,  en  cuanto  hombre,  a  la  Divinidad,  fuego  infinito 
de  amor,  y  tiene  alteza  sobre  todos  los  hombres  y  sobre  to- 
dos los  ángeles,  ha  de  ser  mayor  que  todos  ellos  en  el  amor, 

45  pues  lo  es  en  la  santidad  y  en  la  cercanía  con  Dios.  Y  así 
como  a  uno  que  mucho  sabe  le  llaman  Sabiduría,  así  a  El  le 
llaman  Amor,  sólo  porque,  según  Dios,  le  tiene  mayor  que 
se  puede  pensar. 

Sepan  todos  que  nuestro  Dios  es  amor  y  que  sus  deseos 

50  son  amar  y  ser  amado,  sin  buscar  propio  interés.  Y  porque 
los  que  'le  amaren  y  El  amare  es  razón  que  sean  buenos 
— porque  Dios  aborrece  al  malo  y  a  la  maldad  y  es  enemi- 
go capital  de  los  malos — ,  y  ninguno  habría  bueno  si  El  no 
lo  hiciese,  ordenó — con  el  gran  deseo  de  tener  amigos — •:  de 

55  hacer  buenos,  aunque  muy  a  su  costa  y  con  mucho  traba- 
jo, y  perdiendo  sobre  ello  la  vida.  Atended,  hombres,  qué 
gana  tiene  de  amigos  el  que  murió,  ¡y  tal  muerte!,  por 
hacer  de  enemigos  amigos  y  tener  a  quien  amar  y  le  ama- 
sen: Ninguno  tiene  mayor  amor,  dijo  El,  que  poner  su 

60  ánima — que  quiere  decir  su  vida — -por  los  amigos;  porque, 
aunque  murió  por  los  enemigos,  fué  a  fin  de  cobrar  amigos. 

Y  de  esta  obra  tan  admirable  y  tan  costosa,  con  cuyo 
precio  quiso  comprar  amados  cuando  no  los  tenía,  se  verá 
claro  qué  trato  les  hace  cuando  los  tiene  y  cuánto  se  huel- 

65   ga  de  los  tener. 

"El  amor — dice  San  Dionisio — tiene  dos  virtudes:  una 
que  hace  salir  al  que  ama  de  sí  y  ponerlo  en  el  amado,  y, 
otra  que  es  unir  consigo  al  que  ama".  Salió  Dios  de  sí 
cuando  encarnó,  cuando  lloró,  cuando  murió,  no  porque 

70  dejase  la  divinidad  que  tenía,  mas  porque  tomó  la  natura- 
leza humana  que  no  tenía  y  porque  tomó  flaquezas  y  muerte, 
que  eran  m/uy  ajenas  de  El  y  muy  conformes  a  aquellos  a 
quien  amaba.  Y  ansí  como  allí  salió  de  sí  el  que  es  vida, 
para  morir,  así  en  este  divino  Sacramento,  el  que  es  vida 

75  y  resurrección  junta  consigo  por  manera  inefable  a  nosotros 
mortales  y  miserables.  Amorosísimo  trato  de  enemigos  es 
morir  por  ellos  en  cruz;  y  también  lo  es,  hechos  amigos, 
juntarlos  [consigo]  en  este  divino  Sacramento  por  manera 
tan  inefable  y  tan  llena  de  admiración,  que  todo  lo  criado 
80  en  los  cielos  y  tierra  no  la  pueden  comprender. 

¡Oh  si  Dios  tanta  merced  nos  hiciese  que  nos  metiese, 
como  a  la  esposa,  en  la  bodega  del  vino,  que  es  el  corazón 
de  Jesucristo  nuestro  Señor,  como  dice  David  que  entró 

47  Amor]  no  add. 

52   Cf.  Sap.  14,  9. 
60   lo.  15,  13. 

68  PsetjdohDionisio  Areopagita,  De  div.  nom.,  A.  4,  14  :  MG 
3,  711  s.  82    Cant.  2,  4. 


.SO.    i:N  I  V  INFRAOCTAVj  DEL  CORPÜS 


753 


en  los  poderíos  del  Señor  y  se  acordó  de  su  sola  justicia! 

•5  Tengo  por  cierto  que  del  olor  y  sabor  de  amor  tan  pode- 
rosos seríamos  hechos  embriagados  y  olvidados  de  todas 
las  cosas,  y,  con  admiración  que  nos  sacase  de  nos,  excla- 
maríamos con  altísimo  efecto:  Señor,  ¡quién  hay  semejable 
a  ti!  Entonces  sabríamos  sentir  la  grandeza  de  este  mis- 

O  terio,  y  nos  tendríamos  por  muy  dichosos  en  tener  con 
nosotros  tal  prenda  de  amor,  y  nos  aparejaríamos  con 
gran  cuidado  para  lo  recebir.  Y  después  de  haber  hecho  todo 
esto,  entenderíamos  que  el  amor  de  Cristo,  según  dice  San 
Pablo,  sobrepuja  a  todo  conocimiento.  Así  este  beneficio  de 

•5  dársenos  Dios  para  que  lo  recibamos,  es  mayor  que  se  puede 
entender  y  más  digno  de  reverencia  y  agradecimiento  que 
los  hombres  lo  pueden  dar,  y  que  la  pureza,  aun  de  los 
ángeles,  no  es  del  todo  digna  para  lo  recibir. 

Amor  que  no  puede    Bondad  y  benignidad,  dice  San  Pa- 

50   pasar  día  sin  ver  a    blo»  que  son  dones  del  Espíritu 
la  esposa  Santo;  y  unos  tienen  lo  primero, 

que  es  una  liberalidad  y  prontitud 
para  hacer  bien  a  otros;  mas  este  Señor  que  aquí  entre 
nosotros  tenemos,  como  es  rico  en  amor,  eslo  también  en 

36  benignidad,  y  trata  a  su  esposa  en  este  Sacramento  según 
las  leyes  que  al  buen  desposado  le  pone  San  Pablo,  dicien- 
do que  los  maridos  no  sean  amargos,  quiere  decir,  desabri- 
dos con  sus  mujeres  Y  el  Eclesiástico  dice:  No  quieras  ser 
como  león,  que  trastorna  y  maltrata  los  de  su  casa.  ¡Qué 

10  lejos,  Señor,  estás  tú  de  aquesto!  ¡Y  con  cuánta  razón 
deben  tomar  ejemplo  de  ti  los  casados  y  no  casados,  para 
ser  prontos  a  hacer  bien  a  todos  con  amor  entrañable! 

¡Con  cuánta  razón  dijo  David  hablando  de  este  divino 
Sacramento:  Apacentaste,  Señor,  en  tu  dulcedumbre  al  po- 

15  bre!  Dice  que  le  apacentó  Dios,  y  no  dice  con  qué,  sino 
dice  que  es  cosa  dulce.  Gustarse  puede,  comprenderse  no. 
¿Quién  hablará,  soberano  Señor,  la  grandeza,  la  dulcedum- 
bre que  aquí  nos  enseñas?  Que  si  una  sola  vez  esta  mara- 
villa hicieras,  como  el  jueves  de  la  Cena  lo  hiciste,  y  nunca 

20  más  lo  hicieras,  tuviéramos  hasta  el  fin  del  mundo  que  ha- 
blar tan  gran  maravilla,  tan  grande  bondad  como  es  con- 
sagrarte tú  a  ti  mismo  y  aun  darte  en  manjar  a  tus  ami- 
gos y  aun  a  tus  enemigos;  ¡y  la  paga  que  te  dió  por  tal 
beneficio  fué  salir  de  allí  y  entregarte  a  la  muerte!  Acor- 

125  dáramonos  de  esto  con  devoción;  celebráramoste  fiesta  de 
ello,  enterneciéranse  nuestros  corazones  con  tal  memoria, 


84  Cf.  Ps.  70,  16. 

89  Ps.  34,  10. 

«  Phil.  4,  7. 

99  Cf.  Gal.  5,  22. 


107    Cf.  Col.  3,  19. 
109   Cf.  Eccli.  4,  35. 
115   Cf.  Ps.  67,  11. 


754  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


como  lo  hacemos  de  los  beneficios  de  tu  encarnación,  vida 
y  pasión,  de  todos  los  demás.  Y  por  enseñar  tú  el  inven- 
cible amor  tuyo  y  la  mucha  dulcedumbre  de  tu  corazón  para 

130  con  nosotros,  no  te  contentaste  con  igualar  este  misterio 
con  los  otros,  ejercitándolo  una  vez  no  más,  y  que  hiciése- 
mos memoria  de  él ;  mas  quisiste  que,  como  una  vez  te  con- 
sagraste, tengamos  poder  los  sacerdotes  de  te  consagrar 
tan  verdaderamente  como  tú  lo  hiciste;  y  no  a  uno,  o  cinco, 

135  o  diez,  mas,  para  mayor  manifestación  de  tu  deseo  con  que 
deseas  comunicar  tu  poder,  a  innumerable  número  de  sacer- 
dotes. 

Y  si  cada  uno,  Señor,  te  consagrara  una  vez  en  toda 
su  vida,  fuera  grande  merced  y  grande  milagro;  y  si  die- 

140  ras  licencia  que  una  vez  no  más  en  la  vida  pudieran  co- 
mulgar tus  cristianos,  tamlbién  lo  fuera.  Mas  ¡oh  fuente 
de  dulcísimo  amor!,  que  te  consagran  innumerables  sacer- 
dotes y  te  reciben  innumerables  pueblos,  y  tan  a  la  con- 
tinua, que  según  por  lo  que  del  mundo  está  descubierto,  y 

145  especialmente  en  nuestros  tiempos,  podemos  conjeturar  que, 
de  veinticuatro  horas  que  tiene  el  día  y  la  noche,  muy  pocas 
quedan  en  que  no  vengas  del  cielo  a  ser  consagrado  en  este 
altar,  y  en  las  ovejas,  que  juntamente  tienes  en  muchas  par- 
tes y  tantas  veces,  que  parece  que  todo  te  empleas  en  andar, 

150  camino  del  cielo  a  la  tierra.  Mas  no  vienes  tú,  Señor,  des- 
cendiendo de  allá  acá  por  medio,  sino  que  desde  do  te  estás 
sentado  a  la  diestra  de  Dios  Padre  y  sin  te  mudar  de  allí, 
en  diciéndose  las  palabras  de  la  consagración,  quedándote 
allá,  estás  acá,  trescientos  mil  cuentos  de  leguas  lejos  del 

135  cielo  donde  tú  estás.  ¿  Quién  te  ha  hecho,  Señor,  tan  ligero, 
que  creo  muy  más  ligero  que  el  sol  y  que  el  primer  cielo, 
cuya  velocidad  es  mayor  que  la  de  una  saeta  y  que  de  todas 
las  otras  cosas,  y  parece  incomprensible  al  humano  enten- 
dimiento? 

aso  Cierto,  si  a  un  criado  tuyo  o  a  muchos  mandaras  que 
anduvieran  estos  caminos,  y  tantas  veces,  por  amor  de  los 
hombres,  fuera  tu  amor  admirable,  y  nuestro  agradecimien- 
to y  servicio  muy  justo.  Mas  así  como  tú  eres  el  que  nos 
criaste  y  el  que  nos  redimiste  en  la  cruz,  sin  enviar  criado 

165  a  que  esto  hiciese,  así  en  lo  que  toca  a  nuestro  manteni- 
miento y  trato  de  nuestro  amor  no  te  quisiste  fiar  de  terce- 
ro; mas  tú  mismo  en  tu  propia  persona  nos  vienes  a  ayudar 
cada  día,  y  te  encierras  por  admirable  modo  debajo  de  los 
accidentes  de  la  criatura,  dándotenos  por  manjar  cada  día, 

170  para  que  vivamos  en  vida  de  gracia,  como  por  ti  vivimos 
en  vida  de  naturaleza.  ¿Qué  sed  es  aquesta,  Señor,  que 
tienes  de  presencialmente  visitar  al  hombre  y  meterte  en 
sus  entrañas?  ¿Qué  buscas?  ¿Qué  quieres  con  tan  conti- 
nua e  importuna  recuesta?  Dínoslo  por  tu  misericordia, 


5Q.     EX  LA  INFKAOCTAVA  DEL  CORPUS 


755 


1  ¿por  qué  lo  haces?  Y  enséñanos  ese  horno  de  tu  corazón 
de  ardentísimo  amor,  que  te  cu[m]ple  hacer  tales  obras. 

No  se  puede  responder  a  esta  maravilla  tan  grande  sino 
por  vía  de  admiración.  San  Basilio  responde  diciendo:  "¡Oh 
milagro!  ¡Oh  bienquerencia  de  Dios,  que  el  mismo  que  está 

0  a  la  diestra  del  Padre  sea  tratado  en  las  manos  de  los  hom- 
bres!" Esta  es  la  respuesta,  cristiano,  de  lo  que  deseas 
saber,  que  la  causa  de  tan  admirables  frutos,  la  raíz  del 
amor  es  y  bienquerencia  de  Dios;  que  no  bastara  la  bien- 
querencia de  otro.  Como  la  justicia  de  Dios  se  llama  ser 

5  alta,  como  montes  de  Dios  (y  manera  es  de  hablar  hebrea, 
que,  queriendo  encarecer  una  cosa,  dicen  es  "como  cosa  de 
Dios");  bienquerencia  de  Dios  es  aquésta,  y  por  eso  gran- 
dísima y  admirable  es,  y  que  excede  a  todo  humano  enten- 
dimiento. Amor  le  trujo  al  mundo;  y  después  de  venido,  le 

0  hizo  trabajar  el  amor  de  mejor  gana  y  con  mayor  cuidado 
que  trabajó  Jacob  por  Raquel ;  y  al  fin  de  la  vida  embriagóse 
tanto  con  el  amor  de  las  criaturas  que  él  mismo  crió,  como 
Noé  con  el  vino  de  la  viña  que  plantó,  que  se  desnudó 
como  él  de  todas  sus  ropas,  como  quien  no  puede  sufrir  tal 

6  calor;  y  así  desnudo  fué  puesto  en  la  cruz,  donde  su  mal 
hijo,  el  pueblo  de  Israel,  lo  menospreció  y  crucificó;  y  aquel 
mismo  amor  que  allí  le  hizo  desnudar  de  sus  ropas,  en  el 
Sacramento  le  hace  vestirse  de  las  ajenas,  para  que  sea 
comida  de  vida  a  las  ánimas,  la  cual  las  ganó  con  su  muer- 

0  te.  ¡Oh  admirable  negocio,  digno  de  que  siempre  estemos 
en  perpetua  admiración!  Allí  se  quita  la  ropa,  quiere  decir, 
disimula  su  fortaleza,  no  usando  de  ella  para  poder  pade- 
cer. Aquí  el  amor  le  hace  cobijar  su  gloria  y  esconder  su 
resplandor  debajo  de  accidentes  de  pan,  para  que  le  po- 

6  damos  comer.  Porque  si  El  no  inventara  estas  nuevas  in- 
venciones, ¿cómo  pudiera  padecer  en  la  cruz  ni  comerlo 
nosotros  en  este  Sacramento? 

Admirables  son,  por  cierto,  a  toda  sabiduría  humana 
y  angélica;  mas  lo  que  te  mueve,  Señor,  a  hacer  obras  tan 

■0  admirables,  el  amor  que  nos  tienes  es.  Este  te  tiene  en 
estas  prisiones  de  accidentes  de  pan  y  de  vino,  para  que 
hartemos  nuestra  hambre  de  ti,  como  te  tuvo  preso  de  pri- 
siones corporales  en  el  tiempo  de  tu  pasión,  para  hartar 
la  rabia  de  los  que  mal  te  querían.  ¿Quién  podrá  contar  la 

15  grandeza  de  este  amor  con  que  vienes  tan  impaciente  de 
sufrir  dilación  y  ausencia,  pues  que  no  puedes  pasar  un 
día  sin  dejar  de  ver  a  tu  esposa,  que  es  el  ánima  cristiana; 
y  no  sólo  sin  verla,  mas  aun  estar  muy  cerca  y  abrazarla 
y  juntarla  contigo? 


iSi  Cf.  San  Basilio,  Ep.  8,  4-5  :  MG  32,  254  s.  ;  De  Spiritu 
Sancto,  c.  S,  18  :  MG  32,  98  s. 

185    Ps.  35,  7.  191    Cf.  Geu.  29. 


756 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


220    ¿No  excede  este  amor    Señales  de  amor  son  aquestas  qufc 
al  que  nos  mostró  en    el  Señor  en  aqueste  Sacramento 
su  vida?  nos  muestra»  <lue»  si  °ien  se  mi1"3» 

parece  que  exceden  a  todas  las 
demás  que  nos  ha  mostrado. 

225  Enseñónos  amor  en  aquel  día  que,  siendo  Dios,  se  hizo 
hombre,  y  como  canta  la  Iglesia:  No  aborreció  de  entrar 
en  el  vientre  de  una  doncella;  mas  si  cotejamos  la  pureza 
de  aquella  doncella  y  la  impuridad  de  nosotros,  espantarnos 
hemos  más  de  cómo  no  aborrece  de  entrar  en  el  pecho  del 

230   pecador  que  en  el  vientre  de  la  santísima  Madre. 

Y  si  consideramos  su  santo  nacimiento,  portal,  pesebre, 
pobres  pañales  y  su  santa  y  dulce  niñez,  que  toda  ella  con- 
vida a  que  lleguen  los  hombres  a  El,  veremos  que  así  como 
el  Niño  bendito  recibe  dulce  leche  de  los  pechos  de  su  sa- 

235  cratísima  Madre,  así  El  todo  de  dentro  y  de  fuera  es  ter- 
nura de  leche  y  miel  para  nosotros.  Y  aunque  esto  sea 
gran  consolación,  como  lo  es,  mas  cuando  un  hombre  mira 
con  ojos  cristianos  a  un  sacerdote  vuelto  a  la  gente  que 
ha  de  comulgar,  y  ve  al  Señor  puesto  en  sus  manos  encima 

240  de  una  patena,  hecho  manjar  con  que  vivan  los  que  son 
sus  criados,  y  no  vestido  de  la  ropa  de  su  majestad,  mas 
de  unos  accidentes  de  pan,  que  por  ser  accidentes  son  más 
pobres  y  bajos  que  los  pañales  y  faja  con  que  le  envolvió 
su  sacratísima  Madre  en  Belén ;  y  [que]  estaba  allí  el  Niño 

2*5  COn  la  cantidad  de  una  tercia,  o  más,  que  los  niños  recién 
nacidos  suelen  tener,  y  la  que  aquí  lo  mide,  a  duras  penas 
tiene  dos  dedos;  y  que  allí  estaba  en  un  pesebre  cercado 
por  abajo  y  abierto  hacia  arriba,  cual  El  lo  crió  para  que 
recibiese  a  su  Criador;  y  mi  corazón,  que  recibe  a  este 

260  Señor,  está  muy  al  contrario,  pues  está  abierto  para  re- 
cibir las  cosas  viles  y  bajas,  y  cerrado  o  que  muy  tarde 
abre  a  su  Criador. 

Allí,  cuando  vinieron  'los  tres  Reyes,  estaba  el  Niño  en 
los  brazos  sagrados  de  la  purísima  Virgen,  cuya  santidad 

255  es  tanta,  que  aunque  la  niñez  del  Niño  bendito  convide  con 
su  dulcedumbre  a  llegar  a  El,  mas  la  majestad  de  la  Madre 
inefable  parece  que  hace  temblar  a  quien  allí  se  llegare; 
y  acá  ¡tiénelo  un  sacerdote  en  sus  manos,  flaco  como  nos- 
otros, pecador  como  nosotros,  y  que  no  hay  por  qué  huir 

260  de  llegar!  Y  yo  no  sé  cuál  fué  el  favor  que  fué  hecho  a  los 
pastores  para  que  llegasen  al  Niño  la  noche  de  su  nacimien- 
to, ni  los  tres  Reyes  Magos  que  le  vinieron  a  ver.  Lo  que 
la  Escritura  dice  es  que,  tendidos  en  el  suelo,  le  adoraron; 
y  cuando  mucho  favor  les  fuese  hecho,  sería  que  besasen 


227  <oNon  horruisti  Virginis  uteruni»  (Te  Deum). 
263    Mt.  2,  11. 


.SO.     EN  I.A  INFRAOCTAVA  DEI.  CORPUS 


757 


286  los  pies  del  Niño,  teniéndolo  su  Madre  en  los  brazos,  y  con 
esto  serían  los  pastores  muy  bien  pagados  del  camino  y  de 
la  prisa  con  que  vinieron  al  portal  de  Belén,  y  los  grandes 
trabajos  que  los  tres  Reyes  Magos  pasaron  en  el  largo 
camino  desde  Persia  hasta  Belén  y  de  haber  puesto  su  vida 

270  a  riesgo  de  perderla  pOr  confesar  que  había  nacido  Rey 
nuevo  en  la  ciudad  donde  Herodes  reinaba.  Mas,  ¡oh  dulcí- 
simo Señor,  cuán  más  breve  camino  andamos  nosotros  que 
Reyes  y  que  pastores!  ¡Con  cuán  menor  devoción  venimos 
aquí  y  sin  los  peligros  de  muerte  a  que  los   otros  se 

275  pusieron;  y  hallamos  al  mismo  Señor  en  las  manos  del 
sacerdote,  que  aquéllos  en  los  brazos  de  la  Virgen!  Y  dán- 
noslo  no  sólo  para  besarle  los  pies,  mas  para  recibirle  en 
nuestras  entrañas,  que  más  adentro  no  puede  entrar.  San 
Crisóstomo  dice:  Admirabilis  unió  ínter  Christum  et  acci- 

280  dentia,  per  quam  qui  videt,  tangit,  comedit  ea,  dicitur  vi- 
dere  Christum.  ¡Cuántos  hay  que  dicen  ahora:  "Deseo  ver 
la  cara  de  Cristo,  sus  vestiduras,  su  calzado,  su  figura"! 
Pues  sábete  que  en  el  Sacramento  a  El  ves,  a  El  tocas  y  a 
El  comes.  Tú  deseas  ver  sus  vestiduras,  y  El  te  concede 

285  no  solamente  verlo,  mas  comerlo,  tocarlo  y  recibirlo  den- 
tro de  ti. 

En  la  cruz,  ¿qué  otra  cosa  da  más  que  su  sangre,  y  su 
pasión  y  misericordia  para  el  hombre,  por  cuyo  consuelo 
da  voces  el  Señor,  que  fué  desamparado  y  desconsolado? 

290  'Mas  allí  está  tan  guardado  de  sus  enemigos,  que  sus  ami- 
gos, por  mucho  que  lo  deseen  y  lloren,  no  pueden  llegar 
a  El.  Y  aquí  está  tan  puesto  en  nuestras  manos  y  tan 
abierta  la  puerta,  que  El  está  rogando  consigo,  y  sólo  aquel 
que  no  quiere  no  llega.  Y  aunque  el  velle  derramar  su  san- 

296  gre  en  la  cruz  es  grande  consuelo  para  el  pecador,  mas 
como  se  derrama  por  todos,  y  es  menester  que  se  aplique 
a  cada  uno  en  particular,  por  eso  es  necesario  que  tú  le 
recibas  en  tu  pecho  con  fe  y  amor  para  que  participes  de 
tantas  riquezas  como  allí  se  dan.  Gocémonos,  pues,  de  que 

300  esté  una  medicina  hecha  con  que  pueden  sanar  todos  los 
males.  Mas  no  basta  estar  hecha,  si  no  es  recibida  aquí. 
Una  cosa  es  hacer  la  medicina,  otra  cosa  es  recibir  en  nos- 
otros la  medicina  que  allí  se  hizo.  Por  lo  cual  es  aquí  la 
consolación  más  íntima  y  particular  que  la  que  sacamos  de 

280  ca]  ac 


2S6  San  Juan  Crisóstomo,  In  Mt.,  hom.  82,  4  (MG  58.  7431  : 
iNam  si  incorporeus  esses,  nuda  tibi  illa  et  incorpórea  dona  tribuis- 
set,  sed  quia  corpori  coniuncta  est  anima,  in  sensibilibus  spiritualia 
tibi  largitur.  Quot  sunt  qui  modo  dicunt  :  Vellem  eius  formam, 
typum,  vestimentum,  calceamenta  videre.  Ecce  illum  vides,  ipsum 
tangis,  ipsum  comedis». 

289   Of.  Mt.  27,  46  ;  Me.  15,  34. 


758  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


305  allí.  Allí  muere  el  Cordero  bendito  en  precio  de  mi  reden- 
ción; aquí  se  míe  aplica  la  redención  recibiéndolo  a  El.  Fué 
[allí]  molido  y  atormentado,  y  perdió  la  vida,  para  que 
tanto  me  fuese  más  sabroso  y  provechoso,  cuanto  más  hu- 
biese padecido  por  mí;  y  aquí  se  me  da  en  manjar  dulce 

310   y  bebida  de  consuelo  el  que  por  mí  bebió  allí  hiél  y  vinagre. 
Espantado  de  esto,  exclama  San  Crisóstomo  diciendo: 
"Mira  con  qué  honra  eres  engrandecido,  etc.  Mira  de  qué 
mesa  gozas,  que  los  ángeles,  que  la  ven,  no  osan  mirarla 
libremente,  por  el  gran  resplandor  que  de  ella  procede.  Con 

315  este  Señor  somos  nosotros  apacentados;  a  éste  somos  uni- 
dos, y  somos  hechos  un  cuerpo  y  una  carne  de  Cristo. 
¿Quién  hablará  los  poderíos  del  Señor  y  quién  cantará  las 
alabanzas  de  El?  ¿Qué  pastor  hubo  que  apacentase  sus 
ovejas  con  la  propia  sangre  de  él?  ¿Y  qué  digo  pastor? 

320  Muchas  madres  hay  que,  después  de  los  dolores  del  parto, 
entregan  sus  hijos  a  otras  mujeres  que  les  den  leche  y  los 
críen.  Mas  esto  no  sólo  no  lo  cons.intió  El,  sino  que  con  su 
propia  sangre  nos  mantiene  y  nos  junta  consigo". 

¡Cosa  grande  es  aquésta,  que  sobrepuja  todo  nuestro 

325  sentido,  y  no  la  pudiéramos  entender  si  la  fe  de  la  Iglesia 
no  nos  la  afirmara  y  no  nos  la  enseñara!  Dificultosa  pre- 
gunta fué  la  de  Sansón  que  hizo  a  los  filisteos:  Del  que 
come  salió  el  manjar,  y  del  fuerte  la  dulcedumbre.  Y  si  no 
la  declarara  aquella  a  quien  él  la  descubrió,  no  supieran 

330  ellos  responder.  ¿Qué  cosa  hay  más  fuerte  que  el  león  ni 
más  dulce  que  la  miel?  ¡Oh  inefables  maravillas,  manifes- 
tadoras de  la  bondad  divinal  en  aqueste  divino  Sacramento 
que  entre  manos  tenemos!  ¿Quién  vió  matar  al  hijo  del 
rey  para  que  lo  coma  el  esclavo?  ¿Quién  da  al  hombre  para 

335  qUe  con  él  sea  mantenida  su  propia  gallina,  su  propio  gu- 
sano, su  propia  hormiga,  su  propio  perro,  que  no  sólo 
ningún  provecho  le  trae,  mas  le  ha  ofendido  y  mordido? 

El  que  come  de  todas  las  cosas,  por  razón  y  justicia, 
Cristo  es;  quiere  decir  que  no  se  ordena  El  para  fin  de 

340  ellas,  como  menor  a  mayor;  mas  todas  ellas,  como  meno- 
res, le  deben  ser  sujetas,  y  le  deben  servicio  y  amor,  y  si 
menester  fuere,  deben  perder  la  vida  para  que  El  viva  y 
para  que  su  honra  y  su  ley  esté  en  pie.  ¿Quién  tornó  estas 
cosas  tan  al  contrario,  que  Aquel  que  es  Señor  de  todos 

345  y  tiene  derecho  para  mantenerse  de  todos,  venga  a  morir 
El,  y  en  un  madero,  y  sea  hecho  manjar  de  sus  criaturas 
que  le  han  ofendido?  Según  lo  demuestra  esta  presente  fes- 


323  San  Juan  Crisóstomo,  In  Mt.,  hom.  82,  5  :  MG  58,  743-744. 

318  Cf.  Ps.  105,  2. 

328  Iud.  14,  14. 

331  Iud.  14,  18. 


50.     EN  I.A  ÍNI'RAOCTAVA  DEL  CORPUS 


759 


tividad,  lo  podrá  comer  cada  uno  que  lo  quisiere,  estando 
dispuesto  según  el  Señor  lo  tiene  dispuesto  y  su  santa  Igle- 

380   sia  romana. 

¡Oh  fuerte  León  del  tribu  de  Judá!  ¡Oh  fortísimo  dia- 
mante!, tan  fuerte,  que  ni  azotes,  ni  bofetadas,  ni  muerte, 
pudo  quebrar  el  fortísimo  amor  que  a  los  hombres  tienes; 
¡  cuán  suavemente,  de  aquella  pasión  que  tan  esforzadamente 

356  pasaste,  has  sacado  la  dulcedumbre  de  miel  que,  cuando 
nosotros  te  recibimos,  gustamos!  En  el  león  de  Sansón, 
solamente  en  la  boca  había  dulcedumbre  de  miel.  Mas  así 
como,  Señor,  siendo  León,  te  hiciste  Cordero,  así  no  sólo 
tu  boca,  mas  todo  tú  entero  eres  dulce,  suave  y  consuelo 

360  del  ánima  que  te  recibe  en  este  divino  misterio,  estando  bien 
dispuesto. 

Hartólos  Dios — dice  la  Escritura — <de  miel  que  salió  de 
la  piedra.  Todo  tú  fuiste  piedra  en  la  cruz  padeciendo;  todo 
tú  eres  miel  para  quien  te  recibe  en  el  Sacramento.  Y  si 
365   cosa  hay  (que  sí  hay)  por  la  cual  el  apóstol  San  Pablo  llama 
a  Dios:  Dios  de  toda  consolación  y  Dios  de  solaz,  es  por 
„  el  consuelo  que  da  con  dar  a  su  Hijo  en  manjar,  o  prin- 
cipalmente por  esto  le  conviene  este  nombre,  y  el  que  en 
otra  parte  dice  David:  El  Señor  es  suave  para  todos,  y  las 
370   misericordias  de  El  son  sobre  todas  sus  obras. 

Venid  a  mí  todos  los  ¡Aquí,  aquí,  hombres,  los  que  an- 
que  trabajáis  y  estáis  dáis  desconsolados,  afligidos  en 
cargados  vuestras  conciencias,  aheleados 

con  diversas  causas  de  amarguras, 

375  cuales  vosotros  sabéis:  aquí  hallaréis  miel,  azúcar  y  toda 
blandura,  que  venza  con  su  dulcedumbre  a  la  amargura  que 
traéis,  cualquiera  que  sea!  Dejad  vuestras  malas  cargas  de 
pecados,  que  os  abajan  hasta  el  infierno;  dejad  vuestros  su- 
perfluos  y  demasiados  cuidados  llenos  de  congoja,  para  que 

380  vuestra  ánima  pueda  correr  los  caminos  de  Dios.  Y  si  no 
sabéis  dónde  echar  cargas  tan  pesadas  ni  conocéis  quien  os 
tenga  tanto  amor  que  os  quiera  descargar  de  ellas,  anun- 
cióos, no  con  engaño,  sino  con  verdad,  y  verdad  de  Dios, 
que  está  allí  un  Señor  de  hombros  tan  fuertes,  que  podrá 

385  llevar  sobre  sí  el  peso  de  vuestros  pecados,  y  ya  lo  ha 
llevado;  que  es  de  tanta  sabiduría,  que  de  los  negocios  que 
vosotros  cuidáis,  y  no  acertáis,  y  que  más  os  enlazan  mien- 
tras más  pensáis  libertaros,  El  los  tomará  a  su  cargo,  los 
solicitará  y  dará  mejor  suceso  que  vosotros  podéis  pensar 

390  ni  aun  desear.  Y  sabed  que  este  Señor  tan  fuerte  en  sus 
hombros,  de  tan  sabia  cabeza,  es  tan  amoroso  y  tierno  en 


363  Cf.  Ps.  80,  17. 
366  Cf.  2  Cor.  1,  3. 
370  Ps.  144,  9. 


760 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


el  corazón,  que  iguala  la  liberalidad  con  la  riqueza  y  el 
amor  con  el  poder  y  saber  según  de  El  está  escrito:  Según 
la  grandeza  de  El,  así  es  su  misericordia. 

395  Verdadera  palabra  os  digo;  tened  fe  para  la  creer,  no 
porque  la  digo  yo,  sino  aquel  Señor  que  alli  está;  que, 
aunque  El  calla,  manda  que  yo  hable  por  El  lo  que  El  habló 
cuando  estaba  y  predicaba  en  vida  mortal.  Mas  esto  que 
yo  dijere  con  mi  lengua  de  carne,  El  lo  está  diciendo  con 

400  su  corazón,  y  con  harto  mayor  clamor,  aunque  no  se  oiga 
con  las  orejas,  que  será  el  que  yo  diere  en  las  vuestras, 
por  alto  que  hable.  Esto  dice  el  Cordero  de  Dios,  que  allí 
está  encerrado,  a  todo  el  mundo  y  a  todos  los  que  estáis 
aquí:  Venid  a  mi  todos  los  que  trabajáis  y  estáis  cargados, 

405  que  yo  os  recrearé.  Tomad  mi  yugo  sobre  vosotros,  y  apren- 
ded de  mi,  que  soy  manso  y  humilde  de  corazón,  y  halla- 
réis holganza  para  vuestras  ánimas;  porque  mi  yugo  es 
suave,  y  mi  carga,  liviana.  A  todos  convida  el  Señor,  y  el 
remedio  de  todos  los  males  ofrece,  y  de  balde  lo  ofrece, 

410  pues  es  tan  poco  lo  que  pide,  que  aun  con  esta  merced  que 
nos  hace  se  ofrece  a  tomar  todas  nuestras  cargas  sobre  sí, 
con  que  nosotros  tomemos  su  carga  y  llevemos  su  yugo. 

(Mas,  Señor  benditísimo,  y  cuán  poco  nos  engañas  en 
este  trueco,  pues  que  las  cargas  que  nosotros  te  echamos 

415  a  ti  fueron  nuestros  pecados  y  grandes  maldades  (que,  como 
dice  San  Pedro:  el  cual  llevó  nuestros  pecados  sobre  su 
cuerpo  y  sobre  el  madero,  que  es  su  cruz) ;  cargas  pesadas, 
que  te  hicieron  sudar,  y  aun  gotas  de  sangre,  y  aun  derra- 
marla toda  en  la  cruz;  y  a  trueco  de  estas  cargas  tan  pe- 

420  sadas,  quieres  tú  que  llevemos  la  tuya  suave  y  liviana,  con- 
viene a  saber,  humildad  y  mansedumbre  y  otras  virtudes, 
las  cuales  llevan  a  un  hombre  al  cielo  con  su  ligereza,  como 
el  pecado  lo  lleva  al  infierno  con  su  pesadumbre.  Tu  carga, 
Señor,  el  amor  tuyo  es,  el  cual  no  apesga  al  hombre  hacia 

425  las  cosas  de  la  tierra  ni  le  da  trabajo,  antes  hace  que  tu 
ley  le  sea  suave  y  los  trabajos  corporales  le  sean  dulces, 
pobreza,  deshonra,  pedradas  y  ser  azotado  y  muerto  por  ti. 

Las  alas  del  ave  peso  son,  mas  peso  que  lleva  a  todo  el 
cuerpo;  y  si  propiamente  las  quisiéremos  nombrar,  alivio 

430  son,  no  trabajo.  ¡Qué  cosa  más  suave  que  amar,  y  amar 
a  la  suma  Bondad  y  hermosura  infinita!  Carga  con  sólo 
nombre  de  carga,  y,  como  dice  David,  trabajo  fingido  en 
el  mandamiento.  Y  a  trueco,  Señor,  de  que  te  amen,  te 


416  lleva 


394  Ecch.  2,  23. 

408  Mt.  11,  28-30. 

417  Cf.  1  Petr.  2,  24. 

433  Cf.  Ps.  93,  20. 


.SO.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


761 


encargas  de  nuestras  cargas;  y  no  prometes  recreación  y 
435  holganza  liviana  ni  por  de  fuera,  como  el  mundo  y  la  carne 
la  ofrece;  mas  holganza  para  nuestras  ánimas,  firme,  inte- 
rior, que  llega  hasta  recrear  y  henchir  los  senos  de  nuestras 
entrañas. 

Y  esto,  Señor,  que  de  palabra  dijiste,  de  ser  tu  carga 

440  liviana,  aunque  no  ha  menester  otra  prueba  sino  decirlo  tú, 
que  eres  suma  verdad,  que  ni  puedes  engañar  a  nadie  ni 
ser  engañado,  mas  para  que  con  mayor  provecho  y  recor- 
dación se  sienta  en  nuestras  ánimas,  quisiste  confirmar  tu 
palabra,  llena  de  verdad,  con  obra  maravillosa,  que  en  este 

445    Santísimo  Sacramento  has  obrado. 

IDime,  hermano,  ¿quién  está  encerrado  debajo  de  aque- 
lla blancura?  Si  católico  quieres  ser,  tienes  de  creer  que 
está  allí  el  cuerpo  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  el  mismo 
que  está  a  la  diestra  del  Padre,  aunque  allí  manifiesto  y 

450  aquí  escondido;  porque  allí  está  dando  gloria  a  los  que  lo 
miran,  y  aquí  dando  merecimiento  de  fe  a  los  que  lo  creen. 
Pues  si  su  cuerpo,  y  todo  entero,  está  aquí,  ¿cómo  tomando 
la  hostia  en  las  manos  no  pesa  más  que  pesaba  antes  de  la 
consagración?  ¿Qué  se  hace  del  peso  del  cuerpo,  y  cuerpo 

455  tan  grande?  No  parece,  no  obra,  ni  más  ni  menos  que  si 
no  estuviese  allí.  Para  que  entiendas  que  como  allí,  tomán- 
dolo en  las  manos,  no  hace  peso,  asi  tampoco  lo  hace  tomar 
su  ley  y  su  obediencia  en  las  míanos,  que  quiere  decir  las 
obras.  Y  a  quien  le  parece  que  la  guarda  de  sus  manda- 

460  mientos  es  grande  carga,  entienda,  como  dice  San  Agustín, 
que  no  ha  recibido  de  Dios  el  don  de  su  amor,  con  que  la 
guarda  de  la  ley  se  hace  suave. 

Aprende  en  el  libro  Y  si  aquí  está  alguno  a  quien  esto 
del  S&craniento        falta,  y  desea  alcanzarlo,  y  me  pre- 

465  guntare  qué  hará  para  ello,  no  sé 

mejor  remedio  que  aparejarse  con  la  gracia  que  el  Señor 
le  diere  y  confesarse  y  llegarse  al  altar,  donde  está  el  fuego 
de  Dios  que  del  cielo  vino,  y  recibir  aquella  carne  sagrada, 
que,  por  estar  unida  con  la  divinidad,  la  llama  San  Juan 

470  Damasceno  carbón  encendido;  y  metiendo  el  fuego  en  las 
entrañas,  serán  participantes  de  su  calor  y  imitarán  al  que 
por  ellos  murió  por  amor.  Y  de  ahí  nacerá  alcanzar  las  otras 
virtudes  que  ha  menester  para  otra  vez  bien  comulgar  y 
para  vivir  como  cristiano.  Y  si  me  preguntas  cuáles  o  qué 

475  tales  son,  doite  por  libro  en  que  las  leer,  por  retablo  en 
que  las  mirar,  este  divino  Sacramento;  que  no  sólo  tiene 


462  San  Agustín,  Enarr  in  Ps.  118,  serm.  5,  3  ;  serm.  21,  8  : 
ML  37.  1512.  1516  s. 

470  San  Juan  Damasceno,  Dc  fide  orthod.,  !.  4,  c.  13  :  JVIG 
94»  "50. 


762  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


fuego  de  amor  para  encender,  mas  lumbre  para  enseñar, 
porque  en  él  sólo  está  proveída  la  Iglesia  de  uno  y  de  otro, 
como  en  'la  vieja  ley  en  el  templo  había  panes  de  la  pro- 

480   posición  para  mantener  y  lumbre  de  candelas  para  mirar. 

Considera,  cristiano,  atentamente  y  despacio  esta  obra 
de  Dios  que  aquí  está;  pídele  don  de  entendimiento  para 
en  aquello  visible  entender  lo  invisible  y  sacar  luz  de  doc- 
trina para  acertar  en  lo  que  debes  hacer,  como  también 

485  hay  allí  pan  y  esfuerzo  para  ca'minar.  Allí  le  verás  vestido, 
según  hemos  dicho,  de  vestiduras  de  poco  precio,  de  acci- 
dentes de  pan;  y  entiende  tú  que  estar  tan  pobremente  ves- 
tido es  reprenderte  a  ti  de  tus  vestiduras  preciosas,  muchas, 
curiosas  y  delicadas.  Avergüéncese  el  pecador  y  esclavo  de 

490  traer  curiosamente  vestido  un  cuerpo  corruptible,  flaco,  suje- 
to a  pecados,  cuanto  más  si  viene  a  recibir  a  este  Señor,  el 
cual  quiso,  para  nuestro  ejemplo,  estando  ya  inmortal  y 
glorioso,  vestirse  más  bajamente  que  cuando  aun  vivía  acá 
en  forma  de  siervo.  Cosa  parece  contra  razón,  pues  que  las 

495  ropas  de  fiesta  y  de  gloria  deben  ser  más  preciosas  que  las 
del  trabajo  de  entre  semana  y  del  tiempo  de  la  penitencia. 
Mas  fué  tanto  el  mal  que  Dios  nuestro  Señor  vió  que  había 
de  venir  al  pueblo  cristiano  por  los  muchos  excesos  y  vaní- 
sima vanidad  de  estos  vestidos  y  aparato  de  casas,  que  no 

500  se  contentó  con  dar  a  entender  cuánto  le  desagradan,  con 
vestirse  El  bajamente  en  el  tiempo  de  su  mortalidad,  cuando 
sudaba  y  trabajaba  haciendo  penitencia  por  nosotros;  mas 
para  cumplir  toda  justicia,  que  decía,  con  obras,  muy  más 
claro  que  si  fueran  palabras,  subido  ya  al  cielo,  reinando 

505  sobre  todos  los  ángeles,  celebrando  victoria  y  lleno  de  glo- 
ria, desciende  a  nosotros  más  pobremente  vestido  que  esta- 
ba de  antes,  añadiendo  humildad  sobre  humildad,  para  que, 
como  dijo  a  Moisés,  si  no  creyeron  por  el  milagro  de  la 
primera  señal,  crean  por  la  segunda.  Mas  quien  ni  por  la 

510  humildad  del  Señor  en  la  tierra  ni  por  la  que  nos  enseña 
siendo  ya  glorioso  y  encerrado  en  este  Sacramento,  no  en- 
tiende o  no  quiere  medirse  en  sus  vestidos  y  pompas,  dis- 
conforme está  del  Señor,  pues  viene  a  recibir  al  que  está 
vestido  de  ropa  de  tan  poco  precio,  trayendo  él  las  señales 

515   de  soberbia,  como  la  reina  Ester  llamaba  al  atavío  precioso. 
Pues  si  quieres  gozar  de  la  buena  cara  y  frutos  de  este 
Señor  que  allí  recibes,  conviene  aprender  de  El,  y  como  es- 
pejo miraros  en  El,  y  quitar  lo  contrario,  y  poneros  semeja- 
bles a  El.  Mirad  su  humildad,  su  mansedumbre  en  sufrir  a 

520  todos,  buenos  y  malos,  que  lo  reciben;  mirad  la  obediencia, 
tan  sin  resistencia  y  tan  presta,  que  tiene  al  sacerdote  que 


480  Cf.  Hebr.  g,  j. 
503   Cf.  Mt.  3)  15. 


509  Cf.  Ex.  7,  3  ss. 
515    Cf.  Esth.  14,  16. 


¡¡O.     EN  LA  IXFRAOCTAVA  PEI.  CORPUS 


76?, 


lo  consagra  y  tiene  en  sus  manos;  en  siendo  llamado  de  las 
palabras  de  la  consagración,  luego  viene;  y  si  el  sacerdote  lo 
quiere  alzar«y  tenerlo  alzado  mucho  o  poco,  El  no  se  resiste; 

525  y  si  lo  quiere  menear  de  una  parte  a  otra  despacio  o  de  prisa, 
tratándolo  con  razón  o  sin  ella;  si  lo  quiere  tener  mucho  en 
el  altar,  si  lo  quiere  tener  poco,  a  todo  obedece  como  si  fuese 
inferior,  a  todo  calla  como  si  no  supiese  hablar.  Todo  lo  su- 
fre como  un  cordero,  y  no  tiene  movimiento  propio,  sino, 

530  como  las  especies  sacramentales  son  movibles  por  la  voluntad 
del  sacerdote,  así  se  mueve  o  para  El  sin  resistencia  ninguna. 

Aprendan  de  Eü  los  hijos  que  quieren  bien  comulgar,  a 
obedecer  a  sus  padres;  las  mujeres  a  sus  maridos,  los  sub- 
ditos a  los  señores,  los  legos  a  los  sacerdotes,  para  que,  re- 

>35  cibiendo  los  obedientes  al  obediente,  reciban  corona  de  su 
mano,  como  El  la  recibió  de  su  Padre.  No  sea  nadie  porfia- 
do, no  pertinaz  ni  pesado  en  su  parecer,  no  amigo  de  su  vo- 
luntad, pues  ven  a  este  Señor  no  tener  movimiento  propio, 
sino  dejarse  llevar  sin  elegir  esto  o  aquello. 

540  Aprendan  los  grandes  a  no  extender  sus  grandezas,  ni 
piensen  que  mientras  más  libremente  hicieren  lo  que  quie- 
ren, tanto  más  grandes  son.  No  es  poder  usar  mal  del  po- 
der, mas  usar  de  él  según  razón  y  derecho;  pues  ven  este 
Señor,  grande  sobre  todos  los  grandes,  no  usar  de  su  gran- 

545  deza,  mas  renunciar  lo  que  le  era  lícito,  y  ponerse  en  aquel 
altar  el  que,  según  su  valor,  es  más  grande  que  todos  los 
ángeles,  y  según  el  cuerpo,  tiene  estatura  grande  de  hombre 
bien  proporcionado,  y  está  allí  tan  abreviado  que  no  excede 
a  dos  o  tres  dedos,  y  hecho  manjar  que  lo  pueda  comer;  como 

550  lo  canta  la  Iglesia,  el  pobre,  y  el  siervo,  y  el  bajo.  En  la  cruz 
se  extendió  todo  su  cuerpo  cuan  grande  él  era;  y  aun  los 
sayones,  con  estirar  de  sus  brazos,  le  extendieron  en  más 
cantidad  que  El  tenía;  y  Aquel  extendido  en  la  cruz  sobre 
sí,  se  abrevia  aquí  en  menor  cantidad  que  la  suya,  para  dar- 

555  nos  a  entender  que,  si  grandes  queremos  ser,  lo  seamos  en 
la  virtud,  lo  seamos  en  el  padecer  por  ella  y  por  el  bien  de 
los  prójimos;  como  dice  San  Pablo  que  fué  atribulado  sobre 
sus  fuerzas,  porque  le  dieron  más  trabajos  de  los  que  parece 
podía  llevar.  En  estas  cosas  es  bien  extenderse  y  hacer  has- 

560  ta  más  no  poder;  mas  en  el  tiempo  de  la  honra  y  en  el  uso 
de  la  prosperidad  y  del  mando  y  poder,  deben  los  hombres 
abrazarse  con  la  humildad  y  tenerla  por  inseparable  com- 
pañera de  la  alteza  y  prosperidad,  si  no  quieren  verse  derri- 
bados tan  bajos  y  con  gran  deshonra,  cuanto  primero  esta- 

•65  ban  subidos  y  lozanos  con  la  vanidad.  Miren  que  el  gran 
Dios  se  hizo  hombre  pequeño  cuando  encarnó:  mírenlo  he- 


550  «Mandueat  Doniinum  pauper  servus  et  humilis»  (Ril.  Rom., 
tít.  9,  c.  5,  hymn.  «Saeris  solemniis»). 


764 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cho  aquí  más  pequeño  delante  de  nuestros  ojos,  y  tengan 
por  abominable  atrevimiento  y  digno  de  recio  castigo  que 
se  ensalce  el  gusano,  viendo  humillado  al  Rey  deja  majestad. 

570  Vayan  a  recibir  obedientemente  los  humildes  al  manso  y 
humilde;  los  obedientes,  al  obediente;  los  amorosos,  al  amo- 
roso. La  vida  buena  que  comenzaren  no  sea  para  un  día;  per- 
severen en  ella,  acaben  lo  comenzado;  que  eso  quiere  decir 
ponerse  el  Señor  debajo  de  figura  redonda  en  aquella  hostia, 

'75  que  es  figura  perfecta,  que  ni  tiene  principio  ni  fin.  Y,  como 
dice  San  Dionisio,  "el  amor  hace  vuelta  redonda",  porque 
torna  a  Dios,  del  cual  procedió. 

Y  de  esta  manera  sentirán  la  consolación  que  se  da  en  co- 
mulgar y  cuán  de  verdad  se  llama  este  Sacramento  mesa  de 

'jSO  paz,  por  el  mucho  consuelo  que  pone  en  el  ánima;  y  de  tal 
manera,  que,  aunque  un  hombre  reciba  el  sacramento  de  la 
confesión,  le  parece  quedar  falto  y  desconsolado  no  recibien- 
do la  comunión.  Testimonio  de  esto  dio  Absalón,  que,  ha- 
biéndolo perdonado  su  padre  y  traídolo  a  la  ciudad  donde 

■r>85  estaba,  no  gozaba  de  su  consuelo;  y  quejándose  de  cómo  no 
veía  a  su  padre,  dijo  al  capitán  Joab:  Si  no  tengo  de  gozar 
de  la  presencia  \y  conversación  de  mi  padre,  ¿para  qué 
vine  acá? 

Este  es  el  trato  que  entrañablemente  consuela  al  peca- 
Ti90   dor,  verse  sentado  a  una  mesa  con  su  Señor,  como  se  suele 
hacer  entre  los  que  bien  se  quieren;  y  verse  tan  regalado, 
que  el  mismo  Señor  se  le  da  y  se  mete  en  sus  entrañas,  y  en 
testimonio  de  perdón  con  señal  de  paz,  en  prenda  de  la  gloria. 


51      En  este  fuego  de  amor  se  queman  las  pajas 
de  pecados  veniales 

(Ud.  15&6,  I,  pp.  566-606.) 

In  me  manct,  ct  cao  in  illo.  Kstá  en  mí  y  yo  en 
él  (lo.  6,  [57)). 

Vino  Cristo  a  quitar    Mucho  se  admiró  el  sacerdote  Abi- 
el  pecado  melec  de  ver  que  David,  princi- 

5  pal  persona  del  reino,  señalado  en 

armas,  y  yerno  del  rey,  y  de  toda  parte  varón  ilustre  y  dig- 
no de  honra,  venía  solo  y  sin  armas,  como  si  fuera  un  hombre 
particular  y  pobre;  y  deseando  mucho  saber  la  causa  de  tal 

576  PsiiUDo-'DioNisio  Arkopacuta,  De  div.  nomin.,  c.  4,  14  : 
«Qua  in  re  et  fine  ct  principio  se  carere  divinus  amor  excellenter 
ostendit,  tainquam  sempiternas  circulus,  propter  bonum,  ex  bono, 
in  bono,  et  ad  bonum  mdeclinabilkcr  eursum  oircudens,  in  eodem, 
et  secundnm  ídem,  et  procedáis  semper,  et  manens,  et  remeans». 

588   Cf.  2  Reg.  14,  32. 


SI.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


765 


novedad,  le  preguntó:  ¿Por  qué  vienes  solo,  y  nadie  contigo? 

10  Y  si  nosotros  tuviésemos  sentido  cristiano  para  sentir  la  ad- 
mirable obra  que  el  Verbo  de  Dios  hizo  en  tomar  nuestra 
carne  y  andar  por  este  mundo  solo  y  en  hábito  de  pobre,  sin 
armas  y  sin  otro  subsidio  temporal,  maravillarnos  híamos 
mucho  de  que  siendo  Dios,  en  cuya  comparación  todas  las 

15  cosas,  por  altas  que  sean,  se  dicen  no  ser,  y  le  deben  servicio 
y  acompañamiento;  preguntarle  híamos  y  no  sin  lágrimas: 
"Señor,  ¿por  qué  estáis  solo  en  vuestro  nacimiento,  en  vues- 
tra vida,  y  mucho  más,  puesto  en  una  cruz  y  en  un  sepul- 
cro; tanto  más  solo,  cuanto  más  acompañado  de  aquella  mu- 

20  chedumbre  de  gente,  que  no  sólo  no  os  reverenciaba,  mas 
despreciaba,  aborrecía  y  atormentaba?  ¿Por  qué,  Señor,  y 
sin  armas?" 

David  respondió  a  Abimelec  que  el  rey  le  mandaba  ir  de 
tanta  priesa  y  con  tanto  secreto,  que  ni  hubo  lugar  para  to- 

25  mar  armas  ni  para  llevar  gente  consigo,  ni  convino,  porque 
el  camino  fué  muy  secreto.  Mas  la  verdad  era  que  él  iba  hu- 
yendo del  rey  Saúl  porque  le  quería  matar.  No  responderá 
nuestro  David,  a  quien  le  preguntare  esto,  porque  va  huyen- 
do de  la  muerte  que  su  suegro  le  quería  dar;  mas  dirá  que  él 

30  viene  solo  y  sin  armas  porque  el  Hijo  de  la  Virgen  vino  a  ser- 
vir y  no  a  ser  servido,  y  para  este  oficio  más  conviene  venir 
solo  y  pobre  que  rico  y  acompañado.  Tampoco  trae  espada, 
porque  no  viene  a  juzgar  el  mundo,  sino  a  salvarlo;  ni  viene 
huyendo  de  la  muerte,  sino  a  buscarla,  y  dar  su  ánima,  como 

35  El  lo  dice,  por  rescate  de  muchos.  ¿Quién  no  se  admira  de 
tal  caridad,  que  no  mira  a  su  descanso,  sino  a  nuestro  pro- 
vecho; y  lo  desea  tanto,  que  no  dudó  de  perder  su  vida  por 
darnos  vida,  y  matar  en  sí  mismo  las  enemistades  que  esta- 
ban entre  Dios  y  nosotros,  como  dice  San  Pablo?  Si  queréis 

40  saber  por  qué  el  Señor  anda  solo,  por  qué  pierde  su  vida  en 
la  cruz,  es  por  hacer  paces  entre  Dios  y  los  hombres;  lo  cual 
no  puede  haber  habiendo  pecados,  ni  se  pueden  quitar  los 
pecados  sino  por  la  muerte  y  por  derramamiento  de  sangre 
de  Jesucristo. 

45  Grande  es,  y  muy  grande,  la  conveniencia  y  amistad  que 
hay  entre  Dios  y  los  hombres,  pues  El  los  quiso  honrar  tan- 
to, que  los  crió  a  su  imagen  y  semejanza;  y  no  hay  pintor 
que  si  pinta  a  sí  mismo,  si  es  perito  en  el  arte,  y  él  es  her- 
moso, que  no  ame  haberse  pintado  y  se  huelgue  con  la  ima- 

50  gen  que  le  representa.  Y  si  no  se  entremetiese  entre  Dios  y 
el  hombre  el  pecado,  no  habría  cosa  que  bastase  a  poner  mal 
a  Dios  con  su  imagen,  ni  aun  habría  cosa  en  ella  que  desagra- 
dase los  ojos  de  su  Criador. 


35  Cf.  Mt.  26,  28  ;  Me.  14,  24. 
39  Cf.  Eph.  2,  16. 


766 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


¡Oh  pecado,  que  haces  divorcio  entre  tales  casados,  que 

55  apartas  cosas  tan  juntas,  que  tanto  se  aman!  ¿Quién  no  se 
espantará  de  ti,  de  que  puedas  tornar  a  Dios  de  manso  en 
airado,  de  amoroso  en  aborrecedor,  y  que  envíe  al  infierno  y 
para  siempre  castigue  a  quien  crió  a  su  imagen  y  semejanza, 
y  aun  a  quien  había  tomado  por  hijo  y  prometido  la  herencia 

60  del  cielo?  ¿Quién  habrá  que  no  te  aborrezca,  sino  quien  no  te 
conoce  o  a  quien  no  se  le  da  nada  por  estar  mal  con  Dios  ni 
ser  de  El  castigado? 

Fortísima  cosa  es  el  pecado  y  fortísima  enemistad  causa 
entre  Dios  y  el  hombre.  Y  quien  quisiere  estar  bien  con  Dios, 

65  aborrezca  el  pecado,  y  entienda  que  por  ninguna  otra  vía, 
ni  medio,  ni  puerta  puede  entrar  a  privar  con  El  si  no  fuere 
aborreciendo,  huyendo  pecados.  Y  en  ellos  nos  estuviéramos 
si  el  Hijo  de  Dios  no  viniera  a  pelear  contra  ellos  y  a  qui- 
tarlos de  nuestras  ánimas,  para  que,  ellos  quitados,  nos  mi- 

70  rase  Dios  con  ojos  amorosos  y  nos  diese  su  gracia  y  su  paz, 
viviendo  con  el  sosiego  y  concordia  que  el  buen  padre  con 
buenos  hijos,  o  marido  y  mujer.  Y  porque  ya  se  ha  dicho  de 
cómo  este  Señor  por  su  sangre  en  la  cruz  nos  mereció  el  per- 
dón de  nuestros  pecados,  y  en  los  santos  sacramentos  y  en 

75  este  santísimo  del  Altar  se  nos  aplica  el  perdón  de  los  pe- 
cados mortales,  resta  ahora  decir  cómo  también  nos  trujo 
remedio  para  pecados  veniales.  Porque  es  tan  grande  el  amor 
que  nos  tiene,  que  no  se  contentó  con  quitarnos  los  pecados 
que  nos  hacen  perder  a  Dios  para  siempre  y  ser  atormentados 

SO  en  el  infierno  sin  fin,  mas  aun  aquellos  por  los  cuales  somos 
castigados  en  purgatorio  y  hacen  nuestro  trato  con  Dios 
desabrido  y  desgraciado  en  alguna  manera. 

Y  si  esto  entendéis,  no  caeréis  en  un  error,  en  gran  ma- 
nera dañoso,  en  que  muchos  están,  no  haciendo  caso  de 

35  pecados  veniales,  pareciéndoles  que  apartarse  de  ellos  o 
hacer  penitencia  de  ellos  es  una  cosa  sobrada  o  que  va 
poco  en  ella,  y  que  es  cosa  que  conviene  a  los  santos  y  no 
a  los  medianos  cristianos. 

¿ Qué  es  el  pecado     Decidme,  hermano:  Si  una  mujer  os 
&°   venial?   Pecado,     dijese:  "Con  que  yo  no  os  haga  trai- 
ofensa  de  Dios       C1^n  con  °^ro  hombre,  o  no  os  fuere 
a  las  barbas,  o  diere  bofetadas  en  la 
cara,  o  cosa  semejante  de  aquéstas,  de  esotros  enojos  que 
os  diere  no  se  me  da  nada  o  muy  poco";  decid  vos  que 
96    tenéis  hijos,  diga  el  señor,  diga  el  rey  que  tiene  vasallos, 
y  para  que  todos  entremos,  digan  los  que  tienen  amigos: 
Si  os  dijesen  todos  éstos:  "Cuando  yo  no  hiciere  cosa  con- 
tra vos  que  sea  digna  de  muerte,  poco  va  en  que  os  haga 
otros  enojos,  cualesquiera  que  sean",  ¿quién  podrá  sufrir 


81  orto 


51.    SANTÍSIMO  sacramento 


767 


tal  respuesta?  ¿Qué  trato  sería  entre  los  casados?  ¿Cuándo 
habría  paz  entre  padres  e  hijos?  Ni  se  hablarían  ni  holga- 
rían de  estar  juntos,  y  poco  a  poco  vernían  a  del  todo 
apartarse. 

¿Queréis  saber  qué  es  pecado  venial?  Dígoos  que  es 
pecado.  Entendedme;  digo  que  el  pecado  venial  no  sólo  es 
pecado  venial,  mas  a  boca  llena  es  pecado.  No  os  engañéis 
si  'leyéredes  en  algún  santo  que  este  nombre  pecado  es  aná- 
logo a  pecado  mortal  y  a  pecado  venial:  que  también  este 
nombre,  ser  o  substancia,  bondad  o  sabiduría,  son  aná- 
logos, según  aquel  santo,  a  Dios  y  a  la  criatura;  mas  no 
por  eso  dejamos  de  decir  que  el  hombre  tiene  ser  y  tiene 
substancia,  y  bondad  y  sabiduría,  ni  el  santo  quiso  decir 
otra  cosa.  Ni  piense  nadie  que,  como  decimos  que  el  hom- 
bre muerto  no  es  hombre,  así  el  pecado  venial  no  es  pe- 
cado; eslo,  cierto,  y  a  boca  llena;  y  así  lo  llaman  los  santos 
todos,  y  como  a  tal  lo  huyen  y  como  a  tal  lo  lloran  cuando 
lo  han  cometido. 

Y  a  quien  le  pareciere  pequeña  la  autoridad  de  ellos, 
oiga  la  palabra  de  Cristo  nuestro  Redemptor,  que  dice: 
Cuyos  pecados  perdonáredes,  serán  perdonados;  y  los  que 
retuviéredes,  serán  retenidos.  En  las  cuales  palabras  ins- 
tituyó el  santísimo  sacramento  de  la  Penitencia,  por  el  cual 
son  perdonados  a  los  que  vienen  dispuestos,  no  sólo  los 
mortales,  mas  aun  los  veniales;  que  muy  mal  se  engaña- 
ron los  que  pensaron  que  los  pecados  veniales  no  son  ma- 
teria del  santísimo  sacramento  de  la  Penitencia.  Si  dijeran 
que  no  son  materia  necesaria,  acertaran  en  ello;  mas  si  se 
confiesan,  verdaderamente  obran  en  ellos  las  llaves  y  la 
verdad  de  este  santísimo  sacramento;  de  manera  que  se 
comprehenden  en  aquellas  palabras  de  Cristo  nuestro  Señor, 
cuyos  pecados  perdonáredes,  serán  perdonados,  aunque  no 
se  digan  veniales. 

¿Queréis  que  lo  diga  el  mismo  Señor  otra  vez  tan  claro 
como  aquésta?  Diónos  manera  de  orar  y  pedir  perdón  de 
estos  pecados  veniales;  y  lo  que  por  un  evangelista  dice 
que  digamos:  Perdónanos  nuestras  deudas,  en  otro  dice: 
Perdónanos  nuestros  pecados,  sin  decir  veniales  o  no;  por- 
que en  este  nombre  pecados  se  entienden  unos  y  otros;  pues 
que  esta  oración  no  sólo  la  rezan  los  que  están  en  pecado 
mortal,  mas  aun  los  que  están  en  estado  de  gracia,  que 
cometen  veniales.  Y  si  bien  se  mira,  más  es  oración  propia 
de  estos  tales,  que,  siendo  hijos  por  gracia,  llaman  Padre  a 

106   Of.  i  lo.  i,  8-9  ;  Ps.  142,  2  ;  Iac.  3,  2  ;  Mt.  6,  12  ;  Concilio 
AIilevit. ,  can.  6  ss.  :  Denzinger-Umberg,  Enchir.  Symbol.,  n.  106  ss. 
121    lo.  20,  23. 

126   Cf.  Concilio  de  Trento,  sess.  14,  c.  5,  can.  7. 
13Ó   Mt.  6,  12. 
137   Le.  ii,  4. 


768  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Dios,  que  no  de  los  que  están  en  pecado  mortal,  enemistados 
uon  Dios,  indignos  de  llamarle  Padre,  y  si  se  lo  llamaren, 
1*5    les  puede  El  responder  con  mucha  verdad:  Vosotros  hijos 
sois  del  diablo. 

Y  si  queréis  otro  nombre  del  pecado  venial,  que  os 
parezca  más  feo,  San  Jerónimo  dice  que  "no  es  cosa  livia- 
na ofender  a  Dios,  aunque  sea  en  cosas  que  sean  de  sí  muy 

150  livianas".  Y  porque  no  penséis  que  no  se  atrevió  él  a  poner 
este  nombre  tan  infame  a  cosa  que  tanto  vos  tenéis  por 
liviana,  oíd  al  Espíritu  Santo,  que  por  la  boca  de  aquel 
santísimo  varón  Santiago  dice  de  esta  manera:  Hermanos, 
no  queráis  ser  hechos  maestros,  porque  sabed  que  tomáis 

155  sobre  vosotros  más  peligroso  juicio;  porque  todos  hemos 
ofendido  en  muchas  cosas. 

Y  siendo  esto  verdad,  no  acierta  quien  dice  que  en  el 
pecado  mortal  hay  ofensa  de  Dios  y  en  el  venial  no.  Ofensa 
hay,  y  aunque  es  mucho  menor  sin  comparación,  ¿quién 

i&O  habrá  que  tenga  en  poco  cosa  con  que  Dios  se  ofende,  cosa 
que  le  desgracia  el  corazón,  no  para  echar  a  su  hijo  o  esposa 
de  su  casa,  mas  para  no  tratarla  con  aquella  blandura  y  paz 
que  quienquiera  desea  ser  tratado?  Y  veces  hay  que  les 
quita  por  esto  los  regalos  e  inspiraciones  espirituales  y  ha- 

165  blas  que  con  ellos  tenía;  las  cuales  cosas  quien  las  tiene  en 
poco  no  las  ha  experimentado,  y  quien  las  ha  perdido  por 
los  pecados  veniales,  yo  aseguro  que  no  las  llore  poco  ni 
las  huya  poco. 

Es  suciedad  y  enfer-    Mas  si  por  aquí  no  entendéis  la 
170       medad  del  alma        malicia  de  pecados  veniales,  decí- 
roslo hemos  por  semejanza.  San 
Bernardo  dice  que  el  pecado  venial  ensucia  el  ánima.  Y  otro 
dice  que  es  como  lodo  y  como  polvo  que  se  echa  sobre  ella. 
Mirad  vos,  si  sois  hombre  o  si  sois  mujer,  si  os  holgaréis 
175   de  traer  suciedad,  barro  o  polvo  en  la  cara;  y  creo  me  res- 
ponderéis que  ni  aun  en  los  brazos,  manos  ni  pies;  poco  os 
digo,  que  ni  en  vuestro  bonete,  ni  la  mujer  en  su  tocado, 
ni  en  vuestra  ropa,  ni  en  el  cabo  de  ella,  ni  en  vuestros  za- 
patos. ¿Decíslo  ansí?  De  tu  boca  te  juzgo,  siervo  malo:  así 
180   dirá  el  Señor  cuando  en  la  hora  de  vuestra  muerte  os  tome 
estrecha  cuenta  de  vuestros  pecados,  chicos  y  grandes,  para 
convenceros,  sin  otros  libros,  sin  otras  razones  y  autorida- 


146  lo.  8,  44. 

150  Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  132,  2.  13  ;  Ep.  49,  3  :  ML  22,  1149. 
1160  ;  662. 

156    Iac.  3,  1-2. 

172  San  Bernardo,  ln  Coeua  Domini  scnit.,  4-5  :  ML  183,  273  s. 
179   Le.  19,  22. 


51.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


76» 


des.  No  sufres  un  poco  de  barro  en  tus  faldas,  ni  en  tus 
calzas,  ni  en  tus  zapatos,  ¿y  súfreslo  en  ti  mismo  y  en  la 

•85  mejor  parte  de  ti,  que  es  el  ánima,  y  en  sus  principales  po- 
tencias, que  son  entendimiento  y  voluntad?"  ¡Oh  sentido  tan 
al  revés!  ¡Oh  sentido  tan  engañado!  Y  con  cuánta  verdad 
dijo  de  los  tales:  Mentirosos  son  los  hijos  de  los  hombres 
en  sus  balanzas.  ¿Qué  es  esto,  hermanos?  ¿Tan  vivos  para 

l90  sentir  los  males  del  cuerpo,  de  la  hacienda,  de  la  honra 
— ¿qué  os  diré? — ,  de  un  poquito  de  barro  en  la  capa,  de 
una  pajica,  que  traéis  un  mozo  para  que  os  la  quite?  Y  que 
los  que  tenéis  ojos  para  mirar  cosas  tan  pequeñas,  los  que  te- 
néis pesos  para  ponderar  mucho  la  falta  de  la  salud  que 

195  tenéis,  las  necesidades,  los  trabajos  que  pasáis  con  vues- 
tros hijos,  con  vuestros  maridos,  con  vuestras  mujeres,  los 
cuales  contáis  muy  por  extenso,  y  aun  os  enojáis  si  no  os  lo 
creen  y  os  ayudan  a  decir  que  es  así,  ¿por  qué  en  los  males 
del  ánima — el  menor  de  los  cuales  es  mayor  mal  y  os  hace 

200  más  daño  que  cualquier  de  esotros  y  que  todos  juntos,  y  que 
tanto  ponderáis  y  sentís — estáis  tan  muertos  a  ellos  como 
si  fueran  nada,  y  por  risa  los  cometéis,  y,  después  de  come- 
tidos, dáseos  muy  poco  por  ellos? 

¿Queréis  que  os  diga  la  causa?  Oíd  a  San  Pablo:  Qui 

205  enim  secundum  carnem  sunt,  quae  carnis  sunt  sapiunt:  qui 
vero  secundum  spiritum  sunt,  quae  sunt  spiritus  sentiunt. 
Esto  tenga  por  cierto  quien  no  siente  el  lodo  de  los  pecados 
veniales;  que  o  no  tiene  la  gracia  de  Dios,  y  como  muerto 
no  siente  nada,  o  tiene  tan  poca  y  tan  poco  sentido  espi- 

210  ritual,  que,  si  no  le  dan  una  puñalada  mortal,  no  siente  las 
otras  heridas,  ni  bofetadas,  ni  azotes.  El  Señor  dijo:  Yo 
vine  para  que  tengan  vida,  y  más  abundantemente  tengan 
vida.  Porque  no  se  ha  de  contentar  el  cristiano  con  tener 
una  vida  tan  flaca  y  enferma,  que  no  tenga  más  de  vida  de 

215  que  no  está  muerto  del  todo.  Vivo  está  uno  que  está  desahu- 
ciado de  médicos  y  oleado  por  el  sacerdote;  mas  no  creo  que 
os  contentaríades  vos  con  tener  vida  tan  cercana  a  la  muerte 
y  vida  de  que  tan  poco  gozáis.  Si  amáis  vida  del  cuerpo, 
sana,  recia  y  alegre,  ¿por  qué  la  del  ánima  la  queréis  al 

220  contrario?  El  pecado  mortal  es  muerte  del  ánima,  y  el  pe- 
cado venial  es  enfermedad  de  ella;  y  la  enfermedad  hace  al 
hombre  flaco  para  hacer  obras  y  para  trabajar,  quítale  la 
fuerza  para  llevar  cargas  y  trae  al  hombre  desabrido,  y  al- 
gunas veces  tanto,  que  daría  todas  sus  riquezas,  y  tener 

225    pobreza,  por  un  poco  de  salud. 

¿En  qué  andáis  quejándoos  de  desconsuelos,  desasosie- 
gos, descontentos  y  cosas  semejables,  que  las  sabéis  sentir 


i8g    Ps.  6i,  io.  M3    lo.  io,  io. 

206    Rom.  8,  5. 

B. Avila  2  25 


770 


y  no  remediar,  ni  aun  entender  la  causa  de  ellas?  Sabed  que 
la  enfermedad — cuanto  más  si  es  más  que  una,  y  mucho  más 

230  si  dura  años — es  cosa  muy  desabrida,  y  así  lo  es  el  pecado 
venial  para  el  ánima;  y  que  ese  contento  que  vos  deseáis 
es  efecto  de  ánima  sana,  que  con  cuidado  huye  de  pecados 
veniales,  y  tiene  fuerza  para  hacer  buenas  obras  y  paciencia 
para  trabajos,  y  en  lo  uno  y  en  lo  otro  está  conforme  con  la 

235  voluntad  del  Señor.  Que  gran  verdad  dijo  la  Escritura:  Que 
la  sanidad  del  ánima  es  dulcedumbre  de  los  huesos.  Que  como 
los  malos  no  tienen  paz,  tampoco  pueden  tener  alegría. 

El  purgatorio,  buena  Y  si  no  escudriñáis  estos  males, 
balanza  para  pesar  el    deciros  he  lo  que  dijo  San  Grego- 

240        pecado  venial  ri0:  "Los  °3°s  (Jue  la  culPa  cierra, 

la  pena  los  abre".  Día  verná,  cier- 
to, en  que  experimentéis  la  estima  en  que  Dios  tiene  los 
pecados  veniales  y  por  cuán  ofendido  se  tiene  de  ellos;  y  os 
lo  enseñará  a  poder  de  castigos,  y  castigos  de  fuego,  y  re- 

245  císimo  fuego  en  el  purgatorio.  ¿Quién  creerá  esto,  si  Dios 
no  lo  dice?  Mas  dícelo  El,  y  por  eso  el  cristiano  no  le  debe 
dudar.  Palabras  son  del  Verbo  encarnado,  verdad  engen- 
drada del  Padre,  que  de  cualquiera  palabra  ociosa  que  los 
hombres  hablaren,  darán  cuenta  en  el  día  del  juicio.  ¡Oh 

250  cosa  tan  lejos  del  sentido  de  muchos!  ¡Oh  peso  más  sutil 
que  el  de  la  plata,  ni  oro,  ni  piedras  preciosas!  Pues  para 
que  una  balanza  de  aquello  algo  se  abaje,  es  menester  algún 
peso,  por  chico  que  sea;  y  en  el  peso  del  juicio  de  Dios,  una 
palabrilla,  que  es  un  poco  de  aire,  dicha  sin  causa,  pesa  en 

255   ei  peso  y  lo  abaja  para  ser  castigado  el  hombre  que  la  dijo. 
¿Mas  con  qué,  Señor,  la  castigaréis?  Cosa  terrible,  que 
el  castigo  de  los  pecados  veniales  en  el  purgatorio  es  viví- 
simo fuego,  y  no  como  el  de  acá,  mas  que  atormenta  tan 
gravemente,  que  no  se  pueden  comparar  con  él  las  penas 

260  que  acá  pasaron  los  mártires,  aunque  sea  el  ser  desollado 
de  San  Bartolomé,  y  el  ser  asado  de  San  Lorenzo,  y  todos 
los  demás  tormentos  que  en  este  mundo  se  han  dado.  ¿Qué 
os  diré?  Que  hay  penas  en  el  purgatorio  más  recias  que  las 
que  pasó  Jesucristo  nuestro  Señor  con  sus  cinco  mil  azotes 

265  qUe  le  dieron,  con  la  corona  con  que  le  traspasaron  su  santo 
celebro  y  con  los  tormentos,  que  sobrepujan  a  todo  sentido, 
que  en  la  cruz  y  en  la  muerte  pasó. 

Testimonio  claro  es  aquéste  de  la  Bondad  divinal,  pues 
tan  reciamente  castiga  los  pecados  mortales,  de  los  cuales 

236   Prov.  16,  24. 

241  San-  CtRegoriu,  Uoval.,  1.  15,  c.  51,  58  (ML  75,  1111)  :  «Im- 
piorum  orillos  culpa  rlaudit,  sed  in  extremum  poenn  aperit».  Of.  MO' 
mi.,  1.  25,  c.  5,  6;  c.  8,  19  :  MI.  76,  323.  3.33. 

249    Mi.  12,  3f>. 


51.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


aquí  no  se  hizo  entera  satisfacción,  y  los  pecados  veniales, 
que  tan  livianos  parecen.  Y  si  el  castigo  fuera  en  el  infierno, 
donde  están  los  que  mal  le  quieren  y  son  enteramente  sus 
enemigos,  no  pareciera  tan  grave  el  rigor;  mas  castigar  en 
el  purgatorio  con  fuego  y  con  tan  graves  tormentos  a  los 
que  tiene  en  su  gracia,  a  los  que  son  sus  hijos  y  miembros 
vivos  de  Jesucristo,  y  a  los  cuales  ama  tanto,  que  después 
de  aquellos  trabajos  los  ha  de  llevar  a  la  gloria  del  cielo, 
esto  parece  mayor  rigor  en  su  modo  que  el  de  los  dañados 
en  el  suyo.  Da  a  entender  Dios  en  castigar  tanto  los  males 
de  sus  propios  hijos,  cuánto  quiere  que  sean  buenos;  y  abo- 
rrece tanto  la  maldad  porque  es  muy  amigo  de  la  bondad, 
y  El  mismo  es  la  misma  Bondad  esencial  e  infinita. 

Y  a  quien  esto  le  parece  rigor,  ni  tiene  lumbre  de  la  ver- 
dad ni  amor  entrañable  de  la  bondad.  No  es  verdaderamente 
285  casta  la  mujer  casada  que  le  parece  mucho  rigor  que  el  cas- 
tigo del  adulterio  sea  el  cuchillo  del  marido  que  le  corte  la 
cabeza.  Ni  me  parece  del  todo  leal  el  criado  del  rey  que  le 
parece  pena  demasiada  la  que  se  pone  contra  los  traidores. 
Ni  aun  ama  la  fe  católica  como  es  razón  el  cristiano  que  no 
le  parece  justísima  pena  que  la  herejía  sea  castigada  con 
fuego.  Riñe  el  padre  virtuoso,  o  madre,  con  el  hijo  liviano 
y  derramado,  y  parécele  al  hijo  que  le  encarece  su  padre  las 
culpas  más  de  lo  que  era  razón;  y  a  la  hija  liviana  parécele 
incomportable  su  madre,  porque  le  manda  esconderse  y  re- 
catarse de  las  ocasiones  que  le  pueden  traer  a  perder  la  cas- 
tidad, o  cuando  la  castiga  por  algún  defecto  que  acerca  de 
ella  haya  hecho. 

No  es  pequeña  merced  de  nuestro  Señor,  ni  pequeña  señal 
de  tener  un  hombre  su  espíritu,  cuando  siente  de  las  culpas 
ser  cosa  muy  mala  y  los  castigos  menores  de  los  que  ellas 
merecen.  Y  así  dice  San  Agustín  que  el  que  tuviere  sentido 
de  la  altísima  sabiduría  y  lumbre  de  Dios,  juzgará  que  el 
castigo  que  hizo  Dios  en  todos  los  hombres  desde  el  prin- 
cipio del  mundo  hasta  el  fin  por  el  pecado  de  Adán,  no  le 
parecerá  ser  sobrado,  sino  muy  justo.  Por  tanto,  quien  del 
castigo  que  Dios  hace  por  los  pecados  veniales  se  escanda- 
lizare, testimonio  da  de  la  poca  lumbre  que  tiene  y  del  poco 
amor  de  la  bondad,  con  el  cual  siente  poco  la  pérdida  de 
ella;  y  por  el  mucho  amor  que  tiene  a  la  carne,  le  parece 
recio  el  castigo.  El  es  el  que  tiene  falsas  balanzas;  que  los 
juicios  de  Dios — como  dice  David — verdaderos  son  y  en  sí 
mesmos  justificados,  y  con  gran  verdad  se  canta  de  El:  Dios 
es  fiel  y  sin  ninguna  maldad,  justo  y  derecho. 

305  Cf.  San  Agustín,  Opus  impcrf.  contra  lidian.,  1.  6,  23  :  MIL 
45.  1556  s.  ;  De  nat.  et  ¿ratea,  c.  2.5  :  ML  44,  361  ;  De  civ.  De),  1.  14, 
c.  15,  1  :  ML  ¿i,  423. 

312    Ps.  18,  10.  313    DeiU.  32,  4. 


■SERMONES.   CICLO  fEMPORAL 


Y  así  como  su  castigo  pone  temor  a  los  malos,  así  pone 
315  gran  consuelo  a  los  buenos.  Porque,  demostrándose  tan  justo 
en  aborrecer  y  castigar  aun  los  males  pequeños,  declara  cuán 
largo  es  en  galardonar  los  bienes,  aunque  pequeños;  y  que  si 
aborrece  al  malo,  ama  al  bueno,  y  que,  en  queriendo  uno, 
será  favorecido  de  Dios  con  toda  su  omnipotencia.  ¿Quieres, 
320  pues,  cristiano,  no  temer  el  castigo  de  Dios  y  su  justicia? 
Haz  bien,  como  dice  San  Pablo,  y  serás  alabado  y  favorecido 
de  ella. 

El  fuego  del  purgato-    Y  entiende  que,  así  como  los  peca- 
rio  grados  tiene        dos  veniales  no  son  todos  iguales, 
325  tampoco  la  pena  que  por  ellos  se 

da.  Y  aunque  lo  que  dijo  San  Gregorio,  de  ser  mayores  las 
penas  del  purgatorio  que  las  penas  de  Jesucristo  nuestro 
Señor,  sea  verdad  cotejando  la  mayor  pena  del  purgatorio 
con  la  pasión  del  Señor,  mas  las  otras  penas  no  se  sigue  que 

330  gean  mayores  ni  que  sean  iguales.  Aquí  se  verifica  también 
como  en  el  castigo  del  infierno:  Según  la  medida  del  delito, 
será  la  medida  de  los  azotes.  San  Pablo  dice  que  sobre  el 
buen  fundamento,  que  es  la  fe,  esperanza  y  caridad,  por  el 
cual  está  un  hombre  en  estado  de  gracia,  unos — y  éstos  son 

335  los  buenos  y  aprovechados  cristianos — edifican  oro,  plata  y 
piedras  preciosas,  que  son  buenas  obras,  edificio  conforme 
a  tan  buen  fundamento.  Mas  otros  hay  mal  mirados,  negli- 
gentes y  de  poco  saber,  que,  no  siguiendo  la  conformidad 
con  el  buen  fundamento,  edifican  madera,  heno  y  paja,  cosas 

340  qUe  ni  tienen  firmeza,  ni  valor  de  oro  ni  plata  ni  de  piedras 
preciosas;  y  no  sólo  no  tienen  valor  de  bien,  mas  aun  pérdida 
y  mal.  Y  aunque  esto  no  se  conozca  ni  se  estime,  el  día  del 
Señor — dice  San  Pablo — ,  que  es  el  día  de  la  muerte,  donde 
Dios  ha  de  juzgar  a  cada  uno  según  sus  obras,  aquel  día, 

345  con  el  fuego  que  ha  de  traer,  manifestará  qué  tal  es  la  obra 
de  cada  uno;  y  si  ha  edificado  oro,  plata  y  piedras  precio- 
sas, aunque  pase  el  fuego  por  él  no  le  quemará,  ni  el  tal 
hombre  perderá  nada  de  su  edificio;  mas  el  que  edificó  la 
madera,  heno  y  paja,  no  le  hace  injuria  el  fuego  en  se  la 

350  quemar,  pues  es  propia  materia  donde  él  prende  y  con  que 
se  ceba.  Y  aunque  el  tal  fuego  no  le  cause  condenación  del 
infierno,  porque  halla  allí  fundamento  de  fe,  esperanza  y 
caridad,  mas  atormenta  al  tal  hombre  por  los  pecados  ve- 
niales; y  salvarse  ha,  mas  por  medio  del  fuego.  Y  éste  será 

356  más  recio  cuando  quemare  la  madera,  y  menos  cuando  que- 
mare al  heno,  y  muy  menos  cuando  la  paja. 

Diferentes  son  las  mansiones  de  la  gloria  que  hay  en  el 


322  ,  Rom.  i3,  3. 
332    Cf.  Apoc.  18,  7. 
354    Cf.  1  Cor.  3,  10-15. 


?í.    SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


cielo,  diferentes  las  sillas  de  los  condenados  en  el  infierno 
y  también  diferente  el  castigo  de  los  hijos  en  purgatorio. 

3<>o  Si  vuestros  pecados  veniales  son  muy  graves  y  gruesos  como 
madera,  así  como  una  gula  destemplada  en  comer  o  beber, 
un  exceder  mucho  en  precio  y  curiosidad  de  vestidos,  unos 
deshonestos  pensamientos  con  mucha  negligencia  tenidos, 
aunque  no  lleguen  a  pecado  mortal,  y  cosas  de  esta  manera 

365  que  traen  consigo  culpa  notable,  que  parece  que  frisan  con 
pecado  mortal,  tened  entendido  que  cuando  os  muráis  lleváis 
madera  con  vos,  y  que  prenderá  en  vos  el  fuego  de  la  divina 
Justicia,  tanto  con  mayor  rigor,  cuanto  vos  llevasteis  mate- 
ria en  que  el  fuego  mayor  llama  hiciese  y  más  tiempo  durase. 

370  Y  tener  en  poco  estos  pecados  veniales  es  causa  o  de  graves 
tormentos  en  el  purgatorio  o  de  cometer  acá  pecados  morta- 
les. Y  por  esto  está  mucha  gente  perdida,  porque  escrito 
está:  Como  de  la  cara  de  la  culebra,  huye  el  pecado.  Si  que- 
réis tener  guardada  vuestra  ánima  de  pecados  mortales,  te- 

375  nedla  guardada  de  los  veniales,  y  especialmente  de  los  ma- 
yores; porque,  sin  esta  guarda  y  cuidado,  entended  que  la 
serpiente  del  pecado  mortal  os  ha  de  morder,  y  las  bestias, 
que  son  los  demonios,  han  de  entrar  en  la  heredad  de  vues- 
tra ánima,  y  hollarla  y  pacerla,  y  hacer  morada  en  vos. 

380  Tras  estas  culpas  gravísimas,  figuradas  en  la  madera, 
vienen  otras  que  son  menos  graves,  algunas  de  las  cuales 
cuenta  el  glorioso  doctor  San  Agustín  en  el  libro  De  natura 
et  gratia,  diciendo  así:  Hac  ergo  Virgine  Maria  excepta,  si 
omnes  illos  Sanctos  et  Sanctas  cum  hic  viverent,  congregare 

385  possemus,  et  interrogare,  utrum  essent  sine  peccato,  quid 
fuisse  responsuros  putemus?  Utrum  hoc  quod  iste  dicit,  an 
quod  Ioannes  Apostolus:  Si  dixerimus  quod  peccatum  non 
habemus,  ipsi  nos  seducimus,  et  veritas  in  nobis  non  estf 
No  es  cosa  tan  grave  un  pecado  venial  hecho  por  inadver- 

390  tencia,  y  aunque  sea  advirtiendo,  como  el  que  tiene  raíz  en 
el  corazón,  de  inclinación  natural,  de  mala  costumbre,  de 
afección  pegada  o  deshonesta,  o  de  codicia,  o  de  honra,  o  de 
cosa  de  esta  manera,  que  como  raíz  o  árbol  brota  aquel  fru- 
to de  sí. 

395  Tenga  grande  atención  quien  quiere  tener  cuidado  de  sí, 
de  que  la  fuente  donde  mana  su  agua,  que  es  su  corazón 
— por  el  cual  se  entiende  la  voluntad — ,  esté  limpia,  no  pe- 
gada con  amor  demasiado,  aunque  no  mortal,  con  criatura 
ninguna.  Porque  así  como  juntándose  el  agua  y  la  tierra  se 

400  hace  lodo  y  ensucia  a  quien  lo  trata,  así  quien  pegare  su 
amor  con  la  criatura,  si  no  fuere  por  Dios  nuestro  Señor, 
entienda  que  tiene  lodo  dentro  de  sí  y  que,  por  hermosa  o 

373    Eccli.  2i,  2. 

}88   San  AGUSTÍN,  De  nat.  et  giatia,  c.  36,  42  :  ML,  44,  267. 
38S   Cf.  1  lo.  1,  8. 


774 


preciosa  que  le  parezca  la  tal  criatura,  se  ha  de  verificar  lo 
que  dice  el  Espíritu  Santo:  Quien  tocare  la  pez,  será  ensu- 

405  ciado  con  ella.  Y  cuando  estas  aficiones  no  se  quitan  del 
corazón, _acaece  muchas  veces  estarse  los  hombres  con  los 
pecados  veniales  que  de  ellas  proceden,  sin  mirar  en  ellos 
ni  sin  arrepentirse  de  ellos;  y  aunque  confiesan,  no  se  les 
quitan,  porque  les  place  tener  aquella  afección,  y  no  procu- 

410  ran  de  quitar  la  raíz  que  en  el  corazón  está,  que  es  causa 
y  ocasión  eficacísima  para  que  muchas  veces  el  hombre  haga 
obras  conforme  a  la  tal  afección,  y  muchas  veces  sin  mirar 
en  ello. 

Examínese,  pues,  cada  uno  con  diligencia  y  cuidado  y 
415  mire  dónde  tiene  puestos  sus  pies,  que  son  las  afecciones 
de  su  corazón,  sus  inclinaciones,  el  amor  de  los  hijos,  y  el 
de  los  casados  uno  en  otro,  y  de  cosas  semejantes;  y  oigan 
lo  que  dice  San  Agustín:  "Señor,  poco  te  ama  quien  alguna 
cosa  ama  contigo,  que  no  la  ama  por  amor  de  ti".  No  es  este 
420  amor  tal  que  haga  amar  a  la  cosa  más  o  tanto  como  a  Dios 
nuestro  Señor;  mas,  aunque  sea  menos,  hay  desorden,  por- 
que no  se  ama  por  Dios  o  en  Dios;  y  tanto  se  le  quita  al  amor 
divinal,  cuanto  se  le  da  a  éste.  Y  por  esto  dice  el  apóstol 
San  Pablo:  Los  que  tienen  mujeres,  como  si  no  las  tuviesen; 
425  jos  que  compran  hacienda,  como  si  no  la  poseyesen;  los  que 
usan  de  este  mundo,  como  si  no  usasen  de  él;  porque  la  figu- 
ra de  este  mundo  se  pasa.  Eso  quiero;  quiero  que  estéis  sin 
congoja;  y  la  congoja  desordenada,  del  amor  desordenado 
procede. 

430  Y  aunque  la  tal  inclinación  o  afección  no  es  pecado  cuan- 
do [no]  sale  en  acto,  mas,  según  se  ha  dicho,  es  grande 
ocasión  para  él;  y  muchas  veces  obra  el  hombre,  de  dentro 
o  de  fuera,  conforme  aquella  afección  o  inclinación  que 
tiene  dentro  de  sí.  ¿Quién  terna  el  fuego  en  su  seno— dice 

435   la  Escriptura — y  no  se  quemará?  Sacudirlo  conviene  de  sí, 
'  si  no  queremos  llevar  a  otro  mundo  manojos  de  heno  en  que 
ardamos  y  nos  atormente  el  fuego  de  la  divina  justicia. 

Y  quien  de  ella  y  del  heno  hubiere  escapado  por  la  mise- 
ricordia de  Dios  nuestro  Señor,  dando  El  su  gracia,  con  la 

440  cual  el  hombre  vive  con  mucho  recato,  teniendo  su  ánima 
purificada  de  extraño  amor,  viviendo  con  diligencia,  mirando 
qué  piensa,  qué  habla  y  qué  obra,  procure  de  guardarse 
también  de  otros  pecados  veniales,  que  son  muy  menudos, 
significados  por  paja,  la  cual,  aunque  se  quema  en  el  fuego, 

445  ni  es  tan  recia  ni  tan  durable  como  las  otras  cosas.  Estos 


405   Ecdi.  13,  1. 

419   San  Agustín,  Confess.,  1.  10,  c.  2g,  40  (jVLL  32,  796)  :  «Minus 
enim  te  amat  qui  tecum  aliquicl  amat,  qnorl  non  propter  te  amat». 
427    Cf.  1  Cor.  7,  29-31. 
435    Of.  Prov.  6,  27. 


si.   santísimo  sacramento 


77ñ 


pecados  son  tan  sutiles,  que  algunos  de  ellos  caen  aun  en 
los  hombres  muy  santos;  tanto,  que,  sacado  el  Hijo  de  Dios 
y  su  Madre  bendita,  ninguna  persona  ha  habido  en  el  mundo, 
ni  la  habrá,  que  no  edifique  alguna  paja  de  aquéstas;  unos 

450  más  veces  que  otros  y  más  grandeá  pajas  que  otros.  Mas 
estar  sin  ninguno,  si  no  fuere  por  algún  tiempo  no  largo, 
ni  es  ni  puede  ser,  si  no  fuese  por  algún  particular  privilegio, 
cual  fué  dado  a  la  sacratísima  Virgen  María,  como  el  santo 
Concilio  Tridentino  lo  afirma. 

455  Vida  miserable  es  aquésta,  en  la  cual  los  más  descuida- 
dos caen  en  pecados  mortales;  y  los  que  algún  cuidado  tienen 
para  huir  éstos,  caen  en  veniales,  y  muy  graves;  y  lo&  más 
cuidadosos,  en  menos  graves.  Y  que  por  santo  que  un  hom- 
bre sea,  aunque  sea  apóstol  de  Dios,  que  fueron  los  más 

•160  santos  en  santidad  que  todos  los  otros,  no  escapan  de  aques- 
tas culpas,  aunque  muy  livianas.  Y  el  castigo  de  todas  dice 
el  apóstol  San  Pablo  que  es  fuego.  ¿Qué  remedio,  hermanos, 
tememos,  pues  que  nuestros  pecados  veniales  en  unos  serán 
pajas,  y  no  muy  pequeñas,  en  otros  heno,  en  otros  madera, 

465  y  ha  de  quemarnos  el  vivísimo  fuego  del  purgatorio,  del 
cual  no  saldremos  hasta  que — como  dice  el  santo  evange- 
lio— paguemos  el  postrer  cuadrante,  que  vale  dos  minutos;  y 
otro  evangelio  dice  hasta  que  paguemos  el  postrer  minuto, 
que,  según  declara  Orígenes,  quiere  decir  las  mínimas  culpas 

470  que  hubiéremos  cometido? 

Recia  cosa  es  fuego;  y  como  dice  San  Agustín:  "Aquel 
fuego  excede  a  toda  la  pena  que  han  pasado  en  este  mundo 
los  mártires";  y  de  fuego  tan  vengativo  Dios  nos  libre,  aun- 
que no  nos  queme  como  a  los  que  más  quema.  No  puedo  sufrir 

475  tener  llegada  la  mano  a  un  fuego  de  acá  más  de  lo  que  con- 
viene; siento  mucho  caerme  en  la  mano  una  centella  o  agua 
herviente;  ¡y  que  me  meta  el  ánima  entera,  que  es  la  raíz 
del  sentir,  en  el  fuego  tal  como  aquél!  No  es  buen  consejo. 
Aprovechémonos  de  la  misericordia  de  Dios,  que  por  la  san- 

•130  gre  de  Jesucristo  nuestro  Señor  perdona  con  misericordia 
en  este  mundo  los  pecados  veniales;  y  es  fácil  cosa  sufrir 
aquí  el  castigo  de  sus  manos,  que  por  ellos  nos  da  para  que 
no  vamos  al  fuego  del  purgatorio,  donde  su  justicia  con  rigor 
castiga  las  culpas;  y  aunque  no  para  siempre,  mas  en  su 

485  manera  se  puede  decir  con  mucha  verdad  lo  que  San  Pablo 
dice,  que  es  cosa,  espantable  caer  en  las  manos  de  Dios  vivo. 

454  Concilio  ue  Tremo,  sess.  6,  can.  >3- 

462  Cf.  2  Thess.  i,  8. 

467  Cf.  Mt.  5,  26. 

468  Cf.  Le.  12,  59. 

470  Orígenes,  In  Le.,  hom.  35  :  MG  13,  1893  s. 

47;  San  Agustín,  Éwarr.  in  Ps.       3  :  ML  36,  397. 

486  Hebr.  io,  ji. 


776 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Por  la  comunión  se    Aprovechémonos  de  la  amenaza  de 
perdonan  los  peca-    allí  para  no  ir  allá;  tomemos  los  re- 
dos  veniales  medios  suaves  en  este  mundo,  que  la 

490  sangre  bendita  de  Cristo  nos  ganó, 

el  cual  por  su  grande  amor  nos  lavó  de  nuestros  pecados, 
y  con  su  sangre.  ¿Tenéis  muchos?  Creo  que  sí.  ¿Danos 
pena?  También  lo  creo.  ¿Pero  quién  no  la  recebirá  de 
haber  dado  enojos  a  Dios,  aunque  no  sean  mortales?  ¿Y 

495  quién  no  deseará  de  tener  con  El  comunicación  amorosa, 
estando  en  su  gracia  y  teniendo  con  El  trata  gracioso? 
También  creo  que  también  desearéis  tener  vuestra  ánima 
limpia,  sin  lodo  y  sin  polvo,  y  no  probar  a  qué  saben  los 
tormentos  del  purgatorio,  a  lo  menos,  lo  menos  que  pudie- 

500  re  ser,  en  cuanto  fuere  en  nosotros.  Oídme  los  que  deseáis 
estas  cosas,  y  bendecid  al  Señor,  que,  con  el  grande  amor 
que  nos  tiene,  ordenó  medios  de  paz,  y  paz  perfecta,  qui- 
tando de  en  medio  todo  enojo,  grande  o  chico,  que  esté  entre 
Dios  y  entre  nosotros. 

505  y  pues  que  la  sangre  de  Jesucristo,  derramada  en  la  cruz 
en  remisión  de  nuestros  pecados,  es  la  que  los  quita  en  los 
sacramentos,  y  por  los  medios  que  diremos,  no  porque  ella 
realmente  esté  en  ellos  ni  en  aquellas  cosas,  ¿cuánta  más 
razón  es  que  por  este  divinísimo  Sacramento,  en  el  cual  está 

510  presente  la  misma  sangre  que  fué  derramada  en  la  cruz,  se 
perdonen  los  pecados  veniales?  El  mismo  cuerpo  que  en  la 
cruz  estuvo,  la  misma  sangre  que  se  derramó,  ése  comemos 
y  ésa  bebemos,  en  memoria  de  aquella  sagrada  pasión  que 
se  celebró  en  remisión  de  nuestros  pecados.  No  es  mucho, 

515  pues  que,  representándose  aquí  el  derramamiento  de  aquella 
sangre,  y  estando  ella  presente  aquí,  bebiéndola  con  devo- 
ción se  nos  aplique  el  perdón  que  allí  nos  ganó. 

San  Ambrosio  dice:  "Si  la  muerte  del  Señor  anunciamos 
en  este  Sacramento,  y  el  perdón  de  los  pecados,  yo  debo 

520  tomarla  siempre  para  que  se  me  perdonen  mis  pecados  siem- 
pre; y  yo,  que  siempre  peco,  debo  tomar  siempre  la  medi- 
cina". ¿Qué  no  se  podrá  esperar  de  tan  grande  merced  como 
es  recebir  aquí  al  mismo  Señor,  fuente  de  toda  gracia  y  de 
todo  perdón?  Pues  como  dice  San  Pablo:  Todas  las  cosas  nos 

525  dió  con  el  Hijo,  no  dude  nadie  de  recebir  el  perdón,  pues  que 
aquí  está  el  sacrificio,  con  tal  que  venga  el  hombre  apare- 
jado como  debe  venir. 


522  San  Ambrosio,  De  Sacram.,  1.  4,  c.  6,  28  (ML  16,  464)  :  «Si 
mortem  annuntiamus,  annunliamus  remissionem  peccatorum.  Si  quo- 
tiescumque  effunditur  sanguis,  in  remissionem  peccatorum  funditur  : 
debeo  illum  semper  accipere,  ut  semper  mihi  peccata  dimittantur. 
Qui  semper  pecco,  semper  debeo  habere  medirinani». 

525    Cf.  Rom.  8,  33. 


U.     SANTÍSIMO  SACKAML.NI') 


777 


Llevad  el  alma  lim-  Cosa  es  de  considerar  cuántas  pre- 
pia  para  recibir  al    paraciones  se  requieren  para  bien 

530  Peñor  g°zar  de  aqueste  Señor,  significa- 

das en  las  santas  palabras  que  el 
Señor  a  sus  discípulos  el  Jueves  Santo  en  la  noche  antes 
que  los  comulgase  les  dijo,  con  las  cuales  les  alimpió  las 
ánimas  de  las  inmundicias  que  se  les  habían  pegado  de  las 

535  ordinarias  flaquezas,  y  particularmente  de  la  soberbia  y 
contención  que  habían  tenido,  deseando  ser  cada  uno  ma- 
yor y  pensando  que  lo  merecía  ser  en  ausencia  de  su  Maes- 
tro. Reprehendióles  y  enseñóles  el  Señor  y  no  sin  fruto, 
pues  dijo:  Vosotros  limpios  estáis  por  la  palabra  que  os  he 

540  hablado. 

— Pues  si  están  limpios,  Señor,  ¿para  qué  es  esa  bacía 
de  agua,  el  ceñiros  el  lienzo,  el  arrodillaros  delante  de  sus 
pies  y  lavárselos  con  vuestras  sacratísimas  manos?  Ser  obra 
sin  provecho  no  se  puede  creer,  así  por  ser  tan  admirable 

545  como  por  ser  vos  el  que  la  hacéis.  Y  no  es  el  provecho  sólo 
darles  el  ejemplo  de  humildad,  mas  también,  como  San 
Bernardo  dice,  "éste  es  ministerio  de  perdón  y  limpiamien- 
to de  nuestros  pecados".  Sí  no  te  lavare— dijo  el  Señor  a 
San  Pedro — ,  no  ternas  parte  en  la  gloria  comigo.  Porque 

550  para  entrar  allá  ha  de  estar  un  hombre  limpio  de  todo  pe- 
cado mortal  y  venial.  Y  porque  el  Señor  los  quería  del 
todo  limpios,  y  ya  lo  estaban  de  los  mortales,  y  no  de  to- 
dos los  veniales,  alimpiólos  el  Señor  de  fuera  y  de  dentro, 
para  que  así  fuesen,  del  todo  limpios,  a  recebir  su  santísi- 

555  mo  y  limpísimo  cuerpo. 

Es  tanta  nuestra  flaqueza,  especialmente  la  de  los  fla- 
cos e  imperfectos,  que,  aunque  ahora  los  alimpie  el  Señor 
de  algunos  veniales,  les  quedan  otros;  o  si  los  alimpia  de 
todos,  tornan  presto  a  algunos  de  ellos.  Si  vos  habéis  de 

560  hacer  lo  que  es  razón  para  purificaros  de  los  pecados  ve- 
niales y  recebir  a  este  Señor,  aunque  haya  poco  que  os 
habéis  confesado,  es  razón  que  la  noche  antes  os  recojáis 
y  miréis  con  atención  la  grandeza  del  Señor  que  habéis 
de  recebir  otro  día ;  y  cuán  justamente  a  nuestra  ánima,  que 

565  ha  de  ser  su  casa,  se  le  debe  pedir  toda  limpieza  y  mirar  y 
remirar  los  escondrijos  de  vuestro  corazón;  y  lo  que  en  él 
halláredes  no  limpio,  y  con  todo  lo  demás  que  habéis  he- 
cho, gemidlo,  para  que,  mediante  vuestro  dolor,  el  Señor 
os  lo  perdone  y  alimpie  vuestra  ánima.  Y  tras  esta  purifica- 

570    ción  reconciliaos  después,  y  seréis  purificado  otra  vez  por 


540   lo.  15,  3. 

S4S  San  Bernardo,  In  Coena  Domini  sena.,  4  ¡  MI.  183, 
549    Cf.  To.  13,  8.  565    Cf.  Ps.  92,  5. 


778 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


el  santo  sacramento  de  la  Penitencia,  figurado  en  aquel  gran 
vaso  lleno  de  agua  que  mandó  Dios  nuestro  Señor  poner  a 
la  puerta  del  templo,  en  el  cual  se  lavasen  los  sacerdotes 
primero  que  entrasen  a  sacrificar. 

575  Comiénzase  luego  la  misa,  y  tornáis  a  decir  la  confesión 
general,  con  la  cual  se  perdonan,  como  hemos  dicho,  los 
pecados  veniales;  y  después  del  evangelio  y  el  credo  tor- 
náisla  otra  vez  a  decir;  y  después  otra  vez  cuando  ya  es- 
táis para  recebir  al  Señor.  Y  aunque  sean  muchas  las  puri- 

580  ficaciones,  es  tanta  nuestra  impuridad  y  la  pureza  de  este 
Señor  que  vamos  a  recebir,  que  siempre  hemos  de  pensar 
que  aun  nos  queda  algo  de  purificar;  y  aunque  no  nos  que- 
dase, toda  pureza  es  menor  de  la  que  se  debe  a  Señor  tan 
limpio,  que  San  Juan  Baptista,  siendo  como  ángel  en  la 

585   tierra,  tiembla  de  le  tocar,  y  los  ángeles  de  le  adorar. 

Cristo,  en  el  Sacra-     Mas  no  penséis  que  habiendo  vos 
mentó,  es  fuego  que    hecho  según  vuestra  flaqueza  estas 
purifica  diligencias  y  otras  para  llevar  vues- 

tra ánima  limpia  para  recebir  al  Se- 

590  ñor  todo  limpio,  que  si  con  todo  eso  os  quedan  pecados 
veniales,  ha  de  haber  el  Señor  asco  de  vos  y  entrar  de  mala 
gana  en  vuestra  ánima.  Acordaos  que  el  profeta  Esaías  fué 
puesto  en  espíritu  en  un  templo  donde  vió  un  gran  Se- 
ñor, de  cuya  majestad  estaba  llena  toda  la  tierra,  al  cual 

595  los  serafines  con  grande  clamor  le  cantaban  diciendo:  Santo, 
Santo,  Santo,  Señor  de  los  ejércitos;  toda  la  tierra  está 
llena  de  tu  gloria.  Lo  cual  visto  y  oído  por  Esaías,  hallóse 
tan  indigno  de  estar  allí,  y  con  la  claridad  de  aquel  Señor 
conoció  sus  propias  faltas,  que  antes  no  conocía;  y  com- 

P0O  pungido  en  su  corazón,  y  muy  humillado,  dijo:  ¡Ay  de  mi, 
que  soy  varón  de  labios  sucios  y  moro  en  medio  de  pueblo 
que  los  tiene  de  la  misma  manera!  No  me  espanto  yo  -que 
un  cristiano  puesto  delante  de  un  altar,  viendo  con  los  ojos 
de  la  fe  al  Señor  que  allí  está,  y  que  a  quien  va  a  recebir 

605  es  verdadero  Hijo  de  Dios,  igual  a  su  Padre,  y  verdadero 
hombre,  de  mayor  dignidad  que  los  ángeles,  al  cual  le  can- 
tan los  serafines  cantares  de  mucho  loor  en  todas  sus  fuer- 
zas, que  el  tal  cristiano  se  encoja  y  humille  y  se  le  repre- 
sente su  indignidad  más  que  antes,  y  gima  diciendo:  "¡Ay 

610   de  mí,  que  soy  pecador!" 

Mas  no  desmayéis,  que,  si  tembláis  como  Esaías,  tam- 
bién habrá  remedio  para  vos  como  para  él.  Voló  un  serafín 
de  aquellos  que  estaban  alabando  al  Señor,  y  fuése  al  al- 
tar donde  había  fuego,  y  tomó  con  unas  tenazas  un  carbón 


574  Cf.  Ex.  30, 
597  Cf.  Is.  6,  3. 
602   Cf.  Is.  6,  5. 


r8-2i 


SI.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


779 


615  encendido,  y  fuése  con  él  a  donde  estaba  Esaías,  y  tocó  con 
el  fuego  sus  labios,  y  díjole  palabras  de  mucho  consuelo: 
Mira  que  he  tocado  tus  labios,  y  es  quitada  tu  maldad,  y 
quedas  limpio  de  tu  pecado.  Gran  cosa  se  hizo  con  él,  mas 
mayor  se  hace  contigo.  Un  serafín  voló  para  le  alimpiar, 

620  y  con  un  carbón,  que  es  una  poca  de  leña  encendida,  le  tocó 
sus  labios.  Mas  ¿quién  contará  la  sobrepujante  merced  que 
en  el  altar  se  hace  al  cristiano  cuando  recibe  a  nuestro  Se- 
ñor?, pues  no  envía  serafín  para  que  alimpie  nuestros  pe- 
cados, mas  aquel  mismo  Señor  que  allá  vió  Esaías  en  espí- 

625  ritu  (el  cual  dice  San  Juan  que  era  Jesucristo),  ese  mismo 
deciende  de  la  silla  de  su  gloria,  y  no  con  carbón  encendi- 
do, mas  consigo  mesmo;  y  no  se  contenta  con  tocar  nues- 
tros labios  y  transformarnos  en  sí,  ni  para  hasta  entrar  en 
nosotros,  para  que  de  más  cerca  de  nuestro  corazón  más 

©30   excelentes  efectos  obre  con  El. 

Escrito  está:  Nuestro  Dios,  fuego  gastador  es.  Y  en  otra 
parte:  ¿Quién  podrá  pensar  el  día  de  su  advenimiento  y 
quién  estará  en  pie  para  poderlo  mirar?  Porque  El  será 
como  fuego  que  apura  y  como  hierba  con  que  emblanque- 

635  cen  los  paños,  y  sentarse  ha  apurando  y  alimpiando  la  pla- 
ta, y  purificará  los  hijos  de  Leví.  En  aquel  día  del  terrible 
juicio  de  Dios  será  fuego  gastador  de  los  malos,  ejercitan- 
do en  ellos  tan  de  verdad  su  justicia,  que,  examinando  sus 
obras  y  hallándolas  malas,  se  cumplirá  lo  que  está  escrito: 

640  Sabed  que  vendrá  un  día  encendido  como  horno,  y  todos 
los  soberbios  y  que  obran  maldad  serán  como  paja,  y  que- 
marlos ha  el  día  que  viene,  dice  el  Señor  de  los  ejércitos, 
y  no  dejará  en  ellos  tronco  ni  hoja;  gastarlos  ha  el  Señor 
para  siempre,  castigándolos  con  deshonra,  pobreza,  tor- 

6*5   mentos,  sin  dejar  cosa  sin  castigo,  en  cuerpo  ni  en  ánima. 
Allí  está  el  Señor,  fuego  terrible,  que  castiga  sus  ene- 
migos con  severidad.  En  el  purgatorio  es  fuego  que  con 
justicia  castiga  a  los  que  son  sus  hijos  con  severidad  y  mi- 
sericordia, aunque  parece  tener  más  parte  de  rigor  que  de  la 

650  dulcedumbre.  También  es  fuego  castigando  a  sus  hijos  en 
este  mundo  con  la  tribulación,  en  la  cual  se  perdonan  los 
pecados  y  se  apuran  los  hombres  en  el  horno  de  la  tribu- 
lación; que,  aunque  duela,  mucha  más  parte  tiene  la  mise- 
ricordia que  la  justicia;  más  usa  el  Señor  oficio  de  padre 

655  que  de  juez,  pues  está  escrito:  Castiga  el  Señor  al  que  ama 
y  recibe  contentamiento  en  él  como  el  padre  en  su  hijo.  Has 
por  enseñar  el  Señor  la  suavidad  de  su  amor  y  el  abismo 
de  su  dulcedumbre,  sin  mezcla  de  amargura  ninguna,  en- 


618  Is.  6,  7.  643  Mal.  4,  r. 

625  Cf.  Apoo.  4,  S.  651  Iob  23,  10. 

631  Deut.  |,  24.  653  Cf.  Hebr.  12,  6. 

636  Mal.  3,  2-3.  , 


780 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


señónos  que  es  fuego  de  otra  manera,  escondido  a  todo  hu- 

660  mano  entendimiento.  ¡Quién  alcanzara  que  era  Dios  tan 
verdaderamente  fuego  de  amor,  que  descendiese  del  cielo, 
y  se  hiciese  hombre  por  puro  amor,  y  dijese:  Fuego  vine  a 
traer  a  la  tierra;  ¡cuánto  deseo  tengo  de  que  se  encienda! 
Con  un  baptismo  tengo  de  ser  baptizado;  ¡cómo  vivo  en  es- 

665  trechura  hasta  que  sea  cumplido!  Fuego  de  amor  es  el 
Señor,  y  decendiendo  El  acá,  y  trabajando  por  nosotros  El 
en  su  vida,  y  muriendo  El  por  nosotros  en  la  cruz,  fué  en- 
cendido con  fuego  de  grave  tribulación  y  con  entrañable 
amor  que  de  dentro  más  le  abrasaba;  y  muerto  de  amor 

670  por  nosotros,  dásenos  en  manjar  para  que,  encendidos  con 
tal  amor,  vivamos  por  El. 

En  el  día  del  juicio  se  sentará  como  fuego,  examinando 
y  purificando  a  los  que  estuvieren  delante  de  El;  y  lo  mis- 
mo hace  aquí  desde  el  santo  altar.  Aquel  día  es  encendido 

675  así  como  fuego,  y  quemará  y  gastará  a  los  malos  desde  el 
tronco  hasta  la  hoja;  y  aquí  está  el  mismo  Señor  purifi- 
cando y  colando  a  sus  hijos,  gastando  en  ellos  la  escoria 
de  los  pecados  veniales,  dejándolos  limpios  de  muchos  de 
ellos;  y  si  mejor  disposición  traen,  purifícalos  de  todos,  sin 

680   dejarles  chico  ni  grande. 

No  parezca  a  nadie  cosa  imposible,  ni  aun  muy  dificul- 
tosa, haber  muy  muchos  hijos  de  la  Iglesia  católica  que 
con  tal  cuidado  viven  de  caer  en  pecados  veniales  pocos  y 
con  tan  buen  aparejo  reciben  este  fuego  divinal  que  aquí 

685  está,  que  queden  sin  pecado  ninguno,  y  les  dure  aquella  lim- 
pieza a  unos  más  tiempo  y  a  otros  menos,  según  la  medi- 
da de  su  diligencia  y  la  gracia  que  el  Señor  les  da.  Que  no 
dijo  en  balde  el  ángel  San  Gabriel  al  profeta  Daniel:  Que  se 
acercaba  el  tiempo  en  que  fuese  ungido  el  Santo  de  los  san- 
6^0  tos,  y  viniese  al  mundo  una  justicia  sempiterna,  y  el  pe- 
cado recibiese  fin.  ¿Queréis  ver  un  testimonio  de  que,  como 
lo  prometió  Dios,  lo  cumplió?  Oíd  a  San  Juan  Evangelista, 
testigo  abonado,  cuyo  testimonio,  según  dice  él,  es  cono- 
cido por  verdadero,  cuyas  palabras  son  éstas:  Si  dijére- 
695  mos  que  no  tenemos  pecados,  nosotros  nos  engañamos,  y  la 
verdad  no  está  en  nosotros;  mas  si  confesáremos  nuestros 
pecados,  fiel  y  justo  es  Dios  para  perdonarnos  nuestros  pe- 
cados y  limpiarnos  de  toda  maldad.  Y  arriba  había  dicho: 
Y  la  sangre  de  Jesucristo  nos  limpia  de  todo  pecado.  No 
700  os  espantéis;  que  pues  en  la  cruz  aquella  sangre  bendita 
fué  tan  subida  de  precio,  que  mereció  el  perdón  de  todos  los 


695  nosortos 


665    Cf.  Le.  12,  49-50. 
691    Cf.  Dan.  g,  24. 
691    Cf.  To.  21,  2/). 


69S  1  lo.  i,  8-10. 
609    1  To.  i,  7. 


SU     SANTÍSIMO  S'CRAMEMO 


781 


pecados  del  mundo,  que,  recibiéndola  uno  a  ella  misma 
cuando  recibe  el  cuerpo  del  Señor,  'le  alimpie  de  todo  pe- 
cado venial. 

05  ¿Queréis  saber  cómo?  Es  fuego  el  Señor  que  allí  está; 
fuego  que  consuela  y  no  aflige;  fuego  que  quien  está  en  El 
no  desea  salir  de  El,  como  los  que  están  en  las  otras  mane- 
ras de  fuego,  como  ya  hemos  dicho.  Oíd  qué  dice  San  Agus- 
tín hablando  con  este  Señor:  "¡Oh  fuego  santo,  cuán  dul- 

710  cemente  ardes,  cuán  suavemente  quemas!  ¡Pluguiese  a  ti 
que  todo  yo  ardiese  en  ti!"  Y  si  es  fuego,  y  tan  maravillo- 
so y  poderoso,  no  os  maravilléis  que  eche  centellas  de  sí, 
y  pegue  calor  a  los  que  se  acercan  a  El,  según  lo  experi- 
mentan los  que  con  pureza  de  ánima  llegan  a  este  Señor; 

715  algunos  de  los  cuales,  en  entrando  en  la  iglesia,  sienten  su 
corazón  encendido  con  calor  que  sale  de  aquel  Señor,  y 
otros  se  sienten  del  todo  mudados  cuando  están  en  el  altar 
esperando  a  lo  recebir,  y  experimentan,  que  así  como  el 
profeta  David,  hablando  con  Dios  del  grande  rigor  que  en- 

720  señará  a  los  malos  en  el  día  del  juicio,  dice:  Ponerlos  has 
como  horno  de  fuego  en  el  día  de  la  manifestación  de  tu 
faz;  el  Señor  en  su  ira  los  conturbará,  y  el  fuego  los  tra- 
gará; así  en  este  santo  día  y  en  esta  dichosa  hora,  cuando 
uno  [está]  en  la  presencia  de  este  divinísimo  Sacramento  es- 

725  perando  de  lo  recebir,  saltan  en  él  centellas  que  del  Señor  sa- 
len, que  lo  encienden  en  fuego  de  amor  divinal,  y  lo  muda  el 
Señor,  no  con  ira,  sino  con  blandura,  y  lo  traga  el  fuego  de 
su  amor.  No  es  maravilla  que,  pues  Dios  tiene  ira  para 
conturbar  y  quemar  a  sus  enemigos,  que  tenga  bondad  y 

730  dulcedumbre  de  amor  para  en  presencia  de  su  gesto  derre- 
tir y  suavemente  quemar  a  sus  hijos. 

Y  si  antes  que  el  fuego  sea  recebido  del  hombre  lo  en- 
ciende con  sus  centellas  y  lo  calienta  con  su  calor,  ¿qué  se 
puede  esperar  después  que  el  cristiano  ha  metido  dentro  de 

735  sí  este  dulcísimo  y  eficacísimo  fuego,  sino  que  del  todo  que- 
de hecho  horno  de  amor,  que  en  su  manera  imite  y  partici- 
pe al  fuego  inmenso,  que  es  Dios?  ¿Quién  dirá  que  no  es 
fuego  y  horno  encendido  un  apóstol  San  Pablo,  cuando  de- 
cía que  ni  tribulación,  ni  angustia,  ni  espada,  ni  vida  ni 

740  muerte,  ni  cosa  presente  ni  por  venir,  ni  criatura  baja  ni 
alta,  no  le  podrían  apartar  del  amor  de  Dios,  que  está  en 
Jesucristo?  Recibió  el  fuego,  y  tornóse  fuego;  porque  no 
puede  dejar  de  encenderse  quien  bien  lo  recibe,  ni  es  posi- 
ble alcanzar  de  otra  parte,  si  de  El  no,  una  centella  de 

745  fuego. 

Oíd  a  San  Ignacio,  que  dice:  "El  amor  mío,  el  Cruci- 


-ii   Cf.  Sax  Agustín,  Confess.,  1.  io,  c.  29,  40  :  ML  32,  797. 
723   Cf.  Ps.  20,  10. 
742   Cf.  Rom.  8,  35-39. 


7S2 


SERMONES.   CICLO  lEMPORy». 


ficado  es,  y  no  estoy  en  mí".  Y  San  Pablo  dice:  Vivo  yo, 
mas  no  yo,  Cristo  vive  en  mi.  ¿Habéis  visto  tal  trueco,  y 
tan  bienaventurado,  que  el  hombre  es  unido  con  Jesucristo 

750  y  transformado  en  El?  Pues  este  trueco,  esta  unión  por 
amor,  que  estos  santos,  y  todos  los  que  están  en  gracia, 
tienen,  en  este  santo  Sacramento  es  significada  y  es  hecha. 
¿No  veis  que  recebimlos  al  Señor  debajo  de  forma  de  man- 
jar? Y  el  bien  recebirlo  no  ha  de  ser  sólo  comerlo,  mas 

755  tener  calor  para  digerirlo;  pues  cuando  no  hay  calor  en  el 
estómago,  el  manjar  es  pesadumbre  y  causa  de  enferme- 
dad, en  lugar  del  mantenimiento  y  salud  para  que  se  to- 
maba. Con  la  fe  comemos  a  Cristo  y  con  el  amor  le  dige- 
rimos; y  como  su  amor  sea  muy  más  fuerte  que  el  nues- 

760  tro,  digiérenos  El  y  conviértenos  en  sí,  pegándonos  consi- 
go; a  semejanza  de  un  manjar  que  el  hombre  ha  comido, 
que  después  que  ha  pasado  dentro  del  cuerpo,  por  muchas 
operaciones  que  en  él  ha  hecho  el  cálor  natural,  al  fin  vie- 
ne a  pegarse  como  engrudo  en  la  misma  sustancia  del  hom- 

765  bre,  quedando  hecho  semejable,  siendo  primero  cosa  muy 
diferente. 

Lleguemos  con  fuego     ¡Oh  eficacísimo  fuego  de  Jesucris- 
de  amor  a  este  fuego    to  nuestro  Señor,  cuánta  es  tu 
inefable  suavidad!  ¡Cuánta  nuestra  honra 

770  y  provecho  el  día  y  hora  que  or- 

denaste esta  misericordia  incomprehensible,  de  entrar  tú  en 
nosotros  hecho  nuestro  manjar  y,  con  el  gran  calor  de  tu 
amor,  mudarnos  y  mudarnos  hasta  que,  quitada  nuestra 
escoria,  nos  hace  semejables,  amándote  en  semejanza  de 

775  como  nos  amas  y  llevando  el  fuego  de  aqueste  divinísimo 
Sacramento,  que  es  el  más  excelente  de  todos! 

El  baptismo  es  señal  y  causa  de  regeneración;  otro  sa- 
cramento, que  da  fuerza  para  confesar  la  fe,  es  llamado 
confirmación;  otro,  que  da  perdón  de  pecados,  sacramento 

780  de  penitencia;  y  así  los  otros  tres  tienen  sus  particulares 
nombres,  significaciones  y  efectos.  Muchas  hijas  congrega- 
ron riquezas;  mas  tú,  divinísimo  Sacramento,  excedido  has 
a  todas.  La  perfección  de  la  ley  consiste  en  amor.  La  cosa 
que  a  Dios  más  agrada  es  amor,  y  nuestra  bienaventuranza 

785  está  en  juntarnos  con  Dios  por  amor;  y  este  divinísimo  Sa- 
cramento se  llama  Sacramento  de  amor  y  unión,  porque 
por  amor  es  dado,  amor  representa  y  amor  obra  en  nuestras 
entrañas  De  manera  que,  pues  todo  este  negocio  es  amor, 

747  San  Ignacio  de  Antioquía,  Ep.  ad  Rom.,  c.  7,  2  (MG  5,  694) : 
«Amor  meub  crucifixus  est,  nec  est  in  me  ignis  materiae  amans  ; 
sed  aqua  viven*  et  loqueos  in  me  est,  mihi  interius  dicens  :  Veni 
Etd  Pnrrem». 


;i.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


7^3 


el  Señor  recibido  es  fuego,  el  que  bien  lo  recibe  también 

90  lleva  fuego  de  amor:  juntándose  tales  dos  fuegos,  ¿qué  ta- 
les pensáis  que  pararán  a  los  pecados  veniales? 

Ningún  fuego  con  tanta  ligereza  quema  una  paja  pe- 
queña, con  cuanta,  por  la  obra  de  este  Sacramento,  es  des- 
hecho y  quemado  el  pecado  venial.  San  Damasceno  dice  que 

>5  "cuando  el  fuego  de  nuestro  deseo  se  junta  y  recibe  a  este 
fuego  y  carbón  encendido,  divino,  que  es  Jesucristo,  quema 
nuestros  pecados  y  alumbra  nuestros  corazones".  El  pecado 
venial  cáusase  de  tibieza  de  amor;  y  como  aquí  el  amor  del 
hombre,  encendiéndose  más  con  la  compañía  del  amor  di- 

■00  vinal,  hierve  y  sobrepuja  a  sí  mesmo,  destruye  y  aniquila 
a  los  pecados  veniales  como  una  cosa  poderosa  a  un  contra- 
rio suyo  muy  flaco;  como  el  fuego  toma  entre  manos  al 
metal  de  oro  y  plata  y,  obrando  en  ellos,  quita  de  ellos  lo 
que  no  es  semejable  y  los  deja  apurados  y  resplandecientes. 

805  y  de  esto  no  se  maraville  nadie,  pues  el  fuego  de  amor 
bastó  a  purificar  tantas  escorias  de  pecados  mortales  y  ve- 
niales como  la  Magdalena  tenía,  según  el  Señor  dió  testi- 
monio, diciendo:  Perdonados  le  son  muchos  pecados,  porque 
amó  mucho. 

810  Lleguemos,  pues,  con  firmeza  de  fe,  con  buena  espe- 
ranza, con  fuego  de  amor  a  este  fuego  inefable  que  aquí 
está  encerrado,  que  sin  falta  acrecentará  lo  bueno  que  El 
mismo  nos  dió  y  quemará  lo  que  hallare  extraño,  dejándo- 
nos apurados,  resplandecientes,  limpios  y  santificados;  que 

815  escrito  está  que  dice  Dios  (y  aquí  lo  hace) :  Yo  quité  tus 
pecados  como  el  sol  quita  las  nubes.  Es  fortísimo  fuego 
para  quemar  las  escorias  que  afeaban  al  ánima;  es  fortísi- 
mo sol  de  justicia,  que  con  su  grande  calor  consume  las 
nubes  de  los  pecados  veniales  que  se  habían  puesto  en  rae- 

820  dio  de  Dios  y  del  ánima;  porque  aunque  el  sol  del  todo  no 
se  fuese  de  ella  y  la  dejase  a  escuras,  mas  eran  impedimen- 
to para  que  no  le  luciese  ni  la  calentase  como  solía;  y,  en 
fin,  estaba  una  cosa  en  medio  de  Dios  y  del  ánima,  que  ni 
a  El  ni  a  ella  hacía  buen  gusto;  lo  cual  quitado  por  este 

825  sol  de  justicia  que  en  el  hombre  entró,  el  ánima  goza  de 
su  Dios  a  su  placer,  y  el  Señor  descansa  en  ella  muy  de 
mejor  gana  que  en  el  cielo  empíreo,  pues  como  en  casa  que 
más  le  costó,  "mora,  como  San  Bernardo  dice,  de  mejor 
gana  que  en  el  mismo  cielo". 


797  San  Juan  Damasceno,  De  jidc  orth-od..  I.  4,  c.  13  (MG  01, 
1150)  :  «Divinum  carbonera  sumarmis,  ut  desiderii  nostri  isjnis,  ac- 
cepto  carbonis  ardore,  peora  ta  nostTa  comiburat,  et  corda  illumiiiet». 

800   Lo.  7,  47. 

816   Cf.  Is.  44,  22. 

829  San  Bi.rnardo,  Iii  Caut..  senn.  27,  o  (MI,  iS;,,  918)  :  «Xec 
niirinn,  si  libenter  inhabitet  caelum  hoc  Dominas  Iesus,  quod  utiqíne, 


7S4 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


830  Y  así  como  El  es  lucidísimo  y  hermosísimo  sol,  así  la 
parará  a  ella  resplandeciente,  semejable  a  El,  como  fué 
figurado  cuando  se  transfiguró  en  el  monte  Tabor,  y  le 
resplandeció  la  cara  como  el  sol,  y  fueron  hechas  sus  ves- 
tiduras blancas  como  la  nieve.  Nosotros  nos  vestimos  de 

835  Cristo,  como  dice  San  Pablo,  porque  en  la 'gracia  y  virtud 
que  de  El  recebimos  perdemos  nuestra  fealdad  y  cobramos 
honra  y  hermosura  del  cielo;  y  nosotros  somos  vestiduras 
de  El,  porque  nuestros  bienes  son  gloria  suya  y  lo  atavían 
y  honran,  pues  son  testimonio  de  su  grande  bondad,  con 

S40  que  nos  los  dió,  y  el  gran  valor  de  su  sangre,  con  que 
nos  los  mereció.  Y  estas  vestiduras  que  atavían  su  cuer- 
po, y  aun  se  llaman  su  cuerpo,  que  somos  nosotros  cuando 
nos  transformamos  en  El,  participamos  del  resplandor  que 
recibió  en  su  cara  cuando  se  transformó,  siendo  emblan- 

845  quecido  más  que  la  nieve,  como  David  lo  deseaba  y  pedía, 
diciendo:  Rociarme  has,  Señor,  con  hisopo,  y  seré  lim- 
pio; lo  cual  se  hace  cuando  nos  limpian  de  pecados  mor- 
tales; lavarme  has,  y  seré  emblanquecido  más  que  la  nieve, 
cuando  nos  limpian  de  pecados  veniales.  Para  todo  tuvo 

850  amor,  para  todo  tuvo  precio  su  sangre.  Amónos — dice  San 
Juan — y  lavónos  con  su  sangre.  Y  pues,  recibiendo  el 
cuerpo  del  Señor,  recebimos  también  su  sangre,  que  en 
sus  venas  está,  no  se  maraville  nadie  que  metiéndonos  en 
esta  piscina,  que,  aunque  roja  en  el  color,  tiene  virtud 

855  para  emblanquecer,  salgan  nuestros  vestidos  limpios  de 
manchas,  que,  como  dice  el  evangelista  San  Marcos,  ningún 
batanero  sobre  la  tierra  tan  blancas  las  pudiera  parar. 
Y  entonces  obra  el  Señor  lo  que  está  escrito:  Que  se  en- 
tregó a  la  muerte  para  parar  a  su  Iglesia  hermosa,  que 

860  no  tenga  mancha  ni  ruga,  ni  cosa  de  esta  hechura,  para 
que  sea  santa  y  sin  mancha  de  pecado  venial;  porque  tales 
para  a  los  que  bien  le  reciben,  que  no  les  queda  mancha 
de  pecado  venial  y  les  quita  las  rugas  de  las  imperfec- 
ciones. 

865  Ya  algunos  principales  miembros  de  su  Iglesia  los  deja 
tan  libres  y  resplandecientes,  que  ni  les  queda  culpa  ni 
pena  de  pecado  venial;  y  si  acabado  de  comulgar  murie- 


non  quomodo  caeteros,  dixit  tantum  ut  fieret,  sed  pugnavit  ut  acqui- 
reret,  occubuit  ut  redimeret». 

834  Mt.  17,  2. 

835  Cf.  Gal.  3)  27. 
837  Cf.  Ts.  49,  18. 
842    Cf.  1  Cor.  12,  27. 

845  Cf.  Psiíuno-DioNisio  Areopagita,  De  eccl.  hierarcfi.,  c.  1, 
1  •  c.  3,  3  :  MG  3,  371.  427  ss. 

848    Ps.  50,  9.  « 

851    Cf.  Apoc.  i,  5. 

857    Me.  o,  2. 

865    Cf.  Eph.  5,  25-27. 


$2.    santísimo  sacramento  785 


sen,  volarían  al  cielo  como  si  hubieran  receñido  el  santo 
baptismo.  A  otros  les  quita  todas  las  culpas  de  pecados 

870  veniales,  y  pierde  los  enojuelos  que  con  ellos  tenía,  y  les 
deja  reformado  el  fervor  del  amor  que  habían  perdido, 
aunque  queden  en  alguna  obligación  a  pagar  penas  de 
purgatorio.  Estas  cosas  obra  el  Señor  diferentemente,  se- 
gún las  diferentes  disposiciones  de  quien  lo  recibe. 

875  Y  no  hay  remedio  tan  grande  para  purificación  de  nues- 
tros defectos  y  quemar  las  pajas  de  pecados  veniales,  como 
bien  recebir  este  fuego  sagrado,  con  que  se  encienda  el 
fuego  de  nuestro  amor  y  se  quemen  las  pajas  de  los  ve- 
niales. Y  aunque  no  se  pueda  pasar  esta  vida  sin  caer  en 

8&0  algunos  de  ellos,  si  tomamos  esta  medicina  dulcísima  y 
suavísima,  no  nos  dañarán,  pues  por  ella  nos  son  per- 
donados; hasta  que  este  mismo  Señor,  que  aquí  nos  alim- 
pia  de  nuestros  pecados,  nos  dé  tan  fuerte  limpieza,  que 
nunca  más  la  podamos  perder,  confirmándonos  en  su  gra- 

885  cia  y  dándonos  gloria. 


52  En  Cristo  levantamos  la  cabeza 

(Bd.  1596,  I,  pp.  258-286.) 

Qui  manducaí  meam  carnetn,  et  bibit  mcum  san- 
guinem,  in  me  manet,  et  ego  in  eo.  Quien  come  mi 
carne,  y  bebe  mi  sangre,  está  en  mí  y  yo  en  él 
do.  6,  [57]). 

5    Otra  metáfora  para    Para  subir  a  las  cosas  altas  no  bas- 
declarar  nuestra    ta  un  solo  escalón,  ni  para  agotar 
unión  con  Cristo       un  grande  lago  de  agua  no  basta 
una  sola  vasija;  y  cuanto  una  cosa 
es  más  excelente,  más  nombres  y  más  inducciones  ha  me- 

1(j  nester  para  ser  declarada.  Esto  parece  manifiesto  en  la  cosa 
más  excelente  de  todas,  que  es  la  divina  Esencia;  pues  sien- 
do ella  una,  y  más  unísima  que  ninguna  de  las  cosas,  ha 
menester  más  nombres  y  semejanzas,  para  que  cada  una 
por  su  parte  declare  algo  de  la  infinidad  de  perfecciones 

*5  que  ella  juntamente  en  sí  tiene. 

También  es  notorio  cuán  muchas  figuras,  sacrificios,  ce- 
remonias, nombres,  profecías  y  semejanzas  están  escritas 
en  el  Viejo  Testamento  para  declarar .  la  excelencia  de  un 
solo  Jesucristo  nuestro  Señor.  Y  por  esto  no  es  de  mara- 

20  villar  que,  pues  el  misterio  que  al  presente  tratamos,  de  la 
dulcísima  unión  entre  Jesucristo  nuestro  Señor  y  los  que  bien 
le  reciben,  es  tan  grande,  no  nos  contentemos  con  declararla 
con  una  sola  metáfora  de  "comer  y  beber",  mas  que  añada- 
mos otras,  no  de  nuestra  cabeza,  porque  en  cosa  tan  alta 

25    y  tan  sobre  nuestro  sentido,  ¿quién  osará  seguir  otro  pa- 


786 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


recer  que  el  de  Dios?,  para  que  de  Aquel  raesmo  venga  la 
lumbre  con  que  conozcamos  este  tan  gran  bien  nuestro,  de 
quien  viene  el  hacer  'la  merced,  y  tengamos  por  maestro  a 
quien  tenemos  por  bienhechor. 

30  La  metáfora  que  en  este  presente  sermón  nos  ha  de  dar 
lumbre  para  el  conocimiento  de  este  sagrado  misterio,  nos 
la  dió  Dios  por  boca  del  apóstol  San  Pablo,  órgano  muy 
usado  para  declarar  las  riquezas  investigables  de  Jesucristo 
nuestro  Señor  que  para  sí  y  para  nosotros  tiene;  y  ésta 

35  llama  por  nombre  de  "cabeza  y  cuerpo"  o  "cabeza  y  miem- 
bros". En  una  parte  dice,  hablando  de  Cristo:  El  es  cabeza 
del  cuerpo  de  la  Iglesia;  y  en  otra  parte,  que  Dios  Padre 
dió  a  Jesucristo  nuestro  Señor  por  cabeza  de  toda  la  Igle- 
sia; y  en  otras  partes  usa  de  esta  misma  metáfora,  como 

iO  cosa  en  que  hallaba  particular  gusto,  y  que  entendía  ser 
conveniente  para  nuestra  consolación,  porque  declara  muy 
al  propio  este  gran  beneficio  de  la  unión  de  Cristo  y  nos- 
otros. 

A  los  deshonrados  en    Había  Dios  dado  a  Adán,  hombre 
45    Adán    nos   es   dado    primero,  que  fuese  cabeza  de  todos 
Cristo  como  Cabeza    los  hombres,  principio  de  todos 


en  los  bienes  en  que  Dios  le  crió,  se  derivasen  de  él  en 
ellos  como  de  una  cabeza  a  su  cuerpo.  Mas  porque  aquella 

50  cabeza  fué  de  mal  seso,  quebrantando  el  mandamiento  de 
Dios,  cayó  en  desprecio  y  deshonra  en  los  ojos  de  El,  y 
fué  despojado,  como  traidor,  de  los  bienes  que  había  reci- 
bido y  de  otros  mayores  que  esperaba  recebir,  y  fué  con- 
denado a  muerte  y  a  graves  penas  por  la  divina  Justicia, 

55  pues  no  había  querido  aprovecharse  de  su  gracia  y  mise- 
ricordia. Cabeza  deshonrada,  pobre  y  condenada,  ¿qué  pudo 
pasar  a  sus  miembros  sino  lo  que  ella  tenía?  Y  porque  el 
demonio  tuvo  derecho  sobre  él,  mediante  el  pecado,  túvolo 
también  contra  sus  miembros;  no  como  quiera,  sino  siendo 

60  cabeza  de  ellos,  influyéndoles  de  su  ponzoña  y  haciéndoles 
participantes  en  sus  penas. 

¡Alaben  al  Señor  sus  misericordias  y  sus  maravillas  en 
los  hijos  de  los  hombres!  Porque  se  adoleció  de  las  mise- 
rias de  ellos,  y  los  sacó  del  profundo  de  la  deshonra  y  de 

65  la  pobreza  de  las  cosas  espirituales,  y  les  rescató  de  las 
penas  que  debían,  y  les  quitó  cabezas  tan  malas  como  era 
Adán  y  el  demonio.  Y  no  se  contentó  su  misericordia  con 
sacarnos  de  estos  males,  tornándonos  a  la  honra  y  rique- 


30  sermón]  tratado 


ellos,  y  que,  si  él  permaneciera 


39  Eph.  i,  22. 
t>3    Ps.  106,  S. 


52.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


787 


zas  que  antes  teníamos;  mas,  multiplicando  su  magnificen- 
cia, remediónos  con  tanta  ventaja  de  lo  que  antes  teníamos, 
como  excede  el  cielo  a  la  tierra;  diónos  por  remedio  a  Je- 
sucristo, su  Hijo  bendito;  y  no  como  quiera,  mas  diónoslo 
por  Cabeza,  cuyo  cuerpo  fuésemos  nosotros,  con  lo  cual 
quedamos,  sin  comparación,  muy  honrados  y  agradables  a 
Dios  que  antes  estábamos  deshonrados,  y  que  estuviéra- 
mos si  por  otro  modo  ordenara  nuestro  remedio. 

Pudiera  muy  bien  su  infinita  Sabiduría  tornarnos  a  dar  a 
Adán  por  cabeza,  o  algún  hombre  que  viniera  de  él,  por 
el  cual  nos  viniera  el  bien  que  habíamos  perdido;  mas  para 
enseñar  Dios  las  riquezas  de  su  misericordia,  y  la  grande- 
za de  su  amjor  con  los  hombres,  y  su  inefable  sabiduría, 
tomó  él  vaso  quebrado  en  las  manos,  y  no  se  contentó  con 
hacello  como  antes  estaba,  mas  hermoseólo  y  honrólo  con 
muchas  ventajas. 

Grande  honra  fuera  tener  por  cabeza  un  hombre  bueno, 
y  mayor  tener  un  ángel,  y  mucho  más  un  serafín,  y  fué- 
ranos  ocasión  de  alabanzas  y  gracias  al  Señor,  que  tanto 
bien  nos  había  hecho.  Pues  ¿cuáles  serían  aquéllas  que 
debemos  dar,  porque,  pareciéndole  todo  poco — no  por  serlo 
ello,  sino  por  el  grande  exceso  del  amor  que  nos  tiene — , 
nos  dió  por  cabeza  al  mismo  Hijo  suyo  y  Verbo  encarnado? 
De  manera  que,  si  entonces  nos  pudiéramos  gloriar  de  que 
teníamos  honra  en  nuestra  cabeza  y  de  que  era  ángel  nues- 
tra cabeza,  digamos  ahora  que  tenemos  una  Cabeza  que  es 
Dios,  y  seamos  una  persona  mística  con  El.  Cosa  parece 
ésta  que  espanta  oyéndola  y  que  hace  encoger  al  hombre, 
mirando  su  poco  valor;  y  parécele  cosa  desigual  que  sea 
él  parte  o  cuerpo  que  tenga  a  Dios  humanado  por  su  ca- 
beza; mas,  en  fin,  llega  la  bondad  divinal  hasta  a  hacer 
estos  bienes  a  los  miserables,  para  que  se  verifique  lo  que 
dijo  Esaías:  Este  pueblo  formé  para  mí,  cantará  mi  ala- 
banza. Obra  es  de  Dios,  El  da  testimonio  de  ella;  creámos- 
la, alabémosla,  aprovechémonos  de  ella,  pues  tan  buena 
fué  nuestra  dicha,  que  por  la  gracia  de  Dios  nos  cupiese  tal 
suerte. 

Cristo  nos  es  dado  por  cabeza,  y  conviénenle  muy  bien 
las  propiedades  de  este  nombre,  porque  tiene  con  mucha 
verdad  lo  que  significa. 

La  cabeza  es  más  alta  que  todo  el  cuerpo,  y  Cristo  más 
alto  que  todos  los  hombres  y  todos  los  ángeles.  En  la  cabeza 
están  los  cinco  sentidos  y  el  regimiento  y  gobernación  de 
todo  el  cuerpo,  y  en  Cristo  toda  la  sabiduría,  todas  las 
gracias,  el  poderío  y  la  gobernación  del  cielo  y  de  la  tierra. 

102   Is.  43,  21. 

ii>S  Cf.  Sanio  Tomás  RE  Aquino,  Smnnw  tUcol.,  j,  q.  8  ;  De  ve* 
rit.,  q,  2Q,  a.  4-5-  "• 


788 


SERMONES.   CICIO  TFMPOKAJ 


Y  si  de  la  cabeza  desciende  influjo  de  espíritus  que  den 

H5  movimiento  y  sentimiento  a  los  miembros  del  cuerpo,  mu- 
cho mejor  desciende  el  Espíritu  de  la  gracia  de  Cristo  en 
los  suyos,  con  que  viven  y  obran  obras  de  vida  agradable 
y  meritoria  delante  'los  ojos  de  Dios. 

La  cabeza  es  de  una  mesma  naturaleza  con  el  cuerpo, 

120  y  Jesucristo  nuestro  Señor,  por  la  parte  que  es  hombre, 
es  de  una  mesma  naturaleza  con  nosotros.  Y  por  esto,  aun- 
que, por  ser  Dios,  le  pudiesen  convenir  las  otras  condi- 
ciones de  cabeza,  mas  porque  no  es  de  una  naturaleza  con 
nosotros,  ni  el  Padre  ni  el  Espíritu  Santo  no  se  llaman  con 

125  aquella  propiedad  cabeza  nuestra,  como  se  llama  El,  en 
cuanto  hombre.  Había  mucha  distancia  de  Dios  a  nosotros; 
abajóse  a  hacerse  hombre  y  ensalzónos  a  nosotros,  hacién- 
donos cuerpo  de  aquel  hombre,  para  que  así,  por  medio  de 
El  y  en  El,  nos  juntásemos  con  Dios,  de  quien  tan  apar- 

130  tados  estábamos:  Dios  en  El  y  nosotros  en  El;  no  se  pudo 
hallar  mejor  medio  para  nuestro  remedio. 

Bienaventurado  reino  que  tiene  tal  Rey,  mucho  más  sa- 
bio que  Salomón  para  saberlo  regir,  y  mucho  más  rico 
para  poder  enriquecer  a  los  suyos,  y  tan  lleno  de  amor 

135  para  con  ellos,  para  tratarlos,  curarlos  y  regalarlos,  como 
lo  es  una  cabeza  para  con  su  cuerpo.  ¿Quién  podrá,  Señor, 
callar  tales  misericordias?  ¿Quién  podrá,  Señor,  hablar 
tales  misericordias? 

Si  mirando  a  ti  no    ¿  Qué  hacen  los  hombres  que  no  vie- 
140  osas  alzar  tu  cabe-    nen  a  juntarse  con  esta  sagrada  y 
za  mirando  a  Cris-    honrada  Cabeza,  para  huir  de  la 

to 'haces  bien  en  le-  íeí°nra  *ue.¿  por  serimie+mbros  de 
,    .  Adán  y  del  demonio,  los  tiene  nie- 

van ar  a  tidos  en  el  profundo  de  la  bajeza 

145  y  desprecio  delante  el  acatamiento 

de  Dios?  Sí;  tienes,  hombre,  tantos  pecados  sobre  ti,  que 
no  los  puedes  sufrir,  y  anda  tu  ánima  acorvada  con  el 
mucho  peso  que  sobre  ti  traes,  diciendo  con  David:  Mis 
maldades  han  sobrepujado  mi  cabeza  y  como  carga  pesada 

150  se  han  apesgado  sobre  mí.  Sí;  tus  pecados  pesan  más  que  tú, 
y  no  los  puedes  pagar,  aunque  te  vendan  y  entreguen  en 
manos  de  todos  los  tormentos  que  de  aquí  al  fin  del  mundo 
te  pudiesen  dar.  Mas  ¿qué  digo  "hasta  el  fin  del  mundo"? 
Tanto  mal  es  el  pecado,  talento  de  plomo  tan  pesado,  que 

155  sin  hacer  agravio  ninguno,  merece  ser  castigado  con  tor- 
mentos que  no  se  acaben  mientras  Dios  fuere  Dios.  ¿Qué 
os  maravilláis  que  un  pecador  ande  triste  y  la  conciencia 
herida  con  remordimientos  crueles,  fatigado,  desesperado  y 
temeroso  dondequiera  que  esté,  considerando  que  tiene  por 

tSO    Ps.  37,  5.  Of.  Mt.  18,  34. 


santísimo  sacramento 


60  enemigo  al  omnipotente  Dios,  de  cuyas  manos  no  se  puede 
librar?  Debéis  vos  no  sé  cuántos  dineros,  y  andáis  penado 
y  pensativo,  y  decís  que  no  os  entra  en  provecho  lo  que 
coméis  y  bebéis.  Pues  si  está  en  la  cárcel  uno  y  condenado 
ya  a  que  pierda  la  vida,  ¿quién  osará  pedirle  a  aquél  que 

fi6  se  alegre?  Y  si  alguno  se  lo  pidiere,  el  encarcelado  no  lo 
podrá  hacer. 

Liviana  cosa  parece  el  pecado  cuando  se  comete,  mas 
pesadísima  es  después  de  cometido,  y  tal  aparecerá  el  dia 
que  Dios  viniere  a  juzgar  los  vivos  y  muertos  y  a  castigar 

WO  los  pecados  con  fuego  que  nunca  se  acabe.  Cristiano,  siente 
este  peso  que  sobre  ti  has  echado;  porque  ¡ay  de  aquel 
que,  ya  que  no  fuere  para  no  pecar,  no  se  le  da  nada  de 
haber  pecado!  Mas  tú,  hermano,  gime  con  el  peso,  mas  no 
desesperes;  abaja  tu  cabeza  con  vergüenza  y  dolor;  y  si 

W5  quieres  que  venga  por  ti  un  día  en  que  la  tengas  ligera  y 
aliviada  de  esta  grande  carga  y  'la  puedas  alzar  sin  confu- 
sión a  mirar  a  tu  Dios,  yo  te  daré  remedio  muy  cierto  con 
que  lo  alcances. 

Jeconías  estaba  cautivo  en  Babilonia  y  preso  y  pobre 

180  en  la  cárcel  del  rey,  y  vino  un  día  en  que  Dios  le  hizo 
merced  de  que  el  rey  Evil  Merodac  se  acordase  de  él,  y  lo 
sacó  de  la  cárcel,  y  lo  vistió  muy  bien,  y  lo  sentó  a  su 
mesa ;  y  dice  'la  Escritura  que  le  levantó  la  cabeza.  Si  preso 
estás  en  poder  del  demonio,  traerte  ha  pensamientos  de 

186  desesperar;  y  aquellos  que  primero  te  decían:  "Peca,  que 
luego  saldrás  del  pecado;  Dios  te  perdonará,  que  miseri- 
cordioso es;  no  eres  tú  solo  el  que  haces  esto;  cuando  qui- 
sieres harás  penitencia",  y  cosas  semejantes,  con  que  te 
aliviaban  la  carga  que  te  querían  echar  encima  de  tus  hom- 

190  bros,  a  ios  cuales,  si  tú  fueras  cuerdo,  habías  de  respondei : 
"Quiero  primero  probar  si  puedo  llevar  esa  carga,  pues  que 
a  uno  que  vive  de  este  oficio,  si  le  piden  que  lleve  alguna 
carga  de  una  parte  a  otra,  ase  primero  de  ella  y  prueba  si 
la  puede  alzar  y  llevar;  y  si  ve  que  no,  por  cosa  que  le 

195  den  no  quiere  tomar  sobre  sí  carga  que  lo  derribe  en  e? 
suelo  y  lo  mate  o  lastime". 

¡Oh  miserables  que  en  los  infiernos  estáis!  ¿Por  qué  no 
probastes  primero,  cuando  os  parecía  pequeña  la  carga, 
cuando  no  teníades  en  nada  oír  que  el  castigo  del  pecado 

200  es  tormento  del  infierno  para  siempre  jamás?  ¿Por  qué  no 
probábades  siquiera  lo  medio,  siquiera  un  poco  de  lo  que 
ahora  decís  que  es  incomportable,  y  blasfemáis  de  aquel  que 
tal  peso  y  tormento  os  echó  a  cuestas,  diciendo  que  no  lo 
podéis  llevar? 

205  Cristiano,  prueba,  primero  que  hagas  el  concierto,  si 
puedes  llevar  el  peso  de  la  sentencia:  Ite,  maledictí.  Mas  si 


2..6   Cf.  Mt.  25,  4i 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


fuiste  tan  inadvertido  que,  a  trueco  de  muy  vil  y  pequeño 
prpc'^.  echaste  sobre  ti  la  pesada  carga  del  pecado  mortal, 
no  añadas  mal  sobre  mal,  ni  eches  sobre  ti  la  pesada  piedra 

210  de  la  desesperación,  incomportable  para  sufrir  y  poderosa 
para  en  un  punto  dar  en  el  infierno  contigo.  Entiende  y 
siente  que  has  hecho  muy  mal  en  dar  males  por  bienes, 
enojos  en  lugar  de  servicios,  a  tu  Dios  y  Criador.  Gime, 
que  has  sido  in6ratu  al  Señor,  que  te  compró  con  su  san- 

215  gre  y  muerte  preciosa.  Y  si  la  muchedumbre  de  tus  peca- 
dos, y  la  acusación  de  los  enemigos,  y  la  grandeza  de  los 
tormentos  de  infierno,  el  temor  de  la  divina  Justicia  te 
aprietan  tanto  que  te  quieren  hacer  desesperar  como  a  Ju- 
das, vete  así,  espinado  como  estás  con  las  punzadas  de  do- 

220  lor  que  te  dan  tus  pecados,  y  con  confianza  cristiana  dile 
a  este  Señor:  "¡Cuán  multiplicados  son  los  que  me  atribu- 
lan! Muchos  se  levantan  contra  mí;  muchos  dicen  a  mi 
ánima,  con  pensamientos  secretos,  que  no  tengo  salud  en 
mi  Dios.  Si  me  dijeran  que  no  la  tenía  en  mí  mismo,  no  me 

225  deshicieran  ni  me  desmayaran,  pues  que  el  mal  en  mí  está, 
el  remedio  no;  mas  decirme  que  no  tengo  parte  en  vuestra 
redención,  que  me  habéis  arrojado  de  vos  y  que,  aunque 
sois  Salvador,  por  mis  grandes  pecados  no  me  habéis  de 
salvar,  esto,  Señor,  me  desmaya  mucho,  y  para  esto  os 

230  pido  remedio,  y  que  no  me  vea  yo  sumido  debajo  de  la  tem- 
pestad de  las  aguas  ni  caído  en  el  pozo  de  la  desesperación 
y  cerrada  la  boca.  Dadme  fuerza,  Señor,  para  que  yo  con- 
fiese mis  pecados  con  esperanza  de  perdón,  y  que  os  diga 
con  verdad  las  palabras  que  se  siguen:  Tú,  Señor,  que  eres 

235  mi  recibidor,  honra  mía,  y  que  levantas  y  ensalzas  mi  ca- 
beza; que  entre  yo,  Señor,  con  verdad,  dando  gracias  y  ala- 
bando a  vuestra  misericordia,  que  con  mi  voz  llamé  al  Se- 
ñor, y  que  oyó  mi  voz  desde  su  santo  templo,  que  es  vues- 
tra santísima  humanidad". 

240  ¡Oh  pecadores,  que  tenéis  los  corazones  espinados  por 
haber  ofendido  al  Señor!  ¡Oh  pecadores,  que  de  verdad  que- 
réis hacer  guerra  a  vuestras  pasiones  por  tener  paz  con 
Dios,  y  comenzar  nuevo  partido  con  Dios,  y  por  la  obe- 
diencia de  sus  santos  mandamientos  y  de  su  Iglesia  sagrada! 

246  No  desmayéis,  que  tenéis  en  Jesucristo  remedio,  según  está 
escrito:  Los  montes  son  para  los  ciervos  y  la  piedra  es  re- 
fugio para  los  erizos.  Si  no  has  sido  leal  a  Dios  corriendo 
con  ligereza  el  camino  de  sus  mandamientos  y  no  te  pue- 
des salvar  por  vía  de  la  alteza  e  inocencia  de  vida,  conoce 

250  tu  bajeza  y  que  no  has  sido  para  correr  por  los  montes,  y 
entiende  que,  como  Jesucristo  nuestro  Señor  es  santidad 


224    Cf.  Ps.  3,  a-3.  238    Cf.  Ps.  3t.  4-5. 

332   Cf.  Ps.  6S,  16.  245    I's-  lOSi  iS. 


791 


de  los  santos  y  ligereza  de  los  ciervos  que  corren  por  el  al- 
teza de  la  vida,  también  es  piedra  puesta  a  la  raiz  del  mon- 
te, que  está  cavada  y  hecha  casa,  donde  reposen  y  sean  re- 
creados los  erizos,  llenos  de  espinas,  que  son  los  pecadores 
lastimados  por  haber  pecado. 

Dile — si  de  verdad  quieres  ser  suyo — ,  confiado  de  su 
misericordia,  lo  que  dijo  David:  "Señor,  tú  eres  mi  recibi- 
dor, tú  mi  honra  y  el  que  levanta  mi  cabeza.  Yo,  Señor,  me 
despeñé  cuando  caí  en  el  pecado  mortal,  y  por  tu  miseri- 
cordia no  caí  hasta  los  profundos  del  infierno;  no  porque 
yo  no  lo  mereciese,  mas  porque  se  cumpliesen  en  mí  aque- 
llas palabras  dulcísimas  que  mandaste  decir  en  alabanza  de 
tu  misericordia:  Cuando  cayeren,  no  se  quebrarán,  porque 
el  Señor  pone  debajo  su  mano.  Alabanzas,  Señor,  sean  a  tu 
bondad,  que,  ya  que  mi  maldad  me  derribó  al  abismo  del 
pecado,  tu  bondad  me  guardó  que  no  cayese  en  el  del  in- 
fierno, esperándome  a  penitencia  para  darme  perdón.  A  ti 
confieso  por  piadoso  recibidor  mío,  y  a  mí  por  muy  cruel 
ofendedor  tuyo  y  más  duro  que  piedra  contra  ti.  Yo  soy  mi 
deshonra,  porque  te  ofendí;  y  soy  tu  deshonra,  porque  fui 
causa  que  te  deshonrasen  por  mí;  y  tú,  Señor,  con  tu  des- 
honra me  honraste,  y  a  boca  llena  te  alabo  y  confieso  por 
honra  mía.  Que  si  oso  llamarte,  si  oso  alzar  mis  ojos  a  ti,  si 
espero  verte  en  «el  cielo,  siendo  tan  indigno  de  alzar  mis 
ojos  del  suelo,  a  ti,  Señor  mío,  lo  debo,  pues  por  tu  sangre 
y  pasión  espero  que  has  de  quitar  de  encima  de  mi  cabeza 
la  pesada  carga  de  pecados  que  yo  eché  y  olvidarlos  de  tu 
memoria  como  si  no  fueran  hechos,  para  que  yo  tenga  co- 
razón para  vencer  la  confusión  de  mi  cara  y  levantar  mi 
cabeza,  no  con  soberbia,  mas  ¿loriándome  en  ti,  que  libras 
de  la  confusión  que  tienen  los  pecadores,  que  levantas  a  los 
caídos  y  del  polvo  y  estiércol  levantas  al  pobre,  para  lo 
asentar  con  los  príncipes  de  tu  pueblo  cristiano". 

Si,  mirándote  a  ti,  gimes  y  te  hinches  de  confusión,  que 
no  osas  alzar  tu  cabeza,  y  mirando  a  Jesucristo  nuestro 
Señor,  y  tomando  las  medicinas  que  en  su  Iglesia  dejó  para 
que  tus  llagas  sean  curadas,  tienes  confianza  de  su  perdón, 
haces  muy  bien,  y  vendrá  sobre  ti  la  palabra  divina,  que 
consuela  los  tales,  diciendo:  Al  que  espera  en  el  Señor,  su 
misericordia  lo  cercará,  remediará  y  perdonará. 

Bajó  Cristo  su  cabeza    Mas  para  que  sepas  qué  debes  a 
para  levantar  nuestra    este  Señor,  para  que  más  agrade- 
cabeza  caída  ^e  seas  y  mejor  entiendas  el 
misterio  de  la  sagrada  unión  de 
Cristo  con  nosotros,  cuya  declaración  pretendemos,  te  digo 


2.59   Ps.  3,  4- 

265    Cf.  Ps.  36,  24. 


284    Ps.  112,  7-8. 
291    Cf.  Ps.  ¿:,  10. 


792 


que,  aunque  mucho  debamos  al  Señor  porque  levantó  nues- 
tra cabeza  caída  con  el  perdón  de  nuestros  pecados,  no  sé 
si  le  debemos  más  por  el  modo  con  que  nos  la  levantó.  Difi- 

300  cultosa  cosa  es  de  juzgar,  secretísima  de  escudriñar;  dénos 
El  su  santo  Espíritu,  al  cual  no  hay  cosa  ninguna  escondida, 
y  que  escudriña  las  profundidades  del  corazón  de  Dios  para 
que  sepamos  este  secreto. 

¿Qué  veía  el  Señor  para  levantar  nuestra  cabeza,  la  cual 

305  por  nuestros  pecados  no  osábamos  nosotros  levantar?  Por 
la  fe  sabemos  que  el  Verbo  de  Dios  se  abajó  a  hacerse  hombre 
por  ensalzar  a  los  hombres:  que  no  se  contentó  con  esto, 
pues  que  también  El,  hecho  hombre,  abajó  su  cabeza  en  el 
día  de  su  sagrada  pasión.  Aquella  corona  de  espinas,  claro 

310  está  que,  dándole  golpes  encima,  de  manos  tan  crueles  como 
las  de  los  sayones  que  con  las  cañas  le  herían  en  la  cabeza, 
que  lastimada  con  las  espinas,  se  había  de  abajar  e  inclinar 
con  el  duro  golpe. 

¡Qué  caro  costaron  al  Señor  los  levantamientos  soberbios 

315  de  nuestra  cabeza,  pues  que,  para  librarnos  de  la  burla  y 
tormentos  que  por  ellos  merecíamos,  ofreció  su  sagrada  ca- 
beza a  trances  tan  dolorosos!  Allí  abajó  su  cabeza  con  grave 
dolor,  y  en  la  cruz,  cuando  inclinándola  dió  su  espíritu  al 
Padre.  ¡Oh,  qué  té  deben  los  hombres,  Señor!  ¡Oh,  cómo  no 

320  miran  en  ello!  ¡Oh!,  ¿cómo  no  huyen  levantar  mal  sus  ca- 
bezas? ¡Oh!,  ¿cómo  no  las  abajan  a  ti,  para  que  tú  se  las 
alces?  Dejan  perder  la  medicina  tan  preciosa  y  costosa  que 
para  nuestro  remedio  heciste,  y  queremos  más  vivir  de  ma- 
nera que  tomes  nuestras  cabezas  y,  según  está  amenazado, 

325  las  arrojes  y  quebrantes,  que  no  gozar  de  la  honra  de  poderte 
mirar,  que  con  el  abatimiento  de  tu  cabeza  tú  nos  ga 'inste. 

Mas  ¿quién  pasará  adelante?  ¿Quién  le  osará  preguntar 
si  para  levantar  nuestra  cabeza  caída  hizo  El  alguna  cosa 
más  de  las  dichas? 

330  ¡oh  benditísimo  Señor!,  gracias  a  tu  misericordia,  que, 
con  bajar  tu  cabeza  viviendo  y  muriendo,  mereciste  que  yo 
fuese  perdonado  y  mi  cabeza  ensalzada;  y  con  bajar  tú  a  ser 
cabeza  mía  y  a  darme  disposición  para  ser  miembro  luyo, 
efectuaste  en  mí  lo  que  en  la  pasión  me  ganaste.  Señor,  ¿qué 

335  haces  cuando  te  haces  cabeza  del  hombre?  Señor,  ¿qué  par- 
ticipación hay  entre  luz  y  tinieblas,  justicia  con  injusticia, 
entre  el  templo  de  Dios  y  de  los  ídolos,  y  entre  vos  y  Belial? 

Vos,  Señor,  ¿no  sabéis  que  suelen  los  hombres  avergon- 
zarse de  cuando  alguna  persona  conjunta  con  ellos  comete 

340   alguna  cosa  fea,  y  tiénense  por  deshonrados,  y  tanto  más 


302    Cf.  1  Cor.  2,  10. 
306   Cf.  lo.  1,  14. 
318    Cf.  lo.  19,  30. 


325    Cf.  Ps.  109,  6. 

337    Cf.  2  Cor.  6,  14-16. 


SANTÍSIMO  SACRAMENTO  793 


cuanto  la  persona  que  comete  el  mal  es  más  conjunta?  Plú- 
goos  satisfacer  con  dolores  nuestros  pecados;  hiciérades 
como  hacen  los  fiadores,  que,  aunque  pagan  por  aquellos  a 
quien  fían,  pagan  como  por  extraños,  y  no  se  les  pega  des- 

46  honra  de  lo  que  como  tales  hicieron,  y  créceles  mucha  honra 
porque  pagan  lo  que  no  debían.  Mas  vos,  Señor,  que  habéis 
tomado  por  vuestras  nuestras  culpas  para  las  pagar,  tomáis- 
nos  a  nosotros  por  cosa  vuestra,  siendo  vos  tan  enemigo  de 
la  maldad,  tan  honesto  y  vergonzoso,  que  ni  aun  verla,  ni 

60  oírla,  ni  pensarla  querríades.  ¡Mucho  debiera  de  ser  vues- 
tro sentimiento,  de  que  personas  conjuntas  a  vos  hiciesen 
las  maldades  que  hemos  hecho  nosotros!  ¿Quién  sabrá  este 
secreto,  Señor?  ¿Quién  nos  dirá  qué  sentiste,  y  cómo  pedis- 
te nuestro  perdón,  y  cómo  lo  alcanzaste? 

65  Gracias  a  vuestra  misericordia,  que,  para  consuelo  de 
nuestras  ánimas  y  para  manifestación  de  vuestro  grande 
amor  con  nosotros,  haya  vuestra  providencia  ordenado  que 
el  Espíritu  Santo  en  la  divina  Escritura  nos  haya  declarado 
este  secreto  de  vuestro  corazón,  del  negocio  de  nuestro  re- 

160  medio,  tan  oculto  a  nosotros. 

Tomad,  hermanos,  por  ejemplo,  que,  si  unos  criados  de 
un  hijo  de  un  rey  hubiesen  hecho  una  grande  maldad  y  trai- 
ción contra  el  rey  su  padre,  de  lo  cual  el  hijo  del  rey  estu- 
viese muy  sentido  y,  por  ser  muy  bueno,  estuviese  como 

365  afrentado,  porque  cosa  suya  se  hubiese  desacatado  contra 
su  padre  y  hecho  fealdades  indignas  de  que  se  nombrasen, 
y,  con  todo  esto,  es  tanto  el  amor  que  tiene  a  sus  criados, 
que  le  constriñen  a  ponerse  delante  la  presencia  de  su  padre, 
y,  aunque  está  rogando  por  ellos,  se  le  avergüenza  la  cara 

370  delante  el  acatamiento  de  tanta  limpieza,  oyendo  contar  cosas 
de  tan  gran  fealdad,  y  parécele  que  por  haberlas  cometido 
cosa  tan  suya,  se  le  pega  deshonra,  y  esté  como  afrentado 
delante  de  su  padre. 

Cosa,  hermanos,  usada  es  ésta,  afrentarse  el  pariente  del 

375  delito  que  hace  el  pariente;  avergonzarse  la  madre  de  la 
fealdad  que  ha  hecho  la  hija:  si  la  relata  pidiendo  de  ella 
perdón,  parécele  cuenta  un  propio  pecado  que  ella  hubiese 
cometido.  Por  aquí  podéis  atinar,  siendo  nuestros  pecados 
tan  feos,  siendo  la  limpieza  de  Cristo  tan  grande  en  cuanto 

380  hombre — que  es  el  que  pide  perdón — y  siendo  muy  mayor 
la  del  Padre  y  suya,  en  cuanto  Dios,  y  del  Espíritu  Santo, 
delante  de  quien  relatan  los  pecados  y  a  quien  se  pide  el  per- 
dón, ¿qué  sintiría  aquella  sacratísima  ánima  cuando  en  ta'i 
tribunal  lo  relatase  y  procurase  alcanzar  el  perdón?  ¿Que- 

385  réis  que  lo  diga  el  Espíritu  Santo?  Oíd  sus  palabras:  Todo 
el  día  está  mi  vergüenza  delante  de  mí,  y  la  vergüenza  de  mi 
cara  me  ha  cobijado,  por  lo  que  me  daban  en  rostro  y  de- 


794 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


cían  de  mí,  y  por  la  faz  del  enemigo  y  del  que  me  persigue. 
Y  para  declaración  de  esto,  acordaos  que  el  profeta  Za- 

390  carias  vió  en  espíritu  a  nuestro  Jesús  vestido  de  vestiduras 
sucias  y  a  la  mano  derecha  de  El  estaba  Satanás  para  ha- 
cerle contradicción.  ¡Oh,  alabado  seas,  mi  Dios  y  Señor, 
para  siempre,  fuente  de  toda  limpieza,  del  cual  y  por  el  cual 
son  limpios  todos  los  que  lo  son!  ¿De  dónde  a  ti  vestiduras 

395  sucias,  sino  de  juntarte  con  nosotros  y  rodearte  de  nuestros 
pecados,  tomando  nuestra  naturaleza  para  los  pagar,  y  ves- 
tirte de  ellos  para  desnudarnos  a  nosotros  de  ellos  y  vestir- 
nos de  la  ropa  de  tu  santidad?  Bien  sabemos,  Señor,  que, 
mirándote  a  ti  el  príncipe  deste  mundo,  ningún n  cosa  halló 

400  mala  de  que  te  asir;  y  si  el  profeta  ve  que  está  a  tu  mano 
diestra  contradiciéndote ,  es  en  el  negocio  que  toca  a  nos- 
otros; en  lo  cual  no  estará  mudo,  como  en  lo  que  toca  a  ti, 
mas  tiene  muchísimos  males  y  cosas  muy  vergonzosas  que 
con  verdad  decir  de  nosotros,  porque  las  hicimos,  y  de  ti, 

405  Señor,  porque  las  quisiste  tomar  a  tu  cargo  para  las  pagar. 
Este  es  el  enemigo  que  dice  David  que  te  da  en  cara,  y  que 
habla  mal,  y  que  te  persigue,  haciendo  y  diciendo  cuanto 
puede  porque  no  se  dé  la  sentencia  en  favor  de  nosotros, 
cuyo  abogado  tú  eres. 

410  Señor,  si  la  vergüenza  todo  el  día  (que  quiere  decir  por 
toda  tu  vida)  está  delante  de  ti,  y  si  la  confusión  ha  cobijado 
tu  cara,  por  la  faz  del  enemigo,  que  como  a  marido  de  mala 
mujer  le  da  en  rostro  los  adulterios  que  ella  ha  cometido, 
¿qué  vergüenza  pasarías  tú,  Señor,  por  ser  tan  honesto,  y 

413  el  juez  de  aquel  tribunal,  que  es  la  divinidad,  muy  más  ho- 
nesto, en  relatar  cosas  tan  feas  como  se  relatarían?  ¡Ay  de 
nosotros,  porque  las  hecimos! 

Señor,  suplicárnoste  que  las  cuentes  como  maldad  de 
gente  extranjera,  cuya  deshonra  no  toca  a  ti;  y  basta  que 

420  nos  alcanzaste  perdón,  y  que  en  el  monte  Calvario  seas  des- 
honrado por  mano  y  lenguas  de  malos  hombres,  sin  que  en 
aquel  secretísimo  tribunal  de  la  divina  Justicia  tengas  por 
tuya  gente  de  cuyas  maldades  te  avergüences  y  te  lastimen. 
Mas  ¿quién  podrá  acabar  esto  con  tu  encendido  amor,  con 

425  que  estás  determinado  de  ser  uno  con  nosotros  como  cabeza 
con  cuerpo,  y  quieres  que  nuestras  culpas  se  digan  culpas 
de  los  que  son  miembros  tuyos?  Dinos,  Señor,  ¿cómo  abo- 
gaste en  aquella  audiencia?  ¿Cómo  dijiste?  ¿No  tuviste  em- 
pacho de  confesarte  por  cabeza  de  gente  tan  miserable?  De- 

430  seamos  mucho  oír  lo  que  entonces  dijiste,  pues  con  ello  al- 
canzaste nuestro  perdón  y  remedio.  Otra  vez  gracias  a  tu 
Providencia,  que  ordenó  que  supiésemos  qué  fué  tu  estilo, 


4u7  Cf.  Ps.  L3,  i;- 
412    Cf.  Ps.  43,  16. 


795 


qué  palabras  dijiste  en  negocio  tan  pesado  e  imposible  de 
hallarle  remedio,  si  por  medio  tuyo  no  fuera. 
J5        Oigan  los  hombres,  oigan  los  ángeles,  oigan  tus  orejas, 
Señor,  la  grandeza  del  amor  que  Jesucristo,  nuestra  cabeza, 
tiene  con  nosotros,  que  por  acordarse  de  nosotros  no  se  mira 
a  si;  por  ensalzarnos,  se  abaja;  por  cbrar  las  obras  de  su 
misericordia,  hace  obras  muy  ajenas  de  sí;  y  siendo  más 
40   limpio  que  las  estrellas  del  cielo  y  más  apartado  de  compañía 
de  pecadores  y  de  cometer  pecados  que  la  alteza  del  cielo  del 
centro  de  la  tierra,  se  ha  juntado  tanto  con  los  hombres  y 
tomádolos  por  cosa  tan  suya  en  el  tribunal  de  la  divina  Jus- 
ticia, que  pide  perdón  de  los  pecados  de  ellos  diciendo:  Señor, 
-45   habe  misericordia  de  mí,  sana  mi  ánima,  porque  he  pecado 
a  ti.  Otra  vez:  Señor,  habe  misericordia  de  mí;  sana  mi  áni- 
ma, porque  pequé  a  ti.  ¡Oh  palabras  tan  nuevas  y  extrañas, 
y  para  ponernos  atónitos,  oír  pedir  misericordia  al  que  es 
la  misma  misericordia,  y  pedir  sanidad  para  su  ánima,  nunca 
í50   habiendo  enfermado;  y  decir  que  pecó  el  que  nunca  lo  hizo 
ni  lo  pudo  hacer! 

¡Oh  Rey  de  todos  los  siglos,  en  cuánta  confusión  pone  a 
mi  soberbia  oír  la  humiiísima  contemplación  tuya!  Yo  soy 
el  que  pequé,  y  a  duras  penas  se  puede  acabar  conmigo  que 
'55  lo  conozca  y  confiese.  Está  mi  ánima  enferma,  y,  ocupada 
en  otras  cosas,  no  siento  mi  mal  ni  procuro  el  remedio.  Soy 
mísero  y  miserable,  y  no  pido  misericordia  de  corazón;  y 
estando  tú  ajeno  a  todo  aquesto,  oigo  decir  a  tu  boca:  Se- 
ñor, habe  misericordia  de  mi;  sana  mi  ánima,  porque  pe- 
460  qué  a  ti.  Yo,  Señor,  huigo  de  que  se  me  pegue  deshonra  de 
pecados  ajenos,  y  por  esto  muchas  veces  desconozco  mis 
conocidos;  y  véote  decir  a  ti:  Sana  mi  ánima,  porque  pe- 
qué a  ti. 

Contentáraste,  ¡oh  para  siempre  bendito!,  con  decir: 
465  uSeñor,  habe  misericordia  de  sus  pecados,  sana  el  ánima 
de  ellos;  y  si  más  quisieras  honrarlos,  sea  con  decir  ánimas 
de  mis  parientes,  de  mis  hermanos;  y  si  más  querías,  dije- 
ras como  la  mujer  cananea,  que  alcanzó  misericordia  de  ti 
diciendo:  Habe  misericordia  de  mí,  porque  mi  hija  mal  ator- 
470  mentada  es  del  demonio.  Porque  es  señal  de  gran  caridad 
llamar  hijo  al  que  no  engendré,  y  quererlo  tanto,  que  tengo 
su  misericordia  por  mia  y  digo:  Habe  misericordia  de  mi, 
habiendo  de  decir:  Habe  misericordia  de  ella. 

Mas  ni  hay,  Señor,  padre,  ni  madre,  ni  amigo  semeja- 
475   ble  a  ti;  ni  es  razón  de  pedirte  que  hables  como  los  otros, 

465  sus]  tnis 


441  Cf.  Hebr.  7,  26. 
447    Ps.  40.  5. 


7dó 


SERMONES.   CICLO  IT.MI'ORAÍ. 


pues  les  excedes  mucho  en  amar.  Sana  mi  ánima,  dices, 
Señor.  ¿Cuál  ánima?  Una  conocemos,  y  confesamos  que  fué 
criada  e  infundida  en  tu  sacratísimo  cuerpo  en  el  día  de 
tu  encarnación.  De  ésta,  aunque  se  dice  que  llevó  nuestras 

480  enfermedades  y  sufrió  nuestros  dolores,  mas  nunca  cayó 
enferma  de  enfermedad.  Pues  ¿qué  ánima  es  ésta  que  está 
enferma  por  haber  pecado  y  la  llamas  tuya?  Nunca  tal  he- 
mos oído,  haber  un  hombre  que  tenga  dos  ánimas. 

Si  mi  ánima  es  tuya,  Señor,  será  ánima  de  tu  cuerpo, 

485  y  vivirá  él  por  ella  y  no  ella  por  él,  pues  el  ánima  tiene 
vida  de  sí,  y  el  cuerpo  la  recibe  de  ella.  Mas  no  es  esto  así; 
ya  lo  hemos  dicho,  que  tú,  Señor,  nos  transformas  en  ti, 
y  no  tú  en  nosotros;  que  así  como  el  ánima  da  vida  al  cuer- 
po, así  tú  la  das  a  nuestras  ánimas;  y  así  ellas,  aunque  en 

490  substancia  sean  ánimas,  tienen  vez  de  cuerpos,  pues  reci- 
ben de  ti  la  vida  espiritual  y  el  influjo  de  buenas  obras, 
no  como  cosa  que  das  a  algún  extraño,  mas  como  cosa  que 
das  a  ti  mismo. 

Mi  ánima  es  tuya,  como  un  pie  o  una  mano  es  miembro 

495  de  una  cabeza;  y  si  el  pie,  por  andar  muy  de  prisa,  trope- 
zó y  se  hirió  o  le  dió  alguno  una  cuchillada,  a  boca  llena  dice 
la  cabeza:  "Curadme,  que  enfermo  estoy".  Y  de  esta  ma- 
nera dice  el  Señor:  Sana  mi  ánima,  porque  pequé  a  ti.  Y  en 
otra  parte:  Mis  delitos  no  están  escondidos  de  ti.  Y  tam- 

500  bién  dijiste:  No  tienen  paz  mis  huesos  delante  de  la  faz  de 
mis  pecados.  La  voz,  Señor,  tuya  es,  como  de  cabeza;  mas 
no  la  dices  en  tu  propia  persona,  mas  de  tus  miembros, 
que  tienen  lengua  en  sí  mismos  y  tiénenla  en  ti,  .cabeza 
suya,  para  quejarse,  mediante  ella,  de  sus  trabajos  y  pe- 

505  dir  lo  que  han  menester;  y  esto  te  hace  decir  que  pecaste 
y  que  nuestros  pecados  son  tuyos,  y  pedir  perdón  de  ellos 
como  si  los  hubieras  cometido;  porque  los  que  los  cometi- 
mos somos  cosa  tuya,  somos  cuerpo  tuyo. 

Si  la  Cabeza  es  per-    ¡  Oh  consolación  inefable  para  el  pe- 
510   donada,  también  lo    cador  que,  mediante  la  penitencia 
será  el  cuerpo         y  lOS  sacramentos,  quiere  incorpo- 
rarse en  Jesucristo  nuestro  Señor! 
¿Qué  temerá  pecado  quien  oye  decir  que  los  toma  Jesucris- 
to tan  a  su  cargo,  que  dice  que  El  los  ha  hecho  y  que  le 
515   sanen  y  le  perdonen?  Si  pide  perdón  para  sí,  ¿cómo  le  será 
negado,  pues  que  no  lo  pide  de  gracia,  sino  pagando  nues- 
tros pecados  con  acerbísimos  dolores,  con  justa  paga,  y 
aun  sobrada,  de  lo  que  debíamos? 

¡Oh  admirable  misterio!  Que  diga  el  Justo:  "Yo  pequé, 


480  Is.  53,  4. 
.J9Q  Ps.  68,  6. 
501   Ps.  37,  4. 


53.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO  1"97 


520   perdóname  mis  pecados";  y  que  el  no  tener  que  ver  Jesu- 
cristo con  el  infierno,  es  no  tener  que  ver  el  pecador,  unido 
a  El,  con  el  infierno;  y  que  ser  Jesucristo  perdonado  y  sal- 
vo, es  ser  el  pecador  perdonado  y  salvo.  Misterio  declarado 
•    en  el  Nuevo  Testamento  y  barruntado  en  el  Viejo,  aunque 

525  no  del  todo  entendido.  Muchos  maestros  de  la  vieja  ley, 
leyendo  aquel  lugar  de  Esaías:  Israel  es  hecho  salvo  en  el 
Señor  con  salud  sempiterna;  y  el  otro  lugar  del  profeta 
Oseas,  en  el  cual  habla  Dios  Padre,  diciendo:  Yo  solo  los 
salvaré  en  el  Señor  Dios  de  ellos,  maravillábanse,  y  olían 

530  estar  encerrado  en  estas  palabras  un  grande,  misterio,  y  de- 
cían: "Lugar  dificultoso  es  aquéste  y  digno  de  grande  ad- 
miración, que  la  salvación  de  Israel  esté  en  ser  Dios  hecho 
salvo".  Y  en  otra  parte  dice:  Con  él  estoy  en  la  tribulación, 
librarle  he  y  enseñarle  he  la  salvación  de  Dios.  "Notá — de- 

535  cían  estos  letrados — -que  la  salvación  con  que  Dios  es  salvo 
es  salvación  de  su  pueblo".  Y  desta  manera  dice  el  profeta 
Zacarías,  según  ellos  lo  leían:  Decid  a  las  hijas  de  Sión: 
Mirad  que  viene  vuestro  Rey  justo  y  hecho  salvo. 

¿Cómo  habían  de  entender  esta  unión  tan  grande  entre 

540  Dios  y  los  suyos,  que  la  salvación  de  Dios  fuese  salvación 
de  los  suyos,  y  en  ser  hechos  salvos  fuese  Dios  hecho  salvo? 
Veis  aquí  claro  lo  que  estaba  obscuro:  Dios  humanado  es  ca- 
beza, y  los  suyos  son  su  cuerpo;  y  cabeza  y  cuerpo  son  una 
misma  cosa.  Ser  la  Cabeza  perdonada,  librada  del  infierno, 

545  heredera  del  cielo,  es  ser  todo  esto  los  que  son  su  cuerpo. 
El  pie  hecho  sano  dice  a  la  cabeza :  "Sanado  me  habéis" ;  y 
la  sanidad  de  la  cabeza  redunda  en  el  cuerpo. 

Acuse  el  demonio  cuanto  quisiere  a  los  que  se  han  encor- 
porado  en  Jesucristo  nuestro  Señor,  porque  no  hallará  lo 

550  que  buscaba.  "Acuso — dice  el  demonio — a  Pedro  o  a  Juan, 
que  merecen  el  infierno  por  este  y  este  pecado  que  come- 
tieron". Mas  si  aqueste  tal  hombre  tuvo  tan  buen  seso  que 
recurrió  a  los  medios  de  la  penitencia  y  de  los  sacramentos, 
por  lo  cual  se  encorporó  en  Jesucristo,  cuando  el  demonio 

555  llamare  a  la  puerta'  diciendo:  "Vengo  a  buscar  a  Fulano, 
que  tengo  contra  él  sentencia  de  condenación",  responderá 
su  Cabeza,  que  es  Jesucristo,  como  verdadero  abogado: 
"Aquí  no  hay  ese  hombre  que  vos  buscáis;  ese  pecador  sen- 
tenciado al  infierno  en  desgracia  de  Dios,  en  las  aguas  de 

560  rni  bautismo  o  de  la  penitencia  se  ahogó,  y  nació  otro  hom- 
bre, que  no  tiene  nombre  arrimado  en  sí;  de  mi  nombre  se 
llama,  miembro  vivo  mío  es;  y  en  mi  cuerpo  no  hay  cosa 
digna  de  condenación.  Si  contra  mí  tienes  algún  derecho, 
enséñalo,  porque  ese  que  buscas  e  yo,  juntos  estamos:  o 


¡7  Is.  45,  17. 
19   Os.  1,  7. 


531  Cf.  Ps.  90,  15-16. 
558    Cf.  Zach.  q,  9. 


798  SERMONES.   CICLO  TEMPORA!. 


565  hemos  de  ir  juntos  al  infierno  o  ser  libres  del  infierno  juntos; 
y  aunque  él  merecía  ir  allá,  yo  no  merecía  ir  allá;  y  más 
fuerte  es  mi  derecho  para  no  ir  allá  que  su  desmerecimiento 
para  ir  allá.  Yo  le  he  tomado  por  cosa  mía  y  le  he  hecho 
participante  en  mis  derechos:  si  contra  ellos  tienes  algo,  eso 

570  alega;  que  si  a  él  tocas,  a  mí  mismo  tocas,  porque  él  y  yo 
somos  uno.  Ya  una  vez  respondí  a  los  que  me  venían  a  pren- 
der: Si  me  buscáis,  dejad  ir  libres  a  los  míos.  Prendiéronme, 
atormentáronme,  perdí  mi  vida  en  la  cruz  y  fui  tratado  como 
si  fuera  pecador;  justicia  es,  y  muy  justa,  que  los  que  bus- 

575  carón  para  castigar  a  quien  no  debía  nada,  que  no  hallen, 
aunque  busquen,  a  los  que  eran  deudores.  Haz  cuenta  que 
una  manzana  era  tuya  o  te  debía  algo;  toméla  yo,  comíla, 
transformóla  en  mí;  ella  es  yo.  No  tienes  que  ver  tú  conmigo, 
y  por  eso  ni  con  él". 

580  Altissimum  posuisti  refug-ium  tuum,  non  accedet  ad  te 
malum.  ¡Oh  bienaventurada  penitencia,  bienaventuradas  lá- 
grimas, preciosísimos  sacramentos,  dichosa  comunión,  que 
levantan  un  hombre  tan  alto,  que  lo  suben  de  sí  a  ser  Jesu- 
cristo! ¿Qué  refugio  tan  alto,  como  no  llegar  hasta  allí  el 

585  azote  de  la  condenación?  El  que  ha  de  juzgar  vivos  y  muer- 
tos, Jesucristo  es:  ¿cómo  dará  sentencia  contra  sí  mismo? 
Pues  condenar  a  su  cuerpo  sería  condenarse  a  sí.  Si  dicen 
que  va  seguro  a  juicio  quien  tiene  padre  juez,  ¿cuán  más 
seguro  estará  quien  es  cuerpo  del  mismo  Juez? 

590  Escondámonos  en  el  ¿Qué  hacéis,  hombres,  hijos  de 
escondrijo  de  su  faz  Adán,  dondequiera  que  estáis,  que 
no  venís  a  gozar  de  redención  tan 
copiosa,  de  lugar  tan  seguro,  donde  seáis  escondidos  de  la 
justicia  de  Dios,  que  no  os  castigue  por  vuestros  pecados? 

595  No  se  engañe  nadie,  no;  ningún  escondrijo  hay  donde  el 
pecador  pueda  esconderse  para  ser  perdonado,  si  no  es  en  la 
casa  del  refugio,  que  es  Jesucristo  nuestro  Señor;  que  no 
hay  otro  nombre  debajo  del  cielo  en  el  cual  los  hombres  sean 
salvos,  sino  el  de  Cristo.  No  os  aprovechan  vuestros  ayunos, 

600  ni  vuestras  limosnas,  ni  otros  trabajos,  ni  aun  perder  la 
vida.  No  pudo  librar  la  hiedra  al  profeta  Jonás  del  grande 
calor  del  sol,  porque  un  gusano  se  la  derribó,  ¿y  podréis 
vosotros  escapar  de  los  encendidos  e  incomportables  rayos 
de  ¡la  Justicia  divina?  ¡Ay  de  aquel  a  quien  la  divina  Justi- 

605  cia  hallare  descubierto  y  fuera  de  esta  casa  que  es  Jesucristo, 
porque  más  desventura  suya  será  que  de  los  que  perecieron 
en  el  tiempo  del  diluvio  por  no  entrar  en  el  arca!  ¿Quién 
podrá  resistir  una  justicia  que  por  un  pecado  mortal  con- 


572  Cf.  lo.  18,  8. 
581  Ps.  00,  9-10. 
500    Cf.  Act.  4,  12. 


602  Cf.  Ion.  4,  7. 
607    Cf.  Gen.  7,  21. 


$2.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


799 


dena  a  tormentos  eternos?  Huid,  hombres,  tan  grande  mal; 
venid  todos  aguijando,  corriendo  y  volando  a  este  Señor  que 
aquí  está,  con  verdadera  fe,  con  entrañable  penitencia;  pos- 
traos delante  de  El;  decidle,  conociendo  vuestros  pecados, 
confiando  en  su  misericordia:  "Acosado  vengo,  Señor,  hu- 
yendo de  la  divina  Justicia;  sedme  casa  de  refugio;  no  me 
seáis  Dios  airado,  mas  Dios  defendedor;  sedme  casa  de  for- 
taleza para  me  defender  y  salvar.  Tú  eres  mi  refugio  de  la 
tribulación  que  merezco.  Alegría  mía,  líbrame  de  los  que  me 
cercan;  ponme  cerca  de  ti,  enciérrame  en  tus  entrañas,  es- 
cóndeme en  tu  corazón,  cobíiame  con  tu  manto,  para  que  no 
me  hallen  los  que  me  buscan". 

No  hayas  miedo,  pecador,  que,  si  de  esta  manera  llamas, 
se  haga  sordo  el  Señor  de  la  casa;  esconderte  ha,  y  serás 
salvo  mejor  que  David  cuando  se  escondió  en  la  cueva  de 
Odolán,  mejor  que  Elias  cuando  se  escondió  en  el  arroyo  de 
Carit;  mejor  que  los  mensajeros  que  iban  a  David,  que  se 
escondieron  en  el  pozo  por  mano  de  la  mujer;  mejor  que 
los  mensajeros  de  Josué,  que  los  escondió  Raab  la  Jericon- 
tina.  Un  escondrijo  tiene  este  Señor  donde  esconderte,  que 
vale  más  que  todos  aquésos,  aunque  fué  figurado  en  todos 
ellos:  Esconderlos  has — dice  David — en  el  escondrijo  de  tu 
faz,  de  la  conturbación  de  las  lenguas;  defenderlos  has  en 
tu  morada,  de  la  contradicción  de  los  hombres.  No  envía 
Cristo  al  pecador,  que  se  esconda  de  la  Justicia  divina,  a 
la  sombra  de  alguna  hiedra,  de  algún  humano  socorro;  en 
sí  mismo  lo  esconde,  y  no  dondequiera,  sino  en  la  parte 
más  honrada  de  sí,  que  es  en  el  escondrijo  de  su  cara. 

Mas  ¿qué  escondrijo  tiene  su  faz,  pues  es  más  luciente 
y  manifiesta  que  el  sol?  ¿Sabéis  cuál?  Vímosle  y  no  tenía 
hermosura  ni  lindeza,  y  su  gesto  como  escondido,  y  por  eso 
no  lo  estimamos.  Escondió  Jesucristo  su  faz  cuando  se  ofre- 
ció a  ser  escupido  y  desestimado,  azotado  y  coronado  de 
espinas,  y  muerto  en  madero  de  malhechores.  ¿Qué  cosa 
más  escondida  a  los  ojos  humanos  que  ser  Dios  y  Mesías 
el  que  así  era  tratado?  Mas  a  les  ojos  de  la  fe  manifiesto 
está,  pues  creemos  que,  no  por  sus  culpas,  sino  por  quitar 
las  nuestras,  fué  tratado  de  aquella  manera.  Y  fué  justicia, 
que  pues  cayó  la  maldición  sobre  el  bendito,  y  la  justicia 
sobre  el  inocente,  y  la  condenación  sobre  quien  no  debia 
nada,  que  los  condenados  sean  absueltos,  los  pecadores  jus- 
tificados, y  sean  abrazados  con  misericordia  los  que  mere- 
cían ser  condenados  y  maltratados  con  la  justada,  en  esta 


618  Cf.  Ps.  51,  7.  n2S  lo*,  j 

624  Cf.  1  Re?.  22,  u  632  Ps.  v 

62=,  Cf.  J  Rec  ir,  J.  640  Cf.  ]< 

626  2  Rej*.  17,  8. 


800 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


paga  que  pagó  Jesucristo  por  nuestros  pecados,  suficiente 
y  sobrada  de  lo  que  merecían. 

En  este  escondrijo  mete  al  pecador  que  viene  huyendo  de 

655  la  Justicia  divina.  Y  diciendo:  "Yo  morí  por  él,  yo  pagué 
lo  que  é'l  debía,  él  me  recibe  en  sí  mismo,  yo  lo  transformo 
en  mí",  no  hay  quien  pueda  sacar  al  pecador  de  este  escon- 
drijo. Y  dícele  el  Señor  lo  que  a  la  mujer  adúltera:  ¿Dónde 
están  los  que  te  acusaban?  ¿Ninguno  te  condenó?  Ni  yo 

€60  tampoco  te  condeno;  antes  te  hago  salva,  y  te  glorificaré 
en  mi  eternidad. 


53        El  hombre  y  Cristo,  una  misma  persona, 
un  Cristo 

En  la  infraoctava  del  Corpus 

(Ed.  1596,  I,  p?.  719-749.) 

Sicut  tnisit  me  vivcns  Pater.  Ansí  como  me  envió 
mi  Padre,  que  vive  (lo.  6,  [58]). 

Unión  de  cabeza  con  Tiene  esto  la  inmensidad  de  Dios  y 
miembros  Ia  grandeza  de  sus  obras,  que  mier- 

5  tras  más  un  hombre  conoce  de  El 

y  de  ellas,  tanto  más  le  parece  que  es  poco  lo  que  ha  cono- 
cido y  mucho  el  camino  que  le  queda  de  andar. 

A  un  filósofo  preguntaron  que  dijese  qué  cosa  era  Dios. 
Y  porque  responder  de  ligero  a  una  duda  mediana  parece 
10  atrevimiento  y  señal  de  liviandad,  pidió  término  para  res- 
ponder a  una  cuestión  tan  grave,  en  la  cual  aun  decir  verdad 
es  cosa  peligrosa,  como  San  Hilario  dice.  Pasado  aquel  tér- 
mino, le  pidieron  respuesta  de  quién  era  Dios,  y  dijo  que 
aun  no  lo  había  alcanzado,  que  le  diesen  más  término.  Dié- 
15    ronle  otro  y  después  otros;  al  cabo  de  los  cuales  dijo  que 
no  había  menester  más  términos  ni  quería  más  rastrear  cosa 
tan  alta,  porque,  mientras  más  trabajaba  por  la  alcanzar, 
tanto  menos  sabía  de  ella;  y  mientras  más  a  ella  se  acercaba, 
más  era  rechazado,  como  los  ojos  de  un  hombre  que  más  se 
20    acercase  a  mirar  al  sol. 

El  profeta  Ezequiel  dice  que  entró  en  un  río  por  mandado 
de  un  ángel,  al  principio  del  cual  había  muy  poca  agua,  que 
no  le  daba  más  que  al  tobillo;  y  entrando  más  adentro,  le 

661  eternidad]  Vive,  ánima  mfa,  en  perpetuo  agradecimiento  a  tal  Amador 
v  tal  Señor  add. 

660    lo.  8,  IO-II. 

71    Cicerón,  De  nal.  deor.,  1.  1,  22. 

12  San  Hilario,  Tract.  in  Ps.  63,  r,  ;  in  Ps.  65,  7  ss.  :  ML  9,' 
411.  427  ss.        .  ■  -* 


53-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


801 


daba  a  las  rodillas,  y  más  adentro,  a  los  lomos,  y  pasando 

25  adelante  no  hallaba  do  hacer  pie.  La  Sabiduría  divina  y  las 
obras  que  de  ella  proceden  es  el  agua  de  este  río  profundo, 
que,  mientras  más  adelante  el  hombre  se  acerca  a  ella,  ma- 
yores cosas  y  más  difíciles  halla,  en  las  cuales  su  entendi- 
miento se  agota,  sin  poderlas  comprehender  ni  atinar. 

30  Así  me  parece  que  nos  ha  acaecido  acerca  de  los  miste- 
rios de  este  profundísimo,  altísimo  y  divinísimo  Sacramento 
del  cuerpo  y  sangre  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  tratando 
de  este  nombre  sinaxis,  que  quiere  decir  comunión,  que  con 
mucha  razón  le  es  atribuido.  Comunión  hay,  entre  Cristo  y 

35  quien  le  recibe,  de  Señor  a  siervo;  comunión  hay  de  Hermano 
a  hermano;  comunión  hay  de  Padre  a  hijo;  comunión  de 
Esposo  a  esposa;  y  aunque  éstas  van  creciendo  de  menor  en 
mayor,  como  el  río  de  Ezequiel,  mas,  en  fin,  con  el  favor  del 
Señor,  se  halla  algún  pie  para  hablar  de  ellas,  aunque  no 

■*o  con  la  dignidad  que  ellas  merecen.  Mas  en  la  unión  entre 
Cristo  y  los  suyos,  de  que  os  hemos  de  hablar;  en  la  buena 
dicha,  en  la  grande  honra  que  al  hombre  resulta  de  juntarse 
con  Jesucristo  nuestro  Señor,  la  lengua  enmudece  y  el  sen- 
tido, y  los  ángeles  del  cielo  ternán  harto  que  hacer  en  hablar 

45  de  aqueste  misterio,  y  nosotros  mucho  más  en  bien  enten- 
derlo. 

No  se  contentó  la  divina  Bondad  con  querer  que  nos  jun- 
tásemos con  Jesucristo  nuestro  Señor  con  los  títulos  dichos; 
mas  ordenó  otra  mayor  y  más  admirable  unión,  allende  la 

50  cual  no  hay  que  subir,  la  cual  se  llama  unión  de  cabeza  con 
miembros,  que  hacen  una  persona. 

Quiso  la  divina  Sabiduría  que  por  el  medio  que  nos  per- 
dimos, por  aquél  nos  cobrásemos;  y  que  el  soberbio  Sena- 
querib,  que  es  el  demonio,  se  tornase  por  el  camino  que  vino, 

55  con  un  freno  en  la  boca,  sacando  Dios  bien  de  sus  males  y 
destruyéndolo  por  el  mismo  camino  que  él  destruyó  a  Adán. 
El  cual,  aunque  en  sí  era  un  hombre  particular,  mas  dióle 
Dios  tal  superioridad  y  tal  privilegio,  que  le  hizo  cabeza  de 
todos  los  hombres,  no  sólo  para  que  recibiesen  de  él  el  ser 

60  natural,  mas  también  para  que  heredasen  de  él  la  gracia  del 
Señor  y  la  justicia  original  y  muchos  bienes  que  procedían 
de  aquestas  dos  cosas.  Usó  mal  de  lo  que  Dios  le  había  dado, 
y  quedó  perdido  para  él  y  para  los  que  de  él  vinieron;  y  no 
sólo  los  dejó  subjetos  a  muchos  trabajos,  mas  quedaron 

65  todos  pecadores,  participantes  en  pecado  de  él,  y  por  consi- 
guiente feos  y  manchados,  viles  y  abominables  a  Dios,  y 


¿¿  v-u.   n.¿.  47,  3-5. 

34  Cf.  Pedro  Lombardo,  IV  Sent.,  <i.  8,  4  ;  San  Juan  Damasce- 

NO,  In  1  Cor.,  c.  10,  16  s.  :  MG  95,  647  ss. 

55  Cf.  Is.  37,  29. 

05  Cf.   Rom.   Si  x9- 


B. Avila  2 


802 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


desterrados  del  paraíso  de  la  tierra  y  del  paraíso  del  cielo. 

Hace  una  cabeza  alguna  cosa  mala,  así  como  blasfemar 
con  la  lengua,  y  por  lo  que  ella  hizo  encarcelan  a  todo  el 

70  hombre,  y  échanle  hierros  en  los  pies,  y  por  ventura  le 
dan  azotes  en  las  espaldas;  porque  la  unidad  de  la  cabeza 
y  cuerpo  hace  esto,  que  el  pecado  de  la  cabeza  sea  pecado 
del  hombre  y  que  el  castigo  que  se  le  da  no  sea  injusto. 
Pecó  nuestra  cabeza,  que  era  Adán;  éramos  nosotros  miem- 

75  bros  suyos,  y  como  tales  fuimos  culpados  con  culpa  origi- 
nal y  castigados  con  graves  castigos. 

Sucede  a  esto  que,  como  seamos  pecadores  y  mal  inclina- 
dos, obramos  conforme  a  quien  somos  y  a  nuestro  apetito, 
y  cometemos  pecados  actuales,  como  frutos  de  la  raíz  del 

80  pecado  original.  Y  si  por  lo  que  Adán  hizo  el  demonio  tomó 
señorío  sobre  nosotros,  tómalo  mucho  mayor  por  los  peca- 
dos que  nosotros  hacemos;  e  instigándonos  él  al  mal  y  pro- 
curando de  hacernos  semejables  a  é'l,  venimos  a  recebir  sus 
malas  persuasiones,  y  a  tanta  desventura,  que  él  sea  nues- 

85  tra  cabeza  y  nosotros  su  cuerpo  místico.  Y  si  Adán,  nues- 
tra propia  cabeza,  nos  dió  su  culpa  y  su  nombre,  porque 
nos  hizo  pecadores,  y  que  nos  llamásemos  terrenos  como 
él,  el  demonio  también  nos  dió  de  su  ponzoña,  haciéndonos 
pecar  actualmente,  y  también  nos  dió  su  nombre.  Porque 

90  el  cuerpo  de  los  malos,  y  cada  uno  de  ellos,  se  llama  dia- 
blo, como  parece  por  Judas,  por  el  cual  dijo  el  Señor:  Uno 
de  vosotros  es  diablo.  Y  por  consiguiente,  hablando  del  de- 
monio, le  llamó  el  Señor  el  hombre  enemigo.  Porque  el  de- 
monio y  los  suyos  son  un  cuerpo  y  una  persona  mística, 

95  y  se  comunican  los  nombres  de  él  a  ellos  y  de  ellos  a  él. 
¡Miserable  género  humano  debajo  de  tales  cabezas,  que  les 
causan  abominable  deshonra  y  gravísimo  daño! 

Jesucristoi,  nuestra  Moviéronse  las  entrañas  de  Dios  vien- 
cabeza  do  tanta  miseria,  y  acordó  de  dar, 

100  en  lugar  de  estas  dos  pestilenciales 

cabezas,  una  cabeza  sana,  llena  de  gracias,  de  gran  digni- 
dad, debajo  del  amparo  de  la  cual  fuesen  acogidos  los 
hombres,  y  por  juntarse  con  ella,  recobrasen  con  mucha 
ventaja,  así  de  honra  como  de  provecho,  lo  que  por  las  dos 

105  primeras  habían  perdido.  Esta  cabeza  es  Jesucristo,  cuya 
dignidad  llega  a  ser  Dios,  aunque  el  ser  cabeza  de  los 
hombres  es  en  cuanto  hombre,  y  cuyas  riquezas  son  sin 
medida  e  investigables,  como  dice  San  Pablo.  A  ésta  vayan 
los  despreciados  y  perdidos,  y  hallarán  remedio  en  El  para 

HA  todos  sus  males;  y  fuera  de  El  nadie  piense  librarse  del 


92    lo.  6,  71. 
qt,   Cf.  Mt.  13,  2<. 
108    Eph.  3,  8. 


s'FR AOCTAYA  DEL  CORPUS 


pecado  que  heredó  ni  de  los  demás  que  El  ha  hecho,  ni 
piense  poder  alcanzar  la  gracia  de  Dios,  ni  obrar  cosas  que 
le  sean  agradables,  ni  recobrar  la  herencia  del  cielo  perdi- 
da. Ni  quiso  Dios  librar  a  nadie  del  agua  del  gran  diluvio 

115  sino  a  quien  se  acogiese  al  arca  de  Noé;  ni  se  libraron  de 
las  piedras  y  granizo  los  animales  de  los  gitanos  que  se 
quedaron  fuera  en  el  campo  sino  los  que  creyeron  a  la  pa- 
labra de  Dios,  y  los  recogieron  dentro  en  sus  casas.  No  hay 
Dios  fuera  de  nuestro  Dios;  no  hay  salud  sino  en  la  sacra 

120  humanidad  de  Jesucristo.  Y  quien  allí  no  huyere  y  se  en- 
corporare  con  ella,  siendo  miembro  suyo  de  aquella  Cabe- 
za, no  vivirá,  y  la  ira  y  castigo  de  Dios  serán  ejercitados 
en  él.  No  hay  perdón  de  pecados,  no  gracia  de  Dios,  no 
merecimiento  de  la  vida  eterna,  ni  entrada  allí  sino  por 

125    Jesucristo,  y  en  Jesucristo  nuestro  Señor. 

Y  es  de  notar  que  lo  primero  sin  lo  postrero  no  basta, 
porque  no  quiso  Dios  dar  a  los  hombres  perdón  ni  su  gra- 
cia como  a  gente  que  hiciese  cabeza  por  sí,  aunque  se  les 
diese  por  los  merecimientos  de  Jesucristo;  mas  quiso  que 

130  aquel  bien  que  les  dió  por  El,  estuviese  colgado  y  conserva- 
do por  estar  arrimado  al  mesmo  Señor. 

Esta  cabeza  es  Jesucristo  nuestro  Señor  en  cuanto  hom- 
bre, el  cual,  aunque  tuvo  a  Adán  por  cabeza  en  lo  que 
toca  a  recebir  carne  de  él,  mas  no  lo  tuvo  por  cabeza  en  lo 

135  que  toca  a  los  bienes  o  males  del  ánima.  Porque  como  no 
vino  de  él  por  la  vía  ordinaria  de  ayuntamiento  de  hombre 
y  mujer,  no  pasó  en  El  la  culpa  de  Adán,  ni  pasara  en  El 
el  bien  que  tuviera  aunque  no  pecara.  No  recibe  este  Dios- 
Hombre  bien  ninguno  de  hombres  ni  de  ángeles;  mas  El 

140  es  cabeza  de  unos  y  de  otros.  Y  la  cabeza  de  Cristo  Dios  es, 
según  dice  San  Pablo.  Que  quiere  decir  que  El,  en  cuanto 
Dios,  es  cabeza  suya  en  cuanto  hombre;  porque  del  Ver- 
bo divino,  como  de  mayor  a  menor,  redundaron  a  la  sacra 
humanidad  suya  todoa  los  bienes  que  ella  tiene. 

145  Como  es  tan  sublimada  en  el  Verbo,  por  ser  unida  per- 
sonalmente con  El,  es  más  alta  que  todos  los  hombres  y  que 
todos  los  ángeles,  y  es  constituida  por  cabeza  de  todos  ellos. 
Y  así  le  conviene  la  primera  condición  para  ser  cabeza,  que 
es  ser  más  alta  que  todo  el  cuerpo. 

150  Conviénele  también  la  segunda,  que  es  influir  sentido  y 
movimiento  en  el  cuerpo;  pues  de  El  viene  a  todos  los  hom- 
bres que  en  el  mundo  hay,  y  hubo,  y  habrá  justos,  toda  la 


iis  Cf.  Gen.  7,  23. 
11S   Cf.  Ex.  9>  19. 
i4r    1  Cor.   11,  3. 
147   Cf.  Hefor.  1,  7-14. 

149  cf.  Santo  Tomás  de  Aqtino,  Summá  theol.,  3,  q.  8;  De 
veril. ,  q.  29,  a.  4-5. 


S04 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


gracia  y  favores  para  ella,  toda  la  gloria  que  tienen  y  han 
de  tener. 

155  También  es  condición  de  la  cabeza  que  está  puesta  en  el 
primer  lugar  de  todo  el  cuerpo,  y  así  se  suele  llamar  cabeza 
el  principio  de  la  cosa,  como  dice  el  profeta:  In  capite  om- 
nium  platearum.  Y  David  dice:  In  capite  libri.  Comúnmente 
solemos  decir:  "La  cabeza  de  la  escriptura  es  ésta  o  ésta". 

1*0  La  sacra  humanidad  de  Jesucristo  nuestro  Señor  postrera 
fué  en  el  ser  real  a  muchos  de  los  miembros  que  tuvo;  mas 
también  fué  cabeza  de  todos  los  que  en  El  creyeron  desde  el 
principio  del  mundo  hasta  la  encarnación;  los  cuales,  aun- 
que en  el  ser  real  fueron  primero  que  su  Cabeza,  mas  en  lo 

165  que  toca  a  la  gracia  dícense  postreros  a  El;  porque,  según 
la  ordenación  de  la  Santísima  Trinidad,  antes  que  fuese  cria- 
da y  unida  al  Verbo  era  causa  meritoria,  por  la  cual  se  daba 
la  gracia  a  los  que  antes  de  su  encarnación  la  tenían.  Y  aun- 
que la  santa  humanidad  no  obrase  acción  real,  porque  en- 

1^0  tonces  no  tenía  tal  ser,  bastaba  que  los  hombres  creyendo 
obrasen,  y  amando  al  que  había  de  venir;  y  así  fué  primero 
en  honra  y  dignidad,  pues  a  todos  se  les  dió  la  gracia  por  El, 
según  la  divina  ordenación. 

También  fué  primero  según  el  tiempo  que  vió  la  divina 

1^5  esencia,  y  el  primero  que  tuvo  cuerpo  glorificado.  La  cual 
bienaventuranza  de  cuerpo  y  de  ánima  es  el  fin  a  que  se  or- 
dena ser  El  cabeza  de  los  hombres.  Y  conforme  a  esta  con- 
dición le  llama  San  Pablo  el  primogénito  de  los  muertos, 
porque  el  primero  que  gozó  de  resurrección  de  cuerpo  glo- 

180   rioso  El  fué. 

Tiene  también  condición  de  cabeza  con  miembros,  porque 
es  de  una  misma  naturaleza  con  sus  fieles:  El  hombre  y  ellos 
hombres.  Y  aunque  con  los  ángeles  no  tenga  esta  unidad 
específica  de  naturaleza,  mas  por  tener  ánima,  que  es  su 

1S5  vida  espiritual,  tiene  conveniencia  con  ellos  bastante  para 
llamarse  cabeza,  aunque  no  tan  propiamente  como  con  los 
hombres.  Y  por  falta  de  esta  condición  no  se  llama  cabeza 
de  hombres  Padre,  y  Verbo,  y  Espíritu  Santo,  aunque  le 
excedan  en  ser  principio  suyo  y  en  influir  en  ellos  todos  los 

190  bienes  que  tienen.  Porque  como  haya  entre  ellos  diferencia 
infinita,  pues  las  tales  personas  tienen  sabiduría  increada  y 
divina  y  los  hombres  creada,  no  hay  suficiente  conformidad, 
cual  se  requiere  entre  cabeza  y  sus  miembros. 

Tiene  más  Cristo  otra  condición  para  ser  cabeza,  que  es 

1j95  influir  bienes  en  sus  fieles,  no  por  vía  de  merecimiento  de 
congruo,  que  estriba  en  sola  la  liberalidad  del  dador;  mas 
por  vía  de  mérito  de  condino  y  firme  ordenación  del  Señor. 


EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


805 


San  Esteban  alcanzó  por  su  oración  la  conversión  a  San  Pa- 
blo; y  otros  muchos  santos  han  hecho  lo  mesmo  o  alcanzado 
200  semejantes  favores.  Y  como  es  cosa  de  pura  liberalidad,  halo 
concedido  Dios  unas  veces,  y  otras  lo  há  negado,  haciendo 
según  su  misericordia  cuando  oía  sus  ruegos,  y  no  contra 
su  justicia  cuando  no  los  admitía.  Y  esto  declara  el  Señor 
muy  expresamente,  porque  conviene  que  así  lo  sepamos. 
205  Cuando  el  santo  Moisés,  movido  con  entrañas  de  caridad  y 
confortado  con  los  muchos  favores  que  Dios  le  hacía,  se 
atrevió  a  decir  aquella  confiada  palabra:  O  perdona  a  este 
pueblo  o  ráeme  a  mi  del  libro  de  la  vida  en  que  me  escrebiste, 
¡grande  osadía  y  gran  testimonio  de  su  caridad!  Mas  el  Señor 
210  declaró  a  él  y  a  todos  que  este  privilegio  de  aquella  santi- 
dad y  merecimiento  de  Uno,  se  extendía  a  aprovechar  a 
otros  por  vía  de  justo  merecimiento,  y  de  la  palabra  y  or- 
denación de  Dios,  que  según  su  ley  ordinaria  no  le  puede 
negar,  ni  decir  de  no  a  quien  le  rogare  por  otros;  no  es  de 
215  Moisés,  ni  Abraham,  Isaac  y  Jacob,  ni  de  San  Pedro,  ni 
de  San  Pablo,  ni  de  San  Esteban,  ni  de  la  sagrada  Virgen 
María,  ni  del  ángel,  ni  de  ninguno  del  cielo,  sino  de  sólo 
Jesucristo,  en  el  cual  puso  el  Padre  las  maldades  de  todos 
nosotros,  para  que  la  santificación  de  El  se  nos  comunicase 
220  y  por  sus  merecimientos  fuese  dada  la  gracia  a  los  que, 
según  santa  ordenación,  estuviesen  dispuestos  para  la  re- 
cebir. 

Una  misma  persona    No  tema  nadie  que  lo  que  Jesucris-* 
mística  con  Cristo      to  nuestro  Señor,  en  cuanto  hom- 
225  Dre,  pidió  para  otros,  le  haya  sido 

o  sea  negado,  según  El  da  testimonio  diciendo:  Gracias  te 
hago,  Padre,  porque  siempre  me  oyes.  Ordenación  de  Dios 
es — y  sea  por  ello  su  santo  nombre  bendito — que  los  traba- 
jos y  santidad  de  su  unigénito  Hijo  entren  en  provecho  a 
230  los  hombres,  y,  como  de  verdadera  cabeza,  corran  los  bie- 
nes del  Señor  a  nosotros,  y  en  este  caso  haya  unidad  y  com- 
pañía entre  El  y  nosotros,  según  dice  San  Pablo,  que  somos 
llamados  para  la  compañía  de  Jesucristo.  ¡Oh  maravi- 
llosa merced!  ¡Oh  dignación  tan  digna  de  agradecimien- 
235  to!  ¡Oh  compañía  tan  provechosa  y  tan  honrosa  entre  Je- 
sucristo y  nosotros,  que  en  los  santos  trabajos  y  mereci- 
mientos de  El  sea  participante  la  humana  bajeza  y  pobreza! 

Mas  dinos,  Señor,  por  esta  misericordia  con  que  a  tu 
Hijo  nos  das  para  enriquecernos  con  su  compañía  y  per- 

199  Gf.  Act.  7,  60. 

200  Cf.  Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa  theol.,  1-2,  q.  114  a.  6. 
208  Cf.  Ex.  32,  31. 
219  Is.  53,  6. 
227  Cf.  lo.  11,  41. 
233  Cf.  1  Cor.  i,  9. 


S06 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


240  donarnos  con  su  pasión,  este  influir  de  bienes  de  El  en 
nosotros,  ¿a  qué  lo  compararemos,  para  que  bien  lo  enten- 
damos? Puede  ser  uno  tan  privado  de  un  rey  o  hacerle  ta- 
les servicios,  que,  por  palabra  que  haya  el  rey  dado  o  ley 
que  haya  hecho,  no  sólo  haga  bien  a  quien  le  sirvió,  mas 

245  también  a  los  criados  de  aquel  buen  servidor.  Puede  tam- 
bién tener  hecha  ley  de,  por  los  servicios  de  uno,  hacer 
bien  a  los  que  son  sus  parientes;  puede  subir  más  adelante, 
y  hacer  bien  a  sus  hijos  y  hacer  bien  a  su  mujer.  Grandes 
son  todas  aquestas  uniones,  y  cualquiera  de  estas  personas 

250  gana  con  tal  compañía,  aunque  unas  excedan  a  otras. 

Mas,  Señor,  ¿con  qué  palabras  engrandeceremos  tu  don? 
¿Con  qué  lengua  te  alabaremos?  ¿Con  qué  peso  podremos 
pesar  la  grandeza  de  tu  virtud  y  la  unión  de  la  compañía 
que  has  hecho  entre  Jesucristo,  tu  Hijo  bendito,  y  entre 

255  aquéllos  dichosos  que  participan  de  El?  Señor,  ¿participan 
como  criados,  como  parientes,  como  hijos  o  como  esposa? 
A  ser  así,  mucho  es.  Mas  como  tú  eres  inefable  en  ti,  son 
también  inefables  las  obras  de  tu  misericordia,  mirando  las 
cuales,  y  atónito  de  no  las  poder  comprehender,  dijo  Da- 

260  vid:  No  hay  quien  sea  a  ti  semejable  en  tus  misericordias. 
No  se  ha  contentado  tu  müsericordia  con  que  gocemos  de 
tu  Hijo  como  sus  parientes,  criados,  hermanos,  hijos  y  es- 
posa, que  todo  esto  nos  ha  concedido;  mas,  sobrepujando 
unas  misericordias  con  otras  mayores,  nos  ha  levantado  a 

265  tanta  dignidad,  que  seamos  hechos  cuerpo  de  El,  una  mis- 
ma persona  con  El,  y  que  el  bien  que  El  influye  lo  influya 
en  sus  miembros  y,  para  decirlo  en  una  palabra,  lo  influya 
en  sí  mesmo,  pues  cabeza  y  cuerpo  una  misma  persona  son. 
¿Quién  callará,  Señor,  tus  alabanzas?  ¿Quién  te  dejará 

270  de  honrar  y  estimar  sobre  todas  las  cosas,  honrándonos  tú 
tanto,  que  levantes  del  polvo  y  estiércol  al  pobre,  y  lo  colo- 
ques, no  sólo  con  los  príncipes  de  tu  pueblo,  mas  con  el 
Príncipe  de  los  príncipes,  Jesucristo,  apegándoselo  por  vivo 
miembro  suyo  para  que  El  lo  mantenga,  y  lo  honras  como 

275  a  tal?  ¿Quién  no  dirá  aquí,  mirando  la  grandeza  de  tal 
beneficio,  que  excede  toda  nuestra  capacidad,  lo  que  Nico- 
demus  dijo  al  Señor:  ¿Cómo  pueden  ser  hechas  aquestas 
cosas?  El  no  lo  alcanza,  y  por  eso  se  admira  de  cómo  un 
hombre  torna  a  nacer  para  ser  hombre;  y  nosotros  nos 

280  admiramos,  y  con  más  justa  razón,  cómo  puede  un  hombre 
renacer  y  meterse  en  el  cuerpo  de  Jesucristo  para  ser  miem- 
bro vivo  de  El.  Aquí  bien  viene  lo  que  San  Juan  Crisóstomo 
dice,  que  son  tan  grandes  las  mercedes  que  Dios  hizo  a  los 
hombres,  que  uno  de  los  grandes  trabajos  de  los  apóstoles 


EN  LA  1XFRAOCTAYA  DEL  CORPUS 


807 


285  fué  persuadir  que  la  flaqueza  de  los  hombres  creyese  la 
grandeza  de  tales  misericordias.  Y  cierto,  será  menester 
que,  como  San  Pablo,  cuando  hablaba  de  alguna  merced 
señalada  de  Dios,  apercebía  a  los  oyentes  para  que  la  cre- 
yesen, diciendo:  Fiel  (o  verdadera)  es  esta  palabra  que  os 

290  digo;  así,  pues  que  nos  dicen  tan  alta  palabra:  Vosotros 
sois  cuerpo  de  Jesucristo,  es  menester  que  nos  esfuerce  con 
sus  palabras  y  oraciones  para  que  nuestra  flaqueza  no  falte 
en  creer  que  los  hombres  pueden  pasar  de  sí  en  Cristo. 

La  comunión  nos  in-    ¿  Qué  prueba  os  daremos  de  aques- 
295   .  corpora  a  Cristo       t0?  Acordaos  que  estamos  en  la 
fiesta  de  las  maravillas,  y  grandes 
maravillas,  de  Dios;  y  que  es  fiesta  del  Cuerpo  del  Señor, 
en  la  cual  unas  maravillas  dan  testimonio  de  otras.  Este 
es  el  misterio,  que  celebramos,  de  nuestra  salvación  y  reme- 
300    dio:  que  no  sólo  somos  hechos  salvos  por  Cristo,  mas  en 
el  mismo  Cristo;  uniéndonos  consigo  con  unión  tan  íntima, 
dulcísima  y  alta,  que  pone  en  admiración  a  los  ángeles,  pues 
llega  a  tanto  que  los  hombres  sean  hechos  con  Cristo  un 
hombre,  una  persona,  como  San  Agustín  y  San  Gregorio 
305   lo  dicen;  y  un  Esposo  y  una  esposa,  y  un  cuerpo  y  una  Ca- 
beza; y  para  que  digamos,  en  una  palabra,  la  grandeza  de 
la  bondad  divinal  que  con  los  suyos  usa,  súbelos  a  tanta 
honra,  que  no  solamente  se  llaman  cristianos,  mas  se  llaman 
Cristo. 

310  El  cual  nombre,  tan  lleno  de  soberana  honra,  no  sólo 
compete  a  todos  los  miembros  vivos  de  la  Iglesia  católica, 
mas  aun  a  cada  miembro  por  sí.  En  la  Iglesia,  diversidad 
de  oficios  hay  que  competen  a  unos  y  a  otros  no.  Apóstoles 
hay,  doctores  hay,  profetas  hay,  y  sacerdotes;  mas  no  a 

315  todos  convienen  estos  nombres  ni  oficios.  Mas  la  honra  de 
llamarse  Cristo  no  conviene  a  éstos  solos;  mas  si  un  hom- 
bre pobre,  de  vil  linaje,  esclavo,  y  si  otra  cosa  más  baja  se 
puede  pensar,  recibiere  en  buen  estado  aquel  sacratísimo 
cuerpo  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  es  levantado  de  su  ba- 

320  jeza  y,  a  trueco  del  nombre  que  antes  tenía,  es  hermoseado 
y  honrado  con  nombre  de  Jesucristo.  "Hagamos  gracias  a 
Dios,  hermanos — dice  San  Agustín — ,  que  no  sólo  somos 


2S6  San  Juan  Crisóstomo,  In.  cp.  1  ad  Tim.,  c.  r,  hom.  4,  1  : 
MSG  62,  519-520. 

290  Gf.  1  Tim.  i,  15. 

291  1  Cor.  12,  27. 

304  Un  hombre  :  San  Agustín,  Enarr.  in  Ps.  18,  enarr.  2,  10  : 
ML  36,  161.  Una  persona  :  San  AGUSTÍN,  Enarr.  in  Ps.  30,  enarr.  2, 
4:  ML  36,  2^2;  San  Gregorio  Magno,  Moral.,  I.  1,  c.  6,  14: 
ML  75,  525.  Cf.  E.  Mersch,  S.  I.,  Le  Corps  Mystuitic2,  t.  2,  pp.  S6, 
92,  98,  103,  108,  405. 

315    Cf.  1  Cor.  12,  29;  Eph.  4,  11. 

■ 


808 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


hechos  cristianos,  mas  el  mismo  Cristo".  Y  la  glosa  sobro 
el  capítulo  duodécimo  de  la  epístola  a  los  Corintios  dice: 

325  'vpor  la  inefable  unión  que  hay  entre  los  miembros  y  la 
cabeza,  no  solamente  somos  llamados  cristianos,  mas  el 
mesmo  Cristo;  así  los  mayores  como  los  menores,  son  lla- 
mados Cristo". 

¡Oh  soberano  Señor!  ¿Qué  es  esto  que  oyen  nuestras 

330  orejas?  Si  David,  metido  en  la  consideración  de  lo  mucho 
que  Dios  puede,  atónito  y  espantado,  dice:  ¿Quién  hablará 
los  poderíos  de  Dios  y  dará  a  entender  sus  alabanzas?;  si 
estuviera  en  nuestra  fiesta  y  le  metieran  con  la  Esposa,  en 
la  bodega  del  inefable  amor  con  que  Dios  nos  ama,  cuánto 

338  más  saliera  de  sí,  y,  bailando  con  su  ánima,  exclamara 
diciendo:  "¿Quién  hablará  la  caridad  de  Dios  con  los  hom- 
bres y  dará  a  entender  las  alabanzas  que  por  ella  le  son 
debidas?"  ¿Quién  podrá  hablar  como  es  razón  de  esta  hon- 
ra que  Dios  da  a  los  suyos  que  bien  lo  reciben,  juntándolos 

340  consigo  y  poniéndoles  su  nombre? 

Y  pues  que  esta  unión  es  inefable,  como  dijo  la  glosa, 
y  es  inefable,  porque  el  amor  con  que  Cristo  la  hace  no 
puede  ser  conocido  cuán  grande  es,  como  dice  San  Pablo, 
¿qué  maravilla  que  de  amor  inefable  nos  venga  bien  inefa- 

345  ble?  ¿Y  qué  maravilla  que  lo  que  no  se  puede  comprehen-  . 
der  con  el  entendimiento  no  se  pueda  hablar  con  la  lengua, 
pues  aun  las  cosas  que  bien  sentimos  no  las  podemos  decla- 
rar con  la  lengua  tan  presto  ni  tan  bien  como  las  entende- 
mos? Alabada  sea  tu  bondad,  Señor;  ensalzado  sea  tu  amor, 
350  que  tantos  bienes  nos  vienen  de  él,  que  son  mayores  que 
podemos  hablar  ni  podemos  entender. 

¡  Oh  bocado  divino  que  ahí  estás  encerrado !  ¡  Cuán  sobre 
todo  nuestro  merecimiento,  conocimiento  y  deseo,  nos  man- 
tienes y  nos  ensalzas,  convirtiéndonos  en  ti  y  haciéndonos 

-355  uno  contigo!  ¡Cuán  verdaderamente  cumples  lo  que  Job  dijo: 
Si  comí  mi  bocado  de  pan  a  solas  y  no  di  parte  de  ello  al 
huérfano,  esto  y  esto  me  venga.  El  bocado  de  pan  que  fué 
dado  a  la  sacra  humanidad  de  Jesucristo  nuestro  Señor, 
fué  el  Verbo  divino,  para  que  uniese  consigo  aquella  sacra- 

360  tísima  ánima  y  cuerpo  en  unidad  de  persona  tan  de  verdad, 
que  fuese  llamado  aquel  hombre  verdadero  Hijo  de  Dios,  no 
adoptivo  como  los  ángeles  y  como  los  santos,  mas  Hijo  por 


323  Cf.  San  Agustín,  De  Trin.,  1.  4,  c.  9  :  ML  42,  896  ;  Enarr. 
in  Ps.  58,  serm.  r,  a.  5  :  ML  36,  693.  695.  Of.  Mersch,  1.  c,  p.  87. 

328  «Ut  non  dicam  corpus  Christi  :  quia  ipse  Christus  snnt  tatn 
minores  quam  maiores»  (Biblia  sacra  cum  glossis  interliueari  et 
ordinaria,  Nicolai  Lyrani  Postilla...  [Lyón   1545],  t.  6,  f.  52  v). 

332   Cf.  Ps.  105,  2. 

334   Cf.  Cant.  1,  3. 

343    Cf.   Eph.  3,  8. 

357   Cf.  Iob  31,  17. 


53-     EX  LA  IXFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


809 


naturaleza  y  Dios  verdadero.  Y  conforme  a  este  altísimo 
nombre  sobre  todo  nombre  le  fué  dada  la  gracia,  poderío, 

365  y  sabiduría,  y  otros  muchos  dones,  cuales  convenía  a  hu- 
manidad sublimada  en  alteza  de  persona  de  Dios.  Vimos 
— dice  San  Juan — la  gloria  de  El,  gloria  cual  convenía  a 
Hijo  unigénito,  engendrado  del  Padre.  Bien  pudiera  Jesu- 
cristo nuestro  Señor  quedarse  con  su  honra  y  con  sus  riquezas 

370  a  solas,  y  decir  como  el  rico  avariento:  Anima  mía,  mu- 
chos bienes  tienes  para  muchos  años;  come,  y  bebe,  y  des- 
cansa. Mas  no  le  supo  bien  comer  a  solas  del  bocado  hon- 
roso, y  provechoso,  y  deleitoso  que  le  fué  dado,  sin  que 
también  fuese  el  huérfano — que  es  el  género  humano — con- 

375  vidado  por  El,  y  participase  de  tan  excelente  manjar.  La 
causa  de  esto  es  lo  que  luego  se  sigue:  Porque  desde  mi 
principio  creció  conmigo  mi  misericordia  y  del  vientre  de 
mi  madre  salió  conmigo.  Estas  entrañas  tan  piadosas,  más 
de  lo  que  se  puede  decir,  constriñeron  a  Jesucristo  nuestro 

380  Señor  de  no  contentarse  de  comer  su  bocado  a  solas,  mas 
de  ponerlo  debajo  de  accidentes  de  pan,  para  que,  comién- 
dolo dignamente,  gocemos  de  lo  que  comió:  Como  el  Padre, 
que  vive,  me  envió,  e  yo  vivo  por  el  Padre,  así  que  el  que 
me  come  a  mi,  vivirá  por  mi.  Enviar  el  Padre  al  Hijo  es  ha- 

385  cerlo  encarnar;  y  por  la  encarnación,  aquella  sacratísima 
ánima,  levantada  a  tener  persona  de  Dios,  vive  vida  de  gra- 
cia, por  el  Espíritu  Santo,  que,  como  dice  San  Juan,  le  fué 
dado  sobre  toda  medida.  Y  a  semejanza  de  esta  santa  mi- 
sión o  encarnación,  hace  nuestro  Señor  con  los  que  bien 

390  je  reciben,  levantándolos  a  tanta  honra,  que,  según  hemos 
dicho,  se  llamen  un  hombre,  una  persona,  y  una  esposa, 
y  un  Cristo  con  El. 

¡Oh  trueco  admi-  ¿Quién  osará  pedir  tal  honra,  ni  aun 
rabie!  desearla?  ¿Quién  dijera  que  de  la  sa- 

395  grada  comunión  se  sacaba  tal  honra 

y  provecho?  Es  unida  la  humanidad  de  Cristo  con  el  Verbo 
divino;  y  el  hombre  es  Dios,  y  Dios  es  hombre;  y  del  hom- 
bre decimos  que  crió  el  cielo  y  la  tierra;  y  de  Dios  decimos 
que  fué  crucificado,  muerto  y  sepultado.  Porque,  aunque 

400  las  naturalezas,  una  divina  y  otra  humana,  sean  muy  dife- 
rentes, y,  miradas  en  sí,  tengan  diferentes  operaciones  y 
les  convengan  diversos  nombres,  mas  porque  la  persona  es 
una,  la  voz  es  una,  y  se  dice  del  hombre  lo  que  le  conviene 
según  Dios,  y  se  dice  de  Dios  lo  que  le  conviene  según  hóm- 

405  bre.  Y  a  semejanza  de  esto,  la  humanidad  sagrada  de  Cristo 
está  unida  con  el  Verbo,  y  este  Verbo  humanado  se  abaja 


364  Phil.  2,  9. 
3(Á  lo.  1,  14. 
373    Cf.  Le.  12,  19. 


378   Cf.  Iob  31,  iS. 
384   lo.  6,  58. 
38$   lo.  3)  34. 


810 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


a  que  le  recibamos,  para  que  por  este  recebimiento  seamos 
levantados  a  ser  una  persona  y  un  Cristo  místico  con  El, 
de  manera  que  El  tome  nuestra  naturaleza  y  nosotros  tome- 

410    mos  la  suya. 

¿Quién  dirá  cuánto  se  humilló  el  Verbo  de  Dios  cuando 
descendió  de  los  cielos  y  juntó  consigo  la  sagrada  humani- 
dad? Mas  no  se  contentó  con  esto,  como  dice  San  Agustín, 
con  tomar  de  esta  manera  nuestra  pobreza,  mas,  añadiendo 

415  pobreza  sobre  pobreza,  quiso  El,  siendo  Dios  y  hombre, 
abajarse  a  unirnos  consigo  en  unidad  de  persona  mística. 
¡Oh  baja,  causada  de  alteza  de  amor  excesivo,  pues  se 
abajó  a  tomar  naturaleza  de  malhechores  para  pagar  los  pe- 
cados de  ellos,  como  si  tú,  Señor,  los  hubieras  hecho! 

420  Y  llegó  a  tanto  el  disimular  tu  honra  y  vestirte  de  nuestra 
deshonra,  que  diga  San  Pablo  que,  no  sabiendo  tú  por  ex- 
periencia qué  cosa  era  pecado,  el  Padre  te  hizo  pecado  en 
el  nombre,  que  tan  lejos  convenía  estar  de  ti,  cuan  lejos 
estaba  la  obra,  como  de  ello  dió  testimonio  Esaías  diciendo, 

425  aun  antes,  Señor,  que  vinieses  al  mundo,  que  no  hiciste  pe- 
cado ni  fué  hallado  engaño  en  tu  boca.  Pecado  fuiste  llama- 
do y  maldición,  porque  saliste  por  fiador  de  pecadores  y  mal- 
ditos. Y  así  como  el  Verbo  divino  se  abaja  a  ser  llamado 
pasible,  morta'l,  sepultado  y  otras  cosas  muy  lejos  de  El 

430  mirándose  a  El,  y  convenientes  a  El  porque  se  abajó  a  ser 
hombre,  así,  Señor,  aunque  estos  tales  defetos  culpables 
sean  muy  ajenos  de  ti  mirándote  a  ti,  mas,  pues  te  quisiste 
abajar  a  unir  contigo  a  los  hombres,  no  es  mucho  que  se 
digan  de  ti  los  nombres  que  a  ellos  convienen.  Y  pues  qui- 

435  siste  que  la  carne  sea  una,  no  es  cosa  injusta  que  la  voz 
sea  una.  Honrado  eres  tú,  Señor,  en  ti;  mas  tu  amor  te 
hizo  amar  a  los  deshonrados,  y  pegárnoste  los  nombres  de 
nuestra  deshonra. 

Y  de  ahí  viene  que  tú,  tan  lejos  y  apartado  de  los  pecado- 

440  res  en  lo  que  toca  al  pecar,  cuanto  está  el  cielo  distante  de  la 
tierra,  tomas  la  causa  de  ellos  tan  por  tuya,  que  llames 
nuestros  pecados  tuyos.  Voz  tuya  es,  Señor:  Lejos  están  de 
mi  salud  las  palabras  de  mis  pecados.  Voz  tuya  es:  No  tie- 
nen paz  mis  huesos  delante  de  la  faz  de  mis  pecados.  Y  tam- 

445  bien  es  voz  tuya,  que  hablas  al  Padre:  Sana  mi  ánima,  por- 
que pequé  a  ti.  ¿Quién  no  sale  de  sí  oyendo  estas  cosas 
decir  a  la  boca  de  Cristo:  Pequé  a  ti,  y:  delante  la  faz  de 
mis  pecados?  ¿Quién  de  sus  hijos  no  reventará  de  dolor, 
porque  por  nuestros  pecados  fuimos  causa  que  el  Señor 

450    dijese  palabras  de  tanta  deshonra  y  pagase  por  nosotros  tan 


416  Of.  nota  304.  443  Ps.  21,  2. 

422  Of.  2  Cor.  5,  ai.  444  Ps.  37,  4. 

426  Cf.  Is.  535  q  |   1  Petr.  2,  22.  446  Ps.  40»  5- 

427  Cf.  Gal.  3,  13. 


53-     EN  LA  INFR AOCTAYA  DEL  CORPUS 


811 


grandes  tormentos?  Llama  el  fiador  deuda  suya,  no  la  que 
él  hizo,  sino  aquella  cuya  obligación  torrfó  sobre  sí.  Llama 
un  monasterio  deuda  suya  la  que  hizo  su  monje.  Y  dice 
la  cabeza,  por  muy  sana  que  esté:  "Enfermo  estoy",  por- 

455  que  una  mano  o  un  pie  estén  enfermos.  Y  así  Cristo  llama 
suyos  nuestros  pecados  en  los  pagar,  siendo  más  ajenos 
en  el  cometerlos,  que  está  distante  la  suma  alteza  del  cielo 
de  la  más  baja  parte  que  hay  en  la  tierra.  Y  por  esta  inefa- 
ble caridad  y  humildad  con  que  se  abajó  a  tomar  persona 

460  y  lugar  de  pecadores,  hasta  morir  muerte  de  cruz,  son  le- 
vantados los  que  de  esto  se  quieren  aprovechar  a  tanta 
alteza  de  honra,  que  tengan  la  persona  de  El  y  sean  lla- 
mados Cristo. 

¡Oh  maravillosa  baja  del  Verbo  divino  hasta  hacer  hom- 

465  bre  divino,  que  fué  causa  que  aquella  sacra  humanidad 
fuese  ensalzada  a  tener  persona  de  Dios!  ¡Oh  admirable 
baja,  y  en  alguna  manera  mayor,  abajarse  Dios  humanado 
a  unirse  y  tomar  persona  de  los  pecadores!  Porque,  aun- 
que abajarse  el  Verbo  divino  a  hacerse  hombre  es  la  mayor 

470  que  puede  ser  ni  pensarse,  pues  hay  distancia  infinita  desde 
El,  que  es  Dios,  hasta  ella,  que  es  criatura;  mas  es  criatura 
santa  y  santísima,  limpia  de  todo  pecado,  y*  que  tiene  más 
abundancia  de  gracia  y  de  gloria  que  los  más  altos  sera- 
fines del  cielo.  Mas  nosotros,  con  quien  el  Verbo  divino  se 

4"5  quiso  unir,  y  en  cuyo  lugar  se  quiso  poner,  somos  vilí- 
simos pecadores  desde  nuestro  nacimiento  con  otros  mu- 
chos pecados  que  por  nuestra  voluntad  hemos  cometido. 
Y  en  pago  de  esta  humildad  profunda  fué  concedido  a  los 
hombres  tanta  honra,  tanta  alteza,  que  fuesen  encorpora- 

480  dos  en  Cristo  y  gozasen  de  sus  bienes  y  representasen  su 
persona.  El  abatimiento  suyo  fué  en  su  sagrada  pasión;  el 
levantamiento  nuestro,  en  'la  sagrada  comunión.  De  aquélla 
hiél  que  El  gustó  viene  esta  dulcísima  miel  que  nosotros 
gustamos  cuando  comulgamos;  y  su  hambre  de  allí  nos  harta 

485  aquí;  sus  heridas  nos  sanan;  desnudo  estuvo,  y  aquí  nos 
viste;  sed  hubo,  y  aquí  nos  embriaga;  y  de  aquella  piedra, 
más  dura  para  recebir  bofetadas  y  golpes  por  nuestro  amor 
que  un  diamante,  nos  harta  el  Señor  con  esta  dulcísima 
miel,  que  hace  dulces  y  enternece  nuestros  corazones,  por 

490   duros  que  estén. 

Quien  esto  considerare,  verá  suelta  aquella  cuestión  que 
Sansón  propuso  a  los  filisteos:  Del  que  come  salió  el  man- 
jar; y  del  fuerte,  la  miel;  y  verá  cuánta  razón  tuvo  Sansón 
de  decir:  Si  no  arárades  en  mi  becerrilla,  no  supiérades 

495  solear  mi  pregunta. .Misterios  tan  grandes  como  estar  Cristo 
puesto  en  la  cruz  representando  persona  de  pecadores  y  pa- 


460  Cf.  Phil.  2,-  7-8. 
495   Iud.  14,  14.  18. 


812 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


gando  por  ellos,  y  que  de  aquella  extremada  bajeza  saliese 
para  nosotros  tanta  honra,  que  fuésemos  admitidos  a  re- 
cebir  en  nuestro  pecho  a  El  mismo  en  persona,  y  que,  ha- 

500  ciéndose  esto  como  se  debe  hacer,  seamos  convertidos  es- 
piritualmente  en  la  persona  de  El,  y  gocemos  de  sus  dones, 
y  seamos  llamados  Cristo,  no  lo  pudo  hacer  otro  que  Dios, 
ni  lo  sabrá  sino  quien  creyere  a  la  Iglesia. 

Cristo  es  llamado  pecado  y  maldición,  y  nosotros — como 

505  dice  San  Pablo — somos  llamados  justicia  de  Dios  en  El. 
¡Trueco  admirable!  Y  así,  es  inefable  la  baja  que  dió  y  es 
inefable  la  alteza  nuestra.  Trocamos  personas;  hicimos  una 
compañía,  en  que  nosotros  le  dimos  nuestras  grandes  deu- 
das y  El  nos  hizo  participantes  en  su  muy  mayor  paga. 

510  ¡ Oh  inestimable  amor    Y  aunque,  según  hemos  dicho,  es 
de  caridad!  inefable  esta  unión,  no  podemos 

— para  gloria  del  mesmo  Señor, 
que  tanto  nos  amó,  que  nos  quiso  juntar  consigo,  y  para 
consolación  de  los  hombres  que  quieren  gozar  de  esta  unión — 

515  dejar  de  decir  algo  de  ella,  aunque  será  mucho  más  lo  que 
quedará  que  lo  que  se  dice. 

No  le  faltaba  a  la  sabiduría  de  Dios  otro  modo  y  otros 
mil  modos  para  remediar  nuestros  males;  mas  las  entrañas 
de  su  caridad,  entre  todos,  eligieron  éste,  más  honroso  para 

520  Jos  hombres,  y  de  mayor  confusión  para  los  demonios,  y 
que  más  declarase  la  sabiduría  y  poder,  y  especialmente  su 
amor  con  nosotros.  Miserable  y  deshonrada  cosa  era  el  gé- 
nero humano  y  en  tan  poco  precio  estimado  del  que  Dio¿ 
puso  por  cabeza  de  él,  que  por  precio  de  una  manzana  en- 

525  tregó  a  todo  el  mundo  a  la  muerte,  al  pecado  y  al  demonio, 
y  le  hizo  perder  muy  grandes  bienes.  Y  a  éstos,  tan  des- 
preciados de  su  propio  padre,  preciólos  tanto  el  que  los 
crió,  aunque  ellos  le  habían  ofendido  a  El,  que  se  deter- 
minó en  el  consejo  de  la  Santísima  Trinidad  que  una  de  las 

530  divinas  personas,  que  es  el  Hijo  de  Dios,  tomase  carne  hu- 
mana, y  rescatase  a  los  horribres  de  su  miserable  captive- 
rio,  y  les  volviese  los  bienes  perdidos;  y  esto  no  por  cual- 
quier medio,  sino  pagando  El  con  graves  dolores  y  muerte 
los  pecados  de  ellos  y  comprándoles  los  bienes  perdidos  con 

535  precio  de  su  mesma  vida.  "¡Oh  inestimable  amor  de  caridad 
— dice  San  Gregorio — ,  que  por  redemir  el  siervo  entregaste 
al  Hijo  a  la  muerte!"  Y  el  Apóstol  dice,  hablando  del  Pa- 
dre eterno:  No  perdonó  a  su  propio  Hijo;  quiere  decir,  no 
lo  dejó  de  poner  en  trabajos  y  muerte,  mas  entrególo  por 

540   todos  nosotros. 

504    2  Cor.  5,  31  ;  Gal.  3,  13.  #  505    1  Cor.  1,  30. 

537  «O  inaesitimabiilis  dióeotio  earitatis  :  ut  servuim  redkneres 
Filium  tradidisti !»  (Miss.  Rom.,  Sabb.  Sanct.,  Baiedict.  Cerei, 
pracfat.).  540   Rom.  8,  32. 


53.     EX  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


S13 


Admirables  son  los  bienes  que  Cristo  nos  ganó;  mas 
muy  admirable  es  el  medio  con  que  los  ganó,  pues  El  se 
dió  en  precio  de  ellos;  que  por  mucho  que  ellos  valgan, 
El  vale  más.  Dulce  manjar  comemos  cuando  nuestra  ánima 

545  recibe  perdón  de  pecados  y  la  gracia  y  dones  de  Dios;  mas 
cuando  consideramos  que  para  gozar  de  aquellos  bienes  nos 
amó  Cristo  hasta  la  muerte,  y  muerte  de  cruz,  hínchese 
nuestra  ánima  de  una  dulcedumbre  tan  grande,  que  nos 
acaece  como  a  San  Agustín,  que  no  se  hartaba  de  conside- 

550  rar  la  alteza  del  consejo  de  Dios  sobre  la  redempción  del 
género  humano,  el  cual  fué  preciado  de  Dios,  pues  fué  Dios 
su  precio;  y  fué  lleno  de  honra,  porque  como  fué  hombre 
el  que  fué  vencido,  y  cayó,  y  causa  de  la  perdición  de  los 
hombres,  también  fué  hombre  el  que  venció,  y  los  rescató, 

555  y  remedió.  Por  hombre — dice  San  Pablo — vino  la  muerte, 
y  por  hombre  la  redempción  de  los  muertos.  Y  en  otra  parte 
dice:  Como  por  la  inobediencia  de  un  hombre  muchos  fue- 
ron constituidos  pecadores,  así  por  la  obediencia  de  otro 
hombre  muchos  son  constituidos  justos. 

560  y  esta  honra  del  género  humano,  de  tener  Redemptor 
que  sea  uno  de  ellos,  resultó  en  confusión  de  la  soberbia 
del  demonio,  pues  que  uno  del  linaje  del  vencido  por  él,  y 
más  bajo  en  naturaleza  que  él,  lo  venza  y  destruya,  y  le 
saque  la  presa  de  entre  sus  manos.  Grande  gloria  fué  ésta 

565  de  Dios,  y  muy  ilustre  parécese  su  perfección  y  bondad, 
pues  amó  tanto  al  mundo,  que  le  diese  su  unigénito  Hijo  para 
remedio  de  él,  y  que  lo  entregase  a  muerte  para  que  los 
pecadores  fuesen  justificados,  y  los  enemigos  reconciliados, 
y  los  que  estaban  desheredados  del  cielo  recobrasen  la  he- 

570  rencia  perdida.  ¿Quién  dirá  que  estos  beneficios  pueden 
crecer,  ni  que  hay  más  amor  que  enseñar  a  los  hombres,  ni 
que  hay  más  que  pedir  ni  desear? 

¡Alabada  sea  tu  bondad,  Señor,  que  no  tiene  término! 
Todos  mis  huesos  dirán:  Señor,  ¿quién  hay  semejable  a 

575  ti? — dice  David — ,  y  aunque  en  todas  tus  obras  excedes 
a  todos,  mas  particularmente  en  tus  pensamientos  amorosos 
para  conmigo,  no  hay  semejable  a  ti.  Todo  esto  heciste, 
Señor,  por  nuestro  remedio  en  señal  de  tu  grande  amor; 


547  Phil.  2,  8. 

552  San  Agustín,  Scrm.  22,  c.  9,  9  ;  Serm.  130,  2  ;  Serm.  254, 
c.  5,  6:  ML  38,  153  s.  726.  1185. 

555  Cf.  San  León  Magno,  Serm.  52,  c.  2-3  :  ML,  54,  314  s. 

556  Cf.  1  Cor.  15,  21. 
5<?9  Cf.  Rom.  5,  19. 

564  Cf.  San  León  Magno,  Serm.  21,  c.  3  :  ML  54,  192-193. 

566  lo.  3,  16. 

575  Ps.  34,  10. 


814 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mas  como  es  tu  bondad  infinita,  aun  está  tu  mano  extendida 
580    para  hacer  otros  bienes  admirables,  de  pensar  dulcísimos, 
y  llenos  de  honra  y  de  provecho  para  nosotros. 

Somos  hechos  salvos  El  misterio  de  que  somos  redemi- 
en  Cristo  dos  por  Cristo  y  el  desprecio  de 

nuestra  bajeza  celébrase  en  el  Ad- 

585  viento  y  celébrase  en  la  Semana  Santa,  que  se  trata  de  la 
pasión,  y  en  otras  fiestas  particulares.  Mas  el  dichoso  mis- 
terio que  celebramos  en  estos  días,  del  cuerpo  y  sangre  de 
Jesucristo  nuestro  Señor  debajo  de  accidentes  de  pan  y  de 
vino,  muy  diferente  es  del  otro,  y  que  añade  miel  sobre  miel, 

590  honra  sobre  honra  y  amor  sobre  amor.  Acullá  celebramos 
que  somos  hechos  salvos  por  Cristo  y  aquí  que  somos  hechos 
salvos  en  El.  Allí,  que  Dios  se  abajó  a  hacerse  hombre  y 
morir  por  los  hombres;  aquí,  que  el  hombre  es  levantado 
a  ser  unido  con  el  Verbo  encarnado,  que  murió  por  los 

595  hombres. 

Y  para  que  esto  se  entienda  mejor,  es  de  notar  que,  como 
dice  San  Pablo,  la  herencia  que  fué  prometida  a  la  simiente 
de  Abraham,  que  significa  la  gloria  del  cielo,  y  significa  el 
espíritu,  con  su  gracia  y  dones,  y  todo  aquello  que  es  nece- 

600  sario  de  favor  para  el  hombre  salvarse;  estos  bienes  de 
gracia  y  de  gloria  fueron  prometidos  a  Jesucristo  nuestro 
Señor,  el  cual  es  simiente  de  Abraham,  y,  como  dice  San 
Pablo,  no  en  muchos,  sino  en  uno,  que  es  Jesucristo  nues- 
tro Señor.  De  manera  que  ni  se  da  la  gracia  ni  se  da  la  glo- 

605  ría  sino  a  Jesucristo.  Y  según  esto,  dijo  el  mesmo  Señor: 
Ninguno  sube  al  cielo,  sino  el  que  decendió  del  cielo,  el  Hijo 
de  la  Virgen,  que  está  en  el  cielo;  y  como  dice  San  Agustín, 
que,  "como  Cristo  sólo  decendió  del  cielo,  sólo  Cristo  sube 
al  cielo".  Y  conforme  a  esta  sentencia  dice  San  Mateo  que 

610    siendo  Cristo  baptizado  le  fueron  abiertos  los  cielos. 

Según  esto,  dice  el  Señor:  El  siervo  no  permanece  en  la 
casa  de  su  señor  para  siempre.  Y  si  este  Hijo  es  Cristo,  y 
El  solo  sube  al  cielo,  y  El  solo  permanece  para  siempre  en 
él,  como  simiente  de  Abraham,  a  quien  fué  prometida  esta 

615  herencia,  ¿qué  esperanza  nos  queda  a  los  miserables  hijos 
de  Eva  de  gozar  de  estos  bienes,  pues  no  somos  Cristo? 

La  respuesta  es  que  los  hombres  están  excluidos  de  la 
gracia  y  de  la  gloria  mirados  en  sí  mismos,  y  en  ninguna 


579  Of.  Is.  59,  i. 

604  Of.  Gal.  3,  16. 

606  lo.  3,  13. 

609  San  Agustín,  Serm.  91 
m.  294.  c.  10  :   ML  38,  570. 

610  Mt.  3,  16. 
612  Cf.  Ib.  8,  35. 


6,  7  ;  Sci  m. 
?•  i34i. 


53-     EN  LA  IXFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


815 


manera  son  de  ello  capaces;  mas  si  se  juntan  con  Cristo,  por 

620  ser  cosa  de  él,  recebirán  la  gracia  y  la  gloria,  si  por  ellos 
no  queda.  Lo  cual  maravillosamente  dió  San  Pablo  a  enten- 
der cuando  dijo:  No  a  simientes  como  en  muchos,  mas  a  si- 
miente como  en  uno;  como  quien  dice  que  la  gracia  y  la 
gloria  no  se  niega  a  los  muchos;  mas  estos  muchos  no  han 

625  de  estar  en  sí  mesmos,  sino  en  uno,  el  cual  es  Cristo;  y 
ésta  ha  de  ser  la  esperanza  de  los  que  se  quieren  salvar,  que, 
como  dice  el  mismo  San  Pablo,  sean  de  Cristo,  y  así  serán 
simiente  de  Abraham  y  herederos  según  la  promesa. 

Mas,  aunque  dice  que  somos  de  Cristo,  no  dice  en  qué 

630  grado  puede  ser  uno  de  Cristo.  En  grado  de  siervo,  puede 
ser  casa  suya,  puede  ser  vestidura  suya;  y  subiendo  más, 
puede  ser  pariente,  y  hermano,  y  esposa;  y  sobre  todo,  aun 
hay  otro  grado  de  unión,  por  el  cual  llega  el  hombre  a  ser 
hecho,  como  declararemos,  no  sólo  cristiano,  mas  aun  Cris- 

635  to.  Y  de  esta  manera  le  converná  el  ser  simiente  de  Abra- 
ham y  heredero  del  cielo. 

Y  porque  mejor  esto  se  entienda,  pongamos  este  ejem- 
plo. Unos  vasallos  de  un  rey  le  hicieron  una  traición  digna 
de  muerte,  y,  queriendo  el  rey  castigarlos  como  merecían, 

640  púsose  en  medio  el  hijo  del  mismo  rey  y,  con  grande  amor 
y  compasión  de  aquellos  vasallos,  ofrecióse  a  morir  por  ellos, 
suplicando  a  su  padre  que  aceptase  este  trueco,  y  que,  sien- 
do él  castigado  por  ellos,  ellos  no  lo  fuesen,  sino  que  les 
tornase  su  gracia  que  antes  tenían,  cumpliendo  ellos  las  or- 

645  denaciones  que  el  hijo  pusiese  para  gozar  de  esta  su  re- 
dempción.  El  rey  fué  de  tanta  bondad,  que,  por  hacer  bien 
a  sus  enemigos  y  no  condenarlos,  aceptó  el  amoroso  ofre- 
cimiento del  hijo,  el  cual  muere  como  lo  prometió,  y  quedan 
los  vasallos,  que  las  dichas  ordenanzas  guardaron,  perdo- 

650  nados  de  su  traición  y  recobrada  la  gracia  perdida,  con  la 
cual  van  a  pedir  al  rey  lo  que  han  menester  y  son  favore- 
cidos de  él;  y  el  mismo  hijo  que  les  ganó  esta  gracia  perdida, 
ruega  a  su  padre  que  les  haga  mercedes  y  solicita  los  ne- 
gocios de  ellos. 

655  y  lo  que  hemos  dicho  de  vasallos  podemos  también  en- 
tender de  hijos  adoptivos  que  tuviese  este  rey  y  que  mere- 
ciesen muerte  por  la  traición  que  hubiesen  cometido,  y  que 
el  hijo  legítimo  y  engendrado  de  la  substancia  del  padre  les 
alcanzase  con  su  muerte  el  perdón  y  la  gracia  que  antes 

660  tenían. 

Estos  tales,  redemidos  se  llamarán  por  el  hijo,  y  la  gra- 
cia del  rey  alcanzarán  por  él:  unos  gracia  de  vasallos,  otros 
gracia  de  hijos  adoptivos,  según  primero  la  poseían,  y  por 
unos  y  otros  ruega  el  hijo  natural  y  les  alcanza  mercedes, 


623  Gal.  3,  16. 


816 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


665  aunque  ellos  tienen  su  valor  delante  del  rey,  y  los  servicios 
que  le  hacen  le  son  agradables  a  él,  y  merecen  que  se  les 
galardone  como  servicios  de  vasallos  o  de  hijos  adoptivos 
del  rey. 

Si  Dios  ordenara  de  esta  manera  nuestro  remedio,  bas- 

670  tante  nos  fuera,  pues  lo  quería  El,  y  diéramosle  gracias, 
porque  nos  remedió  por  su  Hijo,  y  por  sus  merecimientos 
nos  tornó  la  gracia  de  hijos  adoptivos  y  méritos  de  nuestras 
buenas  obras,  que  habíamos  perdido  en  Adán;  y  fuéramos 
a  pedir  mercedes  a  Dios  con  nombre  y  valor  de  hijos  adop- 

675  tivos;  y  sobre  esto  se  nos  añadiera  que  el  Hijo  natural  de 
Dios,  Jesucristo  nuestro  Señor,  rogara  por  nosotros. 

Mas  no  es  éste  sólo  el  beneficio  que  Dios  nos  hizo,  y  de 
esta  manera;  porque  a  ninguno  da  perdón  de  pecados,  ni  la 
gracia  perdida,  ni  valor  de  merecimiento  a  sus  obras,  ni  es 

680  oída  su  oración,  ni  es  mirado  con  los  ojos  de  Dios,  ni  tiene 
parte  en  el  corazón  de  Dios,  ni  en  su  gloria,  por  título  de 
ser  hijo  adoptivo  del  rey,  como  distinto  del  natural,  ni  por 
otro,  chico  ni  grande,  que  suene  propia  dignidad  o  gracia, 
si  no  es  de  Cristo  y  por  El.  Determinóse  Dios  de  no  querer 

685  a  nadie,  ni  darle  su  gracia  ni  gloria,  sino  al  hombre  que 
viere  unido  con  Jesucristo  su  Hijo;  y  que  lo  que  le  diert 
se  lo  da  porque  lo  ve  unido  con  Jesucristo  e  encorporada 
con  El.  Y  el  Hijo,  si  gana  perdón  de  pecados,  si  gana  gra- 
cia, si  gana  gloria,  no  la  gana  como  para  extraños,  sino 

690  gánala  para  sí  mesmo;  y  cuando  ruega  por  éstos,  ruega 
Cristo  como  por  sí  mismo.  La  cual  sentencia  declara  el  Se- 
ñor orando  a  su  Padre  y  diciendo:  Quiero,  Padre,  que  el 
amor  con  que  me  amaste  esté  en  ellos,  y  yo  en  ellos.  Que 
quiere  decir  que  aquel  amor  con  que  el  Padre  amó  a  Jesu- 

695  cristo,  pase  a  aquellos  que  están  unidos  con  El;  de  manera 
que  el  amar  a  El,  será  amar  a  ellos,  y  amar  a  ellos,  será 
amar  a  El,  por  ser  uno  ellos  y  El.  Y  así  aquello  que  el  mismo 
Señor  un  poco  antes  había  dicho:  Yo  me  santifico,  Padre, 
por  ellos,  para  que  ellos  sean  santificados  en  la  verdad, 

700  quiere  decir,  según  San  Agustín,  que  estos  por  quien  me 
santifico  soy  yo;  y  santificarme  por  ellos  es  santificarme 
a  mí  por  ellos;  que  yo  soy  tu  Verdad,  en  la  cual  ellos  son 
santificados. 

Misterio  grande,  unión  inefable,  honra  sobre  todo  mere- 
705  cimiento,  que  el  hombre  y  Cristo  sean  un  Cristo,  y  que 
salvar  Cristo  al  hombre  y  rogar  por  él  sea  salvarse  a  sí 
mesmo  y  rogar  por  sí  mesmo.  ¿Quién  podrá  creer  tan  gran- 
de alteza  de  honra  con  que  el  hombre  es  honrado,  si  no  mira 


693  Gf.  lo.  17,  26. 
699   Gf.  lo.  17,  29. 

701    San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  108,  c.  17,  5  :  ML  35,  1916. 


54-    santísimo  sacramento 


S17 


primero  la  grande  bajeza  y  deshonra  con  que  Dios  huma- 
710  nado  fué  deshonrado  por  el  hombre?  Y  de  aquello  profun- 
do nace  esto  alto;  y  de  ponerse  Cristo  en  la  bajeza  del  hom- 
bre nace  ser  levantado  el  hombre  a  la  alteza  de  Criso.  Aquí 
es  menester  decir  lo  que  San  Pablo  decía  cuando  hablaba  de 
algún  grande  misterio,  para  que  le  creyesen:  Fidelis  sermo, 
715  et  omni  acceptione  dignus. 


54   Remedio  de  ese  malo  y  extraño  calor  que  se 
llama  concupiscencia 

(Ed.  1596,  I3  ptp.  224-257.) 

Qui  manducat  me,  et  ipse  vivet  proptcr  me.  Quien 
me  come  a  mí,  ése  vivirá  por  mí  (lo.  6,  [58]). 

Reliquias  nos  quedan    La  general  y  lamentable  caída  que 
del  pecado  original      l°s  hijos  de  Adán  dimos,  heredan- 

5  do  de  él  el  pecado,  la  muerte  y  la 

privación  de  la  justicia  original,  la  compara  el  glorioso  San 
Bernardo  a  un  hombre  que  cayese  en  un  charco  donde  hu- 
biese piedras  y  cieno;  el  cual  quedaría  sucio  con  el  cieno,  y 
lastimado,  quebrantado  y  enfermo  con  el  golpe  que  en  las 

10  piedras  dió.  Así  que  aquellos  a  quien  la  grande  misericordia 
de  Dios  fué  tan  favorable  que  los  trujo  al  santo  baptismo, 
donde  los  remedió  contra  el  pecado  original  y  contra  todos 
los  demás  que  ellos  hubieren  hecho,  y  son  lavados  interior- 
mente de  la  culpa  de  los  pecados  por  la  sangre  de  Jesu- 

15  cristo,  representada  en  el  agua  con  que  de  fuera  nos  lavan 
el  cuerpo,  y  limpios  perfectamente  de  la  mancha  o  cieno  que 
el  pecado  les  pegó,  con  todo  eso,  quedan  todavía  con  reli- 
quias penosas  y  peligrosas,  causadas  de  la  carga  del  pecado 
original,  como  a  un  hombre  que  estuviese  muy  enfermo  y 

20  muriese  y  Dios  le  resucitase  a  la  vida  que  antes  tenía,  que, 
aunque  quedase  vivo,  quedaría  enfermo  y  flaco  para  las 
operaciones  que  los  sanos  suelen  hacer. 

Llámanse  estas  reliquias  del  pecado  original  enfermedad 
del  ánima,  porque  la  enflaquece  para  hacer  su  propia  obra, 

25  que  es  amar  al  Señor  con  todas  las  fuerzas  y  al  prójimo  como 
a  sí  mismo.  Llámase  herida  del  ánima,  porque  la  deja  con 
ignorancia  de  muchas  cosas  que  debe  saber,   del  conoci- 

715  dignos]  Vive,  ánima  mía,  en  perpetuo  agradecimiento  y  nacimiento  de 
gracias  a  tal  Señor  y  tan  grande  Amador  de  los  hombres  add. 

715    I  Tim.  I,  15. 

10  Cf.  San  Bernardo,  In  Annunt.  Mariae  serm.  1,  7  s. :  ML  183, 
386  ;  Instr.  sacerd.  2,  <p.  17-18  :  ML)  184,  800. 

19  Of.  San  Agustín,  Contra  Iulian.,  1.  6,  c.  16,  49  ;  MX,  44, 
850  s.  ;  Retract.,  1.  1,  c.  15,  2  :  ML  32,  609  s. 


SIS 


SERMONES.    CICLO  TEMPORAL 


miento  de  la  voluntad  de  Dios  en  particular,  y  en  la  voluntad 
aficionada  a  la  carne  y  cosas  de  ella;  y  cuanto  más  aficio- 
no nada  a  la  carne,  tanto  más  tarda  para  guardar  la  ley  de  Dios 
y  tanto  con  mayor  dificultad  hace  el  bien  que  hace. 

También  se  llaman  estas  reliquias  del  pecado  tirano.  Llá- 
mase ley  de  los  miembros,  porque  un  hombre  que  no  quiere 
estar  sujeto  a  sufrir  los  movimientos  torpes  y  desatinados 

35  que  esta  mala  inclinación  obra  en  él,  aunque  no  sean  pe- 
cados, le  hace  gemir,  y  aun  a  los  que  desean  servir  a  Dios, 
como  parece  en  San  Pablo,  cuando  decía :  Infelix  ego  homo: 
qais  me  liberabit?,  etc.  Palabra  digna  de  consideración  y 
declaradora  del  espíritu  de  San  Pablo,  y  creo  que  palabra 

40  que  nos  declara  nuestra  flaqueza  y  pequeñez  de  nuestro 
espíritu.  Aquel  San  Pablo,  sobre  el  cual  tantas  persecu- 
ciones y  de  tantas  maneras  vinieron,  y  que  estaba  tan  lejos 
de  llamarse  desdichado  por  ellas,  que  las  tenía  por  gloria 
y  se  regocijaba  en  ellas  con  muy  grande  afecto,  siente  tanto 

45  los  insultos  y  movimientos  con  que  el  pecado  le  acomete,  que 
sacan  de  él  al  parecer,  mujeril  y  apocado  ánimo:  Desdichado 
de  mí,  ¿quién  me  librará  del  cuerpo  de  aquesta  muerte? 

Y  este  mismo  sentido  y  gemido  han  tenido  todos  los  san- 
tos, que,  como  personas  vivas — y  muy  vivas — a  Dios,  no 
solamente  sienten  y  gimen  los  pecados,  aunque  sean  livia-. 

So  nos,  mas  cualquier  movimiento  que  nazca  del  pecado  o  vaya 
a  parar  al  pecado;  y  con  todo  este  sentimiento  y  cautela  que, 
renovados  por  el  espíritu  de  Jesucristo,  tienen,  es  tanta  la 
flaqueza  que  del  pecado  quedó,  que  ninguno  de  ellos  escapó 
de  caer  en  pecado  y  pecados,  aunque  veniales,  unos  mirando 

55  en  ello,  otros  tomándoles  el  pecado  de  sobresalto;  en  fin, 
dieron  caídas,  causadas  de  la  flaqueza,  y  no  corrían  con  tan- 
ta ligereza  el  camino  de  la  ley  de  Dios  como  si  estuvieran  del 
todo  sanos. 

Ni  por  esto  imagine  nadie  que  esta  enfermedad  o  fla- 
60   queza  sea  alguna  cosa  positiva  en  el  ánima  o  alguna  lisión  en 
la  substancia  de  ella;  porque,  según  dicen  todos  los  santos, 
imitando  en  esto  a  San  Dionisio,  si  la  naturaleza  de  los  de- 
monios se  quedó  sana,  aunque  pecó,  la  de  los  hombres  tam- 
bién lo  quedaría.  Y  por  eso  no  se  ha  de  imaginar  que  la 
65   flaqueza  del  ánima,  para  andar  el  camino  de  Dios,  se  cause 
de  estar  ella  misma  en  su  naturaleza  debilitada,  como  un 
hombre  que  tiene  una  pierna  coja,  que  no  puede  tanto  andar 
ni  correr  como  si  estuviera  sano.  Entera  se  quedó  el  ánima, 
entero  se  quedó  el  cuerpo;  mas  como  fué  quitado  al  ánima 
70    el  don  de  la  justicia  original,  con  el  cual  ella  se  convertía 


38   Rom.  7,  24. 

64   Pseudo-Dionisio  Aredpagita,  De  á"iv.  nomin.,  c.  4,  23  :  MG  3, 


54-     SANTÍSIMO  SXCKAMKNTO 


SIS 


y  amaba  a  Dios  con  gusto  y  facilidad,  y  el  cuerpo,  aunque 
según  su  inclinación  natural  se  fuese  tras  las  cosas  carnales 
y  presentes,  estaba  tan  enfrenado  y  sujeto  al  ánima,  que  no 
la  traía  a  sí  con  demasiada  afición  ni  tenía  movimiento  nin- 

75  guno,  si  primero  por  la  razón  no  fuese  mandado;  esto  qui- 
tado, fué  como  quitar  un  freno  a  una  bestia,  que  siguiese 
sus  inclinaciones  con  tanto  ímpetu,  que,  aunque  por  virtud 
de  la  gracia  no  traigan  a  consentimiento  al  que  rige  la  bes- 
tia, hácele  sudar  y  gemir,  y  con  guerra  tan  importuna,  des- 

*0  cuídase  o  cánsase  algunas  veces.  Y  de  ahí  vienen  sus  pe- 
cados veniales,  de  aquí  la  lucha,  de  aquí  los  ayunos  y  vigi- 
lias y  de  aquí  las  lágrimas  y  oraciones,  por  mortificar  y  cru- 
cificar los  deseos  de  la  carne  y  poder  señorearse  de  ella,  para 
que  ni  haga  al  ánima  caer  ni  la  impida  de  correr  el  camino 

85   de  Dios  según  debemos. 

Quien  no  quiere  ser    Es  de  notar  y  maravillar  cómo  nos- 
vencido,    razón    es     otros  estamos  tan  tibios  y  tan  lejos 
que  vele  de  sentir  aquestas  heridas,  y  tan 

flojos  de  pelear  con  nosotros  mis- 
90  mos,  teniendo  tantos  ejemplos  de  hombres  santos  que  tan 
amargamente  lloraban,  no  solamente  estas  caídas  veniales, 
mas  aun  los  primeros  movimientos;  y  aunque  no  los  tuvie- 
sen, él  verse  inclinados  a  caer  les  era  suficiente  materia  de 
lloro,  y  deseaban  con  grande  ahinco  de  salir  de  vida,  en  la 

95  cual,  por  mucho  que  uno  viva  recatado,  ha  de  caer  en  pe- 
cados veniales,  y  si  más  se  descuida,  da  consigo  en  los 
abismos  del  pecado  mortal.  Cosa  digna  para  hacer  temblar 
a  todos  cuantos  lo  oyeren;  y  por  nuestros  pecados,  hay  en 
algunos,  aun  en  los  que  están  en  el  estado  de  gracia,  tanto 

100  descuido  para  sentir  esta  enfermedad  y  flaqueza  que  de 
Adán  heredamos,  y  en  nosotros  tenemos,  que  ni  la  lloran, 
ni  la  temen,  ni  se  les  da  nada  por  primero  movimiento  ni 
por  caer  en  pecado  venial.  Conténtanse  éstos  con  estar 
vivos,  aunque  muy  cercanos  a  'la  muerte;  mas  viven  gran- 

105  demente  engañados,  porque,  de  tener  en  poco  aquellas  en- 
fermedades, ordinariamente  resulta  perder  la  vida  del  alma 
por  algún  pecado  mortal. 

¿Quién  no  juzgaría  por  loco  a  un  hombre  que  fuese 
por  un  camino,  a  la  orilla  del  cual  por  una  parte  y  por 

lio  otra  estuviesen  unos  hondísimos  valles,  que  quien  en  ellos 
cayese  se  haría  pedazos,  y  de  sólo  mirarlos  desde  arriba  se 
le  desvanece  la  cabeza  al  hombre?  Y  si  el  hombre  fuese 
por  allí  a  pie,  aun  no  sería  locura  tan  grande,  porque  puede 
mirar  con  diligencia  dónde  pone  los  pies  e  ir  poco  a  poco, 

115  y  por  ventura  la  grande  atención  le  sería  causa  de  escapar 
del  peligro.  Mas  ¿con  qué  palabras  encareceremos  la  locura 


104  mas]  bien  add. 


&20  SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


del  hombre  que,  pudiendo  ir  seguro  por  medio  del  camino, 
quiere  ir  a  peligro  por  el  cabo  de  él,  caballero  encima  de 
una  bestia  que  sabe  poco  de  freno,  que  tira  corcovos,  que 
120   ¿a  saltos  y  que  es  tal,  que  ir  encima  de  ella  por  camino  se- 
guro aun  es  peligroso?  Acuérdate,  hombre,  cuántas  veces 
te  ha  acaecido  sentir  rebelde  a  ti  y  sentir  rebeldes  a  tus 
pasiones  interiores,  airarte  donde  has  de  ser  manso,  en- 
cenderte en  malos  deseos  queriendo  ser  casto,  y  así  en  lo 
125  demás.  Y  si  deseas  huir  la  espantable  y  miserable  caída  de 
pecado  mortal,  no  vayas  tan  cerca  de  esa  misma  caída,  pues 
la  bestia  que  llevas  es  tan  inclinada  a  pacer  la  hierba  ve- 
dada, que  no  dudará,  si  ve  una  poca  de  hierba  fresca  fuera 
del  camino,  arrojarse  con  desenfrenamiento  a  pacerla,  y 
130    cuerpo  y  ánima  daréis  en  las  peñas  bravas  del  pecado  mortal. 
¿Quién  hay  que  quiera  morar  en  los  lugares  pequeños, 
que  ninguna  defensa  tienen,  ribera  de  la  mar,  en  tiempo 
que  andan  corsarios  por  ella  y  llevan  captivos  a  los  que 
no  están  como  fuertes  ciudadanos?  Métete  dentro  en  la 
136   tierra,  mora  en  ciudades  de  muros,  porque  los  corsarios  son 
tantos  y  tan  fuertes,  que  aun  hasta  allí  te  seguirán,  y  ter- 
nás  harto  que  hacer  en  escaparte  de  sus  peleas  con  huida. 
No  sé  qué  desventura  es  aquésta,  que  habiendo  muchas 
cercas  en  una  ciudad,  y  como  las  cercas  que  son  más.  inte- 
140   ñores  sean  más  fuertos,  y  haya  en  ellas  más  gente  y  más 
esforzada,  y  el  amparo  del  rey  esté  más  cercano,  que  que- 
ramos nosotros  vivir  en  la  primera  cerca,  donde  la  guerra 
es  ordinaria,  los  muros  más  flacos,  el  socorro  menor;  y 
viendo  por  experiencia  que  cada  día  hay  allí  muchos  ven- 
145   cidos,  y  tomados  de  los  enemigos,  y  muertos  con  muy  gran 
crueldad. 

El  amparo  de  los  que  bien  quieren  vivir,  Jesucristo 
nuestro  Señor  es;  él  lugar  donde  ampara  a  los  suyos,  su 
santo  cuerpo  místico  es,  que  por  otro  nombre  es  llamado 

150  Ciudad  de  Dios.  Y  conforme  a  la  gracia  y  diligencia  que  un 
hombre  tiene,  así  vive  más  en  lo  de  fuera  o  en  lo  de  dentro 
de  esta  ciudad.  Entre  la  cual  y  los  enemigos  hay  tan  con- 
tinua y  tan  cruda  guerra,  que  aun  algunas  veces  acaece 
llevar  los  enemigos  vencido  al  que  estaba  muy  dentro  y  cerca 

155  del  rey.  Testigo  de  esto  es  San  Pedro,  testigo  David,  tes- 
tigos muchos  santos  del  yermo,  que  de  grande  alteza  de 
santidad  cayeron  en  la  profundidad  del  pecado  mortal;  a 
unos  de  los  cuales  levantó  la  piadosa  mano  d°  Dios,  para 
que  nosotros  no  desesperemos  en  nuestras  caídas,  y  a  otros 

160  dejó  por  justicia,  y  arden  para  siempre  en  el  infierno,  para 
perpetuo  escarmiento  y  aviso  contra  nuestra  negligencia  y 
tibieza.  Cristiano,  si  no  se  te  da  nada  por  caer  en  pecado 
mortal,  ¡ay  de  ti!,  ¡ay  de  ti!  Si  tienes  balanzas  para  pesar 


150   Apoc.  3,  12. 


54-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


821 


la  grandeza  y  deseas  salir  de  él,  huye  también  de  los  ve- 

165  niales,  porque,  aunque  mirando  a  sólo  ellos,  hacen  tanto 
mal  al  ánima,  que  ningún  hombre  cuerdo  los  debe  admitir; 
mas  mirando  a  que  son  escalón  y  disposición  para,  me- 
diante ellos,  caer  en  pecados  mortales,  todo  buen  cristiano 
con  todo  cuidado  y  diligencia  los  debe  huir. 

170  La  enfermedad  tienes  dentro  de  ti,  y  no  una  sola,  mas 
muchas;  y  acaecerte  ha,  como  dice  San  Cipriano,  que,  si 
vences  la  ira,  se  levanta  la  soberbia,  y  si  vences  la  sober- 
bia, se  levanta  la  deshonestidad,  etc.  Y  quien  quiere  no 
ser  vencido  de  algún  enemigo  de  éstos,  razón  es  que  vele; 

175  y  el  enfermo  que  quiere  sanar,  debe  curarse  y  sufrir  los 
trabajos  de  la  cura  y  no  salir  de  ella  hasta  que  sane.  Y  acuér- 
date bien  que  muchas  veces,  enojado  el  Señor  con  la  tibieza 
y  viendo  en  cuan  poco  le  estima  el  que  la  tiene,  alza  su 
mano  de  él,  y  como  en  el  Apocalipsis  lo  ha  amenazado,  así 

180  lo  cumple,  vomitando  de  sí  y  dejándolo  caer  en  algún  pecado 
mortal,  para  que  el  tal  hombre  tibio,  siendo  herido  con 
golpe  tan  recio,  despierte  del  sueño  tan  peligroso  en  que 
estaba  y  entienda  lo  que  no  entendía,  y  cuán  mal  caminaba, 
pues  dió  tan  miserable  caída.  Y  así  como  el  soberbio,  cuan- 

185  do  es  azotado  con  caer  en  algún  pecado  mortal  vergonzoso, 
entiende  la  soberbia  en  que  estaba  por  el  castigo  y  lo  alanza 
de  sí,  humillándose  con  gran  confusión,  así  el  negligente, 
herido  con  golpe  de  pecado  mortal,  debe  entender  que  la 
causa  de  aquello  fué  el  descuido  y  tibieza  con  que  vivía,  y 

190  avergonzado  y  lastimado  con  el  efecto,  poner  remedio  en 
la  causa,  levantándose  por  la  penitencia,  y  andar  su  camino 
con  más  diligencia  que  antes. 

¿Qué  es  esto,  hermanos?  ¿Qué  es  esto,  que  en  las  co- 
sas temporales  está  nuestro  deseo  tan  vivo  y  va  tan  adelan- 

105  te  de  lo  que  debemos,  que  no  hay  quien  se  contente  con 
ruin  capa,  si  la  puede  tener  buena,  ni  con  pocas  cargas 
de  uva  de  su  viña,  si  puede  hacer  que  haya  más?  La  fruta 
que  comemos,  ni  la  queremos  demasiadamente  madura,  ni 
que  esté  mal  sazonada;  pequeña  falta  en  un  manjar  nos 

200  descontenta  de  manera  que  no  le  queramos  comer;  el  ser- 
vicio que  nos  hacen,  querérnosle  con  buena  crianza,  que 
sea  presto  y  con  buena  gracia;  quien  puede  estar  sano  y 
recio,  no  se  contenta  con  estar  enfermo.  ¿Pues  por  qué, 
siendo  tan  adelantados  en  escoger  lo  mejor  en  todas  estas 

205  cosas,  somos  tan  apocados  en  contentarnos  con  lo  menos 
en  las  cosas  que  valen  más?  Cogemos  la  ceniza  y  derrama- 
mos la  harina;  y  los  que  desean  tener  mucho  de  tierra,  no 


173  San  Cipriano,  De  orat.  domin.,  22  :  MU  4,  552  ;  De  oper.  el 
eleem.,  3  :  ML  4,  627.  Cf.  San  Agustín,  Contra  2  ep.  Pelag.,  1.  4, 
c.  io,  27  ss.  :  MIL  44,  62^32  ;  Santo  Tomás  de  Aquino,  Sutntna 
theol.,  i-2,  q.  74,  a.  3  ad  2.  180   Cf.  Apoc.  3,  16. 


S22 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


se  les  da  nada  por  tener  mucho  del  cielo;  y  para  donde  era 
menester  la  verdadera  codicia,  allí  tiene  una  vergonzosa 
2!0   hartura,  cosa  muy  reprehendida  de  la  divina  Escritura. 
Y  si  leemos  al  bienaventurado  San  Pablo,  hallaremos 
con  cuánto  peso  y  cuántas  veces  nos  amonesta  que,  des- 
ocupados de  todo  lo  que  nos  puede  impedir,  corramos  con 
ligereza  a  la  celestial  joya,  para  posesión  de  la  cual  Dios  ha 
215   llamado  a  los  cristianos  por  su  misericordia;  y  que  no  nos 
contentemos  con  tener  el  principio  de  la  virtud,  sino  que 
crezcamos  en  ella  y  que  perfeccionemos  nuestra  santifica- 
ción en  el  temor  del  Señor.  Esta  misma  doctrina  nos  ense- 
ñan los  santos,  incitándonos  al  aprovechamiento  y  perfec- 
to ción  de  la  virtud  y  reprehendiendo  mucho  nuestra  tibieza, 
enseñándonos  que  con  gran  cautela  huyamos  los  pecados 
veniales  y  con  lágrimas  y  buenas  obras  los  deshagamos, 
cuando  en  ellos  cayéremos,  y  con  las  demás  cosas  que  la 
Iglesia  tiene  ordenadas. 
225         De  manera  que  el  cuidado  del  cristiano  no  ha  de  aflojar 
ni  dar  de  buena  gana  sueño  a  sus  ojos,  hasta  que,  a  lo 
menos,  viva  sin  caer  en  pecado  mortal.  No  debe  caer  en  él 
el  hombre  cristiano;  y  según  hemos  dicho,  para  no  caer  en 
él,  conviene  huir  de  los  pecados  veniales;  y  este  fundamen- 
to to  echado — con  él  cual  terná  esperanza  de  ser  salvo  por  la 
misericordia  de  Dios — ,  añada  sobre  esto  el  edificio  de  la 
plata  y  oro  y  piedras  preciosas,  y  la  purificación  de  su  áni- 
ma, el  colmo  de  la  caridad  según  más  pudiere,  con  la  gra- 
cia del  Señor;  de  manera  que  nunca  ande  su  ánima  por  el 
235    camino  de  Dios  descuidada  ni  floja,  mas,  herida  con  la 
espuela  del  temor  o  amor,  procure  con  ensanchado  corazón 
correr  el  camino  de  la  ley  de  Dios,  alcanzando  su  perfec- 
ción o  trabajando  por  alcanzarla;  porque  como  San  Ber- 
nardo dice:  "A  los  unos  y  a  los  otros  contará  el  Señor  por 
240  perfectos". 

Esta  diligencia  muy  Y  este  diligente  cuidado  de  bus- 
propia  es  de  los  que  car  perfeta  limpieza  y  entera  sa- 
sirven  a  Dios  'U(^  debe  ser  muy  anejo  a  las  per- 

sonas religiosas  que,  dejadas  las 

245  ocupaciones  e  impedimentos  del  mundo,  se  determinaron  de 
servir  a  Dios;  porque  si  no  tienen  este  cordial  cuidado,  ni 
alcanzarán  perfecta  salud,  y  podráseles  decir  que,  teniendo 
armas,  no  pelean,  y  lo  necesario  para  edificar,  y  nunca  edi- 
fican; y  que,  habiéndose  desembarazado  de  todas  las  cosas 

250  para  ligeramente  correr,  a  duras  penas  van  paso  a  paso, 


'  215    Cf.  PHil.  3,  14.    232    Cf.  1  Cor.  3,  12.     237   Cf.  Ps.  n8,  .32. 
240   San  Bernardo,  Ep.  254,  3  (ML  182,  460)'  :  «Itaque  indefes- 
sum  proficiendi  studium,  et  iuyis  conatus  ad  pcrfectioneni,  perfec- 
tio  reputatur». 


54-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


823 


careciendo  de  consolación  interior,  porque  no  se  atreven 
a  destetarse  de  las  transitorias,  ni  teniendo  en  abundancia 
éstas,  porque  ni  el  remordimiento  de  la  conciencia  les  deja, 
y  algunas  veces  les  falta  aparejo. 

255  Verdaderamente  es  vida  muy  miserable  la  del  hombre 
tibio,  el  cual,  por  no  trabajar  de  una  vez,  siempre  trabaja; 
y,  como  el  proverbio  dice,  "cabra  coja  no  tiene  siesta". 
Pluguiese  a  Dios  quisiesen  entrar  en  cuenta  y  poner  en 
una  balanza  los  trabajos  que  les  costaría  el  servir  a  Dios 

260  de  verdad  y  en  otra  los  desconsuelos  y  remordimientos  de 
conciencia  y  dudas  de  su  salvación,  que  son  anejas  a  la  ti- 
bieza, y  verán  cuán  miserable  cosa  es,  por  no  querer  un 
enfermo  ponerse  algunos  días  en  cura,  vivir  toda  la  vida 
desabrido  y  -flaco,  sin  comer  esto  ni  aquello  y  haciéndole 

265  mal  el  aire,  el  sol,  el  sereno,  viviendo  una  vida  que  parece 
tormento  y  en  peligro  de  perderla  por  cualquier  ocasión. 

Pluguiese  a  Dios  que  determinases,  cristiano,  de  una  vez 
a  poner  la  segur  de  la  verdadera  diligencia  a  la  raíz  de  tus 
pasiones;  que  aprendieses  a  lavar  tus  llagas  con  lágrimas 

27o  de  tus  ojos,  para  que  el  Señor  te  las  alimpiase  y  diese  per- 
fecta salud;  y  no  fueses  tan  perezoso  ni  regalado  para  to- 
mar sobre  tus  hombros  la  cruz  de  la  penitencia;  porque 
cierto,  antes  de  mucho  tiempo  experimentarías  que  no  hay 
trabajo  mayor  que  la  preciosa  holganza,  y  que  debajo  de 

275  los  santos  trabajos,  como  en  un  campo,  está  escondido  el 
reino  de  Dios,  que,  como  dice  San  Pablo,  es  justicia,  y  paz, 
y  gozo  en  el  Espíritu  Santo;  y  experimentarías  cómo  tienes 
fuerza  para  sufrir  aires  y  vientos  de  persecuciones,  sol  de 
tentaciones  carnales,  heladas  de  las  que  causan  los  demo- 
!  280  nios;  y  beberías  ponzoña  y  no  morirías  con  ella,  porque 
aquél  fuerte  amor  de  Jesucristo  nuestro  Señor  a  los  que 
con  porfía  le  buscan,  de  tal  manera  enseña  al  ánima,  que 
puede  decir  con  San  Pablo:  Yo  sé  abundar  y  sé  padecer  po- 
breza; ser  humillado  y  ser  ensalzado;  en  todas  cosas  y  en 

285  todo  lugar  me  sé  haber  bien.  Y  este  amor  que  así  enseña, 
hace  al  ánima  tan  robusta,  que  puede  decir:  Todas  las  co- 
sas puedo  en  Aquel  que  me  conforta.  ¿Qué  se  puede  com- 
parar con  el  alegría  y  riquezas  de  aquesta  salud?  ¿'•Qué  tra- 
bajo puede  ser  grande,  saliendo  tan  precioso  fruto  de  él? 

290  No  sé  por  qué  las  personas  de  ánimos  generosos,  a  quien 
Dios  dió  lo  que  han  menester  para  pasar  esta  vida  sin  que 
se  ocupen  en  lo  ganar,  no  sé,  según  he  dicho,  por  qué  no 
se  enamoran  de  joya  tan  preciosa,  de  salud  tan  firme  y 
alegre.  Pues  que  deben  pensar  que  no  los  desocupó  Dios  de 

295    los  trabajos  de  los  hombres  para  que  viviesen  en  ociosidad 


277   Rom-  14)  vti 
280  Of.  Me.  16,  iS. 
287  Cf.  Phil.  4,  12-13. 


824 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


o  en  malas  ocupaciones,  causadoras  de  mayores  pecados, 
como  si  no  fueran  gente  tan  principal.  No  fué  éste  el  fin 
de  Dios,  sino  hacerlos  en  el  cielo  más  grandes  que  a  otros, 
como  acá  los  hizo;  y  el  medio  para  esto  son  los  más  justos 

300  y  devotos  ejercicios;  y  para  que  los  pudiesen  hacer,  des- 
ocúpalos de  las  cosas  de  acá,  líbralos  de  las  de  aquélla  mal- 
dición echada  a  los  hombres:  En  sudor  de  tu  cara  comerás 
tu  pan,  para  que,  en  lugar  de  aquella  obra  terrena  que  man- 
tiene al  cuerpo,  se  ocupasen  y  sudasen  en  escardar  su  áni- 

305  ma  de  la  yerba  de  las  malas  pasiones,  la  arasen  y  revol- 
viesen con  el  arado  de  la  cruz  e  imitación  de  ella,  y  se 
sembrase  en  ellas  Jesucristo  crucificado,  no  con  cualquier 
fruto,  sino  colmado  y  perfeto. 

Jesucristo,  médico  y    Posible  es  que,  convidados  algunos 

310    medicina,    pasto   y    con  el  deseo  de  aquesta  salud — pues 
pastor  a  todos  nos  es  enojosa  la  enferme- 

dad— ,  conciban  propósito  firme  de 
querer  curarse  de  sus  enfermedades,  y  me  pregunten  que 
quién  es  el  médico  de  ellas,  y  cómo  y  con  qué  condiciones 

315   se  hace  esta  cura.  ¡Bendita  sea  tu  misericordia,  Señor,  que 
tan  a  tu  cargo  están  los  enfermos,  que  para  remedio  de 
ellos  "enviaste  del  cielo  un  grande  Médico,  porque — como 
dice  San  Agustín — había  en  el  mundo  un  gran  Enfermo"! 
Leed  las  quejas  que  Dios  da,  por  el  profeta  Ezequiel,  de 

320  los  pastores  de  aquellos  tiempos,  porque  no  curaban  las  ove- 
jas con  aquel  cuidado  que  era  razón;  no  sanaban  a  las  en- 
fermas, no  esforzaban  a  las  flacas,  no  ataban  las  quebra- 
duras, no  traían  a  la  manada  la  que  se  había  perdido,  ni  aun 
la  buscaban;  y  enojado  de  esto,  dice  el  Señor:  Yo  libraré  mi 

325  manada  de  la  boca  de  estos  pastores,  y  no  se  las  tragarán 
más;  porque  esto  dice  el  Señor  Dios:  Mirad,  que  yo  mismo 
buscaré  mis  ovejas  y  las  visitaré;  y  así  como  el  pastor  visita 
su  manada,  en  el  día  que  estuviere  en  medio  de  sus  destro- 
zadas ovejas,  así  visitaré  yo  mis  ovejas  y  las  libraré  de 

330  todos  los  lugares  en  los  cuales  fueron  esparcidas  en  el  día 
de  la  nube  y  obscuridad.  Yo  las  apacentaré  en  pastos  muy 
abundantes;  en  los  altos  montes  de  Israel  serán  los  pastos 
de  ellas;  allí  descansarán  en  las  yerbas  verdes,  y  en  los 
pastos  gruesos  se  apacentarán.  Yo  apacentaré  mis  ovejas. 

335  Yo  haré  que  se  echen,  dice  el  Señor  Dios;  yo  buscaré  lo  que 
se  había  perdido;  yo  tornaré  lo  que  había  sido  alanzado; 
yo  ataré  lo  que  se  había  soltado  y  desmandado:  yo  esforzaré 
lo  flaco  y  guardaré  lo  que  está  fuerte  y  grueso,  y  en  juicio 
las  apacentaré. 
313   Gen.  3,  19. 

318   San  Agustín,  Serm.  87,  c.  11  (ML  38,  537)  :  «Ad  sanandum 
grandem  aegrotutn  descendit  omnipotens  Medicas». 
339   Cf.  Ez.  34,  10-16. 


54-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


825 


340  Grandes  promesas  y  piadosas  palabras  dice  aquí  Dios, 
manifestadoras  de  su  mucha  caridad  para  con  sus  ovejas, 
y  tanto  hace  por  su  remedio.  Yo  mismo — dice  el  Señor — las 
visitaré;  y  si  queréis  saber  cómo — añade  Dios  Padre,  dicien- 
do— :  Yo  despertaré  sobre  ellas  un  Pastor  que  las  apaciente: 

345  a  mi  siervo  David;  ése  las  apacentará,  y  él  será  pastor  de 
ellas;  y  yo,  su  Señor,  seré  su  Dios;  y  mi  siervo  David,  prín- 
cipe en  medio  de  ellas.  Cuando  estas  palabras  se  dijeron, 
muy  muchos  años  había  que  el  rey  David  era  muerto;  y  sin 
duda  ninguna  este  David  que  Dios  había  de  dar  por  pastor 

360  a  los  hombres,  Jesucristo  nuestro  Señor  es.  Y  con  razón 
tiene  este  nombre,  que  quiere  decir  fuerte  con  la  mano, 
pues  hizo  las  mayores  hazañas  y  de  mayor  fortaleza  que 
nadie  hizo,  que  son  matar  la  muerte  y  pecado,  y  ganar  a  los 
hombres  la  gracia  de  Dios,  y  hacerles  herederos  del  cielo. 

355  Este  Señor,  por  ser  Dios,  es  dueño  de  las  ovejas,  pues 
las  crió  con  el  Padre  y  con  el  Espíritu  Santo.  Y  llamóse 
siervo  del  Padre  en  cuanto  hombre,  porque  le  sirvió  y  obe- 
deció en  la  obra  de  la  Redención  de  los  hombres,  según  está 
escrito:  El  libertará  mi  captividad.  Y  en  otra  parte:  La  vo- 

36o  luntad  del  Señor  en  la  mano  de  El  será  prosperada.  Este 
Señor  fué  del  cual  está  escrito  que  halló  el  camino  de  la 
dotrina  y  la  dio  a  Jacob,  su  siervo,  y  a  Israel,  su  amado;  lo 
cual  fué  cuando  en  el  monte  Sinaí  dió  su  ley  al  pueblo  de 
los  judíos.  Después  de  lo  cual,  dice  el  profeta,  fué  visto  en 

365   la  tierra  y  conversó  con  el  hombre. 

Muy  bien  proveído  fué  que  Dios  humanado  fuese  nuestro 
pastor  y  nuestro  remedio,  para  que  quedasen  llenos  nues- 
tros corazones  de  esperanza,  que  pues  no  hay  cosa  mayor 
que  Dios,  ningún  mal  nuestro  hay  sin  remedio,  si  queremos 

370  aprovecharnos  de  él. 

¿Quién  contará  cuán  bien  ejercitó  este  Señor,  cuando  al 
mundo  vino,  el  oficio  de  pastor,  predicando,  sanando  en- 
fermos, resucitando  muertos,  consolando  tristes,  perdonando 
pecados?  Y  en  testimonio  que  era  Criador  del  hombre  todo 

375  entero  y  que  su  remedio  era  bastante  para  todo  el  hombre, 
mantenía  las  ánimas  con  cosas  espirituales  y  remediaba  el 
hambre  de  los  cuerpos  y  las  otras  enfermedades  en  el  tra- 
bajo que  lo  habían  menester. 

Vistió  a  sus  ovejas,  visitó  como  el  pastor  que  está  en 

380  medio  de  ellas,  sanando  lo  enfermo,  esforzando  lo  flaco, 
guardando  lo  sano,  buscando  lo  perdido  y  trayéndolo  al  re- 
baño, aun  encima  de  sus  propios  hombros,  y,  en  fin,  dando 
remedio  a  sus  ovejas  de  todos  los  males  que  les  habían  ve- 


343    Cf.  Ez.  34,  tí. 
347    Ez.  34,  23-24. 
359    Is.  45,  13. 


360  Cf.  Is.  53,  10. 
365  Bar.  3,  37-38. 
382    Le.  15,  s. 


S26 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nido  en  el  día  de  la  nube  y  de  la  obscuridad  del  pecado  ori- 

385  ginal,  y  también  de  los  mortales  y  veniales  que  ellas  han 
hecho,  si  de  ellos  piden  perdón  y  hacen  penitencia  verdadera. 
Sanólas  puesto  en  medio  de  ellas,  viviendo,  y  en  medio  de 
dos  'ladrones,  muriendo;  puesto  encima  de  su  cayado,  que 
es  la  santa  cruz,  para,  como  desde  lugar  alto,  mirar  mejor 

390  por  sus  ovejas,  por  las  cuales  moría.  Dichosas  ovejas,  que 
vieron  y  oyeron  las  obras  y  la  voz  de  su  propio  Pastor,  con 
las  cuales  los  que  de  ellos  se  sabían  aprovechar,  maravillo- 
samente eran  apacentados  y  remediados.  ¡Alabada  sea  tu 
bondad,  Señor,  que  te  traía  de  tierra  en  tierra  sanando  en- 

395  fermos,  enseñando  ignorantes,  andando  en  medio  de  ellos 
haciéndoles  bien,  como  cuidadoso  pastor  a  sus  amadas  ovejas! 

Y  otra  vez  y  otra  vez  seas  alabado,  porque  tu  grande 
bondad  y  amor  excesivo  que  a  los  hombres  tienes  no  se  acabó 
en  aquellos  tiempos  ni  en  aquella  tierra,  mas  extendióse  por 

400  todo  el  mundo  y  por  todos  los  años  que  el  mundo  durare. 
Danos,  Señor,  danos,  por  tu  misericordia,  espíritu,  no  de 
este  mundo,  mas  del  Espíritu  Santo  tuyo,  con  cuyo  favor 
alumbrados  y  fortificados,  conozcamos  y  agradezcamos  esta 
inefable  merced  de  que  estamos  hablando;  que  tú  mismo, 

405  que  entonces  personalmente  estabas  y  andabas  con  tus  ove- 
jas [hace]  mil  y  quinientos  y  tantos  años,  nunca  las  des- 
amparaste, y  tú  mismo  estás  aquí  entre  nosotros,  y  estarás, 
mientras  el  mundo  durare,  en  tu  Iglesia. 

¿Qué  es  esto,  hermanos?  ¿Qué  es  esto?  ¿Cómo  no  sali- 

410  mos  de  nos  de  admiración?  ¿Cómo  no  estimamos  esta  mer- 
ced? ¿Por  qué  no  nos  tenemos  por  ricos  y  bienaventurados, 
por  tener  con  nosotros  a  nuestro  Señor?  ¿Y  por  qué  no  somos 
más  cuidadosos  de  aprovecharnos  de  tal  pasto  y  Pastor? 
Veislo  allí  al  Príncipe  soberano  cómo  está  en  medio  de  sus 

415  ovejas,  que  somos  nosotros.  Y  aunque  parece  que  no  hace 
nada,  desde  allí  ejercita  con  sus  ovejas  las  obras  de  verda- 
dero Pastor.  Paraos  a  contar  los  beneficios  que  entonces 
hacía,  y  veréis  que  no  los  hace  menores  agora,  y  aun  por 
ventura  mayores,  pues  da  fe  con  que  le  conozcamos  y  amor 

420   con  que  le  amemos,  más  que  al  vulgo  de  la  gente  de  entonces. 
(Meta  cada  uno  en  su  conciencia  su  mano  y  mire  qué  pasto 
recibe  de  la  mano  de  este  bendito  Pastor  cuando  viene  a 
misa,  cuando  le  adora,  y  principalmente  cuando  comulga  y 
lo  recibe  en  su  pecho.  Que  verdad  digo,  y  verdad  de  Dios, 

425  que  este  Príncipe  nuestro,  Jesucristo,  Médico  y  Pastor  amo- 
roso, está  entre  nosotros,  y  El  mismo  entra  en  nosotros1  y 
obra  en  sus  ovejas  todo  lo  que  obró  por  las  calles,  plazas 
y  templo  de  Jerusalén.  Mirad  vos  que  lo  recibáis  bien;  que 
por  su  parte  El  sanará  vuestras  enfermedades,  que  os  que- 


384   Cf.  Ioel  2,  2. 


54-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


827 


130  daron  como  reliquias  del  día  de  la  nube  y  de  la  obscuridad 
del  pecado  original,  y,  según  he  dicho,  aun  de  las  reliquias 
de  las  malas  costumbres  y  de  la  flaqueza  de  la  virtud  que 
de  los  pecados  que  vos  habéis  hecho  os  han  quedado,  y,  final- 
mente, hallaréis  aquí  lumbre  contra  la  ignorancia  de  lo  que 

435  debéis  hacer;  hallaréis  bondad  contra  vuestra  malicia;  faci- 
lidad para  bien  obrar,  contra  la  dificultad  que  sentís;  y  ese 
malo  y  extraño  calor  que  se  llama  concupiscencia  o  jomes 
peccati,  que  mora  en  nosotros,  que  nos  va  gastando  nuestra 
virtud  y  enflaqueciéndonos  y  siendo  causa  que  caigamos  en 

440  pecado,  este  divino  Sacramento,  este  Médico  y  Pastor  envia- 
do del  Padre,  con  el  rocío  de  su  gracia  templa  aquel  mal 
calor  para  que  no  nos  gaste  tanto  ni  tenga  tanta  fuerza  en 
nosotros. 

Y  como  es  propio  manjar  en  nuestra  ánima,  esfuerza 

445  nuestro  corazón,  y  con  su  excelencia  restaura  lo  que  el  mal 
calor  de  nuestra  concupiscencia  había  gastado  de  nuestra 

.  virtud.  Y  no  sólo  hace  esto,  como  el  pan  y  manjar  corporal 
lo  hace  en  el  cuerpo,  mas  mucho  mejor;  porque  lo  que  el 
manjar  corporal  restaura  en  el  cuerpo,  no  es  tan  bueno  como 

450  Jo  que  se  había  perdido;  y  de  ahí  nace  que  como  se  va  poco 
a  poco  gastando  y  no  se  restaura  tan  bueno  como  se  perdía, 
necesariamente  viene  el  hombre  a  morir.  Y  para  que  en  el 
estado  de  la  inocencia  se  supliese  aqueste  efecto,  ordenó  la 
divina  Sabiduría  que  [aunque]  los  hombres  tuviesen  otros 

455  manjares  con  que  mantenerse,  comiesen  del  árbol  de  la  vida, 
con  cuyo  fruto  se  remediaba  aquella  falta  que  no  podían  re- 
mediar los  otros  manjares. 

¡Cuán  admirables  son  tus  obras,  Señor!  ¡Quién  fuese  tan 
dichoso  que  pudiese  decir  con  verdad  lo  que  dijo  David:  Y  mi 

460  ánima  las  conocerá  mucho!  ¡Cuánto  te  debemos,  cuán  poco 
te  lo  servimos,  y  algunos  hay  que  aun  no  miramos  en  ello! 
Merced  hiciste  a  los  hombres  de  proveerlos  con  mantenimien- 
to cuando  vivieron  en  tu  obediencia,  y  mayor  merced  fué 
plantarles  un  árbol  en  medio  del  paraíso  terrenal,  que  se  11a- 

465  maba  el  árbol  de  la  vida,  para  que,  comiendo  de  él,  su  salud 
y  fuerzas  no  se  enflaqueciesen  y  se  desminuyesen.  Mas  en 
comparación  de  ti,  mi  Dios  y  Señor,  manjar  verdadero,  que 
vales  por  manjar  y  por  árbol  de  vida,  plantado  en  tu  Iglesia, 
como  aquí  te  tenemos  en  medio  de  nosotros,  aquello  que 

470  parecía  beneficio  queda  tan  obscurecido  con  el  resplandor  de 
éste  que  quita  la  gana  de  acordarse  del  otro  árbol  de  vida. 
¡Manjar  de  nuestra  ánima,  yerba  molida,  majada  con  gra- 
ves tormentos,  para  que  seas  puesta  por  emplasto  saludable 
encima  de  nuestras  heridas  y  seas  sustento  de  nuestra  fla- 


455    Gen.  2,  g. 

4Ó0   Cf.  Ps.  138,  14. 


S2S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


475  queza  y  restauración  de  lo  que  por  el  pecado,  que  mora  en 
nosotros,  hemos  perdido!  No  hay  miel  rosada,  no  hay  medi- 
cina que  así  chupe  la  podre  que  mana  de  nuestras  llagas, 
como  esta  divina  medicina  lo  hace  en  nuestra  ánima,  reno- 
vando y  haciendo  cada  día  lo  que  una  vez  hizo  con  una  mujer 

480  enferma  de  doce  años,  que,  siendo  tocado  en  lo  postrero  de 
sus  vestiduras,  luego  la  sanó,  y  se  restañó  la  fuente  de  la 
sangre  que  de  ella  salía. 

No  lo  dude  nadie,  no;  medicina  eficacísima  es  este  divi- 
no Sacramento  bien  receñido  para  templar  todas  nuestras 

485  pasiones,  para  alumbrar  todas  nuestras  ignorancias,  para 
confortar  nuestro  corazón.  Contra  toda  flaqueza  hay  pelea. 
Y  si  creéis  que  aquel  maná  corporal  pasado,  manjar  de  cuer- 
pos, que  al  fin  se  morían  los  que  lo  comían,  le  daba  Dios  tal 
virtud,  que  si  el  que  lo  comía  era  bueno,  aunque  el  sabor 

490  natural  era  de  pan  con  miel,  le  daba  Dios  tal  virtud  que, 
siendo  unos  granillos  blancos  y  pequeños,  supiese  a  perdiz  y 
capón,  y  generalmente  a  todo  aquello  que  el  buen  hombre 
que  lo  comía  quería,  este  bendito  Señor  nuestro  ha  puesto, 
en  el  manjar  que  allí  está,  remedio  bastante  y  sobrado  para 

495  todos  cuantos  males  tenemos  y  podemos  tener. 

Y  San  Juan  lo  vió  esto,  y  lo  agradeció  el  profeta  David, 
cuando  dijo:  Pusiste  en  mi  acatamiento  una  mesa  contra 
todos  los  que  me  atribulan.  ¡Oh  grande  palabra!  ¡Oh  pode- 
roso remedio!  Consuelo  eterno  para  los  necesitados  que  de 

500  él  se  quieren  aprovechar,  y  justa  causa  de  condenación  para 
los  que  no.  — ¿Qué  decís,  santo  rey  David?  ¿Qué  mesa  es 
ésta  contra  todos  los  que  os  atribulan?  — Contra  todos:  mun- 
do, carne,  demonio;  pobreza,  riqueza;  males  de  cuerpo,  ma- 
les de  ánima.  ¡Oh  palabra,  tan  grande  como  verdadera! 

505  Contra  todos  los  que  me  atribulan.  Vengan  aquí  los  atribu- 
lados, y  hallarán  su  remedio.  No  se  queje  nadie  ya:  "Este 
mal  tengo  y  aquéste",  sino  quejaos  de  vos  mismo,  porque 
estáis  en  pobreza,  de  no  venir  a  la  mesa  del  entero  remedio. 

Algunos  no  aprove-    Y  los  que  os  sentís  aliviados  de  la 
5i°   chan  por  comulgar    carga  de  vuestras  pasiones  y  con 
de  tarde  en  tarde  o    más  fuerzas  para  bien  obrar,  mirad 
por  no   prepararse    que  oS  aviso;  si  queréis  que  el  bien 
A  +  os  dure,  comulgad.  Oí  San  Bernardo, 

debidamente  que  dice:  Si  quis  vestrum  non  tam 

515  saepe  modo,  non  tam  acerbos  sentit 

iracundiae  motus,  invidiae,  luxuriae,  aut  caeterorum  huius- 
modi,  grafías  agat  Corpori,  et  Sanguini  Domini,  quoniam 
virtus  Sacramenti  operatur  in  eo;  et  gaudeat  quod  pessimum 


482  Cf.  Mt.  9,  20-22. 
490   Of.  Ex.  16,  31. 


493  Cf.  Sap.  16,  20. 
498   Ps.  22,  5. 


54-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


829 


ulcus  accedat  ad  sanitatem.  Y  conforme  a  esto,  dice  San 

520  Ambrosio:  "Que  este  divino  Sacramento  es  dado  para  re- 
medio de  nuestra  cuotidiana  flaqueza".  Gran  verdad  nos 
dice;  y  con  aquella  flaqueza  nos  avisa  de  la  causa  por  que, 
teniendo  manjar  tan  poderoso  contra  nuestra  flaqueza,  to- 
davía estamos  tan  flacos.  ¿Queréis  oír  cuál?  La  flaqueza 

525  es  de  cada  día,  el  comer  es  de  año  a  año,  o  poco  menos; 
viene  tarde  el  socorro  del  bastimento  y  la  medicina  de  la 
herida;  y  así,  aunque  alguna  vez  aprovecha  para  que,  des- 
pués que  el  hombre  cayó  y  murió,  se  levante,  mas  no  apro- 
vecha para  preservar  de  la  muerte,  por  ser  tan  de  tarde  en 

530  tarde  comido. 

Pluguiera  a  Dios  que,  cuando  los  ministros  del  rey  de 
Babilonia  encendían  en  ti  el  horno  de  las  concupiscencias, 
te  llegaras  al  altar  y  recibieras  a  este  Señor;  y  no  tuvieras 
que  llorar  tu  caída,  y  aprobaras  la  virtud  de  este  sacratí- 

535  simo  Pan,  que  conforta  el  corazón  del  hombre  para  no  caer. 
Y  no  sólo  pierden  el  fruto  de  este  árbol  de  vida  estos  que 
tan  tarde  lo  comen,  mas  también  los  que  a  menudo  y  por 
no  saber  usar  de  esta  medicina.  Todos  los  enfermos  desean 
sanar,  mas  no  todos  se  quieren  poner  al  trabajo  de  la  cura; 

540  y  sin  la  obra,  aprovecha  poco  el  deseo. 

Adviértase  bien  cómo  para  purgarse,  uno  recibe  jarabes, 
deja  de  comer  lo  que  quiere,  come  lo  que  mal  le  sabe,  sufre 
sangrías  y  otros  trabajosos  remedios,  entendiendo  que  le 
va  más  en  su  vida;  y  el  que  se  holgaba  mucho  andar  por  las 

545  calles  y  aun  por  el  campo,  se  encierra  en  su  casa  y  se  mete 
en  un  rincón,  como  preso  en  cárcel,  y  con  esfuerzo  sufre  es- 
tar privado  de  su  voluntad  y  hacer  lo  que  es  contra  ella, 
por  recobrar  la  salud  perdida  y  gozar  de  la  vida  de  sano; 
y  con  todo  esto  aun  le  sale  muchas  veces  en  balde  lo  que 

550  esperaba,  y  sobre  su  enfermedad  se  queda  con  sus  trabajos; 
y  algunas  veces,  el  que  era  enfermo  y  rico  se  queda  enfermo 
y  pobre,  y  aun  más  enfermo  que  antes;  que  por  eso  leemos 
que  acaeció  así  a  la  mujer  de  doce  años  enferma,  para  que 
entendamos  que  no  es  ella  sola  a  quien  esto  acaece.  ¿Qué 

555  responderemos  en  el  juicio  de  Dios,  pasando  tantos  trabajos, 
tormentos  y  martirios  con  esperanza  de  salud  incierta,  y  la 
que  se  alcanza,  o  se  torna  presto  a  perder,  o  se  acaba  del 
todo  con  la  muerte,  y  que  por  alcanzar  la  salud  del  ánima, 
que  para  siempre  ha  de  durar,  se  nos  hace  de  mal  confesar 

560  nuestros  pecados,  hacer  de  ellos  penitencia,  pagar  lo  que  de- 
bemos, perdonar  nuestras  injurias,  cesar  de  otros  negocios 

519   San  Bernardo,  In  Coena  Domini  serm.,  %  :  ML  183,  272  s. 
521    San  Ambrosio,  De  Sacram.,  1.  4,  c.  6,  28 ;  1.  5,  c.  4,  25  : 
ML  16,  464.  471  s. 
532    Cf.  Dan.  3,  19. 
553    Me.  5,  25. 


830  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


por  pensar  nuestros  pecados?  Y,  finalmente,  querérnoslo  ha- 
llar todo  hecho,  sin  que  nos  cueste  trabajo  ni  que  perdamos 
de  nuestros  antojos  poco  ni  mucho;  dando  a  entender  con 
565  las  obras  que  la  salud  y  vida  del  ánima,  y  el  alcanzar  la 
gracia  de  Dios  y  gozar  del  mesmo  Dios  para  siempre,  es 
cosa  de  tan  poco  valor,  que  no  queremos  por  ello  dar  precio 
ninguno.  Y  por  ventura  hay  algunos  que  no  lo  quieren  re- 
cebir,  aunque  se  les  conceda  de  balde. 
570  En  cargo,  Señor,  te  lo  tienes  esto  que  te  quiero  suplicar; 
mas  todavía  lo  diré  por  celo  de  tu  honra  y  en  confusión  de 
los  que  en  poco  te  precian:  Que  no  té  des  a  nadie  para  que 
te  posea,  sino  al  que  te  amare  y  preciare  sobre  todas  las 
cosas;  y  si  le  pidieres  la  honra,  la  vida  y  la  hacienda  por 
575  ti,  lo  dé  todo  de  buena  gana,  y  piense  que  aun  con  todo  esto 
te  ha  comprado  barato. 

¡Oh  falsas  balanzas  de  aquellos  de  quien  se  verifica  lo 
que  está  escrito:  No  tuvieron  en  nada  la  tierra  digna  de 
ser  deseada;  donde  se  puede  esperar  que  el  justo  Juez  porná 
580   nuestras  balanzas  falsas  en  la  picota  del  infierno  para  siem- 
pre jamás! 

Otros  no  aprovechan  Y  los  que  por  la  misericordia  [de 
porque  divorcian  la  Dios]  pasan  el  trabajo  que  es  me- 
comunión  de  La  vida  nester  Para  alimpiar  sus  ánimas  y 
ser  hechos  hábiles  para  recebir  a 
este  Señor,  medicina  cordial  de  los  flacos  y  quebrantados, 
no  se  descuiden  por  haberlo  recebido  con  el  digno  aparejo; 
porque  si  no  tienen  cuenta  sino  con  que  se  gaste  bien  aquel 
rato  de  cuando  confiesan  y  comulgan,  y  no  guardan  la  sa- 
lud recebida,  acaecerles  ha  gozar  tan  poco  de  la  salud,  poco 
menos  que  los  que  no  la  reciben. 

Hermano:  San  Bernardo  dice  que  muchos  tienen  costum- 
bre de  ser  oradores,  y  no  tienen  vida  de  oradores;  porque 
el  que  trata  con  Dios  en  la  oración  un  rato,  hásele  de  pare- 
cer en  lo  deniás  de  la  vida.  Que  si  vos  lloráis  en  la  oración 
y  cobráis  alguna  mejoría,  y  por  parlar  y  reír  perdéis  lo  que 
allí  ganásteis,  nunca  en  vuestra  vida  enriqueceréis  ni  sal- 
dréis de  pobreza  y  miseria.  Si  os  llegáis  a  la  mesa  del  Se- 
ñor, y  recibís  al  mismo  con  razonable  aparejo,  y  vais  con- 
fortado y  santificado  por  haber  participado  de  la  fortaleza 
y  santidad  verdadera,  y  os  sentáis  a  otras  mesas  llenas  de 
parlería,  de  diversidad  y  muchedumbre  de  manjares,  y  muy 
más  despacio  que  estuvisteis  en  la  mesa  del  Señor,  no  os 
maravilléis  que  esté  vuestra  ánima  flaca,  pues  la  salud  que 
aquí  recibió,  allí  la  perdió. 


579   Fs.  105,  24. 

593  Cf.  San  Bernardo,  Dc  modo  bcne  vwendi,  1,  120  :  MI,  1S4, 
1272  s. 


590 


595 


000 


54-     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


831 


La  vida  cristiana  no  es  cosa  que  consiste  en  un  punto 
solo.  Cosa  junta  es,  como  una  cadena  que  contiene  en  si 
muchos  eslabones,  que  se  han  de  llevar  todos  juntos  o  de- 
jar todos  juntos;  y  quien  quisiere  gozar  bien  de  los  frutos 

510  de  este  divino  Manjar,  toda  la  vida  ha  de  ordenar  de  manera 
que  sirva,  o  para  bien  recibir  aquesta  salud,  o  para  guar- 
darla después  de  alcanzada. 

Mirad  que  cuando  toma  el  enfermo  alguna  medicina, 
dícenle  que  repose  sobre  ella,  para  que  obre  su  efecto;  y  si 

615  no  lo  hace  así,  no  sólo  perderá  el  provecho  de  ella,  mas  si 
sale  luego  a  que  le  dé  el  aire,  por  ventura  le  fuera  mejor 
no  haberla  recibido.  ¿  Cómo  queréis  vos  que  obren  en  vos  los 
excelentísimos  frutos  de  esta  celestial  medicina,  después  que 
la  habéis  recibido,  si  en  lugar  de  estar  recogido  un  buen 

620  rato,  agradeciendo  la  merced  recibida  y  gozando  del  Hués- 
ped que  en  vuestras  entrañas  tenéis,  os  salís  luego  al  aire 
de  los  temporales  negocios?  Y  plega  a  Dios  que  no  sea  a 
parlar  y  murmurar,  y  no  sólo  no  saquéis  fruto  de  tan  gran 
merced,  mas  cometáis  pecado  nuevo,  por  el  desacato  que 

625  cometéis  en  no  hacer  presencia  y  estar  en  conversación  con 
nuestro  Dios  y  Señor,  que  tan  benignamente  ha  concedido 
a  venir  personalmente  a  visitaros. 

Cosa  nunca  vista  y  de  tan  mala  crianza,  que  suplicando 
vos  a  un  rey  que  venga  a  vuestra  casa  a  veros,  que  estáis 

630  enfermo,  y  a  remediar  vuestras  necesidades,  que,  en  entran- 
do él  por  la  puerta  de  vuestra  cámara,  os  levantéis  vos  y 
vais  a  entender  en  otros  negocios;  ni  se  hace  con  reyes,  ni 
con  grandes  señores,  ni  con  hombre  a  quien  se  tenga  res- 
peto, por  pequeño  que  sea.  Sosegaos,  hermano,  para  que 

635  obre  en  vos  esta  divinal  medicina;  y  después  en  vuestra  casa 
tened  algún  lugar  señalado  donde  con  reposo  del  cuerpo  en- 
tendáis en  considerar  vuestras  enfermedades,  y  las  gimáis, 
y  os  castiguéis  por  ellas,  y  pidáis  al  Señor  medicina,  y  las 
tengáis  tan  sabidas  y  tan  en  la  uña,  que,  después  de  haberlas 

640  llorado  en  la  confesión,  vengáis  a  esta  mesa  sagrada  y  se- 
páis contar  al  celestial  Médico  qué  enfermedades  tenéis, 
dónde  os  duele,  y  se  las  presentéis,  con  esperanza  que,  pues 
por  tocar  un  hombre  muerto  a  los  huesos  secos  del  profeta 
Elíseo  fué  resucitado,  recibiendo  vos  a  Jesucristo  vivo,  no 

645   iréis  enfermo.  Y  si  sabéis  guardar  lo  que  allí  se  os  diere, 
cierto,  experimentaréis  la  grande  merced  que  Dios  hizo  a 
los  hombres  en  darles  licencia  para  comulgar,  según  está 
escrito:  El  que  guarda  la  higuera,  comerá  los  frutos  de  ella. 
Porque,  de  otra  manera,  miedo  me  he  que,  como  en  aquel 

650  tiempo  que  este  sagrado  Pastor,  viviendo  vida  mortal,  an- 


644  Cf.  4  Res,'.  13,  21. 

645  Prov.  27,  18. 


832 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


daba  en  medio  de  sus  ovejas,  usando  oficio  de  sabio  Médico 
y  de  amoroso  Padre,  no  lo  supieron  estimar,  y  dijo  San 
Juan  Baptista:  En  medio  de  vosotros  está  el  que  no  cono- 
céis; que  así  ahora  hay  muchos,  que,  aunque,  por  conoci- 

655  miento  de  fe  muerta,  creen  aqueste  divino  misterio,  mas  con 
la  afección  hacen  tan  poco  caso  de  él,  que  por  gozar  de  él 
no  quieren  pasar  un  poco  de  trabajo  en  poner  rienda  a  sus 
pasiones,  en  entender  en  buenas  obras;  antes  huyen  de  lle- 
garse a  él  muchas  veces,  por  no  obligarse  a  vivir  con  ma- 

660  yor  cuidado  y  a  negar  en  algo  su  propria  voluntad. 

Grandísima  merced  es  estar  en  medio  de  nosotros  este 
divino  Pastor.  Gran  cuenta  se  ha  de  dar  de  tal  beneficio, 
y  recísimo  castigo  al  que  no  se  aprovechare  de  él.  Tomemos 
mejor  acuerdo  los  cristianos,  y  lo  que  Dios  nos  da  para 

665  nuestro  bien  por  su  inefable  bondad,  no  lo  torne  en  daño 
nuestra  negligencia. 

Confiados  en  tal  Mé-  Comencemos  nuestra  cura  en  con- 
dioo,  Pastor  y  Capi-  fianza  de  tan  buen  Médico,  que 
tan,  luchemos  y  ven-    cura  y  da,.las  medicinas  de  balde; 

670  m  de  Da^e  digo,  en  respecto  de  nos- 

ceremos  otros,  porque  a  El  la  vida  le  costó 

hacerse  nuestro  Médico,  y  nuestra 
medicina,  y  nuestro  precio.  Y  no  sólo  cura  de  balde,  mas 
'aun  paga  muy  bien  pagado  a  quien  se  quiere  curar  con  El; 

676  y  es  Médico  tan  acertado,  que  ningún  enfermo  que  se  cu- 
rare según  sus  reglas,  dejó  ni  dejará  de  sanar. 

Lo  que  se  nos  pide  es  que  queramos  ser  sanos  y  enten- 
damos en  nuestra  cura;  y  aunque  no  sanemos  luego  del 
todo,  no  desmayemos  por  ello.  La  enfermedad  es  larga,  y 

680  la  salud  que  en  esta  vida  se  alcanza,  más  semejable  a  con- 
valecencia es  que  a  perfecta  sanidad.  Y  aunque  está  escrito 
que  la  enfermedad  larga  es  cosa  pesada  para  el  médico,  no 
ha  aquí  lugar;  porque  aqueste  Señor  ámanos  tanto,  que 
no  se  cansa  de  entender,  por  toda  la  vida  que  sea,  en  curar 

685  nuestras  enfermedades.  Y  no  dice:  "Pues  que  no  sanáis  luego 
y  no  os  esforzáis  cuanto  podéis,  no  quiero  perder  mi  tiem- 
po ni  cansarme  en  curaros";  no,  no  hay  tal  cosa  en  la 
condición  de  aqueste  Señor;  que  escrito  está  de  El:  No 
quebrará  la  caña  que  está  quebrantada,  ni  la  vela  que  echa- 

690  ba  un  poco  de  humo  no  la  acabará  de  matar.  Pacientísimo 
es,  y,  con  ver  que  os  vais  mejorando  en  algo,  os  esperará 
a  que  mejoréis  más;  y  mucho  respeto  tiene  a  nuestra  fla- 
queza, para  no  dejarnos  de  curar,  aunque  no  nos  vea  tan 
diligentes  como  era  razón  en  pasar  los  trabajos  de  nuestra 


654  lo.  1,  26. 
682    Eccli.  10,  11. 
690   Is.  42,  3. 


54.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


833 


695  cura;  y  aquel  poco  deseo  y  cuidado  que  tenemos  de  nos  cu- 
rar, aunque  flaco  como  fuerza  de  caña  quebrantada  y  como 
calor  de  vela  apagada,  le  mueve  más  a  sufrirnos,  esperarnos 
y  mejorarnos,  que  lo  que  nos  falta  a  echarnos  de  sí  y  que- 
brantarnos del  todo. 

700  Bien  conoció  el  Eterno  Padre  la  flaqueza  de  los  hombres, 
y  por  eso  el  Pastor  que  nos  envió  le  henchió  primero  de  tan 
grandísimo  amor  para  con  sus  ovejas,  que,  por  mucho  que 
ellas  tengan  pesadumbres  y  faltas,  El  tiene  mucho  más  sin 
comparación  para  las  sufrir  y  llevar  encima  de  sus  hom- 

705  bros;  y  está  el  mesmo  hombre  enfermo  tan  descontento  de 
si  y  desesperado  de  alcanzar  salud,  que  él  mesmo  no  se 
puede  ver  ni  sufrir,  y  se  querría  echar  a  los  perros;  [y] 
este  Señor,  que  ama  a  sus  ovejas  más  que  ningún  hombre 
se  amó  a  sí  mismo,  no  está  cansado  de  las  sufrir  ni  curar, 

710  y  les  da  buena  esperanza  de  que,  no  apartándose  de  las 
manos  de  El,  El  les  dará,  en  el  tiempo  que  les  conviene,  la 
salud. 

Osemos  acometer  esta  empresa  de  pelear  contra  nuestras 
pasiones,  y  contra  el  mundo  y  demonio,  y  contra  cuantos 

715  impedimentos  tuviéremos  para  nuestra  salud,  y  entendamos 
que  este  Señor  es  favorecedor  de  todos  los  que  quisieren 
comenzar  esta  guerra  en  provecho  nuestro  y  en  honra  de 
El,  y  que  es  más  poderoso  su  solo  favor  para  nos  salvar 
que  todos  los  contrarios  para  nos  destruir. 

720  No  te  espanten,  cristiano,  muchedumbre  de  pecados  que 
hayas  cometido,  no  flaquezas  presentes,  no  peligros  en  lo 
por  venir,  ni  innumerables  contrarios  que  parezcan  muy 
más  fuertes  que  tú.  Y  acuérdate  de  que,  estando  Gedeón  en 
grande  aprieto  por  un  innumerable  ejército  que  venía  contra 

725  él,  le  confortó  el  Señor  diciendo:  No  temas,  que  yo  te  en- 
tregaré este  tan  poderoso  ejército  para  que  lo  venzas.  Y  por- 
que con  más  osadía  acometas  la  guerra,  desciende  disimu- 
ladamente esta  noche  al  real  de  los  enemigos,  y  allí  oirás 
palabras  con  que  te  confortes.  Descendió  y  oyó  que  estaba 

730  uno  contando  a  otro  el  sueño  siguiente:  Parecíame  que  del 
real  de  Gedeón  venía  un  pan  hecho  debajo  de  la  ceniza, 
y  venía  revolviéndose  como  rodando,  y  entró  por  nuestro 
real,  y  no  paró  hasta  la  principal  tienda  de  todas,  y  desde 
lo  alto  hasta  lo  bajo  da  con  ella  en  el  suelo,  y  que  todo 

735  nuestro  real  era  destruido  y  vencido.  Y  dijo  el  otro  que 
oía  este  sueño:  No  es  eso  otra  cosa  sino  la  espada  de  Ge- 
deón, varón  de  Israel,  que  ha  de  venir  contra  nosotros  y 
vencernos  a  todos. 

Lo  cual  oído  por  Gedeón,  adoró  al  Señor,  y  con  buena 

740    esperanza  de  la  victoria  tornóse  al  real;  y  con  solos  trecien- 

738  Cf.  Ind.  7,  9  ss. 

R.Arüa  2  Ul 


834 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


tos  hombres,  y  sin  que  usasen  de  sus  armas,  venció  innu- 
merable copia  de  gente,  para  que  se  cumpliese  la  verdad 
de  Dios  que  él  otro  había  soñado:  Que  la  virtud  del  pan 
cocido  debajo  de  la  ceniza  fué  bastante  a  destruir  el  ejér- 

745    cito  de  Madián. 

Alabado  seas,  Señor,  para  siempre,  que  confortaste  a 
Gedeón  con  el  sueño  y  a  nosotros  con  la  verdad  allí  figu- 
rada, y  por  eso  nuestro  conforte  es  mayor,  pues  tenpmos 
en  nuestro  favor  al  verdadero  Pan,  Jesucristo  concebido  y 

750  cocido  con  humildad  y  en  forma  redonda  como  estaba  el 
otro;  en  el  cual  nuestros  enemigos — ¡sean  cuales  fueren, 
sean  cuantos  fueren! — -serán  destruidos  y  vencidos  de  los 
que,  recibiendo  este  sagrado  Pan,  somos  hechos  participan- 
tes de  su  virtud. 

755  Y  pues  el  Capitán  es  tan  poderoso,  el  Médico  amoroso 
y  sabio,  el  trabajo  de  la  cura  y  de  la  guerra  se  irá  poco  a 
poco  desminuyendo  con  la  buena  costumbre;  las  leyes  de 
'la  guerra  son  tan  favorables,  que,  aunque  uno  sea  herido, 
no  por  eso,  sino  por  huir  de  la  guerra,  perderá  la  Vitoria; 

760  comencemos  con  denuedo  nuevo  partido  por  la  honra  de 
Dios,  no  confiados  en  nuestras  fuerzas,  mas  en  las  suyas; 
y  tomando  con  una  mano  la  trompeta  de  la  confesión  de  la 
fe,  y  especialmente  la  del  artículo  de  este  divino  misterio, 
con  la  otra  mano  quebrantemos  el  barro  de  nuestro  cuerpo, 

765  afligiéndole  con  pena,  para  que  en  el  cuerpo  quebrantado 
aparezca  la  luz  de  la  buena  vida  para  gloria  de  Dios;  que 
con  estas  armas  venció  Gedeón  a  los  madianitas,  y  vence- 
remos nosotros  a  nuestros  contrarios  con  el  favor  de  aqueste 
divinísimo  Pan,  alto  y  humillado,  que,  recibiéndolo  y  hu- 

770   minándonos,  nos  ensalzará  con  poderosa  virtud. 


55        Este  es  el  manjar  que  vino  del  cielo  * 
En  la  infraoctava  del  Corpus 

(Valencia,  Bi.bl.  Ccfl.  Patriarca,  Ms.  1049.  ff.  155  r  -  160  r:  B.  N.  M.. 
Ms.  6311.  ff.  107  r-138  v.  76  r  -  77  v  Tfalta  el  principio];  eci.  1596,  I, 
pjp.  426-489.) 

Hic  est  pañis  qiü  de  cáelo  descendit  ¡lo.  6,  1=9]). 

La  comida  de  Dios  y  — Según  esto,  en  el  cielo  comida 
de  los  ángeles    '      hay>  Pues  <lue  hay  pan.  —Sí  hay, 
por  cierto,  pues  que  hay  vida,  y 
la  vida  mantenimiento  ha  menester,  y  el  mantenimiento  con 


*  En  el  índice  del  Ms.  de  Valencia  escribió  el  Bto.  Juan  de  Ri- 
bera :  «De  Sanctisskno  Sacramento».  T.n  copia  ile  la  B.  N.  M.,  mu- 
tilada al  principio,  carece  de  título. 


836 


comer  se  toma.  Y  así,  el  manjar  que  de  allá  decendió  para 
dar  vida  acá,  allá  está  dando  vida. 

Este  es  Pan  que  del  cielo  decendió.  Pan  iñvo,  porque 
da  vida;  pan  vivo,  porque  él  vive  y  es  la  misma  Vida:  Acer- 

10  ca  de  ti  está  la  Vida — dice  David  hablando  con  Dios — ,  y  en 
tu  lumbre  veremos  lumbre.  — '¿Sabéis  qué  es  esto?  Lo  que 
dijo  San  Juan:  La  Palabra  estaba  cerca  del  Padre.  La  Pa- 
labra del  Padre  su  Hijo  es,  engendrado  eternalmente  de  El. 
Y  como  el  Padre  tiene  vida  en  si  mismo,  ansí  dió  al  Hijo 

15  tener  vida  en  si  mismo.  Porque,  aunque  las  personas  sean 
diferentes,  la  esencia  una  es;  y  esta  esencia,  que  está  en  el 
Padre  y  en  el  Hijo  y  en  el  Espíritu  Santo,  cosa  viva  es, 
la  misma  Vida  es,  de  la  cual  y  por  la  cual  viven  las  divinas 
personas;  vida  la  más  excelente  de  las  vidas. 

20  Y  por  esc  entendemos  que  es  vida  de  espíritu,  que  es  más 
excelente  que  la  del  cuerpo;  y  la  vida  del  espíritu  consiste 
en  conocer  la  verdad  y  en  amar  la  bondad  y  en  tenerla, 
poseerla  y  gozar  de  ella;  no  a  cualquiera,  porque  verdades 
hay  que,  aunque  el  espíritu  las  coma  todas  juntas,  se  queda 

25   tan  hambriento  como  si  no  hubiera  comido  nada.  Testigos 
son  de  esto  los  filósofos,  que,  después  de  haber  metido  en 
su  entendimiento  muchas  verdades,  sospiraron  como  vacíos, 
y  dijeron:  "Esto  sólo  vemos,  que  ninguna  cosa  sabemos". 
Resérvase  solamente  este  privilegio  de  dar  hartura  al 

30  entendimiento  para  la  suma  e  infinita  Verdad,  que  así  da 
contentamiento  y  satisfacción  al  entendimiento,  que  no  de- 
sea otra  comida,  ni  la  busca.  Tras  lo  cual  viene  que,  como 
conoce  claramente  la  suma  Verdad,  la  cual  juntamente  es 
suma  Bondad,  sigúese  tras  el  conocimiento  un  tan  grande 

35  amor  de  la  Bondad  y  un  gozar  de  ella,  que  todos  los  deseos 
y  senos  del  corazón  quedan  tan  llenos,  que  se  llama  el  hom- 
bre, y  verdaderamente  lo  es,  a  boca  llena,  bienaventurado, 
sin  tener  más  que  hambrear  ni  que  desear.  Y  porque  aque- 
llo que  mantiene  la  vida  se  llama  manjar,  sigúese  que  la 

40  Verdad  suma  es  manjar  verdadero  del  entendimiento,  y  la 
suma  Bondad  es  manjar  de  la  voluntad,  que  la  ceba,  man- 
tiene, conforta  y  da  vida;  y  porque  el  usar  del  manjar  se 
llama  comer  en  lo  corporal,  pasamos  este  nombre  a  las  cosas 


V ~>  Valencia,  .\'  =  Ii.  N.  M-,  T  -  Ed.  |[  6  descendió  7" 

8  es]  «1  add.  V  |  descendió  T  \\  14  asi  T  ||  15  aunque]  en  add.  T  ||  16  di- 
ferentes] distintos  7 

20  Y  om.  T  ||  22  en  tenerla]  entenderla  T  ||  27  muchas]  las  7'  |  verdades] 
naturales  add.  T  |  sospiraron]  supieron  T  Ü  28  vemos]  sabemos  T 

29  Reseñarse  V  |  solamente  om.  T  ||  35  un]  deseo  de  add.  T  ||  37  a  boca 
llena  om.  T  ||  41  ta]  le  7'  H  45  el  om.  T 

7  Cf.  San  Ambrosio,  De  Saoram.,  1.  6,  c.  i,  4  :  ML  16,  474  s. 

11  Cf.  Ps.  35,  10. 

12  Cf.  lo.  i,  1. 
15  lo.  5.  26. 


836 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


espirituales,  y  por  esta  semejanza  llamamos  comer  al  en- 

45   tender  y  el  amar. 

Y  esta  vida  es  la  vida  de  Dios,  la  cual  se  sustenta  y 
ceba  no  por  verdad  ni  por  bondad  fuera  de  El,  porque  an- 
tes que  hubiese  criatura  alguna,  El  tenía  vida,  y  era  Vida; 
porque  conociendo  su  misma  esencia  y  amándola,  vive  una 

50  vida  excelentísima,  más  buena  de  lo  que  se  puede  pensar, 
más  gozosa  y  alegre  de  lo  que  se  puede  entender;  porque 
su  Vida  es  infinita,  y  de  infinita  perfición  y  de  infinito  con- 
tentamiento; y  tan  fuerte,  que  es  imposible  perderse  ni  en- 
flaquecerse; porque  entre  otras  perficiones  que  tiene  es  ser 

55  omnipotente,  y  dulcísima  de  gozar,  fortísima  para  susten- 
tarse. 

Sea  Dios  glorificado  por  siempre,  que  es  Dios  vivo,  y  no 
ídolo  muerto;  vive  de  sí,  no  recibe  vida  de  nadie;  es  Vida 
tan  riquísima  para  sí  mesmo,  que,  de  muy  lleno  y  abastado, 

60  acordó  de  dar  parte  de  sí,  criando  ángeles  que  participasen 
en  su  manera  de  esta  Vida  bienaventurada,  con  tanta  honra, 
que  comiesen  el  mismo  manjar  que  Dios  come,  y  se  susten- 
tasen del  mismo  manjar  que  Dios  se  sustenta,  y  cogiesen 
dulcísima  fruta  del  mismo  árbol  de  que  Dios  la  coge. 

65  ¿Quién  contará  el  precio  de  aquesta  vida,  pues  que,  por 
ser  participación  de  'la  Vida,  que  es  Dios,  participa  tam- 
bién las  condiciones  de  ella;  y  es  vida  justa,  santa  y  sabia, 
limpia,  fuerte,  alegre,  rica,  inmortal,  llena  de  gozo,  que 
los  hace  bienaventurados  a  semejanza  de  Dios? 

70  ¡Angeles,  bendecid  al  Señor!,  que  os  honró  tanto,  que 
con  vuestro  entendimiento  conozcáis  la  misma  Verdad,  cla- 
ramente, como  Dios  la  conoce,  aunque  no  con  tanta  fuerza 
como  El,  y  améis  la  mesma  Bondad  que  El  ama,  y  gocéis 
de  su  misma  esencia  de  que  El  goza,  sentados  a  una  misma 

75  mesa  con  El  y  comiendo  de  un  mismo  manjar  El  y  vosotros; 
con  el  cual  El  es  bienaventurado  con  bienaventuranza  de 
Dios,  y  vosotros,  bienaventurados,  hechos  dioses  por  par- 
ticipación. Gozarnos  hemos  de  un  convite  que  os  ha  hecho 
Dios;  ayudaros  hemos  a  agradecer  a  Dios  tan  gran  merced., 

4647  te  cual -fuera  de  El]  om.  T  ||  52  perfección  T  \\  54  otras  perficiones] 
las  perfecciones  T  ||  55  y  om.  T  |  dulcísimo  T"  |  fortísimo  T 

57  por  siempre  om.  T  \\  58  sí]  y  add.  T  ||  59  mismo  T  ||  60  <lei  om.  T  |¡ 
64  de  om.  T  |  la  om.  T 

65  esta  T  ||  67  también]  de  ndd.  T  |  ya  om.  T  ||  68  rica]  viva  I" 

73  misma  T  ||  74  su]  esa  T  ||  78  un]  vuestro  T  ||  79  grande  T 


70    Cf.  Ps.  148.  2. 


DEL  CORPUS 


El  hombre,  excluido  ¿  Llorará  el  mundo,  porque  está  tan 
del  convite  es  invi-  lejos  de  aquesa  comida  tan  festi- 
tado  nuevamente  en  val  ?  real>  ^ tiene  cerrada  Dios  su 
„  .  casa  comiendo  con  vosotros  y  no 

Cristo  quiriendo  que  entre  allá  a  comer 

hombre  ninguno? 

¡Oh  abismo  del  juicio  de  Dios,  que  en  tiempo  de  cinco 
mil  años,  poco  más  o  menos,  no  consintió  que  hombre  nin- 
guno del  mundo  viese  su  cara,  no  gozase  de  su  esencia  ni 
supiese  a  qué  sabía  su  dulce  manjar!  Su  justicia  justamen- 
te sentencia  esto,  por  la  traición  que  le  hizo  el  primer  hom- 
bre, que,  habiendo  sido  criado  en  conocimiento  y  amor  de 
Dios,  y  con  esperanza  de  que,  si  usaba  bien  de  ello,  iria 
a  ser  convidado  al  otro  más  excelente  convite  del  cielo  en 
compañía  de  Dios  y  sus  ángeles,  perdió  acá  la  espiritual 
comida  que  Dios  le  había  dado,  por  comer  de  un  árbor 
vedado,  que  fué  convite  de  muerte;  y  así  fué  excluido  del 
celestial  convite  que  da  vida,  y  eterna. 

De  lo  cual  no  se  puede  quejar  con  razón,  pues  a  otras 
criaturas  mejores  que  él,  que  fueron  los  ángeles,  criados  en 
gracia,  y  que  se  les  diera  la  gloria  si  usaran  bien  de  ella 
como  los  otros  usaron,  derríbalos  Dios  del  lugar  del  con- 
vite, porque  quisieron  mantenerse  de  sí  mismos  y  no  de  Dios, 
arrimarse  a  sí  mismos,  ser  señores  de  sí  y  no  sujetos  de 
Dios;  y  probaron  por  experiencia  que  es  buena  cosa,  como 
dice  David,  allegarse  la  criatura  a  su  Criador,  amándole  más 
que  a  sí  mismo,  y  poner  en  El  su  esperanza,  esperando  bien 
de  El;  y  quien  quisiere  amarse  a  sí  mismo  y  arrimarse  a 
sí  mismo,  será  derribado,  sin  haber  quien  le  sustente,  hasta 
los  más  profundos  infiernos;  y  que  él  mismo  para  sí  mismo 
sea  tormento,  muerte  y  malaventuranza,  pues  quiso  amarse 
y  gozar  de  sí. 

Justicia  usó  Dios  con  los  malos  ángeles  y  con  los  hom- 
bres, pues  que  está  muy  mal  que  los  traidores  al  Rey  se 
sienten  a  una  mesa  con  él;  y  mal  empleado  es  convite  de 
vida  en  el  que  lo  tiene  en  tan  poco,  que  se  harta  de  manja- 
res de  muerte.  Mas,  aunque  esto  haya  sido  justicia,  quiso 
El  por  su  bondad  que  los  hombres,  como  más  flacos,  alcan- 

81  esa  T  |j  82  yj  tan  T  |l|  82-83  su  casa]  la  sala  T  <\  84  queriendo  T  ¡  a  co- 
mer om.  T 

86  del]  de  V  ¡|  87  que]  ordenaron  add.  V  I  O]  a  V  |  No  consintió]  orde- 
nó T  ||  88  cara  no]  rostro  ni  T  |  89-90  justamente  sentencia]  justísima  sen- 
tenció T  ||  90  le  om.  T  ||  92  que  om.  T  |  ir  T  ||  93í  al]  del  T  |  excelenten- 
te  V  ||  95  árbol  T  ||  97  y]  vida  add.  T 

101  los  derribó  T  ||  103  mismos  om.  T  |  sujetos  de]  juntos  a  T  ||  106  mis- 
ma 7'  ||  107  y,]  que  add.  T  ||  108  le]  lo  T  ||  111  gozarse  r 

112  malos  om.  T  ||  113  que    om.  T  l|  118-319  fuesen  para  siempre  7'  |  120- 


IOÓ    Cf.  Ps.  72,  28. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


zasen  su  misericordia,  y  los  ángeles,  como  más  fuertes,  para 
siempre  fuesen  excluidos  de  este  convite.  Airado  estaba  el 

120  Señor  con  los  hombres,  y  con  mucha  razón;  mas  El  mandó 
que  se  le  dijese:  Cuando  estuvieres  airado  acordarte  has  de 
tu  misericordia. 

¡Venga,  Señor,  el  tercer  año  de  tu  reinado,  y  alzarse  ha 
e'l  entredicho  de  tu  convite;  y  a  semejanza  del  rey  Asuero 

125   convidarás  a  tu  mesa  a  todos  los  hombres  que  quisieren  ir! 
Pasó  el  tiempo  de  ley  de  naturaleza,  pasó  el  de  ley  de 
Escriptura,  vino  el  tiempo  del  cumplimiento  de  la  gracia 
de  Dios,  y  envió  a  su  Hijo  hecho  debajo  de  ley  y  engendra- 
do de  mujer,  para  que,  tomando  humanidad,  hiciese  capa- 

130  ees  a  todos  los  hombres  que  a  El  se  juntasen  de  gozar  del 
excelente  convite  en  que  Dios  es  el  que  convida  y  el  mismo 
manjar. 

Y  en  prendas  de  aquesto,  en  siendo  aquella  ánima  suya 
santísima  criada,  fué  convidada  a  este  convite,  y  vió  y 

135  gozó  de  la  divina  Esencia,  según  la  parte  superior  de  ella, 
con  tanta  ventaja  y  dulcedumbre,  que  comió  más  de  aqueste 
divino  manjar  que  todos  los  ángeles  juntos.  ¡Gran  gozo  para 
los  hombres  que  haya  ya  descubierto  Dios  su  faz  a  un  hom- 
bre y  puéstolo  en  la  cabecera  de  la  mesa  de  su  alto  convite; 
140  y  quej  siendo  hombre,  sea  cabeza  de  hombres  y  cabeza  de 
ángeles;  y  con  ser  tan  alto,  sea  tan  amigo  de  los  hombres 
desechados,  que  no  quiso  comer  a  la  mesa  solo,  sin  llevar 
otros  convidados,  aunque  le  costase  la  vida!  Alabada  sea 
la  misericordia  de  Dios,  que  nos  dió  a  su  benditísimo  Hijo: 

145    Vida  por  ser  Dios;  convidado  por  ser  hombre. 

Y  venido  a  este  mundo,  después  que  hobo  hecho  el  gran 
convite  de  cuerpos  y  hartado  a  millares  de  hombres  y  de 
mujeres  con  cinco  panes  y  dos  peces,  gloriándose  los  judíos 
de  que  Dios  había  dado  a  sus  padres  en  el  desierto  el  maná 

150  del  cielo,  con  que  se  mantuviesen  en  el  desierto,  les  dijo  el 
soberano  Maes[tr]o,  Dios  humanado,  las  palabras  del  tema, 
hablando  de  sí  mismo:  Este  es  el  Pan  que  decindió  del  cielo. 
Es  palabra  tan  alta,  de  tanto  valor  y  de  tanta  consolación, 
que  se  les  pasó  por  alto,  y,  como  a  gente  de  tierra,  no  les 

155  armó  bien  el  manjar  del  cielo;  mas  por  su  mal.  Oigan  los 

121  mandó  -  acordarte  has]  se  acordará  T  ||  122  tu]  su  T  |  misericordia]  per- 
donará al  pecador  arrepentido  ad¡l.  T    125  hombres]  chicos  y  grandes  add.  T 

126  de  ]  la  add.  T  |  ley  ]  la  T  \\  127  Escritura  T  |  cumplimiento  del  tiem- 
po T  |j  128  envía  T  |  su]  ^unigénito  add.  T  ||  131  que  convida]  convidado  T 

137  divino]  sabroso  y  dulce  T  ||  138  Dios  descubierto  T  ||  139  alto]  san- 
to T  ||  145  convidado]  a  esta  vida  add.  T 

146  hubo  T  |  el]  aquel  T  ||  150  en  el  desierto  om.  r  ||  151  Maestro  r  ¡! 
152  descendió  T  ||  153  tan  alta  om.  T  ||  155  armó]  supo  T  ||  157  creerlas  T 


122  Cf.  Hab.  3,  2. 
125  Cf.  Esth.  i,  3. 
I2Q   Cf.  Gal.  4,  4. 


148  Cf.  lo.  6,  0-12. 
152    lo.  6,  50. 


55.     EX  LA  1NFRAOCTAVA  DKL  CORPUS 


839 


cristianos  las  misericordias  de  Dios,  dichas  por  boca  del 
Verbo  encarnado;  tengan  firme  fe  para  las  creer,  tengan 
cuidado  de  se  aprovechar  de  ellas,  agradecidos  a  Dios  por 
tan  grande  merced,  y  temerosos  los  que  no  la  recibieren 

1€0  como  es  razón. 

¡Oh  palabra  dulcísima  y  digna  de  toda  acepción!:  Este 
es  el  Pan  que  vino  del  cielo.  El  que  es  de  tierra — dijo  San 
Juan — ,  de  la  tierra  es  y  de  la  tierra  habla;  el  que  viene 
del  cielo,  sobre  todos  es.  Si  estabas,  hombre,  avezado  a 

165  comer  manjares  de  tierra,  vanos,  y  de  muerte  que  te  cau- 
saban hablas  de  tierra  y  vida  de  tierra,  abre  las  orejas  y 
oye:  Este  es  el  Pan  que  viene  del  cielo,  más  precioso,  fuerte 
y  sabroso  que  los  otros  manjares  que  tú  has  gustado,  cuan- 
to excede  la  alteza  del  cielo  a  la  profundidad  de  la  tierra. 

170  Decendió  el  Pan  del  cielo,  porque,  como  Dios  sea  Señor 
de  los  de  allá  y  acá,  y  no  sólo  Señor,  mas  también  sea 
amantísimo  Padre,  y  no  descuidado  de  la  provisión  de  sus 
hijos,  ordenó  mantenimiento  para  los  que  tienen  en  el  cielo 
y  para  los  que  tienen  en  la  tierra.  Jesucristo  nuestro  Señor, 

175  Pan  verdadero,  decendió  del  cielo  por  nosotros,  hombres, 
y  por  nuestra  salud,  hecho  pan  de  los  hombres,  conforme 
a  la  flaqueza  de  ellos.  Comenle  los  ángeles  en  el  cielo  como 
a  Dios  invisible;  mas  los  hombres  de  la  tierra  no  tienen 
aquellas»  fuerzas ;  y  por  eso  convino  que  el  que  es  pan  db 

180  los  grandes  en  el  cielo,  fuese  hecho  leche  para  mantenimien- 
to de  los  pequeños.  Al  que  ven  los  ángeles  en  el  cielo  in- 
visible, ya  le  ven  acá  los  hombres  con  sus  corporales  ojos, 
oyen  su  voz  con  orejas  de  carne,  puédenle  tocar  con  sus 
manos  y  gozan  de  él  conforme  a  su  pequeñez. 

i85  Semejanza  entre  la    Mas  porque  su  morada  según  el 
Encarnación  y  el  Sa-    cuerpo  en  este  destierro  convenía 
érame  uto  — sigún  la  ordinación  de  Dios — que 

fuese  por  pocos  años  y  en  pequeña 
parte  de  la  tierra,  y  había  de  tener  en  todo  el  mundo  hijos 
190   que  mantener,  ordenó  su  amor  que,  ya  subido — resucitado 
y  glorioso — a  las  alturas  del  cielo,  decendiese  a  la  tierra, 
no  a  aquesta  parte  ni  a  aquélla,  sino  a  todo  el  mundo  uni- 


163  la,  Dm.  T  164  todo  T  |  avezado]  habituado  T  |]  165  tierra]  manja- 
res add.  T  |  y]  manjares  T  ||  168  tú  om.  T 

170  Descendió  T  ||  171  y,]  de  los  de  add.  J  \  sólo]  sea  add.  T  ||  174  nuestro 
Señor  om.  T  ||  175  descendió  T  ||  176  salud]  encarnó  en  el  vientre  virginal  de 
nuestra  Señora,  y  salió  add.  T  \\  131  pequeños]  de  acá  add.  T  ||  183  pueden 
tocarle  T 

187  según  T  |  ordenación  T  |¡  191  y  glorioso  om.  T  |  descendiese  T  || 
192  aquesta]  esta  T  '    193  tiempo  de  om.  T  ||  194  durase  T  ||  195  según  T 


164    lo.  3,  31. 

né    Miss,  Rom..  Ordo  Misa.,  symb.  nic .-constantinop. 


840  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


verso  donde  hijos  tuviese,  y  no  por  tiempo  de  treinta  años, 
sino  por  todo  el  tiempo  que  el  mundo  durare,  hecho  manjar 

196  de  ellos  sigún  su  divina  palabra,  más  firme  que  el  cielo  y 
la  tierra:  Yo  con  vosotros  estoy  todos  los  días  hasta  que 
el  mundo  se  acabe. 

Todos  te  debemos  alabanzas  y  gracias,  Señor,  porque 
por  nosotros,  hombres,  y  por  nuestra  salud,  descendiste  del 

200  cielo,  y  haciéndote  hombre  en  el  virginal  vientre,  saliste  de 
allí  y  conversaste  familiarmente  con  los  hombres,  y  gozaron 
de  tu  presencia,  habla  y  milagros,  y  acabaste  la  obra  de 
nuestro  remedio.  Bien  fué  aquél  para  los  pasados,  presentes 
y  por  venir;  y  en  señal  de  esto,  la  gente  que  el  día  de  Ramos 

205  iban,  Señor,  delante  de  ti  y  detrás  de  ti  y  a  los  lados,  te 
cantaban  loores  como  a  universal  y  común  Salvador.  Mas 
los  que  de  tu  presencia  corporal  no  gozamos  en  aquellos 
tiempos,  porque  aun  no  éramos  nacidos,  te  alabamos,  y 
de  corazón  te  agradecemos  que  por  nosotros,  hombres,  y 

210  por  nuestra  salud  deciendes  del  cielo,  no  una  vez,  como 
entonces  en  el  vientre  de  la  Virgen,  mas  innumerables  veces 
en  el  vientre  de  la  hostia  consagrada,  para  desde  allí  entrar 
en  nuestros  corazones,  a  darnos  vida  con  esta  tu  venida, 
que  nos  ganaste  con  la  otra  primera.  ¿Qué  aprovechara  al 

215  mundo  que  decendiste  del  cielo  y  moriste  en  la  tierra,  si  no 
decendieras  ya  vivo  del  cielo  para  darnos  la  vida  .que  nos 
ganaste  en  la  cruz  eoñ  tu  muerte? 

"¿Quién  de  los  fieles  hay — dice  San  Gregorio — que  no 
crea  que  en  la  hora  de  la  consecración  se  abren  los  cielos 

220  a  la  voz  del  sacerdote,  y  se  juntan  en  una  las  cosas  bajas 
de  la  tierra  y  las  altas  del  cielo,  y  de  las  cosas  visibles  e 
[i]nvisibles  se  hace  una  cosa?"  Lo  cual  se  ha  de  entender 
que,  así  como  cuando  decendió  a  ser  hombre,  no  quiere  decir 
que  el  Verbo  de  Dios  dejase  el  lugar  que  en  el  cielo  tenía, 

225  y  según  movimiento  local,  decendiese  a  la  tierra,  pues  que 
la  divinidad  ni  es  cuerpo  ni  está  en  lugar  señalado,  mas 
todo  lo  hinche  y  a  todo  excede,  y  ni  se  muda  según  su  subs- 

198  debemos]  demos  T  ||  200  haciéndose  V  ||  202  presencia]  preciosa  T  || 
205  iba  T  |  Señor]  Jesucristo  add.  T  ||  207  corporal  om.  T  \\  210  descendis- 
te T  ||  213  corazones]  estómagos  T  j  darnos]  Ja  add.  T  ||  215  descendie- 
ras T  |  muriera:;  7'  |  tierra]  cruz  T  ||  216  descendieras  T 

218  Grcgoria  T  ||  219  consagración  T  ||  220  uno  T  ||  222  invisibles  T  ||  223 
descendió  T  |,|  225  descendiese  t  ||  227  su  om.  T  |i|  228  descendió  T  g  232 


197    Mt.  28,  20. 
201    Cf.  Bar.  3,  38. 
206   Cf.  Mt.  21,  9. 

210    Miss.  Rom.,  Ordo  Miss.,  symb.  nic.-coustantinop. 

222  San  Gregorio,  Dialog.,  1.  4,  c.  58  (ML  77,  425  s.)  ¡  «Quis 
eniin  fidelium  habere  dubium  possit,  in  ipsa  immo'.atiouis  hora  ad 
sacerdotis  vocem  cáelos  aperiri,  in  illo  Iesu  Christi  mvsterio  ange- 
lorum  choros  adesse,  sunnnis  ima  sociari,  terrena  caelestibns  inngi, 
nntinir|iir  ex  visibilibus  atqne  invisibilibus  fieri  ?» 


5¿.     EN  LA  INFRA  OCTAVA  DEL  CORPUS 


841 


tancia  ni  se  muda  según  el  lugar;  mas  dícese  que  decendió 
del  cielo  para  dar  a  entender  que  desde  la  alteza  del  cielo 

230  a  la  profundidad  de  la  tierra  hay  grande  baja;  y  así,  siendo 
Dios,  juntar  consigo  en  el  sacratísimo  vientre  de  la  Virgen 
un  cuerpo  y  un  ánima,  de  tal  manera  que  el  que  es  Dios 
también  sea  hombre,  es  una  descensión  muy  más  baja  que 
si  descendiese  un  cuerpo  y  un  ánima. 

23o  De  tal  manera,  cuando  decíamos  acá  que  a  la  voz  del 
sacerdote  se  abren  los  cielos  y  deciende  el  Señor  a  la  hostia, 
no  queremos  decir  que  deciende  corporalmente  por  esos  cie- 
los y  aires  abajo,  mas  porque,  ansí  como  tomó  el  cuerpo  en 
el  vientre  de  la  Virgen,  formándolo  de  nuevo  de  su  pun- 

210  sima  sangre,  así  el  cuerpo  que  ya  tiene  en  el  cielo  está  acá 
debajo  de  la  hostia  el  mismo  que  está  allá  a  la  diestra  del 
Padre.  Y  así  hay  semejanza  entre  la  santa  encarnación  y 
este  sacro  misterio;  que  allí  se  abaja  Dios  a  ser  hombre,  y 
aquí  Dios  humanado  se  baja  a  estar  entre  nosotros  los 

245  hombres;  allí  en  el  vientre  virginal,  aquí  debajo  de  la  hos- 
tia; allí  en  los  brazos  de  la  Virgen,  aquí  en  las  manos  del 
sacerdote. 

En  la  primera  venida  padeció  y  fué  sepultado,  y  aquí  se 
llama  ser  sacrificado  en  la  misa,  porque  es  representación 

250  de  su  sagrada  pasión;  fué  entonces  muerto  y  sepultado  en 
el  sepulcro,  y  aquí  es  puesto  vivo  en  nuestros  corazones; 
para  que  con  la  conviniencia  de  estos  misterios  entendamos 
que  los  que  bien  usamos  de  esta  v[en]ida  somos  partici- 
pantes en  los  bienes  que  nos  ganó  en  la  otra  primera,  y 

255  que  para  nosotros  nació,  vivió,  fué  muerto  y  sepultado,  pues 
que  aquí  tenemos  la  semejanza  de  todo  aquello  y  al  mismo 
que  aquellas  cosas  obró. 

Y  si  está  ascondido,  aquello  fué  por  proporcionarse  con 
nuestra  naturaleza;  porque  si  en  su  propio  resplandor  pa- 

260  reciese,  ni  nuestros  ojos  sufrirían  a  verle  ni  temíamos  me- 
recimiento de  fe.  Y  como  El  tenga  más  cuenta  con  lo  que 
nos  es  provechoso  que  con  lo  que  nos  es  sabroso,  quiere 
más  que  ejercitemos  la  fe  creyéndolo  en  escondido,  para  que 
se  nos  dé  por  premio  en  el  cielo  de  ver  cara  a  cara  su  her- 

265  mosura;  y  no  cura  de  darnos  acá  el  contentamiento  que  tu- 
viéramos en  verle  en  su  propia  figura.  Mas  esto  es  cierto, 
que  este  que  entre  nosotros  tenemos  es  el  que  nació,  pa- 
deció y  fué  sepultado,  y  el  mismo  que  en  los  cielos  está... 
Mas  ¿queréis  que  os  diga  otra  exposición,  aunque  será 

alma  T  ||  233  muy]  mucho  T  ,|  234  y  un  ánima]  desde  el  cielo  a  la  tierra.  Y  /' 
235  tal]  esta  T  |  decimos  T  ||  236  desciende  T  ¡  hostia]  tierra  T  ||  237 

desciende  T  ||  238  así  T  |  tomó  om,  T  ||  240  acá  om.  T  ||  241  Hostia]  y  es 

add.  T  |  mesmo  T  f|  243-244  Dios  a  ser -se  baja]  om.  V  \\  245  virginal  om.  7 
249  sacrificado]  crucificado  I'  ¡|  250  fué  om.  T  |  y]  fué  T  ||  252  con]  por 

7-  |  conveniencia  T  f|  253  aquesta  venida  T  \\  254  enj  de  r  ||  256  que  om.  T 
258  escondido  7"  |  por  om.  T  11  259  naturaleza]  flaqueza  T 


S42 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


270  muy  causadora  de  pena  en  vosotros  y  en  mi,  de  aquestas 
palabras?  Que  se  representa  aquí  el  Señor  muerto  y  se- 
pultado... 

Si  oreéis  que  Cristo  Decidme:  este  pan  que  debajo  de 
es  pan  del  cielo,  ¿por  aquélla  hostia  está,  ¿vino  del  cielo 
275  qUé  no  i0  coméis?  °  es  Pan  ^e  ^a  tierra,  o  está  allí 
Jesucristo,  o  qué  es?  ¿Dios  huma- 
nado o  una  tortilla  de  pan  cenceño  no  más?  ¿Vino  del  cielo, 
es  Rey  del  cielo?  ¿Es  Dios  y  hombre  verdadero?  ¿Es  pan 
de  la  tierra? 

280  Sospecha  tengo  que  no  me  osáis  responder,  sino  que  es- 
táis atajados  como  los  fariseo^  a  quien  el  Señor,  viviendo 
preguntó,  y  cuando  estaba  en  vida  mortal :  El  baptismo  de 
Juan,  ¿es  del  cielo  o  de  los  hombres?  No  osaban  responder, 
porque  si  decían  que  era  invención  de  los  hombres,  era 

285  tanta  la  estima  en  que  el  pueblo  tenía  a  Juan,  que  mataran 
a  pedradas  a  los  fariseos  si  dijeran  que  su  baptismo  era 
humana  invención  y  no  ordinación  del  Señor;  y  si  res- 
pondían que  aquél  baptismo  era  cosa  del  cielo,  temían  no 
les  replicase  el  Señor  y  dijese:  "¿Pues  por  qué  no  lo  creistes 

290  y  os  baptizastes?"  Y  así  acordaron  de  callar,  porque  no 
tenían  qué  responder. 

Decidme,  hermanos:  ¿Es  verdad  que  este  pan  vino  del 
cielo?  No  osaréis  decir  que  no,  porque  os  quemarán  por  he- 
rejes; mas  ¡oh  desdichado  de  aquel  que  tiene  puesta  su  fe 

295  en  el  temor  del  castigo,  y  que  si  no  hubiese  castigo,  él  no 
creería  a  la  fe!;  porque  poco  le  aprovechará  que  escape  del 
fuego  de  acá,  pues  arderá  en  el  infierno  para  siempre  ja- 
más. — No  hay,  padre,  hombre  que  tal  diga.  Católicos  so- 
mos por  la  misericordia  de  Dios,  y  este  mismo  misterio  cree- 
mos como  nos  lo  enseña  la  Iglesia  romana. 

300  — Pues  si  aquél  es  Pan  que  vino  del  cielo;  si  es  el  pan 
que  comen  los  ángeles,  y  son  bienaventurados  con  lo  comer 
viviendo  vida  en  su  modo  semejable  a  la  de  Dios,  y  mien- 
tras Dios  fuere  Dios;  si  este  pan  es  Dios  y  hombre  verdadero, 
y  por  la  inefable  misericordia  suya,  quiso  decendir  del  cielo 

305  a  la  tierra,  para  que,  siendo  nuestro  manjar,  nos  librase 


271  representan  V 

274  aquella]  la  T  \\  275  o„  oin,  T  |,  276  uj  un  pedazo  de  pan1  Esta  cosa 
tan  alta  add.  T  ||  278  verdadero]  o  add.  T 

281  el]  aquel  T  |  viviendo]  en  vida  mortal  add.  T  \\  282  y  cuando  -  mortal] 
om.  T  ||  287  ordenación  T  ||  289  creísteis  T 

294  oh  om.  T  \\  298  hay  om.  T  |  Padre]  no  hay  add.  T  ||  299  mismo] 
santo  T 

300  si,]  asi  que  T  |  es,]  el  add.  T  ||  301  con]  en  T  \\  303  mientra  V  |  ver- 
dadero om.  T  ||  304  inefable]  e  indecible  add.  T  |  suya]  de  Dios  T  |  duscen- 
der  T  ||  305  siendo]  El  add.  T  ||  310  esl  ésta  add.  T 


282    Cf.  Mfc.  31,  25. 


55>     EN  W  INFRAOCTAVA  DF.L  CORPUS 


843 


de  la  muerte  del  pecado,  y  con  su  gran  poder  nos  traspu- 
siese de  la  tierra  en  el  cielo,  para  que  allá  le  comamos  en 
compañía  de  los  ángeles,  y  vivamos  y  seamos  bienaventu- 
rados en  compañía  de  ellos  y  del  mismo  Dios;  si  tan  gran 

310  cosa  es,  ¿por  qué  no  gozáis  de  ella?  Si  creéis  que  el  convite 
es  tan  excelente,  ¿por  qué  huís  de  él? 

Si  al  convite  que  hizo  el  rey  Asuero  a  los  principales 
de  su  reino,  y  después  a  chicos  y  grandes,  y  gozaron  de  ver 
su  grandeza,  y  fueron  hartos  con  la  excelencia  y  variedad 

315  de  tantos  manjares,  ¿por  qué  no  vais  al  convite  que  hizo  Dios 
para  enseñar  la  grandeza  de  su  poderío,  la  alteza  de  su 
sabiduría,  las  entrañas  de  su  inefable  bondad?  ¿Y  no  que- 
réis ir  a  ver  tantas  excelencias  y  a  gozar  del  Pan  que  de- 
cendió  del  cielo,  habiéndooslo  dicho  Dios;  pues  que  habien- 

320  do  dicho  los  ángeles  a  los  pastores  que  les  diesen  albricias 
y  se  gozasen,  que  era  nacido  el  Salvador,  y  que  en  tal  parte 
y  con  tales  señales  lo  hallarían,  dijeron  con  entera  fe  y  de- 
voción entrañable:  Pasemos  hasta  Betlem  y  veamos  esta 
cosa  que  nos  ha  sido  dicha;  y  fueron  apriesa,  y  hallaron  el 

325  niño  envuelto  en  pañales  y  reclinado  en  pesebre?  Y  fueron 
tan  hartos  con  aquel  convite,  que  se  tornaron  glorificando  a 
Dios  por  tantas  maravillas  como  habían  visto;  las  cuales  no 
las  guardaban  para  sí  solos,  mas  publicábanlas  con  su  san- 
ta simplicidad  a  los  otros,  para  que  fuesen  a  ver  lo  que 

330  ellos  habían  visto  y  viniesen  con  las  espirituales  riquezas 
con  que  ellos  habían  venido. 

¡Oh  hermanos  míos,  y  qué  bienes  perdemos  por  no  ha- 
cer como  estos  pastores,  que  fueron  apriesa  y  vieron  al  Hijo 
de  Dios,  y  trujáronlo  metido  espiritualmente  en  sus  entra- 

335  ñas!  Buena  dicha  fué  la  de  aquellos  pastores;  mas  mirá 
bien  en  ello,  y  veréis  que  la  vuestra  no  es  menor,  y  por  ven- 
tura es  mayor. 

Excelentes  predicadores  fueron  los  ángeles,  que  les  anun- 
ciaron que  el  Señor  estaba  en  Belén.  Y  si  ángeles  dijeron 

340  aquello,  el  Señor  de  ellos  os  dice  esto  otro.  Aquéllos  dicen: 
"En  Belén"  ha  nacido.  El  Señor  dice:  Aqueste  es  mi  cuerpo. 
"En  Belén" — que  quiere  decir  casa  de  pan — dicen  los  án- 
geles ha  nacido  el  Señor;  debajo  de  unos  accidentes  de  pan 

312  al]  el  T  '  que  hizo  el]  del  T  |  Asuero]  que  hizo  add.  T  \  al  todos 
add.  T  ||  313  y  om.  T  \'  1-315  Hic  est  pañi»  -  al  convite  que  hizo]  om.  N  |l 
318  á,  om.  NT  319  descindió  N,  descendió  T  |  Dios]  nuestro  Señor  add.  T  \\ 
321  que.]  les  add.  NT  ||  322  señas  le  V  1  323  Belén  NT  H  324  el]  al  NT  ¡' 
325  enj  el  add.  T 

333  aquestos  NT  ||  334  lo  trajeron  T  |  metido  oro.  ST  ||  335  mirad  .V 
339  Betlem  NT  |  Y)  Mas  NT  !'  340  de  ellos  os  om.  T  |  estotro  y  add.  NT  ¡ 
341  Betlem  NT  |  nacido]  y  add.  NT  |  Aquesto  .V  !l  343  ánsreles]  que  add.  NT  | 
Señor]  y  add.  NT  H  345  morar]  y  add.  NT  |'  346  el,]  ella  V 

,;io    Cf.  Le.  2,  IS-I7-  20. 

341    Le.  2,  10-15  ;  Mt.  36,  2r>. 


S44 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


— que  es  la  oasa  donde  el  pan  moraba — ,  allí  dice  el  Señor 
345   que  ha  venido  a  morar,  está  consagrado;  y  la  substancia 
de  pan  dio  la  casa  al  Señor  en  que  él  moraba;  aunque  él  tomó 
otra  mejor,  que  fué  convertirse  en  el  cuerpo  de  Cristo. 

Albricias,  cristianos,  albricias;  un  gran  gozo  os  anuncio 
de  parte  de  Dios;  que  en  aquella  casa  de  pan  está  el  Hijo  de 
350  Dios  consagrado,  envuelto  en  pañales  de  pobres  accidentes 
y  puesto  en  aquel  relicario  como  en  pesebre,  hecho  en  man- 
jar de  los  hombres,  que,  como  limpios  animales,  hienden  las 
uñas  y  saben  rumiar,  discerniendo  este  manjar  celestial  de 
los  corporales,  preciándolo  y  honrándolo  con  divina  vene- 
355  ración,  y  rumiándolo  con  devota  memoria,  y  admirándose, 
como  los  otros  pastores,  de  tan  gran  novedad,  y  glorificando 
a  Dios  por  las  maravillas  que  hace  en  este  divino  misterio, 
que  a  todo  entendimiento,  si  no  es  al  suyo,  son  incomprehen- 
sibles. 

360  si  esto  creéis,  ¿qué  hacéis?  ¿Por  qué  no  vais  apriesa  a 
gozar  de  este  sagrado  convite  a  que  sois  convidados?  Estáos 
Dios  llamando:  Venid,  bebed  y  comed  mi  pan,  y  mi  vino; 
¿y  hay  cosa  alguna  que  os  detenga  de  no  ir  a  El? 

El  ciego  hijo  de  Timeo  que  estaba  pidiendo  limosna  en 

365  el  camino  por  el  cual  pasaba  el  Señor,  y  como  le  dijeron: 
El  Señor  está  allí  y  te  manda  llamar,  salta  con  grande  ale~ 
gría,  y  por  correr  mucho  se  le  cayó  la  capa,  y  no  curó  de 
ella,  entendiendo  que  si  él  llegaba  a  aquel  Señor  que  llamar 
lo  mandaba,  aunque  llegase  desnudo,  tornaría  vestido  y  en- 

370  riquecido;  y  como  él  confió  le  acaeció.  ¡Pues  de  la  misma 
manera  está  aquel  Señor  mismo  llamándote  desde  aquella 
hostia  sagrada,  y  por  ventura  tienes  más  necesidad  de  lle- 
garte a  El  por  lo  que  toca  a  tu  ánima  que  aquel  ciego  por 
lo  que  tocaba  a  su  cuerpo,  y  estás  tan  embarazado  con  ne- 

375  gocios  que  te  cercan  como  vestidura,  y  es  tanta  tu  pereza 
y  tan  poco  tu  cuidado  de  gozar  de  este  bien,  que  ni  corres 
como  el  ciego  ni  aguijas  como  los  pastores;  y  así  te  quedas 
sin  gozar  de  la  bienaventurada  vista  espiritual  y  corporal 
con  que  él  y  ellos  vieron  a  nuestro  Señor! 


350  consagrado]  y  add.  T  |  pañales]  y  en  pañales  add.  N  ||  351  reliquiario 
JV  |  relicario]  de  pobres  accidentes  add.  V  |  en3  om.  NT  ||  353  discirniendo 
.V  ||  354  divina]  debida  T 

360  Por  qué]  que  NT  |  vais]  muy  add.  NT  |l|  362  bebed  om.  NT  ¡  y,]  bebed 
add.  NT  ||  363  a  El]  al  cielo  N 

364  Tremeo  V  ||  365  el J  un  NT  \  y  como]  cuando  NT  |  366  saltó  T  |.|  368-369 
lo  mandaba  llamar  NT  ||  370  ¿1]  lo  NT  ||  370-371  Pues  -  manera]  Y  NT  ||  371 
mismo  Señor  NT  |  llamándote]  amorosamente  add.  NT  ||  376  tu  om.  V  ||  377 
ansí  N 


353  Cf.  Lev.  n,  3. 
362    Cf.  Prov.  q,  5. 

367    Cf.  Me.  10,  AQ- 


55-     EN"  LA  IXFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


845 


380  Decidme,  señores:  si  el  rey  viniese  a  esta  tierra  muy  ale- 
gre y  de  fiesta,  y  ganoso  de  regocijaros,  y  hiciese  un  con- 
vite cual  convenía  a  su  persona  real,  y  él  se  asentase  en 
cabecera  de  la  mesa  con  rostro  amoroso  y  alegre,  convi- 
dándoos a  comer  con  él,  y  agradeciendo  a  quien  se  asentase 

385  a  la  mesa,  y  no  sólo  agradeciéndolo,  pero  galardonándolo  con 
copiosas  mercedes,  y  siendo  los  manjares  tales,  que  quien  los 
comiese  no  moriría,  pero  viviría  vida  para  siempre  y  bien- 
aventurada, decíme,  ¿en  qué  posesión  sería  tenido  el  hom- 
bre que,  siendo  rogado  del  rey  y  siendo  los  manjares  de  la 

890  calidad  que  os  he  dicho,  no  fuese  al  convite  porque  se  le 
ofreció  un  no  sé  qué  impedimiento,  o  porque  le  dijeron  que 
para  ir  al  convite  del  rey  ha  menester  lavarse  primero  la 
cara  y  las  manos? 

¡Oh  cielos,  oh  tierra,  oídme  vosotros,  ayudadme  a  sentir 
895  la  ceguedad  de  mi  pueblo!  ¿Por  qué,  hermanos,  por  qué  no 
vais  a  este  sacrosanto  convite,  al  cual  os  convida  el  Rey  de 
los  reyes,  de  tan  alta  majestad,  que  en  su  comparación  to- 
dos los  reyes  y  todos  los  ángeles  son  una  pequeñita  hormiga; 
y  El  está  a  la  mesa  con  amorosísimas  entrañas  y  cara,  ro- 

400  gándoos  que  vais  a  El,  galardonando  a  quien  va,  enojándose 
con  quien  no  va  y  dándose  a  sí  mismo  en  manjar?  ¡Oh  man- 
jar precioso  sobre  todo  precio,  sabroso  sobre  todo  sabor, 
manjar  que  libra  de  los  pecados,  da  vida  que  nunca  se 
acaba! 

405  ¿Qué  os  detiene?  ¿Qué  os  ciega  que  no  entendáis  este 
bien  y  no  vais  a  gozar  de  él?  ¿Qué  os  piden  para  sentaros 
a  esta  mesa  sagrada?  ¡Que  no  llevéis  la  cara  y  las  manos 
llenas  de  lodo!  Es  mucha  razón  que  se  pida,  porque  a  la 
mesa  de  la  limpieza,  limpios  han  de  llegar.  Mas  no  lo  de- 

410  jéis  por  aquesto,  que  el  agua  del  dolor  de  vuestros  pecados, 
con  que  habéis  de  lavar  la  faz  de  vuestra  ánima  y  las  obras 
de  fuera,  el  Señor  os  la  dará;  las  ropas  ricas  y  perfumadas 
que  habéis  de  llevar  a  este  convite,  no  las  habéis  vos  de  com- 
prar, porque  no  tenéis  vos  dineros  que  basten  a  ello.  Ayu- 

413  daos  vos  a  vestir  la  ropa  que  de  balde  os  dan;  y  aun  no  os 
vestiréis  a  solas,  que  para  eso  os  ayudarán.  Meted,  her- 
mano, la  mano  en  la  bacía  del  agua;  que  el  agua  os  dan, 

380  esta]  nuestra  add.  N  ||  381  y3]  e  T  ||  382  en]  a  la  NT  ||  385  agrade- 
ciéndoselo .V  |  pero]  mas  NT  |  galardonándolo]  om.  V,  galardonando  N  ||  386 
manjares]  muy  bien  guisados,  sabrosos  y  add.  NT  ||  387  pero]  y  NT  |  y 
om.  NT  ||  388  decime  om.  NT  ||  391  impedimento  NT  ||  392  del  rey  om.  T  | 
ha]  era  NT  |  primero  lavarse  T 

394  vosotros]  y  add.  NT  ||  -400  vayáis  T  |  gualardonando  V  ||  401  Oh  man- 
jar om.  NT  ||  403  pecados]  y  add.  T 

409  limpios]  se  add.  NT  ||  410  acuesto]  eso  T  \\  413  habéis^  vos  add.  T  || 
414  tenéis]  teméis  .V,  tendréis  T  ]  vos  om.  NT  \\  416  hermano  om.  NT  \\  417 
que  el  agua  om.  N  ||  418  y]  aun  add.  NT  |  lavada  I' 

394    Cf.  Is.  i,  2. 


846 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


y  ayudaros  han  a  ¡lavar  y  a  enjugar  después  de  lavado. 
¿Estáis  sucio  o  estáis  mal  vestido  en  vuestra  ánima? 

420  los  a  un  confesor  y  decilde:  "Padre,  muy  bien  me  ha  pare- 
cido el  Santísimo  Sacramento;  mi  ánima  desea  comer  tan 
excelente  manjar,  que  ya  estoy  ahito  de  comer  tierra  y  pon- 
zoña, aunque  viene  mezclada  debajo  de  pestilenciales  delei- 
tes; tornarme  quiero  a  mi  Dios.  Y,  pues  su  bondad  me  con- 

425  vida  a  su  mesa,  no  quiero  ser  ingrato  a  tal  misericordia  ni 
hacerme  a  mí  tanto  mal,  que  pierda  tantos  bienes  como  allí 
están.  Enseñadme  qué  tengo  de  hacer,  cómo  tengo  de  pensar 
mis  pecados,  cómo  me  tengo  de  arrepentir,  cómo  me  tengo 
de  confesar;  mi  conciencia  pongo  en  vuestras  manos  para 

430  que  me  la  aparejéis  de  manera  que  yo  vaya  a  comer  aquel 
sacrosanto  Manjar  de  manera  que  me  aproveche". 

Ten,  hermano,  por  cierto  que  si  eso  poquillo  que  tú  pue- 
des hacer  haces,  el  Señor  dará  lumbre  a  tu  confesor  y  a  ti, 
y  te  disporná  para  que  recibas  bien  el  Sacramento  de  la 

435  confesión,  donde  se  te  dé  gracia  que  lave  tu  ánima  y  la  vista 
para  que  seas  hecho  digno  de  la  mesa  de  Dios. 

¡Ay,  que  desprecia-  ¡Mas,  oh  Señor,  que  ni  aun  esto  po- 
mos el  manjar  di-  quito  quieren  hacer  los  cristianos 
vinal!  para  ser  convidados  de  vuestra  sa- 

440  cratísima  Mesa!  ¡Oh  Señor,  que  si 

algunos  van,  son  el  hijo  de  Timeo,  ciego  y  pobre,  y  son  los 
pastores  que  están  velando  sobre  la  guarda  de  su  ganado! 
Mirad  en  ello,  y  veréis  y  lloraréis  con  mucha  razón,  que  si 
hay  gente  que  comulguen  las  fiestas,  o  cada  mes,  o  cada 

445  semana  una  vez,  han  de  ser  mujeres,  aun  no  de  las  más  prin- 
cipales; o  son  hombres  de  los  bajos  del  pueble,  que  muy 
pocos  veréis  de  la  gente  principal  que  vengan  al  convite. 
¡Oh  cosa  tan  al  revés,  que  la  gente  a  quien  Dios  ha  más 
honrado  le  honre  menos  a  El;  la  gente  primera,  sea  la  pos- 

450  trera;  la  cabeza,  pies;  lo  alto,  bajo;  y  los  que,  si  el  rey  hi- 
ciese un  convite,  serían  los  primeros  que  fuesen  a  él,  y  es- 
tuviesen más  juntos  a  él,  y  fuesen  más  privados  suyos,  és- 
tos son  los  que  más  huyen  de  la  mesa  de  Dios,  en  testimonio 

419  o  om.  NT  \  vestido]  o  desnudo  add.  NT  ||  420  Ido=  T  |  y  om.  N  \  de- 
cidle NT  ||  422  que  om.  T  \  422423  ponzoña  y  tierra  .V  ||  423  viene]  bien 
NT  (¡|  425  tal]  su  T  ||  427  Enseñadme]  lo  add.  T  ||  428  me  tengo-cómo  me] 
om.  T  ||  429  en  om.  N  |l  431  sacrosanto]  santísimo  T  |  manera]  suerte  T 

432  que,  om.  T  |  tú  om.  T  ||  433  hacer]  lo  pones  por  obra  add.  N,  om.  T  [| 
434  el]  santo  add.  N,  santísimo  add.  T  ||  435  confesión]  comunión  T 

439  de]  a  NT  ||  441  los]  simples  add.  NT  ||  444  comulgue  NT  |  oj  om.  T  || 
445  vez]  o  add.  N  |  mujeres]  y  add.  NT  f|  446  que]  y  NT  ||  447  convite)  de 
este  Señor  add.  NT  ||  448  más  lia  V,  más  om.  T  ]\  449  El]  que  ádd.  NT  |  la, 
om.  NT  ||  450  postrera]  y  add.  T  |  la.  om.  N  |  rey]  viniese  acá  y  (e  T ) 
add.  NT  ||  452  estuviesen]  y  anduviesen  add.  NT  ||  455  harían]  se  honran 


1)1    Cf.  Me.  io,  46. 


442    Of.  Le.  z,  S. 


55      EN   LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


84  V 


que  son  de  la  tierra  más  que  del  cielo,  pues  por  el  convite 

455  de  la  tierra  harían  más  que  por  el  del  cielo.  Catad  que  desea 
Dios  que  los  reyes  vayan  a  esta  mesa  de  Rey;  que  los  gran- 
des señores  gocen  del  convite  de  aqueste  grande  Señor.  Ca- 
tad que  no  hay  cosa  en  esta  mesa  de  que  se  os  pegue  deshon- 
ra o  bajeza.  Mirad  que  los  ángeles  se  sientan  a  ella,  y  aun 

460  se  tienen  por  indignos  de  ella;  y  lo  que  más  es,  el  mismo 
Dios  está  en  ella,  y  convida  a  ella,  y  es  el  manjar,  y  El  come 
de  él;  porque,  sigún  se  os  ha  dicho,  su  bienaventuranza  con- 
siste en  conocerse  y  amarse. 

¡Ay,  ay,  ay  de  los  grandes  que  no  precian  a  este  Grande, 

465  y  que,  pudiendo  con  su  buen  ejemplo  hacer  que  los  meno- 
res tomasen  esta  buena  costumbre  de  comulgar  muchas  ve- 
ces, ellos  no  gozan  del  convite  y  por  ventura  desfavorecen 
a  quien  lo  quiere  gozar!;  y  el  no  favorecerlo  es  harto  mal; 
y  así,  unos  por  unos  achaques  y  otros  por  otros,  el  Pan 

470  del  cielo  está  allí  rogando  consigo  mismo  a  quien  quiere  ir 
a  comerlo;  y  siendo  dado  para  que  nos  acordemos  de  su 
pasión,  hémonos  dado  tan  buen  recaudo,  que  hemos  olvida- 
do a  él  y  a  ella. 

Graves  quejas  da  de  aquesto  aquel  Señor  que  allí  está, 

475  aunque  calla;  mas  como  antes  que  encarnase,  y  antes  que 
este  misterio  ordenase,  y  antes  que  fuésemos  nosotros  na- 
cidos, ya  sabía  El  esta  frialdad  nuestra  de  su  amor  y  esta 
negligencia  en  ir  a  su  mesa,  mandó  decir  por  boca  del  pro- 
feta David:  Olvidado  me  han  como  un  muerto  que  lo  olvidan 

480   de  corazón.  ¡Oh  cuidadoso  Padre  y  Señor,  que  tanto  nos 
tienes  en  tu  memoria  para  nos  hacer  bien!  ¡Cuánta  razón 
tienes  de  quejarte  de  agravio  tan  grande,  de  que  acordán- 
dote tú  siempre  de  nosotros,  te  hayamos  puesto  en  olvido! 
Murióse  un  vecino  vuestro,  y  a  cabo  de  pocos  días  olvi- 

485  dáislo  en  vuestro  corazón,  como  si  nunca  lo  hubiérades  visto 
y  conversado;  y  ansí  hace  el  mal  cristiano,  que,  como  ha 
días  que  murió  el  Señor,  olvídalo  de  corazón,  sin  tener  gusto 
en  pensar  en  su  sagrada  pasión  y  sin  dársele  nada  por  rece- 
bir  al  Señor,  si  no  es  a  cabo  de  un  año,  y  aun  eso  mal 

490  hecho.  ¿Qué  hicieron  más  los  judíos?  Matáronlo  y  despre- 
ciáronlo y  fué  puesto  en  la  sepultura.  Mátaslo  cuando  co- 
metes un  pecado  mortal;  tiéneslo  en  poco  y  olvídaslo  cuan- 


r  |  más  om.  V  \  el]  convite  add.  ÑT  |  Catá  T  ||  457  eran  N  ||  458  Catá  T  | 
de  om.  N  ||  459  bajeza]  y  add.  N  ||  461  El]  mismo  add.  NT  ||  462  sigún] 
según  .\',  si  bien  T 

469  ansí  N  ¡|  470  a  om.  V 

474  Graves]  Grandes  T  \\  479  David]  lo  que  nosotros  hacemos  con  El  en 
aqueste  tiempo  add.  NT  |  lo  om.  N  ||  481  Hacernos  T  \\  483  de]  nos  add.  T 

484  a]  al  T  ||  485  corazón]  tan  olvidado  add.  ST  '  le  hobiérades  N  l¡  486 
así  T  ||  487  olvidado  N.  olvídale  T  ||  489  a]  al  T      490  y  om.  NT  ||  493  tc- 


480   Cf.  Ps.  30,  13. 


848 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


do,  tiniéndolo  presente  y  rogándote  consigo  mismo,  por 
no  dejar  tus  pecados  o  por  no  ponerte  en  cuidado  de  en- 

495  mendar  tu  vida,  no  quieres  llegar  a  recebir  al  Señor,  como 
cosa  en  que  te  va  poco.  Pues  no  es  poco,  y  Dios  no  lo  tiene 
en  poco,  y  de  muy  agraviado,  da  voces  por  el  profeta  Esaías; 
y  no  espera  a  dar  esta  queja  al  medio  o  al  fin  de  sus  ra- 
zones, mas  como  muy  sentido  y  muy  lleno  de  enojo,  queján- 

500  dose  comienza  a  hablar  y  dice:  ¡Oye,  cielo;  oye,  tierra,  oye 
con  tus  orejas!  ¿Qué  será  esto,  Señor,  qué  queréis  decir 
con  tanta  afrenta  del  hombre?  Como  quien  dice:  "Pues  no 
me  oyen  los  hombres  a  quien  di  entendimiento,  óyame  el 
cielo,  óyame  la  tierra  la  queja  que  de  ellos  doy".  Yo  mantu- 

505  ve  hijos  y  los  ensalcé,  y  ellos  despreciáronme .  El  buey  cono- 
ció a  su  dueño,  \y  el  asno  al  pesebre  de  su  señor;  mas  Israel 
no  conoció,  y  mi  pueblo  no  entendió. 

¡Oh,  qué  mala  paga  te  damos,  Señor,  de  que  nos  criaste, 
y  mandaste  a  tus  criaturas  que  nos  sirviesen  y  nos  mantu- 

510  viesen,  y,  sobre  todo  esto,  nos  ensalzaste  con  darnos  licencia 
que  nos  llegásemos  a  tu  mesa  y  te  recibiésemos  a  ti  mismo 
hecho  manjar,  igualándonos  con  los  ángeles!  Y  siendo  razón, 
pues  que  gozamos  del  beneficio  de  los  ángeles,  le  agradecié- 
semos y  preciásemos  como  lo  hacen  los  ángeles,  es  tan  gran- 

515  de  nuestra  torpedad  y  negligencia,  que  podemos  ser  conde- 
nados en  comparación  del  buey  y  del  asno;  porque  aquéllos 
conocen  a  su  dueño  y  el  lugar  de  su  mantenimiento,  y  con 
grandísima  hambre  van  a  él,  y  muchas  veces  quiebran  las 
ataduras  con  que  están  atados,  y  no  hay  quien  los  pueda 

520  detener  de  ir  a  tomar  el  manjar;  ¡y  nosotros,  tiniendo  el 
manjar  divinal  delante,  que  nos  ensalza  juntándonos  con- 
sigo, nosotros  despreciárnosle  con  abominable  desprecio! 

No  esté  alguno  aquí  tan  ciego  que  no  conozca  que  des- 
precia al  Señor  y  con  el  desconocimiento  cierre  la  puerta  a 

525  la  confesión  de  su  culpa  y  al  perdón  del  señor.  — ¿Qué  decís? 
¡Que  no  despreciáis  al  Señor!  Muchos  días  ha  que  respon- 
dieron eso  unos  malos  sacerdotes  al  Señor,  que  eran  negli- 
gentes con  su  oficio;  al  cual  replica  el  Señor  diciendo:  ¿Pre- 
guntáis en  qué  me  despreciastes?  En  que  decís  que  la  mesa 


niéndolo  NT  |  menino  T  ||  494  o]  y  NT  ||  495  llegarte  NT  ||  496-497  Pues  .«> 
es -en  poco]  om.  V  ||  497  voces]  queja  T  |  el  profeta  om.  N  |  Isaías  N  ||  498 
dar  esta  queja]  darla  7"  |  medio]  mundo  V  |  o]  ni  T  ||  500  oyea  om.  NT  || 
501  con  tus  orejas  om.  T  |  que  Señor  NT  ||  502  tanta]  ta  N  ||  "503  óigame 
T  ||  504  óigame  T  ||  507  no  ]  me  add.  NT 

513  que  pues  NT  |  Jos  om.  N  |  le]  lo  NT  ||  520  tener  T  |  teniendo  T  || 
522  despreciémosle  V,  Je  despreciamos  T 

523  aquí  alguno  NT  ||  524  cierra  N  ||  526  desprecie  T  ||  527  al  Señor  unos 
malos  sacerdotes  T  ||  528  con]  en  NT  |  a  los  cuale.s  NT  i|  529  despreciasteis  T 


501  Cf.  Is.  I,  I. 
507    Cf.  Ts.  1,  2-3. 


55-     B»  LA  IMFRAOCTAVA  U1L  CORPUS 


530  del  Señor  es  cosa  despreciada;  que  quien  a  sus  cosas  des- 
precia, a  El  desprecia. 

Esa  respuesta  te  da  Dios  a  ti,  cristiano;  que  le  despre- 
cias a  El  en  tener  por  cosa  despreciada  su  mesa,  y  con  más 
razón  que  la  otra  mesa  antiga;  pues  que  en  aquélla  no  había 

535  sino  panes  hechos  del  trigo  de  la  tierra,  y  el  pan  que  en  ésta 
hay  es  el  mesmo  Dios  humanado.  Y  no  pienses  que,  porque 
le  hinques  las  rodillas  y  creas  de  El  lo  que  se  debe  creer, 
estas  ajeno  de  no  despreciarlo.  Gente  hay — dice  San  Pa- 
blo— que  con  la  boca  confiesan  que  conocen  a  Dios  y  con 

540  las  obras  lo  niegan.  Los  infieles  no  creen  que  en  esta  mesa 
está  Jesucristo;  y  los  malos  cristianos,  aunque  lo  creen,  no 
atienden,  o  por  ventura  no  creen  a  la  virtud  y  riquezas  que 
este  pan  celestial  comunica  a  quien  lo  recibe.  Conocen  a  El 
en  él,  mas  no  conocen  su  virtud  ni  sus  efectos  poderosísi- 

545  mos  para  tener  una  ánima  en  pie  y  darle  Vitoria  contra  sus 
enemigos.  Y  por  falta  de  este  conocimiento  hay  mucha  gente 
que  tiene  por  imposible  el  vivir  sin  pecado  mortal  y  el  vivir 
vida  aprovechada  en  la  virtud;  y  como  ninguno  intenta 
aquello  que  tiene  por  imposible,  estánse  caídos  debajo  del 

550  señorío  del  demonio  y  del  pecado,  hollados  de  sus  enemigos, 
sin  procurar  salir  debajo  de  sus  pies;  ni  toman  armas,  ni 
pelean,  ni  lo  procuran,  ni  lo  piensan,  y  están  muy  contentos 
con  decir:  "Creemos  que  está  allí  el  Pan  que  vino  del  cielo" . 
Si  creéis  que  vino  del  cielo,  ¿por  qué  no  creéis  que  tiene 

555  virtud  para  hacer  a  los  hombres  de  la  tierra  que  tengan 
costumbres  del  cielo?  Si,  conforme  al  manjar  que  uno  come, 
tales  humores  engendra,  ¿manjar  limpio,  por  qué  no  hará 
limpios;  y  santo,  santos;  y  celestial,  celestiales? 

Si  hiciese  el  rey  un  convite  en  mitad  de  esa  plaza,  y, 

560  sentado  a  la  mesa,  rogase  a  todos  que  fuesen  a  comer  con 
él  manjares  que  diesen  salud,  riquezas,  vida  que  nunca 
acabase;  y  se  anduviesen  los  hombres  paseando  por  allí 
cerca,  y  oyendo  las  amorosas  voces  del  rey  no  fuesen  allá, 
¿quién  diría  que  esta  tal  gente  no  despreciaba  al  rey,  a  su 

565  mesa,  y  a  su  manjar,  y  a  todos  los  bienes  que  da  a  sus  con- 


532  que]  en  lo  que  add.  T  |  le]  lo  N  \  desprecies  V  \\  533  El]  es  add.  T  || 
534  antisrua  NT  |  que  om.  .V  ||  535  sino]  unos  add.  T  |  hechos  om.  T  |  del] 
de  T  ||  536  mismo  NT  ]|  537  le]  te  T  |]  538  de]  del  NT  |)  542  o]  y  T  |  a 
om.  N  ||  544  conocen  om.  NT  |  ni]  y  NT  ||  545  en  pie  un  (una  T)  anima 
NT  |  victoria  NT  ||  550  señorío]  poderío  T  |  y]  de  la  maldad  add.  NT  ||  C51 
salir]  de  add.  NT  ||  554  que]  está  allí  el  Pan  que  add.  T  |  qué  om.  N  \ 
tiene]  la  add.  T  ||  555  de  la  tierra  om.  T  ||  557  no]  nos  Y  ||  558  santo]  y 
aid.  N  |  celestial]  celestiales  .V 

559  el]  un  T  ||  560  sentado  -  mesa]  sentase  a  todos  a  la  mesa  iV,  om.  T  \ 
a  todos]  los  N  |  con]  en  T  ||  561  riquezas]  y  add.  NT  ||  562  se  acaba  NT  |] 
563  y  om.  V  |  allí  T  V  564  rey]  y  add.  NT  ||  565  que]  de  presente  add. 


530  Mal.  I,  7-8. 
540   Tit.  i,  r6. 


850 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


viciados,  y  a  los  munchos  que  promete  que  les  ha  de  dar? 
¡Oh  cosa  digna  de  gran  confusión,  que,  convidando  Dios  con 
el  Pan  que  vino  del  cielo,  se  hagan  sordos  los  hombres,  sin 
tener  respuesta  para  ello!  Dejan  de  ir  a  comer  el  pan  de  los 

570  ángeles  por  comer  pan  de  puercos,  que  son  los  deleites  car- 
nales; apaciéntanse  del  humo  y  aire  de  las  pompas  de  aques- 
te mundo,  y  pierden  el  pasto  celestial  que  Dios  da  en  su 
mesa,  y  huyen  de  la  contratación  y  conversación  de  El,  por 
no  pasar  un  poco  de  trabajo  en  aparejarse,  o  no  sé  por  qué. 

575  Decildo  vosotros  que  huís,  ¿por  qué  huís?  ¿Por  qué  te- 
néis en  poco  'las  admirables  invenciones  de  amor  que  el  Señor 
con  su  sabiduría  inventó  para  juntarse  con  vosotros  y  ser 
manjar  vuestro?  ¿No  me  decís  el  porqué?  Preguntarlo  he  a 
nuestro  Señor  para  que  El  os  lo  diga,  e  oírlo  he  yo. 

580  Decid,  Señor;  decid,  sabidor  de  todas  las  cosas;  quejaos 
de  este  agravio  que  esta  gente,  a  quien  criastes,  mantu- 
vistes,  ensalzastes,  por  quien  nacistes,  por  quien  distes  vues- 
tra sangre,  os  hace  en  despreciar  a  vos. 

—No  queréis  venir  a  mí — dice  el  Señor — para  tener  vida 

585  ni  me  queréis  bien  a  mí;  que  los  que  bien  se  quieren,  juntos 
desean  estar  y  conversar;  no  queréis  vida,  pues  de  mí,  que 
sólo  la  puedo  dar,  tanto  huís.  —-Señor,  pues  quien  a  vos 
no  ama,  ni  quiere  vivir,  ¿de  qué  le  asiremos  para  convi- 
darle que  vaya  a  vos? 

590  Cristiano,  acuérdate  de  estas  palabras,  avergüénzate  de 
ellas,  duélete,  porque  se  dicen  de  ti  con  verdad:  No  queréis 
venir  a  mí  para  tener  vida.  ¡Oh  cosa  recia!  Que  dice  la 
Escripcura  que  son  mejores  las  heridas  que  da  el  que  ama 
que  los  falsos  besos  que  da  el  que  quiere  mal.  ¡Y  que  haya 

595  llegado  nuestra  ceguedad  a  tanto,  que  queramos  más  rece- 
bir  heridas  de  quien  mal  nos  quiere  que  abracijos  de  quien 
mucho  nos  ama!  Los  pecados  que  haces,  heridas  son  que 
te  dan  tus  enemigos:  y  en  la  mesa  del  Señor  te  da  abracijos 
y  vida  con  mayor  amor  que  tú  te  tienes  a  ti. 


¡vr  ||  566  mucho»  NT  \\  563  respuesta]  que  sea  de  ver  add.  ST  ||  571  las] 
honras  y  add.  NT  l|  573  huyendo  V  ||  574  poco]  paso  .V 

575  Decidlo  NT  ¡|  577  inventó  con  su  sabiduría  NT  ||  579  e]  y  NT 

581-582  criasteis,  mantuvisteis,  ensalzasteis  T  \\  582  nacisteis  T  |  disteis 
T  ||  583  en  om.  T  |  Vos]  y  a  vuestro  convite,  y  los  grandes  provechos  Que 
de  él  sacarían  add.  NT 

584  para  -  vida]  om.  7"  ||  586  no]  ni  NT  ||  587  huís  tanto  7'  |  pues]  a 
add.  NT  ||  588  vivir]  venir  7'  |  de  om.  N  ||  589  convidar  N 

591  duélante  .V  |  dice  T  |¡  593  Escritura  7"  |]  595  queremos  N  ||  596  abra- 
zos JV  ||  598  abrazos  N  ||  599  ti]  Hermano,  ¿que  es  verdad  que  no  quieres 
venir  a  mf,  para  tener  vida?  ¿Por  qué?  ¿Porque  te  parezco  hombre  bajo, 
pobre  (pobre  om.  T),  como  los  fariseos  decían?  ¿Por  qué?  ¿Porque  hago 
mal  rostro  a  mis  convidados?  ¿Por  qué?  ¿Porque  no  as  quiero  bien?  add.  NT 


586  Cf.  lo.  .S,  40. 
594    Prov.  27,  6. 


58.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


600  — '¿Por  qué,  dirá  el  Señor;  por  qué  no  queréis  venir  a 
mí  y  recebir  vida?  Porque  yo  soy  él  que  la  doy. 

¡Oh  desacato  tan  grande,  obra  que,  por  ser  tan  mala, 
no  tiene  respuesta!  Pues  que  el  Señor  es  tal,  que,  aunque 
El  diese  azotes  y  en  otra  parte  hubiese  placeres,  habíamos 

>05  de  ir  corriendo  y  desalados  a  El,  quiriendo  más  llorar  con 
El  que  reír  con  el  mundo.  ¡Oh  mesa  sagrada,  cuan  mal  co- 
nocida eres,  y  por  eso  tan  poco  estimada,  y  por  eso  tan  poco 
usada,  y  por  eso  tan  sin  vergüenza  perdemos  los  excelen- 
tísimos fructos  de  vida  cristiana,  vida  de  gracia,  vida  de 

610  toda  virtud,  vida  de  consolación  entrañable,  que  en  ti  se 
dispensa  a  los  que  bien  se  aparejan  para  recebir  en  ti  el 
Pan  que  vino  del  cielo! 

Si  Dios  se  queja  de  que  la  otra  mesa  suya,  que  era  teni- 
da en  figura  de  ésta,  se  tenia  en  poca  cuenta,  ¿  con  cuánta 

615  más  razón  se  quejará  de  ser  tenida  en  poco  ésta  preciosí- 
sima, verdad  y  cumplimiento  de  aquella  pasada,  cumpli- 
miento del  cordero,  cumplimiento  del  maná  y  de  otras  mu- 
chas figuras,  según  canta  la  Iglesia:  Este  pan  celestial  da 
cumplimiento  a  las  figuras  pasadas?  Es  tan  grande  el  va- 

620  lor  de  esta  mesa,  que,  porque  no  nos  espantase  con  su  gran- 
deza, quiso  Dios  mucho  tiempo  antes  representar  por  figu- 
ras esta  verdad,  para  que,  acostumbrados  los  hombres  a 
tratar  las  sombras,  con  mayor  facilidad  recibiesen  el  cuer- 
po cuando  viniese. 

625    Pan  del  cielo  que  da    Ya  tenemos  entre  nos  el  santísimo 
vida  del  eielo         cuerpo  de  Jesucristo:  Pan  que  vino 
del  ci^lo,  figurado  por  las  figuras 
pasadas,  y  figura  de  aquel  eterno  convite  y  eterna  hartura 
que  hemos  de  tener  en  el  cielo;  lo  cual  nos  declara  la  santa 
630  Iglesia  en  la  oración  Post  communicanda  de  la  misa  de  este 
divino  misterio,  que  dice:  "Haznos,  Señor,  llenos  del  gozo 
de  tu  sempiterna  divinidad,  según  es  figurado  en  el  rece- 
bimiento  corporal  de  tu  cuerpo  y  tu  sangre".  ¡Palabras  de 


600  dirá  el  Señor,  por  qué,  om.  N T  |]  601  y]  a  NT  |  soy  yo  NT 

603  Pues  que]  Porque  NT  [|  604  hobiese  N  ||  605  queriendo  T  ||  608  tan 
sin  versüenza  om.  NT  \\  609  frutos  T  |  de,]  la  add.  T  ||  610  entrañable] 
vida  de  grandísimo  contentamiento  interior  add.  N  ||  611  a]  para  T 

613-614  tenida  en  om.  NT  ||  614  se  tenía  -  cuenta]  era  tenida  en  poco 
NT  ||  615-618  preciosísima  -  figuras]  om.  V 

625  santo  NT  ||  627-628  las  figuras  -  convite  y]  la  V  ||  628  hartura]  y 
convite  add.   V.  altura  .V  ||  631  Señor]  ser  add.  NT  1  dell  de  V  I!  633  tu , 


619  «In  figuris  praesignatur...»  (Miss.  Rom.,  Fest.  SS.  Corp. 
CJiristi,  scquovt.);  «Dat  pañis  caelicus  figuris  terminum»  CRit.  Rom.. 
-tít.  9,  c.  5,  hymn.  «Sacris  solemniis») . 

633  «Fac  nos,  quaesumus  Domine,  riivinitatis  tuae  sempiterna 
fruitione  repleri  :  quam  pretiosi  corporis  et  sanguinis  temporalis 
perceptio  .praefigurat»  (Miss.  Rom.,  Fest.  SS.  Corp.  Christi,  post- 
comm.). 


852 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


grande  consuelo  y  de  grande  estima,  por  cierto,  que  haya 

635  cosa  en  la  tierra  que  represente  la  eterna  comida  del  cielo! 
Si  nos  diese  Dios  ojos  para  saber  mirar  esta  mesa  sagrada, 
el  corazón  se  nos  iría  tras  de  ella,  así  por  los  bienes  que 
de  presente  recibe  quien  bien  comulga  como  por  los  que  re- 
presenta que  le  darán  en  el  cielo  en  pago  de  la  comida  de 

640  acá.  Este  es  el  Pan  que  vino  del  cielo,  y  por  eso  poderosísi- 
mo para  hacer  a  los  terrenales  celestiales.  Porque,  según 
dice  San  Pablo,  cual  el  terreno,  tales  los  terrenales,  y  cual 
el  celestial,  tales  los  celestiales.  Sea  a  todos  notorio  que, 
pues  el  manjar  comido  de  Adán,  por  el  cual  él  fué  pecador 

645  y  nos  hizo  a  todos  pecadores,  fué  poderoso  para  derribar- 
nos de  la  vida  y  gracia  celestial  que  tuviéramos,  que  este 
Pan  que  decendió  del  cielo  es  más  poderoso  para  hacer  ce- 
lestiales y  semejables  a  sí  a  aquellos  que  bien  lo  comieren. 
Muchas  pruebas  ha  dado  de  aquesto,  en  testimonio  que 

650  lo  mismo  hará  con  todos  nosotros  si  nos  aparejamos  para 
lo  recebir.  ¡Oh  nuevas  dichosas!  Este  es  el  Pan  que  decen? 
dió  del  cielo.  Si  el  Señor  está  en  la  tierra,  la  tierra  tornarse 
ha  cielo;  pues  decendió  a  ella  lo  que  daba  valor  al  cielo  y 
le  hacía  ser  cielo.  Si  Dios  dejase  el  cielo  y  se  fuese  al  m- 

655  fierno,  allí  estaría  el  paraíso,  como  estuvo  en  el  limbo,  y 
allí  nos  iríamos  sin  hacer  caso  del  cielo.  ¡Dichosa  nuestra 
tierra,  que  cobra  nombre  de  cielo!  Y  también  se  queda  el 
cielo  dichoso;  porque,  aunque  este  Pan  divinal  decendió  acá, 
quédase  allá;  y  estando  acá  el  Hijo  de  la  Virgen,  está  allá. 

660  Dos  paraísos  tenemos,  en  este  de  acá  moramos  según  el 
cuerpo,  y  en  el  del  cielo  según  el  pensamiento  y  deseo.  Mas 
para  que  no  os  canséis,  ni  os  duela  mucho  la  cabeza  de  su- 
bir hasta  las  alturas  del  cielo  a  pensar  en  Jesucristo  nues- 
tro Señor,  tenérnosle  acá  presente,  para  que  podamos  pen- 

665  sar  en  El,  pedirle  socorro,  enderezar  nuestras  oraciones  a 
El,  cuando  quisiéremos  acá  y  cuando  quisiéremos  allá.  Jun- 
to quiso  estar  el  Señor  con  nosotros,  para  que  en  diciendo 
que  digamos:  ¡Ay! ,  esté  cerca  para  nos  oír  y  nos  remediar, 
como  médico  o  madre  que,  estando  el  hijo  enfermo,  no  se 

670  aparta  de  la  cama,  y  si.  es  menester  dormir  allí  cerca, 
duerme. 

om.  T  ||  636  nos]  vos  V  \\  637  tras  de  ella]  traella  N  ]  ansí  N  ||  640  por] 
porque  .V  ||  642  cual,]  es  add.  T  ||  644  cual]  es  add.  T  ||  645  pecadores] 
semejables  a  él  add.  NT  ||  647  descendió  NT  ||  648  y  om.  NT  |  comieron  T 
651  recebirlo  T  |  decindió  N,  descendió  T  ||  652  la  tierra2  om.  N  |  tor- 
narse] tornado  NT  ||  653  ha  descendido  NT  ||  654  el]  al  V  |f  657  cielo]  por 
tal  morador  add.  NT  |  quedó  iVr  ||  658  descendió  NT  ||  659  está  allá]  dijo 
El  que  estaba  en  el  cielo.  Y  dos  ciudades  hay  habitadas  de  Dios  NT'||  660 
tenemos]  y  add.  NT  ||  661  del  om.  NT  |  según]  con  NT  ||  662  ni]  no  N  fj 
663  subir]  sufrir  N  ||  661-663  deseo.  Mas -allá.  Junto]  om.  V  \\  668  nos, 
om.  NT  ||  670  apartan  T  |  cama]  de  el  add.  NT  |  dormir]  que  duerman  N, 
pm.  T  ||  671  duermen  NT 


043    i  Cor.  15,  4S. 


650   Cf.  lo.  3,  13, 


EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


¡Oh  cuidadosísimo  Padre,  oh  amorosísima  Madre,  oh 
dulcísimo  Médico,  cuán  atado  te  tiene  nuestro  amor  con 
nosotros!  ¡Cuán  cercano  te  has  hecho,  para  que  en  dolién- 

675  dome  el  alma,  para  que,  en  mordiéndome  el  lobo,  si  yo  a 
ti,  Señor,  me  quejare,  estés  tan  cercano,  que  luego  me 
oyas,  y  cuando  yo  duermo,  tú  me  estés  velando  siempre 
despierto,  que  ni  duermes  ni  te  viene  sueño,  guarda  vigi- 
lante de  los  que  se  encomiendan  a  ti. 

680  Y  es  de  mirar  que  ya  que  Dios  nos  hizo  esta  merced,  de 
que  la  persona  divina  de  Jesucristo  nuestro  Señor  decen- 
diese  del  cielo  a  estar  con  nosotros  por  real  presencia  en 
este  Sacramento  divino,  dícesenos  por  tales  palabras,  que 
no  sólo  nos  dan  a  entender  la  verdad  de  su  presencia,  mas 

685  la  alteza  del  provecho  que  de  ello  nos  viene.  Este  es  el  Pan 
que  del  cielo  descendió,  dice  el  Señor.  Si  es  Pan  del  cielo, 
mantenimiento  es  de  los  que  están  en  el  cielo;  y  si  tenemos 
acá  el  mantenimiento  del  cielo,  tememos  acá  la  vida  del 
cielo. 

690  Porque  si  [e]n  el  mantenimiento  corporal  que  tomamos 
los  humores  se  engendran  conforme  al  mantenimiento,  y, 
aunque  sea  muy  baja  la  cosa  comida,  es  levantada  a  tan 
gran  valor,  que  tenga  vida  de  hombre,  porque  quien  lo 
come  es  mejor  que  el  manjar,  y  por  eso  le  pega  su  propio 

635  valor,  ¿pues  qué  será  aquí,  donde  el  pan  que  comemos  es 
Jesucristo  nuestro  Señor,  mantenimiento  del  cielo,  y  este 
manjar  es  mejor  que  nosotros,  y  comiéndole,  nos  convierte 
en  sí  mismo,  y  de  hombres  terrenales  nos  hace  hombres 
celestiales,  semejables  a  los  ángeles  en  la  vida,  como  lo  so- 

"00   mos  en  el  manjar? 

No  tiene  la  vida  del  cristiano  que  ver  con  la  vida  de 
la  tierra,  porque  el  Hijo  de  Dios  le  convierte  en  sí  mismo 
y  lo  hace  celestial  en  sus  costumbres  como  el  Señor  lo  es; 
cuyas  manos  dice  la  Esposa  que  son  llenas  de  jacintos,  que 

"05  son  de  color  del  cielo,  porque  sus  obras  eran  celestiales,  y 
así  lo  son  las  de  aquéllos  a  quien  El  mantiene  consigo 
mismo  y  los  transforma  en  sí. 

San  Pablo  dice  que  los  infieles  de  aquel  tiempo  se  mara- 

672  oh.,  om.  T  i  oh3  om.  NT  ||  673  cuán]  qué  N  ]  677  Oigas  V  |  duerma 
T  ||  678  guarda]  muy  add.  Y  ||  679  a]  en  NT 

682  descendiese  NT  ||  683-684  que  do -dan]  darnos  I"  686  <jue  del  cie- 
lo -  del  cielo]  om.  V  ||  693  tendremos  T  |  vida]  verdad  V 

690  si  en  NT  ||  694  le]  se  V  |  paga  N  |  proprio  N  \\  635  es]  e  N  \\  "396 
nuestro  Señor  om.  NT  ||  697  comiéndole]  nos  come  él  y  add.  NT  \  nos]  no 
V  |¡  698  inesmo  7  ||  699  semejantes  T 

701  que  ver  la  vida  del  cristiano  T  ||  702  lo  T  |J  698-702  y  de  hombres 
terrenales  -  mismo]  om.  V,  mesmo  T  \\  703  lo  ]  le  N  7C5  de]  del  NT  !| 
706  ansí  N 


678  Cf.  Ps.  rao,  6  ;  Cant.  5,  2. 
686   lo.  6,  50. 


704    Cf.  Cant.  ,s,  14. 


854    SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


villaban  de  cómo  los  cristianos  estaban  tan  ajenos  de  se- 

710  guir  los  deleites  carnales  que  ellos  seguían.  Y  también  se 
cuenta  que  se  maravillaban  de  cómo  los  cristianos  pasaban 
tantos  tormentos  por  amor  de  Jesucristo,  y  decían:  "Mu- 
cho quieren  los  cristianos  a  su  Dios,  más  que  otras  nacio- 
nes". También  dice  San  Pablo  que  las  mujeres  cristianas 

715  habían  de  tener  vida  tan  alta,  que  convirtiesen  a  sus  mari- 
dos con  el  buen  ejemplo,  ya  que  no  se  convirtiesen  con  la 
predicación  y  milagros  de  los  apóstoles.  El  Señor  dice  que 
todos  los  cristianos  sean  una  cosa  por  la  caridad,  para  que, 
viéndolos  el  mundo,  crea  que  Jesucristo,  Señor  de  ellos,  es 

720  Dios  verdadero.  Y  San  Pablo  dice  a  los  Filipenses  que  son 
como  las  lumbreras  del  cielo,  que  alumbran  al  mundo  que 
obra[n]  en  sí  la  palabra  de  la  vida.  Esta  ventaja  ha  de  lle- 
var la  vida  cristiana  a  la  vida  de  los  infieles,  aun  en  lo  que 
toca  a  las  buenas  costumbres,  cual  la  lleva  el  cielo  a  la 

725  tierra.  Y  por  esta  regla  miden  los  santos  en  su  doctrina  la 
cristiandad,  y  los  reprehenden  si  no  suben  más  altos  que 
ellos. 

Y  el  mismo  Señor  dice:  "Si  amáis  a  los  que  os  aman  o 
si  hacéis  bien  a  quien  os  hace  bien,  ¿qué  mucho  hacéis  en 

730  eso?  Pues  que  lo  mismo  hacen  los  infieles  y  los  arrendado- 
res (que  entonces  eran  tenidos  por  gente  que  tenía  poca 
cuenta  con  Dios).  Sed  perfectos,  como  vuestro  Padre  celes- 
tial es  perfecto,  y  haced  obras  que  imiten  a  su  bondad,  de 
las  cuales  el  mundo  se  admire,  y  den  gloria  a  vuestro  Padre, 

735  que  está  en  los  cielos,  por  veros  a  vosotros,  aunque  andéis 
en  el  mundo  como  ellos  andan,  que  no  vivís  según  el  mundo, 
mas  en  la  vida  sois  celestiales".  Lo  mismo  nos  amonesta 
San  Pablo  diciendo:  No  os  queráis  conformar  con  este  siglo, 
mas  renovaos  en  la  novedad  de  vuestra  ánima,  para  que  por 

"40  experiencia  probéis  cuál  sea  la  voluntad  de  Dios,  buena,  pla- 
ciente y  perfecta. 

708  Pablo]  Pedro-  T  ||  710  ellos]  los  infieles  JVJ  ||  712  Jesucristo]  nuestro 
Señor  add.  NT  ||  714  Pablo]  Pedro  T  \\  715  habían  de  tener]  tuviesen  NT  || 
719  Cristo  T  |!  721  mundo]  y  add.  NT  ||  722  obra]  tienen  obrada  NT  ||  726 
alto  N 

728  V]  si  os  parece  esto  de  poca  auctoridud  (autoridad  T)  add.  TN  |  Se- 
ñor] para  dar  a  entender  esta  celestial  vida  que  hemos  de  tener  add.  NT  |l 
729  si  om.  NT  ||  737  mas]  pties.  T  ||  738  con]  <<n  V  ||  739  alma  N  ||  740 
buena]  bien  add.  NT  ||  741  perfecta  T 


7oq  Cf.  i  Petr.  4,  4-  7V>  Cf.  Mt.  j.6-48. 

716  Cf.  1  Petr.  3,  1.  735  Mt.  5,  16. 

720  Cf.  To.  17,  21.  741  Rom.  12,  2. 

723  Cf.  Phil.  2,  15-16. 


5¿.      LX   LA  IXFK.UXJI.UA   DEL  CORPUS 


855 


Mucho  dañan   los    Mas  ¡ay,  ay  de  la  tibieza  de  nuestros 
predicadores  tibios    tiempos,  tan  lejos  de  tener  vida  ce- 
lestial, conforme  al  Pan  celestial  que 

745  del  cielo  vino!  ¡Ay  del  mundo  por  los  escándalos!,  dijo  el 
Señor;  y  no  es  el  menor  tropiezo  en  él  camino  de  la  virtud 
la  tibieza,  pues,  aliende  de  privarnos  de  la  perfecta  virtud, 
nos  es  tropiezo  para  caer  en  pecados  mortales.  ¡Ay  del  mun- 
do por  el  escándalo  de  la  tibieza  en  que  muchos  tropiezan!; 

750  mas  ¡ay  de  aquel  por  quien  este  escándalo  viene!  Si  la  gente 
simple  vive  en  tibieza,  mal  hecho  es;  mas  su  mal  tiene  re- 
medio, y  no  dañan  sino  a  sí  mesmo;  mas  si  los  enseñadores 
son  tibios,  entonces  se  cumple  el  ¡ay!  del  Señor  para  el 
mundo,  por  el  grande  mal  que  de  esta  tibieza  le  viene;  y  el 

755  ¡ay!  que  amenaza  a  los  tibios  enseñadores,  que  pegan  su 
tibieza  a  los  otros  y  aun  les  apagan  su  fervor. 

No  dañan  tanto  los  ladrones  que  están  acechando  en  lo? 
caminos  para  robar  a  los  caminantes,  no  tanto  los  cosarios 
que  roban  en  la  mar  a  los  que  llevan  muchas  riquezas  y  na- 

760  vegan  con  próspero  viento,  cuanto  daña  un  enseñador  tibio 
a  un  hombre  que  corría  ligero  por  el  camino  de  Dios;  y  sale 
él  de  través  y  veces  con  desordenados  temores  que  le  pone, 
y  veces  con  palabras  buenas  mal  entendidas,  de  tal  manera 
lo  trata,  que  le  echa  unas  cadenas  a  los  pies  para  que  no 

765  pueda  correr  como  antes,  sino  andar  muy  poco  a  poco;  y  la 
frialdad  que  el  tal  enseñador  tiene  dentro  de  sí,  la  derrama 
como  agua  fría  sobre  el  corazón  del  que  tenía  fervor,  y  se  lo 
apaga  como  al  fuego  el  agua. 

Camina  otro  por  el  mar  de  este  mundo  con  muchas  vir- 

770  tudes,  inspirado  por  el  soplo  del  cielo;  y  sálele  al  camino 
el  espíritu  y  soplo  de  la  humana  prudencia,  y  hace  que  deje 
el  otro  la  guía  del  cielo  que  le  hacía  celestial,  y  que  se  abaje 
a  ser  terrenal,  regido  por  humana  prudencia,  maestra  de  la 
tibieza,  enemiga  del  fervor.  No  tienen  todos  lumbre  para 

775  conocer  este  mal  que  de  la  doctrina  tibia  viene  a  la  Iglesia; 
mas  siéntelo  Jacob,  y  llóralo,  y  dice  con  lágrimas  de  gran 
desconsuelo:  ¡La  pésima  bestia  fiera  ha  tragado  a  mi  hijo 
Josef!  El  luchador — significado  por  Jacob — ,  el  mañoso  y 
esforzado  para  las  guerras  de  Dios,  éste  siente  y  llora  el  mal 

742  ay2  om.  T  ||  746  estropiezo  N  ||  747  pues]  mas  V  |  allende  T  ||  748 
estropiezo  .V  ||  752  daña  N  |  mismos  NT  |)  753  tibio.. V  |  cumple]  entera- 
mente add.  NT  ||  756  apaga  I" 

757  tanto]  a  los  hombres  add.  NT  ||  758  a  los  om.  T  ]  corsarios  7'  ||  759 
la]  el-  NT  ||  762  y  veces  om.  T  |  les  V  ||  763  y]  om.  N,  a  T  |  manera] 
maña  N  ||  766  tenía  NT  \\  768  al]  el  NT  |  el]  con  NT 

770  por  el]  con  T  ¡|  772  la  guía]  el  agua  7'  |  y  om.  T  \  que2  om.  .V  |  baje 
T  ||  773  por]  la  add.  T  V  775  doctrinal  .V,  doctrina  T  t|  776-777  de  gran  descon- 


856  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


780  que  hace  en  la  Iglesia  la  malísima  bestia  fiera  de  la  tibieza, 
que  se  ha  tragado  el  aprovechamiento  de  la  virtud,  significa- 
da en  Josef,  que  quiere  decir  crecimiento;  porque,  matando  o 
no  favoreciendo  el  crecimiento  fervoroso  de  la  virtud,  poco 
a  poco  se  viene  tanto  desminuyendo,  hasta  que  del  todo  se 

785  pierde.  Contentarse  debían  los  tibios  enseñadores  con  su  mal 
propio,  causado  de  su  propia  tibieza,  y  debíanse  poner  en  su 
propio  lugar,  que  es  aprender  y  mejorarse,  y  crecer  en  virtud, 
y  no  tomar  oficio  para  daño  suyo  y  ajeno. 

Por  maravilla,  y  muy  a  pospelo  se  hallará  hombre  que 

790  con  eficacia  reprehenda  el  vicio  en  que  él  está;  porque  ya  que 
no  tema  que  los  hombres  le  digan :  Médico,  cúrate  a  ti  mismo 
(porque  por  ventura  su  mal  es  secreto),  mas  aquellos  latidos 
que  su  propia  conciencia  le  da,  acobardan  tanto,  y  el  amor 
que  al  vicio  tiene  le  ata  de  tal  manera,  que,  cuando  de  él 

795  dice  mal,  es  como  cosa  fingida,  y  que  el  modo  del  decir  da 
a  entender  cuán  poco  aborrece  en  el  corazón  lo  que  reprehen- 
de de  fuera. 

No  es  de  todos  la  dispensación  de  la  palabra  de  Dios, 
sino  de  aquellos  que  la  tratan  conforme  a  lo  que  ella  es; 

800  conviene  a  saber,  martillo  para  quebrantar  peñas  y  fuego 
para  encender  la  tibieza.  Yo — dice  el  profeta — estoy  lleno 
de  fortaleza  del  Señor  para  anunciar  su  pecado  a  Jacob. 
Ardía  con  fuego  de  Dios,  como  también  Jeremías  dice  que 
le  acaeció;  y  confortado  su  corazón  con  aqueste  fuego  di- 

805  vino,  echaba  palabras  de  sí,  que  al  malo  hacían  temblar  con 
temor  y  al  tibio  encendían  en  deseo  de  aprovechar  con  el 
fuego  del  amor. 

¡Oh  Iglesia  cristiana,  cuán  caro  te  cuesta  la  falta  de 
aquestos  tales  enseñadores,  pues  por  esta  causa  está  tu  faz 

810  tan  desfigurada  y  tan  diferente  de  cuando  estabas  hermosa 
en  el  principio  de  tu  nacimiento!  ¿Dónde  está  agora  aquel 
desprecio  del  mundo  con  que  en  el  principio  de  la  Iglesia 
dejaban  los  cristianos  sus  haciendas,  y  el  precio  de  ellas  lo 
ponían  a  los  pies  de  los  apóstoles,  significando  que  las  des- 

815   preciaban  en  sus  corazones  como  tierra,  polvo  y  lodo  que 


sudo  om.  r  ||  783  fervoroso  om.  T  [|  784  disminuyendo  NT  ||  786  propria 
N  |  debríanse  N  ||  787  proprio  N 

793  sn]  la  NT  |  propria  N  ||  794  ata]  hará  N  ]  tal  om.  T  ||  796  repren- 
de T 

799  sino  de -tratan]  om.  V  \\  801  para  encender]  por  entender  N  ||  802 
de]  la  add.  NT  |  a  Jacob  su  pecado  NT  ||  803  Hieremías  N  ||  804  confortado] 
de  add.  T  ||  805  con]  de  T 

808  Iglesia]  gloria  T  |  cristiana]  y  add.  NT  ||  811  ahora  NT  ||  812  el 
om.  N  ||  813  lo]  las  N  ||  814  Apostólos  N  ||  816  unal  a  V  ||  817  las  hacien- 


791    Le.  4,  23. 

800   Cf.  Ier.  23,  2Q. 

802    Cf.  Mrdh.  3,  8. 


804  Cf.  Ier.  20,  9. 
814    Cf.  \et.  4,  34-3. 


EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


S57 


está  debajo  de  los  pies,  y  no  sólo  esto,  mas  aun  una  vez  que 
los  robaron  la  hacienda  dice  San  Pablo  que  se  regocijaron 
de  ello?  Cosa  nueva  en  nuestras  orejas  y  más  nueva  en  nues- 
tros corazones  y  gente  habrá  que,  midiendo  este  negocio 

$20  por  su  corazón,  digan:  ¿Cómo  pueden  ser  estas  cosas?  Si 
tal  preguntáis,  responderos  hemos  a  esta  maravilla  con  otras 
muchas  que  había  entonces.  Oíd  otra:  que,  siendo  muy  mu- 
chos los  cristianos,  dice  el  evangelista  San  Lucas  que  de  los 
creyentes  era  el  corazón  uno  y  el  ánima  una;  y  ahora,  ¡ni 

825  aun  padres  con  hijos,  ni  marido  con  mujer,  aun  no  tienen  un 
corazón!  ¿Queréis  otra?  No  sólo  estos  santos  tan  grandes, 
mas  otra  innumerable  gente,  varones  y  mujeres,  mancebos 
y  viejos,  mozos  y  mozas  con  pobreza,  hollaban  la  carne  y 
escogían  más  virginidad  que  casamientos  muy  ricos.  Pasa- 

830  ban  tormentos  para  espantar,  y  muchos  se  ofrecían  a  ellos 
con  muy  mayor  alegría,  que  uno  de  nosotros  ama  la  vida 
y  la  busca  donde  la  halla. 

¿Qué  era  la  causa  que  ponía  esta  vida  celestial  en  tanta 
admiración  a  los  hombres  que  la  miraban,  muchos  de  los 

835  cuales  se  tornaban  cristianos,  viendo  tanta  alteza  de  virtud 
que  tenían  aquéllos,  tan  ajena  de  lo  que  en  sí  propios  sen- 
tían? ¿Sabéis  cuál  fué  la  causa  de  vida  celestial?  Haber  pre- 
dicadores, encendidos  con  fuego  de  amor  celestial,  que  en- 
cendían los  corazones  de  los  oyentes  al  fervoroso  amor  de 

840  Jesucristo  nuestro  Señor,  y  usarse  entonces  comer  de  este 
Pan  celestial  o  cada  día  o  poco  menos  de  cada  día.  Y  por- 
que agora  hay  tan  pocos  predicadores  encendidos  con  este 
fuego  y  que  conviden  con  fervor  a  la  frecuente  comida  de 
aqueste  Pan  celestial,  hase  quitado  el  comer  y  hase  quitado 

845   Ja  fuerza. 

Descendió  el  Pan  del  cielo  para  darnos  vida  y  fortaleza 
del  cielo;  apartámonos  de  él,  no  sé  por  qué;  comemos  falsos 
o  vanos  manjares;  con  que  estamos  tan  flacos,  que  con  una 
pequeña  tentación  nos  caemos,  y  en  ofreciéndose  cosa  que 
850  toque  a  nuestra  hacienda,  aun  no  se  espera  a  pelear,  porque 
luego  damos  con  nosotros  en  tierra. 


das  .V  ||  818  de]  con  .\"  |  en,.,]  a  ¡V  I  816-819  y  no  sólo  esto  -  corazones 
y]  om.  T  ||  819  había  V  [\  820  diga  T  |  Si  om.  V  ||  821-822  con  otras 
muchas  om.  T  ||  824  una  om.  V  \  agora  N  ||  828  y,  om.  NT  |  viejos]  y 
add.  NT  |  y  mozas  con  pobreza  om.  NT  |  829  virginidad]  con  pobreza  add. 
NT  ||  830  ofrceíen  V  ||  831  muy  om.  T  |.|  832  y  la  busca  -  halla]  om.  N 

833  que  ponia -celestial]  de  esta  vida  tan  celestial  que  ponía  NT  ||  837 
vida]  tan  add.  NT  |  Haber]  buenos  add.  T  ||  842  ahora  N  |  con]  en  .V  || 
843  comida  frecuente  N  ||  844  este  N  ||  841-844  o  cada  día  -  pan  celestiall 
om.  T  ||  844  se  ha      T  \\  844-845  hase  quitado  el -fuerza]  om.  V 

847-848  vanos  o  falsos  .V  |-|  849  pequeña]  y  vana  add.  T  ||  850  a(]  en  T  |  ha- 
rienda]  a  (o  7")  nuestra  honra,  a  (o  7~)  nuestra  vida  add.  \T 


824    Act.  4,  33. 


85  S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Comulga  y  te  afi-  Y  no  es  menester,  para  prueba  de 
cionarás  a  este  Pan  esta  fortaleza  y  celestial  vida,  acor- 
celestial  darnos  de  tiempos  pasados  ni  buscar 

855  testigos  fuera  de  casa.  Determínate, 

cristiano,  muchas  veces  a  comer  de  este  pan  celestial,  alim- 
piando  tu  conciencia,  viviendo  con  el  cuidado,  cual  debe  tener 
la  persona  que  quiere  conversar  con  Dios  humanado,  y  ser 
convidado  a  su  mesa,  y  recebirle  con  debido  aparejo  en  sus 

860  entrañas;  y  acaecerte  ha  muchas  veces  que,  acabada  la  misa 
o  la  comunión,  te  sentirás  tan  otro  del  que  eras,  que  tú 
mismo  té  admirarás  de  lo  que  Dios  obra  en  ella;  y  no  te 
conocerás  mirando  qué  tal  veniste  y  qué  misericordias  ha 
hecho  contigo  nuestro  Señor.  Ternás  un  gusto  de  aqueste 

865  Pan  que  has  recebido,  que  así  te  quitará  el  gusto  de  la  carne 
y  todos  sus  regalos,  que  aun  de  pensarlos  te  dará  fastidio, 
aborrecimiento  y  abominación,  y  te  espantarás  mucho  cómo 
cosa  tan  desabrida  y  amarga,  algún  tiempo  te  supo  bien,  o 
cómo  te  venció  e  te  dió  guerra  cosa  tan  flaca. 

870  Probarás  que  San  Gregorio  dijo  verdad:  "Que  así  como, 
gustada  la  carne,  parece  el  espíritu  desabrido,  así.  gustado 
el  espíritu,  se  torna  desabrida  toda  la  carne".  Sentirás  tor- 
mento en  sentarte  a  comer  a  la  mesa  del  cuerpo,  acordán- 
dote de  aquella  dichosa  hora  en  que  fué  puesto  por  manjar 

875  de  tu  ánima  Dios  humanado,  qwe  del  cielo  decendió.  Y  con 
esta  riqueza  parecerte  han  cosas  de  tan  poco  tomo  todas  las 
cosas  de  aqueste  mundo,  que  te  parezcan  un  poco  de  humo, 
que  muy  presto  se  deshace;  sombra,  y  no  cuerpo;  engaño, 
y  no  verdad;  y  maravillarte  has,  y  habrás  compasión  de  que 

880  haya  gente  que  estime  cosas  tan  indignas  de  ser  estimadas; 
sentirás  un  esfuerzo  tan  grande,  que  hollarás  al  león  y  al 
dragón,  que  es  el  demonio,  y  serte  ha  dado  un  señorío  tan 
alto,  que  ni  temas  disfavores,  ni  estimes  los  favores  de  todo 
este  mundo,  y  ni  tengas  temor  de  la  muerte,  ni  de  enfer- 

885  medades,  ni  de  pobreza,  ni  de  necesidades,  ni  te  verás  afi- 
cionado demasiadamente  a  la  vida;  y  tan  rico  te  hallarás  y 
tan  favorido  con  recebir  al  Señor  y  que  entre  de  buena  gana 
en  tu  pecho,  que  te  veas  como  señor  del  cielo  y  la  tierra, 


853  vida]  que  da  este  pan  celestial  add.  NT  \\  854  de]  los  ad4-  T  |  buscas 
N  ||  855  testigos]  de  add.  N  ||  856  a  comer  muchas  veces  NT  |  de  om.  NT  || 
857  limpiando  T  ||  859  recebirlo  T  ||  860  te  acaecerá  r  |l  861  eras]  cuando 
te  llegaste  a  esta  mesa  sagrada  add.  NT  l|  864  nuestro  Señor  contigo.  Ten- 
drás T  ||  865  ansí  N  ||  866  y]  de  add.  NT  ||  867  abominación]  admiración 
T  II  868  o  om.  N  ||  869  e]  o  NT 

870  ansí  N  |l  871  ansí  N  \\  875  descendió  NT  ||  876  te  parecerán  T  ||  377 
parecerán  T  ||  879  te  maravillarás  T  ||  882  te  será  T  |j  887  favorecido  por  NT  1 
Señor]  y  experimentar  que  El  te  favorece  add.  NT  |  888  vea*]  vas  V  \  del] 
de  T  |  la  om.  T  II  889  ella]  el  T 


882    Ps.  90,  13. 


859 


y  por  todo  lo  que  en  ella  hay,  no  trocarás  esta  merced  de 

890   que  Dios  humanado  sea  manjar  de  tu  ánima. 

Entonces  sabrás  por  experiencia  que  este  pan  no  es  pan 
de  cuerpo,  sino  Pan  que  vino  del  cielo  a  hacer  a  los  terre- 
nales celestiales.  Y  como  San  Ambrosio,  cuando  iba  a  de- 
cir misa,  decía  a  este  Señor:  "Señor,  hazme  aquesta  mer- 

895  ced,  que  yo  exprimente  la  dulcedumbre  de  tu  presencia, 
pues  estás  aquí",  suplicarle  has  tú;  "Experimente  yo,  Se- 
ñor, la  fortaleza  de  vuestra  presencia,  que  dais  a  los  que 
bien  os  reciben".  Pan  del  cielo  les  dió,  y  el  pan  de  los  fuer- 
tes, como  traslada  San  Hierónimo,  comió  el  hombre;  por- 

900  que  lo  comen  los  ángeles  fuertes  en  el  cielo,  y  hace  a  los 
hombres  de  flacos,  fuertes. 

Y  aunque  estos  dichosos  sentimientos  no  se  comuniquen 
a  todos  los  que  bien  comulgan,  sino  cúmplese  lo  que  dice 
San  Pablo:  El  que  escasamente  siembra,  escasamente  coge; 

905  el  que  siembra  en  bendiciones  (que  quiere  decir  en  abundan- 
cia), también  cogerá  en  abundancia  la  vida  eterna,  hay 
gente  esforzada  en  el  servicio  de  Dios  que  pasan  muchos 
trabajos  y  hacen  muchas  buenas  obras;  y  danlo  todo  por 
bien  empleado  porque,  cuando  se  ven  en  aquella  hora  di- 

910  chosa  de  recebir  a  nuestro  Señor,  sean  de  El  recebidos 
amorosamente,  y  hechos  participantes  en  la  grandeza  de 
sus  riquezas.  Estos  dicen  al  Señor  lo  que  dijo  David:  ¡Dios, 
Dios  mió!,  por  las  mañanas,  al  tiempo  que  sale  la  luz,  velo 
en  oración  a  ti.  Mi  ánima  tiene  grande  deseo  de  ti,  y  tam- 

915  bién  mi  carne  en  muchas  maneras.  En  la  tierra  desierta, 
sin  camino  y  sin  agua,  y  en  toda  santidad  me  he  presenta- 
do delante  de  ti,  para  ver  tu  fortaleza  y  tu  gloria.  Mejor 
es  tu  misericordia  que  todas  las  vidas,  y  mis  labios  te  ala- 
barán. Bendecirte  he  en  el  tiempo  de  mi  vida,  y  en  tu  nom- 
920  bre  levantaré  mis  manos  para  bien  obrar,  para  que  mi  áni- 
ma sea  llena  de  grosura  y  te  alabe  con  labios  de  regocijo. 

¡Qué  buen  consejo  el  de  aquestos  que  velan  en  la  oración, 
y  su  carne,  y  su  ánima  tiene  hambre  y  sed  del  Señor,  ejer- 
cítanse  en  la  vida  áspera  de  la  penitencia,  procuran  de  al- 

892  cuerpo]  ni  que  se  cogió  en  las  liazas  de  la  tierra  add.  NT  |  sino] 
quese  add.  S  \  a,]  para  NT  |¡  834  aqueste  T  |  Hazme,  Señor  \T  |  esta  .V  || 
895  experimente  NT  ||  896  Señor  om.  T  ;;  896-837  pues  estás  aquí  -  presen- 
cia] om.  V  ||  897  das  V  \\  898  os]  te  Y  \\  899  Jerónimo  come  T  ||  901  de 
Om.  T  |!  902  Y]  de  fuertes  más  fuertes  add.  NT 

904  Coge]  y  add.  T  ||  9C5  el]  que  quien  N  ||  911  las  grandezas  N  ||  914 
gran  T  ||  917  ver  <,m.  N  |¡  919  te  bendeciré  T  |  en,]  todo  add.  T  \\  921  de_] 
redaño  y  de  add.  .\'T  |  y]  mi  boca  add.  ST  |  recocijo  N 

922  consejo]  consuelo  V  ||  923  alma  T  |!  924  ejercitándose  NT  |  procuran 

896  Pseudo-Ambrosio,  Precat.  I  m  praep.  ad  Missam,  4  :  >IL 
17,  831. 

899   Cf.  Ps.  77,  24-25;  San  JERÓNIMO,  Div.  Bibüoth.,  Ps.  78  (ML 
'8,  1251)  :   «Triticum  caeli  dedil  eis  :   pane  111  fortiuni  comedil  vi». 
906    Cf.  2  Cor.  q,  6.  021    Cf.  Ps.  62>  1-6.  923    Mt.  5,  6. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


925  canzar  santidad  para  presentarse  delante  de  aqueste  Señor 
que  es  fortaleza  y  gloria  del  Padre!  Hacen  buena  vida,  y 
no  presumptuosos ;  mas  confían  en  la  misericordia  de  Dios, 
y  alaban  a  El  y  no  a  ellos.  Bendícenle  en  lo  que  les  acaece 
en  su  vida,  y,  confiados  del  socorro  de  Dios,  alzan  sus 

930  manos  y  emprenden  cosas  fuertes  para  El;  y  vales  tan  bien 
en  la  comunión,  que  su  ánima  es  llena  y  rellena  de  grosura 
de  amor  y  devoción  entrañable;  y  habiendo  también  comi- 
do y  gustado  la  celestial  dulcedumbre,  alaban  al  Señor,  no 
con  alabanzas  frías  y  secas,  mas  con  mucha  alegría,  seme- 

935   jabíes  al  dulce  corazón  de  que  salen. 

Cúmplese  en  ellos  lo  que  está  escrito:  Comerán  los  po- 
bres, y  serán  hartos;  alabarán  al  Señor  los  que  le  gustan; 
y  con  este  manjar  de  vida  vivirán  sus  corazones  en  el  siglo 
del  siglo.  Si  trabajan,  bien  les  pagan;  si  sudan,  comen  su 

940  pan;  vanse  cada  día  apurando  más,  creciendo  en  justicia, 
y  con  la  participación  del  pan  celestial  haciéndose  cada 
día  más  celestiales  y  tan  divinos,  que,  como  Orígenes  dice, 
los  hombres  no  los  conocen,  por  estar  tan  reformados  y 
transformados  en  Dios;  y  en  fin,  viven  una  vida  tan  bien- 

945  aventurada,  que  sólo  el  Señor,  que  la  da,  y  los  que  la  ex- 
primentan,  saben  cuál  es. 

Verdad  es  que  esto  no  es  siempre,  porque  no  sea  tan 
contino  el  paraíso  en  la  tierra.  Y  escóndeles  el  Señor  su 
amor  y  quítales  su  dulcedumbre,  para  que  no  se  asgan  a 

950  ella  más  de  lo  que  es  razón  y  lleven  cruz  de  desconsuelo  in- 
terior que  los  ejercite  y  humille,  porque  esto  es  más  seguro 
para  este  destierro.  Cuando  así  te  acaeciere,  cristiano,  no 
te  desmayes  por  ello;  no  dejes  tu  buena  vida  ni  te  apartes 
de  aquesta  mesa  sagrada;  que  la  dulzura  y  consolación  de 

955  que  algunas  veces  careces,  con  sufrirlo  en  paciencia  la  ter- 
nás  guardada  para  cuando  vayas  ál  cielo. 

Lo  que  debes  procurar,  y  te  amonesto  que  adviertas,  es 
que,  si  el  Señor  algún  tiempo  te  ha  tratado  con  estos  espi- 
rituales regalos  y  se  te  hayan  quitado  por  alguna  culpa  de 

960  liviandad,  o  negligencia,  o  desagradecimiento,  o  cosa  de 
aquéstas.  Y  si  en  ello  has  caído,  pon  el  remedio  conforme  a 

de]  procurnmlm  ST  ||  926-929  y  no  presumptuosos  -  su  vida  y]  om.  V  \\  !)29 
del]  en  el  T  ||  930  para]  por  NT  |  933  dulce  lumbre  V  ||  934  y]  ni  ST  \ 
con2]  de  NT 

936  escrito]  escripto  N,  escripto  por  David  T  ||  937  hartos]  y  .irfrf.  T  |  ¿rus- 
tan] buscan  T  ||  939  de  los  siglos  T  |  trabajan]  bien  add.  T  [|  940  pan]  y 
ellos  (a)  aparejarse  (aparejándose  T)  cada  día  mejor,  y  el  Señor  a  hacerles 
en  esta  mesa  nuevas  mercedes  adil.  NT  \  apurando]  aparejando  .V  ||  945  los] 
ellos  NT  ||  946  experimentan  NT 

947  es  om.  N  |  tan  om.  NT  ||  948  continuo  NT  ||  950  llevan  .V  ||  951 
les  NT  II  962  ansf  .V  |  acaezca  T  ||  956  tendrás  7" 

957  debes]  de  add.  NT  |  amonesto]  mucho  add.  ST  ||  959  y]  no  NT  ||  961 
si  en]  sin  V  v 


939   Cf.  Ps.  2i,  27. 


55-    RN  LA  LNFRAOCIAVA  UíL  CORPUS 


la  culpa,  y  el  Señor  hará  contigo  lo  que  mejor  te  estuviere. 

Y  si  no  eres  de  aquellos  que  se  aparejan  con  tanto  es- 
fuerzo para  esta  mesa  sagrada,  ni  sientes  lo  que  ellos  sien- 

965  ten  cuando  comulgan,  procura  de  mejorarte  en  el  servir, 
para  que  él  Señor,  cuando  fueres  a  su  mesa,  tienda  su  mano 
en  te  galardonar.  Y  espérale,  que  El  volverá  y  te  mirará; 
y  por  muy  poco  que  te  dé  de  aqueste  sagrado  convite,  lo 
debes  en  más  estimar  que  si  todo  el  mundo  te  diese.  Más 

970  vale  un  poco  de  oro  que  muncho  de  lodo;  y  sin  ninguna 
comparación  una  sola  migajita  que  el  Señor  te  da  de  aques- 
ta celestial  mesa  que  cualquier  bocado  que  te  dé  el  mundo, 
por  grande  que  sea.  Toda  razón  pide  que  lo  que  aquí  se  da 
sea  de  mucho  valor,  pues  creemos  que  él  mismo  Señor  se 

975  aposenta  en  nosotros  con  verdadera  presencia  real.  Y  pues 
un  hombre  rico  y  piadoso  que  condeciende  a  visitar  los  po- 
bres de  un  hospital,  no  se  debe  creer  que  se  saldrá  de  allí 
sin  les  hacer  misericordia,  ¿qué  podremos  esperar  siendo 
Dios  riquísimo  y  dándosenos  El  mismo,  sino  que  quien  a 

980  sí  mismo  se  da  no  habrá  cosa  que  no  dé?  ¡Alabada  sea,  Se- 
ñor, tu  bondad  para  siempre! 

Figurado  fué  este  Bastantes  mercedes  son  aquestas  que 
convite  en  el  que  Dios  de  presente  da  a  los  que  a  su 
hizo  el  rey  Asuero    mesa  sagrada  se  allegan  para  des- 

985  pertar  nuestra  hambre,  y  poner  es- 

puela a  nuestra  pereza  para  que  corramos  a  esta  mesa  di- 
vina a  gozar  de  sus  bienes.  Mas  para  que  más  entiendas 
cuánto  te  cumple  ser  convidado  de  aquesta  mesa,  por  mucho 
que  te  costase,  has  de  saber  que  ansí  como  este  divino 

990  convite  es  cumplimiento  de  muchas  figuras  pasadas,  es  tam- 
bién figura  del  convite  del  cielo,  que  se  ha  de  hacer  a  los 
que  comieren  como  deben  de  aqueste  divino  Pan  que  decen- 
dió  del  cielo  a  la  tierra. 

Figurado  fué  este  convite,  de  que  agora  gozamos,  en 

995  el  pan  y  vino  que  ofreció  Melquisedec.  Figurado  fué  en  el 
maná  que  llovió  Dios  a  los  padres  en  el  desierto.  Y  más  por 
extenso  fué  figurado  en  aquel  famoso  convite  que  el  gran 
rey  Asuero  hizo  en  la  ciudad  de  Susán  en  el  tercer  año  de 
su  imperio  a  todos  los  príncipes  y  esforzados  caballeros  de 

970  mucho  NT  ¡|  971  sola  om.  T  |  comparación]  es  más  preciosa  (pre- 
cioso N)  add.  NT  \  migaja  NT  |  dé  XT  \\  974  sea]  es  NT  H  976  condescien- 
de T  1|  978  les  om.  T  ||  980  se]  nos  add.  T  \  no  dé]  niegue  NT  ||  081  para 
siempre  tu  bondad  NT 

986  espuelas  ST  I  nuestra]  vuestra  N  ¡  para  -  corramos]  y  correr  NT  | 
989  así  T  |   991  ha]  tiene  T   |  992  descendió  NT 

994  ahora  NT  ||  998  Sasan  ¡V  ||  999  principales  N  |  de]  ya  T  ||  1001 
para]  en  add.  T 


QQS  Cf.  Gen.  14,  18. 
996   Cf.  Ex.  16,  14. 


862   SI  UMOXfcS.   CICLO  TEMPORAL 

1000  todo  su  reino;  del  cual  diremos  aquí,  dejando  las  otras 
figuras  para  sus  lugares. 

Quiso  aquel  rey,  según  la  Escriptura  divina  dice,  en- 
señar las  riquezas  de  la  honra  de  su  reino  y  los  deleites 
que  podía  dar  según  la  grandeza  de  su  poderío;  y  en  un 

1005  portal  que  estaba  cerca  del  palacio  real  y  cerca  de  un 
huerto' de  mucha  frescura,  como  convenía  a  la  majestad  del 
rey,  mandó  poner  las  mesas  para  los  convidados,  y  encima 
de  ellas  muchos  doseles  de  color  blanco  y  colorado  y  de 
jacinto,  los  cuales  eran  sustentados  con  cuerdas  de  holan- 

1010  da  y  carmesí  y  atadas  a  unas  colunas  de  mármor  para  que 
se  tuviesen;  y  con  este  amparo  eran  defendidos  los  convi- 
dados del  sol  y  del  agua,  para  que  mejor  pudiesen  gozar 
del  convite.  El  suelo  del  portal  era  de  piedras  preciosas  y 
maravillosamente  adornado,  encima  del  cuál  había  lechos 

1015  de  oro  y  de  plata  en  que  se  acostasen  los  convidados  para 
comer,  porque  era  uso  que  entonces  se  usaba. 

Los  platos  y  tazas  eran  de  oro,  y  había  tantos,  que 
los  mudaban  de  unos  en  otros,  y  no  era  menester  que  uno 
para  beber  aguardase  a  que  otro  convidado  hobiese  bebido. 

1020  El  vino  era  muy  excelente,  como  de  rey,  y  había  en  grande 
abundancia.  Y  porque  no  hubiese  convidado  que  recibiese 
algún  sinsabor,  mandó  el  rey  a  todos  los  que  habían  de  pro- 
veer las  mesas  que  ningún  convidado  fuese  constreñido  a 
beber  cuando  no  quisiese,  o  más  de  lo  que  quisiese,  sino 

1025   que  en  todo  se  guardase  su  contentamiento. 

A  algunos  parece  que  primero  hizo  convite  a  los  princi- 
pales de  su  reino,  que  duró  muchos  días,  y  después  convi- 
dó a  todos,  chicos  y  grandes,  cuantos  había  en  la  ciudad, 
por  tiempo  de  siete  días.  Y  otros  dicen  que  el  aparejar  el 

1030  convite  duró  muchos  días  y  que  fueron  juntamente  convi- 
dados los  principales  y  los  otros,  chicos  y  grandes. 

Famosa  figura  de  este  divino  convite;  pero  más  famoso 
es  el  cumplimiento  de  lo  figurado.  Asuero  era  rey  de  una 
poca  de  tierra,  y  Jesucristo  nuestro  Señor  es  del  cielo  y 

1035  tierra,  y  tiene  escrito  en  su  muslo,  según  dice  San  Juan: 
Rey  de  reyes  y  Señor  de  señores;  porque,  aun  según  hom- 
bre, es  Señor  de  todas  las  cosas. 

1002  Escritura  T  |  divina  om.  NT  ||  1004  en  om.  V  ||  1010  columnas  N  | 
marmol  NT  ||  1016  uso]  y  costumbre  add.  NT 

1019  aguardase  para  beber  NT  I  hubiese  T  ||  1020  como]  vino  add.  NT  \ 
había]  de  ello  add.  NT  \  en  grande]  grandísima  T  ||  1021  hobiese  N  ||  1022 
el  rey  om.  NT  |  habían]  tenían  cargo  ¡VT 

1026  principales]  príncipes  NT  ||  1628  todos]  los  add.  N  ||  1029  el}]  del 
NT  ||  1030  muchos  días]  mucho  tiempo  NT  ||  1031  principales]  príncipes  NT 

1032  convite  divino  NT  ||  1C33  lo]  la  .V,  esta  T  |  figurado]  figura  NT  \\ 
1033-1034  un  poco  .VT  |  nuestro  Señor  din.  .V  M  1035  escripto  N  ||  1036  y 
om.  N  ||  1037  es]  El  add.  T 


K.25   Esth.  i,  .(-8. 


1036    Apoc.  ig,  16. 


55-     BN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


863 


Quiriendo,  pues,  este  benditísimo  Rey  enseñar  la  gran- 
deza de  sus  riquezas,  que  son  virtudes  y  gracias,  y  los  de- 

040  leites  que  hay  en  El,  quiso  en  el  tercero  año  de  su  reinado, 
que  fué  en  el  tiempo  de  la  gracia,  en  la  ciudad  de  Hieru- 
salem,  sobre  cuyo  monte  dice  el  mismo  Señor  por  boca  del 
profeta  David:  Yo  soy  constituido  Rey  por  la  mano  del 
Padre  sobre  Sión,  y  en  el  cenáculo  que  está  sobre  el  monte, 

045  cenando  con  sus  discípulos,  tomó  en  sus  sacratísimas  ma- 
nos pan  y  vino  que  estaba  en  'la  mesa,  y,  después  de  lo  ha- 
ber consagrado,  lo  dió  a  comer  y  beber  a  sus  doce  apósto- 
les que  había  de  constituir  príncipes  sobre  toda  la  tierra; 
y  dándoles  poder  para  hacer  lo  mismo  que  El  había  hecho; 

050  y  también  a  los  sacerdotes  derechamente  ordenados;  convi- 
dó también  a  todos  los  cristianos,  chicos  y  grandes,  no  de 
una  ciudad,  sino  de  todo  el  mundo  universo. 

Y  si  el  otro  convite  duró  siete  días,  éste  durará  no  sólo 
semanas,  días,  y  meses,  y  años,  sino  por  todo  el  tiempo 

1055  que  el  mundo  durare,  que  significa  el  número  de  siete,  y 
en  tiempo  de  una  semana,  porque  todo  el  tiempo  por  estos 
siete  días  se  arrevue'lve  y  luego  lo  comienzan  otros  siete 
de  nuevo. 

Mas  si  este  convite  tanto  excede  al  otro  en  lo  mucho 
1060  que  dura,  ¿quién  tendrá  lengua  para  decir  cuánto  le  excede 
el  manjar  y  el  vino  que  en  él  se  dispensa?  Animales  y  aves 
•  y  pan  sería  lo  principal  de  aquel  convite,  y  el  vino  sería 
añejo,,  de  buen  color,  olor  y  sabor,  producido  de  las  vides 
de  la  tierra.  Y  en  cumplimiento  de  aquella  figura,  tenemos 
1065   nosotros  aquí  en  este  convite  al  manjar  que  del  cielo  de- 
cendió,  que  es  el  Verbo  de  Dios.  Este  es  el  manjar  que  co- 
memos; y  en  lugar  del  otro  vino,  bebemos  su  divinal  san- 
gre. ¡Nuevo  convite,  nunca  oído  ni  visto;  ni  corazón  de 
hombre  tal  pensó,  que  la  divinal  bondad  tanta  manifesta- 
1070    ción  diera  del  amor  que  tiene  a  los  hombres  para  gloria 
suya ! 

Si  quiso  enseñar  sus  riquezas,  muy  bien  acertó  en  tomar 

1038  Queriendo  NT  |  pues  om.  NT  |  bendictísimo  .V  |  Rey]  de  reyes  y 
Señor  de  señores  add.  T  ||  1040  deleites]  santos  add.  NT  \\  1041  Jerusalén 
T  ||  1042-1043  del  profeta]  de  T  ||  1043  por]  de  NT  |l  1044  sobre,]  su  monte 
santo  add.  NT  |  está  -  monte]  en  aquel  monte  está  NT  |l  1046  vino]  de  Jo 
add.  NT  ||  1047  haberlo  .V  |  sus]  los  T  |  Apostólos  V  ||  1049  hecho]  a  ellos 
add.  NT  |l  1050  también  om.  NT 

1053  días]  o  ciento  y  ochenta  add.  NT  este]  dura  y  add.  N  |  solo]  so 
V  ||  1054  semana  de  NT  |  y,]  ni  de  NT  yj  ni  de  T  \\  1055  que2]  se 
add.  NT  |  el2]  en  NT  ||  1057 'revuelve  NT  ¡  luego  om.  NT 

1060  terná  .V  |  excede]  en  add.  NT  \\  1061  y,]  en  add.  NT      yj  o  NT 
1062  y  pan  om.  T  ||  1063  color  om.  NT  ||  1C65  al]  el  NT  II  1066  descendió] 
santísima  carne,  santísima  ánima,  excelentísimo  pan  add.  NT  ||  1067  divinal] 
bendita  T  ||  1068  visto]  hasta  que  Dios  lo  ordenó  add.  NT  "  1069  divina  7 


IO44    Cf.  Ps.   2,  ft. 

1048    Ps.  44,  17. 


864  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


este  medio,  pues  con  las  cosas  que  aquí  hace  se  manifiestan 
las  riquezas  de  su  sabiduría,  bondad  y  misericordia,  de  tal 

1075  manera,  que  este  sacrosanto  misterio  se  llama,  según  hemos 
dicho,  gloria  de  Dios,  por  cuya  participación  los  pobres 
son  hechos  ricos.  Los  platos  y  copas  en  que  se  come  esta 
carne  y  se  bebe  esta  sangre  son  la  consideración  amorosa 
de  los  beneficios  que  este  Señor  nos  ha  hecho. 

1080  El  manjar  uno  es;  mas  si  consideras  que  este  Señor  se 
hizo  hombre  por  ti,  nació  en  pobre  casa,  fué  puesto  en  pe- 
sebre por  ti,  y  a  cabo  de  ocho  días  derramó  su  preciosa 
sangre,  y  después  huyó  a  Egipto,  y  tornado  a  su  tierra  se 
cansó  por  los  caminos,  padeció  muchas  persecuciones,  y  al 

1085  fin  da  la  vida  mayores,  y  perdióla  en  la  cruz  por  ti;  fué 
sepultado  y  resucitó  por  nuestra  justificación,  subió  a  los 
cielos  a  parecer  delante  del  Padre  abogando  por  nosotros, 
enviónos  el  Espíritu  Santo,  y  El  mismo  se  nos  pone  en  el 
altar  para  que  lo  recibamos:  ¡oh  cristiano,  y  qué  hartura 

1090  recibiría  tu  ánima  si  no  comieses  este  sagrado  manjar  así 
de  priesa  y  todo  junto,  sino  que  lo  repartieses  en  estos  bo- 
cados! Cada  uno  de  los  cuales  es  tan  grande,  que  se  puede 
repartir  en  otros  y  otros,  y  el  menor  de  ellos  es  más  pre- 
cioso y  más  deleitoso  que  todo  lo  que  en  el  mundo  pue- 

1095  de  ser. 

Pide  a  Dios  ojos  interiores  para  saber  mirar  y  estimar 
lo  que  te  ponen  delante  cuando  comulgas,  y  con  amorosa 
memoria  dile :  "Señor,  vos  sois  el  que  por  mi  amor  decen- 
distes  del  cielo;  vos  el  que  nacistes  y  moristes  por  mí". 
1100  Y  ten  por  averiguado  que  así  como  nunca  faltó  el  aceite  a 
la  viuda  de  Elíseo,  hasta  que  le  faltaron  vasos  en  que  lo 
echar,  nunca  a  ti  te  faltarán  manjares  en  este  manjar,  si 
no  te  falta  devota  y  amorosa  consideración.  Y  digo  amo- 


1072  en]  a  T  \\  1073  niagniliestan  ¡V  j|  1077  ricos]  de  riquezas  espirituales 
y  eternas.  Y  si  (.si  om  T)  quiso  enseñar  la  grandeza  de  sus  deleites,  muy 
buen  aparejo  hay  en  aqueste  divino  manjar  aparejado  con  dulcedumbre  al 
pobre  y  sabrosísimo  de  gustar  sobre  todos  los  sabores.  Porque  como  (como 
om.  T)  conforme  al  ser  de  la  cosa,  ansi  (así  T)  se  ha  su  sabor,  siendo  Dios, 
tfl  que  comemos,  Bien  sobre  todas  las  cosas  y  dulcedumbre  infinita,  mani- 
fiesto es  que  se  (se  om:  T)  nos  manifestará  bien  su  deleite,  encorporándonos 
en  él  mediante  esta  santa  comida ;  como  una  pera  metida  en  un  mar  de 
azúcar  dulcísimo,  y  por  todas  partes  y  hasta  lo  último  de  ella  penetrada  de 
él.  Y  (Y  om.  T)  add.  NT  ||  1079  hecho]  desde  que  se  hizo  hombre  por  nos 
(nosotros  T)  hasta  el  punto  que  los  irnos  (vamos  T)  a  recebir  en  el  al- 
tar add.  NT 

1C83  tornando  T  |l  1084  caminos]  y  add.  T  ||  1087  nosotros]  nos  N  |¡ 
1089  lo]  Je  T  |  hartura]  y  qué  dulcedumbre  add.  NT  ||  1090  recebiría  T  |¡ 
1091  lo]  le  T  |  en]  a  on  V  \\  1093  otros,]  otro  NT  ||  1095  ser]   haber  NT 

1099  dcscendistes  N,  descendisteis  T  |  nacisteis  T,  venistes  add.  N,  vivis- 
teis add.  T  |  y  om.  N  |  moristeis  T  ||  1100  ansí  N  ||  1101  faltaron]  los 
add.  NT  ||  1102  echarlo  T  ||  1104  vasos  y  platos  T  ||  1105  significaba  T  |  al] 
el  T  |  como]  a  add.  N  ||  1106  queréis  .V  |  gustar]  de  add.  T 


1086    Rom.  4,  2.5. 


itot    Cf.  4  Reg.  4,  6. 


55-     EN  LA  INKRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


865 


rosa,  porque  los  platos  y  vasos  del  otro  convite  eran  de 
105  oro,  y  el  oro  significa  al  amor,  como  cosa  más  preciosa  de 
todas;  y  si  quieres  gustar  este  manjar  y  chupar  esta  sangre, 
lleva  contigo  vaso  de  amor,  porque  de  otra  manera  no  se 
comunicará  contigo  este  divino  manjar,  guisado  con  gran- 
deza de  amor. 

llio  Hermoso  era  el  suelo  del  otro  convite;  pero  más  hermo- 
sa es  la  fe — 'fundamento  de  todo  bien — ,  que  excelentemente 
se  ejercita  en  este  divino  Misterio,  por  ser  cosa  sobre  toda 
razón.  Y/  no  dejes  pasar  en  olvido  que  sobre  el  suelo  esta- 
ban camas  de  oro  y  de  plata,  sobre  que  se  recostaban  para 

1H5  comer;  para  darte  a  entender,  que  si  quisieres  comer  con 
provecho  y  sabor  de  este  divino  manjar,  has  de  traer  tan 
buena  conciencia  de  esperanza  y  caridad,  y  otras  buenas 
obras,  que  no  te  remuerdan  y  acusen,  sino  que  descanses 
en  ella  con  mucha  paz. 

1120  Y  los  doseles  del  otro  convite,  que  defienden  de  los  im- 
pedimentos que  se  podían  ofrecer  a  los  convidados,  son  las 
doctrinas  de  la  Iglesia  y  de  los  santos  pasados,  que  nos 
defienden  de  los  errores  y  tentaciones  del  dimonio,  y  de 
nuestras  ignorancias,  y  de  todo  aquello  que  nos  puede  ser 

1125  impedimento  para  no  poder  gozar  de  este  convite  como  de- 
bemos. Estos  santos  son  columnas  firmísimas  que  sustentan 
esta  verdad  de  este  divino  Misterio;  hombres  en  quien  Dios 
habló,  hombres  de  santa  vida,  que  con  su  santidad  y  con 
el  derramamiento  de  la  sangre  por  Jesucristo,  cobraron  tan- 

1130  ta  auctoridad,  que  tienen  a  los  hombres  en  pie  su  doctrina, 
así  como  las  columnas  del  otro  sustentaban  los  doseles  con 
cuerdas  de  holanda  y  carmesí;  porque  hallarás  que  estos 
santos  tuvieron  mayor  blancura  de  limpieza  de  vida  que 
una  fina  holanda,  y  fueron  tan  encendidos  en  el  amor  del 

H35  Señor,  que  derramaron  su  sangre,  con  que  fueron  teñidos 
mejor  que  ningún  carmesí. 

Y  una  cosa  queda  por  decir,  que  no  es  la  menor;  que 
no  había  en  aquel  convite  quien  constriñese  a  beber,  por- 
que el  vino  debía  de  ser  tal,  que  él  mismo  convidaba  con- 

1140  sigo,  y  antes  sería  menester  freno  para  no  beber  tanto  que 
forzarles  a  que  lo  bebiesen  ¡Oh  dulcísima  sangre!  ¡Oh  pre- 
ciosísimo vino!  ¿Quién  nos  ha  cerrado  las  orejas?  ¿Quién 


1110  pero  om.  XT  ||  1115  comer,]  con  descanso  add.  NT  |  quieres  T  ||  1118 
remuerda  ni  acuse  N 

1121  podrían  V  ||  1122  dotrinas  T  ||  1123  del  demonio  IV,  de  los  demonios 
T  ||  1125  poder  om.  T  ||  1126  colunas  T  ||  1127  esta]  santa  add.  NT  |  en] 
a  T  ||  1128  santísima  ¡VT  |  su]  la  NT  |  santidad]  de  su  vida  add.  NT  || 
1129  Jesucristo]  nuestro  Señor  add.  T  |1  1130  autoridad  NT  |  a  Jos  hombres 
om.  NT  |  en  pie]  siempre  V  \\  1131  así  om.  NT  |  colunas  NT  ||  1135  derra- 
maron] por  El  add.  T 

1140  para]  y  que  constriñiesen  (constriñesen  T)  a  ST  |  tanto  om.  tí  || 
1141  bebiesen]   hiciesen  N  |l  1142  las  orejas]  los  ojos  NT  ||  1143  cerrado] 

B.Aviltx  i  28 


866 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ha  cerrado  nuestro  apetito,  para  que  no  conozcamos  tan 
grande  valor,  no  gustemos  tu  dulcedumbre  y  sintamos  tan 

1145  mal  de  ti,  que  sea  menester  que  los  predicadores  os  impor- 
tunemos con  tantas  palabras  a  que  vais  a  comer  y  beber 
este  celestial  pan  y  vino,  que  esfuerza  y  alegra  nuestro  co- 
razón? Y  lo  que  peor  es:  que  hay  algunos  que  sea  menester 
que  los  fuercen  el  perlado  y  la  justicia,  para  que  vengan 

1150  de  mala  gana  a  la  mesa  de  'la  buena  gracia,  donde  el  Señor 
de  tan  buena  gana  se  da. 

¡Oh  válame  Dios,  y  qué  diferentes  caminos  andamos  tú, 
Señor,  y  nosotros!  Tú  vienes  del  cielo  muerto  de  hambre 
por  mantenernos,  y  el  hombre  no  ha  gana  de  ti  y  huye  por 

1155  no  recebirte.  ¡Adolécete,  Señor,  de  cuan  errados  caminos 
andamos  y  métenos  por  tu  misericordia  en  los  caminos  de 
verdad  y  de  amor,  para  que,  pues  vienes  con  gana  de  te 
nos  dar,  vamos  a  ti  con  gana  de  te  recebir! 

¡Cristiano,  que  es  menester  rogarte  que  comas  de  este 

1160  sagrado  manjar  y  bebas  de  este  dulcísimo  vino!  Verdade- 
ramente El  por  quién  es,  por.su  hermosura  y  bondad,  me- 
rece que  lo  amásemos  tanto  y  tuviésemos  tanta  hambre  de 
ir  a  El,  que  las  voces  que  agora  os  damos  los  predicadores 
rogándoos  que  vais,  habían  de  ser  deciros  que,  aunque  el 

1165  vino  es  dulcísimo  y  vuestra  sed  grande,  que  os  templásedes 
en  el  beber,  que  por  ventura  comíades  más  que  vuestros 
trabajos  merecían. 

El  convite  eucarís-  ¡Plega  a  tu  misericordia  que  venga 
tico,  figura  del  con-    ya  aquel  día  en  que  faz  a  faz  te 

1170         vite  del  cielo  veamos,  para  que  tu  hermosura  cla- 

ramente vista  despierte  en  nosotros, 
como  San  Juan  Evangelista  dijo,  concupiscencias  eternas! 

Verná,  y  vuestros  ojos  verán  claro  a  este  Señor  que 
agora  veis  escondido,  si  queréis  aprovecharos  de  este  con- 

1175  vite,  que,  como  es  cumplimiento  de  las  figuras  pasadas, 
así  es  figura  del  convite  que  está  por  venir.  No  figura  en 
lo  que  toca  al  manjar,  porque  el  mismo  que  aquí  comemos 
en  fe  es  el  mismo  que  comeremos  allá  en  su  misma  esp°cie. 
Que  por  esto  dijo  San  Juan  que  vió  en  las  dos  riberas  de 

derribado  NT  ||  1144  sentimos  N  H  1146  vayáis  7"  ||  1149  les  fuerce  NT  |  pre- 
lado  NT  |  para]  y  N  ||  1150  mesa]  misa  V  ||  1151  tan  om.  N 

1155  Adolécete]  Duélate  N  l|  1156  de]  tu  add.  NT  ||  1157  d«,]  tu  add.  NT  I 
con]  grande  add.  T  \\  1157-1158  dártenos  vayamos  T 

1160  Verdaderamente]  merece  add.  NT  ||  1161  y]  por  su  NT  ||  1162  me- 
rece om.  NT  |  lo]  le  T  ||  1163  ahora  NT  ||  1164  había  NT 

1168  Plegué  7]  Señor  add.  NT  ||  1169  te]  nos  T  ||  1172  concupiscencias] 
con  sus  paciencias  V  |  como  San  Juan  -  eternas]  deseos  eternos  T 

1173  Verná]  cierto  verná  add.  NT  ||  1174  ahora  NT  |  ascondido  N  ||  1175 
las]   la  ¡V   ||   1176  ansí  N   II   1178  allá  comeremos  T  '  mismal    prorpria  ¡V. 

1146  Cf.  Eccli.  44,  20. 
1178    Cf.  Ps.  104,  15. 


5¿.     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


867 


180  un  río  que  salía  de  la  silla  de  Dios,  árbol  y  no  árboles; 
porque  de  la  una  parte  del  rio,  que  es  el  cielo,  está  Jesu- 
cristo nuestro  Señor  mantiniendo  los  de  allá;  y  a  la  otra 
ribera,  que  es  la  Iglesia  en  que  estamos,  está  el  mismo 
árbol  de  Vida  mantiniéndonos  como  manjar.  Y  aunque  en 
.185  el  sitio  local  hay  muchas  leguas  de  esta  ribera  a  la  otra, 
de  la  tierra  al  cielo;  mas  para  quien  bien  come  de  este 
manjar,  muy  cerquita  está  el  convite  del  cielo;  sigún  está 
figurado  en  el  convite  pasado,  que  fué  hecho  en  un  portal 
cerca  del  huerto  del  rey;  y  aquella  bienaventuranza  del  cielo 
1190  es  llamada  por  nombre  de  paraíso,  que  quiere  decir  huerto, 
por  ser  cosa  fresca  que  da  mantenimiento  y  deleite ;  y  antes 
de  él  está  el  portal,  que  es  la  Iglesia;  y  aquello  y  esto  se 
llama  un  reino  de  Dios,  y  se  llama  paraíso  y  huerto  cerra- 
do. De  manera  que,  como  en  los  nombres  somos  cercanos 
1195  al  cielo,  así  lo  seremos  en  entrar  allá,  si  sabemos  aprove- 
charnos bien  de  aquesta  mesa  sagrada. 

En  la  cual,  aunque  esté  el  mismo  manjar  que  en  el 
cielo  está,  y  cuanto  a  esto  no  sea  figura,  mas  cuanto  al 
modo  del  comer  y  cuanto  a  otras  circunstancias  es  gran- 
1200   dísima  la  ventaja  que  aquel  convite  del  cielo  hace  al  que  ce- 
lebramos en  la  tierra,  como  este  convite  excede  a  las  cosas 
que  lo  figuraban.  Por  un  pequeño  templo,  en  que  aquí  ce- 
lebramos este  convite,  allá  hay  la  inmensidad  del  cielo,  en 
cuya  comparación  lo  de  acá  es  un  punto.  Aquí  hay  músicas 
1205    de  alabanzas  divinales,  para  que  mejor  nos  sepa  el  manjar; 
allí  hay  música  de  innumerables  cantores,  que  no  descan- 
san noche  ni  día  alabando  al  que  los  crió.  Este  Señor  que 
aquí  está  Rey  es;  no  está  solo,  que  muchos  ángeles  están 
con  El,  aunque  no  los  vemos;  mas  pocos  son  en  compa- 
1210    ración  de  los  que  están  allá,  pues  millares  de  millares  le 
sirven  y  diez  veces  centena  de  millares  asisten  a  El.  El  suelo 
en  que  se  hace  el  convite  de  acá  precioso  es;  mas  las  plazas 
de  aquella  ciudad  que  San  Juan  vió,  son  de  oro  purísimo. 
Encubierto  está  aquí  este  Señor  para  mérito  de  nuestra 
1215    fe;  allí  es  visto  faz  a  faz  para  galardón  de  los  que  aquí 
trabajaron.  Abrimos  aquí  la  boca  y  recebimos  su  santísimo 
cuerpo  en  nuestras  entrañas;  mas  aquella  conjunción  que 
en  el  cielo  habrá  cuando  nuestra  alma  se  junte  con  la  divi- 


propia  T  ¡i  1179  dice  T  |  que]  él  add.  T  \\  1182  manteniendo  a  add.  NT  || 
1184  de]  la  add.  T  |  manteniéndonos  NT  |]  1186  aqueste  NT  ||  1187  según 
¡VT  |!  1191  ante  NT  ||  1193  llamaba,]  N  |  un  om.  N  ||  1195  ans£  N 

1197  está  .V  H  1197-1198  que  en  el  cielo  está  om.  NT  ||  1199  del]  de  NT  || 
1200  la  om.  T  |  ventaja]  la  add.  T  ||  1201  como]  con  T  ||  1203  hay  allá 
NT  ||  1204  música  NT  |¡  1206  allá  T  |  cantares  T  ||  12C8  es  el  Rey  N,  es 
Rey  T  ||  12C9  mas  om.  T  ||  1210  le]  lo  T  ||  1211  centenas  T 

1215  trualardón  ¡V      1216  trabajaren  NT  '!  1218  ánima  NT,  '!  1219-1220  es 


Il8o     A  DOC.   22,  2. 

lili    Cf.  Dan.  7,  io. 


868 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nidad,  ¡dichosos  los  que  la  gustan!,  que  a  nosotros  inefable 
1220  es.  Un  hierro  metido  en  un  fortisimo  fuego  de  fragua  todo 
se  penetra  del  fuego  y  parece  que  es  el  mismo  fuego;  y 
cuando  el  sol  se  encorpora  con  una  nube,  párala  tan  lu- 
ciente, que  semeja  al  mismo  sol;  mas  todo  esto,  y  más  que 
se  puede  decir,  es  bajo  en  comparación  de  aquel  intimo 
1225  ilapso,  por  el  cual  en  el  cielo  el  ánima  es  hecha  un  espí- 
ritu con  Dios  y  queda  Dios  más  dentro  de  ella  que  ella  mis* 
ma  consigo. 

¡Oh  junta  honrosa,  deleitosa  y  bastantísima  a  hacer  un 
ánima  enteramente  bienaventurada!  No  tienes  precio,  no 
1230   tienes  nombre;  sobre  todo  pensamiento  y  deseo  te  has  le- 
vantado, y  eres  un  maná  abscondido,  que  sólo  el  que  lo 
recibe  lo  sabe. 

El  deleite  se  causa  de  juntarse  una  cosa  con  otra  que 
le  es  conviniente,  de  una  cierta  proporción,  que  hace  dos 

1235  cosas  semejables  y  que  venga  una  con  otra  Mas  ¿qué  len- 
gua habrá  que  diga  cuán  bien,  cuán  propio,  cuán  ajustado 
viene  Dios  con  el  alma?  Pues  día  es  criada  a  imagen  de 
El,  y  la  junta  es  indicible,  el  amor  es  indicible,  y  así  lo  son 
los  deleites.  Tiene  esto  la  infinita  hermosura  de  Dios,  que, 

1240  en  siendo  visto,  causa  en  sus  miradores  una  hambre  y  sed 
de  espiritualmente  comerlo  y  beberlo,  y  de  tal  manera  les 
roba  los  corazones,  que  ninguna  saeta  tan  recia  va  a  dar 
en  un  blanco,  cuanto  ellos  van  a  juntarse  con  Dios;  y  se- 
gún la  hambre,  así  es  la  hartura.  Y  aunque  el  cuerpo  tenga 

1245  sus  corporales  placeres  que  toma  de  las  criaturas,  mas  el 
ánima  y  sus  potencias,  como  son  más  excelentes  que  las 
corporales,  cuando  allí  se  emplean  todas  en  su  Criador, 
gozan  de  un  deleite  tan  verdadero,  que  la  menor  gota  de 
aquel  dulcísimo  vino  es  más  precioso  que  todos  los  deleites 

1250  de  acá,  y  quien  de  aquello  bebiere,  de  todo  lo  demás  tiene 
muy  apagada  la  sed.  Y  como  el  ánima  es  incorruptible  y 
eterna,  y  el  manjar  mucho  más,  la  hambre — para  que  el 
manjar  sepa  bien — es  grandísima,  el  manjar  está  muy  con- 
junto con  ella,  comen  siempre  con  hambre  que  no  ator- 

1255  menta,  sino  que  alanza  el  fastidio;  y  aunque  la  divina  esen- 
cia sea  una,  sus  perfecciones  son  infinitas,  e  ya  contemplan 

inefable  T  ||  1220-1221  de  fragua -fuego  y]  om.  T  ||  1222  incorpora  T  ||  1223 
sol  om.  V  |¡  1224  pueda  N  |  es]  muy  fldd.  NT 
1228  honrosa]  oh  add.  T  ||  1231  escondido  T 

1234  conveniente  NT  [|  1235  y  om.  NT  \\  1236  proprio  .V  ||  1237  ánima 
NT  ||  1238  indecible  ¿V]  y  add.  NT  |  indecible,  N  |  ansí  ¡V  l|  1240  vista  NT  | 
miradores]  amadores'  T  ||  1243  con]  a  T  ||  1244  ansi  .Y  ||  1248  de,  om.  T  || 
1249  preciosa  NT  ||  1250  de  todo  lo  demás  om.  V  ||  1251  incorrutible  T  |  1254 
conjunto]  junto  T  ||  1256  e]  y  NT  |  contemplan]  en  add.  T  \\  1257  e 
om.  NT  |  ya]  en  add.  T  ||  1258  qué  de  nuevo  NT 


I22Ó    I  Cor.  6,  17. 

1235   Santo  Tomás,  Sv/mima,  1-2,  q.  n,  a.  1  ad  3. 


EN  LA  LNFKAOCTAVA  DEL  CORPUS 


una,  e  ya  otra,  comiendo  siempre  y  hallando  siempre  de 
nuevo  que  comer. 

Son  servidos  en  diversos  vasos  con  diversos  manjares, 

¡1260  no  en  la  esencia,  sino  en  la  consideración;  y  todos  son  de 
oro,  porque  están  encendidos  en  perfectísimo  amor;  y  no 
es  menester  que  les  constriña  nadie  a  comer  y  biber,  por- 
que la  hermosura,  bondad  y  dulzura  de  Dios  los  saca  de 
si  y  los  junta  consigo  con  suavísima  fuerza. 

L265  Aquí  tenemos  doseles  de  doctrina  de  santos  y  de  la 
Iglesia,  que  nos  defienden  de  los  errores  e  impedimentos  que 
nos  puedtn  turbar  nuestra  sagrada  comida;  mas  allí  no  ha- 
bremos menester  este  reparo,  ni  la  lumbre  de  fe,  porque 
claramente  veremos  todo  lo  que  aquí  creemos,  sin  poder 
1 1270  en  ello  dudar.  Los  doseles  que  allí  los  cobijarán  serán  las 
alas  divinas,  que  así  los  terná  amparados  debajo  de  su  som- 
bra como  la  gallina  tiene  sus  hijos,  morando  en  ellos,  y 
ellos  en  El;  gozoso  de  hacerles  bien,  y  gozosos  ellos  de  re- 
cebirlo;  sus  deseos  tan  llenos,  que  no  tienen  más  que  de- 

1275  sear,  y  nunca  ellos  pensaron  ni  desearon  que  era  tan  grande 
el  bien  que  de  la  mano  poderosa  de  Dios  habían  de  recebir. 

Ellos  están  asentados  a  aquella  mesa  divina,  comiendo 
del  pan  celestial  sin  velo  ninguno;  nosotros  estamos  acá  en 
este  miserable  destierro.  Y  aunque  somos  dichosos  por  co- 

1280  mer  del  Pan  que  del  cielo  -vino,  tenemos  por  qué  llorar, 
porque  ni  sabemos  comer  ni  se  puede  comer  acá  tan  bien 
como  allá.  Y  no  es  maravilla,  porque  esto  es  figura  cele- 
brada en  este  destierro,  que  más  es  para  despertar  hambre 
que  para  quitarla,  y  el  cumplimiento  de  ella  está  allí,  donde 

1285  está  escrito  que  serán  embriagados  de  la  abundancia  de  la 
casa  de  Dios,  y  les  dará  a  beber  con  el  rio  de  su  deleite. 

Gocemos  entretanto,  hermanos,  de  este  deleite,  y  sus- 
piremos por  aquél;  agradezcamos  éste,  alleguémonos  a  él, 
y  tememos  una  prenda  y  señal  de  ser  convidados  del  otro. 

1290   El  que  se  apartó  de    Estad  muy  atentos  a  lo  que  pasa 
la  mesa  de  Dios,  se-    en  este  convite  y  veréis  una  clara 
rá  apartado  figura  de  cómo  le  irá  a  cada  uno 

en  el  día  del  juicio  que  está  por 
venir.  San  Augustín  dice  que  la  cruz  donde  el  Señor  fué 

1259  sorbidos  V  |  vasos]  y  add.  :V  ||  1262  los  constiña  .V  ||  y]  ni  T 

1265  y  om.  T  f|  1266  c]  o  .V  ||  1268  este  om.  .V  |  la  om.  NT  ||  1269-1270 
poder  en  ello]  poderlo  T  ||  1270  El  dosel  NT  |  allí  los]  allisto  .V  |  cobijará 
NT  |  será  JV  ¡|  1271  ansí  ¡V  |  amparados]  emparedados  V  \\  1272  tiene]  a 
add.  NT  ||  1273  gozo  V  |  hacerlos  .V  ||  1274  recebirle  .V  |  deseos]  son  add.  T  \\ 
1275  desearon]  ni  imaginaron  add.  N 

1277  sentados  .V  |  divina]  y  add.  NT  \\  1281  ni  se  puede  om.  V  ||  1282 
porque]  pues  que  ST  \\  1285  escripto  .V  U  1286  les]  los  NT 

1288  aquél]  y  add.  V  I  alleguémonos]  alegrémonos  V  1289  señal]  de  que 
hemos  add.  NT 


1271    Cf.  Ps.  16,  S.         1272    Cf.  Mt.  23,  37-      i*86    Cf.  Ps.  35,  q. 


870  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


1295  crucificado,  "no  sólo  fué  tormento  de  quien  padecía,  mas 
también  fué  silla  de  Juez  que  daba  sentencia".  Dos  culpa- 
dos tenía  a  los  lados  este  Juez;  y  [a]  aquel  que  confesó 
sus  pecados  y  le  dijo:  ¡Señor,  acuérdate  de  mí  cuando  es- 
tuvieres en  tu  reino!,  lo  perdonó,  y  aquel  mismo  día  lo  llevó 

1300  a  paraíso,  y  lo  hizo  convidado  de  su  mesa  divina,  compa- 
ñero de  los  santos  y  de  los  ángeles,  que  comen  a  Dios  y  se 
mantienen  de  El  para  siempre.  ¡Dichosa  suerte,  por  cierto, 
y  copiosa  paga  de  su  confesión!  Y  por  el  contrario,  desdi- 
chado el  de  la  mano  izquierda,  que,  por  no  hacer  lo  que 

1305  el  otro  hizo,  perdió  el  convite  de  Dios  y  fué  sentenciado 
a  serle  manjar  de  la  muerte  que  lo  pazca,  y  sin  acabarlo, 
lo  esté  siempre  matando  mientras  Dios  fuere  Dios. 

Pues  aquello  que  en  la  cruz  pasó,  de  ser  salvo  el  que 
estaba  a  la  mano  derecha,  y  condenado  el  que  a  la  izquierda 

1310  mano,  que  fué  figura  del  día  postrero,  cuando  el  Señor,  que 
fué  de  los  hombres  juzgado  y  condenado,  venga  en  las  nubes 
del  cielo  con  gran  majestad  y  absuelva  a  los  de  la  mano 
derecha  y  condene  a  los  de  la  mano  izquierda,  esto  mismo 
se  representa  en  esta  mesa  sagrada:  mal  de  unos,  bien  de 

1315    otros,  si  hay  ojos  que  lo  sepan  mirar. 

¿Qué  piensas,  hermano,  que  es  paraíso?  Es  un  juntar- 
se con  Dios  y  decir  El:  Venid,  benditos  de  mi  Padre,  a 
poseer  el  reino  que  está  aparejado  dende  el  principio  del 
mundo.  ¿Y  qué  piensas  que  es  infierno?  Ser  alanzado  un 

1320  hombre  de  la  mesa  de  Dios,  llena  de  hartura  y  de  lumbre, 
y  echado  en  las  tinieblas  de  fuera  con  la  voz  del  Juez,  que 
dice:  Apartaos  de  mí,  malditos  de  mi  Padre,  al  fuego  eterno 
que  os  está  aparejado. 

Juntarse  con  Dios  es  paraíso;  apartarse  de  Dios  es  in- 

1325  fiemo.  "Pues  dime,  cristiano — dice  San  Cipriano — :  tú  que 
te  apartas  de  este  sagrado  convite,  en  el  cual  está  Dios, 
¿no  ves  que  ya  das  señal  en  esta  vida  presente  de  lo  que 
te  ha  de  acaecer  en  el  terrible  día  del  juicio  que  está  por 
venir?  Tú  mismo  te  apartas  de  Dios;  tú  mismo  das  la  sen- 

1330    tencia  contra  ti;  no  te  hará  Dios  injuria  en  aquel  día  de 

1291  convite]  en  este  tiempo  presente  add.  NT  ||  1294  Agustín  T  ||  1297 
acuel]  al  NT  |  que]  conoció  y  add.  NT  |  confesó]  consejo  N  ||  1299  reino] 
y  add.  N  |  lo  ]  le  NT  |  mesmo  T  ||  13C0  a]  al  T  |  lo]  le  NT  ||  13C6  serlel 
ser  él  NT  ||  ¿307  lo  om.  NT  |  matando]  lamentando  T 

1308  salvo]  en  add.  N  ||  1310  mano  om.  T  |  quei  om.  I"  [|  1313  mano 
om.  T  |  mesmo  7"  ||  1314  se  om.  T 

1316-1317  juntarse  con]  sentarse  T  ||  1317  de]  del  JV  ]|  1318  que]  os 
add.  NT  |  dende]  desde  NT  ||  1320  de4  om.  T  ||  1323  os  om.  T 

1328  te  om.  T  |¡  1329  mismo,  om.  .V  |)  1330  ti]  mismo  add.  N  |  injuria] 

1296  San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  32..  c.  7,  11  :  ML  35,  1642  ; 
Serm.  285,  1  :  ML  38,  1294. 

T299    Le.  23,  42.  1321    Mt.  8,  12. 

1312    Cf.  Mt.  24,  30.  1323    Cf.  Mt.  2,s,  41. 

1379    Cf.  Mt.  25,  34. 


EN  LA  INFRAOCTAVA  OEL  CORPUS 


873 


apartarte  de  sí,  aunque  tú  mucho  le  ruegues,  y  todo  el  cielo 
y  la  tierra,  que  te  junte  consigo,  pues  que  agora  tú  te  apar- 
tas de  El  de  tu  propia  voluntad,  y  con  tanta  porfía,  que, 
aunque  te  rueguen  predicadores  y  el  mismo  Dios  que  te 

.335  está  convidando,  te  haces  tan  sordo  como  si  no  valiese  nada 
con  lo  que  tf  convidan,  o  como  si  podías  valerte  sin  ello, 
o  como  si  Dios,  que  te  lo  ruega,  no  fuese  nadie".  ¡Ay  de 
ti  para  en  aquel  día  en  que  Dios  entrará  en  juicio  contigo, 
y  será  la  sentencia:  "El  que  ignoró,  será  ignorado;  el  que 

L340    de  mí  se  apartó,  será  apartado"! 

La  comunión  inflo-  Otra  señal  tienen,  por  cierto,  las 
ma  con  el  despo  del  ovejas  de  nuestro  Señor,  que  según 
eterno  convite  su  flaqueza  se  aparejan  para,  con 
'limpia  conciencia,  venir  a  comer  de 

1345  este  Pan  celestial,  conociendo  y  confesando  sus  culpas  y  su- 
plicando al  Señor  que  se  acuerde  de  ellos  cuando  venga  a 
juzgar;  y  recibiendo  su  santísimo  cuerpo,  van  aprovechan- 
do en  la  buena  vida  v  juntándose  con  el  ánima  cada  día 
más  a  nuestro  Señor.  Este  Pan  que  del  cielo  decendió,  obra 

1350  en  ellos  desprecio  de  las  cosas  de  la  tierra  y  levántales  con 
|  su  poderosa  fuerza  a  que  deseen  las  cosas  del  cielo  y  sus- 
piren por  ellas;  porque,  como  es  pan  que  deciende  de  alto, 
tien°  virtud  para  subir  al  hombre  a  tan  alto  como  El  de- 
cendió; y  a=í  los  inflama  con  el  deseo  de  aquel  eterno  con- 

1355  vite,  y  así  es^án  ligeros  para  correr  él  camino  de  los  man- 
damientos de  Dios  y  fuertes  para  sufrir  lo^  trabajos  y  ten- 
taciones, de  cualquier  manera  que  sean.  Todo  lo  tienen  en 
poco  por  ser  participantes  de  aquellas  verdaderas  y  dulcs 
palabras:  Vosotros  sois  los  que  per  mane  tistes  conmino  en 

1360  mis  tentaciones;  yo  os  dispongo  el  reino,  como  mi  Padre 
lo  dispuso  a  mí,  para  que  comáis  y  bebáis  sobre  mi  mesa 
en  mi  reino.  Comen  de  esta  me^a,  y  tienen  hambre  de  aaué- 
Ua.  De  aquí  cobran  fuerza,  allí  esperan  p1  descanso.  Este 
Pan  celestial  les  es  pan  para  trabajar,  allí  lo  esperan  para 

1365  gozar;  v  viviendo  aquí  con  el  cuerpo,  viven  allí  con  el 
alma.  Como  acaeció  a  Santa  Mónica  y  a  otros  muchos, 

ni  sinrazón  add.  N  |  de]  en  .V,  en  aquel  día  de  om.  T  |l  1332  rué.,  om.  T  \ 
ahora  T  l|  1333  propria  N  |  estás  V  II  1335  pudieses  NT  II  1336"  valer  tú 
.V  |  ellos]  El  T  ||  1340  sea  N  I  apartado]  de  Mi  alanzado  NT 

1345  celestial]  y  este  pasto  divino  add.  NT  II  1346  que  om.  NT  |  ellos] 
en  bien  add.  NT  ||  13417  juzgar]  vivos  y  muertos  add.  NT  I  y]  llegándose 
muchas  veces  add.  NT  |l  1348  ánima]  de  add.  V  ||  1349  Señor]  y  add.  VN  | 
descendió  NT  ||  1351  a]  y  V  ||  1352  sospiren  T  I  desciende  NT  ||  1354  des- 
cendió NT  |  ansf  ¡V  ||  1355  y  asíl  que  NT  ||  1359  permanecisteis  T  |  comi- 
so .Y  ||  1361  y  bebáis  om.  T  \\  1363  fuerzal  y  add.  T  |  esperan]  cobran  T  || 
1364  les  om.  ¡V  |  trabajar]  y  add.  NT  ||  1365  allá  NT  ||  1366  ánima  NT  || 


1337  San  Cipriano,  De  orat.  domin.,  18  :  'ML  4,  540 
1339    Cf.  1  Cor.  14,  3S.  13^3    Le.  22,  28-30. 

us*    Cf.  Ps.  1  iS,  ?2- 


872 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


que,  habiendo  acabado  de  comulgar,  como  recibió  el  Pan 
que  decendió  del  cielo,  fué  inflamado  su  corazón  en  el  deseo 
del  cielo,  y,  como  embriagada  del  vino  de  Dios  que  había 

1370  bebido,  comienza  a  dar  voces  diciendo:  "Volemos  al  cielo, 
¡oh  fieles!,  volemos  al  cielo". 

¿Qué  maravilla  que,  pues  aqueste  sol  criado,  hiriendo 
con  sus  rayos  en  la  tierra  llovida,  levanta  con  su  calor  los 
vapores  de  ella,  trayéndolos  hacia  sí  y  haciéndolos  subir 

1375  a  lo  alto,  que  Jesucristo  nuestro  Señor,  verdadero  Sol  de 
justicia,  criador  de  estotro  sol,  levante  con  la  fuerza  de 
su  amor  al  ánima  que  está  llovida  con  gracia,  humedecido 
el  corazón,  y  con  devoción  y  ternura,  le  haga  subir  sus  de- 
seos a  lo  alto  del  cielo,  y,  olvidada  la  bajeza  de  acá,  la 

1380  encienda  en  amor  de  la  casa  del  cielo  donde  Dios  mora,  y 
la  haga  decir  como  otro  David:  ¡Cuán  amadas  son  tus  mo- 
radas, oh  Señor  de  las  virtudes!  Mi  ánima  codicia  y  en  gran 
manera  desea  los  palacios  del  Señor.  Mi  corazón  y  mi  carne 
se  gozaron  en  Dios  vivo. 

1385  Y  en  otra  parte  dijo:  Mi  ánima  hubo  sed  de  ti  y  también 
mi  carne,  porque  el  ánima  encendida  con  el  amor  del  Señor, 
y  la  carne  afligida  y  mortificada  con  la  penitencia,  entram- 
bas desean  a  Dios;  y  cuando  reciben  este  divino  Sacra- 
mento, entrambas  se  gozan  en  Dios,  y  entrambas  desean 

1390  ectar  en  el  cielo,  y  con  entrañable  sospiro  dicen  lo  que  se 
sigue:  El  pájaro  halló  casa  para  sí.  y  la  tórtola  nido  donde 
ponga  sus  hijos.  Y  entiendo  yo,  Señor  de  las  virtudes,  que 
tus  altares  son  para  mí  nido  y  casa,  y  sospiro  por  ir  a 
ellos,  R°y  mió  y  Dios  mío.  Y  entretanto  que  no  voy,  con- 

1395  sidero  la  buena  dicha  de  los  que  moran  en  tu  casa;  y  no 
con  envidia,  sino  con  alabanza  tuya;  y  deseo  de  verme  con 
ellos;  digo  que  son  bienaventurados  los  que  moran  en  tu 
casa,  y  que  son  tantas  las  magnificencias  que  haces  con 
ellos,  son  tan  grandes  las  perfecciones  que  en  ti  ven,  que 

1400  ni  estarán  ociosos  ni  ternán  extrañas  ocupaciones;  mas  en 
los  sin1  os  de  los  siglos  te  alabarán. 

136S  descindió  -V.  descendió  T  \\  1369  embriaga  I'  |,|  1371  oh  om.  NT 
1374  atrayendo  V  |  haciéndolo  V  l|  1375  al  en  V  I  sol  de]  sobre  V  \\  1377 
al]  el  NT  I  gracia]  y  add.  T  I  humedeciendo  T  ||  1378  y,  om.  N  |  con  de- 
voción y  om.  T  !  le]  la  T  ||  1381  corno]  a  add.  N  ||  1382  cobdicia  Ar  |l|  1384 
gozarán  N 

1385  Y]  o,  como  dice  otra  letra,  llamaron  o  alabaron  a  Dios  vivo  NT  | 
dijo]  David  add.  NT  |  anima]  y  mi  carne  add.  NT  I  de  ti  om.  T  ||  1385-1386 
y  también  mi  carne  om.  NT  ||  1386  el,  om.  T  ||  1390  suspiro  NT  ||  1391 
tortolilla  NT  ||  1392  yol  mi  Dios  y  add.  NT  ||  1393  suspiro  N  II  1394  ellas  T  | 
y  Dios  mío  om.  T  ||  1396  de  om.  T  ||  1398  casa]  Señor  add.  NT  ||  1399  ven 
en  Ti  NT  |l  1400  tendrán  T 


1371  Cf.  San  Agustín,  Confess.,  1.  9,  c.  10-11,  26-28  ¡  ML  32,  775 

1374  Ps.  83,  2-4.  1399   Ps.  83,  5. 

1376  Cf.  Ps.  62,  ?..  1401    Ps.  83,  5. 

1392  Ps.  83,  .). 


55-     EN  LA  INFRAOCTAVA  DEL  CORPUS 


873 


Mas  aunque  el  cristiano,  que  acá  mora  en  obidiencia  y 
deseos  de  ti,  no  es  tan  bienaventurado  como  aquellos  que 
te  ven  cara  a  cara,  mas  cábele  parte  de  aqueste  nombre, 

.405  y  digo  que  es  bienaventurado  el  varón  del  cual  tú  eres  su 
arrimo  y  fortaleza.  Con  tu  gracia  tiene  fuerza  para  que, 
aunque  la  propia  inclinación  y  cosas  de  este  mundo  tiren 
de  él  hacia  abajo,  queriendo  nacer  que  se  huelgue  y  tome 
gusto  de  las  cosas  de  la  tierra,  él  no  anda  por  estos  caminos, 

1410  mas  tiene  puestos  en  su  corazón  tus  caminos  y  subimientos 
para  ti,  despreciando  todos  los  impedimentos,  y,  con  obras 
y  verdaderos  deseos,  va  cada  día  subiendo  más  y  más  ha- 
cia ti.  Ni  le  estorban  los  impedimentos  de  este  valle  de  lá- 
grimas; ni  lo  próspero  ni  lo  adverso;  por  todo  pasa  para 

1415  guardar  aquí  tu  ley  y  para  llegarse  a  tu  sagrado  convite; 
y  esto  tiene  en  su  corazón  y  por  consuelo  en  esta  vida. 

Y  como  el  Señor  inspira  estos  deseos,  esta  dichosa  ham- 
bre de  comer  de  Dios  a  su  mesa  allá,  y  acá  corresponde  a 
los  tales  deseos  con  particulares  favores,  dando  gracia  el 

1420  que  dió  la  Uy  para  que  la  cumplan;  y  confortados  con  ella, 
caminan  aquí  de  virtud  en  virtud,  hasta  que  vean  al  Dios 
de  los  dioses  en  la  celestial  Sión:  llaman  al  Señor  supli- 
cándole oya  sus  oraciones  y  cumpla  sus  deseos,  y  dícenle: 
¡S<~ñor  de  las  virtudes,  oye  mi  oración;  óyenos  con  tus 

1425  orejas,  Dios  de  Jacob!  ¡Defendedor  nuestro,  Dios,  mira  en 
la  faz  de  tu  Cristo!  Míralo  sentado  a  tu  diestra  rogando 
por  nos;  míralo  aquí  entre  nosotros  encendiendo  nuestro 
corazón,  levantándolo  a  ti.  Míranos  por  El,  pues  nos  re- 
demiste  por  El,  y  cumple  el  deseo  que  nos  has  dado;  tene- 

1430  mos  por  mejor  un  dia  en  tus  palacios  que  millares  de  días 
en  cualquiera  otra  parte.  Más  quise  ser  el  menor  y  estar  en 
el  umbral  de  la  casa  de  Dios,  más  que  morar  en  las  moradas 
de  la  maldad  e  de  los  pecadores.  El  umbral  de  la  casa  del 
cielo  es  la  sagrada  comunión,  porque  por  ella  suben  allá; 

1435  y  sin  comparación  vale  más  el  bien  que  en  este  deleite  hay 
que  todos  los  deleites  y  placeres  que  dan  los  pecados  a  los 
pecadores. 

El  Señor  ama  la  misericordia,  pues  nos  dió  este  man- 

14C2  obediencia  NT  \\  1403  deseo  NT  ||  14C6  fortalezal  y  add.  NT  }  para 
om.  T  ||  1407  propria  .V  ||  14C8  queriéndole  .V  II  1413  estorben  N  |  aques- 
te NT  i!  1415  llegar  NT 

1417  deseos]  y  add.  NT  ||  1420  con  ella  om.  N  ||  1421  ven  .V  ||  1422  lla- 
man] clamen  T  ||  1423  díganle  T  ||  1424  óyela  NT  \\  1425  Dios2  om.  T  || 
1426  rogando]  abogando  NT  ||  14-27  encendido  N  ||  1429  dado]  y  estimación 
de  tu  casa  que  add.  NT  ||  1431  cualquier  N  |  otra  om.  NT  ||  1433  e]  y  NT  || 

1435  que  en  este]  el  NT  \  deleite]  y  la  honra  que  en  este  umbral  add.  NT  ¡j 

1436  deleites]  bienes  NT 

1438  ama]   a  add.  N   ||   1438-1439  pues  nos -manjar]   om.    V  '|  1441  ca 


1410    Ps.  83,  6.  1426    Ps.  83,  9-10 

1414    Ps.  83,  7.  1433    P*.  83,  11. 

(¿P5    P*.  8;,  8. 


S74 


jar;  ama  la  verdad,  pues  como  lo  prometió  lo  cumplió;  y 
1440   Dios  es  nuestro  sol  y  nuestro  escudo,  porque  no  sólo  nos 
alumbra  y  calienta  de  dentro,  mas  nos  defiende  de  los  ma- 
les de  fuera,  y  nos  dará  su  gracia  y  gloria;  a  los  malos 
castigará,   y  no   dejará  sin  galardón  a   los  que  bien  y 
sin  hacer  daño  a  otros,  y  después  de  mucho  pensado,  y  en- 
1445    señado,  habrán  caminado  por  tus  caminos.  Señor,  por  tu 
Espiritu  digo  que  bienaventurado  es  aquel  hombre  que  es- 
pera en  ti.  Si  bien  hay  en  este  mundo,  si  cosa  que  desear, 
si  placer,  si  contentamiento,  aquel  lo  tiene  que  de  presente 
recibe  con  buena  conciencia  a  tu  sacratísimo  Hijo,  y  con 
1450    esta  prenda  tiene  esperanza,  acompañada  de  buenas  obras, 
que  después  de  este  destierro  lo  llevarás  a  la  gloria,  ad 
quam  nos  perducat.  Amen.  Iesus. 

56       Comiendo  este  maná,  pasaremos  sin  caída 

MORTAL 

(Ed.  1596,  I,  pp.  651-693.) 

Non  sicut  manducavcrunt  patres  vcstri  manna.  No 
así  como  comieron  vuestros  padres  el  maná  (lo. 
6,  [59]  >• 

Todos  reciben  de  Dios    Quien  tiene  hijos,  es  razón  que  ten- 
5        mantenimiento  ga  cuidados;  y  si  buen  padre  es, 

los  debe  tener  doblados,  para  dar 
mantenimiento  de  doctrina  y  buenos  ejemplos  al  ánima  de 
sus  hijos  y  el  mantenimiento  corporal  para  sus  cuerpos,  so 
pena  de  caer  en  aquel  infame  vicio  que  San  Pablo  dice:  El 

10  que  no  tiene  cuidado  de  los  suyos,  y  principalmente  de  los  de 
su  casa — y  aquí  entran  principalmente  los  hijos — ,  la  fide- 
lidad ha  negado,  y  peor  es  que  infiel;  y  también  pudiera  de- 
cir: "la  naturaleza  ha  negado,  y  peor  es  que  animal";  pues 
a  todos  es  notorio  cómo,  por  natural  instinto,  animales  y 

15   aves  tienen  cuidado  de  mantener  sus  hijos. 

Alabado  seas  tú,  Señor,  que  tan  lejos  estás  de  que  te  sea 
dicho  este  baldón,  pues  no  solamente  a  tus  hijos  adootivos, 
que  son  los  que  están  en  tu  gracia,  mas  a  los  bastardos  y  a 
los  que  te  ofenden,  derramando  tu  copiosa  misericordia,  ha- 

20  ees  salir  tu  sol  sobre  buenos  y  malos  y  llueves  sobre  justos 
e  injustos.  Y  no  sólo  a  hombres,  mas  a  animales,  aunque  sea 
a  una  hormiga,  y  a  las  plantas,  porque  tienen  una  poca  de 
vida,  y  a  todo  das  mantenimiento  cual  conviene.  En  recono- 

lienta]  alienta  T  ||  1442  dará]  su  add.  NT  ||  1443  bien  y]  viven  NT  ||  1445 
habrán  -  caminos  oni.  NT  \\  1451  la]  tu  T  f|  1452  Amen.  Iesus]  qui  cum  Pa- 
tre  etc.  N   ||  1451-1452  ad  quam  -  Iesus  om.  T 


1442  Ps.  83,  12. 
1147    Ps.  83,  13. 


56.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


cimiento  de  lo  cual,  tu  católica  Iglesia  te  da  las  debidas  ala- 
25  banzas,  diciendo:  El  que  da  mantenimiento  a  toda  carne,  por- 
que para  siempre  es  su  misericordia.  Tú,  Señor,  das  de  comer 
a  los  hijos  de  los  cuervos  y  les  oyes.  Y,  finalmente,  los  ojos 
de  todas  las  cosas,  cada  una  según  su  manera,  a  ti  se  alzan 
y  en  ti  esperan;  y  no  en  balde,  porque  les  das  mantenimien- 
to to  en  el  tiempo  conveniente;  abres  la  mano  de  tu  magnifi- 
cencia e  hinches  todo  animal  de  bendición. 

Gracias,  Señor,  damos  a  tu  bondad  por  el  cuidado  que 
del  mantenimiento  de  nuestros  cuerpos  tienes.  Y  pues  que 
los  animales,  que  de  ti  reciben  mantenimiento,  no  te  pue- 
35  den  dar  gracias,  porque  no  te  conocen,  nosotros  te  las  da- 
mos por  ellos,  y  con  mucha  razón;  así  porque  lo  que  a  ellos 
das  es  para  que  nos  sirvan  con  ello,  y  porque  si  un  hombre 
cuerdo  tuviese  cargo  de  algunos  locos  o  de  algunos  niños, 
y  algunas  personas  les  hiciesen  bien,  debía  este  tal  darle 
40  gracias  por  lo  que  hace  con  ellos,  pues  ellos  no  se  las  pueden 
dar.  Otra  vez  te  alabamos,  Señor,  y  besamos  las  manos  de 
tu  magnificencia,  del  cuidado  que  tienes  de  nuestro  mante- 
nimiento y  de  todas  las  cosas  que  viven. 

Mantiene  a  Israel  con    Más  adelante  pasó  el  cuidado  de 

45  maná  en  el  desierto    Dios  en  ley  de  escritura  del  que 
tenía  en  ley  de  naturaleza.  Poraue 
como  tomó  pueblo  distinto,  al  cual  dió  conocimiento  de  El, 
y  le  dió  honra  de  nombre  de  suyo,  convino  que  le  honrase 
con  mantenimiento  especial,  para  darle  a  entender  el  amor 

50  particular  que  le  tenía,  para  que,  viendo  las  maravillas  que 
con  él  hacía,  más  se  confirmase  en  la  fe  de  El,  y  tomase 
aquel  beneficio  en  prendas  de  otros  mayores,  y  le  fuese  in- 
centivo para  más  le  amar. 

Saca  Dios  a  Israel  de  Egipto  con  grandes  maravillas; 

55  llévalo  por  el  desierto,  tierra  sin  pan;  y  cuando  se  les  acabó 
la  provisión  que  de  Egipto  sacaron  y  les  faltaron  los  medios 
humanos  para  se  mantener,  proveyó  Dios  en  el  tiempo  de 
la  necesidad  (que  aquella  es  la  hora  propia  de  sus  miseri- 
cordias) ;  mantúvolos  con  un  pan  singular,  nunca  hasta 

60  entonces  visto,  sin  ser  arado  ni  sembrado,  sino  enviado  del 
cielo;  pan  tan  precioso,  que  de  él  canta  David:  Pan  del  cielo 
les  dió,  y  el  hombre  comió  pan  de  los  ángeles. 

Este  es  el  que  se  llama  maná,  que  era  formado  en  el  aire, 
que  por  ser  región  alta,  se  llama  cielo;  y  se  llama  pan  de 

©5  los  ángeles  porque  por  su  ministerio  se  hacía  y  descendía. 
El  venía  junto  con  el  rocío  o  helada;  y  a  algunos  parece  que 


26  Ps.  135,  25. 

27  Cf.  Ps.  146,-  o. 
31  Ps.  144,  15-16. 

58   Cf.  Kccii.  42,  24. 


62    Ps.  77,  24-25. 

65  Cf.  Sap.  16,  20. 

66  Cf.  Nora.  11,  <> 


876 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


la  helada  venía  primero,  y  el  maná  se  asentaba  encima  de 
ella,  y  luego  el  rocío  encima  del  maná,  que  lo  tenía  cobijado 
y  escondido  hasta  que  venía  el  sol  y  derretía  el  cobertor  del 

70  rocío,  y  aparecía  el  maná,  que  era  unos  granos  menudicos 
como  simiente  de  culantro,  y  blancos  como  un  aljófar;  y  mi 
natural  sabor  era  como  de  miel;  aunque,  para  enseñar  la 
bondad  divinal  su  dulcedumbre  y  cuán  amigo  es  de  darla  a 
los  suyos,  dió  a  este  manjar  sobrenaturalmente  tal  virtud, 

75  que  supiese,  a  los  buenos  que  lo  comían,  a  cualquiera  otra 
cosa  que  ellos  deseasen  o  tuviesen  gana.  Cosa  maravillosa, 
que  unos  granillos  blancos  valiesen  por  sabor  de  perdices, 
y  de  gallinas,  y  de  fruta,  y  de  cualquier  cosa  que  al  gusto 
tocase.  Es  Dios  sabroso  y  dador  de  sabores  a  las  personas 

80  que  le  son  obedientes  en  los  servicios.  Y,  por  el  contrario, 
los  que  eran  malos  y  golosos,  y  que  no  se  contentaban  con 
comer  el  maná  como  Dios  se  lo  enviaba,  sino  que,  por  ha- 
llar en  él  más  sabor,  lo  molían  y  hacían  tortas  y  las  cocían, 
no  sólo  no  hallaban  en  él  aquellos  sobrenaturales  sabores 

85  que  los  buenos  hallaban,  mas  ni  el  natural  de  miel  que  el 
maná  tenía;  porque,  según  la  Escriptura  dice,  sabíales  a  pan 
rociado  con  aceite. 

Cada  día  acaece  esto,  que  por  no  querer  ir  por  el  cami- 
no que  Dios  nos  lleva,  por  no  contentarnos  con  lo  que  nos 

90  da  y  por  el  medio  que  nos  lo  da,  buscamos  nosotros  otros 
caminos  más  placenteros  y  que  más  provechosos  nos  pare- 
cen; y  no  sólo  no  mejoramos  nuestros  negocios,  mas  aun  los 
empeoramos.  Justicia  justísima  es  que,  si  el  ciego  quiere  ir 
delante  del  que  sabe  el  camino  muy  bien  y  le  quiere  guiar, 

95  que  tropiece  y  se  descalabre.  Y  el  hijo  mozo  que  pidió  la 
parte  de  su  hacienda  a  su  padre  y  quiso  regirse  por  sí,  per- 
dióla muy  presto,  y  aun  a  sí  mismo  con  ella,  y  de  hijo  muy 
honrado  y  abastado  en  la  casa  de  su  padre,  vino  a  ser  guarda 
de  puercos  y  a  no  hartarse  aun  de  lo  que  ellos  comían.  No 

!00  le  dañara  ser  mozo  ni  su  poca  experiencia  si  quisiera  vivir 
debajo  del  regimiento  de  su  padre. 

Tornando  al  propósito,  con  este  pan  mantuvo  el  Señor 
aquel  grandísimo  ejército  que  de  Egipto  sacó,  y  hasta  que 
lo  llevó  a  la  tierra  que  había  prometido,  nunca  le  dejó  de 
105  proveer  con  este  manjar  por  tiempo  de  cuarenta  años  ente- 
ros. Y  porque  merced  tan  señalada  y  tan  milagrosa  nunca 
de  su  pueblo  fuese  olvidada  ni  cayesen  en  desagradecimien- 
to del  tal  beneficio,  mandó  Dios  a  Moisés,  al  principio  que 
les  dió  este  pan,  que  hinchese  de  él  un  vaso  y  lo  pusiese 
no  en  el  Sancta  Sanctorum,  jun^o  con  el  arca  del  testamento 
de  Dios. 


72    Ex.  i6,  31. 

76  Cf.  Sap.  16,  20-21. 

87   Nnm.  11,  S. 


99   Cf.  Le.  15,  16. 
106   Ex.  16,  35. 
7i    Cf.  Ex.  16,  33-34: 


56.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


877 


Cristo,  verdade-    Esta  es  la  historia,  aunque  abreviada, 
ro  maná,  pan  del    de  la  divina  providencia  en  mantener  a 
cielo  su  Puebl°  antiguo  que  de  Egipto  sacó; 

115  con  la  cual  estaban  los  judíos  tan  ufanos 

y  favorecidos,  que  les  parecía  que  no  podía  haber  mejor  ni 
más  maravillosa  ni  excelente  comida  que  aquésta.  Y  así  cuan- 
do el  Señor  les  habló  diciendo:  Obrad  manjar  que  no  se 
acaba,  mas  que  permanece  en  la  vida  eterna,  acordándose 

120  ellos  de  su  maná,  le  dicen:  ¿Qué  señal  obras  tú  para  que 
creamos  en  ti?  Porque  nuestros  padres  comieron  pan  del 
cielo,  según  dice  la  Escriptura:  Disteles  pan  del  cielo,  y  el 
hombre  comió  pan  de  ángeles. 

¡Oh  gente  grosera,  que  no  sabéis  sino  de  la  tierra,  no 

125  estimáis  sino  el  mantenimiento  del  cuerpo!  Dios  os  dé  su 
luz  y  orejas  interiores  con  que  sepáis  oír  y  entender  el  Pan 
divino  que  ese  Maestro,  a  quien  preguntáis,  que  del  cielo 
vino,  os  dará.  De  verdad  os  digo — dijo  la  verdad  de  Dios— 
que  Moisés  no  os  dió  pan  del  cielo;  mas  mi  Padre  os  da  el 

130  pan  verdadero  del  cielo.  Yo  soy  pan  vivo,  que  del  cielo  decen- 
dí  para  que  todo  aquel  que  de  mí  comiere  viva  para  siempre. 

Parecióles  bien  el  pan  que  mantiene  para  siempre;  pare- 
cióles cosa  recia  que  Aquel  que  era  tenido  por  hijo  de  una 
mujer  y  de  un  hombre  a  los  cuales  ellos  conocían,  dijese 

135  que  había  decendido  del  cielo.  Y  declarando  el  Señor  más 
el  misterio  de  este  mantenimiento,  que  hace  vivir  para  siem- 
pre, díjoles:  El  pan  que  yo  daré,  mi  carne  es,  por  la  vida 
del  mundo.  Espantáronse  más,  y  dijeron:  ¿Cómo  éste  nos 
puede  dar  su  carne  para  comer? 

140  Gente  grosera  y  tosca,  sin  fe  y  sin  prudencia;  que  ya 
que  ellos  se  engañaban  en  la  manera  del  entender,  pregun- 
táranle  al  Señor,  y  dijérales  que  no  entendía  El  que  habían 
de  comer  su  carne  sagrada  así  a  bocados  y  a  tajadas  como 
la  carne  de  un  animal,  que  la  cortan  en  la  carnicería.  Fué- 

145  ronse  del  Señor,  porque  les  parecía  que  esta  doctrina  era 
dura,  ¡y  éranlo  ellos!  Porque  San  Pedro,  como  tenía  lumbre 
del  Señor,  siendo  preguntados  los  apóstoles  por  el  mismo 
Señor:  ¿Y  vosotros  queréis  también  iros  como  éstos?,  res- 
pondió: ¿A  quién  iremos,  que  tienes  palabras  de  vida  eterna? 


119  lo.  6,  27.  • "  "  •  

122  lo.  6,  30.  -  - 

123  Ps.  77,  24-25. 
131    lo.  6,  32.  51-52. 
139   lo.  6,  52-53,. 

144  San  Agustín,  ln  lo.  Ev.,  tr.  27,  c.  6,  5  (JIL  35,  1017)  :  «Non 
prodest  [caro]  quidquam,  sed  quomodo  i  1 1  í  intellexerunt  :  carnem 
quippe  sic  intellexerunt,  quomodo  in  cadavere  dilaniatur,  aut  in  ma- 
cello  venditur,  non  quomodo  spiritu  vegetatur». 

146   lo.  6,  6±. 

149  Cf.  lo.  6,  68. 


878  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


150  Tanto  va  en  la  disposición  de  quien  recibe  la  doctrina,  que 
por  una  misma  palabra  uno  huye  de  quien  la  enseña,  y  otro 
se  llega  más;  y  esta  palabra  de  este  divino  pan  es  de  tan 
alto  misterio,  que  sin  lumbre  de  Espíritu  Santo  no  se  puede 
creer.  Que  por  ésta  dijo  el  Señor:  Ninguno  puede  venir  a 

155  mí  si  mi  Padre  no  le  trujere.  Enseñó  el  celestial  Padre  al 
bienaventurado  San  Pedro  allá  dentro  de  su  corazón  la  ver- 
dad de  la  fe,  y  con  aquella  lumbre  creía  quién  era  nuestro 
Señor  y  ser  verdad  todo  lo  que  decía,  ahora  lo  entendiese, 
ahora  no,  como  ha  de  hacer  el  verdadero  creyente. 

160  Gracias  y  alabanzas  te  damos,  Señor,  todos  cuantos  es.- 
tamos  aquí,  por  nos  y  por  toda  la  Iglesia  católica,  por  tu 
grande  misericordia  que  nos  ha  dado  lumbre  y  firmeza  de 
fe  para  que  creamos  que  tu  Hijo  bendito,  aunque,  según 
hombre,  fué  engendrado  en  la  tierra,  según  Dios,  fué  en- 

185  gendrado  de  ti  antes  de  la  creación  de  cielos  y  tierra,  y  que 
decendió  del  cielo  para  nosotros  hombres,  y  por  nuestra  sa- 
lud fué  hecho  hombre,  y  murió  por  nosotros,  y  está  ence- 
rrado debajo  de  aquella  hostia  sagrada  que  allí  está. 

Para  aquí,  para  aquí  es  la  fe;  porque  aquí  hay  grandí- 

170  simas  causas  para  que  todo  entendimiento  humano  y  angé- 
lico se  admire  y  salga  de  sí.  Salieron  los  judíos  al  campo 
cuando  vieron  aquellos  granos  menudicos  y  blancos;  mara- 
villáronse mucho,  y  dijeron:  Manhuf.  que  quiere  decir:  ¿Qué 
es  aquesto?  Y  respondióles  Moisés:  Este  es  el  pan  que  dió  el 

175  Señor  para  comer.  "Si  te  maravillas  de  la  sombra — dice  San 
Ambrosio — ,  ¿con  cuánta  más  razón  del  cuerpo  que  causa 
la  sombra?"  Aquel  maná  con  que  se  mantenían  los  cuernos 
que  caminaban  ñor  la  tierra  desierta  a  la  tierra  prometida 
por  Dios,  fué  figura  de  aqueste  dulcísimo  manjar  que  te- 

180  nemos  aquí  presente,  dado  para  que  sustente  la  vida  espi- 
ritual. 

Los  cristianos  que,  cuando  se  baptizaron,  salieron  de 
Egipto,  ahogados  sus  pecados:  recibieron  la  gracia  y  virtud 
del  Espíritu  Santo,  nuevo  ser  y  nueva  vida,  hechos  hijos 

185  adoptivos  de  Dios,  a  los  cuales  prometió  el  cielo  si  guar- 
dasen sus  santos  mandamientos.  Y  para  que  en  tierra  de- 
sierta, de  tan  recios  enemigos,  tengan  fuerzas  para  caminar 
y  para  se  defender,  les  es  dado  este  fortísimo  manjar,  que 
les  conserve  la  vida  que  recibieron  en  el  santo  baptismo  hasta 

190  que  lleguen  al  cielo. 

Mas  así  como  va  mucha  diferencia  de  la  vida  del  cuerpo, 


155    lo.  6,  44. 

175   Cf.  Ex.  16,  15. 

177  San  Ambrosio,  De  Myster.,  c.  8,  49  (ML  16,  422)  :  «Si  illud 
quod  mirnris,  umbra  est  ;  quantum  istuc!  pst.  cuius  et  umbrala  mi- 
raris !» 


;Ó.     SANTISIMO  SACRAMENTO 


para  cuyo  mantenimiento  era  aquel  maná,  a  la  vida  del  áni- 
ma, para  cuyo  mantenimiento  nos  da  el  que  tenemos,  así  hay 
mucha  diferencia  de  la  causa  de  admiración  que  aquéllos 

195  tuvieron,  que  les  hizo  preguntar:  ¿Qué  es  aquesto?  Señor, 
para  siempre  bendito,  no  preguntamos  para  creer,  ni  que- 
remos entender  para  creer;  porque  aquello  es  cosa  de  infie- 
les, tasados,  y  apocados  y  miserables,  y  os  quieren  hacer  a 
vos  semejable  a  ellos,  sintiendo  de  vos  tan  bajamente,  que 

200  lo  que  ellos  no  pueden  entender  no  pueden  creer  que  vos  lo 
podéis  hacer.  ¡Lejos  vaya,  Señor,  tal  blasfemia!  Hijos  so- 
mos de  vuestra  Iglesia  católica  romana,  y,  enseñados  de 
ella,  creemos  que  debajo  de  esos  accidentes  de  pan  está  ver- 
daderamente vuestro  cuerpo  sagrado.  Y  aunque  no  lo  en- 

205  tendemos,  porque  lo  creemos,  como  dice  David,  osamos  ha- 
blar, y  para  nuestro  consuelo,  y  para  agradeceros  más  esta 
merced,  preguntar [emos] ,  no  a  Moisés,  Señor,  sino  a  vos: 
¿Qué  es  esto,  que  delante  de  nosotros  está?,  ¿estos  precio- 
sos granos  de  aljófar,  cobijados  con  rocío  de  accidentes  de 

210  pan?  Responde  el  Señor:  No  os  dió  Moisés  pan  del  cielo; 
mas  mi  Padre  os  da  pan  verdadero  del  cielo;  pan  que  comen 
los  ángeles,  pan  lleno  de  toda  suavidad  y  esfuerzo. 

Ahora,  Señor,  tenemos  más  de  que  nos  admirar  y  pre- 
guntar: ¿Qué  es  aquesto?  ¿Quién  somos  nosotros,  Señor, 

215  para  que  el  Eterno  Padre  tanto  amor  y  cuidado  tenga  de 
nos,  que  nos  envíe  desde  el  cielo  por  manjar  a  vos,  que  sois 
su  unigénito  Hijo?  Tiene  mucha  razón  Job  de  espantarse 
— y  nosotros  mucha  mayor — de  tu  inefable  bondad  y  efectos 
de  ella  diciendo:  Señor,  ¿qué  cosa  es  el  hombre  por  que  lo 

220  visitas  y  pones  en  él  tu  corazón?  Si  se  espanta  de  que  Dios 
haga  mercedes  al  hombre  y  le  visite  con  ellas,  ¿qué  diremos 
de  tan  inefable  merced,  que  El  mismo  en  persona  venga  a 
nos  visitar,  hecho  manjar  con  que  viva  nuestra  ánima? 

¡Nos  sentó  a  una  me-    Inefable  dignidad  es  aquésta,  ma- 
225     sa  con  los  ángeles !      vor>  sm  comparación,  que  la  que 
Dios  nos  dió  cuando  nos  hizo  mer- 
ced de  los  manjares  del  cuerpo;  porque  aquéllos  también 
los  dió  a  los  animales,  y  antes  parece  más  bajeza  que  alteza 
sentarnos  a  una  misma  mesa  animales  y  hombres.  Mas  danos 
y    230  este  Señor  en  manjar  pan  que  en  el  cielo  comen  los  ángeles, 
no  sólo  contemplando  su  divinidad,  mas  también  su  sacra 
humanidad,  mirándola  con  grandísimo  deleite,  cebándose  en 
el  conocimiento  y  amor  de  aquella  sacratísima  ánima  del 
Verbo  de  Dios  y  admirándose  de  aquella  gracia  sobre  todas 
235   las  gracias  con  que  la  santa  humanidad  está  unida  perso- 


206  Cf.  Ps.  115,  i. 
211    lo.  6,  32. 
220    Cf.  Tob  7,  77. 


880  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


nalmente  al  Verbo  de  Dios  y  está  hecha  más  alta  que  todos 
los  ángeles,  y  reverencian  al  Verbo  encarnado  como  a  su 
Criador  en  cuanto  Dios,  y  su  Rey  y  Señor  en  cuanto  hombre, 
y  se  deleitan  en  gran  manera  en  pensar  cómo  se  humilló  a 

240  Ser  hombre  y  del  excesivo  amor  que  tuvo  en  la  cruz,  y  su- 
bieron muy  alegres  con  El  cuando  de  la  tierra  subió  al  cielo. 

Y,  con  todo  esto,  es  tanto  el  bien  que  Dios  hizo  a  los 
hombres,  que  cuando  un  sacerdote  toma  el  pan  en  las  manos 
y,  diciendo  las  palabras  de  la  consagración,  lo  torna  en  cuer- 

245  po  verdadero  de  Jesucristo,  tiene  manjar  en  sus  manos  con 
que  pueda,  y  muy  sin  empacho,  convidar  a  los  ángeles  del 
cielo,  aunque  sean  los  más  altos  de  los  querubines  y  sera- 
fines, a  que  vengan  a  la  tierra  a  un  altar  a  gozar  de  un  con- 
vite, que  no  se  arrepientan  de  haber  venido  a  él.  ¡Mas  no 

250  esperan  ellos  a  que  los  convidemos;  ellos  se  vienen  atraídos 
del  olor  del  manjar  suavísimo.  Que  como  en  el  cielo  lo  co- 
men y  experimentan  su  dulcedumbre,  vienen  del  cielo  a  la 
tierra  a  le  gozar;  y  no  solamente  harían  esto,  mas,  si  fuese 
posible,  por  lanzas  y  fuego  se  meterían  por  venir  al  altar  a 

255   reverenciarlo,  gozarlo  y  espiritualmente  comerlo. 

No  os  maravilléis  de  aquesto  ni  os  sea  cosa  increíble; 
porque  aunque  este  manjar  que  aquí  está  es  el  mismo  de 
que  ellos  gozan  y  se  mantienen  en  el  cielo  con  vista  clara  y 
gusto  indecible,  mas  está  guisado  en  el  altar  de  otra  manera 

260  que  en  el  cielo;  y  es  tan  admirable  la  sabiduría,  es  tan  inde- 
cible el  amor,  y  las  circunstancias  con  que  está  guisado,  tan 
nuevas  y  tan  sobre  todo  entendimiento,  que  reciben  grandí- 
simo deleite  en  las  contemplar  y  dan  alabanzas  y  gracias  a 
Dios  nuestro  Señor,  que  tal  obra  hizo,  como  gente  que  sabe 

265  bien  ponderar  esta  obra  y  maravilla  de  Dios.  Alabado  sea. 
Señor,  tu  nombre,  que  hay  quien  sepa  conocer  esta  merced, 
y  engrandecer  tu  sabiduría,  y  gozar  de  aqueste  manjar 
Alábente,  Señor,  los  ángeles,  agradézcantelo,  Señor,  por  nos- 
otros, pues  que  nuestra  vista  es  tan  corta,  nuestra  virtud 

270  tan  tasada  para  saberte  mirar,  y  servir. 

Un  convite  hizo  el  rey  Asuero  en  el  tercer  año  de  su  rei- 
nado, y  convidó  a  él  todos  los  príncipes  de  su  reinado  y  a 
los  gobernadores  de  las  provincias;  hecho  con  grande  apa- 
rato de  muchos  y  diversos  manjares  traídos  a  la  mesa  con 

275  diversidad  de  vasos  de  oro.  El  vino  que  les  dió  a  bebei  era 
vino  precioso  y  real;  estaban  las  mesas  en  una  sala  c^rca 
de  un  huerto;  el  suelo,  cubierto  de  esmeraldas  y  mármol; 
muchas  tiendas,  sustentadas  con  cordeles  de  holanda  y  car- 
mesí metidos  en  anillas  de  marfil  y  sustentados  en  colunas 

280  de  mármol.  Comieron  primero  en  el  convite,  que  duró  mu- 
chos días,  la  gente  principal,  y  después  convidó  a  toda  la 


237    Cf.  Hebr.  r,  4. 


50.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


88] 


gente  que  estaba  en  aquella  ciudad,  desde  el  mayor  hasta  el 
menor,  sin  que  ninguno  quedase;  y  todo  esto  a  intento — dice 
la  divina  Escritura — de  enseñar  sus  grandes  riquezas  y  la 

285    gloria  de  su  poder. 

¡Oh  dichoso  pueblo  cristiano!  ¡Oh  dichoso  tiempo  de  la 
ley  de  gracia,  año  tercero  del  reinado  de  Dios,  en  el  cual 
hizo  el  admirable  convite,  haciéndose  hombre,  no  lo  habiendo 
hecho  en  ley  de  naturaleza  ni  en  ley  de  escritura!  En  lugar 

290  de  los  manjares  y  vino  y  vasos  de  oro  y  marfil,  carmesí 
con  holanda  y  todo  lo  demás — que  todo  es  tierra,  poquedad 
y  miseria — ,  toma  una  sacra  humanidad,  más  preciosa  que 
todo  lo  criado,  y  en  un  portal  de  Betlén,  sala  más  preciosa 
que  la  de  los  reyes,  sale  del  virginal  vientre  el  Pan  del  cielo, 

295  Jesucristo  nuestro  Señor.  Y  los  convidados  fueron  los  án- 
geles; embriagados  de  tal  dulcedumbre,  adorándolo,  y  van 
a  rogar  a  los  pastores  que  vengan  a  tan  gracioso  convite; 
y  de  muy  contentos  y  hartos,  dijeron  aquel  dulce  cantar: 
¿Gloria  sea  a  Dios  en  las  alturas  y  paz  en  la  tierra  a  los 

300   hombres  de  buena  voluntad! 

¿Qué  contemplaciones  tan  gustosas  os  parece  que  ten- 
drían los  ángeles  de  ver  a  Dios  humillado  hasta  ser  hombre 
y  nacido  en  un  pobre  portal,  reclinado  en  un  pesebre,  cer- 
cado de  pañales  de  muy  poco  precio?  Miraban  su  amor,  ad- 

305  mirábanse  de  El,  encendíanse  ellos  con  El  y  eran  manteni- 
dos admirablemente.  Allí  comenzaron  a  gustar  de  El,  y  co- 
mieron a  su  mesa,  y  siempre  le  acompañaron,  y  atentamente 
contemplaron  el  maravilloso  discurso  de  su  vida,  sus  obras 
heroicas,  su  doctrina  divina,  su  amor  en  la  cruz,  su  poder 

310  en  la  resurrección  y  su  gloria  de  la  alteza  en  la  ascensión. 
¡Qué  bien  ha  cumplido  Dios  nuestro  Señor  con  los  príncipes 
de  su  reino,  con  los  gobernadores  de  sus  provincias,  con 
todos  sus  ángeles! 

Y  los  pequeños,  Señor,  los  huérfanos  del  linaje  humanal, 

315  ¿no  tendrán  parte  en  vuestro  convite?  ¿No  comerán  siquiera 
de  las  migajas  que  caen  de  la  mesa  de  los  señores?  ¿Qué 
dices,  Señor?;  que  te  piden  los  pobres  manjar  para  que  no 
perezcan  de  hambre;  y  pues  has  hartado  los  grandes,  no  te 
olvides,  Señor,  de  los  chicos.  Los  pobres  y  menesterosos 

320  — dice  Dios — buscan  agua,  y  no  la  hay;  la  lengua  de  ellos 
con  sed  se  ha  secado.  Yo  el  Señor  los  oiré;  Dios  de  Israel,  no 
los  desampararé.  ¿Que  comeremos,  Señor,  y  beberemos  los 
pobres  a  la  mesa  de  los  ángeles  ricos?  ¿Que  levantarás  a  los 

312  gobarnadores 


285  Cf.  Esth.  1,  3-7- 

300  Le.  2,  14. 

316  Cf.  Mt.  15,  27. 

322  Is.  41,  17. 


882 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


pobres  del  polvo  para  que  se  sienten  con  los  principales  de 

325    tu  pueblo? 

Otra  vez  sea  tu  voluntad  alabada  millones  de  veces,  y 
para  siempre  sea  bendito  tu  amor;  que  si  el  rey  Asuero  con- 
vidó a  su  mesa,  donde  comían  sus  grandes,  a  todos  los  de 
su  ciudad,  por  muy  pequeños  que  fuesen,  tú,  Señor,  pues 

330  eres  más  largo  en  bondad  que  aquel  rey  y  que  todo  lo  criado, 
quisiste  convidar  a  los  hombres,  y  de  los  hombres  a  los  más 
bajos  de  los  hombres;  de  manera  que  ninguno,  por  pequeño 
que  sea,  le  sea  vedado  entrar  y  sentarse  a  la  mesa  de  que  tus 
ángeles  comen.  O  res  mirabilis!  ¡Que  el  muy  pobre,  el  siervo 

335   y  el  más  bajo  come  al  Señor!  Señor,  ¿  quién  de  los  hombres 
entenderá  las  grandezas  de  tus  misericordias  con  que  nos 
precias,  nos  ensalzas  a  que  comamos  de  ti  en  compañía  de 
los  bienaventurados  ángeles,  gente  principal  de  tu  pueblo? 
Ellos  mejor  saben  comer  de  este  divino  manjar  que  nos- 

340  otros;  más  fuerte  calor  tienen  para  lo  amar,  gustar  y  gozar; 
mejor  saben  agradecerlo  y  estimarlo  que  nosotros.  Mas  esto 
osen  los  hombres  decir,  a  gloria  de  aquel  Señor  que  allí  está, 
e  hizo  el  convite,  y  es  el  manjar  del  convite;  que  aunque  ellos 
sepan  mejor  gustar  el  manjar,  mas  que  hay  en  él  tales  cir- 

345  cunstancias  y  tal  salsa,  que  tenemos  muy  grandes  causas 
para  gozar  y  gustar  de  aquel  divino  manjar  mucho  más 
que  ellos. 

¡Angeles  del  Señor,  que  aquí  estáis  sirviendo  y  acompa- 
ñando a  nuestro  Rey  Jesucristo,  y  todos  los  que  en  el  cielo 

350  y  en  cualquier  parte  estáis!  Bien  sabemos  que  estáis  llenos 
de  verdad  y  vacíos  de  todo  desordenado  amor  propio,  y  que 
os  gozáis  de  los  bienes  de  los  pobres,  y  que  no  os  desdeñáis  de 
los  servir  y  poner  encima  de  vuestra  cabeza,  por  amor  de 
Aquel  que  es  cabeza  de  los  hombres  y  cabeza  de  ángeles.  No 

355  tengáis  por  mal  que  contemos  las  obras  y  las  misericordias 
de  Dios  hechas  a  los  hijos  de  los  hombres.  Y  dígase  por  au- 
toridad de  San  Pablo — al  cual  muy  bien  conocéis — :  No  tomó 
Dios  a  los  ángeles — quiere  decir:  "no  se  hizo  Dios  ángel" — ; 
mas  de  la  simiente  de  Abráham,  porque  tomó  carne  de  su 

360  linaje. 

Si  primero  que  nosotros  comenzasteis  a  gozar  de  Dios 
hecho  niño,  más  nosotros,  con  la  santa  Iglesia,  cantaremos: 
Por  nosotros,  hombres,  y  por  nuestra  salud  decendió  del 
cielo  a  la  tierra,  y  encarnó  por  Espíritu  Santo  de  Santa  Ma- 
365    ría  Virgen,  y  fué  hecho  hombre. 

Con  El  anduvistes,  y  os  deleitastes  en  verlo  a  El  y  a  sus 

325   Cf.  1  Reg.  2,  8  ;  Ps.  112,  8. 

335    «O  res  mirabilis !  manducat  Dominum  pauper  servus  ét  hu- 
anihs»  (Rit.  Rom.,  tit.  q,  r.  5,  tiyimn.  «Sacris  solemniis»). 
350    Of.  Ps.  106,  8. 
35Q    He.br.  2,  í6. 


56.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


S83 


obras;  y  muy  bien  supistes  ponderar  la  obra  de  su  amor, 
por  el  cual  dió  la  vida  en  la  cruz;  mas  a  lo  menos  no  canta- 
réis: Crucificado  también  por  nosotros  debajo  del  poder  de 
370  Poncio  Pilato,  padeció,  y  fué  sepultado,  como  lo  cantamos 
nosotros.  Y  si  este  amor  que  Dios  nos  tuvo,  por  ser  de  cosas 
pasadas,  no  nos  parece  salsa  tan  eficaz  para  que  comamos 
este  divino  manjar  con  particular  gusto,  vengamos  al  tiempo 
presente. 

376  ¡Señor,  nuestra  honra,  nuestro  amador  verdadero!, 
¿quien  te  trajo  ahí?  ¿Quién  te  ha  encarcelado  ahí?  ¿Qué 
haces  ahí?  ¿Qué  quieres?  ¿Qué  buscas?  Decláranos,  Señor, 
esta  cuestión;  sentencia  este  pleito:  ¿Has  tomado  ese  hábito 
pobre,  has  bajado  a  ese  portal  de  Betlén,  haste  puesto  debajo 

380  de  cantidad  tan  pequeña  por  amor  de  los  ángeles  santos  o 
de  los  hombres,  pecadores  y  pobres? 

No.  Señor,  no  por  los  ángeles,  sino  por  nosotros;  porque 
ellos  allá  os  tenían  en  el  cielo;  mas  los  pobres  de  acá  quedá- 
bamos sin  vos;  y  como,  aunque  os  subisteis  al  cielo  en  cuerpo 

385  y  en  ánima,  vuestro  corazón  y  amor  se  nos  quedó  acá,  y 
donde  está  vuestro  corazón  está  vuestro  tesoro,  quisisteis 
venir  con  el  cuerpo  a  estar  presente  con  los  que  amáis  es- 
tando lejos.  Y  si  queremos  saber  si  venís  de  mala  gana, 
muchos  años  ha  que  vos  dijisteis  que  vuestros  deleites  son 

390  estar  con  los  hijos  de  los  hombres.  ¡Oh  verdaderamente  en- 
carcelado de  amor!  ¡Oh  verdaderamente  amador  de  los  hom- 
bres, pues  por  ellos  naciste,  y  te  diste  en  precio,  derramando 
tu  preciosa  sangre  en  la  cruz,  y  para  ellos  mismos  te  has 
hecho  manjar,  y  son  los  principales  del  convite,  y  los  ánge- 

395   les  son  los  accesorios! 

Señor,  mientras  más  te  preguntamos  y  nos  respondes, 
más  tenemos  que  preguntarte.  Preguntárnoste,  Señor:  ¿Qué 
cosa  es  esto?  Respondístenos  que  era  pan  verdadero  que  el 
Padre  nos  dió.  ¡Dichosa  renta  por  cierto!  Mas  hácenos  tornar 

400  a  preguntar:  Señor,  ¿qué  es  aquesto,  que  nos  ensalzas  a 
comer  a  una  mesa  con  tus  santos  ángeles,  y  que  te  havas 
hecho  hombre  y  manjar  por  nosotros,  y  no  por  ellos?  ¿Qué 
te  queda  que  darnos?  ¿Qué  lugar  te  queda  adonde  subirnos? 
¡Oh  bondad  sin  tasa!  ¡Oh  amor  sin  medida,  que  tienes  con- 
I  405  vidados  a  los  hombres  para  que  coman  y  beban  sobre  tu 
mesa;  y  siendo  el  manjar  tú,  los  conviertes  en  ti;  y  siendo 
tú  verdadero  Dios,  haces  a  ellos  dioses  por  participación! 

¿Estaréis,  hombres,  contentos?  ¿Andaréis  ya  hambrean- 
do por  las  cosas  perecederas?  ¿Podréis  por  ventura  alcanzar, 

410   aunque  todo  lo  criado  sea  vuestro,  tales  bienes  como  en  esta 

371  Miss.  Rom.,  Ordo  Miss,,  symb.  nic.-constantinop. 

386  Cf.  Mt.  6,  21. 

^90  Prov.  8,  31. 

407  Cf.  Ps.  81,  6. 


384 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mesa  sagrada  os  son  dados,  de  honra,  deleite  y  riquezas,  el 
menor  bien  de  los  cuales  es  mayor  que  todos  los  bienes  del 
mundo?  Y  el  ser  uno  de  los  menores  de  aqueste  convite,  es 
el  ser  mayor  que  todos  los  mayores  del  mundo;  y,  según 

4lf¡  Esaías,  el  chiquito  valdrá  por  mil,  y  el  muy  pequeño  por 
gente  tortísima.  Sabed,  hombres,  preciar  al  Señor  que  tanto 
os  precia;  sabed  preciar  el  valor  de  tal  vida,  para  la  cual 
fué  necesario  perder  Cristo  la  suya  en  la  cruz,  para  que, 
mediante  el  santo  baptismo,  recibiésemos  vida  espiritual  los 

420    que  estábamos  muertos. 

El  maná,  figura    Y  para  que  esta  vida  no  se  perdiese,  sino 
de  este  Pan        3ue  se  conservase  y  aumentase,  nos  es 
dado  el  Hijo  de  Dios  para  manjar;  y 
para  eso  está  allí  cumpliendo  muy  de  verdad  la  figura  del 

425  maná,  y  excediendo  en  tanta  proporción,  que,  en  compara- 
ción de  este  manjar,  el  otro  no  se  llama  manjar  verdadero. 
No  os  dio  Moisés — dijo  el  Señor — pan  del  cielo;  mas  mi  Padre 
os  da  el  pan  verdadero  del  cielo.  No  era  el  otro  pan  de  men- 
tira, mas  era  pan  de  figura,  y  pan  imperfecto,  por  ser  pan 

430  del  cuerpo;  mas  el  cuerpo  de  nuestro  Señor  es  pan  del  ánima, 
y  su  virtud  también  resulta  en  el  cuerpo;  y  excede  tanto 
en  valor  al  otro,  que  ninguna  comparación  hay. 

Y  no  sólo  en  esto  se  cumple  la  figura  del  otro,  mas  tam- 
bién en  que,  como  el  otro,  pasados  los  cuarenta  años  que 

435  cayó  en  el  desierto,  estuvo  guardado  en  el  templo  de  Dios 
on  memoria  de  tal  beneficio  y  de  agradecimiento  a  Dios  por 
él,  así  este  sagrado  manjar,  no  sólo  cuando  de  nuevo  se 
consagró,  mas  después  acá  ha  estado  en  la  Iglesia,  y  estará 
hasta  que  el  mundo  se  acabe,  no  viejc,  sino  siempre  nuevo, 

440  convidándonos  con  más  razón  a  que  lo  agradezcamos  a  Dios 
y  nos  aprovechemos  de  él  comiendo  de  él  y  viviendo  por  él, 
que  el  otro  pasado,  que,  aunque  estaba  en  el  templo,  servi- 
ríales  de  memoria,  mas  no  de  manjar. 

¡Cuán  bien,  Señor  benditísimo,  tu  sagrado  cuerpo  cumple 

445  la  figura  del  maná  pasado,  y  con  muchas  ventajas!  Y  si  no 
hubiera  otra  figura,  que  cumplimos  nosotros,  todo  fuera  de 
alegría  y  contentamiento.  De  ti,  Señor,  se  dijo:  Todas  las 
cosas  heciste  bien;  y  por  cierto,  así  es  la  verdad;  que  muy 
bueno  y  suave  ha  sido  tu  espíritu,  y  demostrado  has  tu  dul- 

450  cedumbre  a  tus  hijos  en  mantenerlos  contigo  mismo,  para 
que,  comiéndote  a  ti,  vivan  por  ti. 


416  Is.  60,  22. 

428  lo.  6,  32. 

448  Cf.  Me.  7,  37. 

449  Sap.  12,  1. 

450  Sap.  16,  2i. 


,SÓ.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO  885 


Dime,  hombre,  ¿por    Mas  ¡ay  de  mí!,  que  no  sólo  el  maná 
qué  te  fastidia  este     es  figura  de  tu  cuerpo  sagrado,  mas 
manjar?  l°s  ^ue  entonces  lo  comían  son  figura 

455  de  los  que  lo  comemos  agora;  y  en- 

trando nosotros  en  la  fiesta,  por  alegre  que  sea,  luego  la  con- 
vertimos en  tristeza  y  lloro,  como  muy  bien  se  acordaba  To- 
bías que  lo  decia  el  profeta  Amos. 

Comían  aquel  maná  los  que  eran  buenos;  y  no  faltaba 

460  nada  para  el  verdadero  mantenimiento  y  buen  uso  de  él,  si 
la  disposición  y  humores  de  quien  lo  tomaba  estaban  buenos 
y  sanos.  El  manjar  que  tomaban  era  bueno,  obraba  en  ellos 
su  operación  y  dábales  fuerza  para  caminar  y  deleite,  sa- 
Diéndoles  a  todo  lo  que  querían;  y  así  vivían  vida  sana  y 

465  alegre,  como  lo  hacen  ahora  los  que  bien  reciben  este  manjar 
santo. 

Mas  ¿qué  diremos?  Que  como  entonces  hubo  quien  se 
descontentó  de  aquel  manjar,  y,  por  ser  delicado,  no  les 
hartaba,  y  decían  que  quisieran  estar  en  Egipto  para  comer 

470  ollas  de  carne,  puerros,  cebollas  y  cohombros,  que,  según 
había  muchos,  los  daban  de  balde  o  baratos.  Ellos  eran  los 
desabridos,  carnales  y  miserables,  indignos  de  tan  buen  man- 
jar como  Dios  les  daba.  Fueron  ingratos  a  Dios,  desprecia- 
dores  de  su  manjar,  y  sintiólo  Dios  mucho,  y  castigólos  muy 

475   bien,  aunque  les  dió  carne  como  deseaban. 

Y  ¡ay  de  nosotros,  hermanos,  que  hay  muchos  entre 
nosotros  que  ni  precian  este  sacratísimo  Pan  ni  tienen  gana 
ae  comer!  Y  si  lo  comen,  van  tan  mal  aparejados,  que,  sien- 
do El  bastante  a  henchir  todos  los  deseos  del  nombre,  se 

480  quedan  tan  vacíos  que  dicen:  Seca  está  nuestra  ánima;  no 
ven  nuestros  ojos  sino  maná.  Si  fuera  aquel  maná  pasado, 
aunque  fuera  culpa,  tenía  su  excusa  con  decir:  "Otros  man- 
jares hay  con  que  vivamos;  no  es  mucho  que  tengamos  aqués- 
te  en  poco  y  deseemos  los  otros".  Mas,  ¡pobre  de  mí!, 

485  ¿adonde  iremos,  Señor,  que  tú  sólo  das  la  vida,  y  tu  cuerpo 
es  manjar  de  vida,  y  sin  él  no  hay  sino  muerte  y  tinieblas? 
Y  por  eso,  de  los  tales  se  cumple  muy  bien  lo  que  la  Es- 
criptura  dice:  El  ánima  de  ellos  abominó  todo  el  manjar, 
y  acercáronse  a  las  puertas  de  la  muerte.  No  es  cosa  muy 

490  peligrosa  tener  fastidio  de  un  manjar  y  apetito  de  otro;  mas 
tener  abominación  de  todo  manjar,  hace  llegar  a  las  puertas 
de  la  muerte,  porque  sin  comer  no  se  puede  vivir.  Desenga- 
ñaos; un  manjar  es  aqueste  que  Dios  nos  ha  dado;  mas  tiene 
virtud  de  todos  manjares;  y  quien  de  sólo  éste  tiene  fastidio, 


45S  Cf.  Tob.  2,  ó  ;  Aja.  S,  ic 
470   Num.  11,  4-5  ;  21,  5. 
481    Num.  ii,  6. 


48S  Cf.  lo.  6,  69. 
489    Ps.  106,  18. 


SS<3 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


495  bástale  para  morir,  pues  que  fuera  de  él  no  hay  manjar  que 
dé  vida. 

¡Oh  Señor,  y  si  te  tuviste  por  ofendido,  y  tu  manjar  por 
despreciado,  cuando  aquellos  pasados  se  fastidiaban  de  él, 
qué  reciamente  te  quejarás  de  nosotros,  que,  habiendo  tú 

500  desveládote  en  darnos  un  manjar  que  eres  tú  mismo,  y  gui- 
sádolo  con  amor  nunca  visto  ni  oído,  y  con  este  amor  ha- 
berlo dado  a  los  hombres  y  rogarles  con  él,  que  haya  gente 
que  ni  el  valor  de  tu  persona,  ni  la  dulcedumbre  con  que  lo 
has  guisado,  ni  las  maravillas  que  en  él  están,  ni  la  vida 

505  que,  comiendo  de  él,  les  prometes,  sean  bastantes  a  ponerles 
gana  de  comer  de  ti!  ¡Oh  hijos  de  los  hombres,  abajad  vues- 
tras cabezas,  cobijad  vuestras  caras  de  vergüenza!  Confun- 
dios, gemid  y  llorad,  porque  nuestra  ceguedad,  ingratitud 
y  maldad  llega  a  tanto,  que  tengamos  fastidio  de  comer  a 

510  Dios  humanado;  manjar  en  el  cual  no  sólo  están  juntos  todos 
los  deleites,  mas  todos  juntos  en  comparación  de  él  no  son 
deleites. 

¡Hombre,  hombre,  que  no  te  hinche  aqueste  manjar,  y 
que  deseas  hartarte  de  carne  podrida,  que  para  en  corrup- 

515  ción,  y  en  tal  parará  quien  la  siguiere!  ¡Hombre,  que  deseas 
mantenerte  del  bien  de  las  honras  vanas,  de  espinas  de  las 
riquezas,  todo  lo  cual  es  puerros  y  cebollas,  cuya  comida 
no  sólo  no  da  contentamiento  perfecto,  mas  consume  la  com- 
plexión; y  estándolas  comiendo  con  la  boca,  saltan  los  humos 

520  a  los  ojos  y  los  hacen  llorar;  porque,  aun  estando  el  hombre 
haciendo  el  pecado,  allí  le  está  remordiendo  la  conciencia; 
y  tomando  un  poco  de  deleite  corporal  y  temporal,  le  están 
atormentando  su  ánima! 

Di,  hombre  engañado,  ¿qué  piensas?    Que  los  cohombros 

525  de  Egipto — que  son  los  pecados — ,  porque  hay  muchos  de 
ellos,  y  tras  cada  cantillo  los  hallas,  y  aun  te  ruegan  con 
ellos,  que  por  eso  se  te  dan  de  balde?  Entra  el  pecado  por 
una  puerta  y  con  él  los  demonios,  y  obligan  a  tormentos 
eternos;  sálese  por  otra  puerta  Dios  y  su  gracia,  y  pierdes 

530  el  cielo;  si  esto  es  comer  de  balde,  siendo  el  escote  tan  caro, 
yo  digo  que  no  hay  cosa  en  el  mundo  que  sea  costosa. 

Y  si  no  crees,  espera  un  poco,  cuando  te  asienten  en  los 
infiernos  en  una  mesa  cual  la  vió  Esaías  cuando  dijo:  Mesas 
llenas  de  vómito  y  de  suciedades,  vomitarás,  cierto,  y  con 

535  las  setenas  de  dolores,  lo  que  aquí  comiste  de  tus  malos  pla- 
ceres; y  experimentarás  lo  que  Dios  ha  amenazado  a  los 
tales,  diciendo:  Yo  les  daré  a  comer  ajenjos  y  a  beber  hiél. 

Dime,  hombre  a  quien  es  desabrido  este  maniar  celestial 
y  te  son  sabrosos  los  pecados  del  mundo:  ¿Quién  hizo  los 


534  Is.  28,  8. 
53"    1er.  23,  15. 


¡ANTÍSIMO  SACRAMENTO 


540  placeres,  y  los  sabores,  y  los  deleites?  ¿Por  ventura  no  los 
hizo  Dios?  Preguntó  Dios  a  Moisés:  "¿Quién  hizo  la  boca? 
¿Por  ventura  no  la  hice  yo?  Pues  ¿por  qué  temes  de  llevar 
mi  embajada?  Aunque  seas  tartamudo,  yo  seré  en  tu  boca  y 
sabrás  hablar".  Cristiano,  sabe,  si  no  lo  sabes,  que  esas 

545  cosas  que  te  deleitan,  esa  honra  y  riquezas  que  precias,  no 
las  hizo  otro  sino  aqueste  Señor.  Y  entiende  que  todas  ellas 
son  una  gota  de  agua  para  lo  que  El  tiene  en  comparación 
de  la  grandeza  del  mar.  Si  del  otro  maná  se  escribe  que  tenía 
todo  deleite,  ¿qué  será  de  éste,  que  es  Criador  del  otro  e 

550  infinito  le  excede?  Si  no,  preguntad  a  los  ángeles  si  es  Dios 
sabroso. 

¡Oh  humana  miseria!  ¡Oh  cristianos!  Despertad  por  amor 
del  Señor.  Admírense  los  cielos  y  como  Jeremías  decía:  Caí- 
ganse sus  puertas  de  espanto  de  que  haya  hombres  que  tomen 

555  fastidio  del  manjar  que  es  Dios  y  que  dejen  la  fuente  del 
agua  viva  por  desabrida,  rogándoles  con  ella,  y  vayan  a 
buscar  para  beber  cieno  podrido  en  las  cisternas  disipadas 
de  las  criaturas.  Aquí  les  ruega  consigo  mismo,  y  no  le  quie- 
ren; y  ruegan  ellos,  y  trabajan  por  alcanzar  las  cosas  que 

560  desean,  y  ni  el  mundo,  ni  el  demonio,  ni  carne  aun  no  les 
dan  de  sus  manjares  lo  que  ellos  querrían.  Cautivos  de  Ado- 
nibecec,  que  los  tiene  debajo  de  su  mesa,  cortados  los  pies 
y  las  manos  para  que  no  hagan  bien  ninguno,  y  aun  de  sus 
manjares  no  les  da  pedazo  de  pan  entero,  mas  de  las  migajas 

565  de  la  mesa  que  le  caen  a  &1  de  su  mantenimiento.  Hijos  pró- 
digos, que  guardan  los  puercos  de  los  demonios  y  aun  no  se 
hartan  de  lo  que  comen  los  puercos. 

Dime,  hombre,  ¿por  qué  te  fastidia  este  divino  manjar? 
¿Qué  cosa  se  pudo  pensar  más  al  contrario  de  lo  que  ello  es? 

570  si  fuera  algún  manjar  grosero  que  provocara  a  vómito, 
manjar  de  poco  precio,  manjar  mal  guisado,  tuvieras  excusa. 
Entremos  en  cuenta — dice  Dios — :  ¿Qué  han  hallado  vues- 
tros padres  en  mí,  porque  se  apartaron  de  mí,  y  se  fueron 
tras  la  vanidad,  y  se  tornaron  vanos?  Y  hablamos.  Señor, 

575  con  vuestra  licencia,  que,  como  se  tornan  vanos  por  amar 
la  vanidad,  se  tornan  dioses  por  comeros  a  vos.  Hombre, 
responde  a  Dios,  que  te  dice:  "¿Qué  has  hallado  en  mí,  por- 
que has  huido  de  mí,  y  se  te  pasan  meses,  y,  si  fuese  a  más 
no  poder,  se  te  pasarían  años  que  no  quieres  sentarte  a  mi 

580   mesa  y  recebir  mis  dulces  abrazos,  dándote  yo  a  mí  en  manjar 
y  por  sobremesa  prometiéndote  el  cielo  porque  me  has  rece- 
bido  en  la  tierra?  Respóndeme,  hombre:  ¿no  tienes  qué?" 
¡Ay  del  hombre  cuando  se  vea  en  el  estrecho  juicio  de 


542  Cf.  Ex.  4,  ii. 
557  Cf.  Ier.  2(  12. 
565   Cf.  Ind.  1.  7. 


567  Cf.  Le.  15,  16. 
574   Cf.  Ier.  2,  5. 


888  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


Dios  y  le  ponga  Dios  esta  demanda,  no  con  la  blandura  que 

585  yo  aquí  la  digo,  mas  haciendo  temblar  a  quien  la  pusiere! 
"¿Por  qué  fuiste  causa  que  me  desvelase  yo  en  hacerte  un 
manjar  que  me  costase  la  vida  para  que  tú  vivieses,  y  quie- 
res más  morir  comiendo  ponzoña  que  vivir  comiéndome  a 
mí?  ¡Y  que  sean  mis  deleites  estar  con  los  hombres  (teniendo 

590  muchas  causas  para  ni  verlos  ni  oírlos,  y  que  me  diesen  en 
rostro  ellos  y  sus  cosas),  y  que  tengan  ellos  por  pesadumbre 
que  les  digan  de  mi  parte:  "Confesaos  y  recebid  al  Señor"; 
y  que  no  tengan  en  nada  que  yo  estuviese  aquí  o  no!" 
Hombres,  ¿qué  falta  habéis  hallado  en  este  divino  man- 

595  jar,  del  cual  está  escrito:  Distele,  Señor,  manjar  aparejado? 
Aun  el  nombre  de  maná  quiere  decir  también  aparejada  cosa 
es  ésta.  ¿Cómo?  ¿Qué  cosa  es  ésta?  Manjar  aparejado,  que 
ni  lo  sembraste  ni  lo  araste;  sin  que  te  cueste  nada,  sin  que 
hicieses  nada  y  antes  que  fueses  nacido,  ya  Dios  te  tenía 

600  aparejado  este  manjar.  Si  no,  dime:  ¿qué  te  ha  costado  estar 
allí  el  Señor  hecho  manjar  tuyo,  convidándote  a  que  lo  quie- 
ras comer?  No  tienes  que  responder  a  esta  pregunta. 

Pierdes  la  mesa  de  Mas  quiero  yo  responder  por  ti  y 
Dios  porque  te  cues-     dar  la  causa  por  que  hallas  fastidio 

606        ta  prepararte  en  este  manjar  y  te  vas  a  buscar 

otros;  quizá  tendrás  vergüenza  de 
la  decir  delante  de  tanta  gente;  yo  la  diré;  mas  si,  dicién- 
dolo  yo,  no  te  parece  muy  mal  y  no  te  enmiendas  de  ella, 
delante  de  los  cielos  y  de  la  tierra  y  de  los  infiernos  te  será 

610   dicha  con  gran  confusión  tuya  y  condenación. 

— Tu  manjar,  Señor,  muy  bien  aparejado  está,  y  cualquier 
cristiano,  por  malo  que  sea,  si  no  es  hereje,  no  puede  poner 
falta  en  ti.  El  bien  cree  lo  que  tú  dices,  que  eres  manjar 
que  del  cielo  descendiste,  y  que  das  vida  a  quien  bien  te 

615  recibe,  y  que  fuera  de  ti,  que  ni  hay  vida  ni  gracia;  muy 
bien  aparejado  dice  que  estás,  y  que  estarlo  así,  a  él  no 
le  costó  nada.  Mas  aquí,  Señor,  está  la  llave  del  negocio, 
por  qué  no  quiere  venir  a  comer;  porque  para  ello  le  piden 
a  él  mucho  aparejo  y  muchas  condiciones;  pídenle  que  se 

620  confíese,  pídenle  que  restituya  lo  ajeno,  pídenle  que  no  blas- 
feme de  ti,  que  no  se  perjure;  piden  al  casado  que  no  co- 
nozca ni  codicie  otra  mujer,  y  al  que  no  lo  es,  que  viva  en 
castidad.  Y  parécenle  estas  cosas  tan  intolerables  y  tan 
costosas,  que  a  trueco  de  ellas  quiere  perder  la  mesa  de 

625   Dios  y  el  manjar  de  Dios  y  aun  estar  toda  su  vida  sin  El. 

¡Oh  mal  hijo,  que  tienes  por  carga  decirte  tu  padre  que 
seas  bueno!  ¡Y  mala  mujer,  porque  tu  marido  te  dice  que  no 


589  Prov.  8,  31. 
9gS    Cf.  Sap.  16,  20. 
507    ÉX.  16,  15. 


¡¡6.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


88't 


seas  adúltera,  huyes  de  su  mesa,  y  de  su  cama,  y  te  es 
desabrido!  Ven  acá,  hermano,  que  tu  mal  me  hace  haber 

630  compasión  de  ti.  ¿Duélete  mucho  el  dejar  los  pecados?  ¿Pa- 
récete cosa  costosa  aparejar  tu  cuerpo  y  tu  ánima  con  bue- 
nas obras,  para  venirte  a  sentar  a  esta  mesa  y  comer  este 
manjar  celestial?  ¿Es  cosa  costosa  guardar  castidad  por 
recebir  a  Jesucristo?  ¿Es  cosa  costosa  hacer  penitencia? 

635  ¡Oh  benditísimo  Srñor!  ¿A  quién  costó  más,  a  vos  apa- 
rejaros para  ser  manjar  para  los  hombres  o  a  los  hombres 
aparejarse  para  venir  a  comeros  a  vos?  No  me  has  menes- 
ter tú  a  mí;  y  porque  estaba  yo  muerto  y  condenado  a  eter- 
na muerte  y  te  había  menester  a  ti,  a  costa  de  cinco  mil 

640  y  tantos  azotes  que,  atado  a  una  columna,  recebió  tu  san- 
tísimo cuerpo,  quisiste  aparejarte  para  hacerte  manjar  con 
que  yo  comiese  y  bebiese;  ¡y  que  tenga  yo  por  gran  costa 
tener  cuerpo  casto  y  hacer  una  poca  de  penitencia  para 
venir  a  recebirte! 

645  Acuérdate,  hombre,  cómo  el  Señor  fué  coronado  de  es- 
pinas en  su  sagrada  cabeza,  agujereados  sus  pies  y  sus 
manos  con  clavos  en  la  cruz;  recibió  injurias  de  afrentosas 
palabras,  recibió  bofetadas  y  recios  tormentos;  y  porque 
no  quedase  nada  por  hacer  para  del  todo  enseñarte  su  amor, 

650  dió  en  la  cruz  su  vida  por  ti,  para  que  tanto  más  sabroso 
te  pareciese  cuanto  más  trabajos  padeció  por  ti,  y  para  que, 
mirando  la  costa  tan  excesiva  que  El  hizo  para  ser  tu 
magiar,  no  tengas  tú  por  cosa  pesada  aparejarte  para  comer 
de  El.  Acuérdate,  quienquiera  que  seas,  cuando  se  te  hiciere 

655  de  mal  lo  que  p1  confesor  te  manda,  o  lo  que  tú  ves  que 
es  menester  hacer  para  bien  recebir  al  Señor,  que,  si  mi- 
rares la  costa  de  El,  no  te  parecerá  cosa  recia  que,  a  trueco 
de  la  sangre  que  de  sus  manos  corría,  des  tú  limosna  a  los 
pobres,  y  a  trueco  de  sus  bofetadas  e  injurias,  perdones  las 

660  tuyas  por  su  amor  Y  si  pasares  dolor  en  dejar  algún  pecado 
a  que  estás  muy  asido  y  en  quitar  alguna  mala  costumbre 
con  que>  a  Dios  tienes  ofendido,  ofrécelo  en  cuenta  de  sus 
dolores  y  de  su  muerte,  que  por  ti  padeció;  y  verás  que 
haciendo  tú  lo  poco  que  puedes,  y  recibiendo  el  sacramento 

665  rie  la  confesión,  y  comiendo  estp  sagrado  manjar,  se  te  irá 
quitando  la  gana  de  los  pecados  y  poniéndosete  el  amor 
y  gusto  de  las  virtudes. 

La  comunión  de  hoy    No  pipnses,  no,  que  ese  aparejo  que 
prepara  la  de  ma-     se  pide  para  venir  a  esta  mesa  sa- 
670  ñaña  grada  se  te  pide  a  solas  tus  fuer- 

zas. Es  tanta  la  liberalidad  de  este 
Señor,  y  tanto  el  precio  de  la  costa  que  por  ti  hizo,  y  tan 
indecible  la  gana  de  que  goces  de  este  convite,  que  El  mis- 
mo te  ayudará  para  te  aparejar.  Y  el  confesarte  y  comul- 


890 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


6T5  garte  hoy  te  acrecentará  el  aparejo  para  comulgarte  ma- 
ñana. No  te  apartes  de  esta  mesa,  por  amor  de  Dios  y  por 
lo  que  toca  a  tu  vida.  Si  dpseas  tanto  la  vida  del  cuerpo, 
que  todo  cuanto  tienes  darás  por  la  conservar,  estima  la 
de  tu  ánima,  pues  no  tiene  fin;  y  siendo  ella  bienavpntura- 

680  da,  dará  al  cuerpo  parte  de  su  vida,  y  también  vivirá  para 
siempre.  Vida  bienaventurada  de  cuerpo  y  de  ánima  halla- 
rás aquí,  y  fuera  de  aqui  no  hay  sino  muerte. 

La  preserva  de  los    ¿Quieres  conservar  la  gracia  de 
pecados  mortales      Dios?  ¿Quieres  escapar  del  infier- 

685  no?  ¿Quieres  ser  heredero  del  cie- 

lo? ¿Quieres  no  cometer  pecado  mortal,  cosa  tan  para  de- 
sear? Frecuenta  a  recebir  este  divino  manjar,  y  experimen- 
tarás lo  que  El  mesmo  dice:  Quien  me  come  a  mí  vivirá  por 
mí.  El  papa  Inocencio  dice  que  este  santo  Sacramento  "per- 

690  dona  los  pecados  veniales  y  preserva  de  caer  en  mortales". 
San  Bernardo  dice  que  "este  santo  Sacramento  quita  el  con- 
sentir en  pecados  mortales  y  el  sentir  de  los  veniales";  quie- 
re decir  que  no  impriman  tanto  en  el  hombre. 

Todos  los  santos  dicen  que  los  efectos  que  el  pan  y  el 

695  manjar  obran  en  un  cuerpo  (cuéntalos  bien  y  piénsalos  bipn), 
que  todos  ésos  obra  este  Santísimo  Sacramento  en  el  ánima 
de  quien  bien  lo  recibe.  Y  particularmente  da  testimonio  de 
aquesto  el  glorioso  obispo  y  mártir  San  Cipriano,  el  cual 
cuenta  que  le  reveló  nuestro  S°ñor  que  se  había  de  levantar 

700  presto  en  aquella  tierra  una  grave  persecución  contra  los 
cristianos,  para  que  a  poder  de  tormentos  negasen  la  fe: 
y  aunque  había  constitución  eclesiástica  que  los  que  negasen 
la  fe  entre  los  tormentos  fuesen  castigados,  y  aunque  mucha 
penitencia  hiciesen,  no  les  fuese  dada  la  sagrada  comunión 

705  hasta  la  hora  de  su  muerte,  dijo  este  santo  obispo — y  así  lo 
escribió  a  otros  obispos — que,  no  obstante  esta  constitución, 
se  diese  el  Santísimo  Sacramento  a  los  cristianos  que  habían 
negado  la  fe  entre  los  tormentos,  para  que  estuviesen  fuertes 
para  confesar  la  fe  en  los  tormentos  que  en  la  persecución 

710    que  venía  les  habían  de  dar;  cuyas  palabras  son  éstas: 

"Pues  que  los  despertamos  y  amonestamos  a  que  peleen, 
no  les  dejemos  ir  a  la  guerra  desnudos  y  sin  armas,  mas 
armémoslos  con  el  amparo  de  la  sangre  y  cuerpo  de  Jesu- 
cristo. Y  pues  para  esto  se  consagra  la  Eucaristía,  para 


689  lo.  6,  58. 

690  Inocencio  III,  De  sacro  altar,  myster.,  1.  .1.  c.  44  í^n.  21-, 
880  :  «¡Eucliaristia  si  digne  sumatur. ..  venialia  delet  et  cavet  rnor- 
talia». 

6q2  San  Bernardo,  In  Coeria  Dom.  serm.,  3  (ML  i8¿,  272)  ¡ 
«Dúo  enim  illud  sacramentum  operatur  in  nobis  :  ut  videlicet  et  sen- 
sum  minuat  in  minimís,  et  in  gravioribus  peccatis  tollat  omnino 
'■on?.ensmii». 


715  que  pueda  ser  amparo  y  guarda  a  los  que  la  toman,  arme- 
mos con  el  amparo  de  la  hartura  de  este  Sacramento  a  los 
que  queremos  que  sean  fuertes  contra  el  perseguidor.  Por- 
que a  los  que  enseñamos  y  amonestamos  que  derramen  su 
sangre  por  la  confesión  de  la  fe  de  Cristo,  si  les  denega- 
720  mos  la  sangre  de  Cristo,  ¿cómo  han  de  pelear?  ¿O  cómo 
les  haremos  idóneos  para  que  beban  la  copa  del  martirio, 
si  primero  no  les  admitimos  a  beber  en  la  Iglesia  la  copa 
del  Señor,  dándoles  el  derecho  de  la  comunión?"  Y  un  poco 
después  dice:  "No  puede  ser  idóneo  para  recebir  martirio 
725  a  quien  la  Iglesia  no  arma  para  la  guerra;  y  aquel  ánima 
ha  de  desmayar  y  caer,  la  cual  no  recibe  la  santa  Euca- 
ristía para  que  la  encienda  y  levante". 

Palabras  dignas  de  consideración  son  todas  aquéstas, 
y  por  ventura  son  necesarias  para  semejable  persecución  a 
730  la  que  fué  revelada  a  este  santo.  Grandes  novedades  hay 
en  el  mundo  que  dan  muestras  no  sólo  de  su  vejez,  mas 
de  su  acabamiento;  y,  según  la  doctrina  evangélica,  el  estar 
los  hombres  descuidados  de  la  venida  del  juicio,  es  una 
gran  señal  que  ya  está  a  la  puerta.  La  pestilencial  doctrina 
735  de  Lutero  y  los  que  le  han  seguido  es  un  gran  testimonio 
de  que  ya  vienen  los  mensajeros  muy  cercanos  del  Ante- 
cristo, cuya  persecución  ha  de  ser  tan  recia,  que  sería  muy 
justo,  aunque  se  tardase  su  venida,  comenzar  a  aparejar  a 
los  cristianos  y  darles  armas  para  que  estuviesen  en  pie 
740  en  guerra  tan  fuerte,  cuanto  más  teniendo  tan  poco  uso  de 
padecer  tormentos  por  confesión  de  la  fe,  y  que  con  razón 
se  debe  temer  que  en  persecución  tan  grande  faltarían  mu- 
chos; pues  si  los  días  de  ella  no  se  abreviasen,  ningún  hom- 
bre quedaría  que  fuese  salvo. 
745  Y  si,  por  pareceros  que  esta  guerra  no  vendrá  tan  presto, 
no  os  queréis  aparejar,  a  la  puerta  tenemos  peligros  de 
herejes  y  de  los  turcos,  que  no  sabemos  si  será  menester  que 
ofrezcamos  nuestras  cabezas  en  confesión  de  la  fe;  y  para 
estar  fuertes  en  trance  tan  recio,  dijo  este  santo  bienaventu- 
750  rado  que  es  cosa  necesaria  el  recebir  el  santo  cuerpo  y  san- 
gre de  Jesucristo;  y  que  aquel  ánima  ha  de  faltar  y  desma- 
yar que  no  fuere  esforzada  por  la  sagrada  comunión  que 
recibe. 

Gran  daño  ha  venido  a  la  Iglesia  por  no  entenderse,  o 
755  no  enseñarse,  y  no  ponerse  en  obra  aquesta  verdad,  que 
para  confesión  de  la  fe  y  para  no  caer  en  pecado  mortal  es 
remedio  eficacísimo  el  recebir  aqueste  santo  manjar.  Y  como 
dice  este  santo,  no  es  justo  que  pidamos  a  los  cristianos 
que  estén  firmes  en  la  confesión  de  la  fe,  aunque  sean  ator- 


727  San  Cipriano,  Ep.  synod.  de  lapsis,  2,  4  :  MI.  3,  883.  885. 
734    Cf.  Mt.  24,  33  :  Le-  3*.  34- 
744    Cf.  Mt.  24.  M. 


892 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


760  mentados,  si  no  los  armamos  con  la  sagrada  comunión; 
así  también  se  puede  decir  a  los  enseñadores  cristianos  que 
piden  al  pueblo  cristiano  que  no  caigan  en  pecado  mortal, 
que  les  enseñen  que  para' esto  es  muy  gran  remedio  el  re- 
cebir  el  cuerpo  del  Señor,  y  por  cuantas  vias  pudieren  les 

765   induzgan  y  provoquen  a  esto. 

Y  téngase  por  una  cierta  señal  de  que  uno  es  legítimo 
predicador  de  Dios  si  a  los  hombres  angustiados  y  flacos 
los  consuela  y  enseña  que  reciban  a  nuestro  Señor  y  que 
con  esto  serán  confortados.  El  ángel  así  lo  hizo  con  el  pro- 

770  feta  Elias,  que,  atemorizado  con  las  amenazas  de  la  reina 
Jezabel,  iba  descarriado,  lleno  de  angustia,  suplicando  a 
Dios  que  lo  sacase  de  vida  tan  trabajosa;  y  estando  dormido 
con  aquel  tedio,  le  despierta  el  ángel  de  Dios;  y  el  remedio 
que  le  da  es  un  pan  hecho  debajo  de  rescoldo  de  la  ceniza, 

775  y  dice:  Levántate  y  come,  que  te  queda  por  andar  mucho 
camino.  Voz  de  predicador  cristiano  es  levantar  los  cora- 
zones caídos  con  aquesta  palabra:  Levántate  y  come  de 
aqueste  sacratísimo  Pan,  que  está  debajo  de  accidentes  tan 
pobres  en  señal  de  su  grande  humildad.  Como,  por  el  con- 

780  trario,  es  voz  del  demonio  el  apartar  a  los  cristianos  de  la 
frecuencia  de  estos  divinos  misterios,  pues  que  sin  ellos 
está  cierto  que  han  de  llegar  a  las  puertas  de  la  muerte; 
pues  es  propio  efecto  de  aqueste  divino  misterio  preservar 
de  pecado  mortal. 

785  y  si  todavía  piensas  que  estándote  mucho  tiempo  sin 
comulgar  no  caerás  en  pecado  mortal,  no  sé  qué  diga  de 
ti:  o  que  eres  medio  hereje,  pues  no  crees  lo  que  estos  san- 
tos dicen,  o  que  tienes  algún  privilegio  particular  para  con- 
servar la  vida  del  ánima,  que  cada  día  anda  en  peligros,  sin 

790  com°r  este  divino  manjar  y  sin  ser  armado  con  estas  celes- 
tiales armas  que  en  su  santa  Iglesia  Dios  nos  dejó. 

Y  si  todavía  porfías  que,  aunque  estés  mucho  tiempo 
sin  comulgar,  no  caerás,  yo  también  porfiaré  que  sí  cae- 
rás. Profetas  parecemos  entrambos,  pues  afirmamos  de  lo 

795  que  está  por  venir;  mas  si  me  contradijeres  a  mi  palabra 
(que  no  es  mía,  sino  de  todos  los  santos),  y  dijeres  que  tú 
profetizas  mejor,  y  te  enojares  como  Sedecías  contra  Mi- 
queas.  diciéndome  que  cómo  el  espíritu  de  la  profecía  pasó 
a  mí  sin  pasar  a  ti,  responderte  he  lo  que  Miqueas  respon- 

800  dió  a  Sedecías:  "Quién  es  mejor  profeta,  tú  lo  verás  en 
aquel  día  cuando  fueres  huyendo  de  quien  te  irá  a  matar, 
y  procurarás  de  te  esconder  de  cámara  eñ  cámara,  y  en  fin 
morirás".  Dejemos  disputas,  vengamos  a  las  obras;  el  tiem- 
po te  doy  por  testigo,  que  si  te  apartas  de  comer  de  este 

805   manjar  de  la  vida,  que  te  has  de  ver  acosado  de  algún  pe- 


776    3  Rey.  19,  7. 

8o_>    Cf.  3  Reg.  22,  24-25. 


50.     SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


cado  mortal,  y  te  ha  de  llevar  de  vencida  y,  en  fin,  qui- 
tarte la  vida  del  ánima,  y  entonces  te  acordarás  de  la  pa- 
labra de  Dios:  El  ánima  tuvo  fastidio  de  comer  todo  man- 
jar, y  llegaron  hasta  las  puertas  de  la  muerte,  y  unos  entra- 

810  ron  dentro  de  la  muerte  primera,  que  es  el  pecado  mortal, 
y  otros  entraron  en  la  muerte  segunda,  que  es  el  infierno. 

Muchos  han  cometido  pecados  mortales,  que  si  hubieran 
en  el  tiempo  de  su  tentación,  o  un  poco  antes,  confesado  y 
comulgado,  no  hubieran  caído  en  el  abismo  del  pecado  mor- 

815  tal;  y  metidos  en  éste,  muy  breve  camino  hay  para  entrar 
en  el  infierno;  porque  no  falta  más  sino  que  le  quiebren  el 
vaso  de  vidrio  que  es  este  cuerpo  que  traemos  a  cuestas, 
que  es  una  pura  flaqueza,  y  basta  para  quebrarlo  un  dolor 
de  costado  o  una  apoplejía.  A  uno  mata  un  rayo,  a  otro 

820  ahoga  el  agua,  y  muchas  veces  sin  confesar  ni  comulgar; 
y  diera  el  hombre  entonces  mil  cuentos  de  mundos  por  ha- 
ber hecho  lo  que  agora  le  rogamos,  y  ¡plegué  a  Dios!  y  otra 
vez  ¡plegué  a  Dios!  que,  como  dicen,  no  le  entre  por  una 
oreja  y  le  salga  por  otra. 

825   Los  pecados  son  los     Digamos  la  verdad,  y  ésta  es  que 
que  quitan  la  gana     no  se  te  da  nada  de  conservar  la 
de  comulgar  v^a  del  ánima.  ¡Ay  dolor,  que  tra- 

bajas con  todas  tus  fuerzas  por  huir 
de  ía  muerte  del  cuerpo,  y  curas  a  tu  esclavo  porque  no 

830  se  te  muera,  y  manti°nes  a  tu  caballo,  a  tu  azor,  a  tu 
perro  y  al  pajarillo  que  tienes  en  la  jaula,  siendo  cuidadoso 
de  su  mantenimiento,  y  +e  olvidas  de  tu  ánima!  Que  si  tu- 
vieses en  algo  este  divino  manjar,  desde  lejos  te  aperce- 
birías  para  estar  fuerte  con  la  fuerza  que  este  manjar  pone 

835  para  estar  firme  en  el  tiempo  de  la  tentación.  Mas  ni  sientes 
tu  necesidad  ni  te  convida  la  dulcedumbre  de  aqueste  man- 
jar, y,  con  el  fastidio  que  tienes  de  él,  llegas  y  pasas  a  las 
puertas  de  la  muerte. 

¡Oh  sagrado  Pan,  tan  mal  empleado!,  pues  dice  el  glo- 

840  rioso  doctor  San  Agustín  que  "este  Pan  pide  hambre  del 
hombre  interior".  Deseado,  Señor,  deseado  es  razón  que 
seas  de  nosotros,  pues  todas  las  cosas  que  pueden  desper- 
tar el  deseo,  todas  están  juntas  en  vos;  y  tenéis  grandísima 
razón  de  quejaros  de  nosotros,  pues  que  antes  que  a  este 

845  mundo  viniésedes,  aquellos  santos  patriarcas  y  profetas  que 
tenían  olor  de  vos,  con  todas  sus  entrañas  os  deseaban; 
con  atentísimas  oraciones,  mezcladas  con  lágrimas,  os  llama- 
ban y  os  suplicaban  quisiésedes  descender  acá,  para  con 
vuestra  hartura  matar  nuestra  hambre;  y  fué  tanto  lo  que 

809  Cf.  Ps.  106,  18. 
811  Cf.  Apoc.  20,  6.  14. 

841  San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  26,  c.  6,  1  (ML,  35,  1606)  :  «Pa- 
ñis quippe  iste  interioris  hominis  quaerit  esuriem». 


«94 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


850  os  desearon,  que  os  llamaron  por  nombre  el  Deseado  de  todas 
las  gentes. 

¡Cristianos,  cristianos!,  recordad,  por  reverencia  de 
Dios,  de  sueño  tan  pesado  y  tan  peligróse;  limpiad  vuestro 
gusto  de  fastidio  tan  sin  porqué;  conoced  la  merced  que 

355  Dios  os  hizo,  y  entended  que  a  nosotros  dijo  Jesucristo 
nuestro  Señor:  Bienaventurados  los  ojos  que  ven  lo  que 
vosotros  veis,  y  las  orejas  que  oyen  lo  que  vosotros  oís. 
Dígoos  de  verdad  que  muchos  profetas  y  reyes  quisieran 
ver  lo  que  vosotros  veis,  y  no  lo  alcanzaron.  Si  con  el  solo 

860  olor  de  este  sacratísimo  Pan — que  más  era  hambre  que  har- 
tura— tanto  se  consolaban,  en  tanto  lo  estimaban;  si  aquel 
maná  de  poco  valor  hacían  gracias  por  él;  si  tenían  en 
tanta  honra  el  arca  de  Setín,  que  bailaban  delante  de  ella 
con  mucho  regocijo,  ¿qué  hicieran  si  tuvieran  presente  lo 

865  figurado  por  aquellas  figuras,  que  es  este  sagrado  manjar 
que  presente  tenemos?  ¿Cómo?  ¡Y  tenemos  corazón  para 
hacer  tal  afrenta  a  este  Señor  y  dar  tal  mancha  a  nuestra 
honra,  que  antes  que  al  mundo  viniese  fué  llamado  el  De- 
seado de  todas  las  gentes,  y  que  después  de  venido  se  llama 

870  el  fastidiado  y  tenido  por  cosa  que  no  os  va  mucho  en  re- 
cebirlo  o  no  recebirlo! 

Por  cierto,  Rey  nuestro,  vos  teméis  mucha  razón  de  huir 
de  nosotros  y  por  vuestro  justo  juicio  permitir  que  perda- 
mos la  fe  sagrada  de  este  misterio  y  que  ni  haya  misa,  ni 

875  comunión,  ni  cosa  que  le  parezca.  Y  a  quien  de  esto  se 
quejare  le  podréis  con  mucha  razón  decir:  "Yo  fui  grano 
de  trigo  sembrado  en  el  vientre  virginal  de  mi  sacratísima 
Madre;  salí  de  él  tierno  y  fresco,  como  un  trigo  que  está 
en  berza;  creciéronme  aires  y  muy  recios  soles  de  trabajos, 

880  caminos  y  persecuciones;  y  cuando  fui  casi  de  treinta  años, 
echaron  los  malos  su  hoz  en  mí,  y  fui  cortado  de  esta  vida, 
molido  y  atormentado,  y  hecho  harina  para  que  de  ella  se 
hiciese  este  pan  sagrado,  del  cual  y  por  el  cual  digo:  El 
que  me  come  a  mí,  vivirá  -por  mí.  Y  habiendo  comprado  tan 

885  caro  darme  yo  por  manjar  a  los  hombres,  y  estando  cerrado 
y  depositado  en  lugar  tan  pequeño  para  que  mejor  me  pue- 
dan comer,  advierten  tan  poco  a  mis  trabajos  y  a  mi  gran- 
de amor  y  a  la  gran  necesidad  que  tienen  de  mí,  que  algu- 
nos ni  aun  quieren  venir  a  mi  casa;  y  si  otros  vienen,  con- 

890  téntanse  con  reverenciarme  cuando  soy  consagrado  y  alzado 
en  la  misa;  mas  aparejar  sus  conciencias,  pelear  contra  sus 
pasiones  para  venir  limpios  a  mi  mesa  y  recebirme  y  hol- 
garse conmigo,  muy  pocos  hay". 

El  fin  de  quedarse  Cristo  acá  debajo  de  semejanza  de 

895   pan  y  de  vino  es  para  decirnos  que,  así  como  él  uso  del  pan 


Ssi  A<?.  -,  8. 

859   Cf.  MI.  13-,  16-17. 


8-7  Cf.  lo.  12,  22j 
SS-j    To.  6,  58. 


56.    SANTÍSIMO  SACRAMENTO 


895 


y  del  vino  no  es  solamente  mirarlo,  sino  comerlo,  así  el  fin 
de  los  trabajos  que  Cristo  pasó  para  hacerse  pan  nuestro 
y  estar  allí  como  está  no  es  sólo  para  verlo  y  reverenciarlo, 
sino  para  comerlo  y  matar  nuestra  hambre  con  El  y  res- 

900  taurar  y  conservar  nuestra  vida.  Porque  ¿quién  se  hartó 
ni  mantuvo  con  sola  la  vista  del  pan?  Y  si  nos  contentamos 
solamente  con  verlo  y  no  recebir'lo,  no  se  alcanza  el  fin 
que  El  pretende;  y  tendrá  mucha  razón  para  decir:  "Pues 
que  no  usáis  de  mí  según  mi  deseo  y  vuestro  provecho,  por 

905  demás  estoy  aquí  y  por  demás  me  tenéis;  irme  he  de  vues- 
tros entendimientos  permitiendo  que  perdáis  la  fe,  pues  que 
me  echáis  vosotros  de  vuestras  voluntades,  no  me  desean- 
do ni  holgando  de  mi  comunicación;  pues  que  un  efecto  de 
los  que  bien  se  quieren  es  estar  juntos,  hablarse  y  comu- 

910  nicarse;  y  para  que  entiendan  todos  que  éste  es  mi  fin,  se 
llama  comunión  este  sagrado  misterio". 

¡Oh  cuánta  razón,  Señor,  tenéis  de  iros  de  nosotros! 
¡Cuánta  razón  tenemos  de  deciros  con  los  discípulos:  Que- 
daos, Señor,  con  nosotros,  porque  ya  es  tarde!  No  nos  cas- 

915  tiguéis  con  vuestra  ausencia,  como  habéis  castigado  a  otros, 
y  como  nuestros  pecados  merecen;  porque  tenemos,  Señor, 
poca  lumbre  y  estamos  en  tarde;  y  si  vos  os  vais,  queda- 
remos en  noche.  No,  Señor,  no  por  vuestra  misericordia: 
mas  vos  de  vuestra  poderosa  mano  sanad  el  fastidio  que 

920  nuestras  ánimas  tienen  de  aqueste  divino  manjar,  por  lo 
cual  hemos  llegado  a  las  puertas  de  la  muerte;  y  por  no  lo 
recebir,  unas  veces  habernos  llegado  a  peligros  de  pecar 
mortalmente  y  otras  hemos  caído  en  ellos.  Cumplid,  Señor, 
lo  que  está  escrito:  Envió  su  palabra  y  librólos  de  su  per- 

925  dición.  Señor,  la  palabra  yo  la  digo,  y  vuestra  es:  El  que 
me  come,  vivirá  por  mí.  Decidla  vos  en  las  entrañas  de  los 
que  aquí  están,  para  que,  según  está  escrito,  alaben  a  Dios 
sus  misericordias  y  maravillas  que  hace  con  los  hombres, 
ensálcenle  en  la  Iglesia  del  pueblo  y  cuenten  sus  obras  con 

930  alegría. 

Cuando  esta  alegría,  hermanos,  reinare  en  nuestros  co- 
razones de  ver  y  experimentar  la  dulcedumbre  de  aqueste 
soberano  manjar,  de  estar  muy  más  hartos  con  él,  le  demos 
alabanzas  por  tal  beneficio;  y  entonces  tendremos  señal  que 

936  nos  ha  librado  Dios  de  la  peligrosa  enfermedad  del  fasti- 
dio, y  nos  ha  quitado  las  gruesas  flemas  que  en  el  estómago 
de  nuestra  ánima  teníamos  y  nos  impedían  el  gusto  de 
aqueste  divino  manjar. 

Bienaventurados  los  que  lloran,  dijo  el  Spñor;  y  tras 

M0  esto  dijo:  Bienaventurados  los  que  tienen  hambre  y  sed  de 
justicia;  para  dar  a  entender  que  los  pecados  son  los  que 


914  Cf.  Le.  :4,  29. 
o-\s   Cf.  P*.  106,  20. 


9ío  Cf.  Ps.  106,  21-22.  j>ja. 
Q4i    Mt.  5,  5-6 


896 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


quitan  la  gana  de  este  sagrado  manjar,  y  llorados  los  pe- 
cados y  alanzados  de  nosotros,  luego  tenemos  tanta  gana  de 
comulgar,  como  un  hombre  sano  tiene  hambre  y  sed  de  su 

945  mantenimiento.  Y  ésta  es  la  causa  por  que  antes  de  co- 
mulgar hemos  de  confesar,  porque  en  la  confesión  echamos 
por  la  boca  nuestros  pecados,  como  quien  vomita  los  malos 
humores;  y  quedando  el  ánima  limpia,  desea  recebir  este 
divino  manjar,  y  cuando  lo  recibe  éntrale  en  gusto  y  pro- 

950  vecho. 

Quien  esto  ha  recebido  de  Dios,  déle  gracias  por  ello, 
y  entienda  que  tener  particular  devoción  y  reverencia  y 
agradecer  y  recebir  este  sagrado  manjar  con  buen  gusto 
y  provecho  es  una  grandísima  señal  que  el  hombre  está  en 

955  gracia  y  que  se  ha  de  salvar;  y  quien  no,  tema,  gima  y 
quéjese  de  sí,  porque  es  peor  que  los  brutos  y  más  necio 
que  los  niños  de  un  día. 

El  cordero,  por  natural  instinto,  sabe  conocer  su  man- 
jar; y  si  le  ponéis  muchos  manjares,  y  entre  ellos  la  leche, 

960  aunque  no  la  vea,  él  la  sacará  por  rastro,  y  comerá  de  muy 
buena  gana.  Un  niño  busca  el  pecho  de  su  madre  y  lo  toma 
con  grande  regocijo;  y  si  nosotros  estamos  sanos,  dice  San 
Juan  Crisóstomo  que  hemos  de  buscar  este  sagrado  man- 
jar y  recebirlo  con  aquel  regocijo  que,  según  hemos  dicho, 

965   y  todos  lo  vemos,  el  niño  toma  los  pechos  de  la  madre. 

Hagámoslo  así,  y  no  demos  causa,  por  reverencia  de 
Dios,  que  tan  singular  obra  suya  como  es  aquésta  se  nos 
pase  por  alto  sin  ser  conocida,  estimada,  agradecida  y  re- 
verenciada, ni  se  nos  pase  tan  excelente  manjar  sin  tener 

970  hambre  de  él  y  sin  recebirlo  muchas  veces.  No  demos  causa 
que  lo  que  Dios  nos  dejó  por  particular  socorro  para  nues- 
tra flaqueza,  por  remedio  eficaz  para  nuestra  conservación 
de  la  vida,  se  nos  torne  por  nuestra  culpa  en  juicio  'de 
condenación,  o  por  no  recebirlo,  o  por  mal  recebirlo.  Co- 

975  bremos  buenos  alientos;  pésenos  de  la  negligencia  pasada, 
sea  nuestro  cuidado  huir  de  pecados,  adornar  nuestra  áni- 
ma con  buenas  ocupaciones;  y  cualquier  trabajo  nos  parezca 
liviano  por  aparejarnos  para,  convidados  de  aqueste  Señor, 
recebirlo  con  pura  conciencia;  porque  con  esto  tendremos 

980  nuestra  ánima  en  pie  y  pasaremos  sin  caída  mortal,  aun- 
que tengamos  muchos  enemigos  que  nos  quieran  matar,  y 
tendremos  fuerzas  bastantes,  como  las  tuvo  Elias,  para  ca- 
minar por  el  camino  de  los  mandamientos  de  Dios,  hasta 
que  lleguemos  al  monte  Oreb,  que  es  la  gloria. 


965  San  Juan  Crisóstomo,  In  Mí.,  hom.  82,  5  (MG  58,  744)  : 
«Non  videtis  quanto  Ímpetu  infantes  labia  sua  tnamillae  admoveant  ? 
Cum  eodeni  studio  ad  hanc  aecedamus  tnensam,  et  ad  mamillam 
sniritualis  poculi...» 

974    Cf.  1  Cor.  11,  29.  984    3  Rep.  19,  S. 


57-     OCTAVA  DEL  CORPUS 


897 


57  Comer  la  carne  de  cristo  y  tener  un 

corazón  con  él 

Octava    del  Corpus 

(Ed.  1596.  I,  pp.  287-311.) 

Qui  manducat  meam  carncm,  et  bibit  meum  san- 
guincm,  in  me  manet,  et  ego  in  co.  Quien  come  mi 
carne  y  bebe  mi  sangre,  está  en  mí  y  yo  en  él 
lio.  6,  (57J). 

6    Exordio    Institución  divina  es  que  se  celebren  las  octa- 
vas de  las  fiestas.  Mandó  Dios  que  la  fiesta  del 
Cordero  se  celebrase  ocho  días,  y  que  el  día  octavo  fuese  de 
tanta  solemnidad  como  el  primero;  figura  de  esto  que  tene- 
mos presente.  Ocho  días  se  celebra  la  fiesta  del  Santísimo 

!0  Sacramento,  y  este  del  día  de  hoy  no  es  menos  solemne  que 
el  primero.  Las  fiestas  que  Dios  nos  manda  celebrar,  mer- 
cedes son  que  nos  hace,  porque  es  decirnos  que  pidamos 
mercedes.  Tornarnos  a  mandar  que  celebremos  hoy  otra 
vez  esta  fiesta,   es  decir:   "Quizá  habrá  alguno  que  la 

15  fiesta  principal  celebrase  tibiamente  y  se  haya  descuidado 
estos  ocho  días;  celébrese,  pues,  otra  vez  el  octavo  día". 
Y  el  mismo  Dios  que  así  lo  ordenó,  como  su  intención  es 
despertarnos  a  celebrar  sus  fiestas  y  a  recebir  sus  merce- 
des, hanos  dado  vida  hasta  hoy  para  que  las  recibamos. 

20  Henos  aquí  juntos  este  día,  donde  las  entrañas  de  Dios 
están  abiertas  para  los  hombres.  ¿Qué  diremos  hoy  a 
nuestra  Señora?:  Frange  esurienti  panem  tuum,  et  egenos 
vagosque  induc  in  domum  tuam:  cum  videris  nudum  operi 
eutn,  et  carnem  tuam  ne  despexeris.  Repartid,  Señora,  con 
25  los  pobres  de  vuestro  pan.  — Muy  bien  dicho  está,  que, 
aunque  este  Pan  sea  de  todos,  de  ninguno  es  tan  propia- 
mente como  suyo.  — Pues,  Señora,  Aquel  que  es  tan  vuestro, 
comunicádnoslo  a  los  pobres  y  seremos  ricos. 

La  vida  según  la     El  que  come  mi  carne  y  bebe  mi  san- 
30    carne  es  muerte    9re>  en  m¡  está  y  yo  en  él.  Palabras 
son  de  gran  consuelo;  por  eso  me  pa- 
reció no  tomar  otras  nuevas,  sino  las  mismas  del  primer 
día.  Díjolas  Jesucristo  nuestro  Señor,  y  por  esto  deben  de 
ser  de  nosotros  aceptadas  con  gran  benevolencia  y  amor. 
35   Huéllase  el  Señor  de  dar  a  sus  criaturas  a  entender  que 
sin  El  no  hay  consejo  que  prevalezca  ni  consejo  que  se 
pueda  acertar;  y  esto  tan  de  verdad,  que  por  aquel  modo 
que  el  hombre  pensare  remediarse,  si  estriba  en  sí,  permite 


9   Cf.  Ex.  12,  i6.  30   lo.  6,  S7- 

25   Is.  58,  7. 


B  Avila 


808 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


.    Dios  que  se  pierda,  y  por  el  camino  que  tomare  para  hacer 

40  algo  contra  Dios,  le  venga  mal. 

Muchos  testimonios  de  éstos  tenemos  en  la  divina  Es- 
critura. ¿Qué  fué  el  intento  del  demonio  cuando  engañó 
a  nuestros  padres?  Echar  a  perder  los  hombres;  ése  es  todo 
su  cuidado.  ¿Por  qué  medio?  Por  hablar  con  una  mujer  y 

45  darle  a  entender  que  el  manjar  que  Dios  había  criado  para 
sustentar  la  vida  corporal  era  bastante  para  dar  vida  es- 
piritual. 

— ¿Por  qué  os  mandó  Dios  que  no  comiésedes  de  este 
árbol?  (No  se  ha  de  preguntar  por  qué  en  lo  que  toca  al 

50  mandamiento  de  Dios).  — Porque  no  muramos,  dijo  ella. 
— Que  no  por  eso — dijo  el  demonio — ,  sino  porque  sabe  El 
que  en  comiendo  de  esta  fruta  seréis  como  diosps.  Mirad; 
aquella  manzana  (o  lo  que  es)  no  es  manjar  del  cuerpo 
solamente;  sabed  que  tiene  ascondida  la  divinidad  de  Dios, 

55  y  en  comiendo  os  habéis  de  tornar  como  dioses. 

¡Qué  mentira!  ¡Y  qué  creída!  Como  el  demonio  lo  dijo, 
así  lo  creyó.  ¡Manjar  corporal,  y  que  sea  mantenimiento 
espiritual,  y  que  tenga  divinidad,  y  que  haga  dioses!  Pone 
los  ojos  en  él,  y  dice  la  Escritura  que  le  pareció  dulcísimo 

60  y  hermosísimo — ¡con  tales  ojos  lo  miraba! — ,  enamoróse 
de  él.  ¡Oh,  cómo  le  sabía  aquella  fruta!  Alza  sus  brazos 
y  cuélgase  del  árbol.  Aquello  se  pagó  con  extender  Jesu- 
cristo los  suyos  en  la  cruz  y  estar  colgado  de  ella.  Comió 
él  y  ella,  y  probaron  que  lo  que  el  demonio  les  había  ven- 

$5  dido  por  manjar  de  vida  eterna  era  manjar  de  muerte  eter- 
na. Pasó  adelante.  Ella  comió  orimero  y  dió  de  ella  a  su 
marido.  Si  él  fuera  cuerdo,  riñera  con  su  mujer  porque 
había  quebrantado  el  mandamiento  de  Dios;  mas  fué  tanto 
el  amor  que  le  tenía  y  el  rogar  de  ella,  que  por  no  entris- 

70  tecerla,  sabiendo  que  era  mentira  lo  que  el  demonio  dijo, 
comió  él  también  de  la  fruta.  San  Pablo  dice  que  el  varón 
no  fué  engañado;  bien  entendió  la  falsedad  del  demonio,  y 
solamente  por  no  dar  pena  a  la  mujer  comió.  Castigólos 
Dios  a  entrambos:  a  la  mujer  pn  los  dolores  del  parto,  y 

75  al  varón  en  que,  así  como  pecó  en  obedecer  a  la  que  él 
había  de  regir,  así  él  sea  esclavo  de  aquella  a  quien  él  ha- 
bía de  mandar;  y  como  él  obedeció  a  su  mujer,  así  obedezca 
a  su  sensualidad. 

Lo  que  allí  pasó  pasa  en  cada  uno  de  nosotros.  ¿Sabéis 

80  qué  tenemos  en  tener  dos  naturalezas?  Otro  Adán  y  otra  Eva. 
La  razón  es  el  Adán,  y  la  sensualidad,  Eva;  la  manzana  es 
el  deleite,  y  el  que  convida  es  el  demonio.  Obedece  el  varón 
a  la  mujer;  sea  éste  su  castigo — harto  mayor,  por  cierto, 


54  de]   que  add. 
52    Cf.  (^en.      i-.s-  72    Cf.  i  Tim.  2.  14. 


¿7-     OCTAVA  DEL  CORPUS  899 


que  el  de  la  mujer,  porque  el  pecado  fué  mayor  en  él — :  que 
85  así  como  tú  obedeciste  a  la  mujer,  así  obedezcas  a  tu  mise- 
rable sensualidad.  ¿No  es  verdad?  Cuando  las  mujeres  sien- 
ten los  dolores  en  el  parto,  tienen  por  verdadera  la  senten- 
cia de  Dios.  Y  cuando  el  hombre  ve  que  el  pecado  es  malo, 
y  siente  allá  dentro  una  gana  muy  grande  de  comer  de  esta 
90  fruta,  y  la  guerra  que  anda  entre  la  razón  y  apetito,  experi- 
menta él  también  la  verdad  de  su  sentencia:  La  mujer  come 
cuando  la  sensualidad  la  deleita;  si  la  razón  no  consiente,  no 
hay  pecado  mortal.  Importuna  la  mujer,  y  combate  la  car- 
ne con  sus  halagos;  la  razón,  en  lugar  de  corregirla  y  disci- 
95   plinarla,  por  no  sufrir  tal  guerra,  por  no  enojar  su  carne 
— ¿quién  sufrirá  que  una  parte  de  sí  esté  enojada? — ,  con- 
siente en  lo  que  quiere,  y  déjase  vencer  de  ella.  ¿Qué  hijos 
nacerán  de  aquí?  ¿De  una  madre  loca  y  de  un  padre  hecho 
al  revés?  Yo  os  lo  diré;  nacemos  hijos  de  estos  hombres,  una 
too   gente  hecha  al  revés,  gente  desbaratada  y  sin  orden.  ¿Qué 
habernos  de  heredar  de  tales  padres  sino  que  nuestra  razón 
ande  debajo  los  pies  de  su  sensualidad?  Ojalá  no  lo  experi- 
mentásemos. Eso  es  haber  Eva,  que  convida  tanto  a  la  ra- 
zón, que  [ésta],  aunque  vea  que  es  cosa  mala,  a  sabiendas 
105   consiente  en  sus  placeres  por  no  la  enojar.  Hombres  que 
caen  los  ojos  abiertos  y  entendiendo  que  una  cosa  es  mala, 
consienten  en  ella. 

De  esto  se  veía  tan  agraviado  San  Pablo  glorioso,  que  se 
llama  desdichado  y  dice:  ¿Quién  me  librará  del  cuerpo  de  esta 
no  muerte?  Así  pasa:  veis  aquí  el  ánima  cautiva  de  su  cuerpo. 
¿Quién  vive  por  quién?  ¿El  cuerpo  por  el  ánima  o  el  ánima 
por  el  cuerpo?  Eso  los  ciegos  lo  ven,  y  si  vos  no  lo  sabéis, 
esperá  un  poquito  que  muera,  y  lo  sabréis,  y  veréis  qué  tal 
queda  el  cuerpo  sin  el  ánima.  No  hay  que  dudar,  sino  que  el 
H5  cuerpo  vive  por  el  ánima.  Cosa  monstruosa  sería  vivir  un 
ánima  por  el  cuerpo.  En  la  vida  de  las  costumbres,  por  aque- 
llo vive  un  hombre  a  lo  cual  ama.  Si  la  cosa  que  vos  amáis  es 
buena,  vuestra  vida  es  buena;  y  si  es  mala,  vuestra  vida  es 
mala.  El  amar  es  el  comer,  y  lo  amado  es  el  manjar.  Pues  si 
120  una  ánima  ama  a  su  carne,  el  ánima  vive  por  la  carne  y  reci- 
be vida  de  la  carne.  Mas  ¿qué  tal  será  aquella  vida?  Muerte  le 
digo  yo:  Si  secundum  carnem  vixeritis,  moriemini.  Mirad  a 
quién  amáis,  que  si  amáis  a  vuestra  sensualidad  moriréis. 
— ¿Cuándo?  — Luego;  que  vivir  según  carne,  es  morir,  Vi- 
125  dua  quae  in  deliciis  est,  vivens  mortua  est:  La  vida  de  la 
viuda — dice  el  apóstol  San  Pablo — es  vida  de  penitencia  y  de 
trabajo;  y  si  la  viuda  vive  en  deleites,  viviendo  está  muerta; 
porque  vivir  según  deleite,  es  morir.  Que  si  el  ánima  vive  se- 
gún la  carne,  ¿qué  tal  será  nuestra  vida,  sino  muerte? 


no    Rom.  7,  24. 


12Z   Rom.  8,  ij. 


125    Cf.  1  Tim.  .s,  6. 


900 


SERMONES.   CICLÜ  TEMPORAL 


130    Una  carne  que    Veis  aquí  la  urdimbre  del  demonio.  Había 
da  vida  hecho  Dios  el  ánima  buena;  sujetóle  la 

carne  para  que  la  carne  fuese  regida  y  vi- 
viese por  el  ánima.  Veislo  aquí  todo  al  revés.  Señor,  ¿y  su- 
frirán tus  entrañas  esto?  ¿Consentirá  tu  misericordia  que 
135  ja  obra  que  tú  hiciste  tan  buena  la  tenga  el  demonio  tan  he- 
cha al  revés?  Mira,  Señor,  esta  criatura  tuya  perdida  por 
estar  aficionada  a  su  carne;  remédiala.  — ¿Por  qué  está  Je- 
ricó  tan  estéril?  — Porque  tiene  las  aguas  amargas  y  estéri- 
les. Dad  acá  un  vaso  nuevo — dice  el  profeta — con  sal  y  a<7''u. 
140  Echólo  en  las  aguas,  diciendo:  Esto  dice  el  Señor:  Él  Señor 
ha  sanado  estas  aguas,  y  de  amargas  y  estériles  las  ha  hecho 
dulces  y  fecundas.  Dicho  y  hecho. 

Varón  de  Dios,  le  dijeron  otra  vez.  Salió  uno  al  campo 
y  cogió  unas  coloquíntidas,  y  guisadas  amargaban  como 
145  las  hieles:  Mors  in  olla,  etc.:  La  muerte  en  la  olla...  Re- 
médialo  en  el  nombre  de  Dios,  toma  un  poco  de  harina  y 
échalo  en  la  olla;  comé  ahora,  que  la  muerte  se  ha  torna- 
do vida. 

— Señor,  nuestras  aguas  son  tan  amargas  como  todos 

l60  experimentamos;  guerras  traemos  dentro  de  nosotros,  que 
nos  hacen  sudar;  !a  muerte  está  en  lo  que  comemos,  la 
muerte  en  la  olla.  El  comer  se  ordenó  para  vivir,  y  eso  nos 
es  la  muerte.  Señor,  varón  de  Dios,  Mesías  enviado  de  Dios, 
Redentor  del  mundo,  ¿sufrirán  tus  ojos  vernos  tales? 

155  — Yo  lo  remediaré.  Dadme  un  vaso  nuevo;  el  santo  cuer- 
po de  Jesucristo  es  el  vaso  nuevo.  Hágase  Dios  hombre, 
tome  flor  de  harina,  tome  carne  nueva,  carne  pura  de  hom- 
bre y  Dios;  échese  en  las  aguas  amargas  y  en  la  olla  de 
la  muerte;  la  amargura  se  volverá  en  dulzura,  y  la  esteri- 

160  lídad  en  fecundidad,  y  la  muerte  en  vida.  Quien  come  mi 
carne  y  bebe  mi  sangre,  en  mí  está  y  yo  en  él.  Quien  come 
mi  carne  vivirá  para  siempre.  ¡Oh  milagro  de  Dios!  ¿Quién 
vido,  por  comer  carne,  vivir  para  siempre?  Esa  fué  la  in- 
vención del  diablo  para  dar  la  muerte;  pues  ésa  sea  la  in- 

165  vención  de  Dios  para  dar  la  vida,  para  que  sepa  el  demo- 
nio con  quién  se  toma.  Si  la  carne  causó  la  muerte,  la 
carne  cause  la  vida.  Y  aun  más  poderosa  es  esta  carne  para 
dar  vida  que  fué  aquélla  para  dar  la  muerte. 

¿Queréislo  ver?  Más  fuerte  es  Dios  que  la  criatura.  La 

170  carne  de  Adán,  carne  de  criatura  era;  la  carne  de  Jesucris- 
to, carne  de  Dios  es.  Si  mi  daño  me  vino  por  carne  de  hon> 
bre,  mi  remedio  me  vino  por  carne  de  Dios.  Carne  de  Adán, 
¿cómo  me  dañó?  Porque  era  concebida  en  pecado;  la  carne 
de  Jesucristo,  concebida  por  el  Espíritu  Santo;  pues  ¿quién 

175    es  más  fuerte,  el  pecado  o  el  Espíritu  Santo?  Pues  si  el 


142  Cf.  4  Reg.  2,  20-22. 
145   4  Reg.  4,  20. 


161  lo.  6,  57. 

162  Of.  lo.  6,  50. 


90J 


daño  nos  vino  por  carne  concebida  en  pecado,  y  el  bien  y  el 
remedio  nos  viene  por  carne  concebida  por  Espíritu  Santo, 
mayor  es  la  virtud  de  este  cuerpo  para  sanar  que  la  de 
aquél  para  dañar;  mayor  es  esta  limpieza  que  aquella  su- 
180  ciedad;  más  eficaz  es  esta  gracia  que  aquel  pecado;  cuanto 
ésta  excede  al  hombre,  tanto  excede  mi  remedio  a  mi  mal. 
Por  carne  vino  la  muerte,  por  carne  se  nos  da  la  vida.  Si 
eso  es  así,  luego  de  parte  de  Cristo,  todos  estamos  vivos, 
y  la  harina  está  echada  en  la  olla.  Ya  va  fuera  la  muerte, 
|  185   ya  tenemos  vida. 

El  primer  diente     No  os  dañará  vuestra  carne  si  no  la 
con  que  se  come    amáis,  ni  os  aprovechará  la  carne  de 
esta  carne  es  la  fe    Cristo  si  no  la  coméis;  en  el  comer 
está  lo  uno  y  lo  otro.  Tomad  y  comed, 

190  y  comiendo  y  creyendo  viviréis.  ¿No  lo  dice  El  así?  Quien 
come  mi  carne  y  bebe  mi  sangre,  en  mi  está.  Para  que  nos 
aproveche,  menester  es  comer  y  creer.  Que  estáis  tan  Ljos 
de  estos  negocios,  que  aun  no  sabéis  qué  cosa  es  este  comer. 
Duéleme  veros  tan  bozales  y  extranjeros  de  estos  misterios. 

195  Creedme,  que,  si  los  entendiésedes,  eso  bastaría  para  trae- 
ros consolados,  y  para  haceros  ricos  y  generosos,  menos- 
preciadores  del  mundo,  y  para  que  ni  las  cosas  prósperas 
os  levantasen  ni  las  adversas  os  derribasen. 

¿No  lo  entendéis?  ¿Qué  es  comer  su  carne?  Iros  al 

200  altar  y  comulgar,  y  que  se  haga  bien  hecho.  ¿No  dijo  El 
que,  si  falta  el  espíritu,  la  carne  no  aprovecha?  Comer  la 
carne  de  Jesucristo  es  estar  Jesucristo  en  vos  y  vos  en  El, 
comida  como  se  ha  de  comer  y  con  buena  disposición. 

En  la  mesa  del  Señor  mandaba  El  que  hubiese  pan  y 

205  lumbre.  Si  os  llegáis  a  comer  a  obscuras,  ¡gentil  negocio 
es!  Ni  sabéis  a  qué  vais,  ni  qué  representa  esta  mesa,  ni 
qué  habéis  de  traer,  ni  cómo  lo  habéis  de  comer,  ni  qué 
habéis  de  desear.  Vais  sin  lumbre  y  volvéis  sin  lumbre, 
¿qué  negocio  es  éste?  Dígaoslo  Dios  por  su  misericordia. 

210  — ¿Qué  he  de  hacer  cuando  comulgo?  ¿Qué  he  de  pe- 
dir, qué  he  de  esperar,  qué  he  de  pensar?  — ¿Sabéis  qué 
es  comer?  Quitad  allá  los  dientes,  que  no  son  menester  aquí: 
Ut  quid  paras  dentem,  et  ventrem?  Crede  et  manducasti, 
dice  San  Agustín:  Cree  y  has  comido.  — '¿Cómo  es  eso? 

215  —El  ánima  que  creyere  que  no  hay  vida  fuera  de  Jesucris- 
to; el  ánima  que  creyere  que  fuera  de  El  no  hay  perdón  de 
pecados  ni  agradar  a  Dios,  sino  estando  en  Jesucristo;  el 
ánima  que  tuviere  a  Cristo  por  manjar  de  vida,  ya  tiene 


189  Mt.  26,  26. 

201  lo.  6,  64. 

20.S  Cf.  Ex.  25,  30.  37. 

214  SAN  Agustín,  ln  lo.  Ei\.  tr.  25,  e.  6,  ir  ;  ML  35,  1602. 


902  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


una  parte  de  lo  que  se  requiere  para  comer  a  Cristo.  Pero 
220    no  basta,  porque  habéis  de  entender  aquello  que  dice  San 
Agustín,  de  la  fe  viva:  Habéis  de  creer  y  amar. 

Señor,  a  vos  mismo  os  habéis  dado  en  manjar.  ¿Qué  tal 
os  dais?  ¿De  qué  manera  guisado?  ¿Asado  o  cocido?  Dicen 
que  lo  asado  es  más  sabroso;  así  lo  prueban  los  enfermos. 

225  ¡Oh  bendito  seas,  Señor,  para  siempre!  Non  est  similis  tui, 
et  non  est  secundum  opera  tua.  ¿Visteis  nunca  tal  cosa, 
que,  porque  vayáis  de  mejor  gana  y  con  amor  a  comulgar 
y  a  comer  su  carne,  quiso  que  fuese  asada? 

El  cordero  mandó  Dios  que  se  comiese  asado  y  en  asa- 

230  dor  de  palo,  porque  fuese  más  clara  figura  de  la  cruz,  en 
que  la  carne  de  Cristo  se  había  de  asar.  ¡Sea  la  carne  de 
Cristo  asada,  porque  os  sepa  mejor!  ¿No  os  sabe  bien,  de- 
cid? Porque  mejor  os  supiese,  se  entregó  en  las  manos  del 
fuego,  y  allí  le  dieron  una  vuelta  y  otra  vuelta,  un  tor- 

235  mentó  y  otro  tormento,  y  tantos  tormentos,  cuantos  El 
solo  que  los  pasó  los  conoce.  "Ase[n]me,  porque  sepa  me- 
jor; ásenme  bien,  porque  no  digas  que  soy  desamorado". 
¡Oh,  qué  sabroso  está  para  quien  lo  gusta!  Parasci  in  dul- 
cedine  tua  pauperi  Deus!  ¡Aparejaste,  Señor,  en  dulzura 

240   para  el  pobre! 

"  — ¿Qué  le  aparejaste?  — No  dice  qué;  que  no  tiene  nom- 
bre, y  si  algún  nombre  tiene  es  maná,  que  quiere  decir: 
¿Qué  es  esto?  Más  es  admiración  que  declaración.  Mayores 
bienes  tiene  encerrados  en  sí,  que  lengua  puede  hablar  y 

24|5  que  entendimiento  puede  pensar. 

Aparejaste  con  dulzura.  ¡Oh  qué  dulce  estabas  cuando 
lo  ordenaste!  ¡Qué  salsa  tan  sabrosa  es  este  pensamiento: 
Dominus  quidem  Iesus,  in  qua  nocte  tradebatur,  accepit  pa~ 
nem,  etc.!   ¡Qué  palabras  para  abrasar  corazones!  A  la 

250  puerta  de  su  tabernáculo  estaba  Abraham,  en  el  fervor 
del  día,  cuando  convidó  a  los  caminantes  que  reposasen  a  la 
sombra  del  árbol,  y  les  lavaría  los  pies,  y  les  daría  aquel 
bocado  de  pan.  A  la  puerta  de  su  morada  estaba  Jesucristo 
cuando  este  convite  ordenó,  ni  dentro  ni  fuera,  y  en  medio 

255  el  fervor  de  su  amor;  que  cuando  hizo  esto,  para  salir  es- 
taba de  esta  vida  y  al  tiempo  en  que  más  se  mostraba  el 
fuego  de  su  divino  amor.  ¡Quién  viera  entonces,  Señor,  tu 
corazón!  ¡Cuando  los  otros  se  olvidan  de  todas  las  cosas, 
te  acuerdas  tú  de  nuestra  vida!  Pues  en  esa  hora  tomó  el 

260  pan  y  lo  consagró,  y  comulgó  El  para  morir,  ¡y  comulgo 
yo  para  vivir! 

Aparejaste  para  el  pobre.  De  manera  que  no  se  admiten 


226  Cf.  Ps.  85,  8.  249  Cf.  1  Cor.  ii,  23-24. 

230  Cf.  Ex.  12,  9-  25i  Gen.  18,  1. 

240  Ps.  67,  11.  255  Cf.  lo.  13,  1. 

243  Ex.  16,  15. 


903 


a  esta  mesa  sino  pobres;  y  los  ricos  fastidiosos  son  desecha- 
dos, hasta  que  se  humillen  y  se  hagan  pobres.  ¡Qué  dichoso 

265  pobre!  ¡Qué  pobreza  tan  rica!  Hermano,  para  ir  a  comul- 
gar no  os  espanten  vuestras  flaquezas,  no  os  desmayen 
vuestras  caídas;  no  es  este  manjar  solamente  para  los  sa- 
nos. ¿No  lo  dijo  El  así?  No  tienen  necesidad  los  sanos  del 
médico,  sino  los  enfermos. 

270  Para  el  pobre.  ¿Quién  es  el  pobre?  Un  gemido  que  salga 
de  las  entrañas,  por  veros  tal,  un  deseo  de  veros  remediado, 
un  deseo  de  agradar  a  Dios,  un  propósito  firme  de  no  pecar, 
pedirle  su  gracia  para  mejoraros.  Este  que  no  halla  en  sí 
arrimo,  éste  es  el  pobre;  para  éste,  que  va  desagradado  de 

276  sí  a  pedirle  remedio  y  cree  que  hay  mayor  remedio  en  El 
que  mal  hay  en  sí,  para  éste  es  la  medicina  de  los  sacra- 
mentos. 

Así  que  lo  primero  que  se  requiere  es  creer:  "Allí  está 
mi  remedio,  allí  está  el  que  puede,  y  sabe,  y  quiere  dármelo; 

280  allí  tengo  un  padre,  y  un  hermano,  y  un  amigo  que  me 
ama  mucho  más  que  yo  mismo;  allí  tengo  lumbre  para  mis 
ignorancias,  esfuerzo  para  mis  flaquezas,  rescate  para  mis 
deudas,  perdón  para  mis  pecados:  allí  todos  mis  bienes, 
y  me  los  quiere  dar".  Si  esto  creyésedes  de  veras,  de  otra 

285   manera  os  llegaríades  a  El. 

El  pájaro  halló  casa,  y  la  tórtola  nido  donde  ponga  sus 
hijos;  y  el  hombre  para  los  suyos,  altarla  tua,  Domine 
virtutum.  ¿No  habéis  mirado  el  cuidado  que  tienen  los 
pájaros  de  sus  nidos,  que  es  para  bendecir  a  Dios?  ¿Qué 

280  es  ver  una  golondrina  cómo  hace  su  nido  y  cría  en  él  sus 
hijos,  cuán  a  menudo  los  requiere?  A  osadas  que  no  se  va 
a  pasear,  si  tiene  hijos.  ¿Pues  veis  la  prisa  del  pájaro,  el 
ir  y  venir  a  su  nido?  Así  haríades  vos  al  altar;  allí  habéis 
de  tener  vuestro  pensamiento,  que  son  los  hijos;  allí  ha  de 

295  ser  el  ir  y  venir,  y  aunque  no  con  el  cuerpo,  siempre,  en 
casa,  en  el  campo,  en  todo  lugar  acudir  al  nido;  en  el 
trabajo,  al  altar  por  remedio;  en  el  bien,  al  altar,  a  regra- 
ciarlo. Si  lo  sintiésedes,  más  diligentes  andaríades  y  con 
más  fprvor.  ¡Tus  altares,  Señor  de  las  virtudes,  Rey  mío  y 

300  Dios  mío!  Si  crevé^edes  esto  con  viva  fe,  no  tendríades  mal 
ninguno.  ¡Qué  lástima  es  veros  cuáles  andáis  de  pura  ne- 
cesidad! ¿Estás  desconsolado?  Vete  a  tu  Padre,  v^te  a  tu 
amieo,  que  te  está  convidando  y  rogando  que  vayas  a  El, 
y  allí  te  remediará  y  hará  rico  de  sus  bienes. 

305  o  Israel,  quam  maana.  est  domus  Del,  et  ingens  locus 
hnbitationis  fiius!  ,Oh  Iglesia,  v  cuán  grande  es  la  casa  de 
Dios!  — ¿Cuál?  ¿El  cielo?  — Otra  casa  hay  mayor.  ¿Cuál 


263  Cf.  Brcv.  Rom.,  Fest.  SS.  Corp.  Christi,  I  Vesp..  ant.  ad 
Maenif.  ¿88  Ps.  83,  4. 

269    Mt.  9,  12.  507    Of.  Bar.  j,  24. 


904 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


es  mayor,  el  cielo  o  quien  hizo  el  cielo?  — ¿Cuál  es  la  casa 
de  Dios,  donde  recibe  al  peregrino  y  extranjero?  — ¡Su 

310  corazón!  ¿Por  qué.  veamos,  pensáis  que  permitió  que  se 
lo  abriesen,  sino  para  que  viésedes  la  casa  de  vuestra  mo- 
rada, donde  os  trujo  encerrados  treinta  y  tres  años?  En 
sus  entrañas  os  tiene  metidos  y  abrigados.  San  Pablo  díio: 
En  mis  cadenas  y  corazón  os  tengo.  Cuando  esto  dijo  el 

315  discípulo,  ¿cmé  haría  el  Maestro?  Cuando  miráredps  la  an- 
chura del  cielo,  acordaos  de  la  dp  su  corazón;  no  dudo 
sino  que  robaría  el  vuestro,  y  que  terníades  tan  gr^n  con- 
fianza de  El,  que  en  todos  vuestros  males  iríades  a  El  como 
una  saeta. 

320  "¿A  quién  contaré  yo  mis  penas  mejor  que  a  El?  ¿A 
quién  daré  parte  de  mis  males  y  de  mis  bienes,  que  de 
mejor  gana  los  quiera  oír?"  Porque  esto  no  entendéis,  an- 
dáis mendigando  el  consuelo  de  aquí  y  de  allí,  buscando 
arrimos  de  caña,  que  al  mejor  tiempo  se  os  quiebran;  y,  en 

325  fin.  estando  allí  Jesucristo  para  tu  remedio  v  consuelo,  an- 
dáis con  todo  desconsolado.  Esta  fe  es  el  primer  diente. 

El  segundo  diente     — ¿Cuál  es  el  otro  diente?  — Amar, 
es  amar  Si  quis  non  amat  Dominum  nostrum 

lesum  Christum,  sit  anathema.  Quien 
330    no  ama  a  Jesucristo,  no  tiene  parte  en  Jesucristo. 

¡Corazón  noble,  no  tf  dejes  vencer  sino  del  amor,  aun- 
que te  den  todo  el  mundo!  Si  diere  el  hombre  toda  su  ha- 
cienda en  pago  del  amor,  no  lo  terná  el  Amado  en  nada, 
dice  en  'los  Cantares.  Amad,  amad  a  Jesucristo,  y  será 
335  vuestro  Jesucristo.  No  cuesta  más.  Quien  le  cree  y  le  ama, 
ése  le  come,  ése  se  mantiene  de  El,  ése  vive  por  El. 

¿Y  qué  hará  El  cuando  viere  que  el  hombre  se  arrima 
a  El  y  le  ama  de  corazón?  Desnudarse  ha,  como  hizo  Jona- 
tás,  y  vestirá  al  pastorcico  con  las  vestiduras  del  hijo  del 
340    rey  hasta  ceñirle  su  espada.  ¿Qué  hará  con  uno  que  allega 
arrepentido  de  sus  pecados,  y  desconfiado  de  sí  y  confiado 
en  El,  y  se  pone  en  sus  manos  y  le  dice:  "Vos,  Señor,  os 
disteis — nobis  datus — a  mí,  y  yo  me  doy  a  vos.  Aquí,  de- 
lante de  vosotros,  ángeles,  me  doy  a  vos;  yo  vuestro  y  no 
345    más  mío".  Si  así  no  lo  hacéis,  no  se  os  dará  a  vos;  no  se 
hará  este  trueco  si  no  hay  permutación  de  personas.  ¿No 
lo  veis  en  el  matrimonio,  donde  el  varón  se  da  a  la  mujer 
y  ella  a  él?  Si  él  se  hurta  a  ella  y  ella  se  da  a  otro,  mayor 
hurto  cometen  que  si  hurtasen  mucha  hacienda. 
350        — ¿Queréis  que  sea  Dios  todo  vuestro?  Sed  vos  todo 

314  Phil.  i,  7. 

330  1  Cor.  16,  12. 

333  Cf.  Cant.  8,  7. 

339  Cf.  1  Reg.  18,  4. 

343  Rit.  Rom.,  tit.  o.  c.  5,  irvinn.  «Pange  lingua». 


OCTAVA  DEL  CORPUS  905 


suyo.  ¿No  osáis?  ¿Tan  duro,  ¡ciego  de  vos!,  que  teméis 
trocaros  a  vos  por  Dios?  ¿Por  qué  teméis  daros  a  El  y 
ofreceros  a  su  voi  untad?  — "Señor,  yo  me  doy  a  vos,  llevad- 
me por  do  quisiéredes,  yo  me  ofrezco  a  vuestra  voluntad  y 

355  me  entrego  a  vos;  y  si  fuere  menester  que  me  desnude  de- 
lante de  escribano,  también  lo  haré".  — Mas  dirá  tu  flaque- 
za: Si  así  todo  me  ofrezco  a  Dios,  dirá  El:  "Yo  quiero  que 
te  venga  este  trabajo  o  esta  afrenta",  y  por  eso  no  osáis. 
Si  por  lo  que  vos  le  dais  os  da  a  sí  mismo,  ¿no  os  aíre- 
se veriades?  Pues  eso  es  comulgar,  y  significado  y  hecho  en  el 
comulgar.  Toma  el  sacerdote  el  pan  en  las  manos  y  dice 
las  palabras  de  la  consagración;  acabadas  de  decir,  ya  no 
hay  pan;  accidentes  sí,  pan  no.  ¿Quién  entró  allí  en  lugar 
del  pan?  Jesucristo.  De  manera  que  se  transmudó  el  pan 

366  en  el  cuerpo  de  Cristo,  por  la  transubstanciación.  Pues  eso 
que  pasa  de  fuera,  se  ha  de  obrar  allá  dentro;  que  los 
sacramentos  así  son,  que  lo  que  muestran  de  fuera  obran 
de  dentro.  Lavan  os  en  el  baptismo  el  cuerpo  con  agua, 
y  lavan  os  los  pecados  del  ánima  con  la  gracia  del  Espi- 

370  ritu  Santo.  Cuando  llegáis  a  comulgar,  haced  cuenta  que 
vos  sois  el  pan  y  que  se  ha  de  convertir  en  Jesucristo  para 
que  digáis  con  el  apóstol  San  Pablo:  Vivo  yo,  ya  no  yo, 
vive  Jesucristo  en  mí.  Cuando  me  injurian,  no  me  injurian 
a  mí,  que  ya  no  hay  yo,  sino  mi  Señor  Jesucristo  vive  en 

375  mí.  ¡Oh  dichosa  tal  vida  y  tal  dádiva!  Palabras,  por  cierto, 
bien  lejos  de  vosotros. 

Pues  si  alguno  quiere  venir  tras  mí,  niegúese  a  sí  mismo. 
Mientras  no  dijéredes  un  no  a  vuestro  si  y  un  sí  a  vuestro 
no,  no  habéis  pasado  a  Cristo.  Habéis  de  pasar  por  el:  Cristo 

380  vive  en  mi,  ya  no  yo.  Quien  a  Cristo  enoja,  a  mí  enoja, 
y  quien  a  Cristo  alaba,  a  mí  alaba;  y  quien  a  Cristo  sirve, 
a  mí  sirve;  porque  ya  no  vivo  en  mí,  sino  El;  ya  se  murió 
fulano,  ya  no  soy  yo,  ya  no  vivo  para  mi,  ni  duermo  para 
mí,  ni  trabajo  para  mí,  ni  hago  cosa  para  mí.  Viva  Ciisto 

385  y  muera  yo  en  mí,  para  que  viva  yo  en  El.  Esto  es  comulgar 
y  esto  habéis  de  pedir  y  desear.  "Señor,  ¡que  me  torne  yo 
vos!  ¡Que  de  este  altar  no  vuelva  fulano,  sino  que,  como 
el  pan  se  muda  en  vos,  así  haga  yo! 

Comulgar  es  tener  ¿Habéis  mirado  cómo  están  los  hom- 
390    todos  un  corazón    bres?  Perdidos  por  comer  pecados. 

Dolámonos  de  esto.  Muy  novicio  es 
en  la  Escritura  quien  esto  piensa.  Carne  es  amarse  a  sí 
mismo,  y  carne  llama  el  apóstol  San  Pablo  a  la  enemistad, 
y  a  la  idolatría,  y  a  las  contiendas;  porque  todas  esas  cosas 
395    nacen  del  propio  amor;  y  como  cada  uno  se  ama  a  sí  mis- 


373  Cf.  Gal.  2,  ao. 
377    Mt.  16,  24. 


394    Cf.  Gal.  5,  19-21. 


906  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


rao,  de  aquí  viene  comer  cada  uno  su  carne  y  haber  división 
entre  muchos;  y  de  la  división  nace  la  perdición,  la  cual 
quiere  Cristo  remediar  con  este  divinísimo  Sacramento. 
Mirad  qué  bien  lo  pide  la  Iglesia  en  la  oración  secreta 

400  de  la  misa  de  esta  presente  festividad:  Ecclesiae  tuae,  quae~ 
sumus,  Domine,  unitatis  et  pacis  propitius  dona  concede, 
quae  sub  oblatis  muneribus  mystice  designantur.  Szñor,  su- 
plicamos a  vuestra  Majestad  que  deis  a  vuestra  Iglesia  las 
mercedes  de  la  unidad  y  paz,  que  hagáis  a  todos  vuestros 

405  cristianos  uno;  las  cuales  cosas  son  figuradas  debajo  de 
estos  dones  que  ofrecemos.  Lo  que  ofrecemos  es  pan  y  vino: 
el  pan  se  hace  de  muchos  granos,  y  el  vino  de  muchos  ra- 
cimos; pues  así  como  aquí  de  muchas  cosas  se  hace  una 
y  la  muchedumbre  se  torna  en  unidad,  así  todos  los  cristia- 

410    nos,  aunque  sean  muchos,  se  hagan  una  misma  cosa. 

¡Oh  qué  chica  trompeta  es  mi  voz  y  qué  poca  gente  para 
esto!  ¡Aquí  os  quiero!  Si  comulgáis,  ¿cómo  no  sois  uno? 
La  división  de  Adán  viene,  porque  de  él  toma  cada  uno  su 
carne.  La  unidad,  ¿de  dónde?  De  la  carne  de  Cristo;  no 

415  hay  más  de  una  carne  aquí.  Porque  aquél  amaba  su  sensua- 
lidad y  aquél  la  suya,  de  ahí  vino  la  división  y  la  cisma, 
y  que  cuando  uno  lloraba,  otro  reía.  "Pues  yo — dice  Dios — 
os  daré  una  carne  sola,  y  será  más  fuerte  mi  carne  para 
haceros  uno  que  la  vuestra  para  haceros  muchos".  Porque 

420  más  fuerte  es  el  amor  y  lazo  que  tiene  el  ánima  con  la 
carne  de  Cristo  que  con  su  propia  carne.  Si  no,  miraldo 
en  los  mártires.  "Mucho  amo  mi  carne — dicen  ellos — ,  pero 
más  amo  la  carne  de  mi  Señor  Jesucristo.  Quiébrese  este 
lazo  que  tengo  en  la  mía  y  muera  yo  y  viva  El". 

425  Sois  muchos,  tenéis  muchas  carnes;  yo  os  daré  una  carne 
sola,  y  será  más  fuerte  carne,  y  seréis  uno.  Esto  es  comul- 
gar. ¡Ni  sabéis  qué  es  comulgar,  ni  qué  es  comer  una  carne 
sola,  ni  qué  es  ser  todos  unos!  ¿Sabéis  qué  es  comulgar? 
Tener  todos  un  corazón:  Erat  credentium  cor  unum  et  ani- 

430  ma  una.  — ¿Cómo  es  posible  que  todos  tuviesen  un  ánima 
y  un  corazón?  — No  es  obra  de  hombres.  — ¿Cómo  se  hace 
eso?  — Ya  que  todos  los  corazones  sean  unos,  ¿cuyo  será  ese 
corazón,  para  que  todos  los  otros  se  conformen  con  él?  ¿Será 
quizá  el  corazón  del  Rey  el  molde  donde  se  han  de  amoldar 

435  todos  los  corazones?  ¿Cuyo  será?  No  es  corazón  de  ningún 
hijo  de  Adán,  que  descienda  de  él  por  vía  de  pecado;  no  es 
corazón  de  hombre  mortal,  que  es  corazón  malo,  corazón  su- 
cio. — ¿Pues  cuyo?  — Nos  autem  sensum  Christi  habemus. 
O  como  dice  lo  griego:  Nos  mentem  Christi  habemus.  Nos- 

440  otros — dice  San  Pablo — tenemos  el  sentido  o  corazón  de  Cris- 


406    Miss.  Rom.,  Fest.  SS.  Corp.  Cristi,  secreta. 
430   Cf.  Act.  4,  32. 
438    1  Cor.  2,  16. 


57-     OCTAVA  DEL  CORPUS  907 


to,  que  todo  es  uno.  ¡Oh  bienaventurado  hombre  que  tal  tie- 
ne! ¡Que  ande  un  hombre  por  ahí,  y  quizá  enfermo,  y  quizá 
menospreciado  de  todos,  y  que  tenga  el  corazón  de  Dios! 
Allí  veis  cosa  baja,  veis  accidentes  de  pan.  ¿Hay  cosa  más 

445  baja  que  accidentes?  ¡Y  tienen  dentro  a  Dios  vivo!  Que  sois 
vos  hombre,  y  por  el  mismo  caso  cosa  baja,  ¡y  dentro  de  vos 
tenéis  el  corazón  de  Dios!  Nos  mentem  Christi  habemus. 
¿Qué  es  ser  cristiano?  Tener  la  condición  de  Jesucristo.  ¡Oh 
qué  sabio  es  Dios!  ¡Qué  alto  su  consejo,  que  supo  hacer  para 

450  convertir  el  mundo!  Padre — dice  Cristo — ,  ruégote  que  como 
tú  y  yo  somos  uno,  así  todos  éstos  sean  uno,  para  que  crea 
el  mundo  que  tú  me  enviaste;  para  que,  viendo  los  infieles 
tanta  paz  y  unidad  entre  los  cristianos,  digan:  "No  es  posi- 
ble sino  que  el  Dios  de  éstos  es  el  verdadero." 

455  Veis  aquí  qué  es  comulgar.  Tanto  tenéis  de  buen  cristia- 
no, cuanto  tenéis  de  la  condición  de  Jesucristo.  Deprended  de 
mí,  que  soy  humilde  y  manso  de  corazón.  Deprended  del 
amor  que  os  tengo:  Este  es  mi  mandamiento,  que  os  améis 
unos  a  otros  de  la  manera  que  yo  os  amé.  ¿Qué  es  eso,  sino 

460   tener  su  corazón? 

"Si  me  mandáis.  Señor,  hacer  lo  que  vos  hicisteis,  dadme 
vuestro  corazón."  Este  ha  de  ser  vuestro  ahinco:  "Señor,  dad- 
me vuestro  corazón".  Estas  vuestras  oraciones,  éstas  vues- 
tras disciplinas,  éstos  vuestros  ayunos,  éste  vuestro  decir 

465  de  misas.  ¿Hay  más  que  esto?  Quien  da  su  corazón,  ¿qué 
no  dará?  Esta  es  cristiandad,  una  gente  según  la  cond.ción 
de  Cristo. 

Veis  un  muchacho  bien  dispuesto,  bien  criado,  virtuo- 
so; decís:  "Así  era  su  padre".  El  padre  sacan  por  el  h\io. 

'470  Han  de  ser  tales  los  cristianos,  que,  viendo  un  infi  1  cónifc 
perdonan  las  injurias,  cómo  viven  castamente,  cómo  son  li- 
berales, dijese:  "Así  dicen  que  era  su  Jesucristo".  Esta  es  la 
cristiandad,  y  esto  lo  que  prometimos  en  el  bautismo.  Si  te- 
nemos un  corazón,  ¿cómo  reñimos  unos  con  otros?  Esto  es 

475  comulgar.  Así  como  el  pan  deja  de  ser  pan  y  se  transubstan- 
cia  en  el  cuerpo  de  Cristo,  así  el  hombre  deja  de  ser  quien 
era  y  entra  en  el  corazón  de  Cristo. 

Participantes  de    — Señor,  ya  que  yo  me  atreva  a  todo  eso, 
las  riquezas  de    y  diga  que  haga  de  mí  lo  que  quisiere,  y 
480      Jesucristo  <lue  su  voluntad  sea  la  mía,  y  El  entre 

en  mi  corazón  como  entra  en  el  pan, 
¿qué  haré  yo?  ¿Qué  será  de  mí?  — ¿Qué  hace  el  pan?  ¿No 
se  muda  en  El?  — Sí.  — ¿Pues  por  qué  no  os  mudaréis  vos 
en  El? 

485        Escondida  es  a  vosotros  esta  palabra:  Et  volucres  caeli 

'  452    Cf.  lo.  17,  21.  459    To.  15,  12. 

457     Mt.  II,  2Q. 


908  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


latet.  ¿No  somos  los  hombres  codiciosos?  ¿Dónde  está  nues- 
tra codicia?  ¿Cerno  no  viene  aquí?  Siquiera  por  codiciar  bien 
tan  grande,  de  lo  que  nos  dará  nos  habíamos  de  aficionar. 
Haráos  este  Señor  bien,  daros  ha  su  divinidad.  No  entendáis 

490  que  viene  allí  sólo  su  cuerpo;  la  sangre  viene,  y  el  ánima 
viene  junta  con  el  cuerpo,  y  la  persona  del  Hijo  de  Dios  uni- 
da con  ánima  y  cuerpo,  y  el  Padre  y  el  Espíritu  Santo  jun- 
tamente con  el  Hijo.  Atreveos  a  dar  ese  cornadillo,  y  daros 
han  en  trueco  todo  esto. 

495  ¿No  lo  entendéis?  ¿Pensáis  que  es  pequeña  cosa  Jesucris- 
to, no  digo  en  sí  mismo,  sino  aun  para  vosotros?  ¿Pensáis 
que  tenéis  poca  cosa  en  El?  ¡Si  hubiera  muchos  Pablos  que 
nos  dijeran  lo  que  tenemos  en  Jesucristo!  Mihi  autem  om- 
nium  Sanctorum  mínimo  data  est  grafía  haec,  in  gentibus 

500  evangelizare  investig abiles  divitias  Christi,  et  illuminare  om- 
nes,  quae  sit  dispensatio  Sacramenti  absconditi  a  saeculis 
in  Deo,  qui  omnia  creavit:  A  mí,  el  menor  de  los  santos,  me 
fué  hecha  esta  merced.  (Vaso  escogido,  dijo  Cristo  de  él, 
para  llevar  mi  nombre  delante  los  reyes  y  de  todas  las  gentes; 

505  pero  yo  le  mostraré  los  trabajos  que  ha  de  pasar  en  llevar  mi 
bandera.)  ¡Qué  merced  me  ha  hecho  Dios!  Que  anuncie  a  las 
gentes  las  investigables  riquezas  de  Jesucristo  y  declarar  a 
todos  qué  sea  la  ordenación  de  Dios  en  este  misterio  escon- 
dido de  dar  a  su  Hijo  a  los  hombres. 

510  Si  hubiese  lenguas  que  os  dijesen  los  bienes  que  tenéis 
en  Jesucristo,  más  ricos  os  hallaríades  que  si  tuviérades  todo 
el  mundo.  Por  eso  echáis  mano  del  dinero,  por  eso  buscáis 
consuelo  en  las  criaturas,  porque  no  sabéis  lo  que  tenéis  en 
vuestro  Criador. 

515  ¿Qué  os  aa,  veamos?  Cásase  el  rey  con  una  esclava;  co- 
munícanse  a  la  esclava  los  bienes  del  rey,  y  de  la  honra  del 
rey  se  le  da  a  ella,  salvo  que  a  ella  honran  por  él  y  no  a  él 
por  ella.  ¿Haría  deshonra  al  rey  el  que  a  su  mujer  no  hon- 
rase? Hónrente,  Señor,  los  hombres  y  ángeles,  y  glorifíquen- 

520  te  para  siempre,  que  ansí  nos  honraste.  Tu  es  gloria  mea,  et 
exaltans  caput  meum.  Si  miro  a  mí,  luego  se  me  caen  los 
ojos  de  vergüenza;  mas  cuando  miro  a  ti,  luego  hallo  de  qué 
gloriarme.  Tú  eres  mi  honra,  tú  mi  santa  jactancia,  tú  mi 
santa  altivez;  en  ti  me  honraré  y  me  gloriaré.  Porque  después 

525  que  recetaste  mi  naturaleza  por  esposa,  después  que  me  to- 
maste por  hermano,  después  que  me  heciste  miembro  tuyo, 
y  tú  mi  cabeza,  e  heciste  a  todos  uno  en  ti,  ya  Cristo  y  cris- 
tianos es  todo  un  Cristo,  como  dice  San  Agustín.  ¿Qué  honra 

493  Cf.  Me.  12,  42.  486  Cf.  Iob  28,  21.  509  Cf.  Bph.  3,  8-9. 
521   Ps.  3,  4.  50S   Cf.  Act.  9,  15. 

528  San  Agustín,  De  Trin.,  1.  4,  c.  9  :  ML  42,  S96  ;  De  peccat. 
merit.  et  remiss.,  I.  1,  c.  31  :  ML  44,  145.  Cf.  MERSCH*,  t.  2,  p.  87, 
nota  2. 


,S7-     OCTAVA  DEL  CORPUS 


909 


puede  haber  que  a  ésta  se  iguale  ni  a  estas  riquezas?  ¿Quién 

530  terna  envidia  a  los  altos  del  mundo,  pues  lo  más  bajo  de  esto 
es  más  alto  que  la  alteza  de  los  reyes?  Decidme,  con  qué 
ojos  mirará  Dios  Padre  al  que  ve  casado  e  incorporado  en  su 
unigénito  Hijo.  Y  ¿cómo  le  faltarán  riquezas  al  que  se  apli- 
can las  de  Jesucristo? 

535  Sabed,  hombres,  conocer  a  vuestro  Bienhechor  y  aprove- 
chaos de  sus  inmensos  trabajos  que  por  vosotros  pasó.  Sabed 
cierto  que  aquel  pasar  de  tormentos,  de  azotes,  espinas  y 
clavos,  y  aquellas  deshonras  tan  sin  medida,  y  aquella  vida 
y  muerte  preciosa,  todo  era  atesorar  merecimientos  para  sus 

540  hijos,  y  como  piadosísimo  Padre  y  fortísimo  peleador,  salió 
al  campo  con  la  lanza  en  la  mano,  no  derramando  ajena  san- 
gre, mas  la  propia  suya;  murió  en  la  bajeza  y  pobreza  de 
cruz  por  dejar  ricos  a  los  que  quisieren  con  debido  aparejo 
recebir  sus  riquezas,  las  cuales  son  tantas,  que  si  un  hombre, 

545  gimiendo  su  propia  maldad,  recibiere  como  debe  el  sacramen- 
to de  la  Penitencia  y  este  divinísimo  cuerpo  del  Señor  que 
presente  tenemos,  puede  con  santa  osadía  decir:  Abridme  las 
puertas  de  la  justicia  y,  entrando  por  ellas,  bendeciré  al 
Señor. 

550  — ¡Oh  hombre!,  ¿y  qué  pides?  ¿Entiendes  bien  lo  que  di- 
ces, en  pedir  que  se  te  abran  las  puertas  de  la  justicia?  ¿Quién 
eres  tú  para  nombrar  nombre  de  justicia,  habiendo  menester 
ser  perdonado  por  misericordia?  — Pues  no  dijo  mal  ni  me- 
rece reprehensión  el  que  aquesto  dijo.  Porque  aunque,  mi- 

555  rando  el  penitente  a  sí  mismo,  no  tiene  cosa  justa  que  alegue 
en  el  tribunal  de  Dios  para  ser  perdonado,  mas  mirando  a  que 
los  trabajos  y  merecimientos  de  Jesucristo  se  le  aplican  a 
él  por  la  penitencia  y  los  sacramentos;  el  perdón  y  la  gra- 
cia, que,  mirando  a  él,  se  le  dan  por  misericordia,  mirando 

560  a  Jesucristo  se  le  dan  por  justicia,  como  dice  San  Pablo,  que 
Cristo  nos  es  hecho  justicia,  porque,  debiendo  nosotros  los 
tormentos  de  nuestros  pecados,  los  pagó  El  con  tanto  exceso, 
cuanto  va  de  paga  de  Dios  a  deuda  de  hombres;  para  que, 
conforme  a  la  buena  disposición  que  el  hombre  llevare,  par- 

565  ticipe,  según  su  modo,  de  aquella  riqueza  tan  sobrepujante. 
Y  por  esto  pide  el  hombre  que  le  abran  Zas  puertas  de 
la  justicia  de  Cristo,  y  entrando  por  ellas,  dice  que  alabará 
al  Señor;  porque  viendo  que  de  sí  mismo  merece  infierno  y. 
que  por  la  redención  de  Jesucristo  se  lo  perdona  y  le  dan 

570  gracia  con  que  sea  hijo  de  Dios  y  heredero  del  cielo,  es  lleno 
de  tanto  gozo  y  admiración  de  la  bondad  divinal  que  tal  re- 


549   Cf.  Ps.  ii7,  19- 
501    1  Cor.  r,  30. 
56S   Cf.  Ps.  117,  9 


M.0 


medio  dió  para  los  miserables,  que  todos  sus  huesos  dicen: 
Señor,  ¿quién  hay  semejable  a  ti? 

Estos  tales  piensan  de  buena  gana  en  Jesucristo  como  en 

575  piadoso  bienhechor;  celebran  devotamente  la  fiesta  de  su 
Santísimo  Cuerpo,  y  vánseles  los  ojos  del  cuerpo  y  del  áni- 
ma tras  de  aquella  santísima  hostia  consagrada  que  allí  está, 
creyendo  con  firmísima  fe  que  allí  está  encerrado  el  verda- 
dero Jesucristo,  su  Esposo,  su  Cabeza,  su  Hermano  y  Se- 

580  ñor;  su  preciosa  honra,  su  bien  y  su  Dios;  el  dador  de  la 
gracia  y  de  la  gloria. 


58   El  que  frecuenta  el  comulgar,  dificultosamente 

PECARÁ  * 

Octava  del  Corpus.  Granada,  iglesia  mayor,  15^2 

(Vadencia,  Bifol.  CoJ.  Patriarca,  Ms.  1049,  ff.  114  r  -  123  v;  ed.  1596, 
I,  pp.  830-856;  Escorial,  Ms.  &  III  21,  ff.  229  v  -  235  r.) 

A  fructibus  corum  cognoscetis  eos.  De  las  fructo^ 
de  ellos  los  conoceréis  (Mt.  7,  [i6]). 

Exordio.  María  y    Enséñanos  el  santo  evangelio  que, 
la  Eücaristía         cuando  quisiéremos  conocer  a  alguna 

5  persona,  que  miremos  a  sus  fructos, 

que  miremos  qué  talps  son  sus  obras,  y  ansí  conoceremos 
quién  es.  Ex  fructibus  eorum  cognoscetis  eos.  La  lengua 
suele  algunas  veces  engañar.  Aunque  oyáis  hablar  bien  a 
un  hombre,  puede  ser  que  haya  otra  cosa  dentro  de  lo  que 

10   por  la  boca  habla;  pero  si  le  veis  las  obras,  eso  no  os  puede 
engañar,  que  no  veáis  luego  notoriamente  lo  que  es. 

No  hay  cristiano  que  no  desee  conocer  a  la  Virgen  María, 
nuestra  Señora,  para  servilla  y  agradalla,  amalla  y  honralla. 
¿Qué  remedio  tenemos  para  conocella?  ¿Qué?  Miralle  a  las 

15    obras,  y  allí  veréis  qué  tal  es:  qué  humilde,  qué  casta,  qué 
limpia,  qué  de  virtudes  tiene,  qué  acabada  la  hizo  Dios.  "Pá- 

V  =  Valencia;  7"  =  Ed,  rsgó,  E  =  Esc.  ||  5  frutos  T  \\  6  miremos]  veamos 
T  |  así  T  ||  3-7  Enséñanos  -  cognoscetis  eos]  Por  las  obras  se  conoce  el  hom- 
bre, como  dice  el  santo  Evangelio  E  ||  8  oigáis  T  ||  10  las]  hacer  T  ||  11  no] 
le  add.  T  ||  8-11  algunas  veces  -  lo  que  es]  engañar,  mas  las  obras  no  E 

12  María  om.  T  ||  13  servirla  7  |  agradalla]  acatarla;  no  hay  quien  no 
desee  saber  quién  es  para  T  \  amarla  T  |  honralla]  reverenciarla  T  ||  14 
tememos  T  |  conocerla  T  |  Mirarla  T  ||  15  obras]  Mirad  qué  tales  son  sus 
frutos  add.  T  ]  allí]  ahí  T  |  qué  tal]  quien  ella  T  ||  12-16  No  hay  cristiano - 
hizo  Dios]  Todo  cristiano  desea  conocer  a  la  Virgen.  Pues  por  las  obras  la 
conocerá  quién  ella  fué,  tan  humilde,  etc.  San  Bernardo  E  H  17  Paróme] 


573    Ps.  34,  10. 

*  «Senno  in  octava  Corporis  Christi,  in  matrice  jrranatenss., 
habitus  [i]548»  (Valencia,  f.  114  r).  «Del  P.  Mtro.  Juan  de  Avila,  in 
ccclesia  matrice  granatense.  Sermonis.  notulaen  (Escorial",  f.  js'o  vi. 

7    Mt.  7.  16.  • 


911 


rome  a  considerar  las  grandezas  de  la  Virgen,  dice  San 
Bernardo,  y  es  cosa  grande,  es  cosa  sin  cuento;  sed  de  mise- 
ricordia toqui,  hoc  mugís  plucet:  pero  decir  que  es  myse~ 

20  ricoraiosa,  que  está  entendiendo  allá  donde  está  en  al- 
canzarnos misericordia,  esto  agrada  más  que  otra  cosa". 
Decir  vos  a  uno  que  tiene  necesidad:  "¡Oh  si  supiésedes  qué 
de  virtudes  tiene  fulano,  qué  rico,  qué  gentilhombre,  qué 
afable,  no  le  falta  cosa!";  airá  el  otro:  "¿Qué  provecho  me 

25  viene  a  mí  de  esto?"  Si  le  decís  que  es  misericordioso  o  que 
tiene  tanta  caridad  que  nadie  no  va  a  él  que  no  lo  remedie 
y  a  nadie  envía  desconsolado,  dirá  el  otro:  "Hoc  magis  placet; 
eso  me  agrada  más,  eso  es  lo  que  \yo  he  menester" .  Cuando 
nos  dicen  de  la  Virgen:  "¡Oh  qué  linda  la  hizo  Dios  en  el 

30  cuerpo,  y  en  el  ánima  muncho  más!",  alegrámonos  y  ben- 
decimos a  Dios;  pero  cuando  nos  dicen  que  nos  favorece, 
que  está  rogando  por  nosotros  a  su  Hijo  bendito  que  nos 
remedie  y  ampare,  que  tiene  puestos  en  nosotros  sus  ojos 
de  misericordia,  esto  nos  agrada  y  satisface  más. 

35  — ¿Quién  será  tan  desagradecido  que  no  os  agradezca 
esto,  y  tan  triste  que  no  se  alegre  en  veros  misericordiosa? 
Pero,  Señora,  ¿en  qué  veremos  que  nos  queréis  bien?;  dad- 
nos seguridad  que  nos  amáis.  — "Si  os  amo  o  no,  dice  la 
Virgen,  ved  lo  que  he  hecho  por  vosotros;  mirad  mis  fructos 

w  y  obras".  Caesar,  si  amo  te,  vulnera  mea  loquuntur  pro  me, 
dice  el  otro  al  emperador  César,  habiéndolo  revuelto  con  él; 
y  respondió  a  César,  preguntándole  si  era  verdad  lo  que  le 
habían  dicho  de  él,  descubriendo  su  cuerpo  lleno  de  heridas 

Comienza  T  |  grandeza  T  H  17-18  dice  San.  Bernardo  om.  E  ||  18  sin  cuento] 
infinita  T,  es  cosa  sin  cuento  om.  E  ||  19  misericordia]  eius  add.  T  |  Pero 
decir  que  om.  E  ¡|  20  misericordiosa]  decir  add.  T  |  que]  porque  no  E  |  alia 
donde  está]  en  otra  cosa  sino  E  ||  21  misericordias  T  |  esto]  lo  cual  E  ||  23 
de  virtudes]  gracias  T  |  gentilhombre]  qué  bien  hablado  add.  T  \\  22-24 
Decir  vos  -  falta  cosa]  Así  como  acá  deciros  de  uno  que  es  rico,  que  tal, 
que  tal  E  ||  24-25  me  viene  a  mí  om.  E  ||  25  esto]  eso  T,  eso  mas  add.  E  | 
que  es  misericordioso]  misericordioso  es  T  f]  26  tiene  tanta  caridad]  caridad 
tiene  T  |  que  om.  T  |  not  om.  r  |  lo]  le  T  ||  27  y  om.  T  |  desconsolado]  "e 
cuantos  le  piden  algo  om.  T  |]  25-27  que  es  misericordioso  -  magis  placet]  de 
caridad  que  tiene,  tal  y  tal  hace,  etc.  E  ||  28  esot]  esto  E  \  me  om.  E  |  más] 
a  mí  T  |  menester]  y  lo  que  me  parece  bien  add.  T  ||  29  Virgen]  nuestra 
Señora  add.  T  |  Oh  qué]  cuán  T  ||  30  ánima]  sin  mancha  add.  T  |  mucho  T"  | 
más  om.  T  \  nos  alegramos  7"  ¡|  28-31  eso  es  lo  que  yo  he  menester  -  a  Dios, 
pero]  así  E  ||  31  que]  la  Virgen  add.  E  |  favorecerá  E  \\  32  eátá]  siempre 
add.  T  ||  33  y]  que  nos  T  |  los  ojos  en  nosotros  T  \\  34  misericordia]  Hoc 
magis  placet  add.  T 

35  osj  te  7"  ||  36  esto]  tanta  misericordia  T  |  y]  Quién  será  T  |  veros]  ver 
que  eres  tan  T  |  misericordiosa]  Señora  add.  T  ||  37  quieres  T  \\  38  danos  T  | 
amas  T  ||  39  frutos  T  ||  40  te  amo  T  ||  41  decía  T  |  con  él]  y  desacreditado 
T  ||  42  a]  al  T  \\  44  o  no]  etc.  T  ||  49  ha.  hecho  om.  T  |  nosotros]  hizo 


21  San  Bernardo,  In  Assiunpt.  B.  Marine  I".,  serm.  4,  8  (ML 
183,  429)  :  «Laudamus  virginitatem,  humilitatem  miramur  ;  sed  mise- 
ricordia miseris  sapit  dulcius,  misericordiam  amplectimur  charius, 
recordamur  saepius,  crebrius  invocamus».  (Cf.  ibid.  5  :  ML,  187,  427.) 


912 


que  había  pasado  por  él:  "César,  si  te  amo  o  no,  hablen  mis 
45  llagas  por  mí,  sean  testigo  de  mi  corazón".  — -Señora,  ¿osa- 
remos confiar  de  vos  nuestra  salvación?  ¿Osaremos  dejar 
a  vuestro  cargo  la  salud  de  nuestras  ánimas?  ¿En  qué  ve- 
remos que  no  nos  olvidaréis?  Hablen  sus  fructos  por  ella. 
Responda  lo  que  ha  hecho  por  nosotros.  Mirá  el  fructo  de  su 
50  vientre.  Mirá  el  santo  Sacramento,  que  de  sus  entrañas  ha 
salido.  Allá  lo  dijo:  "Venite,  et  comedite  panem  meum  et 
vinum  quod  miscui  vobis.  Venid  y  comed  este  pan  bendito, 
esta  carne  que  de  mis  entrañas  salió".  Cuán  de  buena  gana 
nos  convida;  y,  pues  según  el  fructo  conocemos  a  )a  que  nos 
55  lo  dió,  vos,  Señora,  que  sabéis  qué  tal  es,  alcanzadnos  que 
lo  gustemos,  porque,  gustándolo,  sepamos  hablar  algo  de 
sus  excelencias  en  este  presente  sermón.  Y  para  más  la  obli- 
gar, digámosle  la  salutación  angelical:  Ave,  etc. 

Quien  me  come  ten-    Veisnos  aquí  en  el  día  postrero  de 

60     drá  más  hambre       Ia  fiesta  del  Santísimo  Sacramento. 

Confío  en  la  misericordia  de  Dios 
que  saldréis  con  más  hambre  de  Dios,  y  por  otra  parte,  con 
mucha  hartura,  porque  veáis  quién  es  Dios,  que  cuanto  más 
le  coméis  tanto  mejor  gusto  tenéis  de  El,  y  esto  lo  causa  el 

65  gustallo  muchas  veces.  ¿No  se  dice  de  El:  Quien  me  come 
habrá  más  hambre?  Por  esto  poquito  que  habéis  sentido, 
por  una  poquita  de  devoción,  os  dará  Dios  en  el  cielo  infi- 
nita hartura  y  con  ella  infinita  hambre.  Este  es  un  gran 
milagro  que  en  el  cielo  hay,  que,  comiendo  siempre  un  man- 

70  jar  que  está  nuestra  bienaventuranza  en  comello,  es  tanta 
la  dulzura  que  sienten  los  bienaventurados,  que  cuanto  más 
comen  más  hambre  tienen,  y  de  aquí  podéis  conjecturar  cómo 
se  compadece,  durando  mil  millones  de  millones  de  cuentos 
de  años  comiendo  un  mismo  manjar — que  es  el  mismo  Dios, 

75  mientras  El  durare — ;  y  que  al  cabo — '¡qué  digo!:  ¡no  hay 
cabo! — ,  que,  pasados  millones  de  millones  de  años,  está  la 


add.  T  |  Mirad  T  |  fruto  T  |]  50-51  Mirá  el -salido]  mirad  qué  pedazo  de 
carne,  salido  de  sus  entrañas,  el  Santo  Sacramento  T  ||  51  Allá]  No  T  |  dijo] 
la  Sabiduría  de  ella  add.  T-  ||  53  Cuán]  que  a  él  T  ||  54  nos,  os  T  |  y]  gozad 
del  fructo  de  mis  entrañas  T  |  conoceremos  T  \  a  om.  T  ||  55  que,]  pues  T  | 
alcanzádnosle  para  add.  T  ||  56  lo]  le  T  |  porcme  gustándolo]  y  gustando  de 
él  T  ||  57  su  excelencia  T  ||  57-58  en  este  presente  -  Ave,  etc.]  om.  T  ||  32-58 
que  está  rogando  por  nosotros  -  Ave,  etc.]  om.  E 

59  el  día  postrero  de  om.  T  ||  62-G3  y  por  -  mucha]  de  tanta  T  ||  64  tanto 
mejor]  más  T  \  y  esto  lo]  más  hambre  y  mayor  deseo  de  El  T  ||  65  gus- 
tarlo T  |  No  se]  nos  T  \\  66  hambre]  y  add.  T  ||  69  que,]  allá  add.  T  ||  70 
comerlo  T  ||  72  conjeturar  T  ||  73  compadece]  que  add.  T  |  mil  om.  T  ||  74 
comiendo]  de  add.  T  |  mesmo2  T  ||  75  cabo]  mas  add.  T  ||  76  pasados]  infi- 
nitos add.  T  I  de  millones  om.  T  \\  59-76  Veisnos  aqui  -  millones  de  años] 
Lo  notable  que  se  dijo  en  este  sermón  fué,  lo  primero,  ponderar  cómo,  go- 
zando de  Dios,  nunca  se  enhastían  los  bienaventurados,  antes  al  cabo  de 


¿2    Cf.  Prov.  9,  5. 


66    Eccli.  24,  2Q. 


913 


comida  tan  fresca  como  al  principio.  ¡Oh,  bendigan,  Señor, 
los  ángeles  al  abismo  de  tu  dulzura,  que,  durando  tanto  como 
dura,  no  da  en  rostro,  antes  pone  grandísima  hambre  con 

80  tener  en  ti  toda  la  hartura!  ¡Oh,  bendito  seas  tú,  Señor, 
que  no  entendiendo  los  que  de  ti  gozan  sino  en  ti,  y  comer 
en  ti,  y  en  hartarse  de  ti,  y  tiniendo  en  ti  cuantos  deleites 
se  pueden  desear,  que  no  basta  entendimiento  de  ángel  para 
pensallo;  y  que  a  cabo  de  munchos  años  les  parezcas  tan 

85  nuevo,  tan  dulce,  tan  sabroso  como  si  no  hubieran  comido; 
y  que  con  tanta  hambre  y  gana  comiencen  a  comer  a  cabo 
de  tantos  años  como  si  entonces  comenzasen!  Este  es  Dios, 
hermanos. 

— ¿Habéis  acabado  ya  de  comer  en  esta  fiesta  y  aun  os 
90  queda  hambre?  ¿No  está  aún  vuestra  voluntad  satisfecha? 
¿Haos  sabido  tan  bien  que  quisiéredes  que  durara  más  el 
convite?  — ¿Qué  remedio,  padre,  para  matar  esta  hambre? 
— Remedio  hay.  Mirad,  hermanos,  aunque  las  fiestas  de  Je- 
sucristo cuanto  al  tiempo  pasen,  su  virtud  no  es  pasada  para 
95  el  que  quisiere  celebrarlas  cada  día  que  quiera;  su  virtud 
siempre  está  presente.  El  buen  cristiano  ha  de  hacer  como 
las  hormiguitas.  ¿No  las  habéis  visto  andar  alguna  vez  en 
el  verano  buscando  el  mantenimiento  para  el  invierno?  ¿No 
anda  buscando  con  mucha  diligencia?  Coge  un  granillo  y 

1Q0  otro,  y,  en  fin,  lo  que  halla  entiérralo,  para  cuando  lo  hu- 
biere menester.  Así  el  cristiano:  tal  fiesta  como  ésta  no  ha 
de  ser  pasada  para  él;  siempre  la  ha  de  tener  presente,  reco- 
giéndose, buscando,  pidiendo  que  le  dure  la  devoción  del 
mantenimiento  hasta  otra  fiesta;  procurándolo  con  bien  vivir; 

105  suplicando  a  nuestro  Señor  que  conserve  en  él  el  bien  que 
hubiere  recebido  en  tal  fiesta  como  ésta,  y  de  esta  manera 
andará  siempre  bien  mantenido.  Mas,  si  alguno  se  quedase 
sin  comer  entre  tanta  hartura,  ¿qué  sería  de  él?,  ¿qué  mal 
lo  habría  mirado?  ¡Triste  de  él!  ¿Cuál  eá  el  mal  mirado  que 

110  está  entr?  tanta  hartura,  donde  sobra  el  mantenimiento,  que, 
por  no  llegarse  a  la  mesa  y  pedir  no  sé  qué,  se  muera  de 
hambre?  No  lo  permita  Dios  que  haya  alguno  de  éstos  aho- 
ra aquí. 

Al  propósito  volvamos.  Habernos  oído,  si  hemos  estado 


tanto  tiempo  T  ||  80  tú  om.  T  |(  81  ti  y  om.  T  ||  82  en(]  de  T  |  y(  om.  T  ¡ 
y2  om.  T  |  teniendo  T  )|  83  es  om.  7"  |  entendimientos  de  ánceles  T  \\  84 
pensarlo  T  |  a]  al  T  |  de  munchos  años  om.  T  ||  87  tantos]  infinitos  T 

90  queda]  más  add.  T  \  voluntad]  aun  add.  T  |¡  93  Mira  T  ||  95  que  quiera 
om.  T  ||  97  la  hormiguita  T  |  la,  T  |  alguna  vez  andar  T  ||  97-98  en  el  verano] 
andar  T  |  el  om.  V  |  mantenimiento]  en  el  tiempo  del  verano  add.  T  ||  99 
y  om.  T  ||  ICO  y]  no  sé  qué  T  |  enciérralo  T  |  lo,  om.  T  ||  102  ha  de  te- 
nerla T  l|  104  con]  su  add.  T  ||  lCñ  que]  le  T  |  él,  om.  T  ||  1C6  y  om.  T  || 
108  que2]  cuán  T  fj  109  habéis  T  ¡|  109-110  Cuál  es  -  está]  eue  estando  T  ||  110 
que  om.  T  ||  111  no  sé  qué  se]  se  seque  y  T  I]  112  de  estos  om.  T  "  113 
aquí  om.  T 


SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 


115  bien  atentos,  estos  ocho  días  pasados  qué  cosa  es  comulgar 
espiritual  y  sacramentalmente.  Todo  lo  hemos  dicho,  y  más 
de  la  comunión  espiritual;  plega  a  nuestro  Señor  que  lo  ha- 
yáis entendido,  que  espero  que  os  ha  de  aprovechar.  Ahora 
digamos  un  poquito  de  la  comunión  sacramental. 

120  Para  que  trabajes,  —Padre,  ¿qué  fué  el  motivo  que  mo- 
quedó  en  el  Sacra-  vi  ó  a  Dios?  (¿Motivo  digo?  No  mue- 
mento  ve  a  Dios  nadie  sino  El.)  ¿Qué  mer- 

cedes, qué  misericordias  fueron  estas 
que  quiso  hacernos  cuando  se  quedó?  ¿Qué  es  la  causa  que 

120  movió  a  su  alto  consejo  quererse  quedar  acá  con  nosotros? 
— No  se  podrán  decir  las  mercedes  que  nos  hizo,  aunque 
se  junten  ángeles  y  hombres.  Decí:  Si  vos  tenéis  una  heredad 
y  andan  trabajando  en  ella  los  peones,  ¿no  os  holgáis  de 
ir  allá  y  estar  allí  presente  y  andar  sobre  ellos,  porque  tra- 

130  bajen  más  y  hagan  más  hacienda?  Dicen  acá  que  "adonde  no 
está  su  dueño",  etc.,  y  que  "el  mozo  trabaja  más  cuando  el 
amo  le  está  mirando".  Pues  ansí  Dios  quiso  quedarse  en  esta 
heredad  con  los  trabajadores,  que  somos  nosotros,  para  que 
hagamos  más  hacienda,  para  que  andemos  ligeros.  Nadie  se 

135  duerma,  viendo  que  nuestro  Señor  anda  tras  nosotros,  para 
que  digamos:  "Mi  Señor  está  aquí  cerca  y  me  ve;  quiérome 
dar  priesa;  quiero  ser  fiel;  no  quiero  hacer  cosa  que  parezca 
mal  delante  sus  ojos",  y  aun  paréceme  que  bastaba  sólo  esto 
para  nunca  ofender  a  Dios.  Mas  hay  tan  poca  fe,  que  creo 

140  no  hay  quien  mire  que  le  están  mirando  los  ojos  de  Dios, 
para  que,  cuando  estás  tú  en  tu  casa  y  te  viene  un  pensa- 
miento malo,  sudes,  trabajes  y  mueras  por  resistirlo  y  le 
digas:  "Anda,  vete,  que  no  quiero  consentir  en  eso;  que  está 
mi  Señor  aquí  cerca  y  estáme  mirando  cómo  trabajo". 


114  hemos  r  i|  115  eátos  jasados]  otras  veces  T  ||  116  y,  om.  T  ||  117 
plegué  T  |  nuestro  Señor]  Dios  '/'  ||  118  hayamos  T  |  aprovechar]  harto 
add.  T  H  118-119  Distamos  ahora  T  ||  77-119  Oh  bendigan,  Señor  -  sacramen- 
tal] Item,  que  el  buen  cristiano,  la  devoción  que  cobra  en  esta  fiesta  de 
Corpus  Christi  ha  de  procurar  que  le  dure  con  bien  vivir  y  suplicarlo  a 
Dios  E 

120  Padre  om.  B  ||  120-321  que  movió  a]  en  E  ¡  Motivo]  Qué  T  ||  321-122 
Motivo -sino  El]  Aunque  a  El  no  le  mueve  nada  más  E  ||  124  quedó]  con 
nosotros  add.  T  |  es]  fue  E  ||  125  con  nosotros  01».  E  ||  124-125  ¿Qué  es  la 
causa -con  nosotros?  om.  I'  ||  126  podrá  T  l|  127  Decid  T  ||  128  en  ella  tra- 
bajando T  ||  129  porque]  para  que  T  ||  130  hacienda]  ¿no  add.  T  |  donde 
T  I-I  131.  y  om.  T  |  el2]  ojo  de  su  add.  T  ||  132  así  T  |  estal  su  add.  T  ¡¡ 
135-136  para  que]  porque  T  \\  136  está  aquí  cerca  y  om.  T  ||  136-137  ouiéro- 
tne  dar  priesa]  quiero  trabajar,  quiero  servir  bien  T  ||  138  bastaba]  aun 
add.  T  ||  140  no  hay  -  que  le]  hay  pocos  que  piensen  de  veras  que  los  T  \\ 
142  trabajes  om.  T  \  mueras]  y  trabajes  add.  T  |  le]  de  V  \\  143  eso]  que 
me  traes  add.  T  ||  144.  aquí -estáme]  delante  y  sus  ojos  me  están  T  ||  126- 
144  No  se  podrán  decir  -  mirando  cómo  trabajo]  Fué  porque,  quedándose 
con  los  trabajadores,  hiciesen  más  hacienda ;  y  ansí  hemos  de  andar  como 
en  su  presencia,  diligentes,  y  morir  en  el  rinconcieo  por  desechar  el  pensa- 


OCTAVA  DEL  CORPUS 


145  Pues,  para  que  trabajases,  quedaron  ahí  grandes  medici- 
nas, grandes  remedios;  quedó  gran  salud;  grandes  cosas  hay 
encerradas  en  los  santos  sacramentos.  SaMo  Tomás  pone  tres, 
pero  hay  infinitas.  Si  lo  sintiésemos,  si  lo  supiésemos  y  gus- 
tásemos lo  que  es,  comernos  híamos  las  manos  tras  ello. 

150  La  confesión  per-  La  confesión  es  para  hacpr  las  amis- 
dona  tus  pecados  tades  entre  Dios  y  ti.  Estaba  Dios 
airado  contra  ti,  estaban  dadas  tan- 
tas sentencias  de  muerte  para  los  infiernos  contra  ti.  ¿Con- 
fesástete?  Ya  eres  amigo  de  Dios;  no  están  ya  a  tu  cuenta 

155  iquellos  pecados;  y  perdonádote  los  ha  ya  Dios,  que  no 
te  castigará  ya  en  los  infiernos  por  ellos.  La  confesión  es 
para  que  se  borren  y  se  deshagan  tus  pecados  y  para  que 
nunca  más  se  acuerde  Dios  de  ellos.  ¡Oh,  bendito  seas  tú, 
Señor!  ¡Y  si  supiésemos  cuánto  bien  ros  cantan  en  aquel 

160  cantar:  ¡Bendecid  los  sacerdotes  al  S^ñor!  ;Cuán  mal  te 
sabemos  agradecer  p1  poder  que  has  dado  a  los  sacprdotes 
y  cómo  los  has  hecho  despenseros  de  tus  merecimientos! 
Decid  qué  amigo  hay  acá  que  diga  a  su  amigo:  "Mira  que 
aquí  adelante  en  las  cosas  que  tocan  a  mi  hacienda,  a  mi 

165  honra,  a  mi  casa,  no  negocie  nadie  conmigo,  s;no  todos  los 
que  vinieren  a  negociar,  negocien  con  vos  todo  lo  que  a 
mí  tocare."  — Señor,  ¿y  si  os  dan  una  bofetada?  — También 
la  perdona. 

Pues  ansí  lo  hizo  Jesucristo  con  nosotros,  que  nos  dió 
170  poder  para  que  negocien  con  nosotros  todo  lo  que  a  su 
hacienda  y  honra  tocara :  y  que  por  soberbio,  por  sucio, 
por  abominable,  por  endiablado  que  sea  el  hombre,  por  des- 
honra que  haya  h^cho  a  Dios  y  con  ellos,  al  hombre  dirá 
Dios:  "Id  a  un  sacerdote,  pues  ]p  he  dado  noder  para  que 
175  r)p  mí  parte  os  perdone  y  absuelva  de  todos  vuestros  pe- 
miento  malo,  poroue  lo  ve  Dios  E  II  145  quedaron  ahí  grandes]  quedó  acá 
en  este  divino  Sacramento.  Grandísimas  T 

146  medicinas]  hay  add.  T  II  147  grande  remedio  T  ¡|  148  si  lo.,]  y  T  || 
149  comernos  -  tras  ello]  andaríamos  abrasada  de  amor  de  Dios  T.  Pues 
para  que  trabajases  -  tras  ello]  Cuenta  efectos  de  sacramentos  E 

154  confiésaste  T  \  Ya,  om.  T  !  eresl  hecho  add.  T  1  155  pecadnsl  mor 
tales  add.  T  ||  156  ya  om.  ' T  ||  157  se  borren  y  om.  T  I  y  om.  T  II  15S  nunca 
más]  no  T  |  Dios]  más  add.  T  !  ellos]  áunoue  ordinariamente  quedas  obli- 
gado algo  a  pagar  en  purgatorio  add.  T  ||  156-158  La  confesión  es  para  -  ellos] 
Que  la  confesión  hace  las  amistades  entre  Dios  y  la  criatura,  y  confesado 
uno,  ya  no  están  a  su  cuenta  aouellos  pecados,  porque  Dios  los  ha  perdo- 
nado y  no  castigará  ya  por  ellos  E  \\  158  tú  om.  T  ||  160  los  om.  T  |  Cuán] 
Qué  T  I!  163  Decid  om.  T  I  acá  om.  T  |  Mirad  T  |  que,]  de  add.  T  ||  165 
conmigo  T  ||  166  a  negociar  om.  T  |l  168  la  perdona  om.  T 

369  así  T  l|  171  su  honra  y  a  su  hacienda  T  |  por,]  y  T  II  172  oue  fea  el 
hombre  om.  T  ]|  173  deshonra]  desprecios  T  'I  173-176  al  hombre  dirá  Dios- 
en mi  nombre]  el  hombre  venga  a  pedir  perdón  a  Jesucristo,  a  los  pies  de 


147  Cf.  Santo  Tomís  df  Aoi'ino.  Snmwa  thcol..  q,  ~q,  a.  i 
7fV>   Dan.  i,  84. 


916 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


cados,  y  él  os  perdonará  en  mi  nombre."  — ¿Quién  lo  dijo, 
padre?  ¿Es  por  ventura  Escoto,  es  San  Agustín?  — Más 
que  eso,  es  el  mismo  Jesucristo.  ¡Bendito  El  sea!  Amén. 
Quorum  remiseritis  peccata,  remittuntur  eis;  et  quorum 

180  retinueritis,  retenta  erunt.  A  quien  perdonáredss  sus  peca- 
dos, serles  han  perdonados,  etc. 

—¿Y  qué  es  confesión?  —¿Qué  cosa?  Que  estando  tú 
muerto  y  en  pecado,  si  vas  al  sacerdote  y  le  dices  tus  pe- 
cados, y  pides  perdón  a  Dios  de  ellos  y  te  arrepientes,  lue- 

^  g0  te  serán  perdonados,  y  quedas  en  paz  con  D  os  y  no  te 
demandará  su  justicia  que  le  pagues;  y  de  esta  manera  la 
confesión  resucita  los  muertos.  Con  venir  tú  a  los  pies  del 
confesor,  habiendo  hecho  lo  que  en  ti  es,  aunque  no  traigas 
todo  el  arrepentimiento  que  fuera  razón,  por  virtud  del  sa- 

190  cramento  vuelves  de  muerte  a  vida,  y  allí  te  dan  el  arre- 
p-ntimiento  que  basta  para  que  tus  pecados  puedan  ser  per- 
donados. 

También  la  comu-  — -Padre,  si  por  la  confesión,  como  de- 
ntón   es    remedo     cís,  quedo  perdonado,  ¿qué  es  menes- 

195  contra  los  pecados  tPr  más  comunión?  — No  basta  estar 
libre  del  infierno.  — ¿Qué  es  menes- 
ter más,  si  estamos  libres  de  la  justicia  de  Dios  y  somos 
ciertos  que  no  nos  condenará  para  los  infiernos?  — Más  es 
menester,  que.  aunque  uno  queda  perdonado,  no  queda  li- 

200  bre  del  todo.  Si  ad  horam  pepercisti  mihi,  quare  ab  iniqui- 
tate  mea  mundum  me  esse  non  pateris?,  dice  Job:  Señor, 
si  en  vn  momento  me  perdonaste,  ¿por  qué  no  consnntiste 
que  wt"de  Ubre  de  toda  mi  maldad;  por  qué  no  me  limpias 


un  sacerdote  idóneo,  ha  dado  poder  que  de  su  parte  Jo  perdones  y  le  absuel- 
vas de  todos  sus  pecados  T  ||  158-176  ¡Oh  bendito  seas  tú -en  mi  nombre] 
Engrandece  el  poder  dado  a  los  sacerdotes  y  cómo  deben  bendecir  a  Dios, 
y  alega  aquello:  «Benedicite  sacerdotes  Domini  Domino»,  y  que  a  los  sacer- 
dotes hizo  dispensadores  de  sus  merecimientos;  que  manda  que  negocien 
con  sus  sacerdotes  todo  lo  que  tocare  a  su  honra,  su  hacienda,  y  que  por 
más  malo  que  sea  uno,  que  pueda  el  sacerdote  perdonallo  E  ||  17  ventura] 
dicha  T  |  es]  o  T  |  Agustín  T  |l  177-178  Más -es]  No  sino  T  l|  178  mesmo 
Cristo  T  ||  176-178  ¿Quién  lo  dijo  -  Jesucristo]  Lo  cual  no  dijo  Escoto  ni 
San  Agustín,  sino  el  mismo  Dios  E  II  178  sea  El  T  |  Bendito  -  Amén]  om.  E  || 
179-130  peccata  -  erunt]  etc.  E  ||  180-181  sus  pecados  om.  T  ||  181  les  serán  T 

182  Y  om.  T  |  ¿Qué  cosa?  om.  T  II  183  y,]  estando  T  ||  183-185  si  vas  al 
sacerdote  -  luego  te  serán]  e  ira  de  Dios,  por  confesar  te  son  los  tuyos  T  |f 
185  quedas]  tú  add.  T  |  yj  que  T  ||  186  pagues]  Jo  que  le  has  ofendido 
add.  T  \\  180-186  A  quien  perdonáredes  -  pagues]  om.  E  |l  186  y  om.  E  |  esta 
om.  E  ||  105-187  la  confesión]  que  este  sacramento  E  l|  187  los  om.  TE  |  tú 
om.  E  II  188-189  aunque  no  -  fuera  razón]  om.  T  ||  190  da  T  ||  191  baste  E 

193-194  como  decís  por  la  confesión  T  |l  197-198  y  somos  ciertos  -  los  in- 
fiernos] om.  T  ||  193-198  Padre  si  -  los  infiernos]  ¿Qué  otro  pues?  ¿Qué 
es  menester  comunión,  pues  basta  por  la  confesión  estar  libre  del  infierno? 
Dice  que  E  ||  200  libre]  sano  T  ||  201  mea  om.  T  |  Dice  Job  om.  E  ||  202 
consientes  T  ||  203  quede]  del  todo  add.  T  ]  toda  om.  T  |  qué]  Señor  add.  T  || 


lf?T    To.  20,  23. 


203    Of.  Tob  TÓ,  14, 


SS.     OCTAVA  DEL  CORPUS 


del  todo,  cuando  haces  lo  más,  que  es  perdonarme?  Domi- 

305  nus  patiens  et  magnus  fortitudine  mundans  non  facit  inno- 
centem,  dijo  el  profeta  Naúm.  — ¿De  qué  os  quejáis  luego, 
Job?  ¿Queréis  quedar  sano  luego  del  todo?  No  basta  que 
quedéis  libre  del  mal,  sino  que  queréis  luego  convalecer.  Es- 
tabas en  ira  de  Dios,  confesástete,  arrepentístete,  restit-'ís- 

210  te.  tienes  propósito  de  nunca  ofen^W  a  Dios.  Bueno  es  todo 
eso.  razonable  está,  aunque  no  por  eso  sano  del  todo.  — He 
aquí  vuestros  pecados  perdonados,  ¿qué  más  falta  pues  de- 
cís que  es  menester?  — Mucho  es  estar  libre  del  infierno, 
pero  todavía  es  menester  más.  Decid;  si  uno  está  para 

215  morir  y  le  diera  una  medicina  que,  con  bebella,  no  murió, 
¿luego  está  bueno  del  todo?  ¿Puede  luego  andar,  estar  gor- 
do, recio  y  esforzado,  y  puede  comer  con  gana,  como  si  es- 
tuviese sano?  Son  menester  otras  medicinas  o  conservas 
que  lo  esfuercen.  Buenos  manjares  que  lo  engorden. 

220  Estabas  tú  en  pecado,  estabas  muerto,  no  te  faltaba 
sino  que  te  echaran  en  los  infiernos;  confesástete,  arrepen- 
tístete; ya  estás  libre  de  la  pena  del  infierno,  pero  dime: 
¿Luego  estás  bueno?  No,  por  cierto,  que  el  pecado  acarrea 
otros  mil  males.  Aunque  quedes  perdonado  del  principal, 

225  quedan  mil  reliquias:  una  ira  de  enojarte  por  nonada  que  te 
hagan;  quédante  mil  trabajos;  tiéntate  la  carne;  si  prime- 
ro fuiste  carnal,  querrías  volver  a  tu  costumbre;  quédate 
una  fantasía  interior,  una  voluntad  propia,  reliquias  son 
todas  éstas  del  mal  del  pecado. 

230  Mira,  ansí  como  en  la  vida  natural  tenemos  un  calor, 
que  desde  que  nacemos  no  hace  sino  gastar  y  consumir 


2C5  fortitudine]  ct  add.  T  ¡  faciet  7"  |l  2C6  el  profeta  om.  E  ||  2C6-2C7  Job 
luego  T  |!  207  sano]  luego  add.  T  ||  2C8  luego]  sano  add.  E  ||  2C9  te  con- 
fesaste, te  arrepentiste  T  i]  211  estás  TE  \  no]  estás  T  estés  E  |  sano] 
santo  V  |¡  211-212  He  aquí  -  perdonados]  Tienes  perdonados  los  pecados  E  |l 
213  menester]  más  add.  T  \\  212-213  Qué  más  -  Mucho  es]  om.  E  II  213  es- 
tás E  ||  214  Decid]  como  E  |  uno]  bebe  una  medicina,  que  add.  E  |  estaba 
ya  add.  T,  estaba  E  l|  215  le  dieron  una  medicina  que  om.  E  |  bebería  T  \\ 
216  luego  está]  no  luego  está  E  |  todo]  no  add.  T  |  luego  puede  TE  |  andar] 
y  add.  T.  ni  add.  E  |  esté  T  ||  217  gordo  om.  T  |  rec:o,  gordo  E  |  y2]  ni  E  || 
218  sano]  No  add.  T  !|  o]  y  E  |¡  219  lo,.,]  le  TE  |  esfuercen]  y  add.  E 
220  estabas,]  tú  add.  T  |l  221-222  te  confesaste,  te  arrepentiste  T  |¡  223 
N'o  por  cierto  que]  Es  grandísimo  mal  T  II  224  mil]  cuentos  de  add.  T  |  del] 
de  lo  T  i  principal]  pero  add.  T  i]  220-224  Estabas  tú  en  pecado  -  principal] 
Ansí  el  que  está  muerto  en  pecado  líbrase  por  la  confesión,  mas  no  luego  está 
bueno,  por  los  males  que  acarrea  el  pecado  E  |'  225  reliquias]  de  add.  TE  ]\ 
225-226  por  no  -  te  hagan]  porque  quiere  E  I]  226  tiéntate]  quemase  E  ||  227 
querría  T  f|  226-227  si  primero  -  querrías]  om.  E  ||  227  volverse  T  |  tu]  su  TE  |[ 
228  propria  E  '  228-229  todas  son  reliquias  E  ||  229  estas  om.  E  \  mal]  pa- 
sado add.  E 

230  así  T  |  natural]  el  calor  natural  es  el  que  gasta  y  consume  los  miem- 
bros add.  T.  Mira  -  natural]  om.  E  I  calor]  natural  add.  E  |l  231  desde  TE  I] 


2o6   Cf.  Nah.  i, 


918    SERMONES    CICLO  TEMPORAL 

nuestra  vida,  y  para  eso  comemos,  para  sustentar  y  cebar 
los  miembros,  para  que  no  los  gaste  luego  el  calor,  sino  que 
en  lugar  de  ellos  gaste  de  lo  húmido  radical,  que  se  ceba 

235  del  manjar,  en  gastándose  el  húmido  luego  muere  ¿Sabéis 
cómo  es?  Como  un  candil  o  hacha,  que  arde  todo  el  tiempo 
que  dura  la  mecha  o  pabilo,  y,  en  gastándolo,  se  apaga. 
Ansí,  si  no  echas  húmido  que  gaste  aquel  calor,  secaros 
heis.  Eso,  pues,  obra  el  comer:  mantener  y  sustentar  aquel 

240  calor. 

— ¿Y  es  bueno  sustentallo?  — Ansí,  burlando,  no  tenéis 
más  vida  de  cuanto  os  dura.  Así  es  acá.  Tenemos  un  calor 
en  las  ánimas  no  bueno,  sino  malo,  que  nos  inclina  al  mal. 
Este  es  el  que  seca  y  confunde  nuestras  ánimas,  cuando  no 

245  hay  cuidado  de  remediallo,  cuando  no  comemos  algo  con 
que  pierda  la  fuerza  y  no  gaste  nuestras  ánimas.  Eso,  pues, 
hace  el  Sacramento:  que  te  quita  ese  ardor  malo;  mitígalo, 
que  no  te  dé  tanta  pena.  Este  ardor  es  la  concupicencia, 
las  malas  inclinaciones  a  que  quedamos  sujetados  por  el 

250  pecado,  el  fomes  peccati  que  llaman,  que  nos  trae  así  arras- 
trando a  desear  y  pensar  mal,  ahora  a  soberbia,  a  pecado 
de  carne,  a  querer  hacer  nuestra  propia  voluntad.  Todas  es- 
tas inclinaciones  al  mal  están  dentro  de  nosotros.  Esta 
guerra  contina  que  traen  los  pecados  con  nosotros,  y  si 

255  consentimos  en  lo  que  nos  inclina,  luego  morimos.  Pecca- 
tum  consumatum  generat  mortem. 

Así  que,  cuando  tú  te  confiesas,  quedas  p°rdonado  de 
lo  principal:  no  morirá  tu  ánima;  pero  queda  tan  flaca, 
tan  desmayada  y  tan  sin  fuerzas  como  el  que  sale  de  en- 

260  fermedad  grave.  Así.  diéronte  una  purga  que  te  amargó 
como  la  hiél  y  te  llegó  a  par  de  muerte  bebella.  En  esto  no 
puede  haber  regalo  ni  medio,  sino  que,  si  el  enfprmo  quie- 
re sanar,  la  ha  de  beber,  aunque  amargue,  y  después  de 

232  nuestra  vida  om.  E  ¡  y,]  los  miembro»  y  add.  E  ||  233  para  om.  E  | 
234  de  lo]  del  E  |  radical  om.  E  |  de  lo  númido-ceba]  om.  T  ||  235  man- 
jar] ¿Qué  sería  del  hombre  add.  T  |  luego]  uno  T,  uno  add.  E  ||  237  Ja 
mecha  o  pabilo]  el  aceite  o  la  fin  om.  El  cera  para  que  la  gaste  el  fuego  TE  | 
gastándolo]  faltándole  luego  add.  T,  gastándola  E  I  apaga]  luego  add.  E  || 
238  Así  TE  |  echáis  TE  ||  238-239  sccaréisos  T  ||  239  sustentar]  a  add.  E 

241  sustentarlo  TE  ||  242  os  om.  TE  |  acá]  que  add.  E  ||  244  confunde] 
consume  TE  ||  245  remediarlo  TE  ||  246  ánimas]  De  add.  T.  Y  add.-  E- \ 
esto  E  |  pues  om.  T  ||  247  hace]  sirve  T  |  te  om.  E  |  ese]  el  E  |  Mitígalo] 
oue  lo  mitiga  E  II  248  concupiscencia  TE  !|  249  sujetos  i',  subjetos  E  ||  !ÍS0- 
251  así  arrastrando]  casi  por  fuerza  TE  \\  251  agora  E  |¡  251-252  a  pecar 
dos  -  querer]  o  E  ||  252  nuestra  om.  E  |  propria  E  ||  254  continua  TE  |'|  255 
inclinan  TE  |  luego]  nos  add.  E  |  Peccatum]  cum  add.  TE  ||  256  consumma- 
tum]  fuerit  add.  TE 

257  tú  te]  uno  se  E  |  confiesa  queda  E  II  257-253  de  lo  principal]  del  pe- 
cado E  ||  258  su  E  ||  259  tan2  om.  T  \\  260  enfermedad  gravej  una  grande 
enfermedad  T,  grave  enfermedad  E  ¡  Así  om.  E  ||  261  y]  que  TE  |  muerte] 
el  add.  T  |  bebería  T  I1  262  regalo  ni  medio]  remedio  T  'I  263  líala  JS  1  y 

256  Cf.  fac,  1,  15. 


¿6.     OC1AVA  DEL  CORPUS 


918 


bebida,  para  que  no  sientas  el  amargor  ni  el  mal  olor,  por- 

265  qut;  queoas  desmayado,  üante  una  poma  que  huelas,  dante 
agua  üe  azahar,  üante  alguna  conserva  para  restaurar  lo 
que  ia  purga  estragó  en  tomalla;  estos  olores  y  conservas 
son  el  santo  Sacramento.  ¿  Conf esástete,  doliéronte  los  pe- 
cados y  llóraslos  por  estar  enseñado  a  reir  y  no  sentir 

270  pesar  alguno'.''  ¿Donóte  dejar  la  manceba,  hízote  gemir  el 
restituir,  el  sacar  los  dineros  de  tu  bolsa  para  voivellos  a 
quien  mal  los  habías  tomado,  dióte  mal  trago  el  perdonar 
la  injuria,  etc.?  Démosle  a  tu  ánima  un  bocado  que  la 
conforte  y  esfuerce,  para  que  mitigue  las  malas  inclma- 

275  ciones,  la  soberbia,  la  ira;  para  que  consuma  y  apague  el 
fuego  de  la  concupicencia;  para  que  le  sepa  bien  el  rezar, 
el  ayunar,  el  dar  limosna;  para  tener  amor  con  todos;  y 
lo  procures  y  te  deleites  en  ello;  para  que  tomes  gusto  en 
las  obras  buenas;  para  que  se  te  quite  la  gana  dei  pecar, 

280  el  deseo  de  hacer  mal,  el  deseo  de  la  honra,  e'l  deseo  de 
pecar  en  la  carne;  para  que  cobres  fuerzas  y  se  te  quite 
el  desmayo,  para  que  no  te  venza  luego  cualquier  enojuelo; 
para  quitar  unos  humillos  que  quedan  en  el  ánima,  para 
que  del  todo  quede  limpia  y  ligera  para  servir  a  Dios. 

285  Y  mirad  no  os  parezca  cosa  liviana  desechar  estas  cosi- 
llas,  porque  algunos  hay  que  con  poco  trabajo  salen  de 
los  pecados;  algunos  hay  que  por  ventura  ha  diez  años  que 
salieron  del  pecar  y  se  sienten  en  ellos  estas  cosillas  tan 
vivas  y  frescas,  que  parece  que  ayer  salieron  y  que  no  han 

290  arribado  a  cobrar  fuerzas,  sino  que  aun  se  están  flacos  y 
desmayados.  Para  éstos  el  comulgar  es  muy  gran  remedio. 
Todo  lo  apaga  el  Santísimo  Sacramento,  da  esfuerzo,  con- 
forta; siéntese  la  salud  sensiblemente  a  pedazos.  Un  día 


om.  TE  ¡  dea]  ella  add.  T  ||  264  porque  E  |  ni]  o  T  ]\  266  algunas  conser- 
vas TE  ||  267  tomarla  T  ]  conservas]  que  te  dan  add.  TE  ||  268  el]  efectos 
del  E  |  el  Santo  Sacramento]  los  olores  santísimos  V  |  Confesaste  tú  T,  con- 
fesástete  tú  £  |  doliéronte  los]  dolióte  el  llorar  por  tus  TE  ||  269  y  llóras- 
lo  -  enseñado]  porque  estabas  avezado  (vezado  E)  TE  ||  270  alguno]  ningu 
no  T  |  Dolióte]  el  add.  T  ||  271  volverlos  T  ||  272  los  habías  mal  T  |  tomado] 
llevado  T  ||  273  las  injurias  E  |  etc.  om.  TE  ||  274  esfuerce]  para  las  reliquias 
de  los  pecados  (del  pecado  y  E)  add.  TE  ||  275  que]  le  add.  T,  la  add.  E  || 
276  concupiscencia  TE  \\  277  limosnas  T  ¡|  277-278  para  tener  -  procures] 
om.  E  ||  278  para  que]  y  B  \\  279  buenas  obras  TE  ||  280  la  om.  T  |  el  de- 
seo om.  T  ||  281  y]  que  7'  ||  282  el]  ese  T  ||  280-282  el  deseo  de  la  honra - 
desmayo]  om.  E  ||  282  venza]  venga  TE  |  cualquier]  tribulación  o  add.  E  \ 
enojillo  T  \\  283  quitar]  evitar  E  |  que]  te  add  T  |  que  quedan  om.  £  || 
284  D.os]  quitadas  las  pesadumbres  de  las  (malas  add.  E)  inclinaciones  add.  TE 
286  con  poco]  sin  mucho  T  ||  287  pecados]  y  no  de  estas  faltas  add.  T  || 
288  del]  de  T  |  sienten  en  ellos]  tienen  7"  ||  289  y,]  tan  T  |  que3)  como  T  ¡j 
290  arribado  a]  uuiado  a  V,  sido  poderosos  de  7'  ||  291  esto  T  ||  285-291 
mirad  no  os  -  remedio]  notá  que  para  los  que  tienen  estas  cosas  vivas  a  cabo 
de  mucho  tiempo  de  que  sirven  a  Dios,  e¿  singular  remedio  el  comulgar  y 
que  E  ||  292  el  Santísimo  Sacramento]  y  que  £  |  esfuerzo]  y  add.  E  ||  293 
siéntese]  y  que  en  él  se  siente  £  |  la  salud  a  pedazos  sensiblemente  T,  sen- 
siblemente la  salud  a  pedazos  E  \\  294  ves -menos]  sientes  menos  una  falta 


920  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


ves  una  falta  menos,  otro  otra;  hoy  se  quita  la  gana  del 

295  pecar,  mañana  te  parece  bien  y  te  deleitas  en  contemplar 
y  rezar  un  rato.  Por  la  confesión  comienza  el  bien  en  ti; 
sales  en  ella  de  culpa  y  después  se  te  perdona  la  pena  del 
infierno;  quedas  dispuesto  para  que  te  dé  Dios  más  gra- 
cia. Ei  Santísimo  Sacramento  dícese  consumación,  porque 

300  acaba  en  ti  el  bien  que  la  confesión  comenzó.  Cuando  tú  te 
sientes  tan  esforzado  que  no  temes  demonios,  ni  tentacio- 
nes, ni  carne,  todo  lo  tienes  en  nada,  parécete  que  lo  ven- 
cerás y  que  nada  te  empecerá,  ésa  es  la  virtud  del  Sacra- 
mento, que  ha  acabado  en  ti  la  buena  obra  y  te  ha  dado 

305  salud  del  todo  y  has  convalecido;  sano  estás  enteramente. 
Pues  por  dos  cosas  es  buena  la  comunión:  lo  uno,  para 
ayudar  a  salir  del  pecado,  y  para  convalecer  y  acabar  de 
sanar,  y  para  cobrar  esfuerzo  contra  las  tentaciones  y  vencer 
nuestras  pasiones;  lo  otro,  para  que  se  perdonen  los  pecados, 

310  de  esta  manera:  que  se  enciende  el  ánima  en  caridad  y  de- 
voción comulgando,  y  así  queda  limpia  de  los  pecados  ve- 
niales.  —¿Y  perdónansele  Jos  mortales  en  la  comunión? 
— O  decís  la  pena  de  ellos,  que  es  el  purgatorio,  y  eso  sí  se 
perdona,  o  parte  de  ello,  porque  la  culpa  ya  se  perdonó  en  la 

315  confesión — ¿no  os  lo  dije? — ;  [o]  si  decís:  "Si  uno  se  llega 
a  comulgar  en  pecado  mortal,  no  sabiéndolo  él",  de  eso  dicen 
los  teólogos  que  aunque  no  llegue  muy  dispuesto,  sino  que 
haya  hecho  lo  que  es  en  sí,  medianamente  a  su  parecer,  que 
se  le  perdona  aquel  tal  pecado  con  que  llegó  a  comulgar  y 

320  se  le  da  gracia,  y  que  en  este  caso  se  dice  lo  que  San  Augus- 
tín  dice:  Sacramentum  hoc  mortuos  vivificat;  que  da  vida 
este  sacramento  a  los  muertos. 


E  \  se]  te  add.  T  \\  295  mañana]  se  add.  T  ¡  bien]  la  oración  add.  T  \  y  te 
deleitas  en]  el  T  ||  294-296  otra.  Hoy  se  te  quita  -  un  rato]  om.  £  ||  296  rezar 
un  rato.  Por  om.  T  |  comienza]  comunica  E  \\  281  en  ella  om.  E  |  de]  ¡a 
add.  E  |  y  después  -  perdona]  perdónasete  TE  |  pena]  culpa  E  ||  298  más] 
su  TE  ||  293  gracia]  con  add.  T  |  dícese]  que  es  sacramento  de  T  ||  3C0 
acabó  E  ||  302  paréceste  E  ||  303  Eso  T  \\  304  acabó  E  ||  305  estás  sano  £  | 
enteramente]  y  add.  E 

306  pues  om.  T  |  cosas]  entre  otras  add.  T  ||  307  pecado]  mal  TE  |  acabar 
de  om.  T  ||  308  sanar]  alcanzar  entera  salud  <iJ<¿.  T,  alcanzar  add.  E  ||  310 
que  om.  T  ||  310-311  en  devoción  y  caridad  el  ánima  T,  el  ánima  en  devo- 
ción y  caridad  E  ||  311  ansí  £  |  queda]  es  TE  |  de]  todos  add.  T  |  pecados] 
y  add.  V  ||  312  perdónanse  TE  ||  314  ello]  ellos  E  |  perdona  E  ||  315  alle- 
ga £  ||  319  tal  om.  7'  |  llegue  £  ||  312-320  la  comunión  o  decís  -  se  dice  lo  que] 
este  Santísimo  Sacramento  dignamente  recebido,  y  tal  contrición  podría  uno 
tener,  que  se  le  perdone  culpa  y  pena  T 


320  Cf.  Santo  Tomás  de  Aquino,  Swmma  theol.,  3,  q.  79,  a.  3. 


58.     OCTAVA  DEL  CORPUS 


921 


La  comunión  nos  ¿Hay  más?  Que  os  convidan  y  dan 
transforma   e   in-    dineros,  y  todo  lo  que  habéis  menes- 

325  cornora  en  Cristo    ter  en  este  Pan  bendito;  si  no,  veldo 
vosotros.  Dice  el  Apóstol:  Pañis  be- 
nedictionis  quem  benedicimus,  nonne  communicatio  corporis 
Christi  est?  El  cáliz  de  bendición  que  bebemos  con  hncim ?n- 
to  de  gracias,  ¿no  es  comunión  y  participación  de  la  sangre 

330  de  Jesucristo?  — Padre,  ¿y  en  aquella  partecica  está  Jesu- 
cristo? — Mirá,  ¿y  de  eso  os  espantáis?  Decid:  Si  está  escrito 
en  aquella  pared  con  letras  grandes  este  nombre,  Pedro,  y 
en  la  otra  pared  con  letras  chicas,  porque  no  sean  las  letras 
iguales,  ¿no  quieren  decir  una  misma  cosa?  — Sé  que  lo 

335  mismo  es.  — Pues  ansí  acá,  tan  entero  está  el  cuerpo  de 
nuestro  Señor  Jesucristo  en  una  hostia  grande  como  en  una 
pequeña;  no  hay  más  Cristo  en  un  cabo  que  en  otro. 

Decidme,  dice  el  Apóstol,  la  partecica  que  os  quebramos 
para  que  la  recibáis,  ¿no  es  por  ventura  comunicación  del 

34o  cuerpo  de  Cristo?,  y  por  ella  sois  hechos  participantes  de  El. 
¡Bendito  sea  el  Señor  por  ello!  — Padre,  ¿qué  es  comulgar? 
— Ser  hechos  participantes  de  los  merecimientos  de  Cristo, 
ser  incorporados  en  Cristo.  Remediónos  cuando  padeció, 
aplicónos  en  el  altar  el  remedio.  Hizo  la  medicina,  los  era- 

345  plastos,  la  conserva  para  nuestra  enfermedad,  cuando  mu- 
rió; aplícannoslas  cuando  comulgamos,  cuando  nos  llegamos 
al  altar  para  recebirle.  Para  venir  al  mundo  a  redemirnos 
hízose  Dios  hombre;  y  cuando  tú  vas  al  altar  y  lo  recibes, 
transformaste  tú  en  El,  y  si  dijese:  "Háchete  tú  Cristo",  no 

350  mentiría,  que  ansí  lo  dice  San  Augustín,  sobre  el  salmo  llf2, 
que,  por  la  grande  unión  que  hay  entre  Cristo  y  sus  miem- 
bros. El  se  llama  del  nombre  de  ellos  y  ellos  del  nombre 

323  Que  os  convidan]  Convídanos  TE  ¡  danos  TE  ||  324  y]  danos  TE  1 
habernos  T  ||  325  en  om.  T  |  bendicto  E  |  vedlo  T  ||  326  Pañis]  Calix  TE  |! 
327  quem]  cum  E  |  corporis]  sanguinis  T,  et  sanguinis  add.  E  ||  329  comu- 
nicación TE  ||  330  partecica]  partícula  7'  ||  331  Mirad  T  ||  332  pared]  escrito 
add.  T  ||  334  quieren  T  |  Sé]  Sí  7"  ||  337  pecueñita  T  |  otro]  lo  que  es  en 
el  nombre,  que  decimos  letras,  es  acá  en  el  Sacramento  el  pedazo  grande 
o  pequeñito ;  no  hay  que  detenernos  en  eso  add.  T 

339  por  ventura  no  es  T  ||  330-340  Padre,  ¿y  en  aquella  partícula  -  Cuerpo 
de  Cristo  ?  y]  Mueve  una  cuestión  aquí  si  en  la  partecica  está  todo  C-i«to. 
Muestra  que  sí  per  similitudinem  que  un  hombre  escripto  con  letras  y  el 
mismo  con  letras  chicas  lo  mismo  significa.  Donde  pondera  adelante  rifluello 
de  San  Pablo  en  esta  autoridad  E  ||  340  ella]  conviene  a  saber,  la  partecica 
add.  E  ||  341  Bendicto  E  |  por  ello  om.  T  |  Padre  om.  TE  ||  342  hecho  TE  | 
merecimientos]  del  cuerpo  add.  E  |  Jesucristo  TE  II  343  encorporado  T,  on- 
corporados  E  |  Jesucristo  T,  en  Cristo  om.  E  ||  345  las  conservas  TE  |>|  346 
aplicónosla  T  |  nos  om.  T  ||  347  para,]  a  TE  |  recebirlo  T  ||  349  Cristo]  por 
participación  add.  T  ||  350  así  T  |  decís  V  |  psalmo  E,  sobre  el  salmo]  su- 
per  ps.  T  H  352  del,]  el  TE  |  del  noanbrcl  el  T,  om.  E  |il  353  E?_  om.  TE  i 


330  Cf.  I  Cor.  IO,  16. 
340   Cf.  1  Cor.  10,  16. 

350   San  Agustín.  Enarr.  ¿»  Ps.  142,  3  :  ML  37,  1846  s. 


922  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL  _ 

de  El.  — ¿Qué  es  comulgar?  — Es  enjerirte  en  Cristo  como 
se  enjiera  la  mano  en  el  brazo,  y  el  brazo  en  el  cuerpo,  y  el 

355  dedo  en  la  mano.  Háceste  parte  de  su  cuerpo.  Si  bien  comul- 
gas. enü[é] reste  en  sus  merecimientos,  tjpnes  parte  en  ellos; 
tiniendo  parte  en  sus  merecimientos,  tiénesla  en  lo  que  él 
ganó;  tiniéndola  en  lo  que  él  ganó,  sé  cierto  que  irás  a  gozar 
de  él  en  los  cielos. 

36o  Gracias  hago  a  mi  Señor  Dios,  dice  el  Apóstol,  por  la 
gracia  suya  que  os  es  dada.  Qui  et  confirmavit  usque  in 
finem  sine  crimine,  etc.  No  desconfiéis,  hermanos,  que  el 
que  ha  comenzado  en  vosotros  la  buena  obra,  la  conservará; 
El  la  acabará  en  vosotros  hasta  el  día  de  Jesucristo;  en  el 

365  cual  os  conservará  sin  culpa  el  que  os  ha  hecho  comenzar  sin 
culpa.  Fiel  es  el  que  os  llamó  en  compañía  de  Jesucristo,  el 
cual  no  os  defraudará  de  la  heredad  que  os  ganó,  pues  te- 
nemos ya  de  ello  gran  prenda.  —¿Y  qué  puse  yo.  Señor,  para 
tal  compañía  sino  mal  y  tú  el  bien;  yo  los  pecados,  tú,  Señor, 

370  el  perdón  v  la  gracia?  ■ — Fiel  es  Dios,  que  os  llamó  en  com- 
pañía de  Cristo. 

— ¿Qué  compañía  es  ésta?  — Cuando  comulgas  eres  rece- 
ñido en  esta  compañía,  eres  hecho  miembro  del  cuerpo  de 
Cristo,  asido  a  él  por  compañía  eterna,  que  nunca  de  su 

375  parte  faltará.  Fiel  es  Dios,  que  os  llama  en  compañíx  del 
cuerpo  de  Cristo,  el  cual  es  el  cuerpo  místico  de  la  Iglesia, 
y  todos  somos  miembros  de  este  cuerpo.  Así  como  la  mano 
es  parte  del  cuerpo  y  vive  y  se  sustenta  en  él,  así  tú  tienes 
parte  de  Cristo  y  vives  y  te  sustentas  en  él,  y  te  encorporas 

380  por  la  comunión  en  Cristo,  como  el  miembro  en  el  cuerpo: 
Sicut  misit  me  vivens  Pater,  etc.  Así  como  me  envió  el  Padre 
que  vive,  y  yo  vivo  por  él,  así  el  que  me  come  a  mí  vivirá 
por  mí.  El  que  me  come  a  mí  es  hecho  parte  mía,  es  encor- 
porado  en  mí,  vive  por  causa  mía.  Ninguna  ánima  puede 

385  vivir  si  no  está  encorporada  en  mí.  Así  como  un  sarmiento 
no  puede  crecer  si  no  está  asido  a  su  vid,  sino  que  luego  se 

Jesucristo  TE,  y  add.  T  ||  354  ingiere  T,  ingire  E  ||  355  hacerte  T  ||  357 
tiniendo  parte]  teniéndola  T  ||  358  teniéndola  T  ||  359  el  cielo  T 

361  os  om.  V  ||  362  hermanos]  esforzaos  add.  T  ||  364  la  om.  T  |  nos- 
otros V  l|  365  culpa]  crimen  T  ||  365-366  sin  culpa]  vida  nueva  T  ||  368 
gran]  tal  T  \\  370  srracia]  Pone  él  que  seas  hijo  de  Dios  tú  que  antes  eras 
enemigo  suyo  add.  T  |  os  llamó]  nos  llama  T 

357-374  tiniendo  parte  en  sus  merecimientos  -  Cuerpo  de  Cristo]  y  cuando 
comulga  uno  dice  que  es  hecho  uno  miembro  del  Cuerpo  de  Jesucristo,  y  que 
es  uno  E  fj  374  a  El  ha  sido  dado  add.  T  ||  374-375  que  nunca  -  faltará]  om.  E  t| 
375-376  del  cuenpo  em.  T  ||  378  de  este  cuerpo  parte  E  ||  380  por]  en  TE  |  en 
Cristo  om.  TE  |  enj  con  E  ||  381  vivens  om.  T  |  etc.  om.  T  ||  381-382  me 
envió -vive  y]  om.  E  ||  382  él]  Padre  add.  E  |  ansí  E]  vivirá  por  mí  add.  T  || 
382-3S3  vivirá -come  a  mí]  om.  T  ||  384  en  mi  om.  T  ||  385  incorporada 
E  ||  386  crecer]  ni  sustentarse  add.  T  |  a]  en  T  ||  388  arderá]  para  add.  T  || 


362  Cí.  1  Cor.  i,  4.  8. 
,yí6    Cf.  t  Cor.  1,  9. 


383    Cf.  lo.  6,  58. 


 $8.     OCTAVA  DEL  CORPUS  923 

seca,  así  Jesucristo  predicó  que  es  vid  y  que  el  que  no  estu- 
viere asido  en  él,  que  se  secará  y  arderá  siempre  en  los  in- 
fiernos. Esto  es  comulgar,  ser  participante  de  Jesucristo, 
j  390   ser  hecho  una  cosa  en  El. 

Ruégoos  que  penséis  cómo  cuando  uno  ha  comulgado  tiene 
a  Cristo  en  sus  entrañas,  cómo  es  transformado  e  incorpo- 
rado en  El  y  es  hecho  participante  de  sus  merecimientos,  de 
todo  lo  que  El  ganó,  de  la  gloria,  del  reino,  del  descanso. 

S95  Como  cuando  ahora  se  casa  una  mujercita  con  un  rey,  ella 
tiene  honra  y  estado  de  reina,  por  ser  la  hacienda  y  estado 
de  su  marido,  y  dícese,  todo  lo  que  tiene  él,  ser  suyo  propio, 
por  estar  casada  con  él,  por  ser  una  cosa  con  su  marido; 
así  comulgando  tú,  metiendo  a  Cristo  en  tus  entrañas,  con- 

400  vierte  él  a  ti  en  sí,  y  quedáis  tú  y  El  hechos  una  misma  cosa. 
Y  por  eso  quedó  debajo  de  semejanza  de  pan,  para  dar  a  en- 
tender la  unión  que  hay  entre  El  y  quien  lo  recibe.  Así  como 
cuando  comes  tú  un  manjar  se  convierte  en  tu  sustancia  y 
queda  hecho  tú,  así  es  acá;  pero  no  conviertes  tú  a  Dios  en 

405  ti,  mas  El  a  ti  en  sí;  y  quedáis  ambos  hechos  una  misma 
cosa,  no  en  unidad  de  sustancia  ni  de  persona,  que  la  honra 
y  provecho,  riquezas  y  gloria  que  le  resultó  a  El  de  morir 
por  ti,  se  comunica  a  ti  recibiéndolo.  Cuando  has  comul- 
gado, mírate  Dios  Padre  como  a  hechura  de  su  Hijo,  mírate 

410  ya  con  aquellos  ojos  que  mira  a  Jesucristo,  por  ser  ya  miem- 
bro de  su  cuerpo  por  la  comunión;  mira  a  la  cosa  unida  como 
a  cosa  del  cuerpo;  mira  a  la  parte  como  a  cosa  del  todo; 
huélgase  de  hacerte  misericordia,  como  a  cosa  que  toca  a  su 
Hijo;  tiene  cuidado  de  lo  que  te  cumple,  como  a  cosa  que 

*1S    cumple  a  Jesucristo. 

Cortan  la  mano  del  rey;  a  todo  el  rey  hacen  afrenta 
y  no  como  a  mano  por  sí.  Y  así  es  mirado  el  que  comul- 
ga, no  como  a  cosa  de  acá  y  de  por  sí,  mas  como  a  cosa 
de  Cristo.  Y  el  mismo  Cristo  mira  a  la  ánima  como  a  cosa 

420  suya  propria  y  como  se  mira  a  sí;  ámala,  regálala,  ampá- 
rala, remédiala,  consuélala,  como  cosa  que  a  él  toca.  Nema 

385-389  Así  como  un  sarmiento  -  infiernos]  om.  E  \'\  389  Eso  TE  |  comulgar] 
bien  add.  T  |  Jesús  E  ||  390  en]  con  TE 

392-393  y  encorporado  T  393  y  om.  TE  ¡¡  394  reino]  de  la  herencia 
add.  T  \  descanso]  en  que  ahora  (agora  E)  está  TE  |]  395  mujer  T  |  un] 
el  E  II  396  honra]  vestido  T  |  y  estado,  om.  T  ]]  397  El  tiene  T  |  ser 
om.  TE  |  proprio  E  ||  398  él]  y  add.  E  |  por  ser]  porque  es  T  \\  4C0  conviér- 
tete TE  i  misma  om.  TE  ||  4C2  quien]  el  que  T  |  Ansí  E  ||  403  comes  -  man- 
jar] tú  comes  una  lechuga  TE  |  tu  om.  T  \\  404  la  lechuga  lucha  add.  TE  '■ 
convertiste  T  i  4C5  mas -en  si]  om.  E  |  misma  om.  E  ||  4C6  persona]  sino 
add.  TE  ||  408  se]  te  add.  T  |  comunicó  E  |  recibiéndole  E  |t|  410  ser]  tti 
add.  E,  a  Jesucristo  por  ser  om.  T  |  miembro]  de  su  Hijo,  por  ser  tú  va 
miembro  suyo  y  add.  T  ||  411  cosa  unida]  uñita  TE  ||  414  de]  con  T 

416  hicieron  E  |l  417  Y  om.  T  ||  4*18  a,  om.  T  |  mas]  sino  E  |  a,  om.  T  >| 
419  mesmo  T  '  ;i  la]  el  7".  al  E  |  a,  om.  T  II  420  propia  T  !l  421  consuélala] 


3«9   Cf.  lo.  15,  i-;- 


924  SERMONES.  CICLO  TEMPORAL 

carnem  suam  odio  habuit.  Pues  ansí  es,  "quien  el  padre  tie- 
ne alcalde,  seguro  va  a  juicio".  Si  sois  parte  del  cuerpo 
del  juez,  seguro  vais  que  no  sentenciará  contra  vos.  Segu- 

425  ro  va  el  pie  del  cuerpo  cuya  lengua  ha  de  dar  la  sentencia. 
Vos  sois  parte  de  Jesucristo,  vos  sois  su  miembro;  El  es 
vuestro  juez.  No  temáis  la  sentencia  espantosísima  del  día 
del  juicio:  Ite  maledicti,  etc.  Comulgad,  sed  hechos  parti- 
cipantes de  los  merecimientos  de  Cristo,  encorporaos  y  me- 

*30  teos  en  El,  no  hayáis  miedo,  no  echará  El  su  pie  en  el  in- 
fierno. Parte  de  Jesucristo  sois,  no  se  echará  El  a  sí  mis- 
mo en  el  infierno.  ¡Oh,  bendita  sea  tu  misericordia,  Señor! 
No  hay  entendimiento  que  alcance  esto;  no  hay  quien  ex- 
plique lo  que  somos  por  comer  este  manjar  de  vida. 

435  ¿Para  qué  es  el  co-  Si  ansí  es  todo  lo  que  habéis  dicho, 
mulgar  muchas  ve-  ¿  quién  no  se  maravillará  de  los  que 
oes?  no  quieren  ser  comidos,  comiendo 

este  manjar,  y  no  quieren  llegarse 
a  m'esa  tan  abundante,  donde  hay  tantas  riquezas,  tantos 

440  bienes?  ¿Quién  no  se  espantará  de  los  que  no  quieren  apro- 
vecharse de  tantas  misericordias,  los  que  no  quieren  recebir 
tantos  bienes?  Maravillarme  he  de  Dios  o  maravillarme  he  de 
ellos.  Maravillarme  he  de  tan  gran  desagradecimiento  de  nues- 
tra parte  o  de  la  misericordia  de  Dios  y  de  tanta  providencia. 

445  Omnia  a  te  expectant  ut  des  Mis  escam,  etc.  "Señor,  decía 
el  profeta  David,  como  no  hay  otro  que  pueda  proveer  sino 
tú,  como  no  hay  otro  que  pueda  hacer  esto  sino  tú,  de  ti 
esperan  todas  las  cosas  el  mantenimiento  y  todos  los  ani- 
males que  les  des  el  manjar  al  tiempo  de  la  mayor  sazón; 

450  iándoselo  tú,  comen  ellos;  abriendo  tu  poderosa  mano,  to- 
das las  cosas  serán  llenas  de  bondad  y  misericordia" .  Come 
el  león  lo  que  Dios  le  da,  come  el  ciervo  lo  que  Dios  le  da, 
come  el  avecita  lo  que  Dios  le  da,  etc.  Dante  te  ülis  colli- 
gent;  ¿y  no  comes  tú  el  manjar  que  Dios  te  da?  ¿Y  qué 

455  manjar  es  mejor  que  tu  manjar,  que  es  el  mismo  Dios?  Ma- 
tar al  hijo  para  que  coma  la  gallina,  ¿quién  nunca  tal  vió? 


provéela  add.  T  \  como]  a  add.  E  ||  422  así  T  ¡  el]  al  E  ||  423  Si  om.  E  |¡ 
424  sentenciaran  T  ||  425  sentencia]  contra  vos  add.  E  1 1  426  Cristo  E  |  vos 
sois  su  miembro  om.  E  ||  426-427  Vos  sois  parte  -  la  sentencia]  om.  T  ||  427- 

428  del  día  del  juicio  om.  E  ¡|  428  Ite  maledicte  etc.  om.  T,  etc.  om.  E  || 

429  Jesucristo  T  ||  430  pie]  ni  su  mano  add.  T  ||  431-432  Parte  de  Jesucris- 
to-en  el  infierno]  om.  T  ||  432  Oh]  Señor  add.  T  |  Señor  om.  T  ||  434  co- 
mer] de  add.  T  |  vida]  Y  add.  T 

435  así  T  ||  437-438  ser  comidos  -  manjar  y]  comer,  de  los  que  T  ¡|  439-440 
tanto  bien  7-  ¡|  442  o]  y  T  ||  443  Maravillarme  he  om.  7'  ||  444  o  om.  T  |  la] 
tanta  T  |  dej  parte  de  add.  T  |  providencia]  suya  add.  T  ||  445  speciant  V  \\ 
446  proveer]  esto  add.  T  ||  449  el  om.  T  ||  450  tú]  lo  add.  T  ||  451  son  T  || 
453  el]  la  T  |  lo  que  -  da,  etc.]  om.  T  ||  455  es  mejor  -  manjar,]  de  man- 


422  Of.  Eph.  5,  29. 
441    Of.  Ps.  103,  28. 


,i8.     OCTAVA   DEL  CORPUS   £25 


¡Que  dió  el  Padre  Eterno  a  su  Hijo  unigénito  para  que  lo 
comamos,  y  comiéndolo  seamos  bienaventurados,  y  que 
no  hay  quien  coma,  no  hay  quien  se  llegue  a  esta  mesa  de 

460  tanta  abundancia!  Come  el  animal,  ¡y  no  come  el  hombre! 
Está  Dios  convidando,  la  mesa  puesta,  ¡y  no  hay  quien  lle- 
gue a  comer  sino  de  año  en  año!  ¿Quién  hay  que  tenga 
paciencia  viendo  esto?  Tengo  por  averiguado  que  les  acae- 
ce a  los  que  comulgan  de  año  en  año  lo  que  decía  el  otro 

465  día.  No  se  puede  pensar  con  comparación  mejor.  Como 
cuando  viene  el  rey  a  una  ciudad,  y  vos  no  querríades  re- 
cetar huéspedes  de  vuestra  voluntad,  hácenos  recebillos  por 
fuerza;  así  creo  que  comulgáis,  porque  viene  el  tiempo,  por- 
que no  os  castiguen.  Hacé'slo  ya  de  pura  necesidad  y  no 

470  por  amor.  No  sé  qué  me  diga  de  esto. 

El  que  frecuenta  el  comulgar,  dificultosamente  pecará, 
porque  anda  continuamente  con  aquel  recelo,  guardándose 
con  mil  ojos,  poco  olvidado;  pero  el  que  comulga  de  año 
en  año,  como  anda  olvidado  de  sí  y  descuidado,  tras  cada 

475  paso  da  de  ojos.  Gran  salud  es  comulgar  muchas  veces,  y 
ansí  io  aconsejaron  los  santos.  Leed  a  San  Hierónimo  en  la 
epístola  que  escribió  a  Lucino,  el  cual  le  había  enviado 
a  rogar  que  le  avisase  lo  que  debía  hacer  en  lo  de  la 
comunión,  y  si  podía  comulgar  cada  día.  San  Hierónimo  le 

480  responde  en  aquella  carta  que,  pues  en  las  iglesias  de  Es- 
paña se  hacía  cada  día,  que  lo  hiciese.  Pregúntanle  otros 
a  San  Augustín  si  es  bueno  comulgar  cada  día,  y  respon- 
de: "No  sé  decir  de  ello  mal  ni  bien".  San  Augustín  no  osa 
decir  que  es  malo  comulgar  cada  día,  y  tú  dices  que  no 

485  alabas  el  comulgar  de  ocho  a  ocho  días.  La  causa  por  que 
San  Augustín  no  se  determina  es  porque  a  vos  está  bien 
y  a  otros  mal,  mas  dice  luego  que  aconseja  que  comul- 
guen de  ocho  a  ocho  días.  Dicen  algunos  que  habla  aquí  San 

jares  y  sobre  todos  los  manjares  T  ||  456  la  gallina]  su  criado  T  ||-  457  Eterno 
Padre  7'  ||  462  en]  a  T  |  año,]  de  tarde  en  tarde  add.  T  ||  463  por]  muy 
add.  T  |  les]  os  T  ||  464  comulgáis  T  |  en]  a  T  ||  464-465  decía  el  otro  día  - 
mejor  como]  om.  T  ||  466  y  om.  T  ||  467  los  recibir  T  II  468  comulgáis] 
algunos  add.  T  ||  470  sé]  lo  add.  T  |J  428-170  Comulgad,  sed  hechos  -  diga  de 
esto]  y  dice  como  E 

473  poco]  pero  el  T  |  poco  olvidado  om.  E  |  pero]  om.  T,  mas  E  ||  474 
en]  a  TE  \  olvidado  de  sí  y  om.  E  ||  476  así  T  |  aconsejaron]  confesaron  T  ¡ 
Jerónimo  T  ||  477  Luciano  TE  ||  479  Jerónimo  T  ||  480  respondió  T  |  en 
aquella  carta  om.  E  ||  481  se  hacía]  así  se  usaba  7'  |  cada  día  om.  TE  |  lo] 
se  E  |  hiciese]  así  add.  T  |  Preguntándole  T  |(|  482  era  T  |  y  om.  T  ||  483 
de  ello]  si  es  E  |  malo  ni  bueno  E  |  Agustín  TE  ||  484-485  dices -alabas  el] 
osas  decirlo  de  TE  ||  488  comulgar]  aun  add.  T,  a  uno  add.  T  ||  486  Agus- 
tín T  |  vos  está]  unos  puede  estar  TE  ||  4*7  mal]  no  T  ||  487-488  rué  co- 
mulguen] a  comulgar  T ,  de  comulgar  E  ||  488  que]  no  add.  V  |  489  Agustín 

481   San  Jerónimo,  Ep.  71,  6  :  3VIL  22,  672. 

483  La  cita  es  de  GENADIO,  De  cedes,  dogmal.,  c.  23  (ML  42, 
1217)  :  «Quotidie  Eucharistiae  camnranionem  percipere  nec  laudo 
nec  vitupero». 


926  SERMONES.   CICLO  TEMPORAL   

Augustín  de  los  sacerdotes.  No  es  así;  no  lo  entienden  los 

490  qUtí  esto  dijeron.  Santo  Tomás  lo  entiende  del  comulgar  de 
los  legos,  y  San  Vicente  dice  que  los  del  pueblo  escojan 
diez  o  doce  fiestas  en  el  año  para  comulgar.  Gabriel,  Ale- 
jandro de  Hales  y  todos  los  teólogos  dicen  que  bueno  es  co- 
mulgar muchas  veces  de  parte  del  sacramento;  pero  que 

495  de  tu  parte  que  es  bien  que  te  examines  qué  provecho  sientes. 
San  Buenaventura  lo  particulariza  más,  diciendo  que,  si 
vieres  que  te  va  bien  con  frecuentar  la  comunión  y  te  cre- 
ce el  amor,  y  juntamente  la  reverencia,  usa  el  comulgar; 
mas  si  el  mucho  uso  te  causa  irreverencia,  tente  algo  más, 

sao  y  no  sea  como  usan  el  comulgar  algunos,  que  los  lleva  a  la 
liviandad,  y  no  piensan  en  ello  más,  sino,  en  antojándose- 
Ies,  helos  van  a  comulgar,  sin  más  pensar,  ni  recogerse,  ni 
tener  cuidado  de  la  enmienda  de  la  vida.  Para  éstos  no 
es  el  comulgar  muchas  veces.  — ¿Pues  para  quién?  — Para 

505  los  que  sudan,  para  los  que  revientan  y  mueren  por  no 
ofender  a  Dios;  para  éstos  es  el  frecuentar  la  comunión, 
que  comen  su  pan  con  sudor  de  rostro.  Unos  hay  que,  por 
comulgar  muchas  veces,  pierden  la  reverencia;  otros,  por 
llegarse  tarde  pierden  el  amor.  Pero  una  cosa  os  diré:  que 

510  los  que  se  quieren  bien  es  menester  que  se  comuniquen, 
porque  no  se  olviden;  piérdese  mucho  el  amor  por  el  ausen- 
cia y  falta  de  comunicación. 

Porque  no  se  puede  dar  regla  cierta  que  a  todos  convenga 
en  esto,  mire  cada  uno  cómo  le  va  con  la  frecuentación  de 

515  este  misterio,  y  así  haga;  y  principalmente  con  consejo  de 
su  confesor,  el  cual,  vista  la  despusición  de  su  penitente, 
así  le  aconseje. 

Mas  ¿qué  diremos  que  hay  algunos  que,  sin  ver  la  con- 
ciencia de  los  que  vienen  a  comulgar,  juzgan  y  dicen  que  es 

520  malo  y  lo  murmuran?  Estos  tales  el  oficio  del  diablo  tienen, 


TE,  del  comulgar  add.  E  ||  490  dijeren  T  ||  491  y  om.  T  ¡  del  pueblo]  le- 
gos E  |¡  492  en  el  año  om.  TE  ||  493  es  bueno  TE  ||  495  que)  om.  T 

496  que  om.  TE  ||  497  bien]  y  que  add.  E  |  la]  santa  add.  T  |  y]  que  T, 
om.  E  ||  498  y  juntamente]  sin  deserecerse  T,  sin  descrecer  E  |  el,  om.  E  || 
499'  detente  TE  ||  5C0  sea]  ases  T,  seas  E  |  el]  del  T,  om.  E  |  a  om.  TE  |.| 
501  más  en  ello  TE  ||  502  hételos  TE  ||  506  el  om.  E  ||  507  con]  en  T  ||  de] 
su  add.  TE  ||  509  pero -diré]  ¿No  sabéis  TE  ||  510  bien]  que  add.  T  ||  511 
por  el]  con  la  T 

515  aqueste  T  ||  516  disposición  TE  j  de  su]  del  TE 

518  algunos]  hombres  T  ||  519  y  dicen  om.  E  ||  522  confiesan  T,  de  los 


490  Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa  thcol.,  3,  q.  80,  a.  10. 

491  Cf.  San  Vicente  1-errer,  Serm.,  In  coena  Domini  serm.  1. 

492  Gabriel  Biel,  Jn  IV  Scnt.,  d.  12,  q.  2,  concl.  4  s.  ;  Ex- 
pos.  canon.  Miss.,  lect.  87. 

493  Alejandro  de  Hales,  Summa,  p.  4.a,  q.  11,  membr.  2,  a.  4, 
§  1,  q-  2-3. 

503    San  Biienaventura,  Jn  IV  Sent.,  d.  12,  p.  2,  a.  2,  q.  2. 
507   Cf.  Gen.  3,  19. 


<?S.     OCTAVA  DEL  CORPUS 


aborrecedores  y  estorbadores  de  las  obras  de  Dios.  El  con- 
fesor, que  sabe  y  conoce  las  conciencias  de  los  que  confesó, 
bien  es  que  juzgue  y  dé  su  parecer  al  que  confesó;  mas  el 
que  no  ve,  ni  sabe,  ni  entiende  qué  tenga  cada  uno  en  su 
525  corazón,  ¿cómo  sin  ver  el  proceso  sentencia?  Contrario  es 
al  ángel  de  Dios,  cuyo  oficio  es  aconsejar  a  Elias  que  se 
levante  y  coma,  que  mucho  camino  le  quedx  de  andar.  Y  así 
el  buen  sacerdote  o  cristiano  ha  de  aconsejar,  amonestar  y 
esforzar  a  su  hermano  para  que  comulgue. 

530  ¡Dios  nos  libre  de    Y  así  como  quien  no  comulga  debe 
comulgar  mal!       guardarse  de  juzgar  ni  impedir  al  que 
comulga,  así  el  que  comulga  mirará 
mucho  cómo  comulga,  porque  no  coma  su  juicio  y  conde- 
nación. 

535  Había  en  una  ciudad  un  clérigo  que  estaba  en  pecado 
mortal,  y  no  por  eso  dejaba  de  comulgar  cada  día;  y  estando 
un  día  diciendo  misa,  ya  que  quería  a'zar,  cuando  pone  las 
manos  sobre  el  ara,  vino  fuego  del  cielo  y  quemóle  ambas 
manos.  Este  y  otros  grandes  males  han  acaecido  por  llegarse 

540  los  hombres  allí  sucios.  En  un  lugar  estaba  un  hombre  ca- 
sado y  era  un  mal  hombre,  que  estaba  en  pecado  mortal; 
y  fué  a  confesarse  con  su  cura,  y  él  estaba  en  tal  dispusieron, 
que  le  dijo  el  cura  que  no  comulgase;  y  no  bastó  esto,  sino 
que  otro  día  fué  a  comulgar  entre  otros.  Cuando  el  cura  le 

545  vió  que  venía  a  comulgar,  no  pudipndo  hacer  otra  cosa,  dijo: 
"Dios  juzgue  entre  mí  y  ti",  porque,  aunque  el  otro  se  lle- 
gaba indispuesto,  no  puede  negar  el  cura  el  santo  sacramento 
al  que  se  lo  pide  en  público.  Comulgólo,  y  luego,  antes  aue 
acabase  de  pasar  el  Santísimo  Sacramento,  reventó,  y  lle- 

550  varón  los  diablos  su  ánima;  y  abriéronle,  y  hallaron  el  San- 
tísimo Sacramento  en  la  boca.  Yo  sé  de  una  persona  que  se 
llegó  a  comulgar  con  mala  conciencia,  y  le  fué  dicho  de 
parte  de  Dios  que,  si  no  rogara  un  santo  del  cielo  por  él, 
reventara  en  el  altar,  comulgando.  ¡Dios  nos  libre  de  co- 

555   mulgar  mal!  Qui  manducat  indigne,  et  bibit,  reus  erit  carnis 


que  confesó  om.  E  ||  523  su  om.  £  ¡|  524  tiene  TE  \\  527  coma]  y  add.  E  | 
camino  om.  7*  |  Y    om.  E 

530  an-í  E  '  532  ansí  t;  ||  530-532  asi  como  quien  -  comulga  asi]  om.  V  1 
mire  TE 

536  y2  om.  T  I'  539  manos]  sobre  el  ara  add.  T  ¡  grandísimos  T  540  allí 
sucios  los  hombres  E  ||  542  su]  un  E  |  él  om.  E  |  disposición  TE  ||  544  le] 
lo  E  l  545  venía]  iba  E  |  hacer  otra  cosa]  hacerlo  T  |  díjole  E  ||  546  se 
om.  T  ||  547  llegase  E  |  el  cura  negar  E  |  santo  om.  TE  ||  548  público]  si 
no  es  pecador  público,  que  entonces  puede  negárselo  add.  T  \\  550  lleváron- 
le E  |  demonios  T  |  alma  E  |  abriéronlo  a  él  add.  T  |  halláronle  E  ||  551-552 
Yo  sé  -  mala  conciencia]  om    V  "  553  del  cielol  de  T)ios  T  1  él]  que  add.  E  |l 


3  Reg.  ig,  7. 
Cf.  1  Cor.  11,  ig. 


92S 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


et  sanguinis  Domini.  Dice  San  Ambrosio  en  este  paso:  "Será 
castigado  por  la  muerte  del  Señor,  porque  hace  salir  en  balde 
su  muerte;  y  también  porque  come,  en  pecado,  semejable  a 
los  que  le  mataron". 

560  ¿Cómo  comulgar  — Padre,  ¿pues  qué  remedio  para  co- 
bien?  mulgar  bien?  ¿Qué  haríamos  para  lle- 

garnos dignamente  a  recebir  el  Santí- 
simo Sacramento?  — Toda  la  vida  había  de  enderezarse  para 
el  día  que  hubieses  de  comulgar;  no  había  de  haber  otro 

565  cuidado  sino:  "¡Oh  que  tengo  de  comulgar!,  ¿cómo  viviría 
yo  ahora  sin  ofender  a  Dios?  ¿Cómo  me  guardaría  yo  limpio 
para  el  día  que  tengo  de  recebir  a  Dios?"  Habían  de  guar- 
darse los  ojos,  no  hiciesen  mal  al  alma;  los  oídos,  de  oír 
cosa  mala,  que  dañarle  pudiese;  la  lengua,  de  hablar;  todos 

570  los  sentidos  se  habían  de  guardar.  Vive  con  cuidado.  Dos 
días  antes  aparéjate,  mira  tu  conciencia,  acúsate  de  lo  que 
te  hallares  culpado.  Piensa  un  paso  de  la  pasión  cual  tú  qui- 
sieres; desmenúzalo,  mira  el  amor  con  que  Cristo  lo  padecía 
por  ti,  mira  el  tormento,  las  lágrimas,  la  sangre  que  por  ti 

575  derramó;  piensa  en  esto,  que  eso  quiere  decir  lo  que  mandaba 
la  ley,  que  comiesen  el  cordero  asado.  Piensa  en  Jesucristo 
asado  en  fuego  de  tormentos  por  amor  tuyo.  Eso  es  comer 
asado.  Vete  luego  a  confesar.  Después  de  confesado,  piensa 
antes  que  recibas  el  Santísimo  Sacramento  el  paso  mismo 

680  que  pensastes  antes;  haz  cuenta  que  tienes  a  Jesucristo  de- 
lante tus  ojos  atormentado,  como  le  pensaste  antes  en  tu 
rincón. 

Confiesa  antes,  y  no  digas  más  de  lo  que  te  agravia  tu 
conciencia.  No  seáis  escrupulosos;  ni  miréis  en  unas  nona- 
585  dillas;  no  dejéis  de  comer  por  eso.  Di:  si  tú  dieses  un  manjar 


555  et  bibit  indigne  TE  |  earnis]  eorporis  TÉ  ||  558  come  en]  comete  TE  | 
a]  al  de  T  ||  559  le]  lo  T 

560  remedio]  sería  bueno  add.  T  ||  564  habías  T  ||  565  o]  en  T  ||  567 
tengo]  he  T  \\  568  hiciesen]  viesen  cosa  que  hiciese  T  |  ánima  T  ||  569 
dañarlos  T  ||  570  cuidado]  y  siquieia  add.  T  \\  571  lo]  todo  aquello  T  || 
573  Jesucristo  nuestro  Redemptor  T  ||  574  los  tormentos  T  ||  560-576  Padre, 
¿pues  c.ué  remedio  -  cordero  asado]  y  pone  cómo  se  dibría  uno  toda  la  vida 
aparejar  para  comulgar  bien ;  y  cómo  debría  guardar  Jos  sentidos,  y  ejem- 
plifica ;  y  que  mire  uno  su  conciencia  y  se  acuse  de  lo  que  se  hallare  cul- 
pado ;  y  que  se  piense  un  paso  de  la  Pasión,  y  mirar  el  amor  con  que 
Jesucristo  lo  padeció,  las  lágrimas ;  y  que  esto  quería  decir  la  Ley  que  lo 
comiesen  asado  £  ||  576  asado]  in  cogitatione  mea  exardescet  ignis  add.  TE  || 
577  porj  de  T  ||  578  confesar]  comulgar  T  |  confesado]  y  add.  T  |  de  con- 
fesado] antes  que  comulgues  E  ||  579  antes  que  -  Sacramento]  en  E  |  mismo 
paso  T,  mismo]  en  E  ||  5S0  pensaste  7"  |  antes  pensaste  E  |  haz  cuenta  que 
tienes]  como  si  tuvieses  E  ||  581  tus  ojos]  tan  T,  om.  E  \  le]  Jo  TE  |  pen- 
sabas T,  piensas  E 

583  Confiésate  7'E  |  te  om.  TE  |  agrava  T  ||  584  unas  om.  E  ||  685  nona- 


556    1  Cor.  II,  27.  576    Ex.  12,  9. 

550  San  Ambrosio,  In  1  Cor.,  c.  11,  27  :  ML  17,  256. 


,S8.     OCTAVA  DEL  CORPUS 


929 


muv  preciado  a  uno  y,  por  un  pelico  que  venía  en  él,  no  lo 
quisiese  comer,  el  que  esto  hiciese,  ¿qué  dirían  de  él?  ;Ah!, 
hombres  hay  que  entre  el  altar  y  el  lugar  donde  se  confiesan 
les  levanta  el  diablo  mil  dudas  y  mil  zancadillas,  y  de  todas 

590  diz  que  se  han  de  confesar,  y  no  hac¿n  sino  ir  y  venir.  No 
seáis  así,  dejá  esas  motillas;  aunque  se  os  acuerde  algo  allí, 
si  no  es  pecado  mortal,  no  os  curéis  de  ello,  que  otro  día  lo 
confesaréis;  dejad  esas  nonadas.  No  quiere  el  diablo  más 
para  hacerte  dudar;  no  pares  en  esas  niñerías,  sino,  confe- 

595   sando  lo  mejor  que  pudieres,  llégate  en  paz  a  comulgar. 

— Padre,  ¿qué  pensaré?  — ¿No  te  lo  dije?  El  amor  con 
que  Jesucristo  se  te  da  allí,  el  amor  con  que  padeció  por  ti. 
Recíbelo,  y  después  bebe  el  traguillo  de  agua  que  te  dan; 
y,  si  no  lo  pudieres  pasar,  toma  el  agua  para  lo  pasar. 

600  ¿Por  qué  no  comul-  Dirás:  — Padre,  ¿cómo  no- nos  dan 
gar  bajo  las  dos  es-  a  nosotros  la  sangre  y  a  los  sacer- 
pecies?  dotes  sí?  En  el  cáliz  no  os  dan  la 

'  sangre,  sino  un  poco  de  agua  o  vino; 

mas  no  por  eso  la  dejáis  de  recibir,  porque  el  cuerpo  que  re- 

605  cibís  no  está  sin  sangre;  y  aunque  no  está  la  sangre  en  el 
cuerpo  ex  vi  sacramenti,  está  por  concomitancia;  así  como 
en  la  sangre  consagrada  está  también  el  cuerpo,  no  ex  vi 
sacramenti,  sed  per  concomitantiam;  y  así  como  quien  el 
cáliz  recibiese  a  todo  Cristo  recibía,  así  recibiendo  su  cuerpo, 

610  su  sangre  recibes.  Goza,  pues,  de  todo  tu  Señor,  y  no  tengas 


das  TE  |  tú  dieses!  diesen  T  \\  585686  a  uno  un  manjar  muy  preciado  T  || 
587  el  que  esto  hiciese  om.  T  |  ATi  om.  T  ||  585-588  Di:  Si  tú  dieses  -  Hom- 
bres hay]  reprehende  a  los  E  ||  588  donde  se  confiesan]  de  la  confesión  E  || 
589  mil,  om.  T  ||  590  dice  T  |  han  de]  ha  de  tornar  a  T  ||  591  dejad 
las  T  ||  589-591  mil  zancadillas  -  dejá  esas]  que  se  dejen  aquellas  E  ||  591 
algo  om.   T  ||  592  os  om.  T 

591-597  aunque  se  os  acuerde  -  padeció  por  ti]  y  que  confesado  una  Vez  o 
mejor  que  puedan,  que  se  llegue  en  paz  a  comulgar ;  y  pensar  allí  el  amor 
con  que  Cristo  se-  da  allí,  con  que  padeció  E  ||  5981  recíbelo]  y  pásalo  po- 
quito a  poquito  add.  T,  recebido  pasarlo  poquito  a  poquito  E  |  después]  de 
pasado  add.  TE  |  beber  E  |  traguillo  de  om.  T  ||  599  y  si  no  lo  -  Jo  pasar] 
por  lavatorio  .T 

6C0  Dirás  om.  TE  |  dan]  a  beber  add.  T  ||  601  nosotros]  los  legos  add.  T  || 
602  cáliz]  lavatorio  T  ||  603  una  poca  T  |  o  vino  om.  T  ||  604  recebir  T  |¡ 
605  rcccbís  T  |  Sangre^  mas  con  ella  add.  T  ||  607  consagrada]  en  el  cáliz 
add.  T  |  non  T  ||  608  sed  -  concomitantiam]  mas  por  concitancia  7'  ||  609  cáliz] 
solo  add.  T  |  recibía]  recibiría  T  ||  610  recibe  T  ¡|  6CO-610  Padre,  ¿cómo 
no  -  sangre  recibes]  Y  dad  a  entender  cómo,  aunque  el  lego  no  reciba  la 
sangre,  pero  que  el  cuerpo  que  reciben  no  está  sin  sangre,  porque  ex  con- 
comitantia  está  allí,  aunque  no  ex  vi  sacramenti,  sicut  e  diverso  en  el  cáliz, 


598  Cf.  Miss.  Rom.,  Rit.  serv.  in  celebr.  Miss.,  X,  6. 
B. Avila  » 


930 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


en  poco  un  manjar  tan  doblado,  con  cuya  virtud  será  forta- 
lecida tu  ánima,  santificado  tu  cuerpo,  y  después  por  El 
mismo  te  será  dada  la  gloria,  ad  quam  nos  perducat,  etc. 


59     Efectos  del  sacramento  y  disposiciones  para 
recibirlo  * 

(Santiago  de  Chile,  Ms.  131,  pieza  26,  ff.  25  r  -  27  r:  fragmento.) 

La  Eucaristía,  re-    ...y  alcanzar  vitoria.  Así  tú,  pues, 
medio   contra   las    si  vas  persiguiendo  tus  pasiones,  si 
pasiones  vas  haciendo  penitencia  de  tus  peca- 

dos y  sientes  que  te  cansas,  llega  a 
5  este  panal,  gústalo  y  recíbelo,  y  verás  que  te  vuelve  gran- 
de fortaleza,  con  la  que  puedas  vencer  a  los  pecados  y  pa- 
siones y  demonios,  porque,  como  dice  San  Grisóstomo,  Ter- 
ribiles  ut  leones  flammas  spirantes  effecti  daemonibus  des- 
cendimus  ab  illa  mensa. 

10  — ¿Qué  más  te  falta  de  mí?  — Que  parece  que  veo  den- 
tro de  mí  un  río  caudalosísimo  de  vehementísimas  pasio- 
nes, que  me  parece  que  me  fuerzan  y  me  llevan  corriendo 
a  la  muerte  del  pecado,  y  no  sé  que  me  haga.  — No,  mi 
hermano.  Oye:  El  río  Jordán,  río  caudaloso,  corría  sus  co- 

15  rrientes  al  [mar]  Muerto  de  Sodoma,  mas,  en  llegando 
que  llegaron  a  las  plantas  de  los  levitas  que  llevaban  en 
sus  hombros  el  arca  del  Testamento,  cerraron  las  corrien- 
tes de  las  aguas  y  volvieron  hacia  atrás  al  monte  Líbano. 
Recibe  tú  al  figurado  en  aquel  arca  con  humildad,  y  reve- 

20  rencia,  y  confianza,  y  verás  cómo  la  corriente  de  tus  pa- 
siones, que  corría  al  mar  Muerto,  volverá  a  atrás,  y  sen- 
tirás en  ti  afecto  que  te  lleve  al  monte  Líbano. 

— 'Padre,  aun  más  mal  siento,  que  no  sólo  siento  esas 
pasiones  que  decís,  mas  continuamente  de  mí,  como  de  una 

25   fuente,  sale  un  flujo  de  faltas  y  pecados.  — Pues  buen  re- 


cto. E  ||  610-611  y  :io  tengas  -  doblado]  agradece  y  estima  mucho  tan  grande 
Sacramento  T  ||  613  ad  quam  nos  perducat,  etc.]  Vive  ánima  mía  en  perpe- 
tuo nacimiento  de  gracias  a  tan  gran  Señor,  a  tan  gran  Amador  T  I  610-613 
Goza  -  perducat  etc.]  om.  F 


*  Aparece  en  el  Ms.  sin  principio,  a  continuación  de  la  pláti- 
ca 15,  mutilada  también  al  final. 

o  San  Juan  Crisóstomo,  ¡n  lo.,  hom.  46  (MG  .sg,  660  s.)  :  «Ab 
illa  ergo  mensa  recedamus,  tamquam  leones  ignem  spirantes,  diabo- 
lo  terribiles,  cogitantes  quod  sit  caput  nostrum,  et  quantam  nobis 
dilectionem  exbibuerit». 

I«    Cf.  los.  3,  15  ;  Ps.  ItJ,  3; 


santísimo  sack  Úd¡  UTO 


medio,  hermano,  buen  remedio.  Acuérdate  de  aquella  en- 
ferma que,  teniendo  el  flujo  de  la  sangre,  por  la  cual  sig- 
nifican los  pecados,  en  tocando  a  la  ropa  del  Señor  se  re- 
clinó. Llega  tú,  no  a  la  ropa  sólo,  mas  a  su  carne  y  sangre; 
30  y  no  lo  toques  sólo,  mas  recíbelo  dentro  de  ti  y  dale  apo- 
sento en  tus  entrañas,  y  verás  cómo  se  reclina  el  fruto  de 
tus  pasiones. 

Cómo  disponer  el     Visto  habernos  alguna  cosa  de  lo  mu- 
convite  cño  <lue  este  divino  Sacramento  obra 

35  y  tiene  para  aquellos  que  saben  rece- 

birlo  como  deben;  razón  es  que  digamos  cómo  habernos  de 
ir  adornados  al  convite,  de  manera  que  agrademos  a  los  ojos 
del  Señor  que  nos  convida.  Y  lo  primero  que  se  ofrece  es 
que  aparejemos  lecho,  cual  conviene,  al  sabio  Salomón,  que 

40  figura  al  Señor  que  en  el  convite  recibimos.  El  lecho  de  este 
rey  dice  la  Escriptura  que  era  todo  de  madera  del  Líbano, 
que  quiere  decir  madera  del  monte  Blanco. 

Los  pies  del  lecho  eran  de  plata;  y  donde  el  rey  recli- 
naba la  cabeza,  de  oro  fino;  la  subida  era  de  púrpura;  y  el 

45  medio  de  la  cama,  de  amor.  Quiero  decir  que,  para  que  .ese 
santo  Salomón  repose  en  nuestras  almas,  las  tengamos  he- 
chas un  muy  rico  lecho  con  todas  estas  condiciones.  La  pri- 
mera, de  madera  del  monte  Líbano,  que  significa  la  blancura 
y  la  limpieza.  Habernos  de  ir  llenos  de  limpieza,  puros,  lim- 

50  píos,  sin  llevar  mancha  de  pecado,  cuanto  sea  posible.  Los 
pies  sean  de  plata,  que  es  metal  de  buen  sonido,  que  signi- 
fica el  buen  ejemplo,  porque  ha  de  ser  tal  nuestra  vida  que 
sea  un  dechado  para  los  demás.  El  reclinatorio  de  oro  quie- 
re decir  que,  donde  recline  la  cabeza  Cristo,  que  es  la  divi- 

55  nidad,  como  San  Pablo  dice:  Caput  Christi  Deus,  ha  de  ser 
que  lo  recibamos  con  una  consideración,  estima,  reverencia 
y  agradecimiento  como  de  quien  a  Dios  recibe.  La  subida  de 
púrpura  significa  que  hemos  de  ir  aparejados  con  mortifica- 
ción de  las  pasiones,  y  deseos  fervientísimos  de  llevar  la  cruz 

60  de  Cristo,  aunque  sea  derramando  sangre  y  perdiendo  las 
cabezas.  Lo  medio  sea  caridad,  para  que  entendamos  de  ir 
a  recibir  aqueste  Sacramento,  enternecido  el  corazón  con 
amor  divino,  al  cual  nos  lleve  a  recibirlo,  porque  en  el  cora- 
zón que  así  ama  hace  el  amorosísimo  Señor  asiento,  y  como 

65  El  ama  tiernamente  y  ve  ser  amado  de  aquella  alma,  asién- 
tase con  ella  y  tiene  con  día  coloquios  amorosos  y  ternísi- 

59  deseos]  de  sér      64  vi  y  <tdd,      67  et]  es 


29    Cf.  Le.  8,  43  ss.  :  Mt.  9,  20  ss.  ;  Me.  5,  25  ss. 
45    Cf.  3  Reg.  7,  6  ;  Esth.  1,  6. 
J5   Cf.  1  Cor.  11,  3. 


SERMONES.   CICLO  TEMPORAL 


mos  abrazos,  y  el  uno  al  otro  dice:  Dilectus  meus  mihi  et 
ego  Mi. 

Estonces  sí  la  esposa  dirá  con  grande  verdad,  no  sola- 
do mente  lo  que  dijo  en  los  Cantares:  Anima  mea  liquefacta 
est  postquam  dilectus  loquutus  est,  antes  pasará  adelante  y 
dirá  atrevidamente:  Vivo  ego,  iam  non  ego,  vivit  vero  in 
me  Christus.  Porque  si  la  habla  del  esposo  derrite  el  cora- 
zón de  la  querida  esposa,  tocarle  con  sus  manos,  abrazarle 
75  con  sus  brazos,  darle  paz  con  su  propia  boca  y  recibirle  en 
sus  entrañas,  no  só¿o  la  derrite,  mas  del  todo  las  deshace  y 
aniquila,  y  quita  todo  el  ser  y  da  otro  nuevo  ser  tan  alto, 
que  diga  lo  ya  dicho:  Vivo  ego,  iam  non.  (Apóstol.) 


72  vero]  xpo  ||  78  Apóstol]  Laus  Deo  add. 


68    Cant.  2,  16. 
71    Cf.  Cant.  5,  6. 
73   Cf.  Gal.  2,  20. 


2.    C   I   C   L   O      S  A   IS    T  ORAL 


a)    SERMONES  DE  NUESTRA  SEÑORA 

(JO     El  alba  es  María,  medianera  entre  la  noche 

Y  EL  SOL 

Natividad  de  la  Virgen,  8  de  septiembre 

(E3ci.  1596,  II,  pp.  310-342.) 

Quae  est  ista  quac  progreditur  qiuxsi  aurorat 
i  Quien  es  esta  que  se  levanta  como  Ja  mañana  ? 
(Cant.  6,  [9]). 

Exordio:  ¡Gran  Dicen  que  un  ignorante  puede  preguntar 
5         pregunta!        más  que  responder  un  sabio;  y  si  la  pre- 
gunta del  ignorante  pone  en  aprieto  al 
sabio,  ¿qué  hará  la  del  sabio  al  ignorante?  Preguntó  una 
vez  el  Señor  a  sus  apóstoles  que  le  dijesen  quién  era  El.  Pre- 
gunta, por  cierto,  bien  dificultosa  aun  para  los  ángeles, 

10  cuanto  más  para  gente  que  había  gastado  su  vida  más  en 
ejercitar  el  oficio  de  la  pesca  que  no  en  predicar  teología. 
Y  aunque  la  hubieran  predicado,  es  gran  verdad  lo  que  el 
mismo  Señor  dijo:  Que  ninguno  conoció  al  Hijo  sino  el  Pa- 
dre, y  a  quien  él  Padre  lo  quiere  revelar.  Y  porque  al  mundo 
15  importaba  la  salvación,  saber  los  hombres  quién  es  Jesu- 
cristo, y  ellos  no  lo  podían  saber,  proveyó  el  Eterno  Padre 
de  lo  decir  por  boca  del  apóstol  San  Pedro,  diciendo:  Tú  eres 
Cristo,  Hijo  de  Dios  vivo. 

¡Gran  pregunta!:  ¿quién  es  Jesucristo?  Y  después  de 

20  ésta,  es  gran  pregunta:  ¿quién  es  su  bendita  Madre?  Es  tan 
grande  esta  Niña  que  hoy  nace,  que  pone  en  gran  admira- 
ción a  los  hombres  y  a  los  ángeles,  y  así,  como  admirados, 
preguntan:  ¿Quién  es  esta  que  nace  como  el  alba  que  ama- 
nece, hermosa  como  la  luna,  escogida  como  el  sol,  terrible 

25  y  espantable  como  escuadrón  de  gente  bien  ordenada  ?  ¿Quién 
será  tan  atrevido  a  responder  a  lo  que  los  ángeles  preguntan 
con  admiración?  Cuanto  más  sabiendo  nosotros  tan  poco, 
que,  siendo  preguntados  de  una  hormiguita  o  de  un  gusa- 
nillo, aun  no  sabemos  decir  todo  lo  que  en  ellos  hay.  ¡Señor 

30  benditísimo!  Vuestro  Eterno  Padre  declaró  por  boca  de  San 
Pedro  quién  érades  vos.  Mirad  cuánto  bien  se  sigue  al  mundo 
de  que  conozcamos  quién  es  vuestra  benditísima  Madre,  que 
hoy  nace.  Porque  conoceros  a  vos  es  conocer  nuestro  Re- 


S  üf.  Mt.  16,  5. 
14    Cf.  Mt.  11,  27. 


iS    Mt.  16,  16. 


&34 


demptor  y  nuestro  remedio;  y  conocerla  a  ella  es  conocer 
36  el  camino  para  gozar  de  vos  y  de  vuestra  redempción.  Confe- 
sámoos,  Señor,  que  no  somos  suficientes  para  conocer  ni 
hablar  la  menor  parte  de  las  grandes  riquezas  que  en  vuestra 
Madre  pusistes;  tomad,  pues,  la  mano,  pues  que  sois  su  Hijo 
y  queréis  honrar  a  vuestra  santísima  Madre,  y  sois  su  Cria- 
40  dor  y  su  Dios,  que  la  criastes  y  dotastes  de  todas  las  gracias 
que  tiene,  y  por  eso  la  conocéis  muy  bien,  y  la  daréis  a  co- 
nocer como  hemos  menester. 

Los  ángeles  pregun-  Quae  est  ista  quae  progreditur,  etc. 
tando  nos  enseñan     Estando  un  día  el  profeta  David  en 

45  contemplación  de  las  obras  de  Dios, 

con  aquella  lumbre  que  Dios  para  ello  da,  y  sin  la  cual  no 
se  pueden  bien  conocer,  fué  tan  admirado  de  la  grandeza  de 
ellas,  que  salió  con  esta  voz  y  dijo:  Maravillosas  son,  Señor, 
tus  obras,  y  mi  ánima  las  conocerá  mucho.  Dichoso  aquel 

50  cuya  ánima  conociere  esta  obra  de  Dios  que  entre  manos  te- 
nemos, esta  sacratísima  Niña,  en  la  cual  no  hay  cosa  de 
mano  ajena,  mas  toda  hecha  por  mano  de  Dios,  y  por  eso 
toda  llena  de  maravillas,  vaso  admirable,  obra  del  muy  Alto, 
como  el  Eclesiástico  dice.  Chiquita  es  en  sus  ojos,  mas  la 

55  dignidad  y  grandeza  suya  a  todo  lo  criado  excede  con  grande 
ventaja.  "Más  alta  es  que  el  cielo — dice  San  Agustín — esta 
que  queremos  alabar;  más  profunda  es  que  el  abismo;  más 
ancha  es  que  el  mar,  y  su  longura  es  mayor  que  de  oriente 
a  occidente".  Maravíllanse  de  ella  los  hombres  y  los  ánge- 

60  les;  viéronla  las  hijas  de  Sión,  y  llamáronla  bienaventurada, 
y  las  reinas  la  han  alabado;  porque  así  los  ángeles  que  ata- 
layan a  Dios  en  el  cielo  faz  a  faz  como  las  ánimas  muy  santas 
que  hay  en  la  tierra,  todos  le  conocen  ventaja,  y  se  prostran 
delante  su  acatamiento,  y  confiesan  ser  insuficientes  para 
65  conocer  la  grandeza  de  esta  pequeña,  y  preguntan,  si  hubiere 
quien  les  responda:  ¿Quién  es  esta  que  sale  del  vientre  de 
su  madre  como  alba  que  nace,  hermosa  como  luna? 

No  seamos  nosotros  tan  atrevidos  a  quererles  decir  a  los 
ángeles  lo  que  ellos  no  saben;  ellos  preguntan,  y  con  pre- 
70  guntar  nos  enseñan ;  y  no  haremos  poco  si  con  la  gracia  del 
Señor  supiéremos  entender  y  declarar  lo  que  ellos  preguntan- 
do enseñan. 

— ¿Quién  es  esta  que  sale  como  alba,  hermosa  como 
luna?  — De  manera  que  ya  sabemos  algo  de  esta  benditísi- 

43    Cant.  6,  9. 

49  Cf.  Ps.  138,  14, 

54   Eccli.  43,  2. 

59   Pseudo-Agustín,  Serm.  208,  4  ÍML  39.  2130)  :  «Altior  enun 
cáelo  est,  de  qua  loquimur  ;  abysso  proftindior,  cui  laudes  dicere  co- 


6u.      NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


»36 


75    ma  María,  que  es  alba,  luna,  sol  y  escuadrón  de  gente  bien 
ordenado. 

¿Quién  es  esta  que  ¿Por  qué  alba,  benditísima  Niña?  Por- 

sale  como  alba?    <lue  así  como  el  alba  no  tiene  3ue  v,er 
con  la  noche,  así  vos  cuando  nacéis 
80    del  vientre  de  vuestra  madre  no  tenéis  que  ver  con  pecado. 
En  el  alba  ahogó  Dios  al  rey  Faraón  y  a  los  suyos  en  el  mar 
Bermejo;  y  en  vos,  que  nacéis  como  alba,  ahogó  Dios  al  de- 
monio y  a  los  pecados,  de  manera  que  en  ninguna  cosa  tu- 
viesen que  ver  con  vos.  ¡Oh  Niña  bendita,  cuán  segura  es- 
85    táis  vos  de  que  os  cierren  la  puerta  del  cielo  con  aquella 
palabra  que  San  Juan  dijo:  ¡Ninguna  cosa  sucia  entra  en 
aquella  ciudad,  toda  ella  es  oro  limpio  y  no  admite  escoria 
de  pecado  chico  ni  grande!  ¡Señora,  Señora!  A  nosotros  dice 
aquesta  palabra  y  a  nosotros  pone  temor,  pues  somos  conce- 
so  bidos  en  pecado  original  y  nacemos  pecadores  del  vientre  de 
nuestra  madre;  y  con  nuestro  descuido  y  mal  miramiento, 
sobre  el  pecado  que  de  Adán  heredamos,  hemos  añadido 
otros  por  nuestra  culpa  y  propia  voluntad.  Unos  han  co- 
metido más  que  otros,  mas  ninguno  que  en  este  mundo  vive 
95   ha  estado  [sin  él]  sino  vos,  escogida  particularmente  por  la 
divina  bondad  para  que  por  honra  suya  no  cayese  pecado  en 
vos,  mas  toda  fuésedes  limpia  y  preciosa  como  oro  fino;  y 
como  Jacob,  recebisteis  la  bendición  espiritual  sobre  todos  los 
hombres  y  sobre  todos  los  ángeles,  más  ajena  -de  pecados 
100   qUe  todos  y  más  rica  de  gracias  y  virtudes  que  todos.  Algu- 
nos hubo,  como  Jeremías  y  San  Juan  Baptista,  los  cuales 
nacieron  del  vientre  de  sus  madres  sin  pecado  original  y 
después  vivieron  muy  santamente;  mas  éstos  no  tienen,  Se- 
ñora, que  ver  con  vos,  pues  si  cuando  nacieron  no  tuvieron 
105   pecado,  fueron  concebidos  en  él;  y  si  cuando  grandes  no 
cometieron  pecado  mortal,  cometieron  veniales,  de  los  cuales 
ninguno  fué  libre  sino  sola  vos. 

Salís  como  alba  y  ponéis  en  espanto  a  los  que  no  os 
conocen,  dais  alegría  a  los  que  os  miran.  Porque  vec  un 
110  cuerpo  que  nunca  fué  rebelde  a  su  ánima,  ni  un  solo  movi- 
miento tuvo  contra  ella,  y  una  parte  sensitiva  que  sin  re- 
beldía obedecía  siempre  a  la  razón,  y  una  razón  y  voluntad 
siempre  sujetas  a  Dios,  son  obra  nueva,  hasta  hoy  vista  en 
nadie,  ni  después  de  vos  sino  en  vuestro  sacratísimo  Hijo. 
115  Con  mucha  razón  se  admiran  los  ángeles  y  toda  la  Iglesia 
en  veros  nacer  con  lumbre  de  alba,  pues  ven  en  vos  una 
santidad  que  ni  hubo  semejable  en  lo  pasado  ni  la  tendrá 
en  lo  por  venir.  Demos  alabanzas  a  Dios  para  siempre,  que 
nos  ha  declarado  por  medio  de  la  pregunta  de  los  ángeles 


82   Cf.  Ex.  14,  27. 

87    Cf.  Apor.  21,  2; 


98    Cf.  G^en.  32  29. 


936 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


120  algo  de  lo  que  esta  Virgen  sagrada  es,  para  que  la  tenga- 
mos por  cosa  ajena  de  todo  pecado,  alegre,  limpia  y  con 
lumbre  de  Dios. 

Hermosa  como  luna  Ya  es  razón  que  hablemos  de  cómo 
es  hermosa  así  como  luna:  es  toda 

125  blanca,  purísima;  y  así  como  su  Hijo  es  blancura  de  la  eter- 
na luz,  así  ella  participa  de  esta  blancura  más  que  hombres 
y  ángeles;  porque,  como  dice  San  Anselmo,  fué  cosa  conve- 
niente que  esta  benditísima  Virgen  resplandeciese  con  tan 
gran  puridad,  que  después  de  Dios  no  podía  ser  pensada  otra 

130  mayor.  Es  la  luna  blanca,  y  la  Virgen  es  purísima;  es  la 
luna  la  más  veloz  de  todos  los  siete  planetas,  y  la  Virgen 
la  más  diligente  y  presta  en  el  servicio  de  nuestro  Señor  que 
ninguna  criatura;  la  luna  es  la  más  baja  de  todos  los  pla- 
netas, y  la  Virgen  la  más  humilde  que  hay  en  el  cielo  ni  en 

185  la  tierra.  Y  así  como  la  luna,  aunque  unas  veces  parece  con 
poca  lumbre,  y  otras  no  parece,  y  otras  parece  llena,  y  en  la 
verdad  nunca  tiene  menos  lumbre  una  vez  que  otra,  sino 
siempre  está  llena,  sino  que,  porque  no  parece  a  los  ojos 
de  los  hombres  aquella  parte  la  cual  es  alumbrada  del  sol, 

140  por  eso  juzgamos  que  tiene  algunas  veces  poca,  y  ella  siem- 
pre está  llena,  así  la  Virgen  sagrada  todo  el  bien  y  lumbre 
que  tiene,  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  que  es  sol  de  justicia, 
le  viene;  y  aunque  muchas  veces  estuviese  haciendo  ejer- 
cicios corporales  que  al  parecer  son  de  poca  luz,  así  como 

U5  comer,  beber,  trabajar  y  otras  cosas  de  aquéstas,  mas  ella 
siempre  tenía  su  ánima  convertida  y  atenta  a  Dios,  el  lucidí- 
simo sol,  y  con  grandísimo  fervor  y  amor  y  elevación  de 
entendimiento  y  voluntad  hacía  todas  sus  obras,  chicas  y 
grandes,  corporales  y  espirituales. 

150  Por  todo  lo  cual  os  confesamos,  Señora,  que  sois  her- 
mosa como  la  luna,  y  mil  cuentos  de  veces  muy  más  hermo- 
sa, pues  que,  en  comparación  de  vuestra  benditísima  ánima 
y  de  la  hermosura  espiritual  que  en  ella  puso  el  Espíritu 
Santo,  la  luna  no  osará  parecer;  y  son  excedidos  de  vos 

155  los  hermosísimos  espejos  de  Dios,  que  son  los  espíritus 
angelicales  bienaventurados. 

Escogida  así  como  sol     Y  no  para  la  santidad  de  la  Vir- 
gen en  ser  como  alba  y  ser  como 
luna.  ¡Ay  de  nosotros,  que  tan  presto  nos  contentamos  con 
160    una  pequeñuela  parte  de  bondad!  Mas  esta  Señora  cumplió 
'lo  que  está  escrito:  que  la  senda  del  justo  es  como  luz  que 

130  San  Anselmo,  Dc  concept.  virgin.,  c.  18  (ML  158,  451)  : 
«Nempe  decens  erat,  ut  ea  puritate,  qna  maior  silfo  Deo  nequit  intel- 
ligi,  Virgo  illa  niteret,  cui  Deus  Pater  unicum  Filium  suum...  ka  daré 
disponebat,  ut  naturaliter  esset  atine  irletnquf  oommunis  Dei  Patris 
p't  Virginia  Ftlius», 


ÓO.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


nace  hasta  el  perfeto  día.  ¡Oh  qué  cuidado!  ¡Oh  qué  dili- 
gencia trajo  esta  abejita  de  Dios,  haciendo  miel  dulcísima 
dentro  del  corcho  de  su  corazón!  Creciendo  de  lumbre  de 

165  alba  a  lumbre  de  luna,  que  es  mayor,  y  después  a  lumbre 
de  sol,  que  es  mucho  mayor;  porque  no  sólo  es  alabada  de 
las  dos  cosas  primeras,  mas  dice  ser  escogida  así  como  sol. 
Nombre  es  éste  que  se  pone  su  sacratísimo  Hijo,  porque  El 
es  la  fuente  de  toda  luz  espiritual  en  el  cielo  y  en  la  tierra, 

170  como  este  sol  es  fuente  de  lumbre  para  todo  el  mundo;  mas 
quien  le  dió  ser  parte  de  su  santidad,  darle  ha  también  su 
lumbre  de  sol,  pues  la  dió  a  sus  santos  apóstoles,  a  los  cua- 
les dijo:  Vosotros  sois  luces  del  mundo.  Sol  que  procede  del 
sol  es  aquesta  Niña  sagrada,  y  la  mujer  vestida  del  sol 

P5  que  San  Juan  vió  en  su  Apocalipsi.  Lumbre  y  calor  tiene 
el  sol,  y  con  tanta  excelencia,  que  la  flaqueza  de  nuestros 
ojos  no  la  pueden  mirar  en  hito.  ¡Quién  contará  la  lumbre 
que  a  esta  Niña  bendita  fué  concedida  para  regir  todas  sus 
obras,  para  contemplar  al  Altísimo  Dios  y  para  todo  lo  que 

180    convenia  para  le  servir! 

De  Abigail  se  cuenta  y  de  otras  mujeres,  en  la  divina 
Escritura,  que  eran  prudentes;  mas  de  esta  Virgen  canta 
la  Iglesia:  "Virgen  prudentísima,  ¿adonde  vas?"  La  pru- 
dencia de  las  otras  podémosla  medir  con  nuestra  medida; 

185  mas  la  de  esta  Virgen,  ¿quién  la  podrá  comprehender,  pues 
así  supo  agradar  al  Altísimo  Dios,  con  mucha  más  ventaja 
que  lo  hizo  David?  Pues  el  fuego  de  amor  que  Dios  vino  a 
encender  en  la  tierra  no  hay  lengua  que  pueda  explicar 
cuánto  se  enseñorea  en  el  corazón  de  esta  Niña,  pues  sin 

190  comparación  amó  más  al  Señor  que  a  sí  mesma;  y  su  vida 
toda  fué  una  lumbre,  un  fuego  bastantísimo  a  mover  a  los 
que  la  miraren  a  servir  al  Señor.  "Hoy  es  el  nacimiento  de 
la  Santa  Virgen  María — canta  la  Iglesia — ,  cuya  vida  ex- 
celente a  todas  las  iglesias  alumbra".  De  manera  que  aun- 

195  que  el  día  de  nuestra  salud  y  tiempo  aceptable  al  Señor  es 
desde  que  El  mesmo  encarnó  y  nació  en  este  mundo,  y,  en 
comparación  de  El,  esta  santa  Virgen  y  su  nacimiento  se 
llamen  mañana,  mas  mirando  la  excelencia  de  su  vida,  tam- 
bién a  su  modo  se  llama  sol  y  causa  de  alegría  en  la  Iglesia, 

200  según  está  escrito:  Así  como  el  sol  que  sale  al  mundo,  asi 
es  el  rostro  de  la  buena  mujer.  "Quitá — dice  San  Bernar- 


162   Cf.  Prov.  4,  18.  17?    Cf.  Mt.  5,  i.;. 

175   Apoc.  12,  1.  182    1  Reg.  25,  3- 

183    «Virgo  pnuleiitissiina,  quo  progirederis  ?»   [Brev.   Rom.,  In 
Assumpt.  B.  M.  V.,  ant.  ad  Magnif.  in  1  Yesp.). 
188   Cf.  Le.  12,  49. 

194  «Nativitas  est  hodie  sanctac  Maria  Virginia,  cuius  vita  in- 
clyta  cunetas  illustrat  ecclesias»  (Brcv.  Rom.,  In  Nativ.  B.  M.  V., 
ant.  2  ad  Vesp.  et  Laiul.). 

195  Cf.  2  Cor.  6,  2.  201    Cf.  Eccli.  26,  21. 


938 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


do — el  sol  corporal  de  este  mundo,  y  todo  quedará  en  ti- 
nieblas; quita  a  la  Virgen,  y  todo  quedará  en  escuridad  de 
pecados".  Bendito  sea  nuestro  Dios,  que  nos  quiso  alegrar 
205  con  el  nacimiento  de  esta  santísima  Niña,  tan  llena  de  luz, 
que  de  alba  procede  a  luna  y  de  luna  a  sol;  dándonos  ejem- 
plo de  lo  que  nosotros  debemos  crecer  en  el  servicio  de  Dios 
y  ayudándonos  para  ello  con  su  eficacísima  intercesión  y 
oración. 

210   Terrible   como   es-     ¿Queda  más  que  decir?  ¿Queda  más 
cuadrón  de  gente  or-     donde  suba  aquesta  Niña  bendita, 
denada  Pues  es  comparada  con  la  lumbre 

del  sol,  que  es  fuente  de  toda  luz? 
Aun  queda  más;  porque  para  ser  una  Niña  perfecta  en  el 

215  servicio  de  Dios,  no  sólo  es  menester  que  tenga  luz  para 
conocer  él  santo  agradamiento  de  Dios,  mas  que  tenga  fuer- 
zas para  lo  cumplir  y  poner  en  obra.  Poco  aprovecha  a 
muchos  que  sepan  los  mandamientos  de  Dios,  que  son  el 
camino  para  el  cielo,  si  no  los  ponen  en  obra.  Causa  de 

220  mayor  condenación  es  saber  lo  bueno  y  no  cumplirlo;  y 
como  el  Evangelio  dice:  El  siervo  que  sabe  la  voluntad  de 
su  señor  y  no  la  cumple,  será  azotado  con  más  azotes  que 
el  que  ni  la  sabe  ni  la  cumple.  Lejos  de  esta  Virgen  está 
esto;  ferventísimo  amor  tuvo,  que  es  el  que  da  las  fuerzas 

225  para  servir  al  Señor,  y  por  ninguna  adversidad,  tentación  ni 
trabajo,  dejó  de  cumplir  la  santa  voluntad  del  Señor  y  andar 
sus  santos  caminos.  Tomólo  a  pechos,  y  como  persona  de- 
terminada de  morir  o  vencer,  salió  con  Vitoria  de  todos 
sus  enemigos  y  se  hizo  temer  de  todos  ellos  y  que  no  osa- 

230  sen  parecer  delante  de  ella;  y  de  esto  la  alaban  los  ángeles, 
que  es  terrible  y  espantable  a  los  demonios  y  a  los  pecados 
como  escuadrón  de  gente  ordenada. 

Dulcísima  es  esta  Niña  para  los  hombres,  blandísima 
y  sujetísima  a  Dios;  mas  contra  los  pecados  no  hay  cosa 

235  tan  brava,  ni  tan  perseguidora,  ni  enemiga  de  ellos;  por- 
que el  fuerte  amor  que  a  Dios  tenía  la  hacía  aborrecerlos 
tanto  como  dijo  David:  Los  que  amáis  a  Dios,  aborreced  el 
mal.  Tenía,  pues,  la  Virgen  un  magnánimo  corazón,  lleno 
de  fortaleza  del  cielo,  con  que  hollaba  al  león  y  al  dragón, 

240  que  es  el  demonio,  con  todas  sus  bramuras  y  astucias;  y  él 
y  los  suyos  le  tenían  cobrado  tanto  temor,  que  de  su  pre- 
sencia y  de  su  nombre  iban  huyendo,  y  iban  derretidos  así 
como  cera.  Porque  si  con  San  Antón  esta  tema  tenían  los 

204  San  Bernardo,  ln  Naiiv.  B.  M.  V.  serm.,  6  (ML  183,  441)  ¡ 
uTolle  corpus  hoc  solare  quod  illuminat  mundum  :  ubi  dies  ?  Tolle 
Mariam,  hanc  maris  steJlam...,  quid  nisi  caligo  involvens,  et  umbra 
mortis,  ac  densissimae  tendbrae  relinquuntur  ?» 

222    Cf.  Le.  12,  47.  239    Ps.  90,  13. 

238    Ps.  96,  10.  343    P*-  67.  3- 


NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


demonios,  que  oyendo  su  nombre  echaban  a  huir,  ¿con 
245  cuánta  más  razón  se  debe  creer  que  al  nombre  de  María 
huirán,  y  con  más  ligereza,  pues  ella  es  la  mujer  de  la 
cual  está  escrito  que  había  de  quebrantar  la  cabeza  al  de- 
monio, no  sólo  porque  escapó  del  pecado  original,  mas  de 
todos  los  otros  mortales  y  veniales,  lo  cual  no  hizo  San 
250    Antón  ni  otro  alguno? 

¿Está  aquí  alguno     ¿No  veis  qué  dulcísima  cosa  es  ha- 
en  obscuridad  de     blar  de  la  vida  y  excelencias  de 
pecado  mortal?       aquesta  benditísima  Niña?  ¡Cuán  di- 
'        chosos  fuéramos  si  no  hubiera  nece- 

255  sidad  de  hablar  en  estas  santas  festividades  de  nuestras  mi- 
serias y  tristes  caminos,  sino  que  nos  ocupáramos  todos  en 
alabar  a  Dios,  que  tal  crió,  y  darle  gracias  porque  nos  dió 
tal  Madre,  y  en  gozarnos  de  sus  bienes  como  la  santa  Iglesia 
dice  en  una  antífona ! :  "Celebremos  con  alegría  el  nacimien- 

260  to  de  aquesta  sacratísima  Virgen,  porque  ella  spa  interce- 
sora  nuestra  con  Jesucristo  nuestro  Señor";  confesados  y 
comulgados,  y  todos  en  estado  de  gracia,  y  alegres  con  el 
testimonio  de  la  buena  conciencia,  y  con  la  viva  esperanza 
de  ver  a  esta  Señora  en  el  cielo  y  gozarnos  para  siempre 

265  con  ella,  cuyo  bendito  nacimiento  celebramos  en  este  mi- 
serable destierro.  Porque  las  cosas  santas,  si  no  queremos 
que  se  nos  tornen  en  dañosas,  con  santidad  las  habernos  de 
celebrar  y  tratar;  y  muy  mal  celebrará  la  fiesta  santa  de 
la  reluciente  Niña,  que  tiene  luz  de  alba,  de  luna  y  de 

270  sol,  que  siempre  es  vitoriosa  de  sus  enemigos,  el  que  está 
en  la  triste  escuridad  de  la  noche  de  pecado  mortal,  en  la 
cual,  como  hombre  que  vive  sin  lumbre,  ni  conoce  sus  males 
que  de  presente  tiene  ni  los  terribles  tormentos  del  infierno, 
que  con  longura  eterna  han  de  ser  vengadores  de  sus  mo- 

275  mentáneos  placeres  que  en  esta  vida  pasó,  ni  tiene  lumbre 
de  gracia  para  conocer  y  amar  a  su  Dios  ni  a  sus  próji- 
mos; pues  según  está  escrito:  El  que  anda  en  la  noche  no 
sabe  para  dónde  va. 

¡Oh  Señor,  y  si  está  aquí  alguno  que  está  fuera  de 

280  vuestra  gracia  y  lumbre  y  vive  en  escuridad  de  pecado  mor- 
tal, ora  sea  si  está  con  propósito  de  cometerlo  o  porque  lo 
cometió  y  no  ha  hecho  penitencia  de  él  para  ser  perdonado! 
Preguntan  los  ángeles  el  día  de  hoy:  "¿Quién  es  esta  Virgen 
que  nace?",  admirados  de  su  gran  lumbre  y  virtud.  Y  si 


244    Cf.  San  Atanasio,  Vita  Antonii,  c.  13  (Vitac  patrutn,  l.  l)  : 

ML  7o3,  í¿4V 

248   Cf.  Gen.  3,  15. 

261  oCum  iucunditate  Nativitatem  beatae  Mariae  celebremus,  ut 
ipsa  pro  nobis  intercedat  ad  Dominum  Iesum  Christum»  (Brev* 
Rom.,  In  Nativ.  B.  M.  T".,  ant.  5  ad  Vesp.  et  Laúd.). 

278    To.  12,  35. 


940 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


285  alguno  está  aquí  entre  nosotros  en  este  grande  e  indecible 
mal  de  pecado  mortal,  mirarlo  han,  y  espantados  de  su 
escuridad,  captiverio  y  tristeza,  y  desventura  que  no  se 
puede  contar,  preguntarán:  "¿Quién  es  esta  ánima  tan 
ajena  de  lumbre  del  cielo  y  tan  escurecida  con  espirituales 

290  tinieblas?  ¿Quién  es  esta  que,  siendo  criada  a  imagen  de 
Dios,  ha  puesto  sobre  sí  la  fea  y  abominable  imagen  del 
enemigo?" 

¡Oh  qué  gran  verdad  dijo  Jeremías  profeta:  Que  los 
nazareos  de  Dios,  que  'primero  eran  blancos  como  la  nieve 

295  y  más  hermosos  que  marfil,  son  vueltos  tan  al  contrario, 
que  están  muertos  en  las  plazas,  y  tan  feos  que  no  son 
conocidos  quien  eran!  ¿Cómo  conocerá  Dios  y  sus  ángeles, 
quiero  decir,  cómo  aprobará  lo  que  no  es  hechura  suya,  lo 
que  es  obra  del  demonio  y  contradicción  y  destruición  de  las 

300  obras  suyas?  "Hermoso  te  crié  yo — dice  Dios — ,  ¿cómo  tan 
miserablemente  te  has  afeado?  Y  con  mi  propia  sangre  te 
lavé,  ¿cómo  te  has  tornado  a  ensuciar?"  Apartaos  de  mí 
— dice  el  Señor — todos  los  que  obráis  maldad,  porque  no 
os  conozco.  Y  aunque  sean  doncellas  y  tengan  aparencia 

305  de  buenas  obras,  si  carecen  de  la  gracia  divina,  que  hace 
al  alma  hermosa  delante  de  los  ojos  de  Dios,  sean  quien 
fueren,  tengan  lo  que  tuvieren,  quieran  o  no  quieran,  oír 
tienen  esta  terrible  palabra  de  Dios:  No  os  conozco,  apar- 
taos de  mí. 

310  ¡Oh  hermano  mío,  quienquiera  que  seas,  a  quien  esto 
toca,  ¿cómo  puedes  sufrir  tanto  mal  tuyo,  y  tan  de  tomo, 
por  unos  bienes  falsos  o  placeres  que  desaparecen  así  como 
humo?  ¿Qué  cosa  te  pueden  dar  que  te  entre  en  provecho, 
si  en  contrapeso  de  ella  te  llevan  el  alma?  ¿No  te  acuer- 

315  das  que  dijo  Cristo  nuestro  Señor:  ¿Qué  trueco  puede  el 
hombre  dar  en  lugar  de  su  ánima?  Y  si  por  tu  ánima,  que 
pierdes,  no  te  pueden  dar  igual  trueco,  dime  por  reveren- 
cia de  Dios,  por  sus  llagas  sagradas,  por  el  nacimiento  de 
esta  Virgen  bendita,  ¿qué  es  lo  que  te  dan  en  trueco  por- 

320  que  pierdas  a  Dios,  y  renuncies  el  derecho  que  tienes  para 
gozar  de  El  en  la  gloria,  y  puedas  vivir  en  su  enemistad 
y  tan  lejos  de  gozar  de  El  como  si  no  hubiese  Dios  sino 
para  castigarte?  Un  hombre  hace  sentimiento  y  echa  menos 
cuando  pierde  un  ducado  y  una  cosa  de  menos  valor;  ¿v  tú 

325  no  echas  menos  perder  a  tu  alma,  perder  la  gracia  de  Dios, 
y  al  mesmo  Dios,  bien  infinito,  y  para  siempre  jamás? 
¿Qué  es  aquello  que  te  dan  cuando  tantos  bienes  te  quitan? 
Dilo,  si  lo  osas  decir. 

¡Oh  Bien  infinito  y  Bien  tan  grande,  que  no  hay  cosa 

330    qUe  se  pueda  igualar  con  vos;  porque  sois  tal,  que  quien 


297  Cf.  Thren.  j,  7-8. 
303    Ps.  6,  g. 


30Q  Cf.  Le.  n,  2 
316    Mt.  16,  26. 


6o.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


941 


a  vos  sólo  tiene,  aunque  ningún  otro  bien  tenga,  es  de 
verdad  bienaventurado;  y  quien  a  vos  no  tiene,  ¡ay  de  él, 
ay  de  él,  ay  de  él!,  que  malaventurado  es  a  boca  llena, 
aunque  tenga  todos  los  bienes  que  en  la  tierra  y  en  el  cielo 

335  hay!  Esta,  hermano,  es  escuridad  de  la  noche,  y  por  eso 
pasa  tan  grande  engaño,  y  lo  sufres  tú,  que  te  dan  un 
chanflón  y  dicen  que  es  ducado  de  a  diez,  y  te  llevan  un 
pedazo  de  oro  diciendo  que  es  plomo,  y  tú  estás  tan  ciego 
y  tan  miserable  que  te  huelgas  de  la  miseria  que  te  dan, 

340  y  lloras  cuando  la  pierdes,  y  no  sientes  que  te  quitan  a 
Dios  y  te  han  engañado  con  inmenso  daño. 

San  Agustín  cuenta  de  sí,  en  el  tiempo  que  estaba  sin 
la  gracia  de  Dios,  que,  cuando  leía  en  Virgilio  que  la  reina 
Dido  se  mató  porque  se  fué  Eneas  y  la  dejó,  se  le  enterne- 

346  cía  el  corazón  y  lloraba;  y  quéjase  él  después  de  sí  mesmo 
diciendo:  "¡Y  sufría  yo,  Señor,  con  ojos  secos  ser  apar- 
tado de  vos,  vida  mía,  Dios  mío!"  Lloraba  porque  se  ha- 
bía apartado  un  ánima  de  un  cuerpo,  y  sufría  con  ojos 
enjutos  haber  apartado  a  Dios  de  su  ánima,  la  cual  queda 

350  más  fea,  pesada  y  muerta,  por  apartarse  Dios  de  ella,  que 
queda  un  cuerpo  cuando  el  ánima  sale  de  él. 

El  alba  en  medio    Hermano,  si  tu  desdicha  ha  'llegado 
está  de  la  noche  y    a  tanto  que  por  un  sucio  deleite,  ve- 
del  sol  dado  por  la  ley  de  Dios,  o  por  de- 

355  searlo  tomar,  o  por  una  malqueren- 

cia o  murmuración,  o  por  otro  quebrantamiento  de  la  di- 
vina ley,  estás  en  tinieblas  de  noche  y  no  ves  la  lumbre 
del  cielo,  gime  tu  mal,  y  da  muchas  gracias  a  la  divina 
bondad,  que  te  dejó  llegar  a  este  día  y  venir  a  la  iglesia 

360  a  celebrar  día  del  nacimiento  de  esta  benditísima  Niña,  que 
no  sólo  tiene  lumbre  de  alba,  y  de  luna  y  de  sol,  y  gran 
fortaleza  para  sí  mesma,  mas  aun  también  para  ti.  El 
alba  en  medio  está  de  la  noche  y  del  sol,  y  esta  Virgen 
bendita  medianera  es  entre  los  pecadores  que  viven  en  no- 

365  che  y  entre  Jesucristo  nuestro  Señor,  sol  verdadero.  Y  como 
no  se  puede  pasar  de  la  noche  al  sol  sino  por  el  alba,  tam- 
poco quiso  Dios  que  alguno  pasase  del  pecado  mortal  a  la 
gracia  sino  por  María. 

Hermano,  no  desesperes.  ¿Quieres  ser  curado?  ¿Quieres 

370  sanar  de  estas  heridas  mortales?  Si  quieres,  no  me  respon- 
das: No  tenao  hombre.  Un  hombre  tienes  para  tu  reme- 
dio, que  es  Hijo  de  Dios,  Jesucristo,  que  aboga  por  ti  de- 
lante del  Padre  y  puso  a  riesgo  de  muerte  su  vida  por  ti. 
Y  a  éste,  que  es  carne  de  tu  carne  y  hueso  de  tus  huesos. 

375    le  puso  el  Padre  en  sus  manos  todas  las  cosas,  como  El 


347  San  Agustín,  Confess.,  1.  i,  c.  i$,  21  :  ML  32,  670. 
371    lo.  5,  7.  375    Cf.  Mt.  11,  27. 


942 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


mesmo  lo  dijo;  y  a  éste  hizo  Juez  tuyo,  y  tiene  las  llaves 
de  la  muerte  y  del  infierno,  y  de  la  vida  y  del  cielo;  porque 
si  te  recatabas  de  entrar  en  juicio  en  el  tribunal  del  omni- 
potentísimo Padre,  no  te  recates  de  entrar  en  juicio  de  El, 

380  que,  aunque  es  un  mesmo  Dios  con  el  Padre,  es  hombre 
contigo  y  dio  la  vida  por  ti.  Juzgado  fué  de  Poncio  Pilato, 
y  por  eso  es  constituido  por  Juez  de  vivos  y  muertos;  y 
como  el  Evangelio  dice:  El  Padre  no  juzga  a  ninguno,  por- 
que todo  el  juicio  dio  al  Hijo.  Da  gracias  a  Dios  por  haberte 

385  dado  por  Juez  uno  que  es  hombre  y  Dios,  y  que  sabe  de 
enfermedades,  y  que  fué  tentado  para  con  la  experiencia 
aprender  a  ser  piadoso  y  en  todo  tal  cual  lo  ha  menester 
y  lo  podía  desear  la  humana  flaqueza. 

Mas  porque  el  desmayo  y  temor  que  causa  el  pecado  en 

390  quien  lo  comete  es  en  gran  manera  muy  grande,  y  con  su 
gran  peso  hizo  desesperar  a  Caín,  y  a  Judas,  y  otros  muchos,  y 
conociendo  Dios  esto  quiso,  como  San  Bernardo  dice,  con- 
solar nuestra  flaqueza,  reforzar  nuestro  temblor,  con  dar- 
nos por  abogada  a  esta  Virgen  bendita  que  hoy  nace.  Cobra, 

395  hermano,  alientos  nuevos,  pues  que  estás  en  el  nacimiento 
de  esta  alba  muy  alegre.  Y  si  las  enfermedades  de  pecados 
te  traen  cansado,  atemorizado  y  triste  en  la  noche  en  que 
has  vivido,  mira  que  al  alba  sienten  los  enfermos  alivio, 
y  las  aves  cantan,  y  nace  nueva  alegría.  Gózate  de  este 

400  día  de  la  buena  nueva  y  anímate  y  pide  misericordia  a  esta 
nueva  abogada  y  piadosísima  Madre  que  hoy  nace  para  tu 
consuelo.  Y  si  tienes  miedo  de  allegarte  a  Jesucristo,  por- 
que no  sólo  es  hombre,  hermano  tuyo,  sino  omnipotentísi- 
mo Dios  de  majestad  infinita,  allégate  a  esta  Virgen  sa- 

405  grada,  mansa  y  piadosa,  y  que  no  tiene  otra  naturaleza 
más  que  la  humana,  y  como  San  Bernardo  dice:  "Si  halla- 
res en  ella  alguna  cosa  áspera,  alguna  desabrida  respuesta, 
algún  rigor  de  justicia,  yo  te  doy  licencia  para  que  la 
temas".  Mas  todo  lo  que  en  ella  hay  es  blandura,  no  sólo 

410  para  los  justos  que  andan  en  lumbre,  mas  como  luna  per- 
feta  y  hermosa,  llena  de  misericordia,  que  nació  para  ser 
abogada  de  buenos,  luce  a  los  que  andan  de  noche  para  que 


377    Apoc.  i,  iS. 
384    lo.  5,  22. 

386  Is.  53,  3. 

387  Cf.  Hebr.  2,  iS. 

391    Gen.  4,  13  ss.  ;  Mt.  27,  3  ss. 

394  San  Bernardo,  In  Nativ.  B.  M.  V.  scrm..  7  (ML  183,  4J1)  : 
«Trepidationem  nostram  solatur,_  fidehi  excitat,  spem  robora t,  diffi- 
dentiam  abigit,  erigit  pusillanimitatem». 

409  San  Bernardo,  Dom.  infraoct.  Assumpt.  B.  M.  V.,  2  (ML 
J83»  430)  :  «Revolve  diligentius  evangelicae  bistoriae  seriem  univer- 
sam  :  et  si  quid  forte  increpatorium,  si  quid  durum,  si  quod  deni- 
que  signum  vel  tenuis  indic;nationis  occurrerit  in  Maria,  de  caetero 
snspectam  habeas,  et  accederé  verearis». 


.  UIWDAD  Dh  LA 


no  se  pierdan  y  poco  a  poco  vengan  a  la  lumbre  del  sol. 
Y  como  la  luna  es  el  planeta,  entre  los  siete,  el  más  cer- 

419  cano  a  nosotros,  así  esta  luna  nos  es  dada  por  verdadera 
Madre,  y  tan  cercana  para  nuestro  remedio,  que  [a]  nin- 
guna pura  criatura  en  la  tierra  ni  en  el  cielo  tan  presto 
le  tocan  nuestras  miserias  como  a  su  virginal  corazón,  tan 
rico  en  misericordia,  que  la  llama  la  Iglesia  Madre  de  mi- 

420  sericordia.  La  luna  tiene  poder  sobre  las  aguas,  que  signi- 
fican las  tribulaciones;  y  esta  piadosa  Señora  está  diputada 
por  Dios  para  socorro  de  atribulados,  y  es  universal  limos- 
nera de  todas  las  misericordias  que  Dios  hace  a  los  hom- 
bres, y  en  lo  que  se  ocupa  es  en  tener  las  manos  hacia 

425  arriba  para  recebir  mercedes  de  Dios  y  luego  volverlas 
hacia  abajo  para  darnos  lo  que  ha  recebido.  Aprovéchate, 
por  amor  de  Dios,  de  tan  buena  oportunidad,  y  no  dejes 
pasar  este  día  de  misericordia  lleno. 

Ya  es  tiempo  de  ca-     El  alba  nace,  ella  mesma  da  voces 

430  minar,  ¡levantad  los  con  la  lumbre  que  trae,  y  dice:  "Ya 
dormidos!  6S  tiempo  de  caminar,  ¡levantad  los 

dormidos!"  Los  gallos  cantan,  y  las 
otras  aves  también;  y  la  Virgen  está  desde  el  cielo  dán- 
dote voces  en  este  santo  día  que  ella  nació,  que  despiertes 

435  del  sueño  del  pecado  y  que  andes  en  la  lumbre  de  ella, 
que  te  será  fiel  abogada  y  piadosa  madre.  Los  gallos,  que 
son  los  predicadores,  te  dan  voces  también,  por  boca  de 
los  cuales  te  dice  Dios  también  lo  que  dijo  por  boca  de  San 
Pablo:  Levántate  tú  que  duermes,  despierta  de  entre  los 

440  muertos,  y  alumbrarte  ha  Cristo.  Dios  quiere  salvarte,  y 
te  ruega  con  el  perdón;  la  Virgen  desea  lo  mismo,  los  án- 
geles de  la  mesma  manera;  los  predicadores  y  toda  la  Igle- 
sia te  desea  ver  fuera  de  esa  triste  noche  en  que  vives. 
¿Qué  respondes  a  tantos  como  te  ruegan  que  no  te  vayas 

445  al  infierno,  sino  que  sirvas  a  Dios  y  ganes  para  siempre  el 
reino  del  cielo?  ¿Qué  respondes?  ¡Recuerda,  que  duermes! 

¡Oh  Señor,  y  qué  recia  cosa  es  estar  un  hombre  embe- 
becido y  embriagado  en  un  falso  deleite,  en  una  mal- 
querencia endurecida,  en  tener  las  cosas  ajenas,  en  otras 

450  semejantes  miserias!  A  los  cuales  acaece  que  duermen  pro- 
fundamente este  sueño.  [Aun] que  si  uno  les  pone  la  pala- 
bra de  Dios  delante  de  los  ojos  para  recordarlos  que  es  luz 
verdadera  para  despertar  los  dormidos,  así  como  si  les  di- 
jese: "Infierno  hay  para  siempre  donde  has  de  pagar  con 

455  eternos  tormentos  el  placer  momentáneo  que  te  dan  aquí  los 
pecados;  el  cielo  pierdes  si  la  tierra  amas;  Dios  se  te  va 

420   Aul.  «Salve  Regina». 

4.^7  Cf.  Guillermo  Durando,  RaHonale  divin,  offic,  1.  t,  c,  1  : 
(cGaílus  supra  ecclesiatn  pósitos,  'praedioatores  designat». 
440    Of.  E-ph.  sí  14. 


944 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


por  una  puerta  si  el  pecado  entra  por  otra;  enemigo  es 
Dios  del  malo  y  de  la  maldad,  y  no  se  podrá  acabar  con 
El  que  esté  bien  contigo  si  no  aborreces  y  echas  de  ti  sus 

460  enemigos  y  tuyos,  que  son  los  pecados",  ¿quién  podrá  dor- 
mir si  le  ponen  esta  luz  a  los  ojos?  Y  por  eso  muchos  con 
malaventurado  consejo  quitan  sus  ojos  de  la  lumbre,  y  ni 
quieren  procurar  ni  oír  las  palabras  de  Dios,  por  no  tener 
quien  les  haga  mal  sabor  a  sus  dañadas  voluntades.  Y  otros, 

465  más  endurecidos,  quieren  mal  a  la  verdad  y  a  quien  se  la 
dice.  Y  como  uno  que  está  muy  dormido  y  no  quiere  que 
le  recuerden,  apaga  la  lumbre  que  le  ponen  ante  los  ojos 
y  se  enoja  con  quien  se  la  puso,  así  éstos,  dignos  de  ser 
llorados  con  lágrimas  de  sangre  del  corazón,  han  hecho 

470  concierto  con  el  pecado  e  infierno,  y  pésales  tanto  de  quien 
los  quiere  apartar  de  sus  malos  caminos,  que  ni  querrían 
que  hubiese  verdad  ni  justicia,  honestidad  ni  vergüenza, 
ni  aun  quien  la  dijese.  Viven  en  tinieblas;  y  todo  hombre 
que  hace  mal,  aborrece  la  luz  y  no  quiere  venir  a  ella — dice 

475  San  Juan — porque  no  parezcan  sus  grandes  maldades.  ¡Oh 
engañados  hombres  y  desdichados!  Tomad  otro  consejo, 
que  ése  no  os  puede  valer.  Ha  dicho  el  Hijo  de  Dios:  Las 
cosas  que  predicastes  en  tinieblas,  serán  predicadas  sobre 
los  tejados;  y  tiene  ordenado  que  todas  las  obras  de  la 

480  noche,  que  son  los  pecados,  salgan  a  la  plaza  en  el  día  del 
juicio,  donde  sean  examinados  y  condenados,  y  parezca  su 
fealdad  con  la  lumbre  de  Dios;  y. vosotros  no  seréis  pode- 
rosos para  hacer  que  se  quebranten  estas  palabras  ni  deje 
de  ser  lo  ordenado  por  Dios.  ¿Qué  me  responderéis?  Leván- 

485  tate,  levántate  tú  que  duermes  entre  los  muertos,  y  alum- 
brarte ha  Cristo;  que  el  alba  es  nacida,  ya  es  tiempo  di 
caminar. 

¿Por  ventura  habrá  aquí  alguno  que  le  parezca  mal 
esta  amonestación?  Antes  la  agradecerá  conociendo  lo  que 

490  le  importa;  mas  oírla  ha,  y  no  la  amará,  esperando  que 
acabará  ciertos  negocios  o  que  gozará  primero  de  su  gusto 
(como  ellos  dicen),  y  dormirá  todo  este  tiempo  y  después 
recordará.  Hombre,  ¿quién  te  hizo  a  ti  dios,  que  quieres  el 
oficio  de  Dios,  pues  que  dijo  nuestro  Señor:  No  queráis  sa- 

495  ber  los  tiempos  y  momentos  que  el  Padre  puso  en  su  poder? 
¿Qué  sabes  tú  si  llegarás  a  ese  tiempo  que  te  prometes? 
No  tienes  certidumbre  que  llegarás  a  la  noche,  ¿y  aventu- 
ras tu  salvación  sobre  la  incertidumbre  de  vida?  Y  ya 
que  supieses  que  te  habías  de  emendar,  ¿quién  es  tan  necio 

500  que,  estando  captivo  en  poder  de  turcos,  con  muy  mal  tra- 
tamiento y  a  peligro  cada  día  de  perder  la  cabeza,  responda 


475  Cf.  lo.  3,  20. 
479  Cf.  Le.  12,  3. 
495   Of.  Act.  i,  7. 


ÓO.     NATIVIDAD  DE  1A  VIRGEN 


945 


a  quien  luego  le  quiere  rescatar:  "No  quiero  salir  tan  pres- 
to, hasta  de  aquí  a  dos  o  tres  años",  no  por  otro  fin  sino 
por  estar  aficionado  a  alguna  mala  mujer  o  cosa  semejante 
505  a  ésta? 

Hermano,  no  seas  más  imprudente  que  los  niños,  y  que 
los  infieles,  y  que  los  animales,  que,  si  en  un  pozo  caen  o 
en  cieno  hediondo,  no  sólo  dan  la  mano  luego  a  quien  les 
ayuda  para  salir,  más  aun  con  voces  llaman  a  quien  les 

510  socorra.  San  Agustín  lloraba  en  algún  tiempo  esta  dilación 
que  había  tenido  cuando  estaba  en  pecado,  y  decía:  "Lla- 
mábasme  tú,  Señor,  y  decíasme:  Levanta,  que  duermes, 
y  sal  de  entre  los  muertos.  Mas  yo,  Señor,  no  respondía 
sino  palabras  de  hombre  dormido :  "Espérame  un  poco,  aho- 

515  ra  me  levantaré."  Mas  aquel  poco  ¡cuán  largo  era!,  y  aquel 
ahora  nunca  venía;  y  así  dilatando  yo  de  vivir  en  ti,  no 
dilataba  de  morir  en  mí."  De  esto  se  queja  San  Augustín; 
y  si  Dios  te  da  lumbre  y  algún  tiempo  te  saca  de  entre  los 
dormidos  y  muertos,  también  llorarás  tú  porque  pecaste 

520  y  porque  en  pecando  no  te  levantaste  con  el  socorro  que 
Dios  te  prometía,  extendiendo  su  mano  para  tu  remedio. 

¡Oh  qué  cuchillo  de  dolor  atraviesa  el  corazón  del  cristia- 
no cuando  se  acuerda  que,  pudiendo  servir  a  nuestro  Señor, 
ha  servido  al  demonio!  Ejemplo  tenemos  en  el  mesmo  San 

525  Agustín,  que  decía:  "Tronaste,  Señor,  desde  arriba  con  una 
voz  grande,  y  dijiste:  Hágase  la  luz.  Y  fué  hecha  la  luz  en 
mi  corazón,  y  vi  las  tinieblas  en  que  había  estado  acostado, 
y  espantóme  y  dije:  "¡Ay,  ay  de  aquella  ceguedad  cuando  no 
te  conocía;  ay  de  aquel  tiempo  cuando  no  te  amaba!  Tarde 

530  te  conocí,  hermosura  tan  antigua;  tarde  te  conocí,  hermosu- 
ra tan  nueva."  No  sientes  ahora  el  mal  en  que  estás,  como 
el  loco,  ni  el  que  tiene  modorra;  mas  si  Dios  te  diese  salud, 
darás  unos  gemidos  de  grave  dolor  por  los  golpes  que  te 
diste  estando  sin  seso.  Y  la  principal  señal  que  uno  tiene  de 

535  que  Dios  es  venido  en  su  ánima,  es  si  dice  de  corazón:  "Pé- 
same, Señor,  de  cuán  tarde  os  he  conocido."  ¿Qué  dilatas, 
pues,  hermano,  lo  que  está  cierto  que  tanto  te  cumple? 
Y  no  sabes,  si  ahora  lo  dejas,  si  después  lo  habrás;  y  si  lo 
hubieres,  será  con  mayor  trabajo;  porque  la  mala  costumbre 

540  que  habías  alcanzado  y  los  pecados  que  hicieres  de  aquí  allá 
te  pondrán  en  mayor  aprieto,  pues  que  mayores  pecados  pi- 
den mayor  pena,  y  la  mala  costumbre  es  muy  dificultosa  para 
quitar. 

Ahora  tienes  buen  aparejo;  brama  en  tu  corazón  y  di: 
545   "¿Cuándo  ha  de  ser  el  fin  de  mis  fealdades  y  abominaciones? 
Ahitóme  de  comer  a  la  continua  un  manjar,  aunque  sea 
bueno,  ¿y  aun  no  estoy  ahito  de  ofender  a  Dios,  tantos  años 


517  San  Agustín,  Confess.,  1.  8,  c.  5,  12  ;  ML  32,  754. 
531   San  Agustín,  Confess.,  1.  10,  o.  27,  38  :  ML  32,  795. 


y4t> 


-NLKMO.NES.   CICLO  SANTORAL 


ha  comiendo,  no  manjar,  sino  verdadera  ponzoña?  Si  no 
pongo  fin  a  mis  males,  ¡ay  de  mí,  que  el  infierno  es  mi  casa! 

550  y  si  algún  día  los  tengo  de  dejar  y  llegarme  a  Dios,  ¿por 
qué  no  será  luego,  pues  el  remedio  es  más  cierto,  y  el  traba- 
jo menor,  y  la  ganancia  muy  mayor  sin  comparación?  No 
quiero  más  guardar  estos  puercos,  que  aun  de  lo  que  a  ellos 
les  sobra  yo  no  me  harto.  Levantarme  quiero,  irme  a  mi 

555  Padre  y  decirle:  Padre,  pequé  contra  el  cielo  y  contra  ti,  no 
soy  digno  de  ser  llamado  tu  hijo;  haz  comigo  como  con  un 
jornalero  tuyo. 

¿Ha  amanecido  en  Hermano,  si  ese  brío  y  esos  propósi- 
ti  el  alba?  Favor    tos  andan  meneando  tu  ánima,  entien- 

560  es  de  la  Virgen  °-e  (lue  te  na  amanecido  el  alba,  que 
es  el  aparejo  para  venir  a  estado  de 
gracia;  entiende  que  anda  por  tu  corazón  el  favor  de  la  Vir- 
gen María,  que  te  ha  alcanzado  la  gracia  preveniente,  signi- 
ficada por  ella  mesma,  con  que  te  aparejes  a  recebir  la  gracia 

565  de  Dios,  que  te  ponga  en  su  amistad.  No  es  del  hombre  po- 
nerse en  estado  de  gracia,  ni  tampoco  lo  es  el  aparejarse  para 
que  Dios  lo  ponga;  dádiva  es  de  Dios  el  perdón  de  nuestros 
pecados;  dádiva  suya  es  el  darnos  corazón  arrepentido  y  hu- 
millado y  con  propósito  de  verdadera  enmienda.  Esta  dis- 

570  posición  menea  el  corazón  humano,  por  asentado  que  esté 
en  sus  vicios  y  pecados,  y  hace  volver  los  ojos  a  Dios  y  te- 
mer al  que  antes  tenía  en  poco:  Mi  amado — dice  la  Esposa — 
metió  la  mano  por  el  agujero  de  la  puerta,  y  mi  vientre 
tembló,  o  mis  entrañas  temblaron  cuando  me  tocó.  No  es 

575  cosa  fría,  no  es  cosa  fría  lo  que  se  siente  en  el  corazón  del 
hombre  a  quien  Dios  ha  tocado;  hácele  temblar,  por  esfor- 
zado que  sea,  y  abajar  aunque  haya  sido  soberbio,  y  tórnalo 
tan  blando  y  tan  lleno  de  confusión,  que,  aunque  le  pisen  la 
boca,  no  sabrá  responder. 

580  y  éste  es  el  don  que  nos  alcanza  esta  bendita  Niña,  que 
nace  como  el  alba;  y,  según  hemos  dicho,  es  medianera  entre 
la  escuridad  de  la  noche  y  la  lumbre  del  sol.  ¡Oh,  quién  tan 
dichoso  fuese  que  alcanzase  un  libro  donde  estuviesen  escri- 
tos todos  los  pecadores  de  quien  ella  hubiese  sido  medianera 

585  para  que  salgan  de  la  escuridad  de  la  noche  y  cobren  la  lum- 
bre de  gracia!  ¿Quién  nos  dirá  qué  de  ánimas  perdidas  gana 
Dios  mediante  esta  Niña  que  hoy  ha  nacido?  Porque  así  como 
Eva  desayudó  al  primero  Adán  en  lo  que  tocaba  al  servicio 
de  Dios,  así  esta  Niña  es  criada  para  que  ayude  al  segundo 

590  Adán,  que  es  Jesucristo,  para  ayudarle  a  la  redempción  y  a 
recoger  las  ánimas  por  quien  El  derramó  su  sangre.  El  mu- 


549    Iob  17,  [3. 
557    Cf.  Le.  r.s,  iS. 


569  Ps.  50,  19. 
574    Cant.  5,  4. 


rió  por  todos,  como  dice  San  Pablo,  y  ella  es  el  alba,  luna  y 
sol  que  nace  para  todos;  y  aquel  sólo  no  gozará  de  ella  que 
se  quiere  meter,  huyendo  de  su  lumbre,  en  las  cuevas  hondas 

595  y  tenebrosas  de  sus  pecados.  Ten,  hermano,  confianza  en  esta 
Virgen  sagrada,  que  si  tú  quieres  llamarla  con  ruegos,  ha- 
cerla servicios,  implorar  su  misericordia  y  oficio  de  interce- 
der, sentirás  que  ni  ella  es  sorda  para  oírte  ni  tus  oraciones 
y  servicios  saldrán  en  balde. 

600  Poderosísimo  es  Dios,  y  de  buena  gana  emplea  su  poder 
en  sacar  ánimas  de  pecados.  Y  escrito  está  en  Job:  El  te  li- 
brará de  la  boca  angosta  y  del  pozo  que  no  tiene  suelo. 
Guárdate,  hermano,  guárdate  de  la  estrechez  de  la  desespe- 
ración; no  se  estreche  tu  corazón  con  la  desconfianza  por  la 

605  muchedumbre  de  los  pecados  que  has  cometido.  Ora  al  Se- 
ñor lo  que  dice  David:  No  me  hunda  la  tempestad  del  agua 
y  no  cierre  el  pozo  su  boca  sobre  mí.  Por  mucho  y  mucho 
que  hayas  pecado  no  desconfíes  de  la  misericordia  de  Dios, 
y  no  te  dejes  apretar,  ni  pienses  que  con  su  favor  te  será 

6io  imposible  la  salida  del  pozo,  por  angosto  que  sea,  y  aunque 
no  tenga  suelo;  porque  quien  cae  en  un  pecado  mortal,  de 
allí  cae  en  otro  y  después  en  otro  y  en  otros;  y  si  no  es  por- 
que la  mano  piadosa  de  Dios  le  tenga  que  no  abaje  más,  el 
pecar  no  tiene  suelo  ni  fundamento  donde  parar. 

615  No  me  alegues  que  tus  pecados  son  muchos,  porque  más 
poderosa  es  una  gota  de  sangre  que  el  Hijo  de  Dios  derramó, 
si  de  ella  te  quieres  aprovechar,  que  todos  tus  pecados  para 
te  condenar.  Ni  me  digas:  "¿Cómo,  padre,  emendaré  mi  vida, 
que  estoy  mal  acostumbrado,  y  me  parece  imposible  dejar  de 

620  vivir  como  vivo?"  Que  escrito  está:  Que  echando  aceite  en  el 
yugo,  se  podrece  el  yugo;  y  con  una  poca  de  gracia  que  el 
Señor  eche  en  tu  corazón,  se  deshará  ese  yugo  de  mala  cos- 
tumbre que  te  tenía  debajo  de  sí  y,  como  carga  pesada,  te 
llevaba  donde  quería.  Y  si  el  demonio  te  tiene  captivo,  y 

625  cuando  quieres  pelear  con  él  y  escapar  de  su  tiranía  sientes 
que  es  más  fuerte  que  tú,  tampoco  desmayes,  porque  escrito 
está:  ¿Por  ventura  la  captividad  podrá  ser  libre  de  la  mano 
del  fuerte?  ¿O  la  presa  será  quitada  del  muy  robusto?  Pues 
yo  os  digo — dice  Dios — que,  aunque  esto  no  sea  posible  a 

630  fuerzas  humanas,  que  con  el  favor  de  mi  brazo  la  captividad 
será  libertada  de  la  mano  del  fuerte,  y  lo  que  asió  y  prendió 
el  robusto  le  será  quitado.  No  tengas,  hermano,  tú  esas  con- 
gojas; que  una  Niña  te  es  nacida  que  ha  quebrantado  la 
cabeza  del  demonio,  y  no  sólo  en  sí  mesma,  mas  en  las  ánimas 

635  de  los  pecadores.  Nacida  te  es  hoy  para  tu  consuelo  y  reme- 
dio; ponía  por  intercesora  entre  Dios  y  ti;  gime  tus  culpas 

5Q2    2  Cor.  5,  15.  621    Cf.  Is.  10,  27. 

602    Cf.  Iob  -,6,  16.  6«    Cf.  Ts.  jq,  2 1-2S- 

607   Cf.  Ps.  68,  t6. 


948 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


y  pecados  y  vete  a  ella,  que  como  verdadera  Madre  te  hala- 
gará, remediará  y  consolará. 

Imita  a  la  Virgen,    Y  si  Dios  tanta  merced  te  hace,  que 

640  que  creció  de  luz  después  de  tu  mala  vida  y  escuridad 
en  luz  te  nazca  lumbre  de  alba,  no  pares  ahí, 

imita  a  la  Virgen,  que  creció  de  luz 
en  luz;  y  tras  la  del  alba,  tras  tus  buenos  principios,  crece  en 
lumbre  de  luna,  para  que  tu  vida  pasada,  que  fué  ejemplo  de 

645  escuridad  y  causa  que  otros  pecasen,  sea  ya  lumbre  para 
traer  al  servicio  de  Dios  a  los  que  están  en  tinieblas  y  con- 
sideran cómo  tú  también  lo  estuviste  y  ahora  estás  fuera  de 
ellas.  Si  comienzas  a  servir  a  Dios,  comienza  de  verdad,  co- 
mienza con  denuedo,  comienza  perfetamente.  Mira  cómo  no 

650  hay  hombre  en  los  negocios  del  mundo  que,  si  puede  tener 
mucho,  tenga  poco,  y  si  puede  emplear  su  dinero  donde  le 
gane  ciento,  no  se  contenta  con  cincuenta.  Ten  tú  una  santa 
codicia  de  ser  rico  de  los  bienes  verdaderos  y  eternos;  pues 
aquéllos  tienen  vana  codicia  y  pasan  muchos  trabajos  por 

655  henchir  sus  arcas,  bolsas  y  senos  de  un  poco  de  pstiércol  y 
pura  vanidad,  que  ni  los  hace  mejores  un  solo  cabello  delante 
del  acatamiento  de  Dios  ni  les  podrá  librar  en  el  día  terrible 
del  juicio  de  Dios;  antes  les  será  más  carga  y  les  pondrá  en 
mayor  estrechura  lo  que  aquí  pensaban  que  era  ganancia  y 

660  placer. 

Grande  es  el  engaño  de  la  gente  tibia  en  el  servicio  de  Dios, 
que,  por  huir  unos  pocos  y  chicos  trabajos,  caen  en  muchos 
mayores.  Porque  si  ponen  en  una  balanza  los  trabajos  que 
pasan  los  que  sirven  a  Dios  con  fervor  y  ponen  la  hacha  a  la 

665  raíz  de  sus  pasiones  para  desarraigarlas  y  cortarlas  con  el 
cuchillo  de  la  palabra  de  Dios  y  con  la  imitación  de  la  vida 
y  muerte  de  Jesucristo,  son  muy  menores  sin  comparación 
de  los  trabajos  que  pasan  los  tibios,  que  se  contentan  con 
vivir  descuidadamente  en  lo  que  toca  a  su  aprovechamiento 

670  y  se  contentan  con  una  vida  floja  que  solamente  tiene  cuen- 
ta, y  aun  ésa  muy  negligente,  con  no  cometer  pecado  mortal. 

Caen  éstos  muy  a  la  continua  en  pecados  veniales  gra- 
ves, que  son  causa  de  harta  tristeza;  y  de  allí  algunas  veces 
caen  en  pecados  mortales,  que  son  fruto  amargo  que  del  pe- 

675  cado  se  sigue;  y  no  gozan  de  la  Vitoria  perfeta  de  sus  ene- 
migos, ni  sienten  el  placer  de  la  limpia  conciencia,  ni  la  fuer- 
te esperanza  que  alegra  las  entrañas  de  la  herencia  del  cielo, 
ni  los  dulces  frutos  del  amor  divinal,  el  cual  hace  los  traba- 
jos que  por  El  se  padecen  más  dulces  que  los  placeres  que 

68°  dan  los  pecados  del  mundo.  Que  no  mintió  quien  dijo:  "Más 
dulces  son  las  lágrimas  de  los  penitentes  que  los  deleites  de 
los  reyes."  Y  si  llorar  por  Dios  excede  a  los  placeres  del 
mundo,  ¿en  qué  lugar  pondremos  el  gozar  con  Dios? 


6o.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


949 


Hermano,  pasa  adelante;  no  te  perdones  ni  te  parezca 

685  duro  cualquier  trabajo  porque  crezca  en  ti  la  gracia  de  Dios. 
Porque  así  como  hallaste  a  la  Virgen  fuerte  y  piadosa  para 
que  salieses  de  la  escuridad  de  la  noche  a  la  lumbre  del  alba, 
de  la  mesma  manera  la  hallarás  también  para  que  crezcas 
en  la  buena  vida  que  con  su  oración  te  alcanzó.  Y  dichoso 

690  serás  tú  si  algún  día  vinieres  a  tanta  bienaventuranza  en 
aquesta  vida,  que  no  sólo  tengas  luz  de  alba  y  luz  de  luna, 
mas  también  seas  semejable  a  la  lumbre  del  sol.  Entonces 
arderá  tu  corazón  suavísimamente  en  el  amor  divinal.  En- 
tonces te  deleitarás  en  imitar  a  Jesucristo  nuestro  Señor  en 

696  su  santa  vida  y  en  su  muerte,  y  te  sabrá  bien  su  benditísima 
ley,  y  sentirás  mucho  cualquier  pecadito,  por  pequeño  que 
sea,  y  no  tratarás  tanto  de  cómo  no  le  ofenderás  como  di 
servirle  mejor  y  mejor,  y  tener  por  regla  de  tu  vida  el  santo 
contentamiento  de  El;  y  de  allí  pasarás  a  ser  espantable  a  tus 

700  enemigos,  y  experimentarás  en  ti  lo  que  dijo  David:  Abo- 
rrecido he  la  maldad,  y  abominádola  he,  y  amado  ta  ley. 

Porque  el  buen  cristiano  esta  señal  ha  de  mirar  para  si 
ama  a  Dios  verdaderamente.  Como  cuando  le  convidan  con 
manjar  desabrido,  y  que  su  estómago  le  abomina  y  alanza  de 

705  sí;  de  esta  manera  su  ánima  abomina  y  aborrece  el  pecado 
como  una  cosa  asquerosa  y  que  le  causa  abominación.  De 
esta  manera  se  vencen  los  pecados  y  se  matan,  porque  el  abo- 
rrecimiento verdadero  de  ellos  muerte  suya  es. 

Y  si  te  hallares  flaco  en  esta  pelea  y  hallares  algún  gusto, 

TIO  por  pequeño  que  sea,  en  algún  pecado,  alza  luego  los  ojos  a 
esta  Virgen  sagrada,  pidiéndola  te  alcance  salud  para  tu  pa- 
ladar estragado,  y  que  aquello  te  sepa  bien  que  a  Dios  sabe 
bien,  y  mal  lo  que  a  El  sabe  mal.  Porque,  aunque  es  mujer, 
es  Mujer  fuerte,  y  aquella  mesma  la  cual  Salomón  deseaba 

715  hallar  cuando  dijo:  ¿Quién  hallará  mujer  fuerte?  Mas  cuan- 
do le  fué  revelado  que  había  de  nacer  esta  que  nos  ha  hoy 
nacido,  di  jóle  en  persona  de  Dios:  Mi  cuello  es  como  la 
torre  de  David,  de  la  cual  están  colgados  mil  escudos  y  to- 
das armas  de  fuertes. 

720    Alcánzanos,  Virgen    ¡Oh  Niña  para  siempre  bendita,  la 
Santísima,  gracia  y    más  cercana  a  Dios  humanado  de 
gloria  cuantas  hay  en  el  cielo  y  en  la  tie- 

rra! El  es  la  cabeza,  y  la  cosa  más 
cercana  a  El  es  el  cuello,  que  sois  vos  tan  alta  en  virtud  y 
725   santidad,  y  mucho  más,  que  la  torre  de  David,  en  espiritual 
alteza.  De  vos  están  colgados  mil  escudos  y  todo  género  de 
armas  para  que  peleen  los  fuertes  y  para  que  los  flacos  se 


701  Ps.  iiS,  163. 
715  Prov.  31,  10. 
71Q   Cf.  Cant.  4,  4. 


950 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


hagan  fuertes.  Y  quien  en  vuestra  vida  mirare,  hallará  las 
armas  que  ha  menester  para  pelear  las  peleas  de  Dios,  si 

730  las  quisiere  tomar.  En  vos  tienen  que  mirar  los  niños,  los 
mozos  y  los  viejos;  en  vos  los  que  se  casan  y  no  se  casan, 
los  mayores  y  los  menores.  Ni  hay  virtud  que  vos  no  ense- 
ñéis ni  trabajo  en  que  vos  no  los  consoléis  y  esforcéis,  por- 
que fuistes  vos  la  más  santa  de  las  santas  y  la  más  trabaja- 

735  da  de  todas.  Vos  sois  puesta  para  medio  de  nuestro  remedio 
delante  del  acatamiento  de  Dios;  en  vuestras  manos,  Señora, 
ponemos  nuestras  heridas  para  que  las  curéis,  pues  sois  en- 
fermera del  hospital  de  la  misericordia  de  Dios,  donde  los 
llagados  se  curan.  Y  aunque  tenemos  gran  confusión  y  ver- 

740  güenza  de  presentar  delante  de  tanta  limpieza  la  hediondez 
de  nuestras  abominables  llagas,  creemos  que  os  dotó  Dios 
de  tanta  misericordia,  que  vuestra  limpieza  y  pureza  no  se 
desdeña  ni  alanza  de  sí  a  los  pecadores  llagados,  mas  que 
cuanto  es  mayor  su  necesidad,  tanto  más  vuestra  misericor- 

745  dia  os  mueve  a  su  remedio,  conformándoos  con  vuestro  Hijo 
bendito,  que  no  vino  a  llamar  justos,  sino  a  pecadores  a  pe- 
nitencia. 

A  vos,  Señora,  presentamos  nuestros  males  para  que  de- 
lante del  trono  de  Dios  los  deshagáis  y  alcancéis  perdón  de 

750  ellos.  A  vos  también  presentamos  nuestras  obras,  aunque  lle- 
nas de  muchos  defetos,  y  en  vuestras  manos  sagradas  pone- 
mos nuestro  corazón,  para  que  vos  [que],  como  otra  Rebeca, 
y  muy  mejor  que  ella,  sabéis  muy  bien  lo  que  es  gustoso  a 
vuestro  Hijo  bendito,  guiséis  nuestro  corazón  y  nuestras  obras 

755  de  manera  que  sean  sabrosas  a  su  Majestad,  para  que,  te- 
niéndoos a  vos  por  defensora  contra  nuestros  males  y  por 
nuestra  en  nuestros  bienes,  los  reciba  el  Señor,  hallándoles 
en  vuestras  manos,  no  mirando  a  las  nuestras,  que  los  ha- 
cen, sino  a  las  vuestras,  que  los  ofrecen.  Alcánzanos,  Virgen 

760  Santísima,  gracia  para  que  con  ella  y  por  ella  merezcamos 
veros  en  la  gloria. 

754  guisáis 


747    Cf.  Mt.  y,  IJ. 
752    Cf.  Gen.  27,  14. 


6l.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN  951 


61         Como  la  mañana,  tres  propiedades  tiene 
la  Virgen  * 

Natividad  de  la  Virgen,  8  de  septiembre. 

(Escorian,  Ms.  &  1X1  21,  ff.  236  vi  -  240  v.) 

Quae  ista  quae  prognJitur  quasi  aurora  consur- 
gensf  [Cant.  6,  9]. 

Exordio:  ¿Quién     Las  palabras  del  tema  son  una  pregun- 
es  ésta?  ta  admirativa  que  los  ángeles  hicie- 

5  ron  cuando  vieron  a  esta  santa  Virgen 

salir  del  vientre  de  la  santa  vieja  Ana,  madre  suya.  Maravi- 
lláronse los  ángeles  de  ver  cosa  tan  nueva  y  de  que  del  vien- 
tre estéril  salía  tal  fructo  de  bendición,  que  parecía  no  cosa 
de  este  mundo,  sino  hecha  del  cielo.  Viendo  su  hermosura,  su 

10  donaire,  su  dorada  cara,  sus  resplandecientes  ojos  y,  sobre 
todo,  la  hermosura  de  su  ánima,  que  era  ya  santa  antes  que 
nacida,  y  espantados  que  en  este  mundo  hubiese  tal  cosa, 
dicen:  Quae  est  ista?,  etc.  ¿Quién  es  ésta,  que  sale  como 
graciosa  mañana?  ¿Quién  es  ésta,  que  no  nace  en  noche 

15  de  pecado  ni  fué  concebida  en  él,  sino  que  ansí  resplandece 
como  alba  sin  nubes  algunas  y  como  sol  de  mediodía?  ¿Quién 
es  ésta,  que  aun  no  es  del  todo  nacida,  y  ya  nos  hace  mara- 
villar y  nos  pone  en  espanto  de  lo  que  agora  en  su  semblan- 
te vemos  y  muy  más  de  lo  que  después  ha  de  ser?  ¿Quién  es 

20  ésta,  cuya  vista  alegra,  cuyo  mirar  consuela  y  cuyo  nombre 
esfuerza?  ¿Quién  es  ésta,  para  nos  tan  alegre  y  benigna,  y 
para  otros,  como  son  los  demonios,  tan  terrible  y  espantosa, 
que  en  oyendo  su  nombre  parece  caen  sobre  ellos  saetas  que 
no  las  pueden  sufrir,  sino  huyen,  atemorizados  de  él?  ¿Quién 

25  es  ésta-,  a  quien  Dios  tantos  bienes  ha  hecho  y  muy  más  le 
tiene  guardados?  ¿Quién  es  ésta?,  preguntan  los  ángeles. 

¡Gran  cosa  es,  señores,  esta  Niña;  chiquita  parece,  y 
muy  grande  debe  ser!  Grandes  son  sus  perfecciones,  pues  que 
los  ángeles  se  espantan  y  admiran  de  ella,  y  no  pueden  com- 

30  prehender  el  grande  abismo  de  sus  excelencias.  Que  de  ella 
es  escripto:  Ascendit  swper  cherubim  et  volavit  super  pennas 
ventorum  et  cognitionem  angelorum.  Y  pues  ansí  es  que  los 
ángeles  se  admiran  y  no  la  comprehenden,  ¿qué  haremos  nos- 
otros, pobres?  ¿O  qué  es  lo  que  nuestras  lenguas  torpes  pue- 

35  den  decir  de  sus  alabanzas,  cuando  las  muy  elegantes  se  ha- 
llan muy  insuficientes  en  decir  de  ella? 


*    Ed.  M.  F.  Migúele/.,  O.  S.  A.,  en  «La  Ciudad  de  Dios»,  79 
11909),  52-59.  «In  Nativitate  Vircdnis  Marine»  (f.  236  v). 
13    Cant.  6,  9. 
32   Of.  Ps.  17,  11. 


951' 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Oíd  lo  que  dice  aquella  elegante  lengua  de  San  Augustín: 
Quid  dicam  de  te,  pauper  ingenio,  cum  de  te,  quidquid  dixero, 
minor  laus  sit,  quam  dignitas  tua  meretur?  Et  alibi:  Quid  nos 
tantilli,  quid  actione  pusilli  in  laudibus  Mariae  referemus, 
cum  [etsi]  omnium  nostrum  membra  in  linguas  verterentur, 
eam  laudare  nullus  sufficeret?  Item  Hieronymus:  Ad  quid 
aquae  pusillum  mari  addam,  ad  quid  modicum  lapillum  mon- 
ti  adiiciam?  Et  alibi:  Ut  verum  jatear,  quidquid  humanis 
dici  potest  verbis,  minus  a  laude  caeli  est,  quoniam  divinis 
et  angelicis  est  excellentibus  praedicata  et  laudata  praeco- 
niis.  A  prophetis  quidem  praenunciata,  a  patriarchis,  figuris 
et  enigmatibus  praesignata,  ab  evangelistis  exhibita  et  de- 
monstrata,  ab  angelis  vtf.erabiliter  salutata. 

¿Quién  porná  lengua  en  alabar  [a]  aquella  a  quien  tan- 
tos grandes  se  pusieron  a  alabar,  y  sobre  todo  el  grande 
sobre  todos  los  grandes,  Dios?  Que  suyas  son  estas  palabras: 
Quam  pulchra  es,  árnica  mea,  quam  pulchra  es;  et  tota 
pulchra  es,  árnica  mea,  et  macula  non  est  in  te!  ¡Oh  bien- 
aventurada Niña!  ¿Y  qué  haremos  nosotros,  perplejos,  que 
tememos  alabarte,  siendo  como  somos  poco  e  indignos? 
Y  por  otra  parte  somos  obligados  a  te  alabar  y  decir: 
bienaventurada,  como  tú  lo  profetizaste:  Beatam  me  di- 
cent, etc.,  y  a  darte  gracias  por  los  grandes  bienes  que  de 
ti  y  por  ti  nos  vienen  y  esperamos  que  nos  vernán.  Y  por 
eso,  tomando  el  consejo  de  San  Hierónimo,  que  dice:  Ecsi 
ad  hoc  nemo  invenitur  idoneus,  votis  tum  ómnibus  cessare 
non  debet  quilibet  peccatorum  a  laudibus  Mariae,  etc.  ¿Cómo 
hemos  de  estar  y  poder  pasar  sin  alabar  a  quien  tanto  de- 
bemos y  a  quien  todas  las  criaturas  alaban?  No  dejaremos 
por  cierto;  que  mañana  es  la  Virgen,  según  nuestro  tema 
dice.  Y  en  la  mañana  alégr[ans]e  todas  las  cosas.  Se  ale- 
gran los  hombres,  se  esfuerzan  los  caminantes,  las  aveci- 
cas cantan;  ¿quién  est[o]  [h]ará,  por  pecador  que  sea, 
que,  naciendo  esta  clara  mañana  y  dorada  alba,  no  cante, 
no  se  alegre,  no  alabe  al  que  la  crió?  Cantaremos,  por 
cierto,  y  alabaremos,  aunque  indignos,  a  esta  Virgen  y  a 
quien  la  crió,  que  es  el  mesmo  a  quien  ella  parió.  Y  digamos: 
"¡En  hora  buena  sea  nacida  el  alba  y  bendicto  sea  el  que  la 
crió  tan  hermosa  alba!;  ¡honrada  y  servida  sea  tal  alba!" 

Tres  condiciones  del     ¿Quién  es  ésta,  que  nace  como  alba? 

^yfa  Gran  pregunta  es,  por  cierto,  ésta: 

¿Quién  es  ésta?,  ansí  por  quien  lo 
pregunta,  que  son  los  ángeles,  y  lo  que  aquéllos  pregun- 

42    PSEUDO-AGUSTÍK,  Serm.  208,  5-4  :  ML  39,  2131,  2130. 
49   PsF.uno-jERÓNiMO,  Ep.  9,  5  :  ML  30,  126. 
54    Cant.  4,  1.  7-  .        59   Le.  1,  4«- 

63     PSEUDO-jF.RÓNIMO,  Ep.  q,  6  !   MiL  3o.  T27- 

77    Cant.  6,  9. 


6l.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


80  tan,  muy  grande  debe  ser,  y  no  todos  bastarán  a  respon- 
derles; así  por  quien  se  pregunta,  que  es  la  más  excelente 
de  todas  las  criaturas  que  Dios  crió  y  criará;  así  por  la 
pregunta  que  es  ¿quién?,  que  es  cosa  dificultosa  saber 
decir  el  que  es.  Y,  por  tanto,  antes  nos  ocupemos  en  en- 

85  tender  lo  que  los  ángeles  dijeron  de  ella,  que  no  en  decirles 
nosotros  a  ellos  quién  sea  ella.  Pregunten  allá  al  que  la 
crió,  que  les  diga  quién  es  ella,  que  nosotros  no  sabremos. 

Nace  como  mañana.  ¿Por  qué  como  mañana?  No  sin 
muchas  causas  in  diluculo  corruit  Iericho;  porque  parece 

90  en  muchas  cosas  esta  sacratísima  Niña,  que  tal  día  como 
hoy  nació,  al  alba.  Y  por  no  ser  prolijo,  tomemos  tres  con- 
diciones del  alba,  en  las  cuales  nuestra  Señora  le  parece. 
Es  la  primera  que  es  nunciatrix  et  genitrix  diei.  La  segun- 
da, que  es  genitrix  roris;  la  tercera,  que  odit  tenebras. 

95  Estas  tres  propriedades  tiene  la  mañana.  Y  las  mismas 
esta  clara  alba  que  hoy  nació. 

Mensajera  y  ma-        Tiene  la  primera,  porque  fué  men- 
dre  del  sol  sajera  de  aquel  luciente  sol  que  fué 

el  nacimiento  del  sol  de  justicia, 
100  Jesucristo  nuestro  Redemptor.  No  solamente  fué  mensa- 
jera, mas  aun  madre  por  parecer  en  todo  al  alba,  que  se 
dice  ser  madre  del  sol.  Aportónos  aquel  día  saludable,  día 
de  perdón,  día  de  descanso,  cuando  su  bendicto  Hijo  anduvo 
por  este  mundo:  todo  aquel  tiempo  fué  día,  porque  día 
¿05  es  todo  el  tiempo  que  el  sol  anda  sobre  la  tierra.  Pues 
como  El  fuese  sol  y  luz,  como  y  según  El  lo  dice:  Quamdiu 
sum  in  mundo,  lux  sum  mundi,  sigúese  que  era  día  todo 
aquel  tiempo  que  Jesucristo  causó  con  su  presencia. 

¡Oh  día  bienaventurado,  y  tan  deseado  de  muchos  pa- 
lio   triarcas  y  profetas,  y  que  sólo  verlo  en  espíritu  les  daba 
grande  gozo,  según  lo  dice  el  mismo  Redemptor:  Abraham 
exultavit  ut  videret  diem  meum,  vidit  et  gavisus  est!  Go- 
zóse, y  gozáronse  los  profetas  en  ver  este  día  de  salud, 
de  alegría,  de  gracia;  el  cual  hizo  el  Señor  para  que  nos  ale- 
115    gremos  y  gozemos  en  él.  Pues  para  tal  día  como  este  de 
la  encarnación  de  Dios,  tal  mañana  se  requiere  como  la 
bienaventurada  Virgen.  Que  si  aquel  día  es  día  de  salud, 
ella  es  alba  saludable;  si  día  de  misericordia,  ella  es  madre 
de  misericordia;  si  día  de  gracia,  ella  es  madre  de  gracia. 
120        ¿Veis  cuán  bien  concuerda  el  alba  con  el  día?  Y  esto 
es  lo  que  San  Bernardo  dice:  Sicut  aurora  valde  rutilans 
in  mundum  progressa  es,  o  Maria!  quando  veri  solis  splen- 
dorem,  tantae  sanctitatis  iubare,  praecurristi,  ut  veré  diem 


Sg  los.  6,  15. 
112    Cf.  lo.  8.  56. 


115  Ps.  117,  24. 
107   lo.  o,  5. 


954 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


salutis,  diem  propitiationis,  diem  quam  fecit  Dominus  a 

125  tanta  claritate  initiari  dignum  fuerit.  Hubo  tanta  santi- 
dad en  ti,  benditísima  Virgen,  que  fuiste  digna  mañana  de 
tal  día.  ¡Oh  bienaventurada  Virgen!  De  ti  es  escripto:  Sio 
ut  lux  aurorae,  oriente  solé  mane  absque  nubibus,  ruti- 
lat.  Así  es,  Señora,  vuestra  luz  como  luz  de  alba  que  res- 

130   plandece,  cuando  el  sol  nace  sin  nubes. 

Sin  nubes  nació  el  sol  de  vos,  cuando  concebistes  y  pa- 
ristes  a  Cristo  Redemptor  nuestro  sin  pecado  y  sin  dolor, 
que  fué  sol;  empero,  no  os  quemó,  según  estaba  figurado 
en  la  zarza  que  Moisén  vió  y  según  estaba  figurado  por 

135  Daniel,  que  vió  una  piedra  cortada  de  monte  sin  manos. 
Que  aunque  Cristo,  Dios  nuestro,  de  vuestro  vientre  saliese 
hecho  hombre,  el  cual  es  dicho  piedra  en  la  Escriptura,  em- 
pero en  hacerse  hombre  no  hubo  mano  de  hombre,  sino 
todo  fué  del  Espíritu  Santo  y  vuestro.  Sois,  pues,  Señora, 

140  con  mucha  razón  alba,  porque  sois  mensajera  y  madre 
del  sol 

Madre  del  rocío  Parecéis,  Señora,  más  a  la  alba,  por- 
que así  como  al  alba  cae  el  rocío  en 
los  campos,  y  se  para  húmida  la  tierra,  y  se  tiempla  el 

145  calor,  y  se  conservan  las  hierbas  en  su  frescor,  ansí  en 
vos,  Señora,  llovió  y  cayó  aquel  bienaventurado  rocío,  el 
cual  con  gracia  humedece  nuestras  sequedades,  hace  fruc- 
tificar nuestras  ánimas.  Y  esto,  no  quitándoos  a  vos  la 
verdura  de  la  virginidad,  que,  aunque  fué  vuestro  fructo, 

150  no  os  quitó  la  flor.  Que  en  vos  sola  el  fructo  es  flor,  y  la 
flor  fructo,  sicut  scriptum  est:  Flores  mei  fructus,  et:  Ego 
¡los  camxpi.  Luego  flor  y  fructo  es  en  vos  uno. 

¿Queréis  figura  que  Cristo  descendió  en  el  alba?  Leed 
en  los  Números  y  hallaréis  que  al  alba  descendía  el  maná  a 

155  los  hijos  de  Israel.  ¡Oh  bendicta  Virgen!,  que  por  vos  se 
dijo,  que  por  vos  y  en  vos  nos  envió  el  Padre  Eterno  a  su 
bendicto  Hijo  y  nos  lo  envía  cada  día  para  justificación 
nuestra.  Por  vos  y  en  vos,  que  sois  mañana,  nos  bendice 
Dios  según  es  escripto,  figurado  en  la  lucha  de  Jacob  con 

160  el  ángel,  que  fué  bendicto  a  la  mañana.  Dimitte  me,  iam 
aurora  ascendit,  dijo  Jacob;  quasi  dicat:  Dame  ya  tu  bendi- 
ción, que  ya  nace  esta  bienaventurada  Virgen. 

¿Queréis  otro  bien  que  vino  en  la  mañana?  Que  Fa- 
raón y  todo  su  ejército  fué  ahogado  en  el  mar  a  la  mañana. 

165    ¿Qué  fué  esto,  sino  que  los  demonios  y  pecados  se  ahogan 


125  initiari]  immutari 

12S  Pseudo-Berxardo,  Acl  B.  Virg.  deiparam  serm.  pancg..  4  : 
ML.  184,  1012. 

12Q    ?.  Reff.  23,  4.        134    Cf.  Ex.  3,  2.        135    Dan,.  2,  34. 

151    Cf.  Ecrli!  24,  23.  T.52    Cant.  2,  1.  161    Cf.  Gen.  32,  26. 


en  las  aguas  de  las  lágrimas  que  el  pecador  echa  cuando 
esta  mañana  nace  en  su  alma?  ¡Oh  bienaventurada  alba  en 
la  cual  nace  esta  sagrada  Alba,  y  cuán  dichosa  es! 

¡Oh  señores!,  ¿qué  haríamos  para  que  así  como  tal 

170  día  como  hoy  nació  esta  alba  en  el  mundo,  así  naciese  hoy 
en  vuestros  corazones?  ¡Ay  de  nosotros,  si  no  la  tene- 
mos! ¿Y  qué  haremos  si  a  ella  no  tenemos  contenta  y  ser- 
vida? ¿Quién  nos  iibrará  de  la  ira  del  Omnipotente?  Si 
la  tiene  ya  [a]rmada  para  nos  herir  por  nuestros  pecados, 

W(5  ¿quién  hará  a  Dios  que  meta  la  espada  de  su  justicia,  la 
cual  nuestros  grandes  pecados  le  han  hecho  sacar  de  la 
vaina?  ¿A  quién  llamaremos  en  nuestras  tribulaciones,  si 
a  ésta  tenemos  enojada?  ¡Oh  desventurado  de  aquel  que 
enemigo  está  con  ella!  ¿Y  qué  le  aprovecha  cuanto  tiene  ni 

180  vale,  ni  come,  ni  bebe,  ni  anda?  Plegué  a  Dios,  señores, 
que  ninguno  haya  aquí  que  enojada  tenga  a  esta  Señora 
y  que  mal  esté  con  ella. 

Enemiga   de  las  Y  más:  ¿queréis  ver  si  estáis  mal  o 
tinieblas        kien  con  ella?  Mirad  la  tercera  condi- 
185  ción  del  alba,  que  es  ser  enemiga  de 

las  tinieblas.  Ya  sabéis  que  estas  tinieblas  son  aquellas  de 
las  cuales  es  escripto:  Via  impiorum  tenebrosa,  y:  Dile- 
xerunt  homines  magis  tenebras  quam  lucem.  En  buen  ro- 
mance: "Los  pecados,  éstos  son  los  que  nuestra  Señora 
190  aborrece  sobre  todas  las  cosas".  ¿Y  sabéis  qué  tanto? 
Que  ninguno,  por  servidor  suyo  que  sea,  por  romerial  que 
ande  en  su  servicio,  por  más  Avemarias  que  rece,  por  más 
candelas  que  queme  en  su  honra,  si  en  pecado  está,  en 
ninguna  manera  lo  quiere  ver  ni  recibe  servicio  de  él,  sino 
15*5  que  lo  aborrece  y  lo  tiene  por  enemigo.  No  penséis,  seño- 
res, que  os  digo  esto  por  espantaros  y  que  no  es  verdad. 
Gran  mal  es,  mas  verdad  es;  ella  mesma  lo  dice.  Porque 
mejor  lo  creáis,  y  no  os  engañéis,  leed  Proverbios  8,  el 
cual  capítulo  la  santa  Iglesia  [dice]  de  la  sagrada  Virgen. 
200  Oíd:  Arrogantiam  et  superbiam,  et  viam  pravam  et  os 
bilingüe  detestor.  Pues  mire  cada  uno  su  conciencia;  y  si 
en  lujuria  está,  haga  cuenta  que  está  maldito  de  nuestra 
Señora;  si  tienes  lo  ajeno  a  tu  prójimo,  maldicto  estás  de 
ella;  si  andas  en  soberbias  y  en  vanidades,  en  decir  mal, 
205  si  tienes  dos  lenguas,  maldicto  estás  de  aquellos  bendictos 
labios.  La  lengua  que  Dios  te  dió,  no  es  sino  para  decir 
bien  y  alabar  a  Dios.  Si  dices  [mal],  dos  lenguas  tienes. 

¡Oh  malaventurado  el  pecado,  que  basta  para  que  aque- 
lla paloma  sin  hiél,  aquella  que  no  sabe  sino  ser  miseri- 


187    Prov.  ),  19. 


201    Prov.  8,  1;, 


188    lo.  3,  ig. 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


210  cordiosa,  la  hace  airarse  y  querernos  mal!  Ea,  pues,  se- 
ñores; por  amor  de  esta  Señora  (pues  nos  preciamos  de 
ser  sus  devotos),  por  estar  bien  con  ella,  salgamos  de  pe- 
cados; examinemos  nuestras  conciencias.  El  que. está  mal 
con  su  prójimo,  reconcilíese  con  él;  el  carnal,  deje  el  cebo 

215  de  la  lujuria,  porque  no  esté  enemigo  de  esta  Señora.  ¡Oh 
desventurado  y  digno  de  ser  llorado  el  que  en  pecado  está, 
pues  está  en  ira  con  nuestra  Señora!  ¿Y  cómo  os  sabe 
bien  lo  que  coméis?  ¿Y  cómo  podéis  dormir?  ¿Cómo  podéis 
andar,  estando  descomulgados  de  esta  Señora?  ¡Ay!  Os  mal- 

220  dijera  un  provisor  o  obispo  y  temiérades,  ¿y  no  teméis  la 
maldición  y  enojo  de  nuestra  Señora? 

Llamad  a  esta  Señora,  pedidle  perdón  de  vuestros  pe- 
cados; besalde  aquellos  bendictos  pies;  decid  que  de  aquí 
adelante  queréis  enmendaros,  y  hacedlo  así  y  estaréis  ami- 

235  gos  con  ella.  Ella  quiere  vuestra  amistad,  quia  deliciae  meae 
esse  cum  filiis  hominum.  Muévaos  el  amor  con  que  os  ruega 
a  que  vais  a  ella:  Venite  ad  me  omnes  qui  concupiscitis  me, 
et  a  generationibus  meis  adimplemini.  Pasad  vos,  los  que 
estáis  de  la  parte  del  demonio;  los  que  estáis  en  pecados 

230  dejadlos;  que  con  ellos  no  podréis  pasar  a  mí.  Y  dejados 
los  pecados,  hinchíos  de  mis  generaciones;  que  quiere  decir, 
según  mis  ejemplos,  mis  virtudes.  Que  ésta  es,  señores, 
muy  buena  devoción  de  la  Virgen,  seguir  sus  virtudes;  que 
por  amor  de  ella  uno  procure  de  ser  casto,  otro  de  ser 

235  misericordioso.  Y  especialmente  conviene  esto  a  las  muje- 
res, que  la  sigan  en  ser  honestas,  calladas,  no  muy  atavia- 
das ni  llenas  de  dijes,  que  es  una  cosa  que  parece  mal  a 
nuestra  Señora.  Y  ésta  es  la  buena  devoción.  Y  mientras 
uno  no  fuere  bueno  de  dentro,  no  piense  que,  por  no  sé 

240  qué  devociones  que  tenga,  que  aplacerá  a  nuestra  Señora. 
Porque  es  alba;  y  en  ser  luz,  es  enemiga  de  tinieblas  de 
pecados. 

Peroración  Pues  ea,  señores,  abiiciamus  opera  tenebra- 
rum  et  induamur  arma  lucis.  Para  que  cuan- 

245  do  rezáremos  Avemarias,  no  nos  vue[l]va  la  cara  y  diga: 
"Andad,  que  es  en  lujuria;  andad,  que  tenéis  lo  ajeno; 
andad,  que  queréis  mal  al  prójimo".  Cueste  lo  que  costare, 
hermanos,  aunque  se  nos  haga  de  mal,  todo  se  debe  post- 
poner  por  alcanzar  el  amistad  de  nuestra  Señora,  por  ser 

250  sus  hijos  y  ella  nuestra  Madre,  porque  nos  oiga  en  nuestras 
tribulaciones,  porque  hable  a  Dios  por  nosotros.  ¡Oh  bien- 
aventurado otra  vez  y  mil  veces  quien  bien  con  ella  estu- 
viere, aunque  todo  lo  otro  le  falte!  Y  malaventurado  el  que, 
por  una  nonada  de  pecado,  quiere  estar  mal  con  ella,  aunque 

255   todos  los  bienes  tenga!  Quien  a  ella  tiene,  tiene  la  vida, 


226    Prov.  8,  31.       228    Cf.  Ecoli.  24,  26.      244    Cf.  Rom.  13,  12. 


02.     XAHUDAl)  Dt.  LA  VIRGEN 


como  ella  dice;  quien  la  tiene,  tiene  salud  y  alegría;  tiene 
más  que  decir  se  puede. 

¡Oh  bendicta  Madre  de  Dios!  ¡Cuán  bien  empleado  es 
cualquier  trabajo  por  vos  y  por  veros  a  la  diestra  de  vues- 
260  tro  Hijo!  ¿Qué  trabajo,  Señora,  no  tomaremos?  Pienso  de 
verdad  que  una  gran  parte  de  la  gloria  de  los  bienaven- 
turados es  ver  a  la  serenísima  Madre  de  Dios  en  el  cielo. 
¿Qué  haremos,  Señora,  para  veros?  ¿En  qué  os  servire- 
mos? Si  en  dejar  nuestros  pecados  os  hacemos  servicio, 
265   que  de  parte  de  cuantos  aquí  estamos  digo  que  lo  dejamos; 
que  nos  pesa  de  corazón  de  los  haber  hecho;  que  no  los 
queremos  más  cometer,  antes  servir  a  Dios  y  a  vos  sola- 
mente, Señora.  Aquel  postrero  día  os  veamos  en  vuestra 
silla,  y  os  vamos  a  besar  las  manos  llenas  de  jacintos;  y 
270    esremos  viendo  cuán  hermosa  sois,  [cuán]  deleitable  para 
amar,  cuán  alegre  para  consolar,  cuán  suave  para  gozar. 
Tan  en  tanto,  Señora,  nuestro  oficio  será  pensar  en  vos, 
hablar  de  vos,  seguiros  a  vos  en  vuestra  vida  y  mirar  cómo 
hacíades  y  así  hacer  nosotros,  bendeciros  ha  nuestra  boca, 
275    engrandeceros  ha  nuestro  corazón;  gastarnos  hemos  todos 
en  vuestro  servicio  hasta  que  vamos  a  donde  vos,  Señora, 
estáis,  que  es  la  gloria,  ad  quam  nos  perducat. 


62       Esto  es  honra:  ser  del  una  je  espiritual 
de  Jesucristo  * 

Natividad  de  la  Virgen,  8  de  septiembre 

(Oña,  Ms.  est.  8,  pQut.  4.  n.  55  bis,  ff.  62  r  -  69  v;  ed.  1596  II 
pp.  243-269  (incompleto].) 

Líber  senerationis  Icsu  Cliristi.  Libro  de  la  gene- 
ración de  Jesucristo  (Mt.  i  [il). 

Exordio     El  que  tuviere  sed — dice  nuestro  Redemptor  Je- 
sucristo por  boca  de  su  evangelista  San  Juan — 
5   venga,  que  yo  le  daré  a  beber  de  una  fuente  de  agua  viva, 
y  de  balde.  Conténtase  Jesucristo  nuestro  Redemptor,  en 
lugar  de  precio  para  alcanzarle,  que  tengamos  sed  y  deseo 
de  El;  no  quiere  más  de  nosotros;  con  sólo  esto  se  contenta, 
que  estemos  sedientos  y  deseosos.  Préciase  y  arréase  Dios 
10   mucho  de  esto  y  mándase  llamar  en  la  Escritura  el  Deseado; 
porque  a  ninguno  se  da  Dios  sino  a  aquel  que  le  desea,  y 
a  ninguno  se  negó  que  lo  deseó.  ¿Pensáis  que  antes  que 
viniese  a  encarnar  y  a  remediar  nuestras  necesidades,  y  a 

T  =  Ed.,  O  =  Oña  [|  1-56  El  que  tuviere  sed -su  nacimiento]  om.  O 


256   Cf.  Prov.  8,  35. 

*  «In  festo  Xativitatis  beatae  Virsjinis  Mariae»  (Oña,  f.  62  r), 
5   Cf.  lo.  7,  37.  6   Cf.  Apoc.  22,  17. 


958 


hacerse  hombre  por  nosotros,  que  fué  poco  deseado?  ¡Qué 

15  de  sospiros,  qué  de  gemidos!:  "¿Cuándo  vendrá?  ¿Cuándo 
'llegará  ya  esta  hora  en  la  cual  ha  de  venir  él  que  nos  tiene 
de  remediar?"  Esperá  un  poquito,  dice  Dios:  Adhuc  modi- 
cum,  et  ego  movebo  caelum,  et  terram,  mare,  et  aridam,  et 
veniet  desideratus  cunctis  gent'ibus,  y  vendrá  el  Deseado 

20   de  todas  las  gentes. 

Tengo  para  mí  que  este  día  se  pidieron  grandes  albricias 
a  los  ángeles  en  el  cielo.  ¡Qué  de  fiestas,  qué  de  placeres, 
qué  de  regocijos  creo  que  hicieron!  ¡Qué  de  corazones  des- 
consolados y  desmayados  fueron  consolados  y  esforzados 

25  con  la  esperanza  del  Deseado,  viendo  ya  llegar  él  tiempo 
en  que  había  de  venir,  con  el  nacimiento  de  la  que  [le] 
había  de  parir!  Tengo  para  mí  que  se  cumplió  hoy  la  pro- 
fecía de  Malaquías  muy  a  la  letra,  espiritual  y  verdadera- 
mente: Et  statim  veniet  ad  templum  suum  Dominator  quem 

so  vos  quaeritis,  et  ángelus  testamenti  quem  vos  vultis.  El 
santo  templo  de  Dios,  las  entrañas  de  la  Virgen  nuestra  Se- 
ñora son.  Statim  veniet:,  presto  vendrá,  no  tardará;  luego 
vendrá  a  su  templo;  ya  es  nacida  la  doncella  que  lo  ha 
de  parir.  ¡Cuántas  albricias  pidieron  los  ángeles  a  los  Pa- 

35  dres  del  limbo!  ¡Qué  placeres  y  alegrías  se  hicieron  en  los 
cielos!  ¡Qué  de  consuelos  a  los  siervos  de  Dios  y  a  los 
hombres  santos  en  la  tierra  se  dieron  con  esta  bienaventu- 
rada nueva!  Ya  es  nacida  la  doncella  de  la  cual  ha  de  nacer 
el  Deseado  de  las  gentes. 

40  — '¿Pues  qué  a  nosotros  de  eso?  El  nacimiento  de  la  Vir- 
gen María  ya  es  pasado;  sí,  que  no  ha  de  tornar  ya  para 
nosotros.  — ¿.Pensáis  que  son  acabadas  las  misericordias  de 
Dios?  No;  si  somos  fieles  para  dar  gracias  a  Dios  en  esta 
vida  por  las  mercedes  que  nos  hizo  con  esta  Niña,  con  esta 

45  Doncella,  sentiríamos  el  nacimiento  de  la  Virgen  en  nuestros 
corazones.  ¡Qué  de  regocijos  semejantes  a  los  del  cielo  sen- 
tirían nuestras  almas!  Si  hay  aquí  alguno  que  ande  deseoso 
por  topar  con  Dios:  "¡Oh  Señor,  que  me  tenéis  muerto  de 
vuestro  deseo!  Tantos  años  ha  que  os  ando  buscando,  y  no 

50  os  puedo  hallar;  dádmeos  ya,  Señor,  por  quien  vos  sois,  a 
conocer.  ¡Oh  Señor,  que  mucho  os  deseo  y  no  puedo  topar 
con  vos!",  désele  por  señal  que  la  Virgen  ha  nacido  hoy, 
para  que  así  como  su  nacimiento  de  ella  entonces  fué  señal 
que  se  acercaba  el  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  así  ahora 
55  por  su  intercesión  alcanzaremos  gracia  para  tratar  de  su 
nacimiento. 


19  Cf.  Ag.  2,  7. 
30   Mal.  3,  r. 


62.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


95& 


¿Para  qué  mandáis,  Líber  generatioms  Iesuchristi.  Las 
Señor,  contar  vues-  palabras,  que  más  son  prencipio  del 
tro  linaie*  Evangelio  que  fundamento  del  ser- 

IjO  ^'  món,  escríbelas  el  glorioso  San  Ma- 

teo. Cántanse  en  el  Evangelio  de  la  presente  fiesta  del  na- 
cimiento de  la  Virgen  María.  Comienzan:  Líber  generatio- 
ms: de  la  generación  de  Jesucristo.  — ¿Qué  ha  Dios  con 
linaje?  — Segund  la  carne,  habéis  de  entender. 

65  Abraham  engendró  a  Isac,  etc.,  fulano  a  fulano.  — Se- 
ñor, ¿para  qué  mandáis  escrebir  aqueso,  pues  por  otra  parte 
nos  mandáis  que  despreciemos  la  carne,  linaje  y  toda  hon- 
ra? Cuánto  más  que  si  os  queréis  preciar  de  vuestro  linaje, 
hubo  en  él  tantos  malos,  que  antes  hay  en  él  deshonra  que 

70  honra.  Veis  ahí  a  Manasé,  que  hinchó  a  Jerusalén  de  san- 
gre de  profetas;  Acaz  idolatrar.  En  medio  de  los  malos 
nace  un  bueno,  que  fué  el  rey  Ezequías.  ¿Para  qué  mandáis 
contar  vuestro  linaje?  — Para  dos  cosas:  la  una,  para  la 
edificación  de  la  fe;  y  la  segunda,  para  las  costumbres. 

75  Para  la  fe,  porque  estaba  profetizado  que  había  de  ve- 
nir el  Mesías  del  tribu  de  Judá  y  casa  de  David.  Y  porque 
no  dijera:  "No  es  del  tribu  de  Judá  ni  casa  de  David";  por 
eso,  pues,  se  dice:  Matán  engendró  a  Jacob  y  a  Josef,  ma- 
rido de  la  Virgen. 

80  — Padre,  si  no  nació  Jesucristo  del  linaje  de  Josef,  pues 
no  es  hijo  sino  de  la  Virgen  María,  sólo  concebido  por  el 
Espíritu  Santo,  ¿cómo  se  verificará,  sin  contar  el  linaje, 
que  viene  del  tribu  de  Judá  y  de  la  casa  de  David,  con- 
tando solamente  el  de  Josaf?  — Da  respuesta  es  que  Josef 

85   y  María  eran  de  un  mismo  tribu,  porque  entonces  no  se 


57  Iesu  Cristi]  etc.  T  |  Las]  Estas  T  j|  58  más  om.  T  \  principio  T  |  del] 
santo  add.  T  \\  59-60  fundamento  del  sermón  -  glorioso]  escribe  el  evangelis- 
ta T  ||  61  Cántanse  om.  T  I  fiesta]  festividad  de  hoy  T  ||  62  la]  santísima 
add.  T  \  María]  nuestra  Señora  add.  T  ||  62-63  Comienzan  -  generationisl 
comienza  el  libro  T  \\  64  linaje]  libro  del  linaje  y  genealogía  de  Jesucristo. 
¿  Qué  tiene  que  ver  linaje  con  El  ?  add.  T  \  según  T 

65  Isaac  T  ]  etc.]  Isaac  engendró  a  Jacob  y  T  ¡  fulano  ]  engendró  add.  T 
fulano,]  etc.  ¡mucha  cosa!  add.  T  ||  66-67  aqueso -nos]  eso,  si  vos  T  II  67 
mandáis]  por  otra  parte  add,  T  |  carne]  y  el  add.  T  \  toda]  la  add.  T  \  hon- 
ra] y  vanagloria  add.  T  ||  68  preciar]  honrar  7"  |]  70  Veis  ahí  a  om.  T  ! 
Manases  7'  |  hinchió  T  |,|  71  profetas]  y  siervos  de  Dios  y  fué  grande  ado- 
rador de  ídolos,  y  a  todos  mataba.  Pues  add.  T  j  Acaz  idolatrar]  Acab  fué 
otro  tal  y  aun  peor  T  \\  71-72  los  malos  nace]  estos  dos  nació  T  ||  73-74 
La  una  -  costumbres]  om.  7' 

75-76  el  Mesías  había  de  venir  T  |  y,]  de  ta  add.  T  \\  77  dijera:  No  es] 
siendo  T  |  ni]  no  podía  ser  de  la  T  ||  78  pues,  se  om.  T  '  y]  Jacob  engen- 
dró add.  T  ||  79  Virgen]  María  add.  T 

81  hijo]  suyo  add.  T  I  sólo]  solamente  fué  T  1  él]  obra  del  T  \\  82  veri- 
fica T  ¡  linaje]  de  Jesucristo  add.  T  11  84  el  om.  O  "  85  y]  la  virgen  add.  T  \ 


57    Mt  i.  65    Mt.  1,  2 

6)    Cf.  Rom.  1,  -r>    Cf.  Mt.  1 


960  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


casaban  los  de  un  tribu  con  el  del  otro;  y  ansí  en  contar 
el  linaje  de  Josef  y  decir  que  casó  con  la  Virgen  María, 
de  la  cual  nació  Jesucristo,  está  claro  que  viene  del  tribu 
de  Judá  y  de  la  casa  de  David.  Veis  ahí  satisfecha  esa 
90  dubda. 

— Pues  ¿ cómo?  ¿No  se  casaron  una  vez  los  de  Levt 
con  otro  tribu!  Y  Santa  Isabel  sé  que  pariente  era  de 
Nuestra  Señora  y  no  era  del  mismo  tribu.  Luesro  no  está 
probado  que  Jesucristo  venga  del  tribu  de  Judá  por  pro- 
95  bar  que  Josef  lo  era  y  que  casó  con  Nuestra  Señora, 
pues  que  puede  ser  que  fuesen  de  diferentes  tribus.  Pues 
¿cómo  sabremos  que  era  ansí?  — La  respuesta  está  clara: 
que  aunque  algunos  se  casen  de  un  tribu  con  el  otro,  te- 
níase mucha  cuenta  con  ellos,  y  todos  sabían  quién  eran. 
100   Cuánto  más  que  en  otro  cabo  el  Evangelio  dice:  Ascevdit 
autem  et  Josef  a  Galilaea  de  civitate  Nazaret,  in  civi- 
tatem  David,  quae  vocabatur  BethJem :  eo  quod  esset  de 
domo  et  familia  David.  — La  conclusión  es  que  era  tan 
notorio  entonces  que  Josef  y  Nuestra  Señora  eran  no  so- 
los  lamente  de  un  tribu,  sino  aun  de  un  mi«mo  linaie  y  pa- 
rientes, que  le  bastó  al  evangelista  decir  que  Josef  era 
del  tribu  de  Judá  y  de  la  casa  de  David,  sin  hacer  men- 
ción en  esto  de  Nuestra  Señora,  porque  no  se  usaba  en- 
tonces contar  el  linaie  de  las  mujeres.  Y  en  decir  que 
110   Josef  era  marido  de  Nuestra  Señora,  es  claro  que  Jesucristo 
venía  del  tribu  de  Judá  y  de  la  casa  de  David.  Agora  dejemos 
esos  que  San  Pablo  dice  in  fabulis  et  genealogiis  interminatis- 
Lo  segundo  porque  manda  contar  el  linaje  es  para  edi- 
ficar las  costumbres,  en  que  no  es  mucho  aue  estos  reyes 
115   y  señores  y  patriarcas  que  se  cuentan  en  el  Evangelio  fuesen 
parientes  de  Jesucristo  segund  la  carne,  y  a  la  Virgen  le 

tribu  mismo  T  ty  86  el  del]  los  de  T  |  asi  T  [I  87  y  decir  oto.  T  ||  88  Cris 
to  T   ||  89-90  Veis -dubda]  om.  T 

91  no  om.  T  |  los]  del  tribu  acld.  T  ||  92  sé]  sí  T  I  parienta  T  ||  94  Cristo 
venía  T  ||  95  y  om.  T  ||  96  fuese  T  |l  97  era  ansí]  esto  fué  asi  T  ||  98 
easásen  T  I  el  otro]  otro  T  ||  99  ellos]  el  de  Cristo  T  |  era  T  ||  ICO  en 
om.  T  |  cabo  el  om.  T  |  Evangelio]  Evangelista  T  ||  101  et  om.  T  |  in] 
ludacam  in  add.  T  ||  101-102  civitate  O  ||  1C2  vocatur  T  |  Bethlehem  T  |! 
103  conclusión]  razón  T  II  103-104  era  -  que]  om.  T  ||  104-105  no  solamen- 
te -  sino  aun]  om.  T  ||  1C6  parientes]  que  no  solamente  eran  de  un  tribu, 
mas  el  parentesco  cercano  T  ||  108  en  esto  om.  T  ||  110  marido]  esposo  T  | 
es]  está  T  l|  111-112  Aprora  -  interminatis]  om.  T 

113  manda]  Dios  mandó  T  |  el]  su  T  ||  114  edificar]  la  edific?ción  de  T  | 
costumbres]  de  todos  los  hombres,  altos  y  bajos  add.  T  ||  114-125  en  que  no 
es -por  él]  que  aunque  es  gran  cosa  proceder  de  reyes,  señores  y  patriarcas, 
sesrún  cuenta  el  Evangelio,  y  éstos  fueron  parientes,  según  la  carne,  de  Jesu- 
cristo ;  y  a  la  Virgen  le  fué  grande  honra  ser  Madre  de  Dios,  según  la 
carne ;  mas  de  éstos  fueron  muchos  malos ;  pero  no  basta  tener  este  paren- 
tesco con  Jesucristo  para  ser  buenos,  ni  a  Jesucristo  nuestro  Señor  se  Je 
pegó  honra  ni  grandeza  por  decender  de  reyes,  patriarcas  ni  señores,  porque 
El  no  recibió  nobleza  por  decender  de  ellos ;   mas  si  antes  alguna  habla  en 


ÍI3    1  Tim.  1,  4. 


62.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


961 


fuera  poco  ser  madre  de  Dios.  No  es  mucho  ser  del  linaje  de 
Jesucristo  segund  la  carne,  que  muchos  malos  lo  fueron,  pero 
no  les  bastó  para  ser  buenos  tener  este  parentesco;  no  se  les 

120  pegó  nada  bueno,  ni  a  Jesucristo  nada  malo,  aunque  venía 
del  linaje  de  estos  malos,  ni  gloria,  aunque  venía  de  tantos 
reyes.  Ego  gloriam  non  accipio  áb  hominibus,  etc.;  antes 
ellos  reciben  gloria  del  Señor.  Y  ansí  no  se  había  de  decir 
Jesucristo  decender  de  ellos,  sino  subir,  porque,  si  sus  pa- 

125  ri entes  tienen  honra  y  nobleza,  por  él  [la  tienen] ;  y  cuanto 
más  cercanos  a  este  parentesco,  más  nobles  han  de  ser,  por 
estar  más  cerca  del  metro  y  mensura  de  los  buenos.  Lue- 
go cuanto  más  llegados  al  parentesco,  se  habían  de  decir 
que  subían  y  no  que  decienden  de  El,  aunque  es  el  pos- 

130    trero  en  orden. 

Pues  la  narración  no  se  ha  de  entender  segund  la  car- 
ne. Dijo  una  vez  San  Pablo  en  la  epístola  que  escribe  a 
los  de  Corinto:  "¿Qué  medio  para  que  se  les  quitase  a 
los  hijos  de  Israel  el  velo,  que  tienen  delante  la  cara 

135  cuando  leen  la  Sagrada  Escriptura,  el  cual  les  quedó  den- 
de  Moisén,  que  les  hablaba,  el  velo  puesto  delante  su  cara, 
porque  no  viesen  la  claridad  de  ella?"  Cum  conversus  fue- 
rit  Israel  ad  Dominum,  auferetur  velamen,  Dominus  au- 
tem  spiritus  est.  Dice,  pues,  San  Pablo  que  éste  es  el 

140  medio:  Conviértase  Israel  a  Dios,  y  "convertirse"  al  es-, 
píritu.  Esa  ley  tan  llena  de  cerimonias,  esa  corteza,  esa 
ley  tan  obscura  de  fuera  y  que  de  dentro  tiene  tanta  luz 
■ — así  como  Moisén  que  tenía  en  la  cara  tanta  lumbre  y 
de  fuera  tenía  el  velo  que  le  tapaba  la  cara — ,  conviértase 

145  al  espíritu;  no  se  mire  lo  que  de  fuera  suena,  sino  los 
misterios  que  en  ella  están  encerrados.  Mandaba  Dios:  "No 
comáis  puerco,  comé  cordero  de  esta  y  de  esta  manera". 
Vuélvase  eso  a  Dios,  al  espíritu:  cuando  se  entienda  que  no 
comer  puerco  es  no  haber  cosa  sucia,  cosas  de  carne  y  su- 

150   ciedades,  y  el  cordero  no  literal,  sino  espiritual,  etc. 


ellos  (a  recibieron  de  El  T  !|  126  por]  para  T  ||  127  metro]  merecimiento  T  || 
129  decendían  T  ]  de  om.  T  |  el  Ótn.  T 

131  Pues  la  narración]  El  nacimiento  7'  |  no  om.  T  |  según  T  ¡|  132  !a]  un:i 
T  |  escribió  T  ||  134  hijos  om.  T  ||  134-135  delante  la  -  el  cual]  encima  de 
sus  corazones  ?  Mas  no  hay  remedio,  hasta  que  se  conviertan  al  verdadero 
Jesucristo,  Redemptor  y  Señor  nuestro.  Este  velo  T  ||  136  dende]  desde  que 
T  I  que  om.  T  |  hablaba]  con  add.  T  |  puesto  om.  T  |  delante]  de  add.  T  |¡ 
138-140  Dominus  autem-a  Dios  y]  El  Señor  no  es  carne,  sino  espíritu; 
pues  convertirse  a  Dios  es  T  ||  140  convertirse]  se  add.  O  ||  141  ceremonias 
T  |  esa  corteza  om.  T  |¡  142  escura  T  |  y  om.  T  \  lux  O  ||  144  tenía]  puesto 
add.  T  |  velo]  con  add.  T  |  convirtióse  T  ||  145  mira  T  ||  146  encerrados] 
conviértase  al  espíritu.  ¿De  qué  manera?  add.  T  ||  147  comé]  comed  un  T  | 
cordero]  en  tal  tiempo  add.  T  ||  148  esto  T  |  Dios]  vuélvanse  estas  ceremo- 
nias add.   T  ||  148-150  Cuando  se  -  espiritual  etc.]    ¿Cómo  se  entiende,  qué 


122   Cf.  lo.  n,  41.  147   Cf.  Lev.  11,  7  ;  Deut.  14,  8. 

139   Cf.  2  Cor.  3,  17. 


I)  AvilO  2 


31 


962 


Ansí  acá.  ¿Qué  te  movió,  Señor,  pues  que  no  amas  la 
carne,  antes  tanto  la  aborreces  y  nos  mandas  huir  de  ella, 
mandarnos  contar  tu  linaaje?  Convirtamos  el  linaje  de  la 
carne  al  'linaje  del  espíritu,  la  generación  a  la  generación 
del  espíritu,  y  veremos  qué  es  lo  que  movió  al  evangelis- 
ta de  contarnos  el  linaje  de  Jesucristo,  qué  es  el  linaje 
espiritual  de  Jesucristo.  Eso,  eso  alabad,  pecador  de  mí, 
A  éste,  a  éste  tened  invidia;  no  que  decienda  de  Abraham, 
Isac,  Jacob  y  David  y  de  tantos  reyes  y  patriarcas.  No 
tengáis  envidia  de  que  decienda  segund  la  carne  de  tanto 
generoso,  sino  tened  invidia  de  estar  en  la  generación 
espiritual.  Eso  es  lo  que  habéis  de  tener  en  mucho;  de  eso 
debéis  de  hacer  gran  caudal,  que  no  de  ser  pariente  suyo, 
por  más  cercano  que  fuésedes.  ¿No  lo  dijo  Jesucristo 
cuando  una  vez  estaba  predicando,  y  estaba  a  la  puerta 
su  madre  y  sus  hermanos,  y  le  dijeron:  Ecce  mater  tua 
et  fratres  foris  stant  quaerentes  te  alloqui?  Y  respondió 
entonces:  Qui  sunt  fratres  mei  et  mater  mea?  El  que  hiciere 
la  voluntad,  etc.  Esto  es  lo  que  Dios  alaba  y  tiene  en  algo. 
Y  otra  vez  respondió  a  la  mujer  que  dijo:  Bienaventura- 
do, etc.  Esto  es  ser  hidalgo,  el  que  es  del  linaje  espiritual 
de  Jesucristo,  ése  es  el  hidalgo  honrado. 
¿Qué  quiere  decir  Pues  entendamos,  en  el  linaje  espiri- 
espiritualmente:  tual  de  Jesucristo,  que  Abraham  en- 
Abraham  engendró  gendrá  a  Isac.  ¿Queréis  ser  del  lina- 
1        ¿^  je  de  Jesucristo:  ¿Queréis  ser  con- 

a  Isaac.  tacj0  con  jos  ¿e  gu  generacjón?  pUes 

escuchá,  que  en  este  evangelio  se 
cuenta  y  están  pintados  los  pasos  que  andan  los  que  son  de 
este  linaje,  y  los  que  habéis  de  andar  vos  si  habéis  de  ser' 
fruido  ñor  los  de  su  generación. 

quiere  decir  no  comer  del  puerco?  Une  es  no  hacer  cosa  sucia,  así  como 
puerco ;  no  hacer  pecados  de  carne,  no  suciedades,  que  son  significadas  por 
el  puerco.  ¿  Cómo  se  entiende  el  comer  del  cordero  ?  Así,  así  convierte  eso 
al  espíritu  ;  entiéndelo  espiritualmcnte.  Entiéndese  ese  comer  del  cordero 
y  el  no  comer  del  puerco,  no  según  suena  la  letra,  no  según  la  carne,  sino 
según  el  espíritu.  Pues  T 

151  Así  T  ¡|  152  y]  tanto  add.  T  ||  153  linaje,  J  y  genealogía  add,  T  ||  154 
linaje  om.  T  l|  generación  ]  de  la  carne  add.  T  |]  155-  es  om.  O  ||  158  A  este, 
om.  T  |  envidia  T  |  no]  al  add.  T  |  deciende  r  |  Abraham]  de  add.  T  ||  159 
Isac]  y  de  add.  T  |  y,]  de  add.  T  \  de  om.  T  ||  160  deciende  T  ||  160-161 
tantos  generosos  ]|  161  sino  tened  invidia  om.  T  |  estar]  escrito  add.  T  |  ge- 
neración] suya  add.  T  ||  162  Esto  T  ||  162-163  eso  debéis]  esto  habéis  T  ||  164 
dijo]  así  add.  T  \\  166  y  le  dijeron  om.  T  ||  167  respondió]  El  add.  T  ||  168 
Qui  sunt -mater  mea?]  om  T  ||  169  etc.]  de  mi  Padre,  que  está  en  los  cielos, 
ése  es  mi  padre,  hermano  y  mi  madre  7-  ||  170  V  Om.  T  ¡  quel  le  add.  T  ¡] 
171  etc.]  el  vientre  en  que  anduviste,  y  los  pechos  que  mamaste,  mas  antes 
bienaventurado  el  que  oye  la  palabra  de  Dios  y  la  guarda  T  |  es,]  el  add.  T 

173  entendamos]  que  add.  ||  172-174  ése  es  el  -  de  Jesucristo]  om.  T  ||  176- 
177  contados  '/'  ||  178  escuchad  T  ||  179  cuentan  T   '  180  si]  queréis  y  add.  T 


T7i    Cf.  Le:  ti.  27-28. 


68.     NAliMDAl)   DE  l.A  VIRGEN  963 


¿Quién  es  el  primero  en  este  linaje  de  Abraham?  No 
entendáis  el  carnal;  deja  ése.  Pues  ¿qué  entendéis  por  tal 
Abraham?  Lo  que  entiende  San  Pablo:  Pater  multarum  gen- 

185  tium,  etc.,  Padre  de  los  creyentes.  Comelde,  pues,  en  cuan- 
to creyente.  ¿Qué  quiere  decir  el  primero  ser  Abraham?  Que 
si  estáis  fuera  de  aqueste  linaje  espiritual  de  Jesucristo,  la 
primera  piedra  que  habéis  de  poner,  él  primer  fundamento 
es  la  fe;  que  habéis  de  creer,  habéis  de  cerrar  los  ojos  a  lo 

190  que  Dios  os  dijere,  sea  poco,  sea  mucho.  Bástaos  decirlo 
Dios  para  pensar  que  sin  falta  será  así  lo  que  El  prometiere. 

Era  Abra  [ha]  m  tan  viejo,  estaba  tan  descreído  para  ha- 
ber de  esperar  de  él  generación  naturalmente.  (Cuenta  la 
historia,  etc.) 

195  Desconfía  de  tus  ¿Qué  os  parece,  qué  fundamentos  és- 
propias  fuerzas  tos  Para  generación?  Pues  éstos  son 
los  primeros  que  entran  en  el  linaje 
espiritual  de  Jesucristo.  ¿Qué  quiere  decir  que  de  viejos,  que 
de  flacos,  que  de  apocados,  de  desmayados,  de  ésos  nace  Je- 

200  sucristo;  de  ésos  nace  el  Hijo?  Ansí  me  parece  quiere  decir: 
que  el  hijo  del  amistad  de  Dios,  el  estar  en  su  amor  y  gracia, 
de  viejos  han  de  nacer,  de  flacos  y  desmayados,  etc.  Quita 
la  fantasía,  naturaleza;  no  vamos  al  cielo  sino  por  gracia. 
Aunque  sepas  más  que  Salomón,  más  rico  que  Midas,  etc., 

205  casto  que  Jenócrates,  no  te  vale  todo  nada.  No  confíes  de  lo 
que  sabes  y  vales.  Desconfía  de  tus  propias  fuerzas.  Conoce 
que  eres  nada,  etc.  Cuélgate  de  Dios.  Por  limosna  se  lo  pide, 
no  por  tu  fuerza.  Di:  "Señor,  no  puedo  alcanzarte  a  ti  sin  ti; 
no  puedo  ir  a  ti  si  tú  no  me  das  fuerza  para  ello.  Remádiame, 


182  en]  de  T  |  de  om.  T  \]  183  dejad  i  Que  om.  I  entended  T  |  tal 
om.  T  !|  185  etc.]  Abraham  T  ¡  Comelde]  Tomad  T  \\  186  primero]  en 
add.  T  ||  187  este  T  \\  188-189  que  habéis  -  cerrar]  om.  O  ||  190  sea  poco] 
o  O  |  mucho]  sea  claro,  sea  escuro  add.  T  |  Básteos  T 

192  descreído]  descaecido  T  ||  193  él]  sí  T  ||  193-194  Cuenta  la  historia, 
etc.]  que  no  era  más  que  uu  muerto,  y  su  mujer  Sara  estéril  aun  en  su 
mocedad,  y  llegábase  entonces  que  era  viejísima,  marchita  y  descaecida  en 
gran  manera ;  Abraham,  viejo,  que  había  cien  años ;  Sara  estéril,  casi  tan 
vieja  como  su  marido  T 

196  éstos]  dos  add.  T  |  198  de2]  dos  add.  T  f]  199  de,]  dos  add.  T  ¡  apo- 
cados de]  aperreados  T  |  desmayados]  y  de  ninguna  virtud  y  fuerzas,  de 
descaecidos  add.  T  |  ésos]  ellos  T  ||  200  éscs]  ellos  T  |  hijo]  de  bendición 
add.  T  |  Así  T  |  parece]  que  add.  T  ||  201  que  om.  T  }  del]  de  la  7'  |  el  ] 
que  ha  de  add.  T  |  y]  en  su  add.  T  \\  202  ha  T  |  y]  de  íl  ¡  etc.]  de  de* 
confiados  de  sí  mesmos,  de  los  que  se  apocan  en  sí  T  |  quitada  T  ]|  203 
fantasía]  que  por  add.  T  ||  2C4  sepas]  seas  T  I  más,]  sabio  add.  T  |  Salomón] 
aunque  seas  add.  T  |  Midas]  Creso  T  |  etc  ]  aunque  seas  más  T  ||  205  No 
confíes]  confías  T  ||  208  sabes  y  om.  T  |  Desconfía]  Puedes  desconfiar  T  | 
propias]  pocas  T  [|  207  etc.]  no  te  engrandezcas  de  Jo  que  sabes  T  \  Cuél- 
gate] de  la  misericordia  add.  T  ||  208  tus  fierzas  y  merecimientos  add.  T  | 
no2  om.  T  \\  209  A  ti]  sin  ti  ?  .  No  puede  ir  a  ti  add.  T  1  fuerzas  T  1  ello]  que 


i8¿    Rom.  .},  8  ;  Gen.  17,  4. 


964 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


210  ampárame.  Tú  eres  todo  mi  consuelo,  remedio.  En  tus  manos 
está  mi  bienaventuranza.  Tú  sólo  me  puedes  remediar". 

Ansí,  pues,  hemos  de  hacer;  confesarnos  por  flacos  y 
desmayados,  por  estériles,  miserables,  porque  no  sabemos, 
ni  podemos,  ni  valemos,  etc.  Si  estás  en  pie,  engreído,  no 
podemos  entrar  en  el  cielo.  Si  alegamos  nuestras  virtudes, 
todo  nada,  etc.  Entra,  entra,  conociéndote  y  apocándote  y 
desconfiando  como  Abraham.  Estos  son  los  bienaventurados 
pobres  de  espíritu.  No  quiero  riquezas  engañosas,  dijo  Sa- 
lomón, porque  por  ventura  no  me  engañarían  y  te  niegue. 

220  ¿Qué  le  valió  al  fariseo  su  riqueza,  pues  que  con  ella  salió 
condenado  del  templo,  porque  confiaba  en  sus  fuerzas?  ¿No 
le  valió  más  al  publicano  su  pobreza,  pues  que  con  ella  sa- 
lió justificado,  porque  desconfiaba  de  si  y  de  sus  fuerzas? 
Del  pobre,  de  éstos,  pues,  es  el  reino  de  los  cielos,  que  no 

225  osan  parecer  delante  de  Dios,  conociéndose  por  miserable, 
y  dice:  "Señor,  no  tengo  ojos  de  parecer  delante  de  vuestro 
acatamiento.  ¿Cómo  ha  de  parecer  una  tan  profunda  bajeza 
y  miseria  delante  una  tan  incomprehensible  bondad  y  gran- 
deza? Yo  soy  nada;  tú  eres  mi  abrigo,  amparo,  fuerza."  De 

230    manera  que  por  flaqueza  entran  en  su  linaje. 

— ¿Tuvo  más  Abraham?  — Sí,  estaba  muy  confiado,  te- 
nía grandísima  fe  en  Dios.  No  basta  que  os  conozcáis  por 
miserable,  si  no  estáis  confiado  en  Dios;  no  basta  que  estéis 
muy  derribado  y  desconfiado  de  si;  ha  también  de  estar 

vaya  a  ti  T  ||  210  Tú]  que  add.  T  |  consuelo]  todo  rni  add.  T  |  remedio] 
toda  mi  defensa,  en  tus  manos  están  mis  fuerzas  add.  T  ||  211  están  mis 
bienaventuranzas  7"  |  Tú  sólo  me  puedes  remediar]  nadie  puede  remediarme 
sino  tú  ;  en  tus  manos  me  pongo,  Señor  mío  r 

212  Así  T  |  y]  por  T  ||  213  estériles]  por  add.  Y  \\  214  etc.]  ni  hemos 
de  entrar,  ni  podemos  por  nuestra  naturaleza  ir  al  cielo  T  ||  213-217  Si  es- 
tás-corno Abraham]  Que  si  estás  engrandecido,  y  un  poco  contento  de  ti 
mesmo,  no  porque  sea  tuyo  el  cielo  ni  la  tierra,  ni  por  tu  castidad,  ni  por 
tu  humildad  ni  paciencia,  nunca  entraiás  en  el  linaje  de  Jesucristo.  De 
esta  manera  entrarás,  derribándote,  apocándote,  desconfiando  de  tus  iuerzas 
Y  T  ||  218  pobres  om.  O  |  espíritu]  porque  de  estos  es  ej  reino  de  los  cielos 
add.  T  |  engañosas]  demasiadas  T  ||  219  engañarían]  engrandezca  con  ellas 
r  ]|  220  le  om.  T  |  fariseo]  decid  add.  T  |  que2  om.  T  >|i|  222  que  om.  T  || 
224  de  éstos  om.  T  |  cielos]  del  que  piensa  que  no  es  nada,  del  add.  T  ||  225 
osa  7"  |:|  225-226  Conociéndose  -  miserable  y]  viendo  su  poquedad;  el  que  T  || 
226  det]  para  T  ||  228  y  miseria  om.  T  |  una  tan]  la  T  ||  229  grandeza] 
delante  de  tan  grande  alteza,  como  la  vuestra,  Señor  T  |  Yo]  No  7"  |  229-230 
tú  eres  -  entran]  ni  valgo  nada,  ni  puedo  algo ;  vos,  Señor,  sois  todo  mi 
precio,  mi  fuerza,  mi  riqueza  ;  vos,  Señor,  todo  mi  arrimo,  todo  el  bien  de 
mi  ánima.  De  estos,  pues,  debilitados,  de  los  flacos,  de  estos  desmayados 
nace  Jesucristo.  Por  bajeza  se  entra  T  ||  230  linaje]  Señor  add.  T 

233-234  estéis  muy]  desmayado  de  vuestras  fuerzas,  si  no  estáis  confiado 
en  Dios,  si  no  pensáis  que  hay  en  Dios  poder  y  misericordia  para  esforzaros 
y  remediaros.  No  basta  que  sintáis  muy  bajamente  de  vos  mesmo,  sino  que 
sintáis  muy  altamente  de  Dios.  listaba,  pues,  Abraham  muy  flaco,  muy  T  || 
234  ha  también  de  estar]  y  T  ||  235  y,^]  muy  T 


218  Mt.  5,  3. 

219  Cf.  Prov.  30,  9. 


223   Cf.  Le.  18,  10  ss. 


62.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN  965 

235    muy  esforzado,  muy  animado  y  fuerte  y  confiado  de  Dios. 
Vino  Dios  por  allí  un  día  y  díjole  que  de  allí  a  un  año 
ternía  un  hijo.  —¿Cómo?  ¿Que  esos  viejos  y  debilitados 
han  de  tener  hijos,  Señor?  — Sí.  — ¿Que  esos  que  más  pa- 
recen muertos  y  están  ya  más  para  la  sepultura  que  para 

240  engendrar,  agora,  a  cabo  de  tantos  años  que  viven  y  nunca 
han  habido  generación,  han  de  tener  agora  hijos?  — Sí.  Su 
mujer  reyóse  un  poco  de  lo  que  le  dijo  Dios;  túvolo  por  cosa 
de  burla.  Dice:  Fui  estéril  en  mi  mocedad,  cuando  pudiera 
engendrar,  ahora  sobre  esto  viéneme  la  vejez,  ¿cómo  puede 

245  ser  que  agora  haya  de  concebir  yo  y  parir?  Dubdó,  pues, 
un  poco  Sara;  mas  el  fuerte  Abraham  creyó  sin  dudar.  No 
miró:  "Soy  viejo";  ni:  "Mi  mujer  estéril,  ¿cómo  ha  de  ser 
esto?"  No  paró  en  nada  de  eso,  no.  Pues  ¿qué  hizo?  Creyó 
luego  a  la  palabra  de  Dios  y  confió  firmísimamente  que  no 

250    habría  falta  en  lo  que  Dios  le  dijese. 

A  nosotros,  pues,  dice  esto,  que  si  te  lloras  por  miserable, 
si  te  paras  a  pensar  tu  flaqueza,  si  te  paras  a  pensar: 
"Treinta  años  o  cuarenta  años  que  ha  que  vivo  tan  mal,  cada 
día  propongo  de  vivir  bien,  nunca  lo  cumplo;  hoy  caigo  aquí, 

255  mañana  allí",  si  te  paras  a  considerar  las  veces  que  has  que- 
rido servir  a  Dios  y  nunca  acabas  de  salir  con  ello,  no  des- 
mayes. Es  menester  conocer  nuestra  flaqueza,  y  también  es 
menester  y  aprender  y  saber  que  sin  Dios  no  tenemos  sino  mil 
miserias,  y  confiar  que  El  nos  las  remediará.  Y  ansí  dijo 

260  un  ermitaño:  "Nunca  acabarán  tus  tentaciones  de  darte 
grande  guerra  hasta  que  verdaderamente  conozcas  que  no 
eres  nada  de  ti  y  que  en  sólo  Dios  está  tu  remedio,  y  confíes 
que  te  ha  de  remediar  El,  y  estés  tan  cierto  de  que  no  vales 
nada  sin  Dios  y  que  no  te  puedes  conocer  sin  El  como  lo  es- 

265  tarías  de  que  no  podrías,  si  quisieses,  agotar  un  mar  muy 
grande  con  un  jarrito  muy  pequeño,  sacando  muchos  jarritos 
de  él,  hasta  no  dejar  nada". 

— "Señor,  muy  malo  he  sido.  ¿Quién  podrá  contar  las 
veces  que  te  he  ofendido?  ¡Qué  de  años  he  gastado  en  ofen- 


237  tendría  T  |  Cómo  om.  T  \\  238  Sí]  que  han  de  tener,  sí  add.  T  ||  23G 
ya  más  om.  T  |  sepultura]  más  add.  T  \\  240  ahora  al  T  ||  241  habido]  te 
nido  T  |  ahora  T  ¡|  242  rióse  T  |  poquito  T  |  por]  casi  add.  T  ||  243  Dice 
om.  T  ]|  244  viene  T  ||  245  ser]  esto  add.  T  |  ahora  T  |  y  parir  om.  T  \ 
Dudó  T  |  pues  om.  T  ||  247  ni  om.  T  |]  246  No  ]  Ni  T  |  de  om.  T  |  no, 
om.  T  ||  250  decía  T 

251  pues  om.  T  ||  252  pensar,^]  mirar  T  ||  253  o  cuarenta  años  que 
om.  T  |  tan  om.  T  ||  256  acabas]  has  acabado  T  ||  257  Es  menester  -  también] 
sino  confía  mucho  T  ||  257^258  Menester  es  7"  ||  258  mil  om.  T  II  259  y 
confiar  -  remediará]  om.  T  |  así  T  ||  260  ermitaño]  santo  monje  T  ||  261 
grande  om.  T  |  conozcas]  de  ti  add.  T  |  no  om.  7'  |]  262  de  ti  om.  T  \\ 
263  El  te  ha  de  remediar  T  !!  266  jardeo  T  !  jarros  T  ü  267  hasta]  venir 
a  add.  T 


245    Gen.  iX,  12  249   Gen.  15,  6. 


966    SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


270  derte!  No  podré  dar  cuenta  de  una  hora  bien  gastada,  sino 
de  mil  cuentos  de  abominaciones.  Si  no  me  remedias,  per- 
derme he.  ¿Qué  ha  de  ser  de  mí  si  me  dejas?"  — Bueno  es- 
táis agora;  ya  tenéis  una  parte  de  las  dos  de  Abraham:  el 
desmayo  de  vos  mesmo  y  desconfianza  de  vuestras  fuerzas, 

275  la  flaqueza  de  ver  quién  sois.  Bueno  estáis.  Pero  ¿habéis 
de  desmayar  por  eso?  No,  sino  habéis  de  tener  confianza 
en  la  misericordia  de  Jesucristo,  que  levanta  los  caídos,  que 
os  ha  de  remediar,  esforzar,  que  os  ha  de  traer  a  estado 
de  salvación. 

280    Fe  viva,  confianza    Bueno  es,  provechoso  es,  menester  es 
en  la  misericordia    conocer  vuestra  flaqueza  y  bajeza; 
de  Jesucristo         Pero  s*  a^  os  quedáis,  no  vale  to- 
do nada.  — ¿Qué  más  ha  de  haber? 
— ¿Qué?  Confianza,  fe  viva.  No  hay  tan  cierta  renta  como 

285  la  de  los  que  firmemente  confían  en  Dios.  Confiar  tenéis, 
hermano,  que  ha  de  traer  Dios  algún  día  en  el  cual  terná 
vuestra  Sara  hijo.  Un  día  verná  en  [e]l  cual  os  dé  Dios 
gracia  con  que  se  consuele  vuestra  ánima;  que  esa  ánima 
tan  mala,  tan  estéril  y  tan  indevota,  tan  soberbia,  Dios 

290  traerá  un  día  en  que  terná  un  hijo  que  se  llame  gozo,  algún 
día  terná  consuelo  de  la  gracia  de  Dios;  ella  será  humilde, 
devota,  obediente  a  su  Dios. 

¡Qué  regocijos  suele  tener  el  ánima  cuando  de  soberbia  se 
vuelve  humilde,  cuando  de  ciega  ya  ve,  de  desobediente  se 

295  ve  ya  obedecer  a  Dios;  cuando  de  mala,  por  la  gracia  de 
Dios  se  ve  buena!  Dice  entonces:  Ego  sterilis  et  non  pariens, 
transmigrata  et  captiva,  et  istos  quis  enutrivit?  Ego  desti- 
tuía et  sola,  et  isti  ubi  erant?  Cuando  el  alma  se  ve  blanda 
y  devota,  limosnera,  humilde,  casta,  limpia,  dice:  "¿Qué  es 

300  aquesto?  ¿Quién  me  ha  dado  estos  hijos?  ¿No  era  yo  estéril 
y  ciega?  ¿No  era  yo  extranjera  y  captiva?  ¿No  era  yo  so- 
berbia y  sucia?  ¿Qué  es  aquesto?  ¿Quién  me  ha  dado  hijos? 
¿Quién  me  ha  engendrado  y  criado  aquestas  buenas  obra?" 


271-272  perderme  he]  Señor  piadosísimo,  perdido  seré  T  ||  273  ahora  T  | 
274  y]  la  T  ||  275  ver  om.  T  f|  277  Jesucristo]  Dios  T  ||  278  remediar]  que 
os  ha  de  add.  T 

280  Bueno  es,  provechoso  es]  Hacer  buenas  obras  T  |  es3]  om.  O,  y 
add.  T  |  todo  om.  T  ||  285  la  om.  O  |  firmemente  confían]  confían,  como  la 
de  los  que  esperan  firmemente  T  ||  286  el  om.  O  ¡  tendrá  T  |]  287  Sara] 
un  add.  T  |  hijo]  que  add.  T  |  vendrá  T  ||  289  y  om.  T  ||  289-231  Dios  traerá  - 
de  Dios]  se  vuelva  humilde  T  ||  291-292  humilde  -  obediente]  devota  y  hu- 
milde T 

293  regocijo  T  \  alma  T  ||  294  ha  vuelto  T  |  ya  om.  T  |  ve]  cuando  add.  T  |'| 
295-296  se  ve  buena  por  la  gracia  de  Dios  T  \\  296  Dice  entonces  om.  T  \\ 
299  y  om.  T  |  devota]  y  add.  T  l  casta]  y  add.  T  ||  300-302  ¡No  era  -  dado 


29*    Ts.    )q,  .u. 


NATIVIDAD  DI.  I.A  VIRGEN 


¿Qué  es  aquello?  La  gran  misericordia  de  Dios,  que  hace 
305   tantas  mercedes  al  ánima,  que  no  las  puede  entender. 

— Padre,  si  me  dijesen  a  mí  los  ángeles  que  había  de 
venir  un  día  en  el  cual  tuviese  hijo  que  se  llamase  gozo,  como 
le  dijeron  a  Abraham,  estaría  confiado;  si  Dios  me  lo  hu- 
biese dicho,  esperaría  con  confianza  su  promesa;  pero  nunca 
310  Dios  me  ha  dicho  nada  de  eso,  nadie  me  ha  hablado  de  su 
parte,  no  entiendo  ese  lenguaje,  nunca  he  sentido  en  mi  áni- 
ma esas  cosas,  no  sabré  dar  señas  da  nada  de  eso,  no  lo 
entiendo. 

— Hermano,  en  vos  está  la  falta,  que  de  parte  de  Dios 

315  no  la  ha  habido.  A  osadas  que  no  ha  dejado  de  enviaros  sus 
mensajeros.  Sé  que  a  hombres  se  dic;n  estas  cosas,  que  no 
a  ángeles.  Vobis  repromissio  haec  jacta  est  et  filiis  vestris, 
dice  el  apóstol  San  Pedro.  A  vosotros  se  ha  hecho  esta  pro- 
mesa y  a  imestros  hijos,  a  vosotros  se  ha  de  comunicar  Dios 

320  y  enviaros  sus  embajadores  que  os  avisen  y  comuniquen  lo 
que  de  vosotros  quiere.  Decí,  ¿nunca  os  ha  llamado  Dios? 
Si  sentís  en  vuestra  ánima  una  mudanza  de  mal  en  bien,  un 
mirar  la  vanidad  de  esta  vida  y  de  ver  cómo  todo  perece,  veros 
a  vos  cuán  presto  os  moriréis  y  cómo  se  quedará  acá  todo; 

325  un  decir:  "¿Para  qué  quiero  yo  esperanza  en  cosa  que  tan 
presto  se  pasa?  ¿Quién  confía  en  cosa  tan  perecedera?  ¿Quién 
confía  en  cosa  que  tan  ligeramente  se  ha  de  acabar?";  sí 
sentís  eso,  de  Dios  es.  Nuestro  Señor  baos  llamado.  ¿Pensá- 
bades,  cristianos,  que  eso  no  era  de  Dios?  ¿En  tan  poco 

330  tenéis  eso,  que  pensáis  que  sois  vos  bastante  de  pensar  eso 
de  vos  mismo?  Engañado  vivís;  sabeldo  conocer,  que  ins- 
piraciones son  de  Dios,  no  tenéis  vos  fuerzas.  Omnis  qui 
audivit  et  didicit  a  Patre,  venit  ad  me.  ¿Pensabas  que  era 
tuyo  ese  bien?  Todo  aquel  que  oye  y  aprende  del  Padre, 

335  viene  a  mí.  Si  has  venido  a  Jesucristo,  es  porque  has  oído 
y  has  seído  enseñado  del  Padre.  Ninguno  va  a  Jesucristo 
si  primero  no  le  llama  y  lleva  el  Padre  mediante  el  hablarle 
en  las  santas  inspiraciones.  Esos  propósitos  buenos,  esos 
pensamientos  santos  y  deseos,  esa  mudanza  que  has  hecho 

hijos?]  om.  T  ||  303  estas  T  \\  304  aquesto  T  |  gran  om.  T  |,|  305  alma  T  \ 
entender]  Oh  add.  T 

307  en  om.  O  \  tuviese]  un  add.  T  ||  309  dicho]  estaría  y  add.  T  ||  311 
ánima]  n'ada  de  T  ||  312  nada  de  om.  T  |  no,]  ni  T 

315  ha  om.  O  |  A  osadas  om.  T  |  dejado]  El  add.  T  |  sus  om.  T  ||  316 
Sé]  SI  T  |  estas  T  |  que2  om.  T  ¡|  317  a]  los  add.  T  |  haec  om.  T  ||  318 
San  Pedro  om  T  |  hecho]  dicho  T  ||  320  embajadores]  mensajeros  y  a  vuestros 
hijos  T  |  y,]  os  add.  T  ||  321  Decid  T  ||  323  de,  om.  T  |  os  om.  T  |¡  325  yo] 
poner  mi  T  ||  327  ha]  haya  T  ||  328  os  ha  T  |[  329  cristianos]  vos  hermano 
T  |l  330  de]  para  T  ||  331  mdsmo  T  |  sabcdlo  T  H  333  a  Patre  et  didicit  T  | 
veni  T  ||  335  es   om.  T  |!  336  sido  T  II  337  y]  le  add.  T  |l  339  pensamientos 


968 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


340  de  mal  en  bien,  de  Dios  te  viene.  Esa  palabra,  si  tienes  bue- 
nos pensamientos,  si  anda  tu  corazón  encendido  en  duplos 
deseos  de  deiar  la  vida  mala,  de  allegarte  a  Dios,  de  servirlo, 
de  no  ofendelle,  ten  esperanza  que  muy  presto  parirá  tu 
ánima  hijo  que  se  llame  gozo. 

345  — Padre,  ¿y  dónde  está  la  promesa  de  esto  para  que  yo 
haya  de  tener  confianza  que  no  faltará  la  palabra  de  Dios? 
■ — Harto  mal  es  ése,  que  no  lo  sepamos  o  que,  si  lo  sabemos, 
se  nos  olvida.  Cuando  te  baptizaron,  allí  se  hizo  la  promesa; 
el  ser  baptizado  señal  es  de  que  te  ha  llamado  Dios  a  la  gra- 

350  cia.  Cuando  te  tomó  por  hijo  en  el  santo  baptismo,  allí  se 
te  dió  señal  que  nunca  te  faltaría  Dios,  que  siempre  te  soco- 
rrería en  tus  necesidades,  que  no  dejaría  de  hablarte  y  acon- 
sejarte en  tus  dubdas,  y  enviarte  ángeles  y  mensajeros,  y 
que  te  hablasen  de  su  parte,  que  son  las  inspiraciones  bue- 

355   ñas.  ¿Pensáis  que  es  poco  ser  cristiano? 

— ¿  Cuándo  me  prometieron  que  me  había  de  dar  Dios 
hiio  que  se  llamase  gozo,  que  había  Dios  de  recrear  y  con- 
solar mi  ánima  y  socorre'lla  en  sus  necesidades?  — Cuando 
te  baptizaron.  Y  si  no  sientes  este  gozo,  este  bien  y  aleona; 

360  si  no  te  ha  nacido  hijo,  es  porque  te  has  apartado  de  Dios, 
y  plega  a  Dios  que  no  sea  por  el  ppcado;  pero  si  sientes  es- 
tos regalos  de  la  misericordia  de  Dios,  si  sientes  lo  que  ha- 
bla tu  corazón,  si  sabes  estar  atento  a  lo  que  te  dice,  confía 
en  El,  ten  firme  confianza  que  no  te  faltará  su  promesa 

365  ÍDues  a  nadie  ha  faltado  en  esta  vida,  y  nadie  se  queja  de 
Dios,  de  que  no  ha  complido  con  él)  en  darte  el  hijo  en  el 
baptismo. 

De  éstos,  pues,  nace  Isac,  de  los  flacos,  de  los  desmaya- 
dos y  juntamente  con  estos  confiados  y  fuertes  y  que  espe- 
370  ran  la  promesa  de  Dios.  De  éstos  nace  Isac.  que  quiere  de- 
cir gozo,  risa.  Risum  fecit  m'ihi  Dominus.  Decí,  ;.qué  es  lo 
que  nace  después  que  habéis  llorado  en  vuestro  rincón  vues- 
tros pecados?  D°spués  de  haber  b'pn  arrepentido,  ;. cmé  nace? 
Gozo,  alegría.  El  que  no  sabe  de  llorar,  no  sabe  de  bien  nin- 

santos  y  om.  T  f|  340  de]  del  T  i  enl  al  T  I  si  tienes]  de  Dios  es.  Si  sientes 
buenos  propósitos,  si  sientes  T  ||  342  de  allegarte]  y  llegarle  T  ||  342-343 
de  servirlo,  de]  y  servirle  y  T  ||  343  ofenderle  T  ||  344  Animal  un  add.  T 
345  y  om.  7'  I  eso  T  ¡I  345-346  yo  ha  va  de  tenerl  hava  yo  T  II  247  .-so  T  | 
sabemos]  rué  add.  T  ||  348  olvide  T  ||  349  de  om.  T  l|  352  en]  todas  add.  ,T  || 
353  tusl  dificultades  y  add.  T  \  dudas  T  |  y,  om.  T  ||  355  poco  es  T  I  cris- 
tianos T 

357  llamase!  habla  de  llamar  T  ¡I  356-357  consolar  y  recrear  T  II  358  so- 
correrla T  |l  359  gozo]  y  si  no  sientes  add.  T  V  361  plegué  T  |  Dinsl  El  T  ]| 
362  regalosl  remedios  T  ||  363  habla]  en  add.  T  I  te  om.  T  |  confía]  espera 
add.  T  |!  365  faltó  T  |  ouejará  T  ||  366  de  om.  T  |  cumplido  T  1  darle  T  | 
hijo!  oue  le  prometió  add.  T 

.WWO  De  éstos  -  Dios.  De  estos]  Después  T  |'|  371  Decid  T  |l  372  eme 
habéis]   de  haber  T  ||  373  haber  om.   T  |  arrepentidos   T  ||  374  Gozo]  y 


371    Cf.  Gen.  »t,  6. 


02.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


375  g^no.  ¿Qué  nace  después  de  la  confianza  que  tenéis  que  os 
la  perdonado  Dios  por  su  misericordia?  Un  placer  que  sien- 
te el  alma,  que  le  hace  salir  de  sí.  ¿Qué  nace  después  de  ha- 
ber entristecido  mucho?  Mucha  alegría.  Más  segura  es  el 
alegría  que  viene  después  de  la  tristeza  que  no  la  que  viene 

380  sin  haber  precedido  tristeza  al  gozo,  que  viene  sin  haber  pa- 
sado tristeza.  Guardaos  del  gozo  que  no  nace  de  verdadera 
alegría;  tenelde  por  sospechoso.  Es  ésta  la  condición  de  Dios, 
que  no  quiere  alegrar  ni  consolar  a  nadie  sin  que  primero 
le  desconsuele  y  entristezca.  Un  poquito  de  soberbia  que  ten- 

385  gas,  que  te  haga  no  dejarte  caer  y  llorarte  por  miserable, 
te  hace  que  no  goces  verdaderamente  de  alegría  y  que  no  se- 
pas de  bien.  Pues  de  este  llorar,  de  la  tristeza,  del  descon- 
suelo, de  este  desechar  placeres,  de  este  confiar  en  Dios, 
nace  la  risa  y  él  gozo,  el  hijo  que  pertenece  al  linaje  de 

390  Cristo. 

Porque  eras  agrada-  Alguno  habrá  aquí  que  le  habrá 
ble  a  Dios,  fué  nece-  nacido  hijo;  que  será  muy  alegre  y 
sario  que  la  tenta-  muy  Sozoso  V  esforzado  en  Dios, 
ción  te  nrobase        que  por  su  misericordia  tiene  con- 

395  F  fianza  que  está  en  su  gracia;  un: 

"¡Bien  me  quiere  Dios;  salvarme 
tengo!  ¡Qué  don!  ¡Qué  don!  ¡Que  no  hay  hombre  que  pueda 
acaballo  de  decir!"  — No  queráis  tanto  este  hijo;  no  [o]s 
alegréis  con  él  demasiadamente.  Por  eso  mirá  lo  que  hacéis, 

*00  qUe  hay  gran  peligro  en  eso.  No  seáis  como  las  madres,  que 
quieren  tanto  a  sus  hijos,  y  juegan  tanto  con  ellos,  y  regá- 
lanlos  tanto,  que  les  hacen  mal.  Esperá,  crecerá  el  hijo,  y 
veréis  lo  que  pasa  cuando  será  grande  Isac.  Después  de  tan- 
tos placeres  y  de  tantas  alegrías  como  había  hecho  Abraham 

405  con  él  por  el  nacimiento  de  su  hijo  Isac,  cuando  más  seguro 
pensaba  que  estaba,  llamóle  Dios  y  díjole:  Abraham,  toma 
tu  hijo  muy  amado  Isac,  y  ve  al  monte  que  yo  te  enseñaré, 
porque  quiero  que  allí  le  mates  y  le  sacrifiques.  Tomá  por 
ahí.  ¿Paréceos  que  es  menester  tiento?  No  diga  nadie:  "Se- 

add.  T  ||  375  tenéis]  de  add.  T  ||  376  Dios]  nuestro  señor  add.  T  ||  377 
ánima  T  ||  377-378  haberos  T  ||  379-380  no  la  que  -  tristeza  al]  el  T  \\  381 
del]  El  add.  T  |  no  om.  O  ||  382  tenedlo  T  |  Dios]  nuestro  Señor  add.  T  || 
383  quiere]  ser  servido  de  add.  T  |  alegrar]  dar  alegría  T  \  ni]  de  add.  T  |l 
385  haga -caer]  la  hagan  dejar,  conocerte  T  ¡|  386  no  om.  r  |  de]  del  T  ¡ 
no    om.  T  ,|  387  la  om.  T  ||  390  Jesucristo  77 

392  hijo  om.  T  |  será]  estará  T  \  y  om.  T  ||  393  y]  muy  t  \\  394  su] 
la  T  |  misericordia]  6uya  add.  T  j|  395  su  om.  T  |  un  om.  T  \<  397  ¡Qué 
don,  qué  don!  Que]  cuando  T  ||  397-398  que  pueda  -  decir]  cuerdo  a  caballo 
T  ||  399  demasiadamente  con  él  T  |  Por  eso]  ¡paso!  T  |  mirad  T  |  hacéis] 
mirad  add.  T  ||  400  gran  om.  T  |  seas  T  ||  402  les)  los  T  \  mal]  malos  r  | 
Esperad  y  add.  T  ||  403  será]  ya  era  T  \  Isac]  y  add.  T  ||  404  y]  después 
add.  T  |  hecho]  en  T  \\  405  con  él  om.  T  II  406  pensó  T  \  llamóle  T  ||  407 


408    Cf.  Gen.  22, 


970 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


410  ñor,  bueno  estoy  y  no  me  falta  nada;  alegre  estoy  agora, 
bendito  sea  Dios".  Exultate  cum  timore.  Gózaos,  pero  con 
temblor.  Tened  humildad,  templaos  en  el  alegría,  mirá  lo 
que  hacéis;  porque  viene  caso  en  que  manda  Dios  matar  el 
hijo.  Dice  Dios:  "Mátame  tu  gozo". 

419  ¡Iba  el  pobre  viejo  con  su  hijo  de  la  mano  para  matarlo 
y  sacrificarlo  a  Dios!  ¡Oh  Señor,  qué  tanto  has  querido 
atribular  la  triste  vejez  de  este  hombre,  que  le  mandas  que 
mate  con  sus  mismas  manos  una  cosa  que  tanto  amaba!  Si 
se  lo  mataran  malos  hombres,  andar,  cosa  pasadera  era; 

420  ¿pero  que  tú,  Señor,  que  tanto  alegraste  aquella  desconso- 
lada vejez  con  el  nacimiento  de  su  amado  hijo,  mandes  ago- 
ra que  le  maten?  Cosa  recia  es  por  cierto,  Señor,  decirnos; 
Mátame  tu  hijo.  Que  vos,  que  dais  el  gozo  y  el  alegría,  di- 
gáis: "Mátame  tu  gozo",  cosa  cruel  es  por  cierto.  En  el  li- 

425  naje  de  Cristo  esto  acontece:  el  mesmo  Dios  que  os  dió  el 
gozo,  el  mismo  que  os  consoló  y  dió  el  alegría,  os  levanta- 
rá dentro  de  vos  grandísimas  tristezas  y  grandísimos  tra- 
bajos, porque  perdáis  el  gozo  que  él  os  había  dado.  El  mis- 
mo que  os  dió  el  consuelo  os  dirá:  "Mátame  tu  gozo." 

430  ¡Qué  alegres  iban  los  apóstoles  por  el  mar  de  Galilea  en 
la  navecilla  cuando  iba  con  ellos  Jesucristo!  ¡Qué  contentos 
iban  diciendo:  "Con  nosotros  va  Dios,  el  mesmo  que  crió 
la  mar  y  los  vientos  y  los  cielos  y  la  tierra;  de  esta  manera 
seguros  vamos;  que  se  mueva  tempestad,  pues  que  va  el 

435  Señor  del  mundo  con  nosotros;  no  hay  de  qué  temer"!  Le- 
vantóse un  viento  y  comenzóse  a  embravecer  el  mar  y  a 
levantarse  las  olas;  y  luego  dieron  gritos  a  Cristo:  Domi- 
ne, salva  nos,  perimus.  ¡Oh  Señor,  que  perecemos!  ¡Remé- 
dianos!  ¿No  veis  la  tempestad,  Señor?  Comenzaron  a  temer. 

440  ¿Qué  es  eso,  apóstoles?  ¿Tan  presto  os  turbáis?  ¡Tan  poco 
duró  el  gozo  que  agora,  poco  ha,  teníades?  ¿Dó  está  el  pla- 

Isaac  muy  amado  T  |i|  408  k^]  lo  /'  |  Jtej  om.  T  ||  410  Señor  om.  T  |  bueno] 
bien  T  |  y  om.  T  |  ahora  T  ||  411  timo're]  tremore  T  ]|  412  temblor]  temor 
T  |  humildad]  Rozaos  con  temor  add.  T  |  ed  om.  r  |  mirad  T  ||  413  caso] 
rato  T  |  el]  al  t 

415  matarle  T  ]|  416  sacrificarle  T  ||  417  la  triste  vejez]  las  alegrías  T  [j 
418  mesmas  T  ¡|  419  malos]  los  T  |  andad  T  |  cosa  pasadera  era]  pasar  T  ¡} 
420  quei  om.  T  \]  421  su  amado  hijo]  hijo  amado  T  [\  421-422  mandas  ahora 
¥  [|  422  mate  T  |  recia  cosa  T  |  Señor,  por  cierto  T  |  decirnos]  decir  Vuestra 
Majestad  T  ||  423  Mátame]  a  add.  T  |  Que,  om.  T  ||  423-424  digáis  -  cierto] 
om.  T  ||  425  Cristo  -  acontece]  Jesucristo  nuestro  señor  dais  este  azote  T  | 
Dios  om.  T  ||  426  gozo]  consuelo  T  |  mesmo  T  |  consoló  y  om.  T  |  el]  la  2t  | 
os  om.  T  ||  427  gran  tristeza  T  ||  428  porque]  para  que  T  ]  dado]  y  add.  T  \ 
mesmo  T  ||  429  os,  om.  T  « 

432  Dios]  Jesucristo  7'  ||  433  la] ]  el  T  |  y,  om.  T  ||  434  vamos]  de  add.  T  } 
que2  om.  T  ||  436  Levántase  T  |  viento]  "recio  add.  T  |  comienza  T  |  a2 
om.  T  ||  437  levántanse  T  |  gritos]  voces  T  ||  437-438  Domine  -  perimus]  Se- 
ñor, salvadnos,  que  perecemos  T  ||  438  Oh]  Ah  T  ||  438-439  Remediadnos  T  ¡¡ 
440  Tan  poco]  Cuán  poquito  T  11  441  ahora  T  '  Do  está  om.  T  \\  442  agora 

,}T2    Cf.  P-;.  2,  ii.  439   Mr.  8,  25. 


'>_'.     NATIVIDAD  l>t  LA  VIRGEN 


971 


cer  con  que  agora,  poco  ha,  navegábades?  Y  lo  peor  es  que 
el  mismo  Jesucristo,  que  con  ellos  iba,  en  cuya  compañía 
les  parecía  que  iban  seguros  de  tempestades,  les  revolvió  la 

445  tormenta.  El  es  el  que  mandó  al  mar  que  se  alterase;  él  mis- 
mo es  el  que  manda  a  las  tribulaciones  que  se  levanten. 
Y  aun  eso  es  porque  hay  tan  pocos  que  os  sirvan,  Señor. 
Piensan  ellos  que  es  gran  descanso  entrar  con  esta  seguri- 
dad; van  muy  confiados  y  seguros  que  en  vuestra  compañía 

450  no  se  levantará  la  tormenta.  Como  les  sale  después  al  revés, 
dejan  lo  comenzado.  Esta  es  la  causa  por  qué  tienes  tan  po- 
cos amigos. 

¡Qué  gentil  causa  ésta!  Quia  acceptus  eras  Deo,  necesse 
fuit  ut  tentatio  probaret  te.  Dijo  el  ángel  a  Tobías:  Porque 

455  eras  agradable  a  Dios,  porque  eras  amigo  y  siervo  suyo,  y 
tus  servicios  eran  aceptos  delante  aquel  acatamiento,  por 
eso  fué  cosa  necesaria  que  la  tentación  te  probase.  Eso  es, 
que  por  ser  uno  amigo  de  Dios,  por  eso  ha  de  ser  tentado. 
— ¡Gentil  favor  parece  ése!  — Pues  no  lo  tengáis  en 

460  poco,  que  esto  con  los  muy  privados  se  hace.  ¡Cuánto  de 
esto  pasan  los  novicios!  Dicen  ellos:  "Cuando  yo  estaba  en 
el  mundo,  no  sabía  nada  de  esto,  ni  aun  qué  era  tener  ten- 
tación; qué  contento  andaba  y  qué  alegre;  no  sabía  qué  era 
rato  de  pesar;  después  que  vine,  qué  de  trabajos  paso,  qué 

465  de  tentaciones  de  carne,  qué  de  tentaciones  de  soberbia,  qué 
de  importunidades  me  da  el  demonio  porque  deje  lo  que  he 
comenzado!  ¡Ah!  ¿Quién  ha  de  sufrir  esto?"  No  os  espantéis 
de  eso,  hijos.  ¿Qué  pensáis?  Que  eso  quiere  Dios,  que  le 
matéis  el  gozo,  el  placer  que  pasastes  en  el  mundo,  el  alegría 

470  que  traíades  cuando  veníades  al  monasterio,  otros  consuelos 
que  habéis  tenido  después  que  venistes,  ahí  quiere  Dios  que 
se  los  matés. 

Dice  Dios:  "Daca  el  gozo,  mátamele".  ¿Sabréis  cómo  lo 
hace?  Como  un  hombre,  como  un  desposado,  que  le  muestra 
475  mucho  amor  su  esposa,  y  él  quiere  probar  si  es  verdadero 

om.  7  ¡  lo]  Que  iiuii.  7  |¡  443  mestno  Cristo  7'  ¡  cuya  om.  T  \\  444  parecíales 
a  ellos  transp.  ,uld.  T  |  tempestad  T  ¡¡  445  tormenta]  y  add.  T  ||  445-446  al 
mar  que  -  manda]  om.  T  ||  446  levantasen  7'  ||  448  descauso]  serviros  add.  T  \ 
Mrtran  r  |]  450  tormenta]  y  add.  T  |  les]  le  O  ||  451  tenéis  T 

453  eras  Deo  acceptas  T  \\  455  eres-  T  \¡\  4561  eran]  tan  add.  T  i  aquel] 
di-  su  T  \]  457  probase]  Todo  add.  T  esto  7  |'|  458  amigo]  siervo  T  \  Dios] 
que  add  T 

461  Dicen  ellos]  diciendo  T  1  462  sabía]  sentía  T  ¡  de  esto]  que  ahora 
I>aso  add.  T  |  aun]  sabía  add.  T  |  qué]  cosa  add.  T  |  tener  om.  T  ||  463  v 
om.  T  |  que  era  om.  T  [|  464  vine]  a  esto  add.  T  j  trabajos]  que  add.  T  || 
465  qué  de  tentacionesj  y  T  \\  466  porque]  para  que  T  \\  467  Ah  om.  T  ¡j 
468  de  eso,  hijos]  hermano  T  ¡  Que,  om.  T  |  le  om.  7  ||  469  gozo]  y  add.  T  \ 
pasates]  tomaste-  T  ||  470  vinisteis  T  \  otros]  o  los  T  |  471  ahí]  a  él  T  (i|  472 
matéis  T 

47B  mátamelo  7  Sabéis  T  :  474  Como  un  ]  con  el  T  ]  una  om.  T  \\  476 
457    Tofo.  i2,  13. 


972  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


o  fingido  aquel  amor;  no  hace  sino  fingir  que  se  va  lejos 
tierra  y  no  sale  del  lugar  donde  vive;  ándase  acechando  a 
ver  qué  hace  en  su  ausencia  su  esposa;  si  ella  anda  muy 
compuesta  y  riéndose,  y  de  ventana  en  ventana,  y  de  pasa- 

480  tiempo  en  pasatiempo,  luego  ve  él  que  no  le  ama  de  corazón; 
pero  si  no  sale  de  casa  y  no  hace  sino  llorar,  no  se  quiere 
vestir,  sino  como  quiera,  todo  por  el  ausencia  de  su  marido, 
luego  ve  el  esposo  que  su  esposa  le  ama. 

Cuando  Dios  está  con  el  ánima,  ¡qué  mucho  que  no  vaya 

485  a  juegos,  ni  a  toros,  ni  a  justas,  ni  pasatiempos  ningunos! 
Es  tanta  la  dulzura  que  recibe  de  la  presencia  de  Dios,  que 
no  es  de  maravillar  que  desprecie  cuanto  hay  en  esta  vida. 
No  hay  rufián  ni  mala  mujer  que,  si  Dios  le  diese  a  gustar  un 
poquito  de  su  dulzura,  no  diese  a  todos  los  diablos  cuanto 

490  acá  hay  y  el  deleite  de  la  malaventurada  vida  que  tiene,  y  se 
fuese  en  pos  de  Dios,  al  sabor  de  los  deleites  de  Dios.  Que 
si  Dios  te  da  consuelos,  si  te  visita,  si  está  presente  de  con- 
tino, ¿qué  mucho  que  andes  muy  diligente,  qué  mucho  que 
le  sirvas  de  buena  gana  y  andes  mirando  a  la  cara,  para  ver 

495  lo  que  te  quiere  mandar?  Estonces,  pocas  gracias  porque 
seas  bueno.  Deque  Dios  está  ausente,  que  tienes  trabajos, 
entonces  se  ve  el  que  lo  ama  verdaderamente.  Cuando  te 
envía  tristezas,  tribulaciones,  cuando  viene  un  trabajo  tras 
otro,  estonces,  sí,  es  de  ver  la  constancia  de  los  que  sirven. 

500  Dice  Dios:  "Esperá,  esconderéme  un  poco,  y  yo  veré  qué 
tal  es  el  amor  de  fulano;  veamos  si  anda  tan  diligente,  vea- 
mos si  anda  tan  contento,  cómo  lo  hace  en  mi  ausencia". 
Va  el  otro,  en  sintiendo  que  está  Dios  ausente,  en  quitán- 
dole el  consuelo,  en  dándole  un  poquito  de  tristeza,  luego 

505  se  quiere  ir,  ya  piensa  que  Dios  le  ha  dejado.  "¡Ah!,  dice 
Dios,  no  me  amáis  vos  de  veras;  tan  presto  faltáis;  por  tan 
pocas  cosas  desfallecéis;  luego  queréis  iros;  poco  amor  me 
tenéis  vos".  Esto  hacen  las  ánimas  flacas,  las  desamoradas, 
las  que  no  saben  menearse  sino  en  presencia  de  Dios;  mas  la 

5io  buena  alma  más  fuerte  anda  cuando  Dios  está  ausente,  pro- 


amor] y  add.  T  ||  477  anda  T  ||  477-478  a  ver  qué  hace  om.  T  \]  478  ausen- 
cia] ver  qué  hace  add.  T  |  ella  om.  T  ||  480  pasatiempo,]  y  si  esto  hace 
add.  T  |  ól  om.  T  ||  481  y  no  hace  om.  T  ||  483  el]  su  T  ' 

485  juegos  -  justas  ni]  ver  toros,  juegos  de  cañas,  ni  justas,  ni  pasearse, 
ni  ver  T  |f  488  le  diese  Dios  7  ||  489  todos  om.  T  \  cuando  O  M  490  malaven- 
turada]  mala  T  |  tiene]  traen  T  ||  491  fuesen  T  |  ai]  y  en  T  |  sabor]  y 
gusto  add.  T  ||  493-494  qué  mucho  que  le]  y  T  ||  494  y]  le  add.  T  ||  495  te 
om.  T  |  Entonces  |  porque]  que  T  ||  496  Deque]  Cuando  T  |  que]  cuando 
f  ||  497  entonces  T  ||  498  tristezas]  y  add.  T  |  viene]  te  envía  T  ||  499  en- 
tonces T  |  sí  es  om.  T 

500  Esperadme  T  |  esconderme  he  un  poquito  T  |  yo  om.  T  ||  502  veamos 
om.  T  |  como  -  ausencia]  si  deja  de  servirme,  si  tiene  cuidado  de  los  pobres 
como  lo  hacía  en  mi  presencia  T  ||  503  sintiendo]  pareciéndole  T  ||  506  ya 
piensa]  y  a  priesa  O  |  Ah  om.  T  ||  506  No  me  amáis  -  faltáis]  om.  T  ||  507 
OS  queréis  ir  T  M  508  las    om.  T  |!  509  lasl  los  T  |  se  saben  menear  T  ¡j 


62.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


973 


curando  de  no  caer  en  vileza.  Cuando  más  apartada  del 
socorro  de  Dios,  más  se  encomienda  y  procura  de  ser  fiel 
para  cuando  su  Señor  volviere. 

Decid:  ¿Estáis  en    ¡Oh,  cuántas  veces  anda  Isac  en  los 

515  Cristo  o  no?  cuernos  del  toro!  Muchas  veces  se 
pierde  el  gozo,  y  plega  a  Dios  que  no 
sea  por  pecado.  Ese  es  el  negro  mal;  ahí  está  el  negro  tra- 
bajo; ésa  me  decí  que  es  pérdida.  Decí:  ¿Estáis  en  Cristo 
o  no?  ¿Sois  del  linaje  espiritual  de  Cristo?  Decí,  ¿cuántas 

520  noches  se  os  ha  pasado  de  claro,  sin  dormir,  pensando  en 
esto:  si  sois  de  los  que  están  en  el  linaje  de  Cristo?  ¿No 
andáis  tan  pesados  y  desasosegados  y  desagradados  de  vos- 
otros mismos,  pensando  en  esto?  ¿Qué  os  aprovecha  tener 
mucha  hacienda,  qué  os  aprovechan  riquezas,  honras,  linaje; 

525  qué  aprovecha  que  todo  el  mundo  os  tenga  en  mucho,  hermo- 
sura, y  andar  tan  polido  que  todos  se  espanten  de  miraros, 
si  no  sois  del  linaje  de  Cristo?  ¿Qué  vida  es  la  que  vive  el  que 
no  está  en  el  linaje  de  Cristo?  ¿Estáis  en  Cristo  o  no?  Unos 
habrá  que  sabrán  responder  a  esa  pregunta,  otros  habrá  que 

530  no  sabrán  responder  a  ella.  Unos  habrá  que,  si  les  pregun- 
táis si  están  en  Jesucristo,  os  responderán  que  no. 

Los  que  responden  Todo  aquel  que  está  en  pecado  mor- 
que no  tal,  o  ha  hecho  algún  pecado  mortal 
y  no  se  [ha]  arrepentido  de  él — a  eso 

535  llamo  estar  en  pecado  mortal — ,  no  está  en  Cristo.  ¡Desdicha- 
do del  que  ansí  está  y  de  la  madre  que  lo  parió!  Maldito  es  el 
pan  que  come,  y  el  agua  que  bebe,  y  el  sueño  que  duerme. 
Malditos  son  los  pasos  que  anda.  Y  más  me  espanto  de  po- 
derte hallar  sin  Cristo,  hacerte  al  vivir  sin  El,  decir  a  Dios: 

540  "ios  de  mí,  que  no  os  he  menester,  bien  me  hallo  sin  vos"; 
esto  es  de  espantar.  Pues  si  luego  te  arrepientes,  no  es  mu- 
cho, no  hay  qué  decir,  no  es  menester  hablar  más  en  ello; 
mas  di,  después  de  haber  pecado,  hallarte  a  vivir  sin  Cristo, 
eso  es  más  de  maravillar  que  hallarte  sin  Cristo.  Dime,  ¿cómo 


510  ánima  T  ||  511  no]  hacer  ni  add.  T  |  Cuanto  T  ||  512  se  om.  O  |  enco- 
mienda] a  él  add.  T 

514  Oh]  Ah  T  ||  515516  u-e  pierde]  perdéis  T  \\  516  plegué  T  |  que  om.  T  || 
517  Ese]  que  este  T  ||  518  eso  T  |  decid,  T  |  Decidme,  T  ||  519  o  om.  T  \ 
Decid  T  |l  520  han  T  \  de  claro  sin  dormir  om.  T  ||  521-523  si  sois -en  esto] 
om  T  ||  524  os  om.  T  |  honras  om.  T  |  linaje]  hermosura,  andar,  tan  pulido 
que  todos  se  espantan  de  miraros  add.  T  ||  525  mundo]  os  honre  y  add.  T  |¡ 
525-526  hermosura  -  miraros]  om.  T  ||  527  linaje]  espiritual  add.  T  ||  527-528 
Cristo.  ¿Qué  vida  -  de  Cristo?]  Jesucristo  T  ||  529  sepan  T  |  esta  T  ||  530 
sepan  T  \\  531  Cristo  T  |  respondan  r  |  no]  saben  add.  O 

533-535  o  ha  hecho  -  mortal]  om.  T  \\  536  del  que  ansí  está]  de  él  T  ||  537 
7  ]  maldita  T  |  y  ]  maldito  T  |  duerme]  y  add.  T  ||  538  son  om.  T  |  de 
om.  T  ||  539  Cristo]  y  add.  T  (  al]  a  T  |  El]  y  add.  T  \]  540  los  de  mí]  Idos 
T  ||  541  Pues]  Pecar  T  ||  542  más  om.  T  ||  543  di  om.  T  |!  544  es]  mucho 


974 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


545  puedes  vivir  sin  él?  ¿Qué  vida  es  la  que  vives  sin  Cristo? 
¿Qué  te  aprovecha  que  todo  el  mundo  sea  tuyo,  que  te  favo- 
rezcan los  cielos  y  la  tierra,  los  ángeles  y  los  demonios,  si 
a  la  hora  de  tu  muerte  te  toma  en  mal  estado?  Nada  de  esto 
te  escapará  de  tormentos  que  nunca  se  han  de  acabar,  de 

550  fuegos  que  han  de  durar  mientras  Dios  fuere  Dios.  Artículo 
es  éste  de  fe  y  averiguado,  que  si  mueres  en  una  mala  que- 
rencia, en  un  pecado  de  carne  o  en  otro  cualquier  pecado 
mortal,  que  te  irás  sin  falta  al  infierno.  ¡Desventurado  de  ti 
si  no  estás  en  Jesucristo!  Sin  Jesucristo,  ¿qué  haces,  triste 

555  de  ti?  ¿Dónde  estás,  adonde  irás  sin  Jesucristo? 

Pues  éstos  dirán:  — No  estoy  en  Jesucristo.  — ¿Pues  qué 
haces?  ¿Adonde  está  tu  amor?  ¿Por  qué  lo  haces  tan  mal? 
¿Por  qué  te  echas  a  perder  a  ti  mismo?  ¿Por  qué  eres  tan 
cruel  contigo  mesmo,  que  te  quieres  ir  ansí  absolutamente  al 

560  infierno?  No  te  aborrezcas  tanto,  no  te  vayas  a  perder  tan 
a  ojos  cerrados.  ¿Qué  quiere  decir  haber  derramado  Jesu- 
cristo su  sangre  por  salvarte  a  ti,  y  que  no  tengas  agrade- 
cimiento a  este  bien?  ¿Por  qué  quieres  que  se  pierda  tan 
grande  precio  como  le  costaste?  Ya  que  no  tienes  compasión 

565  de  ti  mesmo,  ya  que  eres  tan  cruel  para  contigo,  que  ansí 
te  quieres  destruir,  hazlo  agora  por  amor  de  Jesucristo, 
porque  no  se  hayan  derramado  en  balde  sus  lágrimas,  por- 
que no  se  haya  cansado  en  balde,  no  le  hayan  azotado  a 
él  en  balde,  pues  todo  lo  pasó  por  ti,  porque  te  aprove- 

570  chases  del  precio  de  su  Pasión,  para  que  tú  tuvieses  fuer- 
za para  vencer  tus  pasiones,  para  no  ofenderle,  y  ansí 
fueses  salvo. 

Los  que  no  saben  res-    Otros  habrá  que  responderán  a  la 
ponder:  los  tibios       pregunta:  —No  sé  yo;  no  siento 
575  en  mí  pecado  mortal  ninguno,  no 

quiero  mal  a  nadie,  no  hago  mal  a  nadie,  pero  no  ,sé  qué 
me  tengo,  no  sé  qué  temores  me  andan  por  este  corazón,  no 
sé  si  estó  en  Jesucristo.  Padre,  no  se  lo  sabré  decir. 


add.  T  |  hallarte]  haces  T  |  Di  T  |l  546  que,  om.  O  „  546547  favorezcan  los 
eielos  y]  favorezca  el  rey  T  ||  547  ángeles]  hombres  /      548  en]  el  T  |  eso  f  f| 
549  tormentos]  y  fuegos  add.  T  ||  549-550  de  fuegos  om.  T  ||  550  DiosJ  que 
nunca  dejará  de  serlo  Add.  T  ||  551  éste  om.  T  |  y  averiguado  om.  T  j  mal  T 
552  querencia]  si  add.  T  |  cualquiera  T  [í|  553  te  om.  T  ||  554.  si]  di  O 
Cristo)  T  ||  554-555  sin  Jesucristo  -  dónde  estás]  om.  T  ||  555  Cristo  r 

556^557  Pues  éstos  dirán  -  tu  amor]  om.  7  ||  558  a  ti  mismo  om.  7  ¡|  559 
contigo  mesmo]  para  ti  mismo  7  |  ir  ansí]  a  ti  T  |  al]  echar  en  el  T  \\  561 
haber]  Dios  add.  T  ||  562  Jesucristo  om.  T  |  salvarte  a  om.  T  ||  562-563  ten- 
gas agradecimiento  a]  te  quieras  aprovechar  de  T  ||  564  gran  7'  ||  565  mis 
rao  T  |  contigo]  mismo  add.  T  ||  566  ahora  T  |  amor  de  om.  T  |¡  567  haya  O  \ 
568  balde]  porque  add.  T  \\  5684569  a  El  om.  T  \\  570  tú  om.  T  P  571-572 
y  ansí  fueses  salvo  om.  T 

574,  preguntal  Padre  add.  T  |  sé]  soy  T  \  yo]  de  ésos  add.  T  ||  575  no] 
ni  T  ||  576  no  hago  mal  a  nadie  om.  T  ||  577  tengo]  temo  7'  ;  andan  por] 
dan  en  T  ||  578  estó  en]  estoy  bien  con  7*  |  sé]  os  T 


62.     NATIVIDAD  DE  LA  VIRGEN 


975 


— Eso  es  otro  duelo,  hijos.  Guardaos  de  tibieza,  por 

580  quien  Dios  es.  ¡Oh  carcoma!  ¡Y  cuántas  ropas  has  roído 
y  comido  y  cuántos  tienes  perdidos!  En  diciéndo[o]s:  "Pes- 
tilencia anda,  gente  muere";  en  tiniendo  la  enfermedad, 
en  diciéndo[o]s:  "Morir  tenéis,  infierno  hay  para  los  ma- 
los", luego  veréis  el  temblor.  ¿Qué  es  esto?  Si  no  fuése- 

585  mos  amigos  de  la  tibieza,  no  temíamos  temor;  pero  pues 
tenéis  tibieza,  habéis  de  temer,  porque  no  queréis  poner 
la  segur  a  la  raíz  y  cortar  todo  lo  que  os  estorba.  Queréis 
complir  con  Dios  y  con  el  mundo;  queréis  que  os  ame  Dios 
y  no  queréis  vos  amarlo  a  El;  queréis  parlar  de  día  cuan- 

590  to  pudiéredes  y  querés  venir  de  noche  a  rezar,  y  querés 
gusto  en  ello;  no  querés  perder  nada  de  vuestra  honra  y. 
querríades  el  fructo  de  las  deshonras  de  Cristo. 

Creedme,  que  Dios  no  se  deleita  con  el  hablar  y  el  pa- 
sear y  el  andar  derramado  por  ahí  todo  el  día,  que  nun- 

595  ca  tenéis  sosiego.  Algo  habéis  de  perder  de  vos  si  habéis 
de  ganar  con  Cristo.  No  lo  podéis  hacer  todo:  ¿Quedáis 
entero?  No  lo  podéis  seguir  a  El.  Si  no  fuésemos  perezo- 
sos, no  temíamos  temores,  no  habría  tristeza.  Si  de  esa 
manera  andáis,  nunca  teméis  día  de  alegría,  no  ternés  des- 

600   canso  ni  reposo  en  el  corazón,  nunca  os  faltarán  mil  so- 
bresaltos, mil  tristezas  y  desconsuelos,  que  acarrea  con- 
sigo la  tibieza,  el  no  acabaros  a  determinar  de  quebrar  en- 
teramente con  el  mundo  y  de  servir  muy  de  veras  a  Dios. 
— No  sé  qué  me  tengo,  padre,  no  sé  qué  temor  paso. 

606  — Mira,  pon  en  una  balanza  el  servir  a  Dios  con  hervor  y 
diligencia,  el  andar  ligero,  alegre,  contento,  atento  a  lo 
que  mandare  Dios,  para  hacerlo  luego;  y  de  otra  parte  el 
temor,  la  tristeza,  el  desconsuelo  y  desasosiego  que  causa 
la  tibieza,  y  verás  cómo  es  más  el  trabajo  que  se  pasa 

610  siendo  tibio  que  siendo  muy  diligente  el  siervo  de  Dios. 
Mas  allá  dice  San  Bernardo  que  "más  hay  que  pasen  de 
malos  y  pecadores  a  justos  que  de  buenos  a  mejores  y  más 
perfectos".  Luego  los  veréis  andar  a  los  tibios:  "Pues  no 
soy  obligado  a  rezar,  más  quiero  hacer  lo  que  soy  obliga- 

615    do;  pues  no  es  hoy  día  de  ayuno  de  fuerza,  ¿quién  me 


579  Esa  T  otro  duelo]  otra  duda  J  hijos]  Hermano  f  |'|  580-581  ha.- 
roído  -  perdidos]  tienes  comidas  7'  ||  581  diciendo  T  |t|  582  teniendo  r  ||  583 
los  om.  T  y  584  temblar  T  |]  585  tendríamos  T  I  pues  om.  T  ||  586  temer] 
tener  temor  T  ,  586-350  porque  no  queréis  poner  Ja  segur  -  No  hay  quien 
lo  sepa  en  la  tierra]  Procuremos  tener  diligencia  en  este  camino  de  Jesu- 
cristo ;  y  pues  El  nos  dijo  que  venía  a  meter  fuego  en  la  tierra,  fupliqué- 
raosle  nos  dé  de  este  fuego  divino,  para  que  abrasemos  nuestros  corazones ; 
porque,  como  dijo  San  Juan,  la  i>erfecta  caridad  excluye  y  lanza  fuera  el 
temor  y  flaqueza  para  que  así  gooemos  'a  Cristo  en  el  cielo  T 


613  San  Bernardo,  Ep.  06  (ML  182,  229)  :  «Multo  facilius  repe- 
rias  inultos  saeculares  convertí  aá  bonum,  quam  nnnm  quempiani 
ile  reli?iosi«  transiré  ad  melius». 


976 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


manda  a  mí  ayunar?  No  tengo  de  dar  sino  tanta  y  tanta 
limosna,  conforme  a  mi  estado,  que  no  soy  obligado  a  más; 
no  quiero  yo  hacer  más  en  todas  las  cosas."  Luego  andan 
mirando:  "si  soy  obligado".  Mirá,  creedme,  que  si  tasas  el 

620  rezar  y  el  ayunar,  el  dar  limosna,  el  hacer  bien;  si  andas 
escaseando:  "No  tengo  de  hacer  sino  tanto  más  tanto", 
nunca  saldrás  de  miserias. 

La  tibieza  es  madre  de  la  tristeza,  del  temor;  madre 
del  desasosiego,  del  desconsuelo,  y  lo  que  comenzáredes, 

625   creedme  que  en  eso  acabaréis;  el  vicio  os  llevará;  si  con 
tibieza  comenzáredes,  con  tibieza  acabaréis;  si  con  hervor 
comenzáredes,  con  él  acabaréis;  con  lo  que  agora  más 
•  acostumbráredes,  con  eso  os  tomará  la  muerte. 

Y  dice  Jesucristo:  Habenti  dabitur,  non  habenti  et  quod 

630  habet  etiam  auferetur  ab  eo.  Veréis  si  es  menester  procu- 
rar de  hallarnos  con  algo  para  el  tiempo  de  la  cuenta.  Al 
que  tuviere,  dijo  Cristo,  dalle  han  más,  y  al  que  no  tu- 
viere nada,  quitalle  han  aun  lo  poco  que  tiene.  Al  que  vie- 
re devoto,  diligente,  casto,  humilde,  darle  han;  el  que  hu- 

635  biere  multiplicado  el  talento  que  el  Señor  le  dió,  dalle  han 
más  sobre  aquello;  el  que  fuere  perezoso,  indevoto,  el  que 
no  tuviere  buena  cuenta,  quitarle  han  lo  que  le  dieron  para 
que  granjease.  Haceos  a  servir  a  Dios,  y  veréis,  y  verná- 
seos  a  volver  en  costumbre,  que  casi  no  podéis  hacer  otra 

640  cosa.  No  os  hagáis  a  vuestra  voluntad,  que  después  se  os 
hará  de  mal  dejar  la  mala  costumbre.  Si  no,  probá.  Yo 
[o]s  prometo  que  si  os  hacéis  al  dormir  demasiado,  no  aca- 
béis con  vos  de  dejarlo  en  muchos  días;  yo  [o]s  prometo 
que  os  ha  de  costar  harto  trabajo.  Una  palabrica,  un  no 

645  sé  qué,  por  más  liviana  que  sea,  si  os  acostumbráis  a  ella, 
habéis  harto  de  hacer  y  harto  sobre  dejarla.  Estos  son  los 
que  no  saben  decir  si  están  en  Cristo,  los  perezosos,  los 
tibios. 

Los  fervorases.  ¿No    Otros  hay  a  quien  Dios  da  la  gracia 
650  conocéis  que  vive    que  le  sirvan  con  hervor  y  diligen- 
Cristo  en  vosotros?    cia>  <lue  andan  mirando  al  Señor  a 
la  cara  para  ver  qué  les  mandará. 
Así  como  un  fuego  que  quema  las  pajas  en  derredor  de  él, 
ansí  éstos  con  aquel  hervor  que  traen  del  servicio  de  Dios 
655   amatan  sus  pasiones,  apagando  todo  cuanto  ha  acá,  de 
manera  que  nada  los  estorbe  para  que  pasen  adelante. 
Ninguna  cosa  les  estorba  la  devoción,  el  rezar,  el  ayunar, 
el  velar,  el  recogimiento.  Estos  son  de  los  que  dice  el  Após- 
tol en  la  epístola  que  escribió  a  los  de  Corinto:  Vos  ipsos 
660  úntate,  si  estis  in  fide;  an  non  cognoscitis  quia  Christus 
habitat  in  vobis?  Tentaos,  yrobaos  a  vosotros  mismos  si 


633    Of.  Le.  19,  26. 


62.     NATIVIDAD  DE  LA  VIKC.h.N 


977 


estáis  en  la  fe  de  Jesucristo;  ¿cómo,  no  conocéis  que  está 
Jesucristo  en  vosotros?  Bien  está  el  ánima  que  esto  cono- 
ce. ¡Qué  rica,  qué  dichosa  es,  qué  contenta,  qué  bienaven- 

665  turada!  No  se  acuerda  de  nada  de  lo  de  acá.  Ni  por  honra, 
ni  por  riquezas,  ni  por  deleites  se  le  da  nada;  todo  lo  me- 
nosprecia, conociendo  que  tiene  dentro  de  sí  Aquel  que,  ti- 
niéndolo  a  El,  nada  falta,  y  faltando  El,  no  hay  cosa  que 
satisfaga,  no  hay  cosa  que  harte. 

670  No  os  espantéis  de  lo  que  sufrían  los  mártires;  aquel 
no  dárseles  nada  por  fuegos,  que  los  quemasen  vivos,  y  se 
gozaban  que  los  desollasen,  que  les  abriesen  las  carnes  a 
poder  de  azotes,  en  aquellas  cárceles,  aquella  sed,  aquella 
hambre,  padecer  tan  fuertemente,  menospreciando  los  tor- 

675  mrntos;  que  estaban  embebecidos,  teniendo  a  Jesucristo 
delante,  estábanselo  mirando  y  decían:  "Mi  Señor  azotado, 
¿qué  mucho  que  azoten  al  esclavo?  Mi  Rey  coronado  de  espi- 
nas, ¿qué  mucho  que  asen  a  mí  que  soy  su  esclavo?  Mi  Bien 
y  mi  Cristo  tan  trabajado,  ¿qué  mucho  que  pase  el  gusa- 

680  nillo  este  poquillo  de  trabajo?  Hacé  cuanto  quisiéredes, 
que  todo  es  nada."  No  os  espantéis  que  el  alma  sufra  tan- 
to, conociendo  que  mora  en  ella  Jesucristo,  que  la  ama, 
que  la  está  mirando  cómo  pelea,  que  está  esperando  para 
ver  si  lo  hace  fielmente.  No  os  espantéis  que  sufra  sed, 

685  hambre,  cansancio,  deshonra,  tmiendo  este  conocimiento. 
San  Pablo,  hablando  con  aquellos  a  quien  Dios  ama,  dice: 
"El  Espíritu  Santo  les  da  testimonio  en  sus  corazones  que 
son  hijos  de  Dios;  el  Espíritu  Santo  les  da  a  entender  que 
los  ama  Dios,  que  los  quiere  bien,  que  le  agradan  sus  obras, 

690  que  hallan  gracia  en  su  acatamiento".  ¡Oh  Señor!  Soy  una 
miseria,  y  ámote  yo  a  ti  de  entrañas  y  de  todo  mi  corazón, 
¿y  no  esperaré  yo  que  me  amarás  tú  a  mí,  siendo  el  mismo 
amor?  Esto  no  llega  a  evidencia,  no  es  cosa  que  se  ve  al  ojo, 
pero  es  cosa  muy  cierta,  que  siente  el  alma  un  hervor  de  la 

695  bondad  de  Dios,  que  le  hace  confiar  que  Dios  lo  ama,  que  le 
hace  hacer  conjecturas  que  está  bien  con  Dios  y  que  está  en 
su  gracia,  que  mora  Jesucristo  en  ella,  con  la  cual  ella  anda 
tan  esforzada,  tan  codiciosa,  tan  hermosa.  Si  perseverásemos 
en  el  bien,  luego  sintiríamos  un  favor,  unas  fuerzas,  una 

700  gana  de  servir  a  Dios,  que  nunca  nos  cansaríamos,  etc. 

No  morirá  Isaac  ¿En  qué  estábamos?  En  Isaac;  que 
dice  Dios:  "Mátame  tu  gozo  y  yo  te 
desconsolaré,  yo  me  esconderé,  encerraré  debajo  de  siete 
llaves  para  que  no  me  halles,  yo  te  haré  andar  tras  mí  y  no  te 
705  responderé,  que  te  parecerá  que  no  te  O'go,  o  que  si  te  oigo, 
que  no  te  quiero  remediar".  Escóndese  Dios  para  ver  cómo  lo 

663  Cf.  2  Cor.  13,  5. 
688   Rom.  8,  rtl 


978 


hacemos  en  su  ausencia;  quiere  El  ver  cómo  peleamos  cuando 
El  no  nos  enseña  su  presencia,  cómo  nos  habernos  en  las 
tribulaciones,  en  los  trabajos,  en  las  tristezas,  en  la  seque- 

710  dad.  Y  luego  aparece  Dios;  dice:  "Fiel  ha  seído  esta  ánima 
en  mi  ausencia;  bien  he  visto  lo  que  has  hecho,  hablado, 
cómo  has  resistido;  bien  lo  has  hecho;  pues  no  morirá  Isaac 
por  eso".  ¡Qué  alegre  queda  el  ánima  estonces!  Más  alegría 
toma  que  antes  tristeza.  ¡Qué  hace  de  bendecir  a  Dios,  qué 

"15  de  gracias,  qué  de  alabanzas,  porque  le  ha  sacado  de  aquel 
trance!  "¡Oh  Señor!  ¡Bendita  sea  tu  misericordia!  En  el 
tiempo  de  la  tribulación  no  me  olvidaste,  antes  me  has  so- 
corrido como  buen  pastor  y  defendedor  mío". 

Triste  estaba  Abraham.  Mas  no  muere  Isaac;  no  quería 

720  Dios  más  de  proballo;  tras  sólo  eso  andaba.  Cuando  El  viene 
y  te  halla  fiel,  dice:  "Tate,  no  quiero  que  muera  Isaac". 
Pues  muera  el  carnero,  muera  el  animal  bruto,  muera  la 
parte  sensitiva,  no  el  hijo,  no  muera  el  gozo;  muera  esa 
carne,  mueran  esas  pasiones,  trabaje  esa  sensualidad  y  re- 

725  viente,  mas  no  muera  el  gozo  del  Espíritu,  el  alegría  del 
ánima;  pase  el  cuerpo  lo  que  pasare,  todo  se  ha  de  pasar 
por  conservar  el  gozo,  todo  se  ha  de  posponer  porque  Isaac 
no  muera.  Este  es,  pues,  el  linaje  de  Jesucristo,  linaje  de 
humildad,  de  desmayados,  de  desconfiados. 

730  ¿Por  qué  crió  Dios    Pues  ¿hémonos  de  ir  sin  decir  algo 
chiquita  a  nuestra    de  la  Virgen?  Dejemos  agora  toda 
Madre?  Ia  narración  del  evangelista  y  va- 

mos hasta  el  cabo,  donde  dice:  Ja- 
cob engendró  a  Josef,  marido  de  la  Virgen  María,  de  i  [a] 

735  cual  nació  Jesú.  ¡Señor!  ¡Que  hasta  allá  llega  vuestro  linaje, 
que  haya  una  mujer  en  la  tierra  que  os  para!  ¡Oh  qué  hon- 
rado linaje!  ¿Tanto  quesiste  ensalzar  esta  benditísima  Niña? 
Mirá  cuánto  la  engrandeció  en  hacerla  madre  suya.  Más 
hijos  tiene  la  Virgen  María,  con  no  parir  más  de  uno,  que 

740  otra  que  hobiese  parido  muchos,  porque  todos  los  que  somos 
hermanos  de  Jesucristo,  que  somos  los  cristianos,  todos  so- 
mos hijos  de  la  Virgen. 

— Padre,  ¿por  qué  crió  Dios  a  esta  madre  nuestra  chiqui- 
ta, la  que  había  de  remediar  los  males  de  la  madre  primera? 

745  ¿Por  qué  chiquita,  la  que  había  de  levantar  a  los  hombres 
de  tan  gran  caída,  como  dieron  por  el  pecado  de  la  madre 
grande  primera?  — Yo  [o]s  lo  diré:  Por  encomendarnos  la 
humildad  del  alma.  Ama  Dios  mucho  la  humildad  del  alma, 
y  ansí  amó  a  la  Virgen  sacra  por  tan  humilde  como  fué. 

750  ¿Veisla  chiquita?  Pues  más  lo  fué  en  su  propria  estimación. 
Miró  el  Señor  la  bajeza  de  su  esclava,  dijo  ella  de  si.  A  Eva 


Mt.  r,  16. 


7Si    Lic.  i,  4& 


tu.     NATIVIDAD  DL  LA  WKi.lN 


la  grandeza  la  derribó.  María,  por  ser  chiquita,  nos  remedió, 
fué  ella  ensalzada. 

— Decí:  Madre  tan  chiquita,  ¿cómo  podrá  mantener  tanto 
755   hijo,  remediar  tantas  necesidades? 

Buena  es  para  muro    — ¿Quién  será  esta  niña?  ¿Quién 
la  Virgen  me  responderá?,  etc. 

— Si  murus  est,  aedificemos  su- 
per  eam  propugnáculo,  argéntea.  Si  ostium  est,  compingamus 

760  Ulud  tabulis  cedrinis.  Si  es  muro,  edifiquemos  sobre  ella  ante- 
muros de  plata;  si  es  puerta,  pongámosle  puertas  de  cedro. 
— ¿Quién  es  esta  niña?  Es  un  fortísimo  muro.  ¡Oh  bienaven- 
turada Señora!  ¡A  cuántos  has  defendido,  en  los  cuales  que- 
ría Dios  ejecutar  su  justicia!  Poniéndote  en  medio,  rogando 

765  por  ellos,  les  has  alcanzado  perdón  de  pecados. 

— Decí,  padre:  ¿el  muro  no  quiere  ser  alto  y  muy  ancho 
y  profundo  de  cimientos?  Pues  ¿cómo  decís  que  es  muro 
esta  Niña,  diciendo  que  es  tan  chiquita?  — "Yo  soy  muro". 
Todo  eso  tiene  la  sacratísima  Virgen  Nuestra  Señora.  Excel- 

770  sior  cáelo  est  de  qua  loquimur,  profundior  abysso  est  cui 
laudes  reddimus,  capador  mari  est.  Buena  es  para  muro.  Si 
alto  ha  de  ser  el  muro,  más  alta  es  que  el  cielo  esta  Niña; 
si  hondo  ha  de  ser,  más  baja  es  que  el  abismo;  si  ancho  ha 
de  ser,  más  ancha  es  que  el  mar.  Edificó  una  casa  Salomón 

775  tan  rica,  cual  nunca  se  edificará,  donde  Dios  morase,  donde 
los  hombres  viniesen  a  encomendarse  a  Dios;  suplicóle  él  a 
Dios,  cuando  se  la  dedicó,  que  cualquiera  que  entrase  en  aque- 
lla casa  con  algún  trabajo  y  le  pidiese  misericordia,  que  no  se 
la  negase,  que  perdonase  a  todos  los  que  pIIí  fuesen  a  pedir 

780  perdón  de  sus  pecados.  Otorgóselo  Dios.  Figura  era  aquello 
de  la  Virgen.  No  lo  hacía  Dios  por  aquella  casa;  por  esta  Niña 
se  entendía,  que  cualquiera  que  a  ella  llamare,  por  ella  le  oi- 
rá Dios,  [s]i  la  pusiere  a  ella  en  medio. 

Decí,  ¿no  habéis  visto  amanecer  alguna  mañana?  Es 

785  cosa  mucho  de  ver.  Parece  milagro  de  Dios  ver  cómo  va 
saliendo  el  alba,  ver  cómo  cantan  todas  las  avecillas,  unas 
bien,  otras  mal;  es  milagro  verla;  no  parece  sino  que  todas 
llaman  a  Dios  en  su  manera,  todas  bendicen  a  Dios.  Así  se 
puede  llamar  milagro  este  socorro  que  tenemos  en  esta  Niña, 

790  este  llamarla  en  nuestros  trabajos.  Es  obra  ésta  de  Dios. 
Mirá,  uno  de  los  argumentos  con  que  se  prueba  que  hay  Dios 
es  éste,  contra  uno  que  lo  negase,  y  las  santas  Escripturas, 
es  que  todos  llaman  a  Dios  en  sus  necesidades  de  puro  ins- 


781  hacía]  había  O 


-6i    Cant.  8,  9. 

771  Pseudo-Agustíx,  Serm.  208,  4  :  ML  39,  2130  ;  of.  Iob  II,  8-9. 
780   Cf.  3  Reg.  8,  30-32. 


980 


tinto  de  naturaleza;  en  viéndose  en  algún  trabajo,  aun  sin 

795  mirar  lo  que  dice,  luego  va  a  Dios,  luego  le  llama,  eso  me 
da  que  sea  idólatra,  que  moro,  y  aunque  fuese  uno  que  se 
hobiese  criado  en  el  campo  como  un  bruto,  que  nunca  hobiese 
visto  gente  ni  supiese  que  hay  Dios,  para  haberlo  oído, 
luego  diría:  "Hay  Dios",  en  viéndose  en  trabajo.  Luego,  pues 

800  que  todos  llaman  a  Dios,  Dios  hay.  Pues  así  acá  ha  puesto 
Dios  este  instinto  en  todos  los  cristianos  de  llamar  luego  a 
la  Virgen  María.  En  tiniendo  una  necesidad,  luego:  "¡Oh 
Señora,  defiéndeme,  ruega  por  mí  a  Dios!"  Y  pues  todos 
la  llamamos  en  nuestros  trabajos,  señal  es  que  ha  puesto 

&05  Dios  en  el  corazón  de  ella  que  ruegue  a  Su  Majestad  por 
nosotros;  luego  pues  es  nuestra  madre. 

Buena  sois  para  muro,  Señora.  Si  vinieren  las  saetas  de 
la  justicia  de  Dios  por  nuestros  pecados,  vos  os  pornéis 
delante,  vos  os  pornéis  en  medio,  y  haréis  que  no  lleguen  a 

810  nosotros;  vos  nos  alcanzaréis  misericordia.  Mucho  cabe  el 
mundo,  mas  mucho  más  cabe  la  Virgen;  muy  alta,  muy  baja; 
buena  es  para  muro,  para  defensa  nuestra.  Parió  un  hijo 
para  nuestro  bien  y  remedio,  tan  lindo,  tan  rico,  tan  grande 
Señor.  Así  como  supo  regalar  al  hijo  natural,  envolvello  y 

815  dalle  leche,  así  sabrá  criar  los  adoptivos;  ella  nos  regalará, 
dará  leche;  ella  nos  socorrerá  en  nuestras  necesidades.  Bue- 
na es  para  muro,  para  amparo  y  remedio  nuestro. 

La  Virgen  María  es  Si  es  puerta,  pongámosle  tablas  de 
puerta  cedro.  Dice  la  Sagrada  Escriptura 

S20  que  en  el  tiempo  que  reinó  Joatán 

hizo  portara  domus  Domini  sublimis simara,  edificó  una  puer- 
ta altísima.  La  Virgen  María  es  esta  puerta.  Si  puerta 
es,  pongámosle  puertas.  ¡Oh  benditísima  Virgen  María! 
¡Y  cuántos  pensando  en  ti  han  sido  librados  de  las  puertas 

825  del  infierno,  se  han  apartado  de  la  suciedad  de  la  carne  y 
se  han  recogido  en  tu  humildad,  se  han  abajado!  ¡A  cuántos 
descaminados  has  guiado  para  Dios!  ¡A  cuántos  enamora 
tu  hermosura  y  por  tu  servicio  y  limpieza  no  se  han  querido 
casar,  sino  ser  vírgines  y  limpios  por  parecerte! 

830  Si  veis  una  puerta  tan  linda,  bien  edificada,  muy  rica, 
decís:  "¡Oh  santo  Dios,  y  qué  rica  puerta!  ¡Qué  tal  debe 
ser  la  casa  que  tal  puerta  tiene!"  Luego  os  da  gana  de  entrar 
a  ver  la  casa.  Puerta  es  del  cielo  esta  niña.  Si  a  la  gloria 
habéis  de  ir,  por  esta  puerta  habéis  de  entrar. 

835  Hizo  el  rey  Joatán  una  puerta  muy  alta.  Es  muy  grande 
la  misericordia  de  la  Virgen,  a  muchos  se  extiende:  para 
todos  los  que  la  llaman.  Ego  oliva  speciosa  in  campis.  El 
aceite  es  cosa  blanda.  Misericordia  tiene  para  cuantos  se  la 


6.V     PRESENTACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


981 


piden;  blandas  entrañas  tiene  llenas  de  amor  y  caridad.  ¿Ves 
840  a  esta  niña  que  es  nacida  hoy  para  ser  madre  de  Dios  y 
nuestra,  no  a  uno,  sino  muchos?  Estad  en  la  puerta  conti- 
nuamente, que  el  cojo  muchos  días  estuvo.  Si  luego  se  fuera, 
no  alcanzara  la  limosna  que  San  Pedro  le  dió.  Vete  y  di: 
"¡Señora,  limosna!  Muy  malo  he  seído,  pecador;  muchas 
845  ofensas  he  hecho  a  Dios;  no  tengo  cara  para  parecer;  no 
tengo  ojos  para  hablar  a  vuestro  Hijo.  Limosna  os  pido. 
Rogad  por  mí.  alcanzadme  perdón,  rogad  a  vuestro  Hijo 
bendito  por  mí". 

— ¿Quién  será  esta  niña?  — No  hay  quien  lo  sepa  en  la 
850  tierra. 

63       ¡Quién  viera  a  esta  niña  luchar  con  Dios! 

Presentación  de  nuestra  Señora.  21  de  noviembre. 
En  un  convento  de  monjas. 

(Bd.  1596,  II,  pp.  269-295.) 

Quid  faciemus  sorori  nostrae  in  die  guando  alio- 
qucnda  est.  ¿  Qué  haremos  a  nuestra  hermana,  para 
el  día  que  ha  de  hablar?  (Cant.  8,  [8]). 

Exordio  A  las  festividades  de  la  sacratísima  Virgen  hemos  de 
5  venir  con  corazones  fervientes  y  muy  agradecidos. 

Por  eso  dice  San  Buenaventura  que  los  que  hablan  de  nuestra 
Señora  han  de  tener  en  sus  palabras  muy  gran  verdad  y  fer- 
vor: Verdad,  porque  la  Virgen  es  enemiga  de  los  mentirosos 

10  y  amiga  de  los  verdaderos  en  sus  palabras  y  obras.  Esta  Se- 
ñora es  la  que  engendró  una  Verdad  que  destruyó  todas  las 
herejías  y  una  luz  que  alumbró  todas  las  tinieblas.  Fervor, 
porque,  si  a  ésta  que  es  verdaderamente  nuestra  no  amamos, 
¿a  quién  amaremos?  San  Bernardo  dice:  "No  hay  cosa  que 

15  tanto  me  agrade  como  es  hablar  de  esta  Virgen  bendita,  ni 
que  tanto  me  espante  como  considerar  su  grandeza". 

Esta  Señora  que  agora  está  tan  grande  en  los  cielos, 
algún  tiempo  fué  chiquita  acá  en  la  tierra;  y  verdadera- 
mente será  chiquita  para  los  que  de  verdad  fueren  agora 

30    chiquitos  en  sus  ojos  y  se  humillaren  y  le  pidieren  gracia. 

¿Para  qué  entra  la    Sóror  nostra  párvula  est,  et  ubera 
Niña  en  el  monas-    non  habet.  Quid  faciemus  sorori  nos- 
terio?  trae  171  die  quando  alloquenda  est? 

Nuestra  hermana  es  chiquita.  ¿Qué 
25   haremos  para  el  día  que  la  han  de  hablar  en  persona  de  pa- 

843  Act.  3,  2-6. 

8   Cf.  San  Buenaventura,  Specidum  B.  Mariae  Virginis,  prol. 

16  San  Bernardo,  In  Assumpt.  B.  M,  V.,  serm.  4,  5  (ML  183, 
427)  :  «Non  est  equidem  quod  me  magis  delectet,  sed  nec  quod  ter- 
reat  magis,  quam  de  gloria  Virginis  matris  habere  sermonen!». 

25    Cf.  Cant.  8,  8. 


982 


triarcas  y  de  profetas  y  de  todos  los  hombres?  Agora  se  di- 
cen estas  palabras:  Nuestra  hermana  es  chiquita;  ¿cómo  la 
ataviaremos  para  el  día  que  le  han  de  hablar? 

Hoy  celebra  la  santa  madre  Iglesia  aquella  Señora  que 

30  en  su  cántico  dijo:  Ha  hecho  el  Poderoso  en  mí  grandes  co- 
sas. Celebramos  la  fiesta  de  su  presentación,  el  día  en  el 
cual  sus  benditos  padres  San  Joaquín  y  Santa  Ana,  siendo 
esta  Señora  niña  de  tres  años,  la  presentaron  al  templo  para 
que  sirviese  al  Altísimo  Dios  en  compañía  de  las  doncellas 

35  que  allí  servían.  Había  una  casa,  incorporada  con  el  templo 
a  modo  de  los  monesterios  de  agora;  allí  metían  las  donce- 
llas principales  para  que  sirviesen  al  Señor  y  fuesen  enseña- 
das en  su  conocimiento  y  temor.  Era  un  santo  seminario, 
y  después  que  tenían  edad  tomaban  estado  de  casadas.  La 

40  razón  por  que  la  presentaron  fué  porque,  como  ellos  eran 
estériles,  prometieron  que,  si  Dios  les  daba  fruto,  se  lo  ofre- 
cerían a  El,  guardándola  en  todo  recogimiento  hasta  que  to- 
mase estado  de  casada.  Presentáronla  sus  padres  en  el 
templo. 

45  — ;Para  qué  queréis,  Señor,  que  entre  de  tres  años,  que 
esté  encerrada,  que  no  ande  por  las  calles?  — Porque  los  que 
han  de  recebir  a  Dios  y  tratar  con  El  no  estén  descuidados, 
sino  que  sepan  que  se  han  de  aparejar  con  mucho  cuidado 
para  lo  recebir.  Para  dar  Dios  la  Ley  a  Moisén  y  para 

50  decirla  al  pueblo,  le  manda  Dios  que  tres  días  antes  no  lle- 
guen a  sus  mujeres,  y  otros  muchos  apercebimientos  de  san- 
tidad; ;.  cuánta  más  razón  es  que  se  apareje  aquel  que  ha 
de  recebir  a  Dios  y  tratar  con  El?  Decidme  ahora:  si  hu- 
biésedes  de  echar  un  poco  de  bálsamo  o  otro  licor  muy  exce- 

55  lente  en  un  vaso,  ¿no  miraríades  primero  si  está  sucio  el 
vaso  o  agujereado,  para  que  no  se  perdiese  aquello?  Pues 
si  para  hacer  esto  tanto  examináis  el  vaso,  para  recebir  a 
Dios,  ¿qué  será  razón  que  hagáis? 

— ¿Para  qué  entra  la  Niña  en  el  monesterio?  — Porque 

60  ha  de  venir  día  en  que  ha  de  recebir  en  sus  entrañas  a  Dios. 
Día  ha  de  venir  en  que  lo  ha  de  tratar  con  sus  manos  y  ha 
de  ser  madre  de  El.  No  quiere  Dios  que  sus  cosas  preciadas 
estén  a  vista  de  todos.  Y  si  la  que  estuviera  segura  en  su 
casa  y  en  las  calles  y  plazas  quiere  Dios  que  la  encierren, 

65    ¿qué  hará  a  los  que  somos  aparejados  para  caer? 

— ¿Para  qué  la  encerráis,  Señor?  — Para  que  sea  ejem- 
plo a  hombres  y  mujeres;  para  dar  a  entender  que  si  la 
que  estaba  segura  quiso  Dios  que  se  quitase  de  inconve- 
nientes, que  necesario  es  que  nosotros  los  huigamos.  — ¿Para 

70  qué  la  encerráis,  Señor?  — Para  que  ha  de  venir  un  día  que 
la  han  de  hablar,  y  hase  de  hacer  la  mayor  obra  de  Dios 


31   Lo.  i,  49. 


6¿.     PRESENTACIÓN"  DE  NUESTRA  SEÑO  KA 


98o 


cuando  hablen  a  la  Virgen;  y  para  aquel  día  menester  es 
gran  aparejo.  — ¿Y  para  qué  la  atavían?  — Para  el  día  de 
las  bodas.  — ¡Entra  en  hora  buena,  Señora! 

75  Llévanla  sus  padres  de  tres  años,  y  pusiéronla  en  la 
postrera  grada  del  altar,  que  tenía  quince  gradas  por  don- 
de subían  arriba;  y  subió  con  grande  ligereza.  Si  subió 
por  milagro  o  no,  no  se  dice;  piadosamente  se  puede  creer 
que  acaecieron  tales  cosas  en  esta  Niña  después  que  nació, 

80  que  todos  se  maravillarían,  y  tendrían  puestos  sus  ojos  en 
ella  y  dirían:  "¿Qué  ha  de  ser  de  esta  Niña?"  Porque  de 
creer  es  que  a  la  que  crió  Dios  para  madre  suya,  siempre 
había  de  hacer  grandes  maravillas  con  ella.  Sube,  ofré- 
cenla  sus  padres  a  Dios.  ¡Entre  mucho  en  hora  buena! 

85  Ofrezcamos  con  ella  nuestros  corazones.  La  mejor  ofrenda 
que  nunca  se  ha  ofrecido  ni  ofrecerá  de  pura  criatura  fué 
la  Virgen.  "De  buena  gana  me  la  dais — dice  Dios — ,  de  bue- 
na gana  la  recibo".  Entra  la  Virgen  en  el  monesterio,  no 
entró  llorando  ni  de  mala  gana,  ni  le  pesaba  por  lo  que 

90  dejaba,  aunque  era  niña;  pero  decía  ella:  "No  vean  mis 
ojos  cosas  de  este  mundo.  Por  amor  de  vos  esté  mi  boca 
cerrada;  tenga  yo  silencio,  pues  os  he  de  hablar  a  vos; 
esté  yo  donde  me  manden  todos,  donde  sirva  a  todos  por 
amor  de  vos".  De  muy  buena  gana  entra  a  servir  a  Dios. 

95  Buena  es  para  muro  Entrada  en  el  monesterio,  ¿qué 
esta  Niña  haremos  a  nuestra  hermana  para 

el  día  que  la  han  de  hablar?  ¿Qué 
le  pornemos  para  que  se  enamore  Dios  de  ella?  ¿Qué  le  ha- 
remos?— Si  murus  est,  aedificemus  super  eum  propugnáculo 

100  argéntea.  — La  misma  palabra  divina,  preguntando,  respon- 
de y  dice:  Si  murus  est,  aedificemus,  etc.:  Pues  que  es 
muro,  edifiquemos  sobre  ella  torres  de  plata.  ¿Cómo  la 
llamáis  muro?  ¿Qué  tiene  que  ver  una  niña  de  tres  años 
con  muros?  Los  muros  son  altos,  anchos,  duros  y  profun- 

105  dos,  y  más  si  son  como  los  de  la  tierra  de  promisión,  que 
decían  aquellas  espías  que  enviaron  los  hijos  de  Israel:  Tie- 
nen unas  ciudades  muy  guarnecidas,  unos  muros  hasta  él 
cielo.  — Pues  verdad  dice  Dios,  que  muro  es;  pues  edifi- 
quemos sobre  ella  cosas  que  la  defiendan. 

no  Excelsior  cáelo,  profundior  inferno,  longior  térra,  et 
latior  mari.  Esta  chiquita  de  que  hablamos,  más  alta  es 
que  el  cielo,  más  profunda  que  los  abismos,  más  ancha  que 
la  tierra.  Más  alta  que  el  cielo  en  lo  espiritual.  A  lo  "mejor" 
decimos  "más  alto"  y  grande.  Entre  todas  cuantas  cosas 

115    Dios  crió,  dejada  la  humanidad  de  Jesucristo,  entre  todas 


102    Cant.  8,  g. 
108    Of.  Deut.  3,  5. 

ni    Cf.  lob  11,  S-9.  PSEUDO-AGUSTÍN,  Senil.  208,  1  :  MI.  39,  2130. 


984  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


las  criaturas  puras  no  hay  otra  tan  excelente,  y  así  no  tan 
alta;  que  aunque  es  chiquita,  es  más  que  los  ángeles,  más 
que  los  serahnes.  ¡Benuito  seas,  Señor,  que  ae  nuestra 
generación  nos  diste  esta  Niña,  más  alta  que  el  cielo!  Si 

120  ia  queréis  de  pensamientos,  altísima;  si  la  queréis  de  fun- 
damento, profunda;  si  tenéis  buenos  ojos,  paraos  a  mirar 
esta  Niña,  humildísima  en  sus  ojos,  En  esta  Virgen  no 
hay  cosa  más  excelente  que  su  humildad.  Ella  bien  cono- 
cía las  grandezas  que  Dios  hacía  con  ella,  pero  no  atribuía 

125  nada  para  sí,  m  a  sus  fuerzas,  del  bien  que  tenía.  No  hubo 
criatura  pura  que  tan  de  veras  diese  la  honra  a  Dios  como 
esta  Virgen.  Mirad  si  tiene  buenos  fundamentos. 

¿Fáltale  anchura?  Esta  Virgen  es  muro  de  todo  el  mun- 
do universo,  y  no  solamente  de  éste,  que  es  poco,  sino  de 

130  todos  los  hombres.  Mirá  cuántos  fueron  y  se  murieron,  y 
vinieron  otros  y  otros.  Finalmente,  de  Eva  somos  todos 
hijos  según  la  carne,  y  de  la  Virgen  según  el  espíritu. 
Aítcto  de  Madre,  corazón  de  defensora  tiene  esta  Niña 
para  todos  los  hombres;  mirad  si  ha  menester  ser  larga 

135  para  ser  madre  de  tantos  hijos.  Niña,  ¿de  dónde  tenéis 
vos  manto  para  cubrirnos  a  todos?  ¿De  dónde  alas  para 
abrigar  tantos  pollitos?  ¡Más  ancha  es  que  la  tierra!  Caben 
en  ella  justos  y  pecadores;  los  pecadores  son  perdonados 
por  los  ruegos  de  ella,  y  los  justos  conservados  en  gracia; 

140  [cabe]  quien  no  cabe  en  el  cielo,  más  ancho  que  la  tierra, 
y  cielo  y  ángeles;  que  pues  Dios  entró  en  ella  y  cupo  en 
ella,  ¿no  cabrás  tú,  pecador?  Sancta  et  immacuLata  virgi- 
nitas,  quibus  te  laudibus  efferam  nescio,  quia  quem  caeli 
capere  non  poterant,  tuo  gremio  contulisti.  EL  que  no  cabe 

145  en  los  cielos,  en  tus  entrañas  se  encerró;  bien  cabrás,  pe- 
cador, en  las  entrañas  de  la  Virgen. 

Bendito  sea  Dios,  que  tal  Niña  nos  dió  en  muro,  como  dijo 
Hieremías:  Yo  te  he  dado  hoy  en  columna  de  hierro  y  muro 
de  metal.  Muro  es,  pero  no  es  del  que  dice  Dios  que  son  mu- 

150  ros  fáciles,  muros  de  vidr[i]o.  ¿Quién  son  éstos?  ¡Plega 
a  Dios  que  no  sea  este  que  os  habla!  Sacerdotes,  profetas, 
hombres  recogidos,  gran  queja  tengo  de  vosotros:  Quia  non 
opposuistis  vos  murum  por  la  casa  de  Israel,  para  que  estu- 
viésedes  en  el  día  de  la  batalla  del  Señor.  ¡Cosa  brava!  "Ando 

155  — dice  Dios — buscando  un  hombre  que  se  ponga  entre  mí 
y  los  hombres,  para  que,  si  los  quisiere  castigar,  esté  de  su 
parte;  y  porque  no  lo  hallé,  effudi  indignationem  meam". 
¿Cuándo  es  el  día  de  la  batalla  del  Señor?  Cuando  suben 
nuestros  grandes  pecados  delante  de  su  justicia.  Quiere  Dios 

160   que  cuando  está  enojado  con  el  pueblo,  que  sus  sacerdotes 


145  Brev.  Rom.,  Comm.  Fest.  B.  Ai.  V.,  resp.  1  ad  Mal. 
149   Cf.  Ier.  1,  18.  157    Cf.  Ier.  10,  25. 

153    Cf.  Ez.  13,  5. 


PRESENTACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


985 


le  vayan  a  la  mano,  porque  no  derrame  su  enojo.  Quéjase 
Dios  que  busca  quien  le  vaya  a  la  mano,  y  entre  tantos  no 
halló  uno.  Esos  son  los  muros  de  vidrio,  ésos  son  los  que  no 
tienen  justicia  para  nosotros;  y  si  para  defendernos  nos- 

165  otros  no  la  tenemos,  ¿cómo  la  tendremos  para  los  otros? 
¿Cómo  seremos  poderosos  para  quitar  el  enojo  de  Dios  contra 
su  pueblo?  No  es  la  Virgen  de  esos  muros  quebradizos  ni  de 
los  que  no  pueden  sufrir  un  golpe  por  la  caridad  de  los  pró- 
jimos. Niña  fortísima,  criada  y  endurecida  en  trabajos,  bue- 

170   na  es  para  muro. 

Las  armas  de  la  Vir-     ¿Qué  armas  le  pondremos  para  que 
gen,  amor  y  recogí-    pelee  con  el  Señor,  para  que  lo  ven- 
miento  za?   ¡Norabuena  entre  la  Niña! 

¿Qué  lleváis.  Señora?  Gran  nego- 

175  ció  lleváis,  pelear  con  Dios  y  que  se  amanse  con  los  hombres; 
el  Señor  os  dé  armas.  ¿Qué  armas  lleváis?  ¿Son  riquezas? 
No.  que  todas  las  dejó;  y  cuando  grande,  con  sus  manos  tra- 
bajaba para  comer.  Pues  ¿qué  lleváis?  ¿Hermosura?  Sabía 
ella  que  dice  el  Sabio  que  es  engañadora  la  gracia  y  vana  la 

180  hermosura.  Que  no  es  nada  de  eso.  Pues  ¿qué  lleváis  para 
vencer?  Dígalo  El:  Vulnerasti  cor  meum  in  uno  oculorum 
tuorum,  et  in  uno  crine  colli  tui:  Has  llagado  mi  corazón 
con  uno  de  tus  ojos  y  con  un  cabello  de  tu  cabeza.  Su  gran 
amor,  su  gran  obediencia  y  virtudes  herían  al  Señor.  Los 

185  días  de  nuestra  Señora  habíamos  de  confesarnos  y  comul- 
garnos y  dar  muchas  alabanzas  a  nuestra  Señora,  en  señal 
que  en  estos  días  nos  hace  Dios  mercedes  por  sus  ruegos. 
¿No  creéis  que  a  los  que  se  aparejaren  estos  días  les  hará 
Dios  grandes  mercedes,  pues  que  tanto  ama  a  esta  bendita 

Í90   Señora  Virgen? 

¿Qué  le  pondremos  a  la  Niña?  ¿Qué  armas  le  daremos 
para  que  pelee  con  Dios,  y  aun  para  que  lo  venza?  Herido 
has  mi  corazón,  esposa  mía.  con  uno  de  tus  ojos  y  con  un 
cabello  de  tu  cabeza.  ¡Bendito  seáis  vos.  Señor!  ¿Tan  tier- 

195  no  sois,  que  con  miraros  os  hieren,  y  tan  flaco  que  con  un 
cabello  os  atan?  ¿Qué  nos  queréis  decir.  Señor,  sino  aue  te- 
néis los  brazos  y  el  corazón  aparejados  para  recebirnos? 
¿Qué  cosa  más  tierna,  que  con  mirarlo  es  herido?  Veis  aquí 
las  armas  con  que  pelea  la  Virgen.  ¿Qué  será  este  ojo,  no 

200  dos?  Inclina  tu  oreja,  dice  Dios.  No  dos  orejas;  no  es  más 
de  una.  Unum  est  necessarium,  un  amor,  una  intención  no 
mezclada.  Este  es  el  ojo  de  que  en  otra  parte  dijo  el  Señor: 
Si  tu  oio  fuere  simple,  todo  tu  cuerpo  será  rfsvlandeciente . 
¡Ay  dolor,  cuán  lejos  estaba  el  corazón  de  la  Niña  que  le  di- 

205  jesen:  Tu  vino  se  ha  mezclado  con  agua,  y  tu  oro  se  ha  vuelto 


180  Prov.  31,  30. 
183    Cant.  4,  9' 


200  Ps.  44,  11 
203    M"t.  6,  23. 


986 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


en  escoria!  El  vino  de  la  Virgen,  su  intención  es;  ojo  no  tor- 
cido, no  mezclado,  No  quería  ella  que  se  hiciese  su  voluntad, 
sino  la  de  Dios.  "Cúmplase  vuestra  voluntad;  no  [se  haga] 
cuenta  de  mí.  sino  de  vos;  vea  yo  vuestra  voluntad  cumpli- 

210  da".  Ama  la  Virgen  a  Dios  y  a  sí  por  Dios  y  el  provecho  de 
los  hombres.  Este  era  el  ojo  de  la  Virgen,  ojo  claro;  quien  a 
Dios  ama,  amará  al  prójimo  bien.  Herido  me  has  con  uno  de 
tus  ojos.  No  hay  cosa  con  que  más  aina  se  alcance  Dios  que 
con  amor;  no  sabe  Dios  defenderse  del  corazón  que  le  ama; 

215  porque  no  quiere.  No  hay  ballesta  que  tan  presto  hiera. 
¡Niña  y  tanto  amor!  Cristo  dice:  Adonde  está  tu  tesoro,  ahí 
está  tu  corazón.  Si  el  ojo  es  derecho,  el  cabello  no  es  más 
de  uno;  porque  si  la  intención  es  derecha  a  Dios,  no  hay  más 
de  un  pensamiento;  todo  se  emplea  en  Dios.  ¿Qué  tal  es  tu 

220  tesoro?  Tesoro  de  lodo  y  de  carbones  si  lo  has  puesto  en  la 
tierra,  carne  y  vanidad,  o  en  el  viento  de  la  honra,  ¡ruin 
tesoro!  Donde  está  lo  que  amas,  allí  está  tu  corazón. 

— ¿Qué  haré,  padre,  que  me  siento  a  rezar  y  estoy  seco 
como  un  palo  sin  devoción?  — Hermano,  mirad  que  a  lo  que 

225  amáis  se  va  vuestro  corazón;  poned  vuestro  tesoro  en  el  cie- 
lo, y  vuestro  corazón  se  irá  tras  lo  que  amáis.  Si  el  amor 
está  enlodado,  ¿cómo  tendréis  el  espíritu  recogido? 

¡La  Niña,  un  amor!  ¡Quién  te  viera  cantar  los  psalmos 
con  mayor  espíritu  que  el  mismo  David,  que  los  compuso! 

230  Quid  mihi  est  in  cáelo?  ¿Qué  tengo  yo,  Señor,  en  el  cielo; 
y  de  ti,  qué  quiero  sobre  la  tierra?  ¡Dios  es  mi  ración!  Una 
cosa  quiere  Dios,  que  mi  ración  sea  de  amor  puro;  y  porque 
no  tenía [s]  más  de  un  Dios,  no  tenías  más  de  un  amor.  En 
Dios  pensaba  cuando  comía  y  cuando  hablaba;  dondequiera 

235  que  anduviese,  siempre  andaba  pensando  en  Dios.  De  lo  cual 
los  ángeles  admirados,  decían:  Quae  est  ista,  quae  ascendit 
de  deserto?  Señor,  vergüenza  me  cae  de  decir  estas  palabras; 
mas  quítese  esta  vergüenza  con  ver  que  esta  que  tan  bien 
oraba  es  carne  de  nuestra  carne.  ¿Quién  es  esta  que  sube 

240  del  desierto  como  varita  de  humo?  ¿Qué  tal  seria  la  ora- 
ción de  la  Virgen,  pues  se  maravillan  los  ángeles?  ¿Quién  es 
esta  que  sube  como  humo?  Humo,  no  de  leña  verde  ni  que 
hace  llorar,  como  el  de  las  nuestras;  que  pedimos  venganza 
de  nuestros  enemigos  y  cosas  de  tierra;  ése  es  humo  que 

245  hace  llorar;  no  es  vara  que  sube  arriba,  sino,  como  es  tierra, 
en  la  tierra  se  queda. 

— Pues  ¿qué  tal  es  la  de  la  Virgen?  Ex  aromatibus 
myrrhae.  Humo  de  encienso,  de  menjuí,  y  de  estoraque,  y  de 
odorífera  poma;  tales  eran  los  pensamientos  de  la  Virgen. 


20Ó     Is.   I.  zz. 

217    Mt.  6,  21. 

¡$ji    Of.  Ps.  72,  2.S. 


237   Caut.  8, 
248    Cant.  3,  6. 


'Kl.sl  \  I  K  ION    Ul.   M  I 


250  San  Bernardo:  "Algunos  tienen  acto  de  oración  y  no  vida 
de  hombres  que  oran."  De  todo  polvo  que  huela  bien  ha  de 
ser  la  oración  buena;  acompañada  de  buenas  obras  de  cari- 
dad, de  ayunos  y  de  diciplinas.  Porque  ¿qué  aprovecha  un 
rato  llorar,  si  lo  demás  es  parlar?  ¿Qué  aprovecha  que  ten- 

255  gas  un  rato  de  oración  de  noche,  si  el  día  lo  gastas  en  risas 
y  vanidades?  Esa  vida  no  es  de  hombre  que  ora,  porque  el 
que  verdaderamente  ha  de  orar,  hase  de  guardar  todo  el  día 
no  ofenda  a  Dios  y  ha  de  andar  siempre  pidiendo  a  Dios 
nuestro  Señor:  "¡Dadme  más  de  vuestro  conocimiento!"  Por- 

260  que,  ¿cuándo  seréis  rico, -si  no  juntáis  la  blanca  de  hoy  con 
la  de  mañana  y  de  ayer  y  la  guardáis  muy  bien? 

De  aquí  nace  aprovechar  tan  poco  los  hombres  en  el  es- 
píritu en  tanto  tiempo.  Y  el  mismo  San  Bernardo  dice:  "Más 
gente  hallarás  que  de  mala  se  torne  a  buena  que  de  buena 

265  en  mejor".  Parécenos  que  estamos  seguros  con  no  cometer 
pecados  mortales;  despiértanos  Dios  para  que  le  sirvamos, 
y  no  ha  acabado  de  despertarnos,  cuando  nos  tornamos  a  dor- 
mir y  caer  en  nuestras  flojedades.  Oración  tenía  la  Virgen, 
y  vida  conforme  a  ella,  porque  la  que  sale  de  corazón  des- 

270  cuidado,  abajo  se  va.  Pues  tiene  la  Virgen  su  pensamiento 
tan  recogido,  buena  es  para  pelear,  pues  tiene  armas  para 
vencer  a  Dios;  agora  entremos  en  la  pelea. 

Vence  la  Virgen  a  Quien  quisiere  ver  justas  y  correr  to- 
Dios  en  la  oración    ros>  véalo  en  buena  hora.  Quien  qui- 

275  siere  ver  grandes  escuadrones  de  gen- 

te y  derramar  sangre,  véalo;  no  parezca  bien  otra  cosa  a  mis 
ojos  sino  aquella  guerra:  ver  una  Niña  de  tres  años;  de  una 
parte,  una  doncella  encerrada;  y  de  otra,  Dios.  ¡Oh  juego 
tan  bienaventurado,  y  quién  viera  la  Niña  luchar  con  Dios, 

280  harto  mejor  que  el  patriarca  Jacob!  Mas  éste  no  luchó  más  de 
una  noche  y  con  un  ángel;  pero  hízolo  cuerdamente,  que 
para  haber  de  luchar  echó  a  sus  mujeres,  y  pastores,  y  ga- 
nado, y  bestias  por  delante;  hízolos  pasar  el  río,  y  él  que- 
dóse solo  de  la  otra  parte,  aparejado  para  bien  luchar.  ¿Que- 

285  réis  vos  bien  orar?  Echad  delante  de  vos  todo  lo  que  os  im- 
pide; decid  a  todos  los  negocios:  "Apartaos  de  mí,  que  voy 
a  negociar  con  Dios".  Y  si  es  desacato  a  un  rey  o  señor  es- 
tando hablando  con  él  volveros  a  otras  cosas,  ¿qué  será,  es- 
tando hablando  con  Dios,  andar  con  los  pensamientos  acá 

290  y  acullá?  Jacob  una  noche  sola,  y  solo,  luchó;  luchó  la  Vir- 
gen, más  recogido  el  corazón.  Aparejado  luchó  Jacob,  pero 
más  aparejada  la  Virgen.  Y  así  dice  el  Esposo:  Hortus  con- 
clusus.  Huerto  cerrado,  esposa  mía,  amiga  mía,  huerto  en- 
cerrado; cercado  el  cuerpo  en  el  monasterio,  encerrados  los 

265   San  Bernardo,  F.p.  cyS  :  ML  182,  22Q. 

2S1    Cf.  Gen.  32.  25.  294    Cant.  4,  12. 


btkMONth.   CICLO  SANTORAL 


295    ojos  y  orejas  y  encerrados  los  pensamientos  dentro  de  sí. 
¡Quién  viera  la  Niña  levantarse  de  noche  a  escuras,  y  sen- 
tarse a  un  rinconcito  y  comenzar  con  su  corazón  a  combatir 
a  Dios!:  Domine,  si  inveni  gratiam  in  oculis  tuis,  dimitte  eis. 
Sí,  que  Moisén  así  oraba;  pero  ¿qué  va  de  oración  a  oración? 

300  Buena  la  de  Moisén,  mejor  la  de  la  Virgen.  Señor,  si  hallé 
gracia  delante  de  ti,  haz  esta  misericordia  con  los  hombres, 
remedia  las  almas  que  estén  perdidas.  Venga,  Señor,  el  Cor- 
dero, venga  el  Deseado  de  las  gentes.  Remédianos,  Señor; 
venga  el  agua  que  empreña  la  tierra.  Rogaba  la  Virgen  al 

305  Señor  que  enviase  a  su  Hijo  para  ser  sierva  de  la  que  fuese 
su  Madre;  quería  ella  ser  sierva,  y  era  la  Madre.  ¡Quién 
viera  qué  respuesta  le  daba  Dios! 

Gusanillo  eres,  hormiga  eres  que  andas  por  la  tierra,  y 
está  la  Virgen  rogando  por  ti  en  el  cielo:  "Señor,  miseri- 

310  cordia  para  aquel  que  me  llamó  y  perdón  para  aquel  que  se 
encomendó  a  mí".  — "¿No  veis  que  éste  ha  hecho  tal  pe- 
cado y  merece  castigo?"  Ese  es  el  golpe:  "No  merece  ese 
hombre  misericordia".  Esos  son  los  golpes  que  la  justicia 
de  Dios  da  a  quien  se  pone  a  rogar  por  otro. 

315  — ¡Quién  os  viera  replicar!  ¿Qué  réplica  tenéis?  — "Se- 
ñor, ¿vengo  yo  delante  de  vos  a  alegar  de  justicia  o  a  pedir 
misericordia?  Bien  veo  que  merece  castigo;  mas  pídoos  yo 
misericordia,  Señor:  o  borradme  del  libro  de  la  vida  o  per- 
donad a  éste".  Si  tuvo  caridad  Moisén  para  pedir  esto  a 

320  Dios,  ¿no  la  tendrá  la  Virgen?  "Venga  la  maldición  de  la 
pena  sobre  mí,  y  sobre  ellos  vuestra  bendición;  yo  os  ofrezco 
mi  vida  y  salud;  castigadme  a  mí  y  perdonad  a  ellos;  yo  os 
ofrezco  mi  honra:  tratadme  como  quisiéredes,  y  sed  piadoso 
a  estas  piadosas  entrañas".  ¿No  creeré  yo  esto  de  vuestras 

325  entrañas,  pues  las  tenéis  más  piadosas  que  las  de  Moisén, 
y  pedía  él  esto  a  Dios?  ¿No  creeré  yo,  Señora,  que  te  apia- 
darás de  los  pecadores,  que  te  crió  Dios  para  ellos?  Mil  veces 
ofrecía  la  Virgen  su  vida  por  los  hombres.  Si  anduviésemos 
con  la  boca  por  el  suelo  por  amor  de  ella,  era  poco;  si  la 

330  amásemos  y  derramásemos  sangre,  y  perdiésemos  la  vida 
por  ella,  era  poco.  ¿Qué  ofrecéis,  Señora,  por  los  hombres? 
¿Vuestra  vida?  Poco  es:  otra  vida  ofreció  ella  que  amaba 
mucho  más  que  la  suya.  ¡Dente  gracias  los  hombres!  Sabía 
ella  que  la  voluntad  de  Dios  para  que  el  mundo  se  remediase 

335  era  que  muriese  el  Hijo.  — "¡Que  muera  mi  Hijo,  pues  que 
vos,  Padre,  lo  queréis!"  — ¿Qué  sentirías  con  dolor  de  Ma- 
dre? — "Hágase,  Señor,  vuestra  voluntad".  — ¡Qué  te  de- 
bemos! Quien  supiere  estimar  qué  tanto  amaba  la  Virgen  a 
Jesucristo,  éste  sabrá  estimar  cuánto  la  debemos. 


298  Cf.  Ex.  34,  9. 

303    Cf.  Is.  16,  1  ;  Ag.  2,  8. 

319    Cf.  Ex.  32,  32- 


O.v     PRESEN  1  ACIÓN  Dt  NUESTRA  SEÑORA 


989 


340  Así  oraba  la  Virgen  al  Señor:  "Señor,  si  el  mundo  me- 
rece castigo,  venga  sobre  mí,  y  haced  en  ellos  misericordia". 
San  Bernardo  dice:  Tepida  est  omnis  oratio,  quam  non 
praecedit  inspiratio.  Testigos  hartos  habrá  de  esto  aquí; 
fría  es  toda  oración  cuando  no  la  mueve  inspiración  del 

345  Espíritu  Santo;  órase  fríamente  cuando  no  viene  primero  el 
soplo  santo.  San  Pablo:  El  Espíritu  pide  por  nosotros  con 
gemidos  que  no  se  pueden  contar.  Y  otra  vez  San  Pablo: 
El  Espíritu  Santo,  que  está  dentro  de  nosotros,  nos  enseña 
a  orar;  hácenos  reventar  el  corazón,  que  muchas  veces  no 

350  sabe  el  hombre  por  qué  llora.  Pide  el  Espíritu  Santo  con 
gemidos  que  no  se  pueden  contar,  ni  el  mismo  que  los  da  no 
los  entiende.  No  se  os  dé  nada  que  no  los  entendáis,  que 
aquel  Dios  que  os  los  inspira  los  entiende  y  hace  que  pidáis 
conforme  a  lo  que  El  quiere.  ¡Qué  tales  serían,  Virgen, 

355  vuestras  oraciones,  pues  eran  movidas  por  el  Espíritu  Santo! 
Pues  si  el  mesmo  Dios  la  enseñaba  a  orar,  claro  está  que 
oiría  las  oraciones  de  la  Virgen.  Alcanzó  con  Dios  más  que 
Jacob,  más  que  Moisén.  ¿Qué  pide  Moisén  a  Dios?  "Señor, 
que  tengáis  las  manos  quedas;  que  no  castiguéis  este  pue- 

360  blo".  En  fin,  por  aquel  tiempo  ató  las  manos  a  Dios  para 
que  no  castigase  a  su  pueblo,  y  la  Virgen  átale  las  manos 
con  sus  oraciones  para  que  aparte  su  ira  y  enojo  de  los 
hombres.  Un  hombre  santo,  ¡qué  alcanza  de  Dios!  Si  quiere 
quitar  la  hambre  del  mundo,  dícele:  "Señor,  suplicóos  no 

365  enviéis  hambre  al  mundo  por  vuestra  misericordia.  Aquel 
que  está  con  dolores,  quitádselos,  Señor,  quitadle  aquellas 
penas".  Señora,  ¿qué  alcanzaréis  vos?  "¡Señor,  que  quitéis 
los  dolores!"  Alcanza  que  reciba  El  penas  y  dolores  por  los 
hombres.  A  la  priesa  de  las  oraciones  de  la  Virgen  responde 

370  Dios.  Tráelo  de  los  cielos  a  la  tierra,  entra  en  su  vientre, 
ármale  de  unas  armas  y  carne  tan  delicada,  que  le  fatiga  la 
hambre  y  la  sed  y  el  cansancio,  y  le  punzan  las  espinas, 
dándole  cinco  mil  y  tantos  azotes;  ¡y  El  que  tenga  las  manos 
quedas  y  que  calle,  y  le  hinchan  de  dolores  y  que  diga  El  al 

375  Padre:  ¡Perdónalos,  Señor!  ¿Quién  puede  alcanzar  delante 
de  Dios  negocio  tan  grande?  Mediante  las  oraciones  de  la 
Virgen.  Dice  Dios:  Mujer,  grande  es  tu  fe;  hágase  como  tú 
quieres. 


Si  contra  Deum  fortis  fuisti,  quanto  magis  contra  ho- 


380  mines?  Iba  Jacob  medroso  de  su  hermano  Esaú.  Jacob, 
habéis  luchado  con  el  Señor,  fuerte  contra  Dios,  ¿cuánto 
más  lo  seréis  contra  vuestro  hermano?  Virgen,  ¿quién  se 


343  San  Bernardo,  De  diligencio  Deo,  c.  7,  22  (ML  182,  987)  : 
iNon  dubium  tamen  quod  tepida  sit  omnis  oratio,  quam  non  praeve- 
nerit  inspiratio». 


347  Rom.  8,  26. 
375    Le-  23»  24. 


990  SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


pondrá  delante  de  tu  poder?  ¿A  quién  no  vencerás,  pues  a 
Dios  has  vencido?  De  ahí  nace  que  los  demonios  tiemblan 
385  de  la  Virgen,  huyendo  de  ella  en  nombrándola;  es  espan- 
table su  nombre  contra  ellos.  El  perseguido  del  demonio 
recurra  a  la  Virgen  con  fe,  que  luego  será  librado  de  él. 
Uno  de  los  principales  remedios  contra  el  demonio  es  re- 
currir a  la  Virgen. 

390    ¡La  humildad  de    ¿Qué  os  espantáis  que,  estando  con 
María!  aquellas  doncellas,  las  prevaleciese  a 

todas  y  se  enseñorease  de  ellas?  La 
que  tales  lágrimas  derramaba,  ¿qué  conversación  os  pa- 
rece que  tendrá?  ¿Qué  alegría  mostrará  en  el  rostro,  que 

395  aun  acá  un  hombre  cuando  sale  de  la  oración  en  la  cara 
se  lo  veréis  ?  Esposas  de  Cristo,  devotas  de  la  Virgen,  nin- 
guno vió  a  la  Virgen  enojada.  Y  aunque  no  mostrase  el 
enojo  en  la  cara,  no  entendáis  que  se  iba  al  rincón  a  enojar, 
que,  aunque  disimulaba  por  de  fuera,  tenía  enojo  en  su  co- 

400  razón.  Aprended  de  mi — dice  el  Señor — ,  que  soy  manso  y 
humilde  de  corazón.  Tal  lo  tenía  la  Virgen,  mansa,  blanda 
con  todos,  buscar  el  lugar  postrero;  ¡no  sería  abadesa!  Dios 
nos  dé  su  gracia  para  que  entendamos  esto. 

Ruegan  el  Hijo  que  sea  rey;  no  quiere  y  vase  huyendo; 

405  no  le  hallaron.  — ¿Por  qué  no  queréis  ser  rey?  ¿Podrán  os 
por  ventura  engañar  o  torceréis  la  justicia?  ¿Por  qué  no 
queréis?  ¿Cairéis  por  ventura  en  pecado?  — No.  — Pues 
¿por  qué  huís  de  la  cosa  tan  segura?  Huye  el  Señor  de  las 
dignidades  para  darnos  a  entender  que  si  el  que  estaba  tan 

410  seguro  huyó,  que  el  malaventurado  gusano  huya  de  las  oca- 
siones. El  enfermo  que  hiciere  del  sano:  "No  me  hará  mal 
el  sol  ni  el  aire;  bien  puedo  comer  de  lo  que  quisiere,  que 
ya  estoy  bueno";  el  enfermo  que  se  quiere  tratar  como  sano, 
presto  tornará  a  caer,  y  la  experiencia  le  dará  a  entender 

415  cómo  era  enfermo  y  no  sano.  Juicio  durísimo — dice  Dios — 
será  hecho  a  los  que  tienen  mando,  cuanto  más  si  se  dan 
dineros  por  ello. 

— Vended[me]  vuestro  regimiento,  vuestra  veinticuatría. 
— ¡Loco!,  ¿dónde  están  tus  ojos?  Ves  una  motica  en  tu 

420  viña  y  en  tu  olivar,  tienes  tanta  cuenta  en  tus  dineros,  y 
en  tu  salud  tienes  tanta  vigilancia  que  andas  mirando: 
"Esto  me  dañará,  estotro  me  aprovechará",  aun  en  las  co- 
sas muy  livianas,  ¿y  en  lo  que  toca  a  tu  ánima  tanto  des- 
cuido? ¡Ves  una  motica  y  no  ves  un  monte  muy  grande! 

425  Lastimera  cosa  es  ver  unos  hombres  tan  astutos,  que  en 
cosas  hay  que  bastan  a  partir  un  cabello,  y  tan  necios  en 
lo  que  tanto  les  va.  ¿Qué  cosa  hay  más  necia  que  decir: 


401    Mt.  11,  29. 
105    Cf.  lo.  6,  15. 


416   Cf.  Sap.  6,  5. 


6t,.     presentación  DE  XUKSTKA  SEÑORA 


991 


"Toma  dineros  porque  me  juzgue  Dios  con  juicio  duro"? 
Porque  ¿qué  es  decir:  "Vended [me]  vuestra  veinticuatría", 

430  sino  en  buen  romance:  "Toma  mil  ducados  porque  me  deis 
con  que  vaya  al  infierno"?  ¿No  te  contentas,  ¡triste  de  ti!, 
con  juicio  duro,  sino  que  a  tu  costa  quieres  comprar  juicio 
durísimo  porque  tomas  oficio  que  no  mereces? 

La  Virgen  persecuciones  pasó;  pero  léese  de  ella  que  es- 

435  taba  alegre  en  las  persecuciones.  Una  Virgen  con  tanta 
lumbre  en  el  entendimiento,  tanta  fuerza  en  la  voluntad, 
tanta  humildad,  ¿qué  mal  os  estuviera,  Virgen,  que  en  este 
mundo  os  mostrárades,  pues  que  tan  segura  estábades  de 
caer?  Llegaos  que  haga  milagro.  Hacen  milagros  santos  que 

440  están  tan  lejos  de  la  Virgen  como  el  cielo  de  la  tierra,  ¿por 
los  santos  chiquitos  tantos  milagros,  por  vuestra  Madre  no? 
Sospecho  que  se  echaba  la  Virgen  a  los  pies  de  su  Hijo, 
porque  en  esta  vida  no  hiciese  nada  por  ella,  por  la  gran- 
deza de  la  humildad  que  tenía.  Rogaba  ella  esto  a  su  Hijo: 

445  "No  me  conozcan,  no  haga  cosa  que  suene  a  gloria  ni  hon- 
ra". Bien  conocíais  vos  nuestra  flaqueza,  que  somos  amigos 
de  nuestro  daño,  de  lugares  altos.  "Dejáme  que  tengo  de  ser 
dechado  de  mucha  gente  que  después  de  mí  han  de  venir; 
tengo  de  ser  dechado  de  casadas,  viudas  y  doncellas,  para 

450  darles  ejemplo  que  amen  el  lugar  postrero;  aunque  lo  pu- 
diera hacer  a  mí  salvo,  no  quiero".  ¡La  humildad  de  la  Vir- 
gen, la  esclava  del  Señor!  Y  así  creo  que  la  primera  sería 
en  obedecer,  y  que  tomaría  la  escoba  para  barrer,  y  siempre 
haría  los  oficios  más  bajos. 

455  ¡Oh,  quién  viera  a  esta  Virgen  cómo  .trataba  a  aquellas 
que  tenía  en  su  compañía?  ¿Qué  doncella  se  llegó  a  esta 
doncella  que  fuese  desconsolada?  Cuando  alguna  estaba  des- 
consolada y  se  venía  a  ella,  cómo  rogaba  a  Dios:  "¡Spñor, 
remedio!  No  venga  a  mí  esta  desconsolada  en  balde".  ¿Quién 
460  '  se  llegó  a  ti  que  no  le  fuese  bien  de  ello?  No  es  mucho  que 
fuese  fuerte  para  los  hombres  la  que  lo  fué  con  Dios,  y  así 
creo  que  tenía  presos  los  corazones  de  todos.  Sacada  del 
monasterio,  cásanla;  casada,  virgen  vivió  todos  sus  días. 
¿Creéis  que  cuando  vivía  en  el  monasterio  de  las  vírgenes 
465  la  querían  bien?  ¿Creéis  que  alcanzaba  mercedes  de  Dios 
para  ellas?  De  creer  es,  pues,  que,  estando  tan  lejos  de  nos- 
otros, hay  tantos  que  la  quieren  bien. 

Señal  de  predestina-  Preguntóos  que  me  digáis:  ¿Cuán- 
ción,  tener  gran  devo-  tos  corazones  de  cristianos  hay 
470  ción  a  la  Virgen  ahora  que  pasarían  muerte  por  la 
honra  de  la  Virgen?  ¡Esto  es  ver- 
dad! ¿Qué  es  eso?  ¿Cómo  queremos  tanto  a  la  Virgen? 
¿Cómo  hay  tanta  gente  que  la  ama  y  qup  tiene  a  María 


|5i    Le.  i, 


992  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 

escrita  en  su  corazón?  Señora,  si  pudieron  tus  virtudes  pren- 
475   der  el  corazón  de  Dios,  ¡qué  mucho  que  prendan  el  de  los 
hombres!  Tu  cuello,  Iglesia  es,  como  turris  David,  mille 
clypei  pendent  ex  ea,  omnis  armatura  fortium.  ■ — ¿Quién 
es  la  cabeza?  — Cristo.  — ¿Quién  es  el  cuerpo?  — La  Iglesia. 
— ¿El  cuello,  quién?  — La  que  traba  con  sus  oraciones  el 
480   cuerpo  con  la  cabeza,  medianera  entre  Dios  y  los  hombres, 
más  alta  que  nadie;  y  cerca  de  Dios  en  bondad  y  alteza  y 
cerca  de  nosotros  por  misericordia;  más  alta  que  nadie,  pero 
más  baja  que  todos  en  sus  ojos.  El  cuello  de  la  Virgen  torre 
es:  Collum  tuum  sicut  turris  ebúrnea.  En  este  cuello  mil  es- 
485  cudos  penden,  donde  se  arman  los  fuertes  y  a  ella  se  acogen 
los  flacos. 

¡Qué  cosa,  y  cosa!  ¡Cuántas  doncellas  ha  habido  que  les 
rogaba  el  mundo  con  casamientos  ricos  y  estados,  y  preva- 
leció tanto  en  ellas  el  amor  de  la  Virgen,  que  lo  desecharon 

490  todo  y  dijeron:  "Por  amor  de  la  Virgen  yo  prometo  a  Dios 
y  a  ella  virginidad" ! :  Adducentur  Regí  virgines  post  eam. 
¡En  hora  buena  ella  fué  virgen  y  en  hora  buena  entró  en  el 
monasterio!  Serán  traídas  al  Rey  muchas  vírgenes  después 
de  ella,  por  amor  de  ella,  por  querer  seguir  su  virginidad. 

495  Quien  tiene  guerra  con  su  carne,  sepa  que  en  ella  se  arman 
los  fuertes,  y  vénzala  con  el  amor  de  la  Virgen. 

Si  sois  flacos  para  ayunar  sus  vigilias,  que  os  hagáis 
fuerza.  ¡Cuántos  mártires  por  el  esfuerzo  de  esta  mártir 
fueron  mártires,  acordándose  del  sufrimiento  que  ella  tuvo 

500  ante  la  cruz,  y  decían:  "Quiero  tener  paciencia  en  mi  trabajo, 
pues  que  esta  Virgen  tanta  tuvo  en  los  suyos"!  ¡Cuántas 
madres  se  consolaron  en  la  pérdida  de  sus  hijos  acordándose 
del  Hijo  que  esta  Virgen  vió  morir  ante  sus  ojos!  ¡Y  cuántos 
pobres  se  consolaron  en  su  pobreza  y  trabajos!  ¡Cuántos 

505  perdonaron  sus  injurias  porque  la  Virgen  perdonó  a  quien 
mataba  a  su  Hijo!  Para  sufrir  y  perdonar  y  ser  vírgenes 
hay  ejemplo  en  la  Virgen. 

Señora,  ¿y  los  flacos  no  hallaremos  algún  remedio  en 
vos  para  nuestra  flaqueza?  Si  la  carne  te  tienta,  llama  a 

510  María.  ¡Bendito  sea  Dios!  ¿No  habéis  mirado  esta  mara- 
villa: un  hombre  y  una  mujer  que  tienen  tal  virtud,  que, 
mientras  más  los  amáis,  sois  más  casto?  ¿Quién  pegó  cas- 
tidad en  el  corazón  de  un  hombre  amando  mucho  a  una 
mujer?  Pues  veis  aquí  una  Virgen  que,  mientras  más  un 

515  hombre  se  enamora  de  ella,  será  más  casto.  Dió  Dios  una 
carne  a  Jesucristo  y  a  la  Virgen  (que  toda  es  una)  virginal, 
que  basta  para  santificar  otras  carnes.  La  mujer  que  se 
enamora  de  Jesucristo,  por  el  mismo  será  casta,  y  mientras 
más  de  El  se  enamorare,  más  casta. 


477    Cf.  Cant.  4,  4.  485    Cant.  7,  4.  491    Ps.  44,  15. 


6Í.     PRESENTACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


993 


520  Unico  remedio  contra  las  tentaciones  de  la  carne,  recebir 
con  limpieza  el  cuerpo  de  Jesucristo.  Decirme  héis:  Los 
flacos  y  personas  que  reciben  mucho  al  Señor,  ¿por  qué  no 
son  castos?  — Porque  no  reciben  bien  el  cuerpo  de  Jesu- 
cristo; porque,  si  bien  lo  recibiesen,  no  dejarían  de  tener 

525  limpieza.  De  Adán  nos  vino  la  suciedad  de  su  carne;  pues 
más  limpia  es  la  carne  de  Jesucristo  que  sucia  la  de  Adán; 
y  si  bien  la  recibiésemos,  más  nos  limpiaría  que  nos  ensució 
la  otra,  sino  que  la  recebimos  mal. 

— ¿Qué  haré,  que  soy  tentado  de  la  carne?  — Ten  a  la 

530  Virgen  por  abogada,  que  huele  a  encienso  muy  bien,  que  en 
las  plazas  derramó  su  olor.  La  Virgen  huele  a  mirra  que 
mata  los  gusanos,  que  es  significada  por  la  castidad,  que 
mata  los  gusanos  de  la  suciedad;  porque  si  fueres  devoto 
de  ella,  sentirás  deshacerse  las  tentaciones,  como  la  cera 

535  delante  del  fuego.  Llama  a  la  Virgen  y  dile:  "Señora,  porque 
os  hago  servicio,  yo  pelearé  con  amor  contra  amor;  contra 
el  amor  de  mi  mala  carne,  con  el  vuestro". 

Y  la  Virgen  tiene  armas  para  flacos  y  tentados  de  des- 
esperación. San  Bernardo:  "En  todas  tus  necesidades  y 

540  trabajos  llama  a  María,  que  si  contra  Dios  pudo,  ¿no  po- 
drá contra  tus  enemigos?  Y  si  caminas  por  el  mar  tempe- 
tuoso  de  este  mundo,  mira  al  norte,  mira  a  María;  aquel 
sólo  no  la  llame  que  la  llamó  en  sus  necesidades  de  todo 
corazón  y  no  le  socorrió". 

545  ¿Pensáis  que  es  ser  devotos  de  la  Virgen,  cuando  nom- 
bran a  María,  quitaros  el  bonete  no  más?  Más  hondas 
raíces  ha  de  tener  su  devoción,  que  así  dice  nuestro  Redemp- 
tor:  In  electis  meis  mitte  radices:  — ¿Qué  raíces?  — Una 
gran  devoción  de  corazón  con  la  Virgen;  y  quien  ésta  no 

550  tiene,  no  descanse  hasta  que  la  halle.  Una  de  las  señales  de 
los  que  se  han  de  salvar  es  tener  gran  devoción  a  la  Vir- 
gen. En  mis  escogidos,  Madre,  echa  raíces.  — ¿Cómo  al- 
canzaré esta  devoción?  — '¿Cómo  sus  padres,  que  eran  tan 
estériles,  la  alcanzaron  a  ella  de  Dios?  Tan  estéril  es  vues- 

555  tro  corazón  como  sus  padres  lo  eran  para  alcanzar  tal  Hija. 
¿Pues  cómo  la  hubieron?  Con  ayunos  y  lágrimas,  y  oracio- 
nes, y  guardando  muy  bien  la  ley  de  Dios;  y  en  pago  de 
esto  les  dió  Dios  a  María.  — ¿Qué  haré  para  tener  devoción 
con  la  Virgen?  —¿No  le  tenéis  devoción?  Harto  mal  tenéis; 

560  harto  bien  os  falta;  más  querría  estar  sin  pellejo  que  sin 
devoción  de  María.  En  mis  escogidos  echa  raíces.  —¿Qué 
haré  para  alcanzar  esto?  — Que  deis  limosnas.  Que  cuando 

531   Cf.  Eccli.  24,  19-20;  Cant.  1,  3, 

535   Ps.  67,  3.   

544    Cf.  San  Bfrxardo,  Siipcr  tMissus  estt,  hom.  2,   17  i  SEL 
183,  70  s. 

548   Eccli.  24,  13. 

B.Avila  2  32 


994 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


veis  una  hija  de  vuestro  vecino  que  por  necesidad  se  ha  de 
perder,  que  digáis:  "Quiero  meter  esta  doncella  monja  o  ca- 
565  sarla  por  amor  de  la  Virgen.  Quiero  ayunarle  los  sábados, 
sus  vigilias,  a  pan  y  agua,  o  como  pudiéredes;  quiero  rezar 
este  rosario  por  su  amor".  Que  tal  es  el  amor  de  esta  Se- 
ñora, que,  aunque  derraméis  la  sangre,  es  bien  empleado 
por  ella. 

570  Ten  delante  del  Padre  a  su  Hijo,  y  delante  del  Hijo 
a  su  Madre.  Ofrece  el  Hijo  al  Padre,  y  di:  "Señor,  ofréz- 
coos  lo  que  me  distes;  por  sus  llagas  habed,  Señor,  compa- 
sión de  mí".  Si  tuvieres  devoción  en  aquellas  llagas  y  la[s] 
ofrecieres  a  su  Padre  con  fe  que  te  ha  de  oír,  gran  bien 

575  tienes.  Porque,  si  no  te  aprovechares  de  Jesucristo  y  de  sus 
trabajos,  contárseos  ha  a  gran  ingratitud;  que  los  benefi- 
cios hechos  a  los  desagradecidos,  por  perdidos  se  cuentan. 
Dios  murió  por  ti,  y  no  lo  sientes  y  no  te  aprovechas  de 
ello;  tanto  es  de  tu  parte  como  si  no  muriera;  antes  será 

580  para  gran  daño  tuyo,  que  te  serán  demandados  sus  traba- 
jos muy  terriblemente,  sino  decir:  "Padre,  mucho  te  debo, 
por  tu  Hijo  me  haz  esta  merced". 

Así  como  el  Padre  nos  dió  grandísimo  don  en  darnos  a 
su  bendito  Hijo  para  nuestro  remedio,  así  también  el  Hijo 

585  nos  dió  gran  don  en  darnos  a  su  bendita  Madre  por  abo- 
gada nuestra.  Sé  que  cuando  El  dijo  a  San  Juan  al  pie  de 
la  cruz:  Ve  ahí  a  tu  madre,  en  nombre  de  todos  dijo;  allí 
entramos  todos  los  cristianos.  Danos  Dios  a  su  Madre  por 
madre;  agradezcámoselo,  y  agradézcanselo  los  ángeles.  Si 

590  esto  hiciéredes,  si  pusiéredes  al  Hijo  delante  del  Padre  y 
a  la  Madre  delante  del  Hijo,  gran  señal  tenéis  de  salvación. 

¿Qué  haré  por  la  — '¿Qué  haré  por  la  Virgen?  Muchos 
Virgen?  bienes  me  ha  dado  Dios  por  ella;  ¿qué 

haré  por  ella?  —¿Acuérdaseos  de  aque- 

395  Has  bodas  cuando  faltó  el  vino,  que  dijo  la  Virgen  a  su  Hijo: 
"Hijo,  no  tienen  vino,  compasión  tengo  de  ellos"?  Díjole 
nuestro  Redemptor:  Mujer,  ¿qué  tengo  que  ver  contigo? 
— "¡Bien  lo  entiendo!"  Vase  a  los  que  servían  las  bodas: 
Quodqumque  dixerit  vobis,  facite:  Todo  lo  que  os  dijere 

600  mi  Hijo  hacedlo.  ¡Qué  breve  sermón,  mas  muy  compendio- 
so! Aquí  predicó  tanto  como  Esaías,  San  Pablo  y  San  Lucas, 
y  todos  los  apóstoles  y  profetas.  Nunc,  filii,  audite  me:  Oíd- 
me lo  que  os  quiero  decir;  quizá  de  la  boca  de  la  Madre 
se  imprimirá  en  vuestros  corazones:  Todo  lo  que  mi  Hijo 

605  os  dijere  hacedlo.  Y  así  el  mayor  servicio  que  le  podéis  ha- 
cer es  hacer  lo  que  manda  su  Hilo:  "Señora,  por  vuestro 
amor  perdono  esta  injuria".  ¿Tenéis  amor  malo  a  mujer?: 


587  lo.  1U,  27. 
600   lo.  2,  5. 


603  Cf.  Prov.  S,  32. 
605   lo.  2,  5. 


6|.     PURIFICACIÓN  DE  -NUESTRA  SEÑORA  995 

"Quiero  apartarme  de  ella  por  vos.  Quiero  callar,  silencio 
quiero  tener  por  amor  de  vos;  aquello  que  más  me  duele 
610  hacerlo  o  dejarlo  de  hacer,  ofrecerlo  por  la  Virgen".  Que 
quererla  bien  y  no  imitarla,  poco  aprovecha.  Imitémosla  en 
la  humildad  y  en  las  demás  virtudes;  porque  ella  es  el  de- 
chado de  quien  hemos  de  sacarlas;  y  haciendo  esto  nos  al- 
canzará gracia  y  después  gloria. 

64  DÍA  DE  OFRECER  A  DlOS  MUCHO 

Purificación  de  Nuestra  Señora.  2  de  febrero. 

(Ed.  1506,  II,  pp.  343-360.) 

Sanctifica  mihi  omne  Primogenitum,  iam  de  ho- 
minibits  quam  de  iumentis ;  mea  sunt  cnim  omnia. 
Santifícame  todo  primogénito,  así  de  hombres  como 
de    animales,    porque    mías    son    todas    las  cosas 
5  (Kx.  13,  [2])- 

Exordio  Comencemos  el  sermón  por  donde  comenzamos 
la  misa:  Suscepimus,  Deus,  misericordiam  tuam 
in  medio  templi  tui.  Habernos,  Señor,  recebido  tu  misericor- 
dia en  medio  de  tu  templo.  Este  es  el  hacimiento  de  gra- 

10  cias  que  hace  hoy  la  santa  madre  Iglesia  a  Dios  por  haber 
enviado  hoy  su  Hijo  al  templo.  Orígenes  dice  que  uno  de  los 
nombres  con  que  es  llamado  Jesucristo  es  Misericordia;  y 
así,  decir  que  Dios  es  Padre  de  las  Misericordias  es  decir 
que  es  Padre  de  Jesucristo.  Hoy  fué  presentado  al  templo 

15  el  Señor  del  templo,  y  por  manos  de  otro  más  verdadero 
templo,  que  fué  la  Virgen;  y  pues  en  ella  lo  recebimos  y 
por  ella,  roguémosle  que,  mediante  sus  oraciones,  ahora  lo 
recibamos. 

Fiesta  de  la  Presen-     <Sanctifica  mihi...  Ofréceme — dice 
20  tación  Dios — todos  los  primogénitos,  asi 

de  hombres  como  de  animales,  por- 
que  mías  son  todas  las  cosas.  San  Gregorio  dice  que  no  se 
puede  edificar  moralidad  sin  contar  primero  la  historia.  Y 
así  habéis  de  saber  que  hoy,  cuando  menos,  concurren  tres 
25  fiestas,  las  cualen  son:  Purificación,  Presentación,  Candela- 
ria o  fiesta  de  Simeón. 

La  Presentación,  que  es  la  mayor,  fué  cuando,  no  que- 
riendo Faraón  soltar  al  pueblo  de  Israel  de  Egipto,  aunque 
Dios  le  había  castigado  con  nueve  plagas  o  azotes,  matóle 
30    Dios  en  una  noche  todos  los  primogénitos,  desde  el  primo- 
génito del  rey  hasta  el  primogénito  de  un  esclavo;  y  enton- 

9    Ps.  47,  io ;  Miss.  Rom.,  In  Purif.  B.  M.  V.,  UvUoU. 

13  2  Cor.  i,  3. 

14  Orígenes,  Comm.  in  ep.  ad  Rom.,  1.  9,  1  :  MG  14,  1204. 

22  Ex.  13,  2. 

23  San  Gregorio  Magno,  Hom.  in  Ev.,  1.  2,  hom.  40,  1  :  ML 
j6,  1302.  31    Gf.  Ex.  13,  15. 


996 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


ees. dejóles  Faraón  salir  a  sacrificar,  y  así  dijo  Dios:  "Pues 
para  libraros  maté  yo  los  primogénitos  de  Egipto,  justa  cosa 
es  que,  en  reconocimiento  de  esta  merced,  me  ofrezcáis  a  mi 

3S  todos  vuestros  primogénitos.  Los  primogénitos  de  un  tribu, 
que  es  el  de  Leví,  serán  míos  para  -siempre;  los  demás  re- 
dimirlos héis  por  cinco  siclos  cada  uno".  Y  si  fuesen  ani- 
males sucios,  como  perros,  o  los  habían  de  matar  o  trocar- 
les por  otros,  ut  ibi  dicit:  Omne  primogenitum  asini  muta- 

40  bis  ove.  Y  esto  se  llamaba  Presentación,  la  cual  se  hacía 
en  los  cuarenta  días  después  del  nacimiento;  y  así  dice  el 
Evangelio:  Postquam  impleti  sunt  dies  Purificationis  Ma- 
ride (la  glosa  interlineal  dice,  y  refiérese  a  nuestra  Señora, 
según  nosotros  en  nuestro  texto  decimos,  o,  como  quiere  la 

45  mesma  glosa,  a  Jesucristo),  no  porque  en  ella  hubiese  que 
purificar,  sino  para  denotar  lo  que  mandaba  la  ley;  como 
si  dijese:  los  cuarenta  días  que  la  ley  mandaba  para  la 
purificación. 

Purificación  La  segunda  fiesta  se  llama  Purificación,  la 
50  cual  es  por  los  pecados  que  la  mujer  cuan- 

do preñada  hace  en  la  concepción  y  en  el  parto:  en  la  con- 
cepción del  niño,  en  superfluos  deleites;  cuando  preñada,  an- 
tojadiza, regalada;  después  del  parto,  descontentadizas,  ren- 
cillosas, enojosas.  Por  tanto,  mandaba  Dios  que  por  estos  y 
55  otros  semejantes  pecados,  que,  si  pariese  hijo,  hasta  cua- 
renta días  no  entrase  en  el  templo;  y  si  hija,  ochenta;  y  a 
los  cuarenta  días  llevase  un  cordero,  si  fuese  rica,  o  un  par 
de  tórtolas  o  palomas  si  fuese  pobre.  Pero,  por  esta  parte, 
libre  era  la  Virgen;  porque  particular  cuidado  tuvo  Moisén 
so  de  sacarla  cuando  dijo:  La  mujer  que  hubiere  concebido  de 
varón;  para  dar  a  entender  que  había  de  venir  la  Virgen, 
que  no  concebiría  de.  varón,  sino  de  Espíritu  Santo;  pero 
quiso  cumplir  la  ley  como  verdadera  obediente  a  la  ley, 
para  dar  ejemplo  de  obediencia. 

65  Candelaria  o  fiesta    La  tercera  fiesta  es  del  santo  viejo 
de  Bímeón  Simeón,  el  cual  deseaba  y  pedía  al 

Señor  que  enviase  la  salud  que  había 
prometido  a  todo  el  pueblo.  Para  lo  cual  habéis  de  imagi- 
nar que  tal  día  como  ayer,  teniendo  la  Virgen  aparejada  su 
70  ofrenda,  salió  del  portal  de  Belén  y  de  do  había  parido; 
porque  no  era  lícito  salir  del  lugar  donde  pariese  hasta  el 
día  de  la  Purificación  o  Presentación;  y  compró  un  par  de 


37   Lev.  27,  26-27. 
40   Ex.  34,  20. 
43    Cf.  Le.  2,  22. 

45    Biblia  sacra  aun  glossis  interlinean  et  ordinaria,  Niculai  Ly- 
rani  Postilla...  (Lyón  1545),  t.  5,  f.  131  r  :  «Marine  vel  Domini». 
61    Cf.  Ex.  13,  13. 


64.     PURIFICACIÓN  IH    NUESTRA  SEÑORA  997 

tórtolas  o  palominos  como  pobre,  porque  el  oro  que  los  reyes 
le  habían  dado  ya  lo  había,  como  misericordiosa,  expendido 

75  a  pobres.  Y  ayer  tarde  vino  a  Jerusalén,  y  esta  noche  dor- 
miría en  casa  de  algún  amigo  o  pariente.  Y  tal  como  esta 
mañana  viene  al  templo  con  su  Niño  en  los  brazos,  y  ama- 
nece con  su  sol,  más  claro  que  éste,  en  el  templo.  Y  había 
un  hombre  justo  y  temeroso,  porque  no  puede  ser  justo  sin 

80  temer:  Qui  sine  timore  est,  non  potest  iustificari.  Porque 
el  que  no  tiene  temor,  presto  caerá.  El  que  dice:  "Aunque 
vaya  allí,  no  caeré;  aunque  vaya  a  tal  casa,  no  me  acae- 
cerá nada",  presto  caerá.  Y,  por  tanto,  dice  el  Sabio:  Bea- 
tus  vir,  qui  semper  est  pavidus:  Bienaventurado  el  varón 

85  que  está  siempre  temeroso.  Y  antes  había  dicho:  Sapiens 
fugit,  tt  declinat  a  malo:  stultus  confidit,  et  transilit.  El 
sabio  huye  y  apártase  del  mal,  y  el  necio  cae.  Y  así  el  santo 
viejo,  como  era  justo,  temía. 

Et  expectabat  redemptionem.  No  puede  haber  mayor 

90  señal  para  ver  si  este  buen  viejo  era  santo  y  bueno  que 
desear  el  bien  común.  Dice  San  Ambrosio:  "Era  justo  por- 
que deseaba  el  bien  del  pueblo".  Decía:  "¿Pensáis  que 
tengo  de  ver  tanto  bien?,  ¿que  tengo  yo  de  ver  con  mis 
ojos  al  Señor?,  ¿que  vea  yo  la  libertad  del  pueblo?  ¡Oh 

95  Señor,  si  vos  sois  servido,  no  me  llevéis  hasta  que  yo  con 
mis  ojos  vea  tanto  bien!"  Este  era.  Viejo,  que  no  nos  consta 
ser  sacerdote,  y  tan  deseoso  del  bien  común.  Padres  sacer- 
dotes, si  hubiera  ahora  muchos  Simeones,  ¡qué  bienaventu- 
rados fuéramos!  ¡Qué  confusión  para  nosotros,  que  nos  cón- 
ico tentamos  con  decir  una  misa,  y  qué  de  paso,  y  qué  de  prie- 
sa, sin  amor,  sin  agradecimiento!  Bienaventurado  el  que, 
cuando  tuviere  a  Cristo  en  sus  manos,  sintiere  lo  que  este 
viejo  Simeón.  Que  el  sacerdote  tan  limpio  ha  de  ser,  que 
no  ha  de  llevar  pecados  que  llorar  en  el  altar,  sino  los 
105  pecados  del  pueblo;  porque,  según  San  Agustín  dice,  el 
pecado  mortal  no  es  pecado  de  cristiano,  ¿cuánto  menos  lo 
será  de  sacerdote?  Y  así  se  quejaba  Dios  por  Malaquías, 
diciendo:  ¿Por  qué  me  hinches  mi  altar  de  gemidos?  Lo 
cual  se  puede  entender  de  dos  maneras:  la  una,  de  las  que- 

110  jas  que  tienen  vuestros  prójimos  de  vosotros,  padres  sacer- 
dotes, las  viudas  pobres;  la  segunda  se  puede  entender: 

89  expect'aba 


So    Eccli.  i,  28. 
S5    l'rov.  28,  1.4. 
87    Cf.  Prov.  14,  16. 
89    Cf.  Le.  2,  26. 

92  San  Ambrosio,  Expos.  in  Le,  1.  2,  ¿8  (MI.  15,  1655)  :  «Et 
bene  iustus,  qui  non  suam,  sed  populi  gratiam  requirebat». 

106  San  Agustín,  In  lo.  Ev..  tr.  c.  8,  10  (ML  35,  1697)  ;  «De- 
l>et  auteni  [ea  crimina]  non  liabere  oinnis  dhristiarras  homo». 

108    Cf.  Mal.  2,  13. 


99S 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


"¿Por  qué  hacéis  pecados  que  tenéis  después  que  gemir 
en  mi  altar?"  Decí,  aunque  veis  las  necesidades  de  la  Igle- 
sia, ¿cuántas  lágrimas  os  cuestan?  ¿Cuántos  gemidos  ro- 

115    gando  a  Dios  que  la  remedie? 

Cuando  Urías  fué  llamado  de  la  guerra  por  David,  y  lo 
envió  a  dormir  con  su  mujer  y  dijo:  Arca  Dei  manet  in 
papilionibus:  El  arca  del  Señor  queda  en  los  casares,  y  mi 
señor  Joab  peleando  contra  mis  enemigos,  ¿y  que  duerma 

120  con  mi  mujer?  ¡Por  la  salud  de  tu  ánima,  no  haré  tal 
cosa!  Mirad  qué  respuesta  de  un  hombre  casado.  Y  aun 
por  no  haber  muchos  Urías,  anda  el  mundo  como  anda. 
Este,  por  estar  el  arca  en  el  campo  peleando  contra  sus 
enemigos,  no  quiso  llegar  a  su  mujer  propia,  y  habrá  ahora 

125    muchos  que  deseen  llegar  a  las  ajenas. 

Pues  porque  el  santo  Simeón  deseaba  este  bien  común, 
por  eso  era  justo;  y  así  como  Dios  se  lo  había  prometido 
se  lo  cumplió,  porque  vino  in  spiritu  in  templum.  No  quie- 
re decir  que  vino  en  espíritu,  y  no  en  cuerpo,  sino  movido 

130  por  Espíritu  Santo;  no  como  vienen  muchos,  a  parlar,  a 
reír  o  movidos  por  otras  vanidades., 

Et  accepit  eum  in  ulnas,  etc.  ¡Qué  pensáis  qué  regocijo 
ternía  cuando  viese  tal  merced,  y  tan  deseada,  cumplida, 
y  viese  en  sus  brazos  el  bien  del  mundo!  Comiénzase  a  hacer 

135  niño  con  el  niño,  que  es  Cristo.  Renovarse  ha  como  la  del 
águila  tu  juventud.  Si  en  el  deseo  de  este  santo  te  ocupases 
o  con  él  vinieses  con  espíritu  al  templo,  la  Virgen  te  daría 
su  Hijo  en  los  brazos  como  a  éste;  y  pues  es  tan  dadivosa, 
pidámosle  a  su  Hijo,  que  dárnoslo  ha.  En  las  manos  lo  tomó; 

140  porque  no  le  recibió  por  palabra,  sino  por  obra.  Aquel  re- 
cibe la  gracia  del  Señor  en  sus  manos,  que  la  pone  por  obra. 
¿Veis  cómo  se  regocija  el  buen  viejo  teniendo  a  Dios  en  sus 
manos?  Pues  ¿cómo  puede  un  sacerdote  ofender  a  Dios  te- 
niendo a  Dios  en  sus  manos?  ¡Oh  quién  con  trompetas  di- 

145  jese  aquel  Benedicite,  sacerdotes  Domini,  Domino!  ¡Cómo 
no  nos  deshacemos  de  alegría  cuando  vemos  a  Dios  en 
nuestras  manos!  Derretídose  ha  mi  ánima  después  que  me 
habló  mi  Amado,  dijo  la  Esposa.  ¿Cómo  nos  atrevemos  a 
le  ofender,  y  no  decimos  como  Josef  de  su  amo:  ¿Cómo 

150  podré  yo  ofender  al  que  todas  las  cosas  de  su  casa  me  tiene 
entregadas?  ¿Con  qué  ojos  le  vemos,  pues  así  le  ofende- 
mos puesto  en  nuestras  manos?  ¿Sabéis  de  adonde  viene  no 
sentir  lo  que  este  santo  viejo?  Por  no  haber  con  lágrimas 
procurado  y  demandado  esta  venida,  como  éste  la  pidió. 

155  ¡Oh  qué  pena  debe  haber  para  el  mal  sacerdote  en  el  in- 
fierno! San  Basilio  dice  que  a  la  muerte  del  buen  sacerdote 


121  Cf.  2  Reg.  ii.  u 
132  Lic.  2,  28. 

is6     Ps.   I02-  £. 


145    Dan.  3,  84. 
148   Cf.  Cant.  5,  6. 
151    Cf.  Gen.  39,  9. 


Ó.\.     PURIFICACIÓN  DE  STJESTRA  ShÑOK A 


muchos  ángeles  bajan  del  cielo  por  su  ánima,  y  a  la  muerte 
del  malo  muchos  demonios  vienen  por  su  ánima. 

Bendijo  a  Dios,  y  dice:  Nunc  dimittis.  Con  razón,  por 
cierto;  porque  quien  a  Dios  recibe,  ni  tiene  más  que  pedir 
ni  que  desear. 

Títulos  tiene  Dios  pa-  Sanctifica  mihi.  etc.  Echad  mano 
ra  pedirnos  tanto  a  las  bolsas-  ¿Traéis  bolsas?  Día 
es  hoy  de  dar  y  ofrecer  a  Dios 
mucho,  pues  tanto  demanda:  Santifícame  todo  primogénito, 
ansí  de  hombres  como  de  animales;  porque  mías  son  todas 
las  cosas. 

Espántome,  Señor,  cómo  a  gente  tan  pobre  y  tan  ava- 
rienta como  nosotros  le  pedís  tanto.  Señor,  si  yo  fuese 
tan  largo  como  la  Virgen,  daría  todo  lo  que  me  pedís; 
pero  pobre  y  avariento,  ¿cómo  lo  podré  dar?  Pues  en  esa 
palabra  me  demandáis  que  os  dé  todas  las  cosas:  Dame 
tu  primogénito,  que  es  tu  primer  amor. 

Ponen  dos  maneras  de  amor  los  filósofos:  uno  de  con- 
cupiscencia y  otro  de  amistad.  El  de  amistad  te  pide  Dios, 
pues  en  El  está  bien  empleado.  ¿Para  qué  quieres  riquezas? 
Para  comer  y  vestir.  ¿Y  para  qué  quieres  comer  y  vestir? 
Di  la  verdad,  que  no  es  sino  porque  te  quieres  bien.  Pues 
ese  amor  propio,  el  cual  es  causa  de  todos  los  otros  amo- 
res, ése  es  tu  primogénito,  el  cual  Dios  te  pide:  "Dame  el 
amor  de  tu  ánima,  el  cual  es  causa  de  todos  los  otros  y  fin 
y  paradero  de  ellos.  Dame  acá  la  fuerza  de  tu  ánima; 
veamos  si  me  amas  de  veras".  ¿Qué  hay  que  no  haga  un 
hombre  por  amarse  a  sí  mismo?  A  las  Indias  va;  ni  teme 
mar,  ni  trabajos,  ni  muerte".  Dame  acá  tu  primer  amor". 

— ^Bien  parece,  Rey  mío,  que  tenéis  ojos  de  lince,  que 
penetráis  lo  secreto  de  mi  corazón;  bien  parece  que  ha- 
béis escudriñado  todos  los  rincones  y  secreto  de  mi  cora- 
zón, pues  en  sola  esa  palabra  me  pedís  cuanto  tengo,  mi 
vida,  mi  ánima  y  mi  cuerpo.  — Dame  ese  primer  amor, 
porque  es  mío.  — Pues,  Señor,  si  es  vuestro  no  puedo  ha- 
cer otra  cosa;  por  fuerza  os  lo  tengo  que'  dar.  — No  lo 
quiero  por  fuerza  ni  por  temor,  sino  dame  tu  amor,  y  dá- 
melo por  amor. 

— ¿Señor,  a  un  hombre  tan  miserable  y  tan  necesitado 
pedís  tanto?  En  verdad  que  habéis  de  enseñar  títulos  de 
cómo  es  vuestro,  si  queréis  llevar  vuestra  herencia;  si  no, 
alzarémonos  con  ella.  — Pues  sea  el  primer  título.  Poné 
de  una  parte  en  una  balanza  un  enojo  de  Dios,  y  de  otra 
parte  en  otra  balanza  todos  los  tormentos  que  se  puedan 
imaginar  y  toda  muerte  cruel.  Mirad  qué  tal  Señor  es  Dios, 

158  Cf.  San  Basilio,  Comm.  in  Is.,  c.  5,  166  s.  :  M¡G  30,  394  s.  ; 
Pe  Bapt.,  1.  2,  q.  2  :  MG  31,  1582  s. 

17,  Santo  Tomís  t»e  Aquixo,  Snmma  theol.,  1-2,  q.  26,  a.  4. 


que  antes  habéis  de  elegir  todos  los  tormentos  y  muerte 
que  no  hacer  un  enojo  a  Dios;  mortal  pecado  se  entiende. 
— Recia  ley  es  ésa.  — Decía  Elias  a  la  vieja  de  Sarepta: 

205  Haz  -para  mí  primero  de  esa  harina  y  aceite  una  torta  y 
después  para  ti  y  para  tu  hijo.  ¿Habéislo  entendido?  Que 
primero  habéis  de  cumplir  con  Dios  que  con  vuestra  honra, 
que  con  vuestra  hacienda,  que  con  vos  mismo.  Haya  para 
Dios  y  falte  para  vos.  —Palabra  recia  y  dura.  — No  es  recia 

310    ni  dura,  sino  tú  eres  recio,  duro  y  flaco  para  cumpürla. 
— Muéstrame  título.  — Mea  enim  sunt  omnia.  — Llevad 
vuestro  niño  delante  de  Dios,  y  pareceros  ha  cosa  justa  lle- 
var el  niño  a  Jerusalén,  que  quiere  decir  vista  de  paz.  Di- 
chosa ánima  de  la  cual  se  dijere  con  razón  lo  del  Evange- 

216  lio:  Tulerunt  puerum:  Llevaron  el  niño  a  Jerusalén.  Cuando 
os  pareciere  recia  ley,  llevad  vuestro  niño,  que  es  vuestro 
espíritu,  a  Jerusalén,  a  vista  de  paz,  y  veréis  cómo  es  cosa 
justa;  llevad  vuestro  niño  a  considerar  quién  es  Dios,  a 
considerar  su  hermosura,  su  bondad,  y  hallaréis  que  ma- 

220  jestad  infinita  demanda  reverencia  infinita;  la  bondad  in- 
vestiga ble  todo  tu  amor  pide. 

Si  entendiésedes  estos  títulos  todos,  veríades  que  todo 
se  le  debe.  Mandáis  cuando  estáis  malo  matar  una  gallina. 
¿Para  qué  la  mandáis  matar?  — Para  vivir  yo,  porque  es 

225  mía.  — 'Pues,  si  os  parece  cosa  justa  matar  vos  un  animal 
para  vivir  vos  porque  es  vuestro,  más  sois  vos  de  Dios  que 
es  el  animal  vuestro;  pues  luego  aunque  muriésedes  vos 
por  su  contentamiento,  con  justo  título  os  pedía  la  'vida. 
Matar  vos  por  vuestro  contentamiento  vuestro  animal,  aun- 

230  que  no  tengáis  necesidad  de  él,  no  es  pecado,  porque  por 
ser  vuestro  os  debe  la  muerte.  Siendo  vos  más  de  Dios 
que  el  animal  vuestro,  más  verdaderamente  le  debéis  la 
muerte,  y  padecer  cuantos  tormentos  se  os  ofrecieren  por 
El,  y  amarle  sobre  todas  las  cosas.  ¿Qué  os  parece  que 

235  piensa  un  corazón  de  carne  cuando  oye  decir  que  es  me- 
nester padecer  trabajos  por  no  desagradar  a  Dios?  Pésale 
de  tal  mandamiento  y  ordenación  de  Dios  y  viene  a  me- 
nospreciar lo  que  el  Señor  le  manda. 

Santifícame  todo  primogénito.  Señor,  aunque  bastaba 
240   ese  título  que  habéis  mostrado,  si  fuéramos  los  que  había- 
mos de  ser,  pero  somos  muy  avarientos.  Mirad  si  tenéis 
otro  título. 

— Sea  el  segundo  título.  Porque  yo  maté  a  todos  los 
primogénitos;  yo  maté  al  demonio  y  a  sus  primogénitos, 
245   que  son  los  pecados;  porque  yo  maté  tus  pecados,  por  los 
cualas  estuvieras  en  el  infierno  para  siempre  jamás;  yo  te 


206  Cf:  t  Reg  17,  i.v 

211  Of.  Ex.  13,  2. 
215    Cf.  T.c.  2,  22. 


64.     I'I  KII  ILACION  DE  NÜESTRA  SEÑORA  1001 


saqué  de  allá  y  te  puse  en  el  camino  del  cielo.  ¡Si  entendie- 
ses cuánto  debes  a  Dios  por  no  te  haber  dado  la  muerte 
cuando  tenías  grandes  pecados!  ¿Sabes  cuánto  le  debes? 

250  Que  tantos  infiernos  merecías,  cuantos  pecados  has  hecho; 
y  si  considerases  que  tanto  es  no  te  dar  el  infierno  mere- 
ciéndolo como  sacarte  de  él  estando  allá,  si  una  vez  de  allá 
te  hubieran  sacado,  ¿qué  te  pareciera  recia  ley,  aunque  te 
mandara  los  mayores  trabajos  del  mundo? 

>55  — Mostrá  otro  título,  Señor,  si  lo  tenéis.  — Qui  habet 
aures  audiendi,  audiat.  Si  por  matar  los  primogénitos  le 
debo  y  me  demanda  este  amor,  por  el  modo  con  que  los 
mató,  ¿qué  le  deberé?  Si  por  matar  los  primogénitos  tanto 
le  debo,  por  matar  a  su  primogénito  y  mayorazgo,  adora- 

J60  do  de  los  ángeles,  amado  como  a  sí  mismo,  unigénito  suyo, 
¿qué  no  te  deberé,  Rey  mío?  ¿Qué  ley  me  parecerá  recia? 
Pues  más  te  debo  por  el  modo  con  que  me  redemiste  que 
por  el  remedio  que  me  diste. 

¿Qué  te  daré,  Señor,     Quid  retribuam  Domino  pro  om- 

265      en  recompensa?         nibus  quae  retribuit  mihi?  El  me 
sacó  del  infierno  y  mató  mis  pe- 
cados, y  para  ello  mató  a  su  mayorazgo.  ¿Qué  te  daré  en 
recompensa,  Dios  mío?  Mi  vida  no  es  nada,  porque,  aunque 
se  ayuntasen  todas  las  vidas  de  los  ángeles  y  de  los  hom- 

270  Dres  y  todas  te  las  diesen,  más  me  diste  tú  en  darme  a 
mí  la  tuya  que  te  daría  en  dártelas  yo  todas.  Pues  ¿qué 
te  daré,  Señor,  pues  tan  poca  cosa  es  mi  vida  en  recom- 
pensa de  la  tuya? 

¡Oh  bienaventurada  viuda,  que,  por  mirar  Dios  a  tu 

275  corazón,  ofreciste  más  que  todos!  — ¿Qué  es?  ¿Que  debe- 
mos a  Dios  ayunos,  limosnas,  injurias?  — Praebe  mihi  cor 
tuum:  Démosle  el  corazón,  que  con  eso  se  contenta  más  que 
con  todo.  ¿Decíroslo  he?  No  sé  si  lo  diga;  habéisme  de 
perdonar,  y  rogar  a  Dios  que  os  dé  a  entender  esto  y 

280  quite  de  entre  cristianos  tan  gran  oprobrio.  Dice  Dios: 
Santifícame  todo  mayorazgo,  ansí  de  hombres  como  de  bes- 
tias. ¡Daca  el  mayorazgo  de  tu  bestia,  que  es  la  sensuali- 
dad!, ¿y  no  hay  hombre  que  se  lo  quiera  dar?  Hijo  de  tu 
bestia  son  los  apetitos  sensuales  y  pasiones  naturales.  Pues 

285  si  dijésedes  a  un  amigo  por  quien  hubiésedes  puesto  la 
vida:  "Matad  un  perrillo  por  mí",  y  no  lo  hiciese,  ¿qué 
sentiríades?  Mal  amigo  es,  por  cierto,  el  que  no  mata  una 
bestia  por  un  su  amigo.  ¡Oh  Señor,  bendito  seas  tú  para 
siempre,  que  no  me  demandas,  en  recompensa  de  la  muer- 

390    te  de  tu  Unigénito,  sino  que  mate  yo  mi  bestia,  y  yo  no 


256  Mi.  13,  9. 
265    Ps.  115,  12. 


1002 


SLKMONLS.   CICLO  SANTORAL 


io  hago!  Una  bestia  tienes,  hombre,  un  apetito  de  gula, 
ira,  envidia,  que,  aunque  sea  pecado  por  parte  de  la  razón, 
también  lo  es  por  parte  de  la  sensualidad.  Dice  Dios:  — En 
recompensa  de  que  maté  yo  a  mi  Hijo  por  ti,  mata  tú 

2^5  esta  bestia  por  mí.  — ¡Oh  Señor,  que  es  una  bestia  que  la 
he  mucho  menester!  — No  te  pido,  dice  Dios,  bestia  prove- 
cnosa,  sino  perjudicial  y  dañosa  para  ti;  una  bestia  que  te 
ha  de  acocear,  morder  y  matar.  Mata  esa  bestia,  que  son 
los  regalos  de  la  carne,  porque  si  no  los  matares  morirás; 

300  un  pasatiempo  malo  en  vuestra  carne,  un  deleite  de  la  sen- 
sualidad, porque,  si  no,  matarte  ha.  San  Pablo:  Si  enim 
secundum  carnem  vixeritis,  moriemini;  si  autem  spiritu  jacta 
carras  mortificaveritis,  vivetis.  Si  viviéredes  conforme  a 
los  apetitos  de  la  carne,  moriréis;  pero  si  con  el  espíritu 

305  mortificáredes  los  apetitos  de  la  carne,  viviréis.  Si  tu  bes- 
tia vive,  muerto  estás,  a  Dios  has  perdido,  y  los  demonios 
poseen  tu  ánima.  ¿Quién  no  matará  su  bestia,  pues  Dios 
por  nosotros  entregó  a  la  muerte  su  Mayorazgo? 

— ¡Oh  señor,  soy  muy  piadoso;  no  puedo  matar  nada, 

310  no  tengo  corazón  para  ello!  — No  dice  Dios  que  lo  mates 
tú,  sino  que  lo  des  al  sacerdote  que  lo  mate,  y  derrame  la 
sangre,  con  el  cuchillo.  Por  tanto,  si  hay  aquí  alguno  que 
tenga  bestia,  démela,  y  matársela  he.  Si  hay  alguno  que 
tenga  bestia  de  carne,  dalda  acá,  y  matarle  he  con  el  cu- 

315  chillo  de  la  palabra  de  Dios:  Qui  in  carne  vwunt,  Deo 
placeré  non  possunt!  Dice  San  Pablo  que  los  que  según  la 
carne  viven  no  pueden  agradar  a  Dios.  ¿Para  qué  queréis 
vivir,  si  no  habéis  de  agradar  a  Dios,  pues  más  vale  agra- 
dar a  Dios  con  muerte  y  trabajos  que  vivir,  con  cuantos 

320  bienes  hay,  en  su  desgracia?  ¿Traéis  bestia  de  malqueren- 
cia? Mostralda  acá,  y  matarla  he:  Si  non  dimiseritis  ho- 
minibus  peccata  sua,  nec  Pater  vester  dimittet  delicta  ves- 
tra:  Si  no  perdonáredes  las  injurias,  ni  vuestro  Padre  per- 
donará vuestros  pecados.  Y  en  otra  parte  dice:  Perdonad, 

325  y  perdonaros  han.  Si  alguno  trae  lo  ajeno,  San  Agustín 
dice  que  no  se  perdona  el  pecado  si  no  se  restituye  lo  to- 
mado. 

— Padre,  si  con  todo  eso  soy  tan  codicioso  que  no  quie- 
ro dar  mi  bestia  a  Dios,  ¿qué  le  daré?  ¿Qué  remedio  tengo, 
330  si  no  quiero  dar  mi  mayorazgo?  Porque  no  sé  lo  que  querrá 
hacer  Dios  de  mí;  no  sé  si  me  ha  de  mandar  perder  ha- 
cienda, honra  y  vida.  — 'Pues  mirá  cómo  os  engañáis,  que 
el  perder  por  Dios  ganar  es.  Qui  amat  animam  suam  perdet 

305  mortificáredis 


305    Rom.  8,  13.  324   Cf.  Mt.  6,  15. 

316   Cf.  Rom.  8,  8.  325    Le.  6,  37. 

327  San  Agustín,  Ep.  153,  c.  6,  20  (ML  33,  662)  :  «Non  remittetur 
peciatum,  nisi  restituatur  ablatum». 


64.     PURIFICACIÓN  DE  NUESTRA  Sh.ÑOK\ 


1003 


eam:  El  que  ama  su  ánima  perderla  ha,  y  el  que  perdiere 
335  su  ánima  por  mí,  hallarla  ha  en  la  bienaventuranza;  que 
el  perder  por  Dios  ganar  es,  y  el  no  perder  por  Dios  perder 
es.  ¿De  eso  os  espantáis?  Sé  que  juego  hay  que  se  llama 
el  ganapierde.  Todo  cuanto  guardas  para  ti,  lo  pierdes;  y 
cuanto  pierdes  por  Jesucristo,  lo  tienes  guardado;  que  la 
340  piedra  preciosa  en  el  arca,  aunque  no  la  veáis,  más  guar- 
dada está  que  en  la  mano. 

San  Pablo:  Omnia  vestra  sunt,  sive  Apollo,  sive  Cephas, 
sive  Paulus,  sive  praesentia,  sive  futura;  vos  autem  Christi, 
Christus  autem  Dei.  Todas  las  cosas  son  vuestras,  sirviendo 
345  a  Dios,  ora  sea  Pablo,  ora  sea  Cejas,  todo  lo  presente  y 
por  venir;  y  Jesucristo  es  vuestro  con  que  seáis  vosotros 
de  Jesucristo.  Si  sois  de  Jesucristo,  todo  es  vuestro;  si  no, 
no  tenéis  nada.  ¿Qué  podéis  perder?  ¿Vida?  San  Bernardo 
dice  que  la  vida  sin  Jesucristo,  infierno  es.  ¿Qué  podéis 
350  decir,  que  es  vuestro?  ¿Honra?  ¿Cómo  llamaré  mío  lo  que 
me  echa  al  infierno?  Hermano,  si  os  dais  vosotros  a  Dios, 
todo  es  vuestro;  si  no,  no  tenéis  nada.  Démosle  luego  honra, 
hacienda,  dineros,  vida;  que  el  dársela  es  no  para  per- 
derla, sino  para  que  nos  la  guarde.  San  Pablo  dice:  [Scio 
355  cui]  credidi,  et  certus  sum,  quia  potens  est  depositum  meum 
servare  usque  ad  illum  diem:  Bien  sé  de  quién  me  confio, 
que  cierto  estoy  que  me  tiene  guardado  cuanto  le  he  dado 
para  aquel  día.  Cuanto  le  diéredes  lo  teméis  guardado,  y 
cuanto  no  le  diéredes  perderéis.  ¿Cómo  no  os  consuelan  los 
36o  trabajos  y  necesidades,  aunque  tuviésedes  vida  de  galera, 
pues  la  tenéis  guardada  para  aquel  día?  ¿Cómo  no  hacéis 
buen  rostro  a  las  injurias  y  infamias,  pues  tal  cosa  os 
tiene  aparejada? 

Aprended  de  la  Vir-  — -¿Qué  hará  uno  que  no  se  atreve 
365        gen  a  ofrecer  a  dar  su  mayorazgo  a  Dios  y  no 

osa  decir  a  Dios:  "Señor,  no  quie- 
ro vivir  a  mi  contento,  sino  al  vuestro"?  — Andad  acá  con 
la  Virgen  María  al  templo.  — -Señora,  ¿adonde  vais?  — Al 
templo.  — ¿A  qué?  — A  presentar  a  Dios  su  Mayorazgo  y 
3^0   mío,  el  cual  El  me  dió. 

¡Quién  viera  aquel  relicario  de  Dios  y  con  cuánta  hu- 
mildad lo  ofrece!  Quia  fecit  mihi  magna,  qui  potens  est. 
"Señor,  este  Niño  os  ofrezco;  vuestro  es,  pues  de  vos  es 
eternalmente  engendrado;  y  mío,  porque  por  vos,  para  re- 
OT5  medio  de  los  pecadores,  me  fué  dado,  ¡a  vos  sea  la  gloria! 
Vuestro  es,  yo  os  lo  ofrezco".  La  mejor  ofrenda  que  nunca 


347  ct.  1  cor.  3,  22. 

349  Cf.  San  Bernardo.  Tr.  de  charitate,  c.  6,  30  :  \FL  184,  599. 

358  2  Tim.  r,  12, 

372  Le  i,  40. 


SERMONES.   CICLO  SANIOSA] 


se  ha  ofrecido,  y  más  agradable  a  los  ojos  del  Padre,  fué 
la  que  la  Virgen  ofreció  hoy;  y  si  miró  Dios  a  Abel  y  a  sus 
dones,  ¿cómo  no  mirará  mejor  a  la  Virgen  y  a  su  cordero 

380  y  Hijo  que  ofrecía?  "Padre,  yo  os  ofrezco  a  vuestro  Hijo". 
Padres  sacerdotes,  aprended  de  la  Virgen  cómo  habéis  de 
ofrecer  al  Padre  su  Hijo:  "Yo  os  ofrezco  vuestro  Hijo  para 
vuestro  servicio,  para  que  os  agrade,  y  para  el  provecho 
de  los  pobres,  para  que  les  predique,  enseñe,  para  que 

385  trabaje  por  ellos  y  muera  por  ellos".  ¡Oh  qué  ejemplo 
para  las  madres  que  tenéis  hijos!  Ofreced  vuestros  hijos 
al  templo.  El  que  más  amaba  que  a  sus  entrañas,  al  Padre 
le  ofrece  para  su  honra  del  Padre;  y  así  la  ensalzó  sobre 
los  coros  de  los  ángeles  a  la  Virgen,  pues  le  ofreció  la 

390    mejor  ofrenda. 

Y  pues,  Señora,  ¿de  nosotros  no  os  acordáis?  Sí  por 
cierto.  ¡Oh  cuánto  debemos  a  la  Virgen!  ¡Cuánto  te  costa- 
ría decir:  "Ofrézcoos,  Padre,  este  Niño  para  que  padezca 
por  los  hombres;  sea  azotado,  escupido,  muerto  por  ellos, 

395  para  que  con  su  muerte  ellos  vivan  en  la  eternidad  vuestra 
para  siempre  jamás"! 


g5    [11         Este  negocio  es  todo  de  amor  * 

Anunciación  de  Nuestra  Señora.  25  marzo 

(Bariceflona,  BibJ.  Univ.,  Ms.  1064.  fif.  39  r  -  44  V; 
eld.  1596,  II,  pp.  161-185.) 

Ercc  ancilla  Domini,  ¡iat  mihi  etc.   [Le.   i,  38]. 

Exordio:  Día  ele  bue-    Dies  est  hodie  boni  nuntii:  si  ta- 
na nueva  cuerimus,  culpam  non  velabimus. 

Día  es  hoy  de  buena  nueva:  si  hoy 
5   calláremos,  grande  culpa  será  nuestra.  Hoy  se  hizo  Dios 
hombre  por  los  hombres.  Creed  que  si  se  hiciera  piedra,  que 
hablaran  hoy  las  piedras,  dando  las  gracias  por  tan  grandes 
mercedes. 

Las  buenas  nuevas  que  hoy  se  trujeron  al  mundo,  se  noti- 
10  ficaron  primero  a  la  sacratísima  Virgen  nuestra  Señora  y 
verdadera  Madre  de  Dios.  Y  porque  cada  día  que  predicamos 
decimos  la  salutación  pidiendo  gracia  a  la  Virgen,  es  bien 
que  la  digamos  hoy,  pues  que  tal  día  como  hoy  se  dijo. 

B  ¡=  Barcelona,  7  ■=  Ed.  |.¡  2-3  Dits  est  -  velabimus]  om.  T  ||  4  hoy,  om.  T  \\ 
6  Creed  que  om.  I  |¡  7  hablaran]  hicieran  T  |  dando  las]  Qué  de  T~\  gracias] 
1p  dieran  add.  T  \\  7-8  grandes  mercedes]  grande  merced  y  misericordia  T 

9  que]  tal  día  romo  udil.  7'  1  trajeron   T  ||   10  Señora  nuestra   T  II  13 

que   om.  T 

370   fien.  4,  4. 

*    «I11  dio  Aiiniiiitiationis  Dominicae»  (Barcelona,  f.  .V)  r). 


Ó.,  [i].     ANUNCIACION  DE  NUESTRA  SEÑORA 


Evangelio  de  la    El  santo  Evangelio  cuenta  esta  santa 
15     Anunciación       salutación  y  dichosa  nueva.  Vamonos 
guiados  con  él  y  saludemos  la  Virgen. 
Missus  est  ángelus  Gabriel  a  Deo.  "Cuando  quiso  Dios 
hacer  misericordias  al  mundo,  cuando  quiso  mostrar  hasta 
dónde  llegaba  su  amor"...  Anduve  buscando  qué  día  fué  éste, 
20  cómo  llamalle,  y  no  lo  pude  hallar  ni  le  supe  dar  el  nombre. 
¿Qué  día  es  hoy?  Día  de  tales  nuevas  llámese  día  de  las 
misericordias  de  Dios.  ¡Bendígante  los  cielos,  Señor!  Si  le 
llamamos  día  del  remedio  del  mundo,  eslo;  si  día  de  redemp- 
ción  de  captivos,  eslo;  si  le  llamamos  día  de  desposorios, 
25  eslo;  si  día  de  dar  grandes  limosnas,  eslo  también.  El  que 
supo  la  misericordia,  aquél  sea  el  que  nos  dé  a  entender  el 
día  que  es  hoy  y  nos  dé  a  entender  cuán  grande  sea  la  gracia 
que  hoy  recibió  el  mundo,  y  la  ponga  en  nuestros  corazones, 
para  que  la  conozcamos. 
30       "Cuando  vino  el  tiempo  de  derramar  Dios  sus  misericor- 
dias en  el  mundo,  el  tiempo  de  enseñar  a  los  hombres  hasta 
dónde  llegaba,  qué  tanto  se  extendía  su  misericordia..." 

Dice  San  Ambrosio:  "Tú  que  lees  esto,  mira  la  letra  y 
nota  el  misterio.  Casada  y  preñada;  casada  con  uno  y  em- 
36  preñada  por  otro;  casada  con  hombre  y  empreñada  por  Dios; 
casada,  y  preñada  por  Espíritu  Santo.  Nota  el  misterio". 
Cada  una  de  nuestras  iglesias  cristianas  está  casada  con 
uno  y  empreñada  por  otro;  casada  con  el  prelado,  con  el 
pastor,  y  empreñada  por  otro,  que  es  Dios;  casada  con  horn- 
eo bre  y  empreñada  por  Dios.  ¿Qué  es  el  perlado,  el  predicador? 
Están  las  ánimas  casadas  con  él,  mas  allá  dentro  entra 
Cristo  en  sus  entrañas  y  las  empreña  con  su  virtud  y  con 
su  palabra,  para  que  hagan  frutos  saludables.  No  sabré  yo 
decir  este  misterio. 
45        Yo  asconderé,  dice  Dios,  esto  de  vuestros  ojos;  esto  que 
hoy  hago,  este  gran  secreto  no  sabrá  nadie  hablallo,  no  lo 
alcanzará  entendimiento  de  carne.  Bien  lo  sabemos,  que  en 


14  cuenta]  hoy  add.  T      15-16  Vamonos  -  Virgen]  om.  T 
19  Anduve]  yo  add.  T  ||  20  llamarle  T  |  lo  om.  T  |  le  om.  T  ]  dar  el] 
darle  T  ||  21  llamémosle   í       22  Bendígante  -  Señor]    ¡Bendigan  al  Señor  to- 
das sus  obras!  T  ||  24  desposorio  T  \\  26  supo]  y  hizo  add.  T  |  aquél]  él  T  || 
29  conozcamos]  y  agradezcamos  add.  T 

32  qué  tanto]  cuánto  T  |  misericordia]   { Hasta  dónde?  add.  T 
34  el]  santísimo  add.  T  ¡!  34-35  uno  y  empreñada  -  casada  con]  om.  T  || 
35  empreñada  por]  preñada  de  T  ||  36  misterio]  tan  alto  add.  T  ||  38  empre- 
ñada por]  preñada  de  T  M  39  preñada  de  T  |  Dios]  eterno  add.  T  ]¡  40  pre- 
ñada de  T  |  prelado  y  add.  T  \\  42  Jesucristo  T  ||  44  misterio]  santo  add.  T 
45  asconderél  os  concederé  T  ||  46  hoy  om.  T  |  este]  tan  add.  T  |  hablarlo 

17  Le.  I,  26.  .  - 

22  Cf.  Dan.  ;„  ,sq. 

-56  Cf.  S\.\  Ambrosio,  Expon,  in  Le,  L  2,  1  ss.  :  MT,  1^,  16^  ss. 

45  Cf.  Ts.  6,  10. 


1006 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


aquel  día  yo  quitaré  la  maldad  de  la  tierra,  quitaré  los  pe- 
cados del  mundo,  lavaré  todas  vuestras  manchas.  ¡Gloria 

50  sea  a  vos,  Señor,  para  siempre!  San  Gabriel  este  mismo  de 
hoy  dijo  al  profeta  Daniel:  Consummetur  praevaricatio,  et 
finem  accipiet  peccatum,  et  delebitur  iniquitas,  et  adducetur 
iustitia  sempiterna,  et  adimplebitur  visio  et  prophetia,  et 
inungetur  Sanctus  Sanctorum.  Díjolo  que  en  este  tiempo  se 

55  acabaría  la  prevaricación,  sería  quitado  el  pecado,  traerse  ha 
la  justicia  sempiterna,  cumplirse  han  las  visiones  cuando 
fuere  ungido  el  Santo  de  los  santos.  Hoy  se  quita  y  se  ha 
de  quitar  el  pecado,  y  se  da  la  justicia.  Así  que,  si  en  algún 
sermón  decimos  la  salutación  a  la  Virgen,  hoy  es  mucha 

60   razón  que  sea  mas  que  en  otro  algún  tiempo. 

Desque  vino  tiempo  en  que  quiso  Dios  dar  su  misericor- 
dia y  enseñar  hasta  dónde  llegaba  el  amor  que  a  los  hombres 
tenía,  envía  Dios  su  mensajero,  un  ángel,  un  arcángel  con 
la  embajada,  que  la  venga  a  traer  a  la  Virgen.  Así  hizo 

65  Abraham  cuando  envió  por  esposa  para  su  hijo  Isaac.  Llama 
Dios  un  grande  de  su  casa,  un  arcángel;  dale  una  embajada 
que  venga  a  traer  para  una  doncella  desposada  con  un  varón 
cuyo  nombre  era  Josef,  y  el  nombre  de  ella,  María.  ¡Oh, 
bendito  sea  Dios!,  ¿qué  hay  en  Nazaret?  A  una  provincia, 

70  según  la  honra  del  mundo  muy  baja,  allí  pone  Dios  sus  ojos, 
allí  vino  su  arcángel,  y  supo  bien  la  causa.  Tomaría  figura 
de  hombre;  entra  en  la  casa,  halla  a  la  Virgen  sola  y  en 
oración,  híncase  delante  de  ella  de  rodillas,  allí  muy  cerca 
de  ella,  que  hasta  hoy  se  ven  las  señales;  un  marmolito  está 

75  adonde  estaba  la  Virgen  y  otro  adonde  estaba  el  arcángel. 
Habla  a  la  Virgen,  propone  su  embajada,  y  dice:  Ave,  gra- 
fía plena,  Dominus  tecum:  Salve,  llena  de  gracia,  el  Señor 
es  contigo;  el  Señor  sea  contigo,  que  todo  está  bien.  Saludóla 
como  se  usaba  entonces  saludar:  Paz  sea  con  vos.  El  Señor 

80  lo  mandó  así:  Cuando  entráredes  en  alguna  casa,  decid:  "Paz 
sea  en  esta  casa".  Dice  la  Glosa:  "Quien  dice  paz,  desea  y 
dice  todos  los  bienes  juntos".  "Paz  sea  a  ti,  Señora".  San 

T  ||  47  alcanzará]  ningún  add.  T  |l|  48  yo  om.  T  ||  90  San  Gabriel  om.  T  | 
esto  T  ||  51  al]  el  T  ||  52  et  delebitur]  ut  deleátur  T  |  adducatur  T  II  63 
impleatur  T  |  prophitia  7?  |j  54  ungatur  T  |  Dijo  T  ||  56  las]  la  B  \\  58 
Ansí  T 

61  Desoue]  Pues  que  T  ||  63  ángel,  un  om.  T  |l  64  Ansí  T  ||  69  A  om.  T  II 
71  su]  el  T  |  causa]  casa  T  ||  75  donde,.,  T  \\  76  propínele  T  ||  81  Dice] 
después  add.  T  ||  82  Señor]  B  l|  84  ha]  tiene  T  P  88  éstaj-  aquesta  T 


48    Zach.  3,  9. 
57    Cf.  Dan.  g,  24. 
68    Cf.  Le.  1,  27. 
78    Le.  1,  28. 

81  Cf.  Le.  10,  5. 

82  Biblia  sacra  cum  glossis  interlinean  et  ordinaria.  Nicolai 
rani  Postilla...  (Lyón  1545).  t.  i.  f.  i?2  r  :  cPiis  seilicet  in  omnitms 
conununicart»» 


65  [ij.     ANUNCIACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


1007 


Lucas  dice  gozo;  todo  está  bueno:  "Gozo  sea  a  ti,  paz  sea 
a  ti,  pues  ha  de  venir  a  ti  el  que  pacificará,  alegrará  y  dará 
85  gozo  al  mundo,  razón  es  que  os  gocéis;  razón  es,  Señora, 
que  probéis  de  la  fruta  'que  habéis  de  dar  al  mundo.  Dios  te 
mantenga,  Dios  te  salve,  llena  de  gracia,  el  Señor  sea  con- 
í'go".  Gran  salutación  fué  ésta,  buena  nueva  fué  ésta. 

¡Bienaventurada  doncella!  No  fué  liviana,  como  Eva,  en 
90  el  creer;  alzaría  sus  ojos  y  su  corazón  a  Dios,  y  no  respon- 
dió [a]  esto.  Tenía  virginal  pudicicia  y  limpieza,  que  luego 
se  turba.  Veía  un  hombre  delante  de  sí  la  Virgen;  di  jóle 
que  estaba  llena  de  gracia,  y  era  graciosa,  y  alabándola 
túrbase,  que  no  hay  cosa  de  que  tanto  se  turbe  el  humilde 
98  y  más  mal  suene  a  sus  orejas  que  verse  alabar.  "¿Qué  será 
esto?  ¿Si  es  de  Dios  o  no  es  de  Dios?"  Buen  aviso.  ¡Qué 
recio  engaño  será  pensar  que  venía  a  él  el  Espíritu  Santo, 
y  venir  el  espíritu  malo!  Y  por  eso,  cuando  os  viéredes  en 
duda,  pedid  lumbre  a  nuestro  Señor  para  conocer  si  lo  que 

100  os  viene  es  espíritu  bueno  o  espíritu  malo.  Y  así  la  Virgen 
no  responde  nada. 

Y  como  el  arcángel  la  vió  así  turbada,  proveyóle  a  su 
turbación,  y  di  jóle:  Ne  timeas,  María,  invenisti  enim  gratiam 
apud  Deum.  Esta  gracia  que  os  digo  no  es  acá  a  los  ojos 

105  de  los  hombres;  no  traigo  embajada  de  hombres,  no  vengo 
de  mala  parte;  la  gracia  que  os  traigo  no  es  de  hombres, 
sino  de  Dios.  Entonces  asegúrala  Dios.  Propone  el  ángel  su 
embajada,  la  mayor  embajada,  la  mayor  y  más  alta  que 
nunca  jamás  se  dió.  ¡Bienaventurada  mujer  que  tal  oyó  y 

lio   vientre  que  tal  recibió! 

Estad  atenta,  doncella;  el  Señor  os  manda  decir:  Ecce 
concipies,  et  paries.  Oíd,  Señora,  estas  grandezas:  Concebi- 
réis y  pariréis  un  Hijo  y  llamarse  ha  Jesús,  que  quiere  decir 
Salvador;  éste  será  grande,  y  llamarse  ha  Hijo  del  Altísimo, 

115  y  reinará,  y  no  habrá  su  reino  fin  para  siempre.  ¡Oh,  bendito 
sea  quien  tal  Hijo  nos  dió,  quien  tal  reino  nos  dió!  Será 
grande,  y  terná,  no  aquel  reino  cortillo  de  Judea  de  cien 
leguas.  ¡Mirad  qué  grande  reino,  mirad  qué  reino  de  cien 
leguas!  Dalle  ha  la  silla  del  rey  su  Padre;  reino  de  David: 

120  no  aquel  reino,  sino  el  figurado  por  él;  que  aquel  reino  de 
David  era  muy  pequeño,  éste  muy  grande;  el  de  David  tem- 
poral, éste  espiritual;  el  de  David  se  acabó,  el  otro  nunca 
se  acabará.  Darle  han  el  reino  de  David,  y  reinará  en  la  casa 
de  Jacob  para  siempre. 


89-90  en  el  creer  como  Eva  T  ||  91  Tenía]  tiene  la  7"  |  y  limpieza  om.  T  || 
94  que,  om.  T  ||  96  que]  es  add.  T  \\  97  venía  a  él]  le  viene  a  uno  T  ||  99 
pedí  T  |  para]  que  podáis  add.  T 

102  proveyóla  T  ||  107  aserróla  T 

116  quienj  y  T  '  reino]  rey  7  ||  117  tendrá  T  ||  118  Mitá  T  ||  119  Dar- 
le 7"  |  del  rey]  de  David  T      roino  de  David  om.  T  'I  123  ha  T 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


125  m  ¿Por  qué  dijo  más  en  la  casa  de  Jacob  que  cíe  Abraham 
y  de  Isaac?  Porque  los  que  decendían  de  Abraham  y  de 
Isaac  fueron  fieles  y  infieles.  Isaac  fué  fiel,  Ismael  infiel; 
Jacob  fué  fiel,  Esaú  fué  malo,  infiel  y  desamado  de  Dios;  pero 
en  la  casa  y  familia  de  Jacob  todos  fueron  fieles  y  creyentes. 

130  Reinará  en  la  casa  de  Jacob,  conviene  a  saber,  en  los  que 
conocen  a  Dios,  en  los  buenos.  Y  su  reino  no  se  acabará. 
¡Qué  gentil  Mesías  tuviéramos,  que  reinara  cien  años  y  se 
acabara  su  reino  y  luego  viniera  otro !  Nuestro  Rey  y  nuestro 
Mesías  para  siempre  ha  de  reinar,  y  su  reino  no  se  acabará; 

135  que  allá  donde  está  en  el  cielo,  acá  reina  y  rige,  acá  te  man- 
tiene, y  te  defiende,  y  sustenta,  y  alcanza  gracia  y  perdón 
de  los  pecados,  y  te  libra  de  los  demonios,  te  consuela  en 
los  trabajos  y,  finalmente,  te  da  todos  los  bienes. 

Prosigue  la  embajada  y  dice:  Y  será  llamado  este  vuestro 

140  Hijo  Hijo  del  muy  Alto.  Esta  palabra  será  llamado  es  frasis 
hebrea;  tanto  quiere  decir  como  será. 

¿Qué  mujer  sin  preguntar  ni  dudar  no  recibiera  tal  Hijo 
de  buena  gana?  Es  tanto  el  contento  que  de  su  virginidad 
y  limpieza  tiene  la  Virgen,  que  responde:  "Angel,  ¿cómo  se 

145  hará  esto?  Espántame  esto".  ¡Oh  limpieza,  que  tan  amada 
eres  de  la  Virgen!  ¡Oh  entrañas  limpísimas,  qué  sellado 
está  en  vuestro  corazón  el  amor  de  la  virginidad!  No  sin 
causa  preguntáis:  "Angel,  ¿cómo  será  esto,  que  no  conozco 
varón?"  No  es  palabra  de  incredulidad.  Mirá  que  tanto  es 

150  el  amor  que  tiene  la  Virgen  a  su  limpieza,  que  no  trueca 
su  virginidad  por  ser  Madre  del  Hijo  de  Dios.  No  dice  si 
será  o  no,  que  no  lo  duda,  mas  dice:  "Enseñadme  cómo  será; 
que  yo  he  propuesto  y  determinado  de  no  conocer  varón". 
Ya  lo  he  dicho  otras  veces  que  vale  tanto  esto  como  cuando 

155  decimos  acá:  "No  como  carne";  "tengo  propósito  de  no  la 
comer  en  toda  mi  vida".  "¿Cómo  tengo  de  concebir?  ¿Cómo 
ha  de  ser  eso?  Que  yo  no  querría  perder  mi  limpieza  ni 
querría  desobedecer  a  Dios.  Declaráme  esto  que  os  pregunto, 
si  se  me  quedará  mi  limpieza,  que  a  Dios  bien  sé  que  todo 

160  le  será  pusible".  ¡Qué  ejemplo  para  doncellas!  En  todo  quiere 
agradar  a  Dios.  ¡Oh  bienaventurada  doncella,  que  no  osa 
trocar  su  virginidad  por  ser  madre  del  Hijo  de  Dios!  ¿Cómo 
será  esto? 


125  que]  en  la  add.  T  ||  126  Porque]  de  add.  T  |  decendían  T  ||  126-127 
y  de  Isaac  -  infieles]  om.  T  1  127  infiel]  en  los  de  Isaac  add.  T  ||  128  fiel] 
y  muy  amado  de  Dios,  y  add.  T  |  infiel -pero]  om.  T  |¡  134  ha]  tiene  T  |] 
137  y  om.  T 

139  embajada]  del  arcángel  add.  T  |  Y._  om.  t  140  lista  palabra]  Este 
T  |  140-141  frasis  hebrea  es  T 

144,  la]  Santísima  add.  T  ¡  responde]  al  add.  T  ||  148  será]  se  hará  T  || 
149-150  es  el  om.  T  ||  150  que,  om.  T  \\  152  Ensañadme  R  \\  154  esto,  que 
vale  tanto  T  ||  155  carne]  quiero  decir  add.  T  |  propuesto  T  ||  157  esto  T  )| 
158  Declaradme  r  ||  160  posible  T 


1009 


Responde  el  ángel  que  no  sabe,  que  no  es  él  el  que  ha  de 

165  entender  en  el  negocio,  que  él  por  mensajero  viene  a  nego- 
ciallo,  de  parte  de  Dios  viene,  que  el  que  lo  ha  de  hacer 
Espíritu  Santo  es,  que  El  sólo  es  santo  y  la  carne  es  sucia; 
mas:  y  la  virtud  y  fuerza  del  Altísimo  os  hará  sombra,  os 
esforzará,  os  enseñará,  os  sustentará,  que  no  es  tan  bajo 

170  este  negocio,  que  basten  vuestras  fuerzas  para  ello,  mas  la 
virtud  y  fuerzas  del  muy  Alto  os  hará  sombra  (frasis  hebrea 
es  ésta) .  Y  por  eso  lo  que  de  ti  naciere  será  llamado  Santo. 
No  masculino,  sino  neutro;  para  que  sepas  que  no  tomó 
persona,  sino  nuestra  naturaleza.  Será  hijo,  no  de  Josef,  no 

175  de  hombre,  mas  Hijo  del  muy  Alto,  concebido  por  Espíritu 
Santo,  que  como  sea  santo,  no  puede  hacer  cosa  que  no  sea 
santa,  será  llamado  Hijo  de  Dios.  Mirá,  doncella,  para  que 
alabéis  a  Dios,  para  que  le  deis  muchas  gracias  y  veáis  sus 
misericordias,  dice  el  ángel,  vuestra  parienta  Elisabet,  que 

180  es  mañera  y  vieja,  porque  no  os  espantéis  de  lo  que  os  he 
dicho,  en  su  vejez  ha  concebido  un  hijo,  para  que  sepáis 
que  no  hay  para  Dios  cosa  imposible;  y  por  eso  os  lo  repre- 
sento; pues  aquello  es  posible,  esto  también.  Esta  es  la  em- 
bajada, yo  espero  vuestra  respuesta,  y  la  Santísima  Trinidad 

185    espera  vuestro  consentimiento;  ¿qué  respondéis? 

Cuando  la  sagrada  Virgen  oye  las  grandes  mercedes  que 
de  parte  de  Dios  le  promete  el  ángel,  asegurada  de  Dios  que 
lo  que  le  promete  hará  de  su  parte,  hinca  las  rodillas,  sus 
ojos  y  el  corazón  en  el  cielo  puestos,  dice  humildemente  y 

190  con  reverencia:  Ecce  ancilla  Domini,  fiat  mihi  secundum 
verbum  tuum:  He  aquí  la  sierva  del  Señor,  hágase  en  mí 
sigún  tu  palabra.  En  aquel  momento  entró  el  Verbo  divino 
en  sus  entrañas  y  quedó  hecha  la  mayor  obra  que  se  hizo 
ni  hará  para  siempre  jamás.  ¿Pues  por  qué  se  llama  esclava 

1&5  y  se  abaja?  Así  lo  quiere  Dios,  y  es  razón  que  la  que  tal 
Hijo  había  de  tener  y  tanto  se  abajó,  que  la  ensalcen  y  la 
confiesen  por  Señora,  y  la  honren  los  nombres  y  los  ángeles, 
y  por  tal  la  tengan  y  reverencien  en  los  cielos  y  en  la  tierra, 
a  la  que  tan  bien  supo  abajarse  y  recibir  la  embajada  de 

200   parte  de  Dios. 

Grandísimo  gozo  recibió  hoy  la  Virgen  con  esta  emba- 
jada; y  pues  agora  cada  vez  que  se  la  mentamos  se  alegra, 
y  para  que  la  sepamos  saludar  y  contar  estos  misterios,  pi- 


167  es  el  Espíritu  Santo  T  |  y  la  carne  es  sucia  om.  T  |  [  168  y,  om.  T  \ 
fuerzas  T  ||  174  nuestra  naturaleza]  ánima  II  \\  175  mas  om.  T  ||  176  que( 
om.  T  ||  180  vieja  y  mañera  T 

188  Lineadas  T  ||  192  según  T  ||  194  ni]  se  add.  T  ||  196  había  de  tener] 
reoebfa  T  ||  197  ángeles]  y  los  arcángeles  add.  T  ||  199  recebir  T 

202  mentamos]  decimos  T 

192    Le.  1,  3038. 


1010  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


dárnosle  que  nos  alcance  la  gracia,  y  para  que  lo  haga,  digá- 
205   mosle  con  devoción:  Ave,  María. 

¿Qué  zarza  es  ésta,  Ecce  ancilla  Domini,  etc.,  ubi  supra. 
que  arde  y  no  se  Las  palabras  que  mediante  el  favor 
quema?  divino  darán  fundamento  a  nuestro 

sermón,  dícelas  el  santo  evangelio 

210  en  la  misa  que  se  dice  hoy,  como  habréis  oído.  Quis  loquetur 
potentias  Domini,  auditas  faciet  omnes  laudes  eius;  quis 
sapiens  custodiet  hoc?  ¿Quién  hablará  los  poderíos  del  Se- 
ñor? ¿Quién  entenderá  sus  misericordias?  ¿Habéis  encon- 
trado con  algún  libro  en  que  hayáis  leído  las  misericordias 

315  de  Dios?  ¿Habéis  visto  libro  que  las  diga? 

Anda  Moisén  apacentando  su  ganado  y  mételo  allá  en 
lo  más  dentro  del  desierto;  y  andando  él  bien  descuidado, 
vido  estar  una  zarza  que  se  ardía:  espántase  cómo  arde  y  no 
se  quema.  Por  cierto  que  tengo  de  llegar  a  ella  y  ver  esta 

220  gran  maravilla.  ¿No  hay  más,  Moisén,  no  hay  más?  Va  allá, 
y  ya  que  llegaba  cerca,  halla  que  estaba  Dios  en  la  zarza. 
Mirá,  por  vuestra  vida,  ¿quién  vido  a  Dios  en  la  zarza? 
Y  dícele  desde  allí:  Moisén,  no  te  llegues  a  mí;  muy  de  recio 
vienes;  mira  que  la  tierra  donde  estás  santa  es.  ¿No  hay 

225  más  sino  venir  y  ver?  Descálzate.  ¿Estaba  más  santo  por 
estar  descalzo?  Descálzate;  no  traigas  tu  seso,  no  tu  razón, 
no  tu  fuerza,  no  tu  saber;  quítalo,  que  no  vale  nada;  otro 
espíritu  es  menester,  otra  fuerza,  otro  entendimiento;  des- 
cálzate; no  eres  nada,  no  vales  nada.  ¿Pensabas  que  no 

230  había  más?  Cata  que  estás  cerca  de  Dios,  de  aquel  cuya 
majestad  tiemblan  los  ángeles. 

Habla  Dios  desde  la  zarza:  Ego  sum  Deus  Abraham,  Deus 
Isaac,  Deus  Iacob.  Maravilloso  Dios,  ¿y  estáis  en  la  zarza? 
¿Qué  manda  vuestra  majestad?  Yo  tengo  oídos  para  oír  y 

2>35  ojos  para  ver  las  penas  que  padece  mi  pueblo.  Yo  he  oído  las 
voces  que  me  dan  en  Egipto,  yo  he  visto  su  afligimiento,  y, 
viendo  lo  que  pasa,  he  decendido  acá  a  librarlo.  Cata  que  te 
mando  que  vayas  a  Faraón  y  le  digas  esto  y  esto  de  mi  parte. 
Mirabilis  profecto  visio,  sed  mirabilior  plenitudo.  Admirable 

240  es,  por  cierto,  la  visión,  mas  más  maravilloso  es  su  cumpli- 
miento. 

204-212  la  gracia  -  custodiet  hoc]  el  espíritu  con  que  ella  la  oyó,  para  que 
la  sepamos  agradar.  ¿  Quién  hablará  ?  7" 

216  Andaba  T  ||  218  vió  T  |  se  om.  T  |  espantóse  T  |  arde]  ardía  T  ||  219 
quemaba  T  |  a  ella]  allá  T  ||  222  Mirad  T  \\  223  a  mí]  acá  T  |  de  om.  T  || 
225  y]  a  T  ||  227  quítalo]  quita  allá  T  ||  228  es]  has  T  ||  230  Dios]  cerca 
add.  T  |  aquél]  de  add.  T 

234  oídos]  orejáis  T  ||  237  decendido  T  |  librarle  T  ||  239  Mirabilis  -  pleni- 
tudo] om.  T 


206  Le.  I,  3& 
213    Ps.  ros.  2. 


338    Of.  Ex.  3,  1-10. 


65  [i].     ANUNCIACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA  1011 


¿Quién  entenderá  las  misericordias  del  Señor?  ¿Quién  su 
consejo?  ¿Qué  es  esto?  Si  nos  entramos  al  desierto,  si  lle- 
vamos nuestras  ovejas  a  lo  más  secreto,  si  nos  retraemos  a 

245  lo  más  interior  de  nuestros  corazones,  veremos  la  visión  de 
Dios.  ¿Qué  zarza  es  ésta,  que  arde  y  no  se  quema?  Que  vean 
vuestros  ojos  una  doncella  preñada :  está  Dios  en  ella  y  no  se 
quema,  preñada  está  y  doncella.  ¿Qué  zarza  es  ésta?  Vamos 
a  ver.  Decirnos  han  que  nos  vamos  para  necios.  Quitá  allá 

250  vuestras  razones  y  naturaleza,  descalzaos  vuestros  zapatos 
de  cuero  de  animales,  quitá  allá  el  saber  y  entender  de  carne: 
Salid,  hijas  de  Sión,  y  veréis  al  rey  Salomón  coronado  cum 
corona  qua  coronavit  eum  mater  sua  in  die  desponsationis 
suae.  Pidamos  a  nuestro  Señor  gracia  para  que  sepamos  re- 

255  cibir  y  gozar  y  entender  algo  de  este  misterio. 

No  te  llegues  con  corazón  y  ojos  mundanos,  no  con 
corazón  profano  y  deshonesto;  desnuda  tu  razón,  llégate 
con  pies  descalzos,  desconfiado  de  ti,  desarrimado  de  ti, 
arrimado  y  pidiendo  socorro  a  Dios.  ¿Qué  es  esto?  Llegaos 

260  un  poco:  ¿qué  tiene  esta  doncella?  ¿Qué  fuego  es  este 
que  tiene  dentro  de  sí?  Responderos  han:  No  ángel  ni  ar- 
cángel, sino  el  mismo  Dios  que  está  en  ella:  Yo  soy  el  Dios 
de  Abraham,  Dios  de  Isaac,  Dios  de  Jacob.  ¡Oh,  bendito  y 
glorificado  seáis,  Señor,  para  siempre,  y  los  ángeles  te  ado- 

265  ren  y  reverencien  para  siempre!  ¿Qué  hace  el  Dios  grande 
encerrado  en  una  doncella?  El  nombre  de  la  ciudad  de  Dios, 
Dominus  ibidem;  el  nombre  del  Hijo  de  la  Virsren  y  de  Dios, 
Emmanuel.  Llegáis  a  la  ciudad,  llegáis  a  la  Virgen  pensan- 
do que  no  hay  más;  responde  Dios  en  ella:  Yo  estoy  aquí. 

270  ¿Qué  hacéis  ahí.  Señor,  en  una  doncella?  Vi  el  trabajo  y 
penas  de  mi  pueblo  y  los  trabajos  y  angustias  que  padece, 
y  he  descendido  a  librarlo  yo. 

¡Oh  maravilloso  Dios!  Dan  voces  los  hombres,  y  todos 
los  profetas,  que  viniese  ya  el  que  había  de  venir.  Estaba 

275  el  mundo  captivo  en  poder  del  demonio  y  en  grande  angus- 
tia; grandes  eran  las  fuerzas  del  demonio  y  gran  dolor  era 
ver  que  obraba  el  pecado  en  los  corazones  de  los  hombres 
con  eficacia.  "No  hay  otro  remedio,  dice  Dios.  Yo  sé  lo 
an«  TiaSa  mj  pueblo;  yo  sé  sus  angustias,  yo  he  habido 

243  esto]  ¿  Oué  es  esto?  add.  T  |l  246  zarza  es  ésta]  cerca  está  T  |  ven 
T  ||  247  doncella]  virgen  add.  T  1|  248  ¿Qué  zarza  es  ésta?  om.  T  |  Vamos] 
Si  nos  acercamos  T  ||  249  ver]  este  misterio  add.  T  |  vayamos  T  |  allá  om.  T  || 
250  naturalezas  T  II  252-254  cum  corona  -  desponsationiis  suae]  con  la  corona 
con  la  cual  le  coronó  su  madre  en  el  día  de  sus  desposorios  T  ||  255  recebir  T 

263  Abraham]  el  add.  T  ||  263-264  seáis,  Señor,  y  glorificado  T  \\  268  Lle- 
gáis,] Llamáis  T  |  Uegaréis.,  T  ||  269  responderos  ha  T  |j  270  Señor  ahí  T  \\ 
272  decendido  T 

273  Daban  T  ||  281  decendido  T 

242    Ps.  106,  43.  267    Ez.  48,  35. 

254   Cf.  Cant.  3,  ii.  268   Mt.  i,  23;  Is.  7,  14?, 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


280  compasión  de  los  hombres,  de  los  santos  padres  del  lim- 
bo, de  las  sillas  que  están  por  reparar;  yo  he  descendido  y 
venido  a  lo  librar". 

¡Oh,  glorificado  seas,  pues,  Señor!  ¿Qué  va  de  acá  acu- 
llá? Envió  a  Moisés  para  que  librase  su  pueblo  del  capti- 

285  verio  de  Faraón,  y  quedóse  Dios  Dios  sin  que  le  costase 
nada.  ¿Es  acá  así?  No.  Descendí  ut  liberarem  populum 
meum.  Descendí  a  librar  mi  pueblo.  ¿Qué  os  costará  a  vos? 
Cuando  Moisés  libró  vuestro  pueblo,  echastes  muchas  pla- 
gas a  Faraón;  ya  le  echan  moscas  de  perros,  ya  ranas, 

290  ya  otras  cosas  que  les  daban  mucha  pena  y  trabajo;  mas  a 
vos,  ¿qué  os  ha  de  costar?  ¿Qué  cosa  es  ésa,  Señor? 
— Propter  nos  homines,  et  propter  nostram  salutem  des- 
cendit  de  caelis,  et  incarnatus  est  de  Spiritu  Sancto  ex  Maria 
Virgine,  et  homo  factus  est.  Hombres,  no  es  ya  razón  tener 

296  el  corazón  de  piedras,  sino  de  carne,  pues  el  Verbo  de  Dios 
es  hecho  carne  por  nosotros  hombres  y  por  nuestra  salud. 
Dios  encarnó  y  fué  hecho  hombre.  Acullá  se  queda  en  la 
zarza,  y  no  tocan  a  El;  acá  desciende  de  los  cielos  y  que- 
da hecho  hombre. 

» 

300  So  hay  más,;  fué  ca-  ¿  Qué  ha  Dios  con  el  hombre  ?  Jún- 
samiento  por  amores  tame  esos  extremos.  Dame  hoy 
gana  (si  no  lo  hubiera  con  quien 
tanto  sabe)  decir:  ¿Señor,  sabéis  lo  que  hacéis?  ¿Qué  cosa 
más  alta  que  Dios?  ¿Qué  cosa  más  baja  que  el  hombre? 

305  ¡Dios  y  hombre!  Después  que  Adán  pecó,  hombre  es  nom- 
bre de  deshonra;  que  hombre  y  pecador  una  misma  cosa  es. 
Y  cuando  San  Pablo  quiere  reprehender  a  uno,  llámalo  hom- 
bre. Contentiones  et  rixae,  etc.  Nonne  homines  estis?  Y  el 
Psalmista  dice:  Ut  sciant  gentes,  quoniam  homines  sunt. 

310  Sepan  que  son  honibres,  que  son  pecadores  y  miserables  y 
llenos  de  mil  cuentos  de  males.  Dios,  hombre.  ¿Quién  nun- 
ca tal  pudo  pensar?  ¿Qué  el  cielo  con  el  suelo?.  ¿Qué  el 
alto  con  el  bajo?  ¿Qué  el  rico  con  el  pobre?  ¿Qué  el  limpio 
con  el  sucio?  ¿Qué  el  oro  con  el  lodo  hombre?  ¿Qué  es  esto, 

315  Señor,  que  tan  verdaderamente  os  habéis  juntado  con  el 
hombre?  Erunt  dúo  in  carne  una.  ¿Qué  es  hacerse  hombre? 
Hácese  hombre  y  no  deja  de  ser  Dios ;  dos  naturalezas  y 


283  pues  om.  T  |  va  de  T,  fort.  ñ  \  acá]  lo  uno  a  lo  otro  T  \\  284  Moisén 
T  |  que]  le  add.  T  |i|  285  Dicte,  om.  T  |]  287  Decendí  V  ||  288  Moisén  T  l| 
289*  echan]  echáis  T  ||  29.1  os  om.  T  ¡  ésa]  esto  T  |'|  294  es  razón  ya  no  T  \\ 
298  deciende  T 

302  hubiera  con]  obra  razón  B  \\  303  sabej  de  adJ.  T  \\  307  uno]  alguno 
T  |  llámale  T  \\  308  Contentiones  -  ote]  om.  7  |>]  300  dice  om.  7  ||  ,310-311 
y  llenos  -  Dios  hombre]  om.  f 

294    Miss.  Rom.,  On1o  Uis.uic,  svmh.  hicaen.-constanÜriop. 
30S   Of.  Rom.  o,  kt  316   Gen.  2,  24.     .  it 

309    Ps.  g,  21.  :•■  -     "  ""■ 


65  fll.     ANUNCIACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


1013 


una  persona,  de  manera  que  se  diga  Dios  es  Hombre,  y  el 
Hombre  es  Dios,  y  lo  que  se  dice  del  uno  se  diga  del  otro, 

320  y  que  se  comuniquen  los  bienes  del  Verbo  al  hombre,  y  los 
trabajos  del  hombre  al  Verbo.  Casados  están:  O  mira  Dei 
usque  ad  hominem  exinanitio!  O  mira  hominis  usque  ad 
Deum  exaltatio!  Desciende  Dios  hasta  hombre  y  sube  hom- 
bre hasta  Dios.  ¡Qué  baja  y  qué  alta!  Para  que  sepáis  cuán- 

325  to  puede  Dios  en  bondad,  es  abajado  a  hacerse  Dios  hom- 
bre, hasta  juntar  la  humanidad  y  darle  supuesto  y  persona- 
lidad de  Dios.  Y  no  son  dos  supuestos,  ni  naturalezas  [se- 
paradas] ;  mas  juntas  están  naturaleza  divina  y  humana,  y 
la  humana  está  apersonada,  está  supositada  y  arrimada  al 

330  Verbo  divino;  no  dos  personas,  sino  una.  Para  darte  a  en- 
tender que  pues  hubo  bondad  de  Dios,  sin  ningún  mereci- 
miento, [para]  levantar  aquella  humanidad  a  supositarla  en 
Dios  y  adornarla  de  tantas  excelencias  y  gracias,  que  es 
hacerlo  su  Hijo  natural,  que  el  que  tuvo  bondad  para  esto 

335  la  terná  para  levantarte  a  ti  del  estiércol,  para  que  seas 
hijo  de  Dios  por  participación;  que  por  eso  lo  hizo,  para  que 
vieses  en  la  cabeza  lo  que  había  de  pasar  en  los  miembros. 
Que  así  como  a  El  le  vino  sin  merecimientos,  así  te  vendrá 
a  ti  sin  los  tuyos.  Augustinus:  Praeclarissimum  nobis  pro- 

340  ponitur  exemplar  praedestinationis  nostrae  Dominus  Iesus. 
El  dechado,  la  confianza  que  el  Señor  te  pone  en  Jesucristo, 
que  aunque  tú  no  lo  hayas  merecido,  que  mires  que  como  se 
lo  dieron  a  El,  así  te  lo  dará  a  ti;  y  aunque  lo  hayas  ofen- 
dido, que  muy  mayor  es  lo  que  a  El  le  dieron  para  pagar 

345  pór  ti;  y  como  a  El  le  dieron,  te  lo  darán  a  ti;  para  que  se- 
pas que  si  Dios  te  llama,  si  Dios  te  justifica,  si  Dios  te  ha 
de  salvar  no  ha  de  ser  por  merecimientos  tuyos.  — ¿Cómo 
creeré  que  hará  esto  conmigo?  — -Mira  a  Cristo,  que  le  es 
dado  que  sea  Dios  por  sola  la  gracia. 

350  Casado  está  hoy  el  Verbo  con  aquella  santa  ánima  y 
cuerpo.  — ¿Casados,  señor?  — Por  eso  decía  que  yo  os  lo 
dijera  si  no  supiérades  tanto.  Casados:  ¡tomáme  esa  igual- 
dad! ¿Están  aquí  algunos  que  entienden  en  casamientos? 
¡Tomáme  por  ahí  esa  igualdad  de  linajes!  ¿Son  para  en 

355  uno?  ¿Qué  va  de  linaje  a  linaje,  de  saber  a  saber,  de  ri- 
áis es  om.  T  ||  319  es  om.  T  \  diga  T  ||  320321  y  que  se  comuniquen  -  al 
Verbo]  om.  í  ||  323  sube]  el  add.  I  ||  325  en]  y  su  T  [\  327  ni]  mas  dos  T  || 
323  mas  om.  T  |  están  om.  T  |  humana  y  divina  T  ¡|  331  pues  hubo]  pudo 
la  T  ||  333-334  que  es  (vid.  B)  hacerlo  su  Hijo  natural]  y  T  \\  336  porj  para 
/'  ||  338  le  vino  a  El  T  |¡  338  Augustinus  om.  T  ||  341-349  la  confianza  -  la 
gracia]  de  la  predestinación,  si  eres  predestinado,  si  Dios  to  llama,  justifica 
y  salva,  es  porque  tres  predestinado  de  gracia  T 

.352  tomadme  7    |]  354  tomadme  T  |  linaje  T  |  Son  pava]  Compara  li  \\ 


340  San  Agustín,  Dc  praedest.  sanct.,  c.  15,  .v  :  MI,  44,  qSi 
De  dono  persev.,  i-.  24,  67  ;  M¡L  45,  1033. 

349  Sixto  Tomás  de  a  quino,  Summa  theol,,  j,  <\.  24>  a.  4.  ■ 


1014  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 

queza  a  riqueza?  Grandísima  es  la  diferencia,  que  los  án- 
geles se  espantan  de  la  oír.  ¿Quién  viera  descendir  a  Dios 
hoy  y  bajarse?  (Digo  bajarse,  Dios  nunca  muda  lugar,  mas 
quiero  decir:  tomar  aquella  humanidad.)  Desigual  cosa  fué; 
360  mas  al  fin  aquella  ánima  y  cuerpo,  limpísimos  y  santísi- 
mos eran. 

¿No  es  pobre?  Ya  que  queréis  casaros  con  ella,  no  es 
malo  que  vengáis  en  el  vientre  de  una  mujer  y  la  engran- 
dezcáis. ¡Oh  gran  bien,  oh  grande  honra!  ¿Pensáis  que  no 

365  hay  más  sino  casaros  con  esa  humanidad?  Si  viniese  uno 
de  las  Indias  con  muchos  dineros  y  supiesen  que  daba  limos- 
nas, ¡qué  harían  de  demandarle  y  cargar  de  él  los  parien- 
tes pobres!  Pues  mirad,  Señor,  que  vuestra  Esposa  no 
debe  nada,  nunca  pecó,  limpísima  fué  en  su  concepción; 

370  pues  mirad  cuánto  debemos  los  parientes,  qué  cargados  de 
deudas  estamos,  qué  enfermos,  qué  desterrados,  condamna- 
dos  a  muerte,  desarrapados  y  enemigos  de  Dios,  con  mil 
deudas  y  trampas,  y  todas  han  de  cargar  de  vos.  Si  no 
fuérades,  Señor,  quien  sois,  yo  os  dijera:  Señor,  ¿sabéis 

3715  lo  que  hacéis?  Todos  los  pecados  de  los  hombres  han  de 
cargar  sobre  vuestros  hombros;  vos  lo  habéis  de  pagar; 
sobre  vos  han  de  caer  todos,  que  no  os  han  de  soltar  nada. 
¿Sabéis  con  quién  os  casáis?  ¿No  os  deshonráis  de  los  pa- 
rientes de  la  desposada?  ¿Hijo  de  Padre  tan  rico  en  el 

380  cielo,  venís  acá  a  la  tierra  a  casaros  y  vivir  entre  gente 
tan  pobre?  Si  fuérades,  Señor,  algún  avariento,  que  no  os 
movieran  las  necesidades  de  los  otros,  no  fuera  mucho  en 
ello;  mas  siendo  vos,  Señor,  tan  amoroso,  tan  misericor- 
dioso, y  que  daréis  las  entrañas  a  quien  viéredes  con  ne- 

385  cesidad,  ¿cómo  os  ponéis  entre  tantos  pobres?  ¿Qué  ha- 
béis hecho?  Que  han  de  caer  sobre  vuestros  hombros  las 
necesidades  de  todos;  y  lo  que  el  otro  pecó  en  su  carne, 
y  el  otro  en  su  locura,  y  el  otro  en  su  adulterar  y  blasfe- 
mar. ¿Qué  habéis  hecho,  Señor? 

390  Decirlo  he,  Señor;  ¡bendígante  los  cielos  y  la  tierra!  "Yo 
haré  que  feo  ames  y  hermoso  te  parezca".  No  hay  más,  fué 
casamiento  por  amores.  Quísonos  bien  el  Padre,  que  tal 
casamiento  y  Hijo  nos  dió.  Sic  Deus  dilexit  múndum,  ut  Fi- 
lium  suum  unigenitum  daret.  Quísonos  bien  el  Padre,  quí- 

356  Grandísima  -  diferencia]  Grandísimas  T  ||  357  ángeles]  todos  add.  T  |  la] 
las  T  |  viere  B  |  decendir  T  ||  357-358  hoy  a  Dios  T  ||  358  abajarse^  T  ¡ 
360-361  eran  y  santos  T 

362-364  l  No  es  pobre  -  engrandezcáis]  vuestro  amor  todo,  Señor,  lo  pasa  ; 
todo  lo  sufre ;  todo  lo  enriquece,  en  trueco  de  hacer  misericordias  T  ||  365 
humanidad]  ¡Oh  Rey  mío!,  i  y  Jos  parientes  de  la  Esposa?  iSon  muy  des- 
igualas, pobres  y  desacatados!  add.  T  \\  366  y]  si  T  |  limosna  T  H  371  qué, 
om.  T  |  condenados  T  ||  384  dais  T  |  veis  T  ||  386  caer]  cargar  T  |l  388  y;] 
lo  que  add.  T  |  otrOj]  pecó  add.  T  \  y.J  en  su  add.  T 


394    Cf.  lo.  3,  16. 


05   [i]-     ANUNCIACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


396  sonos  bien  el  Hijo,  que  tal  consintió;  quísonos  bien  el  Es- 
píritu Santo,  que  tal  ordenó.  ¿Para  qué  lo  dió  el  Padre? 
Para  que  muriese,  para  que  lo  casasen  con  la  esclava:  He 
aquí  la  esclava  del  Señor.  Lo  que  nace  de  la  esclava  es- 
clavo es,  aunque  sea  hijo  de  libre;  porque  el  parto  sigue  el 
400  vientre;  ¿no  es  asi?  Esclava  se  llama  la  Virgen  y  esclavo 
se  llama  el  que  de  ella  nace:  O  Domine,  ego  servus  tuus 
sum  et  filius  ancilla  tuae!  ¡Oh  Padre,  yo  soy  tu  esclavo  y 
hijo  de  tu  esclava!  Esclavo  fuiste,  Señor,  ¿quién  te  ahe- 
rrojó en  esa  cruz  con  clavos?  El  Hijo  de  Dios  no  vino  a 
405  ser  servido,  sino  a  servir.  Esclavo  fuiste  de  los  hombres 
pues  los  serviste,  y  a  duras  penas  te  lo  quieren  agradecer. 
¡Oh  bendita  tu  bondad  y  maldita  nuestra  maldad!  ¡Que 
envió  Dios  su  Hijo  al  mundo  a  que  remediase  los  hombres! 
¿Qué  fué  esto,  Señor,  que  te  movió?  Quae  te  vicit  elemen- 
to tia,  ut  ferres  nostra  crimina?  ¿No  bastara  enviar  un  Moi- 
sén?  Non  ángelus,  non  legatus.  Ego  feci,  ego  feram,  ego 
portabo,  ego  salvabo.  Oídme,  pueblo  mío,  los  que  os  traigo 
criados  en  mi  vientre,  dice  el  Señor:  Yo  os  hice,  yo  os  su- 
friré, yo  os  llevaré,  yo  os  salvaré,  yo  os  llevaré  encima  de 

419  mis  hombros;  usque  ad  senectam  et  canos  ego  portabo,  por- 
que yo  os  hice,  yo  os  llevaré,  yo  os  salvaré  hasta  la  vejez, 
hasta  vuestras  canas  os  esperaré.  ¡Bendito  seas,  Señor,  que 
el  que  hizo  el  vaso  lo  vino  a  soldar,  y  aquel  a  cuyo  molde  se 
hizo,  El  mismo  le  vino  a  remediar  y  enmoldar! 

420  Descendir  quiero,  dice  Dios.  ¿Qué  fué  esto?  ¡Dios  os 
guarde  de  amor!  Quísonos  bien  el  Padre,  y  el  Hijo,  y  el 
Espíritu  Santo.  Este  negocio  es  todo  de  amor.  No  pidas 
igualdad,  no  te  metas  en  ese  trabajo,  no  pidas  razón  de 
amor;  es  amor.  ¿Habrá  ojos  para  ver  esto,  que,  por  el 

425  grande  amor  que  nos  tuvo,  se  bajó  y  se  encerró  en  el  vien- 
tre de  la  Virgen,  determinado  de  pagar  y  padecer  y  morir 
por  los  hombres,  y  pagar  todas  sus  deudas,  aunque  a  El 
le  cueste  la  vida? 

Aprende,  cristiano  Es  esclavo.  ¿Qué  es  razón  que  ha- 
430  gamos  nosotros?  Bien  supo  lo  que 

hizo.  ¡Aun  viniendo  El  y  pasando  lo  que  pasó,  no  lo  que- 
remos agradecer!  ¿Qué  hiciera  si  El  no  viniera?  ¿Qué  es 


397  muriese]  y  lo  despellejasen  add.  T  |]  401  el]  lo  T  |  Domine]  quia 
add.  T  ||  408  Dios]  a  add.  T  |  a]  para  T  ||  415  usque  ad  -  portabo]  om.  T  || 
417  seas]  Tú  add.  V  ||  419  mesmo  7'  |  amoldar  T 

420  Decender  T  |  dice  Dios]  Descendido!-  B  \\  422  de  om.  T  \\  425  abajó  T 
430  supo]  se  yo  T  |¡|  431  hizo]  Que  add.  T  ||  432  acradeeer]  ¿Qué?  Ni  nuti 


403  Cf.  Ps.  115,  16. 
405    Cf.  Mt.  20,  28. 

410    «Qua  victus  es  clementia,  ut  riostra  ferres  crimina?»  (Brev. 
Rom.,  Fcr.  V  in  Aseen*.  Domini,  hvmn.  ad  Laúd.). 
417   Cf.  Is.  46,  w. 


1016  SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


razón  que  hagamos?  ¿Qué?  Dice  San  Pablo:  Si  qua  con- 
solatio,  si  qua  viscera  misericordiae,  implete  gaudium  meum: 

435  ¿Habéis  visto  lo  que  he  hecho  por  vosotros?  Si  alguna  con- 
solación, si  algún  amor  me  tenéis,  si  no  sois  piedras,  ruego 
que  en  esto  cumpliréis  mis  deseos.  Implete  gaudium  meum:> 
idem  sapiatis,  eamdem  charitatem  habentes,  unánimes,  idip- 
sum  sentientes  nihil  per  contentionem  nec  per  inanem  glo- 

440  riam,  sed  in  humilitate  sibi  invicem  superiores  arbitrantes, 
non  quae  sua  sunt  singulis  considerantes,  sed  ea  quae  alio- 
rum.  Hoc  enim  sentite  in  vobis,  quod  et  in  Christo  Iesu; 
qui  cum  in  forma  Dei  esset,  non  ra/pinam  arbitratus  est  se 
esse  aequalem  Deo:,  sed  exinanivit  semetipsum,  formam  servi 

445  accipiens,  in  similitudinem  hominum  factus,  et  habitu  in- 
ventus  ut  homo.  ¿Habéis  oído  lo  que  os  he  dicho  y  qué  es 
la  causa  que  tenéis  para  padecer?  Pues  ruégoos  que  sintáis 
lo  que  Cristo  hizo  por  vosotros,  y  podáis  pagalle  y  agra- 
decelle  algo  de  lo  mucho  que  hizo  por  vosotros.  — ¿Qué  tanto 

450  se  abajó?  — ¿Cuánto?  ¿No  os  han  dicho  que,  siendo  Hijo 
natural  de  Dios,  se  hizo  extranjero?  ¿Y  no  tenemos  algún 
agradecimiento?  Ruégote  que  sientas  en  ti  lo  que  El  sintió 
en  si;  que  siendo  Dios,  pudiéndose  tratar  como  Dios,  pa- 
deció, y  se  apocó,  y  se  abajó.  No  porque  no  fuese  igual 

•355  a  Dios:  no  quiso  usar  de  su  grandeza,  no  de  su  alteza,  mas 
apocóse,  vacióse,  humillóse.  ¡Oh  inmensa  bondad  de  Dios! 
¡Cómo  se  abaja  tomando  forma  de  esclavo,  y  no  de  cual- 
quiera esclavo,  sino  de  mal  esclavo,  y  por  malo  era  tenido! 
A  los  esclavos  malos  azotan  y  aherrojan.  Por  malo  fué  azo- 

460  tado,  y  abofeteado,  y  remesado,  y  puesto  en  la  cruz.  Fué 
hecho  hombre,  cansóse,  comió,  bebió,  durmió,  padeció: 
¡mira  qué  gran  bajeza!  Y  si  Dios  tanto  se  abajó,  ¿es  razón 
que  el  hombre  tenga  ya  presunción?  ¿Que  ubi  exinanivit 
se  maiestas,  ibi  infletur  servus? 

465  ¿Qué  diremos  a  los  que  pecan?  ¿Qué  diremos  a  los  que 
tienen  fantasías?  ¿Qué  diremos  a  los  que  andan  en  puntos 
con  sus  prójimos?  "¿Habíame  de  decir  él  a  mí  esto?  ¿Había- 
le yo  de  consentir  esto?"  ¿Qué  diremos  cuando  en  juramentos 
de  honras?  Yo  me  abajé — dice  Cristo — ,  ¿es  razón  que  el  es- 

470  clavo  se  ensalce?  Yo  me  abajé  para  subir  al  hombre;  no 
andéis  ya  en  celos  de  envidias;  cada  uno  tenga  al  otro 

dar  un  cuarto  add.  T  ||  436  ruégoos  T  \\  437  cumpláis  T  ||  '439-440  nihil  per - 
humililate]  om.  T  ¡|  440  superiores  sibi  invicem  T  ||  441  ea  om.  T  ||  442 
quod  et]  que  B  ¡|  444  semetipsum  exinanivit  T  ||  445  et]  est  B  ||  448  Jesu- 
cristo nuestro  Señor  T  \\  448-449  y  podáis -por  vosotros]  om.  T  ||  450  Cuánto] 
qué  tanto  T  |]  454  abajó]  hasta  morir  muerte  de  cruz  adii.  T  \\  455  Diois] 
su  Padre  T  |  no  ]  ni  T  ||  456  vacióse  om.  T  ||  461  comió]  y  add.  T  ||  462 
qué]  tan  T  ]|  464  inflatur  T 

497  a  mí  om.  T  \\  468  esto]  otro  íiiící.  T  |  de]  cuando  en  T  ||  469  me]  me 
add.  B  ||  470  al]  el  T  ||  472  El  que  más -mayor]  Om.  T  \\  473  tuviere  T  || 


446    Cf.  Phil.  2,  1-7. 


65  [i].     4NTJNCIACIÓN  DE  NUESTRA  SEÑORA 


1017 


por  mejor.  El  que  más  se  abajare,  aquél  es  el  mayor.  El 
que  en  menos  se  tiene  aquél  es  el  que  vale  más,  a  seme- 
janza de  Dios,  que,  siendo  Dios  y  estando  en  forma  de  Dios, 

475  y  en  su  gloria,  vino  y  se  vistió  de  hábito  de  esclavo,  y 
donde  El  no  podía  morir,  toma  forma  mortal.  Porque  el 
amor  hace  grandes  cosas  y  padece  mucho;  hace  el  amor 
que  padezcas  pena  y  el  otro  descanse,  que  tú  enfermes 
para  que  el  otro  sane,  que  se  abaje  para  levantar  al  otro; 

480  el  amor  non  quaerit  quae  sua  sunt,  sed  quae  Iesu  Christi, 
sed  quae  aliorum. 

Este  amor  prevaleció  tanto  en  Dios,  que '  lo  tenéis  hoy 
Dios  y  hombre;  no  procura  el  amor  su  descanso,  sino  el 
de  los  otros.  Hoc  sentite  in  vobis.  No  cumpláis  con  vosotros, 

485  sino  con  los  otros.  Pues  tanto  pudo  el  amor  en  Dios,  que 
sale  de  sí,  y  que  pudiese  padecer,  pues  razón  es  ya  que 
pierdas  tú  tu  sosiego  por  el  prójimo  porque  él  lo  tenga; 
que  te  metas  en  trabajo  por  sacallo  a  él;  que  por  dalle  la 
vida  mueras,  pues  este  amor  venció  a  Cristo  a  morir  por  ti. 

490  Pues  si  ves  a  Dios  que  perdió  su  descanso  por  los  hombres, 
¿qué  es  la  causa  que  no  te  humillas  para  ensalzar  tu  pró- 
jimo? No  cumplas  contigo  por  cumplir  con  los  otros;  pasa 
necesidad  por  remediar  a  los  otros;  toma  ejemplo  en  Jesu- 
cristo, que,  siendo  rico,  se  abajó  y  se  hizo  pobre;  siendo 

495  alto,  se  hizo  bajo;  siendo  honrado,  dejó  su  silla.  Cásase 
con  el  hombre,  olvídase  de  su  grandeza,  disimula  su  divi- 
nidad. Aprende,  aprende,  cristiano.  ¡Dios  hombre  por  amo- 
res! Razón  es  que,  como  la  Virgen  dice:  Ecce  ancilla  Do- 
mini,  así  como  Cristo  dice:  He  aquí  tu  siervo,  así  tú  digas: 

500  "He  aquí  que  soy  esclavo,  no  se  haga  mi  voluntad,  sino 
la  vuestra",  como  El  dijo  al  Padre:  "Yo  vuestro  esclavo 
soy,  hágase  vuestra  voluntad".  En  tiempo  próspero  y  ad- 
verso, en  la  vida  y  en  la  muerte,  ahora  y  para  siempre  llá- 
mate a  boca  llena  esclavo  de  Dios,  pues  que  la  Virgen  asi 

505    se  llama. 

¿Qué  tiene  que  ver     Señor,  ¿qué  vistes  en  ella  por  que 
Rebeca  con  María?     os  agradastes?  Corre,  ve— dice  Abra- 
ham  a  su  criado — ■,  búscame  una  mu- 
jer para  mi  hijo.  Fuése  allá  a  su  tierra  de  Abraham,  póne- 

475  de,]  forma  y  add.  T  ||  476  tomó  T  ||  478  penas  T  |  y]  que  add.  T  \]  479 
otro  ]  que  add.  T 

482  tenemos  T  ||  483  procura]  porque  era  7  ¡  di.  om.  I  |{  485  e»]  con 
T  \'¡  486  sale  -  padecer]  le  hizo  hacerse  hombre  y  padecer  tanto  por  los  hom- 
bres T  |  ya  om.  T  ¡|  487  pierdas]  que  pierdas  add.  B,  ya  add.  T  |  tú  om.  T  || 
488  sacarlo  T  |  darle  T  ¡I  491  ensalzar]  alzar  a  add.  T  I!  494  Cristo  7"  |j  196 
dejó  su  silla)  tomó  deshonras  T  ||  501-502  soy  vuestro  esclavo  r  ||  603 
ahora  T 


481  I  Cor.  13, 
499    J-C-  1.  38- 


501    Bit.  26,  .59. 


1018 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


510  se  junto  a  una  fuente,  está  allí  esperando  que  saliesen  las 
doncellas  por  agua,  alza  sus  ojos  a  Dios  y  dice:  "Señor, 
declaráme  cuál  ha  de  ser  la  que  yo  deba  tomar  por  esposa 
de  su  hijo  de  vuestro  siervo  Abraham".  Dice  luego:  "Dame, 
Señor,  esto  por  señal:  aquella  que  yo  le  pidiere  de  bebpr  y 

515  dijere:  Bebe  tú  y  daré  a  tus  camellos,  esto  tomo  por  señal". 
Dicho  y  hecho;  he  aquí  viene  Rebeca,  una  hermosísima 
doncella  y  ascondida,  que,  aunque  era  ascondida,  salían 
todas  por  agua  (no  había  tanto  mal  como  hay  hoy  en  el 
mundo}.  Cogió  su  cántaro  de  agua;  llegóse  a  ella  y  salu- 

520  dóla  y  di  jóle?  "Dame  de  beber,  doncella".  Vino  ella,  y  con 
gran  diligencia  quítase  el  cántaro  de  su  cabeza  y  dale  de 
beber,  y  dícele:  "Y  a  tus  camellos  también  daré  de  beber", 
y  vierte  presto  su  agua  y  dales  de  bpber  a  los  camellos. 
Estábase  el  otro  espantado,  y  dijo:  "Verdaderamente  ésta 

525  es  la  que  Dios  ha  encaminado  para  mi  señor".  Preguntóle 
cúya  hija  era;  como  supo  que  era  hija  de  un  hermano  de 
Abraham,  holgóse  en  gran  manera;  y  abre  sus  arcas  y  saca 
tantas  de  ajorcas  y  manillas  y  péneselas  en  los  brazos, 
en  las  manos  y  en  las  orejas.  Y,  al  fin,  se  casó  su  señor 

530   con  ella. 

¿Qué  es  la  señal  en  que  se  verá  cuál  ha  de  tomar  para 
esposa  su  señor?  La  señal  que  se  da  es:  "La  mujer  a  quien 
yo  pidiere  de  beber,  y  no  solamente  me  diere  a  mí,  mas  a 
mis  camellos,  aquélla  es  la  que  Dios  tiene  para  esposa  de 

535    mi  señor". 

Viénele  el  ángel  con  la  embajada  de  Dios;  danle  por 
señal:  "Aquella  que  no  solamente  me  diere  lo  que  le  pido, 
sino  más  de  lo  que  le  pido,  ésa  es  la  que  tiene  Dios  para 
Esposa  del  Verbo  eterno,  su  Hijo".  ¿Qué  tiene  que  ver 

540  Rpbeca  con  María?  Rebeca  es  sabia,  mucho  más  María; 
si  Rebeca  es  escondida,  mucho  más  María;  si  Rebeca  es 
hermosa,  mucho  más  María.  ¿Qué  tiene  que  ver  la  caridad 
de  Rebeca  con  la  de  María?  ¡Qué  gran  cosa  era  aquella 
señal,  que  diese  de  beber  a  quien  llegaba  a  una  fuente  con 

545  sed!  Una  ha  de  ser  la  esposa  del  Verbo,  que  esté  tan  llena 
de  misericordia,  llena  de  amor,  llena  de  entrañas  de  cari- 
dad, que  no  le  pidas  cosa  que  no  te  la  dé;  que  se  quite  el 

509  de  Abraham  om.  T  ||  511  ¿us]  los  T  ||  512  declaradme  T  |  debo  T  |! 
513  Dame  om.  T  ||  514  esto]  tomo  add.  T  |  señal]  que  add.  T  |  que]  a 
quien  T  ||  517  escondida,  T  |  era  om.  T  |  escondida,  T  |¡  519  ella]  él  T  [| 
520  saludólo  T  |  dícela  T  ]|  521  diligencia]  y  humildad  add.  T  |  dej  a 
T  ||  522  tambiénl  y  todo  T  \  de]  a  T  \\  525  Preguntóla  T  l|  526  hija,] 
hermana  T  l|  527  arcas]  cofres  T  ||  528  tantas  de  ajorcas  y]  muchas  joyas, 
saca  T  ||  529  en  las  n  om.  T  |  Y  al  fin  -  seftor]  Tríela  para  que  su  señor 
se  case  T 

531  cuál]   que  la  T   |  para]  por  T 

537  me  om.  T  |  diese  T  \\  538  que,]  yo  add.   T  |  .para]  por  T  ||  540 
María,]  Si  add.  T  |  más]  e*  add.   T  ||  541  más]  e«  add.  T  ü  544  llegase  T 


530    Cf.  Gen.  ss. 


1019 


cántaro,  y  te  dé  agua  de  gracia,  que  en  tus  tribulaciones 
sientas  su  ayuda. 

550  ¡Oh  válame  Dios,  y  cuándo  ha  de  salir  a  plaza  este 
libro,  en  que  se  lea  todo  lo  que  por  esta  Virgen  hace  y  por 
sus  oraciones!  ¡Cuándo  será  el  día  que  saldrá  uno  y  dirá: 
"Yo  tenía  un  pie  en  el  infierno,  y  por  ruegos  de  la  Virgen 
me  libró  Dios  y  me  perdonó"!  ¡Cuándo  saldrá  otro  y  dirá: 

555  "A  mi  me  libró  de  tales  pecados"!  Otros:  "De  tales  peligros 
en  la  vida".  Cuando  viéremos  que  sin  llamar  a  la  Virgen, 
ayuda  y  socorre,  y  no  solamente  da  lo  que  le  pedimos, 
sino  más. 

Peroración  La  subjecta  a  la  voluntad  de  Dios :  Hágase  en 
560      •  mi  según  tu  voluntad.  Yo  esclava  soy,  para 

consuelo  de  todos.  Pues  si  Cristo  se  llama  esclavo  del  Pa- 
dre, y  la  Virgen  se  llama  esclava,  ¿qué  haces,  cristiano? 
Usquequo  deliciis  dissolveris,  filia  vaga?  quoniam  creavit 
Dominus  novum  super  terram:  femina  circumdabit  virum. 

565  Ya  tenemos  a  Dios  por  nuestro  hermano,  carne  de  nuestra 
carne  y  hueso  de  nuestros  huesos;  hoy  se  ha  engendrado. 
Así  lo  decía  Moisén  al  pueblo.  Es  nuestro  hermano,  nues- 
tro amigo,  nuestra  cabeza  y  todo  nuestro  bien;  vino  acá  a 
santificarte  y  quitarte  todos  los  males.  Doncella,  ánima 

ó70    cristiana,  si  te  has  apartado  de  Dios,  no  es  ésa  tu  tierra; 
tu  ciudad  el  cielo  es;  el  servicio  de  Dios,  la  caridad  es; 
tu  guarida,  el  cielo  es;  torna,  torna  a  Dios,  arrepiéntete  y 
pésete  una  y  dos  y  tres  veces,  y  trescientas  mil  veces. 
— ¡Oh  que  no  querrán  recebirme! 

575  — Sí  querrán,  que  una  cosa  nueva  ha  hecho  Dios  sobre 
la  tierra:  Virgo  circumdedit  virum.  ¿Quién  desmaya,  que, 
aunque  uno  esté  a  la  puerta  del  infierno,  ahí  saca  Dios  de 
los  pecados  y  del  infierno,  quoniam  virtus  non  jacta  est 
caro!  ¿Para  qué  temes?  ¿Dios  no  se  hizo  hombre  para 

")80  que  se  hagan  los  hombres  Dios  por  participación?  Apare- 
jado está  para  darte  paz  y  perdonarte,  y  darte  gracia  y 
después  gloria,  ad  quam  nos  perducat  ipse  Iesus  Mariae 
filius,  qui  cum  Putre  et  Filio  et  Spiritu  Sancto  vivit  et 
regnat  in  saecula  saeculorum.  Amen. 

551  Virgen]  se  >i.iJ.  T  553  ruego  /  554  Dios  om.  I  556  en]  le 
r  l    557  piden  7 

559  sujeta  T  |  Dios]  dioe  add.  I  |  560  soyj  y  add.  i  |{  663  quoniam] 
ciuia  7  |j  567-568  nuestra  cabeza,  nuestro  amigo  /'  1  572  es]  tu  refugio  íiJií.  T  \¡ 
573  pesetc-mü  veces]  vuélvete  a  Dios  y  El  te  ret-ehirá.  Hasta  cuándo  has 
de  huir  de  Dios  ?  T 

574  me  quieren  recebir  7" 

575  lia  hecho  Dios  nueva  7  ||  576  circumdabit  II  ||  577*579  ahí  saca-caro] 
le  puede  y  quiere  Dios  sacar,  si  el  hombre  se  quiere  ayudar  con  hacer  lo 
que  es  en  st  T  ¡i  580  se  hagan-Dios]  los  hombres  seamos  dioses  T  ||  581 
paz-y  darte]   om.    T   \\   i582J383  ad  quam-saeculorum.   Aniien]    om.  T 


5rV>    Cf.  r,en.  2,  2;,. 


SKKMOM  S.   ClCLO  SANTORAL 


65  [2]  Esta  obra  es  sólo  puramente  de  gracia  * 
Anunciación  de  Nuestra  Señora,  25  marzo 

(¡Escorial,  Ms.  &  lili  21,  flf.  221  v  -  227  v.) 

Exordio:  La  zarza     Viendo  Dios  la  aflicción  que  los  hijos 
que  ardía-  y  no  se     de  Israel  tenían  estando  captivos  en 
quemaba  Egipto,  queriéndolos  librar  del  cauti- 

verio, apareció  a  Moisén  en  el  desier- 

5  to:  que  estaba  guardando  las  ovejas  de  su  suegro  en  el 
desierto.  Y  vió  una  zarza  que  ardía  y  no  se  quemaba^  y 
espantado  de  ver  fuego  tan  encendido  en  cosa  tan  flaca"  y 
no  se  quemar,  dijo:  Quiero  ir  a  ver  esta  maravilla.  Y  díjole 
Dios  desde  la  zarza:  La  tierra  en  que  estás,  por  estar  yo 

10    aquí,  santa  es;  si  quieres  llegar,  descálzate  los  zapatos. 

Maravillosa  es  la  visión  del  profeta,  pero  más  maravi- 
lloso es  el  cumplimiento  de  ella.  ¿Qué  es  fuego  en  zarza 
y  no  se  quemar,  sino  Dios  en  el  vientre  de  una  doncella, 
para  librarlos  del  pecado,  y  estándose  entera?  Si  algún 

15  día  tienen  los  predicadores  necesidad  de  limpieza  para  ha- 
blar, éste  es.  Si  algún  sucio  llegare  a  hablar  de  este  santo 
misterio,  dirále  el  Niño  desde  el  vientre  de  la  Madre  ben- 
dicta:  Si  quieres  llegar  acá,  descálzate  los  zapatos,  porque 
este  lugar  en  que  estás  tierra  santa  es.  Los  zapatos  hácense 

20  de  pellejos  de  animales  muertos.  Si  quieres  llegar  acá  a 
hablar  de  este  santo  misterio,  quita  las  aficiones,  que  son 
los  pies  del  alma,  de  las  cosas  mortales  de  la  tierra.  Y  por- 
que, para  hablar  de  él,  tenemos  necesidad  de  limpieza  y 
de  gracia,  pidámosela  al  mismo  Señor,  y  pongamos  a  la 

25    Virgen  por  intercesora,  diciendo:  Ave,  Maria. 

Día  de  buena  nue-  Hic  dies  boni  nuntii  est;  si  tacueri- 
va  es  hoy  mus,  sceleris  arguemur.  Día  es  hoy 

de  buena  nueva;  si  calláremos,  si  no 
lo  manifestáremos,  de  traición  seremos  argüidos.  ¿Cómo 

30  callará  la  lengua  en  el  día  que  Dios  se  hizo  carne  por  amor 
de  la  carne?  Día  es  hoy  de  grandísima  alegría,  el  de  la 
mayor  que  nunca  hubo  ni  habrá  para  siempre.  Día  en  que 
hizo  Dios  la  mayor  obra,  que  nunca  hizo  ni  hará.  Día  en 
que  tomó  nuestra  carne,  en  que  se  hizo  hombre.  Pues  de- 

35  cid:  Si  tenemos  a  Dios,  ¿qué  nos  falta?;  si  Dios  es  con 
nos,  ¿quién  contra  nos?  Día  es  hoy  que,  si  los  ángeles  nos 


«Del  P.  Avila,  en  el  día  de  la  Anunciación  de  nuestra  Seño- 
ra» If.  221  v). 

to    Cf.  Ex.  3,  1-5. 
36    Rom.  S,  31. 


2].     A.VIWCI ACIÓN   Ulí   MI.STKV  Sl.ÑOK  \  1021 


pudieran  haber  envidia,  la  tuvieran.  Y  doctores  hay  que 
dicen — y  paréceme  muy  bien — que  de  envidia  de  este  mis- 
terio se  perdió  Lucifer.  Que  tenía  él  hecho  su  cuenta:  "Si 

40  Dios  se  ha  de  juntar  con  alguna  criatura,  con  lo  mejor  ha 
de  ser.  Pues  mayores  son  los  ángeles  que  los  hombres  y  de 
mejor  naturaleza;  y  de  los  ángeles  yo  soy  el  mejor.  Si  con 
alguno  se  ha  de  juntar,  yo  he  de  ser".  Como  supo  después 
que  se  había  de  juntar  con  los  hombres,  tuvo  envidia. 

45  "¡Cómo!  ¿Con  un  hombre  pecador  y  miserable  se  ha  de 
juntar  Dios  y  dejarme  a  mí?  ¿A  un  pedazo  de  barro  he 
yo  de  adorar?"  Porque  sabía  él  que  aquella  humanidad 
santísima,  junta  con  Dios,  la  habían  de  adorar  los  ángeles 
y  serafines,  y  de  aquí  tomó  ocasión.  Y  vino  el  Señor  y  echó- 

50  lo  del  cielo  al  profundo,  porque  escrito  está  que  grande  es 
el  Señor  y  mira  las  cosas  bajas  en  el  cielo  y  en  la  tierra. 

Cuán  deseado  tenía  este  dichoso  día  la  Esposa,  cuando 
decía  en  los  Cantares:  ¡Quién  te  me  diese,  hermano  mió, 
mamando  en  los  pechos  de  mi  madre,  y  que  te  hallase  fuera 

55  por  esas  plazas,  y  te  besase  y  te  abrazase,  para  que  ya 
ninguno  me  menospreciase!  ¡Quién  te  viese,  hermano  mío, 
decir  con  deseo  de  este  día:  "Hecho  hombre,  hecho  niño, 
mamando  a  los  pechos  de  una  doncella"!  ¡Quién  te  hallase, 
Señor,  acá,  fuera  de  tu  eternidad,  por  esas  plazas,  vestido 

60  de  nuestra  ropa,  hecho  hombre  subjeto  a  dolores  y  traba- 
jos, porque  te  abrazase  y  besase,  porque  naide  me  menos- 
preciase! Porque  tú,  Señor,  hecho  hombre,  juntado  con  los 
hombres,  ¿quién  me  menospreciará?  ¿Los  hombres?  No. 
¿Me  menospreciarán  los  ángeles,  viéndote  a  ti,  que  eres 

65  Señor  de  todos  ellos,  hecho  hombre?  No.  ¿Me  menospre- 
ciarán los  demonios,  viéndote  a  ti,  Señor,  de  quien  tiem- 
blan en  oírte  mentar,  hecho  mi  hermano?  No.  ¿Me  me- 
nospreciará el  Padre  Eterno,  pues  te  dió  a  ti  que  fueses 
hombre,  para  remedio  de  los  hombres  y  para  honrarlos  por 

70  ti?  ¿Cómo  me  menospreciará  el  Hijo,  pues  por  mi  amor  se 
hizo  hombre  y  nuestro  hermano,  que  en  su  santo  Evangelio 
llamó  a  los  nombres  hermanos?  ¿Cómo  me  menospreciará 
el  Santo  Espíritu,  pues  en  el  que  El  más  moró  es  mi  her- 
mano y  por  amor  se  hizo  hombre?  ¿Pues  despreciarme  ha 

75  la  Virgen  santísima?  ¿Cómo  menospreciará  al  pecador,  pues 
fuimos  causa  de  su  dignidad;  que  para  salvar  los  pecado- 
res la  tomó  Dios  por  Madre,  y  somos  hermanos  de  su  ben- 
dicto  Hijo  y  ella  Madre  nuestra,  y  ansí  la  cantamos:  Mons- 
tra  te  esse  Matrem?  Si  tú,  Señor,  decía  la  Iglesia,  etc., 

80   ninguno  me  menospreciará. 

46  juntar]  con  add. 


Si    Cf.  Pa.  ii2,  ft.  56  Cf.  Cant.  8,  i. 

79  Hrcv.  Rom..  Comm.  fest.  H.  M.  I'..  Vesp.,  hyffñn.  «Ave- 
n-inri* --tella». 


1022  SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


Escoto  dice  que  la  más  propria  obra  de  gracia  que  Dios 
ha  hecho  con  los  hombres  ha  sido  ésta;  que  no  la  mereció 
naide.  Porque,  si  Dios  te  perdona  tus  pecados,  de  tu  parte, 
obra  de  gracia  es;  empero,  de  parte  de  Jesucristo,  bien  caro 

85  le  costó.  Si  te  da  la  gloria,  gracia  es  para  ti;  pero  a  El  le 
costó,  muriendo  en  un  palo  con  trabajos,  la  vida.  Esta  obra 
es  sólo  puramente  de  gracia,  que  naide  la  mereció.  Porque 
tus  bienes,  aunque  tú  no  los  merezcas  y  sea  gracia  de  tu 
parte,  de  parte  de  Jesucristo  trabajos  y  muerte  amarga  le 

90  costaron;  pero  ésta  naide  la  mereció,  ni  el  mismo  Jesucris- 
to en  cuanto  hombre.  Porque,  en  el  mismo  instante  que  fué 
concebido,  criada  el  ánima,  luego  fué  personalizada  con  Dios. 
Pues  que  antes  que  fuese  no  pudo  merecer;  obra  fué  pu- 
ramente de  gracia  del  Señor,  sin  ningún  merecimiento.  El 
95  nombre  sobre  todo  nombre  mereció  Jesucristo  porque  se 
humilló  hasta  la  cruz;  pero  ésta  es  obra  puramente  de  gra- 
cia. Es  tan  grande  esta  festividad  de  este  día,  que  no  basta 
un  dia  ni  muchos  para  celebrar  y  predicar  su  dignidad,  y 
por  esto  señala  la  santa  Iglesia  un  mes  de  Adviento,  para 

100  que  todo  él  se  celebrase;  y  si  esta  fiesta  en  todo  él  se 
celebra,  hoy  no  se  celebra  más  que  contar  cómo  pasó  y 
el  gozo  de  la  Virgen  bendicta. 

Hoy  se  cumplieron  los  deseos  de  todos  los  patriarcas  y 
profetas.  Que  tan  deseado  y  con  tantos  sospiros  fué  pe- 

105  dido:  Emitte  manum  tuam  de  alto,  eripe  me;  et  libera  me 
de  aquis  multis,  et  de  manu  filiorum  alienorum:  Enviad, 
Señor,  vuestra  mano  de  lo  alto,  decía  el  santo  David,  y 
libradme  de  las  aguas  muchas.  La  "mano"  que  pide  David, 
este  santo  día,  este  santo  misterio,  a  Jesucristo  pide;  por- 

110  que  con  las  manos  obramos  lo  que  queremos,  y  el  Padre 
Eterno  con  Jesucristo  obra  todas  sus  obras,  todas  las  cosas 
son  hechas  por  El,  y  por  eso  se  llama  "mano"  y  "brazo" 
el  Hijo  de  Dios  en  las  santas  Escripturas.  Enviad,  Señor, 
vuestro  Hijo,  para  que  me  libre.  ¿Cómo  os  he,  Señor,  ofen- 

115  dido  a  vos,  que  sois  infinito?  No  bastan  consuelos  ni  reme- 
dios de  hombres  para  me  consolar,  si  vos  mismo  no  me  con- 
soláis. Enviad,  Señor,  uno  que  sea  Dios;  no  santo  ni  ángel, 
no  serafín,  no  cosa  limitada,  sino  el  mismo  Dios,  un  Todo- 
poderoso riquísimo  y  piadosísimo. 

120  A  uno  que  está  muy  muerto  de  hambre  no  le  pongáis  pan 
tasado,  que  no  le  podréis  hartar;  ponedle  pan  que  le  sobre, 
y  luego  se  hartará.  No  enviéis,  Señor,  a  santo  ni  a  otro  que 
vos,  no  cosa  finita;  enviad  al  Infinito,  a  vuestra  mano,  que 
haya  para  pagar  todos  nuestros  males  y  sobre.  De  parte  de 

125  Jesucristo — ¡bendicto  sea  El! — sobró  en  su  pasión  rescate 

124  para  pagar]  para  vengar  del. 


83   Escoto,  Ih  III  Sent.,  d.  n,  q.  2.  108  Cf.  Ps.  14^,  7. 

96  Cf.  Phil.  2,  8-9. 


6,5  [2]-     ANUNCIACIÓN  1>E  NUESTRA  SEÑORA 


1023 


para  salvar  a  diez  mil  mundos,  y  cien  mil  que  fueran,  y  si  al- 
guno se  va  al  infierno,  es  porque  no  quiere  gozar  del  rescate 
de  Jesucristo.  Por  todos  está  pagado,  y  sobra,  cuanto  a  la 
suficiencia.  Como  si  estuviesen  diez  captivos  en  poder  de 

130  moros,  paga  un  mercader  el  rescate  de  todos  ellos ;  viene  uno 
de  ellos  y,  por  estar  amancebado  con  una  mora,  no  quiere 
salir  del  captiverio.  De  parte  del  mercader,  rescatado  está; 
atribuya  el  no  salir  a  su  mal  recaudo.  Enviad,  Señor,  vues- 
tra Mano,  a  Jesucristo  bendicto,  para  que  me  libre  de  las 

135  muchas  aguas  de  mis  pecados,  que  crecen  tanto  que  me  quie- 
ren ahogar,  y  para  que  me  libre  de  la  mano  de  los  hijos  aje- 
nos, de  los  demonios  y  mundo. 

Día  de  buena  nueva  es  hoy,  día  de  alegría,  de  las  mise- 
ricordias de  Dios;  si  calláremos,  si  no  las  predicáremos,  ar- 

140   güimos  han  de  traición. 

Edbeca,  figura  de  Cuando  Abraham  quiso  casar  a  su 
María  por  su  ca-  hij°  Isac,  tomó  un  mayordomo  suyo 
ridad  <3ue  se  llamaba  Eliecer  y  díjole  que 

le  buscase  mujer  para  su  hijo  Isac, 

145  y  tomóle  juramento,  y  díjole:  "No  tomes  mujer  para  mi 
hijo  de  esta  tierra  en  que  vivo,  de  los  cananeos,  sino  de  mi 
tierra  propria  y  parentela;  sino  ve  a  Mesopotamia  y  de  allí 
le  toma  mujer".  Respondió:  "Y  si  la  que  tomare  por  mujer 
no  quisiere  venir,  ¿llevaré  a  tu  hijo  allá?"  Dijo  Abraham: 

150  "Vete,  que  el  Señor  Dios  mío,  que  me  sacó  de  mi  tierra,  en- 
viará a  su  ángel  contigo,  que  te  depare  mujer  para  mi  hijo. 
Finalmente,  ve,  y  si  no  quiere  venir,  serás  libre  del  jura- 
mento. Esto  mira,  que  no  lleves  a  mi  hijo  allá  en  ninguna 
manera".  Toma  diez  camellos  Eliecer,  y  vase  a  Mesopota- 

155  mia,  y  llega  junto  a  una  ciudad  que  se  llamaba  Mecor,  y 
hizo  allí  parar  los  camellos  y  la  gente  junto  a  un  pozo,  pero 
tarde,  a  la  hora  que  suelen  salir  las  mozas  por  agua.  Rogó 
Eliecer  al  Señor,  y  dijo:  Señor  Dios  de  mi  señor  Abrahán, 
socórreme  y  haz  misericordia  con  mi  señor  Abrahán.  Yo 

160  estoy  junto  a  esta  fuente  adonde  las  hijas  de  los  de  este 
pueblo  vienen  por  agua.  Esto  tomo  por  señal:  A  la  moza 
que  yo  dijere:  "Dame  a  béber" ,  y  ella  respondiere:  "Bebe 
tú,  y  a  tus  camellos  daré  también  a  beber",  ésta,  Señor,  es 
la  que  aparejaste  para  tu  siervo  Isac,  y  en  esto  conoceré 

165  que  has  oído  mi  oración,  y  has  hoy  hecho  misericordia  con 
mi  señor  Abrahán.  Esto  tomo  por  señal:  la  caridad.  Aun 
no  había  acabado  la  oración,  cuando  vino  Rebeca  con  su  cán- 
taro en  hombro,  hija  de  un  hermano  de  Abrahán,  virgen 
y  muy  hermosa,  y  no  conocía  varón.  Virgen  muy  limpia. 

170  Y  dice  que  no  conocía  varón,  que  era  virgen  de  obra  y  de 
pensamientos,  porque  vírgines  hay  que,  aunque  no  conocen 
varón,  no  lo  son  de  deseos  y  de  pensamientos.  Rebeca,  muy 
limpia    En  allegando,  pídele  a  beber;  responde:  "Bpbe  en- 


horabuena,  y  a  tus  camellos  también  daré  de  beber".  Como 

175  vido  esto  y  supo  quién  era,  alabó  al  Señor,  que  le  deparó  lo 
que  buscaba,  y,  abiertas  sus  arcas,  dale  a  Rebeca  muchas 
manillas,  y  dos  ajorcas  para  los  brazos,  y  un  zarcillo  para  la 
una  oreja.  Lleva  a  Eliecer  a  casa  de  su  hermano  Labán.  Dió 
su  mensaje,  y  danle  a  Rebeca,  y  llévala  por  esposa  de  su 

180  señor.  Y  dice  el  texto  que  fué  tanto  el  gozo  que  Isac  recibió 
cuando  vió  a  Rebeca,  que  se  le  quitó  la  tristeza  que  tenía 
de  la  muerte  de  su  madre  Sara. 

Conjuró  Abrahán  a  Eliecer  que  tomase  mujer  para  su 
hijo,  y  no  de  tierra  ajena,  sino  de  la  suya  propria.  La  ben- 

185  ditísima  Virgen  de  la  propria  tierra  de  Dios  es.  Es  Dios  lim- 
písimo, sin  pecado.  La  Virgen,  limpísima,  sin  pecado;  y  aun- 
que no  por  naturaleza,  por  gracia  fué  librada  de  todo  pe- 
cado. De  la  tierra  de  Dios.  Dió  Rebeca  a  beber  Eliecer  y  a 
sus  camellos,  que  esto  llevaba  él  por  señal  de  quién  sería 

190  esposa  de  su  señor:  la  que  tuviese  caridad.  La  Virgen 
grandísima  caridad  tuvo.  No  la  tomara  Dios  por  Madre  si 
no  tuviera  mucha  caridad.  Ideo  deseo  mucho,  cada  vez  que 
hablo  de  la  Virgen,  que  hubiera  un  libro  para  que  se  viera 
su  caridad;  y  lo  que  debemos,  de  lo  que  la  Virgen  ha  hecho 

195  y  hace  con  nosotros,  no  cupiera  en  papel.  ¡Cuántas  cosas 
vieras  allí  de  que  Dios  te  ha  librado  por  ruegos  de  esta 
Señora  sin  tú  sabello!  Si  bienes  tenemos,  si  somos  libres 
de  males,  por  sus  bendictos  ruegos  nos  vienen;  líbranos  de 
peligro  del  alma  y  del  cuerpo;  da  a  beber  al  alma,  que  somos 

200  nosotros,  y  al  cuerpo,  que  es  nuestra  bestia;  ruega  por  los 
justos,  que  sean  conservados,  y  por  los  pecadores,  que  son 
bestias,  que  sean  librados. 

"La  verdadera  devo-    ¿  Queréis  ver  una  señal  muy  grande, 
ción  a  María^,  señal    si  uno  es  bueno,  si  se  ha  de  salvar? 
205     de  predestinación      Mirad  si  es  devoto  de  la  Virgen.  In 

electis  meis  mitte  radices.  Dice  Dios: 
"Señora  Madre,  en  mis  escogidos  echad  raíces".  ¿Señal  de 
escogidos  de  Dios?  — Que  tenga  la  Virgen — su  devoción — 
raíces  en  vos;  no  a  sobre  peine,  sino  devoción  entrañable. 

210  Sed  devotos  de  esta  bendicta  Señora,  y  servidla.  Porque,  si 
a  un  hombre  le  quitáis  el  bonete,  os  da  gracias.  ¿Y  pensáis, 
si  saludáis  a  la  Virgen  y  la  rezáis  o  le  hacés  algún  servicio, 
que  lo  echará  en  olvido?  No  lo  hará,  sino  por  una  bendi- 
ción que  le  digáis,  hará  a  su  bendicto  Hijo  que  os  dé  diez. 

215  Dirá:  "Hijo  mío,  bendecid  a  este  que  me  bendijo.  La  ver- 
dadera devoción  de  la  Virgen  que  tenga  raíces,  no  de  en- 

179  esposa  de]   su  mujer  del. 

190  caridad]  Y  lo  qme  le  debemos  de  qm    Vlrgren    ha   hecho  y  hace  del. 


182  Of.  Gen.  24,  1-67. 
•207    Eccli.  24,  t$i 


6.5  WU.NCl ACIÓN  bE  NUESTRA  SEÑORA 


1025 


cima,  sino  que  por  su  devoción  hagas  fuerza  a  tu  voluntad 
y  a  tus  pasiones;  que,  porque  ella  fué  limpísima,  por  su  de- 
voción, aunque  tus  pasiones  te  inclinen  a  otras  cosas,  seas 

220  tú  limpio  por  su  amor,  y  te  apartes  de  males,  y  digas:  "Esto, 
por  amor  de  la  Virgen  limpísima".  Si  fuera  juez,  mandara 
que  ninguna  mujer  sucia  se  llamase  María,  por  honra  de 
esta  Virgen  limpísima. 

Deparó  Dios  a  Eliecer  a  Rebeca,  la  mesma  que  buscaba 

225  y  como  él  la  quería  para  esposa  de  su  señor,  porque  antes 
que  hiciese  el  negocio  lo  puso  en  manos  del  Señor,  le  rogó 
que  le  encaminase;  que  a  los  que  llaman  al  Señor  y  ponen 
sus  negocios  en  sus  manos  antes  que  los  hagan,  siempre  su 
Majestad  los  hace  como  desean,  a  lo  menos  como  les  con- 

230  vienen. 

Dos  ajorcas  y  un  Dió  Eliecer  a  Rebeca  dos  ajorcas  para 
zarcillo  '  l°s  brazos  y  un  zarcillo  para  la  oreja ; 

el  zarcillo  significa  la  fe,  y  las  ajorcas, 
esperanza  y  caridad,  porque  con  estos  brazos  se  abraza 

235  Dios.  Dióle  dos  ajorcas  y  un  zarcillo  solo  para  la  oreja  de- 
recha; que  no  ha  de  haber  más  que  una  oreja.  Oye,  hija,  y  ve 
— dice  David — e  inclina  tu  oreja.  No  tus  orejas,  una  oreja 
no  más:  creer  a  Dios.  Creyó  la  Virgen  a  Dios,  tuvo  muy 
gran  fe,  y  ansí  le  dijo  santa  Elisabet:  Beata  quae  credi- 

240  disti,  etc.,  en  ti  serán  perfeccionadas  y  cumplidas,  etc.  La 
una  ajorca  es  esperanza.  Tuvo  la  bendicta  Virgen  esperanza 
en  el  Señor,  confiaba  en  el  Señor.  Hay  unos  hombres  deses- 
perados, desconfiados  de  Dios,  que  si  les  decís:  "¿Qué  ha 
de  ser  de  vos?,  ¿habéis  de  ir  al  cielo?",  dirán:  "Pues  ¿dónde 

'¿45  he  de  ir?",  y,  por  quequiera  que  les  acaezca,  luego  pierden 
la  esperanza.  Enhorabuena;  porque  la  esperanza  no  era  ver- 
dadera, que  la  verdadera  no  hay  madera  que  tanto  peso 
sufra  encima  como  ella.  Si  vuestra  esperanza  fuese  verda- 
dera, si  tuviésedes  asentado  y  creído  de  verdad:  "De  aquí  a 

250  poco  tengo  de  ir  al  cielo,  a  gozar  tengo  de  ir  de  Dios  presto", 
¿qué  se  os  daría  que  os  deshonrasen  aquí,  pues  esperáis  de 
ser  allá  honrado  de  Dios  para  siempre;  ni  que  faltase  lo 
que  faltase,  si  allá  habéis  de  tener  tan  presto  abundancia 
para  siempre?  Decís  que  tenéis  esperanza,  y  si  os  quitan 

255  un  real,  si  os  falta  un  día  qué  comer,  luego  desesperáis. 
Job  tenía  verdadera  esperanza,  que,  muertos  sus  hijos  y 
asolada  su  hacienda,  después  de  mil  trabajos:  Credo  quod 
Redemptor  meus  vivit.  Creo  que  mi  Redemptor  vive,  y  he 
de  resucitar  en  el  postrero  día  y  he  de  ver  a  Dios  en  mi  carne, 

260    y  con  estos  ojos  lo  he  de  mirar,  y  esta  esperanza  tengo  guar- 

253  falti.si  1  qtfie  «,1,1. 


33 


1026 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


dada  en  mi  seno  y  en  mi  corazón.  Como  este  bienaventurado 
tenía  esperanza,  todo  se  le  hacía  liviano;  y  al  que  verdadera 
esperanza  tiene  asentada  en  su  alma — "Al  cielo  he  de  ir,  a 
Dios  tengo  de  ver" — ,  todo  se  le  hace  liviano,  aunque  sean 
265  grandes  trabajos.  Tuvo  la  Virgen  verdadera  esperanza  y  ver- 
dadera caridad,  más  que  todas  las  puras  criaturas,  y  por 
eso  mereció  ser  Madre  de  Dios. 

Paráfrasis  del  Entra  aquí  el  evangelio:  Missus  est  an- 
evangelio  de  la    gelus  Gabriel  a  Deo.  Envió  Dios  a  un  án- 

270     Anunciación       9^1  Que  se  llamaba  Gabriel,  el  mejor  de 
los  mensajeros.  Aunque  no  sea  San  Ga- 
briel el  mejor  de  los  serafines,  es  el  mayor  de  los  mensajeros 
de  Dios.  Angeles  y  arcángeles  son  los  que  Dios  envía  con 
mensajes  a  sus  negocios,  y,  según  dicen  los  doctores,  San 

275   Gabriel  es  el  mayor  de  los  ángeles. 

A  una  ciudad  de  Galilea  que  se  llamaba  Nazaret.  A  una 
tierra  pobre.  Judea  era  tierra  honrada;  Galilea,  baja  y 
pobre. 

A  una  Virgen  desposada  con  un  varón  que  se  llamaba 

280  Josef.  Pone  el  nombre  de  Josef,  para  denotar  el  oficio;  como 
si  dijera:  "A  una  virgen  desposada  con  un  carpintero".  ¡Ben- 
dito seas  tú.  Señor,  que  tanto  te  humillaste!  A  un  carpin- 
tero. Si  tuviérades  de  casar  a  vuestro  hijo  y  pudiérades 
escoger,  ¡luego  lo  casárades  con  una  hija  de  un  carpintero! 

285  Pues  veis  el  Todopoderoso,  Rey,  Emperador,  que  podía  to- 
mar a  quien  quisiera  por  madre,  y  escogió  a  una  mujer  pobre 
y  de  un  carpintero.  Hombres  hay  y  doncellas  que,  aunque 
les  hiciese  hoy  el  Señor  la  merced  que  a  esta  bendicta  Se- 
ñora hizo,  no  serían  carpinteros  ni  se  casarían  con  carpin 

290  teros;  y  padres  que  si  les  decís  que  se  abajen  un  poco,  pues 
que  son  pobres,  y  casen  con  oficiales  sus  hijas,  os  dirán 
que  antes  las  desparentarán  o  echarán  en  un  pozo.  De  ahí 
enhorabuena  vienen  a  metellas  monjas  por  fuerza,  y  a  ser 
beatas  tantas,  y  venir  a  lo  oue  Dios  sabe  y  quien  lo  trata. 

295  Como  no  entran  con  devoción,  llevadas  de  Dios,  sino  por 
fantasía  y  por  no  abajarse,  ni  son  religiosas  ni  nunca  lo 
fueron,  sino  fantasiosas;  y  viven  como  encarceladas  y  con 
continuos  descontentos.  Escogió  Dios  las  cosas  bajas. 

Erat  nomen  Virginis  Maria.  María  quiere  decir  en  una 
300  lengua  "mar  de  amargura",  y  en  otra,  "princesa"  o  "estrella 
del  mar".  Todo  le  viene  bien  a  la  Viraren  María:  fué  [mar'l 
de  "amargura"  en  la  pasión  de  su  bendicto  Hijo,  y  "estrella" 
de  los  navegantes  por  este  mar  grande  y  espacioso  de  este 

274  mensasajVs 


261  Cf.  lab  19,  25-27. 
270    Lx.  i,  26  ss. 


65   [2].     ANUNCIACIÓN  DE  MUESTRA  SEÑOKA 


1027 


mundo,  "norte"  de  los  pecadores  y  "princesa"  de  los  sera- 
305  fines. 

Et  ingressus  ángelus.  Entró  el  ángel  en  el  aposento  de 
la  Virgen  en  figura  de  hombre  muy  honesto.  El  hincóse  de 
rodillas,  y  dícele:  Ave,  María,  gratia  plena,  Dominus  tecum. 
Dios  os  salve,  llena  de  gracia,  el  Señor  sea  con  vos.  Declaran 
310  esto  unos  de  presente  y  otros  de  optativo.  Unos  dicen:  "el 
Señor  es  contigo";  otros:  "el  Señor  sea  contigo".  Y  esto 
parece  más  conforme  a  la  salutación:  El  Señor  sea  con  vos. 

Et  turbata  est.  Espantóse  la  Virgen  y  turbóse.  ¿De  qué 
os  turbáis,  Señora?  ¿De  ver  ángeles?  No,  por  cierto;  que 
315    acostumbrada  estaba  ella  a  verlos  y  comunicarlos.  Espántase 
de  ver  figura  de  hombre  delante  de  sí.  Esto  es  bueno  para 
las  doncellas  atrevidas,  desenvueltas,  de  nuestro  miserable 
tiempo.  No  me  parecen  bien  las  doncellas  parleras  ni  a  Dios 
le  parecen  bien.  La  doncella  honestísima,  recatada,  teme  lo 
320   seguro.  No  de  su  proprio  padre  ni  de  hermano  se  ha  de  fiar. 
San  Ambrosio  dice:  Virginum  est  trepidare.  De  las  vírgines 
es  el  temblar.  Ha  de  huir  de  ver  hombres  como  de  demonios. 
"Dadme  la  doncella  atrevida,  y  dárosla  he  perdida".  Y  así 
lo  suelen  decir  los  demonios  encarnados:  "Dádmela  vos  que 
325   me  oiga,  y  dárosla  he  vencida".  Llamo  demonios  encarnados 
los  mancebos  de  agora  que  andan  a  engañar  vírgines;  peores 
son  que  demonios.  Espantóse  la  Virgen. 

Y  porque  esta  palabra  "graciosa",  "llena  de  gracia",  tiene 
dos  sentidos  y  se  puede  echar  a  uno  y  a  otro:  gracia  del 
330   mundo,  hermosura  y  gracia  delante  de  los  ojos  de  Dios,  como 
el  ángel  le  dijo  "llena  de  gracia",  cogitabat  qualis  esset  ista 
salutatio.  No  como  las  vírgines  de  agora  miserables,  que  se 
huelgan  cuando  los  hombres  las  dicen  hermosas  y  se  vana- 
glorian de  ello,  y  lo  desean,  y  se  atavían  y  ponen  donde  las 
335   vean,  para  que  se  lo  digan.  Esto  pondero  mucho.  Si  la  otra 
doncella,  nuestra  madre — que  doncella  era  cuando  el  ángel 
la  saludó  y  le  dijo:  ¿Por  qué  os  mandó  Dios  que  no  comié- 
sedes  de  este  árbol? — ,  pensara  qué  tal  era  aquella  saluta- 
ción, no  la  engañara;  ni  a  nosotros  nos  viniera  tanto  mal 
340  de  su  engaño  si  ella  dijera:  "No  hay  que  examinar  en  lo  que 
Dios  manda;  basta  que  nos  mandó  que  no  lo  comiésemos". 
Paróse  con  él  a  razones,  y  engañóla.  Y  si  nosotros,  cuando 
el  demonio  nos  saluda,  y  el  mundo  y  la  carne,  pensásemos  y 
examinásemos  qué  tal  sea  aquella  salutación,  no  nos  enga- 
345   ñaría.  La  bendicta  Virgen:  ¿Qué  tal  fuese  aquella  saluta- 
ción? Si  la  decía  "graciosa"  de  la  carne,  hermosa,  no  lo 
quería  ella,  que  sabía  que  dice  el  Sabio  que  Vana  est  pulchri- 

322  San  Ambrosio,  Expos.  in  Le.,  1.  2,  8  (ML  1.5,  1636)  :  «Tre- 
pidare virginum  est,  et  ad  omnes  viri  ingressus  pavere,  omnes  viri 
affatus  vereri». 

338   Cf.  Gen.  31. 


1028 


tudo,  que  Vana  es  la  hermosura.  La  mujer  cuerda  ésa  es 
loada;  si  le  decía  "graciosa"  delante  de  los  ojos  de  Dios,  su 
350    humildad  no  lo  consentía,  que  se  tenía  por  nada  ella  en  sus 
ojos. 

Viendo  el  ángel  que  estaba  en  duda,  díjole:  No  temas, 
María.  Y  di  cele  su  proprio  nombre  para  más  la  asegurar. 
No  temáis,  Señora;  que  no  penséis  que  la  gracia  que  os 
355    digo  es  de  vanidad. 

Invenisti  gratiam  apud  Deum.  Señora,  el  Señor  se  ha 
agradado  de  vos.  Hallado  habéis  gracia  delante  sus  bendictos 
ojos,  y  tanta,  que  concebiréis  en  vuestro  vientre.  Esto  es 
contra  los  herejes  que  dijeron  que  no  había  puesto  nuestra 
360  Señora  nada  en  la  concepción  de  su  Hijo,  sino  que  el  Señor 
se  había  entrado  en  su  vientre  y  salido. 

Concebirás,  le  dice  el  ángel,  en  tu  vientre  y  parirás  un 
Hijo;  llamarle  han  Jesús,  Salvador  del  mundo.  Será  muy 
grande,  y  llamarle  han  Hijo  del  muy  alto,  y  darle  ha  Dios 
3©5  ei  reino  de  su  padre  David;  y  su  reino  será  para  siempre,  no 
terná  fin.  Esto  es  contra  los  judíos,  que  decían  que  el  Me- 
sías había  de  reinar  temporalmente.  Et  regni  eius,  dice  el 
ángel,  non  erit  finis.  No  terná  fin  reino  espiritual,  reino 
de  almas. 

370  Dixit  autem  María  ad  angelum:  Quomodo  fíet  istud,  quo- 
niam  virum  non  cognosco?  Amaba  tanto  la  virginidad  la 
Virgen  bendicta,  que  pospone  ser  Madre  [de]  Dios;  y  dice 
ella:  "¿Cómo  se  hará  eso,  que  tengo  prometido  de  no  cono- 
cer varón?"  Que  esto  quiere  decir  non  cognosco;  frasis  he- 

375  brea  que  quiere  decir:  "Tengo  prometido  de  por  ninguna 
vía  conocer  varón",  como  cuando  dice  uno:  "No  como  carne 
en  la  cuaresma",  aunque  sea  el  primero  día,  quiere  decir 
que  tiene  propósito  de  no  comerla  en  toda  la  cuaresma.  ¿Qué 
hiciérades  vos?  Arrojárades  os  luego.  — Señora,  ¿no  trocaréis 

380  vuestra  virginidad,  sin  pecado  y  con  gran  merecimiento,  por 
ser  Madre  de  Dios?  — No  tengo  propósito  de  conocer  varón. 
¡Triste  de  la  doncella  que,  por  una  saya  que  le  dan,  pierde 
su  virginidad! 

Y  respondiendo  el  ángel:  "No  temáis,  Señora,  que  ello  se 

385  hará:  que  seáis  Madre  de  Dios  y  guardada  vuestra  virgini- 
dad; el  cómo,  no  lo  sé.  Spiritus  Sanctus  supervenist  in  te, 
et  virtus  Altissimi  óbumbrabit  Ubi.  Por  Espíritu  Santo  ha 
de  ser  esta  obra;  obra  es  de  solo  Dios.  El  Espíritu  Santo 
sobreverná  en  vos  y  la  virtud  del  muy  alto  os  hará  sombra" 

360  (Frasis  hebrea:  Obumbrabit  quiere  decir:  el  Espíritu  Santo 
os  esforzará  y  os  confortará,  os  dará  virtud  para  que  esto  se 
haga) ;  dixit  autem  Maria:  Ecce  ancilla  Domini,  fiat  mihi  se- 

383  virginidad]  eniéfcéza  s.  s.,  honestidad  mg. 


349    Prov.  30 


1029 


cundum  verbum  tuum.  Pedísme  para  Madre,  veis  aquí  la  escla- 
va del  Señor,  hágase  en  mi  como  el  Señor  ordenare.  Y  en  aquel 
395  mismo  instante  fué  criada  el  ánima  santísima  de  Jesucristo, 
y  fué  concebido  en  el  vientre  de  la  Virgen,  y  juntó  a  cuerpo  y 
a  ánima  y  divinidad,  y  fué  hecha  la  mayor  obra  que  nunca 
se  hizo  ni  hará  para  siempre. 

Peroración:  De-    Día  de  grandísima  alegría  es  hoy.  Día 
400    mos  gracias  al    de  la  alegría  de  las  alegrías.  Día  de  bue- 
Señor  v  a  María    nas  nuevas-  Dí&  de  todo  nuestro  bien. 

Si  calláremos,  si  fuéremos  ingratos,  si 
no  diéremos  gracias  al  Señor  por  este  día,  de  traición  sere- 
mos argüidos.  Demos  gracias  al  Señor  por  este  tan  gran 
405  bien  que  nos  dió  en  este  día,  y  a  la  Madre,  por  cuyas  manos 
nos  lo  dió.  Que  si  llegáis  a  un  árbol  muy  hermoso  y  veis  una 
pera  o  manzana  muy  hermosa,  decís:  "¡Bendito  el  árbol  que 
tal  fructo  dió!"  Cuando  viéredes  a  Jesucristo  en  la  hostia 
consagrada,  cuando  comulgáredes,  cuando  recibiéredes  a 
410  nuestro  Señor,  dad  gracias  al  Padre  Eterno,  que  os  lo  dió; 
decid:  "¡Bendicto  sea  el  árbol  que  tal  fructa  dió,  que  es  la 
Virgen  bendictísima !"  Y  darnos  ha  el  Señor  gracia  y  gloria, 
ad  quam  nos  perducat. 


66         ¡  Dichosa  persona  a  quien  María  visita  !  * 
Visitación  de  la  Virgen,  2  de  julio 

(Valencia,  Bibl.  Coil.  Patriarca,  Ms.  1049,  ff.  1  r-7  v;  ed.  1596,  II 
pp.  29S309.) 

Verba  sapicnt  [i]um ,   tfudsi   chvi   in   aítum  dcfixi 

(Ecl.    [12,  II]). 

Exordio  Cosa  es  de  maravillar  que,  siendo  las  palabras 
cosa  de  tan  poco  tomo  y  tan  livianas,  pues  son 

5  aire  herido,  tengan  tanto  tomo,  que  sean  clavos,  y  muy 
hincados.  Livianas  son  en  substancia,  mas  de  tomo  son  en 
el  mal  que  hacen,  si  son  malas,  o  en  el  bien,  si  son  buenas. 
Ex  verbis  tuis  iustificaveris.  Vita  et  mors  in  manibus  lin- 
guae.  Veces  hay  que  se  pierde  una  casa,  pueblo  o  ciudad 

10  por  una  lengua,  o  se  gana;  con  la  lengua  mala  podéis  qui- 
tar a  uno  la  hacienda,  honra  y  vida;  y  sobre  todos,  ¡ay  de 
aquel  que  quita  a  su  prójimo  a  Dios  con  mal  consejo  y 
persuasión! 

V  =  Valencia,  T  =  Ed.  ||  6  son,   om.   T   \\  8  iustificaveris]   efe.  add.   T  I1 
10  o  se  nana]    mala  y  T  fj   11  todo  T 


«Visitatio  Virgini*  Mariae»  (Valencia,  f.  t  r,  al  margen). 

8  Mt.  12,  i;. 

9  Cf.  Trov.  iS,  2i. 


1030 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


No  son  vuestras  palabras,  Virgen,  de  esta  manera,  sino 

15  verba  sapientis.  Palabras  de  la  Virgen  trujeron  a  Dios  para 
ella  cuando  por  el  Ecce  ancilla  encarnó  Dios  en  ella;  y  por 
sus  palabras  vino  Dios  en  los  otros.  Si  no,  mirad  en  la 
visitación  de  Elisabet,  que,  hablando  ella,  recibió  el  niño 
aceleración  de  libre  albedrío,  y  recibió  la  gracia,  ¡como 

20  quien  no  dice  nada!  Entonces  conoció  a  Cristo,  y  se  gozó, 
y  le  adoró,  y  recibió  la  gracia,  y  fué  limpio  del  pecado 
original;  que  cuando  del  vientre  salió,  santo  salió,  y  por 
esto  se  celebra  su  nacimiento;  y  así  son  suyas  aquellas  pa- 
labras: Ab  útero  vocabit  me,  et  de  ventre  matris  meae  re- 

25  cordatus  est  nominis  mei.  ¿Cuál  es  vuestro  nombre?  Juan, 
esto  es,  gracia,  y  ésa  se  le  dió  por  la  habla  de  la  Virgen. 

Si  tan  provechosas  y  fuertes  son  vuestras  palabras, 
Señora,  que  con  días  se  da  gracia,  recordare  Virgo  mater, 
cum  steteris  ante  Deum,  ut  loquaris  pro  nobis  bona,  et 

30  averías  indignationem  suam  a  nobis.  Si,  estando  en  la 
tierra,  deciende  el  Espíritu  Santo  en  el  niño  hablando  la 
Virgen,  mucho  mejor  decenderá  rogándoselo  ella,  que  está 
ya  en  el  cielo.  Si  el  gran  pregonero  de  Cristo,  San  Juan, 
primero  que  salga  a  predicar  toma  la  bendición  y  saluta- 

35  ción  de  la  Virgen,  ¿cómo  osaré  yo  predicar,  si  no  habla 
ella  por  nosotros  en  el  cielo?  Elíseo,  aunque  profeta,  no 
se  siente  devoto  para  profetizar,  si  no  le  traen  uno  que 
le  cante,  ¿cómo  profetizaré  yo  si  no  oigo  a  esta  gran 
cantora,   que   hoy   cantó  el   suavísimo  canto  de  la  Mag- 

40  nificat?  Visitadnos,  Señora,  con  vuestra  intercesión;  ha- 
blad por  nos  a  Dios,  para  que  yo  hable  bien  de  vos,  y  este 
auditorio  oiga.  Y  porque  a  todos  hagáis  mercedes,  humi- 
llémonos todos  a  vos,  diciendo:  Ave,  Maria. 

Humildad  de  María  en    El  ejemplo  y  Maestro  de  todos  los 
45  visitar  a  Santa  Isabel     hombres  que  se  han  salvado  y  sal- 
varán, Cristo  es,  y  así  se  llamó  El 
lux  mundi,  y,  por  consiguiente,  sol.  Y  cuanto  uno  más  cer- 
cano a  El  en  santidad,  tanto  más  participa  de  su  luz  y 
tanto  más  claro  nos  enseña  el  camino  para  Dios.  Y  como, 

14  esa  T  \\  16  ella,]  vella  V  ||  17  en  los  otros]  a  nosotros  T  \\  21  le]  lo 
T  ||  23  eso  T  ||  25-26  Juan-gracia]  Joannes  gratia  T 

32-33  que  está  -  cielo]  desde  el  cielo  do  está  T  ||  35  predicar]  enseñar  T  || 
38  profetizaré  yo]  yo  predicare  T  |  a  om.  T  ||  39  hoy  ora.  T  ||  41-43  y  este 
auditorio  -  Ave  María]  Dios  y  los  hombres  oigan  y  sean  alumbrados  por  mer- 
ced vuestra  T 

44  y  Maestro  om.   T  ¡|  47  uno]  está  nrfrf.   T  \i  57  y,  om.  T  |]  59  hombre 

15  Cf.  Eccl.  IO,  12. 

16  Le.  I,  38. 

25  Cf.  Is.  49,  1  ;  Le.  i,  13. 

30  Miss.  Rom.,  Septem  Dolor.  B.  M.  V.,  offertor. 

38  Cf.  4  Reg.  5,  15. 

47  lo.  8,  12. 


66.     VISITACIÓN  DE  LA  VIRGEN 


1031 


50  entre  todos  los  cercanos  a  El,  ninguno  haya  tanto  como 
su  Madre,  nadie  como  ella  nos  enseña  las  virtudes  con  que 
le  hemos  de  agradar.  Y  quien  bien  mirare  la  vida  de  la 
Virgen,  verá  en  ella  una  grandísima  semejanza  de  la  de 
su  Hijo  nuestro  Señor;  porque  convenía  que  así  como  nin- 

55  gún  parentesco  hay  tan  cercano  como  entre  madre  y  hijo, 
y  se  suelen  parecer  mucho  en  el  rostro,  y  particularmente 
fué  esto  entre  nuestra  Señora  y  su  Hijo,  y  así  convino  que 
en  lo  espiritual  ningún  parentesco  ni  semejanza  hubiese 
tan  grande  entre  hombres  y  Cristo,  ni  entre  ángeles  y 

60  Cristo,  como  entre  El  y  su  Madre:  Multae  filiae  congrega- 
verunt  sibi  divitias:  tu  supergressa  es  universa;  y  estas 
hijas  son  todas  las  hijas  de  la  Iglesia  no  sólo  desde  el 
principio  del  mundo  hasta  la  fin  de  él  en  la  tierra,  mas 
en  todas  las  hijas  de  la  Iglesia  del  cielo,  que  es  una  con  la 

65  de  la  tierra,  y  tiene  una  cabeza,  que  es  Cristo.  Señora  la 
llaman  en  el  cielo,  y  ventaja  le  conocen  aun  los  serafines 
en  el  amor  y  en  la  gracia.  Ninguna  conjunción  con  Dios 
hay  tan  grande  después  de  la  unión  personal  como  ser 
Madre,  y  ninguna  conjunción  tan  grande  en  la  gracia  como 

70  entre  esta  Madre  y  su  Hijo.  Que  aquel  Benedicta  tu  in  rwu- 
lieríbus.  que  le  dijo  el  ángel  del  cielo,  y  el  que  le  dijo  hoy 
Santa  Elisabet,  mujer  de  la  tierra,  esto  nos  dice:  que  tiene 
bendición  sobre  hombres  y  ángeles,  y  más  gracia  que  ellos, 
y,  por  consiguiente,  más  gloria. 

75  Mirad  bien  y  veréis  que,  si  Cristo  virgen,  la  Madre  vir- 
gen; y  antes  que  El  predicase  que  era  mejor  virginidad  que 
casamiento,  ya  ella  lo  había  propuesto  y  aun  prometido. 
El  predicó  probeza,  y  ella  la  obró,  dando  por  Dios  lo  que 
le  dieron  los  reyes.  ¡Qué  de  veces  predicó  el  Señor  humil- 

80  dad  y  caridad  y  cuántas  veces  la  obró  primero  la  Virgen, 
como  enseñaza  de  Aquel  que  en  su  vientre  estaba!  Mucho 
nos  maravillamos  de  ver  que  el  Señor  lavó  a  sus  dicípulos 
los  pies,  que  nos  da  a  entender  humildad  y  caridad;  y  es 
aquello  una  admirable  cosa  que  Cristo  al  fin  de  su  vida 

85  quiso  hacer  para  ejemplo  nuestro;  mas  mirad  el  lucero  que 
vino  primero  que  el  sol,  y  veréis  su  profunda  humildad 
y  caridad  en  visitar  hoy  a  Santa  Elisabet. 

Y  ansí  como,  para  ver  cuán  grande  humildad  fué  la 
del  Hijo  de  Dios  en  abajarse,  dice  San  Juan  primero  cuánta 

T  ü  60  El  y  su]  esta  T  \  Madre]  y  su  Hijo  add.  T  |J  63  la,]  el  T  |  <le  él 
om.  T  ||  64  en  om.  T  ||  68  hay  om.  T  \\  70  su]  benditísimo  add.  T  ||  72 
isanta  om.  T  ||  73  ángeles  y  hombres  T 

76  El]  lo  add.  T  ||  78  pobreza  T  |  y  om.  T  |  obra  T  ||  80  laj  1»  ||  82  de 
om.  r  ]  discípulos  T  |i  84  cosa]  obra  T 


6i  Cf.  Prov.  3i,  20. 

65  1  Cor.  11,  3. 

71  Le.  1.  28. 

77  Cf.  Mt.  19,  12. 


1032 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


90  era  su  alteza:  Cum  omnia  tradidisset  Pater  ei  in  manus, 
así  para  saber  bien  ponderar  la  humildad  de  ella  mirad  pri- 
mero cuán  alta  es  ella.  Señora,  ¿no  os  acordáis  a  quién 
lleváis  en  vuestro  vientre  encerrado,  que  es  tal  que,  por 
ser  vos  su  Madre,  sois  la  más  alta  criatura  de  la  tierra 
95  y  del  cielo;  y  es  razón  que  vos  a  nadie,  pero  todos  a  vos 
os  sirvan?  Ya  si  fuera  antes  de  haber  concebido  tal  Hijo, 
que  os  da  a  vos  nombre  sobre  todo  nombre  que  a  criatura 
pura  se  debe,  que  es  ser  llamada  Madre  de  Dios,  no  fuera 
tanta  la  humildad  con  que  os  abajáis,  porque  no  fuera 

100  tanta  la  alteza  que  teníades;  mas  siendo  tan  alta  y  ensal- 
zá[n]doos  Dios  con  título  de  tanta  grandeza,  haceros  vos 
pequeña  con  la  humildad,  es  cosa,  después  de  la  humildad 
de  vuestro  Hijo,  la  más  alta  de  todas. 

La  Escriptura  dice:  Odit  Dominus  pauperem  superbum; 

105  porque  para  eso  le  da  Dios  la  pobreza,  para  que  decienda 
de  la  soberbia  y  se  humille;  y  no  lo  haciendo,  es  su  feal- 
dad más  aborrecible,  porque  es  soberbio  sin  ocasión  imo 
contra  toda  razón.  Y  como  la  soberbia  de  éste  es  más  abo- 
minable, así  la  humildad  del  rico  es  más  amable;  porque 

lio  como  el  otro  tenía  ocasión  de  ser  humilde  y  fué  soberbio, 
así  éste  la  tiene  de  ser  soberbio  y  es  humilde.  No  es  mu- 
cho, no,  que  nosotros  nos  humillemos,  y  pues  tenemos  tan- 
tas probezas  que  nos  convidan  a  ello;  mas  en  la  Virgen, 
donde  todo  es  limpio  y  blanco  más  que  la  nieve,  sin  nin- 

115  guna  mancha  de  pecado,  allí  tanta  humildad,  es  cosa  digna 
de  grande  admiración,  con  la  cual  se  hizo  amable  a  Dios 
y  lo  atrajo  a  sí;  palabras  son  de  la  Virgen:  Quia  respexit 
humilitatem.  Agora  sea  como  el  original  dice,  parvitatem, 
agora  como  los  santos  latinos  lo  exponen  y  por  virtud  de 

120  humildad,  todo  viene  a  uno.  Y  es  cosa  de  ponderar  que  ni 
alega  fe,  ni  esperanza,  ni  caridad,  que  es  la  mayor  de  las 
virtudes,  sino  respexit  humilitatem ;  porque  aunque  ésta  no 
es  la  mayor,  es  fundamento  y  causa  de  la  conservación 
de  las  otras.  A  los  humildes  da  gracia  el  Señor,  y,  si  la 

125  da  a  ellos,  no  se  la  quitará  a  ellos;  de  manera  que  el  perder 
uno  la  gracia,  señal  es  de  haber  perdido  la  humildad.  Non 
veniat  mihi  pes  superbiae,  et  manus  peccatoris  non  moveat 
me.  Si  no  tienes  aquel  mal  pie,  no  temas  esta  mala  mano, 

90  ei  Pater  T  ||  95  pero]  y  T  \\  95-96  todos  os  sirvan  a  Vos  7"  ||  96  Ya] 
Aun  r  ||  98  debe]  de  V  \\  100  la]  el  T  |  siendo]  vos,  .Señora  add.  T  ||  101 
ensalzada  T  |  Dios  om.  T  ||  103  todas]  i>or<nie  vos  que  os  abajáis  sois  la 
más  alta  de  todas  >i</<¡.  T 

104  Escritura  T  l|  105  para  que]  porque  T  |l  107-108  imo  -  razón  y]  y  no 
con  ocaisión  T  ||  111  tenía  T  |i|  112  y  om.  T  ||  113  pobrezas  T  'I  114  y  om.  T  |! 
118  Ahora  T  \  parvitutem  V  f|  119  ahora  T  |  y  din.  7  |j  120  una  7'  ||  121  son 
las  mayores  T  f|  123  Ja   om.  T  I  y]  es  add.  T  |  la,  om.  r  l>  125  no  se -ellos] 


90      lo.    J,  jv 

K>j   Cff.  Eocli.  25,  3-4. 


118   Le.  1,  |S. 


1033 


nam  ibi  ceciderunt  omnes  qui  operantur  iniquitatem.  Y  no 
sólo  en  perder  gracia  gratum  faciente,  mas  en  perder  el 
gusto  de  la  gracia.  Y  así  esta  regla  tenía  San  Bernardo, 
lo  que  es  mucho  de  mirar,  que  cuando  se  le  ausentaba  la 
devoción  decía:  Superbia  inventa  est  in  me,  et  declinavit 
Dominus  m  ira  a  servo  suo. 

Lo  que  es  mucho  de  mirar,  que  ama  tanto  Dios  que  el 
hombre  sea  humilde,  que,  aunque  sea  a  trueque  de  pecar 
mortalmente,  le  permite  caer  porque  sea  humilde:  Punit  Deus 
latentem  superbiam  manifesta  libídine,  dice  San  Augustín. 
Y  vese  en  Nabucodonosor,  que  por  soberbia  fué  echado  de 
entre  los  hombres  a  morar  con  bestias;  y  así  anduvo  siete 
años,  hasta  que  conoció  y  adoró  a  Dios,  y  dijo  que  a  quien 
El  quiere  dar  el  reino,  de  aquél  es,  y  se  retrata  de  lo  que 
había  dicho,  que  en  la  fortaleza  de  su  brazo  había  edifi- 
cado a  Babilonia.  ¡Oh  qué  de  verdad  se  cumple  esto  en  los 
soberbios,  que  les  quita  Dios  lo  que  les  había  dado,  porque 
no  conocen  ni  agradecen  que  El  se  lo  había  dado,  y  permí- 
telos caer  en  pecados,  no  humanos,  sino  bestiales,  hasta 
que  los  desatina  y  hace  desconfiar  de  su  saber  y  fuerzas, 
y  díceles:  Septem  témpora  mutabuntur  super  te!  ¡Oh,  qué 
de  cosas  pasan  en  aquellos  siete  tiempos  hasta  que  uno  se 
humilla  a  Dios  y  a  los  hombres!  ¡Qué  de  golpes,  qué  de 
tentaciones  y  caídas  hasta  que  caiga  la  soberbia!;  y  en- 
tonces el  hombre  está  apto  para  ser  levantado  y  para  ayu- 
dar a  levantar  a  otros.  Exemplum  in  Petro. 

Que  no  sólo  la  humildad  alcanza  y  conserva  la  gracia, 
mas  es  señal  que  da  a  entender  que  está  allí  la  gracia ;  como 
al  que  no,  la  soberbia  es  señal  de  la  ausencia  de  ella:  Ini- 
tiurn  omnis  peocati,  superbia,  qui  tenuerit  eam,  adimplebi- 
tur  máledictis.  Dice  la  glosa:  Vitiis.  No  suelen  andar  solos 
los  grandes,  ni  tampoco  la  soberbia  anda  sola,  de  vicios; 
ita  humilitas  no  sola  en  virtudes.  Evidentissimum  electa- 

muestra  querello*  bien  T  ||  126-128  Non  veniat  -  moveat  me]  om.  V  ||  129 
nam  om.  T  |  operahant  V  ¡  iniquitatem  om.  V  \\  130  perder  ]  la  add.  T  l| 
facienti  V  |¡  131  la  om.  T  )<  132  lo  que  -  mirar]  om.  T  |  se  om.  T  |  ausenta- 
ba] faltaba  T  ||  134  suo]  etc.  Y  add.  T 

136  a  om.  T  ||  136-137  pecar  mortalmente]  permitirle  caídas  T  ||  138  Agus- 
tín T  ||  139  que]  porque  T  |  por]  la  add.  T  ||  140  con]  Jas  add.  T  |  ansí  T  |i 
142  retrato  T  ||  144  qué]  cuan  T  ||  146  conocían  T  |  agradecían  T  \  permí- 
teles T  ¡|  151  hombres]  por  El  add.  T  |  qué  de,  om.  T  ||  152  y  om.  T  \', 
154  Exemplum  in  Paro]   Ejemplo  en  San  Pedro5  T 

155  Que]  Y  r  I!  157  no]  la  tiene  add.  T  \<  158  superbia]  et  add.  T  \  eam] 
illam  r  1  adimplebit   V  ||  160  de  vicios]  divinos  V,  om.  T  M  161  humiütos 


129   Ps.  35,  12-13. 

134   San  Bernardo,  In  CanU,  senpa.  54,  8  :  >LL  183,  1042. 
138   Cf.  S\n  Agustín,  De  civ.  Dci.  I.  14,  o.  1*,  ->  •  MI,  41  42-»  • 
Scrui.  163,  c.  8  :  ML,  38,  893.  ~  *  * 

149    Dan.  4,  29. 

159  Cf.  Eccli.  10,  15.  Cf.  Biblia  sacra  aun  glossis  intcrlittcari  et 
ordinaria.  Nicolai  Lyrani  Postilla...  iLvón  1545K  t.  3,  f.  397  r. 


1034  SERMONES.   CICLO  SANTOKAL 


rum  signum  humilitas,  et  reprobatorum  superbia,  ait  Gre- 
gorius. 

Y  esto  se  nos  declaró  y  dió  a  entender  en  que  la  Virgen, 

165  en  concibiendo  al  Hijo  de  Dios,  luego  hacía  acto  de  humil- 
dad en  ir  a  ver  y  servir  a  la  que  era  menor.  ¡Oh  cosa  ma- 
ravillosa, que  el  lleno  de  Dios  se  humille  más  a  servir  a  su 
prójimo  y  se  desprecie  más  en  sus  ojos,  y  cuanto  Dios  más 
le  alza,  él  más  se  abaja!  Hechura  es  ésta  del  cielo,  que  en 

170  la  tierra  no  se  usa  esto;  mas  la  Virgen  hízolo  como  ense- 
ñada de  Dios,  y  debémonos  mucho  maravillar  de  ello,  mas 
no  contarlo  entre  aquellas  obras  de  las  cuales  dice  San  Gre- 
gorio que  sunt  admiranda,  non  imitanda;  que  si  la  humil- 
dad del  Hijo  nos  manda  que  la  imitemos,  también  la  de  la 

175  Madre.  Imitemos  todos  la  humildad  de  la  Virgen,  pues  es 
espejo  de  todos.  "Imitad  —  dice  San  Jerónimo  —  a  la  que 
amáis,  y  honremos  con  la  imitación  a  la  que  honramos  con 
reverencia".  "Aprenda — dice  San  Ambrosio — la  doncella  de 
servir  a  las  viejas,  de  honrarlas  y  estimarlas;  porque  es 

180  mucha  razón  que  cuanto  la  doncella  es  más  limpia,  sea  más 
humilde.  Y  así  pueden  y  deben  aprender  los  mayores  a  apro- 
vechar y  humillarse  a  los  menores".  Subiecti  omni  humanae 
creaturae  in  humilitatem  insinuatam,  ait  Petrus.  Si  este 
consejo  se  tomase,  no  habría  los  males  que  hay.  De  la  so- 

185  berbia  todos  los  males,  de  la  humildad  todos  los  bienes.  Dis- 
cite a  me,  et  invenietis  réquiem.  Por  el  contrario,  los  desa- 
sosiegos de  la  soberbia  vienen,  por  vengar,  por  cumplir  con 
fausto  vano.  Desdichado  del  soberbio  que  pierde  a  Dios, 
pierde  el  descanso. 

190  Quien  a  Dios  tiene,  en  la  humildad  se  conoce;  como  el 
grano  de  peso  a  lo  hondo  se  va,  el  vano  nada  al  alto  del  agua; 
y  el  árbol  lleno  de  fruto,  acorvado  está  hacia  bajo  con  el 
peso;  el  de  hojas  solas,  enhiesto  y  lozano  está.  No  creáis 
haber  santidad  sin  humildad,  ni  aunque  seáis  subido  al  ter- 


V  |  ita  humilitas  no]  y  asi  la  humildad  no  se  halla  T  |  en  virtudes  om.  T  | 
electorum  om.  V  \\  162  signum]  peecatorum  add.  T  |  humilitus  V  ||  162-163 
ait  Gregorius]  dice  San  Gregorio  T 

164  declaró  y  dió]  da  olaro  T  ||  165  en  om.  T  |  hacé  T  ||  169  él  om.  T  || 
172  contallo  T  |  de  las  cuales]  que  T  ||  173  quael  T  ||  176  Imitad]  Mirad  T  ¡¡ 
182  omne  V  ||  183  in]  propter  Deum,  omucs  invicem  T  |  insinuatam,  ait  Pe- 
trus] insinuantes,  dice  San  Pedro  que  T  ||  186  me]  quia  mitis  sum  et  humilis 
corde  add.  T  \  invenientis  requiram  V  ||  186-187  dos  asosiegos  V  \\  188  Dios] 
y  add.  T 

191  al]  a  lo  r  ||  192  encorvado  T  \  abajo  T  \\  194  seas  V  |i|  195  cielo]  como 

163  San  Gregorio,  Moral.,  ¡1.  34,  c.  23.  56  (ML  76,  750)  :  «Evi- 
dentissimum  reproborum  signum  superbia  est,  at  contra  humilitas 
electorum». 

173    Cf.  San  Gregorio,  Reg.  Pastor.,  p.  3,  c.  10  :  ML  77,  63. 
178   Pseudo- Jerónimo,  Ep.  9,  16  :  ML  30,  139. 

182  San  Ambrosio,  Expos.  in  Le,  1.  2,  22  :  ML  15,  1641. 

183  Cf.  1  Petr.  2,  13.  186   Cf.  Mt.  n,  28. 


66.     VISITACIÓN  DE  LA  VIRGEN 


1035 


195  cero  cielo,  si  no  os  tenéis  por  digno  de  infierno  en  cuanto 
es  de  vuestra  parte;  que  por  falta  de  esto  está  el  mundo 
lleno  de  herejes,  tiniéndose  en  más  que  los  santos  pasados 
y  que  toda  la  Iglesia.  ¡Oh  caso  para  espantar,  que  una  gen- 
te tan  profana  y  carnal  se  tenga  en  más  que  tantos  santos 

200  de  vida  tan  sobrehumana,  que  son  como  ángeles  en  compa- 
ración de  unas  bestias!  "No  deja — dice  San  Agustín — de 
creer  uno  a  otro  en  las  cosas  de  Dios,  sino  porque  se  tiene 
por  mejor  que  él".  Pues  ¿quién  osa  cotejarse  agora  con  los 
santos  pasados,  pues  las  piedras  dan  voces  cuánta  diferen- 

205  cia  va?  Y  pues  fueron  aquéllos  más  amigos,  a  aquéllos  reveló 
Dios  sus  secretos;  que  cada  uno  descubre  su  corazón  a. su 
amigo  mejor  que  a  quien  no  lo  es:  Vos  autem  dixi  amicos. 
Y  en  los  negocios  de  Dios  poca  parte  es  ingenio,  ni  estudio,  ni 
lenguas,  sino  el  magisterio  de  Dios;  y  éste  mejor  lo  ha  di- 

210  cho  Dios  a  su  Iglesia,  santos,  vírgines  y  mártires,  y  de  gran- 
dísima vida,  que  a  una  gente  perdida;  porque  si  conocimien- 
to de  Dios  hay  en  la  tierra,  éste  tienen  los  amigos  de  El. 
Mas  es  tanta  la  ceguedad  de  la  soberbia,  que  no  deja  ver 
aun  lo  más  claro.  No  está  allí  Dios,  cuyo  espíritu  es  humilde 

215  y  manso;  mas  el  espíritu  del  soberbio  Lucifer  y  rey  de  so- 
berbios. 

Quien  quisiere  tener  alguna  conjectura  de  que  tiene  a 
Dios,  sea  humilde  e  imite  a  la  Virgen,  que,  siendo  preñada 
de  Dios,  va  a  servir  a  la  preñada  de  hombre.  No  va  a  par- 

220  lar,  no  por  callejear,  no  va  por  enseñar  sus  vestidos  y  her- 
mosura, sino  por  servir  a  la  vieja  y  preñada,  que  a  esto 
han  de  ser  las  visitas  y  entrada.  No  contó  nuevas,  no  dijo 
mal  de  ausentes,  sino  servicio  de  obra  y  edificación  de  pa- 
labra, aprovechando  a  la  madre  y  al  hijo.  Cantan  dos  can- 

225  tares  a  Dios.  Acordaos  de  esto,  señoras;  cuando  fuéredes  a 
visitaros,  sanas  y  enfermas,  sea  para  edificación,  no  para 
traer  más  pecados. 

María  visita  a  quien     ¡Oh  dichosa  persona  a  quien,  Se- 
de Dios  se  acuerda      ñora>  visitas!  ¡Oh  cuán  de  verdad 
230  dirá:  Visitatio  tua  custodivit  spi- 

rltum  meum!  Pues  que  de  nuevo  lo  da,  no  es  mucho  que  lo 

>an  Pablo  add.  T  |  dignos  V  \\  197  teniéndose  T  ||  203  quién]  se  add.  T  | 
cotejar  ahora  T  ||  205  aquéllos  fueron  T  ||  207  amieos]  etc.  add.  T  \\  209 
esto  T  ||  210  Iglesia]  y  a  add.  T  |  y,  om.  T 

217  conjetura  T  ||  218  e]  y  T  |  preñada]  por  obra  add.  T  \\  219  servir]  vi- 
sitar T  |  de„]  un  add.  T  ||  220  no,]  va  add.  T  ||  221  por]  a  T  ||  223  servicio] 
servia  T  ||  224-225  Cantan  -  Dios]  om.  T  |]  226  y]  o  T 

231  lo  ]  la  V  ||  233  no]  le  add.  T  |i|  234  qué  de]  todas  las  T  11  235  her- 
moseaban T  ||  236  Acompañábanla  los  add.  T  |  bien]  a  T 

195    Cf.  2  Cor.  12,  2. 

203  Cf.  San  Agustín,  De  av.  Dei,  1.  14,  c.  13,  1  :  M^L  41,  421  ; 
Confess..  1.  12,  c.  25,  34  :  ML  32,  839  s. 

207    lo.  15,  15.  231    Io/b  io,  12. 


1036 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


guarde.  ¡Oh  dichosa  la  casa  donde  entras  a  visitarla!  ¿Qué 
bien  habrá  que  no  traigas  contigo,  pues  llevas  contigo  a 
Dios?  Nunca  la  Virgen  andaba  sola;  ¡qué  de  virtudes  la  acom- 

235  pañaban,  que  la  hermosean  mejor  que  todo  el  oro!  Acom- 
páñanla  ángeles  como  a  su  Reina  y  Señora;  mas  mirad  bien 
quién  lleva  en  su  vientre,  y  veréis  cuán  rica  y  acompañada 
va,  para  sí  y  para  darlo  a  la  casa  donde  entra.  ¿Qué  bien 
no  dará  la  que  lleva  a  Dios  en  sí? 

240  Y  para  que  supiesen  los  hombres  católicos  y  se  confun- 
dan los  herejes  que  es  cosa  provechosa  la  intercesión  de  los 
santos  y  que  por  sus  ruegos  nos  hace  Dios  bienes,  quiso  Dios 
que  se  diese  el  espíritu  de  gracia  al  niño  por  hablar  la  Vir- 
gen y  se  diese  el  espíritu  de  profecía  a  la  madre.  Porque, 

245  decidme,  ¿quién  dijo  a  Santa  Elisabet  que  aquella  Señora  era 
bendita,  lo  mismo  que  el  ángel  la  dijo?  ¿Quién  le  enseñó  que 
era  Mater  Domini  mei?  ¿Quién  le  dijo:  Beata  quae  credi- 
disti,  pues  fueron  cosas  que  pasaron  entre  el  ángel  y  la  Vir- 
gen? Díjoselas  Dios;  y  pudiera  decírselas  antes  que  la  Vir- 

250  gen  viniera,  para  que  la  fuera  la  vieja  a  visitar  o  la  saliera 
a  recebir;  y  no  fué  servido  porque  no  entendiéramos  esta 
verdad,  sino  aguarda  que  la  Virgen  entrase  y  saludase  a  la 
vieja  para  que  diga:  Ut  facta  est  vox  salutationis  tuae.  Por 
la  habla,  por  el  medio  de  la  Virgen  les  vino  este  bien;  y  así 

255  parece  cuán  provechosa  nos  es  su  intercesión  y  el  encomen- 
darnos a  ella  y  con  cuánta  razón  la  debemos  suplicar  nos 
visite. 

¡Oh  casa  dichosa  donde,  Señora,  visitas!  Y  otra  vez  lo 
diré:  Venerunt  mihi  omnia  bona  pariter  cum  üla.  San  An- 

260  drés  y  otro  dicípulo  preguntaron  a  vuestro  Hijo  bendito: 
Ubi  habitas?  Señora,  preguntámoos  [a]  vos  vuestros  indig- 
nos siervos:  "¿Dónde  visitáis?  ¿Cómo  se  llama  la  casa? 
¿Qué  señas  tiene?  ¿Qué  haremos  para  traeros  a  nuestra 
casa,  para  que  nos  consoléis,  y  se  alegre  nuestro  niño,  y  se 

265  alumbre  nuestro  corazón?"  La  casa  donde  visita  la  Virgen 
es  casa  de  IZacarías,  y  saluda  a  Elisabet.  Zacarías  quiere 
decir  el  que  se  acuerda  de  Dios.  Bienaventurado  hombre  que 
de  Dios  se  acuerda,  pues  le  sabe  la  Virgen  la  casa.  Acor- 
darse de  Dios,  ¿qué  será?,  que,  pues  tan  gran  bien  es,  no 

270  debe  de  ser  cosa  de  muchos.  La  memoria  de  Dios,  dice  San 
Jerónimo,  expellit  omne  peccatum.  La  memoria  de  Dios  con- 
suela en  las  tribulaciones:  Ad  me  ipsum  anima  mea  con- 


248  Lic.  i,  45- 
25}    Cf.  Le.  1,  41. 
259   Cf.  Sap.  7,  11. 
261    lo.  i,  39. 

271  San  Jerónimo,  Cotnm,  in  Ez.,  1.  ~,  c.  22  (ML  2,s,  210)  :  «Me- 
moria enim  Dei  excludit  cuneta  flagitia». 


66.     VISITACIÓN'  1>K  I  V  VIRGEN 


1037 


turbata  est,  proptcrea  memor  ero  tul.  De  manera  que  quien 
peca  no  se  acuerda  de  Dios  de  esta  manera,  para  que  la  Vir- 

275  gen  venga  a  su  casa.  Y  esto  declara  David  cuando  dice: 
Memor  fui  mandatorum  tuorum  ad  faciendum  ea.  Acordar- 
se de  Dios  es  acordarse  de  sus  mandamientos,  es  ponerlos 
por  obra;  y  así,  el  que  olvida  los  mandamientos  olvida  a 
Dios,  y  el  que  no  los  guarda,  aquél  los  olvida  aunque  los 

280   sepa  de  memoria. 

Esta,  pues,  es  la  causa  por  que  no  somos  visitados  de  la 
Virgen,  el  no  guardar  los  mandamientos  de  Dios  y  de  la 
Iglesia;  pues  los  unos  y  los  otros  son  necesarios.  Y  esto  de- 
clara Dios  por  el  profeta  Oseas:  Quia  oblita  est  legis  Dei, 

285  obüscar  et  ego  fiüorum  suorum.  ¡Ay  de  quien  de  Dios  y  su 
ley  se  olvida!  Que  amenazado  está  que  le  será  pagado  en  la 
misma  moneda,  que  se  olvidará  Dios  de  él,  ¡como  quien  no 
dice  nada!  De  aquí  viene  llamar  y  no  ser  oídos,  porque:  Qui 
obturat  aurem  suam  ne  audiat  legem,  oratio  eius  erit  exe- 

290  crabilis.  N-umquid  oblivisci  potest  mulier,  etc.  Populus  vero 
meus  oblitus  est  mei,  diebus  innumeris.  Con  cuánta  razón  se 
queja  Dios:  Oblivioni  datus  sum  tamquam  mortuus  a  corde. 
Harto  nos  encomendó  El:  "Acordaos  de  mí".  Y  para  esto  se 
quedó  acá  en  el  sacramento  del  Altar;  mas  no  aprovecha; 

295  qUe  a  El  y  a  sus  beneficios  hemos  olvidado.  Olvidado  tene- 
mos a  Dios  y  a  su  ley,  y  por  eso  no  somos  visitados  de  la 
Virgen,  que  ella  ansí  lo  siente,  pues  lo  dice:  Quodcumque 
dixerit  vobis,  facite. 

¡Oh  consejo  tan  de  Madre,  y  tal  Madre!  Quodcumque 

3C0  dixerit,  etc.  Así,  así  se  torna  la  tristeza  en  alegría,  el  agua 
en  vino,  haciendo  todo  lo  que  el  Señor  nos  manda;  así  es 
visitada  Elisabet,  que  quiere  decir  hartura  de  mi  Dios, 
que  es  la  buena  voluntad  con  que  Dios  se  harta  y  el  hom- 
bre se  harta;  aunque  la  casa  se  llama  de  quien  de  Dios  se 

305  acuerda,  la  visitada  es  la  mujer  preñada.  El  acordarse  de 
Dios  parece  más  pertenecer  al  entendimiento  que  se  acuer- 
da de  Dios  y  que  piensa  en  El;  mas  la  hartura  a  la  volun- 
tad, en  la  cual  está  el  amor.  El  entendimiento,  el  varón; 
la  voluntad,  la  mujer,  y  ésta  es  la  visitada  y  bendicta,  sicut 

310  vitis  abundans,  in  lateribus  domus  tuae.  A  ésta  le  gana  la 
Virgen  gozo  para  sus  buenos  propósitos,  que  de  pocos  se 
hagan  mucho,  de  chicos  mayores,  que  se  ofrezcan  más 
a  Dios,  que  le  adoren  y  reverencien. 

242-302  bart  Dios  -  quiere  decir]  dará  V  1  302  de  mi  Dios  om.  V  304  har- 
ta] que  .iJJ.  r  N  3C6  parece  om.  T  \  pertenece  T  ||  307  que  oro.  T  309  ben- 
dita r  II  310  este  T  |  franó  T  !!  312  muchos  T  [  que]  y  T 


27-,  Ps.  jl,  7. 

276  Cf.  Ps.  102,  iS. 

285  Os.  1,  6. 

2qo  Cf.  Prov.  28,  9. 


2ql  Cf.  1er.  2, 

292  Ps.  ij. 

29S  lo.  2,  5. 

310  Ps.  127,  3- 


103S 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Viene,  en  fin,  con  ella  la  bendición  de  Dios,  como  en  otro 

315  tiempo  bendijo  Dios  a  Obededón  porque  recibió  en  su  casa 
la  arca  de  Dios;  y  fué  tanto  lo  que  Dios  le  dió,  que  David, 
con  codicia  de  aquellos  bienes,  trujo  a  su  casa  el  arca  de 
Dios.  ¡Oh  si  supiésemos  qué  bienes  tiene  quien  a  la  Virgen 
tiene!  Desearíamos  y  procuraríamos  traerla  a  nuestra  casa, 

320  para  ser  más  y  más  benditos  de  Dios.  Y  aquel  tiene  a  la 
Virgen,  que  tiene  a  su  Hijo  o  lo  quiere  tener;  el  que  está 
en  gracia  le  tiene.  Y  quien  gime  sus  pecados  y  los  confiesa 
también  le  terná;  que  no  sólo  la  Virgen  es  Madre  de  los 
justos,  mas  también  abogada  para  alcanzar  perdón  al  pe- 

325  cador.  Ella  es  la  que  cuando  Dios  está  enojado,  viene  a 
matar  al  necio  y  malo  de  Naval,  sale  al  camino,  y  con  su 
palabra  y  echada  a  los  pies  de  David,  ofreciéndole  dones, 
lo  amansa.  Mejor,  cierto,  lo  hace  esto  que  la  otra  Abigail, 
y  mejores  dones  tiene  que  le  presentar  que  la  otra;  porque 

330  aquélla  ofrecióle  tantos  panes,  mas  la  Virgen  tráele  a  la 
memoria  que  le  dió  carne  humana,  que  lo  trajo  en  su  vien- 
tre, que  le  dió  leche.  (Prosequere.)  ¿Qué  maravilla,  pues 
Cristo  es  tan  agradecido  aun  a  un  jarro  de  agua  que  dan 
por  El,  que  lo  sea  a  quien  le  dió  no  sólo  agua,  sino  la 

335  carne,  y  lo  que  hubo  menester  para  vestir?  ¿Paga  a  quien 
da  por  amor  de  El  y  no»  a  quien  le  da  a  El?  De  aquí  nace 
que  alcanza  que  se  amanse  Dios. 

¡Oh  quién  te  viese,  Virgen,  abogar  por  los  pecadores, 
decir  que  nos  perdone  Dios,  que  no  sabemos  lo  que  hace- 

340  mos!  In  me  sit  iniquitas  haec.  Y  si  no  es  oída,  es  porque 
no  la  oímos  en  el  sermón  que  nos  predica:  Quodcumque  di- 
xerit  vobis,  facite.  Si  ella  está  rogando  por  mi  arrodillada 
delante  de  Dios,  yo  estoy  enhiesto  en  mi  voluntad,  duro 
con  malquerencia,  abominable  con  deshonestidades.  Había 

346  de  estar  la  lengua  orando,  está  murmurando.  Dic  alia.  Mihi 
habui:  es  impedida  la  oración  de  ella  con  nuestros  pecados. 
Ayudemos  a  la  Virgen  con  orar,  con  nuestra  penitencia,  y 
sentiremos  el  provecho  de  su  visitación  y  diremos:  Unde 
hoc  mihi?  Seámosle  agradecidos,  y  ella  dará  gracias  a  Dios 

350    por  los  bienes  que  nos  hace,  estará  con  nosotros  hasta  que 


316  1a]  el  T  ||  318-319  ouieu  -  tiene]  om.  V  \\  323  tendrá  T  ||  325  enojado] 
y  add.  T  ||  326  al,]  el  T  ||  327  David]  y  add.  T  ||  328  lo,]  le  T  |  lo  hace  sto 
cierto  T  ||  330  mas]  para  V  |  Virgen]  y  add.  V  ||  331  dió]  de  Dios  V  |  Jo] 
le  T  ||  332  Prosequere  om.  T  |  maravilla]  que  add.  T  ||  333  a  om.  V  ||  335 
para]  vivir  add.  T  |  vestir]  y  lo  demás  necesario  add.  T  \\  336  El.,]  y  add.  T  ¡| 
337  alcance  T  |  pecadores  y  add.  T 

340  In  me -hace]  om.  T  |  es,  om.  V  \\  344  obominable  V  II  345-346  Dic  -  ha- 
bui]  om.  T  ||  346  con]  por  T  ||  347  orar,  con  om.  T  |¡  348  y  om.  T  ||  349 
hoc  om.  T  ||  350  estar  V  ||  352-353  aquí  por  -  Amen]  y  tengan  vida  eterna  T 


318   Cf.  2  Reg.  6-12. 

327    Cf.  1  Reg.  25,  23  ss. 

340    Of.  1  Reg.  25,  24- 


67.     SOLEDAD  DE  MARÍA 


1039 


nuestro  Niño  nazca,  ayudando  a  los  buenos  propósitos  para 
que  vengan  en  obra,  aquí  por  gracia  y  después  en  la  gloria, 
ad  quam  nos  perducat.  Amen. 

67  ¿ A  QUIÉN  TE  COMPARARÉ,  HIJA  DE  SlÓN  ?  * 

Soledad  de  María 

(B.  N.  M.,  Ms.  568©,  ff.  63  v  -  82  v;  ad.  1506,  II,  pp.  360-405.) 

Flere  cum  flentibus,  ct  gauderc  cuín,  gaudcntibus 
[Rom.  12,  15]. 

Exordio    Dice  el  apóstol  San  Pablo:  La  ley  de  amor  pide 
esto:  quiere  que  lloremos  con  los  que  lloran,  y 

»  que  nos  gocemos  con  los  que  se  gozan.  Cosa  usada  es  entre 
los  que  se  aman  ser  común  a  ellos  el  alegría  y  la  tristeza; 
de  tal  manera,  que  si  vos  amáis  a  alguno  mucho  y  le  sub- 
cede  alguna  cosa  de  que  se  debe  alegrar,  vos  también  os  ale- 
gráis como  si  a  vos  mismo  os  subcediera;  y,  por  el  contra- 

10   rio,  os  entristecéis  si  alguna  cosa  adversa  le  viene. 

El  presente  día  es  dispuesto  para  acompañar  a  la  sacra- 
tísima Virgen  María  en  sus  dolores  y  trabajos;  la  devo- 
ción de  este  día  es  atribuida  a  ella,  y  no  le  costó  poco.  Por 
cierto,  digno  de  reprehensión  sería  el  hijo  que,  viendo  a  su 

15  madre  muy  atribulada,  llorando  afligida,  no  se  entristeciese 
con  ella  y  le  ayudase  a  llorar  sus  trabajos;  cuanto  más  si 
hobiese  seído  causa  de  lo  que  la  madre  padece.  Nosotros  so- 
mos la  causa  de  la  pasión  de  Jesucristo  y  de  las  angustias 
de  su  Madre.  Duélente,  Señor,  no  tus  pecados,  sino  los  míos; 

20  duéleste,  aflígeste,  cánsaste,  no  por  lo  que  tú  heciste,  sino 
por  lo  que  nosotros  cometimos.  Porque,  mira,  Jesucristo  no 
tenía  pecados,  ni  por  qué  padecer  de  su  parte,  no  debía  nada 
de  sí.  Si  tuviese  una  madre  un  hijo  que  se  le  hobiesen  muer- 
to por  amor  de  mí,  y  viese  que  yo  estaba  riendo  y  que  no 

25  le  ayudaba  a  llorar  su  hijo,  ¿qué  tanto  le  pesaría? 

No  sé  qué  mala  ventura  es  ésta;  ya  no  hay  tiempo  de 
pasión,  no  se  celebran  estas  fiestas  como  solían.  En  otro 
tiempo  había  sentimiento  de  la  pasión  de  Jesucristo;  en  la 
premitiva  Iglesia  duraba  la  misa  y  el  oficio  hasta  la  mañana 

30  que  Jesucristo  resucitó.  Ya  no  hay  nada  de  esto,  sino,  en 

N  =  B.  N.  M.|  T  =  Ed.  II  5  es  om.  T  ||  7-8  sucede  T  ¡|  9  sucediera  T 
12  María]  nuestra  Señora  add.  T  ||  17  hubiese  sido  T  ||  18  lat  om.  T  || 
20  duéleste  om.  T  |  afligístete,  cansástete  r  ||  21  mira  om.  T  ||  22  pecado  T  \\ 
23  lo  hubiesen  T  ||  24  yo]  me  add.  T  ||  25  llorar]  a  add.  T 

27  celebran]  tanto  add.  T  I  estas  fiestas]  estos  días  7"  ||  29  primitiva  T  || 

*    «Concio  de  solitudine  heatae  Vireinis  Mariae.  Del  P.  Mtro.  Avi- 
la., (.Madrid,  f.  64  r). 
5    Rom.  12,  15. 


1040 


SERMONES.  CICLO  SANlORAt 


pasando  el  viernes,  ¡alto!,  ya  es  pascua.  ¡Sus!,  a  entender 
en  lo  que  habernos  de  comer,  en  lo  que  habernos  de  vestir. 
¡Qué  gentil  celebrar  de  pasión,  por  cierto!  ¿Y  ansí  se  había 
de  hacer  ello?  ¿No  os  durará  la  devoción  de  estos  santí- 

35  simos  días  un  momento?  Gastad  agora,  por  reverencia  de 
Dios,  este  día  en  acompañar  a  la  Viuda,  y  dalla  cada  uno 
en  su  rinconcillo  ayudarle  a  llorar  y  a  estar  allí  con  ella, 
pues  sois  la  causa  de  sus  dolores.  Celebrad  la  pasión  de  Jesu- 
cristo, si  queréis  sentir  los  gozos  de  su  resurrección.  Todo 

40  cristiano  debe  gastar  este  día  en  acompañar  a  la  Virgen,  que 
fué  hoy  lastimada  en  gran  manera,  y  porque  nos  alcance 
la  gracia  para  bien  hablar  en  este  presente  sermón  de  sus 
dolores,  digamos  el  Ave  María. 

¿Qué  os  han  hecho    ¿A  quién  te  compararé  y  asemejaré, 

45  esta   Oveja   y   su    hija  de  Jerusalén?  ¿A  quién  te  igua- 
Cordero?  laré,  Virgen  hija  de  Sión?  Grande  es, 

asi  como  el  mar,  tu  quebrantamien- 
to: ¿quién  te  pondrá  medicina?  Cantólo  Jeremías  muchos 
tiempos  antes,  viendo  los  males  que  estaban  esperando  a  la 

50  ciudad  de  Jerusalén;  y  esto  mismo  podemos  decir  agora  nos- 
otros, viendo  a  la  sacratísima  Virgen  María  tan  afligida  y 
su  alma  puesta  a  tan  grande  angustia;  que  de  ella  también 
se  dijo  en  figura:  ¿A  quién  te  compararé,  etc.? 

Andaba  la  espada  de  la  justicia  de  Dios,  en  tiempo  de 

55  David,  haciendo  estrago  en  la  gente  de  su  ejército,  sin  tener 
culpa  del  castigo  que  Dios  le  enviaba,  sino  porque  David 
se  había  parado  a  contar  el  pueblo;  castigaba  Dios  a  ellos, 
no  por  lo  que  habían  hecho,  o  por  mejor  decir,  a  él  en  ellos. 
No  pudiendo  el  profecta  sufrir  ver  padecer  aquella  gente 
60  sin  culpa  por  lo  que  él  había  pecado,  púsose  en  disputa  con 
Dios  y  díjole:  Ego  sum,  qui  peccavi,  et  isti,  qui  oves  sunt, 
quid  fecerunt?  Vertatur  manus  tua  contra  me:  Yo  soy  el 
que  pequé,  yo  soy  el  que,  Señor,  te  he  ofendido  y  soy  el 
que  merezco  el  castigo,  que  éstos,  ¿qué  culpa  tienen?  Ove- 

65  jas  son  sin  culpa,  no  con  hecho  porque  padezcan  tanto 
mal;  vuélvase,  Señor,  tu  mano  airada  para  mí;  ejecuta  en 
mí,  Señor,  la  furia  de  tu  castigo,  alza  la  mano  de  tu  ira 
de  sobre  ellos. 

Cosa  es  recia,  por  cierto,  que  ande  la  espada  de  Dios 

33  así  T  ||  34  dura  T  ||  35  ahora  T  ||  36  este  día  om.  N  |  dalla]  sola  y  T  ¡| 
41-43  y  porque  nos  -  Ave  María]  Cui  comparabo  te  T 

48  cantólo]  el  profeta  add.  T  ||  50  ahora  T  ||  51  santísima  T  ||  52  su  alma 
puesta  a]  i>ena<la  y  llena  de  T  |  grandes  amnistías  T 

54  de  ]  del  rey  T  ||  55  estrago]  gran  destrozo  T  |.|  56  les  T  ||  58  había 
.V  ||  59  profeta  T  |  sufrir]  y  add.  T  \\  61  et  om.  T  |  iste  .V  ||  62,  Vertatir  N  || 
me]  etc.  add.  T  ||  63  el  que  om.  T  |  te  he]  el  que  te  tenso  T  |  y]  yo  T  || 
65  con]  tienen  T  ||  66-67  Señor  en  mi  / 


}8  cr.  Uncen.  2,  13. 


66  Cf.  2  Reg.  24,  17. 


6y.    sui.hdai)  uv.  María  1041 


7<>  hiriendo  a  Jesucristo  y  a  la  sacratísima  Virgen,  su  Madre, 
y  que  no  nos  pongamos  nosotros  delante:  "¡Señor!,  ¿qué 
es  esto?  ¿Qué  os  han  hecho  esta  Oveja  y  su  Cordero  inocen- 
tísimo, los  limpios,  los  sin  pecado,  los  justos?  ¿Qué  culpa 
tienen?  Estas  ovejas  inocentísimas  son,  que  no  hicieron 

75  por  qué,  que  nosotros  somos  los  traidores  que  os  ofendimos, 
nosotros  somos  los  que  pecamos;  vuélvase  vuestra  ira  con- 
tra nosotros".  ¡Cosa  grave  por  cierto! 

Van  a  prender  a  Jesucristo  el  jueves  de  la  cena  en  la 
noche,  y  lo  primero  que  dice,  olvidado  de  sí:  ¡No  toquéis 

80  (j  éstos!  Prenden  al  libre,  ¿y  mandáis  que  no  toquen  a  los 
siervos?  ¿Qué  justicia  es  ésta,  Señor?  Prenden  al  inocente, 
¿y  mandáis  que  dejen  a  los  culpados?  Atan  al  mayorazgo 
de  Dios  y  dejan  ir  libres  a  los  esclavos;  llevan  preso  a 
Jesucristo,  dejan  al  malhechor  en  casa.  ¡Oh,  bendita  sea 

85  tu  misericordia!  ¡Que  no  se  ponga  el  cristiano  en  medio  y 
diga:  "Señor,  ¿qué  es  esto?  ¿Qué  justicia  es  ésta?  Vuélvase 
vuestra  espada  contra  mí;  ejecutá  en  mí  la  ira  de  vuestra 
justicia,  que  yo  soy  el  que  merezco  el  castigo.  ¿Qué  es 
esto,  Señor?  ¿Por  qué  ansí  matáis  a  vuestro  mayorazgo 

90   y  ansí  atormentáis  a  vuestra  sierva  María  ?" 

La  respuesta  de  Jesucristo  clara  está;  la  de  la  Virgen 
María,  nuestra  Señora,  no  está  tan  clara.  Disciplina  pacis 
nostrae  super  eum;  cuius  livore  sanati  sumus.  Cayó  sobre 
él  castigo,  por  él  cual  fué  adquerida  la  paz  entre  Dios  y 

95  nosotros.  No  estaba  en  más  ser  reconciliados  nosotros  con 
Dios,  sino  en  que  Jesucristo  muriese.  Cayó  sobre  él  la  ira 
del  castigo  porque  nosotros  fuésemos  remediados. 

¡No  sabe  pregonar  ese  pregonero!  Si  preguntáis  a  Pilato, 
diros  ha  que:  Ego  nullam  invenio  in  eo  causam.  Por  eso 
100  murió,  porque  fué  su  voluntad  de  salvar  a  los  hombres;  de 
esta  manera  no  hobo  causa,  no  hobo  quien  le  constriñese 
a  hacer  lo  que  hizo,  sino  sólo  el  amor  que  nos  tuvo.  Si 
pregona  el  pregonero:  "Esta  es  la  justicia  que  manda  hacer 
Poncio  Pilato  a  Jesús  de  Nazarén,  porque  dice  ser  hijo 
105  de  Dios,  y  por  alborotador  y  malhechor",  no  sabe  lo  que 
dice.  Que  no  tenía  Pilato  poder  sobre  él  ninguno,  que  de 
arriba  viene:  Non  haberes  potestatem  adversum  me  ullam, 


69  recia  es  7  n  72  cordero]  los  ,i</./.  ;  |  73  inocentísimos  i  ¡J  75  que 
om.  T  ||  76  somos  om.  T  |  vuélvese  .V 

80  l'rendcn  al  libre  y]  mis  hermanos  T  \\  83  ir]  "al  add.  N  |  preso  om.  T  |j 
84  Jesucristo]  y  «.id.  T  |  sea]  Señor  add.  T  !|  85  misericordia  T  '■'  89  así  T  II 
90  asi  T 

93santi  N  ||  94  él]  el  add.  T  ¡  adquirida  T 

98  Si]  le  add.  T  \\  99  diros]  deciros  V  |  que  om.  11  |  invenís  N  ||  101 
hulx>i   7   |  hubo,  v  '  k]  lo  T  |l  102  si]  no  add.  V  ||  104  Nazarct  T  ||  106 


8o  Of.  lo.  i8,  S. 
94    Cf.  Js.  53,  .5. 


99  lo.  18,  38. 
107    lo.  19,  11. 


1042 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


etcétera,  dijo  Jesucristo  al  mismo  Pilato.  — Pues  ¿por  qué 
muere?  — Prapter  scelera  populi  mei  percussi  eum.  Eso  sí, 

lio  "ipor  los  pecados  de  mi  pueblo,  porque  me  ofendieron  los 
hombres,  por  eso  le  castigo  yo",  dice  el  Padre  Eterno,  por- 
que ellos  no  se  perdiesen  para  siempre  en  el  infierno. 

Pues  es  la  culpa  de  los  hombres  que  han  pecado,  ellos 
son  la  causa  de  la  muerte  de  Jesucristo;  luego  ¿qué  justi- 

115   cia  es  ésta,  Señor,  que  castigáis  al  justo  por  los  pecadores, 
que  muera  el  inocente  por  los  culpados?  Señor,  parece  que 
hay  escrúpulo  en  vuestra  justicia,  pues  castigáis  al  que 
no  tiene  culpa  y  dejáis  ir  libres  a  los  que  hicieron  el  mal. 
Si  lo  quiso  El,  ¿qué  haremos?  Si  quiso  morir  por  nos- 

120  otros,  si  nos  amó  tanto  hasta  perder  la  vida  por  nosotros, 
¿qué  diremos?  Luego  ansí  había  de  decir  el  pregón:  "Esta 
es  la  justicia  que  manda  hacer  el  Eterno  Padre  a  Jesucristo, 
su  Hijo,  porque  amó  a  los  hombres.  Quien  a  tantos  y  tales 
ama,  que  tal  haya".  — ¿Por  qué  moristes,  Señor?  — Por  el 

125  amor  que  te  tuve.  — ¿Quién  te  cansó,  Señor  tanto?  ¿Quién 
te  afligió?  ¿Quién  te  hizo  haber  hambre  y  sed?  ¿Quién  te 
hizo  sudar?  ¿Quién  te  paró  tal  hasta  morir  desnudo  en  una 
cruz?  — El  amor  que  tuve  a  los  hombres.  — ¿Por  qué,  Se- 
ñor, afligiste  tanto  a  la  Madre  y  al  Hijo?  ¿Qué  culpa  tie- 

130  nen?  Ovejas  son  inocentísimas.  — El  amor  que  tuvo  a  los 
hombres  Jesucristo,  eso  es. 

¿Por  qué  tan  afligi-  Pero  ¿qué  tiene  que  ver  con  eso  la 
da  la  Virgen  núes-  Virgen  María  nuestra  Señora?  ¿Por 
tra  Señora?  <lué  tan  afligida?  ¿Por  qué  tanto  la 

135  -. -.    atribuló  el  Eterno  Padre  el  día  de 

hoy?  ¿No  está  escrito:  Si  topáredes  en  el  campo  algún  nido 
de  pájaros  y  estuviera  en  él  su  madre,  toma  los  pájaros  y 
no  lleguéis  a  la  pájara;  tomá  los  hijos  y  dejá  la  madre?  ¿No 
mandaba  Dios  en  el  Exodo:  No  cuezas  el  cabrito  en  la  le- 

140  che  de  su  madre?  Ne  coxeris  haedum  in  lacte  matris  suae. 
Señor,  ¿tenéis  cuidado  de  las  aves,  tenéis  cuidado  de  los 
animales?  Numquid  de  bobus  cura  est  Deo?  ¿Qué  es  esto, 
Señor?  ¿No  bastaba  matar  al  hijo  y  pon  elle  en  una  cruz, 
sin  matar  también  a  la  Madre?  ¿Por  qué  se  cuece  a  Jesu- 

145  cristo  en  las  lágrimas  de  su  Madre?  Si  lo  queréis  asado,  asa- 
do está  en  el  fuego  de  tan  grandes  tormentos,  asado  lo 

ninguno  sobre  él    T   ||   108  etc.   om.    T   ||    109  Proter   T   ¡|    111  le]    lo  r 
113  la  culpa  es  T  ||  115  pecados  N  ||  116  culpados]  culpables  T 
119    qué  om.  iV  ||  MI  así  T  ||  122  Padre  Eterno  T  ||  128  amor]  y  cari- 
dad add.  T 

134-135  la  atribuló  tanto  T  ||  135  Padre  Eterno  T  1 1  136  topáredes]  encon- 
tráredes  T  ||  137  tomad  T  ||  138  la  pájara  -  y  dejá]  om.  T  ||  142  bibus  N  ||  143 
ponerlo  T  ||  144  sin]  sino  T  ||  145  las  om.  T  ||  146  tan  grandes]  tantos  T  !| 


109    Cf.  Is.  53,  8. 
138   Cf.  Deut.  22,  6. 


140  Of.  Deut.  14,  21. 
142    1  Cor.  9,  9. 


6y.     SOLEDAD  DE  MARÍA 


1043 


tiene  el  fuego  del  amor,  que  en  su  benditísimo  corazón  ardía 
mientras  estaba  padeciendo  en  la  cruz,  y  si  lo  queréis  co- 
cido, cocido  está  en  lágrimas,  que  de  los  ojos  de  su  sacra- 

150   tísima  Madre  salían,  viendo  lo  que  estaba  padeciendo. 

¡Oh,  bendita  sea  vuestra  misericordia,  Señor!  ¿Y  qué  os 
ha  hecho  esta  bienaventurada  Virgen?  ¿Qué  os  hizo  la  que 
todos  los  días  de  su  vida  os  sirvió?  ¿Qué  os  hizo  la  que, 
mientras  en  esta  vida  estaba,  en  otra  cosa  no  gastó  su  tiem- 

155  po  sino  en  agradaros?  ¿Qué  os  hizo  la  que  tan  desvelada 
andaba  todas  las  noches  y  los  días  por  contentaros?  ¿Qué 
hizo  su  virginal  corazón,  en  el  cual  aun  un  pensamiento,  el 
más  pequeño  del  mundo,  nunca  hubo  de  que  vos,  Señor,  oa 
ofendiésedes,  que  ansí  la  habéis  hoy  lastimado,  que  ansí  la 

160  habéis  hoy  entristecido?  ¿Qué  os  hizo,  Señor,  esta  Virgen 
limpísima,  en  quien  nunca  .hubo  pecado?  ¿Por  qué  tanto 
la  habéis  afligido  el  día  de  hoy? 

Multae  filiae  congregaverunt  divitias,  sed  tu  supergres- 
sa  es  universas.  Munchas  hijas  allegaron  riquezas,  pero  tú, 

165  Señora,  a  todas  has  sobrepujado;  que  quiere  decir:  muchas 
santas  ha  habido,  muchas  castas,  muchas  vírgenes,  muchas 
han  amado  a  Jesucristo  en  gran  manera,  tanto  que  dejaban 
riquezas  y  honras  y  ser  esposas  de  reyes,  y  todo  lo  que  en  el 
mundo  florece  y  tras  lo  que  los  hombres  andan  perdidos  por 

170  habellos;  pero  a  todos  lleváis  la  ventaja  vos,  más  santa  que 
todas  las  santas  vírgenes,  más  casta  que  todas  las  castas, 
más  amastes  a  Jesucristo  que  todas  cuantas  dejaron  el  mun- 
do y  su  atuendo  por  seguirle  a  El,  por  amarle.  Nadie  se 
iguala  con  vos.  Muchas  hijas  allegaron  riquezas,  pero  vos, 

1^5  Señora,  muchas  más  que  todas. 

Dos  cosas  pelean  hoy,  Señora;  veamos  cuál  va  adelan- 
te: vuestra  santidad,  vuestros  dolores,  vuestra  privanza, 
vuestras  angustias.  Vos,  la  más  santa  y  la  más  lastimada, 
la  más  querida  y  la  más  angustiada,  la  más  alta  y  la  más 

180  abajada.  Dos  cosas  andan  hoy  en  porfía:  ¿cuál,  Señora,  de 
las  que  hemos  dicho  va  adelante?  ¡Oh  Señor!,  ¿y  tan  cara 


147  del]  de  T  |  148  mientra?]  'que  add.  T  ||  149  cocido  está  om.  N  |  enl 
las  add.  T 

154  no]  entendió  add.  T  \\  154-155  gastó  -  agradaros]  sino  en  agradaros  y 
en  esto  gastó  su  tiempo  T  |!  157  virginal]  y  limpio  add.  T  \  un  om.  T  || 
158  nunca]  jamás  add.  T  ||  159  así,  T  |>|  160  esta]  santísima  add.  T  ||  161-162 
la  habéis  tanto  T  |  hoy]  Señor  add.  T 

163  congregaverunt]  sibi  add.  T  \\  165  que  om.  T  ||  166  ha  habido  om.  T  | 
muchas,]  mártires  add.  T  ||  virgines  T  ||  169  tras]  hace  T  ||  170  haberlo  T  i 
vos,  Señora,  la  ventaja;  vos  add.  transp.  T  ||  171  vírgenes  om.  T  |  más  cas- 
ta-castas] om.  7"  ||  172  Jesucristo]  vos  sola  add.  T  "  173  atruendo  T  |  se- 
guir T  |  El]  y  add.  T 

176-177  delante  T  ||  178  santa]  que  todas  add.  T  ||  179  y,  om.  T  ||  180  en] 
a  T  |  Señora  de]  será  .V  ||  181  las]  dos  add.  T  j  Oh  om.  T  I  tan  cara]  cuán 


165    Cf.  Prov.  31,  29. 


1044 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


vendéis  a  esta  Virgen  vuestra  privanza?  Si  mucho  la  amas- 
tes,  mucho  la  afligistes;  si  muy  santa  la  hecistes,  mucho 
la  angustiastes ;  a  la  medida  de  amor  que  tuvistes,  fué  el 

185   doble  que  ha  pasado. 

¿Á  quién  te  compararé,  a  quién  te  igualaré,  con  quién 
te  asemejaré  y  consolaré,  Virgen  tan  lastimada?  Grande 
es  ansí  como  el  mar  tu  quebrantamiento ,  ¿quién  te  pondrá 
medicina?  ¡Oh,  bendito  seas,  Señor,  que  ansí  desconsolas- 

190  te  hoy  a  esta  bendita  Virgen!  No  hay  en  la  tierra  ya  quien 
la  consuele;  no  hay  quien  enjugue  sus  lágrimas;  no  hay 
quien  dé  fin  a  sus  lamentaciones;  no  hay  quien  acompañe 
su  soledad.  ¿Quién  agotará  tu  dolor?  No  hay  ya  consuelo 
para  ti. 

195  Estaba  la  madre  de  Tobías,  el  mozo,  esperando,  cuan- 
do su  padre  le  había  enviado  a*  la  ciudad  de  Ragés;  y  como 
se  tardaba  tanto,  no  podía  reposar,  pensando  qué  sería  de 
él,  si  era  muerto  o  vivo,  si  le  había  acaecido  algo.  Y  dice 
la  santa  Escritura  que,  no  pudiendo  sufrir  la  soledad  y  su 

200  ausencia,  se  salía  a  los  caminos,  et  plorabat  lacrymis  irre- 
mediabilibus,  y  decía:  ¡Ay  de  mí,  hijo  mío!,  ¿y  por  qué 
te  enviamos  a  peregrinar  por  esos  caminos?  Lumbre  de 
nuestros  ojos,  báculo  de  nuestra  vejez,  consuelo  de  nues- 
tra 'vida,  esperanza  de  nuestra  postrimería,  ¿ya  qué  te 

205  enviamos  de  nosotros?  Si  pobreza  teníamos,  con  estar  tú 
presente,  no  se  sentía;  si  trabajos  padecíamos,  teniéndote 
a  ti,  no  se  nos  hacían  en  nada;  omnia  simul  in  te  uno  ha- 
bentes:  y  en  ti  solo  teníamos  todas  las  cosas. 

¡Oh  Virgen  bendita!  Y  quien  te  preguntase:  ¿En  quién 

210  estaba  tu  consuelo?  ¿En  quién  esperabas?  ¿Qué  era  lo  que 
más  amabas?  ¿Por  ventura  no  era  Jesucristo?  El  uno  y 
solo  era  tu  consuelo  y  esposo,  tu  Hijo,  tu  alegría,  tu  re- 
medio; El  solo  te  era  todas  las  cosas;  con  solo  El  estabas. 
Señora,  contenta  y  ninguna  cosa  echabas  menos;  tiniendo 

215  a  El,  ninguna  cosa  faltaba;  faltándote  El,  todo  tu  bien 
has  perdido;  no  lo  trocaras  por  cielos  y  tierra. 

Ella  es  la  que  más  perdió,  la  más  entristecida,  la  más 
desconsolada,  la  más  afligida  de  "cuantas  hubo  ni  habrá. 
Cuando  lo  viese  que  ya  quería  expirar,  cuando  viese  aque- 

220   líos  lucientes  ojos  escurecerse,  cuando  viese  alzársele  ©1  pe- 


caro  T  ||  182  esta]  santísima  add.  T  |  amastes]  y  quesistes'niiii.  T  ||  184  de] 
del  T  |  que]  le  add.  T 

188  así  T  ||  189  seas]  Tú  add,  T  |  así  T  ||  192  tus  T  ||  193  tu  T  j 
agotará]  agora  mitigue  7" 

195  esperándolo  T  ||  196  le]  lo  T  ||  198  había  acaecido]  acaecería  T  ||  199 
y]  de  T  ||  204  y  om.  T  l|  206  trabajo  N  ||  207  hacía  T  ||  208  y  om.'  T  V. 

214  teniéndolo  T  ||  215  El,]  y  con  El  add.  T  |  cosa]  te  add.  T 

220  escurecerse  aquellos  lucientes  ojos   T   |  alzávselcl    levantársele   T   |  el] 

20S    Tob.  IO,  4-5. 


SOLEDAD  DÉ  MARÍA 


1045 


cho,  cuando  lo  viese  resollar  tan  apriesa  con  las  ansias  de 
la  muerte,  la  Madre  que  tal  vido,  ¿qué  haría?  No  hay  co- 
razón que  sepa  sentillo,  no  hay  lengua  que  sepa  explicallo. 
No  te  quedó  consuelo  ni  arrimo  en  la  tierra,  muerto  tu 

225    santísimo  Hijo,  porque  en  él  tenías  todas  las  cosas. 

¿A  quién  te  compararé?  A  Abraham  mandóle  Dios  que 
subiese  al  monte  y  sacrificase  a  su  hijo,  pero  después  con- 
tentóse Dios  con  sola  su  obediencia  de  corazón,  y  dióle  un 
carnero  que  sacrificase.  Al  monte  subió  con  su  hijo  Isaac, 

230  y  del  monte  bajó  con  él;  mas  la  Virgen  nuestra  Señora  no 
ansí.  Al  monte  Calvario  subió  con  su  hijo;  mas  no  le  trujo 
a  la  vuelta  consigo,  que  allá  le  dejó. 

¿A  quién  te  compararé,  hija  de  Sión,  y  semejaré?  ¿Com- 
pararte he  quizá  con  la  madre  de  los  Macabeos,  que  le  ma- 

235  taron  delante  de  sus  ojos  siete  hijos  en  un  día  y  guardá- 
ronla viva  hasta  el  cabo,  porque  sintiese  mayor  dolor  de 
ver  la  muerte  de  sus  hijos?  No,  que,  si  morían,  tenía  la 
madre  licencia  de  consolarlos  y  de  esforzarlos;  consentían- 
le que  estuviese  allí  animándolos  y  ayudándolos  a  bien  mo- 

240  rir:  pero  la  Virgen  nuestra  Señora  aun  no  le  daban  lugar 
ni  le  dejaban  ver  de  cerca  a  su  Hijo,  Jesucristo,  porque 
eran  tantas  las  blasfemias,  las  malas  palabras,  las  voces 
de  aquella  desconocida  gente,  que  no  le  daban  lugar  de  ala- 
baile.  Allá  alababan  a  los  Macabeos  porque  morían  por  la 

245  ley  de  Dios,  por  lo  cual  se  consolaba  la  madre.  Acá  dicen 
que  Jesucristo  muere  por  blasfemo  contra-  la  ley  y  manda- 
mientos de  Dios.  Nc  hay  a  quien  comparar  los  dolores  de 
la  Virgen  María. 

En  gran  manera  fué  hoy  afligida,  no  hay  para  ella  con- 

250  suelo  en  la  tierra.  No  hay  remedio  para  alegralla.  No  hay 
quien  le  iguale  en  el  dolor,  como  no  hay  quien  le  llegue  en 
la  santidad.  Grande  es  así  como  el  mar  tu  quebrantamien- 
to. No  bastaría  decir  como  fuente,  sino  como  mar,  porque 
tienen  compañía  mar  y  María.  ¿Qué  es  esto,  Señor?  Ha- 

255  céis  ahora  mundo  de  nuevo?  Mirá,  hoy  lo  veréis.  Como 
cuando  al  principio  del  mundo  crió  la  luz,  así  veréis  hacer 
fuego  de  nuevo,  y  como  allá  manda  llegar  todas  las  aguas 
a  un  lugar,  y  llamóle  mar,  ansí  acá  alléguense  todas  las 
virtudes  que  están  repartidas  por  muchos  en  un  lugar,  toda 

260   la  santidad,  toda  la  castidad,  toda  la  fe  y  la  esperanza  y 


sagrado  adJ.  7      221  cuando  -  resollar J  om.  T  ||  223  .-cutirlo  T     explicarlo  T 
226  Mandó  Dio.-  a  Abraham   r  ||  227  hijo]    Isaac  add.   T   ||  230  no]  es 

add.  T  ||  231  así  T  ||  231-232  a  la  vuelta  no  lo  trajo  T  |   232  le]  lo  /' 
233  y]  yo  N  \\  244  alabarle  7    ,  Allá  alababan]  Ella  alababa  T  \\  247-248 

No  hay -María]    om.  T 

250  alegrada  T  |    255  agora  T  |  Mirad  /'  "  256  asi]  k  <>,/,(.  r  \\  258 

llamólas  7"       asi   7    '  alléguense]    manda   qué   se   alleguen    7'   ||   261  bendita 


229   Cf.  Gen.  22,  13. 


1046 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


la  caridad  júntense  en  esta  Virgen  bendita  muy  más  per- 
fectamente que  en  otra  persona  ninguna,  y  júntense  tam- 
bién todos  los  dolores,  las  angustias,  la  tristeza  y  lágrimas 
el  día  de  hoy  en  esta  Virgen,  y  llámese  María.  Ne  vocetis 
265  me  Nohemi,  id  est  pulchram,  sed  vocate  me  Mariam,  id 
est,  amaram,  quia  amaritudine  valde  replevit  me  omnipo- 
tens.  No  me  llaméis  ya  Nohemi,  dice  la  Virgen,  que  quiere 
decir  hermosa;  no  me  conviene  ya  ese  vocablo,  no  es  para 
mí  ese  nombre;  mas  llámame  María,  que  quiere  decir  amar- 
lío  ga,  porque  en  gran  manera  me  ha  amargado  el  Omnipo- 
tente, porque  entré  llena  y  salgo  vacía.  Ansí  salió  la  Vir- 
gen nuestra  Señora,  como  adelante  oiréis. 

Grande  es  como  el  mar  tu  quebrantamiento,  ¿quién  te 
pondrá  midicina?  Volvamos  ál  tema.  — -¿Qué  hizo  esta  Vir- 
275  gen,  Señor,  que  ansí  la  habéis  amargado  el  día  de  hoy,  y 
qué  culpa  tiene  y  qué  mereció,  porque  ansí  la  afligiste? 
¿Qué  hizo  esta  oveja  inocente,  Señor?  — Por  donde  se  per- 
dió el  mundo,  por  ahí  se  ha  de  tornar  a  cobrar.  Hombre  y 
mujer  le  han  de  tornar  a  cobrar.  ¡Negra  manzana  y  negros 
2*0  deleites,  qué  caros  habéis  costado  al  Hijo,  y  por  eso  a  la 
Madre!  Adán  y  Eva  perdieron  el  mundo;  Cristo  y  María  lo 
han  cobrado. 

¿Qué  hizo  esta  oveja  bendita,  por  qué,  Señor,  la  habéis 
angustiado?  Decid:  Si  la  Virgen  María  no  pasara  esto, 

285  ¿qué  consuelo  quedaba  a  las  vírgenes  en  sus  trabajos  y  a 
las  viudas?  Agora  todas  tienen  consuelo,  porque,  si  a  la 
doncella  le  viniere  algún  trabajo,  tenga  dechado  de  pacien- 
cia en  la  Virgen  y  diga:  "Pues  más  trabajada  fué  mi  Se- 
ñora, la  Virgen  María".  Si  la  casada  perdiere  algún  hijo  que 

2&0  mucho  quería,  mirando  a  la  Virgen  se  consuele,  y  con 
pensar  sus  dolores  y  con  pensar  qué  lastimada  fué  este  día 
se  consuele  y  esfuerce,  v  diga:  "Pues  si  perdí  hijo,  mejor 
lo  perdió  mi  Señora  la  Virgen  María;  mayor  fué  su  angus- 
tia y  dolor  que  el  mío,  cuanto  era  mayor  su  Hijo  que  el 

295  mío."  Pues  luego  por  amor  de  ti  atribula  el  Eterno  Padre 
hoy  a  la  Virgen,  para  que  tú  saques  consuelo  y  provecho; 
por  tu  amor  atormentan  hoy  a  la  Madre  y  al  Hijo;  sábelo 
por  amor  suyo  conocer  y  agradecer;  sábete  aprovechar.  No 
hayan  agora  padecido  la  Madre  y  el  Hijo  tan  grandes  tra- 


om.  T  ||  262  perfetamente  7'  |  'ninguna]  alguna  T  [\  263  Jas  tristezas  T  ,| 
268  vocablo]  nombre  T  ||  269  llamadme  T  ||  271  -Asi  T 

274  medicina  T  |  Volvamos  al  tema  om.  T  \\  275  que]  porque  T  |  nnsí 
om.  T  ||  276  así  T  |l  278  cobrar]  Hombre  y  mujer  lo  perdieron  add.  T  ||  279 
le]   lo  T 

288  la]  santísima  add.  T  ||  297  atormenta  7?  ||  299  la  om.  T  ¡  el  om.  T  \ 
Hijo]  tormentos  add.  T  |l|  299-300  trabajos  y  tormentos  om.  T  ||  300  hu- 
biese T 


271    Rubh  1,  20. 


67.     SOLEDAD  DE  MARÍA 


1047 


300  bajos  y  tormentos  en  balde;  en  balde  sería  si  no  hobiese 
quien  se  aprovechase  del  fruto  de  ellos. 

Dolores  de  María  en    Hablar  agora  de  la  muerte  de  Je- 
la  pasión  de  Cristo    sucristo  sería  cosa  muy  larga,  y 
es  tarde  y  tenemos  poco  tiempo. 

505  Este  día  es  diputado  para  contemplar  los  dolores  de  la  Vir- 
gen. Tenga  vuestro  corazón  sentimiento  todos  los  dias  de 
vuestra  vida,  el  jueves  y  viernes  hasta  la  tarde,  de  pasión 
de  Jesucristo;  y  desde  el  viernes  en  la  tarde  y  el  sábado, 
de  los  dolores  de  la  Virgen  María.  No  se  os  olvide,  en  vi- 

310  niendo  el  sábado,  de  tener  memoria  particularísima,  sin  que 
falte  día,  de  los  dolores  que  la  Virgen  María  pasó. 

¿Quién  medicinará  tus  angustias?  ¿Quién  pondrá  tasa 
y  medida  a  tus  dolores?  ¿Quién  bastará  a  contar  tus  penas? 
¿Quién  contará  lo  que  tal  día.  como  hoy  padeciste?  Cuan 

315  grande  es  el  amor  que  ardía  en  tu  corazón,  tan  grande  es  el 
angustia.  Si  supiésedes  conocer  cuán  grande  es  el  amor  que 
esta  Virgen  sacratísima  tenía  a  su  Hijo,  sabríades  conocer 
el  dolor  que  hoy  ha  pasado  por  ella;  pero,  como  no  se  pue- 
de conocer  el  amor,  ansí  también  no  se  entiende  el  dolor 

320   que  recibió. 

¿No  habéis  visto  en  las  criaturas  irracionales  el  amor 
que  una  madre  tiene  a  un  hijo?  Como  una  vaca  a  su  bece- 
rrillo, que  se  dejará  matar  por  él;  ¡allegárselo  a  quitar,  por 
mi  vida!  Aun  se  ha  visto  una  gallina  morir  por  sus  pollicos, 

325  porque  ellos  nos  reciban  daño.  Pues  pensad  esto  ahora  en 
la  Virgen,  que  amaba  a  Jesucristo  como  a  Hijo  y  amábalo 
como  a  Dios.  Aquella  reverencia  con  que  le  trataba,  aquella 
reverencia  con  que  estaba  delante  de  El,  creo  que  no  osaba 
alzar  los  ojos  del  suelo.  Pues  ¡con  qué  amor  le  trataba  cuan- 

330  do  niño,  cuando  le  daba  sus  virginales  pechos!  Para  mí  ten- 
go que  mientras  el  Niño  dormía,  que  estaba  hincada  de  ro- 
dillas adorándolo  y  pidiéndole  gracias  para  sabello  tratar. 
En  las  madres  de  acá  hay  tasa  en  el  amor  que  a  sus  hijos 
tienen,  por  muy  mucho  que  los  amen;  aquí  no  hay  tasa,  sino 

335  que  la  Virgen  amaba  a  Jesucristo  cuanto  el  Espíritu  Santo 
le  soplaba;  y  esto  era  mucho;  y  ansí  no  es  dicible,  no  se  pue- 
de tasar,  no  hay  palabras  para  poder  encarecerlo. 

¡Oh,  bendito  seas,  Señor,  que  fuistes  servido  que  el  amor 


305  diputado]  depositado  T  ||  307  jueves]  en  la  noche  add.  T  |  de]  Ja 
add.  T  ||  308  y  ]  hasta  7'  ||  309  María]  nuestra  Señora  add.  T 

314  padeciste!  Cuan  grande  es  el  amor,  tan  grande  es  tu  dolor  add.  T  || 
315  es„  om.  T  ||  317  sacratísima  Virgen  T  ¡  su]  santísimo  add.  T  \\  319  así 
T  también  no]   tamipoco  7" 

322  su]  un  T  ||  323  allegádselo  T  ||  323-324  por  mi  vida  om.  T  ||  324 
pollitos  T  ||  325  recibiesen  T  |  esto  om.  T  |  agora  T  \\  326  amaría  T  ||  330 
virgenales  T  ||  332  saberlo  r  ||  333  tasa]  remisión  T  ||  334  muy  om.  T  || 
336  así  T  |  decible  T  |  no2]  ni  T 


1048 


SERMONES.  CICLO  SANTORAl 


grande  de  esta  Virgen  fuese  sayón  que  la  atormentase  tan- 

840  to,  que  dice  San  Jerónimo  que  cada  punzada,  que  cada  pu- 
ñada que  daban  a  Jesucristo  en  el  cuerpo,  era  una  lanzada 
que  atravesaba  el  corazón  de  la  Virgen;  cada  bofetada,  cada 
azote,  cada  llaguita  que  hacían  a  Jesucristo,  tantas  puñala- 
das eran  para  el  corazón  de  esta  Virgen!  ¡Oh,  bendita  sea 

345  tu  misericordia,  que  tantas  saetas  tuviste  para  herir  y  tras- 
pasar  el  corazón  de  esta  Virgen!  Pues  si  él  cuerpo  de  Je- 
sucristo estaba  con  cinco  mil  azotes  repartidos  en  un  cuerpo 
como  el  suyo,  su  sacratísima  cabeza  atravesada  por  tantas 
partes  de  las  espinas,  horadados  con  clavos  tan  crueles  sus 

350  pies  y  manos,  todo  corriendo  sangre,  sus  sacratísimas  bar- 
bas peladas,  escupido,  abofeteado,  aquel  delicado  cuerpo  des- 
coyuntado y  sus  tiernos  miembros  desencajados,  ¿qué  tal  os 
parece  que  estaría  el  corazón  de  la  Virgen,  que  esto  tenía 
delante  los  ojos?  ¡Oh  virginal  corazón!  Pintáisla  con  siete 

355  cuchillos,  con  setecientos  la  habíades  de  pintar!  No  tienen 
cuenta  las  gotas  de  la  mar  y  sus  arenas,  no  tienen  cuenta 
las  estrellas  del  cielo  con  los  dolores  de  la  Virgen  María. 

¿A  quién  te  compararé"?  ¡Oh  Virgen  sacratísima!,  ¿cuál 
estaba  tu  corazón?  ¿Qué  sentiste  en  este  día  bebiendo  agua 

360  de  dolor,  entrando  las  aguas  de  los  tormentos  hasta  lo  inte- 
rior de  tu  corazón?  Subido  han  las  ondas  tempestuosas  de 
las  aguas  hasta  zabullir  tu  corazón.  Menester  fué  ayuda 
particular  para  sufrir  y  pasar  lo  que  hoy  por  ti  pasa.  ¡Oh 
gran  lástima,  Madre,  que  el  que  adoraba  por  Dios  oyese  de- 

365  cirle  tantas  injurias,  tantas  blasfemias!  ¡Oh  lastimado  co- 
razón, que  tal  pregón  oíste:  pregonar  al  Hijo  de  Dios  y  tuyo 
como  a  salteador,  y  decirle  tantas  injurias!  ¡Qué  de  dolores 
entraron  por  tus  oídos!,  ¡qué  de  dolores  por  los  ojos!  Pen- 
sad en  esto,  y  pedid  gracia,  y  pidámosla  todos  para  enten- 

370  dello. 

La  muerte  y  la    Alzó  los  ojos  la  primera  madre  Eva  para 
lanzada  ver  el  árbol  de  que  Dios  le  había  manda- 

do que  no  comiese.  Alzó  los  ojos  la  Vir- 
gen María  a  Jesucristo  en  la  cruz.  Más  lastimó  a  la  Virgen 
375  ver  cuál  estaba  Jesucristo  que  agradó  y  deleitó  ver  a  la  pri- 
mera doncella  el  árbol  que  le  estaba  vedado  que  no  comiese. 
¿Para  qué  son  ojos  hoy,  Señora?  Deseaba  la  Virgen  sacra- 
tísima ver  a  Jesucristo.  Alzaba  los  ojos  a  mirarlo.  Era  tanto 
el  dolor  que  recibía  de  verlo,  que  tanto  padecía,  que  cuan 

338  seáis  Vos  add.  T  \\  340^341  punzada  -  puñada]  herida  T  ||  344  sea] 
Señor  add.   T  ||  353  la]   santa  add.   T   \\   354   Pintáisle  T 

358  sacralíi-ima]  santísima  T  ¡|  364  el]  al  T  ||  365  decir  T  ||  367  saltea- 
dor]   malhechor   V  |:|   369  entenderlo  y   sentirlo  add.  T 

374  María  om.  T  ||  376  doncella]  mujer  T  I  no  om.  T  ||  378  sacratísima] 


361    Cf.  Ps.  68,  2. 


67.     SOLÉDAD  DE  MARÍA 


1049 


380  presto  alzaba  los  ojos  tan  presto  los  bajaba,  no  pudiéndolo 
sufrir.  Decía  al  Eterno  Padre:  "Señor,  no  te  pido  vida  para 
mi  Hijo;  ya  veo,  Señor,  que  está  muy  cerca  de  su  muerte; 
recebí,  Señor,  su  muerte  en  recompensa  de  los  pecados  de  los 
hombres.  Cese  ya  tu  justicia;  no  castigues  tus  esclavos,  pues 

385  ansí  has  castigado  a  tu  mayorazgo  porque  ellos  no  se  per- 
dieran. Con  alegría,  Señor,  le  recibí,  y  con  grande  dolor  te 
lo  torno.  Grande  fué  el  gozo  que  mi  ánima  recibió  el  día 
que  el  ángel  me  trujo  la  nueva  de  que  le  había  de  parir; 
pero  grandísimo  dolor  sentí  en  mi  corazón  el  verle  partirse 

390   de  mí  con  tanto  trabajo." 

¿A  quién  te  compararé?  Cuando  llegó  la  hora  que  expi- 
ró, ¿qué  sintió  tu  corazón  de  velle  agonizar  con  la  muerte 
aquellas  ansias  mortales?  Muere  el  Hijo;  cay  [la]  Madre. 
Expira  Jesucristo  en  la  cruz.  Queda  medio  muerta  la  Madre 

395  en  la  tierra.  Veis  las  balanzas:  en  bajándose  la  una,  se  alza 
la  otra;  el  Hijo  alto,  la  Madre  baja;  muere  el  uno  en  la 
cruz  y  cay  el  otro  al  pie  de  ella. 

¿Qué  sintiría  la  compañía?  ¿Qué  es  lo  que  San  Juan 
haría?  ¿Qué  de  lástimas  harían  las  Marías  de  ver  tan  exce- 

400  sivo  dolor,  de  ver  padecer  a  Jesucristo?  Aflígense  en  gran 
manera  de  ver  medio  muerta  a  la  Madre.  Tornó  en  sí  la 
Virgen  sacratísima,  comienza  a  decir  tantas  lástimas,  que 
quebraba  el  corazón  a  cuantos  la  oían:  "¡Oh  Señor,  tú  muer- 
to en  la  cruz  y  yo  viva  en  la  tierra!  ¿Es  posible  que  tan 

405  duro  es  este  corazón,  que  ha  podido  verte  morir  sin  acabar 
juntamente  contigo?  Grande  desamor  mío  es  éste;  mucho 
más  pensé,  Señor,  que  te  amaba.  Porque,  ¿qué  quieres  que 
crea  de  mí,  viéndome  viva,  estando  tú  muerto?  ¿No  tuvieras 
por  bien  llevarme  contigo?"  ¿Qué  haría  la  pobrecita  com- 

410  pañía  en  ver  a  la  sacratísima  Virgen  hacer  tales  lástimas? 
Pues  responderle  hían  al  mismo  tono;  el  dolor  de  sus  cora- 
zones menearía  sus  lenguas  para  mostrar  el  dolor,  por  las 
palabras,  que  sus  ánimas  tenían  allá  dentro. 

Quedáronse  solos  María  y  San  Juan  y  las  Marías.  Era 

415  ya  tarde,  hora  de  vísperas;  ya  la  gente  se  había  ido  y  no 
sabían  qué  hacerse;  ellos  eran  flacos,  la  cruz  estaba  muy 
alta,  los  clavos  muy  gruesos,  no  tenían  herramienta  para 
poder  abajar  el  cuerpo. 

benditísima  7  [|  379  recebía  T  ||  382  está]  ya  <i>/,¡.  V  ||  383  recibe  T  \\  384 
castigues]  a  add.  T  |  pues]  es  add.  .V  ||  385  así  T  }\  386  lo  recebí  T  | 
gran   T  ||  388  trajo  T  |  de  óm.  T 

391  hora]  en  add.  T  |j  392  verle  T  ||  393  cay]  cual  quedaría  su  santí- 
sima T  i¡  394  medio  muerta]  lastimadi-ima  T  f|  397  cay  el]  queda  lastimado 
y  herido  el  corazón  del  T 

398  sentina  T  f|  401  Tornó  en  si  om.  r  |  405  acabar]  llevarme  T  ||  406 
Gran  T  ||  407  quieras  .V  ||  410  sacratísima  <>m.  7  ||  411  mesrno  T  ||  «2 
menearían  .V 

4,14  solos]  allí  7  María]  M adátala  add.  T  Marfee]  con  la  Virgen 
add.    T       417  para]   sacarlos,  para   add.    T   |,|   418  bajar  7' 


1050  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Estando  en  esto,  ven  venir  a  la  gente  de  la  justicia  de 

420  Pilato.  que  venían  Ta]  cuchillar  las  piernas  a  los  crucifica- 
dos, porque  era  así  costumbre,  para  acaballos  de  matar. 
Pensá  qué  sentirían.  Pues  cómo,  ¿no  basta  cuál  lo  habéis 
tratado?  ¿No  bastan  los  tormentos  sin  de  nuevo  quebrar 
el  corazón  de  su  Madre?  ¡Con  qué  ruedos  les  robarían  a  todos 

425  aquellos  ministros  de  la  justicia!  Diría  ]a  Virgen:  ";No  le 
quebréis  las  piernas,  por  amor  de  Dios!  Si  lo  hacéis  por 
atormentarlo  más,  ya  no  sentirá  nada;  si  por  acaballo  ya 
de  matar,  ya  está  muerto.  Si  no  os  doléis  de  El,  habed  com- 
pasión de  mí;  que  si  cortáis  las  piernas  del  muerto,  que  ya 

430  no  siente,  quebrantaréis  mi  corazón,  que  aun  está  vivo, 
para  sentir  tanto  dolor".  ¿Ellos  qué  harían?  ¿Qué  se  ha  de 
pensar  de  gente  tan  cruel?  En  lugar  de  condecender  a  las 
peticiones  de  esta  bienaventurada  Virgen,  diríanlp;  ";Ouitá 
allá!"  Oírla  hían  y  desviarla  hían  con  desprecio.  Pero  tanto 

435  les  rogó,  tanto  les  importunó,  que  puso  Dios  en  sus  cora- 
zones que  no  le  cortasen  las  piernas. 

¿A  quién  te  compararé?  Entonces  uno  de  aquéllos,  a 
quien  llamaban  Longinos — no  fué  ciego,  que  dicen  por  ahí, 
y  no  sé  qué  conseja  es  ésa:  es  burla — ,  tomó  una  lanza  y 

440  dió  una  lanzada  por  encima  de  su  Madre  a  Jesucristo  en  el 
lado  derecho,  i/  luego  comenzó  a  salir  sangre  v  agua.  Ya 
está  cumplido  lo  de  acullá;  que  del  lado  de  Adán,  de  una 
costilla  hizo  Dios  a  Eva.  Del  costado  de  Jesucristo  sacan  la 
Iglesia.  ¿No  veis  el  rescate  de  nuestra  redención?  Veis  ahí 

445  el  lago  con  que  fueron  lavados  nuestros  pecados  y  la  sangre 
con  que  se  satisfizo  la  justicia  de  Dios.  Veis  ahí  el  cielo 
abierto,  que  hasta  aquella  hora  había  estado  cerrado  por  el 
pecado  de  Adán.  Ya  han  abierto  la  ventana  del  arca,  de  Noé, 
por  la  cual  todos  los  que  entraron  fueron  salvos.  Ya  el  aue- 
450  rubín  que  estaba  a  la  puerta  del  paraíso  terrenal  es  ido;  la 
esnada  que  allí  estaba,  ya  la  han  quitado;  el  fuesro  que  allí 
ardía,  ya  es  matado.  Ya  han  dado  fin  a  los  trabaios  de  Je- 
sucristo; ya  acabó  la  obra,  a  la  cual  fué  enviado  del  P->dre, 
que  era  a  redimir  los  hombrps  v  a  quitarlos  de  la  servidum- 

455  bre  del  pecado.  Mas  los  trabajos  de  la  Virgen  aun  ahora 
comienzan.  ¿Qué  os  parece  que  sentiría  de  ver  romper  así 


420  cuchillar]  a  quebrar  7'  ||  421  acabarlos  T  i  I  422  Piensa  T  ||  423  toi- 
mentos]  pasados  add.  T  ||  424  su]  la  T  ||  426  quebréis]  a  mi  Hijo  add.  T  || 
427  acabarlo  T  II  429  aue  si  cortáis]  quebraréis  T  ||  430  vivo]  aunque 
traspasado   add.    T   |l   436   cortasen]    quebrasen  T 

439  y,  oí».  T  |  es  e.sa  mt.  T  I  burla]  y  add.  N  |l  142-143  de  una  costilla  del 
lado  de  Adán  T  ||  444  redención  ?  ¿No  add.  T  ||  445  el  laso]  la  sanífre  T  || 
446  satisfizo]  a  add.  T  II  448  Ya]  Y  T  l|  452  matadol  apagado  T  U  453 
acabará  N  |l  454  redimir]  a  add.   T  |i|  4561  asil   tan  add.    T  'I   458  refrescar 


441    lo.  19,  34. 


67.     SOLEDAD  DK  MARÍA 


1051 


cruelmente  aquella  carne  virginal,  salida  de  sus  entrañas? 
Hacen  todos  planto  de  nuevo,  viendo  refrescar  las  llagas  de 
Jesucristo. 

El  descendimiento.    Estaban  ansí  todos  tan  angustiados, 

Cristo  crucificado,  n0  sabían  ^ué  hacerse-  Dice  la  Vir" 
gen:  "¡Oh  Señor,  Padre  de  huérfanos, 
e  n  brazos  de  la  consuelo  de  los  entristecidos,  repara- 
Madre  dor  y  remediador  de  necesitados!, 
contenta  ya,  Señor,  con  haber  casti- 
gado a  tu  Hijo  unigénito  tan  rigurosamente  y  a  mí  haberme 
entristecido  tanto.  Baste  ya,  Señor;  danos,  por  quien  eres, 
sepultura,  adonde  le  enterremos.  Pues  le  faltó  [en]  la  vida 
adonde  descanse  y  no  tuvo  donde  reclinar  su  cabeza,  no  falte 
agora  en  que  descanse  este  tan  atormentado  y  lastimado 
cuerpo".  Ven  venir  a  Josef,  el  cual  era  discípulo  de  Jesu- 
cristo, pero  hasta  allí  había  estado  encubierto  por  miedo  de 
los  judíos,  y  había  ido  a  Pilato  y  pedídole  el  cuerpo  de  Jesu- 
cristo, porque  no  le  podían  quitar  de  la  cruz  sin  su  licencia. 
Hizo  su  cuenta:  "¿Qué  me  pueden  hacer?  ¿Matarme?  ¿Qui- 
tarme la  vida  y  hacienda?  Todo  es  poco;  no  es  tiempo 
disimular  más;  agora  en  las  adversidades  es  menester  mos- 
trarse los  hombres  ser  del  bando  de  aquellos  a  quien  aman". 

Vase  a  Pilatos,  pide  el  cuerpo  de  Jesucristo.  Respondió 
Pilato:  "¿Ya  es  muerto?",  espantándose  de  que  fuese  muerto 
tan  presto.  "¿Es  muerto,  preguntas?  Bien  parece  que  no 
sabes  tú  qué  tan  delicado  era;  bastaba  el  menor  dolor  de 
cuantos  padeció  a  quitarle  la  vida,  si  la  Divinidad  no  le 
sustentara.  ¿No  sabes  tú  lo  que  padeció  en  la  columna  cuan- 
do, a  puros  azotes,  le  desollaron  aquel  tierno  y  bienaven- 
turado cuerpo?  Bien  parece  que  no  sabes  tú  lo  que  padeció 
llevando  la  cruz  sobre  sus  delicados  hombros  y  después  cuan- 
do lo  pusieron  en  ella;  no  te  maravillarás  de  cuán  presto  era 
muerto".  En  fin,  concedióle  Pilato  lo  que  pedía,  y  dióle 
licencia  que  lo  quitase  de  la  cruz  para  enterrarle. 

Fué  el  buen  hombre  y  compró  una  sábana,  un  lienzo  muy 
bueno;  compró  mirra,  compró  acíbar,  para  ungir  el  cuerpo, 
como  entonces  lo  tenían  de  costumbre;  trajo  un  par  de  esca- 
leras, en  fin,  todo  lo  que  era  menester  para  enterrar  al  Se- 

las  llagas]  partir  el  corazón  T  \\  469  Jesucristo]  con  aquel  cuerpo  tan 
atormentado  y  lastimado  add.  T 

460  Estando  así  T  ¡|  460-471  tan  angustiados  -  lastimado  cuerpo]  om.  T  [| 
476  y]  la  add.  T  |  poco]  ya  add.  T  ¡  tiempo]  de  add.  T  ||  4Í77  ahora  T 

479  Pilato  T  ||  480  espantóse  T  ¡,  480-481  tan  presto  fuese  muerto  T  ||  182 
tú  que  tan  om.  T  \\  483  le]  lo  T  |i|  488  ella]  que  add.  T 

491  sábana]  de  add.  T  ||  494  en  fin]  y  finalmente  T  |  lo]  demá.»  add.  T  \\ 
499   hora  de   nona]    las   cuatro  T 


469  Cf.  Mt.  8,  20. 
474    Cf.  lo.  19,  38. 


1052  SERMON KS.  CICLO  SANTORAL 

495  ñor.  Vino  con  él  un  buen  hombre,  fariseo,  amigo  de  Jesu- 
cristo, al  cual  llamaban  Nicodemus;  toman  algunos  buenos 
hombres  que  les  ayudasen,  y  viénense  al  lugar  donde  estaba 
la  Virgen  acompañando  a  su  Hijo  bendito.  Esto  era  viernes 
en  la  tarde,  poco  más  de  hora  de  nona,  porque  Jesucristo 

500    estuvo  tres  horas  vivo  en  la  cruz. 

Pues  como  vieron  venir  a  sí  aquella  gente,  temióse  la 
Virgen,  temiendo  no  fuese  otra  cosa.  Di  jóle  San  Juan:  "No 
temáis,  Señora;  a  esta  gente  yo  la  conozco,  no  vienen  a  hacer 
mal,  antes  son  amigos  de  Jesucristo,  vuestro  Hijo,  y  deben 

505  de  venir  a  consolaros  y  ver  si  habéis  menester  algo".  Lle- 
gando los  buenos  hombres,  con  muy  buena  crianza  y  con 
mucha  vergüenza,  y  diciendo:  "Si  hasta  agora,  Señora,  nc 
os  habernos  servido  y  acompañado  en  este  vuestro  trabajo 
tan  grande,  perdonarnos;  hémoslo  hecho  como  pusilánimes 

510  en  no  haber  arriscado  las  vidas  y  las  haciendas  por  confesar 
a  vuestro  Hijo;  harto  arrepentidos  estamos  de  ello;  de  aquí 
adelante  será  mejor.  Ved,  Señora,  al  presente  qué  mandáis 
hagamos;  nosotros  venimos  a  dar  sepultura  a  vuestro  Hijo 
y  nuestro  Maestro,  y  para  ello  traemos  aquí  todas  las  cosas 

515    necesarias;  por  eso  dadnos,  Señora,  licencia". 

Agradecióles  la  Virgen  su  buen  comedimiento,  y  a  Dios, 
porque  así  había  proveído  quien  le  ayudase  a  enterrar  su 
Hijo  unigénito.  Alleguémonos  ahora  todos  a  ver  cómo  pasa 
esto.  No  es  razón  que  el  cristiano  se  halle  ausente  al  ente- 

520  rrar  a  Jesucristo.  Quienquiera  se  allega  a  la  cama  de  uno 
que  se  quiere  morir;  cuanto  más  que  nosotros  somos  los 
que  ganamos,  y  sacaremos  grande  provecho  si  con  devo- 
ción y  atención  miráremos  lo  que  allí  se  hizo.  Agora  mirá 
cómo  pasó. 

525  ^  Era  la  cruz  muy  grande,  de  quince  pies  en  largo;  ¿ha- 
beislos  medido  ya  en  vuestra  cámara?  ¡Bendito  seáis,  Se- 
ñor, que  tan  delicados  hombros  llevaron  tal  peso!  Estaba 
la  cruz  puesta  en  una  peña,  hecho  un  agujero  de  dos  o 
tres  palmos  de  hondo.  Ponen  la  una  escalera  adelante  y  la 

530  otra  por  la  otra  parte;  suben  unos  a  desenclavar  los  bra- 
zos, otros  a  sustentar  el  cuerpo.  Los  clavos  eran  muy  grue- 
sos, y  quitábanlos  con  mucho  trabajo,  por  no  acabar  de 
rasgar  las  manos.  Leído  he  en  un  autor  que  le  arrodearon 
una  soga  por  los  pechos  y  por  debajo  de  los  brazos,  cuan- 

635  do  lo  crucificaron,  para  que  se  sustentase  e'l  cuerpo,  por- 
que se  resgaran  las  manos  si  en  solas  ellas  estuviera  el 


1501  temiendo  om.  T  \\  507  y  diciendo]  díeenle  :  Señora  T  |  ahora  T  | 
Señora  «ni.  7'  ||  509  perdonadnos  T  ||  912  será  mejor]  nos  enmendaremos 
T  j/\  614  maestro  nuestro  7" 

517  proveído]  de  add.  T  |¡  518  todos  ahora  T  ||  519-520  enterrar  a] 
entierro  de  T  \\   520  llega  T  \\  523  Ahora  mirad  T 

526  seáis]  vos  add.  T  |>|  529  delante  T  ||  535  lo]  le  T  ||  536  rascaran  T 


1053 


cuerpo  sustentado.  Los  golpes  que  sonaban  daban  en  el  co- 
razón de  la  Virgen,  y  representábansele  a  los  que  daban 
cuando  lo  crucificaban.  En  fin,  desclavados  los  brazos,  abra- 

510  zóse  Nicodemus  con  el  cuerpo  ensangrentado.  Quitan  poco 
a  poco  el  clavo  de  los  pies,  él  cual  era  grueso  más  que  los 
otros  y  estaba  muy  apretado. 

Levántase  la  Virgen  para  tomar  a  Jesucristo  en  sus 
brazos;  con  el  dolor  no  podía  reposar;  ni  descansar  en  pie, 

545  ni  descansar  asentada:  — "¡Dádmele  acá!"  — "¡Oh  Señora, 
que  no  sabéis  lo  que  pedís!  Mirá  que  no  descansaréis  con 
eso,  antes  se  doblará  vuestro  dolor".  Toman  el  cuerpo  y 
pénenselo  en  sus  faldas.  Toma  San  Juan  la  cabeza  y  la  Ma- 
dalena  los  pies;  comienzan  todos  a  llorar  tan  reciamente, 

550  por  una  parte  de  ver  aquel  bendito  cuerpo  tan  atormenta- 
do, por  otra  parte  de  ver  las  lástimas  que  la  sacratísima 
Virgen  hacía.  ¡Oh  gran  dolor!  ¿A  quién  te  compararé? 

Comienza  la  Virgen  de  allegalle  las  manos  a  la  cabeza 
y  topaba  con  las  espinas  que  le  habían  quedado  hincadas 

555  al  quitar  de  la  corona;  todos  ios  cabellos  llenos  de  sangre. 
No  hacía  sino  rodear  aquel  cuerpo;  no  se  hartaba  de  mira- 
lio;  por  otra  parte  desfallecía  del  gran  dolor.  Toma  las 
manos,  velas  hechas  pedazos;  pone  los  ojos  en  el  rostro 
de  su  Hijo,  abre  aquella  boca  y  comienza  de  hablar;  que- 

560  braba  el  corazón  al  que  la  oía:  "¿Qué  es  aquesto,  Señor? 
¡Hijo  mío,  Dios  mío  y  consuelo  mío!,  ¿cómo  me  has  deja- 
do, sabiendo  que  tanto  te  amaba?  ¿Para  qué  me  has  guar- 
dado para  tanto  dolor?  ¿Este  es  el  cuerpo  que  yo  tan  tier- 
namente trataba  y  envolvía?  ¿Quién,  Señor,  te  ha  parado 

565  tal?  ¿Qué  corazón  bastó  a  hacerte  tanto  mal?  ¡Oh  Verdad 
de  Dios  escupida!  ¡Oh  hermosura  afeada!  ¡Oh  lumbre  del 
cielo  escurecida!  ¡Oh  rostro  que  alegras  en  el  cielo  los 
bienaventurados!,  ¿y  quién  te  ha  desfigurado  de  tal  ma- 
nera? ¡Oh  lengua  que  a  tantos  consolaste,  que  a  nadie  su- 

570  piste  decir  mala  palabra!  ¿Adonde  estás  que  no  me  res- 
pondes? ¿  Cómo  se  ha  tornado  mi  arpa'  en  lloro  y  mi  músi- 
ca en  lágrimas?" 

Comienza  San  Juan:  "¡Oh  Maestro  mío!  ¿A  quién  iré 
de  aquí  adelante  con  mis  dudas?  ¿Quién,  Señor,  me  aconse- 

575  jará?  ¿Quién  me  consolará?  Anoche  tuve  mi  cabeza  recli- 
nada sobre  tu  pecho;  ahora,  Señor,  está  la  tuya  sobre  el 

538  que]   le  add.  T  i\  539  Knl  Al  T 

543  Levantada.-*  JV]  Llégase-  7"  ¡|  545  descansa  V  |  Dádmelo  7  ¡¡  546  que 
no]  om.  T  \  Mirad  T  ||  548  faldas]  brazos  T  |  Juan]  de  add.  T  ||  549 
Madalena]  de  add.  I  ,  tan  reciamente]  con  tanto  sentimiento  T  ||  560 
de  ver  por  una  parte  T 

553  allegarle  T  \\  556  mirarlo  y  add.  T  \\  557  tómale  T  \\  562  amo  T  | 
565  verdad]  beldad  T  ||  566  hermosura]  tan  add.  T  1  lumbrera  T  ||  567 
obscurecida  T   |  cielo]   a   add.    T   ||   570  dónde  7" 


576   Cf.  lo.  2i,  2<>. 


1054 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


mío".  La  Madalena  también  decía:  "Señor  misericordioso, 
¿quién  me  favorecerá?  ¿Quién  tornará  por  mí  cuando  el 
fariseo  murmurare  de  mí?  Tú  tornaste  por  mí  cuando  mi 

580  hermana  me  decía  que  por  qué  no  le  ayudaba;  tú  respon- 
diste por  mí.  ¿Cómo  dices  que  te  amo,  pues  soy  viva  viendo 
mi  alegría  muerta?"  Era  lástima  de  oír  esta  buena  mujer, 
y  entretanto  bañaba  los  pies  de  Jesucristo  con  lágrimas  de 
sus  ojos.  Llora  la  Madre,  lloran  cuantos  están  presentes. 

585  Era  el  mayor  dolor  que  pensáis,  e  puede  ver,  lo  que  allí 
se  decía.  Lloran  allí  los  ángeles:  que  para  mí  tengo  que 
tomaron  cuerpos  para  venir  al  enterramiento  de  Jesucristo. 
Y  no  va  fuera  de  razón  creer  que  es  ansí,  pues  tomaron 
cuerpos  para  hacer  otras  cosas  más  livianas.  Sí,  que  de 

590  creer  es  que  tomarían  para  venir  a  'llorar  junto  con  la  Madre 
la  muerte  del  mayorazgo  de  Dios,  y  para  hallarse  en  su 
enterramiento.  ¡Qué  llanto  sería!  ¡Oh,  bendita  tu  miseri- 
cordia, Señor,  que  no  hay  corazón  que  baste  a  pensallo  sin 
que  se  deshaga  y  quebrante  de  dolor!  ¿Qué  hiciera  si  la 

595  viéramos  con  estos  propios  ojos  lo  que  allí  pasaba? 

Nec  fortitudo  lapidum  fortitudo  mea,  nec  caro  mea  aenea 
est.  Ansí  decía  la  Madre:  Ni  yo  tengo  fortaleza  de  piedra, 
ni  mi  carne  es  de  metal.  Oye  que  fué  el  más  tierno  corazón 
él  suyo  de  cuantos  ha  habido  en  el  mundo,  y  de  ella  se  dice: 

600  Ab  initio  crevit  mecum  miseratio,  et  ab  útero  matris  meae 
egressa  est  mecum;  de  ver  a  un  pobre  lloraba.  Dice  Job: 
Desde  el  principio  crió  Dios  conmigo  el  ser  compasiva,  el 
ser  misericordiosa;  la  ternura  de  mi  corazón  desde  el  vien- 
tre de  mi  madre  salió  conmigo.  Lo  mismo  se  dice  de  la 

605  Virgen.  El  corazón  más  tierno  del  mundo  fué  el  suyo;  y  si 
de  ver  un  pobre  llora,  ¿qué  haría  de  ver  padecer  al  Hijo, 
de  vello  muerto  sobre  sus  faldas  y  tan  atormentado  como 
estaba?  Es  tan  tierna,  que  si  viera  padecer  algún  mal,  al- 
gún trabajo  a  los  mismos  que  crucificaron  a  su  Hijo  y  tra- 
cto taron  tan  cruelmente,  se  le  doliera  de  ello.  Pues  decime, 
¿qué  os  parece  que  sentiría  de  ver  padecer  tanto  a  un  su 
único  Hijo,  y  tal  Hijo?  Consuélate,  cristiana  mujercita, 

579  Tú]  Señor  add.  V  \\  581  dice  N  H  582  oír]  a  add.  T  ||  585586  era 
el-  decía]  ora.  T  ¡|  588  así  7'  j|  58»  más  livianas]  de  menos  calidad  r  | 
Sí]  Así  T  ||  590  que]  los  add.  TI  <\  juntamente  T  |l|  593  sería]  se  liaría  T  | 
bendita]  sea  add.  T  ||  593  pensarlo  T  ||  594  la  om.  T  ||  595  estos]  nuestros 
T  j  pasaba]   Decía  la  Madre  add.  T 

597  ansí -Madre]  ora.  T  |  piedras  V  ||  598  Oye]  Pensad  T  ||  600  Ab 
initio]  Quia  ab  infautia  mea  T  |¡  601  dice  Job  om.  T  |¡  602  comigo  T  ||  604 
mismo]  Esto  T  ||  605  Virgen]  en  persona  de  Job  add.  T  ||  606  al]  a 
su  santísimo  T  ||  607  verlo  T  |  sobre  sus  faldas]  en  sus  brazos  T  ||  608 
Es]  Era  T  \  mal]  o  add.  T  ||  609  mesmos  T  ||  610  decidme  T  ||  611  un 


579  Cf.  Le.  7,  44  ss. 

581  Cf.  Le.  10,  41-42. 

598  Job  6,  12. 

601  Cf.  Iofb  31,  18. 


67.     SOLEDAD  DK  MARÍA 


1055 


hombrecito,  que  estáis  en  trabaio;  sábete  que  tienes  una 
Madre  en  los  cielos,  que  se  duele  de  tus  fatigas  más  que 

615  tú  mismo  te  dueles,  y  ansí  procura  de  remediarlas.  El  ma- 
yor dolor  de  cuantos  se  pueden  pensar  en  el  mundo,  en  el 
corazón  más  tierno:  ¿qué  os  parece  que  sintirá? 

Señora,  aauí  se  cumple  el  Ecce  ancilla  del  día  de  la  anun- 
ciación; que  San  Agustín  dice  que  el  mismo  día  que  encarnó, 

620  ese  día  murió.  Cotejad,  Señora,  día  con  día  y  templad  el 
alegría  del  uno  con  la  tristeza  del  otro.  Acordaos,  Señora, 
de  la  alegría  que  sintió  vuestra  ánima  cuando  el  ángel  os 
dijo  que  habíades  de  parir  al  Hijo  de  Dios,  que  venía  a 
remediar  el  mundo  perdido,  que  habíades  de  ser  Madre  de 

625  Dios,  quedando  virgen,  para  que  no  desmaye  vuestro  cora- 
zón con  lo  que  agora  tenéis  delante  de  vuestros  benditos 
ojos.  Acordaos,  Señora,  de  la  alegría  de  aquel  día,  para  que 
no  desfallezcáis  en  los  trabajos  de  éste.  Aquí  viene,  Señora, 
Ecce  ancilla,  aquí  viene  el  conformaros  con  la  voluntad  de 

630  D'os;  alzad,  Señora,  los  ojos  al  Eterno  Padre  y  conforma- 
ros con  su  voluntad,  para  sufrir  estas  angustias  con  pa- 
ciencia. Como  allí  os  conformastes  con  la  misma  para  acetar 
lo  que  el  ángel  de  su  parte  os  decía. 

"Padre  de  misericordia — decía  la  Virgen — ,  veis  aauí 

635  vuestra  esclava,  cúmplase  en  mí  vuestra  voluntad.  Este  Hijo 
me  distes;  con  gran  alegría  le  recebí.  Veisle,  ahí  os  lo 
torno;  vos  me  lo  distes,  vos  me  lo  quitaste,  cúmplase  vues- 
tra santísima  voluntad;  esclava  soy  para  todo  lo  que  vues- 
tra majestad  quisiere  hacer  de  mí.  El  día  de  mi  alegría 

640  os  canté:  Engrandezca  mi  ánima  al  Señor  y  gócese  mi  espí- 
ritu con  Dios  mi  salud;  el  día  de  mi  tristeza  y  doloree 
suplicóos  le  recibáis  en  agradable  sacrificio  por  los  peca- 
dos de  los  hombres". 

"¡Oh  pecadores,  cuán  caro  me  costáis!  ¡Cómo  por  amor 

645  de  vosotros  ha  pasado  rw  corazón  trance  tan  amargo  como 
ha  sido  éste,  ver  a  mi  Hijo  Jesucristo  padecer  tan  cruel 
muerte  y  pasión!  Lo  que  vosotros  hecistes,  El  lo  ha  pa- 
gado, y  mi  ánima  lo  ha  sentido:  por  bien  empleado  vaya, 
aunque  ha  pasado  tantos  trábanos,  porque  vosotros  reci- 

650   báis  el  fructo  de  ello  y  alcancéis  perdón  de  Dios".  — ¡Oh 

om.  T  ||  612-613  mujer  y  hombre  T  |l  613  estás  T  ||  615  misma  .V.  mesmo 
r  |  así  T  I  procural  ella  add.  T  \\  616  se  pueden  pensar]  hav  T  1  en 
om.  N  ||  617  sentirá  T  * 

618  .Señora  om.  T  I  ancilla]  Domini  add.  V  I!  619  mesmo  T  ||  620  v 
om.  T  |  el]  la  T  ||  622  de  la]  del  T  II  624  el]  al  T  II  626  ahora  T  ¡| 
027  de  la]  del  T  ||  629  ancilla]  .  Domini  add.  T  ||  631-632  con  paciencia 
om.    T  ||   632   mesma    T   |   aceptar  T 

636  Brande  T  |  le]  lo  T  j  Véislo  T  f|  637  quitáis  T  \\  641  con]  en  T  || 
642  suplico  que  la  V 

644  como]  que  T  ||  647  y  om.   V  ||  648  por  nm.  T  ||  650  fruto  T  ||  651 


618    Le.  i,  ¡8. 


r>.}i    Le.  I,  46-47. 


1056 


sermones;  CICLO  santoral 


Señora!,  bendita  seáis  vos,  que  aun  tenéis  el  sonido  de 
las  palabras  de  vuestro  Hijo:  ¡Perdonarlos! 

"Yo  los  perdono,  Señor;  y  por  la  parte  que  me  cabe  de 
los  trabajos  que  os  he  visto  padecer  por  amor  de  ellos, 

655  perdonaldos,  Señor;  haceldes  bien;  consolaldos  en  sus  tri- 
bulaciones; socorreldos  en  sus  necesidades;  ayuldaldos  en 
sus  trabajos;  oíldos,  Señor,  cuando  os  llamaren;  alegral- 
dos;  haceldes  bien  por  mí,  Señor". 

Ecce  ancüla.  Aquí  se  cumplió  bien  el  conformarse  con 

660  la  voluntad  de  Dios.  ¡Oh  dechado  de  madres!  Perdonad; 
no  esperéis  que  os  vengan  a  rogar.  ¿No  veis  a  María,  Ma- 
dre bendita,  que  de  buena  gana  perdonó  la  muerte  de  su 
bendito  Hijo,  y  estando  aún  corriendo  sangre,  fresco,  re- 
cién muerto;  y  no  espera  que  le  vengan  a  rogar,  antes  ella 

665  ruega  por  los  que  le  habían  dado  la  muerte,  y  por  los  que 
habían  sido  causa  de  ella? 

El  santo  entierro  Era,  pues  ya  tarde;  llega  San  Juan: 
"Señora,  tened  por  bien  que  enterremos 
luego  a  vuestro  Hijo,  porque  se  llega  la  Pascua.  Cesen 

670  vuestras  lástimas;  poned  fin,  Señora,  ya  a  vuestras  lágrimas; 
acabad,  Señora  mía,  tanto  dolor;  que  no  hay  corazón  que 
sufra  poderos  oír,  que  de  dolor  no  esté  quebrantado".  Sa- 
can la  sábana,  comienzan  de  cubrir  el  cuerpo,  después  de  lo 
haber  ungido.  ¡Oh  qué  haría  después  de  verle  cubrir!  "¡Oh 

675  Pontífice  sumo,  verdadero,  que  ya  habéis  entrado  en  el 
Sancta  sanctorum,  hallado  para  eterna  redención  de  los 
hombres,  ganado  no  por  sangre  de  animales,  sino  por  la 
misma  vuestra!  ¡Oh  vida  muerta,  claridad  escurecida! 
¿Quién  os  ha  trocado  trabajo  mío,  siendo  en  quien  estaba 

680  todo  mi  descanso?  Vos  érades  el  que  me  alegrábades,  ¿quién 
os  ha  tornado  tristeza  mía?  En  sólo  mirar  vuestra  bendita 
y  resplandeciente  cara  solía  desechar  todos  mis  trabajos; 
mas,  en  miraros  agora,  todos  mis  dolores  se  me  doblan. 
¿Qué  trueque  ha  sido  éste  tan  grande?  A  vos  os  cubren 

685    con  mortaja,  a  mi  corazón  cubren  de  dolor". 

aun]  aunque  N  ¡I  651-652  aun  tenéis  *  Perdonarlos]  tantos  trabajos  padecéis 

por  Jos  hombres  y  tan  puco  os  1o  agradecemos  T 

653  v  om.   T   |    655  perdonadlos   T  \   haoedles  T  J  consolados  7'  ]|  656 

socorradlos  T  |  ayudadlos  T  >||  657  oídlos  T  ||  657-653  alegradlos,  hacedles 

T  |  Señor]  El  add.  T 

661   María]    esta   Señora   7    l|    662  qué]    cuan    7    |i¡   663   fresca  T 

669  Hijo]  y  mi  maestro  add.  T  |<l  672  quebrantado]  y  traspasado  add.  T  || 

674  verle  cubrir]  haberle  cubierto  T  \\  675  smmo]  y  add.  T  ||  676  redempciún 

T  ||  678  misma  om.  T  |  vuestra]  propia  add.  T  <\    ¡ni,  vida  muerta!  om.  T  |] 

679  está   T    M  683  ahora   T  |  me   om.  T 

652  Cf.  Le.  23,  34. 
67S    Hebr.  9,  u-12. 


67.     SOLEDAD  DE  MARÍA 


1067 


Tomó  el  sudario  con  sus  propias  manos  y  púsole  en  su 
cabeza,  y  envolvióla  muy  bien  en  él,  y  dióle  besos  de  paz. 
Temía  aquélla  cara  bienaventurada  toda  llena  de  sangre 
de  su  bendito  Hijo;  ¡qué  buen  rebozo  y  cómo  le  parecería! 

690  Veo  yo  aquí  cómo  llevarían  a  Cristo:  unos  sustentarían 
su  cuerpo,  otros  las  piernas,  otros  la  cabeza.  No  con  más 
pompa  de  ésta,  no  más  andas  ni  más  lutos,  no  más  hachas 
ni  más  soberbia.  ¡Cuál  va  el  Señor  de  los  cielos  y  de  la 
tierra!  ¡Oh  corazones  no  de  carne,  mas  de  mármol,  pues 

695  estáis  enteros,  que  no  os  quebrantáis  oyendo  o  considerando 
estas  cosas!  Llegan  al  sepulcro.  ¿Qué  diría  la  Virgen? 
"¡Oh  sepulcro,  que  te  dan  a  ti  lo  que  yo  parí!  ¡Quítanmelo 
a  mí  por  dártelo  a  ti!  ¡Oh  quién  fuera  tú!"  Ponen  dentro 
al  Señor,  echan  luego  la  piedra  sobre  él  a  la  puerta  del 

700  sepulcro;  cúbrese  el  corazón  de  la  Madre.  ¡Oh  qué  llanto 
tan  nuevo  comenzaría  aquí!  ¡Qué  retorcer  de  manos!  ¡Qué 
afilarse  la  cara  y  desfigurarse  del  gran  dolor  y  angustia! 
"¿Adonde  iré,  diría,  que  más  descanso  tenga?  ¿Qué  más 
quiero  yo  que  estar  tan  cerca  de  donde  está  todo  mi  bien 

"705  sepultado?  Aquí  será  mi  instancia  todos  los  días  de  mi 
vida:  aquí  mi  alegría,  ésta  será  mi  consolación". 

En  fin,  llégase  San  Juan  y  suplícale  que  se  fuesen  ya, 
que  era  tarde.  Comienzan  a  irse  poco  a  poco.  Envió  la  Ma- 
dalena  por  luto  y  por  tocas  para  la  viuda.  Entonces  Nico- 

710  demus  pidió  licencia  a  la  Virgen  para  irse  por  otro  camino 
antes  que  lo  viese  alguno,  porque  no  le  viniese  algún  mal. 
Fuéronse  los  buenos  hombres.  Quédase  la  Virgen  sola.  En 
esto  llega  el  atavio  de  la  viuda,  pónenle  su  manto  negro  y 
sus  tocas  negras. 

Soledad  de  la  Virgen.     Quomodo  sedet  sola  civitas  plena 
Van  los  apóstoles  al    populo!  Facta  est  ut  vidua  domina 
cenáculo  gentium.  Un  poco  antes  lloró  esto 

Jeremías:  ¡Cómo  está  sola  la  ciu- 
dad! ¡Cómo  está  triste  la  que  tan  alegremente  vivía  en  esta 
720  vida  con  su  Hijo!  Está  hecha  ansí  como  viuda  la  Señora 
de  las  gentes;  la  libre,  vuelta  tributaria.  Comienzan  a  irse 
hacia  el  aposento;  iba  la  Virgen  casi  por  fuerza;  el  cuerpo 
se  iba  alejando  del  sepulcro,  mas  el  corazón  dentro  se  que- 


689  púdolo  T  |¡  688  Tenía  T  f|  689  rebozo]  arrebol  T 

691  su]  el  T  ||  693  de,  om.  T  ||  695  o]  y  T  |[  699  él  a  om.  T  \\  702  >a 

cara]  el  rostro  T  !|  706  "instancia]  estancia  T  |l|  705-706  todos  los  -  alegría] 

om.  T 

712  sola]   ron   su  compañía  T 

720  así  r  !  721  vuelta]  es  add.  T  \\  723-724  mas  él  -  quedaba]  Pasa  por 
do  estaba  la  santa  cruz ;  hincase  de  rodillas,  adórala  ;  enternecióse  con 
ella   en    irran    manera.    Esta   Señora   fue   1a   primera   que   adoró   la   eruz  do 


721    Thren.  1,  1. 

B.Avila  2 


34 


1058 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


daba.  Llévanla  al  cenáculo,  donde  Jesucristo  celebró  la  no- 

725  che  pasada  la  Pascua.  ¡Cuál  irían  por  las  calles!  Algunas 
buenas  mujeres  que  conocerían  a  la  Virgen,  que  sabían  cómo 
Jesucristo  era  santo,  que  ya  el  hecho  era  público,  y  sabían 
que  sin  culpa  le  habían  muerto,  por  invidia  que  tenían  de 
él;  y  dirían  aquellas  buenas  mujeres  que  viesen  ir  a  la  Virgen 

730  tan  sola,  tan  triste,  tan  angustiada:  "¡Oh  lastimada  mujer! 
Sola  y  desamparada,  ¿qué  harás?  ¿Con  quién  te  consolarás? 
¿A  quién  contarás  tus  males?  ¿Qué  corazón  te  basta  a  no 
desfallecer,  habiendo  perdido  tal  Hijo  y  habiéndolo  con  tus 
propios  ojos  visto  padecer  tantos  tormentos  y  tan  sin  culpa? 

735  Nadie  se  quejó  de  ti,  antes  todos  decían  mil  bienes;  ¿quién 
te  hizo  tanto  mal?  El  Señor  Dios  te  consuele  y  esfuerce  y 
te  dé  paciencia". 

Ansí,  pues,  llegaron  a  la  casa,  y  entonces  quedóse  San 
Juan  a  la  puerta,  para  despedir  la  gente  y  agradecerle  su 

740  buen  comedimiento.  Díjoles:  "Señores,  el  Señor,  por  quien 
habéis  hecho  esto,  os  lo  pague,  y  os  depare  siempre  quien 
en  vuestros  trabajos  os  ayude  y  favorezca.  Ya  veis  la  Señora, 
cuán  penada  viene;  déjenla  sola  llorar  su  dolor,  pues  no 
hay  en  la  tierra  consuelo  para  ella". 

745  Sube  la  Virgen  arriba,  entra  en  la  casa,  donde  la  noche 
antes  había  cenado.  ¡Qué  renovar  de  lágrimas  había  allí! 
"¡Oh  Hijo  y  Señor  mío,  compañía  mía,  ¿dónde  quedas? 
¿Es  posible  que  vengo  yo,  dejándote  a  ti  sepultado?  ¡Ano- 
che estabas  aquí  con  tus  dicípulos,  y  agora  te  dejo  debajo 

750  de  la  tierra!  ¿Qué  va,  Señor  mío,  de  hora  a  hora?  ¿Adonde 
iré  que  te  halle?  ¿Adonde  iré  que  me  alegre,  faltándome 
tú?  ¡Cuánta  más  alegría  sintiera  mi  ánima  estando  allá 
acompañándote  que  en  andar  por  acá,  apartada  de  tu  pre- 
sencia!" 

755  Llama  a  San  Juan:  — Di,  hijo  mío,  ¿adonde  están  mis 
hijos?  Vuestros  hermanos,  ¿dónde  están?  Los  racimos  de 
mi  corazón,  los  pedazos  de  mis  entrañas,  ¿adonde  están? 
Traérmelos  acá.  — 'Dejad  eso,  Señora;  harto  tenemos  agora 
en  qué  entender  con  el  muerto,  dejad  agora  los  vivos.  - — No, 

760  no,  dijo  la  Virgen;  baste  mi  dolor,  no  añadáis  dolor  a  dolor; 
bástenme  mis  angustias;  traédmelos,  que  no  descansaré  hasta 
que  vea  los  dicípulos  de  mi  Hijo.  — Que  no  digáis  eso,  Se- 

Jesucristo  nuestro  Señor  murió  T   ||  724  donde]   ,1   raesmo  add.   T   ||  725 
Cuate   r  ||  726  lia]   Sacratísima   add.   T   ||  727  Jesucristo]    nuestra  Señor 
add.  T  ||  728  Que  ]  obdló  T  i  le]  lo  r  |  envidia   T  ||  729  a  la  santísima 
Virgen  ir  add.  tra'nst).  T  ||  730  triste]  y  add.   T  ||  732  males]  lástimas  7 
bastará   T  ||  733  habiéndole  T 

733  Así    r   ||   742  la  Señora]   .señores   T   ¡|    743  viene]    esta   Señora   add.  T 
745  Sube]    lintra   V   |   arriba -casa]    en  el   aposento   T   ||   746  habría    T  [I 
749  aluna    l    \\  750  de.]  esta  add.  7    |  hora.,]  la  de  ayer  a  estas  horas '  7'  j 
Dónde  r  i,  752  Cuánto  T  |  alegría]  consuelo  r  ||  753  andar  ñor  acá]  estar 
atjuí  /' 

758  Traédmelos  i  |  ahora  2   ||  759  ahora  2    ||  700  no,  om.  1 


1050 


ñora.  ¿Quién  ha  de  osar  venir?  Todos  huímos  cuando  le 
prendieron;  Pedro  le  negó.  Que  no  quedrán  venir  de  ver- 

765  güenza.  — No  digáis  tal;  traédmelos,  que  yo  les  prometo 
perdón  de  mi  Hijo. 

Fué  San  Juan  hacia  la  fuente  de  Siloé;  a  uno  hallaba 
en  una  cueva,  a  otro  en  una  sepoltura.  Párase  a  escuchar; 
oyó  voces  de  hombre  que  se  estaba  lamentando:  — ¡Oh  trai- 

770  dor,  cobarde,  cambiador  fementido!  ¿Y  así  habéis  de  huir 
y  dejar  a  vuestro  Maestro  en  las  manos  de  sus  enemigos? 
¡Oh  mal  hombre! — -Llega  San  Juan:  — No  más,  no  más, 
hermano;  anda  acá,  que  nuestra  Madre  la  Virgen  te  llama, 
y  a  todos.  — Quita  allá,  no  me  digas  eso,  ¿y  parecer  había 

775  yo  delante  de  la  Madre  de  mi  Maestro?  Hombre  que  tuvo 
cara  para  huir,  ¿quieres  que  la  tenga  agora  para  parecer? 
— Calla,  hermano,  que  perdonarte  ha;  ¿no  conoces  ya  su 
misericordia?  La  Madre  me  ha  prometido  de  alcanzar  per- 
dón; anda  acá,  no  hayas  vergüenza. 

780  Pasa  más  adelante;  oyó  que  hacían  gran  llanto  en  una 
cueva;  paróse  a  escuchar  y  en  la  voz  conoció  que  era  Pedro. 
— ¡Oh  canas  traidoras,  mal  empleadas!,  estaba  diciendo. 
¡Oh  pecador  fementido,  cobarde,  mentiroso!  ¿Y  ansí  habías 
de  negar  a  tu  Maestro?  ¿Tres  años  de  conversación  tan  es- 

785  trecha,  que  en  una  hora  nunca  de  ti  me  aparté;  tantos  fa- 
vores me  diste,  tanto  amor  me  mostraste,  y  yo  juré  que 
no  te  conocía  ni  sabia  quién  eras?  ¿Pusiéronte  cuchillo,  mal 
hombre,  a  la  garganta?  ¿Estaban  los  tormentos  apareja- 
dos delante,  para  si  no  querías  negar  a  tu  Maestro?  ¿Aco- 

790  metió  algún  esforzado  hombre  o  era  algún  gran  ejército? 
¿Una  voz  de  una  esclavilla  te  hizo  temblar?  ¡Oh  mal  hom- 
bre! ¿Y  qué  heciste?  — No  más,  dice  San  Juan,  anda  acá, 
hermano,  que  nuestra  Madre  te  llama.  — -Vete  de  ahí,  ¿qué 
dices?  No  mientas  tal;  ¿díceslo  de  veras  o  estás  burlando? 

795  Aquí  acabaré  los  días  de  mi  vida.  Esta  lengua  que  dijo  que 
no  le  conocía,  aquí  lloraré  en  pena  de  su  mal  hablar;  estos 
ojos  se  harán  fuente  de  lágrimas;  estas  manos  serán  sayo- 
nes, y  yo  tomaré  venganza  de  mí  mismo.  Yo  hice  el  mal, 
yo  lo  pagaré;  andad  con  Dios,  hermano,  dejáme  llorar  mi 

800  pecado.  — Anda  acá,  Pedro,  no  digas  tal;  ¿tan  poca  con- 
fianza tienes  de  nuestro  Maestro?  ¿Por  qué  dices  eso?  ¿No 
sabes  cuán  blando  es  y  cuán  amoroso?  Anda  acá,  que  su 


764  te]  lo  T   |  765  No]  me  add,  T     traédmelos  r 

768  una  sepoltarw]  otra  T  \\  769  9Í  om.  T  [|  770  habías  T  ||  771  vuestro] 
sti  T  |,|  774  y  a  todos]  Liega  y  dícenle  7*  \\  775  delante]  de  jrentcs,  cuanto 
mas  delante  add.   T  |¡  778  La]    Tu  T  |   me  om.   T  |  alcanzarte  T 

781  eral  san  ,!<(<!.  7  783  asi  r  785  en]i  ni  T  \\  786  y]  e  T  ||  789 
para]  que  «iiíií.  .V  }\  790  acometióte  T  |  o  era]  hubo  T  |  grande  T  ||  794 
mientes  T  |  dícoslo  -  burlando]  om.  T  \\  795  vida]  con  add.  T  ||  796  K] 
lo  T  |  lloraré]   la  castigaré  T  '    798  vi  e  T  "  799  dejadme  TI  f|  903  ahora 


1060 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Madre  y  nuestra  te  llama;  hazte  agora  amigo  con  ella,  y 
luego  te  alcanzará  perdón.  Anda,  vámonos,  no  hayas  ver- 
sos güenza. 

Busca  más;  hállalos  todos;  vanse  para  el  cenáculo.  Ha- 
blan a  la  Virgen,  llegan  todos  los  ojos  por  el  suelo:  "Señora, 
he  aquí  los  malos,  los  cobardes,  todos  huímos  y  le  dejamos; 
sola  vos  no  huístes,  Señora.  Todos  perdimos  la  fidelidad; 

810  vos  no  la  perdistes;  alcanzadnos  perdón,  Señora".  Júntanse 
allí  todos;  toda  la  noche  y  el  día  era  en  pensar  cómo  le 
crucificaron;  su  plática  no  era  otra.  Decía  San  Juan,  que 
lo  vido  todo:  "¡Oh  hermanos,  si  le  viérades  en  la  columna, 
si  en  la  coronación  de  espinas;  si  le  viérades  con  tanto 

815  trabajo  llevar  la  cruz  sobre  sus  benditos  hombros,  prego- 
nándole por  traidor,  con  cuánta  deshonra,  con  cuánto  can- 
sancio; si  le  viérades  en  la  cruz  perdido  el  color  de  su  ben- 
dita cara,  las  lágrimas  en  aquellos  ojos,  su  cabeza  corrien- 
do sangre,  sus  pies  y  sus  manos  hechos  también  fuentes, 

820   y  dar  con  tan  gran  trabajo  el  ánima  al  Padre!" 

Ansí  pasaron  la  noche;  ansí  pasemos  nosotros,  acom- 
pañando y  consolando  a  la  Virgen  y  llorando  con  ella  tanto 
dolor  como  por  nuestra  causa  le  vino;  y  esta  Señora,  por 
cuya  honra  os  juntastes  aquí,  os  la  pagará  rogando  por 

825  vosotros  cuando  le  llamáredes.  Consolaros  ha  en  vuestras 
tibiezas,  socorreros  vuestros  trabajos;  alcanzaros  ha  gracia 
y  después  gloria,  ad  qaam  nos  perducat.  Amen. 

68     NO  ES  RAZÓN  QUE  LA  BIENAVENTURADA  MADRE  DE 

Dios  esté  sola  en  el  rogar  * 
La  Virgen  de  las  Nieves.  5  agosto.  Córdoba,  después  de  1547. 

(Valencia    Biíbd.  Col.  Patriarca,  Ms.  1049,  ff.  8  r  -  21  v; 
ed.  1596,  II,  ¡pp.  406-429.) 

Quis  loguetur  potc.ntias  Domini,  auditas  faciet  om- 
ncs  laudes  eius  [Ps.  105,  2]. 

Obra  Dios  por  ins-     —¿Por  qué  lo  decís?  —Porque  vir- 
trumentos  flacos       tus  in  infirmitate  perficitur.  Gloria 
5  es  de  una  castidad  ser  combatida  y 

no  vencida.  Más  clara  parece  una  paciencia,  mientra  más 

806  hallólos  T  ||  807  hablan]  hallan  T  |  los  ojos]  la  boca  T  ||  809  Vos] 
Señora  add.  T  |  Señora  om.  T  ||  810  Vos]  Señora  add.  T  ||  811  en  om,  T  j 
815  llevaba  ¿V  |.|  817  le]  lo  1 

821  Así  _  T  ||  823-824  por  cuya  -  aquí  os  la]  que  tan  afligida  es  hoy  en 
la  tierra  ños  T  ||  825  nosotros  en  el  cielo  add.  T  |  la  llamáremos  7'  |  Conso- 
larnos T  |  nuestras  T  ||  826  tibiezas]  tristezas  y  T  |  socorrernos  T  |  nues- 
tros T  |  trabajos]  y  necesidades  y  nos  add.  T  |  alcanzaros  ha]  alcanzará  "a 
T  ||  827  ad  quam  -  Amen]  om.  T 

V  —  Valencia,  T  —  Ed.  ||  S-4  ¿Por  qué  -  perficitur]  om.  T  ||  6  mientras  T  || 

•  *  El  índice  del  Ms.  de  Valencia  tkula  este  sermón  :  «De  bea- 
tissima  Maria  ad  Nives».  Debe  ser  el  sermón  predicado  en  la  cate- 
dral de  Córdoba,  de  que  habla  el  Lic.  Cristóbal  de  Luque  Ayala  en 
el  Proc.  Mantilla,  ff.  605  v  -  606  r.  42  Cor.  12,  9. 


68.     LA  VIRGEN  DE  LAS  NIEVES 


1061 


cosas  pesadas  y  más  fuera  de  razón  son  contra  ella,  y  ella 
está  en  pie.  Y  con  el  mal  que  os  hacen  a  vos  se  perficiona 
el  amor  que  tenéis  a'l  prójimo  por  Dios,  quiriendo  bien  a 
10  quien  os  hace  mal;  y  así  parece  el  arte  de  Dios  que,  por 
ocasión  del  mal  que  te  quería  quitar  la  virtud,  se  te  acre- 
ciente y  se  esclarezca  más  la  virtud.  Y  así  pasa  en  El, 
que  nuestra  maldad,  per  occasionem,  ilustra  su  bondad, 
pues  tanto  uno  se  demuestra  bueno  cuanto  más  perdona. 
15  Y  así  San  Pablo  dice:  Commendat  caritatem  suam  Deus  in 
nóbis,  si  erivm  veritas  Dei  in  meo  mendacio  ábundat.  Y  así 
parece  su  poder  más  fuerte  mientra  más  obra  grandezas 
en  cosas  flacas.  Y  por  eso  dijo  San  Pablo  que  virtus  in 
irfirmitate  perficitur;  porque  mientras  él  más  perseguido 
20  y  encarcelado,  y  no  lo  podían  derribar,  tanto  más  excelente 
parece  la  virtud  de  Cristo,  que  lo  tiene  en  pie  contra  tantos. 

Este  fué  el  modo  como  Dios  quiso  enseñar  su  poder, 
obrando  sus  victorias  contra  el  pecado,  muerte  y  demonio, 
no  con  armas  de  potencia,  sino  de  flaqueza,  mediante  azo- 
25  tes  y  muerte,  obrando  las  mayores  hazañas  que  nunca  había 
obrado.  Quod  infirmum  est  Dei.  Y  así  por  cruz  venció  y 
reinó,  y  por  medio  de  hombres  flacos  y  pobres,  sin  humana 
sapiencia,  convirtió  el  mundo,  para  que  tanto  más  se  pa- 
rezca la  gloria  de  su  grandeza  cuanto  más  obra  por  ins- 
30  trumentos  flacos,  y  se  admiren  todos  de  su  potencia,  y  cuen- 
ten sus  alabanzas,  como  dice  David. 

— Quorsum  haec?  ■ — No  sin  propósito,  porque  se  nos  ha 
cantado  un  evangelio,  pequeño  en  palabras  y  muy  prove- 
choso y  grande  en  sentencia,  que  encierra  en  sí  la  suma 
36  de  lo  que  nos  conviene  hacer  para  ser  bienaventurados; 
y  si  pensamos  cómo  esto  vino  por  ocasión  de  una  persona 
baja,  en  la  cual  Dios  obró  grandeza,  admirados  diremos: 
Quis  loquetur  potentias  Domini? 

Predicaba  el  Señor  a  muchas  gentes  de  diversas  mane- 
jo  ras,  mujeres  y  varones,  ricos  y  pobres,  sabios  y  sin  letras, 
altos  y  bajos;  y  acaecía  que  aquellos  mayores,  que  era  razón 
que  más  gustasen  de  su  doctrina  y  la  pusiesen  en  obra,  no 

9  queriendo  T  ||  11  del]  que  add.  T  \  que  te  om.  T  |  quitarte  T  ||  12  la  vir- 
tud om.  T  |  él]  Señor  add.  T  ||  13  que]  por  ocasión  de  add.  T  |  per  occa- 
sionem] se  T  ||  14  se  demuestra  uno  T  ||  15  ansí  T  |  Commendat]  autem 
add.  T  ||  16  si  enim  -  abundat]  quoniam  cum  adhuc  peocatores  eseemus  etc. 
T  f|  17  mientras  T  \\  18  eso  T  |  que  om.  T  ||  1»  él]  es  T  \\  20  yt  om.  T  \ 
y    om.  V 

22  como]  con  que  r  ||  23  Vitorias  T  ||  24  armas]  fiar  más  T  ||  25  obró  T  \\ 
26  Quod  infirmum  est  Dei]  Infirma  mundi  elegit  T  \  por  cruz  om.  T  ||  27  y 
om.  T  ||  28  sapiencia]  ciencia  T  |  el]  al  T  ||  30  sus  potencias  T 

32  Quorsum  haec  om.  T  ||  33  y  om.  T  ||  34  sentencia]  cantidad  T  ||  35 
de]  todo  add.  T  ||  36  si  om.  T  ||  37  en]  con  T 

39  mucha  gente   T  ¡|  42  doctrina   T.   |   la]    lo   T   ||  44  y    om.    T   ||  49 

16   Cf.  Rom.  5,  8.  26    Cf.  1  Cor.  1,  27. 

19    2  Cor.  12,  9. 


1062  SERMONES,  ciclo  s.vvroku. 


sólo  no  lo  hacían,  mas  lo  contrario.  Porque  aquel  milagro 
que  el  Señor  hizo,  de  sanar  un  hombre  ciego  y  sordo  y  en- 

45  demoniado,  por  lo  cual  era  razón  que  conociesen  y  reve- 
renciasen al  Señor  que  lo  hizo,  entendiéronlo  tan  mal,  que, 
siendo  hecho  por  virtud  de  Dios,  lo  atribuyeron  al  espíritu 
malo,  y  dijeron  que,  porque  el  Señor  tenía  amistad  con 
Belcebú,  principe  de  los  demonios,  tenía  poder  para  alanzar 

■r,(>  a  los  demonios.  ¡Oh  alto  juicio  de  Dios,  que  los  que  parece 
que  ven,  están  ciegos,  y  los  más  cercanos  a  Dios  en  tratar 
su  ley  y  sus  sacrificios,  que  moran  en  su  templo,  que  ense- 
ñaban a  los  otros,  estaban  más  'lejos  de  El  y  gustaban  me- 
nos de  El,  y  lo  tenían  en  menos!  Hinchábalos  la  sober- 

55  bia  e  impedíales  la  vista  espiritual,  como  un  hombre  que 
tiene  tan  hinchada  la  cara  que  le  impide  el  ver  corporal, 
de  los  cuales  confiesa  San  Augustín,  diciendo:  Facies  mea 
inflata  erat  et  non  poteram  verum  videre.  Huye  de  éstos  la 
lumbre  y  gracia  de  Dios,  porque  con  los  humildes  y  senci- 

60  líos  es  su  conversación,  y  por  justo  juicio  suyo  hace  lo 
que  dijo :  Yo  en  juicio  vine  a  este  mundo,  para  que  los  que 
no  ven  vean,  los  que  ven  sean  hechos  ciegos.  El,  a  alum- 
brar vino  a  todos;  mas  el  que  piensa  que  sabe  y  no  se 
rinde  a  la  palabra  de  Dios  como  un  niño  a  un  maestro, 

63  huye  de  la  luz  del  Señor,  porque  él  mismo  con  su  soberbia 
lo  alanzó  de  sí. 

Estando,  pues,  aquellos  fariseos  y  mayores  blasfemando 
del  Señor  y  del  milagro  que  habia  hecho,  fué  hecha  la 
mano  del  Señor  sobre  una  mujercita  que  estaba  oyendo 

70  el  sermón;  mujer  pobre — y  quizá  tenía  el  manto  roto — y  de 
las  comunes  del  pueblo.  Oía  con  simplicidad,  con  deseo  de 
aprovecharse,  con  reverencia  del  Señor  y  de  su  palabra,  y 
gustó  tanto  de  la  doctrina  del  Señor,  y  recibió  tanta  lumbre 
del  Espíritu  Santo  para  conocer  quién  era  aquel  que  en 

75  hábito  humilde  estaba  predicando  a  toda  aquella  gente  cuán 
grande  era  su  alteza  y  cuánto  se  humillaba  en  conversar 
con  hombres  y  ser  su  maestro;  y,  en  fin,  tales  cosas  se  le 
dieron  a  entender  a  esta  mujer  y  tanta  reverencia  y  amor 
tuvo  al  Señor,  que,  pospuesto  todo  temor  y  olvidada  que 

80  era  mujer  y  que  estaba  entre  tanta  gente,  y  sin  tener  res- 
pecto a  los  mayores  que  blasfemaban  de  Cristo,  con  fe  en- 
tera, con  amor  verdadero  y  determinación  de  morir  si  me- 
nester fuera  por  amor  del  Señor,  levanta  y  entona  la  voz, 

Bertebú  7"  ||  50  a  om.  T  |  alto  juicio]  justos  juicios  V  |¡  52  moraban  T  || 
54  Hinchábales  su  T  ||  57  Agustín,  que  era  un  tiempo  add.  T  ||  58  inflata] 
inflammata  T  |  |poterat  T  ||  59  los  om.  T  |i|  64  las  palabras  T  |  un2]  su 
T   H   66  alanza  T 

70  y,  om.  T  l||  73  tanto  om.  T  |  dotrina  T  |i|  76  humillaba  en]  abajaba 

49    Cf.  Mt.  9,  34.  62    To.  9,  39. 

00    Prov.  3,  32. 


68.     LA  VIRGEN  UE  LAS  NIEVES 


1063 


para  dar  a  entender  de  cuán  grande  afecto  de  corazón  le 
salía;  y  dijo  al  Señor  aquellas  bienaventuradas  palabras  en 
alabanza  de  El  y  de  su  sacratísima  Madre,  por  las  cuales 
se  canta  este  evangelio  en  esta  fiesta;  palabras  dignas  de 
admiración  y  que  nos  convidan  a  imitación  suya.  Oyamos  lo 
que  la  mujer  dice.  Aprendamos  de  ella  a  alabar  a  la  Virgen, 
diciendo:  ¡Bienaventurado  el  vientre  que  te  trujo  y  los  pe- 
chos que  mamaste! 

El  Señor  espiritua-  ¿Quién  contará,  Señor,  tu  poder, 
liza  la  alabanza  de  que  por  vaso  tan  flaco  has  obra- 
la  buena  mujer  do  cosa  tan  fuerte,  y  en  suelo  de 
arena  has  edificado  una  casa  que 
ni  ha  miedo  a  lluvias  ni  a  vientos;  y  desechándote  los  otros 
de  sí,  ella  te  recibe  en  su  pecho  con  determinación  de  sufrir 
por  ti  y  por  tu  Madre  todo  el  mal  que  le  quisieren  hacer? 
¡Oh  mujer!  Dinos,  por  Dios,  ¿qué  cosas  viste  de  ese  Señor 
que  así  te  encendieron  el  corazón,  sin  poder  desimular  lo 
que  sentías?  ¿Quién  te  enseñó  honrar  y  alabar  a  su  Madre 
con  palabras  a  las  cuales  toda  la  Iglesia  católica  después 
ha  seguido?  Tú  comenzaste  este  tal  canto  de  las  alabanzas 
de  la  Madre  de  Dios  y  comenzaste  a  cumplir  y  sacar  ver- 
dadera aquélla  profecía  de  la  Virgen  María,  en  la  cual  dijo: 
Bienaventurada  me  llamarán  todas  las  generaciones.  Mucho 
has  hecho,  mujer,  y  mucho  te  lo  debemos  agradecer  nos- 
otros, de  alabar  al  Señor  en  ti  o  a  ti  en  el  Señor.  Porque 
si  el  ángel  San  Gabriel  llamó  a  quien  tú  agora  alabas  ben- 
dita entre  las  mujeres,  aquello  fué  a  solas  y  no  tenía  a 
quien  temer  por  decirlo.  Santa  Elisabet  también  la  alabó, 
y  con  grande  voz,  como  tú,  mas  en  su  casa  estaba  y  sin 
miedo  de  nadie;  mas  en  ti  ha  obrado  Dios  tan  gran  mara- 
villa, que  antes  que  el  Espíritu  Santo  haya  venido  con  aque- 
lla virtud  que,  echando  fuera  todo  temor,  hizo  a  los  após- 
toles y  a  los  mártires  confesar  quién  era  Cristo  y  su  sacra- 
tísima Madre,  delante  de  los  chicos  y  delante  de  los  gran- 
des, tú,  mujer  flaca,  tomas  primero  la  mano  y  haces  agora 
lo  que  ellos  hicieron  después. 

Una  mujer  eres  y  flaca,  mas  figura  tienes  de  mucha  gente 

a  T  I!  79  olvidaba]  de  add.  T  \\  80  que  om.  T  |l  81  respeto  T  ||  85  y 
om.  T      88  Oigamos  7'  ¡|  90  trajo  T 

94  en]  un  add,  T  ||  96  miedo]  ni  ui/.f.  r  ||  97  recibió  7  ||  99  de  ese] 
60  este  T  ||  100  disimular  T  ]|  101  enseñó]  a  «i./.f.  T  ||  103  Tú  om.  T  | 
tal  canto]  cantar  /'  ||  105  aquella]  la  T  |  María  om.  I  |l  108  en  el  1 
al  V  ||  1C9  agora  Om.  T  H  111  Sania  om..  T.  ¡|  113  Dio>]  nuestro  Señor 
.id./.  T  ¡  114  haya]  había  I  ||  116  sacratísima]  santísima  T  ||  118  pri- 
mero om.   T  }  ahora  t 

91    Le.  II,  27.  lio    Le.  1,  2S. 

96    Cf.  Mt.  7,  j6.  112    Le.  1,  42  ss. 

loó    Le.  i,  48. 


1064 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


y  muy  esforzada;  porque  por  ti  es  representada  la  Iglesia, 
congregada  de  diversidad  de  gentes  en  una  fe  y  en  un  bap- 
tismo,  que  con  determinado  corazón  confiesa  ser  bienaven- 
turada la  sacratísima  Virgen  María  y  haber  concebido  y 

125  dado  leche  al  verdadero  Hijo  de  Dios;  y  si  lo  trajo  en  su 
vientre  y  le  dió  leche,  verdadera  madre  suya  es  y  verda- 
dero hombre  es  El;  cortando  la  cabeza  a  los  herejes  que 
decían  que  tenía  cuerpo  fantástico  y  no  natural.  Madre  es 
la  Virgen  de  Dios  verdadero  y  de  hombre  verdadero;  y  aun- 

130  que  no  madre  de  Dios  en  cuanto  de  Dios,  sino  madre  de 
Dios  en  cuanto  hombre;  mas  Dios  y  hombre  dos  naturalezas, 
mas  una  persona.  Es  Dios  y  hijo  de  la  Virgen  María;  mas 
no  es  dos  hijos,  sino  uno,  y  por  eso  ella  es  madre  del  que 
es  Dios  y  hombre.  ¿Quién  contará  qué  dignidad  es  aquésta? 

135  ¿Quién  declarará  la  sentencia  que  esta  mujer  dijo:  El  vien- 
tre que  te  trujo  y  los  pechos  que  mamaste?  ¡Dignidad  sobre 
todas  las  dignidades,  nombre  sobre  todo  nombre,  que  ni  en 
cielo  ni  en  tierra  a  pura  criatura  puede  convenir!  ¿Queréis 
honrar  a  la  Virgen?  Llamalda  Madre  de  Dios  humanado; 

140  porque  quien  esto  la  dice,  honra  le  da  sobre  toda  honra  y 
no  será  sin  galardón,  porque  ella  es  muy  agradecida,  y  ama 
a  quien  la  ama  y  honra  a  quien  la  honra. 

Mas  hay  aquí  mucho  que  advertir,  y  es  que,  siendo  el 
Señor  tan  honrado  de  su  Madre,  ejemplo  de  todos  los  bue- 

145  nos  hijos  en  reverencia,  amor  y  obediencia,  del  cual  se 
escribe  que  era  subdito  a  ella,  ¿por  qué  no  agradeció  a  esta 
mujer  las  alabanzas  que  dijo  a  su  Madre?  ¿Por  qué,  pues 
la  mujer  extraña  confesaba  a  su  Madre,  por  qué  El  no  la 
respondió  al  mismo  tono,  y  dijo:  "Dices  gran  verdad  en  lo 

150  que  dices,  y  aun  mucho  más"?  ¡Señor,  qué  secretos  son 
vuestros  caminos,  cuán  profunda  vuestra  sabiduría,  que, 
pareciendo  que  negáis,  concedéis  y  en  todo  nos  enseñáis! 
"Bienaventurada  llamas,  dice  el  Señor,  a  mi  Madre,  porque 
me  trujo  en  su  vientre  y  me  mantuvo  a  sus  pechos ;  mas  yo 

155  te  digo  que  son  bienaventurados  los  que  oyeren  la  palabra 
de  Dios  y  la  guardaren". 

¡Alabado  seáis,  Señor,  por  tales  palabras;  y  gracias  de- 
mos a  la  mujercita  por  ocasión  de  la  cual  tal  doctrina  nos 

122  en2  orto.  T  \\  123  que  om.  21  |]  126-127  El  es  verdadero  hombre  T  [| 
128  tuvo  V  I|  129  y  de  hombre  verdadero  om.  T  ||  130  madre,  om.  T  ||  131 
mas -hombre]  om.  T  \\  132  ma^]  y  T  |  persona]  Hijo  add.  T  |  es]  de 
add.  T  ||  136  trajo  T  ||  137  ni  om..  T  ||  138  cielo  ni  en]  cielos  y  T  || 
139  Llamadla  T  ||  140  la  ]  le  T  ||  141  singular  don  V  \\  142  la,.,]  le  T  | 

144  su]  santa  add.  T  ||  146  esta]  buena  add.  T  |]  148  El  om.  T  |  la,] 
le  T  ||  150  dices]  y  entiendes  add.  T  |  más]  bienaventurada  es  de  los  que 
dices  y  entiendes.  Oh  add.  T  |  Señor]  y  add.  T  \,\  155  oyen  T  ||  156 
guardan  T 

158  damos   T   |   cual]    que   T   |   dotrina    T   ||    160  tú   om.   T   |    y]  mucho 


146    Cf.  Le.  2,  51.  156    Le.  II,  28. 


68.     LA  VIRGEN  DE  LAS  NIEVES 


1066 


diste,  que  de  tanta  ceguedad  nos  libra,  si  queremos  recebir 

160  tu  lumbre!  "Mujer,  la  que  tú  alabas  merece  ser  alabada  y 
más  de  lo  que  tú  piensas;  y  porque  tú  no  sabes  alabarla 
por  lo  que  ella  principalmente  debe  serlo,  te  enseño  yo 
otra  causa  de  su  mayor  bienaventuranza,  que  por  lo  que  tú 
la  llamas  bienaventurada.  Tú  hablas  al  modo  común,  que, 

165  viendo  a  un  hijo  muy  bueno,  suelen  llamar  a  su  madre 
bienaventurada,  y  porque  lo  engendró  y  dió  su  leche.  Mas 
esa  alabanza  en  los  ojos  de  Dios,  cosa  es  de  muy  poco 
valor,  y  si  mi  Madre  no  tuviera  virtudes,  con  las  cuales 
me  concibiera  en  su  ánima  y  oyera  y  guardara  la  palabra 

170  de  Dios,  ninguna  cosa  le  aprovechara  ser  madre  mía  sigún 
la  carne,  si  no  lo  fuera  según  el  espíritu". 

Toda  criatura  se  desengañe,  que,  pues  parentesco  tan 
cercano  como  es  ser  madre  y  tener  hijo  tan  alto,  como  es 
Dios  humanado,  no  basta  para  hacer  a  una  mujer  bienaven- 

175  turada,  menos  bastarán  otros  linajes  ni  otras  cosas,  si  no 
viniere  parentesco  espiritual  con  Cristo,  que  consiste  en  fe 
verdadera  y  obediencia  a  los  mandamientos  de  Dios  y  de 
su  Iglesia.  Y  porque  vió  el  Señor  que  muchos  habían  de 
ser  engañados  por  tener  en  estima  los  linajes,  y  otros  por 

180  hacer  algunas  buenas  obras ;  otros  sin  tener  obediencia  a  sus 
mandamientos,  cada  vez  que  le  tocaban  en  negocio  de  pa- 
rentesco de  carne,  luego  apelaba  para  el  espíritu.  Aquí  está 
tu  madre  y  tus  hermanos,  le  dijeron  una  vez  predicando,  y, 
tendiendo  él  la  mano  hacia  sus  discípulos,  dijo:  ¿Quién  es 

185  mi  madre  y  mis  hermanos?  (Llamaban  entonces  a  los  pa- 
rientes hermanos.)  Quien  hiciere  la  voluntad  de  mi  Padre, 
que  está  en  el  cielo,  aquél  es  mi  hermano  y  mi  madre.  ¡Oh 
ceguedad  de  los  hijos  de  Adán!,  ¿y  por  qué  no  miramos 
euán  honrosa  y  dichosa  cosa  es  emparentar  con  Rey  tan 

190  alto,  y  de  parentesco  tan  cercano,  como  es  ser  madre,  her- 
mano y  hermana?  ¿Por  ventura,  en  comparación  de  este 
linaje  real  y  divino,  no  es  asco  el  linaje  de  la  carne,  aunque 
sea  linaje  real? 

¡Bienaventurada  la  ¿Qué  tanto  bien  está  encerrado  en 
395      Madre  de  Dios!  Ia  palabra  de  Dios  y  guardalla, 

que,  si  uno  hiciese  esto,  sería  más 
bienaventurado  que  fué  la  Madre  de  Dios,  si  no  tuviera  más 

add.  T  ||  62  lo  debe  ser,  yo  te  enseno.  Y  transí»,  add.  T  ||  1S3  causa] 
hay  add.  T  ||  165  suele  T  ||  166  y,  om.  T  ||  168  las  cuales]  que  T  || 
169  y  oyera]  hiciera  T  ||  170  ninguna  cosa]  poco  T  |  según  T  ||  171  lo 
om.  T 

172  pues]  por  add.  T  ||  173  alto)  grande  T  ||  174  a  om.  T  ||  176  vi- 
niere] hubiera  T  ][  179  tener]  poner  T  |  el  linaje  T  ||  180  otros  om.  T  || 
182  de  carne  om.  T  |  para  el]  al  del  T  ||  183  hermanas  V  |  vez]  estando 
add.  T  ||  184  tendió  T  |  dicípulos  y  add.  T  ||  187  los  cielos  T  ||  189  y] 
cuán  add.   T  ||  192  carne]  todo  entero  add.  T 


187    Cf.   Le.  <S,  20-21. 


1066 


que  ser  madre  de  Dios?  Mas  ninguno  lo  es,  ni  fué,  ni  será 
tanto  como  ella,  porque  ninguno  fué  madre  de  El  ni  será. 
200  ¡Oh  Madre  verdaderamente  bienaventurada,  que  con  ánima 
y  cuerpo  engendraste  a  Jesucristo,  Dios  humanado!  Y  de 
tal  manera  sois  madre,  sigún  la  carne,  que  os  dió  Dios 
tales  gracias  para  que  seáis  digna  madre.  Y  así  como  no 
hay  cosa  tan  conjunta  a  Eí,  según  la  carne,  como  vos,  así 

205  tampoco  lo  hay  sigún  el  ánima.  Y  por  esto  el  darle  carne, 
el  darle  leche,  el  defenderlo  del  frío,  abrigándolo  en  vues- 
tros brazos  y  sirviéndole  con  oficio  de  madre  hasta  la  menor 
cosa  que  con  El  hacíades,  era  hecha  con  tanto  amor  y 
tanta  gracia,  que  era  preciosísima  delante  de  los  ojos  de 

210  Dios,  y  con  cada  cosa,  por  baja  que  fuese,  le  ofrecíades 
vuestras  entrañas,  aparejada  a  dar  la  vida  por  El.  ¿Quién 
contará,  hermanos,  lo  mucho  que  el  Hijo  de  Dios  recibió 
de  su  Madre,  pues  que  recibió  el  ser  hombre,  por  ser  con- 
cebido de  ella,  y  el  ser  mantenido  en  su  vientre  y  fuera  de 

ai5  él;  de  manera  que  aquella  sacratísima  carne,  con  cuyos 
trabajos  y  muerte  fuimos  redemidos,  podemos  decir  que  fué 
carne  de  la  Virgen,  pues  que  ella  se  la  dió  y  la  mantuvo? 

tjOh  Señora,  y  qué  te  debemos!  ¡Cuan  mal  te  lo  agrade- 
cemos y  peor  servimos!  Que  por  un  guisado  que  nos  den 

220  a  la  mesa,  solemos  dar  gracias  a  quien  le  guisó;  y  un  capón 
que  hayan  engordado,  para  que  lo  comamos,  lo  agradece- 
mos de  corazón ;  no  tanto  por  la  dádiva  cuanto  por  el  amor 
y  cuidado  con  que  lo  engordaron  para  nosotros.  ¿Cómo  no 
agradecemos  a  la  Virgen  que  tal  manjar  y  tan  bien  guisado 

225  nos  dió?  ¿Sabéis  qué  nos  dió?  No  menos  que  a  Dios.  ¿Sabéis 
corno  nos  lo  dió?  Humanado.  Y  con  él  en  las  manos  nos  está 
convidando:  Venid  y  comed  mi  pan  y  bebed  el  vino  que  os 
tengo  aguado.  ¿Quién  podía  sufrir  la  justicia  de  Dios  primero 
que  se  entrase  en  las  entrañas  de  la  Virgen  y  de  ella  saliese 

230  humanado  a  tratar  con  nosotros?  ¿Qué  era  Dios  entonces 
sino  vino  puro,  que  no  había  quien  lo  sufriese?  ¿Qué  cosa 
es  después  de  humanado,  sino  vino  templado,  que  temblando 
primero  de  él  los  muy  altos,  se  llegaron  a  El  después  los 
niños,  y  los  abrazaba  y  los  bendecía,  y  riñó  con  sus  discí- 


197  la  Madre  de  Dios  fué  t  [\  198  ni  fué  om.  T  ||  199  ninguna  V  ¡ 
ni  ser/i]  según  la  carne,  como  ella,  ni  según  el  espíritu,  tanto  como 
ella  T  |  201  engendnistes  T  |  Jesucristo  Om.  T  ||  202  según  T  ||  205  lo] 
la  T  |  según  T  ||  206  darle]  la  add.  T  ||  208  con  El]  le  7'  |  hecho  T  l| 
209  preciosísimo  T  \\  210  con]  en  T  |l|  213  que  om.  T  ||  214  concebido] 
recebido  T  ||  215  carne]   vida   T   ||   217  laj   le  T 

218  debemos]  y  add.  T  ||  219  por  om.  V )  dan  T  ||  220  le]  lo  T  \\  220-222 
y  un  capón  -  corazón]  om.  7'  |]  223  engordaron]  aderezaron  T  |  nosotros]  y 
add.  T  I]  224  y  om.  T  \\  225  qué]  como  T  |  nos]  le  add.  T  ||  226  lo]  le  T  || 
228  primero]  antes  T  ||  229  ellas  T  |l  233  después  a  El  T  ||  235  dicípulos  T  || 


228    Prov.  9>  ¿. 


68.     LA  VIRGEN  DE  LAS  NIEVES 


1067 


235  pulos,  porque  no  dejaban  llegar  los  niños  a  él?  Pan  fortísimo 
es  Dios  y  muy  desproporcionado  a  la  flaqueza  de  nuestros 
estómagos;  mas  el  pan  que  el  niño  no  puede  comer,  cómelo  la 
madre  y  conviértelo  en  leche,  y  así  lo  puede  el  niño  comer. 
Así  nos  da  la  Virgen  a  Dios,  pues  nos  lo  dió  niño,  puesto  en 

240  un  pesebre,  manso  y  humilde,  para  que  ninguno  que  quisiera 
ser  remediado,  tema  de  llegarse  a  él;  pues  El  convida  a  los 
pecadores  a  que  se  lleguen  a  él,  diciendo  que  vino  por  ellos 
y  murió  por  ellos. 

¿Quién  nos  tiene  que  no  digamos  a  voces  lo  que  dijo  la 

245  mujercita:  Bienaventurado  el  vientre  que  te  trujo  y  los  pe- 
chos que  mamaste?  ¿Por  qué  no  siente  nuestro  corazón  cuán 
grande  y  dulce  es  Jesucristo  y  agradecemos  y  servimos  a  su 
sacratísima  Madre  por  el  bien  que  nos  hizo  en  nos  le  dar? 
¿Por  qué  tan  tibios  en  sus  alabanzas,  en  ayunar  sus  fiestas, 

250  en  oír  sus  misas,  en  imitar  sus  virtudes,  en  alegrársenos  el 
corazón  y  ablandársenos  en  oyendo  el  dulcísimo  nombre  de 
la  Virgen  María?  ¿Por  qué  tenemos  dureza  para  negar  al 
pobre  que  nos  dice:  "Dadme  limosna  por  amor  de  la  Virgen 
María"?  ¿Queréis  que  os  diga  por  qué?  Mas  es  menester  que 

255   me  ayudéis  a  llorar  el  porqué. 

¡Bienaventurados  los  ¡Oh  bienaventurada  mujer,  que 
que  guardan  la  pala-  sentiste  quién  era  Cristo  en  sí  y 
bra  del  Señor!  para  ti!   ¡Bienaventurada  mujer, 

que  creíste  ser  Jesucristo  redemp- 

260  tor  y  gozaste  de  su  redempción!  Nosotros,  por  nuestros  pe- 
cados, contentémonos  con  creer  con  una  fe  muerta  lo  que 
tú  creíste,  y  muchos  de  nosotros  no  gozamos  de  lo  que  tú 
gozaste.  Tú  creíste  y  amaste;  oíste  la  palabra  de  Dios  y 
guardástela;  y  aun  dicen  algunos  que  esta  mujer  fué  Santa 

265  Marcela.  Mas  nosotros  estamos  lejos  de  oír  y  guardar  la 
palabra  de  Dios  como  ella;  confesamos  a  Jesucristo  por  re- 
demptor  de  pecados,  y  estamos  captivos  en  los  pecados;  lla- 
mamos a  Dios  nuestro  padre,  y  por  la  mala  vida  somos  hijos 
del  demonio;  y  habiéndonos  Cristo  ganado  perdón  de  nues- 

270  tros  pecados,  fuerza  para  ser  buenos,  adopción  de  hijos  de 
Dios,  gracia  para  agradarle  y  cumplir  sus  mandamientos, 
gloria  para  siempre  en  el  cielo,  hay  muchos  que  se  están  sin 
recebir  cosa  ninguna  de  aquéstas,  como  si  Jesucristo  no  hu- 
biese venido  ni  traído  nada  de  aquesto. 

236  proporcionado  T  |  nuestros J  muy  flaco-  add,  ¡  239  A-i]  Y  tal  T  i!  241 
convida]  y  llama  add.  T  |¡  242  a_  om.  T 

245  trajo  T  ||  246  siente]  sentiremos  en  T  ||  247  Cristo  T  250  misas] 
y  comulgar  en  ellas  add.  T  ||  251  y]  en  add.  T  |  el]  su  T 

254-256  Queré i s  que  -  por  qué.  Oh]  om.  T  ||  257  Jesucristo  T  \  .-í]  ti  T  I! 
259  redemptor]  nuestro  add.  T  ||  263  ofete]  y  o-H-  V  ||  264  aquesta  T  |]  267 
cautivas   /   ||  271  sus]  santos  add.  T 


235    Cf.  Me.  io,  14. 


1068  SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


275  Creedme,  cierto,  que  el  hombre  que  ha  sentido  en  su  co- 
razón amargo  dolor  por  haber  ofendido  a  Dios,  y  ha  hecho 
una  verdadera  y  sencilla  confesión,  y  que  ha  satisfecho  a 
Dios  y  a  sus  prójimos  conforme  al  consejo  de  su  prudente 
confesor,  y  se  ha  dado  tan  buena  maña  con  la  gracia  de 

280  nuestro  Señor  que,  aunque  no  tenga  evidencia  clara  que  sus 
pecados  le  son  perdonados  y  que  es  recebido  por  hijo  de  Dios 
(porque  esto  en  esta  vida  no  se  puede  tener  sin  particular 
privilegio),  mas,  a  lo  menos,  tiene  una  alegría  de  corazón, 
una  mudanza  de  propósitos  de  malos  en  buenos,  una  con- 

285  fianza  nueva  en  Dios,  un  amor  entrañable  con  El  y  con  sus 
prójimos,  un  aborrecimiento  de  los  pecados,  y  cosas  que 
quien  las  recibe  las  sabe,  que  le  hacen  conjecturar  que  le  ha 
sacado  Dios  del  infierno  y  le  ha  puesto  en  el  camino  del 
cielo  por  los  merecimientos  y  sangre  de  Jesucristo  Hijo  de 

290  la  Virgen  María.  ¿Cómo  podrá  éste,  viéndose  tan  remediado 
por  el  Hijo  de  la  Virgen,  dejar  de  decir  con  entrañas  y  len- 
gua: Bienaventurado  el  vientre  que  te  trujo  y  las  tetas  que 
mamaste?  Si  por  comer  del  fructo  de  un  árbol  parece  que 
le  agradezco  al  árbol  y  lo  bendigo,  y  si  con  comer  de  aquel 

295  fructo  escapase  de  una  ponzoña  mortal,  ¿cuántas  veces  di- 
ría: "¡Bendito  sea  Dios,  que  crió  aquel  árbol!"? 

No  es  esta  invención  mía,  que  figurado  está  muchos  años 
en  el  pueblo  de  Betulia,  que,  viéndose  libres  de  la  muerte 
por  medio  de  la  santa  Judit,  le  dijeron:  Benedicta  filia  tu  a 

300  Domino;  et:  non  recedet  laus  tua  de  ore  hominum.  Por  Se- 
ñora tienen  a  la  Virgen,  y  por  muy  obligados  a  sus  servicios, 
los  que  han  recibido  la  vida  por  el  fructo  de  su  vientre,  que 
es  Jesucristo.  No  se  aparta  de  su  corazón  la  memoria  de 
ella,  ni  de  su  boca  la  alabanza  de  ella;  y  a  veces  a  solas, 

305  como  el  arcángel  San  Gabriel  y  Santa  Elisabet,  la  bendicen; 
y,  si  es  menester,  la  bendecirán  delante  de  toda  la  infidelidad, 
aunque  les  cueste  la  vida.  Mas  los  que  no  gozan  del  fructo 
de  su  vientre,  no  viven  con  la  vida  que  trujo,  ni  reciben  el 
perdón  ni  su  gracia,  éstos  no  la  alaban  ni  la  aman;  y  si  la 

310  aman,  no  es  de  verdad,  porque  aquel  de  verdad  la  ama  que 
oye  y  guarda  sus  palabras.  ¿Queréislo  oír  dicho  en  su  per- 
sona? Transite  ad  me  omnes  qui  concupiscitis  me  et  a  gene- 


275  Creo  r  ||  282  porque  esto]  que  T  ¡  ¡  283  una  om.  T  \\  286  un]  grande 
add.  T  |  los  om.  T  ||  287  conjeturar  T  ||  288  le]  lo  T  |  el  om.  T  ||  290)4291 
éste,  viéndose -de  la]  esta  V  ||  292  trajo  T  |  las  tetas]  los  pechos  T  ||  293 
fruto  T  ||  294  si  om.  T  ||  295  fruto  T  |  escapas  T  ||  296  dirías  T  |  sea  om  T 

297  invención  «sta  T  |  que  om.  T  '|  años]  ha  add.  T  \'\  298  libre  T  ||  300 
Domine  V  ||  301  la]  a  la  add.  T  |  Virgen]  María  add.  T  |  su  sen-icio 
V  ||  302  recebido  T  |  fruto  T  \\  306  bendicirán  T  j|  307  no  om.  V  \  fruto 
T  ||  30©  ni  ]  o  si  la  alaban  no  T  ||  312  ad]  a  V  |l  312-313  generatio  mea 


283  Concilio  de  Trento,  sess.  6,  can.  16. 
300   Cf.  Judith  13,  23.  25. 


68.     LA  VIRGEN  DE  LAS  NIEVES 


1069 


rationibus  meis  adimplemini.  ¿Qué  es:  Pasad  a  mí,  sino: 
imitadme?  ¿Qué  es  ser  llenos  de  sus  generaciones,  sino  de 

315  sus  virtudes?  Esto  es  lo  que  ella  nos  pide,  que  imitemos  su 
castidad,  humildad. 

Et  nunc  filii  audite  me;  beati  qui  custodiunt  vias  meas, 
et  obscrvant  ad  postes  ostii  mei.  No  piense  nadie  privar  con 
ella  sino  por  el  camino  que  ella  privó  con  Dios.  Ella  guardó 

320  las  palab[r]as  de  El.  Sigamos  nosotros  a  ella.  Vamos  por 
sus  caminos,  y  entonces  seremos  bienaventurados,  velando 
a  las  puertas  de  su  misericordia  y  seremos  oídos;  que  lla- 
marla y  ofender  a  Dios  y  a  ella  no  es  cosa  que  cumple.  El  que 
llamare  el  nombre  del  Señor  será  salvo;  mas  en  otra  parte 

325  dice:  Discedat  ab  iniquitate  omnis  qui  invocat  nomen  Dei. 
Y  a  los  que  llaman  al  Señor  in  veritate,  está  cerca,  y  tam- 
bién ella.  ¿Queréislo  ver?  Mirad  la  fiesta  que  hoy  celebramos 
de  las  nieves.  (Dic  historiam  breviterj 

La  historia.  ¿Por  qué    Eran  buenos  cristianos  aquel  ma- 

330  nieve  en  tiempo  de  ñdo  y  mujer.  Como  no  tenían  hi- 
agosto?  Jos  n*  tenían  cudicia  de  las  cosas 

de  este  mundo,  con  bondad  de  vida 
juntáronse,  y  hicieron  oración  y  himnos,  y  fueron  oídos  de 
nuestra  Señora,  y  ella  fué  oída  de  su  Hijo,  y  llovió  nieve  en 

335  tiempo  de  agosto.  Calor  hace  agora;  mas  no  es  tan  ajeno 
agora  el  llover  agua  como  nieve  en  tiempo  de  agosto.  ¡Oh 
Virgen  para  siempre  bendita!;  ¿y  para  qué  escogistes  este 
milagro  en  señal  que  queríades  ser  heredera  de  estas  dos 
buenas  personas?  ¿Por  qué  nieve  en  tiempo  de  calor?  Por- 

340  que  esto  le  está  muy  bien,  pues  en  el  tiempo  que  concibió 
al  Hijo  de  Dios  no  hubo  concupiscencia.  Nieve  en  tiempo  de 
calor:  virgen  y  madre.  No  hay  que  decir  aquí:  In  pecc\_a~\tis 
cálefacta  est  de  me  mater  mea,  como  dice  David.  — ¿Por  qué 
nieve  en  tiempo  de  agosto?  — Para  dar  a  entender  la  blancura 

345  de  su  virginidad,  la  pureza  de  su  vida,  que  eso  significa  lo 
blanco.  — ¿Por  qué  nieve  en  tiempo  de  agosto?  — Para  dar- 
nos esperanza,  que,  si  fuere  de  nosotros  fielmente  llamada, 

adimple  l'  ||  313  sino  om.  T  ||  314  sino]  mas  T  ||  316  castidad]  y  add.  T 
318  observat  V  |  portas  V  |¡  320  la  palabra  T  |  de  El]  del  Señor  T  | 
varaos  om.  T  ||  321-322  velando  a]  y  hollando  T  {\  322  y  om.  T  ||  323 
Ella]  ya  add.  T  |¡  325  Dei]  Doroini.  Así  ha  de  ser  omnis  qui  invocat 
nomen  Domini  r  ||  326  está]  El  add.  T  \]  328  Dic  -  breviter]  Aquellos 
dos  romanos,  Patricio  y  su  mujer  T 

329-330  aquel -mujer]  y  T  ||  331  ni]  no  T  |  codicia  T  ||  331-332  las 
cosas  de  om.  T  ||  333  juntáronse  -  himnos]  juntaron  oraciones,  hacían  li- 
mosnas T  H  335-336  Calor  hace  -  agosto]  om.  V  ||  337  para(  om.  T  |  y 
om.  T  ||  338  aquestas  T  ||  339-344  ¿Por  qué  nieve  en  tiempo  de  calor  -  tiem- 
po de   agosto?]    om.   T   |l   345  eso]    se   T   |   significa]    por   add.    T  \\  346 


313    Eccli.  24,  26.  325  Of.  2  Tim.  2,  19. 

318   Cf.  Prov.  8,  32.  343   Cf.  Ps.  50,  7. 

324    Rom.  10,  13. 


1070 


SERMONES.  CICLO  SANTO  RAI 


nos  alcanzará  agua  que  tiemple  el  calor  de  la  tierra  y  la 
fecunde  para  dar  fructo.  No  queda  por  ella,  no;  no  le  falta 

350  cosa  alguna  para  buena  abogada.  Mucho  puede  con  Dios; 
mucho  nos  quiere  a  nos.  Madre  es  de  Dios,  y  mucho  derecho 
es  el  de  la  madre  con  el  hijo;  y  madre  es  de  nosotros,  y  mu- 
cha es  la  ternura  del  corazón  maternal  para  con  nosotros. 
No  está  olvidada  de  que,  al  pie  de  la  cruz,  le  encomendó  su 

365  Hijo  a  los  cristianos  en  persona  de  San  Juan  diciendo:  Ecce 
filius  tuus.  No  hace  su  oficio  flojamente;  no  tiene  descuido 
en  lo  que  Dios  le  encomendó.  Con  humildad  le  ruega,  con 
perseverancia  le  suplica.  Y  ella  suele  amansar  los  enojos  de 
El  estando  en  el  cielo,  que  lo  acallaba  en  la  tierra,  cuando 

360  siendo  niño  lloraba.  Muy  bien  sabe  representarle  los  servi- 
cios que  le  hizo  entonces,  pidiéndole  que  nos  haga  mercedes 
a  nosotros  por  ellos;  y  pues  que  Dios  recibió  de  ella  y  recibió 
tanto,  y  El  es  tan  agradecido,  no  dejará  de  la  oír. 

La  Virgen  aboga     Acordaos  de  aquella  mujer  tecuites,  a 

365  por  nosotros  Ia  cual  dijo  Joab:  Simula  te  lugere;  y 
mirá  cómo  abogó  delante  de  David  por 
Absalom,  que  había  muerto  a  su  hermano,  y  alcanzó  lo  que 
pidió.  (Dic  historiam.)  Y  dice  el  texto  que  esto  hizo  Joab 
porque  entendió  que  el  corazón  del  rey  estaba  vuelto  y  ablan- 

370  dado  para  con  Absalom;  y  dice  la  glosa  que  lo  oía  sosmrar 
por  su  hijo.  Pecado  hemos  contra  los  mandamientos  de  Dios, 
mas  su  paternal  corazón  de  nos  se  compadece,  pues  murió 
por  nos;  y  aunque  nos  azota,  dice:  Heu  vindicador  de  inimicis 
meis.  Primero  le  duele  a  El  que  a  nosotros,  y  forzado  de 

375  nuestros  pecados  nos  castiga.  Que  él  más  querría  hacernos 
mercedes:  Proprium  est  illi  misereri;  mas  nosotros,  como 
San  Hierónimo  dice,  clementem  Dorninum  in  amaritudinem 
vertimus.  Y  como  la  Virgen  le  conoce  las  entrañas  de  mise- 
ricordia, y  que  no  continet  in  ira  misericordias  suas,  llégase 

38o  a  El;  y  no  ha  menester  fingir  que  llora;  que  en  sus  entrañas 
tiene,  aun  estando  en  el  cielo,  entrañable  compasión  de  nos- 
otros. 

I><>r]  Para  T  |'|  34(7  esperanza]  y  aái.  T  ][  348-34©  y  la  fecunde  om.  T  ||  349 
fruto  T  ||  351  a  nos  om.  T  |  y  om.  T  ||  356  no,]  ni  T  ||  359  ciclo]  la  »Ú;.  T  | 
acallaban  V  ||  362  ellos]  Klla  T  |  que  om.  T  |  de  ella  y  recibió  om.  T 

364  tcanitcs  V  \\  365  l.iu'ere  t«  simula  T  |i|  366  mirad  T  \\  368  íñc 
historiam.  Y  om.  T  |,|  370  ablandado]  hablando  I  |  suspirar  T  ||  372  se 
compadece  de  nos  T  ¡|  373-374  dice  :  Heu  -  inimicis  meis]  siempre  Va 
forzado  a  lo  hacer  T  ||  375  querría  más  T  ||  377  Jerónimo  T  |  clementem] 
lcncntcm    V  ||  378  de]   su  add.   T   ||   379  no]    non   7    1   iras  V 

353  Cf.  Ps.  50,  70.  3.S0  lo-  Í9.  26.  36S  Oí.  2  Reu'.  1  i,  2 
371    Biblia  sacra  aun  glossis  interlinean  et  ordinaria,  Sicolai 

Lyrani  Postilla...  (Lyón,  154.5),  t-  2,  f.  111  r  :  «Quia  videbat  eum... 

suspiranitem  post  Absalom». 

374  Cf.  Is.  1,  24  376  >Of.  Orat.  post  Litan.  Sanctomm. 

378  San  Jerónimo,  Cottm.  In  Es.,  1.  3,  c.  i¿  :  ML  251  102. 

379  Oí.  Ps.  76,  10, 


1071 


Porque  Bernardo  dice:  María,  etsi  amiserit  passionem, 
non  compassionem;  y  con  corazón  de  Madre  dice  al  Señor: 

385  "Yo,  Señor,  tuve  dos  hijos  y  riñeron  en  el  campo,  y  mató 
el  uno  al  otro.  Ya,  Señor,  sabéis  que  soy  yo  madre  vuestra 
y  madre  de  los  cristianos;  ellos  por  sus  pecados  os  mataron 
a  vos,  y  delante  de  mis  ojos,  en  el  campo  del  Calvario;  por 
las  travesuras  de  ellos  fuistes  vos  crucificado  con  grande 

390  dolor  vuestro  y  mío;  víos  morir,  y  túveos  en  mis  brazos 
muerto,  y  cuantas  heridas  vos  en  vuestro  cuerpo,  tantos  cu- 
chillos yo  en  mi  corazón.  Vos,  Señor,  y  no  otro,  sabéis  lo 
que  vuestra  muerte  me  costó  y  adonde  me  llegó;  que  si  no 
fuera  por  ayudarme  vos,  ya  que  no  muriera,  no  pudiera  su- 

393  f rir  el  peso  de  tanto  dolor,  pues  otras  personas  mueren  de 
menos  angustias.  Vos,  Hijo,  gustastes  dolores  y  tristezas  de 
muerte  muchas  veces,  porque,  si  no  fuera  por  el  conforte 
sobrenatural  de  vuestra  divinidad,  muchas  veces  muriérades, 
y  para  más  padecer,  no  moríades.  Y  ordenastes  vos  que  yo 

400  también  no  muriese,  no  porque  no  faltase  dolor  de  compasión 
que  bastase  a  matarme,  mas  porque  queríades  vos  que  yo 
más  y  más  padeciese  por  vos  y  con  vos.  Acordaos,  Señor; 
acordaos  de  lo  que  allí  pasé,  viéndoos  morir  por  los  pecados 
de  los  hijos  que  me  distes.  Gonsoladme  de  los  dolores  que  en 

405  la  muerte  vuestra  yo  pasé,  con  que  no  mueran  estotros  hijos 
míos,  que  por  vuestra  grande  bondad  tomastes  por  herma- 
nos. No  vea  yo  que,  habiendo  vos  muerto  por  ellos,  vos  los 
azotéis  y  aflijáis,  porque  será  dolor  sobre  dolor;  mas  para 
untarme  aquél,  hacé  bien  a  éstos,  y  por  ellos  ofrezco  vuestra 

410    pasión  y  mi  compasión". 

¡Oh  Virgen  para  siempre  bendita!  ¡Oh  Madre  de  mise- 
ricordia! ¡Oh  abogada  sapientísima  y  eficacísima,  y  cuántas 
veces  con  estas  y  semejantes  razones  habéis  amansado  a 
vuestro  H|ijo  bendito!  Y  cuando  él  decía,  como  a  Moisés: 

415  Dimitte  me,  ut  irascatur  furor  meus,  vos  le  habéis  supli- 
cado por  nos,  y  le  habéis  tenido  las  manos  y  hecho  que  torne 
su  espada  a  su  vaina,  y  que  no  nos  castigue.  ¡Cuántas  veces 
fuéramos  destruidos  si  no  fuera  por  vos!  Si  no,  díganlo  las 
historias,  que  habrá  trescientos  y  tantos  años  que  estaba 


383  Porrue]  san  add.  T  |  383-484  Maria  etsi  -  compassionem]  Tiene  la 
Virgen  compasión,  de  los  hombres  r  ||  386  Yo  soy  T  ]|  387  os  .mi.  7'  ¡| 
388  y  om.  T  ||  391  cuerpo]  tuvistes  .i.í.i.  T  |.|  392  cuchillos]  tuve  add.  T  I 
otri  V  ||  393  que J  y  t  |¡  394  ya]  milagrosamente  a  7'  |  muriera]  yo 
add.  T  ||  396  menos]  menores  T  |  Hijo]  mío  add.  T  |]  4C0  no3  om.  T  (| 
409  untarme]    aliviarme    T    \    haced  T 

412  y,  om,  T  ||  415  ut]  ne  T  |  ¡rascar  V  |  meus]  y  add.  V  ||  418  fué- 
ramos] "ya  <K¡(¡.    r   ||   419  historias]   de  add.   T   |   trecientos   T   ¡   y  tantos 


384   Cf.  San  Bernardo,  Dom.  infraoct.  Assumpt.  B.  M.  I',  serrft., 
s  s.  ;  ML  183,  429  s.  ;  mis  Mystica,,  c.  io,  36  :  ML  184,  650. 
113    F.\-.  32,  10. 


1072  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


420  Dios  para  destruirnos  con  tres  lanzas:  hambre,  pestilencia 
y  guerra,  y  fuistes  vos  poderosa  de  le  amansar;  y  presen- 
tastes  al  Señor  a  San  Domingo  y  a  San  Francisco,  para  que 
predicasen  penitencia,  con  que  vuestra  justicia  fuese  apla- 
cada ;  y  así  lo  fué  de  esta  vez,  que  nos  excusastes  de  perdición. 

425  Sabemos,  y  por  aquí  sacamos,  que  otras  muchas  también  lo 
habréis  hecho. 

¿Qué  es  esto,  Señora,  que,  siendo  llamada  por  unos  bue- 
nos casados  de  Roma,  enviastes  nieve  en  tiempo  de  agosto, 
y  otras  veces  alcanzándonos  misericordia,  y  agora  no  la  al- 

430  canzáis?  Cierto  es  que  la  pedís,  y  vemos  que  no  alcanzáis. 
¿Qué  será  esto?  ¿Por  qué  no  llueve  Dios,  hermanos;  por 
qué  no  oye  a  su  Madre?  — Porque  non  est  bonum  feminam 
esse  solam,  como  non  est  bonum  hominem  esse  solum.  Crió 
Dios  la  mujer  para  que  ayudase  al  hombre,  y  cierto  es  que 

435  cumplió  muy  mal  la  primera  mujer,  pues  tan  mal  ayudó  a 
su  marido,  que  le  hizo  pecar.  Mas  nuestra  bendita  mujer 
fué  criada  para  que  ayudase  al  segundo  Adán,  Cristo,  a 
restaurar  lo  que  el  primer  hombre  y  mujer  echaron  a  per- 
der. Cum  eo  eram  cuneta  componens,  se  dice  en  persona  de 

440  ella.  Y  si  San  Pablo  dice  que  los  predicadores  y  sacerdotes 
coadiutores  Dei  sumus,  ¿cuánto  más  lo  será  la  Virgen, 
dando  carne  para  la  redempción  y  oraciones  eficacísimas 
para  que  se  efetúe  en  nosotros  lo  ganado  en  la  redempción? 
No  es  bien  que  el  varón,  Cristo,  esté  solo;  haya  quien  le 

445  ruegue  por  nos  y  le  amanse  en  el  tiempo  de  su  ira,  causa- 
da por  nuestros  pecados;  y  así  lo  hace  la  Virgen. 

No  es  bien  que  la  — ¿  Pues  por  qué  no  agora  ?  — Por- 
Gejemos  orar  sola    <lue  no  es  razón  que  ella  esté  sola. 

-  •¿Cómo  sola?  ¿No  está  acompañada 

450  de  ángeles  y  santos?  — Sí,  por  cierto;  mas  digo  sola  en  el 
rogar  y  pedir  misericordia.  — ¿Pues  cómo?  ¿Y  no  le  ayu- 
dan los  ángeles  y  santos?  — Sí,  también.  — ¿Pues  cómo 
sola?  — Porque  el  que  creavit  te  sine  te,  non  iustifica[t] 
te  sine  te.  Si  la  pasión  del  mismo  Señor  no  te  aprovecha, 

455   si  tú  no  te  dispones,  ¿qué  te  maravillas  que  la  oración  de  la 

om.  T  II  420  lanzas]  de  add.  T  \\  421  le]  lo  T  ||  422  San,]  santo  T  ¡| 
425  Sabemos]    Y   vemos  T 

428  de,]  en  T  ||  420  habéis  alcanzado  T  |  ahora  T  ||  430  no]  la  add.  T  || 
431  será  esto]  secreto  T  |  hermanos  om.  T  \\  434  es  om.  T  |  que  ]  io 
T  ||  441  Virgen]  María  add.  T  ||  443  efectúe  T  [\  445  y  oro.  T 

44/T  ahora  T  1  450  y  santos  om.  T  ||  451  le]  la  T  \\  453  el  cjue]  qui 
T  |  iustifica]  salvabit  T  ||  454  mesrao  T 


433   Cf.  Gen.  2,  18. 
439    Prov.  8,  30. 
451   Cf.  1  Cor.  3,  9. 

454  San  Agustín,  Serm.  169,  c.  n,  13  (ML  38,  923)  :  «Qui  ergo 
íecit  te  sine  te,  non  te  iustificat  sine  te». 


68.     LA  VIRGEN  DE  LAS  NIEVES 


1073 


Virgen  no  te  aproveche,  si  no  te  dispones  con  penitencia, 
con  orar,  con  buen  obrar? 

Sola,  Señora,  te  dejamos  orar,  y  cuanto  tú  amansas, 
nosotros  enojamos:  Unus  orans,  et  alter  maledicens;  cuius 

460  vocem  exaudiet  Deus?  Unus  aedificans,  et  alter  destruens; 
quid  proficit  Mis  labor?  Si  ella  está  orando  por  mí,  y  yo, 
que  había  de  estar  llorando  mis  pecados,  estoy  pecando, 
¿cómo  ha  de  ser  ella  oída?  Yo  destruyo  lo  que  ella  edificó; 
ella  está  bendiciendo  y  yo  blasfemando,  murmurando  y  ofen- 

465  diendo;  es  más  oída  mi  mala  palabra  y  mala  obra  para  ser 
castigado  que  la  oración  de  la  Virgen  para  ser  yo  remedia- 
do. Y  viene  esto  a  tanto,  que  alguna  vez  dice  Dios:  Non 
ores  pro  populo  isto,  nec  assumas  pro  eis  laudem,  quia  non 
exaudiam  te.  ¿Qué  aprovecha  hacer  procesiones  y  andar  con 

470  los  pies  buenos  pasos,  si  nos  estamos  en  nuestros  malos 
pasos  de  nuestros  pecados?  Estos  son  los  que  habíamos  de 
llorar,  éstos  nos  habían  de  doler  mucho  más  que  la  falta  del 
pan.  ¡Somos  malos  esclavos,  y  no  hijos,  que  sentimos  más 
nuestro  azote  y  no  la  ofensa  de  nuestro  buen  Padre!  Bien 

475  entiende  Dios  esto,  bien  lo  sabe  decir:  Quaeritis  me,  non 
propter  me,  sed  quia  vidistis.  Y  como  dice  San  Agustín  en 
persona  de  él:  Quaerite  me...  No  sabéis  este  lenguaje,  sino 
aquel  del  cual  está  escrito:  Super  triticum  et  vinum  rumi- 
nabant;  et  in  cubilibus  suis  ululabunt,  et  ad  Dominum  non 

480  vertebantur.  Vuestras  penas  son:  "No  tenemos  trigo".  Y  los 
sospiros  que  en  vuestras  camas  dais,  por  esto  son;  et  ad 
Dominum  non  revertebantur.  ¿Cómo  te  vuelves  a  Dios,  si 
estás  enemistado,  si  estás  en  lo  ajeno,  si  haces  esto  y  esto? 
Esto  es  por  qué  no  es  oída  la  Virgen  de  Dios  ni  nosotros 

485  de  ella,  por  qué  no  llueve. 

Tres  años  estuvo  sin  llover  porque  el  rey  Saúl  quebrantó 
un  juramento  que  habían  hecho  los  pasados  a  los  gabaonitas, 
y  quebrantólo  por  buen  celo.  (Dic  historiam  2  Regum  20 

458  cuando  T  |]  459-460  cuius  -  Deus]  om.  T  ||  461  y  yo  om.  T  ||  463* 
.  .  Destruyo  yo  T  |  edifica  T  ||  464  om.  T  ||  465  Es  más  -  obra]  son 
oídas  más  mis  malas  palabras  y  malas  obras  T  ||  468  castigadas  T  ]|  46&467 
para  ser  yo  remediado]  es  bastante  para  ser  oída  T  ||  469  te  oro.  T  | 
y  om.  T  ||  470-471  malos  pasos]  males  antiguos  T  ||  472-473  del  pan  somos] 
de  cosas  temporales  T  ||  473  más  ora.  T  ||  476  me  sed  quia]  lucem  quam 
T  ||  477  me]  propter  me  add.  T  ||  479-480  in  cubilibus  -  vertebantur]  ego 
erudivi  eos,  et  confortavi  brachia  eorum,  et  in  me  cogitaverunt  malitiam,  etc. 
T  ||  483  estás  enemistado  -  esto  y  esto]  tienes  los  ajeno,  si  estás  en  maj 
estado,  si  hablas  mal  T 

487  un]   su   T  ||  488-489  Dic  historiam  -  21]   om.  T  \\]  489  Si]   Que  T  || 


461  Cf.  Eocli.  34,  28-29. 

469  Cf.  Ier.  7,  16. 

470  Cf.  lo.  6,  26. 

477  San  Agustín,  In  lo.  Ev.,  tr.  25,  c.  6,  10  :  ML,  35,  1600. 

480  Cf.  Os.  7,  14. 

488  Cf.  2  Re?.  2i,  1. 


1074  siumoms.  l'KI.o  siNiomi. 

vel  21.)  Si  por  ahí  vais,  Señor,  tarde  lloveréis,  porque  más 
490  que  una  vez  quebrantamos  juramentos  y  más  que  diez  veces 
juramos  con  mentira.  ¿Por  qué  no  llueve?  Por  nuestros  pe- 
cados, que  no  los  quitamos;  que  si  nos  hubiésemos  enmen- 
dado, ya  nos  habría  Dios  consolado.  Si  gens  egerit  paeniten- 
tiam,  et  ego  agam  paenitentiam. 

495   ¿Queréis  que  llueva?    ¿Qué  os  diré?  Que  es  tanta  nuestra 
Quitemos  las  pecados    desvergüenza  como  en  tiempos  pa- 
sados,  cuando  de  enojado  Elias 
contra  los  que  ofendían  a  Dios,  rogó  a  Dios  que  no  lloviese, 
y  así  lo  hizo  Dios.  — ¿Qué  decís,  Elias?  "Señor,  que  no 

500  llováis".  — ¿Y  la  caridad?  ¿Qué  más  dijera  un  enemigo? 
"Señor,  que  os  suplico  que  no  llováis".  [Mas,  porque  no  pen- 
séis que  lo  decía  esto  por  venganza  o  malquerencia,  o  por 
espíritu  propio,  dice:  Vivit  Dominus,  in  cuius  conspectu,  o 
como  dice  el  original:  in  cuius  facie  steti.  No  fué  antojo  el 

505  decir:  "¡No  llováis!",  sino  cosa  que  dijo,  habiendo  estado 
en  el  acatamiento  de  Dios,  en  la  alteza  de  la  oración,  co- 
municando con  Dios;  y  de  allí  sacó  este  celo  de  la  honra  de 
él,  con  que  dijo:  "Señor,  no  llováis". 

Grave  cosa  es  ver  a  Dios  ofendido,  y  cuando  más  bien 

510  nos  hace,  más  ofendido.  ¿Qué  aprovechó  que  antaño  os  dió 
Dios  tanto  trigo  que  cogistes  en  este  obispado  seiscientas 
mil  hanegas  más  que  el  año  pasado?  ¿Dejaste  por  eso  de 
jurar,  mentir,  hacer  mal?  ¿Dijistes:  Metuamus  Dominum, 
qui  dat  nobis  pluviam  temporaneam  et  serotinam,  et  pleni- 

515  tudinem  messis  anni,  custodientem  nobis?  ¿Cesaron  los  ma- 
les? No.  ¿Pues  qué  hecistes?  Lo  que  hicieron  aquéllos. 
¿Qué?  Saturavi  eos,  et  moechati  sunt,  et  in  domo  meretricis 
luxuriabant.  (Dic  totum  usque:  Numquid  super  his  non  visita- 
bo,  et  in  gente  tali,  etc.  Hieremia  5.)  Veis  aquí,  hermanos, 

520  qué  ha  provocado  a  ira  los  ojos  de  Dios,  y  por  qué  pide 
Elias  que  no  llueva;  porque  si  os  ha  de  dañar  a  vuestra 
.ánima  la  abundancia,  más  vale  que  Dios  no  os  la  dé.  ¿Que- 
réis que  Dios  llueva?  Quitemos  los  pecados  públicos  y  se- 

490  que]  dé  T  ¡I  490-491  veces  juramos!  juramentos  T  ||  491  llueve]  la  gracia  so- 
bre nosotros  <i<fií.  T  i]  492-493  hubiésemos  cmciuládonos  r  ]|  493  nos  om.  T  | 
consoludonos  T  ||  501  ¿Y  la  caridad  -  llováis]  om.  T  ||  502  decía]  hacía 
T  |  venganza]  vergüenza  I'  |>|  5C8  dice  om.  T  |  Nivit  I*  |  o]  y  7"  ||  506 
ln]   su  T   ||  507  y  om.  T 

509  ver  a  -  ofendido  y]  haber  ofendido  a  Dios  V  ||  510-512  aprovechó 
que  -  jxjr  eso]  aprovecha  que  Dios  hubiese  abierto  las  manos  de  su  mise- 
ricordia, si  por  eso  no  dejasteis  7'  ||  513  Dijistes]  El  non  dixerunt  in  rorde 
suo  T  ||  514  serotinam]  seutinam  Y  \  et.,]  in  tempore  suo  T  ||  515  pleni- 
tudinem]  anuuae  ncM.  7'  |  anni  om. ,  7'"  |  custodiente  V  \\  517  Saturavit 
T  ||  518  luxuriabant ur  7'  |  Dic  totum  usque  om.  T  |  superbis  7'  ||  519. 
et  in  gente  tali,  etc.]  en  in  siti  et  V  \\  Hieremia  5  om.  T  ||  521  os  om.  T  \\ 
522  os]   nos  7    ||  523  llueva]   su  gracia  add.   T  \'\  526  llueve]   la  envia  T 


494    Of.  1er.  i8,  8. 
503    Of.  3  Res?.  18,  13. 


515  Cf.  Ier.  15,  24. 
519    Cf.  Ier.  5,  7-29. 


68.     LA  VIRGEN  DE  LAS  NIEVES 


cretos,  y  cada  uno  mire  su  conciencia  y  quite  lo  malo  que 

525  en  ella  hubiere;  y  quien  está  descuidado  de  esto,  aquél  es 
por  quien  Dios  llueve. 

Estaban  en  gran  tempestad  los  marineros  que  llevaban 
a  Jonás,  y  lloraban  y  clamaban  a  sus  dioses;  y  no  eran  ellos 
por  quien  se  levantó  la  tempestad,  mas  aquel  que  estaba 

530  en  lo  más  bajo  durmiendo  y  roncando.  Van  a  él:  Levántate 
del  sueño.  ¿Y  cómo?  ¿Ahora  es  tiempo  de  dormir  estando 
para  hundirnos?  Llama  a  tu  Dios,  como  nosotros  hacemos, 
si  por  ventura  nos  remediará.  Levántase,  y  conoce  que  por 
su  pecado  se  había  levantado  la  tempestad,  y  confiésalo  así. 

535  y  pide  que,  en  penitencia,  lo  echen  en  la  mar,  para  que  el 
que  pecó  muera  y  no  se  ahoguen  los  otros  por  él;  y  con  el 
arrepentimiento  de  este  culpado  y  su  penitencia,  fué  él  libre 
en  el  vientre  de  la  ballena,  y  los  otros,  librados  de  muerte. 
Y  luego  vino  la  bonanza.  ¡Oh  hermanos,  y  cuántos  Jonás 

540  habrá  en  este  pueblo,  que  les  haya  mandado  Dios  algo  y  no 
lo  hayan  hecho;  que  hayan  quebrantado  su  mandamiento  y 
ha  levantado  Dios  tempestad  no  de  agua,  sino  de  seca;  y 
estamos  todos  afligidos,  y  por  ventura  aquel  por  quien  vie- 
ne, está  descuidado  y  durmiendo  en  su  pecado,  que  ni  lo 

545  Hora,  ni  lo  confiesa,  ni  hace  penitencia,  y  es  causa  que  azo- 
te Dios  a  los  otros!  ¿Qué  duermes,  hombre  pecador?  ¿Ago- 
ra es  tiempo  de  pecar,  de  no  hacer  penitencia?  Por  aquél 
viene  la  tempestad  que  huye  de  Dios,  y  se  está  durmiendo. 
Si  pecaste,  levántate  del  pecado;  llama  a  Dios  por  perdón; 

550  di  lo  que  dijo  David:  Yo,  Señor,  soy  el  que  pequé;  éstas, 
ovejas  son.  Muévate  a  compasión  ver  niños  inocentes  y  bue- 
nas personas  que  padecen.  ¿No  será  mejor  que  digas:  "Yo 
soy  el  que  pequé,  echadme  en  la  mar"? 

Temamos  todos  que  no  sea  cada  uno  aquel  por  quien 

555  Dios  azota.  Y  aunque  no  te  conozcas  estar  agora  en  pecado 
mortal,  quizá  lo  has  hecho,  y  no  está  bien  hecha  la  peni- 
tencia de  él;  y  come  San  Agustín  dice:  "Castiga  Dios  a  los 
malos  porque  pecaron,  y  a  'los  buenos  porque  no  los  corri- 
gieron".  ¿Quién  osará  decir:  No  he  hecho  porque  merezca 


528  liara  aba  ii  /  530  levántate]  levantaba  r  ||  531  ahora  ;  ||  533  re- 
medie T  '  934  sus  pecados  T  |  había  levantado  T  I  así  om.  T  ||  535  que 
en  mu.  7"  I  penitencia]  y  que  ciií</.  T  ¡  lo]  le  T  ||  536  que  oro.  T  |  y  ]  él 
/■  |  los  otros]  ellos  t  ||  537  fué  él  libre  om.  T  '  529  Y  om.  T  ]  la 
04».  T  I)  540  Dios  mandado  T  [|  542  han  T  |  Dios]  ellos  /  '  543  quien] 
cuyo  priado  /'  544  está]  esto  7  durmiendo]  está  .ní.í.  7  |  lo  om.  T  \\ 
546  Ahora  /  547  picar]  ahora  es  tiempo  add.  T  \\  549  i*>r]  pide  T  f|  551 
Muévate]  No  be  mueve  T  \  y  om.  T  \\  552  buenas]  y  santas  add.  T  \  pa- 
dezcan   por  ti  udd.    T   ||   553  la]    el  T 

554  Todos  temamos  T  lf|  555  ahora  T  ,'  556  bien  oro.  T  |  hecha]  bien  a 

Cf.  loa.  I,  }  Ss. 
S5i    Cf.  2  Reg.  24,  17. 

559   Cf.  San  Agl-stín,  Dc  dito.  Üci,  1.  i,  c.  y,  1  :  ML  21- 


1076 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


560  ser  castigado?  Convertamus  mas  nostras,  et  revertamur  ad 
Dominum.  Si  el  pecador  duerme,  despiértele  su  hermano, 
que  ya  lo  despertamos  desde  aquí  y  le  decimos:  Levántate 
y  ora  al  Señor.  Mas  si  esto  no  basta,  usen  los  mayores  de 
su  oficio,  y  examinen  qué  pecados  hay  y  quítenlos;  no  se 

565  echen  sobre  sí  pecados  ajenos,  y  no  les  diga  Dios:  Suspen- 
dite  coram  me  principes  populi.  Cada  uno,  como  pudiere, 
remedie  su  ánima  y  la  de  su  prójimo;  quitemos  pecados, 
que  así  como  Elias  oró  y  no  llovió,  porque  había  pecados, 
así,  cuando  hubo  matado  a  los  sacerdotes  de  ídolos,  oró  y 

570  llovió.  Entonces  es  la  oración  eficaz,  cuando  se  quitan  peca- 
dos. Demos  limosnas,  hagamos  buenas  obras,  ayudemos  a  la 
Virgen;  que  si  experimentamos  la  justicia  de  Dios  en  nos 
castigar,  experimentaremos  su  misericordia  en  ser  oídos  y 
consolados,  y  alcanzaremos  de  El  lo  que  más  nos  cumple 

575  para  la  eterna  salud,  aquí  con  gracia  y  después  con  gloria, 
ad  quam  nos  perducat.  Amen. 


09        Reinarás  sobre  todas  las  cosas  que  desea 

TU  ÁNIMA  * 

Asunción  de  María.  15  agosto 

<R.  A.  H.,  l&g.  11-10-2/19;  B.  N.  M.,  Ms.  6311,  ff.  211  r  -  236  r; 
&d.  1596,  II,  pp.  430-466.) 

Te  assumam,  et  regnabis  super  omnia  quae  deside- 
rat  anima  tua,  erisduc  rex  super  Israel  (3  Reg. 
ti,  [37])- 

Dios  da  a  Jeroboán  el    La  fuente  de  toda  lumbre  es  el  sol, 
5    reino  de  diez  tribus    y  de  la  mar  nacen  los  ríos;  y  el 
sumo  Bien  que  estas  cosas  crió  es 
autor  y  dador  de  todos  los  bienes;  y  sin  él,  ni  aun  el  más 
chico  se  puede  alcanzar.  El  da  el  cielo  y  la  gracia  para  me- 
recerlo; El  da  los  reinos  de  la  tierra  a  los  que  los  tienen, 
10   y  los  pasa  de  unos  en  otros,  según  su  santa  voluntad;  y  por 
no  conocer  esto  Nabucodonosor,  le  fué  quitado  su  reino  y 

add.  T  ||  560^561  Convertamus  -  Dominum]  om.  T  ||  562  que  ora.  T  |  lo] 
le  T  ||  567  remedie]  mire  por  T  |>|  569-570  asi  cuando  -  llovió]  quitemos 
nosotras  los  pecados  y  lloverá  el  Señor  T  ||  574  y  om.  T  |  de  El  om.  T  | 
más  om.  T  ||  575-576  aquí  con  -  perducat.  Amen]  om.  T 

A  =  R.  A.  H.,  N  =  B.  N.  M.,  T  =  Ed.  ||  4  todal  la  add.  NT  ||  10  en]  a 

561    Cf.  Thren.  3,  40. 

563    Cf.  Ion.  i,  6. 

566   Cf.  Num.  25,  4. 

570   Cf.  3  Reg.  18,  40-45. 

*  La  copia  de  la  R.  A.  H.  es  de  mano  de  Villarás  ;  lleva  la 
inscripción  :  «In  assumptione  Virginis  Mariae».  Otra  mano  añadió  : 
iírEstá  impreso».  Son  13  ff.  nutrís.  El  Ms.  de  la  Nacional  tiene  por 
fítulo  :  «De  assumptione  Virginis  M.  A.»  (f.  211  r). 


6g.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1077 


anduvo  siete  años  en  los  campos  como  bestia  salvaje,  hasta 
que  la  misericordia  de  Dios  lo  miró,  y  le  hizo  alzar  sus  ojos 
al  cielo,  dándole  conocimiento  de  que  el  Señor  es  rey  de  los 

15  reyes,  y  los  reparte  y  quita  según  su  voluntad.  El  castigo 
del  soberbio  e  ingrato  es  privarle  de  los  bienes  que  graciosa- 
mente Dios  le  había  dado.  Y  el  remedio  de  este  mal  es  hacer 
de  ello  penitencia  y  entender  que  del  cielo,  y  no  de  sí  mismo, 
le  vino  el  bien  que  tenía. 

20  Y  conforme  a  esta  sentencia,  dice  Dios  en  las  palabras 
del  tema  a  un  hombre  particular  y  común:  Yo  te  tomaré,  y 
reinarás  sobre  todas  las  cosas  que  desea  tu  ánima;  serás  rey 
de  Israel;  para  que  entendiese  que  el  reino  que  había  de  al- 
canzar ni  le  venía  por  su  industria  ni  por  su  fortaleza;  mas 

25  porque  el  supremo  Señor  de  los  reyes  y  reinos  quería  dividir 
el  reino  de  las  doce  tribus  de  Israel,  y  dejando  los  dos  a  los 
descendientes  del  rey  David,  les  quería  quitar  los  diez  y 
darlos  a  este  hombre  que  se  llamaba  Jeroboam,  para  que 
reinase  sobre  ellos;  en  castigo  de  los  pecados  que  hizo  el 

30  rey  Salomón,  agradeciendo  tan  mal  los  bienes  que  Dios  le 
había  hecho,  y  viniendo  a  tan  gran  ceguedad  que,  habién- 
dole dado  Dios  muy  abundante  sabiduría  y  héchole  merced 
de  que  edificase  templo  para  el  verdadero  Dios  y  Señor,  fué 
maleado  su  corazón  con  el  demasiado  amor  de  mujeres;  y  por 

35  darles  contentamiento  puso  ídolos  en  el  mismo  templo  que 
había  edificado  al  Señor,  y  les  hincó  las  rodillas,  y  misera- 
blemente los  adoró.  Y  si  no  fuera  por  amor  de  su  padre 
David,  cuyos  servicios  el  Señor  tuvo  presentes,  perdiera  el 
reino  todo  por  entero  Salomón  con  todos  sus  descendientes; 

40  mas  no  lo  hizo  ansí  Dios,  por  cumplir  lo  que  primero  había 
dicho:  Yo  soy  Dios,  que  hago  misericordia  a  los  que  me 
aman  y  a  mil  generaciones  de  los  que  de  ellos  descienden. 
De  manera  que,  por  misericordia,  le  dejó  dos  tribus;  y,  por 
cumplir  con  su  justicia,  le  quitó  los  diez  y  los  dió  a  Jero- 

45  boán,  diciéndole  por  boca  del  profeta  Ahías  las  palabras  del 
tema  ya  declaradas;  y  amonestándole  que  si  guardase  los 
mandamientos  de  Dios,  a  semejanza  del  rey  David,  que  sería 
con  él,  y  le  haría, mercedes  como  hizo  a  David. 

Mas  ¡oh  humana  miseria,  oh  flaqueza  de  los  hijos  de 

NT  |!  12  en  los]  por  ¡V  [|  13  le]  1o  7'  \\  15  su]  santa  add.  X  \{  16  privalle  T  || 
16-17  Dios  graciosamente  T 

20  sentencia]  misericordia  T  ||  22  ánima]  y  add.  NT  ||  26  dejando  T  ||  27 
decendientes  N  ||  28  Hieroboán  N  |  porque  T  ||  29  ellas  T  ||  35  mesmo  T  || 
39  todo  por  om.  T  \  decendientes  T  |]  42  decienden  T  ||  43  misericordia]  la 
misericordia  N.  amor  de  él  T  ||  45  Hieroboán  NT  |  por  boca  del]  el  T  | 
Ahías  om.  T  ||  45-46  del  tema]  dichas  arriba  T  ||  47  que]  El  add.  T 

49  oh2]  y  T  ||  50  de.,  om.  T  ||  51  puesto  T  |  lugar  alto  y  add.  T  |  prospt- 


15   Of.  Dan.  4,  29. 


39  3  Reg.  11,  12. 
42   Of.  Ps.  104,  8. 


.2.  34- 


1078 


SÉRMONES.   CICLO  SANTORAL 


50  Adán!,  que  como  gente  de  poco  seso  y  de  cabeza  desvane- 
cida, viéndose  puestos  en  lugares  altos  de  prosperidades  y 
reinos,  pierden  ese  poco  de  seso  que  tenían,  embriagados  con 
el  falso  vino  del  mandar,  de  las  riquezas  y  placeres;  y  como 
su  virtud  fué  puesta  en  peligros  y  pruebas,  desfalleció;  como 

55  una  chiquita  candela,  que,  estando  guardada  en  casa,  da 
lumbre;  y  sacada  y  puesta  a  los  vientos,  se  apaga.  Cosa  más 
usada  ha  sido  en  el  mundo,  así  entre  étnicos  como  entre 
cristianos,  los  lugares  altos  hacer  muchas  veces  a  los  buenos 
malos;  ninguna  o  pocas,  de  los  malos  buenos.  Lugar  es  de 

60  ejercitar  la  virtud  primero  alcanzada,  y  que  sea  perfecta, 
para  que,  entre  las  muchas  ocasiones  que  hay  de  perderla, 
no  se  pierda.  Porque  querer  alcanzar  de  nuevo  la  virtud 
entre  ocasiones,  que  aun  la  alcanzada  se  pierde,  no  es  cosa 
de  hombres  prudentes  pensar  de  salir  con  ello. 

65  Testigos  son  de  esto  el  rey  Saúl  y  el  rey  Salomón.  Fueron 
escogidos  por  Dios  por  la  virtud  que  en  ellos  había  cuando 
eran  personas  particulares,  y  fueron  reprobados  de  Dios  por 
los  pecados  que  hicieron  con  las  ocasiones  que  la  dignidad 
real  tiene  anejas.  Y  entre  ellos  se  puede  contar  este  Jiero- 

70  boán  de  quien  estamos  hablando,  del  cual  la  Escritura  no 
cuenta  culpa  alguna  antes  que  fuese  elegido  de  Dios,  y  debe- 
mos presumir  que  tenía  virtudes,  pues  Dios  lo  eligió;  y  fué 
tan  malo  después  que  reinó,  que  hizo  idolatrar  a  todo  su 
reino  y  les  puso  ídolos  a  los  cuales  fuesen  para  que  olvida- 

75  sen  el  templo  de  Dios,  al  cual  solían  ir,  y  no  adorasen  al  ver- 
dadero Dios,  al  cual  solían  adorar;  y  como  lo  pensó,  ansí 
sucedió.  Porque  la  idolatría  duró  en  Israel  hasta  que  el  rey 
Salmanasar  los  llevó  captivos. 

¿Quién  que  un  poco  de  seso  tenga,  y  que  del  todo  no 

80  esté  engañado  con  la  exterior  sobrefaz  de  los  señoríos  y 
reinos,  no  temerá  de  poseerlos,  viendo  que  los  que  Dios  es- 
cogió por  ser  buenos,  pararon  en  mal  por  no  usar  bien  de 
la  dignidad  y  alteza  que  para  su  salvación  Dios  les  había 
dado?  Hombres  ha  habido  étnicos,  ansí  como  Rómulo  y  Dio- 

85  cleciano,  siendo  infieles,  que  el  primero,  siendo  convidado 
que  reinase  sobre  Roma,  lo  desechó  cuanto  pudo;  y  Diocle- 
ciano,  siendo  emperador  de  ella,  dejó  el  imperio  y  eligió  vida 
baja  de  hombre  particular;  y  por  mucho  que  le  rogaron, 
nunca  se  pudo  acabar  con  él  que  tornase  a  tomar  el  imperio 

90   dejado,  ni  dejase  su  huerto  y  vida  pobre  que  había  tomado. 

rielad  T  |l  51-52  y  reinos  om.  T  ||  52  ese]  el  r  |  de  om.  T  ||  57  ansí  W-i  !| 
59  malos,]  o  add.  ÑT  |¡  tugar  es]  en  lugar  T  :   62  de  nuevo  alcanwtt  ! 

65  Salomón]  que  add.  NT  |j  70  Hieroboán  N .  Jeroboá'n  T  |  estamos]  va- 
mos T  !  Escritura  T  II  71  fué  N  ||  77  sucedió]  lo  hizo  T  \\  78  cautivéis  T 

79  Quien]  hoy  aild.  T  I  tensa  un  poco  de  seso  T  ||  81  reinos]  quien 
odd.  T  ||  87  vida  om.  T  ||  90  huerto]  suerte  T 

77    Gf.  3  Reg.  12,  29-30. 


107í> 


Mas  ¿qué  hemos  menester  traer  a  cristianos  ejemplos  de 
hombres  que  no  lo  fueron,  pues  Jesucristo  nuestro  Señor, 
cuyas  palabras  mandó  el  Eterno  Padre  que  oyésemos,  y  cuya 
vida  mandó  que  imitásemos,  se  ofreció  a  la  cruz  de  su  vo- 
9-r>  Juntad  propria,  y  huyó  de  ser  rey,  siendo  buscado  de  la  gente 
para  que  reinase  sobre  ellos?  Bien  seguro  estaba  el  Señor, 
pues  es  impecable,  de  no  usar  mal  de  aquel  reino  pequeño, 
aunque  lo  tomara,  pues  administra  bien  el  reino  del  cielo,  y 
de  la  tierra,  y  debajo  de  la  tierra,  de  todo  lo  cual  es  Señor; 

100  mas  huyó  del  reino  el  que  con  seguridad  lo  podía  tener,  para 
dar  a  entender  que  ninguno  de  sus  cristianos  sea  tan  atre- 
vido que  deje  de  temer  que  puede  errar  y  pecar  por  su  mucha 
flaqueza,  viéndose  en  lugar  tan  pleno  de  peligros,  que,  para 
que  los  creyésemos  y  temiésemos,  el  Señor  huyó  de  él. 

105  Esta  sabiduría  contraria  es  a  la  del  mundo  engañado,  que 
piensa  que  los  mayores  peligros  son  siguridad;  y  si  tiene 
una  dignidad  y  señorío,  procura  otro,  y  otro  si  puede;  y 
embriagado  con  la  falsa  y  momentánea  dulcedumbre  de  lo 
visible,  ni  advierte  ni  se  le  da  nada  por  los  peligros  y  caídas 

no  del  ánima;  ni  teme  la  estrechísima  cuenta  que  se  ha  de  tomar 
a  los  que  tienen  mandos,  según  Dios  lo  ha  testificado  y  avi- 
sado diciendo:  Juicio  durísimo  será  hecho  en  los  que  presi- 
den. Entonces,  aunque  tarde,  y  con  grave  dolor  y  sin  fructo, 
conocerán  lo  que  aquí  no  quisieron,  y  sabrán  que  los  montes 

115  más  altos  son  combatidos  con  mayores  vientos,  y  son  más 
heridos  con  rayos  del  cielo,  que  los  lugares  más  bajos;  y  que 
el  lugar  más  alto,  como  San  Gregorio  dice,  es  tempestad  del 
ánima,  y  que  se  debe  de  huir  en  cuanto  fuere  posible.  E  ya 
que  se  haya  de  poseer,  ha  de  ser  con  dolor  y  con  gran  temor 

120  y  solícito  cuidado,  para  evitar  los  muchos  peligros,  que  con 
dificultad  perdonan  aun  a  los  avisados  y  gravemente  derri- 
ban a  los  descuidados  y  negligentes;  como  acaeció  al  mise- 
rable Jiroboán  por  no  estar  tan  fundado  en  la  virtud  como 
era  razón  ni  tener  aquella  verdadera  estima  de  lo  qfte  es 

125  precioso  y  de  lo  que  es  vil,  para  estimar  y  desear  lo  uno  y 
tener  en  poco  lo  otro.  Que  por  ventura,  si  él  no  estimara  en 
mucho  la  alteza  del  reinar,  con  lo  que  a  ello  es  anejo,  reca- 

91  Mas]  para  add.  T  ¡  habernos  T  |  a  cristianos  om.  T  ||  92  lo  om.  T  | 
fueron]  cristianos  cdd.  T  ||  93-94  y  cuya  -  imitásemos]  om.  T  ||  96  propia  r  || 
96  sobré  ellos  om.  T  ||  98  bien]  Dios  T  \,  ICO  siguridad  ¡V  ||  102  pueda  T  | 
mucha]  mala  \  ||  104  los]  le  T 

106  que]  en  add  J  |  son]  hay  T  |  seguridad  T  ||  109  los  om.  T  ||  110 
del  ánima  om.  T  ||  113  fruto  NT  ||  116  rayo  7'  ||  118  E]  Y  T  |¡  121  perdo- 
nan om.  .Y  f|  121-122  derriba  .V  ||  123  llieroboán  .V,  Jeroboán  T  P  126  no 
om.  .V  p  128  ansí  \   |j  132  de  cosas  om.  T 


93  Cf.  Mt.  7)  23. 

96  lo.  6,  15. 

113  G£.  Sap.  6,  5. 

118  cf.  San  Gregorio  Magno,  /•:/>.  122  :  MI.  77,  1054. 


1080 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


tárase  de  ello,  y  aunque  lo  poseyera,  tuviéralo  en  poco;  y  así 
no  viniera  a  perder  por  ello  la  fe  y  obediencia  de  Dios.  Lo 
130  cual  se  saca  de  las  palabras  del  tema,  que  Dios  le  mandó 
decir:  Reinarás  sobre  todas  las  cosas  que  desea  tu  ánima; 
que  quiere  decir:  deseos  de  cosas  visibles,  conformes  a  esta 
vida  animal  y  sensitiva  que  vivimos. 

Elección  para  bienes  tem-    Porque  si  fueran  deseos  del 


viera  arraigadas  en  su  corazón,  aunque  reinara  en  lo  que  de- 
seaba, no  por  eso  se  perdiera,  mas  antes  se  mejorara.  Pues 
cuanto  mayor  abundancia  de  cosas  buenas,  la  cual  es  signifi- 
co cada  por  el  reinar,  tanto  a  un  hombre  la  va  mijor,  y  el  cum- 
plimiento de  sus  deseos  es  mayor  gracia  y  siguridad.  Y  éstos 
son  los  que  a  boca  llena  son  llamados  bienaventurados  por  el 
profeta  David  cuando  dice:  Bienaventurado  el  que  elegiste  y 
tomaste,  porque  morará  en  tus  palacios.  Y  agradeciendo  a 
145  Dios  en  persona  de  todos  ellos  esta  grande  merced  de  to- 
marlos Dios  para  sí,  cuidándolos  y  amparándolos,  guiándo- 
los  y  haciendo  que  todas  las  cosas  se  les  tornen  en  bien  y 
en  medios  convenientes  para  reinar  en  el  cielo,  dijo:  La 
misericordia  y  verdad  irán  delante  de  tu  faz.  ¡Bienaventu- 
150  rado  el  pueblo  que  sabe  la  interior  alegría!  Señor,  en  la 
lumbre  de  tu  rostro  andarán,  y  en  tu  nombre  se  regocijarán 
todo  el  día,  y  en  tu  justicia  serán  ensalzados,  porque  la 
virtud  de  ellos  tú  eres,  y  en  tu  buen  contentamiento  será 
nuestra  flaqueza  ensalzada;  porque  nuestro  amparo  del  Se- 
155  ñor  es,  y  el  santo  de  Israel  nuestro  rey.  ¿Qué  comparación 
puede  haber  entre  los  tomados  de  Dios  para  bienes  tempora- 
les, aunque  sean  reinos  e  imperios,  pues  lo  más  alto  de  ellos 
es  una  pura  bajeza  en  comparación  de  los  grandes  bienes, 
para  los  cuales  Dios  toma  a  los  buenos  cristianos,  con  los 
160  cuales  ab  aeterno  usó  Dios  de  misericordia,  ordenándolos 
para  la  gloria  del  cielo?  Y  lo  que  misericordiosamente  pro- 
puso de  dar  antes  de  los  tiempos,  con  mucha  verdad  lo  cum- 
plió en  su  tiempo,  criándolos,  llamándolos,  justificándolos  y 
engrandeciéndolos.  Y  aunque  no  gocen  de  los  temporales  pa- 
165  satiempos  y  corporales  deleites,  que  son  verdadera  ponzo- 
ña, saben  por  experiencia  la  interior  alegría  que  harta  el 

135  Santo  r  ¡¡  136  sólidas]  subidas  N  |  tuvieran  .V,  estuvieran  T  ||  138-140 
la  cual  -  reinar]  ejercitarse  T  ||  140  le  va]  irá  T  |  mejor  NT  ||  141  seguri- 
dad NT  ||  145  gran  T  |¡  146  cuidándolos,  amparándolos]  cuidando  de  ellos 
T  ||  147  le  T  ||  149  de  om.  T  ||  153  en  tu  buen]  viven  en  tu  JV  ||  154  flaque- 
za] fortaleza  A  ||  166  tomados]  elegidos  T  ||  157  ello  N  ||  159  toma]  esco- 
gió T  ||  164  Y]  E  N  |  gozan  T  ||  168  y  om.  T  |  viva]  buena  T 


135 


perales  y  espirituales 


Espíritu,  santos,  espiritua- 
les y  de  cosas  sólidas  que  tu- 


131  s  Reg.  11 
144   Ps.  04,  5. 


6g.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1081 


corazón,  que  nace  de  Dios,  y  de  la  guarda  de  sus  santos 
mandamientos,  y  de  la  viva  esperanza  de  ir  a  reinar  con  él. 
Estos  parecen  de  fuera  tristes  y  trabajados,  y  andan  de 

170  dentro  siempre  gozosos.  Mas  los  mundanos,  muy  al  revés, 
que  de  fuera  parecen  gozosos,  ricos  y  descansados,  y  traen 
su  corazón  despedazado  con  cuidados,  atormentado  con 
afecciones,  sediento  por  tener  más  y  carcomidos  de  tristeza, 
y  faltándoles  tanto  lo  que  tienen  como  lo  que  no  tienen.  Rí- 

175  gense  éstos  por  su  propia  prudencia,  tienen  su  confianza  en 
su  brazo,  no  los  toma  el  Señor,  y  ellos  se  meten;  así  todo 
se  le  torna  en  mal,  pues  la  planta  que  el  celestial  Padre  no 
■plantó,  quieran  o  no  quieran,  ha  de  ser  arrancada.  Mas  de 
estotros  dice  David  que  andan  sus  caminos  y  ordenan  su 

180  vida  en  la  lumbre  del  Señor.  Y  aunque,  mirando  a  sí  mis- 
mos, hayan  por  qué  llorar,  mirando  a  la  bondad  divinal, 
en  la  cual  confían  que  son  amados,  y  que,  si  ellos  desean  a 
Dios,  son  ellos  deseados  de  Dios,  destierran  de  sí  toda  des- 
confianza y  aflición  de  vana  tristeza,  y  no  sólo  se  gozan, 

185  mas  se  regocijan  todo  el  día,  que  quiere  decir  en  todo  lo 
que  les  acaece,  y  esto  no  en  su  nombre,  mas  en  el  de  Dios; 
entendiendo  que  no  de  ellos,  sino  de  la  grande  misericordia 
de  El,  les  vienen  estas  mercedes,  y  que  el  ser  ensalzados  de 
ser  hijos  de  hombres  a  ser  hijos  de  Dios,  esperando  la  he- 

190  rencia  del  cielo  y  viviendo  de  manera  que  la  merezcan,  les 
viene  toda  esta  alteza  por  ser  participantes  de  los  mereci- 
mientos de  Jesucristo  nuestro  Señor,  que  es  verdadera  justi- 
cia y  causador  de  ella  en  todos  los  que  son  justos,  los  cua- 
les confiesan  que  la  gloria  de  todo  lo  bueno  que  tienen  es  de 

195  Dios,  y  que  no  en  los  proprios  merecimientos,  mas  en  el  buen 
contentamiento  de  Dios,  la  fuerza  y  fortaleza  de  ellos  será 
ensalzada  a  que  puedan  vencer  al  pecado,  y  al  demonio,  y 
al  mundo,  y  que  pasen  por  el  trance  de  la  muerte  y  no  que- 
den muertos,  mas  le  sirva  de  puente  para  pasar  a  la  inmor- 

200  talidad.  Dan  a  Dios  gloria  de  todo  aquesto  y  sonle  agrade- 
cidos a  estas  mercedes,  conociendo  que  la  raíz  de  todas  ellas 
es  haberlos  tomado  para  sí  la  bondad  del  inmenso  Dios  y  rey 
nuestro. 

169  y,]  de  dentro  T  |  anda  N  ||  170  dentro]  fuera  .V  ||  173  aflicciones  T  | 
carcomido  T  |¡  175  propria  ¡V  ||  176  y  ellos  se  meten]  para  sí  y  T  |  así]  y 
ansí  jV  ||  177  le]  les  NT  |  que]  es  add.  N  ||  177-178  no  plantó  om.  N  ||  179 
estotros]  esto  N  1 1  180.  a]  en  JV  |  180-181  mesmos  T  \\  184  aflicción  NT  ||  187 
eran  NT  ||  188  les]  le  A  ||  194  de,  om.  N  |l  195  propios  NT  ||  197  pueden  ¡V 


I78  Mt.  15,  I3. 

180  Cf.  Ps.  118,  1  ;  88,  16. 

186  Ps.  88,  17. 
¿o-,    Cf.  P*.  88,  18-19. 


1082 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Es  elegida  la  Virgen  No  se  espante  nadie  del  largo  pre- 
205  para  el  reino  del  cielo  ámibulo  que  hemos  hecho  antes  de 
entrar  en  las  alabanzas  de  la  sa- 
cratísima Virgen  María  Madre  de  Dios,  pues  para  cosa  tan 
alta  cualquiera  escalera  y  númtero  de  escalones  son  bajos  y 
pocos. 

210  ¿Quién  podrá  contar  el  inefable  amor  con  que  Dios  dice 
a  la  Virgen:  Yo  te  tomaré?  ¿Y  quién  podrá  contar  la  gran- 
deza del  reino  para  el  cual  hoy  la  toma?  Y  tampoco  sabre- 
mos decir  la  pureza,  excelencia  y  grandeza  de  las  cosas  que 
deseaba  el  ánima  de  esta  sacratísima  Virgen.  Ella  dice  que 

2'15  desde  áb  initio  et  ante  saecula  fué  criada;  porque,  aunque 
en  el  ser  real  fué  en  tiempo  criada,  mas  en  la  mente  divina 
ante  todo  tiempo  lo  fué.  Y  aunque  también  lo  fué  todo  lo 
demás  que  Dios  crió  en  tiempo,  mas  esta  Señora  fué  ante- 
puesta a  todas  en  ser  más  amada  y  elegida  para  mayor 

220  dignidad  y  para  mayores  bienes;  y  por  eso  se  llama  la  pri- 
mera engendrada  ante  toda  criatura,  porque  en  los  ojos  y 
corazón  de  Dios  es  la  más  doctada  de  gracias  que  todo  el 
restante  de  lo  criado.  Y  de  aquel  inefable  fuego  de  amor 
con  que  la  Virgen  fué  amada,  resultó  el  ser  criada  y  reser- 

225  vada  de  todo  pecado  y  vivir  tal  vida  que  con  la  gracia  del 
Señor  mereció  subir  hoy  al  cielo  a  reinar  con  mayor  exce- 
lencia que  ningún  hombre  ni  ángel,  según  lo  canta  la  santa 
Iglesia,  diciendo:  Ensalzada  es  la  santa  Madre  de  Dios  so- 
bre todos  los  coros  de  los  ángeles  a  los  celestiales  reinos. 

230  Lejos  está  de  nosotros  saber  hablar  de  cosa  tan  alta. 
Los  ángeles  y  santos  que  fueron  presentes  a  la  solene  fiesta 
de  hoy,  en  que  fué  puesta  sobre  la  cabeza  de  la  Virgen  sa- 
grada la  riquísima  corona  de  Reina  de  todo  lo  que  hay  en 
el  cielo  y  en  la  tierra,  éstos  sabrán  decir  algo;  y  Dios,  que 

235  la  gualardonó  y  honró,  lo  sabrá  decir  todo.  Mas  nosotros,  en 
este  destierro,  con  nuestra  corta  vista,  muy  poco  podemos 
ver;  y  aun  de  lo  que  entendiéremos,  menos  podemos  decir. 

Deseos  de  la  Virgen    Y  no  es  maravilla  que  de  cosa  tan 
viviendo  en  esta       distante,  como  es  lo  que  pasa  en  el 
240  tierra  cielo,  no  sepamos  hablar,  pues  aun 

de  los  deseos  que  tenía,  aun  vivien- 
do en  esta  tierra,  el  ánima  de  la  Virgen,  no  sabremos  dar 
cuenta.  ¡Oh  qué  va  de  los  deseos  del  ánima  de  Jieroboán  a 

206  habernos  T 

213  pureza]  y  aid.  T  [|  216  enj  oí  add.  \'T  |¡  217  unte]  en  T  \\  222  dota- 
da r  |  el]  lo  T  H  226  a]  y  r  ||  227  ningún  hombre]  ninguna  pura  ..-natura  T 

231  soUmno  NT  l|  234  éstos  om.  T  !  sabrían  7  ||  235  galardonó  T  [\  237 
podemos  r 

238  de  om.  N  \\  239  1<>1  la  N  II  243  Hieroboán  V.  Jeroboán  T  ||  244  deseos 

2is   Eccjí.  24,  14-  Bccli.  ^.¡,  «. 

229    Ürcv.  Rom.,  In  Assumpt.  B.  M.  V.,  ant.  i  I  Noel,  ad  Mal. 


1083 


los  deseos  del  ánima  de  la  sacratísima  Virgen  nuestra  Se- 

245  fiora!  ¡Gran  diferencia  entre  el  corazón  de  los  hijos  de  Adán, 
que  se  quedan  en  su  propria  miseria,  al  corazón  purísimo 
de  aquesta  Señora,  al  cual  no  tocó  el  pecado  de  Adán,  y  fué 
tan  tomado  de  la  gracia  del  Espíritu  Santo,  que  más  se 
puede  llamar  divino  que  humano!  Gran  negocio  es  conocer 

250  el  corazón  del  hombre,  el  cual,  según  Dios  da  testimonio,  es 
malo,  torcido  y  lleno  de  tantos  senos  y  revueltas,  que  el 
mismo  hombre  no  las  puede  enteramente  conocer,  y  sólo  aquel 
que  lo  crió  lo  conoce. 

En  el  profeta  Ezequiel  leemos  que  le  mandó  Dios  que, 

255  en  visión,  entrase  en  él  templo  y  viese  las  maldades  e  idola- 
trías que  allí  se  cometían;  y  vistas  aquéllas,  le  mandaba 
entrar  más  adentro  y  vía  otras  mayores;  y  a  cabo  de  muchas 
muy  abominables,  mandóle  cavar  en  una  pared,  y  por  allí 
vió  estar  cierto  número  de  gente  vueltas  las  espaldas  al  tem- 

260  pío  y  las  faces  a  los  ídolos,  adorándoles  y  ofreciéndoles  in- 
cienso; y  aquella  maldad  es  allí  notada  por  la  mayor  de  todas 
las  otras.  Y  en  ella  se  nos  declara  la  grande  maldad  de  nues- 
tro corazón  y  la  raíz  de  todos  los  males  que  de  fuera  pro- 
ceden, porque,  según  dice  el  Señor,  del  corazón  nacen  las 

265  fornicaciones  y  los  hurtos  y  pensamientos  malos,  etc.  Hace 
uno  una  mala  obra  que  sale  a  lo  de  fuera;  aquello  es  hacer 
maldad  en  el  atrio  exterior,  que  vió  Ezequiel.  Mas,  entrando 
más  adentro  y  mirando  de  qué  raíz  procedió  esta  mala  obra, 
hallaremos  un  vicio  de  fornicación  interior,  o  de  malqueren- 

270  cia  u  otro  semejable,  el  cual  hizo  salir  afuera  la  mala  obra 
conforme  a  esta  mala  raíz.  Y  si  cavamos  más  en  la  pared 
de  nuestro  corazón,  hallaremos  que  esta  fornicación  o  mal- 
querencia interior  tiene  por  causa  el  amor  proprio,  el  cual 
vuelve  las  espaldas  a  Dios  y  la  faz  a  las  cosas  temporales, 

275    amándolas  para  sí  mismo  más  que  al  mismo  Dios. 

Mala  cosa  es  el  deleitarse  un  hombre  en  la  obra  mala, 
mas  muy  peor  es  volver  a  Dios  las  espaldas  y  decirle:  ¡No 
os  quiero!  Y  así  con  justa  justicia,  en  el  lugar  donde  es  cas- 
tigado el  pecado,  que  es  el  infierno,  dase  al  hombre  pena  de 
280  sentido  porque  se  deleitó  en  las  criaturas;  y  dásele  pena  de 


om.  N  |]  245  diferencia]  hay  add.  T  ||  246  propia  T  ||  247  esta  T  ||  251 
malo]  tan   7    |  lleno  Orñ.   T  \\  252  mesmó  T 

254  que  om.  r  ||  255  en  ]  su  «.(,(.  T  |  visión]  que  add.  T  )\  256  allí 
om.  7  ;  257  a]  al  T  |  muchas]  y  add.  7  \\  259  vulo  V  |  «entes  .V  ||  '¿60 
adorándolos  NT  [|  261  encienso  T  |i  262  uran  7'  ||  263  y  la  raíz -del  corazón] 
del  cual  T  ||  265  etc.  om.  NT  \\  267  atrio]  acto  T  \\  270  u]  o  Y.  en  T  1 
273  propio  T  \\  275  mesmo'  T 

278  ansí  N  \\  279  se  da  T  ||  284  deseando]  <>  <i<fcí.  N  1  285  y  ]  o  T  ||  286 
Hierohoán  V,  Jeroboán  T 


2.5}  Cf.  k-r.  i;,  q-w, 
260    Cf.  Y.?..  S,  ;,. 


26s    Cf.  Mi.  is,  iQ- 

27S     Cf.  Tol)  21,  I.]. 


1084 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


daño,  que  pierda  a  Dios  para  siempre,  porque,  viviendo  en 
esta  vida,  volvió  las  espaldas  a  Dios,  despreciando  el  bien 
infinito.  Estas  son  las  obras,  éstos  los  deseos,  esto  lo  que 
pasa  en  el  ánima  del  pecador  deseando  cosas  malas  o  vanas; 

285  y  reinar  en  lo  malo,  verdadera  malaventuranza  es;  y  en  lo 
vano,  verdadero  peligro;  y  tal  lo  fué  para  Jieroboán,  pues 
por  reinar  en  aquello  vino  a  ser  esclavo  del  pecado  y  del 
demonio  y  causa  que  innumerable  gente  ofendiese  a  Dios  y 
fuese  al  infierno. 

290  ¡Oh  Virgen  para  siempre  bendita!  ¡Cuán  siguro  estará 
quien  vuestra  santa  ánima  viere,  de  ver  en  ella  deseo  de 
cosa  mala,  deseo  de  cosa  vana,  ni  en  toda  vuestra  vida  cosa 
que  tenga  rastro  ni  olor  de  cosa  de  aquéstas!  Había  muy 
bien  leído  esta  prudentísima  Virgen  que  su  padre  David  ha- 

295  bía  deseado  en  un  tiempo  beber  un  jarro  de  agua  de  un  aljibe 
que  estaba  a  la  puerta  de  Betlén;  y  dando  cuenta  de  ello  a 
sus  caballeros,  fueron  tres  de  ellos  con  gran  peligro  de  la 
vida,  pasando  por  el  ejército  de  los  filisteos,  para  poder 
coger  el  agua  y  trujéronsela  a  su  rey  para  que  la  bebiese 

300  como  deseaba;  mas  él  no  la  quiso  beber,  mas  derramóla  en 
la  tierra,  ofreciéndola  a  Dios;  porque  le  pareció  que  no  era 
razón  de  beber  agua  de  tanto  peligro,  pues  se  habían  puesto 
en  aventura  de  perder  la  vida  por  la  traer.  Este  recatamiento 
había  aprendido  la  Virgen  de  la  Escriptura  divina;  mas  muy 

305  mejor  se  lo  había  enseñado  el  Espíritu  Santo,  dándole  a  en- 
tender que,  aunque  las  cosas  y  reinos  temporales  de  sí  no 
sean  malos,  mas  que  la  posesión  y  uso  de  ellos  es  lleno  de 
mucho  peligro,  y  que  a  muchos  ha  costado  la  vida  del  ánima; 
y  que  quien  bien  la  quiere  guardar,  se  debe  apartar  aun  de  lo 

310  lícito,  si  es  peligroso,  por  no  caer  en  lo  ilícito,  que  es  dañoso 
y  mortífero.  Y  de  poseer  a  amar  hay  muy  poca  distancia; 
lo  uno,  porque  somos  inclinados  a  estas  cosas  visibles,  y  lo 
otro,  porque  con  la  presencia  y  uso  se  entran  poco  a  poco 
en  el  corazón;  y  cuanto  ellas  ocupan,  tanto  pierde  Dios  de 

315  lugar. 

Y  conforme  a  esta  doctrina  se  gobernó  la  sacratísima 
Virgen,  de  manera  que  huyó  de  toda  pompa  de  riquezas, 
prosperidades,  y  de  todo  lo  que  las  ánimas  de  los  mundanos 
desean,  temiendo  no  le  fuesen  aquestas  cosas  algún  impe- 
320  dimento  para  que  el  fuego  de  su  ánima,  que  en  el  altar  de 
su  corazón  ardía  en  honra  de  Dios,  no  se  le  apagase  o  enti- 

290  seguro  7'  ||  291  viere  vuestra  sacratísima  ánima  7"  ||  294  su  padre] 
el  rey  T  ||  296  Belén  NT  ||  297  tres  de  om.  T  ||  299  trnjéronsela  T  ||  300 
la  om.  7'  ||  304  Escritura  T  |  muy  más  N  ||  307  malas  T  ||  30©  que  om.  N  || 
314  pierde]  pierden  a  T  ||  314-315  de  lugar]  y  su  presencia  T 

316  dotrina  T  \\  317  riquezas]  y  add.  T.\\  319  aquellas  .V  ||  321  apagase 


296    Of.  2  Reg.  23,  15. 


6g.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


biase  o  le  estorbase,  por  muy  poco  que  fuese,  de  darse  toda, 
y  con  todas  sus  fuerzas,  al  que  más  que  a  sí  amaba.  Y  así 
sus  obras  fueron  santas  para  glorificar  al  que  la  crió;  y  éstas 

325  salían  de  excelentísimas  virtudes  que  en  su  ánima  tenía,  en 
comparación  de  las  cuales,  las  obras,  aunque  buenas,  eran 
pequeñas;  y  quien  cavare  más  en  el  corazón  de  la  Virgen, 
hallará  en  lo  más  dentro  de  él  una  mar  abundantísima  de 
gracia  y  amor,  de  la  cual  salían  las  virtudes  así  como  ríos. 

330  y  no  viera  allí  espaldas  vueltas  a  Dios  y  ojos  al  mundo,  mas 
totalmente  muerto  el  amor  del  mundo  y  todo  él  despreciado 
y  estimado  por  nada  en  los  ojos  de  la  Virgen,  y  sólo  el  Bien 
sumo  mirado,  estimado,  amado  y  preciado  de  ella  sobre  todas 
las  cosas,  diciendo  con  mucha  verdad:  Mi  ánima  engrandece 

335  al  Señor,  tan  engrandecido,  que  todas  las  cosas  tiene  por 
nada  en  comparación  de  El.  Y  que  después  que  lo  ha  engran- 
decido con  todas  sus  fuerzas,  y  fuerzas  dadas  por  el  Espíritu 
Santo,  cree  de  El  que,  en  comparación  de  lo  que  merece  ser 
alabado,  preciado  y  amado,  es  nada  o  poco  lo  que  ella  le 

340  sirve  y  le  engrandece. 

¡Oh  purísimo  corazón!  ¡Oh  amor,  verdaderamente  amor, 
que  haces  olvidar  el  interés  y  provecho  de  aquesta  sacratí- 
sima Virgen,  y  que  aun  ni  a  sí  misma  no  vuelva  los  ojos, 
por  no  apartarlos  un  solo  momento  de  la  hermosura  divinal, 

345  y  que,  por  amarle  a  El  puramente,  no  ame  ella  a  nadie,  ni 
aun  a  sí  misma,  sino  a  Dios  en  todas  las  cosas,  o  a  toda» 
y  a  sí  misma  por  amor  de  El,  que  todo  es  uno. 

Deseaba  reverenciar,  Este  era  su  ejercicio;  mirar  y 
servir  y  amar  a  Dios    amar  al  Señor,  Dios  suyo,  y  de- 

350  cirle,  con  mayor  verdad  que  nadie 

le  dijo,  lo  que  está  escripto:  ¡A  ti  dijo  mi  corazón:  Mi  faz 
te  ha  buscado;  tu  faz,  Señor,  buscaré!  De  corazón,  y  no  de 
sola  lengua,  dice  la  Virgen  a  su  Criador:  ¡Mi  faz  te  ha  bus- 
cado! ¡Oh  prudentísima  Virgen,  que  todo  el  cuidado  que  las 

355  vanas  mujeres  ponen  en  ataviar  la  faz  corporal  con  colores 
y  diversas  unciones  para  parecer  bien  y  ser  vistas  de  unos 
hombres,  que  los  ojos  que  miran  y  las  faces  miradas  estarán 
presto  en  la  sepultura,  llenos  de  mal  olor  y  de  fealdad,  la 


o  om.  T  ||  322  le  om.  .V  ||  323  ansí  N  \\  327  cavara  A  ||  328  una]  un  T  | 
abundantísimo  T  ||  329  de  la]  del  T  \\  330  Y  no  viera]  Y  no  viere  N,  om.  T  \ 
allí]  no  había  add.  T  ||  331  del]  al  T  |  despreciado]  desaparecido  ^4  ||  332 
por]  en  T'  II  339  alabado]  y  add.  T 

341  verdaderamente]  verdaderísimo  ¿V  ||  342  interés  T  I1  343  ni  aun  .V  I 
mesma  7'  |  no  om.  NT  ||  344  diyina  T  ||  345  puramente]  primeramente  T  || 
346  mesma  T  |  o  a  todas  om.  T  ||  347  mesma  T  |  que  todo  es  uno  om.  T 

351  le]  lo  T  ]  escrito  T  H  355  corporal  om.  T  \\  357  las  faces  miradas]  la 


335  Le-  I.  46- 
352    Ps.  26,  8. 


1086 


Virgen  Sagrada,  con  mijor  consejo,  trocó  este  cuidado  en 
360   ataviar  la  faz  de  su  ánima,  que  es  su  conciencia,  con  diver- 
sidad de  virtudes  y  con  la  unción  blanda  del  Espíritu  Santo, 
que  cumplió  muy  por  entero  lo  que  dijo  David:  Que  la  her- 
mosura de  esta  reina  toda  es  en  lo  de  dentro,  donde  miran 
los  ojos  de  Dios.  Las  vírgenes  locas  no  son  conocidas  de  Dios, 
365    porque  no  llevaban  la  unción  del  olio  de  su  santísima  gracia 
en  los  vasos  de  la  conciencia,  y  hermoseadas  con  otras  obras, 
y  faltas  de  caridad.  Y  porque  así  como  por  la  faz  conocemos 
a  uno,  y  la  conciencia  no  buena  no  es  agradable  a  los  ojos  de 
Dios,  dícese  que  Dios  no  conoce  la  tal  persona,  porque  no 
370   aprueba  la  conciencia,  de  la  cual  está  ausente  la  hermosura 
de  la  celestial  gracia. 

Y  como  el  cuidado  de  la  Virgen  era  uno,  como  San  Pa- 
blo lo  manda,  y  ayudado  muy  particularmente  del  favor  del 
Espíritu  Santo,  salió  tan  bien  con  el  negocio,  que  paró  la  faz 
375    de  su  ánima  tan  hermosa,  que  no  tuvo  mancha  ni  ruga;  y 
halló  tanta  gracia  delante  de  los  ojos  de  Dios,  que  se  hol- 
gase Dios  de  mirar  su  faz  y  oír  su  voz.  Palabras  de  El  son, 
y  dichas  de  ella:  Enséñame  tu  faz,  y  suene  tu  voz  en  mis 
orejas;  porque  tu  voz  es  dulce  y  tu  cara  mucho  hermosa. 
380   ¡Dichosa  Virgen,  que  tan  buen  orden  llevó  que  primero  obró 
en  hermosear  su  conciencia  que  en  hablar  con  la  lengua! 
Porque  los  que  primero  (presumen  de  hablar  que  de  bien 
obrar,  antes  de  la  luz  se  levantan,  y  no  son  testigos  de  vis- 
ta del  camino  de  Dios  que  enseñan  a  otros;  y  por  eso  ni 
385   agradan  a  Dios  ni  escaparán  de  aquella  terrible  amenaza  que 
dijo  Dios  al  pecador:  ¿Por  qué  tú  hablas  de  mis  justicias  y 
tomas  mi  ley  en  tu  hoca?  Esta  Señora,  con  la  hermosura  de 
su  faz,  dice  que  buscaba  a  Dios,  porque  así  con  el  pensa- 
miento recogido  como  con  las  obras  buenas,  que  son  hermo- 
390   sura  del  ánima,  pedía,  buscaba  y  llamaba  a  la  puerta  de 
Dios,  teniendo  su  intinción  toda  fijada  en  El  y  tan  converti- 
da en  El,  que,  ahora  comiese,  bebiese  u  otra  cosa  hiciese, 
todo,  como  dice  San  Pablo,  lo  hacía  en  gloria  de  Dios,  sin 
tomar  de  ello  propria  gloria,  mas  verdaderamente  buscando 
395  en  todo  la  gloria  y  contentamiento  de  Dios. 

faz  que  es  mirada  T  |¡  358  la,]  las  A  ;  llenas  .1  ||  359  mejor  XT  ||  364  vír- 

gínes   \T  |  son]  fueron  '/'  ||  365  su]  la  T  ||  366  y]   sino  N  \\  367  y  faltas 

om,  T  |  ansí  jV  ||  369  conoce]  a  mfc/.  SI  \\  370  aprueba]  aprovecha  ¡V  |  la,] 
tal  add.  T 

378  v    om.  NT  \  de]  a  NT  II  379  mucho]  muy  NT  ||  380  que    om.  X  I 
obro  Om.  T  \\  384  ni]  no  T  ||  385  que  om.  .1  ||  386  de  om.  T  ||  388  ansí  N  || 

390  pedía  óm¡  T  ||  391  intención  NT  ¡|  392  comiese]  o  add.  T  |  u]  o  NT  ¡| 
393  haría   V  II  394  propia  T 


364    Cf.  Ps.  44,  14.  379    Cant.  2,  14. 

366   Cf.  Mt.  25,  12.  383    Ps.  12b,  2. 

372    Cf.  1  Cor.  7,  32-34.  387    Ps-  49»  l0- 


6g.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


Este  era  el  cuidado;  esta  faz  era  la  de  la  Virgen,  con  que 
dice  que  buscaba;  y  añade  lo  que  buscaba,  diciendo:  Tu  faz, 
Señor,  buscaré.  No  hace  aquí  mención  la  Virgen  sagrada  de 
los  pies  de  Dios,  ni  de  las  manos  de  Dios,  sino  de  la  faz  de 

400  Dios,  y  ésta  es  la  que  ella  buscaba.  Porque,  aunque  muchas 
veces  se  postraba  a  los  pies  de  Dios,  que  son  su  justicia, 
debajo  de  los  cuales  nos  postramos  los  pecadores,  pidiendo 
perdón  de  nuestros  pecados,  y  ella,  considerando  los  que  pu- 
diera hacer  si  Dios  no  la  guardara,  y  esta  consideración  le 

405  causaba  un  grande  temblor,  no  servil,  sino  reverencial,  a 
Dios;  y  también  otras  veces  consideraba  las  obras  de  las 
manos  de  Dios,  y  por  ellas,  como  por  escaleras,  subía  al 
conocimiento  de  Dios,  y,  como  muy  agradecida,  besaba  las 
manos  de  la  liberalidad  divina,  con  perfecto  conocimiento  de 

HO  las  grandes  mercedes  que  Dios  le  había  hecho,  y  por  ellas 
cantaba  con  perfecta  humildad :  Hizo  en  mí  grandes  cosas  el 
que  es  poderoso  y  su  nombre  santo,  mas  aunque  esto  algu- 
nas veces  usaba,  y  andaba  estas  estaciones  de  los  pies  a  las 
manos,  mas  su  principal  y  casi  continuo  ejercicio  era  buscar 

U5    la  benditísima  y  hermosísima  faz  del  Señor. 

Justamente  Se  debe  a  Dios  el  agradecimiento  de  todas  las 
misericordias  generales  y  particulares,  y  no  quiere  que  nin- 
guna, por  pequeña  que  sea,  quede  sin  ser  conocida  y  agra- 
decida; porque  lo  que  así  queda,  por  perdido  se  puede  tener. 

120  Y  para  darnos  a  entender  esto,  después  de  haber  hartado  el 
Señor  en  el  monte  aquella  muchedumbre  de  gente  con  cinco 
panes  y  dos  peces,  mandó  que  se  recogiesen  los  mendrugos 
que  habían  quedado,  aunque  fuesen  pequeños,  porque  no  pe- 
reciesen. Esto  ansí  es;  mas  cuando  un  amor  es  muy  perfec- 

125  to,  que  llega  a  hacer  perfecta  unión  entre  el  que  ama  y  es 
amado,  y  los  hace,  como  San  Pablo  dice,  ser  un  espíritu, 
éste  conoce  que  su  amado  no  le  pide  tanto  el  agradecimien- 
to de  las  mercedes  que  le  hace  cuanto  verdadero  amor  que 
má6  y  más  le  junte  con  él.  Claro  está  que,  de  lo  que  hace 

130    un  buen  marido  por  su  mujer,  no  tanto  le  pide  agradecimien- 
to cuanto  amor  de  mujer  leal,  porque  si  un  filósofo  dijo  a 
un  su  amigo:  "No  me  des  gracias  de  lo  que  hago  por  ti 
porque  no  parezca  que  tú  e  yo  somos  dos",  pues  el  verda- 
dero amigo  es  "otro  yo",  y  ninguno  quiere  que  le  den  gra- 

*35    cias  por  lo  que  hace  en  su  casa  propria;  mucho  mijor  un 

397  añide  v     402  prostramos  r  |  4C5  srande  -  reverenciad]  gran  temor  «pie 
sirve  de  reverenciar  a  Dios  r  ||  406-407  (as  mano-;  d«  Dios]  los  merecimien- 
tos T  ||  407  ella  v  ||  408  besaba]  a  T  ||  409  i>erfeto  T  \\  411  perfeta  r 
t-  417  misericordias]  mercedes  \    |  418  eme  om.  .1  ||  419  ansí  V  f|  423  qu<>- 

I       dado]  sobrado  T  f|  424  a-i  /   1  perfeto  r'||  425  perfeta  T  [|  433  e]  y  T  ¡| 


412   Le.  1,  40. 

421  a.  i...  6,  ,_>. 

42')   1  Cor.  (\  17. 


1088 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


marido  guardará  esto  con  su  propria  mujer,  con  la  cual  es 
una  misma  cosa;  y  muy  mucho  mijor  lo  guardó  Dios  con  su 
sacratísima  Madre,  pues  en  la  dignidad  era  Madre  y  Esposa, 
y  por  el  perfectísimo  amor  que  entre  ellos  había,  El  tenía 

440  a  ella  por  cosa  muy  suya;  y  las  mercedes  que  le  hacía,  como 
en  tal  cosa  las  hacía;  y  ella  tenía  a  El  tan  abrazado  con  tan 
grande  amor  de  su  corazón,  que  lo  amaba  cien  mil  veces 
más  que  a  sí  misma. 

Y  como  sabía  que  esto  quería  Dios  de  ella,  no  curaba  de 

445  detenerse  en  beso  de  pies  ni  en  consideración  de  las  criatu- 
ras; porque,  aunque  para  los  imperfectos  sea  buena  escale- 
ra para  subir  al  Criador,  mas  los  ejercitados  en  el  ejercicio 
del  perfecto  amor,  por  rodeo  lo  tienen,  y  de  un  vuelo  se 
ponen  derechamente  en  contemplación  y  amor  del  bien  sumo, 

450  que  es  Dios;  y  enamóranse  de  El  tan  de  verdad,  que  buscan 
la  faz  de  El  y,  olvidados  de  su  proprio  interese,  quieren  ser 
todos  enteros  para  Dios  más  que  para  sí.  Y  encendidos  con 
el  fuego  del  divino  amor,  se  ofrecen  cada  momento  a  sí  mis- 
mos y  todas  sus  cosas,  como  abrasados  holocaustos,  para 

455  que  Dios  haga  de  ellos  su  buen  contentamiento  en  tribula- 
ción o  prosperidad,  vida  o  muerte,  en  este«mundo  y  en  el 
otro;  y  su  deseo  sólo  es  nunca  ofenderle  y  en  todas  las  co- 
sas y  en  todo  tiempo  agradarle.  Y  si  esto  pasa  en  muchos 
amadores  de  Dios,  si  esto  pasa  en  los  ángeles  del  cielo, 

460  ¿quién  contará  la  grandeza  del  divinal  amor  que  en  el  virgi- 
nal corazón  de  la  sagrada  Madre  de  Dios  había,  que  la  en- 
cendía, abrasaba  y  suavemente  quemaba,  deseando  su  áni- 
ma, con  mayores  deseos  que  hombres  y  ángeles,  el  servicio, 
contentamiento  y  gloria  de  Dios,  ofreciéndose  en  suavísimo 

465  holocausto  a  la  voluntad  y  honra  de  Dios  y  tanto  con  ma- 
yor suavidad  cuanto  su  corazón  estaba  más  desocupado  de 
todo  amor  de  criaturas — como  mandó  Dios  que  el  altar  de 
los  holocaustos  estuviese — y  su  ánima  muy  dispuesta  para 
recebir  en  sí  el  fuego  del  amor  celestial  que  le  fué  enviado 

470  del  cielo,  y  su  bendicto  Hijo  quiso  que  se  encendiese  en  la 
tierra,  aunque  le  costase  la  vida? 

Estos  eran  los  deseos  que  el  ánima  de  la  Virgen  sagrada 
deseaba,  sobre  los  cuales  le  dice  Dios  que  la  hará  reinar. 
Porque  si  mucho  deseó  reverenciar,  agradecer,  servir  y  amar 

475   al  Señor,  todo  le  fué  concedido,  y  con  tanta  ventaja  sobre 


435  propia  T  |  mejor  NT  |  un]  tíl  N  ||  436  con,]  en  NT  \\  437  mesma  T  | 
mejor  NT  ||  439  perfetisimo  T  ¡|  443  mesma  T 

446  imperfetos  t  |  sea]  es  T  ||  448  perfeto  T  ||  451  de  él  om.  N  |  propio 
T  |  ser]  se  N  ||  454  roesmos  T  ||  462  abrasaba  -  quemaba]  y  suavemente  abra- 
saba T  ||  463-464  mayores  deseos -de  Dios]  mayor  deseo  T  ||  470  bendito  NT 

473  la]  le  T  ||  474  desea  T  |l|  476  el  om.  NT  |,|  477  vasallos]  todos  nrfrf.  T 


46S    Cf.  Ex.  27,  1  ;  38,  1.  473    Cf.  3  Reg.  ii,  37. 

471    Cf.  Ix.  12,  49. 


69.    ASUNCIÓN  DK  MARÍA 


1089 


todo  lo  criado  como  lo  tiene  la  reina  en  el  señorío  sobre  bus 
vasallos. 

Anhelaba  que  todas  Mas  ¿qué  haremos  con  este  virginal 
las  criaturas  alaba-     corazón,  que,  aunque  sirve  a  Dios 

480   sen  y  amasen  a  Dios     y  le  agrada  más  que  todo  el  restante 
del  universo,  no  se  contentan  sus 
deseos  con  tan  grandes  servicios?  Mas,  en  comparación  del 
amor  que  a  Dios  tiene,  toda  ella  le  parece  pequeña  cosa  para 
servir  al  inmenso  bien  y  amado  de  todo  su  corazón  sobre 

485  toda  medida.  Y  por  eso  deseaba  con  entrañables  deseos  que 
todo  lo  que  Dios  crió  en  los  cielos  y  en  la  tierra  conociese, 
reverenciase,  obedeciese  y  amase  al  Dios  de  su  corazón,  y 
los  convidaba  muchas  veces,  desde  el  más  alto  serafín  hasta 
la  hormiguita  e  yerbecita  del  campo,  que  todos  juntamente 

490  engrandeciesen  a  Dios  con  ella  y  ensalzasen  el  nombre  de  El 
en  concordia.  Todo  lo  tomaba  la  Virgen  por  leña,  lo  alto  y 
lo  bajo,  para  cebar  y  mantener  el  vivísimo  y  gastador  fuego 
del  amor  divinal  que  ardía  en  su  corazón.  Y  para  remedio 
del  desmayo  y  corporal  flaqueza  que  estos  deseos  encendidos 

495  causaban  en  ella,  decía  muchas  veces  lo  que  antes  que  ella 
naciese  fué  dicho  en  su  persona:  ¡Sustentadme  con  flores, 
cercadme  con  manzanas,  que  estoy  enferma  de  amor!  For- 
tísima  cosa  es,  más  que  la  muerte,  el  amor  perfecto  de  Dios; 
y  así,  con  el  continuo  pensamiento  que  hace  tener  en  el 

500  Amado  como  por  el  indecible  deseo  que  pone  del  contenta- 
miento y  bien  de  Dios,  consume  la  carne  y  gasta  las  medu- 
las, y  mata  el  amor  de  todas  las  otras  cosas,  y  de  tal  ma- 
nera se  enseñorea  del  dichoso  hombre,  donde  él  está,  que 
lo  enflaquece  y  enferma,  hiere,  prende  y  captiva,  para  que 

505  todo  se  emplee  en  el  bien  y  hermosura  infinita,  que  merece 
ser  amada  con  infinito  amor,  si  lo  tuviésemos. 

El  alivio  que  se  toma  para  este  gran  fuego  es  ver  el  ama- 
dor de  Dios,  o  oír  o  acordarse,  que  hay  gente  que  tiene  de- 
seos de  servir  a  Dios,  que  son  flores;  y  gente  que  de  verdad 

510  le  sirve  con  obras,  significadas  por  las  manzanas.  Esta  era 
la  epítima,  éste  el  aire  fresco  que  la  Virgen  tomaba  para 
remedio  de  las  ansias  amorosas  de  su  corazón;  y  con  acor- 


483  toda  ella]  todo  T  \\  484  amado]  amarlo  T  |  su  om.  T  ||  486  conociese 
¡>m.  A  ||  487  al]  a  T  [  de]  todo  add.  T  []  489  e]  y  T  ||  492  vivísimo]  be- 
niguísimo  T  \\  499  contino  N  ||  5GO-5C1  como  por  -  bien  de]  y  el  abrasado 
amor  y  deseo  de  ver  a  T  ||  502  y  ]  que  T  ||  503  del  dichoso  hombre]  de  la 
dichosa  persona  T  ||  504  lo]  la  T  [cautiva  T  \\  506  amado  T  \  infinito]  inefa- 
ble T  |  si  lo  tuviésemos  om.  T 

507  El]  Y  el  A'  |  para]  por  A'  |  amador]  amor  T  l\  508  o,  om.  T  |  o  ] 
v    T  !!  511  éste]  era   add    V.  oí».   T  |   la,]   sagrada   cdd.    T  \\   513  Dios] 


491    Cf.  Ps.  33,  4. 
-1<J7    Cant.  2,  5. 
49S    Cf.  Cant.  8,  6. 


B. Avila  i 


85 


1090 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


darse  de  los  servicios  que  a  Dios  le  son  hechos  en  la  tierra 
y  principalmente  en  el  cielo,  y  que  de  todo  recibe  Dios  glo- 

515  ria,  o  por  vía  de  justicia  o  por  vía  de  misericordia,  tenía 
fuerzas  para  se  defender  de  la  muerte,  que  muchas  veces  su 
fuerte  amor  le  causara.  Y  también  se  entiende  de  aquesto  lo 
que  Dios  le  promete,  que  reinaría  sobre  todas  las  cosas  que 
deseaba  su  ánima,  porque,  aunque  en  esta  vida,  la  levantaba 

520  muchas  veces  sobre  sí  misma  al  conocimiento  de  los  servi- 
cios que  se  hacían  a  Dios  en  cielo  y  en  tierra  para  que  be- 
biendo de  aquel  agua  se  remediase  su  sed. 

Deseos  de  ver  a  Dios  ¿Quién  será  tan  atrevido,  Virgen 
faz  a  faz  sagrada,  que  ose  pasar  más  ade- 

525  -  '      lante  en  aquesta  empresa  de  cono- 

cer y  declarar  qué  cosas  son  las  que  deseaba  vuestra  ánima, 
sobre  todas  las  cuales  os  promete  Dios  que  habéis  de  reinar? 
El  Señor  pregunta  a  Job:  ¿Has  entrado,  por  ventura,  en 
los  tesoros  de  la  nieve?  Para  darle  a  entender  que  no  pre- 

530  sumiese  de  sabio,  pues  aun  de  aquella  cosa  tan  pequeña  entre 
las  obras  de  Dios,  aun  no  sabría  dar  buena  razón.  "¿Pues 
cómo  la  daré  yo,  dice  San  Augustín,  pobre  de  ingenio,  hablan- 
do de  esta  sacratísima  Virgen,  que,  si  todos  los  miembros  de 
todos  los  hombres  se  convirtiesen  en  lenguas,  aun  no  serían 

535  suficientes  para  la  alabar?"  Y  si  San  Augustín  y  otros  altos 
gigantes  en  las  cosas  de  Dios  se  hallan  tan  pequeños  enanos 
en  las  alabanzas  de  aquesta  Señora  para  siempre  bendicta, 
¿qué  debo  yo  de  sentir  en  hablar  de  ella,  pues  soy  enano  en 
comparación  de  aquellos  santos  y  sabios?  Menester  es,  Se- 

540  ño»-a,  suplicaros  para  el  fin  del  sermón,  como  para  el  prin- 
cipio, nos  alcancéis  el  favor  del  Espíritu  Santo,  que  os  hizo 
tan  santa  y  tan  alta,  para  que  el  que  puso  en  vuestro  cora- 
zón tan  grande  fuego  de  amor,  que  saltan  de  él  centellas  de 
vivos  y  grandes  deseos,  muy  mijor  que  del  profeta  Daniel; 

545  para  que  este  mismo  Espíritu  Santo  nos  enseñe,  ya  que  no 
todos  vuestros  deseos,  mas  alguna  parte  de  ellos,  para  que 
a  gloria  de  Dios,  que  os  los  dió,  cumplamos  con  el  oficio 
de]  predicar  en  vuestra  santísima  fiesta.  Señora,  ¿quién  yo 


nuestro  Señor  <idc¡.  T  fj  516  defender  A,  defenderse  7  517  causaría  N  |i 
519  aunque]  aun  ¡V  ]|  521  en,]  el  add.  NT  |  ena]  la  add.  S  |  para  que] 
porque  T 

525  en  om.  T  ||  529  dalle  T  ||  532  Agustín  NT  ¡|  533  esta]  la  T  \  Virgen] 
María  add.  T  ||  534  convertiesen  T  ||  535  suficientes]  ni  bastantes  add.  T  | 
Agustín  NT  |i|  537  aquesta  tan  alta  add.  N,  esta  tan  alta  add.  T  |  bendita 
NT  ||  539  aquellos]  todos  los  T  \\  540  del  sermón]  de  este  discurso  T  || 
542  el  que  om.  N  ||  543  gran   T  (I  544  grandes  v  vivos   V  I  mejor  NT  !| 


329   loto  38,  22. 

535  PsrnDO-AnirsTÍN,  Serm.  20S,  .)  :  ML,  39,  2130. 
5H    Cf.  Dan.  10,  u. 


6g.     ASUNCIÓN  DK  MARÍA 


1091 


para  entrar  en  los  tesoros  de  la  nieve,  que  son  las  inestima- 
do bles  e  inumerables  riquezas  de  la  santidad  y  pureza,  más 
blanca  que  nieve,  de  vuestro  corazón?  Mas  dame  mucha  con- 
fianza que  el  Señor  bueno  envió  comida  a  Elias,  su  profeta 
leal,  por  medio  de  un  cuervo  negro.  Mirad,  Señora,  a  esta 
gente  congregada  y  devota  en  el  día  de  vuestra  alegría  y 
555  ensalzamiento,  y  dadles  el  conocimiento  de  los  deseos  de 
vuestro  corazón,  sin  mirar  a  la  indignidad  de  mi  lengua, 
que  los  ha  de  hablar. 

Decidnos,  Señora  para  siempre  bendita,  ¿no  están  satis- 
fechos los  deseos  de  vuestro  corazón  con  que,  desde  que 
560  fuestes  concebida  hasta  que  de  esta  vida  salistes,  en  nin- 
guna cosa,  chica  ni  grande,  enojastes  a  Dios?  En  todas  le 
agradastes  con  mayor  agravamiento  que  hubo  ni  habrá.  Se- 
ñora, ¿y  los  servicios  que  a  Dios  humanado  hecistes,  dán- 
dole carne  humana,  formada  de  vuestras  purísimas  sangres; 
565  trayéndolo  nueve  meses  en  vuestras  entrañas,  pariéndole  y 
sirviéndole  cuando  chico  y  cuando  grande;  esto,  Señora, 
no  satisface  a  los  deseos  de  vuestro  corazón?  Y  si  todo  fal- 
tase, ¿no  bastaba  aquella  obra,  mayor  que  todas  las  que  he- 
cistes, más  digna  de  loor  que  ninguna  lengua  puede  contar, 
570   cuando,  estando  al  pie  de  la  cruz  de  vuestro  Hijo  hendido, 
amastes  tanto  al  mundo,  que  por  remedio  de  El  ofrecistes 
en  vuestro  corazón  a  muerte  de  cruz  vuestro  amantísimo 
Hijo,  obedeciendo  como  esclava  a  la  voluntad  del  Señor 
cuando  os  lo  quiso  quitar  como  cuando  en  la  encarnación 
575    fué  servido  de  dároslo? 

Y  si  con  todo  esto  se  juntan  los  servicios  hechos  a  Dios 
por  todos  los  hombres  desde  el  principio  del  mundo,  y  que 
serán  hasta  la  fin  de  él,  ¿qué  amor  hay  que  con  esto  no 
se  contente?  Y  si  se  junta  con  esto  los  servicios  y  alaban- 
580  Zas  de  los  ángeles  y  de  todos  los  que  se  han  de  salvar, 
que  han  de  dar  a  Dios  en  el  cielo,  no  parece  que  hay 
cosa  más  que  desear  para  quien  a  Dios  ama.  Y  si  esto,  Se- 
ñora, no  basta,  mucha  razón  tenemos  de  avergonzarnos  de 
que  nuestro  amor  es  tan  flaco  y  tan  corto,  que  con  un 
585  no  sé  qué  que  hacemos  o  que  sufrimos  nos  contentamos, 
sin  tener  vivos  deseos  de  hacer  más  y  más  por  nuestro 
Señor  y  que  todos  le  sirvan  y  alaben. 


545  para  om.  J  ',  548  predicar]  hablar  T  I]  549  entrar]  entender  T  ||  552 
bueno  om.  .V       535  daldes  ¡VT  [|  556  a  om.  T 

559  dende  V  :  560  fuisteis  .V,  fuistes  T  \\  561  Dios]  y  add.  .V  \  toda  .V, 
todo  T  ||  564-565  vuestra  purísima  sangre  trayéndole  T  |  569  leor  A  ||  570 
bendito  NT  ||  572  'a]  la  7'  j  cruz  om.  T  |  amantísimo]  benditísimo  T 

578  serán]   harán   .V  M  579  juntan  V 

553    Cf.  5  Reg.  i7,  6. 
570    Cf.  lo.  iq,  2<;. 
572    Cf.  Le.  1,  38. 


KMo.NES.  CICLO  SANTORAL 


¡Oh,  dice  la  Virgen  bendicta,  que  todos  los  servicios  que 
todas  las  criaturas  celestiales  y  terrenales  hacen  y  pueden 

í>90  hacer  al  altísimo  Dios  son  una  pequeña  arenita  en  compa- 
ración de  la  grandeza  del  cielo,  y  muy  mucho  menos  para 
los  servicios  y  gloria  y  contentamiento  que  merece  el  que 
es  Bien  sin  medida!  No  hay  proporción  de  finito  a  infinito; 
y  por  eso  los  deseos  de  mi  corazón  no  se  contentan  con  todo 

595  lo  que  las  criaturas  le  pueden  dar.  Y  a  quien  le  parece  que 
esto  no  es  ansí,  será  porque  tiene  peso  falso;  y  por  tener 
poco  amor  en  la  una  balanza,  le  parece  que  pesa  mucho  lo 
que  hace  por  Dios  puesto  en  otra.  Si  reinar  tengo  sobre  todo 
lo  que  desea  mi  ánima,  mayores  bienes  tengo  de  ver  que 

600  tiene  Dios  que  todo  lo  que  el  cielo  y  tierra  le  puede  dar. 

Cumplimiento  de  los     ¡Albricias,  albricias,  corazón  vir- 
deseos  de  ver  a  Dios    Sinal>  en  ei.cu^  cupo  Dios  y  por 
eso  no  le  hinche  la  poquedad  de 
las  criaturas!  ¡Albricias,  que  os  manda  decir  el  Señor:  Yo 

605  te  tomaré,  Madre  mía,  y  reinarás  sobre  todas  las  cosas  que 
desea  tu  ánima!  Y  quien  dijo  todas,  ninguna  sacó.  Y  si 
vuestro  deseo,  como  la  Escriptura  dice,  es  todo  el  bien,  ya 
es  venido  el  día  en  que  veáis  todo  el  bien  y  se  os  descubra 
la  faz  del  Señor,  que  buscáis,  la  cuál  en  esta  vida  tienen 

610  cubierta  con  sus  alas  los  dos  serafines,  aun  cuando  habla 
el  Señor  con  los  profetas  amigos  suyos.  El  se  os  enseñará 
y  os  dará  el  deseo  de  vuestro  amorosísimo  corazón. 

¿Quién  contará  esto?  ¿Quién  dirá  qué  es  ver  a  Dios 
claramente,  retablo  de  hermosura  infinita,  piélago  inmenso 

615  de  infinitísimas  perfecciones?  El  cual,  siendo  claramente 
visto,  roba  los  corazones  de  los  que  lo  ven,  y  los  enciende 
en  tan  grande  fuego  de  amor,  cual  no  se  puede  decir,  y  en 
cuya  comparación  el  mayor  amor  de  la  tierra  parece  tibie- 
za. Porque,  como  dice  Isaías,  el  fuego  de  Dios  está  en  Sión, 

620  y  el  horno  en  Jerusalén;  dando  a  entender  que  lo  que  excede 
el  fuego  de  un  gran  horno  a  otro  fuego  pequeño,  excede 
el  amor  de  Dios  que  resulta  de  ver  en  el  cielo,  significado 
por  Jerusalén,  su  hermosísima  faz,  al  amor  que  en  la  tierra, 
significada  por  Sión,  los  buenos  le  tienen. 

625       Esta  faz  hermosísima  es  la  que  enciende  en  amor  a  los 

588  bendicta]  bendita  N,  om.  T  j  que2]  de  V  |.|  591-592  y  muy  mucho  - 
contentamiento  que]  todos  los  servicios  que  se  pueden  hacer  son  una  gran 
poquedad  para  lo  que  T  ||  597  una  om.  T 

606  todas]  y  add.  N  ||  607  Escritura  T  1 1  609  bascáis  A 
618  amor  om.  T  |']  619  Esaías  T  |i|  620  Hicrusalén  ¡V  |,|  621  grande  .V  || 
623  Hierusalén  N  |  su  -  amor  que]  al  que  acá  se  le  puede  tener  T  |  tierral 
por  grande  que  sea  add.  T  |«|  624  sienificadn  /   I  los  buenos  le  tienen  om.  T 


609  Cf.  Ex.  33,  13. 

610  Is.  6,  2. 
620    Is.  31,  g. 


6g.     ASUNCIÓN'  PE  MARÍA 


1093 


serafines  y  a  todos  los  que  la  ven,  y  engendra  en  ellos  unos 
deseos  tan  vivos,  una  sed  tan  entrañable  de  que  Dios  tenga 
bien,  gloria,  poderío,  sabiduría,  y,  por  deciüo  en  una  pa- 
labra, desean  con  indecible  deseo  que  tenga  Dios  infinitos 

630  bienes;  y  como  todo  lo  criado  sea  finito,  hacen  tan  poco 
caso  de  ello,  que  no  les  apaga  su  sed,  causada  de  la  vista 
de  su  hermosísima  faz.  Y  si  el  altísimo  Dios  no  les  cum- 
pliese este  deseo,  ellos  quedarían  con  grande  angustia,  y 
el  ver  a  Dios  sería  tormento  de  amor.  Mas  ya  se  pasó  el 

635  tiempo  y  el  lugar  en  que  Dios  martiriza  a  los  suyos  con  el 
amor,  dándoles  dolor  de  las  ofensas  proprias  y  ajenas  que 
contra  él  se  hacen  y  dándoles  por  medida  las  consolaciones 
y  cumplimiento  de  sus  santos  deseos. 

En  la  tierra  y  en  el  tiempo  de  la  vida  mortal  hace  Dios 

640  eso;  mas  en  el  cielo,  donde  enjuga  las  lágrimas  de  los  ojos 
de  los  suyos  y  destierra  el  dolor  y  el  llanto  y  todo  lo  ^que 
puede  dar  pena,  no  hay  lugar  de  tormento  ninguno,  ni 
falta  de  cumplimiento  de  la  santa  sed  de  los  que  allá  van; 
porque  Dios  se  la  quita  con  darles  a  beber  de  aquel  rio 

645  resplandeciente  como  cristal,  que  San  Juan  vió  en  su  Apo- 
calipsis, que  procede  de  la  silla  de  Dios  y  del  Cordero  y 
va  por  aquellas  plazas  de  oro  fino  de  Jerusalén,  cwyo  ím- 
petu alegra  toda  aquella  ciudad  de  Dios;  porque,  como  dice 
David,  les  da  Dios  a  beber  con  el  rio  de  su  deleite.  ¿Cómo 

650  estarán  sedientos  los  que  por  vaso  tienen  un  río  y  lo  que 
beben  es  deleite  de  Dios?  ¡Oh  inmensa  bondad  tuya,  Señor, 
que  tú  los  hieres  con  las  saetas  de  tu  amor  que  salen  de 
tu  hermosísima  cara,  con  que,  olvidados  de  sí  mismos,  te 
deseen  infinitos  bienes,  y  tú  mismo  los  sanas  de  aquella  he- 

655  rida  y  les  quitas  la  hambre  y  sed  que  tú  les  causaste! 
Y  si  tu  faz  despertó  en  ellos  tales  deseos,  la  misma  faz 
tuya  les  da  el  cumplimiento  de  ellos,  y  los  acallas  sin  que 
tengan  más  que  desear,  como  la  madre  al  niño  que  toma 
sus  pechos. 

660  Viendo  a  Dios,  sigún  hemos  dicho,  le  desean  infinito 
bien,  y  ésta  es  la  hambre  y  la  sed;  y  viendo  al  mismo  Dios, 
ven  que  tiene  tantos  bienes  de  sabiduría,  fortaleza,  bondad, 
hermosura,  gozo  y  bienaventurada  vida,  que  ni  tuvo  prin- 
cipio ni  terná  fin;  ni  puede  crecer  más,  por  ser  infinita,  ni 

665   descrecer  un  solo  cabello,  por  ser  omnipotente;  y  como  ha- 

626  y  om.  T  ||  627  Dios  om.  T  629  indicióle  .V  i |  638  cumplimientos  N 
634-640  y  el  ver  a  Dios -hace  Dios  eso]  om.   r       640  donde  om.   T  || 

642  pueda  NT   ¡  646  Apocalipsi  N  |'|  647  Hierusalén  íf  |  651  es]  el  add.  .V  \\ 

652  tos]  les  N  |>|  653  con  que]  aunque  v  ||  654  desean  T  ||  655  causastes 

N  ||  696  toma]  a  add.  T 

660  según  NT  '   habernos  T    |   664  tendrá   7"  |  infinito  T  I!  665  comol 

se  add.  T 


641    Cf.  ApOC.  21,  4. 

647    A'por.  22,  r. 


648  Ps.  45,  5. 

649  Cf.  P«.  35,  y. 


1094 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


lian  en  El  todo  lo  que  deseaban,  y  mucho  más,  quedan  con- 
tentos y  recontentos;  y  cuanto  fué  la  grandeza  del  deseo, 
tanto  es  el  gozo  causado  por  el  cumplimiento  de  él. 

Quien  lleva  el  vaso  más  capaz  del  amor,  más  se  goza 

670  del  bien  de  Dios  Y  si  quien  más  pequeño  lo  lleva  es  tanto 
su  gozo  que  no  cabe  de  placer  en  sí  mismo,  porque  ama  a 
Dios  sin  comparación  más  que  a  sí  mismo,  ¿qué  os  parece 
qué  tal  será  el  gozo  de  esta  Virgen  y  Madre  que  hoy  sube 
al  cielo  y  ve  claramente  la  faz  del  Señor  que  ella  buscaba, 

67'5  pues  que  el  vaso  de  su  amor  y  de'l  deseo  causado  de  la  vista 
de  Dios  es  más  capaz  que  el  de  todos  los  hombres  y  de 
todos  los  espíritus  bienaventurados? 

Alegraos  con  Jerusalén,  que  es  la  sagrada  María,  y  gó- 
zaos todos  los  que  la  amáis,  porque  hoy  la  ha  envestido  el 

680  Señor  con  excelentísima  gloria,  viniendo  sobre  ella  como 
arroyo  de  paz  y  poderosísimo  rio,  con  grandes  ondas  de 
dulcísima  miel.  A  Dios  buscó,  a  Dios  ha  hallado;  y  sin 
temor  de  perderle,  mientras  Dios  fuere  Dios,  y  para  siem- 
pre engrandecerá  su  ánima  al  Señor,  y  se  regocijará  su  es- 

685  piritu  en  Dios,  salud  suya.  Deseó  el  bien  de  Dios  y  re- 
nunció su  proprio  provecho,  y  halló  a  Dios  y  a  sí  misma; 
esle  dado  Dios  para  que  se  goce  de  los  bienes  de  El,  y  hale 
dado  bienes  de  ella  para  que  se  goce,  para  gloria  y  conten- 
tamiento de  Dios;  y  de  todas  partes  está  cercada  de  la 

690  dulcedumbre  de  Dios,  engolfada  en  el  abismo  de  la  bienaven- 
turanza de  El,  transformada  en  El  más  que  ninguna  cria- 
tura, y  por  eso  hecha  Reina  y  Señora  de  todo  lo  criado. 
Con  mucha  razón  canta  la  Iglesia:  Subida  es  María  al  cielo, 
gózanse  los  ángeles  y  bendicen  al  Señor;  y  con  grande  ra- 
zón  nos  dice  la  Iglesia:  María  Virgen  es  subida  al  cielo; 
gózaos,  porque  para  siempre  reina  con  Cristo. 

Virgen  para  siempre  bendicta,  muy  alegres  estamos 
vuestros  indignos  siervos  de  que  tan  excelente  hayáis  sido 
en  servir  al  Señor  y  El  tan  copioso  en  misericordias  para 

700  os  gualardonar,  y  de  que  vuestros  deseos  sean  cumplidos 
de  ver  a  Dios  faz  a  faz.  Descansad,  Señora,  y,  como  dice 
Isaías,  ensanchad  el  lugar  de  vuestro  aposento,  que  es  vues- 
tro corazón,  porque  mucho  es  lo  que  Dios  os  ha  dado,  y  no 
os  lo  quitará  para  siempre. 


671  su]  el  NT  |  que  om.  NT  ||  676  ios  om.  \  |  hombres]  puros  add.  T 
678  Hierusalén  .V  |i!  679  vestido  T  \\  683  y  om.  T  |'|  686  proprio  om.  T  \ 

asimismo  T  ||  687  le  lia  7"  ||  688  de  ella]  a  ella  Y,  om.  T  \\  695  la  Iglesia) 

otra  vez  T 

697  bendita  T  ||  698  vuestros]  muy  add.  T  |  excelente]  grande  T  ||  689 
misericordia  T  \\  700  galardonar  NT  ||  702  Esalas  T 


68i    Cf.  Is.  66,  io.  12. 
68.S    Le.  i,  46. 

696    fívev.   Rom.,  In  Assumfit.  B-   M.   V.,  ant.  ad  Magnif.  bi 

II   Vesp.  702    Ts.  51.  704    Tx.  10,  42. 


6q.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1095 


705  Deseaba  juntarse  de  ¿Quédaos,  Señora,  algo  más  que 
nuevo  con  su  cuerpo  desear?  ¿Quédaos  algo  más  sobre 
que  reine  vuestra  ánima?  Y  aun- 
que parezca  ignorancia  esta  pregunta,  no  lo  es.  Poroue 
juntó  Dios  el  cuerpo  y  el  ánima  de  cualquiera  humana  p^r- 

710  sona  con  un  tan  íntimo  lazo  de  amor,  que,  aunque  el  áni- 
ma esté  fuera  del  cuerpo  y  esté  en  el  cielo  gozando  de 
Dios,  tiene  un  natural  deseo  de  verse  junta  con  el  cuerpo, 
para  darle  vida  como  antes  hacía;  mayormente  sabiendo 
que  su  cuerpo  no  ha  de  tener  en  el  cielo  las  pesadumbres  e 

715  imperfecciones  de  acá,  ni  le  ha  de  ser  impedimento,  sino  ins- 
trumento hermoso,  subtil,  incorrutible  e  ligero,  y  tal  cual 
conviene  para  ánima  que  goza  de  Dios.  Y  si  las  ánimas 
bienaventuradas  desean  tener  sus  proprios  cuerpos  con- 
sigo, para  que  sean  participantes  en  la  gloria,  pues  lo 

720  fueron  en  las  buenas  obras,  ¿con  cuánta  más  fuerza  de- 
searía el  ánima  de  la  Virgen  sagrada  tener  en  el  cielo  con- 
sigo su  santísimo  cuerpo,  pues  que  tan  lealmente  le  ayudó 
a  servir  a  Dios  estando  en  aquesta  vida,  sin  tenpr  movi- 
miento ni  inclinación  mala,  como  los  cuerpos  de  los  otros 

725   santos  ? 

Es,  por  cierto,  cosa  muy  justa  que,  pues  en  cuerpo  y 
en  ánima  fué  la  Virgen  bendicta  silla  de  Dios,  y  por  muy 
particular  manera,  que  ya  que  se  partió  esta  silla  en  dos 
partes  en  el  día  de  su  muerte,  que  luego,  o  al  tercero  día, 

730  torne  Dios  a  juntar  su  silla  y  santísima  arca,  para  que  vean 
todos  los  que  en  el  cielo  estuvieren  aquella  santísima  carne, 
de  la  cual  el  Verbo  divino  tomó  carne  humana,  y  que  esté 
tan  resplandeciente,  que  baste  a  alumbrar  todo  el  cifdo  y 
henchir  de  nueva  alearía  a  todos  los  que  allá  están.  Y  así 

735  es  de  creer  que  lo  piHjpron  los  ángeles,  y  que  Dios  lo  con- 
cedió, y  que  toda  la  Virgen  entera  está  reinando  en  el  cielo 
sobre  todas  las  cosas  que  desea  su  ánima;  y  una  de  ellas 
era,  ^igún  hemos  dicho,  tener  consigo  su  benditísimo  cuer- 
po, descansando  para  siempre  bienaventurada. 

740  Desea  nuestra  Madre     — ; Bendicta  entre  las  muj°res  y 
tenernos  con  ella  en     sobre  hombres  y  ángeles!  Y  dad- 
la gloria  nos  hcenc'a  para  os  preguntar  si 
son  cumplidos  todos  vuestros  de- 
seos, pues  que  parece  que  sobre  vuestra  gloria  ni  hay  más 


705  aleo  om.  T  ]|  709  cualquier  NT  \\  710  que]  y  T  ||  716  sutil  NT  |  no 
corruptible  .V,  incorruptible  T  |  e]  y  NT  l|  718  bienaventuradas]  que  add.  N  ¡ 
propios  T 

727  bendita  NT  ||  729  en  om.  NT  |  su]  sagrada  add.  NT  \  o  om.  T  \ 
730  arca]  carne  T  731  estivieren  N  !'  734  alegría]  gloria  T  !  ansí  X  i 
738  según  NT  |   habernos  T 

740  Bendita  \  7  ||  741  ángeles  y  hombres  7  |  Va  om.  r  747  en]  ti 
add.  \ 


1096 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


745  que  tener  ni  que  desear,  y  que  podéis  decir  con  grande  ver- 
dad: El  Señor  me  apacienta;  ninguna  cosa  me  faltará; 
colocado  me  ha  en  lugar  de  su  pasto  y  muy  abundoso. 

— Gran  verdad  es,  dice  la  Virgen,  que,  en  lo  que  a  mí 
toca,  no  tengo  más  que  desear;  porque  he  entrado  en  el 

750  gozo  del  Señor,  más  dentro  y  con  mayor  abundancia  que 
nadie  entró  ni  entrará,  ni  que  nadie  puede  decir.  Mas  tengo 
hijos  en  el  mundo,  la  salvación  de  los  cuales  deseo  con  muy 
amoroso  y  maternal  corazón.  Y  aunque  no  puedo  tomar  pa- 
sión o  pena  de  sus  trabajos  y  males,  porque  con  el  gozo  del 

755  cielo  no  se  compadece  pena  ninguna,  mas  no  he  perdido  la 
compasión  de  ellos  ni  el  deseo  de  su  salvación  que  tenía 
en  el  mundo,  antes  se  me  ha  acrecentado,  porque  el  Señor 
me  ha  acrecentado  la  caridad.  Este  cuidado  terné  hasta  que 
el  mundo  se  acabe,  este  oficio  haré:  ser  fiel  abogada  de  los 

760  negocios  de  ellos  delante  el  trono  de  Dios;  y  cuando  lo  viere 
enojado  con  ellos,  ponerme  he  delante,  y,  si  menester  fue- 
re, hincaré  mis  rodillas,  y  echarme  he  a  sus  pies,  y  traerle 
he  a  la  memoria  los  servicios  que  El  me  dió  gracia  que 
yo  le  hiciese  y  El  recibió  de  muy  buena  gana,  y  haré  todo 

765  aquello  que  una  amorosísima  madre  hace  con  sus  hijos,  sin 
cansarme  ni  enfadarme  de  abogar  por  justos  y  por  pe- 
cadores. 

¿Oís  esto,  cristianos?  ¡Dichosos  nosotros,  por  cierto, 
que  tenemos  a  Dios  por  Padre  y  a  su  sagrada  Madre  por 

770  madre!  Y  si  queremos  mirar  en  ello,  nos  es  dada  hoy  una 
gran  confianza  para  nos  salvar,  pues  ha  subido  de  la  tierra 
al  cielo  una  Señora  que  tanto  puede  con  Dios,  como  madre 
con  hijo,  y  que  es  muy  más  piadosa  para  con  nosotros  aue 
ninguna  madre  lo  ha  sido,  es  ni  será  con  los  proprios  hijos 

775    que  engendró  y  parió. 

;.  Quién  contará  las  grandes  misericordias,  Señor,  que 
están  en  aquellas  palabras  dulcísimas  que  por  tu  meliflua 
boca  dejiste:  No  queráis  llamar  padre  sobre  la  tierra,  por- 
que uno  es  el  Padre  vuestro,  que  está  en  los  cielos?  No 

780  porque  tú,  Señor,  viedas  que  llamemos  y  honremos  por 
padres  a  los  que  sigún  el  cuerpo  nos  engendraron,  antes  lo 
has  mandado  en  tu  cuarto  mandamiento,  y  es  cosa  muy 
agradnble  en  tus  ojos,  como  dice  San  Pablo.  Mas  quieres 
descubrirnos  el  secreto  del  corazón  de  tu  Padre,  que  nos- 

751  nadie^]  ninguna  pura  criatura  7"  ]  ni  entrará  o»¡.  T  ||  753  maternal] 
natural  T  ||'  754  penas  j\T  |j  758  tendré  T  ||  759  fiel]  leal  add.  N  ||  760 
el]  del  T  l|  761  pendróme  T  |,|  761-762  fuere  menester  T  ||  762  eeharéme 
7'  |'|  762-763  traerele  T  ||  76S  por2  om.  T 

768  cristiano  ¡VT  ||  774  es  om.  T  |  propios  T 

776  Señor  om.  T  \'  77R  diji-tr  NT  II  780  vedas  7'  |,|  781  sefrtn  TfT  II 


747  Ps-  22,  i- 
750    Mt.  25,  21 


770    Mf.  23,  9. 
783    a.  Col.  3,  -o. 


69.     ASUNCIÓN  UE  MARÍA 


783  otros  no  sabíamos,  y  tanto  nos  importaba  saber,  y  es  que 
el  paternal  amor  que  nos  tiene  excede  tanto  al  que  nos  tie- 
nen nuestros  padres  que  nos  engendraron,  que  asi  como,  en 
comparación  de  Dios,  ninguno  merece  ser  llamado  santo,  ni 
bueno,  ni  alto,  porque  El  es  solo  el  santo,  Señor  y  altísimo 

790  y  bueno,  que  escurece  con  su  bondad  la  bondad  de  las  cria- 
turas, porque  les  lleva  ventaja  infinita,  así  los  que  nos  en- 
gendraron, por  mucho  y  mucho  amor  que  nos  tengan,  no 
hinchen  este  nombre  de  padre  ni  merecen  tenerlo,  sino  Dios, 
cuyo  amor  y  cuidado  para  con  nosotros  justisimamente  me- 

795  rece  este  nombre,  y  lo  hinche  y  cumple  en  todo  su  signi- 
ficado, haciendo  altísimamente  ei  oficio  de  padre.  Bende- 
cimos te,  Señor,  por  misericordia  tan  llena  de  gracia,  raíz 
y  causa  de  muchos  y  diversos  bienes  que  de  esta  misericor- 
dia proceden,  que,  como  verdadero  padre,  nos  haces  en  este 

800  mundo  y  en  el  venidero. 

Y  también  te  bendecimos  porque  nos  diste  a  tu  Madre 
por  madre;  que  como  es  la  cosa  más  conjunta  contigo  en 
el  parentesco  de  la  carne,  así  lo  es  en  el  fuego  de  la  cari- 
dad. Y  como  un  hierro  echado  en  el  fuego  está  todo  lleno 

805  de  él,  que  parece  el  mismo  fuego,  así  esta  Virgen  bendita, 
echada  en  el  horno  del  divino  amor,  sale  toda  tan  llena  de 
él  y  tan  semejable  a  él,  que  es  tan  verdadera  madre  del 
pueblo  cristiano,  que  en  comparación  de  ella  las  madres  no 
merecen  nombre  de  madres. 

810  ¿Quién  habrá  que  no  despierte  del  sueño  del  pecado,  si 
en  él  está,  y  que  no  se  anime  a  proseguir  las  buenas  obras 
que  ha  comenzado,  con  tener  favor  de  tan  potentísimo  Pa- 
dre y  regalos  de  Madre  tan  piadosa?  Comencemos  nuevo 
partido  para  alcanzar  la  gloria  del  cielo  en  el  día  que  la 

815  Madre  de  Dios  y  Madre  nuestra  entra  en  la  gloria  del  cielo. 
Parémonos  a  considerar  cuán  grande  parte  será  de  nuestra 
bienaventuranza  verla  en  el  cielo,  y  agradecerle  todos  los 
favores  y  misericordias  que  nos  hizo  para  ir  allá.  Enten- 
damos muy  de  verdad  que,  con  el  grande  amor  que  nos  tiene, 

820  desea  que  vamos  donde  ella  está,  y  que  para  esto  está  muy 
aparejada  para  socorrer  a  cualquiera  persona  en  cualquier 
tiempo  y  negocio  en  que  la  llamare.  Riquísima  es,  para 
todos  tiene;  los  pecadores  alcanzan  por  ella  perdón,  los 
justos  más  gracia,  los  ángeles  alegría,  y  el  Hijo  de  Dios 

825   carne  humana,  y  la  beatísima  Trinidad  mayor  gloria  que 

785  importaba]  importunaba  .V  ||  787  ansí  .V  ¡¡  789  y  di».  T  ||  791  ansi 
.V  ||  792  y  mucho  om.  T  |¡  795  en]  de  T  |  todos  sus  A  ||  796  el  Om.  N 

801  tu]  santísima  add.  T  \\  803  ansí  .V  |||  805  parece]  que  es  add.  T  | 
ansí  N  |  bendita  NT 

810  no]  nos  AT  ||  814-8H5  en  el  día -del  cielo]  om.  T  ||  824  alegría] 
gloria  T  |  Dios]  tiene  de  ella  add.  T  \<\  825  mayor]  gran  T  ||  825-826  que 
de  -  criado]   por  ser  hechura  suya  T 


790    MÍSS.   Rom..  Ordo  Miss..  Gloria. 


ShRMONKS.  CICLO  SANTORAL 


de  todo  io  demás  que  ha  criado.  Y  es  tanta  su  liberalidad 
para  dar,  cuanta  su  riqueza  para  poder  dar. 

Peroración:  imité-  ¿Qué  resta,  sino  que  hagamos  lo  que 
mosla,     obedezca-    está  escripto:  No  dejes,  hijo,  la  ley 

330  mosla  ¿e  tu  madre?  Y  ella  misma  nos  dice: 

Bienaventurados  los  que  guardan  mis 
caminos.  Y  si  la  amamos,  imitémosla;  si  por  Madre  la  te- 
nemos, obedezcámosla.  Y  lo  que  nos  manda  es  que  haga- 
mos todo  aquello  que  su  Hijo  hendido  nos  manda.  Porque 

835  e'l  camino  por  donde  ella  ganó  lo  que  tiene,  la  obediencia 
de  Dios  fué.  Y  si  ésta  no  tuviera,  ninguna  cosa  le  apro- 
vechara ser  Madre  de  Dios  sigún  la  carne;  y  toda  persona 
que  guardare  la  santa  voluntad  de  Dios,  será  madre  de  Dios 
sigún  el  espíritu.  Y  de  que  haya  muchas  madres  de  éstas  no 

840  tiene  envidia  la  Virgen  y  Madre,  antes  lo  desea  y  lo  procura; 
y  ella,  como  principal  de  todas,  nos  es  dada  por  ejemplo, 
para  que,  imitando  su  humildad,  mansedumbre,  limpieza  y 
caridad,  y  todos  los  otros  caminos  que  ella  anduvo  en  obe- 
diencia de  Dios,  y  siendo  ayudados  de  ella,  no  sólo  con  sus 

845  ejemplos,  mas  con  sus  ferventísimas  oraciones  delante  del 
trono  de  la  misericordia  de  Dios,  se  nos  comunique  tal  gracia, 
que  en  el  día  de  nuestra  muerte  nos  sea  dicho  de  parte  de 
Dios:  Yo  te  tomaré  y  reinarás  sobre  todas  las  cosas  que 
desea  tu  ánima,  gozando,  en  compañía  de  esta  santísima 

850  Virgen,  en  la  sempiterna  gloria  del  cielo,  a  la  cual  nos  per- 
ducat. 


70   Vase  la  Virgen  llena  de  gloria.  ¿  Nos  gozaremos 
con  ella?  ¿Lloraremos? 

Asunción  de  María.  15  de  agosto 

(Bd.  1596,  II,  plp.  467-528.) 

Quae  est  ista  quae  ascendit  de  deserto,  deliciis 
ajluens,  innixa  supcr  dilcctum  suumf  ¿Quién  es  ésta 
que  sube  del  desierto,  llena  de  regalos,  recostada 
sobre  su  amado?  (Cant.  8,  [5]). 

5   Día  de  la  libertad    No  hay  término  que  no  llegue  en  las 
de  nuestra  bendi-    cosas  que  son  medidas  por  tiempo, 
ta  Madre  No  se  aleg/e  e*  mal°  en  los  placeres 

y    prosperidades    que    tiene,  porque 
presto  vendrá  un  día  por  su  casa  en  que  le  quiten  de  la  boca 

829  escrito  T  }\  830  misma  om.  N  ||  834  bendito  NT  \\  835  donde]  do 
T  ||  837  según  NT  ||  839  según  NT  \\  840  invidia  N  ||  850  la,]  las  A  Q 
S50-851  a  la  cual  -  pcrducat]  Amen. 


830  Prov.  I,  8. 
832  Prov.  8,  32. 
83,1    Of.  To.  2,  s 


838  Cf.  Mí.  12,  50 
Sjq   3  Reg.  11,  37. 


7<j.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


10  la  embriaguez  de  sus  vicios  y  se  dé  contra  él  aquella  dura 
y  justa  sentencia:  Cuanto  se  glorificó  en  sus  deleites,  tanto 
le  dad  de  tormento  y  lloro.  Pasáronse  los  siete  años  de  la 
fertilidad  que  hubo  en  Egipto,  y  sucedieron  otros  siete  de 
mayor  esterilidad  que  la  pasada  fertilidad.  Y  por  unos  de- 
is leites  y  pecados  breves  que  en  siete  días  se  gozan — que  sig- 
nifican toda  esta  vida — ,  les  sucede  no  siete  años  solos  de 
grandes  tormentos,  mas  siete  mil  cuentos  de  años,  y  mien- 
tras Dios  fuere  Dios.  Era  temporal  esta  vida;  vino  su  tér- 
mino, y  vino  tras  ella  la  muerte,  que  no  tendrá  fin.  No  se  ale- 

20  gren  los  que  en  este  mundo  tienen  prosperidad;  no  lleguen 
su  corazón  a  las  riquezas,  aunque  les  vengan;  no  se  alegren 
cuando  compran,  no  lloren  cuando  pierden  hacienda;  usen  de 
este  mundo  como  si  no  usasen;  porque  se  pasa,  y  muy  pres- 
to, la  figura  de  este  mundo,  como  dice  San  Pablo.  Y  los 

25  varones  de  las  riquezas  durmieron  el  sueño  de  la  muerte, 
la  cual,  quieran  o  no  quieran,  ha  de  venir,  y  ninguna  cosa 
de  ellas  hallaron  en  sus  manos,  como  dice  David.  No  tiene 
por  qué  gloriarse  el  malo  ni  el  vano,  porque  él  dijo,  de  lo 
que  aquí  le  daba  placer,  es  más  amargo  sin  comparación 

30   que  el  deleite  que  recibieron. 

Si  gozaros  queréis,  yo  os  diré  lo  que  para  ello  habéis  de 
hacer.  A  vosotros  digo,  que  os  tenéis  por  extranjeros  en  este 
mundo  y  habéis  puesto  vuestro  cuidado  en  tener  tal  vida,  que 
tengáis  con  razón  esperanza  de  gozar  de  la  otra.  Alégrense 

35  los  que  guardan  los  mandamientos  de  Dios,  porque  los  ser- 
vicios su  término  tienen,  el  galardón  para  siempre  será.  Con- 
solaos los  que  lloráis  vuestros  pecados,  y  los  que  lleváis  a 
cuestas  la  penosa  cruz  de  la  penitencia  y  mortificación  de 
vuestras  pasiones,  y  sois  obedientes  a  D'os  en  los  trabajos 

40  que  El  os  envía,  y  no  le  dais  por  ellos  quejas,  como  los  mun- 
danos, mas  gracias,  como  buenos  cristianos,  porque  todas 
estas  cosas,  temporales  son,  y  su  fin  tienen,  y  obrarán  des- 
pués en  vosotros  eterno  peso  de  gloria. 

Alegraos,  alegraos  los  que  de  veras  amáis  al  Señor,  por 

45  cuyo  amor  tenéis  la  morada  de  esta  vida  por  penoso  des- 
tierro, y  por  ser  leales  al  amor  del  Señor,  en  ninguna  cosa 
os  queréis  aquí  consolar,  mas,  como  casta  tórtola,  tenéis 
el  gemido  por  canto,  y  os  habéis  sentado  sobre  los  ríos  de 
Babilonia,  despreciando  todo  lo  que  en  el  mundo  florece, 

50  porque  se  pasa  como  agua  de  río,  y  vuestro  oficio  es  llorar, 
acordándoos  de  aquella  celestial  Sión,  en  la  cual  Dios  es 
visto  con  grandísimo  y  eterno  gozo,  no  por  velo,  sino  faz 
a  faz  claramente.  No  desmayéis  en  vuestros  trabajos,  por- 


12  Apoc.  iS,  7. 

tá  Cf.  Gen.  41, 

21  a.  Ps.  61.  n. 

2\  1  Cor.  7,  31. 


■\2  Cf.  1  I'elr.  2,  11. 
43    Cf.  2  Cor.  ,,  ,7. 

51     Cf.   1>S.    IJO,  1. 


27  Cf.  Ps.  75,  1. 
32    Cf.  1  ¡Petr.  2, 


1100 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


que  jurado  ha  el  Señor  de  quitar  la  copa  del  amargor  de 

55  vuestra  boca  y  daros  eternas  consolaciones.  Y  día  verná 
— y  cierto  verná  y  presto  verná — en  que  Dios  os  dé  el  deseo 
de  vuestro  corazón,  y  abrirá  vuestra  cárcel,  y  romperá  las 
cadenas  de  vuestra  mortalidad,  y  porná  en  vuestra  boca  un 
cantar  nuevo,  y  sacrificaréis  a  Dios  en  el  cielo  sacrificio 

60  de  alabanza  perpetua. 

Sabed  bien  considerar  el  presente  día  y  solemnísima  fies- 
ta, en  el  cual  se  llegó  el  término  tan  deseado  y  tan  pedido 
por  la  sacratísima  Virgen  María,  Madre  de  Dios  y  Señora 
nuestra,  y  gozándoos  de  tan  grande  bien  como  a  ella  le 

65  vino,  pues  hoy  entró  en  la  ciudad  celestial  con  tanta  fiesta 
y  regocijo,  que  pone  en  admiración  a  los  ángeles,  y  espan- 
tados de  que  en  este  miserable  desierto  hubiese  tan  preciosa 
reliquia  y  que  con  tanta  honra  y  pompa  fuese  subida  a  la 
alteza  del  cielo  y  constituida  por  Señora  de  los  que  están 

70  allá  y  de  los  de  acá,  preguntan  diciendo:  ¿Quién  es  esta 
que  sube  del  desierto,  abundante  en  regalos,  arrimada  so- 
bre su  Amado? 

Gócense,  pues,  los  buenos  hijos  de  la  libertad  de  su 
bendita  Madre,  y  esperen  ellos  que,  a  semejanza  de  ella, 

75  les  verná  el  día  de  su  libertad,  en  que,  libres  de  la  corrup- 
ción de  esta  vida,  gocen  con  ella  en  el  cielo  del  don  de 
incorrupción  perpetua,  de  cumplida  gloria  y  de  la  alegre 
vista  de  Dios;  y  entiendan  que  esta  Virgen  bendita  no  sólo 
nos  es  dada  para  ejemplo  de  nuestra  vida,  a  la  cual  siga- 

80  mos  e  imitemos  en  sus  virtudes,  mas  también  tenemos  en 
ella  ejemplo  y  motivo  para  esperar  que,  si  fuéremos  acá 
por  el  camino  que  ella  fué,  aunque  no  tan  aprisa  ni  con 
tanta  santidad,  iremos  donde  ella  fué,  aunque  menores  en 
gloria. 

?5  Estemos,  pues,  muy  atentos,  y  no  perdamos  de  vista 
a  esta  Señora,  tan  acertada  en  sus  caminos  y  tan  verdadera 
estrella  y  guía  de  los  que  en  este  peligroso  mar  navega- 
mos. Y  pues  que  en  otras  fiestas,  desde  que  fué  concebida 
en  el  vientre  de  su  madre,  hay  mucho  que  mirar  y  que 

90  aprender  y  con  que  consolarnos,  tenemos  obligación  el  día 
de  hoy  a  decir  algo  de  ésta,  que  no  tiene  menos  provechos 
que  cualquiera  de  las  otras.  Y  comencemos  por  aquí. 

Grande  fué  el  mar-  Señor,  amando  a  vuestra  bendití- 
tirio  de  la  Virgen  en  sima  Madre  con  amor  tan  grande 
95  este  destierro'  cual  comriene  amarla  tal  Hijo  como 
vois  sois,  y  ser  amada  tal  Madre 
como  ella  es,  ¿qué  fué  vuestro  consejo,  que,  aunque  justo 
en  sí,  fué  para  ella  penoso,  que,  subiendo  vos  rico  y  prós- 


.5.5  Cf.  Is.  51,22. 
.59  Cf.  Ps.  39,  4. 


60  Cf.  Ps.  115,  17. 
72    Cant.  8,  5. 


70.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


pero,  acompañado  de  ángeles  y  ánimas  santas  a  reinar  en 

100  el  cielo,  sentado  a  la  diestra  del  Padre,  donde  hay  deleites 
para  siempre  jamás,  dejastes  a  esta  Señora  en  el  destierro 
de  la  tierra,  donde  aunque  por  vuestra  gracia  ella  tuviese 
vida  muy  ajena  de  todo  pecado,  mas  por  estar  ausente  de 
vos  le  había  de  ser  un  penoso  destierro?  ¿Quién,  Señor, 

105  entenderá  vuestros  caminos?  ¿Quién  dijera  que  pidiérades 
más  trabajos  a  esta  Virgen  bendita  que  los  que  pasó  al 
pie  de  la  cruz  viéndoos  morir  en  ella  con  graves  dolores? 
Vos,  Señor,  sois  el  sol  y  ella  la  luna;  y  pues  que  ella 
se  eclipsó  cuando  vos  os  eclipsastes,  ¿por  qué,  cuando  vais 

no  lleno  de  lumbre  y  de  gloria,  no  participa  ella  también  de  lo 
que  vos  en  tanta  abundancia?  La  sombra  sigue  al  cuerpo, 
y  la  Virgen  a  vos,  y  de  vos  está  colgada  como  fidelísima 
sierva.  ¿Por  qué — pues  en  el  tiempo  de  vuestra  tribulación 
ella  os  acompañó  y  siguió — ,  por  qué  os  vais  al  cielo  con 

115   mucha  prosperidad  y  la  dejáis  a  ella  eñ  la  tierra? 

Ya  veo,  hermanos,  que  me  estáis  respondiendo  lo  que 
Dios  dijo  por  el  profeta  Esaías:  Cuanto  son  ensalzados  los 
cielos  sobre  la  tierra,  tanto  mis  caminos  exceden  a  los  vues- 
tros. Así,  Señor,  lo  creemos;  todos  son  justos,  llenos  de 

120  sabiduría  y  de  bondad;  y  alabándolos  por  tales,  los  desea- 
mos, pues  los  queremos  entender  para  vuestra  gloria  y 
nuestra  edificación.  Mas  es  primero  de  advertir  que,  por 
mucho  que  despabilemos  nuestros  ojos  para  considerar  cuán 
grande  fué  el  martirio  que  esta  Virgen  sagrada  pasó  todo 

125  el  tiempo  que  vivió  en  este  destierro  dende  el  día  que  su 
benditísimo  Hijo  y  Señor  subió  a  la  ciudad  soberana  hasta 
el  día  de  hoy,  en  el  cual  ella  alcanzó  lo  que  deseaba  siendo 
llevada  allá,  no  podremos  entender  aun  la  menor  parte  de 
su  penoso  martirio. 

130   El  amor  es  su  sayón    El  amor  le  causaba  deseo  de  ver  a 
su  Dios  faz  a  faz.  Tanto  cuanto  el 
amor  es  mayor,  el  deseo  es  más  crecido  y  su  dilación  más 
penosa;  y  si  hubiere  quien  pueda  pesar  el  gran  peso  del 
amor  que  la  Virgen  tenía,  aquél  podrá  saber  sus  encendi- 

135  dos  deseos  dónde  llegaban  y  cuánto  le  atormentaba  la  di- 
lación de  cumplirse. 

¡Oh  Virgen  gloriosa,  que  de  una  mesma  fuente  os  nace 
lo  dulce  y  amargo,  lo  que  os  hace  a  Dios  agradable  y  lo 
que  os  martiriza!  El  amor,  y  grandísimo  amor,  que  so- 

140  brepuja  todo  conocimiento,  que  a  Dios  tuvistes,  éste  os  hace 
alta,  y  agradable,  y  bienaventurada  en  su  acatamiento;  y 
este  mesmo  a  la  medida  de  su  grandeza,  os  atormenta  como 
gran  sayón.  Aquel  cuchillo  que  el  santo  viejo  Simeón  os 
profetizó  que  había  d°  traspasar  vuestro  corazón,  cuando 

ioi    Cf.  Ps.  15,  11.  119   Is.  55,  9  143   Cf.  Le.  2,  35. 


1102  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


145  vistes  a  vuestro  Hijo  crucificado  y  morir  en  la  cruz,  fué 
figura  al  vivo.  Mas  si  no  hubiera  en  vuestro  corazón  cu- 
chillo de  amor,  con  que  vuestra  sacratísima  ánima  estaba 
dulcemente  herida  hasta  lo  más  íntimo  de  ella,  poco  os 
atormentara    el  ver   padecer  a   quien  mucho  amábades. 

150  Este,  este  vivísimo  amor  os  hacía  cuidar  lo  que  convenía 
a  vuestro  sacratísimo  Hijo;  éste,  temer  no  le  viniese  algún 
mal;  éste,  llorar  cuando  le  vino  y  sentir  dolores  de  muerte 
en  su  muerte.  Y  cuando  al  humano  juicio  parecía  que  este 
amor  os  hubiese  de  dar  descanso,  gozando  en  el  cielo  del 

155  que  tanto  amastes  viviendo  en  la  tierra,  comience  de  nuevo, 
por  consejo  de  Dios,  a  atormentaros  como  de  antes,  y  que 
dure  el  tormento  por  toda  la  vida,  y  aun  que  vaya  crecien- 
do mientras  más  creciere  la  vida. 

Por  experiencia  tenemos  que  los  amigos  de  Dios  que  se 

160  hallaron  presentes  a  la  muerte  del  Señor  y  se  compadecie- 
ron de  ella,  se  contentó  Dios  con  aquel  martirio  de  compa- 
sión interior  que  allí  pasaron  y  padecieron,  sin  consentir 
que  mano  de  sayón  exterior  atormentase  a  los  que  el  inte- 
rior amor  tan  gravemente  martirizó.  Mas,  según  veo,  Se- 

165  ñora,  vos,  la  que  más  allí  padecistes,  os  tornan  a  dar  a 
beber  el  cáliz  de  amargura  de  la  ausencia  de  vuestro  ben- 
ditísimo Hijo,  más  penoso  para  vos  que  la  muerte  que  os 
pudieran  dar  los  sayones  crueles. 

Tenía  esta  Virgen  grandísima  lumbre  en  su  entendi- 
do miento  para  conocer  y  poner  en  su  lugar  los  beneficios  que 
Dios  le  había  hecho;  tenía  muy  tierna  voluntad  para  agra- 
decerlos y  considerarlos  muchas  veces;  y  soplando  a  la  con- 
tina en  leña  tan  aparejada  para  encender  fuego,  engendrá- 
base en  su  Corazón  una  llama  de  amor  que  la  abrasaba 

175  y  hacía  desear  con  todas  sus  fuerzas  ver  ya  aquel  que  tan 
singulares  mercedes  le  había  hecho.  Y  si  hay  hombres  que, 
acordándose  que  Dios  les  ha  perdonado  los  pecados  que 
han  hecho,  ni  se  pueden  contener  de  lágrimas  tiernas  ni 
cesan  de  amar  al  que  tanta  misericordia  les  hizo,  y  el  Señor 

180  dice  que  a  quien  más  pecados  les  son  perdonados,  más  amor 
tiene  a  su  perdonador,  ¿qué  sintiría  aquella  Virgen  ben- 
dita cuando  se  acordase  de  tan  grande  beneficio,  recebido 
de  la  mano  piadosa  de  Dios,  que  ni  en  su  concepción  ni  en 
toda  su  vida  cayó  en  ella  pecado?  Porque  muy  bien  sabía 

185  que  es  mayor  merced  dar  Dios  la  inocencia,  no  dejando 
caer  en  pecado,  que  al  caído  darle  perdón.  Y  por  esto  todos 
los  pecados  que  allí  pudiera  haber  hecho,  y  que  otros  ha- 
cían, ponía  a  cuenta  de  deuda  propria,  y  agradecía  a  Dios 
como  si  los  hubiera  cometido  y  fuera  perdonada,  y  aun 

190   mucho  más  según  habernos  dicho.  ¿Qué  os  diré?  Que  amor 

140  mucho!  no  nrfíí. 
jSi   Cf.  Le.  7,  .13. 


70.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1103 


obraba  en  su  corazón'  el  agradecimiento  de  la  gracia  y  san- 
tidad que  había  recebido;  que,  como  humilde  y  fiel  sierva, 
por  todo  ello  engrandecía  su  ánima  a  Dios  y  no  a  sí  misma. 

Pues  cuando  pensase  la  inefable  y  nunca  oída  merced 
que  Dios  le  había  hecho  en  tomarla  por  madre,  sería  tanto 
el  amor  que  de  ella  se  enseñorease,  que  le  causase  desmayo 
y  falta  de  fuerzas  y  le  hiciese  decir  muy  de  corazón  lo  que 
está  en  los  Cantares:  Que  de  amor  estoy  enferma. 

Grados  tiene  el  Sus  grados  tiene  el  amor  :  hiere,  y  ata, 
amor:  hiere  más    y  es  insaciable.  Herido  está  el  cora- 

aue  saeta  zon  del  amor  de  Dios  cuando  se  en- 

señorea  tanto  del  hombre,  que  a  todos 
los  otros  amores  éste  sobrepuja,  y  cumple  lo  que  el  Señor 
en  el  Evangelio  pidió:  EL  que  ama  a  padre  o  madre  más  que 
a  mí,  no  es  digno  de  mí;  y:  Si  alguno  viene  a  mí  y  no  abo- 
rrece padre  y  madre,  mujer,  hijos  y  hermanos,  y  aun  a  si 
mismo,  no  puede  ser  discípulo  mío.  La  ley  de  la  Bondad 
divinal  pide,  y  con  mucha  justicia,  que  así  como  ella  es 
en  sí  cosa  infinita,  así  sea  preciada  de  hombres  y  ángeles 
sobre  todas  las  cosas,  de  manera  que  le  haga  decir  con 
San  Pablo:  ¿Quién  nos  apartará  del  amor  de  Cristo?  Ni 
tribulación,  ni  angustia,  ni  hambre,  ni  desnudez,  ni  peligro, 
ni  persecución,  ni  espada  que  mate;  mas  en  todas  estas 
cosas  sobrepujamos  por  amor  de  aquel  que  nos  amó.  Por- 
que cierto  estoy  que  ni  la  muerte  ni  la  vida,  ni  los  ángeles 
ni  los  principados  ni  las  virtudes,  ni  las  cosas  presentes  ni 
las  por  venir,  ni  fortaleza  ni  alteza  ni  lo  profundo,  ni  otra 
criatura  alguna,  nos  podrá  apartar  del  amor  de  Dios,  que 
está  en  Jesucristo  nuestro  Señor. 

¿Qué  saeta  tan  fuerte  ni  con  tanta  violencia  puede  herir 
a  un  cuerpo,  como  este  amor  que  Dios  infunde  en  el  cora- 
zón hiere  al  ánima  hasta  lo  más  íntimo  de  ella?  Herida  es 
que  da  salud;  y  quien  esta  llaga  no  tiene,  mal  sano  está. 
Y  aunque  tiene  nombre  de  herida,  dulcísima  cosa  es.  Y  sin 
ira  tira  esta  saeta  el  Señor,  y  sin  enojo  la  recibe  su  cria- 
tura, antes  se  precia  de  ella  en  los  Cantares,  diciendo:  He- 
rida estoy  con  amor.  Dichosa  herida  para  la  criatura,  pues 
el  mesmo  Dios,  omnipotente  e  insuperable,  no  se  defiende  de 
aquesta  saeta,  si  hubiese  quien  se  la  tirase,  según  El  da 
testimonio,  diciendo:  Heriste  mi  corazón,  hermana  mía,  es- 
posa mía,  con  uno  de  tus  ojos  y  con  un  cabello  de  tu  cabeza. 
¿Quién  contará  los  misterios  del  amor  que  entre  Dios  y  la 
Virgen  pasaban,  hiriendo  El  a  ella  con  la  contemplación  de 
su  hermosura  y  de  su  bondad,  y  ella  a  El  con  amarlo  y  pen- 

193  Le.  1,  46.  219  Rom.  8,  35-39 

198  Cant.  2,  5.  227  Cant.  5,  2. 

205  Mt.  10,  37.  231  Cant.  4,  9. 

207  Le.  14,  26. 


1104 


385  sar  en  El  con  grandísima  fidelidad?  Porque  el  ojo  derecho, 
el  amor  de  Dios  es;  y  el  un  cabello  de  la  cabeza,  el  contino 
pensamiento  en  el  mismo  Dios  es. 

De  donde  parece  que  no  sólo  la  bendita  Madre  de  Dios 
estaba  herida  con  el  amor,  y  amor  fuerte  e  insuperable,  con 

240  el  cual  estaba  determinada  de  morir  antes  mil  muertes  que 
hacer  a  Dios  una  ofensa,  chica  ni  grande;  mas  también  te- 
nía su  pensamiento  tan  puesto  en  Dios,  que  nunca  le  ponia 
en  olvido.  Bendito  sea  Dios  para  siempre,  que  hubiese  en  la 
tierra  quien  con  amorosa  y  continua  memoria  de  Dios  hi- 

245  cíese  contrapeso  a  los  muchos  que,  recibiendo  cada  hora  y 
momento  mercedes  de  Dios,  se  les  pasan  por  alto  los  días 
y  las  horas  sin  se  acordar  del  que  nunca  de  ellos  se  olvida; 
y  si  se  acuerdan,  es  una  memoria  seca  y  desamorada; 
porque  aquélla  es  la  verdadera  que  así  se  acuerda  de  Dios 

250  y  de  sus  mandamientos,  que  hace  que  se  pongan  en  obra. 
Y  por  aquéllos  tales  se  queja  el  Señor,  diciendo  por  Hiere- 
mías:  ¿Por  ventura  puédese  olvidar  la  doncella  de  la  faja 
con  que  ciñe  sus  pechos?  Mas  mi  pueblo  hame  puesto  en 
olvido  días  sin  cuento. 

255  ¡Oh  Doncella,  honra  de  todo  el  pueblo  de  Dios,  cuan  ma- 
yor cuenta  teníades  vos  de  traer  siempre  rodeado  a  Dios  a 
vuestro  corazón  que  ninguna  doncella  tuvo  cuidado  de  su 
faja  ni  de  su  atavío!  Aquéllas,  por  tener  cuidado  de  la  va- 
nidad y  bien  parecer  a  los  hombres,  se  descuidan  de  tener 

260  a  Dios  en  su  corazón;  mas  vos,  Señora,  cuyo  propósito 
siempre  fué  despreciar  todo  los.  perecedero  y  buscar  la  her- 
mosura de  las  virtudes  que  agradan  los  ojos  de  Dios,  todo 
vuestro  pensameinto,  orando  o  no  orando,  y  en  todo  tiempo, 
lugar  y  hora,  estaba  atento  a  Dios,  cumpliendo  y  sobrepu- 

265  jando  lo  que  dijo  el  profeta  David:  El  pensamiento  de  mi 
corazón  está  siempre  delante  de  ti.  Parecíaos,  Virgen  bendi- 
ta, gran  traición  acordarse  de  vos  siempre  Dios,  y  vos  ol- 
vidarle un  solo  momento,  trayendo  santa  competencia  con 
El  y  aprendiendo  de  lo  que  El  hacía  con  vos  para  hacer  vos 

27o  lo  mesmo  con  El.  Amábaos  El  con  amor  liberal,  sin  respeto 
de  propio  interese;  porque  lejos  está  de  la  infinita  riqueza 
de  Dios  vender  a  nadie  su  amor,  ni  esperar  provecho,  pues 
que  su  bien  ni  puede  crecer  ni  disminuir.  Vos,  Señora,  con 
aquel  corazón  liberal,  magnánimo  y  no  interesado,  semeja- 

275  ble  en  su  manera  al  de  Dios  y  recibido  de  la  mano  de  El, 
teníades  puesta  en  olvido  a  vos  mesma  y  dábades  a  Dios  un 
amor  desinteresado  y  una  memoria  continua,  para  que  se 
verificasen  de  vos,  mejor  que  de  nadie,  aquellas  palabras  de 
los  Cantares:  Mi  Amado  a  mí  y  yo  a  El,  que  más  contienen 

280  afecto  de  ánima  que  cumplimiento  de  sentencia,  pues  que 


254  ler-  2,  32. 
266   Ps.  18,  15, 


279   Cant.  2,  16. 


70.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1105 


ni  dicen  qué  es  vuestro  Amado  [para  vos  ni  vos  para  el 
amado].  Mas  no  diciendo  en  particular  lo  que  es  el  uno  al 
otro,  se  da  a  entender  que  es  tanto,  que  no  se  puede  decir. 
Todas  las  cosas,  Señora,  os  es  Dios;  y  todas  las  que  una 

285  criatura  puede  ser  para  El,  vos  lo  sois;  el  mayor  contenta- 
miento que  la  pura  criatura  le  puede  dar,  vos  se  lo  dais. 
Razón  tuvo,  por  cierto,  el  Espíritu  Santo  en  no  declarar 
cosa  particular  en  aquellas  palabras,  porque  fuera  decir 
poco  de  lo  mucho,  y  las  cosas  altas  mejor  se  declaran  en  las 

290  honrar  con  silencio  que  con  decir  la  menor  parte  de  sus  ex- 
celencias. 

Los  beneficios  de    ¿Quién  contará  esta  guerra  tan  dulce, 
Dios   son  atadu-    tan  sin  enojo,  entre  Dios  y  la  Virgen 
ras  de  amor         bendita,  en  la  cual  la  hermosura  de 

295  El  hiere  a  ella,  y  la  de  ella  hiere  a 

El,  presa  y  atada  con  aquellas  prisiones,  de  cuya  fortaleza 
El  se  gloría  diciendo:  Yo  los  traeré  a  mi  en  las  cuerdas  de 
Adán  y  en  las  prisiones  del  amor?  Entendiendo  por  lo  pri- 
mero los  beneficios  naturales  que  hace  a  los  hombres,  y  por 

300   lo  segundo  los  que  son  sobre  naturaleza. 

Y  si  miráis  lo  que  vale  cualquier  beneficio  de  Dios,  aun- 
que sea  el  menor  de  ellos,  y  principalmente  el  amor  de  su 
divino  corazón  con  que  nos  lo  da,  ninguno  hay  tan  chico 
que  no  sea  bastante  de  sí  a  prender  al  hombre,  y  atarlo  con 

305  Dios  por  amor,  y  ofrecerle  todo  servicio.  Y  si  uno  solo  es 
bastante  para  hacer  esto,  ¡qué  presos  de  amor  nos  debían 
tener  tantos  y  tan  grandes  como  Dios  nos  ha  hecho  a  los 
hombres,  y  cada  momento  nos  hace!  Mírese  un  hombre  mesmo 
a  sí,  mire  el  cielo  y  mire  la  tierra,  y  vea  que  todo  es  leña 

310  de  beneficios  para  encender  en  el  hombre  el  fuego  del  divino 
amor,  y  todos  son  tan  fortísimas  cuerdas  para  amorosa- 
mente atarle  con  la  santa  voluntad  de  Dios  y  su  ley,  que  le 
hagan  amar  la  atadura  de  la  salud,  que  es  la  obediencia  de 
Dios,  y  aborrecer  la  mala  soltura  de  la  propia  voluntad, 

315  causadora  de  que  en  el  infierno  aten  al  hombre  que  aquí  la 
siguió,  de  pies  y  de  manos,  donde  esté  preso,  captivo  de  los 
demonios,  y  sea  su  esclavo  el  que  aquí  no  quiso  sujetarse  a 
Dios  para  vencer  demonio  y  pecado.  ¿Quién  bastará  a  mara- 
villarse de  tan  gran  enfermedad  de  los  hijos  de  Adán,  que 

320  con  tantos  emplastros  llenos  de  eficacia  y  blandin  a  no  cobran 
salud,  pues  con  todos  ellos,  y  gozando  de  ellos,  y  holgándose 
de  recibir  los  dones  de  Dios,  no  levantan  sus  ojos  a  consi- 
derar que  es  mucha  razón  de  ser  amado  y  servido  un  bien- 
hechor tan  contino,  que  ningún  momento  deja  de  serlo,  y  tan 

325    copioso,  que  ninguno  basta  a  contar  la  innumerable  copia 


29S   Os.  ii,  4. 


1106 


si  RMONES.  CICLO  SANTORAL 


de  sus  mercedes,  y  tan  piadoso,  que  por  sólo  amor  y  bondad 
hace  lo  que  hace,  deseando  que  los  hombres,  provocados 
con  los  beneficios  que  de  su  mano  reciben,  le  amasen  y  tu- 
viesen disposición  para  recebir  lo  que  El  desea  darles,  que  es 

380  a  sí  mesmo?  ¡Oh  lamentable  ceguedad  y  traición  de_  una 
esposa  que,  enviándole  su  esposo  muchas  y  hermosas  joyas 
para  que  a  la  contina  se  acuerde  él  y  no  se  le  enfríe,  antes 
más  y  más  se  encienda  en  su  amor  con  las  muchas  y  pre- 
ciosas dádivas,  torna  ella  esto  tan  al  revés,  que,  aficionán- 

335  dose  a  las  joyas,  huelga  tanto  con  ellas,  que  por  ellas  olvida 
a  su  esposo,  que  las  envió  para  incentivos  de  amorosa  me- 
moria! 

Y  si  estos  beneficios  de  naturaleza  debían  bastar  para 
prender  a  los  hombres  en  el  amor  del  Señor,  ¿qué  os  diré  de 
340  la  fuerza  que  habían  de  tener  en  nuestros  corazones  los 
beneficios  que  sobre  toda  orden  de  naturaleza  recibimos? 
Si  en  darme  Dios  el  ánima  y  cuerpo  que  tengo  me  obliga  a 
amarle  y  servirle  con  ello,  ¿en  qué  obligación  me  pone  darse 
Dios  a  sí  mesmo  a  muerte  de  cruz  por  remediar  lo  que  pri- 
345  mero  me  había  dado  e  yo  lo  había  perdido  por  mis  pecados? 
Si  por  lo  que  me  da  para  mantenimiento  e  regalo  de  este 
miserable  cuerpo  le  debo  amor,  ¿qué  será  por  la  gracia  y 
por  sus  sacramentos,  que  son  causa  de  ella,  que  para  que 
mi  ánima  sane  y  se  esfuerce  en  el  camino  de  Dios  ordenó 
350  que  le  costase  su  vida?  Por  beneficio  natural  me  hizo  señor 
de  este  mundo,  y  por  sobrenatural  me  hizo  heredero  del  cie- 
lo. Mercedes  son  éstas  tanto  mayores  que  las  naturales,  que 
sin  ninguna  proporción  les  exceden.  Y  por  eso  la  divina  Es- 
critura llama  a  las  primeras  cuerdas,  y  a  las  segundas, 
355   prisiones;  las  primeras  convidan,  las  segundas  parece  que 
fuerzan.  Porque  ¿quién  se  defenderá  de  la  violenta  saeta  de 
Dios,  y  saeta  sin  pecado,  y  quitadora  de  nuestros  pecados, 
que  es  Jesucristo  puesto  en  la  cruz,  bastante  para  herirnos 
de  amor  por  sólo  ponerse  en  ella,  aunque  fuera  sin  pena 
360   ninguna?  Mas  para  que  más  fuertemente  nos  hiera  y  del 
todo  parezca  saeta,  le  son  puestos  clavos  en  las  extremida- 
des de  sus  pies  y  manos,  porque,  palo  con  hierro,  sea  tan 
fuerte  saeta  tirada  de  la  mano  de  Dios,  que  no  haya  quien 
se  defienda  del  calor  de  su  amor,  ni  arma  ni  acero  que  le 
365  resistan. 

May  ¡ay  de  nos!,  que  es  mayor  nuestra  dureza  que  la 
del  hierro  y  de  las  piedras,  y  hacemos  salir  en  balde  las 
invenciones  que  la  sabiduría  de  Dios  busca  para  remediar 
nuestra  mala  soltura;  y  siendo  El  invencible,  omnipotente, 
370  parece  que  le  vencemos  en  la  guerra  continua  que  entre  El 
y  nosotros  hay,  haciéndonos  El  beneficios,  provocándonos  a 


364  Gf.  Ps.  18,  7. 


ASUNCIÓN  T>¥.  MARÍA 


1107 


su  amor,  y  nosotros  con  gran  desvergüenza  recebimos  lo  que 
nos  da  y  negárnosle  nuestro  amor  y  nuestra  obediencia.  De- 
jemos de  hablar  de  esto,  porque  es  triste  materia  y  digna 

375  de  lloro,  y  no  viene  bien  para  la  fiesta  alegre  que  entre 
manos  tenemos.  Porque,  como  la  Escritura  dice  que  en  el 
tiempo  del  lloro  es  la  música  cosa  importuna  y  fuera  de 
tiempo,  así  también  en  el  tiempo  de  la  alegría  es  el  lloro 
cosa  importuna. 

Convirtamos  nuestra  habla  a  la  dulcísima  Virgen  y  re- 
cebirá  nuestro  corazón  consuelo  de  ver  cuan  bien  obraban 
en  ella  la  prisión  que  pretendían  los  beneficios  de  Dios,  el 
cual  la  tenía,  según  habernos  dicho,  tan  herida  con  su 
amor,  que  él  era  ley  de  su  corazón,  y  puesto  en  el  mejor 

*85  lugar  de  su  ánima;  y  le  tenía  el  pensamiento  tan  atado  con 
él,  que  no  le  dejaba  que  se  olvidase  ni  un  solo  momento. 
Puede  un  herido  pensar  en  otras  cosas,  para  que  con  aque- 
lla diversión  olvide  el  dolor  que  le  da  su  herida;  mas  quien 
tiene  atado  su  pensamiento  continuo  con  lo  que  le  hirió  y 

'3S0  su  herida,  ¿qué  remedio  le  queda,  pues  no  puede  huir  de  lo 
que  le  causa  el  dolor? 

Herida  y  presa  estaba  la  Virgen  del  amor  divinal,  más 
que  ninguna  criatura;  y  herido  y  preso  tenía  a  su  Señor 
y  su  Dios,  más  que  ninguna  criatura.  Ni  el  Señor  ni  ella 

J95  querían  resistir  a  las  heridas  y  prisiones  de  amor,  antes  se 
daban  de  muy  buena  gana  tan  sujetos  al  señorío  del  que 
obraba  en  ellos  cuanto  quería.  Salvo  que  en  Dios  no  podía 
obrar  pena,  y  toda  caía  sobre  la  Virgen  bendita;  porque 
El  es  del  todo  impasible,  y  ella  muy  aparejada  a  padecer 

!wx>    martirio  de  amor. 

El  amor  es  insacia-  Y  lo  que  es  mucho  de  márar,  que 
ble,  sin  medida  guardaba  esta  Virgen  tanta  lealtad 
al  amor  de  Dios,  que  toda  la  había 
poseído,  que  tenía  por  género  de  traición  contra  el  amor 

05  del  Señor  tomar  consolación  en  alguna  cosa  que  no  fuese 
Dios.  Había  leído  lo  que  dice  David:  No  quiso  mi  ánima  ser 
consolada.  Y  cumplíalo  muy  mejor  que  él;  y  decía  a  las 
consolaciones  que  aquí  podía  tomar,  aunque  sin  pecado,  lo 
que  Job  a  sus  amigos:  ¡Consoladores  sois  pesados  vosotros! 

iio  Porque  antes  tenía  por  impedimento  de  la  verdadera  conso- 
lación divinal  consolarse  en  las  criaturas  que  no  por  reme- 
dio de  la  herida  amorosa  de  su  corazón.  Y  mientras  no 
estaba  en  el  cielo  viendo  y  poseyendo  al  Señor  que  la  hirió, 
vivía  una  vida  de  martirio,  siéndole  todas  las  cosas  de  este 

'¡15    destierro  muy  llenas  de  cruz.  Y  así,  no  gozaba  de  lo  que 


377    Ecclí.  22.  6. 
407    Ps.  76,  3. 
409   lab  16,  2. 


1108 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


acá  podía  gozar,  ni  alcanzaba  la  subida  al  cielo  que  desea- 
ba. Y  a  semejanza  de  Job,  que  decía:  Mi  ánima  ha  escogi- 
do estar  colgada,  estaba  la  Virgen  entre  el  cielo  y  tierra, 
colgada  de  donde  estaba  el  deseo  de  su  corazón. 

420  De  manera  que  su  vida  era  un  puro  tormento,  y  ni  des- 
cansaba con  llorar  ni  le  daban  lo  que  deseaba;  y  así  decía 
con  ansias  de  su  corazón,  mayores  que  las  del  profeta  Da- 
vid: ¡Como  desea  el  ciervo  las  fuentes  de  las  aguas,  así  mi 
ánima  desea  a  ti,  Dios!  Hubo  sed  mi  ánima  de  Dios,  fuente 

425  viva:  ¿cuándo  vendré  y  pareceré  delante  de  la  faz  de  Dios? 
Y  porque  estuviésemos  ciertos  que  mientras  no  estaba  pre- 
sente a  su  Dios,  al  cual  deseaba,  no  se  inclinaba  a  tomar 
otra  alguna  consolación,  decláranos  luego  cuál  era  su  ocu- 
pación y  ejercicio,  diciendo:  Fuéronme  mis  lágrimas  pan  de 

430  noche  y  día,  mientras  me  dicen:  ¿Dónde  está  tu  Dios?  De- 
rramaba lágrimas  por  su  largo  destierro,  diciendo  con  Da- 
vid: ¡Ay  de  mi,  porque  mi  morada  en  este  destierro  se  ha 
prolongado!  Vivido  he  con  los  moradores  de  Cedar,  y  mu- 
cho tiempo  ha  sido  mi  ánima  moradora  de  esta  tierra:  Como 

435  desea  el  jornalero  el  fin  de  su  trabajo,  y  el  siervo  cansado 
la  sombra  donde  repose,  así  yo — decía  la  Virgen — he  tenido 
meses  vacíos  y  he  contado  trabajosas  noches  para  mi.  No 
vivió  la  Virgen  ni  un  solo  momento  sin  ganar  nuevos  mere- 
cimientos, y  de  esta  manera  nunca  vivió  meses  vacíos;  mas 

440  para  lo  que  ella  deseaba,  que  era  ver  a  Dios  en  el  cielo, 
tenía  por  cosa  vacía  el  tiempo;  y  contábalo  por  noches  tra- 
bajosas mientras  no  alcanzaba  lo  que  deseaba.  No  se  ma- 
raville nadie  de  que  la  Virgen  bendita  dijese  con  sospiros  sa- 
lidos de  su  corazón:  ¡Ay  de  mí,  porque  mi  morada  se  ha 

445  prolongado!  Porque  no  es  pequeña  causa  de  dolor,  para 
quien  tiene  perfeto  amor  del  Señor,  vivir  en  la  tierra  de 
Cedar,  significada  por  este  mundo,  lugar  en  el  cual  es  Dios 
ofendido.  Y  como  la  bendita  Virgen  tenía  el  amor  de  Dios 
tan  sin  medida,  del  cual  nacía  la  viveza  de  los  espirituales 

450  sentidos,  olíanle  peor  los  pecados  que  en  el  mundo  se  ha- 
cían, y  amargábanle  más  que  ninguna  cosa  corporal,  por 
hedionda  y  desabrida  que  sea  ni  que  pueda  dar  desabrimien- 
to a  los  corporales  sentidos. 

Y  juntando  en  uno  el  desabrimiento  que  lo  que  pasaba  en 
la  tierra  le  daba,  que  la  convidaba  a  huir  de  tal  lugar,  y  por 

455  otra  parte  el  deseo  de  la  presencia  de  Dios  en  el  cielo,  era 
tan  grande  el  ímpetu  de  su  corazón  a  lo  alto,  que  muchas 
veces  alzaba  los  ojos  al  cielo,  donde  estaba  su  tesoro,  con 
arroyos  de  lágrimas  que  de  ellos  salían;  sospirando  decía 
lo  que  dijo  David,  y  mucho  mejor:  ¡Cuán  amadas  son  de 


418   Iob  7,  15. 
425   Cf.  Ps,  41.  3, 
430   Ps.  41,  4. 


434   Ps.  119,  5-6. 

437    Cf.  Iob  7,  2. 


70.     ASUNCIÓN  DK  MARÍA 


1109 


460  mi  tus  moradas,  Señor  Dios  de  las  virtudes!  Mi  ánima  de- 
sea, y  con  el  grande  deseo  se  desmaya  por  estar  en  los  pa- 
lacios del  Señor. 

No  piense  nadie  que  este  deseo  tan  encendido  de  esta 
Madre  bendita  por  ver  a  su  Hijo  bendito  en  el  cielo  era  cau- 

465  sado  de  naturaleza,  como  otras  madres  suelen  desear  la  pre- 
sencia de  sus  hijos.  Porque,  aunque  el  amor  natural  no  es- 
taba en  ella  perdido,  pues  no  es  contrario  a  la  gracia;  mas 
era  tanto  el  sobrenatural  con  que  a  su  Hijo  amaba  en  cuan- 
to hombre,  y  muy  más  sin  comparación  en  cuanto  Dios,  que 

J"0  sobrepujaba  al  amor  natural  y  a  los  deseos  de  todas  las 
madres  de  ver  a  sus  hijos  como  excede  un  fuego  tan  grande 
como  todo  el  mundo  al  de  una  pequeña  centella.  Espíritu 
era  de  Dios  el  que  meneaba  su  corazón  para  estos  deseos,  y 
le  hacia  pedir  el  cumplimiento  de  ellos  con  gemidos  que  no 

475  se  pueden  contar.  No  hay  en  el  corazón  de  la  Virgen  cosa 
que  no  fuese  cubierta  con  oro,  y  oro  fino,  pues  lo  había  así 
en  el  arca  del  Testamento,  que  era  figura  de  ella:  porque 
era  amor  sólo  sobrenatural,  o  el  amor  natural  tan  rodeado 
y  cercado  de  la  gracia  del  Señor,  que  en  lo  uno  y  en  lo  otro 
I  480  era  movida  por  el  Espíritu  Santo.  Y  como  ella  entendía  ve- 
nirle del  cielo  aquesta  moción  y  soplo  divino  que  la  soplaba 
y  encendía  los  deseos  de  ver  a  su  Dios,  soltaba  la  rienda 
a  su  corazón  para  que  con  todas  sus  fuerzas  lo  desease, 
pues  su  intento  era  obedecer  y  agradar  a  Dios  en  todas  las 

485  cosas. 

¿Por  qué  dejó  Dios  ¡Quién  no  se  admirará  de  ver  en 
a  su  Madre  en  este  cosa  tan  amada  de  Dios  paso  de 
destierro?  tan  »rave  tribulación  que  la  hacia 

desmayar,  y  que  la  mirasen  los  ojos 

i90  de  Dios  y  la  dejasen  padecer  tantos  años!  Y  lo  que  más 
de  admirar  es,  que  El  mesmo  le  encendía  más  y  más  los 
deseos,  y  ni  le  daba  lo  que  deseaba  ni  le  quitaba  lo  que 
le  atormentaba.  ¡Incomprehensibles  son  vuestros  caminos. 
Señor!  Sobre  la  mar  andáis,  y,  como  decía  David,  vuestras 
|  495  pisadas  no  son  conocidas.  Profunda  es  vuestra  sabiduría, 
y  grande  misericordia  recebiremos  si  nos  dais  a  entender, 
o  siquiera  rastrear,  por  qué  tal  Hijo  a  tal  Madre  le  dilata 
tan  justos  deseos,  siéndole  esta  dilación  causa  de  tan  gran- 
des tormentos.  Una  cosa,  hermanos,  tened  por  averiguada: 

500  que  obra  tan  particular,  en  persona  tan  calificada  no  tiene 
causas  livianas,  sino  muy  importantes,  si  hay  lumbre  del 
cielo  para  las  mirar.  Miró  en  esto  el  Señor  al  mayor  pro- 
vecho de  su  sacratísima  Madre;  miró  al  provecho  de  la 


462  Cf.  Ps.  83,  2. 
475   Cf.  Rom.  8,  26. 
495   Ps.  76,  20. 


1110 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Iglesia  que  entonces  había  y  también  a  los  que  después 
505    habíamos  de  nacer  en  ella  hasta  que  el  mundo  se  acabe. 

Primero,  para  pro-    Determinado  tenía  Dios  ab  aeterno 
vecho  de  ella         e^  alteza  de  la  gloria  que  había  de 
dar  a  su  sacratísima  Madre.  Y  para 
cumplir  con  su  justicia,  quiso  que  fuese  por  medio  de  gran- 

510  des  servicios  que  ella  hiciese  y  grandes  trabajos  que  pade- 
ciese. Y  aunque  la  predestinación  suya  fué  de  balde  y  para 
gloria  de  la  divina  bondad,  los  medios  de  ella  quiso  que 
fuesen  costosos,  y  muy  costosos,  proporcionados  con  la 
grandeza  de  la  gloria  que  la  había  de  dar.  No  tensa  na- 

515  die  a  Dios  por  cruel  en  ordenar  que  la  vida  de  la  Virgen 
antes  de  la  Pasión  fuese  un  puro  martirio  y  después  de  la 
Pasión  también.  Amor  fué,  y  no  malquerencia;  y  como  el 
Padre  de  El  le  trató,  siendo  su  Hijo  amantísimo,  así  El 
trató  a  su  amantísima  Madre.  Y  los  que  no  podemos  ver  la 

520  grandeza  de  la  gloria  y  descanso  que  tiene  en  el  cielo  esta 
Virgen,  rastreémosla  por  los  grandes  trabajos  y  cuchillo 
agudo  que  de  muchas  maneras  hirió  y  traspasó  su  corazón 
•benditísimo,  que  en  la  tierra  sabemos  que  padeció;  pues 
está  escrito  que  seremos  juntamente  glorificados  con  Cris- 

525  to  si  juntamente  padeciéremos  con  El.  Y  quien  más  pa- 
deciere, más  glorificado;  porque  El  es  dechado,  así  en  san- 
tidad como  en  padecer  trabajos,  al  cual  quiso  el  Padre  Eter- 
no aue  fuésemos  conformes  en  la  tierra  y  en  el  cielo  los 
hombres  que  en  la  tierra  escogió.  Por  lo  cual  nadie  se  que- 

530  je  de  ser  tratado  como  Jesucristo  lo  fué  de  su  Padre,  y  su 
Madre  sagrada  lo  fué  de  su  Hijo;  mayormente  si  se  con- 
sidera cuán  poco  es  todo  el  trabajo  que  acá  se  puede  pa- 
decer, en  comparación  de  la  gloria  que  será  revelada  en  los 
que  aquí  llevaren  su  cruz,  en  imitación  y  obediencia  de 

535  Cristo  nuestro  Señor,  según  dice  San  Pablo:  La  tribulación 
que  en  este  mundo  se  pasa,  aunque  parece  muy  larga  y  pe- 
sada, a  la  verdad  es  de  un  momento  y  de  poco  peso,  y  obra- 
rá en  el  cielo  eterno  peso  de  gloria.  Mas  para  tener  de  esto 
verdadera  estimación  conviene  oír  lo  que  luego  dice:  Con- 

540  templando  nosotros,  no  las  cosas  que  se  ven,  mas  las  que 
no  se  ven;  porque  las  cosas  que  se  ven,  temporales  son,  y 
las  que  no  se  ven  son  eternas.  Abre,  Señor,  nuestros  ojos 
para  que  consideremos  maravillas  de  la  gloria,  que  ni  ojo 
vió,  ni  oreja  oyó,  ni  corazón  pensó,  ni  lengua  puede  decir; 

545  la  cuál  tienes  aparejada  para  los  que  en  esta  tierra  de 
frialdad  pusieren  en  ti  el  amor  de  su  corazón  como  tú  lo 
mandas.  Si  aquello  que  allí  está,  si  lo  medio,  si  una  parie- 


ses   Rom.  8,  17  ;  2  Tim.  2,  12, 
"529  Of.  Rom.  8,  20. 
533    C'f.  Rom.  8,  18., 


.SjS  Of.  2  Cor.  4j  17. 
545    l  f.  1  Cor.  3,  o 


/O.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


cica,  si  la  gloria  de  un  día  solo  se  pudiese  ver,  parecemos 
hía  que  la  comprábamos  muy  barato  a  trueco  de  estar  en 

550   tormentos  desde  añora  basta  el  día  postrero. 

No  penséis,  no,  que,  queriendo  Dios  tanto  a  su  Madre, 
le  venaiese  tan  caro  lo  que  era  de  poco  valor,  ni  que  la 
atribulara,  si  no  fuera  a  trueco  de  darle  un  eterno  descan- 
so, que  sin  comparación  excede  a  los  trabajos  que  acá  pasó. 

555  Amóla  el  Señor  de  verdad,  y  el  amor  verdadero  no  tiene 
tanta  cuenta  con  regaiar  al  amado  como  con  darle  lo  que 
le  cumple;  atribula  en  lo  poco,  y  que  presto  se  acaba,  por 
tener  ocasión  de  regalar  en  lo  mucno,  que  no  tiene  fin.  De 
manera  que  el  martirio  que  la  Virgen  pasó  con  la  dilación 

560  ae  ver  a  su  Hijo,  penoso  le  fué,  mas  muy  provechoso.  Y  si 
la  esperanza  que  se  dilata  y  afrige  al  ánima  tiene  por  con- 
trapeso que,  mientras  más  se  dilata  el  bien,  más  le  dan  de 
él  y  con  mayor  honra  lo  recibe — porque  mayor  gloria  es 
recebir  galardón  en  pago  de  los  buenos  tracajos  que  no 

565  recebirlo  de  balde;  y  mayor  bien  es  la  virtud  de  la  obedien- 
cia y  amor  que  en  la  paciencia  se  ejercita,  por  lo  cual  el 
hombre  es  hecho  justo,  que  el  descanso  que  pierde  por 
ejercitarse  en  estos  buenos  trabajos — ,  pretendió,  pues,  el 
Señor  con  su  sacratísima  Madre  su  mayor  merecimiento  y 

570   gioria,  y  por  eso  la  trabajaba  según  hemos  dicho. 

Quiso  tamlbién  aparejarla  para  el  gran  día  de  esta  fies- 
ta, en  el  cual  había  de  entrar  con  excelentísima  gloria  a 
ver  y  gozar  de  la  hermosa  vista  de  la  beatísima  Trinidad; 
lo  cual  es  tan  grande  bien,  que  años,  y  millares  de  años, 

575  que  uno  gastase  en  aparejarse  para  este  bien,  haría  muy 
poco.  Para  oír  el  sonido  de  la  bocina  y  las  voces  formadas 
en  el  aire  por  ministerio  de  ángeles,  mandó  Dios  a  Moisén 
que  [se  preparase  el  pueblo].  Para  llegarse  a  ver  al  Señor 
en  la  zarza,  [mandóle,]  en  señal  de  la  pureza  interior  que 

580  había  de  tener,  que  se  descalzase  los  zapatos.  Y  antes  de 
la  entrada  de  la  tierra  de  promisión  mandó  Dios  a  Josué 
que  circuncide  su  pueblo.  Y  la  reina  Ester  se  apareja  con 
ayunos  y  oraciones  para  entrar  delante  del  rey  Asuero  a 
abogar  por  el  pueblo  de  Dios.  Y  [si]  para  éstas,  y  aun 

585  para  otras  cosas  mucho  menores,  se  nos  pide  aparejo,  ¿quién 
será  aquel  que  piense  que  para  la  mayor  de  todas  no  es 
menester  grande,  y  muy  grande?  Y  grandísimo  negocio  es 
un  hombre  nacido  en  la  tierra  subir  a  poseer  el  reino  del 
cielo.  Dichoso  día  y  hora  es  aquella  en  que,  desatado  de  las 

590  prisiones  de  esta  mortalidad,  es  subido  a  ver  la  hermosí- 
sima cara  de  Dios  y  a  gozar  de  El  sin  temor  de  para  siem- 
pre perderlo. 


561   Prov.  13,  12. 
578   Cf.  Ex.  19,  w, 
5&>   Cf.  Ex.  3,  5. 


582   Cf.  los.  5,  2. 
584    Cf.  E<;th.  4,  16. 


1112   ShKMO.M.S.   CICLO  SANTORAL  

¡Oh  hermanos!  Dios  nos  dé  a  entender  que  la  vida  que 
aquí  nos  da  no  es  para  otro  intento,  sino  para  que  en  este 
595  momento  de  tiempo — que  aunque  parezca  largo,  en  fin,  no 
es  más  que  esto — nos  aparejemos  para  alcanzar  pureza  de 
ánima  para  gozar  del  que  es  todo  puro,  y  no  para  oír  trom- 
petas ni  voces  de  ángeles,  sino  al  mesmo  Criador  de  los 
ángeles,  Bien  infinito.  Aquella  tierra,  sin  duda,  es  la  ver- 
600  dadera  tierra  de  promisión,  y  los  que  han  de  entrar  en 
ella,  circuncidados  de  sus  pasiones  y  enemigos  de  su  propia 
voluntad  han  de  ser;  y  los  que  quisieren  parecer  graciosos 
delante  del  verdadero  rey  Asuero,  Jesucristo  nuestro  Se- 
ñor, con  ayunos  y  oraciones  y  otras  buenas  obras  se  han 
605  de  aparejar.  No  os  maravilléis,  pues,  que  Dios  apareje  a 
su  Madre  para  este  dichoso  día,  en  el  cual  fué  subida  a  los 
cielos  a  comenzar  un  gozo  y  gloria  que  nunca,  mientras 
Dios  fuere  Dios,  le  será  quitado;  porque  tan  grande  bien 
como  le  fué  dado,  gran  aparejo  pedía;  y  tan  preciosa  co- 
tilo roña,  después  de  gran  Vitoria  se  había  de  dar;  y  quiso 
que  ganase  la  vitoria  con  grande  trabajo,  para  que  tanto 
más  honroso  y  sabroso  le  fuese,  cuanto  más  le  había  cos- 
tado. 

Mas  ya  que  el  Señor  quiso  que  su  Madre  bendita  se 

615  aparejase  para  ver  a  Dios  en  el  cielo,  es  cosa  digna  de  pre- 
guntar qué  aparejo  había  de  ser  éste,  pues  ni  tenía  peca- 
dos que  llorar,  ni  descargos  de  conciencia  con  que  cumplir, 
ni  había  menester  que  le  dijesen  misas,  ni  en  otra  cosa  ha- 
bía entendido  en  toda  su  vida  sino  en  aparejarse  para  este 

620  día  tan  grande.  Gran  cosa,  Señor,  debe  de  ser  lo  que  dais 
en  el  cielo,  particularmente  lo  que  aparejado  teníades  para 
vuestra  santísima  Madre,  pues  a  la  que  tan  aparejada  esta- 
ría le  pedís  más  aparejo,  como  el  bien  que  le  habéis  de 
dar  excede  al  que  habéis  de  dar  a  los  otros.  La  mayor  vir- 

625  tud,  que  a  Dios  más  agrada  y  sin  la  cual  ninguna  le  agra- 
da y  ninguna  es  viva  ni  de  provecho,  es  la  virtud  del  amor. 
Y  ésta,  que  es  reina  de  las  virtudes,  como  el  oro  entre  los 
metales,  es  la  que  convenía  que  más  arraigada  estuviese 
en  la  Virgen  bendita,  que  excede  a  toda  pura  criatura  como 

*'>30  reina  a  vasallos;  y  en  esto  se  ejercitó  más  por  toda  su  vida, 
y  ésta  fué  su  compañera  continua;  y  como  en  la  vida  se 
amaron,  hicieron  lo  mismo  en  la  hora  de  la  muerte  y  en  el 
tiempo  del  aparejo  para  bien  morir. 

Amor  fué  el  aparejo  de  esta  Virgen  bendita,  el  cual  ha- 

635  cía  desear  con  nuevos  deseos  estar  junta  con  quien  ama- 
ba. Porque  efeto  es  del  amor  verdadero  querer  vivir  junto 
con  aquel  a  quien  ama,  y  no  tanto  por  el  propio  interese 


612  sabrosa 


633  Cf.  2  Reg.  1,  13. 


JO.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1113 


y  descanso — como  algunos  malos  pueden  desear  gozar  de 
Dios  y  de  sus  bienes,  movidos  por  el  propio  amor — ,  cuan- 
do   to  porque,  viendo  de  más  cerca  y  con  luz  clara  la  presencia 
de  Dios,  tanto  con  mayores  fuerzas  le  glorificase  y  amase. 
Y  para  este  fin  quería  lo  que  tenía  y  lo  que  esperaba  y  de- 
seaba. Con  el  cual  amor  y  deseo,  la  que  estaba  aparejada 
se  aparejaba  mejor,  y  se  le  ensanchaba  más  el  corazón  para 
645   que  en  ella  cupiese  más  gloria,  y  tanto  más  sabrosa  le  fue- 
se aquella  divina  comida  en  el  cielo,  cuanto  hobiese  prece- 
dido mayor  hambre  y  sed  en  la  tierra,  conforme  a  la  pro- 
mesa del  Señor:  Bienaventurados  los  que  han  hambre  y 
sed  de  justicia,  porque  ellos  serán  hartos. 
650        Por  estas,  pues,  y  otras  muchas  causas  tocantes  al  pro- 
vecho de  esta  muy  amada  Madre  de  Dios,  que  El  sabe  e 
ignoramos  nosotros,  quiso  que  ella  quedase  en  este  destierro 
y  fuese  martirizada  con  el  deseo  del  cielo,  para  que  con  la 
mayor  dilación  allegase  mayores  riquezas  y  se  hiciese  apta 
655  para  sentarse  en  silla  de  gloria,  enseñoreándose  y  reinan- 
do sobre  toda  criatura. 

Segundo,  para  prove-  Ahora  oíd  cuánto  provecho  se  si- 
cho  de  los  cristianos  guió  de  su  queda  acá  para  los  cris- 
que  entonces  vivían    tianos  que  entonces  vivían,  y  cuán- 

660  to  daño  les  fuera,  habiéndoseles 

subido  al  cielo  el  Sol  de  justicia,  lumbrp  del  día,  que  fuera 
también  con  El  su  Madre  sagrada,  lumbre  que  alumbra  en 
la  escura  noche,  que  en  este  mundo  es  tan  continua. 

¿Quién  confortara  a  los  apóstoles  de  la  tristeza  y  fla- 

665  queza  que  les  quedó  cuando  vieron  que  su  Maestro,  y  todo 
su  arrimo,  se  había  subido  al  cielo  muy  acompañado  de  ser- 
vidores y  amigos,  y  se  quedaban  ellos  en  este  miserable  de- 
sierto y  entre  miserables  y  crueles  enemigos?  Cierto  des- 
mayaran, y  ni  aun  por  diez  días  esperaran.  Confortados  con 

670  la  habla,  fe  y  oración  de  esta  benditísima  Virgen,  con  la 
eficacia  que  sus  palabras  tenían  para  con  los  hombres  y  sus 
oraciones  con  Dios,  [se  la]  ponía  a  ellos  para  esperar  y 
recebir  el  socorro  del  cielo  y  con  su  oración  se  lo  alcanzaba 
y  traía. 

675  ¿  Quién  contará  el  deseo  que  daba  a  los  que  se  convertían 
a  la  fe  de  Jesucristo  bendito,  de  ver  a  la  Madre  del  Hijo, 
que  era  su  Redemiptor  y  su  Dios?  Adoraban,  alababan  al 
Hijo,  gozaban  de  sus  trabajos  y  redempción;  y  como  gente 
agradecida  deseaban  ver  y  agradecer  el  árbol  que  tal  fruto 

680  dió,  y  echábanle  mil  cuentos  de  bendiciones.  Porque  si  los 
de  Betulia  agradecieron  a  Judit  la  libertad  que  por  su  me- 
dio alcanzaron,  y  el  beneficio  qup  hizo  Ester  a  su  pueblo 


64Q   Mt.  5,  6. 

68i    Cf.  íudith  13,  a3. 


1114 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


no  pasó  sin  ser  agradecido,  y  lo  uno  y  lo  otro  era  tempo- 
ral, ¿qué  agradecimiento,  qué  cantares  y  loores  darían  los 

685  cristianos  a  aquella  Spñora,  por  cuyo  medio  fué  descabe- 
zado Holofernes,  y  Amán  ahorcado,  que  representan  al  de- 
monio y  al  pecado,  cuya  cabeza  quebrantó  la  Virgen  y  cuya 
muerte  causó  engendrando  la  Vida,  y  fueron  libres  los  pre- 
sos, y  resucitados  los  muertos  por  la  muerte  de  Cristo  nues- 

690  tro  Señor?  Y  juntándose  con  este  agradecimiento  y  amor 
que  a  la  Virgen  cobraban,  el  soplo  del  Espíritu  Santo,  Je- 
sucristo, que,  como  honrador  de  su  Madre,  les  inspiraba 
y  movía  a  que  la  honrasen  y  deseasen  ver  y  servir  y  cono- 
ciesen que  por  ella  habían  gozado  del  fruto  de  la  vida,  y 

695  que  de  ella,  como  de  muy  alto  monte,  fué  cortada  la  pie- 
dra, que  es  El,  que  quebrantó  la  estatua  de  la  idolatría; 
no  puedo  pensar  sino  que  era  tanto  el  concurso  de  los  cris- 
tianos a  ver  esta  preciosa  arca  de  Dios,  que  lo  trajo  en- 
cerrado en  sí  mesma,  que  los  caminos  para  su  casa  iban 

700  Henos  de  gente,  y  no  sólo  los  de  la  ciudad  de  Jerusalén, 
mas  de  fuera  de  ella,  corriendo  los  unos  y  los  otros  movi- 
dos por  el  Espíritu  Santo  y  provocados  de  fuera  con  el  dul- 
císimo oZor  de  sus  ungüentos,  que  era  la  odorífera  fama 
de  sus  virtudes,  el  grande  amor  con  que  recibía  a  los  que 

705  iban  a  ella,  su  grande  misericordia,  que  a  ninguno  desecha- 
ba, y  aquélla  gran  maravilla  y  milagro  y  altísima  dignidad 
de  que  era  verdadera  Madre  de  Dios. 

¿Quién  dirá  de  cuán  buena  gana,  cuán  llenos  de  con- 
fianza y  devoción  iban  a  ella,  así  por  deseo  de  verla  como 

"10  por  ser  enseñados  en  sus  dudas,  confortados  en  sus  tra- 
bajos v  aprovechados  en  todo  lo  que  convenía  a  sus  ánimas? 
CumpUase  muy  de  verdad  lo  que  muchos  años  antes  había 
profetizado  Esaías.  viendo  en  espíritu  el  grandp  concurso 
de  gente  que  había  de  ir  a  oír  la  palabra  de  Dios  y  ver 

715  obras  maravillosas  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  y  dcsoués 
de  su  muerte,  de  los  que  habían  de  ir  a  ver  a  su  Madre 
sagrada  y  gozar  de  su  dotrina  y  de  los  apóstoles:  Andad 
acá,  decían  vnos  a  otros,  subamos  al  monte  del  Señor  y  a 
la  casa  del  Dios  de  Jacob,  y  enseñarnos  ha  sus  caminos,  y 

720  andaremos  en  las  sendas  de  El;  porque  de  S'ón  saldrá  la 
ley,  y  la  palabra  de  Dios  de  Jerusalén.  Como  f"é  profetiza- 
do, así  fué  cumphdo.  pues  vinieron  a  ver  al  Señor,  monte 
más  alto  en  santidad  y  en  dignidad  que  todos  los  santos; 
y  después  venían  a  ver  la  casa  del  Dios  de  Jacob,  que  era 

725  la  Virsrpn  sagrada,  templo  santo  de  Jesucristo,  para  $er 
enseñados  de  los  caminos  de  los  mandamientos  de  Dios  y 
las  sendas  de  sus  consejos;  que  para  lo  uno  y  lo  otro  y 


68;    Cf.  Esth.  S,  17. 
687    Cf.  On.  i*. 
696    Cf.  Dan.  i,  34. 


7o.     ASUNCIÓN  MARÍA 


1115 


para  todas  cuantas  necesidades  traían  les  daba  suficiente 
consejo  y  remedio  la  prudentísima  y  santísima  Madre. 

Tres  ejercicios  de  la  Mas  si  a  duras  penas  os  podemos 
Virgen:  caridad,  me-     decir  el  Sran  deseo  y  devoción  con 


recebía?  San  Pablo  dice  que  daba  leche  y  regalaba  a  sus 
fiijos  pequeños,  y  que  para  ganar  a  todos  se  hacía  todas 
las  cosas  a  todos;  ¿cuánto  más  verdaderamente  haría  el 
oficio  de  madre  esta  Virgen  sagrada,  pues  sin  ninguna  com- 
"40  paración  les  tenía  mayor  caridad  que  San  Pablo?  ¿Con  qué 
ojos  miraba  la  Virgen  bendita  aquella  gente  convertida  a  la 
fe  de  su  Hijo,  que  a  ella  venía,  pues  había  amado  tan  de 
corazón  la  salvación  de  sus  ánimas  y  gracia  del  Señor,  que 
por  el  santo  baptismo  habían  recebido,  que,  porque  ellos 
745  tuviesen  el  bien  que  tenían  y  viviesen  en  gracia  delante  de 
los  ojos  de  Dios,  ella  ofreció  a  la  muerte  de  cruz  a  su  Hijo 
unigénito?  Y  por  eso  sus  entrañas  santísimas  se  henchían 
de  consolación  viendo  que  el  fruto  de  la  Pasión  de  su  ben- 
ditísimo Hijo  no  salía  en  balde,  pues  por  el  mérito  de  ella 
750  tanta  gente  se  convertía  a  El.  Y  parecíale  que  acoger  y 
regalar,  enseñar  y  esforzar  a  los  que  a  ella  venían,  era 
recoger  la  sangre  de  su  Hijo  bendito,  que  delante  los  ojos 
de  ella  se  había  derramado  por  ellos.  Alababa  a  la  divina 
Bondad,  daba  gracias  por  los  bienes  hechos  a  ella,  y  salían 
755  de  sus  ojos  lágrimas  dulces,  sacadas  de  la  ternura  de  su 
corazón,  y  ningún  trabajo  le  parecía  pesado,  y  ninguna 
hora  era  fuera  de  hora  para  recoger  aquel  ganado  que  en- 
tendía que  el  Señor  le  enviaba  para  que  lo  apacentase  en  la 
gracia  del  Señor.. 
760  Muy  bien  supo  el  Señor  lo  que  hizo  en  dejar  tal  Madre 
en  la  tierra,  y  muy  bien  se  cumplió  lo  que  estaba  escrito 
de  la  buena  mujer,  que  confió  en  ella  el  corazón  de  su  ma- 
rido. Porque  lo  que  su  esposo  y  Hijo  Jesucristo  había  ga- 
nado en  el  monte  Calvario  derramando  su  sangre,  ella  lo 
765  guardaba  y  cuidaba  y  procuraba  de  acrecentar  como  ha- 
cienda de  sus  entrañas,  por  cuyo  bien  tales  y  tantas  pren- 
das tenía  metidas.  ¡Dichosas  ovejas  que  tal  pastora  tenían 
y  tal  pasto  recebían  por  medio  de  ella!  Pastora,  no  jorna- 
lera que  buscase  su  propio  interese,  pues  que  amaba  tanto 
770  a  las  ovejas,  que,  después  de  haber  dado  por  la  vida  de 
ellas  la  vida  de  su  amantísimo  Hijo,  diera  de  muy  buena 
gana  su  vida  propia,  si  necesidad  de  ella  tuvieran.  ¡Oh  qué 


|  735 


moria  de  la  Pasión, 
comulgar 


que  todos  a  ella  venían,  ¿cuánto 
menos  os  podemos  declarar  la  bue- 
na gracia  y  las  encendidas  entra- 
ñas de  su  caridad  con  que  ella  los 


737  Cf.  r  Cor.  2. 
73S    Cf.  i.  Cor.  o,  12. 


763  Prov.  31,  11. 
769   Cf.  lo.  10,  12. 


1116 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


ejemplo  para  los  que  tienen  cargo  de  ánimas!  Del  cual  pue- 
den aprender  la  saludable  ciencia  del  regimiento  de  ánimas, 

775  la  paciencia  para  sufrir  los  trabajos  que  en  apacentarlas 
se  ofrecen.  Y  no  sólo  será  su  maestra  que  los  enseñe,  mas, 
si  fuere  con  devoción  de  ellos  llamada,  les  alcanzará  fuer- 
zas y  lumbre  para  hacer  bien  el  oficio. 

Este,  pues,  era  el  ejercicio  de  la  Santísima  Virgen  des- 

780  pués  de  subido  al  cielo  su  Hijo  y  Señor:  enseñar  a  los  del 
pueblo  y  también  a  sus  maestros,  aunque  fuesen  los  após- 
toles, los  cuales  aprendieron  de  ella  muchas  cosas  que  ig- 
noraban, y  los  santos  evangelistas  escribieron  cosas  que 
de  ella  supieron.  Y  aunque  esto  es  mucho  de  maravillar, 

785  mucho  más  es  que  aun  los  ángeles  podían  aprender  de  ella 
cosas  que,  por  haber  sido  ella  testigo  de  vista  y  saber  todas 
las  particularidades,  daba  mejor  razón  de  ellas  que  ellos. 
Y  pues  San  Pablo  dice  que  los  principados  y  potestades  del 
cielo  aprendieron  de  la  Iglesia  lo  que  no  sabían,  mucho 

790  mejor  lo  harían  de  esta  Virgen  sagrada,  pues  es  la  persona 
más  principal  de  todo  el  cuerpo  de  la  Iglesia  y  más  que 
todos  enseñada  por  Dios. 

Este  ejercicio  ya  dicho,  de  caridad  con  los  hombres,  del 
cual  Dios  recibía  servicio,  le  era  algún  consuelo  para  que 

795  la  pena  de  su  destierro  no  la  matase.  Y  también  se  ejer- 
citaba en  visitar  los  santos  lugares  donde  su  Hijo  bendito 
comenzó,  medió  y  acabó  su  sagrada  Pasión,  los  cuales  ella 
regaba  con  copia  de  lágrimas,  trayendo  a  su  memoria  lo 
que  en  todos  aquellos  lugares  su  Hijo  había  padecido  y  lo 

800  que  en  muchos  de  ellos  ella  con  sus  propios  ojos  le  vió 
padecer.  Enseñaba  en  esto  su  amor  maternal  para  con  su 
Hijo;  dolíale  la  memoria  de  lo  que  allí  había  pasado;  daba 
inefables  gracias  a  Dios  por  el  gran  bien  que  al  mundo  ha- 
bía venido  y  había  de  venir  mediante  el  precioso  precio  de 

805  su  sagrada  Pasión,  y  suplicábale  no  fuese  en  balde  tanto 
trabajo  y  derramamiento  de  sangre  tan  preciosísima.  En 
lo  cual  fué  hecha  ejemplo  de  los  cristianos  para  que  pro- 
curasen de  visitar  aquellos  santos  lugares;  y  no  fué  en 
balde  su  ejemplo,  que  desde  entonces  hasta  el  fin  del  mundo 

sio  no  faltará  gente,  de  cerca  y  de  lejos,  que  con  devoto  cora- 
zón vaya  a  besar  la  tierra  donde  el  Señor  puso  sus  pies  y 
derramar  lágrimas  en  el  lugar  donde  El  padeció  y  derramó 
la  sangre  por  ellos. 

¡Maestra  del  mundo  hablando,  maestra  obrando;  madre 

815  regalando  y  abogando  delante  del  acatamiento  de  Dios!  ¡Oh 
Virgen  y  Madre  para  siempre  bendita,  y  qué  te  debemos! 
¡Y  qué  dolor  es  no  conocer  tus  grandes  beneficios,  y  ni  te 
los  agradecer  ni  servir!  Suplicárnoste  nos  alcances  gracia 
de  tu  benditísimo  Hijo  para  serte  siquiera  en  algo  hijos 


789    Cf.  Kph.  3,  10. 


1117 


sao  leales  e  imitadores  de  tu  mucha  caridad  y  lealtad  con  que 
tú  nos  eres  madre,  y  muy  piadosa. 

Con  estos  dos  ejercicios  ya  dichos,  uno  de  la  caridad 
de  los  prójimos  y  otro  de  la  compasión  a  Jesucristo,  su  Hijo 
y  su  Dios,  se  juntaba  otro  tercero  que  también  tenía,  y  era 

'825  el  recebir  el  cuerpo  sagrado  de  su  Hijo  bendito,  consagrado 
por  las  palabras  que  El  ordenó.  Decíale  misa  su  bienaven- 
turado hijo  y  capellán  el  evangelista  San  Juan,  y  comul- 
gaba él  y  comulgaba  ella;  ¡y  dichoso  aquel  que  merecía 
ser  acólito,  y  servir  en  aquella  misa,  y  poner  el  paño  a  la 

830  Señora,  que  recebía  al  Señor!  ¡Oh,  si  se  nos  pegase  algo, 
oyendo  comunión  tan  devota,  de  lo  mucho  que  a  la  Virgen 
le  sobraba!  ¡Qué  reverencia  tendría  aquella  humílima  áni- 
ma, que,  mirándose  a  sí  misma,  no  se  tenía  por  digna 
de  un  poco  de  pan  que  comía  ni  de  hollar  la  tierra  sobre 

835  que  andaba!  Y  ¡con  qué  agradecimiento  y  amor  recibiría 
el  cuerpo  de  su  santísimo  Hijo,  pues  por  ser  hombre  era  una 
carne  con  ella,  y  por  ser  Dios  era  ella  un  espíritu  con  El, 
y  de  lo  uno  y  de  lo  otro  resultaba  un  amor  inseparable  e 
inefable,  que  juntaba  a  Dios  y  a  ella  y  la  convertía  cada 

S40  día  más  y  más  en  aquel  Señor  que  tomaba!  Y  más  que 
otro  ejercicio  ninguno,  la  esforzaba  a  pasar  su  destierro, 
pues  que  tenía  presente  y  recebía  en  sus  entrañas  al  de- 
seado de  su  corazón.  Y  aunque  no  le  viese  faz  a  faz,  como 
lo  deseaba  y  esperaba  ver  en  el  cielo,  mas  El,  como  pia- 

845  doso  Hijo  y  Señor,  se  le  enseñaba  en  el  Sacramento,  ya 
como  cuando  nació  de  su  vientre  sagrado,  ya  como  cuando 
!o  tenía  en  los  brazos  dándole  leche,  y  así  según  la  diver- 
sidad de  estados  en  que  en  esta  vida  lo  había  visto,  según 
ella  lo  deseaba  por  entonces  ver. 

850  Y  para  que  los  cristianos  no  olvidásemos  aquel  gran  ne- 
gocio de  la  comunión  de  la  Virgen  y  nos  aprovechásemos 
de  ella,  dura  hasta  hoy  el  lugar  de  la  dicha  capilla,  y  tam- 
bién el  de  la  celda  donde  moraba  la  bendita  Señora.  Todo 
lo  cual  es  en  el  sacro  cenáculo  donde  el  Señor  instituyó 

855  este  inefable  misterio;  y  a  tiempos  hay  un  olor  en  aquella 
celda,  según  dicen  los  que  allí  han  estado,  que  no  tiene 
que  ver  con  los  olores  de  acá,  sino  como  celestial  cosa. 
Y  para  gozar  de  la  consolación  y  conforte  que  da  a  los 
que  lo  huelen,  va  al  dicho  lugar  mucha  gente,  no  sólo  de 

860    la  ciudad  de  Jerusalén,  mas  aun  de  los  pueblos  del  rededor. 

Tercero,  para  prove-     Ya  entiendo  vuestros  sospiros,  y 
cho  de  los  futuros     por  ellos  saco  vuestro  corazón:  que, 
creyentes  teniendo  por  bienaventurados  a  los 

que  eran  vivos  en  aquel  tiempo  y 
865    gozaban  de  la  visitación  y  consolación  de  la  Virgen,  lloráis 
vosotros  vuestra  suerte,  porque  no  fuistes  en  aquellos  tiem- 


1118 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


pos  para  gozar  de  lo  que  aquéllos  gozaron.  Sea  Dios  para 
siempre  bendito,  porque  dió  a  aquéllos  que  gozasen  de  la 
presencia  tan  provechosa  y  deleitosa  de  la  Madre  de  Dios; 

370  y  también  sea  bendito  porque,  ya  que  nosotros  no  lo  vi- 
mos, lo  creemos  y  entramos  en  el  número  de  los  que  dijo 
el  Señor:  ¡Bienaventurados  los  que  no  me  vieron  y  cre- 
yeron! Despabilemos  bien  nuestros  ojos  y  aprovechémonos 
de  la  lumbre  de  la  fe  que  Dios  nos  ha  dado;  y  si  no  nos  ha- 

875  ¡llamos  presentes  a  tanto  bien  con  los  cuerpos,  hallémonos 
presentes  con  el  espíritu,  trayendo  a  la  memoria  aquellos 
dichosos  tiempos  en  que  la  Virgen,  como  un  resplandeciente 
sol,  alumtoraba  y  calentaba  la  tierra.  Y  si  miramos  con 
atención  las  causas  de  su  estada  en  la  tierra  y  nos  sabemos 

880  aprovechar  de  ellas,  por  ventura  ganaremos  más  que  algu- 
nos de  los  que  entonces  la  comunicaban;  pues  es  notorio 
que  ha  habido  muchos  en  la  Iglesia  que,  no  viendo  a  Je- 
sucristo nuestro  Señor  en  la  carne,  ni  oyendo  sus  sermo- 
nes, ni  viendo  sus  milagros,  se  dieron  tan  buen  recaudo, 

885  que  mediante  la  fe  y  el  amor  se  aprovecharon  más  de  El 
y  fueron  más  santos  que  muchos  de  los  que  gozaron  de 
su  corporal  presencia. 

Entendamos,  cierto,  que  no  sólo  dejó  nuestro  Señor  a 
su  benditísima  Madre  en  la  tierra  porque  creciese  el  mérito 

890  de  ella  y  por  el  provecho  de  los  que  entonces  vivían,  mas 
también  por  el  de  aquellos  que  habían  de  nacer  mientras 
el  mundo  durase.  Aprovechémonos  de  la  ordenación  divinal, 
que,  pudiendo  dar  a  la  Virgen  la  gloria  del  cielo  por  los 
trabajos  que  había  padecido,  quiso  que  pasase  más,  para 

895  que  a  costa  de  ella  fuésemos  nosotros  desengañados  de  que, 
quiriendo  regalos  acá,  no  podemos  esperar  gloria  allá.  Y  por 
decirnos  esto  con  mayor  eficacia,  y  para  que  muy  de  ver- 
dad lo  creyésemos  y  obrásemos,  quiso  Dios  que  nos  fuese 
dicho,  no  sólo  por  palabras,  mas  con  trabajos  y  muerte  de 

900  Jesucristo  y  de  su  sacratísima  Madre.  Los  más  amados  de 
Dios  ellos  son;  y  si  con  algunos  se  hubiera  de  dispensar 
de  que  sin  trabajos  fueran  al  cielo,  con  dios  fuera  razón 
que  lo  fuera.  Mas  pues  vemos  que  no  les  fué  quitada  esta 
ley,  antes  fué  con  ellos  guardada  con  mayor  rigor,  y  cuanto 

905  más  amados,  tanto  más  trabajados,  ninguna  excusa  y  causa 
de  ignorancia  queda  a  los  que  son  menos  amados,  para 
pensar  que,  si  no  hacen  fuerza  a  sí  mismos  y  si  no  son 
cuidadosos  de  la  guarda  de  los  mandamientos  de  Dios  y 
vigilantes  en  la  oración,  pidiendo  socorro;  pacientes  en  los 

910  trabajos,  y  llevando  cada  uno  la  cruz  que  el  Señor  le  pone, 
con  la  obediencia  debida,  no  piense  entrar  en  el  cielo.  Y  en- 
tender esto  y  ponerlo  por  obra  es  grande  ganancia  que 
se  nos  sigue  de  la  quedada  de  la  Virgen  en  la  tierra,  ha- 


Sft    Cf.  To.   «3,  ?Q. 


1119 


biendo  subido  su  Hijo  al  cielo.  Y  por  ventura  nos  será 
915  mayor  provecho  que  si  entonces  gozáremos  de  su  presencia. 
Mucho  ha  hecho  quien  de  verdad  ha  entendido  lo  que  dice 
San  Pablo:  que  por  muchas  tribulaciones  nos  conviene  en- 
trar en  el  reino  de  los  cielos.  Y  que  no  será  coronado  sino 
quien  peleare  legítimamente. 

920   Aparejo  para  la     También  podemos  aprovecharnos  de  que 
muerte  el  Señor  quiso  aparejar  con  nuevo  apa- 

rejo a  su  santísima  Madre  para  el  día 
que  había  de  entrar  en  el  cielo;  de  lo  cual  entendamos  que, 
si  a  ella,  estando  tan  bien  aparejada,  la  aparejan  más 

í>25  y  más,  ¿cuánta  más  razón  es  que  los  que  estamos  mal 
aparejados  procuremos  disposición  conveniente  para  que  el 
día  de  nuestra  muerte  podamos  estar  en  pie  en  el  juicio  de 
Dios  y  oír  sentencia  en  nuestro  favor  de  la  boca  del  Juez 
soberano?  El  cual  muchas  veces,  y  a  muchos,  como  piado- 

930  sísimo  Padre,  El  mismo  los  apareja  de  su  mano  para  fren 
morir,  y  aun  algunas  veces  sin  que  ellos  lo  entiendan.  ¿Nun- 
ca habéis  visto  venir  a  un  hombre  una  nueva  gana  de  se 
confesar  generalmente,  de  mirar  sus  libros  y  cuentas,  de 
pagar  lo  que  debe,  perdonar  y  pedir  perdón  y  hacer  aprisa 

935  todo  lo  que  haría  si  le  dijesen  que  se  quiere  morir,  y,  aca- 
bado de  hacerlo,  o  poco  después,  cae  enfermo  en  la  cama 
del  mal  de  la  muerte  o  viénele  otro  acaecimiento  que  le 
quita  la  vida?  Y  entonces  dice  que  por  todo  el  mundo,  y 
otros  mil  mundos,  no  quisiera  haber  dejado  de  hacer  lo  que 

940  ha  hecho;  y  entiende  que  lo  que  hizo  no  nació  de  él,  sino 
que  fué  inspiración  piadosa  de  Dios,  con  que  le  quiso  pre- 
venir para  que  antes  de  su  juicio  hiciese  justicia  y  tuviese 
qué  responder  en  el  día  de  la  estrecha  cuenta. 

Otros  veréis  que  están  en  pecado  mortal  de  malque- 

S45  rencia.  o  de  mal  amor,  endurecidos;  y  ordena  Dios  medios 
y  muéveles  las  voluntades  para  que  salgan  del  captiverio 
del  demonio  y  se  pongan  en  estado  de  gracia,  y  a  cabo  de 
poco  viene  la  muerte  por  ellos.  Y  otros  vemos  ser  buenas 
personas,  y  no  tienen  estos  peligros  de  mal  estado;  y  sif>n- 

950  ten  en  su  corazón  un  nuevo  deseo  de  recoger  más  su  vida, 
de  usar  más  el  ejercicio  de  la  oración,  de  dar  más  limos- 
nas, hacer  más  penitencia,  recebir  más  a  menudo  los  san- 
tos sacramentos  de  la  Confesión  y  Comunión,  y  subírseles 
su  corazón  y  deseos  a  la  gloria  del  cielo;  y  a  cabo  de  cuatro 

955  o  cinco  meses  que  duran  en  esto,  llámalos  el  S^ñor  para  sí, 
y  ellos  van  de  muy  buena  gana,  confiando  en  El,  que,  pues 
los  mejoró  y  dispuso  para  morir,  les  será  favorable  en  aque- 
lla hora  terrible  y  les  nafrará  en  el  cielo  lo  bueno  que  acá 
hicieron  con  la  gracia  de  El. 


91S    Arl.  1  |,  21 


1120 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


960  Todo  esto,  hermanos,  nos  quiere  decir  que  el  paso  de 
la  muerte  es  tal,  que,  para  no  ser  de  ella  tragados,  con- 
viene a  los  malos  y  a  los  buenos  aparejarse,  cada  uno  según 
su  manera,  teniendo  la  conciencia  tan  a  punto  para  partir, 
que  si  cada  noche  el  Señor  dijese:  "Venme  a  dar  cuenta  de 

965  cómo  has  vivido",  no  diga  el  hombre:  "Dadme,  Señor,  más 
larga  vida  para  emendar,  y  para  hacer  esto  y  esto,  que 
había  de  estar  hecho".  Y  también  nos  conviene  saber  que 
aquella  gloria  que  deseamos  no  recibe  sino  hombres  virtuo- 
sos, y  que  por  guardar  la  obediencia  de  Dios  huellan  su 

970  voluntad  propia,  y  en  el  vencimiento  de  sí  mismos  hacen 
hazañas;  y  así  puros  y  limpios,  son  hechos  dignos  de  mo- 
rar en  el  cielo,  donde  no  entrará  cosa  manchada,  porque  Zas 
plazas  de  él  son  oro  limpio,  y  el  Señor  de  él  es  la  pureza, 
y.  los  justos  moran  ante  su  faz.  Mas  las  tinieblas  y  la  im- 

975   pureza  no  tienen  participación  con  la  divinal  lumbre  y  pureza. 
E  ya  que  cobremos  ánimo  para  nos  aparejar  para  el 
día  que  salgamos  de  este  mundo,  tomando  ejemplo  en  que 
la  sacratísima  Virgen  lo  hizo,  así  procuremos  de  la  imitar, 
y  no  sólo  en  aparejarnos,  mas  en  la  calidad  del  aparejo. 

980  Porque,  por  nuestros  grandes  pecados  y  demasiada  tibieza, 
hay  tan  pocos  que  tengan  esta  vida  por  penoso  destierro  y 
sospiren  y  lloren  deseando  salir  de  ella  y  ver  a  Dios  en  el 
cielo,  que,  cierto,  la  Virgen  bendita  tiene  pocos  dicípulos 
que  la  imiten  en  esto.  En  aquellos  tiempos  sí  había:  lo 

985  uno,  por  la  abundancia  de  la  gracia  que  Dios  llovía  en  los 
corazones  de  ellos,  que  les  ponía  asco  de  lo  que  florecía 
en  la  tierra  y  les  levantaban  los  corazones  al  deseo  de  los 
bienes  eternos  donde  estaba  su  deseo  y  su  corazón;  y  lo 
otro,  ayudábales  mucho  a  subir  hacia  arriba  las  continuas 

990  persecuciones,  el  tomarles  la  hacienda,  el  desterrarlos  a  di- 
versas partes,  y  esperando  cada  día  el  martirio  p  de  mane- 
ra que,  aunque  quisieran,  no  podían  gozar  de  este  mundo. 
Y  juntándose  con  el  no  poder  el  no  querer,  navegaban  ha- 
cia el  cielo  con  mucha  ligereza  con  velas  y  remos,  deseando 

995  cada  día  ser  sueltos  de  cárcel  tan  penosa  y  gozar  de  la 
libertad  y  herencia  de  los  hijos  de  Dios  en  el  cielo. 

Estos  imitaban  a  la  Virgen  bendita,  la  cual  y  ellos  pe- 
dían con  grande  instancia  lo  que  el  Señor  les  enseñó,  di- 
ciendo: ¡Señor,  venga  tu  reino!  Mas  nosotros  pedírnoslo 
1000  con  la  boca,  y  como  gente  que  está  sin  la  gracia  del  Señor 
o  tiene  poca,  y  como  gente  que  está  avecindada  en  aqueste 
mundo  y  tiene  aquí  el  asiento  de  sus  honras,  riquezas  y  pla- 
ceres, tienen  los  estómagos  hartos,  y  ni  desean  salir  de 
aquí,  y  aun  tomarían  por  partido  de  que  esta  vida  fuese 


073    Apoc.  2i,  2i. 
975    Of.  2  Cor.  6,  14. 
900    MI.  6,  10  ;  Ix.  11,  2. 


70.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1121 


J05  más  larga.  ¡Miserable  estado  de  gente!  ¡Miserables  tales 
tiempos,  en  que  los  hombres  de  buena  gana  renuncian  y  se 
quieren  pasar  sin  unos  bienes  tan  grandes  como  hay  en  el 
cielo,  el  menor  de  los  cuales  vale  más  que  todos  los  de  acá 
juntos;  y  son  tales,  que  porque  los  hombres  gozásemos  de 

010    ellos,  el  Hijo  de  Dios  padeció  muerte,  y  muerte  de  cruz! 

¿Qué  mayor  señal  de  que  la  mujer  casada  ha  vivido  mal 
en  ausencia  de  su  marido  que  no  desear  que  venga,  ni  aun 
que  le  mienten  su  venida?  Terrible  palabra  para  la  mala 
mujer:  "Vuestro  marido  viene  y  está  informado  de  las  trai- 

015  ciones  que  le  habéis  hecho,  sin  que  las  podáis  negar".  Y  dul- 
ce es  a  la  mujer  buena  pensar  y  hablar  en  la  venida  de  su 
marido,  y  más  dulce  verle  entrar  por  su  casa,  bien  informa- 
do de  la  lealtad  que  su  mujer  ha  guardado  en  ausencia  de 
él.  Tales  han  de  ser  los  cristianos,  pues  han  de  decir  con 

020  verdad  de  su  corazón  lo  que  con  la  vida  rezan  y  piden:  ¡Se- 
ñor, venga  tu  reino!  Y  de  éstos  era  San  Pablo,  cuando  decía: 
Buena  pelea  he  peleado,  mi  carrera  he  acabado,  la  fidelidad 
he  guardado;  en  lo  demás  aparejada  me  está  una  corona  de 
justicia,  la  cual  me  dará  en  aquel  día  el  Señor,  que  es  justo 

025  Juez;  y  no  solamente  la  dará  a  mí,  mas  a  todos  aquellos 
que  aman  su  advenimiento.  Y  así  da  testimonio  San  Pablo 
que  entre  los  cristianos  hay  hombres  perfetos  en  la  caridad, 
que  echan  fuera  todo  servil  temor,  desarraigados  del  amor 
de  las  cosas  presentes,  movidos  por  el  Espíritu  Santo  a 

030  desear  la  vista  de  Dios,  y  como  hijos  desean  ver  a  su  Padre, 
y  como  esposa  leal  a  su  esposo;  y  considerando  que,  desde 
que  fueron  criados,  cada  día  y  cada  momento  han  recebido 
muchas  mercedes  de  la  piadosa  mano  de  Dios,  y  que  antes 
que  ellos  naciesen  les  tenía  aparejada  la  gloria,  y  para  que 

t035  ia  alcanzasen  se  hizo  hombre  y  perdió  por  ellos  la  vida, 
desean  ser  sueltos  de  aquesta  cárcel  para  ver  y  gozar  de 
la  presencia  de  aquel  de  cuyos  bienes  y  mercedes  han  go- 
zado en  la  tierra.  Y  ayúdales  mucho  a  este  deseo  el  mi- 
serable estado  de  esta  vida  muy  penosa  para  ellos,  no  tanto 

1040  por  los  trabajos  que  en  ella  hay,  porque  éstos  con  la  grande 
fuerza  del  amor  nada  o  poco  los  sienten,  mas  porque  mien- 
tras viven  en  la  carne  pueden  pecar  y  perder  la  gracia  de 
su  Señor,  y  desean  huir  cien  mil  cuentos  de  leguas  del  lugar 
donde  tanto  mal  les  puede  venir,  que  enojen  a  Dios  y  pier- 

1045  dan  su  gracia;  y  así,  aborreciendo  esto  y  amando  aquello, 
desean,  suspiran  y  lloran  por  verse  en  aquella  ciudad  so- 
berana. 

Estos  provechos,  pues,  ya  dichos,  y  otros,  se  siguieron 
al  mundo  de  la  estada  de  la  Virgen  acá,  los  cuales  ella, 


1026   Of.  2  Tim  4,  7-8. 


B. Avila  2 


36 


1122 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


1050  como  enseñada  de  Dios,  muy  bien  conocía,  y  refrigeraban 
el  fuego  de  sus  encendidos  deseos  de  subir  al  cielo;  y  aun- 
que del  todo  no  se  los  quitaban,  ayudábanle  a  que  sin  morir 
los  pudiese  llevar. 

La  Virgen,  en-     Mas  cuando  vino  el  tiempo  que  la  di- 

1055  ferma  de  amor  vma  Providencia  tenía  ordenado  que  la 
bendita  Virgen  subiese  a  los  cielos,  fué 
tan  encendido  su  corazón  a  desear  lo  que  deseaba  con  ma- 
yores ansias,  que  ni  con  el  fruto  que  a  los  presentes  hacía 
ni  a  los  por  venir  había  de  hacer,  ni  con  visitar  los  santos 

1060  lugares,  ni  con  recebir  el  cuerpo  de  su  santísimo  Hijo,  que 
solía  ser  su  mayor  consuelo,  ya  no  descansaba;  y  su  vida 
era  tal,  que  ya  naturalmente  no  podía  durar,  y  con  la  gran 
fuerza  del  amor  de  su  ánima  enflaqueciéronsele  las  fuerzas 
del  cuerpo,  y  fué  menester,  como  enferma,  echarse  en  la 

1065  cama,  según  a  otros  suele  también  acaecer.  Y  viéndose  tan 
vencida  del  amor  y  deseo  de  Dios,  sin  tener  fuerzas  para  vi- 
vir ni  sufrir  aquel  peso  de  amor,  que  era  más  fuerte  que  la 
muerte,  pues  por  cumplir  con  él  deseaba  morir,  enviaba  a 
Dios  nuevos  gemidos,  suficientes  para  provocar  al  Señor  a 

1070  misericordia.  Y  decíale:  "Saca,  Señor,  de  esta  cárcel  a  mi 
ánima  para  alabar  tu  nombre.  ¿Y  hasta  cuándo,  Señor,  me 
has  de  olvidar?  ¿Hasta  cuándo  vuelves  la  cara  de  mí?  En- 
séñame tu  faz  y  seré  contenta;  porque  sin  ella  cada  día  y 
cada  momento  estoy  muriendo  con  deseo  de  ti". 

1075  Y  no  se  contentaba  esta  Virgen  bendita  con  suplicar  a 
Dios  por  el  cumplimiento  de  sus  deseos;  mas  con  su  grande 
humildad  y  deseo  de  ser  ayudada  por  todos,  rogaba  a  los 
ángeles  y  a  todas  las  ánimas  bienaventuradas  que  en  el  cielo 
estaban  que  se  compadeciesen  de  su  trabajo  y  fuesen  inter- 

1080  cesores  por  ella  delante  el  acatamiento  de  Dios;  y  pues  que 
le  vían  faz  a  faz,  le  dijesen  que  estaba  vencida  y  enferma 
de  su  amor  y  que  sólo  su  remedio  consistía  en  verlo.  ¿Qué 
os  diré?  Tal  prisa  se  daba  a  rogar  a  los  que  en  el  cielo  mo- 
raban, que,  movidos  de  compasión  de  ella,  y  de  la  justicia 

1085  de  lo  que  pedía,  y  de  la  dignidad  de  su  persona,  y  también 
por  el  deseo  que  tenían  de  verla  en  el  cielo,  se  postraban 
todos  con  profunda  humildad  delante  el  acatamiento  de  Dios 
y  le  suplicaban  diciendo: 

Súplica  de  los  "Omnipotentísimo  y  misericordiosísimo 
1090  ángeles  y  santos  Señor,  sea  vuestra  misericordia  servido 
de  oír  los  gemidos  de  la  casta  tórtola 
que  os  engendró.  Pues  vos  dijistes  que  son  bienaventurados 
los  que  lloran,  ¡porque  ellos  serán  consolados,  y  ninguna  cosa 
la  puede  consolar  sino  verse  con  vos  en  el  cielo,  dalde  esta 

106S    Cf.  Cant.  2,  6.        1072   df.  P«.  12,  1.         1093    Mt.  5,  5. 
1070    Ps.  141,  8.  1073    Cant.  2,  14. 


1123 


i  -093  consolación,  pues  todas  las  otras  ha  dejado  por  vos.  Ningu- 
na razón  lleva  que  dos  personas  tan  conjuntas  en  carne  y 
espíritu  estén  tan  distantes,  una  en  el  cielo  y  otra  en  la  tie- 
rra. Acuérdese  vuestra  Majestad  del  celo  del  rey  David, 
vuestro  siervo,  cuando  dijo :  El  arca  de  Dios  está  debajo  de 
loo  pieles,  y  yo  vivo  en  casa  de  cedro;  y  no  permitáis  que,  es- 
tando vos  en  la  gloria,  la  santísima  Arca,  que  os  tuvo  ence- 
rrado en  sí  misma,  esté  debajo  de  las  pieles  de  mortalidad. 
Sansón  comió  del  dulce  panal  que  halló  y  dió  parte  de  él  a 
su  madre;  Salomón  mandó  poner  una  silla  a  su  madre  y 

-105  sentóla  cerca  de  sí.  Mayor  es  vuestra  majestad  que  la  del 
uno  y  otro;  excededles  en  dar  descanso  y  honra  a  la  que  os 
engendró.  Descanse  ya  vuestra  benditísima  Madre,  pues  des- 
de que  la  criastes  otra  cosa  no  sabe  sino  serviros  y  traba- 
jar por  vos  con  humildad  de  esclava  y  amor  verdadero  de 

1110  madre.  Y  pues  os  ha  acompañado,  Señor,  en  vuestros  tra- 
bajos, acompáñeos  en  vuestros  placeres.  Mirad,  Señor,  cómo 
está  prostrada  delante  vuestros  pies  gimiendo  y  llorando,  y 
su  profundísima  humildad,  con  que  nos  pide  que  interceda- 
mos por  ella,  con  tan  ferviente  y  continua  oración,  que,  aun- 

LH5  que  sus  servicios  no  mereciesen  lo  que  pide,  ni  se  tuviese 
respeto  a  quien  es,  merecía  la  importunidad  de  su  oración, 
y  el  llamar  a  la  puerta  de  su  buen  amigo,  que  se  levantase, 
y  le  abra  la  puerta,  y  le  dé  todos  los  panes  que  ha  menes- 
ter, según  vuestra  Majestad  lo  dijo  en  el  mundo.  Oídla,  Se- 

1120  ñor,  y  poned  sus  lágrimas  en  vuestro  acatamiento,  porque 
ella  nunca  cerró  sus  orejas  a  vuestra  ley,  ni  las  cerró  al 
clamor  del  pobre;  mas,  según  está  escrito,  su  mano  extendió 
al  pobre,  y  mucho  más  su  corazón,  en  el  cual  nunca  hubo 
maldad,  y  por  eso  debe  ser  oída,  según  dice  David. 

1125  "También  desea  toda  esta  vuestra  corte  tener  consigo  a 
su  Reina;  porque  reino  sin  reina  y  casa  sin  la  señora  de  casa, 
parece  que  no  está  perfeto,  pues  le  falta  persona  tan  princi- 
pal. Y  pues  lo  es  tanto,  que  bastará  con  su  vista  a  darnos 
nueva  alegría  y  a  honrar  todo  el  cielo,  no  nos  privéis  de 

liso  tanto  bien,  pues  debe  bastar  a  la  tierra  el  tiempo  que  de 
ella  ha  gozado;  y  no  tendrá  razón  si  se  agraviare  de  que  se 
le  quiten  delante,  pues  ella  es  tan  llena  de  misericordia  y 
tan  valerosa  delante  vuestra  Majestad,  que,  aunque  la  su- 
báis al  cielo,  su  piadoso  corazón  no  olvidará  a  los  que  están 
11135  en  la  tierra,  ni  dejará  de  hacer  el  oficio  de  madre  abogando 
por  ellos  delante  del  trono  de  vuestra  misericordia,  ni  vos, 
Señor,  dejaréis  de  oírla  ni  de  hacer  mercedes  al  mundo  por 
ella. 

"Suplicamos  a  vuestra  misericordia  que  como  en  tiempos 

iioo  Cf.  2  Re-.  7,  2.  íí2Ó  Cf.  Ps.  55,  9. 

1104  Cf.  Iud.  14,  9.  112}  Cf.  Prov.'  31,  20. 

nos  cf-  3  R«g-  2,  19.  1124  Cf.  Ps.  65,  18-19. 

11 19  Cf.  Le.  11,  5-13. 


1124 


SESMÓXES.  CICLO  SANTORAL 


1140  pasados  mirastes  las  lágrimas  del  rey  Ezequías,  y  oístes  su 
oración,  y  mandastes  a  vuestro  profeta  Esaías  diciendo:  Di 
a  Ezequías,  capitán  de  mi  pueblo:  Yo  he  visto  tus  lágrimas 
y  he  oído  tu  oración;  no  morirás,  y  yo  te  añado  quince  años 
más  de  vida,  que  así  ahora,  mirando  las  lágrimas  y  oyendo 

1145  la  oración  de  nuestra  Reina  y  Señora,  mandes  a  uno  de  nos- 
otros que  le  vaya  a  dar  la  buena  nueva  del  cumplimiento 
de  su  deseo,  no  de  que  viva  quince  años  de  vida,  que  ya  los 
ha  vivido  con  harto  trabajo  en  ausencia  vuestra;  mas,  según 
la  grandeza  de  vuestra  bondad  y  el  grande  amor  que  os 

1150  tiene  y  le  tenéis,  dadle,  Señor,  que  se  le  acabe  la  vida  mor- 
tal y  que  en  este  cielo  viva  con  vos  para  siempre." 

Nueva  embajada  de    ¿  Qué  había  de  responder  el  Señor  a 
Gabriel.  Sentimiento    suplicaciones  tan  justas  y  que  toca- 
eil  la  tierra  kan  a  su  sacratísima  Madre,  cuya 

1155  honra  y  descanso  El  más  que  ningu- 

no desea  y  procura  y  cuya  oración  le  es  más  agradable  que 
la  de  hombres  y  ángeles,  sino  conceder  de  muy  buena  gana  lo 
que  se  le  pedía  y  mandar  que  todos  se  aparejen  para  la  so- 
lemnísima fiesta  que  a  su  Madre  quiere  hacer,  y  que  decen- 

H60  diese  del  cielo  algún  espíritu  bienaventurado  de  aquéllos  a 
dar  esta  buena  nueva  a  la  sacratísima  Virgen? 

Aunque  no  sepamos  quién  fué  el  mensajero,  sabemos  que 
cada  uno  del  cielo  deseaba  ser;  ya  lo  que  parece,  convenía 
que  fuese  el  arcángel  San  Gabriel,  por  ser  más  conocido 

1165  de  esta  sacratísima  Virgen.  Poco  tardaría  de  andar  el  ca- 
mino; y  entrando  en  el  aposento  de  la  Virgen,  hincaría  sus 
rodillas  en  tierra  con  su  acostumbrada  y  debida  humildad, 
y  diría:  "Yo,  Reina  y  Señora,  soy  Gabriel,  vuestro  siervo, 
que  por  mandado  de  Dios  os  traje  en  años  pasados  la  ale- 

1170  gre  nueva  de  que  el  Hijo  de  Dios  había  amado  la  hermosura 
de  vuestra  ánima  y  os  había  escogido  por  Madre,  y  quería 
decender  del  cielo  a  la  tierra  a  reposar  y  tomar  carne  de 
vuestras  e.ntrañas.  Ahora  me  envía  el  mesmo  Señor,  y  os 
manda  decir  que,  pues  decendió  del  cielo  a  la  tierra  y  vos 

1175  le  distes  muy  apacible  morada,  que  El  os  quiere  'llevar  de 
la  tierra  al  cielo  y  daros  par  de  sí  la  mejor  morada  que  a 
nadie  se  dió  ni  dará.  Esta  es,  Señora,  mi  embajada;  decid- 
me, ¿que  respondéis?" 

Fué  tanta  el  alegría  de  la  Virgen  de  ver  tal  mensajero 

1180  y  oír  tal  embajada,  que  de  gozo  se  le  regalaba  el  corazón, 
y  primero  derramó  muchas  lágrimas  que  hablase  palabra; 
y  cuando  habló,  ¿qué  había  de  responder,  sino  las  palabras 
que  tenía  en  uso  para  decir  en  todos  sus  acaecimientos 
tristes  y  alegres?  Cuando  encarnó  en  ella  el  Hijo  de  Dios, 


1144  Cf.  4  Reg.  20,  5. 
1171   Cf.  Ps.  44,  12. 


ISC&CIÓK  DE  SíAij  \ 


1125 


1185  lo  que  respondió  fué:  He  aquí  la  sierva  del  Señor;  sea  he- 
cho en  mi  según  tu  palabra.  Y  esto  diría  también  al  pie 
de  la  cruz;  y  esto  mesrao  respondería  ahora  a  San  Gabriel, 
y  con  nacimiento  de  gracias  diría:  Desatado  has,  Señor, 
mis  cadenas;  a  ti  sacrificaré  sacrificio  de  alabanza. 

1190  Tórnase  luego  el  arcángel  al  cielo,  y  divúlgase  luego  en 
la  tierra  que  el  Señor  quería  llevar  consigo  a  su  Madre 
bendita;  y  hubo  tan  gran  movimiento  y  sentimiento  en  los 
cristianos,  cual  en  ninguna  muerte  de  persona  querida  ni 
grande  en  este  mundo  lo  ha  habido.  Porque  esta  Virgen  era 

1196  más  querida  que  padre  y  que  madre,  y  más  estimada  que 
reina,  y  era  todas  las  cosas  para  los  cristianos;  y  por  fuer- 
za el  sentimiento  de  lo  que  perdían  había  de  ser  conforme 
a  la  pérdida,  pues  nadie  había  que  pudiese  suplir  el  lugar 
que  ella  dejaba  vacío.  Viérades  ir  y  venir  gente  de  nuevo 

1200  al  aposento  de  esta  Madre  común,  y  con  amargas  lágrimas 
de  sus  ojos,  más  que  con  palabras,  le  manifestaban  la  pena 
que  su  ausencia  les  daba;  representábanle  la  necesidad  que 
de  ella  tenían;  suplicábanle  no  desamparase  a  sus  hijuelos, 
que  con  sus  oraciones  había  engendrado  y  con  su  dotrina  y 

1205  ejemplo  había  criado;  y  si  se  quería  ir  de  este  mundo,  que 
los  llevase  consigo,  porque  no  osaban  quedar  sin  ella  entre 
tantos  peligros,  ni  podrían  sufrir  la  ausencia  de  tan  aman- 
tísima  Madre. 

No  oía  la  Virgen  sagrada  estas  cosas  sin  gran  compa- 

1210  sión;  y  con  aquella  ternura  de  corazón  de  que  Dios  la  dotó, 
se  condolía  con  ellos,  y  lloraba  con  ellos,  y  les  prometía 
que,  aunque  según  el  cuerpo  se  apartaba  de  ellos,  no  los  ol- 
vidaría en  su  corazón,  y  que  mientras  viviesen  les  seria 
fiel  abogada,  y  que  la  llamasen  en  sus  necesidades,  y  que 

1215  cierto  sentirían  que  tenía  cuidado  de  ellos  y  de  ellas;  y 
que,  pues  esta  vida  tan  presto  se  pasa,  se  esperasen  un 
poco  y  perseverasen  en  la  fe  y  buena  vida  que  habían  co- 
menzado, y  que  presto  irían  ellos  donde  ella  iba,  y  estarían 
todos  juntos  sin  se  apartar  para  siempre  jamás. 

1220  Vinieron  también  los  apóstoles  que  entonces  eran  vivos, 
como  dice  San  Dionisio,  y  ella  les  daría  cuenta  de  la  mer- 
ced que  Dios  le  quería  hacer;  lo  cual  e'llos  no  oirían  sin 
lágrimas,  por  el  amor  tierno  que  le  tenían.  De  algunas  san- 
tas personas  leemos  que,  cuando  se  querían  morir,  deja- 

1225  ban  algunos  particulares  avisos,  como  por  herencia,  a  los 
que  presentes  estaban,  para  que  sirviesen  mejor  a  nuestro 
Señor;  y  no  es  de  creer  que  los  que  allí  estaban,  pues  la 


n86  Le.  i,  38. 
1189  Ps.  115,  16-17. 

1221  Pseudo-Dionisio  AHEOPAGITA,  De  drv.  nonün.,  c.  3,  2  : 
MG  3,  682  ;  cf.  P.  Halloix,  tí.  I.,  Vita  S.  Dionys.  Arcop.,  c.  6  : 
MG  4,  747  ss. 


1126 


SLKMON1.S.    CICLO  SANTORAL 


habían  tenido  por  maestra  en  la  vida,  le  dejasen  de  supli- 
car que  también  lo  fuese  en  la  muerte,  dejándoles  alguna 

1330  palabra  que  les  fuese  recordación  de  tila  y  aviso  para  me- 
jor servir  al  Señor.  Mas  ¡qué  les  diría  la  Virgen  bendita, 
sino,  como  humilde,  que  guardasen  lo  que  el  Señor  les 
mandó!  Y  si,  importunada  a  que  más  en  particular  dijese 
con  qué  cosas  ella  se  había  hallado  mejor,  respondería  que 

1235  para  el  cuerpo  con  virginidad  y  para  el  ánima  con  humil- 
dad y  mansedumbre,  que  halla  gracia  delante  de  Dios  y  los 
hombres  y  entrañable  amor  y  misericordia  con  todos  los 
prójimos,  aun  hasta  rogar  a  Dios  por  los  que  estaban  cru- 
cificando a  su  Hijo  delante  sus  ojos. 

1240  Jesucristo  asiste  Allegábase  ya  el  dichoso  día  15  do 
a  la  muerte  de  su  agosto,  y  enflaquecíasele  su  sagrado 
Madre  cuerpo  cada  día  más,  y  crecíale  a  su 

ánima  esfuerzo  con  el  alegría  de  la 
buena  nueva  de  que  presto  había  de  ver  a  su  Dios.  Y  cuan- 

1245  do  vino  la  hora  determinada  del  Señor  para  hacer  esta  gran- 
de hazaña  de  galardonar  a  su  Madre  conforme  a  su  grande 
magnificencia  y  a  los  servicios  que  de  ella  había  recebido, 
suena  en  el  cielo  una  voz,  que  el  Señor  quiere  decender  a  la 
tierra  a  traer  consigo  a  su  benditísima  Madre,  y  que  man- 

1250  ¿a  que  la  acompañe  su  corte,  y  que  regocije  cada  uno  la  fies- 
ta lo  mejor  que  pudiere;  porque  toda  la  honra  que  a  su  Ma- 
dre hicieren,  la  recibe  El  como  hecha  a  sí  mesmo.  ¡Oh  cuán 
alegres  y  cuán  de  fiesta  están  todos,  y  el  Hijo  de  la  Virgen 
más!  Y  El  y  dios  decienden  del  cielo  y  entran  en  el  aposen- 

1255  to  donde  estaba  echada  la  que  en  sus  entrañas  dió  aposento 
agradable  a  su  Dios.  Y  pues  que  en  la  muerte  de  otras  san- 
tas personas  se  lee  haber  venido  ángeles  o  santos  y  haber 
olor  suavísimo  que  le  incitaba  y  confortaba  el  corazón  de  los 
que  presentes  estaban,  claro  está  que  daría  el  Señor  señal 

1260  de  su  bendita  presencia  y  de  tan  bienaventurada  compañía 
como  venía  con  El,  y  que  todos  los  que  presentes  estaban 
sentirían  grandísimo  consuelo  en  sus  corazones  y  tendrían 
por  cierto  que  era  causado  de  la  presencia  de  los  que  del 
cielo  venían. 

1265  No  ¿abemos  si  el  Señor  allí  se  mostró  claramente,  o  si  los 
ángeles  y  santos  tomaron  cuerpo  para  ser  vistos,  o  si  hubo 
música  corporal  de  que  gozasen  las  orejas  de  la  Virgen  y 
los  que  presentes  estaban.  Mas  como  muchos  de  estos  fa- 
vores ha  hecho  el  Señor  a  personas  menos  amadas,  no  es 

1270  fuera  de  razón  creer  que  los  mismos  o  mayores  hizo  con  su 
Madre,  más  amada  que  todos.  A  cuya  muerte  fué  mucha 
razón  que  El  mesmo  en  persona,  y  no  por  tercero,  se  hallase 
presente,  para  que,  en  saliendo  del  cuerpo  su  preciosísima 
ánima,  la  reclinase  en  sus  brazos,  sin  fiarla  de  nadie,  pues 


1127 


1275  que  fué  servido  que  ella  con  tanto  dolor  estuviese  presente 
en  aquella  hora  terrible  cuando  El  expiró  en  la  cruz,  y  que, 
después  de  decendido  de  ella,  fuese  recebido  en  los  brazos  de 
la  Madre  y  lavado  con  lágrimas  de  ella.  No  tenía  el  Señor 
olvidado  este  servicio,  pues  que  de  otros  menores  se  acuer- 

1280  da  para  los  galardonar  en  la  muerte,  y  El  mesmo  la  visita, 
consuela  y  esfuerza,  haciendo  en  todo  su  oficio  de  Hijo  muy 
obediente  y  amoroso. 

Y  cuando  ya  vino  el  punto  que  aquella  dichosa  ánima 
saliera  de  su  virginal  cuerpo,  entonces  su  Hijo  bendito  dijo 

1285  aquello  que  mucho  antes  estaba  profetizado  para  esta  hora: 
Ven  del  Líbano,  Esposa  mía,  y  serás  coronada.  Ven  a  mi 
huerto,  hermana  mía,  Esposa.  Levántate  y  date  priesa,  pa- 
loma mía,  hermosa  mía;  que  ya  ha  pasado  el  invierno  de 
los  trabajos,  ya  han  venido  las  flores  del  alegre  verano  de 

1290  la  gloria  que  te  está  aparejada:  vente  a  mi,  que  yo  te  rece- 
biré  en  mi  humanidad  que  de  ti  recebí,  y  en  mi  divinidad 
con  que  te  crié,  y  te  terné  siempre  comigo,  haciéndote  bien- 
aventurada para  siempre  jamás.  A  esta  dulcísima  voz  y 
convite,  que  sería  la  postrera  que  en  esta  vida  la  Virgen 

1295  oyó,  respondería  su  acostumbrada  palabra:  He  aquí  la  sier- 
va  del  Señor;  hágase  en  mí,  etc. 

Y  porque  en  vida  y  en  muerte  le  fué  su  Hijo  maestro  y 
dechado  a  quien  ella  miraba,  y  le  oyó  decir  cuando  en  la  cruz 
expiró:  Padre,  en  tus  manos  encomiendo  mi  espíritu,  las  cua- 

1300  les  palabras  ella  tenía  guardadas  en  su  corazón  para  la  hora 
en  que  estaba,  dijo  con  gran  humildad  y  perfetísimo  amor: 
Hijo  mío,  en  vuestras  manos  encomiendo  mi  espíritu.  Y  tras 
esta  palabra  sale  aquella  benditísima  ánima  de  la  morada  de 
su  cuerpo,  tan  libre  de  dolor  cuanto  de  pecado.  No  quiso  el 

1305  Señor  que  cuando  El  nació  tuviese  dolores  de  parto,  ni  de 
muerte  cuando  ella  renació  para  la  gloria.  Mas  ¿quién  con- 
tará el  apretado  y  dulcísimo  abrazo  que  Cristo  dió  a  aquella 
benditísima  ánima  y  el  gozo  que  ella  sintió  de  ver  claramente 
la  humanidad  y  divinidad  de  su  Hijo,  con  que  fueron  cum- 

1310  piídos  todos  sus  deseos  y  enjutas  sus  lágrimas,  como  el  niño, 
que,  tomándole  la  madre  en  su  pecho,  cesa  de  llorar  y  no 
tiene  más  que  desear,  pues  recibe  leche  del  pecho  de  la 
madre? 

La  Asunción  ¡Oh  quién  viera  aquella  hermosísima  áni- 
1315  ma,  hermoseada  con  hermosura  de  gloria, 

más  blanca  que  la  nieve,  más  resplandeciente  que  el  sol,  la 
más  pura  y  limpia  de  cuantas  Dios  ha  criado  y  criará,  des- 
pués de  la  de  su  benditísimo  Hijo!  Y  tengo  para  mí  que, 


12S6  Cant.  4,  S. 
1287  Cant.  5,  r. 
12S9   Cf.  Cant.  2,  10-11. 


1296  Le.  1,  38. 
1302    Le.  .23,  46. 


1128 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


pues  Dios  quiso  que  San  Antón  viese  el  ánima  de  San  Pablo, 

1320  primer  ermitaño,  más  blanca  que  la  nieve,  subir  al  cielo 
acompañada  de  los  ángeles,  que  también  sería  servido  de 
enseñar  a  muchos  de  los  que  allí  estaban  presentes,  y  aun 
a  los  ausentes,  la  hermosura  del  ánima  de  su  santísima  Ma- 
dre, y  la  gloria  de  que  gozaba,  y  la  grande  honra  que  le  era 

1325  hecha  en  aquella  solemnísima  subida  a  los  cielos. 

Arrimada,  pues,  la  Virgen  bendita  a  su  amado  Hijo  y  Se- 
ñor, llena  de  indecibles  deleites,  comienzan  todos  a  caminar 
hacia  el  cielo  con  tanto  regocijo,  con  tan  acordada  música, 
con  tan  suaves  aleluyas,  con  aquel  Sancta  Immaculata  Vir- 

1330  ginitas,  quibus  te  laudibus,  etc.,  que  cantarían  en  honra  de 
la  Virgen  sagrada,  aquel  "Gloria  sea  a  ti,  Señor,  que  naciste 
de  esta  Virgen";  cantando  en  honra  de  El  y  de  ella,  no  a 
cuatro,  sino  a  cuatro  mil  y  más  voces,  con  otros  cantares  tan 
sentidos,  tan  alegres  y  concertados,  como  convenía  a  la  ñes- 

1335  ta  y  grandeza  de  las  personas  de  quien  se  cantaban,  y  que 
bastaran  a  que,  si  un  hombre  las  oyera,  fuera  de  su  dulce- 
dumbre tan  absorto,  que  no  pudiendo  sufrir  tal  peso  de  dul- 
cedumbre, el  ánima  se  saliera  del  cuerpo  y  se  subiera  al  cielo 
con  tal  compañía. 

1340  ¡Madre  mía,  madre    Elíseo  vió  subir  al  profeta  Elias  en 
mía,  carro  y  guía    un  carro  de  fuego  hacia  el  cielo,  y, 
de  Israel!  sintiendo  mucho  írsele  su  maestro, 

decía  a  grandes  voces:  ¡Padre  mío, 
padre  mío,  carro  y  guía  de  Israel!  San  Antón  se  quejaba  del 

1345  ánima  de  San  Pablo,  y  decía:  "¿Por  qué  te  subes  al  cielo 
sin  primero  despedirte  de  mí?"  Y  San  Lorenzo  se  quejaba  de 
San  Sixto,  papa,  porque,  yendo  a  morir  por  Cristo,  no  le 
llevaba  consigo  para  el  mesmo  efeto.  ¿Qué  haremos  nos- 
otros en  el  día  de  hoy?  ¿Gozarémonos  porque  la  Virgen  va 

1350  llena  de  gloria  y  de  alegría  o  lloraremos  porque  nosotros 
nos  quedamos  acá? 

¡Oh  Virgen  'prudentísima!  ¿Dónde  vas  como  alba  muy 
resplandeciente ,  toda  hermosa  y  suave,  hermosa  como  la  luna, 
escogida  como  el  sol,  paloma  hermosa,  lavada  con  leche,  a 

1355  la  cual  cercaban  los  lirios  de  los  valles,  y  las  flores  y  las  ro- 
sas, acompañada  de  ánimas  santas  y  ángeles  bienaventura- 
dos y  en  los  brazos  de  tu  Hijo?  ¿Dónde  vas,  prudentísima 


1327  Cf.  Cant.  8,  5. 

1330  Brev.  Rom.,  Comm.  Fcst.  B.  M.  V.,  resp.  1  ad  Mat. 

1344  4  Reg.  2,  12. 

1346  San  Jerónimo,  Vita  S.  Pauü  primi  eremitae,  14  (ML  23,  27)  : 
«Cur  ane,  Paule,  diinittis  ?  Cur  insalutatus  abis  ?» 

1348  Brev.  Rom.,  di'-c  6  Aug.,  ad  Mat.,  lect.  o  (pro  S.  Xysto  II 
Papa). 

1354  Brev.  Rom.,  In  Assumpt.  B.  M.  V.,  ant.  ad  Magmf.  tn 
l  Vesp. 


7Q.     ASUNCIÓN  DI.  MAR J  \ 


1129 


Virgen,  y  dónde  nos  dejas?  ¿Qué  haremos  los  indignos  hijue- 
los tuyos  sino  correr  tras  ti,  y,  viéndote  subir  al  cielo,  decir 

1360  con  voces  de  nuestro  corazón:  "¡Madre  mía,  Madre  mía,  ca- 
rro que  sustenta  a  los  pecadores  pesados  y  guía  de  los  bue- 
nos!" Elias,  movido  por  las  voces  de  su  discípulo,  le  echó 
su  capa,  con  lo  cual  Elíseo  pudo  pasar  por  el  río  Jordán  sin 
ahogarse  ni  aun  mojarse.  Muevan  os  a  vos,  Señora,  nuestros 

1365  gemidos  y  nuestra  necesidad  y  soledad,  y  echad  en  nuestros 
corazones  vuestra  memoria,  vuestra  devoción  y  obediencia, 
con  lo  cual  vistamos  nuestra  desnudez,  y,  favorecidos  con 
vos,  pasemos  por  el  peligroso  río  de  este  mundo  sin  ser  aho- 
gados con  los  pecadores  que  hay  en  él. 

1370  Vos,  Señora,  subís  a  sentaros  en  el  resplandeciente  trono 
de  gloria  que  vuestro  Hijo  bendito  'desde  ab  aeterno  os  tiene 
aparejado  a  su  mano  derecha,  donde  experimentaréis  con  gran 
dulcedumbre  que  hay  grandes  y  limpios  deleites  en  la  mano 
derecha  de  Dios,  no  por  años  tasados,  mas  hasta  el  fin,  como 

1375  lo  dice  la  Escritura.  También  beberéis  de  aquel  río  claro  como 
cristal  que  sale  de  la  silla  de  Dios  y  del  Cordero,  que  es  la 
excelentísima  divinidad  y  sagrada  humanidad,  que  con  su 
vista  alegra  y  harta  toda  aquella  santa  ciudad  de  Jerusalén, 
la  del  cielo,  cuyas  ondas  a  vos,  Señora,  más  que  a  otra  nin- 

1380  guna  envisten  y  hartan  y  hacen  bienaventurada,  sin  que  ten- 
gáis más  que  pedir  ni  que  desear. 

Gracias  y  muchas  gracias  a  la  divina  Bondad  damos  vues- 
tros pequeñuelos  hijos,  gozándonos  mucho  de  vuestro  tan 
cumplido  bien,  que  también  podemos  llamar  nuestro,  pues 

1385  sois  vos  nuestra  Madre;  y  mirando  esto,  celebramos  el  día 
de  vuestra  partida  con  alegría  y  regocijo.  Mas  con  todo  eso 
no  podemos  dejar  de  sentir  soledad  y  desabrigo  viéndonos 
tan  llenos  de  necesidades,  y  nuestra  Madre  tan  lejos  de  nos. 
Suplicamos  os,  Virgen  bendita,  que  en  ninguna  manera  nos 

1390  pongáis  en  olvido;  mas,  pues  podéis  con  Dios  todo  lo  que 
queréis,  haced  limosna  a  los  pobres  que  quedamos  acá. 
Y  como  de  vuestro  Hijo  bendito  se  escribe  que  subiendo  a  lo 
alto  dió  dones  a  los  hombres,  así  vos,  Señora,  pues  subís 
a  lo  alto  tan  semejable  con  El  en  la  gloria,  parecedle  tam- 

1395  bién  en  esto,  que  le  pidáis  mercedes  para  los  que  quedamos 
acá;  y  sean  muchas,  porque  lo  piden  así  nuestras  necesi- 
dades, en  todas  las  cuales  habernos  de  recurrir  a  vos  como 
a  amantísima  Madre. 

Haced  vos,  Señora,  que  alcancemos  lo  que  a  Dios  pedi- 

1400  mos;  y  cuando  algún  servicio  os  ofreciéremos,  recebidlo  de 
buena  gana;  dadnos  lo  que  os  rogamos;  excusad  lo  que  te- 
memos, porque  después  de  Dios  vos  sois  esperanza  única  de 


1364  Cf.  4  Reg.  2,  13-14.  1376  Apoc.  22,  1. 

1375  Ps.  15,  11.  1393  Cf.  Ps.  67,  19. 


1130 


los  pecadores,  y  por  vos  esperamos  el  perdón  de  nuestros 
pecados  y  el  favor  para  todo  bien,  y  en  vos  está  la  esperanza 

1405  de  los  galardones  que  en  el  cielo  esperamos.  ¡Oh  Madre  santa 
y  santísima!  Socorred,  Señora  a  los  miserables,  confortad  a 
los  flacos  de  corazón,  consolad  y  regalad  a  los  llorosos,  orad 
por  el  pueblo,  interceded  por  el  devoto  linaje  de  las  mujeres. 
Todos,  Señora,  chicos  y  grandes,  que  celebraren  vuestra  san- 

1410  tisima  festividad,  y  de  vos  se  acordaren  y  de  corazón  os  lla- 
maren, sientan  vuestro  socorro  y  alivio,  alcanzando  lo  que  os 
pidieren. 

¡Oh  bendita,  que  hallaste  gracia  engendradora  de  la  vida! 
Madre  de  la  salud,  humilmente  te  suplicamos  que  por  ti 

1415  nos  reciba  el  que  por  ti  fué  dado  a  nosotros.  Ebccuse  tu  san- 
tidad e  integridad  acerca  de  El  las  culpas  de  nuestra  corrup- 
ción; y  tu  humildad,  agradable  a  Dios,  nos  alcance  perdón 
de  nuestra  soberbia;  tu  copiosa  caridad  cobije  la  muche- 
dumbre de  nuestros  pecados,  y  tu  gloriosa  fecundidad  nos 

1420  haga  a  nosotros  fecundos  de  merecimientos.  Señora  nuestra, 
medianera  nuestra,  reconcílianos  con  tu  Hijo  bendito,  alcán- 
zanos de  El  gracia  para  que,  salidos  de  este  destierro,  nos 
lleve  donde  gocemos  de  su  santísima  gloria. 


71  Escogió  la  mejor  parte  * 

Asunción  de  María.  15  de  agosto 

(Valencia,  Bibl.  Col.  Patriarca,  Ms.  1049,  íf.  22  r  -  3&  v.) 

María  ofitimam   Paitan  elegit   (Le.  10, 

Exordio  La  Virgen  y  Madre  de  Dios,  para  siempre  ben- 
dita, siempre  fué  santa,  ansí  en  su  santa  concep- 
ción como  por  toda  su  vida;  mas  ansí  como  fué  llena  de 
5  gracia  y  santidad,  como  el  ángel  dijo,  así  fué  también  en 
esta  vida  muy  lastimada  con  trabajos,  según  parece  por  las 
historias  y  por  el  santo  evangelio.  Y  si  bien  miráis  en  sus 
fiestas,  veréis  en  ellas  su  santidad  y  algún  trabajo  de  qué 
compadeceros.  Santa  fué  en  su  concepción,  mas  cosa  es  de 

10  compasión  entrar  en  este  mundo  tan  miserable  y  andar  nueve 
meses  en  la  estrechura  del  vientre  de  su  madre;  santo  fué 
su  nacimiento,  mas  llorando  nació  como  las  otras  niñas. 
Cuando  parió  a  su  sacratísimo  Hijo  y  en  todas  las  demás 
fiestas,  siempre  hallaréis  algo  de  qué  compadeceros  de  ella. 

15    Mas  esta  fiesta  de  hoy  es  de  otra  nueva  manera,  pues  que 

1411    ilrev.  Rom.,  Comm.  Fcst.  B.  M.  V.,  ant.  ad  Maghif.  in 
I  Vcsp. 

*    En  ©1  índice  escri'bió  el  Rio.  Juan  de  Ribera  :  «De  assump- 
tione  Beatissimae  Mariae,  et  conceptione». 
5    Le.  r,  28. 


71.     ASrNOÓX  DE  MARÍA 


1131 


así  como  en  su  vida  se  juntaron  en  ella  trabajos  con  santidad, 
y  siendo  la  más  santa  fué  la  más  trabajada,  así  hoy  la  que 
es  santa  como  siempre  lo  fué,  está  del  todo  ajena  de  traba- 
jos y  tan  llena  de  alegría,  que  así  como  su  santidad  es  mayor 
20  que  la  de  todos,  así  en  gloria  y  gozo  ninguno  se  le  puede 
igualar,  y  excede  sin  comparación  el  bien  y  placer  que  hoy 
le  es  dado,  entrando  en  el  cielo,  a  los  trabajos  que  en  esta 
vida  pasó. 

Grande  es  la  gloria  que  hoy  le  fué  dada;  y  por  eso,  gran- 

25  de  es  la  fiesta  de  hoy,  así  para  ella  como  para  los  que  bien 
la  quieren.  Y  plegué  a  la  misericordia  divina  que  de  tal  ma- 
nera nos  aparejemos  para  esta  gran  fiesta,  que  en  las  mer- 
cedes que  hoy  recibamos  sintamos  que  la  sacratísima  Virgen 
no  es  avarienta  de  los  bienes  que  hoy  Dios  le  ha  dado,  mas 

30  que,  estando  en  las  alturas  del  cielo,  se  acuerda  de  enviar  a 
los  pobrecillos  de  la  tierra  alguna  gota  de  agua  de  aquel  río 
caudal  que  de  la  silla  de  Dios  y  del  Cordero  sale  en  el  cielo, 
que  alegra  la  ciudad  de  Dios,  y  del  cual  ella  bebe  con  más 
abundancia  que  todos.  Y  si  os  da  deseo  de  beber  de  esta  agua, 

35  que  quita  para  siempre  la  sed,  conviene,  en  todo  caso,  que 
os  aparejéis  para  celebrar  esta  fiesta  con  dispusición  se- 
mejante a  la  dicha  fiesta,  y  porque  nuestra  madre  la  Igle- 
sia, como  quien  tiene  el  espíritu  de  Dios,  conoce  nuestra 
ignorancia,  enséñanos  en  la  oración  secreta  de  la  misa  de 

40  ayer  lo  que  cerca  de  esto  nos  conviene  saber  y  hacer.  Quiere 
que  sepamos  que  es  menester  prepararnos,  y  que  esta  pre- 
paración la  hemíos  de  pedir  a  Dios,  y  declara  que  ha  de 
ser  venir  a  esta  fiesta  munitos,  iucundos,  que  es  venir  re- 
parados, bastecidos  y  confortados,  y  también  alegres.  Por- 

45  que  así  como  en  las  otras  fiestas  de  nuestra  Señora  la  dis- 
pusición para  bien  las  celebrar  era  venir  santificados  y  con 
tristeza,  así  en  ésta  conviene  venir  confortados  y  basteci- 
dos con  santidad  y  venir  alegres,  para  ser  semejables  a  la 
sagrada  Virgen,  que,  según  hemos  dicho,  hoy  está  santa 

50    y  llena  de  gozo. 

E  yo  no  sé  qué  mejor  medio  para  venir  de  esta  manera, 
que  haberos  confesado  y  recebido  en  vuestras  entrañas  ai 
que  la  Virgen  trujo  en  las  suyas  y  al  que  recibió  a  ella  hoy 
en  el  cielo.  El  es  el  esfuerzo,  bastimento  y  conforte  del 

55  ánima  y  el  alegría  de  ella,  y  todo  su  bien.  Gócese  quien  ha 
confesado  y  comulgado  para  hoy,  y  el  que  no,  siéntalo  por 
gran  pérdida  y  procure  de  antes  que  salga  el  ochavario  de 
esta  santísima  fiesta  gozar  de  este  bien  para  que  sea  par- 
ticipante de  las  mercedes  que  Dios  da  a  los  hombres  por 


32  Cf.  Apoc.  22,  r. 

33  Ps-  45.  5- 

44   i\/¿ss.  Rom.,  [11  1'igilia  Assumpt.  H.  M.  I  .,  oralio. 


1132 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


60  honra  de  su  sacratísima  Madre.  Y  tened  por  cierto  que 
estas  mercedes  no  son  pequeñas  ni  pocas. 

Pues  que  el  rey  David,  cuando  puso  el  arca  de  Dios  en  su 
lugar,  convidó  a  comer  a  todo  el  pueblo  que  en  la  fiesta  se 
halló,  dándoles  pan  y  carne  y  buñuelos,  ¡sea  nuestro  Señor 

65  para  siempre  bendito,  que  el  arca  de  Dios,  que  es  la  sacra- 
tísima Virgen  María,  que  hoy  es  puesta  en  el  cielo,  excede 
sin  comparación  en  dignidad  a  la  otra  arca;  y  nuestro  rey 
Jesucristo,  que  hoy  pone  a  esta  arca  en  el  cielo,  excede  en 
infinito  valor,  bondad  y  riquezas  a  aquel  rey  David;  y  tam- 

70  bién  el  lugar  altísimo  y  gloriosísimo  en  que  hoy  está  puesta 
la  sagrada  Virgen  María,  sin  comparación  excede  al  otro  en 
que  David  puso  el  arca!  Y  sobrepujando  esta  fiesta  en  todas 
estas  cosas  a  la  otra,  mucha  razón  es  que  también  le  exceda 
en  las  mercedes  que  se  dan  a  los  que  acompañan  la  fiesta. 

75  Dióse  allí  pan,  carne  y  buñuelos,  cosa  de  tierra  y  de  poco 
valor,  porque  los  reyes  de  la  tierra  no  pueden  dar  sino 
tierra;  mas  nuestro  Rey  celestial  dará  dádivas  celestiales 
y  comida  entera  al  ánima,  de  substancia  y  fructa,  dándole 
santidad  y  fructa  de  consolación  y  alegría,  para  que  de  esta 

80  manera  celebremos  la  fiesta  conforme  a  cuya  es  y  glorifique- 
mos a  Dios  por  el  bien  que  a  su  sacratísima  Madre  hoy  hizo 
y  a  nosotros  por  ella. 

No  resta  sino  que  abramos  los  senos  de  nuestro  cora- 
zón y,  puesto  el  pensamiento  en  el  cielo,  hincadas  las  ru- 

85  dillas  en  el  suelo,  en  testimonio  de  nuestra  indignidad  y 
bajeza,  pidamos  mercedes  a  Jesucristo  nuestro  Señor,  y 
pongamos  por  intercesora  a  la  sacratísima  Virgen  María, 
diciénuole  con  mucha  devoción:  Ave,  María. 

¿Qué  es:  Escogió  la  Optimam  partem  elegit.  Las  cosas 
9°        mejor  parte?  oue  en  p1^banza  de  la  sacratísima 

'  Virgen  María  se  dicen,  han  de  ser 

de  tanto  pésol  y  precio,  que  con  mucha  razón  sean  dignas  de 
loor,  pues  ella  tiene  la  cumbre  de  la  santidad  y  es  dada  por 
ejemplo  a  nosotros.  Es  aquí  alabada  por  boca  del  Señor 
95  de  que  escogió  lo  mejor,  y  parece  que  es  esto  cosa  tan 
común,  que  no  hay  quien  otra  cosa  haga.  Quien  puede 
alcanzar  riquezas,  no  escoge  pobreza;  ni  enfermedad  quien 
puede  tener  salud;  no  trabajos;  ni  quien  puede  ganar  en 
un  buen  trato  a  veinte  por  ciento,  se  contenta  con  ganar 
100  diez.  Y  de  esta  manera  es  en  otras  muchas  cosas,  y  tan 
usado,  que  no  tienen  por  digno  de  alabanza  a  quien  esto 
hacen,  mas  temían  por  loco  a  quien  otra  cosa  hiciese. 

Hermanos,  otra  cosa  debe  ser  de  lo  que  el  Señor  alaba 
a  su  Madre,  de  que  tuvo  saber  tanto  y  bondad,  que  escogió 


64  Of.  2  Re^.  6j  19. 
89  Le.  10,  42. 


71.     ASUNCIÓN  DF.  MARÍA 


1133 


105  la  mejor  parte.  Otra  cosa  debe  ser  lo  que  se  llama  mejor 
en  la  escuela  de  Dios  y  en  su  corte,  que  no  sin  causa  dijo 
el  Señor  aquellas  palabras  que  son  lumbre  de  nuestra  igno- 
rancia y  condenación  de  los  errores  del  mundo:  que  lo  que 
es  alto  delante  de  los  hombres  es  abominación  delante  de 

110  Dios.  Dijo  Dios  aquesta  palabra,  y  por  eso  es  muy  ver- 
dadera, mas  mucho  temor  tengo  que  hay  mucha  gente  que 
no  la  cree  con  aquella  firmeza  que  la  verdad  de  Dios  pide, 
ni  que  se  requiere  para  aprovecharse  de  ella.  ¡Oh  misera- 
bles mundanos,  incrédulos  no  sólo  a  las  palabras  de  Dios, 

115    mas  aun  a  sus  obras,  y  no  cualesquiera,  mas  muy  traba- 
josas y  muy  costosas  a  El,  para  que  por  ellas  entendié- 
semos que  doctrina  que  a  El  tanto  cuesta,  no  la  dice  de 
burla  y  quiere  que  sea  creída  y  obrada  muy  de  verdad! 
Decidnos,  Señor,  cuando  venistes  del  cielo  a  la  tierra, 

120  para  que  viviendo  en  ella  nos  enseñásedes  con  palabras  y 
obras  el  camino  para  subir  al  cielo,  ¿escogistes  vos,  por 
ventura,  la  mejor  casa,  el  mejor  vestido  y  los  tratos  de 
mayor  ganancia,  las  honras  y  descanso  y  todo  lo  demás 
que  el  mundo  elige  y  llama  mejor?  Por  cierto,  hermanos, 

125  si  lo  que  el  mundo  escoge  es  lo  mejor,  Jesucristo  se  engañó 
y  escog[i]ó  lo  peor.  El  no  puede  ser  engañado.  El  mundo 
mire  lo  que  hace  y  cómo  siente  de  las  cosas,  y  con  la  ver- 
dad de  Dios  corrija  sus  ignorancias,  y  entienda  que,  pues 
El  no  puede  errar  y  escogió  la  pobreza,  trabajos  y  cruz, 

130  que  aquello  es  lo  mejor,  y  lo  contrario,  por  mucho  que  el 
mundo  lo  elija  y  lo  precie,  es  lo  peor. 

Y  como  la  sagrada  Virgen  fué  enseñada  por  el  Espíritu 
de  su  Hijo,  aun  antes  que  El  encarnase,  no  erró  en  lo  que 
eligió,  mas  siguió  la  verdad  de  Dios  y  no  la  mentira  del 

135  mundo.  Ya  sabéis,  y  cosa  es  notoria,  que,  pudiendo  ser 
rica,  se  hizo  pobre,  y  tiniendo  derecho  para  no  pasar  tra- 
bajos, pues  nunca  tuvo  pecado,  fué  la  más  ejercitada  en 
ellos  que  ninguna  criatura  por  pecadora  que  fuese.  Y  si 
preguntáredes  cómo  tuvo  corazón  para  escoger  pobreza, 

140  trabajos  y  cruz,  y  sacrificar  a  Dios  los  placeres  que  el 
mundo  tiene  por  dioses,  deciros  he  que  fué  tanto  el  conoci- 
miento y  amor  que  de  Dios  tuvo,  tanta  la  estima  con  que 
le  preció,  que  por  alcanzarlo,  y  por  alcanzar  mucho  de  El, 
no  sólo  no  deseaba  las  cosas  de  la  tierra,  mas  ni  aun  las 

145  tomara,  aunque  se  las  dieran;  tiniendo  por  cierto  que  cuan- 
to más  dejaba  por  Dios,  tanto  más  ternía  de  El ;  y  por  eso 
tenía,  muy  mejor  que  San  Pablo,  todas  las  cosas  por  es- 
tiércol, porque  Dios  fuese  precioso  en  sus  ojos  y  muy 


no   Le.  16,  15. 
14S   C'f.  Phil.  3,  8. 


1134  SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


amado  de  su  corazón.  Y  no  tenga  nadie  por  agravio  que 
150  se  llamen  estiércol  los  bienes  de  este  mundo,  pues  que  él 
no  fué  criado  para  morada  de  hombres,  sino  de  bestias,  y  el 
tal  lugar  establo  se  llama,  y  lo  que  en  él  hay  estiércol  es. 
¡Oh  gente  abatida,  ratera  y  de  pequeño  corazón,  que  an- 
dáis desvelados,  aperreados  y  muertos  por  henchir  vues- 
155  tras  arcas  y  senos  de  vilísimo  estiércol,  y  que  mañana  o 
esotro  día  lo  habéis  de  dejar,  y  no  os  enamora  Dios  ni 
los  bienes  eternos,  que  son  mayores  que  vuestro  corazón 
puede  comprehender ! 

La  mejor  parte  es  el     ¡Virgen  para  siempre  bendita,  no 

160         amor  de  Dios  CUP°  en  vos  pequeñeza  de  cora- 

zón, porque  aun  el  mismo  preten- 
der de  ser  virgen  es  grandeza  de  corazón,  pues  es  profesar, 
acocear  y  tener  debajo  de  los  pies  al  fuerte  enemigo  que 
es  nuestra  carne,  de  la  cual  muchos  chicos  y  grandes  son 

165  miserablemente  vencidos!  Grande  empresa  es  ésta,  y  la  pri- 
mera mujer  que  la  emprendió  la  sagrada  "Virgen  María  es, 
por  lo  cual  se  llama  Virgen  de  vírgines;  y  como  la  em- 
prendió con  grandeza  de  corazón,  así  la  guardó  y  salió  con 
victoria.  Mas  no  paró  en  esto  su  magnanimidad,  pues  no 

170  sólo  la  tuvo  en  despreciar  carne  y  todo  el  mundo — y  si  os 
dijere  el  cielo,  no  mentiré — ,  y  puso  sus  ojos  en  escoger  la 
mejor  parte  de  todas,  como  dice  el  santo  evangelio,  la  cual 
es  Dios,  Bien  sobre  todos  los  bienes,  Causa  de  todos  los 
bienes,  entero  y  cumplido  Bien,  y  tal  Bien,  que  en  su  com- 

175  paración  la  santidad  de  los  santos  no  es  santidad,  la  alteza 
de  los  altos  es  bajeza,  la  luz  es  tinieblas;  la  hermosura, 
fealdad,  y  todos  los  bienes  juntos  no  son  nada  en  compa- 
ración del  sumo  e  infinito  Bien.  Aquí,  aquí,  hombres,  po- 
ned vuestros  ojos,  para  enamoraros  de  tal  hermosura;  aquí 

180  vuestro  corazón,  para  que,  por  participación  del  sumo  bien, 
os  vaya  a  vosotros  bien  y  seáis  para  siempre  dichosos. 
Aprended  de  esta  sagrada  mujer,  la  cual  fué  tan  enseñada, 
que  escogió  la  mejor  parte  de  todas,  y  se  dió  tan  buena 
maña,  que  la  alcanzó  y  la  poseerá  para  siempre,  sin  que 

185    le  sea  quitada. 

Todo  lo  cual  vió  David  en  espíritu.  En  alabanza  de  esta 
sacratísima  Virgen  cantó  la  grandeza  y  lealtad  de  su  co- 
razón, diciendo  en  persona  de  ella  estas  palabras:  ¿Qué 
tengo  yo  que  desear  en  el  cielo,  y  qué  te  pido  yo,  Señor, 

190  en  la  tierra?  Enflaquecido  se  ha  mi  carne,  y  Dios  es  mi  co- 
razón para  siempre.  ¡Oh  amor  leal,  oh  lealtad  amorosa, 
empleada  en  Aquel  que  por  ser  sumo  Bien  es  digno  que 

176  alto*]   no  aád. 


igi    Cf.  I'.S.  77,  25-26. 


71.     \sr.\CIÓN"  DE  MARÍA 


1135 


se  quite  el  amor  de  todas  las  otras  partes  y  se  ponga  en  él! 
¿Qué  tengo  yo  que  desear  en  el  cielo?,  dice  la  Virgen,  por- 

195  que  aunque  allá  haya  cosas  de  tanta  excelencia,  que  sin 
comparación  exceden  a  las  de  acá,  es  tanto  el  exceso  con  que 
Dios  los  excede  que,  para  quien  lo  entiende,  como  la  Virgen 
bendita  lo  entendía,  son  contadas  por  nada,  y  no  dignas  que 
impidan  al  torrente  del  amor  que  de  Dios  de  contino  corre; 

200  y  si  a  las  cosas  que  hay  en  el  cielo  la  sagrada  Virgen  no 
vuelve  la  cabeza,  ni  aun  las  mira  (por  no  enturbiar  su  vista, 
con  que  mira  a  Dios,  ni  impidir  su  corazón,  aunque  sea 
pequeña  parte  de  él,  porque  tiene  por  grande  mal  no  dar  a 
Dios  su  corazón  todo  entero),  cuánto  menos  cuenta  hará 

205  de  las  cosas  de  la  tierra,  pues  son  de  poco  valor  en  sí  mis- 
mas y  en  comparación  de  lo  que  hay  en  el  cielo.  Libre, 
vacío  de  todas  cosas  de  la  tierra  y  verdaderamente  pobre 
estaba  el  corazón  de  la  Virgen  por  darse  desembarazada  al 
que  de  verdad  lo  mereco  poseer. 

210  Había  leído,  y  poníalo  en  obra,  lo  que  el  Señor  había 
dicho:  Heriste  mi  corazón,  esposa  mía  hermosa,  heriste  mi 
corazón  con  uno  de  tus  ojos  y  con  un  cabello  de  tu  cabeza. 
Omnipotentísimo  es  Dios,  invencible  es  y  de  fortaleza  in- 
finita, mas  unas  armas  hay  que  quien  las  sabe  menear  ven- 

215  cerá  con  ellas  al  Invencible  y  lo  prenderá  y  captivará  como 
si  fuese  una  cosa  muy  flaca.  ¡Oh  dichoso  ojo  que  a  Dios 
hiere,  dichoso  cabello,  que,  siendo  tan  flaco,  puede  atar  al 
Omnipotente!  Aquella  suprema  Sabiduría,  dice  San  Dio- 
nisio, se  deja  vencer  por  amor;  y  sabiendo  esto  muy  bien 

220  la  sagrada  Virgen  María,  quitó  el  amor  de  todas  las  partes, 
y  muy  junto  y  encendido  llévalo  al  Señor  como  una  saeta, 
y  hiérelo  con  esta  intención  y  vista  amorosa  y  con  recoger 
sus  pensamientos  y  contemplación  en  uno,  trayéndolo  siem- 
pre en  el  acatamiento  de  Dios,  como  dice  David.  Ataba  a 

225  Dios  con  su  ánima  para  que  nunca  se  fuese  de  ella,  y  era 
tan  grande  la  sed  que  de  Dios  tenía,  no  sólo  su  ánima,  mas 
aun  su  carne,  como  dice  David,  que  del  gran  deseo  de  Dios 
dice  que  se  desmayó  la  carne  y  él  corazón,  como  quien  cum- 
plía lo  que  está  escripto  mejor  que  ninguna  criatura:  Hijas 

230  de  Hierusalem,  si  viéredes  a  mi  amado,  decilde  que  de  su 
amor  estoy  enferma.  Mas  esta  enfermedad  salud  es,  y  muy 
malsano  está  quien  de  esta  enfermedad  no  está  enfermo. 

Este  amor  que  ansí  se  enseñorea  de  esta  Virgen  nos 
lo  da  a  entender  en  las  palabras  siguientes  que  ella  muchas 


212   Of.  Cant.  4,  9. 

319  Cf.  PsF.rno-iDioNisio  AREOPAGITA,  De  div.  nomin.,  c.  4,  J4  : 
MG  3.  7"  6- 

224   Cf.  Ps.  24,  15.  22S   Cf.  P¡s.  72,  26. 

227   Ps.  62,  2.  231    Cant.  5,  S. 


1136 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


235  veces  decía  para  resollar  y  refrigerar  el  ardentísimo  fuego 
de  su  corazón.  Las  palabras  son  éstas:  Dios  de  mi  corazón, 
y  mi  parte  es  Dios  para  siempre.  ¡Oh  dulcísimas  palabras 
en  las  orejas  de  Dios  y  dignas  que  robasen  nuestros  cora- 
zones, para  imitarlas,  pues  de  tanto  provecho  son.  "Dios 

240  de  mi  corazón,  dice  la  Virgen,  mi  corazón  os  ama  con  todas 
sus  fuerzas,  con  aquel  amor  que  es  razón  que  Dios  sea 
amado;  mi  corazón  os  tiene  por  Dios  en  obedecer  vuestra 
ley  y  seguir  vuestra  santa  voluntad,  como  una  sombra  sigue 
a  su  cuerpo;  mi  corazón  está  cerrado  a  todas  las  cosas  y 

245  a  vos  solo  abierto,  como  a  su  verdadero  esposo  y  señor. 
Con  todas  las  criaturas  trato,  poniendo  entre  ellas  y  mi 
corazón  un  velo;  y  para  tratar  con  vos  me  lo  quito,  para 
que  vos  miréis  mi  faz  y  yo  mire  la  vuestra.  Finalmente, 
mi  corazón  siente  de  vos  como  de  su  verdadero  Dios,  y  con 

250  tanta  fuerza  de  amor,  que,  tiniéndoos  por  su  Dios,  mi  cora- 
zón también  os  tiene  por  su  Dios.  Mi  entendimiento,  mi 
memoria,  mi  parte  sensitiva,  mi  carne,  mi  sangre,  mis  hue- 
sos y  todo  lo  que  yo  soy  y  tengo,  y  puedo  tener  y  desear, 
tengo  puesto  debajo  de  vuestros  pies,  para  que  de  todo 

255  ello  se  haga  vuestra  santa  voluntad  y  lo  pongáis  donde  vos 
quisiéredes  como  su  verdadero  Dios  y  Señor;  y  aunque  el 
mundo  y  el  cielo  ofrezca  muchas  cosas  que  desear,  y  unos 
escojan  unas  y  otros  otras,  yo,  Señor,  escojo  a  vos  por  mi 
ración,  con  intento  de  serviros  para  siempre  y  con  espe- 

260    ranza  de  poseeros  por  mi  ración  para  siempre". 

¡Oh  qué  placer,  hermanos  míos,  es  oír  hablar  a  la  Vir- 
gen y  dar  muestras  de  la  lealtad  de  su  corazón  y  de  su 
grande  prudencia,  con  que,  despreciadas  todas  las  cosas, 
eligió  la  mejor  parte,  que  es  Dios;  y  cuánta  vergüenza  y 

265  dolor  debe  causar  en  nuestros  corazones  de  verlos  tan  en- 
gañados y  tan  abatidos  a  cosas  vilísimas,  que  por  ellas  de- 
jamos de  escoger  al  sumo  bien,  que  es  de  infinito  valor! 
Conténtanse  unos  con  tener  a  Dios  por  Dios  de  su  lengua, 
rezando  oraciones  a  Dios;  otros,  con  tenerlo  por  Dios  de 

270  sus  ojos,  trayéndolos  recogidos  y  castos;  otros  hincan  a 
Dios  sus  rudillas;  otros  hacen  otras  buenas  obras;  mas 
fáltales  lo  mejor,  por  lo  cual  el  Señor  se  queja,  diciendo: 
Este  pueblo  con  los  labios  me  honra,  mas  su  corazón  lejos 
está  de  mí.  ¡Dios  de  mi  corazón!,  dijo  la  Virgen  sagrada, 

275  que  quiere  decir  Dios  de  mi  amor.  Y  éste  es  el  que  hace  el 
corazón  uno  con  Dios  y  trata  a  Dios  como  a  Dios,  y  tras  de 
El — siendo  verdadero — va  todo  lo  demás;  y  enseñoréase  Dios 
de  todo  ello,  porque  El  se  enseñoreó  del  amor,  que  lo  ense- 
ñorea a  todo. 


237  Ps-  72,  26. 

274   Mt-  15.  8  ;  Me.  7,  ó. 


71.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


na? 


280  Mi  parte,  guardar  su  Y  para  que  entendáis  esto,  dice 
ley:  huyendo  de  pecar  David,  y  conviene  con  más  razón 
do  mortal  y  venial  a  nuestra  Señora:  Yo  tomé,  Señor, 
por  ración  mía  el  guardar  tu  san- 
ta ley.  Ración  del  ánima  se  llama  Dios,  y  ración  del  ánima 

285  se  llama  su  ley,  porque  quien  a  Dios  de  verdad  ama  lo  ha 
de  mostrar  en  guardar  sus  mandamientos,  y  quien  a  éstos 
tomara  por  ración  propia,  éste  ha  eligido  a  Dios  por  ración 
y  por  Dios  de  su  corazón;  y  si  persevera  en  ello,  lo  po- 
seerá para  siempre.  Mas  es  de  mirar  que  la  sagrada  Virgen 

290  María  no  se  contentó  con  eligir  los  mandamientos  de  Dios 
por  su  ración,  para  tener  solamente  cuenta  de  no  quebrán- 
tanos con  pecado  mortal — porque  para  la  grandeza  de  su 
amor,  que  al  Dios  de  su  corazón  tenía,  pequeño  grado  de 
amor  le  parecía  aquéste,  pues  hay  muchas  gentes  que  viven 
sin  pecados  mortales  y  no  es  cosa  digna  de  particular  ala- 

300  banza  hacer  lo  que  muchos  hacen- — ,  mas  aquella  espuela 
de  perfectísimo  amor,  que  hacia  Dios  la  aguijaba,  le  hizo 
tomar  por  empresa — y  por  la  gracia  del  Señor  salió  con  ella — 
de  no  ofenderle  con  pecado  mortal  ni  venial,  porque  estaba 
su  corazón  sagrado  tan  tierno  y  blando  para  con  Dios, 

305  que  ni  aun  palabra  ociosa,  ni  aun  pensamiento  desaprove- 
chado, ni  a  cosa  ninguna  fuera  de  Dios,  no  le  daba  entrada 
en  su  corazón,  sintiendo  muy  de  verdad  lo  que  después 
San  Hierónimo  dijo:  que  nunca  es  cosa  liviana  ofender  a 
Dios,  aun  en  las  cosas  muy  pequeñitas;  y  que  aquel  hom- 

310  t>re  es  muy  prudentísimo  que  no  mira  tanto  la  cantidad  de 
lo  que  se  manda  cuanto  la  majestad  del  que  lo  manda,  que 
es  Dios. 

Oíd,  hijos  de  los  hombres:  Es  Dios  el  que  demanda, 
del  cual  tiemblan  las  colunas  del  cielo,  ¿y  atréveste  tú  a 

315  ofendelle  en  mucho  y  en  poco?  Es  bien  sumo,  es  perfición 
sin  tasa,  ¿y  tienes  corazón  para  amarle  con  tasa,  diciendo: 
"En  esto  no  le  quiero  ofender  y  en  esto  sí"  ?  Dióse  El  mismo 
todo  por  ti;  ninguna  sangre  le  quedó  que  no  derramó  por 
ti,  no  solamente  viviendo,  mas  aun  después  de  muerto; 

3*0  tiénete  obligado  con  beneficios  sin  número,  ¿y  tú  pones  tasa 
en  le  servir,  pareciéndote  ser  pequeña  cosa  enojar  a  quien 
tanto  debes?  De  esta  maldad,  que  los  ciegos  y  tibios  tienen 
en  poco,  ha  venido  y  viene  el  grande  y  miserable  diluvio 
de  los  pecados  mortales  y  desdichadas  caídas  que  hay  en 

325  el  mundo,  aun  de  los  que  [no]  desean  cometerlas,  porque, 
como  no  procuran  de  huir  de  los  más  pequeños,  verifícase 
en  ellos  lo  que  la  suma  sabiduría  de  Dios  dijo:  que  quien 


284  Cf.  Ps.  118,  57. 

286    lo.  14,  21. 

309  Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  69,  8  :  ML  22,  662. 


1138 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


tiene  en  poco  las  culpas  pequeñas,  poco  a  poco  caerá  en  las 
grandes. 

330  La  viña  de  Dios,  que  es  el  ánima  que  guarda  sus  santos 
mandamientos,  no  cayendo  en  pecado  mortal,  no  ha  de 
estar  sin  cerca;  si  quiere  conservarse  en  la  gracia  que  ha 
recebido,  cercada  ha  de  estar,  y  con  seto,  que  es  el  cuidado 
de  no  caer  en  pecados  veniales;  y  si  este  cuidado  se  pierde, 

335  ábrense  primero  unos  pequeños  portillos,  que  después  se 
hacen  puertas  grandes,  por  donde  entran  ladrones  y  bes- 
tias fieras  de  pecados  mortales;  que,  con  miserable  trueco, 
yéndose  Dios,  para  el  cual  antes  fructificaba,  entra  en  ella, 
y  poséela,  el  enemigo  demonio,  al  cual  sirve  y  fructifica 

340  fructos  de  maldad,  con  que  él  se  mantiene.  Y  los  que  no 
quisieron  creer  a  los  que  les  amonestaban  a  huir  de  males 
pequeños;  tiniendo  un  imprudente  atrevimiento  deque  habían 
de  guardar  su  viña,  aunque  no  fuesen  diligentes  en  huir  de 
pecados  veniales,  probaron  con  grandísimo  daño  que  es 

345  verdad  lo  que  la  Escriptura  dijo:  Quien  destruye  el  seto, 
que  es  el  cuidado  de  no  caer  en  pecados  veniales,  morderle 
ha  la  serpiente,  que  es  el  pecado  mortal. 

Mirad  bien  en  ello,  preguntaldo  a  vuestros  mayores,  leé 
la  Escriptura  divina  y  aun  las  historias  de  los  que  no  son 

350  cristianos;  preguntad  a  Dios  y  a  los  hombres,  y  todos  os 
dirán  que  por  maravilla  nacen  males  grandes  sino  de  males 
pequeños,  y  que  muy  dañosos  fines  tuvieron  y  producieron 
los  livianos  principios,  tanto,  que  apenas  eran  conocidos 
por  males,  ni,  nadie  pensara  que  de  tan  pequeña  centella  6e 

355  había  de  encender  fuego  tan  grande,  que  a  tantos  y  con 
tanto  daño  hiciese  mal,  y  tan  malo  de  apagar,  que  muchas 
veces  no  basta  diligencia  propia  ni  ajena.  Mas  no  quiero 
daros  trabajo  de  que  preguntéis  esto  a  nadie;  no  os  ruego 
sino  que  os  acordéis  de  cuántas  veces  de  una  vista,  de  un 

360  oír,  de  un  pasear  y  de  cosas  más  livianas  que  éstas  os  han 
venido  tentaciones  tan  grandes,  que  os  han  derribado  en 
pecados  mortales,  o  a  lo  menos  os  han  puesto  en  peligro 
de  los  cometer.  Decí:  ¿Nunca  habéis  visto  o  oído  que,  de 
estar  jugando  dos  hombres  muy  poca  cantidad,  ha  resul- 

365  tado  injuriarse,  quererse  mal  y  herirse,  y  aun  matarse? 
¿Quién  creyera  que  por  salir  Dina,  hija  de  Jacob,  a  de[s] eno- 
jarse y  a  mirar  la  tierra  que  habían  apartado  su  padre  y  sus 
hermanos,  había  de  sucederle  tanto  mal,  que  había [n]  de 
quitarle  su  virginidad;  y  que,  en  venganza  de  esto,  sus 

370  hermanos  matasen  al  que  la  deshonró,  y  a  su  padre  y  a 
todos  cuantos  estaban  en  aquella  ciudad?  Y  no  menos  mal 
acaeció  por  mirar  París  a  Elena,  que  fué  causa  de  muertes 


328  Cf.  Eccüí.  iQ,  1. 


347   Eccl,  10,  S. 


171    Cf.  Gen.  34. 


71.     ASUNCION  DE  MVRIA  lid» 

de  tanta  gente  señalada  y  total  destruición  de  la  famosa 
ciudad  de  Troya.  ¿Quién  no  temblará  oyendo  esto,  y  viendo 

3"5  lo  que  en  sí  experimenta,  y  de  los  otros  ve  y  oye,  que  con 
mucha  razón  ha  de  ser  causa  bastante  para  mirar  dónde 
ponemos  el  pie  y  procurar  de  huir  de  cualquier  peligro,  por 
pequeñito  que  sea? 

¡Oh  sagrada  María,  cuán  lejos  estaba  de  vos  caer  en 

380  pecados  chicos,  y,  por  el  consiguiente,  tampoco  en  grandes, 
atemorizada  con  el  santo  temor  de  Dios  y  confortada  con  el 
grande  amor  suyo,  que  así  guardaba  vuestra  ánima,  que 
en  viniendo  a  ella  un  pecado,  aunque  muy  liviano,  era  abra- 
sado y  vencido  de  aquel  grande  amor,  como  una  pequeña  y 

385  liviana  paja  de  un  fortísimo  fuego!  Muchos  santos  desearon 
esto,  y  muchos  hubo,  y  agora  los  hay,  que  no  cometerán 
deliberadamente  y  con  acuerdo  un  pecado  venial,  aunque 
les  cueste  la  vida  y  mil  vidas;  mas  los  pecados  de  inad- 
vertencia, de  negligencia,  y  los  que  nacen  de  nuestra  propia 

390  carne,  que  son  casi  naturales  a  nuestra  humana  flaqueza  y 
sin  los  cuales  no  se  vive  en  esta  miserable  vida,  aunque  los 
desearon  evitar,  no  salieron  con  ello,  porque  la  corrupción 
del  pecado  original,  aunque  sea  perdonado  por  el  santo  bap- 
tismo,  no  deja  vivir  sin  pecado  venial  al  que  debajo  de  su 

395  poder  tomó.  Mas  como  la  sacratísima  Virgen  María  por 
singular  privilegio  fué  preservada  de  pecado  original,  tuvo 
vida  limpísima  y  ajena  de  todo  pecado:  cuerpo  limpio  por 
virginidad  y  ánima  tal,  que  es  ñamada  de  Dios  toda  her- 
mosa y  que  no  hay  en  ella  mancha. 

iOO    No  sólo  huye  el  peca-  Grande  excelencia  es  aquesta,  que 

do,  mas  busca  en  todo  ni  tuvo,  ni  tiene,  ni  terná  igual 

ir.    to^sv.   ~i  ;     a  entre  todos  los  santos;  mas  esta 

la  mayor  gloria  de  benditísima  virgen  y  aguila  cau. 

IWos  dal  vuela  tanto,  que  no  sólo  esco- 

■05  gió  la  mejor  parte  cuando  se  de- 

terminó de  querer  a  Dios,  de  no  cometer  contra  El  ni  un 
pecado  mortal;  y  mejor  parte  cuando  escogió  de  no  le 
ofender  ni  aun  venialmente,  aunque  le  dieran  mil  muertes; 
y  mucho  mejor  cuando  su  amoroso  y  generoso  corazón  es- 
lío cogió  no  sólo  huir  de  todo  pecado,  mas  buscar  en  todo  lo 
que  a  Dios  agradase,  y  de  lo  más  agradable  lo  que  más  le 
agradase.  Fortísimo  fué  su  amor,  que  le  compelía  a  buscar 
en  todas  las  cosas  el  mayor  contentamiento  y  mayor  gloria 
del  Dios  de  su  corazón.  Como  dice  San  Pablo  que  se  debe 
U5   buscar  la  voluntad  de  Dios  de  muy  buena  gana  y  huir  de 

388  pecados]  mas  los  pecados  add. 


399   Cf.  Ca-nt.  4,  7. 


1140 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


pecados  mortales  y  de  veniales,  y  de  lo  bueno  escoger  lo 
mejor,  así  lo  hizo  esta  Virgen.  En  lo  primero,  muchos  se- 
mejables tuvo,  que  no  cometieron  pecado  mortal;  en  lo  se- 
gundo, excede  a  todos  los  hombres  y  mujeres  que  vienen 

420  de  Adán  por  el  modo  ordinario  de  la  generación;  mas  en 
las  riquezas  de  su  amor,  con  que  tenía  la  cumbre  de  gracia 
y  de  las  virtudes,  excede  a  los  ángeles  y  a  todos  los  espí- 
ritus celestiales,  aunque  sean  los  más  altos  querubines  y 
serafines,  los  cuales  con  mucha  razón  pueden  conocer  ven- 

425  taja  y  ser  discípulos  de  aquesta  sagrada  Virgen  en  la  es- 
cuela del  amor  a  Dios,  pues  es  más  rica  y  sabia  en  aquesta 
arte,  que  excede  y  puede  enseñar  a  todos  ellos.  Muchas  hijas, 
dice  Dios,  allegaron  para  sí  riquezas,  mas  tú,  sagrada  Vir- 
gen, a  todas  has  sobrepujado.  Y  en  otra  parte  le  dicen  las 

430  ánimas  que  a  Dios  aman:  ¿Dónde  fué  tu  amado,  la  más 
hermosa  de  las  mujeres?  ¿Dónde  fué  tu  amado?,  y  buscarle 
hemos  contigo.  Las  hijas  que  allegaron  riquezas  y  las  mu- 
jeres que  esto  preguntaban,  entender  por  ellas  los  hombres 
y  las  mujeres.  Y  todos  los  ángeles  confiesan  que  esta  Vir- 

435  gen  es  más  rica  que  ellos  en  la  riqueza  de  la  gracia  y  vir- 
tudes y  más  arreada  de  la  hermosura  espiritual  que  de  esto 
resulta,  porque  de  la  del  cuerpo  no  solamente  hay  estima- 
ción de  ella  en  los  ojos  de  Dios,  antes  se  tiene  por  poca, 
peligrosa  y  de  poca  estima,  y  así  lo  mandó  decir  para  que 

440  venga  a  noticia  de  todos:  Vana  es  la  buena  gracia  y  enga- 
ñosa es  la  hermosura;  mas  la  mujer  que  temiere  a  Dios, 
aquélla  será  alabada. 

Por  los  servicios  de  Por  ventura  parecerá  a  alguno  que 
María,  sacaremos  el     me  ne  olvidado  de  la  fiesta  en  que 


poderoso  y  santo  su  nombre,  he  dejado  de  hablar  de  este 
450  grande  galardón  que  hoy  de  la  liberalísima  mano  de  Dios 
recibió,  y  he  hablado  de  la  santidad  de  ella  y  de  lo  mucho 
que  al  Señor  sirvió  viviendo  en  aquesta  vida.  Mas  no  sin 
causa  se  ha  dicho,  pues  que  a  las  cosas  menos  conocidas 
hemos  de  subir,  como  por  escalones,  por  el  conocimiento  de 
455  las  cosas  más  conocidas.  Los  ángeles  que  en  el  cielo  están, 
y  se  hallaron  presentes  a  esta  bienaventurada  fiesta,  cono- 
cerán claramente  la  grandeza  de  la  gloria  que  el  Señor  a 
su  bendita  Madre  hoy  dió,  y  como  la  Iglesia  canta:  La 
Virgen  María  es  subida  al  cielo,  gózanse  los  ángeles  y  ben- 


445  galardón  que  Dios 
le  da 


estamos,  pues  en  el  día  que  la 
Virgen  bendita  fué  de  Dios  galar- 
donada en  el  cielo  y  le  hizo  gran- 
des mercedes  de  gloria  el  que  es 


417  Cf.  Eph.  5.  3-4- 
429   Prov.  31,  29. 
432   Oant.  5,  17. 


ASUNCION  DK  MARIA 


160  dicen  al  Señor  juntamente;  mas  nosotros,  que  no  merecimos 
hallarnos  en  esta  fiesta  para  ver  el  galardón  que  da  Dios  a 
su  Madre,  tenemos  necesidad  de  conocer  algo  de  él  por  el 
rastro  de  la  santidad  y  servicios  de  ella.  Pues  El  es  tan  libe- 
ralísimo,  que  su  paga  excede  a  todo  servicio;  y  pues  El 

165  ha  dicho:  Yo  amo  a  los  que  me  aman;  yo  glorificaré  al  que 
me  honrare;  y  adonde  yo  estoy  estará  mi  sirviente;  con  las 
cuales  palabras  da  certidumbre  que  no  trabajará  en  balde 
el  que  le  sirviere  y  amare,  aunque  sea  dar  por  su  amor 
un  jarro  de  agua,  ¿quién  contará  la  grandeza  del  galardón 

t70    que  dió  hoy  a  esta  Virgen,  la  cual,  como  San  Anselmo  dice, 
resplandeció  con  tanta  pureza  y  santidad  de  vida,  cuanta  no 
se  puede  entender  mayor  debajo  de  Dios,  y,  por  consiguien- 
te, conviene  que  le  den  la  mayor  gloria  después  de  Dios? 
¡Oh  benditísima  y  prudentísima  Virgen!,  ¿dónde  vais 

t75  hoy,  hija  de  Sión,  toda  hermosa  y  suave,  reclinada  en  los 
brazos  del  Amantísimo  de  tu  corazón?  ¿Dónde  vas  sino  a 
recebir  corona  de  gloria  sobre  todo  lo  criado  y  que  se  ha 
de  criar,  y  que  toda  rudilla  del  cielo  y  de  la  tierra  y  debajo 
de  ella  se  te  incline,  por  voluntad  o  por  fuerza,  y  te  sea 

180  dado  nombre  sobre  todo  nombre  y  que  sólo  tu  Hijo  te  ex- 
ceda? 

José  de  (Egipto,  figu-  El  rey  Farón  fué  muy  agradecido 
ra  dle  María  a  l°s  servicios  que  le  hizo  el  casto 

Josef ,  y  el  beneficio  que  hizo  a  todo 

Ii85  el  reino  de  Egipto  en  guardarles  trigo  para  que  no  pere- 
ciesen de  hambre,  y  díjole:  Tú  serás  el  superior  de  mi  casa, 
y  a  tu  mandamiento  obedecerá  todo  el  pueblo,  y  en  una  silla 
del  reino  tan  solamente  te  precederé;  y  te  constituiré  sobre 
toda  la  tierra  de  Egipto.  Y  después  que  el  rey  dijo  estas 

'90  palabras,  vino  a  las  obras,  y  quitóse  el  anillo  que  tenía  en 
su  dedo  y  púsolo  en  la  mano  de  José,  y  dióle  vestiduras  de 
muy  rica  holanda  y  púsole  en  su  cuello  un  collar  de  oro, 
y  hizo  que  subiese  sobre  su  carro  el  sigundo,  y  que  saliese 
por  las  calles  acompañado  de  los  principales,  y  que  un  pre- 

(95  (jonero  fuese  delante  de  él,  diciendo  a  la  gente  que  todos  se 
hincasen  de  rudillas  delante  de  Josef,  y  que  supiesen  que 
era  puesto  por  Faraón  y  por  visorrey  de  toda  la  tierra  de 
Egipto.  Díjole  más  el  dicho  rey:  Yo  soy  Faraón,  y,  sin  tu 

486  d  lióse 


460  fírev.  Rom.,  In  Asamnpt.  B.  M.  V.,  ant.  1  ad  Vesp.  et 
ad  Laúd. 

465  Prov.  S,  17. 

466  1  Reg.  2,  30  ;  lo.  12,  26. 

472  San  Anselmo,  De  concepta  virghi..  c.  18  :  M,L  isS,  451. 
175    Brev.   Rom.,  In  Assumpt.  B.  M.   V.,  ant.  ad  Magmf.  in 
1  Vesp. 

4S0  Cf.  PhM.  2,  9-10.  < 


1142 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


mandamiento,  en  toda  la  tierra  de  Egipto  no  se  moverá 
500    mano  ni  pie;  y  púsole  por  nombre  en  su  lengua  Salvador 
del  mundo. 

Historia  de  mucho  agradecimiento  y  ternura  es  aquesta, 
la  cual,  aunque  el  rey  Faraón  la  ejecutó,  mas  el  autor  prin- 
cipal de  ella  Dios  fué,  que  quiso  galardonar  al  santo  Josef 

505  por  la  paciencia  que  había  tenido  en  sus  trabajos,  que  sin 
culpa  había  padecido,  y  la  castidad  y  santidad  de  su  vida, 
que  había  tenido  con  la  gracia  de  Dios.  Pues  con  cuánta  más 
razón  se  debe  creer  que  Jesucristo  nuestro  Señor,  muy  más 
agradecido  y  más  poderoso  que  el  rey  Faraón,  galardona- 

510  ría  hoy  los  servicios  que  le  hizo  su  sacratísima  Madre 
y  las  buenas  obras  que  a  los  prójimos  hizo  con  mucho  ex- 
ceso. Porque  si  él  guardó  el  pan  con  el  cual  se  mantuvo 
la  tierra  de  Egipto,  no  hizo  más  que  poner  su  industria, 
porque  ni  él  llovió  agua  en  la  tierra,  ni  hizo  que  el  trigo 

515  naciese,  ni  le  hizo  crecer  hasta  que  granase,  porque  esta 
dignidad  no  era  suya,  sino  solamente  figura  de  la  sacratí- 
sima Virgen  María,  que  con  grande  exceso  la  cumplió  por 
manera  nunca  oída  ni  vista,  y  que  parece  desemejable  en 
el  cielo  y  tierra.  Ella  fué  la  que  de  su  propia  sabiduría  y 

520  purísima  sangre  engendró,  por  Espíritu  Santo,  no  al  pan 
perecedero  de  tierra,  más  al  eterno  Pan  celestial,  haciendo 
que  fuese  hombre  y  mantenimiento  de  hombres  el  que  era, 
es  y  será  Dios  para  siempre;  y  la  que  lo  engendró,  lo  parió 
y  lo  mantuvo  para  que  creciese,  así  cuando  lo  tuvo  ence- 

525  rrado  en  su  sacratísimo  vientre  como  después  de  nacido,  y 
nos  lo  guardó  muy  mejor  que  Josef  para  que  no  pereciése- 
mos de  hambre,  mas  viviésemos  por  El,  y  no  un  reino 
sólo,  sino  todos  los  homibres  que  fueron,  son  y  serán,  si 
por  ellos  no  queda. 

530  María,  uráversail  li-  Benditísimo  Señor,  ¿qué  darás  hoy  a 
mosnera  dte  todas  tu  sacratísima  Madre?  ¿Qué  serán 
las  gracias  ^as  ventajas  que  harás  al  rey  Faraón 

en  galardonar  a  tu  Madre,  pues  que 
sin  comparación  tu  excelencia  es  mayor  que  la  de  él  y  tu 

53-5  sacratísima  Madre  más  que  Josef?  ¡Oh,  que  no  hay  lengua 
que  pueda  explicar  los  servicios  y  santidad  de  la  Virgen  ni 
el  galardón  que  por  ellos  le  da!  Toda  lengua  enmudece,  todo 
entendimiento  falta  en  las  alabanzas  de  la  santidad  de  ella 
y  en  la  grandeza  de  la  bondad  de  El.  Profundos  abismos 

540  Son  entrambos,  y  el  abismo  de  los  servicios  llama  al  abismo 
de  la  bondad  divinal  para  que  dé  el  galardón  conforme  a 
ellos  y  a  El.  Mas  rastreando,  por  la  historia  ya  dicha,  lo 


501   Of.  Gen.  41,  40-45. 
S23   Cf.  Apoc  4,  8. 
540  Ps.  41,  3. 


71.     ASUNCIÓN  DK  MARÍA 


1143 


figurado  por  ella  y  hoy  cumplido  con  grandísimo  exceso, 
oigamos  cómo  el  bendicto  Señor,  subiendo  hoy  al  cielo  a  su 

545  sacratísima  Madre,  le  dice  con  gran  dulcedumbre:  "Madre 
mía,  tú  serás  eternalmente  sobre  toda  mi  casa,  y  todo  el 
pueblo  de  mi  celestial  corte  y  de  la  tierra  y  debajo  de  ella, 
será  obediente  a  lo  que  tu  boca  mandare;  solamente  te  pre- 
cederé en  una  silla  del  reino,  porque  yo  soy  Dios  criador, 

550  y  vos  criatura  y  Madre  mía".  Tras  las  cuales  palabras  quitó 
el  anillo  de  su  mano  y  lo  puso  en  la  de  ella,  para  que  tenga 
poder  y  autoridad  para  referendar  todas  las  mercedes  que 
Dios  al  mundo  hiciere,  y  que  la  que  no  fuere  por  su  mano 
refrendada  ni  viniere  por  medio  de  ella,  no  sea  tenida  por 

555  verdadera,  ni  que  viene  del  cielo;  y  que  es  hecha  universal 
limosnera  de  todas  las  gracias  y  limosnas  que  Dios  a  los 
hombres  hiciere,  como  San  Bernardo  dice.  "Que  todos  la 
honren  y  le  sean  devotos  y  agradecidos;  y  sepan  que  se 
enseñorea  no  sólo  en  la  tierra  de  Egipto,  sino  en  la  tierra 

560  y  en  el  cielo;  y  que  es  tan  absoluta  y  poderosa  Señora,  que 
nada  moverá  el  pie  ni  la  mano  sin  la  voluntad  de  ella". 

Y  después  de  recebido  el  anillo,  que  hermosea  una  parte 
del  cuerpo,  vístela  su  benditísimo  Hijo  de  vestidura  de  muy 
blanda  holanda,  la  cual  color  es  la  que  usa  en  el  cielo  y 

565  significa  la  gracia,  sin  la  cual  el  ánima  está  desnuda  y 
ennegrecida,  sigún  Cristo  lo  dice:  Aconséjotc  que  te  vistas 
de  vestiduras  blancas,  porque  no  aparezca  tu  desnudez. 
Y  también  significa  a  la  gloria,  que  es  gracia  acabada  y 
preciosa  vestidura  del  ánima,  que  se  dará  a  los  que  bien 

570  vivieren,  sigún  lo  ha  prometido  Jesucristo  nuestro  Señor, 
diciendo:  Andarán  comigo  y  con  vestiduras  blancas.  Y  así 
los  ángeles  que  aparecieron  a  los  santos  apóstoles  en  el 
día  de  la  ascensión  del  Señor,  vestiduras  blancas  traían; 
y  cuando  el  Señor  quiso  declarar  su  gloria  en  el  monte 

575  Tabor,  fueron  sus  vestiduras  hechas  blancas  como  la  nieve 
con  gloria.  Pues  representada  por  la  pureza  de  holanda  y 
ganada  con  trabajos  como  la  blancura  de  la  holanda,  viste 
hoy  el  Señor  benignísimo  al  ánima  de  su  sacratísima  Madre, 
y  también  hoy,  o  al  tercero  día,  le  resucita  su  santísimo 

580  cuerpo,  y,  vestido  de  gloria,  lo  junta  con  el  ánima,  que  tie- 
ne más  gloria;  y  toda  su  Madre  entera,  en  cuerpo  y  en 
alma,  la  manda  poner  sobre  su  carro  el  sigundo,  dándole 
el  sigundo  lugar  de  la  gloria  y  del  universal  señorío,  des- 

559  enseño  de  a 

561  Cf.  San  Bernardo,  hi  Xativ.  B.  M.  T'..  serm.  5  ;  In  Vigil. 

Xaiiv.  Dotnivi,  serm.  3,  10  :  ML  iS-,,  440  s.  100. 

567  Cf.  Apoc.  s,  iS. 

571  Cf.  Apoc.  3,  4. 

573  A'ct.  1,  10. 

576  Le.  9,  29  ;  Mt«  17,  2  ;  M¡c.  9,  2 


1144  SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


pués  de  él.  Porque  el  primero  y  principal  carro,  en  que 

585  nadie  sino  Jesucristo  nuestro  Señor,  en  cuanto  hombre, 
anda,  es  que  por  la  unión  hipostática  el  hombre  es  verdadero 
Dios,  no  por  gracia,  sino  por  naturaleza;  tras  la  cual  dig* 
nidad,  a  la  cual  ninguno  llegó  sino  El,  es  la  dignidad  de 
la  Virgen,  por  ser  madre,  no  de  hombre  sólo,  mas  del 

590  verdadero  Dios  humanado.  Esta  dignidad  le  fué  dada  cuan- 
do concibió  al  Hijo  de  Dios,  y  hoy  es  puesta  sobre  el  sigundo 
carro  de  la  gloria,  conviniente  a  tal  dignidad. 

Hoy  entra  en  el  cielo,  y  anda  por  él  subida  en  carro  de 
tan  grande  honra,  y  va  acompañada  de  los  más  principales 

595  y  menos  principales  de  todo  el  cielo,  y  suena  voz  delante 
de  ella,  y  no  de  pregonero  bajo,  como  delante  de  Josef,  mas 
de  excelentísimos  ángeles,  que  con  devotísimo  afecto,  con 
entrañables  alabanzas,  dicen  con  tono  muy  alto:  "Arrudi- 
llaos,  arrudillaos  todos,  que  pasa  la  Virgen  y  Madre  de  Dios, 

600  que  ni  tuvo  ni  terná  semejable;  y  todos  los  que  al  Hijo 
honráis,  honrad  a  la  Madre,  y  conocedla  y  tenedla  y  ser- 
vidla por  vuestra  natural  y  verdadera  Señora;  porque  así 
como  el  Hijo,  por  ser  obediente  a  su  Eterno  Padre,  fué  en- 
salzado, y  le  fué  dado  nombre  sobre  todo  nombre,  así  esta 

605  Virgen,  su  Madre,  fué  obediente  a  la  voluntad  de  Dios  has- 
ta la  muerte,  y  muerte  de  cruz,  pues  ofreció  a  su  Hijo  por 
obediencia  de  Dios  a  que  muriese  en  ella;  la  cual  obe- 
diencia le  fué  tanto  más  dolorosa  que  si  le  mandar  [an]  mo- 
rir a  ella  muerte  de  cruz,  lo  quisiera;  y  así  sea  hoy  ensalza- 

610  <Ja  sobre  todos,  pues  se  humilló  más  que  todos,  porque  se 
cumpla  la  palabra  de  su  benditísimo  Hijo,  que  dijo:  Quien 
se  humillare  será  ensalzado;  y,  por  consiguiente,  quien  más 
se  humillare  más  ensalzado". 

Esta  voz  angélica  sonó  en  las  orejas  de  aquella  altí- 

€15  sima  corte  y  honrada  y  celestial  caballería,  y  con  muy  gran- 
de presteza  la  obedecieron  y  para  siempre  la  obedecerán, 
reverenciando  a  esta  sacratísima  Virgen  con  reverencia 
profunda  y  amándola  con  entrañable  amor.  Y  quiere  Dios 
que  así  como  fué  pregonada  esta  gloria  en  el  cielo,  por 

620  medio  de  ángeles,  también  lo  sea  predicada  en  su  Iglesia  a 
los  cristianos,  por  boca  de  sus  predicadores,  que  también 
se  llaman  ángeles  porque  son  mensajeros  de  Dios,  para  que, 
sabida  por  todos  esta  grande  honra  y  señorío  que  hoy  re- 
cibe la  Madre  de  Dios,  demos  todos  alabanzas  a  Dios,  que 

625  tan  largo  es  en  la  galardonar;  y  le  demos  gracias  por  los 
muchos  bienes  que  hoy  hace  a  nuestra  verdadera  Madre  y 
Señora;  y  también  para  que  sepamos  a  quién  hemos  de  ir 
a  pedir  favor  en  nuestras  necesidades  y  a  quién  hemos  de 
encomendar  nuestros  negocios,  para  que  sean  bien  despa- 


606  Phil.  2,  8. 
612   Le.  18,  14. 


71.     ASUNCIÓN  DE  MARÍA 


1145 


630  chados  de  Dios.  Y  es  mucha  razón  que,  pues  El  se  determi- 
na de  dar  a  los  hombres  lo  que  les  cumple,  mediante  los 
ruegos  e  intercesión  de  esta  sacratísima  Virgen,  que  ellos  lo 
conozcan  así,  y  vayan  a  Dios  por  medio  de  ella,  y  le  pidan 
por  ella  lo  que  han  menester,  y  le  den  gracias  a  ella  cuando 

635  lo  han  recebido;  que  si  el  rey  Faraón,  cuando  venían  a  él 
los  de  su  reino,  apretados  con  la  necesidad  de  la  hambre, 
les  respondía:  Id  a  Josef  y  haced  lo  que  él  os  dijere,  con 
mucha  más  razón  Jesucristo  nuestro  Señor  quiere  que  en 
nuestras  necesidades  vamos  a  la  sacratísima  Virgen  María 

540  y  hagamos  lo  que  nos  dijere,  porque  sin  duda  El  hará  lo 
que  ella  le  pidiere;  y  quien  de  ella  recabare  el  sí,  téngalo 
por  recabado  de  Dios,  pues  está  escripto  que  Dios  hará  la 
\voluntad  de  los  que  le  temen,  e  oirá  lo  que  le  pidieren. 
¿Qué  cosa  se  puede  negar  a  esta  Virgen,  pues  que  temió  al 

546  Señor  con  profundo  temor  filial  y  lo  amó  con  todas  sus 
entrañas,  con  abundantísimo  amor? 

José  y  María,  sal-  Y,  cierto,  si  Farón  puso  a  Josef  en 
vadores  del  mundo  aquel  grande  y  honrado  nombre  de 
Salvador  del  mundo,  con  mucha  más 

550  razón  le  es  puesto  a  la  Virgen,  pues  dió  a  Dios  carne  hu- 
mana, que  fué  el  medio  con  que  salvó  y  rescató  al  mundo 
de  su  miserable  captiverio,  y  asistió  a  la  redempción  que 
se  hizo  en  la  cruz  con  cuerpo  y  con  ánima,  ayudando  a 
ella,  como  la  primera  mujer  insistió  al  padre  Adán  a  echar 

656  a  perder  al  mundo  universo,  despintando  lo  que  Dios  hizo. 
Mas  de  la  Virgen  se  dice  que  estaba  con  Dios  componiendo 
todas  las  cosas,  ayudando  con  obras  y  con  su  intercesión 
a  que  los  infieles  conozcan  a  Dios,  y  los  cristianos  le  amen 
y  sirvan;  tiniendo  el  sello  de  su  misericordia  abierto  para 

660  recebir  a  todos  y  poder  muy  particularmente  alcanzar  de 
Dios  lo  que  le  suplicare;  y  allá  en  el  cielo,  donde  ]a  Virgen 
está  puesta  en  el  alteza  de  gloria  sobre  toda  criatura,  re- 
verenciada de  ángeles,  honrada  de  Dios,  ocupada  en  siem- 
pre mirar  la  hermosísima  cara  de  Dios  y  gozar  de  El  con 

066  indecible  alegría.  Mas  no  por  eso  en  el  día  de  su  grande 
honra  se  olvida  de  los  pobres  hijuelos  que  son  los  cristia- 
nos, y  desea  que  la  llamásemos  y  pidésemos  misericordia 
y  que  supiésemos  que  tiene  poder  para  nos  la  alcanzar  de 
su  Hijo  bendito. 

570  Josef  dijo  a  sus  hermanos:  Corred  muy  presto  y  decil- 
de  a  mi  padre  toda  la  honra,  riquezas  y  mando  que  tengo, 
y  que  el  rey  Farón  me  tiene  por  padre  y  me  ha  hecho  se- 


637   Gen.  41,  55. 
643   Of.  Ps.  144,  19. 


649  Gen.  41,  45. 
657    Prov.  8,  30. 


1146 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


ñor  de  toda  la  tierra  de  Egipto.  Id  presto  y  traédmelo  acá 
a  él  y  a  toda  su  casa,  porque  yo  los  mantemé  a  él  y  a  vos- 

675  otros  en  la  recia  hambre  que  aun  queda  por  pasar,  y  lle- 
valde  a  mi  padre  un  par  de  vestidos  y  trescientos  reales 
y  todo  aparejo  en  que  venga,  y  dénseos  a  vosotros  vestí- 
dos  y  lo  que  fuere  menester  para  el  camino.  Van  los  buenos 
hombres  a  dar  la  buena  nueva  al  patriarca  Jacob  de  que 

6§0  su  hijo  Josef,  que  pensaba  ser  muerto,  estaba  vivo  y  se 
enseñorea  de  toda  la  tierra  de  Egipto;  mas  el  patriarca  no 
creía  tan  alegre  nueva,  hasta  que  vió  con  sus  ojos  las  ro- 
pas y  los  dineros  que  le  enviaba  su  hijo  Josef,  y  los  otros 
que  traían  sus  hijos,  y  entonces,  como  dice  la  Escriptura, 

685  despertó  como  de  un  sueño,  y  dijo:  Abástame  ser  vivo  Jo- 
sef,  iré  y  verlo  he  antes  que  muera.  Hízolo  así,  y  fué  gran- 
de el  consuelo  que  él  y  sus  hijos,  cuando  lo  vieron,  to- 
maron. 

¡Oh  si  nos  diese  gana,  cristianos,  de  ir  a  ver  a  la 

690  sacratísima  Virgen  María,  y  dijésemos:  "Abástame  que 
mi  Madre  es  viva,  y,  aunque  hoy  murió  sigún  el  cuerpo, 
está  viva  en  el  cielo  y  se  enseñorea  de  todos  los  reinos  y 
señoríos  de  Dios!"  Pecador,  si  por  ventura  estás  adormeci- 
do en  el  sueño  mortal  del  pecado,  si  piensas  que  no  hay 

695  en  el  cielo  quien  se  acuerde  de  ti,  ni  te  pueda  remediar,  ni 
lo  quiera,  abre  tus  orejas  a  tan  alegre  nueva  que  te  envía 
a  decir  la  sacratísima  Virgen  María  desde  las  alturas  del 
cielo,  donde  está  reinando,  y  manda  que  en  su  nombre  te 
digamos  los  predicadores:  "Decilde  a  mi  hijo  cómo  estoy 

700  buena  y  muy  honrada  de  Dios,  y  que  no  tengo  olvidado  al 
pobre  y  menesteroso  que  vive  en  la  tierra;  decilde  que  se 
venga  a  mí  y  que  yo  le  manterné  en  la  hambre  y  remedia- 
ré las  necesidades  de  su  ánima,  que  aún  quedan  por  venir 
muchas".  Esto  es  así.  Corazón  de  madre  tiene  la  Virgen 

705  contigo,  y  si  no  crees  aqueste  mensaje,  mira  las  ropas  y  las 
riquezas  que  ha  enviado  la  Virgen  a  sus  pobres  hijos  que 
en  la  tierra  tenía,  alcanzando  a  unos  perdón  de  pecados 
por  graves  que  fuesen,  librando  a  otros  de  penosas  y  gra- 
ves tentaciones,  dando  consuelo  a  los  tristes,  conforte  a 

"10  los  de  flaco  corazón,  y  aun  hasta  librar  a  los  hombres, 
que  se  habían  ofrecido  al  demonio  y  renegado  la  fe  y  he- 
cho escriptura  de  ello,  y  aun  con  su  propia  sangre.  Acuér- 
date de  estas  y  otras  muchas  misericordias  que  ha  hecho 
a  los  que  de  verdad  la  llaman,  de  las  cuales  alguna  vez 

715  te  habrá  a  ti  cabido  parte,  y  despierta  del  pesado  sueño  en 
que  duermes  de  tu  olvido  y  poca  devoción,  y  como  Jacob 
decendió  de  la  tierra  de  promisión  a  la  tierra  de  Egipto, 
sube  tú,  con  el  corazón,  de  la  bajeza  de  este  miserable  des- 


678  Cf.  Gen.  45,  9  ss 
686   Cf.  Gen.  45,  28. 


ASUNCIÓN  DE  M\KI\ 


tierro  a  ia  tierra  del  cielo  que  nos  está  prometida;  y  si 

120  buenos  ojos  y  vista  tuvieres,  verás  la  grandeza  de  la  gloria 
de  la  sagrada  Virgen  María  y  gozarte  has  de  ella,  y  dirás 
como  otro  Jacob:  '"No  solamente  me  ha  hecho  Dios  esta 
merced,  de  que  yo  te  vea  vivo  y  sano,  mas  también  me  ha 
hecho  otra  en  querer  que  yo  vea  a  tus  dos  hijos". 

T25  ¿Qué  será  el  alegría  del  hombre  que  entre  en  el  cielo  y 
vea  la  hermosura  y  grandeza  de  la  sacratísima  Virgen  Ma- 
ría y  vea  a  su  sacratísimo  Hijo  Jesucristo  nuestro  Señor, 
figurado  por  Manasés,  del  cual  dijo  su  padre  Josef  cuan- 
do nació:  Hecho  me  ha  Dios  olvidar  todos  mis  trabajos 

'30  pasados;  y  cuando  el  otro  nació,  que  se  llamaba  Efraín, 
dijo:  Hecho  me  ha  Dios  crecer  en  la  tierra  de  mi  pobreza? 
Olvido  de  los  trabajos  de  la  Virgen  sagrada  y  de  todos  los 
que  al  cielo  fueren  es  Jesucristo,  hijo  de  ella  y  señor  nues- 
tro, por  quien  tenemos  tal  crecimiento  de  bienes,  que  nues- 

'35  tra  pobreza  es  conmutada  en  altísimas  y  grandes  y  espi- 
rituales riquezas. 

Peroración  Mas,  entretanto  que  viene  aqueste  bienaven- 
turado día  en  que  subamos  al  cielo  a  ver  cla- 
ramente a  la  sacratísima  Virgen  y  a  su  benditísimo  Hijo, 

T40  subamos  con  el  corazón;  enviémosle  mensajeros  de  suspiros 
y  lágrimas  y  oraciones  devotas;  sírvale  cada  uno  lo  mejor 
que  pudiere;  representémosle  en  nuestras  necesidades,  pi- 
diéndole el  remedio  de  ellas ;  y  para  que  nuestras  peticiones 
le  sean  agradables,  y  de  mejor  gana  nos  las  conceda,  no  pi- 

M5  damos  vilezas  de  la  tierra,  pues  que  ella  las  despreció  como 
cosas  de  poco  valor;  mas  pidámosle  nos  alcance  fuerzas  para 
la  imitar  en  escoger  la  mejor  parte,  como  ella  la  escogió. 

Y  así,  sacratísima  Virgen,  en  nombre  de  cuantos  estamos 
aquí,  os  suplico  nos  alcancéis  del  Señor  verdadero  arrepen- 

'50  timiento,  confusión  y  vergüenza  de  que  algún  tiempo  hici- 
mos tan  grande  maldad  de  escoger  al  pecado  y  despreciar  al 
altísimo  Dios.  Perdón,  Señora,  pedimos;  perdón  de  nuestros 
grandes  pecados;  y  pues  os  llamamos  Madre  -de  gracia  y 
Madre  de  misericordia,  sintamos  en  las  buenas  obras  que  lo 

'55  sois,  y  muy  de  verdad;  hacednos  amigos  de  con  vuestro  ben- 
ditísimo Hijo,  y  que  ponga  en  olvido  nuestros  pecados;  y 
alcanzadnos  tan  fuerte  amor  suyo,  que  de  aquí  adelante  asi 
le  escojamos  por  nuestra  mejor  parte,  que  ni  lo  vendamos 
por  cudicia  de  bienes  temporales,  como  hizo  Judas,  ni  por 

'60    gula,  como  hizo  Esaú,  ni  por  el  favor  de  los  señores  y 

724  Cf.  Gen.  48,  11. 
731    Gen.  41,  51-52. 

754  «Maria,  Mater  gratiae,  daJcis  Parens  clementiae»  (fircv. 
Rom..  Off.  pare,  hymn  ad  Horas). 

759  Mt.  26,  14-15. 

760  Gen.  25,  29-34. 


1143 


sr:R>:o.\-¡:s.  ciclo  SAXTCRAL 


grandes,  como  hizo  Pilato.  Y  en  conclusión,  que  no  permita 
El  que  nos  acaezca  tal  día  que,  poniéndonos  delante  a  Dios 
y  al  pecado,  escojamos  al  pecado  y  dejemos  a  Dios,  como 
los  judíos  hicieron,  escogiendo  la  vida  de  Barrabás  y  la 

765  muerte  de  Cristo.  Nunca  tal  sea,  Señora.  Alcanzadnos  esta 
merced  del  Señor:  que  muramos,  Señor,  si  menester  fuere, 
y  quede  El  en  nuestras  ánimas  vivo. 

Haced  que  le  escojamos  por  la  mejor  parte,  no  cometien- 
do pecado  mortal;  haced  que  lo  amemos  tanto,  que  tengamos 

770  mucho  cuidado  de,  ni  aun  venialmente,  ofendelle;  hacednoa 
aborrecer  el  mal,  y  de  lo  bueno  y  que  a  Dios  agrada,  escoger 
lo  mejor,  para  que,  yendo,  Señora,  por  vuestros  pasos,  aun- 
que no  tan  apriesa  ni  con  tanta  santidad  como  vos,  elija- 
mos siempre  a  Dios  y  a  su  santa  voluntad,  para  que  nos  sea 

775  dada  y  nunca  quitada,  en  vuestra  santa  compañía,  la  mejor 
parte  y  ración,  que  es  la  gloria  del  cielo,  ad  quam  nos  p<ir- 
ducat.  Amen.  Iesus. 


72  ¿QUÉ  DESEÁIS,  SEÑORA?  * 

Asunción  de  María.  15  de  agosto 

(Escorial,  Ms.  &  III  21,  ff.  288  r  -  290  r:  fragmento) 

María  se  asienta  a  la  ...  Lo  tercero  que  hemos  de  con- 
diestra de  su  Hijo  templar  en  esta  festividad  es  qué 
silla  le  darían,  dónde  se  asentaría 
la  Virgen  en  el  cielo.  ¿Y  dónde  se  asentó  Bersabé?  Ad 

5  dexteram  filii.  — ¿  Dónde  se  asentó  Débora,  de  la  cual  en 
el  libro  de  los  Jueces  se  dice  que  la  hizo  Dios  tan  sabia  y 
le  dió  tanta  capacidad,  que  la  escogió  del  pueblo  de  Israel 
para  determinar  sus  causas,  y  así  las  juzgó,  y  aun  con  bu 
industria  y  esfuerzo  fué  libre  el  pueblo  de  Israel?  — Esta 

10  Débora  moraba  entre  Rama  y  Betel.  Debbora  interpretatur 
apes  et  est  beatissima  Virgo,  quae,  quasi  apes  argumento- 
sa, nos  dió  tal  miel  y  cera  como  el  Hijo  de  Dios.  Y  mora 
esta  Señora  entre  Rama,  que  quiere  decir  "altura",  y  Be- 
tel, "casa  de  Dios",  hoc  est,  entre  Dios  y  las  alturas,  entre 

15  él  y  sus  bienaventurados,  nam  ut  canit  Ecclesia:  Exaltata 
est  sancta  Dei  genitrix  super  choros  angelorum  ad  caeles- 
tia  regna. 


761  lo.  19,  12-16. 

*  Sin  titulo  ;  falta  el  principio. 

5  3  Reg.  2,  19. 

10  Tud.  4,  4  ss. 

12  Of.  Brev.  Rom.,  Fcst.  S.  Caeciliae,  ad  Mai.,  I  Noct.,  Rcsp.  2 

ct. 

17  Brev.  Rom.,  In  Assiunpt.  B.  M.  V.,  ad  Mai.,  antif. 


WNCIÓX  T>E  MARÍA 


-.149 


La  asunción  en  —¿Qué  deseáis,  Señora,  que  tal  abrazo 
cuerpo  y  alma,  distes  hoy  al  Hijo  de  Dios,  que,  mien- 
representada  en  tras  Dios  fuere,  no  lo  perderéis?  ¿Qué 
Marta  v  María  le  Podéis  pedir,  estando  sentada  con  El, 
'  que  no  sea  hecho  luego?  ¿Qué  podéis 

demandar  que  no  os  sea  otorgado?  ¿Qué 
deseáis,  Señora?  — Que,  pues  está  acá  en  el  cielo,  gozando 
de  la  beatífica  visión  de  Dios,  María,  venga  también  Marta, 
y  deje  de  ministrar  en  la  tierra;  no  se  convierta  en  podre  y 
ceniza ;  venga  también  mi  cuerpo  a  ayudar  a  dar  gloria  per- 
petua al  alma,  venga  el  cuerpo  a  reinar  con  el  ánima,  pues 
tiene  natural  deseo  el  ánima  del  cuerpo.  Y  aunque  no  ten- 
ga el  cuerpo  tanta  perfección  ni  sentido  para  apetecer  la 
unión  del  ánima,  no  es  inconveniente — pues  se  atribuye  a  las 
piedras  y  árboles  y  cosas  que  no  hablan — que  sintamos  esto 
del  cuerpo  del  hombre,  y  especial  de  aquel  sacratísimo  cuer- 
po de  la  Virgen,  que  había  estado  balsamado  con  tanta  ple- 
nitud de  gracia.  Claro  está  que  suo  modo  dice:  Iuste  Domi- 
ne, non  est  tibi  curae  quod  sóror  mea  reliquit  me  solarn,  pues 
yo  siempre  estuve  subjeto  y  en  todo  conforme,  y  le  ayudé 
a  serviros  con  tantos  trabajos?  Y  reliquit  me  solum  minis- 
trare. Dejóme  acá  en  la  tierra,  estando  ella  en  el  cielo  go- 
zando de  vos.  A  lo  cual  el  Señor  proveyó,  ordenando  que 
aquella  sanctísima  ánima  viniese  [a]  ayuntarse  con  el  cuer- 
po. Augustinus:  Carnem  Mam,  de  qua  Deus  sumpsit  car- 
nem,  quomodo  fuerit  vermibus  tradita,  quia  sentiré  non 
valeo,  dicere  pertimesco.  No  se  ha  de  pensar  que  fuese  el 
cuerpo  de  la  Virgen  comido  de  gusanos,  pues  la  comparamos 
a  la  mirra,  que  tiene  virtud  de  matar  los  gusanos  y  preser- 
var de  corrupción.  ¡Oh  estrella  del  mar!  ¡Qué  bien  estáis 
en  el  cielo  por  trono!  Nam  si  debet  proportionari  locus  lo- 
cato,  bien  os  conviene,  Señora,  tal  silla. 

María,  nuestra  in-    —¿Qué   deseáis,    Señora?   — Hacer 
tercesora  ^ien  a  ^os  nomDres-  — Madre,  pedid 

lo  que  quisiéredes:  ñeque  enim  fas 
est  ut  confundam  faciera  tuam.  ¡Oh  bienaventurada  Ma- 
dre! Como  las  obras  tenéis,  ella  poderosa  acerca  de  Dios 
M  y  vosotros  acerca  de  ella.  ¿En  qué  queréis,  Señora,  que  os 
pague  los  trabajos  que  por  mí  padecistes,  los  cuales  fue- 
ron: criarme,  envolverme,  en  darme  por  vuestro  trabajo 
de  comer,  llevarme  a  Egipto,  estar  conmigo  al  pie  de  la 


36  Le.  io,  40. 

44  Pseudo-Agustín,  De  Assumpt.  B.  M.  V.,  c.  6  (MIL  40,  1146) : 
«Tllud  erp;o  sacratissimum  corpus,  de  quo  Chrishis  carnem  assunrp- 
sit...  escam  vermibus  traditum,  quia  sentiré  non  valeo,  dicere  per- 
timesco». 

SÍ   Cf.  3  "Reg.  2,  20. 


1150 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


cruz?  —En  que  me  deis  gente  en  quien  se  manifieste  vues- 

60  tra  gloria,  a  quien  ayude  con  oraciones  acerca  de  vos.  ■ — Ab 
oriente  vocabo  semen  tuum,  ab  occidente  congregabo.  Di- 
cam  aquiloni:  Da;  et  austro:  Noli  prohibere;  adfer  füios 
de  longissimo.  — Eso  que  deseáis,  Señora  y  Madre  mía,  cum- 
plirlo he  tan  enteramente,  que  diré  a  oriente  que  venga 

65  gente  de  allá  y  del  occidente  trairé  gran  muchedumbre  de 
gente.  Todas  estas  gentes  honran  a  la  Virgen:  al  oriente, 
la  niñez;  al  occidente,  la  vejez;  el  norte,  mediodía,  los 
mancebos.  Niños  y  viejos,  hombres  y  mujeres,  los  que 
engendran  y  los  que  destotros  engendrados  saldrán,  todos 

70  tendrán  devoción  y  llamarán  vuestro  nombre.  Todo  linaje 
de  pecadores,  soberbios  y  avarientos,  los  que  se  figuran  en 
el  norte,  por  el  corazón  frío  y  congelado  para  no  dar  li- 
mosnas ni  socorrer  a  sus  prójimos,  pero,  oyendo  el  nom- 
bre de  la  Virgen  María,  se  emblandecen,  y  los  carnales, 

75  figurados  en  el  mediodía,  abrasados  con  tentaciones  de  car- 
ne, yo  haré  que  dejen  aquel  mal  amor  carnal  y  lo  pongan 
limpio  por  medio  y  oración  de  mi  Madre  muy  limpia.  Se- 
ñora, los  amores  sucios  que  tractába  con  las  mujeres,  con 
vos  los  quiere  tener,  que  sois  limpia.  Pues  ésta  es  la 

80  granjeria  de  la  Virgen:  vernos  aprovechados  en  el  servicio 
de  Dios  por  su  intercesión.  Si  te  viste  en  pecado  y  te  ves 
fuera  de  él,  por  intercesión  de  la  Virgen  fué;  si  no  caíste 
en  pecado,  por  ruego  suyo  fué.  Agradécelo,  hombre,  y 
dale  gracias. 

85  La  verdadera  devo^  Si  tuviésedes  devoción  para  con 
ción  a  la  Virgen,  se-  ella,  cuando  vieses  que  se  te  acor- 
ñal  de  predestinación    daiba  de  ella>  habías  de  llorar  por 

haberla  enojado.  Si  en  tu  corazón 
tienes  arraigado  el  amor  suyo,  es  señal  de  predestinado, 

90  quia  Dominus  dixit:  Et  in  electis  meis  mitte  radices.  Este 
premio  le  dió  nuestro  Señor:  que  los  que  su  Majestad  tiene 
escogidos,  tengan  a  su  Madre  gran  devoción  arraigada  en 
sus  corazones. 

Sírvele  con  buena  vida;  séle  agradecido  con  buenas  obras. 

95  ¿Pues  tanto  le  debes?  Ni  lo  conocemos  enteramente  ni  lo 
podemos  contar.  Mediante  ella,  el  pecador  se  levanta,  el 
bueno  no  peca,  y  otros  innumerables  beneficios  recebimos 
por  medio  suyo.  Pero,  ansí  comió  ella  es  puramente  limpia 
y  en  ella  no  hubo  pecado  ni  otra  mácula  alguna,  quiere  que 
100  le  sirvamos  en  limpieza;  y  así  ella  favorece  a  los  limpios. 
Uno  era  muy  devoto  de  la  Virgen,  a  la  cual  hacía  muchos 
servicios,  ayunos,  limosnas,  oraciones,  y  con  todo  esto  era 
deshonesto  y  carnal.  Al  cual  una  noche  le  apareció  la  Vir- 


63  Cf.  Is.  43,  5-6. 
90  Ecoli.  24,  13. 


1151 


gen,  convidándole  con  un  plato  de  muy  hermosa  fruta,  cu- 
105  bierta  con  un  paño  muy  sucio  y  hediondo.  Y  como  la  Vir- 
gen le  dió  que  comiese,  dijo:  "Señora,  es  tan  sucio  ese  paño, 
que  es  asco  de  comer  de  la  fructa  que  está  debajo,  aunque 
es  muy  hermosa".  "Ansí — dijo  la  Virgen — vienen  cubiertos 
los  servicios  que  tú  me  haces".  Ansí  que,  sirviéndole  lim- 
310  pios,  teniéndola  entrañable  devoción  y  llamándola  en  todas 
nuestras  necesidades,  favorecernos  ha,  y  mediante  ella, 
aquí  alcanzaremos  gracia,  y  después  de  esta  vida,  gloria, 
quam  mihi  et  vobis,  etc.  Amén. 


b)    SERMONES  DE  SANTOS 


73         El  sacerdocio  de  Aarón  y  el  de  la  ley 
evangélica 

San  Nicolás.  6  diciembre.  En  una  misa  nueva 

(Autógrafo:  Oña,  Arch.  Loyola.  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis, 
ff.  155  v-  156  v.) 

Ecce  saccrJos  nutgmis  [Miss.  Rom.,  Coram.  Cont. 
Pont.,  cpist.  et  grad.  ;  Brev.  Rom.,  Coman.  Conf. 
Pont.,  ant.  et  cap.  ad  Vesp. ;  cf.  Eccli.  44,  16]. 

Sacerdocio  de  la  ley    Una  manera  hay  de  sacerdocio  es- 
de  naturaleza  y  de  la    piritual,  y  éste  conviene  a  chicos 
Ley  Antigua  Y  Srandes,  casados,  hombres  y  mu- 

jeres. Dándosele  gracias  al  Corde- 
ro, le  dicen:  Fecisti  nos  Deo  regnum  et  sacerdotes.  Gran 
merced  hacernos  reyes,  libres  y  francos.  Lo  cual  declara 
San  Pedro:  Vos  estis  genus  electum,  regale,  etc.:  pueblo 
escogido,  linaje  real. 

Otro  hobo  de  ley  de  naturaleza.  No  creo  que  hobo  na- 
ción ninguna  que  no  tuviese  algún  género  de  sacerdocio.  Se- 
ñaladamente la  Escriptura  hace  mención  de  Melquisedec,  rey 
de  Salem.  Y  después  Josef,  en  común,  dice  que  toda  la  tierra 
hizo  tributaria,  excepto  la  tierra  sacerdotal.  No  hobo  gente, 
ni  bárbara  ni  no  bárbara,  sin  leyes  ni  con  ellas,  que  no  hi- 
ciese exento  de  tributo  al  sacerdocio.  Y  ansí,  [según]  San 


•  Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras  -,  t.  2  (1901),  pp.  571-574. 
El  Ms.  lo  titula  i  «In  Missa  nova,  ad  sacerdotes»  (f.  155  y).  Es  el 
eslbozo  de  un  sermón,  escrito  por  el  autor  a  continuación  de  unos 
apuntes  escolásticos,  que  juzgamos  también  autógrafos. 

cS  Cf.  Apoc.  S.  10. 
11    Cf.  1  Petr.  2,  9. 

15  Gen.  14,  18. 

16  Cf.  Gen.  47,  26. 


1152 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


Vicente,  una  de  las  más  claras  señales  del  día  del  juicio  es 

20    cuando  los  sacerdotes  fueren  tributarios. 

Otro  sacerdocio  legal.  El  primero  fué  [de]  Aarón,  her- 
mano de  Mosés.  Llamó  Dios  a  Mosén  y  di  jóle:  Ungirásíe  con 
óleo  santo  y  santas  vestiduras,  porque  quiero  que  me  ofrez- 
ca el  sacrificio  en  el  templo. 

25  No  le  era  lícito  entrar  en  el  San[c~\ta  San^c^torum  sino 
una  vez  en  el  año,  y  vestido  e  ataviado  de  muy  ricas  vestidu- 
ras, y  entonces  podía  lícitamente  mirar  el  arca  desnuda. 
¡Cosa  maravillosa,  lo  que  se  esmeraba  Dios  en  el  atavío  del 
sacerdote,  en  su  consagración,  en  su  persona!  Si  no  fuera 

30  figura  de  este  nuestro  sacerdocio  evangélico,  tuviéramoslo 
por  cosa  de  burla.  Había  de  ser  perfecto,  acabado,  no  ciego, 
ni  tuerto,  ni  cojo,  ni  manco,  ni  lagañoso,  ni  sarnoso.  Dice 
Jerónimo  y  Ambrosio:  "No  ser  ciego  es  que  no  sea  indocto, 
necio  ni  idiota  el  guía  del  pueblo;  pues  si  no  ve  la  guía,  todo 

35  va  perdido".  Si  caecus  caeco  ducatum  praestet,  etc.  No  tenga 
nube  de  pasión  o  ignorancia  en  el  entendimiento  de  lo  que 
toca  a  su  oficio.  Ni  cojo,  que  sea  flaco  ni  pusilánime  en  la 
vida  espiritual;  sea  hombre  fuerte,  caudaloso  de  espíritu; 
no  desmaye,  no  falte,  [no]  dé  con  la  carga  en  el  suelo.  ¿Qué 

40  más?  No  sea  lagañoso,  no  sea  deshonesto,  carnal  ni  sar- 
noso, que  [e]so  es. 

¿Qué  es  esmerarse  Dios  tanto  con  los  sacerdotes  para 
ofrecelle,  para  tomar  de  sus  manos  aquellos  sacrificios  ba- 
ladís  e  de  burla,  cabras,  toros,  becerros?  Pues  para  tomar 

45  a  Cristo  su  Hijo,  divinidad,  alma  e  cuerpo,  ¿de  aquel  sa- 
crificio, qué  tal  ha  de  ser? 

Quería  Dios  que  se  lavase  primero  muy  bien.  Lo  segun- 
do, que  se  vistiese  una  camisa  muy  limpia  e  blanca.  Lo 
tercero,  una  túnica  hasta  en  pies,  de  hiacinto,  de  color 

50  de  cielo.  Lo  cuarto,  que  esa  vestidura  se  la  ciñese  con  una 
cinta  dorada,  ungida  con  óleo,  y  el  humeral,  que  era  como 
una  ^apa;  una  piedra,  do  estuviesen  esculpidos  y  debujados 
los  nombres  de  los  hijos  de  Israel;  y  en  la  frente  una  me- 
dalla, do  estaba  debujado  aquel  gran  nombre  de  Dios;  y  al 

55    remate  de  la  vestidura,  unas  granadas  con  campanillas,  etc. 

Los  sacerdotes  de  la    Dice  Jerónimo:  "Cuales  las  vesti- 
Nueva  Ley  duras,  tales  son  las  costumbres  que 

ha  de  tener  el  sacerdote  de  la  ley 
evangélica".  Ha  de  lavar  los  pecados  con  lágrimas;  que  esta 


20  Of.  San  Vicente  Ferrer,  Opusculum  de  fine  mundi. 

24  Cf.  Ex.  28-29. 

32  Cf.  Lev.  21,  18-20. 

35  Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  69,  8  :  ML  22,  662  ;  Pseudo-Ambrosio 
(Silvestre  II?),  De  dignit.  saccrd.;  ML  139,  1716  ;  cf.  Mt.  15,  14. 

55  Cf.  Ex.  29,  4  ss.  ;  28,  4  ss. 

59  San  Jerónimo,  Ep.  64,  ad  Fabíolam,  8  :  ML  22,  612-622. 


73-     SAN  NICOLÁS 


1153 


60  agua  es  la  que  quita  ias  mancillas  del  alma.  El  sacerdote 
que  come  los  pecados  del  pueblo  ha  de  haber  quitado  e  lim- 
piado los  suyos  con  este  agua.  Y  aún  más:  dice  que  man- 
daba Dios  a  los  levitas  que  le  rayesen  los  pelos  de  la  cara; 
que  ni  por  pienso  le  quede  cuidado  de  negocios  seglares. 

65  Nemo  militans  Deo,  dice  San  Pablo;  renega  del  sacerdote 
negociador. 

Lavado  e  limpio,  le  visten  una  camisa  hilada  de  los  de- 
dos de  Dios,  blanquísima,  con  que  parece  galano  e  hermo- 
so a  los  ojos  do  Dios.  Y  ésta  también  da  a  los  sacerdotes  de 

70    la  primera  manera:  la  gracia,  un  pedazo  de  divinidad. 

¿Y  basta  eso?  No;  no  basta  ser  inocente,  que  es  no  ha- 
cer mal — discedere  a  malo — ;  es  menester  la  túnica  de  las 
obras  de  misericordia,  la  caridad,  y  ésa  no  floja,  sino  ce- 
ñida con  cinta  dorada,  que  es  la  castidad,  que  [ejso  signi- 

75  fica  en  la  Escriptura  ceñir  los  lomos,  como  a  Santo  Tomás 
se  los  ciñó  un  ángel,  dice  su  historia.  Sint  lumbi  praecincti; 
eso  es,  sed  castos. 

¿Y  basta  eso?  No,  sino  ungida  con  óleo;  que  a  las  vír- 
gines  no  les  aprovechó  su  castidad,  por  no  llevalla  ungida 

80  con  óleo  de  misericordia.  ¿Qué  remedio  para  llevada  ungida? 
Dar  de  lo  que  t[i]enes  para  ser  casto.  ¿Comó  lo  preguntáis? 
¿Sabes  qué?  La  abstinencia,  la  aspereza  de  la  vida.  Sacerdo- 
te regalado,  holgado,  no  es  de  Cristo,  sino  de  Baal,  del  demo- 
nio. Dice  San  Bernardo:  "Comer  bien  y  holgar  e  dormir,  e 

85  guardar  castidad,  es  imposible,  es  miraglo,  y  es  un  miraglo 
que  Dios  nunca  le  hizo  ni  hará".  Dice  Jerónimo:  "Venter 
vino  aestuans,  ¿qué  ha  de  espumar  sino  lujuria?"  Ya  sabes 
la  premática:  Sine  Cerere  et  Baccho  friget  Venus. 

San  Nicolás  Fuélo  San  Nicolás,  ¡oh  gran  sacerdote!  Veis- 
90  le  aquí.  Este  es  el  casto  e  virgen,  ceñidos  los 

lomos,  y  cómo  con  la  abstinencia  no  mamaba  el  miércoles  y 
viernes,  sino  una  vez:  "Anda,  madre,  que  no  sabes  lo  que 
haces;  ¿e[n]  día  que  mi  Señor  fué  vendido  a  sus  enemigos 
tengo  yo  de  mamar  ni  tomar  ningún  placer?"  Y  aun  ésa  no 
95  [to]mara  si  no  se  muriera.  Ceñido  con  cinta  e  dorada  e  un- 
gida con  óleo. 

¡Oh  esta  pobreza  de  más  entre  gente  desamorada  y  peor 
que  turcos,  duros  y  avarientos!  Aunque  decís  que  no,  es 


6i  Cf.  Os.  4>  8. 
6^  2  Tim.  2,  4. 
76   Cf.  Le.  12,  35. 

86  uf.  isAS  Bernardo,  Dc  modo  bene  vivendi,  24,  70  :  ML  184, 
1243-1244  ;  De  ordinc  vitae,  c.  2,  4  :  ib.  563. 

87  SAN  Jerónimo,  Ep.  69,  9  (ML  22,  663)  :  «Yenterque  mero 
aestuans,  cito  despumat  in  libídines». 

8S  Terencio,  Eunuchus,  732  :  «Yerbuni  herole  hoc  verum  erit  : 
Sine  Cerere  el  Libero  friget  Venus». 


B. Avila  2 


37 


1154 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


vileza,  es  ocasión  de  muy  grandes  males.  Un  hombre  que 

100  se  vido  en  prosperidad,  hidalgo,  honrado,  de  bien,  hásele 
perdido  la  hacienda,  o  por  su  descuido,  o  su  dicha,  o  Dios 
que  lo  permite  por  sus  pecados;  tiene  hijas  hermosas,  de 
ser  e  de  estofa  e  cualidad;  no  tiene  con  qué  vestillas  ni  man- 
tenellas.  ¿Qué  ha  de  hacer,  decí?  Ansí  estaba  un  ciudada- 

105  no.  Y  súpolo  Nicolás.  "¿Cómo? — dice — .  ¿Esto  ha  de  pasar, 
que  las  quiere  prostituir?  Sabiéndolo  yo,  nunca  Dios  quie- 
ra que  tal  pase".  Echó  tanta  cuantidad,  cuanta  era  sufi- 
ciente para  el  dote  de  la  una;  y  esto  tres  veces  encubierta- 
mente. La  caridad,  en  las  manos  escondida,  no  en  la  inten- 

110   ción.  Quod  facit  dextra  nesciat  sinistra. 

¿Qué  más?  En  el  humeral  escrito  los  hijos,  etc.,  esto 
es,  las  almas  todas  de  su  obispado,  diócesis  o  de  sus  subdi- 
tos, todos  sobre  sus  hombros.  Yo  me  espanto  cómo  puede 
sufrir  tal  carga.  Particular  cuenta  le  han  de  demandar  de 

115  cada  una  de  sus  ovejas,  si  se  perdió  por  su  descuido:  tu 
alma  por  la  suya.  ¡Oh  ceguedad  grande  de  los  que  preten- 
den e  negocian  esto!  Que  admitillo  por  obediencia,  dándo- 
selo la  Iglesia,  es  meritorio;  pero  ¿negociallo?  ¡Con  su  pan 
se  lo  coman!  No  se  lo  he  [de]  envidiar. 

12°        ¿Qué  más?  La  medalla,  ¿qué?  La  intención  a  Dios  en 
todas  sus  obras.  Las  granadas,  la  perseverancia  de  día  e 
de  noche;  aquel  sonido  de  las  campanillas,  que  va  diciendo: 
"Al  fin  se  canta  la  gloria":  Qui  perseveraverit  usque,  etc. 
¿Y  qué  más?  Asida  aquella  piedra  con  una  cadenilla  de 

125  oro,  que  es  decir  que  ha  de  haber,  que  las  razones  y  argu- 
mentos y  doctrina  ha  de  ir  trabada  e  acompañada  con 
obras;  alias  peca,  que  está  en  mal  estado;  poco  le  aprove- 
chaba saber  ambos  los  Testamentos.  — ¿Habe[i]los  pasa- 
do?, le  preguntan.  — 43í,  señor,  "de  una  parte  a  otra",  si 

130   con  vida  y  ejemplo  no  edifica. 

Estad  en  vela  Vigilóte,  dice  el  Evangelio.  Estar  despier- 
to y  en  vela,  atalayando  la  grey,  que  anda 
el  lobo  como  un  león  rodeando  comella.  Preguntaba  yo  a 
un  Obispo:  — ¿Cómo  vuestra  señoría  puede  dormir?  — ¿Dor- 

135  mir,  señor?  Ocho  horas  me  llevo  de  un  tirón.  — ¡Bendita 
sea  tal  condición  de  Obispo!  ¡Ocho  horas!  Pues  ¿y  no  veis 
el  peligro?  — ¿Qué,  señor?  Todos  duermen,  durmamos. 
— Razón  de  carta  rota;  antes  por  eso  más  velar.  Si  en  na- 
vio estuviésemos  y  viésemos  los  pilotos  e  maestros  e  los 

140  que  saben  de  aquel  menester  estar  en  vela,  sufrié[ra]se 
dormir;  pero  dormidos  ellos,  ¿no  sería  desatino,  levantada 
una  gran  tempestad  como  esta  herejía,  irse  a  dormir?  Veis 


no  Cf.  Mí.  6,  3. 
123   Cf.  Mt.  io,  22. 

131    Mt.  24,  42  ;  25,  13  ;  26,  38.  41  ;  cf.  1  Petr.  5,  8. 


74-     SANTOS    FABIÁN    Y    SEBASTIÁN  1155 

el  peligro  y  dormidos  los  pastores;  por  eso  estad  en  vela, 
para  que  cuando  venga  el  Señor  os  halle  aparejados.  ¿Qué 
45   hará  Dios  a  ese  tal?  Servirále  de  paje,  pornále  una  silla  de 
caderas  y  una  mesa  de  gloria,  ad  quam... 


74       LO  MÁS  DESPRECIADO  A  LOS  OJOS  DEL  MUNDO  ES 
LO  MÁS  PRECIADO  DE  CRISTO  * 

Santos  Fabián  y  Sebastián.  20  de  enero 
(Autógrafo:  Roma,  Bi-bl.  Vallic,  Ms.  H  76,  flf.  533  r  .  535  v.) 

Descendáis  lesus  de  monte,  etc.  (Cf.  Le.  6,  (17]). 

.         ,  Si  el  Señor  no  bajara  del  monte  a 

Baja  Jesús  del  monte  la  Uanuraf  sciiicet  ab  altitudine 
y  se  acercan  a  El  los  suae  maiestatis  ad  nostram  huma- 
5  enfermos  nitatem  ca[rne  sanan~]dam,  ¿qué 

fuera  de  nosotros?  En  nuestras  enfermedades  nos  quedá- 
ramos. Si  el  Señor  no  se  quitara  la  vestidura  de  su  gran- 
deza, disimulándola,  y  se  ciñera  con  la  toballa  de  nuestra 
humanidad,  por  lavar  se  quedaran  los  hombres,  llenos  de  sus 

10  miserias  y  suciedades.  Si  el  gran  Asuero  no  se  aficionara 
de  Ester,  toda  su  generación  pereciera  en  un  solo  día.  Si 
Josef  no  bajara  en  Egipto,  de  hambre  murieran  sus  her- 
manos. Si  el  Señor  no  bajara  en  la  zarza  y  al  fuego,  en 
poder  de  Faraón  se  quedaran  los  israelitas.  Id  est,  si  amore 

15  nostri  flagrans  non  descendisset  Christus  ad  labores  nostros 
sumendos  captivi  mansissemus.  Mas  bajando  el  Señor  del 
monte,  atrévense  a  llegar  los  cojos  y  los  ciegos  y  todos  los 
enfermos,  y  todos  cobran  salud.  Mas  ¿qué  fuera  si  no  ba- 
jara? Y  si  de  no  bajar  su  Majestad  nos  viniera  tanto  mal, 

20  ¿qué  será  o  qué  diremos  de  los  que,  habiendo  bajado  a  dar 
salud  al  enfermo,  y  vista  al  ciego,  y  pies  al  cojo,  y  vida 
al  muerto,  siendo  ellos  tales  ciegos,  cojos,  enfermos  y  muer- 
tos, ni  llegan  al  Señor  ni  cobran  salud,  etc.?  ¿En  qué  lugar 
pornemos  esta  gente? 

25  — ¿Qué  dijéramos,  señores,  de  los  enfermos  que,  vien- 
do a  Cristo  hacer  tantas  mercedes  y  dar  tanta  salud,  estan- 
do él  enfermo,  no  quisiese  llegar  a  tocar  a  Cristo  y  sanar? 
— Padre,  diríamos  que  no  quiere  salud  y  que  ama  la  enfer- 
medad. — ¿Qué  diríamos  del  que  estuviese  en  poder  de  tur- 


*    «Serino  authografus  habitus  a  Ven.  Servo  Dei  loarme  de 
Avila,  die  sanctorum  Fabiani  et  Sebastiani  martyrum»  (f.  532  r,  letra 
del  s.  XVIII).  «No  es  nota»  (f.  5^3,  de  mano  posterior). 
11    Cf.  Esth.  3  ss. 

13  Cf.  Gen.  42  ss. 

14  Cf.  Ex.  3  ss. 
22    Cf.  Mt.  11,  5. 


1156 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


30  eos  preso,  y  llevasen  para  él  rescate  y  no  lo  quisiese  rece- 
bir?  — 'Padre,  que  ama  su  captiverio,  y  que  el  demasiado 
amor  que  tiene  al  amo,  que  lo  tiene  captivo.  — Pues,  hom- 
bre, ésa  es  la  verdad,  no  hay  otra.  La  causa,  pues,  que  tú, 
habiendo  traído  Cristo  remedio,  etc.,  te  estás,  etc.,  es  por- 

35  que  amas  al  captiverio,  al  pecado,  a  ese  para  cuya  destruc- 
ción vino  Cristo  y  bajó  del  monte  de  la  alteza  a  se  subir  al 
monte  Calvario.  A  ése  amas  más  que  a  Cristo.  Ese  tempio 
de  ídolos,  que  son  los  pecados,  por  cuya  caída  el  Sansón 
quiere  morir,  amas  tú  más  que  a  Sansón.  Al  demonio,  que 

40  te  tiene  captivo,  amas  más  que  al  que  te  vino  a  redemir. 
Mira  la  grande  traición  que  haces.  — 'Pues,  ¿qué  será  de 
ésta?  ¿Qué  Obrará  en  ésta  la  venida  de  Cristo?  — El  bajar 
del  monte  no  sólo  no  obrará  salud,  sino  perdición  mayor 
que  si  no  hubiera  venido;  porque  ansí  como  Cristo  en  carne 

45  es  lo  que  hace  más  en  la  balanza  de  la  salud  de  aquellos 
que,  etc.,  ansí  lo  que  hará  más  en  la  balanza  de  la  damna- 
ción del  hombre  será  el  haber  venido  en  carne  y  no  se  ha- 
ber aprovechado,  etc.  Mandaba  Dios  en  la  ley  que,  vinien- 
do el  año  del  jubileo,  fuesen  libres  los  que  estaban  capti- 

50  vos;  mas  si,  venido  el  año  del  jubileo,  alguno  dijere:  "Quie- 
ro bien  a  mi  amo,  no  le  quiero  dejar",  mandaba  Dios  que  a 
este  tal  le  hiciesen  esto  y  esto,  etc.,  y  quedase  por  perpe- 
tuo esclavo,  etc.  Vide  et  applica. 

¡Ah,  señores,  que  esta  gente  que  hoy  sanó  el  Señor  se 

55  ha  de  levantar  en  juicio  y  nos  ha  de  condenar,  como  los  de 
Nínive  a  los  de  Israel  porque  éstos,  al  olor  y  al  sabor  de 
la  salud  de  sus  cuerpos,  se  van  tras  Cristo,  y  llegan  a  Cris- 
to, y  reciben  salud  de  Cristo;  y  que  nosotros,  en  quien  hay 
más  cognoscimiento  que  [en]  aquella  gente  vulgar,  y  por 

60  quien  ha  dado  la  sangre,  que  entonces  no  la  había  derra- 
mado, no  queremos  llegarnos  a  él,  para  sanar  de  mayores 
enfermedades.  Cuanto  es  mayor  el  alma  que  el  cuerpo,  y 
mucho  mayor  sin  comparación,  porque  difiere  cuanto  di- 
fiere Dios  de  lo  criado,  la  diferencia  de  la  enfermedad  del 

65  cuerpo  y  la  del  ánima,  sin  pecado,  cual  es  la  ignorancia,  el 
error,  etc.  Esa  hay  diferencia:  la  que  hay  del  cuerpo  a 
alma.  Mas  entre  el  pecado,  que  hace  perder  a  Dios,  y  la 
enfermedad,  [que]  la  hace  perder  la  salud  del  cuerpo,  di- 
ferencia hay  cuanto  hay  de  Dios  .a  la  salud  corporal. 

70  ¿Qué  miseria  es  ésta,  señores,  que  nos  haya  hecho  el 
Señor  merced  de  que  seamos  de  los  que  siguen  a  Cristo  en 


40  te2]  te  add.  ||  49  jubileo]  add. 
66  hay,]   liay  add. 


39  Cf.  Iird.  16,  30. 

S3  Cf.  Lev.  25,  39  ss.  ;  Ex.  21,  2  ss. 
56   Cf.  Mt.  12,  41'. 


74-     SANTOS    FABIÁN    Y  SEBASTIÁN" 


1157 


lo  llano  y  oímos  su  doctrina  y  predicación,  pues  somos  lla- 
mados a  su  fe,  mediante  la  cual  somos  cristianos,  y  que, 
habiéndonos  puesto  en  este  sitio  tan  alto,  por  no  llegar  a 

75  Cristo,  nos  quedamos  enfermos?  ¡Cosa  digna  de  llorar! 
Llega,  hombre,  a  la  salud,  etc.,  y  mira  cómo  llegas.  No 
llegues  a  lo  comprimir,  sino  llega  a  le  tocar,  etc.  Aquí  lo 
de  magister,  turbae  te  comprimunt,  etc.  Y  que  éste  es  el 
mal:  que  apretamos  a  Cristo,  no  le  tocamos;  y  el  mal  de 

80  los  que  le  tocan  y  sacan  virtud  de  él,  es  en  que  no  le  dan 
ancho  lugar,  nam  cuanto  más  arrojo,  más  mercedes  da, 
p[rout]  de  viaua  in  vascula:  cuanto  mayor  era  el  vaso 
que  llegaba,  más  le  daban  de  aceite,  etc. 

Bienaventuranzas  y    Pues  yo  os  certifico  que,  si  supiése- 

85    malaventuranzas       des  <lué  c°sa  es  llegaros  a  Cristo, 
que  no  huyésedes  tanto  y  que  os  dié- 
sedes  más  priesa  a  llegar  a  El,  aunque  fuese  por  medio  de 
las  espinas  y  de  las  puntas  de  las  picas.  Sino  mirad  lo  que 
dice  en  el  evangelio  de  hoy  a  sus  discípulos:  Beati  pauperes, 

90  beati,  etc.  ¿Queréis  saber  qué  cosa  es  llegarse  a  Cristo  y 
ser  discipulo  de  Cristo?  Pues  aquello  que  en  ellos  parece  a 
los  ojos  del  mundo  más  trabajoso,  más  miserable  y  más  lleno 
de  humildad,  eso  es  más  excelente  que  lo  más  preciado  que 
tienen  los  que  no  son  discípulos  de  Cristo.  ¿Queréis  verlo 

95  claro?  ¿Qué  es  lo  que  más  los  hijos  de  este  siglo  huyen? 
La  pobreza,  el  llanto,  la  persecución.  ¿Qué  es  lo  más  prós- 
pero? Las  riquezas,  las  honras,  las  risas.  Pues,  si  ansí  es, 
oyamos  la  sentencia  del  Señor,  y  díganos  su  Majestad  qué 
diferencia  hay  del  llanto  de  vuestros  discípulos,  que  es  lo 

00  más  desechado  del  mundo,  a  la  risa  de  los  del  mundo,  que  es 
lo  más  preciado  que  ellos  tienen.  Oí  la  sentencia,  oí  la  di- 
versidad. Que  el  llanto  del  discípulo  de  Cristo  es  bienaven- 
turanza, y  la  risa  del  mundano  es  gemido,  dolor  y  vae:  ¡ay 
de  él!  Sentencia  es  de  quien  mentir  no  puede,  sentencia  de 

•05  quien  no  se  puede  engañar  ni  engañarnos. 

Y  si  queréis  oír  la  causa,  es  porque  al  llanto  y  a  la  po- 
breza, y  a  la  persecución  de  los  suyos,  le  pone  Dios  una 
salsa  tan  sabrosa,  que  les  sabe  mejor  que  todas  las  risas  y 
riquezas  de  los  mundanos.  Una  es  ver  que  es  medio  aquél 

10  para  alcanzar  a  Dios  y  venir  a  gozar  de  El  para  siempre, 
donde  carezca  de  todo  dolor  y  el  mismo  Señor  los  regale 
tanto,  que  con  sus  proprias  manos  limpie  las  lágrimas  de 
sus  ojos.  Esto  es  lo  que  hizo  a  Moisén  menospreciar  la  casa 
del  rey  Faraón,  y  ser  tenido  por  hijo  de  su  hija,  y  preciar 


82  vqaeolas 


78  Cf.  Le.  S,  45. 

84    Cf.  4  Reg.  4,  3  s: 


90    Le.  6,  20. 

103    Cf.  Le.  6,  24-26. 


1158 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


115  más  el  ser  perseguido  y  desterrado.  Respiciebat  enim,  etc. 
(Vide  et  dic.)  Esto  es  lo  que  hizo  a  estos  santos  querer  más 
esto  y  esto  que  esto  y  esto.  Esto  es  lo  que  hace  a  unas  don- 
cellas despreciar,  etc.  ¿Queréis  otro  salsa  que  les  convier- 
te sus  lágrimas  en  gozo  y  sus  pobrezas  les  hace  más  sabro- 

120  sas  que,  etc.?  Ver  que  es  el  camino  éste  de  su  capitán.  Ver 
a  Cristo,  etc.  (Dic  et  amplia. ) 

Pues  con  todo  esto,  etc.,  no  se  contenta  el  Señor,  ni  so- 
lamente da  este  azúcar  a  los  trabajos  de  sus  siervos,  con 
que  les  confita  sus  trabajos  y  se  los  hace  más  sabrosos 

125  que  lo  más  sabroso  del  mundo;  mas  suele  muchas  veces 
de  sus  deshonras  sacarles  honrados,  de  sus  persecuciones 
sacarlos  triunfantes,  y  de  sus  pobrezas  riquísimos.  Si  no 
mirad  a  un  Moisén,  que,  porque  le  supo  mejor  el  abatimien- 
to por  Dios  que  el  ser  estimado  sin  Dios,  le  levantó  tanto 

130  Dios,  que  lo  hizo  caudillo  y  gobernador  de  más  y  mejor 
gente,  que  no  si  fuera  señor  y  rey  de  todo  Egipto,  cuya 
gloria  él  menospreció.  Mirad  a  un  Josef,  que  de  ser  ven- 
dido como  esclavo  y  perseguido  de  sus  hermanos,  y  de  la 
cárcel  donde  está  preso,  como  si  fuera  malhechor,  lo  saca 

135  para  ser  gobernador  de  todo  Egipto  y  ser  adorado  de  los 
que  le  vendieron  y  persiguieron.  Mirad  un  Mardoqueo, 
que  de,  etc. 

¡Cuán  al  revés  en  lo[s]  que  no  sirven  a  Dios!  Su  risa 
es  llanto;  su  riqueza,  pobreza;  su  mandar  es  ser  captivos; 

140  y  eso  porque  ponen  ellos  su  risa,  y  su  riqueza,  y  su  ale- 
gría en  cosas  llenas  de  ponzoña,  que  antes  que  las  tomen  en 
la  boca  les  han  inficionado  el  corazón  y  los  han  muerto. 
Ponen  su  riqueza  en  tomar  lo  ajeno,  y  su  alegría  en  opri- 
mir al  prójimo,  y  su  contento  en  el  deleite  de  las  bestias. 

145  Cosas  tan  llenas  de  veneno  de  culpa,  que  antes  que  las 
hagas,  sólo  que  las  quieras,  te  matan  y  abrasan  el  corazón 
con  muerte  de  pecado,  que  es  la  mayor  de  las  muertes. 

Ves  aquí,  hombre  mundano,  hombre  que  no  quiere  ser- 
vir a  Dios,  por  qué  las  cosas  de  tu  mayor  prosperidad 

150  son,  sin  comparación,  más  miserables  que  toda  la  miseria. 
Porque  pones  tu  felicidad  en  beber  la  leche  que  bebió  Si- 
sarac,  pareciéndote  sabrosa,  y  es  ese  aparente  sabor  para 
adormecerte  y  enclavarte  con  la  tierra.  Es  lo  más  preciado 
que  tú  tienes  como  los  regalos  de  Dalila  para  te  adormecer 

i55  con  ellos,  y  sacarte  los  ojos,  y  atarte  de  pies  y  manos  con 
cadenas,  y  que  hagan  burla  de  ti  los  filisteos.  Es  lo  que 
tú  quieres  y  amas  con  tanto  amor  y  deseo  la  escudilla  de 
lentejas  de  Esaú,  que,  a  trueque  de  hartar  la  hambre  de 

158  Esaú]  Saúl 


tri5    Heibr.  ti,  24-26.  156    Ind.  i6,  4  86. 

153    Iud.  5,  19-21.  158   Gen.  25,  29-34- 


75-     SAN  JOSÉ 


1159 


tu  bruta  sensualidad,  das  el  mayorazgo  del  cielo,  y  lo  que 

160  peor  es  que,  acabado  de  vender,  te  vas  riendo  como  si  nada 
te  faltara.  ¿Quieres  saber  más,  por  qué  lo  más  colmado  de 
lo  próspero  de  los  malos  es  más  miserable  que  lo  más 
desastrado  de  los  discípulos  de  Cristo? 

Y  aquello  se  llama  gloria,  y  tu  alegría  llanto,  porque 

165  aun  la  riqueza  buena,  que  te  viene  sin  pecado;  la  honra  que 
te  viene  sin  pecado,  el  alegría  que  te  viene  sin  pecado,  todo 
lo  cual  te  envía  Dios  como  agua  limpia,  para  que,  cayendo 
en  tu  alma,  la  ablande  y  mueva  a  ser  agradecida  a  Dios, 
que  te  envió  esos  bienes,  eres  tú  tal  que  en  ese  agua  lim- 

'-70  pía  echas  tierra  de  desagradecimiento  y  de  mal  uso  de  lo 
que  Dios  te  da  y  haces  barro  y  lodo  con  que  ciegas  y  que- 
das enlodado.  Si  te  da  Dios  honra,  que  había  de  ser  para  te 
mover  a  amar  y  servir  al  que  te  la  envía,  etc.,  no  sólo  no 
se  lo  agradeces,  antes  usas  de  ella  como  de  espada  contra 

175  Dios  y  contra  tu  alma,  porque  con  ella  te  ensoberbeces  y 
vienes  a  oprimir,  etc.  Et  sic  de  aliis.  (Pone  exempla,  et  po- 
teris  de  hoc  adducere  exempla  Scripturae.  Quaere  et  inve- 
nies  et  pones  haec,  et  sic  finies.) 

Dos  adiciones  Cuando  se  diga  que  los  buenos,  su  lloro 
¡■80  es  risa,  y  los  malos  al  contrario,  es  bueno 

aquello  de  Isaías  61:  quoniam  venit  Christus  pro  lugenti- 
bus,  etc.,  et  ddbit  coronam  pro  ciñere,  oleum  gaudii  pro 
luctu,  etc. 

Item,  como  en  los  malos  es  al  contrario  de  los  buenos, 
185   que  aun  acá  su  risa  se  torna  en  lloro,  su  mando  en  capti- 
verio,  ut  patet  de  Amán,  de  la  privanza  a  la  horca;  et  de 
Nabucodonosor  [Holofernes] ,  del  banquete  a  la  sepultura. 
Et  sic  de  aliis,  etc. 


75     ¿Por  qué  desposada  la  Virgen  con  San  José? 
San  José.  19  marzo 

(Ed.  1590,  II,  pp.  185-242.) 

Cum  esset  desponsata  Mario,  matcr  Icsu  Ioset>h. 
Como  fuese  desposada  María,  Madre  de  Jesús,  con 
Josef  (Mt.  i,  [18]). 

Exordio  Condición  es  de  las  buenas  mujeres  casadas  an- 
5  cubrir  las  faltas  de  sus  maridos  y  publicar  las 

virtudes  que  tienen,  deseando  que  todos  los  honren  y  sir- 
van; porque  como  la  honra  de  la  mujer  sea  el  varón,  el 
mal  o  bien  que  ella  de  él  dice,  de  su  mesma  honra  lo  dice, 


i8^  Cf.  Is.  6x,  z-T,. 
186   Esth.  7,  io. 


187   Iudith  12,  10  -  13,  11. 


1160 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


de  su  mesma  persona  lo  dice,  pues  ella  y  él  una  cosa  son. 

10  Seguros  estaremos  que  esta  sagrada  esposa  y  Virgen 
María  no  descubrirá  faltas  de  su  esposo  el  santo  Josef; 
porque  ni  él  las  tenía,  y  aunque  las  tuviera,  ella  no  las  di- 
jera; pues  tenía  mayor  virtud  que  Santa  Mónica  bienaven- 
turada, de  la  cual  cuenta  su  hijo  San  Agustín,  que,  aunque 

15  su  marido  la  maltrataba  y  era  de  ruines  costumbres,  a  na- 
die se  quejaba  ni  descubría  las  faltas  de  su  marido. 

No  cupo,  pues,  en  la  boca  de  la  Virgen  decir  mal  del 
santo  Josef;  mas  decir  muchos  bienes  de  él,  y  honrarlo,  y 
desear  que  todos  dijesen  bien  de  él,  y  agradecerlo  a  quien 

20  lo  dijese.  Cierto  es  así,  que,  si  por  nosotros  no  queda,  te- 
nemos muy  cierto  el  favor  de  Jesucristo  nuestro  Señor  y 
de  su  Madre  bendita,  para  saber  contar  las  grandezas  de 
este  bienaventurado  Santo;  pues  así  como  todo  lo  que  se 
dice  en  alabanza  de  la  Virgen  bendita,  dice  San  Jerónimo 

25  que  resulta  en  honra  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  su  Hijo 
bendito,  así  todo  lo  que  se  dijere  en  alabanza  del  santo  Jo- 
sef resulta  en  honra  de  Jesucristo  nuestro  Señor,  que  lo 
honró  con  nombre  de  padre,  y  de  la  Virgen  Santa  María, 
de  la  cual  fué  verdadero  y  castísimo  esposo.  El  Señor  que- 

30  rrá  que  su  santo  ayo  sea  honrado,  y  la  Virgen  que  digamos 
bien  de  su  esposo;  y  El  y  ella  lo  agradecerán,  y  copiosa- 
mente galardonarán.  Y  así  porque  conviene  a  la  honra  de 
Dios  como  por  ganar  tal  galardón,  comenzaremos  esta  san- 
ta historia  en  alabanza  de  este  glorioso  santo  esposo  de  la 

35  Virgen. 

Evangelio  de  la  Antes  que  del  todo  nos  ocupemos  en 
fiesta  decir  las  señaladas  y  grandes  misericor- 

dias y  particulares  privilegios  que  el 
Señor  dió  al  bienaventurado  San  Josef,  que  cierto  son  tales, 

40  que  bastan  para  poner  en  admiración  a  cielos  y  tierra  y 
para  rastrear  por  ellos  la  grandeza  de  la  bondad  divinal, 
que  sube  al  pobre  y  menesteroso  a  tan  grande  alteza  de 
honra,  como  a  este  Santo  subió;  antes,  pues,  que  nos  me- 
tamos en  este  golfo,  conviene  que  cumplamos  con  el  santo 

45  evangelio,  el  cual,  aunque  breve  en  palabras,  es  copioso  en 
sentencias,  y  que  comprehende  los  caminos  de  Dios,  por 
donde  viene  y  trata  con  los  suyos,  y  los  suyos  con  El.  La 
cual  dotrina  no  es  de  estimar  en  poco,  pues  si  está  ignora- 
da, andaremos  errados,  como  gente  que  no  acierta  el  ca- 

50  mino,  y  camino  que  lleva  a  Dios;  ¡y  ay  de  aquel  que  lo 
errare! 

16   San  Agustín,  Confcss.,  1.  g,  c.  g,  íg  :  ML  32,  772- 
25   Pséudó-TerÓnimo,  Ep.  g  ad  Paulam  et  Eusfochium,  1  (ML 
30,  126)  :  (cNulli  enim  drábitun,  quin  totum  ad  gloriam  laudis  eius 
períiueat,  quklquiri  digne  genitrici  suae  ¡Tnpensuin  fuerit,  atque  so- 
íeintiiter  a'ttributwm». 


7j.     SAN  JUSl'. 


1161 


Tres  cosas  nos  declara  este  santo  evangelio  que  acaecie- 
ron a  estos  santos  desposados  Josef  y  María;  conviene  a 
saber:  las  grandes  mercedes  que  Dios  les  hizo,  la  tribula- 
55  ción  y  prueba  en  que  Dios  los  metió  y  el  piadoso  socorro 
que  en  el  tiempo  de  la  mayor  angustia  les  envió.  Notad  bien 
y  sabed  considerar  estas  tres  cosas,  porque  en  ellas  se  en- 
cierra lo  que  nos  acaece,  no  sólo  en  un  día,  mes  o  año, 
mas  en  toda  la  vida  que  en  este  destierro  vivimos. 

60   Grandes  mercedes    Lo  primero  de  todo  que  nos  acaece, 
hizo  Dios  a  estos    es  recebir  misericordias  de  Dios;  y 
santos  desposados    ninguno  pudo  tanto  madrugar  a  ha- 
cer a  Dios  algún  servicio,  que  no 
hubiese  Dios  madrugado  más  a  hacerle  mercedes ;  y  no  sólo 

65  es  primero  en  dar,  mas  aun  en  dar  lo  que  a  El  se  le  da. 
¡Qué  gran  verdad  dijo  el  rey  Salomón,  hablando  con  Dios! 
Todas  las  cosas,  Señor,  que  tenemos  y  que  te  ofrecemos, 
tuyas  son,  y  lo  que  te  damos,  de  tu  mano  lo  recebimos.  No 
se  glorie  nadie  de  lo  que  hace  por  Dios,  pues  cuanto  más 

70  le  da,  tanto  más  recibe  y  tanto  más  le  debe,  según  dice  la 
Iglesia:  Señor,  de  cuya  mano  viene  que  tus  fieles  te  sirvan 
digna  y  loablemente.  No  puede  ser  visto  el  sol  sino  con 
lumbre  del  mesmo  sol,  ni  podemos  agradar  a  Dios  sino  con 
la  gracia  del  mismo  Dios;  y  cuando  corona  y  galardona 

75  nuestros  merecimientos,  es  galardonar  las  mercedes  que 
primero  nos  hizo.  A  Dios  se  debe  la  gloria  de  todo  lo  bueno; 
porque  de  El,  y  por  El,  y  en  El  son  todas  las  cosas;  y  a  El 
sea  gloria  en  los  siglos  de  los  siglos.  Amén. 

Gran  parte  de  estas  misericordias  cupo  a  estos  dos  bien- 

80  aventurados  casados,  la  Virgen  bendita  y  San  Josef,  y  en- 
tre ellas  fueron  muy  grandes  las  que  entre  manos  tenemos; 
conviene  a  saber,  que  la  desposada  fuese  hecha  verdadera 
Madre  de  Dios,  y  San  Josef,  hombre  bajo  según  el  mundo 
y  oficial  carpintero,  fuese  levantado  a  tanta  honra  de  ser 

85  verdadero  esposo  de  la  Madre  de  Dios  y  de  ser  llamado 
padre  y  tomado  por  ayo  de  aquel  que  tiene  al  Eterno  Padre 
por  padre  y  que  es  criador  de  cielos  y  tierra.  Misericordias 
grandes,  y  tan  grandes,  que  otras  iguales  no  fueron  oídas, 
y  bastantísimas  para  que  ellos  fuesen  agradecidos  a  Dios  y 

90  para  que  cantasen  sus  alabanzas  y  con  todo  su  corazón  se 
alegrasen  en  Dios. 


68    i  Par.  29,  14. 

72  Miss.  Rom.,  Dom.  XII  post  Pcnt.,  orado. 
78   Rom.  11,  36. 


1162 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Mas  mirad,  que  cuan  grandes  fueron  estas  mercedes, 
asi  fué  grande  la  tribulación  que  tras  ellas  el  Señor  envió, 
cuya  costumbre  es  enviar  hiél  después  de  la  miel  y  probar 
95  a  sus  amigos  tentándolos,  como  hizo  a  Abraham.  Del  Señor 
leemos  que  en  su  santo  baptismo  fué  declarado  por  voz  ce- 
lestial por  Hijo  carísimo  del  Eterno  Padre;  mas  tras  este 
favor  se  siguió  ser  llevado  al  desierto  a  ser  tentado  del 
enemigo.  No  se  engañe  nadie  ni  se  tenga  por  seguro  porque 

100  sea  recreado  del  Señor  con  mercedes  y  consolaciones,  ahora 
sean  espirituales,  ahora  corporales.  Menester  es  entender 
muy  bien  este  negocio;  y  por  no  lo  haber  hecho  así,  han 
venido  desastres  no  pequeños  a  muchos,  que,  holgándose 
con  lo  próspero  presente,  dijeron  lo  que  David:  Yo  dije  en 

105  mi  abundancia:  No  seré  movido  para  siempre.  Y  como  su- 
cedió la  tribulación  y  no  estaban  apercebidos  para  ella,  ca- 
yeron muy  fácilmente  y  perdieron  lo  que  habían  recebido; 
lo  cual,  o  no  se  cobra,  o  se  cobra  con  dificultad.  Sepan  to- 
dos que  el  lugar  verdadero  del  gozo  y  descanso  y  prosperi- 

110  dades,  el  cielo  es;  y  quien  de  estos  bienes  quisiere  ser  rico, 
sin  temor  de  perderlos,  desee  ir  allá  y  procure  de  ir  allá; 
mas  este  destierro  es  lugar  de  trabajos,  es  una  trabada 
pelea,  es  un  mar  de  amargura  y  una  tentación  sobre  la 
tierra;  y  cuando  Dios  da  alguna  consolación  o  prosperidad, 

115  no  es  para  que  el  hombre  goce  de  ella  parando  en  ella,  sino 
o  porque  no  desmaye  en  las  tribulaciones  que  tiene  o  porque 
cobre  fuerzas  para  vencer  las  que  le  quieren  venir. 

¿Para  qué  dan  armas  a  un  soldado,  sino  para  que  esté 
aparejado  para  la  guerra?  ¿Para  qué  dan  de  comer  a  un 

120  jumento,  sino  para  echarle  muy  buena  carga?  Así,  her- 
manos, pensad,  y  con  estos  mismos  ojos  mirad  las  merce- 
des que  Dios  os  envía,  que  son  o  para  esforzaros  en  la 
guerra  que  tenéis  o  para  avisaros  que  presto  la  habéis  de 
tener.  Porque  El  es  amigo  de  tener  amigos  probados,  y  no 

125  puede  haber  prueba  sino  con  tribulación,  ni  pueden  entrar 
en  el  cielo  si  no  caminan  por  el  desierto,  ni  celebrar  Pas- 
cua de  Resurrección  si  no  pasan  por  Viernes  Santo,  que  es 
día  de  pasión. 

Tribulación  de    Tornemos  a  nuestros  santos  desposados, 
130        San  José        María  y  Josef.  ¡Qué  ricos,  qué  honrados, 
qué  ensalzados  en  el  acatamiento  de  Dios, 
ella  con  tal  Hijo  y  él  con  tal  esposa  y  con  ser  ayo  del  Hijo 
de  Dios!  Y  tras  esto  viene  que  Josef  vió  a  nuestra  Señora 
estar  preñada,  por  tener  su  seno  crecido;  de  lo  cual  recibió 
135   tan  grande  alteración  y  tristeza  entrañables,  cual  no  se 


95    Ctf.  Gen.  22. 
97   Mt.  3,  17. 
99   Mt.  4,  1. 


105   Ps.  29,  7. 
113   Cf.  Iob  7,  1. 


75-     SAN*  JOSÉ 


1163 


puede  decir.  ¡Oh  bienaventurado  varón,  y  de  cuántas  an- 
gustias es  tu  corazón  combatido!  ¡Y  cómo  Dios  te  ha  las- 
timado en  las  mesmas  niñas  de  tus  ojos,  pues  ves  preñada 
a  tu  esposa,  y  nunca  has  llegado  a  ella,  ni  pensaste  llegar; 

140  porque  ella  y  tú  entrambos  tenéis  hecho  voto,  de  común 
consentimiento,  de  guardar  virginidad  por  toda  la  vida! 
Estaba  el  santo  varón  como  fuera  de  sí,  y  por  una  parte 
viendo  lo  que  veía  y  por  otra  parte  acordándose  de  la  bon- 
dad de  esta  Virgen  y  de  las  grandes  señales  que  de  sí  daba 

145  para  ser  creída. 

Sabía  este  santo  varón  que  la  mujer  que  tiene  corazón 
deshonesto,  tiene  sus  señales  en  lo  de  fuera,  que  dan  testi- 
monio de  lo  malo  que  tiene  dentro  de  sí:  pasos  livianos, 
ojos  altos,  curiosos  vestidos,  holgarse  de  hablar  o  de  oír 

150  cosas  no  castas,  falta  de  devoción  y  de  temor  del  Señor, 
amiga  de  regalos  y  de  ociosidad,  dejarse  vencer  de  los  de- 
leites de  gula,  que  son  camino  para  vencerse  de  los  deleites 
de  carne,  y  así  otras  señales,  que,  aunque  la  lengua  de  la 
tal  mujer  suene  castidad,  ellas,  como  más  verdaderas,  por 

155  ser  obras,  declaran  que  hay  deshonestidad;  todas  las  cua- 
les señales  juntas  y  cada  una  por  sí  veía  este  glorioso  San- 
to que  faltaban  en  nuestra  Señora,  y  que  toda  ella  y  todas 
sus  costumbres  eran  más  contrarias  a  deshonestidad,  que 
lo  negro  con  lo  blanco,  y  eran  tan  predicadoras  de  la  lim- 

160  pieza  virginal  que  en  su  corazón  y  cuerpo  tenía,  que  daban 
de  sí  un  olor  como  bálsamo  y  eran  como  resplandor  de 
aquella  pureza  más  que  angelical  que  en  su  persona  tenía. 
Y  cuando  este  santo  varón  se  paraba  a  considerar  las  vir- 
tudes de  ella  y  su  honestísima  conversación,  o  cuando  le 

165  miraba  su  virginal  y  honestísimo  rostro,  parecíale  cosa  im- 
posible caber  maldad  en  vaso  de  tan  excelente  bondad,  y 
hacer  traición  a  Dios  y  a  su  marido  la  que  con  tanta  leal- 
tad servía  al  uno  y  al  otro;  y  por  aquel  rato  huían  las  ma- 
las sospechas,  y  reprehendíase  de  ellas;  pedia  en  su  cora- 

170  zón  perdón  a  Dios  y  a  su  esposa  y  descansaba  y  estaba  con- 
tento. 

Mas  como  era  tiempo  de  tribulación  y  de  prueba  y  había 
determinado  el  Señor  que  este  santo  varón  bebiese  esta  hiél 
y  vinagre,  tras  este  consuelo  que  recebía  con  estas  buenas 

175  y  verdaderas  consideraciones,  permitía  que  le  viniesen  otras 
contrarias  a  éstas,  y  dejábalo  en  su  flaqueza  para  que  fue- 
se atormentado  y  fatigado  con  ellas.  Así  como  cuando  se 
paraba  atentamente  a  considerar  las  virtudes  y  honestidad 
de  su  santa  esposa  se  deshacía  la  sospecha  que  de  lo  con- 

^80  trario  tenía,  así  cuando  la  veía  preñada  se  le  entraba  la 
sospecha  en  el  corazón  y  desaparecían  las  otras  considera- 
ciones; y  si  no  se  escondían  del  todo,  no  tenían  tanta  fuer- 
za, que  librasen  al  Santo  de  angustia  y  sospecha;  y  así 


1164 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


había  pelea  en  su  corazón  entre  unos  pensamientos  y  otros, 

185  diciendo  unas  veces:  "¿Cómo  es  posible  que  María,  mi  es- 
posa, de  cuya  bondad  tanta  experiencia  tengo,  haga  trai- 
ción?" Y  por  otra  parte:  "¿Cómo  puede  ser  bien  hecho  es- 
tar preñada  y  no  de  mí?"  Gemía,  llamaba  el  socorro  de 
Dios,  y  no  se  lo  daba,  porque  se  lo  guardaba  para  el  tiem- 

190  po  de  la  mayor  necesidad;  y  entretanto  ya  veis  lo  que  po- 
día sentir,  pues  esta  pasión  de  celos,  concebidos  aun  con 
pequeña  ocasión,  atormenta  sobre  toda  manera  a  los  mari- 
dos; tanto,  que  en  el  Viejo  Testamento  proveyó  Dios  de 
particular  remedio  para  que  el  marido  que  tenía  celos  de 

195   su  mujer  supiese  si  era  culpado  o  no,  y  así  descansase. 

En  el  capítulo  5.°  de  los  Números  se  lee  que  cuando  este 
espíritu  de  celos  trújese  fatigado  un  hombre,  que  llevase 
su  mujer  al  templo  y  la  presentase  delante  del  sacerdote, 
diciendo  cómo  tenía  celos  de  ella;  y  el  sacerdote  ofrecía  sa- 

200  crificio  por  e'lla,  y  luego  escrebía  ciertas  maldiciones  y  la- 
vábalas con  agua,  la  cual  agua  había  de  beber,  quisiese  o 
no  quisiese,  y,  bebida  el  agua,  decía  el  sacerdote:  "Si  tú 
no  has  hecho  maldad  a  tu  marido,  estas  maldiciones  no  te 
comprehendan;  mas  si  has  sido  adúltera,  vengan  sobre  ti"; 

205  y  ella  respondía:  "Amén,  amén";  y  así  lo  aceptaba  Dios, 
que,  si  estaba  limpia  de  tal  delito,  ningún  mal  le  sucedía; 
y  si  había  adulterado,  se  le  hinchaba  luego  el  vientre,  con 
otras  claras  señales,  de  lo  cual  venía  a  morir. 

Guárdense  los  ca-    De  aquí  veréis  cuánto  atormenta  esta 

210  sadk)ls  de  los  celos  sospecha  a  los  maridos  y  cuánto  des- 
agrada a  Dios  el  adulterio  de  la  mu- 
jer casada,  pues  para  consuelo  de  los  celos  de  él  y  castigo 
del  pecado  de  ella,  daba  Dios  este  remedio  y  manifiesta  se- 
ñal. Gravísimo  pecado  es  delante  de  los  ojos  de  Dios  y 

215  gravísima  injuria  hace  la  mujer  a  su  marido,  que,  siendo 
una  cosa  con  él,  se  parte,  y  se  hurta,  y  se  entrega  al  que 
no  lo  es.  Y  así  ninguna  nación,  por  bárbara  que  sea,  ha 
dejado  este  pecado  sin  castigo,  por  ser  cosa  impresa  por 
instinto  natural  en  los  hombres  pesarles  mucho  de  que  sus 

220  mujeres  les  hagan  esta  traición.  Y  por  lo  que  ellos  sienten 
cuando  en  esto  les  tocan,  es  mucha  razón  que  se  aparten 
con  muy  gran  cuidado  de  hacer  maldad  con  mujeres  aje- 
nas, pues  entienden  por  lo  que  pasa  por  ellos,  o  podría  pa- 
sar, la  grande  injuria  que  al  marido  hacen  y  grave  dolor 

225  que  le  hacen  pasar.  Nadie  tenga  en  poco  este  pecado,  todos 
huyan  de  lo  cometer;  y  no  les  parezca  que,  porque  Dios  no 
haya  ordenado  sacrificio  para  castigar  al  hombre  adúltero 
como  a  la  mujer  adúltera,  que  por  eso  se  deba  atrever  a 


208  Cf.  Num.  5,  15-18. 


1165 


cometerlo;  porque  aunque  no  lo  castigue  en  los  varones, 

230  mandando  que  los  lleven  al  templo  a  examinar  y  manifes- 
tar su  delito,  mas  no  por  eso  le  faltan  otros  muchos  me- 
dios con  que  los  castiga. 

Atrevióse  David,  y  siendo  rey,  a  hacer  maldad  con  la 
mujer  ajena;  y  aunque  él  procuró  que  su  delicio  fuese  se- 

235  creto,  mas  no  lo  pudo  esconder  de  los  ojos  de  Dios,  el  cual 
manifestó  en  público  lo  que  él  había  hecho  en  escondido,  y 
le  castigó  con  castigos  terribles,  entre  los  cuales  fueron 
que  su  hijo  Absalón  se  le  alzase  con  el  reino  y  persiguiese 
a  su  padre  para  le  prender  o  matar;  y  cuando  no  lo  pudo 

240  haber,  mandó  que  le  sacasen  a  la  plaza  diez  mujeres  que 
su  padre  tenía  y,  debajo  de  unas  cortinas,  por  hacer  enojo 
a  su  padre,  hizo  maldad  con  todas  diez  mujeres.  Y  cumplió- 
se el  amenaza  que  Dios  le  hizo  diciendo:  Tú  pecaste  en  es- 
condido, yo  te  castigaré  en  los  ojos  de  este  sol.  ¡Oh  pecado 

245  gravísimo,  que,  por  ser  tal,  le  parece  a  la  divina  Justicia 
ser  término  largo  esperar  a  castigarlo  en  el  otro  mundo, 
y  luego  luego  lo  castiga  en  éste  con  diversos  castigos,  y 
algunas  veces  con  que  haya  quien  haga  malas  a  las  muje- 
res y  a  las  hijas,  como  él  hizo  malas  a  la  mujer  y  hijas 

250  ajenas!  Y  pues  ésta  es  cosa  tan  aborrecible  a  Dios  y  cas- 
tigada de  El,  todos  huyan  de  caer  en  ella  y  de  cosa  que  le 
parezca. 

Y  las  mujeres  casadas,  pues  tanto  lastiman  a  sus  mari- 
dos los  celos,  no  se  contenten  con  no  hacer  esta  maldad, 

255  mas  vivan  con  grande  cuidado  de  no  dar  ocasión  al  marido 
para  que  tan  amarga  sospecha  y  tal  hiél  y  vinagre  entre 
en  su  corazón,  porque  tan  descuidada  puede  ser  en  dar  estas 
ocasiones,  que,  aunque  no  sea  mala  en  pecado  de  deshones- 
tidad, sea  mala  y  peque  contra  la  ley  del  matrimonio,  que 

25°  le  obligó  a  no  dar  enojo  ni  turbación  notable  a  su  marido; 
y  otra  mayor  que  ésta  no  la  puede  dar. 

Y  también  aviso  a  los  maridos  que  no  fácilmente  reci- 
ban en  su  corazón  este  tirano,  porque,  si  de  él  se  dejan 
vencer  y  llevar,  vienen  a  grandes  peligros  de  cuerpo  y  de 

235  ánima.  Cierto,  los  celos  son  cosa  que  muchas  veces  el  de- 
monio procura,  como  cosa  en  que  mucho  gana,  por  ser 
muy  dañosa  a  los  que  Dios  juntó  en  el  matrimonio.  Hom- 
bres hay  que  ni  pueden  comer,  ni  beber,  ni  dormir,  y  se 
van  cada  día  secando,  y  con  la  melancolía  y  tentación  del 

270  demonio  son  tantas  las  sospechas  que  de  sus  mujeres  tie- 
nen, y  muchas  veces  sin  causa  ni  ocasión,  que  les  dan  vida 
de  galeras,  y  ellos  la  pasan  peor.  Hermano,  ensanchad  ese 
corazón  y  entended  que  en  ninguna  manera  podéis  vivir  en 


235    a  Re.sr.  ii,  4  ss. 
242    Cf.  2  Reg.  16,  22. 
244  Cf.  2  Reg.  12,  12. 


1166 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


esta  vida  sin  que  os  fiéis  de  alguien.  Porque  si  miráis  a: 

275  "Puédenme  engañar,  puede  ser  que  me  acaezca  esto",  toda 
vuestra  vida  será  una  temerosa  congoja;  una  estrechura  de 
corazón  que  tanto  os  apriete,  que  os  haga  vivir  una  mise- 
rable vida  y  aun  hacer  locuras  con  que  se  rían  de  vos. 
Claro  está  que,  saliendo  de  aquesta  iglesia,  puede  ser  que 
280  alguno  os  esté  aguardando  y  os  mate,  o  que  en  el  camino 
caiga  una  teja  del  tejado  y  os  descalabre;  mas  por  eso  no 
habéis  de  dar  lugar  al  temor,  porque  es  temor  loco,  que 
nace  de  vuestra  condición  y  melancolía,  cuando  lo  tenéis 
sin  haber  justa  causa  para  tenerlo.  Y  así  os  conviene,  cuan- 

285  do  no  viéredes  suficientes  causas  para  pensar  mal  de  vues- 
tra mujer,  tener  vuestro  corazón  sosegado  y  resistir  a  los 
vanos  temores  y  sospechas  que  vuestra  condición  o  el  de- 
monio os  trae  sin  causa. 

Si  decís:  "¿Qué  sé  yo  si,  aunque  mi  mujer  parece  bue- 

-^O  na,  no  lo  es?"  Dígoos  yo  que,  si  por  esta  regla  os  habéis 
de  regir,  también  podéis  dudar  si  Fulano  y  Fulana  son 
vuestros  padres.  Cuando  viéredes,  hermano,  suficientes  cau- 
sas para  sospechar  mal,  ponelde  remedio;  y  cuando  no,  en- 
sanchad vuestro   corazón,  y  fiad   vuestros  negocios  de  la 

295  bondad  de  nuestro  Señor,  y  obedeced  a  su  mandamiento: 
que  no  queráis  juzgar  y  no  seréis  juzgado,  y  que  tengáis 
por  bueno  al  que  no  conocéis  por  malo,  y  no  penséis  que, 
porque  vos  por  ventura  habéis  sido  malo,  también  vuestra 
mujer  lo  es,  o,    porque  habéis  conocido   algunas  mujeres 

300  ruines,  penséis  que  todas  lo  son.  Bondad  tiene  Dios  para 
hacer  buenos  y  santos,  si  ellos  se  disponen.  Si  vos  lo  hu- 
biérades  sido  y  tratado  con  buenos,  no  os  fuera  tan  difícil 
creer  que  vuestra  mujer  era  buena,  porque  ordinariamen- 
te por  su  corazón  juzga  al  hombre  el  ajeno. 

305  Esto  que  a  los  maridos  se  dice,  tomaldo  también  las 
mujeres  casadas,  cuyos  corazones,  por  ser  más  estrechos, 
están  más  aparejados  a  dejarse  vencer  de  aquesta  pasión. 
Y  cuando  en  ellas  cae,  es  una  cosa  de  lástima  ver  el  tor- 
mento que  ellas  reciben  y  que  a  su  marido  dan,  como  nos 

310  lo  declara  muy  bien  el  Espíritu  Santo,  diciendo:  La  mujer 
celosa  es  dolor  de  corazón  y  lloro  y  en  ella  hay  azote  de 
lengua  que  a  todos  se  comunica.  Y  así  es  verdad;  que  des- 
honra a  su  marido,  y  a  las  mujeres  que  la  tienen  culpa  y 
que  no  se  la  tienen,  quitando  la  fama  a  buenas  mujeres, 

315  sin  mirar  lo  que  dice,  como  fuera  de  seso  con  la  pasión; 
mas  no  por  eso  dejará  de  pecar  gravemente,  así  por  la 
mucha  pena  que  da  a  su  marido  como  por  las  malas  pala- 
bras que  dice  de  terceras  personas.  Grande  lazo  del  demo- 
nio es  éste,  y  cuanto  es  para  él  ganancioso,  es  perdidoso 


296  Mt.  7,  i. 

312   Cf.  Eccli.  26,  8. 


75-    san  JOSÉ 


1167 


320  para  los  casados;  es  aflicción  de  ellos,  perdición  de  su  sa- 
lud, dolor  de  corazón,  tristeza  continua,  engaño  del  ene- 
migo, y  que  quita  la  paz,  que  es  la  mejor  joya  del  casa- 
miento. Por  lo  cual  con  muy  gran  cuidado  se  deben  guar- 
dar los  casados  de  no  dar  causa  ni  ocasión  para  ello  ni  ad- 

325  mitir  en  su  corazón  semilla  de  la  cual  nacen  frutos  tan  per- 
judiciales para  ánima  y  cuerpo. 

Resuelve  José  dejar    fiémonos  divertido  de  la  historia  de 
a  su  Esposa  estos  santos  casados*  María  y  Josef , 

por  la  necesidad  que  tienen  de  aviso 

330  ios  otros  casados;  plegué  al  Señor  que  les  aproveche.  Torné- 
monos, pues,  al  lugar  de  donde  salimos,  que  es  la  grande 
angustia  que  el  santo  Josef  tenía  de  ver  preñada  a  su  santa 
esposa  sin  haber  él  llegado  a  ella,  y  por  otra  parte  conside- 
rando cómo  podía  caber  tal  maldad  en  vaso  de  bondad  más 

335  que  humano.  Pensaba  unas  veces  lo  que  la  humana  conje- 
tura le  declaraba  por  lo  que  veía,  y  otras  decía  entre  sí: 
"¿Qué  sé  yo  si  Dios  ha  hecho  alguna  obra  milagrosa  de 
las  que  suele,  sobre  toda  humana  razón?  Pues  esta  ben- 
dita mujer  es  dotada  de  tan  excelente  santidad,  y  por  eso 

340  muy  aparejada  para  que  Dios  haga  en  eüa  obras  excelen- 
tes y  maravillosas.  Y  si  esto  es  así,  yo  no  soy  digno  de 
estar  en  su  compañía;  y  si  no  es  así,  yo  no  la  quiero  infa- 
mar con  acusarla  para  que  la  apedreen,  ni  llevarla  al  tem- 
plo para  que  con  el  sacrificio  de  la  ley  se  examinase  la  ver- 

345  dad  de  aqueste  negocio.  Y  el  medio  más  conveniente  que 
en  caso  tan  dudoso  me  conviene  tomar  es  dejarla  e  irme 
secretamente,  porque  nadie  me  pregunte  el  porqué;  y  así 
ni  la  infamaré,  ni  me  pondré  a  peligro  de  morar  con  ella 
si  no  es  buena,  ni  me  atreveré  a  estar  con  ella  si  es  tan 

350  santa,  que  Dios  ha  hecho  en  ella  milagro  de  haber  conce- 
bido sin  ser  de  mí  ni  de  otro  varón." 

Esta  fué  la  resolución  del  santo  Josef,  con  la  cual,  aun- 
que hallaba  camino  para  lo  que  había  de  hacer,  mas  no  se 
mitigaba  por  esta  vía  su  grande  dolor,  porque  el  grande 

355  y  casto  amor  que  a  su  esposa  María  tenía,  infundido  por 
Dios  y  conservado  y  acrecentado  con  la  conversación  santa 
de  ella,  le  tenía  el  corazón  tan  hecho  uno  con  ella,  que  ha- 
berla de  dejar  era  arrancársele  las  entrañas  y  partírsele  el 
corazón;  y  así  andaba  lleno  de  dolor  dentro  de  sí,  y  daba 
360  muestra  de  ello  en  el  gesto  de  fuera;  porque  gran  dolor  o 
gran  placer,  mal  se  pueden  disimular. 

Tribulación  de  la    En  gran  tribulación,    cierto,  puso 
Virgen  Dios  a  este  santo  varón;  mas  no 

era  menor  la  de  la  Virgen  bendita, 
365  la  cual,  como  por  las  señales  que  veía,  entendía  la  turba- 


1168 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


ción  y  causa  de  ella  de  su  santo  esposo,  dolíale  mucho  el 
verlo  penado  como  buena  casada,  y  mucho  más  verse  sos- 
pechada de  cosa  tan  lejos  y  tan  aborrecida  de  su  corazón. 
Llamaba  el  socorro  del  cielo,  suplicaba  al  Señor  que  reme- 

370  diase  tanto  trabajo  y  que,  si  El  era  servido  que  ella  pade- 
ciese aquella  infamia,  estaba  aparejada  para  lo  hacer,  y 
que  no  se  quería  tornar  atrás  de  haberse  ofrecido  por  esclava 
suya  cuando  concibió  por  Espíritu  Santo,  para  servir  en 
este  negocio  y  en  todos,  ahora  fuese  por  buena  fama,  ahora 

375  por  mala,  por  vida  o  por  muerte,  por  hiél  o  por  miel;  que 
ninguna  cosa  tendrá  tan  amada  que  no  la  pusiese  debajo 
de  los  pies  del  Señor,  y  de  muy  buena  gana,  para  que  hi- 
ciese de  ella  su  santo  contentamiento.  "No  tengáis  cuenta, 
Señor — decía  la  Virgen — ,   con  mi  tribulación  o  consola- 

3&0  ción;  mas  lo  que  os  suplico  es  que  no  esté  penado  este  santo 
varón  por  mi  causa;  y  lo  que  sobre  todo  rae  duele,  y  cuyo 
remedio  con  todo  mi  corazón  os  demando,  es  que,  pues  lo 
que  tengo  en  mi  vientre  es  Hijo  verdadero  vuestro,  cuya 
concepción  fué  por  Espíritu  Santo,  y  muy  ajena  de  toda 

385  maldad,  que  no  permitáis  vos  que  cosa  tan  limpia  y  tan 
verdadera  sea  tenida  por  mala  y  fuera  de  ley,  ni  que  el  quo 
es  Hijo  legítimo  vuestro  se  piense  ser  hijo  de  hombre  habido 
de  mala  parte." 

Oraba  la  Virgen,  y  muchas  veces  con  grande  angustia 

390  de  corazón  y  abundancia  grande  de  lágrimas,  y  el  Señor 
callaba  y  dejaba  padecer  a  estas  dos  tan  santas  personas; 
cada  una  de  las  cuales  le  podía  decir  con  mucha  verdad  lo 
que  está  escrito:  Fui  ensalzado  de  ti  y  humillado  y  contur- 
bado; pues  después  de  tales  favores  con  que  los  había  en- 

395  salzado  sobre  todos  los  cielos,  los  ha  dejado  en  tal  humi- 
llación, que  lo  uno  es  tormento  de  lo  otro,  y  siendo  llama- 
do no  responde. 

Calla  María:  El  se-  ¡Mas  quién  fuera  tan  digno  de  po- 
creto  mío  para  mí      der  entrar  en  aquella  pobre  y  san- 

400  ta  casita!  Y  cuando  la  Santísima 

Virgen  estaba  de  rodillas  en  oración  pidiendo  con  lágrimas 
remedio  al  Señor,  se  presentara  delante  de  ella,  hincadas 
las  rodillas,  y,  con  la  reverencia  que  se  debe  a  la  que  es 
verdadera  Madre  de  Dios,  le  dijera:  "Señora  para  siempre 

405  bendita:  el  remedio  que  deseáis,  que  buscáis  y  con  tantas 
lágrimas  pedís  al  Señor,  en  vuestras  manos  está,  y  no  con 
muchas  lágrimas  y  no  con  mucho  trabajo;  pues  con  pocas 
(palabras  que  digáis  al  santo  Josef,  manifestándole  el  mis- 
terio grande  que  Dios  ha  obrado,  dándoos  a  su  Hijo  ver- 

410   dadero  para  que  haya  sido  engendrado  de  vos,  no  por  obra 


394    Cf.  Ps.  87,  16. 


75-    SAN  JOSÉ 


1169 


de  varón,  sino  del  Espíritu  Santo,  él  os  dará  crédito,  por 
opinión  de  santidad  que  de  vos  tiene.  Porque,  como  sea 
esto  verdad  tan  cierta,  Dios  le  dará  gracia  para  creerla, 
y  él  quedará  sin  pena,  y  vos  y  vuestro  Hijo  con  mucha 

15  honra."  Y  aunque  no  se  tuviese  por  muy  cierto  que  el  santo 
Josef  lo  había  de  creer,  era  cosa  muy  conveniente — pues, 
pedido  el  remedio  del  cielo  por  vía  de  milagro,  no  venía — se 
tomase  estotro  humano,  pues  había  conjeturas  que  apro- 
vecharía; y  en  cosas  de  tanto  riesgo,  con  que  quiera  de  es- 

»   peranza,  era  bien  tomar  este  medio. 

Creo  que  respondiera  la  Virgen  a  quien  esto  le  suplica- 
ba lo  que  el  Señor  respondió  a  los  hijos  de  Zebedeo:  No 
sabéis  lo  que  pedís;  sabéis  las  cosas  de  hombres  y  no  las  de 
Dios.  Atribúleme  el  Señor  todo  lo  que  fuere  servido,  que 

25  de  mi  boca  no  saldrá  misterio  tan  alto,  ansí  por  guardar 
el  secreto  del  sacramento  de  tan  alto  Rey  como  por  no  decir 
cosa  de  que  nadie  pueda  tomar  ocasión  de  pensar  que  hay 
en  mí  tal  santidad  para  que  Dios  haga  comigo  cosa  tan  se- 
ñalada, cual  nunca  en  el  mundo  ha  acaecido  ni  acaeciera. 

50  Obra  suya  es;  y  aunque  yo  sea  esclava,  Hijo  suyo  es  el 
que  he  concebido:  no  es  posible  que  El  olvide  cosa  que 
toque  a  su  Hijo  ni  a  mí,  por  ser  esclava  suya.  Y  pues  El 
reveló  a  Santa  Isabel  lo  que  el  ángel  me  había  dicho  en  se- 
creto, y  quién  era  el  que  estaba  encerrado  en  nti  vientre, 

55  y  que  ella  y  el  niño  que  tenía  en  su  vientre  lo  adorasen, 
El  pondrá  remedio  en  este  trabajo  y  declarará  esta  verdad 
al  santo  Josef,  pues  hay  más  necesidad  que  la  sepa  él  que 
no  otros.  Y  aunque  dilate  el  remedio,  es  por  probar  nues- 
tra paciencia  y  confianza,  la  cual  tengo  muy  firme  en  El, 

'0  que,  sin  que  yo  diga  cosa  que  toque  en  mi  alabanza,  El  la 
dará  a  entender  por  la  vía  que  El  sabe;  mas  mi  oficio  será 
callar,  sufrir  y  esperar  en  su  misericordia. 

¡Oh  Virgen  para  siempre  bendita,  cuán  verdaderamen- 
te estáis  enseñada  de  Dios!  ¡Y  con  cuánta  razón  con  vues- 

15  tro  ejemplo  podremos  acusarnos  y  reprehendernos!  Pues 
vos  tenéis  tanto  peso  de  discreción,  humildad  y  temor  del 
Señor,  que  en  tiempo  de  tanta  necesidad  calláis  las  merce- 
des, y  tales  mercedes  de  Dios;  y  nosotros,  como  vasos  pe- 
queños, que  quiera  que  Dios  nos  dé  a  sentir,  luego  nos  hen- 

•0  chirrios  y  rehenchimos,  y  el  espíritu  de  la  liviandad  nos 
hace  bosarlo  por  la  boca,  y  tras  el  parlarlo  viene  el  perder- 
lo por  justo  juicio  de  Dios. 

Y  de  San  Pablo  leemos  que  contó  algunas  mercedes  par- 

411  crédito]  ansí  add. 
438  no  otros]  nosotros 


423  Mi.  20,  22. 
434    Mt.  16,  23. 


426  Cf.  Tob.  12,  7. 
430   Cf.  Le.  r,  3S. 


1170 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


ticulares  que  Dios  le  había  hecho,  mas  concurrían  dos 
455  cosas:  una,  el  estar  tan  ajeno  y  tan  lejos  de  tomar  gloria 
vana,  que  su  gloria  era  ser  deshonrado  y  estimado  por  es- 
coria de  aqueste  mundo;  y  la  otra  era  decir  aquellas  cosas 
porque  la  dotrina  de  Jesucristo  que  predicaba  corría  riesgo 
de  no  ser  creída  si  él  no  contara  cómo  Dios  lo  había  hecho 
460  su  apóstol,  y  otras  particulares  mercedes,  y  el  mucho  tra- 
bajo que  había  pasado,  y  lealtad  que  había  guardado  en  la 
predicación  del  santo  Evangelio,  no  buscando  en  esto  su 
honra,  antes  protestando  muchas  veces  que  lo  decía  for- 
zado para  que  creyesen  su  dotrina  y  glorificasen  a  Dios  y 

465  no  fuesen  engañados  de  falsos  predicadores.  Esto  muy  bien 
hecho  era.  Y  si  vos  me  dais  un  corazón  fundado  en  verda- 
dera humildad,  y  que  tenga  por  azote  que  mucho  le  duela 
el  ser  estimado,  y  tenga  por  deleite  el  ser  despreciado,  y 
concurra  necesidad  de  remediar  el  peligro  ajeno  o  de  pedir 

470  el  consejo  para  que  el  demonio  no  le  engañe,  transfigurán- 
dose en  ángel  de  luz  como  muchas  veces  lo  hace,  en  tal 
caso  bien  hecho  es  el  declarar  las  mercedes  de  Dios  como 
lo  hizo  San  Pablo. 

Mas  qué  tienen  que  ver  con  esto  los  fervores  de  los  que 

475  comienzan  a  servir  a  Dios,  que,  movidos  con  liviandad 
— que  llaman  ellos  deseos  de  aprovechar  a  otros — ,  tienen 
una  comezón  en  la  lengua  por  decir  lo  que  sienten  y  ha- 
cerse predicadores  antes  de  tiempo;  y  para  autorizar  lo 
que  dicen  cuentan  alguna  merced  particular  que  el  Señor 

480  les  ha  hecho,  y  como  tienen  poco  caudal  y  lo  echan  fuera 
de  su  corazón,  quédanse  pobres,  y,  pensando  aprovechar 
a  los  otros,  dáñanse  a  sí  mismos,  y  después  de  la  pérdida 
entienden  su  yerro,  y  no  todas  veces  pueden  cobrar  lo  per- 
dido, y  gimen  porque  no  cumplieron  lo  que  dice  Esaías: 

485  El  secreto  mío  para  mí,  y  por  experiencia  conocen  que  quie- 
re el  Señor,  que  como  la  mujer  casada  debe  guardar  se- 
creto a  su  marido  de  lo  que  pasa  a  solas  con  ella,  así 
quiere  que  el  ánima  le  guarde  secreto  de  las  particulares 
mercedes  que  de  su  mano  recibe,  si  no  fuere  con  las  con- 

490    diciones  ya  dichas. 

Y  aunque  hay  algunas  personas  de  voluntad  tan  sana 
y  tan  sencilla  que,  aunque  cuenten  estas  cosas,  no  sienten 
que  el  Señor  se  enoja  ni  les  quita  las  mercedes  que  en  se- 
creto les  hace,  todavía  la  verdadera  humildad  pide  y  de- 

495  sea  esconder  la  dádiva,  y  enmudece  la  lengua  para  que 
no  diga  cosa  por  la  cual  pueda  el  hombre  ser  en  algo  es- 
timado. Para  entender  esto  así,  nos  debe  bastar  el  ejem- 
plo de  esta  Santísima  Virgen,  que,  como  más  humilde  que 


455  2  Cor.  12,  1-4. 
471  2  Cor.  ii,  14. 
485    Is.  24,  16. 


1171 


todos,  aborrecía  en  gran  manera  que  por  su  boca  saliese 
|0  cosa  por  la  cual  pudiese  ser  estimada.  Y  aunque  se  vió  en 
trance  de  tanto  peligro,  suplicó  al  Señor  que,  pues  es  to- 
dopoderoso, lo  remediase  por  otra, vía  y  no  le  mandase  de- 
cir a  ella  mercedes  tan  particulares  que  de  su  mano  había 
recebido. 

5  Verdad  es  que,  después  de  subido  el  Señor  al  cielo  y 
,  después  de  haber  predicado  los  sagrados  apóstoles  la  ver- 
dad del  misterio  de  la  encarnación  del  Hijo  de  Dios,  de- 
clararon a  todos  que,  aunque  había  consentido  de  haber 
sido  estimado  por  hijo  de  Josef,  no  lo  era  sino  de  sólo  el 

0  Padre  Eterno,  que  en  cuanto  Dios  le  engendró,  y  en  cuan- 
to hombre,  de  la  bendita  Virgen  María,  que  sólo  engendró 
por  Espíritu  Santo.  Entonces,  como  cosa  ya  sabida  y  ma- 
nifiesta, ella  declaró  a  los  apóstoles,  especialmente  al  evan- 
gelista San  Lucas,  muchas  particularidades  de  la  santa  en- 

5  carnación  y  otros  muchos  misterios  que  ella  sabía;  y  aun 
esto  no  lo  osara  ella  decir,  por  su  gran  humildad,  si  no 
fuera  particularmente  mandada  e  inspirada  por  Espíritu 
Santo,  cuya  obediencia  se  debe  preferir  a  la  humildad, 
pues,  en  faltando  ésta,  deja  de  ser  virtud  y  se  torna  so- 

>  berbia. 

Envía  el  Señor  su      y  tornando  al  propósito,  padecía 
socorro.  Múdase  el      San  Josef  y  padecía  la  Santísima 
dolor  en  placer         Virgen;  llamaban  entrambos  a  Dios, 
y  dilataba  el  Señor  el  socorro  para 
5  que  ellos  más  mereciesen  con  la  paciencia  y  nosotros  más 
nos  aprovechásemos  de  tales  ejemplos,  pues  sabía  el  Señor 
que  nos  habíamos  de  ver  en  tribulaciones.  Mas,  ¡oh  Señor, 
y  con  cuánta  razón  debe  tener  paciencia  el  atribulado  que 
invoca  tu  divina  misericordia,  y  debe  esperarla,  aunque 
más  y  más  se  dilate,  pues  que  ni  tienes  corazón  duro  para 
dejar  de  sentir  los  trabajos  de  los  tuyos,  ni  orejas  sordas 
para  dejar  de  oír  sus  gemidos  y  ruegos  muy  grandes!  Muy 
gran  verdad  es  lo  que  de  ti,  Señor,  está  escrito:  Esperen 
en  ti  los  que  conocieron  tu  nombre,  porque  no  has  desam- 

>  parado  a  los  que  te  buscan.  Y  porque  la  tardanza  del  re- 
medio, que  a  muchos  flacos  es  causa  de  desconfianza,  no 
nos  derribe,  mandaste,  Señor,  darnos  aviso  contra  este 
desmayo  tan  perjudicial,  y  mandaste  que  nos  fuese  de  tu 
parte  dicho:  Si  el  Señor  se  tardare,  espéralo;  que  viniendo 

'  vendrá,  y  no  tardará. 

Llamaron  al  Señor  en  su  tribulación  nuestra  Señora  y 
Josef;  y  cuando  estaban  ellos  más  apretados,  envíales  el 


Ps.  9,  xi. 
Haib.  2,  3. 


sermones,  ciclo  santoral 


Señor  su  socorro,  según  su  acostumbrada  misericordia. 
Y  estando  Josef  durmiendo,  aparecióle  un  ángel  de  Dios, 

54o  el  cual  se  cree  piadosamente  ser  San  Gabriel,  pues  era  ne- 
gocio que  tocaba  a  la  encarnación  del  Hijo  de  Dios,  que  a 
él  había  sido  encomendado,  y  dícele  al  santo  Josef:  Josef, 
hijo  de  David,  no  temas  de  tomar  a  María  tu  mujer,  por- 
que lo  que  ha  nacido  en  ella  de  Espíritu  Santo  es;  y  parirá 

550  un  hijo,  y  llamarle  has  por  nombre  Jesús,  porque  El  hará 
salvo  a  su  pueblo  de.  los  pecados  de  ellos.  Esto  le  dijo,  y 
con  tanta  claridad,  que  el  santo  Josef  fué  tan  certificado  de 
aquella  verdad,  que  ninguna  duda  le  quedó,  chica  ni  gran- 
de, ni  más  tinieblas   en  su  corazón;   porque  todo  aquello 

555   huyó  con  el  resplandor  de  la  luz  celestial,  que  mediante 
la  habla  del  ángel  del  Señor  obró  a  su  entendimiento;  como 
hacía  a  los  santos  profetas,  que  les  daba  lumbre  evidente 
de  que  aquello  que  les  decía  era  verdad  y  no  engaño. 
No  es  impedimento  para  esta  certidumbre  acaecer  esto 

560  durmiendo,  pues  ha  dicho  el  mismo  Dios  que  también  apa- 
rece a  sus  profetas  durmiendo  como  velando.  Y  así,  tam- 
bién se  escribe  en  el  libro  de  Job.  Y  así  también  lo  ex- 
?fr:r.:;n:a~DS.  pues  hay  muchas  personas  a  quien  acaece 
acostarse  con  ruines  propósitos  y  estar  en  mala  vida,  y  tan 

565  mala,  que,  a  morirse  durmiendo,  fuera  el  infierno  su  sepol- 
tura;  3'  es  tanta  la  misericordia  de  Dios,  que,  o  por  cosas 
que  ven  entre  sueños,  o  por  palabras  que  les  son  dichas, 
recuerdan  los  ojos  llenos  de  lágrimas  y  el  corazón  todo 
mudado,  con  entrañable  arrepentimiento  de  sus  pecados  y 

570  propósito  de  hacer  penitencia;  y  el  haberla  hecho  y  el  vivir 
bien,  ha  sido  señal  que  fué  de  Dios  lo  que  en  el  sueño  les 
acaeció.  Y  si  con  éstos,  que  con  tan  mala  conciencia  se 
echaron  a  dormir.  Dios  obra  su  misericordia,  dándoles 
tales  avisos,  no  es  mucho  que  creamos  que  hace  sus  mise- 

5T5  ricordias  con  los  que  le  sirven,  declarándoles  entre  sue- 
ños lo  que  les  cumple,  consolándolos  en  sus  trabajos,  avi- 
sándoles de  los  peligros,  y  mil  maneras  de  cosas  que  caben 
en  su  infinita  bondad.  Y  aunque  estas  cosas,  cuando  son 
de  Dios,  traen  una  satisfacción  particular  al  ánima  y  tie- 

580  nen  una  particular  diferencia  de  los  sueños  que  no  son  de 
Dios,  como  la  bienaventurada  Santa  MÓnica  decía  a  su 
hijo  San  Agustín  que  los  sentía:  mas  porqu?  puede  haber 
en  estas  cosas — y  muchas  veces  lo  hay — engaño  del  mal 
ángel,  y  vanidad  de  nuestra  cabeza,  y  obra  de  nuestros  hu- 

585  mores,  o  cosas  de  aquesta  manera,  no  se  debo  de  fiar  la 
tal  persona  de  cosas  de  sueños,  sin  lo  comunicar  con  per- 


561  Cf.  Xmn.  12,  6. 

562  Cf.  Iob  35,  14-15. 

5S2  Sin  Agustín,  Coufcss..  1.  3,  c.  11,  19-20  :  ML  32,  691  s. 


SAN  JOSÉ 


1173 


sona  que  le  pueda  dar  claridad,  pues  aun  en  lo  que  nos 
acaece  velando,  que  tiene  más  certidumbre,  es  peligroso 
el  propio  juicio  y  seguro  el  ajeno. 

590  San  Josef  bienaventurado  no  tuvo  que  consultar  al  hom- 
bre sobre  su  sueño,  pues  fué  tan  clara  la  revelación  y  tan 
llena  de  lumbre,  que  ni  preguntó  si  era  ángel  de  Dios  o 
no,  como  Gedeón:  ni  lo  dejó  de  conocer,  como  los  padres 
de  Sansón;  ni  dudó,  como  Zacarías;  ni  pidió  señal,  como 

595  Gedeón. 

No  dudó,  ni  pudo  dudar,  por  la  grande  evidencia  de  la 
revelación;  mas  recuerda  tan  alegre,  y  más  que  antes  es- 
taba penado,  y  con  corazón  tierno  da  muchas  gracias  a 
Dios  porque  le  había  librado  de  la  huida  que  quería  hacer, 

iOO  y  conócese  por  muy  indigno  de  haberle  Dios  hecho  ayo  de 
su  Hijo  y  esposo  de  la  Madre  de  El:  y  entrañablemente  le 
dolía  de  no  la  haber  conocido  y  del  haber  sospechado,  y, 
pidiendo  de  ello  perdón  a  Dios,  se  fué  a  lo  pedir  a  la  Vir- 
gen. Y  mirándola  ya  con  ojos  alumbrados  por  lumbre  del 

^05  cielo,  parecíale  tan  alta — como  en  la  verdad  lo  es — ,  que 
ni  se  tenía  por  digno  de  estar  delante  de  ella  y  en  una  casa 
con  ella;  y,  arrojado  a  sus  pies,  regaba  la  tierra  con  lá- 
grimas pidiendo  perdón;  y  la  Virgen  se  arrojó  a  los  pies 
de  él,  rogándole  se  levantase  y  esforzase  a  servir  a  Dios 

610    en  el  negocio  que  le  había  encomendado. 

Reventábale  al  santo  Josef  el  corazón  de  ver  tanta  hu- 
mildad, tanta  caridad  y  tanta  virtud  en  aquella  Señora 
que  por  esposa  le  había  sido  dada.  Y  cuando  consideraba 
que  era  madre  de  Dios,  agotábasele  el  juicio,  salía  de  sí 

615  con  admiración  y  el  corazón  no  le  cabía  en  el  cuerpo,  y  la 
ternura  y  lágrimas  no  le  dejaban  hablar,  y  daba  alaban- 
zas a  Dios,  que  lo  ha  tomado  por  marido  de  la  Virgen,  y 
ofrecíasele  por  esclavo.  Y  pues  San  Juan  Bautista,  ence- 
rrado en  el  vientre  de  su  madre,  conoció  y  adoró  al  Hijo 

620  de  Dios  humanado,  que  estaba  escondido  en  el  virginal 
vientre  de  nuestra  Señora,  ¿con  qué  reverencia,  humildad 
y  amor  adoraría  el  santo  Josef  al  bendito  Niño  Jesús, 
siendo  informado  que  estaba  en  el  vientre  de  nuestra  Se- 
ñora" ¡Cuan  rico,  cuán  gozoso  estaba  el  santo  varón  con 

625  verse  diputado  para  servir  a  tal  Hijo  y  tal  Madre!  ¡Y  por 
cuán  indigno  se  tenía  y  cuán  chiquito  se  parecía  para  ser- 
vir a  tales  Señores!  Y  como  tal,  pedía  con  grande  instan- 
cia particular  lumbre,  prudencia  y  diligencia,  y  todas  aque- 
llas virtudes  que,  para  conversar  con  Dios  hecho  hombre 

630  y  con  su  Madre  bendita.  Dios  sabia  que  había  menester. 
En  grande  tribulación  había  estado;  mas  sin  comparación 
fué  mayor  esto  dulce  que  lo  otro  fué  amargo.  Y  aunque 

Cf.  Ind.  6,  17  ss.  ;  1;.  ;  » 
504.   Cf.  Le.  1,  iS. 


1174  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


cada  vez  que  pensaba  en  aquesta  merced  era  su  gozo  y 
agradecimiento  muy  grande,  mas  como  esta  vez  fué  la  pri- 

635  mera  que  tal  nueva  supo,  y  como  vino  sobre  tribulación, 
que  es  salsa  para  que  la  prosperidad  sea  más  sabrosa,  y 
juntábase  a  esto  la  consolación  que  la  Virgen  tenía  de  ver 
consolado  a  su  esposo,  y  las  gracias  tan  agraciadas  y  ale- 
gres que  daba  a  Dios  porque   después  de  tal  tempestad 

640    había  traído  tal  bonanza  en  la  mar  de  sus  corazones. 

Resultaba  de  todo  esto  tanto  gozo  y  admiración  en  el 
corazón  del  santo  Josef,  que  no  sabía  qué  hacer  ni  decir, 
sino  rogar  a  los  ángeles  y  suplicar  a  la  Virgen  su  esposa 
que  diesen  por  El  alabanzas  a  Dios  y  le  alcanzasen  gracia 

645  para  conocer  y  agradecer  tales  mercedes,  que  sobrepuja- 
ban a  su  merecimiento.  Consolábalo  en  este  temor  la  sa- 
cratísima Virgen  María,  ofreciéndole  sus  oraciones  y  per- 
suadiéndole a  que  tuviesen  entrambos  confianza  en  la  mi- 
sericordia de  Dios,  que  pues  por  su  sola  bondad  los  eligió 

650  para  el  servicio  de  su  Hijo,  les  daría  gracia  para  bien  lo 
hacer,  de  manera  que  fuese  El  glorificado  y  amado.  Contó 
el  uno  al  otro  el  dulce  nombre  de  Jesús  que  el  ángel  les 
había  dicho  que  pusiesen  al  Niño  después  de  nacido;  y  fué 
muy  particular  gozo  entre  ellos  de  oír  nombre  tan  exce- 

655  lente  y  consolativo  como  es  Jesús,  que  quiere  decir  Sal~ 
vador,  y,  como  el  ángel  dijo,  Salvador  de  pecados.  Y  así 
creo  que  el  santo  Josef,  por  gozar  del  bien  de  este  nom- 
bre, se  arrojó  en  el  suelo  suplicando  al  Niño  Jesús  le  per- 
donase sus  pecados  y  diese  gracia  para  no  le  ofender.  La 

660  Virgen,  su  esposa,  no  pidió  perdón,  porque  no  pecó;  mas 
conociendo  que,  por  los  méritos  del  Niño  Jesús,  ella  había 
sido  libre  de  todo  pecado,  hízole  reverencia  y  dióle  entra- 
ñables gracias,  como  si  le  hubiera  perdonado  todos  los  pe- 
cados que  ella  hubiera  hecho  si  Dios  no  la  hubiera  guar- 

665  dado.  Este  fin  tienen  los  trabajos  en  que  Dios  pone,  tro- 
cándolos en  doblado  placer;  y  así  se  acaba  el  santo  evan- 
gelio. 

¿Por  qué  despo-  Cum  esset  desponsata  Mater  Iesu,  Ma- 
saida  la  Virgen      rxa>  Ioseph.  El  ser  desposada  la  Virgen, 

670       con  José?  y  para  quedarse  siempre  virgen,  como 

se  quedó,  pone  admiración,  y  da  oca- 
sión de  inquirir  qué  fué  lo  que  en  esto  pretendió  nuestro 
Señor;  pues  sus  obras,  y  especialmente  las  que  obró  con 
su  santísima  Madre,  todas  son  llenas  de  profunda  sabidu- 

675  ría(  aunque  muchas  veces  oculta.  Mas,  aunque  el  mismo 
negocio  por  sí  nos  convida  a  inquirir  las  causas  del  despo- 
sorio de  la  santa  Virgen,  el  convenir  esto  para  rastrear 


656  Cf.  Mt.  i,  21. 
670  Of.  Mt.  1,  18. 


75-     SAN  JOSÉ 


1175 


algunas  de  las  grandes  virtudes  y  mercedes  que  Dios  hizo 
a  este  santo  varón  Josef  nos  obliga,  pues  estamos  en  su 
680  día,  a  hablar  de  las  causas  de  este  santísimo  desposorio, 
porque  de  allí  resultará  el  conocimiento  de  la  grandeza  de 
este  santo  varón,  que  mereció  ser  el  desposado  de  tan  alto 
matrimonio  y  esposo  de  tan  bienaventurada  y  alta  Señora. 

Causas  de  parte  de  la    Muchas  causas  ponen  los  santos 

685   Virgen.  Primera:   su    por  las  cuales  convino  ser  despo- 
buena  fama  sat^a  ^a  sacratísima  Virgen  Ma- 

ría, así  por  lo  que  a  ella  tocaba, 
como  por  lo  que  tocaba  a  su  Hijo  bendito.  Y  también  para 
nuestro  provecho   convino  que  aquella   que  tan  limpia  y 

690  agradable  era  en  los  ojos  de  Dios,  y  que,  estando  en  la 
tierra,  subía  el  olor  de  sus  virtudes  y  santidad  hasta  el 
alteza  del  cielo,  y  como  precioso  bálsamo  henchía  de  olor 
toda  la  corte  del  cielo,  y  deleitaba  al  Rey  que  estaba  en  su 
cama;  ésta,  tan  olorosa  delante  de  Dios  y  sus  ángeles,  no 

695  convenía  que  tuviese  fama  que  oliese  mal  delante  de  los 
hombres,  pues  que  del  buen  nombre,  especialmente  la  bue- 
na mujer,  debía  tener  cuidado,  como  la  Escritura  lo  man- 
da, de  tener  buena  fama;  no  por  medios  vanos  ni  fingimien- 
tos de  hipocresía,  mas  porque  con  la  verdad  de  la  buena 

700  vida  cobre  buena  fama,  como  la  lumbre  que  sale  del  sol. 
Y  esto,  no  porque  con  la  buena  vida  busquemos  el  alaban- 
za de  los  hombres,  porque  sería  gran  vanidad  dejar  de 
obrar  por  el  contentamiento  de  Dios,  y  por  su  eterno  ga- 
lardón, y  abatirnos  a  querer  por  paga  de  nuestras  buenas 

705  obras  el  humo  de  las  alabanzas  humanas,  que  de  tan  poco 
tomo  es  y  tan  poco  dura. 

Nunca  Dios  quiera  que  pierda  el  cristiano  sus  buenos 
trabajos  ni  que  oiga  aquella  justa  sentencia  que  el  Señor 
dará  contra  los  vanagloriosos :  En  verdad  os  digo  que  ya 

710  recibieron  su  galardón.  Muy  hollada  tiene  el  buen  cristia- 
no esta  vanidad;  muy  lejos  está  de  aqueste  engaño;  por- 
que los  ojos  que  miran  a  Dios  y  le  conocen  por  galardón 
de  las  buenas  obras  y  buenos  trabajos,  no  sólo  no  se  ceban 
del  pago  que  puedan  dar  todos  los  hombres,  mas  aun  se 

715  desdeñan  de  pensar  en  ello,  pareciéndoles  que  hacen  in- 
juria al  que  es  galardón  eterno,  si  mirasen  en  cosa  tan 
poca.  Lo  que  les  mueve  a  tener  cuidado  de  su  buena  fama 
es  desear  que  Dios  sea  glorificado,  y  entender,  como  San 
Agustín  dice,  "que,  como  el  cristiano  ha  menester  la  buena 

720  conciencia  para  su  provecho,  ha  menester  la  buena  fama 
para  el  provecho  del  prójimo". 


694    Cf.  Cant.  i,  11.         697    Eccli.  41,  15.        710   Mt.  6,  2. 
721   San  Agustín,  De  bono  viduit.,  c.  22,  27  (ML  40,  448)  :  «No- 
bis  enirn  necessaria  est  vita  nostra,  aliis  fama  nostra». 


1176 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Y  especialmente  conviene  tener  este  cuidado  todo  cris- 
tiano en  lo  que  toca  a  ser  tenido  por  horribre  católico, 
según  se  lee  de  un  santo  viejo  ermitaño,  hombre  de  rnuy 

725  grande  paciencia  en  sufrir  injurias,  y  como  a  tal  le  fueron 
ciertas  personas  a  probar,  y  le  dijeron  que  decían  de  él 
muchas  faltas  y  males;  y  callando  él  a  todo  aquello,  aña- 
dieron los  otros  diciendo:  "También  dicen  de  ti  que  eres 
hereje."  Y  entonces  él,  que  a  todo  había  callado,  a  sólo 

730  esto  respondió  diciendo:  "No  soy."  Y  preguntado  por  qué 
había  callado  a  los  otros  males  y  a  éste  no,  pue¡5  ni  tenia 
unos  ni  otros,  respondió  que  en  las  otras  cosas  puede  el 
hombre  callar  por  ejercicio  de  la  paciencia,  y  que  en  ésta 
no,  por  tocar  tanto  a  la  honra  de  Dios.  Con  lo  cual  con- 

735  cuerda  San  Jerónimo:  "No  quiero  que  en  infamia  de  heje- 
jía  sea  nadie  paciente" ;  quiere  decir  que  no  deje  de  respon- 
der por  su  verdad  y  su  fe  y  probar  que  sea  conocido  por 
cristiano  católico. 

Este  ha  de  ser  el  principal  cuidado  de  varones  y  muje- 

740  res  en  lo  que  toca  a  la  fama,  y  tras  esto  en  lugar  mucho 
cercano  han  de  tener  las  personas  dedicadas  a  Dios  que 
profesan  castidad,  varones  y  mujeres,  y  generalmente 
todas  las  mujeres,  cuidado  muy  particular  de  que  su  fama 
tenga  en  esta   parte  tan  buen  olor,  que   ninguna  mezcla 

145  tenga  de  malo.  Ni  se  excuse  nadie  con  decir:  "No  tengo 
culpa,  no  se  me  da  nada  que  digan  de  mí",  porque,  como 
dicen  los  santos,  esto  muchas  veces  toman  las  mujeres 
ruines  por  ocasión  para  ser  malas;  y  aunque  no  lo  sean, 
en  escandalizar  a  los  prójimos  y  despreciar  la  buena  fama 

750  son  culpables.  Y  como  dice  la  Santa  Escritura:  El  que 
menosprecia  su  fama,  cruel  es.  Y  aunque  nadie  debe  fácil- 
mente creer  las  muchas  cosas  que  se  suelen  decir  de  las 
tales  personas,  pues  muchas  veces  son  testimonios  muy 
falsos,  mas  pocas  veces  acaece  que  aquestas  cosas  se  di- 

755  gan  sin  preceder  alguna  culpa,  o  a  lo  menos  alguna  inad- 
vertencia, en  la  cual  las  tales  personas  no  miran,  y  los 
otros  sí.  Por  lo  cual  conviene  que  haya  tan  grande  cuida- 
do y  recato  en  quitar  conversaciones,  y  en  toda  la  más 
compostura  de  dentro  y  de  fuera,  que,  por  mal  ojo  que 

760  uno  tenga,  no  se  atreva  a  juzgar  mal;  y  si  se  atreviere  a 
lo  decir,  sea  tanto  el  buen  crédito  de  la  otra  persona,  que 
él  no  halle  crédito  para  su  maldad;  según  San  Jerónimo 
cuenta  de  una  doncella  llamada  Asela,  que  "por  sólo  la 
bondad   de  su  vida  mereció   que  en  la   ciudad  de  Roma, 

765    donde  tantas  pompas  hay,  en  la  cual  ser  humilde  es  tenido 


736  San  Jerónimo,  Contra  lo.  Hievosol.,  2  (MI.  23,  373)  :  «Nolo 
in  suspicione  haereseos  queniquam  esse  patientem». 

751   Cf.  Prov.  22,  1  ;  Bocl.  7,  2  ;  Eccli.  41,  15  ;  Prov.  5,  9. 


SAN  JOSK 


1177 


por  miseria,  los  buenos  digan  bien  de  ella  y  los  malos  no 
osen  murmuran  de  ella". 

Y  porque  el  Señor  amaba  muy  particularmente  a  su  sa- 
cratísima Madre,  y  había  determinado  de  nacer  de  ella,  no 

770  quiso  que  anduviese  en  boca  de  hombres  que  tenía  hijo  sin 
tener  marido;  y  quiso  más  que  le  estimasen  a  El  por  hijo 
de  un  hombre  bajo,  siendo  Hijo  del  Eterno  Padre,  que  no 
tocasen  la  fama  de  su  sacratísima  Madre.  Porque,  como 
San  Ambrosio  dice,  "sabe  el  Señor  que  la  fama  de  las  don- 

775  celias  es  muy  delicada";  y  por  eso,  si  no  es  muy  guardada, 
se  puede  con  cualquier  ventecico  y  ocasión  fácilmente  en- 
negrecer y  perder.  Y  en  ninguna  manera  convenía  que 
las  mujeres  descuidadas  en  mirar  por  su  fama  pudiesen 
excusar  y  solapar  su  poco  recato  con  decir:  "No  es  mucho 

780  que  digan  de  mí,  pues  dijeron  de  la  Madre  de  Dios."  Lejos 
vaya  tal  excusa.  No  hallaréis  en  la  Virgen  bendita  som- 
bra para  cobijar  vuestros  yerros. 

Perfetísimo  dechado  de  toda  virtud  y  de  toda  limpieza 
la  ha  hecho  Dios,  y  que  sea  mayor  que  la  de  los  ángeles 

785  la  que  en  su  ánima  tiene;  y  echase  de  sí  su  conversación 
exterior  resplandecientes  rayos  de  tanta  honestidad,  que 
ningún  hombre  otra  cosa  pensase  ni  hablase  de  ella  sino 
mucho  bien  y  alabanzas,  cumpliéndose  en  ella  muy  por  en- 
tero lo  que  le  dijo  el  arcángel  San  Gabriel:  Bendita  eres  tic 

790  entre  todas  las  mujeres.  Porque  no  sólo  fué  bendita  de 
Dios,  mas  bendita  de  los  hombres  y  de  las  mujeres;  porque 
todos  la  estimaban  por  persona  llena  de  santidad,  y  habla- 
ban bien  de  ella,  dando  gloria  a  Dios  por  las  buenas  obras 
que  le  veían  hacer.  Y  así  está  dicho  en  su  persona:  Yo  como 

795  terebinto  extendí  mis  ramas,  y  mis  ramos  son  de  honra 
y  de  gracia;  y  soy  como  Vid  que  he  fructificado  suavidad 
de  olor,  y  mis  flores  son  fruto  de  honra  y  de  honestidad. 
Compárase  esta  Virgen  sagrada  al  terebinto  y  a  la  vid, 
porque  estaba  dentro  de  sí  llena  de  fruto,  y  salían  de  ella 

800  ramos  de  buenos  ejemplos,  dignos  de  honra  y  de  suave 
olor,  y  de  toda  la  honestidad,  hecha  perfectísimo  dechado 
de  toda  limpieza  y  buena  fama,  con  la  cual  se  gocen  las 
buenas  mujeres  que  la  imitaren,  y  sean  reprehendidas,  y 
no  defendidas,  las  descuidadas  en  mirar  por  sí. 

805    Segunda:  porque  Jo-       Mucho  hay  que    admirar  de  la 
sé  fuese  su  guarda        providencia  y  consejo  de  Dios 
en  dar  al  santo  Josef  por  guar- 
da y  amparo  de  la  fama  de  la  sacratísima  Virgen  nuestra 


767  San  Jerónimo,  Ep,  24,  5  :  ML  22,  428. 

775  San  Ambrosio,  Expos.  in  Le,  1.  2,  1  :  ML  15,  1633. 

790  Le.  i,  28. 

797  Eccli.    24,  22-23- 


1178 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


Señora,  pudiendo  El  guardarla  por  otras  muchas  maneras; 

810  mas  mucho  más  hay  que  admirar  de  otra  segunda  causa 
por  la  cual  Dios  se  lo  di  ó  por  e  sipos  o;  conviene  a  saber, 
para  que  fuese  el  santo  Josef  guarda  de  la  mesma  perso- 
na y,  castidad  de  la  sacratísima  Virgen  nuestra  Señora. 
De  guarda  se  dice  que  proveyó  el  Señor  cuando  desde  la 

815  cruz  mandó  a  San  Juan  que  tuviese  cuidado  de  la  bendita 
Virgen  María;  y  en  guarda  fué  dado  el  santo  Josef  a  la 
mesma  Virgen  bendita,  pues  fué  dado  por  marido  suyo. 
¡Quién  no  se  admirará  de  la  alteza  de  tal  consejo!  ¡Enco- 
mendar la  guarda  a  un  hombre,  de  una  cosa  tan  particu- 

820  larmente  metida  en  el  corazón  del  Señor  y  guardada  de 
El!  Si  la  Virgen  bendita  fuera  de  aquellas  de  quien  la  Es- 
critura dice:  En  tu  hija  pon  mucha  guarda,  y  en  otra 
parte  dice  lo  mesmo  de  la  hija  que  es  deshonesta,  parece 
que  fuera  conforme  a  razón  dar  hombre  que  guardase  la 

825  castidad  de  la  mujer  que  estaba  en  peligro.  Mas  si  esta 
Virgen  bendita  no  era  inadvertida,  sino  velaba  sobre  sí 
mucho  mejor  que  Esaías  y  Habacuc,  cuando  cada  uno  de 
ellos  decía:  Yo  estoy  en  vela  sobre  mi;  y  si  el  Señor  guarda 
las  ánimas  de  sus  santos,  como  dice  David,  y  si  el  Señor 

830  dijo  a  Abraham:  Yo  seré  tu  guarda  dondequiera  que  fue- 
res; y  si  tiene  Dios  puestos  sus  ojos  y  corazón  en  esta 
Virgen  bendita  muy  mejor  que  en  el  templo  de  Salomón, 
pues  él  figuraba  a  ella,  y  está  el  Señor  tan  atento  a  guar- 
dar esta  su  casa  y  ciudad,  que  ni  se  duerme  ni  se  descui- 

835  da  un  solo  punto,  porque  la  estima  en  más  que  toda  cria- 
tura en  tierra  y  cielo,  muy  sobrada  parece  la  guarda  del 
hombre  para  quien  es  tan  guardada  de  Dios,  que  con 
mucha  más  razón  se  puede  llamar  Samaría,  que  quiere 
decir  guarda  de  Dios,  pues  está  mejor  guardada  por  la 

840  Providencia  divina,  para  que  ni  le  haga  mal  el  sol  de  día 
ni  la  luna  de  noche,  que  la  provincia  de  Samaría,  que  se 
llama  guarda  de  Dios  por  tener  a  una  parte  la  tierra  de 
Judea  y  a  la  otra  la  de  Galilea,  por  las  cuales  partes  acos- 
tumbraban a  venir  los  enemigos. 

845  Y  con  todo  esto,  y  con  ser  esta  Virgen  bendita  aquella 
cama  del  rey  Salomón,  cercada  de  sesenta  caballeros  fuer- 
tes y  muy  diestros  en  la  guerra  para  que  la  guardasen, 
que  son  la  muchedumbre  de  ángeles  que  Dios  diputó  para 
guarda  de  ella,   especialmente  después  que  el  verdadero 

850  pacífico,  Jesucristo  nuestro  Señor,  se  reclinó  en  ella,  ha- 
ciéndose hombre  en  sus  entrañas,  no  obstante  la  guarda 


Si6  lo.  19,  27.  831  Cf.  Gen.  12,  1  ss. 

822  Cf.  Eodli.  7,  26.    .  832  3  Rear.  9,  3. 

823  Cf.  Eccli.  42,  11.  841  Ps.  120,  6. 

828  Cf.  Is.  22,  9;  Haib.  2,  1.  847  Cf.  Caut.  3,  7-8. 

829  Cf.  Ps.  96,  10. 


75-     SA\  JOSÉ 


1179 


de  Dios  y  de  tantos  ángeles  y  la  que  ella  tenía  sobre  sí, 
le  da  el  Señor  otra  guarda,  que  es  el  santo  Josef.  ¿Quién 
no  se  maravillará  de  la  divina  Providencia,  que  quiere  te- 

855  ner  compañeros  en  lo  que  ella  sola  puede  hacer,  y  quiere 
honrar  a  sus  criaturas  haciendo  medio  a  unas  para  que 
otras  se  lleguen  a  El?  Y  lo  que  es  mucho  de  maravillar  es 
que  ayude  y  guarde  el  menor  al  mayor,  y  el  menos  bueno 
al  más  bueno,  y  que  haya  ovejas  que,  en  la  gracia  y  gloria, 

860   estén  más  altas  que  sus  pastores  y  guardas. 

Mas  a  todo  esto  deseamos  saber  de  vos,  Virgen  bendi- 
tísima, si  estáis  sentida  o  os  tenéis  por  afrentada  de  que, 
siendo  vos  tan  limpísima  y  muy  bastante  para  guardar 
a  los  otros,  os  pongan  guarda  a  vos,  y  guarda  de  ángeles 

865  y  de  hombres,  siendo  vos  más  limpia  que  todos  ellos. 
¡Oh  limpia  sobre  todos  los  limpios  y  humilde  sobre  todos 
los  humildes!  Y  por  eso  más  limpia,  porque  más  humilde. 
Que  no  sois  vos,  Señora,  de  aquellas,  llenas  de  presun- 
ción y  llenas  de  flaqueza,  que  se  tienen  por  tan  castas, 

870  que  se  llaman  agraviadas  si  alguno  les  avisa  o  les  pone 
guarda  en  cosa  que  toque  a  su  honestidad  y  castidad,  de- 
jándolas, como  a  otro  Nabucodonosor,  comer  manjares 
de  bestias,  que  son  deleites  carnales;  y  conocen  las  mise- 
rables, aunque  tarde  y  muy  a  su  costa,  que  ni  la  castidad, 

875  ni  la  fe,  ni  otra  virtud,  se  hereda  de  los  pasados,  ni  se 
puede  alcanzar  ni  conservar  por  las  propias  fuerzas,  si 
aquel  Señor,  de  quien  deciende  toda  dádiva  buena  y  don 
perfeto,  no  la  da  y  no  la  conserva. 

Y  para  que  El  esto  haga  conviene  que  seamos  humil- 

880  des,  pues  a  éstos  da  y  conserva  su  gracia,  y  el  humilde 
ninguna  cosa  confía  de  sí;  y  como  San  Bernardo  dice: 
"La  virgen  que  de  verdad  lo  es,  aun  lo  seguro  teme,  y 
como  persona  que  conoce  su  propia  flaqueza  y  entiende 
que  ha  menester  ajena  ayuda  para  que  Dios  le  dé  la  suya, 

885  no  sólo  no  se  tiene  por  agraviada  de  que  le  avisen  y  guar- 
den, mas  ella  lo  ruega  cuando  no  lo  tiene,  y  lo  agradece 
mucho  cuando  se  lo  dan;  y  aun  con  todo  esto  no  se  asegu- 
ra, temiendo  su  propia  flaqueza,  no  le  haga  perder  la  cas- 
tidad muy  amada." 

890  Y  esto  pretenden  los  santos  concilios  cuando  mandan 
a  los  obispos  que  tengan,  en  el  aposento  donde  duermen, 
varones  religiosos  y  honestos  que  sean  testigos  y  guarda 
de  su  castidad.  Y  así  se  lee  de  San  Luis,  hijo  del  rey  de 
Sicilia,  fraile  menor  y  obispo  de  Tolosa,  que  tenía  siem- 

895  pre  dos  religiosos  consigo  para  este  efeto.  Y  costumbre 
es  de  mujeres  principales  nunca  estar  solas,  si  no  es  con 

8-t,  Cf.  Dan.  4,  30. 
878   Cf.  Iac.  i,  17. 

889   San  Bernardo,  Super  tMissus  est»,  hom.  3,  9:  ML  183,  75. 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


su  propio  marido;  mas  siempre  acompañadas  de  mujeres 
o  mujer  de  madura    edad,  clara  fama  y   antigua  virtud. 

Y  San  Jerónimo  dice  a  Santa  Paula  que  enseñe  a  su  hija 
900   que  nunca  se  aparte  del  lado  de  su  madre,  y  que  tiemble 

de  estar  sola  sin  ella. 

Saludable  consejo,  especialmente  para  todo  varón  re- 
ligioso y  mujer  religiosa,  y  especialmente  doncellas,  nunca 
estar  a  solas  con  hombre,  sino  con  su  confesor,  y  esto  en 

005  el  confesionario.  Y  quien  fiare  tanto  de  sí  que  le  pareciere 
no  haber  menester  guarda  de  otros,  entienda  que,  aunque 
no  haya  caído  de  aquella  virtud,  está  caída  en  la  misera- 
ble soberbia,  en  la  cual,  como  dice  David,  cayeron  todos 
los  que  obran  maldad.  Porque,  según  es  escrito,  antes  del 

910  ensalzamiento  precede  humildad,  y  antes  de  la  caída  pre- 
cede soberbia.  Y  así  entienda  el  hombre  que  aquella  de 
que  se  ensoberbece,  presto  se  lo  quitará  Dios;  y  el  tiempo 
que  lo  tiene  le  aprovechará  muy  poco,  porque  la  soberbia 
o  quita  los  bienes  o  los  hace  poseer  sin  provecho. 

*>15  Miremos  todos  a  la  excelente  humildad  de  la  limpísi- 
ma Virgen  María,  que,  con  tantas  prendas  de  seguridad, 
recibe — y  con  nacimiento  de  gracias — la  guarda  que  el 
Señor  le  dió;  y  entendamos  que,  aunque  el  Señor  tenía 
tan  particular  amor  a  su  benditísima  Madre,  que  bastaba 

920  a  guardarla  sin  guarda  de  ángeles  y  guarda  de  hombres, 
quiso  darle  ángeles  invisibles  y  hombre  visible,  para  que 
en  casa  y  en  caminos  y  en  pueblo  estuviese  acompañada, 
y  muy  en  seguro  su  fama  y  su  castidad.  Y  de  aquí  se  en- 
tienda que,  pues  quiso  dar  guarda  a  su  Madre,  ninguna 

925  mujer  le  agradará  con  presumir  que  ella  sola  se  puede 
guardar;  y  que  le  desagradará  mucho  la  que  no  buscare 
quien  le  avise  y  ayude  a  su  castidad,  y  mucho  más  la  que 
no  agradeciere  y  se  aprovechare  de  la  guarda  que  tiene. 

Y  si  se  agravia  de  tenerla  y  responde  mal  y  la  desprecia, 
930    no  hall  a  remos    nombre  para  declarar    tanto  mal;  mas  el 

juicio  de  Dios  y  el  quitar  su  amparo  dará  a  entender 
lo  que  es. 

Tercera:  por  cumplir  El  querer  Dios  que  su  Madre  ben- 
el  deseo  de  obedien-    dita   fuese  casada   con  hombre, 

935  cia  de  María  habiéndola   tomado    Dios  Padre 

por  limpísima  esposa,  y  haber  de 
guardar  perfeta  virginidad  en  el  casamiento,  fué  tan 
grande  obra  que  nos  habernos  de  maravillar  de  que  obra 
tan  grande  haya  tenido  grandes  y  muchas  causas  y  exce- 

940    lentes  efectos;  y  allende  de  las  que  se  han  dicho,  hay  otra, 


901    San  Jerónimo,  Ep.  ro8,  26  ;  cf.  Ep.  13...  19  :  ML  22,  903.  lias. 

909  Ps.  35,  13. 

911   Cf.  Prov.  16,  18. 


75.     SAN  JOSÉ 


y  no  de  pequeña  consideración.  Ama  el  Señor  a  la  Virgen, 
y  deseamos  dar  contentamiento  a  quien  amamos;  y  casóla 
Dios  por  condecender  a  los  deseos  y  peticiones  de  esta  Vir- 
gen bendita.  Mas  ¿quién  será  tan  atrevido  que  ose  hablar 
5  de  los  deseos  de  aquel  virginal  corazón,  dotado  de  tanta 
profundidad  y  alteza  de  santidad,  que  sólo  Aquel  que  tal 
la  hizo  es  el  solo  que  la  puede  comprehender  ?  Puede  la 
Virgen  decir  con  mucha  razón  que,  asi  como  los  cielos  son 
ensalzados  sobre  la  tierra,  son  los  caminos  de  su  corazón 

0  mu\y  más  altos  que  los  nuestros.  ¿Qué  podremos  alcanzar 
a  decir  de  un  corazón  más  alto  en  santidad  que  los  sera- 
fines, los  que  somos  de  corazones  bajos  y  aficionados  [a]  de- 
seos de  carne,  o  a  humos  de  honra,  o  al  engaño  de  las 
riquezas,  pues  ordinariamente  por  su  corazón  saca  el  hom- 

>  bre  el  ajeno?  No  piense  nadie,  no,  que  los  secretos  de  aquel 
virginal  corazón,  y  el  trato  que  con  Dios  tenía,  sus  deseos 
y  sospiros,  eran  de  tan  poco  tomo,  que  nuestra  pequeñez 
los  puede  alcanzar.  ¿Por  ventura  has  entrado  tú  en  los  te- 
soros de  la  nieve?,  dijo  el  Señor  a  Job  para  humillarle  la 

)  presunción  que  parecía  tener  de  su  sabiduría.  Y  cierto, 
puso  Dios  mayores  tesoros  y  más  escondidos  en  aquel  vir- 
ginal corazón,  más  alto  que  el  cielo,  que  en  la  nieve  que 
se  engendra  debajo  del  cielo.  No  hay  quien  escudriñe  el 
abismo  del  mar,  ni  nosotros  presumamos  de  querer  com- 

P  prehender  cosa  tan  escondida;  mas  por  conjeturas  rastree- 
mos algo  de  lo  que  cumple  a  la  presente  materia. 

Escrito  está  que  el  deseo  de  los  pobres  oye  Dios  y  el 
aparejo  de  su  corazón  oyó  su  oreja.  Y  pobre  se  llama  en 
la  Escritura  el  que  es  humilde,  porque  ninguna  cosa  tiene 

•  en  sí  en  que  se  arrime  ni  en  que  confíe,  y  toda  su  riqueza 
tiene  puesta  en  la  misericordia  de  Dios,  y  su  oficio  es  pe- 
dirle y  ser  mendigo  a  las  puertas  de  su  misericordia.  Y 
como  sea  cosa  cierta  haber  sido  la  Virgen  la  más  humil- 
de de  todas  las  criaturas  puras  que  Dios  crió,  tenía  deseos 

•  muy  grandes,  conforme  a  la  grandeza  de  su  humildad.  No 
desea  cosas  grandes  el  que  desea  la  honra,  ni  el  mandar 
a  otros;  humo  es,  vanidad  es,  y  cosa  que  a  Lucifer  hizo 
de  ángel  demonio:  aborreció  la  obediencia  de  Dios  y  el  hu- 
millarse a  sus  criaturas;  deseó  no  ser  mandado  de  nadie, 

1  y  mandar  él  a  todos;  y  esto  es  ponzoña  tan  poderosa,  que 
lo  derribó  hasta  el  profundo  de  los  infiernos,  donde  es  el 
más  bajo  y  más  malaventurado  que  todos,  el  que  deseó  ser 
más  excelente  que  todos. 

Sabia  la  Virgen  bendita,  como  enseñada  de  Dios,  cuán- 
;   to  desagrada  a  sus  ojos  la  hinchada  soberbia  y  cuánto 
le  agrada  la  sujeción  y  humildad,  no  solamente  humillan- 
do  Cf.  Is.  55.  9.  q6S   Ps.  ro,  17. 
Q59   Iob.  38,  22.                         978    Cf.  Apoc.  12,  7  ss. 


1182 


SERMONKS.    CICLO  SANTORAL 


dose  a  Dios  y  sirviéndolo,  mas  también  sujetándose  a  los 
hombres  por  Dios.  Y  lo  que  su  Hijo  bendito  y  Señor  nues- 
tro predicó  y  hizo  cuando  grande  en  el  mundo,  se  lo  pre- 
990  dicó  a  ella  por  Espíritu  Santo  aun  antes  que  fuese  conce- 
bido de  ella;  y  aquel  espíritu  de  humildad  que  al  Señor 
movió  de  lavar  a  sus  discípulos  los  pies,  que  obra  tanto  en 
los  corazones  de  los  que  le  aman,  que  por  honra  de  El  y 
por  imitar  tal  ejemplo,  como  El  lo  mandó,  aborrecen  de 
995  corazón  los  lugares  más  altos  y  el  mandar  a  otros,  y  tie- 
nen por  una  muy  cumplida  riqueza  y  por  gran  deleite  y 
encumbrada  honra  la  sujeción  y  obediencia,  no  sólo  a  Dios, 
mas  a  todos  los  hombres  corno  dice  San  Pedro;  y  aun 
esto  les  parece  poco,  porque,  mirando  aquella  inestimable 
1000  humildad  con  que  el  Altísimo  se  derribó  a  oficio  de  siervo 
lavando  los  pies  a  personas  tan  bajas,  paréceles  que  el  ba- 
jarse ellos  a  servir  y  obedecer  a  los  hombres  es  poca  baja, 
y  desean  ser  sujetos  aun  a  las  criaturas  menores,  y  con 
todo  cuanto  pueden  abajarse  y  desean,  no  piensa'n  que 
1005  hacen  nada,  en  comparación  de  tan  soberano  ejemplo  de 
humildad  como  el  Señor  Altísimo  dió  a  sus  siervos.  Pues 
si  esta  pequeña  participación  del  espíritu  humilde  de  Cris- 
to, tan  amadores  de  sujeción  y  humildad  hace  a  los  suyos 
donde  El  mora,  ¿qué  pensáis  que  obraría  en  el  santísimo 
1010  corazón  de  la  Virgen,  pues  que  le  fué  dado  en  mayor  abun- 
dancia, y  el  vaso  en  que  se  recibió  fué  más  aparejado  y 
mayor  sin  comparación  que  los  otros? 

Mucho,  Virgen  Santísima,  os  ensalzó  el  Señor,  y  gran 
motivo  fué  para  haceros  mercedes  el  tomaros  por  Madre, 
1015   porque  conforme  a  la  alteza  de  tal  dignidad  había  de  ser 
la  abundancia  de  las  gracias  y  dones,  para  dignamente  re- 
cebirla  y  usar  de  ella.  Y  así  como  nadie  hay  que  tan  cer- 
cana sea  en  la  carne  al  Hijo  de  Dios  como  vos,  pues,  por 
ser  Hijo  y  Madre,  sois  una  carne,  así  no  hay  personas  en 
1020   quien  tan    espiritual  parentesco  y    unión  de  corazones  y 
unidad  de  espíritu  haya  como  entre  vos  y  El.  En  el  cuer- 
po y  en  el  rostro  dicen  ailgunos  que  se  parecía  la  Virgen 
y  su  Hijo  bendito  y  que  pudieran  sacar  al  uno  por  el  otro; 
mas  sin  ninguna  comparación  era  mayor  la  semejanza  en 
1025   los  espíritus,  y  el  uno  era  imagen  del  otro.  El  Señor  era 
toda  la  hermosura  de  la  santidad  junta,  y  cada  uno  de  los 
santos  tiene  parte  de  la  semejanza  de  El,  conforme  a  los 
grados  de  la  santidad  de  cada  uno  que  del  Señor  recibió. 
Mas  la  más  semejable  a  El  la  Virgen  bendita  es,  pues 
1030    como  San  Jerónimo  dice,  "a  los  otros  santos  se  da  la  gra- 


994  lo.  13,  14  ss. 
998    1  Petr.  2,  13. 


75-     SAX  JOSÉ 


1183 


cia  por  partes,  mas  a  la  Virgen  se  derrama  toda  la  pleni- 
tud de  la  gracia  divina". 

Pues  siendo  esto  así,  ¡oh  Virgen  bendita!,  ¿quién 
terná  ojos  para  poder  mirar  en  hito  el  muy  resplandecien- 

1035  te  sol  de  vuestra  humildad,  tan  cercana  a  la  de  vuestro 
Hijo  bendito,  el  cual  dice  que  vino  a  servir  y  no  a  ser  ser- 
vido, y  fué  obediente  a  su  Padre,  y  por  su  amor  se  sujetó 
a  los  hombres,  y  su  principal  cuidado  fué  tener  humildad, 
para  destruir  en  los  hombres  la  soberbia  de  Lucifer,  pues 

1040  su  venida  fué  a  reparar  el  daño  que  por  soberbia  había 
entrado  en  el  mundo?  Y  conforme  a  esta  humildad  y  obras 
humildes,  eran,  Señora,  vuestros  deseos  y  entrañables  pe- 
ticiones a  Dios,  suplicándole  no  os  diese  honras  en  este 
mundo,  no  mandos  ni  riquezas,  sino  sujeción,  obediencia, 

1045  tener  a  quien  reverenciar  y  por  quien  ser  regida  en  la 
tierra. 

¡Quién,  Señora,  fuera  digno  de  estar  escuchando  vues- 
tra ferviente  oración,  llena  de  sospiros  y  lágrimas,  supli- 
cando al  Señor  tal  merced!  Diría  la  Virgen:  "Concédeme, 

1050  Señor,  que  yo  sea  esclava  de  aquella  doncella  que  os  ha 
de  concebir  y  parir  y  quedar  siempre  virgen;  que  en  más 
estimo  ser  su  criada  y  esclava  que  ser  señora  de  todo  el 
mundo.  Y  esta  merced  os  pido,  Señor,  y  os  suplico  me  la 
otorguéis  por  quien  vos  sois.  Y  si  esta  merced  me  negáre- 

1055  des,  ordenad  vos,  Señor,  otros  caminos,  como  yo  viva  en 
sujeción  y  obediencia  y  no  use  de  mi  libertad". 

Señora,  ¿quién  os  enseñó  siendo  moza,  viviendo  en  el 
templo,  cuán  peligrosa  cosa  es  para  todos,  especialmente 
para  las  mujeres,  la  libertad?  ¡Qué  presente  tenéis  en  vues- 

1060  tra  memoria  el  yerro  de  nuestra  madre  Eva,  tan  costoso 
para  todo  el  mundo,  de  que  se  fué  sola  a  pasear  por  el 
huerto  y  de  que,  siendo  razón  que  tomara  consejo  con  su 
marido  y  lo  siguiera,  se  atrevió  a  darle  consejo  a  él  y  a 
rogarle  que  siguiese  la  voluntad  de  ella,  comiendo  de  la 

lM5  manzana  que  ella  a  solas  y  con  mala  libertad  había  comido! 
Y  también  os  acordábades  del  triste  suceso  de  la  salida 
a  pasearse  Dina,  hija  de  Jacob:  el  cual  evitara  si  fuera 
acompañada  de  su  padre  y  hermanos,  y  no  sola  y  confiada 
de  sí.  Estos  y  otros  ejemplos  de  los  daños  que  a  las  muje- 

MD  res  han  venido  por  querer  ser  libres,  y  la  dotrina  del  Espí- 
ritu Santo,  que  enseña  vuestro  corazón,  os  hacía  aborrecer 
esta  peligrosa  libertad  y  amar  de  todo  vuestro  corazón  las 


1032  Pseudo-Jerónimo,  Ep.  9  ad  Paidam  et  Eustochium,  5  (¡BÍL 
30,  127)  :  «Bene  plena,  quia  caeteris  per  partes  praestatur  :  Mariae 
vero  simul  se  tota  infudit  plenitudo  sratiae». 

1037    Mt.  20,  28. 

1065    Cf.  Gen.  3,  1-6. 

1067   Cf.  Gen.  34. 


1184  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


ataduras  de  la  sujeción  y  obediencia,  que  causan  salud  y 
seguridad.  Con  tan  grande  temblor  decíades  al  Señor:  "Pa- 

1075  dre  y  Señor  mío,  pues  me  habéis  hecho  esta  merced,  que 
desde  chiquita  me  recibiesen  en  esta  vuestra  casa  y  tem- 
plo, para  que  yo  viviese  en  obediencia  de  la  perlada,  y  por 
vuestra  gracia  me  habéis  dado  en  el  corazón  tanto  gusto  y 
amor  de  la  sujeción,  que  no  sólo  la  procuro  guardar  con 

1080  mis  mayores,  mas  aun  con  todas  las  que  en  esta  casa  están, 
teniéndome  yo  por  menor  y  esclava  de  todas,  continuad, 
Señor,  esta  misericordia  comigo  y  proveed  cómo,  si  yo  he 
de  salir  de  esta  casa,  tenga  a  quien  obedecer  y  servir,  por- 
que tiemblo  de  pensar  si  tengo  de  vivir  en  mi  libertad,  cosa 

1085   que  yo  tanto  aborrezco". 

¡Oh  confusión  grande  para  nuestra  soberbia,  palabras 
de  tanta  humildad!  ¡Oh  cuan  pocos  hay  que  deseen  lo  que 
la  Virgen  deseaba,  y  por  eso  pocos  piden  lo  que  ella  pide! 
¡Y  pluguiese  a  Dios  no  lo  aborreciesen  cuando  Dios  Íes 

1090  ordena  vida  de  sujeción  y  obediencia,  y  no  procurasen  de 
romper  este  saludable  yugo  y  gozar  de  falsa  libertad,  ver- 
dadera causa  de  su  perdición!  Mujeres  hay  que,  por  no 
tener  a  quien  obedecer  y  respetar,  no  se  quieren  casar. 
Otras  huyen  de  obedecer  a  prelados  y  aun  a  sus  propios 

1095  padres.  Y  el  castigo  justo  de  esta  culpa  es  dejarlos  Dios 
seguir  la  altiveza  de  sus  pensamientos,  y  que  pierdan  I03 
grandes  bienes  que  se  siguen  de  la  sujeción,  y  experimen- 
ten con  miserables  yerros  que  el  bien  del  varón,  y  princi- 
palmente de  la  mujer,  es  no  querer  libertad.  ¡Qué  mejor 

1100  consejo  toma  la  Virgen  en  desear  y  pedir  el  lugar  más 
bajo,  donde  sea  mandada  y  regida!  Y  tal  oración  como 
ésta  no  dejará  de  ser  agradable  a  aquellos  ojos  benditos  de 
Dios,  pues  de  ellos  se  escribe  que  miran  las  cosas  humildes 
en  el  cielo  y  en  la  tierra.  Y  en  otra  parte  está  escrito:  Los 

1105  soberbios  desde  el  principio  no  te  agradaron;  mas  la  oración 
de  los  humildes  y  mansos,  siempre,  Señor,  te  agradó.  Y  así 
no  es  maravilla  que  esta  oración  tan  humilde,  aunque  he- 
cha en  la  tierra,  subiese  al  cielo;  pues  está  escrito:  La  ora- 
ción del  que  se  humilla  penetra  los  cielos.  ¿Cómo  había  de 

1110  negar  Dios  deseos  de  persona  tan  humilde,  y  pedidos  con 
tanto  ahinco?  Esta  es,  pues,  aquella  hierba  suave,  plantada 
en  el  corazón  de  la  Virgen,  que  dió  suavísimo  olor  al  Rey 
celestial  estando  acostado  en  su  cama  donde  El  descan- 
só, que  es  el  humilde  corazón,  como  El  por  Esaías  lo  dijo. 

1115  Concedióle,  pues,  su  petición,  dióle  contentamiento  y  des- 
canso; y  cuando  ordenó  su  divina  Providencia  que  la  Vir- 
gen saliese  de  debajo  de  la  mano  de  la  perlada  que  en  el 

1104  Ps.  112,  6.  1113   Cf.  Can*.  1,  ir. 

1107    ludith  9,  16.  11 14    Cf.  Is.  57,  15. 

11 09   Cf.  Bccli.  35,  8. 


75-     SAN  JOSÉ 


1185 


templo  tenía,  púsola  debajo  de  la  mano  del  santo  Josef, 
para  que  le  obedeciese,  reverenciase  y  respetase  con  mucho 

1120  cuidado;  porque  dárselo  por  marido  es  dárselo  para  que  use 
con  él  de  aquestos  oficios.  La  cabeza  del  varón  es  Jesucris- 
to, y  la  cabeza  de  la  mujer  es  su  varón;  para  que  entienda 
el  varón  que  ha  de  ser  sujeto  a  Jesucristo,  y  entienda  la 
mujer  casada  que  ha  de  ser  sujeta  a  su  marido  en  todas 

1125  las  cosas  que  no  fueren  pecado,  como  es  el  cuerpo  a  la 
cabeza  y  como  es  la  Iglesia  a  Jesucristo;  sin  que  sea  estor- 
bo de  aquesto  ser  el  marido  alto  o  bajo,  porque  no  ha  de 
ser  mirado  con  ojos  de  carne,  que  tienen  más  cuenta  con 
las  cosas  de  carne  que  con  la  verdad,  mas  con  ojos  cristia- 

1130  nos,  que  entienden  en  representar  e)  marido  la  persona  de 
Cristo,  y  que  el  acatarle  o  desacatarle  es  acato  o  desacato 
hecho  al  mismo  Señor. 

Cuarta:  por  humil-    Y  para  que  más  os  admiréis  de  la 
dad:  para  ser  la  es-    alteza  del  divino  consejo  y  cuán 
1135      posa  de  un  car-        Por  otros  caminos  va  la  sabiduría 
•  t  de  Dios  que  la  humana  prudencia, 

pintero  ^a  marj¿0  a  \a  que  tenía  por  Es- 

posa y  la  había  de  tomar  por  Ma- 
dre, no  duque  ni  conde,  ni  rico  ni  rey,  sino  un  carpintero, 
1140  que  tenía  necesidad  para  se  mantener  de  ganarlo  con  la 
azuela  en  la  mano.  ¿Quién  no  se  admirará  hasta  salir  de  sí 
de  cosa  tan  extraña  y  fuera  de  los  quicios  de  la  humana 
razón?  ¿Quién  no  dirá  con  San  Pablo:  ¡Oh  alteza  de  las 
riquezas  de  la  sabiduría  y  ciencia  de  Dios,  cuán  incom- 
1145  prehensibles  son  sus  juicios  y  cuán  sin  rastro  sus  caminos! 
¿Quién  conoció  el  sentido  del  Señor?  ¿Quién  fué  su  conse- 
jero? ¿Quién  le  enseñó?  Todas  las  cosas  salen  de  El,  todas 
son  hechas  por  El,  todas  son  conservadas  por  El. 

¡Señor  para  siempre  bendito,  Dios  cuya  sabiduría  no 
tiene  término!,  ya  que  determinaba  vuestra  voluntad  de 
tener  madre  casada,  ¿por  qué  ordenáis  casamiento  tan  des- 
igual, dando  a  la  que  es  Reina  de  los  ángeles,  y  lo  que  más 
es,  que  es  Madre  vuestra,  no  a  rey  ni  emperador,  sino  a  un 
carpintero?  ¿Tan  amigo  sois  de  humildad  y  pobreza,  no 
sólo  amadas  en  el  corazón,  mas  puestas  por  obras?  ¿Tan 
dulce  sonido  hace  en  vuestras  orejas  y  de  vuestra  Madre 
que  es  llamen  a  vos  hijo  y  a  ella  esposa  de  un  carpintero? 
¿Y  qué  pudiendo,  y  con  toda  facilidad,  vos  y  vuestra  Ma- 
dre sagrada,  oír  otros  títulos  de  grandísima  honra,  abo- 
rrecéis aquéllos  y  escogéis  éstos?  Cosa  nueva  es,  ni  vista 
ni  oída  en  el  mundo;  mas  con  esta  dotrina  y  ejemplo  de 
tanta  humildad,  queréis,  Señor,  dar  a  entender  cuán  en- 


ii22    i  Cor.  ii,  3. 

1148    Cf.  Rom.  11,  33-36. 


t.AvUa  2 


38 


1186 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


gañados  van  los  que  desean  engrandecerse  en  la  tierra,  y 
que  el  abajarse  en  ella  es  camino  verdadero  para  ser  en- 

1165    salzados  en  el  cielo. 

Y  aunque  vos,  Señor,  muchas  veces  predicastes  esto  con 
vuestra  santísima  boca,  quisistes  vos  obrarlo  en  vuestra 
misma  persona  y  de  vuestra  Madre  bendita,  para  dar  a 
entender  que  no  es  dotrina  de  tener  en  poco  lo  que  con 

1170  humildad  tan  extraña  y  puesta  en  obra  nos  encomendáis. 
Mas  ¡ay  del  mundo  por  el  gran  peligro  del  viento  de  la 
soberbia,  que  nos  tiene  tan  ciegos,  que,  aun  con  tales  ejem- 
plos, aman  los  hombres  lo  alto  del  mundo,  como  si  Cristo 
se  lo  hubiera  mandado  y  lo  hubiera  El  buscado,  y  huyen 

1175  con  todas  sus  fuerzas  de  lo  que  El  y  su  Madre  buscaron  y 
amaron,  como  si  en  ello  estuviese  su  mal  y  condenación! 
¿En  qué  pararán,  Señor,  en  qué  pararán  los  que,  despre- 
ciando vuestros  ejemplos,  siguen  los  del  miserable  Lucifer, 
que,  según  dice  Job,  es  rey  sobre  todos  los  hijos  de  la  so- 

1180  berbia,  sino  en  que,  pues  no  caminan  por  donde  caminas- 
tes,  no  vayan  donde  vos  fuistes,  y  pues  les  pareció  bien  se- 
guir al  rey  soberbio,  tengan  parte  en  el  reino  de  eterna 
miseria  y  deshonra,  que,  como  Hieremías  dice,  nunca  será 
puesta  en  olvido? 

1185  ¡Oh  cuánta  razón  tenemos,  cristianos,  de  con  grande 
atención  juntar  nuestros  espirituales  sentidos,  para  consi- 
derar la  alteza  de  Dios  en  aquesta  obra  de  tanta  humildad, 
la  grande  gana  que  tiene  de  que  seamos  humildes  y  la  gran- 
de obligación  en  que  nos  pone,  pues  que  nos  lo  dice  a  costa 

1190  de  Obras!  Confúndanse  todos  los  soberbios  con  aqueste 
ejemplo;  avergüéncense  y  teman  las  mujeres  casadas  de 
cotejarse  en  su  corazón  con  sus  maridos,  pareciéndoles  que 
son  más  altas  y  honradas  que  ellos  y  que  no  las  merecían 
tener  por  mujeres.  Y  si  el  negocio  lbga  a  tanta  desver- 

1195  güenza  que  en  las  palabras  o  en  las  obras  den  a  entender 
la  hinchazón  pestilencial  de  su  corazón,  llórense  como  gen- 
te muy  perdida,  por  verse  tan  lejos  de  la  humildad  de  la 
sagrada  Virgen  María,  que,  olvidada  de  la  grande  ventaja 
que  a  su  marido  llevaba,  le  respeta  y  acata  en  su  corazón, 

1200   le  sirve  y  obedece  con  las  obras  de  fuera. 

¡Oh  qué  engañadas  estáis  las  mujeres  a  quien  esto  toca, 
en  pensar  que  podéis  tener  amistad  con  la  Virgen  casada 
y  humilde,  las  casadas  soberbias!  Y  si  a  la  Virgen  bendita 
parecéis  mal,  ¡ay  de  vosotras!,  porque  en  ninguna  manera 

1205  parecéis  bien  a  Dios.  Ordenanza  de  Dios  fué  aquésta,  para 
demostración  de  la  profunda  humildad  de  la  Virgen  y  para 
justificar  la  condenación  de  las  mujeres  soberbias.  Pues 


1180   lab  41,  25. 
1184   Cf.  Ier.  20,  11. 


75-    san  josí: 


1187 


los  ciclos  y  la  tierra  y  todo  lo  que  en  ellos  está  dirán  a 
voces  que  no  hay  cosa  más  monstruosa  ni  digna  de  mayor 
castigo  que,  humillándose  el  Rey  de  la  majestad,  el  hombre 
y  gusano  se  quede  enhiesto  y  soberbio;  y  que,  acatando  y 
honrando  la  Madre  de  Dios  a  su  esposo  Josef,  como  a  cabe- 
za suya  y  lugarteniente  de  Dios,  se  desdeñe  la  mujer  hor- 
miga de  no  hacer  lo  mismo  con  su  marido.  Excelentísimo 
ejemplo  fué  dado  a  las  mujeres  casadas  en  ser  casada  la 
bendita  Madre  de  Dios,  para  que  como  [fué]  ejemplo  de 
doncellas  que  están  debajo  de  la  mano  de  sus  padres,  y  de 
las  religiosas  que  están  debajo  de  la  mano  de  sus  preladas, 
y  de  las  viudas  que  pierden  marido,  lo  fuese  también  de 
las  mujeres  casadas,  para  que  todo  estado  de  mujeres  tu- 
viese este  espejo  resplandeciente  en  que  se  mirar  y  fuese 
maestra  de  toüas  la  que  es  dada  a  todas  por  Madre,  apren- 
diendo de  ella  lo  que  han  de  hacer  y  alcanzando  por  ella 
gracia  para  lo  cumplir;  de  todos  es  la  Virgen  bendita.  ¡Gra- 
cias a  Aquel  que  nos  la  dió! 

Causas  de  parte  del  Estas  y  otras  muchas  causas  hubo 
Hijo  de  Dios  de  aqueste  bienaventurado  casa- 
miento de  parte  de  la  Virgen  sa- 
grada; las  cuales  dejadas  a  que  el  Espíritu  del  Señor  las 
enseñe,  hablaremos  de  otras  que  de  parte  del  Hijo  de  Dios 
se  pueden  considerar,  no  menos  maravillosas  para  conside- 
rar ni  de  menor  provecho  para  imitar,  antes  en  todo  mayo- 
res, como  el  Señor  es  mayor  que  su  Madre  bendita. 

Primera:  el  buen  Fué,  pues,  la  primera  causa,  de  parte 
nombre  de  Jesús  del  Niño  Jesús,  saber  que  la  divina 
Escritura,  la  cual  tenían  y  leían  los 
letrados  de  la  Ley,  no  da  buenas  nuevas  de  los  hijos  naci- 
dos fuera  del  matrimonio;  fía  poco  de  ellos,  huye  de  dalles 
cosas  que  a  otros  concede  y  tiéneles  una  cierta  ojeriza, 
como  cosa  hecha  en  pecado;  y  como  el  Señor  había  de  pre- 
dicar y  conversar  en  aquel  pueblo,  gente  tan  achacosa  para 
calumniar  su  doctrina,  vida  y  milagros,  ordenó  la  divina  Sa- 
biduría de  no  les  dar  ocasión  ninguna  que  tuviese  aparen- 
cia  para  poner  tacha  en  el  Señor  ni  en  sus  obras,  y  que 
fuese  amparado  de  aquella  infamia  con  la  honra  del  matri- 
monio. Y  pesó  tanto  esto  en  su  acatamiento,  que,  aunque 
pudiera  el  Señor  descubrir  quién  era  su  Padre,  y  sabido, 
ni  su  Madre  incurriera  en  deshonra  por  tener  hijo  sin  ser 
casada,  ni  la  apedrearan  como  a  adúltera,  sino  honráranla 
como  esposa  de  Dios;  mas  el  que  vino  a  pagar  el  pecado  de 

1209  ni  digna]  indigna 
1249    Cf.  Lev.  20,  IO. 


1188 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


soberbia  y  dar  ejemplo  de  humildad  para  el  remedio  de  los 
soberbios,  no  quiso  descubrir  luego  la  alteza  de  su  linaje, 
por  el  cual  tenía  naturaleza  divina,  sino  la  bajeza  de  la  hu- 
medad, llamándose  ordinariamente  hijo  del  hombre;  aunque 
1255  alguna  vez  se  llamaba  Hijo  de  Dios,  no  por  ambición,  sino 
por  gloria  de  Dios,  y  porque  a  la  salvación  de  los  hom- 
bres convenía  que  creyesen  de  El  que  era  hombre  y  que 
era  Dios. 

Segunda:  el  reme-      Fué  la   segunda   causa  no  menos 

1260  ¿jo  de  sus  necesi-  maravillosa  que  ésta;  conviene  a 
dades  saber,  por  tener  quien  supiese  sus 

necesidades  y  le  remediase  en  ellas. 
Pudiera  este  omnipotente  Señor,  ya  que  por  bien  de  los 
hombres  se  hizo  hombre,  cumplir  con  esto  con  tomar  un 

1265  ánima  impasible  y  un  cuerpo  glorioso,  que  ni  en  ella  cupie- 
se tristeza  ni  en  el  cuerpo  dolor  ni  otra  alguna  necesidad. 
Y  no  fuera  esto  contra  razón;  que  era  justo  ser  ajeno  de 
las  penas  que  entraron  por  el  pecado  el  que  no  cometió  pe- 
cado. Mas  ya  que  su  caridad  le  hizo  renunciar  este  su  de- 

1270  recho,  y  no  se  contentó  con  humillarse  hasta  tomar  cuer- 
po, mas  cuerpo  pasible,  mortal,  sujeto  a  hambre,  desnu- 
dez, frío,  cansancio  y  calor,  y  a  las  otras  humanas  necesi- 
dades a  que  los  otros  hombres  son  sujetos,  las  cuales  aun 
sentía  más  que  ellos,  por  ser  más  delicado  que  ellos;  mas 

1275  ya  que  su  amor  le  ponía  este  grave  yugo  de  necesidades 
que  se  pone  sobre  los  hijos  de  Adán,  que  los  aprieta  desde 
el  día  del  nacimiento  de  ellos  hasta  el  día  que  se  les  acaba 
la  vida,  pudiera  el  Señor,  ya  que  quería  servirse  de  sus 
criaturas  para  mantenerse  de  ellas,  mandar  al  ave  que  vi- 

1280  niese  a  ser  su  manjar,  y  al  pan  y  al  agua  y  al  vestido  que 
lo  mantuviesen  y  cobijasen,  y  que  el  mismo  fuego  lo  vinie- 
ra a  calentar,  sirviéndole  estas  y  otras  cosas  inmediata- 
mente como  a  su  verdadero  Señor.  Mas  tampoco  quiso  usar 
de  aqueste  modo  de  señorío,  aunque  muy  justo,  disimulando 

1285  con  la  majestad  por  cumplir  con  la  humildad,  de  la  cual 
había  de  ser  único  maestro  por  palabras  y  obras;  por  lo 
cual  no  quiso  servirse  de  estas  criaturas  para  remedio  de 
sus  necesidades,  sino  que  le  fuesen  dadas  por  mano  de  otras 
criaturas,  como  si  no  tuviera  derecho  sobre  ellos. 

1290  . — Señor,  pues  si  os  determináis  de  recpbir  lo  que  habéis 
menester,  recebildo  de  la  mano  de  los  ángeles,  que  son  muy 
altos,  y  honrados;  porque  el  magnánimo  no  recibe  de  todos, 
sino  de  personas  muy  altas.  — No  será  así,  dice  el  Señor; 
no  me  hice  ángel,  sino  hombre  para  abajarme  más;  de  mano 

1295  de  hombres  y  no  de  ángeles  he  de  recebir  lo  que  he  menes- 
ter. — Pues  sea,  Señor,  de  mano  de  algún  duque  o  conde, 

1278  Eooli.  40,  1-2. 


75-     SAN  JOSÉ 


1189 


o  de  un  rey.  — No,  sino  de  un  hombre  bajo.  — Pues  dalde, 
Señor,  renta  con  que  os  mantenga.  — No,  sino  de  lo  que 
ganare  con  su  oficio  en  mucho  sudor  de  su  cara. 

1300  ¡Oh  humildad!  ¡Oh  pobreza,  cuán  amada  sois  de  este 
Señor,  pues  os  santifica,  tomándoos  en  su  misma  persona, 
para  después  llamar  bienaventurados  a  los  humildes  y  po- 
bres de  es-piritu!  Por  lo  cual  convino  que  la  Virgen  bendita 
fuese  casada,  para  que,  pues  ella  no  podía  a  solas  reme- 

1305  diar  las  necesidades  de  su  Hijo  bendito,  tuviese  esposo  que 
la  ayudase.  Porque  así  como  se  escribe  de  Adán  que  le  dió 
Dios  mujer  para  que  le  ayudase,  así  también  no  convino 
que  la  bendita  Virgen  estuviese  sola  en  este  ministerio, 
sino  que  se  le  diese  varón  que  la  ayudase  y  fuese  semeja- 

1310   ble  a  ella. 

Tercera:  para  en-   No  es  menor  que  éstas  la  tercera 
señarnos  humildad  causa  de  este  casamiento  bendito,  el 
y  obediencia        cua^  quiso  la  divina  ordenación  que 
se  efetuase  para  cumplir  con  los  en- 

1315  cendidos  deseos  del  corazón  del  Señor  cerca  de  la  humildad 
y  obediencia.  El  cual,  sabiendo  que  el  camino  para  ir  al 
cielo  y  agradar  a  los  ojos  de  Dios  había  de  ser  por  medio 
contrario  al  corazón  de  Lucifer,  que  le  perdió  por  sober- 
bia, y  al  de  los  padres  primeros,  que  cayeron  en  desobedien- 

1320  cia,  tuvo  único  cuidado  de  las  dichas  dos  virtudes,  con  las 
cuales  se  casó  sin  jamás  se  apartar  de  ellas.  Y  porque  con- 
venía a  su  grandeza  tener  estas  virtudes  en  grado  muy  alto, 
y  la  necesidad  de  los  hombres  cerca  de  la  falta  de  ellas  ha- 
bía menester  poderoso  ejemplo  que  Ies  sanase  de  enferme- 

1325  dad  tan  arraigada,  no  se  contentó  el  grande  amador  de 
estas  virtudes  de  ejercitarlas  en  humillarse  y  en  obedecer 
a  Dios,  como  dice  San  Pablo,  mas  determinóse  de  humillar- 
se y  obedecer  a  hombres,  para  que  Dios  fuese  glorificado 
en  obra  tan  excelente,  y  los  hombres  se  avergonzasen  de 

1330  quedarse  enhiestos  y  desobedientes,  viendo  al  Altísimo  tan 
humillado  y  tan  obediente. 

De  aquí  nació  lo  que  el  Señor  dijo  en  reprehensión  de 
sus  apóstoles,  que  deseaban  mandar:  El  Hijo  de  la  Virgen 
no  vino  a  ser  servido,  sino  a  servir.  De  aquí  nació  el  estar 

1335  entre  sus  dicípulos  como  quien  sirve  y  hacer  aquella  obra  de 
que  todo  el  cielo  se  admira,  de  lavarles  el  Jueves  Santo  sus 
pies,  en  testimonio  que  su  corazón  entrañablemente  ama- 
ba el  servir  y  aborrecía  la  vanidad  del  mandar  y  ambición 
de  la  honra  y  señorío;  porque  lo  que  desde  la  primera  edad 


1299   Cf.  Gen.  3,  19. 
1303   Cf.  Mt.  5,  3. 
1307   Gen.  2,  18. 


1327    Phil.  2,  8. 

1334  Mt.  20,  28. 

1335  Le.  22,  27. 


1190 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


1340  se  embebe  en  el  hombre,  dura  con  él  en  la  mayor  edad. 
Y  para  que  ninguna  parte  de  la  vida  del  Señor  estuviese 
desacompañada  de  estas  virtudes,  quiso  tener  Madre  a 
quien  se  humillase  y  obedeciese,  guardándole  el  respeto  y 
preeminencias  de  Madre;  y  no  contento  con  esto,  se  abajó 

1345  más,  a  servir,  obedecer  y  honrar  a  un  hombre  por  ayo, 
que  tenía  en  lugar  de  padre,  de  menores  quilates  que  los 
de  la  Virgen  bendita;  para  que  tanto  fuese  más  ilustre  su 
obediencia,  cuanto  la  persona  a  quien  obedecía  fuese  más 
baja,  y  tanto  fuese  ejemplo  más  eficaz  para  convidar  a 

1350  los  hombres  a  ser  obedientes  y  humildes,  y  tanto  fuese  más 
justa  la  condenación  de  quien,  con  mal  consejo,  otro  cami- 
no tomase  más  del  de  su  Cabeza,  Cristo,  y  a  éste  siguiese, 
amase  y  obedeciese;  para  que,  así  seguido  y  obedecido,  le 
diese  aquí  en  este   destierro  gracia  y   después  le  llevase 

1355    consigo  a  su  santa  gloria. 


76      Al  monte  sube  la  Magdalena.  ¡Al  monte,  Se- 
ñora, con  ella! * 

Santa  María  Magdalena,  22  de  julio  de  155 Jf.  Montilla,  en 
el  monasterio  de  Santa  Clara:  En  la  toma  de  velo  de  la 
condesa  de  Feria. 

(M.  fie  Roa,  S.  I.,  "Vi'da  de  doña  Ana  Bon.ce  de  León"  [Córdoíba 
16041,  pip.  151-173.) 

In  caritate  perpetua  dilexi  te;  ideo  atlraxi  te,  tni- 
scrans   (Icr.  31  [3]). 

Exordio  Cosa  es  que  debe  alegrar  mucho  al  cristiano  oír 
hablar  de  Dios  y  de  su  condición,  para  alabar 
5  su  grandeza,  y,  conocida  su  condición,  agradarle.  Uno  a 
quien  Dios  abrió  los  ojos  para  que  lo  conociese,  y  que 
supo  agradar  a  Dios,  deseando  que  todos  lo  conociesen  y 
agradasen,  dijo:  "Los  que  deseáis  conocer  la  condición  de 


*  Hay  copia  manuscrita,  que  depende  de  Roa,  en  la  R.  A.  H., 
Ms.  27-2-37,  ff.  238  r-247  v.  De  este  sermón  escribe  Fr.  Luis  de 
Granaba,  Vida,  3.'a  p.,  c.  4,  §  3,  ff.  60  v-61  r  (Obras,  XIV,  p.  330)  : 
«La  Emperatriz  nuestra  señora,  estando  en  la  ciudad  de  Lisboa,  me 
preguntó  si  conocía  a  esta  señora  monja  [la  condesa  de  Feria]  ;  yo 
respondí  que  sí  y  de  mucho  tiempo.  Entonces  su  Majestad  me  dió 
una  carta  escrita  de  su  mano  para  ella  y  una  preciosísima  reliquia 
del  sagrado  Leño,  ricamente  engastada  y  labrada,  y  puesta  en  un 
grande  rosario  de  cuentas,  mandándome  que  le  enviase  esto,  y  le 
pidiese  que  ella  enviase  a  su  Majestad  alguna  cosa  suya.  Yo  lo  hice 
así,  y  la  señora  monja  me  escribió  que  todo  esto  había  recebido  ; 
mas  la  respuesta  de  lo  que  su  Majestad  pedía  me  parece  que  la 
había  de  poner  en  confusión  ;  porque  excusarse  y  no  obedecer  al 
mandamiento  de  tal  señora  era  cosa  dura  ;  mas  darle  algo  de  lo  que 
se  pedía  como  por  reliquias  de  mujer  santa,  era  peligro  de  vana- 


y6.     SAXTA   MARÍA   MAGDALENA  1191 


Dios:  Miserationes  eius  super  omnia  overa  eius".  Maravi- 

10  lioso  es  Dios  en  todas  sus  obras;  mas,  en  lo  que  toca  a  ter- 
nura de  corazón,  en  lo  que  toca  a  entrañas  de  misericordia, 
en  lo  que  toca  a  amar  a  los  hombres,  esto  es  lo  que  más 
usa.  Porque,  aunque  todo  lo  que  hay  dentro  en  él,  todo  es 
él  en  los  afectos  exteriores,  lo  que  más  usa  es  misericordia. 

15  Cuando  os  diere  gana  de  conocer  su  condición,  pensad  que, 
así  como  un  hombre  hambriento  se  deleita  en  comer,  asi 
se  deleita  Dios  en  amar  a  los  hombres.  Buen  Dios  es:  es 
amor;  conforme  a  esto,  dice  el  tema:  In  caritate,  etc. 

Palabras  son  de  ponderar:  "Días  ha  que  te  quiero  bien; 

20  amor  eterno  te  tengo".  Si  el  amigo  antiguo  es  bueno  y  no 
se  dpbe  trocar  por  el  nuevo,  el  amigo  eterno  ¡cuánto  mejor 
será!  Con  amor  perpetuo  te  amo,  y,  aunqup  el  amor  que 
te  tengo  es  eterno,  porque  [lo]  soy  yo,  enseñételo  en  tiem- 
po en  atraerte  a  mí;  viendo  cuán  mal  te  iría  sin  mí,  tráje- 

25  te  a  mí.  habiendo  misericordia  de  ti.  Bien  dicen  con  la  pre- 
sente festividad.  Si  la  Magdalena  fué  traída  a  Cristo,  fué 
porque  ab  aeterno  la  amó;  y  la  señal  de  que  El  amó  a  uno 
áb  aeterno,  es  amar  el  hombre  a  Dios  en  tiempo. 

Son  grandes  los  misterios  de  hoy.  Sin  el  favor  de  Nues- 

30  tro  Señor  no  sabríamos  hablar  aun  de  las  cosas  mpnores, 
cuanto  más  de  las  mayores.  Roguemos  a  la  Sacratísima 
Virgen  María  ruegue  a  su  Hijo  precioso  y  bendito  nos  dé 
su  Santo  Espíritu,  para  que  hablemos  lo  que  El  quiere  que 
hablemos,  dicentes:  Ave  María. 

35   Un  acto  de  juiC'O.      Con   amor   eterno,   perpetuo,  te 
El  reo,  la  Magdalena      amé,  y  por  eso  te  atraje  a  mí,  ha- 
biendo misericordia  de  ti.  Decla- 
radas las  palabras  dDl  tema,  es  razón  que  entendamos  cómo 
se  efectuó  en  la  Magdalena  el  amor  de  Dios  que  tanto  tiem- 

40  po  le  tuvo;  no  fué  tiempo,  sino  eternidad.  La  historia  del 
Evangelio  nos  lo  cuenta;  no  se  puede  mejor  contar.  His- 
toria es  de  grande  luz,  de  gran  desengaño,  de  gran  con- 
suelo, de  gran  doctrina:  una  cosa  para  oír,  un  acto  de 
juicio,  una  audiencia  formada,  donde  hay  reo,  y  actor, 

45  y  acusación,  y  sentencia.  Una  sentencia  es  de  aquellas  que 
pasaron  en  Salomón,  dadas  con  lumbre  de  Dios.  Entendía 
que  no  podía  bien  juzgar  ni  regir  su  reino  sin  lumbre  de 

gloria.  Mas  en  esta  ¡perplejidad  halló  un  discretísimo  medio  con  que 
quitó  la  srloria  de  sí  y  la  puso  en  su  P.  Avila.  Porque,  en  lusrar  de  lo 
que  su  Majestad  pedía  de  ella,  le  envió  un  excelentísimo  sermón  que 
el  dicho  padre  había  hecho  el  día  de  su  profesión,  treinta  años 
había». 

o    Ps.  144,  9. 

18    1  lo.  4,  8  ;  Ier.  31,  3. 

21    Cf.  Eccli.  9,  14. 

37    Ier.  31,  3. 

41    Le.  7,  36-50. 


1192 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


Dios;  pidió  lumbre,  concediósele;  daba  grandes  sentencias. 
Oíd  una  sentencia  de  nuestro  verdadero  Salomón. 

50  Un  fariseo  convidó  a  comer  a  Jesucristo  nuestro  Señor 
con  ruin  intención:  debía  ser  por  tentarle;  posible  es  que 
no  estuviese  del  todo  mal  con  El,  sino  solamente  dudoso 
de  su  santidad.  "Quiero  convidarlo;  veamos  qué  cosa  ps: 
en  el  comer  lo  veré,  en  el  hablar,  en  los  meneos."  ¡Dios 

55   nos  guarde  de  dobleza  de  corazón! 

Estando  comiendo,  Ecce  mulier,  etc.  He  aquí  el  reo. 
Comían  parece  que  en  alto.  Entra  una  mujer,  dice  el  evan- 
gelista, pecadora  en  la  ciudad.  Si  la  ciudad  se  refiere  a  la 
mujer,  quiere  decir  mujer  ciudadana;  y  si  a  la  pecadora, 

60  quiere  decir  que  hacía  malos  baratos  en  la  ciudad.  En  la 
ciudad  de  Hierusalem  estaba,  y  allí  pasó  este  hecho.  Dí- 
cenme  los  que  lo  han  visto  que  está  en  Hierusalem  la  casa 
donde  Jesucristo  dijo  a  la  Magdalena:  Bemittuntur  tibi  pee- 
cata  tua,  y  que  es  una  de  las  casas  que  visitan. 

®5  He  aquí  una  mujer  pecadora.  — ¿No  tiene  nombre? 
— No.  Quien  no  es  delante  de  Dios,  no  tiene  nombre.  — ¿Por 
qué  no  la  nombráis?  ¿Por  buena  crianza?  — Yo  [os]  ase- 
guro que  cuando  era  María  Magdalena,  o  cuando  haga  al- 
guna obra  buena,  que  entonces  la  nombre.  Cuando  derramó 

70  el  ungüento  sobre  la  cabeza  de  Jesucristo,  ¿no  lo  dice 
claro:  "María  Magdalena  era  la  que  hizo  esto"?  Agora 
que  se  dicen  sus  males,  no  se  diga  su  nombre  Una  mujer 
"pecadora.  Bien  entenderéis  por  quién  digo.  Mujer  pecadora 
en  cosas  de  carne,  se  entiende;  celo  indiscreto  es  decir  otra 

75  cosa.  Piensan  algunos  que  le  hacen  mucha  honra  en  decir 
que  no  fué  mala  más  que  en  ser  galana. 

Entra  en  el  convite;  que  no  es  ella  pequeña  parte  del 
convite.  Entra  por  las  espaldas.  Habíase  el  Señor  asen- 
tado a  comer,  las  espaldas  vueltas  a  la  puerta,  sabiendo 

80  que  había  de  venir.  Y,  como  estaban  en  alto,  pudo,  estando 
en  pie,  lavar  los  pies  de  Jesucristo,  los  cuales  dicen  múñ- 
enos que  traía  descalzos;  aunque  otros  dicen  que  no.  Eran 
tantas  las  lágrimas  que  lloraba  de  sus  ojos,  que  bastaron 
a  lavar  los  pies  que  andaban  descalzos,  del  Señor,  como 

86  David  lavaba  su  cama  también  con  lágrimas.  Los  malos 
placeres  con  abundancia  de  lágrimas  se  deben  purgar. 
Llora  que  llorarás,  llora  tanto,  que  le  lavó  los  pies  al  Se- 
ñor. Quítase  luego  su  tocado  y  limpíaselos  con  los  cabellos 
de  su  cabeza.   No  se  contentó  con  esto.  Después  de  bien 

90  lavados  y  de  bien  enjugados,  comenzó,  con  vergüenza, 
a  dar  mil  besos  en  aquellos  sacratísimos  pies,  que  no  se 
hartaba.  Saca  una  bujeta  de  olores  que  traía  y  derrámala 
sobre  sus  pies.  ¡Qué  iba  del  corazón  de  esta  mujer  al  co- 


48  Cf.  3  Reg.  3,  s  es. 
85  Ps.  6,  7. 


76.     SANTA   MARÍA  MAGDALENA 


1193 


razón  del  fariseo!  Que,  aunque  otra  cosa  no  hubiera  más 
95  que  aquellas  señales  exteriores,  bastaban  [a]  poner  atento 
a  cualquier  hombre.  ¡Qué  corazón  trairía!  ¡Qué  amor! 
¡Qué  dolor!  ¡Qué  vergüenza!  ¡Qué  tamañita  estaría,  que 
no  hallaría  rincón  en  la  tierra  ni  en  el  infierno  donde  me- 
terse! ¡Qué  fe  tan  grande!:  "Perdonada  tengo  de  ir  de  los 
100  pies  de  este  Señor".  ¡Qué  armonía  andaría  allá  dentro, 
pues  tales  muestras  salían  afuera! 

El  acusador:  Simón,  He  aquí  el  reo.  Oíd  agora  la  otra 
el  fariseo  parte  del  juicio:  oíd  al  acusador. 

Ya  habéis  visto  al  reo  confesando 

105  su  pecado:  "Señor,  yo  pequé;  veisme  aquí,  me  presento 
ante  vos;  echadme  adonde  vos  mandáredes,  que  yo  lo  me- 
rezco". ¿No  fuera  razón  ayudarle  a  esta  tal?  Pues  oíd  lo 
que  dice  el  fariseo:  ¡Guárdenos  Dios  de  raza  de  fariseo 
en  nuestro  corazón!  ¿Quién  es  el  fariseo?  Un  hombre  ata- 

U0  viado  de  fuera  con  muncho  rezar,  con  muncho  ayunar,  con 
pagar  bien  sus  diezmos,  con  traer  a  la  Ley,  aquí,  colgando 
de  los  ojos,  con  guardar  las  ceremonias  de  la  Ley;  un 
hombre  que,  si  la  santidad  consiste  en  esto,  [es]  santísimo. 
Pero  mirad  lo  que  tiene  dentro:  ¡Ay  de  vosotros,  fariseos, 

115  dijo  Jesucristo,  que  sois  como  los  sepulcros  emblanquecidos, 
que  por  de  fuera  parecen  hermosos  a  los  hombres  y  dentro 
están  llenos  de  huesos  de  muertos!  Así,  vosotros  de  fuera 
parecéis  a  los  hombres  justos  y  santos,  y  de  dentro  estáis 
llenos  de  rapiñas  y  de  avaricia,  de  engaños  y  dobleces  y 

120  de  malicias;  faltos  de  misericordia,  faltos  de  caridad,  faltos 
de  humildad.  Dice  el  fariseo:  "Hallado  he  lo  que  buscaba. 
Yo  llamaba  a  este  predicador  para  ver  qué  cosa  era.  No 
es  profeta;  no  sabe  nada.  Si  fuera  profeta,  él  supiera  quién 
y  cuál  es  esta  mujer  que  llega  a  él;  Dios  se  lo  revelara;  y 

125  si  ia  conociera,  no  consintiera  que  llegara  a  él.  Moza,  y 
quizá  hermosa,  ¿y  dejarse  tomar  los  pies?  No  lo  sufriera". 

En  entrambas  cosas  miente.  Bien  la  conoce,  y,  con  todo 
eso,  la  consiente  llegar  a  él.  Sucia  fué,  mas  ya  no  lo  quiere 
•    ser.  ¡Qué  va  de  corazón  tuyo,  Señor,  a  corazón  de  fariseo 

130  para  con  los  pecadores!  "No  la  conoce,  dice  el  fariseo; 
como  es  de  otra  tierra.  No  se  lo  han  dicho,  por  eso  la  con- 
siente". — ¿Qué  tiene,  fariseo?  — ¿Qué?  ¡Sucia  para  co- 
rromper el  aire!  — ¿Y  si  os  probase  que  vos  sois  más  su- 
cio? ¡Gente  ciega!  — ¿Cómo,  qué?  ¿De  una  tal  como  ésta 

135  se  había  de  dejar  besar  los  pies?  — -En  verdad  que  es  mayor 
abominación  vuestra  boca.  Sé  que  gargantas  dice  el  profe- 
ta que  hay  como  sepulcros  abiertos,  que  inficionan  el  aire 
y  matan  a  las  ánimas  que  están  cerca.  ¡Por  cuán  poco  sucio 


117  Mf.  23,  17. 
137  Ps.  5,  11. 


1194  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


se  tiene  el  murmurador  y  uno  que  juzga  temerariamente 

140  a  sus  prójimos !  ¡  Y  piensa  él  que,  en  comparación  de  un 
carnai,  es  un  santo!  ¿Dónde  lo  leístes?  Tenéis  una  invidia 
en  vuestro  corazón,  una  malquerencia,  una  falsa  opinión 
de  vuestro  prójimo:  una  cosa  muerta  traéis  en  vuestro 
pecho.  Y,  si  cosa  muerta,  en  verdad  que  huele  mal  a  Dios. 

145  ¿Y  pensáis  vos  que,  porque  no  es  ese  pecado  tan  infame 
delante  de  los  hombres,  no  es  tan  grave  como  el  pecado 
carnal  del  otro?  ¿Sabéis  qué  me  parece?  Que  no  nabéis 
entendido  el  llanto  de  David,  cuando  decía:  A  ti  solo  pequé. 
Hombres  hay  que,  si  el  pecado  que  hicieron  es  infame, 

150  como  un  pecado  de  embriaguez,  un  pecado  carnal,  un  hurto, 
les  duele  tanto,  que  les  dura  el  llanto  toda  la  vida.  Hacéis 
bien  en  eso.  Mas,  si  el  pecado  es  de  murmuración,  si  es  de 
invidia  o  enemistad,  si  anda  royendo  los  huesos  a  sus  pró- 
jimos, no  hay  lágrima,  no  duele  eso.  El  pecado  feo,  si 

155  [^e]  dice,  tiene  gran  vergüenza  para  confesarlo;  esotros 
en  la  plaza  los  dice.  Muy  poco  vale  esa  vergüenza,  y  ese 
dolor,  y  esa  confesión;  porque  no  os  pesa  porque  es  peca- 
do, sino  porque  es  deshonra  para  vos;  porque  quien  dice: 
A  ti  solo  pequé,  ése  llora  con  la  Magdalena.  — ¿Por  qué 

160  lloráis?  ¿Porque  habéis  perdido  la  fama?  ¿Por  el  daño  que 
a  vos  se  os  ha  seguido?  — Lloraba  porque  había  enojado 
a  Dios,  y  porque  le  había  enojado  munchas  veces.  No 
tiene  cuenta  con  qué  pecado  es,  sino  con  que  es  pecadora, 
y  de  esto  le  dura  el  llorar  toda  la  vida,  por  todos:  "Esta 

165  es  una  puñalada  para  mi  corazón".  — Fariseo,  ¿no  fuera 
mejor  dar  gracias  a  Dios,  porque  la  traía  a  sí,  que  des- 
preciar a  ella  por  mala  y  a  Cristo  por  hombre  que  sabe 
poco?  Si  vos  hubiérades  derramado  la  sangre  por  las  almas, 
alegrárades  os  de  su  conversión.  ¿Qué  os  parece  de  esta 

170  mujer?  — 'Cosa  fea,  cosa  sucia;  no  querría  estar  aquí 
porque  está  ella. 

Cristo,  abogado  de  Cuando  le  tocaron  a  Cristo  en  el 
pecadores  y  juez  de  ánima  que  se  convertía  a  El,  en  el 
la  causa  pecados,  luego  habló;  es  abogado 

175  ánima  que  se  avergonzaba  por  sus 

de  los  que  callan;  no  pudiera  estar  sin  hablar;  meterse  ha 
por  lanzas  por  amor  de  las  ánimas;  cuánto  más  hablar. 
Púsose  delante  de  la  justicia  de  Dios  y  dijo:  "Decienda, 
Padre,  vuestra  espada  sobre  mí  y  decienda  vuestra  miseri- 

180  cordia  sobre  los  hombres".  ¡Qué  hartos  quedaron  los  tres 
ángeles  a  que  dió  de  comer  Abraham!  Y  tanto,  que  ben- 
dijeron a  la  mujer  estéril.  Así  también  hartó  y  satisfizo 
Jesucristo  a  la  Justicia  de  Dios.  "Descarga,  Señor,  vues- 


148  Ps.  50,  5. 


76.     SANTA   MARÍA  MAGDALENA 


1195 


tra  justicia  sobre  mí,  porque  descargue  vuestra  misericor- 

185  dia  sobre  aquellos  que  lloran  sus  pecados".  Fué  abofeteado 
y  mesado  y  derramó  la  sangre  por  ellos,  ¿y  había  de  dejar 
de  hablar?  Abogado  es  de  los  pecadores,  por  eso  responde 
por  ellos.  Un  abogado,  dice  San  Juan,  tenemos  en  el  cielo, 
una  lengua  que  habla  por  nosotros. 

190  — Simón  (llamábase  así  el  fariseo),  una  palabra  os  que- 
rría decir.  — Maestro,  decid.  — Un  fenerador — uno  que 
prestaba  dineros — tenía  dos  deudores:  uno  le  debía  quinien- 
tos ducados;  otro,  cincuenta.  Demandados,  dijeron:  — Señor, 
no  podemos  pagar;  echadnos  en  la  cárcel,  y  haced  de  nos- 

195  otros  lo  que  quisiéredes;  que  no  hay  remedio  para  pagar 
lo  que  debemos.  — No  plega  a  Dios,  dijo  él.  Habernos  aún 
de  daros  de  nuestra  hacienda,  no  teniendo  vosotros,  y 
¿echaros  he  en  la  cárcel?  Yo  os  lo  perdono;  andá  con 
Dios.  — Simón,  ¿cuál  de  los  perdonados  querrá  más  al 

200  perdonador?  — Paréceme,  dijo  S'món,  que  aquel  a  quien 
más  se  perdonó;  porque  el  hombre  agradecido,  a  la  medida 
de  las  mercedes  que  recibe  ha  de  corresponder  con  agrade- 
cimiento y  amor.  — Bien  has  dicho. 

He  aquí  el  proceso  sustanciado;  aplica  ahora:  ¿Ves 

205  esta  mujer?  (debía  tener  Simón  los  ojos  acullá  desviados 
de  ella);  "¿Ves  ésta?  Mírala;  vuelve  acá  los  ojos;  mira 
cuán  diferente  es  el  juicio  de  la  Verdad  al  que  tú  tienes. 
¡Esta  es  mejor  que  tú!  (¡Qué  palabra  para  el  que  se  tenía 
por  un  santo  y  a  la  otra  por  un  diablo!)  Mira  en  cuán  po- 

210  quito  tiempo  te  ha  pasado  en  el  servicio  de  Dios.  Munchos 
años  ha  que  rezas,  y  ayunas,  y  guardas  las  ceremonias  de 
la  Ley;  y  en  un  rato  va  esta  mujer  adelante  de  ti  en  el  rei- 
no de  Dios".  ¿No  lo  dijo  él  así?  Las  rameras  y  los  arren- 
dadores— malos  arrendadores  quiere  decir — irán  delante  de 

215  vosotros  en  él  reino  de  los  cielos.  Aquéllos,  sí;  y  vosotros, 
no.  No  entendáis  que  también  éstos  irán,  aunque  atrás, 
sino  que  ellos  no  y  los  otros  sí.  Porque  aquéllos  conocieron 
que  Juan  Baptista  era  enviado  de  Dios;  humilláronse,  bap- 
tizáronse, y  recibieron  perdón  de  Dios  por  la  penitencia 

220  que  hicieron;  mas  los  fariseos  aquellos,  hinchados  y  no 
santos,  menospreciaron  el  consejo  de  Dios.  Aquellos  se  arre- 
pintieron, y  vosotros  no.  "¡Ventaja  te  hace  esta  mujer 
pecadora!" 

"Ven  acá,  santo  seco,  santo  sin  caridad  y  sin  jugo. 
225   Llamásteme  a  comer  (costumbre  era  lavar  los  pies  a  los 
convidados,  y  de  aquí  es  que,  el  Jueves  de  la  Cena,  los 
lavó  Jesucristo  a  sus  dicípulos) ;  tú  no  me  diste  agua  para 
los  pies,  y  esta  mujer  por  quien  yo  abogo,  esta  cuya  causa 

188   Cf.  i  lo.  2,  r. 
215   Mt.  2i,  31. 
227   lo.  13,  2-11. 


1196 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


yo  defiendo  contra  ti,  dende  que  entré  no  ha  dejado  de  lavar 

230  mis  pies,  no  con  agua  del  cántaro  ni  con  agua  rosada,  sino 
con  lágrimas  que  salen  de  su  corazón.  ¿No  suelen  dar  algún 
olor  a  los  que  están  en  la  mesa?  (usábase  también  enton- 
ces) ;  pues  lo  que  tú  no  has  derramado  sobre  mi  cabeza, 
ésta  lo  derramó  sobre  mis  pies.  No  me  diste  beso  en  el  ros- 

235  tro  cuando  entré  (uso  era  también  antiguo) ;  ésta  no  ha 
cesado  de  besar  mis  pies,  y  se  tiene  por  indigna  de  ello. 
Tú  le  haces  a  ella  ventaja  en  rezar,  y  en  ceremonias,  y  en 
munchas  cosas;  y  ella  te  hace  ventaja  en  una  a  ti,  la  cual 
sola  vale  más  que  todas  ellas.  Un  poco  de  oro  vale  más 

240  que  muncho  cobre.  Rezas  muncho,  pero  no  amas  a  Dios, 
no  amas  al  prójimo,'  tienes  el  corazón  seco,  duro,  no  par- 
tido con  misericordia;  no  lloras  con  los  que  lloran;  y  si 
esto  te  falta,  bien  puedes  quebrarte  la  cabeza  rezando  y 
enflaquecerte  ayunando;  que  no  puso  Dios  en  eso  la  santi- 

245  dad  principalmente,  sino  en  el  amor.  Y  porque  ésta  ama 
muncho,  es  muncho  mejor  que  tú". 

La  sentencia  de    Veis  aquí  el  proceso:  el   actor  acusa, 
absolución         e^  Juez  examina  la  causa,  y,  aunque 
halla  culpa,  halla  razón  para  ab^olver- 

250  lo.  " ¡Perdonados  le  son  pecados  munchos!  ¿Piensas  que  no 
la  conozco?  Tú  conoces  lo  pasado;  yo  miro  lo  presente,  y 
por  lo  presente  le  perdono  lo  pasado:  Perdonados  le  son 
munchos  pecados,  porque  amó  muncho". 

¡Gran  doctrina,  que  por  el  amor  se  perdonan  los  peca- 

255  dos!  El  amor  cubre  la  muchedumbre  de  los  pecados.  Porque 
mucho  ama,  mucho  le  suelta;  porque  entiendan  los  hom- 
bres que  no  se  perdonan  los  p°cados  durmiendo,  sin  movi- 
miento de  corazón.  Error  es  de  esos  necios  de  los  lutera- 
nos, a  lo  menos  de  algunos  de  ellos,  que  se  perdonan  los 

260  pecados  sin  movimiento  del  corazón.  Menester  es  movi- 
miento de  amor,  movimiento  de  dolor,  movimiento  de  ver- 
güenza. No  ha  de  nacer  el  hijo  durmiendo  la  madre.  Po- 
deroso es  el  amor,  que  hizo  en  un  momento  que  esta  mujer 
fuese  mejor  que  el  otro. 

265  He  aquí  convencido  el  acusador.  Hablalde  agora,  Señor, 
a  ella;  poned  los  ojos  en  vuestra  oveja:  Réspice  in  me.  et 
miserere  mei,  secundum  iudicium  diligentium  nomen  tuum. 
Miradme,  Señor,  conforme  al  juicio  con  que  miráis  a  los 
que  bien  os  quieren:  a  aquellos  quiere  decir  donde  no 

270  hay  pecado.  En  el  mar  Bermejo  se  ahogaron  los  egipcios, 
y  en  el  corazón  donde  hay  amor  se  ahogan  los  pecados. 
"Perdonados  te  son  tus  pecados;  ni  quede  culpa  ni  pena: 
yo  te  suelto  el  infierno  y  el  purgatorio  y  te  dejo  sin  deuda, 


255    i  Petr.  4.  8- 

267   Ps.  24,  16 ;  118,  132. 


76.     SANTA   MARÍA   MAGDALENA   1197 


para  que  entiendan  los  hombres  cómo  libran  comigo  los 

275  que  vienen  a  mí  arrepentidos  de  sus  pecados".  Fué  tan 
grande  el  puñal  que  tenía  en  el  corazón  atravesado,  que 
quedó  como  si  entonces  la  baptizaran.  De  ley  ordinaria, 
la  culpa  se  perdona,  y  queda  la  pena;  mas  puede  ser  tan 
grande  el  dolor,  que  le  valga  por  jubileo.  "Perdonados  te 

280    son  tus  pecados,  como  si  no  los  hubieras  hecho". 

Comienzan  a  decir  los  que  estaban  a  la  mesa:  ¿Quién 
es  éste,  que  aun  los  pecados  perdona?  ¿Si  se  turbó  la 
Magdalena?  "¿No  me  dejarán  agora  gozar  de  esta  absolu- 
ción?" "No  te  turbes,  le  dijo  Jesucristo;  que  no  conocen 

285  cuán  bueno  es  Dios  y  cuan  amigo  de  perdonar  pecados. 
No  te  desasosiegues.  Vete  en  paz,  sin  que  nadie  te  dé  pena. 
Di  que  yo  soy  el  que  lo  dije  y  el  que  lo  hice.  No  mires  a 
los  juicios  y  murmuraciones  de  los  hombres.  Y  si  quieres 
saber  quién  te  ha  valido,  tu  fe  te  ha  hecho  salva.  Veniste 

290  a  mí  desconfiada  de  ti  y  temblando  de  ti;  arrimástete  a  mi 
y  confiaste  en  mí.  Porque  tus  lágrimas  y  tu  fe  y  tu  amor 
no  vaya  sin  retorno,  vete  en  paz". 

¡Bendito  sea  Dios!  Más  ha  hecho  que  cuando  crió  los 
cielos  y  la  tierra,  este  día,  el  Dios  que  enamoraba  a  Esaías 

295  y  a  quien  él  quería  por  Dios:  Domine,  Deus  meus  es  tu;  et 
exaltabo  te,  et  confitebor  nomini  tuo.  Tengan  los  otros  el 
Dios  que  quisieren;  yo  a  ti  alabaré  para  siempre.  — ¿Qué 
os  mueve?  — Quia  fecisti  mirabilia,  cogitationes  tuas  an- 
tiquas  fideles.   Amen.  Porque  has  hecho   maravillas:  los 

300  pensamientos  tan  antiguos  que  tenías,  los  has  hecho  fieles 
y  verdaderos;  has  hecho  las  promesas.  Amén.  — ¿Paz  has 
hecho?  — Etiam.  - — '¿Las  has  hecho?  — Sí.  — Tus  pensa- 
mientos ab  aeterno  salido  han  verdad:  Quia  posuisti  civita- 
tem  in  tumulum,  urbem  fortium  in  ruinam,  domum  alieno- 

305  rum,  ut  non  sit  civitas  et  in  sempiternum  non  aedificetur. 
Maravillas  hace  Dios,  ¡y  qué  tales!  Has  alborotado  la  ciu- 
dad; has  derribado  la  ciudad  de  los  fuertes  y  la  casa  de 
los  hijos  ajenos,  de  arte  que  nunca  más  se  edifique. 

¿Qué   ciudad  más   profana   hubo   que  la  Magdalena? 

310  ¡Qué  pacífica  estaba  en  sus  pecados!  ¡Qué  sin  temor  de 
Dios!  ¡Qué  sin  vergüenza  de  los  hombres!  Ciudad  muy 
pacífica.  Revuelve  Dios  esta  ciudad;  envía  un  viento  recio, 
y  levántase  el  mar;  échale  un  fuego  de  amor  en  el  corazón, 
un  dolor  y  una  vergüenza  tan  grande,    alborótala  de  tal 

315  manera,  que  no  sufrió  comer  un  bocado,  hasta  que  fué  a 
quien  la  había  alborotado,  que  la  sosegase.  Cuando  hay 
este  alboroto,  víspera  es  de  gran  bien  ¡Qué  de  gente  había 
en  su  casa  fuerte!  ¡Qué  fuerte  es  un  pecado  de  cinco  años! 


296  Cf.  Ts.  25,  1. 
300  Cf.  Is.  21,  1. 
308  Cf.  Is.  25,  2. 


1198 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


¡Qué  fuerte  es  la  mala  costumbre,  cuando  promete  el  hom- 

320  bre  munchas  veces  enmendarse,  y  luego  lo  quebranta!  Casa 
de  fuertes  era,  donde  moraban  aquellos  afectos  tan  fuer- 
tes que  la  llevaban  arrastrando  y  hacían  tan  gran  ricia  en 
ella.  Gente  ajena  era:  un  pecado  de  carne,  un  pensamiento 
de  soberbia,  un  mal  propósito.  Destruyólo   Dios  de  arte 

325  que  nunca  más  se  edifique.  Con  amor  perpetuo  te  amé. 
Después  que  Dios  lo  trujo  a  sí,  nunca  más  pecó  mortal- 
mente;  nunca  más  se  edificó.  ¡Afrenta  para  los  que  esto 
oyen!  Quia  factus  es  fortitudo  pauperum,  fortitudo  egeno 
in  habitatione  sua,  spes  a  turbine,  umbraculum  ab  aestu. 

330  Aprendan  los  que  esto  oyen  a  conocer  a  Dios.  ¿Sabéis 
quién  es  Dios?  Hecho  eres  fortaleza  del  pobre  y  fortaleza 
del  menesteroso  en  su  tribulación,  esperanza  contra  el  tor- 
bellino y  sombra  contra  el  sol:  ése  es  Dios.  Super  hoc 
laudabit  te  populus  fortis,  civitas  gentium  robustarum  te- 

335  nebit  te.  No  es  esta  obra  para  pasar  así  por  ella;  y  si  en 
la  tierra  no  se  sabe  estimar  ni  agradecer  a  Dios,  en  el  cielo 
se  gozan  los  ángeles  por  un  pecador  que  hace  penitencia. 
Aquesa  gente  robusta,  esos  fuertes  caballeros  te  lo  agrade- 
cerán, Señor,  y  te  alabarán,  y  dirán  que  bendito  sea  tal 

340    Dios  y  tal  perdonador. 

La  (Magdalena  se  re-      Toma  la  Magdalena  su  cédula  de 
tira  a  un  monte         perdón   y  vase   con  ella.  ¿Quién 
duda,  sino  que,  pues   tanto  amó 
cuando  la  perdonaron,  después  amaría  muncho  más,  y  que, 

345  creciendo  ella  en  amor,  crecería  Dios  en  dones?  ¡Oh  bien- 
aventurada mujer,  que  así  te  levantó  Dios  del  polvo  y  del 
estiércol,  que,  habiendo  primero  sido  tan  mala,  excedes  a 
munchos  que  no  ofendieron  tanto  a  Dios! 

Dicen  que,  después  que  se  convirtió,  nunca  más  miró 

350  a  hombre  a  la  cara,  sino  fué  a  Jesucristo  con  su  Madre  sa- 
cratísima. Y  después  que  subió  Jesucristo  al  cielo,  pusié- 
ronla en  un  navio  a  ella,  y  a  su  hermana  Marta,  y  a  su 
hermano  Lázaro,  y  al  obispo  Maximino,  sin  remos,  sin 
velas,  para  que  se  anegasen.  Vinieron  a  aportar  a  Marse- 

355  Ha,  ahí,  en  Francia.  Predicó  allí  el  Evangelio,  y  predicá- 
balo con  tanta  gracia,  que  convirtió  toda  la  isla.  Su  her- 
mana, Santa  Marta,  hizo  un  monasterio  de  monjas  y  ence- 
rróse allí  con  ellas  para  servir  a  Dios:  la  primera  que  hizo 
monasterio  de  monjas. 
360  La  Magdalena  fuése  a  un  monte.  — ¿No  estaréis  bien  aquí 
con  vuestra  hermana  en  el  monasterio?  — No  quiero  estar 

341  cédula]  vida 

333  Cf.  Is.  25,  4. 
335  Cf.  Is.  25,  3. 
337    Le.  15,  10. 


76.     SANTA  MARÍA  MAGDALENA 


1199 


ahí,  sino  donde  ni  vea  cosa  ni  oiga,  que  me  estorbe  tantico 
de  pensar  en  aquel  que  ama  mi  ánima.  — Cata  que  convertís 
ánimas  acá,  ¿para  qué  os  vais  al  monte?  — Dejáme,  que 

365  también  abogó  Jesucristo  por  mi  en  eso,  cuando  dijo  que 
escogí  la  mejor  parte.  — Está  allí  un  monte  muy  largo  y 
muy  hermoso,  donde  se  apartó;  y  viniéndola  una  vez  Jesu- 
cristo a  visitar,  le  dijo:  "María,  por  amor  de  ti  hice  yo  este 
monte".  — Créolo.  — ¿No  fuera  mejor  andar  aprovechando 

370  y  predicando  a  los  prójimos?  — Vuestra  conciencia  estará 
segura;  hacéis  provecho.  ¡Cómo  esas  razones  se  tragará  ella! 

¡Al  monte,  señora,  ¿No  os  parece  que  la  ilustrísima  se- 
cón ella!  El  Señor   ñora  condesa  de  Feria  ha  hecho 

375  os  amó  "ab  aeterno"  otro  tanto?  Dicen  algunos  que  para 
qué  se  encierra  en  un  monasterio; 
qué  le  faltaba  acá  fuera  para  servir  a  Dios,  para  qué  era 
la  monjía.  — ¿Sabéis  a  qué  entra  en  el  monasterio?  A  fre- 
gar, si  se  lo  mandaren;  a  barrer,  si  le  pareciere  a  su  prela- 

380  da;  a  cocinar,  si  fuere  menester;  a  abajarse,  a  ser  esclava 
de  las  otras  y  a  besar  la  tierra  que  las  otras  huellan.  — ¿Pues 
tan  alto  es  eso  que  por  ello  se  haga  una  mudanza  tan  gran- 
de? — -¡Espantaros  heis!  Semejante  es  el  reino  de  los  cielos 
al  tesoro  escondido  en  el  campo,  que  quien  lo  halla,  va  y 

385  vende  toda  su  hacienda  y  compra  aquel  campo.  Reino  de 
los  cielos  es  el  amor  de  Dios;  que  quien  a  Dios  ama,  en  el 
cielo  está.  Tesoro  es,  mas  escondido  está.  Si  miráis  la 
tierra  con  que  está  cubierto,  pareceros  ha  cosa  baja;  mas  si 
lo  miráis  a  él  encima,  tesoro  es  tan  rico,  que  por  él  se  de- 

390  ben  dejar  todas  las  cosas.  No  me  creeréis.  Espantaros  heis 
cuánto  agrada  a  Dios  la  humildad  de  dentro  y  de  fuera. 
•Espantaros  heis  cuán  gran  contradicción  hace  el  estado  de 
los  grandes  a  la  humildad  que  Dios  quiere  en  ellos;  que, 
aunque  no  sea  cosa  imposible  a  la  gracia  de  Dios  ser  uno 

395  grande  y  en  su  corazón  pequeño,  al  fin  es  cosa  difícil  y 
peligrosa. 

Veréis  hombres  que  ellos  mismos  buscan  los  peligros 
donde  se  metan,  y  por  otra  parte  temen  donde  no  hay  que 
temer.  ¿Tenéis  un  pueblo?  Queréis  comprar  otro.  ¿No  veis 

400  que,  teniendo  más  gente  que  gobernar,  tenéis  más  peligro? 
¿Tenéis  dineros?  Procuráis  haber  más.  ¿Estáis  en  bajo? 
Buscáis  grados  más  altos.  ¿No  veis,  ¡pobre  de  vos!,  que 
buscáis  el  peligro?  —Pues  Dios  me  ayudará. 

— Díganos,  pues:  "Hermano,  que  ayunéis,  por  vuestra 

405  vida;  que  sufráis  la  mala  condición  de  vuestra  vecina  o  que 
os  metáis  fraile".  — ¡Oh  Señor!,  que  soy  flaco.  — Pues 
¿cómo?  ¿En  esto  no  os  osáis  meter,  y  metéisos  en  honras 


366  Le.  10,  42. 
385  Mt.  13,  44. 


1200 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


y  en  peligros?  ¿Y  decís  que  Dios  os  ayudará?  A  la  mi  fe, 
porque  no  tenéis  en  nada  perder  el  tesoro  del  amor;  que 

410  quien  lo  sabe  estimar,  por  tenerlo  más  seguro,  deja  todas 
las  cosas  y  huye  de  todos  los  peligros.  Ni  quiere  hacienda 
ni  quiere  alteza;  porque  el  cuidado  de  la  hacienda  no  lleve 
el  amor,  y  por  la  cédula  que  tiene  de  Dios:  Quien  se  abaja- 
re, será  ensalzado. 

415  Porque  no  andéis  todos  por  un  camino;  que  ni  todos 
han  de  ser  casados,  ni  todos  clérigos,  ni  todos  frailes,  ni 
todas  monjas.  Porque,  aunque  el  estado  de  la  religión 
sea  mejor,  no  para  todos  es  mejor.  Mejor  es  ser  religioso 
que  casado;  mas  acaece  que  a  uno,  por  su  flaqueza,  no  le 

420  es  mejor.  Mas  cuando  el  estado  es  en  sí  mejor,  y  para  éste 
es  mejor,  misericordia  es  de  Dios  tomar  este  estado;  y  tal 
es  ésta  por  su  misericordia. 

Señora,  si  el  fariseo  dijere  que  para  que  no  curéis  de 
ello:  Vete  en  paz;  goza  de  la  misericordia  de  Dios  con  so- 

425  siego  y  seguridad.  Para  que  no  haya  cosa  que  te  impida, 
para  que  no  haya  seno  en  mi  corazón  donde  no  esté  apo- 
sentado Jesucristo,  para  que  no  vea  ni  oiga  cosa  que  de 
esto  me  estorbe,  piérdase  el  estado  y  piérdanse  las  reve- 
rencias, piérdase  la  alteza  por  esta  bajeza,  las  riquezas 

430  por  esta  pobreza,  el  señorío  por  esta  sujeción;  truéquese 
todo,  con  que  no  more  en  el  corazón  sino  Jesucristo.  Se- 
ñora, costóle  la  vida  a  Jesucristo  eso  que  le  ha  dado,  ¿no 
es  razón  que  se  ponga  en  cobro?  ¡Qué  de  golpes  os  ha 
dado  hasta  traeros  aquí!  ¡Hasta  que  del  todo  seáis  suya 

435    y  podáis  decir:  "¡Ya  no  soy  mía!  ¡Heme  aquí  esclava  de 
Jesucristo  y  de  las  esclavas  de  Jesucristoí"  Haos  humillado 
acá  y  haos  de  ensalzar  allá  si  por  vos  no  queda.  En  bajeza 
os  ha  puesto,  mas  poneros  ha  después  en  otra  mayor  alteza. 
Mas,  hablando  verdad,  esta  bajeza  es  más  alta  que  la 

440  alteza  que  tenía.  Nunca  esta  señora  estuvo  más  honrada, 
ni  más  rica,  ni  más  alta,  que  el  día  de  hoy.  Haga  cuenta 
vuestra  señoría  que  se  va  hoy  al  monte  con  la  Magdalena. 
También  haría  este  monasterio  por  amor  de  ella.  Piense 
que  no  hay  en  el  mundo  más  de  Cristo  y  ella,  porque  nin- 

445  guna  cosa  le  lleve  el  corazón.  La  mujer  casada,  dice  San 
Pablo,  está  repartida:  cuidado  de  agradar  a  Dios  y  cuida- 
do de  agradar  al  marido.  La  doncella  y  la  que  no  es  casada, 
solamente  tiene  cuidado  de  agradar  a  su  Esposo;  una  cosa 
es  con  Cristo. 

450  Estos  son  los  que  agradan  a  Dios.  El  que  dijo  a  su 
padre  y  a  su  madre:  "No  os  conozco";  y  a  sus  hermanos: 
"No  sé  quien  seáis",  y  no  conocieron  a  sus  hijos;  éstos 


414  Mí.  23,  12  ;  he  14,  11  ;  18,  14. 
448   Cf.  1  Cor.  7,  32-34. 


76.     SANTA   MARÍA  MAGDALENA 


1201 


guardaron  su  palabra,  y  pondrán  encienso  el  día  del  enojo. 
Díjose  por  los  hijos  de  Leví.  Cuando  dijo  Moisén:  Si  alguno 

>5  es  de  parte  del  Señor,  llegúese  a  mí.  Juntáronse  con  él 
todos  los  hijos  de  Leví.  Díjoles  Moisén:  Cíñase  cada  uno 
su  espada,  y  pase  por  medio  de  los  reales,  y  matad  cuantos 
encontráredes,  aunque  sean  vuestros  hermanos  y  aunque 
sean  vuestros  padres.  Hiciéronlo  así  porque  habían  adora- 

60  do  el  becerro;  y  díjoles  entonces  Moisén:  Consagrado  habéis 
hoy  vuestras  manos  al  Señor,  cada  una  en  su  hijo  y  en  su 
hermano,  para  que  os  dé  su  bendición. 

Obras  parecen  de  crueldad  delante  de  los  hombres;  mas 
¡oh  qué  ungüento  tan  blando  habéis  derramado  a  sus  pies 

65  con  la  Magdalena!  Ablandado  habéis  a  Dios,  agradado  le 
habéis.  Duela  lo  que  doliere,  dé  donde  diere,  que  llevarse 
tiene  la  cruz  del  Señor  sin  torcer  el  camino.  Ponen  el  arca 
del  Señor  sobre  el  carro  de  las  vacas  paridas,  y,  aunque 
bramaban  los  becerros,  no  se  apartaban  del  camino.  Dé 

70  donde  diere,  que  hacerse  tiene  lo  que  quiere  Dios.  De  estas 
manos  tales,  recibe  Dios  el  encienso  en  el  tiempo  de  su 
furor. 

Al  monte  sube  la  Magdalena.  ¡Al  monte,  señora,  con 
ella!,  que  por  acá  abajo,  a  la  mi  fe,  munchos  peligros  hay. 

75  Sal  de  aquí,  le  dijeron  a  Lot,  y  haráste  salvo.  En  el  monte 
no  estará  cierto  sola,  que  tampoco  lo  estuvo  la  Magdale- 
na. Ciento  y  diez  veces,  por  cuenta,  la  visitó  Jesucristo 
en  aquel  monte. 

Señores,  lo  que  habéis  de  desear  es  que,  donde  fuére- 

80  des,  os  lleve  Dios;  que  vuestra  mudanza  de  estado  sea 
conforme  [a]  su  voluntad;  y  estad  seguros,  confiad  en  El, 
que  El  mira  por  vos,  como  dijo  a  Santa  Caterina  de  Sena: 
"Hija,  estáte  comigo,  piensa  en  mí,  y  no  me  tengas  por  tal 
que  no  entienda  yo  en  tus  negocios". 

85  En  fin,  que  por  la  penitencia  se  olvida  Dios  de  los  peca- 
dos; y  a  una  mujer  perdida  la  engrandeció  tanto,  que  la 
llevaban  los  ángeles  siete  veces  al  día  por  esos  cielos  can- 
tando. Este  es  el  oficio  de  Dios,  hacer  a  los  malos  buenos, 
y  a  los  buenos,  mejores. 

90  El  Señor  os  amó  ab  aeterno,  y  este  amor  eterno  os  lo 
ha  mostrado  en  tiempo.  Salidle  al  camino  con  amor  y  agra- 
decimiento. Tened  siempre  esta  merced  en  el  corazón,  pen- 

;  sando  cuántas  están  allá  fuera  que  quizá  le  sirven  mejor. 
Sabelde  amar  y  contentar,  temiendo  de  vuestra  parte  y 

*>  confiando  de  la  suya  que  os  dará  aquí  su  gracia  y  después 
su  gloria,  ad  quam  nos  perducat.  Amen. 


453  Cf.  Deut.  33,  9-10. 

462  Cf.  Ex.  32,  26-29. 

468  Cf.  1  Reg.  6,  11. 

475  Cf.  Gen.  19,  12  ss. 


1202 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


77  NO  SE  HIZO  SORDO  AL  LLAMAMIENTO  * 

San  Mateo.  21  de  septiembre.  En  un  monasterio  de  monjas 

(Rritish  Museuim,  Ms.  A)dd.  20,  916,  ff.  266  r  -  271  v.) 

Levantóse  Celebra  hoy  nuestra  madre  la  santa  Iglesia 
y  siguióle  la  fiesta  de  un  hom'bre  bueno  que  primero 
fué  malo,  de  un  hombre  santo  y  justo  que 
antes  fué  malo  y  pecador.  Estaba  este  bienaventurado 
5  santo,  este  dichoso  hombre,  metido  y  marañado  en  los 
tráfagos  y  revueltas  de  este  mundo;  andaba  olvidado  de 
lo  que  a  su  ánima  tocaba,  olvidado  del  bien  de  su  ánima 
y  conciencia.  Era  arrendador;  tenia  un  banco,  y  era  natu- 
ral de  Cafarnaúm.  Estaba  allí  junto  a  la  mar,  cobrando  la 

10  renta  de  todo  lo  que  por  la  mar  venía.  Debiera  ser  hombre 
rico;  alcanzaba  mucho  dinero  arrendado.  En  aquel  tiempo 
debiera  de  ser  oficio  que  le  hacían  malos  hombres,  oficio 
de  algo  de  cuenta.  Estando,  pues,  aqueste  buen  hombre 
sentado  junto  a  la  mar,  sus  libros  y  dineros  delante  de  si, 

15  pasó  por  allí  Jesucristo.  Iba  acompañado  de  mucha  gente; 
entre  todos  puso  sus  ojos  en  San  Mateo,  y  di  jóle:  Requere 
me:  Sigúeme.  Levántase  de  su  banco,  dejado  todo  lo  que 
tenía  delante;  deja  los  libros,  deja  las  cuentas  y  deja,  los 
dineros.   Vase   tras  Jesucristo.   ¡Bendígante  los  ángeles, 

20  Señor!  ¿Qué  es  esto  que  vistes,  Señor,  en  este  hombre? 
¿Qué  servicios  había  hecho?  ¿En  qué  os  había  agradado 
para  que  tanto  bien  le  hiciésedes,  estando  apartado  de  vos, 
en  ofensa  y  desgracia  vuestra,  en  tratos  y  revueltas,  en 
oficio  tan  malo  y  peligroso,  que  era    arrendador,  y  aun 

25  quizá  estaba  haciendo  alguna  escriptura  para  el  daño  de 
algún  prójimo?  Llamástesle,  Señor;  mirástesle  y  hecístes- 
le  vuestro  amigo,  vuestro  discípulo,  apóstol  y  evangelista. 

Está  un  hombre  apartado  de  Dios,  hecho  enemigo  suyo, 
envuelto  en  ofensas  y  pecado,  contento  en  su  mala  vida, 

30  descuidado  de  servir  a  Dios,  enlazado  en  contratos  y  re- 
vueltas y  trampas,  engañando  a  sus  prójimos,  jurando  y 
perjurando;  mírale  Dios,  dícele  no  sé  qué  allá  en  el  cora- 
zón, háblale  al  corazón,  despiértanle  del  sueño  en  que  es- 
taba; hace  luz  en  aquella  escuridad,  y,  al  fin,  mereciendo 

35  muchos  males  e  infierno,  hácele  grandes  bienes  y  sácalo  de 
pecados,  y  hácelo  su  amigo,  y  dale  su  gracia,  y  perdónalo, 
y  hácelo  su  hijo  y  heredero  de  su  reino. 

A  todo  esto  llama  la  Sagrada  Escriptura  bendiciones 

9  cobrando]  robando 

*  «Sermón  de  la  fiesta  de  San  Mateo,  de  P.  Avila»  (f.  266  :). 
17   Mt.  9,  9 ;  Me.  2,  14  ;  Le.  5,  27. 


SAM  MATEO  1203 


de  dulzura.  Dice  David:  Praevenisti  eum  in  benedictionibus 

40  dulcedinis.  Prevenistelo,  Señor,  en  bendiciones  de  dulzura. 
Previene  Dios  al  que  no  le  busca;  busca  al  que  de  El  huye, 
llama  al  que  le  ofende,  justificador,  y  levanta  al  caído. 
Mira,  pues,  si  se  llamarán  estas  misericordias  bendiciones 
de  dulzura.  Dice  David:  Praevenisti  eum  in  benedictionibus. 

45  ¿Qué  cosa  más  alegre  y  de  mayor  contentamiento,  que  verse 
un  hombre  que  antes  era  captivo  y  aherrojado  de  sus  pro- 
prias  pasiones,  esclavo  del  demonio,  que  servía  al  mundo 
y  a  la  carne,  libre  de  tan  penosa  y  amarga  servidumbre, 
verse,  a  lo  que  le  parece,  amigo  de  Dios,    con  seguridad 

50  moral  en  su  conciencia,  con  deseos  nuevos,  con  obras  nue- 
vas, tan  sin  merecerlo,  antes  recibió  estas  mercedes  y  mi- 
sericordias del  Señor  en  tiempo  y  sazón  que  merecía  gran- 
des castigos,  en  tiempo  que  mayores  ofensas  hacía,  cuando 
más  apartado  andaba  de  El,  cuando  menos  lo  esperaba, 

55  pues  entonces  hace  Dios  esto?  ¿No  [o]s  parece  que  tiene 
razón  el  profeta  de  llamar  a  estas  cosas  bendiciones  de 
dulcedumbre?  Sábelo  esto  bien  aquel  a  quien  Dios  ha  he- 
cho esta  merced  de  levantarle  de  la  bajeza  y  amargura  de 
los  pecados  y  lo  ha  prevenido  con  estas  bienaventuradas 

60  bendiciones  de  dulcedumbre. 

Puso  Jesucristo  sus  benditos  ojos  en  San  Mateo  y  díjole: 
Sigúeme.  Levantóse  luego  y  siguióle.  No  le  detuvieron  la 
muchedumbre  de  negocios  que  tenía;  no  le  detuvo  la  cobdicia 
de  poner  en  cobro  lo  que  delante  tenía;  todo  lo  dejó  este 

65  bienaventurado  santo;  a  todo  dió  de  mano.  Levantóse  y 
siguióle;  levantóse  y  fuése  tras  Jesucristo.  ¿Ahora  no  mi- 
ráis lo  que  este  bienaventurado  santo  hizo?  Cosa  es,  por 
cierto,  para  espantar.  ¿Qué  vía  San  Mateo  en  Jesucristo, 
que  le  movió  a  hacer  tan  determinadamente  lo  que  hizo: 

7<>  dejar  su  trato,  toda  su  hacienda,  sus  dineros,  y  irse  tras 
un  hombre  al  parecer  pobre  y  bajo,  que  le  podía  [dar] 
nada;  pobre  y  mal  vestido,  que  por  ahí  le  daban  de  comer, 
que  es  un  solo  hombre?  Aquel  a  quien  se  lo  ha  mandado, 

1    dejólo  todo  y  siguióle. 

T5  Mostróle  Dios  una  vez  al  profeta  Hieremías  la  perdi- 
I  ción  del  mundo  y  los  males  que  había  en  él,  y  juntamen- 
|  te  en  esto  mostróle  que  había  de  enviar  Dios  una  Palabra 
[  al  mundo,  por  la  cual  se  habían  de  remediar,  y  muchos 
I  que  estuviesen  presos  por  el  demonio  en  males  y  pecados, 
*>  fuesen  libres.  De  esto  fué  el  profeta  muy  alegre,  viendo 
I  que  los  males  y  pecados  del  mundo  habían  de  ser  reme- 
diados, y  dice:  Perdix  fovet  quae  non  peperit,  facit  divi- 


39  Praevenisti  eum]  Padre  veniste  enim 
73  un]   que  es  que  es  que  es  add. 


40    Ps.  20,  4. 


1204 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


tias,  sed  non  in  iudicio;  in  medio  dierum  [suorum~\  derilin- 
quet  eas.  La  perdiz  cría  y  ceba  lo  que  no  parió;  allega  ri- 
85  quezas  para  sí,  y  no  en  juicio;  en  medio  de  sus  días  las 
dejará.  Dice  que  la  perdiz  que  no  tiene  giievos,  la  que  es 
estéril,  que  no  pare,  va  a  donde  las  otras  perdices  tienen 
sus  huevos  y  pone  sobre  ellos;  quítaselos  a  las  otras  y  sáca- 
los, y   después  de  sacarlos,  como  los  perdigoncitos  oyen 
90  cantar  a  su  madre   natural,  a  la   que   puso  los  huevos, 
desamparan  a  la  que  los  sacó,  que  era  madre  falsa,  y  vanse 
tras  su  madre  verdadera.  Madre  falsa  es  el  demonio,  madre 
engañosa.  Hermano,  Dios  es  tu  padre.  Dios  es  madre.  El 
te  crió,  El  te  parió;  hurtado  te  tiene  el  demonio,  cébate 
95  con  los  engañosos  deleites,  tráete  engañado  con  sus  fal- 
sedades; pero  cuando  suena  la  voz  de  la  verdadera  madre, 
cuando  vino  aquella  Palabra  del  Padre,  el  Verbo  encar- 
nado, oyeron  los  hombres  su  verdadera  madre.  Oyeron  al 
que  los  crió,  oyeron  al  que  los  había  criado,  y  desampara- 
100  ron  al  demonio  y  sus  engaños;  conocieron   la  voz  de  su 
verdadero  Padre;  conociéronle  y  siguiéronle. 

Está  este  buen  hombre  San  Mateo,  como  dicho  tengo, 
en  sus   marañas  y  negocios.    No  había    conocido,  y  aun 
quizá  no  lo  había  visto  en  toda  su  vida,  a  Jesucristo,  ni 
105   le  había  hablado.  En  hablando  que  le  habló,  así  como  le 
miró  y  le  dijo:  Sigúeme;  en  oyendo  que  oyó  esta  palabra, 
conoce  la  voz  de  su  Padre,  conoce  al  que  lo  crió,  y  desam- 
páralo todo,  deja  la  engañosa  madre,  deja  todo  cuanto 
tenía  y  vase  tras  Jesús.  No  se  paró  a  mirar  qué  dirían  de  él. 
UO   Claro  está  que  los  que  lo  viesen  que  dirían  que  era  loco, 
hombre  que  dejaba    su  hacienda,    sus  negocios,    por  un 
hombre  tan  pobre  y  que  tan  poco  bien  le  podía  hacer.  Todo 
lo  tuvo  en  poco  por  seguir  al  que  lo  llamó,  por  seguir  la 
voz  de  su  Rey  [y]  Pastor.  Cuantas  más  cosas  le  decían, 
115  respondía:  "Ego  non  sum  turbatus,  te  Pastorem  sequens; 
et  diem  hominis  non  desideravi,  tu  seis:  No  me  turbé  yo 
por  miedo  de  lo  que  me  dijesen  por  seguirte  a  ti;  día  de 
hombre  no  deseé    Tú,  Señor,  lo  sabes.    No  me  turbaron 
las  palabras  de  los  que  de  mí  murmuraban,    de  los  que 
320  mal  sentían  y  decían  de  mí  y  de  los  que  me  contradecían; 
porque  seguía  yo  a  ti,  Pastor  bueno,  Pastor  amoroso.  Ni, 
después  que  te  seguí,  deseé  cosas  de  este  mundo;  no  busqué 
favores  de  hombre,  ni  riquezas  que  los    hombres  suelen 
desear,  ni  otra  cosa  que,  según  hombre,  pudiera  procurar- 
ías  me  y  desear.  Tú,  Señor,  lo  sabes  que  digo  verdad,  cuán 

82  Perdix  fovet]  Perdidi  foued  ||  87  paren  ||  89  después]  y  sácalos  y  des- 
pués add.   ||  98  oyeron^  oirán 
117  miedo]  mando 


86  Gf.  Ier.  i7>  n. 
n8   Ier.  17,  16. 


77-     SAN  MATEO 


1205 


de  buena  gana  lo  dejé  todo  lo  que  tenía  y  todo  lo  que  pu- 
diera tener  por  seguirte  a  ti,  Señor  mío,  Pastor  mío, 
Bien  mío". 

¿Por  qué  vuestro      Muy  alegre  San  Mateo  de  su  llama- 

130   Maestro  come  con      miento  y  de  haber   dejado  todo  lo 
los  pecadores  y      (lue  tenía  Por  Jesucristo,   con  amor 
vT/  grande  que  le  tenía,  díjole  que  tu- 

publicanos.  viese  por  bien  de  irse  a  comer  con 

él.  Que  ésta  es  señal  que  vuestro  11a- 

135  mamiento  es  de  Dios,  si  luego  comenzáis  a  obrar  lo  que 
sentís  en  el  corazón:  si  repartís  vuestros  bienes,  si  gastáis 
y  distribuís  los  bienes  que  el  Señor  os  ha  dado  en  cosas 
de  su  servicio.  Acpptó  nuestro  Señor  el  convite;  vió  la 
buena  voluntad  con  que  aquel  buen  hombre  lo  convidaba 

140  y  fué  a  su  casa.  Sentóse  el  Señor  a  comer,  como  así.  y 
luego,  junto  con  El,  sus  discípulos;  pocos  eran,  porque 
aun  estonces  no  había  tomado  a  los  doce.  Y  sentáronse  con 
ellos — que  debiera  de  ser  la  mesa  grande — muchos  públi- 
cos arrendadores,  que  había  convidado  San  Mateo.  Quiso 

145  San  Mateo  aprovechar  a  los  que  en  algún  tiempo  había 
aprovechado  él  con  su  mal  ejemplo,  con  sus  malas  pala- 
bras e  consejos.  Ansí  han  de  hacer  la  penitencia  los  que 
en  algún  tiempo  han  echado  a  perder  ánimas  o  las  han 
ofendido:  procurar  que  por  alguna  manera  se  conviertan 

150  a  Dios  y  se  ganen;  así  lo  hizo  este  Santo.  Como  debiera 
de  ser  el  principal  publicano.  el  arrendador  mayor,  el  más 
rico,  a  quien  los  otros  miraban,  viéndose  él  ganado,  pro- 
curó que  también  se  ganasen  los  que  comunicaban  en  su 
género  y  manera  de  trato  y  vivienda,  y  para  esto  convidó 

155  3  ]os  otros  arrendadores,  para  que,  viendo  a  Jesucristo, 
también  ellos  se  ganasen  como  él  y  los  llamase  y  los  curase 
como  a  él  llamó  y  curó. 

Como    hobieron  acabado  de    comer,    levantáronse  los 
apóstoles  de  la  mesa  y  dejaron  a  nuestro  Señor  Jesucristo 

160  asentado  hablando  con  aquellos  publícanos  y  pecadores 
que  con  El  habían  comido.  ¡Qué  palabras  les  diría!  ¡Con 
tanto  amor  les  hablaba  y  les  respondía,  con  cuán  amorosos 
oíos  los  miraba,  que  fuego  encendía  en  sus  corazones! 
Alegre  estaba  allí  el  Señor  y  contento,  haciendo  la  obra 

165  para  lo  cual  vino  en  este  mundo.  Los  [apóstoles]  debiéron- 
se de  salir  a  la  puerta,  andarse  hían  por  allí  en  el  patio. 
Pasaron  por  allí  algunos  de  los  fariseos,  que  acaso  pasa- 
ban por  allí  o  que  maliciosamente  venían  a  calumniar  y 
ver  lo  que  Jesucristo  hacía,  y  como  vieron  a  los  discípulos, 

170  llegáronse  a  ellos  y  dijéronles:  "¿Por  qué  vuestro  maestro, 
siendo  hombre  santo  y  religioso,  siendo  recogido  y  honesto 

144   Mt.  9,  1013  ;  Me.  2,  15-17  ;  Le.  5,  29-32. 


1206 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


y  predicador,  hace  esto  que  hace?  ¿Por  qué  come  con 
esta  gente?  ¿Por  qué  viene  convidado  con  los  pecadores  y 
publícanos  y  arrendadores?  ¿No  ve  El  que  no  es  cosa  con- 

175  veniente  hacerlo  así?" 

Oyólo  Jesucristo,  y  no  quiso  que  otro  respondiese  por 
El  ni  antes  que  El.  "¿Por  qué?,  dijo  El.  No  os  espantéis 
que  el  oficial  haga  su  oficio;  no  es  mucho  de  maravillar 
que  el  zapatero  haga  bien  unos  zapatos.  Yo  soy  médico 

!80  de  las  ánimas.  No  viene  a  otra  cosa  a  este  mundo,  sino  a 
curar  ánimas  enfermas.  Estas  que  aquí  están  son  enfer- 
mos, son  pecadores,  como  vosotros  decís.  Yo  soy  el  mé- 
dico: ¿qué  os  espantáis  que  están  aquí  conmigo?  Si  estu- 
vieran sanos,  no  habían  menester  médicos;  pero  están  en- 

185  ferm/os,  están  llagados,  piden  medicina,  quieren  ser  sanos; 
por  eso  como  con  ellos,  por  eso  converso  y  trato  con  ellos: 
por  curarlos  y  sanarlos.  Veis  ahí.  ¿Por  qué?,  preguntáis; 
¿que  por  qué  como  con  los  pecadores  y  con  los  publícanos? 
Respóndoos  que  os  vais  a  deprender  qué  quiere  decir  esta 

190  palabra  de  Dios:  Misericordia  quiero  y  no  sacrificio.  Vos- 
otros dais  por  bien  empleado  un  rato  que  gastáis  al  servicio 
de  Dios  en  el  templo;  el  tiempo  que  gastáis  en  ofrecer  un 
sacrificio  a  Dios  os  parece  muy  bien  gastado.  Mirad  cómo 
dice  Dios  que  se  agrada  y  quiere  El  más  que  hagamos  mise- 

195  ricordia  con  el  prójimo.  Más  quiere  el  Señor  y  más  se  sirve 
que  saquemos  a  un  prójimo  de  pecado,  que  levantemos  un 
caído,  que  hagamos  misericordia  con  el  ánima  de  nuestro 
hermano,  de  nuestro  prójimo,  que  lo  ha  menester,  que  no 
que  le  sacrifiquemos  a  El  otros  sacrificios,  aunque  nos  pa- 

200  rezcan  a  nosotros  más  agradables.  Mirá,  no  os  espantéis  de 
verme  comer  y  tratar  con  publícanos  y  pecadores;  no  os  es- 
pantéis que  los  quiera  bien,  que  los  hable  y  que  los  busque. 
Dígoos  de  verdad  que  no  vine  a  este  mundo  a  otra  cosa,  ni 
otro  negocio  me  trujo  acá,  sino  a  llamar  a  los  pecadores  a 

205  penitencia.  Pues  a  esto  fué  mi  venida,  que  lo  haga,  no  os  es- 
pantéis. ¡Bendito  seáis,  Señor,  para  siempre,  que  tanto  bien 
hecistes  a  pecadores,  en  haber  venido  a  los  llamar  a  peni- 
tencia! ¿Qué  fuera  de  nosotros,  Señor,  si  no  hobiérades 
venido?  ¿Qué  hiciéramos  sin  vos?  ¿Qué  tiene  Dios  con  pe- 

210  cadores  ? 

No  vine  a  llamar    ¿Qué  es  esto  que  dice:  No  vine  a  lla- 
jostos,  sino  peca-    m^r  justos,  sino  a  pecadores  a  peni- 
dores  tencia?  No  sé  si  lo  diga.  Quiero  callar, 

no  tome  alguno  ocasión  para  ofender 
215  a  Dios  por  esto.  Es  cierto  así  que  algunas  veces  no  hay 
otra  causa  de  ver  levantado  a  uno  de  grandes  males  y  su- 


173  Por  qué]   Por  qué  a&i. 


77-    SAN  MATEO 


1207 


ciedades,  después  de  su  bondad,  sino  verlo  peor  que  otros, 
verlo  envuelto  en  mayores  y  peores  males  que  algunos 
otros;  y  esta  sola  razón  mueve  algunas  veces  a  Dios  nuestro 
220  Señor  para  hacer  grandes  mercedes  y  misericordias  a  gran- 
des y  miserables  pecadores.  No  ha  de  dar  esto  a  nadie  atre- 
vimiento a  ofender  a  Dios;  no  es  razón  que  la  bondad  del 
Señor  sea  causa  que  lo  ofendan.  ¿Es  bien  que  porque  uno 
tenga  muy  buen  padre,  que  le  perdone  muchos  yerros,  que 

225  por  aquello  le  dé  de  bofetadas  en  la  cara?  Antes  la  bondad 
y  paciencia  de  mi  Padre  me  había  de  convidar  a  ser  más 
obediente  y  amarle  y  reverenciarle  más.  Si  un  buen  hom- 
bre fue[sej  casado  con  una  mujer  que  le  hubiese  hecho  trai- 
ción, y  le  dijese:  "Mujer,  sabido  he  lo  que  contra  mí  ha- 

230  béis  hecho;  muy  bien  tenéis  merecido  cualquier  castigo  que 
yo  os  quisiere  dar.  Quiéroos  mucho,  y  por  eso  yo  os  per- 
dono cuanto  contra  mí  habéis  hecho.  No  haya  más,  yo  os 
perdono  y  me  olvidaré  de  todo  lo  pasado  como  si  no  lo  ho- 
biérades  hecho";  ¿sería  bien  que  esta  tal  mujer  anduviese 

235  desvergonzada  delante  de  su  marido  y  sin  algún  sentimien- 
to de  lo  pasado?  Siendo  ella  buena  mujer,  siempre  había 
de  andar  con  gran  temor  y  reverencia  delante  de  su  mari- 
do, aunque  él  la  tuviese  perdonada,  acordándose  cómo  le 
tuvo  enajenado,  cómo  erró  contra  él,  cómo  fué  traidora 

240  contra  su  marido.  Y  aunque  muy  cierto  fuese  certificado 
que  su  marido  tiene  ya  olvidado  lo  pasado,  había  ella  de 
traer  un  puñal  atravesado  en  su  corazón,  un  clavo  que 
nunca  se  le  quitase;  siempre:  "¿Cómo  ofendí  a  mi  marido, 
cómo  lo  enojé,  cómo  osé  dar  bofetada  a  marido  tan  bueno, 

245  por  qué  tuve  tal  atrevimiento  de  moverlo  a  ira  contra  mí?" 
¿A  qué  propósito  esto?  Que  la  bondad  de  Dios  nuestro 
Señor  y  las  misericordias  que  hace  a  pecadores,  llamándoles 
cuando  más  olvidados  están,  levantándoles  de  sus  caídas, 
perdonándoles  sus  pecados,  justificándoles  por  hijos  y  ha- 

250  ciéndoles  mil  cuentos  de  misericordias,  no  han  de  ser  cau- 
sa para  que  le  ofendan  y  menosprecien,  antes  para  que 
más  le  honren  y  estimen,  obedezcan  y  agraden,  y  digan: 
"Antes  moriré  mil  muertes  que  ofender  a  Dios.  ¿Cómo 
enojaré  yo  a  quien  tanto  bien  me  ha  hecho?  ¿Cómo  ofen- 

255  deré  a  quien  tanto  me  ha  perdonado?  ¿Cómo  daré  yo  bo- 
fetadas a  quien  tanto  me  ama,  a  quien  tanto  mira  por  mí 
y  tantos  bienes  me  ha  hecho?"  Así  que  llama  Dios  a  los 
grandes  pecadores;  y  cuanto  mayores  son,  más  aparejo  y 
disposición  halla  para  ello. 

■  260   Prontitud  de  la  res-    pUSo  hoy  sus  benditos  ojos  Jesu- 
puesta  de  Mateo      cristo  en  este  bienaventurado  san- 
to; míralo  para  lo  levantar,  míralo 
para  perdonar  y  hace[r]  gracias  y  misericordias.  Y  no  se 


1208 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


hizo  sordo  al  llamamiento.  Y  es  de  espantar  la  bienaventu- 

266  rada  fe  de  eBte  santo,  que,  como  habernos  dicho,  conoció  a 
Jesucristo.  No  lo  había  visto,  ni  había  visto  lo  que  había  de 
hacer  por  él;  no  había  visto  a  Jesucristo  derramar  sangre 
por  él,  no  azotado  ni  coronado  de  espinas,  ni  deshonrado 
ni  colgado  en  la  cruz  por  él.  No  habiendo  visto  nada  de  esto, 

270  en  diciendo  que  le  dijo  Jesucristo:  Sigúeme,  desampáralo 
todo  y  vase  tras  El.  Para  confusión  y  vergüenza  de  lo[s] 
que  agora  confesamos,  y  verdaderamente  tenemos  y  creemos, 
y  de  ello  tantos  y  tan  firmes  y  verdaderas  escripturas  tes- 
timonio nos  dan,  que  Jesucristo  padeció  tanto  como  por 

275  nuestro  amor  y  bien  y  remedio  padeció  [y]  hacémonos  sor- 
das a  su  voz,  despreciamos  su  llamamiento,  olvidámonos 
de  sus  palabras,  y  ninguna  cuenta  con  El  tenemos. 

— Decí,  padre,  ¿cuándo  me  ha  llamado  a  mí  y  no  le  he 
respondido?  ¿Cuándo  me  he  hecho  sordo  a  su  voz?  Por 

280  cierto  que  si  yo  lo  hobiera  oído,  que  no  me  hobiera  deteni- 
do en  cosa  alguna.  De  mi  buena  voluntad  le  hobiera  segui- 
do. — No  os  engañéis,  que  voz  y  voces  os  da  y  os  ha  dado 
en  vuestros  corazones,  y  de  esto  corazón  ninguno  se  puede 
quejar,  que  voz  del  Señor  y  llamamiento  y  aviso  es  ver 

285  enterrar  a  tu  amigo,  a  tu  pariente,  a  tu  conocido,  al  que 
amabas,  al  que  era  más  mozo  que  tú,  al  más  rico  que  tú, 
al  más  alto,  al  más  poderoso;  y  en  esto  te  dije  que  aquello 
que  ves  en  aquél  será  de  ti  y  pasará  por  ti.  Cuando  allí 
dentro  te  reprehenden  y  te  castigan:  "Mal  va  esto.  ¿Cómo 

290  te  descuidas?  Mira  que  te  llamará  Dios  y  no  sabes  cuándo", 
¿  quién  pensáis  que  os  dice  esto,  quien  pensáis  que  os  avisa 
y  despierta  y  llama,  sino  Dios,  que  busca  y  llama,  y  busca 
maneras  para  que  os  convirtáis  a  El  y  os  salvéis?  Es  tanta 
nuestra  maldad,  es  tan  profundo  el  sueño  que  dormimos, 

295  es  tanto  nuestro  descuido,  que  todo  esto  no  nos  mueve  ni 
aun  nos  pasa  por  el  pensamiento  que  aquello  debe  ser 
Dios.  Hermanos,  despertemos  y  oyamos  la  voz  de  nuestra 
Madre,  oyamos  de  buena  gana  el  llamamiento  de  nuestro 
Padre.  No  nos  hagamos  sordos,  sigámosle  con  diligencia, 

300  olvidando  nuestros  negocios,  nuestras  trampas,  nuestros 
pecados,  como  hizo  este  bienaventurado  santo,  que,  luego 
como  oyó  la  voz  de  su  Pastor  y  verdadero  Padre,  luego 
desamparó  todo  cuanto  tenía  y  lo  siguió. 

Martirio  de  San  Propia  viene  la  festividad  para  las 
305  Matea  madres  monjas.  Fué  este  bienaventu- 

rado santo  el  primer  fundador  de  mo- 
nesterios  que  hubo  en  el  mundo  entre  cristianos.  Era  en 
gran  manera  muy  amigo  de  la  castidad,  era  gran  celador 
de  la   virginidad.  Como   después    de  la    resurrección  de 
310  nuestro  Señor  Jesucristo  saliesen  los  santos  apóstoles  a 


77-     SAN  MATEO 


1209 


predicar  el  Evangelio,  cúpole  en  suerte  a  este  bienaven- 
turado santo  la  Etiopía.  Predicó  y  hizo  grandes  milagros 
y  suscitó  el  hijo  del  rey,  que  estaba  muerto.  Muchos  mi- 
lagros hizo,  y  convirtió  al  rey  y  a  toda  su  casa  y  a  la  ciu- 

315  dad.  Y  murió  el  rey,  y  sucedió  en  el  reino  Hircaco,  el 
cual  quiso  casarse  con  Efigenia,  doncella  hija  del  rey,  la 
cual  había  ya  hecho  voto  de  virginidad  por  consejo  y  en 
manos  del  apóstol  San  Mateo.  Era,  como  dicho  tengo, 
amicísimo  de  la  virginidad,  y  por  ello  murió.  ¿Pensába- 

320  des  que  por  confesar  la  fe  de  Jesucristo?  Porque  hizo  per- 
manecer en  su  santo  propósito  a  esta  santa  doncella  murió; 
por  eso  le  martirizaron.  Como  Hircaco  le  envió  a  decir 
a  esta  doncella  que  se  quería  casar  con  ella,  que  lo  hubie- 
se por  bien,  respondió  ella  que  no  podía  ella  ser  casada, 

325  que  su  estado  había  de  ser  de  virginidad,  que  así  lo  había 
prometido.  Determinó  Hircaco  de  ir  él  personalmente  a  le 
hablar;  dijéronle  algunos:  "No  te  canses  en  eso,  que  esa 
doncella  ninguna  cosa  hará;  mas  de  lo  que  Mateo  le  dije- 
re que  haga,    luego  lo  hará;  de  otra   manera   es  gastar 

330  tiempo".  Parecióle  bien  esto  a  Hircaco  y  fuese  a  Mateo 
y  díjole  todo  lo  que  pasaba,  y  como  su  voluntad  era  de 
tomar  a  Efigenia  por  mujer,  que  se  lo  aconsejase.  Respon- 
dióle Mateo:  "Señor,  tal  día  tengo  de  predicar  en  el  mo- 
nesterio  o  iglesia  adonde  ella  estaba.  Hallaos  allí,  que  yo 

335  hablaré  en  ello  y  diré  grandes  bienes  del  matrimonio". 
Llégase  el  día  y  súbese  San  Mateo  al  púlpito  y  comienza 
a  decir  muy  grandes  bienes  y  provechos  que  tiene  el  ma- 
trimonio, como  a  la  verdad  lo[s]  tiene. 

Estaba  muy  contento,  y  Hircaco  pensó  que  lo  tenía 

340  todo  hecho.  Vuelve  San  Mateo  su  plática  y  sermón  a  la 
doncella,  y  comienza  a  ensalzar  la  virginidad  y  a  decir 
tantos  bienes  de  ella,  y  aunque  el  matrimonio  era  bueno, 
pero  muy  mayor  y  mejor  era  la  virginidad,  y  que  acá  se 
casaban  con  un  hombre  y  perdía [n]  su  virginidad  y  lim- 

345  pieza,  y  en  el  desposorio  de  Cristo  siempre  estaban  vírgi- 
nes,  limpias  y  guardadas.  Como  esto  oyó  el  desposado 
que  quería  ser,  estábase  deshaciendo  entre  sí.  Tantas  cosas 
dijo,  tanto  ensalzó  y  alabó  San  Mateo  la  virginidad,  que 
no  lo  pudo  sufrir  Hircaco.  Mandó  que  lo  echasen  del  púl- 

350  pito  abajo.  Y  el  bienaventurado  Santo,  híncase  de  rodi- 
llas delante  del  altar,  rogando  a  Dios  por  los  que  lo  mal- 
trataban. Llega  uno  con  un  gran  palo,  de  estos  con  que 
el  [.  .],  y  dale  al  bienaventurado  apóstol  con  él  en  la  ca- 
beza. Tiende  el  cuerpo  muerto  en  la  tierra,  y  su  ánima 

355   vase  para  siempre  a  la  gloria,  ad  quam  nos  perducat.  Amen. 


355  Amen]  Deo  zratias  add. 


1210 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


78  El  QUE  QTJISIEKE  A  MÍ,  NIEGUESE  A  SÍ  * 

San  Francisco  de  Asís.  Jf  de  octubre.  En  un  monasterio 
de  monjas 

(Rama,  BMM.  Naz.  Vitt.  Elm.  II,  Ms.  Ges.  1372,  fff.  278  r  -  290  V.) 

Vcnite  ad  me  omnes  gui  laboratis  et  onerati  csiii. 
et  ego  reficiam  vos  [Mt.  n,  28] . 

Exordio  Confitebor  Ubi  Domine,  Pater  caeli  et  terrae, 
qui[a]  abscondisti  haec  a  sapientibus  et  prudenti- 
5  bus,  et  revelasti  ea  parvulis.  Ansí  comienza  el  santísimo 
evangelio  de  la  misa  de  hoy.  Alabo  a  ti,  Señor,  Padre  del  cíelo 
y  de  la  tierra,  que  ascondiste  estas  cosas  de  los  sabios  y 
prudentes  y  las  revelaste  a  los  chiquillos.  ¿Qué  cosas  as- 
condió  Dios  a  los  sabios  y  prudentes  y  las    reveló  a  los 

10  chiquillos?  (Muchas,  y  una  de  ellas  es  la  que  descubrió  a 
este  santo  bienaventurado,  San  Francisco.  Dpscubrióle  este 
secreto:  que  lo  hizo  amigo  de  mendigar,  de  pedir  [por]  amor 
de  Dios.  No  ha  habido  quien  tan  amigo  haya  sido  de  la  po- 
breza. Descubrióle  Dios  que  era  gran  arte  ésta  para  venir 

15  a  tener  grandes  riquezas,  el  mendigar;  y  no  era  tanto 
esto  para  el  cuerpo  como  para  el  ánima;  y  si  bien  mira- 
mos en  ello,  no  hay  día  que  no  vamos  a  la  puerta  de  Dios 
a  mendigar,  diciendo:  "Señor,  danos  pan;  pan,  Señor". 
Panem  nostrunn,  etc.  El  pan  nuestro  de  cada  día  dánosle 

20  hoy. 

Era  tan  fundado  este  santo  en  el  conocimiento  de  sí 
mismo,  y  no  es  poco:  no  lo  tengáis  en  poco,  que  a  pocos 
lo  da  Dios.  Dícese  de  él  que,  en  la  oración  que  hacia,  le 
reveló  Dios  dos  cosas,  le  descubrió  dos  abismos:  el  uno, 

25  el  de  su  pobreza  y  flaqueza  propia;  el  otro,  las  riquezas 
grandes  de  Dios.  Si  esto  veis,  y  Dios  os  lo  descubre,  diréis: 
"Señor,  no  hay  otro  que  tan  cuadrado  venga  para  mí  como 
vos.  ¡Qué  bien  viene  vuestra  misericordia  para  mi  mise- 
ria, vuestra  sabiduría  para  mi  necedad,  vuestras  rique- 

30  zas  para  mi  pobreza!  Vos  y  yo,  Señor,  bien  nos  habernos 
medido,  y  justo  venís  para  mí".  Viendo  esto  San  Francis- 
co, decía:  "Señor,  ¿y  quién  eres  tú  y  quién  soy  yo?"  De 
ahí  le  vino  el  desarrimarse  de  sí,  el  desconfiar  de  sus 
fuerzas;  vínole  también  esta  mendiguez,  el  andar  colgado 

35  de  Dios  y  el  andar  a  pedir  por  Dios;  y  así  decía  que  más 
quería  que  sus  frailes  orasen  que  no  estudiasen.  Hízose 
pobre;  ayudóle  Dios.  Andaba  mendigando;  enriqueciéron- 

23  le]  lo 


*  El  sermón  empieza  en  el  Ms.  con  el  tema,  sin  título  alguno. 
8    Cf.  M5t.  11,  25  ;  Le.  10,  21.  20   Mt.  6,  11  ;  Le.  11,  3. 


78.     SAN    FRANCISCO   DE  ASÍS 


1211 


le.  Este  es  el  secreto  que  descubre  Dios  al  que  desconfía 
de  sí.  Este  es  el  secreto  que  alcanzan  los  que  no  estriban 

40  en  sus  fuerzas,  los  bajitos,  y  éstos  son  los  que  alcanzan 
también  este  secreto,  de:  Pedid,  y  daros  han;  llamad,  y 
daros  han.  Pidiéndolo  como  bajitos,  como  chiquitos,  como 
lo  pide  un  pobrecito  al  rico,  que  no  hace  sino  mostralle 
sus  llagas,  descubrille  sus  necesidades. 

45  Y  pues  El  nos  manda  en  las  palabras  del  tema  que 
vamos  a  El  y  que  nos  remediará,  y  no  podemos  sin  su 
gracia  y  ayuda,  como  diremos,  pidámosela,  y  pongamos 
por  intercesora  a  la  Sacratísima  Virgen  María,  nuestra 
Señora. 

50   Este  descanso  es  con    Venite  ad  me  omnes  qui  labor atis 
condición:  Niegúese  a  et  onerati  estis  et  ego  reficiam 
sí  mismo  vos-  Si  el  sermtón  que  hoy  se  pre- 

dicase fuese  con  tanto  sabor  como 
lo  son  las  palabras  del  tema,  todos   iríamos  consolados. 

55  Mas,  en  fin,  cuando  el  manjar  es  bueno,  aunque  no  vaya 
tan  bien  guisado,  no  pierde  por  eso  su  sabor.  Dice  Dios, 
y  sólo  El  lo  puede  decir:  Venid  a  mí  los  que  estáis  traba- 
jados, que  yo  os  daré  descanso.  (Bien  a  su  costa  por  cier- 
to.) "Aunque  me  cueste  a  mí  mucho,  yo  os  daré  descanso". 

60  (Esa  es  caridad:  trabajar  por  descanso  ajeno.)  Venid  a 
mí  todos.  ¿Quién,  Señor;  y  de  dónde  adonde?  Todos  los 
que  estáis  en  trabajos  muy  hondos,  en  grandes  miserias; 
los  que  estáis  apartados  de  todo  descanso,  en  estarlo  de 
mí,  de  cualquier  trabajo  que  tengáis,  de  cualquier  carga  que 

65  os  apesgue,  venid  a  mí,  que  yo  os  descargaré  y  os  recrearé. 
Yo  os  remediaré  vuestras  necesidades;  yo  hartaré  vuestra 
hambre;  venid  a  mí.  Por  cierto,  gran  convite  es  éste,  convi- 
darnos Cristo  y  llamarnos  de  tanto  trabajo  para  tanto 
descanso.  Gran  convite  es. 

70  Agora  mirad:  una  dificultad  hallo  yo  en  esto.  ¿Quién 
hay  en  el  mundo  que  de  buena  gana  no  acebte  este  convite? 
¿Quién  hay  que,  si  está  trabajado,  no  desee  descansar? 
Decí:  ¿Por  qué  vais  vos  a  las  Indias?  Por  traer  dineros, 
para  lo  que  habéis  menester  para  descansar;  porque  pen- 

75  sáis  descansar  cuando  no  os  falten.  ¿Por  qué  os  curáis? 
Por  alcanzar  salud,  porque  pensáis  que  teniéndola  descan- 
saréis. Sí,  trabajáis  y  morís  por  hallar  descanso.  ¡Ah, 
Señor!  Daremos  cuanto  tenemos  por  un  poquito  de  des- 
canso; andárnoslo  buscando  por  unas  vías  y  por  otras; 

80    y  dice  Jesucristo  que  vamos  a  El,  que  El  nos  lo  dará.  ¿Por 
qué  no  iremos?  Pues,  si  nos  convida,  ¿por  qué  no  vamos? 
Agora  mirad,  si  no  hobiera  más  que  esto,  no  hobiera 


42  Cf.  Mt.  7,  7  ;  Le.  11,  9;  Me.  11,  24. 
52   Mt.  11,  28. 


1212  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


chico  ni  grande,  malo  ni  bueno,  que  no  fuera  tras  Jesu- 
cristo y  aceptara  el  convite  que  le  hace,  para  descansar 
85  de  sus  trabajos.  Pero  echó  Dios  acíbar  en  este  descanso,  di- 
ciendo una  palabra  que  dijo  en  otra  parte,  por  la  cual  pa- 
rece que  esto  va  con  condición.  Dijo:  El  Hijo  de  la  Virgen 
será  deshonrado,  azotado,  crucificado,  y  que  muera.  Tomó 
San  Pedro  y  di  jóle:  "Señor,  ¿Vos  azotado?  ¿Vos  muerto? 
90  Nunca  Dios  tal  quiera.  No  digáis  tal,  Señor".  — ¿Qué 
decís,  San  Pedro?  ¿Vos  me  dais  consejo  a  mí  en  lo  que 
tengo  de  hacer?  Non  ea  quae  Dei  sunt,  sed  ea  quae  hominum. 
Anda,  Pedro,  que  no  sabéis  lo  que  decís.  No  entendéis  las 
cosas  de  Dios.  Anda,  que,  si  habláis  como  hombre,  los 
95  hombres  espántanse  de  ser  uno  azotado,  encorozado,  que- 
mado, deshonrado,  abatido  y  menospreciado  de  todos; 
mas  el  negocio  de  Dios  no  va  por  ahí.  No  querríades  vos 
ver  que  deshonren  a  vuestro  Maestro  y  que  le  azoten  y  pon- 
gan en  una  cruz  como  a  malhechor,  sino  que  todos  le  tu- 
100  viesen  en  mucho,  todos  le  honrasen  y  sirviesen.  ¿Qué  cosa 
es  que  no  ha  de  padecer  esto?  Que  sí,  que  padecer  tiene 
todo  esto  que  digo.  Y  pues  os  espanta  oír  que  ha  de  pasar 
todo  esto  por  mí,  más  os  espantará  de  que  os  diga  que  os 
han  de  azotar,  que  os  han  de  perseguir  de  lugar  en  lugar, 
105  traiéndoos  de  juez  en  juez  y  que  al  fin  os  han  de  matar. 
Más  os  espantará  oír  que  han  de  pasar  estas  cosas  por 
vuestra  propia  casa,  que  oír  que  han  de  pasar  por  casa 
ajena,  no  os  espante  tanto.  Pues  avisóos  que  el  que  me  ho- 
biere  de  seguir  ha  de  pasar  todo  esto  por  él.  Si  alguno  qui- 
no siere  venir  tras  de  mí,  abneget  semetipsum  et  tollat  crucem 
suam  et  sequatur  me:  Niegue  a  sí  mismo,  tome  su  cruz  y 
sígame". 

Veis  ahí  la  condición.  Dice  acá:  Venid  a  mí  los  que  es- 
táis trabajados,  que  yo  os  daré  descanso.  Dice  acullá:  Si- 

115  alguno  quiere  venir  en  pos  de  mí,  niéguese  a  sí  mismo  y 
tome  su  cruz  y  sígame.  Veis  ahí  el  acíbar:  "El  que  quisie- 
re a  mí,  niéguese  a  sí".  Sabroso,  dulce,  suave  es  Cristo.  No 
hay  quien  no  se  huelgue  de  seguirle,  de  ir  a  El;  pero  ese 
güeso  es  muy  malo  de  roer;  muchos  dejan  de  ir  a  El  por 

120  hacérseles  muy  recio  decir:  Niéguese  a  sí  mismo.  Y  no  os 
parezca  fácil,  que  una  de  las  más  recias  palabras  que  Je- 
sucristo habló,  ésta  es;  y  la  que  hace  que  mejor  conozca- 
mos nuestra  miseria,  nos  da  a  entender  quién  somos.  — Se- 
ñor, quien  ha  de  seguiros,  ¿cómo  os  seguirá?  — El  que 

125  quisiere  a  mí,  déjese  a  sí.  — Señor,  si  dejo  a  mí,  ¿cómo 
iré  tras  vos?  ¿Cómo  es  esto  que  no  puedo  ir  tras  vos,  lle- 
vando conmigo  a  mí?  ¿No  cabemos  en  un  saco  vos  y  yo? 


88  Cf.  Mt.  20,  17-19 ;  Me.  10,  32-34  ;  Le.  18,  31-34. 
92    Cf.  Píhill.  2,  21.  114    Mt.  11,  28. 

ii2   Mt.  16,  24.  116   Mt.  16,  24. 


78.     SAN    FRANCISCO   DE  ASÍS 


1213 


¿Cómo  es  esto?  Hay  dos:  yo  que  he  de  dejar  el  uno  y  he 
de  tomar  el  otro.  Cosa  recia  es  ésta,  que  tan  poca  amistad 

30  haya  entre  vos  y  mí,  Señor.  ¿Tan  mal  nos  avenimos  vos  y 
yo,  Señor,  que  no  nos  compadecemos  juntos?  ¿Que,  si  os 
he  de  querer  a  vos,  tengo  de  dejar  a  mí?  ¿Qué  es  esto, 
que,  si  tengo  que  seguir  a  ti,  no  tengo  de  llevar  allá  a 
mí?  Mala  cosa  debemos  de  ser.  ¿Tan  mala  condición  tene- 

135  mos,  que  no  cabemos  en  un  saco  Dios  y  nosotros?  Señor, 
¿no  caben  en  un  saco?  Tu  holgar  y  el  trabajar  de  Jesucris- 
to, tu  deshonestidad  y  su  honestidad,  tu  soberbia  y  su  hu- 
mildad, tu  ira  y  su  mansedumbre,  tu  incontinencia  y  su 
templanza,  tu  lujuria  y  su  castidad,  no  caben.  Eso  que  eres 

140  tú  no  puede  seguir  a  Jesucristo,  si  no  lo  dejas.  Pues  tan 
bueno  es  El  y  ninguna  falta  tiene,  nosotros  debemos  de  ser 
los  malos.  Por  nuestra  culpa  no  cabemos,  y  por  nuestras 
faltas.  Cosa  recia  nos  pedís,  Señor:  que  nos  dejemos  a  nos- 
otros mismos,  que  neguemos  y  reneguemos  a  nosotros. 

W5  Niégate:  Deja  tu    — ¿Cómo  tiene  de  ser?  ¿Cómo  se  en- 
propio  saber  y      tiende:  el  que  quisiere  seguir  a  mí, 
parecer  niegúese  a  sí?  — ¿  Sabéis  qué  quiere  de- 

cir? Que  el  Adán  viejo  que  tenemos, 
cuyos  hijos  somos  según  el  cuerpo;  que  ese  hulano  quien 

150  sois,  ese  vos  que  nació  de  padre  y  madre,  ese  hombre  vie- 
jo, eso  es  lo  que  habéis  de  dejar.  Si  no  negáis  ese  vos, 
n[o]  os  darán  la  gracia,  mediante  la  cual  seréis  hijos  de 
Dios.  ¿Quién  es  ese  vos?  Ese  hombre  que  no  está  reen- 
gendrado por  Espíritu  Santo,  que  no  está  negado  por  la 

155  voluntad  de  Dios,  que  no  vive  por  seso  de  Dios.  los  por 
esas  plazas  y  hallaréis  trescientos  mil  de  éstos;  que  de  los 
que  se  rigen  por  el  parecer  de  Dios,  cuál  y  cuál  hallaréis. 
Hase  de  dejar  esa  vuestra  sabiduría,  esa  vuestra  razón, 
.    ese  vuestro  querer  regiros  por  vuestra  voluntad,  ese  vues- 

1^0  tro  parecer,  ese  quiero  esto  y  no  quiero  estotro.  Hase  de 
dejar.  Hase  de  derribar  esa  torre  de  Babilonia  y  ese  sober- 
bio Golías,  si  a  Jesucristo  habéis  de  seguir. 

— Declarámelo,  padre.  — -¡Bendito  seas,  Señor,  Padre  de 
los  cielos  y  de  la  tierra,  que  ascondistes  estas  cosas  a  los 

1*5  sabios  y  prudentes  y  las  revelaste  a  los  chiquillos.  ¿Quién 
es  este  "yo"  que  tengo  de  negar?  Ese  ser  prudente,  esa 
sabiduría,  ese  pensar  que  sabéis  lo  que  os  cumple,  ese  pen- 
sar que  sois  gran  letrado  y  que  os  lo  sabéis  vos  todo,  eso 
habéis  de  dejar.  Aun  si  fuese  en  hacer  zapatos,  o  en  hacer 

170  una  cosa,  o  en  cualquier  otro  oficio,  bien,  aun  en  eso  sú- 
frese; pero  en  las  cosas  que  tocan  a  vuestra  salvación,  en 


149  cuerpo]  a  add. 


165    Mt.  11,  25  ;  IjC.  10,  21. 


1214 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


este  negocio  de  ir  al  cielo,  en  cómo  estaréis  en  la  gracia  de 
Dios,  cómo  ayunaréis,  como  rezaréis,  no  lo  podéis  saber. 
Dejar  tenéis  vuestro  saber;  en  todo  lo  que  sea  de  servir  a 

175  Dios  no  penséis  que  lo  sabéis;  negar  tenéis  vuestro  saber 
para  haber  de  entenderlo.  No  hay  medio  para  que  Dios  se 
os  descubra  y  os  enseñe  qué  cosa  es  tener  amor  con  Dios 
y  con  los  prójimos,  qué  cosa  es  tener  humildad  y  castidad 
y  mansedumbre,  y  para  que  os  enseñe  qué  es  hablar  cosas 

180  de  Dios,  sino  negar  vuestro  saber  y  arrimaros  al  saber  de 
Dios.  Pensar  que  no  sabéis  lo  que  os  cumple,  sino  poneros 
todo  en  las  manos  de  Dios.  Pensáis  que  no  es  más  de  hablar. 
¡Desventurados  de  vosotros,  non  intelligentes  quae  loquun- 
tur,  ñeque  de  quibus  affirmant!  Hablamos  y  no  entendemos 

185  lo  que  decimos  ni  las  cosas  que  afirmamos.  ¡Cuántas  veces 
hablamos  del  amor  de  Dios,  sin  saber  qué  cosa  es!  ¡Cuántas 
veces  hablamos  de  la  humildad,  sin  tenerla  ni  saber  qué  es! 
No  podemos  apreciar  ni  tener  esas  cosas  en  lo  que  son,  por- 
que, como  dice  el  Apóstol,  animal  homo  non  percipit  ea  quae 

190  sunt  spiritus  Dei;  stultitia  enim  est  illi.  ¿Qué  cosa  es  ca- 
ridad, humildad,  mansedumbre  y  todas  las  cosas  que  son 
del  espíritu  de  Dios?  No  las  entiende  el  hombre  animal 
sin  Dios;  todo  lo  que  es  dones  y  frutos  del  Espíritu  Santo 
no  lo  alcanza  el  hombre  animal  sino  ayudado  del  mismo 

!95  espíritu  de  Dios. 

— ¿Qué  es  lo  que  llama  el  Apóstol  hombre  animal?  —Al 
que  llama  el  evangelio  de  hoy  sabio  y  prudente.  Gracias  te 
hago,  Señor,  Padre  del  cielo  y  de  la  tierra,  que  ascondistes 
estas  cosas  de  los  sabios  y  prudentes.  A  éstos,  pues,  llama 

200  San  Pablo  animales.  Eso  es,  que  esté  el  otro  Platón  y  el  otro 
Aristóteles,  y  que  sepan  todo  cuanto  quisieren,  tanto  que 
se  espante  el  vulgo  de  oírlos  hablar,  y  si  Dios  no  los  en- 
seña, animales  son.  Animal  enim  voco  qui  utitur  ratione, 
dice  San  Hierónimo:  'Animal  llamo  al  que  se  rige  por  ra- 

205  zón".  Pues  eso  es  lo  que  quiere  decir  a  cuantos  hay  que 
hablan  de  esta  cristiandad  y  no  hay  quien  la  siga.  Mirá, 
hablando  como  hombres,  no  se  ha  de  decir  hombre  animal, 
sino  el  que  se  rige  por  su  apetito,  en  el  cual  convenimos 
con  los  brutos;  porque,  si  tú  haces  lo  que  una  bestia, 

210  dígante  animal.  Si  tú  te  enojas  cuando  quieres,  ¿qué  más 
hace  una  bestia  de  tirar  coces  cuando  se  le  antoja?  Si  tú 
sigues  a  tu  carne  en  todo  cuanto  te  pide;  si  cuando  te  da 
gana  de  estar  mal  con  el  otro,  lo  estás;  si  cuando  te  da 

183-184  loquuntur]  leguntur  ||  192  entiendo 

201  cuanto]  cuando  cuando  ||  207  de]  a  ||  208  rige]  sigue  ||  219  riges] 
sigues 

185  Cf.  1  Tim.  r,  7. 
190   Cf.  1  Cor.  2,  14. 

205    Cf.  San  Jerónimo,  Ccmm.  ifi  Is.,  1.  1  :  ML  24,  49. 


78.     SAN    FRANCISCO    DE  ASIS 


1215 


gana  de  pecados  de  carne,  io  pones  luego  por  obra;  si  no 
15  entiendes  sino  en  comer  y  beber  y  dormir,  en  andarte  en- 
vuelto en  deleites  sucios  y  guiándote  tras  lo  que  quiere  tu 
apetito  bestial,  ¿dónde  está  el  ser  hombre,  di?  A  la  fe  dí- 
gante bestia  y  animal.  Pero,  porque  no  te  digan  bestia  en- 
tre hombres,  dígante  hombre  que  te  riges  por  razón.  Asi 
20   que  has  de  vivir  por  razón,  para  que  no  te  llamen  bestia. 
Acá,  en  el  negocio  de  Dios,  el  que  acullá  era  honrado  es 
deshonrado;  el  que  acullá  es  tenido  por  sabio,  acá  es  te- 
nido por  necio;  el  que  allá  es  tenido  por  prudente  y  que 
sabe  lo  que  le  cumple,  acá  porque  no  sabe  nada  y  es  un 
!25   ignorante.  Acá  en  la  cristiandad  el  que  se  rige  por  sola 
razón  dícese  animal  y  es  tenido  por  bestia;  porque  ansí 
como  es  menester  usar  allá,  entre  hombres,  de  razón,  por- 
que no  te  digan  bestia,  ansi  acá,  porque  no  te  digan  bestia 
en  las  cosas  del  espíritu  de  Dios:  si  no  te  riges  por  la  sa- 
¡30    biduría,  por  el  consejo,  por  el  parecer  de  Dios,  dígante 
animal:  porque  lo  que  allá  se  dice  sensualidad,  acá,  en  las 
cosas  de  Dios,  se  dice  razón.  Mira  cuánta  gente  va  enga- 
ñada, cuán  pocos  hay  que  se  conozcan.  ¿Qué  es  eso?  Que 
aunque  tengas  el  juicio  cuan  alto  quisieres,  sábete  que  no 
235  puedes  con  tu  saber  alcanzar  a  conocer  la  sabiduría  de 
Dios;  aunque  te  estires  cuanto  quisieres,  no  puedes  alcan- 
zar a  conocer  el  espíritu  de  Dios,  no  puedes  saber  lo  que 
te  cumple;  aunque  seas  un  Aristótil,  no  te  hace  más  ese 
saber,  no  puedes  por  eso  conocer  el  saber  de  Dios,  si  no 
240  niega.1;  tu  saber  y  tu  razón  y  te  tienes  porque  no  sabes  ni 
entiendes  nada. 

Más  es  menester  para  hacerte  necio  que  para  hacerte 
gran  letrado;  y  ésta  es  una  de  las  grandes  guerras  y  más 
dificultosas  de  vencer  que  tienen  los  que  han  estudiado  y 
245   están  vezados  a  razonar  y  disputar,  y  llevallo  por  argu- 
mentos y  sotilezas,  que  es  hacerse  chicos  de  los  que  Jesu- 
cristo dice,  hacerse  que  no  saben  ni  entienden  nada,  que  no 
se  pueden  remediar  si  Dios  no  les  socorre.  Más  es  menes- 
ter para  negarse  uno  a  sí  mismo  que  para  hacerse  doctor 
850   en  teología.  Decí:  ¿De  dónde  nace  el  escarbar  en  el  San- 
tísimo Sacramento;  el  venir  a  imaginar  si  está  allí  o  no 
está  allí  el  cuerpo  de  Cristo?  De  tu  saber,  e  de  no  querer 
abajar  tu  entendimiento  y  creer  simplemente  a  lo  que  dice 
Jesucristo,  sino  quererlo  llevar  por  tu  propio  juicio,  y  que 
255   se  te  encaje  a  ti  que  por  razón  puede  ser  todo  aquello. 
Pues,  si  a  Jesucristo  has  de  seguir,  negar  tienes  ese  tu  jui- 
cio; dejar  tienes  ese  tu  escudriñar  todas  las  curiosidades, 
que  acarrea  consigo  el  llevar  las  cosas  por  razón.  ¿De  dón- 
de nacen  las  congojas  que  tenéis,  esos  descontentos,  ese 
2*0  nunca  hallaros  bien,  ese  nunca  contentaros  de  cosa  que  os 
sucede,  que  parece  que  ninguna  cosa  se  os  hace  bien?  De 


1216  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


vuestro  parecer,  de  que  pensáis  que  no  está  en  más  ser  una 
cosa  adversa  para  vos,  de  no  hacerse  [como]  querríades,  y 
estaríades  contento.  Cual  es  el  árbol,  tal  es  el  fruto  que  de 

265  él  nace;  y  nunca  de  propio  parecer  vimos  nacer  otra  cosa, 
si  ésa  no;  por  eso  tenéis  congojas,  porque  os  guiáis  por 
vuestro  parecer  y  querer.  ¿De  dónde  viene  que  decís:  "¡Oh 
que  no  se  hizo  esto  que  deseaba!  Nunca  quise  cosa  que  se 
hiciese  como  yo  querría;  todo  me  sucede  al  revés.  ¿Pues 

270  no  fuera  mejor  esto,  y  esto  que  se  hiciera  de  esta  manera? 
Dios  sabe  lo  mejor,  pero  mucho  querría  que  se  hiciese  siem- 
pre lo  que  yo  quiero,  y  lo  que  a  mí  me  parece  que  me  está 
bien".  — Corta  ese  parecer,  que  no  sabe  si  fuera  bueno  que 
se  hiciera  eso  que  tú  agora  querrías;  que  acá  se  hizo  lo  que 

275  te  cumple  en  hacerse  agora  eso  que  tanto  te  pesó  de  que 
se  hiciese.  Cata  que  no  sabes  cuál  es  lo  mejor  para  ti.  Por 
eso  no  te  pares  luego  a  decir:  "Esto  quisiera;  estotro  no 
quisiera".  Pon  la  segur  a  la  raíz  de  ese  árbol  y  córtalo; 
corta  ese  parecer  y  descansarás,  luego  ternás  sosiego;  nin- 

280  guna  cosa  sucederá,  por  contraria  que  sea  a  lo  que  tú  qui- 
sieres, que  te  dé  pena;  quita  esa  raíz,  ternás  alegría,  ter- 
nás paz.  Como  dice  el  Apóstol:  Dominus  repleat  vos  omni 
gaudio  et  pace.  Hermanos,  el  Señor  os  hincha  de  gozo  y 
de  paz. 

285  Rígete  por  el  pa^  — ¿En  qué  está  el  vivir  en  paz?  ■ — En 
reoer  de  Dios  creer  que  tiene  Dios  cuidado  de  lo  que 
os  cumple;  en  regiros  por  su  parecer; 
en  creer  que  aquello  es  lo  mejor,  aunque  a  vuestro  juicio 
no  lo  parezca  así.  Quita,  quita,  pues  ese  parecer;  desarrí- 

290  mate  de  lo  que  tú  sabes,  de  lo  que  tú  quieres,  de  lo  que  a 
ti  te  parece  que  te  cumple.  — Y  si  de  mi  parecer  me  des- 
arrimo, ¿en  quién  quedaré,  padre?  ¿A  quién  seguiré? 
— Arrímate  al  saber  de  Dios.  Rígete  por  sólo  el  parecer  de 
Dios.  Niégate  a  ti  mismo  y  sigue  a  Cristo.  ¡Triste  de  ti, 

295  que  cuando  se  hace  el  parecer  de  Dios  te  pesa,  y  cuando 
se  hace  lo  que  tú  quieres  te  place!  Cuando  piensas  que  se 
ha  de  hacer  la  voluntad  de  Dios,  temes;  y  cuando  lo  que 
la  tuya  quiere,  te  alegras.  Al  revés  había  de  ser.  ¿No  es- 
tás mejor  confiado  de  Dios  que  de  ti?  ¿No  estás  mejor 

300  arrimado  a  Dios  que  no  arrimado  a  ti?  Quita  todo  eso.  ¡Tris- 
te de  ti,  que  no  sabes  lo  que  te  cumple.  Nunca  llegarás  a 
Cristo  si  no  quitas  ese  tu  parecer  y  te  haces  como  una  bestia, 
que  le  atapan  los  ojos  para  que  llegue  a  beber.  Ut  tumentum 
factus  sum  apud  te.  Decía  el  profeta  David:  "Señor,  como 

305  una  bestia  soy,  que  no  sé  lo  que  me  cumple,  ¿qué  más  bes- 
tia que  el  que  no  sabe  nada?  Preguntalde  a  un  hombre: 


284   Gf.  Rom.  15,  13. 

305   Ps.  72,  23. 


78.     SAN*   FRANCISCO   DE  ASÍS 


1217 


—Di:  ¿Cumplirte  ha  casarte?  —No  sé;  Dios  lo  sabe.  —¿Es 
cosa  que  te  cumple  ser  fraile  o  monja?  —No  sé;  Dios  lo 
sabe.  — -¿Parécete  que  es  bien  salir  mañana  a  negociar  a  la 

0  plaza  tal  o  tal  cosa?  — No  sé.  — -¿Será  bueno  que  vayas  a 
la  feria  a  mercar  lo  que  has  menester?  — No  sé,  Dios  lo 
sabe. — A  todo  dice  "no".  ¿Pues  qué  más  bestia  que  el  que 
no  sabe  cosa  ninguna,  y  qué  más  saber  que  estar  Dios 
contigo?  Et  ero  semper  tecum.  Y  yo  estoy  siempre  contigo, 

1  dice  Dios.  Esta  es  buena  sabiduría  de  aquéllos  con  que 
Dios  está,  que  se  guían  por  el  consejo  y  parecer  de  Dios; 
y  poco  es  el  saber  de  los  que  por  su  cabeza  y  parecer  se 
quieren  guiar.  Mucho  da  esto  en  cara  a  Dios,  y  promete 
El  de  castigarlo.  Destruam  consilia  prudentum  et  sapien- 

B  tium  sapientiam  reprobabo.  ¿Qué  es  esto,  dice  Dios,  que 
está  el  mundo  tan  engañado  con  el  saber  de  éstos  que  son 
sabios  en  sus  ojos?  Pues  yo  destruiré  los  consejos  de  estos 
tales  prudentes  y  reprobaré  la  sabiduría  de  estos  sabios. 
Neguemos,  hermanos,  nuestro  saber,  y  estemos  colgados 

5  dei  saber  de  Dios.  Guía  tú,  Señor,  y  seguirte  hemos;  más 
vale  tu  consejo,  aunque  a  mí  me  parezca  recio,  que  el  mío; 
más  vale  tu  errar,  si  fuese  así  que  pudieses  errar,  Señor, 
que  no  mi  acertar.  Quita  ese  parecer,  corta  esa  confianza 
que  tienes  en  tu  saber. 

©  ¿Hay  más?  ¿Qué  tal  es  esta  doctrina  para  las  monjas 
y  para  este  santo  de  hoy?  ¡Cuán  bien  obró  esto  San  Fran- 
cisco! Era  tan  enemigo  de  seguir  su  parecer  ni  de  regirse 
por  él,  que  aun  hasta  en  andar  por  la  calle  no  quería  hacer 
su  parecer.  Yendo  una  vez  caminando,  dijo  a  su  compañe- 

5  ro:  "Hermano,  por  tu  vida,  que  tú  me  mandes  en  este  ca- 
mino, e  yo  te  obedeceré  y  te  serviré,  y  no  hagas  tú  sino 

•  regirme  y  decirme  lo  que  tengo  de  hacer".  Porque  sabía 
cuán  gran  mal  era  parecer  propio.  Diréis:  Aquel  cuyo  pa- 
recer mandáis  que  siga,  ¿no  se  puede  engañar?  — Sí,  pero 

>  Dios  le  dará  gracia  para  que,  cuando  te  aconsejare,  no 
I  yerre  en  ello.  ¡Gran  bien  es  estar  negado  el  parecer  pro- 
I  pió,  el  estar  su b jeto  y  que  otro  os  mande  y  vos  le  obedez- 
I  cáis!  Sabréis  qué  bien  tenéis  tan  grande.  Decí:  Si  os  dijese 
[  uno:  "Hermano,  yo  he  menester  pasar  por  ese  río  y  por 
r  mitad  de  ese  cieno;  tengo  las  piernas  muy  flacas;  si  paso 
I  en  mis  pies,  caeré  y  ahogarme  he;  por  vuestra  vida,  que 
\  me  paséis  vos  sobre  vuestros  hombros,  pues  que  tenéis  más 
¡I  recias  piernas  que  yo".  ¿Gran  locura  os  parecería  del  que 
I  tal  dijese?  Pues  eso  es  estar  subjeto  y  regiros  por  el  pa- 
I  recer  ajeno:  decir  que  tome  el  que  os  conseja  y  os  rige, 

•  sobre  sus  cuestas,  el  trabajo.  ¿No  vale  más  que  vais  por 
.  parecer  de  otro?  ¡Cuántas  veces  os  ha  acaecido,  por  asoma- 


314  Ps.  72.  23. 

323    Cf.  1  Cor.  i,  19. 


1218 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


ros  a  una  ventana,  caer  en  un  pecado,  porque  os  asomastes 
por  seguir  vuestro  parecer;  cuántas  otras  en  otros  pecados 

355  por  regiros  por  vuestra  cabeza;  cuántas  veces  habéis  llora- 
do por  daros  Dios  lo  que  vos  tanto  deseábades,  y  os  pare- 
cía a  vos  que  os  cumplía,  y  que  os  estaba  bien,  y  que  con 
ello  terníades  descanso!  ¿No  es  mejor  que  vais  en  pies 
ajenos  y  que  os  pase  otro,  que  no  vos  mismo? 

360  Cierto  es,  que,  si  se  considerase  el  peligro  del  mandar  y 
la  seguridad  del  obedecer,  cielo  y  tierra  habíamos  de  huir 
por  no  mandar.  ¡Que  esté  yo  trabajado  y  penado,  pensando 
si  os  aconsejé  bien,  y  que  esté  el  otro  descuidado  y  alegre 
diciendo:  "Aquél  me  mandó;  yo  no  sé  más"!  Dice  la  mon- 

365  ja:  "Dios  no  me  manda  a  mí  sino  que  obedezca  a  mi  perla- 
da; con  esto  cumplo;  yo  no  sé  nada;  ella  mire  lo  que 
manda,  que  Dios  se  lo  demandará  a  ella  si  no  fuere  bueno; 
yo  no  soy  obligada  más  de  obedecer".  ¡Cómo!,  ¿que  hay 
tan  gran  bien  en  el  mundo?  ¿Es  posible?  ¿Qué  cosa  has  de 

370  decir  el  día  del  juicio?  Pedirán  a  mi  perlado  la  cuenta  de 
lo  que  me  mandó,  que  yo  no  sé  nada,  si  hice  bien  o  si  no. 
Gran  cosa  es  el  decir:  "Pasad  vos  por  el  cielo  e  yo  pasaré 
sobre  vuestros  hombros".  Señoras,  gran  bien  tenéis  en  es- 
tar subjetas,  en  haberos  Dios  dado  quien  os  mande,  y  a 

375  quien  obedezcáis,  y  [por]  cuyo  parecer  os  rijáis  antes  que 
por  el  vuestro.  Sabeldo  agradecer;  si  no,  castigaros  ha 
Dios,  como  El  suele  a  los  faltos  de  conocimiento  de  las  mer- 
cedes que  de  El  reciben.  El  que  no  conoce  el  bien  que  tiene, 
¿qué  merece?  Que  se  lo  quiten.  ¿Qué  merece  el  que  no 

38o  conoce  cuán  gran  bien  es  el  obedecer?  Que  le  hagan  que 
mande,  y  le  den  cargos,  y  en  ellos  estropiece  y  caiga,  y 
vea  los  peligros  que  hay  en  el  mandar.  Si  no  conoces  el  bien 
que  es  el  no  regirte  por  tu  parecer  y  que  no  se  haga  lo  que 
tú  quieres,  castigarte  ha  Dios  con  darte  lo  que  a  ti  te 

385  parezca  que  te  está  bien,  y  pensarás  que  es  misericordia, 
y  será  castigo. 

Niega  también  tu  Adelante.  ¿Qué  más  habéis  de  negar? 
voluntad  y  toma  También  la  voluntad,  vuestros  apeti- 
tu  cruz  tos<  vuestros  deseos,  vuestras  malas 

390  inclinaciones,  todo  lo  habéis  de  dejar, 

si  a  Jesucristo  habéis  de  seguir.  ¿Quién  hay  que  se  escape 
de  estas  faltas?  ¿Quién  hay  que  no  tenga  un  remordimien- 
to? ¡Oh  que  hizo  esto  fulano  conmigo!,  ¡oh  que  no  me  ha- 
bló como  suele!,  ¡oh  que  no  me  quitó  la  gorra!,  ¡oh  que 

395  no  sé  qué!  Nunca  faltan  mil  miserias.  Quitarás  todo  eso. 
No  ha  de  quedar  nada;  blanco,  liso  como  un  pergamino, 
que  tiene  despegada  toda  la  carne  para  escrebir,  has  de 
quedar.  Quita  esas  malicias,  esa  mala  condición;  quita  to- 


387  Adelántate  [|  402  señora 


78.     SAN   FRANCISCO    DF.  ASÍS 


1219 


dos  esos  males,  si  ha  de  escri[bi]r  Dios  en  tu  ánima  su  sa- 
»  biduria  y  los  dones  de  su  gracia.  Limpia,  lisa,  relumbrando 
ha  de  estar;  no  ha  de  tener  ni  aun  pelito  ni  aun  rasguito; 
quitado  has  de  estar  de  coda  carne.  "Señor,  esta  injuria  me 
hizo  fulano;  si  antes  que  me  la  hiciera  lo  quería  bien,  ago- 
ra lo  quiero  más.  Por  amor  de  vos  trabajo  paso  en  vencer 
18  má  fantasía  y  mi  soberbia,  en  desasirme  de  mis  pasiones; 
pero  todo  lo  quiero  pasar  por  serviros".  Negaros,  renega- 
ros tenéis;  ninguna  cosa  ha  de  quedar  en  vos  de  vos  mis- 
mo; quitar  tenéis  ese  vuestro  parecer;  negar  tenéis  vuestros 
apetitos,   vuestras  pasiones;   negar   habéis  vuestra  gula, 
.0  vuestra  lujuria,   vuestra  malquerencia,  vuestra  soberbia, 
vuestra  envidia.  Claro  está  que,  si  habéis  de  seguir  a  Cris- 

I  to,  que  habéis  de  dejar  todo  esto.  ¡Oh  qué  de  rencillas  se 
excusarían  en  casa,  señoras,  si  os  negásedes!  ¡Qué  de  ca- 
mino atajaríades,  qué  sosiego  ternía  vuestro  corazón!  Nin- 

5  guna  cosa  habría  que  recia  se  os  hiciese.  Negá  vuestra  sen- 
sualidad; negá  todo  el  placer  de  esta  perecedera  vida;  negá 
vuestra  propia  voluntad  y  parecer,  y  tomad  vuestra  cruz  y 
seguid  a  Jesucristo. 

— ¿Y  qué  es  cruz,  padre?  ¿El  vecino  que  te  persigue, 

)  hambre,  pobreza,  desnudez,  necesidad,  sufrir  la  mala  con- 
dición de  las  personas  con  quien  no  puedes  dejar  de  tratar, 
deshonra,  enfermedades,  trabajos,  cualesquiera  que  sean; 
y  todo  esto  no  es  nada:  tú  mismo  te  eres  cruz,  tú  mdsmo  te 
persigues  a  ti.  Nemo  laeditur  nisi  a  se  ipso:  Ninguno  reci- 

'  be  daño  sino  de  si  mesmo.  Tú  mismo  te  haces  mal;  nadie  te 
enoja;  nadie  te  persigue;  no  te  quejes  de  nadie,  sino  de  ti 
mismo;  tú  eres  tu  perdición;  tú  mesmo  eres  tu  destruición; 
no  digas  de  nadie.  ¡Oh  qué  recia  cosa  es  ésta:  Factus  sum 
[mihi]metipsi  gravis:  Yo  me  hago  mal  a  mí  mismo!  ¿Dices 

í  que  te  quieres  bien,  y  daste  tú  a  ti  mismo  de  puñaladas?  Cada 

;   vez  que  ofendes  a  Dios,  un  puñal  es  que  te  atraviesas  por  la 

II  triste  de  tu  ánima,  ¿y  dices  que  no  te  aborreces,  sino  que 
i  te  amas?  ¡Oh  que  me  hago  mal  a  mí  mismo!  ¡Oh,  si  yo 

I'  estuviese  solo,  luego  seria  bueno!  ¡Oh,  si  no  conversase 
||  con  fulano,  luego  podría  servir  bien  a  Dios!  ¡Oh,  si  no 
|  pasase  yo  por  tal  calle,  no  ofendería  yo  tanto  a  Dios!  ¡Oh, 
i  si  dejase  yo  la  compañía  de  fulana,  luego  podría  recogerme 
I  a  vivir  bien!  Pero  grande  estorbo  me  es  esto.  — Vete  a  un 
P  yermo,  y  tápiate  y  retápiate,  y  métete  entre  cuatro  paredes 
I  donde  nadie  llegue  a  ti  por  parte  ninguna,  donde  no  veas, 
i  no  oigas  ni  trates  con  nadie,  y  verás  que  no  te  aprovecha 
nada,  porque  contigo  está  lo  que  te  hace  mal.  Dentro  de  ti 
'  está  lo  que  te  echa  a  perder;  tú  mismo  te  das  la  muerte  con 
tus  manos  y  te  eres  contrario  y  perjudicial  a  ti  mismo. 


429   Cf.  Iob  7,  20. 


1220 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


445  Y  así  se  quejaba  a  Dios  el  patriarca  Job,  diciendo:  ¿Por  qué 
me  pusiste  contrario  a  ti,  Señor?  Tú  limpio  y  yo  sucio;  tú 
el  mismo  amor,  yo  todo  rencillas;  tú  humilde,  yo  soberbio; 
tú  misericordioso,  yo  un  endurecido.  ¿Por  qué  me  pusiste 
contrario  a  ti,  Señor?  — '¿Yo?,  dice  Dios,  anda  para  bur- 

450    lador,  que  mientes.  Adán  te  paró  así;  el  diablo  te  puso 
así  como  estás,  que  yo  bueno  te  crié,  que  me  parecieses  a 
mí:  humilde,  casto,  amoroso,  blando,  manso;  tú  mismo  te 
eres  contrario  a  ti;  tú  eres  causa  de  todos  tus  trabajos. 
Porque  no  tenéis  amor  con  Cristo,  por  eso  os  derriban 

455  las  persecuciones.  Porque  no  tenéis  paciencia,  se  os  hacen 
muy  de  mal  sufrir  las  enfermedades  y  otros  cualesquier  tra- 
bajos. Porque  no  queréis  dar  un  poquito  de  trabajo  a  vues- 
tra carne,  se  os  hace  de  mal  el  ser  casto.  Porque  queréis 
que  todos  os  honren  y  ser  tenidos  y  acatados,  se  os  hace 

460  de  mal  ser  humildes.  Porque  tenéis  mala  condición,  no  ca- 
béis con  todos.  Porque  sois  hechos  a  vuestra  voluntad  y 
querríades  que  todo  se  hiciese  como  vosotros  querríades  y 
a  vuestro  sabor,  andáis  tan  descontentos  que  ninguna  cosa 
os  parece  bien.  — Pues,  Señor,  ¿qué  haré?  ■ — -Humíllate; 

165  deja  tu  parecer,  no  quieras  que  se  haga  tu  voluntad;  con- 
téntate con  lo  que  sucediere,  aunque  sea  muy  adverso,  pen- 
sando que  todo  te  viene  de  la  mano  de  Dios.  No  podéis  se- 
guir a  Jesucristo  con  descanso;  trabajos  habéis  de  pasar  de 
cuerpo  y  de  ánima.  Foris  pugnae,  intus  timores,  decía  el 

^70  Apóstol.  De  fuera  pasamos  guerras,  y  de  dentro  de  nues- 
tras ánimas,  temores. 

— Todo  esto,  pues,  habéis  de  hacer.  El  que  hubiere  de 
seguirme  a  mí,  sufrir  tiene  a  sí  y  a  los  otros,  y  guiar  tras 
mí.  — Señor,  ¿tanto  podéis  pedir?  ¿Tan  caro  nos  puede 

475  costar  ir  tras  vos?  Tantas  cosas  nos  podéis  mandar,  que 
no  hagamos  nada.  Tanto  nos  diréis  que  dejemos  nuestros 
pareceres,  que  no  queramos  que  se  haga  vuestra  voluntad 
en  cosa  del  mundo,  que  perdonemos  a  los  que  nos  injurian, 
que  seamos  castos,  humildes,  mansos;  que  no  sepamos  qué 

480  nos  hacer  y  no  hagamos  nada.  ¿Quién  me  mete  a  mí  en  esas 
barajas?  Parece,  Señor,  que  lo  dejáis  en  mi  mano  el  haber 
de  seguiros.  Cosa  recia  me  parece.  No  sé  qué  me  escoja:  o 
seguiros  a  vos  con  trabajos  o,  por  no  dejar  mis  deleites,  no 
seguiros.  Yo  no  sé.  Esto  dijo  Jesucristo:  que  el  que  a  El 

485  quisiere  seguir,  ha  de  tomar  su  cruz  y  negar  su  voluntad, 
y  ¡ay  de  aquel  que  no  le  sigue!  ¿Qué  has  de  hacer,  triste 
de  ti? 


470  fueras 


446    Ioh  7,  20. 
471    2  Cor.  7,  5. 


78.     SAN    FRANCISCO   DE  ASÍS 


1221 


Dejáronme  a  mí,    Entremos  en  cuenta:  ¿A  quién  has  de 
fuente  viva  e  hi-    seguir,  si  a  Cristo  no  sigues?  ¿Adón- 
cieron  ellos  unos    de_  has  de  ir,  miserable  de  ti?  Mira 
,  primero  lo  que  haces  y  tras  quien  has 

aijiDes  rotos  de  seguir  pregunta,  infórmate  del  ca- 
mino. State  super  vias,  et  interrógate 
de  semitis  antiquis.  ¿Quieres  más  seguir  tu  querer  que  el 
de  Dios?  Preguntóte  cuál  es  mejor:  ¿seguir  a  Jesucristo 
con  trabajos  o  al  diablo  con  deleites;  ir  al  cielo  por  negar 
tu  voluntad  o  al  infierno  por  seguir  tu  parecer?  Paraos  en 
las  sendas  antiguas,  dice  Dios,  y  preguntad  por  el  camino. 
¡Oh  si  nos  parásemos  a  preguntar  al  que  viene  por  el  ca- 
mino: "Hermano,  ¿cuál  es  el  mejor  camino,  el  de  los  tra- 
bajos, que  lleva  al  cielo,  o  el  de  los  deleites,  que  lleva 
al  infierno?"!  ¡Oh  si  preguntásedes  al  triste  que  está  en  el 
infierno  tantos  mil  años  ha  en  tormentos,  que  no  se  aca- 
barán: "Hermano,  ¿qué  sembraste,  que  tal  cogiste?  ¿Por 
qué  camino  veniste  a  tanta  miseria,  a  tanta  hambre,  a  tan- 
tos tormentos,  de  donde  nunca,  para  mientras  Dios  fuere 
Dios,  saldrás?  ¿Qué  senda  te  aportó  a  tanto  mal?"!  ¡Oh  si 
preguntásedes  al  que  está  en  el  cielo:  "Hermano,  ¿qué  sem- 
braste, que  tal  cogiste?  ¿Por  dónde  veniste  a  tanto  bien? 
¿Qué  camino  trajistes,  que  tanta  alegría  hallaste,  tanta 
hartura,  tanto  contento,  tanta  bienaventuranza,  que  nunca 
se  te  acabará?"!  ¡Oh  si  preguntásedes,  hermano!  ¿Qué  ha- 
réis, los  que  seguistes  vuestra  voluntad,  donde  no  se  hace 
nada  de  lo  que  ellos  quieren,  antes  el  revés  de  lo  que  su 
voluntad  desea?  Paraos  en  las  sendas  antiguas,  y  preguntá 
cuál  es  buen  camino,  y  andad  por  él,  y  hallaréis  descanso 
para  vuestras  ánimas  al  cabo  de  la  jornada,  aunque  agora 
se  os  haga  desabrida.  Preguntad  a  Jesucristo,  que  ha  an- 
dado este  camino  y  está  en  el  cielo:  "Señor,  ¿qué  camino 
hallastes  en  esta  vida?,  ¿por  dónde  fuistes  a  donde  estáis? 
Por  el  camino  de  las  necesidades,  de  los  trabajos,  que  nunca 
tuvo  un  momento  de  descanso  mientras  en  esta  vida  vivió. 
Para  mientes;  y  pues  tienes  de  ir,  si  piensas  llegar  a  donde 
El  está,  ¿cuál  camino  quieres  seguir?  ¡Triste  de  ti!  Si  a 
Cristo  no  quieres  seguir,  ¿qué  has  de  hacer?  Si  no  quieres 
perdonar  a  quien  te  ha  injuriado,  si  no  quieres  dejar  tus 
feos  y  sucios  deleites,  ¿qué  has  de  hacer?  ¿Dónde  vas? 
¿Qué  camino  es  ese  que  llevas?  ¿Adonde  piensas  que  has 
de  ir  a  parar  con  tal  vida? 

— ¡Oh  padre,  que  me  es  muy  dificultuoso  vencer  mis  pa- 
siones y  no  hacer  lo  que  me  pide  mi  sensualidad!  Quiero 
mucho  a  fulana;  ¡oh  que  no  la  puedo  dejar!  ¿Cómo  que- 
réis vos,  padre,  que  perdone  al  otro  que  me  hizo  tanto  mal? 


498   Cf.  Ier.  6,  16. 


1222  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


— ¡Oh  desventurado  de  ti!,  telas  de  arañas  tejes;  engañosa 

535  y  perecedera  es  esta  triste  vida;  no  te  ha  de  durar  eso  para 
siempre;  presto  se  te  acabará.  ¡Triste  de  ti!,  en  eso  que 
piensas  que  hay  placer,  hay  tristeza;  en  eso  que  piensas 
que  hay  descanso,  hay  trabajo.  La  muerte  en  la  olla;  la 
muerte  en  la  olla.  Guárdate.  En  eso  que  te  parece  que  está 

540  la  vida,  está  la  muerte;  en  eso  que  te  parece  que  hay  ga- 
nancia, hay  pérdida;  en  eso  que  te  parece  rosas,  hay  muy 
crueles  espinas.  La  muerte  en  la  olla.  Cata,  que,  aunque 
eso  te  parece  dulce,  es  amargo;  no  lo  bebas,  que  morirás. 
¡Triste  de  ti!,  Dios  te  remedie  y  te  alumbre;  El  te  abra 

545  los  ojos,  por  quien  El  es.  Cada  vez  que  leo  esto  me  espanto. 
Dice  Dios  por  el  profeta  Hieremías:  Espantaos,  cielos,  de 
esto  que  aquí  digo;  puertas  de  los  cielos,  caeos  de  espanto. 
Parece  que,  cuando  un  hombre  sabio  se  maravilla  de  una 
cosa  y  se  espanta  de  ella,  mueve  a  que  los  otros  miren  mu- 

550  cho  en  ello  y  se  espanten  también.  Espantaos,  cielos.  ¿De 
qué  se  han  de  espantar,  Señor?  De  eso  que  se  hace  por  esas 
calles;  de  eso  que  pasa  por  esas  plazas,  y  que  cada  día  lo 
vemos  por  nuestros  ojos,  y  aun  no  miramos  en  ello;  de 
eso  que  nos  parece  a  nosotros  cosas  tan  livianas  que  no 

555  se  ha  de  hacer  caso  de  ellas;  pues  de  eso  manda  Dios  que 
se  espanten  los  cielos  y  se  caigan  sus  puertas  de  espanto. 

— ¿Qué  han  hecho  estos  hombres,  Señor?  — Derelique- 
runt  me,  fontem  aquae  vivae;  foderunt  sibi  cisternas  dissi- 
patas,  quae  continere  non  valent  aquas.  ¡Oh  Majestad  de 

560  Dios  abatida,  oh  precio  despreciado,  bien  mal  conocido, 
alegría  y  dulzura,  bienaventuranza  tenida  en  poco!  ¿Y  no 
veis  cuánta  razón  tiene  de  quejarse  Dios?  Dejáronme  a  mí, 
fuente  de  agua  viva.  ¿Agora  no  vei[s]  qué  nombre  se  fué 
a  poner?  Fuente  de  agua  viva  dice  que  es.   Dejáronme  a 

565  mí,  que  tuviera  mil  descansos;  yo  soy  agua  que  matara 
su  sed;  yo  refrescara  la  sequedad  de  sus  ánimas;  yo  mata- 
ra su  hamlbre;  yo  cubriera  su  desnudez;  yo  remediara  sus 
necesidades;  yo  les  diera  un  descanso  en  lugar  del  trabajo 
que  aquí  pasaron,  que  se  dieran  por  contentos  de  todo  lo 

570  que  les  sucedió  aquí  de  adverso;  sus  ánimas  sintieran  una 
dulzura  que  les  hiciera  olvidar  todo  lo  amargo  de  acá. 
Pero  dejáronme  a  mí,  fuente  de  agua  viva,  e  hicieron  ellos 
unos  aljibes  rotos,  destrozados,  en  qué  tener  agua  para 
matar  su  sed.  No  pueden  tener  una  gota.  Hicieron  aljibes 

575  destrozados,  hediondos,  cenagosos,  sucios,  que  no  pueden 
tener  agua  clara.  ¿Qué  tal  es  el  aljibe  de  donde  bebes,  di? 
¿Qué  tal  es,  triste  de  ti?  ¿Y  no  ves  que  no  hay  en  eso 
agua  que  refresque  y  que  amate  la  sed  de  tu  ánima,  sino 
que  hieda  y  doble  tu  sed?  ¿Qué  hay  en  eso,  di?  ¿Qué  hay 


534  Of.  Is.  9,  5. 
539   4  Reg.  4,  40. 


547    Ier.  2)  12. 
574   Cf.  Ier.  2,  13. 


78.     SAN    FRANCISCO    DE  ASÍS 


1223 


580  en  ese  pecado?  ¿Qué  hay  en  ese  amor  de  tu  honra,  en  esa 
fantasía,  en  esa  vanagloria?  ¿Qué  tienes  de  tenerte  en 
tanto?  ¿Qué  hay  en  el  amor  de  ese  tu  dinero?  ¿Qué  hay 
en  el  sabor  del  deleite  de  la  carne?  ¿Qué  hay  en  ese  querer 
seguir  tu  parecer  y  que    siempre  se  haga  tu  voluntad? 

585  Quita  la  máscara;  cata  que  viene,  debajo  de  eso  que  te 
parece  tan  bien,  el  mal;  en  eso  que  tanta  paz  y  seguridad 
viene,  hay  guerra,  y  viene  tu  enemigo  metido.  Ño  lo  tomes 
sin  ver  qué  cosa  es.  Dile:  "Descúbrete,  traidor,  que  vienes 
enmascarado;  quita  la  máscara,  y  veamos  quién  eres  y  qué 

590  traes.  Examina  primero  muy  bien  qué  te  trae  y  qué  te 
lleva;  no  te  dejes  engañar,  por  reverencia  de  Dios:  ¡Aba!, 
que  pierdes  a  Dios  si  haces  ese  pecado.  ¿A  quién  quieres 
seguir,  di,  malaventurado  de  ti  si  a  Cristo  no  sigues? 
¿Qué  has  de  hacer?   ¿Dónde  has  de  ir?   ¿Cómo  has  de 

595  poder  vivir  sin  Jesucristo?  ¿Cómo  te  has  de  hallar  sin 
El,  que  ni  ternás  alegría  ni  descanso,  ni  hora  ni  momento 
bueno? 

Recia  cosa  es  ésta.  ¿Qué  haremos?  Jesucristo  nos  dice 
qué  habernos  de  hacer.  El  que  quisiere  venir  tras  mi,  nié- 
600  guese  a  sí  mismo  y  tome  su  cruz  y  sígame.  ¿Quién  quiere 
venir  a  mí?  Decir,  Señor;  necesidad  me  parece  que  había 
de  ser  seguiros,  que  no  condición,  pues  tanto  nos  va  en 
seguiros.  Pues  el  que  lo  ha  de  seguir,  niéguese. 

Los  trabajos,  prin-    Agora  vemos  a  San  Francisco,  vea- 

605  cipio  del  bien  de  mos  qué  hizo  este  santo  bienaven- 
Francisco  turado.    Era  un  mancebillo,  rico 

mercader  que  vendía  paños  y  rega- 
teaba muy  bien  por  venderlo  bien  caro,  y  aun  algunas 
veces  mentiría,  como  se  usa  agora,  ¿quién  duda?  Decíale 

610  Dios:  "Negaos,  Francisco;  dejá  eso  y  seguidme  a  mí". 
No  hay  quien  entienda  eso,  Señor.  No  oye  nada  de  eso 
San  Francisco.  Estaba  él  pensando  cómo  enriquecerse,  ser 
muy  honrado,  y  cómo  casarse;  y  estaban  los  ojos  de  Dios 
mirando  desde  el  cielo.   "Dejjá  eso;  negaos,  Francisco". 

615  Que  no  aprovecha,  Señor,  por  ahí,  si  no  tomáis  otro  medio. 
Agora  veamos  la  manera  que  tuvo  Dios  para  traelle 
a  que  lo  siguiese.  Entróle  Dios  por  dalle  mucha  misericor- 
dia de  los  pobres;  comenzó  a  dar  muchas  limosnas.  Por 
misericordia  comenzó,  ¿veis?;  y  prometió  que  no  llegaría 

620  a  él  pobre  a  pedirle  por  amor  de  Dios  a  quien  no  le  diese 
limosna,  poca  o  mucha.  ¿Corren  los  ríos  y  no  correrá  la 
mar?  Dice  San  Bernardo:  "Hay  en  un  hombrecillo  mise- 
ricordia para  dolerse  y  haber  compasión  de  los  trabajos 
de  un  prójimo,  ¿y  no  le  habrá  en  Dios  para  con  nosotros?" 

624   Cf.  San  Bernardo,  De  modo  bene  vivendi,  14-15  :  M¡L  1S4, 
1224-1226. 


1224  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


625  Agora  estábase  San  Francisco  en  su  tienda,  entre  sus 
paños  y  Dios  voceó  en  él.  "Negaos,  Francisco,  y  seguid- 
me". No  aprovechaba.  ¿No  entendéis?  Pues  esperá,  dice 
Dios,  yo  haré  que  oigáis.  Dale  una  muy  grande  enferme- 
dad, y  tras  ella,  temor  de  morirse  y  de  irse  al  infierno. 

630  No  digáis  mal  de  las  enfermedades  ni  de  los  trabajos. 
Mirá  cómo  los  envía  Dios  por  nuestro  bien.  Tenía  San 
Francisco  grandísimo  temor.  Conterriti  sunt  peccatores  in 
Sion:  Estremeciéronse  los  pecadores  de  miedo  en  Sión. 
Comienza  de  temblar  como  el  rey  Ba[l]  tasar  y  como  Da- 

635  buconodosor,  que  se  cuenta  de  él  que  se  daba  una  pierna 
con  otra  del  temblor  cuando  los  trujo  Dios  en  enfermeda- 
des. Estaba  tamañito  el  buen  Francisco;  comienza  de  tem- 
blar y  Dios  de  ponerle  miedo,  como  la  madre  que  toma  al 
niño  y  le  pone  a  la  boca  del  pozo  y  hace  como  que  le  quiere 

640  soltar  abajo  por  alguna  cosilla  que  el  mochacho  ha  hecho, 
y  él  comienza  de  temblar  y  decir:  "¡Oh,  madre  mía,  que 
no  lo  haré  más;  no  me  echéis!"  Dale  Dios  enfermedad; 
azota  a  San  Francisco;  enséñale  Dios  la  brevedad  de  esta 
engañosa  vida;  comienza  a  pensar:   "¡Ah,  que  mañana 

646  me  moriré,  no  tengo  de  volver  más  acá,  no  sé  dónde  tengo 
de  parar;  toda  mi  vida  he  vivido  tan  mal,  en  tanto  olvido 
de  Dios;  cuantas  veces  me  ha  llamado  Dios,  rogándome 
por  bien  que  le  siguiese,  no  he  querido  responderle;  infier- 
no hay  para  los  malos,  donde  se  castigan  los  que  han  vi- 

650  vido  como  yo;  ¡triste  de  mí!,  ¿qué  haré,  que  quizá  no 
querrá  Dios  oírme,  pues  que  nunca  le  he  querido  yo  oír? 
¡Oh  Señor!,  no  más  por  quien  vos  sois;  si  lo  habéis  porque 
me  enmiende,  yo  lo  haré".  Agora  sí,  Francisco;  eso  es 
lo  que  yo  quería.  ¿Veis  que  hizo  la  enfermedad  y  el  temor 

655  lo  que  no  el  beneficio,  el  tratarlo  con  bien,  lo  que  no  hicie- 
ron los  sermones,  los  confesores,  las  amonestaciones,  las 
inspiraciones  de  Dios? 

Queda  impresa  la  Estuvo  bueno,  y  mostróle  Dios 
cruz  en  el  alma  de-      una  noche,  no  sé  si  estando  en  ora- 

660  rretida  del  Santo  ción  o  en  sueños,  una  sala  muy 
rica,  muy  clara,  toda  de  oro,  y  al- 
rededor toda  llena  de  escudos  de  cruces;  y  di  jóle:  "Todo 
eso  te  daré,  Francisco,  y  mucho  más,  si  eres  hombre  para 
traer  esas  banderas  que  ves  y  ser  muy  buen  capitán  de 

665  mi  cruz";  dándole  a  entender  si  se  ternía  por  honrado  de 
tomar  con  mucho  esfuerzo  y  muy  de  gana  los  trabajos; 
si  se  preciaría  de  ser  deshonrado  y  corrido  y  abatido  de 
todos;  si  sería  para  sufrir  mucha  hambre,  mucha  desnu- 


633  Cf.  Is.  33,  14. 
636   Cf.  Dan.  5,  6. 


78.     SAN   FRANCISCO    DE  ASIS 


1225 


dez,  muchas  necesidades,  y  que  todos  le  corriesen  y  tu- 

670  viesen  por  un  loco;  si  se  entristecería  y  desconsolaría  con 
cosa  que  adversa  le  fuese.  Esto,  pues,  le  quiso  decir  Dios 
en  preguntarle  si  sería  para  traer  la  bandera  de  la  cruz. 
Salió  de  allí  San  Francisco  tan  espantado,  tan  fuera  de  si, 
tan  trocado  de  lo  que  antes  era;  parecíale   todo  de  otra 

675  manera.  Todo  aquello  en  que  antes  tomaba  descanso  le  era 
desabrido;  lo  que  antes  le  alegraba,  dábale  agora  profun- 
da tristeza.  Tenía  tan  gran  pesadumbre  con  las  cosas  de 
esta  Vida,  que  no  las  podía  sufrir.  ¡Salía  tan  consolado! 
¡Había  tomado  tan  gran  gusto!  Y  como  se  le  había  pa- 

680  sado  tan  presto,  no  sabía  lo  que  le  había  acaecido.  Como 
dice  allá  el  patriarca  Job:  In  manibus  abscondit  lucem,  et 
praecepit  ei  ut  rursus  adveniat  ad  nuntíandum  [de]  ea  amico 
suo;  quae  possessio  ei  sit,  ut  [ad]  eam  possit  ascenderé.  Salía 
diciendo:  "Señor,  ¿qué  es  esto?  ¡Oh  qué  dulzura  tan  grande, 

686  oh  qué  sabor!  Si  durara  mucho,  ¿qué  fuera?  Si  tal  dais 
en  esta  vida  llena  de  trabajos  a  vuestros  amigos,  ¿qué 
será  lo  que  allá  les  tenéis  aparejado?"  Muy  prestico  se  le 
pasó  este  gusto,  porque  es  ésta  la  condición  de  Dios:  as- 
conde  la  luz  entre  sus  manos,  y  mándale  otra  wez  que  torne 

690  a  parecer,  y  da  a  entender  a  sus  amigos  qué  es  su  pose- 
sión y  cómo  puede  subir  a  El. 

Esto  hace  Dios  con  sus  amigos.  Dáseles  al  principio  a 
conocer  un  poquito,  para  que  no  piensen  que  trabajan  en 
balde  y  que  van  a  cosa  incierta;  dales  un  poquito  sabor 

695  de  sí;  alégralos,  regálalos,  muéstraseles,  ábreles  los  ojos 
y  hace  aparecer  la  luz,  que  vean  cuán  dulce  cosa  es  El 
Díceles:  "Cátame  aquí,  yo  soy  tu  posesión;  yo  soy  todo 
cuanto  bien  tienes;  tu  descanso,  tu  hartura,  tu  bienaven- 
turanza; mírame  acá;  bien  puedes  venir  a  mí".  Y  cuando 

700  no  se  catan,  desaparéceles.  Cuando  ellos  pensaban  que  les 
había  de  durar  aquel  sabor,  ya  no  tienen  nada;  quítaselo 
luego  y  desaparece  aquel  sabor  y  viene  el  trabajo.  El  que 
ha  pasado  esto  por  él,  luego  pierde  el  gusto  de  las  cosas 
de  esta  vida;  y  el  que  no  lo  ha  perdido,  sino  que  aun  le 
1705   sabe  bien  lo  de  acá,  no  le  han  dado  a  gustar  lo  de  allá. 

Dijo  luego  San  Francisco:  "Señor,  ¿cómo  queréis  que 
os  sirva?  ¿En  qué  estado?  ¿De  monje  o  casado?  Dadme 
vos  gracia,  que  acierte  con  el  estado  en  que  os  tengo  de 
agradar".  Tanto  llamó,   tanto  lloró,   tanto  perseveró  en 

¡710  esto,  que  lo  oyó  Dios  y  aparecióle  Jesucristo  crucificado 
y  hablóle  desde  la  cruz,  y  díjole:  "Francisco,  si  quieres 
venir  tras  mí,  niégate  e  toma  tu  cruz  y  sigúeme".  Dicho* 
y  hecho.  Levantóse  de  allí,  y  no  fué  menester  decírselo 
segunda  vez.  Ese  es  el  don  de  los  escogidos  y  predestina- 


691   Cf.  Iob  36,  32. 


1226 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


715  dos  de  Dios,  que  dicen  y  hacen  luego,  porque  les  da  Dios 
gracia  cómo  lo  cumplir.  Díceles  Dios:  "Haced  esto",  y 
dales  luego  la  gracia  como  lo  pongan  por  obra,  aunque 
ellos  libremente  lo  hacen.  Díjole,  pues,  Jesucristo:  "Deja 
eso,  Francisco,  y  sigúeme".  Dice  la  historia  que  se  le  de- 

720  rritió  el  alma.  Anima  mea  liquefacta  est.  Derretido,  en- 
ternecido, se  me  ha  el  ánima  a  las  palabras  de  mi  Señor. 
Como  si  imprimis  un  sello  sobre  cera  dura,  no  señala  ni 
queda  rastro;  pero  cuando  está  derretida  y  blanda  la  cera, 
imprímese  mucho  allí  el  sello.  Pues  ésa  es  la  señal  si  sois 

725  escogidos:  si  os  derretís,  cuando  Dios  os  llama;  si  os  pa- 
ráis muy  tierno  al  llamamiento  de  Dios.  Que  no  aprove- 
cha sentir  que  Dios  os  llama,  si  no  hay  más  de  eso  y  se 
queda  aún  vuestra  ánima  dura.  El  llamamiento  que  no  es 
de  escogidos  daos  a  sentir  vuestra  miseria,   pero  aun  os 

730  quedáis  en  ella;  mas  si  os  derretís  a  las  voces  de  Dios,  si 
decís:  "¡Oh  triste  de  mí!,  ¿qué  ha  de  ser  de  mí?,  ¿qué 
hago?,  ¿en  qué  gasto  mi  vida?,  ¿qué  engaño  es  este  de 
tener  aquí  mi  descanso  en  cosa  tan  perecedera?;  quiero 
dejar  cosa  tan  engañosa;  mañana  me  moriré,  acá  se  ha 

735  de  quedar  todo,  el  llamamiento  de  los  amigos  es.  Jgnitum 
eloquium  tuum,  Domine,  vehementer.  Cosa  de  fuego  es  tu 
palabra,  Señor.  Todo  lo  quema,  todo  lo  derrite  tu  llama- 
miento. 

Quedósele  tan  impresa  la  cruz  a  San  Francisco  en  las 

740  entrañas;  quedó  tan  derretido,  tan  blando  el  corazón,  que 
es  para  espantar.  Mas  cuán  bien  se  cumplió  en  él:  Pone 
me  ut  signaculum  su/per  cor  tuum,  et  ui  signaculum  super 
brachium  tuum;  quia  fortis  est  ut  mors  dilectio.  Ponme 
como  sello   sobre  tu   corazón,  ámame,    acuérdate  de  mí, 

745  imprímeme  en  tus  entrañas;  transfórmate  en  mí  por  amor; 
y  ponme  también  como  sello  sobre  tu  brazo,  por  las  obras, 
porque  fuerte  es  el  amor  así  como  la  muerte.  Quedóle  tan 
sellado  Jesucristo,  que,  si  iba  camino  y  veía  algún  corde- 
rito  que  no  podía  andar,  tomábalo  en    brazos  y  lloraba 

750  con  él  y  llevábalo  a  su  madre.  — '¿Qué  es  eso,  Francisco? 
¿Por  qué  lloráis?  — Acuerdóme  de  nuestro  Señor  Jesu- 
cristo, cómo,  siendo  tan  inocente,  fué  tan  maltratado; 
siendo  tan  justo  y  tan  manso,  hicieron  tantas  crueldades 
en  El.  Cuando  oía  algunos  golpes,  luego  se  acordaba  de 

755  los  golpes  del  martillo  con  que  enclavaron  a  Jesucristo  en 
la  cruz.  ¡Qué  sellado  traía  a  Jesucristo  en  cuanto  hablaba, 
veía  y  oía! 

E3taba  muy  malo  de  todas  enfermedades;  estaba  opi- 
lado; vomitaba  toda  la  noche  sangre;  tenía  mal  de  ijada, 


721   Cant.  5,  6. 

737    Cf.  Ps.  n8,  140. 

747   Cf.  Oant.  8,  6. 


78.     SAN"   FRANCISCO   DE  ASIS 


1227 


760  de  gota;  estaba  hidrópico  y  ciego  de  llorar  sus  pecados. 
Estaba  tan  malo,  que,  movido  de  compasión  un  fraile  com- 
pañero suyo,  le  dijo:  "Hermano,  ruega  ahora  a  Dios  que 
rebaje  un  poquito  la  hora  de  su  ira  para  contigo  y  que  te 
sane.  Cata  que  es  gran  lástima  verte  cual  estás".  Recibió 

765  gran  pena  de  esto  San  Francisco:  "Vete  de  ahí,  por  amor 
de  Dios;  no  miras  lo  que  has  dicho.  Si  no  te  conociera  y 
te  hobiera  conversado  toda  mi  vida,  yo  te  apartara  de 
mí;  nunca  más  tratara  hombre  que  tal  me  ha  dicho. 
¡Cómo!,  ¿que  no  conozca  yo  las  mercedes  que  Dios  me 

770  envía?  ¿A  esto  llamas  ira  de  Dios? — díjole — .  Misericordia, 
y  grande.  ¡No  conoceré  yo  tantos  bienes  y  tantos  regalos 
como  son  estas  enfermedades!  No  digas  tal,  por  amor  de 
Dios".  Y,  dicho  esto,  échase  d[e]  la  cama  abajo  y  comien- 
za de  darse  de  golpes. 

775  — ¿De  dónde  todo  eso?  — De  pensar  en  el  Crucificado. 
Allí  le  enseñaron  a  él  esta  doctrina.  ¡Como  [que]  no  traía 
otra  cosa  delante  sus  ojos,  sino  Jesucristo  puesto  en  la 
cruz  como  le  pareció  primero!  Los  que  tenéis  costumbre 
de  pensar  en  la  pasión  de  Cristo,  mirá  cuál  es  el  paso  por 

780  donde  os  llamó  Jesucristo  y  en  ése  pensad  más;  si  se  os 
aparece  el  crucifijo,  quiero  decir,  si  os  viene  más  veces  al 
pensamiento  crucificado  Jesucristo,  daos  a  pensar  mucho 
en  El;  si  cuando  llevaba  la  cruz  a  cuestas;  si  cuando  esta- 
ba en  la  columna;  en  fin,  aquello  que  más  veces  os  viene 

785  al  pensamiento,  eso  pensad  más,  porque  es  señal  que  Dios 
quiere  que  le  sigáis  por  ahí. 

No  quiero  otro  pa-  Fuése,  pues,  San  Francisco  a  una 
dre  sino  a  ti,  Señor  cueva.  Era  muy  amigo  de  estar 
solo  y  en  lugar  oscuro.  Fué  a  la 

790  soledad  Francisco.  Ego  deducam  dilectam  meam  in  solitu- 
dinem,  et  lactdbo  eam  et  loquar  ad  cor  eius.  Yo  llevaré  a 
mi  amada  a  la  soledad,  y  le  daré  allí  leche,  y  le  hablaré 
al  corazón.  Estaba,  pues,  allí  en  aquella  cueva,  allí  lloraba, 
gemía  sus  pecados.  "¡Oh  luz  que  alumbraste  la  ceguedad 

795  de  mi  ánima!,  ¿y  qué  ha  sido  de  mí?  ¿Cómo  te  he  ofendi- 
do? ¿Cómo  no  te  he  amado?  ¿Cómo  me  hallaba  a  vivir 
sin  ti?  ¿Qué  quieres  que  haga,  Señor?".  Estaba  en  duda: 
"Si  saldré  de  aquí  o  si  me  estaré  aqui,  haciendo  peniten- 
cia". Díjole  Dios:  "Anda,  cobarde,  sal  de  ahí".  Salió  y 

800  vistióse  un  capote  de  sayal,  y  ciñóse  con  una  soga,  y  an- 
daba ansí  por  las  calles.  En  saliendo  los  mochaehos  y  los 
hombres,  que  saben  tan  poco  como  ellos,  comienzan  de 
dar  tras  él:  "¡Al  loco,  al  loco!"  Como  lo  habían  visto 
antes  vestido  de  seda  en  caballos,  con  mozos,  con  triunfos, 


793  Cf.  Os.  2,  14. 


1228 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


805  todos  decían:  "¡Al  loco!"  Y  los  moohachos  llegaban  a  es- 
tirarle del  capote  y  dábanle  con  lodo  en  la  cara.  El  siervo 
de  Dios  sufríalo  con  gran  paciencia,  y  bendecía  a  Dios. 
Volviéronse  luego  todos  contra  él,  y  el  padre  daba  voces: 
"¡Oh,  que  me  deshonra  este  traidor!" 

810  Veis  ahí  la  guerra.  ¡Oh  hijo  espiritual,  y  del  padre  y 
madre  locos!  Tómalo  el  padre  y  échalo.  En  viendo  el  hijo 
recogido,  que  si  se  paseaba  y  se  vestía,  ya  no  lo  hace;  si 
andaba  en  mil  bellaquerías  y  [a]  [l]as  ha  dejado.  Cuando 
la  hija  es  una  ventanera  y  una  loquilla,  entonces  están  los 

815  padres  muy  alegres;  en  recogiéndose,  en  [v]iendo  que  no 
se  quiere  casar,  que  comulga,  que  confiesa  a  menudo,  lue- 
go: "¡Oh,  que  es  una  mala  mujer!,  ¡oh  que  nos  deshonra! 
¡Cadenas!"  Et  voluerunt  tenere  eum  sui  dicentes:  quoniam 
in  furorem  ver  sus  est.  San  Marcos  de  Cristo  Domino.  ¿En- 

820  tendéis  bien  qué  quería  el  mundo?  Atar  a  la  sabiduría,  a 
la  cordura,  al  tiento,  al  concierto  de  Dios,  diciendo  que 
estaba  loco. 

Toma,  pues,  su  padre  a  San  Francisco  y  átalo,  azóta- 
lo. ¡Oh  este  loco  que  me  deshonra!  La  madre,  como  más 

825  tierna  y  que  le  tenía  compasión  de  ver  cuál  le  trataban, 
soltóle;  y  dijo  San  Francisco  a  su  padre:  "Señor,  si  tanto 
os  deshonráis  de  que  sea  vuestro  hijo,  vamos  delante  el 
provisor,  y  yo  diré  allí  que  no  soy  vuestro  hijo,  y  renun- 
ciaré todo  el  derecho  de  ser  vuestro  hijo".  Fueron  y  Ile- 

830  varón  un  escribano,  y  dijo  allí:  "Señor,  hasta  agora  yo 
estaba  en  posesión  de  hijo  de  mi  padre;  yo  digo  agora  que 
no  soy  su  hijo,  ni  me  tengo  por  tal  agora  y  mientras  vi- 
viere". Dicho  esto,  desnúdase  allí  delante  de  todos,  y  que- 
dóse en  cueros  vivos,  como  le  parió  su  madre,  sin  padre, 

835  sin  madre,  sin  hacienda,  sin  favor  de  parientes  ni  de  ami- 
gos. Todo  lo  renunció,  no  le  quedó  nada.  ¡Oh  cuán  bien 
cumplía  el  evangelio  a  la  letra,  como  sería  menester  que 
se  hiciese  más!  ¡Cuán  bien  viene  agora:  Pater  meus  et 
maier  mea  dereliquerunt  me  Dominus  autem  assumpsit  me: 

840  Mi  padre  y  mi  madre  me  dejaron,  y  el  Señor  me  tomó  de- 
bajo de  su  amparo!  "Padre  nuestro,  que  estáis  en  los  cielos, 
santificado  sea  el  tu  nombre.  No  quiero  otro  padre  si  a  ti 
no,  Señor,  si  cruz  llevaste,  cruz  quiero;  si  pobre  fuiste, 
que  no  tuviste  donde  reclinar  tu  cabeza — tanta  fué  tu  ex- 

845  trema  necesidad — ,  pobre  quiero  ser;  si  pasaste  mucha 
sed,  mucha  hambre,  mucho  frío,  mucha  desnudez,  yo 
también  lo  quiero  ansí".  Maldecíalo  su  padre,  y  fuése  a 
un  labrador  y  di  jóle:  "Hermano,  mi  padre  me  maldice;  en 
lugar  de  sus  maldiciones,  bendíceme  tú".  Echóle  el  buen 


S19  Cf.  Me.  3,  ai. 
841  Ps.  26,  10. 


842    Mt.  6,  9  ;  Le.  11,  2. 

844   Cf.  Mt.  S,  20  ;  Le.  9.  58. 


yS.     SAN    FRANCISCO    DE  ASÍS 


1229 


|*0  hombre  la  bendición  y  díjole:  "¡Bendito  seas  tú  de  Dios, 
que  tan  bendito  y  tan  dichoso  te  hizo!" 

Florecitas  de  San  Andaba  por  ahí  tan  humilde,  tan  bajo, 
Francisco  tan  abatido  y  menospreciado  de  todos. 

No  hacían  más  caso  de  él  que  de  un 

833  poco  de  cieno.  Era  tan  chiquito  en  su  estimación  que,  si 
le  venía  un  pensamiento  malo,  daba  luego  voces  diciendo: 
"¡Oh  que  me  tenéis  por  bueno  y  soy  un  hipróquita !",  y 
hacíase  llevar,  dándole  de  azotes,  hasta  la  picota;  y  allí 
decía,  que  todos  lo  oían,  el  mal  que  había   hecho.  No  se 

860  hace  agora  así,  sino  que  encerramos  las  faltas  que  tene- 
mos con  siete  llaves,  y  queremos  que  nadie  las  sepa.  ¡Qué 
humilde,  qué  chiquito,  qué  sencillo  era  este  santo  bien- 
aventurado! 

Si  iba  por  ese  campo  y  llamaba  las  aves,  venían  y  le 

865  bendecían.  Mirá:  Si  siempre  duráramos  en  la  inocencia  de 
Adán  antes  que  pecare,  obedeciérannos  todas  las  criaturas. 
Ansí  agora  los  que,  mediante  la  gracia  de  Dios,  se  allegan 
a  aquella  inocencia,  les  obedecen  todas  las  cosas  como  en- 
tonces. Si  mandaba  a  las  aves  que  cantasen,  hacíanlo;  y 

870  llamábalas  cuando  decía  maitines,  y  decía  él  un  verso  y 
ellas  el  otro;  y  tenía  él  diferentes  aves  para  que  cantasen 
unas  a  una  hora  y  otras  a  otra.  Quería  él  mucho  a  estas 
pajaritas  que  llaman  cugujadas,  porque  decía  él  que  pare- 
cían frailes  por  aquellas  cresticas   que  tienen  de  plumas 

875  sobre  la  cabeza. 

Estaba  una  vez  malo  de  los  ojos  y  queríanle  dar  unos 
cauterios  de  fuego,  y  como  vido  ya  el  hierro  encendido, 
blanco  de  tan  hecho  ascua,  y  que  se  le  querían  meter  por 
el  ojo,  húbole    miedo,  y   díjole:  "Hermano   fuego,  yo  te 

880  mando,  en  nombre  de  nuestro  Señor  Jesucristo,  que  no 
me  quemes";  y  obedeciólo  el  fuego;  no  sintió  cosa  ninguna. 
Decía  él  a  todas  las  cosas  hermanas:  a  los  corderitos,  a 
las  aves,  a  todo. 

Era  muy  amigo  de  música,  y  estaba  en  el  monesterio 

885  un  fraile  que  tañía  muy  bien  una  vihuela,  y  rogóle  una 
vez:  "Hermano,  por  amor  de  Dios,  que  tengo  gran  deseo 
de  oír  tañer,  que  me  deis  un  poquito  de  música".  Respon- 
dióle el  fraile:  "Jesús,  padre,  no  me  mandéis  tal  cosa, 
que  torne  agora  a  lo  que  ha  ya  tantos  años  que  dejé  por 

890  amor  de  Jesucristo.  Todo  eso  renuncié  cuando  entre  aqui, 
no  me  mandéis  que  haga  tal,  padre".  Díjole  señor  San 
Francisco:  "Haceldo  agora,  hermano,  que  no  es  ofensa  de 
Dios ;  nunca  por  estas  cosas  tan  livianas  se  ofende  a  Dios, 
antes  es  para  que  nos   alegremos  a  gloria   suya".  Nunca 

895  lo  quiso  hacer  por  más  que  le  dijo.  Aquella  noche,  es- 
tando señor  San  Francisco  en  su  celda,  vino  grandísimo 


1230 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


estruendo  de  música  de  vihuela,  de  ministriles,  de  cuantos 
géneros  de  música  hay,  por  la  calle;  y  no  hicieron  toda 
la  noche  los  ángeles,  que  venían  con  gran   música,  sino 

900  andar  calle  arriba  y  calle  abajo  hasta  que  fué  de  día.  "Pa- 
dre, no  quesistes  hacer  anoche  lo  que  os  rogué,  pues  mi 
Señor  Jesucristo  me  envió  esta  noche  a  consolar  con  muy 
dulce  música". 

Andaba  predicando    y  fué  un  hombre  a    rogalle  que 

905  predicase  un  día,  y  él  que  luego,  a  hora  del  evangelio, 
nunca  jamás  quiso  ordenarme  de  misa,  porque  decia  él 
que  no  era  digno  de  tomar  tal  oficio  como  el  del  clérigo, 
y  que  si  topase  a  un  sacerdote  en  la  calle  y  a  un  santo  ca- 
nonizado, que  no  fuese  sacerdote,  que  haría  más  honra  al 

910  sacerdote;  decía  que  en  la  misa  que  temblasen  todos  de  re- 
verencia del  Hijo  de  Dios,  que  estaba  allí  en  el  altar.  Ido, 
pues,  a  predicar  por  ruego  de  aquel  hombre,  vino  la  moza 
del  buen  hombre  y  dijo:  "¡Cómo!,  ¿que  no  tengo  yo  de 
oír  a  este  santo  hombre?"  Hizo  presto  sus  haciendas,  y 

915  quedaba  un  niño  en  casa,  y  acaso  una  caldera  de  agua,  muy 
grande,  puesta  al  huego.  La  moza  dejó  al  niño  solo  y  cerró 
la  puerta  de  la  casa  y  fuése  al  sermón;  mientras  que  oía 
el  sermón,  cayó  el  niño  en  la  caldera  y  cocióse  allí,  y  no 
quedaron  sino  los  huesos  solos  mondos.  Vino  la  moza  an- 

920  tes  que  sus  amos,  y  como  halló  al  niño  muerto,  comenzó  de 
llorar  y  de  hacer  grandes  cosas.  Habían  rogado  a  San  Fran- 
cisco que  comiera  con  ellos,  y  él  hízolo  ansí.  Y  tomó  los 
huesos  y  metiólos  en  un  arca,  y  venidos  los  amos,  díjoles  lo 
que  pasaba.  Ya  veis  lo  que  sintirían  ellos.  Dijeron:  "Ya  es 

925  hecho,  no  demos  agora  mala  comida  a  este  siervo  de  Dios; 
después  lloraremos  nuestra  pena".  Asentáronse  a  comer. 
¡Mirá  cómo  les  sabría  la  comida  a  los  tristes  de  los  padres! 
En  acabando  de  comfer  dijo  San  Francisco:  "Gana  me  da 
de  buenas  manzanas".  Los  huéspedes  honrados  dijeron:  "Por 

930  cierto,  padre,  no  las  hay  en  nuestra  casa,  ni  se  hallarán, 
porque  no  es  tiempo  agora  de  ellas".  Volvió  a  decir:  "Bus- 
cadme  agora  unas  manzanas,  que  tengo  gran  deseo  de  ellas". 
Los  buenos  hombres,  mirándose  unos  a  otros  encogidos, 
como  no  podían  cumplirle  aquel  deseo  al  santo  hombre,  di- 

935  jéronle:  "Por  cierto,  señor,  no  sabemos  dónde  las  hay  ago- 
ra". Dijo  entonces  San  Francisco:  "En  aquella  arca".  Y  se- 
ñaló donde  estaba  el  niño  muerto.  ¡Mirá  qué  nuevas  para 
el  padre!  "No  sé  yo,  por  cierto,  que  haya  allí  manzanas". 
Dijo  San  Francisco:  "Id,  que  sí  hay".  Fué  el  padre  y  abrió 

940  el  arca  y  halló  su  hijo,  vivo  y  sano,  asentado  en  el  arca  y< 
con  dos  manzanas  en  las  dos  manos.  Dijo  el  niño  al  padre: 
"Tomá,  padre".  Y  tómala [s]  el  padre  con  grande  alegría  y 
diólas  a  San  Francisco,  y  dijo  el  santo  hombre:  "Estas  son 
las  manzanas  de  que  yo  tenía  deseo".  Bendijeron  todos  a 


78.     SAN    FRANCISCO   DE  ASÍS 


1231 


Dios  por  el  gran  milagro,  como  había  hecho  por  ruego  de 
su  siervo  Francisco. 

Qué  de  milagros  hizo,  no  hay  cuento.  ¡Cuan  bien  le  pagó 
Dios  el  negar  de  su  voluntad,  el  tomar  de  su  cruz!  ¿Cómo 
os  va,  Francisco?  ¿Es  mejor  eso  que  no  vender  paños?  ¿De 
qué  estáis  más  contento,  de  las  riquezas  que  dejastes  o  de 

■  los  trabajos  que  hallastes,  dejándolas? 

Estaba  un  día  temblando  de  frío  y  díjole  un  hermano 
[¿  suyo:  "Vendóme  un  maravedí  de  sudor,  Francisco,  herma- 
no". Respondióle  él:  "Por  cierto,  si  no  os  lo  diera  a  vos, 
•55  dárselo  he  a  mi  Señor  Jesucristo".  Decía  él  que  no  estaba 
la  bondad,  el  ser  bueno  uno,  en  tener  muchos  gustos,  en 
ser  muy  consolado,  muy  visitado,  muy  regalado  de  Dios, 

■  sino  en  pasar  muchos  trabajos. 

De  camino,  muy  cansado  y  muerto  de  hambre,  y  díjole 
•60  al  compañero:  "No  hay  placer;  no  hay  placer  cumplido  en 
esta  vida,  padre".  Dijo  el  otro:  "¿Cómo,  padre?"  "Si  agora 
fuéramos  al  monasterio  y  nos  dieran  de  palos  y  de  coces, 
esto  fuera  lo  bueno;  pero  hacernos  han  mil  regalos  para 
que  descansemos  de  este  traba juelo". 

*65   Impresión  de  las  Ha-    Fuése  al  monte  Armenio,  y,  estan- 
gas.  Muerte  do  allí  una  noche  en  oración,  oyó 

un  ruido  como  de  saeta  y  que  le 
daba  en  la  mano,  y  sintió  de  ello  muy  grande  dolor  y  co- 
menzó a  correrle  sangre,  y  luego  vino  otra  saeta  y  dióle  en 

y¡0  la  otra  mano,  y  luego  en  los  dos  pies  y  en  el  costado.  Es- 
panta, espanta  esto.  Si  no  fuera  tan  humilde,  no  le  comu- 
nicara Dios  tales  secretos.  Encubría  mucho  las  llagas.  No 
le  pasaba  por  el  pensamiento  tener  vanagloria  de  estas  co- 
sas; mas  él  andábalas  escondiendo  de  todos.  Traía  siempre 

ÍT5  las  manos  cubiertas;  la  llaga  del  costado  nunca  la  vido  na- 
die, sino  un  compañero  suyo,  y  él  lo  descubrió  después.  An- 
daba en  un  asnico  porque  no  podía  andar  por  las  llagas  de 
los  pies.  Dos  años  [antes]  que  muriera  instituyó  su  orden  y 
concertó  su  monesterio  allí,  en  aquel  monte.  No  se  puede 

tóo   decir  lo  mucho  que  hay. 

Revelóle  Dios  cuándo  había  de  morir,  y  di  jólo  a  sus 
frailes;  y  ellos  enviaban  a  llamar  a  una  romana,  muy  santa 
mujer,  que  lo  había  curado  en  otro  tiempo,  porque  lo  viese 
antes  que  muriese.  Y  revelóle  Dios  a  ella  también  cómo  ha- 

W5  bía  de  morir,  y  vino  luego  y  dijo  él  a  los  frailes:  "Andá, 
no  la  llaméis,  que  ella  verná".  Y  vino  luego.  Murió  sába- 
do en  la  tarde.  Ya  que  vido  que  se  llegaba  la  hora,  mandó 
traer  doce  rebanadas  de  pan  y  otra  para  él,  y  comiéronlas 
allí  en  memoria  de  la  cena  del  Señor  Jesucristo,  y  hízoles 

690  un  sermón,  encomendándoles  mucho  la  humildad.  Vino, 
pues,  la  hora  de  su  muerte  y  mandó  que  le  leyeran  aquel 


1232 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


evangelio:  Ante  diem  festum  Paschae,  etc.  Es  muy  lindo 
para  aquella  hora.  Mirá  no  se  os  olvide  que  hagáis  que  os  lo 
lean  a  la  hora  de  vuestra  muerte.  Ya  que  se  moría,  echóse 
995  en  el  suelo  por  parecer  a  Jesucristo  y  rogó  que  no  le  ente- 
rrasen luego,  sino  que  lo  dejasen  un  rato  después  de  muer- 
to, como  a  Jesucristo.  Estaba  entonces  también  un  fraile  a 
la  muerte,  y,  en  expirando  San  Francisco,  vido  tantos  án- 
geles que  llevaban  su  ánima  con  tanta  alegría,  y  vídola  tan 

1000  resplandeciente;  y  di  jóle:  "Padre,  ruega  a  nuestro  Señor 
que  me  lleve  contigo".  Murió  luego  el  fraile,  en  diciendo 
como  vido  a  San  Francisco,  y  fuése  también  al  cielo.  Ansí 
acabó  San  Francisco.  Hay  testimonio  de  todo  esto.  Sabemos 
que  en  pago  de  sus  trabajos,  de  sus  necesidades,  del  negar 

1005   de  su  parecer  y  voluntad  le  dió  Dios  aquí  gracia  y  allí  gloria. 


79  A  quien  Dios  tuvo  propósito  de  salvar, 

El  lo  ha  de  salvar  * 

Festividad  de  Todos  los  Santos.  1  de  noviembre.  En  un 
monasterio  de  monjas 

(Escorial,  Ms.  &  III  21,  ff.  300  v  -  305  r;  R.  A.  H.,  Ms.  27-2  E/37, 
ff.  229  r  -  238  r.) 

Quos  pracdcstinavit,  líos  ct  vocavit ;  et  quos  voca- 
vit,  hos  et  magnificavit.  Quid  crgo  diccmus  ad  haect 
Si  Dcus  pro  nobis,  quis  contra  nos?  (Rom.  8,  [jo-ja]). 

Exordio  Para  bien  hablar  de  las  cosas  de  Dios  menes- 
5  ter  es  espíritu  de  Dios;  y  para  que  venga  en 

nuestras  entrañas,  humillémonos  a  nuestra  Señora  y  digá- 
mosla el  Ave  María. 

¿Qué  es  predesti-     Quos  praedestinavit,  etc.  La  gracia  del 
nación?  Espíritu  Santo  sea  con  vuestras  mérce- 

lo des.  Las  palabras  que  tomé  para  nues- 

tro sermón  son  de  la  carta  que  el  Apóstol  envió  a  los  roma- 
nos; están  a  los  ocho  capítulos  de  ella.  En  romance  suenan: 
A  los  que  predestinó,  etc. 

Este  oficio  de  pedricar  no  es  tan  fácil  como  pensáis  y 
15   pensamos.  Hablar  un  hombre  bien  de  Dios,  muy  difícil  cosa 
es.  Decía  el  profeta  David:   Quis  narrabit  potestatem  Do- 

992  Pasque  ||  1005  gloria]  Deo  sit  gloria  add. 

F.  =  Esc,  A  =  R.  A.  H.  ||  4-5  menester  es  el  transp.  add.  A 

14  predicar  A   \\  22  intellisret  p.  corr.  A 

992   lo.  13,  I  ss. 

•    Ed.  M.  Y.  MlGUÉLEZ,  O.  S.  A.,  en  «La  Ciudad  de  Dios»,  79 
(1909),  306-316.  «Sermón  que  hizo  el  Miro.  Joanes  de  Avila,  día  de 
todos  los  Santos,  Sermo  oninium  sanctorum  loa  D.  .-1.»  (Escorial, 
f.  300  v  ;  R.  A.  H.,  f.  229  r). 
S   Rom.  S,  30. 


7Q.     FESTIVIDAD  DE  TODOS  LOS  SANTOS 


1233 


mini?  Quis  loquetur  potentias  Domini?  Espantábase  del  gran 
poder  de  Dios  y  de  sus  grandezas:  ¿quién  las  podrá  enten- 
der y  contar?  Y  el  profeta  Esaías,  cuando  pensaba  que  ha- 

20  bía  entendido,  cuando  pensó  mucho  de  la  ira  de  Dios,  cuan- 
do pensó  que  había  conocido  a  Dios  airado,  decía:  Quis 
irum  Domini  intelligit?  ¿Quién  entenderá  la  ira  del  Señor? 
Y  entre  todas  sus  obras,  muy  dificultosa  cosa  es  de  enten- 
der una  de  que  El  más  usa,  que  es  la  misericordia,  y  tanto 

25  más,  cuanto  más  usa  de  ella  que  de  la  ira  y  de  la  justicia, 
como  decía  el  profeta:  Misericordia  eius  super  omnia  ope- 
ra eius. 

Pues  si  aquellos  santos,  alumbrados  por  Dios,  no  sabían 
hablar  de  su  ira  y  de  sus  potencias,  ¿cómo  hablará  un  hom- 

30  brecillo  como  yo,  de  una  cosa  que  tanto  excede,  como  es  de 
la  que  hemos  de  hablar  hoy,  que  es  de  la  misericordia  que 
usa  Dios  con  los  santos  bienaventurados  que  están  en  el 
cielo,  y  estuvieron  aquí  donde  nosotros  estamos?  Que  de 
esto  hemos  hoy  de  hablar,  que  hoy   celebramos  el  día  de 

35    Todos  los  Santos. 

Cuando  dijere  santos,  no  entendáis  solamente  San  Pedro 
y  San  Pablo  y  San  Juan  y  otros  ansí ;  mas  entendamos  todos 
los  que  están  en  el  cielo,  todos  los  que  están  en  gracia;  que 
hoy  es  el  día  de  Todos  los  Santos,  hoy  es  el  día  que  nos  re- 

40  presenta  lo  que  cantan  los  santos  hoy  en  el  cielo;  hoy  es 
el  día  que  se  nos  muestra  la  misericordia  de  Dios  con  los 
que  El  quiso  llevar  a  gozar  para  siempre  de  El;  hoy  es  el 
día  que  se  nos  da  a  nosotros  esperanza  para  ir  [a]  acaballo 
para  siem(pre  con  ellos. 

45  ¡Quién  viese  la  fiesta  que  hoy  hacen  en  el  cielo!  Por 
cierto  que  de  antes  lo  deseaba  yo  saber:  qué  es  la  miseri- 
cordia que  usa  Dios  con  los  que  allá  están  y  ha  de  usar  con 
ios  que  allá  hemos  de  ir,  entrando  allá. 

Quos  praedestinavit ,  etc.    ¡Cuán  bien  que  lo  dice  San 

50  Pablo  en  estas  palabras,  y  en  cuán  breve  suma!  A  los  que 
predestinó,  llamó,  etc.  ¿Pensaréis  agora  que  me  he  de  meter 
yo  en  quistiones  de  la  predestinación?  Que  dicen  algunos 
que  se  desconsuelan  en  oírla,  y  ansí  dicen  que  por  eso  no 
se  ha  de  hablar  de  predestinación.  No  tienen  razón  en  ello; 

55  antes  no  hay  cosa  que  más  consuele  que  la  predestinación, 
que  ansí  lo  dice  San  Agustín,  que  por  eso  hablaba  muchas 
veces  en  ella. 

33  están  ^4  II  35  todos]   tos  E 
40  representa]   todo  add.  A   |  hoyt  om.  A 
46  denantes  A  ||  48  alláj   nos  add.  A 
62  cuestiones  A 

ig    Ps.  io.s,  2.  27    Cf.  Ps.  144,  g. 

57  Cf.  San  Agustín,  De  dono  persev.,  c.  22,  62  (ML  45,  1031)  : 
«Haec  atque  huiusmodi  ciirn  dicuntur,  sivc  paucis  christianis  siv« 


1234 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


¿Qué  cosa  es  predestinación?  Claro  que  todos  lo  enten- 
dáis. No  es  otra  cosa  sino  que,  desde  que  Dios  es  Dios, 
tiene  amor  a  ciertas  criaturas,  nombres  y  ángeles;  un  que- 
rer comunicar  sus  bienes  a  las  criaturas;  un  querer  hacer 
participantes  de  su  gozo,  de  su  ser  y  bondad,  y  tener  pro- 
pósito, desde  que  El  fué,  que  ciertos  hombres  y  ángeles  se 
sentasen  a  su  mesa  a  comer  su  manjar.  Esto  es  predestina- 
ción. Una  escritura  en  el  pecho  de  Dios  de  dar  su  gloria  a 
fulano  y  a  fulano.  Como  si  un  señor  tuviese  una  mesa  con 
buenos  y  suaves  manjares,  y  dijese:  "No  los  quiero  comer 
solo,  mas  convidaré  acá  a  fulano  y  a  fulano.  Aunque  no  les 
debo  nada,  sino  por  mi  bondad,  llamarlos  he  cuando  sea 
tiempo".  Pues  ¿por  qué  nos  ha  de  desconsolar  habernos  te- 
nido Dios  amor  desde  que  El  es  Dios,  y  propósito  de  hacer- 
nos tan  gran  merced? 

Y  es  tan  cierta  esta  merced  y  tan  firme  este  propósito, 
que  en  ninguna  manera  puede  faltar;  aunque  se  levanten 
pluviaü  y  vientos  y  la  tierra  y  el  infierno,  es  imposible  que 
falte  uno  de  los  que  Dios  tiene  asentados  en  su  pecho  para 
los  salvar.  Las  ánimas  de  los  santos  están  en  las  manos  del 
Señor;  tráelos  Dios  tan  guardados,  que  los  tiene  siempre 
en  su  mano;  ¡mira  cómo  se  le  han  de  perder!  Dice  Dios  por 
el  profeta:  Ego  ero  nutritius  eorum;  in  humeris  meis  porta- 
bo  jetas,  et  in  sinu  meo  agnos.  Yo  seré  su  ayo  de  ellos; 
yo  los  trairé  siempre  en  mis  manos;  las  preñadas,  como 
buen  pastor  trairé  a  cuestas;  porque  llevó  a  cuestas  nues- 
tros pecados,  pagando  por  ellos;  y  tráenos  en  su  seno,  por- 
que nos  tiene  tan  guardados.  Asentá  en  vuestros  corazones 
que,  a  quien  Dios  tuvo  propósito  de  salvar,  que  por  acá  o 
por  allá  vaya  o  venga,  El  lo  ha  de  salvar. 

¿Por  qué  permite  Pues  diréis:  Padre,  si  es  tan  cierto 
Dios  que  los  su-      ese  propósito,  ¿cómo  se  le  caen  mu- 


yos  caigan  en  pe- 


chas de  las  manos,  cómo  se  le  quie- 


bran y  se  pierden?  Digo  pecando,  que 
cano .  cierto  está  que  muchos  de  los  que 

están  en  el  cielo  estuvieron  en  peca- 
en  esta  vida  mientras  estuvieron  acá.  Si  hablamos  en 


60  crcaturas  A 

75  posihlc  A  |¡  77  salvarlos  A  \\  79  mirad  .1  ||  81  faetas  .1  ||  82  traeré 
4  |'|  83  traré  K  l|  85  asentad  A   ||  87  vaya  o  Om.   .1     94  en  ]    de  .1 


multitudini  Ecclesiae,  cur  metuimus  sauctormn  praedestinationeup  et 
veram  gratiam,  id  est,  que  non  secunduni  menta  nostra  datar,  sicut 
eam  sancta  Scriptura  praedicat,  praedicare?  An  vero  limendum  est, 
ne  tune  se  homo  desperet,  quando  s-pes  eius  ponenda  demonstretur 
in  Deo,  non  autem  desperare!,  si  eam  in  se  ipso  superbissimus  et 
infelicissimus  poner  et  ?»  Cf.  II).,  C.  i.¡  ss.  ¡  Fb.  1013  ss. 

78  Cf.  Sap.  3,  1.        80   Cf.  Os.  1 1 ,  3.        Si   Cf.  Is.  40,  xz. 


79-     FESTIVIDAD  DF   TODOS  I.OS  SANTOS 


1235 


95'  pecados  veniales,  sólo  Aquel  que  es  Hombre  y  Dios,  y  nues- 
tra Señora,  de  quien  creemos  que  no  lo  tuvo,  estuvieron  sin 
él.  Mas  fuera  de  ellos,  si  todos  los  santos  dijeren,  dice  San 
Juan:  Si  dixerimus  quoniam  peccatum  non  habemus,  ipsi 
nos  seducimus,  et  veritas  in  nob'is  non  est.  Y  si  hablamos 

100  de  pecados  mortales,  cuántos  hay  allá  que  estuvieron  en  pe- 
cados mortales,  y  muy  grandes,  y  muchos,  y  lo  más  de  la 
vida.  Luego  ¿cómo  o  por  qué  consiente  Dios  que  se  le  cai- 
gan de  sus  manos  y  de  su  seno?  —Para  que  se  manifieste 
más  su  bondad.  Otras  muchas  causas  hay;  mas  ésta  es  la 

105  principal;  para  que  mientras  más  fuere  tu  maldad,  más  se 
muestre  la  bondad  de  Dios  en  perdonarte  y  hacerte  tan  gran- 
des mercedes.  Como  algunas  veces  permite  Dios  que  seas 
perseguido  y  que  te  hagan  mal  para  que  se  muestre  más  tu 
bondad  en  perdonar  a  quien  te  hace  mal;  y  mientras  más 

lio  mal  te  hacen,  más  se  parece  tu  bondad  haciéndole  bien;  así, 
para  que  se  vea  cuán  bueno  es  Dios  (que,  siendo  tú  malo, 
usa  de  tanta  bondad  contigo,  que  te  limpia  y  te  perdona,  y 
que  no  puede  tanto  tu  maldad  que  no  lo  venza  su  bondad), 
permite  que  caigas. 

115  Ve  Dios  que  está  un  ánima  enferma,  que  está  hinchada; 
que  muy  pocos  hay  que  andan  el  camino  del  Señor  que  no 
tengan  acá  dentro  un  repizco  de  soberbia,  un  poco  de  hin- 
chazón, un  poco  de  fariseo,  un  poco  de  "Bueno  soy,  no  hago 
tan  malas  obras  como  aquél".  Pocos  hay  que  no  lo  tengan. 

120  Así  decía  San  Juan  que  lo  que  más  desde  niño  procuró  era 
no  tener  corazón  soberbio.  ¿Tenéis  allá  ese  viento?  Enfer- 
ma estáis;  menester  es  cura,  aunque  sea  recia.  Permite 
Dios  que  os  caigáis  de  la  mano  y  de  su  seno  y  que  os  que- 
bréis. ¿Quién  hizo  decir  a  San  Pedro:  Si  todos  te  negaren, 

125  yo  moriré  contigo?  Un  poco  de  hinchazón.  Permite  Dios 
que  caiga,  para  que  conozca  que  todo  le  viene  de  la  mano 
del  Señor.  ¿Por  qué  permitió  a  la  Magdalena  estar  envuelta 
en  tanta  muchedumbre  de  pecados?  Para  que  se  manifieste 
a  nosotros  que  no  pueden  ser  tantos  que  impidan  su  bon- 

130  dad;  antes  allí  muestra  más  su  amor.  Como  cuando  le  abo- 
feteaban, allí  estaba  más  herviente  su  amor  para  los  salvar. 

Andáis  vos  muy  flojo  en  el  servicio  de  Dios  y  en  el  ca- 
mino del  cielo;  ¿qué  lo  hace,  que  decís:  "Pocos  pecados 
tengo,  no  he  menester  hacer  yo  tanto  como  otros:  pocos 

135  pecados  me  han  perdonado,  por  eso  amo  poco"?  Enfermo 
estáis,  es  menester  cura,  aunque  sea  recia.  Porque  no  se 
puede  dar  mayor  pena  en  esta  vida  que  caer  en  pecado,  per- 

115  una  .-I   ¡i  118  hago]  yo  add.  A    |j  120  Juan]  Jerónimo  .-1    ||  130-131 
Como  cuando  -  su  amor]   ora,  A 
132  flojos  E       147  Pablo]  P  A 


97  Of.  Concilio  de  Trexto,  sess.  6,  can.  23. 

99   1  lo.  r,  8.  125   Cf.  Mt.  25,  35  ;  Me.  r4,  31  ;  Le.  22,  33. 


1236 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


mite  Dios  que  caigáis  en  pecado,  para  que  veáis  claramen- 
te cuán  bueno  es  Dios,  para  que  conozcáis  cuán  de  veras  es 

140  Dios  poderoso  para  levantar  al  pobre  del  polvo  y  al  mendigo 
del  estiércol;  para  sentarlos  en  las  sillas  con  los  santos 
bienaventurados.  Andáis  flojo;  es  menester  que  os  dé  Dios 
una  espolada  para  que  os  levantéis  diligente  y  más  cauto. 
No  os  duele  cuando  cae  en  pecado  vuestro  prójimo,  antes  lo 

145  menospreciáis.  Permite  Dios  que  caigáis,  para  que  sepáis 
después  tener  misericordia  de  él.  Predicaba  tanto  esto  San 
Pablo,  que  le  levantaron  un  testimonio:  Que  pues  que  nues- 
tros pecados  mostraban  la  bondad  de  Dios,  que  era  bien  que 
pecásemos.  Dice  él:  "Tate,  yo  no  digo  tal,  sino  que  no 

150  desespere  nadie  por  los  pecados  pasados;  mas  que  no  peque". 
Da  esfuerzo  a  los  pecadores  para  no  desesperar,  no  licencia 
para  pecar. 

Cáense  de  las  manos  de  Dios  porque  ellos  se  quieren  caer, 
y  ordena  Dios  que  sea  para  su  bien  y  que  en  ello  se  mues- 

155  tre  su  bondad.  Déjate  Dios  caer  para  que  seas  curado.  El 
lo  dice  por  el  profeta  Miqueas:  Gaude,  filia  Sion,  quia  egre- 
dieris  de  civitate,  habitabis  in  regione,  et  ad  médium  Ba- 
bilonis,  et  ibi  liberaberis  ab  ómnibus  inimicis  tuis.  Saldrás 
de  la  ciudad.  Estás  en  gracia;  estás  en  la  guarda  y  dentro 

160  de  los  muros  de  Dios;  caes  en  un  pecado,  quédate  aún  un 
deseo  de  salir  de  él  y  no  ofender  mlás  a  Dios ;  quédante  aún 
tus  oraciones  y  devociones  y  oír  tu  misa  de  buena  gana. 
Aun  estás  en  la  región  del  rededor  de  la  ciudad;  estás  cerca 
de  la  gracia.  Mas  deja  Dios  más  la  mano,  y  vienes  hasta 

1^5  la  confusión,  que  eso  es  Babilonia;  hasta  que  vienes  a  es- 
pantarte y  confundirte  a  ti  mesmo,  hasta  andar  tu  casa  al 
revés,  que  la  razón  ande  abajo  y  la  carne  ande  encima; 
que  donde  quiere  la  ira,  allí  vayas  tú;  donde  quiere  la  so- 
berbia, allí  vayas;  hasta  traer  un  freno  de  bestia  en  la 

170  boca,  y  regirte  una  bestia.  Y  ahi,  en  esa  confusión  de 
Babilonia,  te  librará  Dios  de  tus  enemigos;  ahí  te  saca  de 
los  pecados.  Y  aunque  muy  grandes  sean,  mayor  es  su  mi- 
sericordia. No  desmayes,  que,  aunque  sean  infinitos,  infinita 
es  su  misericordia.  Y  de  ahí  te  sacará — ¿y  para  qué,  sino 

ltf5  para  justificarte  y  engrandecerte  en  su  reino? — ,  aunque  es- 
tés tan  lleno  de  pecados  que  no  quede  cosa  buena  en  ti,  aun- 
que estés  tan  llagado  de  pies  a  cabeza  como  erizo  lleno  de 
madroños;  para  que  cantes  de  veras:  Me  eripuisti,  tribula- 
tiones  multas  et  malas,  et  ex  ómnibus  liberasti  me,  et  de 

180  abysu  eduxisti  me. 

164  más]  de  add.  A  ||  168  allí  om.  A  \\  177  tan  om.  A  ||  178  Me  eripuisti] 
Quantas  ostendisti  mihi  A  \\  179-&0  ex  ómnibus  -  eduxisti]  conversus  vivi- 
fieasti  me,  et  de  abyssis  terrae  iterum.  reduxisti  A 


142  Of.  Ps.  112,  7-8 ;  1  Reg.  2,  8. 
149   Cf.  Rom.  6,  1-2.  15. 


159   Cf.  MiCh.  4,  11. 

180  cf.  rs.  70,  20. 


79-     FESTIVIDAD  DE  TODOS  LOS  SANTOS 


1237 


Llamar  Dios  es    Quos  praedestinavit,   hos   et  vocavit: 
convertirte  a  El    A  l°s  Que  predestinó  llamó.  Llamarlos 
Dios  es  traerlos  a  su  conocimiento  y  con- 
vertirlos a  El.  Uno  de  tal  padre  o  tal  madre,  otro  de  otros; 

186  uno  de  aquí,  atro  de  allí;  otro  de  los  moros,  otro  de  los 
judíos.  Que  si  es  de  los  que  Dios  tiene  predestinados,  aunque 
esté  allá  en  los  fines  de  la  tierra  y  no  haya  hombres,  en- 
viará Dios  un  ángel  que  le  pedrique,  y  le  dé  su  conoci- 
miento, y  le  alumbre  con  la  fe  de  Jesucristo  su  Hijo,  y  lo 

190  baptice.  Aunque  sea  el  más  obstinado  judío,  le  quitará  Dios 
el  corazón  de  piedra  y  le  dará  corazón  de  carne,  para  que 
le  crea  y  se  convierta. 

Y  es  cosa  de  notar  con  cuánta  sabiduría,  con  qué  ma- 
nera, con  qué  arte  y  por  cuánta  diferencia  da  Dios  a  cada 

195  uno  de  éstos  los  remedios  para  que  alcancen  aquel  fin  para 
lo  que  los  tiene  predestinados.  A  uno,  pobre;  y  a  otro  da 
riquezas  para  que  sean  medio  que  con  ellas  se  salve;  a  otros 
quita  el  hijo;  a  otro  da  enfermedades;  a  uno  lleva  para  que 
oya  a  un  predicador;  a  otro  lo  quita  para  que  no  lo  oiga  a 

200  aquél,  porque  le  aprovecha  más  el  otro.  Y  todos  son  medios 
para  salvarle.  Uno  es  hombre,  otro  es  mujer;  uno  blanco, 
otro  negro;  y  llámalos  Dios  más  particularmente  a  aquéllos 
que  a  otros;  que,  aunque  dos  estén  a  este  sermón,  el  uno 
sale  con  buen  propósito  y  el  otro  se  queda  tan  entero  como 

205  antes  en  sus  pecados;  otro  sale  con  propósito  de  ser  bueno 
y  perseverar  en  ello,  porque  Dios  le  ayuda  y  le  llama  con 
más  eficacia  que  al  otro;  y  por  eso  no  es  este  llamamiento 
como  el  que  dice:  Multi  sunt  vocati,  pauci  vero  electi.  Y  el 
que  no  persevera  no  tiene  de  qué  se  quejar;  que  lo  que 

210  Dios  le  ayuda  basta  para  perseverar  en  el  bien,  si  él  quiere. 
Luego  el  llamar  Dios  es  convertirte  a  El.  ¿Qué  tenías? 
Y  es  de  tanta  fuerza,  que,  aunque  tuvieses  el  corazón  de 
hierro  y  fueses  de  piedra,  responderías  a  Dios  si  eres  de 
ellos.  No  salva  Dios  a  nadie  por  fuerza;  mas  ordena  El  que 

215  tú  quieras  hacer  con  que  te  salves,  queriendo.  Llámalos 
Dios  y  limpíalos  y  justifícalos  para  engrandecerlos,  para 
usar  con  ellos  de  misericordia. 

¿Cómo  se  llama    Pluguiese  a  El  que  nos  hiciese  miseri- 
lo  que  Dios  tie-    cordia,  que  nos  diese  a  entender  lo  que 
220   ne  en  el  cielo?    usa  con  e^os  en  e^  ciel°»  Que  mucho  ha- 
ría para  nuestro  bien.  ¡Si  Dios  abriese 
nuestros  ojos  para  que  creyésemos  que  Dios  es  verdadera- 

182  Llamarlos]  Tracllos  E  ||  183  (.radios  A  ||  186  indios  A  ¡|  188  predi- 
que A  ||  190  bautice  A 

195  medios  I  196  da]  las  add.  A  ¡¡  198  otros  A  ]|  199  oya  a]  oiga 
A  |  lo2]  le  A  H  206  ello]  y  add.  E 

216  y,   om.  A 


191    Cf.  Ez.  36,  26. 


208    Mt.  20,  16  ;  22,  14. 


1238  SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


mente  bueno,  y  que  nos  ama,  y  el  bien  que  nos  tiene  apa- 
rejado! Aunque  para  el  que  no  tiene  conocimiento  de  esto  es 

225  bueno  el  temor;  mías  para  quien  conoce  el  amor  que  nos 
tiene,  mucho  bien  le  es  pensar  en  ello,  para  ser  bueno,  a 
quien  tanto  le  ama. 

— i¿Qué  tenéis,  Señor,  para  dar  a  estos  vuestros  ama- 
dos? ¿Quién  lo  sabrá  decir?  — Un  alabar  a  Dios  para  siem- 

230  pre  desde  que  entraron  en  el  cielo;  un  ser  sin  falta,  un  des- 
canso sin  trabajo,  un  gozo  sin  pesar,  una  vida  sin  muerte, 
un  deleite  no  sucio. 

— ¿Qué  es  lo  que  tenéis?  — Beati  pauperes  spiritu,  quo- 
niam ipsorum  est  regnum  caelorum.  Es  un  reino  donde  han 

235  de  reinar  y  ser  reyes;  no  de  reino  que  se  acaba,  sino  de  rei- 
no para  siempre. 

Beati  mites,  quoniam  ipsi  possidebunt  terram.  Dalles  ha 
también  una  tierra.  Pues  ¿por  qué  ya  le  llamáis  cielo  y  ya 
tierra?  Llámase  tierra  porque  no  será  como  los  bienes  de 

240  acá,  que  ya  los  tiene  el  hombre  y  ya  no  tiene  nada;  mas 
dalles  ha  un  bien  que  será  firme  como  la  tierra:  que  así 
como  no  se  mueve,  ansí  ellos  no  lo  perderán.  Bien  que  no 
es  oro,  sino  el  que  crió  el  oro;  no  deleite  sucio,  sino  deleite 
celestial. 

245  ¿Cómo  se  llama  más?  — Beati  pacifici,  quoniam  filii 
Dei  vocabuntur.  Llamarse  han  hijos  de  Dios,  estarán  entre 
los  hijos  de  Dios,  en  compañía  de  los  ángeles  y  con  Dios. 
Acá  se  llaman  hijos  de  Dios  que  no  han  heredado.  Allá  se- 
rán hijos  de  Dios  que  habrán  heredado. 

250  Beati  mundo  corde,  quoniam  ipsi  Deum  videbunt.  Tam- 
bién ies  darán  ver  a  Dios.  Denle  gracias  los  ángeles  para 
siempre  jamás ;  que  hemos  de  ver  a  Dios  como  El  es  y  gozar 
de  Dios,  aquel  piélago  de  infinitas  perfecciones,  aquel  reta- 
blo y  dechado  donde  sale  todo  el  bien.  Que  hemos  de  comer 

255  el  manjar  que  el  mismo  Dios  come,  a  su  mesa,  y  que  al  cabo 
de  cuentos  de  años  estaremos  tan  hambrientos  de  lo  comer 
como  el  primero  día.  Manjar  que  nunca  dará  fastidio,  por- 
que siempre  hay  sabor  nuevo,  y  cosas  nuevas  que  ver;  que 
es  piélago  de  infinitas  perfecciones,  escondrijo  de  escondi- 

260  dos  secretos,  que  nadie  puede  comprehender  lo  que  en  Ei 
hay,  porque  es  infinito.  ¡Que  hemos  de  comer  a  su  mesa 
misma,  y  su  proprio  manjar,  y  oír  la  música  que  oyen  sus 
mismas  orejas!  ¡A  gozarnos  del  gozo  que  El  se  goza!  ¿Qué 
es  el  manjar  que  come  Dios?  Verse  a  sí  y  conocerse  a  sí; 

265   y  ésta  es  la  gloria  suya  y  su  gozo.  Pues  esto  han  de  tener 

237  han  A  ||  238  ya,  om.  A  f|  240  y  om.  A 

255  como  E  .}]  259  es]  el  add.  A  ||  260  comprender  A 


246  M't.  Si  9- 
250    Mt.  5,  8. 


79-     FESTIVIDAD  DE  TODOS  I.OS  SANTOS 


1239 


los  santos;  luego  han  de  comer  de  su  mismo  manjar;  y  oyen 
su  música,  que  es  ver  aquella  bendita  esencia,  simplicisima 
y  en  concordancia  con  tres  personas.  Ver  tantas  perfeccio- 
nes y  una  misma  cosa,  ésta  es  la  música  que  han  de  oír  sus 
orejas  y  gozarse  en  su  gozo  donde  está.  Intra  in  gaudium 
Domini  tai.  Siervo  fiel,  porque  te  puse  sobre  pocas  cosas  y 
fuiste  fiel,  entra  en  el  gozo  de  tu  Señor.  Como  si  el  rey  es- 
tuviese en  su  sala  y  llamase  a  un  esclavito  de  la  cocina  y 
le  dijese:  "Ven  acá,  entra  en  la  sala  de  tu  señor  a  asentar- 
te a  su  mesa,  y  a  oír  su  música,  y  a  gozarte  de  lo  que  él  se 
goza;  entra  en  el  gozo  que  se  goza  tu  señor". 

— ¿Cómo  se  llama?  — Beati  misericordes.  Llámase  mise- 
ricordia, que  se  da  a  los  que  usan  de  misericordia;  y  es  mi- 
sericordia que  excede  a  toda  misericordia. 

— Beati  qui  lugent.  Llámase  consolación,  que  se  da  a  los 
que  en  esta  vida  fueron  desconsolados;  halago  para  los  afli- 
gidos. Por  eso  decía  San  Bernardo:  "Bienaventuradas  lágri- 
mas que  han  de  limpiar  las  manos  de  Dios".  Luego,  pues 
que  tal  consolación  y  tal  regalo  esperamos,  no  se  nos  hagan 
recios  los  trabajos  de  esta  vida.  ¡Qué  regalos,  qué  ánimos, 
qué  acallamientos,  qué  arrullos  hará  Dios! 

Ea,  no  se  corra  nadie;  que  tal  es  Señor.  Dícelo  El  por 
Esaías:  Ad  ubera  portabimini  et  super  genua  blandietur 
vobis.  Quomodo  si  cui  mater  blandiatur,  ita  ego  consolabor . 
In  Hierusalem  consolabimini.  Videbitis  et  gaudebit  cor  ves- 
trum;  et  ossa  vestra  quasi  herba  germinabunt,  etc.  Digo  que 
no  se  corra  nadie;  que  os  traerá  Dios  como  niños  en  los  bra- 
zos a  sus  pechos ;  que  jugará  con  vosotros  sobre  las  rodillas 
como  hace  la  madre  a  su  hijo;  que  os  terná  jugando  y  brin- 
cando sobre  sus  rodillas. 

¡No  digáis  tanto  que  no  se  crea!  — Vosotros  lo  veréis, 
dice  Dios  y  no  otros.  Vosotros  lo  veréis  y  os  gozaréis,  y  yo 
os  consolaré. 

¡Bendito  seáis  vos,  Señor,  que  sois  nuestro  consuelo! 
Pues  que  ansí  es,  no  quiero  placer  en  esta  vida,  no  quiero 
halago,  por  tenerlos  en  la  otra;  no  quiero  deleite  sucio,  por 
no  perder  aquel  tan  limpio  y  casto;  no  quiero  consolación 

277  ¿Cómo  so  llama'  <»m.  A  ¡'  288  Esaías]  cap.  66  ,ut,1.  .-!  ||  289  quomodo 
si  cui]  cíuo  sicut  E  consolabor]  vos  ct  .i<¡c(.  .1  ,  291  eerminabuní  A  || 
294  teman  E 

297  os  oí».  A 

299  seáis]  séis  A    |  300  así  .1    '301  tenerlo  A  ti  3C6  decirlo  A 


272    Mt.  25,  21. 
277    Mt.  5,  7. 

280   Mt.  S,  5  ;  cf.  Is.  61,  2. 

283  Cf.  SAN  Berkaedo,  In  Cant.,  serin.  37,  2  :  ML  183,  971 
Vitis  mystica,  121  bb.  ;  De  modo  bene  vivendi,  10,  28  ss.  :  MT. 
709  s.  1216  ss. 

291    Is.  66,  12-14. 


1240 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


tan  breve  y  vana,  pues  voy  a  aquella  que  es  mi  Dios,  des- 
canso de  nuestros  trabajos,  fuerza  de  nuestra  flaqueza,  es- 

305  peranza  de  nuestras  caídas,  gozo  de  nuestro  pesar.  ¡Ya  fal- 
tan palabras  con  que  decillo!  Es  ello  tanto,  que  no  se  puede 
decir,  ni  aun  imaginar  con  entendimiento. 

También  en  este  evangelio  se  llama  una  corona  que  tiene 
Dios  para  el  que  venciere.  Si  viésedes,  señoras  madres,  las 

310  coronas,  las  sillas  que  Dios  os  tiene,  ¡de  cuán  buena  gana 
sufriríades  el  trabajo  de  la  religión  y  cuán  alegres  estaría- 
des!  Pues  una  niña  que  la  llevan  a  ver  a  su  padre,  ¡qué  ale- 
gre va!,  ¿por  qué  los  que  van  a  ver  a  su  Padre  celestial  no 
han  de  ir,  sino  con  mucho  esfuerzo  y  alegría?  Si  supiésedes, 

315  hermanos,  las  coronas  que  Dios  os  tiene  cuando  vais  allá, 
¡con  cuánto  placer  iríades  por  el  camino  del  Señor! 

— ¿Cómo  se  llama  lo  que  Dios  tiene  en  el  cielo?  ¿Qué 
es?  — Si  mucho  importunáis,  deciros  he  que  ese  mismo  es 
su  nombre:  ¿Qué  es  esto?  No  tiene  nombre,  sino  un  ¿qué 

320  es  esto?  Dabo  el  manna  absconditum,  quod  nemo  scit  no- 
men  eius,  nisi  est  qui  accipiet.  Daréles  un  maná  abscondi- 
do  que  no  tiene  nombre,  sino  ¿Qué  es  esto?  Llovió  Dios  a 
los  hijos  de  Israel  una  cosa,  la  cual  era  como  culantro  blan- 
co, y,  espantados,  dijeron:  Manuhu?  ¿Qué  es  esto?  Ese  es 

325  su  nombre. 

La  predestinación  Diréis:  -^Padre,  ¿qué  le  dimos  nos- 
es  don  de  Dios       otros,  pues  que  tanto  nos  ha  de  dar? 

— ¿Y  qué  le  dieron  los  que  allá  están, 
pues  tanto  les  dió?  Diréis:  — 'Caro  les  costó:  que  a  unos 

330  descabezaron,  y  a  otros  crucificaron,  y  a  otros  peinaron  con 
peine  de  hierro,  y  a  otros  quemaron,  y  a  otros  desollaron 
vivos.  — ¡Oh  hermano!  Que  eso  de  Dios  es;  que  el  morir 
por  Dios,  el  querello,  de  Dios  fué  dado;  y  el  podello  pasar, 
efecto  es  de  la  predestinación;  parte  es  del  bien  que  Dios 

335  les  tenía;  que  por  eso  se  lo  dió,  porque  quiso  que  fuesen  allá. 
Diréis:  — Dispusiéronse  ellos  a  la  gracia  para  dio. 
— También  eso  es  don  de  Dios.  — 'Usaron  bien  del  libre  al- 
bedrío.  — 'Dice  San  Augustín:  "No  hurgues  tanto  para  bus- 
car a  Dios  de  tu  cosecha;  que  no  hallarás  qué  dalle,  sino  pe- 

340  cados.  Quid  habes  quod  non  accepisti?  Todo  lo  bueno  es  de 
Dios;  no  tienes  de  ti  sino  el  faltar,  el  caer  y  el  pecar.  ¿Por 
qué  te  dió  Dios  la  gracia?  Porque  te  quiso  salvar.  ¿Por  qué 
te  quiso  salvar?  Porque  quiso.  ¿Por  qué  quiso?  No  hay 
que  ir  más  adelante". 


321  est  om.  A  |  sccipit  A  ||  324  Manhu  A 
331  peines  A 


309  Cf.  Apoc.  2,  10.  7. 
322   Apoc.  2,  17. 


323    Ex.  16,  15. 
340  Cf.  1  Cor.  4,  7. 


79-     FESTIVIDAD  DE  TODOS  LOS  SANTOS 


1241 


345  Otros  dicen:  Porque  yo  hice  lo  que  era  en  mí.  — No; 
tate.  Anoche  leía  en  San  Augustín,  De  praedestinatione 
Sanctorum,  que  acaso  es  de  las  excelentes  cosas  que  dijo 
sobre  el  porqué  me  salvó.  Añade:  "Porque  me  quiso  salvar 
y  guardar  y  ganar,  no  por  lo  que  yo  hice;  no  quiero  fiar  yo 

350  mi  salvación  de  cosa  tan  flaca  como  yo,  sino  ponella  en 
Dios;  porque  Dios  es  mi  guiador  y  míe  lleva  por  la  mano. 
No  tenemos  Dios  ciego  o  olvidadizo,  sino  Dios  que  tiene 
gran  cuidado;  hincados  tiene  Dios  los  ojos  en  los  suyos:  Fir- 
mabo,  inquit,  super  te  oculos  meos". 

355  Es  Dios  muy  celador  de  su  honra.  Tiene  un  hombre  una 
mujer;  ámala  tanto,  que  no  quiere  que  le  llegue  nadie  a  ella. 
Ama  Dios  tanto  su  honra,  que  no  quiere  que  nadie  le  toque 
en  ella.  No  te  atribuyas  a  ti  la  honra  de  tu  salvación.  El 
es  nuestra  guía,  El  es  báculo  de  nuestra  flaqueza,  El  es  la 

360  firmeza  de  nuestra  esperanza.  ¿En  quién  pones  tu  fuerza? 
¿En  ti?  En  viento  confías.  Desconfía  de  ti  y  pon  la  confian- 
za en  Dios.  Digan  otros:  "Por  lo  que  yo  hice".  Di  tu:  Sal- 
vum  me  fecit,  quia  ipse  voluit  me:  Salvóme  porque  El  me 
quiso  salvar. 

365   ¿Cómo  sabré  yo  que    Diréis:  Pues,  padre,  ¿cómo  sabré 
soy  uno  de  ellos?  s°y  uno  de  eU°s?  Que  gi  de 

ellos  soy,  dadlo  por  hecho,  no  he 
menester  sino  dejarme  estar  ansí.  — Ahí  está  el  punto.  ¡Oh 
si  míe  mandase  Dios  que  dijese  a  todos  cuantos  estáis  aquí 

370  qUe  nos  hemos  de  salvar!  Plu[g]u[i] ese  a  su  misericordia 
que  fuese  ansí.  Grandes  señales  tenemos  de  Dios  para  ello; 
que  pues  Dios  nos  pudiera  criar  entre  turcos,  y  nos  crió 
entre  cristianos;  y  nos  pudiera  dejar  como  a  otros  cristia- 
nos, perdidos,  y  no  nos  dejó;  y  nos  dió  gracia  para  que  re- 

3^5  cibiésemos  su  gracia  en  el  santo  sacramento,  y  oír  más  de 
su  parte:  el  ego  te  absolvo:  yo  te  desato  de  tus  pecados,  y 
nos  dió  gracia  que  nos  llegásemos  a  su  mesa.  ¡Grandes  pren- 
das tenemos  de  Jesucristo  para  creerlo! 

Todo  cristiano  lo  debe  creer.  Que  no  hemos  de  creer  que 

380  es  Jesucristo  tan  infiel,  que  nos  dé  beso  de  paz  con  su  gra- 
cia y  nos  tenga  armada  zancadilla  para  después  condenar- 
nos. No  lo  hemos  de  creer  de  El,  pues  que  somos  suyos, 
que  El  nos  ganó  en  la  cruz.  Porque  quiso  Dios  salvarnos, 

338  Agustín  A  ¡I  341  tiene  A  ||  342  te,  om.  A  ||  345  en]  de  A  \\  346  leí 
A  |  Agustín  A  ||  347  acaso  es]  aun  E  ||  348  sobre  el  om.  F.  |  añade  om.  E 
356  le  om.  A  ||  363  El  om.  A 

370  Pluguiese  A    II   372  pues  que  A    ||   378  Cristo  A 
379  1o]  le  A  ||  390  impedir  A  \\  392  paga  A 

354   Of.  Ps.  31,  8.  San  Agustín,  Dc  práedest.  sanct.,  c.  3,  7  ;  c.  8, 
16  :  ML  44,  964.  972  s.  ;  üc  dono  persev.,  c.  S,  18  :  ML  45,  1003. 
364    Cf.  Ps.  17,  20. 
376   Rit.  Rom.,  tít.  3,  c.  2,  2. 


1242 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


y  estaban  en  medio  nuestros  pecados,  que  impidían,  vino 

385  El  a  tierra;  y  pudo  tanto  su  pasión,  sin  comparación  más 
que  con  nuestros  pecados.  Púsose  en  medio  de  los  hombres 
y  Dios;  y  quitó  con  su  amor  que  donde  más  mal  le  hacían, 
allí  estaba  más  herviente  para  los  salvar;  y  pagando  El, 
pudo  más  su  paga  para  agradar  a  Dios  y  alcanzar  perdón 

390  que  nuestros  pecados  para  lo  impidir.  Y  ansí,  venciendo  lo 
mayor  a  lo  menor,  quedó  el  amor  para  los  hombres,  quita- 
dos los  pecados  que  impidían;  y  en  pago  de  habellos  libra- 
do, dijo  Dios:  "Yo  se  los  doy  a  Jesucristo  por  suyos".  Como 
si  el  rey  dijese  a  su  hijo:  "Porque  habéis  rogado  por  estos 

395  que  estaban  condenados,  yo  os  hago  merced  de  ellos".  Y 
ansí  dijo  Dios:  "Porque  los  ganastes,  yo  os  doy  a  fulano, 
y  a  fulano,  y  a  fulana,  y  a  fulana".  Mas  ¡qué  bienaventu- 
rados fulanos  éstos!  Ansí  lo  dijo  El:  Tuyos  eran  y  tú  me 
los  diste  «para  que  ninguno  perezca. 

400  Tengámonos,  luego,  por  esclavos  de  Jesucristo  y  sirvá- 
mosle como  criados  suyos,  pues  El  nos  ganó;  que  merced 
suya  somos:  Ideo  dispertiam  ei  plurimos,  et  fortium  dim- 
det  spolia,  pro  eo,  etc.:  Daréle  muchos  que  serán  despojo 
de  fuertes,  despojo  de  los  demonios,  cuyos  éramos  y  en  cuyo 

405    poder  estábamos  condenados  al  infierno. 

Luego,  a  los  que  predestinó,  llamó;  y  a  los  que  llamó, 
limpió  y  justificó;  y  a  los  que  justificó,  engrandeció.  Quid, 
ergo,  dicemus  ad  haec?  ¿Qué  diremos  a  estas  cosas?  Si  Dios 
es  por  nosotros — pues  que  Dios  es  con  nosotros — ;  si  Dios 

410  es  de  nuestra  parte,  si  Dios  es  nuestra  guarda,  ¿quién  será 
contra  nosotros?  Si  Dios  nos  quiere  salvar,  ¿quién  osará 
condenarnos?  ¿Quién  osará  levantarse  contra  nosotros?  ¿Qué 
diremos  a  estas  cosas,  sino  que  sea  El  bendito  para  siempre 
jamás,  y  que  cuando  nos  llamare  que  le  respondamos,  y  re- 

415  cibamos  su  gracia,  y  nos  esforcemos  a  seguille  hasta  su  glo- 
ria? Ad  quam  nos  perducat.  Amén. 

400  Tengámosnos  A  \\  413  El  sea  A 

399    Gf.  lo.  17,  6.  9.  12. 
404    Is.  53,  2. 

412    Cf.  Rom.  8,  30-31.  33-34- 


8o.     SANTA  CATALINA 


1243 


80  Despierta,  Señor,  nuestro  sueno;  aviva 

nuestro  cuidado  * 

Santa  Catalina,  25  de  noviembre.  En  un  monasterio 
de  religiosos 

(Valencia,  Bibl.  Coa.  Patriarca,  Ms.  104©,  ff.  147  r  -  154  r.) 

Vigüate  itaque   (Mt.  15,  [13]). 

Exordio  Los  que  mucho  duermen  y  tienen  necesidad  de 
madrugar  mucho,  tienen  necesidad  de  encomen- 
dar a  quien  vela  que  los  recuerde.  Suelen  decir:  "Duérmome 
mucho.  He  menester  despertar;  llamámie".  Nuestro  Señor 
Jesucristo  nos  llama  y  manda  que  velemos.  Mándanos  que 
despertemos.  Vanos  mucho  en  despertar,  vanos  muy  gran 
provecho  en  velar.  Todos  dormimos  y  estamos  soñolientos; 
hemos  menester  encomendarnos  a  quien  vela.  La  Virgen  es 
la  que  siempre  veló;  desde  el  instante  que  fué  concebida, 
siempre  estuvo  velando,  y  porque  [a]  los  que  estamos  dor- 
midos tenga  Dios  por  bien  de  darnos  alguna  cosita  con  que 
velemos,  encomendémonos  a  la  Virgen  y  supliquémoselo  con 
la  salutación  angélica,  diciendo:  Ave,  María. 

Parábola  de  las   Vigilate  itaque.  Palabras  son  tomadas 
vírgenes:  cinco    del  evangelio  de  San  Mateo,  capítulo  23. 
eran  cuerdas  v   En  romance  dicen:  Velad.  Pues  que  así 
.  y    es;  pues  que  se  pasa,  velad.  Dum  me- 

cmco  locas  dxum  silentium  tenerent  omnia,  et  nox 
esset.  A  la  medianoche,  en  lo  más  pro- 
fundo del  sueño,  de  las  reales  sillas  dice  el  Sabio  que  vino 
la  Palabra  omnipotente  de  Dios.  A  la  media  noche,  cuando 
dormimos,  cuando  más  fuerza  tiene  el  sueño,  en  lo  más 
profundo  de  la  obscuridad,  envió  Dios  su  Palabra.  ¿Qué 
quiere  decir  eso?  Descendit  de  cáelo  magnus  medicus,  quila} 
erat  in  térra  magnus  infirmus.  Descendió  gran  misericor- 
dia porque  había  en  el  suelo  gran  miseria.  Quiere  decir  que, 
cuando  el  Señor  vino  al  mundo,  halló  a  los  hombres  en  la 
medianoche,  en  lo  más  profundo  del  sueño,  y  ansí  andaba 
el  Señor,  velador  nuestro,  por  montes  y  valles  y  ciudades, 
dando  voces:  "Velad,  velad,  ¿qué  estáis  durmiendo?  ¡Cuán- 
to ha  que  os  parece  que  veláis,  y  estáis  dormidos!  ¿No  ha- 
béis visto  unos  hombres  que  se  levantan  a  medianoche  so- 


*    «In  die  sanctae  Catherinae»  (f.  147  r).  Eíl  índice  del  Bto.  Juan 
de  Ribera  dice  :  «De  virgine  et  martvre». 
16   Mt  25,  13. 

22   Mis.  Rom.  in  Vigil.  Epipli.,  introit.;  cf.  Sap.  iS,  14-15. 
26   San  Agustín,  Serin.  87,  c.  11  (ML  38,  537)  :  «Ad  sanandum 
grandem  aegrotum,  descendit  omnipotens  Medicus». 


1244 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


ñando,  y  salen  de  casa  y  andan  todavía  durmiendo,  y  les 

35  parece  que  están  despiertos?  Pues  así  pasa;  paréceles  a  los 
hombres  que  velan,  y  duermen.  ¡Catad  que  dormís!  Cristo 
nuestro  Redemptor  no  solamente  nos  despierta  con  pala- 
bras, mas  con  obras.  No  hay  cosa  que  tanto  me  espante 
como  pensar  en  el  cuidado  que  tenía  de  la  obra  de  nuestra 

40  salvación,  que  traía  entre  manos,  que  el  Padre  le  había 
encomendado.  ¡Qué  ejemplo  para  los  predicadores,  que  an- 
damos predicando!  Y  tantos  predicadores  y  confesores,  y 
dad  acá  el  provecho;  fué  tanto  lo  que  nuestro  Señor  veló, 
que  todo  eso  que  hacemos  es  nada  en  su  comparación.  ¡Que 
45  ibas  con  aguas  por  caminos,  por  trabajos;  y  si  alguna  cosa 
había  que  debiesen  los  hombres,  pagábasla  tú!  ¡Señor,  que 
tú  pagaste  en  la  cruz  por  nosotros,  por  nuestros  pecados! 

Este  era  el  oficio  de  nuestro  Redemptor,  dar  voces  a 
los  hombres:  "Velad".  Y  porque  esta  palabra  se  quedase 

50  más  firme  en  nuestra  memoria,  quísonoslo  decir  por  seme- 
janza; porque  lo  que  se  dice  por  comparaciones  acá,  bajas 
y  manuales,  aquello  es  lo  que  después  queda  mejor  en  nues- 
tra memoria.  Por  eso  nuestro  Dios  se  vistió  de  nuestra  hu- 
manidad. El  Verbo  encerrado  en  cosa  baja.  ¿Sabéis  que  El, 

55  el  Verbo  encarnado,  [es]  una  cosa  muy  grande  encerrada 
en  una  cosa  muy  chica?  Así,  quiso  que  la  palabra  poderosa 
suya  se  predicase  en  semejanzas  y  bajas  comparaciones; 
y  así  esta  palabra,  por  la  cual  tanto  nos  quiso  encomendar 
que  velásemos,  predicónosla  en  una  semejanza,  y  así  nos 

60  dice  en  el  Evangelio:  Semejante  es  el  reino  de  los  cielos  a 
diez  vírgines.  — ¿Qué  es  el  reino  de  los  cielos?  — Es  la  glo- 
ria; la  cristiandad  se  llama  reino  de  los  cielos.  Y  porque 
hemos  de  ser  semejantes  a  los  que  están  en  el  cielo,  hemos 
de  hacer  la  voluntad  de  Dios  como  ellos,  y  hemos  de  vivir 

65  como  ellos,  y  hemos  de  ser  como  ellos,  en  las  costumbres. 
Semejante  es  el  reino  de  los  cielos — la  cristiandad — a  diez 
vírgines,  cinco  eran  de  ella[s]  cuerdas  y  cinco  locas;  y 
parece  que  esperaban  un  día  que  habían  de  ir  a  ciertos  des- 
posorios para  salir  a  recebir  a  un  desposado.  Ellas  eran  las 

70  que  estaban  desposadas  con  él.  — ¿Quién  son?  La  cristian- 
dad, a  las  cuales  dijo  el  esposo:  "Mirad  que  estéis  apare- 
jadas para  entrar  conmigo  en  las  bodas,  que  yo  verné". 
—¿Qué  ha  de  ser  el  aparejo  que  han  de  tener?  ■ — 'Parece 
que  el  esposo  era  amigo  de  lumbre;  quiere  que  le  aguarden 

75  con  luz.  Catad  ahí  el  aparejo.  Las  cinco  metieron  provisión, 
tomaron  aceite  en  sus  alcuzas;  las  otras  cinco  no  se  cura- 
ron de  tomarlo.  A  la  media  noche,  cuando  el  sueño  era  más 
profundo,  suena  una  gran  voz,  que  debía  de  ser  trompeta. 
Despiertan  todas.  — ¿Qué  es?  — Poderosa  voz  de  virtud. 


ÓI         Mt.      25;  I-I3- 


8o.     SANTA  CATALINA 


1245 


80  Vienen  las  cuerdas  muy  galanas,  ntuy  compuestas  con  sus 
lámparas  encendidas,  muy  proveídas  de  aceite.  Vienen  las 
necias,  las  que  no  habían  sabido  conocer  su  locura,  hasta 
que  fué  menester  la  cordura,  y  hállanse  burladas. 

Lo  que  no  allegaste  en  la  mocedad,  ¿cómo  lo  hallarás  en 
85  la  enfermedad?  Lo  que  no  ganaste,  lo  que  no  sembraste, 
¿cómo  lo  cogerás?  Piger  dixit,  etc.  No  quiere  trabajar  por 
el  frío;  él  mendigará  el  verano.  Dénoslo  a  entender  Dios. 
Hermano,  ¿cómo  se  pasan  nuestros  días?,  ¿en  qué  gasta- 
mos nuestro  tiempo?  ¿Ir  a  la  plaza?  ¿Volver  a  comer? 
90  ¿Tornar  a  la  plaza  y  tornar  a  cenar?  Catad  que  nos  es  dado 
este  tiempo  para  que  alleguemos  en  él;  catad  que  si  aquí 
no  allegamos,  que  si  en  esta  vida,  que  nos  es  dada  para  ga- 
nar, no  allegamos,  mendigaremos  en  la  otra.  Si  acá  no  toma- 
mos olio,  en  la  otra  vida  no  tememos  luz.  El  esposo  es  amigo 

95  de  luz,  ¿y  qué  tales  nos  hallaremos  si  nos  halla  a  escuras? 
No  nos  veamos,  Señor,  por  tu  bondad  y  por  quien  tú  eres, 
en  tanto  trabajo.  No  nos  venga  tan  grande  daño;  no  pase 
por  nosotros  tan  grande  engaño,  que  nos  hallemos  despro- 
veídos, y  que  nos  hallemos  sin  lumbre,  y  perdamos  de  en- 

100  trar  con  el  esposo.  Mendigará  el  que  no  se  proveyere,  y  no 
hallará  quien  le  dé  aceite.  "Andad,  que  lo  que  tenemos  es 
tasado;  no  es  razón  que,  por  daros  a  vosotras,  nos  quede- 
mos nosotras  sin  él.  Andad,  buscá".  No  oigan  nuestras 
orejas  tal  palabra,   por  tu  misericordia.   ¡Desdichada  de 

105  aquel  ánima  cuyas  orejas  tal  han  de  oír!  ¿No  es  razón  de 
velar,  no  es  razón  de  estar  siempre  proveídos?  "Andá,  no 
tenemos  para  las  nuestras  y  vuestras  lámparas". 

Aquí  han  de  aprender  los  predicadores  lo  que  a  otros 
enseñan;  han  de  tener  que  dar  y  que  les  quede;  han  de  tener 

110  para  sí  y  para  los  otros;  si  no,  mejor  sería  que  dijesen: 
"No  tengo  sino  para  mí.  Pallium  breve  est,  utrumque  ope- 
rire  non  potest:  Chica  es  la  carpa;  no  puede  cubrir  a  dos. 
Angosto  es  el  estrado;  no  hay  lugar  para  ambos".  ¿Para 
qué  tanto  sermón,  tanto  confesor,  tanto  consejero,  y  vase 

115  el  hombre  tan  seco,  tan  frío,  y  el  predicador  se  queda  más 
porque,  tiniendo  poco  aceite,  queremos  dar  a  otro?  Ni  apro- 
vecha a  unos  ni  a  otros.  No  es  de  todos  entender,  no  es  de 
todos  alumbrar;  menester  es  tener  que.  dar  y  que  dejar. 
Mejor  sería  decir:  "Porque  no  me  falte  a  mí,  id  y  buscá 

120  quien  os  dé,  id  a  quien  lo  vende".  ¿Por  qué  no  lo  hace- 
mos? Yo  a  lo  menos  confieso  aquí  mi  culpa. 

Dios  le  dé  a  entender  al  hombre  la  gran  merced  que  le 
hizo  de  ponelle  debajo  de  ajena  voluntad,  en  dalle  que  sea 
regido  por  otro,  que  no  haga  su  voluntad.  Grandísima  mer- 

125   ced  es  de  Dios  que  vaya  uno  por  ahí  el  lodo  hasta  la  cinta, 


87  Cf.  Prov.  20,  4. 
113    Cf..  Is.  28,  20 


1246 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


y  que  vaya  otro  en  sus  hombros  y  que  no  se  enlode.  Es 
gran  merced  que  Dios  le  hace.  El  que  manda,  mire  cómo 
manda;  el  que  rige,  mire  cómo  rige;  mas  el  mandado  segu- 
ro está,  no  tiene  qué  mirar.  Posible  sería  que  el  que  manda 

130  peque  y  ofenda  a  Dios,  mas  el  que  es  mandado  y  obedece 
sirve  a  Dios  grandísimamente.  Gran  merced  es  la  que  le 
hace  Dios.  Para  agradar  a  nuestro  Señor  no  hay  libro,  no 
hay  revelación,  no  hay  cosa  tan  segura  como  negar  su  vo- 
luntad y  regirse  por  la  de  otro.  Solían  decir  los  padres  del 

135  yermo  lo  que  ahora  nos  reiremos  de  ello:  que  la  obidiencia 
no  era  nada,  si  no  es  cosa  sobre  natura  y  contra  inclina- 
ción nuestra.  Tenía  un  monje  un  hijo  y  díjole  el  prior: 
"Enciende  ese  horno".  Encendiólo.  "Echa  dentro  a  tu  hijo". 
Echólo  y  no  se  quemó.  Díjole  a  otro:  "Entra  por  ese  río", 

140  yendo  crecido;  hízosele  el  río  duro  como  ese  suelo  y  pasó. 
"Toma  ese  palo  seco  y  riégalo  hasta  que  dé  fructo".  Decían 
ellos:  "Cuando  no  nos  mandan  sino  lo  que  nuestra  razón 
nos  da,  no  vale  nada  aquello,  por  nuestra  voluntad  lo  hace- 
mos". La  fe  ha  de  ser  de  cosas  que  no  alcance  mi  razón, 

145  que  lo  que  yo  no  alcanzo,  eso  es  lo  que  yo  obedezco;  que  lo 
que  yo  alcanzo  y  conforma  con  mi  voluntad,  yo  lo  hago, 
que  no  la  obediencia. 

Tornemos  a  nuestro  propósito:  "Andad,  que  no  os  po- 
demos dar".  En  aquel  día  temeroso  de  juicio,  cada  uno  ter- 

150  ná  tanto  que  hacer,  y  en  qué  entender,  en  dar  cuenta  de  sí, 
que  no  podrá  ayudar  a  nadie.  Nadie  podrá  aprovecharse  de 
otro.  "Andad,  porque  no  os  falte,  ¡desventurado!"  ¿El 
tiempo  que  habíades  de  comer,  vais  vosotros  a  sembrar? 
¡Gentil  cosa,  gentil  locura!  ¿Al  tiempo  que  os  habíades  de 

155  vestir,  acordáis  de  hacer  la  capa?  ¿Ahora  que  habíades  de 
salir  con  vuestra  luz,  vais  a  buscar  el  olio?  Viene  el  despo- 
sado, recibe  a  las  prudentes,  metellas  ha  consigo  en  su 
tálamo  como  en  las  bodas,  enciérrase  con  ellas.  Vienen  las 
locas.  ¡Oh  locas,  y  si  supiésedes  lo  que  pasa!  La  puerta  está 

160  cerrada.  ¡Señor,  Señor!  Bona  est  vox:  "Buena  es  la  voz", 
dice  San  Hierónimo.  — ¡Señor,  Señor!  — ¿ Quién  está  ahí? 
— Cinco  vírgines  desposadas  con  vos  por  palabras  de  futu- 
ro. Habla  el  esposo:  — Andad  de  ahí,  locas,  que  por  más 
que  me  digáis  quién  sois,  el  nombre  y  el  oficio,  y  me  ale- 

165  guéis  vuestra  virginidad,  no  os  conozco;  y  si  queréis  que 
lo  jure:  Verdaderamente  que  no  sé  quién  sois.  ¡Señor,  por 
tu  bondad,  no  oigan  nuestras  orejas  esta  voz:  No  os  co- 
nozco! No  habláis  mi  lenguaje,  no  es  ése  mi  molde,  no  ha- 

145  yo]  no 

152-153  El  tiempo]  El  tiene  poco  ||  157  metillas 

141  Vitae  patrian,  1.  5  Verba  seniorum,  libedl.  14,  18  ;  1.  4,  c.  26  : 
ML  73,  952.  831  s. 

161  San  Jerónimo,  Convm.  in  Mt.,-L  4,  c.  25  (ML  26,  193)  :  «Egre- 
gia quidein  in  Domini  a-pellaüone  confessio». 


So.     SANTA  CATALINA 


1247 


béis  vivido  como  esposas  mías,  no  somos  para  en  uno,  no 
170  estáis  para  entrar  conmigo  en  mis  bodas. 

Hemos  de  vivir    Señor,  ¿qué  quiere  decir?  Concluye  y  de 
para  velar        esta  manera  entenderemos  lo  que  nos 
quiso  decir  en  la  parábola:  "Pues  pasa 
así,  tened  cuidado  tal,  que  os  va  en  ello.  Mirad  no  os  dur- 

175  máis,  no  os  descuidéis  en  cosa  que  tanto  os  va".  Vanos 
tanto  en  ello,  que  nos  es  mandado  que  no  entendamos  en 
otra  cosa,  que  dejemos  lo  otro  y  entendamos  en  esto  solo. 
Dícele  uno  a  su  procurador:  "Mira  que  no  dejéis  de  la  mano 
ese  negocio,  y  cata  que  no  entendáis  en  otra  cosa  ninguna; 

180  por  eso  os  lo  pago,  porque  no  toméis  otro  cuidado.  Velad 
y  no  entendáis  en  otra  cosa,  nihil  sotticiti  sitis.  Porque  no 
se  os  pierda  el  cuidado  que  de  esto  habéis  de  tener,  no  en- 
tendáis en  otra  cosa".  Mas  volveldo  al  revés:  "Por  tener 
cuidado  de  hacienda  y  de  la  honra  y  de  las  cosas  del  cuerpo, 

185  no  tengáis  cuidado  de  las  cosas  del  ánima;  no  se  os  acuerde 
de  lo  que  cumple  a  la  salud  de  vuestra  ánima".  [E]so  se  usa. 

Quiere  tanto  Jesucristo  avisarte  y  darte  a  entender  y 
asentarte  en  tu  memoria  cuánto  te  va  en  esto,  y  que  para 
esto  solamente  vives,  que  a  tu  misma  vida  le  llama  vela, 

190  porque  por  eso  vives;  y  si  eso  no  haces,  ¿para  qué  vives? 
Es  tanto  el  cuidado  que  en  esto  tiene,  que  a  las  edades  de 
los  hombres  llama  vigilias:  a  la  niñez,  primera  vigilia;  a  la 
juventud  llama  segunda;  a  la  mocedad,  tercera,  y  así  si- 
guiendo. Los  que  no  entendéis  este  lenguaje  aprendan,  en- 

195  cargándonos  Cristo,  enseñándonos  Cristo,  que  para  esto  he- 
mos de  vivir  para  velar.  Llama  a  la  vida  vela:  el  niño  vele 
y  vele  el  mozo,  y  vele  el  viejo,  y  toda  la  vida  de  los  hom- 
bres no  sea  otra  cosa  sino  vela  perpetua.  Toda  la  vida  vela, 
¿qué  será  de  quien  toda  la  vida  duerme?  ¿Qué  será  de 

200  aquél?  ¿En  qué  para  tal  sueño?  ¡Cuántos  de  los  que  aquí 
estamos  velando  y  decimos:  "Señor,  si  vos  fuéredes  servi- 
do y  esta  noche  me  muero,  yo  soy  muy  contento;  aparejado 
estoy!"  ¿Dormís?  Si  viniese  el  desposado  esta  noche  y  di- 
jese: "Andad  acá",  ¿qué  haríades?  Si  oyésedes:  "Andad 

205  acá,  que  son  cumplidos  vuestros  días",  ¿qué  sentiríades, 
qué  estómago  os  haría  ?  Si  sonase  aquella  voz  poderosa,  de 
Dios,  ¿qué  haríamos?  Creo  que  si  la  oyésemos,  que  anda- 
ríamos como  locos:  "Corré,  llamáme  a  fulano,  restituyan  al 
otro,  remédiese  lo  otro,  páguese  aquélla  deuda".  ¡Qué  des- 

210  cuido,  qué  sueño,  qué  dormidos  estamos!  ¿Que  te  osas  acos- 
tar en  pecado?  Y  si  te  mueres,  ¿qué  será  de  ti?  Y  si  te 
vas  a  los  infiernos,  ¿qué  será  de  ti? 

Mándanos  Dios  que  velemos,  y  dormimos,  y  si  algún 
tiempo  vino  Dios  en  ti,  guarda,  no  tornes  a  caer  ni  a  dor- 


181   Phil.  4,  6. 


1248 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


215  mir.  ¿No  entiendes  que  si  Dios  te  ha  despertado,  que  tie- 
nes que  hacer  en  velar  para  no  tornarte  a  dormir?  Tanto 
cuidado  ha  de  tener  el  que  Dios  ha  despertado  como  el 
que  duerme.  Con  los  novicios,  mis  hermanos,  hablo.  Si 
vino  Dios  en  tu  corazón,  si  te  despertó:  "Mudóme  Dios  el 

220  corazón  de  tal  manera,  que  no  se  rae  da  una  paja  por 
cuanto  dejé  en  el  mundo".  Yo  te  creo.  Y  aunque  fueran  mil 
mundos,  encontró  con  un  bien  que  tiene  todos  los  bienes. 
Mirad  cómo  no  han  de  hacer  caer  todos  los  males,  tiniendo 
este  gran  bien.  Querría  yo  que  siembre  velásedes,  hermanos. 

225  Catá  que  amarga  conocer  a  Dios  y  ofendelle;  cata  que  duele 
gustalle  y  perdelle;  catá  que  siente  mucho  su  ira.  Estába- 
des  durmiendo,  llamábanos  a  maitines,  no  despertastes,  no 
lo  oístes,  no  fuistes  allá.  Culpa  es  pasadera.  Esa  culpa  ex- 
cusa tiene,  no  podistes  más;  pero  si  os  llamaron  y,  despier- 

230  to,  entendistes  que  os  llamaban  a  maitines,  y  no  fuistes,  y 
os  tornastes  a  dormir,  gran  mal  es  aquél.  ¡Cuán  mal  sabe 
después ! 

Dicís:  ¿Dónde  está  mi  Dios?  El  nos  libre.  Quien  busca- 
ba a  Dios  y  lo  ha  hallado,  guárdelo  bien;  suplíquele  y  échele 

235  dos  mil  rogadores;  échele  mil  ataduras;  póngale  mil  guar- 
das; grandísimo  cuidado,  grandísima  diligencia  es  menes- 
ter para  no  dormir.  Toda  la  vida  ha  de  ser  vela.  Vigilate 
itaque.  Es  negocio  muy  alto,  es  negocio  de  muy  gran  difi- 
cultad servir  a  Dios.  ¿Qué  negocio  hay  que  más  alto  sea, 

240  que  más  arduo  sea?  Uno  de  los  misterios  abscondidos  de 
Dios  es  ése.  Y  no  os  diga  nadie  que  basta  servir  a  Dios 
como  quiera,  que  no  pide  Dios  tantas  estrechuras;  basta 
que  quiera.  ¡Ojalá  lo  probásemos!  ¡Ojalá  tomásedes  las  ar- 
mas! El  que  no  ha  estado  en  la  guerra  no  hay  cosa  más 

245  fácil  para  él  que  blasonar  de  ella,  y  de  las  armas,  que  con- 
tar de  la  gente  de  guerra.  El  otro  que  lo  sabe,  ríese  de  ello. 
Negocio  es  que  ha  menester  gran  cuidado,  gran  diligencia, 
y  por  eso  declaró  así  Jesucristo:  "Porque  si  alguno  hubiese 
que  os  dijese:  "Andá,  que  burláis,  que  basta  como  quiera", 

250  que  no  lo  creáis,  no  [o]s  engañen.  ¿Pequeño  negocio  es; 
unos  hombres  que  estamos  llamados  para  resplandecer  como 
el  sol — Fulgebunt  iusti  sicut  sol — ,  para  dar  claridad  como 
las  estrellas? 

Gran  Señor,  gran   Como  las  estrellas  resplandecientes  con 
255    servicio   requiere    la  escuridad  de  la  noche,  ansí  han  de 
resplandecer  los  cristianos  entre  otras 
gentes,  entre  otras  naciones;  y  entre  los  cristianos  más  han 
de  resplandecer  los  religiosos,  que  siempre  han  de  estar  en 


252   Mt.  13,  43. 


8o.     SANTA  CATALINA 


1249 


vela;  y  entre  los  religiosos  lo[s]  de  la  orden  del  glorioso... 

60  ¿Quién  mayor  velador  que  nuestro  padre?,  etc.  Hombres 
que  somos  llamados  para  hacer  bien:  para  amar  a  nuestros 
amigos  y  enemigos;  para  sufrir  bofetadas  y  no  vengarnos; 
para  ser  limpios,  ¿paréceos  que  es  pequeña  cosa,  que  es 
pequeño  negocio  éste?  — ¿Tanto  pide  Dios  a  los  que  le  si- 

65  guen?  — hSí,  que  es  gran  Rey,  gran  servicio  se  le  debe,  y 
altamente  quiere  ser  servido.  Miren  los  novicios,  mis  her- 
manos— que  a  ellos  hablo — ,  con  qué  amo  han  entrado. 
Cuando  nos  baptizan  asentamos  por  criados  de  este  gran 
Señor,  de  este  gran  Rey,  qu[oni]am  Deus  mugnus  Dominus 

JO  et  rex  magnus.  Gran  señor,  gran  servicio  requiere.  Asienta 
uno  con  un  gran  príncipe,  ¡qué  cuidado  tiene  en  lo  que  ha 
de  hablar,  en  lo  que  ha  de  hacer,  en  su  persona,  en  sus  cos- 
tumbres! Como  sea  grande  la  majestad  de  este  Señor,  es 
grande  la  ofensa  que  contra  El  se  hace.  No  hay  pecado  que 

ra  sea  pequeño  contra  tan  gran  Señor.  San  Hierónimo:  Quam- 
quam  leve  non  sit  Deum  et  levibus  offendere,  Ule  quam  pru- 
dentissimus  est  qui  non  tam  quantitatem  invper'ú  conside- 
rat  quam  maiestatem  im.perantis.  ¡Antes  muerto  que  ofen- 
der a  tan  gran  Señor!  Un  señor  altísimo,  altísimo  servicio 

¡O  pide.  No  es  lícito  en  [tender  en  otro];  si  en  el  coro,  está 
delante  tan  gran  Señor;  si  en  oración,  como  quien  habla 
con  Señor;  si  en  misa,  como  quien  está  ofreciendo  a  la  gran 
majestad  de  Dios.  Si  cualquier  cosa  haces,  piensa  que  sirves 
a  tal  Señor,  que  en  todo  quiere  ser  altísimamente  servido. 

5  Y  hace  tanto  caudal  de  que  velamos,  porque  no  vaya  en 
balde  tan  gran  bien  como  El  nos  ganó,  tantos  trabajos  como 
por  nosotros  padeció. 

Entiendan  nuestros  sentidos  qué  cosa  es  haberse  hecho 
Dios  hombre  por  nosotros,  haber  sido  afrentado  y  azota- 
0  do,  etc.,  por  nosotros.  ¡Oh  hermanos,  y  qué  gran  peligro 
hay  aquí!  Mándame  Dios  que  lo  sirva.  Para  que  el  hombre 
aprenda,  viene  el  verdadero  Maestro  a  enseñar.  Viene  a 
servir  a  los  hombres,  para  que  los  hombres  aprendan  a  ser- 
vir a  Dios;  no  como  los  maestros  de  la  ley  que  dicen,  ense- 

6  ñando  por  palabra  y  no  por  obra.  ¡Spñor,  ayudadnos  vos 
por  vuestra  misericordia,  porque  tu  bien  no  se  nos  torne 
en  mal.  tu  medicina  no  se  nos  torne  en  ponzoña,  tu  dulzu- 
ra en  hiél  y  amargura!  S¡  Dios  en  su  majestad  tanto  se  aba- 
jó, ¿con  qué  CRra  querrá  el  gusanillo  tanto  ensobprbecer.se 

O  y  mandar?  ¿Cómo?  Viendo  a  su  Señor  abajarse  a  servir 
a  sus  criados,  ¿quién  no  lo  servirá,  quién  se  desprpciará  de 
ello?  ¿Pues  cómo  tú  te  afrentas  de  servir  a  tus  prójimos  por 
Jesucristo,  que  sirvió  a  todos  por  ti?  Vendo  a  tu  Dios  tan 
pobre,  que.  algunas  veces  en  los  campos  fregaba  las  espigas 


270  Ps.  94,  3. 


«o 


1250 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


305  de  hambre  para  comer,  ¿por  qué  quiere  el  esclavo  enrique- 
cerse por  bien  y  por  mal,  por  tratos  lícitos  y  ilícitos?  Vien- 
do los  trabajos  que  por  ti  pasó  Jesucristo  en  su  cuerpo, 
¿con  qué  cara  estás  pensando  en  tus  deleites  de  la  carne, 
en  tu  cama,  viéndote  los  ojos  de  Dios  tus  suciedades? 

310  ¿Osaste  llamar  cristiano,  habiendo  Cristo  puesto  su  cuerpo 
por  ti  a  los  fríos  y  trabajos;  y  tú,  en  habiendo  un  poquito 
de  frío,  daca  las  pellejas,  los  enforros,  huir  de  parecer  a 
Cristo,  huir  de  lo  que  hemos  menester  hacer  para  ser  cris- 
tianos? ¡Oh  vergüenza  de  cristianos!  ¡El  cuerpo  de  Jesucris- 

315  to  tan  maltratado,  y  el  de  sus  siervos  y  esclavos  tan  regala- 
do! ¿Qué  tenemos  con  Jesucristo?  ¿En  qué  parecemos  a  Je- 
sucristo? Por  vuestra  vida,  entendamos  esto.  ¿Cómo  lo  en- 
tendemos? ■ — El  Hijo  de  la  Virgen  no  vino  a  ser  servido,  sino 
a  servir.  ¡Bendígante,  Señor,  los  ángeles  por  ello!  — ¿Y  en 

320  qué  servicio  y  en  cuáles  queréis  servir  y  lo  servistes?  — Daré 
animam  suam;  a  darse  todo,  a  morir  por  nosotros.  Sírveos 
uno  de  mozo  de  espuelas,  pagáiselo;  otro  de  escudero,  pa- 
gáiselo.  Y  tú,  Señor,  servístenos  de  dar  la  vida  por  nosotros. 
Bendígante  los  cielos.  Amén.  Perdónanos,  Señor,  por  quien 

325  tú  eres.  Vino  a  servir  para  que  aprendamos  a  servir,  para 
que  te  abrases  en  amor  cada  vez  que  vieres  a  Jesucristo  ser- 
vir por  ti,  derramando  su  sangre  por  ti. 

Representemos  la  Si  hubiese  una  mujer  que,  estando  en 
muerte  de  Cristo      ios  ocho  días  de  las  obsequias  del  en- 

330  en  muestra  vida  terramiento  de  su  marido,  mandase  a 
sus  hijos  jugar  y  burlar  y  andar  en 
carros  y  ella  con  ellos,  y  hiciese  convites  y  fiestas,  ¿qué  di- 
ríades?  ¿No  parecería  cosa  monstruosa,  y  no  sería  crue'l  des- 
amorada la  tal,  y  sin  fe?  Todos  dirían:  "Bien  mostráis  que 

335  no  amáis  a  vuestro  marido".  Plega  a  nuestro  Señor  que  no 
seamos  nosotros  peores  que  ésta.  ¿No  estamos  nosotros  en 
las  obsequias  de  Cristo?  ¿No  estamos  en  tiempo  que  cada 
día  nos  representa  la  Iglesia  su  muerte  y  sepultura?  ¿Pen- 
sáis que  estamos  en  pascuas?  ¿Pensáis  que  estamos  en  fies- 

340  tas?  No  estamos  sino  en  enterramiento.  Decid,  por  vuestra 
vida,  si  Dios  nos  hubiera  dicho  a  todos  cuantos  estamos 
aquí  que  nos  habíamos  de  salvar,  certísimo,  ¿qué  más  se- 
guridad tuviéramos  que  la  que  tenemos?  Estando  en  tan 
gran  peligro  de  perdición,  recordad,  velad,  catá  que  no  es- 

345  tamos  en  pascuas,  no  estamos  en  salvo';  en  peligro  estamos, 
en  guerra  andamos,  aun  no  hemos  llegado  al  puerto.  Las 
obsequias  de  Cristo  celebramos.  Tiempo  de  pasión  es,  misa 
de  réquiem  cantamos.  An  nescitis,  dice  San  Pablo,  quod 


321    Cf.  M't.  20,  28. 


8o.     SANTA  CATALINA 


1251 


quicumque  baptisati  estis  cum  Christo,  ac  sepulti  sumus 

50  cum  Christo  per  mortem  ipsius?  ¿No  sabéis  que  cuando  nos 
baptizaron  nos  sepultaron  con  Jesucristo,  para  que  sepamos 
que  representamos  su  muerte  en  nuestra  vida  y  que  hemos 
de  vivir  como  quien  tiene  el  homlbre  viejo  muerto?  Por  eso 
traen  los  religiosos  hábitos  que  parecen  de  muertos. 

¡55  Ego  autem,  dice  San  Pablo,  mortificationem  Iesu  Chris- 
ti  porto  in  corpore  meo.  — ¿Qué  era  aquello?  — Las  piedras, 
los  azotes,  los  denuestos,  persecuciones,  esto  es  traer  a  Je- 
sucristo en  su  cuerpo.  ■ — ¿Qué?  ¿Siempre  hemos  de  traer 
la  mortificación  de  Jesucristo  en  nuestros  cuerpos?  ¿Qué  es 

160  eso?  — 'Quiere  decir,  cristiano,  [que]  siempre— ^[como]  dice 
San  Pablo — ,  durmiendo,  velando,  de  noche  y  de  día,  en 
prosperidad  y  en  adversidad,  nos  cumple  traer  a  Jesucristo 
en  las  nuestras  almas,  porque  siempre  traemos  guerra  en  la 
carne  con  la  soberbia,  etc.  Cada  día  representamos  las  hon- 

Í65  ras,  las  obsequias  de  la  pasión  de  Jesucristo.  No  es  tiempo 
de  honras,  no  es  tiempo  de  fiestas,  no  es  tiempo  de  descan- 
sos. Mas  si  el  tiempo  en  que  has  de  celebrar  estas  obsequias 
andas  en  corros,  andas  en  placeres,  señal  es  que  no  amas, 
señal  es  que  no  sientes  su  muerte,  bien  parece  que  no  la 

J70  entiendes.  Jesucristo  derramó  su  sangre  por  tu  bien.  Jesu- 
cristo murió  por  ti,  y  sacarás  tú  mal  de  allí,  sacarás  tú 
tu  condenación  de  allí  por  tan  gran  mal  como  pasa. 

Abscondit  piger  manus  suas  sub  sua,  etc.  (Leeldas  allí, 
por  vuestra  vida.)  Está  el  perezoso  mano  sobre  miaño,  y  es 
tanta  su  pereza,  que  aun  querer  comer  le  parece  hacienda. 
¿No  es  gran  mal  éste?  Mirad  hasta  dónde  hemos  venido, 
cuánto  hemos  abajado,  que  no  nos  basta  que  tengamos  pe- 
reza para  trabajar,  que  tengamos  escondidas  las  manos, 
sino  que  no  queremos  comer.  Hermano,  si  te  parece  que 

*80  eres  delicado,  que  no  tienes  fuerza  para  sufrir  cinco  mil 
azotes,  para  padecer  tantas  hambres,  tantos  fríos,  para  de- 
rramar tanta  sangre,  a  lo  menos  no  lo  seas  para  llevar  el 
manjar  que  tienes  a  la  boca.  Si  no  tienes  fuerza  para  tra- 
bajar, no  tengas  pereza  de  muerto  en  tu  casa,  [para  apro- 

85  vecharte  d]el  trabajo  ajeno.  Que  habiendo  El  pasado — '¡ben- 
dito sea  El! — por  dio,  habiendo  ordenado  la  medicina,  ha- 
biendo guisado  tal  mantenimiento,  que  ni  llevarlo  a  la  boca 
no  queremos  ni  aprovecharnos  de  ello.  Cualquiera  cosa  que 
de  su  mano  me  viniere,  aquello  es  lo  que  me  cumple  y  con 

•W  aquello  soy  muy  contento.  Mas  ¿cómo  no  tenemos  fuerza, 
cómo  tenemos  pereza  de  recebir  los  sacramentos,  que  me- 
diante ellos  se  nos  da  la  fuerza  de  Jesucristo?  Corre,  con- 
fiesa; corre,  toma  aquel  pan  de  vida.  Deciros  han:  "Dejá 


352   Of.  Rom.  6,  3-4. 

356   Cf.  2  Cor.  4,  10  ;  Gal.  6,  17. 

373   Gf.  Prov.  19,  24  ;  26,  15. 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


que  venga  la  cuaresma".  ¡Aun  hasta  llegar  la  comida  a  la 

395  boca  tienes  pereza!  Tú  mendigarás,  y  no  te  lo  darán;  tú 
pedirás  olio  ya  que  estén  las  tiendas  cerradas. 

Arrimámonos  a  cosa  engañosa;  tenemos  nuestro  arrimo 
en  caña  cascada,  que  al  tiempo  que  fuere  menester  afirmar- 
se se  ha  de  quebrar;  mas,  si  el  Señor  no  guarda  la  casa,  en 

400  balde  trabaja  el  que  la  guarda.  ¿Cuántos  estamos  aquí  ve- 
lando? ¿Cuántos  en  paz  con  sus  conciencias?  ¿Cuántos  di- 
cen, si  me  llamase  Dios  esta  noche,  vamos  enhorabuena,  que 
aparejado  estoy?  ¿Qué  remedio  para  tanto  sueño?  Ya  no 
sé  otro  sino  que  nos  vamos  a  la  muchedumbre  de  la  miseri- 

405  cordia  de  Cristo,  que  nos  derroquemos  a  sus  pies.  Vamo- 
nos a  aquellas  manos  misericordiosas,  digámosle:  "Señor, 
cuando  andabas  en  el  mundo  y  te  traían  un  ciego,  mirá- 
baslo,  echábasle  tu  bendición;  pues  mírame,  Señor,  que 
aquí  vengo  a  tu  misericordia.  Más  paralítica  está  mi  ánima 

410  que  los  cuerpos  de  aquéllos;  ciego  soy  para  verte;  cojo  soy 
para  andar  pasos  de  mi  salud;  secas  tengo  las  manos  para 
nacer  buenas  obras;  sordo  estoy  para  oír  tus  palabras  y  mi 
bien;  mudo  soy  para  tus  alabanzas.  ¡Sáname,  Señor!"  No 
sé  yo  otro  remedio.  Que  si  a  uno  le  dan  una  puñalada,  luego 

415  como  la  siente,  va  a  los  pies  del  médico;  vámonos,  pues,  u 
los  pies  del  médico  Jesucristo:  "¡Señor,  que  se  nos  pasan 
los  días!  ¡Señor,  que  estoy  durmiendo!  Remédiame".  Y  no 
sé  otro  remedio  para  velar,  sino  que  nos  vamos  al  Hijo  de 
Dios  y  le  supliquemos  que,  pues  siempre  vela — Ecce  non 

420  dormitaba  ñeque  dormiet — ,  que  despierte  nuestro  sueño, 
que  avive  nuestro  cuidado. 

Martirio  de  Santa  Hoy  es  la  fiesta  de  la  bienaventu- 
Catalina  rada  Santa  Caterina.  ¿Cómo  tomó 

aceite?  Doncella  muy  rica,  muy  sa- 

425  bia,  muy  hermosa  y  de  gran  linaje;  tanto  que,  por  tan 
gran  locura  como  tenía,  no  se  quería  casar  con  nadie;  y 
por  aquí  la  azotó  Dios.  Pusiéronle  en  corazón  que  él  era,  y 
otro  no,  Jesucristo,  más  rico  y  más  sabio,  y  mejor  y  más 
hermoso  que  ella  es.  Díjole  cuando  la  sacaban  a  las  navajas 

430  Cristo:  "No  te  desampararé".  ¡Qué  consolación  le  pornian 
aquellas  palabras  cuando  la  afrentaban,  cuando  la  azota- 
ban! San  Pablo  sentía  los  azotes  y  las  piedras.  Pues  poné 
en  una  balanza  todos  aquellos  trabajos,  y  un  decir  Jesu- 
cristo: "Anda,  Pablo,  que  yo  seré  contigo".  Más  sin  com- 

435  paración  le  consolaba  aquella  palabra  que  le  daban  pena  los 
azotes  por  Jesucristo.  Vernía  luego  su  consolación.  ¿Esta- 
mos llenos  de  las  consolaciones  del  mundo?  Pues  no  se  van 


400  Cf.  Ps.  126,  r. 
420  Ps.  120,  4. 


8l.     FIESTA    DE  EVANGELISTAS 


1253 


a  los  tales  las  consolaciones  de  Dios.  ¡Qué  bienaventurados 
los  que  lloran,  que  ellos,  y  no  otros,  serán  consolados!  Leí- 

♦40  da  la  sentencia  que  la  degol[l]asen,  hizo  gracias  a  su  es- 
poso Jesucristo.  Como  Cipriano  leyó  la  sentencia,  dió  gra- 
cias a  Dios  y  dijo:  "¡Oh  Señor  mío,  corona  de  las  vírgines, 
esfuerzo  de  los  muertos,  socorro  de  los  atribulados!"  Y 
pasó  el  golpe  del  espada  y  salió  un  chorro  de  leche,  para 

+45  denotar  que  era  limpia,  que  era  castísima  y  que  era  toda 
blanca  como  paloma.  Fué  sepultado  su  cuerpo  en  e!  monte 
de  Sinaí.  Salió  un  arroyo  de  olio.  ¿No  os  parece  que  habia 
recibido  olio  la  bienaventurada?  Fué  su  ánima  por  los  án- 
geles presentada  en  la  gloria,  quam  mihi  et  vobis  praestire 

450    dignetur  Iesus  filius  Mariae.  Amen. 


81  Pastores  con  el  hambre  de  almas 

que  tuvo  el  señor  * 

Fiesta  de  Evangelistas 

(Maidricl,  Aren.  Curia  Toledo  S.  I.,  Ms.  20  bis,  pp.  251-258.) 

Estima  de  las  almas      Quien  de  verdad  conociese  el  va- 
lor que  tiene  un  ánima,  más  cui- 
dado pornía  en  guardar  la  suya  y  más  ayudaría  a  guardar 
las  ajenas;  y  por  falta  de  este  conocimiento  hay  tanto  ba- 
5   rato — lo  cual  sin  dolor  no  se  puede  decir — de  ánimas,  que 
a  quien  y  por  el  precio  que  un  hombre  da  su  ánima,  no  daría 
un  sayo  roto  ni  aun  unos  zapatos  viejos.  Da  un  nombre  al 
demonio  su  ánima,  y  algunas  veces  de  balde,  y  si  cadit  asi- 
na est  qui  sublevet  eam;  et  cadit  anima  et  non  est  qui  eri- 
10   gat  eam,  dice  San  Bernardo.  En  esta  estima  se  tiene  una 

450  Amen]   Deo  gratias  add. 

7  viejos]  Dio  del  descuido  y  desestima.  Ojalá  el  cuidado  que  tengo  de 
mi  cuerpo,  y  aun  de  mi  muía — el  mejor  albéitar — ,  y  aun  de  mi  zapato,  que, 
en  viéndole  con  polvo,  lo  limpio,  o  de,  etc.  Y  acabad  de  encarecer  lo  que 
Cristo  por  ellos.  Die  :  ¿  Quién  habrá  de  aquí  adelante,  benditísimo  Señor, 
que,  viéndoos  a  vos  velar  por  ellas  y  andar,  etc.,  no  vele,  y  dando  vos 
I  .  vuestra  vida,  no  de  él  la  suya  ?  Discurre  per  singula.  ¿  Quién  no  pondrá  su 
vida,  honra  y  fama,  cuánto  más  su  cuidado  y  bienes?  ¿Quién  será  tan  nvaro 
que  no  dé  su  dinero  porque  la  otra  no  peque  ?  ¿  Quién  tan  amigo  de  sí  y 
regalado,  que  no  deje  su  cama,  viéndoos  a  vos  dejar  Ja  vuestra,  y  tomar, 
etcétera  ?  <  Quién  verá  jurar  a  su  prójimo  que,  etc.,  que  vea  el  otro  vender 
y,  a  trueco  de  medio  real,  dirá  mil  juramentos,  que  no  digo.  :  iVeis  aquí 
diez  reales,  y  no  juréis»?,  etc    <i<M.  marg.  inf. 

439  5,  5. 

*  «In  die  Evangelistarum»  (p.  251).  La  letra  es  del  P.  Villarás. 
Los  últimos  renglones  del  sermón  nos  revelan  que  se  trata  de  unos 
apuntes  enviados  a  otro  predicador. 

10  San  Bernardo,  De  considerat.,  1.  4,  c.  6,  20  ("SLL  182,  786)  : 
dCadit  asina,  et  est  qui  sublevet  eam  :  perit  anima,  et  nenio  est  qui 
reputet». 


1254 


SERMONES.    CICLO  SANTORAL 


sustancia  espiritual  incorruptible,  indivisible  y  criada  a  la 
imagen  de  Dios,  y  tan  preciosa  que  como  San  Augustin 
dice:  Maius  damnum  est  in  amissione  unius  animae  quam 
in  amissione  omnium  corporum.  El  Eclesiástico  dice:  In 

15  mansuetudine  serva  animam  tuam,  et  da  Mi  honorem  secun- 
dum  meritum  suum,  etc.  Tan  noble  cosa  es  el  ánima  que  aun 
cuando  hace  algún  mal,  la  debemos  corregir  con  blandura  y 
mansedumbre,  y  no  con  aspereza,  como  a  los  rústicos. 
Mas  ¿quién  cumplirá  aquella  palabra:  Da  iili  honorem  se~ 

20  cundum  meritum  suum?  ¿Quién  guardará  su  ánima,  quién 
estimará  las  ajenas?  ¿Quién  hará  por  unas  y  otras  lo  que 
a  cosas  tan  preciosísimas  se  debe,  cuyo  bien  es  poseer  a 
Dios  para  siempre,  cuyo  mal  carecer  de  El  sin  fin?  No  hay 
ojos  en  la  tierra  para  estimar  aquello  alto  ni  para  huir  de 

25  aquello  hondo,  ni  hay  peso  para  pesarlo;  y  por  eso  tantos 
abajan  al  infierno,  según  dice  Isaías:  Propterea  oapitiiMa 
ductus  est  populus  meus,  etc. 

Si  alguno  quisiere  salir  de  esta  ceguedad  y  saber  el  valor 
del  ánima,  alce  sus  ojos  al  cielo,  donde  está  el  que  la  crió, 

30  y  verá  descendir  al  Verbo  de  Dios,  verdadero  Dios,  igual 
a  su  Padre,  y  encerrarse  en  el  vientre  virginal  de  nuestra 
Señora.  Et  incarnatus  de  Spiritu  Sancto.  ¿Por  qué  tanta 
alteza  decendir  tanto?  Oíd  la  causa:  Propter  nos  homines, 
etcétera.  Este  Señor  es  aquel  que  crió  el  ánima  a  su  ima- 

35  gen  y  semejanza,  y  conoce  bien  su  valor;  y  porque  no  se 
perdiesen  para  siempre,  tomó  las  deudas  de  ellas  sobre  si 
mismo,  y  trabajó  tanto  por  la[s]  libertar,  que  no  dudó  de 
dar  su  vida  por  ellas.  Quien  bien  quisiere  pesar  el  ánima, 
pésela  con  este  peso,  de  que  Dios  humanado  murió  por  e'llas, 

40  y  parecerle  ha  muy  poco  de  cumplir  aquello  que  dice  San 
Juan:  Si  Deus  pro  nóbis  animam  suam  posuit,  et  nos  de- 
bemus,  pro  fratribus  animas  poneré,  etc. 

Elección  de  los  — ¿A  qué  propósito  esto?  — De  que  el 
apóstoles  y  de     santo  evangelio  cuenta  una  cosa  que 
45      los  discípulos        mzo  nuestro  Señor,  que,  para  bien  en- 
tenderse esta  y  otras  semejables,  era 
menester  ver  aquel  ferventísimo  amor  que  de  las  ánimas  en 

29  ánima]  Es  tan  preciosa,  que  es  el  tesoro  escondido  que,  «venditis 
Omnibus»,  compró  el  hombre  sabio ;  es  tesoro  escondido  en  el  campo  del 
cuerpo,  ix>r  quien  Cristo  dió  todos  sus  méritos ;  es  la  preciosa  margarita, 
etcétera.  Y  es  tan  preciosa,  que  Dios  sólo  la  hace ;  mira  (si)  será  de  :  es- 
tima. (Para)  las  demás  cosas  ayudan  causas  segundas  o  naturales ;  pero' 
(el)  alma  sólo  Dios.  Mira  su  valor  add.  marg.  \,\  38  biene  ||  4il  posuit  supr.  || 
42  pro  fratribus  animas  poneré  i  Joa  3  sut>r.  |  etc.]  ¿Qué  pasos,  qué  azotes, 
qué  lagrimas,  o,  a  lo  menos,  sospiros  has  dado  por  tu  hermano,  etc.  add.  marg. 

14   Of.  San  Agustín,  De  Gen.  ad  litt.,  1.  7,  c.  19,  25  :  ML  34,  344 ; 
In  lo.  Ev.t  tr.  8,  c.  2,  2  ;  Ir.  23,  c.  5,  5  :  MIL  35,  1451.  1585. 
16   Eoeli  10,  31.  27   la.  5,  rj. 

33    Miss.  Rom.,  Ordo  Missae,  syinb.  nicacn.-constantinop. 
42    Cf.  1  lo.  3,  16. 


8l.     FIESTA    DE  KVANCKLISTAS 


1255 


sus  entrañas  ardía.  ¿Habéis  visto  unos  homJbres  muy  aficio- 
nados a  una  cosa,  y  que  anden  siempre  pensando  en  ella,  y 

50  enflaquecidos  con  el  cuidado  de  córrto  la  alcanzarán,  y  todos 
transformados  en  ella,  que  ni  reposan  de  día  ni  duermen  de 
noche?  Pues  ansí  pensad  a  nuestro  Señor  Jesucristo  cuando 
en  este  mundo  vivía,  al  cual  el  cuidado  de  las  ánimas  le 
traía  tan  ansioso,  que,  diciéndole  una  vez  los  discípulos 

55  que  comiese,  porque  había  caminado  y  era  ya  tarde,  no  hizo 
caso  de  aquella  comida,  porque  con  ella  no  se  le  quitaba  la 
hambre,  que  más  pena  le  daba,  y  respondió:  Otro  manjar 
tengo  yo  que  comer,  que  vosotros  no  sabéis:  Mi  manjar  es 
hacer  la  voluntad  de  mi  Padre  y  acabar  su  obra;  y  esto  era 

60  remediar  las  ánimas,  que  El  había  criado,  acabando  lo  que 
comenzó.  Esta  hambre  de  ánimas  le  atormentó  viviendo,  y 
de  esta  sed  se  quejó  en  la  cruz,  y  no  de  otro  tormlento, 
porque  sobre  todos  los  dolores  era  para  El  perderse  las 
ánimas.  Recia  es  la  rabia  que  el  demonio  trae  para  tragar- 
te las,  como  dice  San  Pedro;  mas  no  tiene  que  ver  con  el  celo  y 
cuidado  que  del  bien  de  ellas  tiene  el  Señor.  Este  la  hacia 
vivir  en  pobreza,  caminar  a  pie;  siendo  tan  delicado,  ayu- 
nar y  predicar  en  templo,  plazas  y  montes,  resgando  su 
sacratísimo  pecho,  convidándoles  con  la  salud,  aunque  mu- 

70  rió  a  su  casta.  Esto  le  hacía  orar  las  noches  y  derramar 
abundantísimas  lágrimas,  hincadas  sus  rodillas,  pidiendo 
al  Padre:  "Sálvense  las  ánimas,  y  pedidme  por  ello  todo  lo 
que  fuerdes  servido". 

Y  porque  hobiese  más  voces  que  predicasen  y  más  mé- 

75  dicos  que  curasen  las  ánimas,  aunque  El  solo  lo  podía  hacer, 
quiso  tomar  ayudadores  para  tener  ocasión  de  les  guala  rdo- 
nar  sus  trabajos  y  de  hacer  bien  a  los  otros  por  medio  de 
aquestos  ayudadores.  Y  así  escogió  doce  apóstoles,  a  los 
cuales  envió  a  predicar,  como  cuenta  San  Mateo  en  el  ca- 

80  pítulo  10;  y  porque  El  sabía  muy  bien  que  el  trabajo  de 
curar  ánimas  es  muy  grande,  y  quería  que  antes  sobrasen 
obreros  que  no  faltasen,  y  con  entrañas  de  padre,  que  trae 
un  médico  y  otro  para  sus  hijos,  no  se  contentó  con  elegir 
doce  que  le  ayudasen  a  El,  mas  eligió  otros  setenta  y  dos 

85  que  ayudasen  a  los  doce,  y  enviólos,  como  dice  el  santo 
evangelio,  a  predicar  a  las  ciudades  y  pueblos,  donde  El 


75  hacer]  Dicat  quomodo  homo  per  libcrum  arbitriuin  est  admtor  Dei, 
ut  ait  Apostolus  :  adiutores  Dei  siimus ;  y  es  grande  honra,  quoniam  mag- 
num  est  esse  te  ver  cooperatorein  Dei,  ut  ait  Dionysi(us).  Item  dicat  quam 
magnum  est  esse  cooperatorem  Dei  para  ganar  ánimas ;  sed  vae  de  los  hom- 
bres que  tienen  en  más  estudiar  para  curar  un  cuerpo,  o  para  saber  pleitear 
un  negocio,  que  para  curar  Animas,  etc.  Tertio  :  Telas  araneae  texuerunt, 
ait  Esai(as)  59  a  etc.  add.  imirg.  ||  86  Predicar]  ante  faciem  :   para  disponer 


59  'Cf.  lo.  4,  32.  34, 
62    lo.  19,  28. 


65    Cf.  j  Petr.  5,  S. 

So   Le.  6,  12  ;  Mi.  10,  1  ss. 


1256 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


después  había  de  ir,  para  que  estuviesen  aparejados  con 
aquella  doctrina  para  recebir  la  que  les  diese  El. 

El  prelado  debe  ¡Oh  dichosas  ovejas  que  en  tiempo  de 
y°  buscarse  buenos  tal  Pastor  fueron  vivas,  y  dichosas  lo 
coadjutores  serán  las  que  cayeren  en  manos  del 
perlado  que  imitare  este  celo!  El  así 
lo  dejó  ordenado:  que  el  Papa  quedó  en  su  lugar,  y  los  per- 
lados suceden  a  los  apóstoles,  y  los  curas  a  los  setenta  y 
95  dos  discípulos,  cordo  San  Hierónimo  dice;  y  éstos  son  de  la 
intrénsica  razón  de  la  Iglesia;  y  los  religiosos  son  añadidos 
para  ayudar  a  los  perlados  y  curas.  ¡Oh,  dichosos  pastores 
que  participaren  algo  de  aquesta  hambre  y  sed  de  salva- 
ción de  ánimas  que  tuvo  el  Señor,  porque,  sigún  la  necesi- 

100  dad  de  remedio  que  tienen,  si  no  hay  este  gran  celo  y  cui- 
dado, no  se  podrá  hacer  aquello  que  para  esto  conviene!  En 
cruz  murió  el  Señor  por  las  ánimas;  hacienda,  honra,  fama 
y  a  su  propria  Madre  dejó  por  cumplir  con  ellas;  y  así  quien 
no  mortificare  sus  intereses,  honra,  regalo,  afecto  de  pa- 

105  rientes,  y  no  tomare  la  mortificación  de  la  cruz,  aunque 
tenga  buenos  deseos  concebidos  en  su  corazón,  bien  podrán 
llegar  los  hijos  al  parto,  mas  no  habrá  fuerzas  para  los 
parir. 

El  rey  Saúl,  cuando  era  el  que  debía,  llamaba  para  su 
110  compañía  a  cualquier  caballero,  dondequiera  que  estuviese, 
que  sabía  que  era  hombre  esforzado  para  la  guerra,  y  así 
en  su  tiempo  fué  muy  aventajada  la  guerra  contra  los  fi- 
listeos; y  a  semejanza  de  esto  está  mandado  en  el  concilio 
Lateranense  que  el  perlado  tome  coadjutores  que  le  ayuden 
115  a  predicar  y  entender  en  las  ánimas.  Y  mire  mucho  que 
las  personas  sobre  cuyos  hombros  pusiere  la  carga  de  llevar 
las  ánimas,  que  son  arca  de  Dios,  no  sean  hombros  subjec- 
tos  a  sus  apetitos,  ni  gente  ignorante,  porque  no  castigue 
Dios  a  quien  los  puso  en  el  oficio,  como  castigó  a  Oza  por- 
120  que  puso  el  arca  sobre  animales,  los  cuales  no  son  conve- 
nientes para  llevar  cosa  tan  santa  como  el  arca  de  Dios,  y 
así  la  'llevaron  de  manera  que  se  quería  caer.  Mil  inconve- 
nientes se  siguen  en  las  ánimas  cuando  los  que  tienen  cargo 
de  ellas  no  son  los  que  deben,  etc.  Dígase  aquí  cómo  el  per- 


para  Cristo,  no  para  vuestra  honra ;  no  sois  casamentero  para  alzaros  con 
la  esposa,  sino  para  Isaac  la  quiere  Eliecer  add.  supr. 

94  curas]  presbíteros  sufr.  ||  96  dice]  ad  Fabiolum  ;  et  yidfe  Hrasmum  iri 
annotationibus  super  huno  locum  add.  marg. 


&7    Le.  IO,  I. 

95    Cf.  San  Jerónimo,  Ep.  78,  maus.  6  :   ML  22,  704  ;  Eras- 
mo,  Annatationcs :  Opera  omnia,  í.  6  (Leyden  1705),  271  ss. 
113    1  Reg.  14,  52. 

115   Concilio  IV  de  Letrán,  cap.  10  :  Mansi  22,  998  s. 
122    2  Reg.  6,  3-7  ;  1  Par.  15,  2. 


Si.    fiesta  de  evangelistas 


1257 


125  lado  es  obligado  a,  si  tales  oficiales  no  hay,  hacerlos  él, 
dándoles  aparejo  para  estudio,  y  ayudar  para  ello  a  los  que 
no  tienen;  y  con  doctrina  y  buenos  ejemplos  hacerlos  tales 
que  sean  modelos,  a  cuya  forma  se  edifiquen  las  ánimas; 
porque  para  esto  el  perlado  es  perlado  y  para  esto  princi- 

130  pálmente  le  es  dada  la  renta;  porque  el  fin  de  él  ha  de  ser 
la  edificación  de  las  ánimas;  y  no  hay  mejor  medio  para 
esto  que  hacer  gente  tal  que  sea  para  ello. 

Obligación  de  la  Acuérdense  que  San  Gregorio  reprehen- 
residencia.  Buen     de  a  algunos  perlados  diciendo:  Obliti 

135  ejemplo  sunt  quod  animarwn*   causa  praelati 

sunt.  De  San  Pedro  leemos  que,  por 
entender  él  en  el  oficio  de  ánimas,  tomó  para  coadjutor  a 
Cleto  y  a  Lino,  para  que  ellos  entendiesen  en  los  negocios 
menores  del  oficio  de  la  prelacia,  y  él  en  el  oficio  apostólico, 

140  que  es  la  edificación  de  las  ánimas.  Y  así  está  mandado  en 
un  concilio  Cartaginense  que  el  obispo  no  entienda  por  si 
mismo  en  limosnas  de  viudas  ni  huérfanas,  etc.,  sed  tantum 
lectioni,  orationi  et  verbo  Dei  vacet.  Porque,  aunque  halle 
buenos  coadjutores,  no  ha  de  ser  para  [que]  él  deje  el  arca 

145  de  encima  de  sus  hombros,  porque  no  le  mate  Dios  como 
a  Oza,  pues  no  cumplió  como  le  era  mandado  que  él  mismo, 
como  levita,  la  llevase  encima  de  sus  hombros.  Porque, 
aunque  Moisés  dejó  buenos  vicarios  cuando  subió  al  monte 
con  causa  tan  justa,  hizo  tanto  mal  su  ausencia,  que  ido- 

150  latró  el  pueblo.  Mucho  mal  hace  el  ausencia  del  rey  en  su 
reino,  del  señor  en  su  estado,  del  obispo,  etc.,  y  de  un  ca- 
sado en  su  casa,  que  no  sé  cómo  se  sufre  que  esté  un  casa- 
do tres  y  cuatro  años  en  una  tierra  y  su  mujer  en  otra,  con 
peligro  de  las  ánimas  de  entramibos.  ¿Qué  aprovecha  que 

165  hagan  venir  al  casado  dende  las  Indias,  si  estando  en  Es- 
paña se  están  apartados  uno  de  otro?  Si  un  esclavo  o  un 
animal  se  le  va  a  su  señor  a  otra  tierra,  y  lo  sabe  el  juez, 
se  lo  manda  tornar;  y  los  casados,  cuya  unidad  debe  ser 
mayor,  pues  representan  a  la  de  la  Encarnación,  déjanlos 

160  vivir  cada  uno  en  su  tierra.  Convernía  que  los  que  gobier- 
nan, así  eclesiásticos  como  legos,  entendiesen  en  esto,  etc. 

Dígase  cuán  acepta  obra  es  a  Dios  mantener  estudiantes 
pobres  que  tienen  virtud  y  habilidad.  Dígase  cuánto  pue- 
den ayudar  a  las  ánimas  los  caballeros  y  gente  principal  con 

165  su  buen  ejemplo,  y  cómo  el  Señor  los  dice:  Dominus  his 
opus  habet,  porque  lo  que  ellos  hacen  comúnmente  lo  hace 

136  Cf.  San  Gregorio,  Moral.,  1.  22,  c.  22,  53:  ML  76,  246; 
Rcg.  past.,  i.a  p.,  c.  10  :  >IL  77,  23. 

143  Concilio  Cartaginense  IV,  cap.  20  (Mansi  3,  9,52)  :  «Epis- 
copus  nullam  rei  familiaris  curam  ad  se  revocet  sed  lectioni,  et  ora- 
tioni  et  verbi  Dei  praedicationi  tantumtnodo  vacet». 

150   Cf.  Ex.  32.  166    Mt.  2i,  3. 


1258 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


el  pueblo,  y  aunque  San  Hierónimo  dice  a  un  obispo:  Domus 
tua  quasi  [in]  specula  posita  est  omnium  oculum,  quod  tu 
facis  omnes  faci[e]ndum  putant;  cave  ne  [acias  quod,  qui 

170  imitari  velit,  errare  cogatur.  Y  dice  cogatur  porque  ejem- 
plo del  mayor  constriñe  a  ser  imitado.  Y  por  esto  dijo  San 
Pablo  que  San  Pedro  cogere[t]  gentes  iudaizare,  porque, 
en  materia  moral,  lo  que  multum  allicit  se  llama  constre- 
ñir, y  no  sólo  en  lo  placentero,  mas  aun  en  lo  penoso,  como 

175  parece  en  el  escudero  de  Saúl,  que,  porque  vio  que  su  se- 
ñor se  mató,  se  mató  él  también.  ¡Oh  cuántos  criados  mue- 
ren con  pecado  por  ver  morir  a  sus  señores  pecando,  etc.! 
¡Oh  cuán  nueva  y  recia  palabra  ha  de  ser  a  los  mayores: 
"Tantas  y  tantas  ánimas  juraron:  por  veros  jurar,  juraron; 

180  siguieron  la  vanidad  de  la  honra,  etc. ;  Sanguinem  earum 
de  manu  vestra  requiram"!  Tot  animarum  reí  sunt  quot 
mala  exempla  dederunt. 

Cualidades  del  Dígase  qué  tales  han  de  ser  los  que  van 
ministro    del    a  predicar  o  ser  curas.  Amor  de  Dios  y 

185  Evangelio  prójimo,  en  ir  dos  juntos.  Item  que  ten- 
gan paz  entre  sí,  porque,  de  otra  manera, 
¿cómo  la  ternán  los  subditos?  Item  no  vayan  cargados  de 
subsidios  temporales,  porque,  ocupados  en  esto,  no  podrán 
vacar  bien  al  oficio  de  ánimas,  que  pide  a  todo  el  hombre, 

190  y  plega  a  Dios  que  abaste;  y  los  que  los  envían  han  de  pro- 
veer que  tengan  suficientemente  de  comer,  secundum  ülud: 
Presbyteri  duplici  honore;  y  limosna  aceptísima,  acepta  a 
Dios,  es  quitar  estas  cargas  de  su  mantenimiento,  o  de  los 
que  tienen  a  su  cargo,  a  un  hombre  que  tiene  talento  para 

195  aprovechar  a  las  ánimas,  y  por  no  tener  qué  dar  a  los  su- 
yos, está  atado,  etc.  Las  limosnas  espirituales  que  tocan 
a  ánimas,  mejores  son  que  las  corporales;  mas  como  no  se 
ve  la  calentura  y  la  lepra  y  la  muerte  de  un  ánima  como  la 
del  cuerpo,  hay  más  gente  que  entienda  en  remediar  un 

200  cuerpo  que  un  ánima.  Dilatetur:  Plangis  corpus,  a  quo  re- 
cedit  anima;  et  non  plangis  animam,  a  qua  recessit  Deus. 

Paguémosle  a  Cristo    Lo  que  les  mandan  predicar  es  que 
sus  trabajos  e¿  r&lf  de  los  cielos  se  ha  acercado 

de  pretérito,  que  quiere  decir:  las 
205   leyes  del  Evangelio,  que  son  conformes  a  las  del  cielo,  y 

190  de]  dé  adii.  ||  200  Delaklur 

170  San  Jerónimo,  Ep.  60,  14  (ML  22,  598  s.)  :  «Xa  te  ocal  i  oin- 
iiium  diriguntur,  domus  tua  et  i  on  versado,  quasi  in  specula  consti- 
tuía, magistra  est  publicac  disciplinae.  Quidquid  feceris,  id  sibi  om- 
nes faciendum  putant.  Cave  ne  comimittas,  quod  aut  qui  reprehenderé 
volunt,  digne  lacerasse  videantur,  aut  qui  imitari,  cogantur  delin- 
quere». 

182   Cf.  Ez.  3,  18  ;  33,  8.  192    1  Ti™.  5.  i"- 

185    Le.  10,  1.  203    Mfc.  3,  2  ;  4,  17. 


8l.     FIESTA    DE  EVANGELISTAS 


125S 


la  gracia  del  Espíritu  Santo,  que  se  ganó  por  la  muerte 
del  Señor.  R'egnum  Dsi  non  est  esca  et  potus  sed  iustitia, 
pax  et  gaudium  in  Spiritu  Sancto.  Dilatetur  cuánto  valen 
estas  cosas,  y  cómo  no  se  puede  haber  la  segunda  sin  la 

210  primera,  ni  la  tercera  sin  la  segunda,  y  por  eso  se  llama 
la  Iglesia  regnum  caelorum,  aunque  también  comprehende 
a  los  que  tienen  fe  muerta,  etc.;  y  así  como  uno  que  está 
en  gracia  se  dice  estar  in  regno  caelorum,  así  quien  en  pe- 
cado mortal,  en  el  infierno,  porque  lo  principal  de  lo  uno  es 

215  la  gracia  y  amor  de  Dios,  y  del  segundo  el  pecado.  Con  este 
reino  de  los  cielos  convidamos  los  predicadores  a  los  oyen- 
tes, y  no  hay  quien  nos  quiera  oír.  Y  matándose  sobre  una 
blanca,  no  quieren  recebir  un  reino.  Pro  nihilo  habent  ter- 
ram  desiderabilem.  Mucho  es  de  doler  aquesto  por  el  bien 

220  que  pierden;  mas  mucho  más  porque  se  pierde  el  precio  con 
que  se  compró.  Si  queréis  saber  por  qué  padeció  Cristo  bo- 
fetadas, etc.,  fué  porque  vos  seáis  honrado  en  el  cielo.  El 
entre  ladrones,  vosotros  entre  ángeles,  etc.;-  y  de  ver  tan 
gran  precio  como  es  la  vida  de  Dios  perdida  con  tantos  do- 

225  lores,  sacaréis  el  valor  de  la  gracia  y  del  reino  del  cielo, 
etcétera.  Y  quien  esto  desecha  y  está  sin  ello,  cuanto  es  en 
sí  hace  que  haya  sido  en  balde  tanto  trabajo. 

¡Oh  cosa  para  llorar,  que,  sigún  dice  el  evangelio,  el 
trabajador  es  digno  de  su  jornal,  y  quien  no  le  paga,  dice 

230  la  Escriptura:  Qui  defraudat  mercenario  mercede  sua,  et 
qui  effudit  sanguinem,  fratres  sunt!  Si  el  no  pagar  a  quien 
cava  en  tu  viña  y  ara  en  tu  campo,  y  a  quien  te  sirve  de 
mayordomo,  y  al  zapatero,  y  al  sastre,  etc.,  es  como  derra- 
-mar  sangre,  y  merecs  castigo  de  homicida;  y  quejándose 

235  delante  de  un  juez,  les  mandan  luego  pagar;  ¿no  habrá, 
Señor,  quien  advierta  que  merecéis  vos  que  os  paguen  lo 
que  traba jastes  sirviendo  a  los  hombres?  ¿Y  de  que  les  ser- 
vistes?  Venit  ministrare,  et  daré  animam  suam  in  redemp- 
tionem  pro  multis.  Sírveos  el  trabajador  de  cavar  la  tierra, 

240  y  está  cavando  y  cayéndole  el  sudor  por  la  cara;  y  cavan  a 
Cristo  sus  pies  y  sus  manos,  y  corre  de  allí  su  preciosísima 
sangre,  y  no  hay  quien  la  pague.  Y  si  os  parece  esto  poco, 
caváronle  su  cabeza  con  espinas,  su  cara  con  bofetadas, 
et  super  dorsum  meum  aravernut  peccatores.  Dilatetur.  Y 

217  oír]  Chrysostomus  :  Regnum  promittit  Christus,  et  contemnitur ;  sc- 
2o8    Cf.  Rom.  14,  IJ. 

2iS  San  Juan  Crisóstomo,  Tu  Act.  Apost.,  hom.  61,  3  (MG  60,  60) : 
«Regnum  pollicetur  Deus,  et  despieitur  ;  gehennam  conciliat  diabohis, 
et  honoratur».  ( 

219   Of.  Ps.  105,  24. 

229   Le.  10,  7  ;  1  Tim.  5,  18. 

231    Cf.  Eccli.  34,  27. 

259   Cf.  Mt.  20,  28. 

244   Cf.  Ps.  128,  3. 


1260 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


245  si  en  tu  entendimiento  no  hdbiere  juicio  de  razón  que  te 
mande  pagar  jornal  tan  deb[i]do,  el  mismo  que  por  ti  pa- 
deció ha  de  ser  el  juez  y  ejecutará  la  ley  dicha:  Fratres 
sunt.  "La  sangre  derramé  por  ti;  pues  que  no  te  aprove- 
chaste de  ella,  págamela  y  sé  compañero  en  la  pena  con  los 

250  que  me  la  derramaron".  Frustra  et  vane,  dice  el  Señor  en 
Isaías,  consumpsi  fortitudinem  meam;  ergo  iudicium  meum 
cum  Domino,  etc. 

¡Oh,  desdichado  de  aquel  por  el  cual  se  derramó  una 
sangre  que  da  voces  por-  él,  pidiendo  perdón,  y  que,  por  no 

255  aprovecharse  de  ella,  da  voces  contra  él,  pidiendo  vengan- 
za! ¿Qué  sentirás  cuando  te  diga:  Sanguis  fratris  tui  clamat 
ad  me  pidiendo  justicia?  ¿No  es  mejor,  hermano,  que,  pues 
esta  sangre  siempre  es  oída,  que  pida  para  ti  misericordia, 
que  no  venganza?  Oye  su  clamor,  que  te  pide  paga  de  su 

260  jornal,  y  oirá  Dios  a  ella  que  pide  perdón  para  ti  y  todos 
los  bienes;  mas,  si  no  le  oyes  desde  la  cruz,  diciendo:  Sed 
he",  qui  obturat  aurem  suam  ad  clamorem  pauperis,  clama- 
bit  ipse  et  non  exaudietur.  Que  le  des  a  beber  te  pide,  en 
pago  de  sus  trabajos,  lágrimas  por  tus  pecados,  humildad, 

265  paciencia,  etc.  Más  aún,  no  te  pide  esto  a  tu  costa;  El  te 
lo  dará,  con  que  lo  quieras  recebir.  El  te  ofrece  la  gracia 
y  las  virtudes.  Extiende  la  mano  de  tu  libre  albedrío  a  re- 
cebir lo  que  graciosamente  te  da,  que,  aunque  seas  peña 
dura,  El  te  herirá  ese  corazón  para  que  salga  agua  de  ti: 

270  de  deshonesto  te  hará  casto;  de  soberbio,  humilde,  etc.;  y 
no  te  dejará  hasta  que  te  ponga  en  su  gloria. 

Véanse  los  santos  sobre  este  evangelio,  y  sobre  el  capi- 
tulo décimo  de  San  Mateo,  porque  allí  escriben  más  para 
declaración  del  evangelio. 

275  Y  perdone  vuestra  merced,  porque  la  poca  salud  y  la  in- 
suficiencia no  lo  dejan  ir  mijor  ni  más  presto.  Examínelo 
vuestra  merced,  no  vaya  algún  desvarío  de  febricitante. 


henna  apparat  diabolus,  ct  honoratur  add.  supra.  |¡  248  I.ansangre  ||  256 
fratris]    tis  add. 


252  Cf.  Is.  49,  4. 

257  Ct.  Gen.  4,  10. 

263  Cf.  Pror.  21,  13. 

3'6q  Cf.  Num.  20,  11. 


82.  DIFUNTOS 


1261 


82  No  TOMES  PENA  DE  LOS  DIFUNTOS,  COMO  LOS 

QUE  NO  TD2NEN  ESPERANZA  * 

Difuntos.  En  unas  exequias 
(Oña.  Arch.  Loyole,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis.  f f.  82  r  -  89  v.) 

■Yoíiiimis  ignorare  vos,  Jratrcs,  de  doritticntibus,  uf 
non  conlristcmini,  sicut  et  caetcri  Qui  spcm  non  ha- 
bent  (i  Thess.  j,  [13]). 

Exordio  Por  terrible  y  espantosa  y  despreciada  que  apa- 
5  rezca  la  muerte,  hay  en  ella  muchos  y  mUy 

grandes  provechos  y  bienes,  si  bien  lo  sabemos  considerar. 
Cierto,  no  dejara  tan  grande  venganza  Dios  si  de  ella  no 
pensara  sacar  algún  bien,  y  será  muy  grande,  más  que  el 
mal  que  el  demonio  procuró;  pero  es  menester,  para  que  en 
10  esto  nos  aprovechemos,  tener  ojos  cristianos  y  la  pruden- 
cia del  Espíritu  Santo  para  bien  sentir  de  ella.  Y  por  muy 
seguros  que  estemos,  lejos  de  nosotros,  que,  habiendo  me- 
nester pedir  socorro  y  ayuda  de  Dios  para  esta  hora,  vá- 
monos  de  en  fiesta  en  fiesta,  de  mortuorio  en  mortuorio. 
15  Mándanos  esto  Dios  que,  en  quiriendo  servir  a  Dios,  apa- 
rejemos nuestras  ánimas  para  las  tentaciones.  Pues  para  la 
tentación  es  razón  nos  aparejemos,  para  la  hora  de  la  muer- 
te, que  es  tentación  peligrosa,  mayor  razón  es  estar  aperci- 
bidos, pues  esta  hora  y  este  día  no  están  lejos  de  nosotros. 
20  Dícenos  y  aconséjanos  San  Pablo  que  no  tomemos  pena 
de  los  que  duermen,  de  los  que  ya  pasaron  en  esta  vida;  no 
estemos  con  dolor  ni  tristura,  como  lo  suelen  hacer  los  que 
no  tienen  esperanza  de  gozar  de  la  vida  esperitual  que  es- 
peramos. Consuelo  grande  es  éste  para  quien  ha  tomado 
25  pena  por  el  difunto,  tener  esperanza  que  les  irá  bien  en  ella. 
Pues  para  que  nos  sea  dada  en  el  presente  sermón  junta- 
mente la  gracia,  supliquemos  a  la  Virgen  nos  alcance;  y 
para  que  haga,  [digamos]  con  devoción:  Ave,  María. 

Contra  el  miedo  de     Estas  (pa]abras,  que  he  propuesto 
30    la  muerte,  esperan-      con  el  favor  del  Espíritu  Santo  y 
za  en  la  resurrección     darán  fundamento  a  nuestro  ser- 
món, son  del  apóstol  San  Pablo,  a 
la  carta  primera  que  escribió  a  los  de  Tesalónica  en  el  capi- 

12  que,]  y  ||  14  en,]  in 
19  lenjos 


*    Ed.  R.  García  Villoslvda,  S.  L;  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  22S-239.  «Pro  defunctis.  Optimtis»  (f.  82  r). 
16   Cf.  Eccli.  2,  1. 
23    1  Thess.  4,  13. 


1262 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


tulo  4.  Suélense  cantar  en  la  misa  de  hoy,  de  difuntos.  En 

35  romance:  De  los  que  duermen  no  queremos  que  seas  inoran- 
tes en  estos  negocios,  como  los  que  no  tienen  esperanza.. 

Grande  empresa  tomáis,  San  Pablo,  en  persuadirnos  que 
no  tomemos  pena  de  los  difuntos.  ¡Oh!  ¡Válame  Dios!  Con 
esta  muerte,  ¿qué  haremos?  ¿Hemos  de  poder  valemos? 

40  ¿Qué  es  de  nuestro  hermano,  adonde  ayer  estábamos  con 
él,  comíamos  con  él,  cenábamos  con  él,  jugábamos  cm  él, 
peleábamos?  Por  cierto,  grande  es  la  miseria,  grande  es  la 
pobreza,  grande  es  su  necesidad,  si  a  Dios  no  se  arrima. 
¿Hay  nada,  hay  más  nada  que  la  sombra,  más  sombra  que 

45  humo,  más  humo  que  el  hombre?  Lleno  está  de  miseria, 
lleno  es  de  trabajos,  florecilla  es  que  presto  se  pasa  y  presto 
se  corta  y  la  coge  la  muerte. 

Decí,  ¿no  pensáis  en  este  trabajo,  no  pensáis  que  os  ha- 
béis de  morir?  ¿Qué  haremos?  ¿Qué  remedio?  Está  el  la- 

50  drón  aguardándonos  para  robarnos,  está  en  celada  para  nos 
matar  e  ferir,  ¿y  que  no  busquemos  remedio?  Algún  día, 
pues,  ha  de  venir  por  nosotros.  ¿Lloráis?  Agora  vosotros 
tenéis  pena  por  la  muerte  ajena,  otro  día  la  tendrán  por  la 
vuestra. 

55  — '¿Qué  remedio,  padre,  qué  remedio?  — Dice  San  Pablo: 
No  queremos,  etc.,  que  seás  inorante  en  este  negocio,  por- 
que no  tengáis  tristeza,  como  los  que  no  tienen  esperanza. 
De  manera  que  el  tener  esperanza,  como  dice  San  Pablo, 
es  remedio  para  que  no  le  tengamos  miedo;  y  tener  miedo 

60  es  señal  de  no  tener  esperanza;  ni  hay  otro  remedio  ningu- 
no para  tener  esperanza  que  no  dejar  acá  en  el  mundo  al- 
gún arrimo.  No  es  posible  que  en  el  corazón  donde  hay  amor 
de  las  cosas  de  acá,  lo  haya  de  lo  verdadero.  Quita,  arran- 
ca de  raíz  el  amor,  el  cuidado  demasiado  de  estas  cosas  pe- 

65  roc[e]deras,  que  tan  presto  las  dejamos,  y  veremos  luego 
cómo  crece  el  amor  y  la  esperanza  de  las  cosas  del  cielo. 
Y  no  puedes  allegar  de  otra  manera  a  esta  esperanza,  que 
es  muy  alta,  sino  con  dejar  todo  lo  bajo  de  acá,  todo  lo 
que  ha  de  perecer  y  pasar  como  sombra  y  como  viento. 

70  — ¿Pues  qué  remedio  suficiente  para  este  mal  de  temor? 
—Hay  remedio,  sí,  y  potentísimo:  esta  esperanza;  y  no  hay 
otro.  San  Pablo  ad  Hebraeos  dice  antonomastice :  Spe  salvi 
facti  sumus.  — ¿Por  qué,  San  Pablo?  — "Porque  simul  ra- 


36  1  Thess.  4,  13. 

44  Of.  1  Par.  29,  15  ;  Idb  8,  9  ;  14,  2  ;  Ps.  101,  12  ;  108,  13  ;  143, 
4  ;  Sap.  2,  5. 

45  Cf.  Ps.  101,  4. 

46  Cf.  Idb  14,  2  ;  Ps.  89,  6  ;  102,  15  ;  Eocli.  14,  18  ;  Is.  40,  6-7  ; 
Iac.  i,  10  ;  1  Petr.  1,  24. 

70  Cf.  Iob  7,  7. 

73  Of.  Rom.  8,  24. 


82.  DIFUNTOS 


1263 


piemur  cum  illo  in  nubibus  obviam  Christo  in  aera;  et  sic 
75  semper  cum  Domino  erimus.  Itaque  consolamini  invicem  in 
verbis  istis.  Seremos  arrebatados  en  los  aires,  y  [e]ntra- 
remos  con  Cristo,  y  de  El  para  siempre  jamás  no  nos  apar- 
taremos; por  tanto,  hermanos,  en  esta  palabra,  en  esta  con- 
fianza, alegraos  y  consolaos  unos  a  otros,  no  andéis  tristes, 
80  no  andéis  congojados,  no  toméis  pena.  También  hemos  de 
creer  que  quien  los  resucitó  los  pondrá  consigo,  que  los  pon- 
drá con  Jesucristo.  No  penséis  que  quedáis  mejor  librados 
ios  que  quedaren,  porque  los  primeros  que  murieron,  aqué- 
llos resucitarán  primero". 
85  — ¿Moriremos  los  que  quedaremos?  — Dejemos  eso,  her- 
mano; Dios  lo  sabe;  será  como  Dios  quisiere.  En  un  ins- 
tante hemos  todos  de  resucitar,  y  al  fin  todos  habernos  de 
resucitar,  al  fin  todos  saldremos  a  ver  a  Cristo,  saldremos 
a  recebirle,  y  estaremos  con  el  Señor. 
90  ¡Oh!  ¡Bendito  sea  para  siempre  el  Señor,  que  tal  reme- 
dio contra  las  tristezas,  contra  los  desmayos  de  la  muerte 
nos  dejó!  Arrebatarnos  ha,  y  estaremos  siempre  con  El.  Si 
me  ha  de  arrebatar  Cristo,  si  he  de  vivir  para  siempre  con 
Cristo,  si  le  he  de  gozar  para  siempre,  que  heme  de  morir, 
95  ¿para  qué  quiero  tomar  pena  por  la  muerte?  Consolaos, 
hermano[s],  que  habéis  de  estar  siempre  con  Cristo;  vivid 
gozosos  y  en  esta  esperanza,  que  habéis  de  reinar  con  Cris- 
to, que  habéis  de  alegraros.  Afrenta  hace  [a]  Jesucristo 
quien  no  está  consolado  y  alegre  con  esta  esperanza.  — ¿Qué 

100  es  estar  con  Cristo?  ¿Qué  es  esto,  San  Pablo?  — Que  no 
quiero  rentas,  no  quiero  honras,  no  quiero  dineros  ni  quiero 
cosas  de  este  mundo,  pues  tal  bien  me  está  aparejado.  Quien 
tal  bien  ha  de  ir  a  gozar,  quien  tal  compañía  espera,  no  es 
razón  que  espere  en  lo  de  acá,  ni  pare  en  lo  de  acá,  ni  quie- 

105  ra  ni  ame  lo  de  acá;  solamente  haré  que  espere  en  aquella 
corripañía  que  para  siempre  ha  de  durar.  Los  que  tal  espe- 
ranza tienen,  no  tenga[n]  pena  de  los  muertos.  No  os  en- 
tristezcáis, no  tomés  pena. 

— '¿Cómo,  padre,  que  no  tengo  de  tomar  pena?  — Aun- 

110  que  la  toméis,  tanto  puede  y  ha  de  poner  esta  esperanza, 
que  toda  pena  ha  de  [a]rrojar  afuera.  ¡Tanto  puede  la  es- 
peranza! Mirá  las  invenciones  de  Dios.  ¿Quién  le  forzó  a 
Dios,  quién  le  costriñó  a  decir  este  bien?  ¿Para  qué  lo  dice 
primero  que  lo  haga?  Sé  que  bien  pudiera  callarlo  y  hacer- 

115    lo  sin  decirlo  primero. 

75  consolamine  j|  76  verbis]  vobis 
87  instante!  estante  ||  88  usucucitar 
101  (juiere2 

79   i  Thess.  4,  17-18. 
84    i  Thess.  4,  16. 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


Quien  espera,  todo  lo      ^6  . f  0  a  Muestro  Kedentor 
*      ^  j     i     11  Jesucristo  y  dijo:  ¡Oh!  Beatus 

sufre,  todo  lo  lleva,     qui  manducabit  panem  in  regno 

no  siente  nada  difi-  Deu  No  sabía  lo  que  decía,  por- 
cultoso  que  no  sabía  él  ni  [en] tendía  los 

grandes  bienes,  las  maravillas  y 
riquezas  de  los  que  allí  están  gozando  en  el  reino  de  Dios. 
Uno  que  por  amor  de  Dios  trabajó  y  le  sirve,  aunque  no  le 
dijesen  el  bienaventurado  reino  y  gozo  [que]  por  la  gracia 
de  Dios  [le]  está  aparejado;  si  no  se  lo  dicen,  bueno  es, 
pero  muy  mejor  es  decírselo,  porque,  ayudado  de  la  alegría 
de  la  esperanza,  esfuerza  más  y  mejor  y  con  más  alegría  y 
facilidad  salta  y  puede  también  llevar  y  sufrir  los  trabajos, 
mirando  la  corona. 

Cuando  el  herrero  quiere  machacar  algún  hierro,  toma 
las  tenazas  y  áselo  muy  bien,  y  cuando  lo  tiene  asido,  Aére- 
lo a  su  placer,  sin  temor  que  se  le  suelte.  No  hay  cosa,-  por 
amarga  que  sea,  que  la  esperanza  de  ir  al  cielo  no  la  sufra. 
Uno  que  muy  firme  tenga  en  su  corazón:  "Llevarme  tiene 
al  cielo,  gozar  tengo  de  Dios,  para  siempre  tengo  de  estar 
con  El",  todo  lo  sufre  y  todo  lo  lleva,  todo  lo  hace,  no  sien- 
te nada  dificultoso,  todo  le  parece  que  es  nada  cuanto  pa- 
dece, en  comparación  de  lo  que  espera,  que  es  ir  al  cielo  a 
gozar  de  Dios. 

Robaron  a  los  fieles  en  Jerusalén  todo  cuanto  tenían,  y 
quedaron  muy  pobres,  tanto  que  el  bienaventurado  San  Pa- 
blo hacía,  en  los  pueblos  donde  predicaba,  pedir  para  reme- 
diar la  grande  necesidad  que  los  cristianos  padecían.  ¿Qué 
hicieron  aquéllos  viéndose  robados  y  pobres?  ¿Lo  que  ha- 
céis agora:  entristece [r] os  y  llamaros  desdichados  y  angus- 
tiados hasta  no  más?  No  solamente  no  hicieron  esto,  pero 
con  muy  grande  contento  y  alegría  daban  mil  bendiciones 
y  gracias  a  Dios  porque  es  servido  de  visitallos,  confiando 
en  esta  esperanza  que  San  Pablo  manda:  Vinctis  [com]passi 
estis;  rapinam  bonorum  vestrorum  cum  gaudio  suscepistis, 
cognoscentes  vos  habere  meliorem  et  manentem  substantiam. 
Nolite  itaque  amittere  confidentiam  vestram,  quia  magnam 
habetis  remunerationem.  Hermanos,  sabido  habernos  cómo 
con  gozo  recibist[e]is  haberos  robado  vuestra  hacienda,  co- 
nociendo y  teniendo  por  cierto  que  tenéis  mejor  y  más  per- 
maneciente hacienda.  No  perdáis  vuestra  esperanza,  la  cual 
será  muy  bien  satisfecha. 

Decime,  ¿cómo  se  hace  esto?  ¿Entendéis  este  lenguaje? 


137  dificultosa 

149  yinctis]  venistis 


IIQ    Le.  14,  15. 

153    Hebr.  10,  34-35. 


82.  DIFUNTOS 


1265 


¿Ha  venido  esto  por  vuestra  casa?  ¡Pobre  de  mí!  Que  se 

160  os  cae  un  real,  y  no  hay  quien  os  pueda  apaciguar  por  vues- 
tra pérdida.  Por  pequeña  que  sea,  os  turbáis  luego,  andás 
con  mil  congojas  y  de[sa] sosiegos.  Pues  os  roban,  y  andáis 
para  desesperar.  Decid,  ¿cómo  se  hace  este  latín?  ¿Qué 
cosa  es  paciencia,  qué  cosa  es  consolaros  en  las  caídas  y 

165  desprecios  y  pérdidas  de  acá?  Con  la  esperanza  de  las  cosas 
por  venir,  con  firmeza  que  os  haga  esperar  por  más  cierto 
lo  que  esperáis,  que  no  lo  que  acá  perdéis.  Cognoscentes  vos 
habere  meliorem  et  permanentem  substantiam.  Por  esto  os 
alegrastes  en  lo  poco  de  acá,  teniéndolo  por  mejor  y  más 

170  seguro  camino  para  vuestra  salvación  el  no  tener  mucho. 
Menos  cuidado  nos  da  lo  poco;  más  ayuda  a  salvarnos  que 
lo  mucho,  porque  [esto]  trae  consigo  solicitud,  peligro  y 
cuidado,  porque,  como  lo  amamos,  danos  mucha  pena  el  per- 
derlo y  congoja  en  conservarlo.  Y  más  cierto  y  seguro  está 

175   ti  camino  de  trabajos  que  no  el  de  descansos. 

—¿Cómo  es  eso,  padre?  ¿Cómo  se  huelgan  los  siervos 
de  Dios  más  con  lo  poco  que  con  lo  mucho,  más  con  los  tra- 
bajos que  con  los  placeres?  — -Asiólos  Dios  con  esta  prenda, 
dióles  a  entender  un  poquito  de  lo  de  arriba;  y  eso  los  hizo 

180  menospreciar  lo  presente  y  aborrecer  todos  los  vicios,  y  que- 
rer y  desear  aquello  que  para  siempre  les  ha  de  durar. 

Dícenle  [a]  Moisén  que  la  hija  del  rey  Faraón  lo  quiere 
prohijar  y  hacer  muchos  bienes.  No  quiere  en  ninguna  ma- 
nera aceptarlo,  y  responde  que  más  quiere  ser  aflegido  y 

185  servir  con  el  pueblo  de  Dios  que  ser  regalado  y  ser  tenido 
por  hijo  de  la  reina.  Más,  dice  Moisén,  más  quiero  traba- 
jar que  descansar,  más  quiero  ser  cativo  que  ser  libre,  más 
quiero  padecer  con  el  pueblo  de  Dios  que  ser  rey  de  Egip- 
to. ¿Quién  hizo  todo  esto?  ¿Quién  causó  todo  esto?  La  es- 

190  peranza.  ¿Quién  hace  a  los  que  tienen  cuentos,  quién  causó 
todo  esto:  los  que  son  de  sus  mayorazgos,  a  los  que  tienen 
en  este  mundo  rentas  y  posisiones,  olvidar  y  dejarlo  todo 
y  irse  abobados  a  los  monesterios  a  servir,  a  ser  como  es- 
clavos, a  ser  bajuelos  y  menospreciados  y  malvestidos  y  ro- 

195  tos,  y  precian  más  esto  que  todo  lo  de  acá?  ¿Quién  hace 
esto?  La  esperanza.  Asióles  Dios,  mostróles  una  centellica 
de  lo  de  arriba,  quedaron  tan  enamorados,  que  no  hay  nin- 
guno en  el  mundo,  ni  regocijos  que  los  levanten,  ni  mal  ni 
trabajos  que  los  derriben.  Aspiciebant  enim  in  remuneratio- 

200    nem.  Porque  miraban  a  la  paga,  pensaban  en  el  galardón. 
■    Y  es  tan  grande,  que  de  buena  gana  se  meten  en  grandes 
trabajos  por  él.  Esta  hartura  los  trae  muertos  de  hambre; 
esta  abundancia  los  tiene  en  necesidades;  esperando  este 

172  silicitud  196  esparanza  ||  190  ;i=pcciebant 


200    Cf.  Hebr.  ii,  24-26. 


1266 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


consuelo,  quieren  vivir  desconsolados;  no  quiere[n]  vivir 

205  en  este  mundo;  comen  malos  manjares,  porque  esperan  los 
de  allá;  no  hay  mal  que  no  sufran  con  alegría,  ni  hay  pla- 
cer acá  que  les  dé  alegría,  ni  pena  que  les  quite  el  gozo. 
Spe  gaudentes,  dice  San  Pablo. 

El  que  tiene  este  bien,  el  que  tiene  en  su  corazón  esta 

210  esperanza,  el  que  espera  estas  ciertas  riquezas,  está  alegre 
y  gozoso.  Dígalo  San  Joan  en  su  primera  canónica:  Videte 
qualem  caritatem  dedit  nobis  Pater,  ut  filii  Dei  nominemur , 
et  simus.  Mirá,  hermanos,  que  de  antemano  los  que  agora 
sirviéremos  a  Dios  tenemos  este  bien,  hanos  hecho  el  Padre 

215  merced,  esta  caridad;  hanos  mostrado  en  esto  el  amor  que 
nos  tiene,  que  nos  nombremos  hijos  de  Dios  y  lo  seamos, 
mientras  en  este  mundo  viviremos,  porque  no  podemos  por 
agora  gozar  de  su  conocimiento  claro;  pero  cuando  en  hora 
buena  salidos  de  esta  carne  miserable  apareciésemos,  [se 

220  nos]  descubrirá  para  que  nos  gocemos;  vello  hemos  y  go- 
zarnos hemos  con  verle;  verle  hemos  como  El  es,  visión 
clara  sin  estorbo. 

El  que  espera  se  lim-  E1  que  tuviere  esperanza  en  su 
pia,  se  santifica,  sir-     corazón,  el  que  viviere  arrimado  a 

225  ve  con  amor  este  firmísimo  bien,  no  tiene  en 

nada  todo  esto  perecedero  de  acá, 
todo  lo  que  el  mundo  tiene  en  mucho,  todo  lo  que  honra, 
todo  lo  que  estima,  todo  lo  huella  y  lo  desprecia  y  lo  arroja 
de  sí,  como  a  cosas  que  no  dejan  al  ánimo  en  verdadera 

230  limpieza  y  esperanza.  Omnis  qui  habet  hanc  spem  sancti- 
ficat  se  ipsum,  sicut  et  Ule  sanctus  est.  El  que  tiene  esta 
esperanza  limpiase,  santifícase  en  el  Señor,  como  El  es  san- 
to; mayor  cuidado,  mayor  diligencia,  mayor  solicitud  tiene, 
mirando  y  remirando  cómo  agradará  a  Dios,  cómo  le  ser- 

235  virá,  cómo  le  contentará  con  todo,  más  mil  veces  sin  com- 
paración que  un  paje  ni  otro  criado  tiene  de  servir  al  rey 
ni  a  otro  señor  alguno.  Andan  encendidos  en  un  vivísimo 
amor  y  caridad,  que  no  los  deja  reposar,  embebidos  y  ab- 
sortos en  cómo  amarán  más,  cómo  servirán  más,  cómo  agra- 

240  darán  más;  mas  el  que  esto  no  tiene,  el  que  no  trae  esta 
diligencia,  este  fervor,  luego  se  cae,  luego  empereza,  luego 
desmaya,  luego  vien[en]  los  temores,  luego  se  cansa  en  los 
trabajos,  y  dice  que  no  puede  sufrirlos.  Lo  que  antes  era 
con  el  amlor  fácil  y  liviano,  ya  se  le  antoja  dificultoso  y 

245  pesado. 

214  sicrvicrcmos  ||  220  liemos 
242  lucguo2 


208  Rom.  12,  12. 
216    i  lo.  3,  i. 


233    Cf,  i  lo-  3.  3- 


8fl.  DIFUNTOS 


1267 


No  ha  de  ser  ansí  el  servir  a  Dios.  ¿No  merece  por  ven- 
tura el  Señor  que  le  sirváis?  ¿Por  qué  no  lo  hacéis  con 
mucha  solicitud,  con  entrañable  amor,  con  ferviente  cari- 
dad? Paga  y  buen  galardón  os  está  aparejado;  no  puede 

250  haber  puesto  cuidado  en  esto,  ni  serán  mal  empleados  los 
trabajos  que  por  ello  padeciéredes.  Dice  el  Señor  por  Esaías: 
Non  dixi  semini  Iacob  frustra:  quaerite  me.  No  dije  yo  en 
vano  a  la  casa  de  Jacob:  Hermano,  búscame,  sírveme.  Pues 
tan  bien  has  de  ser  pagado,  pues  tal  galardón  esperas,  no 

355    sirvas  con  pereza,  no  seas  flojo. 

— 'Padre,  es  grandísimo  trabajo  servir  a  Dios.  ¿Quién 
ha  de  poder  estar  tan  abajado  en  todo?  ¿Cómo  tengo  de  re- 
zar, ayunar,  dar  limosnas,  hacer  obras  buenas?  Obras  bue- 
nas quiere  Dios  que  hagan  los  que  le  han  de  servir.  No  pue- 

260  do,  no  me  atrevo  a  ponerme  en  estos  trabajos,  ni  saldré 
con  ellos.  — Engañado  estás.  Dígote  de  verdad  que  son  ma- 
yores los  trabajos  que  pasa  uno  que  no  sirve  a  Dios  que  no 
el  que  le  sirve,  porque  es  tan  grande  el  tormento  de  la  mala 
conciencia,  aquel  continuo  desasosiego  y  descontento  que 

265  dentro  de  sí  tienen  los  que  no  sirven  a  Dios,  que  no  tienen 
los  trabajos  que  hay  a  le  servir  con  ellos.  ¿Quién  podrá  de- 
cir las  continuas  voces  que  allá  dentro  les  andan  dando: 
"Mal  haces  esto,  mejor  fuera  así,  cata  lo  otro,  mira  que 
pierdes  a  Dios,  mira  que  le  ofendes,  ofendido  lo  has,  ¿qué 

270  será  de  ti?,  ¿dónde  irás?"  ¿Para  qué  quiero  más  pesado? 
¡Oh  qué  pesado  quintal  de  plomo!  Más  pesado  este  conti- 
nuo martirio  y  desasosiego. 

Por  no  caer  en  estos  males,  es  necesario  poner  mucha 
diligencia  para  servir  a  Dios.  Porque  la  pereza,  las  cosas 

275  que  de  suyo  son  fáciles  y  livianas,  las  hace  pesadas  y  di- 
ficultosas de  hacer  y  como  imposibles,  y  hace  que  se  pier- 
da esta  rica  joya  de  la  esperanza,  y  hace  perder  la  pacien- 
cia. Al  casado  hace  que  no  pueda  sufrir  a  su  mujer;  al 
religioso  hace  que  le  parezca  mal  la  celda,  que  huiga  de  ella; 

280  al  otro,  que  esté  mal  con  el  vecino,  que  no  le  pueda  sufrir, 
que  lo  aborrezca  de  manera,  que  todo  lo  que  antes,  siendo 
cuidadoso  de  Dios  y  del  provecho  de  su  ánima,  le  era  fácil, 
todo  lo  llevabas  y  todo  te  parecía  poco  con  la  grandeza  del 
amor,  agora,  que  te  has  hecho  flojo  y  perezoso,  todo  es  pe- 

285  sado,  intolerable.  Tu  mujer  buena  era,  tu  vecino  buena  con- 
dición tenía;  en  ti  está  el  mal,  tú  eres  el  flojo,  el  impacien- 
te, el  incomportable  y  desgraciado.  ¿Qué  causó  esto  todo? 
La  impaciencia,  la  tibieza,  que  está  arraigada  en  tu  corazón, 

251  pareeieredes 

257  abayado  ||  261  Dígole]  Dile 

276  se]  si  "  278  casado]  cavo  \\  285  intoüarable 


254   Is.  45,  19. 


1268 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


y  la  falta  de  la  esperanza  y  de  las  cosas  eternas  que  espe- 

290    ramos.  El  que  esta  esperanza  tiene,  santificase,  alímpiase. 
Mucha  razón  es,  Señor,  que  si  tengo  de  estar  con  vos, 
que  si  tengo  de  gozar  de  vos,  que  sea  limpio,  que  sea  casto, 
que  sea  sufrido,  que  tenga  todas  las  condiciones  que  vos, 
Señor,  tenéis;  que  os  parezca,  Señor,  en  tener  algo  bueno 

295  de  lo  mucho  que  vos  tenéis;  que  sea  limpio,  manso,  sufrido, 
como  sois  vos.  Cosa  de  vergüenza  y  de  afrenta  salir  delante 
del  rey  a  fiestas  y  regocijos  sucio  y  mal  vestido,  roto  y  Heno 
de  manchas.  Hermano,  si  han  de  ver  tus  ojos,  si  han  de  ver 
aquella  limpieza  suya,  límpiate,  no  te  canses,  entiende  toda 

300  tu  vida  en  este  limpiar  y  santificarte,  entiende  en  este  apa- 
rejar. Si  algún  mal  te  convidare,  si  la  carne  te  alegrare,  si 
el  mundo  te  quisiere  engañar,  dile,  respóndele  como  José 
respondió  a  la  mujer  de  su  amo,  que  lo  trataba  que  come- 
tiese adulterio,  y  respondió  como  fiel  a  su  amo. 

305  ¡Señor,  Dios  mío!  Mancebo  era  y  gentil  era,  pero  era 
tan  grande  el  respecto  y  reverencia  que  tenía  en  la  presen- 
cia y  majestad  de  Dios,  que  dijo  aquellas  palabras.  ¿Cómo 
dijo:  No  puedo  yo  hacer  eso?  ¿No  tenia  libertad?  ¿No  te- 
nía libre  albedrío?  Sí,  pero  es  esto  como  cuando  uno  tiene 

310  un  amigo  que  mucho  quiere  y  ama,  que  no  le  enojará  por 
cosa  del  mundo,  y  ruéga[s]le  que  haga  alguna  cosa,  que  se 
enojaría  su  amigo  si  lo  hace,  y  dice:  "No  puedo  hacer  eso, 
no  me  lo  mandes,  que  no  es  cosa  que  lo  puedo  hacer".  No 
quiere  decir  allí  que  él  no  lo  puede  hacer,  que  no  tiene  liber- 

315  tad  para  hacerlo,  sino  que  no  tiene  voluntad  para  lo  hacer, 
por  no  enojar  a  su  amigo,  a  quien  tanto  ama.  No  era  Josef 
como  los  mancebos  de  agora.  Si  les  decís  que  no  pequen, 
dicen  que  no  pueden  menos.  Si  le  decís  al  otro  que  deje  a 
fulana,  dice  que  no  lo  puede  hacer;  que  deje  el  juego,  también 

320  dice  que  no  le  puede  hacer  ni  acabar  consigo.  Para  todos  los 
males  están  aparejados  y  ningún  bien  pueden  hacer. 

Habíamonos  de  afrentar  de  las  amenazas  de  Dios.  Si  fué- 
semos hijos  de  obediencia,  si  tuviésemos  a  Dios  amor  de  ver- 
daderos hijos,  habríamos  de  querer  que  no  nos  mandase 

325  Dios  debajo  de  penas,  debajo  de  infierno,  debajo  de  casti- 
gos, que  lo  amásemos,  que  cumpliésemos  sus  mandamientos, 
que  no  lo  ofendiésemos.  Que  no  dice  el  Señor:  "No  hagas 
esto,  que  me  enojas  en  esto" ;  "no  lo  hagas,  que  te  echaré  en 
los  infiernos". 

330  ¿Qué  sentís?  ¿Cómo  podéis  ofender  a  quien  tanto  bien 
os  ha  hecho  y  ha  de  hacer?  Siquiera  porque  esperáis  recibir 
tanto  bien  de  El,  le  habíades  de  agradar  en  cuanto  pudie- 

29a  teneuo  |]  300  tu]  to 
314  dice 


308   Cf.  Gen.  39,  9. 


1269 


res.  ¿Cómo  enojaré  yo  a  quien  tal  ha  de  hacer  por  mí?  Por- 
que, aunque  mucho  sea  lo  que  del  Señor  de  este  mundo  re- 

335  cebamos,  mucho  más  ha  de  ser  lo  que  en  el  otro  mundo  has 
de  recebir.  ¿Cómo  morderé  yo  a  manos  que  tanto  bien  me 
han  hecho?  El  que  tal  esperanza  tiene  santifícase.  Señor, 
deseo  que  cuando  delante  de  ti  pareciere,  que  sea  tal,  cual 
de  razón  ha  de  ser  uno  para  el  cielo.  El  que  ha  de  ir  a  ver 

340  a  Dios  para  siempre,  razón  es  que  sea  agradecido,  razón  es 
que  desde  acá  comience  agradecer  los  bienes  que  le  ha  de 
hacer  Nuestro  Señor  en  el  cielo. 

Bien  supo  Dios  qué  hacía  en  decir  a  los  hombres:  "Un 
reino,  un  reino  os  tengo  de  dar".  Por  dos  razones:  la  una, 

345  porque,  si  no  tuviéramos  de  Dios  esta  palabra  que  cría  en 
nuestros  corazones  esta  esperanza,  viviér[am]os  con  gran- 
de descuido,  esperando  que  por  nuestros  trabajos,  y  no  por 
misericordia  del  Señor,  nos  habían  de  dar  galardón;  lo  otro, 
quitáranos  gran  consuelo  si  no  tuviéramos  esta  esperanza. 

350  En  ella  nos  alegramos,  que  no  estamos  tristes;  con  ella  pa- 
samos los  trabajos;  con  ella  estamos  ricos,  siendo  pobres; 
sanos,  estando  enfermos. 

— Padre,  ¿quién  sabe  que  ha  de  ir  al  cielo?  — ¿Pues  qué 
pensáis?  ¿Que  había  Dios  de  dejar  a  sus  hijos  en  tantos 

355  trabajos?  Los  que  han  de  gozar  de  El,  por  aquí  han  de  ir. 
No  hay  en  los  trabajos  otro  que  a  éste  se  iguale,  y  para 
un  hombre,  puro  hombre,  arrimado  a  su  saber,  como  pen- 
sar: "¿Qué  será  de  mí,  que  me  tengo  de  ver  en  la  hora  y 
necesidad  de  la  muerte,  que  me  tengo  de  morir,  que  tengo 

360  de  parecer  delante  del  Juez,  de  Dios?  ¿Qué  será  allí  de  mí? 
¿Cómo  me  irá?  ¿Cómo  tengo  de  hallar  a  Dios?  ¿Qué  rostro 
me  ha  de  mostrar?" 

Hermanos,  ¿por  qué  os  descuidáis  de  la  muerte?  ¿Por 
qué  no  [o]s  aprieta  su  certidumbre?  ¿Por  qué  no  os  agui- 

365  jenean  sus  temores?  La  provisión  de  un  año  de  vuestra  casa 
os  da  pena  y  os  pone  en  cuidado,  pensando  cómo  lo  habéis 
de  hacer  para  que  os  vaya  bien  aquel  año.  Pues  con  más 
razón  sería  qu[e]  os  pusiere  esta  o[t]ra  cuidado:  lo  que  se 
ha  de  determinar  de  vos  para  siempre  jamás.  Sabe  muy  bien 

370  el  Scñor  dar  cuidado  de  esto  y  fijar  en  el  corazón  una  es- 
peranza cierta  y  bastante  para  que  el  hombre  que  la  tuvie- 
re viva  alegre  y  consolado,  y  no  podrán  quitalle  de  ella  dia- 
blos y  tentaciones  ni  [hacerle]  caer  todo  cuanto  le  viene: 
— Ir  tengo  al  cielo,  bien  me  quiere  Dios.  — ¿Cómo  lo  sa- 

■OTS  béis?  — Puedes  decille  que  me  quiere  Dios  bien;  el  Espíritu 
santo,  qup  da  testimonio  a  mi  espíritu,  ése  me  lo  dice. 
Puso  Nuestro  Señor  virtudes  en  piedras;  ansí  hay  algu- 


337  El]   Al  ||  341  agradecer]  desde  acá  add.  354  dejar]   Dios  add. 

349  quitáramos  368  pusieredes 


1270 


SERMONES.   CICLO  SANTORAL 


ñas  que  son  muy  provechosas  para  el  mal  del  corazón.  Así 
Dios  a  quien  El  quiere  dar  esta  piedra,  este  joyel  de  la  es- 
peranza, con  ella  está  nuestra  alma  muy  contenta  y  muy 
alegre. 

Dos  motivos  de  con-  Para  los  que  tienen  de  morir,  oíd 
suelo  para  quien  ha  dos  ^medios,  no  para  excusarla, 
,         K     „  7  ,  ,     sino  para  que,  sin  poderte  excu- 

de  morir:  Cristo  paso    -sar>  haya  de  venir  ese  consuelo  en 

por  ello;  es  paso  para    ella  y  la  reciba  con  alegría:  el  pri- 
la  vida  mero    es   pensar  que  Jesucristo 

Nuestro  Señor  pasó  por  ella  y  por 
los  trabajos  de  ella.  Aunque  el  buen  cristiano  pudiese  ex- 
cusar la  muerte,  viendo  a  su  Señor  Jesucristo  que  pasó  por 
ella,  no  había  de  querer  excusarse,  y  cuando  en  algunos  tra- 
bajos y  desconsuelos  se  viese,  se  había  de  alegrar  mucho  en 
ellos,  por  habellos  tenido  Jesucristo  y  por  parecerle  en  ellos. 
El  otro  remedio  es  querer  temer  la  muerte.  Piense  que,  aun- 
que parece  cosa  triste  y  temerosa,  que  por  ella  se  pasa  a  la 
vida  que  es  alegre  y  llena  de  deleites.  Salimos  de  las  mise- 
rias de  este  mundo  y  vamos  a  gozar  de  los  bienes  que  Dios 
nos  tiene  prometidos  en  el  otro;  salimos  de  los  peligros  y 
vamos  a  la  seguridad,  y  salimos  del  destierro  y  vamos  a  la 
propia  tierra  nuestra,  que  es  el  cielo. 

— Señor,  ¿tenemos  alguna  seguridad,  tenemos  alguna 
prenda  que  nos  pase  por  este  paso?  — '¿Vos  no  sois  batiza- 
do?  ¿Y  no  os  metieron  debajo  del  agua,  que  es  señal  de  mo- 
rirse? Pues  Dios  Nuestro  Señor,  ¿no  sacó  a  los  hijos  de  Is- 
rael por  mitad  del  agua  del  mar  Bermejo?  Salieron  libres 
y  vivos;  salieron  vivos  entrando  por  medio  del  mar.  ¿Qué 
quiere  decir  esto?  Que  ansí  como  en  el  baptismo  te  metie- 
ron debajo  del  agua  y  salisti  vivo,  así  entrarás  en  la  escu- 
ridad  y  terrible  trago  de  la  muerte,  y  saldrás  vivo;  tragar- 
te ha  la  ballena  y  gomitarte  ha  como  a  Jonás.  Dice  San  Pa- 
blo en  la  epístola  que  se  ha  cantado  en  la  misa:  Si  enim  cre- 
dimus  quod  Iesus  mortuus  est  et  resurrexit,  ita  et  Deus  eos 
qul  dormierunt  per  Iesum,  adducet  cum  eo.  En  verdad  que 
si  creemos  que  Jesús  murió  y  resucitó,  que  también  nos  re- 
sucitará a  nosotros  con  El,  si  muriésemos  por  El.  ¿De  dón- 
de vale  esa  consecuencia?  Vale,  porque  cierto  está  que  donde 
están  los  pies  está  la  cabeza,  donde  está  el  cuerpo  allí  se 
llegan  las  águilas.  Ubi  est  corpus  ibi  congregabuntur  aquilae. 

Ya  El  ha  tomado  la  posesión  por  todos;  allá  nos  está 
esperando.  El  pagó  nuestros  pecados;  ya  nos  concilio  por 
su  preciosa  sangre  al  Padre.  El  pagó  nuestras  deudas;  ya 


415    1  Thcss.  4,  14, 


418   Of.  Mt.  24,  28  ;  Le.  17,  :>?■ 


82.  DIFUNTOS 


1271 


estamos  presos  en  El;  todo  lo  que  El  tiene  es  nuestro;  para 
nosotros  lo  quiere.  Seguro  va  a  juicio  quien  padre  tiene  al- 
calde. Amalo,  hermano.  Goza  del  bien  que  te  ganó.  Encor- 

425  pórate  con  El  y  entrarás  en  tu  propia  honra.  No  temas 
nada.  Para  subir  allá,  grandes  trabajos  pasó  El;  así  te  ha 
de  costar  a  ti.  Ten  fortaleza  y  pídele  socorro,  que  dártelo 
ha.  No  habrá  cosa,  por  fiera  y  espantable  que  sea,  que  con 
su  ayuda  no  la  venzas.  No  temas,  que  El  solo  basta  para 

430  defender  de  todos  cuantos  sobre  la  tierra  te  pueden  contra- 
decir. Pues  un  hombre  por  ahí  se  pone  a  morir,  si  es  me- 
nester, por  lo  que  a  su  esposa  cumple,  por  la  uñita  de  su 
pie,  cuánto  más  virtud  hay  en  Jesucristo  para  hacer  esto 
por  quien  El  ama  y  por  quien  El  es  amado,  y  en  cuyos  áni- 

435  mos  vive  y  mora.  Llámalo,  que  El  y  nosotros  somos  uno, 
un  cuerpo  somos,  El  la  cabeza  y  nosotros  los  miembros. 
Grandes  prendas  de  amor  nos  ha  dado.  Quien  esto  entien- 
de, ¿cómo  toma  pena  por  los  muertos,  como  lo  hacen  los 
que  no  tienen  esperanza? 

440  Plu[g]uiera  a  Dios  que  no  pudiéramos  señalar  a  alguno 
de  los  que  aquí  estamos  tamquam  spem  non  habentes.  Aquel 
agradece  bien  la  merced  que  le  hacen,  que  se  mira  después 
de  l[a]  haber  recibido,  como  si  no  la  hubiera  recebido, 
par[a]  alzarse  con  ella,  y  mira  cuán  lejos  está  y  estuviera 

445  agora  de  aquel  bien  si  de  él  no  le  hubiera  hecho  gracia. 
Quiere  Dios  que  te  acuerdes  y  tengas  en  la  memoria  ei  lugar 
donde  te  sacó  y  las  vanidades  en  que  andabas  envuelto.  El 
día  que  bien  pensares  esto,  cómo  aquella  misericordia  y 
amor  de  Dios  te  hizo  tantos  bienes,  volviéndole  tú  males  por 

450  ellos;  cómo  te  buscó,  ascondiéndote  tú;  cómo  te  trajo,  hu- 
yendo tú;  cómo  te  rogó,  menospreciando  tú  sus  ruegos; 
cómo  te  halagó;  cómo  te  perdonó,  no  una  vez,  sino  ciento; 
di:  "A  quien  tanto  bien  me  ha  hecho,  ¿que  le  ofenda  yo? 
A  quien  tanto  me  quiere,  ¿que  le  olvide  yo?  ¿Que  me  sacó 

455  del  infierno  y  que  no  se  lo  agradezca  yo?"  Que  todo  es  uno, 
sacar  del  infierno  y  estorbar  que  no  vaya  allá. 

Esperanza  viva  y  Dice  San  Pablo:  Acordaos  que  vivía- 
esperanza  muerta  des  en  vuestra  voluntad ;  si  queríades 
vengaros,  os  vengábades;  si  queríades 
460  mentir,  mentíades;  si  queríades  ser  deshonestos,  éradeslo. 
¡Oh!  Maldita  sea  tal  maldad,  tal  osadía:  quitar  la  corona  a 
Dios  y  ponella  a  vosotros.  ¿Cuál  es  la  corona  de  Dios?  Que 
se  haga  su  santa  voluntad  y  que  no  haya  otra  voluntad. 
Quitamos  la  obediencia  a  Dios,  dejando  de  hacer  lo  que  nos 


441  Of.  Kpli.  2,  12. 
457  Cf.  Eph.  a,  xi. 


463   Cf.  Mt.  o,  10. 


1272 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


465  manda.  Horret  intellectus,  horreat  pariter  et  affectus.  Si 
tu  voluntad  y  la  de  Dios  combaten,  si  traes  guerra  dentro 
de  ti,  sabe  cuál  es  lo  que  se  ha  de  hacer,  tu  voluntad  u  la 
suya.  Al  cabo  salga  Dios  con  la  corona,  reine  Dios  en  tu  co- 
razón. Haz  su  santa  voluntad.  No  ha  de  haber  más  de  un 

470  reino,  no  más  de  una  cabeza,  uno  que  mande,  no  más  de 
una  voluntad.  El  que  no  hace  esto,  deja  a  Dios  y  desobede- 
ce su  santa  voluntad. 

El  que  vive  en  este  mundo  consigo  proprio,  sin  Dios  en 
el  obedecer,  se  halla  en  el  otro  sin  Dios  en  el  gozar.  ¡Oh, 

475  lástima  grande,  que  habiendo  en  Dios  tantos  bienes  como 
en  El  hay,  tanto  poder  y  tanto  saber,  tanto  amor  y  cari- 
dad, hermosura  y  riquezas,  eternidad  y  millones  de  bienes, 
que  no  hay  lengua  que  los  pueda  decir  ni  declarar,  el  mal- 
aventurado infernal  se  queda  ayuno  de  todo  esto,  como  si 

480  no  fuese!  ¿Qué  le  aprovecha  que  haya  todos  estos  bienes  y 
maravillas  y  riquezas  en  Dios,  si  no  ha  de  gozar  de  El  ni 
de  ellos?  Este  es  el  mayor  castigo  que  el  alma  ha  de  tener 
allá  en  el  infierno:  cómo  la  privaron  del  gozo  de  Dios;  y  ésta 
ha  de  ser  la  mayor  pena  que  sintirá  alia.  Llámase  poena 

485  damni.  Justicia  justa  de  Dios  es,  que,  pues  viviste  en  el 
desobedecer  sin  Dios,  también  vivas  sin  Dios  en  el  gozar. 

Acordaos,  dice  San  Pablo,  de  aquellos  días.  ¿Cómo? 
¿Que  hay  algunos  que  no  tengan  esperanza?  Preguntaldo 
al  dormilón,  y  al  vicioso,  y  al  adúltero,  y  al  logrero.  Todos 

490  esperan  y  dicen  que  han  de  ir  al  cielo,  y  se  matarán  con 
el  que  lo  contrario  les  dijere.  Estadme  atentos. 

- — Decinos,  padre,  ¿hay  esperanza  viva  y  fe  viva?  —Leed 
en  San  Pablo,  y  alegraros  han  aquellas  palabras  dulces  que 
allí  nos  dice:  Benedictus  Deus  et  Pater  Domini  nostri  Jesu 

495  Christi,  qui  secundum  misericordiam  suam  magnam  regene~ 
ravit  nos  in  spem  vivam  per  resurrectionem  Iesu  Christi  ex 
mortuis  in  hereditatem  incorruptibilem  et  incontaminatam  et 
immarcesibilem.  ¡Bendito  sea  Dios,  Padre  de  nuestro  Señor 
Jesucristo,  que  a  los  que  éramos  hijos  d[e]  hombres  no  más, 

500  nos  ha  regenerado,  no  para  que  seamos  pobres  como  lo  éra- 
mos, sino  para  que  seamos  ricos  en  la  esperanza;  hanos 
dado  esperanza  viva  por  la  resurrección  de  Jesucristo  de  los 
muertos,  en  heredad,  herencia  incorruptible.  ¡Oh  herencia 
limpia,  herencia  fresca,  que  no  se  ha  de  marchitar  ni  per- 

505  der  para  siempre!  ¿Qué  decís,  San  Pablo?  ¿Hay  esperanza 
viva  y  esperanza  muerta?  Y  si  la  hay,  ¿cuál  es  viva  y  cuál 
es  muerta? 

470  de,]  di 
482  castigrtio 

492  Dacinos   |,|   497   heriditatem   incorruptibekm    ]   encontamiatam    ||  503 
incoprrutible 

503    1  Petar.  1,  3. 


S2.  DIFUNTOS 


1273 


Hermano,  si  presumes  en  tu  corazón  y  lo  dices  con  las 
palabras  que  has  de  ir  al  cielo  y  no  tienes  los  efectos  en 

510  las  obras,  esta  esperanza  muerta  es.  Esa  tal  esperanza,  pre- 
sunción la  llamo  yo.  Quiero  decir  que  el  que  tiene  esperanza 
y  con  ella  tiene  obras,  declara  que  es  para  ir  al  cielo.  Ama, 
obedécele,  sírvele,  entiende  en  hacer  buenas  obras  a  sus 
prójimos.  Y  si  no  hay  nada  de  esto,  sino  solamente  dice  con 

515  la  boca:  "Al  cielo  tengo  de  ir,  esperanza  tengo  de  ir  allá", 
esta  tal  esperanza,  muerta  es  y  sin  fruto  alguno. 

El  que  espera  de  ir  al  cielo,  no  le  cativan  los  placeres 
de  acá,  no  le  entrarán  en  el  corazón,  no  le  pasan  de  los  dien- 
tes adentro,  ni  los  muchos  trabajos  en  el  corazón  le  desma- 

520  yan.  No  te  engañes,  hermano.  Si  tú  pecas,  ¿quién  te  hace 
entender  que  has  de  ir  al  cielo?  ¿Cómo  esperas  de  ir  allá? 
¿Con  qué  ojos  piensas  ver  a  Dios,  a  quien  ofendes?  No  lo 
esperas.  Si  lo  esperas,  muerto  lo  esperas.  Mira  qué  tanto 
es  esto,  que  dice  San  Pablo:  Desperantes,  semetipsos  tradi- 
WS   derunt  impudicitiae  in  operatíonem  inmunditiae. 

La  doncella  que  espera  casamiento,  o  que  le  han  dicho 
que  el  rey  la  quiere  tomar  por  mujer,  anda  muy  recatada, 
de  todos  se  guarda,  en  todo  teme,  por  no  perder  tanto  bien 
como  es  tomalla  el  rey  por  mujer,  siendo  ella  tan  baja.  Esta 

530  tal,  ¿trocaría  por  una  manzana  que  la  diesen  la  esperanza 
de  su  casamiento?  "Quitadme  allá  eso,  diría,  que  tengo  un 
espejo  muy  alto;  ¿cómo  tengo  de  perder  tanto  bien  por  esa 
manzana,  por  una  pequeña  nonada?"  Si  anduviésedes  con 
aviso  y  si  trujé[se]des  los  ojos  ab'ertos,  no  os  descuidaria- 

535  des  en  cosa  que  tanto  os  va,  no  añublaríades  vuestra  espe- 
ranza ni  la  mataríades.  Si  no  fuésedes  tibio,  lloraríades  ese 
pecado. 

— ¡Oh  padre!  Que  nunca  hago  sino  llorar,  y  luego  torno 
a  caer.  Cierto,  pues  que  tantas  veces  torno  a  caer,  desecha- 

540  do  me  tiene  el  Señor.  Dicí,  ¡oh  flojo  hermano!  Si  tú  tienes 
la  gracia,  si  tú  tienes  en  tu  corazón  este  don  del  Señor,  esta 
esperanza  viva,  guárdala  bien  con  muy  grande  cuidado, 
como  la  doncella  muy  casta  y  amiga  de  la  limpieza,  que 
guarda  su  virginidad.  Si  tú  esperas  de  ir  al  cielo  y  no  tienes 

5*5  cosa  ni  haces  cosa  de  hombre  que  tiene  de  ir  al  cielo,  aun- 
que mucho  digas  que  has  de  ir  al  cielo,  desengáñate,  que 
no  has  de  ir  allá.  Estos  flojos,  estos  que  todavía  viven  des- 
cuidados de  si,  en  viniendo  la  muerte,  verlos  heis  temblar, 
entristecerse  en  gran  manera.  Y  aun  estando  en  peligro  de 

"50  muerte  no  le  habéis  de  osar  decir:  "Confesaos";  luego  se 
turban  y  se  desmayan  y  pierden  su  falsa  esperanza.  Cuan- 

515  tenguo^, 

526  espera]   es  para 


Eph.  4,  19. 


1274 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


do  caes  enfermo,  cuando  parece  que  se  llega  la  hora  de  la 
muerte,  si  fueses  hijo  que  amases  tu  Padre  celestial,  holgar- 
te  hías,  porque  se  llega  la  hora  de  ir  a  verlo  y  a  gozarlo. 

555  Si  fueses  buena  mujer,  leal  a  tu  marido,  cuando  dijesen  que 
venía,  alegrarte  hías,  porque  deseabas  verlo. 

¿Qué  han  estos  hombres,  Señor?  ¿Por  qué  tiemblan  de 
vos?  ¿Qué  les  habéis  hecho?  ¿Por  qué  rehusan  tanto  pa- 
recer delante  de  vos?  Puedes  decirles  que  piensen  un  poco 

560  la  muerte.  ¡Guárdenos  Dios!  Espanta.  No  lo  querrían  oír 
mentar,  cuanto  más  parar  a  pensar  en  ella.  Pues  mirad  que 
cuanto  más  huyéremos  de  ella  y  cuanto  menos  pensáredes 
en  ella,  tanto  más  recio  será  el  tormento  y  turbación  cuan- 
do viniere.  Provechosa  cosa  ea  para  aquella  hora  habernos 

569  ejercitado  algunos  ratos  en  la  haber  pasado  por  pensamien- 
to. ¿A  quién,  pues,  le  está  bien  la  muerte?  ¿Quién  recibe 
consuelo  con  ella?  ¿Quién  se  alegra  con  su  venida?  ¿Sabéis 
quién?  El  que  en  esta  vida  mortal  está  como  Cristo  estuvo 
en  ella.  Prenden  a  Cristo,  llévanle  delante  de  juez,  danle 

570  bofetadas  en  su  sacratísimo  rostro,  azótanlo,  corónanlo  de 
espinas,  hacen  burla  de  El,  llévanlo  entre  sayones  y  ladro- 
nes en  la  cruz,  y  allí  le  enclavaron  y  de  allí  dió  su  santo 
espíritu  al  Padre.  Si  tú  quieres  allí  morir  con  El,  no  teme- 
rás esta  otra  muerte  ni  te  espantará  cuando  la  vieres  venir. 

575  — ¿Qué  queréis  decir,  padre?  — Si  tuvieres  sufrimiento 
para  sufrir  sayones,  como  sufrió  Jesucristo,  y  quedares  fir- 
me en  la  obed[i]encia  del  Padre  Eterno,  ternás  esperanza 
que,  pues  por  Cristo  mueres,  padeces  trabajos  por  Cristo, 
vivirás  en  El. 

580  — No  lo  entiendo,  padre.  — ¿ Sabéis  qué?  Con  tentaciones 
de  carne;  que  os  saca  los  ojos  una  mala  querencia;  que  os 
trae  penado  una  envidia  y  os  hace  desesperar.  Bien  sabéis 
estas  cosas.  Pues  mirad,  que  así  como  en  todo  lo  que  Cristo 
padeció  andaba  cercado  su  sacratísima  ánima  de  muerte,  de 

585  sayones  que  le  atormentaban,  así,  en  lugar  de  aquéllos,  en- 
damos  nosotros  cercados  de  pasiones  y  tentaciones,  las  cua- 
les para  nosotros  no  son  menos  sayones  ni  menos  penosas 
que  para  El  aquéllos.  Mil  veces  os  veréis  en  trances  de  muer- 
te con  estas  tentaciones  que  el  demonio  levanta,  leones,  dra- 

590  gones,  contrarios  y  enemigos  de  ese  Cordero  que  tenéis  en 
ese  corazón.  Dirá  mal  de  vos^  el  que  poco  antes  dicía  bien; 
tu  amigo  que  mucho  amabas  *te  será  contrario  y  persiguirte 
ha,  y  la  carne  te  hará  mil  halagos;  el  mundo  te  pondrá  de- 
lante favores  y  no  temores;  muchas  cosas  se  te  ofrecerán 

595   en  que  no  sepas  darte  manos  en  ella.  El  que  en  todo  tuviere 


552  llegua 


590    Cf.  Apoc.  12,  4. 


82.  DIFUNTOS 


1275 


firme  y  dijere:  "Aunque  reviente,  no  ofenderé  a  Dios",  está 
muerto  con  Cristo. 

No  dejes  que  reine  en  poco  ni  mucho  el  mal  apetito  en 
tu  corazón.  Muere  en  todo  con  Cristo,  porque  vivas  para 
siempre  con  El.  Mata  a  todo  lo  del  mundo,  a  todos  sus  de- 
seos, a  todos  sus  halagos,  a  todo  lo  que  te  convida,  y  no  te- 
merás. Pero  si,  en  rogándote  cualquiera  cosilla  por  ahí,  lue- 
go te  rindes;  en  ofreciéndola  alguna  ocasión,  luego  te  dejas 
caer  o  vencer,  y  no  sufres  guerra  contra  tus  deseos,  teme- 
rás la  muerte,  y  aun  más  y  más  hay  que  temer.  Es  por  no 
pasar  una  poca  de  pena  en  vencer  tus  pasiones  y  por  no  pa- 
sar amarguras  en  dejar  de  hacer  tu  voluntad.  Día  vendrá 
en  que  tragues  otra  peor  copa  de  amargura  y  entenderás 
que  la  vida  y  la  muerte  están  en  la  mano  del  Señor,  y  que 
fué  la  muerte  cosa  ordenada  para  tu  bien  y  provecho  y  no 
para  tu  mal,  como  tú  piensas,  y  por  eso  le  ames. 

Pues  ¿en  qué  estábamos?  Decíamos  que  los  que  no  es- 
taban aparejados  para  morir,  en  mentándoles  la  muerte  se 
turban  y  desmayan.  Hay  otros  que  no  tienen  esperanza, 
porque  todos-  se  emplean  en  los  cuidados  y  negocios  de  esta 
vida;  en  ninguna  otra  cosa  tienen  su  atención  y  amor  sino 
en  lo  de  acá.  Esto  extremada  locura  es.  Andas  triste  con 
cuidado  de  cómo  está  tu  viña,  si  está  bien  labrada,  si  está 
con  esquilmo,  si  tienes  en  tu  casa  lo  que  has  menester,  si 
te  falta  agora  algo,  y  el  alma  tan  olvidada  como  si  no  fuera 
cosa  de  que  se  había  de  hacer  caso,  ni  aun  te  pasa  por  el 
pensamiento.  Si  lo  tienes,  ¿qué  mayor  mal?  ¿Qué  mayor 
locura  ver  a  unos  tan  olvidados  de  sus  conciencias,  que  no 
hay  en  tu  casa  cosa,  por  vil  y  baja  que  sea,  que  tan  olvi- 
dada tenga  al  rincón?  Tomó  el  malo  consejo  y  ordenó  su 
casa,  y  el  alma  que  se  ahorque. 

Pues  el  que  no  se  hallare  con  esta  esperanza,  que  ha  de 
ir  a  gozar  de  su  Dios,  no  se  alegre,  no  descanse  ni  se  dé 
rato  de  placer  hasta  que  le  truequen  el  corazón,  hasta  que 
se  halle  con  algún  amor  y  deseo  de  Dios,  hasta  que  sienta 
el  refresco  del  airecito  de  su  tierra. 

Esperanza  tengo  Veis  aquí  dos  maneras  de  estados  de 
de  que  este  difun-  personas:  unos  viven  con  esperanza, 
to  está  en  camino  y  conforme  a  ella  obran  y  tienen  mu- 
de salvación  cho  culdado  de  sus  ánimas  y  concien- 
cias; otros  viven  descuidados,  temero- 
sos, desconfiados  y  con  mucho  temor  de  la  muerte.  ¿De  cuál 
de  éstos  diremos  que  es  nuestro  difunto?  Grande  osadía  es 
ésta,  que  osemos  afirmar  y  decir  de  un  hombrecillo,  de  un 

606  y]  si  add.  633  viven]  vienen 

613  aparejadas  f|  617  tristi 


62<5    Cf.  2  Res 


SERMONES.  CICLO  SANTORAL 


640  hombre  que  andaba  entre  nosotros,  de  uno  que  comía  tierra, 
un  pusilánimo,  gusanillo  podrido,  que  por  la  misericordia 
de  Dios  está  en  buen  lugar,  está  en  camino  de  salvación, 
que  está  en  víspera  de  ir  a  gozar  de  Dios ;  de  un  hombre  que 
trataba  y  hablaba  con  nosotros,  que  está  en  seguridad,  está 

645  ya  fuera  de  los  trabajos  de  este  mundo  y  muy  cerca  de  aque- 
lla vida  que  para  siempre  ha  de  durar  con  Dios  en  su  reino. 

Más  me  consuelo  yo  con  éstos  que  con  un  San  Pedro  y 
San  Pablo,  porque  aquellos  bienaventurados  santos,  como 
fueron  las  primicias  del  Espíritu  Santo,  recibieron  grandes 

650  dones  de  la  misericordia  del  Señor,  con  que  obraron  las  ma- 
ravillas y  obras  que  sabemos  que  obraron;  pero  estos  con 
quien  tratamos,  que  conocíamos  flaquillos  como  nosotros, 
nos  dan  aliento  y  nos  esfuerzan  para  que  esperemos  que 
también  nos  hará  Dios  misericordia  y  que  también  nos  sal- 

655  varemos  nosotros  como  ellos.  En  el  templo  de  Dios  habia 
vasos  de  muchas  maneras,  de  oro  y  plata,  y  de  cobre,  y  de 
plomo,  y  de  palo.  En  el  cielo  y  reino  de  Dios  Nuestro  Se- 
ñor hay  vasos  de  muchas  maneras,  unos  mayores  que  otros 
y  más  altos  que  otros. 

660  Los  que  os  hállastes  a  su  finamiento  sabéis  bien  esto. 
Asentado  tengo  yo  en  mi  corazón  que  está  camino  de  sal- 
vación. Cayó  enfermo.  Ya  había  andado  Dios  con  él ;  habia 
puesto  sobre  él  su  mano;  habíale  mirado  con  sus  piadosos 
ojos.  Beatus  cuius  auxilium  abs,  etc.  Un  tiempo  andan  los 

665  hombres  locos  y  olvidados  de  Dios.  Pone  su  mano  Dios  so- 
bre ellos;  hace  que  cercenen  sus  obras  todas  y  locuras  y  se 
desenreden,  y  así  los  trae  poco  a  poco,  apulgarándolos  hasta 
que  los  madura.  Los  que  conocistis  a  este  difunto,  sabréis 
que  digo  verdad.  Yo  le  fui  a  confesar  y  a  comulgar,  y  fué 

670  tanto  el  sentimiento  que  tuvo  y  las  lágrimas  que  derramó, 
que  creo  por  mí  cierto  que  no  le  negará  Dios  su  gloria,  por- 
que no  sabe  Dios  negar  nada  al  que  así  se  lo  pide. 

¿Pensáis  que  es  poco  tener  un  hombre  en  aquella  hora 
una  probeza  espiritual  que  no  tenga  arrimo  en  cosa  del  mun- 

675  d0)  sino  en  solo  Dios  y  en  su  misericordia?  Dióle  como  un 
olvido,  que  para  otra  cosa  no  tenía  acuerdo  sino  para  dar 
gracias  y  alabanzas  a  Dios.  Entrañablemente  amaba  a  Je- 
sucristo. Casi  ninguna  cosa  hablaba  que  no  fuese:  "¡Ben- 
dito sea  Jesucristo!"  Pareció  bien  que  lo  tenía  en  su  cora- 

680  zón,  pues  no  trataba  sino  en  lo  que  tocaba  a  su  ánima,  avi- 
sado y  con  cuidado  de  la  salud  de  ella,  muerto  y  olvidado 
a  todo  lo  de  acá. 

Esperanza  [tengo]  en  la  misericordia  de  Dios,  pues  que 


053  atUos]   y   más  altos  a¡1J. 

667  apulgaréndoJós]  y  puráridbtos  a.  corr. 


654    Of.  Ps.  83,  6. 


S2.  DIFUNTOS 


1277 


le  dió  fuerzas  acá  para  [que]  le  rogase,  que  no  desechará  sus 
«85  ruegos.  Oírlo  ha,  cierto,  cierto;  que  no  hace  El  que  le  rue- 
guen  sino  a  quien  ha  de  conceder  lo  que  le  rogare.  A  quien  le 
doliere  su  fal [1]  ecimiento,  que  sí  dolerá,  consuelo  es  esta  es- 
peranza, que  está  en  camino  de  salvación.  A  la  corte  es  ido, 
y  allá  iremos  todos,  allá  nos  veremos.  Plega  a  la  misericor- 
690  dia  de  Dios  que  así  sea  y  que  aquí  nos  dé  sus  gracias  y 
después  la  gloria,  ad  quam  nos  perducat  Iesus  Chiistus  Ma- 
rine filius.  Amen. 


^á¡S£  T+'-<-r-~~l? 

Autógrafo  del  sermón  ij 
(Óña,  Arch.  Loyola,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis) 


PLATICAS  ESPIRITUALES 


DOS  PLATI 

CAS  HECHAS  ASACER 
dotes ,  por  el  Macftro  Auila, 
predicador  del 
Andaluzia. 


Con  Ucencia  del  Ordinario  ¿mprcffil 
en  Cordouapor  An  dres 
Barrera,  Año 
dc.ijpj* 

Portada  de  las,  «üos  pláticas  hechas  a  sacerdotes»  (Córdoba,  1595) 


INTRODUCCION 


Platicar  a  estudiantes,  clérigos  y  monjas  fué  una  de  las 
más  asiduas  ocupaciones  del  P.  Mtro.  Avila.  En^  los  co- 
mienzos de  su  apostolado,  una  plática  le  descubrió  en  Se- 
villa a  Hernando  de  Contreras1.  En  Granada  fueron  famo- 
sas sus  pláticas  espirituales  a  los  estudiantes.  De  una  de 
días  es  la  frase:  "Más  querría  ver  a  los  estudiantes  con 
callos  en  las  rodillas  de  orar  que  los  ojos  malos  de  estu- 
diar" 2.  Pero  su  mayor  cuidado  era  en  instruir  a  sacerdotes 
y  exhortarles  a  la  santidad  3.  En  cierta  ocasión  en  que  unos 
devotos  suyos  le  preguntaron  por  qué,  estando  enfermo  y 
achacoso,  "se  cansaba  tanto  en  predicar  todas  las  noches 
a  unos  pocos  sacerdotes,  respondió  que  porque  en  ellos 
veía  a  todo  el  mundo"  4.  Avila  tenía  conciencia  plena  de 
la  eficacia  de  la  perfección  sacerdotal. 

Las  almas  consagradas  a  Dios  en  el  claustro  fueron  tam- 
bién objeto  de  sus  preferencias.  Los  monasterios  de  Gra- 
nada, Baeza,  Córdoba,  IZafra  y  Montilla  repitieron  numero- 
sas veces  los  ecos  de  su  voz.  Si  el  lector  ha  ojeado  el 
índice  de  los  sermones  que  anteceden,  habrá  observado  que 
muchos  de  ellos  tuvieron  a  las  monjas  por  oyentes.  Unas 
veces  les  hablaba  en  sus  iglesias  desde  el  púlpito  en  presen- 


1  Véase  Introducción  biográfica,  t.  i,  p.  62. 

2  Proc.  Madrid,  decl.  del  Lic.  Juan  de  Yardas,  f.  39  r.  ¿Era  tanto 
el  cuidado  que  ponía  el  P.  Mtro.  Juan  de  Avila  en  el  aprovecha- 
miento y  perfección  de  los  sacerdotes,  que  el  mayor  estudio  y  cuida- 
do que  ponía  para  los  sermones  era  para  las  pláticas  que  había  de 
hacer  a  los  estudiantes,  adonde  también  siempre  acudían  clérigos  ; 
y  el  más  estudio  eran  dos  o  tres  horas  más  de  oración  de  las  que 
gastaba  para  otros  sermones  ;  y  así  decía,  en  razón  de  esto,  tan  altas 
cosas,  que  leyéndole  al  cardenal  don  Rodrigo  de  Castro,  arzobispo 
que  fué  de  Sevilla  (a  quien  este  testigo  sirvió  de  capellán),  unas 
pláticas  que  había  hecho  el  P.  Maestro  a  unos  esbudiantes,  que  esta- 
ban manoescritas,  gustó  tanto  de  ellas  su  amo,  que  las  alabó  y  esti- 
mó tanto,  que  las  hizo  imprimir,  porque  doctrina  tan  elevada  e  im- 
portante no  quedase  sin  ella  ninguno  de  sus  subditos»  (Ibid.,  ff.  46  v- 
47  r).  ¿Son  estas  pláticas  distintas  de  las  Dos  pláticas  a  sacerdotes? 
No  hemos  podido  localizar  tal  edición. 

'  Proc.  Montilla,  decl.  de  Juan  Muñoz  de  Cañas,  f.  561  r  ;  decl.  de 
Pedro  Sánchez  Arriero,  f.  672  r  ;  Proc.  Jaén,  decl.  del  H.  Sebastián 
de  Escabias,  S.  I.,  f.  1138  v. 

4  Proc.  Baeza,  decl.  de  Pedro  de  Lomas,  f.  1357  v. 


B.Avila  2 


41 


1282 


INTRODUCCIÓN    A    LAS  PLÁTICAS 


cia  del  pueblo  fiel;  otras  veces  hablaba  a  solas  "las  monjas 
por  la  red"  5. 

Una  muestra  de  lo  que  eran  sus  instrucciones  espiri- 
tuales: a)  a  sacerdotes  y  b)  a  monjas,  son  las  16  pláticas 
que  siguen. 

Las  dos  primeras  son  las  Dos  pláticas  hechas  a  sacer- 
dotes, impresas  en  Córdoba  por  Andrés  Barrera  en  1595, 
y  luego  tantas  veces  reeditadas  en  español,  en  italiano  y  en 
francés  6.  La  primera  de  ellas  fué  enviada  al  P.  Francisco 
Gómez,  su  discípulo,  para  que  la  predicase,  a  lo  que  parece, 
con  ocasión  del  sínodo  diocesano  de  1563;  la  había  escrito 
el  P.  Avila  rápidamente  espigando  en  su  propio  Tratado 
del  sacerdocio.  La  segunda  está  también  inspirada  en  este 
mismo  tratado,  pero  no  nos  consta  si  fué  también  enviada 
a  alguien  o  si  la  pronunció  el  propio  Mtro.  Avila7.  Son, 
desde  luego,  dos  excelentísimas  pláticas.  El  Lic.  Luis  Mu- 
ñoz, que  las  incorporó  ,a  su  Vida  de  Avila  e  hizo  edición 
especial  de  ellas,  decía  que  "en  láminas  de  oro  debieran  estar 
escritas  en  los  sagrarios  de  las  iglesias,  y  que  sirvieran 
de  espejo  en  que  se  miraran  los  sacerdotes"  8. 

Las  pláticas  3  y  4,  predicadas  a  los  padres  de  la  Com- 
pañía, ciertamente  no  debieron  ser  las  únicas  que  les  hizo, 
particularmente  en  Montilla  °.  La  prim°ra  fué  publicada 
en  1910  en  "La  Ciudad  de  Dios"  por  el  P.  Villalba,  O.  S.  A., 
y  la  segunda  por  D.  Juan  Durántez  en  "Revista  de  Espi- 
ritualidad" en  1943.  Ninguna  de  las  dos  ha  sido  incorpo- 
rada a  las  Obras  del  P.  Avila. 

Se  incorpora  también  por  vez  primera  a  las  Obras  del 
Maestro  la  plática  5,  que  es  una  instrucción  para  confe- 
sores y  penitentes,  y  que  publicó  el  P.  Ricardo  García  Vi- 
lloslada,  S.  I.,  en  "Miscelánea  Comillas"  en  1947. 

Las  nueve  piezas  siguientes  (pláticas  6-14)  son  resti- 
tuidas en  esta  edición  al  P.  Avila.  Se  contienen  en  el  Ms. 
est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis  del  Archivo  de  Lovola  (Oña), 
y  son  someros  esbozos.  Llevan  por  título  "Pláticas  16 
ad  sacerdotes".  El  compilador  advirtió:  "Puso  esse  del 
Mtro.  Avila,  vel  alicuius  docti  et  pii,  forsitan  alicuius  de  So- 


5  Carta  197  :  t.  1,  p.  908. 

6  Véase  :  t.  i,  pp.  10-12.  A  una  edición  desconocida  hoy  se  refiere 
el  P.  Juan  de  Vicuña  en  el  Proceso  de  Baeza  :  «Estas  dos  pláticas 
este  testigo  las  hizo  imprimir  a  su  costa  y  las  repartió  por  todos  los 
sacerdotes  de  este  obispado  de  Jaén»  (f.  1439  r). 

7  Sohre  estas  dos  pláticas  y  las  cuestiones  que  plantean  véase  la 
nota  *  de  la  carta  239  (t.  1,  pp.  1025-1027).  El  Tratado  del  sacerdocio, 
publicado  por  el  P.  Camilo  M.  Abad,  S.  L,  en  «Miscelánea  Comillas», 
13  (1950),  95  ss.,  se  incluye  en  el  t.  3  de  esta  nuestra  edición. 

8  Vida,  í.  3,  c.  ai,  f.  212  r. 

0  Proc.  Granada,  decl.  de  Juana  de  San  Gregorio,  f.  384  r  ; 
Proc.  Baeza,  deol.  del  P.  Juan  de  Vicuña,  S.  I.,  f.  449  v. 


INTRODUCCIÓN    A    LAS  PLÁTICAS 


1283 


cietate"  10.  El  P.  Uriarte,  S.  L,  se  las  entregó  a  D.  José  Fer- 
nández Montaña  y  éste  las  sacó  a  la  luz  en  su  segunda  edi- 
ción de  las  Obras  de  Avila  11 .  Después  de  él,  el  P.  Zacarías 
García  Villada,  S.  L,  las  excluyó  de  la  primera  edición  del 
Apostolado  de  la  Prensa  (1927),  que  él  preparó,  dando  por 
razón  que,  "atendiendo  al  estilo  y  conceptos",  no  le  pare- 
cían del  Maestro  12.  También  fueron  excluidas  de  la  segunda 
edición  del  Apostolado  (1941).  En  1947  se  ocupó  de  ellas 
el  P.  Villoslada  en  un  artículo  de  la  revista  "Maestro  Avi- 
la". "No  hay  motivo — concluía — para  que  estas  pláticas  se 
atribuyan  a  otro  autor,  ni  para  que  sean  excluidas  de  la 
edición  de  las  Obras  completas  del  Bto.  Juan  de  Avila"  13. 
Parecer  que  hacemos  también  nuestro.  El  avisado  lector, 
que  en  esta  edición  de  los  sermones  y  pláticas  se  ha  fami- 
liarizado ya  con  el  estilo  y  la  ideología  de  Avila,  con  sus 
metáforas  y  ejemplos,  y  se  ha  encontrado  en  otras  ocasio- 
nes con  sermones  apenas  rasguñados  (cf.  los  sermones  16,  17, 
73,  74  y  81),  adivinará  fácilmente  en  todos  estos  escritos 
la  pluma  de  un  único  autor14. 

Estas  catorce  primeras  pláticas  fueron  dirigidas  a  sacer- 
dotes. Las  dos  últimas  (pláticas  15  y  16)  fueron  hechas  a 
monjas.  Ambas  habían  permanecido  inéditas  hasta  la  fecha. 

MANUSCRITOS  UTILIZADOS 

Madrid,  Bibl.  Nac,  Ms.  3620  :  Plát.  1-4. 

Madrid,  R.  Acad.  Historia,  Ms.  Cortes  272  :  Plát.  16. 

El  Escorial,  Bibl.  Monasterio,  Ms.  &  III  21  :  Plát.  3. 

Oña,  Arch.  Loyola,  Ms.  Est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis  :  Plát.  1-2.  6-14. 

Toledo,  Bibl.  Prov.,  Ms.  520  :  Plát.  1-2. 

Roma,  Bibl.  Naz.  Vitt.  Emm.  II,  Ms.  Ges.  1372  :  Plát.  5. 

Santiago  de  Chile,  Arch.  Nac,  Fondo  antiguo,  Ms.  131  :  Plát.  15. 

10  F.  113  r.  Las  pláticas  ocupan  los  ff.  115  v  -  125  v  ;  en  realidad 
no  son  16  pláticas,  sino  8,  que  el  Ms.  numera  de  esta  forma  :  pláti- 
cas 10,  2,  3,  13,  14,  15,  otra  sin  numerar,  16.  En  el  f.  115  r  termina 
una  pieza  que  publicamos  como  (plática  14,  y  lo  mismo  puede  ser  final 
de  un  sermón. 

"  Obras;  (Madrid  1901),  t.  2,  pp.  548-571.  No  publicó  el  frag- 
mento (plática  14)  a  que  nos  referimos  en  la  nota  anterior. 

12  Obras,  p.  8. 

13  Varios  problemas  de  autenticidad  y  critica,  en  «Maestro  Avi- 
4a»,  2  (1947),  180. 

14  A  pesar  de  que  en  otra  ocasión  habíamos  manifestado  algún 
escrúpulo  con  relación  a  la  plática  8  (la  3  del  Ms.),  nos  indinamos 
también  ahora  por  la  paternidad  avilina.  Cf.  L.  Sala  Balust,  Los 
tratados  de  reforma  del  P.  Mtro.  Avila,  en  «La  Ciencia  Tomista»,  73 
.(1947),  192. 


a)    PLATICAS  A  SACERDOTES 


1     La  alteza  del  oficio  sacerdotal  pide  alteza 
de  santidad  * 

Plática  enviada  al  P.  Francisco  Gómez,  S.  1.,  para  ser 
predicada  en  un  sínodo  diocesano  de  Córdoba.  1563 

(Oña,  Arch.  Loyola,  Ms.  est.  8,  pflu>t.  4,  n.  55  bis,  fif.  129  r  -  132  v; 
Ofia,  ibid.,  ff.   161  r  -  165  r;  B.   N.  M.,  Ms.  3620    tlf.   104  r  -  105  v; 
Toledo,  BKM.  Prov.,  Ms.  520,  ff.  51  r  -  58  r;  ed.  1555, 
fif.  [A2]  v  -  UBj]  r.) 

Elegit  nos  ab  Omni...  [Cf.  Eccli.  45,  4]. 

Alteza  del  oficio    No  sé  otra  cosa  más  eficaz  co:i  que  a 
sacerdotal         vuestras  mercedes  persuada  lo  que  les 
conviene  hacer  que  con  traerles  a  la  rae- 
5    moría  la  alteza  del  beneficio  que  Dios  nos  ha  hecho  en  lla- 
marnos para  el  alteza  del  oficio  sacerdotal;  pues  que,  ha- 
biendo tantos  a  quien  lo  pudiera  encomendar,  elegit  nos  ab 
omni  vívente,  ut  dicit  Ecclesiasticus,  45.  Y  si  elegir  sacer- 
dotes entonces  era  gran  beneficio,  ¿qué  será  en  el  Nuevo 
10   Testamento,  en  el  cual  los  sacerdotes  de  El  somos  como 


O  =  Oña,  ff.  129  r  ss.,  0o  =  Oña,  ff.  161  r  ss.,  iV  =  B.  N.  M.,  Ta  =  Tol., 
T  =  Ed.  1595  |i  2  No]  E  no  To  2<3  No  sé  memoria]  Grande  es  T  |  me- 
moria] de  add.  N  ||  5  la]  el  7'  ||  6  el]  om.  02,  Ja  N  |  alteza  del  om.  To  | 
oficio]  beneficio  iV  |  cinc  om.  NT  ||  7  habiendo]  ha  habido  0]  |  quien]  el 
add.  To  |  podiera  T  |  elegir  T  ||  8  viventi  To  |  ut  dicit]  como  dice  N, 
om.  ToT  |  Ecolesiastieus]  el  Eclesiástico  N,  cap.  add.  02N  |<|  9  será]  agora 
add.  T  |'|  10  en  el  cual  los]  cuyos  T  \  de  ól  om.  T  |  como]  el  add.  02  || 


*  Véase  lo  que  sobre  esta  plática  se  dijo  en  la  nota  *  de  la  car- 
ta 239  (t.  1,  pp.  1025-1027).  Las  dos  copias  del  Ms.  de  Oña  la  titulan 
respectivamente  :  «Plática  del  Mtro.  Avila  a  los  clérigos  de  Córdo- 
ba» (f.  129  r)  y  «Pláticas  del  Mtro.  Avila  para  clérigos.  Plática  pri- 
mera» (f.  161  r)  ;  el  Ms.  de  la  Nacional  :  «Plática  de  clérigos,  de 
Avila,  de  Sacramento»  (f.  104  r)  ;  y  el  Ms.  de  Toledo  :  «Primera  plá- 
tica de  la  dignidad  sacerdotal  que  hizo  el  P.  Mtro.  Juan  de  Avila, 
clérigo,  insigne  varón,  a  unos  clérigos,  en  una  congregación  sinodal, 
a  petición  del  reverendísimo  Obispo  de  Córdoba»  (f.  51  r).  La  pri- 
mera edición  de  las  Dos  pláticas  hechas  a  sacerdotes  por  el  Mtro. 
Avila,  predicador  del  Andalucía  (Córdoba,  A.  Barrera,  1595)  no  le  da 
encabezamiento  alguno  particular  ;  empieza  sencillamente,  modifican- 
do un  tanto  el  principio  de  la  pieza,  con  estas  palabras  ;  «Grande  es 
el  alteza  del  beneficio  que  Dios  nos  ha  hecho...»  (f.  [>A,]  v). 
8   Cf.  Eccli.  45,  4. 


I.     A  SACERDOTES 


1285 


sol  en  comparación  de  noche  y  como  verdad  en  compara- 
ción de  figura?  ¡Oh  divina  bondad,  que  tanto  se  ha  mani- 
festado en  levantar  hombres  a  tal  alteza,  que  ponga  en  las 
manos  de  ellos  su  poder,  su  honra,  su  riqueza  y  su  mesma 
persona!  ¿Quién  no  se  terna  por  muy  beneficiado  de  Dios 
con  ser  poderoso  en  la  tierra  para  hacer  descender  fuego 
del  cielo?  ¿Quién  no  se  terna  en  mucho  en  resucitar  muer- 
tos, lanzar  demonios,  y,  lo  que  más  es,  sacar  hombres  del 
infierno  y  abrirles  el  cielo?,  etc. 

Cristo  o'bedece  a  sus  Coteje  la  diferencia  que  hay  entre 
sacerdotes  en  la  con-    e^  sacerdote  del  Viejo  Testamento 

.     sagración  y  de!  Nu6VO-  Y' si  \a  Escriptura 

°  cuenta  por  gran  beneficio  el  elegir 

Dios  a  uno  para  aquél,  ¿qué  será  para  éste?  Y  particular- 
mente se  diga  del  poder  que  Dios  dió  para  el  consagrar, 
y  cuán  presto  viene,  siendo  llamado;  y  que  es  mayor  bene- 
ficio que  lo  que  se  cuenta  de  Josué,  cuando  hizo  estar  que- 
do el  sol,  corno  dice  la  Escriptura,  que  no  hubo  día  tan 
largo,  obediente  Domino  voci  hominis.  Más  gran  día  es  éste 
y  mayor  obediencia,  pues  allí  se  quedó  Dios  donde  estaba, 
y  aquí  toma  ser  sacramental  donde  no  le  tenía. 

¿Quién  con  tanta  diligencia  obedece  a  su  mayor  con 
cuanta  Cristo  obedece  a  sus  sacerdotes?  De  un  discípulo 
se  lee  in  Vitas  Patrum  que  fué  llamado  de  su  abad  y  estaba 
escribiendo  una  o,  etc.  Mas  mucho  más  ligeramente  obe- 
dece Cristo;  porque  aquél  algunos  pasos  dió,  algún  tiempo 
gastó  en  venir;  mas  el  Señor  está  debajo  de  la  especie  in 
instanti.  ¡Oh  grande  lección  nuestra!  ¡Oh  admirable  ejem- 
plo!, del  cual,  cierto,  con  mucha  razón  se  puede  decir: 

11  de]  la  add.  NToT  ||  12  de]  la  add.  To  ||  11-12  y  como  verdad  -  figura] 
om.  T  ||  12-13  ha  manifestado]  manifestó  NToT  |i|  13  las]  sus  To  ||  14  de 
ellos  om.  To  |  honra]  y  add.  N  |  y]  a  add.  To  |  misma  02ToT  ||  15  muy 
om.  N  ||  16  hacer  om.  O,  |  descendir  02  |>|  17  se  om.  O^NTo  j  en2  om. 
03NTo  |  muertos]  y  add.' O^  ||  18  alanzar  O^NTo  ||  19  abrirle  02,  abrir 
To  |  los  cielos  To  |  etc.  om.'OTo 

20  Cotéjese  02  To  ||  21  sacerdocio  02NTo  ||  21-22  Testamento  Viejo  y 
(el  add.  T,o)  Nuevo  0„To,  Testamento  Nuevo  y  el  Viejo  iV  ||  Escritura  O  , 
Sagrada  Escritura  NTo  }\  23  el  om.  N  |i|  24  éste]  aqueste  02  ||  25  el  om. 
02NTo  ||  17-25  ¿Quién  no  se  terna  -  dió  para  él]  Y  que  Dios  le  elija  para 
le  T  ||  26  y  que  es  om.  T  \\  27  beneficio]  es  add.  T  |  los  N  |  que2  om. 
O,  |  cuentan  N  \\  28  Sagrada  Escritura  NTo  |  hobo  N,  vi6  To  ||  29  grande 
02T  |  día  om.  02  \\  30  obediencia]  y  add.  To,  om.  T  |  Dios]  el  Señor 
O  NT,  el  sol  To  "|  adonde  ü2NTo~[  se  add.  NTo  ||  31  donde]  a  do  To  | 
le]  lo  NT 

32  diligencia]  ligereza  02NToT  ||  33  obedece  om.  02NToT  \<\  34  Vitis 
O  To  |  fué]  siendo  O2NT0  |  y  om.  O  NTo  ||  35  una  o]  y  no  la  acabó  add.  To, 
vino  02  I|  36  dió]  y  add.  NTo  ||  37  en  bajo  Oo  |  la  om.  0¿  \  33-38  De  un 
discípulo  -  instanti]  om.  T  ||  39  se  puede  con  mucha  razón  NToT  ||  40  ma- 


29   los.  IO,  14. 

35    Vitae  patrum,  1.  3,  143  ;  1.  5,  libell.  14,  5  :  ML  73,  788.  948  s. 


1286 


PLÁTICAS 


40  "Si  ego  Dominus  et  magister,  y  estando  glorioso,  y  en 
tiempo  de  ser  servido  y  obedecido  de  santos  y  ángeles  en 
el  cielo  (como  lo  está) ;  si  me  abajo  yo  a  obedecer  con  tanta 
presteza  y  tan  de  buena  gana,  ¿cuánto  más  vosotros  será 
razón  que  me  obedezcáis  a  mí  y  a  todos  por  mí?"  ¿Quién, 

45  después  que  ha  consagrado,  no  queda  atónito,  o  con  pro- 
funda humildad  no  dice  al  Señor,  a  semejanza  de  San  Pe- 
dro y  de  San  Juan  Baptista:'  ¿Tú,  Señor,  vienes  a  mí? 
¿Qué  sacerdote,  si  profundamente  considerase  esta  admira- 
ble obediencia  que  Cristo  le  tiene,  mayor  a  menor,  Rey  a 

50  vasallo,  Dios  a  criatura,  ternía  corazón  para  no  obedecer  a 
nuestro  Señor  en  sus  santos  mandamientos  y  para  perder 
antes  la  vida,  aun  en  cruz,  que  perder  su  obediencia? 
¿Quién  alzaría  el  cuello  contra  su  mayor,  quién  no  se  aba- 
jaría a  su  igual  y  menor?  Viendo  esto  San  Juan,  se  espantó 

55  y  dijo:  Ego  a  te  debeo  baptizari  et  tu  venis  ad  me?  Y  aun 
así  podríamos  nosotros  decir:  "Yo,  Señor,  había  de  ir  a  ti 
y  obedecerte,  ¿y  tú  vienes  a  mí?"  Y  respondernos  ha  lo  que 
a  él  respondió:  Sic  enim  deoet  implere  omnem  iustitiam.  Y 
dice  la  glosa  que  "toda  humildad",  scilicet,  humillarse  al 

60  mayor,  igual  y  menor.  Sic  decet:  ¿Para  qué,  Señor?  Para 
abajar  nuestra  soberbia,  para  que  tenga  vergüenza  el  sacer- 
dote de  parecer  soberbio  y  desobidiente,  siendo  Dios  tan  hu- 
milde para  con  él. 

Acordémonos,  padres,  cuando  alguna  cosa  se  nos  hiciere 

65  dificultosa  en  los  mandamientos  de  Dios,  de  esta  obedien- 
cia, humildad  y  amor  con  que  Dios  obedece  a  la  voz  del 
hombre  en  las  palabras  de  la  consagración.  Allí  representa- 
mos su  sagrada  persona,  y  decimos  las  palabras  en  persona 

gister]  vester  add.  02  \  y  om.  N  ||  41  y  obedecido  om.  T  |  santos  y] 
tanotos  T  \,\  41-42  en  el]  del  02  ||  42  estoy  T  |  si  om.  T  |  bajo  O  T  |  a] 
os  add.  NT  [|  43  de  tan  02NTo,  tan  om.  T  |i|  43-44  cuánto  más  -  razón  que] 
cuánta  más  razón  será  que  vosotros  T  ||  45  consagrado]  comulgado  T  |  o] 
y  OtNToT  ||  46  humildad]  y  add.  To  |  al]  el  0)  |  4fr47  a  semejanza  de 
San  Pedro  y  de]  con  7'  |,|  47  Joan  02  f  Baptista  om.  T  ||  50  Dios]  Criador 
To  |  criatura]  no  add.'  To  |  no  om.  Tcr  |  no  obedecer]  desobedecer  T  ||  51 
en]  y  T  |  y  om.  NTo  |  para]  no  add.  02T  ||  52  aun  en  cruz  om.  T  |  perder 
om.  T  |i|  54  bajaría  T  |  esto  om.  To  |  Juan]  esto  add.  To  ||  55  aun  om. 
02NToT  |i|  56  Señor  om.  To  |l|  58  él]  le  add.  N  \  Y  om.  N  |'|  59  que]  es 
add.  N,  en  add.   To   |  toda]   esta  02  |  scilicet  om.   N   ||   60  Sic]  Si  N  || 

61  abajar]  abdicar  02  ||  55-62  Y  aun  así  -  vergüenza  el  sacerdote]  Y  ansí 
ha  de  tener  el  sacerdote  vergüenza  T  ||  61-62  parecer  el  sacerdote  transp.  02  || 

62  de  om.  O  O  |  parecer]  ser  NTo  |  desobediente  O^NTo  ||  63  humilde]  y 
obediente  add.  h2NTo  |  para  om.  NTo  ||  62-63  y  desobidiente  -  con  él]  om.  T 

64  Padres]    pues  O    |  hiciese  O     ||  64-65  de  Jos  mandamientos  de  Dios 
se  nos  hiciere  dificultosa  T  ||  66  del]  de  un  To  ||  67  las  palabras  de  om.  T  | 


40    Cf.  lo.  13,  14. 

47    Cf.  Le.  5)  8  ;  Mt.  3,  14. 

58  Cf.  Mt.  3,  14-15. 

59  Biblia  sacra  cum  glossis  interlineari  et  ordinaria,  NLcolfll  Ly- 
rani  Postilla...  (Lyón  1545),  t.  5,  f.  15  r  :  «Omnem  iustitiam,  id  est, 
humilitatem,  quae  est  omnis  iusititia». 


X.     A  SACERDOTES 


1287 


de  El;  y  aquélla  honra  que  antes  de  encarnar  daba  a  los 
70   ángeles,  que  decían  en  persona  de  Dios:  Ego  Dominus,  ya 
se  ha  pasado  a  los  sacerdotes,  los  cuales  dicen:  Ego  te  áb- 
solvo;  Hoc  est  corpus  meum,  in  persona  Christi. 

Trato  con  Cristo    ¿Quién   contará  la  alteza  de  honra 
en  el  altar  adonde  nos  sube?  ¿Cuyo  corazón  no 

75  se  regalará,  como  el  de  Simeón,  tra- 

tando a  Cristo  en  sus  manos,  mirándolo  con  sus  ojos,  y, 
siendo  traído  de  tan  lejos  mediante  la  lengua,  ser  abrazado 
y  metido  dentro  de  sí,  en  el  limpio  pecho?  Quien  quisiere 
honrar  a  Cristo,  acuérdese  de  esta  honra  que  recibe  de  El. 

80  Quien,  fuera  del  altar,  quisiere  andar  compuesto  y  con  el 
peso  que  debe,  acuérdese  cuán  engrandecido  estuvo  y  cuán 
importante  negocio  trató  en  el  altar.  Si  el  demonio,  o  la 
carne,  o  el  mundo  le  tentare  fuera  del  altar,  acuérdese  de 
cuán  preciado,  beneficiado  y  regalado  fué  de  Dios  en  el  al- 

85  tar,  y  diga  como  Josef:  ¿Cómo  puedo  hacer  este  mal  y  pe- 
car contra  el  Señor,  Dios  mío?  Libre  albedrío  tenía,  mas 
considerábase  por  tan  deudor  y  agradecido  a  su  señor,  que 
no  hallaba  cómo  ofenderle  con  su  mujer.  Y  libre  albedrío 
tenemos  los  sacerdotes;  mas,  si  piedras  o  demonios  no  so- 

90  mos,  viendo  que  el  Señor  se  ata  con  nuestras  palabras,  y 
se  deja  prender  con  cadenas  de  amor  de  nuestras  indignas 
manos,  ni  tememos  corazón,  ni  lengua,  ni  ojos,  ni  manos, 
ni  pecho,  ni  cuerpo  para  le  ofender,  porque  nos  veremos 
todos  enteros  consagrados  al  Señor  con  el  trato  o  tocamien- 

95    to  del  mesmo  Señor. 

Los  moros  que  van  a  Meca  a  ver  el  zancarrón  de  Maho- 
ma,  se  tienen  por  tan  bienaventurados  de  lo  ver,  que  mu- 
chos de  ellos  se  sacan  los  ojos,  porque,  habiendo  visto  cosa 
tan  santa  con  ellos,  les  parece  que  le  es  hacer  desacato,  si 

la  oto.  N  ||  69  encarnado  T  ||  71  los  cuales]  que  To  \\  TZ  meum]  et  add. 
To  |  in  persona  Christi]  en  persona  de  Cristo  N 

74  donde  T  |  suben  ¡V  |  Cúyo]  Qué  N  |l|  75  regala  7"  ||  76  en]  con  NToT  \ 
mirándole  02NToT  ||  77  tan  de  T  ||  78  metido]  tan  (oto.  02)  cerca  de  sí 
tan  add.  02NToT  |  limpio]  mismo  N,  mismo  ToT  |  quisiera  To  ||  79"  esta] 
misma  add."  To  |  recibió  T  |  |  80  y  oto.  N  ||  81  acuérdese]  de  add.  NToT  ¡ 
y  om.  T  H  82  importante]  de  add.  T  |  o  om.  T  ||  82-83  el  mundo  o  la 
carne  02  |¡  83  de  om.  N  ||  84  preciado]  y  add.  OT  \  y  regalado  ow.  T  || 
85  altal"02  |  y]  om.  N  |  comoj  con  O  T  |  puedo]  yo  add.  To  ||  86  mío] 
nuestro  O,  |  tenía  om.  JV  ||  87  agradecido]  grato  T  ||  88  ofendelle  0„  |  Y 
om.  N  ||  88-89  Libre  albedrío  tenía  -  sacerdotes]  om.  T  ||  89-90  piedras  -  somos] 
los  sacerdotes  no  somos  piedras  o  demonios  add.  transp.  T  ||  90  y  om.  T  || 
92  tendremos  0},  tenemos  N  |  manos  ni  ojos  To  ||  94  trato]  tacto  O  NTo  || 
95  mismo  02NToT 

96  a,]  la  add.  NT  ||  97  tan  om.  Oj  |  de]  en  O  NToT  ||  98  de  ellos  om.  To  || 
98-99  con  ellos  cosa  tan  santa  ToT   f|  99  le2  oto.   To  |  es  hacer]  hacen 

70   Ex.  10,  2,  passim. 

72  Rit.  Rom.,  tít.  3,  c.  2,  2  ;  Miss.  Rom.,  Ordo  Missac,  canon. 
86   Gen.  39,  9. 


1288 


PLÁTICAS 


100  con  los  mesmos  ojos  miran  otra  cosa.  ¿Cómo,  Dios  mío, 
emplearé  mis  ojos  en  mirar  nuevamente  faz  de  mujer  ni  otra 
cosa  que  sea  indecente,  pues  se  emplean  en  mirarte  a  ti,  que 
eres  limpieza  y  hermosura  infinita?  Con  mucha  razón,  por 
cierto,  mandaste  tú  que  todos  los  tuyos  se  saquen  el  ojo  que 

105  les  escandaliza;  y  con  mucha  más  razón  nosotros  nos  los 
debemos  sacar.  Quiere  decir  que  los  mortifiquemos,  por  el 
acatamiento  que  se  debe  a  la  vista  de  su  sagrada  persona. 
La  lengua  del  sacerdote  llave  es  con  que  se  cierra  el  infier- 
no y  se  abre  el  cielo,  y  se  abren  las  conciencias,  y  consa- 

110  gra  a  Dios.  Si  quisiéremos,  padres,  pecar  con  la  lengua,  pi- 
damos otra  lengua  prestada ;  que  esta  con  la  cual  consagra- 
mos a  Dios  y  hacemos  tan  admirables  efectos,  en  ninguna 
manera  se  sufre  emplearla  en  servir  al  demonio  con  ella. 
Nugae  in  ore  sacerdotali  blasphemiae  sunt.  Consecrasti  os 

115  tuum  Evangelio;  talibus  aperire  non  licet,  inquit  Bernar- 
das. Si  nugae  blasphemiae  sunt,  etc. 

Mirémonos,  padres,  de  pies  a  cabeza,  ánima  y  cuerpo, 
y  vernos  hemos  hechos  semejables  a  la  sacratísima  Virgen 
María,  que  con  sus  palabras  trujo  a  Dios  a  su  vientre,-  y 

120  semejables  al  portal  de  Belén  y  pesebre  donde  fué  reclina- 
do, y  a  la  cruz  donde  murió,  y  al  sepulcro  donde  fué  sepul- 
tado. Y  todas  estas  cosas  santas,  por  haberlas  Cristo  to- 
cado; y  de  lejos  tierras  van  a  las  ver,  y  derraman  de  devo- 
ción muchas  lágrimas,  y  mudan  sus  vidas  movidos  por  la 

125  gran  santidad  de  aquellos  lugares.  ¿Por  qué  los  sacerdotes 
no  son  santos,  pues  es  lugar  donde  Dios  viene  glorioso, 
inmortal,  inefable,  como  no  vino  en  los  otros  lugares?  Y  el 
sacerdote  le  trae  con  las  palabras  de  la  consagración,  y  no 

O^NToT  ||  100  mismos  ToT  |  Dios]  Rey  ONToT  \\  101  nuevamente]  va- 
namente ToT  |  mujeres  O^NToT  |  ni  otra]  y  T  \]  105  les]  los  ToT  ||  103-105 
por  cierto -mucha  más]  om.  O  ||  105  nosotros  om.  O  NToT  ||  106  sacar] 
los  sacerdotes  add.  02NToT  |  Quiero  02NToT  ||  107  tu  0?\NToT  ||  109  abren] 
alumbran  02NToT  ||  110  a  om.  To  |  Dios]  Y  add.  O  ~  |  queremos  O^To  | 
la  om.  N  ||  111  que]  con  add.  0  02NTo  |  la  cual]  que2  T  |,|  113  en]  a  N  \ 
diablo  T  ||  114  sacerdotali]  sacerdotis  O^ToT  l|i|  115  Evangelium  O^O^N,  ad 
Evangelium  Te  |  aperiri  0?  ||  114-116  Nugae  -  blasphemiae  sunt]  Mentiras  en 
la  boca  del  sacerdote,  son  blasfemias  N  |  etc.  om.  O^NToT 

117  ánima]  alma  .V,  cara  T  ||  118  y  om.  To  \  vernos  hemos]  veremos 
O,  |  semejantes  N  |  sagrada  O^'ToT  ||  11»  María  om.  To  \  trajo  O^NT  \ 
su  vientre]  sus  entrañas  To  |,|  120  semejantes  N  |  Betlem  O^NToT  \\  VSL 
donde,]  en  que  ¡V  |  donde2]  en  que  N  ||  122  Y  om.  02NToT  |  cosas]  son 
add.  T  |  santas  son  add.  02To  |  haberles  02  ||  123  lejas  T  |  lejo  tierra  O  | 
las  van  a  ToT  ||  123-124  muchas  lágrimas  de  devoción  To  ||  124  movidos 
om.  N  ||  125  santidad]  devoción  O  ||  12©  no  son  santos  om.  O,  |  es] 
om.  O  ,  son  el  To  ||  126-127  inmortal,  glorioso  y  add.  transp.  To  ||  127  ine- 
fable] impasible  O^ToT  |  no  como  To  |  en]  a  T  ||  128  le]  lo  NT  |  trae] 

105    Mt.  5,  29. 

116  SAN  Bi-rnardo,  De  considerat.,  1.  2,  c.  13,  22  (ML  182,  756)  : 
«Inter  saecuQares  nugae,  nugae  sunt  ;  in  ore  sacerdotis,  blasphe- 
miae... Consecrasti  os  tuum  Evangelio  ;  taflibus  iam  aperire  illicitum  ; 
assuescere  saeri'legium  est». 


lo  trujeron  los  otros  lugares,  sacando  a  la  Virgen.  Relica- 

130  rios  somos  de  Dios,  casa  de  Dios  y,  a  modo  de  decir,  cria- 
dores de  Dios;  a  los  cuales  nombres  conviene  gran  santi- 
dad. ¿Quién  será  aquel  tan  desventurado  que,  siendo  de  Dios 
tan  preciado  y  honrado,  dé  consigo  en  el  lodo  y  hediondo 
cieno  de  los  pecados?  ¡Oh  padres  míos!  Bienaventurados 

135  somos  si  sabemos  cognocer  y  nos  queremos  aprovechar  del 
gran  precio  y  estima  con  que  somos  honrados  de  Dios.  Y 
¡ay!,  ¡ay!,  ¡ay  de  nosotros  si,  siendo  tan  preciados  de  El, 
no  nos  preciamos  a  nos  ni  lo  preciamos  a  El! 

¡Oh  palabra,  que  hiere  más  que  afilada  espada,  la  que 

140  dijo  el  Señor  a  los  sacerdotes  pasados  por  el  profeta  Mala- 
quías:  Filius  honorat  patrem,  et  servus  timet  Dominum 
suum:  Si  ego  pater,  ubi  honor  vester?;  si  ego  dominus,  ubi 
timor  vester?  O  vos,  sacerdotes,  qui  despicitis  nomen  meum! 
¡Que  te  despreciaron,  Señor,  tus  sacerdotes,  los  tan  precia- 

145  dos  de  ti,  los  que  te  deben  tan  santamente  servicio,  los  le- 
vantados de  ti  sobre  dignidad  de  ángeles;  siendo  tú  honra 
de  ellos,  ellos  se  deshonran  de  ti!  ¡Nunca  cosa  tan  fea  se 
vió,  oyó  ni  obró!  Y  si  de  aquéllos  se  queja  Dios,  y  con  mu- 
cha razón,  ¿qué  hará  de  nos,  que  somos  más  beneficiados 

150  que  aquéllos,  y  era  razón  que  castigáramos  y  escarmentá- 
ramos en  el  castigo  de  aquéllos?  Cognozcamos,  padres,  que 
no  respondemos  al  Señor  con  el  precio  y  honra  que  era  ra- 
zón. No  añadamos  pecados  a  pecados,  como  aquéllos  respon- 
dieron: In  quo  despeximus  te?  No  plega  a  Dios  que  sobre 

155  nuestros  pecados  se  añada  también  ceguedad  de  no  cono- 
cellos. 


tiene  N  |  la  om.  N  ||  129  lo]  le  NTo  |  trujeron  ToT  |  a  om.  O  ToT  >) 
130-132  y  a  modo  -  gran  santidad]  om  N  ||  132  tan  om.  To  |  desventurado] 
desagradecido  ¿V  ||  132-133  siendo  Dios  -  honrado]  om.  .V  ¡|  133  consiguo 
Ol  |  hidiondo  To  |]  133-134  hediondo  cieno]  hediondez  N  \\  135  si]  nos  add.  N  | 
conocer  0?7"or  |  y]  si  .V  ||  136  con]  en  N  |  de]  por  O  NToT  ||  137  ay  ay 
om.  ¿V  |  si  om.  To  |  somos  N  H  138  nos^]  nosotros  To  f  lo]  le  NT,  om.  To 
139  espada  añlada  To  ||  140  el  Señor]  Dios  T  |  pasados]  del  Testamento 
Viejo  ai¡<¡.  To  ||  141  servus]  timet  add.  N  ]|  142  egoj  ergo  ToT  |  pater]  ego 
sum  add.  ToT  |  ubi]  est  add.  O^ToT  \  vester]  meus  O  ToT,  et  add.  ToT  ¡ 
egoa  om.  ToT  |  dominus]  sum  add.  To,  ego  sum  add.  T  \  ubi]  est  add.  NT  || 
143  vester]-  meus  O  ToT,  dicit  Dominus  exercituum  ad  vos  add.  ToT  \  vos 
om.  ToT  |  quid  N  |  meum]  et  dixistis  in  quo  despeximus  nomen  tuum  ? 
Offertis  super  altare  meum  panem  pollutum  etc.  add.  To  ||  144-145  preciados] 
privados  02  ||  145  santamente]  justamente  O^NToT  ||  146  de  ]  por  0,NT  | 
sobre]  la  aiiií.  T  |  de2]  los  add.  ToT  ||  147  ellos  ]  y  add.  02  \  se  deshonran] 
deshonra  O^NToT  \\  148  vió  ni  oyó  To,  oyó  vió  T  ¡|  147-148  Nunca  cosa - 
obró]  om.  N  |¡  148  Yt  om.  To  ||  149  nos]  nosotros  N  \\  150  que  aquellos] 
de  ellos  N  \  castigáramos  y  om.  ToT  ||  151  aquéllos]  ellos  To  |  Conozcamos 
02ToT  ||  152  y]  la  add.  N  ||  153  a]  sobre  0}NT  |  pecado  sobre  pecado 
N  |  aquellos]  qme  add.  NToT  \\  155  no  om.  T  ||  156  cognocellos  N,  cono- 
cerlos ror 


143  Cí-  Mal.  i,  6. 
154  Cf.  Mal.  i,  7. 


1290 


PLÁTICAS 


Luz  del  mundo  y  Muy  lejos,  padres,  estamos  de  aquella 
sal  de  la  tierra       santidad  que  nuestro  oficio  demanda; 

y  si  esto  no  cognocemos,  ciegos  es- 

160  tamos.  Más  limpios  y  resplandecientes  hemos  de  ser,  dice 
San  Crisóstomo,  que  los  rayos  del  sol.  Luz  del  mundo  y  sal 
de  la  tierra  nos  llama  Cristo:  lo  primero,  porque  el  sacer- 
dote es  un  espejo  y  una  luz  en  la  cual  se  han  de  mirar  los 
del  pueblo,  y,  viéndola,  cognozcan  las  tinieblas  en  que  ellos 

165  andan  y  remuerda  en  su  corazón  diciendo:  "¿Por  qué  no 
soy  yo  bueno  como  aquel  sacerdote?"  Y  llámanse  sal,  por- 
que han  de  estar  convertidos  en  un  sabrosísimo  gusto  de 
Dios:  tanto,  que  el  que  los  tocare  con  la  habla  y  conversa- 
ción, por  derramado  que  esté  y  desgustado  de  las  cosas  de 

170  Dios,  cobre  el  gusto  de  ellas  y  pierda  el  gusto  de  las  cosas 
malas.  La  gente  del  pueblo,  con  sus  ocupaciones  forzosas, 
no  tienen  luz,  ni  gusto  de  las  cosas  de  Dios;  y  para  esta 
olla  de  carne  proveyó  Dios  que  fuesen  los  sacerdotes  fuego, 
lumbre  y  sal,  como  gente  que  ha  de  tener  tanto  de  esto,  que 

175   haya  para  sí  y  para  los  otros. 

Ejemplos  de  Y  considerando  esta  alteza  de  santidad  que 
los  santos  aqueste  santísimo  oficio  demanda,  ha  ha- 
bido muchos,  aunque  de  muy  buena  vida, 
que  no  se  han  atrevido  a  recebir  tal  dignidad,  queriéndola 

180  más  por  señora  que  por  mujer.  San  Marcos  fué  uno  de 
aquéstos;  y  San  Francisco,  otro;  el  cual,  siendo  rogado  de 
muchos,  que,  pues  era  ordenado  de  diácono,  se  ordenase  de 
misa,  yendo  él  por  un  camino  pensando  en  esto  y  encomen- 
dándose a  Dios,  le  apareció  un  ángel  con  una  redoma  muy 

185  clara,  llena  de  un  licor  muy  claro  y  muy  resplandeciente,  y 
le  dijo:  "Francisco,  tan  clara  como  este  licor  ha  de  estar 
el  ánima  del  sacerdote".  Y  era  tan  grande  el  resplandor  del 


187  estamos,  padres  OJ  \\  159  conocemos  02ToT  ||  160  y  resplandecien- 
tes om.  N  |  habernos  NT  |  hemos  de  ser  y  resplandecientes  O  T  ||  161 
san  om.  T  |  Crisóstomo  02  |  del]  de  T  ||  163  y  om.  N  ||  1642  conozcan 
OToT  ||  165  y]  les  add.  T  |  en  su]  el  T  ||  165-166  yo  no  soy  NTo  ||  168 
los]  les  N,  om.  T  |  tocara  To  |  con  la]  sola  su  T  ||  169  disgustado  T  || 
170  eil  om.  T  |  cosas  om.  N  ||  171  forzosas  om.  T  \\\  172  no]  ni  NT  |  tiene 
T  |  tienen  luz  ni  om.  02  |  y  om    T  |i|  174  sol  T  |¡  175  los  om.  T 

177  aqueste]  este  To,  aquel  T  |  santísimo]  altísimo  ToT  ¡<|  178  de  muy] 
no  de  N  ||  179  recibir  N  |  quiriéndola  To  ||  180  que]  no  add.  N  ||  181 
aquéstos]  éstos  NTo  |l|  183  misa]  y  add.  Ti  |  él]  bendito  santo  add.  To  \] 
183-184  encomendándolo  To  ||  185  llena  om.  N  |  muy  ]  más  O  NToT  ¡ 
resplandeciente]  que  un  cristal  add.  02,  que  el  sol  add.  N,  que  ella  add.  To  || 
1S6  díjole  ¿V  |  claro  T  |  licor  om.  To  |  estar]  ser  T  ||  187  alma  N  |  del  ] 
de  aquél  N,  de  éiste  T  ]|  189  alma  N  * 


161  San  Juan  Crisóstomo,  Dc  Saccrdot.,  1.  6,  4  (MG  48,  681)  : 
«Animam  quippe  sacerdotis  instar  lucis  totum  orbem  terrarum  illus- 
trantis  splendere  oportet». 

162  Mit.  5,  14.  13. 


I.     A  SACERDOTES 


1291 


licor,  que  San  Francisco,  con  ser  San  Francisco,  cotejando 
la  limpieza  de  su  ánima  con  aquel  resplandor,  le  pareció  no 
tener  suficiente  diaposición  para  ser  de  misa,  y  nunca  jamás 
lo  osó  ser. 

Otros  muchos  hubo,  en  los  padres  del  yermo,  de  exce- 
lente santidad  y  venerables  canas,  que,  en  oliendo  que  les 
querían  echar  esta  dignidad  encima,  se  iban  huyendo  de  su 
monasterio  a  tierras  extrañas.  Veían  éstos  la  alteza  de  este 
estado  y  cuán  gran  santidad  pide;  aunque  mucha  tenían, 
parecíales  poca  para  oficio  tan  alto.  Y  nosotros  no  cogno- 
cemos  la  dignidad  sacerdotal;  y  por  eso  no  sólo  no  huímos 
de  ella,  mas,  lo  que  mucho  es  de  doler,  que,  siendo  faltos 
de  santidad,  la  buscamos,  pretendemos  y,  como  gente  ig- 
norante, corremos  a  ella,  poniendo  los  ojos  en  lo  hermoso 
de  ella  y  no  en  la  obligación  que  consigo  trae  de  gran  san- 
tidad para  bien  la  usar. 

Amansar  a  Dios  Esto,  padres,  es  ser  sacerdotes:  que 
amansen  a  Dios  cuando  estuviere,  ¡ay!, 
enojado  con  su  pueblo;  que  tengan  experiencia  que  Dios  oye 
sus  oraciones  y  les  da  lo  que  piden,  y  tengan  tanta  familia- 
ridad con  él;  que  tengan  virtudes  más  que  de  hombres  y 
pongan  admiración  a  los  que  los  vieren:  hombres  celestia- 
les o  ángeles  terrenales;  y  aun,  si  pudiere  ser,  mejor  que 
ellos,  pues  tienen  oficio  más  alto  que  ellos. 

Sacerdocio  real,  gen-    Y  porque  con  más  autoridad  en- 
te santa,  posesión  de    tendamos  cuáles  habernos  de  ser, 
Djos  miremos  a  nuestro  Padre  San  Pe- 

dro, del  cual,  en  figura  de  Leví, 
dice  Dios  por  Malaquías:  Pactum  meum  cum  eo  fuit  vitae 
et  pacis.  (Exponatur.)  Y  como  quien  bien  lo  obraba  y  co- 
nocía, amonesta  a  los  sacerdotes  cuáles  debemos  de  ser, 
diciendo:  Vos,  autem,  genus  electum:  no  de  carne  ni  san- 

192  hobo  .Y  |  en]  de  To  |  yelmo  .VTo  ||  193  en  om.  T  |  Jes]  los  T  || 
194-195  sus  monesterios  O^NTo,  sus  monasterios  T  ||  195  Vían  T  ||  196 
pide]  y  add.  O^NToT  ||  197  parecióles  T  |  oficio]  tal  y  add.  O  N  |  tan 
alto]  tanto  .V  \\  197-198  conocemos  O  ToT  \\  199  mas]  de  add.  N  ]  siendo] 
tan  add.  N  ||  200  buscamos]  y  add.  NT  ||  201  puniendo  JV  |  en]  a  T  |  her- 
moso] honroso  O^NToT  ||  203  bien  la  usar]  etc.  add.  N  omittens  relique 
omnia,  usarla  bien   To,  bien  alcanzar  T 

204  ser  om.  Oi  ||  204^205  que  amansen]  que  amansan  0„,  amansar  T  || 
205  ay  om.  OJoT  ||  206  quej  y  To  |  que  tengan]  tener  T  "|  oye  Dios  T  || 
207  y,]  que  add.  T  |  y  tengan]  tener  T  |  tanta]  íntima  ToT  \\  208  que  ten- 
gan] y  tener  r  |  y]  que  add.  T  1 1  209  pongan]  en  add.  ToT  \  los  om.  O  |] 
210  pudiesen  O,,  pudiese  To  \  mejores  O  To 

213  hemos  ToT  ||  215  del]  al  T  ||  ¿16  Malaquías]  Mi.queas  Ojo  |  fuit 
cum  eo  O  ||  217  Exponatur  om.  T  |  quien  om.  To  |  bien  om.  T  |  obraba 
y  om.  T  II  218  conocía]  nos  add.  ToT  |  cuáles]  qué  tales  ToT  |  debemos] 
hemos  To  |  de  om.  T  ||  219  diciendo  om.  T  \  ni]  de  add.  O  To,  y  T  ||  220 


217    Cf.  Mal.  2,  5. 


1292  PLÁTICAS 


220  gre,  mas  nacido  de  Dios  y  hijos  suyos,  semejables  en  las 
costumbres  a  El.  No  viene  bien  ser  hijo  del  demonio,  como 
es  el  pecador,  para  ser  sacerdote.  Hijo  adoptivo  de  Dios  y 
muy  amado  de  El  es  razón  que  sea  el  que  ha  de  consagrar 
al  muy  amado  Hijo  de  Dios.  Padres,  sois  sacerdocio  real; 

225  reyes  santos  que  regís  vuestra  voluntad  y  pasiones  confor- 
me a  la  ley  de  Dios,  y,  rigiéndoos  bien  a  vosotros,  regís 
al  pueblo,  dándole  mayores  beneficios  y  ejercitando  cosas 
de  mayor  poder  que  los  reyes  de  la  tierra  sobre  sus  vasa- 
llos. Reyes  sois  de  la  tierra,  porque  la  despreciáis;  reyes  de 

230  los  hombres,  porque  los  regís  según  Dios.  A  los  demonios 
mandáis;  con  Dios  podéis  tanto,  que  lo  traéis  a  vuestras 
manos,  y  de  airado  lo  tornáis  manso.  ¿Quién  hay  que  reino 
tan  conforme,  poderoso  y  precioso  posea?  Y,  en  testimonio  de 
esta  dignidad  real,  está  mandado  que  los  sacerdotes  traigan 

235  corona,  la  cual  no  es  la  rasura  que  traemos  encima  de  la 
cabeza,  mas  los  cabellos  cercenados  por  las  orejas,  aunque 
ahora,  por  la  costumbre  tan  usada,  no  se  parece  esta  coro- 
na, por  andar  sin  cabellos.  Reyes  somos  y  gente  santa,  dice 
San  Pedro,  el  cual  aun  los  legos  pide  que  lo  sean.  ¡Cuánto 

240  más  nosotros,  a  los  cuales  dice  el  Señor:  Sancti  estote,  quia 
ego,  etc.! 

Diciendo  estoy  esto  y  hiriéndome  el  corazón,  mirándome 
a  mí,  que  habiendo  de  tener  santidad,  no  creo  que  tengo 
aún  el  principio  de  ella.  Gente  santa,  pueblo  que  Dios  ha  ga- 

245  nado,  y  que  se  llama  heredad  y  hacienda  suya,  porque  la 
principal  posesión  de  Dios  es  la  tierra  en  la  cual  ha  de  coger 
fruto  en  sí  y  en  los  otros.  Los  sacerdotes  somos  principal- 
mente diputados  para  la  honra  y  contentamiento  de  Dios  y 
guarda  de  sus  leyes  en  nos  y  en  los  otros.  Y  si  algún  tiem- 

250  po  vivimos  en  las  tinieblas  de  nuestros  pecados,  ya  el  Se- 
ñor nos  llamó,  dice  San  Pedro,  de  aquella  ceguedad  y  nos 
trujo  a  su  admirable  lumbre,  dándonos  su  gracia  y  lumbre 

mas  om.  O,  |  y  om.  T  ||  221  diablo  T  |  como]  lo  add.  T  \\  222  pecado 
O  O  ||  223  amado]  c  add.  T  II  224  Hijo]  natural  y  muy  amado  de  él  add.  To, 
natural  add.  T  |  Padres]  Padre  0,7",  om.  To  |  sacerdocio]  sacerdote  O, O,  || 
226  regís]  bien  add.  To  ||  228-229  sobre  sus -tierral  om.  0,-02  ||  229  "las 
desprecias  02  |  reyes.,]  huís  0„  ||  231  lo]  le  T  ||  232  hay]  habrá  To  ||  233 
poderoso]  rico  ToT  fy  om,  O'  |  precioso]  precio  O,,  preciado  T  |>|  234  dig- 
nidad] verdad  T  |  trayan  O,  |]  235  la  om.  T  |  encima  de]  sobre  To  ||  237 
agora  OJoT  |  por]  con  T  |f  239  aun]  "a  add.  ToT  II  240  más]  a  add.  ToT  \ 
quia]   quoniam  T 

242  estoy]  voy  To  \  y]  e  T  \\  243  a  mí  om.  T  II  244  aun  om.  O  ToT  \\ 
245  que  om.  T  |  suya]  de  El  O  ToT  ¡  la]  es  T  |l|  246  es]  en  OJoT  ||  247 
fructo  0„  |  principalmente]  particularmente  O  ToT  ||  248  deputados  0,7"o  | 
la  cnn.  b  ToT  |  honra]  de  Dios  add.  02  |  de  Dios  om.  OT,  suyo  "To  \ 
y  om.  o'to  H|  251  llama  To  |  Pedro]  Pablo  02  ||  252  trajo  O,  |  y]  la 
add.  To  | 2  dándonos  -  lumbre]  om.  02 


Z24    i  Petr.  2,  g. 

241   Lev.  19,  2. 

252   Cf.  1  Petr.  2,  9. 


I.     A   SACERDOTES  1293 


de  su  divina  doctrina,  con  que  nosotros  enderecemos  nues- 
tros pasos  conforme  a  la  voluntad  de  Dios  y,  hechos  lúci- 
Í55    dos,  anunciemos  a  los  que  están  en  tinieblas  las  virtudes  y 
bondad  de  aqueste  Señor  que  las  ejercitó  con  nosotros. 

Vivamos  la  santidad  Tales,  padres  míos,  y  tan  califica- 
que  el  sacerdocio        dos  hemos  de  ser  los  que  oficio  tan 

260  exiee  calificado  tenemos;  y  la  poca  es- 

8  tima  en  que  este  oficio  es  tenido, 

y  la  mucha  facilidad  con  que  se  toma,  y  la  poca  santidad 
con  que  se  trata,  no  son  bastantes  causas  para  que,  en  el 
servicio  de  Dios,  se  nos  deje  de  pedir  la  buena  vida  que  tal 
oficio  demanda;  que  no  es  oficio  éste  que,  por  santo  y  muy 

265  santo  que  sea  un  hombre,  se  deba  atrever  a  buscarle.  En- 
viado ha  de  ser  de  Dios  para  ello,  o  por  revelación  invisible, 
o  por  obediencia  de  perlado,  o  por  consejo  de  persona  a 
quien  deba  creer.  Y  aun  entonces  debe  temblar  con  el  gran 
peso  que  le  echan  a  cuestas,  que  basta  hacer  temblar  a  hom- 

270  bros  como  de  ángeles.  Y  si  hasta  aquí  habernos  sido  hom- 
bres poco  cuidadosos  en  mirar  la  grandeza  del  beneficio  que 
Dios  nos  ha  hecho  y  negligentes  en  el  servir,  sea  su  santo 
nombre  bendito,  que  nos  ha  esperado  hasta  ahora,  sufrien- 
do los  desacatos  que  le  hemos  hecho  en  el  mal  tratamiento 

275  de  su  santo  cuerpo  y  sangre  y  los  otros  pecados  y  negligen- 
cias que  hemos  cometido.  Y  no  sólo  sufrido,  mas,  con  deseo 
de  nuestra  enmienda,  nos  envía  perlado  que,  por  la  miseri- 
cordia de  Dios,  tiene  celo  de  nos  ayudar  a  ser  lo  que  debe- 
mos. No  trae  gana  de  enriquecerse,  no  de  señorearse  en  la 

P80  clerecía,  como  dice  San  Pedro,  mas  de  apacentarnos  en  bue- 
na doctrina  y  ejemplo  y  ayudarnos  en  todo  lo  que  pudiere, 
ansí  para  el  mantenimiento  corporal,  que  es  lo  menos,  como 
para  que  seamos  sabios  y  santos,  los  más  sabios  y  santos 


25S  hemos]  habernos  Ot,  debemos  T  ]  oficios  T  ||  259  cualificado  O,,  ca- 
lificados T  |  y  om.  To  |f  263  servicio]  juicio  ToT  |  nos]  les  T  |  que]  el 
add.  T  ||  264  que  om.  OJoT  \\  265  un]  gran  add.  T  |  debe  O,  |  buscarlo 
0,T,  Le  buscar  To  ||  266"  o]  y  T  ||  267  o  po^]  u  T  |  prelado  OJoT  | 
pór2  om.  T  |  por  consejo  de]  aconsejado  por  To  |  a]  de  Ta  \\  268  quien] 
se  add.  To  !  creer]  fiar  To  |  estonces  To  |  gran  om:  T  ||  269  basta]  para 
add.  O  T,  a  add.  To  |  a  om.  T  ]l  270  hombros]  hombres  To  |  como  om: 
OIToT  I  de]  y  To  |  hemos  To  \¡  271  hombres  om.  ToT  \  en]  para  To  || 
272  y  o  tu.  To  |  el]  le  O37o  ||  273  agora  To  \[  274  habernos  0„T  |  hecho] 
y  add.  T  ||  275  Cuenx>  santo  T  \\  276  habernos  0,T  |  cometido]  hecho  To  || 

277  enmienda]  y  salvación  add.  ToT  |  ha  enviado  O^ToT  |  prelado  ToT  l| 

278  tiene]  trae  O, ToT  |  lo]  los  T  ||  279  enriquecerse  To  |  no2]  ni  To  | 
enseñorearse  ToT  ]  en]  de  To  280  en]  con  O^ToT  |  buena]  su"  To  ||  281 
v]  con  buen  add.  O  ToT,  y  om.  To  |  en]  con  ToT  \  que]  él  add.  O^ToT  || 
282  así  O    |  corporal")  temporal  ToT  [|  283  seamos]  los  más  add.  O    \  ios 


28o    Cf.  I  Petr.  5,  3. 


1294 


PLÁTICAS 


del  pueblo,  como  San  Isidoro  dice  que  debemos  ser.  A  los 

285  perlados  manda  San  Pedro  que  hagan  estas  cosas  con  la 
clerecía,  y  a  la  clerecía  manda  que  sea  humilde  y  obedien- 
te a  su  perlado.  Y,  si  cabeza  y  miembros  nos  juntamos  a 
una  en  Dios,  seremos  tan  poderosos,  que  venceremos  al  de- 
monio en  nosotros  y  libraremos  al  pueblo  de  los  pecados; 

290  porque  así  como  la  maldad  de  la  clerecía  es  causa  muy  efi- 
caz de  la  maldad  de  los  seculares,  así  hizo  Dios  tan  podero- 
so al  estado  eclesiástico,  que,  si  es  el  que  debe,  influye  en 
el  pueblo  toda  virtud,  como  el  cielo  influye  en  la  tierra.  Y 
de  esta  manera  cobraremos  la  estimia  que  hemos  perdido 

295  con  el  pueblo  por  nuestra  negligencia;  cobraremos  los  años 
perdidos,  que  la  langosta  de  nuestra  negligencia  nos  ha  co- 
mido; seremos  agradables  a  los  ojos  de  aquel  Señor  que  ha 
puesto  los  suyos  sobre  nosotros,  para  elegirnos  entre  todos 
para  su  alabanza,  familiar  trato  y  servicio;  y  ganaremos 

300  nuestras  ánimas  y  las  de  muchos;  y  seremos  dignos  de  este 
excelente  nombre  de  sacerdotes  de  Dios,  y  mereceremos, 
con  su  gracia,  reinar  con  El  en  su  gloria. 

más  sabios  y  santos  om.  OtO.To  ||  284  debemos]  hemos  de  To  |  que  debemos 
ser  om.  T  ||  285  perlados  02"  |  Pedro]  Pablo  O.,  ||  287  prelado  ToT  |  si]  su 
O,  ||  288  uno  02T  I  seamos  02  |  venzamos  O^ToT  ||  289  en  nosotros  om.  T  \ 
yf  que  add.  |  libertemos  02ToT  ||  290  ansí  To  ||  291  seculares]  seglares 

To  |  ansí  ToT  ||  294  habernos  OT  ||  295  por  nuestra  negligencia  om.  T  \\ 
297  comido]  y  add.  0¿  ||  297-298  ha  puesto]  puestos  T  ||  298  los]  ojos  add.  T  \ 
para]  quiso  T  ||  299  alabanza]  y  add.  To  ||  300  y,  om.  T  |  dinos  T  ||  301 
sacerdote  ||  302  gloria]  Amén  add.  09T.  Esto  he  dicho  en  general,  y 
cuando  el  señor  provisor  me  lo. mandare  avisaré  de  algunas  cosas  particulares. 
Amén.  add.  To 


184  San  Isidoro  de  Sevilla,  Sent.,  1.  3,  c.  35,  1  (MJL  83,  707)  : 
«Sicuti  iniqui  et  peccatores  rninisterium  sacerdotale  assequi  prohi- 
bentur,  ita  indooti  et  imperiti  a  tali  officio  retrahantur.  lili  enim 
exemplis  suis  vitam  bonorum  corruinpunt,  isti  sua  ignavia  iniquos 
corrigere  nesciunt».  Cf.  De  ecclcs.  offic,  1.  2,  c.  5,  15-16  ;  c.  5,  4  : 
MX.  83,  785-  788- 

297   Cf.  Ioel  2,  25. 


A  SACERDOTES 


1295 


2       El  sacerdote  debe  ser  santo,  porque  tiene 
por  oficio  el  orar  * 

Segunda  plática  para  clérigos 

(Oña,  Arch.  Loyola,  Ms.  est.  8,  pfl.u.t.  4,  n.  55  bis,  ff.  133  r  -  138  v; 
Oña.  ibid.,  ff.  165  v-  173  r  ;  B.  N.  M.,  Ms.  3620  ff.  112  r  -115  v  Toledo 
Bibl.  Prov.,  Ms.  520,  ff.  58  v  -  68  v;  ed.   1595,  ff.   [BJ   v  -  [C,]  r.) 

Bonitatcm,  el  disciplinam.  et  scientiam...  [Ps.  n8,  66]. 

Pide  David  bondad    para  tratar  de  lo  que  conviene  a  la 
primero  que  todo    dignidad  del  altísimo  oficio  sacerdo- 
tal que  tenemos,  de  manera  que  tan 

5  gran  bien  no  se  nos  torne  en  mal,  me  pareció  traer  aquí 
en  medio  las  palabras  del  profeta  David,  que  en  sí  mesmo 
nos  enseñan  y  mueven  de  lo  que  nos  conviene  saber  y  te- 
ner, para  que,  viendo  nosotros  que  un  rey  temporal,  con 
tanto  cuidado  sabe  tan  bien  pedir  lo  que  ha  menester,  y  el 

10  mucho  afecto  con  que  lo  pide,  nos  esforcemos  nosotros, 
pues  nuestra  dignidad  y  peligro  es  mayor,  a  pedir  y  desear 
lo  que  nos  conviene.  Las  palabras  son:  Bonitatem,  et  disci- 
plinam, et  scientiam  doce  me,  que  parecen  ser  una  cosa  con 
los  tres  panes  que  el  Señor  dice  que  hemos  de  pedir  a  nues- 

15  tro  vecino  para  poner  delante  de  nuestro  amigo  que  v-iene 
de  camino  cansado. 

¡Oh,  válame  Dios!,  si  os  hubiesen  ya  dado  en  rostro  las 
vanidades  de  este  mundo,  que  como  sombra  se  pasan;  los 
placeres  sucios  de  la  carne,  que,  durando  tan  poco,  se  es- 

20  cotan  con  tormentos  eternos;  y  si  oyésemos  con  la  interior 
oreja  la  justa  amonestación  de  David:  Filii  hominum,  us- 
quequo  gravi  corde?  Básteos,  dice  Dios  en  el  profeta  Eze- 

Oj  =  Oña,  ff.  133  r  ss.,  02  =  Oña,  ff.  166  ss.,  iSr  =  B.  N.  M.,  To  =  Tole- 
do, T  =  Ed.  1595  ||  2  tractar  N  |  de  om.  T  ¡|  5  grande  NTqT  |  parece  T  || 
6  ansí  To  |  mismo  02,  mismas  T  |¡  7  enseñen  y  muevan  O^NToT  |  de]  a  T  || 
9-10  sabe  tan  bien -con  que]  om.  Oa  ||  11  peligro]  oficio  N  ||  12  son]  éstas 
add.  N  ||  13  parece  0,iVTo  ||  14  habernos  0,T  ]|  14-15  el  Señor  dice  -  vecino] 
hemos  de  pedir  a  nuestro  vecino,  como  Jo  dice  el  Señor  .V  ||  16  de]  del  T 
17  Oh  om  T  |  válasme  To  |  os]  nos  02NTo,  }os  r  ||  18  de  este]  del  To  \ 
sombras  T  |  se  om.  To  ||  19  sucios  om.  02  \  tan  poco  om.  O,  ||  20  eternos 
tormentos  To  |  Y]  Oh  To  |  la  om.  T  ||  20-21  oreja  interior  To  |  admonesta- 
ción  O,  ||  22  gravi  corde]  etc.  T  |  Bastaos  02  |  decir  02  |  en  el  profeta] 

*  La  primera  de  las  dos  copias  de  Oña  dice  sobriamente  :  «Se- 
gunda plática»  (f.  133  r).  La  segunda  copia  de  Oña  (f.  165  v),  el 
MS.  de  la  Nacional  (f.  112  r)  y  la  edición  de  1595  (f.  [B,]  v)  le  dan 
el  título  de  «Segunda  plática  para  clérigos».  Quien  transcribió  el 
Ms.  de  Toledo  puso  este  encabezamiento  :  «Segunda  plática  de  la 
dignidad  sacerdotal,  hecha  por  el  mismo  P.  Mtro.  Joan  de  Avila, 
clérigo,  insigne  varón,  en  la  misma  congregación  en  Córdoba» 
(f.  58  v). 

13    Ps.  118,  66.  22   Ps.  4,  3. 

16   Cf.  Le.  11,  5-6. 


1296 


PLÁTICAS 


quiel,  los  ^pecados  que  habéis  hecho,  casa  de  Israel.  ¡Qué 
justa  demanda!  ¿Hasta  cuándo,  padres  míos,  hemos  de  na- 

25  llar  gusto  en  pecar?  Ahítase  un  hombre  de  comer  perdices 
y  otros  buenos  manjares;  esle  pesado  continuar  un  mesmo 
ejercicio,  aunque  sea  bueno;  ¿por  qué  no  nos  dará  en  rostro 
el  manjar  que  mata,  el  ejercicio  que  es  la  mesma  maldad? 
Sentía  esto  San  Augustín  cuando,  llorando,  decía:  "¿Cuándo 

30  será,  Señor,  el  fin  de  mis  suciedades?"  Y  quejábase  verísi- 
mamente  de  la  tardanza  que  había  tenido  en  desengañarse 
de  los  engaños  de  las  criaturas  y  en  venir  en  conocimien- 
to de  Dios:  Sero  te  cognovi,  pulchritudo  tam  nova;  sero  te 
cognovi,  pulchritudo  tam  antiqua!  ¡Ay  de  aquel  que  no  está 

35  cansado  de  ofender  a  su  Criador,  y  que,  después  de  haber 
gastado  su  vida  andando  fuera  de  sí,  no  recibe  descontento 
de  ello  y  no  entra  en  sí  y  tiene  hambre  de  la  enmienda  de 
su  vida,  viendo  cuán  poco  contentamiento  ha  hallado  en  la 
pasada!  Y  quien  esto  hiciere  y  con  amargas  lágrimas  hu- 

40  biere  purgado  su  corazón  de  las  malas  afecciones  en  que  re- 
cibió gusto  y  hartura,  podrá  decir  a  nuestro  Señor  de  ver- 
dad: Mi  amigo  es  venido  de  fuera,  y  no  tengo  qué  ponerle 
delante;  prestadme,  Señor,  tres  panes  para  el  remedio  del 
cansancio  y  hambre  que  trae,  pues  la  vida  pasada,  ni  ver- 

45    dadera  hartura  ni  verdadero  contento  le  ha  podido  dar. 

Y  porque  David,  aunque  algún  poco  tiempo  pecó,  otro 
lloró,  y  le  fué  muy  más  amargo  el  lloro  que  sabroso  el  pe- 
cado, tuvo  interior  hamjbre  de  la  virtud  y  gracia  del  Señor, 
y  pídele  con  todas  sus  entrañas  que  le  dé  pan  de  bondad, 

50  y  pan  de  disciplina,  y  pan  de  ciencia;  en  las  cuales  palabras 
nos  enseña  lo  que  hemos  de  pedir  y  el  orden  con  que  hemos 
de  pedir:  bondad  es  lo  mejor  y  primero;  y  el  segundo  lugar 
tiene  la  disciplina;  y  el  tercero,  la  ciencia.  Si  no  hay  bon- 
dad, ¿qué  aprovecha  la  ciencia,  ni  buen  ejercicio,  ni  profe- 


por  02T  ||  23  Ezequías  02  |  Qué2]  Oh  cuán  02,  Oh  qué  T  ||  24  habernos 
02T  ||  26  mesmo  om.  U2NToT  ||  28  mata]  y  add.  T  |  misma  NToT  ||  29 
decía'  llorando  T  ||  31  verísimamente]  reciamente  OT,  recísimajnente  NTo  \ 
desengañarle  en  T  ||  32  en2J  el  add.  N  ||  33  Dios]  y  decía  add.  To  ||  36 
su]  la  To  ||  39  pasada]  posada  02.VT  ||  40  afecciones]  aficiones  T  ||  41  reci- 
bía T  |  podrá]  para  O,  podría  T  ||  42  es]  ha  O^NToT  |  le  poner  02  ||  43 
préstame  02NToT  |  el  om.  02ToT  ||  44  ni]  no  02  \\  45  verdadero]  entero  Oa  | 
contento]  contentamiento  02NToT 

46  algún  tiempo  peco]  algún  poco  tiempo  0¡  ||  47  le  fué]  fuéle  02  || 
48  pecado]  y  add.  T  ||  49  y  om.  T  ||  51  hemos  de]  habernos  de  02N, 
debemos  ToT  |  con  que]  como  T  ||  01-52  hemos  de]  debemos  02iV,  los 
debemos  To,  lo  debemos  7'  ||  52  lo  om.  T  |  yt]  lo  aidí.  ToT  ||  54  la  om.  To 


23    Cf.  Ez.  44,  6. 

30  San  Agustín,  Confess.,  1.  8,  c.  12,  28  (ML  32,  762)  :  «Quare 
non  hac  hora  finis  turpitudinis  meae  ?» 

34  San  Agustín,  Confess.,  1.  10,  c.  27,  38  (ML  32,  795)  :  «Sero 
te  cognovi,  pulchritudo  tam  antiqua  et  tam  nova!  sero  te  amavi!» 

4¿    Cf.  Le.  ii,  5. 


2.     A  SACERDOTES  1297 


55  cía,  ni  aun  hacer  milagros?;  pues,  aunque  todo  lo  tenga, 
si  la  caridad,  que  a  un  hombre  hace  bueno,  le  falta,  osada- 
mente pronuncia  San  Pablo:  Nihil  sumus.  No  se  engañe  na- 
die en  pensar  que  ha  de  poner  otra  cosa  en  el  primer  lugar 
de  su  cuidado  y  de  su  deseo,  sino  procurar  de  ser  el  que 

60  debe  y  que,  por  entender  en  la  salvación  de  los  otros,  él 
no  se  pierda.  Muy  usada  sentencia  es,  mas  plega  al  Señor 
sea  tan  entendida  cuanto  común:  ¿Qué  aprovecha  al  hom- 
bre que  gane  todo  el  mundo  si  pierde  a  su  alma?  Esto  nos 
quiso  decir  aquel  sabio  luchador  y  patriarca  Jacob  en  los 

65  grandes  sudores  y  trabajos  que  pasó  por  alcanzar  a  Raquel. 
Y  después,  viniéndole  su  hermano  al  encuentro  y  temien- 
do no  le  matase  su  gente,  puso  en  la  frontera  su  mujer  y 
hijos  menos  amados,  y  par  de  sí  a  Raquel  y  al  suyo,  con 
intento  que,  si  peligro  hubiese,  alcanzase  a  lo  que  menos 

70  valía  y  quedase  guardado  lo  que  más.  Josef  deja  la  capa  en 
las  manos  de  la  mala  mujer  por  escapar  la  vida;  y  Susana 
se  ve  en  aprieto  de  pecar  o  perder  la  vida  del  cuerpo  antes 
que  ofender  a  Dios,  y  libróla  Dios  del  un  mal  y  del  otro. 

Ai  sacerdote  se  le    He  dicho  esto  para  avisar  que  tenga- 
75      .  pide  santidad        mos  hambre,  y  la  principal  hambre, 
de  alcanzar  la  virtud,  la  gracia  del 
Señor,  el  ser  siervos  suyos  como  David,  que  pedía  una  cosa, 
y  espiritualmente  entendida  era  estar  en  la  gracia  del  Se- 
ñor. Y  con  este  corazón  pide  aquí  bondad  primero  que  todo. 
80    Mas,  si  como  fué  rey  fuera  sacerdote,  no  se  contentara 
con  decir:  Señor,  dame  bondad,  sino  dadme  santidad.  Por- 
que, si  la  bondad,  propria  del  rey,  la  santidad,  propia  del 
sacerdote ;  que  el  peso  con  que  se  pesaban  las  cosas  del  tem- 
plo que  se  habían  de  ofrecer  a  Dios,  era  mayor  que  el  peso 

II  53-54  Si  no  hay -ciencia]  om.  0(02¡V  ||  55  aun  om.  T  |  Pues]  ni  T  \ 
tengáis  N,  tengas  T  ||  56  si]  sin  0,02  |  hace  om.  O,  |  hace  a  un  hombre 
bueno  To,  hace  bueno  a  un  hombre  T  ||  67  sum  O^NToT  ||  58  en  pensar 
om.  Oa  |  primero  T  f|  60  los  om.  To  ]\\  61  plegué  T  |  al  Señor]  a  Dios 
NToT  H  63  a  su  alma]  su  ánima  O^ToT  ||  64  aquél]  aquí  el  02  ||  65 
trabajos  y  sudores  To  ]|  66  temiéndole  O  ,  temiéndolo  T  ||  67  frontera] 
a  add.  To  |  su,,]  la  T  |  y]  c  T  ||  68  y  ai]  con  el  To  |  suyo]  hijo  que- 
rido T  ||  69  hobiese  T  |  a]  en  N  ||  70  José  02  |  capa]  capaza  02  H  71  mala 
om.  02JV  |  Susana]  su  señor  que  0(  ||  72  o]  de  add.  NT  |  vida]  y  es- 
cogió perder  la  vida  add.  NToT  |!  73  líbrala  O,  í|  del  un  mal]  de  un  mal 
O2T0,  de  lo  uno  T  \  del2]  de  OTo,  de  lo  T  • 

74  uvisar  om.  T  |]  75  y  la  principal  hambre  om.  T  ||  77  siervo  suyo  T  || 
78  y  om.  Ol  |  entendida  espiritualmente  O,,  espiritualmente  entendía  iV, 
especialmente  entendida  To  |  es  T  |  la  om.  To  |  del  Señor]  de  Dios  NTo  || 
81  dame]  dadme  O^VToT  ||  82  bondad]  es  add.  O  NToT  |  propia  O  To  | 
santidad]  es  add.  02NToT  ,\  propria2  NT  |i|  83  que'  om.  T  ||  84  peso^  co- 


57  Cf.  i  Cor.  13,  2.  71  Cf.  Gen.  39,  12. 

63  Mt.  16,  26  ;  Me.  8,  36.  73  Dan.  13,  22  ss. 

'65  Gen.  29,  16-30.  77  Ps.  26,  4. 

68  Gen.  33,  2.  81  Cf.  Ps.  118,  66. 


1298 


PLÁTICAS 


85  que  se  usaba  fuera  del  templo,  para  que  entendamos  que 
el  peso  de  las  virtudes  de  los  que  tratamos  con  Dios  y  an- 
damos en  su  casa  y  le  ofrecemos  sacrificios  ha  de  ser  ma- 
yor que  el  de  la  gente  común;  y  debemos  exceder  tanto  en 
la  santidad,  cuanto  en  la  dignidad;  lo  cual  no  es  invención 

90  mía,  mas  verdad  de  la  Iglesia;  en  el  ofertorio  de  la  misa 
del  Santísimo  Sacramento  dice:  Sacerdotes  D.omini  incen- 
sum  et  panes  offerunt  Deo,  et  ideo  sancti  erunt. 

Yo,  padres,  tiemblo  de  aquella  palabra;  cuchillo  me  es 
y  causa  de  gran  confusión,  entendiendo  que  me  pide  santi- 
95  dad,  y,  por  ventura,  no  tengo  bondad.  ¡Oh  cuan  presto  pa- 
samos por  esto!  ¡Oh  cuán  poco  sentimos  la  altísima  alteza 
de  esta  dignidad!  Y  por  eso  ni  tenemos  temor  de  meternos 
en  ella  ni  administrarla  después;  ni  aun  por  ventura  tene- 
mos compunción  de  cuán  bajos  quedamos  para  ser  lo  que 

100  debemos,  según  lo  pide  tal  dignidad.  No  era  este  oficio,  pa- 
dres míos,  sino  para  gente  escogida  de  Dios,  que  excediese 
a  los  otros  en  virtud,  como  el  rey  Saúl,  que  excedía  a  todo 
el  pueblo  de  los  hombros  arriba.  Y  San  Isidoro  dice  que 
el  más  santo  y  más  docto  que  hubiere  en  el  pueblo,  aquél 

105  sea  elegido  en  sacerdote.  Somos,  padres  míos,  no  sólo  sa- 
crificio de  Dios,  cuya  parte  se  quemaba  en  honra  de  Dios 
y  otra  parte  se  comían  los  hombres;  todos  enteros  hemos 
de  ser  encendidos  en  el  fuego  del  amor  de  Dios,  como  el  ho- 
locausto, que  todo  era  quemado  en  honor  de  Dios,  sin  que 

110  llevasen  nada  los  hombres.  Y  a  quien  le  parece  esta  santi- 
dad mucha  o  dificultosa,  oiga  la  causa:  que,  por  ventura, 
le  parecerá  que  aun  no  se  pide  tanto  cuanto  ella  merece. 


mún  add.  O  ToT  |i|  86  tratan  0,7o  ||  87  sacrificio  To  ||  88  y]  que  add.  02, 
le  add.  NToT  |  debemos]  también  add.  N  ||  90  mas]  sino  r  ||  90.  Santísimo 
Sacramento]  Sumo  Sacerdote  0  02  |  dice  om.  Oi  ||  92  offerant  0¡  |  erant] 
Deo  suo  add.  T 

93  aquellas  palabras  T  ||  94  entendiendo]  viendo  02NToT  ||  95  cuán] 
qué  02NTo  |i|  96  Oh]  y  02NToT  |  sentimos]  de  add.  0.¿N  \  altísima  om.  To  || 
9i7  ni]  no  To  |t|  98  nij  de  add.  T  \\  991  lo]  los  N  |i]  102  que  om.  ToT  | 
a2  om.  N  ||  102-103  todo  el]  los  otros  del  To  ||  103  hombros  arriba]  he- 
breos T  |  Isidro  N  ||  104  hubiese  To  ||  106  sacrificio]  sacerdotes  Ofi2  \\ 
107  se  om.  ToT  |  comían]  comunican  N  |  habernos  T  ||  108  en]  con  NToT  | 
fuego  del  om.  To  \  de  Dios]  divinal1  02NToT  \l¡  110  pareciere  T  ||  111  o] 
y  T  |  o  dificultosa  om.  N  |  oya  OT,  diga  To  112  se]  le  add.  O,,  le  T  \ 
cuanto]   como  Oa 


92  Cf.  Ier.  21,  6;  Miss.  Rom.,  Fest.  Ssmi.  Corp.  Christi,  of/crtor. 
103    i  Reg-  io,  23. 

105   San  Isidoro  de  Sevilla,  Scnt.,  1.  3,  c.  35,  1  ;  De  eccles. 
offic.,  1.  2,  c.  5,  15-16  ;  c.  5,  4  :  ML  83,  707  ;  785.  788. 
110   Lev.  6,  9  ss. 


2.     A  SACERDOTES 


1299 


Debe  ser  santo  por-  Pedís,  Madre  Iglesia,  que  seamos 
que  con  su  oración    santos  vuestros  sacerdotes.  ¿Por  qué 

115       ha  de  amansar        car£a  tan  Srande>  <3ue  de  sól°  oírla 
I>ios  hace  temblar?  — Ella  lo  declara,  di- 

ciendo: Incensum  et  panes  offerunt 
Deo.  — '¿Tan  gran  cosa  es  ofrecer  incienso  y  ofrecer  panes, 
cuanto  y  más  si  son  los  de  la  proposición,  que  en  el  templo 

120  de  Salomón  se  ofrecían?  ¿Para  incensar  y  ofrecer  unos  pa- 
nes pedís  santidad?  Pues  ¿qué  será  para  incensar  espiri- 
tualmente  y  ofrecer  un  pan  que  del  cielo  vino,  Jesucristo 
nuestro  Señor,  figurado  en  aquellos  panes,  y,  siendo  uno, 
vale  más  que  todos  juntos  y  más  que  todo  el  mundo  y  que 

125    el  cielo  y  cuanto  en  ellos  está  encerrado? 

¡Oh  qué  gran  negocio  es  incensar  y  ofrecer  este  sacrificio, 
y  andar  estas  cosas  juntas,  porque  para  hacerse  bien  y  ser 
valerosas  no  se  ha  de  apartar  una  de  otra!  El  incensar  es 
orar;  y  aquel  ha  de  tener  por  oficio  el  orar  que  tiene  por 

130  oficio  el  sacrificar,  pues  es  medianero  entre  Dios  y  los  hom- 
bres, para  pedirle  misericordia;  y  no  a  secas,  sino  ofre- 
ciéndole el  don  que  amansa  la  ira,  que  es  Cristo  nuestro 
Señor.  Y  de  este  cargo  que  el  sacerdote  tiene  dice  San  Cri- 
sóstomo  las  siguientes  palabras:  "El  que  tiene  oficio  de  le- 

135  gado  por  una  ciudad — mas  ¿qué  digo  por  una  ciudad?,  an- 
tes por  todo  el  mundo  universo — y  ruega  que  Dios  se  aman- 
se a  los  pecados  de  todos,  no  solamente  a  los  vivos,  mas 
de  los  muertos,  ¿qué  tal  pensáis  que  debe  ser?  Y  no  pienso 
que  la  confianza  de  Moisés  y  Elias  es  bastante  para  tal  ora- 

140  ción;  porque,  corrió  a  hombre  que  le  es  encomendado  todo 
el  mundo  universo  y  que  es  padre  de  todos,  así  se  allega 
rogando  a  Dios  que  se  apacigüen  las  guerras  dondequiera 
que  las  haya;  que  se  deshagan  los  alborotos;  que  se  pacifi- 
quen todas  las  cosas;  que  se  ponga  fin  y  remedio  a  todos 

145  los  males  que  hay,  privados  y  públicos ;  de  manera  que  tan- 
to ha  de  anteceder  a  todos  en  eminencia  de  virtud  este  tal 

114  vuestros  om.  0¡  |  por  qué]  es  add.  T  ||  115  tan  grande  carga  To  | 
que]  porque  N  |  de  om.  T  |  sola  O,  |  oírlo  NToT  |;¡  116  Vos  lo  declaráis 
T  |i|  117  offerunt  0„.VT*o  H  118  incensó  O,  |  ofrecer2  om.  To  ||  119  y  om. 
NToT  |  los]  panes  add.  02,  om.  To  ||  120  ofrecía  N  |  y]  para  add.  T  || 
122  Cristo  N  ||  123  y]  que  add.  NT  ||  124  todo  om.  O  NToT  |  que  om 
NToT  |:|  125  ello  T  |  encerrado]  criado  OnNToT 

126  este]  santo  add.  NToT  ||  127  andan  T  |  hacer  NT  ||  128  valerosos 
T  |  incensar]  encienso  7"  ||  129-130  el  orar  que  tiene  por  oficio  om.  N  ||  130 
pues]  que  add.  NToT  ||  131  y  om.  NToT  f|  132  Jesucristo  NToT  ||  133  Y 
om.  T  |  tiene]  de  orar  add.  O.NToT  ||  136  antes]  mas  To  ]|  137  de  om.  T  | 
sólo  To  |  a2]  de  02NToT  |  vivos]  que  viven  NToT  ||  138  piensas  O^NToT  \ 
debe]  de  add.  ToT  \  Y]  Yo  NTo  \\  139  del  Moisén  02,  de  Moisén  ToT  j 
y]  de  add.  To  |  Elias]  hechos  0}  ||  140  a  om.  O  T  |  que]  a  quien  O^T  \ 
todo  om.  02T  ||  141:  el  mundo  om.  O,  |  ansí  To  \  allega]  llega  N,  ha  de 
llegar  T  ||  143  haya]  oyan  To  \  alborotos]  y  add.  T  \  pacigüen  To  ||  144 
las  om.  02  ||  145  que  hay  om.   T  ||  146  anteceder]  exceder  T  |  en]  con 


122    Cf.  lo.  6,  42. 


1300 


PLÁTICAS 


rogador,  cuanto  excede  y  se  diferencia  en  el  oficio.  Pues, 
cuando  llamare  al  Señor  Santo,  y  sacrificare  aquella  Hostia 
digna  de  reverencia,  y  tocare  al  Señor  de  todos,  dime,  ¿dón- 

250  de  pondremos  este  tal  con  nuestra  estimación?  ¿Cuánto 
resplandor  pidiremos  que  tenga  y  cuán  gran  religión?  Pá- 
rate bien  a  pensar  qué  tales  conviene  que  sean  aquellas  ma- 
nos que  son  ministras  de  cosas  tan  grandes;  qué  tal  ha  de 
ser  la  lengua  que  pronuncia  tales  palabras,  o  qué  cosa  ha 

155  de  haber  más  limpia,  más  santa,  que  el  ánima  de  aquel  que 
ha  de  recebir  tal  espíritu?" 

A  mí,  padres,  espántanme  mucho  aquestas  palabras,  que 
piden  tan  gran  fuerza  de  oración,  que  aproveche  a  todo  el 
mundo;  para  la  cual  dice  este  Santo  que  le  parece  pequeña 

160  la  confianza  de  Moisés  y  Elias,  el  uno  de  los  cuales  alcanzó 
perdón  para  aquel  grande  ejército  que  por  el  desierto  iba, 
y  el  otro  cerraba  el  cielo  cuando  le  parecía,  para  que  no 
lloviese,  y  abríale  cuando  quería,  y  con  su  oración  traía 
fuego  del  cielo  y  mataba  a  vivos,  y  también,  con  su  ora- 

165  ción,  daba  vida  a  los  muertos.  ¡Ay  de  mí,  si  la  confianza 
de  éstos  aun  no  basta  para  la  oración  que  el  sacerdote  ha 
de  hacer  por  todo  el  mundo;  pues  que,  siendo  mi  oficio  ma- 
yor, aun  no  llegó,  ni  aun  con  mucho,  a  la  fuerza  del  orar 
ni  a  la  santidad  de  aquellas  personas!  ¡Oh!  Cuando  seamos 

170  presentados  en  el  juicio  de  Dios  y  nos  hagan  cargo  de  las 
guerras  que  hay,  de  las  pestilencias,  de  los  pecados,  de  las 
herejías,  porque  no  hicimos  nosotros  lo  que  era  de  nuestra 
parte  para  que  no  las  hubiera,  y  de  todos  los  males  espiri- 
tuales y  corporales  que  hay  en  el  mundo;  por  ventura  amar- 

175  gará  entonces  a  alguno  el  haber  sido  sacerdote  y  le  parece- 
rá entonces  la  honra  de  besarse  la  mano,  de  las  ricas  ves- 
tiduras, de  la  honra  sacerdotal  y  aun  de  la  renta,  carga  tan 
pesada,  que,  por  todo  el  mundo,  no  la  quisiera  haber  to- 
mado sobre  sus  hombros. 

O^NToT  |  eminencia]  influencia  T  ||  147  el]  mismo  add.  O^NT  ||  148  Se- 
ñor] Espíritu  NToT  ||  149  tocare]  tomare  To  ||  150  pornemós  a  add.  NTo, 
pondremos  a  add.  T  |  con]  en  O,  |  vuestra  T  |  estimación]  Dime  add.  T  || 
151  pediremos  NToT  ||  152  bien  'om.  NTo  |  convienen  To  ||  153  ministros 
To  H  154  pronuncie  ToT  ¡J  155  limpia]  ni  add.  N,  o  achí.  To,  y  add.  T  || 
156  recibir  N 

157  espántame  O,  |  éstas  02NToT  ||  159  la]  lo  02NToT  |  1c  om.  To  | 
par'xc]  es  add.  T  |¡[  160  Moisén  T  |  y]  de  add.  NT  \  cuales]  con  la  fuerza 
de  su  oración  add.  T  |  alcanzó]  con  la  oración  add.  To  |]  161  grande]  gran 
NT,  om.  To  |  iba]  habla  02  ||  162  para  om.  ToT  |l|  163  abríalo  0,NT  || 
164  a  om.  NT  |  también  om.  To  ||  166  éstas]  santos  O,  ||  168  aun,  om. 
O  T  |  aun,  om.  NToT  |  del]  de  To  ||  172-173  porque  no  hicimos  -  hubiera] 
om.  T  |||  173  hobiera  To  ||  174  y  corporales  om.  To  \\  175  algunos  N,  a 
alguno  entonces  To  \  a  alguno  el  om.  T  ||  176  entonces  om.  ToT  |  besarse] 
vérsele  N,  besalle  To,  besarles  T  \  la  honra  -  mano]  y  el  autoridad  02  |1 
178  quisieran  T  ||  179  tomado]   tenido  02 

156  San  Juan  Crisóstomo,  Dc  sacerdat.,  1.  6,  4  :  MG  48,  680  s. 
161    Cf.  Ex.  32,  10-14  ;  N'uni.  14,  13  ss. 
165   Cf.  3  Reg.  17,  18. 


A  SACERDOTES 


1301 


t80  Cosa  recia  de  pensar  que,  no  siendo  para  orar  por  mí, 
y  que  he  menester  ayuda  de  mis  vecinos  para  que  me  aman- 
sen a  Dios,  que  yo  he  provocado  a  ira  con  mis  pecados,  y 
siendo  tan  poco  espiritual  que  ni  siento  ni  lloro  mis  defec- 
tos ni  mis  pecados,  me  piden  tan  vivo  sentido  y  entrañas 

185  tan  encendidas  de  caridad,  que  sienta  los  males  del  mundo 
como  si  fuese  padre  de  todo  el  mundo;  y  tenga  tal  santi- 
dad, que  me  ose  poner  a  la  ira  de  Dios  y  tornarlo,  de  eno- 
jado, pacífico,  y  de  castigador,  perdonador.  De  Aarón  cuen- 
ta la  Escriptura  que,  andando  el  fuego  del  castigo  de  Dios 

190  quemando  la  gente  de  los  reales,  tomó  un  encensario  en  la 
mano  y  se  puso  entre  los  muertos  y  los  que  quedaban  vivos; 
y,  orando  y  incensando  al  Señor,  hizo  que  parase  su  ira. 
Padres,  ¿hales  acaecido  esto  algunas  veces?  ¿Han  peleado 
tan  fuertemente  con  Dios,  con  la  fuerza  de  la  oración,  que- 

.195  riendo  él  castigar  y  suplicándole  que  no  lo  hiciese,  que  haya 
dicho  Dios:  ¡Déjame  que  ejercite  mi  enojo!,  y  no  querer 
nosotros  dejarlo,  y,  en  fin,  vencerlo?  ¡Ay  de  nos,  que  ni 
tenemos  don  de  oración  ni  santidad  de  vida  para  ponernos 
en  contrario  de  Dios,  estorbándole  que  no  derrame  su  ira! 

200    El  sacerdote,  ^  hom-    y  aun  no  sé  si  entendemos  nombre 
bre  de  oración        de  oración;  porque,  como  San  Hie- 
rónimo  dice,  este  negocio  más  se 
hace  con  gemidos  que  con  palabras;  y  aquél  solo  sabe  ge- 
mir como  debe,  para  que  su  oración  tenga  fuerza,  a  quien 
205   el  Espíritu  Santo  le  enseñare  este  modo  de  orar.  De  esto 
nos  avisa  San  Pablo  diciendo:  Nosotros  no  sabemos  qué  ni 
cómo  hemos  de  orar;  mas  el  Espíritu  ora  por  nosotros  con 
gemidos  que  no  se  pueden  contar.  El  Espíritu  Santo  en  sí 

180  siendo]  yo  add.  O^NToT  |  por]  para  02  ||  181  me  om.  02  ||  182 
que]  a  quien  T  ||  183  desiertos  Ot  |:|  183-184  defectos  ni  pecados  02T,  de- 
fectos y  pecados  N,  pecados  y  defectos  To  ||  184  pidan  NT  |  sentido]  sen- 
timiento To,  vivos  sentidos  T  \\  186  de]  en  O^NToT  |  del]  de  todo  el  T  || 
186  fuere  T  |  de  todo  el]  del  O,  |  mundo  om.2  To  |,|  187  oponer  NTo  \  tor- 
narle To  |!  189  la]  sagrada  add."  N  |  Escritura  To  f|  190  un]  el  T  |  incen- 
sario NT  ||  192  y  orando]  llorando  T  |  y  ]  e  0?N  ]  encensando  O2NT0  | 
Señor]  y  add.  T  \\  194*195  quiriendo  To  |;|  196  suplicando  NT  |  que2  om.  T  || 
197  vosotros  OnNToT  |  dejarle  ToT  |  vencerle  T  \  nos]  nosotros  02  ||  199 
derramase  T 

200  entendemos]  este  add.  To.  el  mismo  add.  T  ||  202  Jerónimo  O^T  | 
negocio]  de  oración  add.  T  ||  205  Espíritu  Santo  le]  Señor  lo  O,  ||  206  di- 
ciendo] de  esto  add.  To  ||  207  habernos  O^NToT  |  Espíritu]  Santo  add.  To  | 
ora]  con  nosotros  digo  add.   N   ||  206-208  El   Espíritu  Santo  -  contar]  om. 


192  Cf.  Num.  1 6,  47-48. 
197  Cf.  Ex.  32,  10-14. 

■203  Cf.  Pseudo-Agustín,  Scrm.  47,  1  (ML  39,  1838)  :  «Lice/t  alta 
sit  térra,  alfrum  caelum  ;  audit  tamen  Deum  hominis  linguam,  si 
mundam  habeat  conscientiam.  Cum  sensibus  loquitur,  si  sit  solus  nos- 
ter  gemitus.  Sufficit  auribus  irraber  oculorum,  fletus  citius  audit  qnam 
voces».  208   Rom.  8,  26. 


1302 


PLÁTICAS 


mismo  no  padece  ni  gime;  dícese  que  pide  con  gemidos,  que 

210  no  se  pueden  contar,  porque  hace  gemir  a  nuestros  cora- 
zones gemidos  que  no  se  pueden  contar.  ¿Qué  andamos  pi- 
diendo que  nos  digan  cómo  hemos  de  orar  en  el  "memento" : 
quién  porné  primero,  quién  porné  después,  para  que,  en 
espacio  de  dos  o  tres  credos,  pasemos  aquello  por  la  me- 

215  moria?  ¡Y  con  esto  hemos  bien  orado,  y  procedemos  luego 
a  la  consagración!  ¡Oh  dolor  grande!  ¿Y  así  se  ha  Dios 
de  amansar?  ¿Así  se  ha  de  alcanzar  la  paz  de  las  guerras, 
la  fe  para  los  infieles,  la  conversión  para  los  pecadores  y 
el  estar  los  justos  en  pie?  ¿Con  cosas  que  tan  poco  cues- 

220  tan  pensamos  de  alcanzar  cosas  de  tanto  precio?  ¿Y  ora- 
ción que  parece  de  burla  ha  de  alcanzar  cosas  de  tanto  tomo 
y  verdad?  Gemidos,  gemidos  nos  son  pedidos,  y  no  que  sal- 
gan de  sentimiento  de  cosa  temporal,  ni  que  salgan  de  la 
voluntad  guiada  por  razón,  mas  inspirados  por  el  Espíritu 

225  Santo,  tan  imposibles  de  ser  entendidos  por  los  que  no  los 
tienen,  que  aun  los  que  los  tienen  no  los  saben  contar. 

Padres  míos,  ¿saben  qué  tales  han  de  ser  los  gemidos 
que  demos  los  sacerdotes  en  el  acatamiento  de  Dios,  pidien- 
do remedio  para  todo  el  mundo?  Como  dice  San  Basilio, 

230  que  ansí  como  en  el  oficio  sacerdotal  representamos  la  per- 
sona de  Jesucristo  nuestro  Señor,  así  le  hemos  de  represen- 
tar e  imitar  en  los  gemidos  y  oración  que  el  oficio  sacerdo- 
tal pide.  Párense  bien  a  mirar  en  su  rincón,  cuando  se  apa- 
rejan a  decir  misa,  con  qué  afectos,  gemidos  y  lágrimas, 

235  compasión,  puesto  el  Señor  en  la  cruz,  derramando  la  san- 
gre de  fuera,  oraba  dentro  por  todo  el  mundo;  y  procuren 
de  le  pedir  semejanza  de  aquel  espíritu,  parte  de  aquel  co- 
razón tan  espinado,  para  que,  pues  nos  llegamos  a  rogar  en 
su  nombre  por  todo  el  mundo,  y  a  El  tenemos  en  el  altar 

240  en  las  manos,  tengamos  en  el  corazón  la  semejanza  de  su 
gemido,  para  que  como  El,  ofreciendo  con  lágrimas,  como 

O^NT  ||  212  habernos  OnNToT  |  momento  To  |;|  213  pondré^  T  ||  214  o 
tres  om.  To  |  aquellos  Ó^ToT  ||  215  esto]  eso  N,  pensamos  que  add.  T  | 
habernos  T  |  Juego]  después  To  \]  216  ansí  ToT  ||  217  ansí  OJoT  ||  218 
para  ]  por  O  ||  219  en]  gracia  y  en  add.  02  |  cosa  y  ToT  ]|  219-220  cuesta 
NToT  ||  220  de,  om.  O  NToT  |  cosa  T  |  tanto]  tan  alto  To  ||  221  cosas  de 
tanto]  cosa  de  tan  alto  To  ||  222  gemidos,]  gemidos  add.  N  |  pedidos]  de 
Dios  add.  02To  ||  223  que  om.  O  \  la  om.  T  ||  223-Í224  de  la  voluntad  om 
To  ||  224  por^  la  add.  02  |  razón]  natural  add.  To  |  el  om.  T  H  225  im- 
posible es  Oa  '|  por]  de  To  ||  229  los]  om.  OO^ 

220  dijo  O  NT  ||  230  ansí]  si  así  N  |  en  om.  0¡  |  sacerdotal  om.  To  || 
231  Jesucristo]  nuestro  Señor  add.  NT  |  ansí  To  |  la  habernos  T  ||  232  e] 
y  To  |  oraciones  NTo  ||  233  Párense]  Procúrense  padres  míos  O  [  a  mirar] 
aparejar  02,  a  pensar  NToT  ||  233-234  aparejen  To  \  a]  para  O  NToT  | 
Misa]  y  piensen  add.  02  |  afecto  NToT  |i|  235  compasión]  con  qué  pasión 
O  ,  compasión  y  (om.  T)  gemidos  y  lágrimas  ToT  ||  236  oraba]  de  add.  03N, 
orarla  de  7"  ||  236-237  le  procuren  de  To  |i|  238  lleguamos  0¡  \\  238-239  3en 
su  nombre  om.  To  |  a  El]  le  02NToT  ||  240  en,]   con  To  ||  240-241  sus 

233   Cf.  San  Basilio,  Moral.,  reg.  56,  c.  5  :  MG  31,  786  s.  . 


 2.     A  SACERDOTES   lóOá 

dice  San  Pablo,  fué  oído  del  Padre  por  su  reverencia,  así 
nosotros,  orando  y  gimiendo  a  semejanza  de  El,  seamos 
oídos  por  El. 

Y  si  alguno,  entre  los  cuales  soy  yo,  se  atemoriza  y  con- 
fundiere de  ver  su  sequedad  de  su  corazón  en  su  oración, 
el  poco  sentimiento  que  tiene  de  los  males  ajenos,  la  poca 
fuerza  y  la  poca  santidad  para  que  su  oración  haga  fuerza 
al  Omnipotente,  y  que  sus  gemidos  son  tan  breves  y  fáci- 
les, que  quienquiera  los  puede  contar;  y,  en  fin,  se  ve  lejos 
de  tener  aquel  don  de  oración  infundido  por  el  Espíritu 
Santo,  tan  necesario  para  bien  ejercitar  el  oficio  sacerdo- 
tal de  ser  abogados  por  los  hombres  en  el  tribunal  de  Dios; 
y  este  tal,  así  atemorizado  y  compungido,  me  preguntare: 
"Padre,  ¿qué  haré,  que  muy  lejos  estoy  de  saber  ni  tener 
los  negocios  de  esa  oración?",  decirle  he  que,  si  no  es  sacer- 
dote, que  no  tome  el  oficio  de  abogar,  si  no  sabe  hablar. 
Y  diría  yo  que  no  sé  con  qué  conciencia  puede  tomar  este  ofi- 
cio quien  no  tiene  don  de  oración,  pues  que  de  la  doctrina 
de  los  santos  y  de  la  Escriptura  divina  parece  que  el  sacer- 
dote tiene  por  oficio,  según  hemos  dicho,  orar  por  el  pue- 
blo; y  este  orar,  para  ser  bien  hecho,  pide  ejercicio,  cos- 
tumbre y  santidad  de  vida,  apartamiento  de  cuidados,  y, 
sobre  todo,  es  obra  del  Espíritu  Santo  y  don  suyo  particu- 
lar, no  dado  a  todos,  mas  a  quien  El  quiere;  y  a  quien  El 
le  daba  en  el  principio  de  la  Iglesia,  como  dice  San  Crisós- 
tomo,  oraba  y  gemía  y  enseñaba  a  los  otros  a  orar:  Quien 
no  tiene  estilo  de  abogar  en  el  audiencia  divina,  distintísi- 
mo de  la  audiencia  de  acá,  y  que,  puesto  de  rudillas,  cuan- 
do no  hay  oración  vocal  que  hacer,  está  como  un  mudo  de- 
lante de  Dios,  ¿con  qué  desvergüenza  tiene  oficio  de  orar 
sin  lengua  del  cielo?  Y  aunque  este  tal  lo  hace  muy  mal, 
no  sé  si  lo  hace  peor  el  perlado  que  ordena  sin  examinar 
en  esta  cualidad  al  ordenado;  porque,  como  maestro  y  guía, 

gemidos  02NT  \\  242  del]  de  su  To  |  por  su  reverencia  del  Padre  O  |  ansí 
ToT  ||  243  orando]  llorando  02 

245  algunos  T  |  atemorizare  02NTo,  atemorizaren  T  |  y]  se  add.  O  ||  246 
coufuedieren  T  |  suj  la  02NToT  |  su3]  la  02NToT  ||  247  el]  del  T  f  tienen 
T  |  que  tiene  de]  en  To  |  la]  a  T  ||  247-248  la  poca  fuerza  y  ora.  To  ||  248 
la  om.  NT  |  que]  en  add.  T  |  hagan  T  ||  350  quienquiera]  quera  O  |  los] 
lo  Ojo  |  contar]  confiar  N  |  fin]  si  add.  T  ||  251  el  om.  T  \\  252  necesario] 
necio  02  |  bien  ora.  To  ||  253  abogado  02NToT  ||  254  este  tal]  estar  N  | 
ansí  To  |  me  om.  N  ||  255  ni]  y  To  |  tener]  entender  O  ,  tener  y  saber  T  || 
256  esa]  la  02N,  esta  T  \  decirles  N  ||  257  el  om.  O^NToT  ||  260  Escritura 
Tq  I  divina  ora.  To  ||  261  habernos  T  |  dicho]  el  add.  O  ||  263  y  om.  O  NT  | 
apartamientos  T  ||  264  del]  del  NTo  ||  265  mas]  sino  To  ||  266  Je]  lo  02NToT  | 
Iglesia]  oraban  y  gemían  add.  T  |  Grisóstomo  O  ||  267  oraba]  y  add.  NTo  | 
oraba  y  gemía  om.  T  |  y2  om.  02N  |  enseñaban  r  |  orar]  y  add.  O  To  ||  268 
tiene]  este  add.  To  \  el]  la  0}T  ||  269  de  Ja]  del  To  |  que  om.  02"[  rodillas 
02NToT  ||  270  hacer]  rezar  ü2NToT  ||  271  tiene]  toma  NTo,  tomo  el  T  | 
tiene  oficio  de  orar  ora.  02  ||  273  prelado  ToT  ||  274  calidad  02NT  \  al  orde- 


242   Hebr.  5,  7. 


1304 


PLÁTICAS 


275  y  por  la  mucha  experiencia  que  ha  de  tener  de  la  fuerza 
y  provecho  de  la  oración — que,  como  San  Gregorio  dice,  ha 
de  tener  experiencia  que  su  oración  es  tan  poderosa  delan- 
te de  Dios  que  alcanza  lo  que  pide — ,  debe  este  tal  desen- 
gañar al  que,  sin  tener  este  don,  se  quiere  ordenar,  porque 

280   no  vaya  sobre  él  la  falta  del  otro. 

Mas  ¿qué  hará  quien  ya  es  sacerdote?  Que  llore,  por- 
que inconsideradamente  lo  fué,  sin  pararse  primero  a  con- 
tar muy  despacio,  como  el  Señor  dice,  si  tenía  suficientes 
expensas  para  edificar  en  sí  la  torre  altísima  de  la  majes- 

285  tad  sacerdotal;  y  tema,  y  mucho  tema,  no  le  acaezca  lo  que 
el  Señor  dice,  que,  viendo  que  no  tiene  lo  que  era  menester 
para  edificación  de  la  torre,  hagan  burla  de  él  y  le  digan: 
este  hombre  comenzó  a  edificar  y  no  lo  pudo  acabar. 

¡  Ay  del  sacerdote  que    Libra,  Señor,  por  tu  misericordia 
290    no  tiene  vida  canfor-    a  cuantos  estamos  aquí  y  a  todos 
me  a  su  dignidad.!      \os  ^e  son  ttus  ministros,  no  mo- 
&  fen  de  nosotros  los  demonios  en 

el  infierno,  dándonos  en  rostro  que,  teniendo  alteza  de  sacer- 
docio, tuvimos  vida  muy  baja,  indigna  y  desproporciona- 
295  da  de  la  dignidad.  Temamos,  padres,  temamos;  que  Juez  te- 
nemos a  quien  dar  cuenta,  y  cuenta  más  estrecha  que  la 
gente  del  pueblo,  la  cual,  como  ha  recebido  menos,  dará 
menor  cuenta;  mas  a  nosotros  se  endereza  de  lleno  en  lleno 
aquella  terrible  y  verdadera  palabra  que  dijo  el  Señor:  A 
300  quien  mucho  es  dado,  mucho  le  será  pedido.  Y  en  un  sal- 
mo que  el  profeta  David  cuenta  de  la  venida  de  Dios  a  juz- 
gar, lo  primero  que  cuenta  es  que  dijo  Dios  al  pecador: 
¿Por  qué  cuentas  mis  justicias  por  tu  boca?  Si  rezar  los 
psalmos,  si  las  oraciones,  si  las  palabras  de  Dios,  es  cosa 

nado]  de  ordenado  N,  ai  que  ordena  To  ||  276  la  om.  Oz  |  que  om.  T  \'  dice 
San  Gregorio  02,  dice]  ya  add.  To  ||  278  alcance  Oa  |  que2]  le  add.  NT  ]>|  279 
tener  om.  T 

281  es  ya  T  ||  282  primero  om.  T  |i|  283  despacio]  espacio  To  |  si  tenía 
om.  OjN  H  284  majestad]  dignidad  Ta  ||  286  y2  om.  To  |  tema2  om.  To  \\ 
286  tuvo  O  NToT  |  lo]  la  T  |  era]  hubo  Oo  |  era  menester]  el  Señor  dice 
To  ||  287  para]  la  add.  T  |  edificación]  el"  edificio  O,  |  le  om.  T  ||  288 
lo  om.  02 

290  a,]  todos  add.  N  ||  293  tiniendo  To  ||  295  la]  taü  O  NToT  |  degni- 
dad  N  |  joez  02  ||  296  y  cuenta  om.  To  |  la]  otra  add.  ü2  ||  297  recibido  N  | 
menor]  menos  02ToT  ||  298  enderezara  N  ||  299  palabra  terrible  y  verdadera 
02,  y  verdadera  pm.  To  |  el  Señor  dijo  02  ||  300  mucho^  le  add.  To  |  le 
om.  02  |  será]  es  To  |  un]  el  (?2  ||  300^300.  psalmo  O^NToT  |  el  profeta 
om.  T  |  venida]  del  Hijo  add.  To  ||  301-302  a  juzgar]  al  juicio  To  |  que 
cuenta  om.  N  \  que  cuenta  es]  dice  To  ||  304  si  ]  om.  O  ,  y  T  |  si  ]  y  T  || 


278  San  Gregorio  Magno,  Reg.  pastor.,  p.  i.a,  c.  10  (1VLL  77,  23)  : 
«Qui  oratiorjis  usu  et  experimenta  iam  didicit  quod  obtinere  a  Do- 
niino  quae  poposcerit  possit». 

288   Cf.  Le.  14,  28-30. 

3OO    Le.  12,  48. 

303    Cf.  Ps.  49,  16. 


305  indigna  del  pecador,  y  ha  de  entrar  en  juicio  sobre  ello, 
¿qué  será  tomar  en  la  boca,  sin  el  debido  aparejo,  a  Jesu- 
cristo nuestro  Señor,  y  consagrarlo,  y  faltar  en  las  cosas 
principales  que  el  sacerdote  debe  de  hacer? 

No  sé,  padres,  cosa  más  lastimera;  y,  pensando  algu- 

310  ñas  veces  en  ella,  casi  me  faltan  las  fuerzas  y  me  enflaque- 
ce el  corazón.  ¡Que  un  sacerdote,  tan  honrado  de  Dios  que, 
a  su  llamado,  venga  del  cielo  y  se  ponga  en  sus  manos  y 
lo  aplique  para  bien  del  mundo;  y,  aunque  su  Obra  se  haga 
en  la  tierra,  su  negocio  se  hace  en  el  cielo  y  sube  su  voz 

315  hasta  el  trono  de  Dios  y  se  despachan  negocios  por  e'lla  im- 
portantísimos en  persona  de  la  Iglesia,  aunque  él  sea  malo; 
que  éste,  con  tanta  alteza  de  honra  y  acatado  de  príncipes 
y  reyes  y  de  ángeles  del  cielo,  y  conocido  de  Dios  por  su 
ministro,  descienda  al  infierno  por  su  mala  vida  y  sea  ator- 

320  mentado  de  demonios  el  que  acá  los  atormentaba  a  ellos, 
y  que  sea  desamparado  de  Dios  y  dejado  de  El  para  siem- 
pre en  tormentos  eternos!  Quien  cotejara  la  honra  de  acá 
y  el  estar  en  el  altar  vestido  con  vestiduras  benditas  y  ri- 
cas, tan  cerca  de  Dios,  tan  familiar  a  El;  y  cotejare,  por 

325    otra  parte,  la  obscuridad,  bajeza,  hedor,  tormentos,  demo- 
nios, que  nunca  se  acabarán  para  siempre  jamás,  del  in- 
fierno, no  sé  si  tendrá  fuerza  para  considerar  la  grandeza 
de  tanto  mal  después  de  haber  pasado  por  tanto  bien. 
Despertemos,  padres,  despertemos  con  tan  recio  troni- 

330  do:  "¡Que  van  al  infierno  sacerdotes  de  Dios!"  Beda  cuen- 
ta en  su  Historia  de  un  hombre  que  fué  llevado  al  otro  mun- 
do y  vió  al  purgatorio  y  al  infierno,  y  que,  estando  allá, 
vió  que  los  demonios  llevaban  tres  ánimas,  dando  ellos  mu- 
chos gritos  de  risa,  y  ellas  amarguísimos  gemidos;  y  una 

335  de  ellas  conoció  ser  de  mujer,  y  otra  de  lego,  y  otra  de  clé- 
rigo. El  arzobispo  de  Florencia  cuenta  (vide  2  p.  Historia- 


305  y]  que  7"  |  ha  om.  To  ||  307  consagrallo  N,  consagrarle  ToT  |  faltarle  T  || 
308  de  om.  O^NToT 

309  lastimosa  To  ||  310  casi  om.  02,  cuasi  To  |  y]  se  add.  02  1  me  om.  T  j| 
311  sacerdote]  sea  add.  02  |  honrando  Oj  ||  313  lo]  se  NTo  |*para]  el 
add.  OTo  |  y]  que  add.  To  |  hace  T  ||  315  por  ella  negocios  02NToT  ||  <J17 
acatado]  reverenciado  T  ||  318  reyes]  de  la  tierra  add.  T  |  de]  om.  T  |  eu 
om.  NToT  ||  320  de]  los  add.  T  |  los]  les  O,,  om.  T  |  a  ellos'  atormentaba 
T  H  322  cotejare  NT,  cotejase  To  ||  323  y,  om.  NToT  ]  vestido  en  el  altar 
03To  ||  324  cercado  r  |  Dios]  y  add.  O  |  cotejar  N  |  por]  de  ToT  ||  325 
escuridad  NT  |  tormentos]  de  add.  O  |  demonios  om.  N  ||  326  acabarán]  se 
han  de  acabar  N  ||  327  terná  02T 

329  con]  en  O,  ||  332  al^]  el  NT  \\  333  que]  a  02N  |  demonios]  que 
add.  02N  ||  334  de  risas  02,  y  risas  T  |  ellas]  ellos  To  ||  336  Florencia] 
san  Antonino  add.  To  |  historialem]  historia  02To  ||  337  titulo]  lib.  O  , 
fol.  N  |i|  336-337  El  arzobispo  -  principio]  Mas  cuantos  T  |  cuentos  om.  T  | 


336  Beda  el  Venerable,  Hist.  eccles.  gentis  Anglovum,  1.  s,  c.  12 
ML  95,  249. 


1306 


PLÁTICAS 


lem,  tit.  16,  c.  14,  in  principio).  Muchos  más  cuentos  hay  que 
éstos,  que  dan  testimonio  de  condenación  de  ministros  de 
Dios,  que  nos  deben  poner  cuidado  de  mirar  cómo  vivimos 

340  y  entender  que,  si  el  asentarnos  a  la  mesa  de  Dios  es  cosa 
dulcísima  y  de  mucha  honra,  que  debemos  tener  vida  con- 
forme a  tal  dignidad  y  estar  vestidos  de  justicia,  como  dice 
David,  y  como  se  representa  en  las  vestiduras  sagradas  que 
nos  vestimos;  porque  no  nos  diga  el  Señor:  Amigo,  ¿cómo 

345  entraste  aquí  sin  vestidura  de  bodas?,  y  nos  echen  en  aque- 
llas tinieblas  de  fuera  de  la  sala  de  Dios,  donde  está  la 
lumbre,  y  paguemos  el  escote  del  manjar  celestial  que  aquí 
comimos  con  comer  allí  asiensios  y  beber  hiél  de  dragones, 
según  dice  la  Escriptura,  y  entenderemos,  aunque  tarde,  de 

350  lo  que  aquí  poco  caso  hicimos:  El  que  come  y  bebe  indig- 
namente, juicio — que  quiere  decir  condenación — come  para 
si.  Súfrenos  el  Señor  y  calla,  esperándonos  a  penitencia; 
mas  líbrenos  su  misericordia  de  que  se  enoje  con  un  oficial 
suyo,  que  el  tiempo  que  le  dan  para  hacer  penitencia  lo  gas- 

355  ta  en  hacer  más  pecados.  Sabrá  muy  bien,  porque  es  sa- 
pientísimo; podrá,  porque  es  o[m]nipotentísimo,  sin  haber 
quien  lo  resista;  querrá,  porque  es  justísimo,  castigar  al 
tal  oficial,  o  dejándole  morir  sin  penitencia  verdadera,  aun- 
que tenga  lugar  y  tiempo  para  lo  hacer,  o  matarlo  ha  sú- 

360   hitamente  estando  hablando  o  haciendo  otra  cosa. 

Cierta  cosa  es,  y  no  creo  ha  un  mes  que  acaeció,  que 
yendo  un  cura  de  un  lugar  a  otro,  bueno  y  sano,  y  encima 
de  su  muía,  se  adelantó  un  poco  de  su  mozo,  al  cual  le  pa- 
reció que  la  muía  de  su  amo  se  apartaba  del  camino,  y  co- 

365  rrió  por  le  alcanzar;  y  viole  echar  espumajos  por  la  boca 
sin  poder  hablar,  y  a  cabo  de  un  poco  le  quitaron  de  la 
muía,  y  sin  más  hablar  expiró.  En  otra  parte,  poco  ha,  me 

que]  de  02NToT  ||  338  condemnación  To]  de  muchos  add.  02  ||  339  deben] 
de  add.  0?N  ||  340  sentarnos  NToT  \\  341  de  om.  O,  |'|  342  tal]  Ja  T  |  estar 
oro.  02  ||  345  sin]  tener  add.  T  |  boda  ToT  |  echará  T  ||  347  paguemos]  allí 
add.  T  ||  348  allí]  allá  02  |  asensios  02NTo,  ajenjos  T  ||  349  según]  como 
To  |  entenderemos  om.  T  |  tarde]  llegará  el  castigo  add.  T  |  de  oro.  N  || 
350  aquí]  tan  add.  To  ||  351  indignamente]  come  y  bebe  add.  T  |  que 
oro.  02N  |  decir]  come  add.  T  |  condemnación  To  |  come]  y  la  bebe  T  ||  352 
esperandos  O,  ||  354  da  T  |  hacer  oro.  NToT  \  penitencia]  acá  add.  O,  ||  355 
Sabe  T  ||  356  podrá  porque  es  omnipotentísimo  om.  0„,  omnipotentísimo] 
omnipotente  To,  poderosísimo  T  |,|  357  lo]  le  O^NTo  |  al]  el  NTo  ||  359  lo] 
la  0?NToT  |  matarle  To 

36Í  Cosa  cierta  02NToT  |  es  oro.  To  |  creo]  que  add.  O2NT0  |  quea  oro.  02  \\ 
362  a  om.  T  \  y  om.  02NToT  ||  363  muía]  de  su  amo  add.  T  ||  364  de  su 
amo  om.  T  |  se  apartaba]  salla  O  NT,  salió  To  |  del]  de  0?NToT  ||  365 
por  ]  para  T  |  le]  la  ¡V,  lo  T  |  viólo  02  |  espumarajos  T  ||  366  un 
om' O  NToT  |  le]  lo  ¿V  ||  367  expiró]  y  (om.  To)  contómelo  otro  cura,  en 


337  San  Antonino  de  Florencia,  Historial.,  2.a  p.,  tít.  16,  c.  14  : 
«■De  raris  eventibus  illius  terriporis». 


343  Cf.  Ps.  131,  9. 
345    Mt.  22,  12. 


349  Ier.  9,  15  ;  Deut.  32,  33. 
352    1  Cor.  ii,  29. 


A  SACERDOTES 


1307 


cuentan  que  han  muerto  súbitamente  otros  dos;  y  ahora, 
una  legua  de  aquí,  ciertamente  se  cayó  otro  muerto  en  la 

370  sacristía.  Y  aunque  estas  muertes  son  recientes,  no  son 
nuevas;  que  cosa  es  ésta  muy  usada;  y,  por  eso,  señal  de 
más  ira  de  Dios  con  sus  ministros:  Si  repente  interrogave- 
rit,  quid  respondebo  ei?  Y,  como  San  Gregorio  dice,  dar 
Dios  término  y  aprovecharse  el  hombre  de  él  para  apare- 

375  jar  la  conciencia  y  responderle  en  su  estrecho  juicio,  señal 
es  de  su  misericordia,  y  consuelo  para  el  que  ha  de  ir  a  jui- 
cio; mas  llevar  a  uno  súbitamente,  es  preguntarle  a  desho- 
ra; cosa  terrible  para  quien  lo  pasa  y  de  mucho  escarmien- 
to para  quien  lo  oye. 

380  Llore  quien  se  orde-    Tornando,  pues,  al  propósito,  los 
nó  sin  fuerza  de         que  esta  carga  tomamos  sin  medir 
oración  nuestras  fuerzas  para  si  la  podía- 

mos llevar  o  no,  lloremos  nuestro 
atrevimiento;  lloremos  los  males  que  hemos  hecho,  los  ma- 
385  los  ejemplos  que  hemos  dado;  y  aun  no  basta  esto:  llore- 
mos los  males  que  han  venido  a  los  otros  por  no  tener  nos- 
otros la  santidad  de  vida,  la  fuerza  en  la  oración  que  era 
menester  para  ir  a  la  mano  al  Señor  y  recabar  de  él  mise- 
ricordia y  perdón  en  lugar  de  castigo;  que  si  hubiese  en  la 
390  Iglesia  corazones  de  madre  en  los  sacerdotes  que  amarga- 
mente llorasen  de  ver  muertos  a  sus  espirituales  hijos,  el 
Señor,  que  es  misericordioso,  les  diría  lo  que  a  la  viuda  de 
Naín:  No  quieras  llorar.  Y  les  daría  resucitadas  las  ánimas 
de  los  pecadores,  como  a  la  otra  le  dió  a  su  hijo  vivo  en  el 
395  cuerpo.  Abajemos,  padres,  nuestras  cabezas,  y  nuestras  ca- 
ras se  hinchan  de  confusión.  Atraviese  dura  espina  de  do- 
lor nuestro  corazón,  y  pidamos  perdón  a  Dios  y  al  mundo 
de  que  a  El  no  le  hemos  servido  conforme  a  la  alteza  y  hon- 

cuyas  manos  murió  add.  NToT  |  otras  partes  T  |  poco]  pocos  días  NT  |  poco 
ha  om.  To  ||  368  que  om.  02N  |  súbitamente  om.  T  |  otros  dos  súbitamente 
Oa  |  agora  02NToT  ¡|  369  ciertamente  om.  NTo  \  otro]  uno  02T  ||  370  son_] 
sean  agora  O"  ||  370-371  son  nuevas]  es  cosa  nueva  O,  \,  371  que  cosa  -  muy] 
sino  Oa  ||  372  más]  mayor  NToT  ||  372-373  interroga!,  quis  respondebit  T  || 
374  de  él  el  hombre  T  \\  375  responderle]  he  add.  02  \\  376  su  om.  O^To  \\ 
377  es]  y  O  |  preguntarles  OjP  preguntalle  ¿V,  preguntar  T  ||  378  quie"n]  el 
que  To  ||  378-379  escarmiento  para]  escarnio  y  más  02  ||  379  quien]  el  que  To 
380  pues  om.  02  ||  381  tomamos]  tenemos  Ol  ||  382  la]  lo  To  |  podríamos 
,V  ||  384  habernos  OJ  ||  385  habernos  Ü2T  ||  386  mades]  daños  Oa  |  los  om. 
To  |  a  los  otros  om.  T  |  no  tener  om.  T  ||  387  en  la]  de  O,  ||  ¿89  de]  del 
NTo  ||  391  muertos]  en  pecado  add.  N,  en  pecados  add.  ToT  ||  393  Naim 
OJToT  |  No  quieras  llorar  om.  To  ||  394  aa  om.  02¡VT  |  vivo  su  hijo  N  || 
395  Bajemos  T  |  padres]  pues  .V  ;|  396  caras]  obras  V  |  hinchen  02To  \  con- 
fusión] y  add.  02NToT  \  Atraviesa  0(  |  dura]  aguda  O  NTo  ||  398"  El]  Dios 


373  Cf.  Iob  9,  12. 

377  Cf.  San  Gregorio  Magno,  Moral.,  1.  n,  c.  42,  57  :  ML  75, 
97S  s. 

393  Le-  7.  13- 


1308  PLÁTICAS 


ra  en  que  nos  puso,  y  al  mundo  en  que  no  le  hemos  evitado 

400  muchas  males  y  alcanzádole  muchos  bienes;  y  si  nosotros 
fuéramos  los  que  debiéramos,  le  hubiéramos  librado  de  mal 
con  nuestra  oración  y  sacrificio  y  alcanzádole  muchos  bie- 
nes del  cuerpo  y  del  alma. 

Así,  padres,  así  pasa,  y,  si  esto  bien  se  sintiese,  no  nos 

405  vagaría  gastar  tiempo  ocioso,  ni  osaríamos  hablar  palabras 
ociosas,  ni  temíamos  los  ojos  altos,  ni  daríamos  lugar  a 
otros  cuidados,  porque  éste  nos  tendría  y  trairía  tan  poseí- 
dos, que,  por  dar  buena  cuenta  de  él,  aflojaríamos  en  las 
otras  cosas.  San  Pablo  dice  a  los  legos:  Fornicatio  et  omnis 

•no  immunditia,  aut  avaritia,  nec  nominetur  in  vobis,  sicut  de- 
cet  sanctos;  aut  turpitudo,  aut  stultiloquium,  aut  scurrili- 
tas,  quae  ad  rem  non  pertinet;  sed  magis  gratiarum  actio. 
Mírese  que  aun  lo  que  llaman  acá  gracias,  no  consiente  de- 
cirse. Y  la  causa  es  porque  no  hacen  al  caso,  a  nuestro  ne- 

415  gocio  de  cumplir  la  voluntad  de  Dios  entre  tantas  ocasio- 
nes de  quebrantarla.  En  siendo  nacido  en  la  tierra,  procu- 
rar de  hacerse  violencia  y  combatir  y  ganar  el  cielo,  cosa 
es  que  no  admite  burlería  ninguna;  y  quien  esto  no  siente, 
no  procura  de  ir  allá.  Y  si  al  propósito  de  un  buen  lego  no 

420  convienen  es-tas  cosas,  ¿cuán  lejos  es  razón  que  estén  del 
negocio  que  el  sacerdote  trae  entre  manos,  pues  tiene  oficio 
que  le  pide  más  santidad  y  cuidado  de  aprovechar  a  los 
otros? 

Muy  buena  respuesta  es,  para  cuando  la  maldad  o  vani- 
425    dad  nos  combatiere,  o  la  negligencia  o  pereza  nos  amones- 
tare holganza,  acordarnos  del  negocio  que  traemos  entre 
manos,  que  es  de  oponernos  a  Dios,  para  que  hiera  en  nos- 
otros y  derrame  su  misericordia  y  perdón  sobre  los  culpados. 

To  |  habernos  02NT  |  a  la]  al  To  ||  399  en2]  de  NToT  |  habernos  T  ||  400 
yj  ni  NTo  |  alcanzándole  O  O^N  |  y,]  que  02NToT  \\  401  debíamos  02NT, 
debríamos  To  |¡  402  alcanzándole  N  ]|  403  deij]  de  02NToT  |  del  alma]  ánima 
02NTo,  de  ánima  T 

404  Ansli  To]  pasa  add.  02NToT  |  ansí  To  |  sintiese]  entendiese  02  f| 
405  vagaría]'  a  add.  02  |  hablara]  gastar  To  "j|  406  temíamos]  traeríamos  O  T, 
trairíamos  NTo  ||  407  ternía  02NToT  |  traería  02NToT  ||  408  de]  en  02  \\  409 
dice]  prim.  Corinth.  5  add.  T  ]  et]  aut  02Nr  |  omnis  ora.  02  \\  4á0  nec]  ne 
O  II  412  pertinent  O^  |>|  411-412  aut  stultiloquium  -  actio]  etc.  vide  locum 
N2 \\  413  aun]  aunque  02  ||  414  caso]  o  add.  N  ||  415  dej  ¿Y  cuál  negocio 
es  éste  de  tanta  importancia,  que  ni  admite  malas  palabras  ni  vanas  gra- 
cias? Cierto  el  add.  T  |  ocasiones]  ocupaciones  Ai  ||  416  En¡  om.  0,T  |  tierra] 
para  add.  02  ||  418  es  om.  02  ||  419  de(  om.  O  |  al]  a  02  H  420"cuán]  qué 
O  |  legos  O  |  que  om.  O,  |  es  razón  que  estén]  deben  de  estar  To,  conviene 
que  estén  T  ||  421  que  el]  del  N  |  sacerdote]  que  add.  N  |  trae]  tiene  T  || 
422  le  om.  02  ||  423  otros]  V  add.  O, 

424  o]  la  Zidd.  02N  I  424-425  vanidad  o  maldad  To  ||  425  nost  om.  T  ! 
O  ]  y  02To  |  amonestaren  a  add.  T  ||  426-427  entre  manos  traemos  NTo,  en- 
tre manos  tenemos  T  |l|  427  que  es  om.  To  \  ponernos  02  |  para  om.  To  J 
en]  a  NToT 


412    Cf.  Bph.  6,  3-4. 


No  es  ésta,  padres,  invención  mía;  palabra  es  de  Dios, 

430  y  de  aquel  Dios  que  nos  ha  honrado  con  hacernos  minis- 
tros suyos  y  que  nos  ha  de  tomar  cuenta  y  ponernos  los 
cargos  de  nuestra  residencia,  entre  los  cuales  declara  uno 
que  dice:  No  os  pusisteis  de  parte  contraria,  ni  os  pusis- 
teis por  muro  en  favor  de  la  casa  de  Israel,  para  estar  en 

435  pie  en  la  guerra,  en  el  día  del  Señor.  Y  en  otra  parte  dice: 
Yo  busqué  entre  ellos  un  varón  que  interpusiera  seto  y  es- 
tuviera contrario  a  mí  en  favor  de  la  tierra,  que  no  la  des- 
truyera, y  no  lo  hallé;  y  derramé  sobre  ellos  mi  enojo,  y 
consumílos  con  el  fuego  de  mi  ira.  Quiere  el  Señor  que, 

440  aunque  el  pueblo  con  su  mala  vida  esté  tan  atemorizado  de 
Dios  que  ni  ose  parecer  delante  de  El  ni  alzar  los  ojos  al 
cielo,  que  su  sacerdote,  con  la  limpieza  de  la  vida,  con  la 
familiaridad  amigable  y  trato  particular  de  entre  él  y  el 
Señor,  no  esté  derribado  con  temor  como  los  otros,  mas  ten- 

445  ga  una  santa  osadía  para  estar  en  pie,  y  llegar  al  Señor  a 
suplicalle,  importunalle  y  vencelle,  y  traerle  a  que,  en  lugar 
de  azote  pesado,  envíe  su  deseada  misericordia.  Y  esto  quie- 
re decir  lo  que  cada  día  hacemos  en  el  santo  sacrificio  de  la 
misa;  que,  estando  el  pueblo  arrudillado  y  humillado,  el 

450  sacerdote  está  en  pie  en  el  altar,  negociando  con  Dios  en 
testimonio  de  la  santa  osadía  y  de  lo  mucho  que  vale  para 
estar  en  pie  en  el  día  de  la  guerra  del  Señor,  cuando  quie- 
re castigar  a  su  pueblo. 

Padres  míos,  por  este  arancel  hemos  de  vivir,  y  estos 

455  cargos  se  nos  han  de  poner  cuando  muramos;  y  de  estas 
palabras  de  Dios  entenderemos  que  la  causa  de  haber  de- 
rramado Dios  su  enojo  sobre  su  pueblo  y  habernos  consu- 
mido enviándonos  pestilencias,  infieles  que  nos  venzan,  he- 
rejías que  han  nacido,  y  tanta  abundancia  de  pecados  como 

460  hay,  y,  finalmente,  males  de  cuerpo  y  de  ánima,  ha  sido 
porque  buscó  Dios  varones  de  oración  que  se  le  pusiesen 

429  palabras  son  T  ¡|  431  y,  oni.  T  |  que  om.  To  ||  438  que  dice  om.  T  | 
pusistes  02-Vr,  pusiste  To  |  pusistes,  NTo  |  de  parte  -  pusisteis,]  om.  0,T  || 
435  en  la  guerra  om.  O,  ]|  436  seto]  "santo  T  ]|  438  lo  om.  To  |  y2  om.  To  \\ 
439  el  Señor]  Dios  To',]  440  aunque]  aun  To  f|  441  ni  ]  no  O  T  |  El]  mí 
N  ||  442  la,]  su  i\T,  om.  To  |  la,,]  su  To  ||  443  y  ]  con  el  add.  02  de  om. 
T  ||  444  no'om.  T  ||  445  a]  y  O^ÑToT  fj  446  suplicarle  NToT  |  e  add.  O^ToT, 
y  add.  ¿V  |  importunarle  NToT  \  y^  atarle  y  add.  T  |  vencerlo  O,,  vencerle 
NToT  |  traerle]  atarlo  03,  atarle  To,  y  traerle  om.  T  ||  447  de]  del  O^XTo  \ 
pesado]  pensado  O  ,  pasado  To  |  misericordia  deseada  To  [\  448  santo  om.  7"  || 
449  arrodillado  O  NToT  ||  450'  esté  To  |  en  el  altar  om.  N  |  Dios]  en  el 
altar  add.  N  ||  451  que  mucho  T  |  para]  para  add.  0„  ||  452  quisiere  T  \\ 
453  a  om.  T 

454  habernos  NT  \\  455  muriéremos  T  \\  456457  Dios  derramado  To  \\  457 
su  enojo]  tantos  castigos  To  \\  458  inviándonos  02  |  pestilencias]  pestilencia 
N,  e  add.  T  ||  460  de  om.  T  ||  457  y  habernos  -  ha  sido]  es  To  ||  461  varones] 
hombres  To  ¡)  461-452  que  -  delante]  om.  To  H  462  importara  OT  \\  463  ta, 


435    Cf.  Ez.  13,  5. 


439   Of.  Ez.  22,  30-31. 


1310 


PLÁTICAS 


delante,  y  no  los  halló.  ¡  Quién  pensara  que  tanto  importaba 
el  ejercicio  de  la  oración  en  la  Iglesia!  ¿Quién  contará  los 
daños  que  por  falta  de  ella  ha  habido?  Y  plega  a  Dios  que, 
estando  nosotros  tan  ajenos  de  ella,  sepamos  'llorar  los  ma- 
les que  por  nuestra  falta  han  venido,  y  entendamos  que 
nosotros  somos  los  ojos  de  la  Iglesia,  cuyo  oficio  es  llorar 
los  males  todos  que  vienen  al  cuerpo;  y  que,  para  hacer 
bien  este  oficio,  pongamos  ya  fin  a  nuestros  placeres,  y 
hollemos  ya  llano,  como  dicen,  y  andemos  con  entrañable 
cuidado,  como  gente  que  trae  sobre  sus  hombros  una  carga 
en  gran  manera  pesada. 

Desterrada  la  tibieza,    Un  hombre,  con  cuatro  o  cinco 

sentir  todo  el  peso  de    arrobas  de  peso,  anda  acorvado. 

la  responsabilidad      ¿  Qué  haría  si  le  echasen  encima 

sirvu-doral  una  casa  entera?>  ¿<lue  S1  un  Pue" 

saceraoiai  Wo  entero?>  ¿qué  si  grandes  ciu. 

dades?,  ¿qué  si  un  reino?  Pues, 
si  todo  el  mundo  estuviese  encima  de  él,  ¿ternía  fuerza 
para  saltar?,  ¿ternía  gana  de  reír?  ¿No  le  apesgaría  tan- 
to aquel  peso,  que,  para  poderle  llevar,  procuraría  de  ali- 
viarse de  todos  los  otros,  y  pediría  a  sus  vecinos  que  le 
ayudasen,  y  a  Dios  con  lágrimas  que  le  socorriese?  Pues, 
cuando  nosotros  entendamos  que  está  sobre  nuestros  hom- 
bros la  carga  de  nuestros  pecados,  bastantísima  para  ha- 
cernos gimir,  y  la  de  nuestro  pueblo,  y,  según  San  Basilio 
dijo,  la  de  todo  el  mundo,  entonces  comenzaremos  a  sentir 
qué  cosa  es  sacerdote,  yl  diremos,  como  dice  la  Escriptura, 
a  nuestro  padre  y  a  nuestra  madre:  No  sé  quién  sois;  y 
a  nuestros  hermanos:  No  os  conozco;  y  andaremos  cuida- 
dosos de  libertarnos  de  todo,  para  dar  buena  cuenta  de 
esto.  Y  conociendo  cuán  mucho  nos  falta,  andaremos  ro- 
gando a  los  unos  y  a  los  otros,  a  los  buenos  y  a  los  sabios, 
que  nos  enseñen  a  orar,  y  gemir,  y  a  bien  vivir,  y  que 
rueguen  a  Dios  por  nosotros;  y  heridos  del  gemido  de  no 
haber   sido  lo  que   debíamos,    quitaremos   los   regalos  al 

om.  N  >|l|  464  ha  habido]  han  venido  0,,NT  |  plegué  T  ||  466  males]  de  add. 
O  To  ||  468  todos  los  males  T  |  vinieren  ~03  |i|  que2  om.  T  |  hacer]  yo  add.  N  || 
469  y  om.  N  |]  470  hoyemos  T  |  ya  llanos]  como  dice  add.  T  ||  471  hombro 
0¡  |l|  472  pesada]  Si  add.  NT  \\  462-472  tanto  importaba  -  manera  pesada] 
presto  tantos  males  hubieran  venido  si  To 

4H3  o  cinco  om.  To  ||  476  casa]  carga  Oa  H  477  entero  om.  O,  ||  478  un 
om.  N  |  Pues]  qué  add.  To  ||  479  encima  de  él]  sobre  él  02,  estuviese  sobre 
él  om.  To  ||  481  poderle]  poderlo  NT,  haberlo  de  O  ||  482  alivianarse 
NT  |>|  484  están  O^N  ||  4qS  gemir  NT  ||  4S7  dice  O  ||  488  es]  ser  add. 
OtNT  |  sacerdotes  T  II  490  cono/co  OfT  ||  493  cognociendo  N  |  cuán]  que 
T  |i]  493  a  los -otros]  om.  02NT  ||  494  gemir  y  a  om.  T  |¡  495  y  om.  O  || 
no  haber]  que  no  habernos  Os  |i|  496  lo]  los  02N  |  debemos  O  NT  i 

487  Cf.  San  Basilio,  De  baptismo,  1.  2,  q.  12  :  MG  31,  1623  s. 
490  Cf.  Deut.  33,  9. 


2. 


A  SACERDOTES 


1311 


cuerpo  y  el  sueño  a  los  ojos,  y,  con  penitencia  rigurosa  y 
amargas  lágrimas,  pidiremos  al  Señor  perdón  de  haber  sido 
malos  ministros  y  de  no  haber  entendido  la  honra  del  alteza 
500  en  que  nos  puso,  y  por  eso  hemos  sido  comparados  a  los 
jumentos  y  hechos  semejantes  a  ellos;  para  que  el  Señor, 
que,  por  su  misericordia,  nos  escogió  para  su  servicio  y 
culto  divino,  nos  haga  dignos  y  santos  para  ofrecerle  el  in- 
cienso de  la  limpia  conciencia  y  eficaz  oración,  y  de  consa- 
505  grar  y  ofrecer  el  cuerpo  de  su  santísimo  Hijo,  de  manera 
que  quede  nuestra  conciencia  confortada  y  por  bastantes 
conjeturas  consolada  [que]  de  las  tres  cosas  que  al  Señor 
pedíamos:  bondad,  disciplina  y  ciencia,  nos  ha  dado  la  pri- 
mera; y  si  no  con  aquella  perfección  que  a  los  sacerdotes 
510  pasados,  a  lo  menos  aquella  con  que  en  su  gracia  vivamos, 
y  acertemos  aqueste  dignísimo  y  santísimo  oficio  con  aque- 
lla diligencia  que  nuestra  flaqueza,  ayudada  del  Señor,  pu- 
diere. 


Porque  una  cosa  es  usarlo  casi  sin  ningún  respecto, 


515  como  muchos  lo  hacen,  a  los  cuales  está  aparejada  la  eter- 
na danación,  como  gente  que  fué  desacatada  al  mayor  mi- 
nisterio y  oficio  que  hay  en  la  tierra;  y  otra  cosa  es  si  un 
sacerdote  no  vela  toda  la  noche  en  oración,  a  lo  menos 
tiene  sus  ratos  diputados  para  ello.  Y  una  cosa  es  no  tener 

520  cuenta  con  su  conciencia,  o  tan  poca,  que  casi  no  es  nada, 
y  otra  tener  su  rato  señalado  para  examinarse  y  juzgarse, 
y  traer  mediano  cuidado  para  no  ofender  al  Señor  mortal- 
mente,  antes,  de  aprovechar  de  bien  en  mejor,  aunque  en 
estas  cosas  no  alcanza  aquello  que  desea  ni  lo  que'  otros 

526  mejores;  porque,  así  como  tiene  el  Señor  en  su  pueblo  miem- 
bros suyos  que  están  en  gracia,  aunque  imperfectos  y  fla- 
cos, también  entre  sus  ministros,  ninguno  es  razón  que  haya 
malo,  mas  sufrida  cosa  es  que  haya  flacos,  con  condición 
que  lo  que  les  falta  de  la  medida  que  habían  de  tener  lo 

530  suplan  con  el  conocimiento  de  sus  defectos,  y  con  las  lágri- 
mas con  que  se  lavan,  y  con  el  deseo  y  propósito  de  se  me- 


al]  del  T  ||  497  y  om.  T  ||  498  pediremos  O^NT  ||  499  del]  de  la  O^NT  || 
500  habernos  T  ||  501  semejables  O^NT  |  para  que]  porque  T  ||  503  el  om. 
T  ||  504  eneienso  02  -|  ía  om.  T  |  conciencia  om.  02NT  |  dej  para  T  || 
507  conjecturas  02  H  508  pedimos  T  |  ciencia]  si  add'  O  ||  509  los]  santos 
add.  02NT  \\  510  su]  santa  add.  02  ||  511  acertemos]  ejercitemos  T  ||  512 
ayudada]  del  favor  add.  02N,  con  el  favor  add.  T  |  del  Señor]  de  Dios  T 
515  lo  om.  02  |  aparejado  O,  ||  516  danación]  condemnación  ¡V,  damna- 
ción T  |  como]  a  add.  .V  \\  517  ministerio]  misterio  NT  |  si]  que  ya  que 
T  ||  519  deputados  02  |  ella  02NT  \\  520  o]  tener  add.  O,  |  casi  no  es]  es 
casi  02NT  ||  521  racto  Ot  |  sus  ratos  señalados  02  ||  523  de  om.  NT  [ 
aprovecha  T  ||  524  alcance  OJiT  |  525  mejores]  que  él  add.  T  [  ansí  O^T  || 
527  haya]  sea  N  ||  528  sufridera  N,  sufridora  T  |  con]  en  O,  ||  529  lo  que 
om.  N  ||  530  cognocimiento  N  |  con  las  om.  O  .  las  om.  T  ||  531  laven 
T  |  y  propósito  om.  O,  |  propósito  y  deseo  T  ||  '532  mejorar]  y  firme  pro- 


501    Cf.  Ps.  48,  13.  21. 


1312 


PLÁTICAS 


jorar;  porque  esta  moneda,  aunque  parece  de  poco  valor, 
recibida  es  en  el  tribunal  de  Dios;  y  como  San  Bernardo 
dijo:  "El  deseo  y  cuidado  de  la  perfeción,  por  perfeción  se 
635  reputa".  De  manera  que,  desterrada  toda  tibieza,  procuran- 
do de  ser  cada  día  mías  leales  y  agradables  al  Señor,  que  nos 
escogió,  le  sirvamos  en  su  santo  altar  como  debemos,  para 
que  de  él  pasemos  al  cielo,  a  gozar  de  El  en  su  gloria. 
Amén. 


3  Tres  grados  en  los  que  cursan  oración  * 

A  los  padres  de  la  Compañía  de  Jesús 

(■Escorial,  Ms.  &  III  21,  fif.  250  r  -  256  r  ;  B.  N.  M.,  Ms.  3620, 
ff.  100  r  -  102  v.) 

Sea  nuestra  oración  Hase  de  enseñar  al  pueblo  que  tie- 
Uena  de  confianza  ne  un  Dios,  de  quien  ha  de  recibir 
todo  bien  y  remedio  de  todas  sus 
necesidades,  y  que  es  padre  de  huérfanos  y  desconsolados  y 
5  pobres.  De  ignorancia  de  esto  piensan  los  hombres  ser  huér- 
fanos, y  van  a  dar  en  des[e]speración.  A  los  cuales  dice 
Dios:  Numquid  rex  non  est  tibi,  et  consiliarius  huius  pe- 
Hit?  Quare  ergo  doles  sicut  parturiens? 

Este  afecto  han  de  tener  los  hombres,  y  se  han  de  ves- 
10  tir;  que  tienen  a  Dios  por  remedio  y  amparo;  que  es  piado- 
pósito  y  add.  02  ||  533  recebida  02T  ||  534  dice  T  |  por  perfección  om.  N  ]| 
480-685  No  le  apesgaría  -  se  reputa]  Pues,  si  esto  entendiésemos,  despre- 
ciaríamos todas  las  cosas  del  mundo  y  rogaríamos  a  otros  que  nos  nyudasen 
a  llevar  ]a  carga  con  oraciones  y  doctrina.  Procuremos,  pues,  tener  aque- 
llas tres  cosas :  bondad,  disciplina  y  ciencia,  y  si  no  en  aquella  perfección 
que  hubieron  Jos  santos  sacerdotes,  a  lo  menos  aquella  con  que  en  su 
gracia  vivamos  To  ||  536  cada  día  de  (om.  T)  ser  02NT  ||  535-536  procurando- 
día]  procuremos  de  ser  To  ||  537  le  sirvamos]  para  le  servir  To  ||  538  de 
élj  om.  T  |  gozar  de  él]  gozarla  On  \\  530  Amen]  Laus  Deo  add.  NT,  Gloria 
a  Jesús  y  María  add.  Tv 

E  =  Esc.,  N  =  B.  N.  M.  ||  1  tienen  N  ||  2  recebir  N  J|  3  todo]  el  add. 
N  ,|  todas  om.  N  \]  3-4  su  necesidad  N  \>\  4  y3]  de  add.  ¿V  ||  5  pobres]  Y 
de  add.  N  |  esto]  se  add.  N  |:|  61  güérfanos  N  ||  7  huius  om.  N  ||  8  doles 
sicut]  deservivit  T  |  parturiens]  et  afflictis  dicendum  est  :  Quare  tristis  est 
anima  tua  ?  Spera  in  Deo  add.  N  ||  9  y]  de  esto  add.  N   |  vestir]  scilicet 


535  San  Bernardo,  Ep.  254,  3  (ML,  182,  460)  :  «Itaque  indefessuni 
iproficiendi  studium,  et  iugis  coiiatus  ad  perfectioneni,  perfeotio  repu- 
tatur». 

*  Ed.  L.  Villalba,  O.  S.  A.,  en  «La  Ciudad  de  Dios»,  81  (1910), 
481-490.  El  título  del  Ms.  escurialense  es  «De  oratione,  del  Mtro.  Avi- 
la» (f.  250  r).  La  copia  de  la  Nacional  es  más  explícita  :  <d?lática 
del  P.  Mtro.  Avila,  fecha  a  los  padres  de  la  Compañía  del  Nombre  de 
Jesús»  (f.  110  r).  En  el  Ms.  de  El  Escorial  el  texto  se  halla  dividido  en 
partes  por  las  dos  rúbricas  «segundo  curso»,  «tercero  curso»,  que 
conservamos,  incluyéndolos  en  nuestros  epígrafes. 
8   Cf.  Mich.  4,  9. 


A    LOS    l'ADRKS    Di:    I.  \    COMPAÑIA  láXÓ 

sísimo  y  fidelísimo,  para  que  acudan  a  él.  Y  hase  de  enseñar 
este  artículo,  y  fundar  en  la  Escriptura  las  condiciones  de 
nuestro  Señor  y  sus  entrañas,  y  que  tiene  más  gana  de  dar 
vida,  que  nosotros  le  pedimos.  Y  de  aquí,  de  este  sentimien- 
to, ha  de  nacer  en  el  ánima  una  grande  confianza,  que  al- 
canzaremos lo  que  pedimos;  y  es  cosa  importantísima  para 
alcanzar  cuanto  pidiéramos.  Por  cuya  causa  son  nuestras 
oraciones  tan  sin  fructo;  y  vamos  fríos  y  sin  fructo,  por 
falta  de  verdadera  confianza;  y  así  nos  volvemos  sin  fructo. 
No  así,  sino  ir  con  una  fiucia  grande,  que  nos  ha  Dios  de 
conceder  lo  que  le  pedimos  para  nuestra  salvación.  Esto  es 
lo  que  dice  Santiago:  Qui  indiget  sapientia,  postulet  a  Deo 
nihil  haesitans;  y  Santo  Tomás,  loquendo  de  oratione,  dice 
que  oratio  innititur  charitati,  quoad  meritum,  et  fidei, 
quoad  impetrationem.  Unde  infert,  que  puede  ser  que  uno, 
con  menos  caridad  que  otro,  alcance  más  en  la  oración  que 
otro,  por  tener  más  fe,  aunque  menos  caridad;  y  esto  es  lo 
que  decimos  acá  "don  de  oración".  Así  que  ha  de  tener  fe, 
y  que  no  dude  nada  de  parte  de  Dios  que  puede  y  quiere 
darle  aquello. 

En  la  vida  de  San  Bernardo  se  cuenta  que  le  vinieron 
a  rogar  que  rogase  a  Dios  por  cinco  hombres  que  estaban 
en  gran  necesidad,  y  mandó  en  obediencia  a  ciertos  monjes 
que  fuesen  a  tener  oración  por  ellos ;  al  cual  le  reveló  Dios 
que  alcanzaron  remedio  para  no  más  de  los  dos,  porque  no 
llevaban  fe,  que  alcanzarían  para  más.  Y  a  los  que  así  van 
dales  Dios  una  confianza  que  alcanzarán  lo  [que]  piden:  es- 
tán certificados,  que  aunque  aquello  no  es  evidencia,  pero 
es  una  certidumbre  moral  grande,  y  así  dan  gracias  por  el 
beneficio,  aunque  no  se  haya  de  hacer  [sino]  de  aquí  a  tanto 
tiempo,  como  si  ya  se  hubiese  recibido. 


add.  N  ]'l  10  remedio]  arrimo  iV  |¡  11  hase]  este  arrimo  se  ha  ¿V  ||  12  este 
artículo  om.  N  |  la]  sagrada  add.  N  |  Escriptura]  y  add.  N  ||  IB  y,  om.  N  || 
14  Vida]  y  da  N  |  le  pedimos]  de  pedirle  y  recebir  ¡V  |¡  15  grande  om.  N  i 
confianza]  grandísima  de  add.  N  ||  16  pedimos]  le  pidiéremos  N  |  y  es  cosa 
om.  N  ||  17  cuanto  pidiéremos  om.  .V  |  causa]  falta  N  ||  18  y  om.  N  || 
18-19  fructo  -  verdadera]  om.  X  U  19  confianza]  viva  add.  N  |  sin  fructo 
om.  N  ||  20  así  om.  N  |  fiucia]  fuerca  E,  confianza  N  ||  20-21  que  nos 
ha -salvación]  fuertes,  que  se  ha  de  hacer,  etc.  .V  |]  22  dijo  N  ||  23  haesi- 
tans] in  fide  add.  ¡V  {  loquendo  de  oratione]  hablando  de  Ja  oración,  a  este 
propósito  N  ||  24  nititur  .V  ¡]  25  Unde  -  puede  ser]  De  donde  se  sigue  .V  || 
28  acá  om.  N  |  Así  que  ha  om.  E  ||  29  y    om.  N 

35  los  dos  no  más  N  ||  36  llevaban]  más  add.  N  ||  37  da  N  |  confianza] 
grande  add.  N  !  alcanzarán]  se  alcanzará  N  |,|  38  están  certificados]  que 
quedan  tan  confiados  .V  |  aquellos]  ello  N  \  pero  om.  N  ||  39  da  N  || 
40-41  de  aquí  a  tanto  tiempo  om.  E  \  41  recibido]  hecho  .V 


23  a.  Iac.  i,  5-6. 

27  Sanio  Jomas  de  Aquixo,  Summa  thcoJ.,  2-2,  q.  83,  a.  5  ad  3. 

36  Cf.  Guillermo  df.  Saint-Thierry,  .v.  Bernardi  vita  prima, 

L  1,  c.  13,  64  :  MJL  185,  262. 


42 


1314 


PLÁTICAS 


El  tener  a  Dios  en  esta  posesión  y  opinión  es  grande 
honra  suya;  muévese  mucho  a  dar.  Hase  de  formar  este 
afecto  en  los  corazones  exemplis  Scripturae  ut  ex  illo:  Quis 

45  ex  vobis  habens  amicum?,  et  caetera  quae  su[í>]  eodem  ca- 
pite  sunt.  Y  aconsejaba  el  Señor,  in  exemplo  de  mullere  cum 
iudice,  que  seamos  importunos;  y  todos  los  lugares  donde 
el  Señor  dice  esto  se  deben  mucho  meditar,  y  el  servicio  y 
contento  que  el  Señor  recibe  en  que  le  pidan.  Débese  tra- 

50  bajar  hasta  que  el  corazón  no  vaya  a  otra  parte  a  buscar 
su'  remedio,  como  Josafat:  Cum  ignoremus  quid  agere  de- 
beamus,  etc.,  porque  el  que  va  a  otro  primero,  aquél  tiene 
para  remedio,  y  es  deshonor  que  al  mismo  Señor  se  hace; 
y  así,  unos  a  su  razón,  unos  a  su  amigo,  en  fin,  va  cada 

55  uno  a  aquel  de  quien  más  se  confía.  Cosa  de  lástima,  que, 
si  uno  tiene  tres  o  cuatro  amigos,  el  postrero  a  quien  va  es 
a  Dios.  Pero  no  va  la  gente  a  Nuestro  Señor  porque  no  les 
da  lo  que  piden,  si  no  es  algunas  veces  para  su  castigo, 
porque  el  Señor  no  da  sino  lo  que  es  menester  para  su  sal- 

60  vaoión.  Gran  consuelo  es  que  todo  lo  necesario  para  mi  sal- 
vación cae  debajo  de  mi  predestinación,  y  así  lo  tengo  de 
alcanzar,  cierto,  si  fuere  medio  para  salvarme;  y  este  afec- 
to se  ha  de  poner  en  todos  los  cristianos. 

La  oración  ha  de  ser  A  los  sacerdotes  digo  que  sepan  que 
65  inspirada  han  de  tener  más  uso  de  esto,  por- 

que han  de  tener  un  trato  muy  fa- 
miliar con  Dios,  un  admitirlos  Dios  a  su  conversación  como 
amigos  suyos,  y  mostrarlos  a  los  tales  cómo  huelga  Dios 
que  traten  con  El,  y  se  alegra  y  aliquando  instiga  interior- 

42  opinión]  estima  .V  ||  48  muévese]  y  le  mueve  .V  ]|  44  exemplis  Scrip- 
turae] con  ejemplos  de  la  sagrada  Escriptura  ¡V  |  ut  om.  N  ||  45  liabebit 
¿V  |  caetera]  Luc.  no  et  caeteris  add.  N  !|  su(b)  om.  N  ||  46  sunt]  conti- 
nentur  N  ||  46-47  aconsejaba  -  iudice]  de  la  viuda  con  el  inicuo  juez  iV  |j 
47  inoportunos]  y  pidamos.  ¡Oh,  bendígante  los  ángeles!  add.  N  H  48  mu- 
cho om.  N  |  y^  dar  a  entender  add.  N  51  Josafat]  hizo  add.  N  |  cum 
ignoremus)  ignarus  .V  |l|  52  debuerat  JV  |  etc.  om.  N  |  primero]  a  ¿V  ||  53 
para  remedio  -  que]  por  arrimo,  y  este  es  honrado  y  .V  ]  se]  le  add.  ¡V  < 
hace]  Ja  deshonra  add.  JV  |.|  54  asi]  van  add.  .V  |  unos.,]  y  otros  .V  |  imiigo] 
y  add.  N  ||  55  uno]  cual  .V  |||  56  prostero  JV  |  57  a  nuestro]  al  .V  |  porque] 
pues  N  ||  59  porque  el  Señor]  y  quiere,  pues  Dios  .V  !|  59-60  para  su  Falva- 
ción  om.  ;V  ||  62  si  fuere  -  salvarme]  Y  así,  si  para  mi  salvación  conviniera 
ser  rico  o  pobre,  o  más  sabio,  tanto  alcanzara  de  nuestro  Señor,  y  me  diera 
su  bondad,  si  me  fueran  medios  necesarios  para  salvarme  .V  ||  63  de]  pro- 
curar add.  N 

64-65  digo  que -tener]  om.  ,V  [|  65  aquesto  N  ||  66  porque  han  de]  ]<  s 
conviene  N  |  tener]  scilieet  que  han  de  tener  add.  N  |  trato]  rato  jV  || 
6667  muy  familiar]  familiaridad  Ñ  ||  68  mostrarles  JV  |  a  los  tales  cómo] 
que  se  N  ||  6869  Dios  que -con  él]  con  ellos  y  que  con  él  traten  N  \\  69 
alegra]  huelga  N   |  aliquando]   alH  cuando  E   |   interiormente  om.  .V  ||  70 


46  Cf.  I,'C.  II,  5. 

47  Cf.  Le.  18,  2  ss. 
52    2  Par.  20,  12. 


3.    A  LOS  PADRES  DE  I.A  compañía  1315 

70  mente  que  le  pidan.  Esta  es  gratia  gratis  data  y  don  muy 
principal,  y  esto  es  lo  que  llamamos  "oración  con  eficacia". 
Diferente  cosa  es  que  admita  un  rey  a  uno  que  le  pida  al- 
guna vez  lo  que  ha  menester,  y  que  sea  otro  tan  su  amigo 
que  le  admita  su  familiaridad  y  conversación,  que  es  nego- 

75  ció  y  trato  de  amigo,  de  qua  dicit  divus  Gregorius  in  Pasto- 
rali,  que  el  que  no  tiene  de  este  don  experiencia  en  sí,  no 
debe  admitir  cargo  de  almas,  porque  ha  de  tener  expe- 
rimentado que  le  da  Dios  orejas  para  sus  necesidades,  y  de 
sus  subditos;  y  de  esto  se  deben  examinar  los  sacerdotes, 

80  porque  son  terceros  para  alcanzar  perdón  del  Señor.  Y  éste 
es  el  remedio  que  ha  tenido  la  Iglesia  en  sus  necesidades 
y  persecuciones  y  trabajos,  y  así  dice  San  Ambrosio:  Ani- 
ma mea  oratio  et  lacrimae  sunt. 

Y  cuando  en  las  plagas  y  trabajos  no  mueve  Dios  a 

85  orar  por  el  remedio,  es  señal  que  quiere  castigar;  y  así  ha 
de  ser  la  oración  inspirada,  ut  ait  Bernardus:  Tepida  est 
oratio  quam  non  praecedit  inspiratio.  Y  este  mover  Dios  a 
orar  nos  enseña  Paulus  ad  Romanos:  Quid  oremus  nesci- 
??ius;  nam  Spiritus  postulat  pro  nobis  gemitibus  inenarra- 

90  bilibus.  Facit  nos  postulare  quod  Deus  vult;  y  así  acontece 
que  uno  quiere  rogar  por  otro,  y,  cuando  va  a  la  oración, 
se  le  quita  de  delante.  Por  esto,  el  que  ora  lo  que  Dios  le 
inspira,  ora  instruido  por  el  Espíritu  Santo;  y  orar  por  el 
espíritu  humano  es  orar  y  pedir  quod  Deus  non  vult,  ut 

95  Paulus  cuando  pedía  le  quitasen  el  estímulo  que  le  afligía. 
Y  así  dice  que  no  sabemos  orar:  qui  enim  in  Spiritu  oret, 


muy]  mas  add.  N  >  71  esto  om.  Y  ¡  con  eficacia]  etc.  ti  \¡  72  Diferente  cosa] 
Diferentemente  N  1  un  rey  admita  .V  ¡|  73  vez  lo]  cosa  N  |  menester]  al- 
guna vez  add.  N  ;  74-75  negocio  y  trato]  cosa  .V  |,|  75  amigos  N  |  qua]  re 
add.  N  75-76  dicit  ■>  Pastorali]  diz  san  Gregorio  en  el  Pastoral  N  ]\  76  en 
sí  experiencia  de  este  don  N  |j  77  ánimas  Ti  [|  78  orejas]  ovejas  K  |j  79  dé- 
bense  los  sacerdotes  examinar  de  esto  N  ||  81  es]  ha  sido  .Y  |j  81-82  necesi- 
dades y  om.  Y  ||  83  sunt]  Y  asi  un  emperador  que  iba  a  prender  a  san  Ba- 
silio, de  que  lo  vido  en  el  coro  orar  con  sus  clérigos,  no  osó  prendello  y 
tembló,  y  el  obispo  Alejandro,  estando  en  cierto  conflicto  con  Arrio,  estuvo 
toda  la  noche  en  oración,  y  a  la  mañana  reventó  Arrio.  Y  es  usanza  de  la 
casa  de  nuestro  Señor,  como  se  vido  en  Moisén  add.  N 

85  señal]  mala  add.  .Y  ¡  quiere]  Dios  add.  .Y  |  castigar]  y  cuando  inspira 
el  rogar  es  señal  que  quiere  dar  add.  .Y  |¡  87  Dios  om.  Ñ  ||  88  nos  om.  N  | 
Paulus]  san  Pablo  N  !  Romanos]  8  et  add.  N  |  89  nam  om.  .Y  |  inenarrabili- 
bus]  secundum  Deum,  id  est  add.  .Y  90-92  y  así  -  Por  esto]  om.  N  ||  98 
instruido  om.  N  ,  el,  om.  X  |  y  orar  por  el]  del  .Y  ||  94  es  orar  y  pedir] 
orat  qui  non  postulat  .Y  ¡  non  oto.  ¡V  |¡  95  cuando]  que  ¡V  |  pedía]  que 
add.  .V  |  quiase  N  |  que  le  afligía  om.  .Y  ||  96  dice]  le  fué  dicho  .Y  |  sabía 
N  |  orar]  y  así  acontece  que  uno  quiere  orar  por  otro  y  cuando  va  a  la 
oración  se  lo  quitan  de  delante  add.  N  H  96-97  in  Spiritu -de  ser]  orat  Spi- 


7<;  SÁM  Gregorio  Ma<;no,  Rcg.  pastor.,  p.  i.a,  c.  io  :  ML  77,  23. 

83  Cf.  San  Amisrosio,  Enarr.  in  Ps.  37,  10-11  :  ML  14,  1061  s. 

87  San  Bernardo,  Dc  diligencio  Dco,  c.  7,  22  :  ML  182,  987. 

90  Cf.  Rom.  S,  26  s. 

95  Cf.  2  Cor.  12,  9. 


1316 


PLÁTICAS 


ha  de  ser  gemitíbus  inenarrabilibus .  Pasan  en  el  alma  co- 
sas y  gemidos  que  no  sabe  el  hombre  entenderlos:  levanta 
el  corazón,  comienza  a  llorar,  etc.  — ¿Qué  hay,  hombre?, 
100  ¿qué  te  toma?  — No  sé.  Et  licet  a  Deo  simus  movendi  ad 
aliquid  petendum,  no  nos  habernos  de  estar  así,  sed  petere 
debemus,  et  in  particulari  quod  nobis  est  magis  necessa- 
rium,  ut  donet  Spiritus  Sanctus. 

Libros  de  oración    Así  como  la  vida  cristiana  ha  de  ser 

105  regida  por  Espíritu,  que  es  el  supre- 

mo maestro  de  ella,  y  no  los  hombres;  así  la  oración,  don- 
de hay  mucha  bachillería,  nunca  sale  bien.  Y  así  los  libros 
suele [n]  impedir,  porque  unos  proceden  por  vía  de  entendi- 
miento, sacando  de  todas  las  cosas  a  Dios  per  remotioneni, 

110  y  así  procede  via  spiritus;  otros,  magis  per  viam  volunta- 
tis, arrojándose  luego  la  voluntad  a  amar  a  Dios  Nuestro 
Señor:  la  Tercera  parte  del  abecedario  que  persuade  más 
a  proceder  per  viam  voluntatis,  con  poco  pensar;  y  así 
no  se  ha  de  tomar  sino  el  camino  por  donde  el  Señor  quie- 

115  re  llevar  al  hombre.  Y  así  los  libros  sirven  para  ayudar  a 
andar  por  la  puerta  que  Dios  le  abre:  unos  per  viam  nega- 
tionis  et  remotionis,  et  [otros  per  viam]  silentii,  in  occulto 
loquentis,  ut  dicit  Dionysius;  y  de  ésta  decía  San  Antonio: 
Monachi  intellig entes  quae  orant,  etc.  Y  al  que  Dios  lleva 

120  por  aquí,  sin  pensamientos  o  con  poquitos,  es  gran  merced 
de  nuestro  Señor,  aunque,  para  que  no  dañe  la  cabeza  con 
discursos  y  alborotos,  es  bueno  no  comunicar  la  devoción 


ritu  Sancto  postulat  in  eo  N  |i|  97  inenarrabilibus]  id  est  adi¡.  N  |  pasa  N  | 
ánima  N  ||  98  gemidas  cosas  add.  N  |  el  hombre  no  sabe  N  |  entender  le- 
vantándole N  ||  99  etc.  om.  N  |  hay]  habéis  N  ||  100  qué  te  toma  om.  N  >| 
102  et  in  particulari  om.  N  |  necessarium]  et  in  particulari  N  ||  103  donet 
Sanotus]   Daniel  et  sancti,  etc.  Denique  JV 

105  por]  ei  add.  N  |  Espíritu]  Santo,  así  la  oración  ha  de  ser  regida  por 
Espíritu  Santo  add.  ¿V  ||  106  maestro]  médico  N  |  hombres]  y  add.  N  ||  110 
y  así]  de  esta  manera  N  |  Via  spiritus]  vuestro  espíritu  A'  |  magis]  más  N  ¡| 
111-113  la  voluntad  -  viam  voluntatis]  om.  N  ||  113  pensar]  sino  solamente  'a 
Yoluntad  aplicándola  al  amor  de  Dios,  ut  Tertio  de  Abecedario  add.  N  || 
114-115  el  Señor  quiere  llevar]  lleva  Dios  ¡V  ||  115  así  om.  .V  |.|  116-117 
remotionis  et  uegationis  N  ||  118  loquentis]  loquentes  E,  docentis  N  |  dicit] 
ait  JV  ||  119  Monachi  -  orant]  de  monacho  intelligente  quae  orat  N  ||  120 
con  om.  ¡V  4|  121  aunque  para  que]  porque  ¿V  |  dañe]  daña  a  N  ||  122  deso- 


lló Libro  llamado  Via  spiritus  o  de  la  perfección  espiritual  del 
ánima,  en  el  que  se  halla  doctrina  muy  singular,  sacada  de  la  Sagra- 
da Escriptura,  para  menospreciar  las  cosas  de  .esta  vida  y  pfl.ra  llegar 
a  la  cumbre  de  la  perfección  espiritual,  compuesto  por  un  fraile  sim- 
ple de  la  Orden  del  Seráfico  Padre  Sant  Francisco,  de.  la  provincia 
de  los  Angeles...  (Salamanca,  Juan  de  Junta,  1541). 

113  Fr.  Francisco  de  Osuna,  O.  F.  M.,  Tercera  parte  del  libro 
llamado  Abecedario  espiritual  (Toledo  1527). 

118  Pseudo-Dionisio  Areopagita,  De  mystica  theol.,  c.  1,  1  (MG 
3,  998)  :  «Aperiuntur  in  calígine  plus  quam  íucente  silentii  arcana  do- 
centis». 


3.      \   IOS   I'ADKKS   1)1    I.\   COMPAÑÍA  1317 

a  la  sensualidad;  que  no  se  puede  sufrir,  porque  ahoga  el 
espíritu,  ut  Dalila,  que  regaló  a  Sansón,  y  sacóle  donde  te- 
nía las  fuerzas  y  matóle.  Así  ha  de  guardar  el  regalo  de 
Nuestro  Señor  y  embeberlo,  y  con  sosiego  esperarle,  hasta 
que  el  Señor  comunique.  Buena  figura  es  para  esto  aquello 
que  [a]  Elias  le  aconteció  cuando  hubo  de  ver  al  Señor, 
que  en  ninguna  de  aquellas  conmociones  vió  a  Dios,  sino 
en  aquel  sibilo  aurae  tenuis. 

Y  cuando  en  la  oración  no  hay  don  alguno  de  Dios,  es 
la  tal  meritoria,  y  no  se  ha  de  pedir  con  fuerza  demasiada 
e  inoportuna,  sino  con  sosiego  esperar,  con  humildad  y  lon- 
ganimidad; y  más  probanzas  y  regalos  no  se  han  de  pre- 
tender, porque  no  nos  acontezca  lo  que  dice  el  Sabio,  que 
cuando  más  se  pretende  más  huye,  y  debemos  contentarnos 
con  rezar  sólo  un  Ave,  María  y  pensar  que  cualquier  oficio, 
por  bajo  que  sea,  en  la  casa  de  Dios  nos  viene  muy  ancho. 
Reprehenditur  quídam,  que  se  murió  de  flaco  porque  no  le 
hacía  Dios  contemplativo;  porque,  como  es  negocio  de  gra- 
cia, El  lo  da  a  quien  le  parece,  sin  diferencia  de  lugar  ni 
de  personas;  y  ansí  da  aliquando  en  la  plaza  lo  que  niega  en 
la  celda,  y  al  jornalero  a  veces  lo  que  no  al  monje.  Y  el 
modo  de  proceder  no  pensando  no  se  ha  de  aconsejar  para 
comenzar  a  meditar,  si  no  es  de  mucha  experiencia  y  ejer- 
cicio de  muchos  años;  si  Nuestro  Señor  no  quiere  llevar 
particularmente  algunos,  etíam  desde  los  principios,  ut 
solet:  allí  no  hay  que  hablar,  porque  en  las  almas  en  que 
Dios  pone  su  mano  tenendum  est. 

eión]  donación  E  \\  123  que  no]  cuando  .V  |  pudiere  .V  I  porque  ahoga]  que 
roga  E  ||  124  Dalida  .V  |  le  sacó  .V  ¡|  125  mátalo  \  |  Abí  ha]  liase  ,V  ||  126 
esperar  a  nuestro  Señor  add.  .V  ]  hasta]  ha  y  a  E  \\  127  Señor]  se  nos 
add.  .V  |  para]  de  ||  128  que]  de  add.  X  ¡¡  12S-130  le  aconteció  -  sibilo]  se 
dice  que  viene  un  viento  recio:  Non  in  turbine  Dominus,  etc.,  hasta  que 
vino  un  sibilus  N  ||  130  tenuis]  Allí  vino  Dios  add.  V 

132  tal]  oración  .V  ||  133  e  inoportuna]  y  muy  importunamente  N  |  so- 
siego] y  add.  N  |  esperar]  y  descausar,  y  esperar  add.  N  |  humildad  y 
om.  N  ||  134  j^]  para  lo  necesario  a  la  salud  no  falta  add.  N  |  y  regalos 
om.  N  ||  135  pretender]  sin  grande  humildad  add.  S  |  acaezca  N  ||  136 
más2]  se  add.  N  |  huye]  la  sabiduría  add.  N  \\  137  sola  N  ¡  cualquiera  N  || 
138  sea]  que  tengamos  <i<ící.  .V  |  muy  om.  V  ¡¡  139  Reprehenditur]  Reprehen- 
dite  enim  N  |  le  om.  .V  ||  140  Dios]  de  .V  ¡|  141  diferencia]  distinción  N  | 
ni]  ó  N  ||  142  persona  JV  |  asi  ¡V  |  aliquando]  algunas  veces  ¡V  |  en  Ja  pla- 
za-niega] om.  N  ||  143  yj  o  N  |  a  veces  om.  .V  |  no]  da  E  ||  145  a  medi- 
tar] ni  mediar  .V  |  es  de  mucha  ejcperienci.i  j  ]  después  de  mucho  .V  ||  147 
dende  .V  ¡|  149  tenendum]  timidum  .V  |  est]  aconsejalles  otra  cosa,  etc.  add.  N 


125    Cf.  Iud.  l6. 
130   3  Reg.  19,  ii-i 
135    Cf.  Eccl.  7,  24. 


1318 


PLÁTICAS 


Los  incipientes.  Re-    Hase  de  comenzar  por  los  defectos 
cocimiento  v  deia-    proprios  y  por  la  meditación  de  la 
miento  pasión,  y  con  imaginaciones  de  su 

vida  lleva  Nuestro  Señor  a  muchos 
nuevos;  y  han  de  seguir  aquel  camino  de  imaginaciones, 
pues  es  gran  beneficio  que  la  podamos  imaginar,  como  dice 
San  Bernardo;  y  puesto  Cristo  Nuestro  Señor  delante,  po- 
demos tomar  de  El  las  virtudes  y  el  amor  y  pasar  a  la  Divi- 
nidad por  la  santa  Humanidad. 

Han  pensado  algunos  que  este  negocio  de  orar  se  ha  de 
hacer  aflojando  y  no  haciendo  nada,  moti  ex  Dionysio:  Lin- 
quite  et  linque  omnes  sensus.  Quiso  decir:  deje  el  descurrir 
y  el  no  querer  nada  ni  elegir  nada.  Tune  los  "alumbrados", 
que  dejaban  la  voluntad  a  Dios,  decían  ellos,  y  lo  que  les 
venía  hacían;  y  si  no  les  venía,  no  lo  hacían.  Fundáronse 
en  San  Agustín:  Ama  et  fac  quicquid  velis.  Et  in  illo:  Lex 
insto  posita  non  est.  Sed  hoc  est  necedad:  hacerse  pura  po- 
tencia. 

Unde  dicitur:  aliud  es  dejamiento,  aliud  recogimiento, 
que  es  apartamiento  de  lo  de  acá  y  recogerse  hacia  Dios, 
como  la  que  hila  y  coge  el  hilo,  y  acógese  a  Dios,  que  es 
torre  de  homenaje.  Y  es  muy  lejos  del  recogimiento  aquella 
mortandad  y  flojura,  antes  está  el  ánimo  muy  fuerte  y  for- 
nido en  ella,  y  ama  mucho,  etc.  Y  así  en  el  recogimiento  y 
recogido,  aunque  el  entendimiento  obra  poco  o  nada,  la 
voluntad  obra  con  gran  viveza,  y  amat  fortiter.  Y  éste  es 
gran  remedio  para  vencer  tentaciones  e  imaginaciones;  én- 
trese el  recogido  en  el  retrete  de  su  recogimiento,  y  ciérrese 
la  puerta  tras  sí  y  déjese  los  enemigos  fuera,  que  más  se- 


15M51  proprios  defectos  N  |  y  om.  N  |  la,  om.  W  ¡1  152  pasión]  de  mues- 
tro Redentor  add.  N  \,\  153  vida  - -Señor]  humildad  y  bondad  Dios  N  ¡¡  154 
lian]  liase  N  |¡  155  beneficio]  haber  descendido  Dios  a  add.  N  |  la]  le  .V  I1! 
156  Jesucristo  N  |l|  16T  podremos  N  |:|  158  humanidad]  etc.  add.  N 

160  nada  om.  N  ||  161  omnes  om.  N  |  sensus]  etc.  y  add.  .V  |  deja  fí  |¡ 
162  y]  no  add.  N  |  ni  elegir  nada  om.  ¿Y  |  Tune]  Hinc  N  |"  alumbrados]  etc. 
add.  N  ||  163  Dios]  y  add.  N  |  y]  que  N  |¡  164  venía  1.  etc.  add.  N  .|  <y  sd 
no -hacían]  om.  N  |  Fundáronse]  neciamente  add.  N  [|  165  velis]  voles  N  || 
166  non  est  posita  N  |  necedad]  y  lo  mismo  add.  .V  ||  167  potencia]  y  de- 
jamiento add.  N 

168  Unde  dicitur  -  aliud.,]  om.  E  ||  169  apartamiento]  apartándose  A'  |  y 
om.  N  |.|  170  y  aeóprese]  recósese  .V  |  Dios]  a  Dios  add.  A'  |  es]  la  add.  N  \\ 
171  de]  del  N  [\  172  fuerte]  en  él  add.  N  |,|  173  en  ella  om.  N  ¡  Y_  om.  ZV  || 
174  obra]  discurre  ¿V  |¡  175  obra  la  voluntad  ¡V  |  viveza]  y  vigor  add.  N  [ 
ama  N  |J  177  éntrase  N  |  y  om.  N  |  cierra  .V  |]   17®  deja  .V  |  que]  quia 

156  San  Bernardo,  In  Naliv.  B.  M.  V.  serm.,  10  ss.  :  ML  183, 

^23i6i  Pskudo-Dionisio  Areopagita,  I)c  vivsHca  theol.,  c.  i,  1  (MG 
3,  098)  •  «In  inysticis  contem-plationibus,  intenta  exercitatione,  et 
sensus  reliuque,  et  iiiteUectus  operationes,  et  sensi'bilia,  et  íntelligi- 
3)¡lia  omnia». 

l66    Of.  1  Tim.  i,  9. 


\  LOS  PADRES   DE   tA  COMPASEA 


1319 


gura  cosa  es  vencer  huyendo  del  golpe  que  no  resistiendo, 
aunque  algunas  veces  cumple  resistiendo.  Cerrar  el  enten- 
dimiento a  todo  y  suspenderse  con  gran  atención  viva  a 
Dios,  que  suspende,  como  quien  escucha  a  uno  que  habla 
de  alto,  aunque  siempre  está  como  acechando  el  entendi- 
miento. Y  no  haya  reflexión  en  lo  que  está  haciendo,  sino 
como  un  niño  o  uno  que  oye  órgano  y  gusta:  no  sabe  el  arte 
y  estáse  quieto,  y  el  que  lo  sabe,  está  mirando  si  yerra  o  no. 
Y  así  muchas  veces,  por  advertir  a  las  reglas  de  la  oración, 
pierde  la  oración. 

Est  ergo  el  recogimiento  un  silencio  en  Dios,  in  quo 
coniungun[tur\  ignota  cum  Ignoto,  porque  obra  el  entendi- 
miento muy  poco:  Ideo  ignotus  ab  eo  Deus.  Ignota:  porque 
no  sabe  lo  que  tiene.  Coniungitur  ineffabiliter:  hacen  tam- 
bién el  ánima  y  Dios  unas  bodas  que  no  se  pueden  decir; 
no  hay  palabras  y,  si  hay  algunas,  serían  bajas  y  estorba- 
rían el  amor  muy  estrecho;  estorbo  es  las  palabras.  Ejem- 
plo del  que  abraza  a  su  amigo  a  [ejscuras  y  no  le  dice  pala- 
bras; no  echan  de  ver  el  traje,  y  quedan  muy  contentos, 
ut  ferunt  de  San  Luis  y  fray  Gil. 

Cuando  Dios  viene,  todo  se  acierta  a  hacer.  Pero,  antes 
que  venga,  unos  dicen  que  hay  ejercicios  de  aspiraciones  y 
unión.  No  es  menester  que  haya  obras  de  entendimiento 
para  esto,  ni  miuchos  discursos,  porque  ya  tiene  el  hombre 
entendimiento  que  es  Dios  infinito  y  merece  ser  amado  ex 
multis,  y  está  resuelto  en  esto  por  discursos  que  ha  tenido. 
Para  esto  es  menester  haber  mucho  pensado.  Sic  et  sic  eje- 
cuta el  fin,  que  es  el  amarle  y  alabarle.  Y  así  es  obra  de 
voluntad  y  no  de  entendimiento,  que  el  amor  une,  etc.  Item 
duitur  ab  aliquibus  movimientos  anagógicos,  sursum  dv- 


v  179  no  om.  X  180  cumple]  convenga  .v  |  resistiendo]  Itaque  add.  N  || 
181  suspender  Y  |  vivir  ;  183  como  om.  N  ,\  184  haya]  haga  N  |  en  to 
<>m.  V  !  haciendo]  aquello  «iitii.  .V  ||  185  o  «no  om.  X  |  órganos  .V  |  gn~;.i] 
y  add.  N  |  186  lo]  la  .V  |  mirando]  cómo  lo  hace  «írfii.  X  ¡¡  187  las  reglas 
de  om.  N  |  oración]  La  oración  que  la  tenga  y  no  la  sepa  add.  X 

189  el]  un  V  i  en J  con  ¡V  ||  190  coniungunt  E  |  cum  om.  N  |  ignoto] 
ut  dicit  Dionysius,  ignoto  add.  X  M  191  Ideo]  Imo  N  (  Deus]  et  mld.  N 
192  tiene]  etc.  add.  X  1  Couiunguntur  .V  |'  198  también]  estonces  tt  |  boda«J 
cosas  E  ||  194  y,]  que  .V  |  algunas  hay  X  |  son  .V  |  estorban  .V  ||  196  en 
obscuro  a  su  amigo  N  ||  197  ni  echa  ¡Sí  |  ver]  en  add.  .V  ||  198  ferunt]  té 
exrunt  .V  |  de  om.  N 

200  aspiración  .V  ||  201  unión]  etc.  add.  X  ¡  obra  .V  ||  202  para  esto]  en 
este  acto  .V  ■  discursos]  para  esto  add.  X  |  el]  tal  add.  X  ||  203  entendi- 
miento] concluido  .V  |  Dios  es  bien  traiisf.  add.  X  |  y]  que  add.  X  ¡¡  204 
multis]  internis  .V  '  resoluto  .V  |  205-2C6  sic  et  sic  ejecuta]  y  así  ejccjtase 
,V  |¡  206  asi  es  obra]  a  sus  obras  E  \\  207  que]  porque  .V  |  etc.  om.  X  \\  208 
dicuntur  N  ¡  movimiento  X  |  anagógicos]  scilicet  <id<l.  .V  ||  209  Iob]  y  E  \\ 


190  PsEuno-Dioxisio  Areopagita,  De  divin.  nomin.,  c.  1,  1  flMG 
3i  5,5°  S.)  :  «Rebus  ineffabilibns  et  ignoüs  modo  ineffabili  igiiotoíine 
coninnginiur  iuxrta  eairt  unionem,  qttae  vim  omnem  et  efficaciam 
nostrae  intellecüoiiis  et  ratiocinationis  excedit». 


1320 


PLATICAS 


ceníes  al  ánima  y  al  cuerpo — 'Job:  Suspendium  elegit  anima 

210  mea — ,  y  que  no  ha  de  descender  de  este  ejercicio  de  amor. 
Así  que  se  hace  con  fuerza  y  suspensión,  es  trabajoso, 
aunque  se  hallarán  bien  con  él. 

Otros  comienzan  pensando,  como  quien  pone  leña  y  sal- 
ta la  centella  y  emprende  aquel  sumo  bien  con  aquella  sus- 

215  pensión,  y  el  amor  reposado  en  un  acto  continuo  de  aquella 
bienaventuranza,  descansando  con  él,  y  así  suele  quedar 
muy  mudado  y  como  preñada  el  alma  de  Dios;  y  de  esto 
el  más  sosegado  y  manso  es  más  útil,  menos  trabajoso  para 
la  cabeza,  y  el  amor  se  ejercita  más. 

220  Pero  no  ha  de  comenzar  por  aquí,  sino  por  su  miseria, 
vida  de  Cristo  y  beneficios.  Y  aunque  p  oceda  así  y  en  prin- 
cipios, es  primero  necesario  escuchar  .\igunas  veces  a  Dios 
y  no  hablárselo  todo  desde  dentro:  que  pensar,  hablar  es 
del  ánima;  y  descansando  hasta  que  Nuestro  Señor  lo  lleve 

225  a  otra  cosa,  y  si  no  lo  llevare,  de  rato  en  rato  pensar  y 
ejercitarse  y  no  dormirse,  que  es  muy  contrario  a  este  ejer- 
cicio. Ejemtplo  del  que  oye  al  que  habla  de  lejos  o  del  perro 
que  espera  el  hueso  que  le  quieren  echar.  Y  suélese  llevar 
esto  a  costa  de  la  carne,  que  el  amor  se  la  lleva  tras  sí  [a] 

230  pasar  en  poco  tiempo  por  todo  hasta  toparse  con  Dios,  y, 
topándose,  va  embebiendo  en  el  ánima  lo  que  resulta  de  la 
comunicación  con  Dios  con  afición,  aparejando  primero  el 
pensamiento.  Augustinus:  Hollé  hoc  bonum,  et  illud  bonum; 
et  quod  remanet  bonum  réspice,  si  potes  abstrahere  a  sensi- 

235  bilibus.  Conoce  a  Dios  debajo  de  un  atributo  y  conoce  a  sí 
sin  nada  bueno,  como  quien,  cavando,  echa  fuera  toda  la 
tierra  movediza;  y  decir:  "Virtud  mía  en  quien  me  sus- 
tento, en  quien  vivo",  etc.,  sin  alborotos  como  potrillos. 
Al  que  pide  que  le  ayuden,  desde  el  principio  tenga  buena 


210  han  N  |  descendir  .V  I  de,  om.  N  ||  211  Que  así  .V  |  suspensión]  del 
ánima  y  cuerpo  add.  N  |.|  212  aunque]  algsuios  add.  N  |  hallan  N 

214  cimprendc]  empréndese  diciendo  add.  N  |  aquel]  aquel  mi  add.  N  |  bien 
sumo  N  ||  21)5  y]  si  llega  N  ||  215316  un  acto  -  bienaventuranza]  una  tran- 
quilidad bienaventurada  N  |[  216  con]  en  N  ¡  y  así  om  N  ||  217  muy 
om.  N  |  preñada  el  alma]  preñado  N  |<  218  útil)  y  add.  N 

220  miseria]  y  la  add.  N  ||  221  y,]  sus  add.  N  ||  222  primero]  empero 
N  |  Dios]  dentro  add.  N  ||  223  desde  'dentro  <«  ,i.  2V  |  que]  quia  ¡V  ||  223-224 
hablar  -  ánima]  el  ánima  es  hablar  ¡V  i|  224  descansando]  descansar  y  escu- 
char N  |  Nuestro  Señor]  Dios  ¡V  ||  225  si  no  1o  llevare]  así  N  ||  226  ejer- 
citarse] tornar  a  escuchar  N  |  a  éste]  de  ,te  V  ||  227  al  que]  cuando  le  N  \ 
hablan  N  |  perrillo  N  \\  229  el]  llw  o  <  >e  ||  230  por  todo]  todas  las 
cosas  N  ||  231  va]  con  afección  add.  ||  '.¿2-233  con  afición  -  pensamiento] 
om.  N  ||  234  remanet]  et  quod  rcmaiv  id.  ':  |  aspice  bonum  N  |  potest  N  || 
236  sensibus  N  |  conoce.,]  conócese  M  SÜty  lucra]  de  sí  add.  ¡V  |l  237  decir] 
a  Dios  atld.  N  ||  238  sustento]  yo  v  |  quien]  y  por  quien  add.  N  I  etc. 
om.  N  |  alborotos]  de  devotos  nr-      N  ||  239  ayude  N  |  desde  el  principio 


2IO    Cf.  Iob  7,  15.  •       ,  r 

235   Cf.  San  Agustín,  De  av.  Dci,  t  S,  c.  6  :  ML  41,  231. 


3.      \   LOS   PADRES   DK   LA   COMPAÑÍA  1321 


240  voluntad,  y  sin  ésta  nada  se  hace;  una  afición  general:  quie- 
ro salvarme. 

Sea  letrado,  que  audiat  Dionysium:  Amens  et  stulta  sa- 
pientia.  Ha  menester  maestro  y  regalarle  como  a  niño;  y 
sin  maestro,  si  lo  puedo  tener,  dificultosamente  alcanzará 

245  perfección,  ut  ait  San  Vicente.  Es  menester  primero  ejer- 
citarse en  mortificaciones  y  en  obras  de  obediencia,  humil- 
dad, cosas  bajas;  y  mandando  estas  cosas,  darles  forma, 
como  si  barre  o  hace  otra  cosa  baja,  decille  cómo  Dios  la 
alimpia  y  purifica,  etc.  Y  suele  allí  hallarse  Dios  para  bien 

250  proceder,  como  lo  dice  San  Bernardo  in  epístola  ad  fratres 
de  Monte  Dei:  Anima  incipiens  in  celia  diu  esse  non  potest. 
Es  menester  a  las  obras  corporales  darles  alma  y  espíritu, 
porque,  si  son  sin  él,  son  de  poco  valor,  como  el  ayuno  sin 
consideración,  aunque  es  bueno  su  espíritu:  ayunar  de  eno- 

255  jado  de  mí,  porque  ofendí  al  que  había  de  querer  más  que 
a  mí.  Denique  que  tenga  medulla  aquella  cáscara,  que  ten- 
ga el  sentido  de  aquello  que  hace,  y  conozcá  otra  cosa  me- 
jor; y  aun  la  mortificación  tenga  otra  cosa  mejor,  como: 
"Desprecié  a  Dios,  desprécienme  todos",  no  sean  como  co- 

260    sas  aprendidas. 

Tras  estos  animales,  que  llama  San  Pablo  párvulos,  car- 
nales y  principiantes,  aunque  estén  en  gracia  y  vivan  se- 
gún hombres  y  no  animales,  pónenles  primero  que  vivan 

<»n.  .V  |  téngale  .V  |,|  240  afección  .V  |  general]  a  todo  lo  bueno  add.  N  \\  241 
quiero]  que  es  E  f  salvarme]  etsi  add.  N 

242  que  audiat  Dionysium]  quia  ut  dicit  Dionysius  ,V  ||  243  sapientia] 
Unde  add.  JW  ||  244  puede  N  f|  246  en,  om.  .V  |  humildad]  materiales  N  f| 
247  mandando  -  cosas]  es  menester  aquella  materia  de  obras  bajas  N  |  darle 
N  ||  248  si  barre -como]  om.  N  ||  249  la  alimpia  -  etc.]  le  limpie  su  alma  N  | 
suele  allí]  allí  acontece  .V  |  Dios]  nuestro  Señor  ,V  ||  250  proceder]  en  esto 
es  menester  add.  .V  |  como  -  Bernardo]  ut  ait  Bernardus  .V  |  in  epístola 
om.  N  ü  251  Dei]  quem  lege,  lege  Novicio  discreto  et  add.  N  |  incipiens] 
insipiens  .V  |  diu  in  celia  N  |  esse]  homo  sistere  .V  |  potest]  nisi  ad  opera 
corpórea  add.  N  ||  252-256  Es  menester  -  que  a  mí]  Pues  en  estas  obras  se 
le  dé  consideración  .V  |  Denique]  De  manera  ,\T  |  cáscara]  y  ansí  se  vaya 
haciendo  con  la  consideración  la  animalidad,  haciendo  racionalidad  add.  .V  | 
tenga]  procure  N  }',  257  hace]  para  qué  lo  hace  add.  N  |  conoce  E  |  mejor] 
por  qué  lo  hace  add.  N  ||  258  aun]  así  en  iV  |  tenga  -  como]  diga  yo  N  |j  B59 
desprécienme]  a  mí  <ní.¡.  N  |  todos]  y  esto  add.  N  \  sean  om.  N  ||  260  cosas] 
todas  add.  N 

262  estén  -  y]  om.  .V  ['  263  no  animales,  pónenles]  según  su  razón  y  no 


243  Cf.  Pseudo-Dioxisio  Areopagita,  De  Ynystica  theol.,  c.  5  : 
MG  3,  1046  s. 

245  San  Vicente  Ferrer,  Tractatus  vitae  spiriiualis,  c.  4  :  «Imo 
plus  dico,  quod  numquam  Christus,  suam  gratiam  ininistrabit,  sine 
quo  nihil  possumus,  si  hoano  habet  a  qno  possit  instrni,  et  dedwci,  et 
negligit,  vel  non  curat  alteritis  ducatuni  amplecti,  credens  sibi  snf- 
ficere,  et  per  se  posse  investigare,  et  invenire,  qnae  sunt  utilia  ad 
salutem». 

251  Guillermo  de  Saint-Thierry,  Epist.  ad  fratres  de  Moute 
Dei,  l.  1,  c.  9,  25-27  :  ML  184,  323  ss. 

263    Cf.  Gal.  4,  3  ;  Eph.  4,  14  ;  1  Cor.  3,  1-3. 


1322  PLATICAS  _ 

como  hombres  y  no  según  su  pasión,  sino  según  razón. 
Y  esto  es  comenzar  a  mortificar  sus  pasiones:  unos  quedan 
continentes,  y  se  vencen,  et  paenitent,  et  dicuntur  "paeni- 
tentes";  otros  temperantes,  que  no  tienen  tanta  obra,  mas 
obran  prompti,  etc.,  et  delectabüiter ;  ya  gozan  de  lo  traba- 
jado, et  dicuntur  "virtuosos" ;  otros  hay  "heroicos",  que 
abrazan  lo  uno  y  lo  otro  y  más:  se  les  olvidan  sus  pasiones, 
como  quien  no  sabe  qué  es  aquello.  Y  así  dijeron  los  filó- 
sofos que  el  ejercicio  de  subjectar  pasiones  es  animal  entre 
cristianos  y  racional  entre  filósofos:  que  le  traigan  como 
a  bestia,  enfrenándole?  hasta  que  aprenda  a  despreciarse 
y  a  andar  de  andadura. 

Ayudan  las  consideraciones  de  Cristo  y  lección  donde 
se  saque  unción  para  poder  llevar  esta  obra  y  ejercicio. 
Este  es  el  primer  fundamento  y  primer  punto,  sin  el  cual 
corre  peligro.  Aunque  haya  tentaciones  de  ira  o  de  otra 
cosa,  no  por  eso  es  falta  de  virtud.  Téngase  ojo  a  que  no 
salga  por  ama  la  que  llama  esclava,  como  es  la  ira  para 
reprehender  pecados,  que  aliquando  es  buena. 

Segundo  curso:  los     Comienza    el    proficiente,    que  es 
proficientes  cuando  se  siente  el  hombre  ya  mo- 

vido con  dones  de  Dios — quia  do- 
num  differt  a  virtute — ,  cuando  dice  Dios  ascende  swperius. 
Samuel  no  conocía  a  Dios  por  comunicación,  y  así  comien- 
za a  sentir  otro  en  sí;  solía  trabajar  y  no  recibir.  Proficit 
cuando  siente  un  olor  de  la  castidad,  mansedumbre,  etc., 
de  que  se  precia;  parece  que  le  dan  una  blandura,  etc., 
que  es  el  venir  a  caer  en  'la  cuenta,  un  sentir  allá  dentro 
de  las  cosas  de  otra  manera,  un  no  sé  qué  de  Dios,  que 
le  hace  decir:  "¡Oh  padre,  cómo  no  me  lo  habíades  dicho!" 


temperan 


su  pasión  .Y,  De  esta  manera  conviene  .Y  ||  264  como  hombres  -  razón] 
\\  266  continentes]  incontinentes  que  guerrean  .Y  |  y]  no  <mV.  y  | 
íitent  etl  etsi  paenitent  etiam  \  'l  267  paenitentes]  punituri  add.  N  \ 
ran  en  temperados  .Y"  ¡  obra  mas]  guerra  sed  :Y  |i|  268  promp- 
|  etc   OTO.  Y  I  dclabiliter  .Y  !  ya]  y  Y  |  trabajado]  que  trabajaron  .\r  , 
virtiuosi  N  |  heroicos]  ut  sanoti  de  virtwtibus  add.  .Y  \\  270  se  les  olvidan] 
rlvidar  .Y  ||  271  no  <o».   Y  |  qué]   se  oddi  .Y'  |  Y  así]  Ya  .Y 

76  Ayudando  Y  I  donde]  de  donde  y      277  saca  Y  |,|  278  y]  -leí  .V  I 

to]  curso  de  esta  ciencia  Y  ]  sin  el  cual]  señal  que  F.  \\  279  peligro] 
Id.  .V  ||  280  a  oto.  .Y  ||  281  llama]  llaman  por  Y'  ||  282  buena]  eno- 
íe  porque  pequé,  alguno  habrá  Que  no  se  enojará  por  esto,  scilicet, 
pie  viva  n<i  se  le  quedase  en  casa,  etc.  Finis  insipientis  add.  .Y 
87  conoció  Y  |i|  288  recibir]  recebía  et  .Y  ||  289  siente]  que  anda  allí 
mano,  cuando  le  da  una  y  en  la  cara;  exemplo  ut  cuando  se  >kntc 
Y  castidad]  ut  de  aliqua,  quae  osculabatur  el  hábito  y  la  correa,  vi 
Un  de  castidad  V  de  add.  X  |l]  289-290  etc.  -  precia]  cu,.  .Y  :;  290  blandura] 
compunción  add.  Y  |;|  291  dentro  om.  .Y  ||  292  otra  manera  la-  oisas 
v/>   om.  .Y  ||  293  hacer  .Y  |  cómo]  por  qué  Y  ||  294  habíansclo  .Y  |  sino 


285    Le  14,  10. 

2§7    Cf.  1  Keg.  3,  1  ss. 


A  LOS   PADRES   DE   LA  COMPAÑÍA 


1323 


Y  habíaselo  dicho  mil  veces,  sino  que  no  había  llegado  la 
295  mano  de  Dios,  y,  como  es  individuus  spiritus,  est  veritas 
que  se  le  asienta  muy  asentada;  hoc  est  andar  en  spiritu  et 
veritate.  Decía  uno  que  las  asienta  tune  las  verdades  como 
los  ladrillos;  y  en  el  entendimiento  un  asiento  de  las  virtu- 
des, entendida  su  verdad,  y  en  la  voluntad  otro  asiento  de 
0   amar  su  bondad. 

Et  hoc  est  agí  spiritu  Dei:  Qui  spiritu  Dei  aguntur,  hi 
filii  Dei  sunt.  Aunque  haya  libre  albedrío,  primero  son  mo- 
vidos de  otro  espíritu — superiori  spiritu  reguntur — ,  y  esto 
es  ser  buen  cristiano  y  el  vivir  vida  cristiana.  Háceseles 
305  Dios  su  pedagogo.  Et  sermo  Dei  erat  pretiosus  in  ülis  die- 
bus,  porque  había  poco  en  tiempo  de  Samuel.  Cuando  no 
hay  instinto  superior,  sino  todo  a  cavar  y  arar,  y  razonar, 
y  no  medrar,  trabajoso  va  el  negocio.  Esto  vino  a  hacer 
Jesucristo,  que,  después  que  se  hizo  homlbre,  alcanzó  que 
310  Dios  viviese  en  los  hombres  y  fuesen  llevados  y  regidos  por 
El;  y  esto  va  muy  fuera  del  extremo  de  los  herejes,  que 
dicen  que  se  hace  el  justo  una  persona  con  Dios.  Ex  illo 
non  estis  vos,  qui  loquimini;  luego  una  persona  son;  pero 
no  entendieron  que  esta  unión  está  en  la  operación  y  no  en 
315  la  persona,  que  hacen  juntos  aquella  obra,  en  ellos  y  con 
ellos:  Deus  operatur  in  nóbis  velle  et  perficere. 

Cuanto  tiene  un  hombre  de  este  don  de  Dios,  tanto  tie- 
ne de  proficiente,  y  así  se  hace  como  un  niño  que  aprende 
de  su  maestro:  Et  audiam  Dominum  quasi  magistrum;  et 
320  aperiet  mihi  aurem,  ego  autem  non  contradico,  dice  Isaías. 
No  es  cosa  en  que  discurre  y  se  cansa,  sino  dánselo  ahe- 
chado, y  no  a  fuerza  de  pensamientos.  ¡Oh,  cuánto  Dios 
le  paga  el  deseo  de  ser  tenido  en  poco,  el  amor  de  Dios  y 
del  prójimo!  Y  cuanto  tiene  de  esto,  tiene  de  verdad;  y  de 
325  aquí-  se  vienen  a  formar  las  virtudes  de  otra  manera  que 
antes,  y  así  llama  Santo  Tomás  virtudes  infusas  a  las  mo- 
rales. 


que  om.  .V  |¡  297  una  .V  |  las  om,  .V  |  asienta]  el  espíritu  add.  N  II  -¿&8 
los  om.  ,V 

301  agi]  agite  N  ||  302  haya]  hay  .V  1 1  303  movidos]  muv  .V  |  superiori] 
su  E  í|  reguntur]  gignunt  R  ¡|  3Clt  «  vivir]  hacer  N  |  cristiana]  de  tal, 
de  este  .V  i|  se  le  hace  .V  |[  307  instincto  N  |  a  om.,  fi  \  y  om.  N  ]\  308 
quej  porque  .V  |  que2]  Dios  add.  N  H  310  en  los  hombres  viviese  Dios  N  || 
312  decían  .V  |  hacía  .V  ||  313-315  pero  no -persona  que]  i>orc;iuc  .V  II  816 
ellos]   Dios  add.  .V  |  Deus]  est  qui  ad¡d.  N 

320  aperuit  .V  .|  aurem]  et  cregit  mihi  aurem  ,¡,¡,f.  v  |  dice  om.  N  I 
Esaías  .V  f|  322  cuánto]  cuando  .V  f|  323  Je  om.  N  |  pega  ,V  |  poco]  v  add.  N  \\ 
324  Y_  o.».  .V  |  esto]  tanto  add.  .V  ||  326  llamólas  N  |  Tomás)  a  las  tales 
morales  cuid.  N  ¡|  326327  a  las  morales]  etc.  N 


20,7  lo.  4,  23.  313    Cf.  Mt.  10,  20. 

302  Roin.  S,  14.  316    Cf.  Phil.  2,  13. 

306  1  Repr.  3,  1.  320   Cf.  Is.  50,  4-s. 

327  Santo  Tomás  de  AquinO,  Sumnm  theoJ.,  1-2,  q.  65,  a  2. 


PLATICAS 


Curso  tercero:  los  Ya  en  ellas  no  se  para  tanto  como 
perfectos.  Discreción    en  «1  amor  de  la  verdad  y  del  Dador 

330  de  espíritus  de  ellas:  y  ésta  es  vida  espiritual. 

Hácese  una  con  él  por  amor,  y  es 
el  amor  justicia,  que  tanto  tiene  de  ésta  cuanto  más  tiene 
de  ella;  y  así  no  es  afición  como  de  mi  padre,  que  no  haya 
más  que  hay  a  verdad,  sino  amor  a  una  verdad  infinita. 

335  Transierunt  in  affectum  coráis:  que  si  se  perdieren  las  le- 
yes, las  hallaría  en  su  corazón.  No  amor  de  afición,  sino 
de  la  verdad;  el  entendirrJiento  ilustrado  y  la  voluntad  en- 
cendida y  la  obra  ayudada  con  impulsos  de  Dios,  obrando 
El  y  nosotros  con  El. 

3¡o  Et  hic  est  Spiritus  qui  non  erat  datus,  quia  Iesus  non- 
dum  erat  glorificatus.  Esta  unión  de  que  se  dice,  obra  el 
Espíritu  de  los  perfectos,  ut  Paulus  ad  Hebraeos  6;  y  éste 
se  llama  spiritus  perfectorum  et  iustorum.  De  esta  perfec- 
ción no  la  había  antes  de  Cristo. — ¿Pues  no  era  Abraham 

345  perfecto?  - — Sí,  sed  non  hac  perfectione.  Decíale  Dios:  Ego 
ero  merces  tua  magna  nimis,  etc.,  y  respondía:  "Señor,  no 
tengo  hijos,  ¿y  quién  me  heredará?"  Lloraba  los  hijos  y 
la  falta  de  ellos.  Lléguense  a  San  Pablo:  habuit  spiritum 
conforme  a  Jesucristo  resucitado,  que  el  de  antes  era  con- 

350  forme  a  Jesucristo  pasible,  que  tiene  forma  de  los  incipien- 
tes y  de  los  de  antes  de  su  venida.  Casóse  su  Iglesia  con 
Jesucristo  impasible,  (invincible;  esto  es  el  espíritu  que  dió 
a  la  Iglesia.  Apedrearon  al  otro  profeta  y  dijo:  Videat  Do- 
minus,  et  requirat;  San  Pablo  et  alii  sancti  gozábanse  de  ello. 

355  Dos  cosas  tiene  el  amor:  gozarse  del  bien  de  quien  quie- 
re, y  esto  allá;  pesarle  del  mal  de  quien  bien  quiere,  y  esto 
acá.  Allá  las  míanos  llenas,  acá  nuestro  oficio  es  pesarnos 
del  mal  y  ofensas  de  quien  bien  queremos.  Y  esto  consumía 
a  los  santos,  como  el  padre  cae  enfermo  de  ver  a  su  hijo 


328  como]  cuanto  N  ]|  329  la  verdad  y  del]  las  virtudes  y  en  el  N  ||  331 
una]  cosa  add.  N  ||  332  el  om.  E  |  de  esta]  de  ella  .V  H  332-333  tiene  de 
de  ella]  ama  N  ||  334  más]  mal  N  |  aj  y  E  ||  338-339  obrando  él  om.  N  \\ 
339  nos  N 

340-341  noudum  Iesus  N   \\   342  espíritu  -  Hebraeos  6]   Espíritu  Santo  en 
ellos,  erat  spiritus  perfectorum,  ad  Hebr.  0  san  Pablo  .V  ||  343  perfectorum 
et]  perfectus  N  |  iustorum]  ad  Hebi .  12  add.N  |  De  om.  .\T  ||  344  de]  venir 
•i-td.  N  |  Cristo]  al  mundo  add.  N  ¡,|  345  perfecto]  que  add.  .V  ||  346  niay- 
na  -  res(pondía]  decía  N  ||  347  y,  om.  N  |  heredará]  y  mírf.  .V  |  Jos  hijos  y 
•311    N  \\  348  ellos]  los  hijos  .V  |  a]  un  add.  X  |  habuit]  qui  habebat  N  [| 
H)  ¡i]  al  de  ¡V  |i|  352  invincible  esto]  invencible  y  este  N  ||  353  Apedreaban 
.    1    :;.'4  requirat]  sed  de  add.  N  \  aliis  sanetis  N   |  ello]  etc.  add.  N 
156  1  izarnos  N  |  quiere]  bien  queremos  .V  ||   356  allá]  y  add.  N  |  pe- 
,.!■    -   \   |  queremos  N  ||  357  Allá]  hay  add.  N  ¡  llenas]  de  lo  de  allá,  y 
lo  de  acá  miií.  N  ||  358  consumía]  acontece  .V  |'|  359  santos]  con  su 


341  Cf.  lo.  7,  39. 

342  Cf.  Hebr.  t>,  1  ss. 

343  Cf.  Hebr.  12,  23. 


346   Cf.  Gen.  15,  1. 

354    Cf.  2  Par.  24,  22  ;  2  Cor.  n,  25. 


3-     A  LOS  PADRES   DE   LA  COMPAÑÍA  1325 

malo.  Y  así  no  tiene  cuenta  consigo  ni  con  su  honra,  sino 
celo  discreto  de  la  salvación  del  prójimo,  comenzando  pri- 
mero de'  aborrecer  en  sí  lo  que  aborrece  en  el  prójimo,  que 
alias  sería  celo  indiscreto.  El  celo  es  hijo  del  amor. 

Cuando  siento  espíritus  ajenos,  o  es  de  Dios  o  del  demo- 
nio, y  así  o  dará  en  Dios  o  en  el  diablo,  conforme  al  instin- 
to que  sigue,  y  si  no  lo  sigue,  sino  que  lo  padezca,  tiene 
trabajo.  Gente  en  quien  veréis  dos  corazones:  uno  con  que 
desean  bien  y  a  Dios,  y  sobre  esto,  otro  malo  que  le  pesa 
del  bien  del  cristiano,  invidia  del  diablo,  de  que  otros  se 
conviertan,  y  así  en  otras  temptaciones  en  gente  aprove- 
chada. Ideo  es  menester  mucha  experiencia  y  oración,  etc. 
Exemplum  del  que  pensaba  que  estaba  en  el  paraíso,  y  ti- 
ráronselo,  y  echáronle  un  diablo  a  cuestas,  y  así  se- pegan 
tanto  las  tales  temptaciones,  etiam  en  almas  buenas,  que 
no  quieren  pecar  por  todo  el  mundo,  que  las  traen  a  tales 
términos  que  parece  que  consienten  y  que  son  suyas.  Por 
tanto,  se  ha  de  examinar  si  es  suya  o  del  diablo.  Ayuda 
oración  y  examinar  si  alias  la  tal  persona  es  buena  y  si  le 
pesa  según  aquella  pasión;  y  averiguado  esto,  es  menes- 
ter consolarle  y  no  hacerle  cargo  de  ello  o  no  del  todo 

Grande  gracia  no  da  Dios,  sino  con  mucha  probación, 
y  así  le  dejará  tachas  ex  proposito:  de  fuera,  un  contrape- 
so, un  ser  necio,  una  falta  natural,  etc.,  para  que  no  se 
engría  y  ensoberbezca  acerca  de  los  otros;  y  dentro,  para 
que  consigo  no  se  levante,  ut  cuidam  accidit,  que  no  le  que- 
dó sino  un  poquito  para  dar  consigo  en  el  lodo  de  un  adul- 
terio, y  así  se  humilló  más  y  se  asió  de  Dios.  Déjales  lle- 
gar Dios  hasta  un  hilo,  etc.  Pensar  que  es  dispensación  de 
Dios  y  que  le  deja  de  curar  aquello,  para  le  humillar  inte- 
rius  et  exterius.  Sic  traditus  est  Paulas  spiritui  satanae. 

misericordia  add.  N  |  el]  al  JV  |  padre]  que  add.  N  |[  359-360  a  su  hijo 
malo]  el  mal  de  sus  hijos,  cuando  llegan  a  esto  desean  morirse  JV  ||  360 
tienen  JV  |  ni  con  su  honra  om.  JV  ||  361  de  sus  prójimos  ¡V  ||  362  aborre- 
cen JV  |  el  prójimo]  sus  prójimos  .V  |  que  ]  quia  JV  \\  363  amor]  Algunas 
veces  los  consuela  Dios  con  ver  que  hay  muchos  que  sirvan  a  Dios,  y  con 
esto  han  de  templar  el  dolor  que  tienen  de  ver  que  Dios  es  ofendido  y 
add.  N 

364  sienten  .Y  |i|  365  o  dará]  adora  E  |  instinto]  instituto  .V  ||  366  los 
padece  N  \\  367  veréis]  vierdes  que  tienen  JV  |  uno  om.  N  ||  368  desea  JV  | 
esto]  éste  N  \\  369  cristiano]  prójimo  JV  |  envidia  ¿V  |  otros]  el]  otro  N  \\ 
370  convierte  JV  |  tentaciones  JV  [\  371  Ideo]  Imo  JV  |  y  om.  JV  ||  372  ejem- 
plo ¡V  |  el  om.  JV  ||  373  tiráronselo]  quitáronselo  JV  |  pagan  E  \\  374  tales 
om.  .V  |  tentaciones  JV  ||  377  suyo  JV  |  demonio  .V  ||  378  y,  om.  JV  |  alias] 
es  ¡V  |  es  om.  .V  |  y  ]  o  ¿V  ||  37»  según]  sin  .V  \\  380  consolalla  JV  |  has- 
celle  ¡V 

381  Gran  ¡V  |  aprobación  JV  ||  382  contrapeso]  scilicet  add.  JV  ||  383  etc. 
om.  JV  ||  384  engríe  E  |  y  ensoberbezca  om.  JV  ||  385  levante]  a  mayores 
add.  JV  I  accidit]  contigit  muy  perfecto  JV  ||  387  Déjaos  .V  |j  388  hasta  un 
hilo]  a  este  filo  ¡V  |  es]  pensar  que  es  add.  JV  ||  389  de  curar]   para  cu- 


390    Cf.  2  Cor.  12,  7. 


1326 


PLÁTICAS 


Dice  Beda  que  forsitan  se  condenara  sin  aquello.  Es  menes- 
ter lumbre  para  consolarle. 

Así  que  no  se  asigure  nadie,  porque,  vencido  el  mundo 
y  carne,  queda  el  campo  por  el  demonio,  que  los  azota.  Vida 
395    ergo  espiritual  es  entendimiento  ilustrado  y  voluntad  in- 
flamada para  con  Dios. 


4        Recordar  e  imitar  la  pasión  de  Jesucristo  * 
A  los  mismos  padres  de  la  Compañía 

(B.  N.  M.,  Ms.  3620.  ff.  102  v  -  103  v.) 

Traigamos  en  la  me-  Habernos  de  pedir  a  nuestro  Señor 
moria  a  Cristo  cru-  <lue  nos  escriba  en  nuestros  cora- 
cificado  zones  a  Jesucristo  crucificado,  ut 

glorificetur  nomen  tuum,  lesu,  etc. 
5  ¡Qué  desagradecidos  son  los  hijos  de  Adán  a  los  beneficios 
que  les  hacen!,  que,  cierto,  merecen  nombre  de  ingratos, 
y  principalmente  por  el  olvido  que  tienen  de  nuestro  Señor 
Jesucristo.  San  Pablo,  de  amor  que  tenía,  no  hacía  sino 
nombradlo  mucho.  A  un  mártir  se  lo  hallaron  escripto  en 

10  el  corazón.  De  no  tratar  de  Jesucristo  hay  tanta  sequedad 
y  miseria.  Esta  es  la  piedra  de  donde,  hiriendo,  el  predica- 
dor ha  de  sacar  agua,  comió  dice  San  Pablo,  y  el  pedernal 
que,  hiriéndolo,  sacan  fuego  para  encender  los  corazones. 
Ezequiel:  Ut  adamantem  et  silicem  dedi  faciem  tuarn.  Por- 

15  que  sin  Cristo  no  se  inflaman  los  corazones  ni  se  vuelven 
a  nuestro  Señor;  y  así  es  la  impresa  de  predicadores  por- 
tare nomen  Domini  lesu,  et  divitias  illius  evangelizare.  Este 
es  oficio  de  ángeles,  animar  con  Jesucristo,  que  es  dar  ayu- 
da, descanso  y  paraíso  y  lo  demás,  y  así  no  será  menester 

20  pedilles  siempre  que  den,  sino  darles  lo  que  han  menester; 
porque  Cristo  nuestro  Señor  es  el  que  envió  el  Padre  para 
remedio  de  nuestros  males,  y  después  de  enseñados  los  ma- 
les que  nos  vinieron  por  el  pecado,  debet  evangelizare  üdis 
Iesum,  que  es  sanare  contritos,  y  lo  que  más  dice  San  Lucas 


rarle  IV  |  humillarle  ¡V  H  380  spiritu  E  |:|  391  forsan  .V  [  392  consolarlos  N' 
393  asegur-  N   |  porque]   ha  add.  .V  ||   394  y]   la  add.   N  |  diablo  N  \ 
azota]  acocee  y  azote,  etc.  ¡V  ||  396  Dios]  Finís  add.  i.",  y  las  virtudes  add.  N 

17  divrtias]  delitiaa 


*  Ed.  J.  Durántkz,  en  «Rev.  de  Espiritualidad»,  2  (1943),  325- 
330.  «Otra  plática  del  mismo  autor  a  los  mismos  padres  de  la  Com- 
pañía» (f.  102  v). 

4    Cf.  Ps.  85,  9.  12  ;  Mt.  6,  9. 
14    Of.  Ez.  3,  9. 
17    Cf.  Act.  9,  15  ;  Eph.  3,  8 


.(.     A    LOS   MISMOS    PADRES    I)L   LA  COMPAÑÍA 


1327 


25  en  el  capítulo  4;  y  estas  dos  cosas  se  han  de  tratar  mucho, 
scilicet,  Jesucristo  en  la  cruz  y  en  el  altar. 

Los  que  predican  reformación  de  Iglesia,  por  predica- 
ción e  imitación  de  Cristo  crucificado  lo  han  de  hacer  y  pre- 
tender; pues  que  dos  hombres  que  escogió  Dios  para  esto 

30  scilicet,  Santo  Domingo  y  San  Francisco,  el  uno  mandó  a 
sus  frailes  que  tuviesen  en  sus  celdas  la  imagen  de  Jesu- 
cristo crucificado,  por  lo  cual  parece  que  lo  tenía  él  en  su 
corazón,  y  que  quería  que  lo  tuviesen  todos;  y  el  otro  fué 
San  Francisco:  su  vida  fué  una  imitación  de  Jesucristo,  y 

35  en  testimonio  de  ello  fué  sellado  con  sus  llagas.  Y  ansí,  por- 
que este  hombre  que  es  Cristo  no  se  olvide,  aconseja  San 
Pablo  que  todas  ias  cosas  se  hagan  en  nombre  de  Jesucris- 
to. El  nombre  quiere  decir  la  cosa  misma.  Sanctificetur  no- 
men  tuum,  quiere  decir  su  Iglesia.  "No  me  olvidéis",  dijo 

40  el  Señor,  y  así  instituyó  el  Santísimo  Sacramento  por  me- 
morial suyo,  porque  no  se  nos  olvidase.  Nomen  tuum  et 
memoriale  tuum  in  desiderio  animae  mieae  (Esaías  26),  y 
así  dice  Job:  Terra  non  abscondas  sanguinem  meum.  Y,  al 
fin,  los  hombres  han  descubierto  el  camino  que  él  descu- 

45    brió,  y  su  sangre,  con  la  tierra  de  sus  costumbres. 

Ayúdanos  a  andar  el  camino  con  su  ejemplo  y  calor;  y 
para  derretirse  el  hombre  el  corazón,  hase  de  poner  a  este 
sol  de  justicia;  y  así,  de  mirar  su  imagen,  se  han  remedia- 
do algunos,  porque,  mirándolo  a  El,  El  nos  mira  a  nosotros 

50  y  da  gracia  para  que  se  muevan  los  corazones  a  se  conver- 
tir a  El;  y  así,  mirándonos  y  dándonos  gracia,  hace  empo- 
llar los  huevos  como  el  avestruz.  Es  camino  nuestro  Señor 
Jesucristo  seguro  y  firme  entre  las  aguas  de  aqueste  mar 
que  navegamos,  porque  dijo  el  Señor:  Yo  soy  camino;  y 

55  éstas  son  sus  palabras,  y  así  hanse  de  advertir  mucho,  como 
se  encomiendan  en  el  psalmo  118.  Y  por  eso  el  evangelio 
se  dice  con  lumbre  y  se  oye  en  pie,  para  que  se  oya  y  se 
estime  y  se  ponga  por  obra.  ¿Por  qué  se  dice  con  [dalmá- 
tica de  seda  y  lumbres  y  tanta  autoridad  y  vos  lo  oís  en 

60  pie,  sino  para  esto?  Quid  prodest,  si  vos  lo  olvidáis  luego? 
Y  porque  son  más  eficaces  las  obras  que  las  palabras,  qui- 
so con  obras  enseñarles  el  camino. 

Amor  y  compasión  Y  el  fin  de  todo  es  amar  a  los  hom- 
nos  mueven  a  imi-  bres,  y  así  dice:  In  funiculis  Adam 
65  tarle  traham  eos,  in  vinculis  charitatis. 

"Dádivas — suelen  decir — quebrantan 
peñas";  ansí  estas  dádivas  de  las  criaturas  son  las  cuerdas 

29  «.sooehIo      '  56  Y]   no  add, 


25    Cf.  Le.  4,  iS. 
39    Mt.  6,  g. 
42    Is.  26,  8. 


S4    lo.  14,  6. 
56   Ps.  118,  1  ss. 
65    Os.  11,  4. 


1328 


PLÁTICAS 


con  [que]  el  Señor  trae  a  sí  a  los  hombres  porque,  como  al 
animal  el  cebo  trae  a  los  lazos,  ansí  a  los  hombres  los  be- 

70  neficios.  Así  que  los  beneficios  son  lazos.  Dádivas  de  otros 
suelen  bastar  para  hacer  a  uno  hacer  un  mal,  y  no  bastan 
para  hacer  bien  los  hombres  para  sí;  y  viendo  el  Señor  lo 
que  habían  hecho  las  prisiones  de  palo,  hízolas  de  hierro 
para  echar  hierros  a  los  pies  de  los  hombres.  Hieremías  28: 

75  íubet  Hieremiae  dicere  ad  Hananiam:  Haec  dicit  Dominus, 
etcétera.  Y  esto  hizo  que  obligase,  poniéndose  tal,  a  que  hu- 
biésemos compasión  de  El.  — ¿Cómo?  — Que,  siendo  Dios 
inmortal,  impasible  y  tan  lejos  que  de  El  se  haya  compa- 
sión, pues  no  puede  tener  miseria,  que  viniese  a  estar  tal, 

80  que  sea  mucha  razón  haber  compasión  de  El.  Y,  entre  otras 
cosas,  hizo  ésta  por  consolar  nuestros  trabajos,  porque, 
cuando  vemos  a  uno  a  quien  mucho  amamos  muy  trabaja- 
do, olvidamos  nuestros  trabajos,  y  si  los  trabajos  que  El 
tiene  son  para  que  nos  consolemos  nosotros  en  los  nues- 

85  tros,  solemos  decir:  "No  más,  Señor,  que  yo  me  consolaré". 
Ejemplo  de  un  padre  con  un  hijo,  o  un  señor  con  un  escla- 
vo, que  esto  hiciese  por  consolarlo. 

Y  éstas  son  las  prisiones  que  nos  echó,  scilicet,  los  mis- 
terios de  su  vida  y  pasión,  que  son  prisiones  de  amor,  fuer- 

90  tes  como  hierro,  haciéndonos  obras,  que,  no  siendo  nosotros 
piedras,  nos  habían  de  traer  a  sí,  para  que  con  más  facili- 
dad anduviésemos,  etc.  Mándanos  amar  al  prójimo,  y  El  da 
su  vida  por  él.  ¡A  las  cosas  que  Dios  mandó  y  obligó  a  lo[s] 
hombres  con  estas  obras  de  Dios!  Suélense  excusar  los  hom- 

95  bres  con  decir:  "El  es  Dios;  y  con  eso  hizo  aquello",  y  con 
esto  echan  fuera  el  consejo  de  Dios.  A  esto  se  responde  que 
va  de  honra  de  Dios  a  la  honra  nuestra;  y  pues  no  os  pide 
Dios  a  vos  que  perdonéis  una  injuria  o  una  deshonra  o  pon- 
gáis la  vida  por  el  prójimo,  siendo  vuestra  injuria  o  vues- 
100  tra  vida  de  tanto  precio  y  cualidad  como  la  suya,  de  Dios, 
¿por  qué  os  excusáis  con  decir:  "El  es  Dios",  pues  no  os 
pide  tanto  como  El?  No  os  pide  sino  que,  pues  El  hizo  su 
mucho,  que  hagáis  vos  vuestro  poco,  y  para  hacer  esto  no 
es  menester  tanta  virtud  como  El,  y  El  os  ayudará  para 
105  tener  aquella  que  habéis  menester,  sino  que  no  la  queréis 
tener,  etc. 

Consejo  es  de  Dios  hacer  el  templo  según  el  ejemplo  y 
dechado  que  se  mostró  en  el  monte,  y  por  eso  se  muestra 
el  crucifijo  en  público  lugar  y  alto,  en  la  iglesia,  para  que 
110  todos  hagan  lo  que  El;  y  así  dice  San  Pablo:  Imitatores  mei 
estote,  sicut  et  ego  Christi;  y  debíase  de  confundir  mucho 
el  cristiano  de  no  moverse  muoho  con  decir:  "Cristo  hizo 
esto",  como  el  buen  hijo  dice:  "Mi  padre  hizo  esto",  y  has- 


75  Ier.  28,  12-13. 
108   Cf.  Ex.  25,  40. 


ni    1  Cor.  4,  16. 


4.      \    I>OS    MISMOS   PADRES    DE   LA  COMPAÑÍA 


1329 


ta  tener  este  sentir  no  tenemos  buen  sentido  cristiano.  Aver- 
115    gonzarnos  debíamos  de  no  hacer  lo  que  Cristo  hizo,  pues, 
siendo  ejemplo  de  superior,  debe  movernos,  como  al  escu- 
dero de  Saúl,  que  por  ver  matar  a  Saúl,  se  mató  él.  Ayú- 
danos mucho  con  su  ejemplo  el  Señor  a  bien  vivir,  que, 
siendo  ejemplo  de  mayor  a  menor,  lo  llama  San  Pablo  "for- 
120    zar":  cogis  alios,  etc.;  y  San  Hierónimo,  ad  Heliodorum: 
Domus  tua  in  specula  posita  est,  et  oculi  omnium  in  te 
diriguntur:  quod  tu  facis,  omnes  facient.  Cave  ne  agas 
quod,  qui  imitare  voluerit,  errare  cogatur;  y  así  aconseja 
San  Bernardo  a  los  de  Monte  Dei  que  miren  que  han  de  ser 
125    ejemplo  de  sus  sucesores.  Y  así  los  que  comienzan  a  fun- 
dar alguna  religión,  tienen  mayor  obligación  a  la  perfec- 
ción; y  así  el  ejemplo  de  Cristo  es  constreñir  en  amor. 

Maneras  de  imitar  Primera:  La  pasión  se  ha  de  imitar, 
la  pasión  de  Cristo     lo  primero,  con  compasión  y  senti- 

130  miento,  aun  de  la  parte  sensitiva  y 

con  lágrimas.  Ya  que  los  legos,  por  sus  muchas  ocupacio- 
nes, no  tengan  todas  sus  fuerzas  recogidas  para  servir  a 
Dios  con  ellas,  los  religiosos  y  sacerdotes,  que  son  dedica- 
dos a  Dios,  deben  de  procurar  de  amar  en  la  parte  sensiti- 

135  va,  tener  aquel  sentimiento  en  los  trabajos  de  nuestro  Re- 
demptor,  como  se  suelen  tener  en  los  trabajos  de  los  amigos. 
¡Oh  qué  gran  confusión  es  para  un  hombre  dedicado  a  Dios 
que  no  sienta  la  pena  de  ver  a  su  Señor  penado  que  siente 
de  ver  penado  a  su  padre,  y  que  no  sienta  aquel  gozo  de 

140  ver  a  Jesucristo  en  el  altar  presente,  que  siente  cuando  ve 
a  su  amigo  que  viene  de  lejos!  Et  hoc  est  diligere  Deum 
ex  tota  anima  tua  en  la  parte  sensitiva. 

Allende  de  la  compasión  de  Jesucristo  crucificado,  de- 
bemos tener  imitación,  porque  cosa  de  sueño  parece  llorar 

145  por  Jesucristo  trabajado  y  afrentado  y  huir  el  hombre  de 
los  trabajos  y  afrentas;  y  así  debemos  imitar  los  trabajos 
de  su  cuerpo  con  trabajar  nosotros  el  nuestro  con  ayunos, 
disciplinas  y  otros  santos  trabajos,  como  dice  San  Pablo: 
Mortificationem  Domini  nostri  Jesu  Christi  in  corpore  nos- 

150    tro  portantes. 

121  spelunca 
120   Cf.  Gal.  2,  14. 

123  San  Jerónimo,  Ep.  60,  14  OIL  22,  598  s.)  :  «Domus  tua,  et 
conversatio,  quasi  in  specula  constituía,  magistra  est  puWicae  disci- 
plinae.  Quidquid  facit,  id  sibi  omnes  faciendum  putant.  Cave  ne 
committas,  quod  aut  qui  reprehenderé  volunt  digne  lacerasse  vi- 
deantur,  aut  qüT  imitari,  cogantur  delinquere». 

125  Guillermo  de  Saint-Thierry,  Ep.  ad  fratres  de  Monte  Dci, 
1.  1,  c.  3,  7  (ML  184,  312)  :  «Ex  vdbis  enim,  ex  vestro  exemplo,  et 
vestra  auctoritate,  in  regione  hac  penderé  habet  tota  posteritas 
huius  vestri  ordinis  sancti». 

142   Cf.  Deut.  6,  5  ;  Mt.  22,  37.  150   Cf.  2  Cor.  4,  10. 


1330 


PLÁTICAS 


Y  aun  no  contentarnos  de  esto,  que  también  lo  hemos 
de  imitar  en  la  mortificación  de  nuestras  pasiones,  pues  él 
padeció  tanto  en  su  parte  sensitiva;  y  así  dice  San  Pablo: 
Qui  Christi  sunt,  carnem  suam  crucifixerunt. 

155  Lo  postrero,  hemos  de  juntarnos  en  amor,  y  débesele 
más  al  Señor  crucificado  amlor,  y  hase  de  atender  más  al 
amor  con  que  padece  que  a  lo  que  padece,  porque  de  su  co- 
razón salen  rayos  amorosos  a  todos  los  hombres.  Como  pa- 
deció por  amor,  quiere  que  se  tenga  cuenta  con  la  raíz  de 

160  donde  sale;  y  así  como  el  corazón  del  hombre  es  inscrutable 
en  maldad,  así  el  de  nuestro  Señor  es  inscrutable  en  bon- 
dad y  amlor;  como,  por  el  contrario,  cuanto  más  escudriñá- 
semos e!  nuestro,  mayores  flaquezas  y  males  hallaremos, 
como  dijo  Dios  a  Ezequiel,  que,  si  cavaba  más  adentro,  ma- 

165  yores  abominaciones  hallar [ía].  Y  en  estos  dos  abismos 
nos  es  mandado  cavar,  scilicet,  en  consideración  de  nuestro 
malo  y  desamorado  corazón,  y  en  el  bueno  y  amoroso  co- 
razón del  Señor.  Luego  débesele  amor,  y  a  todo,  cristiano, 
imitación. 

170    Bienes  de  la  cruz     Aunque  debemos  entender  que  Cris- 
de  Cristo  to  murió  para  nos  convidar  a  que  le 
imitemos  en  todo  lo  que  hemos  di- 
cho, mas  otra  cosa  hay  más  importante  en  el  misterio  de 
la  pasión,  para  nuestro  consuelo  y  remedio,  y  así  dice  San 

175    Augustín  quaedam  putabam  in  illa  cruce  tantum  esse  ac-  . 
tum,  ut  detur  nobis  exemplum,  pro  vertíate  certandum  no- 
bis esse  usque  ad  mortem;  mas,  como  él  dice,  debemos  con- 
siderar quid  conferat  credentibus  crux  Christi,  que  quiere 
decir:  "mirad  los  grandes  bienes  que  nos  vinieron  por  nues- 

180  tro  Señor  Jesucristo,  conviene  a  saber,  perdón  de  pecados, 
gracia  para  cumplir  su  ley".  Y  ésta  es  propia  ciencia  para 
cumplir  su  ley,  es  ciencia  del  cristiano,  y  ni  la  tiene  el  moro 
ni  el  judío,  y  esto  se  debe  dar  a  entender  al  pueblo  cristia- 
no, para  que  la  imitación  de  Cristo  y  la  guarda  de  la  ley 

185  de  Dios  no  le  parezca  imposible,  y  no  apedreen  a  los  predi- 
cadores, como  lo  hicieron  a  los  siervos  del  rey  que  venían 
a  pedilles  la  renta  de  su  parte.  Enemigos  son  los  hombres 
de  dar  y  amigos  de  recebir;  y  por  eso  es  camino  muy  acer- 
tado para  traellos  al  bien  declararles  que,  si  Dios  los  pide 

190    la  guarda  de  sus  mandamientos  y  de  su  Iglesia,  que  le[s]  está 

187  renta]  yeáta 


i54  Cf.  Gal.  5,  24. 
161  Cf.  Ier.  17,  9. 
165    Cf.  Ez.  8,  8  s. 

178   Cf.  San  Agustín,  Contra  Adimanhim,  c.  iS,  1  :   ML  42, 
162  s.  ;  Serm.  101,  c.  s.  6  :  ML  ^,8,  608. 
iS-   Cf.  m.  21.  «. 


ganada  gracia  para  el  perdón  de  sus  pecados,  y  fuerza  que 
la  reciban,  porque  Dios  se  la  quiere  dar,  y  se  lo  ruega  que 
la  reciban,  y  el  que  sin  ello  está,  es  por  no  querer  dispo- 
nerse para  recebirla  y  lo  que  Dios  le  quiere  dar. 

95    Un  texto  de  Pan  Pa-    Y  estas  riquezas  que  Cristo  tiene 
blo  mal  entendido  por    ganadas  para  los  que  se  dispusie- 
los  herejes  ren  para  recebiUas,  conforme  a  las 

leyes  que  en  la  Iglesia  tiene  pues- 
tas, predica  muy  a  menudo  San  Pablo,  y  agradece  a  Dios, 

00  donde:  Mihi  omnium  sanctorum  mínimo  data  est  gratia: 
evangelizare  in  gentibus  investigabiles  divitias  Christi;  y 
parte  de  ellas  declara  donde  dice:  Qui  factus  est  nobis  sa- 
pientia,  sanctificatio,  iustificatio  et  redemptio. 

En  lo  que  no  hemos  de  entender,  como  los  herejes  en- 

J05  tienden,  que  no  tengan  los  justos  justicia  formal  inherente 
en  su  ánima,  por  la  cual  formalmente  sean  justos,  porque 
esto  no  se  puede  sacar  de  esta  palabra:  Christus  factus  est 
nobis  iustitia,  pues  no  es  modo  de  la  Sagrada  Escritura  ha- 
blar de  esta  manera.  Más,  no  se  puede  entender  como  los 

210  herejes  lo  quieren  entender:  Deus  est  vita  tua,  et  longitudo 
tua;  item:  Deus  meus,  fortitudo  mea,  et  salus  mea;  y  en 
otras  muchas  partes  hay  frasis  semejantes,  de  las  cuales 
sería  blasfemia  y  cosa  ridicula  inferir  que  no  tiene  el  hom- 
bre propia  vida,  ni  salud,  ni  fortaleza,  sino  que  vive  el  hom- 

215  bre  vida  de  Dios;  y  cuando  decimos  que  Dios  es  hermosu- 
ra de  todas  las  cosas,  claro  está  que  no  por  eso  se  ha  de 
negar  tener  ellas  hermosura  dada,  distinta  de  la  de  Dios; 
mas  por  estas  frases  se  entiende  que  Dios  es  causa  de  nues- 
tra vida  y  hermosura,  etc.  Y  así  Cristo  ser  nuestra  justi- 

220  cia  quiere  decir  que  es  causa  de  nuestra  justicia  formal, 
distinta  de  la  suya,  y  en  cuanto  Dios  es  causa  eficiente  de 
nuestra  justicia,  y  en  cuanto  hombre  es  causa  meritoria;  y 
no  solamente  de  este  modo  de  hablar  no  se  puede  sacar  que 
el  justo  no,  tenga  justicia  formal  propia,  mas  aunque  dije- 

225  ra  San  Pablo:  "La  justicia  de  los  justos  no  es  de  ellos,  sino 
de  Cristo",  por  esto  no  se  siguiera  que  no  tenían  justicia 
inherente  en.  los  hombres,  como  parece  en  lo  que  el  Señor 
dijo:  Mea  doctrina  non  est  mea,  sed  eius  qui  misit  me;  del 
cual  rrfodo  de  hablar  no  se  sigue  que  nuestro  Señor  no  tu- 

230  viese  en  su  entendimiento  formalmente,  en  cuanto  hombre, 
sabiduría,  de  la  cual  procedía  su  doctrina,  aunque  era  dada 
del  Padre. 

Solamente  se  entiende  por  estas  palabras  que  lo  que  el 
hombre  tiene  no  lo  tiene  de  sí,  sino  de  Dios,  y  parece  que 
235    de  las  dichas  palabras  no  se  puede  sacar  el  falso  sentido 


201  Cf.  Kph.  j,  8. 
203    Cf.  1  Cor.  1,  30. 


211  Cf.  Ex.  i5l  a 
228    lo.  7,  16. 


1332 


PLATICAS 


que  dan  los  herejes,  porque  todos  cuatro  bienes  que  allí  se 
cuentan,  scilicet,  sapientia,  iustitia,  santificación  y  redemip- 
ción,  como  van  debajo  de  un  contexto,  así  se  han  de  enten- 
der de  una  misma  manera,  la  cual,  según  su  error,  estas 

240  cosas  no  las  tenemos  en  nosotros  formalmente,  sino  dicen 
que  las  tenemos  en  Cristo,  porque  él  las  tiene,  y  sus  bie- 
nes se  llaman  nuestros.  De  manera  que,  según  esta  cuenta, 
diremos  que  en  nosotros  no  hay  sabiduría,  ni  justicia,  ni 
santificación,  etc.,  sino  que  la  de  Cristo  se  imputa  a  nos- 

245  otros.  Mas  ser  esto  falso  parece  claro  por  la  cuarta  pala- 
bra, la  cual  es  redemlpción,  porque,  aunque  quepa  en  Cristo 
tener  sabiduría  y  justicia  y  santidad,  por  la  cual  se  llama 
justo,  sabio  y  santo,  mas  no  cabe  en  El  redempeión  con  la 
cual  El  sea  redimido,  y  así  no  lo  seremos  nosotros,  pues  di- 

250  cen  que  gozamos  de  estas  cosas  porque  las  tiene  Cristo,  cu- 
yos bienes  son  nuestros.  Y  pues  en  esta  palabra  parece  cla- 
ramente que  estos  bienes  que  aquí  San  Pablo  cuenta,  son 
bienes  que  Cristo  nos  ganó  para  que  formalmente  los  tu- 
viésemos y  gozásemos  de  ellos,  claro  es  ser  aquél  perverso 

255  sentido,  pues  ha  de  conceder  o  que  Cristo  fué  redimido  o 
que  no  lo  somos  nosotros,  etc. 


5  Instrucción  de  confesores  y  penitentes* 

A  los  clérigos  de  Granada 

(Roma,  Bitol.  Naz.  Vitt.  Elrrwn.  II,  Ms.  Ges.  1372,  ff.  257  r  -  268  r.) 

Cuándo  se  debe  dar    Dijo  primero  el  cuidado  que  han  de 
la  absolución  tener  de  su   grege  y  manada  y 

cómo  habían  de  orar  por  ella.  E  los 
penitentes  han  de  oír,  puestos  a  sus  pies,  saludables  cosas 
5    para  sus  ánimas  y  para  confirmación  y  detestación  de  sus 
pecados  y  porque  lloren  sus  males  pasados  y  hasta  la  muer- 
te propongan  y  deseen  llorarlos  y  no  tornar  a  ellos.  Y  has- 
ta que  el  sacerdote  sienta  dolor  de  corazón  y  amargura  del 
ánima  y  contrición  verdadera  de  sus  pecados,  no  le  debe 
10    absolver;  pero  haga  lo  que  es  en  sí,  diciéndoles  palabras 
dulces  y  ejemplos  y  autoridades  de  la  Sagrada  Escriptura 
y  consejos  de  santos,  porque  deje  el  mal  estado  y  llore  a 
lo  menos  con  sospiros  de  corazón,  si  no  pudiere  llorar. 
Lo  cual,  si  no  aprovechare,  no  por  eso  le  han  de  de- 
15    cir  palabras  ásperas  ni  enviarlo  sin  consolación,  porque  no 

256  etc.]  Soli  Dt-o  honor  et  gloria  aelrt. 


*  Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Miscelánea  Comillas»,  7 
(1947),  298-317.  «Sermón  que  hizo  el  Rdo.  P.  Juan  de  Avila  a  los 
clérigos  de  Granada,  para  saber  confesar»  (f.  257  r). 


A   LOS  CLÉRIGOS   DE  GRANADA 


1333 


desespere,  sino  consolarlos  como  padres  a  hijos,  dado  que 
por  entonces  no  se  han  de  absolver.  Y  dígale  que  no  le  ab- 
suelve por  razón  del  menosprecio  y  poca  confianza  de  su 
salvación,  y  que  [lo  hará]  cuando  estuvieren  bien  dispues- 

20  tos  con  displicencia  de  lo  pasado  y  con  deseo  de  adelante 
evitar  los  pecados  de  verdad;  para  lo  cual  haga  decir  mi- 
sas, y  ruegue  él  a  Dios  con  su  corazón,  y  encomiéndese  a 
otros  que  rueguen  a  Dios  por  él,  y  huiga  los  pecados  y  sus 
ocasiones,  con  los  cuales  bienes  le  dará  Dios  vida  por  su 

25    infinita  bondad. 

Entonces  aprovecha  la  absolución,  cuando  hobiere  dis- 
posición, y  si  dijere  que  tiene  verdadero  propósito  para  la 
enmienda  de  su  vida  y  que  hará  lo  que  le  mandaren,  dilá- 
tesele la  absolución  algún  tiempo  y  dígale  que  vuelva  a  él 

30  otra  vez,  porque  sepa  cómo  le  va,  y  dígale  que  se  enco- 
miende de  corazón  a  Dios  y  se  guarde  [de]  ofenderle;  y  si 
habló  la  verdad,  en  esto  se  verá,  si  hiciere  lo  que  le  mandó 
y  si  volviere  a  la  confesión. 

Repaso  de  los  man-    Debe  el  confesor  dar  una  vuelta  por 

35  damientos  los  mandamientos  y  pecados  mor- 

tales con  el  penitente,  preguntándo- 
le si  fué  causa  que  otro  pecase  con  él  en  los  mandamientos, 
haciendo  a  otro  que  cometiese  algún  pecado;  y  ansí  mismo 
de  todos  los  pecados  mortales,  si  fué  causa  que  otro  pecase 

40  en  ellos  por  obra,  o  palabra,  o  pensamiento.  £  esto  es  un 
gran  aviso,  por  dos  razones:  lo  primero,  porque  se  confie- 
se de  todos  los  pecados  que  cometió  en  ellos,  dando  causa, 
y  lo  segundo,  porque  restituya  lo  que  dañó,  dando  causa. 
Porque  si  por  consejo  de  Juan  hurtó  Pedro,  que  no  hurta- 

45  ra  si  Juan  no  se  lo  aconsejara,  Juan  es  obligado  a  restitu- 
ción de  lo  que  Pedro  hurtó.  Y  ansí  de  los  otros  pecados  que 
traen  restitución.  El  que  hobiere  dado  causa  a  pecar  tiene 
mucho  que  restituir  y  llorar  y  gran  obligación  de  rogar  a 
Dios  por  los  que  por  su  causa  pecaron. 

50  Primer  precepto.  En  el  primer  mandamiento  dijo  que  se 
deben  preguntar  dos  cosas,  según  dos  partes  que  este  man- 
damiento tiene:  la  una,  cerca  de  no  tener  dioses  ajenos,  si 
hizo  o  sabe  cosas  de  hechicerías;  la  otra,  cerca  del  amor 
de  Dios,  si  le  amia  sobre  todas  las  cosas;  el  cual  amor  so- 

55  bre  todas  las  cosas  se  debe  tener  para  estar  en  gracia,  y  es 
que  por  ninguna  cosa  sea  Dios  ofendido.  Lo  cual  verá  uno 
en  sí,  aunque  no  haga  prueba  diciendo:  "Si  amo  yo  a  Dios 
más  que  a  mi  padre  o  madre",  porque  una  madre,  aunque 
no  pensó  en  sí,  ni  hizo  esta  comparación  de  decir:  "Aun- 

60  que  me  diesen  un  ducado,  no  dejaría  que  matasen  a  mi 
hijo",  claro  está  que  ama  más  a  su  hijo  que  a  un  ducado 


1334 


PLÁTICAS 


y  que  a  muchos  ducados,  y  sin  que  lo  compare,  está  claro 
que  es  ansí. 

Y  por  esto  es  bien  hacerle  que  se  acuse  de  todas  las  veces 
65    y  tiempos  que  no  amó  a  Dios  cuando  debia  y  como  debía,  so- 
bre todas  las  cosas,  con  todas  sus  fuerzas  en  general.  Y  digo 
en  general,  porque  hay  opiniones  en  esto  de  cuándo  es  obliga- 
do a  tener  actual  amor  de  Dios,  de  tal  manera  que,  si  no  le 
tiene,  peca.  Santo  Tomás  dice  que  es  uno  obligado  a  tener- 
lo   lo  actualmente  luego  que  tiene  uso  de  razón,  y,  según  esto, 
todos  los  que  no  lo  tienen  pecan.  Escoto  dice  que  no  enton- 
ces, sino  en  las  fiestas,  y  estonces  es  obligado  a  santifi- 
carlas en  esta  manera  con  actual  amor  de  Dios.  Los  Nomi- 
nales dicen  que  no  entonces  ni  en  las  fiestas,  sino  cuando 
75    reciben  los  sacramentos,  porque  estonces  se  ha  de  aparejar 
para  estar  en  gracia  y  en  el  amor  de  Dios.  Y  por  eso  es 
más  seguro  hacerle  confesar  de  todo  lo  que  ha  faltado  en 
no  tenerlo  todo  el  tiempo  que  era  obligado  en  general.  Y  nota 
que  cerca  de  este  precepto  se  requiere  preguntar  de  amor, 
80    temor,  servicio  y  alabanza  e  obediencia. 

El  segundo  mandamiento.  [En]  el  segundo  mandamien- 
to, que  es  no  jurar,  se  deben  preguntar  tres  cosas:  la  pri- 
mera, de  las  blasfemias,  ansí  contra  Dios  como  contra  sus 
santos;  la  segunda,  de  los  juramentos;  la  tercera,  de  los 
85  votos. 

Da  primera,  preguntalles  cuántas  y  cuáles;  si  son:  "No 
creo",  "descreo",  "reniego"  o  "pese",  etc.;  o  cuántas  veces, 
ansí  en  este  como  en  otro  cualquier  pecado  mortal,  porque 
no  basta  decir:  "Blasfemé"  o  "lujurié",  sino  decir  cuántas 
90  veces  poco  más  o  menos.  Y  en  caso  que  no  se  acuerde 
determinadamente  del  número  de  los  pecados,  preguntarle 
cuánto  tiempo  ha  que  lo  usó,  si  un  año,  o  más,  o  cuánto, 
o  si  lo  hizo  o  dijo  siempre,  o  cuántas  veces  cada  mes,  o  se- 
mana, o  días,  y  si  señalando  el  tiempo  y  las  veces  por  me- 
95  ses  o  semanas  o  días,  basta  esto,  y  no  hay  necesidad  de 
preguntar  cerca  del  número. 

De  los  juramentos,  si  juró  falso  en  manos  de  juez,  es- 
cribano o  en  otra  manera;  si  fué  con  perjuicio  de  alguno 
el  tal  juramento;  si  pidiéndole  a[l]guno  algo,  juró  no  te- 
100  nerlo,  teniéndolo;  si  contrató  con  alguno  y  prometió  de  ha- 
cer alguna  cosa,  no  con  voluntad  e  intención  de  cumplirlo; 
si  juró  sin  necesidad  e  sin  reverencia,  aunque  fuese  ver- 
dad, es  mal  hecho. 

De  los  votos,  lo  primero  se  debe  aconsejar,  especialmen- 
105    te  a  mancebos  y  doncellas,  que  no  sean  fáciles  en  hacer  vo- 
tos e  prometimientos,  porque  es  cosa  muy  peligrosa,  y  en- 


-i  Santo  Tomás  de  Aquino,  Sununut  thcol.,  1-2,  q.  89,  a.  6. 
73   Escoto,  Jn  III  Sent.,  d.  27.  q.  única. 


\  LOS  CLÉRIGOS  DE  CHANADA 


1335 


rédanse  mucho  las  ánimas,  o  por  no  saber,  o  por  no  mirar 
lo  que  hacen,  y  después  les  pesa  por  haberlos  hecho. 

Mas,  ya  que  son  hechos,  débense  mirar  qué  votos  son, 

110  si  es  voto  que  hizo  uno  de  ser  fraile  o  clérigo  o  monja,  y 
ver  qué  en  su  conciencia  y  verdad.  E  aunque  lo  hizo  con 
algún  fervor  o  devoción,  como  casi  todas  veces  acontece, 
si  ve  que  no  podrá  cumplirlo  sin  peligro  de  su  conciencia, 
también  se  podrá  salvar  por  acá,  y  que  esto  lo  dice  y  es 

113  ansí  verdad,  santo  y  bueno  es  hacer  que  envíe  por  dispen- 
sación al  Papa  de  ello. 

Mas,  si  uno  hizo  voto  de  no  casarse  y  después  se  casó, 
es  la  duda  si  este  tal  que  votó  no  casar,  si  ya  que  se  casó, 
si  puede  pedir  el  débito  a  la  mujer.  A  esto  comúnmente 

120  dicen  que  pecó  en  casarse,  porque  no  cumplió  con  Nuestro 
Señor  lo  que  dijo  que  había  de  cumplir,  según  aquello:  Vo- 
vete  et  reddite.  Tamen,  non  exigere,  porque  tenetur  faceré 
quod  in  se  est  ad  servando, rn  castitatem  quam  promisit,  et 
hoc  potest  faceré  non  exigendo  debitum.  Et  dicunt  [fauto- 

125  res]  huius  opinionis  quod  peccaret  exigendo.  Mas  a  esto  se 
ha  de  decir  otra  cosa  más  conforme  a  verdad  y  piedad,  y 
tiénelo  Cayetano,  y  dice  que  no  es  una  misma  cosa  votar 
uno  no  casarse  y  votar  virginidad  o  religión,  porque  votar 
virginidad  es  votar  que  no  conocerá  a  persona  ninguna  car- 

¡9-30  nalmente;  este  tal,  si  se  casase,  pecaría  en  ello  y  podrá 
reddere  debitum  slne  peccato,  non  tamen  petere;  mas,  vo- 
tando uno  no  casarse,  parece  que  no  tiene  intención  a  más 
que  no  casarse,  de  modo  que  si  con  alguna  mujer  pecase, 
no  casándose,  no  sería  pecado  sino  de  fornicación  simple, 

ps  sin  quebrantamiento  de  voto;  y  este  tal  que  votó  no  casar- 
se, si  se  casase,  pecaría  en  ello  mortalmente,  mas  puede 
dar  el  débito  y  pedirle  sin  pecado,  porque  no  es  lo  mismo 
votar  uno  no  casarse  y  votar  castidad  o  virginidad,  mas 
antes  hay  diferencia,  como  dicho  es;  que  el  que  votó  cas- 
ino tidad  o  virginidad  peca  casándose  y  no  puede  pedir  el  débito 
conyugal,  mas  el  que  pecó  en  casarse,  habiendo  hecho  voto 
de  no  casarse,  peca  en  casarse  solamente,  y  puede  pedir  el 
débito  conyugal  sin  pecado.  Lo  cual  es  ansí  y  seguramente 
lo  puede  tener,  y  el  padre  Avila  dijo  que  él  ansí  lo  tenía. 

113  Ejemplo  hay  de  esto  evidente  y  razón  que  concluye  ser 
ansí.  Pongamos  caso  que  uno  votase  ser  clérigo,  o  fraile,  o 
monja.  Este  tal  prometió  cumplir  los  votos  de  la  religión 
o  de  guardar  la  regla  clerical.  Si  antes  que  entrase  éste  a 
ser  fraile,  o  clérigo,  o  monja,  pecase  un  pecado  de  la  car- 

150  ne,  ¿quebrantaría  el  voto?  Dice  que  no,  porque  los  votos 
de  la  religión  no  están  hechos,  y  ansí  no  los  quebranta, 
mas  solamente  éste  ha  prometido  que  los  prometerá,  y  ansí 


i22   irs.  75,  12. 

143    Tomás  de  Vio  Cayetano,  Comm.  in  2-2,  q.  88,  a.  3. 


1336  PLÁTICAS 


solamente  peca  pecado  de  fornicación,  sin  quebrantar  voto, 
porque  no  lo  quebranta  ni  es  obligado  a  guardarlo  como 

155  voto  hasta  que  lo  vote.  Pruébolo:  porque  si  ansi  fuese,  se- 
guirse hía  que  luego  como  votase  entrar  en  la  religión,  si 
luego  queda  tan  obligado  a  los  votos,  luego  era  obligado 
a  la  obediencia  y  a  desposeerse  de  lo  que  tiene,  o,  si  no, 
que  pecaba  en  tenello,  lo  cual  es  falso. 

160  Aquí  se  debe  mirar  si  los  votos  obligan  o  no,  por  no  ser 
de  edad  que  obligue  cuando  los  hicieron,  como  la  mujer 
de  doce  años  y  el  hombre  de  catorce,  o  por  otras  causas 
que  pueden  impedir  el  valer  de  los  votos. 

El  tercero  mandamiento,  que  es  santificar  las  fiestas, 

165  ha  de  preguntar  dos  cosas:  la  primera,  si  ha  trabajado  en 
día  de  fiesta,  lo  cual  es  pecado,  si  no  fuese  poco  y  temién- 
dose perjuicio  de  la  hacienda  si  se  dejase  por  otro  día;  y  lo 
mismo  de  andar  camino  en  fiesta.  ÍLo  otro,  si  ha  oído  misa 
entera  el  día  de  la  fiesta;  módico  deficiente,  pro  nihilo 

l"0  reputatur.  Que  la  misa  se  oiga  del  día,  es  muy  bueno  y 
congruente,  si  se  puede  facer,  mas  no  es  al  contrario  pe- 
cado, aunque  sea  de  réquiem. 

Acerca  de  esto  de  las  fiestas  suélese  decir  que  el  que  peca 
en  fiesta  comete  dos  pecados,  uno  el  pecado  que  comete  y 

1"5  otro  del  quebrantamiento  de  la  fiesta.  Y  pruébanlo  de  esta 
manera:  porque  Nuestro  Señor  defendió  en  las  fiestas  las 
obras  serviles,  y  el  pecado  es  obra  servil,  porque  qui  facit 
peccatum  servus  est  peccati;  luego  quebrántala  con  el  pe- 
cado, y  ansí  hacen  dos  pecados;  lo  cual  ni  es  ansí  ni  se  ha 

180  de  tener.  Verdad  es  que  el  pecado  en  fiesta  es  más  grave  y 
débese  reprehender,  mas  no  son  dos  pecados,  sino  uno.  Y  a 
lo  que  dicen,  que  el  que  hace  el  pecado  es  siervo  suyo,  no 
por  eso  se  sigue  que  pecó  dos  pecados,  porque  es  argüir  a 
sensu  litterali  ad  mysticum  sensum  moralem,  y  así  no  vale 

185  el  argumento,  porque  una  cosa  es  obra  servil,  que  es  obra 
de  manos,  o  mecánica,  o  de  trabajo,  y  ésta  entendió  Nues- 
tro Señor  cuando  dijo  que  en  las  fiestas  no  habíamos  de 
hacer  obras  serviles,  otra  cosa  es  obra  servil,  id  est,  de 
subjeción  de  pecado,  que  es  entendida  mística  o  moralmen- 

190  te.  Y  también  seguirse  hía  que  el  avariento  fuese  idólatra, 
arguyendo  de  esta  manera,  porque  San  Pablo  dijo  que  la 
avaricia  es  servidumbre  de  ídolos.  No  quiso  decir  que,  como 
el  idólatra  es  hereje  y  debe  ser  quemado,  así  el  avariento, 
porque  sería  argüir  como  arriba  dijimos;  mas  quiso  decir 

195  que,  como  aquel  que  es  idólatra  tiene  a  sus  ídolos  por  Dios, 
ansí  el  avariento  tiene  el  corazón  en  el  dinero. 

El  cuarto.  Dice  que  se  debe  preguntar  cómo  se  tratan 
muchos  padres,  si  se  honran  y  ruegan  a  Dios  por  ellos, 


178  lo.  8,  34. 
192  Col.  3,  5. 


A   LOS  CLÉRIGOS   T)E  CHANADA 


1337 


ansí  como  son  los  padres  naturales,  confesores,  maestros, 
200  jueces,  los  mayores  en  edad  e  dignidad;  a  los  casados,  cómo 
se  tratan  y  también  cómo  se  han  con  los  suegros  e  suegras 
o  cuñados,  si  tienen  paz  los  casados;  a  los  jueces,  si  los 
quieren  mal  por  haber  dado  sentencia  contra  ellos ;  después, 
pues,  preguntar  a  los  casados  de  los  hijos,  de  los  mozos  y 
205  de  los  esclavos  y  de  toda  su  familia  y  de  su  estado  y  pa- 
trimonio. 

El  quinto  es  no  matar:  si  hirió,  si  cortó  miembro,  si 
mató,  si  riñó,  si  se  airó,  si  tiene  habla  quitada,  si  tiene 
malquerencia,  si  procuró  o  hizo  daño  o  deseó  venganza  o 

210  muerte  en  el  prójimo  o  en  sus  cosas;  si  se  vengó  del  mal 
ajeno  o  le  plugo  de  él.  En  lo  que  toca  al  herir  o  matar  se 
ha  de  hacer  la  restitución,  como  abajo  diré.  En  lo  de  las 
hablas  quitadas,  ansí  por  sí  mismo,  como  por  la  otra  parte, 
como  por  los  que  lo  saben,  que  no  se  escandalicen. 

215  La  restitución  se  debe  hacer  al  que,  fué  cortado  miem- 
bro o  al  que  mató,  considerando  el  daño  o  perjuicio  hecho. 
Y  en  esto  insistir  mucho,  ansí  por  remedio  del  mal  hecho 
como  porque  avise  para  delante  de  lo  hacer.  En  lo  que 
toca  a  las  enemistades,  dijo  que  era  cosa  muy  dificultosa 

220  acabar  uno  consigo  poder  traer  pleito  criminalmente,  sólum 
ex  zelo  iustiüae,  con  otro  que  le  injurió,  y  que  diga  que  le 
perdonó  de  verdad,  mas  que  por  el  bien  común  quiere  que 
sea  aquél  castigado  y  no  por  otra  cosa;  lo  cual  dijo  que 
era  de  poquísimos,  porque  es  gran  cosa  que  una  vez  o  otra, 

225  tachando  testigos  o  presentando  las  partes  o  en  otra  mane- 
ra, no  se  indigne  contra  él,  y  también  que  parece  que,  si  no 
le  hobiera  injuriado  a  él,  no  trujera  el  pleito  con  él,  pues 
que  las  otras  ofensas  que  se  hacen  a  otros  no  las  sigue; 
y  por  tanto  debe  ex  toto  coróte  dimitiere,  y  al  cargo  del 

230  juez  sea  castigar,  aunque  la  parte  perdone.  Y  [si]  dijere 
que  por  eso  se  sigue  que,  si  no  se  castigan  los  males,  habrá 
muchos  pecados,  no  por  eso  se  sigue  que  yo  perdonando 
soy  causa  que  los  haya;  ni  tampoco  estorbo  el  castigo.  Mas 
por  amor  de  Dios  le  debe  perdonar,  y  la  venganza  ni  por 

235    justicia  se  debe  desear  ni  tomar. 

En  lo  de  las  hablas  quitadas,  que  en  tres  casos  no  se 
debe  quitar:  o  por  lo  que  toca  a  mí,  teniendo  enemistad  con 
otro,  que  parece  mientras  no  le  hablo  siempre  hay  movi- 
mientos de  ira  e  ímpetus  y  pensamientos  culpables,  y  ha- 

240  blándoles  luego  se  amansan;  o  por  lo  que  toca  al  otro,  que, 
viendo  que  no  le  habla,  tiene  ocasión  de  pensar  que  le 
quiere  mal  todavía,  y  porque  pierda  este  crédito,  le  debe 
hablar;  o  por  los  otros  que  dicen  que  no  le  habla  y  que 
creen  que  le  quiere  mal;  y  debe  y  es  obligado  a  que  éste  y 

245  los  otros  pierdan  el  crédito  del  que  tienen  en  este  caso; 
como  un  hombre  que  entra  en  una  casa  de  una  mujer,  aun- 


1338 


PLÁTICAS 


que  sea  a  buena  parte,  si  los  otros  se  escandalizan  de  ello 
y  juzgan  mal,  débelo  quitar  luego,  porque  los  otros  no  pe- 
quen, y  en  estos  tres  casos  no  se  debe  quitar  la  habla. 

250  En  el  sexto,  que  es  no  fornicar,  aquí  se  ha  de  hacer 
alguna  plática,  para  esforzar  y  para  que  no  hayan  vergüen- 
za, a  mujeres  especialmente,  preguntándoles  si  han  tenido 
algún  pensamiento,  aliviándoselo  como  cosa  que  no  es  tan- 
to, diciéndole  que  sí  habrá,  como  acaece  a  todos,  y  de  allí 

255  preguntalle  si  [se]  detuvo  y  consintió  en  ellos,  etc.  Y  si 
hobiere  habido  la  virginidad  de  alguna  mujer,  y  si  fuere 
amancebado,  y  también  si  fuere  casado  y  hobiere  tenido  a 
su  mujer  non  modo  permisso,  reprehenderlo  mucho  a  él  y 
a  ella;  tamtoién  si  fuere  uno  tan  desalmado  que  no  tenga 

260  temor  de  Dios  y  desea  pecar  con  cuantas  ve,  y  si  dijere 
que  no  sabe  sino  que  a  cuantas  veía  deseaba,  preguntarle 
si  se  acuerda  de  alguna,  y  dígala,  y  ¡[si]  no  señala  ningu- 
na, preguntarle  qué  tanto  ha,  y  ansí  por  tiempo,  o  por 
años,  o  meses,  o  semanas,  o  días,  o  en  un  día  muchas  ve- 

265  ees,  lo  mejor  que  pudiere,  poco  más  o  menos,  pase,  pues 
ahí  no  se  puede  señalar,  basta  en  cuanto  a  esto,  y  no  debe 
detenerse  mincho,  reprehendérselo  sí. 

Item  dijo  que  el  hombre  que  por  engañar  una  mujer  dijo 
que  se  casaría  con  ella,  diciéndolo  de  futuro  o  diciéndolo  de 

270  presente,  pero  no  con  intención  de  cumplirlo,  sino  de  en- 
gañarla, ella  creyendo  que  decía  verdad,  solamente  por  ca- 
sarse con  él  pasóse  en  su  poder,  de  manera  que  hobo  su 
virginidad,  este  tal  es  obligado  a  casarse  con  ella  de  nece- 
sidad, según  Escoto  y  la  Summa  Silvestrina. 

275  Primeramente,  si  le  dijo  de  futuro  que  se  casaría  con 
ella,  ya  por  la  cópula  en  uno  se  hizo  de  presente;  demás 
de  esto,  diciéndolo  de  presente  y  no  teniendo  voluntad  de 
cumplirlo,  no  es  matrimonio,  porque  matrimonio  es  libre 
consentimiento;  mas  no  por  eso  deja  de  ser  obligado  de  ca- 

280  sarse  con  ella  y  a  hacerle  verdad  lo  que  le  prometió,  que 
fué  darle  su  cuerpo  y  casarse  con  ella;  y  ansí  ella  le  entre- 
gó el  suyo,  porque  éste  fué  contrato  de  cuerpo  y  no  se 
puede  pagar  sino  con  cuerpo,  y  no  con  dotalla  ni  con  mete- 
11a  monja,  si  no  hobiere  tanta  disparidad  en  las  personas 

285  que  fuese  cosa  que  no  cumpliese  casarse.  Monja  no  se  debe 
meter,  porque  es  fuerza  y  no  de  voluntad,  que,  si  tú  te 
casases  con  ella,  no  se  metería  monja,  y  el  tal  estado  no 
se  debe  tomar  por  fuerza.  Pues  casarla  con  otro  es  cosa 
muy  peligrosa,  porque,  viendo  el  marido  que  tiene  tan  gran- 

290    de  falta,  pónese  a  peligro  que  la  mate,  o  que  pase  mala 

252  teniendo 

274  Escoro,  In  IV  Scnt.,  d.  30,  q.  r. 

274  Silvestre  Prierias,  Sylvestrina  Summa,  quac  Summa  Sum- 
marum  nunciípatur,  v.  luxuría,  n.  5. 


A   LOS   CLÉRIGOS    DI-  GRANADA 


1339 


vida,  y  que  tenga  con  qué  darle  en  la  cara  toda  la  vida, 
Llamándola  mala  mujer;  y  por  eso  se  debe  casar  con  ella, 
especialmente,  como  dije,  teniendo  ella  intinción,  cuando 
se  le  entregó,  de  no  por  otra  cosa,  sino  por  el  casamiento, 

295  que,  si  por  dineros  fuera  o  por  cierta  cantidad,  parece  que 
dándole  por  lo  que  ella  lo  hizo,  que  se  satisface,  y  esto 
para  su  casamiento.  Esto  se  ha  dicho  si  el  tal  hombre  no 
está  ya  casado  con  otra  o  si  ella  no  quisiese  soltarle  y  per- 
donarle el  perjuicio  que  le  hizo  y  la  deuda  que  le  debe. 

300  El  Derecho  Canónico  interpreta  que  el  hombre  que  dió 
palabra  de  casamiento  a  la  mujer  y  después  llega  a  ella 
como  a  suya  propia  y  que  espera  hacer  lo  que  dijo,  le  ex- 
cusa pecado,  porque  llega  a  su  mujer,  y  lo  tiene  por  matri- 
monio. Mas  in  foro  conscientiae  débese  preguntar  a  éste 

305  con  qué  intinción  llega  a  esta  mujer:  si  dice  que  con  volun- 
tad e  intinción  e  consentimiento  que  ésta  es  su  mujer,  y 
como  quien  llega  a  su  mujer  propia,  de  fado  es  su  mujer 
y  hay  matrimonio,  porque  hay  consentimiento;  y  si  no  llega 
con  tal  intinción,  antes  sin  ella,  es  pecado  y  no  matrimonio, 

310  porque  falta  el  consentimiento,  y  ansí  al  tal  se  le  ha  de 
mandar  lo  arriba  dicho. 

Otra  cosa  puede  haber,  donde  un  hombre  perjudique  a 
una  mujer  en  su  virginidad,  no  habiendo  palabras,  ni  de 
futuro  ni  de  presente,  como  hasta  aquí  se  ha  dicho;  y  esto 

315  puede  ser  en  dos  maneras:  la  primera,  que  la  mujer  no  sea 
forzada,  ni  requerida,  ni  buscada,  ni  deseada  por  el  hom- 
bre, sino  que  ella  quiera  eso,  y  en  este  caso  ha  de  haber 
restitución;  si  se  pudiese  hacer  que  se  casase  con  ella,  bien, 
y  si  no,  débele  restituir,  aunque  no  tanto  como  si  fuera  for- 

320  zada  o  requerida;  la  otra  es,  como  comúnmente  las  más  ve- 
ces acaece,  que  la  mujer  sea  buscada  y  atraída  por  el  hom- 
bre, y  en  este  caso  se  ha  de  haber  como  arriba  está  dicho, 
si  no  fuese  grande  la  desigualdad  de  ambos  para  haberse 
de  casar;  o  si  ella  quisiere  remitirlo  y  perdonarlo,  lo  cual 

325  muy  bien  se  puede  hacer;  esto  se  dice  porque  algunos  han 
dicho  que  ella  no  lo  puede  perdonar;  no  parece,  porque  lo 
puede  [de]jar  de  hacer. 

Aquí  noten  los  clérigos  mucho  por  sus  ánimas,  si  tienen 
pecado  o  afición  a  mujer,  máxime  si  ante  celebrationem  ha- 

330  bent  accessum,  quia  non  debent  absolví,  nisi  prius  propo- 
nant  emendare  vitam  et  faciant  necessario  requisita  ad 
emendationem,  scilicet,  Mam  ex  animo  dimitiere. 

De  las  personas  amancebadas  dijo  que,  agora  estén  jun- 
tos, agora  apartados,  si  están  de  manera  que  todas  veces 

335    que  quisieren  se  pueden  ver  y  pecar,  y,  dondequiera  que 
estuvieren,  está  el  uno  para  pecar  con  el  otro,  no  se  deben 
304    C.  30,  X,  de  s  pon  sal  ib  US  et  matrimonio,  IV,  1.  Esto  fué 
reformado  por  el  Concilio  de  Trf.nto,  sess.   24,  c.   1  «Tametsi», 
de  reforin.  matr. 


1340 


PLÁTICAS 


absolver  hasta  que  hagan  verdaderamente  lo  que  deben. 
Y  si  una  persona  amancebada,  que  es  público  en  el  barrio, 
y  se  sabe  y  se  tiene  por  tal,  y  se  va  a  confesar  con  quien 

340  no  lo  conoce,  y  después  lleva  al  cura  cédula  de  cómo  se  con- 
fesó, para  que  lo  'comulgue,  no  se  debe  comulgar,  aunque 
confiésase  veré  contrito,  hasta  que  quite  el  escándalo  que  ha 
dado  en  estar  ansí;  y  sepa  la  perroquia  que  el  hombre  que 
entraba  en  su  casa  ya  no  entra;  y  como  era  público  el  pe- 

345  cado,  se  le  puede  dar  esta  penitencia  pública,  que  es  negarle 
la  comunión  por  no  haber  quitado  el  escándalo;  lo  cual  no 
se  había  de  hacer  si  fuera  secreto.  Y  a  la  tal  mujer  o  hombre, 
que  confesó  y  no  comulgó  y  no  quita  el  escándalo,  se  debe 
excomulgar,  por  cuanto  no  cumple  con  el  precepto  de  la 

350  Iglesia,  que  es  confesar  y  comulgar;  lo  cual  es  contra  los 
que  piensan  que  cumplen  con  confesar  sin  comulgar. 

Del  séptimo:  si  tiene  lo  ajeno,  si  hurtó,  si  se  halló  algo, 
si  compró  de  esclavo  o  de  siervo,  etc.  A  los  escribanos,  si 
guardan  el  arancel  que  juraron,  y  también  de  los  juegos  y 

355    tableros  públicos. 

Dijo  también  que  el  que  tiene  lo  ajeno  y  pudiendo  resti- 
tuirlo no  lo  hace,  que  no  lo  debe  absolver,  y  todo  el  tiempo 
que  lo  tiene  está  en  mal  estado,  porque  esto  que  es  restituir 
incluye  en  sí  un  mandamiento  negativo,  que  es  no  hurtar,  y 

360  no  restituyendo  es  hurtar  lo  ajeno.  Y  ansí,  cuando  se  acusare, 
debe  decir  que  se  acusa  que  fué  un  mes  o  un  año,  etc.,  el 
tiempo  que  tuvo  lo  ajeno  sin  restituirlo,  pudiendo. 

De  los  juegos  dijo  que  el  que  tiene  costumbre  de  jugar 
y  no  se  enmienda  una  vez  ni  otra,  que  para  que  se  enmiende 

365  le  debe  mandar  restituir,  o  si  no,  no  absolverle;  no  jugará 
más,  y  es  remedio  contra  los  jugadores  que  dicen:  "No  soy 
obligado  a  restituirlo,  que  los  letrados  me  lo  dicen;  por  eso, 
aunque  peco,  no  soy  obligado  a  restituir  y  no  es  tanto  mal 
como  si  lo  fuera".  Y  débese  hacer  restitución  de  esto  ganado, 

370  porque  es  dote  de  la  mujer  y  bienes  de  los  hijos;  y  aun  limos- 
na que  se  hiciese  de  ellos  no  se  podría  hacer  y  se  había  de 
volver;  cuánto  más  jugarlos.  Y  el  tal  que  juega  y  gana  no  se 
debe  absolver  ni  comulgar,  por  un  texto  que  dice  en  el  De- 
recho: Presbyter  deserviens  aleae.  Clericus  vero  communione 

375  privetur,  similiter  et  laicus.  Clericus  aquí  es  el  de  corona. 
¿A  quién  se  ha  de  hacer  esta  restitución?  A  la  parte,  si 
tiene  necesidad,  todo  o  lo  más,  porque,  si  no  la  tiene,  pierde 
el  derecho  y  posesión  que  tenía  por  jugar,  y  también  por- 
que, viendo  que  le  vuelven  lo  que  perdió,  volverá  a  jugar, 

380  porque  sabe  que  le  han  de  volver  lo  que  otra  vez  perdie- 
re. De  los  que  tienen  tableros  en  sus  casas,  etc.,  no  se  dice 
aquí  más. 


375    C.  i,  D.  35. 


\    IOS    CU  K1C.II 


En  el  octavo,  cuatro  cosas  se  deben  preguntar,  si  levantó 
falso  testimonio,  si  dijo  lo  que  sabía,  si  murmuró  o  oyó  mur- 
385   murar  de  buena  gana,  si  dijo  lo  que  había  oído  de  otro,  no 
siendo  bueno. 

Dijo  de  la  restitución  de  la  fama  que,  si  lo  que  uno  mal 
dijo  de  otro  es  mentira,  para  entrar  en  el  cielo,  de  necesidad 
debe  decir  que  dijo  mentira.  Si  es  verdad  lo  que  mal  dijo, 

390  no  debe  decir  que  dijo  mentira,  pues  la  primera  vez  dijo 
verdad,  y  sería  pecar  mintiendo  para  remediar  el  mal  prime- 
ro, lo  cual  no  es  remedio,  antes  decir  otras  palabras.  "No 
creáis  el  mal  que  dije  de  hulano",  "mal  hice  en  decirlo", 
"buena  persona  es",  etc.,  no  se  debe  decir  por  la  malicia  de 

395  la  gente,  que  por  la  mayor  parte,  si  esto  ve  que  le  dicen, 
de  ahí  saca  que  lo  primero  era  verdad,  pues  que  en  la  resti- 
tución no  dice  que  antes  había  dicho  mentira,  y  confírmase 
en  creer  lo  primero;  si  no  fuese  a  una  persona  tan  simple 
y  buena,  que  creyese  sin  más  malicia  lo  que  se  le  dice.  El 

400  verdadero  remedio  es  llorar  mucho  el  tal  pecado  y  decir 
mucho  bien  de  quien  antes  dijo  mal  a  la  persona  que  le  dijo 
él  mal;  o  en  oraciones,  o  en  buenas  obras,  o  en  dineros, 
dándole  algo,  no  porque  sepa  él  por  qué  ni  que  se  lo  sa- 
tisface. 

405  Más  dijo:  que  si  el  pecado  que  se  cometió  contra  uno, 
disfamándole  con  mentira  perjudicial,  ha  muchos  años,  no 
por  eso  se  debe  de  dejar  de  hacer  la  restitución  de  ello,  di- 
ciendo que  era  mentira;  lo  cual  dijo  por  algunos  que  dicen 
que  se  debe  hacer  por  no  renovarlo;  mas  aquello  es  cuando 

410  no  era  mentira  lo  que  se  dijo.  También  es  yerro  de  algunos 
que,  habiendo  injuriado  o  disfamado  a  alguno  en  su  ausencia, 
el  cual  no  sabe  que  le  injurió  ni  disfamó,  y  le  va  a  pedir 
perdón,  diciendo:  "Esto  y  esto  dije  contra  vos,  perdonad- 
me". Es  mal  hecho  y  peca  descubriendo  su  pecado,  y  da 

415  ocasión  a  que  el  otro  se  enoje  con  él.  Este  tal  que  injurió 
o  disfamó  a  otro  no  sabiéndolo  el  otro,  no  debe  ir  a  él,  sino 
a  la  persona  a  quien  lo  dijo.  En  lo  demás  que  podría  ser, 
diciendo:  "Esto  oí  decir  de  fulano  malo",  mírese,  según  lo 
que  fuere,  qué  manera  se  tomará  para  callar  o  restituir. 

420  Del  noveno  y  décimo  ya  se  ha  dicho  virtualmente  en  el 
sexto  y  sétimo  mandamientos. 

Sentidos  corporales    Tras  esto  se  debe  preguntar  de  los 
sentidos. 

De  la  vista,  si  mira  a  mujeres,  deseándolas  o  con  malos 
425  ojos  de  malquerencia,  etc.  Del  oler,  si  trae  olores,  y  aquí 
de  los  afeites,  si  la  mujer  [los  usa]  porque  el  marido  no 
peque,  especialmente  si  es  fea  y  lo  siente  inclinado  a  mujeres 
hermosas,  no  es  mal  hecho  afeitarse;  mas  si  él  le  defiende 
que  no  peque,  y  ella  no  quiere  dejallo,  es  mal  hecho,  etc.  Del 


1342 


PLÁTICAS 


gusto,  si  come  demasiado,  etc.  Del  oír  palabras  sucias  con 
placer  y  tener  y  leer  libros  malos.  De  no  oír  sermones;  mu- 
cho se  debe  encargar  que  se  oigan  con  atención  y  reciba  la 
palabra  santa  de  Dios,  la  cual  hace  grande  provecho  a  las 
ánimas.  Del  tacto,  si  trata  honestamente,  etc. 

Breve  examen  de  los    De  los  pecados  mortales,  ya  que  los 
,  .,  .  mandamientos  quedan  examinados, 

pecados  capitales      se  debe  pasar  por  ellos  succinta. 

mente. 

Del  primero,  que  es  soberbia,  pregunta  de  los  vestidos  y 
trajes,  manillas,  libreas  y  cosas  semejantes;  y  a  las  mujeres, 
si  lo  piden,  si  tienen  fantasía,  si  quieren  los  honren  mucho, 
si  le  pesa  cuando  no,  si  lo  procura,  si  se  tiene  en  más  y 
desprecia  a  los  otros,  haciéndoles  algún  desprecio  de  obra, 
o  de  palabra,  o  escupiendo,  o  llamando  perro  o  moro  o  de- 
monio, o  diciendo  que  no  se  le  ha  de  igualar  con  él;  si  deseó 
cargos  grandes  para  agraviar  a  los  otros,  o  no  guardó  jus- 
ticia a  los  tales.  Y  mirar  mucho  el  oficio  y  estado  de  cada 
uno,  y  preguntarle  las  cosas  que  en  él  pueden  hacer  mal. 

Aquí  pregunte  si  alaba  a  Dios  y  agradece  lo  que  le  ha 
dado  y  hecho  por  él;  si  cree  que  merece  que  Dios  le  dé  lo 
que  le  da,  o  si  piensa  que  se  lo  debe,  o  si  le  es  agradecido, 
porque  lo  guardó  que  no  cayese  en  los  males  que  otros  ca- 
yeron; si  se  alabó  de  algún  pecado  con  mentira  o  con  verdad; 
si  pensó  sus  pecados,  volviendo  a  tomar  delectación  en  ellos; 
si  dió  mal  consejo  o  mal  por  mal;  si  descubrió  algún  secreto, 
o  si  lo  deseó  saber  o  lo  hizo  descubrir;  si  se  puso  en  peligro 
de  pecar  mortalmente;  si  formó  conciencia  errónea  y  obró 
con  ella;  si  en  lo  espiritual  se  tuvo  por  mejor  que  otro  y 
creyó  serlo  y  de  mejor  ánima  y  conciencia,  haciendo  com- 
paración de  sí  a  los  otros;  si  deseó  ser  alabado. 

De  la  avaricia  dijo  que  se  ha  de  preguntar  si  tiene  lo  aje- 
no, si  tiene  demasiado  amor  al  dinero  o  si  no  da  limosna. 
Aquí  puede  preguntar  de  las  obras  de  misericordia  y  enco- 
mendárselas mucho. 

De  la  lujuria,  ya  está  dicho  en  el  sexto  mandamiento. 

De  la  ira:  si  se  airó  con  enojo. 

De  la  gula:  si  comió  demasiado,  o  en  día  defendido  lo 
que  no  debía,  o  si  comió  para  pecar,  o  si  quebrantó  el  ayuno. 

De  la  envidia:  si  tuvo  placer  del  mal  ajeno,  o  pesar  del 
bien,  o  si  se  compadeció  de  las  necesidades  ajenas;  si  no 
rogó  a  Dios  por  los  necesitados,  ansí  en  necesidad  del  cuerpo 
como  viéndolo  en  pecado  o  en  peligro  de  pecar;  si  no  corrigió 
a  sus  hermanos,  pudiendo  y  debiendo,  para  que  no  pecasen. 

De  la  pereza  en  el  servicio  de  Dios  y  del  prójimo,  si  lo 
que  debía,  según  su  estado,  y  era  obligado  a  cumplir  en  él 
sí  lo  cumplió. 


A   LOS  CLÉRIGOS   DE  GRANADA 


1343 


Sacramentos  y  co-    De  los  sacramentos.  Aquí  puede  pre- 
operación  en  peca-    guntar— y  no  a  principio,  porque  no 
dos  ajenos  lo  niegue  por  vergüenza  el  penitcn- 

¡00  te — si  alguna  vez  confesando  dejó  de 

decir  por  vergüenza  o  por  otra  causa  algún  pecado,  acor- 
dándose de  él;  y  si  fué  ansí,  vuélvase  a  confesar  desde  la 
confesión  en  que  lo  dejó  de  decir  por  vergüenza  o  por  otra 
causa,  porque  ansí  mismo  se  deba  reiterar  la  confesión, 

¡05  aunque  sea  de  treinta  años.  Si  se  desposó  sin  confesarse  para 
ello;  y  si  no  [se  confesó],  acúsese  de  ello.  Si  los  clérigos 
administraron  sacramentos  o  cosa  diputada  a  cierta  orden, 
como  decir  epístola  o  evangelio,  haciéndolo  como  ministro 
de  tal  orden  en  pecado  mortal,  es  pecado,  mas  ha  de  estar 

510    en  gracia,  confesado  o  arrepentido. 

E  aquí  se  debe  dar  una  vuelta  por  todos  los  pecados  y 
mandamientos  ya  tocados,  para  ver  si  en  ellos  fué  causa  que 
otro  pecase.  Como  se  le  preguntó  si  había  hecho  hechizos,  o 
jurado,  o  lujuriado,  preguntarle  si  hizo  a  otro  que  hiciese 

i¡15  o  dijese  lo  mismo.  Et  sic  de  singuUs  et  per  singula,  ut 
videat  si  fecit  alios  peccare. 

El  confesor,  médi-  Si  el  penitente,  después  de  así  exa- 
co  de  las  almas  minado,  está  tibio  y  frío,  debe  esfor- 
zarlo en  la  virtud  y  misericordia  de 

520  Dios,  y  animarlo  y  encenderlo  a  que  llore,  y  llorar  con  él, 
como  hacía  San  Ambrosio,  y  decirle  mucho  de  la  misericor- 
dia de  Dios,  que  lo  ha  esperado,  y  esto  por  bien  e  sin  reñir, 
por  amor;  debe  llorar,  y  le  puede  mucho  aprovechar.  Y  si 
con  todo  este  tal  no  siente  aún,  debe  consolarlo  y  encomen- 

525  darle  que  haga  algún  bien  por  su  ánima,  e  que  le  visite  y 
comunique,  e  que  haga  decir  alguna  misa  por  él,  y  diferirle 
la  absolución,  diciéndole  que  es  menester  y  que  es  bien  que 
ansí  se  haga. 

Y  si  ve  que  está  con  voluntad  y  deseo  de  enmendarse  y 
530  salvarse,  ya  que  con  esta  examinación  está  remediado  para 
lo  pasado,  déle  recebtas,  como  buen  médico,  para  lo  por 
venir,  y  sea  en  dos  cosas:  la  una,  para  no  pecar,  diciéndole 
remedios  contra  todos  aquellos  pecados  que  más  lo  siente 
inclinado  y  en  que  más  ha  caído,  yendo  por  ellos  particular- 
es mente;  y  la  otra  sea  para  en  el  bien  hacer;  y  ésta  sea  en 
cinco  cosas:  la  primera,  que  cada  noche  entre  en  juicio  con 
Dios,  haciendo  cuenta  que  es  verdaderamente  muerto  y  que 
se  ha  de  morir  aquella  noche,  y  examinar  muy  bien  su  con- 
ciencia, acordándose  de  sus  pensamientos  y  palabras  y  obras, 


510  Santo  Tomás  DE  \qvi\o,  ln  I\'  Sen!.,  d.  24,  q.  1,  a.  3  ad  fi- 
nem,  sol.  5. 

=¡21  Cf.  San  Ambrosio,  Expos.  in  Le,  c.  s,  55  ;  c:  10,  SS-S9  : 
MI.,  15,  1736.  191S  s.  ;  Hexacincr.,  1.  5,  c.  25  :  ÍUL'14,  256. 


1344 


PLÁTICAS 


540  y  pedir  a  Dios  perdón  de  lo  que  ha  pecado;  la  segunda,  con- 
fesar e  comulgar  muy  a  menudo;  la  tercera,  leer  o  oír  buenos 
libros;  la  cuarta,  tener  sus  devociones  santas  para  cada  día; 
la  quinta,  tener  muy  ardiente  caridad  con  los  prójimos,  ansí 
amándolos  con  el  corazón  como  dándoles  limosnas  de  los 

545  bienes  temporales;  mirallos,  amallos  y  tratallos  como  a  her- 
manos, hijos  que  somos  todos  de  Dios,  como  a  miembros 
de  un  cuerpo,  que  es  nuestro  Redemptor  Jesucristo,  y  sus 
hijos  e  ayuntamientos  de  fieles,  que  es  la  santa  Iglesia,  lo 
cual  haciendo  con  su  gracia  y  por  su  misericordia,  iremos 

550   a  gozar  con  El  para  siempre  en  la  gloria.  Amén. 

Condiciones  de  una  Y  para  erudición  de  los  penitentes, 
buena  confesión  se  pornán  aquí  diez  y  seis  condiciones 
que  la  confisión  ha  de  tener  para  ser 
perfecta,  las  cuales  pone  un  santo  doctor. 

555  La  primera  dice  que  la  confesión  sea  sencilla;  esto  es 
contra  los  que  no  saben  confesar  sin  contar  historias,  lo 
cual  es  muy  mala  cosa;  que  hay  algunos  que  para  decir  de 
las  malas  palabras  que  hubo  con  otro,  os  dicen  primero: 
"Sabrá  vuestra  reverencia  que  el  año  pasado  tuve  una  ve- 

560  cindad  la  mejor  del  mundo;  agora  por  mis  grandes  pecados 
tengo  un  vecino  desabrido  y  el  más  mal  sufrido  del  mun- 
do; díjome  ciertas  palabras,  e  yo,  señor,  con  enojo  de  no 
sé  qué,  díjele  no  sé  qué  palabras,  y  si  no  hubiera  gente  en 
medio,  no  sé  qué  míe  hiciera".  Todo  esto  se  ha  de  dejar 

565  para  no  gastar  tiempo  ni  moler  al  confesor,  sino  de  toda  es- 
ta plática,  y  de  otra  cualquiera,  tomar  aquello  que  siente 
cada  uno  que  es  ofensa  de  Dios,  y  aquéllo  decir  solamente, 
diciendo:  "Padre,  acúsome  que  ofendí  a  Dios  en  esto  y  en 
esto".  Y  ésta  cuanto  a  la  primera  '[de  las]  condiciones. 

570  La  segunda  es  que  la  confisión  sea  humilde,  y  halo  de 
ser  en  cuatro  cosas:  la  primera,  humilde  en  lo  interior,  que 
es  el  entendimiento,  y  con  aquél  conocer  y  decir  a  Dios: 
"Yo,  Señor,  conozco  que  verdaderamente  soy  pecador  e  vil 
e  digno,  Señor,  del  infierno,  porque  mis  obras  no  merecen 

575  otra  cosa;  a  mí,  Señor,  me  pesa  de  haberos  ofendido,  y 
propongo  la  enmienda,  y  suplico  a  tu  Divina  Majestad  no 
mires  a  quién  yo  soy,  para  con  tu  justicia  enviarme  al  in- 
fierno, sino  mira,  Señor,  quién  tú  eres,  para  con  tu  mise- 
ricordia hacer  que  mi  ánima  se  salve,  y  llevarme  al  cielo; 

580  a  ti  y  delante  ti  me  subjeto  de  todo  corazón,  y  me  pongo  a 
los  pies  de  este  que  en  tu  lugar  tiene  poder  de  absolverme 
y  participarme  de  los  méritos  que  tú,  Redentor  mío,  ganas- 
te derramando  tu  sangre  en  la  cruz,  pues  en  virtud  de  esa 

554  Cf.  Santo  Tomás  de  Aquino,  Suppl.,  q.  g,  a.  4 :  «Sit  sim- 
plex,  humilis  confessio,  pura,  fidelis, — atque  frequens,  nuda,  dis- 
creta, li'bens,  verecunda, — integra,  secreta,  lacrimabilis,  accelerata, — 
fortis  et  accusans,  et  sit  parere  parata». 


5.     A    I.OS  CLÉRIGOS   DE   GRANADA   1345 


preciosa  sangre  se  han  [de]  salvar  los  que  de  ella  estuvie- 
ses   ren  bañados  y  no  otros".  (Apocalipsis.) 

Humilde  ansí  mismo  en  lo  exterior;  que  ha  de  ir,  cuando 
fuere  a  confesar,  muy  honesto  en  los  vestidos;  especial- 
mente si  es  mujer,  no  ha  de  ir  muy  galana  ni  afeitada;  si 
es  hombre,  hase  de  llegar  sin  espada,  hincarse  de  rodillas, 

590  quitarse  el  bonete  o  gorra;  la  mujer,  cubierto  su  manto 
por  la  honestidad;  han  de  ir  con  mucho  temor  y  reverencia. 

También  ha  [de]  ser  humilde  en  las  palabras,  que  ha- 
ble con  mucha  reverencia  y  vergüenza  todos  sus  pecados, 
por  las  palabras  más  honestas  que  pudieren,  en  las  cuales 

S95  parezca  el  arrepentimiento  del  corazón;  no  han  de  ir  muy 
polidas  las  palabras  ni  compuestas,  sino  humildes  y  verda- 
deras, por  confesarse  por  confesionarios  de  cabeza,  que 
casi  cada  vez  dice  lo  mismo,  como  quien  dice  el  Ave,  María, 
sino  ver  en  lo  que  ha  ofendido  a  Dios  y  decir  aquello;  y 

600  confiese  de  todo  sin  quedar  nada,  y  no  mire  si  va  por  or- 
den, a  lo  menos  no  piense  que  es  de  esencia  de  la  confisión. 

La  cuarta  cosa  en  que  ha  de  ser  humilde  ha  de  ser  en 
buscar  el  confesor,  como  acontece  que  hay  algunos  que 
soliendo  confesar  con  uno,  cuando  comete[n]  algún  pecado 

605  que  otra  vez  han  confesado,  van  a  buscar  otro  confesor,  y 
esto  porque  no  sea  tenido  en  menos  de  aquel  su  confesor  que 
antes  y  a  la  continua  tenía,  sino  que  le  tenga  en  buena 
posesión;  y  algunas  personas  hay  que  después  de  haber  di- 
cho con  el  otro  lo  que  le  dolía,  vuelve  a  confesar  con  el 

610  otro  lo  que  no  le  dolía.  ¿Para  qué,  pecador  de  mí,  quieres 
hacerle  entender  que  eres  bueno  y  virtuoso,  no  siéndolo? 
¿No  sabes  que  sabe  Dios  lo  que  haces?  Y  allí  no  vas  a  decir 
tus  pecados  a  Pedro  como  a  Pedro,  sino  como  aquel  que 
tiene  poder  de  Dios  para  absolverte  o  condenarte,  y  aquel 

615  lugar  es  para  que  vayas  a  decir  pecados,  o  aquéllo  en  que 
piensas  haber  ofendido  a  Dios,  y  no  las  buenas  obras  que 
haces.  Y  siendo  en  todo  esto  humilde,  cumplirás  con  la  se- 
gunda condición. 

La  tercera  es  que  sea  "pura,  que  no  digas  sino  puramen- 

620  te  aquello  que  fué,  sin  doblez  ni  sin  maraña  ni  excusa,  sino 
sencillamente  la  verdad  de  todo  lo  que  has  cometido;  y  en 
esto  se  conforma  esta  condición  con  la  primera,  que  es  sen- 
cilla. También  ha  de  ser  pura  en  la  intinción.  ¿De  qué  ma- 
nera? Que  cuando  te  fueres  a  confesar,  sea  tu  intención  de 

625  irte  a  confesar  no  por  ser  tenido  por  bueno,  ni  porque  los 
que  te  vieren  digan:  "¡Oh,  qué  bueno  es  fulano,  que  con- 
fiesa y  comulga  muchas  veces!"  Porque  mira  que  dice  el 
Evangelio:  Ne  iustitiam  vestram  faciatis  coram  hominibus, 
sino  puramente  por  alcanzar  perdón  de  aquellos  pecados  en 

585  Cf.  Apoc.  7,  14. 
628  Mt.  6,  1. 


B. Avila  2 


13 


1346  PLÁTICAS 


630  que  tú  ves  que  has  ofendido  a  Dios.  Y  ansí  cumplirás  con 
la  tercera  condición. 

La  cuarta  condición  que  la  confesión  ha  de  tener  es  que 
sea  verdadera,  que  no  deje,  por  ninguna  cosa,  de  decir  la 
•  verdad  clara  y  abiertamente.  El  pecado  que  se  ha  hecho,  que 

635  se  diga  de  la  misma  manera  que  se  cometió.  No  se  dice  que 
no  se  deje  ningún  pecado,  que  eso  claro  está  que,  si  por 
malicia  lo  deja,  es  obligado  a  tornarse  a  confesar  de  nue- 
vo, y  vuelve  a  su  casa  con  los  pecados  que  trujo  y  con  aquel 
de  nuevo  que  comete  por  dejar  por  malicia  el  pecado.  Y  tan- 

640  to  es  verdad  esto,  que  si  en  la  confesión  se  dijese  una  men- 
tira en  decir  el  pecado  de  otra  manera  que  pasó,  es  nuevo 
pecado,  porque  cualquiera  mentira  es  pecado;  pero  hay 
diferencia,  que,  si  la  mentira  es  de  cosa  que  perjudica  a 
otros,  es  pecado  mortal,  y  si  no,  es  venial.  Pero  trae  Ca- 

645  yetano  que,  aunque  pecado  venial  no  es  cosa  que  requiere 
confesarse,  si  el  confesor  preguntó  si  ha  hablado  palabra 
ociosa,  puede  responder  que  pase  adelante,  y  si  la  ha  ha- 
blado y  dice  que  no,  no  peca  mortalmente  si  no  hay  más 
de  eso;  pero  si  el  penitente  traía  intención  determinada  de 

650  confesar  la  palabra  ociosa,  y  el  confesor  le  pregunta  si  la 
dijo  y  respondiese  que  no,  sería  pecado  mortal.  Y  dice  muy 
bien  la  razón,  porque  la  hace  ya  materia  de  sacramento, 
porque  bien  podía  pasar  la  confesión  sin  aquello;  pero  a  la 
hora  que  aquella  palabra  ociosa  la  hace  materia  de  sacra- 

655  mentó  por  la  intención  que  tuvo  de  confesarse  de  ella...  Un 
ejemplo:  Si  un  predicador  trae  propuesto  de  decir  en  el 
púlpito  un  milagro  de  un  santo,  aunque  sin  decirlo  se  pu- 
diera pasar  el  sermón,  pero  si  lo  dice  y  contando  dice  men- 
tira, es  pecado  mortal,  por  ser  dicho  en  el  lugar  de  Dios, 

660  que  es  el  púlpito,  y  el  predicador  está  puesto  en  lugar  de 
Jesucristo. 

La  quinta  condición  es  que  la  confesión  sea  frecuente, 
que  se  debe  hacer  muchas  veces,  porque,  cuando  se  fre- 
cuenta a  menudo,  es  muy  santa  cosa,  porque  es  bien  que,  si 

665  a  menudo  caemos,  a  menudo  nos  levantemos;  que  si  a  me- 
nudo nos  ensuciamos,  a  menudo  nos  alimpiemos  con  la 
confisión,  y  si  a  menudo  enfermamos,  que  a  menudo  nos 
curemos,  y  que  si  a  menudo  pecamos,  que  a  menudo  nos 
acorramos  a  la  confisión,  para  que  allí  nos  sean  quitados 

670  los  pecados.  Demás  de  esto,  es  muy  gran  remedio  para  con- 
fesar muy  bien  confesados  los  pecados,  porque  ¿cómo  es 
posible  que  se  confiese  uno  de  todos  sus  pecados  que  en  un 
año  ha  hecho,  de  todas  palabras  malas,  de  todos  los  pensa- 
mientos dañosos,  de  todas  las  obras  perversas?  Tiénese  por 

675   imposible.  Y  para  confesarse  de  todos,  ha  de  ser  frecuente, 


655  Tomás  de  Vio  Cayetano,  Comm.  in  2-2,  q.  6g,  a.  1. 
661   Tomás  de  Vio  Cayetano,  Comm.  in  2-2,  q.  110,  a.  4. 


j.     A   IOS  CLÉRIGOS  PE  GRANADA 


1347 


muy  a  menudo.  Y  también  porque  la  confesión  a  menudo 
hace  más,  que  con  ella  se  perdona  lo  pasado  y  se  da  es- 
fuerzo para  lo  por  venir.  ¿Queréislo  ver?  Tomá  a  uno  que 
en  algún  tiempo  frecuentó  la  confesión  y  la  dejó,  y  a  otro 

680  que  no  lo  solía  hacer  y  agora  lo  hace.  Veréis  el  desconten- 
tamiento tan  grande  del  primero  y  la  consolación  y  mejoría 
del  segundo.  ¡Y  que  con  todo  esto  haya  quien  le  parezca 
mal  la  confisión  a  menudo  y  murmuren  de  los  que  a  menu- 
do se  confiesan! 

685  La  sexta  es  que  la  confesión  sea  discreta.  Discretos  quie- 
re Dios  los  que  se  confiesan,  confesar  el  pecado  solamente 
y  no  lo  que  no  hace  al  caso.  No  es  menester,  si  habéis  hur- 
tado, que  digáis  que  hurtastes  con  la  mano  derecha  o  con 
la  mano  izquierda,  o  si  hurtastes  en  tal  colación  o  en  tal, 
-690  sino  juntar  todos  los  pecados  que  son  de  una  especie;  que 
si  hallas  en  tu  conciencia  que  has  hurtado  cien  veces,  digas: 
"Padre,  acúsome  que  cometí  el  pecado  del  hurto  tantas  ve- 
ces", y  no  decir  agora  uno  y  después  otro;  todos  los  que 
fueren  de  una  especie,  juntos,  agora  sean  furtos,  fornica- 

695  ciones  o  blasfemias.  Pero  hase  de  mirar  que  es  bien  discer- 
nir las  cosas  que  agravan  o  pueden  agravar  el  pecado,  como 
es  el  tiempo,  que  si  hace  el  pecado  en  tiempo  que  la  Igle- 
sia tiene  diputado  para  llorar  los  que  hasta  allí  se  han  he- 
cho, como  es  la  santa  Cuaresma,  es  el  pecado  de  más  gra- 

700  vedad;  o  el  lugar,  que,  si  es  en  la  iglesia,  es  sacrilegio,  que 
es  mayor  pecado;  la  persona:  si  hurtaste  al  pobre,  más 
pecas  .que  si  hurtases  al  rico,  y  mientras  mayor  es  la  nece- 
sidad de  aquel  a  quien  hurtas,  más  gravedad  tiene  el  peca- 
do. Ansí  que  hanse  de  confesar  los  pecados  que  fueren  de 

705  una  especie  juntos,  pero  hanse  de  mirar  las  circunstancias 
que  los  agravan. 

Después  que  se  haya  hecho  la  examinación  que  convie- 
ne, confesar  discreta  y  apartadamente,  como  está  en  el  co- 
razón; si  es  mortal,  confesarlo  por  mortal,  y  si  es  venial, 

710  por  venial.  Si  se  tiene  duda  si  es  o  no  es,  si  hay  una  ma- 
raña que  vos  no  acertáis  a  deshacella,  de  la  misma  manera 
que  lo  tenéis  en  el  corazón  de  aquello  lo  habéis  de  pronun- 
ciar por  la  boca.  B%  hay  algunas  personas  que  con  santa 
intención  dicen  lo  que  han  hecho  y  aun  lo  que  no  han  hecho. 

715  Es  muy  malo  en  gran  manera,  y  no  se  debe  hacer,  sino  sólo 
lo  que  sabe  de  cierta  ciencia,  e  si  no  se  acuerda,  diga  que 
no  se  acuerda. 

También  es  menester  en  elegir  el  confesor.  Si  uno  está 
mal  dispuesto,  luego  busca  el  mejor  médico  para  la  salud 

720  del  cuerpo,  que  se  ha  de  acabar;  y  para  la  triste  del  ánima, 
con  el  primero  que  encuentra.  Y  si  para  un  pleito  en  que 
va  tres  blancas  huelga  el  hombre  de  buscar  el  mejor  letra- 
do para  tenello  en  su  favor,  ¡y  que  para  absolver  el  ánima, 


1348   PLÁTICAS 


para  confesarse  de  sus  pecados,  no  se  busque  el  mejor  que 

725  se  pudiere  hallar!  Ha  de  ser  discreto  el  penitente  en  elegir 
confesor  que  convenga. 

La  séptima,  que  sea  de  buena  voluntad  y  gana,  no  por 
el  temor  de  la  excomunión,  ni  por  no  ser  tenido  por  mal 
cristiano,  ni  por  temor  de  la  pena  o  que  lo  lleven  a  la  cár- 

730  cel,  sino  por  agradar  a  Dios  y  ser  buen  cristiano  y  por  re- 
conciliarse en  amor  y  gracia  con  El. 

La  octava  es  que  sea  vergonzosa,  que  mire  el  cristiano 
que  se  avergüence  mucho  en  pensar  la  fealdad  de  los  peca- 
dos y  los  tenga  por  muy  graves,  y  se  avergüence  de  haber 

735  cometido  cosas  tan  abominables  y  hediondas,  y  que,  cuan- 
do los  confiese,  los  confiese  vergonzosamente,  no  como  se 
jacta  y  vanagloria  de  ellos  muchas  veces.  Desírvese  Dios 
en  que  los  hombres  se  confiesen  de  sus  pecados  de  tal  ma- 
nera que  parezca  que  se  huelgan,  especialmente  cuando  ha 

740  motejado  a  uno  cometiendo  pecado  mortal,  ansí  como  cuan- 
do uno  afrenta  a  otro  debajo  de  alguna  gracia  nacida  de 
buen  juicio;  mírese  mucho  que  ha  de  haber  mucha  ver- 
güenza en  confesar  estas  cosas  semejantes,  porque  no  es 
bien  que  hagamos  y  nos  atrevamos  más  a  Dios  que  a  un 

745  hombre.  Por  acá,  si  uno  quisiese  ser  amigo  de  otro  a  quien 
ha  hecho  una  injuria,  ¿sería  bien  que  le  contase,  como  hol- 
gándose, la  injuria  que  le  hizo,  diciéndole  que  le  había  dado 
una  bofetada?  Aquello  sería  causa  que  el  otro  no  sólo  no 
lo  perdonase,  pero  que  se  airase  de  nuevo  contra  él.  Pues 

750  sepa  el  cristiano  que  cuando  va  a  confesarse,  va  a  reconci- 
liarse en  el  amistad  de  Dios,  con  el  cual  estaba  enemigo,  y 
que  no  es  bien  que  se  confiese  con  jatancia,  sino  con  mu- 
cha vergüenza. 

La  nona.  Esta  condición  es  muy  esencial  y  necesaria  para 

755  la  confesión,  sin  la  cual  es  imposible  ser  buena,  y  es  que  sea 
entera,  que  se  confiese  de  todos  sus  pecados  que  después 
de  la  postrera  confesión  hobiere  cometido,  so  pena  que,  por 
un  solo  pecado  que  deje  a  sabiendas,  no  va  absuelto,  antes 
va  con  todos  los  pecados  que  dijo  y  confesó  y  con  el  que 

760  calló,  y  más  con  otro  de  nuevo  que  ganó  por  haberlo  callado. 
La  causa  es  que,  como  es  Dios  luz  tal  clara,  no  puede  haber 
ni  debe  ser  obscuridad  ni  tiniebla  ninguna.  Un  solo  pecado 
es  bastante  obstáculo  a  que  no  venga  Dios  a  un  ánima;  y 
este  pecado  o  pecados  pueden  dejarse  de  confesar  en  una  de 

765  dos  maneras:  o  por  malicia,  que  claramente  ve  que  lo  deja 
por  vergüenza,  o  por  temor,  o  porque  se  le  antojó;  estonces 
claro  está  que  es  sacrilegio  y  no  es  confisión,  sino  abomina- 
ción; o  queda  por  olvido,  y  estonces  se  ha  de  distinguir:  o 
para  confesarse  se  ha  hecho  la  examinación  necesaria  o  no; 

770  si  no  la  ha  hecho,  haga  cuenta  que  no  ha  hecho  nada ;  que  hay 
muchos,  y  casi  todos,  que  para  venirse  a  confesar  vienen  tan 


5.     A.   LOS  CLÉRIGOS   DE  GRANADA 


1349 


desapercebidos  como  si  fuesen  a  no  sé  qué,  sin  examinar 
su  conciencia  ni  querer  acordarse  ni  recogerse  para  ver  en 
lo  que  han  ofendido  a  Dios,  sino  vanse  y  dicen:  "Pregun- 
?75  táme,  que  a  eso  venga".  Verdaderamente  muchas  y  las  más 
veces  se  van  como  vinieron.  En  solo  esto  avisen  mucho,  ansí 
los  confesores  como  los  penitentes,  que  los  confesores  no 
deben  absolver  a  aquellos  que  no  hobieren  hecho  verdadera 
examinación.  Débenlos  enviar  a  sus  casas,  y  que  hagan  lo 
780  que  son  obligados,  y  vuelvan,  y  dárseles  ha  la  absolución, 
y  de  otra  manera  no  lo  deben  hacer.  Pero  no  suelen  llamar 
buenos  confesores  sino  aquellos  que  por  fas  o  nefas,  iuste 
vel  iniuste,  dan  la  absolución.  Y  peca  el  penitente  que  la 
pide  sin  hacer  lo  que  es  obligado  para  acordarse  de  sus  pe- 
785  cados,  y  peca  el  sacerdote  que  de  esta  manera  lo  absuelve. 
Debe,  pues,  el  penitente  recogerse  y  pensar  dende  que  se 
confesó  en  qué  pudo  pecar,  con  qué  personas  anduvo,  en 
qué  ha  gastado  su  vida,  para  por  allí  venir  a  acordarse  de 
sus  pecados,  y  poner  en  ello  la  diligencia  que  pusiera  en  una 
790  cosa  que  le  fuese  la  vida  y  la  honra.  Y  es  tan  misericordioso 
Dios,  ¡bendito  sea  El  por  siempre!,  que  si  uno  ha  hecho  la 
diligencia  necesaria  y  se  le  olvida  algún  pecado,  aquél  está 
ya  perdonado.  Y  más  digo:  que  si  se  le  olvidasen  ciento, 
todos  se  los  perdona.  Y  a  más  se  extiende,  que  aunque  haya 
795  pecado  dos  mil  pecados  y  solos  dos  se  le  acuerden,  habiendo 
hecho  la  diligencia  que  es  obligado,  con  sólo  aquello  se  da 
Dios  por  contento.  Miren,  pues,  lo  que  hacen,  que  esto  es 
una  cosa  la  más  principal  de  la  confesión  y  la  causa  que 
muchos,  y  casi  todos,  se  van  sin  confesar  como  son  obligados. 
800  La  décima,  que  casi  conforma  con  ésta,  es  que  sea  fuerte; 
que  por  el  rey,  ni  por  el  príncipe,  ni  por  el  señor  no  se  deje 
de  decir  la  verdad,  ni  por  nadie.  Dirá  el  juez  que  por  no 
enojar  al  príncipe,  porque  no  le  quite  el  favor  que  le  daba. 
Dice  el  mozo  que  no  sé  qué.  No  se  ha  de  \dejar.  Que  sea 
805  fuerte,  que  ni  por  vergüenza,  ni  temor,  ni  hacienda,  ni  por 
honra,  ni  por  ninguna  cosa  de  éstas  se  impida  la  confesión. 

La  undécima  es  tan  necesaria  y  tan  de  esencia  de  la  con- 
fesión, que  no  solamente  es  de  ley  divina  y  positiva,  pero 
es'  de  ley  natural.  En  ley  de  natura  y  de  Escriptura  y  de 
10    gracia,  en  todas  fué  tan  necesaria  esta  condición,  que  es 
contricta,  y  es  tan  necesaria,  que  sin  ella  no  vale  nada  la 
confesión.  Que  haya  una  displicencia,  un  pesar  de  los  peca- 
dos, que  os  haga  doler  el  corazón  por  haber  ofendido  a  Dios. 
E  hay  tres  grados  de  contrición.  El  primero  es  perfecto, 
15   cuando  hay  tan  gran  dolor  y  arrepentimiento,  que  de  todo 
corazón  haya  pesar  de  los  pecados  hechos,  e  un  no  querer 
haber  ofendido  a  Dios  por  ninguna  cosa,  e  un  firmísimo 
propósito  de  nunca  más  volver  al  pecado;  y  éste  es  el  dolor 
tan  acebto  y  es  contrición  tan  verdadera,  que  por  aquél, 


1350  PLÁTICAS 


820  antes  que  se  venga  a  la  confisión,  están  los  pecados  per- 
donados. 

Hay  otro  dolor  que  no  es  tan  perfecto,  cuando  al  hombre 
le  pesa  de  las  injurias  hechas  a  Dios,  y  esto  no  tan  intenso, 
que  por  sí  solo  se  perdone  el  pecado,  sino  que  es  necesario 

825  que  sobrevenga  el  sacramento  de  la  confisión,  con  el  cual 
del  todo  se  perdona,  porque  todos  los  sacramentos  de  la 
nueva  ley  comunican  lo  que  ganó  Jesucristo  derramando  su 
sangre,  y  aquel  dolor  que  sin  la  confesión  no  fué  bastante 
a  que  por  él  se  perdonase  el  pecado,  cuando  el  sacerdote 
830  absuelve,  perficiona  el  dolor  y  se  perdona  el  pecado.  Y  por 
esto  es  muy  bien  que  se  comuniquen  a  los  enfermos  los  santos 
sacramentos;  puede  acontecer  tener  uno  un  dolor,  que  solo 
no  es  bastante  para  alcanzar  perdón  de  los  pecados,  y  por 
solo  comunicalle  la  comunión  o  extremaunción  le  hacen  ca- 

835  paz,  y  no  comunicándosela,  se  van  al  infierno,  donde  se 
manifiesta  claramente  la  virtud  de  los  sacramentos. 

Hay  otro  género  de  contrición,  y  ¡desdichados  de  aque- 
llos que  en  tal  estado  están!,  que  tienen  un  dolor  de  todo 
en  todo  imperfecto,  como  son  los  logreros.  Vienen  a  con? 

840  fesar  y  dicen  que  tienen  lo  ajeno  y  querrían  restituirlo;  pero 
que  cómo  han  de  quedar  pobres:  "¿Cómo  es  posible,  padre, 
que  dé  yo  agora  mi  hacienda?"  Has  de  restituir  todo  aquello 
que  sabes  que  es  ajeno,  so  pena  de  perder  el  cielo  y  ganar  el 
infierno  para  siempre.  Todo  el  tiempo  que  cualquiera  está 

845  en  voluntad  determinada  de  ir  contra  la  ley  de  Dios,  está 
en  pecado  mortal.  El  juez  que  sacó  alguno  de  la  iglesia  por 
agradar  al  príncipe  peca  mortalmente;  el  mozo  que  por  agra- 
dar a  su  amo  quiere  hacer  alguna  afrenta  a  alguna  persona. 
Vienen  a  confesar  éstos  y  dice  el  uno:  "Si  no  hago  esto,  tengo 

850  de  desagradar  al  príncipe,  que  me  favorece";  y  el  otro: 
"A  mi  amo,  que  me  da  lo  que  he  menester.  ¿Tengo  de  andar 
a  pedir  por  amor  de  Dios?"  — Sí.  A  los  que  esto  dicen  no 
los  debe  ningún  sacerdote  absolver,  sino  darles  la  mano  y 
soplar  aquella  centellica  mortecina,   esforzar  aquel  imper- 

855  fecto  dolor  con  buenas  y  confortativas  palabras,  traerles  a 
la  memoria:  "Mira,  hermano,  a  quién  has  ofendido,  aquel 
hacedor  de  todas  las  cosas,  aquel  que  de  nonada  te  hizo'  y 
te  crió  y  después  por  su  gran  misericordia  te  redimió,  de- 
rramando su  sangre  por  ti,  hasta  que  por  tu  amor  murió 

860  en  la  cruz;  mira,  hermano,  lo  que  pierdes,  que  pierdes  la 
amistad  de  los  ángeles  y  de  todos  los  santos  y  la  compañía 
de  la  sacratísima  Madre  de  Dios,  aquella  hermosura,  aquella 
hartura  que  nunca  ahita,  aquella  abundancia,  y,  demás  de 
esto,  pierdes  la  vista  de  Dios  para  siempre  jamás,  donde 

865   consiste  la  gloria  y  la  holganza  y  todo  el  bien;  y  vas  conde- 


836  Cf.  Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa  Uteol.,  3,  q.  79,  a.  3. 


5.     A   LOS  CLÉRIGOS   T)F.  GRANADA 


1351 


nado  para  siempre  a  los  fuegos  infernales.  Y  con  estas  y 
otras  palabras  semejantes  debe  el  confesor  dar  la  mano  al 
penitente  para  que  alce  los  ojos  al  cielo  y  poco  a  poco  vaya 
aquel  dolor  perficionándose  hasta  hacerse  perfecto,  o  tal, 
870  que  con  la  confesión  baste  para  que  alcance  gracia;  y  hasta 
que  lo  vea  con  este  dolor  no  lo  debe  absolver,  hasta  que  lo 
tenga,  aunque  sepa  por  aquello  venir  a  tanta  pobreza  que 
sea  necesario  venir  a  pedir  por  amor  de  Dios.  Y  si  esto  les 
pareciere  y  supiere  amargo,  sepa  que  más  amarga  cosa  será 
875  cuando  el  día  del  juicio  vaya  a  pedir  misericordia  y  no  la 
halle  en  los  ángeles,  ni  en  los  santos,  ni  en  la  sacratísima 
Madre  de  Dios,  ni  tampoco  la  hallará  en  Dios,  que  es  Padre 
de  las  misericordias. 

La  duodécima  condición  es  que  sea  secreta,  que  allí  no 
880  requiere  información  ni  testigos  ni  nada  de  esto,  sino  sola- 
mente el  penitente  se  ha  de  acusar  y  conocer  su  culpa  e  acu- 
sarse secretamente  de  ella,  sin  que  nadie  lo  oiga,  no  por 
escripto,  que  no  bastaría,  sino  por  palabra;  que  si  un  sacer- 
dote escribiese  las  palabras  sacramentales,  no  consagraría 
885  con  sólo  escrebillas,  si  no  las  dijese  claramente,  ni  tampoco 
absolvería  escribiendo  la  absolución. 

La  décimotercera  condición,  que  sea  presta,  que  lo  más 
presto  que  el  hombre  pudiere  confesarse,  se  confiese,  y  si 
luego  acabado  de  cometer  el  pecado,  mejor.  Espantábase 
890  Santo  Tomás,  y  con  justa  razón,  del  hombre  que  osaba 
echarse  a  dormir  habiendo  ofendido  a  Dios;  espantábase  de 
cómo  el  hombre  que  estaba  en  pecado  mortal  se  reía  y  hol- 
gaba, de  cómo  comía  y  bebía  a  su  placer.  Debe,  pues,  el 
cristiano  reconciliarse  con  Dios  en  la  confisión  muy  presto, 
895  no  tardallo  mucho;  si  hay  aparejo  para  confesallo,  muy  me- 
jor es;  pero  si  no,  entre  el  cristiano  en  su  retraimiento  y 
párese  a  conjeturar  en  qué  puede  haber  ofendido  a  Dios  en 
aquel  día,  y  si  hallare  que  en  aquel  día  no  le  ha  ofendido, 
alce  las  manos  y  diga:  "Gracias  sean  dadas  a  ti,  Señor,  por 
900  tanta[s]  mercedes  como  me  has  hecho  en  haberme  hoy  tenido 
de  tu  mano,  que  no  cávese;  bendita  sea  tu  misericordia; 
plega  a  tu  Majestad,  Señor,  que  siempre  me  des  fuerzas, 
que  nunca  te  ofenda".  Y  si  ve  que  le  ha  ofendido,  pésele 
gravísimamente  de  ello,  compóngase  y  llore  su  pecado,  pé- 
905  sele  de  haber  ofendido  a  Dios  y  proponga  firmemente  de  por 
cosa  de  esta  vida  no  tornar  jamás  a  él,  y  tenga  firme  propó- 
sito de  confesarlo  cuando  lo  manda  la  madre  santa  Iglesia. 

La  décimocuarta  condición,  que  sea  llorosa,  que  el  cris- 
tiano llore  sus  pecados  no  con  estas  lágrimas  de  fuera,  sino 
V  910  con  lágrimas  de  corazón,  lágrimas  que  satisfagan  para  apla- 
car la  ira  de  Dios;  llorosa,  que  el  corazón  se  quiebre  y  en- 
ternezca y  llore  lágrimas  de  sangre.  Hay  algunas  personas 
que  se  le[s]  salen  las  lágrimas  hilo  a  hilo  por  los  ojos,  y  es 


1352 


PLÁTICAS 


de  mil  miserias  y  desventuras,  de  pobreza  o  de  no  sé  qué,  y 

915  no  tienen  más  dolor  de  sus  pecados  que  si  no  los  hobiesen 
cometido.  Ha  de  ser  llorosa  la  confesión;  si  pudiere,  [ha  de] 
haber  lágrimas  exteriores,  y  si  no,  halas  de  haber  a  lo  menos 
interiores,  que  ya  que  los  ojos  no  lloren,  que  llore  el  ánima, 
llore  y  quebrántese  el  corazón,  rásguense  de  veras  las  entra- 

920  ñas  por  haber  pasado  y  quebrantado  sus  santos  mandamien- 
tos y  por  haber  ofendido  a  tan  infinita  bondad. 

La  última  condición  que  la  confesión  ha  de  tener  es  que 
sea  aparejada,  que  el  penitente  vaya  aparejado  a  recibir  la 
penitencia  que  el  sacerdote  le  diere,  y  que  la  reciba  de  buena 

925  gana  y  la  procure  de  cumplir  con  la  mayor  brevedad  que 
pudiere  y  con  la  mayor  devoción  que  le  fuere  posible,  y  si  la 
cumple  en  estado  de  gracia,  es  mejor. 

Y  plega  a  Nuestro  Señor  que  de  tal  manera  confesemos 
las  ofensas  que  contra  su  Divina  Majestad  hemos  cometido, 

930  que  alcancemos  perdón  de  ellas  para  nunca  cometellas,  para 
que,  dándonos  Dios  su  gracia,  merezcamos  después  por  su 
misericordia  reinar  con  El  en  la  gloria.  Amén. 


6   En  ordenándoos,  sois  candela  que  habéis  de  dar 

LUMBRE  ' 

(Oña,  Aren.  Loyoía,  Ms.  ast.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  ff.  115  v  - 117  r.) 

Sicut  misil  me  Patcr,  et  ego  müto  vos  (lo.  20,  [3*]). 

Necesidad  de  la   Dejó  nuestro  Señor  ministros  a  su  Igle. 
Jerarquía  y  sus    sia  para  que  la  gobernasen  y  rigiesen, 
grados  para  que  concertasen  los  hombres,  que 

por  el  pecado  de  Adán  quedaron  tan  des- 
baratados, tan  apartados  de  lo  bueno,  que  dice  David:  Non 
est  qui  faciat  bonum,  non  est  usque  ad  unum.  No  hay  quien 
de  suyo  haga  bien,  porque  el  pecado  es  una  enfermedad  tan 
diferente  de  las  otras,  que,  como  el  enfermo  naturalmente 
pregunta  por  el  médico  que  le  cure,  el  que  ha  pecado  huye 
de  Dios,  médico  suyo  y  remedio  de  su  llaga.  Como  Adán, 
que  en  lugar  de  reconocer  su  culpa,  por  donde  por  ventura 
luego  le  perdonara  Dios,  como  dicen  algunos  santos,  no 
quiso  sino  echar  a  huir  y  esconderse  de  Dios.  Esto  hizo  el 
pecado,  y  por  esto  dice  Dios  por  un  profeta:  In  quo  propi- 
tius  tibi  esse  potero?  Omnes  fili[i]  tui  longe  facti  sunt 


*    Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras  del  Miro.  Avila2,  t.  2  (1901), 
pp.  548-552.  «Ad  sacerdotes.  Plática  10»  (f.  115  v). 
7    Ps.  52,  4. 
14    Cf.  Gen.  3)  8. 


6.      \  SACERDOTES 


1353 


a  me,  etc.  Huyen  de  Dios  y  buscan  médicos  para  sus  áni- 
mas, que  se  las  dejen  más  llagadas  que  estaban  y  no  les 
digan  las  verdades.  Como  Acab,  en  el  II[I]  de  los  Reyes, 
a  quien  engañaron  los  cuatrocientos  profetas  de  Baal,  por- 

20  que  les  dió  él  crédito,  quitándole  a  Miqueas,  profeta  de  Dios 
verdadero,  y  Saúl  se  fué  a  las  hechiceras,  así  van  los  malos 
buscando  a  quien  les  hable  a  su  gusto,  aunque  les  hable 
mentiras  y  lisonjas.  Popule  meus — dice  Dios  por  el  profe- 
ta— ,  qui  te  beatum  dicunt,  ipsi  te  decipiunt. 

25  Este  desconcierto  trae  el  pecado;  y  da  Jesucristo  nues- 
tro Redentor  el  remedio,  criando  unos  ministros  que  con- 
cierten este  desconcierto  y  ordenen  este  desorden.  Así  como, 
si  el  rey  tuviese  un  ejército  muy  desordenado,  criaría  capi- 
tanes y  sargentos  que  le  pusiesen  en  orden,  haría  un  capitán 

30  general  a  quien  todos  estuviesen  subjectos,  así  nuestro  Re- 
dentor crió  ministros  en  su  Iglesia  militante,  que  son  los 
cristianos,  para  que  los  rijan.  Puso  tanta  diversidad  de 
ellos:  sacerdotes,  diáconos  y  subdiáconos,  doctores,  obis- 
pos y  el  vicario  general,  que  es  el  papa;  los  cuales  todos  se 

35  ordenan  para  concertar  esta  gente  desbaratada.  Ipse  enim 
dedit  quosdam  apostólos,  alios  vero  evangelistas.  Dió  Nues- 
tro Señor  estos  ministros  para  que  los  cristianos  salgan, 
con  su  ayuda,  perfectos  y  consumados. 

De  este  lugar  saca  San  Ambrosio  la  diferencia  de  los 

40  ministros  de  la  Iglesia,  y  dice  que,  "como  antiguamente  ha- 
bía tan  pocos  cristianos,  en  apóstoles  y  discípulos  estaban 
encerrados  todos  los  otros  órdenes  menores;  pero  después, 
creciendo  el  número,  ordenaron  los  apóstoles  que  hubiese 
diversos  ministros:  unos  diáconos,  otros  subdiáconos".  Y  es- 

45  to,  lo  uno  por  la  hermosura  de  la  Iglesia — como  en  la  casa  de 
Salomón  había  tanto  concierto,  que  se  admiró  la  reina  de 
Sabá,  y  de  esto  y  de  la  diferencia  de  criados — ;  y  también 
porque  fuera  gran  monstruosidad  si  no  hubiera  esta  di- 
versidad: Si  omnia  oculus,  ubi  auditus?,  dice  San  Pablo; 

50  y  porque  hubiera  mucho  que  hacer  para  uno  y  no  lo  pu- 
diera hacer,  y  ansí  no  pudieran  los  fieles  ser  cómodamente 
ayudados. 

Como  Moisén,  por  consejo  de  Jetró,  constituyó  setenta 
viejos  que  le  ayudasen,  y  Dios  les  repartió  su  Espíritu, 
.85    ansí  Nuestro  Señor  quiso  que  hubiese  muchos  ministros: 


16  Cf.  Ier.  5,  7. 

21  Cf.  3  Reg.  22,  6-40  ;  1  Reg.  2S,  7  ss.  ;  1  Par.  io,  13. 

24  Is.  3,  12. 

36  Cf.  Eph.  4,  11. 

44  Pseudo-Ambrosio,  Cotiim.  in  cp.  ad  Eph.,  c.  4,  11  :  ML  17 
409  s. 

47  Cf.  3  Reg.  10,  4-5. 

49  Cf.  1  Cor.  12,  17. 

52  Cf.  Ex.  18,  17  ss. 


1354 


PLÁTICAS 


obispos,  sacerdotes,  curas,  etc.,  y  sobre  todos  el  papa,  por- 
que hubiese  en  la  hierarquía  de  la  Iglesia  militante  diver- 
sidad de  ministros,  como  la  hay  en  la  triunfante  de  ánge- 
les, que  hay  tantos  coros  de  ellos,  como  dice  San  Dionisio. 

60  y  San  Ignacio,  discípulo  de  San  Juan  Evangelista,  in  epís- 
tola ad  ecclesiam  Antiochenam,  saluda  a  los  diáconos,  lec- 
tores y  cantores,  ostiarios  y  exorcistas.  Y  el  papa  Cornelio, 
que  floreció  en  tiempo  de  Cipriano,  cuenta  los  órdenes  que 
agora  tenemos,  y  San  Clemente,  epístola  III,  y  en  la  pri- 

65  mera,  compara  a  la  Iglesia  a  una  nave,  donde  el  obispo  es 
el  capitán,  y  a  los  demás  ministros  compáralos  a  los  de- 
más ministros  principales. 

Quien  toma  oficio  Todos  éstos  tienen  por  oficio  enca- 
de apóstol  ha  de    minar  las  ánimas  para  el  cielo.  Sic- 

7<>      tomar  su  vida        ut  m^  me  Po.ter,  et  ego  mitto  vos. 

Y,  por  tanto,  yo  saco  la  conclusión 
que  han  de  ser  ejemplares,  y  que,  si  no  lo  son,  se  perderán; 
porque,  si  el  rey  criase  un  capitán,  no  satisfaría  si  fuese 
soldado.  Ideo  vos  estis  lux  mundi,  sal  terrae,  etc. 

75  Pero  entra  agora  la  duda  cómo  ha  de  ser  ese  ejemplo; 
porque  hic  labor  et  dolor.  Lo  que  se  os  puede  decir,  herma- 
nos, es  que,  si  sois  clérigo,  habéis  de  vivir,  hablar  y  tratar 
y  conversar,  etc.,  taliter  que  provoquéis  a  otros  a  servir  a 
Dios.  La  candela,  cuando  la  encienden,  no  es  para  ma talla 

80  y  ponella  debajo  del  medio  celemín,  ut  ait  Christus;  y  ansí, 
en  ordenándoos,  sois  candela  que  habéis  de  dar  lumbre. 

— Pero,  padre,  decildo  vos  en  particular,  porque  cada 
uno  dirá  que  da  ejemplo  en  la  vida  que  hace  ahora.  — El 
mayor  trabajo  que  hay  en  los  casos  particulares  es  apli- 

85  car  las  reglas  universales  de  la  ciencia  a  ellos;  y,  porque 
en  esto  hay  dificultad,  salen  las  opiniones;  porque  omnis 
scientia  est  de  universalibus,  y  ninguna  enseña  casos  par- 
ticulares con  todas  sus  circunstancias.  Y  así  decimos  que  el 
casado  ha  de  tener  un  hábito,  el  clérigo  otro;  pero  cuál  ha 

90  de  ser  en  particular,  hay  dificultad;  porque  cada  uno  dirá 
que  el  que  trae  es  decente,  y  ansí,  vistiéndose  cada  uno  con 
la  profanidad  del  mundo,  dice  que  aquél  es  su  estado.  Pues 
¿cómo  se  sacaría  en  limpio  esta  verdad?  Santo  Tomás,  1-2: 
Quod,  sicut  se  habet  principium  in  speculativis  respectu 


59  Pseudo-Dionisio  Areopagita,  De  caelesti  hierarch.,  c.  i,  3  ; 
De  eccles.  hierarch.,  c.  1,  2  :  M¡G  3,  122.  171  ss. 

62  Pseudo-Ignacio  de  AntiüquÍa,  Ep.  ad  Antioch.,  12  :  MG 
5,  907. 

64  San  Cornelio,  Ep.  9  ad  Fabium  Antiochen..  3  :  ML  3,  766  s. 

67  Pseudo-Clemente,  Ep.  dccret.  3.  1  :  MG  1,  49§-  4^9- 

70  lo.  20,  21. 

74  Cf.  Mt.  5,  14.  13. 

80  Mt.  5,  15  ;  Me.  4,  21  ;  Le.  11,  33. 


6.     A  SACERDOTES 


1355 


95  conclusionum,  ita  finis  in  practicis  respectu  mediorum,  etc., 
y  así,  si  vuestro  fin,  vos  que  sois  clérigo,  es  ganar  almas 
a  Dios,  miremos  con  qué  aparatos  y  vestidos  y  aderezos  las 
habéis  de  llevar;  el  fin  lo  descubrirá.  Y  nota  que  el  juicio 
que  lo  descubre  es  juicio  de  buen  varón.  (Explica  quis  bo- 

00  ñus  vir.J  Pues  si  ha  de  ser  bueno,  y  discreto,  y  letrado,  y 
leído,  pongamos  aquí  uno  que  lo  sea,  y  digámosle  que  atine 
de  lo  que  ha  leído  en  santos  y  concilios  y  en  Escrituras,  para 
ver  si  andan  buenos  los  clérigos  que  agora  viven,  y  si  han 
menester  reformación. 

05  Lo  primero,  los  capitanes,  que  son  los  apóstoles  y  dis- 
cípulos, muy  de  otra  manera  vivieron  que  ahora  se  vive. 
San  Hierónimo  dice  que  el  prelado  sucede  en  lugar  de  após- 
tol, y  el  sacerdote  en  lugar  de  dicípulo,  y  que  quien  su  ofi- 
cio, ha  de  tomar  su  vida.  Pues  pasad  adelante  y  mirad  los 
0  concilios.  Yo  no  quiero  tratar  las  cosas  groseras  y  que  los 
ciegos  las  ven. 

Honestidad  de  los  La  honestidad  que  han  de  tener  los 
clérigos  y  lujo  en    clérigos.  El  concilio  Bracarense,  Ta- 

115  el  vestir  rraconense  I,  Aurelianense :  que  habi- 

te con  su  sola  madre;  y  San  Gregorio 
dice  de  San  Augustín  que  no  quiso  morar  con  su  hermana, 
porque  las  criadas  de  su  hermana  no  eran  sus  hermanas. 
Un  concilio  dice  que  al  clérigo  chocarrero,  que  dice  pala- 
bras torpes,  que  le  desgradúen;  otro  dice  que,  mientras  co- 

120  miere,  le  lean,  porque  no  se  desenfrene  comiendo;  otro  dice 
que  no  ande  de  noche,  si  no  fuere  con  grande  necesidad,  y 
con  tales  personas  acompañado,  que  no  dé  qué  decir;  otro 
dice  que  se  mire  en  las  casas  donde  entrare  no  haya  sospe- 
cha ninguna,  y  que  vaya  acompañado  de  personas  graves. 

125  Dejemos  eso,  que  hay  tanto,  que  sería  nunca  acabar. 
Pero  vamos  a  los  aderezos,  que  por  nuestros  grandes  peca- 
dos han  crecido  tanto.  El  concilio  Cartaginense  IV,  cap.  45: 
Clericus  professionem  suam  in  habitu  decenti  ostendat,  et 
ideo  nec  vestibus  nec  calciamentis  decorem  quaerat.  Ha'llá- 

130  ronse  aquí  doscientos  obispos.  Et  in  synodo  VII,  cap.  16: 
Omnis  ornatus  corporis  est  a  sacerdotali  ordine  alineus: 


95  Santo  Tomás  de  Aquino,  S  intima  theol.,  1-2,  q.  57,  a.  4  ; 
2-2,  q.  47,  a.  6. 

109  San  Jerónimo,  Ep.  78,  mans.  6  :  ML  22,  704. 

113  Concilio  Bracarense  I,  cap.  15  :  Aguirre,  t.  3,  p.  179. 

114  Concilio  Tarraconense  I,  tít.  1  :  Aguirre,  t.  3,  p.  123.  Con- 
cilio Aurelianense  1,  can.  29:  Mansi,  t.  8,  356;  III,  can.  4; 
V,  can.  3  :  Mansi,  t.  9,  12.  129. 

117   San  (Gregorio  Magno,  Ep.  60  :  ML  77,  997. 

119  Concilio  Cartaginense  IV  {- Statuta  Ecclcsiae  antiqua), 
cap.  60  :  Mansi,  t.  3,  956. 

120  Conctlio  ni  de  Toledo,  cap.  7  :  Mansi,  t.  9,  994. 

129  Concilio  Cartaginense  IV,  cap.  45  :  Mansi,  t.  3,  955. 


1356 


PLATICAS 


episcopos  ergo  et  clericos  qui  se  splendidis  et  insignibus  ves- 
tibus  exornant  corrigi  oportet.  Y  lo  que  más  espanta,  lo  que 
en  el  concilio  Tridentino,  sess.  21,  cap.  1,  se  dice  de  los 

135  obispos,  que  guarden  lo  del  concilio  Cartaginense  de  supel- 
lectili  paupere.  Pero  todo  esto  es  poco  para  lo  que  dice  San 
Cipriano,  lib.  I,  epist.  9,  que  descomulgó  a  un  difunto  que 
hizo  a  un  clérigo  testamentario.  Y  cap.  48  del  concilio  Car- 
taginense IV:  Clericus  qui  non  pro  emendo  aliquid  in  nun- 

140    dinis  vel  in  foro  ambulat,  ab  officio  suo  degradetur. 

Hágase  aquí  la  razón  a  simili:  si  entonces,  porque  aque- 
llo escandalizaba,  era  tan  gran  pecado,  ahora  que  tanto 
mal  viene  de  las  galas,  ¿qué  será?  Y  díganse  los  males  en 
el  pueblo,  de  tantos  logros,  y  meter  hijas  monjas  contra 

145  su  voluntad,  etc. ;  y,  lo  que  peor  es,  aquella  estrella  que 
cayó  del  cielo  en  el  Apocalipsis,  con  que  tantas  langostas  de 
herejes  incitan.  De  los  sacerdotes  infiérase  el  grande  peli- 
gro que  traen  los  que  no  se  moderan  en  sus  aderezos;  y  epi- 
logúese exhortando  a  los  sacerdotes  que,  como  capitanes, 

150    resistan  a  tanto  mal  de  aderezos  con  su  ejemplo. 


7         Hacer  las  cosas  con  perfección,  henchidos 

DE  AMOR  * 

(Oña,  Arcth.  Loyola,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  ff.  117  r  -  118  r.) 

Sacerdotes  tui  induantur  iustitiam  (Ps.  ijh,  [9]). 

Exordio     San  Hierónimo,  ad  Nepotianum;  Augustin,  ad 
Iudices;  San  Pablo,  19,  Actorum,  condenan  la 
curiosidad  en  los  predicadores.  Ave  María. 

5  Cómo  cumplir  el  Muchos  son  los  oficios  de  los  cléri- 
clérigo  su  oficio  Sos:  horas  canónicas,  misas,  sacrifi- 
cios, predicar  y,  finalmente,  todos  los 
otros  oficios  divinos.  No  se  podrá  cumplir  con  cada  uno; 
pero,  ya  que  se  dijo  el  fin,  y  del  ejemplo  se  trató  en  un  ser- 
io món,  de  esotro,  para  que  sepáis  los  eclesiásticos  cómo  os 
habéis  de  haber,  entenderlo  heis  por  aquella  figura:  todo  lo 
que  se  ofreciere,  sin  mácula  y  cabal,  y  con  fuego  del  cie- 

133    Concilio  Nicf.no  II,  cau.  16  :  Mansi,  t.  13,  433. 

336   Concilio  de  Trento,  sess.  25,  de  reform.,  c.  r;  Concilio 
Cartaginense  IV,  cap.  is  :  Mansi,  t.  3,  952. 

138   San  Cipriano,  Ép.  66,  2  :  ML  4,'  411. 

140   Concilio  Cartaginense  IV,  c.  48  ■  Mansi,  t.  j,  9^. 

146   Cf.  Apoc.  8,  10. 
*   Bd.  J.  Fernández  Montaña,  Obras2,  t.  2  (1901),  pp.  552-554. 
«Ad  sacerdotes.  Plática  secunda»  (f.  117  r). 

2  San  Jerónimo,  Ep.  52,  8  :  ML  22,  534. 

3  Cf.  San  Agustín,  Scrm.  249,  1  :  ML  39,  2206.  Cf.  Act.  19. 
12   Lev.  22,  20. 


1357 


lo;  y  castigó  a  Nadab  y  Abiú  porque  con  fuego  ajeno  ofre- 
ció sacrificio. 

!5  Con  perfección  Primum,  todo  sin  mácula;  muy  cabal  y 
perfecta  cualquiera  cosa  que  hiciere  el 
clérigo.  Estote  perfecti,  etc.  Sic  luceant  vestra  bona  ope- 
ra, etc.  Y  esto  dijo  Cristo  particularmente  de  ellos.  Prime- 
ro, ut  ait  Augustinus  I  de  Civ.  Dei,  c.  7,  la  condición  na- 

20  tural  convida  a  ello:  quia,  si  miráis  en  ello,  queréis  el  sayo 
cabal  y  la  casa  cabal;  y  también  es  afrenta  decir  a  uno  que 
es  remendón.  Y  no  sólo  eso,  sed  omnes  creaturae,  cada  una 
pretende  su  fin  por  el  camino  más  perfecto  que  puede.  De- 
cilde  al  sol  que  no  dé  tanta  lumbre  como  puede,  decilde  a 

25  una  piedra  que  baja  de  lo  alto,  que  baje  rodando;  si  supie- 
sen hablar  os  dirían  que  no  quieren  sino  por  el  más  perfec- 
to camino  que  pueden.  Pues,  si  inclinatio  naturalis,  et  om- 
nis  creatura  perfectionem  quaerit,  quid  homini  et  clerico 
dicendum  erit?  et  ideo:  Vade  ad  formicam,  piger,  etc.  Y  no 

30  sólo  por  esto,  pero  porque  servís  a  Dios  le  habéis  de  ser  ca- 
bal en  todo  lo  que  hacéis  en  su  servicio.  Un  platero,  ¡qué 
perfecto  que  hace  el  joyel  que  se  ha  de  poner  en  el  cuello 
el  rey  y  qué  de  aderezos  y  hierrecicos  tiene  para  perfeccio- 
nalle!  Y  cuando  pensáis  que  le  tiene  acabado,  le  falta  mu- 

35  cho,  porque  ha  de  poner  un  esmalte  y  otro  esmalte,  y  un 
engaste  y  otro,  etc.  Y  el  rey  Asuero,  ¡qué  de  aderezos  ri- 
cos tiene  para  su  convite!  Quid  tu  clericus  debes  faceré? 
Dios  se  quejaba  de  lo  mal  que  le  ofrecían  los  sacrificios. 
¡A  Dios  un  animal  cojo,  otro  mal  aderezado!  Si  pater  ego  sum, 

40  ubi  amor  meus?,  etc.  Esto  que  me  ofrecéis  a  mí,  ofrecel- 
do  a  vuestro  capitán,  y  veamos  si  lo  recibe.  Ibi[dem]: 
Offers  illud  duci  tuo.  Si  hablásedes  con  el  rey,  ¿hablaría- 
des  como  rezáis  con  Dios,  un  rato  rezando,  otro  parlando? 
Y  los  aderezos  con  que  decís  misa,  tan  poco  limpios  y  ade- 

45  rez[ad]os,  ¿ ofrecerlo[s]  híades  al  rey?  Ita  de  misa,  de  cor- 
porales, de  vinajeras  y  lo  demás.  In  ómnibus  echad  sal  de  la 
discreción.  Esto  lo  primero. 

Con  fuego  de  amor    Lo  segUndo,  con  fuego.  No  sin  cau- 
de  Dios  sa  dice  San  Lucas:  Sédete  in  civita- 

50  te,  quoadusque  induamini  virtute  ex 

alto.  Por  eso  los  que  quisieren  ser  buenos  clérigos,  tomen  el 
agua  dende  el  principio;  y,  si  no  fueren  tales,  no  los  orde- 


13  Cf.  Lev.  6,  9.  37   Cf.  Esth.  1,  5-6. 

14  Lev.  10,  1-2.  40   Cf.  Mal.  i,  6. 

17  Cf.  Mt.  s,  48.  42   Cf.  Mal.  r,  8. 

18  Cf.  Mt.  Si  16.  51    Le.  24,  4Q. 

20  Cf.  San  Agustín,  De  civ.  Dei,  1.  g,  c.  3,  1  :  ML  41,  626. 

29  Cf.  Prov.  6,  6. 


1358 


PLÁTICAS 


nen.  Un  perlado  de  los  de  Granada,  Avalos,  tenía  escritos 
todos  los  estudiantes  para  el  tiempo  de  ordenarse,  y  no  or- 

55  denaba  a  los  que  habían  sido  distraídos,  y  les  hacían  vein- 
te vejaciones,  que  ni  bastaban  parientes  ni  breves  de  Roma, 
que  luego  no  ponía  vejación.  In  diebus  Ieroboam  quicumque 
volebat  implebat  manum,  et  fiebat  sacerdos.  Leed  los  con- 
cilios y  sagrados  cánones,  y  veréis  el  examen  que  se  pide 

60  para  ordenar.  Rogate  Dominum  messis  ut  mittat  operarios, 
etcétera.  Bien  está  proveído,  si  se  guardase.  Pregunta  el 
obispo  al  arcediano  cuando  ordena:  Seis  tilos  esse  dignos? 
Dice  él  que  sí.  Esta  ceremonia  descubre  lo  que  ha  de  hacer 
el  pastor  para  ordenar. 

65  Ha  de  arder  en  el  corazón  del  eclesiástico  un  fuego  de 
amor  de  Dios  y  celo  de  las  almas.  Bonus  pastor  animam  dat 
pro  ovibus  suis,  como  hizo  Cristo.  Ait  Chrysostomus:  To- 
dos los  clérigos  son  pastores,  hortelanos  y  soldados  y  labra- 
dores; quiere  decir:  han  de  entender  en  el  bien  de  las  áni- 

70  mas  con  el  oficio  que  tienen  cada  uno,  según  el  talento  que 
Dios  le  ha  comunicado,  y  para  sufrir  el  trabajo  el  predica- 
dor en  predicar,  el  confesor  en  confesar  y  el  que  asiste  al 
coro  en  cantar  las  horas,  es  menester  que  tenga  amor  de 
Dios.  Mercenarius  autem  fugit,  quia  mercenarius:  accipit 

75  in  malam  partem.  El  jornalero,  que  principalmente  trabaja 
por  el  dinero,  en  viendo  el  lobo,  salta  por  las  tapias;  el  que 
asiste  al  coro  y  a  los  oficios  eclesiásticos,  en  viendo  al  lobo, 
luego  se  sale  del  coro.  Lobo,  id  est:  algún  deseo  de  parlar 
o  de  pasearse.  El  que  sirve  por  amor  de  Dios  sufre  la  pe- 

80    sadumbre  que  se  ofrece  y  la  molestia,  etc. 

Allá  Ezequiel  vió  aquéllos  misteriosos  animales,  como 
carbones  encendidos  y  lámparas  ardiendo,  y  que  se  lleva- 
ban las  ruedas  tras  sí.  Los  animales  abrasados  son  los  ecle- 
siásticos que  se  llevan  las  ruedas  tras  sí,  hoc  est,  al  pueblo 

85  con  su  buen  ejemplo.  ¡Oh  eclesiásticos,  si  os  mirásedes  en 
el  fuego  de  vuestro  pastor  principal,  Cristo;  en  aquellos 
que  os  precedieron,  apóstoles  y  dicípulos,  obispos  mártires 
y  pontífices  santos,  etc.!  Mrá  si  dejaron  de  asistir  al  coro 
por  un  poco  de  congoja.  Semper  nos  qui  vivimus,  in  mor- 

90  tem  tradimur,  etc.  Ibant  gaudentes,  etc.  Digni  hahiti  sunt. 
Mirá  qué  hace  el  amor  de  Dios.  No  digáis  que  es  trabajo 


53  Abalis 


58  Cf.  3  Reg.  13,  33. 

60  Cf.  Mt.  9,  38  ;  Le.  io,  2. 

62  Pontif.  Rom.,  p.  1°,  De  ordinal.  Diac.  et  Prcsbvt. 

67  Cf.  lo.  10,  11. 

74  San  Juan  Crtsóstomo,  ¡11  1  Cor.,  honi.  ji,  3  :  MG  61,  173. 

74  lo.  10,  13. 

83  Ez.  i,  13. 

90  Cf.  2  Cor.  4,  11  ;  Act.  5,  41. 


8.     A  SACERDOTES 


1359 


alzar  una  libra  de  hierro;  pero,  si  lo  es  a  un  niño,  es  por- 
que es  niño.  Si  es  trabajo  asistir  al  coro,  porque  tenéis  poco 
amor  de  Dios.  Ecce  vita  clericorum,  hacer  las  cosas  con  per- 
95   fección,  y  para  eso  hinchirse  de  amor  de  Dios. 


g  En  qué  deben  emplear  los  clérigos  las 

RENTAS  ECLESIÁSTICAS  * 
(Oña,  Arc'h.  Loyo]a,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  ff.  118  v  -  120  r.) 

Dignus    est   operarías    mercedc   sua    ([Le.   io,  7]; 
Mt.  10,  [10]). 

Las  rentas  eclesiás-  Super  quae  Hieronymus:  mantini- 
ticas  son  para  man-  miento,  no  riquezas;  y  1  Cor.  9: 
tenerse  y  no  para    ^U!S  plo-ntat  vineam,  et  de  fructu 


enriquecerse 


eius  non  edit?  Quis  pascit  gregem,  et 
de  lacte  eius  non  manducat?  Chry- 
sostomus  ait:  Manducat,  ait,  y  no 
enriquece.  Idem  Bernardus  super  illud:  "Ecce  nos  relinqui- 
mus  omnia",  in  quodam  sermone:  De  altario  vivat,  non  luxu- 
rietur.  Idem  omnes  Sancti.  Augustinus  va  al  mesmo  talle,  y 
los  otros  santos,  quos  videre  licet  in  relectione  de  dominio 
clericorum  super  haec  bona. 

En  esto  se  fundan  las  rentas  eclesiásticas:  en  mantener  al 
obrero,  y  no  enriquecerlo;  y  si  no  es  obrero,  ya  veis  en  qué 
estado  estará;  y  si  se  enriquece,  también.  Imaginá  que  va  un 
obrero  de  éstos  con  este  texto  del  Evangelio  a  entender  en 
el  bien  de  las  almas  de  un  lugar,  y  pide  por  él  que  le  man- 
tengan; y,  dándole  mantenimiento,  dijese  que  no  quería  sino 
pavos  y  gallinas  y  vestidos  de  seda,  etc. :  mirad  si  tendría 
razón.  De  ahí  podréis  ver  y  colegir,  si  lo  tomase  con  mano 
armada;  ¿no  le  obligaríades  a  restitución  de  todo  lo  que 
excediese  a  su  congrua  sustentación?  Ecce  prima  ratio. 
Unde  potest  oolligi  opinio  dicentium  clericos  teneri  ad  res- 
titutionem  eorum  quae  male  lapidantur. 

Secunda  ratio:  Ius  positivum  de  tomar  diezmos  y  primi- 
cias se  funda  en  el  Evangelio.  Luego,  si  el  Evangelio  les  da 
que  se  mantenga,  todo  lo  que  a  esto  sobra  se  ha  de  resti- 
tuir en  obras  pías;  por  el  ius  positivum  no  lo  puede  tomar 


*  Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras2,  <t.  2  (1901),  pp.  555-558. 
«Plática  tercera.  De  redditibus  ecclesiasticis»  (f.  118  v). 

4  San  Jerónimo,  Comm.  in  Mt.,  1.  i,  c.  10  :  ML  26,  65. 

7  Cf.  1  Cor.  9,  7. 

8  San  Juan  Crisóstomo,  In  1  Cor.,  hom.  21,  3  :  MG  61,  173. 

10  Godofredo  Abad,  Declamat.  de  colloquio  Simconis  cum 
Iesu,  17,  20  (ML  184,  449)  :  «De  altario,  inquit,  vivat.  Non  superbiat, 
non  luxurietur»  ;  San  Bernardo,  Ep.  2,  11  :  ML  182,  186. 

11  Cf.  San  Agustín,  De  contemplu  sui,  c.  2  :  ML  40,  1215. 


1360 


PLÁTICAS 


30  para  dárselo  a  clérigos  que  lo  empleen  en  vicios.  Confir[ma- 
tur]  quia  Papa  non  potest  expoliare  saeculares  bonis  suis, 
ut  clericos  ditet:.  ergo  omnia  quae  habet  in  decimis  et  pri- 
mitas cst  ad  sustentationem  ministrorum,  ut  congrue  mi- 
nistri  Dei  sustententur :  omnia  igitur  alia,  quae  vitiis  dila- 

35   pidantur,  restitutioni  subiacent. 

m°  XII,  q.  1:  [Constat]  clericos  in  communi  vitam 
egisse  et  sub  voto  paupertatis:  a  principio  enim  Ecclesiae 
omnes  fideles  voto  paupertatis  se  adstringebant,  ut  Basi- 
lius,  Hieronymus,  Augustinus  et  caeteri  omnes  aiunt  super 

40  mortem  Ananiae  et  Saphirae,  quia  enim  contra  votum  de- 
fraudar unt  de  pretio  agri,  etc.  Postea  crescente  numero  fi- 
délium,  separati,  relictis  clericis,  qui  illam  regulam  obser- 
varunt  usque  ad  tempus  Augustini,  ut  testantur  cañones 
dicti,  etc.  Ex  hoc  tempore  sumitur  argumentum.  Si  tune 

45  uno  de  ellos,  o  todos,  lo  que  les  sobraba  lo  destruyeran,  obli- 
garentur  ad  restitutionem:  ratio  quia  illa  bona  relicta  fue- 
rant  ílli  communitati  tamquam  ministris  Christi,  que  ha- 
bían de  hacer  sus  oficios,  a,  quien  se  debía  lo  que  el  Evan- 
gelio decía:  Dignus  est  operarius  mercede  sua;  y  ansí  ellos 

50  estaban  obligados  a  gastar  esto  en  lo  necesario  al  sustento 
y  vestido,  como  de  ministros  de  Dios,  y  lo  demás  empleallo 
en  atender  a  ganar  almas  con  obras  pías. 

Confir[matur] :  Sicut  bona  monasteriorum  nunc  dilapi- 
dari  non  possunt  propter  votum  paupertatis  in  communi; 

55  sed  tune  idem  votum  habebant;  ergo.  Confir[matur]  con  los 
canónigos  reglares  que  quedaron  desde  aquellos  tiempos. 

De  aquí  se  sigue  que,  aunque  en  los  tiempos  de  San 
Augustín,  como  aparece  en  la  cuestión  II  de  la  XII  D.,  se 
hizo  división  de  los  bienes  porque  vivían  con  disensiones,  y 

60  se  dividieron  a  vivir  los  clérigos  como  agora  están  (hicieron 
cuatro  partes  la  hacienda:  la  primera,  al  obispo;  la  segunda, 
al  clero;  la  tercera,  a  los  pobres;  la  cuarta,  a  la  fábrica), 
que  no  quedan  por  eso  los  clérigos  señores  de  eso  para  echallo 
a  mal.  Porque  pregunto:  ¿de  dónde  nació  apartar  parte  a  los 

65  pobres,  y  [a]  la  fábrica  que  fuese  la  cuarta  parte?  Claro 
está  que  no  nació  sino  [de]  que  arbitraron  entonces  que, 
sacado  lo  necesario  para  el  obispo  y  clérigos,  sobraba  esotro. 
Y  aun  es  vehemente  sospecha,  y  bien  cierta  está,  conforme 

55  notum 

60  clérigos]  a  vivir  xidd.  \\  70  no]  muy 


37  C.  9-II,  C.  12,  q.  í. 

39  Cf.  San  Basilio,  Sermo  asccl.,  2  :  M,G  31,  871  s. 

39  San  Jerónimo,  Ep.  5S,  7  ;  330,  14  :  ML  22,  58.  1118. 

39  San  Agustín,  Serm.  148,  o  1,  1  :  ML  38,  799  ;  Serm.  100,  3 

ML39,  1938. 

41  Cf.  Act.  5,  1-11.  49   Le.  10,  7  ;  1  T1111.  5,  18. 

44  C.  18,  C.  12,  q.  1.  62    C.  28,  C.  12,  q.  2. 


S.    A  SACERDOTES 


1361 


a  lo  que  vemos,  que  muchas  de  las  fábricas  no  tienen  la  cuarta 

70  parte,  y  no  pocas  iglesias  tienen  muy  poco  apartado  para 
pobres,  si  no  es  algún  hospital  que  recibe  algunos  diezmos. 
Lo  cual  es  indicio  que,  al  tiempo  del  dividir,  no  debía  de  so- 
brar tanto  en  aquellas  iglesias.  De  donde  se  sigue  que,  como 
deputaron  la  cuarta  parte  entonces  porque  estaban  obliga- 

75  dos,  y  la  obligación  se  fundaba  en  lo  que  sobraba,  que,  si 
más  sobrara,  a  más  estuvieran  obligados;  de  donde  se  sigue 
claramente  agora  que,  pues  la  división  sale  de  montón  cada 
año,  que,  si  sobra  más,  haya  más  obligación.  Y  pruébolo: 
que,  si,  al  tiempo  de  la  división,  les  dieran  al  obispo  y  clero 

80  más  de  lo  que  habían  menester,  aquello  más  iba  con  cargo  de 
que  lo  repartiesen  en  obras  pías. 

Ultima  ratio:  de  ver  tantos  labradores  que  padecen  tan- 
to sembrando  y  cogiendo,  y  cargados  de  hijos  que  andan 
descalzos,  echándose  por  el  suelo.  A  éstos  les  llevan  de  diez 

85  hanegas  una,  fuera  de  la  primicia,  y  de  diez  corderos  uno, 
etcétera,  y  es  muy  bien  llevado.  Porque,  como  Dios  les  da 
aquéllos  fructos,  es  justo  que  le  ofrezcan  a  ese  mismo  Dios, 
para  sustentación  de  sus  ministros.  Pero  ¿en  qué  juicio  cabe 
que  ha  de  querer  Dios  que  de  estos  sudores  y  trabajos  gaste 

90  el  clérigo  en  damascos  y  sedas  y  galas,  etc. — ¡y  plega  a  Dios 
que  no  sean  otros  más  graves  pecados! — ,  y  que  Dios  les  dé 
dominio  en  ello  para  eso? 

Se  refuta  la  opinión    De  aquí  se  sigue,  con  facilidad  gran- 
oontraria  de,  la  solución  a  la[s]  razones  de  la 

95  opinión  contraria.  Lo  primero:  si  al- 

gún texto  habla  de  dominio  acerca  de  estos  bienes,  eso  se 
entiende  en  lo  necesario  al  sustento  necesario  y  obras  pías 
y  que  toquen  al  bien  de  las  ánimas.  San  Pablo  por  eso  se 
llama  despensero,  y  de  aquí  se  ve  claro  cuán  poco  valen  las 
100  soluciones  que  dan  los  de  la  contraria  opinión  a  nuestras  ra- 
zones, scilicet,  que  se  lo  dieron  para  que  libremente  hicie- 
sen de  ello  lo  que  quisiesen.  Esta  es  sofística  solución,  pues 
muchos  huyen,  si  pudiesen,  de  darlo;  y  si  lo  dan,  lo  dan 
forzados  y  compelidos  con  la  autoridad  que  la  Iglesia  tiene 
105  fundada  en  el  Evangelio;  la  cual,  como  no  sea  más  que  para 
sustentación,  sigúese  que  lo  demás  va  con  la  carga  dicha. 

Como  los  ministros  de  la  Iglesia  son  tantos,  de  fuerza 
se  había  de  señalar  alguna  costa,  y  ésta  el  Papa  la  reparte 
con  las  piezas  eclesiásticas,  a  unos  menos  y  a  otros  más, 
porque  conviene  que  haya  eclesiásticos  poderosos  para  de- 
fender la  Iglesia;  y  ansí,  cuando  ellos  gastan  sus  bienes  en 
vicios  y  en  ennoblecer  sus  casas  y  deudos,  está  claro  que  lo 

108  la]  las  f|  115  Soto]  solo 


99  Cf.  i  Cor.  4,  i  s. 


1362  PLÁTICAS 


roban,  porque  nadie  les  dió  dominio  para  tal,  y  por  eso, 
con  justa  razón,  los  santos  los  llaman  a  los  tales  ladrones. 

115  Y  no  tiene  razón  de  decir  Soto  que  aquello  lo  dicen  por  en- 
carecimiento, como  también  lo  suelen  llamar  a  los  seglares 
porque  no  dan  limosna;  que  si  sólo  mirara  que  era  muy  di- 
ferente razón  en  que  se  fundan  al  llamar  los  clérigos  ladro- 
nes y  a  los  seglares...;  sino,  como  faltó  la  razón,  faltó  la 

120  solución.  Vos  llamaréis  a  uno  que  roba  lo  ajeno,  ladrón,  y 
llamaréis  a  un  rico  por  encarecimiento  ladrón,  porque  no  da 
limosna.  No  daría  yo  buena  declaración  a  vuestras  palabras 
si  dijese  que  también  llamáis  ladrón  al  que  roba,  por  enca- 
recimiento, y  no  porque  tenga  obligación  a  restitución;  y 

125  ansí  tampoco  acertó  Soto  en  decir  que,  cuando  los  santos 
llaman  ladrones  a  los  clérigos  que  gastan  mal  sus  rentas,  era 
por  encarecimiento,  porque  ya  los  santos  en  otra  parte  (de- 
clarando las  autoridades  del  Evangelio,  y  San  Pablo,  como 
se  ha  dicho  arriba)  habían  declarado  que  el  derecho  divino 

130  mandaba  mantener  a  los  eclesiásticos  y  no  enriquecer,  donde 
fundaban  el  decir  después  que  eran  ladrones  si  se  enrique- 
cían, etc. 

Et  quia  tota  ratio  opinionis  contrariae  innititur  praeci- 
pue  in  partitione  bonorum;  ait  enim  esse  iuris  regulam: 

135  "postquam  fit  divisio  bonorum,  unusquisque  in  dominio  per- 
maneat,  nec  amplius  ad  aliquid  ex  iustitia  tenetur";  potest 
tamen  retorqueri  argumentum  ad  hominem:  Non  est  iudi- 
candum  aliquod  malum  de  iudice  in  sententia;  ergo  iudex 
in  partitione  non  ita  tribuit  dominium  absolutum  ut  possin[t] 

140  clerici  dissipare  bona.  Probatur  consequentia  quia  cum  illa 
essent  antea  ita  ordinata  ut  superfluum  deberetur  ex  iusti- 
tia pro  operibus  bonis  et  pauperibus,  non  poterat  iudex  do- 
minium tribuere  illius  superflui  ita  amplum.  2.°  Ipse  iudex 
non  habet  dominium  ita  dissipandi:  ergo  non  potuit  illud 

145  tribuere.  3.°  Papa  tribuit  subsidium  regi  ex  bonis  clerico- 
rum:  ergo  non  habet  tantum  dominium.  Probatur  conse- 
quentia, nam  tribuit  subsidium,  quia  expedit  Ecclesiae  uni- 
versali,  et  tune  omnia  bona  subiciuntur  ecclesiae,  ita  enim 
subiciuntur  bona  laicorum;  sed  non  imponit  subsidium  lai- 

150  cis:  ergo  aliquid  est  in  bonis  clericorum,  ratione  cuius,  etc.; 
et  hoc  est  subici  superfluum  sustentationi  pauperum  et  aliis 
operibus  bonis.  4.°  Papa  potest,  stante  partitione,  unicuique 
ecclesiae  addere  plures  ministros  ut  ex  mensa  capitulan  sus- 
tentationem  reciperent,  si  esset  sufficiens:,  ergo  ministri 

155  tenentur  ad  restitutionem  bonorum,  quae  eis  sunt  divisa. 
Probatur  consequentia:  quia  non  potest  ex  bonis  laicorum 
creare  plures  ministros  sine  necessitate:  ergo  nec  ex  bonis 

143  tribueret  |.|  151  ct]  ut  i<\  152  estáte  ||  161  extrahere]  possit  add. 


132   Domingo  de  Soto,  O.  P.,  De  iustitia  et  ture,  1.  10,  q.  4,  a.  3. 


g.     A  SACERDOTES 


1363 


clericorum  cum  ita  dominium  habeant.  Cum  igitur  Papa  ad 
libitum  possit  ex  mensa  capitulan  cuiuscumque  ecclesiae, 
dum  congruam  ministris  sustentationem  relinqueret,  extrahe- 
re  pro  operibus  piis,  etsi  non  esset  extrema  necessitas,  [et] 
nullus  ad  restitutionem  eum  obligaret:  ergo  consequens  est, 
clericos  non  haber e  plenum  dominium  suorum  bonorum. 

9        Esa  espada  de  la  fe  no  la  tengas  envainada  * 

(Oña,  Arah.  Loyala,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  flf.  120  v  -  132  r.) 

In  Christo  Iesu  ncc  circumcisio  aliquid  valet,  nec 
praeputium,  sed  fides  quae  per  charitatem  operatur 
(Gal.  5,  té!). 

Exordio  Repítase  antes  de  la  salutación  lo  dicho,  aun- 
que en  general,  que  se  ha  dicho:  el  fin  del  hom- 
bre y  el  medio  y  quién  es  Dios;  cómo  es  criador  y  salvador 
y  glorificador,  y  esto  per  media  articvlorum  humanitatis,  y 
cómo  padeció  y  dejó  caños  de  sacramentos  y  otros  bienes, 
y  ministros  para  que  por  ellos  se  repartiese [n] .  Ave,  María. 

El  gobierno  de  la    Dígase  cómo  Cristo  padeció  y  bajó  su 
Iglesia  es  monár-    ánima  al  seno  de  Abrahán,  y  dígase 
auico  cómo  no  se  hizo  esta  obra  luego  en 

^  pecando  Adán,  sino  que,  para  dispo- 

nerse el  mundo,  convenía  que  pasase  primero  ley  de  natu- 
raleza y  escrita,  y  en  el  interim,  los  que  morían,  si  habían 
de  ir  al  cielo,  se  iban  al  seno  de  Abrahán,  y  aquí  bajó  Cris- 
to; y  de  la  resurrección,  y  subir  al  cielo,  y  del  estar  asen- 
tado a  la  diestra  del  Padre.  (Declara  quid  hoc:  No  es  porque 
en  Dios  haya  mano  derecha  ni  izquierda,  sino  para  mostrar 
que  a  Cristo,  etiam  en  cuanto  hombre,  fué  colocado,  y  co- 
metidos todos  los  bienes  del  cielo,  y  como  a  universal  dis- 
tribuidor de  ellos,  y  como  juez  justo  que  ha  de  dar  a  cada 
uno  según  sus  méritos,  etc.);  y  ha  de  venir  a  juzgar;  y 
cómo  vino  el  Espíritu  Santo,  y  comenzaron  los  apóstoles  a 
predicar,  y  salió  San  Pedro. 

Y  dígase  cómo  hay  cabeza  para  consuelo  de  los  fieles, 
para  que  declare  las  verdades.  Tu  es  Petrus,  etc.  Y  así  Hie- 
ronymus,  Augustinus,  Cyrillus  et  alii  dicunt  que  le  dió  poder 
para  declarar.  Et  non  mirum,  [pues  si]  Deut.  17,  había  sacer- 

*  Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras2,  t.  2  (1901),  pp.  559-562. 
«Plática  13»  (f.  120  v). 

23    Cf.  Mt.  16,  27  ;  Rom.  2,  6. 
26   Mt.  16,  18. 

28   San  Jerónimo,  Ep.  15,  1-2  ;  123,  10  :  ML  22,  355.  1052. 
28   San  Agustín,  Serm.  131,  c.  io,  10  :  ML  38,  734  ;  Contra  2 
ep.  Pelagian.,  1.  2,  c.  3,  5  :  ML  44,  574. 

28   San  Cirilo  de  Alejandría,  Ep.  11,  1  ss.  :  MG  77,  79  ss. 


1364 


PLÁTICAS 


30  dote,  cabeza  a  quien  se  acudía,  ¿cuánto  más  acá?  Y  la  razón, 
como  dicen  San  Hierónimo  et  Augustín  y  otros:  Si  en  el 
sentido  de  la  Escritura  hay  diferencia,  ¿quién  lo  había  de 
declarar?  Y  ansí  dice  Tertuliano  y  Ireneo  que  los  herejes 
en  Escriptura  mal  entendida  fundan  su  mal. 

35  Y  más,  el  gobierno  monárquico.  En  una  casa  dos  cabe- 
zas no  pueden  vivir,  quid  in  Ecclesia?  Y  así,  para  fundar 
leyes  y  mudar  costumbres,  que  con  los  tiempos  se  mudan, 
había  de  haber  uno;  y  así  Cristo,  cuando  se  subió  al  cielo, 
le  dijo:  Petre,  amas  me  plus  his?  Y  así,  para  mostrar  que  le 

40  había  de  dejar  con  este  cargo,  pagó  el  diezmo,  según  de- 
claran los  doctores.  A  San  Pedro  cuentan  todos  los  evan- 
gelistas primero,  aunque  San  Andrés  fué  primero  llamado, 
y  por  eso  toma  la  mano  y  predica;  y  aún  antes,  en  el  criar 
de  San  Matías,  in  congregatione,  tomó  la  mano,  y  así  pre- 

45    dica:  Viri  fratres. 

Predicación  infa-     Ahora  notá  y  veréis  la  razón  grande 
lible  de  la  Iglesia     que  podemos  tener  de  consuelo,  y  có- 
mo no  pueden  entrar  en  la,  Iglesia  erro- 
res. Cristo  mandó  a  sus  dicípulos,  y  a  toda  la  Iglesia  en 

50  ellos:  Quod  dico  vobis  in  tenebris;  et  alibi:  Praedicate  Evan- 
gélium  omni  creaturae;  et  alibi:  No  temáis  los  que  matan  el 
cuerpo,  etc.;  et  alvbi:  Quien  me  confesare,  yo  le  confesaré; 
et  Actuum  1:  Vos  eritis  mihi  testes  in  omni  Iudaea  et  Sa- 
maria,  et  usque  ultimum  terrae,  etc.  Este  precepto  de  la 

55  predicación  está  muy  intimado,  y  así  lo  cumplieron,  porque 
pecaran  si  no  lo  cumplieran:  Vae  mihi  si  non  evangelizave- 
ro;  necessitas  mihi  incumbit  (Paulus).  El  día  de  Pentecos- 
tés predicaron,  y  no  sólo  ellos;  pero  cuando  ordenaban  al- 
gún obispo,  se  lo  intimaban;  y  así  San  Pablo:  Praedica 

60  verbum;  insta  opportune,  importune...  Ministerium  tuum 
imple;  et  alibi:  Haec  loquere  et  exhortare. 

Veis  aquí  cómo  van  éstos.  Ait  Christus:  Et  portae  in- 
ferí non  praevalebunt  adversus  eam,  etc.  Como  un  apóstol 
moría,  dejaba  otro  para  que  entendiese  en  lo  que  él.  ¿Por 

65    qué  pensáis  que  se  llama  Ecclesia  apostólica?  Porque  viene 


30    D&Vbt.  17,  9. 

33  Cf.  San  Jerónimo,  Comm.  in  h.,  1.  6,  c.  13  :  ML  24,  213. 
San  Agustín,  Contra  cp.  Manich.,  c.  5,  6  :  ML  42,  176. 

34  Tertuliano,  De  resurrcct.  carnis,  c.  40  :  ML  2,  897.  San 
Ireneo,  Adv.  liacrcscs.  1.  4,  c.  26,  2  ;  1.  5,  c.  21,  2  :  MG  7,  1055  s.  1180. 

39  Cf.  lo.  21,  15-17- 

43  Mt.  10,  2  ;  Me.  3,  16;  Le.  6,  14. 

45    Act.  1,  16.  '  57   Cf.  1  Cor.  9,  16. 

50  Mt.  10,  27.  61    2  Tim.  4,  2.  5  ;  Tít.  2,  15. 

51  Me.  16,  15.  63    Mt.  16,  8.  ■ 

52  Mt.  10,  28.  32. 
54   Cf.  Act.  1,  8. 


9-     A  SACERDOTES 


1365 


desde  allí,  y  así  tenemos  el  catálogo  de  los  papas  desde  San 
Pedro,  para  que  sepamos  que  viene  la  secuela  desde  él. 

Agora,  pues,  miremos  el  modo  de  proceder.  Va[n]  pre- 
dicando. Digo:  así,  en  esta  Iglesia,  no  pueden,  en  ninguna 

70  manera,  entrar  herejías,  que  no  se  entiendan;  y  así  es  gran- 
de desatino  decir  que  han  entrado  sin  saber.  Ait  San  Juan: 
Ex  nobis  prodierunt,  sed  non  erant  ex  nobis.  Ait  Augusti- 
nus:  Priiis  praesupponitur  eos  habi  buisse  fidem,  et  poste- 
rius,  per  amissionem  eius,  habuisse  haereses;  quia  haere- 

75  sis  est  apartarse  de  la  verdad  el  que  la  tenía,  que  el  infiel, 
aunque  tiene  muchos  errores  contra  la  fe,  no  es  hereje,  sino 
infiel,  porque  nunca  tuvo  la  fe,  de  la  cual  se  apartase.  Pues 
si  alguno  dijese  que  tenemos  errores,  pregunto:  ¿Cuándo 
entraron?  O  entraron  todos  juntos,  y  los  que  en  la  Iglesia 

80  estaban  perdieron  la  fe,  y  esto  es  imposible,  quia  [es]  con- 
tra la  palabra  de  Cristo,  que  dice:  Et  portae  inferí,  etc.; 
o  poco  a  poco,  que  comenzó  uno  y  le  siguió  otro;  y  esto  no, 
porque,  cuando  comenzó,  o  los  otros  callaron  [o  no] .  Non 
primum,  quia  iam  todos  pecaron,  et  sic  portae  inferí  prae- 

85  valuissent.  Y  aun  quitado  el  texto,  es  imposible  natural- 
mente. Si  un  reino  tiene  unas  verdades,  ¿en  qué  juicio  cabe 
que  alguno  baste  a  quitallas  sin  que  se  sepa  y  haya  disen- 
sión? Miraldo  agora  en  Francia  y  Alemaña  la  revuelta  que 
ha  habido  por  meter  herejes  doctrina  diferente.  Pues  si  no 

90  podía  comenzarse  a  predicar  doctrina  falsa  en  aquella  Igle- 
sia primera  sin  que. los  demás  lo  supiesen,  y  aliende  de  ser 
cosa  natural,  en  habiendo  diversos  pareceres,  haber  riña, 
estando  por  medio  el  mandato  de  Cristo,  que  digan  la  ver- 
dad aunque  los  maten  y  que  no  prevalezcan  las  puertas  del 

95  infierno,  de  aquí  se  sigue  que  se  habían  de  conocer  los  he- 
rejes, y  entonces  los  demás  católicos  habían  de  ladrar  como 
ladran  los  perros  cuando  ven  los  lobos  o  los  sienten,  y  que 
habían  de  hacer  cuanto  pudiesen  por  obviar  a  aquel  mal, 
o  a  lo  menos  dar  a  entender  a  los  demás  que  aquélla  era  he- 
100  rejía,  para  que  se  guardasen  de  ella,  y  ansí  quedar  conoci- 
dos los  unos  y  los  otros.  Y  ansí  veréis,  si  miráis  las  histo- 
rias que  han  pasado  desde  que  comenzó  la  Iglesia:  in  tem- 
pore  apostolorum  se  levantó  duda  de  los  legales  y  se  hizo 
junta  en  Hierusalén  sobre  ello;  postea  se  levantó  Arrio: 
105  mirá  el  concilio  Niceno;  postea  Macedonio:  vide  in  Extrac- 
to Conciliorum  usque  ad  nostra  témpora;  Lutero.  Y  ansí  se 
sabe  en  todas  las  gentes  que  se  han  apartado  de  la  Iglesia: 
sabemos  cuándo  los  griegos  hicieron  división,  cuándo  los 
otros  heresiarcas,  etc. 

109  heresiarcas]  patriarcas 


72    I  lo.  2,  19. 

74  Cf.  San  Agustín-,  Enarr.  in  Ps.  130,  9  :  ML  37,  1710. 
104   Act.  15. 


1366 


PLÁTICAS 


110  Ecce  el  modo  de  proceder  de  la  Iglesia.  Resta  saber  cómo 
predicaban.  Ad  hoc:  Oyprianus,  de  Symbolo;  Augustinus, 
libro  1,  de  illo,  sermone  38  de  ieiuniis;  Clemens,  I  Epístola 
ad  Iacob[um];  Leo,  Epístola  13;  Hieronymus,  ad  Lauren- 
tium;  Ambrosius,  et  Irenaeus,  et  caeteri  omnes  aiunt,  que 

115  pusieron  en  el  Credo,  sumado,  lo  que  habían  de  predicar, 
que  creyesen  todo  aquello,  y  esto  es  lo  que  hasta  aquí  he- 
mos declarado.  Explica  agora  summatim.  Esto  has  de  creer, 
y  fundado  en  que  Dios  lo  dijo,  como  casa  sobre  peña,  que 
vientos  no  te  la  derruequen. 

120  Fe  y  obras  Y  ¿para  qué  se  manda  crer  esto?  Iustus  au- 
tem  ex  fide  vivit.  No  para  que  baste  esto, 
sino  para  que,  como  en  arancel,  veas  lo  que  quiere  Dios  de  ti, 
para  que  per  fidem  te  despiertes  a  obrar,  según  la  luz  que 
tienes  de  Dios,  y  esa  espada  que  tienes  de  la  fe,  que  no  la 

125  tengas  envainada,  sino  que  la  tengas  delante  los  ojos.  Por- 
que un  caballo,  por  desbocado  que  sea,  en  enseñándole  la 
espada,  ha  miedo;  y  si  tú,  hermano  mío,  cuando  quieres 
pecar,  sacases  esa  espada  de  la  fe  y  pensases  los  castigos 
que  Dios  da  a  los  malos,  tú  habrías  miedo,  y  más.  Porque 

130  pregunto:  Si  supieses  de  un  juez  que  hubiese  venido  tan 
recto,  que  nada  se  le  esconde,  y  da  castigos  bravos  y  repen- 
tinos, aunque  supieses  que  algunos  disimula  a  tiempos,  ¿no 
temerías?  Y  de  aquí  veréis  que  puede  haber  fe  sin  obras, 
quia,  non  obstante  aquella  luz,  podría  al  malo  no  dársele 

135  nada  del  juez  a  su  rie[s]go.  Y  si  un  médico  viniese  que  die- 
se medicinas  y  riquezas,  ¡cuántos  vernían  a  él!  Pues  que 
Jesucristo  es  más  que  ése,  ¿por  qué  no  le  queremos  a  El? 
San  Ambrosio:  "Si  a  uno  roban  y  él  calla,  y  no  llama  que 
le  ayuden,  a  su  culpa".  Así  al  que  es  tentado  dice  Dios: 

140    in  quo  propitius  tibi  esse  potero? 


10    Seréis  mis  amigos  si  guardáis  mis  mandamientos  * 

(Olfiia,  Ardh.  Loyola,  Ms.  est.  8,  ¡plut.  4,  n.  55  bis,  ff.  122  r  - 122  v.) 

In   Christo   cnini  Iesu   ncc  circumcisio,  ote  [Gal 
5,  6]- 

El  amor  de  Dios  ha     La  primera  condición  para  gozar  de 
de  ser  como  el  de  dos    Cristo:  amor  Dei  super  omnia,  y 
5  amigos  cumplir  lo  que  manda.  Si  vis  ad  vi- 

tam  ingredi  serva  mandata,  etc.  Es- 
tos son  diez.  Explica  singula,  y  todos  se  reducen  a  dos.  El 

121    Rom.  i,  17.  140   Cf.  Ter.  5,  7. 

*    Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras2,  t.  2  (1901),  pp.  562-564- 
«Plática  14»  (f.  122  r). 
6   Cf.  Mt.  19,  17- 


IO.     A  SACERDOTES 


1367 


del  prójimo  es  por  Dios,  y  así,  el  primero  de  todos  es  amar 
a  Dios.  Este  amor  ha  de  ser  como  el  de  dos  amigos.  Ideo 

0  vos  anuid  mei  eritis,  si  feceritis  quae  ego  praecipio  vobis. 
Salvo  que  el  uno  es  inferior  respecto  del  otro,  que  es  supe- 
rior; y  así  habéis  de  amar  a  Dios  como  a  supremo  Señor. 
Y  notá  que  no  pide  amor  de  afecto,  sino  de  voluntad;  y  éste 
es  el  principal,  y  el  otro  ha  de  ser  accesorio. 

5  Para  entender  esto  habéis  de  notar  que  anima  habet  ditas 
potentias  ad  amandum,  una  espiritual,  otra  corporal  con- 
cupiscible. Quid  potentia?  Id  est  quo  possumus  aliquid.  Inde 
concupiscibile  indiget  órgano  corpóreo,  quod  est  cor,  sicut 
potentia  visiva  indiget  órgano,  scilicet,  oculo:  inde  prove- 

o  nit  necessitas  dispositionis  in  corde,  sicut  in  oculo,  ex  qua 
appetitus  apparet  uno  tempore  promptior  ad  affectum  quam 
in  alio. 

Dígase  aquí  como  naturaliter  el  apetito  movetur  db  ob- 
iecto  particulari  praesenti  proposito,  et  quomodo  proponitur 

25  per  sensus  exteriores  in  imaginationem,  et  ipsa  mota  allicit 
voluntatem  ut  consentiat,  et  quomodo  voluntas  per  ratio- 
nem  movetur,  quia  ipsa  est  caeca,  et  quomodo  actus  illius 
sunt  velle  et  nolle.  Explica  igitur  qualiter  homo  debeat  sen- 
sus cohibere  et  imaginationem,  cum  moveant  appetitum, 

30  quia  affectus  appetitus  scandalizat  voluntatem:  Vae  mundo 
a  scandalis!  Ideo  fuge  ea  quae  te  provocant  ut  voluntas  mo- 
veatur;  nihil  enim  volitum  quin  praecognitum,  etc.  Ideo 
igitur  Deus  noster  revelavit  fidei  veritates,  ut  per  illas  vo- 
luntas provocetur  ad  eum  diligendum  super  omnia;  haec 

35  autem  dilectio  debet  exercere  et  actus  proprios  voluntatis, 
actus,  inquam,  quibus  bonus  amicus  diligitur,  et  amicws 
qui  velut  supremus  diligatur  super  omnia. 

Observa  igitur  cañones  quibus  diligis  amicum.  1."  Dili- 
gitur in  sua  essentia:  dilige  igitur  Deum  in  sua  essentia  et 

40  in  seipso,  ut  velis  illum  plus  vivere  quam  caetera  omnia. 
2.°  Diligis  manda[ta]  amici:  dilige  igitur  mandatum  Dei 
super  omnia,  secundum  illud:  Si  quis  diligit  me,  sermonem 
meum  servabit.  3."  Qui  diligit  amicum,  detestatur  eus  of- 
fensam  propter  illum:  detestare  igitur  peccata  propter  Deum. 

45  Amicus  gaudet  in  bonis  amici  et  tristatur  in  eius  offen- 
sis:  observa  ergo  hanc  legem  erga  Deum.  Ecce  igitur  caño- 
nes caritatis. 

¿Por  qué  precias  tan    Haec  omnia  debent  explicari  a  con- 
voco a  tu  Dios?        cionatore,  et  in  fine  provocet  po- 
so pulum  ad  dilectionem  Dei  super 
omnia,  ratione  sumpta  appretiationis,  quam  appretiationem 

25  ipse  motus 


io  Cf.  lo.  is,  14. 
31    Mt.  18,  7. 


43    lo-  14»  23. 


1368 


PLÁTICAS 


comprobaba  et  similitudine  quadam  praeconis,  que  pone  a 
Dios  en  almoneda;  y  que  salga  cada  uno  apreciando  a  Dios, 
poniéndole  precio.  Y  aquí  se  reprehenda  el  que  pone  en  tan 

55  poco  a  Dios,  que  no  quiere  dar  un  real  por  El,  pues  que  por 
un  interese  de  una  blanca  echa  un  juramento  falso  con  que 
lo  pierde,  y  afeándose  esto,  dígase  el  gran  precio  en  que 
puso  Dios  al  hombre,  pues  que  se  dió  a  sí  mesmo  por  él  en 
las  penas  y  muerte.  Pues  si  Dios  tanto  te  aprecia,  ¿por  qué 

60  tú,  malaventurado,  precias  tan  poco  a  tu  Dios  y  Señor? 
Y  acábese  con  esto. 


11  Sea  vuestro  propósito  muy  firme  * 

(;Oña,  Arch.  Loyola,  Ms.  ,est.  8,  püü.t.  4,  n.  55  bis,  ff.  122  v  -  128  v.) 

Convcrl imini  ad  me  in  tolo  corde  vestro  etc.  (loel 
2,  [io]). 

Séllese  todo  con  el  Repítanse  las  condiciones  y,  tras  el 
amor  de  Dios  Ave,  María,  revuélvase  sobre  la  con- 
5  dicáón  del  amor,  y  provóquese  a  hacer 

obras  con  la  voluntad,  y  todas  por  amor  y  gloria  de  Dios: 
Omnia  in  gloriam  Dei  facite.  En  todos  los  oficios,  agora 
sean  altos  o  bajos,  habéislos  de  sellar  con  este  sello  de 
amor  de  Dios.  Si  un  rey  os  diese  un  sello  y  os  dijese:  "Por 

10  cuantas  cosas  sdllásedes  con  aqueste  sello,  aunque  sean  sue- 
las de  zapatos,  te  daré  un  doblón  de  a  diez  y  más;  [s]i  la 
cobdicia  te  llevase,  sellarías  de  día  y  de  noche;  ita  Deus  nos 
manda.  Premio  y  gloria  por  todo  lo  que  hiciéremos,  aunque 
sean  obras  bajas  de  su  naturaleza,  como  comer,  dormir.  In 

15  ómnibus  echá  este  sello,  porque  vale  mucho.  Y  de  aquí  se 
colige  el  dicho  de  los  teólogos,  que  la  obra  exterior  no  aña- 
de a  la  interior:  tanto  gana  uno  que  tiene  deseo  de  dar 
limosna  por  amor  de  Dios  y  no  tiene  con  qué  como  el  que 
realmente  la  da;  et  sic  in  ómnibus. 

20  No  basta  dolor  si  no  Y  luego  dígase  de  la  virtud  de  la  pe- 
hay  propósito  firme  nitencia,  que  es  segunda  condición, 
sin  la  cual  ninguno  puede  entrar  en 
el  cielo.  Nisi  paenitentiam  haibueritis  omnes  simul  peribitis. 
Esta  penitencia  nos  es  tan  necesaria,  que  los  profetas  en 

25  el  Viejo  Testamento  la  dicen  y  repiten  muchas  veces:  Cum 
egerit  paenitentiam  ab  ómnibus  peccatis  suis,  quae  opera- 

153  almoneda]    A  la  una,  a  las  dos,  etc.  Judas,  que  le  puso  en  precio, 
aunque  muy  bajo  add.  marg. 

*    Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras2,  t.  2  (1901),  pp.  564-567. 
¿Plática  15»  (f.  122  v). 
7    1  Cor.  10,  31. 
23   Cf.  Le.  13,  5. 


II.     A  SACERDOTES 


1369 


tus  est,  et  custodierit  praecepta  mea,  et  fecerit  iudicium, 
et  iustitiam,  vita  vivet  et  non  morietur;  y  también  San  Juan 
Bautista  predicó:  Paenitentiam  agite.  Finalmente,  todos  los 

30  santos  dicen  que  ninguno  puede  entrar  en  el  cielo  sin  ella. 
Este  dolor  y  penitencia  ha  de  nacer  de  amor,  de  estar  uno 
abrasado  en  Dios;  como  el  águila,  que  se  cuenta  de  ella 
que,  cuando  está  vieja  y  se  quiere  remozar,  que  va  volando 
hasta  estar  muy  cerca  del  sol,  y  pónese  en  derecho  de  una 

35  laguna  y  déjase  caer:  con  el  fuego  que  trae  y  frialdad  que 
cobra,  cáense  las  plumas  viejas  y  torna  a  renovarse.  Así 
hace  el  que  se  arrepiente  de  los  pecados :  sube  en  el  enten- 
dimiento, que  son  las  alas  de  la  voluntad;  va  subiendo  y 
mirando  quién  es  Dios  y  lo  que  ha  hecho  por  El;  y  con  este 

40  amor  encendido,  cae  en  el  agua  de  los  pecados  y  llóralos  y 
gímelos;  y  así  sale  en  gracia  y  amistad  de  Dios,  Renovabi- 
tur  ut  aquilae  iuventus  mea. 

Y  dicho  esto,  dígase  cómo  el  dolor  de  los  pecados  ha  de 
tener  dos  condiciones:  una,  propósito.  Derelinquat  impius 

45  viam,  etc.,  et  vir  iniquus  cogitationes  suas,  et  convertatur 
ad  Dominum,  etc.  Super  quae  Hieronymus  notat  que  no 
basta  dolor  si  no  hay  propósito  firme  de  nunca  más  volver 
a  pecar.  Mandaba  Dios  que  las  aves  que  le  ofreciesen  que 
les  sacasen  el  buche,  porque  en  él  traen  lo  que  hurtan,  y 

50  que  las  quitasen  las  plumas  con  que  lo  hurtaban.  Así  el 
hombre  ha  de  quitar  los  pecados  y  ocasiones,  que  son  las 
que  hacen  pecar:  que  ninguna  cosa  nos  haga  caer  ni  ofen- 
der a  Dios.  San  Pablo:  Quis  nos  separabit  a  caritate  Chris- 
ti?,  etc.  Ha  de  ser  este  propósito  muy  firme,  y  que  os  sal- 

55  ga  de  corazón  de  haber  ofendido  a  Dios.  Y  por  eso  muy  bien 
los  teólogos  pusieron  a  este  dolor  por  nombre  contrición, 
a  contero,  que  quiere  decir  deshacer  y  desmenuzar.  Una 
matrona  que  no  ha  guardado  la  lealtad  a  su  marido,  cuan- 
do ve  que  la  regala  y  que  la  corta  los  bocados  y  se  los  da, 

60  ¡qué  dolor  y  qué  pesar  tan  de  veras  se  sale  de  aquellas  en- 
trañas! Ita  et  christianus  debet  et  hoc  faceré,  etc.  Acu- 
sándose cómo  ha  ofendido  a  Dios,  llore  su  pecado.  Sacri- 
ficium  Deo  spiritus  contribulatus,  etc.,  pidiendo  a  nuestro 
Señor  que  no  se  acuerde  de  sus  maldades:  Delicta  iuventu- 

65   tis  meae  et  ignoratias  meas  ne  memineris. 

¿Unde  tan  fácil  volver  a  pecar?  Porque  siempre  vas,  her- 
mano cristiano,  por  la  mayor  parte,  sin  propósito.  Vení 
acá:  — Si  fuésedes  por  un  puerto  y  os  salteasen  unos  la- 
drones que  os  quisiesen  matar,  y  vos  dijésedes  que  os  de- 


28  Cf.  Ez.  iS,  21.  50  Of.  Lev.  r,  16. 

29  Mt.  3,  1.  54  Cf-  Rom-  8>  35- 
42  Ps.  102,  5.  63    Ps.  50,  19. 

46  Cf.  Is.  55,  7.  65    Ps.  24,  7- 

48  San  Jerónimo,  In  Is.,  1.  15,  c.  55  :  ML  24,  554. 


1370 


PLÁTICAS 


70  jasen  la  vida  y  ellos  os  dijesen  que  con  condición  que  no 
pasásedes  más  por  allí,  ¿volveríades  a  pasar?  — No,  pa- 
dre. Y,  a  lo  menos,  si  vos  tornásedes  a  ir,  gran  indicio  me 
es  que  no  dejábades  de  tener  intención  de  pasar.  Ita  tu, 
cuando  vas  a  confesar  y  vuelves  a  pecar,  señal  es  de  que 

75  no  llevas  firme  propósito  de  dejar  el  pecado.  Y  así  se  con- 
demnan  tantos,  porque,  aunque  están  a  la  hora  de  la  muer- 
te haciendo  aquellas  monerías — «i  se  sufre  llamar  así—, 
allá  dentro  os  queda  que,  si  sanásedes,  volveríades  a  vues- 
tros males.  Allá  se  cuenta  que  uno,  a  la  hora  de  la  muerte, 

80  porque  no  tuvo  esta  fineza  de  contrición,  se  fué  a  los  in- 
fiernos; éste  apareció  a  un  su  amigo,  y,  como  le  viese  el 
amigo,  le  dijo:  — '¿Cómo?  ¿No  llorabas  al  tiempo  de  la 
muerte  y  pedías  perdón?  — Bien  es  verdad  que  lloraba,  y 
todo  eso;  pero  no  míe  bastó,  porque  no  tuve  firme  propó- 

85  sito  de  dejar  los  pecados.  Unde  paenitentiam  daré  possu- 
mus,  securitatem  non  possumus.  Y  nota  que  el  buen  la- 
drón se  halla  en  toda  la  Escriptura  que  a  la  hora  de  la  muer- 
te se  convirtió.  Por  eso  miren  los  confesores  cómo  con- 
fiesan, y  los  que  se  vienen  a  confesar,  no  vayan  entrambos 

90   abrazados  a  los  infiernos. 

El  buen  confesor  ha  de  ser  leído  y  letrado,  y  como  el 
pescador  prudente,  que,  cuando  tiene  un  pescadülo  chico, 
luego  le  saca  con  un  tirón  y  le  echa  en  la  cestilla;  cuando 
viene  un  barbo  grande,  dale  soga,  y  el  barbo,  como  se  ve 
95  asido,  da  coleadas,  y  cánsase,  y  con  esto  el  pescador  le  saca 
poco  a  poco.  Cuando  viene  uno  que  se  confiesa  a  menudo, 
sacalle  presto,  no  hay  que  detenerse;  pero  cuando  viene  un 
barbo,  un  pecadorazo,  antes  de  entrar  en  la  confesión  sen- 
taos un  poco,  porque  no  se  canse  de  rodillas.  Preguntalde 

100  de  su  vida  y  estado,  y  cómo  guarda  sus  leyes;  dalde  soga, 
y,  si  fuere  menester,  dejalde  la  absolución;  andará  penado 
como  el  barbo,  y  ansí  se  remediará.  Aquí  se"  puede  traer  el 
ejemplo  del  médico  que,  pudiendo  dar  la  purga  luego,  la 
deja  para  más  adelante,  porque  sabe  que  hará  más  prove- 

105  cho.  Dígase  aquel  dicho  de  Gersón,  cómo  ha  de  ser  instruí- 
do  en  Dios  y  cómo  se  ha  de  haber  en  las  tentaciones. 

Sobre  el  propósito  acábese  con  el  ejemplo  de  Ecija  so- 
bre que  guarden  las  fiestas  y  se  guarden  de  otros  pecados. 
El  ejemplo  fué  que,  queriendo  Nuestro  Señor  destruir  a 

lio  Ecija,  apareció  San  Pablo  a  un  mozo  enfermo,  al  cual  ha- 
bían dejado  sus  padres  encerrado  porque  ellos  iban  a  tener 
novenas  por  él.  Dice  el  mozo  que  era  San  Pablo  mozo  de 
cuerpo,  y  viejo  de  una  barba  larga,  y  díjole:  "Irás  mañana 
al  ayuntamiento  y  dirás  cómo  yo  me  aparecí  a  ti,  que  re- 

115    medien  cuatro  males  que  aquí  hay:  lujuria,  tablajería,  no 

106  Of.  Juan  Gersón,  De  arte  audiendi  confess. ;  Opera  (Pa- 
rís 1606),  pp.  2,  302  ss. 


12.     A  SACERDOTES 


1371 


guardar  las  fiestas  y  el  otro  es  murmurar  o  otro  vicio". 
Para  que  le  creyesen,  tomóle  San  Pablo  la  mano  y  tejióle 
los  dedos  como  podía  estar  una  trenza  muy  perfecta,  y  dí- 
jole:  "Cuando  te  la  pusieren  a  los  pies  del  crucifijo  se  vol- 

120  verá  a  su  ser".  Y  el  pueblo,  viendo  esta  maravilla,  hizo  ora- 
ción tres  días  y  ayuno,  pidiendo  a  Dios  que,  si  aquello  era 
verdad,  lo  demostrase;  al  tercero  día,  diciendo  la  misa,  y 
acabado,  llevan  al  mozo  a  la  cruz  y  pónenle  la  mano  al  pie 
del  crucifijo,  y  fué  sano,  y  remediáronse  los  males  que  ha- 

125  bía  entonces.  Juraron  de  hacer  fiesta  a  San  Pablo  el  día  de 
Santo  Domingo,  y  así  cada  año  la  hay  solemne.  Predican 
en  Santo  Domingo,  y  no  en  otra  parte;  y,  acabado  el  ser- 
món, en  una  tabla  leen  el  milagro.  Acábese  amonestando  a 
los  jueces  hagan  guardar  las  fiestas  y  quitar  los  vicios, 

130    porque  Dominus  ad  iudicium  venit  cum  senibus  populi  sui. 


12     O  SATISFACCIÓN  POR  LOS  PECADOS  O  PURGATORIO  * 

(Oña,  Arch.  Layóla,  Ms.  est.  8,  plut.  4,  n.  55  bis,  ff.  124  r  - 125  r.) 

Convcrtiinixi  ad  lúe,  etc.  (Iocl  2,  lía}). 

Buena  devoción  para  En  este  sermjón,  repitiéndose  el 
comulgar  es  proposito  propósito  que  ha  de  tener  el  cris- 
firme  de  no  pecar  tiano  de  no  volver  a  más  pecar, 
5  se  trate  de  la  devoción  y  reveren- 

cia para  comulgar,  despertando  a  la  comunión.  Esta  devo- 
ción que  pedimos  para  comulgar,  no  es  la  que  muchos  pien- 
san: una  ternura  y  lágrimas;  no  es  eso  la  devoción,  sino, 
como  Santo  Tomás  dice,  devoción  viene  de  este  verbo,  vo- 

10  veo  (-es),  que  quiere  decir  un  ofrecimiento,  una  promptitud 
de  ánimo  para  buenas  obras;  y  mientras  más  esta  prompti- 
tud se  intendiere,  tanto  más  devoción  lleva  uno.  De  mane- 
ra que,  si  uno  va  con  promptitud  de  no  hacer  pecado  mor- 
tal, pero  veniales  sí,  éste  no  lleva  devoción;  y  si  uno  va 

15  con  propósito  de  no  hacer  mortal  ni  venial,  éste  lleva  de- 
voción. Y  ésta  es  la  que  pedimos,  porque  la  ternura  y  lá- 
grimas es  accesoria  a  esto.  De  aquí  se  verá  el  engaño  que 
muchos  tienen  de  no  comulgar,  porque  dicen  que  no  tienen 
devoción,  hoc  est,  ternura  y  lágrimas,  y  así  vienen  a  co- 

20  mulgar  de  año  a  año.  San  Augustín  y  San  Hierónimo  pre- 
guntan si  es  bueno  comulgar  cada  día;  responden  que  plu- 


130  Cf.  Is.  3,  14. 
*    Ed.  J.  Fernández  Montaña,  Obras*,  t.  2  (1901),  pp.  567-570. 
Sin  título  en  el  Ms. 

11   Santo  Tomás  de  Aquino,  Summa  theoh,  2-2,  q.  82,  a.  1-2. 
21  GEN  ADIO,  De  cedes.,  dogmat.,  e.  23  :  ML  42,  1217  ;  San  Je- 
rónimo, Ep.  71,  6  ;  48,  15  :  ML  22,  672.  506. 


1372 


PLÁTICAS 


guíese  a  Dios  que  cada  día  hubiese  aparejo  para  ello.  Hic 
obiter  se  diga  que  cuando  van  a  comulgar,  no  vayan  con 
los  aderezos  que  tienen  ricos,  sino  que  vayan  honestos.  Un 
25  concilio  mandaba  que  las  mujeres  fuesen  a  comulgar  cru- 
zadas las  manos;  otros,  que  llevasen  una  vestidura  que  te- 
nían honesta. 

La  satisfacción  La  otra  condición  de  la  penitencia  es 
dolor  de  los  pecados  pasados,  y  a  más 

30  pecados  más  dolor,  o,  si  no,  que  satisfaga  con  otras  obras: 
Quantum  se  gloriaverit  in  deliciis,  etc.  Ratio:  porque  la 
pasión  de  Cristo  no  había  de  dar  ocasión  a  que  los  hombres 
fuesen  malos.  Los  jueces  rectos  a  unos  pecados  dan  más 
pena  que  a  otros;  y  así:  Pro  mensura  delicti  sit  plagarum 

35  modus.  Si  otra  razón  no  hubiera  para  la  satisfacción,  bas- 
taba ésta.  David,  sabiendo  que  Dios  le  había  perdonado, 
lloraba  tanto  que  decía:  Panem  meum  cum  fletu  miscebam\; 
y  alibi:.  Stratum  meum  lacrimis  meis  rigabam.  La  Magda- 
lena hizo  tantos  años  de  penitencia  como  sabéis  con  habella 

40  Dios  perdonado.  Cada  uno  mire  cómo  vive;  que  al  peso  de 
los  pecados  ha  de  ser  la  penitencia,  y  si  no,  el  purgatorio. 
Los  santos  están  llenos  de  esta  satisfacción:  Divus  Ambro- 
sio, in  epístola  ad  quamdam  corruptam.  Di  con  los  otros  doc- 
tores Crisóstomo,  Cipriano.  ¿Y  de  dónde  pensáis  que  ha 

45  quedado  la  cárcel  perpetua  y  estos  sambenitos  que  echan, 
sino  de  la  penitencia  santa  que  antiguamente  se  solía  dar 
por  los  grandes  pecados?  Leé  esos  Cañones  paenitentiales,  y 
veréis  que  por  cada  pecado  mortal  daban  siete  años  de  pe- 
nitencia, y  las  penitencias  públicas  y  solemnes  que  se  ha- 

50  cían;  que  idio  el  miércoles  de  la  ceniza  ponen  aquella  ceni- 
za por  memoria  de  lo  que  antiguamente  se  solía  hacer.  Y  así 
Dios,  para  mostrar  esto  a  David,  perdonado  el  pecado,  le 
dijo  el  castigo;  y  a  los  hijos  de  Israel,  cuarenta  años  por 
desierto  que  de  seiscientos  mil  hombres  de  guerra  no  entra- 

55  ron  sino  dos,  sin  los  niños  que  habían  crecido.  Por  eso  ha- 
ced penitencia,  y  rogad  unos  por  otros,  para  que,  así  como 


22  San  Ambrosio,  De  saerani..  1.  5,  c.  4,  25  (ML  16,  471)  :  «Sic 
vive,  ut  quotidie  merearis  aociipere». 

31  Cf.  Apoc.  18,  7. 

35  Cf.  Deut.  ¿5,  2. 

37  Cf.  Ps.  101,  10. 

38  Of.  Ps.  6,  7. 

43  San  Ambrosio,  De  lapsa,  virgin.,  c.  8-9  :  J\IL  16,  392  ss. 

44  San  Juan  Crisóstomo,  De  paenitent.,  hom.  8,  1  ss.  :  MG 
49.  337  ss-  San  Cipriano,  Ep.  72,  4  :  ML  2,  381  ;  Ep.  12,  12  : 
ML  1,  838. 

50  Cañones  paenitentiales,  sen  Regulae  ilireetivae...  (al  fina!  del 

Corpus  Iuris  Canonici). 

53  2  Reg.  12,  13-14. 

55  Num.  14,  36-38. 


12.     A  SACERDOTES 


1373 


Dios  perdonó  a  María,  por  las  oraciones  de  su  hermano 
Muisén,  de  la  lepra,  así  hará  con  vosotros. 

Hase  también  Nuestro  Señor  como  un  rey  que  por  un 

60  delito  echa  a  alguno  a  una  frontera,  para  que  esté  allí  tan- 
tos años;  tiene  éste  condenado  un  hermano,  el  cual  ha  ser- 
vido al  rey,  y  pídele  que  en  recompensa  de  los  servicios  que 
le  ha  hecho  le  suelte  a  aquel  su  hermano.  Y  de  aquí  enten- 
deréis lo  que  dais  cuando  hacéis  unas  buenas  obras  por 

65  otros;  porque  la  buena  obra  tiene  muchos  f nietos:  uno  es 
el  cumplir  lo  que  Dios  manda;  otro,  ganar  gracia  y  gloria; 
otro  es  habilitarse  al  bien:  nada  de  esto  aplicáis;  otro,  sa- 
tisfacéis y  impetráis,  y  de  esta  manera  aprovecha  lo  que 
hacéis  a  los  otros.  Pero  notá  que,  mientras  la  obra  se 

70  ofrece  por  pocos,  es  mejor,  porque  les  cabe  a  más;  pero 
cuando  impetráis,  cuando  por  más,  más  alcanzáis;  et  va- 
tio, porque  la  petición,  mientras  por  más,  es  fundada  en 
más  caridad,  y,  como  Dios  es  amigo  de  caridad,  concede 
más  cuando  se  pide  por  amor  de  las  almas. 

75  Indulgencias  y  pur-  Hinc  veréis  que,  de  todo  cuanto  se 
gatorio  obra  bien,  queda  para  el  tesoro  de 

las  indulgencias.  Expliqúese  ad  quid 
los  jubileos  y  indulgencias,  de  qué  se  hacen  y  las  condi- 
ciones que  sé  requieren  para  concederlos  y  ganallos,  y  por 

80  qué  se  requiere  ganar  muchos,  porque  es  grande  dicha  ga- 
nar una  entre  muchas,  porque  la  pena  del  purgatorio  es 
bravísima;  y  encarézcase  por  estos  medios  el  dicho  de  San 
Augustín  [y]  San  Gregorio,  que  son  mayores  que  todas  las 
de  acá  juntas  y  mayores  que  las  de  Cristo.  Lo  segundo, 

85  porque  hombres  muy  santos  han  ido  al  purgatorio.  Ejem- 
plo de  Pascasio,  cuya  dalmática  hacía  milagros,  y  San  Se- 
verino;  y  estaba  en  el  purgatorio  y  hacía  milagros  acá  en 
la  tierra.  Hic  obiter  se  dé  una  reprehensión,  haciendo  un 
argumento:  Si  los  santos  iban  al  purgatorio  por  una  no- 

90  nada,  ¿qué  hará  el  deshonesto  carnal  envuelto  en  pecados? 
Y  entended  que,  cuando  estéis  en  purgatorio,  no  os  holga- 
réis de  haber  sido  carnal.  Lo  tercero,  porque  un  momento 
de  purgatorio  parece  terrible  tiempo.  Dígase  como  muchos 
doctores  traen  un  ejemplo  in  Summa  praedicantium:  no  se 

•  95  digan  los  doctores  que  son.  El  ejemplo  es  que  uno  estaba 
en  la  cama  muy  enfermo  con  grandes  congojas  y  dolores, 
y  a  cabo  de  muchos  años  le  faltaba  la  paciencia,  y  un  án- 
gel le  dijo  que  le  quedaban  tres  días  de  purgatorio,  y  que, 
para  acaballos,  le  quedaban  dos  años  de  vida  en  la  cama; 

100    que  viese  cuál  quería  más,  o  ir  a  purgatorio  o  quedarse 


58   Num.  12,  10-15. 

84  San  Agustín,  Enarr.  in  Ps.  37,  3  :  MIL  36,  397. 


1374 


PLÁTICAS 


en  la  cama.  El  eligió  el  purgatorio,  y  fuéle  concedido;  y  a 
cabo  una  hora  fuéle  a  visitar  el  ángel,  y  le  halló  muy  que- 
joso, diciendo  que  había  muchos  años  que  estaba  en  pur- 
gatorio y  que  cómo  le  había  dicho  que  tres  días  no  más. 

105  Respondió  el  ángel  que  no  se  espantase,  porque  las  penas 
eran  tan  grandes  que  parecían  tanto  tiempo;  empero,  que 
no  había  estado  más  de  una  hora,  y  que  el  cuerpo  de  don- 
de había  salido  se  estaba  casi  caliente.  Entonces  pidió  que 
le  volviesen  al  mundo,  que  hasta  el  día  del  juicio  estaría 

lio  enfermo. 

Por  eso,  hermanos,  haced  penitencia,  y  baste  para  los 
que  tienen  juicio  ver  que  Dios  es  infinitamente  justo,  y  que 
ansí,  en  la  cárcel  donde  resplandece  su  justicia,  entiendan 
todos  que  será  grande.  Deus  iudex  iustus,  fortis  et  patiens...; 

115  nisi  conversi  fueritis,  gladium  suum  v'ibrábit.  Y  tomá  el 
consejo  de  Daniel  que  dió  a  Nabucodonosor :  Peccata  tua 
eleemosiynis  redime.  Y  el  otro:  Fili,  peccasti,  ne  adidas 
iterum;  sed  de  pristinis  deprecare.  De  propitiato  peccato 
noli  esse  sine  metu.  Acábese  diciendo:  Si  Dios  es  tan  jus- 

120  ticiero  que  a  una  vieja  mora  o  gentil,  que  estará  hilando 
a  una  rueca,  que  no  hace  pecado  mortal  según  su  ley,  aun- 
que la  maten,  Dios  la  envía  a  los  infiernos,  a  un  carnal  y 
mal  cristiano,  que  sabe  la  ley  de  Dios  y  le  ofende,  ¿qué 
castigo  merece?  Y  acábese  con  esto. 

13    La  excomunión  es  el  mayor  cuchillo  que  tiene 
la  Iglesia  * 

(Oña,  Aran.  Loyola,  Ms.  est.  8,  pflut.  4,  n.  55  bis,  ff.  125  r  -  125  v.) 

Corde  creditur  ad  iustititam,  ore  autem  confessic 
fit  ad  salutem  (Rom.  io,  [io]). 

En  la  plática  pasada  tratamos  de  la  satisfacción,  cerca 
de  la  cual  resta  sólo  de  tratar  un  punto,  antes  que  venga- 
5  mos  a  tratar  de  los  sacramentos,  para  que  entendáis  qué 
cosa  es  descomunión  y  la  sepáis  temer. 

Para  esto  habéis  de  saber  que  las  personas  eclesiásticas 
todo  lo  que  hacen  tocante  al  oficio  eclesiástico,  lo  hacen 
como  personas  públicas,  como  es  el  rezar  sus  horas  canóni- 
10  cas  y  decir  misas  y  lo  demás.  Y  así,  no  mira  Dios  nuestro 
Señor  a  los  merecimientos  de  aquel  sacerdote  en  particular, 
sino  mira  a  los  merecimientos  de  toda  la  Iglesia  universal, 


US    Ps.  7,  12-13. 

117  Dan  4,  24- 

118  Cf.  Bocli.  2i,  1. 

119  Eccli.  5,  5. 

*  Ed.  J.  Fernán™;/.  Montaña,  Obras-,  t.  2  (1901),  pp.  570-571. 
«Plática  16»  (f.  125  r). 


14-     A  SACERDOTES 


1375 


en  cuyo  lugar  ofrece  el  sacerdote  aquello;  de  manera  que 
si  el  rey  de  Francia  enviase  unos  legados  y  embajadores  al 

15  rey  de  España  sobre  los  negocios  del  mismo  reino,  a  estos 
embajadores  no  los  miraría  el  rey  como  personas  particu- 
lares, ni  les  haría  el  tratamiento  que  sus  personas  en  par- 
ticular merecían,  sino  como  a  personas  públicas  que  venían 
en  lugar  de  todo  el  reino  de  Francia ;  y  aunque  éstos  fuesen 

20  malos  y  cometiesen  algunos  delictos  en  España,  castigallos 
hían  como  a  particulares;  pero  su  embajada  no  perdería. 
De  la  misma  manera,  los  sacerdotes  son  embajadores,  y  su 
embajada  siempre  la  mira  Dios,  aunque  ellos  como  particu- 
lares sean  ruines;  y  aunque  el  sacerdote  diga  misa  en  pecado 

25  mortal,  la  misa  no  pierde  por  eso  su  valor  y  efecto.  Y  así 
es  muy  necesario  que  os  aprovechéis  mucho  de  esas  cosa[s] 
de  la  Iglesia,  aunque  viésedes  que  los  ministros  no  son  tales. 

Y  así  la  descomunión  es  el  mayor  cuchillo  que  tiene  la 
Iglesia,  porque,  por  vuestra  inobediencia,  quiere  el  juez, 

30  por  el  poder  que  tiene  del  Sumo  Pontífice,  que  quedéis  in- 
hábil y  excluido  de  participar  de  estas  embajadas  que  en 
toda  la  Iglesia  se  hacen,  y  que  no  puedan  rogar  por  vos; 
y  así  quedáis  como  miembro  apartado  de  la  Iglesia,  tanto 
que  dice  una  glosa,  en  el  Decreto  2,  cuestión  2.a,  que  el  áni- 
I  35  ma  del  descomulgado  es  entregada  a  los  demonios  para  que 
usen  de  ella  como  el  recuero  usa  de  su  macho.  Y  así,  los 
sacerdotes  no  pueden  rogar  por  los  descomulgados,  a  lo  me- 
nos como  personas  públicas,  aunque,  según  particulares, 
bien  pueden;  y  ansí  se  ha  de  entender  lo  que  dicen  los  su- 

40  mistas.  Y  así  habéis  de  temblar  mucho  de  estar  descomul- 
gados; sino,  cuando  fuere  por  deuda,  parecé  ante  el  juez, 
y,  si  no  podéis  pagar,  probaldo  con  testigos,  y  así  el  juez 
os  absolverá;  y  guardaos  de  estar  descomulgados.  Y  esto 
baste  cuanto  a  este  punto. 


14  Al  entrar  en  el  templo,  deja  fuera  lo  que  estorba  * 

(Oña,  Arch.  Loyola,  Ms.  est.  8,  pdut.  4,  n.  55  bis,  f.  115  r:  fragmento.) 


...  en  el  templo  se  hacían  aquellos  tratos;  y  así  echó  las 
mesas  por  el  suelo  y  tomó  un  azote  y  los  echó  fuera.  Y  así 
se  queja  él  y  dice:  Quid  est,  quod  populus  meus  in  domo 
mea  multa  scelera  commisit?  Y  suele  Dios  castigar  muy 
5  bien  estos  pecados.  Testigo  son  de  ello  los  dos  hijos  de  Elí 
sacerdote.  Testimonio  tenemos  de  esto  en  el  libro  de  los 


34   Cf.  C.  17,  C.  2)  q.  i. 
*    Ed.  R.  García  Villoslada,  S.  I.,  en  «Estudios  Eclesiásticos», 
19  (1945),  448. 

4   Cf.  Ier.  11,  15.  6   Cf.  1  Reg.  4,  ti. 


1376 


PLÁTICAS 


Reyes,  que,  porque  los  filisteos  tenían  captiva  el  arca  del 
Testamento,  les  envió  Dios  unas  llagas  y  heridas  muy  ma- 
las y  muchos  ratones  que  les  fatigaban.  Y  ansí  todos  los 

10  santos,  cuando  habían  de  entrar  en  la  iglesia,  se  prepara- 
ban y  disponían;  y  el  glorioso  San  Hierónimo  decía  [que], 
cuando  quería  entrar  en  la  iglesia,  consideraba  si  había 
precedido  alguna  cosa  que  fuese  indecente  para  aquel  lu- 
gar. Y  ansí  el  buen  patriarca  Abrahán,  cuando  subía  al 

15  monte  a  sacrificar  a  su  hijo — el  cual  monte  representaba  la 
iglesia,  donde  se  hace  sacrificio  a  Dios — ,  a  la  halda  del 
monte  dejó  el  jumento  y  sus  siervos.  Y  así  el  buen  cristia- 
no, cuando  entra  y  viene  a  la  iglesia,  ha  de  dejar  fuera  el 
jumento,  que  es  su  cuerpo,  y  entrar  con  el  espíritu,  y  los 

20  siervos,  que  son  los  cinco  sentidos  y  los  pensamientos  que 
no  son  de  aquel  lugar,  porque  su  sacrificio  sea  acepto  a  Dios 
nuestro  Señor.  Y  si  ansí  nos  disponemos,  Dios  nuestro  Se- 
ñor nos  ayudará  y  nos  dará  grandes  bienes,  aquí  gracia  y 
después  gloria. 


b)     PLATICAS   A  MONJAS 

15  OS  ESCOGIÓ  POR  ESPOSAS  SUYAS  *  * 

Montilla,  monasterio  de  Santa  Clara 
(Santiago  de  Ohile,  Ms.  131,  pieza  26,  fif.  1  r-8  v:  incompleto.) 

Exordio  La  honra  de  la  esposa  es  honra  propia  de  su 
esposo,  porque  lo  que  toca  a  la  esposa  toca  al 
esposo,  como  cosa  propia  suya;  y  de  aquí  viene  que  quien 
afrenta  a  la  esposa  afrenta  al  esposo,  y  quien  hace  algún 
5  servicio  a  la  esposa  sirve  en  ello  al  esposo,  y  recíbelo  como 
si  a  él  rnesmio  se  hiciese;  y  por  eso,  conociendo  esto,  heme 
animado  a  venir  aquí  a  sudar  un  rato  en  servicio  de  vos- 
otras, señoras,  que  sois  esposas  de  Jesucristo,  porque  sé 
que  esto  recibirá  vuestro  Esposo  por  servicio  suyo,  si  yo 

10  lo  hago  como  debo  y  es  razón  que  se  haga.  Y  esto  hacerlo 
yo  como  debo  ni  sabré  ni  podré  si  la  mano,  señoras,  de 
vuestro  Esposo  y  Señor  mío  no  me  favorece  y  enseña  con 
su  gracia.  Rogáselo  esto,  señoras,  poniendo  por  medianera 
a  la  que  juntamente  es  madre  y  esposa  de  este  vuestro  Es- 

15  poso,  que  es  la  Virgen  benditísima.  Y  porque  así  lo  haga, 
roguémoselo  con  toda  devoción,  diciéndole  su  acostumbrada 
oración  hincadas  las  rodillas. 


9   Cf.  i  Reg.  5>  6- 


17   Cf.  Gen.  22, 


15.     A  LAS  MONJAS  DE  SANTA  CLARA  DE  MQNTILLA 


1377 


¡"Esposas  del  Se-  m  intento,  como  dije,  aquí,  fué  a 
ñor!  ¿Conocéis  es-    serviros  como  a  esposas  de  mi  Señor, 

20        ta  merced?  a  quien  debo  a  mí  mesmo,  aunque  in- 

finitas vidas  hubiera;  y  por  esto  lo 
debo  a  vosotras,  señoras,  como  esposas  suyas,  porque, 
como  dije,  el  servicio  que  a  la  esposa  se  hace  el  esposo  lo  re- 
cibe por  suyo.  — -¡Válasme  Dios,  padre,  que  esposas  somos 

25  de  Jesucristo  y  que  el  servicio  que  a  nosotras  se  hace  El  lo 
recibe  como  si  a  El  se  hiciese!  — Sí,  por  cierto,  señoras; 
esposas  suyas  sois,  y  el  mesmo  Jesucristo  se  llama  a  boca 
llena,  porque  así  lo  es,  esposo  vuestro.  ¿No  le  entendíades 
esto?  Mas  ¡cuál  sería  si  no  lo  entendiésedes !  ¡Cuan...  si, 

30  habiéndoos  el  Señor  hecho  tan  grandes  mercedes,  no  las 
entendiésedes,  o,  entendidas,  no  las  conociésedes!  Y  cierto 
son  tan  grandes,  que,  por  mucho  que  de  ellas  alcancéis  y 
conozcáis,  quedaréis  muy  faltas  de  conocimiento  y  no  ha- 
bréis entendido  la  cifra  de  lo  que  éllo  es. 

35  Scitis  quid  facerim  vobis?,  dijo  el  Señor  a  San  Pedro 
y  a  los  otros  apóstoles  después  de  les  haber  lavado  los  pies, 
y  aun  quizá  besado;  y  lo  mesmo  os  podemos  decir  agora, 
señoras,  y  os  puede  decir  vuestro  querido  esposo  Jesucris- 
to: Scitis  quid  fecerim  vobis?  ¿Entendéis  las  mercedes  que 

40  el  Señor  os  ha  hecho  en  apartaros  del  mundo  y  escogeros 
por  esposas  suyas?  ¿Sabéislo,  señoras?  ¿Conocéis  lo  que 
con  vosotras  ha  hecho?  ¿Tenéislo  bien  entendido?  Que  an- 
tes que  fuésedes  nacidas  ni  engendradas,  y  mucho  antes 
— ¿qué  digo  "mucho"? — ,  infinito  antes  que  el  mundo  se 

45  hiciese,  os  tenía  ya  Dios  escripias  en  su  pecho  a  todas  estas 
que  aquí  estáis  para  esposas  suyas.  No  lo  merecieron  vues- 
tros ayunos  ni  vuestras  diciplinas  ni  oraciones,  que  enton- 
ces no  érades,  para  que  ayunárades  ni  rezárades  y  os  dici- 
plinárades;  y  os  tenía  Dios  a  todas  escogidas  entre  tantos 

50  millares  de  gentes,  no  sólo  para  que  le  conociésedes  por  la 
fe,  como  los  demás  cristianos,  sino  entre  los  demás  cris- 
tianos particularmente  os  escogió  para  una  cosa  tan  alta 
como  es  para  ser  esposas  suyas. 

¿Conocéis  esto,  señoras?  ¡Ay!,  señoras,  y  otra  vez  ¡ay!, 

55  si  no  lo  conocéis.  ¡Cuántas  hay  acá  fuera  que  desearán  y 
pidirán  a  Dios  con  grandes  ruegos  y  gemidos  un  poquito 
del  tiempo  que  a  vosotras,  señoras,  sobra!  — ¿Qué  decís, 
padre,  sobra?  Tiempo  nos  había  de  sobrar;  antes  nos  falta, 
porque,  más  que  tuviésemos,  todo  lo  emplearíamos  en  ser- 

60  vicio  de  nuestro  Esposo.  — Muy  bien  decís,  por  cierto,  se- 
ñoras; perdonadme,  que  así  es  razón,  que  no  os  sobre  tiem- 
po, y  ¡ay!,  señoras,  sí  os  sobra;  pero,  a  lo  menos,  digamos 
del  tiempo  que  tenéis  para  emplearos  en  vuestro  Esposo, 


35   lo.  13,  12. 


B. Avilo  2 


41 


1378 


PLÁTICAS 


que  les  falta  a  otros.  ¿Conocéis  lo  que  estorba  [a]  la  ca- 
65  sada  que  no  tiene  ni  a  [un]  un  credo  de  tiempo  para  negociar 
con  Dios,  y  lo  desea  más  que  el  vivir,  y  os  haya  Dios  ama- 
do tanto  que  os  quitase  de  los  trabajos  del  matrimonio  y 
os  trajese  aquí,  donde  tenéis  tanto  tiempo  para  servirle? 
¿No  conoceréis  esto,  señoras,  que  esté  la  casada  ocupada 
70  siempre  con  sus  hijos,  entendiendo  en  negocios  de  su  ma- 
rido y  casa,  [y]  que  os  apartase  de  todo  esto  y  os  trajese 
a  donde  todo  vuestro  negocio  sea  estar  a  los  pies  de  vues- 
tro esposo,  como  Madalena? 

Aj  esto  entrastes,  a    ¿Entendéis  también,  señoras,  a  qué 

75   tratar  amores  con    os  metió  ahí  Dios?  ¿Conocéis  p?ra 
vuestro  Esposo  fuistes  escogidas  de  su  mano  y 

para  qué  entrastes  en  el  monesterio? 
Pues  ¡pobre  de  quien  no  lo  conoce!  Y  ¡qué  pobre,  y  más 
pobre,  de  quien,  conociéndolo,  no  lo  obra!  ¿Sabéislo,  seño- 

80    ras?  Preguntóos  para  que,  si  hubiere  alguna  novicia  o  al- 
guna descuidada...;  por  ventura  que  no  habrá,  mas,  si  la 
hobiese...;  porque  las  señoras  ancianas  ya  lo  sabrán;  no 
es  para  ellas,  que  no  es  razón  ninguna  que  lo  ignoren. 
Diréisme:  — .Bien  sabemos,  padre,  a  qué  entramos:  en- 

85  tramos  a  rezar,  y  ayunar,  vestirnos  pobremente  y  estar  de- 
bajo de  obediencia,  y  ser  pobres  por  Jesucristo.  — Verdad 
decís,  señoras,  que  a  eso  entrastes;  mas  no  a  sólo  a  eso. 
A  eso  entrastes;  mas  no  es  eso  lo  principal  a  que  entrastes, 
y  eso  poco  vale  sin  lo  otro  que  dije.  ¿Sabéis  a  qué  entras- 

90  tes?  A  tratar  la  cosa  más  alta  que  hay  en  la  tierra.  — ¿A 
qué?  — Al  oficio  más  alto  de  los  oficios.  — ¿A  qué?  Pues 
decírnoslo  ya;  no  nos  tengáis  tan  suspensas.  ¿A  qué? 
— A  tratar  amores  con  vuestro  esposo  Jesucristo.  A  esto 
entrastes,  señoras;  a  tener  oficio  de  ángeles;  y  el  ayuno, 

95  disciplina,  vigilia,  cilicio,  coro,  lo  demás,  es  para  mortifi- 
car vuestra  carne,  para  que  no  os  impida  a  tratar  estos 
divinos  amores.  ¿Sabíades  esto,  señoras?  Pues  a  esto  entras- 
tes.  Haceldo  así.  ¿Ejercitáis  aquello  para  que  fuistes  es- 
cogidas? ¿Qué  tanto  queréis  a  vuestro  Esposo?  ¿Queréis- 

100  lo  mucho?  ¿Amáislo  mucho?  Pues  sabed  que  a  esto  entras- 
tes,  y  para  esposas  de  Jesucristo  fuistes  escogidas,  y  a  esto 
entrastes  aquí,  a  tratar  amores  con  vuestro  esposo,  que  es 
el  oficio  de  la  esposa. 

Mirad  por  la  honra    Mirad  también  que  habéis  de  mirar 
105   de  vuestro  Esposo    mucho,  como  buena  esposa,  por  la 
honra  de  vuestro  esposo,  porque  la 
vuestra  es  suya  y  la  suya  vuestra.  ¿Sabéis  qué  es  lo  pri- 


62  señoras]  y  add.  ¡|  69  que]  y 
m  el]  al 


I.S-     A   LAS  MONJAS  DK  SANTA  CLARA   DK  MONTILI.A  1379 


mero  que  dice  el  esposo  a  su  esposa,  principalmente  si  es 
celoso?  Dícele:  "Señora  y  esposa,  mará  que  mi  honra  está 

lio  en  vuestras  manos,  y  que  de  vos  depende  toda  mi  honra. 
Por  un  solo  Dios,  que  miréis  por  mí,  no  os  deshonréis  a 
vos  con  mí".  ¿Qué  dirá  a  esto  la  esposa  si  es  buena?:  "Es- 
poso mío,  aunque  yo  hubiera  de  hacer  maldad  y  yo  no  mi- 
rara más  de  a  mí,  aunque  yo  no  hubiera  de  mirar  a  mi 

115  honra,  por  lo  que  toca,  esposo  mío,  a  vuestra  honra,  no 
haré  maldad".  Principalmente,  si  el  esposo  le  dijese:  "Es- 
posa mía,  mirad  que  ese  que  anda  tras  vos,  no  es  por  amor 
que  a  vos  tiene,  sino  por  odio  que  a  mí  míe  tiene  y,  como 
no  me  puede  deshonrar,  quiere  deshonrar  a  vos,  para  que, 

120  deshonrándoos  a  vos,  me  deshonre  a  mí",  ¿qué  diría  la 
buena  esposa,  cuando,  estando  así  avisada,  viniese  el  ene- 
migo de  su  esposo  a  querer  engañarla?  ¿Qué  dirá?:  "Andá 
para  ahí,  traidor,  que  vos  no  andáis  tras  mí  porque  me  que- 
réis bien,  sino  por  deshonrar  a  mi  esposo.  Andad,  traidor, 

125  para  malo;  que  tú  no  vienes  a  mí  porque  me  quieres  bien, 
sino  por  deshonrar  a  mí  y  a  mi  esposo;  no  me  engañarás, 
que,  aunque,  si  no  mirara  más  que  a  mí,  consintiera  quizá 
con  la  temptación,  no  lo  haré  por  lo  que  a  la  honra  de  mi 
esposo  toca,  que  tú  por  eso  andas,  por  deshonrar  a  mi  es- 

130  poso;  y  por  eso  no  llevarás  de  aquí  nada,  sino  que  irás 
vencido  mediante  el  favor  de  mi  esposo,  porque,  donde  tú 
pensabas  deshonrar  a  él  y  a  mí,  quedas  tú  deshonrado  y 
queda  mi  esposo  con  la  honra,  pues  a  él  se  le  debe".  Esta, 
sí,  señoras,  es  voz  de  buena  esposa.  A  ésta  da  el  esposo 

135  mil  abrazos  después  del  vencimiento,  y  a  ésta  coronará  por 
la  vitoria. 

Deben  tener  iguales  ¿Qué  más  hay  que  hacer,  señoras 
condiciones  Esposo  esposas  de  Jesucristo?  Que,  pues 
v  esnosa  so^s  esP°sas  de  Jesucristo,  que  ten- 

140  gáis  las  condiciones  de  vuestro  Es- 

poso, para  que  seáis  para  en  uno.  Veamos,  pues,  las  con- 
diciones del  Esposo,  y  de  aquí  veréis  cuáles  han  de  ser  las 
vuestras,  señoras,  pues  que  han  de  ser  conformes  a  las 
suyas.  Sé  que  así  lo  hacen  acá  en  el  mundo,  sino  que  temo 

145  que  lo  hacen  con  la  boca  y  no  miran  si  es  así  en  el  hecho 
de  la  verdad:  ¿Qué  hacen  cuando  quieren  desposar  a  unos? 
Preguntan  si  son  para  en  uno,  y  con  razón.  Por  cierto  que 
no  hay  cosa  más  recia  que  juntarse  en  uno  dos  que  ten- 
gan condiciones  muy  diversas.  Así,  pues,   señoras,  para 

150  ser  las  que  debéis,  pues  que  sois  esposas  de  Jesucristo,  ha- 
béis de  imitarle  en  sus  condiciones,  para  que  seáis  confor- 
mes a  El,  como  es  razón  que  lo  sea  la  esposa  al  esposo, 
y  a  tal  esposo  como  al  que,  señoras,  tenéis. 


133  Estas 


1380  PLÁTICAS 


Veamos,  pues,  las  condiciones  del  Esposo.  Díganoslo 

155  San  Juan:  Ecce  agnus  Dei.  Cordero  se  llama,  manso,  hu- 
milde, obediente,  sufrido.  Esta  es  su  condición,  señoras, 
de  vuestro  Esposo.  Pues  ¿cuál  ha  de  ser  la  condición  de 
su  esposa?  El  lo  dice  en  los  Cantares,  donde  la  llama  pa- 
loma y  tórtola.  Paloma  sin  hiél,  mansa,  sufrida,  paciente 

160  como  paloma.  La  monja  airada,  la  monja  enojada,  brava  y 
mal  sufrida,  la  que  es  vocinglera,  no  es  buena  esposa  de 
Jesucristo,  pues  no  tiene  las  condiciones  de  su  Esposo,  pues 
no  es  paloma.  Para  ser  esposa  de  Jesucristo  ha  de  ser  pa- 
loma. Ha  de  ser  también  la  esposa  de  este  Señor  tórtola. 

165  ¿Por  qué  tórtola?  Porque  su  canto  es  gemir.  La  monja,  si 
fuera  parlera  y  distraída,  no  es  buena  esposa,  porque  no 
es  tórtola.  El  canto  y  risa  de  la  monja  ha  de  ser  llorar  por 
su  desposado,  Cristo.  En  el  coro,  en  la  huerta,  en  el  re- 
fitorío,  en  la  celda  y  en  todas  partes,  ha  de  andar  gi- 

170  miendo  por  su  esposo  Jesucristo;  y  éste  ha  de  ser  su  oficio, 
y  éste  ha  de  ser  su  canto,  y  cuando  con  más  dulce  melodía 
esté  cantando  en  su  coro,  ha  de  estar  su  corazón  gimien- 
do con  un  interior  y  muy  profundo  sospiro  por  su  muy  que- 
rido Esposo,  cuya  memoria  y  deseo  nunca  se  le  ha  de  apar- 

175  tar  de  su  corazón.  Con  eso  ha  de  venir  al  sueño,  y  eso  ha 
de  soñar  durmiendo,  y  esto  ha  de  ser  lo  primero  que  venga 
a  su  memoria  en  recordando;  el  corazón  siempre  derretido 
en  amor  suyo,  y  la  memoria  no  ocupada  en  otra  cosa  que 
en  su  querido  Esposo. 

180   La  vida  de  la  monja,  — ¿  Qué  más  ?  — Que  su  vida  de  la 
semejante  a  la  de     monja  sea  semejable  a  la  de  su  Es- 
Cristo  poso.  ¿Cuál  fué  la  vida?  Bien  la 
sabéis:   trabajos,  lloros,  pobreza, 
humildad  y,  finalmente,  amor  tan  grande  de  su  esposa,  que 

185  por  amor  suyo  derramó  su  sangre,  para  hermosear  con  ella 
a  su  esposa,  que  estaba  fea,  y  murió  en  la  cruz  para  le  dar 
vida,  porque  estaba  muerta.  ¡Oh,  bendito  seáis,  Señor  mío; 
los  ángeles  te  bendigan,  bendito  tal  amor,  que  afeaste  a  ti 
por  hermosear  a  mí,  que  estaba  feo,  y  quesiste  tú  morir 

190  por  mí,  para  librarme  a  mí  de  la  muerte,  que  me  tenía  cap- 
tivo! ¡Oh,  bendito  seas! 

Mirad,  señoras,  cuál  es  vuestro  Esposo  y  cuánto  es  el 
amor  que  os  tiene  y  con  que  os  ama.  — ¿Ha  habido  esposo 
en  el  mundo  que  saque  de  sus  venas  sangre  para  afeite  de  su 

195  esposa?  — No  se  ha  visto.  — Pues  veis  [lo]  aquí  Un  espo- 
so tenéis,  señoras,  que  rompió  sus  venas,  que  abrió  su  cos- 
tado, para  hecer  un  afeite  para  hermosearos  y  una  medici- 
na con  que  sanaseis  de  vuestras  enfermedades  y  llagas. 


155  lo.  i,  29. 

159   Paloma  :  Cant.  2,  14  ;  5,  2  ;  6,  8.  Tórtola  :  Cant.  1,  9  ;  2,  12. 


15-     A  LAS  MONJAS   DE  SANTA  CLARA  DE  MONTILLA 


1381 


¿Veis  aquí  la  vida  de  vuestro  Esposo  y  el  amor  que  os  tie- 

200  ne?  Pues  semejable  ha  de  ser  a  esto,  señoras,  vuestra  vida: 
lloros,  pobreza,  humildad,  menosprecio,  obediencia,  y  cuan- 
to más  de  esto  tuviéredes,  más  semejables  seréis  a  vuestro 
Esposo  y  asimismo  más  queridas  suyas,  porque  sois  a  El 
más  semejantes,  y  habéislo  de  amar  tanto  que  derraméis 

205  por  El  la  sangre,  si  menester  fuere,  y  pongáis  la  vida  por 
lo  que  a  su  honra  toca.  ¿O  pensáis  que  el  amor  de  vuestro 
Esposo,  que  llegó  a  derramar  sangre,  que  tiene  recompen- 
sa, si  alguna  hay,  sino  con  derramar  sangre?  Sangre  ha- 
béis de  derramar,  señoras,  por  amor  de  vuestro  Esposo, 

210  porque,  aunque  no  haya  tiranos  que  os  quiten  las  cabe- 
zas, como  antiguamente,  pero  no  faltarán  demonios,  no 
faltarán  temptaciones,  en  cuya  resistencia  sea  menester  de- 
rramar sangre,  quiero  decir,  que  os  vernán  trabajos,  temp- 
taciones y  persecuciones,  que  querríades  más  y  sintiríades 

215  menos  el  abriros  las  venas,  y  aun  sacaros  los  ojos  y  corta- 
ros la  cabeza. 

Y  así  conviene  que,  pues  vuestro  Esposo  fué  por  ese  ca- 
mino, no  sería  buena  esposa  la  que  por  aquí  no  fuese. 
¿Cómo?  ¿Sería  bueno  que  esté  el  esposo  a  una  mesa  con  la 

220  esposa,  y  come  el  esposo  acíbar  y  esté  derramando  lágri- 
mas, y  esté  la  esposa  en  otro  plato  comiendo  manjar  blan- 
co y  otras  golosinas,  y  riendo?  ¡Oh  qué  mala  esposa!  ¡Oh 
qué  poco  amor  ternía  esta  tal  a  su  desposado!  La  buena 
esposa  dejará  lo  que  tiene  y  dirá  al  esposo:  "Esposo  mío, 

225  pues  vos  coméis  eso,  lo  mismo  será  mi  manjar,  y  no  otro; 
pues  vos  coméis  manjar  tan  amargo,  no  habrá  cosa  que 
a  mí  me  sea  dulce,  sino  las  mismas  amarguras  que  vos  co- 
méis; y  vuestros  acíbares  y  lágrimas  serán  a  mí  más  dul- 
ces que  el  azúcar;  y  todo  lo  demás  que  es,  fuera  de  lo  que 

230    vos  coméis,  me  será  a  mí  hiél  y  acíbar". 

Nos  faltan  consola-  El  regalo  de  la  monja,  el  descanso 
ciones  divinas,  por-  de  Ia  esposa  de  Jesucristo,  ha  de 
que  las  tenemos  hu-  ser  Padecer  Por  su  muy  amado  y 
manas  querido  Esposo,  y  porque  en  esto 

235  se  muestra  ver  lo  mucho  que  le 

ama,  no  ha  de  procurar  la  esposa  de  Jesucristo  consola- 
ción de  la  tierra,  no  consuelo  de  las  criaturas,  todo  lo  ha 
de  despreciar  y  poner  debajo  de  los  pies.  Que  por  eso  no- 
rabuena no  os  dan  consuelos  de  parte  de  vuestro  Esposo, 

240  porque  no  queréis  dejar  los  de  la  tierra.  No  pongáis  vues- 
tro contentamiento  en  lo  de  acá,  y  luego  os  dará  vuestro 
Esposo  de  sus  consolaciones.  Sí;  que  por  eso  nos  faltan 
consolaciones  divinas,  porque  tenemos  humanas  consolacio- 


1382 


PLÁTICAS 


nes  de  parientes  y  de  amigos  y  de  regalos  de  mundo;  y  por 

245  eso  dice  Dios:  "Pues  tú  tienes  ahí  tus  consolaciones,  no 
quiero  yo  darte  de  mis  regalos.  Basta  lo  que  tú  te  tomas". 
Las  monjas,  señoras,  de  todo  consuelo  humano  se  habían 
de  despojar  por  razón  del  divino,  habían  de  ser  como  Mel- 
quisedec,  sin  padre,  ni  madre,  ni  parientes,  ni  amigos.  Ha- 

250  bía  de  pensar  la  monja,  en  entrando  en  el  monesterio,  que 
está  mil  leguas  de  su  tierra,  y  han  ya  muerto  todos  sus  pa- 
rientes y  amigos,  para  se  ocupar  toda  en  su  solo  Esposo. 
Creedme — '¡oh  quién  os  lo  supiera  decir! — ,  creedme,  que, 
si  todo  lo  dejásemos,  de  veras  hallaríamos  al  todo.  Por  este 

255  Esposo,  señoras,  habéis  de  dejar  padre  y  madre  y  todo  lo 
criado,  y  hallaréis  de  veras  al  que  tuvo  principio. 

¡Oh  señoras  mías,  esposas  de  Jesucristo,  y  quién  os  su- 
piera decir  los  requiebros  y  pláticas,  tan  suaves  y  amoro- 
sas, que  pasan  entre  la  esposa  que  así  lo  deja  todo  para 

260  ocuparse  en  sólo  su  esposo!  ¡Quién  os  supiera  decir  la  sua- 
ve música  que  la  tal  esposa  oye  de  la  cruz  de  su  amado,  los 
abrazos  tan  amorosos,  los  regalos  tan  de  verdadero  espo- 
so que  pasan  entre  esos  dos  amados!  Vosotras,  señoras, 
como  gente  por  quien  habrá  pasado  y  pasará  cada  día,  sa- 

265  bríades  informar  mejor  de  este  negocio  a  los  que  no  lo  sa- 
bemos. Vuestro  es  este  oficio,  y  a  vosotras  pertenece  sa- 
berlo esto;  y  quien  esto  no  sabe,  aun  no  sabe  del  todo  ser 
verdadera  esposa.  Por  eso,  mis  señoras,  a  quien  esto  fal- 
ta, ya  os  tengo  dicho  el  remedio,  cómo  alcanzarlo:  no  que- 

270  riendo  ningund  consuelo  de  acá,  dejándolo  todo,  como  dije, 
para,  así  dejado,  hablar  y  poseer  lo  que  digo.  ¿Qué?  ¿Se 
os  acuerda,  señoras,  de  lo  que  otra  vez  aquí  he  dicho:  que 
no  dió  Dios  la  suave  comida  del  maná  a  los  del  pueblo  de 
Israel  hasta  que  se  les  acabó  la  harina  de  Egipto?  Así, 

275  pues,  vuestro  Esposo  no  os  dará  el  maná  de  su  consola- 
ción y  regalo  si  primero  no  se  nos  acaba  la  harina  del  re- 
galo que  buscamos  nosotros,  y  si  primero  no  se  acaba  el 
consuelo  de  Egipto,  el  consuelo  que  teníamos  en  la  tierra, 
en  las  cosas,  finalmente,  que  son  cosas  fuera  del  mismo 

280  Dios.  Y  de  esta  manera  que  os  he  dicho  seréis  buena  espo- 
sa de  Jesucristo  y  pareceréis  hermosa  delante  de  sus  ojos. 

Miraos  en  el  espejo  Acá  en  el  mundo  han  una  vanidad 
de  vuestro  Esposo.    las  mozuelas,  que  desean  parecer 

oc  ¿Obedecéis  como  El?  bien  a  <luien  .las  míra>  /  f  <l.ue 
¿r85  "  traen  un  espejo  consigo  dondequie- 

ra que  van  para  se  mirar  cómo  están  hermosas,  o  por  mejor 
decir,  cómo  están  feas,  que  así  se  ¡ha  de  decir;  que  quizá 

1277  que]  y 

249    Of-  Hébr.  7,  3. 
274    Of.  Ex.  16,  12  ss. 


15-     A   LAS  MONJAS  DE  SANTA  CLARA  DE  MOXTILLA  1383 


cuanto  más  hermosas  están  las  tales,  así  tanto  más  es- 
tán tan  feas  a  los  ojos  de  Dios.  Este  uso,  señoras,  del  mun- 

290  do,  tomadlo  vosotras,  y  usad  de  él  de  otra  manera.  To- 
mad un  espejo  y  traeldo  con  vosotras  dondequiera  que  vais, 
para  miraros;  agora  sea  al  coro,  a  la  celda,  al  refritorio, 
o  dondequiera  que  vais,  y  adondequiera  que  estuviéredes. 
El  espejo  que  digo  que  traigáis:  a  Jesucristo,  vuestro  Es- 

295  poso,  y  su  bendita  Madre,  para  que  os  andéis  siempre  mi- 
rando a  ver  si  andáis  conforme  a  El  y  a  su  vida.  Este  ha 
de  ser  vuestro  espejo.  Miraos  bien,  si  sois  mansas  como  El 
lo  fué,  que,  con  hacerle  tantas  y  tan  grandes  afrentas  y 
menosprecios,  no  movía  su  lengua  para  les  decir  mala  pala- 

300  bra.  Mirad  si  os  amáis  unas  a  otras,  mirando  que  os  ama 
El  tanto,  que  por  amor  vuestro  dió  su  misma  vida,  y  que 
nos  mandó  que  nos  amásemos  unos  a  otros  como  El  nos 
amó.  Mirad,  finalmente,  si  en  todo  lo  que  hacéis  andáis 
conformes  a  su  vida;  mirad  si  obedecéis  como  El  obedeció 

305  al  Padre,  hasta  derramar  su  sangre  y  expirar  en  la  cruz 
por  darnos  vida. 

¡Oh  señoras,  y  qué  cuerda  de  la  vigüela  hemos  tocado! 
¡Oh  qué  vena  tan  rica  hemos  descubierto  para  vosotras,  la 
obidiencia!  A  esta  virtud,  señoras,  de  la  obidiencia  es  la 

310  que  habéis  de  traer  muy  arraigada  en  vuestros  pechos  y 
metida  dentro  de  vuestros  corazones.  Obedecer  a  vuestra 
perlada  y  perlado  como  si  el  mismo  Dios  os  lo  mandase, 
pues  que  así  es,  que  Dios  os  manda  que  obedezcáis,  y  en 
obedecer  a  ellos,  a  Dios  obedecéis.  — ¡Oh  padre,  que  me 

315  manda  cosas  que  no  lo  puedo  sufrir:  ir  a  la  cocina  en  este 
tiempo,  donde  hace  tan  gran  calor,  que  apenas  nos  podemos 
valer  en  una  sala  fresca!  — Miraos  vos  en  el  espejo  de  vues- 
tro Esposo,  y  veréisle  que  iba  por  Jerusalem  tan  cargado 
con  vuestras  culpas,  con  aquesta  cruz  tan  pesada,  que  le 

320  hizo  caer  en  tierra,  sudar  por  obedecer,  que  Cristo  sudó 
sangre  por  obedecer,  para  remedio  vuestro.  Cansaos  y  pa- 
decé  por  obedecer,  pues  por  obedecer  se  cansó  y  padeció 
vuestro  Esposo.  Obedecé  aunque  os  cueste  la  sangre  y  la 
vida,  que  por  obidiencia  la  derramó  y  murió  vuestro  Es- 

325  poso.  Comed  de  su  mismo  plato,  como  os  dije,  aunque  os 
parezca  acíbar,  que... 


1384 


PLÁTICAS 


16  Quien  quisiere  seguirme,  niegúese  a  sí 

y  tome  su  cruz  * 

Zafra,  monasterio  de  la  Cruz.  ¿Un  Viernes  Santo? 

(R.  A.  H.,  Ms.  'Cortes"  272,  flf.  503  r  -510  v.) 

Si  quis  vult  venirc  post  me,  etc.   (Mt.  16,  [24]). 

Exordio  El  mayor  sacrificio  que  se  puede  hacer  a  Dios 
es  ofrecerle  cada  uno  a  sí  mesmo;  y  aquél  se 
ofrece  a  sí  mesmo  que  le  ofrece  su  voluntad;  y  cuanto  es 
5  más  penoso  de  la  nuestra  voluntad,  tanto  es  él  más  agra- 
dable. Entre  todas  las  puras  criaturas  que  le  ofrecieron 
dones,  la  que  mayor  y  más  penoso  le  ofreció  fué  la  Sacra- 
tísima Virgen  María,  Señora  nuestra,  la  cual,  aunque  amaba 
tanto  a  su  hijo,  sabiendo  que  era  la  voluntad  de  su  Eterno 

10  Padre  que  muriese,  aunque  a  ella  tanto  le  dolía,  quiso  negar 
su  voluntad  por  conformarse  con  la  del  Padre.  Cuando  [a] 
alguna  persona  mucho  le  doliese  ofrecer  algo  a  Dios,  acuér- 
dese de  este  dolor  de  la  Virgen  y  este  ofrecimiento  que  hizo, 
y  sosegarse  ha  su  dolor.  Y  porque  habernos  de  hablar  cómo 

15  habernos  de  negar  nuestra  voluntad  y  seguir  la  de  Cristo, 
tenemos  necesidad  de  la  gracia.  Pidámosla  a  nuestra  Señora 
nos  la  alcance,  diciendo:  Ave,  Maria. 

Diónos  Oisto  man-  Dice  Cristo  nuestro  Redemptor  por 
damientos  nuevos      San  Mateo:  Si  quis  vult  post  me 

20  venire,  ábneget  semitipsum,  et  tollat 

crucem  suam,  et  sequatur  me,  etc.  San  Gregorio  dice:  "Cris- 
to, hombre  nuevo,  vino  a  este  mundo  a  dar  mandamientos 
nuevos".  Lo  que  el  mundo  usaba:  quererse  el  hombre  a  sí 
mismo,  querer  su  voluntad  y  que  todos  quieran  lo  que  él 

25  quiere,  y  él  lo  que  nadie.  Vino  el  Hijo  de  Dios  y,  con  aquellas 
fuerzas  nuevas  que  tenía,  dió  mandamientos  nuevos  y  con- 
trarios al  uso  común  del  mundo;  y  entre  otras  dijo  estas 
palabras:  El  que  quisiere  venir  en  pos  de  mí,  néguese  a  sí 
mismo,  y  tome  su  cruz,  y  sígame.  "Quien  quisiere  seguirme, 

30  ha  de  negar  su  voluntad",  palabras  son  durillas  de  cumplir; 
mas,  bienaventurado  quien  las  cumpliere.  Esforcémonos  a 

7  la]   Jo  ||   11  confirmarse 

23  usaba]  y  add.  |  a  sí]  ansí  ||  31  cumpliera  |,|  33  nuevos]  y  add. 

*  «Sermón  del  Mtro.  Avila,  en  Zafra,  a  unas  monjas,  en  el  mo- 
nesterio  de  la  Cruz,  un  viernes»  (f.  503  r). 

21  Mt.  16,  24. 

23  Of.  San  Gregorio  Magno,  Moral.,  1.  28,  c.  18,  41-42  ;  Hom.  in 

Ei'.,  i.  2,  hom.  40,  9  :  ML  76,  472  s.  1309. 

29  Mt.  ió,  24. 


IÓ.     A   LAS   MONJAS    DE  LA   CRUZ    PF.  ZAFKA  1385 


cumplirlas,  y  esperemos  nuevas  fuerzas  del  que  dió  manda- 
mientos nuevos. 

Palabra  recia  es  negarse  el  hombre  a  sí  mesmo,  no  querer 
lo  que  quiere,  que  me  fuerza  que  tome  mi  cruz.  ¡Qué  cosa 

35  más  recia !  Es  tanto  que,  en  oír  San  Pedro  que  había  de  llevar 
el  Señor  la  cruz,  le  pareció  cosa  tan  recia,  que  lo  apartó  y 
le  dijo:  Absit  a  te  Domine.  Nunca  plega  a  Dios  que  tal  pase 
por  ti.  Pues  si  a  San  Pedro  le  pareció  cosa  tan  recia  decirle 
de  echar  la  cruz  sobre  hombros  ajenos,  ¿qué  hiciera  si  le 

40  dijeran  que  la  había  de  llevar  sobre  los  suyos?  ¡Cuánto  más 
en  hombros  tan  delicados  como  los  nuestros !  El  Señor  nos  * 
remedie,  por  quien  El  es,  que  muy  delicados  estamos  para 
llevar  la  cruz.  Estamos  tan  flacos,  querémosnos  tanto,  que- 
jámosnos  tan  de  veras  por  no  nada,  que  no  sé  cómo  habernos 

45  de  ir  al  cielo;  que  queremos  descansar  con  Dios  y  estamos 
tan  flacos,  que  nuestras  obras  dicen  que  no  queremos  a  Dios. 
Recia  palabra  es  llevar  la  cruz  y  por  tan  estrecho  y  trabajoso 
camino  seguir  a  Cristo. 

Quien  quisiere  seguir    Señor,  si  vos  fuérades  por  un  ca- 

50        en  pos  de  mí...  mino  llano,  por  camino  que  fuera 

agradable  a  los  hombres,  muchos 
os  seguieran;  mas  veniste,  Señor,  a  la  tierra,  pusistes  vues- 
tro corazón  y  pies  en  un  camino  tan  estrecho  y  espinoso,  que 
quien  por  allá  hubiera  de  pasar,  rastro  ha  de  dejar  de  su 

55  sangre.  Pusistes,  Señor,  vuestros  pies  allí  adonde  cualquiera 
del  mundo  que  los  pone,  luego  dice:  "¡Ay,  que  me  duele!" 
¿Quién  os  siguirá,  Señor?  ¿Qué  fué  vuestro  consejo?  ¿No 
sabéis  cuán  delicados  somos?  Decís  que  os  sigamos,  y  vais 
por  camino  tan  estrecho,  que  cuál  o  cuál  podrá  ir  tras  vos. 

60  Porque  ¿quién  sufrirá  nacer  en  un  pesebre  con  tanto  frío 
y  tan  poco  abrigo?  ¿Quién  desde  a  ocho  días  derramar  san- 
gre con  tanto  dolor  vuestro  y  [de]  vuestra  sacratísima  Ma- 
dre? ¿Quién  irá  huyendo  a  Egipto  con  tanta  pobreza  y  tra- 
bajo? ¿Quién  hará  bien  a  quien  le  hace  mal?  ¿Quién  deseará 

65  sacar  el  demonio  de  quien  le  dijere  que  está  él  endemoniado? 
¿Quién  tendrá  entrañas  para  sacar  de  trabajos  a  quien  de 
cierto  sabe  que  procura  que  caiga  en  ellos?  ¿Quién  irá  entre 
dos  ladrones  y  morirá  como  uno  de  ellos? 

¡Recia  palabra,  Señor,  es  seguiros;  el  conseguiros  bien 

70  me  parece,  mas  el  seguiros,  el  negarse,  el  tomar  la  cruz, 
recia  palabra!  ¿Quién  sufrirá,  Señor,  ser  hecho,  como  dice 
San  Pablo,  tamquam  peripsemata,  como  estiércol,  como  una 


35  Es]  En 
52  a]  de 


38   Mit.  16,  22. 

72   Cf.  1  Cor.  4,  13. 


1386 


PLÁTICAS 


cosa  desechada  de  todos  y  que  nadie  la  quiera  aun  mirar? 
¡Y  que  habernos  de  ir  por  este  camino!  ¡Cuan  estrecho,  Se- 

75   ñor,  lo  escogistes  y  cuán  pocos  habéis  de  hallar  que  os  sigan! 
Porque  dirá  cada  uno:  "Señor,  recia  cosa  es  lo  que  pedís,  yo 
soy  de  sangre  y  de  carne,  siento  las  injurias,  no  puedo  sufrir 
a  quien  me  hace  mal,  no  puedo  padecer  hambre  ni  sed". 
¿Qué  remedio?  Dice  el  Señor:  Quien  quisiere  a  mí,  nié- 

80  guese  y  tome  su  cruz  y  sígame,  y  parece  que  no  lo  manda, 
sino  que  lo  deja  a  voluntad  de  cada  uno,  porque  no  dice: 
"Mando",  sino:  "Quien  quisiere";  no  porque  dé  licencia  que 
ninguno  siga  a  otro  que  a  El,  sino  que  no  quiere  forzar  a 
nadie,  y  ansí  dice:  "Quiero  que  me  queráis  tanto,  que  con- 

85  vidándoos  el  mundo  con  riquezas  y  placeres,  los  dejéis  todos 
por  seguirme  a  mí;  y  queráis  más  llorar  comigo  que  querer 
ir  con  el  mundo,  y  escojáis  antes  ser  desechado  en  la  casa 
del  Señor  que  favorecido  y  honrado  en  el  mundo;  y  que 
digáis:  "Más  quiero  ir  con  trabajos  y  cruz  que  al  mundo 

90  con  deleites  y  descanso.  Espinarme  quiero  en  el  camino  de 
Cristo  y  no  deleitarme  en  el  del  mundo.  Antes  quiero  entrar 
en  el  infierno  por  Cristo  que  en  el  cielo  ofendiéndole,  si 
pudiere  ser".  Y,  finalmente,  quiere  Dios  que  lo  armemos  y 
sirvamos,  no  forzados,  sino  voluntariamente;  y  por  esto 

95  dice  "el  que  quisiere",  porque  el  servicio  proceda  de  amor 
y  no  de  fuerza. 

Decí,  Señor:  Si  algún  pensamiento  me  dijere:  "¿Cómo 
podré  yo  seguir  a  este  que  tanto  corrió  y  tantas  afrentas 
y  trabajos  pasó?  ¿Cómo  podré  yo  seguir  bien  a  quien  me 
100  hace  mal?  Matáronme  mi  hijo,  diéronme  una  bofetada,  le- 
ventáronme  un  testimonio,  ¿cómo  podré  yo  perdonar  esto?; 
no  quiero  seguir  a  éste,  Señor,  que  es  cosa  seria  sufrir 
esto..." 

No  te  enamores  de  las    ¡  Desventurada   del  alma  que  le 
105  señas,    olvidando    al    pareciere  bien  las  cosas  de  Dios, 
que  te  las  hace         <lue  son  las  criaturas  de  Dios,  y 
^  dejare  por  ellas  al  Criador;  que  se 

.enamorase  de  las  señales  y  dejare  al  que  las  hace.  Di,  ciego, 
¿  cómo  pudo  caber  en  tu  corazón  estimar  en  más  una  gota 
110  de  agua  que  toda  la  agua  de  la  mar?  ¿Más  la  lumbre  de 
una  vélica  pequeña  que  la  claridad  del  sol?  Si  le  parece  bien 
la  honra,  honra  de  sí  mismo  es  Dios:  "la  mayor  honra  que 
puedes  tener  es  ser  amigo  mío" ;  si  deseas  riquezas,  riquísimo 
es,  y  él  solo  te  puede  enriquecer  y  hinchir  los  senos  de  tu 
115  alma;  si  deseas  deleites,  en  Dios  los  tendrás,  que  El  es  el 
deleite  y  alegría,  y,  finalmente,  todos  los  bienes.  Y  ansí 
dice  San  Agustín:  "¡Ay  de  aquel  que  escogió  antes  las  cosas 

87  cosa  ||  88  que  ]  y 

113  es]  as  |l|  115  días  ||  125  vos]  a  vos  add.  \\  128  se]  s£ 


l6.     A   LAS    MONJAS    DE   LA   CRIV.    DF.  ZAFRA 


1387 


desechadas  tuyas  que  a  ti,  y  a  las  señales  que  a  ti,  Señor, 
que  las  haces!"  Porque  ¿qué  pensáis,  hermanos,  que  es  el 

120  árbol  que  veis,  y  el  agua  y  el  cielo,  y  el  sol  y  las  estrellas 
y  todo  lo  criado,  sino  unas  señas  de  Dios?  ¿Habéis  mirado 
lo  que  hablan,  pues  dice  David:  Caeli  enarrant  gloriam  Dei? 
Temo  que  como  los  brutos,  que  comen  sin  alzar  los  ojos  a 
dar  gracias  a  quien  se  lo  da,  somos  nosotros.  —¿Qué  os 

125  parece  a  vos  cuando  veis  un  árbol  con  fruto?  — Alégrome  en 
verlo  y  huelgo  a  ir  a  comer  de  él  y  no  curo  de  más.  — ¡Ay 
de  aquel  que  ama  más  las  señas,  que  son  las  criaturas,  que  a 
ti,  Señor,  que  se  las  das! 

Al  hombre  necio,  por  demás  son  señas;  y  ansí  es  muy 

130  agradable  al  Señor  un  siervo  que  entiende  en  bullendo  la 
cabeza:  Acceptus  est  domino  minister  intelligens.  ¿Sabéis 
de  señas?  ¿Qué  quiere  decir  Dios  cuando  os  envía  el  pan 
que  coméis  y  el  vestido  y  lo  demás?  Por  eso  nos  va  como 
nos  va,  porque  no  sabemos  entender  esto;  que,  si  lo  enten- 

135  diésemos,  celebrados  andaríamos  en  Dios.  ¡Si  supiésemos 
entender  lo  que  Dios  nos  quiere  decir  cuando  algo  nos  da,  si 
conociésemos  el  corazón  con  que  nos  envía  un  grano  de  uvas, 
nuestras  entrañas  se  derriterían  de  amor! 

Diréis  vos:  — Padre,  ¿un  grano  de  uvas  no  es  al  fin  un 

140  grano  de  uvas?  — Sí,  pero  en  esa  cosa  tan  poca  viene  en- 
vuelta otra  cosa,  que  es  más  que  cielo  y  tierra,  que  es  el 
mesmo  Dios.  ¿Pensáis  que  lo  ha  Dios  porque  comáis,  por- 
que os  hartéis,  no  más?  Tierra  es  lo  que  nos  da,  pero 
otra  cosa  es  lo  que  nos  dice  David,  sintiendo  esto:  Quid  est 

145  homo  quod  memor  es  eius,  aut  quid  apponis  erga  eum  [cor 
tuum]  ?  ¿Qué  cosa  es,  Señor,  el  hombre  que  te  acuerdas  de  él, 
y  pones  tu  corazón  cerca  de  él?  Mirad,  cuanta  diferencia  va  de 
dar  vos  a  una  vuestro  corazón  o  otro  don,  que  tanto  va  de  lo 
que  os  da  Dios  a  lo  que  os  dice  por  aquellas  señas ;  porque  éstas 
150  os  dicen  que  en  el  don  os  dan  sus  entrañas.  ¿Habéislo  enten- 
dido? Ni  creo  que  tenéis  ojos  para  ve[r]lo  ni  oídos  para  oírlo. 

¿Habéis  oído  alguna  vez  cantar  las  piedras  o  el  pan,  ésa, 
esotras  criaturas?  — Nunca  tal  oí.  — Créolo,  porque,  si  lo 
hobiérades  oído,  entendiérades  que  todos  os  dan  voces  y 

155  dicen  que  conozcáis  en  ellos  a  Dios;  y  creedme  que  es  cosa 
tal  conocer  a  Dios,  que  sólo  aquél  lo  deja  de  amar  que  no 
lo  conoce,  y  así  dice  San  Juan:  Quien  dijere,  Señor,  que  te 

129  demos  sin  H  136  aleo  nos]  algunos 
143  hartáis  |¡  145  menor]  mero 

119  San  Agustín,  De  libero  arbitrio,  1.  2,  c.  16,  43  (ML  32,  1264)  ; 
«Vae  qui  derelinquunt  te  ducem,  et  oberrant  in  vestigiis  tuis,  qui 
nutus  tuos  pro  te  amant,  et  obliviseuntur  quid  intuías,  o  suavissima 
lux  purgatae  mentís  sapientia!» 

122    Ps.  18,  2.  146   Cf.  Ps.  8,  5. 

131    Cf.  Prov.  14,  35.  147    Cf.  Iob  7,  17. 


1388 


PLÁTICAS 


conoce  y  no  te  ama,  mentiroso  es,  porque  ¿quién  conocerá 
a  Dios  y  a  sus  amorosas  entrañas  que  le  deje  de  amar?  Dice 

160  San  Juan:  Deus  caritas  est.  Y  el  griego  dice  hoc:  est  dilectio. 
Dios  es  amor.  ¿Pues  quién  podrá  dejar  de  amar  al  que  esen- 
cialmente es  amor?  ¿Quién  no  amará  a  Dios,  que  le  ama? 
¡Cómo!,  ¿que  un  Dios  hermosísimo,  sapientísimo,  infinito, 
ponga  sus  ojos  sobre  un  gusanillo,  [y  éste]  los  quite  de  El 

165  y  los  ponga  en  otro?  Estamos  tan  enfrascados  y  embebidos 
en  las  miserias  y  nonadas  del  mundo,  que  por  eso  no  enten- 
demos. 

Dos  cosas  nos  da  a  Este  es  grande  amor,  que,  si  miráse- 
entender  Dios  en    mos,  todas  las  cosas  nos  dicen  que 

170         sus  dones  amemos  a  Dios,  y  ansí  decía  San 

Agustín:  Omnia,  Domine,  clamant  ut 
amem  te.  ¿Habéis  oído  este  cantar?  Todas  las  cosas,  Señor, 
dan  voces  que  te  quieran  bien  a  ti,  porque  todas  ellas  son 
testigos  de  quien  tú  eres  y  de  dádivas  que  nos  das.  ¿Sabéis 

175  qué  es  el  pan  que  os  harta?  Testigo  de  la  hartura  que  hay 
en  Dios.  ¿Sabéis  qué  es  el  refresco  que  os  deleita?  Testigo 
de  la  frescura  y  deleite  que  hay  en  Dios.  Testigos  son  todas 
las  cosas  que  Dios  nos  da  de  lo  mucho  que  hay  en  El,  y 
todas  son  como  una  candelica  en  comparación  de  la  claridad 

180    del  sol. 

Dos  cosas  nos  da  a  entender  Dios  en  sus  dones:  una,  que 
son  señales  de  sus  perficiones,  y  otra,  del  amor  que  nos 
tiene;  porque  quien  algo  nos  da,  señal  es  que  nos  ama.  Si 
alguno  nos  enviase  un  presente,  malcriado  seríades-si  no  le 

185  volviésedes  siquiera  el  plato.  Todo  lo  que  tenemos  son  pre- 
sentes que  nos  invía  Dios,  y  el  plato  en  que  nos  lo  invía  es 
el  amor;  pues  tomad  el  presente  y  volvedle  el  plato,  que  es 
el  amor,  que  en  ninguna  cosa  quiere  que  le  páguemos  en  la 
misma  moneda  si  no  es  en  ésta;  y  pues  nos  da  amor,  pagué- 

190  mosle  con  amor.  ¿A  qué  propósito:  El  que  quisiere  venir  en 
pos  de  mí?  Que  quiere  Dios  que  por  amor  le  sigamos,  y  no 
constreñidos.  Decí,  ¿no  hay  ruegos  que  valen  por  manda- 
mientos? Pues  así  hay  convite  que  vale  por  mandamiento. 
¡Señor,  que  [n]os  convidéis  vos  con  vos,  y  que  busque  yo  a 

195  otro  que  a  vos!  Basta  que  me  digáis  que  os  puedo  alcanzar, 
para  que  lo  tenga  por  mandamiento  y  lo  procure,  aunque 
me  cueste  derramar  la  sangre. 

1712  amem  te]  amentur 
196  procure]   y  acLd. 


158   Of.  1  lo.  1,  7. 
160    1  lo.  4,  8. 

172  San  Agustín,  Confess.,  1.  10,  c.  6,  8  (ML  32,  782)  :  «Caelmn, 
et  térra,  et  omnia  quae  in  eis  sunt,  eoce  -undique  mihi  dicunt  ut  te 
ametría. 


l6.     A   LAS    MONJAS    DE    LA   CRUZ    DF-  ZAFRA 


1389 


Niéguese  a  sí  mismo    Hermanos,  no  podemos  conseguir 
a  Cristo  si  no  seguimos  a  Cristo. 

200  Madres,  "morir  y  no  tornar  atrás",  que  más  que  por  jura- 
mento nos  va.  ¡Bienaventurada  obligación  que  nos  hace  se- 
guir a  Cristo  y  bienaventurada  la  carga  que  habéis  echado 
sobre  vuestros  hombros,  pues  es  la  cruz  de  Jesucristo,  y 
pues  que  os  va  por  juramento  seguirlo,  mirad  lo  que  os  ha 

205  de  costar:  Abneget  semetipsum!  Habéis,  para  servir  a  Dios, 
de  negaros  a  vosotros  mismos,  renunciar  y  contradecir  a 
vuestra  voluntad  y  tenerla  por  capital  enemiga. 

— Señor,  ¿cómo  haré  eso?  ¿Tan  malo  soy  yo  delante  de 
vuestros  ojos?  Plu[g]uiese  a  Dios  que  lo  fuese  delante  los 

210  míos:  que  no  os  puedo  seguir  a  vos  llevándome  a  mí.  — Si  me 
quieres  alcanzar,  dice  el  Señor,  haste  de  perder  a  ti.  —¿Có- 
mo? ¿Que  no  podemos  caber  en  un  saco  yo  y  vos?  Mala  cosa 
debo  de  ser.  — El  mayor  enemigo,  un  basili[s]co,  no  nos 
puede  tanto  dañar  como  nosotros  mesmos.  Si  paz  queremos 

215  con  Dios,  no  la  hemos  de  tener  con  nosotros.  — Señor,  vié- 
nenos  un  trabajo,  no  hay  quien  me  consuele;  y  aquel  mal- 
acondicionado  no  le  puedo  sufrir.  ¿Qué  haré?  — Vos  sois 
el  malacondicionado,  y  por  eso  se  os  hace  penoso  sufrir  la 
condición  del  otro,  porque  sois  flojos;  por  eso  se  os  hace 

220  penoso  el  trabajo,  porque  no  tenéis  en  vuestro  corazón  hecha 
esta  cuenta,  y  determinado:  "Al  Crucificado  tengo  de  seguir, 
cueste  lo  que  costare  y  venga  lo  que  viniere".  Por  eso  se 
os  hace  pesada  la  cruz. 

Dios  y  nosotros  so-     — Señor,  mala  cosa  soy,  pues  decís 

225  mos  bandos  con-  aue  me  tengo  de  negar,  si  os  quiero 
trarios  seguir,  y  que  me  tengo  de  querer  mal 

para  quereros  a  vos  bien.  No  puede 
tener  trocamiento  más  cierto  quien  quisiere  alcanzar  a  Dios 
que  negarse  a  sí  mesmo,  porque  Dios  y  nosotros  somos 

230  bandos  contrarios:  Dios  bueno,  y  nosotros  malos;  Dios  casto, 
y  nosotros  sucios;  Dios  justo,  y  nosotros  pecadores;  Dios  la 
verdad,  y  nosotros  la  mentira.  Pues  ¿cuándo,  Señor,  se 
juntará  en  uno  la  bondad  y  la  maldad?  ¿Cuándo  se  juntará 
el  hombre  con  Dios,  siendo  tan  contrario  a  Dios?  "¿Quiéres- 

235  me  tener  a  mí  en  tu  corazón?,  dice  el  Señor;  ponte  a  ti 
debajo  de  los  pies".  En  angustia  están  puestos  los  malos, 
y  en  gran  trabajo  ha  puesto  Dios  a  sus  amadores.  Si  queréis 
tener  a  Dios,  habéis  de  perder  a  vos,  escoged.  Pues  ¿qué 
pensábades?  ¿Que  así  de  vuestra  cosecha  teníades  a  Dios? 

240  No  hay  perro  ni  gato  tan  contrario  como  vos  con  Dios. 
Factus  sum  mihimetipsi  gravis.  Dice  el  santo  Job:  ¿Por  qué 


230  blandos  ||  137  puesto]  a  add.  |  Dios]  y  add. 


1390 


PLÁTICAS 


me  pusiste  contrario  a  ti,  y  soy  hecho  pesado  a  mí,  y  au[n] 
pesado  a  ti?  ¡Manda  Dios  que  le  amemos  con  todo  nuestro 
corazón,  y  con  toda  nuestra  voluntad,  y  con  todas  nuestras 
245  fuerzas;  y  mi  corazón  que  me  ame  a  mí  y  no  cure  de  Dios 
ni  de  los  prójimos.  Dice  Dios:  Aprehended  de  mí,  que  soy 
manso  y  humilde  de  corazón,  y  dice  mi  corazón  que  no  me 
humille  a  nadie  ni  me  subjete.  Veis  aquí  un  corazón  contrario 
a  Dios.  ■ — ¿Por  qué  me  pusiste  contrario  a  ti?  — A  la  fe  pu- 
250  sísteos  vos.  Porque  el  hombre  perdió  la  justicia  original  te- 
nemos este  mal,  y  plu[g]uiera  a  Dios  que  no  hubiéramos 
añadido  sobre  culpa  original. 

¡Oh  qué  cosa  tan  pesada  debe  ser  este  corazón!  ¿Habéis 
sentido  este  talento?  ¿Habéis  sentido  la  pesadumbre  de  este 

255  quintal?  Factus  sum  mihimetipsi  gravis.  ¡Ay  de  aquel  que 
no  siente  esta  pesadumbre  y  que,  viéndose  pesado,  piensa 
que  es  liviano,  y  ¡ay  de  aquel  que,  viéndose  contrario  a  Dios, 
no  llora!  Cuando  veis  esos  ojos  livianos  y  ese  corazón  des- 
honesto y  tan  endurecido,  y  que  no  podéis  tener  un  rato  de 

260  recogimiento,  ni  rezar  una  devoción,  ni  hacer  una  buena 
obra,  ¿no  os  lloráis?  "Querría,  Señor,  servirte,  y  véome  tan 
pesado  que  no  puedo  tener  ni  aun  un  buen  pensamiento. 
Querría,  Señor,  volar  a  ti,  y  veo  mis  pies  con  grillos.  Túr- 
bame la  pereza  y  estórbame  el  demonio;  esme  contraria  mi 

26i5  propria  carne.  En  todo  hallo  estorbo.  ¿Por  qué  me  pusiste 
contrario  a  ti?" 

Somos  hechos  contrarios  a  nos  y  aun  contrarios  a  Dios; 
por  eso  volvamos  a  El,  pidámosle  misericordia,  supliqué- 
mosle  que  nos  quite  esta  pesadumbre  y  nos  dé  corazón  con- 

270  forme  al  suyo,  porque  ni  santo  ni  santa  de  su  cosecha  no 
hubo  que  no  fuese  hecho  al  revés  de  Dios;  y  por  eso  fue- 
ron vueltos  conformes  a  Dios,  porque  trabajaron  y  con  lá- 
grimas se  lo  pidieron;  y  ansí,  si  alguno  siente  en  su  cora- 
zón alguna  poquita  devoción,  algún  buen  deseo,  alguna 

275  buena  obra,  don  de  Dios  es;  agradézcaselo,  y  déle  muchas 
gracias,  y  diga  de  aquí  adelante  cada  uno:  "Señor,  pues 
que  tan  malo  soy,  no  se  haga  cosa  que  yo  quiera;  sígase 
vuestra  voluntad  y  no  la  mía". 

Y  no  penséis  que  seguir  la  voluntad  de  Dios  que  [es] 

280  solamente  rezar  un  poco  o  tener  alguna  poca  de  devoción 
o  hacer  alguna  buena  obra,  que  no  es  sino  sufrir  afrentas, 
hacer  bien  a  quien  nos  hace  mal,  rogarle  por  quien  nos  per- 
sigue, y  todo  hacer  contrario  a  nuestra  voluntad;  esto  es 
obedecer  a  Dios.  Habéis  de  agradecer  mucho  a  quien  os 


277  siguase 


242    Idb  7,  20.  255    lab  7,  20. 

245  Clf.  Mt.  22,  37.  278  Mt.  26,  42  ;  Me.  14,  36  ;  Ix.  22,  42. 
247    Mt.  11,  29. 


IÓ.     A    LAS    MONJAS    DE   LÁ   CRUZ    EtE  ZAFRA 


1391 


285  dijera  cosas  contrarias  a  vuestro  querer,  y  amar  a  quien 
ayuda  a  vencer  a  vuestro  enemigo,  que  es  vuestro  parecer, 
y  a  quien  os  quita  vuestra  voluntad,  a  quien  os  riñe  y  os 
dice:  "No  es  bien  eso,  sino  esto".  ¡Oh  mundo  tan  al  revés, 
diréis,  que  no  quiera  sino  a  quien  quiere  lo  que  yo  quiero!, 

290  pues  ¿có[mo  es]  que  queréis  a  quien  hace  más  fuerte  a 
vuestro  enemigo,  y  dar  armas  a  vuestro  contrario  para 
que  os  mate?  Guardaos  de  quien  no  contradice  vuestros 
quereres,  y  os  favorece  en  vuestras  opiniones,  y  os  sigue  en 
vuestras  inclinaciones.  Habéis  de  estar  en  un  continuo  de- 

295  sierto  por  Cristo,  no  habéis  de  querer  sino  sólo  a  El,  y  lo 
que  más  quisiérades  ha  de  ser  por  El  y  para  El;  no  ha  de 
haber  adonde  reclinéis  vuestra  cabeza;  habéis  de  desear 
que  todos  seáis  olvidados  y  desechados  y  que  en  nada  se 
haga  lo  que  decís;  y,  ¡finalmente,  cuando  vuestra  voluntad 

300  estuviere  tal,  que  en  todo  quiera  lo  que  quiere  Dios  y  no 
lo  que  vos,  entonces  os  irá  bien. 

Esto  es  negaros  a  vos  mismos,  que  digáis  sí  a  vuestro 
no  y  no  a  vuestro  sí,  y  que  en  nada  queráis  lo  [que]  que- 
réis. Habéisos  de  tratar  como  a  un  enemigo.  Si  habéis 

305  tenido  alguna  mala  querencia,  pues  así  os  habéis  de  con- 
tradecir a  vos  como  a  quien  mal  queréis.  Que  dice  vuestro 
enemigo:  "Dormid",  pues,  porque  él  lo  quiere,  no  dormiré; 
no  comáis  si:  "Quiero  comer";  que:  "Quiero  holgar",  pues 
trabajad;  "Parlad",  pues  tened  silencio;  y  ansí  de  lo  demás. 

310  Este  tal  es  señor  de  sí,  y  del  mi[smo  Di]  os,  que  se  da  en 
trueque  a  quien  se  niega  por  El  y  hace  lo  que  puede  por 
amor  de  El. 

Al  corazón  mira  Diréis:  "Padre,  no  puedo  servir  a  Dios, 
Dios  más  que  a    que  no  tengo  de  qué  dar  limosna,  ni  pue- 

315  las  manos  do  ayunar,  ni  disciplinarme".  No  hace 
Dios  más  caso  de  eso  de  cuanto  pudié- 
rades,  porque  no  quiere  Dios  sino  el  corazón,  y  si  el  cora- 
zón no  niega  a  sí,  poco  le  hinche  a  Dios  todo  esotro.  Porque 
ansí  como  no  os  puede  Dios  hacer  bienaventurados  aunque 

220  os  dé  todo  el  mundo,  y  todo  el  cielo,  y  todos  los  ángeles, 
y  todo  lo  criado,  si  no  os  da  a  sí  mesmo,  ansí  no  se  con- 
tenta Dios  con  todo  si  no  le  dais  el  corazón.  Es  Dios  un 
gavilán  que  no  come  sino  corazones,  y  ansí  como  todo  lo 
criado  no  es  bastante  para  hartar  tu  ánima  ni  para  hinchir 

325  los  senos  de  ella,  sin  Dios,  ansí  no  contenta  Dios  con  que 
le  des  todo  lo  creado,  si  no  le  das  tu  corazón.  No  os  canséis, 
que  al  corazón  mira  Dios  más  que  a  las  manos;  más  mira 
Dios  el  afecto  con  que  lo  dais  que  al  mismo  don.  Non  quan- 
tum dederis,  sed  quantum  mente  dedisti  pensandum  est.  Tal 

330   es  Dios,  que  tantos  bienes  recibe  de  vuestra  mano  cuantos 


297   Mt.  S,  20 ;  Le.  9,  58. 


1392  PLÁTICAS 


con  el  corazón  le  deseáis  dar.  Al  corazón  malo  castigarlo 
ha  Dios  por  los  males  que  deseó,  y  al  corazón  bueno  gua- 
lardonallo  ha  Dios  por  los  bienes  que  deseó  hacer,  aunque 
no  los  puso  en  obra. 

335  Dice  Dios:  ¿Qué  vale  mas  tú  o  yo?  Pues  troquemos.  No 
tengas  congoja  de  ti,  yo  tendré  cuidado  de  ti;  no  pienses 
que  tienes  tú  saber  para  regirte,  yo  seré  luz  que  te  rija; 
date  por  mí,  que  yo  te  daré  por  ti  a  mí;  trueque  por  true- 
que. ¡Bienaventurado  quien  ansí  trocare,  plegué  a  Dios  que 

340  este  error  no  esté  sembrado  en  los  corazones  de  muchos, 
que  piensan  que  son  muy  letrados  y  no  sepan  nada!  Pien- 
san algunos  que  son  muy  doctores,  y  no  saben  la  primera 
letra  del  a  b  c.  Rogad  a  Dios  que  cual  tenéis  el  hábito  y  la 
fama,  tal  sea  el  corazón,  y  que  no  tengáis  nombre  de  sier- 

345  vos  de  Dios  y  seáis  siervos  de  vos.  ¿Qué  cosa  más  vergon- 
zosa que  tener  nombre  de  pobres  y  ser  proprietarios  de  nues- 
tro corazón,  tener  nombre  de  obedientes  y  estar  enteros  en 
vuestra  voluntad,  tener  nombre  y  hábito  de  humildes  y 
estar  hierta  la  cerviz.  ¿Qué  aprovecha  ser  uno  muy  casto 

350  y  por  otra  parte  sea  soberbio  y  desobediente?  Esta  es  la 
primera  letra  del  abe,  que  quien  quisiere  seguir  a  Cristo, 
se  niegue  a  sí  mesmo;  y  ahí  habéis  de  poner  la  medicina,  y 
en  esto  habéis  de  trabajar,  en  que  se  rinda  vuestro  corazón 
a  Dios. 

355  Hacen  algunos  caso  de  las  obras  y  no  de  humillarse  y 
subjectar  el  corazón.  ¿  Qué  me  aprovecha  a  mí  que  dé  limos- 
na con  las  manos  y  esté  el  corazón  tal,  que,  si  aquel  pobre 
os  dijere  una  mala  palabra,  le  pelaríades  las  barbas?  ¿Qué 
aprovecha  que  vistas  al  pobre  de  sayo,  si  no  te  desnudas  de 

360  tu  voluntad?  La  persona  que  se  está  vestida  con  su  volun- 
tad, aunque  esté  vestida  con  el  hábito  de  San  Pedro  o  de 
San  Francisco,  desnuda  está  delante  de  Dios  su  alma.  ¿Qué 
os  aprovecha  que  vais  a  maitines  y  oréis  y  os  disciplináis 
y  ayunáis,  si  está  vuestra  voluntad  viva?;  que  entonces  el 

365  ánima  está  muerta  cuando  la  voluntad  está  viva.  Y  el  árbol 
que  Dios  puso  en  el  paraíso  eternal,  que  se  llamaba  de 
bien  y  mal,  del  cual  dijo  Dios  a  nuestros  padres  primeros 
que  no  comiesen,  porque  luego  morirían,  éste  es  el  perla- 
do o  la  perlada,  a  quien  sólo  está  cometido  el  mandar  y 

370  entender  si  lo  que  hace  va  bien  o  mal.  ¿Para  qué  el  súbdi- 
to  se  ha  de  parar  a  decir:  "Es  un  desatinado,  no  va  bien 
hecho  esto  que  manda,  no  hay  quien  lo  puede  sufrir"? 
Hermana,  para  obedecer  entrastes,  que  no  para  mandar  ni 
juzgar;  para  humillaros  y  ser  de  todos  sierva,  que  no  para 

375   ser,  señora.  Las  rejas  con  humildad,  ¿qué  son?  Paraíso,  y 


368  Cf.  Gen.  2,  17. 


IÓ.     A  LAS   MONJAS   DE  LA  CRUZ   DE  ZAFRA  1393 


los  moradores  de  ellas,  ángeles.  Rejas  sin  humildad,  ¿qué 
son?  Infierno,  y  los  moradores,  demonios. 

Tome  su  cruz:  de-  — '¿Qué  cosa  es  tomar  la  cruz:  Tol- 
seo  de  pasar  lo  que    tai  crucem  suam?  ¿Hanme  de  encla- 
vo       Cristo  pasó  var  en   ella?  — No-  — ¿Pues  qué? 

— '¿Sabéis  qué?,  que  aquello  que  pasó 
Cristo  de  fuera,  tenga  cada  uno  propósito  y  deseo  [de]  pasa- 
lio  por  Cristo.  Cristo  fué  pobre  y  se  humilló,  y  dijo  a  su  ínti- 
mo Padre:  No  rríi  voluntad,  sino  la  tuya  sea  hecha.  Cristo 
385   fué  obediente  hasta  la  muerte,  y  muerte  de  cruz,  que  ansí 
lo  estéis  aparejada  para  lo  hacer  vos  por  El;  que  tengáis 
el  corazón  tan  sellado  con  el  de  Cristo,  que  antes  deseéis 
estar  con  El  con  trabajos  que  sin  El  con  mucho  descanso. 
— Padre,  no  tengo  quien  me  dé  pena,  tengo  riquezas, 
390    ¿qué  haré?  — -Con  ser  rico  puedes  ir  al  cielo,  con  tener  el 
corazón  pobre;  mas  haslo  de  llorar,  y  tenello  sólo  por  obe- 
diencia de  Dios,  y  gemir  delante  de  El  porque  te  lleva  por 
otro  camino  que  El  fué,  y  decir:  "Señor,  ¿cómo  se  sufre 
vos  pobre  y  yo  rico,  vos  con  trabajos  y  yo  con  descanso, 
395   vos  deshonrado  y  yo  honrado,  vos  con  cruz  y  yo  sin  ella? 
¡Quién  pudiese  recibir,  Señor,  esos  azotes  por  vos!  ¡Quién 
pudiese  recibir  esa  corona!  ¡Quién  pudiese  echar  a  sus  cues- 
tas esta  cruz!  ¡Quién  perdiese  la  vida  por  vos,  que  me  la 
distes,  perdiendo  la  vuestra!  Ya  que  nos  so[i]s  crucifica- 
do do,  quiere  Dios  que  tengas  deseo  de  padecer  por  El  lo  que 
El  padeció  por  ti. 

Quiere  que  tengamos  todos  cruz.  A  todo  hombre  se  dice; 
mas  ¡desventurada  de  la  esposa  de  Cristo  que  vive  sin  cruz! 
Creedme  que  la  monja  que  no  pasa  trabajos,  que  no  es 
buena  para  esposa  de  Cristo.  ¿Quién  nunca  vió  que  estén 
405  un  desposado  y  desposada  a  una  mesa,  y  que  esté  el  des- 
posado acostado  y  llorado,  cargado  de  espinas  y  derraman- 
do sangre  por  su  cara  y  por  todo  su  cuerpo,  y  todo  lleno 
de  trabajos  y  grandes  dolores,  y  que  esté  la  desposada 
muy  compuesta  y  serena,  comiendo  y  bebiendo,  y  que  no 
iio  tenga  lágrimas  ni  sentimiento  en  el  corazón  ni  en  los  ojos? 
Señoras,  suplicad  a  vuestro  Esposo  que  no  os  deje  vivir 
sin  cruz.  Decilde:  "Señor,  ¡vos  penando  y  yo  descansada, 
que  os  tenga  a  vos  por  malo  y  a  mí  por  buena!  ¿Cómo  no 
me  dais  parte  [en]  vuestros  trabajos?  Por  mala,  Señor, 
415  me  dejáis".  ¿Cómo  puede  vuestro  corazón  vivir,  viendo  a 
vuestro  Esposo  llagado,  sin  sentir  las  llagas?  ¿Cómo  no 
se  rasgan  vuestras  entrañas  de  dolor,  viendo  las  de  vues- 


4C0  deseo]  desto 


384  Le.  22,  42. 

385  Phil.  2,  8. 


1394 


PLÁTICAS 


tro  Esposo  rasgadas  de  amor?  ¿Cómo  podéis  estar  sin  cruz, 
viendo  a  vuestro  Esposo  enclavado  y  muerto  en  la  cruz? 
420  El  mundo  dice:  "No  puedo  sufrir  trabajos";  la  religiosa: 
"No  puedo  vivir  sin  ellos",  ha  de  decir,  porque  tal  esposo 
como  Cristo  no  se  da  de  balde  a  quien  lo  ha  de  llevar.  Dice 
El:  "Algo  le  tengo  de  costar;  quien  me  quisiera  hame  de 
dar  la  sangre". 

425  ¡Oh  cuán  pocos  amigos  tiene  Cristo!  Cuando  predicaba, 
muchos  amigos  tenía;  cuando  hacía  milagros,  muchos  le 
seguían,  y,  olvidados  de  sí,  se  iban  tras  El;  mas  tal  día 
como  hoy,  cuando  lo  crucificaron,  mucha  gente  le  seguía; 
mas  cuán  pocos  amigos  irían  con  El,  y  cuán  pocos  que  se 

430  doliesen  de  sus  trabajos  y  los  deseasen  pasar  por  El,  y 
cuántos  que  le  fuesen  contrarios  y  ayudasen  a  le  maltra- 
tar. Por  eso  se  metió  Dios  en  una  cerca  de  espinas,  para 
que  quien  lo  quisiere,  entre  por  allí,  y  no  puede  pasar  sin 
espinarse.  ¿Queréis  alcanzar  la  joya?  No  miréis  la  costa, 

435  sino  lo  que  ganaréis  con  la  costa.  Porque  nos  neguemos, 
envía  Dios  los  malos  y  las  muertes,  que  no  toma  Dios  pla- 
cer con  nuestros  trabajos  sino  porque,  cuando  nos  vinie- 
ren, digamos:  "Viéneme  esta  hambre,  tengo  necesidad,  há- 
cenme  esta  injuria,  y  es  Dios  servido  que  sea  así;  pues  de 

440  su  mano  viene,  sea  El  bendito;  no  mi  voluntad,  sino  la  suya 
se  haga.  ¿Que  me  puede  costar  el  marido  o  los  hijos?  Pues 
enhorabuena,  que  vida  es  la  que  se  pierde  por  Dios"". 

Cruz  es  mortifica-    — Niégate,   dice  Dios.  — Señor,  no 

445   ción  de  propia  vo-    puedo  sufrir  esta  mala  comlpañia  que 
Juntad  tengo.  Quiere  Dios  que  este  par  de 

ti  quien  sea  contrario  a  ti,  porque  tú 
aprendas  a  negarte  a  ti ;  porque  la  religiosa  que  no  sabe  su- 
frir, no  es  buena  para  el  monesterio.  Hermanas,  en  otro 
tiempo,  cuando  una;  quería  seguir  a  Cristo,  buscaba  el  mo- 

450  nesterio  donde  hubiese  más  trabajo  y  donde  el  prior  y  los 
frailes  fuesen  más  mal  acondicionados,  para  que  mejor  pu- 
diese ejercitarse  en  la  virtud  de  la  paciencia  y  tuviese  más 
materia  de  merecer.  "¿Cómo  podré  yo  probar  la  paciencia 
que  tengo  y  el  amor  que  tengo  a  Dios?  Quiérolo  probar  en 

455  que  mis  prójimos  me  sean  sayones,  en  que  todos  me  sean 
contrarios  y  ninguno  haga  lo  que  yo  quiero,  e  yo  lo  que  to- 
dos quisieren";  y  no  que,  si  la  perlada  está  puesta  en  un 
nivel  y  si  el  prójimo  discrepa  un  poquito,  no  hay  quien  le 
pueda  sufrir.  No  ha  de  tener  voluntad,  que  eso  quiere  decir 

460  cruz,  mortificación  de  propria  voluntad.  Pero  no  andamos 
buscando  sino  quien  vaya  por  donde  vamos,  quien  nos  tra- 
te como  queremos  y  quien  en  nada  nos  contradiga. 

No  hay  cosa  que  ansí  declare  la  burlería  que  hoy  hay 
en  servir  a  Dios  como  no  haber  quien  sufra  un  poquito  de 


l6.     A   LAS   MONJAS    DE   LA   CRUZ    DE  ZAFRA 


1395 


465  mal  ni  de  contrariedad.  Todos  queremos  que  sufran  nues- 
tras malas  condiciones,  y  no  hay  quien  sufra  una  mala 
condición  ajena. 

— ¿No  queréis  pasar  un  poco  de  pena?  — Sí  quiero,  mas 
las  que  yo  me  tomo:  un  ayuno,  una  disciplina,  lo  que  yo 

470  quiero  hacer  por  mi  voluntad.  — ¡Oh  hermanas,  que  echáis 
una  salsa  que  hace  desabrido  \el  manjar!  Hemos  de  ser  tan 
mortificados  que  estemos  como  encantados.  ¿No  habéis  oído 
cómo  encantan  las  culebras  para  que  no  muerdan?  A  las 
víboras,  cuando  las  encantan,  hácenlas  estar  quedas.  En 

475  eso  conoceréis  si  sois  víbora  o  no:  en  si,  cuando  os  hicie- 
ren algún  agravio,  lo  sufráis  y  calléis;  pero,  si  a  cabo  de 
muchos  años  de  confesar  y  de  comulgar  y  de  religión,  cuan- 
do os  dicen  una  palabra,  decís:  "No  lo  puedo  sufrir",  y  lue- 
go mordéis,  víbora  o[s]  estáis,  no  estáis  encantada. 

480  Pues,  Señor,  para  eso  me  inviáis  prójimos  mal  acondi- 
cionados, para  que  aprehenda  a  negar  mi  voluntad  y  a  se- 
guir la  vuestra.  ¡Oh  Rey  de  gloria,  y  adonde  llegaría  la 
maldad  de  los  malos  si  vos  no  pusiésedes  vuestra  mano 
sobre  ellos!  ¡Cuán  pocos  hay  que  sigan  a  Dios!  "¿Qué  haré 

485  para  humillar  a  éstos  y  para  que  subjeten  sus  pasiones,  que 
ni  bastan  trabajos,  ni  bastan  malos  años,  ni  basta  yo  na- 
cer, ni  basta  morir?  ¿Qué  haré  para  que  hagan  mi  volun- 
tad?" ¿Quién  contará  las  maneras  y  invenciones  de  Dios? 
La  gran  gana  que  tiene  que  tomemos  la  cruz  y  le  sigamos 

490  y  el  gran  deseo  que  tiene  que  nos  salvemos,  el  Señor  os  lo 
diga.  Amén. 

¿No  se  negará  el  Si  hay  alguna  que  diga:  "No  obedez- 
esclavo  por  el  Se-  co  de  buena  gana",  ¿qué  medicina 
ñor   que   se   negó    queréis  que  haga  Dios  para  que  an- 

495  ñor  él9  déis  a  voluntad  ajena?  ¡Bendito  sea 

*  Dios,  que  os  dió  una  medicina  muy 

costosa,  que  [no]  la  osaréis  pedir! 
¿Cuál  de  vosotras  hubiera  que  osara  decir:  "Señor,  soy 
airada;  suplicóos  que  vengáis  a  la  tierra  y  que  os  den 

500  cien  mil  azotes,  y  os  pongan  una  corona  de  espinas,  y  os 
den  de  bofetadas,  y  que  todo  lo  sufráis  para  que  aprenda 
yo  a  tener  paciencia  de  vuestra  paciencia"?  ¿Quién  osara 
ir  a  casa  de  su  vecino  a  decirle:  "Yo  estoy  enfermo;  supli- 
cóos que  un  hijo  que  tenéis  que  lo  matéis,  para  que  sane 

505  de  mi  enfermedad"?  ¿Y  cuál  esclavillo  osara  ir  al  rey  y  de- 
cirle: "Señor,  yo  estoy  enfermo  de  enfermedad  mortal;  su- 
plico a  vuestra  majestad  que  un  solo  hijo  que  tenéis,  igual 
a  vos,  heredero  de  vuestro  reino,  lo  matéis  para  que  con 
su  muerte  me  remedie  mi  vida"?  ¡Oh,  gloria  sea  para  siem- 


469  temo  |'|  475  en  sí]  ansí 
489  sigilamos 


1396 


PLÁTICAS 


10  pre  al  tal  Dios  y  benditas  sean  sus  entrañas;  los  cielos  y  la 
tierra  canten  las  bendiciones  de  su  amor,  hiciendo  Dios  todo 
esto  sin  pedírselo! 

Humíllase  Dios,  niégase  Dios  y  llega  el  negocio  hasta 
darle  bofetadas  en  su  santísima  cara,  y  hasta  morir  en  cruz 

15  entre  ladrones  y  ser  tratado  como  si  fuera  uno  de  ellos, 
porque  el  esclavillo  no  quiere  humillarse  ni  negar  su  volun- 
tad por  amor  del  que  desde  que  nació  no  hizo  sino  obede- 
cer. ¿  Qué  será  de  la  esposa  de  Cristo  si  obedeciendo  El,  no 
fuese  ella  obediente?  Dirá  Dios:  "Yo  obedecí  a  los  jueces 

20  y  me  subjeté  a  los  sayones  por  amor  de  la  hormiguita". 
¿Será  razón  que  fuera  la  hormiguita  tan  desagradecida  que 
no  obedezca  ella  por  Dios?  No  os  manda  Dios  dar  cinco  mil 
azotes  ni  que  nos  crucifiquemos,  sino  que  nos  neguemos. 
¡Pues  cómo!,  negóse  el  Señor  por  el  esclavo,  ¿y  no  se  ne- 

¡25  gará  el  esclavo  por  el  Señor?  El  Señor  fué  obediente  por  el 
esclavo,  ¡malaventurado  del  esclavo  que  no  obedeciere,  vien- 
do a  su  Señor  tan  obediente! 

¿Cómo  entraste  sin  bodas?  Amigo,  ¿a  qué  entraste  no 
vestidura  de  bodas?    ¿Acordáisos  del  evangelio  de  las 

^30  teniendo  vestidura  de  bodas?  Plega 

a  Dios,  hermanos,  que  sepáis  entender  las  bodas,  para  que 
las  fiestas  que  se  hacen  en  el  suelo  se  hagan  también  en  el 
cielo.  En  bodas  estáis;  los  ojos  de  Dios  os  están  mirando. 
Mirad  qué  tanta  razón  es  que  tengáis  limpieza  mucha;  ple- 

535  gue  a  Dios,  por  quien  El  es,  que  [no]  estéis  en  las  bodas 
sin  tener  vestidura  de  bodas.  [S]i  mirándoos  Dios  viese  al- 
guna sin  vestidura  de  bodas,  ¿qué  sería?  Si  mirase  Dios 
vuestro  corazón  y  lo  hallase  ajeno  de  la  perfición,  ¿qué  di- 
ría Dios?  ¿Qué  sería  si  Dios  os  dijese:  "Cómo  entrastes  en 

640  Santa  Clara  o  Santa  Inés  sin  tener  la  vestidura  de  bodas? 
¿Cómo  os  osáis  asentar  en  lugar  de  santas,  sin  hacer  las 
obras  que  hicieron?  ¿Cómo  osáis  asentaros  a  las  bodas  no 
teniendo  vestidura  de  bodas?  ¿No  veis  que  afrentáis  a  los 
convidados?"  Así  como  una  mujer  casada  no  ha  de  amar  a 

54©  otro  más  de  su  marido,  ansí  la  esposa  de  Cristo  no  ha  de 
amar  a  otro  tanto  como  a  su  Esposo,  porque  para  que  ansí 
lo  hiciésedes  rasgó  El  sus  entrañas.  [S]i  no  estuviérades 
vestidas  de  vestidura  de  bodas,  dirá  Dios:  "Amiga,  ¿cómo 
tienes  hábito  de  santidad  sin  tener  obras?  ¿Cómo  tenéis 

550  [hábito]  de  humildad  y  estáis  tan  ajenas  de  obe[de]cer? 
¿Cómo  tenéis  nombre  de  religiosas  y  recogidas  y  el  corazón 
tan  distraído  y  acelerado?"  Dice  el  evangelio  que  enmude- 


509  gfloriosa 
013  Humillarse 

540  Ainés  ||  548  bodas]  y  add.  )\  591  el]  en 


530    Mt.  22,  12. 


l6.     A   LAS    MONJAS    DE   LA   CRUZ.    DE  ZAFRA 


1397 


ció  y  no  supo  qué  responder  el  desventurado.  Plega  a  Dios 
que  no  oyan  tal  vuestras  orejas. 

555  ¿Qué  os  falta?  Un  casado  achaques  tiene,  que  podrá 
decir:  "Cas [é] me,  fui  a  mis  bueyes,  fui  a  mirar  mi  here- 
dad". ¿Qué  dirá  la  monja?  No  marido,  ni  hijos,  ni  ha- 
cienda; no  nada  que  os  estorbe.  ¿Qué  os  falta?  No  os  fal- 
ta sino  abrir  la  boca  [y]  beber  de  las  aguas  del  corriente. 

560  Desocupado  os  ha  Dios,  para  que  entendáis  sólo  [en]  agra- 
dalle;  y  desventurada  de  la  persona  recogida  que  no  fuere 
muy  buena. 

Perseverad  en  las  Hermanas,  entended  la  gran  merced 
llagas  de  Cristo       3ue  os  na  hecho  Dios.  Paraos  a  pen- 

565  sar  en  el  costado  de  Jesucristo,  que 

allí  querría  que  fuese  vuestra  morada,  como  lo  dice  el  Esposo 
en  los  Cantares:  Surge,  vrapera  árnica  mea,  speciosa  mea  et 
veni  columba  mea  in  foraminibus  petrae.  La  piedra  es  Cris- 
to, y  los  agujeros  de  ella  son  sus  llagas,  y  a  esta  morada 

570  os  convida.  El  que  no  me  quieran  allá,  no  lo  creeré,  aun- 
que me  lo  juréis;  porque,  si  tengo  yo  una  casa  mía  en  tie- 
rra, de  justicia  no  me  han  de  echar  de  ella.  El  hábito,  las 
tocas,  la  camisa  no  es  tan  vuestra  como  las  llagas  de  Je- 
sucristo. ¿Para  qué  son  las  llagas?  Para  que,  si  la  carne 

575  os  persiguiere,  tengáis  casa  adonde  os  defendáis  de  la  jus- 
ticia, y  adonde  os  escondáis  del  milano,  y  adonde  os  de- 
fendáis del  diablo.  ¿Cómo  creeré  yo  que  me  aconsejarán 
en  esta  casa,  siendo  Dios  tan  amoroso?  No  es  de  creer  que 
os  negará  lo  que  tan  vuestro  es. 

580  'Mirá  vos  si  vais  como  debéis,  que  muchas  veces  cierra 
Dios  la  puerta  de  la  casa,  mas  no  por  desamor  ni  por  ne- 
garnos lo  que  es  tan  nuestro,  sino  por  ver  cómo  vais,  por 
probaros  si  vais  de  verdad,  para  ver  si  os  vai[s]  luego  en 
llegando  a  la  puerta.  Porque  [sois]  romero,  hijo,  habéis  de 

585  porfiar  y  decir:  "Señor,  no  me  iré  de  aquí  hasta  que  me 
abráis  la  puerta;  no  me  iré  hasta  que  me  deis  limosna". 
¡Oh  qué  de  gente  perdida  hay  en  esta  casa!  Vase  el  pobre 
luego,  en  diciéndole  el  muchacho:  "Dios  os  ayude",  y  des- 
que viene  su  padre,  para  darle  limosna,  dice:  "¿Adonde  está 

590  el  pobre?"  Ya  no  parece.  Si  perseveráis  en  las  llagas  de 
Cristo,  sin  duda  alcanzaréis  lo  que  pidiérades.  Y  habéis  de 
trabajar  hasta  que  alcancéis  lo  que  pretendéis.  Omnis  au- 
tem  qui  in  agone  contendit  ab  ómnibus  se  abstinet,  et  Mi 
quidem  ut  corruptibilem  coronam  acoipiant,  nos  autem  in- 

595  corruptam  (San  Pablo  1  ad  Corinthios) .  Si  uno  trabaja  tan- 
to por  ganar  una  corona  en|  el  suelo;  ¿por  qué  no  trabaja- 

659  bola  ||  560  Desocupados 

564  Paráis  ||  570  crearé  ||  575  adonde]  adonde  add. 


553    Mt.  22,  12. 


567   Cant.  8,  13. 


PLÁTICAS 


remos  por  ganarla  en  el  cielo?  Dice  San  Pablo:  Cuando  co- 
rro, no  corro  de  burla,  sic  curro  non  quasi  [in]  incertum.  Se- 
ñores, en  él  tenéis  coronas  y  sillas,  mirad  no  las  perdáis  por 
vuestra  culpa.  No  se  queje  ni  de  cosa,  pues  tiene  a  Dios 
por  tan  suyo.  Cuando  uno  echa  un  halcón  a  una  garza,  no 
es  mucho  que  se  le  vaya;  mas  cuando  la  tiene  en  la  mano, 
poquedad  es  dejalla  ir  por  no  trabajar  en  ponelle  recaudo. 

Dice  San  Bernardo:  "Hay  algunos  que  tienen  hábito  de 
orar  y  no  oran".  No  tienen  más  cuenta  con  Dios  que  cuanto 
comen  con  Dios;  ándanse  destraídos  de  día  y  cuando  van  a 
la  noche  a  pensar  en  Dios,  sin  ninguna  devoción.  ¿Qué  es 
esto?  Que  el  lugar  adonde  él  castiga  a  sus  hijos  aquí  es, 
y  ansí,  cuando  va  alguno  a  Dios  y  lo  halla  desabrido,  algo 
le  ha  hecho.  Quien  a  Dios  habla,  quien  a  Dios  sigue,  no  ha 
de  hacer  cosa  que  le  pueda  enojar,  sino  decir:  "Señor,  en 
la  noche  tengo  de  ir  a  hablar  con  vos;  no  quiero  hacer  cosa 
por  que  después  os  halle  enojado  y  me  riñá[i]s.  Esas  llagas 
son  mías,  esa  sangre  es  mía,  esa  casa  es  para  que  yo  more; 
no  quiero  hacer  por  donde  me  cierren  la  puerta". 

¿iPara  qué  bajó  Cristo  a  la  tierra,  sino  para  darnos  a 
entender  que  quien  se  ofreció  a  sayones  no  se  negará  a  ti? 
¿Cuándo  faltó  Dios  a  quien  le  buscase?  No  hay  en  todo  lo 
escrito  que  tal  haga.  Para  eso  pasó  trabajos,  para  que  diga 
la  persona  que  le  ama:  "Vos  en  cruz,  yo  también  quiero  te- 
ner cruz";  y  seamos  como  el  elefante,  que,  cuando  ve  la 
sangre  derramada,  se  esfuerza  a  pelear,  y  para  eso  le  de- 
rraman sangre,  para  que  cobre  esfuerzo.  Pues  vemos  derra- 
mada la  sangre  del  Cordero,  esforcémonos  a  pelear;  cobre- 
mos nuevas  fuerzas  para  negar  nuestra  voluntad  y  para  se- 
guir a  nuestro  Señor  y  amado  Jesucristo;  y  darnos  [ha] 
aquí  su  gracia  y  llevarnos  ha  después  a  su  gloria,  a  la 
cual  nos  Heve  por  su  misericordia.  Amén. 


S28  Amen]  Amen.  Ame 
598    I  Cor.  g,  25-26. 


Advertencia. — En  la  página  ij-jó  se  omitió  por  error  la  nota  de 
asterisco  de  la  plática  15,  que  es  la  siguiente: 

*  «Plática  que  hizo  el  P.  Avila  a  las  monjas  de  Santa  Clara» 
(f.  ir). 


INDICE  ESCRITURISTICO 


1,2 

431. 

10-13 

341. 

3 

258. 

13 

1045. 

3ss 

160. 

24,lss 

1018. 

26 

872  416. 

1-67 

1024. 

2,7 

416  457  466  712. 

22 

1025. 

9 

697  827. 

25 

223. 

15 

689. 

31 

631. 

17 

689  702  1392. 

25,29-34 

1147  1158. 

18 

1072  1189. 

27,14 

950. 

23 

500  1019. 

28,11 

632. 

24 

708  1012. 

15 

632. 

3,1 

242. 

29 

755. 

1-3 

690. 

16-30 

1297. 

1-5 

716  898. 

18-30 

461. 

1-6 

1183. 

30,25-32 

632. 

4 

691. 

32 

632. 

5 

315  866. 

31 

1027. 

7 

109. 

32,24-32 

212. 

8 

671  1352. 

25 

465  987. 

9 

106  374. 

27 

954. 

15 
16 

118  939  1114. 
83  143  376. 

28 
29 

989. 
935. 

19 

149  376  515  824 

30 

574. 

926  1189. 

33,2 

1297. 

22 

702. 

34 

199  204  1138  1183. 

24 

702. 

37,16 

592. 

4,4 

468  635  1004. 

33 

855. 

5 
8 

671. 
556. 

39,9 
12 

291  998  1268  1287. 
1297. 

10 

13ss 

1260. 
942. 

20ss 
41,38 

281. 
498. 

5 

84. 

40-45 

1142. 

6,3 

444. 

45 

578  1145. 

16 

325. 

51-52 

1147. 

7,21 

798. 

53 

1099. 

23 

803. 

55 

1145. 

12ss 

115. 

42ss 

1155. 

114. 

7 

723. 

4-5 

365 

14,18 

861  1151. 

5-8 

304.' 

15,1 

45  1324. 

9ss 

1146. 

6 

965. 

28 

1146. 

17,4 

963. 

47,26 

1151. 

5 

125. 

48,11 

1147. 

18  1 

746  902 

49,20 

622 

'l-10 

741. 

Ex  2,3-6 

28l! 

6 

704. 

llss 

1158. 

6-8 

680. 

3 

1155. 

10-15 

104. 

1-5 

1020. 

10 

49a. 

1-10 

1010. 

12ss 

965. 

2 

954. 

25 

581. 

5 

482  627  630  564 

27 

150  567. 

1111, 
567. 

19,12ss 

1201. 

6 
8 

24ss 

57. 

13-14 

139. 
318. 

21,6 

103  341  968. 

4,11 

887. 

22 

1162. 

6,2 

148. 

2 

341  969. 

762. 

5 

1376. 

e',193 

803. 

1400 


ÍNDICE  ESCRiniRÍSTICO 


10,2 

1287. 

19,2 

1292. 

12,9 

902  928. 

20,10 

205  1187. 

16 

897. 

21,18-20 

1152. 

13,lss 

528. 

22,20 

1356. 

2 

995  1000. 

25,39ss 
27,26-27 

1156. 

13 

996. 

996. 

15 

995. 

Num  5,lXss 

205. 

14,14 

303. 

'  15-18 

1164. 

27 

935. 

6.2-4 

210. 

15,2 
25 

1331. 

7,11 

197. 

699. 

10 

578. 

16,12ss 

1382. 

11,4-5 

885. 

14 

861. 

6 

885. 

15 

292  617  642  673 

6 

876. 

723    878  888 

9 

875. 

902  1240. 

12,6 

1172. 

31 

828  876. 

10-15 

1373. 

33-34 

877. 

14,8 

139. 

35 

876. 

13 

1300. 

18,17ss 

1353. 

36-38 

1372. 

21 

517. 

16,27 

49. 

19,10 

626  1111. 

81-32 

68. 

10-11 

1527  565. 

47-48 

1301. 

14 

528. 

17,8 

325. 

20,2 

390. 

10 

503. 

2-17 

263. 

19,1-22 

153. 

19 

106  464  531. 

20,6 

130. 

21,2ss 

1156. 

11 

632  1260. 

24,11 

226. 

21,5 

885. 

25,8 

503. 

6-9 

448. 

10-11 

50íJ. 

8 

109  608. 

28 

220. 

24,17 

128. 

30 

901. 

25,4 

1076. 

37 

90il. 

Deut  3,5 

983. 

40 

1328. 

4,24 

480  779. 

27,1 
28,4ss 

1088. 

5,6-21 

263. 

1152. 

6,5 

124  319  751  1329. 

28-29 

1152. 

14,8 

961. 

29.4SS- 

1152. 

21 

1042. 

30,18-21 

778. 

17,9 

1364. 

31,18 
32 

503. 

18,18-19 

68. 

517  1257. 

20,5ss 

131. 

2ss 

220. 

21,12 

139. 

10 

1071. 

22,6 

1042. 

10-14 

1300  1301. 

24 

205. 

26-29 

1201. 

25,2 

1372. 

31 

805. 

26,2-3 

723. 

32 

988. 

3 

723. 

33,8 

527. 

9 

672. 

13 

324  1092. 

30,11-14 

446. 

21-34 

527. 

12 

492. 

23 

280. 

14 

446. 

34,9 

988. 

32,4 

771. 

14 

390. 

10 

266  306. 

20 

996. 

33 

1306. 

36,26 

1237. 

39 

319. 

38,1 

1088. 

40-41 

346. 

40,3 

503. 

33,9 

1310. 

1,16 

1369. 

9-10 

1200  1201. 

5,8 
9 

336. 

46ss 

48. 

1357. 

los  2,4 

799. 

1298. 

3.4 

135  566. 

'12 

343. 

5 

528  530  564. 

7,30 

635. 

9-13 

530. 

9 

711. 

15 

980. 

24 

343. 

16 

930. 

10  1-2 
3 

1357. 

5,2 

1111. 

529. 

6,15 
23 

953. 

1-5 

405. 

628. 

11,3 

843. 

25 

681. 

7 

961. 

7,8 

293. 

IN1>KI  kl  11  KISTICO 


1401 


1  Reg 


10 

125. 

14 

1285. 

18,1 

562. 

1.7 

887. 

4,4ss 

1148. 

5,19-24 

1158. 

7,3 

131. 

9-16 

833. 

14,8 

620. 

9 

1123. 

14 

724  758  811. 

17 

584. 

18 

758  811. 

16 

1317. 

3 

281. 

4ss 

547  1158. 

17 

632. 

30 

1156. 

20,22 

320. 

31,22 

1019. 

1,20 

1046. 

3,9 

496. 

2,5 

126. 

8 

497  882  1236. 

3,1 

1323. 

lss 

1322. 

11 

94  106. 

4,1-7 

578. 

5,2ss 

78. 

2-4 

6 

1376. 

6 

519. 

7 

513. 

11 

526  1201. 

20 

106  519. 

10.6 

568. 

23 
14.27 

1298. 
625. 

52 

1256. 

15,22 

524. 

18,4 

904. 

20,14-16 

499. 

21,2 

765. 

22,1 

799. 

25,3 

937. 

23ss 

1038. 

24 

1038. 

28,7ss 

1353. 

30.20 

589  598. 

31,3 

182. 

1,23 

1112. 

3,27 

556. 

6,1-23 

578. 

3-7 

1256. 

5-13 

505.' 

6-7 

513. 

12 

1038. 

13 

524  557. 

14 

505  520. 

19 

601  1132. 

20 

20-23 

520. 
509 

7,2 

1123. 

9,7 

49®. 

11 

499. 

11,1 

211. 

lss 

547. 

2ss 

43  206. 

4ss 

1165. 

11 

998. 

12,lss 

206. 

7-8 

61. 

10 

319. 

12 

1165. 

13 

253. 

13-14 

1372. 

13 

206. 

14,2 

1070. 

32 

764. 

15,16 

206. 

16,21s 

43. 

22 

1165. 

17,8 

799. 

es 

1275. 

20,10 

624 

21,1 

1073. 

22,11 

491. 

23,4 

954. 

15 

H084. 

16-17 

693. 

24,17 

1040  1075 

3  Reg  2,19 

1123  1148! 

20 

1149  1150. 

3,5ss 

1192. 

7,6 

931. 

8,30-32 
9,3 

979. 
1178. 

10,4-5 

1353. 

7 

629. 

11. lss 

547. 

8 

1077. 

12 

1077. 

94 

10J7  1098. 

37 

1077  1080  IOS 

12,29-30 

1078. 

13,33 

1358. 

17,3 

799. 

6 

1091. 

6-7 

305. 

13 

1000. 

18 

1300. 

17-24 

246. 

20-23 

674. 

23 

246. 

23-24 

456. 

18,15 

1074. 

40-45 

1076. 

19.4-6 

718. 

7 

892  927. 

8 

699  719  896. 

11-12 

138  469  1317. 

22.6-40 

1353. 

8 

407. 

24-25 

892. 

4  Reg  1,4-16 

320. 

2,12 

1128. 

13-14 

1129. 

2,20-22 

900. 

4, lss 

444. 

3ss 

1157. 

6 

864. 

9-10 

677. 

12-36 

674. 

20 

900. 

28 

30 

456.' 

34 

420. 

39-40 

698. 

40 

693  1222. 

1402 


ÍNDICE  ESCRirURÍSTICO 


fioo 

14 

916 

405 

11  ¿To 

979  983 

1K 

imñ 

12 

0  14^7 

rr?' 

12,7 

949 

11  11 

^'0 

fiOB 

19  91 

«74  «91 

¿L 

19A9 

QOft 

1Q  17  9R 

Tlfi 

cÍ 

i» 

■S' 

rT" 

ir  9 

IO 

1 uv7 

fifiR 

25  27 

TOO 

IT  19 

04fi 

32*37 

94fi 

10  Ifi 

323 

1  Par    €  41 

970 

25-27 

OOA,  1A9fi 

19K.9 

26 

KAfi  ' 

21,12-14 

11  Id 

«V¡9 

1ftR9 

1_  ir" 

19¿; 

23,10 

770 

iix- 

1(9  1R 

R14 

Ifi  Q 

409 

97  « 

9fi 

9Q  14. 

rifii 

9.8  19 

199 

IR 

ID              _  ~^ 

19ft9 

91 

on» 

^  iítBlV     0, 6 

29  15 
3031 

9fi  9ai 

16  12 

99/» 

^*'l4 

9K 

20,12 

1914 

36  57 

1994 

17 

901  ftAfi 

9  KA  ' 

1I8 

909  1054. 

ílu  di  th   9  16 

11B4 

27 

13*  23~^ 

1159 

^14-15 

539° 

'25 

1  Afiíi  1119 
AUTO    I  l  l.. 

1172 

1068. 

36.16 

947.' 

«98^ 

"p^^tih   i  9 

Jjj£>  UI1  J,*5 

38  22 

1  Aon  1 1  ai 

40  18 

176  209. 

4R 

173. 

C 

1357. 

25 
42  5 

363? 

119  9  1» 
1,1¿-2,1» 

K9Q 

'g 

4^> 

Ps  2,6 

87^863. 

526. 

„  i'^„ 

S18  07Í1 

lili. 

_  7~ 
e  i? 

1159. 

4^ 

7Q1  O/IR 

4-5 

790. 

14  ifi 

it  O  1A 

762. 

'3 

1295. 

T   V»          9  fi 

885. 

5  7 

557. 

£22-23 

243. 

fi  7^ 

251  1193 

n'  4^í^ 

231. 

9Afi  1109  1979 

1044. 

0 

1169. 

7  19  19 

VVT4 

13 

971. 

13 

620 

Tnk               1    1 9  91 

9Ü9' 

14 

62o! 

9 

¿42. 

8  5 

279  416  491  1387. 

694. 

?vri 

7-10 

289. 

Q  VI 

9 

242. 

21 

1012 

So"  /,„n 

10  5 

43. 

fi'fi 
6,o 

458  693. 

g 

340. 

7 

450. 

11  6^ 

46^' 

12 

1054. 

340  1162. 

12  1 

1122. 

^*2 

131 

147  734. 

7 

150  1262. 

'3 

1108  1320. 

15  10 

506. 

17 

11 

286  1101  1129. 

18 

126. 

16,7 

194. 

20 

1219  1220. 

8 

869. 

8,9 
12 

979  1262. 

15 

709. 

1307. 

17,5-7 

156. 

31 

362. 

6 

738. 

10,12 

1035. 

11 

48fl  951. 

ÍNDICE  ESCR1TURÍSTICO 


1403 


20 

1241. 

18  2 
6 

1387. 

96  115. 

6-7 

127. 

7 

1106. 

10 

771. 

15 

1104. 

20  4 

1203. 

10 

til 8  781. 

21,2 

278  810. 

5 

278. 

6 

469. 

7 

227  278. 

14 

621. 

26 

389. 

27 

860. 

27-28 

238. 

22,1 

1096. 

1-3 

630. 

2 

718. 

2-3 

729. 

3 

632  722. 

4 

669  732. 

5 

508  618  619  679 

722  828. 

23,7-« 

279. 

8-10 

27». 

24  7 

1369. 

12 

703. 

15 

573  1135. 

16 

278  1196. 

17 

619. 

26.4 

1297. 

-6 

636. 

8 

1085. 

10 

1228. 

11 

143. 

29,7 

1162. 

30,2 

469. 

3 

674. 

13 

609  847  1037. 

20 

472. 

21 

799. 

31,7 

799. 

10 

791. 

32.12 

631. 

33,1 

91. 

4 

1089. 

34,10 

753  813  910. 

23 

279. 

35.7 

755. 

9 

227  709  869  1093 

10 

696  835. 

12-13 

1033. 

13 

1180. 

36  11 

1238. 

24 

791. 

25 

219. 

31 

525. 

37.5 

362  788  789. 

11 

361. 

39,3 

651. 

4 

1100. 

6 

492  806. 

8 

804. 

40,5 

337  338  795  810. 

41,2 

308  1108. 

4 

207  1108. 

7 

750  607  1037. 

8 

1142. 

42,3 

243. 

4 

610. 

5 

750. 

43,16 

98  794. 

16-17 

794. 

17 

794. 

44,8 

87. 

11 

985  1025. 

14 

1086. 

15 

426  992. 

17 

863. 

45.5 

1093  1131. 

47.9 

723. 

10 

995. 

48,13-21 

113. 

13 

329  372  460  1311. 

21 

372  449  1311. 

49.8-9 

135. 

10-11 

679. 

13 

679. 

14-15 

679. 

15 

235. 

16 

65  147  528  1086 

1304. 

21 

736. 

50,3 

364. 

5 

1194. 

7 

1069. 

9 

378  784. 

10 

395. 

18 

742. 

19 

357  679  946  1369 

70 

1070. 

51,9 

42. 

52,1 

91. 

2 

147. 

4 

1352. 

54,6 

738. 

16 

278. 

55,8 

685. 

9 

1123. 

12 

126  135. 

56,8 
9 

521. 

280. 

60,3 

633. 

61,10 

769. 

11 

1099. 

62,1-6 

859. 

2 

872  1135. 

64,5 

1080. 

65,15 

126  136. 

18-19 

1123. 

20 

187. 

67,2 

279. 

3 

938  993. 

11 

576  617  673  753 

902. 

19 

1129. 

68.2 

1048. 

5 

361. 

6 

796. 

10 

396. 

16 

790  947. 

21-22 

394. 

27 

598. 

35 

524. 

70.2 

469. 

16 

753. 

20 

1236. 

71.2 

40. 

12-14 

89. 

72,5-9 

515. 

1404 


ÍNDICE  ESCRITURÍSTICO 


242. 

5 

998  1369. 

18 

381. 

12 

588. 

23 

1216  1217. 

15 

1262. 

986. 

18 

1037! 

26 

1135  1136. • 

103  15 

718  866. 

28 

837. 

18 

790. 

73  22 

27¿! 

27 

924. 

74*3 
'g 

313! 

28 

924. 

40. 

104,8 

1077. 

75  6 

1099. 

105^2 

481  758  808  1010 

12 

1335. 

1233. 

76,3 

1107! 

4 

279. 

10 

107o! 

17 

17 

567. ' 

21 

611. 

24 

830  1259 

77,16 

678?' 

106,2 
8 

589. 

24-25 

859  875  877. 

497  589  786  882. 

25 

624. 

10 

586. 

25-26 

1134. 

18 

885  893. 

36 

242. 

20 

895. 

39 

278Í 

21-22 

895. 

80,2 

723! 

31-32 

895! 

17 

628  724  728  759. 

43 

346  481  672  673 

470  883. 

703  1011. 

83^ 

873  874! 

107,2 

521. 

2 

1109. 

10813 

1262. 

2-4 

872. ' 

18 

47. 

872  903. 

109,4 

506  635. 

872. 

g 

792. 

g 

873  1276. 

110  4-5 

641. 

g 

873. 

63. 

9-10 

112"g° 

1021  1184. 

10 

278'. 

f 

126  806. 

11 

873. 

7-8 

688  791  1236. 

12 

874! 

8 

882. 

13 

874. 

9 

678. 

85,8 

902. 

113,1 

63. ' 

1326. 

3 

930. 

12 

132o! 

5 

363. 

87,16 

1168. 

7 

363  364. 

630. 

115  1 

879. 

15-19 

1080. 

12 

1001. 

16 

1081 ! 

16 

1015. 

17 

1081 ! 

16-17 

1125. 

18-19 

1082. 

49 

693. 

117  9 

909?' 

89,6 

1262. 

19 

909. 

90Í4 

402. ' 

24 

953. 

9-10 

798. 

118  1 

669  1081. 

13 

858  938. 

lss 

1327. 

14 

320. 

269. 

15 

181. 

18 

571. 

15-16 

797! 

28 

719.' 

91,5-7 

233. 

32 

822  871. 

92,1 

488. 

37 

292  428. 

*5 

189  777. 

49 

277. 

93,8 

117. 

57 

1137. 

1)9 

628. 

58 

364. 

20 

76o! 

66 

1295  1297. 

94  3 

1249. 

85 

243. 

'7 

588. 

109 

312. 

¿ 

51. 

132 

1196. 

96,7 

587. 

140 

1226. 

10 

93¿'  1178. 

163 

949. 

99,5-6 

229. 

119  5^6 

1108. 

101,4 

1262. 

120,4 

1252. 

5 

81  615  655. 

6 

853  1178. 

10 

1372. 

122,2 

573. 

12 

1262. 

126,1 

105  1252. 

102.1 

687. 

2 

1086. 

1-4 

588. 

127,3 

143  1037. 

ÍNDICE  ESCRITIKÍSTICO 


1405 


128  3 

121  515  1259. 

129,7 

576. 

131,3-5 

504. 

6 

504. 

8 

279. 

9 

1306. 

11 

277. 

18 

528. 

132,1 

282. 

135 

666. 

25 

875. 

136  1 

1099. 

7 

183. 

138,14 

827  934. 

140,2 

136. 

141,5 

278  560. 

8 

1122. 

142.2 

516. 

10 

454. 

143  4 

1262. 

7 

1022. 

15 

247. 

144.9 

481  759  1191  1233. 

15 

706. 

15-16 

875. 

19 

1145. 

146,9 

'  875. 

148.2 

836. 

5 

706. 

150,4 

282. 

1,8 
24 

1098. 

3,32 

1062. 

4,16 

479. 

18 

481  937. 

19 

955. 

23 
5,4 

493. 
622. 

9 

1176. 

66 

1357. 

27 

651  774. 

7,10 

548. 

8,13 

955. 

17 

280. 

30 

697  1072  1145. 

31 

326  883  888  956. 

32 
35 

994  1069  1098. 
957. 

9,4 

5 

214  844  912  1066. 

10,1 

106. 

11,24 

218. 

13,12 

1111. 

14,12 
16 

316. 
997. 

35 
15,20 

1387. 
1C6. 

16,14 

770. 

18 

1180. 

18.12 

691. 

17 

568. 

21 

1029. 

19  24; 

1251. 

20,1 

210. 

4 

1245. 

12 

283. 

27 

325. 

21,13 

196  1260. 

22,1 

1176. 

10 

299. 

14 

251  252  295. 

23,26  1001. 

27  253  295. 

26,15  1251. 

27,6  850. 


Cant 


S,p 


18 

831. 

28,9 

1037. 

14 

997. 

29,1 
30  9 

369. 
964. 

31  11 

1115. 

20 

1123. 

29 

782  1031  1043 

1140. 

30 

985  1028  1140. 

7  24 

1317. 

10,8 

1138. 

12 

1030. 

11,7 

231. 

19  1 

1138. 

1,3 

302  808  993  1114. 

5 

169  426. 

1175  1184. 

15 

554. 

325  954. 

"3 

273. 

4 

752. 

5 

1089  1103. 

10-11 

1127. 

13 

1397. 

14 

727  1086  1122. 

16 

932  1104. 

3,1 

123. 

6 

7-8 

1178. 

11 

570  1011. 

4,1 

453  952. 

4 

949  992. 

7 

952  1139. 

8 

1127. 

9 

554  985  1103  1135. 

12 

987. 

5  1 

1127. 

2 

75  3C8  853  1103. 

4 

946. 

6 

628  932  998  1226. 

8 

1135. 

14 

853. 

17 

1140. 

6.5 

633. 

8 

885  700. 

9 

934  951  952. 

7,2 

325. 

4 

992. 

12 

162. 

8  1 

112  1021. 

5 

379  986  110O  1128. 

6 

380  383  4C9  979 

1089  1122  1226. 

7 

129  586  904. 

8 

981. 

9 

983. 

11 

162  169. 

12 

171. 

11.4 

1105. 

2,5 

1262. 

3,1 

1234. 

5,7 

93. 

6.2-7 

516. 

6 

990  1079. 

7 

65. 

7,11 

687  1036. 

índice  escriturístico 


9,6 

417. 

22 

986. 

10,10-12 

632. 

24 

1070. 

12  1 

884. 

2,3 

1114. 

14,9 

149  752. 

17 

737. 

16,20 

643  828  875  888. 

20 

259. 

20-21 

876. 

3  12 

1353. 

21 

884. 

14 

1371. 

18,14-15 

1243. 

15-25 

222. 

1  2-14 
28 

95. 

16 

537. 

997. 

5,5-6 

562. 

21 

1261. 

'7 

162. 

23 

760. 

12 

85. 

3,21 

386Í 

13 

1254. 

27 

876! 

18 

220  241. 

4,35 

753! 

6,2 

1092. 

5,5 

1374. 

'3 

778. 

7 

401. 

5 

6  10 

124. 

6-7 

618 

l',Z 

1176. 

7 

779] 

9  9 

543. ' 

10 

14 

57 

900^ 

10,11 

832?' 

7,14 

117  1011. 

15 

47 

18 

55. 

8,6  7 

241. 

31 

1254. 

13 

529  566. 

13,1 

774. ' 

9.5 

1222. 

14,18 

1262. 

99  117  120  121  122 

15,3 

483. 

307  515  699 

18Í19 

51. 

10.3 

675. 

20,32 

119. 

27 

947. 

2l)l 

1374. 

11,1 

197. 

2 

773. ' 

2 

125. 

18 

13l! 

10 

674. 

22,6 

20 

681. 

23,38 

12  1 

479' 

24  5 

1082. 

'3 

273. 

13 

993  1024  1150 

13,8 

57. 

14 

1082. 

35 

540. 

19 

980. 

14  12-15 

315! 

19-20 

13 

366. 

22-23 

16,1 

118  988. 

23 

325  9154 

21  1 

1197. 

26 

2 

345. 

29 

3 

57. 

25  3-4 

^032 

4 

345. 

4 

91. 

22,9 

1178. 

26,8 

1166. 

24'l6 

117o! 

'21 

25,1-3 

407. 

27,12 

329*  480. 

'l 

1197. 

34  24 

2 

1197. 

27 

3 

1198. 

28-29 

1073. 

4 

1198. 

35,8 

6 

36  22 

294^ 

6-10 

703. 

g 

45. 

40  1-2 

1188 

8-10 

705. 

4l!  15 

1175  1176. 

26,8 

1327. 

42  11 

1178. 

'9 

81. 

24 

875. 

17 

57. 

43  2 

21 

312. 

«fifi 

27,1 

620. 

45  4 

190¿ 

28  5 

289. 

4612 

324 

'8 

886. 

605  715  749 

9 

439. 

i'i 

848. 

16 

633. 

'2 

845." 

20 

1245. 

2-3 

848. 

21 

379. 

3 

263  343  381. 

29,13 

403. 

6 

330. 

14 

243. 

11 

742. 

30,18 

81. 

18 

153. 

20-21 

316. 

ÍNDICF.  ESCKITURÍSTICO 


Í407 


22-28 

259. 

27 

46. 

31,9 

226  ?88  1092. 

33,14 

402  1224. 

15 

196. 

17 

226. 

35,1 

127. 

1-2 

103. 

5-6 

88. 
586. 

37,29 

801. 

38,1-22 

52. 

40,3 

69. 

5 

105. 

6-7 

404  1262. 

9 

88. 

11 

1234. 

18 

558. 

41,17 

881. 

42,3 

832. 

8 

319. 

14 

562. 

43,5-6 

1150. 

18 

482. 

18-19 

505. 

21 

787. 

23 

97. 

44,22 

783. 

45,8 

72  388. 

13 

825. 

15 

716. 

17 

797. 

19 

155  1267. 

46,3 

481. 

3-4 

1015. 

4 

686. 

5 

558. 

13 

107. 

47,3 

39. 

48,11 

319. 

49,1 

1030. 

4 

47  123  382  1260 

18 

680i  725  784. 

21 

966. 

24-25 

947. 

50,4-5 

1323. 

9 

117. 

51,22 

1100. 

52,14 

227  238. 

53,2 

379  1242. 

2-3 

227. 

3 

799  942. 

4 

580  796. 

4-5 

na 

5 

1041. 

6 

592  805. 

7 

118. 

8 

139  1042. 

9 

810. 

10 

304  581  825. 

11 

577  582. 

11-12 

110. 

54,1 

126. 

2 

1094. 

55,1 

441  502. 

2 

412. 

3 

442. 

7 

357  1369. 

9 

1101  1181. 

11 

629. 

57,15 

1184. 

20 

294. 

58,5-7 

563. 

7 

214  897. 

59,1 

814. 

2 

149. 

4 

295. 

5 

167  294. 

10 

244. 

60,4 

582. 

22 

884. 

61,lss 

88. 

1-2 

86. 

2 

1239. 

2-3 

1159. 

10 

680. 

62,11 
63,3 

592. 

278. 

64,6 

259. 

65,12 

323. 

17 

677. 

66,10 

1094. 

12 

1094. 

12-14 

1239. 

23 

701. 

1.16 

561. 

18 

984. 

2,5 

887. 

8 

245. 

12 

10  887  1222. 

12-13 

349. 

13 

130  1222. 

14-15 

452. 

32 

1037  1104. 

3.1 

47  76  304. 

1-2 

253. 

4 

76. 

4-5 

151. 

5 

76. 

6 

303. 

5,4 

597. 

5 

598. 

7 

1353  1366. 

7-29 

1074. 

9 

312. 

29 

312. 

31 

245  311. 

6,14 
16 

312. 

1221. 

20 

135. 

7,12 

563. 

12-14 

562. 

13 

323. 

16 

1073. 

8,9 

242. 

9,1-2 

598. 

9 

312. 

15 

1306. 

10.6 

704. 

25 

984. 

11,15 

1375. 

13.16 

357. 

14,8 

276. 

17 

255. 

15,17 

33. 

24 

1074. 

16,19 

680. 

17.4 

270. 

9 

1330. 

9-10 

1083. 

11 

152  412  1204, 

1408 


ÍNDICE  ESCRITURÍSTICO 


16 

265  1204. 

17 

265. 

18,8 
20 

1074. 

473. 

9 

856. 

11 

1186. 

21,6 

1298. 

23-24 

105. 

23,15 

886. 

20 

856. 

84 

324. 

28,12-13 

1328. 

31,3 

1191. 

20 

154. 

22 

646. 

33 

464  747. 

46,0 

66. 

1,1 

311  1057. 

8 

329. 

12 

395  585. 

20 

202. 

2,11 
13 

154. 

1040. 

3,24 

289. 

25 
32 

130. 
398. 

33 

398. 

40 

1076. 

41 

192. 

4,1 

804. 

7-8 

940. 

22 

312. 

5,21 

145. 

3,11 

256. 

24 

285  903. 

37-38 

825. 

38 

622  840. 

1,13 

1358. 

3,9 

726  1326. 

18 

1258. 

8,8 
8a 

1083. 
1330. 

11,19 

80  258  451. 

13,5 

984  1309. 

16,21 

147. 

49 

211. 

18 

100. 

4 

737. 

4-20 

316. 

ai 

1369. 

30 

22 

518. 
529. 

30-31 

1309. 

31 

368. 

24,12 

882. 

08 

16-18 

382. 
311. 

33,8 

1258. 

20 

58. 

34,10-16 

824. 

11 

825. 

14 

270. 

23 

630. 

23-24 

825. 

26 

680. 

36,20 

26 

258  451. 

37,3-6 

438. 

3-11 

475. 

44,6 

1296. 

47,3-5 

801. 

48,35 

1011. 

2,34 

954  1114. 

3,19 

829. 

ili9ss 

48. 

59 

1005. 

84 

291  915  998. 

4,13 

450. 

24 

1374. 

27 

374. 

29 

1033  1077. 

80 

1179. 

31-32 

452. 

5,6 

1224. 

5-6,25 

313. 

7,9 

39. 

10 

40  447  867. 

9,24 

789  1006. 

10,11 

1090. 

12,6 

256. 

13 

44. 

22ss 

1297. 

1,7 

797. 

2,14 

1227. 

4,6 

1037. 

8 

1158. 

7,14 

1073. 

10,8 

38. 

11,3 

664  1234. 

4 

664  1327. 

13,14 

667. 

1,5 

623. 

2,2 

826. 

10 

38. 

11 

33' 34  53. 

12 

146  151  152  154 

155. 

13 

227. 

16-17 

245. 

18 

153. 

25 

153  1294. 

28ss 

477. 

3,12 

40. 

15 

38. 

6,17ss 

1173. 

12,11 

1159. 

13,2ss 

1173. 

3,2 

312. 

8 

33. 

5,18 

37. 

l,4ss 

1075. 

6 

1076. 

2,lss 

249  749. 

11 
3,8 

669. 
856. 

4,9 

1812. 

n 

1236. 

6,3 

556. 

7,1 

168. 

2 

168. 

1,3 

917. 

3,5 

42  56  94. 

2,1 

1178. 

3 

1171. 

3,2 

838. 

1,12 

36  405. 

15 

57. 

2,7 

958. 

7-8 

ÍNUICE  ESCKIIXRÍ.STICO 


1409 


Zach     3  13 

794. 

20 

322. 

9 

1006. 

21ss 

263. 

5  7 

16-. ' 

26 

775. 

7Í5-6 

564. 

29 

432  525  1288. 

196. 

44 

263  751. 

9~H 

368. 

45 

874 

13 

368Í 

46-48 

854.' 

9  9 

621  797. 

48 

1357. 

10  3 

55. 

6,1 

1345. 

Mal  1,6 

12S9  1357. 

2 

1175. 

1289. 

3 

1154! 

7-8 
g 

849. 
1357. 

9 

529  1228  1326 
1327. 

2,5 

1291. 

10 

417  1120  1271. 

'7 

69. 

11 

1210. 

13 

997. 

12 

408  767. 

3.1 

3S8  958. 

13 

175. 

1-2 

768. 

15 

1002. 

2-3 

779. 

16 

155. 

14-15 

55. 

21 

131  334  391  491 

4,1 

779. 

883  986. 

1  Mach  3|lss 

521. 

23 

985. 

2 

686. 

24 

132. 

56 

13l! 

25-31 

131  214. 

2  Mach  6  16 

187. 

31 

66  223. 

Mt  1,1 

959. 

7,1 

367  1166. 

959. 

1-2 

369. 

15-16 

959! 

2 

64. 

16 

978. 

7 

1211. 

18 

1174 

16 

178  910 

20 

1172'. 

23 

1079. 

21 

1174. 

24-25 

230. 

23 

117  1011. 

26 

1063. 

2,2 

123  128  129  132. 

29 

198. 

3 

132. 

8,12 
20 

590  697  870. 

4-8 
9 

133. 
133. 

89  276  1051  1228 
1391. 

10 

125. 

25 

970. 

11 

125  127  135  756. 

9,9 

1202. 

3,1 

1369. 

10-13 

1205. 

2 

1258. 

12 

903. 

14 

1286! 

13 

95o! 

14-15 

1286! 

20ss 

931. 

15 

762. 

20-22 

828. 

16 

814! 

34 

1062. 

17 

116?. 

88 

1358. 

4,1 

173  1162. 

10,lss 

125a! 

3 

182. 

2 

1364! 

4 

184. 

11 

282. 

6 

184. 

20 

470  1323. 

9 

177  184. 

22 

367  1154. 

10 

ICO. 

25 

132. 

11 

184. 

26 

56. 

17 

1258. 

27 

42  1364. 

5,3 

102  237  964  1189 
1238. 

28 
30 

1364. 
35. 

4 

263  1238. 

32 

1364. 

5 

333  440  1122  1253 

34 

123  330  474. 

1239. 

37 

597  1103. 

5-6 

895. 

42 

636. 

6 

859  1113. 

11,5 

1155. 

7 

228  230  1239. 

16-17 

255. 

8 

202  554  600  1238. 

25 

1210  1213. 

9 

1238. 

27 

933  941. 

13 

1290  1354. 

28 

594  1034  1211 

14 

485  937  1290  1353 

1212. 

15 

1354. 

28-30 

760. 

16 

854  1357. 

29 

352  701  907  990 

17 

482. 

1390. 

18 

221. 

30 

331. 

B. Avila  2 


45 


1410 


INDICE  ESCRITUKÍSTIC' 


12,30 

550. 

33 

553. 

34 

7. 

36 

770. 

37 

1029. 

40 

703. 

41 

1156. 

47ss 

962. 

50 

69  1098. 

13,9 

53  1001. 

16-17 

894. 

22 

66  131. 

25 

170  802. 

33 

43 

1248. 

kÍ 

1199. 

53. 

14,14 

215. 

15 

215. 

16 

215. 

23 

215. 

15 

256. 

15,8 

65  523  1136. 

13 

1081. 

14 

302  1152. 

19 

1083. 

22 

185  187  795. 

23-24 

188. 

25 

189. 

26-28 

190. 

27 

881. 

28 

185  989. 

16,3 

933. 

6 

370. 

8 

1364. 

16 

567  933. 

18 

1363. 

22 

1385. 

23 

1169. 

24 

266  357  358  91 

1212  1384. 

26 

335  350  694  9 

1297. 

27 

164  1363. 

17,2 

534  784  1143. 

5 

501. 

18,3 

230  408. 

6-7 

543. 

7 

359  855  1367. 

8 

53. 

9 

432. 

12 

596. 

15 

359. 

15-17 

360. 

o? 

23  15 

361 

32 
33 

366. 

358* 359. 

34 

48  788. 

35 

365  408. 

19,12 

1031. 

17 

1366. 

21 

230. 

29 

215. 

20,8 

156'  603. 

13-14 

157. 

15 

157. 

16 

158  159  1237. 

17-19 

1212, 

22 

1169. 

26-28 

487. 

28 

522  765  1015  1183 

1189  1150  1259. 

21,2-3 

520. 

3 

1257. 

8 

582. 

9 

840. 

25 

842. 

28 

345. 

31 

1195. 

35 

1330. 

22,11 

353. 

11-14 

346. 

12 

351  352  1306  1396 

1397. 

13 

355  356  697. 

14 

1237. 

15 

369. 

16-22 

371. 

20 

371. 

36 

327. 

37 

124  319  339  751 

1329  1390. 

37-40 

327. 

39 

3-7  540. 

23,4 

517. 

9 

1096. 

12 

1200. 

17 

1193. 

25 

321. 

37 

687  869. 

24,13 

367. 

14 

58. 

22 

891. 

28 
29 

101  1270. 
38. 

30 

41  59  60  870. 

33 

891. 

35 

221. 

37-40 

65. 

41 

65. 

42 

256  1154. 

47 

602. 

25,1-13 

1244. 

2ss 

391. 

3 

65. 

5 

170. 

6 

653. 

8ss 

52. 

10 

350. 

12 

350  535  1080. 

13 

256  1154  1243. 

21 

1096  1239. 

23 

£89. 

30 

697. 

31 

62. 

34 

44  45  62  672  870. 

34-40 

46. 

35-36 

675. 

40 

80  3G7. 

41 

47  63  350  721  789 

870. 

41ss 

56. 

41-43 

652  675. 

42-43 

49. 

42-45 

63. 

44 

675. 

26,14-15 

1147. 

ÍNDICE  ESCRITURTSTICO 


1411 


17 

482. 

17ss 

579. 

24 

58. 

T6 

644  843  901. 

27 

625. 

28 

765. 

35 

1235. 

38 

394  546  684  1154. 

39 

1017. 

41 

66  101  418  1154. 

42 

394  1390. 

43 

66  50  351. 

56 

278. 

65 

407. 

72 

439. 

27,3ss 

942. 

17 

2C5. 

23 

2C5  693. 

46 

278  394  757. 

28,18 

284. 

20 

840. 

2,14 

1202. 

15-17 

12C5. 

3,16 

1364. 

21 

1228. 

4,9 

53. 

21 

1354. 

5,9 

717 

21-34 

595. 

25 

829. 

25ss 

931. 

6,10 

?82 

26 

334'. 

31 

215. 

35 

215. 

38 

64. 

40 

216. 

48 

256. 

7,6 

&  1136. 

37 

569  884. 

8,15 

370. 

33 

ICO  184. 

35 

40. 

36 

1297. 

9,2 

784  1143. 

40 

164  1  65. 

10,8 

470. 

14 

1067. 

18 

319. 

32-34 

1212. 

46 

846. 

49-50 

844. 

11,11-12 

48. 

20-21 

4*. 

24 

1211. 

12  30 

34 

327. 

42 

908. 

43 

158  1001. 

13,24 

59. 

26 
31 

60. 
294. 

35 

256. 

14,12ss 

579. 

22 

625  644. 

24 

765. 

31 

1235. 

33 

488. 

34 

546. 

36 

1390. 

50 

278. 

71  439. 


15.14  693. 

34  278  757. 

16.15  58  1364. 


16 

484. 

18 

823. 

1,13 

1030. 

18 

1173. 

26 

1CC5. 

26ss 

1026. 

28 

1C06  1031  1063 

1130  1177. 

30-38 

1C09. 

31 

134. 

35 

430. 

38 

640  743  991  1010 

1017  1030  1055 

1091  1125  1127 

1169. 

41 

629  1036. 

42 

325. 

42ss 

1063. 

45 

1025  1036. 

46 

1C85  1094  1103. 

46-47 

1055. 

48 

145  9=52  978  1032 
1063. 

49 

982  1003  1087 

1140. 

79 

316  719. 

2,1 

370. 

4 

960. 

7 

110  112. 

8 

570  846. 

10-15 

843Í 

11 

127. 

12 

108. 

14 

881. 

15-17 

843. 

20 

843. 

22 

996  1000. 

28 

998! 

35 

HC1. 

49 

235. 

51 

1C64. 

4,4 

184. 

18 

88  95  1327. 

18-19 

96. 

21 

87. 

23 
43 

856. 
235. 

5,8 

488  566  1286. 

27 

1202. 

29-32 

12C5. 

6,12 

99  172  1255. 

14 

1364. 

20 

2^7  727  1157. 

24-26 

1157. 

27ss 

263. 

29 

360. 

33 

263. 

37 

1CCl>. 

7,13 

1307. 

22 

88. 

31-32 

255. 

36^50 

1191. 

43 

1102. 

44ss 

10*4. 

47 

253. 

1412 


ÍNDICE  ESCRITURÍSTICO 


8  8 

53, 

11 

71. 

13 

124. 

20-21 

1065. 

41-48 

595. 

43ss 

931. 

45 

9,12 

215. 

14 

216. 

23 

266. 

24 

340. 

29 

1143. 

38 

1228. 

58 

276  1391. 

10  1 

1256  1258. 

2 

1358. 

5 

1006. 

5-8 

282. 

7 

45  1259  1360. 

21 

1210  1213. 

27 

124  319  339. 

29 

328. 

30ss 

328. 

34 

669. 

35 

326  332. 

37 

332. 

40 

1149. 

41-42 

1054. 

42 

1094  1130  1132 

11,2 

1199. 
1120  1228. 

1210. 

4 

767. 

5 

1296  1314. 

5-6 

92  1295. 

5-13 

1123. 

9 

1211. 

13 

230. 

17 

340. 

21 

122. 

27 

1063. 
962.  ' 

27-28 
28 

1064. 

33 

1354. 

12,2 
3 

56. 

42  944. 

7 

35. 

8 

124. 

15 

123. 

19 

809. 

22 

223. 

35 

331  1153. 

391. 
256. 

38 

42-45 

516. 

45-47 

516. 

47 

938. 

48 

1304. 

49 

937  1088. 

49-50 

462  780. 

50 

585. 

59 

775. 

13  1 

370. 

6 

1368. 

24-25 

357. 

25 

350  497  940. 

28 

516. 

14,10 

1322. 

11 

230  1200. 

ia 

668  1264. 

16 

345. 

26 

301  1103. 

28-30 

1304. 

15.2 

298  331. 

5 

8Í5. 

7 

305. 

10 

1198. 

16 

876  887. 

16,2 

44'. 

13 

132. 

15 

1133. 

17,21 

72. 

33 
34 

65Í 

37 

1270. 

18,1 

192. 

2ss 

1314. 

8 
9 

560. 
317. 

lOss 

964. 

11 

317. 

13 

322  567. 

14 

230  313  314  323 

662  1144  1200. 

19 

319  327  479. 

29 

215. 

31 

277. 

31-34 

1212. 

19,5 

526. 

5-6 

675. 

9 

629  674. 

22 

768. 

26 

978. 

42 

57.' 

42-44 

310. 

44 

312  572. 

21,25 

58. 

25s 
27 

38. 
60. 

34 

211  334  350. 

36 

66. 

22.10 

483. 

18-30 

287. 

19 

612  625  644  666 

715  749. 

27 

1189. 

29-30 

33 

42 

48 

57 
23,21 

24 

26 

30 

34 

40 

42 

43 

46 
24,15 


62  871. 
45  224. 
347  709. 
1235. 

268  417  1390  1393. 


870. 

253  279. 

1127. 

675. 

281  895. 
618. 
282. 
277. 

283  437  1357. 


ÍNDICE  ESCRITURÍSTICO 


1413 


1,1 

835. 

50 

502  748  838  853 

1.3 

105. 

51 

742. 

8 

243  1235. 

51-62 

877. 

12-13 

403. 

52 

667  687. 

13 

404. 

52-53 

877. 

14 

80  792  809. 

54 

702. 

16 

87  528. 

55 

702. 

17 

118  331  631. 

.  56 

706  710  718  724 

18 

324  494. 

739  874. 

19-27 

68. 

67 

897. 

23 

69  70. 

58 

809  817  890  894 

26 

832. 

922. 

29 

186  492  700  1380. 

59 

682  834  900. 

32s 

87. 

61 

877. 

36 
39 

186. 
1036. 

64 
68 

901. 
878. 

2.1 

137  281. 

69 

885. 

5 

994  1037  109S. 

71 

802. 

3,3 

198. 

7.16 

415  489  1073 

3ss 

448. 

1331. 

5 

404. 

37 

439  593  957. 

6 
9 

403. 
806. 

37-39 
38 

484. 
412. 

13 

402  403  814  852. 

39 

453  1324. 

14 

748. 

46 

198  299  669. 

16 

121  448  813  1014 
1254. 

8.10-11 
12 

800. 
1030. 

17 

72  448  451. 

21 

333. 

19 

40S  955. 

34 

1336. 

20 

944. 

35 

814. 

22-4 

198. 

44 

768. 

31 

429  839. 

56 

585  953. 

34 

87  701  809. 

9.2 

235. 

35 

1032. 

3 

235. 

36 

401. 

4 

235. 

4.2 

198. 

5 

231  236  479  662 

6-42 

201. 

953. 

7 

678  798. 

6 

652. 

13 

198. 

35-41 

236. 

13-14 

393. 

39 

654  720  1062. 

23 

108  1323. 

10,4 

603. 

24 

664. 

8 

419  421  458. 

32 

3255. 

8-J1 

712. 

34 

100  1255. 

9 

421  493. 

54 

94. 

10 

420  457  699  748 

5,7 

941. 

769. 

14 

23£>. 

11 

1358. 

22 

942. 

12 

1115. 

25 

69. 

13 

1358. 

26 

835. 

15 

121. 

27 

40. 

27 

262  994. 

40 

850. 

27-28 

260  261  270. 

41 

961. 

30 

274. 

6.5 

213  215  217  706. 

11,3 

247. 

5ss 

215. 

5 

247. 

9 

636. 

7-45 

250. 

9-12 

838. 

14 

259. 

9-13 

216. 

25s 

39. 

10 

215  223. 

33 

256. 

12 

1087. 

34s 

246. 

14-15 

216. 

34-35 

250. 

15 

215  990  1079. 

41 

805. 

16-27 

217. 

43 

629. 

26 

1073. 

50 

610. 

27 

877. 

12.24 

894. 

30 

877. 

25 

40  340  1003. 

31 

624. 

32 

326  610. 

32 

877' 879  884. 

35 

42 

1299. 

13,1 

480  487  902. 

44 

878. 

lss 

1232. 

45 

967. 

1-15 

489. 

1414 


índice  escriturístico 


9  11 

1 1Q5 

o 

725 

500* 

8 

777. 

12 

1377. 

14ss 

11&2'  • 

15 

332. 

16 

669. 
36s! 

34 
14  1 

431. 

2  12  28 

333 

2 

385.' 

6 

422  492  1327. 

4ÍW)  502. 

577. 

10 

16 

385  397  431  433 

21 

280 

71            <4.*Í9  ¿Q^ 

Í>R 

9/7 

¿"Í1 

97  98 

434 

28 

000  OHA  ofvo 
¿o-i  olio. 

30 

173. 

31 

277  284. 

**l-7 

923.' 

3 

777'. 

4 

¿91 

g 

4T9 

12 

Q^9  Q,AQ  '7A1 

13 

14 

13fi7 
in-3^ 

16 

79rt 

25 

26 

397' 400  410  423. 

26-16 

16  5 

283  333 

"g 

ROO 

3^3 

16 
21 

126Í 

24 

Í  99  4Qd 

27 

28 

17  3 

417. 

j* 

48Q  1242 

J? 

12 

19á9 

21 

(SÍU  QÍY7 

23 

4Q7 

24 

62 

26 

28 

P16. 

18,lss 

579. 

8 

798  1041. 

36 

87  276. 

38 

244  1041. 

40 

205. 

19,6 

693. 

11 

1041 

31 Q 

25  ^ 

í}5¿ 

27 

1178 

28 

678  1?.^5 

30 

138  792 

38 

20  19 

284  ' 

21 

282  1354 

23 

282  916 

26 

28 

9«9 

».  ?? 

133  ft4Q  1 

1364 

17 

332  <*85 

9f> 

7«rP 

9d 

1  7 

« 

I3fii 

10 

1 1áQ 

11 

a«fl 

Ifi 

i?«k 

9  7 

I77 

11 

d9Q 

13 

477 

38 

445 

39 

967. 

42-47 

478. 

3  2-6 

15 

699 

4  12 

713Í 

22 

798! 

32 

567  8o7  * 

34 

ítñfi* 

34-3-5 

5  1-11 

1360 

36-37 

370.' 

439  1358 

7  55 

IfWS^' 

fin 

Q  d 

634 

15 

Q/>o  109c 

1<5 

308. 

10,42 

603. 

14,21 

1119. 

lñ' 

1365  " 

17  28 

31«." 

19 

1356. 

2 

430. 

1,1 

160. 

3 

959. 

4 

500. 

7 

160. 

16 

97. 

17 

1366. 

18 

132. 

20 

91  688. 

32 

294  54.3. 

2,6 

164  1363. 

3,13 

251. 

16-17 

127. 

20 

531. 

22-24 

748. 

27 

479. 

31 

482. 

4.8 

963. 

1118. 


ÍNDICE  ESCRITURÍSTICO 


1415 


17 

125. 

18 

125  189. 

25 

864. 

5,5 

273. 

8 

1C61. 

17 

667. 

19 

8C1  813. 

20 

451. 

6,1-2 

12~6. 

3-4 

1251. 

15 

1236. 

19 

107  154. 

7,14 

518. 

15-24 

698. 

21.23 

330. 

23 

518. 

24 

465  818  899. 

8,2 

421  457. 

3 

109  378  379  381. 

3s 

100. 

5 

759. 

8 

1C02. 

9 

352  401  466. 

10 

149. 

13 

899  1C02. 

14 

1323. 

15 

455. 

16 

410  977. 

17 

1110. 

18 

1110. 

24 

297  1262. 

26 

269  430  471  634 

989  11C9  1301. 

26s 

1315. 

28 

194  342. 

29 

409  5C0  1110. 

30 

1C80  1232. 

3C-31 

1242. 

31 

117  1020. 

32 

74  107  496  682 

740  776  812. 

33 

117  254. 

33-34 

3C4  1242. 

35 

341  473  1369. 

35-39 

273  288  781  1103. 

38 

473. 

9,2 

345. 

3 

338. 

20 

1012. 

28 

327. 

10,2 

561. 

6-7 

446. 

6-8 

492. 

8 

446. 

13 

1C69. 

18 

50. 

11.5 

261. 

33-36 

1185. 

36 

1161. 

12,1 

189 

2 

854. 

8 

517. 

12 

140  296  1266. 

15 

368  1039. 

13.3 

772. 

8 

258. 

10 

258. 

12 

956. 

14 

352. 

14 

539. 

15 

542. 

17 

72  73  823  1259. 

20-21 

539. 

21 

541. 

15,3 

396. 

'l3 

1216. 

19 

528. 

29-31 

193. 
160. 

1.1 
4 

922. 

8 

922. 

9 

805  922. 

19 

243  1217. 

25 

122. 

27 

125  1061. 

30 

72  2S5  528  812 

909  1331. 

2,8 

276. 

9 

172  224  271  289 

<> !  a  ooo  ll.lv. 

10 

792. 

11 

616. 

14 

1214. 

16 
3.1-3 

906. 
1321. 

2 

1115. 

9 

1072. 

10-15 

772. 

12 

822. 

22 

73  1003. 

22-23 

341. 

23 

401. 

4.1s 

1361. 

4 

37. 

5 

42. 

7 

357  1240. 

12 

290. 

13 

1385. 

16 

1328. 

6,9-10 

294. 

12 

368. 

15 

556. 

17 

470  868  1087. 

19 

444. 

20 

525. 

7.5 

565. 

29 

223. 

29-31 

774. 

31 

1099. 

32-34 

1086  1200. 

33 

387. 

8,9ss 

544. 

9-13 

539. 

11 

542. 

12 

542. 

13 

542. 

9,7 

1359. 

9 

1042. 

16 

1364. 

22 

368  1115. 

24-27 

156. 

25-26 

1398. 

10,3-4 

287  713. 

4 

197. 

11 

48. 

16 

672  682  921. 

16-17 

729. 

23 

488. 

31 

386  746  1086  1368 

11,3 

2C6  803  931  1031 

1185. 

206. 

1416 


índice  escriturístico 


23-24 
24 
£6 
27 
29 
31 
31s 
12,17 


13,1 
2 
3 
5 

14,38 
15,21 
¿6 


54 

55-57 
16,12 

22 
1,3 
2,11 
3,2 

17 
4,2 

7 

10 

11 

17 

17-18 
5,14 

15 

21 
6,2 

14 

14-16 

16 
7,5 

6-7 
9,6 

15 
11,14 

25 

29 
12,1-4 

2 

7 

7ss 


1,9 
2,16 
20 

3,11 
13 
16 
27 

27-2 
4 

4-5 


612  715  749. 

749. 

928. 

896  927  1306. 

67. 

51. 

784  1353. 

187. 

807. 

807. 

165. 

1297. 

165. 

1017. 

871, 

813. 

667. 

45. 

416  421. 

852. 

382. 


667. 
668. 
904. 

129  481. 

671  759  995. 

173. 

465. 

961. 

42. 

344. 

1251  1329. 
1358. 

1099  1110. 

240. 

693. 

725  947. 

810  812. 

150  937. 

11-0. 

792. 

71. 

1220. 


71. 

1170. 

1324. 

368. 

1170. 

1035. 

180  1325. 

191. 

1-2  K60  1061 

1315. 
633. 
977. 
122. 
484. 

474   633  744  746 
747  782  005  932. 
331. 

810  812. 

495  814  815. 

784. 

501. 

1321. 

482  838. 

378. 


6 

233  627 

^A 

A7S  7A1  7*í*". 
Oío   (Vi.  íoO. 

19^' 

d  T7 

i~  ' 

A 
* 

9A1  9R9 

5¿o 

ir- 

OKB 

is 

JAI 

99 

78^ 

9  9 

O  Al 

■a 

Íat 
aq^ 

A 

9Q7 

inl 

8 

1971 

11  19 

1  1Q 

19 

1971 

798 

ir?* 

Ifí 

_  ™ 

633 

Al  7    78A    8A9  8A8 
OI  1     ICO    ol"¿  OUo 

1 99A 

8  9 

10 

617  1116 

1Q 

i? 

aoi 

,  ~r 
8 

485 

283  298 

ir» 

oívr'  ,nco 

ii 

807  1353. 

id 

19 

9QK    OT/>  ICfO 

30 

443- 

5  1 

2 

202 

3-4 

1140. 

5 

147  202  408. 

^43* 

17 

9rt 

9Q 

Q9A 

ZÍ 

1  AS 

W  97 

784 

97 

ARA  1A8fí 

2Q 

Iaa 

5» 

181 

Jt« 

19 

1  3 

A'ÍQ 

' 

904 

333  630 

9  17 

s 

S78 

¿ir" 

7  8 

811 

8 

S7f»  81  3  1  1 AA 

10^2^ 

8  9 

8-11 

577. 

9 

506  809. 

9-10 

688  1141. 

13 

1323. 

15-16 

854. 

ÍNDICE  1SCK1TURÍST1CO 


1411 


Cal 


21 

396  1212. 

18 

942. 

3,8 

1133. 

3,14 

731. 

14 

822. 

4,13 

355. 

18 

381  382. 

15 

174. 

19 

147. 

5,7 

461  496  13Q3. 

20 

382. 
383. 

6,lss 

1324. 

21 

7,3 

1382. 

4,6 
7 

1247. 

26 

795. 

753. 

9,2 

762. 

12-13 

823. 

11-12 

1056. 

1,13 

13-14 

427. 

15 

377! 

24 

397  447. 

18 

578  786  804. 

27 

668. 

24 

633. 

10,7-9 

118. 

26-28 

617. 

16 

747. 

2,3 
9 

506. 

31 

34  543  775. 

507. 

34 

290. 

14 

100. 

34-35 

1264. 

17 

506. 

11,24-26 

1158  1265. 

3,5 

147  336  1336. 

26 

164. 

11 

501. 

37 

115. 

19 

753. 

12,1 

705. 

20 

1093. 

2 

462  699. 

21 

660. 

6 

779. 

24 

683. 

23 

1324. 

s2,13 

191. 

29 

531. 

19 

45. 

Iac  1,5-6 

1313. 

3,8 

745. 

10 

1262. 

4,8 

273. 

15 

918. 

13 

1261  1262. 

:17 

1179. 

14 

1270. 

2,5 

125. 

16 

1262. 

13 

49  64. 

17-18 

1263. 

26 

457. 

s  1,8 

775. 

4,3 

219. 

1.4 

960. 

5,15-16 

187. 

7 

1214. 

1  Petr  1,3 

1272. 

9 

1318. 

3-5 

296. 

12 

1003. 

4 

684. 

15 

70  300  807  817. 

24 

1262. 

17 

795. 

2,6 

633. 

2,4 

351. 

9 

1151  1292. 

14 

898. 

11 

1099. 

3,1 

300. 

13 

1034  1182. 

4,9 

300. 

22 

810. 

5,6 

899. 

23 

701. 

8 

874. 

24 

110  760. 

17 

1258. 

3,1 

854. 

18 

45  1259  1360. 

15 

528  566. 

2,4 

1153. 

4,4 

854. 

5 

156  1119. 

8 

1196. 

12 

1110. 

5,3 
8 

1293. 

19 

218  1069. 

182  255. 

23 

143. 

9 

183. 

4,2 

1364. 

2  Petr  1,4 

490  501. 

4 

1364. 

1  lo  1,7 

780  1388. 

7-8 

1121. 

8-10 

780. 

8 

332. 

8 

773. 

1,16 

431  735  849. 

2,1 
19 

365  1195. 

2,4 

143. 

1365. 

7 

552. 

3,1 

1266. 

15 

1364. 

t-2 

291. 

3,4 

107. 

1-3 

291. 

5 

484. 

2 

226  383. 

1,2 
3 
4 

7-14 

2,e 

500. 

377  447. 
880. 
803. 
416. 

16 

4,8 

140  292  1266. 

353  540. 
1191  1388. 

7 

227. 

9 

751. 

10 
16 

699  725. 

10 

751. 

882. 

16 

456. 

1418 


Í.NIHCK  ESCKITUKÍSTICO 


5,18 

454. 

7ss 

1181. 

1,5 

784. 

13,8 

692  700. 

18 

942. 

14,13 

164. 

2,7 

1240. 

18,7 

772  1099  1372. 

10 

1240. 

211 

64 

17 

292  1240. 

19,16 

862. 

3,4 

1143. 

20,6 

707  893. 

12 

820. 

12 

40  41. 

16 

821. 

13 

39. 

17 

91  347. 

04 

893. 

18 

1143. 

15 

41. 

20 

75  678. 

21,4 

45  590  602  1093 

4,8 

779  1142. 

6 

130. 

5,5 

620  724. 

11 

38. 

10 

1151. 

18 

602. 

6,16 

41  46  60. 

21 

1120. 

7,14 

1345 

27 

202  935. 

16ss 

227. 

22,1 

1093  1129  1131. 

17 

45  602  603. 

1-2 

700. 

8,10 

1356. 

2 

867. 

12,1 

116  937. 

4a 

227. 

4 

125  1274. 

17 

957. 

INDICE    DE  MANUSCRITOS 


Barcelona,  Bibl.  Univ.:  Ms.  1064, 
31  1004;  Ms.  1069,  31  119. 

Cittá  del  Vaticano,  Arch.  Congr. 
SS.  Rit.:  Proc.  3173,  3  4  5  6  7 
8  9  10  11  12  13  14  15  16  17  18 
19  20   1060  1281  1282. 

E]  Escorial,  Bibl.  Monasterio: 
Ms.  &  III  21.  24  31  323  910 
951  1020  1148  1232  1283  1312. 

Londres,  British  MuseiMii:  Ms. 
Add.  20.  915.  31  1202. 

Madrid.  Arch.  Prov.  Toledo  S.  I.: 
Ms.  Caja  A,  n.  103,  26;  Ms.  20 
bis,  31  1253. 

—  Biblioteca  Nacional:  Ms.  3620, 
1283  1284  1295  1312  1326:  Ms. 
5689.  31  33  1039;  Ms.  6311,  31 
103  834  1076:  Ms.  8103,  11  27  28. 

—  Real  Academia  Historia:  Ms. 
11-10-2/19,  31  1076;  Ms.  27-2 
E/37  ,  31  1190  1232;  Cortes  272, 
1283  1284;  Jesuit.,  t.  174,  n. 
65.  19.  I 


Oña,  Arch.  Loyola:  Ms.  est.  8, 
■plut  4,  n.  55  bis.  24  26  31  68 
83  137  144  155  173  185  197  231 
246  260  275  282  298  309  313  344 
369  446  957  1151  1261  1282  1283 
1284  1295  1352  1356  1359  1363 
1366  1368  1371  1374  1375. 

Roma,  Bibl.  Naz.  Vitt.  Etm.  II: 
Ms.  Ges.  1372.  25  26  29  31  338 
637  1155  1210  1283  1332. 

—  Biblioteca  Vallicelliana :  Ms. 
H  76,  31  1155. 

Santiago  de  Chile,  Arch.  ¡Nac: 
fondo  antiguo,  Ms.  131,  31  930 
1283  1376. 

Toledo,  Bibl.  Provincial:  Ms.  520, 
1283  1284  1295. 

Valencia,  Colegio  de  Corpus 
Ctoristi.  Bibl.  Patriarca:  Ms. 
1049.  27  31  33  51  83  126  197 
213  260  283  358  396  575  834  910 
1029  1C60  1130  1243. 


INDICE  ONOMASTICO 


Abad,  Camilo  M.,  S.  I.  1282. 

Aguijar,   H.  Antonio,  S.  I.  4  5. 

Agu  ir  re,  v.  Sáenz  de  Aguirre. 

Agustín,  San  10  46  47  54  60  71  75 
83  85  93  94  139  145  194  195  216 
229  237  238  244  247  262  272  278 
286  294  298  300  312  314  317  322 
326  331  338  344  353  354  361  375 
376  379  404  4C6  448  450  454  470 
483  486  487  491  496  500  545  571 
586  629  633  634  648  657  674  690 
692  696  700  708  713  7129  735  736 
745  761  771  773  774  775  781  807 
808  810  813  814  816  817  821  824 
869  870  872  877  893  901  908  916 
920  921  925  934  941  945  952  979 
983  997  1002  1013  1033  1035  1055 
1062  1072  1073  1075  1090  1149  1160 
1172  1175  1240  1241  1243  1254  1296 
1301  1318  1320  1330  1352  1355  1356 
1357  1359  1360  1363  1364  1365  1366 
1371  1373  1387  1388. 

Alcalá  de  Guadaira  12. 

Alcalá  de  Henares.  Universidad 
20. 

AJderete,  Dr.  Bernardo  5  10  19. 

Aldonza,  D.a  4. 

Alejandro  Magno  154. 

Alejandro,  Obispo  135. 

Alemania  563  1365. 

Almodóvar  del  Campo,  proceso 
de  canonización,  v.  Del  Olmo, 
D.a  Catalina. 

Alonso  Palomino,  Mtro.  Juan.  6. 

Alumbrados  11  1318. 

Ambrosio,  San  280  354  410  776 
829  835  859  878  928  997  1005  1027 
1034  1152  1177  1315  1343  1353 
1366  1372. 

Andalucía  3  19  26  198. 

Andújar  12;  proceso  de  canoni- 
zación, v.  Alonso  Palomino, 
Juan;  Carranza  y  Cárdenas, 
Juan  de;  Cazorla,  Andrés  de; 
Maroto  Eufrasio. 

Anselmo,  San  326  583  936  1141. 

Antonino  de  Florencia,  San  1305 
1306. 

Antonio  Abad,  San  181  183  230 
938  939  1128  1316. 

Aoiz,  Toimás  Francisco  de  25. 

Apostolado  do  la  Prensa  (Ma- 
drid) 24  25  26  323  1283. 

Aristóteles  339  576  642  1214  1215. 

Arrio  485  1315  1365. 

Asela  1176. 

Atanasio,  San  181  183  230  392  393 
Atenas  237  241. 

Austria,  D.  Leopoldo  de,  ob.  de 
Córdoba  12. 


Avalos,  D.  Gaspar  de  1358. 
Aviceria  10  225  657. 

BHco  1153. 

Baeza  12  1281;  Colegio  Mayor 
(Universidad)  de  la  Santísima 
Trinidad  10  17;  iglesia  de  San 
Andrés  17;  proceso  de  canoni- 
zación, v.  Cisneros.  Juan  de; 
Diaz  Reyes  Carleval,  Alonso; 
Ibáñez  de  Herrera,  Francisco; 
Lomas,  Pedro  de;  Robres  Me- 
sía,  Luis;  Rodríguez  de  Pan- 
corbo,  Blas. 

Barbarroja  240  246  253. 

Barcelona,  impresores  de  "Obras" 
de  Avila  25;  Seminario  Conci- 
liar, "Academia  Bibliográfica 
Mariana"  24  25. 

Barrera,  Andrés  de  1282  1284. 

Basilio,  San  755  998  999  1302  1310 
1315  1360. 

Beda  el  Venerable  1305  1326. 

Bernardo,  San  101  105  114  120  128 
275  345  353  388  433  439  643  652 
685  727  768  777  783  817  822  828 
829  830  890  910  911  938  942  953 
954  975  981  987  989  993  1003  1033 
1071  1143  1153  1179  1223  1239  1253 
1288  1312  1313  1315  1318  1321  1329 
1359  1398. 

Bética  12. 

"Biblia  sacra  cura  glossis  inter- 
linean et  ordinaria,  Nicolai  Ly- 
ranl  Postilla..."  (Lyón  1545)  156 
408  542  808  996  1006  1033  1070 
1286. 

Biel,  Gabriel  925. 

"Breviarium  Romanum"  78  130 
151  182  555  680  696  903  937  939 
984  1015  1021  1082  1094  1128  1130 
1141  1147  1148. 

Budapest  231. 

Buenaventura,  San  112  549  580 
583  926  981. 

Calzedos  19. 

"Cañones    paenitentiales"  1372. 
Cárdenas  1». 

Carleval,  Dr.  Bernardino  7  11 
13  18. 

Carranza  y  Cárdenas,  D.  Juan 
de  6. 

Carrillo,  D.»  Sancha  10  13  418. 
Casas,  Diego  de  las  13  15  20. 
Castilla  198. 

Castro,  D.  Rodrigo  de,  arzob.  de 

iSeviaia  1281. 
Catalina   mártir,   Santa   208  224 

1252. 


1422 


ÍNDICE  ONOMÁSTICO 


Catalina  de  Siena,  Santa  1201. 
Cayetano,  Tomás  de  Vio  207  1335 
1346. 

Cazorla,  P.  Andrés  de,  S.  I.  5  8  9. 
Ceres  1153. 
César  911  912. 
Cetina,  F.  24  B5. 
Cicerón  800. 

Cipriano,  San  370  371  426  483  533 
534  535  536  821  890  891  1253  1354 
1356  1366  1372. 

Cirilo  de  Alejandría,  San  1363. 

Cisneros,  Juan  de,  Mtro.  9  17  18. 

Clemente,    San    1354  1366. 

Clemente  V  510. 

"Clementinas"  510  512  524  530  563 
565  575  584  590  591. 

Comenso  (Sicilia)  245. 

Compañía  de  Jesús  1312  1326. 

Concilios  1179  1355;  Aurelianense 
I,  m  y  V  1355 ;  Bracarense  I 
1355;  Cartaginense  IV  1257  1355; 
Florentino  484;  IV  de  ¡Letrán 
655  1256;  Milevitano  767;  Nice- 
no  1365;  Niceno  II  1355;  Tarra- 
conense I  1355;  III  de  Toledo 
1355;  de  Trento  142  396  406  484 

509  578  627  672  683  713  767  775 
1068  1235  1339  1356;  de  Vienne 

510  530  563  565  575. 
Constantinopla  563. 
Contreras,  Fernando  de  1281. 
Córdoba  4  10  11  12  14  16  17  1030 

1281  1282  1284  1295;  casa  del  Li- 
món 20;  Colegio  de  la  Compa- 
ñía 4;  Hospital  de  las  Bubas 
14;  plaza  13;  proceso  de  cano- 
nización, v.  Alderete,  Bernar- 
do; Casa,  Dei^o  de  las;  Díaz 
de  Morales,  Juan;  Navarrete, 
Juan  Bta. ;  Hortigosa,  Berna'bé 
de;  Pérez  de  Torres,  Fernán. 

Córdoba,  Antonio  de  8. 

Córdoba,  Dr.  Juan  de  18. 

Córdoba,  Leonor  de  13  14. 

Cornelio,  San  1354. 

Decretales"  de  Gregorio  IX  1339. 
"Decretos  de  Graciano"  1340  1360 
1375. 

Denzinger-Umberg  655  767. 
Díaz,  Juan  21  22  25  26  27  28  29. 
Díaz  de  Morales,  Juan  8. 
Diaz  Reyes  Carleval,  Alonso  18. 
Diocleciano  1078. 

Dionisio  Areopagita,  Pseudo  157 
'554  631  688  745  746  752  764  784 
818  1125  1135  1155  1316  1318  1319 
1321  1354 

Domingo,  Santo  223  1072  1327. 

Duque  Sánchez,  Manolita  30. 

Durando,  Guillermo  943. 

Durántez,  Juan  1282  1326. 

Ecija  9  12  1370;  Santo  Domingo 
1371. 

Erasmo  de  Rotterdam  353  370  661 
1256. 


Escabias,  H.  Sebastián  de,  S.  T. 

3  4  14  17  1281. 
Escocia,  rey  de  231. 

Escoto  204  207  345  916  1022  1334 

1338. 
España  3. 

Estella,  Fr.  Diego  de  18. 
Extremadura  15. 
Eugenio  IV  510. 
Eutiques  485. 

Fabián,  San  1155. 

Feria,  Conde  de,  v.  Fernández  de 

Córdoba,  D.  Pedro. 
Feria,  Condes  de  14. 
Feria,  Condesa  de,  v.  Ponce  de 

León,  D.»  Ana. 
Fernández,  Lic.  Alonso  13. 
Fernández,    P.    Antonio,    S.  I. 

4  13. 

Fernández  de  Córdoba.  D.»  Cata- 
lina, marquesa  de  Priego  4. 

Fernández  de  Córdoba,  D.  Pe- 
dro 10. 

Fernández  de  Córdoba,  D.  Pedro, 

conde  de  Feria  4. 
Fernández  Montaña,  José  25  1151 

1283  1352  1356  1359  1363  1366  1368 

1371  1374. 
Fernando,  San  23  120. 
Figueroa,  Fr.  Lorenzo  18. 
Francia  1198  1365  1375. 
Francisco  de  Borja,  San  4  5  12. 
Francisco  de  Asís  223  1072  1210 

1223    1224    1225    1226    1227  1228 

1229   1230    1231    1232   1290  1291 

1327  1392. 
Fregenal  12. 

Gaitán,  vicario  de  Montilla  7. 
Gaitán  de  León,  Melchor  8. 
Gálvez,  Carlos,  S.  I.  26. 
García   Villada,   Zacarías,   S.  I. 
25  1283. 

García  Villoslada,  Ricardo,  S.  I. 
24  26  68  83  187  144  155  173  185 
231  246  260  275  282  298  309  313 
338  344  369  370  446  1261  1282 
1283  1332  1375. 

Genadio  925  1371. 

Gersón,  Juan  1370. 

Gil,  Fr.  1319. 

Godofredo,  alead  388  1359. 

Gómez,  Bartolomé  25. 

Gómez,  Francisco,  "el  Licencia- 
do" 1282  1284. 

Góngora,  D.°  María  de  4  8. 

González  Olmedo,  Félix,  S.  I.  6. 

González  Palencia,  Angel  4. 

González,  Severino,  S.  I.  24. 

Gracián  de  la  Madre  de  Dios, 
fray  Jerónimo  21. 

Granada,  3  4  6  12  13  15  19  20  29 
283  313  315  1281  1332  1358;  Co- 
legio Real  6;  proceso  de  cano- 
nización, v.  Aguilar,  Antonio 
de;  Fernández,  Antonio;  Gón- 
gora, María  de ;  Lobo,  Juan ; 
Martín  de  Zárate,  Juan;  Ra- 
mírez, Jerónimo;  Robledo,  Isa- 


ÍNDICE  ONOMÁSTICO 


1423 


ibel  de;  Buiz,  Bartolomé;  Xi- 
ménez,  Pedro;  Zurillo  de  Vaga, 
Pedro;  Puerta  Elvira  20;  San- 
tos Mártires  13:  Universidad  8. 
Granada,  Fr.  Luis  de  3  5  6  7  8 
9  10  11  12  13  15  16  17  18  19  30 
1190. 

Grecia  237  238  563. 

Gregorio  Magno,  San  35  58  59  60 
181  244  300  338  352  493  585  615 
695  718  770  772  807  840  858  995 
1034  1079  1257  1282  1304  1307 
1315  1355  1373  1384. 

Guadalupe  277. 

Guerrero.    D.    Pedro,    arzob.  de 

Granada  6  20  28  502. 
Guevara,   Fr.   Antonio  de  278. 
Guillermo  de  Saint  Thierrv  1313 

1321  1329. 
Gutiérrez  Serrano,  Bartolomé  9. 

Hales,  Alejandro  de  926. 
Halloix,  Pedro,  S.  I.  1125. 
Héctor  154  364. 
Helena  23  550. 
Herrero  García,  Miguel  21. 
Hilario,  San  800. 
Hoces,  D.»  María  13  17. 
Hortieosa,    Lic.    Bernabé    de  8 
11  19. 

Ibáñez  de  Herrera  Dr.  Francis- 
co 8  10. 

Ignacio  de  Antioquia,  San  96  782 

Indias  130  225. 

Inés.  Santa  224. 

Inglaterra,  Bey  de  245. 

Inocencio  III  "890. 

Ireneo,  San  1354  1366. 

Isidoro  de  Sevilla,  San  1294  1298. 

lacobo  V,  rey  de  Escocia  231. 

Jaén  1282;  proceso  de  canoniza- 
ción, v.  Escabias,  Sebastián 
de;  Narciáñez,  Alonso  de;  Buiz 
Burgueño,  Bartolomé. 

Jerez  de  la  Frontera  12. 

Jerónimo,  San  36  37  58  142  176 
211  224  291  318  398  410  424  426 
432  453  521  548  768  859  925  952 
1034  1036  1048  1C70  1128  1137  1152 
1153  1160  1176  1177  1180  1182  1183 
1214  1246  1249  1256  1258  1329  1355 
1356  1359  1360  1363  1364  1366  1369 
1371  1376. 

Josefo,  Flavio  503. 

Juan  Clímaco,  San  182  212. 

Juan  Crisóstomo,  San  41  59  60  70 
199  299  612  613  757  758  806  807 
896  930  1259  1290  1299  1300  1303 
1358  .1359  1372. 

Juan  Damasceno,  San  375  618  651 
761  783  801. 

Juan  de  Dios,  San  12. 

Juan  de  Bibera,  beato,  obispo  de 
Badajoz  v  arzob.  de  Valencia 
3  27  51  126  213  334  396  1130. 

Lebrija  12. 

Leiva,  María  de  20. 


León  6. 

León  Magno,  San  347  813  1366. 
León.  Pedro  Luis  de  5  10  13  14. 
Lisboa  1190. 
Lobo,  P.  6  9. 
Lobo,  Juan  4. 

Lomas,  Mtro.  Pedro  de  8  1281. 
Lombardo,  Pedro,  Mtro.   de  las 

Sentencias  801. 
Lorenzo.  San  770  1128. 
Lucas,  P.  Andrés,  S.  I.  8. 
Lucía,  Santa  224. 
Lucino  925. 
Lucrecia  Romana  445. 
Luis,  San.  hijo  del  rey  de  Sicilia 

1179  1319. 
Luque  Ayala,  Cristóbal   de  4  5 

14  15  17  20  1C60. 
Lutero  561  891  1365. 
Lyra,  Nicolás  de  156  408  542  808 

996  10C6  1033  1070  1286. 

Macedonio  1365. 

Madrid  33  278  1253  1283;  impreso- 
res de  "Obras"  de  Avila  25;  pro- 
ceso de  canonización,  v.  Var- 
gas, Lic.  Juan  de. 

Madrid,  Lic.  Bartolomé  de  9. 

Madrigal,  Pedro  3  21  25. 

Mahoima  224  225  657  1287. 

Mansi  1257  1355  1356. 

"Manuale  Toletanum"  143  732. 

María  Egipcíaca,   Santa  44. 

Maroto.  Dr.  Eufrasio  6. 

Marsella  1198. 

Martin  V  510. 

Martín,  Antón  7. 

Martín  de  Zarate,  Juan  13. 

Maximino,  Obispo  1198. 

Meca,  La  1287. 

Merciáñez,  Lic.  Alonso  8. 

"Mcditationes  vitae  Christi"  112 
580  583 

Mersch,  E.,  S.  I.  807  808  909. 
Miguélez,  M.  F.,  O.  S.  A.,  24  323 
951  1232. 

"Missale  Botmanum"  39  85  97  114 
118  149  156  245  350  385  400  437 
490  492  585  616  656  662  682  739 
812  840  851  883  906  929  995  1012 
1030  1097  1131  1161  1254  1287 
1298. 

Molina,  Alonso  de  3  20. 

Mondéjar,  Marquesa  de  19. 

Mónica,  Santa  361  629  871  1160. 

Montilla  4  6  7  12  13  14  17  19  28 
1281;  Compañía  de  Jesús  1282; 
monasterio  de  Santa  Clara  1190 
1376:  proceso  de  canonización 
(v.  León,  Pedro  Luis  de;  Luque 
Ayala,  Cristóbal  de;  Muñoz  de 
Cañas,  Juan;  Pérez  de  Aguilar, 
Juan;  Pérez  Cabello,  Juan; 
Pérez  del  Campo,  Francisco; 
Bodrfguez  del  Campo,  Hernan- 
do; Sánchez  Arriero,  Pedro); 
Residencia  S.  I.  26. 

Montserrat  277. 

Müller,  E.  510. 

Muñoz,  Lic.  Luis  1282. 

Muñoz  de  Cañas,  Juan  8  10  1281. 


1424 


ÍM>K'i:  ONOMÁSTICO 


Navarrete,  Lic.  Francisco  11. 
Navarrete,  Juan  Bta.  17  18  19. 
Nestorio  485. 

Nicolás,  San  1151  1153  1154. 
Nominales  1334. 

Olmo,  Catalina  del  8. 
Orígenes  143  193  775  860  995. 
Ortega,  Andrés  25. 
Osuna,  Fr.  Francisco  de  1316. 

Pablo  ermitaño,  San  1128. 
Paladio  207. 

Pallarés  Garzón,  M."  Berta  30. 

Palma  del  Río  12. 

Papa  311  484  485  486   1335  1353 

1362  1363. 
París  23  550. 

Pascual  Rodríguez,  Eugenia  30. 
Paula,  Santa  1180. 
Paz  de  Granada,  Beata  13. 
Pedro  Damiani,  San  37. 
Pérez  de  Aguilar,  Lic.  Juan  7  8 
10  18. 

Pérez  Cabello,  Juan  17. 
Pérez  del  Campo,  Lic.  Francisco 
7  14. 

Pérez  de  Torres,  Lic.  Fernán  11 

14  20. 
Perú  203. 
Pitágoras  452. 
Platón  452  1214. 

Ponce  de  León,  D.1  Ana,  conde- 
sa de  Feria  23  190  1190  1199. 
"Pontificale  Romanum"  1358. 
Priego  12. 

Priego,  Marqués  de  9. 
Priego,  Marquesa  de  18  19. 
Prierias,  -Silvestre  1338. 

Rabanal,  P.  S.  I.  26. 

Ramírez,  Jerónimo  15. 

Ramírez  de  Mendoza,  D.»  Bea- 
triz, condesa  de  Castellar  21  22. 

"Rituale  Romanum"  49  501  573 
589  624  648  670  763  882  904  1241 
1287. 

Roa,  Martín  de.  iS.  I.  23  418  1190. 
Robledo,  D.°  Isalbel  de  4  6. 
Robres,  Ramón  27. 
Robres  Mesía,  Luis  de  18. 
Rodas  563. 

Rodríguez,  Alonso,  S.  I.  11. 

Rodríguez  del  Campo,  Hernan- 
do 5  6  20. 

Rodríguez  de  Paneortio,  Dr.  Blas 
13. 

Roldan  23  720  721. 

Roma  33  237  £97  1078  1176. 

Rómulo  1078. 

Ruiz,  Bernabé  17. 

Ruiz  Burgueño,  Bartolomé  8. 

Sabelio  485. 
Sáenz  de  Aguirre  1355. 
Sajonia,   Mauricio  de  396. 
Sala  Balust,  Luis  17  1283. 
Sala  Balust,  Ramón  30. 
Salucio,  Mtro.  Agustín,  O.  P.  11 
19  27  28. 


Sánchez  Arriero,  Pedro  5  6  8  17 
1281. 

Sánchez  de  Avedaño,  Lic.  Her- 
nán 9. 

Sánchez  Gómez,  Petra  30. 
Sánchez  Ruiz,  Valentín,  M.  S.  I. 
25  26. 

Santiago  de  Compostela  277  278. 
Sebastián,  San  1155. 
Séneca  613. 

Sevilla  12  13  21  23  283  309  311 

1281. 
Sibilas  37  55. 
Sicilia  245. 
Sigüenza  18. 

Silverio  de  Santa  Teresa,  C.  D. 
21. 

Silvestre  II  1152. 
Sixto,  San  1128. 
Sócrates  452. 
Solwaiy  Moss  231. 
Soto,    Fr.    Domingo    de,    O.  P. 
1362. 

"Summa  praedicantium"  1373. 

Teodoreto  381  527. 
Teofllacto  189  190. 
Terencio  1153. 

Teresa  de  Jesús,  Santa  21. 
Terrones  del  Caño,  Francisco  6 
9  11. 

Tertuliano  533  534  1364. 
Toledo,  Fr.  Juan  de,  ob.  de  Cór- 
doba 12. 

Tomás  de  Aquino,  Santo  37  49 
202  244  328  345  348  454  490  502 
504  549  576  644  648  657  683  731 
787  803  805  821  915  920  926  999 
1013  1313  1323  1334  1343  1344 
1350  1351  1354  1355  1371. 

Turco  231  245  311. 

Túy  6. 

Urbano  IV  507  510  575. 
Uriarte,  P.,  S.  I.  1283. 

Vargas,  Lic.,  embajador  en  Ve- 
necia  11. 

Vargas,  Lic.  Juan  de  6  7  8  9  16 
17  18  22  1281. 

Venecia  11. 

Venus  1153. 

"Via  spiritus"  1316. 

Vicente  Ferrer,  San  926  1152  1321. 

Vicuña,  P.  Juan  de,  S.  I.  1282. 

Villalba,  L.,  O.  S.  A.  1282  1312. 

Villarás,  Juan  de  7  9  13  15  16 
17  18  28  1076  1253. 

Virgilio  85  176. 

"Vitae  patrum"  285  428  1246. 
Ximénez,  Pedro  15. 

Z  abatios  Boyero,  Daniel  30. 

Zafra  12  14  15  33  36  42  1281;  mo- 
nasterio de  la  Cruz  1384. 

Zurillo  de  Vaga.  Lic.  Pedro  12 
15. 


ACABOSE    DE    IMPRIMIR    ESTE    SEGUNDO  VO- 
LUMEN   DE    LAS    «OBRAS   COMPLETAS  DEL 
BEATO   MAESTRO  JUAN   DE   AVILA»,  DE 
LA    BIBLIOTECA    DE   AUTORES  CRIS- 
TIANOS,   EL    DIA    S    DE  AGOSTO 
DE    I95J,   FIESTA  DE  NUESTRA 
SEXORA    DE    LAS  NIEVES, 
EN    LOS    TALLERES  DE 
LA  EDITORIAL  CATO- 
LICA,   S.    A.,  AL- 
FONSO XI,  4, 
MADRID 


LAVS    DEO    VJRGINIQUE  MATR1 


Biblioteca  de  Autores  Cristianos 


VOLUMENES  PUBLICADOS 

1  SAGRADA  BIBLIA,  de  Nácar-Colunga,  4.»  ed.,  corregida  en  el  texto  y  co- 
4  piosamente  aumentada  en  las  notas  (reimpresión).  Prólogo  del  excelentísi- 
mo y  Rvmo.  Sr.  D:  Gaetano  CICOGNANI,  Nuncio  de  'Su  Santidad  en  España.  1952. 
LXXXIV  +  1700  págs.  en  papel  biblia,  con  profusión  de  grabados  y  8  mapas, 
o  SUMA  POETICA,  por  José  María  Pfman  y  M.  Herrero  García.  2."  ed.  1950. 
**    XVI  +  800  págs. 

O  OBRAS  COMPLETAS  CASTELLANAS  DE  FRAY  LUIS  DE  LEON.  Edición 
**  revisada  y  anotada  por  el  P.  Fr.  Félix  García,  O.  S.  A.  2.*  ed.  1951.  XII 
-f- 1800  págs.  en  papel  biblia. 

A  SAN  FRANCISCO  DE  ASIS  :  Escritos  completos,  las  Biografías  de  sus  con- 
^  temporáneos  y  las  Floréenlas.  Edición  preparada  por  los  PP.  Fr.  Juan  R.  de 
Legísima  y  Fr.  Lino  Gómez  Cañedo,  O.  F.  M.  2.»  ed.  1949.  XL  +  888  págs.,  con 
profusión  de  grabados. 

£    HISTORIAS  DE  LA  CONTRARREFORMA,  por  el  P.  Ribadeneyra,  S.  I. 

Vida  de  los  PP.  Ignacio  de  Loyola,  Diego  Laínez,  Alfonso  Salmerón  y  Fran- 
cisco de  ISorja.  Historia  del  Cisma  de  Inglaterra.  Exhortación  a  los  capitanes 
y  soldados  de  la  ¡¡Invencible».  Introducciones  y  notas  del  P.  EU¡»tBiu  Rey,  S.  I. 
1945.  CXXVI  +  135b  págs.,  con  grabados. 

g  OBRAS  DE  SAN  BUENAVENTURA.  Tomo  I  :  Introducción.  Breviloquio. 
w  Itinerario  de  la  mente  a  Dios.  Reducción  de  ¡as  ciencias  a  la  Teología. 
Cristo,  maestro  tínico  de  todos.  Excelencia  del  magisterio  de  Cristo.  Edición  en 
latín  y  castellano,  dirigida,  anotada  y  con  introducciones  por  los  PP.  Fr.  León 
Amoros,  Fr.  Bernardo  Aperribay  y  Fr.  Miguel  Uromí,  O.  F.  M.  1945.  XL 
-I-  75<>  págs.— Publicados  los  tomos  II  (9),  111  (19),  IV  (28),  V  (36)  y  VI  (49). 
7  CODIGO  DE  DERECHO  CANONICO  Y  LEGISLACION  COMPLEMEN- 
'  TARIA,  por  los  Dres.  D.  Lorenzo  Miguélez,  Fr.  Sabino  Alonso  Mo- 
ran, O.  P.,  y  P.  Marcelino  Cabreros  de  Anta,  C.  M.  F.,  profesores  de  la  Uni- 
versidad Pontificia  de  Salamanca.  Prólogo  del  Excmo.  y  Rvmo.  Sr.  Dr.  Fr.  José 
López  Oriiz,  Obispo  de  Túy.  4.*  ed.  Reimpresión.  1952.  XLVII1  -+■  1076  págs. 
Q  TRATADO  DE  LA  VIRGEN  SANTISIMA,  de  Alasirtjey.  Prólogo  del 
0  Excmo.  y  Rvmo.  Sr.  Dr.  D.  Antonio  García  y  García,  Arzobispo  de  Valla- 
dolid.  3.*  ed.  1952.  XXXVI  +  988  págs.,  con  grabados  de  la  Vida  de  la  Virgen, 
de  Durero. 

Q  OBRAS  DE  SAN  BUENAVENTURA.  Tomo  II  :  Jesucristo  en  su  ciencia 
divina  y  humana.  Jesucristo,  árbol  de  la  vida.  Jesucristo  en  sus  misterios: 
1)  En  su  infancia.  2)  En  la  Eucaristia.  3)  En  su  Pasión.  Edición  en  latín  y  cas- 
tellano, dirigida,  anotada  y  con  introducciones  por  los  PP.  ir.  León  Amoros, 
Fr.  Bernardo  Aperribay  y  Fr.  Miguel  oromi,  O.  F.  M.  1946.  XVI  +  848  págs. — 
Publicados  los  tomos  III  (19),  IV  (28),  V  (36)  y  VI  (49). 

1Q   OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  I  :  Introducción  general  y  bibliogra. 

fia.  Vida  de  San  Agustín,  por  Posidio.  Soliloquios.  Sobre  el  orden.  Sobre 
la  vida  feliz.  Edición  en  latín  y  castellano,  preparada  por  el  P.  Fr.  Victorino 
Capanaga,  O.  R.  S.  A.  2.*  ed.  1950.  XII  +  82»  págs.,  con  grabados.— Publicados 
los  tomos  II  (11),  III  (21),  IV  (50),  V  (39),  VI  (50),  VII  (53),  VIH  (t>9),  IX  (79), 
X  (95)  y  XI  (99). 

■1  1  OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  II  :  Confesiones  (en  latín  y  castella- 
1 no).  Edición  crítica  y  anotada  por  el  P.  Fr.  Angel  Custodio  Vega,  O.  S.  A. 
2.*  ed.  1951.  VIH  +  740  págs. — Publicados  los  tomos  III  (21),  IV  (30),  V  (39), 
VI  (so),  VII  (53),  VIH  (69),  IX  (79),  X  (95)  y  XI  (99). 

12-1^    OBRAS  COMPLETAS  DE  DONOSO  CORTES  (dos  volúmenes).  Re- 
copiladas  y  anotadas  por  el  Dr.  D.  Juan  Juretschke,  profesor  de  la 
Facultad  de  Filosofía  de  Madrid,  1940.  Tomo  I  :   XVI  +  956  págs.  Tomo  II  : 
VIH  +  870  págs. 

14  BIBLIA  VULGATA  LATINA.  Edición  preparada  por  el  P.  Fr.  Alberio 
Colunga,  O.  P.,  y  D.  Lorenzo  Turrado,  profesores  de  Sagrada  Escritura 
en  la  Universidad  Pontificia  de  Salamanca.  1951.  Reimpresión.  XXIV  +  1592  +  122 
páginas  en  papel  biblia,  con  profusión  de  grabados  y  4  mapas. 
I  C  VIDA  Y  OBRAS  COMPLETAS  DE  SAN  JUAN  DE  LA  CRUZ.  Biografía, 
•  0  por  el  P.  Crisógono  de  Jesús,  O.  C.  D.  Stibida  del  Monte  Carmelo.  Nocne 
oscura.  Cántico  espiritual.  Llama  de  amor  vivo.  Escritos  breves  y  poesías.  Pro- 


19 


20 


21 


logo  general,  introducciones,  revisión  del  texto  y  notas  por  el  I*.  Lucinio  del 

SS.  Sacramento,  O.  C.  D.  2."  ed.  1950.  XL  +  1436  págs.,  con  grabados. 

lí    TEOLOGIA  DE  SAN  PABLO,  del  P.  José  María  Bover,  S.  I.  1952.  Reim- 

presión.  XVI  +  980  págs. 
17  ID    TEATRO   TEOLOGICO   ESPAÑOL.   Selección,  introducciones  y  no- 
l«"AO   tas  de  Nicolás  González  Ruiz.  Tomo  I:  Autos  sacramentales.  2.*  ed. 
1955.  LXXII  +  924  págs.  Tomo  II  :   Comedias  teológicas,  bíblicas  y  de  vidas 
de  santos.  2.*  ed.  XXVIII  +  924  págs. 

OBRAS  DE  SAN  BUENAVENTURA.  Tomo  III  :  Colaciones  sobre  el  He- 
xaémeron.  Del  reino  de  Dios  descrito  en  ¡as  parábolas  del  Evangelio.  Tra- 
tado de  la  plantación  del  Paraíso.  Edición  en  latín  y  castellano,  dirigida,  anota- 
da y  con  introducciones  por  los  PP.  Fr.  León  Amorós,  Fr.  Bernardo  Apeh*lbay 
y  Fr.  Miguel  Oromí,  O.  F  M.  1947.  XII  +  Soo  págs.— Publicados  los  tomos 
IV  (28),  V  (36)  y  VI  (49) 

OBRA  SELECTA  DE  FRAY  LUIS  DE  GRANADA  :  Uno  suma  de  la  vida 
cristiana.  Los  textos  capitales  del  P.  Granada  seleccionados  por  el  orden 
mismo  de  la  Suma  Teológica  de  Santo  Tomás  de  Aquino,  por  el  P.  Fr.  AWiUMHJ 
Trancho,  O.  P.,  con  una  extensa  introducción  del  P.  Fr.  Desiderio  Díaz  de 
Triana,  O.  P.  Prólogo  del  Excmo.  y  Rvmo.  Sr.  Dr.  Fr.  Francisco  Barbado  Vit- 
jo,  Obispo  de  Salamanca.  1952.  Reimpresión.  LXXXVIII  +  1164  págs. 

OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  III  :  Contra  los  académicos.  Del  Ubre 
albedrío.  De  la  cuantidad  del  alma.  Del  maestro.  Del  alma  y  su  origen. 
De  ¡a  naturaleza  del  bien:  contra  los  maniqueos.  Texto  en  latín  y  castellano. 
Versión,  introducciones  y  notas  de  los  PP.  Fr.  Victorino  Capánaga,  O.  R.  S.  A.; 
Fr.  Evaristo  Seijas,  Fr.  Eusebio  Cuevas,  Fr.  Manuel  Mariinez  y  Fr.  Mallo  Lan- 
seros,  O.  S.  A.  1951.  Reimpresión.  XVI  +  1056  págs.— Publicados  los  tomos 
IV  (30),  V  (39),  VI  (50),  VII  (53),  VIII  (69),  IX  (79),  X  (95)  y  XI  (99). 
90    SANTO  DOMINGO  DE  GUZMAN.  Orígenes  de  la  Orden  de  Predicadores. 

Proceso  de  canonización.  Biografías  del  Santo.  Relación  de  la  Beata  Ce- 
cilia. Vidas  de  los  Frailes  Predicadores.  Obra  literaria  de  ¿anio  Donmuo.  In- 
troducción general  por  el  P.  Fr.  José  María  Garganta,  O.  P.  Esquema  biográ- 
fico, introducciones,  versión  y  notas  de  los  PP.  Fr.  Miguel  Gllaju^i  y  Fr.  Joat 
María  Milagro,  O.  P.  1947.  LVI  +  956  págs.,  con  profusión  de  grabados, 
no  OBRAS  DE  SAN  BERNARDO.  Selección,  versión,  introducciones  y  notas 
***  del  P.  Germán  Prado,  O.  S.  B.  1947.  XXIV  +  1516  págs.,  con  grabados. 
lAgotada.  Se  prepara  la  2.*  ed.) 

04   OBRAS  DE  SAN  IGNACIO  DE  LO  YOLA.  Tomo  I  :  Autobiografía  y  Dia- 
rio  espiritual.  Introducciones  y  notas  del  P.  Victoriano  Larkañaga,  S.  L 
1947.  XII  +  884  págs. 

25-26   SAGRAr,A  BIBUA,  de  Bover-Caniera   Versión  crítica  sobre  los  tex- 
tos  hebreo  y  griego.  2.'  edición,  notablemente  mejorada,  en  un  solo 
volumen.  1951.  XVI  +  2064  págs.  en  papel  biblia,  con  profusión  de  grabados 
y  8  mapas. 

97   LA  ASUNCION  DE  MARIA.  Tratado  teológico  y  antología  de  textos,  por 
el  P.  José  María  Bover,  S.  I.  2.'  ed.,  con  los  principales  documentos  pon- 
tificios de  la  definición  del  dogma.  1951.  XVI  +  488  págs. 

OO  OBRAS  DE  SAN  BUENAVENTURA.  Tomo  IV  :  Las  tres  vías  o  incendio 
^  de  amor.  Soliloquio.  Gobierno  del  alma.  Discursos  ascético-místicos.  Vida 
perfecta  para  religiosas.  Las  seis  alas  del  serafín.  Veinticinco  memoriales  de 
perfección.  Discursos  mariológicos.  Edición,  en  latín  y  castellano,  preparada  por 
los  PP.  Fr.  Bernardo  Aperribav,  Fr.  Miguel  Oromí  y  Fr.  Miguel  Olira,  O.  F.  M. 

1947.  VIII  +  976  págs.— Publicados  Jos  tomos  V  (30)  y  VI  (49). 

OQ  SUMA  TEOLOGICA  de  Santo  Tomás  de  Aquino.  Tomo  I  :  Introducción 
general  por  el  P.  Santiago  Ramírez,  O.  P.,  y  Tratado  de  Dios  Uno.  Texto 
en  latín  y  castellano.  Traducción  del  P.  Fr.  Raimundo  Suárez,  O.  P.,  con  in- 
troducciones, anotaciones  y  apéndices  del  P.  Ir.  Irancisco  MUau,  O.  P.  1947. 
XVI  +  23S*  +  1055  págs.,  con  grabados. — Publicados  los  tomos  II  (41)  y  III  150). 
OQ  OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  IV  :  De  la  verdadera  religión.  De  las 
costumbres  de  la  Iglesia  católica.  Enquiridión.  De  la  unidad  de  la  Iglesia. 
De  la  fe  en  lo  que  no  se  ve.  De  la  utilidad  de  creer.  Versión,  introducciones 
y  notas  de  los  PP.  Fr.  VICTORINO  Capánaga,  O.  R.  S.  A.  ;  Fr.  Teófilo  Prieto, 
Fr.  Andrés  Centeno,  Fr.  Sanios  santamaría  y  Fr.  Hermlnio  Kui/Kibuu.,  O.  S.  A. 

1948.  XVI  +  900  págs.— Publicados  los  torcos  V  ,39),  VI  (50),  VII  (53),  VIII  (Ó9), 
IX  (79),  X  (95)  y  XI  (99). 

0|  OBRAS  LITERARIAS  DE  RAMON  LLULL :  Libro  de  caballería.  Libro 
de  Evast  y  Blanquerna.  Félix  de  las  Maravillas.  Poesías  (en  catalán  y  cas- 
tellano). Edición  preparada  y  anotada  por  los  PP.  Miguel  Baillori,  S.  I.,  y 
Miguel  Caldeniey,  T.  O.  R.,  con  una  introducción  biográfica  de  D.  Salvador 
Galmls  y  otra  al  Blanquerna  del  P.  Rafael  Ginard  Baucá,  T.  O.  R.  1948.  XX  + 
1148  págs.,  con  grabados. 


29  VIDA  DE  NUESTRO  SEÑOR  JESUCRISTO,  por  el  P.  Andrés  Fernán- 
****  dez,  S.  I.  1948.  LVT  +  bi2  págs.,  con  profusión  de  grabados  y  8  mapas. 
OQ  OBRAS  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMti.  Tomo  I  :  liiogralia  y  Epis- 
****  tolano.  Prólogo  del  Excmo.  y  Rvmo.  sr.  Dr.  D.  Juan  Perello,  obispo  de 
Vicñ.  1948.  XL1V  +  900  págs.  en  papel  biblia,  con  grabados.— Publicados  los 
tomos  11  (37),  III  (42),  IV  (48),  V  (51),  VI  (52),  Vil  (57)  y  VIH  (bb). 

34    LOS  oKANDEs  TEMAS  DEL  ARTE  CRISTIANO  EN  EsPANA.  Tomo  I: 
Nacimiento  e  injancia  de  Cristo,  por  el  Frol.  Francisco  Javier  sa^üíwí 
Cantón.  1948.  VIH  +  192  pags.,  con  304  laminas.— Publicados  los  tomos  H  (b¿) 

y  111  (47). 

MISTERIOS  DE  LA  VIDA  DE  CRISTO,  del  P.  Francisco  Suárez,  S.  I. 

Volumen  i."  :  Misterios  de  la  Virgen  Santísima.  Mu>it.jws  de  Ua  iujuhcm 
y  vida  puoaca  de  Jesucristo.  Versión  castellana  por  el  P.  Galdos,*S.  1.  1948. 
XAAVI  +  910  pags. — Publicado  el  volumen  2."  (55). 

36  UJ1KAa  BUüNAVENTuka.  Tomo  V  :  Cuestiones  disputadas  so- 
*w  ore  el  misterio  de  la  santísima  Trinidad.  Colaciones  sobre,  los  siete  dones 
del  Espíritu  santo.  Colaciones  sobre  los  diez  man&amientus.  Edición  en  latín 
y  castellano,  preparaua  y  anotaua  por  los  PP.  ti.  UtR-NARuo  A-  ■ — ',  pr.  Mi- 
guel OromI  y  pr.  MIGUEL  Olika,  O.  F.  M.  1948.  VIH -t- 750  pags.— Publicado 
el  tomo  VI  (49). 

07  oBKAs  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  II  :  Filosojía  Junda- 
**'  mental.  1940.  AAAIi  +  826  pags.  en  papel  biblia.— Publicados  los  tomos  III 
(42),  IV   (40),  V   (51),  VI  (52),  Vil  (¿7)  y  Vlli  <bb). 

30  Mis  1  icos  1- KAN  císcanos   t-sPANoLEs.    Tonio   1  :    Fray   Alonso  de 
MADKijj  :   Arte  para  servir  a  Dios  y  Lsptjo  de  ilustres  personas;  P  ra  Y 

Pkancislo  jl>e  Osuna:  Ley  de  amor  sumo,  lnirouuecionea  aei  P.  pr.  juan  üau- 
usta  oomis,  O.  P.  M.  1948.  XII  +  704  págs.  en  papel  biblia.— Publicados  los 
tomos  11  (44)  y  111  I46). 

OQ    OBRas  Di.  sAiN  AGUSTIN.  Tomo  V  :  Tratado  de  la  Santísima  Trinidad. 

Eaicion  en  latín  y  castellano.  Primera  versión  española,  con  introducción 
y  notas  del  P.  Pr.  Luis  Arias,  o.  s.  A.  1946.  Xvi  +  944  pags.,  con  grabauos. — 
publicados  los  tomos  VI  (50),  VH  I53),  VIH  (bg),  IX  (79),  X  (95)  y  XI  (99). 
4Q   iNutVU  TESTAMENTO,  de  Nalar-Culunga.  Versión  directa  del  texto  ori- 

ginal  griego,  (separata  de  la  Nucar-C'oiunga.)  1948.  VIH  +  452  pags.  en 
papel  biblia,  con  prolusión  de  grábanos  y  8  mapas. 

A 1  SUMA  TEOLoolCA  de  santo  Tomás  de  Auuino.  Tomo  II  :  Tratado  de 
la  Santísima  Trinidad,  en  latín  y  castellano;  versión  del  P.  Fr.  Raimundo 
Suarez,  O.  P.,  e  introducciones  del  P.  Pr.  Manuel  Cuervo,  O.  P.  Tratado  de  la 
creación  en  general,  en  latín  y  castellano ;  versión  e  introducciones  del  Pa- 
dre Fr.  Jesús  Valbuena,  O.  P.  1948.  XX  +  888  pags.,  con  grabados.— Publicado 
el  tomo  III  (56). 

AO  OBRAs  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  III:  Filosofa  elemen- 
?*™  tal  y  El  Criterio.  1948.  XX  +  75b  págs.  en  papel  biblia.— Publicados  los 
tomos  IV  (48),  V  151),  VI  (52),  Vil  (57)  y  VIH  (bb). 

¿o  NUEVO  TESTAMENTO.  Versión  directa  del  griego  con  notas  exegéticas, 
"  ,  por  el  P.  José  María  Bover,  S.  I.  (Separata  de  la  Bover-Cantera.)  1948. 
VIII  +  b24  págs.  en  papel  biblia,  con  b  mapas. 

A  A  MlsTlCos  FRANCISCANOS  ESPAÑOLES.  Tomo  II  :  Fray  Bernardino 
*  '  de  Laredo  :  Subida  del  monte  SiOn;  Fray  Anionio  de  Guevara  :  Orato- 
rio de  religiosos  y  ejercicio  de  virtuosos;  Fray  Miguel  de  Medina  :  Injancia 
espiritual;  Beato  Nicolás  Factor  :  Doctrina  de  las  tres  vías.  Introducciones 
del  P.  Fr.  Juan  Bautista  Gomis,  O.  F.  M.  194S.  XVI  +  84b  páginas  en  papel 
biblia.— Publicado  el  tomo  111  y  último  (4b). 

LAS  VIRGENES  CRISTIANAS   DE  LA  IGLESIA  PRIMITIVA,  por  el 
P.  Francisco  de  B.  Vizmanos,  S.  I.  Estudio  histórico-ideológico  seguido  de 
una  antología  de  tratados  patrísticos  sobre  la  virginidad.  1949.  XXIV  +  1308  pá- 
ginas en  papel  biblia. 

AC  MISTICOS  FRANCISCANOS  ESPAÑOLES.  Tomo  III  y  último:  FRAY 
Diego  de  Estella  :  Meditaciones  del  amor  de  Dios;  Fray  Juan  de  Pineda: 
Declaración  del  ifatcr  nostert;  Fray  Juan  de  los  Angeles:  Manual  de  vida  per- 
fecta y  Esclavitud  mariana;  Fray  Melchor  de  Cetina  :  Exhortación  a  la  ver- 
dadera  devoción  de  la  Virgen;  Fray  Juan  Bautista  de  Madrigal  :  Homiliario 
evangélico.  Introducciones  del  P.  Fr.  Juan  Bautista  Gomis,  O.  F.  M.  1949. 
XII  +  872  págs.  en  papel  biblia. 

AJ    LOS  GRANDES  TEMAS  DEL  ARTE  CRISTIANO  EN  ESPAÑA.  Tomo  III : 
La  Pasión  de  Cristo,  por  José  Camón  Aznar,  1949.  VIII  +  108  páginas, 
con  303  láminas. 

¿lo    OBRAS  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  IV  :  El  Protestantismo 
comparado  con  el  catolicismo.  1949.  XVI  +  772  páginas  en  papel  biblia.— 
Publicados  los  tomos  V  (51),  VI  (52),  VII  (57)  y  VIII  (66). 


ACk  OBRAS  DE  SAN  BUEN  AVKNTHH  A.  Tomo  VI  y  último:  Cuestiones 
disputados  sobre  la  perfección  evangélica.  Apología  de  los  pobres.  Edición 
en  latfn  v  castellano,  preparada  y  anotada  por  los  PP.  Er.  Bfunardo  Apekkibay, 
Fr.  Miguel  Oromí  y  Er.  Miguel  Oltra,  O.  E.  M.  IQ4Q-  VIII  +  48*  +  784  Págs. 
t¿(\  OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  VI  :  Del  espíritu  y  de  la  letra  De  la 
naturaleza  v  de  la  gracia.  De  la  gracia  de  Jesucristo  y  del  pecado  original. 
De  la  gracia  y  del  libre  albedrío.  De  la  corrección  y  de  la  gracia.  De  la  Pre- 
destinación de  los  santos.  Del  don  de  perseverancia.  Edición  en  latfn  y  cas- 
tellano, preparada  y  anotada  por  los  PP  Er.  Victorino  Capánaga,  O.  R.  S.  A. ; 
Fr.  Andrés  Centeno,  Fr.  Gerardo  Enrioue  de  Vega,  Fr.  Emiliano  López  y 
Fr.  Torirto  de  Castro,  O.  S.  A.  194Q.  XII  +  94S  págs. — Publicados  los  tomos 
VII  Í53I,  VIII  (6o>.  IX  (70I.  X  (95)  y  XI  foqi 

g|    OBRAS  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  V  :   Estudios  apologé- 
ticos.  Cartas  a  un  escéptico.  Estudios  sociales.  Del  clero  católico.  De  Ca- 
taluña.   1949.   XXVIII  +  1004  págs.  en  papel  biblia.— Publicados  los  tomos  VI 
'52),  VTI  (57)  y  VIII  (66). 

M    OBRAS  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  VI  :   ESCRITOS  POLÍTI. 

eos  :  Triunfo  de  Espartero.  Laida  de  Espartero.  Campaña  de  gobierno.  Mi- 
nisterio Narvácz.  Campaña  parlamentaria  de  la  minoría  balmista.  T9.w.  XXXII 
+  1068  págs.  en  papel  biblia.— Publicados  los  tomos  VII  Í57)  y  VIII  (66). 
gO    OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  VII:  Sermones.  Edición  en  latín  y  cas- 

tellnno,  preparada  por  el  P.  Amador  del  Fueyo,  O.  S.  A.  1950.  XX  +  952  pá- 
ginas.—Publicados  los  tomos  VIII  (69),  IX  (79),  X  (95)  y  XI  (99). 
g¿    HISTORIA  DE  LA  IGLESIA  CATOLICA.  Tomo  I  :  Edad  Antigua  (¡-681): 

La  Iglesia  en  el  mundo  grecorromano,  por  el  P.  Bernardino  Llorca,  S.  I. 
kko.  XXXII  +  068  págs.,  con  grabados.— Publicado  el  tomo  IV  (76). 
CC    MISTERIOS  DE  LA  VIDA  DE  CRISTO,  del  P.  Francisco  SuÁREZ,  S.  E 

Volumen  2.°  y  último  :  Pasión,  resurrección  y  segunda  venida  de  Jesucris- 
to. Versión  castellana  por  el  P.  Galdos,  S.  I.  1950.  XXIV  +  1226  págs. 
CC  SUMA  TEOLOGICA  de  Santo  Tomás  de  Aquino.  Tomo  III  :  Tratado  de 
**V  los  Angeles.  Texto  en  latín  y  castellano.  Versión  del  P.  Fr.  Raimundo 
Suáre?,  O.  P.,  e  introducciones  del  P.  Fr.  Aureliano  Martínez,  O.  P.  Tratado 
de  la  creación  del  mundo  corpóreo.  Versión  e  introducciones  deü  P.  Fr.  Alber- 
to Coldnga,  O.  P.  1950.  XVI  +  948  págs.,  con  grabados. 

g"T  OBRAS  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  VII  :  ESCRITOS  POLÍ- 
*J*  Ticos:  El  matrimonio  real:  Campaña  doctrinal.  Campaña  nacional.  Cam- 
paña internacional.  Desenlace.  Ultimos  escritos  políticos.  1950.  XXXII  +  1053  pá- 
ginas en  papel  biblia.— Publicado  el  tomo  VIII  (66). 

gQ  OBRAS  COMPLETAS  DE  AURELIO  PRUDENCIO.  Edición  en  latín  y 
4,0  castellano,  dirigida,  anotada  y  con  introducciones  por  el  P.  Fr.  Isidoro 
Rodríguez,  O.  F.  M.,  y  D.  José  Guillen,  catedráticos  en  la  Pontificia  Universi- 
dad de  Salamanca.  1950.  VIII  +  84*  +  825  págs. 

gQ  COMENTARIOS  A  LOS  CUATRO  EVANGELIOS,  por  el  P.  JUAN  DE  Mal- 
™?  donado,  S.  I.  Tomo  I  :  Evangelio  de  San  Mateo.  Versión  castellana,  intro- 
ducción y  notas  del  P.  Luis  María  Jiménez  Font,  S.  I.  Introducción  biobiblio- 
gráfica  del  P.  José  Caballero,  S.  I.  1950.  XVI  +  nóo  págs.  en  papel  biblia.— Pu- 
blicado el  tomo  II  (72). 

gQ  CURSUS  PHILOSOPHICUS,  por  una  comisión  de  profesores  de  las  Facul- 
t'ndes  de  Filosofía  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús.  Tomo  V  :  Theolo- 
gia  Naturalis,  por  el  P.  José  Hellín,  S.  I.  1950.  XXVIII  +  928  págs. 
C1  SACRAE  THEOLOGIAE  SUMMA,  por  una  comisión  de  profesores  de  las 
°*  Facultades  de  Teología  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús.  Tomo  I:  In- 
troductio  in  Theologiam.  De  rcvelatione  christiana.  De  Ecclesia  Christi.  De  sacra 
Scriptura,  por  los  PP.  Miguel  Nicoláu  y  Joaquín  Salaverri,  S.  I.  2.'  ed.  1952. 
XX  +  1151  págs.— Publicados  los  tomos  II  (90),  III  (62)  y  IV  (73). 
gO  SACRAE  THEOLOGIAE  SUMMA,  por  una  comisión  de  profesores  de  las 
u"  Facultades  de  Teología  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús.  Tomo  III:  De 
Verbo  incarnato.  Mariologia.  De  gratia  Christi.  De  viriutibus  infusis.  por  Jos 
PP.  Jesús  Solano,  José  A.  de  Aldama  y  Severino  González,  S.  I.  2."  ed.  XXIV 
+  902  págs. — Publicado  el  tomo  IV  (73). 

gQ  SAN  VICENTE  DE  PAUL:  BIOGRAFIA  Y  ESCRITOS.  Edición  prepara- 
Vx*  da  por  los  PP.  José  Herrera  y  Veremundo  Pardo,  C.  M.  1950.  XII  +  912 
páginas  en  papel  biblia,  con  profusión  de  grabados. 

CA  LOS  GRANDES  TEMAS  DEL  ARTE  CRISTIANO  EN  ESPAÑA.  Tomo  II: 
0  Cristo  en  el  Evangelio,  por  el  Prof.  Francisco  J.  Sánchez  Cantón.  1950, 
VIII  +  124  págs.,  con  255  láminas.— Publicado  el  tomo  III  (47). 


gC    PADRES  APOSTOLICOS  :   La  Didaché  o  Doctrina  de  los  doce  apóstoles. 

Cartas  de  San  Clónente  Romano.  Cartas  de  San  Ignacio  Mártir  Carta  y 
martirio  de  San  Pohcarpo.  Carta  de  Bernabé.  Los  fragmentos  de  Papias  El  Pas- 
tor de  Hermas.  Edición  bilingüe,  preparada  y  anotada  por  D.  Danifi.  Ruiz  Bue- 
no, catedrático  de  lengua  griega  y  profesor  a.  de  la  Universidad  de  Salaman- 
ca. 1950.  VIII  +  ri36  págs.  en  papel  biblia. 

gg    OBRAS  COMPLETAS  DE  JAIME  BALMES.  Tomo  VIII  y  último:  Biogra- 
fías. Misceláneas.  Primeros  escritos.  Poesías.  Indices.  1950.  XVI  +  1020  pá- 
ginas en  papel  biblia. 

g7   ETIMOLOGIAS,  de  San  Isidoro  de  Sevilla.  Versión  castellana  total,  por 
vez  primera,  e  introducciones  parciales  de  D.  Luis  Cortés,  párroco  de 
San  Isidoro  de  Sevilla.  Introducción  general  e  índices  científicos  del  Prof.  San- 


68 


JA    OBRAS  COMPLETAS  DE  SANTA  TERESA   DE  JESUS, 
del  texto  original  con  notas  críticas.  Tomo  I:  Bibliografía 


EL  SACRIFICIO  DE  LA  MISA.  Tratado  histérico-litúrgico.  Versión  espa- 
ñola de  la  obra  alemana  en  dos  volúmenes  Missarum  sollemnia,  del 

P.    JüNGMANN,   S.    I.    2.*   ed.    I952.    XXVIII  +  1272  págS. 

gQ  OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  VIII  :  Cartas.  Edición  en  latín  y  cas- 
Wi'  tellano,  preparada  por  el  P.  Lope  Cilleruelo,  O.  S.  A.  1951.  VIII  +  921  pá- 
ginas.—Publicados  los  tomos  IX  (79),  X  (95)  y  XI  (99). 

7fl    COMENTARIO   AL  SERMON   DE   LA   CENA,   por  el   P.  José  M.  Bo- 

*  "    VER,  S.  I.  1951.  VIII  +  324  págs. 

71     TRATADO  DE  LA  SANTISIMA  EUCARISTIA,  por  el  Dr.  D.  GREGORIO 

Alastruey.  2.*  ed.  1952.  XL  -f  426  págs.,  con  grabados. 
79    COMENTARIOS  A  LOS  CUATRO  EVANGELIOS,  por  el  P.  JUAN  de  Mal- 

*  "  donado,  S.  I.  Tomo  II  :  Evangelios  de  San  Marcos  y  San  Lucas.  Versión 
castellana,  introducción,  y  notas  del  P.  José  Caballero,  S.  I.  1951.  XVI  +  888  pá- 
ginas en  papel  biblia. 

70    SACRAE  THEOLOGIAE  SUMMA,  por  una  comisión  de  profesores  de  las 

*  -*  Facultades  de  Teología  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús.  Tomo  IV:  De 
sacramentis.  De  novissimis,  por  los  PP.  José  A.  de  Aldama,  Francisco  de  P.  Sola, 

uno  González  y  José  F.  Sagüés,  S.  t.  2.a  ed.  XXIV  +  ruó  págs. 

Nueva  revisión 
teres.iana.  por 

el  P.  Otilio  del  Niño  Jesús,  O.  C.  D.  Biogra/ía  de  Santa  Teresa,  por  el  P.  Efrén 
de  la  Madre  de  Dios,  O.  C.  D.  Libro  de  la  Vida,  escrito  por  la  Santa.  Edición 
revisada  y  preparada  por  los  PP.  Efrén  de  la  Madre  de  Dios  y  Otilio  del  Niño 
Jesús.  1951.  XII  +  912  p4gs.  en  papel  biblia. 

7C    ACTAS  DE  LOS  MARTIRES.  Edición  bilingüe,  preparada  y  anotada  por 
■  **    D.  Daniel  Ruiz  Bueno,  catedrático  de  lengua  griega  y  profesor  a.  de  la 
Universidad  de  Salamanca.  1951.  VIII  +  1192  págs.  en  papel  biblia. 
7g    HISTORIA  DE  LA  IGLESIA  CATOLICA.  Tomo  IV  :  Edad  Moderna:  La 

*  0  Iglesia  en  su  lucha  y  relación  con  el  laicismo,  por  el  P.  Francisco  Ja- 
vier Montalbán,  S.  I.  Revisada  y  completada  por  los  PP.  Bernardino  Llorca 
y  Ricardo  García  Villoslada,  S.  I.  1951.  XII  +  851  págs. 

77  SUMMA  THEOLOGICA  Sancii  Thomae  Aquinatis,  cura  fratrum  eiusdem 
'  '  Ordinis,  in  quinqué  volumina  divisa.  Vol.  I  :  Prima  pars.  1951.  XXIV  + 
860  págs.— Publicados  los  tomos  II  (80),  III  (81),  IV  (83)  y  V  (87). 
70  OBRAS  ASCETICAS  DE  SAN  ALFONSO  MARIA  DE  LIGORIO.  Tomo  I: 
*°  Obras  dedicadas  al  pueblo  en  general.  Edición  crítica.  Introducción,  ver- 
sión del  italiano,  notas  e  índices  del  P.  Andrés  Goy,  C.  SS.  R.  1952.  XVI  + 
1040  págs.  en  papel  biblia. 

7Q  OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  IX  :  Los  dos  libros  sobre  diversas  cues- 
'  **  ¿jones  a  Simpliciano.  De  los  méritos  y  del  perdón  de  ¡os  pecados.  Contra 
las  dos  epístolas  de  los  pelagianos.  Actas  del  proceso  contra  Pelagio.  Edición  en 
latín  y  castellano,  preparada  y  anotada  por  los  PP.  Fr.  Victorino  Capánaga 
y  Fr.  Gregorio  Erce,  O.  R.  S.  A.  1952.  XII  +  799  págs.— Publicados  los  to- 
mos x  (95)  y  xi  (99). 

Of\  SUMMA  THEOLOGICA  S.  Thomae  Aquinatis,  cura  fratrum  eiusdem  Or- 
dinis,  in  quinqué  volumina  divisa.  Vol.  II  :  Prima  secundae.  1952.  XX 
+  856  págs.— Publicados  los  tomos  III  (Si),  IV  (83)  y  V  (87). 
OI  SUMMA  THEOLOGICA  S.  Thomae  Aquinatis,  cura  fratrum  eiusdem  Or- 
01  dinis,  in  quinqué  volumina  divisa.  Vol.  III  :  Secunda  secundae.  1952. 
XXVIII  +  1240  págs.— Publicados  los  tomos  IV  (83)  y  V  (87). 
DO  OBRAS  COMPLETAS  DE  SAN  ANSELMO.  Tomo  I  :  Monologio.  Pros- 
0£t  logio.  Acerca  del  gramático.  De  la  verdad.  Del  libre  albedrío.  De  ¡a 
caída  del  demonio.  Carta  sobre  la  encamación  del  Verbo.  Por  qué  Dios  se  hizo 
hombre.  Introducción  general,  versión  castellana  y  notas  teológicas,  por  el 
P.  Julián  Alameda,  O.  S.  B.  1952.  XVI  +  904  págs.— Publicado  el  tomo  II  y  úl- 
timo (100). 


QO  SUMMA  TH ECLOGICA  S.  Thomae  Aquinatis,  cura  fratrum  eiusdem  Or- 
°*'  dinis.  in  quinqué  volumina  divisa.  Vol.  IV  :  Tcrtia  pars.  1952.  XX  + 
808  págs.— Publicado  el  tomo  V  (87). 

04    LA    EVOLUCION    HOMOGENEA    DEL    DOGMA    CATOLICO,    por  el 
p    KniNrrsm  Marín-Sola,  O.  P.  Introducción  general  del  P.  Emilio  Sau- 


ras.  O.  P.  1952.  VIII  +  840  págs. 
flC    EL  CUERPO   MISTICO   DE  CRISTO,   por  el   P.   Emilio  Sauras,  O.  P. 
0%*    1952.  VIII  +  928  págs. 

Qg  OBRAS  COMPLETAS  DE  SAN  IGNACIO  DE  LOYOLA.  Edición  crítica. 
9*1  Transcripción,  introducciones  y  notas  de  los  PP.  Cándido  de  Dalmases 
e  Ignacio  Iparraguirre.  S.  I.  1952.  XVI  +  80*  +  1075  págs. 

Q-T    SUMMA  TH ECLOGICA  S.  Thomae  Aoüinatis.  cura  fratrum  eiusdem  Or- 
dinis,  in  quinqué  volumina  divisa.  Vol.  V:  Supplementum.  Indices.  1952. 
XX  +  652  +  389'  págs. 

QO  TEXTOS  EUCARISTICOS  PRIMITIVOS.  Edición  bilingüe  de  los  conte- 
00  nidos  en  la  Sagrada  Escritura  y  los  Santos  Padres,  preparada  por  el 
P  Jesús  Solano,  S.  I.  Tomo  I  :  Hasta  fines  del  siglo  IV.  1952.  XL  +  752  págs., 
con  grabados. 

QQ  OBRAS  COMPLETAS  DEL  BEATO  MAESTRO  JUAN  DE  AVILA.  Edi- 
ción  crítica.  Tomo  I  :  Epistolario.  Escritos  menores.  Biografía,  introduc- 
ciones y  notas  del  Dr.  D.  Luis  Sala  Baldst.  catedrático  de  la  Pontificia  Univer- 
sidad de  Salamanca.  1952.  XL  +  1120  págs. — Publicado  el  tomo  II  (103). 
Qf\  SACRAE  THEOLOGIAE  SUMMA,  por  una  comisión  de  profesores  de  las 
Facultades  de  Teolosrfa  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús.  Tomo  II  : 
De  Deo  uno  et  trino.  De  Deo  creante  et  elevante.  De  peccatis.  por  los  PP.  Jost 
M.  Dalmau  y  José  F.  Sagüés,  S.  I.  1952.  XXIV  +  1023  págs.— Publicados  los  to- 
mos III  (62)  y  IV  (73). 

Q1  LA  EVOLUCION  MISTICA,  por  el  P.  Mtro.  Fr.  Juan  G.  Arintero,  O.  P. 
571    1952-  LXIV  +  812  págs. 

QO  PHILOSOPIIIAE  SCHOLASTICAE  SUMMA,  por  una  comisión  de  profe- 
****  sores  de  las  Facultades  de  Filosofía  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús. 
Tomo  III  :  Theodicea.  Ethica.  por  los  PP.  José  Hellín  e  Ireneo  González,  S.  ti 
1952.  XXVIII  +  915  págs.— Publicado  el  tomo  I  (98). 

QO  THEOLOGIAE  MORALIS  SUMMA,  por  los  padres  F.  Regatillo  y  M.  Zal- 
ba.  S.  I.  Tomo  I  :  Theologia  moralis  fundamentalis.  Tractatus  de  virtutibus 

theologicis,  por  el  P.  Marcelino  ZALB3,  S.  I.  1952.  XXVIII  +  965  págs. 

QA  SUMA  CONTRA  LOS  GENTILES,  de  Santo  Tomás  de  Aquino.  Edición 
bilingüe,  con  el  texto  crítico  de  la  leonina.  Tomo  I  :  Libros  I  y  II:  Dios: 

su  existencia  y  su  naturaleza.  La  creación  y  las  criaturas.  Traducción  dirigida 

y  revisada  por  el  P.  Fr.  Jesús  M.  Pla.  O.  P.  Introducciones  y  notas  de  los 

PP.  Fr.  Jesús  Azagra  y  Fr.  Mateo  Febrer,  O.  P.  Introducción  general  por  el 

P.  Fr.  José  M.  de  Garganta,  O.  P.  1952.  XVI  +  720  págs. 

QC   OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  X  :  Homilías.  Edición  en  latín  y  cas- 
tellano,   preparada  por  el   P.   Fr.   Amador   del  Fueyo,   O.   S.   A.  1952. 
XII  +943  págs.— Publicado  el  tomo  XI  (99). 

QC    OBRAS  DE  SANTO  TOMAS  DE  VILLANUEVA.  Sermones  de  la  Virgen 
María   (primera  versión  al  castellano)  y  Obras  castellanas.  Introducción 
biográfica,   versión   y   notas   del   P.   Fr.   Santos   Santamarta,   O.    S.    A.  1952. 
XX  +  664.  págs. 

q-T  LA  PALABRA  DE  CRISTO.  Repertorio  orgánico  de  textos  para  el  estudio 
**  *  de  las  homilías  dominicales  y  festivas,  elaborado  por  una  comisión  de  au- 
tores bajo  la  dirección  de  Mons.  Angel  Herrera  Oria,  obispo  de  Málaga. 
Tomo  I  :  E¡  juicio  final.  La  misión  del  Precursor.  El  testimonio  de  Juan  a  los 
judíos.  Predicación  del  Bautista.  Presentación  y  purificación  en  el  templo.  El 
Dulce  Nombre  de  Jesús.  1953.  LXXII  +  940  págs. 

qo  PIIILOSOPHIAE  SCHOLASTICAE  SUMMA,  por  una  comisión  de  profe- 
sores  de  las  Facultades  de  Filosofía  en  España  de  la  Compañía  de  Jesús. 
Tomo  I:  Introductto  in  Philosophiam.  Lógica.  Critica.  Methaphysica  generalis. 
por  los  PP.  LEOVIGILDO  Salcedo  y  Jesús  Iturrioz,  S.  I.  1953.  XXIV  +  893  págs. 
Publicado  el  tomo  III  (92). 

qQ    OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  XI  :   Cartas  (2.').  Edición  en  latín  y 
castellano   preparada   por  el   P.    Fr.    Lope   Cilleruelo,    O.   S.    A.  1953 
VIII  +  1108  págs. 

AS  C 

concepción  virginal  y  del  pecado  original.  De  la  procesión  del  Espí- 
ritu Santo.  Cartas  dogmáticas.  Concordia  de  la  presciencia  divina,  predestina- 
ción y  gracia  divina  con  el  libre  albedrio.  Oraciones  y  meditaciones.  Cartas. 


Edición  en  latín  y  castellano,  preparada  por  el  P.  Fr.  Julián  Alameda,  O.  S.  B. 

1953.  XVI  +  Slfl  págs. 

iñl  CARTAS  Y  ESCRITOS  DE  SAN  FRANCISCO  JAVIER.  "Unica  publica- 
i-Vl.  c¡on  castellana  completa  según  la  edición  critica  de  «Monumenta  Histó- 
rica Societatis  Iesu».  Introducción  general  y  notas  del  P.  Félix  Zubillaga,  S.  I. 

1953.  XVI  +  578  págs. 

102  SUMA  CONTRA  LOS  GENTILES,  de  Sanio  Tomás  de  Aqdino.  Edición 
bilingüe  con  el  texto  crítico  de  la  Leonina.  Tomo  II  y  último  :  Li- 
bros III  y  IV:  Dios,  fin  último  y  gobernador  supremo.  Misterios  divinos  y 
Postrimerías.  Traducción  dirigida  y  revisada  por  el  P.  Fr.  Jesús  M.  Pla,  O.  P. 
Introducciones  particulares  y  notas  de  los  PP.  Fr.  José  M.  Martínez  y  Fr.  Jesús 
M.  Pla,  O.  P.  1953.  XVI  +  944  págs. 

10'i    OBRAS    COMPLETAS    DEL    BEATO    MAESTRO    JUAN    DE  AXILA. 

Edición  crítica.  Tomo  II  :  Sermones.  Pláticas  espirituales.  Introduc- 
ciones y  notas  del  Dr.  D.  Luis  Sala  Balust,  catedrático  de  la  Pontificia  Uni- 
versidad de  Salamanca.  1953.  XX  +  1425  págs. 


DE   PROXIMA  APARICION 

THEOLOGIAE  MORALIS  SUMMA.  Tomos  II  y  III.   (Aparecido  ya  el  I.) 
HISTORIA  DE  LA  GLESIA.  Tomos  II  y  III,  por  los  PP.  Vili.oslada  y  Le- 

turia,  S    I.  (Aparecidos  ya  el  I  y  el  IV.) 
TEXTOS  ÉUCARISTICOS  PRIMITIVOS.  Tomo  II  :  Siglos  V  a  VII. 
OBRAS    DE    SAN    FRANCISCO    DE    SALES,    por    el    P.    FRANCISCO    DE  I.A 

Hoz,  S.  D.  B. 

OBRAS  COMPLETAS  DE  SAN  BERNARDO,  preparadas  por  Jos  monjes  bene- 
dictinos de  Silos. 

CIENCIA  MODERNA  Y  FILOSOFIA,  por  el  P.  José  M.  Riaza,  S.  I. 
TEOLOGIA  DE  SAN  JOSE,  por  el  P.  Bonieacio  Llamera,  O.  P. 
OBRAS  DE  SAN  AGUSTIN.  Tomo  XII  y  sucesivos. 

PHILOSOPHIAE  SCHOLASTICAE  SUMMA.  Tomo  II.   (Aparecidos  ya  el  I  y 
el  III.) 

LA   PALABRA   DE  CRISTO.   Tomos  II   a  X. 


Este  catálogo  comprende  la  relación  de  obras  publicadas  hasta  el  rh.es  df 
agosto  de  IQS3- 

La  B.  A    C.  viene  publicando,  al  menos,  doce  volúmenes  nuevos  cada  año. 

AI  hacer  su  pedido  haga  siempre  referencia  al  número  que  la  obra 
solicitada  tiene,  según  este  catálogo,  en  la  serie  de  la  Biblioteca 
de  Autores  Cristianos 


Dirija  sus  pedidos  a  LA  EDITORIAL,  CATOLICA,  S.  A. 
(Departamento  de  Extranjero),  Alfonso  XI,  4.  Madrid  (España)